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Un indicador climático para el Alicante del siglo XVIII. Los manifiestos del vino

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Abstract

A pesar de que en la actualidad la relación entre el ser humano y la naturaleza aparece difusa ante nuestros ojos, cuando se desencadenan las llamadas catástrofes naturales, se pone de manifiesto el verdadero vínculo existente entre el hombre y el medio ambiente. Esa unión era mucho más inmediata en las sociedades del Antiguo Régimen, debido a la dependencia de la agricultura respecto de las condiciones atmosféricas. A través de la actividad agrícola, el clima influía decisivamente en la gran mayoría de la población dedicada al sector primario –agricultores propietarios o jornaleros–, pero también repercutía en la actividad comercial dedicada a los intercambios de alimentos procedentes de la tierra. Como es bien sabido, en el ámbito mediterráneo, los tres cultivos esenciales fueron el trigo (pan), el olivo (aceite), y la vid (vino), y de su correcta distribución, entre lugares a veces muy alejados entre sí, dependía el abastecimiento y el buen funcionamiento de muchos núcleos de población.
CLIMA, NATURALEZA Y DESASTRE
ESPAÑA E HISPANOAMÉRICA
DURANTE LA EDAD MODERNA
Armando Alberola Romá (coord.)
UNIVERSITAT DE VALÈNCIA
Armando Alberola Romá, Eduardo Bueno Vergara, Adrián García Torres,
Pablo Giménez Font, Enrique Giménez López, Cayetano Mas Galvañ,
Jorge Olcina Cantos, M.ª Eugenia Petit-Breuilh Sepúlveda,
Francisco Sanz de la Higuera, José Miguel Viñas
© De los textos: los autores, 2013
© De esta edición: Universitat de València, 2013
Coordinación editorial: Maite Simón
Maquetación: Inmaculada Mesa
Corrección: Pau Viciano
Cubierta:
Diseño: Celso Hernández de la Figuera
Ilustración: Figuración histórica del terremoto de Messina de 1783 (grabado de 1908)
ISBN: 978-84-370-9006-1
Depósito legal: V-62-2013
Impresión: Guada Impresores, SL
Esta publicación no puede ser reproducida, ni total ni parcialmente, ni registrada
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ni por ningún medio, ya sea fotomecánico, foto químico, electrónico, por fotocopia
o por cualquier otro, sin el per miso previo de la editorial.
Los estudios que integran el presente volumen se han realizado en el marco del
proyecto de investigación HAR2009-11928, nanciado por el Ministerio de Cien-
cia e Innovación del Gobierno de España.
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11
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241
INTRODUCCIÓN, Armando Alberola Romá ......................................................
EL CLIMA EN LA CORRESPONDENCIA DE CARLOS III (1759-1765):
CARTAS A FELIPE DE PARMA Y BERNARDO TANUCCI, Cayetano Mas
Galvañ ...................................................................................................................
UN INDICADOR CLIMÁTICO PARA EL ALICANTE DEL SIGLO XVIII:
LOS «MANIFIESTOS DEL VINO», Eduardo Bueno Vergara ...........................
ANOMALÍAS HIDROMETEOROLÓGICAS, PREVENCIÓN DE RIESGOS
Y GESTIÓN DE LA CATÁSTROFE EN LA FACHADA MEDITERRÁNEA
ESPAÑOLA DURANTE EL SIGLO XVIII, Armando Alberola Romá ...............
VÍCTIMAS DEL MIEDO: CULPABILIDAD Y AUXILIO DEL CIELO FRENTE
A LA CATÁSTROFE, Adrián García Torres .......................................................
CRISIS CLIMÁTICA EN BURGOS A FINES DEL SETECIENTOS: EL APE-
DREO Y CONTINUAS LLUVIAS DE 1794 Y 1796, Francisco Sanz de la Higue-
ra ...........................................................................................................................
UN ENEMIGO IMPREVISIBLE: EL EBRO EN LAS CONSULTAS DEL CON-
SEJO DE CASTILLA, Pablo Giménez Font y Enrique Giménez López .............
LA INVESTIGACIÓN HISTÓRICA SOBRE LA ACTIVIDAD VOLCÁNICA
DE LA EDAD MODERNA EN HISPANOAMÉRICA, M.ª Eugenia Petit-Breuilh
Sepúlveda ..............................................................................................................
CLASIFICACIÓN DE LAS NUBES: DE LAMARCK Y HOWARD AL ATLAS
INTERNACIONAL DE NUBES, Jorge Olcina Cantos ......................................
EL CLIMA DE LA TIERRA A LO LARGO DE LA HISTORIA, José Miguel
Viñas ......................................................................................................................
PERFIL DE LOS AUTORES ...............................................................................
ÍNDICE
55
UN INDICADOR CLIMÁTICO PARA EL ALICANTE DEL SIGLO XVIII
UN INDICADOR CLIMÁTICO PARA EL ALICANTE
DEL SIGLO XVIII
los manifiestos del vino
Eduardo Bueno Vergara
Universidad Miguel Hernández*
INTRODUCCIÓN
A pesar de que en la actualidad la relación entre el ser humano y la naturaleza
aparece difusa ante nuestros ojos, cuando se desencadenan las llamadas catástrofes na-
turales, se pone de maniesto el verdadero vínculo existente entre el hombre y el medio
ambiente. Esa unión era mucho más inmediata en las sociedades del Antiguo Régimen,
debido a la dependencia de la agricultura respecto de las condiciones atmosféricas. A
través de la actividad agrícola, el clima inuía decisivamente en la gran mayoría de la
población dedicada al sector primario –agricultores propietarios o jornaleros–, pero
también repercutía en la actividad comercial dedicada a los intercambios de alimentos
procedentes de la tierra. Como es bien sabido, en el ámbito mediterráneo, los tres cul-
tivos esenciales fueron el trigo (pan), el olivo (aceite), y la vid (vino), y de su correcta
distribución, entre lugares a veces muy alejados entre sí, dependía el abastecimiento y
el buen funcionamiento de muchos núcleos de población.
En Alicante, durante la Edad Moderna, por sus características climáticas y eda-
fológicas, el cultivo de grano fue minoritario y decitario, consiguiendo el suministro
necesario a través del «trigo del mar» o, en menor medida, de poblaciones interiores
cercanas. Mucho más extendidos estaban los otros dos elementos que componen la
tríada mediterránea, el olivo y, sobre todo, la vid.1 El hecho de contar con un puerto
* Grupo Alicante de Estudios Avanzados en Historia de la Medicina y de la Salud (gadea). Proyecto
Prometeo para grupos de Excelencia. Generalitat Valenciana. Correo electrónico: <ebueno@umh.es>.
1. Para un análisis minucioso del comercio alicantino, véase Enrique Giménez López: Alicante en el
siglo xviii. Economía de una ciudad portuaria en el Antiguo Régimen, Valencia, 1981. En cuanto a la agricul-
tura, es necesaria la consulta de Armando Alberola Romá: Jurisdicción y propiedad de la tierra en Alicante
(ss. xvii y xviii), Alicante, 1984.
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Eduardo BuEno VErgara
marítimo privilegiado, conrió a la agricultura una clara vocación mercantil: mientras
que se importaba el grano o la harina para la elaboración del pan, el amplio excedente
de la producción vitivinícola se dedicaba a la exportación. Junto con la barrilla, el vino
se convirtió en el principal impulsor de la economía alicantina, auspiciado por su buena
reputación en los mercados europeos, y por la legislación proteccionista que impedía
introducir caldos foráneos en la ciudad.
Contexto historiográco
No son pocos los trabajos que se han preocupado por relacionar las característi-
cas de las cosechas con unas determinadas condiciones climáticas. Sin ánimo de exten-
dernos al respecto, es necesario mencionar, al menos, algunos de los estudios clásicos
que abrieron el camino a las investigaciones en climatología histórica dentro de la his-
toriografía española. Destaca por su precocidad y porque es, en buena parte, fuente de
inspiración del presente escrito, el Estudio sobre la marcha de las cosechas de la vid en
Valladolid durante el siglo xviii de Manuel Rico y Sinobas2 en la que el autor señala el
nexo existente entre la fecha del comienzo de la vendimia y la cantidad de vino obteni-
do, apuntando la relación entre las condiciones atmosféricas y el ciclo de crecimiento
y maduración de la uva. A mediados del siglo xx, Emili Giralt ponía de maniesto la
inuencia del clima sobre el volumen de las cosechas del trigo, señalando la sequía como
principal causante de los descensos.3 Años más tarde, en 1967, Gonzalo Anes recupe-
raba la obra de Rico y Sinobas, y señalaba la necesidad de usar la fenología como «la
base de toda historia ecológica seria».4 En ese mismo año se publica Valladolid au siècle
d’or de Bartolomé Bennassar, donde se enfatiza lo revelador que resulta la variación en
las fechas del comienzo de la vendimia para una interpretación climática.5 Por su parte,
Domínguez Ortiz consideraba necesario, allá por 1976, relacionar las características de
las cosechas con la determinante inuencia del tiempo atmosférico, aunque reconocía
que la investigación aún se encontraba en un estado embrionario.6 En la actualidad,
aún queda mucho por estudiar en la relación cosecha-clima, aunque la dicultad para
2. Manuel Rico y Sinobas: «Estudio sobre la marcha de las cosechas de la vid en Valladolid durante
el siglo xviii», en Gonzalo Anes Álvarez: «La época de las vendimias: la tradición de los estudios de clima-
tología retrospectiva en España», Estudios Geográcos, 107 (1967), pp. 243-263. Publicado originariamente
en Boletín Ocial del Ministerio de Fomento, Madrid, 1851, pp. 175-191.
3. Emili Giralt i Raventós: «En Torno al precio del trigo en Barcelona durante el siglo xvi», en Em-
presaris, nobles i vinyaters. 50 anys de recerca histórica, Valencia, 2002, p. 101. Publicado originariamente
en Hispania, 70 (1958), pp. 38-61.
