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El impacto de la COVID-19 en el sector turismo.
Apuntes para su esbozo.
María Angela Petrizzo Páez1
Resumen:
Agrupando uno de cada diez empleos a escala mundial, hasta febrero del presente año, el turismo
aportaba en términos brutos, un 10,3% del PIB global. Antes de la reciente pandemia causada por el
SARS-COVID2, el mundo occidental vivía al margen de una compleja realidad que asecha hoy por hoy
con más fuerza y que tiene que ver de forma directa con el impacto de una actividad económica aún
anclada en la búsqueda de su masificación, la incorporación de poblaciones vulnerables como fuerza
laboral en condiciones muchas veces precarias y el reducido cuestionamiento por su condición, en
términos generales, de sobre-explotación y no sustentabilidad. En estas condiciones, lidiar con las
consecuencias económicas, sociales, culturales y financieras de una pandemia como la que afronta
nuestro planeta, supone para el sector turismo la evaluación detallada de sus distintas dimensiones de
impacto y, además, replantearse quizás, la necesidad de construir una forma distinta de comprender a
un turismo que, sin duda, emergerá en un mundo cuyas relaciones interpersonales ya no volverán a ser
iguales. Este artículo pretende esbozar algunos de los aspectos más relevantes a incorporar en las
necesarias estimaciones de daños directos e indirectos al sector.
Palabras clave: Turismo, COVID-19, pandemia, indicadores turísticos, sostenibilidad turística.
El turismo ¿una actividad para todos?
El turismo, entendemos, es una actividad que involucra de forma directa, la interacción de dos grupos
de actores: el primer grupo, reúne a quienes se desplazan desde sus lugares habituales de residencia
buscando esparcimiento practicándolo; el segundo reune a quienes ofrecen los servicios que satisfarán
las necesidades del primer grupo.
No sólo por ello es que la consideramos una actividad socioeconómica, sino también porque en el
proceso de satisfacer necesidades transformando insumos en productos turísticos, los prestadores de
servicios ofrecen a los usuarios-turistas distintas alternativas, que éstos podrán evaluar bajo criterios de
valor de uso y valor de cambio.
Cifras de la Organización Mundial del Turismo (WTO por sus siglas en inglés), señalan que, como
actividad socioeconómica, el turismo aporta a escala mundial, el 10.3% del Producto Interno Bruto
(PIB), suponiendo ésto que 1 de cada 10 empleos del planeta se ubica en esta industria (unos 330
1Universidad Nacional del Turismo, Núcleo Hotel Escuela de Los Andes Venezolanos y Centro Internacional Miranda.
Para contacto: mariangela.petrizzo@hotelescuela.org.ve
1
millones de puestos de trabajo en todo el planeta, sin incluir el sector turístico informalizado a través de
servicios turísticos entre particulares o peer-to-peer (p2p) como Airbnb).
Estimaciones de la CEPAL ubican en 31,2% el trabajo de mujeres en comercios, restaurantes y hoteles
en América Latina, un sector que facilita la subcontratación, la informalización del empleo y la
ausencia de beneficios laborales. La misma CEPAL ha estimado la contracción de la economía
regional, post pandemia, entre un -3% y un -4%, señalando a las mujeres como el sector más fulnerable
al acumular más de un 90% de la pobreza regional.
Por contra, la WTO, estima que el turismo puede ser el sector que empuje la recuperación económica a
escala global luego de esta pandemia. Sin dejar en claro muy bien cómo puede ocurrir esto, es
importante saber el impacto de la COVID-19 sobre el turismo puede llegar a ser una tarea más
compleja de lo que se prevé y, definitivamente tomará algo más de esfuerzo que solo nuestros buenos
deseos y esperanzas, al tiempo que supondrá un desafío no sólo para los prestadores de servicios
turísticos ya establecidos, sino también para organizaciones que promueven la profesionalización
formal e informal del sector, y que estructuran su andamiaje educativo y de formación, no sólo de cara
a su reorganización operativa, sino también de cara al necesario replanteamiento de muchos de sus
contenidos ofrecidos.
¿Qué sabemos de las pandemias?
