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Moros, San Francisco y los frailes en la serie de cuadros de la vida de san Francisco del Museo de Arte Colonial de San Francisco, Santiago de Chile

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Abstract

En el marco de los 800 años de la celebración del encuentro de San Francisco y el Sultán, convocado por la Orden Franciscana, el presente artículo pretende indagar sobre la concepción de la imagen del moro en la sociedad colonial y, particularmente reflejados en la serie de 54 cuadros de la vida de san Francisco del Museo de Arte Colonial de San Francisco, Santiago de Chile, confeccionada en el siglo XVII en un taller del Cuzco y cuyo destino fue el Convento homónimo para la formación y contemplación de los religiosos, que nos permite descubrir su representación. El moro representa el signo del individuo o del territorio pagano, en acción o contexto de violencia, pero capaz de la conversión. Estos aspectos son comunes a los prejuicios traídos por los colonizadores, marcados por la larga lucha en la península contra ellos y las políticas de expulsión de esta comunidad desde España. El arte colonial, a su vez, fue un ejercicio de diálogo cultural que adaptó la cultura hispánica a la realidad del nuevo mundo, y, por tanto, permitió la lectura del moro trasladada a las dificultades y éxitos de la evangelización y a la violencia ejercida por los conquistadores.
1
Moros, San Francisco y los frailes en la serie de cuadros de la vida de san Francisco
del Museo de Arte Colonial de San Francisco, Santiago de Chile
Nelson Manuel Alvarado Sánchez
Universidad de Los Andes
Santiago de Chile, Chile
Para citar este artículo: Alvarado Sánchez, Nelson Manuel. «Moros, San Francisco y los frailes en la serie de
cuadros de la vida de san Francisco del Museo de Arte Colonial de San Francisco, Santiago de Chile».
Franciscanum 174, Vol. 62 (2020): 1-14.
Resumen
En el marco de los 800 años de la celebración del encuentro de San Francisco y el
Sultán, convocado por la Orden Franciscana, el presente artículo pretende indagar sobre la
concepción de la imagen del moro en la sociedad colonial y, particularmente reflejados en la
serie de 54 cuadros de la vida de san Francisco del Museo de Arte Colonial de San Francisco,
Santiago de Chile, confeccionada en el siglo XVII en un taller del Cuzco y cuyo destino fue
el Convento homónimo para la formación y contemplación de los religiosos, que nos permite
descubrir su representación.
El moro representa el signo del individuo o del territorio pagano, en acción o contexto
de violencia, pero capaz de la conversión. Estos aspectos son comunes a los prejuicios traídos
por los colonizadores, marcados por la larga lucha en la península contra ellos y las políticas
de expulsión de esta comunidad desde España.
El arte colonial, a su vez, fue un ejercicio de diálogo cultural que adaptó la cultura
hispánica a la realidad del nuevo mundo, y, por tanto, permitió la lectura del moro trasladada
a las dificultades y éxitos de la evangelización y a la violencia ejercida por los conquistadores.
Palabras clave
Franciscanismo, arte colonial, moros, diálogo cultural, Chile.
Moros, San Francisco and the friars in the series of pictures of the life of san
Francisco from the Museo de Arte Colonial de San Francisco, Santiago de Chile
Abstract
Framed on the 800th anniversary of the celebration of the meeting of St. Francis and
the Sultan, convoked by the Franciscan Order, the present article seeks to enquire into the
conception of the image of the Moor in colonial society. Particularly reflected in the series
Magister y doctorando en Historia. Religioso franciscano de la Provincia de la Santísima Trinidad (Chile),
director ejecutivo Museo de Arte Colonial de San Francisco entre 2015 y 2018. https://orcid.org/0000-0003-
1127-3736. Contacto: Nemasofm@gmail.com.
2
of 54 paintings, of the life of Saint Francis, from the Museum of Colonial Art of San
Francisco, Santiago de Chile, made in the 17th century in a workshop in Cuzco. Their
destination was the homonymous Convent for the formation and contemplation of the clergy,
which allows us to discover its representation. The Moor represents the sign of the individual
or of the pagan territory, in action or context of violence, but capable of conversion. These
aspects are common to the prejudices introduced by the colonizers, marked by the long
struggle in the Iberian Peninsula against them and the policies of expulsion of this community
from Spain. Colonial art, in turn, was an exercise in cultural dialogue, which adapted
Hispanic culture to the reality of the new world, and thus allowed the reading of the Moor
transferred to the difficulties and successes of evangelization and the violence exercised by
the conquerors.
Keywords
Franciscanism, colonial art, Moor, cultural dialogue, Chile.
Introducción
En las últimas décadas la familia franciscana ha conmemorado los 800 años de una
serie de eventos significativos para el carisma franciscano, el encuentro con el leproso, 2006,
la aprobación de la protorregla, 2009, y en 2019, la peregrinación a Tierra Santa y el
encuentro de San Francisco con el Sultán. Cada una de estas celebraciones ha invitado a
revisar la acción social, la identidad y, en este evento, el diálogo interreligioso e intercultural.
