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El rol de la música en la delincuencia juvenil: un estudio exploratorio

Authors:

Abstract

La música está presente en la vida de los seres humanos desde la pronta infancia. Aun así, pocas investigaciones criminológicas se han focalizado en el rol de la música durante la adolescencia. Esta investigación explora la relación entre la preferencia por un género musical y la delincuencia en adolescentes. Se ha utilizado un cuestionario de autoinforme aplicado, a través de un muestreo no-probabilístico, a 381 jóvenes de 14 a 18 años, alumnos de institutos públicos españoles. Los resultados sugieren que las personas que escuchan música trap, reggaetón o rap presentan niveles significativamente más elevados de delincuencia en comparación a los que prefieren la música pop y rock. Sin embargo, mediante el estudio de la prevalencia e incidencia vida, no se puede establecer relación de causalidad entre las variables estudiadas. Se proponen, para futuras investigaciones, una serie de mejoras orientadas al empleo de un diseño de estudio alternativo.
DIRECTORA: DEBORAH GARCÍA MAGNA
COORDINADORA: ARACELI AGUILAR CONDE
www.boletincriminologico.uma.es // boletincrimi@uma.es
TEL: (+34) 95 213 23 25 // FAX: (+34) 95 213 22 42
DEP. LEGAL: MA-857/1996
ISSN VERSIÓN IMPRESA: 1137-2427 // ISSN VERSIÓN ELECTRÓNICA: 2254-2043
EDITA: Sección de Málaga del IAIC
Edicio Institutos de Investigación,
Universidad de Málaga.
Campus de Teatinos, 29071- Málaga
ESTHER NANCLARES GONZÁLEZ
UNIVERSIDAD DE GRANADA
Title: “The role of music in the juvenile delin-
quency; an exploratory study”
Abstract: Although the music has been in
humans’ life since early childhood, few piec-
es of criminological research have studied
its role during adolescence. This present
study explores the relationship between
the preference for a specific musical genre
and the levels of delinquency in a sample
of adolescents (14-18 years old). Applying
a non-probabilistic sampling, we used a
self-reported questionnaire with 381 stu-
dents of Spanish public high schools. Our
results suggest that the participants that lis-
ten to trap, reggaeton and rap music show
significantly higher levels of delinquency in
comparison to those who prefer pop and
rock music. Throughout the study of life-
time prevalence and incidence, it cannot be
established causality between the studied
variables. Regarding future research a se-
ries of improvements are proposed oriented
towards the employment of an alternative
design.
Keywords: antisocial behavior; criminal
behavior; music genre; adolescence.
El rol de la música en la delincuencia juvenil:
un estudio exploratorio
EDICIÓN ESPECIAL. II Encuentro de Jóvenes Investigadores en Criminología. ARTÍCULO 9/2020_EJIC (N.º 205)
Resumen: La música está presente en la vida de los seres humanos
desde la pronta infancia. Aun así, pocas investigaciones criminológicas
se han focalizado en el rol de la música durante la adolescencia. Esta
investigación explora la relación entre la preferencia por un género mu-
sical y la delincuencia en adolescentes. Se ha utilizado un cuestionario
de autoinforme aplicado, a través de un muestreo no-probabilístico, a
381 jóvenes de 14 a 18 años, alumnos de institutos públicos españoles.
Los resultados sugieren que las personas que escuchan música trap,
reggaetón o rap presentan niveles signicativamente más elevados de
delincuencia en comparación a los que preeren la música pop y rock.
Sin embargo, mediante el estudio de la prevalencia e incidencia vida, no
se puede establecer relación de causalidad entre las variables estudia-
das. Se proponen, para futuras investigaciones, una serie de mejoras
orientadas al empleo de un diseño de estudio alternativo.
Palabras clave: conducta antisocial; conducta delictiva; género musical;
adolescencia
Recepción del original: 24 de febrero de 2020
Fecha de aceptación: 18 de septiembre de 2020
Contacto con la autor/a: estnango@gmail.com
Sobre la autora: Esther Nanclares González es criminóloga y máster
en Criminalidad e Intervención Social con Menores. Está especializada
en menores en situación de conicto y tiene experiencia en el tratamien-
to con infractores. Entre sus intereses destaca el estudio de la delin-
cuencia juvenil, su etiología, desarrollo e intervención.
Cómo citar este artículo: NANCLARES GONZÁLEZ, Esther, “El rol de
la música en la delincuencia juvenil: un estudio exploratorio”, en Boletín
Criminológico, artículo 9/2020_EJIC (nº 205).
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1. Introducción
A lo largo de las últimas décadas se ha intensificado el uso de los medios de comunica-
ción de masas y las tecnologías para la difusión de la cultura, situándose en su máximo
auge la utilización del servicio de streaming para el consumo de música, permitiendo
acceder a la población a los distintos contenidos musicales de forma digital (Buil &
Hormigos, 2016). De entre todos los sectores de la población, los jóvenes fueron
aquellos que puntuaron más alto respecto a la frecuencia del consumo de música online
según la Encuesta de Hábitos y Prácticas Culturales en España 2018-2019 (N = 16.520)
(Ministerio de Cultura y Deporte, 2019).
En la misma línea, Rivera y Carriço (2015) mencionan que las Tecnologías de la
Información y Comunicación (TIC) han hecho posible que la música sea omnipresente
en la vida de los jóvenes. Además, estos autores afirman que “la música es el elemento
social más expresivo de las culturas juveniles actuales” (Rivera & Carriço, 2015, p. 185).
A este respecto, al manifestar abiertamente que escuchamos un determinado género
musical, podemos dejar entrever nuestras “preferencias, gustos, creencias, valores, ade-
más de muchos otros aspectos relacionados con la cultura en la que hemos crecido o las
experiencias vividas” (Peñalba, 2017, p. 118). De esta forma, la música puede ser vista
como un agente de transmisión social, ya que en base a ella se construyen identidades
y estilos tanto culturales como individuales, creándose así un espacio social compartido
de significados (Buil & Hormigos, 2016).
Sumario: 1. Introducción. 2. Revisión de la literatura. 2.1. Contexto general:
delincuencia juvenil y factores de riesgo. 2.2. El rol de la música en la delincuencia
juvenil. 3. Objetivos de la investigación. 4. Metodología. 4.1. Participantes.
4.2. Instrumento. 4.3. Procedimiento. 4.4. Variables. 4.5. Análisis de datos.
4.6. Descripción de la muestra. 5. Resultados. 5.1. Prevalencia e incidencia de
las conductas antisociales y las delictivas. 5.2. Relación entre las variables
sociodemográcas y las conductas antisociales y/o delictivas. 5.2.1. Sexo y
conductas. 5.2.2. Edad y conductas. 5.3. Interpretación de canciones. 5.4. La
relación entre el género musical preferido y la delincuencia juvenil. 5.4.1. La
relación entre el género musical y la conducta antisocial. 5.4.2. La relación entre
el género musical y la conducta delictiva. 5.4.2.1. La relación entre el género
musical y los delitos contra el patrimonio y el orden socioeconómico. 6. Discusión
y conclusiones. 7. Bibliografía.
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Aproximándonos al contexto social en España respecto a los géneros musicales
predominantes, en primer lugar, los autores Megías y Rodríguez (2003), a través de
una investigación cuantitativa sobre una muestra de 1900 españoles de 15 a 24 años,
encontraron que los jóvenes se decantaban por escuchar música pop o pop-rock, dan-
ce, latina, salsa, cantautores, electrónica, baladistas y melódica. Actualmente, según la
Federación Internacional de la Industria Fonográfica (IFPI), en su Informe Music
Listening 2019 sobre la “Panorámica sobre el uso de la música grabada en España”, los
géneros favoritos son, por orden: pop, rock, latino, bandas sonoras, dance/electrónica,
cantautores, flamenco, clásica, reggaetón y melódica. Asimismo, especifica que el rap es
popular entre los jóvenes a nivel mundial.
