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279Complutum. 31 (2) 2020: 279-303
¿Y los campesinos dónde están? Una propuesta de análisis para el estudio del
campesinado y su aplicación en el valle medio del Guadiana durante la I Edad
del Hierro
Esther Rodríguez González1
Recibido:23/04/20/Aceptado:30/10/20
No hay una piedra en el mundo, que valga lo que una vida
Milonga del moro judío, Jorge Drexler, 2004.
Resumen.Elcampesinadoesquizásunadelasgurassocialesmenosanalizadasenlaprotohistoriapeninsular
porelescasoreejoquesuactividaddejaenelregistroarqueológico.Paracontribuirasuconocimiento
se propone un esquema de trabajo que reúne la información procedente de las actuaciones arqueológicas,
los análisis bioarqueológicos y los estudios de las Áreas de Captación Económica. Dicho esquema ha sido
aplicado al estudio de los asentamientos tipo aldea o granja documentados en el tramo medio del Guadiana
entre los siglos VII-V a.C. para ensayar su utilidad y así comprender el papel que el campesinado pudo
desempeñar en el desarrollo social y económico del poblamiento de esta región durante la I Edad del Hierro.
Palabras clave: Tarteso; valle medio del Guadiana; I Edad del Hierro; campesinado; áreas de captación eco-
nómica; bioarqueología; granja; aldea.
[en] And where are the peasants? An analysis proposal for the study of the peasantry and
its application in the central Guadiana valley during the Early Iron Age
Abstract. The peasant population is perhaps one of the least analysed social subjects in the Iberian protohistory
becauseitsactivityispoorlyreectedinthearchaeologicalrecord.Inordertocontributetoitsknowledge,
we propose a work scheme that collects the information from archaeological activities, bioarchaeological
data and Catchment Area analyses. This scheme has been applied to the study of well-known villages or farm
type settlements in the middle section of the Guadiana river between the 7th-5th centuries BC to prove its
usefulness and understand the role that the peasantry played in the social and economic development of the
population of this region during the First Iron Age.
Keywords: Tartessos; central Guadiana Valley; Early Iron Age; peasant; economic catchment areas; bioar-
cheology; farm; village.
Sumario. 1. El campesinado, una gura (in)visible en el registro arqueológico de la I Edad del Hierro. 2.
Modelos teóricos para el estudio del campesinado durante la I Edad del Hierro en el valle medio del Guadiana.
3. El poblamiento tipo aldea o granja en el Guadiana Medio durante la I Edad del Hierro. 4. Conclusiones.
Bibliografía.
Cómo citar: Rodríguez González, E. (2020). ¿Y los campesinos dónde están? Una propuesta de análisis
para el estudio del campesinado y su aplicación en el valle medio del Guadiana durante la I Edad del Hierro.
Complutum, 31(2):279-303.
1 Instituto de Arqueología (CSIC – Junta de Extremadura)
Plaza de España, 15; 06800, Mérida
esther.rodriguez@iam.csic.es
ARTÍCULOS
Complutum
ISSN: 1131-6993
https://dx.doi.org/10.5209/cmpl.72485
280 Rodríguez González, E. Complutum. 31 (2) 2020: 279-303
1. El campesinado, una gura (in)visible
en el registro arqueológico de la I Edad del
Hierro
Elconocimientosobrelaguradelcampesinado
se ha ido incrementando en las últimas décadas, a
pesar de la lectura peyorativa que habitualmente
ha girado en torno a la misma (Fontana 1997).
Dicho conocimiento es bastante desigual en fun-
ción de la etapa histórica y el territorio objeto de
estudio, pues la escasez de datos o fuentes no han
permitido conseguir, en algunas ocasiones, una
lectura objetiva sobre el papel de esta clase social
dentro de la Historia, su origen y el desarrollo de
sus actividades. Este es el caso de la Protohis-
toria peninsular (Pérez Jordá et al.2007: 327),
dondeelcampesinadoconstituyeunaguramuy
desdibujadapordosrazonesfundamentalmente:
el escaso interés que su investigación despierta y
la complejidad que conlleva extraer información
sobre la misma a partir de un registro arqueológi-
co muy sesgado donde la evidencia arqueológica
de su existencia permanece prácticamente oculta.
Sinosacercamosalestudiodelaguradel
campesino durante la Antigüedad, es evidente
el vacío de información que se abre entre la Pre-
historia Reciente (Gilman 1997) y la transición
entre la II Edad del Hierro y el mundo romano.
Así, la aparición de las primeras comunidades
agrariassejacomounadelasconsecuencias
de la denominada “Revolución Neolítica” (Díaz
del Río 1995; Hernando Gonzalo 1999), una
etapa que dará paso al surgimiento de un “modo
de vida campesino” (Vicent 1991a) como base
fundamental sobre la que se sustentarán la ma-
yor parte de las formaciones económicas y so-
ciales de los siglos venideros. A la hora de es-
tablecer la transición entre sociedades de caza-
dores-recolectores y las primeras comunidades
de agricultores y ganaderos, la incorporación de
los estudios arqueobotánicos está siendo funda-
mental, pues están suponiendo un gran avance
en el conocimiento acerca de la incorporación
de determinadas especies y cultivos (Peña-Cho-
carro et al. 2013). Mientras, la transición entre
la II Edad del Hierro y el mundo romano traerá
como novedad la incorporación de las fuentes
escritas que aportan un volumen de información
mayor,loquehasupuestounpuntodeinexión
al incorporar nuevos y valiosos datos para cono-
cer el sistema de articulación de los territorios,
el reparto de tierras y la jerarquía establecida en
el diálogo entre el campo y la ciudad (Fernán-
dez Ochoa et al. 2014; Ariño y Chávez Álvarez
2019). En otro estadio quedan las etapas suce-
sivas, caso de la Historia Medieval y Moderna,
donde los estudios tanto históricos como antro-
pológicoshanevaluadolaguradelcampesina-
do desde diversos puntos de vista.
Frente a esta realidad, la Protohistoria se eri-
ge como un período intermedio donde los tra-
bajos sobre el campesinado son escasos y poco
conocidos. Bien es cierto que no podemos eng-
lobardentro de estaarmación a todala Pro-
tohistoria peninsular y a todos los territorios,
pues la llegada de la II Edad del Hierro traerá
aparejada una transformación económica, y por
ende social, que se detecta en la incorporación
degurascomoelcampesinoalosestudiosar-
queológicos e históricos (Mayoral 2004), como
así se detecta en el análisis de sociedades como
la ibérica (Ruiz y Molinos 1992). Pero también
esciertoqueelsurgimientodeestaguraviene
condicionado por la aparición de las primeras
aristocracias (Ruiz 1994; Oliver 2012) y será a
partir del estudio de las mismas cuando se es-
bocen las primeras lecturas acerca de la base
social donde se insertan los campesinos.
Esta división social se ha trasladado también
al análisis arqueológico, donde el conocimiento
de las denominadas aristocracias se alza por en-
cimade las guras de aquellos que trabajan el
campo. La huella arqueológica de estos últimos
esmuy débil, de ahí la dicultad para afrontar
su estudio a partir de los restos arqueológicos
que su actividad genera. Así, podemos incluir el
modo de vida campesino dentro del denominado
Hidden Landscape o Paisaje Oculto (Binltiff et
al. 1999; Van Leusen et al. (eds.) 2011), un tér-
minocuyoobjetivoesidenticaraloscolectivos
sociales huidizos para el registro arqueológico
(Sevillano2018:693).
A esta realidad no es ajeno el valle medio del
Guadiana, cuyo sistema de poblamiento entre
los siglos VII – V a.C. está caracterizado por la
existencia de grandes construcciones de monu-
mental arquitectura que, por su riqueza tanto ma-
terial como arquitectónica, han centrado buena
partedelinterésarqueológicoycientícodelas
últimas décadas. Hasta el momento, se conocen
trecedeestos edicios ocultos bajotúmulo,de
los cuales, solo tres de ellos han sido objeto de
excavacionesarqueológicas:CanchoRoano(Za-
lamea de la Serena, Badajoz), La Mata (Campa-
nario, Badajoz) y Casas del Turuñuelo (Guareña,
Badajoz). Su posición, junto al río Guadiana y
enlaconuenciaconalgunode sus principales
auentes,asícomolamonumentalidaddesuar-
quitectura, ha llevado siempre a considerar el im-
portante papel que estos enclaves desempeñaron
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en el territorio tanto a nivel político como eco-
nómico (Jiménez Ávila 1997; 2001; Rodríguez
Díaz et al. 2015; Rodríguez González 2018b); lo
que ha relegado a un segundo plano al resto de
yacimientos arqueológicos, a excepción quizás
de las necrópolis.
Laescasezdereferenciasbibliográcasacer-
ca del estudio del campesinado y de los enclaves
relacionados con la explotación de los recursos
del entorno en el valle medio del Guadiana, cho-
ca con las referencias existentes en otras regiones
que comprenden el suroeste de la Península Ibé-
rica, con las que comparte no pocas similitudes
culturales. El valle del Guadalquivir es quizás
el territorio donde más han proliferado los aná-
lisis espaciales en los que se engloba la detec-
ción y el estudio de los asentamientos en llano,
identicadosconpequeñasaldeasogranjas.Un
ejemplo de ello son los trabajos realizados du-
rante décadas por miembros del Departamento
de Prehistoria y Arqueología de la Universidad
de Sevilla entorno a municipios de la campiña
como Marchena (Sevilla) (Ferrer (coord.) 2007),
Alcalá del Río (Sevilla) (Ferrer et al. (coord.)
