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15º Congreso Internacional de Ciencias del Deporte y la Salud
Pontevedra, 8-9 de noviembre 2019
www.congresodeporte.com www.sportis.es
ISBN 978-84-948288-6-7 C 1896-2019
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Aplicación de la termografía infrarroja para la prevención, seguimiento de lesiones
y apoyo al diagnóstico en el deporte y la salud
Application of Infrared Thermography for injury prevention, injury monitoring and
diagnosis support in sport and health sector
Ismael Fernández-Cuevas
Medizinische Hochschule Hannover (MHH) y ThermoHuman
ismael.fernandez@upm.es
Resumen
Las lesiones constituyen un problema creciente que afecta tanto a los deportistas como a
la población en general. Su incidencia repercute a la salud, el rendimiento y la economía
de los sujetos e instituciones para los que trabajan o compiten. La Termografía
Infrarroja (TI) es una tecnología que permite medir la temperatura de la piel de los seres
humanos de una manera rápida, no invasiva y objetiva, representándola con una imagen
en colores que contiene datos térmicos. A pesar de los factores que influyen dicha
medición, se ha demostrado que siempre que se utilice con un protocolo, una
metodología de búsqueda de asimetrías térmicas y unas herramientas adecuadas (como
un software automático o la combinación con otras tecnologías) la TI puede ser útil para
la prevención de lesiones, el apoyo al diagnóstico y el seguimiento de las mismas
durante su recuperación tanto en el sector del deporte como en el de la salud. Asimismo,
se ha demostrado como la TI puede ayudar a optimizar los procesos de diagnóstico y
recuperación, y consecuentemente generar un ahorro de tiempo y dinero. No obstante,
hoy en día quedan aún muchas incógnitas por desvelar sobre el comportamiento térmico
humano, lo cuál supone un gran reto y a su vez cierta barrera que genera en algunos
casos cierto escepticismo sobre dicha tecnología, aunque esté demostrado que con los
resultados y certezas actuales ya tenemos grandes beneficios y aplicaciones al alcance
de nuestra mano.
Palabras clave
Termografía Infrarroja; Prevención de lesiones; Seguimiento; Diagnóstico; Temperatura
de la piel; Deporte
1. Introducción
A pesar de los avances tecnológicos y de conocimiento, hoy en día persiste el problema
de las lesiones de una manera especialmente significativa. No nos referimos
exclusivamente al ámbito del deporte de alto rendimiento, donde disciplinas como el
fútbol registran incluso un incremento del número de lesiones (como el caso de la
Premier League, donde la temporada 2018-2019 se registró un aumento de más del 15%
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de lesiones con respecto a la temporada anterior ("Football Injury Index. English
Premier League 2018-19 Review," 2019)) sino el deporte amateur y lo que trasciende a
la práctica deportiva, como son las lesiones laborales o dolencias derivadas de hábitos
de vida. Sin ir más lejos, el dolor de espalda supone en España la segunda dolencia
crónica más importante afectando al 17,3% de la población según Informe Anual del
Sistema Nacional de Salud (2019).
Nos encontramos ante un problema que afecta a la sociedad en general y más en
concreto a los deportistas. Sus consecuencias inciden de una manera obvia sobre la
salud, pero también sobre el rendimiento del deportista o del equipo o institución para el
que compiten, y lo que a veces pasa desapercibido: el impacto económico, tanto para el
propio deportista, la institución que representa y la competición en la que participa. Esta
problemática está cuantificada, y he aquí algunos datos que lo demuestran: Ekstrand y
colaboradores (2009) indicaban que las lesiones en el fútbol tienen una duración media
de 37 días, que el coste medio de una lesión está estimado en 500.000€ (Jan Ekstrand,
2013), que los equipos de la Premier League tuvieron que pagar 221 millones de GBP
en concepto de lesión la temporada 2018-2019 ("Football Injury Index. English Premier
League 2018-19 Review," 2019) y que en la NBA, cada vez que la estrella de un equipo
está lessionado la asistencia al estadio baja entre un 7% y un 25% (Kaplan et al., 2019).
Frente a dicha problemática, las ciencias del deporte han avanzando con conocimientos
más precisos sobre la fisiología y el rendimiento (Ganse, Ganse, Dahl, & Degens,
2018), y en consecuencia se han desarrollado y aplican métodos de entrenamiento más
específicos e individualizados. En los últimos 10 años se han descubierto y utilizado
numerosos parámetros y herramientas encaminadas a cuantificar la carga de
entrenamiento, tanto interna como externa. Se ha demostrado que una misma carga
externa puede generar diferentes valores de carga interna según el individuo (Jaspers,
Brink, Probst, Frencken, & Helsen, 2017), y curiosamente se ha confirmado la
existencia de una clara relación entre mayores cargas de entrenamiento e incrementos en
la probabilidad de sufrir una lesión en deportes de equipo (Gabbett, 2010; Malone et al.,
2017).
