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Retos de la
planicación y
gestión del agua
en España
Informe 2019
Observatorio de las Políticas del Agua (OPPA)
Francesc La Roca y Julia Martínez (Coordinadores)
Colección Informes Nueva Cultura del Agua
© Fundación Nueva Cultura del Agua,
febrero 2020
Pedro Cerbuna, 12, 4º dcha.
50.009 Zaragoza
Tfno: +34 976 76 15 72
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FB: Fundación Nueva Cultura del Agua
www.fnca.eu
ISBN: 978-84-944788-7-1
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Atribución-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional
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Fundación nueva cultura del agua
8. El colapso ecológico
de la laguna del Mar
Menor
Julia Martínez (Fundación Nueva Cultura del Agua)
Miguel Ángel Esteve Selma (Universidad de Murcia)
8.1. La laguna costera del Mar Menor. Evolución, causas y consecuen-
cias de su degradación
La laguna costera del Mar Menor y sus humedales periféricos (figura 1) conforman un ecosistema
que tenía un excepcional valor ecológico y de características únicas en el Mediterráneo. Con unos
135 km2 de superficie, el Mar Menor es la mayor laguna litoral del Mediterráneo Occidental, tiene ca-
racterísticas singulares como su hipersalinidad y hasta hace pocos años destacaba por ser una de
las pocas grandes lagunas costeras que, en pleno siglo XXI, mantenían unas aguas maravillosamen-
te transparentes gracias a su carácter oligotrófico (escasez de nutrientes en la columna de agua),
como evidencian topónimos en su ribera como el “Mar de Cristal”. Además, el Mar Menor mantenía
una biodiversidad de enorme valor, con especies como distintas aves acuáticas, peces (signátidos,
ciprinodóntidos) y moluscos (Pholas dactylus, Pinna nobilis, etc), así como hábitats prioritarios. El
Mar Menor y sus humedales asociados conforman un complejo lagunar que cuenta con múltiples
figuras de protección: Parque Regional de San Pedro del Pinatar, Paisaje Protegido de los Espacios
Abiertos e Islas del Mar Menor, ZEPA (Zona de Especial Protección para las Aves), LIC (Lugar de Im-
portancia Comunitaria), área Ramsar (Humedal de Importancia Internacional del Convenio Ramsar)
y ZEPIM (Zona Especialmente Protegida de Importancia para el Mediterráneo).
Figura 1. Humedales asociados a la ribera interna de la laguna del Mar Menor. PH: Playa de la Hita; MC: Marina del Car-
molí; LP: Lo Poyo. En los extremos se sitúan las salinas de San Pedro (al norte) y Marchamalo (al sur).
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La causa principal del actual estado de degradación del Mar Menor no se sitúa en la laguna sino en su
cuenca, puesto que el regadío intensivo del Campo de Cartagena es el principal responsable de la cri-
sis eutrófica (exceso de nutrientes, es decir de nitrógeno y fósforo, que ocasiona crecimientos explo-
sivos de fitoplancton) que finalmente estalló en 2016, tras veinte años en los que las alertas desde los
ámbitos científicos y de las organizaciones ecologistas y otros colectivos sociales fueron ignoradas.
El regadío intensivo del Campo de Cartagena inició su expansión en los años 80 con las aguas del
trasvase Tajo-Segura y ha continuado desde entonces con aguas de éste y otros orígenes, incluyen-
do aguas subterráneas, reutilización de aguas residuales y desalación marina. Todo ello ha supuesto
una profunda transformación de la cuenca, con un importante incremento de la aportación de flujos
hídricos y de nutrientes a la laguna y humedales periféricos (Martínez-Fernández et al., 2005; Velas-
co et al., 2006; Carreño et al., 2008; Esteve et al., 2008; Martínez-Fernández et al., 2009).
Figura 2. Izquierda: Principales usos del suelo en la cuenca del Mar Menor. Verde: natural; azul: regadío al aire libre; amarillo:
invernaderos; crema: secano; granate: urbano e infraestructuras. Fuente: Carreño Fructuoso (2015). Derecha: Evolución de
la superficie ocupada por secano, regadío y natural en la cuenca del Mar Menor desde 1970. Fuente: Martínez et al. (2013).
Trabajos realizados con teledetección han mostrado que sólo entre 1988 y 2009 el regadío de la
cuenca pasó de unas 25.150 hectáreas a más de 55.000 hectáreas, más del doble (Carreño Fruc-
tuoso, 2015). La transformación a regadío se ha reactivado en los últimos años, estimándose la exis-
tencia de entre 15.000 y 20.000 hectáreas de regadío al margen de las cifras oficiales. Muchos de
estos perímetros de regadío son ilegales, como recientemente ha reconocido la Confederación Hi-
drográfica del Segura. Los estudios disponibles a partir de un modelo de simulación dinámica (Mar-
tínez-Fernández et al., 2014; Esteve et al., 2016) estiman que la contribución de los vertidos urbanos
representa alrededor del 15 % de la entrada total de nutrientes a la laguna, mientras que la activi-
dad agraria del Campo de Cartagena sería responsable del 85 % de dicha entrada total. Igualmen-
te distintos estudios hidroquímicos e isotópicos han permitido determinar que el principal origen de
la contaminación por nitratos son los fertilizantes químicos utilizados en los cultivos (MAGRAMA,
2015). Este elevado flujo de nutrientes es el principal responsable de la crisis eutrófica que actual-
mente presenta la laguna, en la que la gran transparencia de las aguas, una de las características
más singulares y atractivas del Mar Menor, ha sido sustituida por aguas turbias que, con frecuencia,
dan lugar a episodios generalizados de la denominada “sopa verde”.
