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TRABAJOS DE PREHISTORIA
77, N.º 2, julio-diciembre 2020, pp. 320-336, ISSN: 0082-5638
https://doi.org/10.3989/tp.2020.12259
Copyright: © 2020 CSIC. Este es un artículo de acceso abierto distribuido bajo los términos de la licencia
de uso y distribución “Creative Commons Reconocimiento 4.0 Internacional” (CC BY 4.0)
RESUMEN
El arte parietal paleolítico de la cueva de Aitzbitarte V
se descubre en 2015, en el marco de las labores de prospec-
ción desarrolladas en la última década en el oriente cantá-
brico. Hemos documentado una decena de grabados situados
en tres sectores profundos de la cavidad y compuestos por
representaciones de bisontes y líneas. Las características for-
males de los primeros son especícas del arte gravetiense
en el caso de los sectores A, C y D, y del Magdaleniense
en el sector B. En ambos casos las convenciones grácas
presentan paralelos continentales, con el S/SO francés en el
primer caso, y con los conjuntos pirenaicos en el segundo.
De esta manera, en la cueva de Aitzbitarte V se identican
dos fases decorativas correspondientes a dos periodos dis-
tantes en el tiempo, siendo el primer caso de recurrencia
gráca reconocido en la Región Cantábrica oriental.
ABSTRACT
The Paleolithic parietal art of the Aitzbitarte V Cave
was discovered in 2015, during the surveying work carried
out in the east of Cantabrian Region. We have documented
ten engravings located in three deep sectors of the cave. The
engravings represent bisons and lines. The formal charac-
teristics of the bisons are specic to Gravettian art in the
case of sectors A, C and D, and to the Magdalenian in
sector B. In both cases, the graphic conventions have par-
allels in the French record, with the French S/SW in the rst
case, and with the Pyrenean groups in the second. Thus, in
the cave of Aitzbitarte V two decorative phases are identied,
corresponding to two chronologically distant events. This is
the rst case of graphic recurrence recognized in the eastern
Cantabrian Region.
Palabras clave: Aitzbitarte V; Gravetiense; Magdaleniense;
Arte rupestre; Grabado; Simbolismo; Región Cantábrica;
Documentación tridimensional; Bisonte.
Key words: Aitzbitarte V; Gravettian; Magdalenian; Rock-
art; Symbolism; Cantabrian region; Engraving; Three-di-
mensional documentation; Bison.
1. INTRODUCCIÓN
En el presente trabajo damos a conocer las guras
grabadas de cronología paleolítica de la cueva de Aitz-
bitarte V (Errenteria, Gipuzkoa). La aportación de este
conjunto inédito resulta de especial interés para abor-
Arte parietal paleolítico en la cueva de Aitzbitarte V (Errenteria,
Gipuzkoa): un nuevo conjunto diacrónico en la Región
Cantábrica oriental*
Paleolithic parietal art in the Aitzbitarte V Cave (Errenteria, Gipuzkoa): a new diachronic
set in the eastern Cantabrian Region
Diego Garatea, Olivia Riverob, Joseba Rios-Garaizarc, Iñaki Intxaurbed y Sergio Salazarb
* El estudio forma parte de los proyectos de investigación “Before art: social investment in symbolic expressions during the Upper Palaeolithic
(B-Art)” (PID2019-107262GB-I00 IP Diego Garate), nanciado por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, y “Learning and development
of artistic abilities in Anatomically Modern Humans; a multidisciplinary approach (ApArt)” (HAR2017-87739-P IP Olivia Rivero), nanciado también
por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades. I. Intxaurbe es beneciario de una beca predoctoral (PIF 2019) de la Universidad del País
Vasco (UPV/EHU). La investigación contó también con apoyo económico de la Diputación Foral de Gipuzkoa y el municipio de Errenteria.
a Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de Cantabria (IIIPC, Gobierno de Cantabria, Universidad de Cantabria, Santander). Edicio
Interfacultativo, Avda. Los Castros s/n. 39005 Santander. España. Correo e.: diego.garate@unican.es https://orcid.org/0000-0001-6685-9588
b Dpto. de Prehistoria, Historia Antigua y Arqueología. Universidad de Salamanca. Cervantes s/n. 37002 Salamanca. España.
Correo e.: oliviariver@usal.es https://orcid.org/0000-0002-0730-4854; SS: correo e.: salazar.laredo@gmail.com https://orcid.org/0000-0002-2892-3945
c Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH). Paseo Sierra de Atapuerca s/n. 09002 Burgos. España.
Correo e.: joseba.rios@cenieh.es https://orcid.org/0000-0001-8474-2156
d Dpto. de Geología. Euskal Herriko Unibertsitatea/Universidad del País Vasco. 48940 Leioa. España. Correo e.: inaki.intxaurbe@ehu.eus
https://orcid.org/0000-0003-3643-3177
Recibido 21-V-2020; aceptado 11-VIII-2020.
Arte parietal paleolítico en la cueva de Aitzbitarte V (Errenteria, Gipuzkoa): un nuevo conjunto… 321
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dar el desarrollo del arte parietal paleolítico por dos
razones fundamentales: por un lado, el establecimien-
to de similitudes grácas en diversas áreas geográcas
a través de las convenciones grácas presentes en
diversos periodos (Fortea et al. 2004; Feruglio et al.
2011) y, por otro, para abordar la recurrencia gráca
en una misma cavidad durante diversos periodos (Gon-
zález-Sainz 2004; Fortea 2007).
Durante el transcurso de las prospecciones arqueo-
lógicas para la identicación de grafías parietales pa-
leolíticas en el Cantábrico oriental, D. Garate y J.
