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Revista Caribeña de Psicología, 2020, Vol. 4, No. 1, pp. Editorial ISSN 2689-8535
Fundación para el Desarrollo
de la Psicología en el Caribe
Editorial
Presente y Futuro de la Psicología Caribeña: República
Dominicana, Cuba y Puerto Rico
Present and Future of Caribbean Psychology: Dominican Republic, Cuba and
Puerto Rico
Juan Aníbal González Rivera 1 & Orlando M. Pagán-Torres 2
1 Fundación para el Desarrollo de la Psicología en el Caribe. https://orcid.org/0000-0003-0622-8308
2 Fundación para el Desarrollo de la Psicología en el Caribe. https://orcid.org/0000-0002-7195-4202
* Correspondencia: jagonzalez@psm.edu
WWW.REVISTACARIBENADEPSICOLOGIA.COM
Citar como:
González-Rivera, J. A., & Pagán-Torres, O. M. (2020). Presente y Futuro de la Psicología Caribeña: República
Dominicana, Cuba y Puerto Rico. Revista Caribeña de Psicología, 4(1), 1-8.
https://doi.org/10.37226/rcp.v4i1.3369
Editorial Volumen 4, Número 1, 2020
Primera Parte:
Presente y Futuro de la Psicología Caribeña
1
Dr. Juan Aníbal González Rivera
Como editor en jefe de la Revista Caribeña de Psi-
cología, para mí es un placer saludarles y un honor
compartir con todos una breve reflexión sobre el pre-
sente y futuro de la psicología caribeña. La limitación
de tiempo y espacio exige sintetizar un tema extenso,
profundo y medular a varios señalamientos puntua-
les con miras a desarrollar posibles vías temáticas de
discusión y reflexión en otros espacios académicos.
Asimismo, advierto –por las limitaciones ya señala-
das– que haré referencia constante a la situación ac-
tual de tres países: Cuba, República Dominicana y
Puerto Rico, ya que son los tres países con mayor par-
ticipación en la Fundación para el Desarrollo de la
Psicología en el Caribe (FUNDEPSIC), y a su vez, son
los tres países con quien sostengo lazos profesionales.
El desarrollo y progreso de una profesión en cual-
quier país están intrínsecamente relacionados con la
1
Conferencia Magistral dictada el 28 de abril de 2020 por el Dr.
Juan A. González-Rivera en el lanzamiento oficial de la Revista Ca-
ribeña de Psicología.
situación socioeconómica y la estabilidad sociopolí-
tica que esté atravesando cada territorio. Estos facto-
res influyen linealmente en los recursos disponibles
para invertir en la educación universitaria, la investi-
gación científica, la política pública, la práctica profe-
sional y en la organización de los psicólogos y psicó-
logas como gremio en cada país y cada región. Estos
cinco elementos –identificados a partir de este punto
como retos– han de ser el hilo conductor de mi refle-
xión. Es por ello, que me parece pertinente revisar pa-
norámicamente estas áreas y sus posibles implicacio-
nes en el quehacer psicológico del Caribe.
Primer Reto: Educación Universitaria
La educación formal de profesionales de la psico-
logía enfrenta retos distintos en cada país del Caribe.
Hagamos una mirada panorámica a la realidad de
cada región. En el caso de República Dominicana, im-
portantes psicólogos del país han realizado señala-
mientos que, a mi entender, son alarmantes y con ca-
lidad de emergencia. Por ejemplo, el Dr. Enerio
Presente y Futuro de la Psicología Caribeña: República Dominicana, Cuba y Puerto Rico
Revista Caribeña de Psicología, 2020, Vol. 4, No. 1, Editorial
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Rodríguez, a quien muchos reconocen como el prin-
cipal historiador de la psicología dominicana, ha des-
crito el desarrollo de programas universitarios de psi-
cología como uno descontrolado (Ortiz-Torres, 2013).
