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Primera cita, documentada gráficamente, sobre Abubilla (Upupa epops
Linnaeus, 1758) cebando un volantón de Críalo europeo (Clamator
glandarius Linnaeus, 1758)
First record, graphically documented, on Hoopoe (Upupa epops Linnaeus,
1758) feeding a young fledgling Great spotted cuckoo (Clamator glandarius
Linnaeus, 1758)
Amor García, Augusto
Palacios Colomer, Teresa
Basanta Reyes, Luis F. (lbasanta@ucm.es)
RESUMEN
El día 03-06-2020, en un área situada en la provincia de Madrid, se localiza un Almendro
(Prunus dulcis), que soporta dos nidos de diferentes especies; Urraca (Pica pica) y
Abubilla (Upupa epops). Ambos parecen contener pollos, a juzgar por las continuas
visitas de sus respectivos adultos, con cebo en pico.
El 14.06.2020, se observa que los nidos parecen vacíos, mientras, en un árbol cercano,
están posados dos volantones de Críalo (Clamator glandarius) (nº1) y (nº2).
Un adulto de Urraca reclama desde un árbol próximo y el volantón (nº1) se desplaza a su
encuentro, volando, reclamando y con actitudes petitorias, siendo cebado. El volantón
(nº2) no mostró reacción alguna ante esa ceba.
Un adulto de Abubilla se aproxima al volantón (nº2), que, al verla, solicita ser alimentado,
siguiendo los patrones habituales (llamadas sonoras y movimiento de alas),
produciéndose la ceba de la Abubilla al joven Críalo.
En una segunda ocasión, un adulto de abubilla se aproxima acompañado por un volantón
de Abubilla, al volantón de Críalo (nº2), repitiéndose la ceba a este, a pesar de que el
volantón de Abubilla también relama ser cebado. El volantón de Críalo (nº1), no muestra
ningún tipo de reacción, permaneciendo posado en su árbol.
SUMMARY
On 06-03-2020, south of the province of Madrid, an Almond tree (Prunus dulcis)
supporting two nests of different species, Magpie (Pica pica) and Hoopoe (Upupa epops)
is located. Both seem to contain chickens, because the continuous visits of their respective
adults, with bait in beak.
On 14.06.2020, nests appear empty. While, in a nearby tree, two Great spotted Cuckoo
(Clamator glandarius) fledglings are perched (nº1) and (nº2). An adult of Magpie claims
from a nearby tree and (nº1) moves to meet him, flying, claiming and with petitive
attitudes, being fed. The fledling (nº2) did´nt show any reaction and remains on the
branch.
An adult of Hoopoe approaches the fledling (nº2), who, upon seeing it, requests to be fed,
following the usual patterns (sound calls and wing movements), producing Hoopoe's bait
for the young Great spotted cuckoo. On a second occasion, an adult hoopoe approached,
accompanied by a Hoopoe fledgling, to the (nº 2) repeating the feeding to it, despite the
fact that the Hoopoe fledgling also asked to be fed. The (nº 1) fledgling shows no reaction
whatsoever, remaining perched on its tree.
ANTECEDENTES
El Críalo europeo ha sido considerado un parásito especialista en Iberia, (Arias de Reyna,
1984), autor que añade ; “Actualmente se está notando en la especie una cierta tendencia
expansiva, tanto hacia nuevas áreas como hacia la utilización de nuevas especies
hospedadoras”, frase que parece haber sido premonitoria.
Hasta 1979, todo lo que se sabía es que se habían datado parasitaciones sobre algunas
otras especies: “…. revisando los datos aportados por la bibliografía, vemos que,
además de la Urraca, también hay otras especies como la Grajilla, la Corneja, la Chova,
etc, que con relativa frecuencia son parasitadas. Incluso se han encontrado sus huevos
en nidos de Milanos” (Arias de Reyna, 1984).