En términos técnicos, una pandemia ocurre cuando una enfermedad se propaga, en un periodo corto de
tiempo, en muchos países, o comienza a registrar un inesperado incremento (exponencial casi siempre)
en el número de personas contagiadas en un país en el cual ésta es, o no, de carácter endémico. En otras
palabras, bien porque se disperse geográficamente el contagio, o porque se incremente el número de
personas contagiadas en un tiempo menor, una enfermedad alcanza la categoría de pandemia cuando se
sale de control su dispersión y su viralidad.
Por ende, la posibilidad de desplazamiento de los individuos contagiados es, en la práctica, uno de los
factores identificados como determinantes de la rapidez que experimenta la propagación de cualquier
enfermedad. Por ello, no resulta casual que buena parte de las pandemias recientes, incluida la COVID-
19, hayan sido atendidas por los gobiernos nacionales con distintas medidas concomitantes que
restringen la libre circulación en localidades específicas o territorios extensos y promueven barreras
físicas y distanciamiento social.
Desde hace más de una década, el coronavirus es responsable, en sus distintas variantes, de afecciones
a la salud humana. En especial en el caso del SARS-COVID2 (causante de la enfermedad COVID-19),
la rápida difusión de esta afección está relacionada con la introducción del virus transportado en
microgotas de saliva, no sólo a través del contacto humano, sino favorecido por el libre tránsito de
personas portadoras, asintomáticas o no, y su uso irrestricto de servicios de transporte turístico masivo
como los aviones y transporte superficial masivo. Ambas condiciones reunidas, han supuesto un punto
de inflexión en el proceso de dispersión de esta enfermedad, por lo cual, el establecimiento de barreras
2
físicas, el seguimiento de los contactos personales y restricciones a la libre circulación de personas han
sido decisiones clave en casos exitosos de mitigación de la enfermedad como el de Corea del Sur2.
En estas circunstancias, se puede entender que la declaración de la COVID-19 como pandemia (el 11
de marzo del presente año), planteara para el sector turismo a escala mundial, un reto sin precedentes
en un contexto en el cual ya su infraestructura de servicios venía siendo movida hacia una
reconfiguración singular, empujada por fuerzas con origen distinto: algunas comunidades locales
pequeñas que buscan incorporarse a la industria para gozar de sus beneficios, que actualmente son
capturados en términos financieros por grandes empresas en una proporción significativamente mayor;
la búsqueda de mejoras en las condiciones laborales por parte de un grupo de trabajadores en ocasiones
semiesclavizados, precarizados y tercerizados; la progresiva incorporación de dispositivos tecnológicos
a la industria y la difusión de nuevos modelos de negocio basados en el contacto entre pares; y la
exigencia de movimientos transnacionales y gobiernos nacionales por transformar hacia la
sostenibilidad, una industria que, en aras de su escalabilidad, lleva décadas apuntando al
establecimiento de economías de escala centradas, casi de modo exclusivo, en el modelo turístico de
enclave, por nombrar sólo algunos de los discursos que han venido demandando acciones
transformadoras en la industria turística mundial.
En términos prácticos, una pandemia tiene dos consecuencias importantes. Tal y como destaca el
informe del Banco Interamericano de Desarrollo (2020) “La política pública frente al Covid-19
Recomendaciones para América Latina y el Caribe”, a la consecuencia sanitaria de una pandemia, le
sucede su consecuencia económica, al estar estrechamente vinculados el curso de la pandemia en
términos sanitarios con sus consecuencias económicas en el corto y mediano plazos3. Este informe
revela también las tensiones existentes entre las medidas urgentes de carácter sanitario, y sus
implicaciones en la esfera económica, no sólo en términos de la reducción de las actividades
productivas de caracter formal sino, y sobre todo, la reducción drástica de las actividades económicas
conducidas por los sectores informales de las economías regionales. Más personas vinculadas al
ejercicio informal de actividades económicas y, a consecuencia de medidas como el confinamiento y la
reducción de actividades productivas no esenciales, estas actividades informales han quedado
dramáticamente al margen de cualquier posibilidad de continuar con la misma intensidad, sin que estos
trabajadores vean reducidas, sus obligaciones económicas básicas como pago de alquiler, transporte y
alimentación. Aguas arriba, el ámbito empresarial también se verá afectado pues muchas empresas
2El caso de Corea del Sur es puesto como ejemplo de las medidas asertivas en la mitigación de la propagación del nuevo
coronavirus. Las medidas adoptadas combinaron políticas públicas de salud, con un reforzamiento de la salud
preventiva y epidemiológica, el aislamiento y rastreo de los casos de contagio; en el área de atención a turistas, con el
muestreo masivo de turistas en el Aeropuerto Internacional de Incheon (clave en la circulación de bienes y personas en
el Este de Asia y que recibe unos 30 millones de visitantes al año); y en el área científica y tecnológica publicando de
forma abierta los hallazgos y la información obtenida del tratamiento de la diseminación del contagio, utilizando
macrodatos, como datos de geolocalización de teléfonos y automóviles, ubicación de transacciones con tarjetas de
crédito y la inteligencia artificial para identificar casos y, sobre todo, facilitar el rastreo de los contactos entre personas
sanas y contagiados.