Según expone el experto, “cada institución decide libre-
mente sobre los requisitos para graduar un psicólogo, así
como la forma en que dichos requisitos serán cumplidos por
el candidato” (Rodríguez, 2010). Es decir, el Dr. Rodrí-
guez hace un fuerte señalamiento a la aparente caren-
cia de uniformidad curricular entre los programas de
psicología. A diez años de las palabras del historia-
dor, importantes psicólogos dominicanos mantienen
esta misma postura y preocupación. El psicólogo Car-
los R. Hernández, presidente de la FUNDEPSIC, en
correspondencia personal con este servidor indica lo
siguiente:
“En la actualidad, la psicología en República Domi-
nicana, tanto como ciencia y profesión, se debate
ante dos grandes desafíos: Primero, cómo mejorar la
calidad en la formación profesional de los futuros
psicólogos y segundo, cómo abordar el crecimiento
exponencial que se observa en la cantidad de estu-
diantes de psicología, que, según el Ministerio de
Educación Superior Ciencia y Tecnología, es la pri-
mera carrera universitaria con una población de
56,069 estudiantes para el 2018” (comunicación
personal, abril, 2020).
Añado a las palabras de Carlos Hernández, que
para el 2017, la carrera de psicología era la segunda
carrera universitaria en este país con 47,112 estudian-
tes. Esto supone un aumento de aproximadamente
9,000 estudiantes en un año. Estos estudiantes se dis-
tribuyen en 18 universidades dominicanas. Al igual
que estos colegas, comparto la preocupación por la
calidad de la enseñanza y el desarrollo de competen-
cias adecuadas para el mundo laboral. Este asunto si-
gue siendo una asignatura pendiente –y urgente–
para la profesión en República Dominicana.
En Cuba, durante la primera década del siglo XXI,
el Estado –fundamentado en una aparente necesidad
de profesionales de la conducta para atender los pro-
blemas psicosociales de la isla– flexibilizó los requisi-
tos académicos para obtener el titulo de psicólogo o
psicóloga (Ortiz-Torres, 2013). Este hecho, al igual
que en República Dominicana, levantó legítimas
preocupaciones sobre la calidad de los egresados de
estos programas “flexibilizados”. Debemos resaltar
que la Sociedad Cubana de Psicología (2006) llevó sus
preocupaciones a las autoridades pertinentes. Ahora
bien, el maestro Jorge Enrique Torralbas Oslé, jefe de
departamento de formación básica de psicología en la
Universidad de La Habana, en correspondencia per-
sonal con este servidor, resalta lo siguiente:
“La Psicología en Cuba vive con buena salud. Entre
sus fortalezas más notables destaca la experiencia en
la formación de pregrado, a casi 60 años de comen-
zar su enseñanza como carrera; sus modelos teóricos
de avanzada en franco valor de integración entre lo
mejor de la Psicología mundial, en especial del En-
foque Histórico Social; su modelo de la Psicología de
la Salud con una línea de pensamiento sólida y pro-
pia que hoy es motivo de orgullo y distinción; su in-
serción y vocación en el campo educativo, su contri-
bución a los éxitos del movimiento deportivo cu-
bano, pilar esencial de la identidad nacional; sus tra-
bajos pioneros en la temática de las emergencias y
desastres, con especial solidaridad y sentido huma-
nista” (comunicación personal, abril, 2020).
En el caso de Puerto Rico, existen sobre 30 progra-
mas graduados de psicología en diversas especialida-
des y concentraciones. Esta cantidad de programas,
sumada a la necesidad de las universidades en cum-
plir con números y lograr un mayor presupuesto (in-
gresos), ha generado una cantidad enorme de estu-
diantes de psicología a nivel de maestría y doctorado
en la isla. Incluso, varios colegas puertorriqueños han
cuestionado la aparente flexibilización de requisitos
de admisión a los programas graduados de algunas
universidades. El principal problema de este au-
mento fugaz de estudiantes, enmarcado en un mo-
delo económico neocapitalista que entiende la educa-
ción como un negocio y los estudiantes como consu-
midores, es que sacrifica la calidad del estudiantado
a cambio de una mayor cantidad de estudiantes que
consumen su producto, “la educación”.