4. Gonzalo Anes Álvarez: «La época de las vendimias: la tradición de los estudios de climatología
retrospectiva en España», Estudios Geográcos, 107 (1967), p. 244.
5. Bartolomé Bennassar: Valladolid en el siglo de oro. Una ciudad de Castilla y su entorno agrario
en el siglo xvi, Valladolid, 1983, p. 46. Publicado originariamente en Valladolid au siècle d’or. Une ville
de Castille et sa campagne au xvie siècle, París, 1967.
6. Antonio Domínguez Ortiz: Sociedad y Estado en el siglo xviii español, Barcelona, 1976, pp.
402-408.
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UN INDICADOR CLIMÁTICO PARA EL ALICANTE DEL SIGLO XVIII
encontrar series dilatadas en el tiempo y sin interrupciones, supone un serio obstáculo
a la hora de emprender investigaciones de este tipo.
Nuevas perspectivas
Sin embargo, la climatología histórica ha avanzado considerablemente en los
últimos treinta años. Se han explorado nuevas fuentes documentales que han contribui-
do a dar una visión más precisa. Así sucede con las rogativas, recursos a la divinidad
impetrando la necesaria agua para las tierras de labor (pro pluvia), o demandando el
cese de las mismas por resultar excesivas (pro serenitate). Estas invocaciones, seriadas
y tratadas con la metodología adecuada permiten identicar períodos marcados por la
sequía o por exceso de lluvias.7 Muy útiles han resultado también los estudios centrados
en los acontecimientos climáticos de signo extraordinario que, en no pocas ocasiones,
derivaban en auténticas catástrofes, alterando la ya de por sí frágil sociedad moderna.8
Estos acontecimientos solían dejar una profunda huella, y pueden seguirse a través de
memoriales, testimonios, o solicitudes de ayuda y de reducción en el pago de contribu-
ciones, permitiendo enfatizar aspectos más cualitativos. Igualmente, dentro de la docu-
mentación de archivo, podemos señalar los testimonios directos sobre la meteorología
que asoman en diarios o correspondencia pues, como lo es hoy en día, los intercambios
de información sobre el tiempo eran más que habituales.
Nuestro estudio: límites cronológicos, geográcos y climáticos
Centrándonos en nuestro estudio, los límites cronológicos están comprendidos entre
los años 1709 y 1799, determinados por la disponibilidad documental de los Manies-
tos del vino, que constituyen la principal fuente empleada para proponer una primera
reconstrucción del clima alicantino. Precisamente, desde el punto de vista territorial,
nos situamos en el término general de Alicante que comprende, además de la capital,
las actuales poblaciones de Monforte, Agost, San Vicente del Raspeig, Mutxamel, Sant
Joan, El Campello, Busot y Aguas de Busot.9
Brevemente, señalar que el clima del Setecientos se enmarca en la última etapa de
la pulsación fría conocida como «Pequeña Edad de Hielo» o «Pequeña Edad Glacial».10
7. Véase Javier Martín Vide y Mariano Barriendos: «The use of rogation ceremony records in climatic
reconstruction: a case study from Catalonia (Spain)», Climatic Change, vol. 30, n.º 2 (1995), pp. 201-221.
Para la ciudad de Orihuela y centrado en el siglo xix, véase Ruth Zamora Pastor: El nal de la pequeña edad
de hielo en Alicante, Alicante, 2002.
8. Armando Alberola Romá: Catástrofe, economía y política en la Valencia del siglo xviii, Valen-
cia, 1999. Del mismo autor: Quan la pluja no sap ploure. Sequeres i riuades al País Valencià en l’Edat Mo-
derna, Valencia, 2010.
9. M.ª Carmen Dueñas Moya: Territorio y jurisdicción en Alicante: el término general durante la
Edad Moderna, Alicante, 1997, pp. 49-50.
10. Emmanuel Le Roy Ladurie: Historia del clima desde el año mil, México DF, 1991, pp. 178-305.
Inocencio Font Tullot: Historia del clima de España. Cambios climáticos y sus causas, Madrid, 1988, pp.
71-94.
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Eduardo BuEno VErgara
Durante el siglo xviii, aun siendo habitual la presencia de inviernos muy severos y ve-
ranos frescos, las fases cálidas serán abundantes, arrojando un balance térmico positivo
respecto a los siglos xvii y xix. En Alicante, a pesar de la excepcionalidad de algunas
estaciones, el tiempo atmosférico se correspondió con las características de un clima
típicamente mediterráneo: principalmente soleado y seco, de invierno suave y verano
caluroso, y un reducido régimen pluvial, concentrado casi exclusivamente en las esta-
ciones de primavera y otoño, con frecuentes episodios de precipitaciones de elevada
intensidad horaria.11 En ocasiones, esas lluvias torrenciales se convertían en avenidas
que, sobre todo en la zona de la Huerta, atravesada por el río rambla Montnegre, pro-
vocaban cuantiosos daños.
EL VINO EN ALICANTE
La importancia que tuvo el vino dentro de la sociedad alicantina del siglo xviii es
difícilmente imaginable desde un prisma actual.12 A principios del siglo xx, la loxera
destruyó la mayor parte del viñedo y, a diferencia de lo sucedido en otros lugares de
tradición vinícola, no se recuperó con injertos procedentes de América, sino que se
abandonó o se sustituyó por uva de mesa. La transformación del paisaje de la antigua
Huerta es de fechas más recientes, resultado de la consolidación del sector servicios y
el fuerte auge urbanístico.
El botánico valenciano Antonio José Cavanilles prestó especial atención a la
vid en su descripción de la ciudad.13 Por él sabemos que se cultivaban las variedades
de uva moscatel, forcallada, blanquet, parrell y monastrell, sobre todo de esta última,
perfectamente adaptada al clima mediterráneo del sureste peninsular. Dependiendo
de la disponibilidad hídrica y las necesidades de los viñedos, se efectuaban hasta tres
riegos al año: el primero se hacía en diciembre, si era necesario un segundo en abril, y
un tercero alrededor de julio. En cuanto a los distintos tipos de vino elaborados, desa-
taca el Fondillón, de mayor calidad y muy apreciado en los mercados europeos. El más
extendido, en cambio, era el conocido como Aloque, dedicado al consumo interior y la
fabricación de aguardientes. Los vinos asoleados Moscatel y Malvasía completaban el
panorama vinicultor alicantino.
11. Antonio Gil Olcina: «Marco físico y riesgos naturales de la ciudad de Alicante», Investigaciones
Geográcas, 9 (1991), p. 10.
12. El protagonismo del vino dentro de la economía alicantina durante el siglo xviii en Enrique Gimé-
nez López: Alicante en el siglo xviii..., op. cit., Valencia, 1981, pp. 93-94, 101-104 y 150-162. Dentro de un
contexto territorial más amplio véase Juan Piqueras Haba: La vid y el vino en el País Valenciano. (Geografía
económica: 1564-1980), Valencia, 1981, pp. 38-46.
13. Antonio José Cavanilles: Observaciones sobre la historia natural, geografía, agricultura, población
y frutos del Reyno de Valencia. Tomo Segundo, Madrid, 1797, p. 250.
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UN INDICADOR CLIMÁTICO PARA EL ALICANTE DEL SIGLO XVIII
Tierras de regadío
La mayor parte del viñedo estaba localizado en la Huerta alicantina, una zona que
constituía una fértil excepción dentro de un entorno dominado por la aridez. La cons-
trucción del Pantano de Tibi a nales del siglo xvi, puso el riego a disposición de unas
tierras quemadas por el sol, conformando lo que se ha venido a llamar secano regado,
o secano mejorado.14 Se extendía al n-ne de la ciudad hasta la partida de Campello,
incluyendo la villa de Muchamiel, los lugares de San Juan y Benimagrell, y el caserío de
la Santa Faz. Las mayores cosechas se obtenían en La Condomina, donde se concentra-
ba la propiedad de los estamentos privilegiados y el valor de cada hectárea de viña era
más elevado.15 La vocación comercial del vino y la proximidad del puerto, propició una
decidida apuesta por la vid, convirtiéndose prácticamente en monocultivo en el trans-
curso del siglo xviii,16 auspiciando la creación de considerables fortunas y mayorazgos,
a expensas de las cosechas obtenidas.17 Será necesario tener en cuenta este crecimiento
para no confundir una mayor producción de vino con una mayor productividad derivada
de condiciones climáticas más favorables.
Tierras de secano
En cuanto a las tierras de secano, se encontraban sobre todo ubicadas al no-so del
núcleo urbano, desde la partida Raspeig hasta Fontcalent y Rebolledo. Aunque determi-
nadas parcelas podían procurarse riegos mediante el aprovechamiento ocasional de las
aguas procedentes de fuentes o manantiales como el de Fontcalent, la mayor parte no
disponía de irrigación asegurada o permanente, sino supeditada a la llegada de ocasionales
precipitaciones estacionales. Habida cuenta del menor rendimiento del secano, el viñedo
ocupó un lugar secundario, con una producción muy inferior a la registrada en el regadío.
El control de la producción y el comercio del vino: la visita
El comercio del vino estaba regulado por una legislación proteccionista iniciada
mediante Privilegio otorgado en 1510 por Fernando de Aragón y conrmado por Car-
los II, que prohibía la entrada en la ciudad de caldos procedentes de poblaciones ajenas
al término general de Alicante.18 Para velar por la aplicación de esta normativa y vigilar
14. Un completo estudio sobre el Pantano de Tibi y su importancia para la agricultura alicantina en
Armando Alberola Romá: El pantano de Tibi y el sistema de riegos en la Huerta de Alicante, Alicante, 1994
(2.ª edición corregida y aumentada).
