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La contaminación de granjas porcinas industriales, el ejemplo de Yucatán

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La contaminación de granjas porcinas industriales, el ejemplo de Yucatán. Emilio de los Ríos Ibarra Durante los últimos 25 años, mientras se ha reducido el número de granjas, se ha incrementado su tamaño, creando granjas industriales que generan contaminación y molestias a la población, lo que las ha puesto en la mira de la opinión pública. En Yucatán, una acelerada instalación de granjas ha derivado en conflictos socio ambientales, dos de los cuales, ya se ventilan en los juzgados. Evidentemente se llegó a una crisis. En este documento, no se argumentará a favor o en contra de alguna de las partes en conflicto, se trata, primero: de poner en perspectiva la escala de la producción porcina del país y de Yucatán, comparando México con un pequeño país europeo productor de cerdos, que ilustra que es posible producir cerdos con un mínimo de consecuencias sobre el ambiente, siempre y cuando se tomen las medidas pertinentes. Para después, con base en el análisis del desarrollo reciente de la porcicultura en Yucatan y las regulaciones en la materia responder a las siguientes siguientes preguntas: 1. Como se llegó al punto de crisis ? 2. Se hubiera podido evitar? Y concluir con algunas propuestas. Análisis comparativo de la dimensión de la producción porcina en Yucatán En el norte de Europa, Dinamarca, país de 43 394 km 2 produce aproximadamente 18 millones de cerdos anuales, mas o menos lo mismo que México cuya extensión es mas de 40 veces la del país europeo. Dinamarca Producción de cerdos Cabezas 2017 2018 17,465,583 18,085,605 México 17,465,005 18,526,707 Yucatán 1,670,053 1,736,994 país Fuente FAOSTAT y SIAP SADER para Yucatan Yucatán tiene una superficie de 39 540 km2, y en 2018 produjo, según datos del SIAP – SADER, 1.74 millones de cerdos, sea el 9.4 % de los puercos de Dinamarca, en un territorio de 91% de la extensión de Dinamarca, donde no hay los conflictos socio – ambientales. Evidentemente algo no se esta haciendo de forma correcta. En Dinamarca; como en todo país en que la población comparte una noción del bien común, existen instituciones que en nombre del interés colectivo, siguen la evolución de todaactividad productiva y son capaces de identificar las posibles amenazas para buscar alternativas antes de que surjan conflictos. En las actividades agropecuarias, generalmente esta función es compartida por dos tipos de instituciones. Unas que generan información derivada de investigación científica, que forma el acervo teórico para guiar el desarrollo de la actividad y otras encargadas de ensayar, probar a escala real los resultados de la investigación, para después divulgar y dar seguimiento a las innovaciones, en colaboración con los productores. Esta información de “campo” permite encausar la evolución de las actividades productivas acorde a políticas establecidas y proporciona una visión crítica e informada, que entre muchas otras cosas permite detectar los problemas y la toma de decisiones informadas a autoridades y otros sectores involucrados para construir acuerdos que eventualmente se reflejaran en leyes y reglamentos que todas las partes están dispuestas a respetar. En México, primero es urgente reconocer la fragilidad del “interés colectivo”, ante una total falta de una noción del bien común a la que adhiera toda la sociedad. Si, en algún momento se crearon instituciones de investigación agropecuaria, para dirigir las actividades productivas de acuerdo a políticas públicas de largo plazo, basto un repentino cambio de política para que desaparecieran de un plumazo. Actualmente, la escasa investigación agropecuaria, está en general desvinculada de la realidad del día a día de las granjas y persigue todo menos el avance del sector con base en una política sectorial coherente y con visión de largo plazo. Desde hace ya varias décadas, no hay una política agrícola digna de este nombre en el país. Ante la falta de investigación con una visión de política pública; no debe extrañar que se produzca un desfase entre la realidad en el campo y las leyes y reglamentos que regulan el sector. En resumen: En México no hubo forma de detectar la amenaza que el crecimiento las granjas representaba y en consecuencia no se reformó las leyes para evitar efectos no deseados de la porcícultura industrial. Razón detrás de la actual crisis. Que había que hacer para evitar llegar a la crisis? A fines de la década de los 90’s, mientras se consolidaba la porcicultura industrial, se promulga la NOM ECOL 001 1996 ( DOF 6 Enero 1997 ) para regular las descargas de aguas residuales. En ese