Centrándonos en las canciones que forman las listas de reproducción de música
actuales en España1, a modo de concreción, hicimos un recorrido longitudinal de los
últimos diez años (2008-2018) y observamos que, en primer lugar, la lista “Top 50
canciones anual 2008” está compuesta básicamente por los géneros pop y flamenco,
incluyendo una sola canción de reggaetón. En segundo lugar, en la lista del año 2013,
“Top 50 canciones anual 2013”, se aprecia cómo se incorporan los géneros reggaetón y
electro-house, sin dejar de lado al pop en su mayoría. Finalmente, en el año 2018, la lista
“Top 100 Canciones+Streaming anual 2018”, se compone en un 65% por canciones
de los géneros reggaetón y trap y el 35% restante por pop e indie. Por otra parte, en los
últimos años en el panorama español se ha fraguado un debate controvertido acerca
de las letras que incorporan algunas de las canciones del género trap, reggaetón y rap,
las cuales son tildadas de contenido machista (para el debate, ver Borraz & Ferreira,
2019; Fernández, 2018; Un Tío Blanco Hetero, 2019).
Finalmente, el incremento en el consumo de música reggaetón y música trap fue
uno de los detonantes principales para abordar una investigación que incluyera, por un
lado, la comisión de conductas antisociales y delictivas y, por otro, la música, debido
al contenido expreso que presentan las canciones pertenecientes a estos géneros, en
las cuales se hacen algunas alusiones a contenido sexual, sexismo, violencia y consumo
de alcohol o drogas, entre otros. Asimismo, se amplió a otros géneros como el rap, el
1. Elaboradas por GfK (una fuente de investigación de mercados) para la Asociación de Gestión de Derechos
Intelectuales (AGEDI) y los Productores de Música de España (PROMUSICAE).
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pop y el rock, con el fin de encontrar diferencias y por ser considerados géneros que
también se escuchan entre la población adolescente, a pesar de no aparecer todos ellos
en las listas de reproducción actuales.
2. Revisión de la literatura
2.1. Contexto general: delincuencia juvenil y factores de riesgo
En los países europeos continentales, el término delincuencia aboga únicamente por las
conductas que tipifica la ley penal. Sin embargo, en el desarrollo de esta investigación se
emplea un sentido más amplio, recurriendo a la definición inglesa delinquency, donde se in-
cluyen tanto los comportamientos ilícitos como los antisociales o desviados (Aebi, 2009).
La delincuencia juvenil, por su parte, es un constructo sociocultural en cuya concep-
tualización se ven involucrados factores de ámbito psicológico y legal (Peña & Graña,
2006). En primer lugar, se encuentra vinculada a una carencia de vínculos sociales, a
un escaso desarrollo de la personalidad y a la ausencia de autocontrol (Vásquez, 2003).
Además, la conducta violenta puede ser entendida como un instrumento interioriza-
do dirigido a recomponer el concepto que tiene el adolescente de sí mismo, así como
medio útil para resolver sus problemas, no considerando las consecuencias que derivan
de sus acciones (Boers et al., 2013).
En segundo lugar, de acuerdo con la Ley Orgánica 5/2000, de 12 de enero, Reguladora
de la Responsabilidad Penal de los Menores (LORPM), los menores infractores son
aquellos que poseen entre 14 y 18 años que realizan una o varias conductas tipificadas
(delitos) en el Código Penal Español. Al amparo de esta misma ley, los menores de 14
años, a pesar de haber cometido alguna acción típica, son considerados inimputables
(Luzón & Domínguez, 2014).
A lo largo de la adolescencia se produce una relación parabólica considerando pe-
riodos de mayor y menor prevalencia delictiva (Loeber et al., 2011), situándose el
índice de delincuencia más alto entre los 15 y 19 años (Farrington, 2017; Piquero et
al., 2012). En estudios que han utilizado encuestas de autoinforme, las edades de 16-17
años muestran más comportamientos antisociales y delictivos (Fernández et al., 2009;
Rechea, 2008; Sanabria & Uribe, 2009).
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Los factores de riesgo, en este contexto, son los rasgos o características que aumen-
tan la probabilidad de que una persona lleve a cabo actos delictivos, distinguiéndose
los siguientes tipos: (1) individuales o personales; (2) familiares; (3) escolares o edu-
cativos y (4) sociales o comunitarios (Cuadrado et al., 2013; Negrón-Cartagena, 2014;
Sanmartín et al., 2011). Dentro de los factores sociales o comunitarios se incluyen los
medios de comunicación; los cuales pueden influir en el usuario por medio del con-
tenido violento y la agresión que exponen (Cuadrado et al., 2013). A su vez, existen
académicos que incluyen a la música dentro de este subgrupo, en tanto que es capaz
de atribuir el poder de ser un medio para crear identidades, facilitar la creación de gru-
pos diferenciados en base a la cultura, ser un medio para comunicar emociones y ser
equiparado al lenguaje (Darias de las Heras, 2018). En contraposición, Penalva (2002)
afirma que los medios de comunicación ayudan en la representación ideológica de la
violencia y, por ende, a su justificación a través de su trivialización. Además, insiste en
que las correlaciones positivas establecidas entre la agresión y la exposición a los mass
media han de interpretarse de manera probabilística, no implicando una relación de
causalidad, incidiendo en que los medios no son la causa de la violencia.
Al no existir consenso académico sobre si se da una causalidad entre los medios de
comunicación y la violencia, se siguen manteniendo distintas posiciones en el horizonte:
una relación directa (los primeros son la causa de la violencia en la sociedad) y una rela-
ción indirecta (los medios reflejan los comportamientos violentos que son producto de
la sociedad) (Cabero & Romero, 2001). A estas se podrían añadir dos más: una posible
relación causal inversa (ver Leszczensky & Woldbring, 2019), en nuestro caso, las perso-
nas más proclives a la delincuencia están incitadas a consumir más violencia, o incluso,
una relación recíproca (ver Bartoletti et al., 2015), esto es, que las personas violentas
consumen más violencia, provocando, a su vez, un incremento de la delincuencia.
2.2. El rol de la música en la delincuencia juvenil
Las investigaciones previas que abordan la relación entre la delincuencia y escuchar
uno o varios géneros musicales es escasa. A nivel internacional, Chen et al. (2006)
(N = 1.056 jóvenes de 15 a 25 años; Estados Unidos), encontraron el efecto perjudicial
que conlleva escuchar música rap, al estar relacionado con la delincuencia, el abuso
de drogas y prácticas sexuales de riesgo. Cundiff (2013) realizó un análisis sobre el
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contenido misógino presente en 20 canciones del género rap, para luego relacionarlo
con los resultados que obtuvo tras aplicar un cuestionario a 62 jóvenes de entre 19 y 21
años en Estados Unidos; el autor encontró una relación entre tal contenido y presentar
comportamientos de objetivación y de violencia contra la mujer. Mulder et al. (2010)
(N = 7.234 jóvenes de 12 a 16 años; Países Bajos), obtuvieron que la música electrónica
se relacionaba significativamente con el abuso de sustancias estupefacientes. Además,
Boers et al. (2013; Alemania), en un estudio longitudinal entre 2000 y 2009 mediante
la aplicación de encuestas, hallaron que la música tecno podría “favorecer la delincuen-
cia, especialmente por lo que se refiere a los delitos violentos y contra la propiedad”
(p. 322) y que la música rap estaba relacionada con pintar grafitis.
Hampton (2009) a través de la presentación de cuestionarios (N = 33), observó que
la presencia de la música puede alterar las acciones de los participantes. Por ejemplo,
descubrió que el hecho de escuchar música rock, frente a música clásica o a no escuchar
nada, conllevaba decisiones más arriesgadas. Lozon y Bensimon (2014), en una revisión
sistemática de la literatura (N = 92 estudios), identificaron que los géneros rock, heavy
metal, rap, punk y electrónica, llevan aparejada una influencia negativa para los oyentes, así
como se asocian al “abuso de sustancias y alcohol, oposición a la autoridad, rebeldía, rasgos
impulsivos y antisociales, comportamiento violento y delincuencia” (Lozon & Bensimon,
2014, p. 207). Coyne y Padilla-Walker (2015), mediante el uso de cuestionarios (N = 548;
Estados Unidos), encontraron que escuchar música con contenido agresivo sin diferen-
ciación de géneros llevaba implícito un aumento de la agresión, así como escuchar música
de contenido sexual estaba asociado con un inicio temprano en las prácticas sexuales.
Finalmente, no se ha encontrado evidencia científica sobre estudios en los que la
música reggaetón, trap o pop haya sido objeto de estudio en relación con la delincuencia
juvenil. Asimismo, esta temática no ha sido todavía explorada en un contexto español,
razón de existir de la presente investigación.
