ArticlePDF Available

Procesos de subjetivación laboral en la intervención a víctimas del conflicto armado: el interventor politizado

Authors:

Abstract

La intervención a víctimas del conflicto armado en Colombia, a través de acciones enmarcadas en la ley 1448 de 2011, no responden al enfoque psicosocial a partir de las cuales están formuladas, pues hay una distancia significativa entre lo que los programas de intervención requieren por parte del profesional y lo que éste en su quehacer opta por realizar, lo que lleva a considerar la marcada dificultad por parte del psicólogo y también de las iniciativas estatales para construir saberes y acciones desde la horizontalidad, donde las personas víctimas puedan tener una voz que sea escuchada.
| 82 |
Procesos de subjetivación laboral en la intervención a
víctimas del conflicto armado: el interventor politizadoi
Processes of labor subjectivity in the intervention of victims of the armed
conflict: The politicized comptroller
Por: Diana Vanessa Vivares Porras,1 Edwin Alexander Hernández Zapata2 & Juan Felipe Cañaveral Castro3
1. Docente investigadora de la fundación universitaria Maria Cano. Contacto: dianavanessavivaresporras@fumc.edu.co Orcid: https://orcid.org/0000-0002-4294-
5913 Scholar: https://scholar.google.com/citations?user=9XRySKYAAAAJ&hl=es
2. Docente investigador de la Universidad Cooperativa de Colombia. Contacto: edwin.hernandezz@campusucc.edu.co Orcid: https://orcid.org/0000-0002-4646-
632X Scholar: https://scholar.google.es/citations?hl=es&user=KT7IK30AAAAJ
3.DocenteinvestigadordelaUniversidadPonticiaBolivariana.Contacto:juanfelipe.canaveral@upb.edu.co Orcid: https://orcid.org/0000-0002-5496-7220
Scholar: https://scholar.google.com/citations?user=wnfAuw4AAAAJ&hl=es
Citar así: Vivares Porras, D., Hernández
Zapata, E. & Cañaveral Castro, J. (2020).
Procesos de subjetivación laboral en la
intervención a víctimas del conflicto armado:
el interventor politizado. El Ágora USB, 20(1).
82-98. DOI: 10.21500/16578031.4643
OPEN ACCESS
Copyright:©2020ElÁgoraUSB.
LaRevistaElÁgoraUSBproporcionaacceso
abierto a todos sus contenidos bajo los términos
de la licencia creative commons Atribución–
NoComercial–SinDerivar 4.0 Internacional (CC
BY-NC-ND4.0)
Tipo de artículo: Investigación
Recibido: febrero de 2019
Revisado: mayo de 2019
Aceptado: agosto de 2019
Doi: 10.21500/16578031.4643
Resumen
La intervención a víctimas del conflicto armado en Colombia, a través de
acciones enmarcadas en la ley 1448 de 2011, no responden al enfoque
psicosocial a partir de las cuales están formuladas, pues hay una dis-
tancia signicativa entre lo que los programas de intervención requieren
por parte del profesional y lo que éste en su quehacer opta por realizar,
lo que lleva a considerar la marcada dicultad por parte del psicólogo y
también de las iniciativas estatales para construir saberes y acciones
desde la horizontalidad, donde las personas víctimas puedan tener una
voz que sea escuchada.
Palabras clave. Intervención psicosocial; Víctimas en Colombia; Subje-
tividad.
Abstract
The intervention to victims of the armed conflict in Colombia, through
actions under Law 1448 of 2011, do not respond to the psychosocial
approach from which they are formulated, because there is a signicant
distance between what intervention programs require on the part of the
professional and what he in his work chooses to do. This situation leads
to consideration of the marked difculty on the part of the psychologist
and of the state initiatives in order to build knowledge and actions from
horizontality, where people, who are victims, may have a voice that is
heard.
Keyword. Psychosocial Intervention; Victims in Colombia; and Subjec-
tivity.
AGO.USB. | Vol. 20 No. 1 | PP 82 - 98 | enero - junio - 2020 | Medellín, Colombia | ISSN: 1657 8031 E-ISSN: 2665-3354
| 83 |
|
Procesos de subjetivación laboral en la intervención a víctimas del conflicto armado: el interventor politizado
AGO.USB. | Vol. 20 No. 1 | PP 82 - 98 | enero - junio - 2020 | Medellín, Colombia | ISSN: 1657 8031 E-ISSN: 2665-3354
Introducción
El conflicto armado colombiano constituye uno de los conflictos sociopolítico más largos
y sangrientos de América Latina, según el Centro Nacional de Memoria Histórica (2013) se
estima que entre 1958 y 2012 dejó aproximadamente 220.000 personas muertas. Por otro
lado, la Unidad para las Víctimas (2019) al mes de febrero, reportan 8.794.542 víctimas en
el territorio nacional. Si bien, se trata de un conflicto con más de 50 años de duración, cabe
resaltar, que el interés nacional por atender a la población víctima data de apenas unos
pocos años, en este sentido el antecedente más reciente y directo es la Ley 975 de 2005
(Ley de Justicia y Paz), erigida para facilitar la desmovilización de los grupos paramilitares
en Colombia, escenario que promovió la revictimización de personas afectadas por el
conflicto armado, no encontrando garantías para la reparación de sus derechos.
En el año 2008, el gobierno nacional a partir de la promulgación de la ley 1190 busca
fortalecer y promover los derechos de la población desplazada del país, enfocando sus
esfuerzos en la creación del Consejo Nacional para la Atención Integral a la Población
Desplazada por la Violencia (CNAIPD). Para el año 2011 se hace un reconocimiento jurí-
dico a nivel nacional de los derechos de la población víctima, lo que se logra a través de
la expedición de la Ley 1448 (Ley de víctimas y restitución de tierras). A partir de este mo-
mento, el poder público, advierte la importancia de que los profesionales de las Ciencias
Sociales acompañen los procesos de reparación integral de las víctimas desde el rol de
interventores sociales.
Frente a lo anterior, surge una pregunta: ¿por qué estas iniciativas no tuvieron lugar an-
tes? Según Villa (2012) una de las razones por las que el Estado opta por brindar atención
integral a esta población, es la visibilizarían que han alcanzado en el escenario sociopo-
lítico a través de la participación social en organizaciones a nivel local, departamental y
nacional. Lo anterior, los convierte en actores sociales reconocidos en materia política, que
deben tenerse en cuenta a la hora de desarrollar políticas públicas. Siguiendo a Clemente
(1992) debe considerarse que los problemas sociales, en este caso, el de las víctimas del
conflicto, experimentan un proceso de desarrollo que va desde la fase de agitación, dónde
se detecta la presencia del grupo descontento con su situación social; pasando a una fase
de legitimación y coactuación, donde los organismos ociales reconocen al grupo y em-
piezan a responder a lo que solicita; y por último las fases de burocratización y reacción, y
reemergencia del movimiento.
En este sentido, se encuentra que, en la fase de legitimación y coactuación, aparece la
gura del interventor como un representante del Estado dispuesto a realizar acciones en
pro de las víctimas, mediando entre la voz estatal y los deseos de la población. Importante
señalar que el lugar del interventor constituye un espacio dinámico que experimenta cam-
bios con el desarrollo del problema social hacia otras fases. Así pues, la relación Estado-
Interventor-Victima sufre distintos avatares, en donde los signicados, las percepciones y
actitudes que tiene cada elemento de la relación con respecto a los demás y a sí mismo, se
transforman (Montenegro, 2001); esto como producto de las formas alternativas de subje-
tivación que promueve la interacción. Lo anterior, en sintonía con los postulados de Blumer
(1969) quien propone que los signicados son un producto de la interacción y se modican
a partir de la interpretación de los actos sociales.
Dicho esto, la presente investigación a partir de los presupuestos teóricos y epistemo-
lógicos de la psicología social construccionista y del análisis del discurso como método,
analiza la forma en que la relación Estado-Interventor-Victima, transforma la subjetividad
del interventor, esto en el marco de dos programas de atención a víctimas del conflicto
armado, el Programa de Atención Psicosocial y Salud Integral a Víctimas (PAPSIVI) y la
estrategia de recuperación emocional de la Unidad Para la Atención y Reparación Integral
a las Víctimas (UARIV). Se parte de la consideración, que en dicha relación, se conguran
| 84 |
|
Procesos de subjetivación laboral en la intervención a víctimas del conflicto armado: el interventor politizado
AGO.USB. | Vol. 20 No. 1 | PP 82 - 98 | enero - junio - 2020 | Medellín, Colombia | ISSN: 1657 8031 E-ISSN: 2665-3354
prácticas discursivas que promueven formas alternativas de relacionarse consigo mismo,
con los demás y la profesión (Iñiguez, 2011). En otras palabras, en la experiencia de la
intervención, el profesional encuentra nuevas formas de plegar su ser (Deleuze, 2015), es
decir, construye formas alternativas de ser profesional y sujeto, lo que lleva a tomar distan-
cia de aquellas teorías que piensan la identidad como una unidad armónica y estable en el
tiempo. Es así como se atribuye a la experiencia relacional el poder de sacar al sujeto de
sus límites debidamente establecidos.
