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El arte parietal paleolítico de la cueva de Aitzbitarte V se descubre en 2015, en el marco de las labores de prospección desarrolladas en la última década en el oriente cantábrico. Hemos documentado una decena de grabados situados en tres sectores profundos de la cavidad y compuestos por representaciones de bisontes y líneas. Las características formales de los primeros son específicas del arte gravetiense en el caso de los sectores A, C y D, y del Magdaleniense en el sector B. En ambos casos las convenciones gráficas presentan paralelos continentales, con el S/SO francés en el primer caso, y con los conjuntos pirenaicos en el segundo. De esta manera, en la cueva de Aitzbitarte V se identifican dos fases decorativas correspondientes a dos periodos distantes en el tiempo, siendo el primer caso de recurrencia gráfica reconocido en la Región Cantábrica oriental.
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TRABAJOS DE PREHISTORIA
77, N.º 2, julio-diciembre 2020, pp. 320-336, ISSN: 0082-5638
https://doi.org/10.3989/tp.2020.12259
Copyright: © 2020 CSIC. Este es un artículo de acceso abierto distribuido bajo los términos de la licencia
de uso y distribución “Creative Commons Reconocimiento 4.0 Internacional” (CC BY 4.0)
RESUMEN
El arte parietal paleolítico de la cueva de Aitzbitarte V
se descubre en 2015, en el marco de las labores de prospec-
ción desarrolladas en la última década en el oriente cantá-
brico. Hemos documentado una decena de grabados situados
en tres sectores profundos de la cavidad y compuestos por
representaciones de bisontes y líneas. Las características for-
males de los primeros son especícas del arte gravetiense
en el caso de los sectores A, C y D, y del Magdaleniense
en el sector B. En ambos casos las convenciones grácas
presentan paralelos continentales, con el S/SO francés en el
primer caso, y con los conjuntos pirenaicos en el segundo.
De esta manera, en la cueva de Aitzbitarte V se identican
dos fases decorativas correspondientes a dos periodos dis-
tantes en el tiempo, siendo el primer caso de recurrencia
gráca reconocido en la Región Cantábrica oriental.
ABSTRACT
The Paleolithic parietal art of the Aitzbitarte V Cave
was discovered in 2015, during the surveying work carried
out in the east of Cantabrian Region. We have documented
ten engravings located in three deep sectors of the cave. The
engravings represent bisons and lines. The formal charac-
teristics of the bisons are specic to Gravettian art in the
case of sectors A, C and D, and to the Magdalenian in
sector B. In both cases, the graphic conventions have par-
allels in the French record, with the French S/SW in the rst
case, and with the Pyrenean groups in the second. Thus, in
the cave of Aitzbitarte V two decorative phases are identied,
corresponding to two chronologically distant events. This is
the rst case of graphic recurrence recognized in the eastern
Cantabrian Region.
Palabras clave: Aitzbitarte V; Gravetiense; Magdaleniense;
Arte rupestre; Grabado; Simbolismo; Región Cantábrica;
Documentación tridimensional; Bisonte.
Key words: Aitzbitarte V; Gravettian; Magdalenian; Rock-
art; Symbolism; Cantabrian region; Engraving; Three-di-
mensional documentation; Bison.
1. INTRODUCCIÓN
En el presente trabajo damos a conocer las guras
grabadas de cronología paleolítica de la cueva de Aitz-
bitarte V (Errenteria, Gipuzkoa). La aportación de este
conjunto inédito resulta de especial interés para abor-
Arte parietal paleolítico en la cueva de Aitzbitarte V (Errenteria,
Gipuzkoa): un nuevo conjunto diacrónico en la Región
Cantábrica oriental*
Paleolithic parietal art in the Aitzbitarte V Cave (Errenteria, Gipuzkoa): a new diachronic
set in the eastern Cantabrian Region
Diego Garatea, Olivia Riverob, Joseba Rios-Garaizarc, Iñaki Intxaurbed y Sergio Salazarb
* El estudio forma parte de los proyectos de investigación “Before art: social investment in symbolic expressions during the Upper Palaeolithic
(B-Art)” (PID2019-107262GB-I00 IP Diego Garate), nanciado por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, y “Learning and development
of artistic abilities in Anatomically Modern Humans; a multidisciplinary approach (ApArt)” (HAR2017-87739-P IP Olivia Rivero), nanciado también
por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades. I. Intxaurbe es beneciario de una beca predoctoral (PIF 2019) de la Universidad del País
Vasco (UPV/EHU). La investigación contó también con apoyo económico de la Diputación Foral de Gipuzkoa y el municipio de Errenteria.
a Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de Cantabria (IIIPC, Gobierno de Cantabria, Universidad de Cantabria, Santander). Edicio
Interfacultativo, Avda. Los Castros s/n. 39005 Santander. España. Correo e.: diego.garate@unican.es https://orcid.org/0000-0001-6685-9588
b Dpto. de Prehistoria, Historia Antigua y Arqueología. Universidad de Salamanca. Cervantes s/n. 37002 Salamanca. España.
Correo e.: oliviariver@usal.es https://orcid.org/0000-0002-0730-4854; SS: correo e.: salazar.laredo@gmail.com https://orcid.org/0000-0002-2892-3945
c Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH). Paseo Sierra de Atapuerca s/n. 09002 Burgos. España.
Correo e.: joseba.rios@cenieh.es https://orcid.org/0000-0001-8474-2156
d Dpto. de Geología. Euskal Herriko Unibertsitatea/Universidad del País Vasco. 48940 Leioa. España. Correo e.: inaki.intxaurbe@ehu.eus
https://orcid.org/0000-0003-3643-3177
Recibido 21-V-2020; aceptado 11-VIII-2020.
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dar el desarrollo del arte parietal paleolítico por dos
razones fundamentales: por un lado, el establecimien-
to de similitudes grácas en diversas áreas geográcas
a través de las convenciones grácas presentes en
diversos periodos (Fortea et al. 2004; Feruglio et al.
2011) y, por otro, para abordar la recurrencia gráca
en una misma cavidad durante diversos periodos (Gon-
zález-Sainz 2004; Fortea 2007).
Durante el transcurso de las prospecciones arqueo-
lógicas para la identicación de grafías parietales pa-
leolíticas en el Cantábrico oriental, D. Garate y J.
Rios-Garaizar, junto con J. Busselo, G. Studer, S. Or-
begozo e I. Errazkin, miembros del Félix Ugarte Es-
peleologia Elkartea, descubren en septiembre de 2015
las primeras guras de bisontes grabados en Aitzbitar-
te V. Una semana después J. Busselo y G. Studer lo-
calizan más representaciones grabadas en las cuevas
de Aizbitarte III y IX (Garate et al. 2016).
El hallazgo se enmarca en la notable reactivación
de las investigaciones sobre arte parietal paleolítico en
el norte de la península ibérica, especialmente en el
sector oriental de la Cordillera Cantábrica, producida
durante la última década. Tradicionalmente, este sector
ha tenido una densidad de cuevas decoradas sensible-
mente menor que en las regiones limítrofes –Región
Cantábrica centro-occidental, Pirineos y Périgord– a
pesar de su posición geoestratégica en el punto central
de conexión entre estas, y de contacto con la penínsu-
la ibérica y el resto del continente europeo.
Las nuevas investigaciones han triplicado la canti-
dad de conjuntos parietales conocidos (Fig. 1), pasan-
do de una decena escasa a más de una treintena, in-
cluyendo grandes santuarios magdalenienses como
Atxurra y Armintxe. Además 14 de esas nuevas cuevas,
una cantidad considerable, se decoraron con anteriori-
dad al Magdaleniense, en periodos desconocidos en
este área hasta el momento (Garate 2018).
2. LOCALIZACIÓN, DESCRIPCIÓN Y
OCUPACIÓN HUMANA DE LA CAVIDAD
La colina de Aitzbitarte presenta una fuerte activi-
dad kárstica, con una treintena de pequeñas oquedades,
simas y cuevas documentadas hasta el momento (Man-
teca et al. 1997). Las entradas de las cuevas con ya-
cimiento arqueológico se localizan en la ladera oeste,
a escasos 40 m de altura sobre el cauce actual del
arroyo que discurre a sus pies, un auente del río Uru-
mea que actualmente desemboca en Donostia/San Se-
bastián a unos 12 km de distancia en línea recta. La
cuenca del Urumea se sitúa en el extremo oriental de
la Cornisa Cantábrica, muy cerca de las estribaciones
pirenaicas y a escasa distancia de la frontera actual
entre España y Francia, es decir, entre la península
ibérica y el resto del continente europeo. El proceso
de karsticación se desarrolla en las calcarenitas bio-
clásticas del Albiense Superior. Allí el descenso del
nivel freático y la variación en el aporte sedimentario
a las cavidades han propiciado la formación de galerías
horizontales mediante la paragénesis y un sistema de
cavidades multinivel (Fig. 2.2).