Rios-Garaizar, junto con J. Busselo, G. Studer, S. Or-
begozo e I. Errazkin, miembros del Félix Ugarte Es-
peleologia Elkartea, descubren en septiembre de 2015
las primeras guras de bisontes grabados en Aitzbitar-
te V. Una semana después J. Busselo y G. Studer lo-
calizan más representaciones grabadas en las cuevas
de Aizbitarte III y IX (Garate et al. 2016).
El hallazgo se enmarca en la notable reactivación
de las investigaciones sobre arte parietal paleolítico en
el norte de la península ibérica, especialmente en el
sector oriental de la Cordillera Cantábrica, producida
durante la última década. Tradicionalmente, este sector
ha tenido una densidad de cuevas decoradas sensible-
mente menor que en las regiones limítrofes –Región
Cantábrica centro-occidental, Pirineos y Périgord– a
pesar de su posición geoestratégica en el punto central
de conexión entre estas, y de contacto con la penínsu-
la ibérica y el resto del continente europeo.
Las nuevas investigaciones han triplicado la canti-
dad de conjuntos parietales conocidos (Fig. 1), pasan-
do de una decena escasa a más de una treintena, in-
cluyendo grandes santuarios magdalenienses como
Atxurra y Armintxe. Además 14 de esas nuevas cuevas,
una cantidad considerable, se decoraron con anteriori-
dad al Magdaleniense, en periodos desconocidos en
este área hasta el momento (Garate 2018).
2. LOCALIZACIÓN, DESCRIPCIÓN Y
OCUPACIÓN HUMANA DE LA CAVIDAD
La colina de Aitzbitarte presenta una fuerte activi-
dad kárstica, con una treintena de pequeñas oquedades,
simas y cuevas documentadas hasta el momento (Man-
teca et al. 1997). Las entradas de las cuevas con ya-
cimiento arqueológico se localizan en la ladera oeste,
a escasos 40 m de altura sobre el cauce actual del
arroyo que discurre a sus pies, un auente del río Uru-
mea que actualmente desemboca en Donostia/San Se-
bastián a unos 12 km de distancia en línea recta. La
cuenca del Urumea se sitúa en el extremo oriental de
la Cornisa Cantábrica, muy cerca de las estribaciones
pirenaicas y a escasa distancia de la frontera actual
entre España y Francia, es decir, entre la península
ibérica y el resto del continente europeo. El proceso
de karsticación se desarrolla en las calcarenitas bio-
clásticas del Albiense Superior. Allí el descenso del
nivel freático y la variación en el aporte sedimentario
a las cavidades han propiciado la formación de galerías
horizontales mediante la paragénesis y un sistema de
cavidades multinivel (Fig. 2.2).
Fig. 1. Cuevas decoradas en el Cantábrico oriental y los Pirineos occidentales (mapa base: https://maps-for-free.com): negro descubierto
durante el siglo XX; rojo descubierto en el siglo XXI; círculo para conjuntos premagdalenienses; triángulo para los magdalenienses; cuadra-
do para conjuntos complejos (premagdalenienses y magdalenienses). En color en la edición electrónica.
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La cueva V (Fig. 2.1) se sitúa unos 20 m por en-
cima de las cavidades arqueológicas III, IV y IX, en
la misma ladera occidental de la colina, pero su desa-
rrollo es sensiblemente menor: 60 m desde la entrada
hasta la sala nal (Fig. 2.3). Originalmente la cueva
V se describió como un único conducto meandriforme
de unos 25 m de desarrollo, unos 3 m de anchura y
unos 2,20 de altura (Altuna et al. 1995), en cuyo fon-
do se observaba lo que parecían unas gateras obstrui-
das. Las distintas topografías realizadas dentro del
sistema kárstico de Aitzbitarte mostraban que estas
colmataciones quedaban a escasa distancia del nal de
la conocida como “Galería de los Osos”, a la que se
accedía desde la cueva IV a través de un conducto
vertical ascendente de unos 25 m.
Fig. 2. Localización de la cueva Aitzbitarte V en la colina: 1. Entrada de la cavidad (D. Garate), 2. Corte vertical de la colina con los prin-
cipales fenómenos espeleológicos indicados y los sectores decorados señalados con círculo (a partir del grupo de espeleología “Felix Ugarte
Elkartea”), 3. Topografía de la cueva indicando las áreas decoradas (a partir de Gim-Geomatics, S.L.): A) planta, B) alzado, C) planta en
detalle del sector decorado indicando las grafías encontradas. En color en la edición electrónica.
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En 2015, las tareas de desobstrucción a cargo del
grupo de espeleología “Felix Ugarte Elkartea” revela-
ron que efectivamente este conducto colmatado conec-
taba con la parte superior de la chimenea vertical que
unía la cueva IV con la “Galería de los Osos” (Fig.
2.3). También se pudo observar que la primera sala a
la derecha de la “Galería de los Osos” conectaba me-
diante un conducto corto, actualmente colmatado, con
la zona de la entrada de la cueva V. Dicha galería debe
su nombre a la multitud de oseras que se conservan
en el suelo de la cueva, probablemente atribuibles a
la especie Ursus spelaeus extinta hace unos 26-24.000
años (Baca et al. 2016). Estos osos además marcaron
las paredes de la cueva con numerosos zarpazos. Apa-
recen incluso en los paneles que contienen los graba-
dos paleolíticos, los cuales siempre se les superponen.