En 1219, san Francisco de Asís, convocó a la Orden a una asamblea de los religiosos,
llamada capítulos, en el cual se organizó la misión entre los infieles. Él dio el ejemplo, y a
pesar de algunas oposiciones, se embarcó en rumbo al oriente, en ese momento en guerra
entre árabes y cristianos por el control de la Tierra Santa. En medio de las escaramuzas, San
Francisco se internó en el territorio y pudo entrevistarse con el Sultán de Egipto,
inaugurándose así la presencia franciscana en los santos lugares
1
.
Fray Michael Perry, actual Ministro General de la Orden, en la carta convocatoria de
esta celebración, ha propuesto recordar y actualizar los valores e intenciones que motivaron
dicho encuentro a la luz del magisterio y recepción del Concilio Vaticano II, en el que se
sentaron las bases de un diálogo interreligioso al invitar a respetar y valorar las otras
tradiciones religiosas, particularmente el islam, y a establecer un camino de trabajo común.
El Ministro General, también, amplía el llamado a la Familia Franciscana a revitalizar el
hecho conmemorado, dejándose encontrar con aquellos por quienes se pueda sentir
desconfianza, miedo, e incluso odio
2
.
1
Lázaro Iriarte, Historia Franciscana (Valencia: Editorial Asís, 1979), 62.
2
Michael A. Perry, «Carta del Ministro general de la Orden de los Hermanos Menores por el 800° aniversario
del Encuentro entre san Francisco y el Sultán al-Malik al-Kamil», consultada en enero 7, 2019,
https://drive.google.com/file/d/18W-Ip55tb-VMcYDBqyB6j16eovx4oHQZ/view.
3
La Orden de San Francisco ha reflexionado, previamente, sobre las posibilidades de
diálogo, y ha establecido principios teológicos para fundamentarlo: el origen y el destino de
la humanidad es común, la religión es un don de Dios para los pueblos, el Espíritu Santo está
presente en todas las culturas y el Reino de Dios tiene un alcance universal
3
. Estos principios
deben ser formados y concientizados, para constituir uno de los elementos centrales de la
conversión permanente a la que todo cristiano y franciscano está llamado. Y, a la vez, se
requiere conocer el continuo y las crisis que han acompañado las relaciones entre religiones
y sus contextos históricos.
Se sabe que la relación entre los moros
4
y la América colonial fue prácticamente
inexistente
5
. En el mismo año 1492, en que Colón llegaba a estas latitudes, los reyes católicos
decretaron la expulsión de judíos y musulmanes de sus dominios
6
. A inicios del XVII los
últimos moros de la península ibérica, descendientes de moros pobres, fueron expulsados,
considerados una comunidad nunca integrada
7
, sin embargo, la imaginería sobre los moros
persiste hasta hoy en el colectivo español
8
. Y, estuvieron también presentes en la mente de
los cronistas conventuales y misioneros, quienes nombraban a los templos indígenas, por
ejemplo, como «mezquitas»
9
.
La larga guerra de reconquista de los territorios peninsulares determinó aspectos de
la religiosidad y las políticas coloniales. La devoción mariana había sido fundamental en la
lucha contra la presencia islámica, «Alfonso X presenta a la Virgen, esto es, otorgando
protección a los santuarios, a las ciudades y a los fieles frente a los ataques musulmanes (…)
también da cobertura y bendice las actividades defensivas de los Suyos, por mucho que estos
fueran agresores y no víctimas»
10
.
En las crónicas de conquista era posible descubrir una continuidad en la acción
protectora de la Virgen, y a la vez una discontinuidad, no es de los musulmanes sino de los
3
Curia General OFM, Secretaría de evangelización, y Secretaría para la formación y los estudios, El diálogo
de los creyentes, Curia General O.F.M., Servicio para el diálogo 3 (Roma: Curia General O.F.M., 2006), 66.
4
El término «moro» en la época del Imperio Romano hacía referencia a los habitantes de la región norafricana
de este, Mauritania. En la península ibérica se usaba para referirse a los árabes que la invadieron y luego se usó
como sinónimo de musulmán, árabe, persa o de «negro». Online Etymology Dictionary, «Moor», consultada en
enero 20, 2020, https://www.etymonline.com/word/moor.
5
En la colonia fue posible, desde el siglo XVI, la presencia de pequeños grupos de musulmanes en barcos
españoles o portugueses, en calidad de trabajadores o esclavos. En esta última condición llegaron, desde África,
a Haití y Brasil. Y, desde fines del siglo XIX, arribaron desde el Líbano, Siria y Palestina. Velvet Rosemberg,
«El Islam centroamericano», Araucaria. Revista Iberoamericana de Filosofía, Política y Humanidades 35, Vol.
18 (2016): 57-58.
6
David Brading, Orbe indiano (México: Fondo de Cultura Económica, 2015), 27-28.
7
David Brading, Orbe indiano, 35.
8
Juan Villanueva, Pablo Alonso, y Patricia Ayala, «Arqueología de la ruptura colonial: mouros, chullpas,
gentiles y abuelos en España, Bolivia y Chile en perspectiva comparada», 2017, consultada en enero 7, 2019,
https://scielo.conicyt.cl/pdf/eatacam/2018nahead/0718-1043-eatacam-01402.pdf.
9
Ramón Mujica, «Apuntes sobre moros y turcos en el imaginario andino virreinal», Anuario de Historia de la
Iglesia 16 (2007): 170.