Se justica la importancia de este estudio, reconociendo que en la experiencia del in-
terventor se generan dilemas ideológicos con relación a su quehacer, causando conflicto
en sus formas de relacionamiento. Es así, como la política pública debería tomar estas
experiencias con el n de generar nuevos modos de pensar la intervención, que partan des-
de la voz de los profesionales y por supuesto de las víctimas. En síntesis, el problema de
investigación del presente estudio queda planteado y formulado en la siguiente pregunta:
¿Qué procesos de subjetivación vivencian los interventores psicosociales que trabajan o
han trabajado en programas de atención a víctimas del conflicto armado?
La intervención a víctimas del conflicto armado
Los efectos que el conflicto ha generado en la población demandan intervenciones situadas
desde la psicología, que contemplen las singularidades propias de las comunidades
afectadas y a partir de allí establecer acciones de reparación. De lo anterior, surge un
cuestionamiento: ¿desde qué enfoques se realiza intervención en Colombia?
En la revisión de intervenciones realizadas en Colombia, se identican dos tipos de
dispositivos, por un lado, aquel que se acoge a posturas psicológicas dominantes carac-
terizadas por su ahistoricismo y por una neutralidad valorativa frente a los problemas so-
ciales colombianos (Weber, 2010). Frente a lo último, se reconocen experiencias como las
de Gantiva (2010), Echeburúa y Corral (2007) y Palacio y Sabatier (2002) cimentadas en di-
mensiones individualistas en las que se busca identicar, especicar y cuanticar conduc-
tas, capacidades, problemas, recursos y limitaciones de una o más personas, así como va-
riables ambientales, pretendiendo explicar y modicar el comportamiento de las víctimas.
En síntesis, desde este lugar, el interventor ha tenido una intensión explicativa del lugar
de víctima, tomando la posición de un técnico que desarticula su acción de las dimensio-
nes ético-políticas, constituyendo una mirada turística del dolor como lo señala Christlieb
(2013) “con una visión turística del mundo no está tan grave eso de la miseria, la violencia,
el desempleo y la desigualdad, ya que son, total, como los museos, cosas que están pega-
das en la pared y que se prohíbe tocar” (p.20).
Por otro lado, se ha asumido un dispositivo de intervención psicosocial, que concibe
las afectaciones generadas por el conflicto armado desde una multiplicidad de dimensio-
nes conectadas de manera compleja, que a partir de la tensión entre aspectos psicológi-
cos y sociales propenden por el cambio social, y que según Blanco & Rodríguez (2007),
Montero (2004, 2010), Sánchez (2002), Arango (2006), Barrero (2012) y Alvis (2009), re-
evalúa la postura ética de los psicólogos, así como los roles técnicos y los alcances de
la intervención, generando metodologías emancipadoras que aportan en la construcción
de bienestar y dignicación de la condición humana. Así, experiencias como la de Arévalo
(2010), Rebolledo & Rondón (2010), Estrada, Ibarra & Sarmiento (2003), Arias, Arévalo &
Ruíz (2002), Estrada, Ripoll & Rodríguez (2010), Wilches (2010) y Villa (2012), enfatizan en
la necesidad de evitar prácticas que refuercen posiciones victimizadoras, incentivando la
capacidad de agencia para enfrentar la cotidianidad, posibilitando el reconocimiento de
habilidades y recursos a nivel comunitario y de esta manera resignicar experiencias asu-
miendo el control de sus vidas.
| 85 |
|
Procesos de subjetivación laboral en la intervención a víctimas del conflicto armado: el interventor politizado
AGO.USB. | Vol. 20 No. 1 | PP 82 - 98 | enero - junio - 2020 | Medellín, Colombia | ISSN: 1657 8031 E-ISSN: 2665-3354
Por otra parte, en el rastreo de antecedentes realizado no se identican investigacio-
nes realizadas desde el enfoque situado propuesto por Montenegro (2001), enfocado en
el carácter procesual de las entidades sociales y los signicados que se construyen en
la relación a través del discurso, en donde el interventor forma parte del objeto que inter-
viene, produciendo y transformando las signicaciones. Dicho dispositivo de intervención
será denominado por la autora como intervención social situada, en el cual el concepto
articulación, es fundamental para comprender sus lógicas. La articulación es entendida
como un espacio social y político que se construye como antagónico a otros, generándose
un proceso de tensión entre valores éticos y políticos. Es allí donde los contextos y rela-
ciones especícas adquieren su signicado. La articulación se construye a partir de una
gran variedad de relaciones de poder, deniendo lo que es digno de transformar, es decir
lo problemático, en este proceso están implicados distintos sujetos e instituciones que
asumen roles particulares según lo amerite la situación social (interventores, intervenidos,
Estado y programas sociales), éstos hacen negociación de las construcciones que se han
realizado de lo problemático, deniendo lo que se busca transformar, para ello, requieren
la promoción de conexiones donde se jan signicados, que se enmarcan en contextos de
relaciones de poder, autoridad e intereses.
Con base en lo anterior, intervenir desde una perspectiva situada, implica asumir que
mientras intervenimos, estamos siendo intervenidos en articulaciones que denen nuestra
posición de sujetos, en este orden de ideas, “la tarea consiste en articularse, reconocer la
propia posición y las de otros entes y los alcances de estas. Además, reconocer las posi-
bilidades y límites que se establecen como contexto de articulación” (Montenegro, 2001,
p.294).
Procesos de subjetivación en la intervención psicosocial
De los desarrollos teóricos realizados por Foucault sobre la triada Poder-Saber-Subjetivación
deriva una potencial teoría para pensar el sujeto, dejando éste de ser entendido a partir de
aquellos discursos modernos que lo denían en términos de una metafísica de la sustancia
o como una esencia última y auténtica. Distanciándose de lo anterior, Foucault (1998, 2001,
2002) entiende al sujeto como una forma histórica debidamente constituida en el marco
de regímenes de veridicción, lo que lleva al análisis de aquellas prácticas discursivas a
partir de las cuales se establecen los juegos de verdad que constituyen al sujeto en cada
formación histórica como una experiencia particular. En este orden de ideas el autor señala
la imposibilidad de pensar un sujeto pre-discursivo o anterior a los efectos de la diada
saber/poder.
En lo referido a esta investigación, el interventor y el intervenido, serán entendidos
como sujetos formados en el seno de un dispositivo desde el cual se establecen prácticas
de gobierno de la subjetividad. Ello implica identicar aquellos saberes y tecnologías que
indican las formas correctas de relacionamiento del interventor con su profesión, del inter-
ventor consigo mismo, del interventor con los intervenidos y del interventor con el Estado.
Es así, como a partir de saberes como la psicología, el derecho, las ciencias políticas, la
pedagogía, entre otros; se producen modos especícos de sujeto, los cuales despliegan
una serie de prácticas discursivas al interior del mismo dispositivo que los produce (Rose,
1979, 1990, 1991).
En síntesis, se entiende como subjetivación, aquel proceso a través del cual se produce
una subjetividad especíca, producción que es discursiva y que se realiza en el marco de
modelos de sujeto, en este caso, modelos de ser interventor y profesional, los cuales, están
cargados de normas, requisitos y sistemas interpretativos que terminan por normalizar
las prácticas profesionales, diciendo al interventor “que debe ser”, promoviendo así, una
respectiva adscripción identitaria (Foucault 1998, 2001, 2002).
| 86 |
|
Procesos de subjetivación laboral en la intervención a víctimas del conflicto armado: el interventor politizado
AGO.USB. | Vol. 20 No. 1 | PP 82 - 98 | enero - junio - 2020 | Medellín, Colombia | ISSN: 1657 8031 E-ISSN: 2665-3354
Según lo anterior, este artículo entenderá al interventor como un sujeto sujetado, en el
sentido en que es normalizado por discursos de poder/saber, y dependiente a instituciones
para las cuales trabaja. Es en estas dinámicas de sujeción, donde hace reconocimiento de
su propia identidad, lo que implica ciertas prácticas divisorias como las de reconocerse in-
terventor en vez de intervenido, no víctima en vez de víctima, profesional experto en vez de
lego. Dichas posiciones de sujeto implican ciertas prácticas sociales, las cuales se mantie-
nen y reproducen, brindando modos de ver y hablar, a partir de los cuales se naturalizan y
legitiman ciertos fenómenos sociales (Foucault, 2001).
Lo dicho hasta ahora, pone al sujeto en una posición en la que parece estar desprovis-
to de autonomía, sin embargo, recordando a Foucault “donde hay poder hay resistencia”
(Foucault, 2001, p.100), esta sentencia pareciera indicar que hay asuntos que quedan por
decir.
A partir de la lectura que Deleuze (2015) hace de Foucault, la subjetivación será enten-
dida como aquel proceso a través del cual los sujetos constituyen su ser, lo que implica:
“la manera en que la fuerza, que siempre viene del afuera, se pliega sobre sí misma” (p,
175); entiéndase por afuera, aquel lugar de donde proviene el conjunto de enunciados y
visibilidades que cada momento histórico pone a circular, los cuales se pliegan sobre el
sujeto, permitiéndole realizar una lectura de su realidad desde un marco perceptivo parti-
cular. Si bien, estas fuerzas vienen del afuera, el sujeto las vuelca sobre sí mismo haciendo
dobleces en los que se expresa su creatividad, esto implica que el proceso de subjetivación
es el espacio que el sujeto encuentra para franquear la línea del poder, en otras palabras,
la subjetivación es un medio para establecer líneas de fuga y resistencia frente a la diada
saber/poder (Deleuze, 2015).
