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La Reforestación Histórica del
Monte Abantos
Dossier Informativo Nº 1
La Reforestación Histórica del
Monte Abantos
La Reforestación Histórica del
Monte Abantos
La Reforestación Histórica del
Monte Abantos
La Cruz de Rubens
Cuadernos Técnicos del Aula de Naturaleza Graellsia
Cuaderno Nº 2 (Ed. 2017)
© Miguel Ángel López Varona.
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Aula de Naturaleza GRAELLSIA San Lorenzo de El Escorial (Madrid)
La representación pictórica del Real Monasterio de San Lorenzo de
El Escorial ha seducido a no pocos pintores a lo largo de la historia. Uno de
los primeros fue el pintor hispano-italiano Fabrizio Castello, que pintó un
fabuloso lienzo de la obra magna de Felipe II a finales del siglo XVI, cuando
todavía no habían finalizado las obras.
Óleo del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, de Fabrizio Castello (s. XVI).
Grabado anónimo del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial (s. XVII).
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Aula de Naturaleza GRAELLSIA San Lorenzo de El Escorial (Madrid)
Otros pintores como Lucas van Uden (Bélgica, s. XVII), Pedro
Villafranca y Malagón (España, s. XVII), Michel Ange Houasse (Francia, s.
XVIII), Alfred Guesdon (Francia, s. XIX), Francisco Javier Parcerisa y Boada
(España, s. XIX), Francisco de Paula Van Halen (España, s. XIX), David
Roberts (Escocia, s. XIX), y un largo etcétera, se vieron seducidos por la
necesidad de plasmar la sensibilidad de su arte al servicio de la divulgación
de la “Octava Maravilla del Mundo”.
“A View of Escorial”, de Lucas van Uden (s. XVII).
Pintura del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, de Van Halen (s. XIX).
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Aula de Naturaleza GRAELLSIA San Lorenzo de El Escorial (Madrid)
Pero, ¿qué hay de Pieter Paul Rubens?, aquel ilustre pintor barroco
cuya obra pictórica es una de las de mayor talento artístico de la Europa
del siglo XVII. Si revisamos toda su obra, apenas aparece mención alguna a
El Escorial. Entonces, ¿por qué existe una cruz en un paraje próximo al
Puerto de Malagón, que todo el mundo conoce como la “Cruz de
Rubens”?
Para averiguarlo hay que remontarse a 1623, cuando Carlos I de
Inglaterra, entonces príncipe de Gales, visitó El Escorial invitado por Felipe
IV. Los bonitos ojos de la infanta María cautivaron al joven Carlos, que no
pudo evitar enamorarse de la coqueta hija de Felipe III. Al parecer, los
encuentros furtivos entre el príncipe galés y la infanta española se
sucedieron, hasta que el conde-duque de Olivares tuvo que poner los
medios para evitar que prosperase aquel amor, que era a todas luces
“imposible”.
Peter Paul Rubens (Siegen, Alemania 1577 – Amberes, Bélgica 1640).
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Aula de Naturaleza GRAELLSIA San Lorenzo de El Escorial (Madrid)
Años más tarde, en septiembre de 1628, llegó a España Rubens,
volcado en sus misiones diplomáticas para que España e Inglaterra
alcanzaran la paz, después de un largo conflicto que desangraba la
economía, por no mencionar las vidas que se perdieron en los Países
Bajos. Su estancia en Madrid duró nueve meses, un período que le
permitió convertirse en cómplice y confidente de rey Felipe IV quien, pese
a contar en la corte con un excelente pintor veinteañero llamado Diego
Velázquez, encargó a Rubens la realización de algunas pinturas.
Uno de aquellos encargos consistió en obtener una panorámica del
Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, tomada a larga distancia. Felipe
IV sabía que la única forma de comprender la magnitud de semejante obra
arquitectónica, sería a través de una visión general que permitiera percibir
la orquestación total de su arquitectura, en su relación con las montañas y
los bosques que le rodean. Para conseguir esa visión, Rubens sólo tenía
dos opciones, o alzar el vuelo como un pájaro, o encaramarse en lo alto de
alguna de las cumbres de Guadarrama.
Carlos I de Inglaterra (Anthony van Dyck).
Infanta María de Austria (Diego Velázquez).