10
Francisco García Fritz, «La Reconquista: un estado de la cuestión», Clio & Crímen 6 (2009): 185.
4
indios de quien los defiende ahora. Por ejemplo, un cronista contemporáneo al narrar el
ataque a Santiago por parte de los mapuches, el 11 de septiembre de 1541, afirma que, según
testigos, en los tiempos de mayor violencia y recrudecimiento del ataque indígena, una dama
apareció y echaba tierra en los ojos de los atacantes para confundirlos
11
. En el siglo XVIII,
esa dama es identificada como la Virgen del Socorro (ver Ilustración 1), custodiada en el
Convento Nuestra Señora del Socorro, popularmente conocido como de San Francisco de
Alameda
12
.
La organización de conquista inicial también refirió a las luchas previas. El reparto
de las tierras indígenas incorporadas por los conquistadores fue repartido según la
distribución realizada por los reyes católicos de los territorios moros
13
.
En el presente artículo, se pretende establecer algunas de las imágenes de los moros
y su significado para los religiosos franciscanos en las colonias americanas; mostrar cómo el
arte colonial recepcionó los relatos populares sobre los moros, particularmente en la serie
vida de San Francisco del Museo de Arte Colonial de Santiago de Chile; e identificar los
aspectos comunes entre las pinturas coloniales del estudio y el desafío de actualizar el diálogo
interreligioso e intercultural.
11
Pedro Mariño de Lovera, «Crónica del Reino de Chile», en Colección de historiadores de Chile, vol. VI
(Santiago: Imprenta del Ferrocarril, 1865), 64-65.
12
José Pérez García, «Historia natural, militar, civil y sagrada del Reino de Chile Tomo I», en Colección de
historiadores de Chile, Vol. XXII (Santiago: Imprenta Elzeviriana, 1900), 1.
13
David Brading, Orbe indiano, 70.
Ilustración 1: Virgen del Socorro. Museo de Arte Colonial de San Francisco.
5
Para este propósito, se han revisado obras sobre el arte colonial en general y sobre las
colecciones del Museo de Arte Colonial de San Francisco, y textos sobre la historia colonial.
Desde las primeras es posible afirmar la importancia de la serie de 54 cuadros de la vida de
san Francisco presente en dicho Museo, primero por ser una de las que se encuentra
completamente íntegra desde su confección en el siglo XVII y porque sus representaciones
están presentes también en otras del Cuzco y Bolivia, lo que permite afirmar que la imaginería
presente en ella fue conocida al menos en gran parte del Virreinato peruano. En cuanto a la
historia colonial, el énfasis ha sido puesto en el desarrollo de la Orden Franciscana en la
América española.
El presente artículo se ha divido en dos partes, una historia de la serie de cuadros
sobre la Vida de san Francisco y una revisión y análisis de aquellos en los que es posible
encontrar personajes y símbolos que representan a los moros.
1. La colección de los 54 cuadros de la vida de san Francisco del Museo de Arte
Colonial de San Francisco
El vínculo entre las diversas manifestaciones artísticas, pintura, escultura, danza,
poesía, teatro, etc., y la formación, y la misión, hunde sus raíces en el origen de la fe cristiana,
su expansión y el anuncio de la Buena Nueva. «El arte en la mentalidad cristiana es un medio
privilegiado para anunciar el evangelio, porque deleita los sentidos de tal manera que los
contenidos se muestran muy deseables, presenta la belleza sensible como signo elocuente de
la belleza divina, tiene un lenguaje fácil que se modela según la sensibilidad de cada uno y
la comprensión del pueblo»
14
.
Por tanto, el patrimonio cultural eclesiástico, sea arquitectónico, artístico, musical o
literario, se va desarrollando, uniendo devoción y estética, para expresar la liturgia, la
catequesis y el obrar social de la comunidad creyente
15
. Para la evangelización se hizo uso de
la música o la representación del teatro sacro
16
. La pintura fue un elemento destacado en las
misiones entre indígenas, diseñándose cuadros para instruir, por ejemplo, acerca de los
mandamientos o los sacramentos
17
.
Los planes formativos coloniales de los franciscanos tuvieron una constante
preocupación por las manifestaciones artísticas.
14
Francesco Marchisano, «El arte cristiano como expresión de la fe», en Colección de obras maestras. Fe y
arte del Vaticano, DIBAM-Museo Nacional de Bellas Artes (Roma: Edizioni Musei Vaticani, 1998), 31.
15
Francesco Marchisano, «El arte cristiano como expresión de la fe», 38-41.
16
Gabriel Guarda, «Metodología misional en Chile. Siglos XVI-XVIII», en Historia de la Iglesia en Chile, Vol.
I (Santiago de Chile: Universitaria, 2015), 137-48.
17
Francis Goicovich, Soldados, indios y franciscanos en la primera frontera continental del Nuevo Mundo
(1529-1605) (Santiago de Chile: Universitaria, 2017), 124.
Ilustración : Virgen del Socorro. Museo de Arte Colonial de San Francisco.
6
Juntamente con las cruces, los franciscanos multiplicaron en sus doctrinas imágenes de
la Virgen María y de los santos, cuadros, estandartes, relicarios, escudos y banderas.