3. Objetivos de la investigación
El objetivo general del presente artículo es analizar la relación entre la delincuencia
juvenil (entendida de manera amplia, incluyendo conductas antisociales y delictivas)
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y la preferencia por un género musical. Más específicamente, buscamos analizar
(1) el género musical escuchado mayoritariamente por la muestra; (2) la frecuencia
de comisión de las conductas antisociales y delictivas de la muestra durante toda
su vida; (3) la distribución de la muestra que ha delinquido según el sexo y la edad;
(4) el grado de acuerdo de los participantes con el contenido que presentan algunas
canciones de los géneros rap y reggaetón; y (5) la relación entre la delincuencia y la
preferencia por un género musical determinado.
4. Metodología
4.1. Participantes
La muestra se compone por 381 adolescentes que tienen una edad comprendida
entre 14 y 18 años procedentes de tres institutos públicos españoles de Almería y
de la Región de Murcia, cuya selección fue basada en la facilidad de acceso que su-
ponían los mismos frente a otros institutos privados o concertados. El tamaño de
la muestra se estableció mediante un muestreo no probabilístico típico o intensivo
(Hernández et al., 2014).
4.2. Instrumento
El cuestionario de autoinforme empleado en esta investigación se compone de:
(1) Instrucciones y recopilación de información sociodemográfica.
(2) Preguntas relativas a la música. Elaboradas ad-hoc, se divide en tres apartados:
a. Música en general: 20 preguntas sobre qué género musical es predominante en su vida;
cómo, dónde, cuándo y por qué escuchan música; qué sensaciones perciben al escucharla,
entre otras.
b. Música específica centrada en los géneros reggaetón, trap, rap, electrónica, heavy metal, pop
e indie: 21 preguntas relativas a la manera en la cual escuchan música (solos; acompañados;
no escuchan) y 49 concernientes al momento concreto en que escuchan música.
c. Interpretación de canciones: 20 preguntas que cuestionan el grado de acuerdo de los participan-
tes con el contenido de cuatro estrofas (ver Tabla 1); y una pregunta que evalúa el conocimiento
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de las canciones a las que pertenecen las cuatro estrofas con las siguientes opciones de respues-
ta: (1) no entiendo lo que dice; (2) su contenido no es adecuado; (3) me da igual su contenido;
(4) me parece bien su contenido y (5) estoy de acuerdo con lo que dice.
Tabla 1. Fragmentos de las cuatro canciones mostradas a los participantes para su evaluación
(3) Delincuencia juvenil. 54 ítems acerca de la comisión de conductas antisociales
(29 ítems) y delictivas (25 ítems) a lo largo de la vida; dentro de esta última, los ítems
han sido agrupados en función del Título con el que se corresponden en el Código
Penal Español (ver Tabla 2). Las categorías de respuesta siguen una escala tipo Likert
de frecuencia de cinco puntos: cuyas opciones de respuesta son: (1) nunca; (2) una
vez; (3) más de una vez; (4) frecuentemente y (5) siempre.
En cuanto a su elaboración, 24 de los ítems han sido realizados ad-hoc para la inves-
tigación. Los 31 ítems restantes han sido redactados, conservándose en su totalidad o
siendo modificados parcialmente, en base a dos investigaciones: (1) 10 ítems a partir del
Cuestionario de Conductas Antisociales-Delictivas (A-D) de Seisdedos (2001) –en los
cuales se emplea un trato más directo y personal, cambiando la utilización del infiniti-
vo por un tratamiento en primera persona– y (2) 20 ítems a partir de un cuestionario
validado por los investigadores Andreu y Peña (2013).
(1) Diablo, de Costa, en Maldito (2018) (2) Me niego, de Reik, en Ahora (2018)
Soy el vicio y todas las drogas
Soy camello y una mula comebolas
Soy la celda que te hace contar las horas
Y esas ganas de matarte
Cuando te has quedado a solas
Es que me niego a perderte,
Jamás nunca verte
Me niego aceptar
Que lo nuestro ya se acabó
(3) Corazón, de Maluma, en F.A.M.E (2017) (4) Ella quiere beber, de Anuel AA, en Ella quiere beber (2018)
Ya no me vengas más con esos cuentos, mami
Si desde el principio siempre estuve pa’ ti
Nunca me avisaron cuál era el problema
Te gusta estar rodando por camas ajenas
Ahora me tocó a mí cambiar el sistema
Andar con gatas nuevas,
Repartir el corazón sin tanta pena
Ahora te digo goodbye;
Muito obrigado, pa’ ti ya no hay
Ella quiere beber, ella quiere bailar
Su novio la dejó y lo quiere olvidar
Ella se entregó y el tipo le falló
Y por eso se va a rumbear
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Tabla 2. Escala de conductas antisociales y escala de conductas delictivas (prevalencia vida)
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En la redacción del cuestionario se ha tenido en consideración la edad de los desti-
natarios. Se utilizó un lenguaje personal y directo, obviando las formalidades del trato
de “usted”, con el fin de no influir en la comprensión lectora, siguiendo las indicaciones
de Padrós et al. (2018). Además, la información aportada respecto a la comisión de
conductas se ubica dentro del marco de la cifra negra de la delincuencia, considerando
las respuestas obtenidas por los jóvenes como delincuencia autoinformada o autore-
velada (Pérez & Benito, 2013).
4.3. Procedimiento
Primeramente, se contactó con los Directores, Secretarios y Jefes de Estudios de dis-
tintos institutos a los que se les explicaron los objetivos de la investigación y se les
solicitó el acceso a su población estudiantil. Posteriormente, de cara a la configuración
de la muestra, en base al artículo 7 de la Ley Orgánica 3/2018, de 5 de diciembre, de
Protección de Datos Personales y Garantía de los Derechos Digitales, que fija la edad
para otorgar el consentimiento libre, se fijó la edad mínima de los participantes en
catorce años; implicando que los sujetos eran libres para decidir si querían participar o
no en la investigación, siendo su colaboración individual y voluntaria.
Para no influir en sus respuestas y con ello salvaguardar los niveles de sinceridad, se
siguieron las indicaciones de Rodríguez et al. (2015), que instan a no conocer la iden-
tidad de los participantes y que sean éstos quienes cumplimenten el cuestionario. En
base a ello y por motivos de organización con los institutos participantes, se decidió
no estar presente en el aula durante la aplicación del cuestionario, siendo aplicado por
los tutores de cada grupo.
Los cuestionarios se cumplimentaron mediante la técnica Paper Assisted Personal
Interview (PAPI, utilizando bolígrafo y papel), con una duración aproximada de entre
35 y 40 minutos. Su aplicación se llevó a cabo durante los meses de marzo a mayo del
año 2019, manteniéndose un seguimiento con cada instituto vía personal, telefónica o
telemática, hasta el día de su recogida. Una vez finalizada la investigación, se les hizo
llegar una copia de los resultados.
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4.4. Variables
Las variables utilizadas en la investigación han sido (1) sexo, (2) edad, (3) el género
musical preferido por los participantes, (4) el tiempo dedicado a escuchar música al día,
(4) interpretación de canciones de música rap y reggaetón, (5) conductas antisociales
(29 ítems) y delictivas (25 ítems) realizadas a lo largo de su vida.
4.5 Análisis de datos
Los datos obtenidos fueron ingresados en una base de datos creada con un software
de análisis estadístico de datos. Primeramente, se analizó la fiabilidad de las dos escalas
unidimensionales de conductas antisociales y delictivas formadas empleando el coefi-
ciente de alfa de Cronbach (α), el cual se sitúa entre los valores 0 y 1 (cuyo rango es
aceptable entre 0,7 y 0,9) (Adeniran, 2019) y evalúa “el grado en que los ítems de un
instrumento están correlacionados” (González & Pazmiño, 2015, p. 64). Para ambas
escalas resultaron valores elevados de alfa de Cronbach: (1) las conductas antisociales
obtuvieron una consistencia interna de α = 0,87 y (2) las conductas delictivas de α =
0,86. Asimismo, para cada una de las conductas presentes en cada escala, se muestran en
el Anexo 1 (conductas antisociales) y en el Anexo 2 (conductas delictivas) los resulta-
dos de la media, desviación típica, el rango de correlación de la escala total corregida y el
alfa de Cronbach de la escala total eliminándose los elementos, mostrando la fiabilidad
individual que ofrece cada uno de los ítems de manera individualizada.