En síntesis, el primer reto sobre la educación uni-
versitaria en la carrera de psicología tiene dos ejes
principales en los tres países en cuestión: (1) la masi-
ficación –entendida como multiplicación– de estu-
diantes de psicología en los programas académicos, y
(2) los consistentes señalamientos a la calidad de la
enseñanza que levantan serias dudas e incertidum-
bres sobre las competencias de los egresados. Cabe
señalar, que la carencia de universidades locales que
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ofrezcan títulos avanzados y/o doctorales en el campo
de la psicología y la pobre remuneración de los facul-
tativos agrava el panorama.
Segundo Reto: Investigación Científica
Uno de los indicadores de progreso de la psicolo-
gía caribeña son las publicaciones académicas (Govia
& Bernal, 2013). La producción científica es el reflejo
de un gremio erudito y capaz de fortalecer la práctica
de su profesión. Según Govia y Bernal (2013), este
proceso emerge inicialmente en ámbitos nacionales y
luego se despliega al ámbito regional. De hecho, en
términos de publicaciones, se puede observar una nu-
trida producción científica a nivel nacional, sobretodo
en Puerto Rico. No obstante, la cantidad de publica-
ciones relacionadas específicamente a la psicología
caribeña es escasa.
A mi entender, la producción científica en estos
tres países se ha sostenido gracias a un número redu-
cido de psicólogos y psicólogas que se ocupan consis-
tentemente por mantener una vida académica pro-
ductiva. Es decir, no me atrevería a afirmar categóri-
camente, que existe una cultura de producción cientí-
fica caribeña. Es suficiente con analizar la cantidad de
estudiantes caribeños de psicología que antes de cul-
minar su grado logran publicar un artículo en una re-
vista profesional o contabilizar la cantidad de revistas
académicas de psicología activas ininterrumpida-
mente en la región del Caribe. Recalco, la mayoría de
la producción científica del Caribe ha sido desde y en
perspectiva nacional. Ejemplo de esto, es la invalua-
ble labor y trayectoria de la Revista Puertorriqueña de
Psicología en la proliferación y consolidación de la
psicología en Puerto Rico como disciplina científica.
Actualmente, la Revista Puertorriqueña de Psicología
es editada por el Dr. Guillermo Bernal, quien a mi en-
tender, es una de las figuras principales y más impor-
tantes en el desarrollo de la psicología puertorri-
queña.
La carencia de una cultura de producción cientí-
fica en la República Dominicana ha colocado en tela
de juicio el proceso de formación de los psicólogos y
psicólogas en asuntos de investigación científica. So-
bre este particular, el Dr. Enerio Rodríguez (2010, p.
28) indica lo siguiente:
“Temo que, si no adoptamos las medidas apropia-
das, la profesión se vea literalmente inundada por
psicólogos deficientemente preparados para ofrecer
servicios psicológicos realmente profesionales, psi-
cólogos sin suficiente conocimiento teórico para re-
conocer las teorías que se esconden detrás de sus ob-
servaciones e interpretaciones, obligados a aceptar
por fe todo lo que se les ofrece, por su incapacidad
para reconocer la fuerza inferencial de un diseño de
investigación, e incapaces de organizar su propio
ejercicio profesional de un modo tal que puedan de-
terminar el grado de eficacia de sus técnicas y pro-
cedimientos.”
Es casi imposible desligar la investigación y la pro-
ducción científica del ejercicio práctico, coherente,
probado y, en palabras mayúsculas, ético, de la psico-
logía. Este apartado nos deja en el tintero varias ta-
reas: (1) escudriñar exhaustivamente el por qué exis-
ten evidenciadas diferencias en términos de produc-
ción científica entre los países caribeños y cuáles son
los factores que facilitan o promueven dicha dispari-
dad, (2) evaluar, repensar y transformar la formación
investigativa en los programas universitarios de psi-
cología, y (3) que tanto universidades como asociacio-
nes profesionales de psicología nacionales, regionales
e internacionales promuevan fehacientemente la pro-
ducción científica como vehículo de fortalecimiento y
desarrollo de una auténtica psicología caribeña. La
FUNDEPSIC ya comenzó esta encomienda con la
puesta en circulación de una renovada y reformada
revista académica de psicología, la cual lanzamos or-
gullosamente el día de hoy (28 de abril de 2020).