3Blackman, Allen; Ibañez, Ana Maria; Izquierdo, Alejandro; Philip Keefer, Mauricio; Mesquita M., Norbert Schady y
Serebrisky, Tomás. (2020): “La política pública frente al Covid-19: recomendaiones para América Latina y el Caribe.
Banco Interamericano de Desarrollo. Documento disponible desde [https://publications.iadb.org/es/la-politica-publica-
frente-al-covid-19-recomendaciones-para--america-latina-y-el-caribe]. Consulta hecha el 16 de abril.
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verán mermado su acceso a créditos y mecanismos de financiación a corto plazo, por efecto de la
contracción general en las actividades productivas de la región. Y de esta situación no escapa el
turismo.
¿Cómo podemos entender al turismo ahora que resulta cada vez más evidente su rol crucial
(fatalmente crucial) en la dispersión del SARS-COVID2, virus que, a su vez, ha sido una causa
importante de su remisión como actividad económica, al menos, en un 70%?
Responder a este planteamiento supone la revisión de varios indicadores lo cual, aún de forma
preliminar, puede ayudarnos a identificar también los aspectos más relevantes en el panorama que se
avecina.
Indicadores turísticos.
Estudiar el impacto de la pandemia de la COVID-19 en la oferta de servicios turísticos nos lleva al
análisis de un conjunto de factores relativos a los turistas, al conjunto de prestadores de servicios, así
como variables territoriales vinculadas a las condiciones de los destinos, relaciones laborales y del
marco jurídico en el que se enmarca la actividad en cada país, entre otras. Un cambio en el número de
horas trabajadas en el sector, vista la contracción de empleos puede resultar determinante en el análisis,
pero también sería necesario estimar la tasa de cierre de empresas de forma temporal o definitiva, el
surgimiento de servicios alternativos para atender las necesidades de turistas vinculados a sectores
imprescindibles asociados a la superación de la pandemia; entre otros.
Por otro lado, evaluar el impacto en la demanda de los servicios turísticos, implica estimar el impacto
no sólo que las restricciones de movilidad puedan imponer al desplazamiento de turistas, por ejemplo,
la reducción de viajes y traslados hacia y desde determinados lugares (debido a las restricciones de
circulación y reducción de vuelos debido a la cuarentena, por ejemplo), sino también estimar la
contracción en la demanda de servicios turísticos, producto de la intervención de aspectos psicológicos
y emocionales asociados con las acciones preventivas de distanciamiento que asuman los turistas para
proteger su salud.
Mención aparte merece el tema de la sostenibilidad de la actividad turística. Si bien el momento de
apogeo de la pandemia no parece ser el más apropiado para evaluarlo, si resulta muy interesante de
incorporar esta perspectiva en un análisis temprano del impacto de la COVID-19 en el sector, pues
permite tener una mirada aún más amplia sobre los aspectos intervinientes en la configuración del
sector y las dinámicas entre sus actores.
