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Blancos y pintados: Historia de un cántaro con oro, hallado y perdido en Valdivia en 1749
Fecha recepción 28-05-2019
Fecha aceptación 17-05-2020
ARTÍCULO
* Proyecto FONDECYT 1171735.
** Escuela de Arqueología, Universidad Austral de Chile, Sede
Puerto Montt. E-mail: ladan@uach.cl https://orcid.org/0000-0002-
4486-6338
*** Escuela de Arqueología, Universidad Austral de Chile, Sede Puerto
Montt. E-mail: simon.urbina.a@uach.cl http://orcid.org/0000-0003-
0825-2790
**** Instituto de Estética, CIIR, Centro de Estudios Interculturales
Indígenas, Ponticia Universidad Católica de Chile, Av. J. Guzmán
3.300. E-mail: malvarap@uc.cl https://orcid.org/0000-0003-3308-0134
***** Departamento de Antropología, Universidad Alberto Hurtado. E-mail:
lcornejo@uahurtado.cl https://orcid.org/0000-0002-1348-2331
Revista Austral de Ciencias Sociales 39: 49-74, 2020
DOI: 10.4206/rev.austral.cienc.soc.2020.n39-03
Blancos y pintados:
Historia de un cántaro
con oro, hallado y perdido
en Valdivia en 1749*
White and Painted: The
History of a Ceramic Jar
with Gold, Founded and
Lost in Valdivia in 1749
Leonor Adán A. **
Simón UrbinA A. ***
mArgAritA ALvArAdo P. ****
LUiS Cornejo b.*****
Resumen
Se analiza el juicio sobre el hallazgo de un
cántaro de oro ocurrido en Valdivia a mediados
del siglo XVIII. Mediante la integración de
fuentes históricas y arqueológicas vinculadas
a este caso, se discute la conguración del
asentamiento a pocos años de la promulgación
de las nuevas Ordenanzas Políticas y
Económicas de 1741, abordando la relación
de la plaza y presidio con el caserío y la región
circundante. El proceso permite identicar
un conjunto de actores que señalan formas
de interacción, asociadas a la circulación e
intercambio de bienes e información tanto en la
jurisdicción de Valdivia, como en la gobernación
de Chile.
El trabajo concluye contextualizando aspectos
históricos y arqueológicos del asentamiento y
su población, así como el rol dinamizador de la
cultura material en un enclave colonial ubicado
en una de las fronteras del imperio español
en América. Se destaca el papel articulador
que juegan objetos claves -cerámica, textiles
y oro- en dinámicas socioculturales plurales e
interdependientes en términos identitarios.
Palabras clave: Cerámica, oro, Valdivia,
interculturalidad, siglo XVIII.
Abstract
This article analyses the trial of the discovery
of a ceramic jug with gold that occurred in
Valdivia in the mid-eighteenth century. Through
the integration of historical and archaeological
sources linked to this case, we discuss the
conguration of the settlement a few years after
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the dictation of the new Political and Economic
Ordinances of 1741, pointing out the relations
between the plaza and presidio with surrounding
neighborhoods and the hinterland. The set of
actors in the process allow identifying forms of
sociability associated with the circulation and
exchange of goods, people, and information
in the jurisdiction of Valdivia as well as in the
government of Chile.
The paper points out crucial historical and
archaeological aspects of the colonial settlement
and its population as well as the agency role of
material culture in a colonial enclave located
in one of the borders of the Spanish Empire in
America. Valuable objects like ceramic, textiles,
and gold, participate decisively in a plural and
interdependent sociocultural dynamic in identity
formation processes.
Key words: Pottery, Gold, Valdivia,
Interculturality, Eighteen Century.
1. Introducción
A mediados del siglo XVIII se habían sucedido
en la plaza y presidio de Valdivia1 dos casos
de hallazgos de oro bien bullados, que hicieron
1 En este trabajo usamos la denominación “plaza y presidio” para
referirnos al estatus jurídico de la ciudad de Valdivia a partir de
la refundación en 1645-1647. “Plaza” se denominaba a algún
lugar forticado de uso defensivo. “Presidio” reere al fuerte y a
al cuerpo de soldados que se alojaba en él para su manutención
y defensa (RAE Autoridades 1737, Tomo V: 366-295). Junto con
este término, utilizamos también el de “cuartel”, para referir al
espacio arquitectónico de la “plaza murada o amurallada”. Los
estudios arqueológicos y urbanísticos indican que este recinto
poseía una supercie que osciló entre 2 y 3 hectáreas entre
mediados del siglo XVII y nes del XVIII; se ubicaba en el centro
del Área Fundacional de Valdivia, dentro de la cual se instalaron
los edicios militares, administrativos y eclesiásticos entre 1647 y
1798 (Guarda 1990, 2001; Urbina et al. 2016: 322-323; Urbina y
Chamorro 2016: 512; Urbina et al. 2017: 56-57).
a la población buscar en muchos lugares el
precioso metal, señal del pasado glorioso de la
ciudad que imaginaban valdivianas y valdivianos
(Guarda 1993: 91; Martínez de Bernabé 2008
[1782]: 86).
En este trabajo nos enfocamos en uno de estos
casos: el descubrimiento fortuito hecho por el
soldado Pedro Escalante en 1749, poniendo
énfasis en la historia social y cotidiana que
devela el suceso, la dinámica del asentamiento
y las formas que tomaba la interacción cultural
en la vida de poblaciones indígenas e hispanas
de Valdivia y sus inmediaciones. Los sucesos
y opiniones que relata el proceso describen
expresiones signicativas de la cultura
material y los asentamientos de la época, lo
cual nos permite integrar fuentes históricas y
arqueológicas para dar cuenta de aspectos del
contexto social y cultural de la plaza y presidio,
apenas unas décadas antes de la demolición de
su estacada y la extensión de su campo.
2. Diálogos entre arqueología e historia
Diversos referentes provenientes de la
antropología, la historia y la arqueología nutren el
presente estudio, en el cual buscamos un diálogo
entre diferentes fuentes que nos acerquen al
contexto histórico y cultural de las poblaciones
que habitaron Valdivia y su jurisdicción en los
siglos coloniales (Castro y Adán 2001). Como
han desarrollado diferentes investigaciones
sobre el período colonial y las relaciones
entre poblaciones originales e hispanas que
instalaban un nuevo orden social en territorio
mapuche (p. ej. Dillehay 2011; Boccara 2007),
la denominada antropología histórica (Burke
1987: 3-7, 2007) ha abierto un fértil espacio de
encuentro para la comprensión de la interacción
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Blancos y pintados: Historia de un cántaro con oro, hallado y perdido en Valdivia en 1749
social, las emergencias étnicas, los vínculos con
paisajes y memorias de los antepasados.
Nuestra aproximación al caso estudiado busca
aportar a la comprensión de las relaciones
sociales que se desarrollaron en un asentamiento
urbano del entonces Reino o Capitanía General
de Chile. Éstos y otros tipos de asentamientos han
sido caracterizados, de acuerdo a la pluralidad
de enfoques teóricos empleados, como
espacios culturales fronterizos, interétnicos
o interculturales, híbridos o mestizos (Cfr.
Villalobos 1982, Foerster y Vergara 1996, Urbina
2009). Bajo nuestra perspectiva, el análisis de
este proceso en profundidad y densamente,
al decir del clásico trabajo de Geertz (2000),
habilita una comprensión más compleja de la
vida cotidiana de los vecinos y residentes de
Valdivia. La perspectiva de la microhistoria es
un referente obligado que nos permite abordar
el ciclo de vida de un individuo, iluminando un
conjunto de procesos del asentamiento y sus
relaciones a diferentes escalas (Ginzburg 2001).
Las fuentes documentales y arqueológicas que
hemos utilizado en este estudio -principalmente
el expediente del juicio que analizamos más
adelante, en forma complementaria información
urbanística de Valdivia2 y los datos sobre la
cerámica arqueológica3 de la región-, nos
permiten abordar el estudio de las relaciones
y dinámicas de interculturalidad, atendiendo
a la diversidad de los actores sociales, ya
no tan sólo como dos agregados sociales
monolíticos y antagónicos, -españoles e
2 Ver referencias citadas al nal de nota a pie n°1.
3 Remitimos al lector a las publicaciones síntesis que analizan el
comportamiento de la cerámica arqueológica en distintos sitios,
su distribución y cronología (Adán 2014: 108-118; Adán et al.
2005, 2016, 2018, 2020; Urbina y Adán 2018). Estos trabajos son
citados cuando corresponde a lo largo del texto.
indígenas- (Voss 2012a: 15). A su vez nos
acercan al desenvolvimiento de la vida cotidiana
en la que tienen lugar dinámicas políticas y
económicas (Lightfoot et al. 1998). En este
sentido, compartimos observaciones hechas
por Boccara acerca del papel de la antropología
histórica y su desafío de no “silenciar la historia”,
ni “torturar el pasado” asentando una práctica
sobre “unas bases realmente interculturales”
(Boccara 2013: 525).
Por otra parte, el escenario que describe el
caso del cántaro del oro, remite a aquellos
enfoques que han enfatizado el rol activo de
la cultura material, como también de otros
diversos agentes no humanos que interactúan
en los procesos sociales (Hodder 1994, 2012,
Knappett y Malafouris 2008). Como podremos
ver, la relevancia y dinamismo de ciertos
objetos, así como la presencia inmanente
y potencia simbólica de ciertos espacios y
paisajes, participan del proceso analizado y de
la dinámica histórica que dene la medianía del
siglo XVIII en la plaza y presidio de Valdivia.
3. Valdivia a mediados del siglo XVIII
En 1749 la ciudad de Valdivia -fundada
primeramente en 1552, abandonada en 1603
y refundada como “Plaza Fuerte” en 1647-,
contaba con cerca de 100 años de vida como
plaza y presidio (Guarda 1990, 1993, 2001).
Su existencia se encontraba estrechamente
relacionada con el funcionamiento de las
forticaciones de la bahía de Corral y el castillo
interior del río Cruces (Figura 1).
En su condición de plaza murada -una de las
modalidades de forticación abaluartada-, sus
habitantes se conformaban principalmente por
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la guarnición militar, parte del ejército pagado
que se instalará desde comienzos del siglo
XVII, junto a reos o desterrados, hombres
retirados de sus funciones por delitos u otras
acusaciones (Ávila Martel 1959: 59). A éstos se
agregaban sus familias y poblaciones nativas,
avecindadas en las proximidades o en la misma
inmediación de los asentamientos forticados.
