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Eduarda Mansilla a través de la mirada
de María Rosa Lojo en
Una mujer de n de siglo (1999)
Eduarda Mansilla through the look of María Rosa Lojo
in Una mujer de n de siglo (1999)
Fernanda Aparecida Ribeiro
Universidade Federal de Alfenas
Katia Rodrigues Mello Miranda
Universidade Estadual Paulista (Assis)
DOI:
Resumen: En Una mujer de n de siglo (1999), María Rosa Lojo evoca a Eduarda Mansilla
(1834-1892), que pertenecía a la élite política e intelectual de la Argentina del siglo XIX.
Según Lojo, Mansilla fue una escritora excéntrica, por su pensamiento con respecto al
tema de la reivindicación de la igualdad de la mujer en la sociedad decimonónica. En
base a las investigaciones de Showalter (1994), Zolin (2005), Filer (2007) y Esteves (2011),
el propósito de este artigo es examinar cómo Lojo construyó a su protagonista a partir
de textos olvidados o marginalizados de Mansilla, subrayando la perspectiva femenina.
Palabras-clave: Literatura y Mujer; Eduarda Mansilla; María Rosa Lojo.
Abstract: In Una mujer de n de siglo (1999), María Rosa Lojo evokes Eduarda Mansilla
(1834-1892), who belonged to the political and intellectual elite of nineteenth-century
Argentina. According to Lojo, Mansilla was an eccentric writer, for her thoughts about
the claim of equality of women in nineteenth century society. Based on the research of
Showalter (1994), Zolin (2005), Filer (2007) and Esteves (2011), the purpose of this article
is to examine how Lojo built her protagonist from forgotten or marginalized texts by
Mansilla, emphasizing the feminine perspective.
Keywords: Literature and Women; Eduarda Mansilla; María Rosa Lojo.
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Introducción
En su novela Una mujer de n de siglo (1999), la autora argentina María
Rosa Lojo evoca a una escritora del siglo XIX de su país: Eduarda Man-
silla (1834-1892), una mujer que pertenecía a la élite política (fue sobri-
na del presidente Juan Manuel Rosas y su marido era diplomático de
carrera) e intelectual de la Argentina y que participó activamente en las
letras de dicho país (escribió teatro, relato de viaje, novelas y cuentos,
incluso narrativas/cuentos para niños). Mismo con una producción ex-
tensa y de calidad, su nombre cayó en el olvido a lo largo de la primera
mitad del siglo XX y solamente con la literatura contemporánea y la
crítica femenina se consigue rememorar a su vida y sus obras.
Según arma Malva E. Filer (2007, 198) en su estudio sobre la
novela lojiana, Eduarda Mansilla junto a Juana Manuela Gorriti y Juana
Manso son “las tres escritoras más representativas del siglo diecinueve,
[que] fueron nalmente aquilatadas como co-fundadoras de la litera-
tura nacional a partir de las investigaciones de las últimas décadas”.
María Rosa Lojo forma parte de esas investigaciones, no solo con la pu-
blicación de Una mujer de n de siglo, sino con diversos estudios publi-
cados en libros y revistas cientícas sobre la obra y la vida de Mansilla.
Filer también declara que es importante destacar que la novela de Lojo
rescata el debate de la independencia de la mujer, tema presente en las
obras de Mansilla, como forma de reconocimiento del pasado y de cons-
trucción de la identidad colectiva femenina.
Además del tema de la emancipación de la mujer, según Lojo
(2007), en la introducción de la edición del libro Lucía Miranda, Eduarda
Mansilla fue una escritora excéntrica también por su pensamiento con
respecto al tema de la dicotomía civilización y barbarie. Antes de que
su hermano Lucio V. Mansilla (1831-1913) publicara Una excursión a los
indios ranqueles (1867), conocido por su visión de equidad, o sea, de in-
tegralización y no de exterminio de los indígenas, Eduarda Mansilla ya
escribía sobre los indios, deconstruía los pensamientos dicotómicos que
envolvía a los “bárbaros” y tematizaba sobre el mestizaje, denunciando
opresiones y exclusiones en las narrativas Lucía Miranda (1860) y El mé-
dico de San Luis (1860).
