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66 | Revista AKD • Junio 2018 • Año 20 Nro. 73
AUTOR
LIC. AGUSTIN CARLOS BALDJIAN
Kinesiólogo Club Tristan Suarez
Kinesiólogo en Kiné kinesiologia
deportiva y funcional
Concurrente Hospital de Agudos
Juan A. Fernández
E-mail: agustin_baldjian@hotmail.com
DISRUPCIÓN INGUINAL
EN EL DEPORTISTA
Uno de los mayores mitos o miedos dentro del futbol son los generados
por el concepto de pubalgia, ya sea por su diagnóstico difuso, tratamien-
to o por el tiempo en el cual el deportista tiene que estar alejado de su
actividad deportiva normal. Como profesionales de la salud es importan-
te saber que este diagnóstico hace más referencia a una zona dolorosa
que a una patología en sí, es por esto que debemos realizar un diagnósti-
co diferencial para poder tratarla de la mejor manera. El objetivo del si-
guiente artículo es realizar una revisión bibliográfica sobre dolor inguinal
y adentrarnos principalmente sobre la Disrupción Inguinal (DI) o mal
llamada en el ambiente del futbol Hernia Deportiva.
El concepto de dolor inguinal fue evolucionando a través del tiempo. Ya
a comienzos de los años 90 fue Gilmore quien comenzó a describir y
diferenciar esta entidad.1
Anatómicamente es una zona compleja, las fibras del recto abdominal, el
tendón conjunto (anastomosis entre el oblicuo interno y el transverso del
abdomen) y el oblicuo externo se funcionan para formar la aponeurosis
púbica. Esta aponeurosis, a su vez, es confluente con el origen del aduc-
tor largo y del recto interno.
Esta entidad fue llamada de diversas maneras, usando términos como
pubalgia del atleta, la ingle de gilmore, osteítis del pubis, la ingle del de-
portista, síndrome inguinal del hockey, síndrome de la sínfisis, disrupción
inguinal, etc. Este último término fue propuesto como el adecuado para
enmarcar esta condición en el consenso realizado en Manchester por la
sociedad británica de hernias. 3
EL DOLOR INGUINAL TIENE TANTAS POSIBLES LESIONES
COMO ZONAS ANATÓMICAS
En año 2014 se realizó el acuerdo de Doha el cual propuso diferenciar los
diagnósticos en tres grandes subgrupos, el primero los agrupa en dolor
inguinal en relación a los aductores, dolor inguinal en relación al psoasi-
líaco, dolor inguinal en relación a la ingle y dolor inguinal en relación al
pubis. En el otro subgrupo encontramos al dolor inguinal en relación a la
cadera. Por último encontramos a las otras causas de dolor inguinal en
deportistas.2
La disrupción inguinal (DI) se define como dolor de presentación insidio-
sa o aguda, que ocurre predominantemente en la región inguinal cercana
al tubérculo púbico donde no existe otra patología, como una hernia, que
explique los síntomas.
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Esta patología la podemos encontrar principalmente en deportes que re-
quieran de esfuerzos repetitivos de cambios de dirección, giros, gestos
de patear con alta intensidad, tales como el futbol, hockey sobre hielo
o rugby. Las lesiones inguinales abarcan el 5% de todas las lesiones en el
futbol. 4 De todas maneras, la incidencia es variable según los estudios.
