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Problemas del Desarrollo. Revista Latinoamericana de Economía, vol. 51, núm. 201, abril-junio 2020.
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a Universidad de Buenos Aires/. Correo electrónico: andresmusacchio@hotmail.com
N,
:
A P
Andrés Musacchioa
Fecha de recepción: 25 de julio de 2019. Fecha de aceptación: 5 de diciembre de 2019.
http://doi.org/10.22201/iiec.20078951e.2020.201.69442
Resumen. El presente trabajo intenta analizar el neoliberalismo periférico nanciarizado
() como forma especíca del neoliberalismo. Tras presentar cuatro formas diferentes
y criterios para delimitarlas, se estudian las características generales del . Se destacan
una matriz común de políticas, un modelado similar de estructuras productivas centradas
en la acumulación nanciera y una articulación común a los procesos de valorización
internacionales. Comparando dos países que ejemplican el (Argentina y Portugal),
se corrobora la caracterización general. Pero también se observan especicidades en
la regulación monetaria, la inserción internacional y los mecanismos de la regulación
poblacional, que le dan al modelo cadencias especícas, importantes para analizar las
crisis y las alternativas para estructurar políticas de desarrollo diferentes.
Palabras clave: neoliberalismo nanciarizado periférico; economía nanciarizada;
sector nanciero; política monetaria y cambiaria; grado de autonomía.
Clasicación JEL: G15; O11; P34; P52.
N, :
A P
Abstract. is paper aims to analyze nancialized peripheral neoliberalism () as a
specic form of neoliberalism. After presenting four dierent forms can take and
criteria to delimit them, its general characteristics are examined. e paper highlights a
common policy matrix, a similar model of production structures focused on nancial
accumulation, and a common formulation of international valorization processes.
Comparing two countries that exemplify (Argentina and Portugal), the above
general characterization is corroborated. However, specicities in monetary regulation,
international insertion and population regulation mechanisms are also observed,
which give the model specic nuances important for analyzing crises and proposing
alternatives for dierently structured development policies.
Key Words: nancialized peripheral neoliberalism; nancialized economy; nancial
sector; monetary and exchange rate policy; degree of autonomy.
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Andrés Musacchio
1. IntroduccIón
Este trabajo se propone explorar comparativamente algunas características de
los modelos económicos que en las últimas décadas han predominado en Ar-
gentina y Portugal. Pero, ¿qué hace a ambas experiencias comparables? Intui-
tivamente, al escuchar a Amalia Rodrigues cantarle a Lisboa, se intuyen esos
paraguas de Buenos Aires de Amelita Baltar. La razón propone razones que
la ciencia no admite. Hay, entonces, otras cuestiones más compatibles con el
rigor académico que tornan una comparación de interés al respecto. Incluso
más allá de las propuestas inspiradas en la coyuntura portuguesa que, al mo-
mento de escribir este artículo, se presentan en Argentina como un posible
camino de salida a la crisis.
En primer lugar, con desfases temporales, existen trayectorias económicas
recientes con similitudes llamativas que dan pie a una comparación. La evolu-
ción de algunas variables, pero sobre todo, el desarrollo de la matriz produc-
tiva y algunos determinantes de dichos desarrollos tienen rasgos comunes. En
última instancia, se trata entonces de modelos del mismo tipo. Es lo que se
sostendrá en la primera parte de este trabajo: Argentina y Portugal son claros
ejemplos de una misma variante del neoliberalismo.
Por eso, comparten algunas problemáticas en materia de desarrollo y de
desequilibrios macroeconómicos, lo que genera desafíos compartidos. Si eso
es así, la reexión comparativa puede resultar fructífera para pensar alternati-
vas económicas y políticas que permitan superar los desafíos del desarrollo de
largo plazo. Mucho más cuando los desfases temporales en los ciclos dan pie
para evaluar potenciales senderos y problemas.
Así como el fado y el tango expresan sentimientos parecidos, tienen una
notoria identidad propia; lo mismo ocurre con las economías y sociedades ar-
gentina y portuguesa. Siendo modelos de la misma matriz, tienen diferencias
destacables que, no obstante, permiten un potencial explorativo adicional.
Cabe preguntarse, por ejemplo, qué tan profunda es la inuencia de dos im-
bricaciones externas diferentes. O hasta dónde dos regímenes cambiaros de
similar concepción teórica, pero técnicamente distintos, inciden en trayecto-
rias distintas. O, por caso, cuál es la inuencia de dos formas de regulación
distintas de la población. Sin la pretensión de agotar aquí el tema o cerrar de-
bates, se plantean algunas hipótesis para responder a dichos cuestionamientos.
En las páginas siguientes (sección 2), se abordarán las diferentes variantes,
las diversas formas que admite el neoliberalismo, tratando de situar en ese es-
quema estructurado el lugar que les cabe a Argentina y Portugal. Se ubicarán a
ambos dentro de la variante denominada “neomercantilismo periférico nan-
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Neoliberalismo, inserción internacional y financiarización
ciarizado”, que se analizará con algo de detalle en la tercera sección, misma en
la que se tratará de mostrar por qué Argentina y Portugal tienen una matriz
común. Establecida esa base general, en la cuarta sección se tocarán las dife-
rencias marcadas que ambos países muestran incluso adscribiendo a la misma
variante. Las crisis en las que regularmente cae la nanciación periférica per-
mitirá, nalmente, enhebrar algunas reexiones basadas en las salidas que,
en contextos especiales, ambos países han intentado transitar y que podrían
constituirse en puntos de apoyo para un cambio de modelo.
2. El nEolIbEralIsmo y sus formas
En trabajos anteriores, Musacchio (2018, 2019a) destaca la gran variabilidad
que admite el neoliberalismo. Si bien el modelo genérico puede caracterizar-
se a partir de un conjunto de elementos básicos (Musacchio, 2013) –como
un manto común que lo distingue de otros modelos–, algunas singularidades
permiten identicar tipologías especícas denidas por la combinación de dos
planos diferentes. Uno se apoya en la morfología de la estructura productiva
y, en especial, en las relaciones y proporciones entre los sectores de bienes y
de servicios, con un énfasis especial del sector nanciero. El segundo plano
considera el grado de autonomía interna de cada país para denir el modulado
local de la estructura productiva. A continuación se verán estas dos cuestiones
a detalle.