El Informe bianual del Foro Económico Mundial (WEF por sus siglas en inglés), sobre la
competitividad del turismo y los viajes4, plantea un marco para el análisis de la competitividad entre
destinos turísticos. El resultado se utiliza como una referencia para la evaluación en materia de viajes y
turismo, de 140 economías a escala mundial, construyendo un índice que agrupa catorce indicadores,
4El informe correspondiente al año 2019 puede consultarse en línea, sólo en inglés, desde este enlace
http://www3.weforum.org/docs/WEF_TTCR_2019.pdf consulta realizada el 20 de abril.
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desde una perspectiva socioeconómica. Los indicadores contemplados por el índice de competitividad
de turismo y viajes, están agrupados en cuatro pilares descritos a continuación:
1. Entorno propicio, subíndice que agrupa los siguientes conjuntos de indicadores: entorno de
negocios (12 indicadores), seguridad y protección (5 indicadores), salud e higiene (6
indicadores), recursos humanos y mercado laboral (9 indicadores) y predisposición al uso de
tecnologías de la información y comunicación (8 indicadores).
2. Política de viajes y turismo y condiciones habilitantes, subíndice que agrupa estos
indicadores: priorización de los viajes y el turismo (6 indicadores), apertura internacional (3
indicadores), competitividad de los precios (4 indicadores), sostenibilidad ambiental (10
indicadores).
3. Infraestructura, subíndice que agrupa indicadores como: Infraestructura del transporte aéreo
(6 indicadores), Infraestructura terrestre y portuaria (7 indicadores), Infraestructura de servicios
turísticos (4 indicadores).
4. Recursos naturales y culturales, subíndice que agrupa indicadores como: recursos naturales (5
indicadores) y recursos culturales y viajes de negocios (5 indicadores).
De los países de la región de las américas más afectados en este momento por la pandemia por el
SARS-COVID2, sólo Estados Unidos ha registrado un cambio favorable en su posición en el Índice de
Competitividad del turismo y viajes: variación de 1 punto con respecto al informe del 2017. Países
como Brasil (variación de -5 con respecto al informe del 2017) y Ecuador (variación de -12 con
respecto al informe del 2017), otros dos de los más afectados por la pandemia, ya venían registrado un
descenso significativo en su competitividad turística y de viajes.
Este marco de referencia, resulta especialmente útil también si abordamos al turismo como una
actividad económica multidimensional. En ese contexto, fenómenos como la pandemia tendrán efectos
con sensibles matices en los distintos destinos turísticos, todo ello en función de condiciones
particulares que puedan observarse a la luz de cada uno de esos subíndices y del índice de
competitividad en general. Por ello, aunque sabemos que la construcción de un destino turístico y su
posicionamiento en la preferencia de los turistas, tiene un relación directa con los recursos naturales y
culturales disponibles en el mismo, hoy por hoy sabemos que frente a la pandemia, muchos turistas
evaluarán su próxima decisión de viaje a la luz de aspectos locales de política pública sanitaria y a la
información que tengan sobre las previsiones de los prestadores de servicios turísticos para atender
situaciones excepcionales de orden sanitario, pues esta información les permitirá construir una
percepción de seguridad, protección y salud mayores.
Hoy por hoy, entonces, la competitividad turística está signada por la interacción de un conjunto de
factores, en muchos casos, independientes de la promoción de dicho territorio y sus atractivos
turísticos. Si bien hay conocimiento sobre una preferencia, cada vez más marcada, por parte de los
turistas por ser partícipes de los modos y formas de vida de los lugares a los que viajan, lo cierto es que
cada vez más, aspectos no necesariamente incluidos en la promoción de muchos destinos (como los
mencionados antes y que han adquirido reciente notoriedad), tienen un peso significativo en la decisión
final de quienes viajan.
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Por otro lado, frente a una emergencia sanitaria de la envergadura de la planteada por la COVID-19, los
gobiernos nacionales se ven en la necesidad de reordenar sus prioridades y, qué duda cabe, habrá que
pensar la reorganización del sector turismo para el momento en que no sea necesario el uso de su
infraestructura hotelera en tareas de atención sanitaria y, progresivamente, se retomen las condiciones
de libre y masiva movilidad preexistentes. Algunas asociaciones de empresas turísticas como la
Confederación Española de Hoteles y Alojamientos Turísticos por ejemplo, reclaman el que no haya
una inclusión explícita de medidas para el sector turismo de cara a la inminente recuperación
progresiva de las actividades cotidianas5.