En un estudio prospectivo a largo plazo las lesiones inguinales y de cadera
abarcaron el 12% del total de las lesiones en la liga Inglesa de futbol. En
otra cohorte prospectiva de la UEFA (Union of European Football Asso-
ciations) en la cual analizaron 7 temporadas de futbol (2001-2/2007-8),
23 equipos y 1065 jugadores, se encontró que estas lesiones abarcan del
12-16% por temporada. La media de lesiones por temporada por club fue
de 7,2 (+ - 4,3). La incidencia de las lesiones inguinales y de cadera fue
de 1,1/1000 hs y fue significativamente mayor durante los partidos que
en los entrenamientos. Casi el 15% del total fueron re-lesiones. La media
de ausencia a nivel competitivo fue de 15 días y la media de las re-lesio-
nes fue de 23 días, siendo esta significativamente mayor. En este último
estudio se obtuvieron 18 posibles diagnósticos de dolor inguinal, en la
cual la disrupción inguinal obtuvo una incidencia de 0,04/1000 hs y un
total de 22 jugadores con esta entidad, 4 de los cuales se vieron involu-
crados en una segunda lesión. La media de ausencia en esta población fue
de 30 (+ -17) días.10 El último estudio y el más largo sobre incidencia fue
publicado en Marzo del 2018, y fue la continuación del estudio nombra-
do anteriormente, en el cual se estudiaron 15 temporadas de la UEFA
(2001-2/2015-6), con un total de 3055 jugadores y 28 equipos. En este
estudio la incidencia fue parecida a la reportada anteriormente siendo
de 1.0/1000 hs para dolores inguinales y de cadera, y dentro de esto la
incidencia de disrupción inguinal fue 0,04/1000 hs. 12
Existen varias teorías sobre la patogénesis, la más aceptada hasta el mo-
mento sería una pared inguinal posterior debilitada en la cual el desgarro
puede abarcar tanto al recto abdominal como al oblicuo externo. El dolor
por debajo y lateral al anillo inguinal es más indicativo de patología de
cadera o lesión en el aductor largo, en cambio el dolor sobre el anillo
inguinal es más indicativo de DI. Sin embargo, por su relación anatómica,
el dolor puede ser irradiado hacia el aductor mayor a través de la aponeu-
rosis púbica.
Como en toda entidad siempre es importante evaluar los factores de
riesgo. No existen estudios específicos que evalúen los mismos para la
disrupción inguinal, sin embargo encontramos estudios de cohortes pros-
pectivas como el de Arnason y cols. el cual estudia los factores de riesgo
para lesiones inguinales en el futbol. En el mismo evaluaron 20 equipos
de la primera división y la liga del futbol islandés y se incluyeron 306
jugadores en la temporada de 1999. Fueron registradas 201 lesiones en
los miembros inferiores y el 13% de las mismas correspondían a lesiones
inguinales. Ellos encuentran como principal factor de riesgo el tener una
historia previa de lesión, aumento de la grasa corporal, menor flexibilidad
“Existen varias
teorías sobre la
patogénesis, la
más aceptada hasta
el momento sería
una pared inguinal
posterior debilitada
en la cual el
desgarro puede
abarcar tanto al
recto abdominal
como al oblicuo
externo.”
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de la musculatura aductora de cadera y mayor edad.16 Otro estudio de
cohorte prospectivo es el de Engebretsen y cols. en el cual se incluyeron
508 jugadores de 31 equipos de noruega. En el mismo encuentran tam-
bién que el haber padecido una lesión previa inguinal es un importante
factor de riesgo y este nos lleva a tener el doble de probabilidades de
volver a padecer la lesión. Además encuentran que la debilidad de los
músculos aductores también es un factor importante a tener en cuenta
y que los jugadores pueden tener 4 veces más probabilidades tener una
lesión inguinal.17 Por último en la revisión sistemática de Whittaker y cols.
suman como factores de riesgo los deportes de alta competencia y la
falta de entrenamiento específico para el mismo. Además afirman que
estos últimos, el haber padecido una lesión inguinal y la disminución de
la fuerza aductora, tienen niveles de evidencia 1-2. 19 De todas maneras,
estos estudios hablan del dolor inguinal de forma muy global y como dije
anteriormente todavía no existen estudios específicos que estudien fac-
tores de riesgo para disrupción inguinal.
El diagnóstico de disrupción inguinal se puede realizar clínicamente si al
menos 3 de 5 de estos signos clínicos están presentes: 3
1. Sensibilidad sobre el tubérculo púbico en el punto de inserción del ten-
dón conjunto;
2. Sensibilidad palpable sobre el anillo inguinal profundo;
3. Dolor y / o dilatación del anillo externo sin una hernia evidente;
4. Dolor en el origen del tendón aductor largo; y
5. Dolor sordo y difuso en la ingle, que a menudo irradia hacia el perineo
y la parte interna del muslo o a través de la línea media.