“Neomercantilismo” vs. acumulación
impulsada por las nanzas
La morfología de la estructura productiva determina dos grandes variantes
dentro del neoliberalismo. Lapavitsas (2013, p. 201) apunta con razón que el
primer elemento para calibrar la importancia relativa del sector nanciero es
distinguir entre acumulación real y acumulación nanciera. El neoliberalismo
resulta –en una perspectiva abstracta– de una combinación de transformacio-
nes en el proceso de organización de la producción y de la intensicación de la
valorización nanciera. Combina, por tanto, ambas formas de acumulación.
Analizado desde una perspectiva concreta y asociada a los espacios nacionales,
una de las formas predomina sobre la otra y lidera el proceso de acumulación.
Esto no signica que la otra forma desaparezca; incluso puede tomar un vuelo
cuantitativo importante. Sin embargo, cualitativamente se subordina a, o de-
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Andrés Musacchio
pende de, la otra forma. Así, se puede distinguir entre una variante impulsada
por la producción y otra por las nanzas.
En la primera, que se denominará neomercantilismo, el modelado de la
estructura productiva tiene como actor dinámico principal al sector productor
de bienes, sobre todo, al sector industrial. Allí se gesta el núcleo del proceso de
valorización del capital. En el marco de una libre movilidad de capitales –típi-
ca del neoliberalismo– que estimula la competencia entre las locaciones físicas
de los procesos productivos, se corporiza una fuerte presión para reducir cos-
tos, que suele estimular la reducción en los impuestos al capital o a la riqueza,
así como una distribución crecientemente regresiva del ingreso. La baja de
tasas impositivas genera un impacto scal negativo, que suele compensarse
reduciendo el gasto público, especialmente en seguridad social. Así, el fortale-
cimiento de la producción es acompañado por una contracción del mercado
interno que obliga a una salida exportadora. Aunque en realidad, se inicia un
círculo vicioso entre la distribución regresiva y la presión competitiva, que va
agudizando la situación.
De esta manera, producción y exportaciones se entrelazan cada vez más y,
como el mercado interno se comprime, las importaciones no mantienen un
ritmo equilibrado de crecimiento, dando paso a crecientes superávit comercia-
les. De allí la denominación de neomercantilismo. Dado que el avance de las
exportaciones se conjuga con una reducción del mercado interno, el modelo
deja poco margen para el crecimiento y la inversión, dando lugar a la paradoja
de fuertes ganancias y baja inversión. La acumulación de recursos se vuelca al
mercado nanciero, de modo que la nanciarización es consecuencia de las
características del aparato productivo (Huschmid, 2008, p. 60).
En otros casos, el núcleo dinámico principal se sitúa en el sector nanciero.
El rol central de las nanzas es el que determina en lo esencial qué sectores
crecen o se bloquean. La producción se estructura de manera “residual”, aco-
plada a la dinámica nanciera, que dicta el pulso del proceso de valorización.
En general, el devenir se encadena en torno a burbujas especulativas en títulos
o en el mercado inmobiliario, mientras los procesos de endeudamiento pú-
blico y privado forman parte estructural del proceso. Los altos rendimientos
nancieros de corto plazo limitan el espacio productivo a actividades con tasas
de ganancia extraordinarias (las únicas capaces de competir con la burbuja en
el auge) y suelen ser acompañadas de un proceso inacionario comparativa-
mente alto.
Dado que en el neoliberalismo la norma es la apertura comercial, la alta
inación deviene de una revalorización de los servicios que aprecia la mone-
da local, quita competitividad a la producción de bienes (cuyos precios son
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Neoliberalismo, inserción internacional y financiarización
determinados por los precios internacionales) e ina las ganancias en moneda
extranjera. En general, entonces, el “neoliberalismo nanciarizado” permite
un crecimiento espasmódico impulsado por servicios, construcción y recursos
naturales. Y ya que los inversores son reacios a comprometer recursos de largo
plazo (Bortz y Kaltenbrunner, 2019), pequeñas modicaciones en la coyuntu-
ra o en las estrategias de los actores tienen impactos signicativos, provocando
una gran volatilidad.
El sector nanciero tiene un papel superlativo en ambas formas, pues la
acumulación nanciera aparece hipertroada. En tanto, en el neoliberalismo
nanciarizado comanda el proceso, en el neomercantilismo es sólo el resultado
de las debilidades de la estrategia productiva, aunque el sector productivo
comanda el proceso.
La cuestión de la autonomía relativa
El segundo aspecto que determina las formas que adopta el neoliberalismo
es el grado de autonomía de los países. Aunque los procesos internos siempre
reciben la inuencia del contexto internacional, de los actores externos, de las
estrategias de los competidores o de las oportunidades, desafíos y bloqueos
que genera una división particular del trabajo, el grado de autonomía es muy
diferente de un país al otro. ¿Dónde se toman las principales decisiones de
política económica? ¿Quién determina la estructura de los precios relativos?
¿Quién controla y orienta el movimiento espacial y la utilización del excedente
económico?
La historia muestra (y el neoliberalismo no es una excepción) que algunas
naciones tienen un grado de autonomía claramente mayor que otras y pro-
yectan, incluso, su inuencia sobre los organismos internacionales. Estas, a
su vez, gestan con sus políticas una ampliación en la brecha de autonomía.1
El grado de autonomía no es resultado de una distribución arbitraria del
poder, sino que se asocia a las diferencias en el grado de desarrollo de las fuer-
zas productivas y de las estructuras del mismo. El control sobre los medios
tecnológicos, nancieros y legales2 que juegan un rol central en cada etapa
del capitalismo es tan decisivo como los medios de “persuasión” y violencia.
1 La literatura sobre esto es tan extensa como sus debates. Cf. Van der Pijl (2006, 2014).
2 ¿Quién determina la legalidad internacional? El análisis de la construcción de las instituciones
como el o la muestra el rol rector de las grandes potencias, cuya inuencia en la forma-
ción del orden económico global o regional se acrecienta notablemente. Para el caso del , cf.
Block (1977).
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Andrés Musacchio
Algunos países dominan los tramos esenciales de las cadenas productivas y el
proceso de creación tecnológica en los sectores clave para una etapa determi-
nada y proyectan, a partir de ello, una inuencia determinante en el mode-
lado de la estructura productiva, mientras otros resultan modelados o deben
encontrar su espacio en una división del trabajo que se les impone (cf. Mistral,
1986; Beaud, 1987).
