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LA ESCUELA VIOLENTADA
Nuevas formas de violencia
en contextos escolares
La escuela en clave de violencia y Paz
Copyright©
UNIVERSIDAD CATÓLICA DE MANIZALES
Editor: Cárol Castaño Trujillo
Corrección de estilo: Centro Editorial UCM
Diseño: Unidad de Marca UCM
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centroeditorialucm@ucm.edu.co
Manizales - Caldas
Hecho en Manizales, Caldas · Colombia
ISBN: 978-958-8022-94-9 Diciembre de 2018
Autores
Oscar Fernando Martínez Herrera
Didier Andrés Ospina Osorio
CATALOGACIÓN EN LA FUENTE
Martínez Herrera, Oscar Fernando
La escuela violentada: nuevas formas de violencia en contextos escolares, la
escuela en clave de violencia y paz / Oscar Fernando Martínez Herrera, Didier
Andrés Ospina Osorio. Manizales: Centro Editorial Universidad Católica
de Manizales, 2018
75 páginas
Incluye referencias bibliográficas
ISBN 978-958-8022-94-9
1. Violencia escolar 2. Escuela 3. Educación 4. Convivencia escolar
CDD 371.58 BIBLIOTECA UCM
Contenido
Prólogo
Presentación
Introducción
Capítulo 1. La escuela violentada escenario en Construcción
1.1 Violencia, contexto y prácticas
1.1.1 Violencia cultural
1.1.2 Violencia social anómica
1.2 Contextos educativos y violencia
1.3 Desarrollo de la violencia escolar
1.3.1 Formas estructurantes de la violencia
Capítulo 2. Los espejos emergentes, nuevas y viejas violencias
escolares. Tipologías de la violencia escolar
2.1 Violencia cultural en contextos escolares
2.2. Expresiones de violencia cultural en contextos escolares
2.2.1 El matoneo o bullying. De la dominación a la vulneración de la
diferencia
2.2.2 Negación a la diferencia hacia los normalizados. Disyuntivas del
marginal al normal
2.2.3 Otredad simbólica desde la identidad. Entre barras, tribus y
territorios
2.2.4 Dispositivos de violencia virtual. De la trasgresión individual a la
agresión colectiva
2.3 Violencia social anómica en contextos escolares
2.4 Prácticas de la violencia social anómica en contextos
educativos
2.4.1 Formas de violencia ilegal. Delincuencia simple y estructurada
2.4.2 Agresión como práctica de autoridad y control social. I-legitimidad
entre actores educativos
2.4.3 Violencia colectiva o masicada. Violencia por alienación o
“vandalismo”
2.4.4 Violencia por presión social. Condicionamientos colectivos, del
cutting al matoneo social
2.5 Epítome de las nuevas y viejas tipologías de la violencia
escolar
Capítulo 3. La escuela en clave de paz
3.1 Retos y desafíos para la formación en paz
3.2 La escuela, ¿un escenario de paz?
3.3 Construcción colectiva de la paz en la escuela
3.4 Apuestas colectivas y propuestas de construcción de paz
desde la escuela
Conclusiones. Cierre-apertura
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Dedicatoria
A los docentes, quienes, desde la palabra, las ideas, la reexión
y el pensamiento, intentan trasformar el mundo y construir nuevas
generaciones más tolerantes, incluyentes y libres.
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Nuevas formas de violencia en contextos escolares. La escuela en clave de violencia y Paz
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Prólogo
Dra. Alicia Inés Villa1
En su libro “Contra-pedagogías de la Crueldad”, Rita Segato (2018)
denomina pedagogías de la crueldad a todos los actos y prácticas que
enseñan, habitúan y programan a los sujetos a transmutar lo vivo y
su vitalidad en “cosas”. Esto implica una apropiación de la vida y
la libertad de los otros para instalar en su lugar, un mecanismo de
cosicación de dicha vida. Mecanismo que no mide las consecuencias
de nuestros actos en la humanidad de aquellos con quienes convivimos.
Siguiendo con las ideas de la autora, esta exacerbación de la crueldad y
del dolor intencionado hacia los otros, se explica por múltiples factores,
entre los cuales, y no por ello el más evidente, se encuentra el proyecto
histórico del capitalismo: una relación entre las personas basada en
funcionalidades, utilidades e intereses, pero también, en degradaciones,
hostigamiento y violencia.
La escuela violentada es una invitación a pensar acerca de la circulación
de la violencia (en adelante, violencias en plural) en el espacio escolar.
Pero la virtud de la investigación radica en no asilar a este de las otras
formas de violencia socialmente consagradas ni de las posibilidades de
la paz. Lo cual nos permite comprender un fenómeno contemporáneo
que transita entre la penalización y la naturalización. Esto es, entre una
apropiación punitiva que identica víctimas y victimarios a favor de
volver punibles a los primeros y una separación de la violencia de la
red de relaciones que la genera, aislándola como un fenómeno en sí
mismo.
Volviendo a Segato (2018), ella identica la violencia en dos ejes: en
el eje vertical, ubica la relación de un agresor con su víctima. En el
eje horizontal, ubica la relación entre pares como una manifestación
expresiva en la que el agresor comete un acto “violento” para
demostrar qué es capaz de hacer a otro a quien cosica. Las prácticas
de “matoneo” -que tan bien se desarrollan en la investigación- podrían
ubicarse perfectamente en este orden expresivo, como manifestación de
lo que un varón (menormente una mujer) puede hacer para demostrar
su lugar en la manada. La violencia como un enunciado no es solo una
dimensión expresiva (la de demostrar algo), sino también instrumental
(la de un acto con sentido).
La violencia que transcurre en la escuela no es solo un reejo especular
de lo que pasa tras sus muros. Hay formas especícas de violencia
generadas en ella, que van desde la violencia simbólica, ejercida por
1Directora del Departamento de Ciencias de la Educación de la UNLP. Coordinadora Programa
Internacional de Maestría en Educación FahCE/UNLP.
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Nuevas formas de violencia en contextos escolares. La escuela en clave de violencia y Paz
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su propia arbitrariedad cultural (Bourdieu y Passeron, 1970) hasta la
violencia física o material que se expresa en los vínculos entre jóvenes,
entre docentes y jóvenes, entre escuelas y familias e incluso en la
destrucción del mobiliario o los edicios escolares.
Por ello, cuando nos referimos a la violencia en plural hablamos
de formas de violencia: las que se maniestan en la escuela, las que
se maniestan hacia la escuela y la propia violencia de la escuela
(Kaplan, 2006). Todas ellas aluden a comportamientos que se denen
unívocamente como violentos, los cuales adquieren características
particulares cuando se expresan al interior de las instituciones.
Siguiendo a Kaplan (2006) la violencia de las escuelas se relaciona con
hechos que se producen al interior de las mismas y son inherentes
a ciertos dispositivos pedagógicos: las formas de organización, los
premios y castigos, la estigmatización, la exclusión, la arbitrariedad del
currículum. La violencia de la escuela se relaciona con el concepto de
violencia simbólica y con la capacidad para procesar los conictos, las
diferencias, las disidencias.
En cambio, la violencia hacia la escuela alude directamente a la violencia
ejercida sobre la institución, los docentes, los bienes materiales, todas
aquellas formas de transgresión y agresión que van desde el uso de
ciertos lenguajes hasta el uso de la coacción y la violencia material
(destrozos, saqueos, destrucción del edicio escolar).
Ahora, la violencia en la escuela (foco de la presente investigación)
transcurre en su espacio, aunque no directamente relacionada con ella.
Se maniestan allí, conictos originados en otros territorios, en la vida
personal de los jóvenes, en acciones delictivas, en conictos con la Ley,
en conictos entre grupos, pandillas, en formas de sicariato, todas estas
expresiones de la irrupción de la violencia social en el cotidiano escolar.
Establecidas estas diferencias, puede preguntarse: ¿dónde radica la
génesis de los procesos de violencia tanto como construcción cultural
cuanto como anomia social? Siguiendo a Norbert Elías (1987), el
proceso civilizatorio en occidente desarrolla diferentes estrategias
para lograr su instalación, desde la monopolización de la violencia, la
división de funciones y la centralización del poder en el Estado hasta
el desarrollo de formas de interdependencia cada vez más amplias
sobre una población cada vez más concentrada en espacios territoriales
reducidos. Estas estrategas redundan en un individuo “civilizado”,
autocoaccionado psíquicamente, en sintonía con “la constitución
de institutos de monopolio de la violencia física y con la estabilidad
creciente de los órganos sociales centrales” (Elias, 1987, p. 453).
El monopolio de la violencia física permite el desarrollo de mecanismos
de autocontrol en los individuos que garantiza relaciones sociales más
estables, a diferencia de
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Nuevas formas de violencia en contextos escolares. La escuela en clave de violencia y Paz
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las sociedades que carecen de un monopolio estable de la violencia
física [las que] son, al propio tiempo, sociedades en las que la división
de funciones es relativamente escasa y las secuencias de acciones que
vinculan a los individuos, relativamente breves (Elias, 1987, p. 454).
El sociólogo argentino Emilio Tenti (1999) sostiene que en las últimas
décadas se registraron
dos fenómenos contemporáneos. Por una parte, el proceso
de monopolización de la violencia física y simbólica tiende a
alcanzar dimensiones planetarias y al mismo tiempo grupos cada
vez más numerosos de la población tienen grandes dicultades
para encontrar un lugar en los sistemas de interdependencia y
por lo tanto tienden a quedar excluidos y a la vera del camino de
la civilización (p. 9).
Esta ruptura de los lazos sociales, de los vínculos de interdependencia, de
la solidaridad mecánica, induce a individuos y colectivos a preguntarse
por el sentido de autocoaccionarse frente a los fenómenos de exclusión,
de desaliación y de depreciación de la condición humana que van
sufriendo. ¿Qué sentido tendría para “los nadies”, como dice Eduardo
Galeano (2010), auto-inhibir el ejercicio de la propia violencia en una
sociedad cruel, fragmentada, cosicadora, indiferente y expulsora,
frente a una sociedad que supone para ciertos grupos todo tipo de
formas de desprotección y precarización de la vida, sumiéndolos a la
mera supervivencia?
Cuando el Estado cede el monopolio de la fuerza física a otros agentes
(seguridad privada, paramilitares) los grupos sociales comienzan a
buscar su lugar en el “derecho a ejercerla”. La violencia paraestatal,
justicada y legitimada, se convierte en un “bien” de uso, que se
generaliza en todos los sectores, en todos los sujetos, en cada individuo.
Dicha legitimación vuelve cotidiana, usual, natural y hasta racional la
violencia por propia mano. Una forma de relación con los otros.
Es aquí donde las palabras de Rita Segato (2018) nos vuelven a ayudar a
pensar: la forma violenta de relacionarse con los otros obedece a lo que
la autora denomina “la teología del capital”: una razón competitiva,
desarrollista, calculadora, extractivista, acumulativa, concentracional.
Una teología donde la noción africana de Ubuntu –Soy porque Nosotros
Somos– queda remplazada por la ética neoliberal en la que podemos
(…) acostumbrarnos al espectáculo de la crueldad en un sentido muy
preciso: que naturalicemos la expropiación de la vida (…) Expropiar el
aliento vital pasa a ser visto como un mero trámite que no comporta
dolor, un acto maquinal (…) Por eso podemos decir que la estructura
de personalidad de tipo psicopático, no vincular, desafectiva en lo que
respecta a emociones o sentimientos es la personalidad modal de nuestra
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Nuevas formas de violencia en contextos escolares. La escuela en clave de violencia y Paz
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época por su funcionalidad en la fase actual del proyecto histórico
del capital: la relación entre las personas vaciada y transformada en
relaciones entre funciones, utilidades e intereses (pp. 12-13).
En este contexto, no sería arriesgado hipotetizar que la violencia entre
jóvenes en la escuela puede deberse a un cambio de sentido respecto de
lo que es considerado “violento”, expresando otras formas de relación,
de socialización, otro lenguaje por donde transcurre la integración
social en un momento de declive de las instituciones (Dubet, 2006).
Para el autor, hace más de dos décadas se vienen observando cambios
en la relación entre los sujetos y las instituciones. Cambios que se anclan
en el orden formal (normativo, legislativo, organizacional), pero, sobre
todo, en el orden expresivo: nuevos lenguajes, nuevas corporalidades,
nuevas identidades, que disputan por imponer valores emergentes al
mismo tiempo que impugnan, resisten e incluso agreden los valores
hegemónicos.
Las escuelas, entonces, van perdiendo la brújula de la resolución de
los conictos, de las formas de regulación tradicionales, del contenido
hegemónico del diálogo intergeneracional. Al mismo tiempo, ven entrar
en crisis los saberes, conocimientos y metodologías que regularon las
relaciones escolares entre generaciones, con la consecuente pérdida de
autoridad, al menos aquella asentada en los pilares de la modernidad.
Lo que pretendemos armar es que las violencias en la escuela, no
siempre responden a las mismas causas y que por eso mismo no puede
recurrirse a las mismas soluciones. Siguiendo a Benbenishty & Astor
(2005), la violencia verbal y social (el uso de apelativos descalicadores
y el aislamiento deliberado de terceros), la violencia física leve
(empujones, tirones de pelo, etc.) y la violencia física grave (lastimar,
peleas con heridas graves, etc.) son tipos distintos de violencia. Algunas
están relacionadas con los condicionamientos socioeconómicos que
sufre la población escolar; otras responden a los climas institucionales
propios de cada escuela o ambos factores se combinan.
La investigación que converge en “La escuela violentada”, también nos
advierte sobre las simplicaciones. No podemos adjudicar la violencia
en las escuelas a sus actores, ya sea por acción –por haberla causado– o
por omisión –no haber hecho lo suciente para evitarla–. Lo que ocurre
al interior de la escuela no es exclusivamente inherente a la dinámica
escolar y, por ende, no puede responsabilizarse a esta en solitario. Pero
tampoco podemos adjudicar la “violencia escolar” exclusivamente a
las violencias externas a la escuela, depositándola en determinados
individuos o colectivos conictivos –“los inadaptados”, “los jóvenes de
ahora”, “los pobres”, “los pandilleros”, “los marginales”, “la sociedad”
–. No porque una sociedad sea más o menos violenta cabe esperar que
la escuela también lo sea.
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Nuevas formas de violencia en contextos escolares. La escuela en clave de violencia y Paz
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El presente libro, además, nos desafía a mirar la escuela en clave
de violencia y en clave de paz. Lo cual nos obliga a preguntarnos
por las condiciones para la paz. Desde nuestro posicionamiento
epistemológico, arraigado en las perspectivas decoloniales y feministas,
la paz no es una utopía histórica, es un verbo que nos compromete
con las acciones del presente. La paz implica dejar atrás el pensamiento
colonial, las aporías del neoliberalismo y el ethos del capital para
ejercer una desobediencia capilar frente a esas tres premisas. Erosionar
las jerarquías y elegir el camino del desmonte: del proyecto individual,
del proyecto deshumanizante, del proyecto cosicador, del ambiente
mortuorio y de decadencia de lo comunal, que estamos atravesando.
Volver a la empatía, al compromiso, al respeto por la otredad de la que
somos parte, recuperar los jirones de comunidad que han sobrevivido a
pesar de los procesos de colonización. Poner en práctica alternativas a la
actual cultura política neo-neoliberal que perpetua el poder patriarcal,
territorial, maoso y violento. Volviendo a Segato (2018):
debemos soñar pero no los sueños del patriarca. Debemos inspirarnos
en el tiempo y en los pueblos que tenían y aún tienen sus sueños
propios, es decir un mundo donde la pluralidad de aspiraciones y metas
de satisfacción es todavía posible (p. 64).
Tal vez así la paz logre “hacer escuela” frente a los embates de las
violencias.
Referencias
Benbenishty, R. & Astor, R. (2005). School violence in context: Culture,
neighborhood, family, school, and gender. Oxford: University Press.
Bourdieu, P. y Passeron, J-C. (2018/1970). La Reproducción. Elementos
para una teoría del sistema de enseñanza. Buenos Aires: Siglo XXI.
Dubet, F. (2006). El declive de la institución, profesiones, sujetos e individuos
en la modernidad. Barcelona, España: Gedisa.
Elias, N. (1987). El proceso de la civilización. Investigaciones sociogenéticas y
psicogenéticas. España: Fondo de Cultura Económica.
Galeano, E. (2010). El libro de los abrazos. Buenos Aires: Editorial
Catálogo.
Kaplan, C. (Dir.) (2006). Violencias en plural. Sociología de las violencias en
la escuela. Buenos Aires: Miño y Dávila.
Segato, R. (2018). Contra-pedagogías de la crueldad. Buenos Aires:
Prometeo.
Tenti Fanfani, E. (1999). Civilización y descivilización. Norbert Elias y
Pierre Bourdieu intérpretes de la cuestión social contemporánea.
Sociedad, 14, 7-28.
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Nuevas formas de violencia en contextos escolares. La escuela en clave de violencia y Paz
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Presentación
El siguiente texto busca caracterizar las formas, expresiones y prácticas
de la violencia social (instaurada institucionalmente) y la violencia
cultural (emergente de las relaciones en comunidad) que se desarrollan
en contextos escolares. Para el desarrollo del documento se toman
estudios de caso en diferentes colegios, donde de manera correlacional
se reconocen las expresiones de violencia insertas en el contexto
educativo, ya sean derivadas del entorno social o del medio escolar.
Se construye una caracterización amplia de las prácticas y expresiones
de la violencia donde se analiza la causalidad estructurante y
recurrente en este fenómeno, así como la manifestación de su impacto
y transversalidad en el contexto educativo.
Inicialmente, se caracterizan las prácticas y expresiones de la
violencia sociocultural, reconociendo conceptualmente las categorías
estructurantes y estructuradas de la violencia, sus formas de expresión
social y sus constructos identitarios. Posteriormente, se analizan
teóricamente las implicaciones trasversales de esta violencia en el
marco de las formas de desvinculación social y las rupturas identitarias
que emergen en este fenómeno a través de distintas tensiones.
Se abordan las tensiones emergentes en el campo educativo para
establecer la tipicación estructural de la violencia, desde su naturaleza
estructural o coyuntural. Entender estas expresiones de la violencia
implica identicar por un lado la conguración de lo que Bourdieu
(2005) denomina habitus estructurantes de estas prácticas, es decir
relaciones sociales condicionantes que determinan formas de violencia.
Por otra parte, implica analizar las expresiones de recurrencia simbólica
en lo que Turner (1999) llama redes de liminalidad, como dinámicas de
legitimación cultural de prácticas violentas en escenarios educativos.
Establecer en los actores de la comunidad educativa, el hábitus
como condicionante social y la liminalidad como expresión cultural
identitaria, permite reexionar sobre la génesis de la violencia y su
inserción en los contextos escolares. Este análisis implica poder llegar a
establecer parámetros valorativos de la vulnerabilidad y desaliación
social de actores de la comunidad educativa, en los cuales la violencia
física y simbólica termina siendo un factor determinante tanto para los
individuos como para el contexto social en general.
Finalmente, se busca generar una reexión que ayude a reconocer
la incidencia, el crecimiento y la recurrencia de fenómenos como la
violencia social y cultural en contextos escolares desde las tipologías
que se puedan establecer al respecto. Esto posibilitaría analizar la
articulación entre la educación como proceso de enseñanza-aprendizaje
y su relación con expresiones y prácticas de violencia simbólica o física
en el medio escolar.
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Nuevas formas de violencia en contextos escolares. La escuela en clave de violencia y Paz
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Contexto. Violencia y escuela
La sociedad colombiana ha estado inserta históricamente en expresiones
de violencia como dispositivo de tránsito en la eliminación de las
diferencias. Desde la conformación como nación, se han congurado
diversas formas de violencia en la vida social y cultural del país, en
diferentes contextos como el político, el cultural o el social, la violencia
ha sido una expresión recurrente en la cotidianidad de los sujetos y sus
instituciones.
Es así como el contexto educativo no ha escapado a ello y dinámicas
sociales desde las instituciones, y culturales desde las interacciones
en los grupos humanos, han empezado a congurar diversas formas
de violencia en contextos educativos. En los escenarios escolares
prácticas como el denominado matoneo han empezado a tener mayores
repercusiones en las relaciones sociales de los estudiantes y la violencia
simbólica emergente de allí en muchas ocasiones ha mutado a formas
de violencia física.
No obstante, aunque temas como el matoneo se han vuelto más
recurrentes en las agendas públicas de las instituciones gubernamentales
y educativas, el objeto de atención de esta expresión de violencia se
centró en describir este fenómeno creciente, dejando de lado análisis
correlacionales o estructurales de la violencia en su causalidad social
y en sus diversas expresiones culturales en la conguración de
identidades juveniles.
Dado lo anterior se abordó el fenómeno de la violencia en contextos
escolares desde una doble presencia estructural, primero la violencia
social desde parámetros normativos e institucionales y segundo la
violencia cultural desde expresiones de identidad colectiva.
Se logró evidenciar que las prácticas de violencia más explícitas en
entornos escolares se presentan en la educación secundaria pública y
privada, pues son los adolescentes en sus formas de denición como
sujetos una población vulnerable y propensa a estas expresiones de
la violencia. Es por ello que se realizó un estudio de caso en varios
colegios de secundaria, públicos y privados, que permitieran relacionar
las expresiones de la violencia en contextos socio-culturales diversos,
fundamentalmente identicando las tipologías de estas prácticas en
contextos escolares.