Los religiosos, aunque pocos, constituían
actores signicativos en la intermediación con
las poblaciones locales, además de ser agentes
activos en la expansión territorial de la plaza
(Guarda 1973: 19-26).
Figura 1. Localización de Valdivia y sitios
arqueológicos registrados en la región.
Fuente: elaboración propia.
Para el siglo XVIII, época de las transformaciones
borbónicas, Garavaglia y Marchena (2005) han
destacado el papel preponderante que jugaron
las dinámicas de tensión entre el orden colonial
y la reforma del sistema imperial, contexto en
el cual las élites locales aprovecharon aquellos
elementos que interesaban a sus nes, como
su distanciamiento de la metrópoli. Uno de
los fenómenos relevantes en América fue el
fortalecimiento de los proyectos defensivos cuyo
mantenimiento en la zona “representó una sangría
económica para la región andina imposible de
sostener” (Garavaglia y Marchena 2005: 60; Jara
2011: 223-230). Como queda atestiguado en una
decena de sitios arqueológicos, forticaciones
y monumentos aún visibles en supercie,
Valdivia y su jurisdicción fueron escenario de
un conjunto de proyectos y obras públicas
de relevancia, en los cuales se evidencia la
respuesta a requerimientos imperiales como el
interés del gobierno local y su administración
militar (Gascón 1998; Urbina, 2014).
En 1737, la dinámica de las obras públicas se
intensica producto del gran terremoto que
hace necesario el mejoramiento de los muros
defensivos del cuartel. En la década de los 50 se
inicia la exploración hacia “los llanos” por la ruta
Futa-Tenguelén, seguida del traslado de la plaza
desde Valdivia a Mancera, cuyas evidencias
arqueológicas constan en la plaza y casa del
gobernador subsistentes (Urbina y Adán 2014:
48), la construcción de las fábricas reales de
teja y ladrillo y la reestructuración del sistema
defensivo entre 1761 y 1774, implicando un
costo signicativo para las Cajas de Lima (Jara
2011: 225).
Junto con el programa de fortalecimiento
defensivo, Valdivia participa del proceso de
desarrollo urbano del reino iniciado por las
disposiciones de 1703, la instalación de la
Junta de Poblaciones en 1717, donde es clave
la gura de Manso de Velasco en el proceso
de repoblación e instalación de villas (Guarda
1968). La anexión de Valdivia a la Capitanía
General de Chile en lo político y jurídico ocurría
en 1740, manteniéndose el nombramiento de
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su gobernador como prerrogativa del rey y su
dependencia económica del Virreinato del Perú,
desde donde se enviaba el real situado.
Al mismo tiempo se promulgan las Ordenanzas
Políticas y Económicas de la Plaza de Valdivia
(RChHG 1928; Guarda 2001: 178, 275), donde
se instruye el “restablecimiento de la antigua
ciudad de Valdivia”, para evitar los abusos y
desordenes experimentados ya que “divididos
con el orden de república, los dos estados,
político y militar, cesarían las extorsiones a que
hasta aquí han estado sujetos los habitadores,
sin arbitrio de solicitar sus propios intereses, se
aumentaría el vecindario y comercio” (RChHG
1928: 376-377). Entre el conjunto de materias
urbanas que tratan estas Ordenanzas, se
atiende a la falta de vecindario y de caudales
para conducir pobladores, la necesidad de dar
mayor amplitud a la plaza y de distribuir sitios
para los que quisieran avecindarse. El mismo
documento constata ya la existencia de hasta
61 casas de ociales y milicianos con sus
“familias y huertas”.
En el plano social, los estudios disponibles
han abordado primordialmente la sociedad
hispana e hispano criolla y sus características
como sociedad militar (Guarda 1979). Desde su
refundación, se instala un batallón jo, orientado
principalmente a la defensa del enemigo
exterior, pero con signicativas actuaciones
hacia el denominado enemigo doméstico,
especialmente en el siglo XVIII. Inicialmente
contaba con siete compañías y a partir del
Reglamento de 1742, emitido por el presidente
Manso de Velasco, con seis compañías de
infantería de 53 individuos cada una, otra de
Artillería con 25 integrantes y una de Pardos
con 52, a lo que se sumaba el estado mayor u
ociales de más alto rango (Guarda 1990: 284).
En cuanto a sus procedencias se establece
que para el período entre 1645 y 1820 cerca de
un 40% de sus pobladores fueron españoles,
otro 40% eran de origen americano, entre los
que dominaban los del virreinato peruano y
entre éstos los chilenos; otro 15% provenía
de diferentes países europeos. Una de las
características que destaca del conjunto
poblacional valdiviano es su alta movilidad ya
que un 73% de la población asistente en la plaza
lo hace en una modalidad de tránsito y sólo un
19,5% lo hará como población permanente
(Guarda 1979: 39-43). La matrícula del scal
José Perfecto de Salas en 1749 permite a Guarda
(1986) identicar cerca de un 27% de individuos
de rangos sociales superiores, -ociales,
clérigos, doctores, licenciados, portadores del
don o doña-; al menos un 21,8% de población
indígena y el porcentaje más grueso compuesto
de los soldados y sus familias, contando
entre éstos a los desterrados o gastadores.
Estos presidiarios se desempeñaban, según
un cuadro de distribución de 1773, en
obras de construcción y forticación, en las
embarcaciones, en las panaderías y trabajo de
la leña, como en la maestranza en labores de
manufactura de metales, carpintería, calafateo,
entre otras (Guarda 1990: 275).
Desde una perspectiva continental, la estrecha
dependencia del virreinato peruano, desde
donde dependió administrativa y militarmente
Valdivia hasta 1740, queda a partir de esta
fecha sólo supeditada en lo militar a éste. La
dependencia económica de las cajas de Lima
a través del real situado generó un escenario
económico complejo. En efecto, suele indicarse
que la mantención de las forticaciones fue
una verdadera sangría para el erario español,
pero también lo fue que diversos actores se
beneciaron del mismo. Así se observa en la
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instalación de los gobernadores que en un plazo
muy acotado desarrollaban lucrativos negocios
para benecio propio, cuestión reiterada
recurrentemente en los juicios de residencia del
período borbónico. Grupos de comerciantes de
Lima, vinculados con valdivianos, tenían en el
situado un importante movimiento económico
que les permitía su benecio a costa de los
recursos scales y la sobrevivencia de los
militares de la plaza.
Los antecedentes arqueológicos en las
forticaciones dan cuenta de la alta inversión de
trabajo y recursos en un conjunto de castillos
escasamente empleados y mayormente
disuasivos en su control del Pacíco (Adán et
al. 2020), así como del arribo de cerámicas
esmaltadas (mayólicas) provenientes del
virreinato y que están bien representadas
precisamente en los espacios ocupados por la
ocialidad o estado mayor, las forticaciones
principales del sistema defensivo, como la
propia ciudad de Valdivia (Adán et al. 2016;
Urbina y Adán 2018).
En el contexto regional, la preferente vocación
de Valdivia en el siglo XVII y especialmente en
el XVIII como “antemural del Pacíco” ha sido
discutida por las investigaciones arqueológicas
que establecen una ocupación extensiva de la
región, anterior a 1740, en la que teóricamente
se habría iniciado la exploración hacia las
tierras interiores con motivo de la expansión
religiosa asociada a la promulgación de las
nuevas ordenanzas políticas y militares y al
rol protagónico que comenzaban a jugar las
autoridades de la Capitanía General de Chile.
Sin duda, con lapsos e interrupciones, los
habitantes de Valdivia y Cruces, así como
la población indígena circundante, fueron
estrechando relaciones y construyendo un
entramado territorial con diferentes grados
de integración. La constitución de esta región
reconocía además diversas fronteras, dando
cuenta de la pluralidad cultural y de proyectos
políticos pugnando, tanto al interior de la
población indígena como entre éstos y los
valdivianos hispanos. Diferentes formas de
interacción y agentes mediadores fueron
congurando un territorio culturalmente
compartido, no exento de violencia ni ejercicios
asimétricos de poder. Cómo ha planteado Adán
y coautores (2020) la materialidad mueble e
inmueble del período colonial, por ejemplo, la
cerámica, constituye un indicador sensible para
evaluar la conguración de esta plaza periférica
del dominio imperial, donde, junto con los
cambios geopolíticos globales surgía una nueva
sociedad que transformó al conjunto de actores
involucrados en el proceso.
4. De la invención del cántaro de oro en
Valdivia
En el contexto histórico descrito analizaremos
el proceso judicial4 llevado por las autoridades
de Valdivia y la Capitanía General contra el
soldado Pedro Escalante en el año de 1749.
Escalante era un desterrado nacido en el Cuzco
en 1721, arribado a Valdivia el año 1737. Tomó
plaza dos años luego de su arribo y pasó a
formar parte de la VI Compañía al momento
4 Archivo Nacional, Capitanía General vol. 499, f. 88-133. La foja
inicial se titula con la frase que hemos encabezado esta sección
“De la Inbención…”, que empleamos para las citas a lo largo del
texto. Debe notarse que el término invención para 1734 tiene los
signicados de la acción de inventar, la misma cosa inventada,
como el de hallazgo (Diccionario de Autoridades). El documento
ha sido referido por Guarda (1993: 91) junto a otro hallazgo del
año 1744 realizado por el ayudante Juan Maldonado. En este
último caso se documentaría fehacientemente tratarse de piezas
quintadas (disponible en AN, CM I Serie 4707).
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Blancos y pintados: Historia de un cántaro con oro, hallado y perdido en Valdivia en 1749
de los sucesos que se ventilan en el proceso
(Guarda 1986: 21).
El proceso se origina luego que Escalante
encontrase en las inmediaciones de su casa
un cántaro repleto de oro que luego no puede
reubicar, lo cual da ocasión a la toma de un
conjunto de declaraciones de sus familiares
y otros conocedores de los hechos, así como
enojosas diligencias en el lugar del hallazgo
para la búsqueda de las evidencias (Tabla 1).
Debe indicarse que este caso se sumaba a otros
ocurridos en años previos y remitía directamente
al cumplimiento de órdenes reales como aquella
sistematizada en el libro 8 de la Recopilación
de Leyes de Indias referido al Quinto Real que
indicaba los derechos reales y los derechos del
“inventor” de los tesoros hallados5.
Tabla 1. Principales declarantes e intervinientes
en el juicio.
Fuente: elaborado a partir de AN, CG vol. 499.