2007), Coría del Río (Sevilla) (Escacena et al.
(coord.) 2018), Las Cabezas de San Juan (Se-
villa) (Beltrán y Escacena (eds.) 2007) o Vejer
de la Frontera (Cádiz) (Ferrer y Cantillo Duarte
(coord.) 2017). Junto al valle del Guadalquivir,
la mitad meridional de Portugal cuenta igual-
mente con un extenso conocimiento acerca de
las denominadas “comunidades rurales” (Mata-
loto 2004; 2009), tanto en el sur (Arruda 2001)
como del centro (Calado et al. 2007; Mataloto
2010/2011;MatalotoyMatias2013;Albergaria
y Melro 2013), donde la construcción de la pre-
sa de la Alqueva ha favorecido el conocimiento
sobre el Patrimonio cultural de la región.
Entonces, ¿qué explica el limitado conoci-
mientoquesobrelaguradelcampesinadote-
nemos en la arqueología de esta región donde,
sin embargo, los estudios territoriales en torno al
poblamiento de la I Edad del Hierro no son es-
casos? (Walid y Nuño 2005; Rodríguez Díaz et
al. 2004a; 2009; Sevillano et al. 2013; Celestino
y Rodríguez González 2017a, Sevillano 2018;
Paniego y Lapuente e.p.). Posiblemente, una de
las causas principales sea el proceso de antropi-
zación sufrido por las vegas del Guadiana desde
los años 50 del pasado siglo como consecuen-
cia de la conversión de sus tierras en parcelas
de regadío. Esto se ha traducido en la transfor-
mación radical de su paisaje (Sánchez Sánchez-
Mora2012:229),deloquesepuedededucirla
desaparición de un destacado número de yaci-
mientos. A este hecho debemos sumar el punto
de vista desde el que se ha examinado el modo
de vida campesino hasta la fecha. A pesar de la
calidad de la investigación en torno al análisis de
los paisajes agrarios en la protohistoria del Gua-
diana Medio (Celestino 2005; Rodríguez Díaz
2009a),laguradelcampesinadonuncahasido
objeto de una investigación independiente, sino
que la visión que tenemos del mismo deriva de
los estudio realizados sobre las “aristocracias” o
“señores del campo”, habitantes de los grandes
edicioquejalonanelGuadiana,loqueende-
nitivanosaportaunaimagensesgadaycondi-
cionada de los grupos inferiores encargados de
la explotación de la tierra.
Dicho esto, el objetivo de este trabajo es
analizar el modelo de poblamiento del Guadia-
na Medio a través de sus asentamientos en lla-
no, para con ello contribuir al conocimiento del
papel del campesinado durante la Antigüedad,
incorporando a los estudios ya conocidos, una
primera aproximación de la lectura extraída de
estas tierras del interior. Para ello, el trabajo se ha
estructuradoendosbloques:unprimerapartado
teórico en el que se analizan los diferentes mode-
los a través de los cuales se ha tratado de diseñar
el esquema social de este territorio durante la I
Edad del Hierro, a los que el trabajo aquí presen-
tado sirve de alternativa; y, un segundo apartado,
estrictamente arqueológico, en el que se aborda
el análisis tanto de los yacimientos incorporados
a la categoría de asentamientos campesinos, para
lo cual se han recopilado nuevas evidencias y
reexaminado los ejemplos de asentamiento tipo
aldea o granja conocidos, actualizando la última
revisión publicada hace ya más de una década
(Jiménez Ávila y Ortega, 2008), como de los da-
tos bioarqueológicos resultado de la realización
de análisis polínicos, antracológicos, carpológi-
cos y faunísticos, que sirven de marcadores para
la denición de una actividad agrícola en este
territorio. Por último, para determinar la cone-
xión entre el asentamiento y la explotación de los
recursos del entorno se ha realizado un cálculo
de las Áreas de Captación Económica (ACE), un
recurso cuya utilidad ya ha sido puesta de relieve
(Vicent 1991b), pero que nunca se ha empleado
para el estudio de esta región.
No entraremos a contribuir en la construcción
teóricadelaguradelcampesinado,puesnoes
uno de los objetivos con los que parte este traba-
jo. Ese ejercicio ya ha sido emprendido por di-
versos autores a partir de distintos puntos de vista
que siempre encuentran una base común que no
esotraquelaconexión de la guradelcampe-
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sino con la labranza de la tierra y la explotación
agrícola (una revisión en Parcero 2002). En este
sentido y dentro del contexto objeto de análisis
enestetrabajo,ladeniciónquequizásmásse
acerca a la realidad territorial que vamos a des-
cribirsea la propuesta porShanin (1983: 276):
“El campesinado está formado por pequeños
productores agrarios que, con ayuda de un equi-
po simple y el trabajo de sus familias, producen
principalmente para su propio consumo y para
cumplir con las obligaciones prescritas por los
que detentan el poder económico y político”, lo
queParcerohasimplicadoydenominadocomo
“pequeños productores agrarios” considerados
como una categoría socioeconómica concreta
y no como simples agricultores cuyo objetivo
es garantizar la subsistencia tanto de la unidad
familiar como de las relaciones sociales que el
campesino tenga con los enclaves de su entorno
(Parcero2002:37-38).
La lectura de los datos obtenidos del análisis
arqueológico nos permite incorporar un segundo
objetivo a nuestro trabajo al aportar nuevas in-
terpretaciones que permitan argumentar acerca
de la estructura social y política que rige el mo-
delo de poblamiento del valle medio del Guadia-
na durante la I Edad del Hierro. Así, a la descrip-
ción de los enclaves agrícolas y de sus entornos
hemos incorporado el análisis de las relaciones
que se establecen entre éstos y el resto de asen-
tamientos del valle, ubicados en categorías su-
periores, lo que permite deducir la existencia de
una sociedad de estructura trapezoidal. Con ello
queremos contribuir a la propuesta realizada por
otros autores, quienes invitan a plantear nuevos
modelos para la comprensión de las sociedades
protohistóricas basados en enfoques multidisci-
plinares(Fernández-GötzyLiceras2019:180),
como el que aquí se recoge.
2. Modelos teóricos para el estudio del
campesinado durante la I Edad del Hierro
en el valle medio del Guadiana
EntrenalesdelsigloVIIeiniciosdelsiglo
VI a.C. se detecta en el valle medio del Gua-
diana un cambio en su régimen de poblamien-
toquesemaniestaenlamultiplicación del
número de asentamientos frente a un período
anterior, el Bronce Final, donde el modelo
de ocupación nos resulta prácticamente des-
conocido (Celestino y Rodríguez González
2017b). En este momento se inaugura un sis-
tema original y de fuerte personalidad orga-
nizado a partir de tres categorías de asenta-
miento a las que debemos sumar la existencia
de necrópolis (Fig. 1).
Fig. 1. Mapa del poblamiento del valle medio del Guadiana durante
la I Edad del Hierro. (Elaboración propia).
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La primera categoría está monopolizada
por el enclave del Tamborrio, pues hasta la fe-
cha constituye el único asentamiento en altura
ante la ausencia de evidencias constructivas
en el Cerro del Castillo de Medellín (Walid
y Pulido 2013, Rodríguez González 2018a:
116-ss). Está localizado en una elevación jus-
to en la conuencia entre los ríos Guadiana
y Zújar. Aunque únicamente se ha excavado
una fracción del yacimiento, se ha podido de-
nirla existencia deun espacio de acrópolis
en la zona más elevada del cerro, un conjunto
de almacenes en parte de la ladera norte del
mismo y una línea de muralla que cuenta con
dos fases constructivas, una primera fechada
en el siglo VII a.C., construida con adobe, y
una segunda, del siglo VI a.C., fabricada en
piedra. La segunda categoría de asentamiento
la ocupan los edicios tartésicos ocultos bajo
túmulo, grandes construcciones ortogonales
cuya arquitectura y elenco material son por sí
mismos un claro ejemplo de propaganda. En
este sentido, esta categoría atesora los mate-
riales más suntuosos, entre los que se localizan
las importaciones, elementos que, unidos a su
arquitectura de tradición oriental, han llevado
a considerarlos como los regentes del control
territorial y, por ende, de los asentamientos
menores localizados en sus inmediaciones
(RodríguezGonzález,2018:259).Enelúltimo
escalón se sitúan las construcciones de menor
entidad, ubicadas en el llano, dedicadas a la ac-
tividad agrícola y construidas con materiales
perecederos, de ahí que la huella arqueológica
que generan sea reducida.
Aunque a simple vista la jerarquía entre
asentamientos está clara, el principal proble-
mavienealahoradedenirlosvínculosque
mantienen entre ellos, es decir, si existen o no
relaciones de dependencia y el régimen por el
que éstas se articulan. Ciertamente, el interés
de la investigación se ha centrado en el aná-
lisis de los denominados edicios tartésicos
ocultos bajo túmulo, dada la monumentalidad
de las construcciones y la riqueza de sus ma-
teriales. A partir de ellos se ha elaborado una
únicalecturaterritorialentornoaladenición
y articulación de un territorio político cuya es-
tructura interna ha sido explicada a partir de
dos modelos teóricos: el “modelo piramidal
de poder concentrado”, basado en el “modo
de producción asiático y oriental” donde un
aristócrata o régulo local ostentaría el poder,
erigiéndose como propietario de la tierra, el
trabajo y el excedente (Rodríguez Díaz et al.