momento, se suscita un debate alrededor de la aplicación de la norma a las granjas porcinas. Uno de los puntos debatidos era la exención de los limites máximos permisibles de nitratos y fósforo para las descargas de aguas residuales mediante el riego a suelos agrícolas. (Drucker A.G.,Latacz-Lohmann U., 2003) Afirman que él entonces director de regulación de la CONAGUA en Yucatán, mencionó su desacuerdo en relación a esta exención. Y coinciden con (Pérez Espejo R., 2001) en señalar que la estrategia ambiental basada en medidas de comando y control plasmada en la NOM-001-ECOL-1996 no es la adecuada para regular las descargas de las granjas porcinas. Ya que se trata de una norma genérica que no distingue las particularidades de cada actividad, que no existe sistema de tratamiento por complejo y oneroso que sea, para producir un efluente que cumpla con las condiciones de descarga exigidas en la norma. Y por último (Pérez Espejo R., 2001) puso en evidencia que la autoridad, desde esa época, no contaba con los recursos humanos, ni con el presupuesto necesarios para la aplicación, seguimiento y vigilancia del cumplimiento de la norma por lo que probablemente sería letra muerta. Entonces, de cierta forma hay que reconocer “fallas de origen” en esta reglamentación, que no cambió en 23 años, lapso en que las granjas porcinas redujeron su número y aumentaron su población.En cuanto al territorio Yucateco, unos meses después de la emisión de la norma, varios investigadores de instituciones locales trabajaron para caracterizar el territorio y evaluar la vulnerabilidad a la contaminación del manto freático. Se sistematizó información de fuentes bibliográficas, se hizo trabajo e investigación de campo para generar datos valiosos, que ponían en evidencia los riesgo de contaminación por las aguas residuales, el mal manejo de estiércoles, el excesivo uso de fertilizantes y biocidas. Estos resultados se publicaron en artículos y tesis de grado. El mismo grupo, propuso estrategias preventivas y medidas correctivas. Sin embargo desde entonces, no hay evidencia de que estas investigaciones hayan influido en la toma de decisiones de funcionarios o productores y menos en la elaboración de leyes y reglamentos. Mas tarde, en otro esfuerzo, se elabora un ordenamiento ecológico del territorio estatal y otro de la costa, que de poco han servido a juzgar por el desorden que impera en el desarrollo urbano en la zona metropolitana de Mérida y la costa del Estado. Ordenamientos que no incluyen criterios de zonificación o limites al número de granjas a escala regional o municipal. Resulta entonces evidente que por alguna razón, a pesar de contar con información sobre el problema, no hubo voluntad política para emprender acciones, reformar la legislación y evitar la crisis actual. ¿Cual es el camino a seguir para salir de la crisis actual ? El primer requisito es la voluntad política para convocar a los sectores involucrados, instaurar un dialogo que construya acuerdos que eventualmente se reflejarán en leyes y reglamentos que las partes están dispuestas a cumplir y respetar. Después es necesario reconocer que las granjas porcinas industriales son fuente importante de contaminantes potenciales para suelos, atmósfera y agua. Por lo tanto el manejo y destino final de los residuos generado en una granja requiere de un sistema de manejo integral tanto de sólidos como de efluentes líquidos de manera a evitar la contaminación de suelos, aguas y minimizar emisiones a la atmósfera. Generalmente, las granjas porcinas se sitúan en regiones donde se produce granos, base del alimento de los cerdos. En las zonas de producción de granos, el estiércol mas que un desecho, puede ser un recurso auxiliar en la gestión de la fertilidad. Pero es necesario emitir reglas para la correcta aplicación al suelo de los estiércoles, de forma a aprovechar los nutrientes que contienen y evitar que contaminen el agua. Reglas que incluyen: 1) Limitar el numero de cerdos en función del área agrícola disponible tomando en cuenta las características de los suelos y las necesidades de nutrientes de los cultivos locales. 