Para la elaboración de su novela, María Rosa Lojo utiliza un en-
tretejido de textos de Mansilla – por ejemplo, Recuerdos de Viaje, Lucía
Miranda, El médico de San Luis y Creaciones tienen referencias directas en
la novela – para crear una protagonista llena de conictos internos a
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causa de los papeles sociales impuestos por una sociedad patriarcal, in-
mersa en su vocación literaria y los murmullos de las personas, que la
condenan por no ser una esposa y madre “ejemplar”. Las aicciones
sobre la emancipación de la mujer presentes en los textos de Mansilla
se hallan personicadas en las inquietaciones de la personaje1 lojiana
y en la personaje cticia Judith M., sufragista yankee que lucha por la
igualdad de los “derechos humanos, civiles y políticos” de hombres y
mujeres (LOJO, 2007, p. 95).
Sobre la elección de los personajes históricos realizada por Lojo
para su novela, Esteves (2011, p. 100) diserta:
María Rosa Lojo trata de discutir y desconstruir el canon litera-
rio argentino […]. Al poner los escritores como protagonistas de
sus relatos históricos, la escritora trae para el umbral del siglo
XXI, con nuevos matices, la discusión del papel del intelectual
en la construcción del discurso que erige la nación.
Al proponer la revisión de la historia de su país, problematizar
cuestiones del canon literario y formular otras visiones del pasado, la
autora hace que su novela tenga características del modelo de la nove-
la histórica contemporánea. La novela histórica surgió, según Lukács
(2011), en el comienzo del siglo XIX, con las novelas de Walter Scott que
tenían una visión positiva de la Historia. Entre sus características prin-
cipales, podemos destacar que el novelista tejía un telón de fondo basa-
do en la historia, por donde los personajes se movían; los protagonistas
son personajes ccionales, que actuaban como seres que vivieron en
el aquel momento, y los personajes históricos se presentan como eran
vistos por la historia, actuando en las acciones documentadas y com-
pletando el telón de fondo de ambientación histórica propuesto por el
autor. En ese momento, no había la intención de problematizar o cues-
tionar los hechos históricos.
A nes del siglo XIX e comienzos del XX, como señala Lukács, las
características utilizadas por Scott son superadas poco a poco y el gé-
nero sufre cambios profundos, cuando la literatura empieza a cuestio-
nar la visión unívoca de la historia, los personajes históricos se vuelven
1 En ese artículo, la preferencia en usar el femenino de “personaje” es una elección nuestra, para
subrayar la presencia femenina en la novela.
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protagonistas de las novelas, aparecen múltiples visiones del pasado y
los autores utilizan de la intertextualidad, de la parodia, del dialogis-
mo, entre otros, para proponer nuevas interpretaciones de la historia
(AÍNSA, 1991). En América Latina, especialmente en la segunda mitad
del siglo XX, la novela histórica pasa a cuestionar y a problematizar los
hechos históricos, dando voz a grupos marginalizados, como las muje-
res y los indígenas, formulando otras perspectivas e interpretaciones
para el pasado.
En Una mujer de n de siglo, la historia y los textos de Eduarda
Mansilla son revisionados al ofrecer nuevas interpretaciones de la vida
de la escritora, ccionalizando sus pensamientos, palabras y actitudes.
La novela, por lo tanto, está de acuerdo con que Perkowska (2008, p. 42)
declara en su estudio:
[…] los novelistas dibujan un nuevo mapa para el concepto de
la historia y su discurso. Vista desde esta perspectiva, la novela
histórica latinoamericana no cancela la historia sino que rede-
ne el espacio declarado como “histórico” por la tradición, la
convención y el poder, postulando y congurando en su lugar
las historias híbridas que tratan de imaginar otros tiempos,
otras posibilidades, otras historias y discursos.
La lucha de la emancipación de la mujer y por sus derechos se
intensicó en los años 1960 y uno de sus efectos fue la aparición de
la crítica literaria feminista que, según Zolin (2005, p. 189), se originó
con la publicación de Sexual Politics, de la estadounidense Kate Millet, en
1970. La obra de Millet evidenció la discusión del papel de las heroínas
como personajes secundarias de las narrativas escritas por los hombres,
como mujeres que representaban los conceptos, actuaban conforme la
ideología patriarcal, bien como manifestó la marginalidad de las mu-
jeres escritoras e investigadoras de literatura. En suma, la crítica fe-
minista objetivaba desenmascarar los conceptos del patriarcado en la
práctica literaria canónica y la represión de los papeles de la mujer en
los estudios literarios.
