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FOTOCINEMA, nº 13 (2016), E-ISSN: 2172-0150
REVISTA CIENTÍFICA DE CINE Y FOTOGRAFÍA
E-ISSN 2172-0150 Nº 13 (2016)
Recibido 18-05-2016 / Aceptado 03-06-2016
Preprint 15-07-2016 / Publicado 20/07/2016
Preprint 22/02/2014 Publicado 22/01/2014
LA (PO)ÉTICA DEL INSTANTE: TESTIMONIOS, MITOS E IRONÍAS
DEL FOTOPERIODISMO (1936-1939)
THE POETICS & ETHIC OF THE MOMENT : TESTIMONY, MYTHS
AND IRONIES OF PHOTOJOURNALISM (1936-1939)
Lorna Arroyo
Universidad Internacional de la Rioja
lorna.arroyo@unir.net
Resumen:
El periodo de la Guerra Civil española
tuvo un papel crucial en el
establecimiento del fotoperiodismo y
sus formas visuales, todavía hoy
vigentes. Este marco dio lugar a dos de
los grandes hitos del siglo XX: Robert
Capa y su imagen más universal, El
miliciano muerto. Este estudio analiza
el proceso de creación de ambos mitos,
donde la participación de la fotógrafa
Gerda Taro resultó esencial tanto en la
creación de la imagen pública del
fotógrafo como en el asentamiento de la
fotografía como conmoción, una de las
formas más duraderas del periodismo
gráfico. Paralelamente, ha sido
necesario un estudio de la imagen como
clisé que analizara los usos de estas
fotografías como parte fundamental en
la construcción de ambos hitos.
Abstract:
The period of the Spanish Civil War
played a crucial role in the
establishment of photojournalism and
visual forms, still relevant today. This
framework led to two of the great
milestones of the Twentieth Century:
Robert Capa and his most universal
photograph, The falling soldier. This
research analyzes the process of
creating both myths, where the
participation of the photographer Gerda
Taro was essential in the creation of the
public image of the photographer and
the consolidation of photography as a
shock, one of the most enduring genres
of photojournalism. Similarly, it is
necessary to study the image as a
reproduction to analyze the uses of this
work as a fundamenteal part in the
construction of both milestones.
Palabras clave:
Gerda Taro; fotoperiodismo; Guerra Civil española; iconografía de guerra; Robert
Capa.
Keywords:
Gerda Taro; photojournalism; Spanish Civil War; war iconography; Robert Capa.
Lorna Arroyo, La (po)ética del instante: testimonios, mitos e ironías del fotoperiodismo (1936-1939)
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FOTOCINEMA, nº 13 (2016), E-ISSN: 2172-0150
1. Introducción
El miliciano muerto de Robert Capa representa el gran símbolo de la Guerra
Civil española. Nada encarna como esta imagen aquel momento, cuya
memoria se ha construido con imágenes fotográficas (Sontag, 2003). Es, en
suma, un “icono imperecedero de la fotografia” (Morris, 2013, p. 214). El
Guernica, su obra hermana, es la otra imagen (plástica) icono de la época;
también una de las más importantes y reproducidas dentro y fuera de
nuestras fronteras. Sin embargo, a diferencia de la primera, esta se realizó en
París y su autor nunca pisó una guerra. La fotografía, por el contrario, obliga
a estar en los acontecimientos. Requiere la actividad del fotógrafo:
desplazarse, moverse sobre el lugar de los hechos para capturar una acción
efímera en una imagen capaz de impactar e influir en la sociedad una vez
circula por la prensa. De este estar en los acontecimientos, aún a riesgo de
morir si el contexto es bélico, nace la idea del compromiso del fotoperiodista
con la causa que da lugar al tema de su obra. De la misma idea nace el mito
del reportero de guerra encarnado en la figura de Robert Capa. Un mito que
dio sus primeros pasos cuando la revista británica Picture Post publicó su
retrato a toda página el 3 de diciembre de 1938 sobre un titular que lo definía
como “El mejor fotógrafo de guerra del mundo” (p. 13).
La obra de Capa en España es fácilmente reconocible por el tema y la
traslación directa que hace de las prácticas y postulados teóricos de las
vanguardias artísticas al ámbito fotoperiodístico: imágenes ligeramente
desenfocadas que reflejan el movimiento, angulaciones, asimetría, grano
fotográfico, práctica ágil, fotografía instantánea, cercanía física y moral, tanto
en la primera línea del frente como en la retaguardia, donde se ubica su
trabajo más sobrecogedor, aquel que refleja las consecuencias bélicas en la
población civil. En síntesis, esta obra ilustra idóneamente el importante
momento fotográfico que tuvo lugar durante la Guerra Civil española,
definida como “la línea divisoria entre los principales modelos de fotografía,
desarrollados en las dos guerras mundiales” (Fontcuberta, 1988, p. 172). Sin
embargo, para entender este importante momento no basta con estudiar
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únicamente a los individuos que parecen directamente responsables de un
acto único. Su contribución, aunque importante, es solo un eslabón en una
cadena, una fase en un proceso más complejo y vinculado a toda una red
social, política, intelectual, artística, tecnológica y económica de una época
que favoreció cambios en los principales modelos de comunicación del
momento, y, con ellos, el desarrollo de la propaganda. Del mismo modo,
tampoco deben desconsiderarse los mecanismos que promueven la difusión
de estos logros en épocas más actuales.
Esta investigación tiene como principal objetivo analizar el proceso de
creación del mito Robert Capa a través de dos de las imágenes que han
participado en su construcción y que mejor lo representan; de un lado, la
célebre instantánea del miliciano cayendo en el frente de Córdoba, de otro, su
retrato publicado en la página 13 del nº 10 de Picture Post. Ambas se
realizaron durante la Guerra Civil española y en ambos casos la participación
de la fotógrafa Gerda Taro resutó fundamental, aunque rara vez hasta 2007
se haya mencionado. Ese año se mostraron por primera vez las fotografías de
Taro junto a las de Capa en un espacio expositivo común; también tuvo lugar
la recuperación en México de más de 4.000 negativos inéditos pertenecientes
a Capa, Taro y David Szymin “Chim” sobre el tema español que pusieron
definitivamente en valor el trabajo de la fotoperiodista.
El presente estudio no podría alcanzar su propósito sin examinar los usos
contemporáneos de estas fotografías del pasado de España, cuya
recuperación también dio lugar a las siguientes cuestiones: ¿A quién
pertenece una fotografía? ¿A quien la piensa, a quien la toma, a quien la
revela, a quien la preserva, a quien la da a conocer…?
1
. Trisha Ziff, pieza
clave en la recuperación de los negativos invitaba en relación con este
acontecimiento mundial a una última reflexión: “¿A quién pertenece la
historia?” (citado en Petit, 2010, p. 49).
1
Conversaciones del periodista Juan Villoro con la autora, Madrid, 15 de julio de 2010. Villoro narró la
exclusiva de la recuperación de los negativos recuperados en México en 2007 en el Periódico de
Catalunya el 27 de enero de 2008.
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2. Ver y volver a ver: aproximaciones metodológicas
Una fotografía es, ante todo, un soporte con información (Flusser, 2001). Se
mira dentro de la fotografía, y el peso del significado lo da en alto grado el
encuadre. Desde la perspectiva de la historia, las fotografías del pasado
también son cápsulas con memoria contenida que pueden servir como
valiosos instrumentos de análisis, siempre y cuando se trabaje “desde la
transdisciplinariedad y de forma holística, integrando al estudio iconológico
e iconográfico el técnico, el heurístico y el análisis del proceso” (De las Heras,
2015, p. 53). Para ello se requiere la interpretación tanto de lo que se muestra
en las imágenes como de lo que se ve una vez puestas en circulación. “De ahí
que una instantánea no pueda estudiarse sin conocer aquello que aparece y
no aparece en ella y cuáles fueron las circunstancias que rodearon al acto de
la toma” (De las Heras, 2015, p. 34). Así, resulta indispensable no limitar su
estudio a la copia aislada o ya incluída en los nuevos contextos de acogida. A
medio camino entre el resultado original de la imagen (su captura) y los
significados promovidos por sus usos (su difusión) se encuentra otra
documentación indispensable de estudio: las imágenes que la rodearon. Lo
ideal es trabajar con los negativos, pero otra excelente fuente de
documentación son las hojas de contactos, pues son el eslabón de unión entre
el soporte original y las imágenes definitivas que llegarán al futuro lector o
espectador. Además, “si la hoja de contactos es tan interesante es porque
permite ver cómo piensa un fotógrafo” (Cartier-Bresson, 2014, p. 31).