15. Enrique Giménez López, op. cit., pp. 154-155.
16. Ibidem, p. 87.
17. Armando Alberola Romá: Jurisdicción y propiedad..., op. cit, p. 218.
18. Archivo Municipal de Alicante (en adelante, ama), Legajo-19-97-1/0.
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Eduardo BuEno VErgara
su cumplimento se creó la Junta de Inhibición del vino forastero,19 una institución cuya
actividad generó un tipo de documentación conocida como Maniestos del vino, que
veremos a continuación.
En la última semana de octubre o la primera de noviembre, nalizadas las ven-
dimias, el pleno del Ayuntamiento acordaba la convocatoria de la Junta de Inhibición.
Esta, a su vez, elegía dos comisiones, cada una compuesta por un síndico, un escribano
real y un maestro tonelero, encargadas de realizar la inspección anual para el control
de la cosecha: la visita. El territorio visitado se distribuía según se encontrara a un lado
u otro del conocido como barranco de la Santa Faz20 (barranco de Maldo). Aunque se
corresponde básicamente con una división entre tierras de secano y regadío, en ocasiones
resulta imprecisa, por lo que para nuestro estudio hemos optado por contabilizar todas
las cosechas sin distinguir su procedencia.
Una vez tomado el testimonio, es decir, el volumen de cada producción, se reco-
pilaban los datos y se ordenaban alfabéticamente. Esta información pasaba al el que,
situado en una de las puertas de la ciudad, se encargaba de registrar quién introducía vino
(arriero), cuánto introducía, y de qué cosechero procedía. La nalidad era que, en ningún
caso, la cantidad anotada fuera superior a la alcanzada durante las vendimias, puesto que
de ser así, quedaría demostrado el fraude, contemplándose ante tal circunstancia penas
económicas y conscaciones del vino y útiles de transporte.21
FUENTES Y METODOLOGÍA
Las fuentes primarias consultadas para la elaboración de este estudio han sido
principalmente dos: las actas de las sesiones del cabildo alicantino y los Maniestos
del vino. Las primeras, sobradamente conocidas, son un reejo de la política local que
emana de la vida cotidiana de la ciudad. En cuanto al segundo tipo de fuente recoge la
producción vinícola anual de cada cosechero dentro de los lugares inscritos en el privi-
legio del vino. Se trata de una serie custodiada en el Archivo Municipal de Alicante, y
aporta datos de forma casi ininterrumpida desde 1709 hasta 1799,22 respondiendo a la
19. Un estudio de este organismo, pieza clave para la aplicación del proteccionismo vinícola, así como
de su ocaso con las distintas medidas liberalizadoras del mercado, en Enrique Giménez López, op. cit., pp.
312-331.
20. La primera comisión tenía por costumbre realizar el siguiente recorrido: San Blas, Espartal, Bacarot,
Saladar, Saborida, Atalayas, Vallonga, Rebolledo, Torrosella, Alcoraya, Alabastre, Moralet, Cañada, Verdegás,
Fontcalent, Serreta, Llano de Gobernadora, Raspeig. La segunda visitaba las tierras de: La Condomina, Benialí,
Benimagrell, San Juan, Campet, Alcalasí, Fabraquer, Maimona, Cotella, Loixa, Almaxá, Costera, Bonany,
Ravalet, Monserrat, Muchamiel, Benitia, Fábrica, Salt, Boltetes, Campello, Aguas, y Barañes
21. Evidentemente, la restrictiva normativa aplicada por la Junta de Inhibición no supuso un obstáculo
insalvable para el contrabando de vino, como se desprende de los procesos judiciales iniciados por este motivo
y que pueden seguirse en la documentación conservada en el Archivo Municipal de Alicante.
22. No hay datos para 1779, 1783, 1785, 1786 y 1787.
61
UN INDICADOR CLIMÁTICO PARA EL ALICANTE DEL SIGLO XVIII
continuidad temporal requerida para la realización de estudios de climatología histórica
a partir de registros fenológicos.
Con el objetivo de poder conocer la cantidad de vino obtenida por el conjunto de
todas las heredades, es decir, todo el vino elaborado en el término de Alicante, se realizó
la suma de las cifras anotadas junto a cada cosechero en los Maniestos. Existe la posi-
bilidad de centrar el estudio en una sola partida rural, o incluso en un único propietario,
pero se ha huido de esa particularización por el riesgo a que un episodio puntual, como
una helada o un fuerte pedrisco,23 afectase de distinta manera a ese espacio concreto.24
Asimismo, se ha descontado el vino anotado como «viejo», puesto que pertenecía a
añadas anteriores.
Monforte, población cercana a Alicante, incluida en el privilegio, introdujo vino en
la ciudad sólo hasta 1722, por lo que no se ha contado su aportación, pues desvirtuaba
los resultados para esos primeros años del siglo. Algo similar ocurre con Agost, cuyos
caldos dejan de gurar en los Maniestos a partir del año 1755. Sin embargo, como
las cantidades procedentes de esta localidad tienen menor incidencia sobre el total de
la vendimia –además de una mayor continuidad temporal– no se han descontado del
resultado nal que resumimos en la tabla 1.
Obtenidas las sumas del vino elaborado, se ha calculado la media móvil a partir
de trece años, tal y como propuso en su momento Ernest Labrousse.25 De este modo,
se diluyen las particularidades de cada año, integrándolos dentro de una tendencia que
ayuda a explicar mejor su evolución. Al mismo tiempo, la media móvil traza una línea a
modo de previsión de rendimientos, es decir, un marco de referencia para valorar cómo
de buena o mala fue una cosecha. Ese valor también podría ser representado por la media
aritmética, pero en ese caso no se tendrían en cuenta dos de las tres variables que inuyen
en el volumen de la cosecha: el número de tierras dedicadas a la vid y la variedad de la
uva26 (evidentemente, el clima es la tercera variable). Dado que las transformaciones
del sector agrario son lentas en época preindustrial, en un período de trece años no se
producirán grandes cambios estructurales, especialmente en el caso del viñedo, pero sí
variaciones en el comportamiento atmosférico, que explicarán la diferencia entre la línea
de tendencia y la producción de un año concreto.
23. Por ejemplo, en septiembre de 1729, el cabildo alicantino recibe la noticia de que una fuerte gra-
nizada ha destrozado buena parte de la cosecha de uva en la partida de San Juan (ama, 9,19,256)
24. Christian Pster: «Fluctuaciones climáticas y cambio histórico. El clima en Europa central desde el
siglo xvi y su signicado para el desarrollo de la población y la agricultura», Cuadernos críticos de Geografía
Humana, 82 (1989), p. 11.
25. Ernest Labrousse: Fluctuaciones económicas e Historia Social, Madrid, 1973, pp. 91-92.
26. El problema que implica la variación de la supercie dedicada al viñedo ya fue observado por
Manuel Rico y Sinobas, op. cit., p. 257.
62
Eduardo BuEno VErgara
TAbLA 1
Producción de vino en Alicante durante el siglo xviii
Año Producción Año Producción Año Producción
de la cosecha de vino de la cosecha de vino de la cosecha de vino
1709 116.554 1739 289.789 1770 399.855
1710 155.290 1740 371.739 1771 337.115
1711 245.875 1741 290.553 1772 286.005
1712 209.372 1742 349.314 1773 369.060
1713 192.800 1743 331.933 1774 225.020
1714 194.480 1744 320.632 1775 240.125
1715 242.200 1745 422.367 1776 207.949
1716 264.762 1746 453.515 1777 351.064
1717 377.484 1747 335.490 1778 413.476
1718 301.815 1748 406.756 1779
1719 252.563 1749 307.084 1780 333.373
1720 194.105 1751 360.026 1781 290.025
1721 182.009 1752 333.914 1782 285.455
1722 246.326 1753 478.291 1783
1723 206.465 1754 389.692 1784 280.300
1724 224.202 1755 400.110 1785
1725 230.369 1756 381.150 1786
1726 255.049 1757 434.450 1787
1727 258.188 1758 387.790 1788 291.502
1728 288.123 1759 235.780 1789 356.184
1729 275.090 1760 192.988 1790 337.592
1730 325.511 1761 320.453 1791 215.685
1731 280.875 1762 209.999 1792 228.057
1732 312.188 1763 231.750 1793 224.217
1733 258.837 1764 289.014 1794 181.834
1734 293.060 1765 278.395 1795 263.580
1735 403.005 1766 254.589 1796 381.392
1736 325.765 1767 400.775 1797 416.618
1737 286.536 1768 343.110 1798 392.520
1738 316.530 1769 296.175 1799 321.690
Fuente: Archivo Municipal de Alicante, Armario 17, Libros de Maniesto del vino, años 1709-1799. Las
cifras están expresadas en cántaros.
63
UN INDICADOR CLIMÁTICO PARA EL ALICANTE DEL SIGLO XVIII
Limitaciones metodológicas
Para conocer el clima a través de los registros fenológicos de la vid, lo ideal es
conocer tres informaciones complementarias e interrelacionadas: 1) la fecha del inicio
de las vendimias; 2) la calidad del vino producido; 3) el volumen de la cosecha.27 Como
venimos apuntando, para nuestro estudio disponemos, hasta el momento, de una de
ellas, la tercera.
Sí tenemos constancia del momento en el que las vendimias estaban concluidas,
pues se menciona en las actas del cabildo como paso previo para la convocatoria de la
Junta de Inhibición del vino. Sin embargo, no hemos encontrado relación alguna entre
la nalización de la cosecha, y la cantidad de vino obtenida, ni tampoco con el tiempo
atmosférico que hemos documentado, a través de otras fuentes. Y es que una fecha pre-
matura puede indicar tanto una temprana maduración del fruto, como una corta cosecha
que se ha recogido rápidamente. Del mismo modo, una convocatoria tardía podría ser
síntoma de lenta maduración por condiciones atmosféricas adversas, así como síntoma
de abundantes cosechas que han requerido mayor tiempo para la vendimia. Por último,
no debemos olvidar la disponibilidad de mano de obra, condicionada en ocasiones a
causa de las ebres tercianas tan habituales en tierras mediterráneas.