Fig. 1. Cuevas decoradas en el Cantábrico oriental y los Pirineos occidentales (mapa base: https://maps-for-free.com): negro descubierto
durante el siglo XX; rojo descubierto en el siglo XXI; círculo para conjuntos premagdalenienses; triángulo para los magdalenienses; cuadra-
do para conjuntos complejos (premagdalenienses y magdalenienses). En color en la edición electrónica.
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La cueva V (Fig. 2.1) se sitúa unos 20 m por en-
cima de las cavidades arqueológicas III, IV y IX, en
la misma ladera occidental de la colina, pero su desa-
rrollo es sensiblemente menor: 60 m desde la entrada
hasta la sala nal (Fig. 2.3). Originalmente la cueva
V se describió como un único conducto meandriforme
de unos 25 m de desarrollo, unos 3 m de anchura y
unos 2,20 de altura (Altuna et al. 1995), en cuyo fon-
do se observaba lo que parecían unas gateras obstrui-
das. Las distintas topografías realizadas dentro del
sistema kárstico de Aitzbitarte mostraban que estas
colmataciones quedaban a escasa distancia del nal de
la conocida como “Galería de los Osos”, a la que se
accedía desde la cueva IV a través de un conducto
vertical ascendente de unos 25 m.
Fig. 2. Localización de la cueva Aitzbitarte V en la colina: 1. Entrada de la cavidad (D. Garate), 2. Corte vertical de la colina con los prin-
cipales fenómenos espeleológicos indicados y los sectores decorados señalados con círculo (a partir del grupo de espeleología “Felix Ugarte
Elkartea”), 3. Topografía de la cueva indicando las áreas decoradas (a partir de Gim-Geomatics, S.L.): A) planta, B) alzado, C) planta en
detalle del sector decorado indicando las grafías encontradas. En color en la edición electrónica.
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En 2015, las tareas de desobstrucción a cargo del
grupo de espeleología “Felix Ugarte Elkartea” revela-
ron que efectivamente este conducto colmatado conec-
taba con la parte superior de la chimenea vertical que
unía la cueva IV con la “Galería de los Osos” (Fig.
2.3). También se pudo observar que la primera sala a
la derecha de la “Galería de los Osos” conectaba me-
diante un conducto corto, actualmente colmatado, con
la zona de la entrada de la cueva V. Dicha galería debe
su nombre a la multitud de oseras que se conservan
en el suelo de la cueva, probablemente atribuibles a
la especie Ursus spelaeus extinta hace unos 26-24.000
años (Baca et al. 2016). Estos osos además marcaron
las paredes de la cueva con numerosos zarpazos. Apa-
recen incluso en los paneles que contienen los graba-
dos paleolíticos, los cuales siempre se les superponen.
Todas estas evidencias sugieren que los conductos
principales de la cavidad apenas han sufrido aportes
sedimentarios o erosiones importantes en los últimos
25.000 años. Las dimensiones mínimas del primer tra-
mo de la galería después del pozo son 2 m de anchu-
ra y 3 m de altura. En los laterales del conducto prin-
cipal se abren multitud de conductos y grietas, algunas
totalmente colmatadas. Tras pasar este conducto y
superar un pequeño obstáculo vertical se accede al
tramo nal de la galería, donde se sitúan los tres sec-
tores decorados de la cueva. Todas las paredes de esta
zona, incluyendo las supercies decoradas, están alte-
radas por numerosos gratis y en los suelos hay acu-
mulaciones recientes de carbones, debido a visitas
incontroladas desde la chimenea que conecta con Aitz-
bitarte IV.
La ocupación humana de la colina de Aitzbitarte
se prolonga a lo largo de todo el Paleolítico Superior
de manera complementaria en las cavidades excavadas
hasta día de hoy. El erudito local Conde de Lerchundi
inicia las intervenciones arqueológicas en 1892 en la
cueva IV, que será además visitada por importantes
prehistoriadores del momento como H. Breuil, É. Har-
lé, H. Obermaier y J. Bouyssonie. Las primeras exca-
vaciones cientícas se desarrollan entre 1960 y 1964
(Barandiaran et al. 1965) y en esa misma época se
descubrirán también algunas evidencias arqueológicas
en la cueva V (Altuna 2004). Entre 1985 y 2002 J.
Altuna excava en el yacimiento de la cavidad III (Al-
tuna et al. 2011, 2017). En 2012 D. Garate y J. Rios-
Garaizar (Garate et al. 2013) descubren las primeras
evidencias de arte parietal paleolítico de las cuevas de
Aitzbitarte en la IV.
En la cueva de Aitzbitarte, en 1961, V. A. Laburu,
J. Louvelli e I. Sánchez, colaboradores de las excava-
ciones realizadas por J. M. Barandiarán en la década
de los 60 en la cueva IV, dan noticia del hallazgo de
restos arqueológicos en su entrada. Entre ellos hay
industria lítica, cerámica, macrofauna, moluscos y un
fragmento de cráneo humano (Altuna et al. 1995). Ya
en 2015, en el marco de la desobstrucción ejecutada
por el grupo espeleológico “Felix Ugarte Elkartea”,
origen del descubrimiento de arte rupestre en Aitzbi-
tarte V, se han localizado abundantes fragmentos ce-
rámicos prehistóricos, algunos probablemente de la
Edad de Bronce, así como una lámina de sílex de gran
tamaño obtenida mediante presión. Es decir, hasta la
actualidad no se ha desarrollado una investigación sis-
temática sobre su depósito sedimentario.
3. ESTUDIO DEL DISPOSITIVO GRÁFICO
PARIETAL
Los motivos grabados en la cueva de Aitzbitarte V
se concentran en el tramo nal de la cavidad, que
comienza a unos 50 m de la entrada y que tiene unos
25 m de desarrollo (Fig. 2). Las grafías se agrupan en
cuatro sectores con grabados de cronología paleolítica,
tres de ellos atribuidos al Gravetiense –A, C y D– y
otro al Magdaleniense Medio –B–.
3.1. Metodología de documentación
Los resultados obtenidos en Aitzbitarte V son el
producto de un proceso exhaustivo de prospección y
documentación, realizado tras descubrirse los primeros
grabados en el sector B. Para ello se adaptó la meto-
dología de Sanchidrián y Medina-Alcaide (2017) a los
condicionantes especícos de la cavidad y de sus gra-
bados. Durante el siglo XX las visitas incontroladas,
ya mencionadas, cubrieron de gratis y de frotados
todas las paredes. Como consecuencia de dichas ac-
ciones vandálicas no descartamos la pérdida de grafías
paleolíticas, cuyo precario estado de conservación ha
dicultado el estudio. Ademas, los zarpazos de osos
de las cavernas que recubren las paredes también di-
cultan las tareas de prospección.
La prospección sistemática de las paredes y de los
techos implicó el reconocimiento detenido de todas las
supercies rocosas accesibles directamente o mediante
material espeleológico de progresión. Los motivos gra-
bados se denieron por observación directa, con lupa o
con microscopio digital. Los datos se registraron en
chas a nivel de grafía, panel y sector. La documenta-
ción fotográca y restitución infográca de los motivos
siguió el protocolo ya establecido (Rivero et al. 2019),
usando la fotografía digital convencional y la fotogra-
metría de objeto cercano para la obtención de modelos
tridimensionales. Para la restitución gráca recurrimos
al tratamiento digital y a la infografía de las imágenes
empleando dos tabletas grácas profesionales. Las res-
tituciones grácas se corrigieron in situ directamente en
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la versión digital. La documentación y registro del es-
pacio decorado se obtuvo mediante un escaneo tridi-
mensional del conjunto de la cavidad.
3.2. Descripción del dispositivo
El dispositivo gráco de la cueva de Aitzbitarte V
se divide en cuatro sectores distintos, todos ellos si-
tuados en su tramo nal.
3.2.1. Sector A
Este primer sector decorado se localiza justo antes
del recodo a izquierda que conduce a la sala nal. As-
cendiendo lateralmente por una banqueta inclinada se
accede a una estrecha repisa a 3 m de altura que actúa
como balcón al pasillo contiguo. Allí se sitúa el siguien-
te sector con dos representaciones parciales de bisonte
(cabeza, cuernos y arranque de la giba) A.I.1 y A.II.1
y una serie de líneas no gurativas A.I.2 (Fig. 3).
