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PublicacionesDidacticas.com | Nº 105 Abril 2019
El termómetro emocional: una herramienta educativa
para facilitar la comprensión de emociones
Autores: Sánchez Gómez, Martín (Psicólogo, Profesor de Psicología Social en Universitat Jaume I); Adelantado Renau, Mireia
(Profesora. Especialidad en Física y Química, Personal Docente e Investigador en la Universitat Jaume I).
Público: Educación primaria. Materia: Psicología, Educación. Idioma: Español.
Título: El termómetro emocional: una herramienta educativa para facilitar la comprensión de emociones.
Resumen
La inteligencia emocional se ha relacionado positivamente con la competencia social, adaptación al entorno, éxito académico y
bienestar. En este estudio se presenta una propuesta didáctica basada en el modelo de Mayer y Salovey con el objetivo de facilitar
la comprensión emocional en alumnos de Educación Primaria. Los resultados ponen de manifiesto que la utilización del
termómetro emocional como herramienta lúdica podría facilitar el aprendizaje y la comprensión de las emociones en niños y niñas.
Palabras clave: inteligencia emocional, termómetro emocional, educación primaria, emociones, psicología social.
Title: The mood meter: an educational tool to enhance the understanding of emotions.
Abstract
Emotional intelligence has been positively related to social competence, adaptation to the environment, academic success and
wellbeing. This study shows a didactic proposal based on the model of Mayer and Salovey (i.e., four branch model of ability) aimed
to develop the emotional understanding in primary education students. The results suggest that the use of the mood meter as
ludic tool could enhance children’s learning process and their understanding of emotions.
Keywords: emotional intelligence, modo meter, primary education, emotions, social psychology.
Recibido 2019-02-07; Aceptado 2019-02-15; Publicado 2019-03-25; Código PD: 105103
INTRODUCCIÓN
El concepto de inteligencia emocional (IE) fue establecido hace casi 30 años y desde entonces ha evolucionado ganando
popularidad y notoriedad entre investigadores y profesionales de la enseñanza. Según la definición original propuesta por
Salovey y Mayer (1990), la IE es "el subconjunto de la inteligencia social que implica la capacidad de monitorizar los
sentimientos y las emociones de uno mismo y de los demás, discriminar entre ellos y usar esta información para guiar el
pensamiento y las acciones de uno mismo'' (p.189).
El modelo de Mayer y Salovey es el más utilizado y respaldado científicamente en el estudio y práctica de la IE a nivel
mundial. Se trata de un modelo integrativo que entiende la IE como una combinación de 4 habilidades distintas: (1)
Percepción adecuada de las emociones de uno mismo y de los demás, (2) Facilitación emocional del pensamiento, (3)
Comprensión de las emociones propias y ajenas y (4) Gestión apropiada de las emociones para conseguir un objetivo
concreto. De este modo, la IE se considera un grupo de habilidades ordenadas jerárquicamente desde un nivel inferior
(percepción) hasta un nivel superior de complejidad (gestión).
Fernández–Abascal y Palmero Cantero (1998) describen las emociones como procesos que permiten prepararnos para
afrontar las situaciones que hemos de vivir. Por tanto, actúan como mecanismos de adaptación y regulación con uno
mismo y con los demás. Numerosos estudios han estudiado la relación entre la IE y una correcta adaptación al entorno
(Brackett, Mayer y Warner, 2004; Brackett, Rivers, Shiffman, Lerner y Salovey, 2006; Fernández-Berrocal y Extremera,
2016). Los resultados nos indican que la capacidad para reconocer expresiones emocionales se relaciona con una mayor
percepción de aceptación social y con el establecimiento de relaciones de calidad dentro del entorno (Ciarrochi, Chan y
Caputi, 2000). Extremera y Berrocal (2004) proponen que disponer de altas aptitudes emocionales se traduce en un mayor
porcentaje de interacciones sociales exitosas, resultando en altos niveles de bienestar personal.
Estudios previos ponen de manifiesto una relación de la IE con la competencia social y el éxito académico (Fernández-
Berrocal y Extremera, 2006). Las habilidades emocionales podrían contribuir a la adaptación académica y social de varias
formas. Por ejemplo, como facilitadoras del proceso mental, ya que el trabajo cognitivo supone emplear y administrar las
emociones en favor de la concentración, el control de la presión y, en general, de un incremento en la motivación del
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estudiante para así llevar a cabo sus estudios y todas las actividades que se relacionan con ellos (Mestre et al., 2006). La IE
también podría influir sobre el rendimiento académico, haciendo destacar al alumnado emocionalmente competente en
ciertas materias, como literatura o asignaturas plásticas (Petrides, Frederickson y Furnhan, 2004; Ros Morente, Filella
Guiu, Ribes Castells y Pérez Escoda, 2017). Además de todo esto, la IE ha demostrado estar relacionada con la
competencia social y la adaptación al entorno (Salguero, Fernández-Berrocal, Ruiz-Aranda, Castillo y Palomera, 2015). En
definitiva, hay evidencias suficientes sobre la importancia de la IE para el rendimiento y el bienestar del alumno en el
entorno académico y social (Extremera y Fernández-Berrocal, 2003; Serrano y Vaillo, 2016; Sánchez-Álvarez, Extremera y
Fernández-Berrocal, 2016).