En todo caso, ni la precocidad o tardanza de las vendimias, ni tampoco la calidad
del vino, pueden ser indicativos por sí solos, de las condiciones atmosféricas. El propio
Bennassar señaló que la «relativa precocidad de las vendimias durante el siglo xvi y la
primera parte del xvii se debe más probablemente a causas económicas: correspondería
al deseo de los viticultores de asegurarse la cantidad de la recolección a expensas de la
calidad y del grado».28
Otro tipo de limitación procede de la naturaleza scal de los Maniestos, la ocul-
tación. En el caso de la inspección del registro del vino, conviven dos intereses contra-
puestos, por un lado el de ocultar el producto para eludir el pago del diezmo pero, por
otro, para el cosechero es conveniente que la cantidad de vino registrado sea la correcta,
y así, poderlo introducir en la ciudad. Incluso, si desea hacer pasar un vino de fuera como
suyo propio, la forma menos arriesgada sería contabilizarlo en la visita (contribuyendo
al diezmo). No se puede conocer hasta qué punto esas artimañas pudieron inuir en las
cantidades nales de vino que guran en los Maniestos, pero, desde luego, no han de
ser decisivas a la hora de interpretar los resultados, pues unos pocos miles de cántaros
no suponen un cambio signicativo.29
27. Emmanuel Le Roy Ladurie, op. cit., pp. 70-91 y Christian Pster, op. cit., p. 11.
28. Bartolomé Bennassar, op. cit., p. 47.
29. Un cántaro alicantino equivalía a 11,55 litros.
64
Eduardo BuEno VErgara
PROPUESTA DE INTERPRETACIÓN
Metodología tradicional
En la tradición europea de estudios fenológicos se ha propuesto que «un tiempo
persistentemente húmedo y frío descompone las ores y provoca un rendimiento escaso;
mientras que en veranos cálidos pero no muy secos se van madurando cosechas récord,
en tanto que el conjunto de las ores no fueran dañadas por heladas tardías o de prima-
vera».30 Cuanto más caliente y soleado haya sido el ciclo cálido (primavera-verano), el
punto de maduración se alcanzará con mayor precocidad y estará acompañado de una
abundante producción, mientras que, si la oración y maduración se ha visto acompa-
ñada de frío y lluvias, con la consecuente falta de horas de sol, el punto será tardío y los
rendimientos discretos.31 Asimismo, el clima de un año, inuye, en esa misma cosecha,
pero también determina los rendimientos de la siguiente.
Sin embargo, cabe preguntarse si esta metodología es aplicable enteramente a tie-
rras meridionales como las alicantinas, cuyo clima es notablemente distinto. El tiempo
húmedo y frío no es, ni mucho menos, algo frecuente entre marzo y octubre, sino más
bien todo lo contrario. En consecuencia, hemos planteado la posibilidad de dar otro tipo
de lectura a las cosechas maniestamente pobres que se suceden de forma recurrente,
para lo cual, es necesario detenerse brevemente en la biología de la vid.
El ciclo de la vid
La vid (Vitis vinífera), y en particular la variedad monastrell, se adapta ecazmente
a las condiciones climáticas del sureste peninsular, a los reiterados ciclos de sequía y
a suelos de escasa fertilidad, debido a sus reducidas necesidades minerales, incluso
para la consecución de elevados rendimientos, quizá sólo comparable con el olivo.32
Además, el hecho de ser perenne, supone otra importante ventaja, pues no es necesario
reservar una porción de la cosecha para la siembra del año siguiente como sucede con
los cultivos de cereal.
Sin entrar en los pormenores de los estados fenológicos por los que atraviesa la
vid, sí señalar que se caracteriza por tener dos momentos claramente diferenciados: el
ciclo vital y el reposo invernal:33
a) Ciclo vital (marzo-octubre): se inicia en torno a la llegada de la primavera con
el desborre, primer signo externo de crecimiento de las yemas. Durante esta fase, la
planta es sensible ante heladas o pedriscos, haciendo bueno el dicho que reza «Si hiela
por Santa Engracia [16 de abril], la viña se desgracia». Entre mayo y junio se produce
30. Christian Pster, op. cit., p. 11.
31. Emmanuel Le Roy Ladurie, op. cit., p. 71.
32. Fernando Martínez de Toda: Biología de la vid, Madrid, 1991, p. 190.
33. Fernando Martínez de Toda, op. cit., pp. 101-110. Luis Hidalgo: Tratado de viticultura general,
Madrid, 1999 (2.ª edición revisada y ampliada), pp. 145-160.
65
UN INDICADOR CLIMÁTICO PARA EL ALICANTE DEL SIGLO XVIII
la oración, y con ella el ciclo reproductor. Las ores que son fecundadas se convertirán
en bayas y, aquellas que cuajen, en frutos que mantendrán su crecimiento hasta nales
de julio o principios de agosto. Se produce entonces el envero, en el que la uva cambia de
color, mudando el verde por caoba o transparente dependiendo de la variedad; el refra-
nero dice al respecto «Por Santiago y Santa Ana [25 y 26 de julio], pintan las uvas». Es
a partir del envero cuando la uva detiene el crecimiento y comienza su maduración hasta
la época de la vendimia. Hacia noviembre, caen las hojas, acaba el ciclo vegetativo y da
comienzo el reposo invernal.
b) Reposo invernal (noviembre-marzo): ya nalizada la recolección y hasta mar-
zo del año siguiente, la vid entra en un estado de inactividad en el que no se aprecian
muestras de vida exterior. En esos momentos es muy resistente a las inclemencias del
tiempo, y soporta sin apenas sufrir daños temperaturas cercanas a los 15º negativos.
Si tuviésemos que describir un escenario idóneo para el desarrollo de la vid y
la obtención de una abundante cosecha de gran calidad, éste sería el siguiente: «una
brotación precoz, resultante de una temprana elevación de la temperatura al nal de un
invierno frío, una parada precoz del crecimiento provocada por la acción de productos
heliotérmicos elevados, una humedad suciente pero no excesiva, un largo período de
maduración, seco, cálido y soleado y una vendimia tardía».34
Este marco ideal puede resultar alterado por factores puntuales como heladas
intempestivas, granizo, inundaciones, fuertes vientos, enfermedades o epidemias. Otras
circunstancias, no tan extraordinarias para el clima mediterráneo, como son la sequía y las
fuertes lluvias estacionales, también condicionan el desarrollo de la vid y la producción
de vino. Siguiendo a Hidalgo hemos elaborado el siguiente cuadro:
Período Décit de agua Exceso de Agua
Desborre Desborre irregular, pámpanos cortos Falta de oxígeno, brotes cortos,
a oración y pocas ores. amarilleo de las hojas y muerte.
Retraso del envero y por lo tanto
el inicio de la maduración.
Floración Reducción de la fertilidad de las yemas Exceso de vigor que puede
a envero durante la iniciación oral. causar deciencias en el cuajado
Disminución del cuajado y producción de los frutos, provocando
de bayas pequeñas. su corrimiento.
Deciencias en el desarrollo del follaje
y en la cosecha.
El estrés severo puede llegar a retrasar
la maduración.
Envero Envejecimientos y caída de las hojas. Posible Aumenta el tamaño de los granos,
a vendimia adelanto del agostamiento de los tallos. pero los hace acuosos, pobres en
La calidad de la cosecha puede verse afectada azúcar y más ricos en ácidos.
por falta de agua que reduce el rendimiento. Retraso en la maduración.
Fuente: Luis Hidalgo: Tratado de viticultura general, Madrid, 1999.
34. Luis Hidalgo, op. cit., p. 193.
66
Eduardo BuEno VErgara
En denitiva, tanto el exceso de agua como su escasez, alteran las condiciones
óptimas para el desarrollo de la vid y provocan un descenso en las cosechas. Atendiendo
a las características del clima del sureste peninsular, es razonable plantear que los bajos
rendimientos podrían estar provocados mayoritariamente por el estrés hídrico al que se
veían sometidas las vides pues, ni aún en tierras de la Huerta estaba asegurada la dispo-
nibilidad del riego. Esos bajos rendimientos pueden apreciarse claramente al comparar
un determinado año con la línea de tendencia que marca la cantidad de vino que cabría
esperar. Para comprobar esta hipótesis, y suplir la falta de información sobre la fecha
del inicio de la vendimia y la calidad del vino, hemos completado nuestro estudio de
los Manifestos con otras fuentes: las rogativas pro pluvia35 localizadas en el estudio
de Enrique Cutillas sobre el monasterio de la Santa Faz,36 las informaciones contenidas
en la correspondencia entre Manuel Martí y Gregorio Mayans, extraídas de los estudios
de Armando Alberola,37 y referencias concretas en las actas del cabildo.
RESULTADOS
Análisis cuantitativo
Desde el punto de vista estrictamente cuantitativo, la producción de vino en los
territorios sujetos al privilegio durante el siglo xviii arroja una media aritmética de
299.154 cántaros (en adelante cts.) anuales. Los cronistas Martín de Viciana y Vicente
Bendicho apuntaron en torno a 150.000 cts. para los siglos xvi y xvii respectivamente.
Alberola estima que, a nales del siglo xvii, la producción anual rondaría los 200.000
cts.38 En las postrimerías del Setecientos, según el testimonio de Cavanilles, los rendi-
mientos habrían aumentado hasta los 287.179 cts.39 Estas cantidades vienen a conrmar
el aumento progresivo en el cultivo de la vid. El año de mayor abundancia fue 1753
con 478.291 cts., mientras que la cosecha más exigua data de 1709, cuando se visitaron
unos escasos 116.554 cts.