2) Programar las aplicaciones, durante la estación agrícola para evitar la contaminación de cuerpos de agua, ya sea por escurrimientos superficiales o de los mantos subterráneos por infiltración. Con el tiempo estos mecanismos también incluyen restricciones en el numero de puercos por granja y requerimientos para controlar olores y emisiones a la atmósfera. ( Martin G., et als. 2016 )Es necesario reconocer que ĺas diversas tecnologías actualmente en uso para tratamiento y descarga al medio ambiente de las aguas residuales, en cumplimiento a la NOM-001- SEMARNAT-1996, son únicamente una parte de este sistema. La pertinencia del sistema de manejo, tratamiento y disposición final de excretas a nivel de una granja, depende de las condiciones específicas de la unidad de producción y su entorno. En el caso de granjas industriales, la disposición de efluentes requiere de espacio al exterior para reciclar los nutrientes contenidos en los residuos ya estabilizados. De forma a no exceder la capacidad del medio ambiente para atenuar los efectos de la disposición. Cuando las granjas se localizan en una zona de suelos profundos y con alto potencial productivo, los residuos por su contenido de nutrientes, adquieren valor como abonos para sustituir fertilizantes químicos, el valor de los fertilizantes remplazados compensa en parte el costo suplementario de manejo. El uso de los residuos como abono implica acuerdos y cooperación entre el propietario de la granja y los propietarios de terrenos tan cercanos como sea posible a la unidad de producción y posiblemente un cambio en la programación de las actividades agrícolas en un ámbito regional. Pero en la Península de Yucatán, el carácter cárstico del sustrato, hace al manto freático vulnerable a la contaminación y no es fácil encontrar una solución. Para instalar una granja es necesario presentar una manifestación de impacto ambiental MIA que pretende identificar los impactos ambientales y medidas para su amortiguamiento, después de revisar múltiples MIAs, es evidente que existen deficiencias en su contenido para determinar la dimensión real de los impactos y que la evaluación del impacto ambiental a nivel granja no permite analizar el posible impacto acumulativo de localizar varias granjas en un área determinada, pues en Yucatań la localización de las unidades de producción porcina responde a criterios de cercanía y facilidad de acceso a los centros de consumo y procesamiento, sin considerar los posibles efectos que la concentración pueda tener sobre el medio ambiente a nivel regional. El patrón de distribución espacial actual esta muy lejos de ser el óptimo para evitar la degradación ambiental. Entonces es necesario establecer reglas para optimizar la distribución espacial de las granjas. E incluir un aspecto importante; hasta ahora ignorado en la regulación de las granjas industriales, “la aceptación social”. En el ordenamiento territorial de Yucatán se intentó, pero este mecanismo fue insuficiente. En conclusión La legislación y normatividad al respecto debe ser modificada para exigir un sistema integral de manejo de residuos, tanto de la fracción solida como de la líquida, adaptado a las condiciones locales. También es necesario crear espacios para dar oportunidad a la población local de expresar su posición y eventualmente su anuencia a la instalación de una granja e implementar estrategias de colaboración entre autoridades, porcicultores y población en general. Única forma de evitar conflictos socioambientales.
La contaminación de granjas porcinas industriales, el ejemplo de Yucatán.
Emilio de los Ríos Ibarra
Durante los últimos 25 años, mientras se ha reducido el número de granjas, se ha
incrementado su tamaño, creando granjas industriales que generan contaminación y
molestias a la población, lo que las ha puesto en la mira de la opinión pública.
En Yucatán, una acelerada instalación de granjas ha derivado en conflictos socio
ambientales, dos de los cuales, ya se ventilan en los juzgados.
Evidentemente se llegó a una crisis.
En este documento, no se argumentará a favor o en contra de alguna de las partes en
conflicto, se trata, primero: de poner en perspectiva la escala de la producción porcina del
país y de Yucatán, comparando México con un pequeño país europeo productor de cerdos,
que ilustra que es posible producir cerdos con un mínimo de consecuencias sobre el
ambiente, siempre y cuando se tomen las medidas pertinentes.
Para después, con base en el análisis del desarrollo reciente de la porcicultura en Yucatan y
las regulaciones en la materia responder a las siguientes siguientes preguntas:
1. Como se llegó al punto de crisis ?
2. Se hubiera podido evitar?
Y concluir con algunas propuestas.
Análisis comparativo de la dimensión de la producción porcina en Yucatán
En el norte de Europa, Dinamarca, país de 43 394 km2 produce aproximadamente 18
millones de cerdos anuales, mas o menos lo mismo que México cuya extensión es mas de
40 veces la del país europeo.
Fuente FAOSTAT y SIAP SADER para Yucatan
Yucatán tiene una superficie de 39 540 km², y en 2018 produjo, según datos del SIAP
SADER, 1.74 millones de cerdos, sea el 9.4 % de los puercos de Dinamarca, en un territorio
de 91% de la extensión de Dinamarca, donde no hay los conflictos socio ambientales.
Evidentemente algo no se esta haciendo de forma correcta.