Hasta el año 2014, a pesar de las alteraciones constatadas en los humedales periféricos de la lagu-
na del Mar Menor, el contenido en nutrientes y en clorofila a en la columna de agua de la laguna, si
bien se situaban por encima de los valores que habían caracterizado siempre al Mar Menor como
una laguna oligotrófica, no había llegado a generar explosiones masivas generalizadas de fitoplanc-
ton, de forma que las aguas seguían siendo mayoritariamente transparentes casi todo el tiempo
y en buena parte de la laguna (figura 3). A pesar de que la entrada de nutrientes de origen agrario
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en los últimos 30 años no dejó de crecer, el Mar Menor mostró una gran resiliencia gracias al papel
de los humedales periféricos, que retienen parte los nutrientes que de otro modo hubieran llegado
a la laguna, a las praderas vegetales de los fondos, el principal mecanismo lagunar de absorción
de nutrientes (Lloret y Marín, 2009) y finalmente a la explosión de plancton gelatinoso (medusas),
un mecanismo secundario de captura de nutrientes. Estos tres mecanismos fueron sobrepasados,
dando lugar a la crisis eutrófica de 2016, de la que el Mar Menor sigue sin recuperarse.
Figura 3. Izquierda: Evolución de la entrada estimada de nitrógeno y fósforo a la laguna del Mar Menor procedente de
fuentes difusas de la cuenca. Fuente: Martínez Fernández et al. (2013). Derecha: Evolución de la clorofila a en la laguna.
Línea roja: valores observados; línea azul: valores obtenidos por teledetección. Fuente (Ruiz Fernández et al., 2019).
En el año 2016 el estado ecológico del Mar Menor sufrió un vuelco, al desarrollarse en tiempo récord
una crisis eutrófica sin precedentes que, junto a la sopa verde, supuso la práctica desaparición del 85
% de las praderas de los fondos, el agotamiento del oxígeno y la muerte de numerosos organismos,
especialmente la fauna bentónica, asociada a los fondos (Comité de Asesoramiento Científico del
Mar Menor, 2017), incluyendo especies protegidas, algunas muy amenazadas. La muerte de las pra-
deras de los fondos eliminó la barrera que impedía la liberación a la columna de agua de los nutrientes
atrapados en los fondos y acumulados durante años, a los que se unieron los aportados por la propia
biomasa muerta de las praderas y fauna bentónica asociada. De esta forma a la aportación externa
de nutrientes a la columna de agua procedentes de la cuenca se sumó una vía interna de aporte de
nutrientes, liberados por los sedimentos lagunares. Puede consultarse una descripción más detallada
de las causas y mecanismos de la crisis eutrófica en el Informe OPPA de 2017 (Martínez et al., 2017) y
en un informe elaborado por investigadores de seis entidades (Ruiz Fernández et al., 2019).
La crisis eutrófica de 2016 supuso la profunda degradación de un ecosistema único en el Mediterráneo
por su especiales características (la mayor laguna costera del Mediterráneo occidental, hipersalina y
oligotrófica) y su singular biodiversidad, con graves afecciones a especies protegidas como el caballito
de mar y la nacra (Pinna nobilis), un bivalvo gigante endémico del Mediterráneo, incluido en el Anexo II
de la Directiva Habitats, en peligro crítico de extinción y que tenía en el Mar Menor una de sus últimas
poblaciones mundiales. También provocó impactos económicos importantes en sectores clave como
el turístico, que comenzó a mostrar signos de pérdida del valor turístico del Mar Menor (reducción de
visitas, bajadas de precios…) e incluso el sector residencial, con importantes reducciones del valor pa-
trimonial de las viviendas. En definitiva, la actividad agraria intensiva ha provocado graves impactos en
otros sectores económicos, al socavar la base ambiental que sostiene tales sectores.
En 2018 mejoró la transparencia del agua y desde ciertos ámbitos se interpretó como un signo de la
recuperación del Mar Menor. Sin embargo, como un amplio número de investigadores ha señalado
(Ruiz Fernández et al., 2019), no había evidencias científicas de dicha recuperación. Muy al contrario,
el contenido en clorofila fue aumentando progresivamente hasta alcanzar en agosto de 2019 valores
próximos a los observados en 2016, indicando un importante crecimiento del fitoplancton. El color
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verde del agua que mostraba la laguna en agosto de dicho año no se debía a problemas puntuales,
sino que era consecuencia de la eutrofización que seguía sufriendo la laguna por exceso de nutrien-
tes, cuyo principal origen son los regadíos intensivos del Campo de Cartagena. Estas condiciones
constituyeron la antesala de los acontecimientos de septiembre y octubre de 2019.
8.2. El episodio de mortandad masiva de octubre de 2019
Resumimos aquí la descripción del episodio de mortandad masiva de octubre de 2019 y sus causas,
que puede consultarse en su totalidad en el informe elaborado por investigadores de seis entida-
des (Ruiz Fernańdez et al., 2019). En septiembre de 2019 la DANA y las lluvias torrenciales asociadas
que afectaron al Sureste, ocasionaron la entrada en la laguna de un importante volumen de aguas
de avenida, arrastrando cantidades masivas de nutrientes, estimadas entre 500 y 1.000 toneladas
de nitratos, 35 toneladas de amonio y más de 100 toneladas de fosfato. Con el fitoplancton en pleno
crecimiento, estas entradas aceleraron el proceso eutrófico en superficie.
Por otra parte la diferencia de salinidad entre la capa superficial (un poco menos salina por las aguas de
la avenida) y la capa profunda, estratificó la columna de agua, impidiendo la mezcla del agua y aislando
la capa profunda, que mantenía una elevada carga de nutrientes desde 2016. La estratificación impidió
la transferencia de oxígeno desde la capa superficial a la profunda, por lo que en dicha capa profunda
el oxígeno se agotó y además la falta de luz por la elevada turbiedad del agua impidió la aportación de
oxígeno de las praderas del fondo a través de la fotosíntesis. La elevada cantidad de materia orgánica
(la ya existente más la introducida por la avenida) en condiciones de anoxia (ausencia de oxígeno) acti-
varon la descomposición anaerobia a través de microorganismos reductores del sulfato. Este metabo-
lismo anaerobio dio lugar a la presencia de sulfuros en el agua, según confirmó un informe de la Confe-
deración Hidrográfica del Segura con análisis tomados en tales fechas. Se había producido en el Mar
Menor un raro fenómeno conocido como euxinia, que caracteriza a masas de agua muy estratificadas,
con una capa de agua superior eutrófica pero con oxígeno y otra inferior anóxica y con sulfuros, fenó-
meno documentado en muy pocos casos a nivel mundial, uno de ellos el Mar Negro.