Observando los registros obtenidos podemos realizar una triple división crono-
lógica. Una primera etapa marcada por el crecimiento, que abarcaría desde 1709 hasta
1738. Una segunda caracterizada por la consolidación de la vid y la obtención de grandes
rendimientos productivos, entre 1739 y 1758. Y una tercera, que transcurre en las cuatro
35. Había tres maneras diferentes de celebrar una rogativa, en función de la necesidad de agua, de
menor a mayor: a) en privado por las comunidades religiosas; b) en público con la asistencia de feligreses; c)
con el traslado a la ciudad de la reliquia de la Santa Faz desde el monasterio homónimo.
36. Enrique Cutillas Bernal: El monasterio de la Santa Faz. Religiosidad popular y vida cotidiana,
Alicante, 1998.
37. Armando Alberola Romá: «No puedo sujetar la pluma de puro frío, porque son extremados los
yelos. El clima en la España de los reinados de Felipe V y Fernando VI a través de la correspondencia de
algunos ilustrados», Investigaciones Geográcas, 49 (2009), pp. 65-88.
38. Armando Alberola Romá: El pantano de Tibi..., op. cit.
39. Antonio José Cavanilles, op. cit. p. 251.
67
UN INDICADOR CLIMÁTICO PARA EL ALICANTE DEL SIGLO XVIII
últimas décadas del siglo, marcada por una reducción generalizada de los rendimientos,
y por el acusado descenso en tres momentos puntuales: primeros años de los sesenta,
entre 1774 y 1776, y entre 1791 y 1794 (gráca 1).
Período 1. Crecimiento productivo: 1709-1738
Desde la rotura del pantano de Tibi en 1697, los cultivos de la Huerta de Alicante
quedaron expuestos a los perjuicios ocasionados por la habitual escasez de lluvias. El
propio Ayuntamiento, promovió en 1731 la elaboración de un memorial avalado por
autorizadas voces de la ciudad, entre las que se encontraba la del humanista y deán de
la iglesia colegial de San Nicolás, Manuel Martí, y que llevó por título Información
hecha a pedimento de esa ciudad de Alicante sobre los perjuicios que se experimentan
en su Huerta y lugares de ella por la falta de agua para su riego, ocasionas de no estar
compuesto el Pantano construido en el término de la Villa de Ibi.40 En dicho informe se
destacaba cómo «se han secado la mayor parte de los árboles y cada año se disminuye
la cosecha de vino, que es la principal, y de cuya renta depende la manutención no sólo
de los labradores, sino también de las Comunidades, casa principales y personas de
distinción de este pueblo».41
Los estragos no debieron ser tan graves, al menos en el caso del viñedo, como se
pone de maniesto al observar el crecimiento experimentado entre 1709 (116.554 cts.) y
1738 (316.530 cts.). Sin embargo, este progreso no fue causado por la bondad del clima,
sino por la ampliación de las tierras dedicadas a la vid, muchas veces en detrimento del
olivo, continuando con un proceso ya iniciado desde el siglo xvi.42 Así, la aplicación
del método extensivo compensó los perjuicios ocasionados por unos veranos calurosos
y secos.
La cosecha de 1709 es con diferencia la menor que hemos documentado. Se produjo
en un contexto delicado, y es razonable pensar que las dicultades generadas durante la
Guerra de Sucesión, impidieran a los cosecheros prestar los cuidados pertinentes a la vid
para la optimización de las cosechas (poda, cava, riegos). Por otro lado, en lo climático,
el invierno de ese año dejó una huella imborrable por su crudeza y es considerado como
responsable de la última gran crisis de subsistencia de la Edad Moderna. Causó estragos
en el sector vinícola francés, reduciendo drásticamente la producción y generando un
alza en los precios sin precedentes.43 En Alicante, los soldados que resistían el asedio
borbónico en el Castillo de Santa Bárbara, hubieron de abandonar frecuentemente sus po-
siciones defensivas para conseguir madera con la que cocinar y combatir el insólito frío.44
40. ama, Legajo-3-22-30/0.
41. ama, Legajo-3-22-30/0, ff. 2v-3.
42. Armando Alberola Romá: Jurisdicción y propiedad..., op. cit., p. 218.
43. Tim Unwin: El vino y la viña. Geografía histórica de la viticultura y el comercio de vino, barcelona,
2001, p. 367.
44. Juan Bautista Maltés y Lorenzo López: Ilice ilustrada: historia de la muy noble, leal y delísima
ciudad de Alicante, Alicante, 1991. Edición facsímil a partir del manuscrito de 1752 conservado en el Archivo
Municipal de Alicante.
68
Eduardo BuEno VErgara
GRÁFICA 1
Producción de vino en Alicante durante el siglo xviii (1709-1799)
Fuente: ama, Armario 17, Libros de Maniesto del vino, años 1709-1799. Se han destacado con un punto los años en los que se celebraron rogativas pro pluvia
antes de la vendimia, es decir, entre enero y octubre.
Producción
de vino
Media móvil
sobre 13 años
69
UN INDICADOR CLIMÁTICO PARA EL ALICANTE DEL SIGLO XVIII
Unos meses después, probablemente podamos atisbar la sombra de ese pavoroso invierno
en un verano anormalmente fresco, cuando en sesión del cabildo de 4 de julio, se remarca
la necesidad de suministrar la debida atención a los enfermos del Hospital de San Juan
«en medio de lo calamitoso que está el tiempo».45
El año siguiente depara otra mala cosecha, seguramente arrastrando los daños
de la anterior, pero el pulso se recupera hacia 1711, y ya en 1715 los rendimientos se
colocan en torno a los 250.000 cts. De entre los años siguientes destacan dos cosechas
cuya fecundidad desbordará todas las previsiones: las añadas de 1717 (377.484 cts.) y
1718 (301.815 cts.), estableciendo un marcado contraste con el resto de este período.
En líneas generales, los veranos de 1718 y 1719 se encuentran entre los más tórridos
y secos del siglo, y con ellos da comienzo un calentamiento térmico que se prolongará
hasta los años sesenta. Coinciden además, con los que Le Roy Ladurie ha señalado
como los veranos más calurosos del siglo xviii, por lo que probablemente las óptimas
condiciones climáticas que precipitaron la fecha de las vendimias en Francia, obraron
igualmente de forma positiva sobre los viñedos alicantinos. Esos dos años de excelentes
vendimias, conformarían en Alicante, con un año de antelación, lo que en un mayor
contexto geográco Font Tullot ha considerado como los «heraldos de la primera y más
importante fase cálida de ambos siglos [xviii y xix] que, con altibajos, se mantiene
hasta alrededor de 1760».46
Aunque la difusión del viñedo impide que podamos tener una perspectiva clara
de los descensos productivos, sí es posible atisbar años que se antojan difíciles, co-
mo 1723. A mediados de febrero se celebraron rogativas públicas «respecto a la este -
rilidad del tiempo que se experimenta»47 y, como continuasen sin aparecer las precipi-
taciones, el 7 de marzo se acordaba llevar la Santa Faz a la Colegiata de San Nicolás
«continuándose la esterilidad y falta de agua de manera que los sembrados están pe-
reciendo».48 Transcurridos los meses, a primeros de septiembre, el deán Martí hacía
partícipe por vía postal a Gregori Mayans del mal verano que había pasado a causa
de los fuertes calores.49
La cosecha de 1733 es la menor de las logradas en las décadas de los treinta,
cuarenta y cincuenta (hasta el cambio de tendencia en 1759) y se encuadra en un año
extraordinariamente seco. Como diez años antes, en una misiva de nales de abril,
Martí informa a Mayans de la celebración de rogativas por el auxilio del agua. Pasados
los meses, ya en septiembre, le insiste en lo poco que había cambiado la situación,50
perlando un estío muy riguroso.
45. ama, 9,1,10v.
46. Inocencio Font Tullot, op. cit., p. 96.
47. ama, 9,13,69.
48. ama, 9, 3,52.
49. Armando Alberola Romá: «No puedo sujetar la pluma...», p. 70.
70
Eduardo BuEno VErgara
Período 2. Consolidación de la vid y grandes rendimientos: 1739-1758
La reparación de la pared del embalse de Tibi, concluida en diciembre de 1738,
supuso un hito decisivo para la consolidación de la agricultura en la Huerta alicantina,
y especialmente para los viñedos. Si hasta ese momento la presencia de la vid había
sido predominante, a partir de ese momento los grandes propietarios de tierras aposta-
rán denitivamente por su cultivo. Como consecuencia, los años cuarenta y cincuenta
constituyeron un ciclo extraordinario para las cosechas de uva en Alicante. La media de
cántaros visitados en tierras de secano y regadío fue de 366.453 cts., en claro contraste
con los 254.013 del período anterior.
La década de los cuarenta destaca por ser en la que menor número de rogativas
pro pluvia se realizaron; sólo una, en 1742. A mediados de marzo se acuerda trasladar
la reliquia de la Santa Faz por la falta de lluvias y el frío poco frecuente para la época
del año que estaba incidiendo en la población: «la notoria falta que se experimenta de
agua por lo cual los sembrados padecen notablemente, trascendiendo este perjuicio a
los demás frutos y lo que es digno de mayor reparo a la salud del Pueblo, pues ya por
la sequedad y destemplanza de fríos se están padeciendo graves enfermedades».51 La
situación habría dado un giro en abril, pues se dispuso la celebración de una misa en
acción de gracias por el benecio de la lluvia, poniendo n a este paréntesis de sequía.
No es, sin embargo, un tiempo exento de dicultades, como podemos deducir del
bienio 1749-1750, muy por debajo de lo que cabría esperar en relación a la media móvil.