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Existen muchas alternativas para medir la carga externa, aunque destaca el creciente uso
del GPS. Para la carga interna también encontramos diferentes opciones (sobre todo la
frecuencia cardiaca, el consumo máximo de oxígeno o la percepción subjetiva del
esfuerzo), pero la mayoría son invasivas, subjetivas y con falta de una evidencia
científica sólida que las respalde (Halson, 2014). En los últimos años está creciendo el
interés científico y profesional por la termografía infrarroja (TI), una técnica que
permite medir la temperatura de la piel de manera rápida, no invasiva y objetiva (Ring
& Ammer, 2000) y consecuentemente cuantificar la fisiología y metabolismo. La TI se
está utilizando en el ámbito de la salud y el deporte, entre otras cosas, para prevenir y
seguir lesiones e incluso apoyar al proceso de diagnóstico de las mismas (Priego
Quesada, 2017). Algunos trabajos hablan de resultados de hasta un 90% de reducción de
lesiones en equipos de fútbol (Gómez Carmona, 2012). Precisamente a continuación
describiremos en profundidad las virtudes y limitaciones de esta técnica y cómo debe
utilizarse para alcanzar resultados en dichas aplicaciones.
2. Epidemiología
La epidemiología es la disciplina que se encarga de describir la distribución, frecuencia
y factores determinantes de las lesiones y enfermedades existentes en diferentes tipos de
poblaciones (Rothman, Greenland, & Lash, 2008). Gracias a la epidemiología es mas
fácil clasificar y entender las lesiones y, consecuentemente, conocerlas detalladamente
para así poder evitarlas (en la medida de lo posible). Con este apartado, pretendemos
introducir brevemente la problemática que suponen (tal y como se ha comentado en la
introducción) y sobremanera puntualizar un aspecto clave: no todas las lesiones son
evitables.
Soligard y colaboradores (2017) publicaron recientemente un trabajo sobre las lesiones
registradas durante los Juegos Olímpicos de Rio de Janeiro en 2016. En la siguiente
imagen podemos observar tanto la incidencia por disciplina como el tiempo de baja que
supusieron (figura 1). De las 39 disciplinas analizadas, encontramos deportes tan
conocidos como el boxeo, el taekwondo, el waterpolo, el rugby, el fútbol o el
balonmano entre los 10 más lesivos. Hay cuatro aspectos importantes en este tipo de
estudios, a saber: la definición, la severidad, el mecanismo y el tipo de lesión. En primer
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lugar, es clave determinar lo que entendemos por lesión. Existen muchas definiciones,
pero nos decantamos por la de Ekstrand, Hägglund y Waldén (2011), que definieron el
término lesión como un hecho que ocurre durante una sesión de entrenamiento o
competición y que imposibilita al atleta finalizar la sesión de entrenamiento o el partido.
En segundo lugar se halla la duración de la lesión, factor que nos permite entender la
severidad de la misma. En este trabajo se establece una clasificación que divide aquellas
lesiones que duraron un día o más, y aquellas que supusieron más de 7 días de baja. En
tercer lugar, está el mecanismo de lesión, información clave dado que determina si la
lesión ha sido por contacto o sin contacto (en este caso en concreto se divide por
contacto con otro atleta, con contacto traumático o por sobrecarga) y por ende, si podría
haber sido prevenida. Por último está la localización y tipo de lesión, que nos habla
sobre las lesiones y localizaciones más afectadas y que variaran significativamente entre
disciplinas. Toda esta información ha de conocerse para entender si la disciplina que
abordamos es más o menos lesiva, qué características tienen las lesiones más comunes y
sobre todo que capacidad de mejora tendremos si nuestro objetivo es el de prevenir las
lesiones, dado que aquellas lesiones por contacto serán mucho más difíciles de prevenir
que las que se producen por sobrecarga o sobreuso.