Bajo esta mirada se analizó y caracterizó el fenómeno de la violencia en
contextos escolares de la educación secundaria, desde el reconocimiento
multifactorial de esta problemática, visibilizando sus expresiones más
relevantes y analizando sus repercusiones en dicho contexto.
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Nuevas formas de violencia en contextos escolares. La escuela en clave de violencia y Paz
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Introducción
En el marco de la conguración del Estado nación colombiano el país
ha vivido múltiples conictos sociales, políticos y culturales cuya
expresión común ha sido el uso de la violencia como herramienta de
transformación de la sociedad. Desde su génesis la sociedad colombiana
ha estado inserta en medio de múltiples guerras y conictos derivados
de la distribución del poder y la conformación como nación, además
de tensiones en las cuales ha coexistido la violencia como instrumento
de posicionamiento e intimidación social. Esta situación históricamente
ha congurado relaciones socioculturales donde los conictos a través
del uso de la fuerza, han adquirido un papel preponderante en la
construcción de nación.
La violencia en Colombia como fenómeno histórico ha tenido múltiples
variables y expresiones, no obstante, es en los últimos años en el
marco del conicto armado interno, se ha develado que la violencia,
como expresión del uso desmedido de la fuerza se ha naturalizado
en múltiples espacios de la vida cotidiana. Es recurrente evidenciar
escenarios cuyo mecanismo de resolución de conictos sea mediado
por la fuerza o expresiones de agresión de diferente naturaleza.
Sin embargo, se evidencia que en Colombia el fenómeno de la violencia
no es una condición genérica, absoluta o innata en la construcción
de nación, es más bien un fenómeno histórico que tiene dos grandes
expresiones contemporáneas: la violencia como un acervo cultural,
evidenciado en prácticas de intolerancia, corrupción, exclusión y
negación de la diferencia o la oposición desde nociones identitarias de
acción u omisión, y la violencia como una condición social anómica,
vista en expresiones delictivas de orden criminal en marcos ilegales
simples y organizados.
Ambas formas de violencia son expresiones que han puesto una
barrera uctuante entre el límite de la legalidad y la ilegalidad en
Colombia, en la cual se encuentra que las instituciones desde sus niveles
primarios (familia, escuela, vecinos) hasta los niveles gubernamentales
estructurales (clase política, empresarios e instancias gubernamentales)
han sido permeadas por estas expresiones de violencia y los limites
morales institucionales en muchas ocasiones terminan cediendo a tipos
de permeabilidad ante prácticas ilegales de distinta naturaleza.
La violencia como mediación o respuesta ante un conicto se expresa a
través de la agresión física o simbólica, que en la sociedad colombiana
se volvió un sistema recurrente inserto en la estructura social de muchas
instituciones y en la construcción identitaria de muchas comunidades.
La educación no ha sido ajena a la problemática descrita referida a la
conguración sociocultural de la violencia como expresión recurrente y
constante de algunos actores en el contexto educativo. La violencia tanto
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Nuevas formas de violencia en contextos escolares. La escuela en clave de violencia y Paz
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en sus expresiones simbólicas como físicas en los contextos escolares
no emerge simplemente de la inuencia de la sociedad o el medio
directo, sino que presenta factores causales exógenos y endógenos que
la dinamizan dentro y fuera del aula.
La escuela es un caldo de cultivo y un espejo de reproducción permanente
de la violencia legitimada que atraviesa nuestro país. Allí la violencia,
no solo física, sino simbólica, se ha convertido en una práctica común
en algunos escenarios del aula y fuera de ella, el reejo de lo que la
sociedad permite y reproduce.
No obstante, es importante preguntarse por las tensiones existentes al
momento de entender las causas, inuencias y formas de la violencia
en escenarios educativos, tensiones expresas en reconocer qué fronteras
o relaciones existen entre el medio escolar cerrado, el aula de clase o
instalaciones de una institución educativa, y el medio escolar indirecto
o externo, constituido por la familia, el barrio, la iglesia, entre otras.
El presente libro logra develar nuevas tipologías de violencia
escolar, reconocidas mediante el proceso investigativo adelantado,
que permitió desde el acercamiento a la comunidad y desarrollo de
su enfoque etnográco, el desarrollo de técnicas asociadas: grupos
focales, relatos etnográcos, la observación participante, entre otros,
que permitieron desde la inserción una comprensión multifactorial y
correlacional del fenómeno de violencia en cada uno de los contextos
escolares, lo que lleva a comprender que este fenómeno lejos de estar
superado, está readaptándose a múltiples expresiones contemporáneas
y nuevas prácticas de legitimación en los contextos escolares, esto
implica reconocer la necesidad de seguir avanzando en estas nuevas
caracterizaciones y desde allí posibilitar el acercamiento a expresiones
y estrategias de paz, relacionadas con la realidad de los contextos
educativos
El presente libro es pertinente en el plano educativo porque permite
caracterizar y establecer la incidencia, el crecimiento y la recurrencia de
fenómenos como la violencia social y cultural en contextos escolares.
Esto posibilita analizar la articulación entre la educación como proceso
de enseñanza-aprendizaje y su relación con expresiones y prácticas de
violencia simbólica o física en el medio escolar.
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Capítulo 1. La escuela violentada escenario en construcción
Históricamente, la violencia ha sido una expresión inserta en el
desarrollo de las relaciones sociales y las prácticas culturales de
los diferentes grupos humanos en la conguración del poder y la
autoridad en el mundo occidental. A lo largo de los registros históricos
desde el Imperio romano hasta la actualidad, la guerra ha sido en
una herramienta coercitiva de dominación y de poder político entre
naciones y grupos humanos.
Pensar la violencia en la humanidad implica reconocer el debate
racional, del uso excesivo de la fuerza como forma de dominación
de unos sujetos sobre otros. Empero, esta reexión histórica se trae a
colación para denotar cómo la violencia en la Modernidad, tiene un
alto componente histórico referenciado aquí en la globalizada sociedad
occidental.
La nación colombiana no ajena a las dinámicas de violencia global
mencionadas, ha congurado formas de autoritarismo y dominación
particulares a las realidades históricas de una sociedad en guerras
desde los inicios de la colonia hasta la actualidad, el uso de la violencia
ha sido un mecanismo de control y participación política en diversos
escenarios institucionales y no institucionales.
Se debe reconocer inicialmente cómo los procesos de violencia en
Colombia han terminado convirtiéndose en dinámicas cíclicas en
las cuales se parte desde problemas estructurales de la sociedad y se
replican por diversos periodos de tiempo, en diferentes manifestaciones
de esas mismas problemáticas. La violencia nacional ha manifestado
problemáticas estructurales desde la época de la colonia hasta la
actualidad, donde problemas sociales como la tenencia y explotación
de la tierra, la participación política, la inclusión social o los modelos de
desarrollo regionales, han sido motivos recurrentes para potencializar
conictos donde el uso de la fuerza ha sido un instrumento reiterado en
la dimisión de estas problemáticas.
Cabe aclarar que esto no implica que se dejen de reconocer múltiples
manifestaciones sociales y políticas a lo largo de la historia de Colombia
que han intentado y usado formas de diálogo en la construcción de
nación, bajo premisas de inclusión y bienestar social; desde la época
de los comuneros, pasando por la independencia y los procesos de
participación social moderna, es evidente que el diálogo como oposición
a la violencia ha sido una expresión recurrente, aunque no apropiada
en la solución de conictos en el país.
La violencia ha estado presente en el desarrollo del país bajo
múltiples manifestaciones, y se debe reconocer su papel determinante
en la conguración de sociedad en diferentes escalas. La historia
de la conguración del Estado nación en Colombia evidencia la
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naturalización de la violencia como una práctica estructural en las
transformaciones políticas, pero también devela la violencia como una
expresión cotidiana latente en las relaciones sociales y culturales de la
vida en comunidad.
En la cotidianidad sociocultural de la población, la intolerancia y la
negación del otro desde la violencia física o simbólica, son prácticas
generacionales que se replican en muchos contextos de la vida social
de los sujetos. Los datos de violencia por riñas en Colombia o por
intolerancia social, son alarmantes y de crecimiento constante en los
últimos años. Según Carlos Eduardo Valdés, director del Instituto de
Medicina Legal tales cifras son el reejo de la descomposición social
en que ha caído el país, pues muchas muertes son causadas por la
violencia interpersonal, especialmente por riñas (Instituto Nacional de
Medicina Legal, 2017).
La denominada violencia por intolerancia social ha sido una constante
en aumento en el país; según el Instituto Nacional de Medicina Legal las
muertes tipo asesinato, derivadas de la violencia interpersonal pasaron
de 44,49 % (2016) a 67,85 % (2017), en el caso de los hombres, y de
24,71% (2016) a 40,37 % (2017) para las mujeres (Instituto Nacional de
Medicina Legal, 2016). Esta radiografía de la violencia social y cultural
en Colombia tiene reejos directos y explícitos en las institucionalidades
cotidianas inmediatas, como la familia o la escuela, escenarios de
socialización primaria y de reproducción de estos fenómenos.
Una muestra del impacto de esta realidad son las escuelas, donde
en teoría prima la máxima de la formación y cualicación del sujeto,
pero en la práctica (pese a la formación axiológica y la cualicación
académica), se identica un espejo reproductor de las formas y
problemáticas estructurales de la sociedad, entre ellas la violencia o la
intolerancia.
1.1 Violencia, contexto y prácticas
Se debe aclarar que no existe un tipo cerrado y delimitado de violencia,
sino, por el contrario, múltiples expresiones de usos de la fuerza, que en
contextos múltiples constituyen actos de violencia, emanados tanto de
expresiones institucionales como de expresiones sociales o culturales.
Se denen dos expresiones particulares de violencia, primero la
violencia como construcción cultural, desde expresiones identitarias
y de reconocimiento cultural del uso de la violencia como práctica
legítima en la sociedad, y segundo desde la violencia como anomia
social, por medio de formas delictivas y criminógenas en diferentes
contextos.
En el caso particular de Colombia estas expresiones y prácticas de
violencia han estado insertas en la conguración histórica de la nación,
LA ESCUELA VIOLENTADA
Nuevas formas de violencia en contextos escolares. La escuela en clave de violencia y Paz
21
convirtiéndose en diversas ocasiones en dispositivo de trámite de
conictos y tensiones a nivel regional o nacional.
Se ha mostrado inicialmente que no solo la violencia ha estado presente
en la génesis política administrativa del país, empero sí se debe
reconocer el papel determinante de esta violencia en sus múltiples
expresiones históricas en la conguración de sociedad en diferentes
escalas. Palacio (2012) menciona que Colombia es un país violento en
la medida de estar con una institucionalización en ruptura, es el país
fragmentado y la sociedad dividida lo que ha naturalizado expresiones
de violencia histórica en diversas instituciones del país.
En estas formas de violencia se resalta una naturalizada en la sociedad
colombiana, que no se ejerce de manera directa, sino que es generada
por el entramado de ausencias políticas y sociales, lo que Galtung
(2006) describe como violencia estructural reriéndose a una violencia
derivada de la falta de oportunidades, donde el desequilibrio social,
según Calderón (2009) desencadena estructuras que describe de la
siguiente manera:
Es una forma de violencia invisible que tiene como causa la
estructuración social que se produce a escala del sistema mundo, hasta
los que se producen en el interior de las familias o en las interacciones
interindividuales y no necesita de ninguna forma de violencia
directa para que tenga efectos negativos sobre las oportunidades de
supervivencia, bienestar, identidad y/o libertad de las personas. (p.60)
Esta violencia estructura desde Galtung (2006) emerge de una violencia
directa, que es ejercida a través de la fuerza explica, y de una violencia
cultural, que se ejerce desde referentes sociales y culturales.
Si bien hay múltiples autores y categorías conceptuales para delimitar
la violencia (la propuesta de Galtung es una de ellas) se debe aclarar
que no existe un tipo cerrado y delimitado de violencia, sino por el
contrario múltiples expresiones de usos de la fuerza, que en contextos
múltiples constituyen actos de violencia, emanados tanto de expresiones
institucionales como de expresiones sociales o culturales, dependiendo
de los contextos en los que se genera.
Un ejemplo de ello son algunos sectores poblacionales en la sociedad
colombiana en lo que se encuentran de manera recurrente grupos de
pandillas urbanas que presentan en su cotidianidad sociocultural,
formas de violencia expresadas como formas de relacionamiento,
donde la intolerancia y la negación del otro desde la violencia física o
simbólica, son prácticas comunes que se replican en muchos contextos
de la vida social de los sujetos.
LA ESCUELA VIOLENTADA
Nuevas formas de violencia en contextos escolares. La escuela en clave de violencia y Paz
22
En este sentido se devela también que las escuelas son espacios
de reproducción de la violencia social a manera de un espejo de las
problemáticas sociales. Stephan Ball (1994) menciona al respecto:
Considero las escuelas, al igual que prácticamente todas las otras
organizaciones sociales, campos de lucha, divididas por conictos en
curso o potenciales entre sus miembros, pobremente coordinadas e
ideológicamente diversas. Juzgo esencial, si queremos comprender la
naturaleza de las escuelas como organizaciones, lograr una comprensión
de tales conictos. (p. 14)
En tal aspecto se abordarán dos expresiones particulares de violencia
en el contexto escolar, primero la violencia como construcción cultural
desde expresiones identitarias, y segundo la violencia como práctica
cotidiana de trasgresión institucional.
1.1.1 Violencia cultural
La primera forma de violencia, asumida como violencia desde el orden
cultural, se puede describir como el conjunto de prácticas identitarias
o de reconocimiento colectivo en las cuales se avalan, permiten o
naturalizan formas de violencia en escalas físicas o simbólicas cuyo
objeto radica en la agresión al ethos colectivo de una comunidad o
grupo humano. Este tipo de violencia constituye un acervo de prácticas
comunes en la sociedad que representan expresiones legitimadas por
diversos grupos humanos.
La violencia cultural según Galtung (1990) se reere a:
Aquellos aspectos de la cultura, de la esfera simbólica de nuestra
existencia, ejemplicados por la religión y la ideología, el lenguaje y el
arte, la ciencia empírica y la ciencia formal (lógica, matemáticas), que
pueden ser utilizados para justicar o legitimizar la violencia directa o
estructural. Estos rasgos constituyen aspectos de la cultura, no culturas
completas. (p.289)
Este tipo de violencia es constante y recurrente, pues es reiterada
en las prácticas sociales de los grupos humanos en su cotidianidad,
convirtiéndose en paradigma cultural. La cultura asociada a las armas,
el uso desmedido de la fuerza como forma de defensa o la venganza
violenta como actos de justicia son ejemplos de estas expresiones de
violencia desde le orden cultural. Jiménez (2009) ejemplica la violencia
cultural desde la persecución política a poblaciones religiosas: “EEUU
como guardián del orden democrático mundial, se inventan enemigos
que ellos mismos fabrican desde sus propias instancias de violencia
cultural; antes eran los comunistas, ahora le ha tocado al mundo
islámico” (p.3).
LA ESCUELA VIOLENTADA
Nuevas formas de violencia en contextos escolares. La escuela en clave de violencia y Paz
23
Galtung (1990) menciona que la violencia cultural pretende legitimar
otras dos formas de violencia: la violencia directa, represión física o
agresión intencional abierta; y la violencia estructural, que se debe a
la ausencia de condiciones básicas de vida y fallas institucionales de
garantías de existencia social. Para el autor la violencia directa hace
parte de todas las prácticas de violencia visibles ya sean físicas o
verbales que buscan coaccionar o reprimir de manera abierta, mientras
que la violencia estructural que, puede llegar a ser las dañina de
todas, se expresa a través de sujetos o instituciones que no permiten
la satisfacción de necesidades básicas en el hombre o las comunidades.
La violencia cultural es una expresión particular de un grupo humano
que está intentando a través de mecanismos simbólicos legitimar
acciones de fuerza directa o falencias estructurales derivadas de las
otras formas de violencia mencionadas, que busca interiorizar formas
de justicación de estas violencias.
Galtung (1990) menciona:
La violencia cultural hace que la violencia directa y la estructural
aparezcan, e incluso se perciban, como cargadas de razón –o por lo
menos no malas-. Igual que la ciencia política trata de dos problemas
-el uso del poder y la legitimación del uso del poder-, los estudios sobre
la violencia son sobre dos problemas: la utilización de la violencia y la
legitimación de su uso. (p.289)
En este marco se evidencia la violencia cultural como una expresión de
legitimidad de otras formas de violencia, cuya característica central es
naturalizar a través de mecanismos simbólicos de aceptación, algunas
prácticas y expresiones de coerción directa o física y de violencia
estructural.
La violencia cultural como expresión de capital simbólico de dominación
o de autoridad, puede tener expresiones explícitas en escalas locales
y grupales, las cuales reproducen estas formas de violencia, como un
mecanismo endógeno o exógeno. Estas formas de violencia conguran
prácticas dialógicas en las que hay expresiones de los entornos sociales
que afectan y generan violencias en escenarios institucionales formales
y no formales (la escuela, la familia, etc.) y también se encuentran formas
de violencia que se desarrollan en estos escenarios institucionales y que
de allí se expanden a entornos sociales, lo que implica que la violencia
cultural tiene una génesis y un desarrollo que causalmente puede
derivarse de entornos sociales hacia núcleos institucionales o viceversa.
En el campo educativo esta dinámica se replica en su orden dual, esto
implica que esta violencia cultural puede por un lado gestar formas
de dominación simbólica que sean derivadas del entorno social a
contextos grupales, o, por otra parte, como se mencionó anteriormente,
LA ESCUELA VIOLENTADA
Nuevas formas de violencia en contextos escolares. La escuela en clave de violencia y Paz
24
puede emerger de manera autónoma en dichos núcleos grupales o
institucionales y de allí expandirse a otros contextos.
Muestra de esta primera forma de violencia son las fronteras invisibles
que se gestan en instituciones educativas a través de rivalidades de las
denominadas barras bravas, las cuales establecen formas de violencia
que se trasladan a la escuela, en la cual predomina el dominio territorial,
pero cuya naturaleza reposa en una rivalidad establecida previamente
en otros entornos sociales.
En cuanto a la segunda forma de violencia en contextos educativos
se puede mencionar el denominado matoneo como una práctica de
agresión, en muchas ocasiones simbólica, contra alguien que ha sido
marginado socialmente por causas diversas. El matoneo en contextos
escolares adquiere formas mutables tan diversas que incluso se
evidencian casos en los cuales empieza en una institución educativa
y posteriormente continúa en escenarios extracurriculares, tales como
el mundo virtual y doméstico donde se reproducen estas formas de
agresión.
En relación con la violencia cultural es importante, concluir que
el presente documento alcanza a identicar las causas y patrones
comportamentales de donde emergen prácticas en contextos escolares,
para posteriormente establecer cómo este tipo de violencia en su
conguración, legitima y naturaliza otras expresiones de violencia más
directas o estructurales.
1.1.2 Violencia social anómica
Si bien existen muchas formas de describir la violencia social como
la violencia generada desde la crisis de la institucionalidad formal
e informal en una sociedad, que hace que se desarrollen múltiples
expresiones de alteración intencional de un orden para construir una
relación social en crisis, en el caso particular del presente libro se
aborda la violencia, no en términos genéricos la violencia social, sino
en términos particulares, una perspectiva más especíca de esta, que
sería la violencia social anómica.
Es por ello que la segunda forma de violencia que se trabajó, es la
violencia como anomia social, la cual se puede describir como las
expresiones de violencia derivada de actos delictivos que intentan
alterar el status quo con el n de obtener benecios particulares a través
de la fuerza. Es la violencia develada desde prácticas criminales que
buscan obtener lucro por medio de la acción ilegal que está por fuera
del orden social establecido.
La violencia anómica planteada por Merton (1964) dene la anomia
como la ausencia de institucionalidad social y la fractura de los órdenes
culturales:
LA ESCUELA VIOLENTADA
Nuevas formas de violencia en contextos escolares. La escuela en clave de violencia y Paz
25
Como la quiebra de la estructura cultural, que tiene lugar en particular
cuando hay una disyunción aguda entre las normas y los objetivos
culturales y las capacidades socialmente estructuradas de los individuos
del grupo para obrar de acuerdo con aquellos. (p.170)
La anomia social congura expresiones y prácticas de violencia cuya
naturaleza explícita implica una trasgresión a un orden institucional
establecido, ya sea desde la ruptura del comportamiento social
legitimado en entornos institucionales o a través de tensiones o desafíos
a formas de autoridad en núcleos sociales grupales, como la familia, la
escuela, la iglesia, entre otros. La violencia social anómica constituye
una ruptura que puede ser intencional o no intencional, pero que
infringe un orden establecido.
La anomia como ruptura de nociones paradigmáticas sociales es
un tipo de violencia uctuante, ya que puede ser una trasgresión
a una autoridad, por ejemplo, desafío a un padre en el seno de una
familia, o una práctica más violenta como el asesinato de un fármaco-
dependiente por no pagar deudas de consumo. Estos ejemplos denotan
cómo existen niveles diversos de esta violencia anómica, no obstante,
aunque la tipicación sea diversa, en la mayoría de casos el castigo tiene
una condición jurídica y/o una sanción moral, donde es reiterativa la
idea de la exclusión social como un mecanismo de control ante estas
prácticas.