5 Archivo Nacional, Capitanía General vol. 499, f. 133v.
El expediente señala que las pesquisas se
llevaron adelante entre los días 21 de mayo de
dicho año con unas últimas diligencias en Valdivia
el 14 de junio, con pronunciamientos nales
emitidos por el scal José Perfecto de Salas un
año después en Santiago el 19 de octubre de
1750. Entre estas fechas Escalante permaneció
encarcelado y las últimas indicaciones dirigidas
por el Dr. Salas al gobernador de Valdivia señalan
que dada la relevancia del suceso y que consta
la persistencia del detenido en haber hallado
el famoso cántaro, se continúe la inquisición y
pesquisa procediendo a
(…) una muy exquisita averiguación apremiando en caso
necesario a dicho Pedro Escalante, su mujer, suegra
y demás personas que resultasen cómplices (De la
Inbención, f. 133v).
No consta en el documento si el desgraciado
Escalante falleció luego de los sucesos, aunque
en las nóminas disponibles en la residencia al
gobernador Sáez de Bustamante (1755-1759),
no se encuentra mencionado6.
El proceso fue conducido por el sargento mayor
interino Miguel de Luque, también castellano
de Mancera, por mandato del gobernador a
la fecha, Francisco de Alvarado y Perales. Las
declaraciones se inician con las de la mujer
de Escalante, Petrona Ramos, quien señala
haber sido informada por su marido de haber
hallado éste “pocos días antes del de la Cruz”,
en mayo, un “cantarito” medio lleno de granos
de oro, información que recibe estando con su
madre María Montecinos. Escalante les habría
relatado la situación y que el cántaro lo había
dejado escondido para luego volver al cuartel. Al
retorno de su marido, Petrona señala que ambos
recorrieron el terreno sin hallar vestigio alguno.
6 Archivo Histórico Nacional de España, Consejos, 20429.
Pedro Esc alante
Inculpado, inventor del hallazgo de oro. S oldado de la Sexta
Petrona Ram os Declarante, m ujer legítima de Escalante
María Montecinos Declarante, s uegra de Escalante.
Juan o Julián Ramírez Declarante, alf erez reformado. Sexta C ompañía.
Ventura Ochoa Declarante, vec ino de Valdivia.
Lorenzo de la Hermos a Declarante, S argento. Segunda Compañía.
Andrés Barragán Declarante, P ardo y Tambor. Quinta Com pañía.
Josefa de Cárdenas y Montecinos Declar ante, vecina de Valdivia.
María Valdivia Declarante, vec ina, c. con Tomás Valdivia y cuñada de Pedr o.
Juan Joseph Abrego Declarante, s oldado; “el celoso”. Segunda C ompañía.
Juana Mondragón Declarante, vec ina; “la malamistada” con Pedro.
Joseph Cortés
Declarante, s oldado, morador y asis tente de Juana. Quinta
Eugenio Briones Declarante, Sargento R eformado, pulpero. Cuarta Com pañía.
Teresa Vellido Declarante, m ujer de Briones.
Dn. Miguel de Luque Sargento Mayor y castellano de Mancera
Dn. Esteban de Gollonete Oficial Mayor que hace ofic io de Veedor
Dn. Manuel de Castelbanco Oficial Menor de la Veeduría del Ayuntamiento
Dn. Julián de Matos Alferez
Dn. Julián de Santillán Alferez
Dn. Pedro Rubilar Alferez
Phelipe Saenz Escribano
Dn. Francis co de Alvarado y Perales Gobernador de la Plaza
Dn. José Perf ecto de Salas Fiscal de la Real Audienc ia de Santiago
Declar antes en el Proceso
Autoridades Intervinie ntes en el Proceso
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La siguiente declaración es la del propio
Escalante. Señala que el hallazgo habría
ocurrido el 30 de abril junto a un arroyo distante
de su casa unos 40 o 50 pasos y que el cántaro
“tenía un palmo de alto y algo barrigudo de estos
que vienen de los Llanos7; blancos y pintados”.
Además de habérselo contado a su mujer y
suegra y no hallarlo luego, tal como declaró
Petrona, informó haber concurrido luego a la
casa del alférez Julián Ramírez donde también
se encontraba Ventura Ochoa y haberles
relatado a ambos los hechos.
Los interrogatorios continuaron con la versión
de su suegra, María Montecinos viuda de
Ramos, quien agregó que Escalante le confesó
el hallazgo al Padre Rector de la Residencia
(jesuita) y también al sargento Lorenzo de la
Hermosa. Por su parte, al ser consultado este
último negó haber tenido información y que,
de Escalante, lo que sabe es que hace cinco
meses el sargento mayor Thomas de Carminati
le dio cuatro pesos por una canoa de rajas8 que
éste le realizó en su empleo como carpintero.
Completada esa primera ronda de consultas,
Escalante es nuevamente interrogado, indicando
que no informó inmediatamente del hallazgo por
haber tenido miedo y que “se atontó”. Acerca
de las inconsistencias con respecto a la versión
de su suegra añade que no fue tal lo que le dijo,
sino sólo que a su vuelta del cuartel debía llevar el
cántaro a uno de los padres de la Compañía. Es
7 Concepto geográco y cultural utilizado durante el período
Colonial referido a las tierras interiores de la jurisdicción de Valdivia
que comprendía los valles fértiles al sur del río Bueno (Urbina, X.
2009). En nuestra opinión incluye las tierras fértiles entre río Bueno
y Callecalle-San Pedro, con lo cual adquiere sentido la distinción
entre los Llanos de “Valdivia” y del “río Bueno”, como también
para los Llanos de “Osorno”.
8 Canoa (embarcación) elaborada con largas astillas de madera
(RAE 1737, Tomo V: 484).
momento a continuación de la versión del alférez
reformado9 Julián Ramírez quien detalla la forma
en qué ocurrió el hallazgo tal como se la contara
Escalante cuando éste ya lo había perdido. Según
el declarante al ser vaciado el cántaro, se habrían
encontrado 27 barretoncitos10 como de medio
dedo de largo y otros más pequeños sin sello.
Ventura Ochoa conrma esta versión y como
el anterior reere haber sido informado por el
inventor (Escalante) de su compromiso con alguien
para llevárselo, sin saber cuál era esa persona.
Concluidos estos interrogatorios el sargento
mayor Miguel de Luque informa al gobernador
de sus resultados, quien, junto a los ociales de
la veeduría11, don Esteban Jiménez de Gollenete
y don Manuel de Castelblanco, instruyen
al ayudante don Juan de Matos a partir en
comitiva e inspeccionar el paraje del hallazgo.
La inspección ocurre el 23 de mayo sin resultado
alguno que conrme la ocurrencia del cántaro
y el oro. Por la tarde, de retorno en la plaza,
el pardo y tambor Andrés Barragán concurre
voluntariamente a la casa del gobernador
para denunciar que sabía dónde estaba el oro.
Su declaración añade nuevas indicaciones e
implica a Josefa Montecinos y a María Valdivia
de quienes habría recibido la información.
Las diligencias se suspenden por el mal tiempo y
se retoman el 2 de junio del mismo año cuando
se informa que Escalante ya se encuentra
arrestado. Esta segunda pesquisa se inicia con
la declaración del soldado Juan Joseph Abrego
9 Reformado reere a quién no está en ejercicio (RAE 1737, Tomo
V: 537), no obstante, en el contexto del presidio de Valdivia refería
a los desterrados que habían dejado esa condición y se habían
integrado a la milicia.
10 Diminutivo de barreta o barra (RAE 1770, Tomo I: 452).
11 Ocina de veedores. Cuerpo que observaba la conformidad de la
ley en diversos asuntos (RAE 1739, Tomo VI: 430).
57
Blancos y pintados: Historia de un cántaro con oro, hallado y perdido en Valdivia en 1749
quien, si bien no sabe cómo fue el hallazgo de oro,
ni está claro cómo es que llega a declarar, tiene
otros asuntos interesantes que sumar el proceso.
El interrogatorio a Abrego agrega dos nuevos
elementos relevantes para comprender el rol
de las materialidades y objetos muebles en el
contexto colonial de Valdivia que ese entrecruzan
con las pesquisas sobre el cántaro con oro. El
primero es la posesión y circulación de algunos
textiles entre los conocidos de Escalante y,
segundo, la actuación al respecto de su vecina
Juana Mondragón. A Abrego se le inquiere por
haberle quitado a Juana “un faldellín de sarga12
bien traído13 y un rebozo de bayeta de Castilla14
y otro rebozo colorado hechizo15 como nuevo”
(De la Inbención, f. 102v). Las declaraciones
siguen con los antecedentes provistos por
Joseph Cortés, asistente y morador en casa de
Juana y buen amigo de Pedro.
Las acciones continuaron con la inspección y
embargo de los bienes disponibles en la casa
del sargento reformado Eugenio Briones quien,
desde su pulpería, habría entregado los textiles
a Escalante. Briones informa no conocer dónde
llevó Escalante las prendas, pero ocho días
luego se las pidió ya que no sabía cuándo iría al
monte. En la versión del comerciante, Escalante
se las habría devuelto a la mujer de Briones,
Teresa y ésta se las habría dado a guardar a
Juana Mondragón, cuyas casas se encontraban
muy próximas, a una cuadra de terreno.
12 “Faldellín de sarga””: ropa interior femenina con abertura delantera
(RAE 1732, Tomo III:710), elaborada de seda (RAE 1739, Tomo VI: 48).
13 Usado, gastado, o a medio romper (RAE 1780: 892).
14 Rebozo de bayeta”: prenda utilizada para cubrirse el rostro (RAE
1732, Tomo III: 393), fabricada en Castilla con lana “oja y rala”
especial para prendas largas (RAE 1726, Tomo I: 582).
15 Adjetivo utilizado para denotar algo hecho con un propósito (RAE
1734, Tomo IV: 134).
Como se indicó, el documento naliza con la
representación hecha por el Fiscal Dr. J. P. de
Salas en Santiago en octubre de 1750 en el cual
constata que Escalante mantuvo sus dichos,
lo cual lo hace inclinarse por la idea que se
halla coludido con alguno de los “muy hábiles
y sagaces individuos que residen en el país”,
todo para mantener oculto el hallazgo. El 17
de octubre del mismo año, se encomienda al
gobernador de la plaza y presidio de Valdivia dar
“soltura” a Pedro Escalante si no se encontrasen
mayores evidencias de tal modo de evitar que
“vecinos estantes y habitantes, así indios como
españoles” supongan que es intención del Rey
o sus ministros quitar todo el oro hallado por
sus “inventores”16. Perfecto de Salas ordena al
gobernador de Valdivia que publique en bando
(…) que la prisión de dicho Escalante ha sido por haber
manifestado prontamente el oro que dice había17 en un
cantarito, y presumirse que el susodicho lo tenga oculto,
y que el rey ni sus ministros no intentan aplicar a su Real
Hacienda el oro que se hallase en sepulturas, o cues18,
templos adoratorios y enterramientos antiguos de indios o
de españoles, sino solamente la mitad de lo que quedare
libre del quinto y [ilegible] y medio por ciento (De la
Inbención, f. 133v)19.