Efectivamente, estas pequeñas copias obtenidas por contacto directo con los
negativos también ofrecen una valiosa información acerca del contexto, el
formato fotográfico, las circunstancias de realización de las imágenes y los
intereses u objetivos de su autor. Teniendo en cuenta todo ello, una fotografía
es capaz de hablar por sí misma.
Esta investigación se ha llevado a cabo siguiendo una metodología que
combina la investigación histórica con el análisis semiótico, para el que se ha
seguido el modelo propuesto por Javier Marzal (2007, p. 171-229) en el
análisis de las siguientes fotografías:
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1. Robert Capa, 1937. Gerda Taro (F1). Análisis realizado sobre copia de
época procedente del International Center of Photography de Nueva York
(ICP).
2. Muerte de un miliciano, 1936. Robert Capa. Análisis realizado sobre
copias de época procedentes del Archivo del Centro Documental de la
Memoria Histórica de Salamanca y del ICP.
3. Tres soldados republicanos, 1936 (F6). Gerda Taro. Análisis realizado
sobre copia moderna de negativo original procedente del ICP.
El corpus empleado para completar el estudio queda compuesto a partir de
las siguientes fuentes fundamentales:
- Secuencia que contextualizan los títulos 2 y 3 (F3), ICP.
- Conjunto de negativos inéditos pertenecientes a Capa, Taro y “Chim”
recuperados en México en 2007, ICP.
- Hojas de contactos de Capa, Taro y “Chim” sobre la Guerra Civil española,
Archivos Nacionales de París (ANP).
- Conjunto de negativos y copias de época atribuibles a Capa, Taro y
“Chim”, Archivo Histórico del Partido Comunista Español (AHPCE).
- Muestras de prensa extraídas de las publicaciones Life, Picture Post, Ce
Soir, Regards y Vu, las tres últimas examinadas en Les Archives de la
Press, París.
3. Imágenes en la memoria: los iconos de Capa
La imagen del reportero gráfico como héroe romántico y moderno nació en
España con una toma que Gerda Taro realizó en la primavera de 1937 a un
joven Robert Capa de perfil mirando a través de una cámara cinematográfica
B&H Eyemo hacia el fuera de campo (F1). Esta fotografía, considerada el
único retrato del fotógrafo en la Guerra Civil española, tiene una imagen
paralela pero muy diferente (F2). Apenas hay tres imágenes más en el total
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de la obra de Taro donde aparece de nuevo Capa: las dos primeras están
contextualizadas en Valencia durante el entierro del general Pavol Lukács y la
tercera pertenece a la serie de Navacerrada
2
. Todas comparten rasgos
comunes: fueron realizadas durante la primavera de 1937 y el fotógrafo
aparece con la pequeña cámara de cine; si bien, no como protagonista de las
imágenes sino como testigo integrado de los acontecimientos que observa y
ajeno al hecho de ser fotografiado. En la última se le avista de espaldas en un
alejado plano, casi imperceptible y presumiblemente con la Eyemo, con la
que filmó el ataque sobre Segovia para los documentales norteamericanos de
The March of Time. Este es otro interesante registro por su valor
documental, ya que hasta el momento es el único testimonio gráfico de la
presencia del fotógrafo en un campo de batalla español. Con todo, si como
afirma el fotógrafo Henri Cartier-Bresson, a la hora de fotografiar “el ojo elije
lo que le interesa” (2014, p. 71), todo indica que entre las prioridades
fotográficas de la periodista gráfica no se encontraba la figura de su
compañero. Y tiene sentido.
El legado de Capa en España ronda un número similar de imágenes
dedicadas a Taro, entre las que destaca, por reproducida en los periódicos y
pantallas de nuestro siglo, la imagen de la joven reportera en pijama y
profundamente dormida. Luego, para entender la lógica del interés original
de estas imágenes hay que ubicarse en el momento de ambas capturas (Capa
fotografiado por Taro y viceversa) donde, entre otros, prevalecía el interés
por la gestión del material fotográfico, que escaseaba especialmente en la
zona republicana y obligaba a economizar los disparos.
Nada, por tanto, hace pensar que este retrato de Capa responda inicialmente
a la búsqueda de una imagen icónica o para la posteridad, como así fue, del
mismo modo que la imagen de Taro dormida probablemente tenía un interés
original de escena íntima. La vida posterior, los significados de estas
fotografías comienzan a tomar forma con los sucesivos usos de las imágenes
2
Las copias por contacto de estas tres fotografías de encuentran en el cuaderno nº 1 (ANP).
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a lo largo del tiempo. La del joven fotógrafo de perfil comenzó concretamente
con su uso en la página impresa de Picture Post el 3 de diciembre de 1938. Al
parecer, este retrato, centrado en su mirada, lograba concentrar la esencia
del reportero de guerra que encarnaba su figura, a la que la revista destacaba
por encima del tema de su amplio reportaje de once páginas. Sin embargo, la
publicación londinense, que incluía elogiosos epítetos hacia Capa y sus fotos,
no citaba la autoría de la imagen publicada a toda página como cabecera del
reportaje.
En esta fotografía en la fotografía en general, dirán algunas de las más
vivaces reflexiones sobre el tema (Cartier-Bresson, 2014, p. 59; Freund,
2008, p. 74), la mirada lo es todo. Hacia este sentido apunta ahora el
significado de este retrato en el contexto de la página de la revista donde lo
visual y lo escrito centran la atención en la mirada de Capa. Para Picture
Post, la mirada, y no la técnica, es el medio. En ella, resume poéticamente el
texto, se vinculan el compromiso del corresponsal gráfico, capaz de arriesgar
su vida en zonas de máximo peligro y su carácter ético, que lo impulsa a
tomar partido con la capacidad de sus imágenes fotográficas para
combatir, para influir en la sociedad. Aparecen implícitas, por tanto, las
recurrentes dicotomías fotografía/guerra, cámara/arma, fotógrafo/soldado o
fotógrafo/cazador. Según el esteta alemán Ernst Jünger (2002), “tanto armas
como cámaras son instrumentos de la conciencia técnica, que pueden actuar
a largas distancias y son instrumentos de especial exactitud” (p. 123). Gisèle
Freund (2008) también plantea el símil entre la figura del fotógrafo y el
cazador a razón del disparo, pues como el cazador, el fotógrafo debe
“observar a su presa y sólo dispone de un instante para atrapar de pronto
una expresión reveladora” (p. 75). Finalmente, Rosa Olivares (2010) explica
este juego de relaciones o paralelismos simbólicos del siguiente modo:
Siempre se ha definido al fotógrafo como a un cazador de imágenes. El
reportero, el documentalista, el fotógrafo de guerra, tiran miles de fotografías,
siempre esperando que en una de ellas aparezca fijada esa mirada fugaz, el
terror suspendido en un estruendo, todo lo que el ojo humano ve en una
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milésima de segundo y que muy pocas veces se llega a tiempo de fijar en una
fotografía. (párr. 1).
Pensando en el momento fotográfico de la Guerra Civil española, o incluso si
pensamos en cualquier momento de la fotografía en general, muy
seguramente ya se habrá formado en nuestra memoria la imagen del
miliciano republicano al que Robert Capa “dispara con su cámara” (Sontag,
2003, p. 31) “en el instante en que es alcanzado por una bala” (“Death in
Spain”, 1937, p. 19)
3
. Otra foto icono, de hecho, “una de las imágenes más
importantes de la historia de la fotografía” (Morris, 2013, p. 48).