Si bien la sociedad ha abordado la anomia social como una expresión
marginal que es particular en cada contexto, pero que tiene como
base la necesidad del castigo represivo para su control, autores como
Merton, enuncian la violencia anómica como una expresión no natural
a la condición humana, una práctica derivada de la presión social de
un grupo humano sobre un individuo. El autor plantea que la violencia
social es una reacción normal, que se deprende de las mismas fracturas
institucionales, por ende, el castigo represivo no necesariamente
obtendrá la disminución de estas prácticas. Huertas (2010) menciona:
Para Merton, la conducta “desviada” es una reacción normal
(esperada) a las contradicciones de las estructuras sociales, las cuales
ejercen una presión denida sobre sus miembros para que adopten
comportamientos “disconformes”. No obstante, las tasas más elevadas
de estos se concentran en determinados grupos, lo que demuestra que
no dependen de las tendencias biológicas individuales, sino del impacto
diferencial de dicha “presión”, que se experimenta en función de las
respectivas situaciones sociales. La conducta desviada, por tanto, es la
reacción normal: un modo de adaptación individual a las contradicciones
de la estructura social. (p. 370)
Este autor reconoce pensadores como Merton, siguiendo la misma línea
clásica de la anomia social de Durkheim, atribuyen estas expresiones
de violencia a presiones sociales en el individuo en el cual las relaciones
LA ESCUELA VIOLENTADA
Nuevas formas de violencia en contextos escolares. La escuela en clave de violencia y Paz
26
de autoridad entran en crisis por contradicciones propias de las mismas
relaciones sociales.
Dichas interpretaciones le dan una connotación más dialógica a la
responsabilidad y atención de la anomia por parte de la sociedad en
general y las diversas instituciones.
Esta forma de violencia anómica derivada de la presión social y las crisis
internas en el sistema regulatorio de los grupos humanos, ha tenido
por un lado expresiones estructuradas en diferentes escalas sociales y
órdenes territoriales, las cuales se expresan en formas organizativas
múltiples según su tipicación, pueden ser tipo carteles, pandillas y
redes ilegales, o en otra forma pueden ser expresiones más coyunturales
de prácticas delictivas desarticuladas y con repercusiones más leves.
En el contexto escolar hay un efecto reproductivo y refractario de la
violencia social anómica en todos sus niveles, cuya génesis en ocasiones
viene de los contextos escolares hacia los entornos sociales o viceversa.
Camargo (1997) menciona que la violencia escolar debe tener una
mirada retrospectiva al interior de las instituciones, se debe hacer un
“examen sociológico de las escuelas y su visión de la violencia” (p. 3).
Finalmente, es desde estas tipologías de la violencia cultural y la violencia
social anómica desde donde se abordó el presente texto, intentando tener
una perspectivas más holística e integral de lo que implican los actos
violentos en una sociedad y su repercusión en instituciones vivas como
la Escuela o la Familia.
1.2 Contextos educativos y violencia
“La educación es aquella que nos permite recongurar
Las violencias, hacerlas legítimas y reproducirlas”
(González, 2000, p. 54)
Inicialmente, se debe reconocer que la violencia emerge de los
fenómenos de trasgresión social o cultural que están inmersos en
el campo de la ilegalidad o ilegitimidad pública. En tal sentido la
escuela se ha convertido en un tipo de dispositivo de trasmisión o
reproducción de las expresiones de violencias construidas por la
sociedad en sus diferentes escalas, siendo el aula y el contexto social
que rodea la comunidad educativa lo que podríamos denominar
entorno determinante de la violencia en el sistema educativo.
El contexto educativo es en sí la relación entre el sistema educativo
formal (aula, normatividad instituida e instituciones de enseñanza)
con el entorno social de la comunidad educativa, que serían los actores
docentes y dicentes, la comunidad circundante y los fenómenos sociales
vigentes.Para este análisis se hace referencia a Luhmann (1996) en su
marco conceptual que describe el sistema-entorno que permite entender
LA ESCUELA VIOLENTADA
Nuevas formas de violencia en contextos escolares. La escuela en clave de violencia y Paz
27
el contexto en sus dimensión exógena y endógena, posteriormente se
referencia a Castel (1997) en la vulneración social que se desprende de la
tensión de una institucionalidad en tensión permanente.
Aquí la construcción de contextos educativos se enmarca en la relación
conceptual que establece Luhmann (1996) entre sistema-entornoen la
sociedad de la contingencia y el riesgo, en la cual tanto el aula como el
entorno social circundante contienen formas de asimilación o negación
mutual, lo que el autor menciona como acoplamiento o irritabilidad
respectivamente. El contexto educativo emerge de la correlación
entre el sistema, en este caso el educativo, consigo mismo a través de
operaciones de autorregulación, de esta situación emerge la relación
del entorno que está por fuera de este sistema, pero que lo incorpora en
su dimensión más amplia, esto se da cuando la operación que articula
el sistema se rompe y surge el entorno como la respuesta a esa fricción.
En este caso el autor menciona la operación como la forma de integración
entre sistemas para su acoplamiento, como un mecanismo de unidad,
mientras que la ruptura de esta operación pasa a ser el entorno de dicho
sistema. Luhmann (1996) menciona:
Los sistemas se denen por aquellos modos de operación mediante
los cuales el sistema se produce y se reproduce a sí mismo. Un tipo
determinado de sistemas -por ejemplo, los sistemas vivos, psíquicos,
sociales, etc.- se realiza por medio de un tipo determinado de operación.
La unidad del sistema corresponde a la unidad de la operación que lo
constituye. De ese modo queda excluida la posibilidad de caracterizar
un sistema por una pluralidad de operaciones [...] Por consiguiente,
partimos de una relación circular entre los conceptos de sistema y de
operación. Solo puede operar un sistema y solo las operaciones pueden
producir sistemas. (p.117)
Esta relación sistema-entorno propuesta permite develar el proceso
educativo desde su dimensión más integral, tomando núcleos de
análisis referenciales más amplios en los cuales se establezca la relación
explícita de la violencia, sus génesis, tipologías y manifestaciones en los
contextos educativos.
Se reere igualmente la idea de la sociedad del riesgo y la contingencia
propuesta por el mismo autor pensando en la forma en que los sistemas
educativos en una sociedad como la colombiana, están en permanente
construcción y deconstrucción de acuerdo con el desarrollo de un país
institucionalmente tan fracturado. Más allá de la discusión política e
ideológica de la situación institucional del país es innegable la debilidad
institucional por la que atraviesa, debido a los múltiples conictos
sociales, políticos y armados de los últimos 50 años.
Es precisamente en esta debilidad institucional del Estado colombiano
donde el sistema educativo empieza a construir zonas de riesgo, lo
LA ESCUELA VIOLENTADA
Nuevas formas de violencia en contextos escolares. La escuela en clave de violencia y Paz
28
que Castel (1997) denomina vulnerabilidad y desaliación social como
expresiones de tensión que generan propensión a los conictos sociales
en múltiples dimensiones tanto individuales como colectivas.
La violencia en sus prácticas cotidianas coyunturales o estructurales, es
multi-causal tanto en su génesis como en sus múltiples expresiones, esto
signica que, al caracterizar las prácticas de la violencia en contextos
escolares, nos encontramos ante la necesidad de delimitar conceptual y
teóricamente los capitales sociales y culturales que entran en disputa al
presentarse episodios de violencia.
La vulnerabilidad y desaliación social son consecuencia de la
irrupción de tensiones normativas (de orden institucional) o liales (de
naturaleza identitaria) entre los sujetos. Lo que conlleva a congurar
límites porosos entre la legitimidad o ilegitimidad de expresiones
violentas es una ambigüedad cultural que permite una uctuación
moral entre lo permitido y no permitido en un contexto particular.
La desaliación social es una trasformación social que puede ser
autopoiética como un sistema de regulación orgánico en el cual
la violencia emerge como dispositivo de control, para Castel sería
una metamorfosis social donde la estabilidad de la sociedad adquiere
necesariamente formas de cohesión que priorizan la regulación del
sujeto por parte de la sociedad alejándolo de esta desaliación social,
Castel (1997) menciona“[...] una aporía fundamental sobre la que una
sociedad experimenta el enigma de su cohesión social e intenta conjurar
el riesgo de su fractura” (p.20), reriéndose a la necesidad de formas de
regulación del individuo en el marco social.
Se reconoce como la violencia estructurada en sus prácticas sociales
y sus expresiones identitarias en contextos escolares de colegios de
secundaria en Manizales y Pereira, comparten algunas características
comunes en su caracterización inicial, lo que permite establecer un
marco descriptivo de esta violencia bajo perspectivas similares.
Dichas características implican el reconocimiento de la violencia física,
la violencia simbólica y la violencia institucional como dinámicas
recurrentes que reejan patrones de agresión, fanatismo y autoritarismo
que son replicados por la sociedad en general. Dicho comportamiento
violento proviene de factores sociales y culturales externos, siendo
la escuela en muchas ocasiones un espacio reproductor de violencias
exógenas, trasladadas allí. Además, se identicaron formas de violencia
que no solo provienen de factores externos, sino que se gestan al interior
de las mismas instituciones educativas.
En los hallazgos evidenciados se identican tanto factores endógenos
como exógenos que generan distintas expresiones de violencia escolar,
en tal sentido se hizo una caracterización inicial donde se enuncian
fundamentalmente las formas de violencia derivadas de prácticas
LA ESCUELA VIOLENTADA
Nuevas formas de violencia en contextos escolares. La escuela en clave de violencia y Paz
29
sociales anómicas y de expresiones de violencia insertas en procesos
identitarios.
1.3 Desarrollo de la violencia escolar
Los fenómenos de violencia desarrollados en los contextos escolares,
dan cuenta de diversas formas estructurantes que provienen de
factores externos y factores propios que se gestan al interior de estos
escenarios. Es así como la violencia escolar termina articulando
formas de violencia endógena que la sociedad ha dispersado en sus
instituciones y formas de violencia autónoma que se gestan como sui
generis ante otras violencias. Las formas de violencia recurrentes en los
espacios escolares fueron las ligadas a procesos sociales, a dinámicas
culturales y a relaciones institucionales, estas tres formas de violencia
si bien no son las únicas, sí terminaron siendo trasversales en diferentes
contextos abordados.
Primero la violencia que responde a causalidades sociales, en la cual
emerge la anomia o ruptura de la norma social como un elemento
especico. La segunda es la expresión de violencia que se estructura en
tensiones identitarias en la dimensión cultural, donde las disputas por
la representatividad y liación identitaria marcan espectro de violencia
particular en los escenarios escolares. Un tercer factor estructurante de
violencia son las dinámicas institucionales que van desde la autoridad
de los maestros en el aula, hasta las políticas institucionales de nivel
local y regional, pero que se encuentran en tensión permanente en la
conguración de la autoridad como modelo paradigmático
1.3.1 Formas estructurantes de la violencia
En el marco de los escenarios educativos se evidencian varias
expresiones y prácticas de violencia, fundamentalmente derivadas de
fenómenos culturales, de dinámicas sociales particulares y de limitantes
institucionales en varios niveles. En tal sentido estas tipicaciones de la
violencia se agrupan en tres momentos, la violencia cultural desde sus
expresiones, la violencia social anómica desde sus prácticas relacionales
que trasgreden los marcos sociales y la violencia institucional desde sus
condicionantes de autoridad.
• Violencia Cultural: surge de una legitimación colectiva como
lo plantea Galtung (1990) y se expresa en un ethos simbólico y
representativo, en el cual los actores encuentran identidad en la
agresión o negación del otro.
• Violencia social anómica: emerge en la conducta que trasgrede
la norma, como lo plantea Merton (1964) una conducta desviada
del orden social que implica una ruptura del statu quo y una
vulneración de la autoridad.
• Violencia institucional: aparece en el desarrollo de las crisis de
autoridad de las instituciones y la tensión en la conguración
LA ESCUELA VIOLENTADA
Nuevas formas de violencia en contextos escolares. La escuela en clave de violencia y Paz
30
de poderes legítimos e ilegítimos en el contexto escolar y en la
sociedad en general.
En este marco de categorización de la violencia, igualmente se
encuentran dos factores transversales que inciden en la aparición y
desarrollo de la violencia:la violencia en el medio educativo dentro de las
instituciones y la violencia en el contexto escolar en el entorno social de las
instituciones.
Tanto la violencia en el medio educativo, inserta en la territorialidad de
las instituciones (aula y escuela fundamentalmente) como la violencia
en el contexto escolar inserta en el entorno de las instituciones (contextos
físicos vecinales, contextos digitales, virtuales o circundantes)
constituyen una oposición complementaria que en su desarrollo
dependen uno del otro, para gestar la violencia escolar.
Se evidencia que la escuela como institución al interior de su núcleo,
produce y reproduce formas de violencia, lo mismo sucede con el
entorno escolar, como con la casa, el barrio o los mass media, quienes
igualmente generan y reproducen formas de violencia que impactan el
medio escolar.
Figura 1. Formas transversales de violencia
Si bien estas categorías hacen parte de un entramado estructural que
puede ayudar a entender las formas y expresiones de la violencia en
los contextos escolares, se hace referencia a una de estas expresiones
de violencia que ha sido una constante en el desarrollo de la violencia
escolar. En tal virtud, se aborda la violencia cultural y la violencia
social anómica desde su descripción conceptual básica, como un
LA ESCUELA VIOLENTADA
Nuevas formas de violencia en contextos escolares. La escuela en clave de violencia y Paz
31
punto de partida de legitimación de las diversas manifestaciones de la
violencia en lo contextos. Posteriormente se desarrollarán a modo de
categorización tres expresiones de violencia cultural emergentes de la
violencia escolar.
LA ESCUELA VIOLENTADA
Nuevas formas de violencia en contextos escolares. La escuela en clave de violencia y Paz
32
Capítulo 2. Los espejos emergentes, nuevas y viejas violencias
escolares. Tipologías de la violencia escolar
Aunque son muchas las formas y tipologías que se han establecido en las
viejas y nuevas expresiones de violencia escolar, se evidencia que existen
algunas tipologías trasversales de estas violencias que perduran en el
tiempo, prácticas como la referida a la violencia social desde la exclusión
económica o la violencia cultural desde la intolerancia a identidades o
creencias diversas. Dicho fenómeno de persistencia de estas violencias
no es propio de los contextos escolares, ya que es una reproducción
latente de la realidad social de las comunidades en diferentes latitudes,
empero es relevante reconocer como en la actualidad los contextos
educativos han redenido las formas de violencia externa e interna
adaptando sus diversas prácticas y expresiones.
Aunque se pueden remitir múltiples formas de violencia especialmente
reconociendo que la violencia tiene una relación directa con los
contextos en los cuales está inserto el escenario escolar, a continuación
se enuncian algunas tipologías de violencia tradicionales y emergentes,
que se estructuraron en el ámbito de educación básica secundaria y
educación media en un contexto especico en ciudades intermedias
en Colombia, pero que se replica en múltiples escenarios similares en
otros territorios.
Para esta caracterización a modo de tipologías se abordaron dos ejes
trasversales, derivados de los planteamientos conceptuales enunciados
en el capítulo anterior, primero la violencia cultural desde diferentes
expresiones tipológicas, y segundo la violencia social anómica desde
sus prácticas más reiterativas.
2.1 Violencia cultural en contextos escolares
En el marco de la denición de Galtung (2006) de la violencia cultural
como una expresión de legitimación de otras formas de violencia, se
devela que los grupos humanos conguran formas de representación e
identidad en la cual deben existir dispositivos de aceptación colectivos.
La violencia en este caso igualmente debe pasar por mecanismos de
legitimación que hagan aceptable su existencia en un nicho social
particular, de allí emerge la violencia como expresión de identidad en
la cual los actores reconocen representatividad en el acto.
La escuela es un reejo permanente de los fenómenos sociales y desde
allí dinámicas tan recurrentes como la violencia cultural se replican y
adquieren dimensiones diferentes dentro de los contextos escolares. Las
tensiones materializadas en formas de violencia directa se identican
de manera explícita en el comportamiento de los actores, no obstante,
es la violencia cultural la que tiene múltiples dispositivos de expresión
que en muchas ocasiones son invisibles al no derivarse exclusivamente
de agresiones físicas, sino más bien desde agresiones simbólicas.
LA ESCUELA VIOLENTADA
Nuevas formas de violencia en contextos escolares. La escuela en clave de violencia y Paz
33
Se identican diversas formas culturales de expresar la violencia en los
contextos escolares tanto dentro de las instituciones como por fuera de
ellas, no obstante, el elemento trasversal en estas tipologías fue el ver
cómo la tensión generadora de la violencia proviene de los intentos
de imponer discursos, perspectivas o visiones de mundo que buscan
simbólicamente denir o representar un grupo humano.
Esto conlleva a que uno de los factores centrales de la violencia cultural
en contextos escolares es la necesidad de congurar o visibilizar formas
de identidad entre unos y otros.
Entre estas tipologías de violencia encontradas se enuncian algunas
formas características que evidentemente no son las únicas, pero son un
punto de referencia en los estudios de violencia en contextos escolares.
2.2 Expresiones de violencia cultural en contextos escolares
2.2.1El matoneo o bullying. De la dominación a la vulneración de la diferencia
Remitirse a la violencia escolar en un primer momento lleva al
tema del matoneo o bullying pues en los últimos años este ha sido
tema constante en la agenda pública, evidenciándose en diferentes
instituciones educativas el abordaje del tema desde perspectivas que
priorizan análisis más sintomáticos.
En el rastreo de investigaciones se ha encontrado que este abordaje se
ha limitado a la distinción básica de las expresiones de esta violencia,
dejando de lado el análisis estructural y causal que se requiere para
dimensionar las implicaciones directas e indirectas de este fenómeno
en el proceso educativo.
Lo primero que se debe reconocer es que el matoneo no es solo la
agresión de alguien más fuerte sobre alguien más débil, donde en la
mayoría de casos se le atribuye a este último actor la vulnerabilidad
ante el hecho violento. El matoneo es una práctica que efectivamente
ejerce alguien en una posición de coacción ante otro, al cual se le somete
en medio de una agresión física o simbólica. Narváez y Salazar (2012)
mencionan:
Las acciones encaminadas a disminuir la autoestima del individuo y
fomentar el temor y la sensación de inseguridad. Constituyen amenaza
aquellas acciones que generan en la víctima temor de sufrir algún daño,
y por lo tanto reducen su capacidad de defensa y seguridad (p.1).
Esta práctica de coacción entre pares cuyos capitales varían ya sea
por fuerza física o simbólica, tiene un alto contenido identitario
como fenómeno cultural, es decir, la acción violenta ya sea por la
intención de negar el otro contra quien se ejerce la violencia o por
anularlo como una forma de invisibilización social de la diferencia,
LA ESCUELA VIOLENTADA
Nuevas formas de violencia en contextos escolares. La escuela en clave de violencia y Paz
34
es una acción estructuralmente derivada de dispositivos culturales de
representatividad del poder de la agresión como forma de dominación
simbólica.
Es así como el matoneo es una práctica violenta multifactorial, ligada a
la existencia de diversas razones asociadas a su génesis, de las cuales se
pueden destacar las siguientes tres razones:
• La negación de la diferencia
La violencia como expresión de exclusión y no aceptación de
perspectivas, cosmovisiones u opiniones diferentes, donde quienes
tienen tensión en estos campos, pueden en algún momento ejercer
violencia sobre su adversario para imponer la fuerza sobre el argumento.
La consecuencia es el matoneo, pero la casualidad es la negación de la
diferencia y la ausencia de formas de trámite de los conictos desde el
diálogo. Testimonio de ello se presenta de manera explícita así: “Sí, es
la verdad que todos saben, a los que se la montan es por ejemplo a los peludos
y a los raros, son como las presas fáciles, jejej” (Estudiante hombre 16 años,
colegio público).
La característica central de esta tipología de violencia es una fuerte
tradición de autoritarismo de ciertos actores sociales quienes no
aceptan expresiones no convencionales y terminan ejerciendo violencia
en contra de quien represente esa ruptura ante su pensamiento.
• Las tensiones interpersonales
En medio de las relaciones entre los sujetos emergen tensiones de
naturaleza intersubjetiva, que en múltiples casos son conictos
personales derivados de diferencias íntimas, domésticas o familiares,
entre otras, y que generan tensiones interpersonales.
Yo conozco niñas que las han cascado porque desde el barrio vienen con peleas y
aquí la que no se avispe, pues mire, le terminan dando, es mejor andar calladitos
con ciertos personajes, pues además ellos arrastran otros y quien pierde es el
más débil (Estudiante mujer 17 años, colegio público).
En múltiples ocasiones estas tensiones interpersonales se traseren
de lo personal a lo colectivo y se vuelven violentas para denotar
superioridad pública de un actor sobre otro.
• Las expresiones de dominación social
Emergen en el momento en el que alguien que tiene un capital social
que los otros no tienen, sea material (objeto u producto) o simbólico
(experiencia o vínculo social), congura una expresión de poder en la
cual realza su posesión, rearmándola a través de la violencia.
LA ESCUELA VIOLENTADA
Nuevas formas de violencia en contextos escolares. La escuela en clave de violencia y Paz
35
Esta forma de matoneo se expresa fundamentalmente entre quienes, al
tener un capital especíco, enuncian públicamente la ausencia de este
capital en otros y eso lo convierten en formas de violencia explícita o
implícita.
En perspectiva, es posible reconocer que estas no son las únicas causas
genéricas del matoneo, pero sí son las más referenciadas en el desarrollo
correlacional realizado
Si bien aquí se encuentran elementos causales relevantes, también
se reconoce que el matoneo tiene un elemento trasversal en su
conguración como forma de violencia, tanto en sus génesis como en
su desarrollo y es la signicación cultural que encarna esta forma de
violencia en los contextos escolares.