A pesar de lo ordenado desde Santiago, un
año y medio luego del “invento” de Pedro, éste
permanecía encarcelado.
16 El primero que encuentra o crea algo (RAE 1734, Tomo IV: 302).
17 Palabra incompleta en documento, ilegible.
18 Templos o adoratorios que alojaban ídolos (CORDE).
19 La indicación alude a las leyes sobre descubrimientos y tesoros
que pusiera en marcha la Corona desde el año 1535, compiladas
en el Libro VIII, Título XII, Tomo Tercero de la Recopilación de Leyes
de Indias (1681). Esta instrucción ya había sido recibida en 1553
por Rodrigo de Vega Sarmiento como parte de sus funciones en
el desempeño de sus cargos de Veedor y Factor de las provincias
de Chile (CDI, 1ª Serie, Tomo XXXVIII, p. 436).
58
Revista Austral de Ciencias Sociales 39: 49-74, 2020
5. Asentamiento, interculturalidad y cultura
material
La historia de Pedro y su cántaro nos permite
ofrecer una lectura histórica de la plaza
presidio de Valdivia, una mirada integradora del
asentamiento mixto que constituyó la plaza y
sus alrededores, la vida cotidiana transcurrida
en estos parajes, así como de las dinámicas
interculturales en este particular y periférico
contexto fronterizo del Cono Sur de América.
5.1. El Cuartel, el monte y las casas.
Asentamiento y vida cotidiana.
Es en una de sus idas al cuartel desde su casa
cuando Pedro extravía el prodigioso cántaro y
es entre las diversas declaraciones y diligencias,
donde podemos entrever las características
y la dinámica del asentamiento de la plaza y
presidio de Valdivia, así como signicativos
retazos de la vida cotidiana de sus moradores.
Los relatos contenidos en el expediente
señalan un asentamiento, sino densa, al menos
extensivamente poblado; en expansión, con
límites reconocibles y proximidad de viviendas
fuera del recinto amurallado.
Es común pensar una “plaza-presidio”
como un espacio clausurado y para el caso
de Valdivia, además, que las Ordenanzas
Políticas y Económicas vendrían a transformar
drásticamente un patrón de ocupación del
espacio hasta entonces preponderantemente
acotado al volumen defensivo. Lo cierto es, en
cambio, que este proceso y otros antecedentes
históricos, así como la información urbanística
y arqueológica (Urbina, Adán y Chamorro 2017;
Chamorro y Urbina 2018; Adán et al. 2020),
demuestran que el sistema de asentamiento
de Valdivia y su entorno se integraba
por asentamientos de diferentes usos y
funcionalidades y que el patrón de residencia de
soldados integraba su permanencia temporal
en el cuartel y en su propia vivienda extramuros
del cuartel. De esta manera, resulta evidente
que la normativa impulsada por la Junta de
Poblaciones venía a ordenar y formalizar un
proceso de vida civil y urbana que se había
desarrollado desde antes por el propio impulso
y requerimiento de sus moradores.
En efecto, la visita del scal José Perfecto de
Salas20 efectuada en febrero de ese mismo año
de 1749, integra la plaza y “ciudad de Valdivia”
como parte de un conjunto conformado por
cinco núcleos urbanos, entre los que se incluyen
además de la plaza y presidio de Valdivia,
Mancera, Niebla, Corral, Amargos y Cruces
(Guarda 1986: 298). En Valdivia, junto a las 13
construcciones militares que se encontrarían
al interior del castillo existirían 142 casas21 en
el conjunto de la plaza, comprendiendo todas
aquellas externas al cuartel o forticación.
La visita22 de Salas estima unos 1.300
habitantes, de los cuales cerca de 300 serían
20 Archivo Histórico del Arzobispado de Santiago, Real Audiencia
y Otras Materias Civiles Coloniales, vol. 77. En adelante referido
como “Visita”.
21 El número se obtiene de la matrícula y padrón de las “familias
de las que se compone la ciudad”. Dicho número de familias
no coincide con el total de militares, gastadores, viudas y
vecinos registrados en la revista que suman las 415 personas,
lo que hace evidente que esa estimación del número de casas
y el total de 1.300 habitantes corresponde a una estimación muy
conservadora. Adicionalmente las “familias” identicadas, sobre
todo mediante la inclusión de criados y agregados, debieron
conformar conjuntos co-residenciales de más de una habitación.
Por ejemplo, Escalante si bien es identicado en los listados de la
revista y “mapa” hecho en la visita, no se encuentra incluido en la
matrícula y padrón de familias.
22 Acto jurídico en que superiores civiles y eclesiásticos se informan
del proceder de funcionarios, súbditos y sobre el estado de cosas
dentro de su jurisdicción. Puede ser realizada de forma personal o
por tercera persona (RAE 1739, Tomo VI: 499).
59
Blancos y pintados: Historia de un cántaro con oro, hallado y perdido en Valdivia en 1749
militares, 75 “gastadores” o trabajadores
forzados, 41 “vecinos”, probablemente
reformados, y cerca de 900 personas, familiares
o personal de servicio, co-residentes con
cada cabeza de familia. Es de interés que del
total identicado en la matrícula se reconozca
cerca de un 30% de población indígena como
parte constitutiva de las familias, en calidad
de criados preponderantemente, así como de
agregados, catecúmenos y otros. Entre las
mujeres casadas se identican al menos 4
indias y Doña Inés Palán es consignada como
jefa o cabeza de una de estas familias, como
ocurre con otras viudas y mujeres sin marido
identicado. A diferencia de lo que ocurre con
la visita a las forticaciones de la costa y Cruces
río arriba, en el caso de Valdivia no se enumeran
como parte de la matrícula vecinos indios lo
que suponemos se debería a la abundancia de
éstos o bien a la distancia de sus habitaciones
en relación con la plaza (Guarda 1986: 300).
El panorama que ofrece la visita dene
claramente un contexto de signicativa
interculturalidad no sólo por la relación entre
españoles o criollos y las poblaciones locales
huilliches, sino también por la signicativa
diversidad de procedencias de españoles y
criollos (Guarda 1968: 302-305). El propio
Escalante que entonces tiene 29 años ha venido
desterrado desde el Cuzco 12 años antes,
en 1737. La población procedente del Perú
alcanzaba cerca de un 48%, conformando uno
de los grupos más numerosos que componían
el presidio (Guarda 1968: 305).
En estos términos la sonomía híbrida del
asentamiento23 era constatada con cierto
23 Esto es especialmente evidente en la asociación de componentes
cerámicos de Tradición Indígena y Europea en contextos urbanos
de Valdivia -tanto dentro del cuartel y fuera del mismo-, así como
desaliento. Es así como el comandante ingeniero
Pablo de la Cruz sometía a consideración
del scal la necesidad que fuese el ingeniero
quien dispusiera la organización de la plaza
“como también de la población de afuera, sin
controversia” para que
(…) arreglándose a método regular de calles, parezca
que la población es de españoles, y no como ahora se
maniesta en el Plano, que parece ranchería de indios
(Visita, f. 309r).
Los relatos disponibles en el proceso de
Escalante dibujan este asentamiento complejo
y dinámico. Los ejes que lo articulan son la
plaza-presidio y la casa de Escalante, distante
de la primera cerca de una legua. Se distingue
el muelle de la plaza donde él desempeña su
ocio de carpintero de ribera, el castillo de
Mancera desde donde se moviliza el capitán
Luque y el monte, donde Pedro recurre al
trabajo de la madera como parte de las labores
adicionales y “civiles” que puede realizar,
tal como lo han permitido e incentivado las
Ordenanzas Políticas. Como un lugar que no se
visita en el proceso, pero que indudablemente
porta una signicativa potencia simbólica se
mencionan “los llanos”, desde donde los indios
traerían estos prodigiosos cántaros (Figura 2).
en sitios misionales y dentro de las forticaciones (Urbina y Adán
2014: 54, 2018: 159-160; Adán et al. 2016: 260-267).
60
Revista Austral de Ciencias Sociales 39: 49-74, 2020
Figura 2. Croquis esquemático de topónimos
y lugares mencionados en el juicio.
Fuente: elaboración propia.
En la legua que transita Escalante, así como en
otras áreas del entorno de la plaza y presidio,
se ubican las viviendas de diferentes vecinos
y participantes del proceso, como la de él
mismo (Figura 2). Reconocemos en primer lugar
el asiento del procesado y su familia: la casa
de Pedro se ubica al oriente de la plaza y se
desprende del texto que Escalante habita en las
tierras de su suegra María Montecinos, viuda
de Gaspar Ramos. En la inspección en comitiva
al paraje, se identica al lugar como “la chacra
de Ramos que linda con las tierras de Guidalef
por el sur, y por la parte del norte con las tierras
de Chumpullo”24. El registro de Salas enumera
población indígena junto a la ciudad en la
isla de Valenzuela, Las Mulatas, Las Animas,
Chumpullo, isla del Rey, además de aquella
asentada en la costa junto a los castillos de la
Bahía de Corral y el Castillo de Cruces río arriba.
24 Hacia nes del XVIII se situarían en Chumpullo chacras vinculadas
a los Jiménez de Goyonete, Coronado, Montesinos, Martínez,
Sayago y Adriasola (Guarda 1973: 9).
El lugar del hallazgo se encuentra a 40-50 pasos
de la casa en las inmediaciones de un río o arroyo
que circunda el área. Dicho arroyo “es represa
de un molino” y junto al lugar se ubica un monte
en el cual, según Lorenzo de la Hermosa, iba
Escalante a trabajar en su ocio de carpintero.
Vemos en consecuencia que se trata de un campo
con lindes conocidos, ocupado desde años
antes -su suegra es de la edad “desde cuando
gobernaba Aulestia” (ca. 1705)-, comunicado
fácilmente con la plaza y en el cual se articulan
áreas cultivadas y otras más silvestres, como
el bosque donde se oculta y pierde la vasija.