En Dinamarca; como en todo país en que la población comparte una noción del bien común,
existen instituciones que en nombre del interés colectivo, siguen la evolución de toda
Producción de cerdos
país Cabezas
2017 2018
Dinamarca 17,465,583 18,085,605
México 17,465,005 18,526,707
Yucatán 1,670,053 1,736,994
actividad productiva y son capaces de identificar las posibles amenazas para buscar
alternativas antes de que surjan conflictos. En las actividades agropecuarias, generalmente
esta función es compartida por dos tipos de instituciones. Unas que generan información
derivada de investigación científica, que forma el acervo teórico para guiar el desarrollo de la
actividad y otras encargadas de ensayar, probar a escala real los resultados de la
investigación, para después divulgar y dar seguimiento a las innovaciones, en colaboración
con los productores. Esta información de “campo” permite encausar la evolución de las
actividades productivas acorde a políticas establecidas y proporciona una visión crítica e
informada, que entre muchas otras cosas permite detectar los problemas y la toma de
decisiones informadas a autoridades y otros sectores involucrados para construir acuerdos
que eventualmente se reflejaran en leyes y reglamentos que todas las partes están
dispuestas a respetar.
En México, primero es urgente reconocer la fragilidad del “interés colectivo”, ante una total
falta de una noción del bien común a la que adhiera toda la sociedad. Si, en algún momento
se crearon instituciones de investigación agropecuaria, para dirigir las actividades
productivas de acuerdo a políticas públicas de largo plazo, basto un repentino cambio de
política para que desaparecieran de un plumazo. Actualmente, la escasa investigación
agropecuaria, está en general desvinculada de la realidad del día a día de las granjas y
persigue todo menos el avance del sector con base en una política sectorial coherente y con
visión de largo plazo. Desde hace ya varias décadas, no hay una política agrícola digna de
este nombre en el país.
Ante la falta de investigación con una visión de política pública; no debe extrañar que se
produzca un desfase entre la realidad en el campo y las leyes y reglamentos que regulan el
sector. En resumen: En México no hubo forma de detectar la amenaza que el crecimiento las
granjas representaba y en consecuencia no se reformó las leyes para evitar efectos no
deseados de la porcícultura industrial. Razón detrás de la actual crisis.
Que había que hacer para evitar llegar a la crisis?
A fines de la década de los 90’s, mientras se consolidaba la porcicultura industrial, se
promulga la NOM ECOL 001 1996 ( DOF 6 Enero 1997 ) para regular las descargas de
aguas residuales. En ese momento, se suscita un debate alrededor de la aplicación de la
norma a las granjas porcinas. Uno de los puntos debatidos era la exención de los limites
máximos permisibles de nitratos y fósforo para las descargas de aguas residuales mediante
el riego a suelos agrícolas. (Drucker A.G.,Latacz-Lohmann U., 2003) Afirman que él entonces
director de regulación de la CONAGUA en Yucatán, mencionó su desacuerdo en relación a
esta exención. Y coinciden con (Pérez Espejo R., 2001) en señalar que la estrategia
ambiental basada en medidas de comando y control plasmada en la NOM-001-ECOL-1996
no es la adecuada para regular las descargas de las granjas porcinas. Ya que se trata de una
norma genérica que no distingue las particularidades de cada actividad, que no existe
sistema de tratamiento por complejo y oneroso que sea, para producir un efluente que
cumpla con las condiciones de descarga exigidas en la norma. Y por último (Pérez Espejo R.,
2001) puso en evidencia que la autoridad, desde esa época, no contaba con los recursos
humanos, ni con el presupuesto necesarios para la aplicación, seguimiento y vigilancia del
cumplimiento de la norma por lo que probablemente sería letra muerta.
Entonces, de cierta forma hay que reconocer “fallas de origen” en esta reglamentación, que
no cambió en 23 años, lapso en que las granjas porcinas redujeron su número y aumentaron
su población.
En cuanto al territorio Yucateco, unos meses después de la emisión de la norma, varios
investigadores de instituciones locales trabajaron para caracterizar el territorio y evaluar la
vulnerabilidad a la contaminación del manto freático. Se sistematizó información de fuentes
bibliográficas, se hizo trabajo e investigación de campo para generar datos valiosos, que
ponían en evidencia los riesgo de contaminación por las aguas residuales, el mal manejo de
estiércoles, el excesivo uso de fertilizantes y biocidas. Estos resultados se publicaron en
artículos y tesis de grado. El mismo grupo, propuso estrategias preventivas y medidas
correctivas. Sin embargo desde entonces, no hay evidencia de que estas investigaciones
hayan influido en la toma de decisiones de funcionarios o productores y menos en la
elaboración de leyes y reglamentos.
Mas tarde, en otro esfuerzo, se elabora un ordenamiento ecológico del territorio estatal y
otro de la costa, que de poco han servido a juzgar por el desorden que impera en el
desarrollo urbano en la zona metropolitana de Mérida y la costa del Estado. Ordenamientos
que no incluyen criterios de zonificación o limites al número de granjas a escala regional o
municipal.