Respecto a los análisis de datos, se realizó, en primer lugar, un análisis descriptivo
en función de la frecuencia manifiesta y la distribución porcentual obtenida respecto
a la comisión de cada tipo de conducta. El mismo tipo de análisis se empleó para de-
terminar el tipo de música que prefieren los participantes, así como, para describir la
distribución porcentual obtenida de la pregunta enfocada a conocer el grado de acuerdo
de los participantes con los fragmentos de las canciones presentadas.
Se realizó además un análisis estadístico descriptivo bivariado mediante la prueba
Chi-Cuadrado de Pearson (χ2), para comprobar la relación que resulta de la combi-
nación de las variables conductas antisociales y delictivas con la variable sexo. Existe
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asociación entre ellas cuando el valor obtenido es menor o igual a 0,05, implicando
que la relación es estadísticamente significativa (Suárez et al., 2017). Posteriormente,
se empleó el coeficiente V de Cramer (V) para determinar la fuerza e intensidad de las
asociaciones establecidas –entre los valores 0 (independencia perfecta) y 1 (asociación
perfecta)–; en base a la experiencia, un valor próximo a 0,6 se puede considerar como
un valor máximo y 0,3 como intermedio (Suárez et al., 2017).
Para contrastar las conductas antisociales y las delictivas con la variable edad, debido
a que no se cumplían los requisitos necesarios para realizar pruebas paramétricas por ser
la muestra de libre distribución, se recurrió a la prueba U de Mann-Whitney (U) para
contrastar las medianas obtenidas por medio de la combinación de las observaciones
y dividiendo por rangos de edad de forma ascendente, como recomiendan Rivas-Ruiz
et al. (2013). Se utilizó la técnica de ajuste de Bonferroni para reducir el error, la cual
tras aplicar los cálculos pertinentes (McLaughlin & Sainani, 2014) redujo el nivel de
significación aceptable a p < 0,01.
Se realizó un análisis univariado o dirigido al análisis de la varianza para un factor
(ANOVA) con el fin de determinar la correlación o interacción entre las tipologías de
conductas que se han dado con mayor incidencia y el tipo de género musical, puesto
que “existe interacción entre dos factores cuando el efecto de uno de ellos sobre la
variable dependiente no es el mismo en todos los niveles del otro factor” (Pardo et al.,
2007, p. 344). Debido a que este estadístico únicamente informa sobre la existencia
de alguna diferencia estadística significativa, se empleó la prueba de homogeneidad de
varianzas o estadístico de Levene para comprobar si las varianzas poblacionales son
iguales (homocedásticas) o difieren entre sí (heterocedásticas). Tras su aplicación, se
emplearon pruebas post-hoc para obtener los promedios donde se ubican las diferencias
estadísticamente significativas.
De esta forma, en la relación entre el género musical y la conducta antisocial,
Levene(6,374) = 0,91 y p = 0,49, las varianzas que resultaron de todos los géneros mu-
sicales analizados fueron homocedásticas. Como p > 0,05, se acudió a los resultados
obtenidos con el estadístico F del ANOVA, los cuales mostraron la existencia de
diferencias estadísticamente significativas entre los géneros musicales y la incidencia
vida de las conductas antisociales (F(6,374) = 9,19, p < 0,001). Posteriormente, se hizo
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la prueba post-hoc de la Diferencia Mínima Significativa (DMS), cuyo nivel de signifi-
cación es igual a 0,05 (Frías, 2016).
Por otra parte, en la relación entre el género musical y la conducta delictiva, la prueba
de homogeneidad dictaminó que las varianzas fueron heterocedásticas, debido a que
Levene(6,374) = 5,86 y p < 0,001, concluyendo que no existe igualdad entre las medias
poblacionales comparadas. Al ser p < 0,05, se empleó el estadístico Welch (Frías, 2016),
el cual corrobora que existen diferencias estadísticamente significativas entre los gé-
neros musicales y la incidencia vida de las conductas delictivas (Welch(6,127.524) = 10,405;
p < 0,001). Finalmente se aplicó la prueba post-hoc de Games-Howell.
Además, al agrupar las conductas delictivas en función del Título del Código Penal
al que pertenecían se realizaron seis escalas de conductas. De ellas, únicamente existió
consistencia interna (α = 0,77) en la compuesta por las conductas del “Título XIII.
Delitos contra el patrimonio y contra el orden socioeconómico” (delitos de hurto, de
daños y contra la seguridad colectiva). En este caso, como la prueba de homogeneidad
de varianzas también advirtió que eran heterocedásticas (Levene(7,373) = 4,67; p < 0,001)
y el estadístico Welch(7,76.94) = 5,08 con p < 0,001, se volvió a administrar la prueba post-
hoc de Games-Howell.
4.6 Descripción de la muestra
Del total de participantes, el 54,9% (n = 209) eran hombres y el 45,1% (n = 172)
mujeres, con edades comprendidas entre los 14 y los 18 años (14 años = 24,1%,
15 años = 36,7%, 16 años = 22,3%, 17 años = 12,5%, y 18 años = 4,2%).
Teniendo en cuenta las respuestas dadas por todos los participantes para cada uno
de los ítems que forman ambas escalas de conductas, el análisis descriptivo informa
que con una media de 2,75 y una desviación típica de 1,10, la escala de conductas an-
tisociales sitúa la media de respuestas, en general, entre haber respondido una vez o
más de una vez y que la escala de conductas delictivas, que ofrece una media de 1,81 y
desviación típica de 1,02, indica que la media de respuestas se sitúa, en general, entre
haber respondido nunca o una vez.
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A nivel general, los estilos musicales preferidos por los encuestados son, en orden
descendente: reggaetón (20,7%), pop (19,4%), trap (17,6%), rap (11,3%), opción “in-
diferente” (8,4%), rock (5,2%) y la categoría otros (17,3%) –la cual incorpora todos
los géneros que individualmente no superan el 5%: electrónica, indie, punk, flamenco,
jazz, nasheeds, clásica, k-pop, dancehall, RNB, bandas sonoras originales y parodias:
además, en esta categoría se incluyó la opción de no escuchar música, debido a que fue
referenciado por tres sujetos (el 0,8%).
Respecto al tiempo destinado a escuchar música al día, el 43,6% de los participantes
escuchan entre 0-1 hora por día, 43,6% entre 1-3 horas por día, 18,6% entre 3-6 horas
por día y 11,3% más de 6 horas por día.
5. Resultados
5.1. Prevalencia e incidencia de las conductas antisociales y las delictivas
En la Tabla 3 se observa que el 87,9% de los encuestados cometieron al menos una
conducta antisocial a lo largo de su vida, mientras que el 50,4% cometieron al menos
un delito a lo largo de su vida. Respecto a la incidencia vida, se puede observar que
la mayoría de los encuestados cometieron más de una vez las conductas antisociales,
mientras que la mayoría cometieron una sola vez las conductas delictivas a lo largo
de la vida. Se refleja una relación inversamente proporcional debido a que conforme
aumenta el número de veces en la comisión de una conducta, su realización disminuye
de manera global en los participantes de la muestra.
Tabla 3. Incidencia a lo largo de la vida de las conductas antisociales y las delictivas
Escala “conducta antisocial” Escala “conducta delictiva”
Recuento % Recuento %
Nunca 46 12,1 189 49,6
Una vez 123 32,3 119 31,2
Más de una vez 123 32,3 41 10,8
Frecuentemente 59 15,5 22 5,8
Siempre 30 7,9 10 2,6
Total 381 100 381 100
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5.2. Relación entre las variables sociodemográficas y las conductas antisociales y delictivas
5.2.1 Sexo y conductas
Respecto a la prevalencia vida de los comportamientos antisociales, 62,2% de los
jóvenes varones y 67,4% de jóvenes mujeres expresaron haber cometido algún acto
antisocial a lo largo de su vida. Sin embargo, aunque la prevalencia vida de las con-
ductas antisociales sea mayor para las mujeres, más porcentaje de jóvenes varones
ha afirmado cometer conductas antisociales de forma frecuente (19,6%) o siempre
(10,5%) comparados a las jóvenes mujeres (10,5% y 4,7%, respectivamente).