3.1. Migraciones
De la larga e intensa vida de esta imagen, de momento solo cabe señalar
algunos puntos de inflexión delimitados también por sus usos: el primero, su
publicación en la revista francesa Vu el 23 de septiembre de 1936, página
1106, en condición de noticia de actualidad, posteriormente su exhibición
como imagen aislada en los contextos museísticos, y, entretanto, su empleo
en la portada del libro Death in the Making (Capa, 1938), donde se
encuentra, de manera metafórica, con la imagen del fotógrafo construida a
partir de su retrato:
Dos mitos se daban la mano asistiéndose mutuamente: el reportero de guerra
transformado en protagonista de los hechos (…) y, por otra parte, la paradoja
aparente de que una instantánea, fugaz (…) pudiera ser el emblema de algo tan
complejo como la Guerra Civil española. A tal evidencia debió rendirse el
propio Capa cuando escogió como portada de su libro Death in the Making la
célebre foto del miliciano (…), proponiendo la convergencia de ambos mitos,
el que se refería a su personalidad de fotógrafo y el que representaba, en
rápido trazo, la guerra española. (Sánchez-Biosca, 2009, p. 25).
Desde entonces ambos mitos no han dejado de encontrarse en contextos
narrativos muy diferentes. Pero será en el cine, concretamente en la película
Hemingway & Gellhorn (Philip Kaufman, 2012), donde el retrato de Capa
3
El pie de foto de esta imagen publicada en la revista Life el 12 de julio de 1937, página 19, enfatiza
precisamente el momento fugaz capturado por la cámara fotográfica.
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cobre vida para tomar su célebre instantánea. Porque, sin lugar a dudas, su
personaje aquí está construido sobre la toma de Taro. El fotógrafo aparece
por primera vez en la cinta con jersey negro, la Eyemo en una mano y la
funda de la Leica al cuello, tal y como lo vemos en la imagen de Picture Post.
La reconstrucción hollywoodiense de la captura del miliciano cayendo
mantiene esta misma imagen del reportero, aunque, como cabe de esperar,
en este caso no mira a través de la Eyemo sino de la Leica. Sin embargo, al
argumento principal de la película, centrada en el romance entre la
corresponsal de guerra Martha Gellhorn y el escritor Ernest Hemingway,
quizá poco aporta que la historia real de la captura de esta fotografía sea muy
diferente a la narrada en la cinta: realizada en Madrid en 1937 y con
Hemingway y Gellhorn como testigos del disparo fotográfico
4
. El interés de la
película es otro; también la esencia propia del cine siempre fue la de abreviar.
Como sucede con los géneros narrativos que adapta, los cambios efectuados
en esta historia también parecen apuntar a la simple norma de hacerla
visualmente más compacta.
4. Exposición
4.1. Una fotografía no es una opinión, ¿o sí?
La historia del retrato del fotógrafo húngaro con la Eyemo comienza el 31 de
mayo de 1937, cuando Capa se reune con Taro en Segovia para acompañar a
las tropas republicanas del general Walter hacia Navacerrada (Whelan,
2003). Él acaba de regresar de París, a donde había viajado para estabilizar
su contrato con el periódico Ce Soir, pero a sus 24 años vuelve desvinculado
de la firma y con esta pequeña cámara con la que se dispone a filmar, sin
experiencia en cinematografía, imágenes para el informativo The March of
Time. El joven también acaba de “montar su propio negocio” (Young, 2010,
p. 78), desde ahora es free lance y ha alquilado un estudio en París, nº 37 de
4
La fotografía está datada oficialmente el 5 de septiembre de 1936 en Cerro Muriano (Whelan, 2003)
aunque investigaciones recientes señalan su localización exacta en el cerro del Cuco (Susperregui,
2016) y Martha Gellhorn pisó por primera vez suelo español a finales de marzo de 1937.
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la Rue Froidevaux, donde su amigo Imre Csiki Weisz, futura pieza clave en la
clasificación de los negativos sobre la Guerra Civil, recibirá los envíos de
Capa, Taro y “Chim” desde España.
Muy seguramente, en este retrato el fotógrafo no aparece posando con su
mítica Leica porque Taro le hace la fotografía con ella
5
, aunque también cabe
la posibilidad de que utilizara la cámara Rolleiflex para realizarla. No existe,
no se ha localizado o no se ha dado a conocer todavía el negativo que lo
confirme, y las libretas de contactos examinadas tampoco incluyen la copia
índice de esta toma. Pero este disparo pertenece al periodo en el que Taro ya
trabaja con la Leica de Capa, quien desde febrero usa su nueva Contax que
ahora alternará con la Eyemo (Whelan, 2003). Hasta entonces Taro había
utilizado la Rolleiflex de medio formato (Schaber, 2006), menos ligera y
versátil para los contextos de acción debido, sobre todo, a su visor de cintura
y carga menor de negativos por rollo de película.
Todo lo que llama la atención a simple vista en esta fotografía es la actitud
del referente (F1). La austeridad de elementos incluidos en la imagen plantea
una composición de fácil lectura, dado que el peso visual recae por completo
en Capa y la cámara, que se interpreta como un todo. El trazo ovalado que
forma la silueta del fotógrafo engulle a la cámara como si formara parte de su
anatomía, lo que sugiere cierta significación del elemento técnico como
dispositivo que amplía la dirección y magnitud de su mirada. A la vez,
máquina y ojo se ubican en un espacio de gran de interés compositivo. De
hecho, la mirada del sujeto y la prolongación tubular que une óptica y ojo se
ubican en una de las líneas fuertes de la composición, aunque el elemento
que ocupa su centro exacto es precisamente el ojo del fotógrafo. Este factor
ubica técnicamente la mirada del referente en la zona de mayor atracción
visual de la imagen. El ojo de Capa responde, en definitiva, al principal
centro de atención de la fotografía.
5
El material de la fotógrafa redescubierto en México (ICP) y el cuaderno de contactos nº1 (ANP)
examinados para este estudio incluyen las imágenes del periodo en el que se enmarca esta fotografía, y
en todos los casos se trata de negativos 24x36.
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F1. Robert Capa, Segovia, mayo- junio de 1937. Gerda Taro. ICP.
La imagen podría seguir el principio de transparencia enunciativa si el gesto
y la actitud del reportero de guerra armonizara con el contexto. Pero la copia
examinada revela que los fotógrafos no se encontraban en el frente en el
instante de la toma, ya que un segundo término muestra la fachada de una
casa con la puerta abierta. Esto provoca cierto conflicto entre figura y fondo,
aunque sigue dominando la fuerza expresiva del retratado: serio y
concentrado en el fuera de campo, un espacio que actúa como generador de
una gran tensión al sugerir que aquello que puede justificar el gesto de Capa
es, precisamente, lo que la imagen no muestra.
Sin embargo, la fotografía que sigue o precede a este disparo fotográfico no
deja lugar a dudas de que los fotógrafos ocupaban un lugar tranquilo en el
momento de ambas tomas. Esta otra imagen paralela, técnicamente menos
precisa, muestra a Capa en el mismo escenario pero desde un encuadre
diferente, en este caso ligeramente picado y más abierto (F2). Con este
cambio en el punto de la toma se han modificado las perspectivas y las
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relaciones de forma ya no están tan rigurosamente establecidas. Aquí no hay
dominio en la composición. Pero es una fotografía que resulta muy
interesante porque unida a la anterior relata cómo se ha movido la fotógrafa
por la escena se aleja, se desplaza hacia la izquierda, y eleva la cámara. Este
movimiento amplía el campo de visión y muestra al fotógrafo en un plano
entero enmarcado por un
fondo que aporta la
información necesaria para
descartar la presencia de los
fotógrafos en cualquier zona
del peligro. La tranquilidad del
ambiente se aprecia con
claridad, por ejemplo, en el
sosiego del perro que aparece
en el segundo término de la
imagen y que únicamente es
atraído por la presencia de la
fotógrafa, a quien Capa
también mira en el instante de
la toma. Paralelamente, el
fondo que comparten ambas
instantáneas remiten a las
típicas fachadas pintadas con cal de las zonas rurales españolas. Y el
contraste tonal de las sombras proyectadas, que también se aprecia mejor en
esta imagen paralela, responde a la intensidad de una luz homogénea y
perpendicular que señala hacia las horas bajas de la mañana o de la tarde.
Todo ello ubicaría a los fotógrafos en cualquier municipio próximo al cerro
de Cabeza Grande una de las posiciones claves en la batalla de Segovia
durante algún momento de descanso antes o después de su visita al frente
junto a los hombres del general Walter.
F2. Robert Capa, Segovia. mayo- junio de 1937.
Gerda Taro. ICP.