Todas estas evidencias sugieren que los conductos
principales de la cavidad apenas han sufrido aportes
sedimentarios o erosiones importantes en los últimos
25.000 años. Las dimensiones mínimas del primer tra-
mo de la galería después del pozo son 2 m de anchu-
ra y 3 m de altura. En los laterales del conducto prin-
cipal se abren multitud de conductos y grietas, algunas
totalmente colmatadas. Tras pasar este conducto y
superar un pequeño obstáculo vertical se accede al
tramo nal de la galería, donde se sitúan los tres sec-
tores decorados de la cueva. Todas las paredes de esta
zona, incluyendo las supercies decoradas, están alte-
radas por numerosos gratis y en los suelos hay acu-
mulaciones recientes de carbones, debido a visitas
incontroladas desde la chimenea que conecta con Aitz-
bitarte IV.
La ocupación humana de la colina de Aitzbitarte
se prolonga a lo largo de todo el Paleolítico Superior
de manera complementaria en las cavidades excavadas
hasta día de hoy. El erudito local Conde de Lerchundi
inicia las intervenciones arqueológicas en 1892 en la
cueva IV, que será además visitada por importantes
prehistoriadores del momento como H. Breuil, É. Har-
lé, H. Obermaier y J. Bouyssonie. Las primeras exca-
vaciones cientícas se desarrollan entre 1960 y 1964
(Barandiaran et al. 1965) y en esa misma época se
descubrirán también algunas evidencias arqueológicas
en la cueva V (Altuna 2004). Entre 1985 y 2002 J.
Altuna excava en el yacimiento de la cavidad III (Al-
tuna et al. 2011, 2017). En 2012 D. Garate y J. Rios-
Garaizar (Garate et al. 2013) descubren las primeras
evidencias de arte parietal paleolítico de las cuevas de
Aitzbitarte en la IV.
En la cueva de Aitzbitarte, en 1961, V. A. Laburu,
J. Louvelli e I. Sánchez, colaboradores de las excava-
ciones realizadas por J. M. Barandiarán en la década
de los 60 en la cueva IV, dan noticia del hallazgo de
restos arqueológicos en su entrada. Entre ellos hay
industria lítica, cerámica, macrofauna, moluscos y un
fragmento de cráneo humano (Altuna et al. 1995). Ya
en 2015, en el marco de la desobstrucción ejecutada
por el grupo espeleológico “Felix Ugarte Elkartea”,
origen del descubrimiento de arte rupestre en Aitzbi-
tarte V, se han localizado abundantes fragmentos ce-
rámicos prehistóricos, algunos probablemente de la
Edad de Bronce, así como una lámina de sílex de gran
tamaño obtenida mediante presión. Es decir, hasta la
actualidad no se ha desarrollado una investigación sis-
temática sobre su depósito sedimentario.
3. ESTUDIO DEL DISPOSITIVO GRÁFICO
PARIETAL
Los motivos grabados en la cueva de Aitzbitarte V
se concentran en el tramo nal de la cavidad, que
comienza a unos 50 m de la entrada y que tiene unos
25 m de desarrollo (Fig. 2). Las grafías se agrupan en
cuatro sectores con grabados de cronología paleolítica,
tres de ellos atribuidos al Gravetiense –A, C y D– y
otro al Magdaleniense Medio –B–.
3.1. Metodología de documentación
Los resultados obtenidos en Aitzbitarte V son el
producto de un proceso exhaustivo de prospección y
documentación, realizado tras descubrirse los primeros
grabados en el sector B. Para ello se adaptó la meto-
dología de Sanchidrián y Medina-Alcaide (2017) a los
condicionantes especícos de la cavidad y de sus gra-
bados. Durante el siglo XX las visitas incontroladas,
ya mencionadas, cubrieron de gratis y de frotados
todas las paredes. Como consecuencia de dichas ac-
ciones vandálicas no descartamos la pérdida de grafías
paleolíticas, cuyo precario estado de conservación ha
dicultado el estudio. Ademas, los zarpazos de osos
de las cavernas que recubren las paredes también di-
cultan las tareas de prospección.
La prospección sistemática de las paredes y de los
techos implicó el reconocimiento detenido de todas las
supercies rocosas accesibles directamente o mediante
material espeleológico de progresión. Los motivos gra-
bados se denieron por observación directa, con lupa o
con microscopio digital. Los datos se registraron en
chas a nivel de grafía, panel y sector. La documenta-
ción fotográca y restitución infográca de los motivos
siguió el protocolo ya establecido (Rivero et al. 2019),
usando la fotografía digital convencional y la fotogra-
metría de objeto cercano para la obtención de modelos
tridimensionales. Para la restitución gráca recurrimos
al tratamiento digital y a la infografía de las imágenes
empleando dos tabletas grácas profesionales. Las res-
tituciones grácas se corrigieron in situ directamente en
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la versión digital. La documentación y registro del es-
pacio decorado se obtuvo mediante un escaneo tridi-
mensional del conjunto de la cavidad.
3.2. Descripción del dispositivo
El dispositivo gráco de la cueva de Aitzbitarte V
se divide en cuatro sectores distintos, todos ellos si-
tuados en su tramo nal.
3.2.1. Sector A
Este primer sector decorado se localiza justo antes
del recodo a izquierda que conduce a la sala nal. As-
cendiendo lateralmente por una banqueta inclinada se
accede a una estrecha repisa a 3 m de altura que actúa
como balcón al pasillo contiguo. Allí se sitúa el siguien-
te sector con dos representaciones parciales de bisonte
(cabeza, cuernos y arranque de la giba) A.I.1 y A.II.1
y una serie de líneas no gurativas A.I.2 (Fig. 3).
