La ordenación por rodales brinda una magnífica ocasión para preguntarnos como adaptar la planificación forestal a las necesidades de especies y grupos de organismos de afinidad ecológica. En primer lugar debemos conocer las poblaciones mínimas viables de cada especie que debemos mantener a nuestra escala de trabajo (unidad de ordenación, espacio natural, comarca, etc.). A continuación debemos
... [Show full abstract] conocer qué variables manejables para el gestor deben tenerse en cuenta a dos escalas de trabajo básicas: 1) escala de rodal y 2) escala de paisaje. Aescala de rodal podemos distinguir una serie de variables estructurales de uso común para los gestores (densidad de pies por clases diamétricas, FCC, coberturas arbustivas, volumen de madera muerta, etc.) que inciden de forma directa sobre los valores de riqueza y abundancia de poblaciones de flora y fauna. Tales variables pueden modificarse para adecuarlas a requerimientos ambientales de un abanico amplio de especies mediante el uso de indicadores biológicos. La escala de paisaje (superficie arbolada continua, distribución de masas maduras, conexión entre montes arbolados, etc.) es importante para la supervivencia de fauna con amplios dominios vitales (mochuelo boreal, urogallo, oso pardo, etc.), así como para densidades de especies de territorios más pequeños (escasas hectáreas), pero abundantes y a menudo claves en el funcionamiento ecosistémico de nuestra unidad de ordenación. Combinando las herramientas de planificación (a una escala de inventario y ordenación fina y detallada integrada en una red más amplia, de paisaje) con los conocimientos biológicos aplicados puede conseguirse una mejor integración de la conservación de la biodiversidad en la gestión forestal.