En el caso que compete a esta investigación, aquello que viene de afuera, son aquellos
elementos discursivos y no discursivos que circulan socialmente con relación a la inter-
vención, la paz, el conflicto, las víctimas, etc; los cuales parten de instituciones legitima-
doras de saber cómo la universidad, los medios de comunicación, el Estado; y de cuerpos
de saber de las ciencias sociales. Es así como aquello que proviene de afuera, el sujeto lo
pliega sobre sí mismo de formas diversas, formando nuevos modos de relacionarse con
su ser profesional y social.
Lo anterior, siguiendo a Deleuze (2015), implica relaciones de fuerzas entre los discur-
sos, en este caso, los enunciados construidos en la experiencia de intervención chocan con
aquellos que vienen de la academia o con los de programas estatales para los que trabaja
el interventor; en dichas relaciones de fuerzas se identican tres poderes, 1) el de afectar, 2)
el de ser afectado y 3) el de resistir. El poder de afectar y de ser afectado, se maniesta en la
experiencia del interventor al deber intervenir con base en los discursos que provienen del
programa estatal, razón por la cual, discursos que vienen de cuerpos de saber emancipa-
dores o nuevos saberes construidos en campo, se ven afectados en su realización prácti-
ca. Por otro lado, el poder de resistir se dibuja en el plano de la intervención, representando
el lugar desde donde el sujeto puede escapar a la dicotomía del poder.
Resistir es la posibilidad del interventor para constituir su ser profesional y social, para
realizar desplazamientos que desestabilicen las formas institucionalizadas de hacer inter-
vención. Sin embargo, estos desplazamientos no implican rupturas absolutas, en el sentido
en que no es posible quedar por fuera de las relaciones de poder, dado que la subjetividad
del interventor no es una cuestión de índole privado, ya que está intensamente goberna-
da por las convenciones sociales, las formas legales y las obligaciones con instituciones
(Rose, 1990). Dichos desplazamientos, constituyen más bien, una especie de juegos que el
sujeto encuentra para responder a discursos diversos.
En síntesis, el interventor encuentra en medio de estas relaciones de fuerzas modos
de subjetivación, es decir, prácticas a través de las cuales llega a constituirse como
| 87 |
|
Procesos de subjetivación laboral en la intervención a víctimas del conflicto armado: el interventor politizado
AGO.USB. | Vol. 20 No. 1 | PP 82 - 98 | enero - junio - 2020 | Medellín, Colombia | ISSN: 1657 8031 E-ISSN: 2665-3354
sujeto, lo que implica transformaciones en sus modos de pensar, sentir y actuar en sus
contextos relacionales. En palabras de Rose, la subjetivación se relaciona con: “todos
esos procesos y prácticas heterogéneas por medio de las cuales los seres humanos
llegan a relacionarse consigo mismos y con los demás como sujetos con ciertas carac-
terísticas” (Rose, 1996, p.5).
Metodología
Esta investigación parte de los presupuestos teóricos y epistemológicos de la psicología
social construccionista y discursiva, entre estos: el antiesencialismo, el cuestionamiento
de las verdades generalmente aceptadas, la determinación cultural e histórica del
conocimiento y el papel conferido al lenguaje en la construcción social (Ibáñez, 1994, 2001);
Iñiguez, (2005). Estas ideas orientan el proceso de conocimiento a un ejercicio que va más
allá de lo descriptivo y lo evidente, implicando un esfuerzo por comprender las formas
como, una verdad, una práctica y una situación social llegan a serlo, congurándose en el
marco de unas relaciones históricamente situadas (Gergen, 1996).
Se cimenta en el paradigma constructivista, atendiendo a los postulados de (Guba &
Lincoln, 2000), utiliza un diseño metodológico cualitativo y un enfoque comprensivo, que re-
conoce la capacidad de los actores sociales para construir sus versiones sobre la realidad,
tanto en el orden simbólico como práxico (Galeano, 2004). Sigue un método hermenéutico
apropiado para interpretar los signicados y sentidos que se articulan en los procesos de
subjetivación del interventor psicosocial. Así mismo, utiliza el análisis del discurso en la
tradición de los dilemas ideológicos propuesta por Billig (1996) y Billig et al. (1988).
La muestra estuvo conformada por 20 psicólogos que trabajan en programas de aten-
ción a víctimas del conflicto armado (12 mujeres y 8 hombres), los cuales llevan en la labor
por lo menos 1 año; 10 de ellos pertenecientes al PAPSIVI del departamento de Antioquia
y 10 a la Estrategia de Recuperación Emocional a Víctimas de la UARIV de la ciudad de
Medellín. Este estudio al seguir las lógicas de la investigación cualitativa no busca una re-
presentatividad estadística de su muestra, sino que atiende a criterios de representatividad
cualitativa (Galeano, 2004).
Para la generación de información se realizaron entrevistas semiestructuradas con
una duración aproximada de 90 minutos, las cuales fueron grabadas, transcritas y poste-
riormente codicadas y categorizadas, siguiendo las lógicas de los procedimientos cuali-
tativos y del análisis del discurso. Se realizó una codicación axial con el n de establecer
familias de códigos, categorías y subcategorías (Strauss & Corbin, 2002), proceso que fa-
cilitó la fase de interpretación, en donde se analizaron diferentes relaciones entre códigos,
insumo del cual derivan los resultados de este artículo. Como apoyo, se utilizó el software
Atlas.ti en su versión 7.5.
Resultados
A continuación, se desarrolla uno de los ejes analíticos que derivan de la investigación, el
cual da cuenta del proceso de subjetivación laboral de profesionales en psicología, que
a través de sus experiencias como interventores han logrado asumir posturas reflexivas
con relación al nivel de implicación del Estado colombiano en la afectación a víctimas del
conflicto armado, además de hacerse una idea de las vicisitudes que, como representante
del Estado tiene que tramitar para desempeñarse en su rol profesional.
El interventor politizado
La posibilidad de la “política” aparece cuando se rompe la “clausura del signicado”, cuando surge
la idea de la “autonomía” de la sociedad, cuando se reconoce que la fuente del “nomos” radica en
| 88 |
|
Procesos de subjetivación laboral en la intervención a víctimas del conflicto armado: el interventor politizado
AGO.USB. | Vol. 20 No. 1 | PP 82 - 98 | enero - junio - 2020 | Medellín, Colombia | ISSN: 1657 8031 E-ISSN: 2665-3354
el propio seno de la sociedad, es decir, cuando “lo político” aparece como algo que, por ser obra
nuestra, puede ser interrogado, cuestionado y resulta, potencialmente, modicable.” (Ibañez, 2001,
p.164).
Se entiende como interventor politizado, aquel profesional capaz de hacer uso de su
conciencia crítica para analizar los diversos discursos en que se entrama su quehacer
profesional, estableciendo posiciones de sujeto desde las cuales logra subjetivarse. Valga
aclarar que su conciencia crítica no implica de antemano una praxis transformadora.
Siguiendo a Ibáñez (2001) se diría, que el interventor politizado que aparece en esta inves-
tigación: interroga y cuestiona lo político, sin embargo, no se compromete a nivel práctico
con su modicación, lo que lleva a la pregunta: ¿Qué relaciones de poder le limitan?
El Estado como responsable
A partir de lo anterior, y como derivado del uso de la conciencia crítica, se encuentra que el
90% de los participantes, parten de un lugar común, desde el cual, señalan que el Estado a
través de los programas de intervención psicosocial, pretende y ha pretendido paliar con
acciones tardías y descontextualizadas, el daño que ha generado a lo largo de la historia
de conflicto. Así, reconocen que el grado de afectación de las comunidades, obedece en
gran medida a las ausencias estatales. Esto se evidencia a continuación:
El Estado se ha demorado demasiado en atender, en visibilizar a las víctimas, en atenderlas y ade-
más en darles respuesta a sus necesidades, esto lo hace culpable. (Mujer de 28 años, entrevista)
Apenas estamos empezando en algo que debió haberse (…) debió haberse realizado 15 o 20 años
atrás, y apenas el Estado lo está haciendo, más obligado por presiones internacionales y el mismo
organismo de derechos humanos. (Hombre de 31 años, entrevista).
Así mismo, a partir de sus experiencias de intervención, consideran que la presen-
cia tardía del Estado colombiano en la reparación integral, ha generado sentimientos
de desconanza y miedo en la población, que actúan como barreras en los procesos
interventivos.
Las quejas más comunes son por ejemplo, las dicultades para acceder a la ayuda humanita-
ria, para acceder a la reparación, para acceder al reconocimiento, entonces las personas se van
cansando de que cada que van a:: solicitar una ayuda hayan tantos tramites y a la nal de tantos
tramites que hacen, la respuesta es tan poco ecaz y así desconfían. (Mujer de 29 años, entrevista)
Uno de nuestros grandes retos, es que las personas ya no creen en el Estado, lo ven a uno con un
chaleco y ahí mismo desconfían, e:: eso, no ayuda a la intervención. (Mujer de 29 años, entrevista)
En esta misma línea, los profesionales encontraron una ley (1448 de 2011), que advierte
bondades, pero también limitaciones y riesgos en la articulación y puesta en marcha de los
mecanismos para restituir derechos y facilitar una intervención integral de la población.