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Figura 1. Descripción de la incidencia de lesiones de cada disciplina durante los
Juegos Olímpicos de Río de Janeiro (2016). (Fuente: obtenido de Soligard et al. 2017)
3. Termografía Infrarroja
La Termografía Infrarroja (TI) es una tecnología no invasiva, rápida y objetiva que
permite cuantificar en tiempo real la energía que irradia cualquier objeto (Ring &
Ammer, 2000). En el caso de los seres humanos, la TI nos permite medir la radiación
que emite la piel, y mediante la aplicación de la fórmula de Stefan-Boltzmann, obtener
un dato objetivo y sin contacto sobre la temperatura de la piel (Arnaiz-Lastras,
Fernández-Cuevas, López-Díaz, Gómez-Carmona, & Sillero-Quintana, 2014). Por lo
tanto, la TI nos proporciona información sobre el estado fisiológico y metabólico de las
estructuras y tejidos más cercanos a la piel.
a. Historia
La TI no es nueva en absoluto. Su descubrimiento se remonta al comienzo del siglo
XIX con la investigación del astrónomo Sir Frederick William Herschel, siendo su hijo,
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John Herschel, quien obtendría el primer termograma de la historia en 1840 (Ring,
2000). Los primeros dispositivos son desarrollados al inicio del siglo XX y son
predominantemente utilizados en el sector militar (Ring, 2014). La utilización de esta
tecnología con objetivos clínicos no se produce hasta los años 60, aunque la mayoría de
las investigaciones y su uso estaba encaminado a establecer la capacidad diagnóstica de
la TI frente a diferentes patologías y enfermedades. En relación con el deporte de alto
rendimiento, los primeros trabajos se realizaron en la década de los 70 en Alemania y en
los 80 en Inglaterra (Sillero et al., 2015). Sin embargo, en aquel momento la tecnología
no estaba tan desarrollada como actualmente, requiriendo varios minutos para la
obtención de un termograma y dando como resultado imágenes con poca definición y
sin posibilidad de cuantificarlas.. En la década de los 90, la utilización de esta
tecnología disminuyó por la falta de protocolos metodológicos estandarizados que
asegurasen su fiabilidad y reproducibilidad, por la baja calidad de los sistemas de
imagen y cámaras de la época, y por su uso abusivo como herramienta de diagnóstico
del cáncer de mama (Head & Elliott, 2002; Moskowitz, Milbrath, Gartside, Zermeno, &
Mandel, 1976; Williams, Phillips, Jones, Beaman, & Fleming, 1990). Estos factores
provocaron que se desacreditase esta tecnología como herramienta de diagnóstico por su
falta de especificidad en comparación con otras técnicas más fiables y precisas, como la
resonancia magnética (MRI). Sin embargo, hoy en día tenemos una nueva generación de
cámaras de alta resolución que permiten mediciones más precisas y fiables, protocolos y
guías de uso contrastadas y acceso más fácil a datos objetivos a través de programas
informáticos que convierten la TI en una potente herramienta de monitorización
(Hildebrandt, Raschner, & Ammer, 2010).
b. Conceptos básicos
La TI basa su fundamentación fisiológica en la termorregulación, proceso controlado
por el sistema nervioso central desde el hipotálamo y con una estrecha relación con el
sistema inmune y el metabolismo (Fernandes, Hernandez, Albuquerque, & Mady, 2018;
Lahiri, Bagavathiappan, Jayakumar, & Philip, 2012). Asimismo, el ejercicio supone un
desajuste significativo de dichos sistemas, favoreciendo procesos inflamatorios como
consecuencia de un incremento del flujo sanguíneo hacia las zonas activas y un
incremento de la actividad metabólica (Arnaiz-Lastras et al., 2014). Este mecanismo
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permite una reparación y adaptación de los tejidos post-ejercicio, provocando a su vez
un aumento de la temperatura superficial de la zona. Se ha demostrado que la actividad
muscular induce procesos de transferencia de calor entre los músculos y tejidos
superficiales adyacentes en un intento de mantener la homeostasis térmica del
organismo, obteniendo como resultado un aumento de la temperatura de la piel (Abate
et al., 2010).
Estas modificaciones de la temperatura de la piel fruto del proceso de termorregulación
pueden dar como resultado una reacción hipertérmica en el caso de existir procesos
inflamatorios, así como una reacción hipotérmica cuando existen situaciones de
compresión que dificulta el riego sanguíneo o procesos degenerativos (Sampedro,
Piñonosa Cano, & Fernández-Cuevas, 2012). Es importante aclarar que la TI no muestra
anormalidades anatómicas, sino que revela cambios fisiológicos que pueden ayudarnos
a detectar posibles daños en los tejidos (Côrte et al., 2019). Y por esa misma razón, es
importante entender que tan importante puede ser una zona hipertérmica como una
hipotérmica, y que dicha información objetiva obtenida con rapidez y fiabilidad puede
permitir al profesional tomar decisiones clave para adaptar la carga de entrenamiento,
ajustar el diagnóstico o enfocar el tratamiento de recuperación.
c. Factores de influencia y protocolos
La principal limitación que tiene la aplicación de la termografía en humanos es la gran
cantidad de factores que inciden tanto en la temperatura de la piel como en el entorno en
el que se toma y las técnicas con las que analizamos los resultados termográficos
(Fernández-Cuevas et al., 2015).