El panel A.I está cerca de la repisa, contiguo al bal-
cón, sobre una supercie cubierta por zarpazos de oso:
A.I.1- Cabeza de bisonte orientada a la izquierda
compuesta por la línea frontal unida a un cuerno, una
serie de trazos cortos representando la testuz, el se-
gundo cuerno y una serie de incisiones cortas e incli-
nadas a modo de giba. Las dimensiones máximas son
de 19 x 9 cm. Está a 133 cm de la repisa.
A.I.2- Signo compuesto por dos líneas curvas con-
vergentes en forma conopial. Las dimensiones máximas
son de 23 x 13 cm. Se sitúa a 135 cm de la repisa.
El panel A.II se localiza al otro lado del balcón, sobre
la pared de la propia cueva, accesible desde el fondo de
la repisa. También son numerosos los zarpazos de oso.
A.II.1- Cabeza de bisonte orientada a la izquierda
formada por la línea frontal unida a un cuerno, una
serie de trazos ligeramente inclinados representando la
testuz y otros menos alineados para la barba, el segun-
do cuerno y un único trazo indicando el arranque de
la giba. A derecha de la grafía se observan 4 zarpazos
de oso profundamente incisos. Las dimensiones máxi-
mas son de 12 x 14 m. Está a 60 cm de la repisa.
Fig. 3. Fotografía y calco de los bisontes A.I.1 y A.II.2 y del signo A.I.2, grabados en el sector A de Aitzbitarte V (O. Rivero y D. Garate).
En color en la edición electrónica.
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3.2.2. Sector B
Un estrecho paso en forma de arco, a la altura del
suelo, permite situarse al otro lado de la repisa y del
balcón. En este estrecho pasillo de unos 3 m de desa-
rrollo y 1 m de anchura, se han grabado cuatro bison-
tes más o menos completos, situados dos a dos en cada
lado del pasillo.
En el panel izquierdo B.I según se accede al
sector, se observan dos bisontes enfrentados de más
o menos 1,25 m de longitud y una línea curva
(Fig. 4).
Fig. 4. Fotografía y calco del panel B.I con los bisontes B.I.1 y B.I.3 y la línea curva B.I.2, grabados en el sector B de Aitzbitarte V (O.
Rivero y D. Garate). En color en la edición electrónica.
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B.I.1- Justo encima del arco de acceso y aprovechan-
do una convexidad se localiza el primer bisonte, orien-
tado a derecha y muy detallado (Fig. 5). Se observan los
cuernos sinuosos en “S” y con doble línea, la fronto-
nasal rectilínea, la giba con el pelaje indicado mediante
trazos cortos verticales, el lomo y apoyándose sobre el
límite del arco el tren trasero con la cola. La barba, la
pata delantera y el vientre se reconocen con más dicul-
tad al estar parcialmente borrados. Bajo su lomo se ob-
servan zarpazos de oso y un tizonazo negro se superpo-
ne a la cabeza. La parte inferior del animal está
deteriorada por un frotado recurrente al servir de apoyo
para cruzar el arco de acceso. Las dimensiones máximas
son de 108 x 59 cm. Está a 157 cm del suelo (Fig. 5).
B.I.2- Línea sinuosa compuesta por múltiples tra-
zos situada bajo los cuernos del bisonte anterior. Las
Fig. 5. Fotografía general y de detalle del bisonte B.I.1, grabado en el sector B de Aitzbitarte V (O. Rivero y D. Garate). En color en la
edición electrónica.
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dimensiones máximas son de 18 x 5 cm y se sitúa a
160 cm del suelo.
B.I.3- A continuación de la grafía anterior pero
enfrentada con ella, se observa otro bisonte parcial
(Fig. 6). Tiene dos cuernos en perspectiva hechos con
trazo múltiple, unos trazos cortos perpendiculares an-
teceden a la línea frontal, que a su vez naliza en una
boca bien perlada y con el pelaje de la barba abun-
dante. La giba se representa mediante trazos entrecru-
zados parece que sin continuación en el lomo ni en el
tren trasero. La parte inferior está afectada por el fro-
tamiento de las arcillas depositadas sobre la roca so-
porte del pasadizo y sobre la cabeza y los cuernos se
lee “SALIDA” escrito en carbón. Las dimensiones
máximas son de 70 x 78 cm. Está a 162 cm del suelo
(Fig. 6).
En la pared opuesta B.II se localiza otro panel con
grabados. La lectura es más complicada ya que los
surcos son más nos y el grado de deterioro es todavía
mayor, debido a gratis, aportes recientes de arcilla y
rozamientos. Se identican dos guras de bisonte (Fig.
7) y una línea grabadas, además de una pequeña man-
cha en rojo.
B.II.1- Cabeza orientada a la izquierda. Se observa
con cierta dicultad por la superposición de gratis.
Tiene ambos cuernos en perspectiva, dos trazos curvos
conformando un ojo, una serie de trazos largos incli-
nados para la giba y otra serie más corta para la línea
frontal. La boca y la barba se han ejecutado mediante
incisiones paralelas verticales. Las dimensiones máxi-
mas son de 31 x 98 cm. Se sitúa a 162 cm del suelo.
B.II.2- Bisonte orientado a la derecha y afrontado
al anterior. Se distinguen los cuernos en perspectiva,
trazos cortos verticales correspondientes a la giba del
animal, la línea frontal y la oreja. La alteración de la
pared se debe sobre todo a la deposición de arcilla
mediante los dedos, al ser un punto de apoyo. Las
dimensiones máximas son de 51 x 40 cm. Está a 159
cm del suelo.
B.II.3- Línea sinuosa cóncavo-convexa, ligeramen-
te separada de las anteriores grafías (125 cm a la iz-
quierda). Mide 31 cm. Se sitúa a 180 cm del suelo.