2007:93-94),yporelcualseregiríaelterrito-
rio durante los siglos VII – VI a.C.; y el “mo-
delocelularydepoderdisgregado”identica-
do con un “modo de producción germánico”
basado en relaciones de clientela o servidum-
bre entre un grupo de élite y unas poblaciones
campesinas encargadas de la explotación de la
tierra (Rodríguez Díaz et al.2007:94-95),que
se inauguraría en el siglo VI a.C. Así, mientras
el primer modelo sería el ideal siempre y cuan-
do considerásemos el papel de Medellín como
punto central del territorio; el segundo modelo
parece encajar mejor dentro de una estructu-
ra territorial donde las grandes construcciones
tipo Cancho Roano son la categoría preponde-
rante. La aplicación de este modelo ha dado
como resultado la creación de un proceso que
ha sido bautizado como la “señorialización del
campo” (Rodríguez Díaz et al. 2004b; 2007;
RodríguezDíaz2009a),dondeladeniciónde
la aristocracia ha condicionado la apariencia
que tenemos del campesinado.
A pesar de la utilidad del modelo, éste con-
tiene algunos vacíos de información que deben
sermatizados,puessiconsideramoslosedi-
cios bajo túmulo como núcleos aristocráticos
encargados de la gestión de la tierra, ¿qué pa-
pel le dejamos a los enclaves en altura como el
Tamborrio dentro de la articulación territorial?
o ¿cómo explicamos la diversidad funcional de
estosedicios,dondeenCanchoRoanoprima
la actividad cultual frente a la Mata de clara
función económica? Así mismo, este modelo
deendeladecadenciadelpoderdeMedellín
frente al surgimiento de un poder “disgregado”
quequedaríabajolatuteladelosgrandesedi-
cios tipo Cancho Roano. Sin embargo, ¿cómo
encajan las cronologías aportadas por las ne-
crópolis en este punto? Si damos por hecho
que la necrópolis de Medellín pertenece a un
poblado localizado en lo alto del cerro del cas-
tillo, un poblado que supuestamente ve mer-
mada su capacidad política desde principios
del siglo VI a.C., ¿cómo se explica el repun-
te que sufre en el número de enterramientos
apartirde nesdelsigloVIa.C.?(Almagro-
Gorbea 2008: 900) o ¿por qué surgen áreas
funerarias nuevas, como la necrópolis de Val-
delagrulla (Medellín) (Menéndez Menéndez et
al.2013)fechadasentrenalesdelsigloVIIe
inicios del siglo V a.C.?
Aunque nunca se ha profundizado en este
aspecto, sí se ha valorado en otras contribu-
ciones la posibilidad de que la concentración
de tumbas documentadas justo en el vértice
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que dibujan el río Guadiana y la desembo-
cadura del río Ortiga, delimite un paisaje
funerario donde se concentran los enterra-
mientos de los diferentes asentamientos que
se distribuyen por el Guadiana Medio (Ro-
dríguezGonzález2018a:255;2018b:131).
Eso explicaría la densidad de enterramientos
en estas necrópolis, así como su ausencia en
el entorno próximo a los yacimientos exca-
vados, pues la única excepción que se ha ar-
gumentado hasta la fecha es el denominado
MontóndeTierraChicojuntoalediciode
La Mata; sin embargo, existen ciertas dudas
acerca de la cronología protohistórica de
este monumento y de la necrópolis tumular
documentada en su entorno (Rodríguez Díaz
et al.2004a:531).Porotraparte,lahomoge-
neidad y la localización de las tumbas, justo
en el centro del valle, es un argumento más
para sostener esa hipótesis; se trata de un es-
pacio que concentra dos siglos de memoria y
quereejalaestabilidaddelmodeloterrito-
rialhastasutotaldesapariciónanales del
siglo V a.C.
Al modelo teórico de “señorialización
del campo” se ha vinculado un prototipo
metodológico que ha recibido el nombre de
“Arqueología Rural” (Duque et al. 2012-
2013; Rodríguez Díaz 2009a; 2009b), al
considerarse como resultado de la unión de
dosdisciplinas:laArqueologíaAgrariayla
Arqueología del Paisaje. Para ello, esta me-
todología se estructura en torno a tres nive-
lesdeanálisis:elasentamiento(microespa-
cial), su entorno inmediato (mesoespacial),
dondeseincluyeelestudiodel‘territoriode
explotación’yel‘territoriodecaptación’,y
eldenominado‘territoriopolítico’(macroes-
pacial) en el que se inserta el análisis de la
dialéctica campo-ciudad y las relaciones so-
bre la propiedad de la tierra.
En su origen, la Arqueología Rural no
constituye un modelo independiente de la Ar-
queología del Paisaje, sino un apéndice de esta
última, a la que se incorpora el estudio de los
paisajes agrarios y de los elementos que lo in-
tegran(Criado-Boado1991:248).Laescasez
de paisajes protohistóricos agrarios conserva-
dos en el Guadiana Medio hace que la aplica-
ción de este modelo resulte problemática, una
situación que se agudiza si tenemos presente la
ya mencionada antropización que han sufrido
sus vegas, pues a la complejidad de detectar
enclaves de población vinculados a la explo-
tación de los recursos, se suma la más que im-
probable recuperación de huellas agrarias2 que
nos permitan reconstruir el paisaje agropecua-
rio de esta región entre los siglos VII – V a.C.
Así mismo, debemos detenernos en el uso
deltérmino“rural”paradenirlosyacimien-
tos tipo aldea o granja en el valle medio del
Guadiana, un concepto que nos resulta im-
preciso para el marco cronológico y territo-
rial objeto de estudio en este trabajo (Ferrer
et al. 2007). Por ello, es conveniente aclarar
este aspecto antes de emprender un análisis
arqueológico en el que este término permane-
ce ausente. El empleo de este vocablo supone
asumir la existencia de una dialéctica entre el
campo y la ciudad propuesta por algunos in-
vestigadores (Rodríguez Díaz et al. 2004b:
597; Pavón y Rodríguez Díaz 2007), que se
encuentra completamente sobredimensiona-
da en tanto en cuanto no tenemos constancia
de la existencia de “ciudades” en el Guadiana
Medio hasta época romana. Hemos de recordar
que el concepto de ciudad no está relaciona-
do con la extensión que ocupa el enclave, sino
con la existencia de unos recursos y unas fun-
ciones(Carandini1994:154; Bendala 2003),
ausentes o desconocidas en los denominados
enclaves de primer orden de la protohistoria
del suroeste peninsular caracterizados como
poblados(FerrerydelaBandera2005:566)y
no como ciudades.
Dicho esto, nuestros esfuerzos deben con-
centrarse en los dos primeros niveles de la
metodología, el estudio del asentamiento y su
entorno.Irunpasomásallá eintentardenir
el‘territoriopolítico’,es decir,establecerlas
relaciones de propiedad –ya sean de clientela
o servidumbre–, determinar la capacidad de
control de cada uno de los enclaves sobre su
territorio circundante y la extensión de terreno
dedicado a cada una de las actividades o en-
sayar sobre el parentesco entre los habitantes
de los diferentes yacimientos localizados, es
unejerciciomuyatrevidoatenordelosinsu-
cientes datos arqueológicos con los que conta-
mos hasta el momento.
Recientemente, el sistema de poblamiento
del valle medio del Guadiana ha sido anali-
zado bajo los preceptos de las sociedades de
Casas propuesto por Levi-Strauss (Rodríguez
Díaz et al. 2018), para lo que se ha tenido en
2 Se emplea el término agraria y no agrícola dado que este
primero “hace referencia a espacios dedicados tanto a
labores agrícolas como ganaderas y a las formas de or-
ganización que permiten llevar a cabo tales actividades”
(Uriarte,2007:90).
285Rodríguez González, E. Complutum. 31 (2) 2020: 279-303
cuentalosparámetrosarqueológicosdenidos
recientemente para caracterizar a las “Socieda-
des de Casa” en la Prehistoria y la Protohisto-
ria del Mediterráneo (González Ruibal y Ruiz
Gálvez 2016). Aunque en la Protohistoria de
la Península Ibérica existen sociedades que
bien pueden funcionar dentro de este sistema
de “Sociedades de Casa”, caso del mundo ibé-
rico, “no todas las casas grandes son “grandes
Casas”,conmayúsculas”(RuizGálvez2018:
32). De ese modo, las grandes construcciones
que presiden el Guadiana no parecen encajar
dentro de este sistema pues la falta de infor-
mación doméstica y la escasa documentación
que poseemos de las necrópolis no permiten
hacer un estudio en profundidad que demues-
tre lo contrario. Así, el tamaño que presentan
las construcciones o la presencia de importa-
ciones son factores sugerentes, pero no su-
cientespara denir elmodelo de Casa (Ruiz
Gálvez2018:32).
El uso de los parámetros aplicados a otras
regiones del Mediterráneo y publicados por
González Ruibal y Ruiz Gálvez, han sido em-
pleados por esta última autora en el análisis de
losediciosdelGuadiana,loquelehapermi-
tido argumentar que, en todo caso, solo los edi-
ciosde Cancho Roano ode Casas delTuru-
ñuelo estarían en condiciones de incorporarse a
este modelo de “Sociedades de Casa”, pues en
ellos se cumple un número destacado de requi-
sitos, caso de la arquitectura, la ornamentación,
la ritualidad, la perpetuación de elementos del
pasado, así como el culto a los antepasados y la
presencia de emblemas, mientras que otros per-
manecen ausentes como el culto funerario o las
evidencias de bilateralidad; elementos, muchos
deellos,ausentesenelcasodelediciodeLa
Mata(RuizGálvez,2018:34),razónporlacual
la aplicación de este modelo no parece factible,
al menos a la luz de las evidencias arqueológi-
cas con las que contamos.