Así, por el grado de autonomía, el neoliberalismo recrea y amplía la divi-
sión entre países desarrollados y subdesarrollados, temática que bajo la reedi-
ción de categorías como centro-periferia o dependencia-independencia viene
siendo revalorizada recientemente, no siempre con una precisión adecuada.3
Independiente de la denominación, un rasgo característico de los países sub-
desarrollados es la aparición o intensicación de los mecanismos de transfe-
rencias de recursos: por la vía de los servicios de la deuda, las remisiones de
utilidades, la fuga de capitales –especialmente por parte de las élites locales–,
la privatización/extranjerización de la propiedad colectiva (sobre todo en el
segmento inmaterial de la propiedad intelectual), la absorción de costos am-
bientales, o en la migración calicada, además de los fenómenos tradicionales
como el “intercambio desigual” (Musacchio, 2018; Marcó del Pont y Todesca,
2019).
Esta característica, resultado de la radicalización de la apertura comercial
y la liberalización nanciera en un mundo de gran movilidad del capital, es
uno de los puntos de apoyo principales en la concentración espacial del in-
greso (complementaria a la concentración funcional). El intento de establecer
acuerdos de libre comercio, que diculten la reversión de la apertura, la libera-
lización nanciera o la amplitud máxima de los derechos de propiedad, resulta
una pieza clave del juego.
El neoliberalismo refuerza, entonces, las transferencias internacionales de
recursos –con algunas formas novedosas y reforzando las tradicionales–; mien-
tras la normativa y las relaciones de poder que se despliegan tienen como
resultado la imposición de estándares aceptados en los diseños de políticas
nacionales que no surgen de una discusión democrática sino de la imposición.
A su vez, tanto las normativas como algunas macropolíticas (como los regí-
menes de tipo de cambio jo) limitan drásticamente los instrumentos para
la ejecución de políticas. Tanto el establecimiento de esos estándares como el
atenerse a utilizarlos o no, son ejemplos de diferencias notables de autonomía
de las que gozan algunos países desarrollados frente a los subdesarrollados.
3 Cf. Becker y Jäger (2012); Gambarotto y Solari (2015); Reis (2009).
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Neoliberalismo, inserción internacional y financiarización
Al igual que en modelos anteriores, buena parte de los instrumentos y de las
políticas no aceptables son aquellos que tienen mayor incidencia en posibles
transformaciones de las estructuras productivas y, por lo tanto, pueden poner
en cuestionamiento a partir de un desarrollo de las fuerzas productivas la rela-
ción entre ambos polos. Es decir, se inhibe la utilización de los instrumentos
para preservar el statu quo y, por lo tanto, en las autonomías relativas.
Las diferencias de autonomía se observan con claridad cuando, por caso, se
toma el problema de la deuda. Como destaca Wolf (2015, p. 177) al comparar
los senderos del ajuste en EUA y Europa. A nivel global, el principal deudor
(EUA) es mucho más poderoso y, por ende, tiene mayor autonomía que los
acreedores (China especialmente). En la Eurozona, en cambio, el acreedor
principal, Alemania, es más poderoso que los deudores y puede imponer un
ajuste deacionario al resto. Y concluye “la diferencia es simple: Alemania
controla el banco central relevante; China no”. El mismo fenómeno puede
ser enfrentado de maneras diferentes, de acuerdo al margen de maniobra que
tienen las políticas internas.
La conjunción de ambas problemáticas
y las cuatro formas del neoliberalismo
Si se combinan los dos criterios expuestos (la relación nanzas-producción y
las diferencias de autonomía) se conforman cuatro formas principales: a) neo-
mercantilismo “central” (por ejemplo, Alemania, Holanda); b) neoliberalismo
nanciarizado “central” (por ejemplo, Gran Bretaña); c) neomercantilismo
“periférico” (por ejemplo, República Checa); y d) neoliberalismo “periférico”
nanciarizado (por ejemplo, Argentina, Portugal) (véase cuadro 1).
Como suele ocurrir con cualquier esquematización, las formas rara vez se
presentan puras o sin contradicciones. Sin embargo, en cada país suele predo-
minar de manera clara en largos periodos alguna de las cuatro formas.
Dichas formas no pueden desplegarse fuera de un entramado de relaciones
internacionales. De tal manera que, si un país mantiene un abultado saldo
comercial favorable, por ejemplo, deben existir contrapartes, socios comer-
ciales con décit comerciales en espejo. Estos, a su vez, se nancian con una
deuda que necesita de acreedores que posean un capital nanciero prestable.
En realidad, el vínculo es mucho más profundo que una mera cuestión de
saldos de transacciones corrientes e involucra un entramado más complejo
de relaciones internacionales y de normativas de las que puede profundizarse
sobre la articulación entre desarrollo y subdesarrollo. Por eso, dicha temática,
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Andrés Musacchio
ausente durante mucho tiempo en la discusión, vuelve a cobrar relevancia
con trabajos como el de Álvarez et al. (2013); Musacchio (2019b) o Coimbra
(2017); no se abordará este tema ni sus ciclos, analizados a grandes rasgos en
Musacchio (2018, 2019a), pues no es el objetivo. Sin embargo, debe tenerse
presente para comprender lo que a continuación se explicará sobre Argentina
y Portugal, dos ejemplos del ().
Cuadro 1. Formas del neoliberalismo
- Producción modela la estructura productiva (EP).
- Acumulación financiera “residual”.
- Economía industrial exportadora.
- Estructura productiva
articuladora.
- Modelado interno de la EP.
- Receptor neto de riqueza.
- Determinante de las
políticas “permitidas”.
Neomercantilismo
“central”
Neomercantilismo
“periférico”
- Estructura productiva
incompleta y desarticulada.
- Modelado externo de la EP.
- Fuga sistemática de
riqueza.
- Restricción externa sobre
las políticas “permitidas”.
Neoliberalismo
financiarizado
“central”
Neoliberalismo
financiarizado
“periférico”
- Finanzas modelan la EP.
- Producción determinada de manera “residual”.
- Crecimiento impulsado por servicios y recursos
naturales.
Fuente: elaboración propia.