LA CLÍNICA ES SOBERANA
En cuanto a los exámenes complementarios no existe un Gold estándar
hasta el momento, estos servirían más para realizar diagnósticos diferen-
ciales que para confirmar un diagnóstico de DI.3 En cortes de resonan-
cias magnéticas los desgarros de la aponeurosis del recto abdominal y del
aductor largo se ven como áreas irregulares con cambios en la intensidad
de la señal. Estas imágenes se ven preferentemente en cortes sagitales y
axiales a 1-2 cm lateral al tubérculo púbico. Por otro lado, se pueden en-
contrar cambios anómalos en la intensidad de la señal en la parte antero
inferior del tubérculo púbico y en la profundidad de la unión aponeuróti-
ca entre el aductor largo y el recto anterior, esto se conoce como signo
de la hendidura. 5 Sin embargo, en el estudio de Zoga y cols. se encontró
una baja sensibilidad (57%) y especificidad (60%) en cuanto a este signo
como indicador de lesión en el recto anterior del abdomen. De todas
maneras, en el grupo control de este estudio, pacientes asintomáticos,
no se encontró dicho signo ni edema óseo. Por último remarcan que la
resonancia magnética tiene una sensibilidad del 68% para detectar DI. 6
Otro estudio de utilidad y muy utilizado en nuestro país es la Ecografía
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“El diagnóstico
de disrupción
inguinal se
puede realizar
clínicamente si
al menos 3 de 5
de estos signos
clínicos están
presente.”
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Dinámica, el mismo consiste en la aplicación de un transductor ecográ-
fico en la zona inguinal seguido de la maniobra del Válsala por parte del
paciente. El diagnóstico es positivo si al realizar la maniobra el contenido
intraabdominal es desplazado. En el estudio de Vasile y cols. en el cual
evaluaron retrospectivamente a 47 pacientes con disrupción inguinal en-
contraron un diagnostico positivo en 42 de los mismos mediante este
examen complementario. Concluyen que la sensibilidad de este estudio
es del 100% con un valor predictivo positivo del 93% y un valor predicti-
vo negativo del 100%. 18 Sin embargo, este estudio tiene una alta tasa de
falsos positivos. 20
INTRODUCCIÓN AL TRATAMIENTO
El tratamiento puede ser quirúrgico o conservador. Si bien la mayoría de
la bibliografía sugiere realizar tratamiento conservador en una primera
instancia, hasta 3 meses de comenzados los síntomas, el ensayo clínico
realizado por Paajanen y cols. en el cual comparan ambas modalidades,
sugieren que la reparación endoscópica con la colocación de una malla es
más eficiente que el tratamiento conservador . En dicho estudio, con una
muestra de 60 pacientes (30 de ellos fueron sometidos a tratamiento
conservador y los otros 30 fueron sometidos a tratamiento quirúrgico
mediante endoscopia), se encontró que el 67% del grupo quirúrgico vol-
vió a su nivel deportivo al mes y el 90% a los 3 meses. Sin embargo, el
grupo conservador solo consiguió el 20% al mes y el 25% a los 3 meses
respectivamente. Un dato interesante de este estudio fue que el 50% de
los pacientes del grupo conservador retomaron su nivel deportivo a los
12 meses. 21
TRATAMIENTO CONSERVADOR
En una primera instancia diversos autores sugieren reposo deportivo
acompañado de antiinflamatorios y/o de corticoides locales aplicados a
nivel del recto anterior del abdomen o del aductor largo. A partir de acá
la rehabilitación consistirá en un proceso de elongación, fortalecimiento,
estabilización del Core, correcciones posturales y de lograr el correcto
balance muscular a nivel de los músculos abdominales, de la pelvis y la
cadera.