3. El poblamiento tipo aldea o granja en el
Guadiana Medio durante la I Edad del Hierro
Laausenciadelaguradelcampesinoenlos
modelos expuestos en el epígrafe anterior, nos
ha empujado a ofrecer una lectura alternati-
va que no tenga a las aristocracias como eje
central, sino como un factor más dentro de la
fórmula que conforma el poblamiento del va-
lle medio del Guadiana durante los siglos VII
– V a.C. Para emprender este estudio conta-
mos con un total de once asentamientos ubi-
cados en llano y vinculados a las actividades
agrarias. Aunque a simple vista no resulta un
número muy destacado de enclaves si lo com-
paramos con otras regiones del suroeste penin-
sular, lo cierto es que el conjunto resulta más
quesignicativo,puesdebemostenerencuen-
ta las transformaciones que el medio físico ob-
jeto de estudio ha sufrido desde principios del
siglo XX. Con ello, queremos sentar las bases
de un trabajo que el avance de las investiga-
ciones irá mejorando tras la incorporación de
nuevos asentamientos acompañados de nuevas
baterías de análisis.
La información de la que disponemos pro-
cede de dos regiones concretas del Guadiana
Medio:lasVegasAltas y LaSerena,dos co-
marcas que todavía a día de hoy mantienen
claras diferencias paisajísticas, pues mientras
en las vegas predominan los espacios fértiles
destinados al cultivo por su proximidad a los
cursos de agua, La Serena se caracteriza por un
paisaje de dehesa dominado por encinas y al-
cornoques que favorece al desarrollo extensivo
de la ganadería.
Los datos empleados en el estudio derivan de
unadobleactividadarqueológica:laprospección
y la excavación. Dentro de este último grupo,
tampoco el volumen de información es homogé-
neo, pues contamos con enclaves completamente
arrasados, caso del yacimiento de Media Legua
– 2; con sitios cuyo arrasamiento es moderado,
pero que igualmente es muy limitado el volumen
de información que proporcionan, como La Car-
bonera; o enclaves donde el porcentaje de infor-
mación es mayor, porque incluso se han podido
excavar, total o parcialmente, caso del Palomar,
El Chaparral o Cerro Manzanillo (Fig. 2).
Con el objetivo de rastrear las huellas del
modo de vida campesino y el espacio físico
en el que se desenvolvían, hemos recopilado
ypuesto en común la siguienteinformación:
1. Datos procedentes del análisis de los restos
arquitectónicos y materiales con la nalidad
de denir la funcionalidad de los enclaves,
pero sin detenernos en la descripción detalla-
da de los restos arqueológicos al tratarse de
yacimientos ya publicados; 2. Resultados ob-
tenidos en los diferentes estudios polínicos,
carpológicos, antracológicos y faunísticos con
la nalidad de reconstruir el paleopaisaje; 3.
Resultados del cálculo de ACE para con ello
detectar un patrón en la selección de los espa-
cios y ver qué elementos presentan en común
(Tabla 1).
286 Rodríguez González, E. Complutum. 31 (2) 2020: 279-303
Fig. 2. Mapa de asentamientos tipo aldea o granja en el valle medio del Guadiana durante la I Edad del
Hierro. (Elaboración propia).
Tabla1:Listadodeyacimientoslocalizadosenllanotipoaldeaogranjaincluidosenelestudio.
La tabla recoge la información correspondiente a su localización, la actividad arqueológica
llevaba a cabo, su extensión, la funcionalidad otorgada y la bibliografía.
Yacimiento Localización Actividad Extensión Funcionalidad Bibliografía
La Mata de
Cancho Roano
Zalamea de la
Serena Prospección <0,5 ha Agraria Paniego y Lapuente
e.p.
Las Reyertas Quintana de la
Serena Prospección <1,5 ha Agraria Paniego y Lapuente
e.p.
La Carbonera La Guarda Excavación 0,08 ha Agraria Sánchez Hidalgo et al.
2013
Media-Legua
– 2 Campanario Excavación < 0,5 ha Agraria Rodríguez Díaz et al.
2007
La Barca-
Torruco
Villanueva de la
Serena Prospección 3 ha Agraria Rodríguez González
2018
Cerro
Manzanillo Villar de Rena Excavación 0,05 – 0,08 ha Agraria Rodríguez Díaz et al.
2009
La Veguilla Medellín Prospección 3-4 ha Agraria Rodríguez Díaz et al.
2009
La Marquesa Medellín Prospección 3 ha Agraria Sevillano2018:675
El Palomar Oliva de Mérida Excavación 4 ha Agraria Jiménez Ávila y
Ortega 2001
El Chaparral Aljucén Excavación 0,5 ha Agraria Jiménez Ávila et al.
2005; Sanabria 2008
Escuela de
Hostelería Mérida Excavación - Artesanal Jiménez Ávila y Heras
2017
287Rodríguez González, E. Complutum. 31 (2) 2020: 279-303
Dentro del conjunto que conforman estos
once asentamientos, podemos distinguir dos
categorías:lasaldeasylasgranjas.Ladiferen-
cia principal entre ambos tipos se enmarca en
la existencia dentro del asentamiento de una
o varias unidades de producción, lo que ha-
bitualmente se traduce en la mayor o menor
extensión del asentamiento. No obstante, son
muchas las características que comparten estos
yacimientos en llano, al margen de la exten-
sión que presenten, comenzando por la esca-
sez y homogeneidad de su repertorio material
y la fragilidad de su arquitectura; dos realida-
desqueavalanlainvisibilidaddelaguradel
campesinado dentro del registro arqueológico
(Fig. 3).
Fig.3.Plantadelosediciosenllanoanalizadosenelestudio.A)ElChaparral(apartirdeSanabria
2008:38,g.16);B)MediaLegua–2(apartirdeRodríguezDíazet al. 2007:89,g.5);
C) La Carbonera (a partir de Sánchez Hidalgo et al.2013:1101,g.4);D)CerroManzanillo
(a partir de Rodríguez Díaz et al.2009:40,g.5);E)ElPalomar(apartirdeJiménezÁvila
yOrtega2008:255,g.2yJiménezÁvila2016:93,g.14).(Elaboraciónpropia).
El material arqueológico recuperado duran-
te las labores de excavación está representado,
mayoritariamente, por un repertorio de cerá-
mica “común” entre la que se distinguen dos
grupos:lacerámicadecocinaydealmacena-
je. Entre las primeras destacan las cerámicas
a mano de cocción reductora, mientras el se-
gundo grupo lo engrosan las cerámicas a tor-
no, entre las que podemos destacar las ánforas
como principal recipiente contenedor. Entre el
instrumental destacan los molinos barquifor-
mes destinados a la molienda del cereal.
Sin duda, uno de los aspectos que más lla-
man la atención dentro de estos contextos agrí-
colas es la ausencia de herramientas de hierro
vinculadas al trabajo de la tierra. Dicha ausen-
cia se contradice con la presencia, dentro del
yacimiento de Cerro Manzanillo, de una cube-
ta rectangular que ha sido interpretada como
la fragua de un herrero destinada al trabajo del
hierro, posiblemente para el mantenimiento
delasherramientasdelagranja(Rovira2009:
173),loqueponedemaniestolaexistencia
de las mismas y su uso en las labores agríco-
las. Sin embargo, la tipología de herramientas
de hierro empleadas en estas tareas es bien
conocida gracias al casi medio millar de pie-
zas recuperadas durante las excavaciones del
288 Rodríguez González, E. Complutum. 31 (2) 2020: 279-303
yacimiento de Cancho Roano (Kurtz 2003),
entre las que destaca la presencia de cuchillos,
hoces, guadañas, hachas, sierras, cinceles, pi-
cos y punzones. Este elenco se acerca a los
materiales que están siendo recuperados en el
yacimiento de Casas del Turuñuelo y que, sin
embargo, resultan discretos en el edicio de
La Mata. Así, la distribución de los objetos de
metal en los yacimientos del Guadiana Medio
durante la I Edad del Hierro demuestra, por un
lado, la vinculación de las grandes construc-
ciones con el entorno agrario, mientras que,
por otro lado, acota el contexto de aparición de
las herramientas a los centros de poder.
A nivel arquitectónico, debemos reseñar la
mala conservación que presentan las construc-
ciones objeto de estudio, arrasadas hasta los
cimientos como consecuencia de la debilidad
delaedicaciónyelempleodematerialespe-
recederos ante la estacionalidad de muchos de
los asentamientos. A pesar de ello, parece que
todos los asentamientos conocidos presentan
una similar organización interna en la que se
diferencia un área doméstica destinada a la
residencia y un área de producción, separadas
por un amplio espacio abierto. Quizás uno de
los mejores ejemplos sea el yacimiento de Ce-
rro Manzanillo (Rodríguez Díaz et al. 2009),
al que se suma el de la Carbonera (Sánchez Hi-
dalgo et al.2013:1104-1105)oeldelPalomar,
dondesedenelaexistenciadeplazasoespa-
cios abiertos en torno a los cuales se organiza
la arquitectura del poblado (Jiménez Ávila y
Ortega2001:235-236).