Sobre este particular, Carlos R. Hernández, presi-
dente de la FUNDEPSIC, me comenta lo siguiente: “la
publicación de la Revisa Caribeña de Psicología se puede
convertir en una oportunidad de desarrollo profesional y
actualización… si esto ocurre estaremos en los albores del
inicio de la etapa de consolidación de la psicología en la Re-
pública Dominicana” (comunicación personal, abril,
2020). Y añado, etapa que tampoco se ha alcanzado
en términos regionales, entiéndase, caribeños.
Tercer Reto: Política Pública
Tema controversial, pero necesario es el cuestiona-
miento sobre el rol del profesional de la psicología ca-
ribeña en asuntos de política pública nacional y regio-
nal. Aunque, desde mi perspectiva, nuestro rol debe
ser uno activo, paráclito (del griego paráklētos, que
significa, abogado y consolador) y militante, que evo-
que y transforme las sociedades caribeñas en unas
Presente y Futuro de la Psicología Caribeña: República Dominicana, Cuba y Puerto Rico
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más justas, inclusivas y solidarias. Urge que, tanto
universidades como asociaciones nacionales e inter-
nacionales de psicología, promuevan la necesidad y
urgencia de tener psicólogos y psicólogas involucra-
dos activamente en asuntos de política pública. Este
ejercicio debe tener una participación dual: por un
lado, involucramiento en el desarrollo de legislación
a favor de las comunidades más vulnerables en todos
los ámbitos; y, por otro lado, la denuncia activa de
prácticas políticas que denigran las condiciones tanto
físicas como emocionales de nuestros ciudadanos. En
palabras de la Dra. Kalitza Baerga-Santini (2020), ac-
tual presidenta de la Asociación de Psicología de
Puerto Rico (APPR),
“la postura de que los psicólogos y psicólogas no de-
ben participar en asuntos políticos es una que lleva
la carga del coloniaje, suponiendo que el poder de
hacer cambios sustanciales en los procesos del país
recae solamente en la clase política. Los psicólo-
gos/as contamos con el conocimiento y la experien-
cia para proponer cambios en las políticas públicas
que beneficien el desarrollo de una sociedad más
justa y equitativa. El rol de la psicología en la polí-
tica y el vigilar el impacto de ésta en las personas es
un deber ético que va más allá de la terapia o de otras
intervenciones psicológicas” (pp. 3-4).
Está más que evidenciado que personas que viven
en desigualdad, pobreza, desempleo, discrimen, mar-
ginación y sin acceso viable a servicios de salud o
educación, son los más vulnerables en términos de sa-
lud mental. Esto supone una mayor conciencia y par-
ticipación social del gremio caribeño en la política de
cada país y un acompañamiento cercano al pueblo en
sus luchas, reclamos, exigencias y causas justas.
Por ejemplo, acerca de este particular, Jorge Enri-
que Torralbas Oslé, comparte lo siguiente referente a
Cuba:
“El futuro de la Psicología cubana reside en el
avance en temáticas emergentes y de gran signifi-
cancia en la transformación social: trabajar ardua-
mente en las temáticas de Psicogerontología; contri-
buir activamente a la equidad de género; desarrollar
con más amplitud la Psicología en el espacio ya con-
quistado de las instituciones laborales, hoy la prin-
cipal fuente empleadora; retomar su fuerza en co-
munidades, en espacios de decisión a través de sus
asesorías, contribuir a diseñar campañas comunica-
cionales, a deconstruir y construir nuestras subjeti-
vidades colectivas en un escenario social” (comu-
nicación personal, abril, 2020).