Preveer qué ocurrirá en ese momento y establecer las directrices para impulsar al sector turístico, pasa
entonces, como decíamos antes, por evaluar la actividad turística desde una perspectiva
multidimensional. Por ello, creemos que el enfoque de la competitividad puede ayudar, pues introduce
las condiciones y características locales como variables de análisis. Sin embargo, la WTO apuesta por
el análisis económico algo más ortodoxo, y se enfoca en estudiar aspectos relativos a la demanda y a la
oferta de servicios turísticos.
Hemos querido mostrar algunos de los indicadores que podrían catalogarse como relatios a la oferta y a
la demanda del sector. Estos, siguiendo el discurso de la WTO, podrían ser elementos para analizar el
desarrollo del sector turismo en cada uno de los países.
Indicadores Generales del Sector Turístico
Indicadores de Oferta Indicadores de Demanda
Número de empleos en el sector
turístico (por servicios) Número de traslados internacionales
Número de prestadores de servicios sin
facturación durante el 2020
Tasa de contracción de los
desplazamientos internacionales
Número de prestadores de servicios
cerrados durante el 2020
Tasa de disminución de visitantes por
destino turístico
Número de nuevas empresas de
servicios turísticos
Tasa de disminución de ocupación por
prestador de servicios turísticos
Tabla 1: Indicadores generales del sector turístico post COVID-19. Elaboración propia con información tomada de la WTO.
En un estudio reciente publicado por la WTO, se publica información que podría arrojarnos algunas
luces al respecto de nuestra pregunta sobre cómo afectará la COVID-19 al turismo6. En ese estudio, la
WTO examina la variación de algunos de los indicadores mencionados en la Tabla 1, a la luz de las
crisis vividas en el presente siglo. Antes de avanzar, sin embargo, resaltaremos otros aspectos también
5Confederación Española de Hoteleros y Alojamientos Turísticos (2020). CEHAT, decepcionada ante la desescalada del
Gobierno, que no contempla las especificidades del sector del alojamiento turístico del país. Nota de prensa disponible
desde [https://cehat.com/frontend/cehat/CEHAT —Decepcionada-Ante-La-Desescalada-Del-Gobierno--Que-No-
Contempla-Las-Especificidades-Del-Secto-vn8485-vst233]. Consulta realizada el 02 de mayo del 2020.
6WTO (2020) Evaluación del impacto del brote de COVID-19 en el turismo internacional. World Tourism Organization,
Madrid. Documento disponible desde [https://webunwto.s3.eu-west-1.amazonaws.com/s3fs-public/2020-
04/14314_Coronavirus_PPT%20DH_Sp.pdf]. Consulta realizada el 20 de abril del 2020.
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de consideración necesaria, referidos a la prospección del impacto futuro de esta pandemia en el
sector:
Europa, que constituye uno de los espacios geográficos más afectados por el nuevo Coronavirus,
supone también el 50% del flujo de turistas internacionales para regiones como Asia, África y el
continente americano.
Aunque a esta fecha es probable un cambio en las estimaciones inicialles de la WTO para el 24 de
marzo, éstas ya preveían un impacto del 20% para todo el continente europeo y un 10% en el
caso de Estados Unidos, con respecto a su contribución en el PIB global.
Una rápida revisión a las tres crisis destacadas por el estudio: SARS (2003) con contagio en 29 países,
y crisis económica mundial del 2009, catapultan a la pandemia por la COVID-19 al primer lugar. Con
las cifras manejadas para el 24 de marzo, ya era alarmante, comparado con el impacto del SARS, pues
la COVID-19 alcanzaba a escala global unos 372.755 contagios y 16.231 fallecidos7. Hoy en día, estas
cifras se han elevado unas diez veces: 3.517.345 de contagios y 243.401 fallecidos8, lo cual hace
suponer un panorama sensiblemente diferente.