Otro efecto fue la ampliación de la literatura escrita por mujeres
cuyas obras enfocan a la mujer en lucha contra el patriarcado y en busca
de identidad. En Brasil, la profesora Márcia Hoppe Navarro (1995, p. 53)
propone la nomenclatura “A nova literatura feminista latino-americana”
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(La nueva literatura feminista latinoamericana), pues, por primera vez
las escritoras tienen autonomía en escribir, subrayando los aspectos que
fueron determinados por el movimiento para liberación de la mujer.
Hólmfrídur Gardarsdóttir (2005, p. 173), arma que “en el con-
texto de la literatura argentina nisecular escrita por mujeres debemos
necesariamente partir de las nociones de protesta (feminista) y de des-
cubrimiento (identidad)”. La referencia es el texto de Elaine Showalter,
“A literature of their own” (1986), en el que la investigadora aclara que la
literatura de escritoras inglesas del siglo XIX sigue una evolución: ellas
comienzan a escribir según la literatura canónica masculina, reprodu-
ciendo los modelos de escrita de los hombres (fase feminine, cuya tra-
ducción fue “femenina”), pasa por una literatura de protesta a dichos
modelos (feminist o “feminista”) y llega a una escrita de (auto)descubri-
miento (female o “identidad”). Se puede decir, también, que la repro-
ducción o contestación de los modelos no se restringe a la escrita, sino
que incluye las representaciones de la mujer frente al prototipo creado
por la ideología patriarcal.
En ese contexto, Una mujer de n de siglo se destaca por su relación
entre Historia, Feminismo y Literatura, problematizando la interpreta-
ción del pasado argentino y discutiendo el papel de la mujer escritora
en una sociedad patriarcal. Así, María Rosa Lojo inserta la novela en el
grupo de obras descriptas por Gardarsdóttir (2005): la autora parte de
la conciencia de protesta de los modelos decimónicos, caminando en el
sentido de la identicación y descubrimiento de nuevos caminos.
La problematización del papel de la mujer escritora
Para la composición de la trama, la narrativa se divide en tres partes, cada
una con un narrador distinto: la primera parte está narrada por la prota-
gonista Eduarda Mansilla, la segunda por Alice, una personaje cticia, y
la tercera por el hijo de Eduarda, Daniel García Mansilla. Cada parte viene
precedida de un epígrafe que guía al lector por la narrativa e indica una
posibilidad de lectura: la problematización de la mujer en una sociedad
patriarcal, en especial, de la mujer que se dedica a las letras.
El primer epígrafe se encuentra en Recuerdos de Viaje, escrito por
Eduarda Mansilla en 1882, sobre su primer viaje a los Estados Unidos,
entre los años 1861 y 1863. La escritora estaba casada con el diplomático
Manuel Rafael García Aguirre y lo acompañó a diversos países, inclu-
so a los Estados Unidos, permaneciendo lejos de Argentina por muchos
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años. En 1879 ella volvió a Argentina sin el marido, con el pretexto de
visitar a su madre, y se quedó hasta 1885/6 (LOJO, 2016). Fue en ese
momento que publicó Recuerdos de viaje, en el que describe un poco de
la política, de la vida social e incluso de algunos hábitos de los estadou-
nidenses. También destaca el papel de la mujer americana, su libertad
para elegir novio, la demora en casarse e incluso la opción del divorcio,
así como el trabajo femenino en el periodismo.
El epígrafe corresponde al primer párrafo del capítulo XII: “La
mujer americana practica la libertad individual como ninguna otra en
el mundo, y parece poseer gran dosis de self reliance” (MANSILLA, 2006,
p. 70). En ese capítulo de su relato, Eduarda Mansilla comenta sobre la
presencia de la mujer en el periodismo estadounidense, lo que nos per-
mite hacer hincapié en la problemática del papel de la mujer escritora
en una sociedad dominada por los hombres.