En las primeras 2 semanas (o en la fase 1) el objetivo es reducir el dolor
y la inflamación. La terapia manual podría ser útil para los tejidos blan-
dos haciendo hincapié en la musculatura flexora, aductora y los glúteos.
También se deben realizar movilizaciones pasivas de la columna lumbar y
cadera siempre respetando los rangos fisiológicos de las mismas. La única
limitación en cuanto al ROM en esta etapa es la extensión del tronco
y de cadera. Luego podemos comenzar a reeducar el control motor de
los músculos abdominales y una buena herramienta para lograrlo es el
uso del biofeedback.6 Para esto debemos inflar el manguito de presión
hasta 20 mmhg y se le instruye al paciente a llevar la pelvis desde una
“La mayoría de la
bibliografía sugiere
realizar tratamiento
conservador en
una primera
instancia, hasta 3
meses de
comenzados los
síntomas,”
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posición de anteversión hasta una posición neutra (Draw-in). La presión
debe llegar a 40 mmhg y esta es monitoreada por el paciente. Una vez
que el paciente logre un buen control podemos progresar el ejercicio
mediante el movimiento de las extremidades. La hidroterapia nos puede
ayudar a incorporar ejercicios de fortalecimiento especifico (sentadillas,
estocadas, etc. y siempre respetando el dolor).6
Para pasar a la siguiente fase, según la bibliografía, el dolor tiene que
haber disminuido en reposo a 0/10 (Escala visual análoga). Se van in-
corporando ejercicios de movilización activa, teniendo en cuenta lo que
mencionamos anteriormente, limitar el movimiento de extensión lumbar
y de cadera al 25% del ROM total para no aumentar la tensión en la zona
de la lesión. Luego debemos progresar al fortalecimiento y estabilización
glútea. También debemos incorporar planchas frontales y ejercicios en
cuadrupedia con movimientos alternantes de los 4 miembros (dead bug,
FIGURA 1).7
FIGURA 1. Progresión con resistencia en el dead bug
Entre la 3era y 4ta semana (o fase 2) de rehabilitación le añadiremos
resistencia al dead bug y lo progresaremos a la cuadripedia, además de
realizar ejercicios de equilibrio en una pierna, Wall squats a 45º y 90º,
ejercicios de control pélvico y fortalecimiento glúteo. El star excursion
balance test (SEBT) es una opción de evaluación y tratamiento para los
ejercicios de estabilidad monopodal.9
“Para pasar a
la siguiente fase,
según la
bibliografía,
el dolor tiene
que haber
disminuido en
reposo a 0/10.”
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Llegando a la 5ta semana se iniciará la reeducación de la carrera, siempre
utilizando los saltos como iniciación a la misma, y se progresará la marcha
con resistencia (FIGURA 2), empujes y tracciones.
Los gestos específicos deportivos comenzarán a realizarse a partir de la
6ta semana. También se seguirá progresando con la capacidad aeróbica.
Serán incorporados los desplazamientos laterales y la velocidad será pro-
gresada según tolerancia del paciente. Algunos autores utilizan el entre-
namiento por intervalos para ir dosificando el tiempo de trabajo.6
Por último, entre la 7ma y 9na semana ser irá progresando para lograr la
vuelta al deporte.
TRATAMIENTO QUIRÚRGICO
Como mencionamos anteriormente, una de las opciones quirúrgicas
consiste en la reparación endoscópica de la pared abdominal posterior
con la colocación de una malla de polipropileno. A la lesión abdominal
se le puede sumar, por su relación anatómica, lesiones en el tendón del
aductor mayor, adicionándole a la cirugía la tenotomía de los aductores.