(Soler, 2012), considera la Urraca (Pica pica) y la Corneja común (Corvus corone) sus
principales hospedadores en la península. Añade que también la Chova piquirroja
(Pyrrhocorax pyrrhocorax ) y la Grajilla occidental (Corvus monedula ) son parasitadas
por el Críalo, “sobre todo en zonas desarboladas donde la Urraca es escasa”. Menciona al
Rabilargo (Cyanopica cyanus) (cooki act.) como un huésped apropiado, aunque “desde
hace décadas no se ha encontrado ningún nido de esta especie parasitado por el Críalo
(Arias de Reyna, 1998) en (Soler, 2012).
(Soler et al.,2000) cita a (Fry et al, 1988), quienes, para el África subsahariana, comentan
que el Críalo parasita otras especies de córvidos, estorninos y abubillas.
En la bibliografía más reciente, (Lowther 2015), en el “Listado de hospedadores”
encontramos citada como hospedador de Clamator glandarius, a una especie muy próxima
a la Abubilla (Upupa epops) en África: Abubilla africana (Upupa africana), citada por
Rowan (1983) si bien, el dato está calificado como cuestionable en el propio Listado, por
su poca precisión; al igual que otras citas, sobre otras especies, de la misma autora.
Almendro (Prunus dulcis) de la zona: Gran porte, sin podas, con ramas secas. Foto: A. Amor
HABITAT
El área de observación se sitúa en el sur de la provincia de Madrid.
Cobertura vegetal de encinares adehesados, con poca presión humana, intercalado de
plantaciones añejas de Almendros (Prunus dulcis) sin tratamientos ni podas. No se recoge
la cosecha. En los bordes del área, vegetación sustitutiva de un estadio, lejano ya, del
climax, se presenta un buen número de pies de Retama (Retama sphaerocarpa). Existe
algún pino (Pinus sp.) disperso, escasos.
Por diversas razones, entre ellas la tranquilidad y práctica ausencia de visitas humanas,
incluso en años anteriores a 2020, la zona acoge una importante densidad de Urracas y de
Críalos, reduciéndose la extensión de los territorios y, por tanto, la distancia entre nidos
del hospedador.
Ejemplares adultos de Críalo europeo, el 16.02.2019. (Foto: Teresa Palacios)
DATOS DE LA OBSERVACIÓN
Previamente a la datación concreta, que provoca esta publicación y su testimonio
fotográfico, los autores han realizado durante el año 2019 diferentes visitas a la zona,
coincidentes con el periodo reproductor del Críalo y su hospedador la Urraca, obteniendo
otros datos diversos y fotografías. Durante el año 2019, no se observaron patrones de
conducta diferentes a los conocidos y publicados en la bibliografía consultada.
Durante el año 2020, las visitas a la zona comenzaron a finales del mes de febrero y se
vieron interrumpidas a mediados del mes de marzo por las restricciones debidas a la
pandemia, reanudándose al ser autorizadas, nuevamente, las salidas.
El día 3 de junio de 2020 se localiza, en la zona citada, un nido de Urraca (Pica pica) en
un Almendro (Prunus dulcis), con pollos, a juzgar por las frecuentes entradas con cebo
en pico de los adultos y los sonoros reclamos.
Mientras se efectúan estas observaciones, un ejemplar adulto de Abubilla (Upupa epops),
con cebo en el pico, se posa en las ramas secas de la parte alta del mismo árbol en que
está el nido de las urracas. Salta hacia un hueco que se aprecia en una de las ramas
principales, ya seca, de la que pende otra rama que, al desgajarse, ha originado una
oquedad, siendo aprovechada para instalar el nido y … sale sin cebo.
Durante largo rato, se observan las continuas entradas a sus respectivos nidos de urracas
y abubillas, aportando alimento para sus pollos en el mismo árbol.
Se observan críalos adultos en los alrededores, como es habitual en la zona cada año por
esas fechas.
Fecha: 14 de junio de 2020. Hora: 07,00-09,30 a.m.