Según el principio de homeostasis, nuestra fisiología hace que tengamos un equilibrio
térmico entre las diferentes regiones de nuestro cuerpo (Johnson & Kellogg, 2010). Por
esa curiosa razón, y dado que la mayoría de los factores descritos en la clasificación
propuesta por Fernández-Cuevas y colaboradores (2015) tienen una afectación bilateral,
la búsqueda de asimetrías térmicas es la mejor opción para determinar la normalidad de
una imagen térmica (Fernández-Cuevas, Arnáiz Lastras, Escamilla Galindo, & Gómez
Carmona, 2017). En ese sentido, se ha determinado que una asimetría entre regiones de
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interés (ROI) contralaterales superior a 0,3ºC debe ser considera anormal (Arnaiz-
Lastras et al., 2014).
Existen diferentes protocolos que describen la mejor manera de tomar las imágenes en
humanos (Ring & Ammer, 2000), siendo precisamente el publicado recientemente por
Gomes Moreira y colaboradores (2017) el que más consenso y detalle tiene sobre los
tiempos de aclimatación, preguntas y otros factores a tener en cuenta a la hora de tomar
una imagen termográfica. Asimismo, se ha demostrado que el procesamiento
automático de las imágenes favorece la fiabilidad y reproducibilidad de los datos, y por
consiguiente, la objetividad y solidez de los resultados (Fernández-Cuevas, Marins,
Arnáiz Lastras, Gómez Carmona, & Sillero Quintana, 2016).
d. Cuestiones clave
Como se ha mencionado anteriormente, la interpretación de la termografía se hace
compleja por la falta de resultados científicos sobre las características térmicas de las
diferentes patologías y lesiones. Gracias a trabajos como el de Sillero-Quintana y
colaboradores (2015), hoy en día se sabe que la mayoría de las lesiones cursan con
hipertermia en los primeros días –con una media de asimetría térmica de 0,5ºC a favor
de la región lesionada-. Sin embargo, también se describe como aquellas dolencias de
origen vascular o nervioso pueden cursar con hipotermia.
En ese sentido y gracias en gran medida a resultados como ese y a la propia experiencia,
se ha podido desarrollar un pequeño esquema que permite interpretar más fácilmente las
asimetrías térmicas de un termograma, tanto desde el punto de vista de la lesión como
del dolor, siempre y cuando se sigan correctamente los protocolos de implementación
(figura 2)
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Figura 2. Esquema de interpretación de asimetrías térmicas en función del dolor
y/o lesión (elaboración propia)
Otra cuestión clave a la hora de utilizar la TI es entender que el termograma es una
imagen que tiene dos capas: la una es visible y nos permite visualizar en diferentes
colores la temperatura del objeto medido; y la segunda consiste en una capa de datos
radiométricos que permite cuantificar los datos de temperatura por cada pixel. Esta
característica intrínseca de la termografía da lugar a las dos principales metodologías de
uso de esta herramienta: el método cualitativo y el cuantitativo.
Ambos métodos son perfectamente válidos y complementarios. El método cualitativo
nos permite analizar de manera rápida e intuitiva los colores para detectar en un vistazo
anormalidades en el termograma, aunque es subjetiva y depende de la distribución del
rango de colores –que es modificable-y de la experiencia del observador (Zaproudina,
Varmavuo, Airaksinen, & Narhi, 2008). Es el método cuantitativo, esa enorme cantidad
de datos térmicos por píxeles, la que permite diferenciar a la TI frente a otras técnicas
de imagen, dado que nos permite cuantificar de manera objetiva los datos obtenidos, y
de manera complementaria objetivar y confirmar las alarmas detectadas a través del
método cualitativo, y en algunos casos poner el foco en alarmas que el observador no
fue capaz de detectar solo mirando la imagen.
