El gran trayecto terrestre y marítimo, identificado de manera general como La Ruta de la seda, constituye una compleja red de vías comerciales basadas en el negocio de la seda china y otros muchos productos, hace ya XXII siglos, expandido por toda Asia, parte de Europa y África. Vinculaba China con Mongolia, India, Persia, Arabia, Siria, Turquía, Europa y África. Las diversas rutas se inician en la ciudad de Chang'an (hoy Xi'an) en China. En su recorrido transitan por Karakórum (Mongolia), el Paso de Khunjerab (China y Pakistán), Susa (Persia), el Valle de Fergana (Tayikistán), Samarcanda (Uzbekistán), Taxila (Pakistán), Antioquía (Siria), Alejandría (Egipto), Kazán (Rusia) y Constantinopla (hoy Estambul en Turquía) a las puertas de Europa, llegan hasta los reinos hispánicos en el siglo XV, en los confines de Europa y a las actuales Somalia y Etiopía en África nororiental.
Un testimonio especial de este proceso en las postrimerías del siglo XIII es el veneciano Marco Polo (1254-1324), quien tiene la oportunidad de convivir y recordar muy diversos contactos culturales, independientemente de los enfoques de las diversas versiones que se han realizado de su memoria de viajes. El hecho que Marco Polo haya recorrido de muy variada manera las rutas marítimas y terrestres de la seda hasta los confines de China le otorga plena actualidad en el contexto internacional cuando la iniciativa china de La Franja y la Ruta adquiere un alcance mundial y un enfoque mucho más amplio en esta nueva era.