Ese año resultó especialmente difícil para la agricultura en todo el Reino de Valencia. Así
lo señalaba Gregori Mayans al explicar la carencia de trigo experimentada en Valencia
y el consiguiente aumento de los precios,52 un hecho igualmente observable en la curva
de precios trazada por Palop Ramos en Fluctuaciones de precios y abastecimiento en
la Valencia del siglo xviii.53 El mes de agosto deparó ocasionales lluvias y pedriscos
tanto en Valencia como en Madrid, lo que no impidió que se mantuviese la sequedad
ambiental, unas condiciones atmosféricas que no debieron ser muy distintas en Alicante,
y que pueden explicar el descenso productivo.
En el otro extremo, encontramos 1753, la cosecha más abundante registrada en
toda la centuria (478.291 cts.), un año del que disponemos de informaciones contra-
dictorias. En marzo, a causa de la escasez de hierbas, se prohibía pastar a los ganados
que no fuesen del término, en contra de lo que venía siendo habitual. A principios de
abril se acordaba celebrar una rogativa pro pluvia con motivo de «la falta de lluvias que
se experimentaba», causante de «la mayor esterilidad en los campos».54 Es indudable
que la esterilidad no debió ser tan grande a la vista del volumen de la cosecha. Pasado
50. Ibidem, pp. 72-73.
51. ama, 9,32,91.
52. Armando Alberola Romá, «No puedo sujetar la pluma...», p. 75.
53. José Miguel Palop Ramos: Fluctuaciones de precios y abastecimiento en la Valencia del siglo
xviii, Valencia, 1977, p. 279.
54. ama, 9,43,58v.
71
UN INDICADOR CLIMÁTICO PARA EL ALICANTE DEL SIGLO XVIII
el tiempo, en 1760, el arrendatario del huerto llamado Valladolid, perteneciente a los
propios de la ciudad, elevó un memorial solicitando una rebaja en la contribución anual,
puesto que las cuatrocientas libras que debía satisfacer se habían jado, precisamente,
en 1753 cuando «por la copia de las lluvias estaba tan abundante la Fuente Santa que de
la parte concerniente a dicho huerto, tenía lo suciente para todo género de hortalizas, y
dieciséis tahúllas de hierba».55 Sabemos que en el otoño del año anterior se produjeron
intensas precipitaciones, como se desprende de la necesidad de reparar los caminos por
los «detrimentos que causaron las abundantes lluvias del día veintiocho de octubre del
año próximo antecedente [1752]»,56 encontrando una posible explicación a la buena
disponibilidad de agua para riegos.
Los buenos rendimientos se mantienen hasta 1758, último año de abundancia, a
partir del cual se inicia una época de pobres rendimientos hasta 1766. Esas dicultades
pudieron comenzar antes, en 1756 con la irrupción de la plaga de langosta más grave del
siglo xviii, causante de la ruina de numerosas cosechas a lo largo y ancho del Reino, y
que supondría un oscuro corolario a los cálidos y fructíferos años precedentes. Dadas
las limitaciones de los medios aplicados para acabar con la invasión del ortóptero, en
última instancia, se recurrió a los remedios mágico-religiosos, a través de bendición
de los campos con agua ltrada por los restos de san Gregorio Ostiense que, por aquel
entonces, se encontraban en las cercanías de la ciudad, dentro del conocido periplo que
realizaron en ese año por buena parte de la geografía peninsular.57
Las actas del cabildo alicantino demuestran una evidente preocupación por la cer-
canía de las nubes de langosta, llevándose a cabo las gestiones pertinentes para que las
reliquias del santo recalaran en la ciudad y protegiesen los cultivos con su bendición.58 No
existen indicios en los Maniestos que hagan pensar en una grave pérdida de frutos por
esta causa, ya que se mantuvo una producción similar a la de los dos años precedentes y
algo inferior al siguiente. No obstante, en el memorial citado con anterioridad se vislumbra
la posibilidad de que el campo alicantino sufriese pérdidas, pues se señala a la langosta
como una de las causas que restaron rentabilidad al mencionado huerto de Valladolid.
En denitiva, durante estas dos décadas, a pesar de la presencia de años cuyas
cosechas estuvieron claramente por debajo de las expectativas marcadas (como en 1749
y 1750), la tendencia general fue la abundancia. De las veinte mejores cosechas de todo
el siglo, doce se registran en este período. Sin olvidar la moda del vino en este siglo
xviii y la conjunción reiterada de primaveras y veranos cálidos y secos (minimizados los
negativos efectos de la sequía por los riegos clave o las lluvias invernales) que actuaron
de forma muy positiva en la consecución de generosas cosechas, haciendo de estas dos
décadas las más rentables de todo el siglo.
55. ama, 9,50,101.
56. ama, 9,43,36.
57. Armando Alberola Romá: «Procesiones, rogativas, conjuros y exorcismos: el campo valenciano
ante la plaga de langosta de 1756», Revista de Historia Moderna. Anales de la Universidad de Alicante, 21
(2003), pp. 48-58.
58. ama, 9,46,118-118v.
72
Eduardo BuEno VErgara
Período 3. Descenso productivo e inestabilidad: 1759-1799
Como apuntamos, la tendencia caracterizada por buenas y excelentes cosechas se
romperá a partir de 1759. Ya el año anterior se celebraron rogativas pro pluvia llevando
en procesión a la Santa Faz,59 como era costumbre en las ocasiones de mayor necesidad,
algo que no había ocurrido desde 1742. La producción de vino en 1759 y 1760 fue escasa
y se sitúa muy por debajo de la línea de tendencia. Se trata del ejemplo más evidente de
la «elasticidad» a la que se rerió Labrousse al hablar de las cosechas de uva. No es de
extrañar que en ambos años se recurriese a los remedios religiosos para intentar aliviar
la falta de lluvias, conduciendo de nuevo la reliquia a la ciudad en febrero de 1760.60 A
pesar de la mejoría experimentada en 1761, los rendimientos sucesivos se mantienen
por debajo de las expectativas hasta 1767, discurriendo paralelamente con las magras
cosechas de grano que se registraron en el resto de la península y que fueron el preludio
de los motines de la primavera de 1766.
Durante el nal de la década de los sesenta y el comienzo de la siguiente se alternan
años de gran producción con otros más discretos, pero dentro de las expectativas marcadas
por la línea de tendencia. En febrero 1773 se hizo de nuevo necesario celebrar rogativas
públicas, pero como la lluvia no tardó en aparecer se suspendieron rápidamente.61 De
este año tenemos constancia de las altas temperaturas experimentadas, al menos, en los
últimos días de maduración de la uva, pues en octubre, a causa de irregularidades en
el suministro de nieve y a «los fuertes extraordinarios calores de estos dos meses de
septiembre y octubre» se produjo el desabastecimiento en la ciudad.62
Si como decimos, en febrero de 1773 se alcanzó el «benecio de la lluvia que
tanto se necesitaba», no sucedería lo mismo en los meses siguientes. En noviembre se
acordaba sacar en procesión a los patronos de la ciudad (Nuestra Señora del Remedio y
San Nicolás de Bari) para impetrar la necesaria lluvia.63 La situación no debió mejorar
y no llegaron las ansiadas precipitaciones invernales a juzgar por un nuevo traslado de
la reliquia en marzo de 1774.64 La sequía continuaba instalada en verano, dando lugar
a un hecho insólito: la celebración de rogativas privadas en agosto, que se convirtieron
en públicas a mediados de septiembre y, ya en noviembre, ante la falta de caudal para
cubrir los crecidos gastos que originaba el traslado de la Santa Faz, se determinó exponer
al Santo Sacramento en las distintas iglesias de la ciudad.65 En los primeros compases
de 1775 documentamos nuevas rogativas: privadas en febrero66 y públicas en mayo,67
59. ama, 9,48,39.
60. ama, 9,50,24v.
61. ama, 9,68,75.
62. ama, 9,68,378.
63. ama, 9,68,413.
64. ama, 9,69,102.
65. ama, 9,69,385.
66. ama, 9,70,43v.
67. ama, 9,70,133.
73
UN INDICADOR CLIMÁTICO PARA EL ALICANTE DEL SIGLO XVIII
reanudándose las celebraciones después del estío, en octubre y diciembre.68 La sequedad
ambiental se mantenía a comienzos del año siguiente, hasta que, por n, aparecieron las
lluvias la noche del quince de marzo, suspendiéndose la procesión por agua que estaba
prevista para el día siguiente.69 En medio de un tiempo atmosférico tan seco, apreciamos
la gran disminución de las cosechas entre 1774 y 1776, registrando cantidades de vino
visiblemente inferiores a las que cabría esperar.
La mejoría experimentada durante los años 1777 y 1778 parece que se extendió
hasta el comienzo de la década siguiente. En estos años ochenta no existen registros para
1783, 1785, 1786 y 1787, un vacío signicativo, teniendo en cuenta los notables trastor-
nos climáticos experimentados por aquellas fechas.70 Hubiese resultado especialmente
interesante conocer los rendimientos de 1783, un año en extremo convulso: se celebraron
rogativas públicas en febrero, que se repitieron en abril con el añadido del temor ante
los recientes temblores de tierra percibidos. En junio, la erupción del volcán islandés
Laki, cubrió toda Europa con un gris manto de ceniza, y afectó muy seriamente a las
cosechas de los años sucesivos. En noviembre, el tiempo había cambiado radicalmente
respecto a la primavera, y el consistorio alicantino temía que el exceso de lluvias dañase
los cultivos. En diciembre como continuasen las constantes precipitaciones, acompañadas
de fuertes vientos, se acordó hacer rogativas públicas «implorando a dios nuestro señor
la serenidad del aire y el cesamiento de las lluvias por el peligro de que las sobradas
aguas malogren la cosecha próxima siguiente».71 Se trata de la única ocasión en todo
el siglo en la que se han registrado rogativas pro serenitate en la ciudad. La cosecha de
1784 está en consonancia a las expectativas, aunque con 280.300 cts., desde luego no
se encuentra entre las más destacadas
En los años iniciales de la última década vuelve a ponerse de maniesto la esca-
sez de precipitaciones y, a excepción de 1794, entre 1790 y 1796 se celebran repetidos
rituales suplicando agua. A la vez, la producción de vino descendió de forma sustancial
entre 1791 y 1794, dibujando uno de los peores ciclos de toda la centuria. Pero la aridez
generalizada no fue obstáculo para que se desencadenasen precipitaciones otoñales de
alta intensidad horaria. Así sucedió en 1793 y, a principios de septiembre, se rompía el
azud de Mutxamel por el empuje de las aguas que, unos kilómetros más arriba, reba-
saban la pared del pantano de Tibi.72 Se malograron buena parte de las cosechas de la
Huerta alicantina, entre ellas la uva que se encontraba en su última fase de maduración.