3. brEvE caractErIzacIón dEl NPF
y prImEros ElEmEntos para una comparacIón
El es, pues, una forma en la que el proceso económico se encuentra mode-
lado por el sector nanciero y con un grado de autonomía nacional ostensible-
mente limitado. En general, se asocia a estructuras productivas incompletas,
con muchos vacíos sobre todo en el sector industrial, que reejan una desar-
ticulación interna del sistema productivo. Tanto la falta de eslabones vitales
de la cadena como la desarticulación tienen raíces históricas profundas,4 que
coronan una debilidad estructural y una fuerte dependencia de decisiones que
4 Para Argentina, un análisis de las raíces históricas del problema puede consultarse en Rapoport
et al. (2000) y la literatura allí indicada. Para Portugal, cf. Reis (2018).
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Neoliberalismo, inserción internacional y financiarización
se toman en el exterior a los espacios nacionales. Tales rasgos se profundizan
en el momento de incorporarse pasivamente al proceso de nanciarización.
No se trata, por cierto, de un modelo monótono, sino de un proceso que
reconoce un ciclo con dos fases marcadas: expansión y crisis. La etapa expan-
siva no siempre enhebra un crecimiento denido e, incluso cuando este se
produce, no todas las variables acompañan pues, por ejemplo, el empleo no
siempre crece, incluso, a veces se reduce a pesar del crecimiento. Los desequi-
librios que se generan en la etapa expansiva, suelen derivar a mediano o largo
plazo en una crisis que suele asumir la forma de un colapso en el balance de
pagos.
En Argentina se distinguen tres momentos encuadrados en el : 1977-
1983; 1991-2001 y 2015 a la actualidad. El primero tuvo un corto auge,
seguido desde 1980 por una prolongada crisis. El segundo, de un auge más
largo y mayor volatilidad, pero con una crisis más profunda. Mientras que en
el tercero el auge fue casi imperceptible. Portugal, por su parte, muestra dos
procesos que se suceden; el primero abarca de 1993 a 2002 (con un auge mo-
derado hasta 1998 y una posterior desaceleración) y el segundo entre 2003 y
2015. Allí es difícil hablar de una etapa expansiva, debido a la gran volatilidad
del crecimiento (cf. Reis, 2018, pp. 89-90).
La fase expansiva
La adopción del modelo suele iniciarse con un conjunto de políticas y de
acuerdos que gestan las condiciones para su despliegue. La manera en la que
se conciben esos procesos, las formas concretas de los programas y en las
que se reeja la permeabilidad frente a las demandas externas queda, por su-
puesto, en la esfera de los espacios nacionales. En ellos se toman las decisiones
de políticas que articulan a la élite política, a una parte de la élite económica y a
una porción de la sociedad civil en el apoyo del programa. Sin embargo, adap-
tan también algunos intereses internos a las presiones externas que materiali-
zan los intereses de los países desarrollados, de los organismos internacionales
y de actores externos privados. El proceso suele no carecer de contradicciones
y, así como involucra a una parte de la élite económica, suele dejar fuera a otra
porción.5 La cuestión es relevante, pues anula la hipótesis de que se trata de
5 Para Argentina, la confrontación entre sectores asociados al modelo nanciero, a un modelo neo-
mercantilista o a uno asociado al mercado interno fue tematizado frecuentemente. Cf. Azpiazu y
Schorr (2010).
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Andrés Musacchio
un proceso inexorable o natural y remite a constelaciones de fuerzas internas y
proyectos de nación importantes a la hora de diseñar alternativas.
Tanto en Argentina como en Portugal, la articulación entre grupos inter-
nos volcados a la valorización nanciera, actores económicos externos y la
decisiva participación de instituciones internacionales en la “persuasión” y en
el diseño de los programas es clara. En Argentina, el asesoramiento del es
permanente y, en el programa de 1991, el ingreso al Plan Brady de renegocia-
ción de la deuda externa resulta un condicionante directo (Bazza et al., 2018,
p. 137; Brenta, 2019, p. 133). En él se cristaliza la adopción del ancla cambia-
ria, la liberalización nanciera y la apertura comercial, así como el esquema de
privatizaciones y la ofensiva en la exibilización laboral. La articulación entre
los sectores internos y las “buenas prácticas” aceptadas internacionalmente
queda más clara en la nueva fase que se abre en 2015, cuando la inuencia del
es mucho menos decisiva y el programa se instala mucho menos coerci-
tivamente, impulsado por una fracción interna de la élite, encabezada por los
grupos nancieros internos.
En Portugal, la incorporación a la Comunidad Económica Europea ()
es un reejo tardío del acuerdo con el de 1984, pero cristaliza también un
giro drástico en la estrategia de las élites económicas (Léonard, 2016, p. 199).
La incorporación a la primero, luego al Tratado de Maastricht y por úl-
timo a la Eurozona implicaron la adopción de un conjunto de normativas
externas que impone un ajuste muy fuerte a los instrumentos de política eco-
nómica y autonomía.
En general, el disparador es un plan de estabilización en el que se procura
un disciplinamiento interno a partir de un vínculo más estrecho con la eco-
nomía internacional o con la articulación a una región.6 El programa incluye
la implementación o profundización de la apertura comercial y de la libera-
lización nanciera, junto con una regla monetaria que je el tipo de cambio
nominal, vincule la moneda local a una moneda externa o, directamente, re-
emplace la moneda local por una externa. La lógica de ese “tríptico maldito”
(apertura, liberalización y ancla cambiaria) es someter a la economía interna a
la competencia del exterior, procurando que así se iguale la inación interna a
la internacional. El esquema, sin embargo, minimiza el rol de los precios de los
bienes y los servicios no transables, no sometidos al proceso disciplinador y no
condicionados por el sendero de precios previsto. Por lo tanto, la convergencia
inmediata de las tasas de inación es sólo una posibilidad hipotética.
6 Esto supone economías con un proceso inacionario de una intensidad superior al promedio.
165
Neoliberalismo, inserción internacional y financiarización
Una rápida mirada a casos como el de Argentina, Portugal, Uruguay, Es-
paña o Grecia indica que la inercia inacionaria se prolonga luego de lanzado
el plan. Las causas deben analizarse caso por caso, pero dos características re-
sultan comunes: en primer lugar, aumentan los precios no disciplinados por el
“tríptico maldito”, los no transables. Eso signica que con la inación se mo-
dica la estructura de precios relativos, con un encarecimiento de los bienes
no transables y determina una apreciación cambiaria, de revalorización real de
la moneda local (o equivalente a, en caso de haberse adoptado una moneda ex-
terna). En segundo lugar, aunque el fenómeno de apreciación puede deberse a
múltiples factores, por lo general, está relacionado con las medidas estructura-
les que suelen acompañar al “tríptico”, como los ajustes scales para reducir el
décit, afectando a las tarifas de los servicios públicos, o la adecuación tarifaria
con el n de privatizar empresas del Estado. También la apertura al ingreso
de empresas privadas en campos hasta entonces dominados por monopolios
públicos tiene un efecto sobre los precios al segmentar el mercado. El éxito en
las nanzas y en la construcción son elementos también presentes.