Sobre el caso de Puerto Rico, la Dra. Amelia Ro-
dríguez-Acevedo (2020), pasada presidenta de la
APPR, sostiene lo siguiente:
“Es medular una mayor participación en los cues-
tionamientos de inequidades sociales y en la lucha
para lograr una resolución favorable de los determi-
nantes sociales de la salud. Esto implica concienciar
a las personas sobre la posibilidad de lograr cambios
significativos en el país, a través de la selección de
mejores candidatos con plataformas políticas de re-
levancia, más allá de los mecanismos tradicionales
para elección. Fomentar tomas de decisiones educa-
das que viabilicen mejores proyectos para nuestra
isla es crucial. De esta forma, la participación de la
psicología en la política no tiene que ver con un pro-
ceso de apadrinamiento de candidatos sino con la
utilización de nuestro conocimiento profesional
para promover unas tomas de decisiones que impac-
ten el bienestar general. Por eso, es vital atender la
necesidad de promover un voto con conciencia, de
evaluar la efectividad de las políticas públicas; in-
cluyendo el análisis de los efectos psicológicos del
estatus colonial y de demandar los atropellos a los
que nuestro pueblo es expuesto” (pp. 17-18).
En síntesis, queda como asignatura pendiente,
desarrollar una agenda de trabajo a corto y largo
plazo, que busque y promueva una participación sis-
temática y organizada de los psicólogos y psicólogas
en la política pública de nuestro amado Caribe anti-
llano. No obstante, permanece una pregunta en el tin-
tero: ¿están capacitados los psicólogos caribeños para
dar respuesta a los desafíos que plantean las políticas
públicas? Espero que podamos esclarecer esta inte-
rrogativa pronto, más aún cuando el paradigma clí-
nico/médico tradicional demostró ser incapaz de asu-
mir este reto.
Cuarto Reto: Práctica Profesional
La práctica profesional de la psicología tiene la
obligación de estar contextualizada, es decir, cultural-
mente adaptada. Esta contextualización solo es posi-
ble mediante un método sistematizado de validación
científica que permita que futuras intervenciones
puedan ser generalizables y efectivas. De hecho, cada
Editorial • Juan Aníbal González Rivera
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intervención psicológica, en cualquiera de sus moda-
lidades y especialidades, debe considerar el rol del
contexto, idioma, etnicidad, raza, sexo y disparida-
des, entre otras características psicosociales (Bernal &
Domenech-Rodríguez, 2012). Lamentablemente, el
desarrollo de prácticas basadas en evidencia no ha
sido una prioridad para la psicología caribeña. Tome-
mos el caso de Puerto Rico, principal país en produc-
ción científica en el Caribe. Una reciente revisión sis-
temática (Bernal, Adames, & Almonte, 2015), eviden-
ció la necesidad de realizar evaluaciones sobre la efec-
tividad, e incluir medidas para documentar cambios
en la práctica de la psicoterapia. Dicha revisión solo
encontró 16 ensayos clínicos aleatorizados con eva-
luaciones pre y post prueba.
Debo aclarar que, cuando hablo de prácticas basa-
das en evidencia, no me refiero a duplicar modelos
glorificados y prácticas primermundistas de las psi-
cologías dominantes de Norteamérica o Europa. De
hecho, el Dr. Carlos Albizu, como con ojos proféticos,
afirmó contundentemente en 1967 que “la psicología
Americana no funciona en Puerto Rico” (Albizu Miranda
& Matlin, 1967, p. 78), y añado, ni en el Caribe. No se
trata de importar material psicológico y aplicarlo en
nuestros países, hablo de crear y desarrollar prácticas
desde nuestra cultura y para nuestra cultura. La ca-
rencia de dicho ejercicio, entre tantos otros, ha dificul-
tado el desarrollo de una definición concreta de lo que
es psicología caribeña.