Existen varios estudios que comparan la vuelta al deporte luego de esta
cirugía. Kajetanet y cols evaluaron retrospectivamente a 27 pacientes
quienes no habían obtenido beneficios luego de 3 meses de tratamiento
conservador. Las lesiones de los mismos eran clasificadas según si esta
abarcaba la pared abdominal (8), los aductores (7) o ambas (12). De lo
27 pacientes, 25 retornaron su actividad deportiva con una media de 112
días, los otros 2 experimentaron dolores residuales. Al año, el 100% de
los pacientes con lesiones unilaterales retornaron a su nivel deportivo
previo y el número desciende al 80% en aquellos que padecieron de le-
siones bilaterales.13
Otra opción quirúrgica es la técnica de sutura abierta mínimamente in-
vasiva, la cual tiene como beneficios el ser menos invasiva y la utilización
de anestesia local. Uno de los estudios que hace referencia a esta técnica
es el de Muschaweck and Berger, en el mismo se estudiaron 129 pa-
cientes, de los cuales 124 tuvieron una mediana de 7 días para volver
a entrenar y el 75% de los mismos volvieron a su nivel previo a los 18,5
días. En su muestra, los deportistas profesionales ocupaban un 67% de la
población y estos tuvieron una mediana de 14 días para recuperar su nivel
previo a la lesión.15
En la primera fase del tratamiento le daremos prioridad a la curación de
los tejidos, en la primera semana de la misma se realizarán estrategias
para disminuir el dolor y la inflamación. La crioterapia es recomendada
con una dosificación de 15 minutos cada 2 hs las primeras 24/48 hs. Los
crunch abdominales estarían contraindicados en esta etapa.
En la segunda fase (2da y 3era semana de la cirugía), una vez retirados
los puntos, se podrán comenzar con ejercicios con resistencia en la pileta.
Podremos añadir también ejercicios en cadena cerrada en bipedestación.
FIGURA 2
Marcha lateral con activación
de cadenas cruzadas.
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En esta posición utilizaremos la cadena abierta para recuperar la fuer-
za de los aductores, abductores, flexores y extensores de cadera. Como
nombramos en el tratamiento conservador, el biofeedback puede sumar-
se como herramienta para activar al transverso del abdomen. Al finaliza
esta etapa el paciente comenzará con elongación de forma suave.
En la tercera fase de la rehabilitación (4ta semana) se le suman los
ejercicios propioceptivos de forma bilateral para progresarlos a unila-
teral. La activación del Core estará monitoreada por la escala visual
análoga y se le dará prioridad a los ejercicios de estabilización de glúteo
medio, glúteo mayor y rotadores de cadera. Opciones terapéuticas en
esta etapa son los puentes glúteos (FIGURAS 3A/3B y FIGURA 4),
dead bugs, Wall squats, estocadas poco profundas y caminatas laterales
con bandas elásticas. Por último, utilizaremos los saltos como ejercicios
previos a la carrera.
FIGURA 3A. Puentes glúteos con activación
de la musculatura aductora. Vista Frontal.
FIGURA 4. Puentes glúteos unilaterales con activación de la musculatura aductora.
En la cuarta fase (5ta y 6ta semana) se sumaran ejercicios excéntricos de
aductores y ejercicios resistidos con bandas elásticas. El fortalecimiento
abdominal en los planos sagital y transversal se hará a través de ejercicios
de planchas y la progresión de las mismas se irá variando según el apoyo
del miembro inferior (rodillas, pies o apoyos asimétricos- FIGURA 5).
Progresaremos al uso de TRX para sentadillas bipodales y unipodales y se
realizarán caminatas con resistencia en distintos planos. Es en esta etapa
en la cual el paciente comienza con ejercicios de carrera.
En la última fase (semana 7-8) se le dará prioridad a la pliometria, coordi-
nación y ejercicios específicos del deporte y sumaremos acá el elemento
de juego. 7,8
FIGURA 3B. Puentes glúteos con activación
de la musculatura aductora. Vista lateral.
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Podemos concluir que la disrupción inguinal es un concepto que ha evo-
lucionado a lo largo del tiempo en pos de aclarar su definición, diagnós-
tico y tratamiento. Sin embargo, haciendo alusión a este último punto,
creo que todavía nos faltan ensayos clínicos para saber cuáles son las me-
jores opciones terapéuticas para tratar estos pacientes.
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FIGURA 6A. Plancha Copenhague. Progresión en la carga.
FIGURA 6B. Plancha Copenhague. Progresión en la carga.
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