La ausencia de oxígeno y sobre todo la presencia de sulfuros, muy tóxicos para la fauna, provocó la
muerte de todos los organismos del fondo que eran sésiles (sin capacidad de movimiento) y la huida
masiva a la superficie de todos los que tenían movilidad, en una insólita mezcla de organismos de
todo tipo de especies. Unas 9.000 hectáreas del fondo lagunar quedaron de nuevo arrasadas.
El 12 de octubre de 2019 los vientos de levante empujaron la capa superficial, provocando el bascu-
lamiento de la columna de agua, de forma que la capa profunda (anóxica y con sulfuros, tóxicos para
la fauna) afloró en superficie en el extremo norte de la laguna, provocando un episodio de mortandad
masiva de organismos de todo tipo de especies (incluyendo entre otros doradas, anguilas, quisquillas,
cangrejos y todo tipo de invertebrados), muchos de los cuales se lanzaron fuera del agua hacia la orilla
huyendo de la anoxia y los sulfuros, para asombro de quienes asistieron a semejante fenómeno.
Desde el gobierno regional y otras voces se insiste en atribuir a la DANA de septiembre y la consi-
guiente entrada masiva de agua dulce a la laguna, el episodio de mortandad masiva de octubre. Sin
embargo el problema no fue la entrada de agua, sino la enorme cantidad de nutrientes que arrastró
la avenida, la cual aceleró el proceso eutrófico que desde 2016 viene sufriendo el Mar Menor. De he-
cho AMETSE (Asociación Meteorológica del Sureste) señaló que los datos pluviométricos muestran
que la avenida de noviembre de 1987 presentó una precipitación acumulada un tercio mayor que la
DANA de 2019, pese a lo cual en 1987 no hubo episodios de mortandad masiva.
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El estado eutrófico del Mar Menor ha supuesto su degradación profunda y además lo ha convertido
en un sistema enormemente vulnerable a diferentes eventos (precipitaciones intensas, cambio en
los vientos, un invierno más cálido de lo normal...), de forma que los episodios de mortandad masiva
se pueden volver a repetir en cualquier momento.
La eutrofización del Mar Menor no ha ocurrido de forma imprevista o repentina. Durante las últimas
tres décadas, ha fallado la administración regional, competente en las políticas agrarias y ambien-
tales, que durante todo este tiempo se ha mostrado muy cercana a los intereses del sector agra-
rio, ha consentido la creación de nuevos perímetros de regadío, con miles de hectáreas ilegales
y se ha mostrado incapaz de reducir la aportación de fertilizantes y la exportación de nutrientes,
pese a que desde 2001 el Campo de Cartagena está declarado como Zona Vulnerable a la Con-
taminación por Nitratos. Ha fallado también la Confederación Hidrográfica del Segura, incapaz de
controlar los usos del agua, con pozos ilegales que duplican o triplican los legales. Estos fallos no
pueden entenderse desde la ignorancia. Desde hace más de veinte años se venía alertando desde
ámbitos científicos y también desde grupos ecologistas y otras organizaciones ciudadanas, sobre
las múltiples presiones urbanísticas, turísticas y agrarias. Específicamente se advirtió con múltiples
estudios e informes del creciente peligro de eutrofización del Mar Menor debido a las ingentes can-
tidades de nutrientes procedentes sobre todo de los fertilizantes agrarios de un regadío en perma-
nente expansión, pero todas estas advertencias fueron en vano.
Los tremendos sucesos de octubre han hecho emerger –en sentido literal y figurado- la verdadera si-
tuación de colapso ecológico que arrastra el Mar Menor desde 2016, situación que permanecía oculta
a las miradas en los fondos y capas profundas de la laguna. Este colapso ecológico causado principal-
mente por las actividades agrarias intensivas del Campo de Cartagena, constituye un daño ambiental
de enorme relevancia que ha dado lugar a también a graves daños económicos en otros sectores, es-
pecialmente tras el episodio de mortandad masiva de octubre de 2019: el sector pesquero ha estado
sin faenar durante un amplio periodo de tiempo y cuando volvió a faenar la demanda de productos del
Mar Menor había caído en picado; la imagen turística del Mar Menor se había degradado hasta niveles
difícilmente recuperables, con sustanciales cancelaciones en los alojamientos y las actividades turísti-
cas; las actividades comerciales y de hostelería se han resentido y el valor patrimonial de las viviendas
del entorno del Mar Menor ha seguido cayendo. Se trata de una dolorosa lección acerca de que las ac-
tividades económicas no viven al margen del medio ambiente sino que dependen estrechamente de la
buena salud de los ecosistemas que, de forma directa o indirecta, las mantienen.
Ante esta crisis, que es a la vez ecológica, social, económica y política, se suceden las propuestas
de medidas, muchas de las cuales constituyen soluciones erróneas e insuficientes, como se ex-
pone a continuación.