Es que afortunadamente ya hay una política que le da uno posibilidades de trabajo con la pobla-
ción víctima en donde uno tiene la oportunidad de reparar a estas personas, la cosa es que ha
llegado tarde, tiene más de un defecto y para aplicarla es como complicado en algunos sectores,
en todo caso aquí lo importante es que ya la hay y con eso se puede trabajar. (hombre de 33 años,
entrevista).
| 89 |
|
Procesos de subjetivación laboral en la intervención a víctimas del conflicto armado: el interventor politizado
AGO.USB. | Vol. 20 No. 1 | PP 82 - 98 | enero - junio - 2020 | Medellín, Colombia | ISSN: 1657 8031 E-ISSN: 2665-3354
Lo anterior, lleva a considerar dilemática la posición que los profesionales psicosocia-
les asumen frente al Estado colombiano, en el sentido en que si bien, identican la respon-
sabilidad de éste frente a la violación de los derechos de la población víctima, al mismo
tiempo, narran lo signicativo que es representarlo en el rol de interventores.
Yo estoy muy contenta en este trabajo, e:: creo que es una muy buena experiencia para desarro-
llarme como profesional, es muy satisfactorio trabajar para el Estado en temas tan difíciles como
el de víctimas. (Mujer de 27 años, entrevista).
Es en este escenario de tensión, donde fue posible identicar aquellas posiciones sub-
jetivas de los profesionales, al situarse en el dilema que enfrentan cuando deciden nego-
ciar sus necesidades, intenciones y proyectos a nivel personal y profesional, asumiendo o
no la postura ética, práctica e ideológica que han construido. De acuerdo a Briales (2011)
el análisis de las narraciones, muestran como los participantes oscilan discursivamente
de manera contradictoria entre distintas posiciones, por un lado, la de trabajar para un
Estado responsable de tanto dolor que intenta reparar a las víctimas a partir de programas
con ciertas limitaciones técnicas y estratégicas; por otro lado, la de sentirse orgullosos de
representarlo frente a las comunidades; y por último, la posición de asumir una postura
profesional crítica que desafíe las lógicas institucionales bajo las cuales se piensa y hace
intervención.
A continuación, se presenta un dilema que permite mostrar con más grado de inteligi-
bilidad la tensión subjetiva experimentada por los interventores.
Profesional Responsable vs. Profesional técnico
A veces se cuestiona uno en cuanto como a los procesos gubernamentales o las contrataciones
que hace el gobierno (…) los procesos siempre están permeados e influenciados por políticas, no
generan como esa continuidad y ese impacto que debería llevarse a cabo, entonces a veces ética-
mente, éticamente si se cuestiona uno, porque siente que abre heridas y toca a la gente y le deja las
heridas abiertas. Si hubiera esa garantía de continuidad, permitiría que esa herida que fue abierta
al escucharle sus sentimientos (…) pudiera uno hacerle, no solamente contención sino acompa-
ñamiento, seguimiento y recuperación emocional. Entonces creería que (...) ese cuestionamiento,
cuestionamiento ético, sería que uno se (…) entre comillas se prestaría para abrir heridas y no ga-
rantizar la continuidad. (Interventora de 32 años, entrevista).
El anterior fragmento, da cuenta de cómo los profesionales psicosociales, experimen-
tan una situación dilemática, marcada inicialmente por una tendencia a cuestionar asun-
tos técnicos de los programas en que labora, entre estos, los tiempos de trabajo con las
víctimas, los cuales no posibilitan la continuidad de los procesos y el establecimiento de
cierres oportunos. Lo anterior, lleva a que las intervenciones terminen siendo iatrogénicas
y se obstaculice en su realización práctica la aplicación de un enfoque psicosocial, el cual
requiere de un tiempo pertinente para el desarrollo de los procesos comunitarios. Es así
como en ocasiones, el profesional más que ser un interventor responsable de su acción
y coherente con su reflexión ética; termina ubicándose en el lugar de profesional técnico,
desde donde implementa acciones, que si bien, en primera instancia producen malestar
subjetivo, este se resuelve a través de la estrategia discursiva de justicación, a partir de
la cual se deposita la culpa en el Estado para quien trabaja, asumiendo una posición de
desresponsabilización.
| 90 |
|
Procesos de subjetivación laboral en la intervención a víctimas del conflicto armado: el interventor politizado
AGO.USB. | Vol. 20 No. 1 | PP 82 - 98 | enero - junio - 2020 | Medellín, Colombia | ISSN: 1657 8031 E-ISSN: 2665-3354
A pesar de lo consciente que parece estar el profesional con respecto de las limitacio-
nes de los programas, este sigue operando bajo una lógica tecnocrática, lo cual implica re-
considerar el enfoque desde el cual hace intervención, dado que aquello que se denomina
psicosocial se distancia ampliamente de un saber técnico. Si bien, el discurso del profesio-
nal responsable aparece como un ideal ético en las narrativas, este no logra vislumbrarse
en un sentido práctico, apareciendo como protagonista de la trama el profesional técnico.
Las expresiones subrayadas en el fragmento anterior dan cuenta de la confrontación
selectiva que los profesionales hacen con respecto a las acciones gubernamentales y a
sus propias acciones, generando tensiones subjetivas frente a las posturas ético-políticas
que debería asumirse. En la frase “los procesos siempre están permeados e influenciados
por políticas” la palabra políticas adquiere un matiz burocrático que da a entender, que es
por ciertas directrices ajenas al profesional que no puede garantizarse la continuidad en
los procesos, afectando a las personas víctimas.
Es así como el sentir generalizado de los profesionales que realizan intervención, está
sustentando en la paradoja que estructura el presente dilema, en donde el interventor es
a la vez verdugo y salvador de las víctimas. Lo anterior, se hace inteligible en la expresión:
uno entre comillas se prestaría para abrir heridas y no garantizar la continuidad”, esta po-
sición subjetiva de verdugo consciente de las acciones con daño que implementa parece
estar acompañado de una imposibilidad de salir o resistir al dispositivo tecnocrático de
intervención donde se congura como profesional.
Esto constituye una contradicción ética, en el sentido en que contribuye para seguir
“abriendo heridas” y rearmando la posición de víctimas de sus intervenidos, causando
más afectaciones en aquellos que han sido vulnerados históricamente, para de esta ma-
nera asumir la posición subjetiva de representante del Estado y de sujeto del saber, lu-
gar desde donde se desarrolla como profesional. En síntesis, este dilema planteado, da
cuenta de un sujeto que maniesta malestar frente a la institucionalidad, pero al mismo
tiempo se niega a abandonarla porque es un medio a través del cual puede desarrollarse
profesionalmente.
Otro elemento de análisis que deriva del enfoque tecnocrático de intervención (mal lla-
mado psicosocial por los programas), se relaciona con la mirada que se da a las víctimas, la
cuales terminan siendo convertidas en datos estadísticos como se percibe a continuación:
Las víctimas y los interventores como datos estadísticos
Lo limitan a uno solo a hacer (…) entonces ya ejecutamos el programa, atendimos tantas personas,
entonces ya porque el psicólogo me dio 10 minutos fue atendido, entonces esas atención me suma
mis cantidades (…) si claro::: a nivel administrativo uf::, me llenaría la boca diciendo que atendí 50
personas, pero: ¿y cómo fueron atendidas? ¿cierto? ¿de qué manera fueron atendidas? (Interventor
de 32 años, entrevista).
Hacer de las victimas un número, constituye un crudo efecto de aplicación de la razón
instrumental (Adorno & Horkheimer, 1998) a partir de donde lo humano pasa a ser pensado
en términos de abstracción, homogenización y utilidad. Como ya lo expresaba Hegel (tra-
ducido por Macedo y Acosta, 2007), pensar abstractamente consiste en no reconocer en
el otro más que una propiedad de su ser, en este sentido, el intervenido como un dato,
“y mediante esta simple propiedad anular en él todo remanente de esencia humana” (p,
154). La intervención como técnica, reduce la realidad social y la historia personal de las
víctimas a material estadístico, es así como el sujeto singular y colectivo, se hace cadáver,
y sobre este cadáver se produce discursivamente una nueva clase de sujetos, los hombres
genéricos como los llama Adorno y Horkheimer (1998), los homogenizados por el número,
| 91 |
|
Procesos de subjetivación laboral en la intervención a víctimas del conflicto armado: el interventor politizado
AGO.USB. | Vol. 20 No. 1 | PP 82 - 98 | enero - junio - 2020 | Medellín, Colombia | ISSN: 1657 8031 E-ISSN: 2665-3354
los que son utilizados para alcanzar las metas institucionales de la manera más ecaz y
eciente.
Después de 18 años yo llamar a una persona a decirle que por n le voy a dar una atención, por tres
veces que me voy a encontrar con ella, que venga me rme un formato y se vaya, para yo poder
cumplir con las metas de atención (interventora de 33 años, entrevista).