Otras de las viviendas mencionadas son las
de Josefa Montecinos y María Valdivia, que
contribuyen con signicativos datos al proceso,
haciendo evidente parte de la agencia femenina
en el asentamiento, historiado preferentemente
por el quehacer masculino. Josefa Montecinos
y María Valdivia entran al litigio a consecuencia
de la declaración voluntaria del pardo Andrés
Barragán, tambor de la Quinta Compañía. La
cercanía entre ellas es evidente; María Valdivia
se identica además como la cuñada de
Pedro Escalante y es probable que Josefa sea
igualmente pariente de la familia del militar por el
lado femenino. La casa de Josefa es mencionada
porque en ella laboran ambas en un poncho
-pieza textil que sabemos fue ampliamente
requerida como parte del comercio sostenido
desde y al interior de la plaza- y es ésta la vivienda
donde Barragán escucha que el oro habría sido
entregado a un religioso de la plaza, en especíco
al Prior capellán de San Juan de Dios. ¿Cómo
supo de aquello el tambor? Lo supo porque
(…) estando este declarante una tarde en casa de Josefa
Montecinos se halló presente también María Valdivia, que
las dos estuvieron hablando en la lengua, y habiéndose
retirado dicha María Valdivia le contó Josefa Montecinos
al declarante lo que lleva referido (De la Inbención, f. 98r).
61
Blancos y pintados: Historia de un cántaro con oro, hallado y perdido en Valdivia en 1749
Este tránsito y visita entre viviendas parece
haber sido parte de las costumbres de la época
ya que inquirida luego María Valdivia declarará
que supo la nueva del hallazgo un día en que
Pedro pernocta en su casa porque “iba volado” y
sobre unos pellejos hubo de quedarse dormido.
Al día siguiente María lo inquiere “con que
cuñado ¿es posible que habiéndote hallado el
oro no me des un pedacito? Y respondió Pedro
Escalante si te daré” (De la Inbención, f. 100v).
Vemos en consecuencia en estas dos viviendas
espacios femeninos, en que además se habla
“en la lengua”, dando cuenta del estrecho
vínculo con la población indígena, en el que
ocurren labores productivas relevantes al
sistema económico de la plaza y en las cuales
se articulan además acciones recurrentes de
sociabilidad y circulación de información.
Otra de las casas referidas en el proceso, en este
caso además objeto del registro que requiere
la indagatoria, es la del sargento reformado
Eugenio Briones y su mujer Teresa Vellido. Al
momento de la visita de Salas, sólo unos meses
antes, Eugenio no es aún un reformado, lo cual
ilustra la dinámica de esta categoría social en
la plaza y presidio, recurrentemente objeto de
manejos y tratos con los gobernadores. Eugenio
con 34 años, Teresa con 25, son padres de dos
hijos y una hija. Briones mantiene en su casa
una pulpería de la cual provienen los textiles
que Juana Mondragón recibe de Escalante y
que los demás recelan.
Los datos anteriores dialogan con el registro
arqueológico con el cual contamos a la fecha.
En efecto, el reconocimiento del área a través
de una prospección sistemática y hallazgos
aislados en el territorio que denominamos
nodo arqueológico plaza de Valdivia, nos ha
permitido documentar una importante densidad
de recursos arqueológicos (sitios y hallazgos
aislados) distribuidos tanto en lo que fuera el
asentamiento urbano del siglo XVI como en
los contornos inmediatos y más dilatados del
área central. Visto a nivel regional, como era
de esperar, el nodo de Valdivia destaca como
el sector más densamente ocupado de la
jurisdicción de Valdivia con una media de 1,23
recursos arqueológicos por cada kilómetro
lineal recorrido (Tabla 2).
Tabla 2. Registros arqueológicos y su densidad
por nodo prospectado.
Fuente: elaboración propia.
Por otra parte, la adscripción cultural de los
sitios señala que el área fue continuamente
ocupada y desde tiempos prehispánicos, con
una mayor proximidad entre los asentamientos
en los períodos previos a la ocupación hispana.
Asimismo, se destaca que gran parte de los
lugares empleados en momentos prehispánicos
son reocupados en tiempos coloniales y que la
existencia de yacimientos indígenas sin intromi-
sión de materiales culturales hispanos durante el
período colonial es escasa y ocurre en sectores
distantes del centro de la ciudad, a diferencia
de lo que ocurre en otros nodos regionales
como Cruces, Quinchilca y Ranco (Cornejo 2017).
Para completar el panorama del asentamiento
que habita Escalante y sus vecinos debemos
Nodo de
prospecc ión
Nº recursos
arqueológicos
Densida d (re curso
por km re corrido)
Cruces 98 0 ,6
Valdivia 134 1,23
Quinchilca 53 0,37
Lago Ranco 118 0,93
62
Revista Austral de Ciencias Sociales 39: 49-74, 2020
mencionar la conguración de la plaza y
presidio. Ésta, tal como la describe Pablo de
la Cruz y Contreras, se conguraba por una
muralla destruida, originalmente de cancagua
por el interior y exterior, rodeada de empalizada
al momento de la Visita de Salas (1749). En su
interior se encontraban
(…) Las ocinas interiores que hoy hay son almacén, y
guardia posteados y dentro con pared de cancagua y
barro, una capilla de madera, un galpón donde asierran,
un ranchito en donde duerme el Sargento Mayor, una
Galera en que habitan los soldados, excepto la Compañía
de Pardos, que duermen fuera del cuartel en la fragua25,
por lo que se cometen algunos estorbos (Visita, f. 305v.).
Se mencionan también dos casas armadas
para el gobernador y sargento mayor. Todo de
madera y techado de paja.
En el juicio de residencia del gobernador
Ambrosio Sáez de Bustamante se incluyen en
1758 informes sobre el estado de la plaza y los
castillos. Allí se explica que las murallas de estas
forticaciones eran de piedras, de una “piedra
fofa” denominada cancagua, las cuales habían
caído en el caso de Valdivia con el terremoto
de 1737 y se había levantado con “gran trabajo,
por falta de todas providencias, supliendo a
todo el deseo, con la aplicación”. Se añade en
aquel informe, la observación de que a la plaza
le habrían errado la situación ya que un poco
desplazada se habría alcanzado una mayor
extensión para recoger al vecindario en caso de
“turbación de indios”, evidenciando el patrón de
asentamiento que sobrepasaba extensamente
los límites y posibilidades del cuartel26.
25 Sector donde se mantiene el horno para trabajos en metal. (RAE
1732, Tomo III: 788)
26 Archivo Histórico Nacional de España, Consejos, 20429, Exp. 1.
Pesquisa formada a Sáez Bustamante, gobernador del Valdivia,
1762-1763. Pieza 7ª. Autos formados sobre reparos de la Plaza y
Castillos del Presidio del Dulce Nombre de María de Valdivia. Año
5.2. Por el rebozo que me he puesto
La dinámica de las relaciones comerciales, la
circulación de bienes y el rol de estos últimos
en las relaciones sociales de la plaza son
vislumbradas en parte de las declaraciones y
diligencias que se llevan adelante en el proceso.
Como señaláramos, una de las viviendas
implicadas en el caso es la del soldado reformado
Eugenio Briones quien dispone de una pulpería
instalada en su habitación. La existencia de
estas tiendas en las que se vendía y “empeñaba”
a la tropa fue objeto de numerosas acusaciones
por la participación de los gobernadores antes y
después de las Ordenanzas de 1741.
El acceso a los bienes que Briones posee para
comerciar es señal de su posición privilegiada
en el tráco que dominan los gobernadores.
La disponibilidad de estos bienes lo habilita
asimismo en el comercio interno para acceder a
los recursos del situado y a la fuerza de trabajo
de los pobladores, como ocurre en relación
con Escalante, quien recibe una serie de piezas
textiles a cuenta de unas tablas y rajas27 que el
soldado trabajaría en el campo. La inspección
que se efectúa en la casa del reformado registra
bienes provenientes de Santiago, Lima y otros
de producción local: un mate de plata, una caja
de alerce con chapa y llave, botellas, frascos,
azafates de estaño28, un embudo de plomo,
un tintero de plomo y su salvadera29, diversos
textiles como mantillas de bayeta de Castilla,
de 1758, f. 16r-16v.
27 Astillas de madera, generalmente alargadas (RAE 1737, Tomo V:
484).
28 “Azafates de estaño”: canasto llano tejido desde una circunferencia
base, elaborado de estaño (RAE 1726, Tomo I: 513)
29 Frasco con oricios que contiene polvos para secar lo escrito
(RAE 1739, Tomo VI: 33)
63
Blancos y pintados: Historia de un cántaro con oro, hallado y perdido en Valdivia en 1749
sayas de Quito30, paño de Quito azul, un jubón
de Bretaña31, además de alimentos como
harina, papas, lentejas, pavos y gallinas (De la
Inbención, f. 107v-108r).
La relación comercial de Escalante con Briones
se cruza en este punto con la vecina Juana
Mondragón quien en algún momento recibe las
vistosas piezas que la hacen merecedora como
a Pedro de una lamentable prisión en la plaza.
Al ser detenida se deende señalando “ya sé
porque voy presa. Si es por el rebozo que me
puse el otro día, me lo prestó mi comadre” (De
la Inbención, f. 105v). Las diferentes versiones
del recorrido del rebozo dan cuenta de lo
preciado que podían ser objetos textiles en un
emplazamiento tan retirado como Valdivia, así
como las formas en que articularían procesos
de distinción: queridos, cotidianos, peligrosos a
veces.
Según Briones, el pulpero, su trato con Escalante era
por(…) un rebozo de bayeta de Castilla pichi y un faldellín
amarillo de bayeta hechiza con fajas de tafetán32 carmesí
el que no estaba acabado de hacer” (De la Inbención, f.
108v-109r).
Su precio en el caso del de Castilla era mejor
que el del almacén y en el caso del faldellín se
tasaría luego. Al no haber ido Pedro al monte,
Briones le pide su devolución, que éste habría
hecho llegar a la mujer del pulpero, Teresa
Vellido, y ésta se las habría dado a guardar a
Juana Mondragón, quien era su vecina y sus
casas se encontraban próximas una cuadra de
30 “Saya de Quito”: vestido largo de mujer con pliegues superiores
(RAE 1739, Tomo VI: 55) proveniente de Quito.
31 “Jubón de Bretaña”: vestido ajustado de medio cuerpo (RAE
1734, Tomo IV: 324) labrado con género de lienzo proveniente de
Bretaña (RAE 1726, Tomo I: 679).
32 Tela de seda ceñida que cruje en movimiento (RAE 1739 Tomo VI:
210).
terreno. Teresa, por cierto, declara en el mismo
sentido que Eugenio Briones.