8.3. Las aparentes soluciones que no lo son
8.3.1. Las medidas priorizadas en el proyecto de Vertido Cero
En septiembre de 2019 se publicó la Declaración de Impacto Ambiental (DIA) del Proyecto de Verti-
do Cero, promovido conjuntamente por el Ministerio para la Transición Ecológica y por la Consejería
de Agua, Agricultura y Medio Ambiente de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia. Si bien
dicho proyecto de Vertido Cero incluía medidas positivas como el refuerzo de la inspección y control
de las actividades agrarias o la recuperación ambiental de los humedales litorales, las medidas que se
priorizan están constituidas por un proyecto hidráulico de captación de agua de la rambla del Albujón
y del acuífero, bombeos y largas impulsiones hasta infraestructuras de desalobración situadas en los
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extremos norte y sur del Mar Menor, generación de agua para riego, desnitrificación de las salmueras
de rechazo y vertido final al Mediterráneo. Este conjunto de actuaciones se pretende justificar sobre
la base de centralizar la desnitrificación de los flujos superficiales y de las aguas subterráneas, a la vez
que se reduce el nivel piezométrico del acuífero Cuaternario para reducir su aportación de agua y nu-
trientes a la laguna. Sin embargo, existen enormes dudas acerca de que las medidas que se priorizan
cumplan con los criterios de eficacia ambiental, eficiencia económica y equidad social:
Las medidas priorizadas no son ambientalmente eficaces
Las medidas priorizadas no son eficaces para alcanzar los objetivos ambientales (eliminar la entra-
da de nutrientes a la laguna) por tres motivos: En primer lugar, no se dirigen a la raíz del problema (el
cambio del modelo productivo agrario y un cambio en la gestión de la cuenca), sino que se trata de
una actuación de “final de tubería”, que resulta siempre mucho menos eficaz que las dirigidas a elimi-
nar el problema en origen. Además, sus elevados costes de explotación y mantenimiento (el recurso
hídrico para riego obtenido tendría un coste en torno a 0,44 €/m³, sin incluir los costes de inversión
ni los de distribución a parcela), permite dudar de su entrada real en funcionamiento. Por otra parte
cualquier accidente o avería provocará vertidos al Mar Menor (agravando la eutrofización) o al Medi-
terráneo (iniciando procesos de contaminación). Finalmente, incluso si las obras funcionan en condi-
ciones óptimas, supondrían de acuerdo con la DIA el vertido de 2.125 toneladas anuales de nitratos
al Mediterráneo, afectando al LIC marino y degradando sus hábitats.
En segundo lugar las medidas no son eficaces porque repiten supuestas soluciones que ya han fra-
casado en el pasado, como las grandes infraestructuras construidas en los años 90 de gestión de
los drenajes, del agua de riego y de las salmueras, que nunca llegaron a ser utilizadas porque los re-
gantes no quisieron pagar sus elevados costes de funcionamiento.
En tercer lugar, las actuaciones priorizadas en el proyecto Vertido Cero no son eficaces porque
parecen traslucir cierta confusión entre la gestión del agua y la gestión de los nutrientes: el cora-
zón de las mismas se centra en interceptar flujos de agua y aportar recursos hídricos al regadío,
en lugar de centrarse en prevenir la contaminación y eliminar la entrada de nutrientes. Tampo-
co se entiende que se prioricen actuaciones sobre la conexión aguas subterráneas-Mar Menor,
cuando según la DIA éste es el flujo sujeto a una mayor incertidumbre.
Las medidas priorizadas no son económicamente eficientes
Las medidas priorizadas están constituidas por un elevado número de grandes infraestructuras hi-
dráulicas, que requieren elevados costes de ejecución. De un total de 21 actuaciones que conforman
el proyecto de Vertido Cero, 4 actuaciones, consistentes en obras hidráulicas y centradas funda-
mentalmente en las actuaciones señaladas de captación, bombeo, desalobración, desnitrificación
y vertido, suponen en torno a la mitad del presupuesto total de ejecución del proyecto de Vertido
Cero. A ello se añaden los elevados costes de explotación y funcionamiento de estas obras hidráuli-
cas y la ausencia de un análisis coste-efectividad, que garantice que estas medidas son las que más
contribuyen a eliminar la entrada de nutrientes al Mar Menor a un menor coste.
Las medidas priorizadas no cumplen con el criterio de equidad social
Las actuaciones priorizadas no cumplen con el criterio de equidad social porque no se informa so-
bre cómo se van a distribuir los costes entre las administraciones públicas y los sectores económi-
cos privados implicados. En particular no se informa sobre cómo se va a garantizar la corresponsa-
bilidad del regadío intensivo del Campo de Cartagena, de las actividades ganaderas y de otros usos
económicos, a la hora de asumir parte de los costes de las actuaciones, en aplicación del principio
“Quien Contamina Paga”, tal y como exigen las normativas europeas y el principio de recuperación
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de costes contenido en la Directiva Marco de Agua. Sin tales garantías, la experiencia dicta que de
nuevo seremos todos los ciudadanos quienes pagaremos por reparar el daño causado por un sector
privado, lo que representaría un premio al infractor y una profunda falta de equidad social.
8.3.2. La reducción de los niveles piezométricos del acuífero Cuaternario
Desde el gobierno regional de la Región de Murcia, el sector agrario y otras voces, se viene insistien-
do en que el acuífero Cuaternario, con una elevada contaminación por nitratos, constituye la princi-
pal vía de entrada de agua y nutrientes al Mar Menor. En coherencia con esta idea, consideran que
los esfuerzos deben dirigirse a reducir los niveles piezométricos del Cuaternario, de forma que se
reduzca el flujo hídrico hacia la laguna. Para ello consideran que debe realizarse obras hidráulicas
para captar agua del acuífero Cuaternario, a través de la construcción de drenes paralelos a la ribera
del Mar Menor y baterías de pozos. El agua captada, una vez desalobrada, sería utilizada para riego.
Resulta cuando menos sospechoso el elevado consenso existente en torno a la idea de que la principal
vía de contaminación del Mar Menor es el acuífero Cuaternario, especialmente cuando no existen evi-
dencias contrastadas de ello. De hecho, según la DIA del proyecto Vertido Cero, la entrada subterránea
es el componente sujeto a una mayor incertidumbre en el balance hídrico de la laguna, dado que a la
descarga subterránea al Mar Menor se le asigna un rango de posibles valores de gran amplitud, entre
los 5-6 hm3 anuales que se venían estimando hasta ahora por los diferentes estudios hidrogeológicos,
hasta el valor de 68 hm3 anuales, propuesto por trabajos recientes (Jiménez-Martínez et al., 2016). La
entrada de nutrientes a la laguna procedentes de las aguas subterráneas aparece igualmente sin cuan-
tificar y sujeta a un rango amplio de incertidumbre. En cambio la entrada por aportes superficiales, que
alcanza valores muy significativos, en términos redondos entre 35 y 40 hm3 anuales según la DIA, están
sujetos a un rango de incertidumbre mucho más estrecho. A pesar de ello, las medidas que prioriza el
proyecto Vertido Cero, como se ha explicado en el epígrafe anterior, prioriza la ejecución de obras hi-
dráulicas (batería de drenes y pozos) para la captación de agua del acuífero Cuaternario.