El fragmento anterior, expone como el dispositivo técnico de intervención se basa en la
lógica del rendimiento, donde el interventor orienta su quehacer hacia el alcance de metas,
lo que supone que su vida laboral está gobernada por ciertas tecnologías de vigilancia, que
permiten que su quehacer sea medible y al mismo tiempo comparable. En este sentido,
este dispositivo no solo produce a la víctima como un dato, sino al mismo interventor.
Además, junto a la tecnología de la vigilancia opera la auto-vigilancia, que lleva al interven-
tor a asumirse en clave de competición (Han, 2014).
Cuando yo empecé a trabajar, me demoraba mucho en las atenciones, e::: yo quería hacer las cosas
bien, pero no me alcanzaba el tiempo (…) entonces yo le preguntaba a mis compañeros como iban
(jejeje) entonces ahí si me asustaba, me daba cuenta que estaba atrasada y que debía hacer las
cosas de otra manera. (interventor de 28 años, entrevista).
En el proceso de auto-vigilancia, el interventor establece como estándar el nivel de
producción del otro (número de personas atendidas), y con base en el resultado de la com-
paración, implementa estrategias para mejorar su rendimiento. Es así como la competición
se establece como la forma paradigmática en que se conduce la práctica del interventor.
El profesional técnico y la función patologizante.
Y es que en muchas oportunidades uno se sentía maniatado, pues en esos pueblos donde le toca a
uno trabajar pues la precariedad en el servicio de salud es muy alta, y lo peor uno sabiendo que esa
gente estaba triste, deprimida y sin tener un acceso adecuado a la salud, es muy duro, duro porque
uno como psicólogo no puede hacer nada. (interventora de 30 años, entrevista).
Otra característica evidenciada de este modelo tecnocrático, se relaciona con la per-
sonalización y psicologización de los problemas, lo que lleva a considerar que las secuelas
derivadas del conflicto armado experimentadas por las personas víctimas, constituyen un
trauma de carácter privado y no un trauma psicosocial, en esta medida, las victimas ade-
más de cargar con una historia de sufrimiento en donde sus derechos fueron vulnerados,
deben reconocer que algo está mal dentro de ellas, son sujetos del décit, padecen un
trastorno susceptible de ser intervenido por expertos. Siguiendo a Baró (1998) este psico-
logismo sirve para fortalecer estructuras ideológicas opresivas, que legitiman el saber de
unos pocos, desviando problemas que debido a su naturaleza sociopolítica, deberían tra-
mitarse desde un enfoque psicosocial y no a partir de prácticas terapéuticas individuales
y patologizantes.
Para mí era claro que la señora tenía un trastorno de ansiedad, pues no dormía y desde que le
desaparecieron al marido incrementó el consumo de cigarrillo, y esto es el pan de cada día en mi
trabajo, lo que ocurre es que nosotros no tenemos el tiempo suciente para tratar esta enfermedad
por lo que debemos hacer las remisiones pertinentes, pero ya lo que ocurra con las personas no es
responsabilidad de uno como interventor (interventor de 26 años, entrevista).
| 92 |
|
Procesos de subjetivación laboral en la intervención a víctimas del conflicto armado: el interventor politizado
AGO.USB. | Vol. 20 No. 1 | PP 82 - 98 | enero - junio - 2020 | Medellín, Colombia | ISSN: 1657 8031 E-ISSN: 2665-3354
El fragmento anterior, expone la forma en la cual, el dispositivo tecnocrático captura
las subjetividades de quienes hacen parte del sistema de intervención, nominándolas, re-
gulando sus modos de relacionamiento, brindando un lenguaje para la interacción desde el
cual se establecen roles sociales, se clasican bajo el criterio de una norma de salud men-
tal, se miden de acuerdo a escalas y parámetros nosológicos… en denitiva, este disposi-
tivo termina produciendo formas particulares de sujeto, basadas en una asimetría social.
Lo expuesto, muestra como la conducta del interventor es conducida por el dispositivo
tecnocrático de intervención, el cual se articula plenamente con las lógicas del neoliberalis-
mo Foucault (2002), Bedoya (2018), esto parece dibujar el dispositivo como un poder om-
nímodo en la producción de las subjetividades laborales de los interventores, en quienes
a nivel discursivo se evidencian resistencias y críticas consolidadas frente al Estado y al
programa donde laboran, sin embargo, no se identican reestructuraciones de las formas
desde las cuales hacen intervención, quedando la resistencia y la capacidad crítica, en el
lugar de una queja no tramitada que lo encara éticamente. Interventor cuyo rostro se es-
conde como un avestruz tras las arenas seguras de la institucionalidad.
Discusiones
En las experiencias de intervención de los profesionales en psicología se evidencia la
capacidad performativa de ciertos discursos en la conguración de la subjetividad laboral
del interventor, discursos que más que situarse en un plano de mera representación,
implican prácticas sociales concretas con efectos especícos. Se identica la aplicación
de modelos verticales, asistencialistas y patologizantes; verticales en el sentido en
que las relaciones están marcadas por una lógicidad técnica, que silencia la voz de las
comunidades, ubicándolas en una posición pasiva y receptiva que impide que ellas
mismas (acompañadas del interventor) construyan, gestionen y sostengan las acciones
a partir de las cuales, implementen los procesos de transformación de sus realidades y
la reconstrucción del tejido social. Lo anterior en sintonía con las reflexiones realizadas
por Villa (2013) quien en una revisión sobre los procesos de intervención psicosocial con
víctimas de violencia política en Colombia, reere que en escenarios de intervención, para
algunas víctimas participantes de los procesos de acompañamiento, el psicólogo no
trasciende su rol como profesional, no comparte su historia, se distancia de una posición en
la cual los otros puedan tomarlo como un semejante, realizando intervenciones verticales,
sin recoger ni comprender la complejidad de la realidad de cada uno de ellos.
Basta con revisar el marco legal (ley 1448 del 2011) para comprender que el Estado
colombiano dispone su atención a través de la puesta en marcha de programas formula-
dos, diseñados y ejecutados por agentes externos a la comunidad de beneciarios, lo que
diculta una comprensión profunda de las problemáticas, situaciones sociales y de los
elementos simbólicos desde los cuales, los actores organizan sus creencias, imaginarios,
representaciones y prácticas cotidianas. Este desconocimiento de los contextos es refe-
renciado por Bello y Millán (2005) en una investigación que tiene como objetivo analizar los
efectos nocivos causados por interventores que desconocen los contextos sociopolíticos
donde realizan su acción. Según lo anterior, dichas intervenciones son nombradas arbi-
trariamente como psicosociales, pues no se cimentan en un razonamiento propiamente
psicosocial, siendo pensadas y ejecutadas desde afuera (por profesionales externos a las
comunidades) y desde arriba (diseñadas por expertos y dependientes a marcos norma-
tivos), cuando lo que se esperaría son acciones desarrolladas desde adentro (por líderes
sociales y comunidad en general) y desde una posición de horizontalidad (saberes e inicia-
tivas comunitarias) (Villa, 2013).
Así pues, esta investigación considera de manera enfática que la intervención psico-
social se opone a las lógicas verticales propias de la intervención clásica (perspectivas
| 93 |
|
Procesos de subjetivación laboral en la intervención a víctimas del conflicto armado: el interventor politizado
AGO.USB. | Vol. 20 No. 1 | PP 82 - 98 | enero - junio - 2020 | Medellín, Colombia | ISSN: 1657 8031 E-ISSN: 2665-3354
individualistas), al concebir a los actores sociales como cuerpos relacionales repletos de
saber y experiencias, congurados en escenarios sociohistóricos debidamente situados
(Garnkel, 2006). Esto implica reconocer al actor social como un sujeto potencialmente
creativo para construir e implementar acciones sociales performativas de su entorno, don-
de los proyectos interventivos emergen a partir del intercambio de saberes con la comuni-
dad, siendo autogestionados por esta y sostenidos por principios como la cooperación, la
ayuda mutua y la conanza. Esto último es expuesto por Villa (2012) quien reflexionando
sobre el aumento de programas de intervención psicosocial en Colombia expone que mu-
chos procesos de atención social a víctimas:
No dialogan con la gente, no toman en consideración los saberes de la población con la que tra-
bajan y la toman simplemente como “beneciaria” o “usuaria” de un servicio, desde un marco de
actuación asistencial, aunque en el papel se diga lo contrario; que, en muchos casos, generan de-
pendencias, pasividad y pérdida de poder en la gente, desarrollan intervenciones que no implican
una mirada psicosocial, un enfoque psicosocial. (p. 353)
Siguiendo esta línea de reflexión, una intervención psicosocial no se reduce a la reali-
zación de talleres o de atenciones individualizadas que se ejecutan como plantillas (siem-
pre susceptibles de ser replicadas en diversos contextos y con distintas poblaciones sin
establecer variación o modicación), esto implica la puesta en marcha de un saber pura-
mente técnico que dista considerablemente de una mirada psicosocial. Aquí se entiende
como técnica, la aplicación de la razón instrumental como ejercicio de gobierno y adminis-
tración de poblaciones, lo que implica un tipo de saber especíco que impide al sujeto tec-
nicado pensar o tomar decisiones frente a su acción (Heidegger, 1994). Cómo lo propone
Heidegger, tras el despliegue de la técnica el pensamiento queda arrinconado, se rompe la
cercanía con los otros, con los objetos y las cosas, dando lugar a un mundo de existencias
y recursos en cuanto a stock de mercancías.