El panel A.I está cerca de la repisa, contiguo al bal-
cón, sobre una supercie cubierta por zarpazos de oso:
A.I.1- Cabeza de bisonte orientada a la izquierda
compuesta por la línea frontal unida a un cuerno, una
serie de trazos cortos representando la testuz, el se-
gundo cuerno y una serie de incisiones cortas e incli-
nadas a modo de giba. Las dimensiones máximas son
de 19 x 9 cm. Está a 133 cm de la repisa.
A.I.2- Signo compuesto por dos líneas curvas con-
vergentes en forma conopial. Las dimensiones máximas
son de 23 x 13 cm. Se sitúa a 135 cm de la repisa.
El panel A.II se localiza al otro lado del balcón, sobre
la pared de la propia cueva, accesible desde el fondo de
la repisa. También son numerosos los zarpazos de oso.
A.II.1- Cabeza de bisonte orientada a la izquierda
formada por la línea frontal unida a un cuerno, una
serie de trazos ligeramente inclinados representando la
testuz y otros menos alineados para la barba, el segun-
do cuerno y un único trazo indicando el arranque de
la giba. A derecha de la grafía se observan 4 zarpazos
de oso profundamente incisos. Las dimensiones máxi-
mas son de 12 x 14 m. Está a 60 cm de la repisa.
Fig. 3. Fotografía y calco de los bisontes A.I.1 y A.II.2 y del signo A.I.2, grabados en el sector A de Aitzbitarte V (O. Rivero y D. Garate).
En color en la edición electrónica.
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3.2.2. Sector B
Un estrecho paso en forma de arco, a la altura del
suelo, permite situarse al otro lado de la repisa y del
balcón. En este estrecho pasillo de unos 3 m de desa-
rrollo y 1 m de anchura, se han grabado cuatro bison-
tes más o menos completos, situados dos a dos en cada
lado del pasillo.
En el panel izquierdo B.I según se accede al
sector, se observan dos bisontes enfrentados de más
o menos 1,25 m de longitud y una línea curva
(Fig. 4).
Fig. 4. Fotografía y calco del panel B.I con los bisontes B.I.1 y B.I.3 y la línea curva B.I.2, grabados en el sector B de Aitzbitarte V (O.
Rivero y D. Garate). En color en la edición electrónica.
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B.I.1- Justo encima del arco de acceso y aprovechan-
do una convexidad se localiza el primer bisonte, orien-
tado a derecha y muy detallado (Fig. 5). Se observan los
cuernos sinuosos en “S” y con doble línea, la fronto-
nasal rectilínea, la giba con el pelaje indicado mediante
trazos cortos verticales, el lomo y apoyándose sobre el
límite del arco el tren trasero con la cola. La barba, la
pata delantera y el vientre se reconocen con más dicul-
tad al estar parcialmente borrados. Bajo su lomo se ob-
servan zarpazos de oso y un tizonazo negro se superpo-
ne a la cabeza. La parte inferior del animal está
deteriorada por un frotado recurrente al servir de apoyo
para cruzar el arco de acceso. Las dimensiones máximas
son de 108 x 59 cm. Está a 157 cm del suelo (Fig. 5).
B.I.2- Línea sinuosa compuesta por múltiples tra-
zos situada bajo los cuernos del bisonte anterior. Las
Fig. 5. Fotografía general y de detalle del bisonte B.I.1, grabado en el sector B de Aitzbitarte V (O. Rivero y D. Garate). En color en la
edición electrónica.
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dimensiones máximas son de 18 x 5 cm y se sitúa a
160 cm del suelo.
B.I.3- A continuación de la grafía anterior pero
enfrentada con ella, se observa otro bisonte parcial
(Fig. 6). Tiene dos cuernos en perspectiva hechos con
trazo múltiple, unos trazos cortos perpendiculares an-
teceden a la línea frontal, que a su vez naliza en una
boca bien perlada y con el pelaje de la barba abun-
dante. La giba se representa mediante trazos entrecru-
zados parece que sin continuación en el lomo ni en el
tren trasero. La parte inferior está afectada por el fro-
tamiento de las arcillas depositadas sobre la roca so-
porte del pasadizo y sobre la cabeza y los cuernos se
lee “SALIDA” escrito en carbón. Las dimensiones
máximas son de 70 x 78 cm. Está a 162 cm del suelo
(Fig. 6).
En la pared opuesta B.II se localiza otro panel con
grabados. La lectura es más complicada ya que los
surcos son más nos y el grado de deterioro es todavía
mayor, debido a gratis, aportes recientes de arcilla y
rozamientos. Se identican dos guras de bisonte (Fig.
7) y una línea grabadas, además de una pequeña man-
cha en rojo.
B.II.1- Cabeza orientada a la izquierda. Se observa
con cierta dicultad por la superposición de gratis.
Tiene ambos cuernos en perspectiva, dos trazos curvos
conformando un ojo, una serie de trazos largos incli-
nados para la giba y otra serie más corta para la línea
frontal. La boca y la barba se han ejecutado mediante
incisiones paralelas verticales. Las dimensiones máxi-
mas son de 31 x 98 cm. Se sitúa a 162 cm del suelo.
B.II.2- Bisonte orientado a la derecha y afrontado
al anterior. Se distinguen los cuernos en perspectiva,
trazos cortos verticales correspondientes a la giba del
animal, la línea frontal y la oreja. La alteración de la
pared se debe sobre todo a la deposición de arcilla
mediante los dedos, al ser un punto de apoyo. Las
dimensiones máximas son de 51 x 40 cm. Está a 159
cm del suelo.
B.II.3- Línea sinuosa cóncavo-convexa, ligeramen-
te separada de las anteriores grafías (125 cm a la iz-
quierda). Mide 31 cm. Se sitúa a 180 cm del suelo.
B.II.4- Mancha roja situada entre el bisonte B.II.2
y la línea B.II.3. Mide 1,5 x 1,5 cm. Está a 171 cm
del suelo.
3.2.3. Sector C
Al nal del pasillo del sector B, superando un des-
nivel ascendente de 3 m se accede a una nueva galería
sinuosa y estrecha muy alterada por gratis y con el
suelo repleto de carbones procedentes de hogueras
encendidas por los visitantes de nes del siglo XX. En
Fig. 6. Fotografía general y de detalle del bisonte B.I.3, grabado en
el sector B de Aitzbitarte V (O. Rivero y D. Garate). En color en
la edición electrónica.
Fig. 7. Fotografía y calco del panel B.II con los bisontes B.II.1 y
B.II.2, grabados en el sector B de Aitzbitarte V (O. Rivero y
D. Garate). En color en la edición electrónica.
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la pared izquierda a medio recorrido de la misma, se
grabó un bisonte (Fig. 8).
C.I.1- Parte superior de un bisonte orientado a la
izquierda. Presenta un solo cuerno con doble línea, el
arranque de la giba, la línea frontal y los pelos de la
barba. Se reconoce también una pata delantera con
pezuña y restos de la segunda. Está grabado con trazo
único. Parte de la gura está destruida por gratis mo-
dernos. Las dimensiones máximas son de 11 x 9 cm.
Está a 168 cm del suelo.
3.2.4. Sector D
En el fondo de la cavidad se localiza la sala circu-
lar D de unos 4 x 5 m, con varias oseras en el suelo.
Se halla especialmente alterada por gratis, hogueras
y todo tipo de intervenciones vandálicas. Cuenta con
cuatro paneles decorados. En el de la izquierda hay
dos representaciones parciales de bisonte. El par de la
derecha tiene una cabeza de animal y dos de bisonte
respectivamente. El cuarto panel se sitúa en la pared
derecha junto a la entrada y tiene líneas digitales.
En el panel izquierdo D, según se accede al sector, se
observan dos bisontes parciales muy sumarios (Fig. 9).
D.I.1- Bisonte orientado a la izquierda y reducido
a la parte superior. Presenta dos cuernos separados y
sin perspectiva (perl absoluto), uno de ellos conti-
nuado en la línea frontal y el otro prolongado para la
ejecución de la giba y el lomo. Está grabado con tra-
zo único. Las dimensiones máximas son de 66 x 30
cm. Se sitúa a 123 cm del suelo.
D.I.2- Cabeza de bisonte orientada a la izquierda
formada por la línea frontal unida a un cuerno, una
serie de trazos desorganizados representando la testuz
y otros más esporádicos para la barba. Las dimensiones
máximas son de 15 x 11 m. Está a 116 cm de la repisa.