B.II.4- Mancha roja situada entre el bisonte B.II.2
y la línea B.II.3. Mide 1,5 x 1,5 cm. Está a 171 cm
del suelo.
3.2.3. Sector C
Al nal del pasillo del sector B, superando un des-
nivel ascendente de 3 m se accede a una nueva galería
sinuosa y estrecha muy alterada por gratis y con el
suelo repleto de carbones procedentes de hogueras
encendidas por los visitantes de nes del siglo XX. En
Fig. 6. Fotografía general y de detalle del bisonte B.I.3, grabado en
el sector B de Aitzbitarte V (O. Rivero y D. Garate). En color en
la edición electrónica.
Fig. 7. Fotografía y calco del panel B.II con los bisontes B.II.1 y
B.II.2, grabados en el sector B de Aitzbitarte V (O. Rivero y
D. Garate). En color en la edición electrónica.
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la pared izquierda a medio recorrido de la misma, se
grabó un bisonte (Fig. 8).
C.I.1- Parte superior de un bisonte orientado a la
izquierda. Presenta un solo cuerno con doble línea, el
arranque de la giba, la línea frontal y los pelos de la
barba. Se reconoce también una pata delantera con
pezuña y restos de la segunda. Está grabado con trazo
único. Parte de la gura está destruida por gratis mo-
dernos. Las dimensiones máximas son de 11 x 9 cm.
Está a 168 cm del suelo.
3.2.4. Sector D
En el fondo de la cavidad se localiza la sala circu-
lar D de unos 4 x 5 m, con varias oseras en el suelo.
Se halla especialmente alterada por gratis, hogueras
y todo tipo de intervenciones vandálicas. Cuenta con
cuatro paneles decorados. En el de la izquierda hay
dos representaciones parciales de bisonte. El par de la
derecha tiene una cabeza de animal y dos de bisonte
respectivamente. El cuarto panel se sitúa en la pared
derecha junto a la entrada y tiene líneas digitales.
En el panel izquierdo D, según se accede al sector, se
observan dos bisontes parciales muy sumarios (Fig. 9).
D.I.1- Bisonte orientado a la izquierda y reducido
a la parte superior. Presenta dos cuernos separados y
sin perspectiva (perl absoluto), uno de ellos conti-
nuado en la línea frontal y el otro prolongado para la
ejecución de la giba y el lomo. Está grabado con tra-
zo único. Las dimensiones máximas son de 66 x 30
cm. Se sitúa a 123 cm del suelo.
D.I.2- Cabeza de bisonte orientada a la izquierda
formada por la línea frontal unida a un cuerno, una
serie de trazos desorganizados representando la testuz
y otros más esporádicos para la barba. Las dimensiones
máximas son de 15 x 11 m. Está a 116 cm de la repisa.
En la pared situada al fondo desde la entrada D.II,
en el lado derecho y frente al panel siguiente, se ob-
serva una cabeza animal grabada (Fig. 10).
D.II.1- Cabeza de animal indeterminado orientado
a la izquierda. Presenta una hilera de trazos largos, una
línea a modo de frontal y otra inferior de trazos. Es
probable que represente un équido. Se ha grabado con
trazo único. Las dimensiones máximas son de 9 x 18
cm. Se sitúa a 120 cm del suelo.
En el extremo derecho de la sala D.III se forma
una pequeña hornacina o concavidad donde se identi-
can dos bisontes, uno con un solo cuerno y barba y
el otro con los cuernos en perspectiva torcida y trazo
múltiple (Fig. 10).
D.III.1- Bisonte orientado a la izquierda y reduci-
do a la cabeza. Únicamente se observa un cuerno, la
línea fronto-nasal y el hocico. Se ha grabado con tra-
zo único muy no. Las dimensiones máximas son de
14 x 6 cm. Se alza a 135 cm del suelo.
D.III.2- Bisonte orientado a la izquierda y reduci-
do a los cuernos sinuosos, ejecutados mediante trazo
múltiple. Las dimensiones máximas son de 14 x 6 cm.
Se sitúa a 138 cm del suelo.
Por último, cerca del acceso al sector y todavía en
la pared del lado, se ven una serie de trazos digitales
fosilizados (Fig. 10):
D.IV.1- Serie de líneas sinuosas verticales fosiliza-
das y recubiertas por gratis. Son cuatro trazos digi-
tales de surco ancho y poco profundo que han despla-
zado la supercie limo-arcillosa original de la
supercie de la pared. Las dimensiones máximas son
de 13 x 14 cm. Está a 105 cm del suelo.
3.3. Valoración del conjunto
La cueva de Aitzbitarte V presenta cuatro sectores
decorados con representaciones mayoritariamente -
gurativas grabadas: 11 bisontes frente a 4 grupos de
líneas o signos. Los cuatro sectores decorados están
Fig. 8. Fotografía y calco del bisonte C.I.1, grabado en el sector C
de Aitzbitarte V (O. Rivero y D. Garate). En color en la edición
electrónica.
Arte parietal paleolítico en la cueva de Aitzbitarte V (Errenteria, Gipuzkoa): un nuevo conjunto… 329
Trab. Prehist., 77, N.º 2, julio-diciembre 2020, pp. 320-336, ISSN: 0082-5638
https://doi.org/10.3989/tp.2020.12259
en espacios angostos, con accesos condicionados por
pendientes y estrecheces. En los sectores A, B y C el
aforo se limita a 2-3 personas como máximo. El D
permite un aforo de unas seis personas (Fig. 11). Las
intervenciones arqueológicas en la entrada no han do-
cumentado evidencias de asentamientos paleolíticos
que sin embargo son muy intensos y continuados des-
de el Auriñaciense hasta el Aziliense en las cuevas de
Aitzbitarte III y IV, cuyas bocas están situadas a es-
casos metros de la entrada de la V.