En diciembre de 2019 Tragsatec presentó un informe con el resumen de los trabajos de cuantifica-
ción de la descarga subterránea al Mar Menor a partir del seguimiento de 7 campañas de piezome-
tría y de calidad de las aguas en 70 puntos situados en una banda de 3 kilómetros en torno al Mar
Menor, entre junio de 2018 y octubre de 2019. Este informe (Tragsatec, 2019) estima una entrada
subterránea entre 5 y 13 hm3. Hay que tener en cuenta además que parte de los nitratos contenidos
en los flujos subterráneos, en función de las características de las áreas de afloramiento, podrían su-
frir procesos de desnitrificación antes de alcanzar la laguna, de forma que la proporción de los nu-
trientes que entran por vía subterránea sería aún menor. Atendiendo sólo a los flujos hídricos y con
los valores medios de los rangos de entrada hídrica superficial (entre 35 y 40 hm3 según la DIA del
proyecto Vertido Cero) y subterránea (entre 5 y 13 hm3 según el estudio de Tragsatec), la entrada su-
perficial sería cuatro veces superior a la subterránea. Esta proporción sería coherente con los resul-
tados obtenidos en primera instancia en 2016-2017, cuando se intervino exclusivamente en los flujos
superficiales (salmueras procedentes de la desalobración y vertidos a través de la rambla del Albu-
jón), tras lo que tuvo lugar una reducción de la concentración de nitrógeno en la columna de agua de
la laguna. Esta proporción entre la entrada superficial y la subterránea sería también coherente con
las estimaciones que venían manejando los autores de este trabajo.
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Pese a todo ello el gobierno regional y el sector agrario siguen insistiendo en que el acuífero Cuater-
nario es el principal responsable de la contaminación del Mar Menor. Esta insistencia podría expli-
carse por cuatro razones fundamentales:
i. Las competencias sobre los acuíferos recaen de forma exclusiva sobre la Administración Ge-
neral del Estado, en concreto sobre la Confederación Hidrográfica del Segura, lo que permi-
te que el gobierno regional se desentienda de su responsabilidad en el colapso ecológico del
Mar Menor por su falta de control sobre el regadío y en general sobre el conjunto de activida-
des agrarias del Campo de Cartagena y por no haber velado por la conservación del Mar Me-
nor pese a sus numerosas figuras de protección nacionales y sobre todo internacionales, todo
ello competencia exclusiva de la Comunidad Autónoma.
ii. En la actualidad están en curso varios procedimientos judiciales por la degradación del Mar Menor,
procedimientos en los que están imputadas un amplio número de empresas agrarias, responsa-
bles de los regadíos intensivos del Campo de Cartagena. Si se asume la tesis de que la principal
fuente de contaminación del Mar Menor es el acuífero y no los flujos superficiales, se aleja y dilu-
ye la responsabilidad directa en dicha contaminación de las actividades agrícolas actuales (que se
manifiestan de forma inmediata en los flujos de contaminación superficiales). De acuerdo con esta
tesis, puesto que el foco de contaminación que está degradando el Mar Menor es el acuífero Cua-
ternario, en realidad dicha degradación es el resultado de la contaminación acumulada durante dé-
cadas en el acuífero, producto de una actividad “histórica” que no puede ser atribuida a los actuales
titulares de las explotaciones agrarias, que verían así facilitado su itinerario judicial.
iii. Más allá de los procedimientos judiciales en marcha, asumir que la principal fuente de contami-
nación del Mar Menor es el acuífero Cuaternario contribuye a desviar el foco del sector agrario
del Campo de Cartagena, como principales responsables de la exportación de nutrientes a la
laguna, exportación que continúa sin demasiados cambios en la actualidad y que fue el factor
desencadenante de la crisis eutrófica de 2016 y del actual colapso ecológico del Mar Menor. Sin
duda desviar el foco del sector agrario facilita que los regadíos intensivos del Campo de Carta-
gena continúen con su actividad como hasta ahora, sin cambios de relevancia.
iv. Quienes sustentan la tesis de que la principal vía de contaminación es el Cuaternario proponen
como solución básica la realización de obras hidráulicas para reducir los niveles piezométricos
del acuífero, de forma que se reduzca el flujo subterráneo hacia la laguna. Estas obras consisten
en drenes perimetrales para captar agua del Cuaternario y baterías de pozos, bombeos y des-
alobración del agua captada, que después sería aprovechada como agua de riego. Es decir, la
solución para el problema generado por los regantes del Campo de Cartagena termina dándole
agua para riego a los regantes del Campo de Cartagena. Por otra parte, quienes sustentan esta
tesis no explican qué sentido tiene captar agua del Cuaternario con el fin de reducir los niveles
piezométricos para dársela de nuevo al regadío, cuyos drenajes seguirán elevando los niveles
piezométricos. Estos niveles comenzaron a ascender a finales de los años 80, cuando a raíz de
la llegada de las aguas del Trasvase Tajo-Segura el regadío del Campo de Cartagena comenzó
a crecer a elevado ritmo, crecimiento que ha continuado después con aguas de todo tipo de ori-
gen (subterráneas, desaladas y reutilizadas, además de las del trasvase). Si realmente se desea
reducir los niveles piezométricos, la solución ha de centrarse en el factor que origina este proble-
ma, que no es otro que la expansión del regadío en la cuenca del Mar Menor y plantear, por tanto,
una reducción significativa del regadío actualmente existente.