En la pared situada al fondo desde la entrada D.II,
en el lado derecho y frente al panel siguiente, se ob-
serva una cabeza animal grabada (Fig. 10).
D.II.1- Cabeza de animal indeterminado orientado
a la izquierda. Presenta una hilera de trazos largos, una
línea a modo de frontal y otra inferior de trazos. Es
probable que represente un équido. Se ha grabado con
trazo único. Las dimensiones máximas son de 9 x 18
cm. Se sitúa a 120 cm del suelo.
En el extremo derecho de la sala D.III se forma
una pequeña hornacina o concavidad donde se identi-
can dos bisontes, uno con un solo cuerno y barba y
el otro con los cuernos en perspectiva torcida y trazo
múltiple (Fig. 10).
D.III.1- Bisonte orientado a la izquierda y reduci-
do a la cabeza. Únicamente se observa un cuerno, la
línea fronto-nasal y el hocico. Se ha grabado con tra-
zo único muy no. Las dimensiones máximas son de
14 x 6 cm. Se alza a 135 cm del suelo.
D.III.2- Bisonte orientado a la izquierda y reduci-
do a los cuernos sinuosos, ejecutados mediante trazo
múltiple. Las dimensiones máximas son de 14 x 6 cm.
Se sitúa a 138 cm del suelo.
Por último, cerca del acceso al sector y todavía en
la pared del lado, se ven una serie de trazos digitales
fosilizados (Fig. 10):
D.IV.1- Serie de líneas sinuosas verticales fosiliza-
das y recubiertas por gratis. Son cuatro trazos digi-
tales de surco ancho y poco profundo que han despla-
zado la supercie limo-arcillosa original de la
supercie de la pared. Las dimensiones máximas son
de 13 x 14 cm. Está a 105 cm del suelo.
3.3. Valoración del conjunto
La cueva de Aitzbitarte V presenta cuatro sectores
decorados con representaciones mayoritariamente -
gurativas grabadas: 11 bisontes frente a 4 grupos de
líneas o signos. Los cuatro sectores decorados están
Fig. 8. Fotografía y calco del bisonte C.I.1, grabado en el sector C
de Aitzbitarte V (O. Rivero y D. Garate). En color en la edición
electrónica.
Arte parietal paleolítico en la cueva de Aitzbitarte V (Errenteria, Gipuzkoa): un nuevo conjunto… 329
Trab. Prehist., 77, N.º 2, julio-diciembre 2020, pp. 320-336, ISSN: 0082-5638
https://doi.org/10.3989/tp.2020.12259
en espacios angostos, con accesos condicionados por
pendientes y estrecheces. En los sectores A, B y C el
aforo se limita a 2-3 personas como máximo. El D
permite un aforo de unas seis personas (Fig. 11). Las
intervenciones arqueológicas en la entrada no han do-
cumentado evidencias de asentamientos paleolíticos
que sin embargo son muy intensos y continuados des-
de el Auriñaciense hasta el Aziliense en las cuevas de
Aitzbitarte III y IV, cuyas bocas están situadas a es-
casos metros de la entrada de la V.
A pesar de compartir un mismo espacio topográ-
co, las representaciones descubiertas en el fondo de la
cueva de Aitzbitarte V (Tab. I), poseen unas caracte-
rísticas muy heterogéneas desde el punto de vista téc-
nico y formal. Ello permite enmarcarlas en dos mo-
mentos crono-culturales diferentes.
Técnicamente, excepto la mancha roja B.II.4, el
grabado es el método empleado en esta cueva en va-
riantes diferentes, probable consecuencia de la distin-
ta dureza de los soportes calizos. En los sectores A, C
y D, donde la supercie es blanda fruto de la alteración
de la matriz caliza, el grabado es algo más profundo
y una sola pasada con el útil grabador basta para mar-
car las líneas. En cambio, en el sector B, la supercie
caliza de los soportes es de mayor dureza. Los surcos
son menos profundos, indicando que fueron necesarias
varias pasadas con el útil para marcar las líneas. En
general, los grabados están relativamente bien conser-
vados y sin pátina de alteración. Su color gris destaca
sobre el fondo pardo-rojizo de la pared caliza.
Los prótomos de bisonte localizados en los secto-
res A, C y D se caracterizan por su reducido tamaño:
el bisonte A.II.01 no llega a los 10 cm de largo. Solo
podrían verse desde distancias muy cortas. Su locali-
zación en lugares elevados y de acceso complejo di-
cultaría su visibilidad. Convenciones como los cuer-
nos unidos a línea fronto-nasal/giba, su unión a base
de trazos sueltos representando (A.I.1 y A.II.1) o no
pelaje (D.I.1) aparecen también en las cuevas Aitzbi-
tarte III y IX (Garate et al. 2016), en la recientemen-
te descubierta Alkerdi 2 (Garate et al. 2017), así como
en los soportes muebles decorados en la cercana cue-
va de Isturitz (Rivero y Garate 2014). De hecho, has-
ta los descubrimientos en las cuevas de Aitzbitarte,
Fig. 9. Fotografía y calco de los bisontes D.I.1 y D.I.2, grabados en el sector D de Aitzbitarte V (O. Rivero y D. Garate). En color en la
edición electrónica.
330 Diego Garate, Olivia Rivero, Joseba Rios-Garaizar, Iñaki Intxaurbe y Sergio Salazar
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estas convenciones faltaban en la Región Cantábrica,
siendo características de momentos gravetienses del S/
SO de Francia (cuevas de Gargas, Cussac, Cosquer)
(Jaubert 2008).
El tamaño de las guras localizadas en el Sector
B es más común en las representaciones del Paleolí-
tico Superior (media de un metro de largo) y suelen
ubicarse a ambos lados de la estrecha galería nal.
Además, se ven sin dicultad una vez traspasado el
túnel que las separa de la parte anterior de la cueva.
Sin embargo, el Sector B se halla al fondo de la
cavidad y no es fácilmente accesible por el pequeño
desnivel previo a la entrada que la separa del resto
de la “Galería de los Osos”. Los cuernos en perspec-
tiva, la abundancia de detalles anatómicos, como el
ojo en el bisonte B.I.3, la oreja en el bisonte B.II.2
Fig. 10. Fotografía y calco del animal indeterminado D.II.1, de los bisontes D.III.1 y D.III.2 y de las líneas digitales D.IV,1, grabados en el
sector D de Aitzbitarte V (O. Rivero y D. Garate). En color en la edición electrónica.
Arte parietal paleolítico en la cueva de Aitzbitarte V (Errenteria, Gipuzkoa): un nuevo conjunto… 331
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y la representación del pelaje mediante trazos cortos
paralelos en la giba y la barba, los vinculan a los
bisontes del Magdaleniense reciente y, en particular,
al conocido como “morfotipo Niaux” del contexto
pirenaico (Fortea et al. 2004; Sauvet y Rivero 2016).
Los paralelismos más cercanos en la ejecución de la
línea fronto-nasal mediante series de trazos cortos
paralelos de los bisontes están en la “Galería de los
Bisontes” de la cueva de Alkerdi 1 (Garate y Rivero
2015), y en las cavidades pirenaicas de Marsoulas
(Fritz y Tosello 2005), Trois-Frères (Bégouën y Breuil
1958), Fontanet (Vialou 1986) o Niaux (Clottes
1995). Es difícil atribuir el conjunto a una fase con-
creta del Magdaleniense, puesto que las convenciones
de representación de los bisontes en la región pire-
náica son casi idénticas en las fases media y superior
(Sauvet y Rivero 2016). Sin embargo, su comparación
con el arte mueble es muy claricadora. La conven-
ción de denir la línea fronto-nasal únicamente me-
diante series de trazos cortos –muy rara y escasa en
las representaciones muebles y parietales– es exclu-
siva del arte mueble del Magdaleniense Medio y se
Fig. 11. Modelos tridimensionales de los tres espacios decorados en la cueva de Aitzbitarte V (I. Intxaurbe a partir de Gim-Geomatics, S.L.).
A- sector A (vista hacia el panel A.I); B- sector B (vista hacia los paneles B.I y B.II); C- sector C (vista hacia el panel C.I); Da- sector D
(paneles D.I y D.IV); Db- sector D (paneles D.II y D.III). Los recuadros oscuros indican la posición de los paneles decorados, los triángulos
azules la orientación del observador, desde el lado menor de cada uno de ellos. En color en la edición electrónica.