En relación con las conductas delictivas, 56,5% de los jóvenes varones y 43%
de las jóvenes mujeres han afirmado haber cometido al menos un delito a lo largo
de sus vidas. De manera similar que para las conductas antisociales, los jóvenes
hombres dicen haber cometido más veces delitos, comparados a las jóvenes muje-
res (26,7% de los hombres han cometido delitos más de una vez, frecuentemente
y siempre mientras que solo el 9,9% de las mujeres dicen haberlos cometido en
estas frecuencias).
En este sentido, los jóvenes varones parecen más implicados en las conductas
antisociales y delictivas. Esta relación se corrobora con los valores que ofrece el
estadístico Chi-Cuadrado de Pearson tras cruzar la variable sexo con la prevalencia
vida de las conductas antisociales (χ2 = 17,191; p = 0,002) y las conductas delic-
tivas (χ2 = 17,947; p = 0,001). En ambos casos la significación es inferior a 5%, lo
que significa que las variables cruzadas están relacionadas y, por ende, existe una
relación de dependencia. De la aplicación del coeficiente V de Cramer se interpreta
una fuerza o intensidad moderada entre la relación de las variables, debido a que
en ambos su valor se aproxima a 0,3 (conductas antisociales: V = 0,212, p = 0,002;
conductas delictivas: V = 0,217, p = 0,001).
5.2.2 Edad y conductas
Los resultados indican que, a medida que los participantes son mayores, más
conductas antisociales informan: 14 años (81,5%); 15 (85%); 16 (90,6%); 17 y
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18 (100% en ambos casos). Sin embargo, a pesar de que los jóvenes de 17 y 18
años presenten una mayor prevalencia vida de las conductas antisociales, la ma-
yoría de los participantes que afirman cometer conductas antisociales tienen 16
años, ya que representan el 32,9% de los valores “frecuentemente y siempre”, en
comparación con el resto de edades: 14 años (7,1%), 15 (25,7%), 17 (29,1%) y
18 años (25%).
En lo que respecta a las conductas delictivas, aproximadamente la mitad de
los participantes de cada grupo de edad afirman que nunca han llevado a cabo
conductas de este tipo: 14 años (56,5%); 15 (50,7%); 16 (41,2%); 17 (50%) y
18 años (43,8%). De lo contrario, los jóvenes de 16 y 18 años (58,9% y 56,1%,
respectivamente) son los que expresan haber cometido un delito o más a lo largo
de su vida –seguidos por los de 17 años (50,1%), 15 (49,3%) y 14 años (43,5%)–
coincidiendo a su vez con ser aquellos que han cometido delitos más de una vez,
frecuentemente y siempre (22,4% y 24,9%, respectivamente). Además, los jóve-
nes de 15 años son quienes aglutinan una mayor comisión de delitos de forma
frecuente y siempre (12,8%).
Respecto a la incidencia vida de la comisión de conductas, las medias aritméticas
en función de la edad (Tabla 4) indican que las respuestas de los jóvenes oscilan en-
tre haber cometido las conductas antisociales una vez (2) o de forma frecuente (4),
observándose un crecimiento continuo a medida que la edad es mayor. En cambio,
respecto a las conductas delictivas, oscilan entre no haberlas cometido (1) y haberlas
realizado una vez (2).
Tabla 4. Incidencia en función de la edad
Nota: Valores en escala 1 = “nunca”; 2 = “una vez”; 3 = “más de una vez”; 4 = “frecuentemente”; 5 = “siempre”.
1 Medias para “conductas antisociales”. 2 Medias para “conductas delictivas”.
Edad Frecuencia M antisocial1M delictivas2
14 92 2,38 1,59
15 140 2,74 1,86
16 85 2,94 1,91
17 48 2,98 1,83
18 16 3,25 2
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Aplicando el estadístico U de Mann-Whitney junto a la corrección de
Bonferroni (p < 0,01), se observan diferencias en las conductas antisociales al
comparar participantes cuya edad es de 14 años frente a aquellos de edades de 16
(U = 2821; p = 0,001), 17 (U = 1524,5; p = 0,002) y 18 años (U = 444; p = 0,007),
implicando que los primeros han cometido menos conductas antisociales que
los tres últimos.
5.3 Interpretación de canciones
Respecto al grado de acuerdo con el contenido de las canciones, cuya distribución
porcentual se refleja en la figura 1, los jóvenes presentan una tendencia a responder
“me da igual” en las canciones de reggaetón: Corazón (39,2%), Me niego (35%) y
Ella quiere beber (36,5%). Sin embargo, para la canción de rap, Diablo, el 42% de
los participantes expresaron que no es adecuada. La canción Corazón, refleja que
aproximadamente el 35% de los jóvenes cree que es no es adecuado el contenido,
frente a un 4,1% que afirma estar de acuerdo con lo que transmite. Por último, en las
canciones Me niego y Ella quiere beber, coinciden en que son aquellas que les parece
bien el contenido que presentan (33,4% y 26,3%, respectivamente) y, además, están
de acuerdo con lo que dicen (19,2% y 17,3%).
Figura 1. Distribución porcentual de la evaluación de los participantes realizada a los fragmentos de
cuatro canciones seleccionadas
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5.4 La relación entre el género musical preferido y la delincuencia juvenil
5.4.1 La relación entre el género musical y la conducta antisocial
Los participantes cuyo género musical habitual fue el trap, fueron los que cometie-
ron más comportamientos antisociales de media (3,4), seguidos por aquellos cuyo
género favorito es el rap (3,1), los individuos que escuchan reggaetón (2,8), cualquier
tipo de música (indiferente) (2,7) u otro género distinto (2,7). Finalmente, aquellos
que escuchan pop (2,2) y rock (2,1) destacan por llevar a cabo el menor número de
conductas antisociales.
En la Tabla 5 podemos observar las diferencias estadísticamente significativas
encontradas entre la preferencia por un género musical y la realización de conductas
antisociales. En este sentido, los seguidores de la música trap son aquellos que más
conductas antisociales han llevado a lo largo de su vida, correlacionando con todos
los géneros analizados (a excepción del rap): reggaetón (0,561); rock (1,258); pop
(1,142); otros (0,676) e indiferente (0,671).
Centrándonos en la música reggaetón, los participantes han informado haber
cometido menos conductas antisociales que los que escuchan trap (-0,561) y más
que los que se decantan por el rock (0,697) y pop (0,581). Igualmente, aquellos que
prefieren la música rap han cometido más conductas antisociales con respecto al
rock (0,970) y al pop (0,854).
En la incidencia vida de conductas antisociales de los jóvenes que prefieren la
música rock o pop encontramos que son los que menos conductas de este tipo han
cometido, en comparación con los adolescentes que prefieren el resto de géneros
musicales. En el caso del rock: reggaetón (-0,697); trap (-1,258); rap (-0,970); otros
(-0,582) e indiferente (-0,587); y, respectivamente, en el caso del pop: -0,581; -1,142;
-0 ,854; -0,466 y -0,471.
Además, para los encuestados que se decantan por otro tipo de música o indife-
rente, las diferencias estadísticamente significativas que existen son respecto a los
mismos géneros, puesto que ambos han cometido menos conductas antisociales
que los que prefieren el trap (-0,676 y -0,671, respectivamente) y más que los que
escuchan rock (0,582 y 0,587) y pop (0,466 y 0,471).
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Tabla 5. Diferencias estadísticamente significativas y significación en conductas antisociales tras la
aplicación del procedimiento DMS
5.4.2 La relación entre el género musical y la conducta delictiva
Al igual que en las conductas antisociales, en las conductas delictivas el género trap
también destaca por ser el estilo que eligen los jóvenes que más comportamientos de
esta índole llevan a cabo de media (2,42), seguido por los que escuchan rap (1,95),
otros géneros musicales (1,85) y reggaetón (1,84). Posteriormente se posicionan los
que prefieren música indiferente (1,53), pop (1,38) y rock (1,20). Por lo general, la
distribución de las medias se agrupa entre no haber cometido nunca alguna de las
conductas delictivas referenciadas o haberlas cometido más de una vez.