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8.3.3. El ensanchamiento de las golas (canales de comunicación con el Mediterráneo)
De forma recurrente surgen voces que proponen abrir las golas, como se denominan los pequeños ca-
nales naturales que comunican la laguna del Mar Menor con el Mediterráneo. Esta propuesta consisti-
ría en dragar las golas, con el fin incrementar la renovación del agua, oxigenando el agua y permitiendo
la salida de parte de los nutrientes contenidos en el agua de la laguna. Se trata de una propuesta que
ha sido ya suficientemente analizada en diferentes ocasiones, incluyendo estudios recientes realizados
por el Instituto Español de Oceanografía (IEO), estudios que han confirmado que esta medida resultaría
no sólo ineficaz sino también contraproducente para la conservación del Mar Menor.
Esta medida no es eficaz para el objetivo de reducir la contaminación de la laguna porque las go-
las contribuyen de forma mínima al intercambio con el Mediterráneo, el cual actualmente tiene lugar
fundamentalmente por el canal artificial del Estacio, abierto en 1974 para permitir el paso de las em-
barcaciones turísticas. El dragado de las golas apenas alteraría la tasa de renovación de la laguna y,
de hecho, según los estudios realizados el incremento del flujo en las golas por los dragados se vería
compensando por una reducción proporcional del flujo a través del Estacio, de forma que la renova-
ción general del agua se modificaría en no más de un 10 %.
Además de resultar ineficaz, el dragado de las golas ocasionaría importantes impactos ambienta-
les sobre los hábitats y comunidades biológicas situadas en el entorno de las mismas, que inclu-
yen hábitats y especies protegidas y en algunos casos en peligro crítico de extinción, como es el
caso de la nacra (Pinna nobilis).
Por otra parte, como se recuerda desde el IEO, en el caso de que se pretenda aumentar de forma ex-
trema el intercambio de agua a través de nuevos grandes canales artificiales de comunicación con el
Mediterráneo, ello supondría la desaparición definitiva del ecosistema lagunar y de sus características
más singulares, ocasionando daños irreversibles a sus valores ecológicos y naturalísticos. El Mar Menor
como tal desaparecería, quedando convertido en una bahía del Mediterráneo, algo impensable consi-
derando el valor de este ecosistema único y sus estatus de protección nacional e internacional.
Se escuchan también otras falsas soluciones que, como el ensanchamiento de las golas, atienden a
los síntomas y no al origen del problema, razón por la que resultarían en general ineficaces, además de
tener un coste desproporcionado. Estas otras falsas soluciones incluyen desde operaciones de gran
escala de retirada de biomasa de la laguna a la inyección de oxígeno en la laguna en episodios de crisis
anóxica, una medida totalmente ineficaz dado que el efecto de aportar oxígeno sería absolutamente
puntual tanto en el espacio como en el tiempo y se disiparía de forma prácticamente inmediata.
8.3.4. Un Decreto-Ley de Protección Integral del Mar Menor que no hace honor a su nombre
Las normativas mal concebidas constituyen también una falsa solución. Es el caso del Decreto-Ley de
Protección Integral del Mar Menor aprobado en noviembre de 2019. Este Decreto-Ley abarca el ám-
bito agrario, el urbano y turístico y el relativo a la navegación e infraestructuras portuarias, entre otros
aspectos. En el ámbito agrario, el Decreto-Ley constituye un paso atrás respecto a la Ley de Medidas
Urgentes para la Protección del Mar Menor, centrada en la reducción de los impactos de la actividad
agraria. Cabe destacar que la Ley de Medidas Urgentes fue aprobada en febrero de 2018 con el voto
a favor de los partidos de la oposición de la Asamblea Regional (PSOE, Podemos y Ciudadanos) y con
el voto en contra del partido en el gobierno regional (PP). La Ley de Medidas Urgentes, que desde su
aprobación apenas ha sido aplicada por parte del gobierno regional, ha sido finalmente derogada por
el Decreto-Ley de noviembre de 2019. Las disposiciones en materia agraria del Decreto-Ley son mu-
cho más débiles que las que contenía la Ley de Medidas Urgentes en lo relativo a la eliminación de los
regadíos ilegales, la prohibición de los fertilizantes más contaminantes, la obligación de que los titulares
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de las instalaciones de desalobración eliminen a su costa los nutrientes de las salmueras en las propias
instalaciones o la obligación de dedicar el 5 % de la superficie de cada explotación agraria a la creación
de bandas de vegetación como sistemas de retención de nutrientes a escala de parcela.
En el ámbito territorial y urbanístico, el Decreto-Ley apenas añade nada respecto a lo ya recogido
por las normativas vigentes, más allá de una breve moratoria de cinco años, de efecto más virtual
que real, en la banda más cercana a la laguna, tras la que se pretende incluso promover nuevos equi-
pamientos hoteleros, turísticos y de oferta de servicios, precisamente en la banda próxima al Mar
Menor, ya muy sobresaturada por los usos urbano-turísticos.
En cuanto a la navegación, los puertos deportivos y otras infraestructuras, de nuevo el Decreto-Ley
apenas incluye restricciones más allá de lo recogido en la normativa actual, no prohibiendo la em-
barcación con motor a combustión –una vieja y reiterada propuesta para el Mar Menor– ni obligando
a reformar los numerosos puertos deportivos (que presentan una de las mayores densidades de la
costa mediterránea) para que dejen de alterar los flujos de agua y sedimentos, lo que provoca graves
problemas de enfangamiento y alteración de hábitats.
Merece la pena destacar las graves carencias del Decreto-Ley en materia de gobernanza. El De-
creto-Ley consagra un Comité de Asesoramiento Científico escasamente independiente ya que,
de forma contraria a los protocolos internacionales de buenas prácticas en materia de comités
científicos, se adscribe al Ejecutivo regional (la Consejería con competencias ambientales) y ade-
más en su composición se incluye la presencia de miembros no científicos, en concreto técni-
cos de la administración regional. Tampoco se mejora el Comité de Participación Social del Mar
Menor, en el que casi la mitad de sus miembros (45 %) son representantes de la administración
pública y del resto, los agentes económicos (donde destacan especialmente las organizaciones
empresariales y los representantes del sector agrario) duplican la representación de las organiza-
ciones de la sociedad civil, que incluyen a representantes ambientales, vecinales, consumidores y
de entidades deportivas. También resulta preocupante la debilidad de la evaluación y seguimiento
de la aplicación de este Decreto-Ley y que la rendición de cuentas y divulgación pública de los re-
sultados de las medidas aplicadas es igualmente casi inexistente.