332 Diego Garate, Olivia Rivero, Joseba Rios-Garaizar, Iñaki Intxaurbe y Sergio Salazar
Trab. Prehist., 77, N.º 2, julio-diciembre 2020, pp. 320-336, ISSN: 0082-5638
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conoce en yacimientos tales como Las Caldas, Istu-
ritz, Bedeilhac, Labastide, Mas d’Azil y Puy de Lacan
(Rivero 2010).
Es decir, el arte parietal paleolítico de la cueva de
Aitzbitarte V, tanto en su fase gravetiense como en su
fase magdaleniense, tiene mayor anidad con los con-
textos transpirenaicos que con los cantábricos (Fig. 12).
En general, esta vinculación con el mundo pirenaico
se constata también en otros aspectos de las ocupacio-
nes paleolíticas de Aitzbitarte como las características
de las industrias líticas y óseas. Seguramente está mo-
tivada por su cercanía al paso occidental de los Piri-
neos. En particular, como sucede con las cuevas loca-
lizadas en el núcleo de Alkerdi-Berroberria, las del
cerro de Aitzbitarte pudieron haber funcionado como
yacimientos “satélites” del núcleo de la colina de Gaz-
telu –cuevas de Isturitz, Oxocelhaya y Erberua–, por
las estrechas relaciones que se observan tanto a nivel
de las ocupaciones paleolíticas (Altuna et al. 2011)
como en el arte parietal gravetiense y magdaleniense.
4. DISCUSIÓN: LA RECURRENCIA
GRÁFICA DURANTE EL PALEOLÍTICO
SUPERIOR
La presencia de palimpsestos grácos en el arte
rupestre se observó desde el comienzo de la investi-
gación (p. ej., Alcalde del Río et al. 1911). Sin em-
bargo, el uso recurrente de cuevas con nes simbólicos
durante diferentes periodos es un tema sobre el que se
ha investigado principalmente a partir de la incorpo-
ración de los análisis directos por C14-AMS (Valladas
et al. 2013). Se ha planteado la presencia de distintas
fases de ejecución a partir de los resultados de las
dataciones de radiocarbono en cuevas decoradas fran-
cesas como Cougnac (Lot) (Lorblanchet 1994), Cos-
quer (Bouches du Rhône) (Valladas et al. 2017), las
pinturas del Salon Noir en Niaux (Ariège) (Clottes et
al. 1992) o incluso en El Castillo (Cantabria, España),
donde se ha propuesto la existencia de guras retoca-
das en distintas épocas a partir de las dataciones de
radiocarbono (Valladas et al. 2001). Sin embargo, la
validez de la mayoría de estas dataciones ha sido cri-
ticada por los posibles procesos de contaminación du-
rante el muestreo y el tratamiento previo, que habrían
podido rejuvenecer signicativamente algunos de los
resultados (Sauvet 2004). Por otro lado, las superpo-
siciones estratigrácas en paneles principales de varias
cuevas han sugerido una recurrencia espacial de la
actividad simbólica. En la Región Cantábrica, este fe-
nómeno se observó especialmente en las cuevas de
Altamira y El Castillo, desde los primeros momentos
de investigación (Alcalde del Río et al. 1911). Mas
tarde se han añadido las cuevas de Peña Candamo,
Llonín, Tito Bustillo, La Pasiega y La Garma, cuyas
superposiciones sugieren periodos de uso muy dilata-
dos (González-Sainz 2004; González-Sainz y Ruiz-
Redondo 2010). A la vez se ha propuesto que hubiera
un fenómeno de apropiación gráca para las cuevas
de Llonín, Tito Bustillo, Lloseta y Buxu en la Región
Cantábrica occidental (Fortea 2007), según el cual,
durante el Magdaleniense, se decorarían paneles que
ya lo fueron durante el Paleolítico Superior Inicial. Las
guras “nuevas” se superpondrían a las más “anti-
guas”, creando así palimpsestos complejos. Este mis-
mo modelo parece aplicarse también en las cuevas de
Altamira, La Pasiega, El Castillo y La Garma de la
Región Cantábrica central (Corchón et al. 2012).
De hecho, algunas de estas cuevas fueron ocupadas
durante varios períodos del Paleolítico Superior. Por esta
razón se interpretaron como “sitios de agregación” aque-
llos yacimientos donde el registro arqueológico es ex-
tremadamente rico durante uno o varios períodos como
la cueva de Altamira (Cantabria, España) (Conkey 1980,
1992) y también como “super sitios” algunas cuevas
pirenaicas francesas como Isturitz (Pyrénées-Atlanti-
ques) o Mas d’Azil (Ariège) (Bahn 1982). Esta idea se
ha desarrollado en la Región Cantábrica a través de las
geografías sociales de los grupos paleolíticos (Moure
1994; Utrilla 1994; Utrilla y Martínez-Bea 2008; Rasi-
lla y Duarte 2018), reinterpretándose, p. ej. Isturitz (Ri-
vero 2014), como centro de producción de objetos de-
corados durante el Magdaleniense.
Recientemente, durante nuestra de investigación en
el Cantábrico oriental y el Pirineo occidental, hemos
identicado tres sitios donde se documenta esta recu-
rrencia gráca durante el Paleolítico Superior: Aitzbi-
tarte IV y Aitzbitarte V, inéditos, y Erberua, ya conoci-
do y reinterpretado en este sentido (Garate et al. 2020a).
El fenómeno de recurrencia gráca parietal parece
especialmente relevante en la Región Cantábrica
(Fig. 13). De hecho, para el Magdaleniense Medio y
Superior de un total de 40 cuevas decoradas, 14 pre-
sentan fases previas. Es decir, menos de 2/3 son de-
coradas ex novo en la región durante este período. Sin
embargo, las cuevas redecoradas son marginales en las
demás regiones europeas con arte parietal paleolítico
(Garate et al. 2020a). Además, hay una polarización
muy marcada entre los sectores central/occidental y
oriental, separados por un vacío de 200 km, entre las
cuencas del Asón y Oka, casi sin arte parietal magda-
leniense. En el sector central/occidental, el porcentaje
de cuevas reutilizadas se eleva al 41 %, entre las cuen-
cas de los ríos Nalón y Asón. En el oriental, entre las
cuencas de Asón y Bidasoa, solo podemos certicar
la reutilización simbólica del espacio subterráneo en
Aitzbitarte V –tal vez también en Aitzbitarte IV–,
mientras que las 9 restantes se atribuyen únicamente
a momentos avanzados del Magdaleniense.
Arte parietal paleolítico en la cueva de Aitzbitarte V (Errenteria, Gipuzkoa): un nuevo conjunto… 333
Trab. Prehist., 77, N.º 2, julio-diciembre 2020, pp. 320-336, ISSN: 0082-5638
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Fig. 12. A. Bisontes grabados gravetienses de estilo “Gargas” (2, 4 según N. Aujoulat et al. 2001; 3 según C. Barrière 1976; 5 según O. Rivero
y D. Garate 2014). B. Bisontes grabados magdalenienses de estilo “pirenaico” (1 según D. Garate y O. Rivero 2015; 2 según H. Bégouën y
Breuil 1958; 4 según C. Fritz y G. Tosello, 2005; 5 según D. Vialou 1986; 6 según J. Clottes 1995). En color en la edición electrónica.
334 Diego Garate, Olivia Rivero, Joseba Rios-Garaizar, Iñaki Intxaurbe y Sergio Salazar
Trab. Prehist., 77, N.º 2, julio-diciembre 2020, pp. 320-336, ISSN: 0082-5638
https://doi.org/10.3989/tp.2020.12259
Al mismo tiempo, se distinguen tipos de reutiliza-
ción en relación con la distribución espacial de las
fases de decoración en el interior de las cuevas (Ga-
rate et al. 2020a). En el centro/oeste las fases antiguas
del grupo de cuevas de Peña Candamo, Llonín, Tito
Bustillo, Altamira y El Castillo se documentan por la
mayoría de sus unidades topográcas. En cambio las
recientes tienden a concentrarse en paneles principales,
donde varias fases se superponen. En Pasiega A/B,
Pasiega C/D y La Garma, El Buxu y Hornos de la
Peña se dan esas superposiciones pero sin un espacio
preferente. Un tercer modelo de distribución, identi-
cado en El Salitre, Chufín, Aitzbitarte IV y Aitzbitar-
te V, se caracteriza por la misma falta de estratigrafía
parietal entre las diferentes fases que en la mayoría de
los conjuntos pirenaicos con recurrencia gráca (Ga-
rate et al. 2020a). Es decir, el arte rupestre magdale-
niense ocupa los espacios de la cueva que los artistas
previos no seleccionaron.