La presencia de almacenes es otro de los
ejemplos que poseen en común todos los ya-
cimientos analizados. Tanto en Cerro Manza-
nillocomoenelPalomarse han identicado
un conjunto de construcciones rectangulares
como posibles áreas de almacenaje. Si bien,
las estructuras documentadas en Cerro Manza-
nillo son de factura discreta y están acompa-
ñadas por dos plataformas destinadas a las ac-
tividades previas al almacenamiento, como el
tamizado o la limpieza del cereal (Rodríguez
Díaz et al.2009:84),elejemplodocumentado
en el Palomar conserva una longitud de casi 30
m y una anchura de 6,50 m (Jiménez Ávila y
Ortega2001:234),unasmedidasacordescon
la magnitud del enclave, catalogado como un
poblado. Además, en el caso de El Palomar se
han localizado ocho estructuras circulares so-
bre elevadas que conservan únicamente el ba-
samento de piedra y que han sido interpretadas
como posibles hórreos u pequeños almacenes
decarácterdoméstico/familiar(JiménezÁvila
yOrtega2001:232).Estetipodeestructuras
se encuentran también presentes en otros ya-
cimientos, caso del Chaparral, donde se han
documentado seis ejemplos. Aunque en una
primera lectura del yacimiento fueron interpre-
tados como posibles hórreos (Jiménez Ávila et
al.2005:465), la posterior publicacióndela
excavación y la presencia en algunas de estas
estructuras de restos de cenizas ha llevado a
su reinterpretación como hornos-tahona (Sa-
nabria2008:59).Igualmente,elyacimientode
La Carbonera también cuenta con una de estas
estructuras circulares, así como el enclave de
Media Legua – 2, cuyas dos únicas estructuras
conservadas han sido interpretadas como po-
sibles bases de hornos (Rodríguez Díaz et al.
2007:88).
Lo cierto es que ambas lecturas son com-
pletamente plausibles, pues ninguno de los ca-
sos recogidos más arriba presenta un estado de
conservación adecuado como para decantarse
por una de las dos funciones. Todos ellos pre-
sentan un diámetro de media de 2 m, el mis-
mo que posee la base circular conservada en
Cancho Roano, el único ejemplo cuyo estado
deconservaciónpermitecerticarsuusocomo
un horno.
El único caso de estudio que se sale de esta
tónica es el yacimiento ubicado en el solar de
la Escuela de Hostelería de Mérida (Jiménez
Ávila y Heras 2017), donde se han localizado
tres hornos cerámicos vinculados a sus corres-
pondientes vertederos. Este hallazgo permite
incorporar a las actividades el desarrollo de la
artesanía, siendo así el único caso de esta na-
turaleza documentado en el Guadiana Medio,
pues a pesar de que las analíticas cerámicas
nos marcan la fabricación de las piezas con
material del entorno de los enclaves, las áreas
de producción nos resultan prácticamente des-
conocidas.
A los datos aportados por la arquitectura y
el material se suma la documentación bioar-
queológica, recopilada por primera vez en un
trabajo de esta naturaleza y empleada para tra-
tar de reconstruir el entorno de los asentamien-
tos tipo aldea o granja del Guadiana Medio y
denirasílasactividadeseconómicasdesem-
peñadas en el mismo. La procedencia de los
datos empleados es diversa, pues lamentable-
mente no todos los yacimientos cuentan con
una batería de análisis arqueobotánicos, y en
el caso de tenerla no cuentan con un número
similar de muestras, ni todos ellos han sido pu-
289Rodríguez González, E. Complutum. 31 (2) 2020: 279-303
blicados bajo un mismo registro, lo que com-
plicaelejerciciodedenirlarepresentatividad
de cada una de las especies en sus yacimientos
correspondientes. A pesar de ello, sirva este
ejercicio como primera aproximación cuyos
datos nos resultan bastante esclarecedores.
Para facilitar la comprensión de la infor-
mación manejada en este punto del estudio he-
mos elaborado tres tablas donde se recogen los
datos procedentes tanto de los análisis carpo-
lógicos (tabla 2) y las columnas de polen ela-
boradas en los distintos yacimientos (tabla 3),
como los estudios antracológicos (tabla 4) con
lanalidaddealcanzarunavisiónglobalque
permita caracterizar los entornos de los encla-
ves objeto de estudio, actualizando así los re-
gistros publicados hace ya algunos años (Pérez
Jordá et al. 2007; Pulido et al. 2007).
Tabla 2. Resultados obtenidos en los análisis carpológicos organizados por especie y yacimiento.
Resultados carpológicos
Especie/
Yacimiento La Mata Cerro
Manzanillo
El
Tamborrio
Cancho
Roano
Casas del
Turuñuelo Alange
Cereales
Trigo Desnudo x x x x x
Escanda x x
Cebada vestida x x x x x x
Cebada desnuda x x
Avena x
Lino x
Mijo x
Leguminosas
Guijas/Almorta x -
Habas x - x x
Guisantes x - x
Arveja x
Algarrobo
Frutales
Vid x - x
Vitis Silvestre x
Olivo x - x
Higuera x -
Almendro x - x x
Bellotas x x x
Piñones x x
Tabla 3. Resultados obtenidos en los análisis polínicos organizados por especie y yacimiento.
Resultados polínicos
Especie/Yacimiento La
Mata
Cerro
Manzanillo
El
Tamborrio El Palomar Cancho
Roano
Casas del
Turuñuelo Alange
Árboles
Quercus t. ilex x x x x x x x
Pinus x x x x x x
Olea Europea x x x x x
Arbustos
Cistaceae x x x x x x x
Thymelaceae – Daphne x x x
Myrtus x x
Caprifoliaceae – Viburnum x x
Ericaceae x x x x
Oleaceae – Phillyrea x x
Lavandula stoechas x
Rhamnus x x
Anacardiaceae – Pistacea x x x x
Cultivo Cerealia x x x x x x x
290 Rodríguez González, E. Complutum. 31 (2) 2020: 279-303
Resultados polínicos
Especie/Yacimiento La
Mata
Cerro
Manzanillo
El
Tamborrio El Palomar Cancho
Roano
Casas del
Turuñuelo Alange
Herbáceas
Gramineae x x
Cichorioideae x x x
Fabaceae x x
Boraginaceae x x x x x
Brassicaceae x
Leguminosae x
Aster type x x
Cruciferae x x x
Campanulaceae x x x
Amaryllidaceae x
Plantago Lanceolata x x x x
Chenopodium x x x
Anthemidae x x
Liliaceae x x
Poaceae x x x x
Scrophulariaceae x
Dacttylis glomerata subsp
hispánica (Roht) Nyman x
Elymus repens (L.) Gould x
Cymodon dactylon (L.) Pers. x
Bromus diandrus Roth x
Phalaris brachystachys Link. x
Agrostis castellana Boiss.&
Reuter x
Herbáceas
Malas
Hierbas
Plantago Coronopus x x
Rumex x x x
Centaurea x
Malvacae x
Papaveraceae x x x
Plantaginaceae x x
Chenopodiaceae/
Amaranthaceae x
Apiaceae x x
Urticaceae x x x x
Caryophyllaceae x x
Zygophyllaceae – Tribulus x
Portulacaceae x
Convolvulaceae x x
Vegetación
de rivera
Alnus x x x x x x x
Populus x x x
Fraxinus x x x x
Ulmus x x x
Salix x x x
Apocynaceae – Nerium
Oleander x
Juncaceae x x
Cyperaceae x x x
Typhaceae x
Lemnaceae x
Zannicheliaceae x
Ranunculaceae x x x
Callitrichaceae x
Potamogetonaceae x
291Rodríguez González, E. Complutum. 31 (2) 2020: 279-303
Tabla 4. Resultados obtenidos en los análisis antracológicos organizados por especie y yacimiento.
Resultados antracológicos
Especie/Yacimiento La Mata Cerro
Manzanillo
El
Tamborrio
Casas del
Turuñuelo Alange
Árboles
Alnus glutinosa x
Arbutus unedo x x
Ficus carica x
Fraxinus angustifolia-excelsior x x x x
Ilex aquifolium x
Laurus nobilis x
Olea Europea x x x x
Pinus pinea-pinaster x x x
P. terebinthus x
Populus/salix x x x
Prunus avium x x
Prunus dulcis x x
Prunus spinosa x
Quercus ilex-coccifera x x x x x
Quercus sp. t. caducifolio xxx
Quercus suber x x
Ulmus x
Juniperus sp. x
Arbustos
Cistaceae sp. x x x x
Buxus x
Dapne gnidium x
Erica sp. x
Ruscus x
Phillyrea/Rhamnus x x
Pistacia lentiscus x x x
Taxus baccata x
Herbáceas
Labiatae sp. x
Leguminosae sp. x x x
Smilax x
Monocotyledaneae x x
Plantago x
Rosaceae maloidea x x x x
Rosaceae Pomoideae x
Rosaceae prunoidea x
Plantas
leñosas
Vitis x
Solo uno de los yacimientos tipo granja
excavado en su totalidad incluye los tres tipos
deanálisis:elcasodeCerroManzanillo(Gar-
cía Alonso et al. 2009; Duque y Pérez Jordá
2009). Dado que no podemos dibujar el paisa-
je completo de la cuenca media del Guadiana
durante el I Milenio a.C. a partir de los datos
de un único yacimiento, la información de
este enclave se ha completado con la de ya-
cimientos como La Mata (Pérez Jordá 2004;
Vázquez et al. 2004) y Cancho Roano (Cubero
1993; Hernández Carretero 2008), pues aun-
que se trata de enclaves pertenecientes a otra
categoría de asentamiento, presentan aspectos
292 Rodríguez González, E. Complutum. 31 (2) 2020: 279-303
en común, caso de su localización en el llano
y una misma cronología, por lo que los resul-
tados obtenidos en ambos enclaves permiten
conocer los entornos de pequeños asentamien-
tos como Media Legua – 2, La Carbonera, Las
Reyertas y La Mata de Cancho Roano. Esta
misma situación se reproduce en el caso del
yacimiento del Cerro de la Barca – Torruco,
por lo que para completar la información de
este espacio presentamos los resultados inédi-
tos del estudio arqueobotánico del yacimien-
to del Tamborrio3. A estos análisis se suman
los resultados preliminares recogidos en las
publicaciones de las primeras estancias del
yacimiento de Casas del Turuñuelo4 (Rodrí-
guez González y Celestino 2017; 2019; Ce-
lestino y Rodríguez González 2019). Aunque
estos resultados no pueden ser considerados
concluyentes, pues representan un porcentaje
escaso de la totalidad del edicio, sus datos
nos permiten un primer acercamiento a los ya-
cimientos de La Marquesa y la Veguilla. Por
último, la lectura palinológica del yacimiento
del Palomar (Hernández Carretero 2008) per-
mite un acercamiento a la actividad económi-
ca de este enclave, a falta de que se publiquen
los resultados completos de su excavación, de
la que únicamente se han adelantado lecturas
preliminares (Jiménez Ávila y Ortega 2001).