A la llegada a la zona, los observadores localizan dos ejemplares volantones de Críalo
(Clamator glandarius), (que denominaremos como (nº1 y nº2), que se encuentran
posados, juntos, en las ramas secas de un almendro, muy cercano al árbol en que se sitúan
los nidos de Urraca y Abubilla.
Un ejemplar adulto de Urraca se aproxima volando, pasa por delante de los dos volantones
de Críalo, emitiendo reclamo, y se posa en un árbol cercano. Es respondido,
exclusivamente, por uno de los dos volantones de Críalo (nº1), que levanta el vuelo y se
cambia de árbol, siendo allí cebado por la urraca adulta. El otro volantón de Críalo (nº2),
permanece en su posadero inicial, sin apreciarse estímulo o interés alguno.
El volantón de Críalo (nº1) responde a las llamadas de un adulto de Urraca; levanta el vuelo
y acude, reclamando, hasta el árbol en que está esperando la Urraca. FOTO. Teresa Palacios
El volantón de Críalo (nº1), atraído por las llamadas de la Urraca, se cambia de árbol,
dejando solo al (nª2). Reclama comida al adulto de Urraca. (FOTO: Augusto Amor)
Volantón de Críalo (nº1) alimentado por un adulto de Urraca. El volantón (nº2) no reaccionó
a las llamadas de la Urraca. (FOTO: Augusto Amor)
El volantón de Críalo (nº1) obtiene su comida de un adulto de Urraca, tras habérsela
reclamado. (FOTO: Augusto Amor)
Casi al mismo tiempo, mientras tiene lugar la ceba de la Urraca al volantón de Críalo
(nº1), un adulto de Abubilla, con cebo en pico, se aproxima volando hacia el joven Críalo
(nº2) (que permaneció sin desplazarse de su posadero inicial), produciéndose una
inmediata reacción petitoria de alimento por parte de este, con vocalizaciones y
movimiento de alas. La Abubilla adulta le ceba y se va. Un volantón de Abubilla, que
acompañaba al adulto, se queda posado junto al volantón de Críalo (nº2).
El volantón de Críalo (nº2), que no respondió a los estímulos y llamadas de la Urraca adulta,
es visitado por un adulto de Abubilla, siendo cebado. (Foto: Augusto Amor)
Entretanto, el volantón de Críalo (nº1), alimentado por la Urraca, permanece alejado. en
el mismo árbol en que fue cebado observando el entorno, sin reaccionar ante las demandas
de su congénere (nº2), a la Abubilla.
Al poco tiempo se presenta volando un adulto de Abubilla (quizás el mismo de la primera
ceba, o la pareja), con cebo en pico, que ceba nuevamente, esta vez en vuelo, al volantón
de críalo (nº2), desoyendo las peticiones del volantón de Abubilla, situado muy próximo.
Adulto de Abubilla realizando una segunda ceba al volantón de Críalo, pese a la demanda
de alimento del volantón de Abubilla también presente. Foto: Augusto Amor.
Ni a las urracas ni a las abubillas adultas, parecía gustarles cebar a los volantones de
Críalo bajo la mirada de los observadores.
De hecho, aparece de nuevo una Urraca adulta y, volando por delante del joven de Críalo
(nº 1), provoca que le siga, dirigiéndose a la base de unas retamas, donde, desde lejos, se
observa como es cebado nuevamente.
A los pocos minutos, es un adulto de Abubilla el que hace acto de presencia y, con unos
vuelos por delante del volantón de Críalo (nº 2) y del volantón de Abubilla, se lleva a
ambos también hacia las retamas, a una zona apartada de las urracas.
Un adulto de Abubilla evoluciona delante del volantón de Críalo nº2, consiguiendo que lo siga a
una zona más alejada de los observadores. (FOTO: Teresa Palacios)
DISCUSIÓN
Es innegable el interés, que el dato de ceba de una Abubilla adulta a un volantón de
Críalo (fotografiado en dos ocasiones diferentes), supone para la Ciencia ornitológica
en general y para el conocimiento de la biología del Críalo en particular.