Resulta entonces evidente que por alguna razón, a pesar de contar con información sobre el
problema, no hubo voluntad política para emprender acciones, reformar la legislación y evitar
la crisis actual.
¿Cual es el camino a seguir para salir de la crisis actual ?
El primer requisito es la voluntad política para convocar a los sectores involucrados, instaurar
un dialogo que construya acuerdos que eventualmente se reflejarán en leyes y reglamentos
que las partes están dispuestas a cumplir y respetar.
Después es necesario reconocer que las granjas porcinas industriales son fuente importante
de contaminantes potenciales para suelos, atmósfera y agua. Por lo tanto el manejo y destino
final de los residuos generado en una granja requiere de un sistema de manejo integral tanto
de sólidos como de efluentes líquidos de manera a evitar la contaminación de suelos,
aguas y minimizar emisiones a la atmósfera.
Generalmente, las granjas porcinas se sitúan en regiones donde se produce granos, base del
alimento de los cerdos. En las zonas de producción de granos, el estiércol mas que un
desecho, puede ser un recurso auxiliar en la gestión de la fertilidad. Pero es necesario emitir
reglas para la correcta aplicación al suelo de los estiércoles, de forma a aprovechar los
nutrientes que contienen y evitar que contaminen el agua. Reglas que incluyen:
1) Limitar el numero de cerdos en función del área agrícola disponible tomando en
cuenta las características de los suelos y las necesidades de nutrientes de los cultivos
locales.
2) Programar las aplicaciones, durante la estación agrícola para evitar la
contaminación de cuerpos de agua, ya sea por escurrimientos superficiales o de los
mantos subterráneos por infiltración. Con el tiempo estos mecanismos también
incluyen restricciones en el numero de puercos por granja y requerimientos para
controlar olores y emisiones a la atmósfera. ( Martin G., et als. 2016 )
Es necesario reconocer que ĺas diversas tecnologías actualmente en uso para tratamiento y
descarga al medio ambiente de las aguas residuales, en cumplimiento a la NOM-001-
SEMARNAT-1996, son únicamente una parte de este sistema.
La pertinencia del sistema de manejo, tratamiento y disposición final de excretas a nivel de
una granja, depende de las condiciones específicas de la unidad de producción y su entorno.
En el caso de granjas industriales, la disposición de efluentes requiere de espacio al exterior
para reciclar los nutrientes contenidos en los residuos ya estabilizados. De forma a no
exceder la capacidad del medio ambiente para atenuar los efectos de la disposición.
Cuando las granjas se localizan en una zona de suelos profundos y con alto potencial
productivo, los residuos por su contenido de nutrientes, adquieren valor como abonos para
sustituir fertilizantes químicos, el valor de los fertilizantes remplazados compensa en parte el
costo suplementario de manejo. El uso de los residuos como abono implica acuerdos y
cooperación entre el propietario de la granja y los propietarios de terrenos tan cercanos como
sea posible a la unidad de producción y posiblemente un cambio en la programación de las
actividades agrícolas en un ámbito regional. Pero en la Península de Yucatán, el carácter
cárstico del sustrato, hace al manto freático vulnerable a la contaminación y no es fácil
encontrar una solución.
Para instalar una granja es necesario presentar una manifestación de impacto ambiental MIA
que pretende identificar los impactos ambientales y medidas para su amortiguamiento,
después de revisar múltiples MIAs, es evidente que existen deficiencias en su contenido para
determinar la dimensión real de los impactos y que la evaluación del impacto ambiental a
nivel granja no permite analizar el posible impacto acumulativo de localizar varias granjas en
un área determinada, pues en Yucatań la localización de las unidades de producción porcina
responde a criterios de cercanía y facilidad de acceso a los centros de consumo y
procesamiento, sin considerar los posibles efectos que la concentración pueda tener sobre el
medio ambiente a nivel regional. El patrón de distribución espacial actual esta muy lejos de
ser el óptimo para evitar la degradación ambiental. Entonces es necesario establecer reglas
para optimizar la distribución espacial de las granjas. E incluir un aspecto importante; hasta
ahora ignorado en la regulación de las granjas industriales, “la aceptación social”. En el
ordenamiento territorial de Yucatán se intentó, pero este mecanismo fue insuficiente.
En conclusión
La legislación y normatividad al respecto debe ser modificada para exigir un sistema
integral de manejo de residuos, tanto de la fracción solida como de la líquida,
adaptado a las condiciones locales. También es necesario crear espacios para dar
oportunidad a la población local de expresar su posición y eventualmente su anuencia a la
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