Las problemáticas de la mujer escritora y el periodismo se en-
cuentran presentes a lo largo de la novela. Sobre el primer punto, se
puede destacar, por ejemplo, la charla entre los personajes Molina y
Eduarda: el cicerone del viaje por los lugares de Estados Unidos cuestio-
na a la protagonista por querer rmar su segunda novela, Lucía Miranda,
con el nombre de Daniel, al igual que en la novela El médico de San Luis:
- ¿A qué tanto pudor? Ya no es usted una novata, y con la otra
[novela] no le ha ido mal.
- Ya sabe cómo se juegan las cosas en nuestra tierra. Llevo
apellidos que me veo obligada a cuidar. Soy la hija del general
Mansilla y la esposa del diplomático Manuel García.
- […] mi padre y mi marido y hasta mis hijos sufrirían si no me
fuera bien. Ya es suciente audacia que las mujeres escriban.
Cuanto más si lo hacen público para que las critiquen impune-
mente (LOJO, 2007, p. 51).
Sobre el periodismo, en otro momento de la novela, Eduarda habla
con su interlocutor Rhett Butler (recreación del personaje de la película Lo
que el viento se llevó) sobre la función de reportera: “[…] sí creo que las mu-
jeres deben hacer oír su voz en la sociedad. Y además contar con un medio
intelectual, honesto y no servil, de ganarse la vida” (LOJO, 2007, p. 60). La
escritora del siglo XIX tenía límites en su vida social: la sociedad a la que
pertenecía delimitaba los derechos y el espacio de actuación de las muje-
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res. En sus Recuerdos de Viaje, Mansilla subraya que las norteamericanas (las
solteras) podían trabajar en el periodismo sin que fuese un escándalo. Sin
embargo, la sociedad de cuño patriarcal en la que ella vivió veía con restric-
ciones la escritura femenina en el periodismo o en otro ámbito.
Así, se puede deducir que la persona histórica y la protagonista
lojiana tendrían el afán de poder trabajar y escribir con libertad, sin que
nadie se escandalizara. Sin embargo, para el imaginario masculino de la
sociedad de su época, las mujeres eran seres inferiores, sin o con poca inte-
ligencia, incapacitadas para trabajar en el espacio público. La mujer tenía
que velar por el honor de su marido/padre/hijos y no causarles disgusto al
intentar pertenecer o participar de los lugares públicos (por eso el temor de
la protagonista de ofender el nombre de la familia con sus escritos).
Al exponer los límites de la mujer en la sociedad decimonónica,
Lojo trae los mismos cuestionamientos en los nes del siglo XX, cuando la
mujer, aun conquistando más espacio en la vida pública, todavía sufre con
los prejuicios resultantes de la ideología patriarcal. Y trae, además, para
el escenario el papel de la mujer escritora contemporánea, que lucha para
lograr un espacio en el canon literario. O sea, como armaba Gardarsdót-
tir (2005), la literatura de autoría femenina en Argentina está en busca de
identidad y descubriéndose a partir de las co-fundadoras de la literatura
nacional. Rescatar la vida y la obra de Eduarda Mansilla es una manera de
rememorar la lucha de la mujer en el espacio académico y literario.
Volviendo a Una mujer de n de siglo, en la conversación con su
interlocutor estadounidense, Eduarda discurre sobre el casamiento en
la sociedad de los Estados Unidos:
- […] ¿quién decide los matrimonios? ¿Ellas o sus familias?
- Ellas. Lo hacen por amor o por dinero, como en todas partes. Y
en casos más afortunados, que son los menos, por ambas cosas.
[…]
- Aun así no me convencen sus argumentos. Eso no garantiza la
felicidad matrimonial.
- No, claro que no. Pero cuando son infelices, recurren al di-
vorcio.
- Es verdad. No parece desacreditar a los que lo practican.
- Es que se usa como la homeopatía. En pequeñas dosis, y para
evitar peores remedios (LOJO, 2007, p. 63).
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El tema del divorcio está también en Recuerdos de viaje (2006, p.
86), en que se nota que la escritora simpatiza con la idea: “Yo he cono-
cido varias damas muy distinguidas que, después de divorciadas […] ha-
bían contraído matrimonio […] sin desmerecer por eso en la sociedad”,
pues en su viaje a Argentina en 1879 se observa que ella estaba separada
del marido, sin ocializarlo (Cf. LOJO, 2003).