Esto último se hace visible en los resultados, donde las victimas tanto como los in-
terventores terminan siendo convertidos en simple material estadístico. Es así como el
dispositivo tecnocrático de intervención, subjetiva al psicólogo de tal manera que termina
cosicando al sujeto de su acción, olvidando comprenderlo en la cercanía, en sus múlti-
ples cualidades y sentidos. En consonancia con Deleuze (2013), el poder es lo que hace
ver y hablar al sujeto, y este dispositivo de intervención, produce la mirada abstracta del
interventor, quien no ve en la victima más que algo abstracto, que es un número para al-
canzar sus metas laborales; dicha cosicación del otro, lo reduce, lo anula en sus múltiples
posibilidades de ser (Macedo & Acosta, 2007).
Asumir un enfoque tecnocrático de intervención, imposibilita que los profesionales
comprendan la situación social a intervenir, llevándolos a aplicar la técnica por la técnica,
ejercicio que conlleva a no reflexionar sobre la acción. Esto lleva a la realización de talle-
res y dinámicas plantilla, a la aplicación de manuales psicodiagnósticos, test y formatos
que dicen que preguntar, silenciando la voz de las víctimas. Los anteriores, hacen parte de
saberes técnicos que ponen anteojeras al pensamiento, lo deslindan del sentido y de los
signicados imbricados en la situación social.
Por otro lado, la intervención psicosocial no admite una función patologizante, es decir,
no recurre a conceptos nosológicos de la psicopatología como los de trauma, depresión,
sintomatología, estrés postraumático; los que de cierta forma, complejizan la creación de
nuevas identidades narrativas de las víctimas, debido a que los rótulos patologizantes y la
terminología médica, conguran una identidad enfermiza que al conjugarse con la identi-
dad de víctima, consolida un discurso del décit que produce al actor social como un sujeto
de la carencia. Es así, como en vez de usar terminología nosológica, el acompañamiento
| 94 |
|
Procesos de subjetivación laboral en la intervención a víctimas del conflicto armado: el interventor politizado
AGO.USB. | Vol. 20 No. 1 | PP 82 - 98 | enero - junio - 2020 | Medellín, Colombia | ISSN: 1657 8031 E-ISSN: 2665-3354
psicosocial plantea como uno de sus objetivos, que la comunidad comprenda que las con-
secuencias de los hechos victimizantes: “son reacciones normales frente a situaciones
anormales” (Baró, 1990, p.27). En este mismo sentido, Rose (2007) reere que patologizar
es ponernos del lugar del victimario, hacer que un problema de orden social se convierte
simultáneamente en un problema de carácter privado con el que la persona víctima debe
también lidiar.
Siguiendo lo anterior, la función patologizante termina constituyendo un marco desde
el cual las víctimas se narran, sentido por el cual, la narración desde el enfoque psicosocial
busca otorgar la libertad de hablar al sujeto. Es así como narrar las experiencias de vida
constituye una valiosa herramienta a través de la cual los sujetos y las comunidades cons-
truyen identidades. Montoya (2010) siguiendo a Ricouer, considera que, a través del acto
de decir, se posibilita un retorno a las emociones y a considerar estas como elementos
fundamentales en la reconstrucción de las experiencias vividas. A través de la narración
el sujeto se encamina en un ejercicio de autocomprensión hermenéutica, contarse le per-
mite congurar su propia existencia y otorgarse una identidad narrativa. Según Ricouer,
el concepto de identidad narrativa hace alusión a que la identidad de una persona o una
comunidad, es precisamente la historia que puede ser narrada, ya sea por si misma o por
otros; en este sentido la identidad singular o colectiva es la misma historia, esta última,
atravesada por el acto de decir.
La narración posibilita a las víctimas construir una unidad de su vida en el tiempo; en
este sentido, esta contribuye a su constitución ontológica. La narración permite vehiculi-
zar sentimientos, emociones, sensibilidad, valores, etc. Dichas dimensiones humanas se
hacen fundamentales en la comprensión de la identidad social. Permitir que las victimas
narren sus historias, es reconocerles su lugar de sujetos hablantes, es decir, sujetos que
hacen uso del lenguaje para mediar las experiencias vividas y para dotarlas de sentido.
Pero además de ser sujetos hablantes, Montoya (2010) siguiendo a Ricouer, dirá que el
acto de decir, posibilita la emergencia del hombre narrador, aquel hombre con la capacidad
de relatarse para contarse de otra manera, acción a través de la cual busca construir una
unidad de sentido inteligible, haciendo uso de la innovación semántica.
Por otro lado, los resultados dan cuenta de la limitación temporal de las intervenciones
realizadas, lo que robustece el carácter asistencialista, la generación de procesos iatrogé-
nicos y el impedimento del empoderamiento social frente a las problemáticas. Esta limi-
tación temporal es desarrollada por Villa, Arroyave, Montoya, & Muñoz (2017) quienes en
una investigación que pretendía analizar las experiencias subjetivas de los profesionales
que trabajan en proyectos de intervención a victimas de violencia sociopolítica en el depar-
tamento de Antioquia expresan:
Esa lógica instrumental del tiempo rompe a los miembros de las comunidades, rompe a los profe-
sionales que actúan en estos contextos con estos dispositivos. Va en contradicción con la mirada
diferencial y el enfoque de acción sin daño que caminan de la mano con lo psicosocial. Como se
logra ver, cuando se aplica esa lógica a los procesos humanos, la lógica de los formatos, de rea-
lizar todo en el menor tiempo posible, pasando incluso por encima de las personas, olvidando la
importancia de construir comunidad, construir resistencia, y de construir la paz; es una situación
dolorosa y crítica para los profesionales entrevistados (p.164).
Lo anterior constituye una especie de “manoseo de las comunidades”, una irrespon-
sabilidad ética, dado que se movilizan una cantidad de procesos sociales, emocionales y
cognitivos que luego no pueden ser tramitados efectivamente. Por lo anterior, se considera
que el acompañamiento psicosocial no debe reducirse a un asunto simplemente catártico,
| 95 |
|
Procesos de subjetivación laboral en la intervención a víctimas del conflicto armado: el interventor politizado
AGO.USB. | Vol. 20 No. 1 | PP 82 - 98 | enero - junio - 2020 | Medellín, Colombia | ISSN: 1657 8031 E-ISSN: 2665-3354
dado que el acto catártico queda en muchas ocasiones enquistado en un plano meramen-
te individual, no logrando un efecto psicosocial que conecte las experiencias catárticas de
la comunidad a modo de móvil para la acción conjunta. Este tipo de intervenciones, optan
por un impacto individualizado y momentáneo, donde no se experimenta continuidad, co-
nexión comunal y empoderamiento comunitario. Siguiendo a Gergen (2015) podría decirse
que estas, dan cuenta de una concepción delimitada del yo, donde el yo no es entendido
relacionalmente, sino como algo cerrado, separado y diferenciado del otro, lo que hace que
las víctimas se vivencien como seres fundamentalmente aislados, distanciados, distintos
del otro.
Resumiendo, lo psicosocial constituye una forma de razonamiento, un enfoque de pen-
samiento que nos permite comprender lo humano y lo social. Como lo reere Villa (2012)
“hablar de acompañamiento psicosocial, implica, por tanto, una posición que atraviesa no
solo lo teórico y la intervención misma, sino también un lugar ontológico, ético, político,
epistemológico y metodológico” (p, 353). Pareciera que el concepto “psicosocial” se ha
convertido en moda y tendencia teórica, por lo que resulta ineludible que los profesionales
en psicología y de otras ciencias sociales, sean sospechosos y críticos frente a las inter-
venciones y programas que usan el concepto de forma indiscriminada.
Conclusiones
La intervención a víctimas del conflicto armado en Colombia, a través de acciones
enmarcadas en la ley 1448 de 2011, no responden al enfoque psicosocial a partir de las
cuales están formuladas, pues hay una distancia signicativa entre lo que los programas
de intervención requieren por parte del profesional, y lo que éste en su quehacer opta por
realizar, lo que lleva a considerar la marcada dicultad por parte del psicólogo y también de
las iniciativas estatales para construir saberes y acciones desde la horizontalidad, donde
las personas víctimas puedan tener una voz que sea escuchada.
La distancia entre lo requerido y lo ejecutado por parte del psicólogo no corresponde
a un desconocimiento del enfoque psicosocial, la sura entre ambas tareas se da al en-
frentarse con las dicultades que el conflicto colombiano ha generado en las personas,
no logrando conducir acciones psicosociales en benecio de las comunidades, pues son
escenarios que éste no comprende en medio de la descontextualización, la incertidumbre
entre lo urgente, lo importante y lo necesario en que se envuelve su praxis, lo anterior ante
el desafío que implica asumir las lógicas tecnocráticas de comprender fenómenos huma-
nos a partir de metas numéricas que poco a poco van desdibujando su acción psicosocial
pero beneciando su posición laboral.