Bajo ese contexto, juega un rol central la forma del “ancla cambiaria”, pues
aunque en todas las experiencias el sector nanciero se posiciona en el centro
del proceso de acumulación, la forma de la regulación monetaria determina
las características de la burbuja especulativa. No es lo mismo un régimen de
metas cambiarias a futuro (Argentina 1978-1981), que un régimen de conver-
tibilidad con 100% de cobertura con reservas de divisas del dinero (Argentina
1991-2001), un tipo de cambio otante con otación sucia (Argentina 2015
en adelante); la jación de reglas de expansión monetaria, inación, tasas de
interés y devaluación referenciadas en un promedio regional (Portugal 1993-
1999) o la adopción de una moneda común a la región de pertenencia (Por-
tugal en la Eurozona), como se verá más adelante.
La contracara de la revaluación es, como se ha dicho, una alteración de
la estructura de precios relativos que mella la competitividad de los bienes
transables, por una triple vía: interna frente a los transables importados, en los
mercados de exportación y frente a la rentabilidad del sector nanciero, cuyas
ganancias inadas actúan como un limitante de la inversión productiva. A
largo plazo se desencadena una destrucción parcial del aparato productivo en
el sector transable, especialmente en el sector industrial y en parte del sector
agropecuario y pesquero. Sólo aquellos sectores con ganancias extraordinarias
pueden sostener su posición. El impacto sobre el empleo suele ser notoria-
mente negativo. Tanto Argentina como Portugal son ejemplos claros de tal
dirección (véase gráca 1).
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Gráfica 1. Participación del sector agropecuario y la industria (en % del PIB)
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Agricultura Industria
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AgriculturaIndustria
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Agricultura Industria
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2001
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2009
2011
2013
2015
2017
Agricultura Industria
Argentina, 1974-1984Argentina, 1990-2002
Argentina, 2014-2017Portugal, 1995-2017
Fuente: elaboración propia con datos del Banco Mundial (<https://databank.worldbank.org/source/world-development-
indicators>).
El sector nanciero condiciona entonces desde tres ángulos el desarrollo de
la estructura productiva: el primero, la liberalización nanciera, en especial la
libre movilidad del capital, pone en competencia y desventaja a las locaciones
productivas internas con las del exterior. El segundo, la rentabilidad inada
del sector nanciero deja fuera de juego a sectores productivos con ganancias
“normales” que, sin embargo, son inferiores a las de las actividades especula-
tivas. Y por último, el volumen de crédito se destina a actividades con altas
ganancias en el corto plazo, sin consideraciones sobre la sustentabilidad de
largo plazo.
Otra característica, asociada al bajo nivel de acumulación de los países
que adopta el modelo, es la fuerte dependencia de la entrada de capitales para
167
Neoliberalismo, inserción internacional y financiarización
alimentar el ciclo ascendente. Las condiciones analizadas dejan en claro que el
modelo se sostiene en base al endeudamiento externo. Por un lado, las condi-
ciones competitivas impulsan las importaciones y bloquean las exportaciones,
de manera que las expansiones suelen producir décit comercial nanciado
con deuda. Por otro lado, las condiciones de valorización nanciera impulsan
el ingreso de capitales externos, muchas veces a partir del endeudamiento de
actores locales. La combinación de décit comercial, servicios de la deuda ex-
terna y la sistemática repatriación de ganancias de los inversores externos o la
fuga de capitales de los actores locales abre paso a crecientes décit de cuenta
corriente, también nanciados por deuda, que se enhebran en forma de círcu-
lo vicioso (véase gráca 2).
Gráfica 2. Saldo de la cuenta corriente (en % del PIB)
-8
-6
-4
-2
0
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4
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1978
1979
1980
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-4
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1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
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2000
2001
2002
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-6
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1991
1993
1995
1997
1999
2001
2003
2005
2007
2009
2011
2013
2015
2017
Argentina, 1976-1984Argentina, 1990-2002
Argentina, 2014-201
7P
ortugal, 1991-2017
Fuente: elaboración propia con datos del Banco Mundial (<https://databank.worldbank.org/source/world-development-
indicators>).
168
Andrés Musacchio
La centralidad de la deuda también marca el pulso de la duración de la
fase expansiva del ciclo: mientras sea posible endeudarse, el modelo estará
en condiciones de reproducirse a escala ampliada. Cuando por restricciones
externas, por saturación interna o por la suma de desequilibrios, se restringe
la capacidad de endeudarse, la fase del agotamiento y la crisis se torna inevi-
table. Es el caso de Argentina posterior a 1980, a 1998 y en la actualidad. Es
también el caso del Portugal posterior a la crisis internacional y regional de
2008 (véase gráca 3).
Gráfica 3. Evolución de la deuda externa (en % del PIB)
-20
0
20
40
60
80
100
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1996
1998
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0
20
40
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1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
0
10
20
30
40
50
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2014
2015
2016
2017
2018
Argentina, 1990-2002Argentina, 2014-2018
Portugal, 1996-2018
Fuente: elaboración propia con datos del Banco Mundial(<https://databank.worldbank.org/source/world-development-
indicators>).
Lo destacable en ambos casos es la dicultad que tienen para reaccionar
frente a las uctuaciones y a las crisis. Reis (2018, p. 90) destaca para Portu-
gal una característica también constatable en Argentina: la adopción de los
regímenes cambiarios mencionados impone una moneda determinada por las
condiciones externas, lo cual conduce a una pérdida de control sobre el ciclo y
sobre la capacidad de reacción frente a impactos externos o internos. Por eso,
169
Neoliberalismo, inserción internacional y financiarización
destaca el autor, la economía portuguesa (se agregaría el en general) tiene
como rasgo sobresaliente la inestabilidad.