En 1840, en los Estados Unidos, Lucy Stone, junto con dos colegas
norteamericanas, lideró el movimiento por los derechos de las mujeres
y creó una asociación para el voto femenino que sumaba a las reivindi-
caciones el derecho al divorcio (Cf. ZOLIN, 2005, p. 184). Así, el divorcio
ya estaba presente en muchos ámbitos de la sociedad estadounidense
y casi no era un escándalo que la mujer se divorciara del marido y se
casara con otro.
El matrimonio fue, y tal vez aún lo sea, la institución que más
ha sometido a la mujer al dominio masculino. Sin poder trabajar y ante
las imposiciones de la sociedad, la mujer se veía obligada a estar bajo la
tutela del hombre. La elección o aprobación del novio/marido estaba a
cargo de la familia, cuyo interés no privilegiaba la realización amorosa
de la mujer. Así, la libertad de las norteamericanas en la elección del
novio o marido le parece un hecho inalcanzable a Eduarda Mansilla y el
divorcio una aspiración no tangible.
El tema del matrimonio está presente en el epígrafe de la se-
gunda parte de la novela lojiana, que fue extraída del relato “Kate”,
del libro de Eduarda Mansilla, Creaciones (1882), en el cual un marqués
cuenta la historia del sufrimiento de Kate para educar a su hijo, el
trabajo de Tom para abrir y cerrar el puente, que permitía el tránsito
de las embarcaciones y de los trenes, y la muerte trágica del hijo de
esa pareja. A pesar de que el narrador enfatiza al nal que se limitó “a
contar la muy lamentable historia de un nombre honrado, que sacri-
có su hijo en aras de un deber” (MANSILLA, 1883, p. 250), el relato lleva
el nombre de la mujer/madre y es su sufrimiento que Lojo destaca en
el epígrafe de su novela:
Tom nunca supo cuántos sufrimientos, cuántas angustias, costó
aquel hijo a la risueña Kate. [...] Si Tom Crammer hubiera asis-
tido a aquella larga y dolorosa crisis que hace a las madres do-
blemente dueñas de sus hijos, mientras que el padre se siente
en tan crítico momento como pequeño, y aun humillado, casi
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culpable, es muy posible que el enternecimiento inspirado por
la madre se hubiera sobrepuesto a todo escrúpulo de estrecha
devoción (MANSILLA, 1883, p. 214).
En esa segunda parte, la narrativa enfoca en las peripecias de su
protagonista en Buenos Aires en la década de 1880, especialmente sus an-
gustias frente a su papel social de esposa y madre y su vocación literaria,
pues la sociedad la reprime por no estar junto a su marido e hijos. Podemos
detectar claramente su padecimiento con respecto al tema familia versus
trabajo en el diálogo con su secretaria, Alice, sobre el personaje Tom del re-
lato “Kate”, cuando arma que “el deber primario siempre es con nuestra
propia sangre y que eso en la mayoría de los casos basta para excusarnos.
Sólo muy pocos pueden desoír esa voz sin destruirse” (LOJO, 2007, 199). Por
lo tanto, la protagonista sufre por estar dividida entre su papel en el hogar
y el anhelo de participar del espacio público por medio de la literatura.
Así, el tema de la mujer escritora aparece nuevamente en la nar-
rativa. Si en la primera parte la protagonista reexiona sobre el impac-
to que su familia o su reputación podrían sufrir con sus escritos, ahora
sus miedos son verdaderos: al llevar sus escritos a un editor, ella se de-
para con el prejuicio en relación con la escritura femenina:
Usted no es un escritor, sino una escritora.
- ¿Y?
- Buena parte del público y de los críticos dudan, todavía hoy, de
que las escritoras existan.
- Pues yo estoy aquí para demostrarles lo contrario […].
- Señora mía, usted goza de una envidiable posición familiar y so-
cial. Tiene un marido eminente, seis hijos hermosos, e imagino que
su propia belleza no le será desconocida. Ya se lo habrán hecho sa-
ber sus admiradores en todos los salones que ha pisado, aquí o en
el extranjero. Colma usted el desideratum de cualquier mujer. ¿Por
qué agobiarse con preocupaciones innecesarias? ¿Con ambiciones
—fuerza es decirlo— tan poco naturales? (LOJO, 2007, p. 124).