A pesar de compartir un mismo espacio topográ-
co, las representaciones descubiertas en el fondo de la
cueva de Aitzbitarte V (Tab. I), poseen unas caracte-
rísticas muy heterogéneas desde el punto de vista téc-
nico y formal. Ello permite enmarcarlas en dos mo-
mentos crono-culturales diferentes.
Técnicamente, excepto la mancha roja B.II.4, el
grabado es el método empleado en esta cueva en va-
riantes diferentes, probable consecuencia de la distin-
ta dureza de los soportes calizos. En los sectores A, C
y D, donde la supercie es blanda fruto de la alteración
de la matriz caliza, el grabado es algo más profundo
y una sola pasada con el útil grabador basta para mar-
car las líneas. En cambio, en el sector B, la supercie
caliza de los soportes es de mayor dureza. Los surcos
son menos profundos, indicando que fueron necesarias
varias pasadas con el útil para marcar las líneas. En
general, los grabados están relativamente bien conser-
vados y sin pátina de alteración. Su color gris destaca
sobre el fondo pardo-rojizo de la pared caliza.
Los prótomos de bisonte localizados en los secto-
res A, C y D se caracterizan por su reducido tamaño:
el bisonte A.II.01 no llega a los 10 cm de largo. Solo
podrían verse desde distancias muy cortas. Su locali-
zación en lugares elevados y de acceso complejo di-
cultaría su visibilidad. Convenciones como los cuer-
nos unidos a línea fronto-nasal/giba, su unión a base
de trazos sueltos representando (A.I.1 y A.II.1) o no
pelaje (D.I.1) aparecen también en las cuevas Aitzbi-
tarte III y IX (Garate et al. 2016), en la recientemen-
te descubierta Alkerdi 2 (Garate et al. 2017), así como
en los soportes muebles decorados en la cercana cue-
va de Isturitz (Rivero y Garate 2014). De hecho, has-
ta los descubrimientos en las cuevas de Aitzbitarte,
Fig. 9. Fotografía y calco de los bisontes D.I.1 y D.I.2, grabados en el sector D de Aitzbitarte V (O. Rivero y D. Garate). En color en la
edición electrónica.
330 Diego Garate, Olivia Rivero, Joseba Rios-Garaizar, Iñaki Intxaurbe y Sergio Salazar
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estas convenciones faltaban en la Región Cantábrica,
siendo características de momentos gravetienses del S/
SO de Francia (cuevas de Gargas, Cussac, Cosquer)
(Jaubert 2008).
El tamaño de las guras localizadas en el Sector
B es más común en las representaciones del Paleolí-
tico Superior (media de un metro de largo) y suelen
ubicarse a ambos lados de la estrecha galería nal.
Además, se ven sin dicultad una vez traspasado el
túnel que las separa de la parte anterior de la cueva.
Sin embargo, el Sector B se halla al fondo de la
cavidad y no es fácilmente accesible por el pequeño
desnivel previo a la entrada que la separa del resto
de la “Galería de los Osos”. Los cuernos en perspec-
tiva, la abundancia de detalles anatómicos, como el
ojo en el bisonte B.I.3, la oreja en el bisonte B.II.2
Fig. 10. Fotografía y calco del animal indeterminado D.II.1, de los bisontes D.III.1 y D.III.2 y de las líneas digitales D.IV,1, grabados en el
sector D de Aitzbitarte V (O. Rivero y D. Garate). En color en la edición electrónica.
Arte parietal paleolítico en la cueva de Aitzbitarte V (Errenteria, Gipuzkoa): un nuevo conjunto… 331
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y la representación del pelaje mediante trazos cortos
paralelos en la giba y la barba, los vinculan a los
bisontes del Magdaleniense reciente y, en particular,
al conocido como “morfotipo Niaux” del contexto
pirenaico (Fortea et al. 2004; Sauvet y Rivero 2016).
Los paralelismos más cercanos en la ejecución de la
línea fronto-nasal mediante series de trazos cortos
paralelos de los bisontes están en la “Galería de los
Bisontes” de la cueva de Alkerdi 1 (Garate y Rivero
2015), y en las cavidades pirenaicas de Marsoulas
(Fritz y Tosello 2005), Trois-Frères (Bégouën y Breuil
1958), Fontanet (Vialou 1986) o Niaux (Clottes
1995). Es difícil atribuir el conjunto a una fase con-
creta del Magdaleniense, puesto que las convenciones
de representación de los bisontes en la región pire-
náica son casi idénticas en las fases media y superior
(Sauvet y Rivero 2016). Sin embargo, su comparación
con el arte mueble es muy claricadora. La conven-
ción de denir la línea fronto-nasal únicamente me-
diante series de trazos cortos –muy rara y escasa en
las representaciones muebles y parietales– es exclu-
siva del arte mueble del Magdaleniense Medio y se
Fig. 11. Modelos tridimensionales de los tres espacios decorados en la cueva de Aitzbitarte V (I. Intxaurbe a partir de Gim-Geomatics, S.L.).
A- sector A (vista hacia el panel A.I); B- sector B (vista hacia los paneles B.I y B.II); C- sector C (vista hacia el panel C.I); Da- sector D
(paneles D.I y D.IV); Db- sector D (paneles D.II y D.III). Los recuadros oscuros indican la posición de los paneles decorados, los triángulos
azules la orientación del observador, desde el lado menor de cada uno de ellos. En color en la edición electrónica.