Construyeron iglesias colmadas de capillas y altares. Levantan retablos cubiertos de
imágenes, cuadros, nichos dorados, columnas de madera pintada y espejos. Cubren las
paredes de sus claustros con murales recargados de escenas bíblicas y símbolos
religiosos. Escriben vidas de santos milagreros. Abarrotan las torres de campanas.
Multiplican devociones, novenarios y triduos. Asignan a cada pueblo y a cada aldea su
propio santo patrono
18
.
Desde el siglo XVI hubo antecedentes de arte pictórico en las colonias, éste fue uno
de los campos de mayor sincretismo y mestizaje, el español imponía su cultura visible, pero
a la vez surgía algo nuevo: paisajes locales, flora y fauna nativa iban dando forma a una
pintura nueva, en centros como Quito, Lima, y el Cuzco, por ejemplo
19
. En este último lugar,
en el siglo XVI se conformaron escuelas o talleres de pintores de origen español, mestizo e
indio, cuyas obras se producían por encargo de iglesias o conventos. Entre sus maestros
destacados estaban Basilio de Santa Cruz, Marcos Zapata, Felipe de Mesa y otros
20
.
Al taller cuzqueño de Basilio de Santa Cruz fueron encargados 54 cuadros sobre la
vida de San Francisco, por la Provincia de la Santísima Trinidad, los cuales fueron pintados
y enviados a Chile entre 1668 y 1684. Los cuadros fueron encargados por el Convento San
Francisco de Alameda, aunque no existen contratos que lo acrediten. En el momento del
mandato era obispo de Santiago, fray Diego de Humanzoro, franciscano de la Provincia de
San Antonio de las Charcas y que había sido guardián del Convento del Cuzco, quien
intervino a favor de mejoras en la formación de sus hermanos chilenos, por ejemplo, donó
dinero para la creación del Colegio de San Diego
21
. Su conocimiento del taller y su apoyo a
la formación, lo presentan como el posible gestor de la confección y compra de la serie
22
.
En la época de su llegada la casa de formación de la Provincia estaba radicada en el
Convento de San Francisco de Alameda
23
, por tanto, podemos asumir un objetivo formativo
y que en el transcurso del tiempo debió transformarse en parte de los itinerarios cotidianos
de los frailes
24
. Las pinturas fueron instaladas en los corredores del claustro principal del
convento, en el primer y segundo piso. Registros fotográficos de comienzos del siglo XX,
dan cuenta que las pinturas estaban cubiertas por unas pesadas tapas de madera. Por estar en
18
Mariano Errasti, América franciscana, Vol. II (Santiago de Chile: CEFEPAL, 1990), 40.
19
Alicia Rojas Abrigo, «La Pintura en el Chile Colonial: Aspectos Generales», en Historia de la Iglesia en
Chile, Vol. I (Santiago de Chile: Universitaria, 2015), 372.
20
Alicia Rojas Abrigo, «La Pintura en el Chile Colonial: Aspectos Generales», 377-78.
21
Roberto Lagos, «El antiguo colegio de San Diego y la Universidad del Estado», Revista Seráfica de Chile
142, Vol. XIII (1913): 102.
22
Constanza Acuña, «Del libro a la imagen: una aproximación a la iconografía de la inmaculada concepción a
través del estudio de la biblioteca del convento de san francisco en Santiago», Anales de literatura chilena 26,
Vol. 17 (2016): 204.
23
Rigoberto Iturriaga, El Colegio San Diego de Alcalá (Santiago de Chile: Publicaciones del Archivo
Franciscano, 1990), 13.
24
Constanza Acuña, «Del libro a la imagen: una aproximación a la iconografía de la inmaculada concepción a
través del estudio de la biblioteca del convento de san francisco en Santiago», 196.
7
un espacio regido por la clausura religiosa la serie pictórica fue prácticamente invisible
25
para
los visitantes, quienes sólo podían contemplarlas para la fiesta y octava de san Francisco de
Asís
26
. A partir de 1969, con la apertura del Museo de Arte Colonial, y levantada la clausura
del primer piso del convento, fueron dispuestos para su exhibición al público
27
.
La serie de 54 cuadros de San Francisco narran su nacimiento, vida, santidad, muerte
y milagros, tanto los realizados en vida como aquellos adjudicados a él luego de su
fallecimiento
28
. En general ella expresa las características generales de la evangelización y
de la teología franciscana de su época. En las misiones, los frailes apoyaban un proceso
pacífico, bajo el presupuesto que, a pesar de la idolatría indígena, ellos eran seres racionales
y capaces de alcanzar la redención
29
. En lo teológico, su pensamiento estuvo marcado por el
milenarismo, por el cual los frailes interpretaban su historia en clave apocalíptica, la segunda
venida de Jesús era inminente. El joaquinismo, y especialmente la interpretación ortodoxa de
San Buenaventura, presentaba a San Francisco como el sexto ángel, signo del advenimiento,
un «otro Cristo»
30
, y sus hijos en América lo comprobaban en la docilidad y receptividad del
Evangelio de los indígenas americanos, era un nuevo éxodo desde la esclavitud de la idolatría
a la liberación de la fe en Cristo
31
.
2. Los moros en los cuadros de la Serie «Vida de San Francisco»
La vida de san Francisco y la de su Orden en diversos momentos se encontró con
representantes del «mundo morisco» (árabes, musulmanes), en Tierra Santa, Marruecos y en
la India. Cuya historia fue recogida por hagiógrafos y cronistas de la Orden de los Hermanos
Menores, y que fueron representadas en grabados y puestas al servicio de la teología
franciscana.