5. CONCLUSIÓN
La cueva de Aitzbitarte V presenta dos fases deco-
rativas bien diferenciadas por la presencia de conven-
cionalismos especícos del arte gravetiense continen-
tal transpirenaico y del magdaleniense pirenaico. Los
conjuntos grácos de ambas son modestos, compues-
tos por una docena de unidades grácas gurativas
situadas al fondo de una cavidad de reducidas dimen-
siones. La diferenciación de dos fases decorativas en
una misma cueva resulta toda una novedad para la
Región Cantábrica oriental, donde no se conocía dicho
fenómeno hasta el momento. En todo caso, la distri-
bución espacial segregada de ambos conjuntos dista
del modelo cantábrico de palimpsesto y se aproxima
más a cuevas pirenaicas como Erberua o Trois-Frères:
fases gravetiense y magdaleniense medio con solapa-
miento espacial marginal o nulo.
Sin duda, la cueva de Aitzbitarte V aporta impor-
tantes novedades al escaso registro gráco conocido
en el oriente de la Región Cantábrica hasta los descu-
brimientos protagonizados en las dos últimas décadas
en Atxurra, Armintxe o Aitzbitarte IV (Garate 2018).
En esta ocasión, las novedades también parecen indi-
car una fuerte inuencia pirenaica en el área geográ-
ca estudiada en distintos periodos del Paleolítico
Superior, en lo que al comportamiento gráco se re-
ere. Queda pendiente evaluar si esa misma realidad
se repite en todo el registro arqueológico y en todas
las fases, o si por el contrario es un fenómeno redu-
cido a ciertas manifestaciones arqueológicas o sólo
Fig. 13. Cuevas con recurrencia gráca (círculos grandes en blanco) y cuevas decoradas ex novo (cuadrados pequeños grises) en la Cornisa
Cantábrica durante el Magdaleniense, mostrando la ubicación de Aitzbitarte V con una estrella (mapa base: Bing Aerial ®) (en color en la
edición electrónica). 1: La Peña de Candamo, 2: Tito Bustillo, 3: El Buxu, 4: Llonín; 5: El Pindal, 6: Chufín, 7: Cualventi, 8: Altamira, 9:
Hornos de La Peña, 10: La Pasiega, 11: El Castillo, 12: La Llosa, 13: El Salitre, 14: La Garma, 15: Aitzbitarte IV.
Arte parietal paleolítico en la cueva de Aitzbitarte V (Errenteria, Gipuzkoa): un nuevo conjunto… 335
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evidente en algunos periodos concretos, como por
ejemplo el gravetiense noaillense (Garate et al. 2020b).
AGRADECIMIENTOS
Los autores agradecen al grupo de espeleología
“Felix Ugarte Elkartea” su intervención activa y crucial
en los hallazgos y en las prospecciones, especialmen-
te a J. Busselo, S. Laburu y A. Rodríguez.
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... More recently, during our research survey in the eastern Cantabrian region and the western Pyrenees, graphic recurrence during the Upper Palaeolithic has been detected at three sites (Garate, 2018). In the cases of Aitzbitarte IV (Garate et al., 2020a) and Aitzbitarte V (Garate et al., 2020b) these are previously unknown rock art ensembles, while in the case of Erberua some of the already known engravings were reinterpreted (Garate et al., 2020c). These results are especially interesting because they connect the Cantabrian and Pyrenean regions, also in view of this specific phenomenon of the reutilization of cave sectors for graphic activities. ...
... The first one (Pergouset) is located in the Lot basin and was considered a synchronic ensemble (Lorblanchet, 2001), despite the presence of some animal depictions, with a morphology different from that used during the Magdalenian, which are classified as 'monsters' (Lorblanchet and Sieveking, 1997), in a particular deep sector -Salle IV -and with a contextual dating of charcoal to the late Aurignacian (Lorblanchet, 2001). Recently, these 'monsters' have been thought to be possibly 'Gravettian' because of their similarity with a morphotype defined in caves like Cussac, Gargas, or Aitzbitarte III, V and IX (Garate et al., 2020b). But the contextual dating of charcoal, too old for this technocomplex, means this attribution must be taken with caution. ...
Article
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Actes de la séance commune de la Société préhistorique française et la Hugo Obermaier-Gesellschaft à Strasbourg (16-17 mai 2019) Textes publiés sous la direction de Ludovic Mevel, Mara-Julia Weber et Andreas Maier Paris, Société préhistorique française, 2021 (Séances de la Société préhistorique française, 17), p. 173-194 www.prehistoire.org Abstract: The symbolic use of the underground landscape is one of the most relevant aspects of the behaviour of Upper Palaeolithic societies in Europe. Currently available archaeological data clearly indicate the development of symbolic activities inside the caves from the Aurignacian, with Chauvet as the best example. This symbolic use became generalized until its most widespread levels at the end of the Upper Palaeolithic period, during the Middle Magdalenian. Besides, some of these caves were used during several periods in the Upper Palaeolithic. At the same time, even though the presence of graphic palimpsests was noted from the beginning of research in cave art, the recurrent use of caves for symbolic purposes, basically parietal art, in different periods during the Upper Palaeolithic has received the most interest only after the introduction of 14 C-AMS analyses of charcoal paintings. Thus, until now, the reuse of caves for symbolic purposes, especially rock art, has scarcely been studied. The main goal of the present study is therefore to construct a preliminary overview of the phenomenon in order to establish differences and/or similarities in the reutilisation patterns. The methodology to identify the reuse of caves art in the area of study has been based on the critical re-evaluation of existing information. Previous studies have been partial, mostly because they were restricted to specific geographical areas. In this way, a recurrence has been observed in the use of these symbolic spaces which is especially striking in the central/western Cantabrian region, during the whole period, in a way that is not detected in other regions. This is a very significant observation because it is evidence for a shared form of behaviour regarding graphic codes in human groups that followed one another over time and are archaeologically represented by very different technocomplexes. Résumé : L'appropriation symbolique des paysages souterrains est l'un des comportements les plus marquants de l'Homo sapiens pendant le Paléolithique supérieur en Europe. L'incursion à l'intérieur des grottes à des fins symboliques semble être lié à de rares actes funéraires des populations néandertaliennes et des certaines activités ponctuelles comme celles documentées dans la grotte de Bruniquel. Les données archéologiques actuellement disponibles indiquent clairement le développement d'activités symboliques à l'intérieur des grottes depuis l'époque aurignacienne, avec la grotte Chauvet comme meilleur exemple. Ce processus se généralisera jusqu'à atteindre son paroxysme vers la fin du Paléolithique supérieur, au cours du Magdalénien moyen. Dans certaines régions, les grottes demeurent la principale source d'information pour appréhender l'organisation des sociétés paléolithiques en raison des problèmes de conservation des habitats de plein air. Elles ont en effet été occupées, voire habitées, et utilisées pour différentes fonctions selon des chronologies plus ou moins longues. D'ailleurs, certaines d'entre elles ont été occupées pendant plusieurs périodes, continues ou non, pendant le Paléolithique supérieur. C'est la raison pour laquelle certains spécialistes ont proposé l'idée que certains de ces sites aient eu le statut de « sites d'agrégations », comme l'illustre le cas de la grotte d'Altamira. Cette même idée a également été évoquée sous le nom de « super sites » pour certaines grottes pyrénéennes comme Isturitz ou le Mas d'Azil. Si la présence de palimpseste graphique dans l'art ru-pestre a été mise en évidence depuis les prémices des recherches dans ces contextes, l'utilisation récurrente de grottes à des fins symboliques et artistique a été véritablement démontrée avec le développement des analyses 14 C-AMS sur les peintures réalisées au fusain. Pourtant, jusqu'à présent, la réappropriation de grottes à des fins symboliques n'a guère été un véritable objet d'étude. Seules les grottes de Cantabrie occidentale et centrale ont été évaluées de manière conjointe dans cette perspective, alors que dans d'autres secteurs elles ont été considérées individuellement. Récemment, à travers nos recherches dans l'est de la Cantabrie et dans les Pyrénées occidentales, nous avons détecté l'existence de trois sites qui présentaient des récurrences graphiques : les sites d'Aitzbitarte IV et d'Aitzbitarte V, étaient des ensembles d'art rupestre inconnus. Erberua était pour sa part déjà connu, mais nos travaux ont permis la réinterprétation de certaines gravures. En raison de ces nouveaux indices et dans le but de parvenir à avoir une vision d'ensemble de ce comportement culturel à la fin du Paléolithique supérieur, nous avons répertorié et caractérisé tous les sites d'art rupestre qui présentait une réutilisation des parois en réalisant une réévaluation critique des informations publiées et la discussion de modèles pour le bassin versant du golfe de Gascogne. L'objectif principal de la présente