Me parece pertinente compartir con ustedes algu-
nas palabras que la Dra. Kalitza Baerga, actual presi-
denta de la APPR, compartió recientemente con este
servidor:
“Para mí, formada en la psicología clínica, la fun-
ción de los psicólogos/as del país es denunciar las
injusticias que perjudican a las personas y descala-
bran las estructuras que deben ser de ayuda, luchar
por servicios de calidad, trabajar para reducir el es-
tigma relacionado a problemas de salud mental, así
como proveer intervenciones que sean efectivas, efi-
caces y basadas en evidencia. Sólo haciendo y reco-
nociendo esto nuestras intervenciones clínicas, co-
munitarias, organizacionales, de consejería y esco-
lares, entre otras podrán ser beneficiosas de manera
individual y colectiva” (comunicación personal,
abril, 2020).
En este apartado, queda como asignatura pen-
diente, desarrollar una base científica sobre cuáles in-
tervenciones son efectivas y eficaces en el ejercicio de
la psicología en el Caribe. Para esto se necesitan dos
elementos: documentar el gran trabajo clínico reali-
zado hasta el momento en nuestra zona, y validar las
mismas con soporte empírico y ensayos clínicos.
Quinto Reto: Organización Regional
Otro de los indicadores de progreso de la psicolo-
gía caribeña son las asociaciones y actividades regio-
nales que congregan a los psicólogos del Caribe (Go-
via & Bernal, 2013). La principal actividad regional
que ha sido y sigue siendo pilar en esta tarea es el
Congreso Caribeño de Psicología de la FUNDEPSIC.
Desde 2001 hasta la fecha, se han celebrado 16 edicio-
nes del congreso. Entiendo, sin temor a equivocarme,
que la plataforma idónea para desarrollar la psicolo-
gía caribeña de esta nueva década es la FUNDEPSIC,
y junto a ella, desde mi perspectiva, sus dos principa-
les herramientas internacionales: el congreso y la re-
vista. Por tal razón, exhorto a todos los profesionales
de la psicología en el Caribe, particularmente a mis
compatriotas boricuas y cubanos, que apoyemos es-
tos proyectos y usemos estas plataformas para desa-
rrollar y diseminar nuestras ideas. Sería muy lamen-
table, que sigamos montados en la ola anglosajona y
descuidemos el trabajo criollo que nos urge realizar
en casa.
En esta misma línea, me parece pertinente com-
partir con ustedes unas breves palabras de la Dra.
Francés Boulon Jiménez, coordinadora del Comité de
Relaciones Internacionales de la APPR y distinguida
psicóloga puertorriqueña en las ultimas tres décadas:
“La psicología en el Caribe ha florecido en el siglo
XXI; hay considerable actividad académica, cientí-
fica y profesional en países del Caribe hispano y de
otras culturas. Lo que aspiramos para el futuro es
mayor colaboración e integración de modelos teóri-
cos, prácticas profesionales e intercambios entre do-
centes y estudiantes. Debemos emular el espíritu de
Hostos, nuestro ciudadano de América y establecer
más enlaces para proyectos colaborativos. Aunque
ya se han iniciado colaboraciones para investigacio-
nes y manejo de emergencias entre varios países ca-
ribeños, deben fortalecerse estos vínculos y hacerlos
más visibles. Los estudiantes y profesionales recién
graduados deben ser invitados a considerar la
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Revista Caribeña de Psicología, 2020, Vol. 4, No. 1, Editorial
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colaboración con colegas del Caribe una prioridad
en su desempeño y desarrollo profesional” (comu-
nicación personal, abril, 2020).
Por último, invito a todas las asociaciones profe-
sionales de psicología de Puerto Rico, Cuba, Repú-
blica Dominicana, Jamaica, y demás países que confi-
guran el Caribe, que se acerquen con espíritu de her-
mandad y establezcan convenios de colaboración con
la FUNDEPSIC, para así maximizar esfuerzos en el
desarrollo de una verdadera y auténtica psicología
caribeña. Esta misión es tarea de todos y todas.