El matoneo se expresa como una forma poder, que hace visible la
debilidad del otro a través de su exposición pública, sin embargo, una
constante en su expresión es la ausencia de argumentos formales de
naturaleza social y la trascendencia de prácticas identitarias pasionales
o emotivas.
En perspectiva, se evidencia cómo el matoneo se convierte en un
dispositivo de negación del otro, desde su condición de vulnerabilidad
y esto implica una trasgresión cultural a la identidad de los sujetos,
puesto que se pretende anular la identidad humana del afectado para
expresarla públicamente en un acto de violencia abierta.
2.2.2 Negación a la diferencia hacia los normalizados. Disyuntivas del
marginal al normal
En el marco de las violencias escolares encontradas a partir del desarrollo
del proyecto de investigación “Prácticas y expresiones de violencia
socio cultural en instituciones educativas de Manizales y Pereira”, el
matoneo se pudo reconocer como una práctica genérica amplia, no
obstante, existen otras expresiones especícas de la violencia cultural
como la negación a la normalidad o a lo instaurado como normal.
En muchos escenarios escolares existen tipicaciones para denotar el
rechazo hacia lo extraño o diferente, dicho rechazo puede ser violento
o no, pero es abiertamente reconocido. Estévez, Martínez y Jiménez
(2009) mencionan “Una de las principales causas asociadas a jóvenes
rechazados parece ser justamente la elevada participación en actos de
tipo antisocial y violento, que genera automáticamente el desagrado de
muchos compañeros” (p.46).
Empero, aunque es común encontrar estas deniciones, en los
últimos años se ha empezado a evidenciar una trasformación de los
fenómenos de identidad juvenil, donde se expresa un rechazo a las
formas de reconocimiento normalizadas o que siguen los parámetros
LA ESCUELA VIOLENTADA
Nuevas formas de violencia en contextos escolares. La escuela en clave de violencia y Paz
36
sociales establecidos. Existen expresiones de discordancia entre
actores institucionalizados y otros que discursiva o pragmáticamente
están en posturas que rechazan la institucionalidad o algunas normas
provenientes de ella.
Las expresiones de estos actores en oposición a la institucionalidad
en tensión con quienes se reconocen y legitiman el statu quo, no
necesariamente desencadena formas de violencia, puesto que se han
encontrado en la cotidianidad formas de coexistencia entre unos y
otros. Sin embargo, en las expresiones de violencia escolar en algunos
escenarios sí se encontraron manifestaciones violentas derivadas de
esta tensión y que varían su magnitud e intensidad, pero están cada
vez más presentes en algunas instituciones.
Esta forma de violencia se concentra esencialmente en el rechazo
explícito a quien asume conductas denominadas como normalizadas,
que se denen como parte de una normatividad instaurada. Estos
actores normalizados son actores que se pliegan a dispositivos
normativos para denunciar conductas punibles o anómalas de algún
grupo o colectivo.
Allí en la violencia contra actores normalizados, se evidencia en
diversos casos la violencia delincuencial, ya que esta en sí constituye
una ruptura ante la ley al interior de una institución educativa y la cual
en algunos momentos es denunciada por actores o pares de la misma
comunidad educativa, lo que conlleva a una persecución o agresión
violenta en el momento de hacerse pública la denuncia.
Esta violencia es desencadenada en dos momentos particulares,
en coyunturas circunstanciales y en rechazos estructurales de la
institucionalidad, las formas de violencia se presentan de la siguiente
forma.
• Violencia coyuntural hacia normalizados
Esta se presenta cuando un colectivo decide rechazar una normatividad
o práctica circunstancial y alguien no avala esta ruptura por lo cual es
sometido a algún tipo de agresión.
“Los nerdos, esos que siempre andan detrás de los profes de lambones, que
por eso mismo se las montan, a veces nos ponemos de acuerdo pa hacer algo y
siempre ellos se tiran todo” (Estudiante hombre 16 años, colegio público).
Son actos más circunstanciales cuyo objeto es la trasgresión de la norma,
con nes utilitaristas de impacto pequeño, por ejemplo: el no entrar
a una clase, el consumir algún tipo de sustancia en la institución, el
destruir un bien común, etc., son conductas que se masican en algunos
actores en momentos coyunturales, pero quien está en estos momentos
en oposición a estas prácticas es sometido a formas de violencia.
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37
• Violencia estructural hacia normalizados
Es una expresión de violencia que se presenta de manera sistemática
por parte de actores que desafían permanentemente la institucionalidad
y que, como forma de rechazo o trasgresión hacia esta, empiezan
a desarrollar prácticas de agresión a agentes normalizados o que
representen esta normalización.
Esta forma de violencia se ejerce permanentemente contra los actores
que, de alguna manera en su normalización y aceptación permanente
de los paradigmas convencionales, representan este sentido de
acoplamiento que otros actores rechazan.
Es una expresión de violencia emergente en la cual el objeto de
agresión es quien sigue parámetros normativos denidos y quien tiene
una conducta regulada ante las autoridades establecidas, por lo cual
se convierte estructuralmente en un agente representativo del status
quo y por ende se convierte en un punto referencial de agresión a la
institucionalidad. En múltiples ocasiones no es una agresión al sujeto
en sí, sino la institucionalidad que representa su conducta normativa.
Aunque ambas expresiones de violencia se presentan en momentos
diferentes, la causalidad varia y el objeto intencional con el que se
presenta también, por ende, el nivel de agresión puede ser directamente
proporcional a la continuidad temporal de la expresión violenta.
En esta expresión de violencia contra los normalizados, entra la
tipicación coloquial de los sapos, quienes son actores educativos que
rechazan públicamente cualquier tipo de contravención institucional y
la ponen en evidencia de las autoridades.
Es tradicional en la idiosincrasia de la identidad de una sociedad que ha
estado en guerra, que este tipo de guras emerjan en la cotidianidad de
los sujetos, puesto que toda confrontación bélica implica enfrentamiento
abierto entre bandos que buscan como mecanismo de agresión el que la
información uya de un lado a otro.
Los informantes en un conicto asumen una postura por convicción,
miedo o benecio particular, en la cual suministran una información
negada a algún actor implicado. No obstante, si bien la información
se entrega a cualquier bando según sea el interés, en este caso se
hace referencia particularmente a quienes suministran información
directamente a actores institucionalizados.
En el contexto escolar emerge igualmente la gura de actores que están
dispuestos a señalar o delatar en público a otros, posteriormente al ser
identicados públicamente se ejerce alguna expresión de violencia,
como castigo o mensaje de autoridad ante el acto cometido.
LA ESCUELA VIOLENTADA
Nuevas formas de violencia en contextos escolares. La escuela en clave de violencia y Paz
38
“Aquí como en todo lado hay mucho sapo, como dicen, mejor callado que
soplón, a esos los tienen identicados y todo el mundo sabe quiénes son, eso es
mejor no meterse” (Estudiante hombre 14 años, colegio público).
La violencia contra actores normalizados si bien ha sido una práctica
histórica en contextos educativos, es evidenciable su crecimiento en los
últimos años y se deriva en parte de prácticas delincuenciales en las
instituciones educativas.
2.2.3 Otredad simbólica desde la identidad. Entre barras, tribus y territorios
La violencia como expresión identitaria no es un fenómeno
contemporáneo, la historia de la humanidad ha estado marcada por
múltiples expresiones de violencia simbólica, cuyo eje central son los
marcos de identidad que diferencian un grupo humano de otro. Es así
donde se enuncia un tipo de la violencia representativa que adquiere
una expresión tribal, que se ejerce desde las expresiones de identidad y
cuyo eje articulador son grupos cerrados con altos índices de cohesión
simbólica.
En el contexto escolar se evidencian de manera permanente formas
de violencia que adquieren esta condición tribal e identitaria y donde
la prioridad en la dinámica de agresión entre pares, se ejerce bajo
preceptos tangibles o intangibles de diferenciación de unos y otros.
Es en la búsqueda de las identidades juveniles donde emerge la
necesidad de reconocimiento social, que hace que se presenten
conductas en ocasiones disímiles y ambivalentes entre esta población,
Aberastury (1999) menciona “El adolescente se presenta como varios
personajes, y a veces ante los mismos padres, peor con más frecuencia
ante diferentes personas del mundo externo, que nos podrían dar de él
versiones contradictorias, según su búsqueda de identidad” (p.2).
Es en este marco de construcción de identidades donde los contextos
escolares conguran formas de reconocimiento tribal, en los cuales
los adolescentes se relacionan o excluyen en medio de sus propias
búsquedas. La violencia allí emerge como una expresión de negación
entre identidades aparentemente contrarias, que al enfrentarse en
algunas ocasiones generan dinámicas de violencia explícita.
Estas dinámicas de violencia cuyo eje transversal es una disputa por la
identidad y la negación explícita del otro, quien asuma una expresión
adversa o diferencial, se ve cotidianamente en formas organizativas
como las barras de fútbol, las tribus urbanas o pandillas juveniles, entre
otras.
“Esto es territorio blanco y nada más entra aquí, púes ya saben cómo es la
movida con la banda” (Estudiante hombre 15 años, colegio público).
LA ESCUELA VIOLENTADA
Nuevas formas de violencia en contextos escolares. La escuela en clave de violencia y Paz
39
Es notorio cómo en los contextos escolares se empiezan a congurar
formas organizativas donde la rivalidad entre pares implica
fundamentalmente una negación de la diferencia, incluso con niveles
mínimos de racionalización del acto violento.
Las formas de agresión física en algunas ocasiones no tienen limitaciones
morales o éticas, puesto que prevalece la negación a la fuerza del
otro, desde su anulación no como sujeto individual, sino como sujeto
miembro de un colectivo opuesto. El objeto central de la violencia
identitaria tribal, en múltiples ocasiones consiste en la anulación del
grupo adversario, sus símbolos, prácticas y formas de representación
colectiva.
Estas formas de violencia implican en su expresión directa prácticas
de agresión identitarias que se maniestan en varias ocasiones en dos
dimensiones de afectación, la simbólica denotativa y la territorial.
• La violencia simbólica denotativa
Es aquella que se concentra en la agresión a símbolos representativos
de orden colectivo, en la cual la violencia es expresada en la anulación
identitaria de los otros, el sujeto pasa a un segundo plano y la
representación denotativa de un grupo es el objeto a trasgredir en la
esfera pública.
“Aquí ya han robado trapos del verde, y eso pues los tiene rabones, por eso
es jo el tropel cuando juegan los de las dos bandas, lo más importante es no
dejarse llevar ningún trapo ni bombo” (Estudiante hombre 15 años, colegio
público).
Esta forma de violencia prioriza las agresiones a símbolos representativos
de las demás identidades y la exposición pública de estas agresiones en
contextos amplios, como redes sociales.
• La violencia territorial
Esta se expresa en el destierro espacial o la delimitación física de
fronteras entre grupos, en los cuales la violencia es un mecanismo de
apropiación del territorio. Es importante la delimitación de los espacios
y las prácticas en los mismos, en las cuales se busca construir barreras
segregacionales en el territorio, que no se trasgreden sin la aprobación
de quien ejerza el dominio espacial. “Fronteras sí existen, tanto que
la puerta de arriba del coco, solo entran los del plan y la de abajo los de las
casas viejas, cada quien sabe por dónde moverse y cada zona tiene su capo”
(Estudiante hombre 17 años, colegio público).
Aquí adquiere una gran importancia el control territorial desde la
perspectiva espacial o física, como un dispositivo de autoridad y poder
entre grupos.
LA ESCUELA VIOLENTADA
Nuevas formas de violencia en contextos escolares. La escuela en clave de violencia y Paz
40
Esta forma de violencia en el análisis general, es la que puede tener
mayor implicación de factores exógenos, puesto que en su mayoría de
expresiones las guraciones identitarias son construcciones regionales,
nacionales o globales, que penetran en el contexto educativo.
Esta situación no implica que no se den particularidades en las
expresiones de la violencia identitaria, puesto que lo evidenciado es
que estas prácticas violentas si bien tienen una naturaleza externa en su
motivación, las adscripciones a ellas son propias de cada contexto y se
expresan de manera particular según los actores y el territorio.
Existen formas de contextualización de estas expresiones de violencia
que varían sus escalas de relacionamiento de los factores exógenos
y endógenos, evidenciándose que esta frontera entre el afuera y el
adentro de los contextos escolares, se vuelve porosa en el marco de las
identidades modernas.
2.2.4 Dispositivos de violencia virtual. De la trasgresión individual a la
agresión colectiva
Si bien la violencia ha tenido históricamente una expresión fáctica
en el uso de la fuerza física, la modernidad en su despliegue global
ha generado nuevas formas de violencia ligadas a trasgresiones de
agresividad que no están insertas en un plano físico y que se representan
desde plataformas virtuales.
La violencia virtual es una expresión moderna de intimidación,
trasgresión, exclusión o agresión simbólica en la cual se usan las
plataformas comunicativas contemporáneas para desarrollar prácticas
violentas individuales o colectivas.
La violencia virtual puede entonces, tener un objetivo colectivo de
afectación a un grupo o comunidad particular, o un objetivo individual
de agresión a un sujeto directamente, en ambos casos su expresión más
recurrente se da en la exposición pública de la víctima o los afectados.
Pueden existir excepciones espacialmente, como la violencia individual,
donde la agresión en ocasiones se puede generar de manera directa sin
sometimiento a la exposición pública, no obstante, no es una constante
en estas formas de violencia.
“Las redes se prestan pa todo, hoy la gente le tiene más miedo a una publicación
que, a una pelea, pille y verá, aquí en el colegio todo lo suben al face, al instagram
o al snap, y si alguien da un papayaso, pierde ahí” (Estudiante hombre 16
años, colegio público).
Estas dos formas de violencia, la individual y la colectiva en el mundo
de lo virtual, se empiezan a profundizar según el interés de la agresión,
que puede variar dependiendo de la naturaleza de su expresión, ya sea
LA ESCUELA VIOLENTADA
Nuevas formas de violencia en contextos escolares. La escuela en clave de violencia y Paz
41
que su objeto intencional sea la vulneración del sujeto en su condición
individual, o sea, la trasgresión a una práctica o representación colectiva.
Estas formas de violencia se pueden describir de la siguiente forma.
• Violencia virtual colectiva
Esta violencia es de naturaleza representativa, tiene en ocasiones
aspectos políticos y culturales prevalentes, ya que en esta dimensión
colectiva se encuentran expresiones de violencia, tales como xenofobia,
racismo y sexismo, cuyo objeto intencional es de orden político o
culturalmente segregacional, esto sin querer negar que se den otras
expresiones intencionales.
Aquí pues tenemos un fanpage algo como chompos, para expresarnos
sanamente, o sea, decir lo que otros no dicen, por ejemplo, que no todos aquí
somos iguales y los subsidiados se creen más, pero vienen de un mundo más
violento y no tienen por qué traer esa violencia al colegio (Estudiante mujer
15 años, colegio privado).
La violencia virtual de naturaleza colectiva busca trasgredir
públicamente la representatividad en la cual está adscrito o a la que
pertenece un sujeto en su vida en comunidad, denigrando de alguna
condición social que sea aparentemente reprochable o que se asuma
desde una condición moral superior según él agresor.
Esta expresión de violencia en algunos episodios puede ser inducida
por otros actores externos, comunidades radicales, quienes persuaden
a algún agresor para desarrollar un acto de violencia dirigido a una
comunidad o expresión identitaria.
• Violencia virtual individual
Tiene expresiones más intersubjetivas en las cuales se pone como eje de
agresión un sujeto desde su condición humana o su individualidad. Aquí
se tiene como objeto de trasgresión alguna característica del individuo
que sea reprochable o que implique alguna condición de inferioridad,
discapacidad o aparente debilidad mental, física o emocional.
“Aquí se viralizan muchos memes, casi siempre se la montan a las gordis, no
por nada, sino que pa que muestran demás digo” (Estudiante mujer 13 años,
colegio privado).
Es común recurrir a defectos físicos sobresalientes como expresiones
de violencia dirigidos directamente hacia una persona, en muchas
ocasiones, aunque no exista relación directa entre el agresor y el
agredido, algunos actores sociales asumen la trasgresión a los demás a
través de guetos o grupos especícos, que seleccionan algún sujeto y lo
agreden sin mediar causalidad aparente.
LA ESCUELA VIOLENTADA
Nuevas formas de violencia en contextos escolares. La escuela en clave de violencia y Paz
42
En otras ocasiones, estas agresiones se derivan de peleas o conictos
interpersonales que se llevan a la esfera de lo virtual, y que denotan
una conducta aparentemente inapropiada que es expuesta con el n de
lastimar directamente a algún individuo.
La violencia virtual en sus distintas dimensiones tiene como
característica central que no existe una confrontación corporal o
personal del agresor ante el agredido, aunque se puede reconocer que
los efectos de tal agresión pueden tener efectos adversos y lesivos para
la víctima, con un agravante asociado a que el universo digital permite
un espectro de anonimato o de confrontación distante, mediada por
un escenario intangible que hace que las acciones puedan tener efectos
diversos de escalamiento y difusión de las agresiones que a su vez
permiten comprender formas perversas, en ocasiones, que laceran la
integridad de quien está siendo violentado.
“Se sabe y no se dice, todos saben quién jode a quien, pero nadie se va a poner de
regalado a contar, pues ya si es así, pues es el sapo, el que termina sacricado”
(Estudiante mujer 15 años, colegio público).
Esta situación conlleva a que el rastreo y la atención ante este tipo de
violencia sea más complejo para las autoridades, pues si bien es cierto
que en muchas ocasiones los pares, entre actores educativos, reconocen
estos episodios, muy pocas veces alertan a las autoridades familiares o
institucionales sobre el tema.
2.3 Violencia social anómica en contextos escolares
Si bien existe una violencia social que está ligada a vacíos institucionales
o ausencias colectivas de derechos básicos, lo que para autores como
Galtung (2006), sería una violencia institucional, solo se abordará la
violencia social anómica, cuya expresión es más puntual en la ruptura
de ordenes sociales establecidos.
La violencia social tiene múltiples factores y dinámicas incidentes
empero esta investigación se concentró en la violencia social anómica que
como ya se ha mencionado es una forma de trasgresión social del statu
quo que establece una sociedad en su devenir, es una irrupción a un
nomos establecido.
El concepto inicial de anomia social lo instaura Durkheim en 1893
(1987) como ausencia de regulación social que genera comportamientos
que están por fuera del orden estructural de un colectivo. Pero es en
Merton (1964) donde se evidencia la correlación entre la conducta
social que se rompe, y el comportamiento cultural que entra en tensión
con la sociedad. La violencia social anómica es una expresión de una
conducta social por fuera de la estructura normativa de un grupo
humano, Merton la menciona como una conducta desviada, ante un
LA ESCUELA VIOLENTADA
Nuevas formas de violencia en contextos escolares. La escuela en clave de violencia y Paz
43
orden social preestablecido, desde una ruptura entre las pautas sociales
y los comportamientos culturales.
Esta correlación entre el universo social y el cultural permite entablar
puentes analíticos sobre las expresiones de violencia emergentes en
la sociedad, sin embargo, Parsons plantea que más que una ruptura
cultural, la anomia responde a ausencia de parámetros de integración y
cohesión social, acercándose a la postura de Galtung sobre la violencia
institucional. Parsons (1967) menciona:
Tal vez puede caracterizarse más sencillamente la anomia como el estado
en que un gran número de individuos carece en grado considerable de
especie de integración con las pautas institucionales estables que es
esencial para su propia estabilidad personal y para el funcionamiento
sin tropiezos del sistema social. (p.110)
Esta conducta social anómica, ya sea desde una postura de irrupción
leve a las normas o desde una ruptura más radical de la misma, es una
expresión de tensión entre conductas sociales que están en conicto ya
sea por quiebres de las expresiones culturales de un grupo humano o
por ausencia de cohesión social del mismo.
El contexto escolar visto como una microsociedad reectora o refractaria
de las realidades particulares de una comunidad, denota formas y
tipologías de la violencia social anómica, que están insertas en prácticas
sociales violentas propias de la sociedad.
En tal virtud, no se evidencian muchas expresiones de violencia social
anómica que sean propias o cuyo génesis sea la misma escuela, aunque
sí se encuentran prácticas sociales adaptadas de violencia en contextos
escolares.
Es decir, la violencia en muchas ocasiones proviene de factores
externos o causas sociales externas y se adapta en el entorno escolar, sin
desconocer que se han presentado manifestaciones propias de violencia
desde la escuela, pero en lo evidenciado hasta el momento sobre
violencia social anómica, esta tiene causas generalmente provenientes
de dinámicas exógenas.
Sería torpe por parte de nosotros negar la existencia de formas delincuenciales
en la institución, aquí sabemos que hay jíbaros y que hay muchos chicos
involucrados; pero lo que buscamos es precisamente irlos aislando caso por caso
para que estas conductas no crezcan dentro de la institución (Psicorientadora,
colegio público).
La violencia social anómica descrita en las tipologías a continuación
hace parte de las prácticas violentas que se identican bajo parámetros
de ruptura de la normatividad social de las instituciones, que irrumpen
LA ESCUELA VIOLENTADA
Nuevas formas de violencia en contextos escolares. La escuela en clave de violencia y Paz
44
o fracturan de manera violenta los códigos sociales establecidos.