étude était de proposer un premier aperçu de ces phénomènes et de trouver des différences et/ou des similitudes dans les schémas de réappropriation des parois. Au final, nous avons observé une récurrence de ces espaces symboliques qui est particulièrement frappante dans la région de Cantabrie centrale/occidentale, pendant tout le Paléolithique supérieur. Ces résultats permettent de mettre en évidence un comportement partagé pour des codes graphiques par des groupes humains qui se succèdent dans le temps, en transcendant les technocomplexes auxquelles ils appartiennent. L'enquête actuelle s'est limitée à un sujet principal-la distribution géographique et spatiale-et reste préliminaire en raison de notre objectif principal qui était d'obtenir une vue d'ensemble à l'échelle de l'Europe occidentale. Dans tous les cas, des analyses plus approfondies devront être effectuées pour préciser les interactions entre les différentes phases de décors, pour définir les schémas de construction graphique de l'ensemble et bien sûr, pour expliquer les différences mises en évidence. Mots-clés : Grotte ornée, Symbolisme, Réutilisation, Europe, Magdalénien. Zusammenfassung: Die symbolische Nutzung unterirdischer Landschaften ist einer der relevantesten Verhaltensaspekte jung-paläolithischer Gesellschaften in Europa. Die zurzeit verfügbaren archäologischen Daten zeigen deutlich die Entwicklung sym-bolischer Aktivitäten in Höhlen seit dem Aurignacien, mit der Chauvet-Höhle als bestem Beispiel. Diese Art der symbolischen Nutzung erfuhr immer weitere Verbreitung bis zu ihrem Höhepunkt gegen Ende des Jungpaläolithikums, während des Mittleren Magdalénien. Außerdem wurden einige dieser Höhlen zu mehreren Zeitpunkten während des Jungpaläolithikums genutzt. Wenn-gleich Palimpseste bei Höhlenkunst von Beginn der Untersuchungen an beschrieben wurden, wuchs das Interesse an der wieder-holten Nutzung von Höhlen für symbolische Zwecke, hauptsächlich an Wandkunst, zu verschiedenen jungpaläolithischen Epochen erst nach der Einführung von 14 C-AMS-Analysen an Holzkohle-Zeichnungen. Bislang wurde die Wiederverwendung von Höhlen zu symbolischen Zwecken, insbesondere Felskunst, kaum untersucht. Das Ziel dieser Studie ist es daher, einen vorläufigen Überblick über das Phänomen zu geben, um Unterschiede und/oder Gemeinsamkeiten in den Wiederverwendungsmustern herausstellen zu können. Die Methode zur Erkennung der Wiederverwendung von Höhlenkunst im Untersuchungsgebiet basiert auf der kritischen Neubewertung der vorhandenen Informationen. Bisherige Studien betrachteten meist nur einen spezifischen geographischen Raum und waren daher partieller Natur. Auf diese Weise konnte eine wiederholte Nutzung symbolischer Plätze festgestellt werden, die sich in einer besonders hohen Intensität während des gesamten Untersuchungszeitraumes in der zentralen/westlichen kantabrischen Region abzeichnet, wie sie in keiner anderen Region erkannt wurde. Dies ist eine signifikante Beobachtung, da sie beweist, dass zeitlich aufeinanderfolgende Menschengruppen, die archäologisch durch sehr unterschiedliche Technokomplexe repräsentiert sind, eine geteilte Art des Verhaltens in Bezug auf graphische Kodierung hatten.
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It is assumed that occurrence of Palaeolithic cave art in Central and Eastern Europe is not typical for this part of the continent, as it is difficult to consider its few examples as a result of solely poor preservation. Looking into this issue from the perspective of region of modern Poland, several questions arise: Why is it registered on so few sites, and is it truly an atypical phenomenon for the region? In problem discussion, there are three key elements: research interest, state of preservation, and competences needed for making a discovery. These elements, covered in following paper, explicitly suggest that in terms of Polish cave sites, we do not possess enough information to conclude which type of occurrence we are dealing with.
Chapter
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This paper up-dates the corpus of Palaeolithic cave art assemblages and their non-homogeneous distribution throughout Cantabrian Spain, emphasising the internal diversity. This variability, which has become clearer thanks to the increase in the available information since 1975-1980, together with certain aspects of the inter�nal organisation of the cave art, suggests that graphic activity played very different roles within the hunter-gat�herer societies. At the same time, the analysis shows some peculiarities of Palaeolithic art in Cantabrian Spain (apart from the distribution of animal themes or the role of technical and stylistic conventions), such as a grea�ter frequency of non-figurative assemblages and a more noticeable recurrence in the cave art centres, especially in the Centre and West of the region
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RESUMEN: El fenómeno de la superposición entre figuras en el arte parietal paleolítico ha interesado a los investigadores desde su descubrimiento. Sin embargo, en la actualidad coexisten dos líneas interpretativas antagónicas. Para los primeros investigadores, representados por H. Breuil, las superposiciones constituían auténticas estratigrafías parietales, en las cuales se podía estudiar la evolución estilística del Arte Paleolítico. Para los estructuralistas-encabezados por A. Laming-Emperaire y A. Leroi-Gourhan, por el contrario, las superposiciones se explicaban como un recurso de composición sincrónica. En este trabajo queremos proponer una tendencia de cambio temporal en el uso de las superposiciones observable, al menos, en el registro de la región Cantábrica. SUMMARY: The phenomenon of the overlapping among figures in Palaeolithic rock art has interested the researchers since its discovery. Nevertheless, at present there are still in force two antagonistic interpretative lines. For the first researchers, represented for H. Breuil, the overlappings constituted genuine parietal stratigraphies, where the stylistic evolution of the Palaeolithic Art could be analysed. Structuralists headed for A. Laming-Emperaire and A. Leroi-Gourhan, on the other hand, explained the overlappings as a synchronic composition resource. In this paper we want to propose a trend of temporary change in the use of the overlappings. This change is observable, at least, in the record of Cantabrian region. PALABRAS CLAVE: Arte parietal paleolítico, región Cantábrica, composición, superposiciones, cambio estilístico.
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The renewal of the archaeological record, mainly through the discovery of unpublished sites, provides information that sometimes qualifies or even reformulates previous approaches. One of the latter cases is represented by the three new decorated caves found in 2015 in Aitzbitarte Hill. Their exhaustive study shows the presence of engraved animals, mainly bison, with formal characteristics unknown so far in the Palaeolithic art of the northern Iberian Peninsula. However, parallels are located in caves in southern France such as Gargas, Cussac, Roucadour or Cosquer. All of them share very specific graphic conventions that correspond to human occupations assigned basically to the Gravettian cultural complex. The new discovery implies the need to reformulate the iconographic exchange networks currently accepted, as well as their correspondence with other elements of the material culture at the same sites. Thus, we have carried out a multiproxy approach based in statistical analysis. The updated data reveals a greater complexity in artistic expression during the Gravettian that had not been considered so far, and also challenges the traditional isolation that had been granted to Cantabrian symbolic expressions during pre-Magdalenian times.
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Following an invitation by the organizers of the conference enti- tled “Le Gravettien, entités régionales d’une paléoculture européenne” and held in Les Eyzies, France during July 2004, we provide a summary of the expressions of art culturally and chronologically attributed to the Gravettian. The summarized material is restricted to France and establishes a high level of documentary detail for a collection of well-dated sites (or portions of caves), despite the fact that these cultural attributions are based on a variety of chronological criteria: directly dated pigments from paintings, indirect dating via associated elements, cultural attributions based on specific manufacturing techniques or stylistic or thematic standards. À l’invitation des responsables du colloque Le Gravettien, entités régionales d’une paléoculture européenne tenu aux Eyzies en juillet 2004, nous proposons un bilan des manifestations pariétales attribuées, attribuables ou proches chronologiquement du Gravettien. La documentation réunie ne concerne que la France et permet de constater une certaine richesse documentaire, un ensemble de sites (ou portion de cavités) assez bien daté, même si les critères d’attribution chronologique diffèrent : datations directes sur pigments pariétaux, datations indirectes d’éléments associés, rapprochement culturel par association de techniques spécifiques, de standards thématiques ou stylistiques.