Los reproches al comportamiento de Eduarda con relación a su
matrimonio surgen de varios lugares y personas. La modista Madame
Émeraude es la portavoz de la sociedad que reprime a la protagonista,
como se puede percibir en su diálogo con Alice, la secretaria de Eduarda:
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[Alice:]
- Escribe. Quiere publicar sus libros y sus composiciones mu-
sicales.
- ¿Libros? ¿Música? ¿Desde cuándo las mujeres cabales se quie-
bran la cabeza y se rompen el corazón por esas cosas? […] Eso
estará bien para poetas tísicos o para solteronas desilusionadas
sin otra cosa mejor en qué entretenerse (LOJO, 2007, p. 146).
En esa charla, tenemos dos mujeres con ideas distintas sobre
el comportamiento y la vida de la mujer en la sociedad. Madame Éme-
raude representa el grupo que acepta la sumisión de la mujer frente al
hombre, que cree en la separación de los papeles sociales de hombres
y mujeres, que aquellos serían aptos a salir de casa y a trabajar y esas
estarían connadas a los servicios de la casa. Aún teniendo la profesión
de modista, Madame reproduce un trabajo que la mujer desempeña en
casa, la costura, y no tiene condición de problematizar la dependencia
de la mujer. Alice, al revés, es una mujer consciente de la lucha de las
mujeres, que tiene un trabajo y ahorra dinero, lo que Madame cree ser
un disparate, pues los negocios serían algo propio de los hombres.
Teniendo en cuenta dicha problematización del papel de la mu-
jer escritora en la sociedad, la novela de Lojo se puede insertar en las
discusiones de la Crítica Literaria Feminista, que, desde su origen, en
1970, promueve amplios y prolícos debates acerca de la actuación y
el espacio ocupado por la mujer en la sociedad, así como de las conse-
cuencias o reejos de tal actuación en el ámbito literario. Una de las
grandes conquistas emprendidas por la Crítica Literaria Feminista fue
la de traer a la luz una tradición literaria de autoría femenina ignora-
da por la Historia de la Literatura hasta aquel momento. Así, gracias a
esta Crítica, los posicionamientos que solían considerar los textos de
literatura femenina en general de modo despreciativo, como si fueran
“cosas de mujer”, “futilidades” y “amenidades”, o algo así, perdieron su
credibilidad (ZOLIN, 2005).
Hasta la primera mitad del siglo XX, se observa un número redu-
cido de escritoras en Hispanoamérica; sin embargo, la conciencia de la
desigualdad, asociada a la percepción de la diferencia y a la moderni-
zación del discurso, a lo largo de los seis primeros decenios del mismo
siglo, resultó en la expansión de la voz femenina en la literatura hispa-
noamericana.
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Se puede reexionar que la actividad de escritura de la mujer
se desarrolla desde un lugar propio, que Elaine Showalter (1994) llama
“territorio salvaje” y que designa un espacio que crece fuera del límite
dominante y que pertenece al grupo silenciado, por su parte, integrado
por las mujeres y las minorías en general.
En la novela lojiana, las inquietudes de la protagonista sobre el
papel social de la mujer versus la vocación literaria se expresan en una
carta que ella escribe a su hija:
Las mujeres, en cambio, no pueden enriquecerse por su trabajo.
No sé si esto te bastará: fortuna, posición, prestigio social hijos,
un marido irreprochable. […] No soy el dinero ni la posición ni
el prestigio ni los hijos. Ninguno de esos dones agregados me
dene o justica. Después de todo, en la señora de García hay
también un alma prisionera como en las otras, las analfabetas,
las mudas, las encarceladas en su inexpresable sentimiento.
Hija mía: soy las cosas que aún no he dicho. Soy la voz que no
se escuchó, la partitura no escrita que quizá nunca podrá ser
interpretada (LOJO, 2007, p. 202).
Al nal de su vida, Eduarda Mansilla ya no escribe ni compone
más canciones. Por eso, para el último epígrafe de su novela (que no
es uno de los escritos de Eduarda Mansilla y sí de su hijo Daniel García
Mansilla) Lojo destacó el siguiente fragmento:
Quiero hablar nuevamente de mi madre. Todo lo sabía. Era bel-
lísima, y a la vez elocuente, alegre y majestuosa; cantaba como
una gran artista, hablaba muchísimos idiomas, escribía libros,
componía música, que ejecutaba después con arte consumado.