Cabe aclarar que las expresiones violentas descritas corresponden a
dinámicas de confrontación de la institucionalidad desde expresiones
violentas.
2.4 Prácticas de la violencia Social Anómica en contextos educativos
2.4.1 Formas de violencia ilegal. Delincuencia simple y estructurada
La escuela es un reejo social permanente similar a lo que en el
contexto inmediato se evidencia, es decir, la escuela no es un espacio
desterritorializado de las prácticas sociales cotidianas de diversos
grupos humanos.
En algunas sociedades las escuelas tienden a convertirse en epicentros
independientes y relativamente autónomos distanciados de ciertas
realidades sociales. No obstante, en el contexto estudiado, la escuela
no cumple esa función aislante, sino que al interior de las instituciones
públicas o privadas se encuentran dinámicas violentas propias de los
contextos exógenos.
“Aquí hay combos, que se pelean la olla, ahora esta calmado el parche, pero los
mismos parches de afuera son los que mandan aquí, y siempre hay mucho chino
atravesado” (Estudiante hombre 17 años, colegio público).
Si bien existen formas regulatorias y de autoridad propia dela escuela,
que hacen que las conductas punibles tengan trámites diferentes en
algunas ocasiones, no se puede desconocer que en muchas ocasiones
estas normatividades no son sucientes y, por ende, prácticas ilegales
tanto organizadas como no organizadas se gestan y desarrollan en los
contextos escolares.
• Actos delictivos simples
Hablar de simpleza en un acto delictivo no implica minimizar su
alcance, es la forma de describir los actos violentos que se desarrollan
por formas de ruptura a la autoridad en acciones delictivas de pequeño
alcance. Esta tipología se encuentra en múltiples actos que pueden
considerarse ilegales, sin embargo, existen tres acciones recurrentes
que son: la suplantación de identidad, la comercialización de información
académica y el robo simple de implementos escolares.
Estas acciones si bien no instituyen grandes afrentas legales, sí se
encuentran en diversas escalas, y particularmente en algunos episodios
implican la complicidad de autoridades institucionales.
En el caso de la suplantación de identidad, en algunas ocasiones los
seguimientos institucionales por ejemplo a la presencia en el caso de
ser solicitados, no son sucientemente rigurosos y algunos estudiantes
LA ESCUELA VIOLENTADA
Nuevas formas de violencia en contextos escolares. La escuela en clave de violencia y Paz
45
suplantan las identidades de sus tutores, sin ningún tipo de revisión
dela veracidad de estas identidades. Este fenómeno no es la constante
en todas las instituciones y se encuentran igualmente procesos internos
que permiten develar estas situaciones, no obstante, se reconoció esta
práctica cotidianamente en las instituciones estudiadas.
En relación con la comercialización de información académica, en algunas
ocasiones tiene involucrados a actores institucionales como docentes
o administrativos, quienes crean pequeñas redes de comercialización
ilegal de resultados de pruebas, baterías de preguntas o modicación
de asuntos académicos.
“Profe, pues aquí se ve de todo y no falta el que le consiga a uno por una
plata las respuestas a evaluaciones nales, incluso hasta los formularios delas
preguntas se lo venden” (Estudiante hombre 16 años, colegio privado).
En las instituciones también se encontraban prácticas como el chantaje
estudiante-docente en el cual se presionaba a alguna autoridad a
modicar información académica, como contraprestación de no difundir
información que comprometiera legal o moralmente a dicha autoridad.
Es de mencionar que muchos de estos casos no son reportados por la
sanción moral que conlleva exponer estas situaciones, por ende, son
poco identicables.
El robo de implementos escolares o institucionales es una práctica cotidiana
no solo en instituciones públicas, sino en instituciones de naturaleza
privada; son hurtos pequeños de accesorios, tecnología o bienes de
tránsito pequeño.
“Si uno da el pago con lo que deje en el puesto, paila, jeje, son muy lisos algunos
y no se puede, jejje” (Estudiante hombre 15 años, colegio privado).
Por ser elementos pequeños es común que el trasgresor no sea
fácilmente identicable, o cuando lo es, los procesos disciplinarios no
sean tan severos.
Cabe resaltar que estas tres prácticas si bien son recurrentes y se
encontraron en las instituciones abordadas, esto no implica que sean
una conducta masiva en los actores escolares.
• Actos delictivos organizados
Son las actividades ilegales, que para su desarrollo implican tener redes
delincuenciales de soporte, pues no se gestan de manera autónoma
e independiente. Si bien este tipo de actividades no son fácilmente
rastreables y su presencia cambia drásticamente de acuerdo con
los contextos y actores que están en las instituciones, sí se pueden
mencionar algunas actividades ilícitas especícas que son recurrentes,
como el microtráco, la prostitución y la extorsión.
LA ESCUELA VIOLENTADA
Nuevas formas de violencia en contextos escolares. La escuela en clave de violencia y Paz
46
El microtráco, visto como la venta y consumo de sustancias sicoactivas
en instituciones educativas, es un fenómeno constante en los colegios
estudiados, su principal variación en relación a las instituciones
públicas y privadas, se deriva del tipo de sustancias consumidas.
En este espectro se encontró como en las instituciones públicas se
mencionaba con mayor frecuencia la venta y consumo de marihuana,
bazuco y dickoladys (agente volátil solvente), mientras que en las
privadas la cocaína, el éxtasis y el popper (similar al dickoladys, pero de
un costo mayor y efectos más prologados).
Esta relación no implica que las sustancias tengan un consumo exclusivo
en uno u otro espectro, puesto que se evidencia la presencia de este
conjunto de sustancias psicoactivas en todas instituciones. Adicional
a este panorama de consumo mencionado, cabe resaltar el sistema de
comercialización, que si bien es por narcomenudeo entre expendedor1
y consumidor, ambos presentes al interior de las instituciones
educativas, este sistema de comercialización ilegal está articulado a
estructuras criminales externas que suministran las sustancias y cuyas
redes delincuenciales son más amplias. Es evidente la relación de
estos expendedores con estructuras criminales más complejas, quienes
producen o distribuyen al narcomenudeo al interior de los contextos o
en sitios circunvecinos a estos.
La prostitución, aunque en las instituciones estudiadas se encontraban
catálogos de estudiantes hombres y mujeres que hacían parte de la
oferta de prostitución, su comercialización es mucho más cerrada, ya
que en la mayoría de casos esta actividad ilegal se promociona como
actores educativos colegialas o colegiales, pero se ejerce con actores
externos al contexto escolar.
La identicación de estas prácticas se dio en instituciones privadas y
públicas, sin embargo, las redes de proxenetas o de intermediarios de
quienes se dedican a este negocio, no son visibles, puesto que el contacto
es relativamente fácil, pero normalmente es mediado por plataformas
digitales que no permiten el anonimato de los acores involucrados. Por
la naturaleza y el riesgo de este tipo de actividades especialmente para
las menores de edad, es común el uso de intermediarios o redes de
prostitución externas a los contextos escolares.
La extorsión si bien es una práctica especíca que no se registra en
todas las instituciones estudiadas, sí se presenta con cierta regularidad
en algunos contextos. La extorsión se presenta en algunas ocasiones
como un tipo de acoso escolar, pero con nes lucrativos, en el cual se
hostiga de manera constante a un actor del contexto escolar, estudiante,
docente o administrativo, con algún tipo de información que afecte su
1Al expendedor se le denomina Dealer, y su función es circular entre varias instituciones y
proveer las sustancias a domicilio. Su presencia en la mayoría de casos mencionados se da
por llamados en redes sociales y aunque está en el entorno inmediato de las instituciones
e incluso dentro de ellas, no hace parte directa de la comunidad educativa.
LA ESCUELA VIOLENTADA
Nuevas formas de violencia en contextos escolares. La escuela en clave de violencia y Paz
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integridad física, moral o psicológica y por lo cual se pide un valor
económico para no hacer pública esta información.
Los niveles de la extorsión pueden aumentar según su constancia y por
lo tanto se van sosticando sus prácticas según el avance la efectividad
de las mismas al interior de las instituciones. Al igual que los pequeños
chantajes a escala mínima, la extorsión implica sanciones físicas,
morales o éticas que los afectados no quieren asumir, por lo tanto, su
denuncia y persecución como acto delictivo está restringida.
Cabe aclarar que existen otras prácticas delictivas en las instituciones
educativas, no obstante, son muchos los factores sociales, culturales,
políticos y económicos que inciden en su gestación y desarrollo, por lo
tanto, aquí se referencian las más recurrentes encontradas en el presente
estudio y se evita evidenciar relatos especícos por las implicaciones
sociales.
La investigación centrándose en un enfoque etnográco, logró
desarrollar un proceso de acercamiento con las comunidades
académicas, reconociendo en los estudiantes, profesores y demás
actores de ella, los actores principales de la investigación. Así,
fueron ellos los que permitieron el desarrollo de grupos focales, la
observación participante, los relatos etnográcos (registrados desde los
testimonios de estudiantes), e incluso la cartografía social, generando la
comprensión amplia del fenómeno de violencia y la caracterización de
los hallazgos de campo desde las prácticas y expresiones identicadas,
no desde la efectividad procedimental en el tratamiento de estas formas
de violencia. A continuación, se mencionan las tipologías violentas más
recurrentes encontradas en las instituciones educativas analizadas,
para develar cómo los fenómenos de violencia exógenos penetran las
fronteras de las instituciones en diferentes momentos y circunstancias.
2.4.2 Agresión como práctica de autoridad y control social. I-legitimidad entre
actores educativos
Las relaciones sociales modernas han cambiado y siguen cambiando
permanentemente en el marco de una globalización en expansión,
no obstante, las relaciones de legitimidad de las autoridades y las
instituciones han tenido evidentes variaciones en las escalas macro y
micro.
La legitimidad de guras de autoridad tradicional y la emergencia
de nuevas expresiones de autoridad no convencionales, impactan
de manera explícita los contextos escolares, como escenarios de
reproducción de prácticas sociales más amplias.
Las trasgresiones a las autoridades académicas y administrativas, se
han incrementado en los últimos años, pues según lo evidenciado en
el trabajo de campo, las guras de autoridad tradicional han perdido
LA ESCUELA VIOLENTADA
Nuevas formas de violencia en contextos escolares. La escuela en clave de violencia y Paz
48
legitimidad en los contextos escolares, lo cual se expresa en el aumento
de cifras de denuncia de agresiones físicas y verbales entre actores
educativos de diferentes niveles.
Esta pérdida de legitimidad de las autoridades, tiene una multicausalidad
que va desde la trasformación de las escalas axiológicas de los jóvenes,
la tensión permanente entre la institucionalidad formal, la presencia
permanente de actividades ilícitas en los contextos inmediatos; entre
muchos otros factores que son parte de la explicación de la forma en
que los jóvenes y especícamente los escolarizados, entablan relaciones
con las autoridades inmediatas.
Fue así como se gestó el interés especíco acerca del uso de prácticas
violentas en la interacción entre distintos actores de la comunidad
educativa, resaltando episodios cada vez más recurrentes de formas de
irrespeto a las autoridades dentro y fuera del aula.
“Hace unos meses, un pelado le empezó a gritar a un profe porque estaban
peleando entre dos chinos, entonces él lo regañó, de repente el pelado se volteó
y lo puteó como si nada delante de todos” (Estudiante hombre 13 años,
colegio público).
Para el presente estudio no se analizan las razones causales en estas
prácticas, pues como se ha mencionado son muchos los factores
incidentes, empero se quiere denotar la presencia de las mismas en las
diferentes instituciones.
Se mencionan y denuncian formas de agresión verbal e incluso física en
distintas direcciones, agresiones de estudiantes mayores a menores, de
estudiantes a docentes, entre docentes, de docentes a estudiantes y de
administrativos a docentes.
No es que en tiempos pasados no existieran formas de agresión o no
se hayan registrado como prácticas de violencia, lo particular es que
estas prácticas han venido aumentando en relación a otros momentos,
fundamentalmente en la violencia como mecanismo de construcción de
autoridad y la violencia como forma de control social.
• La violencia como forma de control social
Se evidencia en las expresiones de uso de la fuerza para la contención
de grupos sociales en los contextos educativos. Esta práctica violenta es
común al interior de algunos actores educativos en el contexto del aula
o por fuera del mismo, por ejemplo, se presenta cuando existen pactos
de agresión a un actor especíco determinado previamente.
“Se ponen de acuerdo cucho, se la montan a la profe X y cuando ella va a entra
al salón se salen, o le ponen cosas en el puesto, y así la cucha se enoja y al nal
cancela la clase” (Estudiante hombre 14 años, colegio público).
LA ESCUELA VIOLENTADA
Nuevas formas de violencia en contextos escolares. La escuela en clave de violencia y Paz
49
Varios actores, puede ser un grupo de estudiantes, se ponen de acuerdo
en agredir física o simbólicamente a otros estudiantes o a un docente,
como medio de represalia y presión social ante alguna circunstancia
especíca.
El uso de la violencia es intencionado para enviar un mensaje a
algún actor que esté en disonancia social con lo que el infractor o
infractores no comparten o para buscar presionar alguna decisión
particular. Cabe aclarar que estas expresiones de violencia social no
son prácticas exclusivas de estudiantes, se mencionan también entre
actores revestidos de autoridad como los docentes o administrativos,
quienes públicamente también asumen comportamientos violentos
para presionar decisiones o expresar inconformidades sociales,
aunque en muchos de estos casos es común que se entablen medidas
procedimentales públicas a través de denuncias de acoso laboral o
apertura de procesos disciplinares.
• La violencia como mecanismo de autoridad
Esta práctica de violencia no es nueva en los contextos escolares y se
puede referenciar con la famosa mención dela obra de Goya: La letra con
sangre entra, frase que expresaba el uso de la fuerza como mecanismo
de enseñanza e imposición de autoridad en los contextos escolares
clásicos.
Esta premisa del uso de la violencia como forma de entablar relaciones
de autoridad, aún sigue presente en los contextos escolares modernos y
evidencia como algunos actores educativos han usado la agresión física
o simbólica como un mecanismo de posicionamiento de autoridad
social.
“Hay cucho, re-bravos, si uno medio hace ruido en el salón o conversa o no
apunta en el cuaderno, ahí mismo los sacan y lo mandan pa disciplina o lo
ponen a hacer aseo” (Estudiante hombre 15 años, colegio privado).
Un ejemplo de esto son las formas de rechazo o exposiciones públicas
de exclusión por parte de docentes o administrativos ante situaciones
sociales que no comparten, situaciones como: prácticas estéticas diversas
como el cabello largo o uso de piercing, ante formas de identidad
de género no normativas o ante posiciones políticas o académicas
contrarias a algunas autoridades.
“A los que llegan con piercing o expansiones se las montan, aquí dicen que no
pueden obligar a quitárselo, pero eso empiezan a boletearlos en todas partes,
que eso es de malañas, que eso es pa satánicos, les dicen de todo” (Estudiante
hombre 15 años, colegio privado).
Si bien estas formas de violencia son variables y tienen expresiones
a pequeña y gran escala en los contextos escolares, es importante
LA ESCUELA VIOLENTADA
Nuevas formas de violencia en contextos escolares. La escuela en clave de violencia y Paz
50
reconocer que el elemento transversal encontrado en algunos de los
escenarios reconocidos, fue la existencia en muchos casos de ruptura y
tensiones permanentes entre actores de la comunidad educativa.
Se debe reconocer que existen expresiones de diálogo y conanza entre
diversos actores de la comunidad educativa, entre pares y en relación
directa con algunas autoridades, no obstante, también es de reconocer
que existen expresiones de rechazo e ilegitimidad expresa entre otros
actores, lo que debilita las relaciones sociales y hace más propenso el
desarrollo de las formas de violencia mencionada.
2.4.3 Violencia colectiva o masicada. Violencia por alienación o “vandalismo”
Estas formas de violencia social propias de momentos especícos
en los cuales se presentan agresiones violentas no son frecuentes e
intentan ser reguladas en las comunidades educativas. Sin embargo,
se hace imperativo al reconocer las tipologías de violencia social
anómica identicadas, el enunciar las expresiones violentas derivadas
de acciones colectivas de agresión entre actores educativos, cuya
naturaleza es más espontánea.
Las explosiones de violencia masicadas son explicadas desde la
antropología y la sociología clásica, en múltiples casos derivadas de
procesos de enajenación o alienación de actores que en momentos
especícos se asumen en medio de la presión social y actúan de forma
violenta. Esto implica que no es un fenómeno propio o exclusivo de los
contextos escolares, pero sí es claro que allí se presentan desde varias
perspectivas tanto individuales como colectivas.
A través de la realización de los grupos focales y en especial desde
los relatos etnográcos, se encontraron permanentes ideas asociadas
a los conictos, sobre todo riñas o peleas coyunturales entre pares
en la mayoría de casos, en los cuales, los actos violentos en donde se
reconoce la forma en que iniciaban, a través de pequeñas disputas que
se iban escalando sin medir las consecuencias o los actores que podrían
salir afectados.
“En un partido intercolegiado, dos neas empezaron a tirarse cosas, eso yo no
sé qué pasó, pero al nal todo el mundo empezó a volear botellas y piedras,
más de uno salió aporreado y ni siquiera saben quién les cascó” (Estudiante
hombre 16 años, colegio público).
Estas explosiones de violencia coyuntural emergen de momentos de
tensión entre actores o grupos, pero las dos prácticas centrales son
producto de tensiones individuales que se masican o consecuencia
de conictos tribales o grupales que se encuentran en circunstancias
especícas.
LA ESCUELA VIOLENTADA
Nuevas formas de violencia en contextos escolares. La escuela en clave de violencia y Paz
51
• Violencia masicada de causalidad individual
Es el proceso en el cual se desarrollan formas de violencia masicada,
que se gestan en conictos individuales o de pequeños grupos
especícos. Una característica de esta forma de violencia es que no
existen antecedentes colectivos previos a la confrontación, lo que
implica que si bien podían existir tensiones entre atores por variadas
razones, estas tensiones eran entre individuos o entre pequeños
grupos especícos, posteriormente estas tensiones se expresaron en
conictos violentos en los cuales terminan implicados terceros ajenos a
la tensión, quienes por acción masiva, sea de solidaridad, mutualismo
o enajenación se involucran en el conicto.
“Había un pelado que recogía a la novia en la puerta del colegio, y a esa hora
llegaban de otro parche también a recoger a otra peladita, entonces un día
llegaron papeleteados y se encendieron, eso empezaron a volear pata y punta, y
cuando menos pensamos los de once salían y terminaron metidos en el tropel”
(Estudiante hombre 15 años, colegio privado).
La causalidad de la confrontación es de naturaleza más subjetiva y por
coyunturas sociales, como actos públicos o espacios de conuencia
de muchos actores, lo que implica que no sean conictos violentos
premeditados a acciones masivas, pueden ser agresiones premeditadas
entre individuos, pero la pretensión previa no es que se extienda a otros
actores, sin embargo, por la misma coyuntura estos terceros terminan
involucrados en las acciones violentas.
• Violencia masicada por tensiones colectivas
Estas expresiones de violencia masicada, si bien tienen su génesis
en momentos coyunturales particulares, la motivación fundante del
conicto es de orden colectivo, puesto que se presenta entre actores
educativos que se autorreconocen bajo alguna identidad colectiva, sea
barra, colegio, grado, tribu, entre otros.
Esta forma de violencia masicada tiene una raíz ligada al proceso de
representación entre actores, quienes, en medio de acciones públicas,
terminan agrediéndose, y donde la acción masiva genera expresiones de
violencia entre grupos. Si bien estas acciones se presentan entre actores
educativos con identidades denidas, por ejemplo, por un equipo de
fútbol, no necesariamente en el momento en que se dan las agresiones
intervienen los miembros de estas colectividades, aunque no es lo
común; en lo mencionado se han presentado casos de la participación
activa en actos violentos de terceros ajenos a las identidades en
disputa, pero que por solidaridad, masicación o enajenación terminan
involucrándose.
Aunque estas expresiones no son una constante al interior de las
instituciones, cabe resaltar que muchas de estas formas de violencia
LA ESCUELA VIOLENTADA
Nuevas formas de violencia en contextos escolares. La escuela en clave de violencia y Paz
52
entre actores educativos, particularmente estudiantes, se pueden gestar
en pequeños conictos dentro de las instituciones, pero se masican
por fuera de ellas.
2.4.4 Violencia por presión social. Condicionamientos colectivos, del cutting
al matoneo social
Existen formas de agresión social derivadas de prácticas o expresiones
de identidad compartida entre pares, quienes en búsqueda de formas
de reconocimiento pueden terminar ejerciendo violencia correlacional
hacia otros. La violencia por presión social es característica de las
expresiones de agresión que pueden determinarse por factores sociales
de aceptación o inclusión entre pares.
Esta forma de violencia por presión social, también puede implicar
expresiones de autoagelación en las cuales los pares incurran en
prácticas de agresión a sí mismos, como un mecanismo de aceptación
social. La presión social no implica un reconocimiento consciente o
una identidad real con el grupo social al cual se quiere pertenecer, en
variadas ocasiones, la adscripción a estas formas de violencia es un acto
de inclusión o de búsqueda de aceptación colectiva.
Es precisamente la condición de búsqueda de aceptación en un grupo,
lo que distancia esta forma de violencia con la violencia tribal por adhesión
cultural, ya que esta última se da por niveles de representatividad
identitaria entre pares, no obstante, la violencia por presión social, no
implica identidades reales con procesos o proyectos, sino búsquedas de
aceptación social dentro de determinados grupos.