Finalmente el Decreto-Ley carece de un apartado económico-financiero que especifique los
recursos económicos necesarios, las fuentes de financiación, tanto públicas como privadas y el
grado en el que los sectores corresponsables de la degradación y colapso ecológico del Mar Me-
nor van a ser también corresponsables a la hora de asumir parte de los costes de las medidas
necesarias para su recuperación.
En definitiva, cabe cuestionar el título de este Decreto-Ley: no es de protección del Mar Menor,
dado los escasos y marginales avances frente a los importantes retrocesos en comparación con
la Ley de Medidas Urgentes que este Decreto-Ley deroga y no es integral, a la luz de las grandes y
sustanciales carencias del mismo.
8.4. Una estrategia eficaz para recuperar la laguna del Mar Menor
La recuperación ecológica del Mar Menor será larga y compleja y requerirá de una estrategia ver-
daderamente integral, que incorpore cambios sustanciales en los modelos productivos y de gestión
del territorio y que no se dirija a paliar los síntomas sino que elimine las causas de fondo: la insosteni-
bilidad de las actividades económicas que inciden en el Mar Menor. Esta estrategia integral debería
incluir, entre otros, los siguientes ejes de acción.
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8.4.1. Propuestas en relación con las actividades agrarias
Se requiere una sustancial reconversión ambiental del modelo productivo agrario del Campo de
Cartagena, que pasa por la reducción en origen de la contaminación agraria a través de actuaciones
a escala de explotación agraria, por la aplicación de soluciones basadas en la naturaleza a escala de
la matriz del paisaje agrario y por la recuperación y ampliación de las superficies de humedal natural,
capaces de retener y eliminar nutrientes a escala de la cuenca.
8.4.1.1. Reducción en origen de la contaminación agraria con actuaciones a escala de explotación agraria
En relación con la reducción en origen de la contaminación agraria, es necesaria una detallada
auditoría de todos los perímetros de regadío para identificar y eliminar los ilegales, ya sea por la
normativa de aguas o por las normativas ambientales (por ejemplo, incumplir el procedimiento de
Evaluación de Impacto Ambiental).
Se propone también crear una Banda Perimetral de Protección del Mar Menor, con una anchura
media de al menos dos kilómetros, con eliminación de todas las superficies de regadío, destinan-
do tales superficies a la recuperación de la vegetación natural, a la ampliación de las superficies
de humedal natural y a la recuperación del paisaje tradicional de secano. Esta banda permitirá
retener buena parte de los nutrientes contenidos en los distintos flujos de la cuenca antes de que
entren en la laguna, además de aportar múltiples beneficios ambientales y sociales, como la pro-
tección frente a las avenidas, la conservación de la biodiversidad, la mejora del paisaje y la contri-
bución a la calidad de vida de las poblaciones ribereñas.
En los regadíos situados en el resto de la cuenca, hay que establecer valores límite de obligado cum-
plimiento y más exigentes respecto a la normativa actual no sólo en la aportación de fertilizantes sino
también en los contenidos en nutrientes de los lixiviados a escala de parcela o explotación agraria.
Igualmente debe establecerse de forma obligatoria sistemas de ciclo cerrado en los invernaderos.
Como establecía la Ley de Medidas Urgentes aprobada en 2018, ahora derogada, es necesario ga-
rantizar el cumplimiento estricto de la obligación de dedicar al menos el 5 % de la superficie de cada
explotación agraria a vegetación natural capaz de retener y eliminar parte de los nutrientes agrarios.
Deben prohibirse sin excepciones nuevas instalaciones intensivas ganaderas o la ampliación de
las existentes y ha de aplicarse un plan de adecuación ambiental de todas las instalaciones, inclu-
yendo la prohibición de aplicar purines en toda la cuenca.
En aplicación del principio de quien contamina paga, se ha de imponer una tasa anual por hec-
tárea por contaminación ambiental para toda actividad agrícola y ganadera en la cuenca. Dicha
tasa debe tener un carácter finalista, dedicada a la recuperación del Mar Menor. Dicha tasa se
modularía en función del tamaño de la explotación y del tipo de actividad agraria, incluyendo su
exención total en el caso de la agricultura ecológica y los secanos tradicionales.
8.4.1.2. Actuaciones a escala de la matriz del paisaje agrario del Campo de Cartagena
A escala de la matriz del paisaje agrario, se propone implementar soluciones basadas en la naturaleza
como la creación de franjas de vegetación natural y setos, la creación de manchas dispersas de vege-
tación natural en el conjunto de la cuenca agraria y la recuperación y revegetación de la red de drenaje
natural. Todas estas medidas actúan como áreas-tampón y trampas de retención de nutrientes y pes-
ticidas en el conjunto del Campo de Cartagena. Se trata de medidas maduras, sobradamente conoci-
das, fácilmente implementables y de bajo coste. Distintos trabajos indican que la recuperación de hu-
medales es una medida más coste-efectiva que otro tipo de medidas como la captación de drenajes a
través de infraestructuras de ingeniería civil para reducir la contaminación difusa en cuencas agrícolas
(Gren et al., 1997; Zanou et al., 2003; Lacroix et al., 2005; Martínez Paz et al., 2007).
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Estas medidas incluyen las siguientes: i) Deslinde urgente del Dominio Público Hidráulico, inclu-
yendo barrancos, ramblas y resto de cauces naturales y líneas de drenaje; ii) Restauración am-
biental y funcional del conjunto de la red de drenaje, con revegetación de sus lindes con especies
autóctonas; iii) Creación de manchas de vegetación natural de forma dispersa en el conjunto de la
matriz agraria, que contribuya a la retención y eliminación de nutrientes.