25
Constanza Acuña, «Del libro a la imagen: una aproximación a la iconografía de la inmaculada concepción a
través del estudio de la biblioteca del convento de san francisco en Santiago», 196.
26
José Casas-Cordero, «Galerías de pinturas y otras obras», Revista Seráfica de Chile 212, Vol. XVII (1917):
340.
27
Francisco Javier Mac-Mahón, Doy gracias por esta vida (Santiago de Chile: Provincia Franciscana de la
Santísima Trinidad de Chile, 2014), 126-27.
28
Como gran parte de las series cuzqueñas están inspiradas en los elencos de grabados flamencos, italianos o
alemanas, en este caso de la vida de San Francisco. «Pero, independiente de estos contenidos, los cuadros
proporcionan otro género de información; (…) dentro de su cosmovisión los personajes pintados y el entorno
representado no recrean el signo XIII, en que vivió el Santo, sino el mundo contemporáneo de los que los
pintaron, el siglo XVII, revistiendo personas e interiores, escenas exteriores de plazas y calles, las formas
entonces vigentes». Barroco hispanoamericano en Chile. Vida de san Francisco de Asís pintada en el siglo XVII
para el convento franciscano en Chile (Madrid: s.e., 2002), 24.
29
Francis Goicovich, Soldados, indios y franciscanos en la primera frontera continental del Nuevo Mundo
(1529-1605), 121-28.
30
Constanza Acuña, «Del libro a la imagen: una aproximación a la iconografía de la inmaculada concepción a
través del estudio de la biblioteca del convento de san francisco en Santiago», 194.
31
David Brading, Orbe indiano, 122-48.
8
En esta serie de cuadros de la Vida de San Francisco, es posible encontrar cuatro
episodios en los que aparecen personajes nombrados en los medallones o vestidos con un
turbante
32
, en interacción con San Francisco o los frailes: La tentación de la Mora, Martirio
de los protomártires, El barquero Moro y El Milagro de las golondrinas. Se debe destacar
que en la serie no se recuerda específicamente el encuentro entre san Francisco y el Sultán
de Egipto.
Al momento de estudiar estos cuadros es necesario hacer dos consideraciones,
primero, ellos son obras en donde el escrito, presente en sus cartelas, y lo pictográfico están
en relación. Las imágenes son las síntesis del primero
33
, el cual nos da información como la
ubicación geográfica y las referencias históricas o hagiográficas. Y, segundo, vestuarios,
mobiliarios, paisajes urbanos o rurales aun cuando pretenden representar el tiempo de san
Francisco están basados en la cotidianidad de los autores de la serie.
2.1. La tentación de la Mora
En el primero de ellos, titulado La tentación de la Mora (ver ilustración 2), su
medallón indica, «Solicita carnal una Mora a Nuestro Padre San Francisco echase en las
brasas y convida a la mora a que se acueste con él en aquel encendido lecho. La cual se
convirtió a la verdadera penitencia»
34
. San Francisco enfrenta una doble tentación, la sexual
por la oferta de la mora y contra su proyecto de vida, quedarse en medio de un ambiente
refinado y alhajado
35
. Y, lo hacía en tierra pagana, pues las Florecillas sitúan este hecho en
Egipto. La mora en su rol de tentadora la acerca al mundo demoniaco y sus planes por la vía
de la sensualidad contra el varón de Dios, un tópico común en el Perú de la época
36
. El Santo
enfrenta la tentación, antes sus testigos moros, con la penitencia y gana su alma.
32
Luis Mebold Köenenkamp, Catálogo de pintura colonial en Chile, ed. Jorge Montoya Véliz (Santiago de
Chile: Ediciones Universidad Católica de Chile, 2010), 351.
33
Constanza Acuña, «Del libro a la imagen: una aproximación a la iconografía de la inmaculada concepción a
través del estudio de la biblioteca del convento de san francisco en Santiago», 198.
34
Barroco hispanoamericano en Chile. Vida de san Francisco de Asís pintada en el siglo XVII para el convento
franciscano en Chile, 92.
35
Luis Mebold Köenenkamp, Catálogo de pintura colonial en Chile, 265.
36
«En la visión antropomórfica, el demonio también a veces se presentaba en forma de mujer, que de manera
insinuante tentaba a los siervos de Dios con proposiciones deshonestas. Según su hagiógrafo, el lego franciscano
hispanochileno Fr. Pedro de Bardeci habría experimentado ese tipo acoso demoníaco, que logró superar
invocando a la Virgen. Algo parecido le ocurre al dominico Fr. Antonio de la Parra, a quien el demonio se le
presenta bajo la forma de una hermosa india. Pero también en varios textos se indica que el biografiado gozó
del divino don de no ser tentado respecto a la virtud de la castidad, como refiere Felipe Colombo respecto del
mercedario Fr. Gonzalo Díaz de Amarante. Más frecuentes son las referencias a las tentaciones de la carne que
experimentan algunos de estos siervos de Dios, pero no se hace mención a que el agente fuese el demonio en
forma de mujer. Este tipo de tentación, por lo demás, tenía una muy larga tradición en el imaginario católico y
ya fi gura de manera muy destacada en la Vida de San Antonio Abad. En las tentaciones libidinosas que
afectaban a las mujeres, el demonio tomaba la forma de un joven galán, como se le aparece a las beatas Rosa
de Santa María y Mariana de Jesús». René Millar, «Narrativas hagiográficas y representaciones demonológicas.