No sólo quedó arruinada la vendimia de ese año, sino también la del siguiente, más aún
cuando, en primavera, otra avenida anegó nuevamente los campos. Como resultado, se
obtuvieron 181.834 cts., o lo que es lo mismo, la peor cosecha desde 1710.
68. ama, 9,70,326.
69. ama, 9,71,82v.
70. Inocencio Font Tullot, op. cit., p. 96.
71. ama, 9,78,283v.
72. Armando Alberola Romá: Catástrofe, economía..., op. cit., pp. 311-312.
74
Eduardo BuEno VErgara
En denitiva, asistimos a una fase en la que se alternan ciclos de buenas co-
sechas con otros en los que los rendimientos fueron francamente pobres, haciendo
buena la apreciación de Labrousse de que «las buenas y malas cosechas se suceden en
pelotón».73 Destacan en lo negativo tres momentos puntuales en tres décadas distin-
tas: el primero, y más prolongado en el tiempo, entre los años 1759 y 1766, el segundo
en el trienio 1774-1776, y el tercero entre 1791 y 1794.74 Dado que durante este último
período los años en los que se han registrado mejores rendimientos son similares a los
observados en décadas anteriores, suponemos que la supercie de tierras dedicadas a
la vid se mantuvo estable, al menos, desde mediados de siglo. No se puede explicar la
recurrencia de malas cosechas por un abandono del sector vitivinícola, o la pérdida de
cepas a causa de sequías, inundaciones, plagas o enfermedades ni, en denitiva sucesos
que dañasen de forma irremediable el viñedo alicantino. ¿Dónde, pues, podemos encontrar
la explicación a este comportamiento?
La fragilidad observada para las cuatro últimas décadas del siglo coincide en el
tiempo con la variabilidad climática identicada en tierras del mediterráneo occidental
(Cataluña) entre 1760 y 1800 conocida como oscilación o anomalía Maldá, cuyo rasgo
identicativo es «la presencia simultánea de episodios de sequía severa con fuertes preci-
pitaciones que ocasionaban inundaciones con daños y destrucciones considerables».75 Si,
como hemos avanzado antes, la irregularidad en las precipitaciones es una circunstancia
habitual en el clima mediterráneo, parece que durante estas cuatro décadas esta carac-
terística se acentúa. Los testimonios del Barón de Maldá, de quien se tomó el nombre
para bautizar la oscilación, tienen su reejo en tierras valencianas en el dietarista Fray
José Rocafort, que asistió como testigo al aumento de episodios climáticos extremos,
llegando a concebir un enfriamiento climático nisecular.76
Esos acontecimientos, muestra de un clima extremadamente cambiante, fueron
decisivos para que se produjese el constatado descenso en el rendimiento de los viñedos
alicantinos. La sequía se instaló de forma casi permanente durante las últimas cuatro
décadas del siglo a juzgar por la abundancia de las rogativas pro pluvia. Investigaciones
dendrocronológicas referidas a la cercana ciudad de Elche apuntan en la misma línea,
hacia un descenso pluviométrico en las décadas de los sesenta y los setenta.77 Se trata del
período más signicativo de nuestro estudio, teniendo en cuenta que damos por nalizado
el proceso de extensión del viñedo en la década central del siglo, manteniéndose una
supercie semejante en la segunda mitad del mismo.
73. Ernest Labrousse, op. cit., p. 446.
74. Teniendo en cuenta la escasez de datos para la segunda mitad de la década de los 80.
75. Mariano Barriendos y Carmen Llasat: «El caso de la anomalía “Maldá” en la cuenca mediterránea
occidental (1760-1800). Un ejemplo de fuerte variabilidad climática», en Desastre natural, vida cotidiana y
religiosidad popular en la España moderna y contemporánea, Alicante, 2009, pp. 264-265.
76. Armando Alberola Romá: Quan la pluja..., op. cit.
77. José Creus Novau y Miguel Ángel Saz Sánchez: «Las precipitaciones de la época cálida en el sur
de la provincia de Alicante desde 1550 a 1915», Revista de Historia Moderna, 23 (2005), p. 46.
75
UN INDICADOR CLIMÁTICO PARA EL ALICANTE DEL SIGLO XVIII
Comparación con otras series fenológicas
Dado que resultaba indispensable contrastar los rendimientos del vino con otras
fuentes que aportasen pistas acerca del contexto climático, nos parece enormemente
interesante establecer la relación con otras series fenológicas, aunque esto entrañe ciertas
reservas metodológicas. A partir de las series diezmales estudiadas por Armando Alberola,
disponemos de información aproximada acerca de los rendimientos del trigo y la cebada
entre 1730 y 1787.78 Son fuentes que han de ser tomadas con cautela, como apunta el
propio autor, pero que pueden dar una idea aproximada de los ritmos productivos del
grano en Alicante, haciendo posible la comparación con los datos obtenidos a partir de
los Maniestos del vino. Por otro lado, los ciclos biológicos de cada cultivo son dife-
rentes, la cebada solía sembrarse por septiembre y segarse a nales de abril o principios
de mayo; la siembra del trigo se hacía en noviembre, y se recogía por junio; como ya se
ha dicho más arriba, la vendimia se realizaba alrededor de octubre. El refranero popular
recoge ese desfase: «mayo hace el trigo, y agosto hace el vino». Por último, señalar que
el grano es mucho más sensible a los cambios en el tiempo atmosférico, como consta-
taremos a continuación.
Para poder proceder a la comparación, se ha elaborado una gráca, transformado
las cifras de cada año en base 100, donde 100 es la media aritmética del conjunto. So-
bre esos resultados hemos calculado la media móvil (que hemos reejado en la gráca
2), en este caso sobre 5 años, para señalar las variaciones observadas en un período
cronológico más corto.
Sin ánimo de armar un perfecto rompecabezas, apreciamos que los tres cultivos
presentan variaciones similares en las tendencias de sus cosechas. La evolución que
hemos comentado para los rendimientos del vino, tiene su correlato en los del grano.
Incremento en la década de los cuarenta y cincuenta, con la excepción de un importante
descenso hacia 1749-1750. A nales de los 50 se produce la caída más signicativa de
toda la centuria, especialmente en el caso de la cebada, que es el cultivo que presenta
mayor variabilidad en sus ritmos. Las plagas de langosta que arrasaron los cultivos durante
esos años pueden se la causa de esa mayor incidencia. La recuperación se produce en la
segunda parte de los 60 y un nuevo y rápido descenso a mediados de los 70.
CONCLUSIÓN
A través de los Maniestos del vino, hemos podido trazar una interpretación
climática para el Alicante del siglo xviii. Si bien las cantidades de vino obtenidas son
sucientes para relacionarlas con un ambiente atmosférico propicio para el desarrollo de
la vid y sus frutos (mejor tiempo, mayor cosecha), para los años en los que se registra-
ron cosechas más pobres ha sido necesario completar la información con otras fuentes.
78. Armando Alberola Romá: Jurisdicción y propiedad..., pp. 256-259.
76
Eduardo BuEno VErgara
GRÁFICA 2
Evolución de los rendimientos de vino, trigo y cebada en Alicante (1709-1799). Medias móviles
Fuente: Para el vino: ama, Armario 17, Libros de Maniesto del vino, años 1709-1799. Para la cebada y trigo: Armando Alberola Romá: Jurisdicción y propiedad...,
p. 257. Media aritmética = 100.
Vino
Trigo
Cebada
Media móvil 5 años
77
UN INDICADOR CLIMÁTICO PARA EL ALICANTE DEL SIGLO XVIII
Por ejemplo, en 1709 encontramos un invierno extremadamente severo que pudo afectar
a las vides, un verano aparentemente desapacible, y un contexto social marcado por la
guerra de sucesión. Tres factores que, combinados, causaron la peor cosecha de todo
el siglo.
En la mayoría de ocasiones, en cambio, los bajos rendimientos se pueden explicar
a partir de la sequía. Ocurre, sobre todo, en las últimas décadas del siglo, coincidien-
do con la oscilación climática Maldá, cuando el incremento de rogativas pro pluvia
apunta hacia un tiempo atmosférico de gran sequedad. Como se ha señalado, el estrés
hídrico provoca dicultades en el desarrollo de la vid y, por tanto, el descenso en las
producciones de vino. Ese vínculo entre sequía y descenso productivo se hace más
evidente cuando se comprueba la ausencia de rogativas durante las décadas de los
cuarenta y cincuenta, coincidiendo con la obtención de cosechas récord. En todo caso,
no se puede enunciar como norma inalterable, pues la reparación del pantano de Tibi
y la consecuente disponibilidad de riegos, contribuyó con toda seguridad a atenuar la
necesidad de precipitaciones.
Igualmente, no debemos pasar por alto la incidencia de las avenidas derivadas de
las furiosas lluvias que suelen aparecer en primavera y otoño. Los episodios de este tipo
ocurridos en 1793 y 1794 afectaron muy seriamente a las cosechas, prolongando las
pérdidas que se habían iniciado en 1791, y conformando uno de los peores ciclos para
la agricultura alicantina del siglo xviii.