Por su parte, las iniciativas estatales son dilemáticas, pues basta con revisar el marco
legal de atención a la población víctima, para evidenciar que, todo es aún incipiente, ge-
neralizable y más aún inadecuado, pues la responsabilidad sigue recayendo en agentes
externos a las comunidades, a través de un dispositivo de intervención que se narra desde
el enfoque psicosocial pero que en su implementación responde a lógicas individualistas
que no albergan posibilidad alguna de generar agencia en las comunidades.
Es este el escenario donde el psicólogo se subjetiva, a través del tránsito que se da,
en medio de la transformación de sus modos de relacionamiento consigo mismo, con los
demás, con su ejercicio laboral y político, produciéndose nalmente un profesional técnico
que responde a las demandas estatales, y que sigue narrándose como un sujeto, unitario,
ético y coherente, con un saber-hacer claro, y es en este lugar desde donde las personas
víctimas seguirán siendo leídas a modo de materia prima a partir de la cual el profesional
como técnico e instrumento estatal, realiza diversas acciones para inflar metas numéricas,
es entonces pertinente que comience a cuestionar el lugar de la intervención tecnocrática
para dejar de lado estas acciones.
| 96 |
|
Procesos de subjetivación laboral en la intervención a víctimas del conflicto armado: el interventor politizado
AGO.USB. | Vol. 20 No. 1 | PP 82 - 98 | enero - junio - 2020 | Medellín, Colombia | ISSN: 1657 8031 E-ISSN: 2665-3354
Queda entonces como reto ético y disciplinar, que el profesional en psicología se re-
sista a estos dispositivos tecnocráticos que capturan y producen su subjetividad, preten-
diendo que pueda hacerse cargo de su acción y con ella genere marcos de actuación más
humanos.
Se espera, además que estos resultados sean la excusa para fortalecer los trabajos
que reflexionan y analizan la intervención psicosocial en Colombia, esperando que las in-
vestigaciones llevadas a cabo en la academia puedan ser tomadas como aportes que for-
talezcan la construcción e implementación de políticas públicas en pro de la comunidad
víctima, y de manera especíca de los profesionales que realizan la intervención. Y así la
intervención sea pensada desde las voces de los directamente implicados. tornándose en
un acompañamiento cimentado en el respeto y la responsabilidad por los otros.
Referencias bibliográcas
Adorno, T., & Horkheimer, M. (1998). Dialéctica de la ilustración. (J. J. Sánchez, Trad.) Va-
lladolid: Trotta.
Alvis, A. (2009). Aproximación teórica a la intervención a la intervención psicosocial. Poié-
sis (17), 1-6.
Arango, C. (2006). Psicología Comunitaria de la Convivencia. Cali: Universidad del Valle.
Arévalo, L. (2010). Atención y Reparación psicosocial en contextos de violencia sociopolíti-
ca: una mirada reflexiva. Revista de Estudios Sociales (36), 29-39.
Arias, J., Arévalo, L., & Ruiz, S. (2002). Educación y conflicto armado. En M. Bello, & S. Ruiz,
Conflicto armado, niñez y juventud. una perspectiva psicosocial (págs. 179-208).
Bogotá: Universidad Nacional de Colombia.
Baró. (1990). Psicología Social de la Guerra: Trauma y terapia. San Salvador: UCA.
Baró, I. (1998). Psicología de la liberación. (A. Blanco, Ed.) Madrid: Trotta.
Barrero, E. (2012). Del discurso encantador a la praxis liberadora. Psicología de la libera-
ción: Aportes para la construcción de una psicología desde el sur. Bogotá: Cátedra
Libre.
Bedoya, M. (2018). La gestión de sí mismo. Ética y subjetivación en el neoliberalismo. Me-
dellín: Universidad de Antioquia.
Bello, M., & Millán , C. (2005). La intervención institucional en contextos culturalmente dis-
tintos: lógicas en tensión y contradicción. En M. Bello, E. Martín, C. Millán, B. Pulido,
& R. Rojas, Bojayá, Memoria y Río. Violencia pólitica, Daño y Reparación. Bogotá:
Unibiblios.
Billig, M. (1996). Arguing and thinking: a rhetorical approach to social psychology. Cambri-
dge: Cambridge University Press.
Billig, M., Condor, S., Edwards, D., Gane, M., Middleton, D., & Radley, A. (1988). Ideological
Dilemmas. Londres: Sage.
Blanco, A., & Rodríguez, J. (2007). Los Fundamentos de la intervención psicosocial. En
A. Blanco, & J. Rodríguez, Intervención Psicosocial (págs. 1-59). Madrid, España:
Prentice Hall
Blumer, H. (1969). El interaccionismo simbólico: perspectiva y método. Barcelona: Hora.
Briales, Á. (2011). Discurso, ideología y dilemas en las ONG: un estudio con cooperantes
españoles. Discurso & Sociedad, 5(2), 230-258.
Centro Nacional de Memoria Histórica. (2013). ¡Basta ya! Colombia: memorias de guerra y
dignidad. Bogotá: Imprenta nacional.
Christlieb, P. (2013). Psicología estética de la situación social. Ciudad de México: Universi-
dad Nacional Autónoma de México.
| 97 |
|
Procesos de subjetivación laboral en la intervención a víctimas del conflicto armado: el interventor politizado
AGO.USB. | Vol. 20 No. 1 | PP 82 - 98 | enero - junio - 2020 | Medellín, Colombia | ISSN: 1657 8031 E-ISSN: 2665-3354
Clemente, M. (1992). Psicología social aplicada. Madrid: Eudema.
Deleuze, G. (2013). El saber: curso sobre Foucault tomo I. Buenos Aires: Cactus.
Deleuze, G. (2015). La subjetivación: curso sobre Foucault tomo III. Buenos Aires: Cactus.
Echeburúa, E., & Corral, P. (2007). Intervención en crisis en víctimas de sucesos ¿cuándo,
como y para qué? Psicología Conductual, 15(3), 373-387.
Estrada, A. M., Ripoll, K., & Rodríguez, D. (Agosto de 2010). intervención psicosocial con
nes de reparación con víctimas y sus familias afectadas por el conflicto armado
interno en Colombia: equipos psicosociales en contextos jurídicos. Revista de es-
tudios sociales (36), 103-112.
Estrada, A. M., Ibarra, C., & Sarmiento, E. (Junio de 2003). Regulación y control de la subje-
tividad y la vida privada en el contexto del conflicto armado colombiano. Revista de
Estudios Sociales (15), 133-149.
Foucault, M. (1998). Historia de la sexualidad Vol.1: la voluntad del saber. Madrid: Siglo XXI.
Foucault, M. (2001). El sujeto y el poder. En H. Dreyfus, & P. Rabinow, Michel Foucault. Más
allá del estructuralismo y la hermenéutica (págs. 241-260). Buenos Aires: Nueva
Visión.
Foucault, M. (2002). La hermenéutica del sujeto (curso en el College de France 1975-1976).
Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica.
Galeano, M. E. (2004). Diseño de proyectos de investigación cualitativa. Medellín: Fondo
editorial universidad Eat.
Gantiva, C. A. (2010). Intervención en crisis: una estrategia clínica necesaria y relevante en
colombia. Psychologia: avances de la disciplina, 4(2), 143-145.
Garnkel, H. (2006). Estudios en etnometodología. Bogotá: Anthropos.
Gergen, K. (1996). Realidades y relaciones: aproximación a la construcción social. Paidós
Ibérica.
Gergen, K. (2015). El ser Relacional. Más Allá del yo y de la Comunidad. Bilbao: Desclee De
Brouwer
Guba, E., & Lincoln, Y. (2000). Paradigmas en competencia en la investigación cualitativa.
En E. Guba, Y. Lincoln, C. A. Denman, & J. A. Haro (Edits.), Por los rincones. Anto-
logía de métodos cualitativos en la investigación social (págs. 113-145). Sonora:
Colegio de Sonora.
Han, B.-C. (2014). Psicopolítica. Neoliberalismo y nuevas técnicas de poder. Herder.
Heidegger, M. (1994). La pregunta por la técnica. Barcelona: Serbal.
Ibáñez, T. (1994). Psicología social construccionista. Guadalajara: Universidad de Guada-
lajara.
Ibáñez, T. (2001). Municiones para disidentes. Barcelona: Gedisa.
Iñiguez, L. (2005). Nuevos debates, nuevas ideas y nuevas prácticas en la psicología social
de la era “post-construccionista”. Athenea Digital: revista de pensamiento e inves-
tigación social (8). Recuperado de https://ddd.uab.cat/pub/athdig/15788946n8/
15788946n8a15.pdf
Iñiguez, L. (2011). Análisis del discurso. manual para las ciencias sociales. Barcelona: UOC.
Macedo, G., & Acosta, M. d. (2007). ¿Quién piensa abstractamente? Ideas y valores (133),
151-156.
Montenegro, M. (2001). Conocimientos, Agentes y Articulaciones: una mirada situada a la
intervención social. (Tesis doctoral), Universidad Autónoma de Barcelona. Barcelo-
na. Recuperado de: https://www.tdx.cat/handle/10803/5410
Montero, M. (2004). Introducción a la psicología comunitaria. Desarrollo, conceptos y pro-
cesos (Primera ed.). Buenos Aires, Argentina: Paidós.
| 98 |
|
Procesos de subjetivación laboral en la intervención a víctimas del conflicto armado: el interventor politizado
AGO.USB. | Vol. 20 No. 1 | PP 82 - 98 | enero - junio - 2020 | Medellín, Colombia | ISSN: 1657 8031 E-ISSN: 2665-3354
Montero, M. (2010). Unión de autores sociales, participación comunitaria y ética de
la ejecución de las políticas públicas. En Á. Hincapié, Sujetos políticos y acción
comunitaria. Claves para una praxis de la psicología social y de la clínica-comu-
nitaria en América Latina (págs. 45-66). Medellín, Colombia: Universidad Ponticia
Bolivariana.