El demonio en los claustros del Perú virreinal. Siglo XVII», Historia 44, Vol. II (2011): 340-341.
9
Ilustración 2: La tentación de la mora. Museo de Arte Colonial de San Francisco
2.2. Martirio de los protomártires
En un segundo cuadro analizado de la Serie, titulado Martirio de los protomártires
(ver Ilustración 3) se pintó la ejecución de los misioneros en Marruecos, a los pies del sultán,
pero en los dos medallones presentes en el cuadro, se hace memoria de éstos y los de Ceuta.
En las partes escritas se insiste en la compañía espiritual de san Francisco a los hermanos que
sufren ese destino
37
. El medallón de izquierda reza: «Envía Nuestro Padre San Francisco a
sus hijos a predicar la fe de Cristo entre los Sarracenos. Predican en Marruecos cinco de ellos
y el Rey Miramamolí los mandó martirizar cruelmente hasta quitarles la vida. Tiene
revelación el Santo de su glorioso fin y corona en la gloria». Y el siguiente: «Otros siete hijos
de Nuestro Padre San Francisco predican el santo Evangelio en Ceuta y cómo los prisioneros,
por la confesión de la fe son martirizados asistiendo Nuestro Padre en espíritu a su dichoso
martirio».
Ilustración 3: Martirio de los protomártires. Museo de Arte Colonial de San Francisco
37
Barroco hispanoamericano en Chile. Vida de san Francisco de Asís pintada en el siglo XVII para el convento
franciscano en Chile, 94.
10
2.3. El barquero Moro
En un tercer cuadro, titulado El barquero Moro (ver Ilustración 4), se pone en tela
una aparición milagrosa de san Francisco en la India, varios siglos después de su muerte. Este
hecho fue investigado por el Obispo de Cochin e informado a Felipe III (1598-1621), rey de
España y Portugal. En el informe se consignaba la declaración del hijo de un barquero local,
converso al cristianismo, quien contaba el hecho prodigioso
38
. El medallón de esta pintura
dice: «Yendo Nuestro Padre San Francisco a predicar a los moros, un barquero no quiere
pasarle un río caudaloso, y otro moro piadoso, le pasa en sus hombros a quien el Santo
agradecido le dice mil años vivas. Y vive hasta hoy como confía por información que hizo el
Obispo de (...) por orden de Felipe III, nuestro Rey y Señor».
Ilustración 4: El barquero moro. Museo de Arte Colonial de San Francisco
2.4. El milagro de las golondrinas
Finalmente, un cuarto cuadro, titulado El Milagro de las golondrinas (ver Ilustración
5), ambientado en Alejandría, Egipto, narra la predicación y hechos milagrosos de san
Francisco: «Predicaba Nuestro Padre San Francisco en el campo, fatigaba al sol mucho a los
oyentes y llamó el Santo multitud de golondrinas que entretejiendo las alas les hicieron
sombra. Un lobo arrebató de los brazos de una mujer que le escuchaba un niño y el santo
mandó a un ánsar que fuese y le quitase la criatura y luego lo ejecutó. El demonio que en
forma de pobre recibió la noche antes de limosna una pierna de ave, porque tuviesen al Santo
i sus oyentes por poco mortificado, la mostró en el auditorio y Dios la convirtió allí de repente
en pez»
39
. Interesa destacar en esta escena, el ambiente que rodea la acción evangelizadora
del Santo: paganos, violencia e intentos demoniacos por desacreditarlo.
38
Barroco hispanoamericano en Chile. Vida de san Francisco de Asís pintada en el siglo XVII para el convento
franciscano en Chile, 138-140.
39
Barroco hispanoamericano en Chile. Vida de san Francisco de Asís pintada en el siglo XVII para el convento
franciscano en Chile, 90-91.
11
Ilustración 5: El milagro de las golondrinas. Museo de Arte Colonial de San Francisco
Como se observa, en el recurso de la figura del moro en esta serie es posible encontrar algunas
constantes, aparecen en escenarios de tierras paganas: Egipto, Marruecos o la India; en tres
representaciones son pintados como personajes vestidos elegantemente, signo de riqueza y
poder, con turbantes, con lo cual se identificaba, en el arte colonial, a los no bautizados
40
; y
la violencia es un elemento alrededor de ellos: tentaciones, asesinato o el asalto del lobo.
Estas constantes están muy en sintonía con lo que se vivía en el proyecto
evangelizador de los frailes en los primeros siglos de la conquista y colonia americana. La
Orden se encontraba en tierra de misión y en medio de una población indígena ambivalente,
como ocurría con los moros de los cuadros: capaces de matar como el Sultán o de ser
receptivos como el barquero.
A su vez, se sabe que los frailes conocieron el martirio en diferentes latitudes de los
nuevos territorios, por ejemplo, en el norte de México
41
o en el sur de Chile
42
, como no
encontrar esperanza en medio de esas hostilidades al sentir la presencia y compañía de su
fundador. Y, a la vez, testimoniaron, a pesar de las críticas, la masividad de las conversiones
en otras latitudes del continente
43
.