La parasitación, aceptada como confirmada, de un hospedador por parte del Críalo
(Clamator glandarius), lo ha venido siendo en base al hallazgo de huevos de Críalo en el
nido de un hospedador y su identificación mediante relación de medidas largo-ancho
(Arias de Reyna, 1.984 ) y/o técnicas espectrofotométricas (Soler, J.J. et al.2003).
Ya hubiéramos querido los autores haber comprobado, de semejante y fehaciente forma,
la parasitación del Críalo a la Abubilla desde un primer momento, mediante el hallazgo e
identificación de huevo/os de Críalo en el nido de esta y haber realizado un seguimiento
completo. Nada podíamos sospechar cuando localizamos, en el mismo árbol, un nido de
Urraca y otro de Abubilla, y nada debemos añadir a los hechos objetivos reseñados.
Las observaciones y pruebas gráficas que se acompañan, ofrecen el testimonio de dos
cebas de adulto/s de Abubilla a un volantón de Críalo. Son datos novedosos, inéditos,
según la bibliografía consultada.
No obstante, no podemos evitar buscar una explicación hipotética a dicho
comportamiento, así como a las diferentes respuestas de los volantones de Críalo.
No podemos especular sobre situaciones que hubieran podido darse, en algún momento
del período de cebas en nido, entre Abubilla y Urracas.
Desde el momento en que se descubren los nidos de ambas especies en el mismo árbol,
hasta el día en que se localizan dos volantones de Críalo posados juntos, en las cercanías
de los nidos, transcurren 11 días.
El día 14 de junio de 2020 se localizan, juntos, a los dos volantones de Críalo.
Los nidos de Urraca y Abubilla del mismo árbol están vacíos.
Los dos volantones de Críalo, que podrían ser hermanos de nido o no, presentan un
comportamiento clásico de agregación y relación tras sus primeros vuelos, tendente a
recuperar la identidad y reconocimiento como especie (Soler et al.,1999).
Urracas y Abubillas adultas, no podrían estar tan cerca de unos nidos que no fueran los
suyos propios, cuando se aproximan a cebar a los volantones de Críalo, excepto si fueran
ellas mismas las “titulares” de esos nidos y territorio. En otro caso serían atacadas por los
congéneres “propietarios” de esos nidos y/o territorios.
Creemos que los dos volantones de Críalo “pertenecen al mismo árbol”. porque no hay
ninguna agresión, ni conato alguno, entre los adultos de ambas especies (Abubilla y
Urraca) y porque cada volantón presenta reacciones selectivas e inversas al otro,
dependiendo de la especie del adulto que reclame o vuele en las cercanías.
Cuando se aproxima un adulto de Urraca al área en que se encuentran los volantones de
Críalo y emite sus llamadas, es respondido, exclusivamente, por el volantón de Críalo
(nº1), ya esté junto al otro volantón o solo. El volantón de críalo (nº2) permanece en su
posadero sin reaccionar.
Se ha prestado especial atención y control por parte de los observadores (dos al unísono),
para confirmar y asegurar qué adulto y de qué especie, cebaba a qué volantón, para evitar
confusiones, ya que ninguno de los volantones de Críalo estaban marcados.
Cuando un adulto de Abubilla reclama o se aproxima volando, es el volantón de Críalo
(nº2) el que reacciona, con llamadas insistentes y actitudes petitorias, al tiempo que el
volantón (nº1) se muestra desinteresado, sin reacción alguna.
El volantón de Abubilla parece acompañar, frecuentemente, a los adultos de Abubilla.
No se ha observado interrelación de este con los volantones de Críalo, aunque se muestra
confiado, por la corta distancia a que se sitúa.
En la segunda ceba de un adulto de Abubilla al volantón de Críalo (nº2), está presente el
volantón de Abubilla, que reclama ser cebado al unísono que el volantón (nº2), siendo
ignorado por el adulto que, directamente, prioriza, se dirige y ceba al volantón de críalo
(nº2).