Article
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Neandertal cave art It has been suggested that Neandertals, as well as modern humans, may have painted caves. Hoffmann et al. used uranium-thorium dating of carbonate crusts to show that cave paintings from three different sites in Spain must be older than 64,000 years. These paintings are the oldest dated cave paintings in the world. Importantly, they predate the arrival of modern humans in Europe by at least 20,000 years, which suggests that they must be of Neandertal origin. The cave art comprises mainly red and black paintings and includes representations of various animals, linear signs, geometric shapes, hand stencils, and handprints. Thus, Neandertals possessed a much richer symbolic behavior than previously assumed. Science , this issue p. 912
Conference Paper
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Il est banal de dire que les représentations animales pariétales et mobilières paléolithiques partagent certains caractères morphologiques et stylistiques, mais il est souvent difficile de préciser sur quelles données objectives repose une telle affirmation. Or, les principaux motifs animaliers de l'art magdalénien, le Cheval et le Bison, se prêtent bien à une étude statistique de leurs caractéristiques formelles. Les méthodes de l'analyse des données telles que l'Analyse Factorielle des Correspondances (AFC) et la Classification Ascendante Hiérarchique (CAH) permettent non seulement de comparer les représentations pariétales et mobilières et d'identifier les points sur lesquels portent les similitudes, mais aussi de voir dans quelle mesure certains traits graphiques sont plus ou moins spécifiquement attachés à une région ou à une période du Magdalénien. L'échantillon iconographique utilisé dans ce travail, loin d'être exhaustif, est cependant représentatif (282 chevaux mobiliers, 120 chevaux pariétaux, 96 bisons mobiliers et 84 bisons pariétaux). Nous nous sommes particulièrement attachés au traitement de la tête, car beaucoup de représentations se limitent au protomé. Une grille d'analyse comportant de nombreux attributs prenant chacun plusieurs valeurs a été élaborée afin de rendre compte de la diversité formelle des productions magdaléniennes (forme des contours, détails anatomiques, détourages et remplissages, traitement de la crinière dans le cas du cheval, traitement des cornes et de la barbe dans le cas du bison, etc.). Dans tous les cas traités, l'AFC et la CAH mettent en évidence deux groupes de figurations, l'un faisant un large usage de hachures pour les contours comme pour les remplissages et figurant presque toujours avec soin les organes sensoriels (oeil, orifice nasal, bouche, oreille) et l'autre regroupant des figures réalisées en tracés continus et dépourvues de détails. Ce sont deux manières de faire clairement différenciées qui présentent des variations significatives dans le temps et dans l'espace. En particulier, certaines différences significatives entre les figurations mobilières attribuées au Magdalénien moyen et au Magdalénien supérieur peuvent aider à proposer une attribution chronologique pour certaines oeuvres pariétales non datées. Abstract: From a medium to another: the parietal art in the light of portable art. It is commonplace to say that the Palaeolithic figurative representations share morphological and stylistic characteristics in parietal and portable art, but it is difficult to specify on which objective data rests the assertion. The main animal motives in Magdalenian art, Horse and Bison, are good candidates for a statistical study of their formal characteristics. Data analysis methods such as Correspondence Factor Analysis (CFA) and Hierarchical Ascendant Classification (HAC) allow us to compare parietal and portable representations and identify graphic features more or less specifically linked to a region or a Magdalenian period. The iconographic sample used in this work, far from exhaustive, is nevertheless representative (282 portable horses, 120 parietal horses, 96 portable bisons and 84 parietal bisons). Cleyet-Merle J.-J., Geneste J.-M., Man-Estier E. (dir.) « L'art au quotidien-Objets ornés du Paléolithique supérieur »
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Il est banal de dire que les représentations animales pariétales et mobilières paléolithiques partagent certains caractères morphologiques et stylistiques, mais il est souvent difficile de préciser sur quelles données objectives repose une telle affirmation. Or, les principaux motifs animaliers de l'art magdalénien, le Cheval et le Bison, se prêtent bien à une étude statistique de leurs caractéristiques formelles. Les méthodes de l'analyse des données telles que l'Analyse Factorielle des Correspondances (AFC) et la Classification Ascendante Hiérarchique (CAH) permettent non seulement de comparer les représentations pariétales et mobilières et d'identifier les points sur lesquels portent les similitudes, mais aussi de voir dans quelle mesure certains traits graphiques sont plus ou moins spécifiquement attachés à une région ou à une période du Magdalénien. L'échantillon iconographique utilisé dans ce travail, loin d'être exhaustif, est cependant représentatif (282 chevaux mobiliers, 120 chevaux pariétaux, 96 bisons mobiliers et 84 bisons pariétaux). Nous nous sommes particulièrement attachés au traitement de la tête, car beaucoup de représentations se limitent au protomé. Une grille d'analyse comportant de nombreux attributs prenant chacun plusieurs valeurs a été élaborée afin de rendre compte de la diversité formelle des productions magdaléniennes (forme des contours, détails anatomiques, détourages et remplissages, traitement de la crinière dans le cas du cheval, traitement des cornes et de la barbe dans le cas du bison, etc.). Dans tous les cas traités, l'AFC et la CAH mettent en évidence deux groupes de figurations, l'un faisant un large usage de hachures pour les contours comme pour les remplissages et figurant presque toujours avec soin les organes sensoriels (oeil, orifice nasal, bouche, oreille) et l'autre regroupant des figures réalisées en tracés continus et dépourvues de détails. Ce sont deux manières de faire clairement différenciées qui présentent des variations significatives dans le temps et dans l'espace. En particulier, certaines différences significatives entre les figurations mobilières attribuées au Magdalénien moyen et au Magdalénien supérieur peuvent aider à proposer une attribution chronologique pour certaines oeuvres pariétales non datées. Abstract: From a medium to another: the parietal art in the light of portable art. It is commonplace to say that the Palaeolithic figurative representations share morphological and stylistic characteristics in parietal and portable art, but it is difficult to specify on which objective data rests the assertion. The main animal motives in Magdalenian art, Horse and Bison, are good candidates for a statistical study of their formal characteristics. Data analysis methods such as Correspondence Factor Analysis (CFA) and Hierarchical Ascendant Classification (HAC) allow us to compare parietal and portable representations and identify graphic features more or less specifically linked to a region or a Magdalenian period. The iconographic sample used in this work, far from exhaustive, is nevertheless representative (282 portable horses, 120 parietal horses, 96 portable bisons and 84 parietal bisons). Cleyet-Merle J.-J., Geneste J.-M., Man-Estier E. (dir.) « L'art au quotidien-Objets ornés du Paléolithique supérieur »
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Rock-art recording has been significantly improved in recent years by new technologies. Nonetheless, accurate documentation of certain engravings is a challenge for these cutting-edge technologies, specially the extremely thin incised lines used in many Palaeolithic engraved motifs. In this paper, we propose a new methodology for recording these engravings with the objective of producing results comparable to the information available for Palaeolithic portable art. We are currently testing a multi-scale modelling methodology for these engravings. The objective is to produce affordable ultra-high resolution 3D models. Our methodology is completely built around close-range photogrammetry techniques, capturing scenes in increasingly higher resolutions and with different light settings. These entities are referenced to a local coordinate system allowing the overlapping of the different captures. Finally, the detailed tracings achieved from the independent higher resolution 3D models can be accurately gathered in an overall 3D model of lower resolution without geometric distortions.
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The Vasco-Cantabrian region of northern Spain, together with southwestern France, is one of the richest areas in terms of Paleolithic cave art, but, until recently, by far the highest concentration of sites had been in the central-western sector: the provinces of Cantabria and Asturias. In contrast, the eastern sector, the Basque Country—between the Asón River and the Pyrenees—was thought to have a significantly lower density of cave art loci, and few of them were major “sanctuaries.” The density of cave art sites seemed to increase again in the central French Pyrenees. This unequal distribution was difficult to explain given the homogeneity in the distribution of undecorated (i.e., habitation) Upper Paleolithic sites, as well as the lack of major lithological or orographic differences between the eastern and central-western sectors of the region. In addition, the important geostrategic position of the Basque Country between southwestern France and northwestern Iberia seemed to contradict the marginal role traditionally suggested by the parietal art record. During the past decade, however, research projects aiming to address the issue of the so-called Basque rock art void have led to the tripling of the number of known decorated caves in the eastern sector. Some of the very recent discoveries, notably in Atxurra, Armintxe, and Aitzbitarte IV, fall into the category of major cave art sites. The evidence presented here contributes to a fuller understanding of artistic production, human connections, and settlement dynamics during the entire Upper Paleolithic among the Cantabrian, Pyrenean, and Aquitaine regions, underlining the importance of the Basque Country record.