Diferentes son en cambio, las versiones de
Joseph Cortés, estante en la casa de Juana
Mondragón y Juan Joseph Abrego. Este último,
llamado a declarar de pronto, luego de unos
días de detención de la pesquisa, es consultado
sobre la razón de haber quitado a Juana algunos
vistosos textiles. Responde éste que el sábado
de Cuasimodo yendo a la casa de Juana vio
por la juntura de las estacas a Pedro, Juana y
Joseph Cortés, y a la mañana siguiente por celos
le quitó dichas prendas que Escalante le había
entregado a Juana con quien se encontraba
“malamistado”. Cortés, al ser interrogado
añade que en efecto Escalante dejo a Juana
“un rebozo colorado de bayeta de Castilla y
un faldellín de bayeta de la tierra amarillo”, los
cuales según oyó decir a Escalante las llevaba a
su suegra para que le devolviese el cántaro de
oro. Pedro habría ejecutado la maniobra y al no
recibir el cántaro volvía las piezas donde Juana.
Por solicitud de ésta, el mismo Cortés le habría
llevado las piezas a Teresa Vellido.
Pedro, por su parte, sostiene haberlos recibido
de Briones, guardado en su galera y luego
sacado para llevarlos a su casa, cuando en el
camino se había topado con bebida en la casa
de Pinto, donde dejó los famosos textiles unos
días y volvió a buscar las dichas prendas por no
haber ido a trabajar las maderas.
La versión de la pobre Juana, que gracias al
arrebato y celos de Abrego quedaba sindicada
como malamistada con él y Pedro33, es, como se
podrá imaginar, mucho más discreta. En efecto,
33 Quien, según consta de la Visita del Fiscal Salas, era mujer de
Gregorio Romero con quien tenía 4 hijas a los 29 años.
64
Revista Austral de Ciencias Sociales 39: 49-74, 2020
da cuenta de haber recibido para guardar unos
días las piezas que le entregó Teresa, su vecina,
mujer del pulpero, habiéndoselas devuelto unos
días luego por mano de Juan Joseph Cortés.
Sobre Abrego conrma también que le quitó
un rebozo de bayeta de Castilla y un faldellín
de sarga verde, ambos viejos, por no haber ella
querido que éste entrase a su casa.
No queda claro si se trata nalmente de dos
conjuntos de piezas, pero lo cierto es que Juana
es apresada y cree serlo por haber vestido un
rebozo que no parecía ser suyo.
Todo este episodio, tan secreto como el asunto
del cántaro y el oro, pone de relieve una trama
social imbricada, mediada por vínculos, lealtades
y transgresiones. Briones y Teresa hacen su
comercio y se mantienen jos en su versión que
no perjudica a nadie, Pedro aprovecha su ocio
para obtener preciadas piezas cuyo destino se
confunde, Abrego es obligado a declarar por
sus pasiones, Juana es celada y regalada. Un
signicativo control social opera a través de lo
que se dice y no se dice, el chisme, la cultura
material que se porta y los vínculos sociales que
es posible mantener (Cfr. Elias y Scotson 2016).
5.3. Blancos, pintados y encantados
El oro es hallado por Escalante en un jarro.
No es un jarro cualquiera: se lo identica
bien, como aquellos blancos y pintados que
vienen de Los Llanos. Esta notable indicación
nos permite establecer un vínculo con uno
de los principales estilos alfareros regionales
identicados por la arqueología, conocido como
Estilo Valdivia. Esta referencia se agrega a otros
antecedentes aislados en las fuentes históricas
como la descripción que hace Pedro de Oña
del trabajo femenino luego de las batallas, en
este caso la de Penco de 1557, en la cual ellas
esperan a los guerreros, cualquiera haya sido
el resultado, “con sus pintados cántaros de
vino”. Códigos visuales similares son también
señalados por Vivar quien describe en el siglo
XVI piezas de vestuario formado por cueros
pintados “de colores prieto y colorado y azul
y de todos colores”. En el siglo XVIII, el jesuita
Andrés Fevres, quien fuera vecino de Valdivia,
anota la voz “thaypi” como un “cántaro pintado
y colorado” (Adán et al. 2016: 315). Usauro
Martínez de Bernabé, capitán y autor en Valdivia
al mismo tiempo que ocurren estos sucesos
señala como a los cántaros “les daban colorido
de tierras que tienen con varias tinturas”
(Martínez de Bernabé 2008 [1782]: 176).
Este estilo de alfarería pintada es de origen
prehispánico y se le conoce como parte de
la Tradición Bícroma que tiene tempranas
dataciones hacia el siglo XII y para el cual se
han identicado dos estilos: Vergel, de origen
y vigencia prehispánica y Valdivia, de origen
prehispánico y permanencia en tiempos
coloniales (Adán et al. 2005; Adán et al. 2016).
Se trata de un estilo cerámico excepcional, en
el sentido de que requiere una ejecución más
especializada que los conjuntos monocromos
y materias primas particulares, además del uso
ceremonial, político y festivo del que estuvo
dotado.
Tipológicamente se identican distintas
variedades formales que incluyen platos, ollas,
vasos y jarros, además de formas complejas
como modelados antropomorfos y zoomorfos.
Entre éstos la forma más frecuente es la de
jarros de diversos tamaños e inclusive grandes
cántaros como meshenes. Respecto de su
decoración pintada se han reconocido al menos
ocho variedades en cuanto a la composición
65
Blancos y pintados: Historia de un cántaro con oro, hallado y perdido en Valdivia en 1749
formal que denen los dibujos sobre la pieza,
siendo el más común el de triángulos opuestos
arriba-abajo con dos campos en el cuerpo y el
cuello adornado con chevrones o la sucesión
de otros motivos geométricos (Figura 3). Se ha
destacado la visualidad de estas piezas y sus
contextos de uso que las convirtieron en ítemes
seleccionados para representar la riqueza y
prestigio del que sirve y la deferencia hacia el
comensal que era atendido con estas vasijas
(Adán 2014: 204, 235-237).
Figura 3. A: Jarro Valdivia con decoración rojo so-
bre blanco. B: detalle decoración en labio y asa.
Fuente: Colección Arqueológica, Dirección Museológica, Univer-
sidad Austral de Chile. Fotografía Carlos Fischer.
En la ciudad de Valdivia y su jurisdicción la
presencia de este tipo, como se juzga de la
cerámica supercial en sitios eminentemente
domésticos, es escaso y no sobrepasa el
2%, como si ocurre en el caso del nodo de
Quinchilca y una frecuencia entre un 0,2 y
0,3% en los sitios de Valdivia, incluyendo el
sitio Plaza de la República. Su presencia ocurre
en asentamientos tanto mixtos materialmente,
vale decir con cerámicas de tradición hispánica
e indígena, como en sitios conformados
únicamente por alfarerías indígenas34. Esta
diversidad abarca igualmente sitios de distinta
funcionalidad: forticaciones, espacios
públicos, asentamientos domésticos y sitios
funerarios. En la ciudad de Valdivia se han
reconocido piezas completas y fragmentos en
la isla Teja, Plaza de la República, Las Mulatas,
Paillao, Cabo Blanco, Chumpullo, entre otros.
El registro de esta alfarería indica un principio
básico del asentamiento y del orden político
mapuche basado en prácticas de cortesía, en
las cuales el acto de servir y las vasijas que
para ello se emplean gozan de una fundamental
relevancia y valoración compartida. La escasa
frecuencia en sitios domésticos señala una
producción menor en relación con otros tipos,
junto a prácticas de curaduría que debieron
permitir una mayor preservación de las piezas.
En términos cronológicos y con los datos con
que contamos a la fecha, la cerámica de estilo
Valdivia arranca en el siglo XIII con expresiones
hasta el siglo XVIII (Tabla 3).
Para los períodos históricos se ha reconocido
su coexistencia con otros tipos decorativos que
transmiten códigos visuales similares como el
estilo Tringlo, los decorados con incrustaciones
de piedras, mayólicas o lozas y aquellos
embellecidos mediante incisiones (Adán et
al. 2016; Adán et al. 2018). Igualmente, se ha
propuesto que la pervivencia de los códigos
que representarían los estilos Vergel y Valdivia
constituiría soportes de memoria vinculados
al pasado prehispánico, que reforzarían las
34 Para la Misión de Niebla, forticaciones y otros sitios de la región,
también Urbina y Adán 2014, 2018.
66
Revista Austral de Ciencias Sociales 39: 49-74, 2020
identidades grupales y daría vigencia a sus
cosmogonías tradicionales (Bahamondes 2010:
1929-1930).
Tabla 3. Dataciones absolutas por
Termoluminiscencia de tipos cerámicos de estilo
Valdivia (rojo sobre blanco) y engobados o pintados
blancos en la jurisdicción de Valdivia.
Fuente: elaboración propia.
Para el caso que venimos analizando destaca
el papel fundamental que adquiere el cántaro
en las declaraciones y el relato general que
ofrece el proceso. Es evidente el conocimiento
compartido tanto de la población hispana y
mapuche-huilliche de un tipo característico
de alfarería, identicado con todo detalle: son
cántaros con sólo una oreja, es decir jarros; de
una altura de un palmo, algo barrigudos, que
es la manera en que se describe la sección
subcircular de los cuerpos de estas vasijas
y pintados “rojo sobre blanco”. La pieza es
concebida como un ítem excepcional, por sus
características formales y decorativas, ya que
Id Sector Tipología Sitio
Rango
datación
Fecha
(año)
1Valdivia-I. Teja Habitacional Coliñir 1 1090 - 1410 1250
2Quinchilc a Habitacional San Franc isco 1 1220 - 1330 1275
3Quinchilc a Habitacional Lomas Blancas 4 1267 - 1405 1335
4Valdivia Funerario Las Mulatas 1295 - 1535 1415
5Cruces Habitacional C ruces- 1 1340 - 1540 1440
6Niebla Fortificación Castillo de Niebla 1410 - 1610 1510
7Valdivia Habitacional Paillao 3 1415 - 1615 1515
8Quinchilc a Habitacional Agrícola Quinc hilca 1 1495 - 1595 1545
9Quinchilc a Habitacional San Franc isco- 1 1455 - 1635 1545
10 Cruces Habitacional Fundo Santa María 1520 - 1680 1600
11 Niebla Fortificación Castillo de Niebla 1530 - 1690 1610
12 Quinchilc a Habitacional P ancul-4 1530 - 1690 1610
13 Valdivia-I. Teja Habitacional Casa Pr ochelle 1 1565 - 1705 1635
14 Costa Funerario Chaihuin 1585 - 1705 1645
15 Cruces Funerario Castillo de Cruc es 1580 - 1720 1650
16 Máf il Funer ario Millahuillín 1 1610 - 1730 1670
17 Valdivia Habitacional Plaza de La Repúblic a 1615 - 1735 1675
18 Costa Habitacional Alero Ollita Encantada 1625 - 1745 1685
19 Valdivia Habitacional Cabo Blanco 1655 - 1775 1715
Prove niencia
Cronología
no se trata de un tipo monocromo simple; por
lo que porta, barretoncitos de oro, descritos
de diversas maneras; y también por el lugar
de donde proviene, los denominados “llanos
de Valdivia”, lugar al que se extiende esta
valoración.