Música habitual Diferencia de medias Significación
Trap Reggaetón ,561 ,001
Rock 1,258 ,000
Pop 1,142 ,000
Otros ,676 ,000
Indiferente ,671 ,003
Reggaetón Trap -,561 ,001
Rock ,697 ,008
Pop ,581 ,001
Rap Rock ,970 ,001
Pop ,854 ,000
Rock Reggaetón -,697 ,008
Trap -1,258 ,000
Rap -,970 ,001
Otros -,582 ,029
Indiferente -,587 ,048
Pop Reggaetón -,581 ,001
Trap -1,142 ,000
Rap -,854 ,000
Otros -,466 ,008
Indiferente -,471 ,032
Otros Trap -,676 ,000
Rock ,582 ,029
Pop ,466 ,008
Indiferente Trap -,671 ,003
Rock ,587 ,048
Pop ,471 ,032
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En la Tabla 6 observamos la ubicación de las diferencias estadísticamente sig-
nificativas entre la preferencia por un género musical y la comisión de conductas
delictivas, donde se repite un patrón similar al que ocurre con la incidencia vida de
las conductas antisociales. De esta forma, los participantes que prefieren la música
trap también son los que más delitos han cometido a lo largo de su vida en compa-
ración con el resto de géneros (exceptuando el rap): reggaetón (0,582); rock (1,218);
pop (1,040); otros (0,569) e indiferente (0,887).
Tabla 6. Diferencias estadísticamente significativas y significación en las conductas delictivas tras la
aplicación del procedimiento Games-Howell
Aquellos encuestados que prefieren la música reggaetón han cometido menos
delitos que los que escuchan trap (-0,582) y más que los que escuchan rock (0,635)
y pop (0,457). Asimismo, aquellos que se decantan por el rap también tienen una
incidencia vida mayor que el rock y el pop (0,753 y 0,575, respectivamente).
Música habitual Diferencia de medias Significación
Trap Reggaetón ,582 ,039
Rock 1,218 ,000
Pop 1,040 ,000
Otros ,569 ,039
Indiferente ,887 ,001
Reggaetón Trap -,582 ,039
Rock ,635 ,006
Pop ,457 ,029
Rap Rock ,753 ,006
Pop ,575 ,030
Rock Reggaetón -,635 ,006
Trap -1,218 ,000
Rap -,753 ,006
Otros -,648 ,003
Pop Reggaetón -,457 ,029
Trap -,1,040 ,000
Rap -,575 ,030
Otros -,470 ,015
Otros Trap -,569 ,039
Rock ,648 ,003
Pop ,470 ,015
Indiferente Trap -,887 ,001
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Respecto a los jóvenes que prefieren el rock o el pop, se da una incidencia vida
de conductas delictivas menor en comparación con el resto de opciones analizadas
(a excepción de preferir cualquier género –indiferente–), puesto que en el caso del
rock se observa: reggaetón (-0,635); trap (-1,218); rap (-0,753) y otros (-0,648); y,
respectivamente, en cuanto al pop: -0,457; -1,040; -0,575 y -0,470.
Aquellos que escuchan otro tipo de música presentan diferencias estadísticamen-
te significativas con respecto al género trap (-0,569), por haber cometido menos
delitos, y al rock (0,648) y el pop (0,470), por haber cometido más. Por último, los
que prefieren música indiferente han cometido menos actos delictivos que los que
escuchan trap (-0,887).
5.4.2.1 La relación entre el género musical y los delitos contra el patrimonio y el
orden socioeconómico
Las diferencias estadísticamente significativas obtenidas tras la aplicación de la prue-
ba post-hoc de Games-Howell entre la preferencia por un género musical y la reali-
zación de conductas tipificadas en el “Título XIII. Delitos contra el patrimonio y el
orden socioeconómico” del Código Penal Español (conductas 13-22 del cuestiona-
rio presentado), indican que los jóvenes que escuchan música trap han cometido a lo
largo de su vida más delitos de este calibre que los que escuchan reggaetón (0,587),
rock (0,930), pop (0,814), otros estilos (0,500) e indiferente (0,686). Asimismo, los
que escuchan otros estilos tienen una mayor incidencia vida en este delito que los
que se decantan por el rock (0,430).
6. Discusión y conclusiones
A lo largo de este artículo se ha explorado el rol que tiene la música en la delincuencia
juvenil. En primer lugar, los géneros preferidos de los encuestados son el reggaetón,
pop y trap, los cuales a su vez coinciden con los estilos más usuales presentes en la
lista “Top 100 Canciones + Streaming anual 2018” de España. Es posible que esta
coincidencia esté influenciada por la labor que ejercen los medios de comunicación y
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el desarrollo de las nuevas tecnologías (Buil & Hormigos, 2016), en tanto la música
popular va dirigida en mayor medida a los jóvenes (Rivera & Carriço, 2015). En este
sentido, cabe la posibilidad de que estos tres géneros no se hayan tenido en cuenta con
anterioridad en el panorama científico, debido a que las investigaciones previas han
sido realizadas en un contexto sociocultural no hispanohablante, es decir, en países
donde el español no es la lengua oficial, por lo que con su incorporación se abre una
nueva línea de investigación.
El cuestionario de autoinforme utilizado nos ha permitido conocer la implicación
de los jóvenes en conductas antisociales y delictivas. Así, en relación con la comisión
de conductas, en base a los resultados presentados, a nivel general, se concluye que las
personas que escuchan música trap parecen estar más implicados tanto en conductas
desviadas como en comportamientos ilegales en comparación con los participantes
cuyo género musical preferido es diferente a este, sobre todo aquellos que escuchan
música pop o rock, los cuales muestran las tasas más bajas de incidencia de toda la mues-
tra. Respecto a los resultados obtenidos en la música rock, se encuentra disparidad en
los resultados frente a las investigaciones de Hampton (2009) y Lozon y Bensimon
(2014), en tanto concluimos que los sujetos que la prefieren no están vinculados con
la realización de conductas antisociales y delictivas.
Adicionalmente, esta investigación sugiere también que los participantes cuyo gé-
nero favorito es el trap están sobrerrepresentados entre los autores de delitos contra
el patrimonio y contra el orden socioeconómico, con diferencias estadísticamente
significativas en comparación con el resto de géneros musicales. En segundo y tercer
lugar, los jóvenes cuyo estilo musical preferido es el reggaetón o rap también manifiestan
niveles más elevados de comportamientos antisociales y delictivos comparados con el
resto de géneros musicales analizados.
Deteniéndonos en el grado de acuerdo de los participantes con el contenido de
las canciones, la mayoría de los sujetos refieren que les da igual su significado, no
mostrando interés en entender el mensaje transmitido. Además, en cuanto a las can-
ciones de reggaetón refieren que el contenido les parece bien o están de acuerdo con
él. En contraposición, destaca que para la canción de rap la mayoría de los sujetos no
consideran adecuado el mensaje que transmite o no lo entienden; esto último puede
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ser debido a, como menciona Santos (1999), no haber escuchado la letra con el ritmo
propio que lo acompaña.
Por otra parte, en relación con la prevalencia vida y la edad, el hecho de que cuanto
mayor sea esta, mayor sea el número de conductas antisociales realizadas, puede deber-
se a un criterio cronológico, puesto que conforme los sujetos van cumpliendo años es
más posible que el número de contextos de naturaleza antisocial con el que establezcan
contacto se amplíe, dando lugar al desarrollo de este tipo de comportamientos.
Metodológicamente, es conveniente recordar que al tratarse de un estudio piloto de
corte transversal y no poder atribuir una relación de causalidad entre las variables estu-
diadas, únicamente se hallan correlaciones entre algunos géneros musicales y la comi-
sión de conductas antisociales y delictivas. Puesto que con los resultados obtenidos no
es posible saber con certeza si el contenido de la música pueda actuar como catalizador
o predisponente de la delincuencia, se plantean tres posibles relaciones de causalidad:
directa, ¿se trata de un factor de riesgo que aumenta la participación en la delincuencia?
(el joven receptor, sin ser consciente, incorpora en su conducta una serie de pautas o
acciones antisociales llegando a desarrollar, con el tiempo, un comportamiento delic-
tivo); inversa, ¿es una característica más de los delincuentes juveniles escuchar un tipo
de música específico? (los jóvenes más proclives a la delincuencia tienen preferencia
por géneros musicales cuyo contenido es similar al descrito anteriormente) y recíproca,
¿existe retroalimentación entre ambas variables? (los jóvenes son consumidores de
estos géneros, los cuales, a su vez, influyen en el grado de delincuencia del individuo).