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4.1.1. Miradas cruzadas
Con todo, esta fotografía del joven fotógrafo mirando a través de la Eyemo y
realizada en algún lugar tranquilo de Segovia ha servido para construir la
imagen del mito del reportero de guerra encarnado en Robert Capa
6
. Al
parecer, con ella Taro había logrado uno de los retratos más reveladores del
fotógrafo, aunque sus intenciones iniciales parecen más modestas, pues,
según el anterior análisis, todo indica que se trata de un disparo anecdótico,
con una gran carga de improvisación, y no de una fotografía realizada para la
prensa, como así fue. Asimismo, la espontaneidad de la toma no descarta la
pose del referente, porque en esta imagen Capa se presta a la fotografía, y
para ello adopta una expresión —es decir, ofrece una versión de sí mismo—
que parece estimular la reacción fotográfica de su compañera al encajar con
la transformación del joven muchacho húngaro y exiliado cuyas
circunstancias le forzaron a cambiar de identidad para subsistir en su alter
ego:
André no aspiraba a otra cosa que a convertirse en Robert Capa o, al menos,
parecerlo. Capa era triunfador, glamuroso y americano. André no era nada de
eso (...) y es evidente que Gerda sentía especial atracción por Capa esto es,
por el personaje. (Whelan, 2003, p. 111).
Efectivamente, la fotografía (o Capa) no muestra al joven como tal, sino su
versión más vigorosa. Una imagen muy diferente, opuesta, diríamos, a su
homóloga en circulación en la que aparece una joven Gerda profundamente
dormida en una cama (F3). Aquí el fotógrafo es un voyeur y su mirada hacia
Taro es enternecedora. Sin embargo, en su retrato acepta ser él mismo un
modelo que, a diferencia de ella dormida, se sabe fotografiado y coopera con
la cámara. Luego, en muchos aspectos, son imágenes antagónicas que,
sorprendentemente, parecen encajar en ciertos ideales fotográficos
universales y atemporales:
6
Según John Morris, editor gráfico de Life y primer director de Magnum, con esta imagen de Capa
publicada por primera vez en Picture Post nace “el reportero gráfico como héroe romántico” (2013, p.
49), aunque Morris tampoco cita la autoría de la misma al referise a ella.
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Los retratos de mujeres exhibían su belleza; los de los hombres, su “carácter”.
La belleza (terreno de las mujeres) era tersa; el carácter (terreno de los
hombres) era duro. Lo femenino era complaciente, plácido (…); lo masculino
era enérgico, penetrante. Los hombres no parecían nostálgicos. Las mujeres,
idealmente, no parecían enérgicas. (Sontag, 2007, p. 271).
F3. Gerda Taro, 1936. Robert Capa. ICP.
En este caso, ambos retratos nacen de dos jóvenes periodistas gráficos
nómadas, apátridas, en el contexto de una misma guerra geográficamente
ajena. Pero cada uno parece corresponderse con una suerte de ideal que,
puestos en circulación, han dado origen a unos usos y significados muy
diferentes: el de Capa (duro, enérgico, penetrante) representa al mito y sigue
ilustrando los asuntos serios del fotoperiodismo
7
. El de Taro (plácido)
promueve la ficción romántica mediante esta imagen en la que aparece
“tierna y en pijama” (Fortes, 2009, primera solapa).
7
Este retrato es precisamente la imagen que ilustra la portada del último álbum, nº50, de la revista
Reporteros sin Fronteras (RsF), 3 de diciembre de 2015.
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Toda fotografía, en definitiva, despliega una determinada visión del mundo
que incorpora la mirada de su autor. “La imagen es la proyección de la
personalidad del fotógrafo” (Cartier-Bresson, 2014, p. 28), y estos dos
ejemplos no son una excepción. En la última, Taro es el asunto
8
y Capa quien
despliega sobre ella una mirada enternecedora. Sin embargo (y esto ilustra la
paradoja), se ha convertido en lugar común atribuir a la fotoperiodista cierta
sensibilidad en su manera fotográfica de ver, comúnmente denominada
femenina
9
, aunque estudios recientes demuestran lo contrario (Arroyo &
Doménech, 2015).
4.2. De la imagen única y muda a la múltiple y hablada: la foto en
prensa
Para Vilèm Flusser una fotografía también es “una superficie inmóvil y muda
que aguarda pacientemente su distribución mediante reproducción” (2001,
p. 47). Y, como es bien sabido: “la presencia pública que alcanzó la fotografía
en la sociedad del siglo XX no se produjo por la difusión de copias aisladas
(…) sino por su inserción masiva en la prensa” (Ortiz-Echagüe, 2006, p.
230). Ahora bien, una fotografía publicada en prensa se transforma en una
nueva impresión reubicada en un nuevo contexto, un movimiento que
supone una alteración de primer orden para la imagen. Queda a suerte de su
valor de uso, en función de parámetros como el espacio en la página, la
orientación ideológica de la publicación y el texto, pues desde el momento en
el que se incluye en el contexto de la página impresa, la función de la imagen
obedece a ser testimonio o no ser testimonio en contra del texto que la
rodea. Dicho en términos de Sontag, “la fotografía es físicamente muda.
Habla por boca del texto escrito debajo” (2005, p. 156).
8
El referente de aquello que se retrata (De las Heras, 2015, p. 45).
9
Desde el punto de vista del tema y estilo, habitualmente aparece cualificada la “maniera femenina”
(Rodríguez, 2007, p. 34) para definir la obra de mujeres con palabras como tierna o delicada, adjetivos
que se asocian a una falta de carácter resolutivo, contrarios a los modos reconocidos en el arquetipo
opuesto como expresión de un temperamento valiente, fuerte y pasional.
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Este es el caso del retrato de Capa publicado en Picture Post (F4), donde
ahora vemos al fotógrafo sobre un fondo plano y casi neutro debido al recorte
editorial mientras el texto enaltece su figura. En efecto, el reencuadre y la
palabra han modificado decisivamente el significado original de esta imagen
cuya difusión en un medio de comunicación de masas contribuirá a sentar la
identidad del retratado como el
mejor fotógrafo de guerra del
mundo. De este modo da
principio el establecimiento de
un “star system de fotógrafos”
(Morris, 2013, p. 35) como parte
del sistema de la prensa:
personajes atractivos,
carismáticos y famosos, con
vidas glamurosas, que atraen con
sus historias, protagonizadas por
ellos mismos, tanto al público
como a la industria periodística.
Sin embargo, meses antes de la
captura de esta toma la situación
de Capa era completamente
distinta. En febrero de 1936 el
joven era un completo
desconocido que sobrevivía junto a Gerda en París, y no con pocas
dificultades:
Ahora ella me está ayudando muchísimo; mantiene buena relación con todos
los redactores y me lleva con ella a todas partes (…) Nos pateamos la ciudad
por unos pocos francos (…) nos está costando mantener siquiera la decencia
en el vestir. (citado en Young, 2010, p. 76)
10
.
El futuro Robert Capa (entonces André Friedmann) había llegado a París
10
Carta de Robert Capa a su madre, 3 /02/ 1936. The Robert and Cornell Capa Archive, ICP.
F4. Picture Post, 3 de diciembre de 1938, p. 13
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junto a Csiki Weisz en septiembre de 1933. Según John Morris, “se habría
muerto de hambre de no ser por la ayuda de otros expatriados” (2013, p. 50).
La situación de Taro (entonces Pohorylle) no era muy diferente. La joven,
huída de su Alemania natal bajo el peligro de ser clasificada como no aria,
con las consecuencias del caso, había llegado a París en otoño del mismo año.
Sin embargo, a diferencia de Capa, hablaba francés y gracias a ello consiguió
trabajo fijo como traductora en la agencia Alliance Photo. Con este empleo
entró en contacto con las nuevas técnicas y estilos fotográficos que ensayaban
las corrientes modernas de los años treinta en publicaciones como Vogue,
Harper´s, Bazaar, Journal Illustré, etc. En Alliance también descubrió el
funcionamiento del mercado de la fotografía: la oferta, la demanda, las
técnicas de negociación y todo el proceso interno del recorrido y compra-
venta de las imágenes (Schaber, 2006). En definitiva, aprendió que el
fotoperiodismo en la práctica como señaló Ciff Edom cuando acuñó el
término
11
, no se ceñía al trabajo de los fotógrafos sino, además, al de los
editores gráficos que hacían circular las imágenes en prensa. En este contexto
de desesperación y oportunidades nació Robert Capa, o lo que es lo mismo,
una idea para vender mejor las fotografías con tal de aumentar sus
honorarios. Luego, resulta evidente que el objetivo inicial de ambos jóvenes
no era otro que tratar de cubrir las necesidades más básicas, no sin cierta
ambición profesional, y para ello fusionaron esfuerzos, trabajo y recursos en
el pseudónimo único de uso compartido “Photo Capa” (Whelan, 2003).