Esta región se completa con la inclusión de los
resultados bioarqueológicos del yacimiento
de Alange, que permiten hacer una valoración
del paisaje desde cronologías de la Edad del
Bronce (López García et al. 2003). Por su par-
te, la región más al oeste, donde se incluyen
los yacimientos de El Chaparral y la Escuela
de Hostelería, no ha podido ser caracterizada
dado que no existen análisis en ninguno de los
dos yacimientos ni en ningún enclave próximo
de similar cronología.
El análisis de los datos recopilados des-
prende gran homogeneidad, lo que nos permite
englobardentrodeunaúnicareexiónlosre-
sultados obtenidos en los diferentes enclaves.
Así, se detecta la presencia de un bosque de
quercineas de hoja perenne entre las que des-
3 Agradecemos a la empresa de arqueología ARQUEPEC
S.L. la cesión del informe arqueobotánico de las excavacio-
nes en el Cerro del Tamborrio realizado por el Institut Ca-
talàdePaleoecologíaHumanaiEvolucióSocial(Fundació
IPHES).
4 Todos los análisis arqueobotánicos del yacimiento de Casas
del Turuñuelo se están realizando en el laboratorio de Ar-
queobiología del Centro de Ciencias Humanas y Sociales
del CSIC.
tacan el Quercus t. ilex que se intercala con es-
pacios ocupados por Olea Europea y bosques
de Pinus actualmente desaparecidos. El paisa-
je arbóreo está acompañado por un estrato ar-
bustivo dentro del cual destacan taxones como
Cistus, Dafne, Pistacia, Viburnum o Erica en-
tre otros. Un hecho generalizado que se detecta
en todos los ejemplos analizados, aunque en
algunos casos las evidencias son más claras,
caso de Cancho Roano (Hernández Carretero
2008:140),eslareducciónenlapresenciade
polen arbóreo (AP) frente al polen no arbóreo
(NAP), acompañado de palimorfos indicado-
res de las prácticas agrarias, como las herbá-
ceas nitrólas y ruderales. Esta evidencia se
acentúa progresivamente entre los siglos VII
– V a.C.; un hecho que se ha considerado como
consecuencia de una intensa actividad humana
cuyo objetivo era crear espacios abiertos des-
tinados a la actividad agrícola y ganadera, así
como el aprovechamiento de recursos como la
madera(HernándezCarretero2008:141).
La multiplicación de los espacios desti-
nados al cultivo y los pastos para el ganado,
quedanreejadosigualmenteenlosresultados
analíticos. Así, a la reducción de los bosques se
suma el incremento de taxones como cerealia,
entre los que destaca el trigo desnudo y la ce-
bada vestida, así como algunas herbáceas que
nacen como malas hierbas vinculadas a exten-
siones de cultivo como Centaurea, Malvacae,
Plantago Coronopus o Rumex, entre otros, así
comoespeciespirótasderivadasdeluso del
fuego para abrir claros en el bosque. Por últi-
mo, se documentan otros microfósiles no polí-
nicos relacionados con las prácticas ganaderas
y los procesos erosivos que permiten suponer
la intensa actividad económica desarrollada en
el entorno de muchos de estos enclaves.
La vegetación se completa con la serie ri-
paria característica de los márgenes de agua.
Como queda atestiguado en la cartografía,
todos los enclaves aparecen vinculados a un
curso de agua, elemento esencial para el de-
sarrollo de la vida. Por ello, en los diagramas
aparecen representadas especies de rivera
como Alnus, Ulmus, Salix o Populus, junto a
Juncaceae o Cyperaceae. Al igual que ocurre
con la extensión de los bosques, la vegetación
de ribera también irá poco a poco perdiendo
terreno hasta convertirse en auténticos bosques
de galería.
La lectura extraída de las muestras de polen
se completa con el análisis de los restos car-
pológicosdondepuedendenirselostiposde
293Rodríguez González, E. Complutum. 31 (2) 2020: 279-303
cultivo. Sin duda alguna, los cereales son la
especie mejor representada. Entre las muestras
destaca el trigo desnudo (Tricium aestivum/
durum) y la cebada vestida (Hordeum vulgare
vulgare), aunque entre las semillas recupera-
das en el yacimiento del Tamborrio se detecta-
ron evidencias del cultivo del lino y la avena,
mientras que en La Mata existen pruebas de la
produccióndemijo (Pérez Jordà 2004:391).
No parece que exista un patrón en la elección
de la especie cultivada, pues los tanto por cien-
to no varían de forma destacada en función del
yacimiento; no obstante, se ha planteado la po-
sibilidad de que se esté seleccionando el tipo
de cereal a cultivar en función de la calidad
de la tierra (Grau et al.1998:55).Juntoalos
hidratos de carbono el complemento perfecto
son las proteínas representadas por las legu-
minosas, entre las que destacan las guijas, las
habas, los guisantes o las arvejas y los algarro-
bos; un conjunto que se completa con el cul-
tivo de frutales entre los que destacan la vid,
el olivo, la higuera o el almendro. En la ac-
tualidad existe cierta controversia sobre si los
restos de vid y olivo corresponden a especies
cultivadas o silvestres, por lo que se debate la
fecha de introducción de los mismos en la pe-
nínsula ibérica. Los restos de Vitis Vinifera en
yacimientos como Cancho Roano o La Mata,
donde además se localizaron los restos de un
lagar(RodríguezDíazyOrtiz2004:143),per-
mitencerticarelcultivodeestaespecie.Ma-
yor duda presenta el cultivo del olivo (Hernán-
dezCarretero2008:144),pues,aunqueexisten
ánforas de aceite y el olivo está presente en el
polen y los carbones, la presencia de semillas
que acrediten su cultivo es muy reducida.
La lectura del paleopaisaje se completa
con los análisis antracológicos. Los carbones
permiten conocer las especies empleadas en la
construccióndelosedicios,casosdepuertas
o techumbres, en la fabricación de los elemen-
tos muebles o como material de combustión.
La obtención de madera se inserta dentro de
las actividades de recolección, por lo que di-
cho recurso suele proceder del entorno de los
yacimientos y constituye otra de las activida-
des económicas desempeñadas por el campe-
sinado. A ella se suma la recolección de frutos
como el piñón y la bellota, documentados en
asentamientos como Cancho Roano y La Mata.
Para completar y contrastar la información
proporcionada por los análisis bioarqueológi-
cos, hemos realizado un análisis global de las
Áreas de Captación Económica (ACE) que se
articula con la reconstrucción del paleopaisa-
je realizada con anterioridad. La hipótesis de
partida considera a cada asentamiento como
unidades espaciales independientes que tien-
den a localizarse próximos a los recursos fun-
damentales para el desarrollo de la vida, entre
ellos el agua y los alimentos, y que, por lo tanto,
cabe pensar que son los recursos ubicados en
sus inmediaciones los más explotados (Vicent
1991b:57).Amayordistanciaquedanlasáreas
de explotación puntual, como materias primas
para la construcción o los recursos estacionales,
caso de la caza o la recolección de frutos, que
se llevan a cabo en un momento concreto del
calendario. Así, el objetivo de este cálculo te-
rritorial consiste en comprobar las condiciones
de localización de cada yacimiento para poder
interpretarlos en función de las distintas formas
de explotación del terreno que les rodea (Par-
cero2002:60).Sinembargo,nopodemosolvi-
dar que no se trata de un modelo absoluto que
permitaunacercamientoelalarealidadterri-
torial de un paisaje de la Antigüedad, sino una
herramienta de aproximación que nos ayuda a
encontrar puntos en común a la hora de anali-
zar la elección espacial para la ubicación de un
nuevo asentamiento (Parcero y Fábregas 2006).
A pesar de que tradicionalmente se han em-
pleado isócronas de 5 kilómetros de distancia
que equivalen a una hora de desplazamiento
(Vicent1991b:61),ennuestrocasohemosem-
pleado isócronas de 30 minutos, pues conside-
ramos que en este radio de acción y despla-
zamiento se localizan los recursos indispensa-
bles, caso de las tierras de labor y pastoreo, así
como el agua, a las que se asocian otras acti-
vidades como el desarrollo de zonas de huerto,
pesca o áreas de explotación de recursos como
la extracción de arcillas para la elaboración de
material de construcción; y que estas tierras se
distribuyen a una distancia lógica que permite
el desplazamiento diario a las mismas.