La evangelización de los hermanos, además, se llenaba de esperanza, pues a ejemplo
de su fundador los esfuerzos por convertir a esos paganos invencibles eran posibles, como
las escenas de la mora y el barquero. La misión pacífica, el testimonio de la vida penitencial
y la humildad eran las herramientas para alcanzar esa meta.
40
Ramón Mujica, «Apuntes sobre moros y turcos en el imaginario andino virreinal», 173.
41
Francis Goicovich, Soldados, indios y franciscanos en la primera frontera continental del Nuevo Mundo
(1529-1605), 134-36.
42
Hugo Araya, Notas biográficas de religiosos franciscanos de Chile (Santiago de Chile: Alfabeta impresores,
1976), 321.
43
David Brading, Orbe indiano, 55.
12
¿Podían los frailes en la historia de su fundador y su Orden no descubrir su lucha por
la defensa de los indígenas en la serie? La representación del moro o la mora como un pagano
con poder y riquezas, especialmente en el vestuario del Sultán en la escena El martirio de los
protomártires, quien es pintado con mangas de encaje, de moda en el Perú entre las clases
altas
44
, puede coincidir con la constante protesta de los obispos miembros de la Orden y
diversos religiosos franciscanos contra los abusos de la autoridad civil frente a los indígenas,
pecando contra Dios y faltando al Rey. Humanzoro expresaba esta realidad, ya que los
indígenas no recibían los salarios justos por sus servicios personales, se trata de una injusticia
centenaria y amparada por la codicia de los gobernadores, concluye el obispo. Y así
autoridades, encomenderos e indios ponían la salvación de sus almas en riesgo
45
.
Conclusión
La serie de los 54 cuadros de la vida de san Francisco fue en sí misma un ejercicio de
diálogo con la realidad y la cultura española, mestiza e indígena, que no negaba los dolores
de la historia humana, sino que los integraba y los abría a una nueva esperanza.
Aun cuando la posibilidad de encuentro entre un latinoamericano y algún moro fue
muy remota, al menos hasta mediados del siglo XIX, sobre ese «enemigo feroz» se recibían
noticias, el cuadro sobre el barquero moro, así lo demuestra. Además, la devoción religiosa,
la interpretación sobre la cultura indígena y la administración fueron influenciados por el
conflicto y trasladado a los nuevos territorios. Por ello, esta lejanía geográfica y experiencial
con los moros no impidió al autor de la serie tomar la historia traumática de los
conquistadores y releerla en el contexto de la conquista militar, política y religiosa. Entonces,
no era de extrañar identificar al moro con la violencia cruenta o con ser instrumento
demoniaco y así fueron retratados en los cuatro cuadros de la serie estudiada.
Un religioso en la colonia formaba su imaginería sobre el moro desde el ambiente
social e histórico, narraciones hagiográficas y tradiciones populares, nacido de las difíciles
relaciones entre el mundo moro y los peninsulares que habían marcado la cultura española.
Para los frailes al contemplar cotidianamente a su fundador podían encontrar sentido a sus
opciones y sacrificios, y a las dificultades ante la misión, tanto por las hostilidades indígenas
como por aquellos españoles que se enseñorean en los nuevos territorios, olvidando sus
deberes religiosos por la codicia.
Y, a la vez, el encuentro entre san Francisco y la Orden con los moros recordaba a sus
hijos y miembros en la América colonial que hasta el infiel más cruel podía ser salvado por
el Evangelio, alejando a la evangelización franciscana de la tentación del desprecio por un
44
Luis Mebold Köenenkamp, Catálogo de pintura colonial en Chile, 351.
45
«Carta del Illmo. Fr. Diego de Humanzoro al rey para pedirle que mire eficazmente por la suerte de los indios
de Cuyo que gimen bajo el más cruel despotismo a que la avaricia puede llevar a los encomenderos españoles»,
en Colección de documentos históricos recopilados del Arch. del Arz. de Stgo., vol. I (Santiago de Chile:
Imprenta de san José, 1919), 266.
13
determinado grupo debido a un criterio racial. E imponía a la presencia franciscana el deber
de ponerse pacíficamente al lado de los más débiles.
En muchos aspectos, sociales, culturales y eclesiales, nos diferenciamos del ser
humano del siglo XVII. Nuestras sociedades han avanzado en la conciencia ecuménica,
medioambiental, de los Derechos Humanos y una oposición a toda forma de discriminación
y abuso. Pero, a pesar de ello, ha persistido en las sociedades latinoamericanas diversas
formas de pobreza y segregación, sufridas por una mayoría de su población. Quizás cuando
somos invitados a un nuevo diálogo interreligioso e intercultural, al volver a contemplar estos
cuatro cuadros, podamos descubrir a nuestros propios «otros», los lejanos, los hostiles, los
desechables, los perdidos, o sea, nuestros propios «infieles invencibles», sean en lo religioso
o social. Y, abrirnos al respeto por la diversidad presente en las realidades de nuestro
continente, permitiendo un encuentro, un diálogo, que haga que la búsqueda de valores
humanos y religiosos comunes y creadores de fraternidad se puedan construir.