Aunque es un límite difuso y en ocasiones difícil de establecer, la
diferencia central es que la aceptación por presión social implica el
desarrollo de formas de agresión infringida o auto infringida, con el
objeto primordial de que otros pares los reconozcan socialmente. Esta
distinción es importante puesto que la violencia por presión social
implica desarrollar prácticas sociales, que suelen ser arbitrarias con
efectos en muchas ocasiones indeterminados por los infractores.
Estas prácticas violentas por presión social, adquieren recurrentemente
dos tipologías particulares en las instituciones educativas; una es la
violencia por presión social colectiva y la otra es la violencia por presión
social autoinfringida.
• Violencia por presión social colectiva
Son las prácticas violentas que se ejercen contra una persona o un
símbolo material, como un mecanismo de presión para la aceptación o
inclusión del agresor en un grupo o colectividad especíca. La violencia
se ejerce no en momentos coyunturales de euforia o enajenación, sino
LA ESCUELA VIOLENTADA
Nuevas formas de violencia en contextos escolares. La escuela en clave de violencia y Paz
53
como actos conscientes de agresión con el n prioritario de buscar la
inclusión o aceptación en un grupo.
Estas prácticas que en algunos grupos se denominan pruebas, buscan
establecer el nivel de compromiso que un actor especíco puede asumir
infringiendo la ley a través de la violencia, aludiendo en múltiples
ocasiones a la noción de lealtad como un sistema de aceptación colectiva.
La violencia se asume como un dispositivo de aceptación grupal, en
el cual se presiona a un individuo para que cometa un acto violento
para ser aceptado en un colectivo, en algunas instituciones educativas
se denotó que los actos violentos partían de agresiones menores a
sus pares, pero que con el paso del tiempo iban a aumentando hasta
casos de destrucción de infraestructura o amenazas a autoridades. Las
denominadas pandillas o combos2, son los grupos organizados de mayor
desarrollo de esta violencia en las instituciones educativas, puesto que
un sistema de aceptación o ingreso de nuevos miembros radica en el
desarrollo de este tipo de violencia.
• Violencia por presión social autoinfringida
Este tipo de violencia tiene su condicionante central en la presión
social para ejercer algún tipo de agresión a sí mismo, autoinfringirse
dolor como una forma de aceptación o inclusión social. Aunque no es
muy común en los contextos educativos, sí se encontraron prácticas
de violencia autoinfringida, que no son necesariamente decisiones
personales independientes, sino que hacen parte de expresiones
colectivas de violencia por presión social. A diferencia de la violencia
por presión social colectiva, este tipo de expresión violenta no se ejerce
contra algo o alguien, sino que la inclusión social implica la capacidad
de auto-infringir dolor en los actores mismos.
Aunque existen múltiples casos de violencia autoinfringida de manera
solitaria y autónoma, en la cual los actores se lastiman con otros sentidos
individuales, como un mecanismo de evasión de realidades o de exaltar pedidos
de ayuda, la violencia social autoinfringida tiene la característica de ser
pública en un grupo o colectivo y es una condición de aceptación social.
Uno de los casos más sonoros de esta expresión es la práctica colectiva
del Cutting, que proviene del verbo cortar en inglés, y que consiste en
infringirse lesiones horizontales en la piel con objetos cortopunzantes.
Si bien esta práctica se presenta en la mayoría de los casos de manera
2Se referencian las pandillas o combos como grupos organizados de jóvenes,
quienes asumen una territorialidad especíca dentro o fuera de la escuela y
desde allí en múltiples ocasiones establecen un nomos propio de conductas
y actividades. Esta noción no es exclusiva de los contextos escolares, por el
contrario, fue extrapolada de contextos urbanos y se insertó en la vida de
muchas instituciones públicas y privadas a través de prácticas culturales y
sociales diversas.
LA ESCUELA VIOLENTADA
Nuevas formas de violencia en contextos escolares. La escuela en clave de violencia y Paz
54
individual con causalidades diferentes, también se evidenciaron formas
colectivas, en las cuales por presión social varios actores de un contexto
escolar realizaban esta práctica de manera grupal.
En estos casos en las menciones a estos episodios muchos de ellos
explican que lo hacían más por la presión social, lo que conllevaba al
acto violento de la autolesión.
La violencia por presión social, sea infringida contra alguien o sea
autoinfringida, tiene la característica de que se ejerce bajo la presión de
un grupo o persona, pero existe una responsabilidad social indiscutible
de quien incita el acto violento. Si bien pueden ser muchas las razones
que incidan en que un actor educativo termine cediendo ante presiones
sociales especícas que lo conlleven a ejercer actos violentos, es un
factor determinante de este tipo de acciones violentas la necesidad de
aceptación social o de inclusión en un grupo especíco.
2.5 Epítome de las nuevas y viejas tipologías de la violencia escolar
A lo largo del presente texto se han enunciado múltiples formas de
violencia descritas en planos nacionales, desde el espectro general,
hasta tipologías propias en escenarios focalizados, como los contextos
escolares. Si bien son formas de violencia de naturaleza estructural en
muchos casos y de orden coyuntural en otros, estas violencias tienen
patrones causales correlacionados en distintos contextos, esto signica
que el fenómeno de la violencia escolar está inserto en la frontera liminal
de prácticas violentas que: están fuera de la escuela y llegan allí; están
dentro de los escenarios escolares y mutan hacia contextos externos; o
están en una condición de múltiple presencialidad en distintos espacios
sociales.
Estas múltiples territorialidades de la violencia miradas desde el
contexto escolar, denotan como el fenómeno estructurante de la violencia
escolar emerge en ubicuidad o en una presencia reiterada de las casusas
estructurantes de estas violencias, lo que implica que al analizar las
nuevas formas de violencia descritas se evidencia la performatividad
que tiene el fenómeno y la necesidad de perspectivas holísticas y
dialógicas para poder entenderlo causalmente.
No se puede reducir la violencia a los efectos de la misma, las agresiones
como punto de partida; se debe comprender cuales son los factores
estructurantes de estas tensiones (sociales, políticas, económicas
y culturales) que gestan los fenómenos violentos en los contextos
escolares.
Reconocer nuevas tipologías de violencia escolar, desde el acercamiento
a la comunidad, permitió una comprensión multifactorial y correlacional
del fenómeno de violencia en cada uno de los contextos escolares.
En consecuencia, es necesario re armar que este fenómeno no está
LA ESCUELA VIOLENTADA
Nuevas formas de violencia en contextos escolares. La escuela en clave de violencia y Paz
55
superado aún, por el contrario, se evidencian nuevas aristas que exigen
su comprensión e intervención desde enfoques interdisciplinares, que
a su vez, puedan contribuir a la construcción de acciones y estrategias
contextualizadas para afrontar los retos que plantea las formas de
violencia e incluso de delito que se encuentran en el contexto y que en
su mayoría representan nuevas evidencias de prácticas de legitimación
en dichos contextos.
LA ESCUELA VIOLENTADA
Nuevas formas de violencia en contextos escolares. La escuela en clave de violencia y Paz
56
Capítulo 3. La escuela en clave de paz
3.1 Retos y desafíos para la formación en paz
En la actualidad la escuela, comprendida en su concepto más amplio,
representa un reejo especial de la vida cotidiana de las sociedades.
Precisamente por ello, no es un secreto que la escuela de hoy presenta
en mayor y menor grado las problemáticas de una sociedad que se
encuentra en crisis, que ha sido incapaz de reconocer las diferencias y
de tratar sus propios conictos en razón a las aspiraciones ancestrales
de vivir en paz.
Por supuesto, como arman Morin y Martins (2005) no se trata de
llegar a una sociedad de armonía donde todo esté pacicado. Por el
contrario, se trata de construir una sociedad compleja que abarque la
diversidad, no elimine los antagonismos y las dicultades de vivir, con
más religación, más comprensión, más conciencia, más solidaridad y
más responsabilidad entre nosotros. Por ello, se hace necesario generar
estrategias de comprensión en favor de quienes experimentan mayores
obstáculos para hacer efectivo el derecho a ser educados en una
sociedad que se debe construir en torno a la democracia y la paz.
Colombia ha sido un país que se ha preocupado por la educación,
históricamente ha avanzado con contundencia sobre el mejoramiento
de la calidad expuesta en indicadores de cobertura y acceso en todos
sus niveles, pero aún tiene importantes retos y desafíos por afrontar
en materia de formación y en especial en todo lo relacionado con la
convivencia escolar, lo cual exige ir más allá de la promulgación y el
cumplimiento de normas y la gestión de los procesos escolares.
En perspectiva, al observar las estadísticas nacionales en materia de
delito, se reconoce que entre los años 2012 a 2014 ingresaron un número
aproximado de 29.000 jóvenes adolescentes por año subdirección de
responsabilidad penal para adolescentes al sistema de responsabilidad
penal, Buitrago y Norza (2016), como consecuencia del cometido de
actos relacionados con el hurto, el tráco, la fabricación o porte de
estupefacientes, lesiones personales, hurto calicado, entre otros hechos
delictivos que reejan el aumento de la participación de los jóvenes en
diferentes procesos y redes delincuenciales en el país, siendo este tipo de
prácticas un asomo de la realidad que se vive y se reproduce al interior
de los escenarios escolares donde los mismos jóvenes, profesores y
directivos no cuentan con los medios, el respaldo e incluso las ideas
para asumir una problemática tan compleja que afecta directamente los
propósitos de la escuela y el n último de la formación escolar.
De acuerdo con cifras reportadas por el (RNOD) (2018), en el
primer trimestre de la vigencia del año 2018 se registraron 489 casos
relacionados como delitos contra la vida y la integridad personal,
contra la seguridad pública, entre otros. Esto representa las graves
LA ESCUELA VIOLENTADA
Nuevas formas de violencia en contextos escolares. La escuela en clave de violencia y Paz
57
problemáticas que presenta la sociedad y la crisis que viven las familias
en Colombia y en particular, las falencias de un sistema educativo
que no reconoce aún, ni en lo general, ni en lo particular, las graves
problemáticas que presenta la población estudiantil. Especialmente
muestra el riesgo social que tienen los jóvenes escolares ante el efecto
reproductor de las diferentes formas y expresiones de violencia y del
delito, los cuales logran día a día, mayor acogida entre los jóvenes,
quienes, en muchos casos, no reconocen en la educación y en la escuela
un contexto acogedor y propicio que les brinde las garantías para el
desarrollo humano o que les permita edicarse a partir de su auto
descubrimiento y desarrollo de sus capacidades.
Al reconocer que la escuela desde su realidad reclama mayor abordaje
de sus problemáticas, desde su comprensión hasta el desarrollo de
procesos de intervención interdisciplinares que potencien su labor no
solo para el desarrollo de los procesos cognitivos, sino que además
posibilite la construcción de sentido para vivir en comunidad, desde
la aceptación de la diferencia, el autodescubrimiento y el desarrollo
de las libertades que permitan una formación que fomente además, el
reconocimiento individual y colectivo del otro.
La escuela está llamada a constituirse en el lugar material e institucional
eje del sistema educativo, comprometida con la construcción de
la democracia y la prosperidad social por medio de la promoción
de una educación integral al difundir conocimientos requeridos, y
generar ambientes sociales propicios para aprender vivencialmente
la importancia y la obligatoriedad de las normas sociales. Todo lo
anterior en el marco de la equidad como principio fundamental, que
trata de ofrecer las mejores oportunidades de aprender y desarrollar su
potencial a quienes están presentes en los espacios de interacción social
para la reconstrucción permanente de la cultura (Ospina, 2010, p, 32).
Es así como el contexto de realidad violenta en la escuela exige a
maestros, padres de familia y escuela en general, ser más consecuentes
con los retos de construcción de un nuevo marco social y de convivencia
desde la formación, que permita reconocer la diferencia como punto de
partida para construir el futuro que se anhela; llevando consigo el reto
de disputar a los niños y jóvenes contra las distintas variables que la
violencia, la desesperanza, la pobreza y la falta de oportunidades les
deja como alternativa.
Se requiere entonces, procesos de formación que posibiliten el desarrollo
de seres humanos integrales, comprometidos socialmente con la
construcción de un país en el que primen la convivencia y la tolerancia.
Personas con capacidad de discrepar y proponer alternativas de
convivencia no violentas, más racionales, dialógicas y democráticas, que
permitan superar las acciones violentas y contribuyan a la consolidación
de nuevas prácticas culturales que fomenten la interacción social y la
construcción colectiva de la paz.
LA ESCUELA VIOLENTADA
Nuevas formas de violencia en contextos escolares. La escuela en clave de violencia y Paz
58
En prospectiva, la investigación en cualquiera de sus posibilidades, debe
contribuir a la comprensión ampliada del fenómeno, especialmente al
reconocimiento de la trascendencia de la violencia escolar en la vida
humana, así como la distinción de otros tipos de violencia asociada que
afectan la integridad de los jóvenes escolares y lesionan profundamente
el deseo de su existencia. En todo caso, que posibilite el desarrollo de
procesos formativos más conscientes y más cercanos a las necesidades
y problemáticas de los niños y los jóvenes escolares, orientados a la
generación de procesos formativos de transformación humana y social
La reexión que posibilita la escuela acerca de los procesos de
formación, convivencia y construcción de escenarios de paz permite
abordar la comprensión desde el interrogante ¿cuál es el papel que
debe cumplir el escenario escolar en la construcción socio educativa
de escenarios de paz en Colombia? Todo esto se sustenta a partir del
estudio y registro de algunas prácticas escolares implementadas en
instituciones educativas en las ciudades de Manizales y Pereira, las
cuales han logrado enfrentar y combatir prácticas y expresiones de
violencia, para desarrollar ambientes escolares más propicios para la
construcción colectiva de la paz.
La escuela ha sido reconocida en muchas ocasiones como una Matanza
de inocentes (Angulo, 2017), donde las acciones violentas se reproducen
constantemente como formas de expresión y relacionamiento
legitimadas por los sujetos que componen el contexto escolar, lo cual
es un simple reejo del acontecer cotidiano en el que comúnmente se
relacionan los seres humanos.
3.2 La escuela, ¿un escenario de paz?
Pensar en la escuela como escenario de paz obliga a reconocer cómo las
lógicas comunes de la violencia en Colombia han permeado el escenario
escolar, lo cual es sin duda un síntoma que hace referencia a la dicultad
que tiene la sociedad para hacer de la vida y la existencia misma, un
proyecto transformador de la realidad. Esto no para congurar un
futuro utópico, sino un proyecto de vida que pueda ser visto como
el desarrollo de una realidad incluso, desde la desesperanza y la
adversidad, donde sea posible promover pensamientos y acciones de
cambio orientadas hacia la formación de seres humanos, niños jóvenes
como agentes constructores de una sociedad de paz tan necesaria en un
país violento como el nuestro.
El ambiente escolar pasa una situación compleja. La explicación a esta
la evidencian importantes fallas que demuestran la incapacidad del
sistema educativo en el cumplimiento de lo que la sociedad espera de
la educación. En efecto, la mayoría de los niños y jóvenes del país están
siendo formados en torno a una serie de debilidades y desventajas que,
por su particularidad, presentan la escuela y la formación académica
que se brinda en ella sobre una base inequitativa. Esta situación se
LA ESCUELA VIOLENTADA
Nuevas formas de violencia en contextos escolares. La escuela en clave de violencia y Paz
59
genera no solo porque el Estado no es coherente con la necesidad de
priorizar la formación de los individuos, sino porque en los mismos
espacios escolares, propios de la formación, se presentan situaciones
de conicto y violencia que se reproducen cotidianamente, generando
efectos que se desprenden de una realidad común y al parecer
naturalizada de una sociedad que reproduce símbolos, lenguajes y
acciones violentas de manera indiscriminada; permitiendo que los
espacios escolares, así como el entorno social, se vean plagados de un
sinnúmero de expresiones de carácter violento que hoy representan el
día a día de la escuela.
Nacer, crecer y vivir en una sociedad de paz es una posibilidad que
está siendo arrebatada a los niños y jóvenes en Colombia. Las nuevas
generaciones están creciendo unos con miedo a vivir, a estar en lugares
extraños, a hablar, a sentir, a decir, soñando aun con los fantasmas
de la muerte, mientras que otros han adoptado la violencia en sus
diversas expresiones como prácticas cotidianas de defensa de su propia
existencia y quizá la de los suyos, lo que constituye una dicultad para
aquellos que siendo niños o jóvenes se les hace muy difícil vislumbrar
o pensar en el futuro. Son personas que viven en condiciones difíciles,
tanto económicas como de conicto; en espacios sociales atiborrados
por acciones cotidianas y reales de violencia que, sin duda alguna,
son apenas el reejo futuro de la vida de muchos, de quienes están
obligados a estar presentes e incluso a crecer entre lenguajes y actos
violentos siendo testigos oculares de primera mano de los efectos de la
violencia común y cotidiana que se expone al interior de las familias,
los barrios y las ciudades.
Esta situación permea con fuerza los contextos escolares donde las
diferentes formas de violencia, intrafamiliar, cultural, horizontal y
anómica, han generado un proceso de costumbre en niños y jóvenes,
que han comenzado a percibir y legitimar la violencia como forma
común de relacionamiento, lo cual constituye una manifestación de
la misma que no parece tener un causante directo, sino que se trata
de una violencia estructural provocada por situaciones como los
desequilibrios sociales, como bien lo explica Fernández (2006), una
violencia estructural “denida por la presencia conjunta de situaciones
de represión y desigualdad” (p.11) lo que constituye una amenaza grave
no solo para el desarrollo óptimo la vida social, sino también para el de
los procesos de convivencia que se llevan a cabo en el escenario escolar
y especialmente para el propósito de congurar una nueva realidad
social que apunte a la construcción de un proyecto de cultura de paz
que tenga sentido y signicado entre los seres humanos que habitan la
escuela.
A pesar de algunos esfuerzos por tratar de cambiar la realidad y
reconociendo de antemano que el escenario escolar es el contexto
propicio para la conguración de nuevas realidades de reconciliación y
paz, es necesario aceptar que las condiciones de formación y convivencia
LA ESCUELA VIOLENTADA
Nuevas formas de violencia en contextos escolares. La escuela en clave de violencia y Paz
60
en los contextos escolares no han cambiado signicativamente. La
realidad revela que los espacios físicos, la atención educativa, y aún
las metodologías con las que se enseña a niños y jóvenes no presentan
mayores logros en la lucha contra los problemas estructurales de la
violencia y la formación de individuos en una sociedad constreñida
como esta.
Como lo señalan Rojas y Adorno “pareciera ser que el contexto
escolar, desde su currículo académico ha generado unos espacios,
tiempos, ritmos y saberes escolares estandarizados dirigidos a una
población que opera como un ente abstracto, homogéneo y sin rostro”
(2002, p.36). Sin preguntarse siquiera sobre si la estandarización en la
educación, se ajusta o no a los intereses y necesidades de la población, a
sus realidades, o a las situaciones sociales y culturales especícas.
La vida cotidiana se ha caracterizado por constituir “el conjunto
de actividades que caracterizan la reproducción de los hombres
particulares, que crean la posibilidad de la reproducción social”
(Heller, 1998, p. 17); por lo cual ninguna sociedad puede existir sin que
el ser humano particular se reproduzca, así como nadie puede existir
reproduciéndose simplemente.
La vida cotidiana de cada persona es única, pues cada quien resuelve
sus necesidades a su manera y en sus propias circunstancias, pero a
la vez se desarrolla en común. De igual manera, como lo expresa
Heller (1998), abarca una gran diversidad de acciones mediante las
cuales, los seres humanos le dan existencia al contexto cultural de cada
localidad, mucho más allá del quehacer rutinario, identicado como
lo cotidiano, enmarcado entre lo que es común y propio a la vez. Esto
lleva a comprender las lógicas de la violencia y su producción social
que implica el concepto emanado de la acción de acuerdo con Galtung
(1985) a través del concepto de violencia cultural que corresponde a
la orientación de un sentido estructural que está capacitado para dar
cuenta de la reproducción social de la misma, sobrepasando incluso los
sentidos y signicados comunes de violencia en términos generalizados
ya que nada hay en la sociedad que a su vez no tenga relación con este
fenómeno.
Así bien, se entiende que prácticamente ningún ámbito de la vida
social es ajeno a la violencia, hoy esta se reproduce al interior de todos
los contextos comunes de vida como la cara oculta de una realidad
asimilada, transmitida, heredada, reconocida y profunda entre
nosotros.
En síntesis, el individuo podrá albergar y generar respuestas comunes
como la agresión o la violencia, como respuesta a la obstrucción que
pudo tener al momento de haber sido violentado o vulnerado en su
ser, por cualquiera de los matices violentos que se encuentran hoy al
interior de espacios en los que cotidianamente se desarrolla la existencia
LA ESCUELA VIOLENTADA
Nuevas formas de violencia en contextos escolares. La escuela en clave de violencia y Paz
61
humana como la familia. Esta es reconocida como un espacio donde la
violencia se produce de una forma cada vez más espectacular, alarmante,
inesperada y cruel. Donde todas las combinaciones son posibles, dando
testimonio de ello las múltiples muestras que evidencian los miembros,
hijos hermanos y padres sobre la repercusión que estos sucesos han
tomado dentro de la misma. No obstante, las huellas que se pueden
rastrear de la violencia en la familia son tan antiguas como la primera
conformación de esta, siendo una constante que ha alimentado el
imaginario colectivo que hoy permite comprenderla en muchos casos,
como un locus de tensión y violencia.