Segunda Parte:
Presentación del Volumen 4, Número 1
Orlando M. Pagán-Torres
La Revista Caribeña de Psicología es la revista ofi-
cial y científica de la Fundación para el Desarrollo de
la Psicología en el Caribe (FUNDEPSIC), entidad sin
fines de lucro, que tiene como objetivo fundamental
el promover el avance y desarrollo de la Psicología en
Caribe y América Latina. La revista se publica dos ve-
ces al año (enero-junio y julio-diciembre) y acepta ma-
nuscritos en español e inglés. Esta revista se propone
alcanzar los siguientes objetivos: (1) Difundir el desa-
rrollo y promoción de los avances de la psicología en
los países de la región del Caribe y América Latina.
(2) Promover el desarrollo profesional y académico
de la psicología en los países hispanoparlantes. (3) Es-
tablecer un foro para el debate académico y científico
acerca de los principales temas de la psicología a nivel
del Caribe y América Latina. (4) Recoger de forma
permanente la historia y desarrollo de la psicología
en el Caribe. La Revista Caribeña de Psicología busca
la difusión de artículos originales resultantes de pro-
yectos de investigación, que den cuenta de los avan-
ces en distintos campos de la disciplina, tales como
psicología social, educacional, comunitaria, jurídica,
industrial organizacional, clínica y de la salud, neuro-
ciencias, evaluación, psicometría y metodologías de
investigación psicosocial cuantitativas y cualitativas.
Introducción a la Sección de Artículos
Procedemos a exponer una breve descripción de
los artículos incluidos en este volumen. El primer ar-
tículo de Rosario-Hernández y colaboradores tiene
como objetivo examinar los efectos del Trastorno de
Déficit de Atención con Hiperactividad en el
desempeño laboral y el posible papel mediador del
engagement con el trabajo y el papel moderador del
género. El segundo artículo de Rosario-Rodríguez y
González-Rivera tuvo como propósito principal desa-
rrollar una medida alternativa para la pasión por el
trabajo y examinar sus propiedades psicométricas. El
tercer artículo de González-Rivera; Santiago-Olmo,
Cruz-Rodríguez, Pérez-Ojeda y Torres-Cuevas ana-
liza las propiedades psicométricas de la Escala de An-
siedad por Enfermedad en una muestra de adultos
puertorriqueños. Un total de 300 puertorriqueños
participaron en este estudio de carácter exploratorio
y psicométrico.
El cuarto artículo de Rodríguez-Ríos, Cabiya-Mo-
rales, Sánchez-Cardona y Cruz-Santos evalúa la pre-
valencia del consumo de marihuana y otras drogas en
adolescentes puertorriqueños. Además, pretendía
examinar factores asociados a la reducción del con-
sumo de marihuana en dicha población. El quinto ar-
tículo de Rodríguez-Rivera, Martínez-González y
Martínez-Taboas recopiló la narrativa de 10 pacientes
de salud mental a través de entrevistas a profundidad
con el objetivo de explorar los recursos de ayuda acu-
didos, experiencias con éstos, las razones de escoger-
los y el significado que tuvo. El sexto y último artículo
de Torralbas-Oslé, Batista-Sardain y Naranjo-Pou
presenta un perfil sociométrico en una muestra de 301
estudiantes de octavo grado y 344 estudiantes de on-
ceno grado, distribuidos en 20 aulas (10 por grado) de
distintas escuelas de La Habana.
Logros Alcanzados y Futuras Proyecciones
Actualmente, la Revista Caribeña de Psicología
consta de cuatro volúmenes conformados por un total
de 16 artículos. En este año, un nuevo grupo de edi-
tores se ha dado la tarea de continuar la ardua labor
de edición y diseminación científica de esta Revista a
través de la publicación del volumen 4(1) 2020 con el
objetivo de promover el avance y desarrollo del
quehacer científico y académico en el contexto cari-
beño. Además, el presente volumen pudo disemi-
narse bajo la publicación de la plataforma de sistema
de acceso abierto (Open Journal System). Por último,
durante este año, esta revista ha logrado la indexa-
ción en las bases de datos LATINDEX, REDIB, GOO-
GLE SCHOLAR, ACADEMIA y CROSSREF, por lo
que actualmente todos los artículos publicados po-
seen DOI.