[…] ¿Desearía mi buenísima y santa madre acaso, por medio de
aquella clausura del silencio y del olvido, expiar algún senti-
miento de vanidad mundana por su gran inteligencia y agudo
sentido artístico y al mismo tiempo los éxitos excepcionales que
tales dotes de arriba le habían valido? (LOJO, 2007, p. 221).
No tenemos la historia de los últimos días de Eduarda Mansilla
narradas en Una mujer de n de siglo, pero el epígrafe y la presencia de
Daniel como personaje en la tercera parte muestran al lector una mu-
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jer que no logró compaginar la maternidad y el matrimonio con su vo-
cación artística y por eso sufrió los reproches de la sociedad, incluso
de algunos de sus hijos. Acá tenemos la presencia de voces masculinas,
como la de Daniel, que recuerda a su madre en algunos momentos y
diálogos con el conde André Mniszech. Este conoció a la protagonis-
ta y supo comprender su angustia: “Pero con las mujeres intelectuales
sucede algo incómodo. No se sabe dónde ponerlas, y por eso se las cari-
caturiza” (LOJO, 2007, p. 258). Eduarda no logró encontrarse porque la
sociedad desasocia el manejo literario de las funciones de la mujer. La
sociedad no comprendía que la mujer podría ser madre, esposa y escri-
tora, y eso generó en Eduarda un desconsuelo que se puede percibir en
la carta a su hija.
Son varios los recursos literarios utilizados por los escritores en
la novela histórica contemporánea para rescatar el pasado, como la c-
cionalización de los personajes históricos, la imposibilidad de abarcar
la realidad, la distorsión de la historia y otras características más (MEN-
TON, 1993). Una de las nalidades de los escritores es revisar la historia
y proponer nuevas lecturas del pasado, ofreciendo otras interpretacio-
nes, para que el lector pueda regurar el pasado.
En Una mujer de n de siglo, María Rosa Lojo utiliza dichas carac-
terísticas de modo de erigir una gura femenina que no se adapta a
las obligaciones impuestas a la mujer por la sociedad patriarcal, con-
nándola al espacio privado, y que está en conicto consigo misma,
pues se divide entre la familia y las letras, como si ambas fuesen con-
tradictorias. En realidad, los pensamientos y las dudas de la protago-
nista son las mismas de muchas mujeres que tenían y tienen la voca-
ción literaria, pero resbalan en reglas y papeles sociales que limitan
sus aciones.
Palabras nales
Utilizándose de los recursos literarios de la novela histórica – la revisi-
ón crítica del pasado, la ccionalización de personalidades históricas,
entre otros – y de los conceptos de la crítica literaria feminista en el
rescate de las escritoras olvidadas por la historia de la literatura, María
Rosa Lojo propone al lector una nueva mirada al pasado de su país, re-
gurando el papel de la mujer en la sociedad y en las letras, subrayando
el silenciamiento de la voz femenina en la consolidación de la literatura
argentina y contribuyendo a la relectura del canon literario.
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Eduarda
Mansilla a
través de la
mirada de
María Rosa
Lojo en Una
mujer de n
de siglo (1999)
Para lograr su propósito, Lojo recupera los escritos de Eduarda
Mansilla y los expone en su novela, como conductores del hilo de la tra-
ma. Ella teje un enmarañado de textos de Mansilla, recupera personajes
históricos que estuvieron presentes en su vida, así como la ambienta-
ción histórica correspondiente y los une bajo la revisión histórica de la
situación de la mujer escritora en el siglo XIX, haciendo hincapié con la
posición de las escritoras a nes del siglo XX que buscan una identidad
propia y arman su libertad en la elección de su vocación literaria.
A modo de cierre —aunque la discusión sobre la mujer y sus re-
laciones con la sociedad y la literatura jamás estará cerrada—, se puede
concluir que en Una mujer de n de siglo María Rosa Lojo, al construir a
su protagonista Eduarda Mansilla, rescatándola de las páginas de una
historia machista, a partir de textos de la misma que estaban prácti-
camente olvidados, dota su texto de importantes puntos que posibili-
tan amplia y necesaria discusión respecto a los papeles de la mujer, así
como a la perspectiva femenina. Y este trabajo fue tan solo una mirada
entre tantas.
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