Estos componentes (humedales, pequeños cuerpos de agua, vegetación asociada a ramblas y
redes de drenaje) pueden tener una capacidad de retención de nutrientes que una revisión de
once casos de estudio sitúa entre el 66 y el 89 % (Pärn et al., 2012).
Las Soluciones Basadas en la Naturaleza no sólo han demostrado su eficacia a la hora de retener y
eliminar los nutrientes procedentes de la contaminación agraria, sino que aportan además múltiples
beneficios adicionales, como retener el suelo y reducir las escorrentías, disminuyendo los daños por
inundaciones, mejorar la calidad del paisaje y contribuir al mantenimiento de la biodiversidad.
8.4.1.3. Recuperación de las superficies de humedal natural en todo el perímetro de la ribera
interna del Mar Menor
En las proximidades del Mar Menor, dentro de la Banda Perimetral de Protección del Mar Menor,
en la que se propone eliminar los regadíos, se debe recuperar y ampliar las superficies de hume-
dal natural. Como las lluvias torrenciales de septiembre de 2019 demostraron una vez más, las
avenidas constituyen una de las entradas de nutrientes a la laguna más importantes y justamente
dicha entrada no puede ser gestionada ni reducida con obras de ingeniería civil, siendo los hume-
dales el único mecanismo capaz de retener y eliminar tales nutrientes.
8.4.2. Propuestas en materia de regulación territorial y urbanística
Los Planes Generales Municipales de Ordenación de todos los municipios del entorno y cuenca del
Mar Menor deben ser revisados obligatoriamente con los siguientes objetivos: i) excluir nuevos de-
sarrollos urbanísticos; ii) volver a calificar como no urbanizables los suelos urbanos y urbanizables no
construidos (medida denominada reciclaje de suelo), permitiendo sólo un cierto crecimiento de los
cascos urbanos consolidados, en función de las necesidades del crecimiento vegetativo de las pobla-
ciones actuales y iii) incorporar un plan de adaptación al cambio climático, los riesgos de inundaciones
y la protección del Mar Menor, con medidas como los Sistemas Urbanos de Drenaje Sostenible (SUDS).
8.4.3. Propuestas sobre gestión natural y ambiental
La situación del Mar Menor requiere dar un paso más en la protección del Mar Menor, con la decla-
ración de Parque Regional del Mar Menor y su Entorno, el cual ha de incluir a la propia laguna, a todos
los espacios protegidos actuales situados en su entorno, así como la ampliación de superficie prote-
gida, incluyendo la recuperación de los terrenos inundables situados en el entorno de la desembo-
cadura de la rambla del Albujón, todas las superficies de humedal existentes y sus ampliaciones, así
como nuevas superficies a proteger en los áreas aledañas a los espacios protegidos actuales.
En el conjunto de la cuenca se necesita implementar un Sistema de Infraestructuras Verdes (incluyen-
do el Dominio Público Hidráulico renaturalizado, el Dominio Público Maritimo-Terrestre renaturalizado y
las vías pecuarias, entre otros elementos) con los siguientes objetivos: i) Contribuir a la retención y elimi-
nación de nutrientes a escala de cuenca, ii) Retener el suelo y reducir las escorrentías, reduciendo los
daños por inundaciones iii) Servir de corredores ecológicos, contribuyendo al mantenimiento y mejora
de la biodiversidad y iv) Mejorar el conjunto del paisaje de la cuenca del Mar Menor.
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8.4.4. Propuestas sobre infraestructuras portuarias y la navegación en el Mar Menor
Se propone la prohibición tanto de nuevos puertos deportivos como de ampliación de los ya exis-
tentes. Además, todos los puertos existentes deben aplicar de forma obligatoria un plan de adap-
tación ambiental que garantice la permeabilidad de estas infraestructuras en relación con los flujos
de agua y sedimentos de la laguna, evitando así los graves problemas de enfangamiento que actual-
mente provocan. La continuidad de los puertos deportivos, así como del resto de infraestructuras
existentes debe quedar supeditada a la aplicación efectiva de tales medidas de permeabilización,
de forma que los puertos e infraestructuras que no consigan recuperar la hidrodinámica natural, han
de ser eliminados. Todas estas actuaciones se deben ejecutar a costa del propietario de tales in-
fraestructuras, en aplicación del principio de quien contamina paga.
Por otra parte se propone prohibir la navegación a motor de combustión con fines recreativos y de-
portivos dentro de la laguna del Mar Menor. Ello reducirá la contaminación acústica, la emisión de
vertidos y residuos y las molestias a la fauna, además de permitir un uso ecoturístico de calidad de la
laguna como elemento diferenciador y atractor de actividades económicas sostenibles en la misma.
8.4.5. Propuestas en materia de gobernanza del Mar Menor y su cuenca
Se debe mejorar sustancialmente el Comité de Asesoramiento Científico del Mar Menor, garan-
tizando su homologación con las buenas prácticas internacionales en materia de comités cien-
tíficos, garantizando la independencia orgánica, autonomía de funcionamiento y otros aspectos
relativos a su estructura, composición y funcionamiento.
También se debe mejorar sustancialmente el Comité de Participación Social en composición y fun-
cionamiento, de forma que se reduzca sustancialmente el peso de las administraciones públicas en
el seno del mismo y que estén representados todos los actores en igualdad de condiciones.
Finalmente se propone crear un Observatorio del Mar Menor y su cuenca, de carácter técnico y ads-
crito a una entidad científica, con la misión de llevar a cabo el desarrollo y aplicación de un sistema
de indicadores del Mar Menor y de elaborar un informe de seguimiento anual de las medidas aplica-
das y del grado de consecución de los objetivos planteados, de forma que se aplique una gestión cí-
clica adaptativa que modifique tales medidas en función de su eficacia. Dicho informe de evaluación
debe quedar accesible a cualquier interesado a través de internet.
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Pedro Cerbuna, 12, 4º dcha.
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