En realidad, las dicultades para reaccionar tienen que ver con una pér-
dida de autonomía por la vía de la anulación de los instrumentos clásicos de
política económica que es todavía más amplia. El “tríptico maldito” implica el
abandono de múltiples instrumentos, como la política cambiaria, la política
monetaria, la política arancelaria y paraarancelaria, introduciendo también
restricciones severas en las políticas scales. La adhesión a diversos acuerdos
regionales implica el abandono de buena parte de los instrumentos para eje-
cutar políticas activas (política industrial, compras gubernamentales, regula-
ciones al capital nanciero y productivo extranjero). Un resultado de ello es
la dicultad mayúscula para controlar el ciclo económico con políticas anticí-
clicas y reaccionar frente a desequilibrios graves. De igual forma, se limita al
extremo las políticas de cambio estructural, con lo cual es muy difícil salir del
cepo sin una transformación brutal de las políticas internas y de la inserción
internacional. Pero es justo el grado de debilidad al que conduce el es un
blindaje relativamente eciente contra ese tipo de giros (véase gura 1).
Figura 1. Neoliberalismo financiarizado en su etapa expansiva
Tríptico
+
Políticas
estructurales
Déficit
comercial
Cambios
estructura
productiva
Burbuja
Deuda
Retraso
cambiario
Déficit cuenta
corriente
+
Fuga
Fuente: elaboración propia.
La crisis
Si durante la etapa expansiva suele producirse un aujo de capitales, con la
crisis esa tendencia se invierte. Sin ese apoyo, el décit comercial y de la cuenta
corriente no puede sostenerse. Tampoco puede sostenerse la burbuja nancie-
ra e inmobiliaria. Su explosión inhibe el proceso de valorización especulativa
y encadena una masiva salida de capitales. Pero dado que dicha salida también
incluye las ganancias obtenidas, la fuga es mucho mayor que el ingreso e in-
cluye la fuga de capitales locales, lo cual incrementa la intensidad de la crisis.
170
Andrés Musacchio
Tanto para los países del sur europeo luego de la crisis de 2008, como para
Argentina al inicio de las décadas de 1980 y del 2000, el sector privado tenía
un alto endeudamiento que generaba una inestabilidad no sólo en el plano in-
terno sino también en los acreedores. Por lo tanto, la solución –habitual en las
crisis del – consistió en una “ronda nal de créditos de rescate”. Organis-
mos internacionales y países acreedores concedieron créditos al Estado, encar-
gado de organizar la salida “ordenada” de los grandes nancistas y asumiendo
buena parte de la deuda privada. Así, se estatiza paulatina la deuda, mientras
se provee las divisas a los grandes grupos nancieros locales y externos en fuga.
En general (y sí ocurrió en los casos analizados), los mecanismos del rescate
no están al alcance del pequeño deudor, del que ha obtenido un crédito para
comprar su casa, para consumo o ha realizado pequeñas inversiones especu-
lativas. Los rescates suelen ser absolutamente asimétricos y descargan desde el
comienzo el ajuste sobre las familias y las pequeñas empresas.
Sobreviene entonces una crisis scal, pues el Estado queda ahogado por el
servicio de la deuda, que obliga a renegociar los pasivos con base en un progra-
ma impuesto por quienes comandan las negociaciones de parte de los acree-
dores. Como ejemplo pueden tomarse los sucesivos programas del para
Argentina entre 1982 y 1991, entre 1998 y 2003 (Brenta, 2019) o el acuerdo
de agosto de 2018. Para Portugal, el programa de ajuste de 2011 impuesto por
la Troika compuesta por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el
(European Commission, 2011; Rodrigues y Adao, 2015).
Más allá de algunos cambios en la concepción del pensamiento de los orga-
nismos internacionales y los aggiornamento periódico, los programas tienen un
diagnóstico y un conjunto de características comunes: se enfrenta a economías
con alta inación atribuida a causas monetarias y scales, con alta deuda que
denotaría una hipertroa del Estado y con problemas de competitividad de-
rivados de un exceso de derechos laborales y jubilatorios. A eso se le agrega el
décit comercial y en cuenta corriente, que denotaría un exceso de consumo
(cf. Bohoslawsky y Raer, 2017). Así, los programas imponen un fuerte recor-
te del gasto público, sobre todo en materia social y administrativa, reformas
tributarias regresivas, recortes en salarios y jubilaciones, exibilización laboral,
privatización de empresas públicas y desregulación de mercados. El diagnós-
tico y las medidas suelen profundizar el perl productivo deformado preexis-
tente y sólo se atacan los epifenómenos con un largo ajuste, pues muchos de
los problemas se agravan con dichas políticas. Los décit en cuenta corriente
son temporalmente revertidos, aunque la contrapartida es el subconsumo,
contracara de la mayor pobreza y el desempleo.
171
Neoliberalismo, inserción internacional y financiarización
Lo destacable es que, tanto en la etapa expansiva como en la crisis, se
produce una fuga estructural de riqueza, una característica intrínseca de las
economías subdesarrolladas que se acentúa en el modelo neoliberal y todavía
más en el . Los mecanismos, sin embargo, cambian de una fase a la otra.
Si los fenómenos vinculados al intercambio desigual permanecen a lo largo
del tiempo, en la expansión el eje principal puede identicarse en diferentes
partidas de la cuenta corriente, como los intereses de la deuda o la remisión de
utilidades. En los periodos de crisis, en tanto, las ltraciones se recuestan en la
cuenta capital, vía fuga de capitales, salida de inversiones incrementadas por
las ganancias previas, pagos del capital de la deuda y pérdida de reservas. De
una u otra forma se maniesta una sangría de riqueza creada al interior y que,
expulsada del circuito de reproducción ampliada local y del espacio nacional,
bloquea el proceso de desarrollo interno de las fuerzas productivas.
4. Hurgando En las dIfErEncIas
Si los procesos enmarcados en el tienen una raíz y un conjunto de carac-
terísticas comunes, hay también importantes matices locales que les imprimen
diferencias en las formas de manifestación y afectan tanto a la nanciarización
como a las crisis. La comparación de Argentina y Portugal permite enfocar esa
diferenciación, no menor para formular estrategias de salida y políticas alter-
nativas, así como para retomar el sendero del desarrollo económico y social.
Debido a la extensión de este trabajo, no se hará un análisis sistemático de las
diferencias, sino que se abordarán algunos problemas relevantes.