Prosiguiendo con esta cuestión que se queda abierta, es necesario tener en cuenta las
limitaciones encontradas, como, por ejemplo, que el estudio se centra en la prevalencia
e incidencia vida; para paliar esto se podría medir en futuras investigaciones un periodo
de tiempo determinado (p. ej.: último año). Además, proponemos diseñar un estudio
experimental y longitudinal, ampliando la muestra (tanto en número, existiendo pro-
porción respecto a las edades, como en variabilidad geográfica), ya que los resultados
hallados no pueden extrapolarse al conjunto de la población juvenil, debido a que el
conjunto analizado es reducido y no-probabilístico. De igual modo, es posible que al-
gunos de los participantes hubieren incurrido en el sesgo de la deseabilidad social, por
ejemplo, por haber estado el profesor presente durante la aplicación del cuestionario,
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habiendo afectado de manera negativa la tasa de la delincuencia recabada, como subraya
Aebi (2009).
Otra propuesta puede ser que, pese a haber incorporado y unificado ítems de dife-
rentes cuestionarios y que las escalas de conductas conformadas presenten consistencia
interna, para futuras réplicas se apliquen cuestionarios basados en la medición de la
delincuencia estandarizados y baremados para la población española.
Para el estudio sobre el contenido de las canciones, se plantea ser exhaustivo en la
recogida de datos, delimitando bien las canciones que se presentan, es decir, que no
presenten ambigüedades en sus letras, así como ampliando el número de géneros mu-
sicales a analizar y comprobando si existen discrepancias entre ellos.
Con todo lo expuesto, esta investigación aporta al conocimiento científico una
exploración del contexto español, así como el estudio de la música reggaetón o trap, de
los cuales se carecían de datos hasta el momento. Por ello, se espera sentar la base para
futuros estudios que se interesen por el desarrollo de la delincuencia, en concreto la
juvenil, y a su vez por la posible influencia que pudiera generar el rol de la música y,
más específicamente, su contenido lírico.
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Productores de Música de España. PROMUSICAE. Top 50 Canciones anual 2008.
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EDICIÓN ESPECIAL. Artículo 9/2020_EJIC (n.º 205) Pág. 29
Anexos
Anexo 1. Estadísticos descriptivos de las conductas antisociales: media (M), desviación típica (DT),
Correlación Elemento-Total corregida (CET) y alfa de Cronbach si se elimina el elemento (α; s.e)
Ítem Conductas antisociales M DT CET α; s.e
1 He llamado a la puerta o timbre de alguien y he salido corriendo 2,74 ,943 ,414 ,87
2 He roto o he tirado cosas al suelo que son de otra persona 1,92 ,97 ,424 ,869
3 He llamado por teléfono a alguien y le he gastado una broma pesada 2,49 1,02 ,402 ,87
4 He tirado basura al suelo, habiendo cerca una papelera 2,17 1,11 ,475 ,868
5 Me he montado en el autobús, tren o tranvía sin pagar 1,39 ,865 ,359 ,871
8 He entrado sin permiso en el instituto cuando estaba cerrado 2,02 1,238 ,404 ,87
9 He salido sin permiso de casa, del colegio o instituto 2,27 1,173 ,585 ,865
10 He llegado tarde a clase a propósito 2,13 1,195 ,575 ,865
11 He interrumpido cuando otros estaban hablando 2,77 ,957 ,392 ,87
12 He hecho trampas o me he copiado en un examen 2,59 1,074 ,416 ,87
13 Me he negado a hacer la tarea que ha mandado el profesor/a 2,51 1,142 ,482 ,868
14 He montado alboroto o silbado en mitad de clase 2,17 1,123 ,547 ,866
15 Disfruto jugando con el fuego 2,13 1,272 ,281 ,874
16 Habitúo a decir groserías y palabras malsonantes 3,01 1,251 ,418 ,87
19 He contestado mal a los/las profesores/as en clase 1,84 ,908 ,505 ,868
20 He dado puñetazos a las paredes o puertas como manera de liberar la
frustración 2,36 1,205 ,369 ,871
23 He mirado en la mochila de un compañero/a sin su permiso 2,02 ,976 ,369 ,871
27 Me he metido con un compañero/a o me he reído de él/ella porque toda la
clase lo hacía 1,74 ,903 ,376 ,87
29 Mi grupo de amigos arma líos o se mete en peleas y/o problemas 1,7 ,995 ,374 ,871
30 Rompo cosas con el fin de sentirme mejor 1,38 ,78 ,317 ,872
33 He llegado a estar borracho/a o drogado/a 2 1,18 ,485 ,868
36 Quiero saber qué hace mi pareja en todo momento 1,27 ,706 ,263 ,873
37 Me he puesto en contacto con un compañero/a por Internet, haciéndome
pasar por un desconocido, para reírme de él/ella o asustarlo/a 1,42 ,772 ,289 ,872
41 He tirado objetos (piedras, huevos,...) contra edificios, casas o el instituto 1,55 ,913 ,544 ,867
46 He consumido cannabis, hachís o porros 1,55 1,062 ,406 ,87
47 Quiero saber con quién está mi pareja cuando no está conmigo 1,33 ,799 ,251 ,873
49 He bebido cerveza, vino, cubatas o chupitos 2,68 1,2 ,448 ,869
51 Me he metido con alguien por su aspecto físico o poseer algún tipo de
deficiencia 1,66 ,879 ,372 ,871
53 He tenido problemas con la policía por consumir drogas en un lugar público 1,14 ,561 ,313 ,872
Pág. 30
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Anexo 2. Estadísticos descriptivos de las conductas delictivas: media (M), desviación típica (DT),
Correlación Elemento-Total corregida (CET) y alfa de Cronbach si se elimina el elemento (α; s.e)
Ítem Conductas Delictivas M DT CET α; s.e
6He conducido un coche, una moto o motocicleta sin permiso de conducir o
sin seguro 1,66 1,053 ,436 ,852
7 He golpeado a un desconocido y le he dañado 1,29 ,723 ,528 ,848
17 He agredido a alguien con una navaja, palo, arma u otro utensilio (cuchillo,
tijeras,...) 1,18 ,562 ,521 ,850
18 He besado a alguien sin su consentimiento 1,19 ,625 ,384 ,853
21 He tirado objetos (piedras, huevos,…) a alguien con el fin de hacerle daño 1,43 ,826 ,511 ,848
22 He intentado fabricar o he hecho un artefacto explosivo de manera casera 1,26 ,703 ,475 ,850
24 He prendido fuego intencionadamente a algo (coche, casa, contenedor de
basura o alguna cosa que no me pertenecía) 1,22 ,640 ,472 ,850
25 He hecho grafitis en muros, autobuses o viviendas 1,54 ,892 ,526 ,848
26 He vendido hachís, porros u otro tipo de drogas 1,20 ,679 ,419 ,852
28 He insultado o golpeado a mis padres por no dejarme hacer lo que yo quiero 1,20 ,562 ,244 ,856
31 He amenazado a alguien con un arma (navaja, palo, cuchillo) o con pegarle
para conseguir algo 1,17 ,592 ,593 ,848
32 He dañado o destruido mobiliario de dominio público (parada de autobús,
banco, carteles, ventanas, papeleras, farolas, etc.) 1,43 ,790 ,594 ,846
34 He entrado sin permiso en una casa, edificio o propiedad privada 2,08 1,027 ,454 ,851
35 He robado alguna cartera o bolso 1,09 ,413 ,513 ,852
38 He robado algo de una tienda, del colegio o de una casa 1,82 ,888 ,409 ,852
39 He golpeado a algún hermano/a sin que me golpease primero 2,07 1,075 ,197 ,863
40 Le inspecciono o miro el móvil a mi pareja sin que lo sepa 1,12 ,480 ,241 ,856
42 Le he quitado la bicicleta a un desconocido y me he quedado con ella 1,08 ,407 ,532 ,851
43 Le he quitado las pertenencias en la playa a la gente (toalla, chanclas, gafas
de sol, móvil,...) 1,15 ,524 ,446 ,852
44 Le he tocado el culo a un compañero/a sin su consentimiento 1,71 1,036 ,321 ,857
45 He robado dinero de una máquina expendedora 1,27 ,642 ,349 ,854
48 He gritado o golpeado a un hermano/a para que haga lo que yo quiero 1,77 1,035 ,238 ,860
50 He comprado algo que sabía o sospechaba que era robado 1,26 ,671 ,383 ,853
52 He dañado o destruido mobiliario del colegio o instituto 1,41 ,685 ,426 ,852
54 He participado en peleas en grupo 1,49 ,884 ,533 ,847
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La música urbana, consumida ampliamente, plantea interrogantes sobre su posible impacto negativo en la juventud, especialmente en conductas delictivas. En República Dominicana, existe preocupación de que este género pueda influir en comportamientos negativos, aunque los consumidores parecen ignorar este impacto. Este estudio examinó la relación entre las ideas irracionales y el desconocimiento sobre la influencia de la música urbana en la conducta delictiva. Se utilizó una metodología mixta correlacional con 91 participantes, empleando el Cuestionario de Creencias Irracionales de Albert Ellis y una encuesta diseñada. Los resultados revelaron una alta prevalencia de ideas irracionales, especialmente necesidad de aprobación y dependencia. Se encontró correlación entre la creencia de que la música urbana es preferida por personas con historial delictivo y varias ideas irracionales. Sin embargo, no hubo correlaciones significativas entre el conocimiento o consumo de música urbana y las ideas irracionales en relación con comportamientos delictivos. Además, se observó disparidad en el conocimiento sobre la influencia de la música en la delincuencia entre diferentes clases socioeconómicas, subrayando la importancia de considerar no solo la exposición a la música urbana, sino también el contexto socioeconómico.