Como arma García (2007), comprender la acción violenta, conlleva
a reconocer la violencia desde una categoría o condición sociológica,
que permite comprender el empleo potencial de la misma; es decir,
considerar las diferentes posibilidades de utilizar la violencia, su
aplicación, como medio de disuasión, como elemento de poder, de
dominación para convertirse en elemento especíco que caracteriza
las relaciones en los espacios de sociabilidad de los seres humanos, así
como la escuela.
La pobreza, la muerte, la ambición, la seducción del poder e incluso
las distintas formas de violencia a las que los niños y jóvenes, se
encuentran expuestos comúnmente, son el producto de la respuesta
de una vida permeada por la guerra, la desesperanza y la maldad
que trasciende sobre los imaginarios sociales y formas de relación
de jóvenes, mediados por los valores y símbolos de la violencia. Por
ello, no es difícil encontrar lenguajes, juegos, símbolos y expresiones
propios de los hechos de violencia que se dan en medio de la guerra
y que, a su vez, son un reejo de la realidad que acontece en el medio
social; trascendiendo en la caracterización de las formas de vida de
unos y otros, limitando en muchos casos las expresiones de cambio y
transformación que podrían suscitarse en entornos formativos como la
familia y la escuela. ¿Hasta dónde han llegado con gran ímpetu estas
manifestaciones violentas, de algún modo heredadas o transmitidas
incluso por los mismos núcleos familiares o círculos sociales en los que
los niños y jóvenes se encuentran expuestos?
Desde el interés particular es necesario aclarar que no se trató de
observar la violencia misma, sino a los actores, los estudiantes, quienes
describen o reconocen algo como violento, y la semántica con la que
realizan la descripción, logrando situar la comprensión del proceso
social mediante el cual se identican las posibles formas y expresiones
de la violencia, sus imaginarios y sus prácticas, asociadas por una parte
a la violencia y/o por otra, a la construcción de paz desde la escuela.
La cotidianidad de la escuela y la alta permeabilidad de la violencia
en ella, han hecho que los niños y jóvenes cada vez más, incorporen en
sus expresiones e imaginarios, formas de relación, intereses y símbolos
LA ESCUELA VIOLENTADA
Nuevas formas de violencia en contextos escolares. La escuela en clave de violencia y Paz
62
propios de ella. Lo cual ha permitido que acciones violentas sean ya
cotidianas en el contexto escolar, visibles para unos e invisibles para
otros que desconocen o intentan ocultar los grandes efectos que han
demarcado y siguen caracterizando incluso, los intereses y sueños de
los niños que reconocen en la acción violenta un modo práctico de
adquirir poder, respeto o al menos cierto reconocimiento que alienta
constantemente la reproducción de la violencia dentro y fuera del
escenario escolar. Por eso, no es extraño escuchar a algunos niños y
jóvenes que arman cosas como: “lo que yo quiero es ser un sicario, un
traqueto, en todo caso un man que sea respetado, con niñas y todo” como lo
reconoce uno de los estudiantes que hizo parte de esta dinámica de
investigación. O como lo reconoce una chica escolar:
- (…) yo ingresé al parche porque había un mansito que me rodeaba, el andaba
en un erro pa arriba y pa abajo y se le notaba que era duro, o uno de los duros,
eso creí. A lo bien el man tenía cara de gambita, pero a mí me gustaba. Hasta
que un día me echó en vez de los perros la moto y ahí me tramo. Luego de unos
días con él supe que era el mansito, que hacía las vueltas, pero ah, yo seguí con
él. ¿Y Ahora qué?... Ahora qué, ya soy una más del parche… yo soy la novia
del más, que más quiere.
- ¿A qué se dedica el parche y usted qué hace, ¿cuál es su función?
- Nada… yo les ayudo en lo que sea, sin miedo, sin mente, atracos, robos, yo soy
la que maneja las armas.
- ¿Y sus estudios qué?
- Yo antes iba a estudiar toda juiciosita, perezosa pero juiciosa, pero ahora no
voy más, todos me respetan, saben quién soy. Allá yo soy la dura, además, pa
qué, ahí está el negocio también, con eso le digo todo…
Una estudiante que relata pertenecer desde hace dos años
aproximadamente a uno de los combos o grupos barriales que se
identican en la ciudadela del norte de la ciudad de Manizales, y quien
en su relato natural describe cómo ha participado en el encubrimiento
de diversas armas, droga dentro y fuera del escenario escolar, incluso
haciendo las veces de señuelo para llevar a cabo robos y atracos, delitos
comunes a los que se ha acostumbrado, sin que nadie siquiera de su
institución o familia se enteren o más bien, se den por enterados, o
hagan algo para corregir o evitar tales actos.
Todo esto, motivado quizá por el ímpetu, la rebeldía, la curiosidad,
la seducción frente al riesgo y la maleabilidad y docilidad de muchos
de ellos en quienes la apropiación de la violencia, como signo de
autoridad o de poder, puede modicar sus intereses y apreciaciones
de la vida, cambiando así no solo su forma de vida, sino también su
rol como hermano, hijo, amigo o tan solo como niño, joven. Un ser que
ha dejado de estar motivado por los intereses comunes y normales de
un niño o joven de su edad, como por ejemplo el fútbol, el estudio,
la música, para reconocer sobre su particular interés el reejo de una
violencia enajenante, que sin ningún sentido ha tomado por sorpresa
LA ESCUELA VIOLENTADA
Nuevas formas de violencia en contextos escolares. La escuela en clave de violencia y Paz
63
su vida; así como la de tantos que hoy día y sin ningún tipo de salida
u oportunidad han tomado la violencia como único medio o forma de
vida.
Ya es común que existan barrios atestados de jóvenes que sobre su
particular interés, y sobre la justicación territorial ilegítima para
muchos, pero coherente y verdadera para ellos, deenden a sangre y
fuego territorios invisibles, que incluso en la realidad no les pertenecen,
pero que por convicción, sistema de poder, abuso o defensa han
tomado, para ser jueces, verdugos y dueños del poder que generan a
través de la violencia, legitimado no solo por las armas o el accionar
violento, sino por el miedo y la angustia de quienes conviven entre sí
con la violencia y el temor reejados en su ser. Allí, donde se aprecia
cómo la falta de oportunidades, la desigualdad generalizada y los
sinónimos de la violencia presentes en las relaciones interpersonales,
afectivas, en la familia, entre amigos, hacen pensar en un panorama
donde la desesperanza y la adversidad son los estimulantes directos de
la reproducción y la legitimación de la violencia3.
Por ello, cabe preguntarse ¿cuál es la opción de un niño o joven en un
contexto que se encuentra mediado por la violencia, cuando todo lo que
lo rodea está marcado por símbolos, relaciones, lenguajes y acciones
propias de la misma?, ¿qué puede esperarse de un contexto de pobreza
donde las alternativas de salir de ella, las constituyen en muchos casos
la participación activa del accionar violento y no propiamente de la
escuela?
La participación en acciones de violencia nos involucra a todos.
Sin llegar a ser una justicación para hacer víctimas generalizadas
de la violencia, esta participación obliga a reconocer que, en los
espacios comunes de vida, en los que niños y jóvenes comúnmente
desarrollan sus experiencias de vida en torno al proceso de interacción
y socialización, como la escuela, se evidencian fuertes y continuas
muestras de intolerancia, irrespeto y violencia. Samper (2005) arma:
(…) a la escuela también le cabe su cuota de responsabilidad para explicar
una creciente violencia presentada al interior de sus instalaciones,
porque ha sido incapaz de mediar en torno a las violencias que subsisten
en el país y porque no ha intervenido sucientemente cuando aparecen
formas de matoneo o agresión entre sus miembros (p.23).
A esto se le debe sumar que el sistema educativo ha dejado a los
medios de comunicación la información y socialización sobre los tipos
y características de la violencia en el país, sin ser capaz de involucrar la
3Entiéndase como el proceso que agudiza los actos violentos, a partir de la reproducción
de la misma y la asimilación cada vez mayor por parte de los agentes sociales que la
reconocen como una competencia desarrollada, un sistema de poder que puede
representar incluso una forma de estatus entre los seres que ven en la violencia no solo
una acción, sino también una opción común.
LA ESCUELA VIOLENTADA
Nuevas formas de violencia en contextos escolares. La escuela en clave de violencia y Paz
64
realidad violenta para discutir sobre ella, sobre sus orígenes e impactos
en la vida; reconociendo su naturaleza y diversidad, sus desarrollos
y soluciones en relación con todos los individuos que reproducen la
misma de una u otra forma.
Por ello se hace importante entender que la participación no puede
ser vista desde el análisis consecutivo de la falta de oportunidades o
la vulnerabilidad de los jóvenes dadas las condiciones, pues incluso
entendiendo la exposición constante y marcada que estos tienen frente a
la violencia a través de los medios, la familias o demás círculos sociales,
no se invalidan las acciones que en conjunto y en implicación se puedan
hacer para congurar una realidad posible mediante prácticas sanas de
convivencia y paz.
Además de la reexión sobre la orientación, formación y responsabilidad
en las decisiones que los mismos puedan tomar en cualquier
circunstancia de conicto, para así reconocer y entender que los niños
y jóvenes son sujetos de derechos, pero que a la vez poseen voluntad
propia para decidir su actuación frente a la disposición de su ser frente
a los demás. Igualmente, es importante reconocer que a ellos mismos
y sobre la realidad que acontece, se les ha vulnerado sus derechos y no
se les han brindado las garantías sucientes para que estos puedan ser
sujetos constructores y dinamizadores de una sociedad de paz.
Al comprender la relación fundamental que debe existir entre la
Educación y La familia, es necesario reconocer que esta última, como
unidad fundamental ante la sociedad, ha sido un eje central en la
construcción de identidad. Eje de hábitos, pero también de afectos
y sufrimientos. Un eje donde se conduce a una primera formación
individual de valores como la convivencia en sociedad, el respeto,
la responsabilidad, la libertad y el sentido de pertenencia, valores y
normas que de una u otra forma constituyen instrumentos de conducta
aceptadas por la colectividad que se comparte. Por ello, la familia
posee gran responsabilidad ante una sociedad que tiene como reto
neutralizar la violencia que se vive actualmente en cada espacio. Al
respecto Samper (2005) maniesta:
a la familia le cabe la enorme responsabilidad de haber disminuido
los tiempos de comunicación y de elevar los niveles de permisividad
en el manejo de la autoridad en el hogar, por lo que las expresiones
maniestas de violencia en la familia, sin importar las causas que
puedan tener estas, toman partida no solo en la percepción del
individuo, sino también en las respuestas sensibles y de actuación de
este en otros espacios que como la escuela, reconoce y vincula al sujeto
ante las diferentes formas y manifestaciones sociales que se desarrollan
a partir de la interacción entre los individuos; causando de esa manera
la alteración en la conducta de los seres vinculados a un espacio común
como lo es el contexto escolar. (p.98)
LA ESCUELA VIOLENTADA
Nuevas formas de violencia en contextos escolares. La escuela en clave de violencia y Paz
65
Sin embargo, el medio de socialización escolar cada vez se está viendo
más perturbado por una serie de sucesos que han despertado gran
inquietud, lo que ha hecho pensar a menudo que la escuela de hoy se
encuentra en crisis. Una crisis producto de la distorsión de los valores
humanos que permiten la unidad y la adecuada convivencia entre los
sujetos, y la segregación cada vez mayor de los integrantes de la misma,
que por circunstancias de carácter, económico o de convivencia, pero
fundamentalmente de carácter violento sean percibidos como una
muestra de la fuerte crisis social que hoy trastoca los intereses de una
sociedad que cada vez más, incorpora los anti valores y reejos de
una violencia común que permuta sus problemas a los contextos de
formación.
Ejemplo de ello es la escuela que hoy reconoce la inserción cada vez
mayor de la violencia en sus espacios como adquisición sin conciencia
de una relación íntima con violencia.
A la escuela hoy asisten chicos y chicas que pertenecen a bandos
diferentes, en la calle, en el barrio ellos se enfrentan a puñal limpio, aquí
al menos uno los cuida y trata de enseñarles lo que más se puede, a
inculcarle el respeto, la tolerancia, pero hay que entender también de
donde vienen (…).
Arma un docente que tiene a cargo el proyecto de convivencia en una
de las instituciones que hizo parte de la investigación, reconociendo
que es poco o casi nada lo que a veces se puede hacer sin quedar
involucrado en conictos que según él no les pertenecen y de los cuales
pueden salir sacricados. Ante ello, y como lo arma Mayo (2013), se
podría pensar que,
Presenciamos la derrota de un sistema cultural y social que ha sido
incapaz de garantizar una formación adecuada para quienes representan
el relevo generacional de una sociedad como la nuestra. Así, la
exposición de la pantalla con imágenes violentas, la constante repetición
de homicidios, robos, discriminación, pobreza, está mecanizando y
conduciendo al empobrecimiento de la capacidad de entender. Y así,
nos enseñan patrones de comportamiento violento donde el papel de
autoridad fue desplazado por la tv. (p. 112)
Ello constituye el reejo del debilitamiento de la estructura familiar
que ha optado culturalmente por disminuir el seguimiento y
acompañamiento a sus hijos dejándolos actuar en contextos agrestes
y complejos de una manera permisiva y condescendiente. Hijos solos,
educados en mayor medida por la televisión, el Internet, las redes
sociales o en general los medios masivos de comunicación, antes que
por sus propios padres, lo que no ha sido para nada benéco para la
formación y la estabilidad socio afectiva de estos.
LA ESCUELA VIOLENTADA
Nuevas formas de violencia en contextos escolares. La escuela en clave de violencia y Paz
66
Una preocupación gigantesca para el contexto formador de la escuela
dado que en ella todas estas expresiones maniestas de violencia son
albergadas y reproducidas, como fuente de respuesta a circunstancias
y eventos de insatisfacción, detonadas incluso por obtener una mala
nota, un regaño o incluso un cruce de palabras, lo que constituye un
detonante para que la violencia se haga presente afectando no solo
la convivencia entre pares y comunes, sino también las libertades
individuales de unos y otros que por temor a ser vulnerados, aceptan el
temor y la imposición de las acciones agresivas y violentas, al igual que
sus propios gestores, como representantes de poder abusivo logrando
manipular las formas de relacionamiento y convivencia en el escenario
escolar.
El contexto escolar es un espacio que permite el desarrollo físico,
cognitivo, emocional y social de aquellos individuos que asisten allí
con la excusa predilecta de aprender. Esto es alentado por el deseo
innato de los sujetos por convivir e interactuar recíprocamente unos
con otros, con el afán de vivir, de ser, durante su proceso de madurez y
experimentación de la vida propia.
No obstante, el territorio reconocido como escuela, corresponde a
una construcción social y nuestro conocimiento del mismo implica
el conocimiento de su objetivo, centrado en el reconocimiento de la
actuación de los sujetos al interior de este, sobre la inuencia que ejerce
el mundo exterior en los procesos de convivencia, de aprendizaje, entre
otros, llevados a cabo con intencionalidades que expresan y denotan un
objetivo formador en el círculo social que representa la posibilidad de
aprender a vivir juntos en el entorno.
En consecuencia, en la actualidad, se hacen presentes en la escuela,
en mayor o menor medida todas las violencias conocidas en la
sociedad colombiana, desde el porte de armas, amenazas a docentes
y estudiantes, extorsiones y agresiones de todo tipo que evidencian
el carácter aterrador que se vive al interior de estos contextos de
formación. Sin embargo, lo más preocupante, es que se ha vuelto
costumbre el hecho de tener que convivir con la violencia, aunque
hay que reconocer que se realizan esfuerzos por combatir los hechos
de violencia, el fenómeno como tal, sigue sin ser comprendido en sus
múltiples dimensiones y principalmente en el grado de afectación a la
paz y la sana convivencia entre los actores de un contexto formativo
como la escuela, de la cual se espera logre potenciar desde la formación
el sentido humano de los niños y jóvenes para que a través de la
convivencia puedan construir formas de relacionamiento que superen
los límites impuestos por la violencia o la realidad social, posibilitando
el acercamiento, la construcción de nuevos aprendizajes basados en la
tolerancia, el reconocimiento, el respeto y por supuesto la construcción
de la paz desde el escenario escolar.
LA ESCUELA VIOLENTADA
Nuevas formas de violencia en contextos escolares. La escuela en clave de violencia y Paz
67
Por ello se hace más que necesario formular una fuerte unión entre
familia y escuela que permita fortalecer las relaciones formativas y
especialmente la convivencia entre los seres sustentados en acciones
colectivas de paz. Acciones que promuevan, en unión al conocimiento,
la construcción de aprendizajes para un proyecto renovado de vida
que logre incorporar acciones encaminadas a la construcción de un
proyecto social de paz, que responda a los nuevos retos de la sociedad
y la cultura de paz que necesita la escuela y el país en general. La
formación implicará no solo el desarrollo de la interacción entre los
sujetos, sino también la expresión maniesta de una relación recíproca
donde los procesos de enseñanza y de aprendizaje puedan constituir
la excusa perfecta para aprender no solo contenidos, sino procesos
de convivencia y sociabilidad entre la misma naturaleza de los seres
humanos, donde los individuos puedan asumir con responsabilidad
individual su proceso de formación, su implicación con su propia
existencia, de manera inacabada; trascendiendo sobre el devenir de su
existencia.
Así, corresponde educar no solo para la persona, sino con la persona y
todo lo que atañe a su individualidad, siendo así el sujeto educable ante
todo un ser humano, un ser particular en proceso hacia la autonomía.
Particular, porque como ser individual es uno en sí mismo y distinto
a todos los demás seres, donde la escuela sea entonces el lugar
privilegiado para aprender y aprehender no solo las experiencias que
atañen el desarrollo cognitivo, sino también las experiencias vivenciales
que caracterizan la convivencia y la construcción social de la paz.
La escuela está llamada a contribuir con una actuación mediadora
para que la violencia no llegue al niño o joven de manera directa, sin
ltro y sin argumento; por lo que deberá consolidarse en el mejor de
los espacios para promover transformaciones signicativas que afecten
positivamente las experiencias y vivencias de quienes representan la
verdadera oportunidad de construir el sueño de una sociedad de paz.
3.3 Construcción colectiva de la paz en la escuela
La escuela y la educación de hoy tienen el principal reto histórico
de una sociedad que reconoce en la construcción, deconstrucción y
reconstrucción de los acuerdos de paz, la posibilidad de construir sobre
principios de esperanza y paz una nueva sociedad donde la escuela
pueda constituirse en un espacio de transformación, escenario potente
de vida donde la actuación de los sujetos pueda ser el reejo y el
ejemplo de una sana convivencia con principios de paz, reconciliación
y esperanza para todos.
El horizonte de la paz se concibe en la escuela como un proyecto de
trasformación que hace pensar en la necesidad de resinicar el sentido
que tiene esta, logrando potenciarse para que no solo enseñe a pensar,
a conocer, a aprender, sino especialmente a vivir, por lo que el proyecto
LA ESCUELA VIOLENTADA
Nuevas formas de violencia en contextos escolares. La escuela en clave de violencia y Paz
68
de paz desde la escuela deberá reconocer como prioridad la defensa
de los derechos y combatir las relaciones injustas o excluyentes, en
procura de posibilitar una verdadera trasformación social que involucre
el reconocimiento de las diferencias, la conguración de un nuevo
modo de sentir, pensar y vivir en comunidad y fundamentalmente,
la posibilidad de construir un proyecto de vida social amparado no
solo sobre la legitimidad del derecho a vivir en paz (Artículo 22 de la
Constitución Política de 1991), sino también la andadura por un nuevo
horizonte de formación social y cultural que promueva la resignicación
de la palabra, de la acción y fundamentalmente de la convivencia en
procura de construir de manera permanente una sociedad de paz.
En este sentido, una escuela que se aanza en la construcción de un
proyecto común como la paz, es una escuela que se resiste y que debe
enseñar a resistir.
Resistir-nos implica resistir al mal, resistir a la crueldad, es resistir a lo
que separa, a lo que aleja sabiendo que nalmente ganarán la partida, es
resistir a todas las barbaries surgidas de la mente humana, es defender
lo frágil, lo perecedero, es sonreír al sonreír, consolar las lágrimas…
es resistirnos a nosotros mismos, a nuestras mezquindades, nuestra
indiferencia, nuestra lasitud y nuestro desánimo (Morin y Martins,
2005, p. 61).
Por ello, la resistencia implica defender los derechos a la vida, la
autonomía. La resistencia es colectiva y organizada, no violenta. Su
objetivo es la reestructuración del tejido social a través del rescate y
fortalecimiento de los valores y costumbres, mediante la reeducación
de nuestra gente y la realización de prácticas diarias de no violencia, el
apoyo a los proyectos sociales y comunitarios, el respeto a la diversidad
y cosmovisión de nuestro pueblo, porque, o sobrevive la cultura o
queda la barbarie. La resistencia se ejerce en contra del olvido del estado
y en contra de todos los proyectos y políticas que van en detrimento
de la identidad, y la dignidad de los pueblos (…) resistir es proponer
(Villarraga, 2005, p. 56).