Tres elementos fundamentales para la diferenciación deben buscarse en
el régimen monetario, el patrón de inserción internacional (ambos asociados
entre sí) y en la regulación del mercado de trabajo. En el régimen monetario,
las diferencias resultan visibles. Argentina recurrió en sus tres experiencias a
regímenes que intentaban anclar el tipo de cambio nominal. El primer intento
fue el establecimiento de un ajuste cambiario pautado, con devaluaciones pre-
anunciadas y decrecientes, una “tablita cambiaria” con un tipo de cambio jo
e inamovible como norte. La segunda experiencia fue una moneda convertible
con un tipo de cambio jado por ley y garantizando con reservas 100% del
circulante. La tercera más blanda, pues se sostiene en un tipo de cambio varia-
ble con otación sucia para contener presiones devaluatorias. En los tres casos,
sin embargo, existen mecanismos para modicar o abandonar el sistema sin
172
Andrés Musacchio
quebrar acuerdos internacionales.7 El caso portugués es, desde esa perspectiva,
absolutamente diferente, pues introduce una moneda externa, emitida por un
Banco Central regional que determina tipos de cambio, políticas monetarias y
cambiarias, objetivos de la regulación monetaria y la cantidad de moneda de
la que podrá disponer anualmente cada país.
Las diferencias tienen consecuencias prácticas como la fase expansiva del
ciclo. En Argentina, coexisten un riesgo de devaluaciones no previstas (riesgo
cambiario) y de cesación de pagos (riesgo país) de la creciente deuda externa.
Esto produce un diferencial positivo de tasas de interés frente a las tasas de
referencia. La tasa de interés interna es, así, una función positiva del endeu-
damiento y de la apreciación del tipo de cambio real. La nanciarización re-
sultante tiene como eje fundamental el mercado nanciero directo por medio
del carry trade: se toman créditos a tasa baja en el exterior (al que acceden en
general sólo grandes conglomerados locales o grandes bancos extranjeros), se
cambian las divisas a pesos, que se colocan en inversiones nancieras a las altas
y crecientes tasas de interés locales (que, además, internalizan la tasa de ina-
ción interna). Los intentos de esterilizar la expansión monetaria por parte del
gobierno elevan aún más las tasas y colocan al Estado en el lugar de pagador
en última instancia. Se gesta así un círculo vicioso de especulación lisa y llana,
cuya duración depende de factores imprevisibles y en parte subjetivos, como
la conanza o la coyuntura nanciera externa.
En el caso de Portugal, se recortan dos etapas diferentes, pero enmarcadas
en una secuencia larga y no en un proceso de impacto como en las expe-
riencias argentinas. Al iniciarse la primera experiencia de , Portugal había
atravesado ya una larga fase de apertura comercial y liberalización nancie-
ra paulatinas en el marco de la .8 Además, a diferencia de Argentina, el
proceso se acompañaba con una asistencia regional para programas de recon-
versión, construcción de infraestructura y amortiguación del impacto social.
La inserción internacional de Portugal marcaba una diferencia clave desde el
inicio. En ese marco diferente, Portugal atraviesa dos fases del régimen mo-
netario. La primera sucede al Tratado de Maastricht, con un régimen que
7 Por eso, los defensores más radicales del modelo propusieron la dolarización. Muchas empresas
extranjeras entendieron que el abandono de la convertibilidad en 2002 vulneraba el régimen de
protección de inversiones y demandaron al país en el , resuelto en general de manera exitosa
para ellas.
8 Existían por entonces debates sobre la conveniencia de imponer un programa simultáneo de aper-
tura, liberalización y normas monetarias, o si estas debían realizarse en secuencia, como planteaban
McKinnon y Mathieson (1981). En las discusiones se comparaba las experiencias de Argentina y
España (García Ruiz, 1992).
173
Neoliberalismo, inserción internacional y financiarización
preserva el escudo, aunque va quitando grados de libertad a las políticas in-
ternas a medida que las pautas de convergencia se van haciendo más rígidas.
La segunda fase, con el ingreso efectivo a la Eurozona, quita por completo la
soberanía monetaria. Especialmente en la segunda etapa, la jación de las tasas
de interés de referencia no sólo quedan fuera del campo de acción del Estado
portugués, sino incluso de la dinámica económica del espacio nacional. A di-
ferencia del caso argentino, la ausencia de una moneda local elimina el riesgo
cambiario, mientras que (en especial hasta la crisis de 2008) la suposición de
que las instituciones regionales garantizaban la asistencia ante situaciones de
crisis, eliminaba casi por completo el riesgo de default. Por lo tanto, las tasas
de interés nominales no se diferenciaron signicativamente del resto de la
región (cf. Alexandre y Bação, 2014, pp. 86-87).
El negocio nanciero, por ende, no se asoció a la especulación lisa y llana
en títulos y valores, sino que adquirió un carácter más sutil. La inación más
alta con tasas de interés nominales similares al resto de la región reducía la
tasa de interés real. Por esos motivos, se produjo una nanciación mucho más
nutrida que en Argentina del consumo privado, lo que signicó un endeuda-
miento de las familias más elevado. Además, alimentó un auge inmobiliario
en el que el crédito a la construcción y a la compra de viviendas jugaban un
papel esencial, aunque apoyado en una política pública de viviendas de la que
carecía Argentina (cf. Rodrigues et al., 2016). Por eso, aunque las caracterís-
ticas centrales del modelo se repiten (especialmente el retraso cambiario y la
remodelación de la estructura productiva), las formas de obtención de rentas
nancieras y los mecanismos de transmisión son especícos (véase cuadro 2).
En Portugal, el marco general más “amigable” facilitó la acumulación de
desequilibrios mucho más profundos que en Argentina, pues la nanciación
resultaba más laxa. Así, mientras Argentina rara vez supera un décit en cuen-
ta corriente del 5% del , Portugal quebró la barrera del 10%.
Lo que “mejora” el modelo portugués en el auge, agrava el desarrollo de
la crisis. En principio, para ambos países la crisis del modelo se asocia a una
crisis de la deuda, una fuga de capitales y un quiebre de las nanzas públicas.
En ambos casos se negocian rápidamente acuerdos que facilitan el rescate del
sistema nanciero privado y la transferencia de deudas al Estado (cf. Brenta,
2019; Rodrigues y Adao, 2015). Sin embargo, las diferencias se maniestan
tanto en la forma inmediata de la crisis como en las alternativas de mediano
y largo plazo.