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El presente trabajo muestra la evolución del fenómeno rock en el contexto internacional de los últimos 70 años. El objetivo consiste en analizar su papel como herramienta de protesta y expresión de descontento social que se extendió por todo el planeta gracias a multitud de artistas y grupos que han personificado el anhelo de libertad de la juventud en cada generación. Se describen en paralelo los grandes elementos que conforman el orden económico internacional imperante y los hitos fundamentales del rock desde su nacimiento. De este modo, se comprueba que este fenómeno social que va más allá del género musical ha servido de altavoz como denuncia ante los grandes acontecimientos económicos, sociales y políticos, especialmente para la juventud.
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Esta edición especial del Boletín Criminológico recoge nueve de las mejores contribuciones presentadas durante el II Encuentro de Jóvenes Investigadores en Criminología, que tuvo lugar en la Facultad de Derecho de la Universidad de Málaga (España) los días 13 y 14 de febrero de 2020. Tras presentar las nueve contribuciones, este artículo discute el reto que supone publicar siendo joven investigador. En particular, revisaremos de manera breve los escritos relativos al fenómeno “publica o perece” a fin de exponer sus aspectos positivos, así como sus dificultades, y, por último, esbozaremos algunas recomendaciones para publicar de manera exitosa, preservando los principios éticos y metodológicos de nuestra ciencia.
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Esta edición especial del Boletín Criminológico recoge nueve de las mejores contribuciones presentadas durante el II Encuentro de Jóvenes Investigadores en Criminología, que tuvo lugar en la Facultad de Derecho de la Universidad de Málaga (España) los días 13 y 14 de febrero de 2020. Tras presentar las nueve contribuciones, este artículo discute el reto que supone publicar siendo joven investigador. En particular, revisaremos de manera breve los escritos relativos al fenómeno “publica o perece” a fin de exponer sus aspectos positivos, así como sus dificultades, y, por último, esbozaremos algunas recomendaciones para publicar de manera exitosa, preservando los principios éticos y metodológicos de nuestra ciencia. This special issue of the Criminological Bulletin contains nine of the best contributions presented during the 2nd Meeting of Spanish Early-Career Researchers in Criminology, which took place at the Law School of the University of Malaga (Spain) on the 13th and 14th of February 2020. This article presents firstly the nine contributions of the special issue. As well, it discusses the challenge of publishing while being an early career researcher. In particular, we briefly review the literature on the "publish or perish" phenomenon to set out its assets, as well as its difficulties. Last, we outline several recommendations for publishing successfully, while preserving the ethical and methodological principles of our discipline.
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Los investigadores, los profesionales y el público en general debaten qué lleva a los jóvenes a cometer delitos. Algunos consideran que existen "malas" personas, ya problemáticas desde la infancia, y que muchas de ellas se convierten después en delincuentes persistentes. Otros, por el contrario, argumentan que los delincuentes juveniles son fundamentalmente un producto de su entorno: cuanto peor es su ambiente, peor es su comportamiento a lo largo del tiempo. En 2009 se creó por iniciativa del Instituto Nacional de Justicia del Gobierno de Estados Unidos el Grupo de Estudio sobre la transición desde la delincuencia juvenil a la delincuencia adulta (National Institute of Justice –NIJ- Study Group on Transitions from Juvenile Delinquency to Adult Crime), que ha desarrollado [...]
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Does X affect Y? Answering this question is particularly difficult if reverse causality is looming. Many social scientists turn to panel data to address such questions of causal ordering. Yet even in longitudinal analyses, reverse causality threatens causal inference based on conventional panel models. Whereas the methodological literature has suggested various alternative solutions, these approaches face many criticisms, chief among them to be sensitive to the correct specification of temporal lags. Applied researchers are thus left with little guidance. Seeking to provide such guidance, we compare how different panel models perform under a range of different conditions. Our Monte Carlo simulations reveal that unlike conventional panel models, a cross-lagged panel model with fixed effects not only offers protection against bias arising from reverse causality under a wide range of conditions but also helps to circumvent the problem of misspecified temporal lags.
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This study explains the basis of Likert scale's type and Cronbach's Alpha analysis in determining the reliability and inter-item consistency of questions regarding the assessment of passengers' satisfaction and service quality of Murtala Muhammed Airport 2. The essence of adopting Cronbach's Alpha coefficient for checking the reliability and internal consistency of Likert-type scales cannot be overemphasized as it does not provide reliable estimates for single items or individual items, but for summated scales or subscales so as to have a known reliability of the items. Likert scale's type is suitable with studies in social and behavioural sciences that have to do with perceptions, attitudes, emotions, opinions, personalities, and descriptions of people's environment. It was revealed from the survey of 114 respondents (air passengers) that the reliability test for statements of thirty-nine airport services blended into five service quality attributes for service quality and passengers' satisfaction was 0.893, and 0.861 respectively. The two Alpha values indicate high reliability of questionnaire instrument and internal consistencies of the five-point Likert-type scales. It was recommended that for every perception study particularly in airport study, the reliability and consistency of the questionnaire instrument enhance the reliability of results.
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La educación musical actual está atravesando un momento de crisis a nivel global (Aróstegui, 2016). Los modelos curriculares priorizan algunas materias en detrimento de otras consideradas menos importantes o secundarias, como ocurre en el caso de la música. La preocupación desde esta área ha impulsado la publicación de numerosos artículos científicos que abordan la defensa de la educación musical en las escuelas. En este artículo se analizan las aportaciones de las neurociencias presentes en la literatura sobre "defensa de la educación musical" y se discute su solidez como argumento.
Article
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Survey instruments are often watermarked with the language, thought patterns, experience and expectations of their designers’ cultural world. This creates some evident challenges when using surveys in international research projects (for example, in finding equivalent terms in translation), but also some less evident ones deriving from potentially hidden local variations in social experience, values and cognition. Using examples from the International Self-Report Delinquency Study, this article identifies several potential challenges to measurement that arise when an instrument designed with the youth of industrialized democracies in mind is presented to adolescents in a Latin American country (Venezuela). Some strategies for addressing these challenges are outlined.
Conference Paper
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Causality is often interpreted as establishing dependencies between events. The standard view is that an event b causally depends on an event a if, whenever b occurs, then a has already occurred. If the occurrences of a and b mutually depend on each other, i.e. a depends on b and vice versa, then (under the standard notion of causality) neither of them can ever occur. This does not faithfully capture systems where, for instance, an agent promises to do event a provided that b will be eventually done, and vice versa. In this case, the circularity between the causal dependencies should allow both a and b to occur, in any order. In this paper we review three models for circular causality, one based on logic (declarative), one based on event structures (semantical), and one based on Petri nets (operational). We will cast them in a coherent picture pointing out their relationships.