Mientras, en España se había producido el levantamiento militar fascista del
18 de julio de 1936. Los fotógrafos llegaron al país el 5 de agosto como
corresponsales de Vu, la revista francesa que el 23 de septiembre de 1936
publicó por primera vez sobre la firma “Photo Capa” la fotografía del soldado
republicano cayendo en el frente de Cordoba. Un año después fue el
semanario norteamericano Life quien la utilizó como imagen de portada para
un reportaje sobre la película documental Tierra de España (The Spanish
11
Edom acuñó el término fotoperiodismo siendo profesor en la facultad de Periodismo de la
Universidad de Misuri y en 1976 publicó su libro Photojournalism ( Morris, 2013).
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Earth, Joris Ivens, 1937). La imagen, que ya no era de expresa actualidad,
apareció en la página 19 sobre un texto que enfatizaba el nombre de Robert
Capa como autor de la misma. Cuando este número salió a la calle, el 12 de
julio de 1937, Capa estaba en París y Taro en el frente de Brunete, quizá
buscando la foto única que también aspiraba a firmar. Life volvió a publicar
la misma foto al mes siguiente, el 16 de agosto de 1937, esta vez para
introducir la crónica sobre la muerte de Gerda en Brunete: la “primera
mujer-fotógrafa muerta en un frente de acción”(“The camera overseas”, 1937,
p.42). El 10 de abril de 2013, ya en su versión digital, la legendaria cabecera
empleaba una vez más esta imagen bajo el subtítulo “Hoy en día, Muerte de
un miliciano está considerada una de las fotografías imprescindibles del siglo
20” (Cosgrove, 2013, párr. 1).
4.3. La secuencia de Muerte de un miliciano
Ochenta años después de la captura de esta fotografía, su actividad continúa
incesante con su uso en publicaciones, museos y pantallas de toda índole y de
todo el mundo. Gracias a la universidad se ha convertido en un asunto de
especialistas, ocupa un lugar en los espacios informativos si lo requiere el
tema y en los contextos museísticos adquiere el valor de obra. Incluso, fuera
del archivo y del museo, su destino extramuros es el de la memoria. Pero rara
vez ha sido o es considerada al márgen de su condición de imagen única.
La muestra This is war! Robert Capa. Gerda Taro supuso una excepción
12
.
En este marco se dio a conocer la serie fotográfica que integraba el célebre
disparo fotográfico en la secuencia que lo contextualiza. El serial se inicia con
un fotograma que muestra a un grupo de alegres milicianos y finaliza con la
(aparente) muerte de uno de ellos. Entre estas dos fotografías discurre una
narración concebida casi a modo cinematográfico que registra lo que parece
un ataque republicano, y basta una mirada sobre este conjunto de 40
imágenes para comprobar que aquel día había dos fotógrafos con cámaras
12
Esta muestra, procedente del Robert Capa Archive, se inauguró en el ICP, Nueva York, el 27 de
septiembre de 2007.
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distintas registrando el mismo acontecimiento (F5).
F5. Secuencia que integra la fotografía El miliciano muerto. Robert Capa y Gerda Taro. ICP.
4.3.1. Recursos, metodología y objetivos del tándem Capa & Taro
Una vez más, en la obra común de Capa y Taro, aparecen dos perspectivas
diferentes, casi simultáneas, de un mismo tema
13
. La primera fotografía
cuadrada de la serie comparte sujetos y enmarcado con la toma rectangular
que le precede, únicamente cambia la distribución de los pesos y los matices
propios de cada formato (F4). Ambas ubican la posición de los fotógrafos,
uno al lado del otro con cámaras de formato diferente, esto es, igual que
durante las jornadas previas, y el ejemplo que ilustra el caso es la pareja de
milicianos fotografiados en Barcelona a principios de agosto de 1936 (F7).
13
Algo que sucede siempre que trabajan juntos, aunque firmen por separado, como demuestran las
series fotográficas de Barcelona, La Granjuela, Navacerrada, los refugiados de Málaga en Almería y la
doble cobertura del acto inaugural del Segundo Congreso de Escritores Antifascistas celebrado en
Valencia, todas ya estudiadas en profundidad (Arroyo, 2010).
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A medida que avanza la secuencia de milicianos, las imágenes sitúan a los
fotógrafos alrededor de los mismos motivos pero desde posiciones distintas,
y llegando casi al final se aprecia cómo el fotógrafo de la Leica ha aventajado
al grupo para fotografiarlo de frente mientras el de la Rolleiflex ha detenido
el paso para registrar la misma escena desde un ángulo trasero (F6). Con ello
obtienen una doble lectura del mismo tema, lo que puede significar que o
bien existe una división pactada
en el desarrollo del trabajo, en
la que cada fotógrafo se ocupa
de tareas concretas, o que el
responsable de cada formato
interpreta de forma muy
distinta el mismo
acontecimiento. Todo indica
que ambas opciones participan
en el proceso. La lectura del
serial señala hacia una
metodología que va afinándose
conforme avanza la jornada
para lograr un registro lo más
amplio posible del tema.
Paralelamente, la mayoría de imágenes 6x6 muestran ciertas imprecisiones
técnicas que no afectan a los negativos 24 x 36. Las copias cuadrangulares
presentan descompensación lumínica mientras que las tomas rectangulares
destacan por una exposición correcta, lo que revela cierta impericia técnica
del fotógrafo que usa la Rolleiflex frente al dominio técnico que demustra el
de la Leica, también más preciso con la distribución de los pesos y otros
principios compositivos. De hecho, las únicas fotografías cuadradas que no
muestran fallos de exposición son las dos primeras de la serie, mientras las
demás aparecen sobreexpuestas o bajo un aspecto de nocturnidad fruto de
F6. Detalle de F3 . Robert Capa y Gerda Taro. ICP.
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una descompensación técnica. Esto sugiere que el fotógrafo de la Rolleiflex
no ha modificado los parámetros técnicos inicialmente establecidos para este
primer disparo fotgráfico realizado junto a su compañero
14
.
F7. Milicianos, Barcelona, agosto de 1936. Robert Capa (24x36) y Gerda Taro (6x6). ICP.
(Schaber, I., Whelan, R. & Lubben, K., 2007).
La ordenación secuencial de la serie finaliza con cinco copias rectanguales
protagonizadas por varios milicianos sobre un mismo fondo que, como el
célebre, parecen víctimas de un disparo. La famosa fotografía viene precedida
por una copia cuadrada en la que el conocido miliciano comparte espacio
fotográfico con otros dos (F8). Se trata de una fotografía inquietante por su
composición y discurso. Podría hablarse de cierta coherencia formal si el
encuadre hubiera excluido al miliciano que ocupa el primer plano. En este
supuesto, la imagen plantearía una lectura ordenada de los elementos donde
se respetan mejor los códigos de escala y composición. Sin embargo, la
presencia de este primer referente agigantado, fuera de foco y seccionado
por los límites físicos del soporte provoca tensión en la imagen, cuya
verosimilitud queda en entredicho debido a la actitud de los personajes.
14
Los valores de exposición para la primera toma cuadrada de la serie, con los sujetos en el interior de
una trinchera, no son los requeridos para los demás planos generales donde predomina el paisaje
despejado y abierto (F3 y 4). La la incidencia de luz en cada caso es distinta. Según los resultados
fotográficos del formato 6x6, una explicación a ellos podría ser que el operador de la Rolleiflex hubiera
imitado los ajustes técnicos de su compañero mientras trabaja a su lado y al distanciarse de él no los
hubiera modificado.
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F8. Tres soldados republicanos, septiembre de 1936. Gerda Taro. ICP.