De esta manera, se hace urgente y necesario que la innovación social y
educativa que se presenta como una alternativa importante de cambio,
evidencie propuestas alternas y diferentes al modelo escolar vigente
para dar salidas útiles a los problemas que afectan la convivencia y la
construcción de relaciones y entornos de paz al interior de la escuela,
que puedan constituir un reejo de prisma importante para la adultez
colombiana que aún vive en relación íntima con la violencia. Esto
implica reconocer la educación y el papel de la escuela, como espacio
de socialización y medio integrador por excelencia.
Se trata de un reto de transformación para las poblaciones afectadas
al igual que para las nuevas generaciones que deben ser capaces de
contribuir en la construcción de una sociedad de paz, desde la denición
LA ESCUELA VIOLENTADA
Nuevas formas de violencia en contextos escolares. La escuela en clave de violencia y Paz
69
de una propia identidad que no solo represente la individualidad, sino
también los propósitos colectivos de cambio, reriendo lo comunitario
como la acción constructiva que involucra principios de respeto, libertad
y responsabilidad que permiten el desarrollo social en común unidad;
de esta manera es posible generar el soporte emocional y social que la
comunidad necesita, integrando la convivencia social con los proyectos
de formación y concientización como propuesta para resignicar los
procesos de convivencia y paz desde la escuela.
Pinheiro (2011) arma que:
En la actualidad se debe cambiar el actual modelo educativo por otro
más participativo e inclusivo. Teniendo en cuenta que en la política
pública educativa debe haber un componente pedagógico dirigido a
docentes, padres y madres de familia que permita cambiar la mirada
hacia los niños y jóvenes como seres incapaces; para sensibilizar los
modelos memorísticos, tradicionales, de imposición y punitivos, por
otros que cautiven a los niños y jóvenes, que los haga sentir bien. (p. 103)
Todo ello con el propósito exclusivo de generar en ellos un proceso
de concienciación que represente la acción política de los sujetos, para
actuar en conjunto a partir del reto que nos vincula para ser actores y
gestores de una sociedad de paz.
La escuela entonces:
Está llamada a constituirse en el lugar material e institucional eje del
sistema educativo, comprometida con la construcción de la democracia
y la prosperidad social por medio de la promoción de una educación
integral al difundir conocimientos requeridos y generar ambientes
sociales propicios para aprender vivencialmente la importancia y la
obligatoriedad de las normas sociales, el goce estético y el pensamiento
crítico y creativo. Todo lo anterior en el marco de la equidad como
principio fundamental, que trata de ofrecer las mejores oportunidades
de aprender y desarrollar su potencial a quienes están presentes en los
espacios de interacción social para la reconstrucción permanente de la
cultura. (Rojas y Adorno, 2002, p. 45)
Por ello, la escuela no debe ser vista solamente desde el proceso
educativo, entendiendo este como simple escolarización, por lo que la
educación siendo un derecho no podrá corresponder a la adquisición
de un cupo en un centro educativo pues este derecho implica poder
acceder a ofertas de aprendizaje para que niños y jóvenes puedan tener
acceso al conocimiento, a la cultura y fundamentalmente a la interacción
social, crítica, reexiva, creativa y colaborativa como principio y aporte
fundamental de la educación en la construcción de una sociedad de paz
que busque satisfacer las necesidades básicas, biológicas, sociológicas
y sociales.
LA ESCUELA VIOLENTADA
Nuevas formas de violencia en contextos escolares. La escuela en clave de violencia y Paz
70
Por otra parte, la escuela debe permitir la construcción de relaciones
de paz entre los sujetos, donde puedan unos a otros, reconocerse,
en comprensión de la diferencia existente entre ellos, como arma
Sandoval (2018), “En cada esfera de la vida o de la realidad que nos
circunda hay alguien” (p.89).
3.4 Apuestas colectivas y propuestas de construcción de paz desde la
escuela
En el marco de comprensión del fenómeno se realizó un número
representativo de visitas a instituciones educativas de las ciudades de
Manizales y Pereira desde las cuales se pudo apreciar que en la escuela,
reconocida sobre su nominación general, se identican estrategias
de construcción de paz asociadas con mayor grado a la categoría de
convivencia, desde las cuales se ha logrado impulsar desde la vocación,
el perl estudiantil, la misión y la visión institucional, así como el sentido
práctico con el que aborda cada una de las instituciones la convivencia
logrando incorporar a la vida escolar prácticas académicas y culturales
que han dado sentido e identidad a la comunidad, muchas de ellas
aceptadas y percibidas como proyectos que apuntan a la construcción
de la paz desde la escuela en la actualidad. Como lo arma en uno de
los relatos derivados de un grupo focal, uno de los profesores que hizo
parte de la investigación:
(…) la institución se ha preocupado desde siempre porque los estudiantes
puedan ser el reejo de los principios y valores que promueve la
comunidad educativa, no es coincidencia que nuestra institución sea
elegida por los padres de familia que hoy son egresados, para que sus
hijos también estudien aquí (…), este colegio promueve los valores que
esta sociedad necesita para estos nuevos tiempos de paz.
Alternativas reales y diferentes se comienzan a identicar en la escuela,
el escenario escolar comienza a ser reconocido desde adentro y afuera
como el espacio privilegiado para lograr cambios en la dinámica
social, se intuye que a la escuela se le reconoce el papel mediador y
transformador sobre las realidades violentas y desiguales desarrolladas
hasta el presente.
Acontecimientos pedagógicos se desarrollan con mayor frecuencia
en el escenario escolar, como estrategias que permiten el abordaje de
realidades y temáticas que hoy cobran sentido ante el papel activo que
tiene la escuela y que a la vez confrontan el papel de la sociedad y
de la comunidad educativa sobre la base del ideal de sociedad y de
transformación que necesita el país. Soleret et al. (2011) arman que el
acontecimiento pedagógico como estrategia es una acción intencionada,
que tiene un propósito y espera lograr un efecto: busca reconocer una
situación y transformar sus causas o motivos, a partir de acciones de
reexión e intervención colectiva.
LA ESCUELA VIOLENTADA
Nuevas formas de violencia en contextos escolares. La escuela en clave de violencia y Paz
71
Sin duda alguna, la escuela de hoy comienza a despertar del letargo
para darse cuenta realmente que en la sociedad abundan situaciones
que vulneran con frecuencia a través de actos violentos la vida y la
existencia de los niños y jóvenes que asisten a la escuela, y que, por
ende, sus actores y en general la comunidad debe volcar su mirada y
su reexión al ejercicio máximo de hacer de la escuela un verdadero
escenario de construcción de paz. En su relato etnográco, uno de los
estudiantes plantea:
(…) Nosotros como estudiantes promovemos la paz logrando acuerdos entre
nosotros, reconociendo que cada uno es un ser diferente y real, que no podemos
excluirnos por tener gafas, por ser chiquito o más alto, o por no tener las mismas
condiciones que otros tienen, por eso nosotros mismos somos los que hacemos
la paz, la paz no se enseña con papeles e historias, somos nosotros quienes
queremos la paz, quién más puede hacerla sino nosotros.
Se trata de un escenario para transformarse desde la educación y desde
el sentido mismo de la formación, orientada desde la oportunidad que
tienen los actores de construir socialmente alternativas democráticas
de convivencia, de reconciliación y paz que superen los códigos, las
formas instituidas a través de las cuales convivimos, alcanzando
niveles de aceptación, reconocimiento, solidaridad y compromiso social
que sustenten las bases de un renovado sentido de la educación en
perspectiva de convivencia, reconciliación y construcción permanente
de paz.
Desde el reconocimiento de los escenarios escolares propuestos para la
investigación, es posible concluir que la tarea de la construcción de paz
desde la escuela apenas comienza, pues si bien de manera tradicional
se ha privilegiado con algún sentido la formación para la democracia
en casi todos los contextos escolares, falta mucho camino por recorrer
en la construcción de un verdadero sentido y signicado de la paz.
Hasta el momento, la escuela le ha dado sentido a la convivencia
desde la denición de códigos de comportamiento que legitiman y
reglamentan las prácticas convivenciales entre los sujetos, a través de
procesos y procedimientos que orientan el tratamiento o abordaje de
faltas comunes a la convivencia en la escuela, sin siquiera responder a la
denición colectiva y/o participativa de formas en las que se privilegie
el sentido que tiene para los sujetos la convivencia y no solo el castigo.
Así lo referencia en su relato uno de los estudiantes de grado 10 que
participaron en la investigación:
(…) sabemos que existe un manual de convivencia, pero por ejemplo yo,
y muchos de los que estamos aquí no sabemos ni lo que dice ahí, es más no
estamos de acuerdo con las sanciones que están establecidas para nosotros y
a veces la forma en que nos aplican las sanciones es según el estado de ánimo
del coordinador y no es justo... Muchas veces nos aplican el manual es para
aquietarnos, no para respetar nuestros derechos, es más ni siquiera sabemos
cuáles son nuestros derechos.
LA ESCUELA VIOLENTADA
Nuevas formas de violencia en contextos escolares. La escuela en clave de violencia y Paz
72
La escuela de hoy exige mayor participación, si se quiere democrática,
en la toma de decisiones comunes que afectan la realidad de unos o de
todos, ante lo cual la escuela deberá abrirse para darle sentido a través
de la implementación de estrategias que impliquen la motivación y la
participación activa de su comunidad, incentivando en los jóvenes el
rol trascendental que pueden y deben tener frente a las decisiones que
afectan su realidad.
Por ello la escuela debe convertirse en un lugar del encuentro de las
ideas, no solo de los cuerpos y las expresiones como ya lo es hoy, un
espacio privilegiado para incentivar la aceptación de la diferencia, el
aprendizaje de la tolerancia basada en el reconocimiento del otro y la
cimentación colectiva de estrategias que permitan la convivencia y la
construcción de la paz como alternativas hacia una nueva sociedad y
un nuevo país.
La escuela debe nalmente convertirse en un espacio donde se
materialicen las diferentes formas posibles de construcción colectiva
de la paz, bien sea desde principios de convivencia, valores como el
respeto, la tolerancia, principios como la democracia, la participación y
el derecho u otros que los mismos actores y contextos denan en pro de
lograr construcciones colectivas que den signicado a la consolidación
de nuevas y mejores realidades basadas en la paz, la educación y la
equidad para todos.
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Nuevas formas de violencia en contextos escolares. La escuela en clave de violencia y Paz
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Conclusiones. Cierre-apertura
El fenómeno de la violencia en los contextos educativos es multicausal
y presenta expresiones coyunturales y estructurales de niveles de
intensidad variables según los contextos, los actores y las formas de
esta violencia. Esto denota que el fenómeno no es tan determinista y
plano como en momentos se ha querido establecer, de hecho, el rastreo
investigativo inicial da cuenta de los vacíos descriptivos en las formas
y expresiones de violencia en contextos escolares, concentrándose
en enunciaciones alrededor del matoneo, desde sus efectos visibles
inmediatos y no desde sus causas estructurales.
En perspectiva, es necesario hacer un análisis descriptivo más amplio de
las múltiples formas de violencia en los entornos escolares, intentando
abordar sus expresiones estructurantes y los contextos en los que se
presenta.
El contexto escolar en la actualidad evidencia múltiples formas de
violencia que se presentan particularmente desde la dimensión cultural,
este es un primer acercamiento al análisis conceptual y a la realidad
empírica de estas prácticas y expresiones de violencia, reconociendo
que existen otras formas y dinámicas de dichas violencias en el plano
de la dimensión social anómica y de la dimensión institucional, que
también estructuran estos patrones de comportamiento en el contexto
educativo.
Además de reconocer la necesidad de abordar otras formas de
violencia en los contextos escolares, se hace visible el debate sobre la
territorialización del espacio escolar, donde se denota que el sistema
escolar construye limitantes espaciales para la determinación del
contexto educativo, donde el aula y la institución educativa (colegio)
constituyen el territorio propio de la escuela, según este sistema
educativo. No obstante, se evidencia que el territorio escolar trasciende
sus fronteras físicas, denotándose formas de aprendizaje y socialización
escolar activas en contextos externos, digitales o físicos.
Es así como el espacio escolar empieza a redenirse y las fronteras que
lo habitan se vuelven porosas ante fenómenos exógenos, lo cual cada
vez más la presencia de prácticas sociales, políticas y culturales que
aparentemente no son parte del contexto escolar, pero se hacen visibles
en su co-habitabilidad cotidiana.
En el marco de las expresiones de la violencia escolar se hace claro
que dichas prácticas tienen una doble inuencia tanto de actores
externos como internos, se evidencian formas de violencia que son
altamente inuenciadas por dinámicas externas, como las formas de
violencia tribal, en las cuales emergen factores identitarios regionales o
nacionales y estos se trasladan al entorno educativo donde se convierten
en prácticas de agresión y violencia entre pares.
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Igualmente se evidencia que en las prácticas violentas en el contexto
escolar emergen expresiones de agresión en varias dimensiones,
algunas se concentran en la anulación o negación del otro como
sujeto. Es el caso de la violencia por matoneo, que se particulariza
en la exposición pública de la vulneración del otro ante un agresor
que quiere denotar visiblemente esta agresión individual, y en otras
ocasiones se da una negación no individual sino colectiva, donde se
violentan las expresiones representativas de grupos sociales. Es el caso
de la violencia simbólica denotativa, cuyo objeto central es la negación
identitaria de los otros adversos al grupo propio.
Finalmente se reconoce que las prácticas y las expresiones de violencia
en los contextos escolares, tienen unas particularidades estructurantes,
que se deben analizar en términos dialógicos y causales, donde
se identican inicialmente tres niveles de violencia que articulan
este fenómeno, la violencia cultural, la violencia social anómica y la
violencia institucional.
Estas tres dimensiones de la violencia conguran un entramado de
prácticas y expresiones recurrentes en los contextos educativos, cuyo
génesis y desarrollo denota las dimensiones de una sociedad como la
colombiana, donde la escuela y el contexto educativo que la rodea, son
un espejo fractal de los patrones de intolerancia, agresión, negación y
exclusión en los cuales se siguen educando las nuevas generaciones.
Pese a que actualmente en la escuela se maniestan todas las violencias
conocidas en la cultura colombiana, se deben reconocer los propósitos
de formación que implican verdaderas acciones colectivas de paz,
para que promuevan unidas al conocimiento y el aprendizaje un
proyecto renovado de vida que incorpore acciones encaminadas a la
construcción de un proyecto social de paz donde todos se conviertan
en partícipes activos de la transformación de sí mismos, de su entorno
y de su propio mundo sobre la responsabilidad individual y colectiva
que atañe a la existencia humana y a la convivencia social. Se busca que
la formación represente no solo el desarrollo de la interacción entre los
sujetos, sino también la expresión maniesta de una relación recíproca,
donde los procesos de enseñanza aprendizaje puedan constituir la
excusa perfecta para aprender contenidos, procesos de convivencia y
sociabilidad entre la misma naturaleza de los seres humanos, donde los
individuos puedan asumir con responsabilidad individual su proceso
de formación, su implicación con su propia existencia de manera
inacabada, trascendiendo sobre el devenir de su existencia y no sobre
la estructura organizacional que determina procesos formativos con
parámetros de orden y poder que imposibilitan en muchas ocasiones
los aprendizajes espontáneos, traducidos en reexiones y observaciones
críticas de los saberes de la vida y por qué no, de las propias acciones
individuales y colectivas que acontecen en la realidad vivida y expuesta
por unos y otros.
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Nuevas formas de violencia en contextos escolares. La escuela en clave de violencia y Paz
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De tal forma la acción de educar se lleva a cabo no solo para la persona,
sino con la persona y todo lo que atañe a su individualidad, siendo así
el sujeto educable ante todo un ser humano, un ser particular en camino
hacia la autonomía. Es particular porque como ser individual es uno
en sí mismo y distinto a todos los demás seres. Por lo que la escuela
será entonces el lugar privilegiado para aprender y aprehender los
aspectos cognitivos y vivenciales que caracterizan la convivencia en un
microcosmos que trasciende los procesos de formación, inuenciando
directamente el imaginario social que poseen los individuos inmersos
en dicho contexto.
En consecuencia, la escuela está llamada a contribuir con una actuación
mediadora para que la violencia no llegue al niño o al joven de manera
directa, sin ltro y sin argumento. Tal como se presenta en los medios
de comunicación o como se percibe de acuerdo con su reproducción
en los contextos cotidianos. Por lo que siendo la escuela uno de los
espacios que permite promover transformaciones signicativas más
efectivamente (con la relevancia que poseen los aprendizajes tanto
cognitivos como experimentales desarrollados en el espacio mediante
la interacción de los sujetos), está llamada incorporar herramientas de
socialización, reconocimiento y respeto por el otro, como principios
de una vida democrática, en la conguración de una vida y de unas
relaciones que lleven a la construcción de una sociedad de paz que
permita matizar las interpretaciones maniqueas que se han asimilado
por tiempos y que aún a diario se observan en la vida cotidiana. Esto
además constituye una obligación moral y un deber ético propio de
nuestro tiempo, para tratar de modicar los enormes niveles de
intolerancia, polarización y furia que vivimos en el presente.
Así, la escuela está llamada a constituirse en el lugar material e
institucional eje del sistema educativo, comprometida con la construcción
de la democracia y la prosperidad social por medio de la promoción
de una educación integral al difundir conocimientos requeridos y
generar ambientes sociales propicios para aprender vivencialmente la
importancia y obligatoriedad de las normas sociales, el goce estético
y el pensamiento crítico y creativo. Todo lo anterior en el marco de la
equidad como principio fundamental, que trata de ofrecer las mejores
oportunidades de aprender y desarrollar su potencial a quienes están
presentes en los espacios de interacción social para la reconstrucción
permanente de la cultura. (Rojas y Adorno, 2002, p. 42)
Una alternativa importante de cambio, que evidencie propuestas
creativas de reforma al modelo escolar vigente para dar salidas útiles a
los problemas que afectan la convivencia y la construcción de relaciones
y la construcción de entornos de paz dentro y fuera de la escuela, por
ello:
Una educación que promueva el desarrollo de un pensamiento histórico
podría tener el efecto deseable de alentar formas de representación
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que sean más compatibles con el ejercicio de la convivencia social y
la prevalencia del bien común como valor rector de las interacciones
sociales que se desarrollan en el contexto escolar. (Larreamendy, 2002,
p. 23)
Son algunos de los retos que desde la escuela se hace necesario
potenciar para alcanzar la transformación de una sociedad como la
nuestra, lo cual constituye un llamado de carácter urgente a maestros
y estudiantes para que en integración permitan que el reejo de sus
actitudes de cambio pueda permear una sociedad que se encuentra
plagada de injusticias y que necesita que desde la escuela emerjan
proyectos de paz y convivencia como solo en unidad y desde este
espacio vital se puede hacer.
Como lo arman Patiño y Fontalvo (2014)
Contrario a otras épocas, en el horizonte de desarrollo de la educación
gana terreno el interés especíco de las nalidades individuales, sociales
y culturales, sobre el entendido de que las expectativas de desarrollo
en educación, están asociadas a procesos de liberalidad humana
y emancipación subjetiva como fuentes primarias de orientación
epistémica en el plano de la educación contemporánea: 1. Cambios
fundamentales en la movilidad comprensiva de la realidad para ir de
las partes al todo y la función integradora del criterio de totalidad. 2.
La incorporación de la perspectiva crítica en el análisis de la realidad,
que permite avanzar cualitativamente desde la estructura determinista
a los cambios y los procesos. 3. La capacidad gnoseológica de establecer
mestizajes de conocimiento entre la objetividad de las ciencias y las
formas de pensamiento educativo dialógico, que hacen posible el
pensar por sí mismo en contextos de aplicación. 4. Reconocimiento
pleno de que el conocimiento es social, que este se construye de manera
interactiva, y de abajo hacia arriba, como una red de relaciones que se
integran creativa y progresivamente. 5. La validez del conocimiento
está dada por la investigación que se logra de la realidad, de tal manera
que se incorporan dimensiones alternativas, disonantes, exibles, en
especial colocando el punto de vista de los actores que intervienen en el
acto del conocer. (p. 80)
Por lo anterior, maestros, padres de familia y escuela en general,
tendrán que ser consecuentes con los retos del presente y de la realidad
que acontece, sin obviar la diferencia, sino aceptándola como principio
para lograr la trasformación que tanto se necesita para construir el
futuro que queremos, llevando consigo el reto de disputar a los niños y
jóvenes contra las distintas variables que la violencia, la desesperanza,
la pobreza y la falta de oportunidades dejan como alternativa; de modo
que puedan mantenerse en las aulas, permitiendo que la escuela se
potencie hasta llegar a ser el espacio por excelencia donde se recrean
las particulares formas de relación que se entretejen entre lo cognitivo
y lo cotidiano de la convivencia social.
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Nuevas formas de violencia en contextos escolares. La escuela en clave de violencia y Paz
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Con ello se pretende superar desde la escuela la violencia social y
generar conanza en el ámbito interpersonal a partir del reconocimiento
entre pares y distintos que brinde la posibilidad de congurar una
sociedad de paz donde la formación posibilite el desarrollo de seres
humanos integrales, comprometidos socialmente en la construcción de
un país en el que primen la convivencia y la tolerancia. Seres humanos
con capacidad de discrepar y proponer alternativas de convivencia
no violentas, más racionales, dialógicas y democráticas, obviando
las razones y acciones violentas en torno al desarrollo potencial de
quienes están presentes en los espacios de interacción social para la
reconstrucción permanente de la cultura.
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Nuevas formas de violencia en contextos escolares. La escuela en clave de violencia y Paz
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