332 Diego Garate, Olivia Rivero, Joseba Rios-Garaizar, Iñaki Intxaurbe y Sergio Salazar
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conoce en yacimientos tales como Las Caldas, Istu-
ritz, Bedeilhac, Labastide, Mas d’Azil y Puy de Lacan
(Rivero 2010).
Es decir, el arte parietal paleolítico de la cueva de
Aitzbitarte V, tanto en su fase gravetiense como en su
fase magdaleniense, tiene mayor anidad con los con-
textos transpirenaicos que con los cantábricos (Fig. 12).
En general, esta vinculación con el mundo pirenaico
se constata también en otros aspectos de las ocupacio-
nes paleolíticas de Aitzbitarte como las características
de las industrias líticas y óseas. Seguramente está mo-
tivada por su cercanía al paso occidental de los Piri-
neos. En particular, como sucede con las cuevas loca-
lizadas en el núcleo de Alkerdi-Berroberria, las del
cerro de Aitzbitarte pudieron haber funcionado como
yacimientos “satélites” del núcleo de la colina de Gaz-
telu –cuevas de Isturitz, Oxocelhaya y Erberua–, por
las estrechas relaciones que se observan tanto a nivel
de las ocupaciones paleolíticas (Altuna et al. 2011)
como en el arte parietal gravetiense y magdaleniense.
4. DISCUSIÓN: LA RECURRENCIA
GRÁFICA DURANTE EL PALEOLÍTICO
SUPERIOR
La presencia de palimpsestos grácos en el arte
rupestre se observó desde el comienzo de la investi-
gación (p. ej., Alcalde del Río et al. 1911). Sin em-
bargo, el uso recurrente de cuevas con nes simbólicos
durante diferentes periodos es un tema sobre el que se
ha investigado principalmente a partir de la incorpo-
ración de los análisis directos por C14-AMS (Valladas
et al. 2013). Se ha planteado la presencia de distintas
fases de ejecución a partir de los resultados de las
dataciones de radiocarbono en cuevas decoradas fran-
cesas como Cougnac (Lot) (Lorblanchet 1994), Cos-
quer (Bouches du Rhône) (Valladas et al. 2017), las
pinturas del Salon Noir en Niaux (Ariège) (Clottes et
al. 1992) o incluso en El Castillo (Cantabria, España),
donde se ha propuesto la existencia de guras retoca-
das en distintas épocas a partir de las dataciones de
radiocarbono (Valladas et al. 2001). Sin embargo, la
validez de la mayoría de estas dataciones ha sido cri-
ticada por los posibles procesos de contaminación du-
rante el muestreo y el tratamiento previo, que habrían
podido rejuvenecer signicativamente algunos de los
resultados (Sauvet 2004). Por otro lado, las superpo-
siciones estratigrácas en paneles principales de varias
cuevas han sugerido una recurrencia espacial de la
actividad simbólica. En la Región Cantábrica, este fe-
nómeno se observó especialmente en las cuevas de
Altamira y El Castillo, desde los primeros momentos
de investigación (Alcalde del Río et al. 1911). Mas
tarde se han añadido las cuevas de Peña Candamo,
Llonín, Tito Bustillo, La Pasiega y La Garma, cuyas
superposiciones sugieren periodos de uso muy dilata-
dos (González-Sainz 2004; González-Sainz y Ruiz-
Redondo 2010). A la vez se ha propuesto que hubiera
un fenómeno de apropiación gráca para las cuevas
de Llonín, Tito Bustillo, Lloseta y Buxu en la Región
Cantábrica occidental (Fortea 2007), según el cual,
durante el Magdaleniense, se decorarían paneles que
ya lo fueron durante el Paleolítico Superior Inicial. Las
guras “nuevas” se superpondrían a las más “anti-
guas”, creando así palimpsestos complejos. Este mis-
mo modelo parece aplicarse también en las cuevas de
Altamira, La Pasiega, El Castillo y La Garma de la
Región Cantábrica central (Corchón et al. 2012).
De hecho, algunas de estas cuevas fueron ocupadas
durante varios períodos del Paleolítico Superior. Por esta
razón se interpretaron como “sitios de agregación” aque-
llos yacimientos donde el registro arqueológico es ex-
tremadamente rico durante uno o varios períodos como
la cueva de Altamira (Cantabria, España) (Conkey 1980,
1992) y también como “super sitios” algunas cuevas
pirenaicas francesas como Isturitz (Pyrénées-Atlanti-
ques) o Mas d’Azil (Ariège) (Bahn 1982). Esta idea se
ha desarrollado en la Región Cantábrica a través de las
geografías sociales de los grupos paleolíticos (Moure
1994; Utrilla 1994; Utrilla y Martínez-Bea 2008; Rasi-
lla y Duarte 2018), reinterpretándose, p. ej. Isturitz (Ri-
vero 2014), como centro de producción de objetos de-
corados durante el Magdaleniense.
Recientemente, durante nuestra de investigación en
el Cantábrico oriental y el Pirineo occidental, hemos
identicado tres sitios donde se documenta esta recu-
rrencia gráca durante el Paleolítico Superior: Aitzbi-
tarte IV y Aitzbitarte V, inéditos, y Erberua, ya conoci-
do y reinterpretado en este sentido (Garate et al. 2020a).