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Enviado: 6 de diciembre de 2019
Aceptado: 15 de enero de 2020
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The Franciscan Question was an historical-literary movement concerned with the sources and biographies of St. Francis, beginning towards the end of the nineteenth century, initiated and carried forward by a certain number of Eu-ropean intellectuals. In Chile, this movement was known, and in turn furthered, by the members of the First Order, especially in the Province of the Most Holy Trinity, and by other followers of the Saint of Assisi. Rather innovatively, the sources and the insights of the "Franciscanists" were used and interpreted in the perspective of that country's ecclesial and social conflicts, where the image of St. Francis was a matter of dispute with liberals and socialists. Resumen. La cuestión franciscana fue un movimiento histórico-literario sobre las fuentes y biografías de San Francisco, iniciado a fines del siglo XIX y que movilizó a diversos intelectuales en Europa. En Chile, este movimiento fue conocido y difundi-do por los miembros de la Primera Orden, especialmente, en la Provincia de la San-tísima Trinidad, y los adherentes al santo de Asís. Con una innovación, las fuentes y el discernimiento sobre los franciscanistas eran usados e interpretados a la luz de los conflictos eclesiales y sociales del país, en donde, la imagen de san Francisco estaba en disputa con los liberales y socialistas Introducción La presencia de la persona y valores de san Francisco de Asís tiene una persistente memoria y actualización en el seno de la Iglesia Católica, y más allá de ella. Jorge Mario Bergoglio, al adoptar su nombre cuando asumió su pontificado, ha estado renovando en el Magisterio eclesial la fraternidad humana y cósmica del santo de Asís, pero, al interior de la Iglesia, y particularmente en grupos opositores al papa Francisco, se re-clama al santo para una interpretación a favor tanto de la ortodoxia como de la ortopraxis. San Francisco de Asís, también, es citado e interpretado más allá de los límites del catolicismo, demostrando así su actualidad, en temas como el cuidado del medioambiente y la opción por los pobres. Su Antonianum XCVI (2021) 357-385
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This paper analyzes the impact of colonialism on the ways in which subaltern populations establish relations of sameness and otherness with their ancestors and with archaeological vestiges in their surroundings. From a perspective that questions the dominant dichotomous and structural interpretation that conceived the logic of otherness as a product of intrinsic community dynamics, this study reveals the central role of historically specific power relations in the articulation of identity configurations. This is revealed in the comparative analysis of the northwest region of the Iberian Peninsula, the Bolivian highlands, and the Chilean Atacama region. The populations of the three regions present animistic beliefs in mouros, chullpas, gentiles and abuelos, which they associate with archaeological remains under a common logic. Starting with the Christian struggle against paganism in Europe and the extirpation of idolatry in America, this article demonstrates how enlightened modernity, nationalism and contemporary multiculturalism have led to different configurations of patterns of identity and alterity, as well as alternative notions of ancestry in each case. Archaeology has played a prominent role in these processes, subordinating local conceptions of otherness and partaking in their heritagisation.
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Se destaca el rol jugado por la Orden Franciscana en la implementación de un proyecto de conquista pacífica en la Nueva Galicia (México) para terminar con la Guerra Chichimeca.
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Desde finales del siglo XIX el concepto de Reconquista ha merecido diversas interpretaciones y ha provocado numerosas controversias entre los historiadores. En este artículo se presentan algunas de ellas y se analiza su vigencia en la historiografía, atendiendo a sus significados más comunes: un proceso de expansión militar de los reinos cristianos hispánicos a costa del Islam, que estuvo revestido e impulsado por una ideología militante basada en los principios de guerra santa y de guerra justa, y que además tuvo una incidencia decisiva en la conformación de unas sociedades de frontera.
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In seventeenth century Peru, which was characterized by an intense religiosity, virtuous men and women lived in a permanent confrontation with the devil that was understood as an expression of the conflict between Good and Evil that existed from the beginning of time and would last until the end of time. The devil, attempting the perdition of the "saints", tried to destroy the work of God, because they were his chosen. But, on the other hand, the devil acted in these matters with Gods permission who in this way tried to test the strength of his favored children. Using hagiographic accounts, this article analyzes these phenomena and describes the strategies that the devil used in order to make the "saints" fall. It also examines the means those turned to in their struggles and the meaning that those confrontations had. The article tries to understand why for seventeenth-century Peruvian society, and more so for the "saints", the devil maintained a prominence in daily life throughout the century, while in Europe its image tended to become diluted.
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El autor plantea como en las Crónicas de Indias se identificó a los indios del Perú virreinal con los moriscos en España quienes ocultaron sus verdaderas creencias religiosas bajo la práctica de un falso cristianismo. Utilizando la iconografía andina del turco infiel como enemigo de la Eucaristía, se sugiere que la monarquía hispana utilizó la teología providencialista y profética tardío medieval como herramienta doctrinal para definir su propia función mesiánica y apostólica en el Nuevo Mundo. A su vez, la visión del turco como enemigo de la fe y castigo de Dios sirvió en el Perú virreinal como motivo reivindicador criollista que, desde el siglo XVI, se asoció a ciclos proféticos en los que la guerra del turco contra la Eucaristía era un rasgo de la futura religión del Anticristo al Final de los Tiempos.
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