Montoya, M. (2010). Narración, emociones e identidad una lectura epistemológica y her-
menéutica. Desafíos, 22(2), 277-303.
Palacio, J., & Sabatier, C. (2002). Impacto psicológico de la violencia política en Colombia:
salud mental y redes sociales en familias desplazadas en el Caribe. Barranquilla:
Ediciones Uninorte.
Rebolledo, O., & Rondón, L. (2010). Reflexiones y aproximaciones al trabajo psicosocial.
Revista de Estudios Sociales (36), 40-50.
Rose, N. (1979). The psychological complex: Mental measurement and social administra-
tion. Ideology & consciousness, 5-68. Recuperado de http://eprints.lse.ac.uk/622/
Rose, N. (1990). Governing the soul: the shaping of the private self. Routledge.
Rose, N. (1991). Experts of the soul. Psychologie und Geschichte, 3(1/2), 91-99.
Rose, N. (1996). Inventing our selves, Psychology, power, and personhood. Cambridge:
Cambridge University Press.
Rose, N. (2007). Terapia y poder. Techné y Ethos. Archipiélago cuadernos de crítica de la
cultura, (76), 101-124.
Sánchez, A. (2002). Psicología Social Aplicada. Teoría, Método y Práctica. Madrid: Prentice
Hall.
Strauss, A., & Corbin, J. (2002). Bases de la investigación cualitativa: técnicas y procedi-
mientos para desarrollar la teoría fundamentada. Medellín: Universidad de Antio-
quia.
Unidad para la atención y reparación integral a las víctimas. (10 de febrero de 2019). vícti-
mas registradas históricamente. Obtenido de http://www.unidadvictimas.gov.co/
Villa Gómes, J. D. (2016). Por los caminos de la memoria… La construcción social de la
identidad de víctima. Revista Kavilando, 8(1), 34-46. Obtenido de http://www.kavi-
lando.org/revista/index.php/kavilando/article/view/160/136
Villa, J. D. (2012). La Acción y el Enfoque psicosocial de la intervención en contextos socia-
les: ¿podemos pasar de la moda a la precisión teórica, epistemológica y metodoló-
gica? Ágora USB, 12(2), 349-365.
Villa, J. D. (2013). Horizontalidad, expresión y saberes compartidos enfoque psicosocial en
procesos de acompañamiento a víctimas de violencia política en Colombia. Ágora
USB, 3(1), 61-89.
Villa, J., Arroyave, L., Montoya, Y., & Muñoz, A. (2017). Vicisitudes de los proyectos insti-
tucionales de atención psicosocial a víctimas del conflicto armado colombiano.
Ágora USB, 17(1), 157-175.
Weber, M. (2010). Por qué no se deben hacer juicios de valor en la sociología y en la eco-
nomía. Madrid: Alianza.
Wilches, I. (2010). Lo que hemos aprendido sobre la atención a mujeres víctima de violencia
sexual en el conflicto armado colombiano. Revista de Estudios Sociales, (36), 86-9
Nota.
_________________________
i Articulo derivado del proyecto de investigación “Signicados del trabajo y prácticas de
reintegración laboral. Aportes para la construcción de paz en Colombia”
Article
Full-text available
El conflicto armado en Colombia ha dejado secuelas en la salud mental que han sido documentadas por diferentes investigaciones; ante esta problemática, el Estado colombiano ha expedido diferentes normativas que buscan la atención integral en salud para la población víctima del conflicto armado. El objetivo de este artículo de reflexión es confrontar las acciones jurídicas del gobierno para la atención integral de las víctimas del conflicto de armado y las estrategias implementadas para dar cobertura a la población, evidenciando las vacíos entre lo proclamado en las normás jurídicas y el acceso de servicios en salud mental. Se parte de conocer las políticas públicas para después comentar su implementación según los datos y reportes oficiales del gobierno y de investigaciones particulares llevadas a cabo por universidades y centros de estudio. El Programa de Atención Psicosocial y de Salud Integral a Víctimas (papsivi) promete buenos resultados; sin embargo, su implementación ha sido muy cuestionada en cuanto a la cobertura y la calidad, por lo que la reglamentación colombiana está bien escrita, pero pobremente ejecutada. La comunidad académica está llamada a impactar las políticas públicas.
Article
Full-text available
Resumen. Quiero compartir en este texto para la revista Kavilando, algunas lecciones y reflexiones, en borrador todavía, y que todavía me producen algo de escozor al nombrarlas, porque parten de algunas escenas que les voy a compartir, vivencias en el último tiempo de mi trabajo en la ciudad de Medellín con orga-nizaciones de víctimas de Medellín y de Antioquia. Estas escenas, creo yo, nos deben poner a pensar, desde los movimientos sociales y desde los procesos de defensa de los derechos de las víctimas, puesto que es fundamental revisar algunos procesos, formas, procedimientos a través de los cuales el discurso de las víctimas en Colombia y toda la parafernalia que se ha construido en relación con la memoria histó-rica, se podría convertir en una forma más de control de la pobla-ción, de desactivación de procesos sociales y políticos, de fracturación y ruptura del sujeto político. Palabras clave. Memoria, victimas, identidad, resistencia. Abstract.
Article
Full-text available
Comprender las experiencias subjetivas de los profesionales vinculados a proyectos de intervención con víctimas de violencia política en el ámbito psicosocial en la ciudad de Medellín y otros municipios del departamento de Antioquia, en relación con sus vivencias de malestar ético y desgaste emocional por su participación en estos proyectos, nos ha permitido identificar la forma como los proyectos están construidos, sus lógicas tecnocráticas y burocráticas, los problemas en los tiempos de ejecución y contratación, además de su escasa contextualización y sensibilidad a la realidad de las comunidades afectadas, realidad que termina convirtiéndose en generador de daño y revictimización, además de lesionar la integridad psíquica y ética de estos profesionales.
Book
El libro parte de la constatación de que el mundo entró en una nueva forma de conducirse y conducir a cada individuo desde hace varias décadas: esto es el neoliberalismo. Éste no es, esencialmente, un modelo económico, ni una ideología, ni una política de Estado propiamente dicha, sino una racionalidad de gobierno; es una forma de poder que elabora sistemáticamente un conjunto de instrumentos, técnicas, enunciados, dispositivos y estrategias para lograr que los ciudadanos nos comportemos de una cierta manera: que seamos emprendedores o, lo que es lo mismo, empresarios de nosotros mismos. El neoliberalismo precariza la vida de los individuos en la medida en que hace que los Estados se desentiendan de las seguridades ontológicas (salud, vivienda, empleo, etc.) de las que otrora era responsable. Esta precarización de la vida de los ciudadanos ha corrido de la mano con dos discursos que cada vez calan más profundo en la mente de las personas: “tú eres responsable por todo los aspectos de tu vida” (o, lo que es igual, “el Estado ya no es responsable por nada de lo tuyo”) y “tú eres empresario de ti mismo, tu vida entera es tu propio capital”. ¿Qué le queda entonces el sujeto? Aprender a vivir en una selva de empresarios de sí mismos, compitiendo entre ellos, hacerse consciente de los recursos de los que dispone para ser una empresa de sí, cultivar esos recursos y desarrollar otros nuevos, enrolarse en un mercado del automejoramiento que cada vez exige más y, en fin, volverse gestor de sí mismo. Por eso, la gestión de sí mismo y la individualización total de la existencia confluyen alrededor del emprendedor contemporáneo. El neoliberalismo produce un cierto tipo de subjetividad, a saber, el empresario de sí mismo, ofreciéndole la promesa del bienestar total y el logro de la felicidad. Para ello, se apoya (confisca, diría yo) una serie de saberes que, usados de una cierta manera, parecieran hacer posible la fabricación de ese sujeto emprendedor. En el libro abordo privilegiadamente los discursos “psi” y “neuro”. Por el influjo de la medicina, el deseo de algunos sectores de las psicociencias ha sido tornar visible la subjetividad humana, haciendo observable el mundo interior de cada sujeto. Las neurociencias ofrecen esa promesa, sosteniendo que el mundo interno, antes esquivo, azaroso e incognoscible, puede ser conocido a partir de la descripción del sistema nervioso central. De este modo, los malestares humanos pueden eliminarse neuroquímicamente (psicofármacos) para lograr que cada ser humano sea feliz. ¿Es cierto que reduciendo la subjetividad humana a una configuración neuronal se logrará la felicidad? Por otra parte, el neoliberalismo articula la gestión de sí mismo y la autorrealización. Ser empresario de sí, volverse competidor, tornarse si el consumidor de productos que lo hagan más competente, hacerse comprador en el mercado del mejoramiento de sí, todo ello, ¿significa que el individuo contemporáneo puede autorrealizarse? El libro busca dar respuesta a estas preguntas