Las condiciones en que se relata la aparición
del cántaro lo asocian al agua, el arroyo que
corre junto a la casa de Escalante; la cancagua,
que es la que se vuelca para ser descubierto
el tesoro; así como lugares o personas que lo
podrían haber escondido: ciertos matorrales, la
estación donde trabajaba como carpintero, su
suegra, el Prior de San Juan de Dios. Todo ello
contribuye a la creación de un relato maravilloso,
en el cual el mismo Pedro declara que se habría
tratado de un “encanto”, que le habría permitido
lograr fortuna (De la Inbención, f. 90r)35.
Relevante es además cómo la historia relatada
y las declaraciones de sus actores enfatizan
nociones mezcladas, que integran elementos
hispanos e indígenas. De partida la idea del
tesoro enterrado forma parte del bagaje de
ambas culturas y por supuesto más allá de
ellas, constituyéndose en un tópico presente en
diversas partes del mundo36. Estudios folklóricos
y de mitos de Chile han sistematizado la idea de
entierros encantados, portadores de riquezas
y protegidos por animales poderosos, así
como la idea tradicional de que los mapuches
35 Cfr. Maravall, J. A. (2012). El relato completo, aun tratándose de un
documento judicial, muestra un curioso ánimo barroco mezclado
con conocimientos indígenas. Pobre Pedro, un día afortunado
inventor y al siguiente perdido soldado, imaginador de encantos.
36 Pedrosa (1998) analiza la historia del cuento del “tesoro fatal”
que es sistematizado por los folkloristas Thompson y Aarne en
1981 en el catálogo de tipos cuentísticos, analizando su arraigo
en diferentes culturas como la española, poniendo en evidencia la
extensión universal de la idea del tesoro maldito cuando éste es
mal habido y sin participación. Como anota en el epígrafe de su
trabajo “Tesoros mal adquiridos no aprovechan”.
67
Blancos y pintados: Historia de un cántaro con oro, hallado y perdido en Valdivia en 1749
habrían escondido metal y joyas en sus grandes
vasijas (Montecino 2003: 198, 338). En territorio
mapuche Kuramochi, Koessler-Ilg, Vidal de
Battini (Hernández 2007) han recopilado
versiones diferentes del cántaro encantado,
con oro y plata, que suele vincularse a historias
sobre los tesoros de los entierros. Así, es común
escuchar en el campo historias de entierros con
riquezas y que refulgen. Otro ejemplo de estos
lugares poderosos se asociaría a personajes
con las mismas características o atributos,
como queda establecido en el caso del cacique
Foyel, cuyo caso es estudiado en sectores
populares rurales del actual territorio argentino
donde ocurre la asociación aparecido-entierro-
resto arqueológico-poder (Massota 2009).
El capitán Pedro Usauro Martínez de Bernabé
(2008 [1782]: 86), contemporáneo de los
sucesos, describe la creencia y aparición de
estos tesoros de oro que corresponderían
al oro hispano sacado durante las primeras
décadas de la ciudad. De acuerdo al militar en
el año 1746 se encontró oro en barretoncillos,
todos ellos quintados37. Asimismo, se conocía
la localización de la Casa de Quintos que venía
a conrmar la creencia de un pasado rico que
hizo famosa la ciudad por el denominado “oro
de Valdivia”.
En el pleito de Escalante parece convivir la idea
del antiguo oro español como una concepción
tradicional y de raíz indígena, acusando la trama
intercultural local. Todos dudan, en cualquier
caso, y los une la fórmula del encanto. Algunos
actores reiteran que se trataría de barretoncitos
que no estaban sellados y las resoluciones
administrativas apuran la necesidad de
37 Probablemente se reera al caso registrado en AN, CM I Serie,
4707; ver nota 4.
comunicar a “los vecinos estantes y habitantes
así los indios como españoles” que la prisión
de Pedro ha sido por no haberse hallado el
oro que tiene confesado y no por una oscura
intención del Rey y sus ministros de aplicar a su
real Hacienda la totalidad del oro sin respetar
los derechos del inventor de acuerdo, tal como
lo establecieron las Leyes sumariadas en la
Recopilatoria (De la Inbención, fs.133r-133v).
Por otra parte, María Valdivia y Josefa Montecinos,
aquellas amigas que tejían y hablaban en lengua,
indican en sus declaraciones la asociación del
cántaro con un culebrín que se escurre, una vez
levantada la vasija, al arroyo cercano. Josefa en
su primera declaración incluye esta referencia
luego de la lectura que le hacen de la misma,
aclarando que fue cuando “Pedro Escalante
suspendió el referido cántaro estaba en el
asiento de él un culebrín que inmediatamente
se entró en el agua” (De la Inbención, f. 100r).
María lo arma de maneras diferentes en dos
ocasiones, en su primera declaración arma
que habiéndole preguntado a Pedro donde éste
halló el oro:
(…) respondió dicho Pedro Escalante que yendo por un
paraje resbaló en una cancagua, esta se volvió y allí vio
un cántaro, lo agarro y se le quedo en la mano la oreja
y el gollete, volvió a levantar con las dos manos el dicho
cántaro y debajo del estaba una culebra amarilla que
luego se fue y Pedro Escalante tendió el poncho y en el
volcó el cántaro (De la Inbención, f. 100v).
Al leerle su declaración sólo pide añadir que
Pedro Escalante también reparó que la culebra
se fue al río (f. 116r).
Resulta evidente que la forma en que ha sido
hallado el cántaro contiene diversos elementos
que lo connotan con excepcionalidad. La
culebra sobre la cual se habría asentado la vasija,
escurriéndose luego hacia el arroyo, refuerza el
68
Revista Austral de Ciencias Sociales 39: 49-74, 2020
concepto mágico del hallazgo, añadiendo la
participación de un animal connotado simbólica
y poderosamente que demandaba un “respeto
religioso” entre los mapuche (Villagrán et al.
1999: 599, 644). Ésta, además, se desplaza y
desaparece en el agua, que como sabemos
identica en algunos casos espacios de poder
como los ngenco.
6. Conclusiones
En este trabajo hemos buscado aproximarnos a
la historia de Valdivia y sus habitantes durante
el siglo XVIII integrando una visión regional,
considerando la participación del asentamiento
en el virreinato peruano y la Capitanía General
de Chile, así como también su desarrollo local,
abordando aspectos de la vida cotidiana de su
vecindario. Los tipos de fuentes arqueológicas
e históricas en que nos hemos apoyado, nos
permiten un acercamiento a la realidad social
de esta plaza y presidio en un momento de
transición desde su carácter eminentemente
defensivo y militar hacia otro propiamente
urbano, morada de militares, vecinos y sus
familias.
Un principal aspecto que acá hemos podido
desarrollar es la comprensión del asentamiento
como una categoría de análisis histórico
(Castro y Adán 2001, Adán 2014), en la cual
es posible observar la disposición de una
organización, -más o menos planeada, más o
menos tensionada-; mecanismos de interacción
social y económica de diverso alcance; y
también un territorio compartido, concebido e
imaginado. En este contexto, es evidente que
las ordenanzas de 1741 venían a organizar
un proceso ya en curso de desbordamiento
de los límites del cuartel de Valdivia, como de
los castillos de la bahía. Así se evidencia en el
panorama habitacional que describe el proceso
judicial, como en los listados que levantara
la visita de 1749. En el cuadro que hemos
descrito, el territorio poblado por los valdivianos
del XVIII se dene por lugares y topos en los
que se desarrollaron actividades diversas que
conjuntamente articularon esta proto-ciudad
colonial, en las postrimerías geográcas y
cronológicas del imperio español.
Como gracamos en la Figura 2, vemos
desplegarse en el asentamiento de Valdivia
la articulación de diferentes ejes o esferas de
interacción que seguidamente describimos:
i. “En el camino había bebida en una casa que es de Pinto
y habiendo entrado a comprar medio real de chicha, había
en la ocasión gente de los castillos que convidaron al que
declara [Pedro] por cuyo motivo se quedó hasta la oración
en dicha casa y bebida” (De la Inbención, f. 114r).
El primero de estos ejes es el que se dene entre
el cuartel, o lo que tradicionalmente se reere
como la plaza y presidio de Valdivia y la casa del
implicado, Pedro Escalante. Entre estos lugares
-camino a mi casa o camino al cuartel señala
el soldado- se localizan diferentes viviendas
de otros vecinos que tal como él, tienen esta
condición doble de presidiario y vecino. En
este primer itinerario vemos desplegarse un
conjunto de actividades y relaciones sociales y
comerciales.
Contiguo a las tierras de Escalante, que en
realidad son de su suegra, se encuentra el
bosque o monte donde iba a trabajar como
carpintero, el molino que aprovecha el agua del
arroyo y se mencionan también las chacras de
los vecinos. Por el mismo camino se encuentran
las habitaciones de las mujeres que laboran en
funciones textiles, la pulpería del reformado
69
Blancos y pintados: Historia de un cántaro con oro, hallado y perdido en Valdivia en 1749
Briones y la nueva casa en la que trabaja la
mujer de este último, Teresa Vellido.
El relato describe una activa sociabilidad entre
los vecinos, que tiene lugar en las casas y
espacios domésticos de éstos. Pedro relata
haber visitado la casa del alférez Julián Ramírez,
quien es el primero en conocer la historia, las
casas de Josefa Montecinos y María Valdivia, la
casa de Juana Mondragón, la casa nueva en la
que trabajaba Teresa Vellido, el jolgorio “donde”
Pinto. Josefa Montecinos es por su parte
visitada por María Valdivia, con quien trabaja,
y Juana por Teresa. Destaca adicionalmente
la referencia a pernoctaciones en diferentes
viviendas que dibujan modalidades de
residencia bien dinámicas y complementarias:
Pedro se va al cuartel el domingo y vuelve el
viernes, algunas noches duerme en casa de sus
parientes Josefa y María; Joseph Cortés, buen
amigo de Pedro, es “asistente y morador” en la
casa de Juana Mondragón, donde Pedro, como
ya hemos señalado, también a veces pernocta.