Para Portugal la salida de la crisis es de tendencia deacionaria, pues no
puede actuar sobre el régimen monetario y la adecuación del tipo de cambio
debe realizarse directamente sobre las variables nominales, sin tocar el tipo
174
Andrés Musacchio
de cambio. En Argentina, en cambio, la crisis suele adoptar la forma de una
explosión cambiaria, con una rápida transformación de los precios relativos
y un ajuste del tipo de cambio real. La posibilidad de abandonar el régimen
cambiario y recuperar algunos instrumentos de la política monetaria y cam-
biaria le permite, por una parte, realizar los ajustes redistributivos sobre las
variables reales sin involucrar las nominales; puede, por ejemplo, reducir el
poder de compra de los salarios incluso aumentándolos nominalmente, absor-
biendo en el plano político una parte de la conictividad social que tal medida
provoca. También le resulta posible una devaluación real de la moneda, alte-
rando el esquema de precios relativos, saliendo de los parámetros del modelo
y encarando una salida de la crisis con mayores (en cantidad y en diversidad)
exportaciones. Puede, además, recuperar más instrumentos de política econó-
mica, aunque eso no garantice sin más la efectividad de su utilización. Esas
alternativas le están vedadas a Portugal, a menos que quiebre los acuerdos con
la Unión Europea.9
Los impactos sobre el mercado de trabajo también deben analizarse con
algo de cuidado, pues allí inuyen algunas características geográcas e histó-
9 Sin embargo, algunos economistas creen posible abandonar el régimen cambiario sin repudiar el
resto de los acuerdos regionales (cf. Louçã y Ferreira do Amaral, 2014). Sin embargo, una salida
que no abandone la libre movilidad de capitales resulta por lo menos compleja. Una comparación
entre los grados de libertad para una salida en ambos tipos de regímenes cambiarios e internacio-
nales en los casos de Argentina y Grecia (véase Musacchio, 2012).
Cuadro 2. Esquema de similitudes y diferencias
Expansión Crisis Alternativas
Similitudes "Tríptico maldito" Problemas de la cuenta corriente Expansión masa salarial
Retraso cambiario Formas del ajuste Evolución del empleo
Deformación productiva Redistribución regresiva del
ingreso
Mayor autonomía de la política
económica
Deuda Estatización de la deuda Inversión pública
Diferencias Formas monetarias Tasas de interés Política cambiaria
Mercado de trabajo Gestión del tipo de cambio Política comercial
Campos de la valorización financiera Política presupuestaria
Ajuste de precios
Fuente: elaboración propia.
175
Neoliberalismo, inserción internacional y financiarización
rico-culturales no despreciables. Portugal tiene una larga tradición de fuertes
corrientes emigratorias. Por lo tanto, la expulsión de mano de obra del sistema
impulsa también una reducción de la población y, por el contrario, en los
momentos de expansión suele captar el retorno de una parte de los emigra-
dos. Las tasas de desempleo son, por lo tanto, menos uctuantes; mientras
la cuenta corriente se benecia de transferencias familiares desde el exterior.
Todo ello permite moderar el impacto de las variaciones del empleo sobre la
distribución del ingreso. En Argentina, con una menor propensión a emigrar,
los impactos sobre el desempleo y la distribución son más marcados. Es ese un
elemento distintivo singular de los mecanismos de regulación de ambos países
que ejerce una gran inuencia en la diferenciación.
5. ¿cómo construIr altErnatIvas?
La construcción de alternativas es un desafío común a ambos países, así como
para los modelos de tipo . En general, una política diferente debe com-
binar tres dimensiones: un cambio en los precios relativos que reposicione la
(re)producción de la base material, contener el drenaje de recursos y evitar
la sangría de excedentes y, por último, articular un programa de desarrollo
que transforme estructuralmente la base productiva. El desafío debe entonces
combinar un programa sólido desde lo técnico; sustentarse en una constela-
ción social con el poder suciente para imponer el cambio desde el plano po-
lítico; y nalmente, lograr la construcción un discurso que sustente el proceso
desde el plano narrativo. Se trata, en última instancia, de reconstruir al menos
en forma parcial la autonomía, proceso que se cristaliza en la recuperación de
instrumentos de política económica. Se trata, por supuesto de un desafío que
implica un cambio sociopolítico y no sólo técnico.
Desde esa perspectiva, de nuevo las experiencias comparadas de Argentina
(entre 2002 y 2015) y Portugal (desde 2015) resultan miradores interesantes.
Ambas experiencias muestran que tanto el modelo como la inserción inter-
nacional admiten un margen de maniobra para avanzar en proyectos alter-
nativos. También muestran que internamente existen, incluso en las clases
dominantes, márgenes para construir una constelación social y política dife-
rente, aunque sea de manera precaria.
Desde el campo técnico, ambas experiencias muestran que un punto de
apoyo de mediano plazo es reconstruir las bases del crecimiento a partir de
una política expansiva que se apoye en una distribución progresiva del ingreso
y la recreación del rol de los estados (tanto en la gestación del marco macro-
176
Andrés Musacchio
económico y social, como en la regulación y en la inducción por medio de la
inversión pública). Las dos experiencias muestran que una clave es quebrar
la dependencia de recurrir a nuevo endeudamiento, lo que implica sostener
cierto equilibrio scal y en la cuenta corriente, lo que suele llamarse “los su-
perávit gemelos”. En ese marco, la menor institucionalización de la restricción
monetaria y de la sujeción en la inserción internacional da a Argentina un
margen de maniobra mucho más amplio, en particular sobre el control di-
recto del drenaje de excedentes por medio de restricciones al libre ujo del
capital nanciero o del control a la inversión extranjera. Con una menor exi-
bilidad, Portugal ha podido aprovechar en tiempos recientes, no obstante,
brechas abiertas en la UE para escaparse al modelo de políticas absolutamente
ortodoxas.
La experiencia argentina muestra, sin embargo, que la falta de consisten-
cia técnica en las políticas de largo plazo pueden fortalecer la recreación del
bloque político que puja por un retorno al viejo modelo. Para Portugal, ese
desafío resulta doblemente difícil, pues los objetivos de transformación de
largo plazo sólo pueden plasmarse en el marco de una política diferente por
parte de la UE o rompiendo con la Eurozona, un camino que tanto desde lo
técnico como desde lo político puede resultar demasiado espinoso.
En ambos casos se puso de maniesto rápidamente que es más sencillo
retomar un proceso de crecimiento que articular una verdadera política de
desarrollo, para la cual es preciso un diagnóstico adecuado de las falencias
internas, un proceso de planicación explícito y una sustentabilidad política
de las nuevas condiciones.
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