A la hora de educar en IE, es recomendable establecer la conciencia emocional como base del aprendizaje (Bisquerra,
2012). La comprensión emocional, segunda habilidad propuesta en el modelo de Mayer y Salovey implica identificar las
distintas clases de emociones, adquirir un amplio vocabulario emocional, y comprender cómo las emociones se combinan
y cambian a lo largo del tiempo y en función de la situación (Mayer y Salovey, 2007). Debido a que las herramientas
lúdicas pueden ser de gran utilidad en programas de educación emocional (Ribes, Bisquerra, Agulló, Filella y Soldevila,
2005; Duran et al., 2015), consideramos necesario desarrollar experiencias didácticas lúdicas para trabajar la IE de forma
práctica.
OBJETIVOS
El objetivo principal de este trabajo fue demostrar la utilidad del termómetro emocional como estrategia didáctica para
favorecer la comprensión de emociones en alumnos de Educación Primaria.
METODOLOGÍA
La actividad que se presenta se basa en el termómetro emocional desarrollado dentro del programa RULER
(Recognizing, Understanding, Labeling, Expressing, and Regulating emotion) de la Universidad de Yale (USA) y empleado
por Castillo, Fernández-Berrocal y Brackett (2013) en muestra española.
Esta experiencia se llevó a cabo en un grupo-clase de 24 niños de 4º curso de Educación Primaria. La aplicación del
termómetro emocional como herramienta educativa tiene como objetivos específicos: 1) ampliar el vocabulario sobre
emociones, y 2) comprender dónde se sitúan dichas emociones en base a su activación y bienestar. Mediante la
realización de esta actividad se repasaron los contenidos referentes a 20 emociones escogidas en base a su posición en el
termómetro emocional (ver imagen 1), y se trabajaron las competencias clave de Comunicación lingüística, Aprender a
aprender, y Conciencia y expresiones culturales.
Imagen 1. Termómetro emocional y emociones situadas en base a su activación y bienestar.
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La actividad se llevó a cabo en el pabellón polideportivo de un centro educativo público. Previo a la realización de la
actividad, los docentes representaron el termómetro emocional en el suelo del pabellón empleando para ello cinta
aislante de colores. Posteriormente, colocaron las 20 tarjetas que contenían 20 emociones (1 emoción/tarjeta) hacía abajo
en los cuadrantes correspondientes (5 tarjetas/cuadrante), y cubrieron el termómetro de las emociones con globos (ver
imagen 2).
Imagen 2. Preparación de la actividad “Termómetro emocional”.
Una vez preparada la actividad, el grupo clase se dividió en 2; 12 alumnos participaron en la actividad del termómetro
emocional, mientras que los otros 12 plasmaban con pintura acrílica las emociones aprendidas en papel continuo. Los dos
grupos realizaron ambas actividades trabajando en todo momento las emociones.
Los docentes les recordaron a las/os alumnas/os las diferentes emociones que ya habían sido trabajadas en sesiones
previas, y su relación con el bienestar y la activación. Por ejemplo, el miedo, que produce mucha activación y poco
bienestar, estaría situado en la esquina superior izquierda, en el cuadrante rojo. Los 12 alumnos que participaron en la
experiencia lúdica del termómetro emocional fueron organizados en 2 grupos de 6 alumnos/grupo con el objetivo de
fomentar el trabajo en equipo y facilitar la toma de decisiones. Así pues, el docente nombraba una de las emociones
trabajadas, de modo que uno de los grupos debía tomar una decisión y escoger el cuadrante y la zona donde se
encontraba dicha emoción. El docente lo comprobaba y en caso de acierto el grupo se quedaba con el globo que cubría la
emoción, y el turno pasaba al otro grupo. En caso de fallo, el otro grupo tenía la oportunidad de intentar adivinar la
posición de dicha emoción y ganar el globo. La actividad finalizaba cuando los alumnos averiguaban la posición de las 20
emociones. El grupo que conseguía más globos era el ganador de la actividad.
La evaluación de la actividad se realizó por observación directa de la docente, en la que se prestó atención a cada
alumna/o mientras realizaba las actividades. Concretamente la evaluación se basó en si la alumna o el alumno: 1)
participaba activamente, 2) escuchaba y respetaba a sus compañeros, y 3) colaboraba en la toma de decisiones.
RESULTADOS
La realización de la actividad propuesta contó con la aceptación de todo el alumnado (ver imagen 3). Los alumnos se
mostraron entusiasmados y afirmaron haberse divertido durante la realización de esta experiencia lúdica. Además, la
actividad lúdica favoreció la comprensión de las diversas emociones trabajadas, aprendizaje que se pudo corroborar a lo
largo del curso.
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Imagen 3. Realización de la actividad “Termómetro emocional”.
CONCLUSIONES
Como hemos visto, la importancia de la IE en el ámbito educativo ha quedado demostrada en multitud de estudios
(Extremera y Fernández-Berrocal, 2003). Por tanto, es el momento idóneo para ir más allá y ampliar las competencias
emocionales del alumnado, debido al impacto que éstas tienen tanto a nivel educativo como social (Ciarrochi, Chan y
Caputi, 2000). Un individuo dotado de competencias emocionales ampliamente desarrolladas es consciente de las
emociones propias y ajenas, las comprende y sabe cómo debe actuar ante ellas, obteniendo de ese modo la habilidad para
administrarlas de la mejor manera posible.
La implementación de este tipo de herramientas lúdicas puede favorecer el proceso de enseñanza-aprendizaje de los
alumnos respecto a los aspectos básicos de la IE. Nuestra propuesta prioriza el juego cooperativo, desarrolla valores
educativos y destaca los aspectos cooperativos por encima de los competitivos. En conclusión, la aplicación de este tipo de
experiencias lúdicas facilita la comprensión de las emociones, poniendo de manifiesto la utilidad del termómetro
emocional como una herramienta educativa para trabajar las emociones en alumnos de Educación Primaria de forma
práctica.
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