El fenómeno de recurrencia gráca parietal parece
especialmente relevante en la Región Cantábrica
(Fig. 13). De hecho, para el Magdaleniense Medio y
Superior de un total de 40 cuevas decoradas, 14 pre-
sentan fases previas. Es decir, menos de 2/3 son de-
coradas ex novo en la región durante este período. Sin
embargo, las cuevas redecoradas son marginales en las
demás regiones europeas con arte parietal paleolítico
(Garate et al. 2020a). Además, hay una polarización
muy marcada entre los sectores central/occidental y
oriental, separados por un vacío de 200 km, entre las
cuencas del Asón y Oka, casi sin arte parietal magda-
leniense. En el sector central/occidental, el porcentaje
de cuevas reutilizadas se eleva al 41 %, entre las cuen-
cas de los ríos Nalón y Asón. En el oriental, entre las
cuencas de Asón y Bidasoa, solo podemos certicar
la reutilización simbólica del espacio subterráneo en
Aitzbitarte V –tal vez también en Aitzbitarte IV–,
mientras que las 9 restantes se atribuyen únicamente
a momentos avanzados del Magdaleniense.
Arte parietal paleolítico en la cueva de Aitzbitarte V (Errenteria, Gipuzkoa): un nuevo conjunto… 333
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Fig. 12. A. Bisontes grabados gravetienses de estilo “Gargas” (2, 4 según N. Aujoulat et al. 2001; 3 según C. Barrière 1976; 5 según O. Rivero
y D. Garate 2014). B. Bisontes grabados magdalenienses de estilo “pirenaico” (1 según D. Garate y O. Rivero 2015; 2 según H. Bégouën y
Breuil 1958; 4 según C. Fritz y G. Tosello, 2005; 5 según D. Vialou 1986; 6 según J. Clottes 1995). En color en la edición electrónica.
334 Diego Garate, Olivia Rivero, Joseba Rios-Garaizar, Iñaki Intxaurbe y Sergio Salazar
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Al mismo tiempo, se distinguen tipos de reutiliza-
ción en relación con la distribución espacial de las
fases de decoración en el interior de las cuevas (Ga-
rate et al. 2020a). En el centro/oeste las fases antiguas
del grupo de cuevas de Peña Candamo, Llonín, Tito
Bustillo, Altamira y El Castillo se documentan por la
mayoría de sus unidades topográcas. En cambio las
recientes tienden a concentrarse en paneles principales,
donde varias fases se superponen. En Pasiega A/B,
Pasiega C/D y La Garma, El Buxu y Hornos de la
Peña se dan esas superposiciones pero sin un espacio
preferente. Un tercer modelo de distribución, identi-
cado en El Salitre, Chufín, Aitzbitarte IV y Aitzbitar-
te V, se caracteriza por la misma falta de estratigrafía
parietal entre las diferentes fases que en la mayoría de
los conjuntos pirenaicos con recurrencia gráca (Ga-
rate et al. 2020a). Es decir, el arte rupestre magdale-
niense ocupa los espacios de la cueva que los artistas
previos no seleccionaron.
5. CONCLUSIÓN
La cueva de Aitzbitarte V presenta dos fases deco-
rativas bien diferenciadas por la presencia de conven-
cionalismos especícos del arte gravetiense continen-
tal transpirenaico y del magdaleniense pirenaico. Los
conjuntos grácos de ambas son modestos, compues-
tos por una docena de unidades grácas gurativas
situadas al fondo de una cavidad de reducidas dimen-
siones. La diferenciación de dos fases decorativas en
una misma cueva resulta toda una novedad para la
Región Cantábrica oriental, donde no se conocía dicho
fenómeno hasta el momento. En todo caso, la distri-
bución espacial segregada de ambos conjuntos dista
del modelo cantábrico de palimpsesto y se aproxima
más a cuevas pirenaicas como Erberua o Trois-Frères:
fases gravetiense y magdaleniense medio con solapa-
miento espacial marginal o nulo.
Sin duda, la cueva de Aitzbitarte V aporta impor-
tantes novedades al escaso registro gráco conocido
en el oriente de la Región Cantábrica hasta los descu-
brimientos protagonizados en las dos últimas décadas
en Atxurra, Armintxe o Aitzbitarte IV (Garate 2018).
En esta ocasión, las novedades también parecen indi-
car una fuerte inuencia pirenaica en el área geográ-
ca estudiada en distintos periodos del Paleolítico
Superior, en lo que al comportamiento gráco se re-
ere. Queda pendiente evaluar si esa misma realidad
se repite en todo el registro arqueológico y en todas
las fases, o si por el contrario es un fenómeno redu-
cido a ciertas manifestaciones arqueológicas o sólo
Fig. 13. Cuevas con recurrencia gráca (círculos grandes en blanco) y cuevas decoradas ex novo (cuadrados pequeños grises) en la Cornisa
Cantábrica durante el Magdaleniense, mostrando la ubicación de Aitzbitarte V con una estrella (mapa base: Bing Aerial ®) (en color en la
edición electrónica). 1: La Peña de Candamo, 2: Tito Bustillo, 3: El Buxu, 4: Llonín; 5: El Pindal, 6: Chufín, 7: Cualventi, 8: Altamira, 9:
Hornos de La Peña, 10: La Pasiega, 11: El Castillo, 12: La Llosa, 13: El Salitre, 14: La Garma, 15: Aitzbitarte IV.
Arte parietal paleolítico en la cueva de Aitzbitarte V (Errenteria, Gipuzkoa): un nuevo conjunto… 335
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evidente en algunos periodos concretos, como por
ejemplo el gravetiense noaillense (Garate et al. 2020b).
AGRADECIMIENTOS
Los autores agradecen al grupo de espeleología
“Felix Ugarte Elkartea” su intervención activa y crucial
en los hallazgos y en las prospecciones, especialmen-
te a J. Busselo, S. Laburu y A. Rodríguez.
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