En todo caso, no podemos sino señalar la dirección que ya apuntaran los estudios
pioneros que destacábamos al principio, y ésa no es otra que la necesidad de continuar
investigando en esta línea, situando en un mismo plano las informaciones obtenidas
a partir de distintas fuentes y metodologías. Algunas ya las hemos anticipado en este
trabajo, como la comparación con las series diezmales del grano y una aproximación al
uso de las rogativas como proxy data. El comercio de la nieve puede resultar interesante
tanto para conocer las características de los inviernos en poblaciones ubicadas a pocos
kilómetros de la ciudad, como para trazar algún rasgo distintivo del verano a través de
su demanda y consumo. Todo ello sin olvidar las referencias climáticas entresacadas de
la correspondencia, o las propias informaciones directas que aparecen en las actas del
cabildo, de las que ya hemos utilizado alguna. Y es que si, como dijo Le Roy Ladurie,
Baco es decididamente un proveedor inagotable de informaciones climáticas, no es
menos cierto que ha de venir acompañado de otros indicadores a n de formular una
reconstrucción completa del clima.
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... Para las postrimerías del siglo XVIII, el botánico Cavanilles estima que la Huerta había alcanzado las 29.906 tahúllas 67 , superficie que a duras penas superaría en los siglos siguientes quedando estabilizada en torno a las 30.000 tahúllas. 64 GIMÉNEZ LÓPEZ, E. (1981), BUENO (2013). El cántaro en Alicante equivalía a 11,55 litros. ...
Article
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The Huerta of Alicante, prototype called deficit irrigation or dryland improved, offers one of the best examples of how water scarcity triggered the search for technical solutions, led the investment in water infrastructure and developed a peculiar relation between farmers and water owners. The management of water resources and their distribution by strict computation time by the Alicante town until 1739 allowed, despite the physical and climatic conditions, the development of a significant modern farming for centuries. Early separation of water from land to which it was attached in the early medieval distributions caused many conflicts throughout history and attempts to unify both properties, which never got. Keywords: water deficit, drought, Huerta of Alicante, Tibi reservoir, political control, improved rainfed, irrigation system.
... La información referida a rogativas durante el siglo XVIII, a diferencia de los dos siglos anteriores, es abundante y prolija reflejando perfectamente la situación existente en el campo alicantino a lo largo de la centuria. Los vaivenes meteorológicos vienen a coincidir con las oscilaciones de las cosechas, las fases de crisis vividas en la ciudad y su huerta y la disponibilidad de agua para riego (Bueno, 2013). Éste último pasó a estar controlado por el Real Patrimonio tras la reconstrucción del pantano de Tibi en diciembre de 1738 y la promulgación de nuevas ordenanzas a cargo de José Fondesviela, intendente de Valencia. ...
Conference Paper
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Resumen. La Huerta de Alicante fue, durante la Edad Moderna, uno de los secanos regados mas interesantes del Levante peninsular. El secular deficit hidrico dio lugar a un sistema de riego basado en un estricto computo horario y a la construccion de presas que retuvieran y desviaran el agua generada por las precipitaciones extraordinarias otonales. El modelico pantano de Tibi (1579-1594) levantado en el curso del rio Montnegre es un excelente ejemplo de la necesidad acuciante de almacenar agua para poder regar los campos en los periodos clave del ciclo agricola pero, tambien, del deseo de evitar que los caudales -tan extraordinarios como necesarios- producto de las precipitaciones otonales se perdieran en el mar. El embalse de Tibi y los azudes de Mutxamel, Sant Joan y El Campello, localizados aguas abajo de la misma, compusieron un singular sistema hidraulico sistematicamente sometido a los vaivenes de la meteorologia. Las pertinaces sequias padecidas durante la Edad Moderna, junto con los excesos hidrometeorologicos, contribuyeron a crear una peculiar “cultura del agua” en la que tecnica, control institucional y religiosidad popular se dieron la mano y contribuyeron a componer un paisaje de regadio deficitario de enorme interes que ha estado vigente hasta las decadas postreras del siglo pasado. Palabras clave . Deficit hidrico, sequia, tormentas, inundaciones, obras hidraulicas, rogativas, pantano de Tibi, azudes, rio Montnegre (Alicante) Abstract . Culture of survival: water shortage and excess in the Huerta of Alicante (XVI-XVIII centuries). The Huerta of Alicante was along the Modern Age, one of the most interesting irrigated dryland in the Eastern Iberian Peninsula. The secular water deficit led to an irrigation system based on a strict schedule computation and the construction of dams to hold and divert the water generated by the extraordinary autumn rainfall. The modelic Tibi's reservoir built (1579-1594) in the Montnegre river is an excellent example of the pressing need to store water to irrigate the fields at key periods of the agricultural cycle, but also an expression of the desire to avoid the flows produced by the intense storms of autumn were lost at the sea. Tibi's reservoir and dams of Mutxamel, Sant Joan and El Campello -raised downstream-, composed a unique hydraulic system systematically subjected to the vagaries of the weather. The droughts and hydrometeorological excesses experienced during the Modern Age contributed to create a unique "water culture" in which technics, institutional control and popular religiosity shook hands and helped to the configuration of a poor irrigated landscape of enormous interest, wich has been in force until by the last decades of the last century. Keywords. Water shortage, drought, storms, floods, water works, rogations, Tibi reservoir, dams, Montnegre river (Alicante) http://dx.doi.org/10.4995/ISL2014.2014.168
Article
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Tomando como objeto de estudio la ciudad de Alicante, realizamos una aproximación a la lucha contra la adulteración del vino desde el final del Antiguo Régimen hasta la consolidación del régimen liberal. Durante la Edad moderna y las primeras décadas del siglo xix, los esfuerzos estuvieron encaminados a evitar la entrada de vino “adulterado” con mezclas de otros vinos procedentes de fuera del término alicantino, en consonancia con las políticas proteccionistas. Una vez se decretó la libertad de comercio, en un contexto de crecimiento productivo y exportador, la adulteración fue objeto de un doble interés. Por un lado, se trató de perseguir la presencia de productos adulterantes en los vinos exportados, a fin de evitar el descrédito que eso suponía en el mercado internacional. Por otro, dentro de las preocupaciones higienistas, se trató de evitar que el uso de determinadas sustancias pudiera dañar la salud de la población.
Article
The use of rogation ceremonies due to environmental causes constitutes an important source of information in paleoclimatic reconstructions. Their specific characteristics and full documental records permit highly reliable series to be reconstructed with daily, monthly, seasonal or annual resolution over periods of several centuries (3–4 centuries in the case of Catalonia). The levels of intensity, reflected in the type of religious ceremony enacted, allows quantification. Comparative analysis is made possible by the similarity of the mechanisms developed in different localities. The use of these series in paleoclimatological studies is a promising line of research, particularly as regards the pro pluvia rogations celebrated in the Mediterranean countries and in South America.
Article
Se presenta una visión de la historia política, social y cultural de España en el siglo XVIII.
Quan la pluja no sap ploure. Sequeres i riuades al País Valencià en l'edat moderna, Valencia. anes álvarez, Gonzalo (1967): «La época de las vendimias: la tradición de los estudios de climatología retrospectiva en España
José Creus Novau y Miguel Ángel Saz Sánchez: «Las precipitaciones de la época cálida en el sur de la provincia de Alicante desde 1550 a 1915», Revista de Historia Moderna, 23 (2005), p. 46. alberola romá, Armando (1999): Catástrofe, economía y política en la Valencia del siglo xviii, Valencia. -(2003): «Procesiones, rogativas, conjuros y exorcismos: el campo valenciano ante la plaga de langosta de 1756», Revista de Historia Moderna. Anales de la Universidad de Alicante, 21, pp. 7-75. -(2009): «No puedo sujetar la pluma de puro frío, porque son extremados los yelos. El clima en la España de los reinados de Felipe V y Fernando VI a través de la correspondencia de algunos ilustrados», Investigaciones Geográficas, 49, pp. 65-88. -(2010): Quan la pluja no sap ploure. Sequeres i riuades al País Valencià en l'edat moderna, Valencia. anes álvarez, Gonzalo (1967): «La época de las vendimias: la tradición de los estudios de climatología retrospectiva en España», Estudios Geográficos, 107, pp. 243-263. barriendos, Mariano y Carmen llasat (2009): «El caso de la anomalía "Maldá" en la cuenca mediterránea occidental (1760-1800). Un ejemplo de fuerte variabilidad climática», en A. Alberola y J. Olcina (eds.), Desastre natural, vida cotidiana y religiosidad popular en la España moderna y contemporánea, Alicante, pp. 253-286. bennassar, Bartolomé (1983): Valladolid en el siglo de oro. Una ciudad de Castilla y su entorno agrario en el siglo xvi, Valladolid.
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El monasterio de la Santa Faz. Religiosidad popular y vida cotidiana
  • Cutillas Bernal
Cutillas bernal, Enrique (1998): El monasterio de la Santa Faz. Religiosidad popular y vida cotidiana, Alicante.
Territorio y jurisdicción en Alicante: el término general durante la Edad Moderna
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Dueñas Moya, M.ª Carmen (1997): Territorio y jurisdicción en Alicante: el término general durante la Edad Moderna, Alicante. Font Tullot, Inocencio (1988): Historia del clima de España. Cambios climáticos y sus causas, Madrid.
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Giménez López, Enrique (1981): Alicante en el siglo xviii. Economía de una ciudad portuaria en el Antiguo Régimen, Valencia. Giralt i Raventós, Emili (2002): «En torno al precio del trigo en Barcelona durante el siglo xvi», en Empresaris, nobles i vinyaters. 50 anys de recerca histórica, Valencia, pp. 93-114.
Historia del clima desde el año mil
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