Editorial • Juan Aníbal González Rivera
Revista Caribeña de Psicología, 2020, Vol. 4, No. 1, Editorial
7
La nueva Junta Editorial está conformada por el
Dr. Juan Aníbal González-Rivera (Editor en Jefe), Dr.
Ernesto Rosario-Hernández, (Editor Asociado), Dr.
Adam Rosario-Rodríguez (Editor Asociado) y Or-
lando M. Pagán-Torres, (Editor Asociado). Reciente-
mente, Delorean Torres-Quiñones y Yazmín Álvarez-
Alatorre se han incorporado al equipo editorial como
asistentes editoriales y Grisalidis Hidalgo como en-
lace y representante de FUNDEPSIC en el comité edi-
torial. También, la revista consta actualmente con
nuevo comité científico internacional compuesto por
22 revisores y revisoras especializados de ocho países
(Puerto Rico, México, Cuba, Argentina, España, Co-
lombia, Perú y Estados Unidos) con una amplia va-
riedad de tópicos y metodologías pertenecientes a las
ciencias conductuales.
Como parte de las futuras proyecciones de la re-
vista, se pretende lograr la publicación de dos volú-
menes por año. El primer volumen correspondería de
enero a junio y el segundo volumen de julio a diciem-
bre. También, se realizarán esfuerzos adicionales para
lograr la indexación de la Revista en otras bases de
datos con el objetivo de poder facilitar la disemina-
ción de los artículos publicados y aumentar el im-
pacto de la Revista.
Comité Científico de Revisores y Revisoras
§ Dr. Freddy A. Paniagua (University of Texas, Med-
ical Branch at Galveston, Texas, USA).
§ Dr. Juan Carlos Arango Lasprilla (Biocruces Biz-
kaia Health Research Institute, España).
§ Dra. María del Mar Molero Jurado (Universidad
de Almería, España).
§ Dr. Sergio Alexis Domínguez-Lara (Universidad
de San Martín de Porres, Perú).
§ Dra. Paula Andrea Hoyos Hernández (Pontificia
Universidad Javeriana de Cali, Colombia).
§ Dr. Alfonso Martínez-Taboas (Universidad Carlos
Albizu, San Juan, Puerto Rico).
§ Dra. María del Carmen Pérez-Fuentes (Universi-
dad de Almería, España).
§ Dr. Stefano Vinaccia Alpi (Fundación Universita-
ria Sanitas, Bogotá, Colombia).
§ Dra. Japcy Margarita Quiceno (Universidad de
Medellín, Colombia).
§ Dra. Coralee Pérez Pedrogo (Universidad Carlos
Albizu, Puerto Rico; Universidad de Puerto Rico, Re-
cinto de Ciencias Médicas, Puerto Rico).
§ Dra. Mª Inmaculada Méndez Mateo (Universidad
de Murcia, España).
§ Dr. Javier Sánchez-Rosas (Universidad Nacional de
Córdoba, Argentina).
§ Dra. Jennifer Morales Cruz (Ponce Health Sciences
University, Ponce, Puerto Rico).
§ Dr. Alexis Lorenzo Ruíz (University of Havana,
Cuba).
§ Dra. Lymaries Padilla-Cotto (Universidad Carlos
Albizu, San Juan, Puerto Rico).
§ Dr. José Moral de la Rubia (Universidad Autónoma
de Nuevo León, México).
§ Dr. Caleb Esteban (Ponce Health Sciences Univer-
sity, Ponce, Puerto Rico).
§ Dra. Emily M. Pérez-Torres (Ponce Health Scien-
ces University, Ponce, Puerto Rico).
§ Dr. Israel Sánchez-Cardona (Universidad Carlos
Albizu, San Juan, Puerto Rico).
§ Dra. Alixida G. Ramos-Pibernus (Ponce Health
Sciences University, Ponce, Puerto Rico).
§ Dr. Eliut Rivera-Segarra (Ponce Health Sciences
University, Ponce, Puerto Rico).
§ Dra. Irma Serrano-García (Universidad de Puerto
Rico, Puerto Rico; Catedrática Jubilada).
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