Desde el mes de marzo, la WTO no ha producido nuevas actualizaciones de este informe de impacto,
ya bastante pesimista. Esto resulta muy significativo, en especial porque el mes de abril fue hasta
ahora, el más rudo en términos de propagación y fallecimientos a escala mundial y también en los
territorios de países como Italia, España y Estados Unidos. A la fecha, estimaciones de quienes evalúan
con detenimiento las cifras diarias suministradas por los gobiernos nacionales, como el Dr. Jhon
Campbell9 alertan sobre la necesidad de estimar las cifras reales de contagios y fallecimiento unas 10 o
20 veces por encima de las cifras oficiales de los gobiernos nacionales10.
Si para esa fecha, la WTO estimó una contracción de los ingresos mundiales por el turismo de un -40%,
en comparación de la contracción experimentada a raíz del SARS (-1.4%), y la de la crisis del 2009 (-
5.4%); a la luz de las cifras actuales, estas estimaciones palidecen y pueden hacernos prever un
panorama de esta crisis mucho más acusada lo cual, en resumen, implicará en el mediano plazo, la
reconfiguración casi completa del sector, no sólo en términos de su logística, la prestación de sus
servicios, sino también en términos de la oferta académica de capacitación y formación profesional
para el sector turismo.
Las cifras estimadas con respecto al decrecimiento de los aportes del sector al PIB mundial, desde
luego experimentarán sus bemoles en las distintas regiones del planeta. Esto tendrá mucho que ver, con
los indicadores de demanda de servicios vinculados con la percepción de los usuarios sobre a cuáles
7Con 195.509 contagios y 10.189 fallecidos en la región europea, y 442.164 contagios y 471 fallecidos en los Estados
Unidos.
8Con 1.566.684 contagios y 145.602 fallecidos en la región europea, y 1.154.985 contagios y 61.905 fallecidos en los
Estados Unidos.
9Análisis diarios de la COVID-19 disponibles a través de su canal de videos:
https://www.youtube.com/user/Campbellteaching
10 Hay varios factores que inciden en esta afirmación. Se señalan como determinantes, al menos dos: a) el número de
pruebas realizadas por cada mil habitantes y el tipo de éstas; b) el número de fallecimientos no contabilizados como
causados por el nuevo coronavirus, al no haberse realizado ni pruebas previas ni autopsias posteriores.
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destinos es seguro viajar, así como las opciones disponibles para desplazarse a esos lugares, visto, entre
otros temas, las nuevas exigencias logísticas y de bioseguridad en aeropuertos, la reducción de ofertas
en rutas y el incremento experimentado en los costos de pasajes aéreos.
Desde luego, el panorama no resulta nada alentador.
En conclusión.
Tal y como hemos asomado, elaborar estimaciones serias sobre el impacto sobre el sector turismo de la
COVID-19, supone también realizar cálculos algo más complejos, que arrojarán cifras varias veces
mayores a las avisoradas en los últimos meses. Vimos que las estimaciones que la misma WTO elaboró
en el mes de marzo pasado sobre el impacto de la contracción del sector turístico a la luz de la COVID-
19, pueden resultar, incluso, conservadoras. La comparación sobre el impacto de crisis anteriores,
originadas o no en pandemias, es sencillamente desolador.
Pero no todo está perdido y, quizás, este es el momento para repensar un sector productivo que está
llamado, en el fondo, a servir de vehículo transformador de los modos en que seres humanos y espacios
vivos nos relacionamos. Investigadores de Europa, como Macià Blázquez11 por ejemplo, apuntan a una
relación directa entre la rápida propagación del virus y la hipermovilidad promovida por las facilidades
turísticas, y apunta hacia la necesidad urgente de asumir un decrecimiento ordenado de un sector que,
claramente, preserva como paradigma de su expansión el turismo de enclave y la masificación de la
actividad turística, y presta mucha menos atención a la sostenibilidad como estrategia a largo plazo.
La pandemia, entonces, plantea no sólo un desafío económico para el sector, sino también un desafío
hasta ontológico para una actividad que, a buen seguro, se verá reconfigurada en su sentido y razón de
ser más genuina: la búsqueda de facilitar a los turistas experiencias y reconocimientos de territorios de
una forma consciente y respetuosa de éstos.
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