Estas prácticas de residencia en asentamientos
coloniales han sido bien exploradas en estudios
arqueológicos que documentan la diversidad
que se genera en contextos coloniales e
interculturales, en los que es posible identicar
modalidades de residencia complementarias,
heterosociales y homosociales, por el régimen
de trabajo y objeto de los asentamientos
coloniales (Voss 2012b).
ii. “Era pintado de los que vienen de los Llanos que estaba
lleno de oro hasta el gollete” (De la Inbención, f. 94v).
A un nivel más amplio, se observa la articulación
del asentamiento de Valdivia con la región de
“los Llanos”, lugar desde donde provendrían
los cántaros pintados, evidencia de las
prácticas de intercambio y relación con sus
poblaciones locales, así como la percepción de
estos territorios como espacios de riqueza, tal
como documentaran los españoles desde las
primeras incursiones en las tierras meridionales
del reino (Vivar 1979: 249). Los sucesos de
este caso ocurren tan solo unos años antes
de que se iniciase el proceso de apertura del
camino Futa-Tenguelén hacia el río Bueno y las
ruinas de la antigua ciudad de Osorno, como
de la búsqueda de los Césares (Urbina 2009:
173-190). Los Llanos, el vínculo con el antiguo
emplazamiento de Osorno, la conexión de
Valdivia con el sector meridional, el territorio
indígena no colonizado, todo ello se amalgama
en la visión de un espacio próspero, peligroso y,
a juzgar por los sucesos, algo encantado.
iii. “...Y que para todo se le dé la Comisión necesaria
a dicho sargento mayor don Miguel Luque para que en
caso de ausencia o impedimento del gobernador o haber
bajado a los castillos continúe sin la menor interrupción
por los términos más breves del derecho. Santiago y
octubre 15 de 1750, Dr. Salas” (De la Inbención, f. 133r).
En tercer lugar, se evidencia un eje comprendido
por la plaza y presidio con el castillo de Mancera,
lugar en el que asiste parte de la ocialidad que
debe intervenir en el proceso, así como algunos
soldados que circulan entre la bahía y la ciudad.
Para Valdivia destaca por supuesto el cuartel y
en su interior la galera, donde Pedro resguarda
por momentos los textiles que le ara Briones
y el muelle, donde trabajaba unas maderas
antes de ir al monte por las rajas y tablas que le
encargara el mismo pulpero.
La prisión de Pedro y parte de las diligencias
ocurren igualmente en estos espacios propios
del orden hispano. Por último, las resoluciones
emitidas en Santiago por el scal de la real
Audiencia, José Perfecto de Salas, dan cuenta
70
Revista Austral de Ciencias Sociales 39: 49-74, 2020
de la preocupación de la Gobernación de Chile
por hacer partícipe a Valdivia en el ordenamiento
vigente y en el régimen que venían a imponer
las ordenanzas de 1741.
Por último, importa destacar en la dinámica
social del asentamiento la relevancia que
adquieren en este proceso un conjunto de
mujeres vecinas al emplazamiento. Es notorio
que prácticamente la mitad de las viviendas
mencionadas fuera del cuartel son referidas
o “agenciadas” por ellas: la casa de Pedro es
de María Petrona, su suegra; las viviendas de
Josefa Cárdenas y María Montecino aparecen
igualmente administradas por ellas mismas, sin
referencia a algún soldado de las compañías
de la guarnición. Es también el caso de Juana
Mondragón que de acuerdo a la Visita de
Salas es registrada como esposa de Gregorio
Romero.
Finalmente, se destaca también la actuación
de Teresa Vellido en la edicación de su nueva
habitación. El papel de las mismas en la
mantención de la sociabilidad, la comunicación
bilingüe y el desarrollo de actividades
económicas es también relevante en el sistema
de asentamiento que Valdivia conguró,
compuesto por un emplazamiento militar o
cuartel, espacio de residencia eminentemente
masculino, y el villorrio en torno al mismo. El
sistema del asentamiento y el sistema social
propiamente tal, necesariamente se integraron
por ambos espacios y por las redes y vínculos
construidos entre sus moradores. Este patrón se
acerca a diversos contextos coloniales en que el
sistema de asentamiento integra áreas de labor o
productivas, con otras domésticas e igualmente
productivas, en la cual la participación de los
grupos de mujeres y hombres es disímil (Voss
2012a, 2012b).
Así las cosas, la plaza y presidio de Valdivia
aparece como un espacio bastante más complejo
y diverso que aquel descrito exclusivamente
como asentamiento militar y defensivo.
Asociado con lo anterior y con las condiciones
de interculturalidad del asentamiento, destaca
la condición de “mediadoras culturales” que
describe el proceso. En el documento se anota
que sólo ellas, - Josefa Maldonado y María
Valdivia, son hablantes “en lengua” y que es
por este medio que se comunican y dialogan
mientras desarrollan sus quehaceres. Las tareas
textiles a las que se encuentran dedicadas
constituyen también una labor propiamente
indígena, fundamental en la interacción de todo
el territorio de frontera. Por último, son ellas
también quienes vinculan el asunto del cántaro
de oro con la presencia de aquella culebrilla que
sirve de asiento a la encantada vasija.
Estudios desarrollados por Ligthfoot et al.
(1998: 204-205) en asentamientos descritos
como “pluralistas” en términos culturales,
han enfatizado el rol activo y exible de las
mujeres para la mantención de redes y vínculos,
preservación de identidades de sus lugares de
origen, como también en la generación de nuevas
identidades. Acá vemos el papel que ellas juegan
como sostenedoras de espacios domésticos,
actuantes en procesos y dinámicas económicas,
y como individuos clave en la circulación de
la información. Si bien no existen estudios
detallados sobre el matrimonio y las familias
mixtas en Valdivia del siglo XVIII38, podemos a
38 En la matricula levantada por Salas en enero de ese mismo año
se identican al menos 4 mujeres explícitamente identicadas
como “indias” casadas con soldados de la plaza, así como 132
y 147 indios e indias, residentes en las casas de los valdivianos
registrados (en un total de 143 familias). Asimismo, años después
conocemos antecedentes expuestos por el gobernador Ambrosio
Sáez de Bustamante (1753-1759) solicitando permiso para el
71
Blancos y pintados: Historia de un cántaro con oro, hallado y perdido en Valdivia en 1749
través de este caso identicar algunos datos
que señalan la importancia de estos vínculos
interculturales que permitirían a diversos
soldados a acceder a espacios económicos y
sociales, y seguramente territoriales.
Así las cosas, las dinámicas de interculturalidad
se resuelven en relaciones de diferente
grado entre los diversos grupos sociales que
conforman los conglomerados mayores que
identicamos como hispanos y mapuche. La
variabilidad social inherente a cada uno de estos
grupos participó de manera diferenciada en los
vínculos establecidos. Resulta claro, a la luz de
los antecedentes que hemos expuesto, que el
sector más desaventajado de la población de
origen hispano desarrolló vínculos recurrentes
con la población local a través de relaciones
matrimoniales, así como acceso a recursos y
territorios. ¿Cuáles eran las poblaciones locales
que accedían a estos vínculos?, ¿acaso los
linajes más destacados o emparentados de las
agrupaciones mapuche huilliche de mediados
del siglo XVIII?, es algo que no sabemos. Estos
vínculos establecidos por soldados y forzados,
no serían equiparables a otros segmentos
sociales entre los españoles como la ocialidad
o el Estado mayor, que según sabemos, en gran
medida, no franqueó límites sociales como los del
matrimonio, aunque movilizó parte fundamental
del desenvolvimiento económico fundado en la
interacción con las poblaciones indígenas, legando
tales funciones a otros importantes mediadores
como los capitanes de amigos o los pulperos39.
casamiento de gastadores y la obtención de ciertos benecios,
anota para el año 1755 al menos tres casamientos entre éstos
y mujeres indias de un total de catorce vínculos ociados por el
padre Rocha (CG, 614, fs. 76-79).
39 El rol y actuación de los funcionarios de indígenas para la zona de
Valdivia en la época que estudiamos ha sido tratada con detalle
por Vergara (2005: 223-269).
Marimán (2018) ha analizado el papel de
las relaciones interétnicas en el proceso de
ocupación de la Araucanía y el papel que
tuvo el robo de ganado a la par del avance
territorial del Estado chileno. Al respecto, nos
advierte del proceso mayor en que se generó
este expolio para enfatizar los procesos de
etnogénesis entre los propios chilenos, como de
la creación de alianzas entre segmentos de los
diferentes conglomerados étnicos (mapuches
y chilenos). Tal perspectiva, planteada para
momentos más tardíos que los que acá
abordamos, parece especialmente atingente al
proceso de interculturalidad que caracterizaría
el asentamiento de Valdivia, donde las
transformaciones y adopciones ocurren en
ambos sentidos. El marco del pluralismo cultural
en que tendrían lugar estas relaciones se vería
reforzado además por los diferentes lugares
de proveniencia de los soldados y forzados
españoles. Escalante, cuzqueño, español, una
vez arribado a la plaza y presidio prontamente
incorporará vínculos con mapuches, próximos
si no en su misma vivienda, y maniesto a través
de la circulación y producción de objetos, como
en la participación de ideas mágicas sobre
cosas y animales connotados simbólicamente.
Por último, el caso del hallazgo de oro en Valdivia
en 1749, pone de relieve el papel de la cultura
material en la conguración de las relaciones
sociales y la forma en que éstas activamente
permiten la articulación de diferentes actores y
territorios. Es fantástico, “acaso será encanto”,
constatar que todo lo ocurrido - la pesquisa, la
actuación del scal, la inspección de la vivienda del
pulpero, el penoso encierro de Pedro-, lo fue por un
objeto que nunca apareció, o más bien se evaporó.
La potencia simbólica de un cántaro mapuche
lleno de oro, de aquel rescatado por los antiguos
vecinos encomenderos, se asienta en un pasado
72
Revista Austral de Ciencias Sociales 39: 49-74, 2020
pródigo, que funde nociones culturales plurales y
se imprime en un relato de la vida cotidiana entre
las viviendas, el cuartel, la iglesia de los padres,
el monte y los Llanos, e incluso de la Audiencia,
allá lejos, en la capital del gobierno de Chile.
Agradecimientos: A las y los colegas,
analistas y tesistas del proyecto FONDECYT
1171735. A Erick Figueroa por su apoyo en la
transcripción y denición de términos hispano-
coloniales, Paulina Chávez por la Figura 2, Aldo
Farías por la Figura 1 y Carlos Fischer por las
fotografías que componen la Figura 3. A los
evaluadores anónimos de este manuscrito,
cuyas observaciones ayudaron a mejorar
sustantivamente la primera versión.
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