Centrándonos en la pareja del fondo, resulta incoherente el modo en el que
los dos sujetos interactúan entre sí: mientras uno avanza plácidamente por la
ladera y señala al cielo con el cañón de su arma, el otro le apunta a la cabeza
con un fusil. Podría ser que la posición adoptada por este miliciano, el mismo
que protagoniza la célebre instantantánea, responda a una actitud de defensa
ante una ataque lateral de la aviación enemiga dado el ángulo que describe
su arma, pero tampoco se explicaría que el supuesto Federico G. Borrell
Taíno se enfrentara a una aeronave fascista con un Mahuser mientras todo
discurre frente a la pasividad de los demás sujetos implicados en la toma, es
decir, los otros dos milicianos y la fotógrafa, pues, según esta lectura de la
serie, su análisis pormenorizado (Arroyo, 2010) y la atribución oficial de las
imágenes 6x6 a la fotógrafa (Schaber, et al., 2007), todo indica que es Gerda
quien trabaja con la Rolleiflex mientras Capa utiliza la Leica.
Él, por entonces, ya posee años de experiencia con la cámara, pero ella
apenas lleva algunas semanas tomando fotografías, ningunas aún de acción,
por lo que no puede darse por concluida su formación práctica. Luego, su
impericia técnica daría respuesta a la suma de irregularidades que presentan
la mayoría de fotografías cuadradas de la serie; también a la curiosa
composición de esta imagen, donde solo un descuido o una duda fugaz en el
instante de la toma podría justificar la presencia del miliciano del primer
término. A todo ello, además, debe sumarse el uso del formato medio en este
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contexto,
El formato de la cámara juega un papel determinante en la expresión del tema.
Las cámaras de medio formato, por las dimensiones de su negativo 6x6 cm y
visor de cintura, tienden a las composiciones estáticas precisamente por esta
simetría. Resulta más difícil el cálculo de las proporciones. No es el formato
idóneo para las fotografías de acción. (Cartier-Bresson, 2014, p. 26).
Efectivamente, los resultados fotográficos de Taro con el formato medio son
otros en aquellos escenarios donde los referentes se encuentran en reposo, y
de nuevo puede servir como ejemplo gráfico la imagen cuadrada de la pareja
de milicianos en Barcelona, donde el tema permite la recreación fotográfica
(F7). Para las fotografías de acción, sin embargo, el visor de cintura de la
Rolleiflex y la inversión de los lados en la imagen proyectada suponen un
obstáculo frente a la ventaja de inmediatez que ofrece la cámara Leica, que
además no requiere apartar la vista de la realidad para ser utilizada.
Finalmente, cinco copias con el mismo fondo y diferentes protagonistas que
parecen víctimas de un disparo, entre ellas Muerte de un miliciano, cierran la
serie.
5. ¿A quién pertenece una fotografía? ¿A quien la piensa, a quien
la toma, a quien la da a conocer…?
Según todo, resulta fundamental tener en cuenta el contexto de realización
de la célebre instantánea, ya que en él se despliega toda una logística basada
en una metodología de trabajo común que persigue un claro objetivo: lograr
imágenes de impacto que sean consideradas de interés por las publicaciones
periódicas y así, de un lado, alcanzar conjuntamente un lugar en la profesión,
y de otro, propagar la tragedia del pueblo español más allá de sus fronteras y,
con ello, conseguir sensibilizar a las masas con la causa republicana. Por
tanto, cabe considerar que en el caso de la secuencia de los milicianos, y a
diferencia del retrato de Capa, sí se trata de imágenes realizadas para la
prensa, donde los directores gráficos de las publicaciones toman decisiones
Lorna Arroyo, La (po)ética del instante: testimonios, mitos e ironías del fotoperiodismo (1936-1939)
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determinantes sobre las imágenes que acompañarán a los titulares. Al
respecto, el legendario editor gráfico John Morris comenta:
No me hizo falta pasar mucho tiempo en Life para aceptar los hechos: nuestro
oficio tiene que ver tanto con el entretenimiento como con el periodismo. Los
fotógrafos trabajaban a partir de “guiones” y los reportajes eran “actos” […]
Quizá las decisiones que tomábamos podían juzgarse poco éticas, pero los
plazos no entendían de moral […] la revista tenía que vender. Importaba, y
mucho que las imágenes tuvieran “impacto”. (Morris, 2013, pp. 40-41).
Este aspecto no era precisamente ignorado por Gerda debido a su paso por
Alliance Photo. De hecho, los fotógrafos habian viajado hasta Córdoba en
busca de imágenes de acción (Whelan, 2003). Anteriormente, en la misma
búsqueda, habían intentado acceder a Madrid por una ruta que los
contactara con el frente, pero a partir de Lérida las conductas anarquistas y
del POUM, que controlaban de forma autónoma cada localidad, impidieron
su acceso. En Santa Eulalia, y contra lo esperado, la situación también era
estable
15
, del mismo modo que en Zaragoza y Huesca. En Madrid, siguiente
parada a finales de agosto de 1936, Capa y Taro fotografíaron las labores de
protección de la ciudad, la instrucción en el curso de tiro de las milicias, la
organización de las compañías y la distribución de equipos y armamento
para la acción bélica
16
, es decir, todos ellos temas o bien ya documentados o
de menor interés informativo para las publicaciones. Por tanto, su porfolio
todavía no contenía las fotografías impactantes que pretendían obtener,
pues, según explica Gerda al alemán Georg Kuritzkes en una carta datada el
30 de agosto de 1936, su inminente retorno a París exigía una primera
entrega del material de España a los editores y este debía ser “excepcional”
(citado en Schaber, 2006, p. 161). Días espués de la fecha de esta carta los
fotógrafos alcanzaron la provincia de Córdoba, donde finalmente lograron su
objetivo con el impacto que causó la publicación de Muerte de un miliciano
15
En este contexto en calma los milicianos escenificaron para los fotógrafos el devenir de una batalla
(Whelan, 2007) que dio lugar a una serie muy similar de imágenes pero de menor impacto visual.
Cuaderno de Robert Capa (ICP), negativos 276-297.
16
Cuaderno nº1 (ANP).
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en la revista Vu, cuyo gran éxito había sido hacer suya la afirmación: “Solo
subsiste la verdad, la verdad brutal de los acontecimientos fotográficos”
(citado en Maspero, 2010, p. 93).
Este lema nace de la ilusión de que una fotografía da, necesariamente, una
imagen real de un hecho. Pero todo en esta secuencia señala hacia su
escenificación. Las pruebas que aportan algunos estudios centrados en el
análisis pormenorizado de la célebre instantánea también parecen
concluyentes al respecto (Doménech, 2005; Susperregui, 2016). La versión
oficial, que siempre ha defendido lo contrario (Whelan, 2003), sí ha
admitido, sin embargo, la escenificación de otras series previas y posteriores
a la examinada, como la de Santa Eulalia o la ocupación simulada de La
Granjuela
17
.
Respecto a la última, resulta especialmente interesante un testimonio gráfico
de la época porque narra, a modo de crítica ilustrada, la metodologia del
tándem ante este tipo de situaciones. Se trata de un dibujo de Hans Quaek
publicado en un volumen conmemorativo del batallón Chapaiev que
representa una escenificación prorrepublicana del batallón de la 13ª Brigada
Internacional para las cámaras de los fotógrafos. El centro del dibujo lo
ocupa una caricatura de Gerda cuyo tamaño supera a la del resto de
personajes, quizá por su calidad de directora de la escena, según reza el texto.
A su alrededor se organizan grupos de soldados que ríen y se acicalan para
las cámaras, una de ellas conducida por un sujeto que señala a Capa filmando
con la Eyemo. Finalmente, en la esquina superior izquierda aparece un
personaje con un megáfono que grita: ¡Cuidado! ¡Están filmando! (F9).
17
Cuando Taro y Capa llegaron a La Granjuela, Córdoba, a finales de junio de 1937 los combates ya
habían finalizado, y organizaron un simulacro para filmarloy fotografiarlo (Whelan, 2003). Las
fotografías aparecieron publicadas como un hecho veraz en el periódico Ce Soir el 14 de julio de 1937.
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F9. Dibujo de Hans Quaeck [sin título], 1938 (reproducido en Schaber, et al., 2007, p. 27).
Este relato visual coincide con el escrito de Alfred Kantorowicz, oficial de las
Brigadas Internacionales, en su diario de guerra,
Gerda está rodeada de figuras masculinas que observan la cámara fotográfica
con entusiasmo, y en general presumen ante la visita femenina calificada
como “La estrella del espectáculo: La directora”. A continuación, el batallón
reconstruyó para la cámara de Capa la toma del pueblo de La Granjuela
acaecida tres meses antes. (citado en Schaber, et al., 2007, p. 27).