Es muy probable que el volantón de Abubilla aproveche la, casi continuada, estancia con
sus progenitores, para demandar y recibir alimento sin la competencia del volantón de
críalo (nº2).
Los volantones de Críalo siguen siendo alimentados, tras salir del nido, por sus padres
adoptivos (Soler, J.J. 2012).
Este mismo autor comenta: “Pasado algún tiempo, volantones procedentes de distintos
nidos….. se juntan en grupos.. Estos grupos son alimentados por grupos de hospedadores
adultos…Además, una misma Urraca alimentó a dos pollos de Críalo procedentes de
distintos nidos y, por tanto, se puede inferir que las urracas alimentan a todos los pollos
de críalo independientemente del nido del que procedan.” (Soler, J.J. 2012).
Afirmación, esta última, que no podemos hacer nuestra en el caso que describimos, ya
que la Urraca alimentó solamente a un volantón de Críalo (nº1), porque fue uno solo el
que respondió positivamente a su reclamo.
El comportamiento del volantón de Críalo (nº1), sigue los patrones descritos por los
autores citados arriba, para un parásito que utiliza de hospedador a la Urraca: Reacciona
y acude a sus llamadas, solicita y recibe ceba, sigue al adulto volando, etc.
El comportamiento del adulto de Urraca, llamando al volantón de Críalo para cebarle en
otro árbol más alejado, podría responder a que no ha considerado seguro hacerlo donde
se encontraban los dos volantones juntos, probablemente por la distancia a ellos de los
observadores. Incluso regresa tras la primera ceba y “se lleva” al volantón que quiere
seguirle, a un lugar más alejado entre las retamas.
Tanto el comportamiento del volantón de Críalo (nº2), como el comportamiento de las
Urracas, parecen indicar que no se ha creado impronta de ningún tipo entre ellos, lo que
podría indicar que no es un pollo alimentado por las urracas, desde su nacimiento, en un
nido de urracas.
Con referencia a las improntas de un pollo de Críalo con los padres adoptivos que le
alimentan, Arias de Reyna realizó varios experimentos con pollos de Críalo, unos criados
por Urracas y otros por Rabilargos (el experimentador parasita artificialmente nidos de
Rabilargo) descubriendo que, después de dos meses de haber volado del nido y no ver a
sus padres adoptivos, todavía reconocen a sus respectivos hospedadores (Arias de Reyna,
1984 ).
En el Cuadro se comparan los periodos de incubación y de estancia en nido, para Urraca,
Abubilla y Críalo.
Incubación
Estancia en nido
Urraca
18
20-24
Abubilla
17
24-30
Críalo
13-14
19-25
Fuente: Soler 2012, Martín-Vivaldi 2016
Debemos reconocer que:
Los patrones de conducta exhibidos por el volantón de Críalo (nº2), pudieran ser
semejantes a los de un volantón de Críalo criado por Abubillas, desde su nacimiento, en
un nido de Abubillas: Reacciona y acude a sus llamadas, solicita y recibe ceba, sigue al
adulto volando, etc.
El adulto de Abubilla prioriza la ceba al volantón de Críalo( nº2), antes que al
volantón de su misma especie, pese a estar reclamando igualmente y en proximidad.
El comportamiento del volantón de Abubilla parece indicar que está acostumbrado
a la presencia del volantón de Críalo (nº2).
El volantón de Críalo (nº2), es indiferente a las llamadas, reclamos, vuelos y oferta
de cebas que los adultos de Urraca ejecutan dirigidas al volantón de Críalo (nº1).
Quizás la proximidad de un nido, en el mismo árbol que el de urraca, de una
especie de similar corpulencia a la suya, pudiera haber invitado a la hembra de Críalo a
depositar un huevo en él.
Podría ser una explicación al infrecuente éxito reproductor (productividad) de las
Abubillas de nuestro caso: Un único volantón.
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