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Aula de Naturaleza GRAELLSIA San Lorenzo de El Escorial (Madrid)
La extraordinaria belleza paisajística del valle de El Escorial desde lo
alto de Malagón, cautivó desde siempre a Felipe II, siendo este uno de los
motivos que le empujaron a edificar allí su obra más querida. Durante la
construcción del monasterio, Felipe II encargó instalar tres grandes cruces
de madera en lo alto de la sierra, dos en el entorno del puerto de
Malagón, y una tercera en la cumbre del Monte Abantos. Aunque el
acceso a aquellos lugares estaba repleto de dificultades, un 14 de
noviembre de 1596, Felipe II trepó casi enfermo por los caminos hacia lo
alto de Malagón, acompañado de todo su séquito, para sentarse junto a
una de estas cruces y comer plácidamente mientras contemplaba el
espectáculo de la naturaleza. Era su particular “paraíso terrenal”.
A principios de 1629, y tomando como referencia una de estas
cruces, Rubens subió a caballo al alto de Malagón, acompañado de su
buen amigo Velázquez, para acometer el encargo que le había hecho
Felipe IV.
Imagen del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, desde el alto de Malagón.
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Aula de Naturaleza GRAELLSIA San Lorenzo de El Escorial (Madrid)
Sobre una planicie abierta del puerto de Malagón, Rubens realizó un
boceto con todo lo que abarcaban sus ojos. Aquel mismo año, el ya rey
Carlos I de Inglaterra, otorgó al pintor flamenco el honorable título de sir.
El propio Carlos I le había manifestado al rey Felipe IV, el deseo de
incluir en su galería de arte aquella obra del maestro Rubens. El recuerdo
imborrable de la estancia del príncipe galés en El Escorial, que según sus
propias palabras fueron los más felices de su vida, y el profundo dolor que
le supuso alejarse de su amada la Infanta de España, hicieron irrefrenables
sus deseos de poseer el cuadro de Rubens.
Una de las actuales cruces del Alto de Malagón.
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Aula de Naturaleza GRAELLSIA San Lorenzo de El Escorial (Madrid)
En abril de 1640, Rubens le hizo llegar a Carlos I de Inglaterra, “La
Representación Cósmica de El Escorial”. Aunque la obra está firmada con
las iniciales “P.P.R”, fue pasada a lienzo por su ayudante el pintor Peter
Verhulst, siempre bajo la atenta mirada de Rubens. Junto al cuadro, una
nota escrita por el propio Rubens decía lo siguiente:
“He aquí la pintura de San Lorenzo de El Escorial,
terminada según la capacidad del maestro Verhulst, bajo mi
consejo. Dios quiera que la extravagancia del asunto pueda
suponer algún contento para Su Majestad. Las montañas de la
Sierra de Malagón son altas y abruptas, muy difíciles de subir y
bajar. Teníamos las nubes por debajo de nosotros y en lo alto un
cielo muy claro y sereno. En la cima existe una gran cruz de
madera que se descubre fácilmente desde Madrid, y a su lado, una
pequeña ermita dedicada a San Juan, que no se ha podido
representar en este cuadro porque quedaba a nuestra espalda, y
donde mora un ermitaño que se ve aquí con un borrico. Abajo se
encuentra el soberbio edificio de San Lorenzo de El Escorial, con su
pueblo y sus alamedas de árboles, sus estanques y el camino de
Madrid”.
Única imagen disponible del óleo de Rubens en Malagón.
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Aula de Naturaleza GRAELLSIA San Lorenzo de El Escorial (Madrid)
Nada se supo del cuadro de Rubens hasta el año 1966, cuando el
historiador sanlorentino Luis Manuel Auberson lo localizó en el castillo de
Lord Radnor, en Salisbury (Inglaterra). Acompañado de fray Gregorio de
Andrés, bibliotecario del Monasterio, subió a Malagón para tratar de
situar aquella cruz y la ermita citadas por Rubens. El paso de los siglos
había borrado todo vestigio de aquello, pero con la ayuda de la fotografía
que pudieron realizarle al cuadro, establecieron la peña exacta desde
donde creyeron que Rubens hizo su cuadro, colocando allí mismo una
placa conmemorativa, hoy inexistente.
Años más tarde, aficionados a la historia escurialense colocaron tres
cruces blancas en lo alto de la Sierra de Malagón, en los mismos
emplazamientos que había ordenado Felipe II: Dos en las proximidades del
Puerto de Malagón, y una tercera en la cumbre del Monte Abantos.
Afortunadamente, las tres cruces permanecen hoy erguidas, resistiendo el
paso del tiempo.
Actual Cruz de Rubens, en un paraje próximo al Puerto de Malagón.