Ambos testimonios no dejan lugar a dudas acerca de esta escenificación. Pero
lo interesante del caso es, como en la secuencia de Muerte de un miliciano, el
reparto de tareas que se describe a tenor de los objetivos establecidos por los
fotógrafos.
La correcta exposición de la célebre instantánea revela que su ligero
desenfoque no responde a un fallo técnico sino a un efecto
intencionadamente logrado. Su precisión técnica prueba la pericia del
fotógrafo con los elementos que participan en la construcción de la imagen,
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desde la destreza con la cámara a la claridad de conceptos técnicos y
compositivos. Luego, todo señala a Capa con la Leica
18
como autor empírico
de la misma. Sin embargo, en el momento de su captura, esta atribución se
presenta como un asunto de interés secundario para el tándem, todo en
conformidad con la metodología práctica aplicada con base en alcanzar el
objetivo común de obtener un material cuya entrega a las firmas editoriales
se realizaba conjuntamente y bajo un pseudónimo también de uso
compartido. Por tanto, frente a la singularización de las imágenes, en estos
momentos prevalencen otros intereses que requieren estrategias concretas de
actuación, aunando esfuerzos y recursos, dadas las condiciones reales de las
que parten los jóvenes corresponsales gráficos al inicio de sus carreras. Capa
aporta mayor dominio técnico, Taro su visión más práctica y moderna de lo
que debería ser un reportaje. Y ambos, que ya han sido víctimas del fascismo
en sus naciones de origen, trabajan precisamente en España para difundir un
mensaje muy concreto por la prensa de una época en la que las masas todavía
no se cuestionan el poder de la imagen como elemento de propaganda. Al
margen de todo lo expuesto, difícilmente puede explicarse el interés, sentido
original e impacto de la fotografía Muerte de un miliciano en el año 1936.
Su trascendencia, sin embargo, está más relacionada con los usos posteriores
de esta imagen, casi siempre mostrada aislada en sus múltiples contextos de
acogida. Porque hicieron falta más de 70 años para que esta fotografía se
mostrara integrada en la serie que la contextualiza, o lo que es lo mismo,
nunca hasta 2007 se habían mostrado las fotografías de Taro junto a las de
Capa sobre el tema de España en un espacio expositivo común. Bien es cierto
que la obra de ambos ya había servido para armar otros proyectos centrados
18
J.M. Susperregui (2016) defiende que la fotografía se realizó con la cámara Rolleiflex basándose,
entre otros, en la forma cuadrangular de la imagen publicada en Life el 12 de julio de 1937. Sin
embargo, nada indica que los fotógrafos se intercambiaran las máquinas; tampoco aparece en ninguna
de las copias examinadas de Muerte de un miliciano la característica franja oscurecida en el margen
derecho del cuadro que suele afectar a las fotografías cuadradas del conjunto de la obra (F6). Esta
marca, al afectar a un amplio conjunto de imágenes sobre diferentes temas (Arroyo, 2010), señalaría
hacía alguna irregularidad en el chasis de la Rolleiflex y, por tanto, debería aparecer en alguna copia de
la célebre instantánea de haberse realizado con un negativo 6x6. En cualquier caso, este asunto del
formato solo podría resolverse sin margen de error con el examen del negativo original y, como es bien
sabido, permanece desaparecido o nunca se ha dado a conocer.
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152
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en la guerra española, como el libro Death in the making (Capa, 1938) o la
novela Por quién doblan las campanas (Hemingway, 1968), pero en ningún
caso se incluyeron referencias a Taro como autora de sus imágenes. El
primero, con fotografías de ambos, lo firmaba Capa en lo que parece un
tributo a su compañera ya fallecida. Y el segundo, con fotografías de ambos
bajo la firma Capa-Pix, se publicó cuando el fotógrafo ya había muerto en el
frente de Vietnam, en 1954, y Cornell Capa gestionaba el fondo de su
hermano; también el de Taro, que no fue reclamado debido al exterminio
íntegro de su familia en Auschwitz.
5.1. Preservación de la obra y gestión de la memoria
Desde 1974 este conjunto de obra ha permanecido en el ICP, fundado por
Cornell Capa para preservar la memoria de su hermano, pero hasta otoño de
2007 no tuvo lugar la muestra pionera This is war!, esto es, precisamente
cuando la sede neoyorkina recuperaba de México los negativos inéditos de la
Guerra Civil española pertenecientes a Capa, Taro y “Chim” tras más de 12
años de negociaciones entre el ICP y el ciudadano mexicano Benjamin
Tarver
19
, quien los heredó del general Francisco Agilar González, embajador
de México en el Gobierno de Vichy entre 1941 y 1942 (Petit, 2010). Por tanto,
no fue el descubrimiento de los negativos sino su recuperación por parte de
la sede neoyorkina lo que activó la noticia del hallazgo
20
, noticia que daba la
vuelta al mundo mientras tenía lugar esta primera gran retrospectiva
intinerante
21
, algo que muy seguramente influyó en la audiencia de esta
muestra
22
, que incluyó dos de las imágenes redescubiertas en México como
19
Al parecer, Tarver, muy consciente del valor del material, sentía gran responsabilidad de hacer con él
lo correcto. Se planteó devolverlo a España; también depositarlo en un archivo mexicano hasta que
finalmente lo entregó en 2007 al ICP. Conversaciones de la autora con el periodista Juan Villoro,
presente en las negociaciones entre Benjamin Tarver y la emisaria del ICP Trisha Ziff. Madrid, 8 de
octubre de 2009.
20
Esta noticia se dio a conocer en el Periódico de Cataluña y The New York Times el 27 de enero de
2008.
21
La muestra This is war! inició su recorrido en el ICP, Nueva York, el 27 de septiembre de 2007 y
durante 2008, 2009 y 2010 recorrió diversos museos de las principales capitales de Europa, entre
ellos, el Art Barbican de Londres y el Museo Nacional dÁrt de Catalunya (MNAC).
22
Según fuentes del MNAC a Europa Press el 7 agosto de 2009, sólo en Barcelona recaudó
alrededor de 52.000 visitas durante el mes de agosto de 2009.
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avance de la siguiente gran exposición sobre el material de lo que se dio a
llamar La maleta mexicana: tres cajas con la obra de los tres fotógrafos que
también dieron lugar a dos volúmenes de obra y un largometraje documental
con el mismo nombre
23
.
F10. Un visitante a la exposición This is war!(MNAC) observa diversos productos a la venta
con reproducciones de algunas fotografias de la muestra, entre ellas, el retrato de Capa
publicado en Picture Post.
Toda muestra de fotografías históricas restituye un fragmento del pasado,
pero también es, ante todo, una forma de escritura visual que responde a
determinadas estrategias narrativas de una época muy diferente a la que
registraron las imágenes (Riego, 2016). En este caso, unas fotografías de la
Guerra Civil española entendidas como herramientas ideológicas de un
momento histórico del siglo XX dialogaban con el espectador de una nueva
cultura, algo que muy seguramente tuvo en cuenta el proyecto de difusión
narrativo en el que estas fotografías, no solo convertidas en una importante
industria editorial, transformaban el pasado en objetos de consumo (F10).
Todo con base en un star system de fotoperiodistas liderado por Robert
Capa, una figura capaz de publicitar cualquier proyecto o producto con su
propia popularidad.
Pero en este archivo, originalmente, las fotografías eran unidades en el que el
nombre de los fotógrafos se había suprimido en beneficio de un único
mensaje sobre la guerra española. No solo lo prueba la metodología práctica
23
La maleta mexicana (The mexican suitcase, Trisha Ziff, 2011).
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del tándem sino, además, la clasificación de la obra que sumó las
fotografías de “Chim” por temas y no autores, y su distribución en
diferentes lugares cuando hubo que salvaguardarla de su pérdida o
destrucción.