Para el cálculo de las isócronas se ha em-
pleado la fórmula de Uriarte (Chapa et al. 2009)
y un mapa de potenciales usos del suelo elabo-
rado a partir de los datos obtenidos del Corine
Land Cover 2018 al que se le han sumado di-
ferentes variables, caso de la pendiente5, para
lo cual se ha empleado un MDT de 5 m. Así
5 El mapa de potenciales usos del suelo ha sido confecciona-
doporPabloPaniegopara sutesisdoctoral:Del Castro al
oppidum. Conquista e implantación romana en la cuenca
del Ardila (s. III – I d.C.), por lo que quiero agradecerle su
colaboración en la elaboración y diseño del Mapa de Áreas
de Captación Económica para el presente trabajo.
294 Rodríguez González, E. Complutum. 31 (2) 2020: 279-303
mismo, no se han tenido en cuenta los cursos de
aguapordosfactores:lavariaciónquesucau-
ce ha experimentado en el último siglo por la
introducción del regadío en esta región y por la
existencia de múltiples vados que no hacen del
Guadiana un obstáculo insalvable. El mapa re-
sultante comprende cinco categorías dentro de
losusospotencialesdelsuelo:1.Improductivo;
2. Agricultura; 3. Terrenos de pasto y dehesa; 4.
Bosques, 5. Aguas (Fig. 4, tabla 5).
Fig. 4. Áreas de Captación Económica de los yacimientos tipo aldea y granja objeto de estudio.
(Mapa elaborado por Pablo Paniego).
La ubicación de los enclaves responde a
un patrón general, próximos a algún curso de
agua, principalmente junto al cauce del Gua-
diana o en el camino de alguno de sus princi-
palesauentes,vinculadostodosellosaespa-
cios de desarrollo de la actividad agrícola de
secano, como viene indicado por los análisis
polínicos, pues solo los ejemplos de El Cha-
parral y La Mata de Cancho Roano presentan
más terrenos destinados a la dehesa y los pas-
tos. Su proximidad a las líneas de agua les ase-
guraba además el acceso a tierras fértiles para
el cultivo de huerta y frutales, así como a otros
recursos, caso de la pesca o la recolección de
moluscos. Así mismo, a excepción de los en-
claves ubicados justo en el paso del Guadiana,
el resto, principalmente los localizados al sur,
contaban en su área de captación económica
con zonas de dehesa y de bosque con los que
completar su base económica; una dehesa a la
que poco a poco le fueron ganando terreno se-
gúnsereejaenlosanálisispolínicos.
El análisis del mapa geológico de la penín-
sula ibérica también nos permite observar la
homogeneidad que presenta el sustrato geoló-
gico sobre el que se localizan los yacimien-
tos. Así, se distinguen dos regiones claras, los
emplazamientos localizados junto al cauce de
importantesarteriasuviales,dondedestacan
los suelos dominados por gravas, arenas, arci-
llas y limos, de aquellos en los que el tanto por
cierto de terreno de bosques y dehesa es mayor
y en los que sobresalen los suelos de areniscas
y cuarcitas, así como pizarras y granitos (Fig.
5). El estudio de la geología permite locali-
zar la procedencia de materias primas tanto
para la construcción y los útiles de molienda
como para la producción cerámica; sin embar-
295Rodríguez González, E. Complutum. 31 (2) 2020: 279-303
go, requiere de una amplia batería de análisis
arqueométricos y petrológicos para su carac-
terización, una línea de trabajo pendiente en
la región de estudio. La importancia de estos
análisis radica en conocer si los habitantes de
estos enclaves se abastecían con las materias
primas de su entorno, lo que supone conside-
rar el amplio conocimiento que tienen sobre el
mismo, o si parte de esos materiales proceden
de territorios más lejanos, lo que nos lleva a
considerar la existencia de intercambios entre
diferentes grupos. Sea como fuere, en el va-
lle medio del Guadiana únicamente contamos
con el estudio geológico del yacimiento de
Cerro Manzanillo, lo que ha permitido cono-
cerlaautosucienciadelcaserío,cuyomate-
rial lítico procede de su entorno más próximo
(PoncedeLeón2009:148).Anteestalectura,
cabe suponer que este modelo de autoabaste-
cimiento y control del entorno es el que pre-
domina en el resto de enclaves tipo aldea o
granja, pero ciertamente, solo el aporte de las
analíticas nos permitirá extraer conclusiones a
este respecto.
Tabla5.Supercieenhectáreascontroladaporcadaasentamientoapartirdeunaisócrona
de 30 min. En la tabla se reúne, en tantos por ciento, el tipo de suelo presente, así
como el curso de agua que queda dentro del mismo.
Yacimiento Área (ha) Improductivo
Tipo 1
Agricultura
Tipo 2
Dehesa y
pastos
Tipo 3
Bosque
Tipo 4
Agua
Tipo 5
La Mata de
Cancho Roano 2131 0% 22,70% 77,30% 0% Arroyo
Cagancha
Las Reyertas 2113 4,58% 52% 43,33% 0% Río Ortiga
La Carbonera 1942 0% 70,32% 29,58% 0,10% Río Ortiga
Media Legua
–2 1964 0% 100% 0% 0% Arroyo del
Molar
La Barca –
Torruco 1912 3,35% 77,67% 11,35% 7,63% Río Guadiana
Cerro
Manzanillo 1999 2,35% 86,67% 8,93% 2,05% Río Ruecas
La Veguilla 2234 0% 93,63% 5% 1,37% Río Guadiana
La Marquesa 2144 3,89% 93,66% 2,40% 0,05% Río Guadiana
El Palomar 1701 2,64% 86,21% 7,28% 3,87% Arroyo
Higuereja
El Chaparral 1627 0,74% 46% 53,26% 0% Río Aljucén
Escuela de
Hosteleria 1803 60,32% 25,52% 14,16% 0% Río Guadiana
Por último, aunque habría sido un exce-
lente complemento a los resultados obtenidos
en este estudio, no se han tenido en cuenta los
restos de fauna a pesar de que la actividad ga-
nadera forma parte del modo de vida campesi-
no, dado el papel que la tracción animal tiene
en la roturación de los campos. Hay una razón
fundamental, la falta de trabajos que permitan
extraer una visión general, pues de la última
síntesis distan ya más de veinte años (Casta-
ños, 1998) y la mayor parte de los yacimientos
incluidos en este estudio no cuenta con un aná-
lisis de su fauna. A diferencia de la paleobotá-
nica, donde se han tomado como referencia los
estudios conocidos porque trazan una visión
general de un entorno, en el caso de la fauna
resulta imposible tomar los datos de enclaves
como Cancho Roano o Casas del Turuñue-
lo, donde la fauna es muy abundante, porque
distorsionaría los resultados de este estudio al
tratarsedecontextosconunfuertesignicado
ritual, donde la presencia del caballo es abru-
madoracomoconsecuencia de lossacricios
que se llevaron a cabo antes de la clausura de
ambos edicios. Por ello, queda como tarea
pendiente la actualización de los restos de fau-
naquenospermitananarenlasconclusiones
planteadas en este trabajo.
296 Rodríguez González, E. Complutum. 31 (2) 2020: 279-303
Fig. 5. Mapa geológico del territorio objeto de estudio en el que se insertan los yacimientos
tipo aldea y granja y las isócronas de 30 min. (Elaboración propia).
4. Conclusiones
La interpretación de los datos recopilados en
los anteriores apartados nos permite extraer
nuevas conclusiones sobre la estructura social
del Guadiana Medio durante la I Edad del Hie-
rro a nivel microespacial y mesoespacial; lo
que a su vez nos permite presentar una lectura
alternativa del papel que el campesinado juega
en el modelo de poblamiento propuesto para
este territorio hasta el momento (Rodríguez
Díaz et al. 2010).
Aunque dentro de la categoría de asen-
tamientos que engloba a las aldeas y las
granjas pueden distinguirse enclaves de su-
percie diversa, predominan los pequeños
asentamientos sobre una suave loma siempre
próxima a un curso de agua. La organización
interna de los mismos también parece res-
ponder a un patrón en el que se diferencian
áreas de residencias y espacios de produc-
ción. La presencia de almacenes y pequeños
hórreos marca la importancia del excedente
de producción cuyo objetivo es garantizar
la subsistencia (Vicent 1998), no solo del
núcleo familiar del campesino, sino para
atender los gastos derivados de las relacio-
nes que se establecen con otro tipo de asen-
tamientos,casodelosgrandesediciostipo
Cancho Roano o Casas del Turuñuelo que,
comoveremos,hanrearmadotrasesteaná-
lisis sobre la explotación agrícola, su papel
principal dentro de la organización política y
territorial de este espacio.
El producto más representado en todos los
yacimientoseselcereal,loquelodenecomo
el alimento básico de la dieta. Así mismo, pa-
rece que una actividad común a todos los en-
clavesesladeforestacióncon la nalidad de
ir ganando terreno para permitir el desarrollo
de pastos y cultivos. Solo dos de los enclaves
parecen salirse de esta tónica. El primero de
ellos es el yacimiento de El Tamborrio, cuyo
análisispolínicohapermitidodenirquelalo-
calización de las tierras de cultivo más próxi-
mas estaría a unos 200 m del yacimiento. Esta
interpretación viene cargada de toda lógica si
tenemos en cuenta la categoría de este enclave,
considerado como un asentamiento en altura al
que se supone un papel como cabeza del te-
rritorio encargado de la distribución del exce-
dente y no tanto como centro productor (Ro-
dríguezGonzález2018a:255,259),razónpor
la cual cabe suponer que las tierras de cultivo
más cercanas se localizarían en el vecino Ce-
rro de la Barca, considerado como un poblado
en llano. Este hecho viene refutado por la pre-
sencia de una extensa área de almacenamiento
localizada en la ladera norte del yacimiento del
Tamborrio (Walid y Pulido, 2013: 1196), así
como por un extenso y reciente análisis que se
ha realizado de las pastas de las ánforas de los
yacimientos de El Tamborrio, Cancho Roano,
La Mata, Cerro Manzanillo y Casas del Tu-
297Rodríguez González, E. Complutum. 31 (2) 2020: 279-303
ruñuelo, que prueba los intercambios comer-
ciales que debieron existir entre estos asenta-
mientos (Rodríguez González et al. e.p.).