El mapa que ilustra el caso ubica la mayor parte de los negativos de los tres
fotógrafos en Estados Unidos y México: la primera partida llegó en 1939 en el
equipaje de Capa quien siempre defendió el valor de los negativos
cuando huyó de París a Nueva York mientras dejaba al buen recaudo de Csiki
Weisz, su laboratorista, 127 rollos de 24x36 que acabaron en una oficina
diplomática en Francia y más tarde en manos del particular Bejamin Tarver
en México. Mientras, en el estudio parisino quedaban las libretas con las
hojas de contactos, recuperadas al término de la Segunda Guerra Mundial
por la policía francesa y depositadas en los Archivos Nacionales de París,
donde hoy se encuentran la gran mayoría. Finalmente, alrededor de la
década de los años ochenta aparecieron otros dos conjuntos de obra en la
cancillería española y en la sede del Partido Comunista Español,
respectivamente, ambos en similares circunstancias: con las fotografías
entremezcladas, sin referencias a cada autor y entregadas en maletas y sobres
por gente anónima.
Sin duda, el caso más mediático ha sido el de la maleta mexicana, nombre
que hace referencia a los negativos recuperados en México y clasificados
inicialmente por Csiki Weisz, como prueba su caligrafía en las tres cajas con
un índice temático debajo de las tapas. Según Philip Block, director de la
escuela fotográfica del ICP, este conjunto de obra pudo salvarse para “dar
forma a un proyecto específico” (Villoro, 2008, p. 57). Sin embargo, esta
teoría puede cuestionarse de acuerdo con las idénticas circunstancias en las
que aparecieron los conjuntos de obra paralelos en Francia, Suecia y España.
En el caso frances (ANP), las copias índice también aparecieron ordenadas
por temas, sin referencias a cada autor y con anotaciones de Weisz en los 8
cuadernos. Según la dirección del organismo, la colección ingresó en el
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archivo en 1952 proveniente del Ministerio del Interior francés
24
. Cuando en
1987 el investigador español Carlos Serrano descubrió este material reveló
que los negativos base de estos contactos se encontraban “desaparecidos”
(1987, p. 25), de ahí precisamente el gran valor de estas pequeñas copias.
Al acceder a este conjunto de copias índice y tras examinar la obra hallada en
México comprobamos, efectivamente, que parte del material de París eran
copias por contacto de los negativos inéditos. Pero hicieron falta varios años
y diferentes visitas a la sede francesa para poder acceder a este material,
pues, desde el punto de vista institucional, según Cornell Capa los archivos
de su hermano le pertenecían, y una sentencia judicial por los derechos de
estas imágenes de la guerra de España había impedido durante años su
consulta. Los resultados comparativos de estas muestras ubicadas en París y
México desmienten, por tanto, las informaciones ofrecidas en prensa
respecto a los negativos redescubiertos en 2007, ya que, según lo indicado, la
maleta mexicana no “escondía restos de la Guerra Civil española
desconocidos hasta ahora” (Petit, 2010, p. 44), sino, más bien, la misma
información gráfica en un soporte fotográfico diferente (F11).
Csiki Weisz murió en 2006
sin llegar a saber que los
negativos que había recibido
desde España y
salvaguardado de la amenaza
nacionalsocialista en Francia
se encontraban, como él, en
México por cuestiones
políticas
25
. A propósito de la
gran muestra organizada a
partir de este material, llamada La maleta mexicana, Gabriel Weisz, hijo de
Csiki y la artista Leonora Carrington, comentaba:
24
Concretamente de la sección de vigilancia de los extranjeros. Conversaciones de la autora con
Isabelle Neuschwander, directora del archivo, París, 5 de mayo de 2008.
25
Conversaciones de la autora con Trisha Ziff, Brunete, 6 de mayo de 2010.
F11. Negativo inédito recuperado en México en 2007
(izquierda) y copia por contacto nº 23 del cuaderno
nº7, Archivos Nacionales de París (derecha).
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Esto viene a ser como una secuela del relato típico que recupera la figura del
héroe, del gran artista. Lo cierto es que hubo muchos más fotógrafos que
trabajaron en la Guerra Civil española. Y las cosas no se hacen para construir
un gran héroe, algo a lo que mi padre nunca quiso contribuir. Su presencia
junto a Capa fue fruto de un compromiso político (…) No hay un gran enigma
en todo esto. Simplemente se trata de personas que guardan cosas de otros
(citado en Petit, 2010, p. 49).
Esta teoría sí encaja teniendo en cuenta las idénticas circunstancias en las
que aprarecieron los otros dos conjuntos de obra en Suecia y España. La
primera recuperación tuvo lugar en marzo de 1979, cuando el gobierno sueco
entregó a la cancillería española, procedente del consulado de Vichy, una
maleta con documentos de Juan Negrín y 97 fotografías no identificadas pero
atribuibles a Robert Capa (Whelan, 2003). Y la segunda, mediante una
entrega anónima a la sede del Archivo Histórico del PCE durante el periodo
de dirección de Domingo Malagón, en los años 80, de un conjunto de
negativos sin rastro del autor junto a una serie de ampliaciones de época con
la caligrafía de Weisz y el tampón “Photo Taro”en el reverso de algunas
copias
26
. Una vez más, de los mensajeros que entregaron estas partidas solo
se sabe que se trataba de personas anónimas comprometidas con la
República española
27
.
6. Conclusiones
La imagen del reportero gráfico como héroe moderno nació con un retrato de
Robert Capa publicado en la revista británica Picture Post durante la Guerra
Civil española, donde el fotógrafo también realizó El miliciano muerto, su
imagen más universal. Estas dos fotografías comparten aspectos comunes:
ambas ocupan un lugar de honor en la fijación de la memoria, las dos
26
Material examinado para esta investigación.
27
En el caso español, concretamente, del mensajero únicamente se sabe que fue un antiguo militante
del PCE. Entrevista de la autora con Victoria Ramos, directora del AHPCE, Madrid el 14 de mayo de
2008.
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ensalzan símbolos de héroes humanos que arraigan en el mito, ninguna
conserva el negativo y en los dos casos la participación de la fotógrafa Gerda
Taro resutó fundamental.
En la primera de ellas, realizada por Taro en mayo de 1937, Capa posa de
perfil con una cámara cinematográfica Eyemo 35 mm, homóloga en
prestaciones a la Leica. La fotógrafa no había creado es escenario moral del
retratado, sin embargo, su fotografía se presenta como anticipadora de la
realidad del sujeto que encarnará el mito del reportero de guerra, cuya
imagen se ha construido a partir de este retrato en el que Capa, desafiante,
mira a través de una cámara que en el contexto de una guerra posee
especialmente estatuto de arma. Paralelamente, El miliciano muerto formó
parte de un proyecto común donde sobre los logros individuales y la
singularización de las imágenes prevalencían otros intereses. La secuencia
que integra a la célebre instantánea demuestra que Capa y Taro trabajaron
juntos aquel día, el mosaico también actúa como cuaderno de bocetos, la
prueba y el error, el camino hacia la foto ideal. Luego, aunque sólo uno
realizó el laureado disparo, la serie evidencia la puesta en práctica de toda
una logística para alcanzar objetivos comunes.
La bibliografía general no abunda en los estudios comparados de las
fotografías de estos autores ni por soportes distintos, algo que en este
conjunto de obra sobre el tema español resulta fundamental, ya que en este
archivo, iniciamente, las fotografías eran unidades en el que el nombre de los
fotógrafos se había suprimido en beneficio de un único testimonio sobre la
guerra española. No solo lo prueba la metodología práctica del tándem sino,
además, la clasificación de la obra, que sumó las fotografías de David Szymin
“Chim”, y su distribución en diferentes soportes y ciudades cuando hubo que
salvaguardarla de su pérdida o destrucción.
Esta obra fraccionada, descubierta en distintas épocas y lugares Francia,
España, Suecia y México comparte el mismo sistema de ordenación y
circunstancias de recuperación: con las fotografías entremezcladas, sin
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referencias a cada autor y entregadas por gente anónima en maletas, sobres,
cuadernos o cajas. En todos los casos, y sin excepción, las fotografías de
Capa, Taro y “Chim” aparecieron ordenadas por temas y no autores, lo que
indica que prevalecía la intención original de preservar un testimonio o
memoria gráfica de la Guerra Civil española sobre la obra de individuales.
Una obra que en el caso de Robert Capa el tiempo y sus usos han logrado
convertir en fotos de artista.
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Cómo citar: Arroyo, L. (2016). “La (po) ética del instante: testimonios,
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científica de cine y fotografía, 13, pp. 125-158. Disponible:
http://www.revistafotocinema.com/