El segundo caso es si cabe más llamativo,
pues se trata del yacimiento de La Mata. La
escasez de palimorfos en este asentamiento po-
dría deberse tanto a la existencia de malos sue-
los (Grau et al. 2004:69-70) comoalapropia
funcionalidaddeledicio,destinadoalalmace-
namiento y manufactura y no tanto a su produc-
ción, lo que matiza la interpretación que hasta
la fecha se ha realizado de esta construcción.
Estaideadeconsideraral edicio deLaMata
como un centro de almacenaje y producción
viene avalada por la abundante presencia de ce-
rámica de almacenaje, un 70% del total de las
cerámicas recuperadas, entre las que podemos
destacar la existencia de 186 ánforas, lo que
suponen 15.159 l de capacidad de almacenaje,
una cifra muy superior a lo documentado en el
resto de yacimientos coetáneos del valle medio
del Guadiana (Rodríguez Díaz y Ortiz 2004:
229). El tamaño que presentan muchos de estos
recipientes, que alcanzan los 100 l de capaci-
dad, ha llevado a suponer que su uso estaba más
destinado al almacenaje que al transporte, dada
ladicultaddesumovilidad(RodríguezDíazy
Ortiz2004:236).Alacerámicadealmacenaje
se suma la recuperación de 67 molinos barqui-
formes, empleados para la molienda del grano
(RodríguezDíazyOrtiz2004:273).Ambosda-
tosconectanconlosrestosquecerticanqueen
La Mata se desempeñaban labores de limpieza
del cereal, concretamente los correspondiente a
laúltimafaseocribadono(PérezJordà2004:
416), una actividad que se ejecuta, bien justo
antes del almacenamiento, o antes de proceder
a la molienda.
A estos datos se suma la existencia de una
extensa variedad de especies entre los restos
detectados en los análisis bioarqueológicos,
completados por la diversidad de productos
recuperados en los análisis de contenido de
los recipientes (Juan Tresserras y Matamala
2004) que no parecen haber sido producidas
en el entorno inmediato del yacimiento, pues
la revisión de las prospecciones realizadas en
elentornodeledicionospermiteahoracom-
probar que el entorno del yacimiento no estaba
tan densamente poblado como se ha venido
defendiendo (Rodríguez Díaz et al. 2004a:
499). Así, de los 93 enclaves localizados en
estos trabajos de prospección, solo 40 de ellos
corresponden a cronologías protohistóricas,
siendo 36 de ellos hallazgos aislados de moli-
nos barquiformes, lo que condiciona su identi-
cacióncomoasentamientospermanentes.
Todos estos datos nos llevan a plantear la
hipótesis de que La Mata, más que un centro
de poder sea un centro de recepción de produc-
tos llegados de diversos puntos del Guadiana
Medio, encargándose así de su almacenaje; lo
que abre la puerta a la existencia de una jerar-
quíadentroinclusodelosediciosbajotúmu-
lo de época tartésica. Una evidencia de dicha
jerarquía se detecta en la presencia o carencia
de herramientas de hierro vinculadas con las
labores agrícolas dentro de esta categoría de
asentamientos, aunque cabría también supo-
ner la existencia de herramientas fabricadas
en madera. Así, estos objetos son abundantes
en enclaves como Cancho Roano o Casas del
Turuñuelo, mientras que en La Mata permane-
cen ausentes, reducidos a un pico y un posible
fragmento de hoz; por no citar la escasez de
elementos de importación, caso de las cerámi-
cas áticas o los objetos de pasta vítrea, abun-
dantes en los otros dos enclaves citados y que
denenla participación de estos sitiosen un
comercio exterior que va más allá de los lími-
tes de la propia cuenca del Guadiana (Domín-
guez Monedero 1993).
Esta acumulación de herramientas de hie-
rro tiene una doble lectura. Por un lado, que los
asistentesalritualdeclausuradelosedicios
de Cancho Roano o Casas del Turuñuelo las
aportaran a modo de ofrenda, como se ha su-
geridoconlosnumerososcaballossacricados
anteladicultaddejusticarsupertenenciaa
una única cabaña ganadera; o, por otro lado,
queseanestosedicioslosencargadosdepro-
porcionar las herramientas de labor a los cam-
pesinos. Si aceptamos esta última propuesta,
losgrandesediciostipoCanchoRoanoesta-
rían controlando el trabajo de explotación de
las tierras de sus entornos, por lo que parte de
la producción campesina iría a parar a estas
construcciones que posteriormente se encarga-
rían de su redistribución o almacenaje. De ese
modo, los pequeños enclaves tipo granja y al-
dea pueden considerarse como unidades fami-
liares o suprafamiliares de producción y resi-
dencia, vinculados a enclaves mayores, sin que
necesariamente las relaciones de dependencia
entre ambos tengan que ser entendidas en régi-
men de sometimiento, clientela o servidumbre,
comohastalafechasehavenidodeniendo.
Con estas evidencias, para el caso del Gua-
diana medio durante la I Edad del Hierro pro-
ponemos la existencia de una sociedad jerar-
298 Rodríguez González, E. Complutum. 31 (2) 2020: 279-303
quizadaqueencajaenelmodelode‘sociedades
trapezoidales’ de Hill (2012), donde la distancia
social entre miembros de una comunidad no es
tandestacadaydondeunaproporciónsignica-
tiva de la sociedad formaría parte del escalafón
másalto.Estaúltimaideasereejatantoenla
abundancia de grandes edicios tipo Cancho
Roano, de los que hasta la fecha hay localiza-
dos un total de trece, como en la concentración
de necrópolis del entorno de Medellín y la ho-
mogeneidad de sus tumbas, caracterizadas por
lapresenciadericosajuaresquemaniestanla
igualdad social de los individuos enterradas en
las mismas.
Lo cierto es que el modelo territorial que im-
pera en el valle medio del Guadiana durante la
I Edad del Hierro funcionó y permaneció prác-
ticamente inalterado durante casi dos siglos, sin
grandesmodicacionesenelsistemaeconómi-
co, social y comercial hasta el colapso y desapa-
rición del modelo territorial a principios el siglo
IV a.C. por unas causas que todavía nos resultan
desconocidas. De este modo, y al margen de que
hubiera una jerarquía establecida entre los dife-
rentes asentamientos, parece claro que existió
un equilibrio entre los mismos que permitió la
estabilidad del modelo y que queda atestiguado,
entre otras evidencias, por la ausencia de armas
en los contextos arqueológicos.
Obviamente, la imagen extraída de esta in-
vestigación no se acerca a la realidad, pues cabe
suponer un paisaje más densamente poblado.
Para dibujar ese panorama poblacional solo hay
que extrapolar los datos obtenidos en este tra-
bajo para considerar la ocupación de espacios
próximosaloscaucesuvialesyalosdenomi-
nadosediciostartésicosocultosbajotúmulo;
sin embargo, calcular la densidad de pobla-
miento será un trabajo arduo y costoso ante la
fuerte transformación que ha sufrido el paisaje
en el último siglo y al que cabe suponer que será
sometido en las décadas futuras ante el rápido
avance de la tecnología agrícola.
Por último, insistir en que el modelo aquí
presentado es el que se detecta tras el análisis
de un territorio concreto, el valle medio del
Guadiana, por lo que no puede extrapolarse a
otras regiones del suroeste peninsular a pesar de
las similitudes que estas puedan guardar a nivel
material, arquitectónico o ritual. La diversidad
es, sin duda, el rasgo social más sobresaliente
de las sociedades de la Edad del Hierro (Ruiz
Zapatero2017:106),unrasgopresentetambién
en Tarteso, pues como ya se ha defendido en
ocasiones anteriores, es muy diferente la reali-
dad detectada en el valle del Guadalquivir de la
documentada en el valle del Guadiana, en tan-
to en cuanto el sustrato indígena que imprime
personalidad a la cultura tartésica es sustancial-
mente diferente en cada uno de estos territorios
(RodríguezGonzález2018a:15).
A pesar de que queda mucho camino por
recorrer y lecturas territoriales que realizar, la
combinación de los datos arqueológicos, tanto
materiales y arquitectónicos como bioarqueo-
lógicos, sumados al análisis de los entornos
económicos, nos ha permitido ofrecer nuevos
argumentos para profundizar en el conoci-
miento de la sociedad en general y del modo de
vida campesino en particular. Así, ponemos a
disposición de la investigación un nuevo mar-
co de análisis al que se podrán ir sumando nue-
vos campos de estudio. En este sentido sería
de interés evaluar las relaciones comerciales
existentes entre los diferentes asentamientos a
través, por ejemplo, del análisis de las pastas
cerámicas y la evaluación de las rutas óptimas
que nos lleven a valorar cuáles eran las me-
jores vías para proceder a los intercambios.
Así mismo, sería interesante evaluar las áreas
de captación de recursos desde los enclaves
mayores, para estimar el número de asenta-
mientos tipo granja o aldea que quedan bajo su
órbita.Elobjetivonalesanarenlalectura
social, económica y política de cada territorio.
En este caso, sirva de avance la fórmula aquí
recogida para evaluar el papel del campesina-
do y profundizar en el característico modelo de
poblamiento detectado en el valle medio del
Guadiana entre los siglos VII – V a.C.
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