No obstante, es cierto que el método cuantitativo precisa de un procesamiento de la
imagen. La mayoría de las cámaras tienen un software que permite analizar
manualmente las imágenes, aunque se ha demostrado que no con mucha fiabilidad
(Fernández-Cuevas et al., 2016). Existen software en el mercado que permiten analizar
las imágenes térmicas de seres humanos automáticamente, ganando en tiempo y
fiabilidad, así como facilitando una visualización e interpretación de los mismos más
eficiente (figura 3).
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Figura 3. Representación de la evolución temporal de asimetrías térmicas de un sujeto
mediante análisis cuantitativo de imágenes térmicas (ThermoHuman, España)
e. Principales aplicaciones
De todas las aplicaciones actuales de la TI, destacamos tres que pivotan sobre la
existencia de una lesión: si analizamos a sujetos sin lesión, el objetivo es la prevención
de lesiones; si lamentablemente existe una lesión, la TI puede ayudar en el proceso
diagnóstico; y finalmente tras el mismo, la TI va a ser especialmente interesante para el
seguimiento y recuperación de dicha lesión.
i. Prevención de lesiones
Cada vez son más los trabajos enfocados a está aplicación. Gomez-Carmona (2012) fue
uno de los pioneros demostrando la validez de la TI como método de prevención de
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lesiones, detección de desequilibrios musculares y cuantificación de la respuesta térmica
a la carga de entrenamiento. Se utilizó una comparativa entre dos pretemporadas en un
equipo de fútbol profesional en España, la única diferencia fue la utilización de la TI en
la segunda pretemporada, reduciéndose la incidencia de lesiones musculares en un 70%
y llegando a disminuir en un 90% los días de baja por lesión. Recientemente, Côrte y
colaboradores (2019) realizaron un estudio similar en Brasil comparando dos
temporadas completas, y describiendo una reducción del 64% de las lesiones
musculares.
En ambos trabajos, la TI constituye una herramienta clave para la prevención, sin
olvidar que son los profesionales los que consiguen dicho objetivo, no la TI por si sola.
Para ello, resulta clave una evaluación periódica de los sujetos, siguiendo un protocolo
(normalmente previo al entrenamiento y/o tratamiento) y estipulando un plan de
intervención en el caso de encontrar alarmas, ya sea para reducir la carga o establecer un
tratamiento individualizado. Respecto a este protocolo de actuación, Côrte y
colaboradores (2019) establecen las siguientes pautas:
▪ Asimetrías térmicas de 0.5ºC – 1.0ºC: se tomarán medidas preventivas, aunque
el atleta no manifieste síntomas de lesión, sobre todo si estos valores se han visto
incrementados desde mediciones anteriores.
▪ Asimetrías de 1.0ºC – 1.5ºC: se interpreta como alto riesgo de lesión y se reduce
la carga por completo, sobre todo si los valores sobrepasar los 1.5ºC.
Por su parte, Gómez Carmona (2012) estableció la siguiente escala de atención a las
asimetrías térmicas en futbolistas profesionales:
▪ < 0,4ºC = Normal.
▪ 0,5º - 0,7ºC = Seguimiento.
▪ 0,8º - 1ºC = Prevención.
▪ 1,1º - 1,5ºC = Alarma.
▪ > 1,6ºC = Gravedad.
Asimismo, es clave entender que no todas las asimetrías significan lesión, ni todas las
lesiones cursan con una asimetría térmica. Por ello es fundamental integrar la TI como
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una herramienta más, que destaca por su rapidez, no invasividad y objetividad, y que
multiplica su potencial cuando se correlaciona con otras tecnologías dentro de
protocolos como los que se han descrito (Fernández-Cuevas et al., 2017). En esa línea y
tal y como menciona Ekstrand y colaboradores (2018) la comunicación y cooperación
entre los diferentes departamentos y profesionales es un factor imprescindible para la
obtención de dichos resultados.
Quepa resaltar que en estudios como el de Côrte y colaboradores (2019) también se
estimó el ahorro económico que la aplicación de la TI supuso al equipo de fútbol
durante dicha temporada, una cifra cercana a los 300.000€ solo teniendo en cuenta los
salarios de los jugadores.
ii. Ayuda al diagnóstico
La gran diferencia entre la aplicación de la TI en medicina y la que se hace en el deporte
y la salud es el objetivo diagnóstico. La reputación de la TI se ha visto claramente
dañada por su utilización como herramienta única para el diagnóstico de patologías,
especialmente el cáncer de mama (Moskowitz et al., 1976; Williams et al., 1990). Si
bien es cierto que se ha demostrado la eficacia de la TI para el diagnóstico de alguna
patologías reumáticas, diabéticas e incluso hepáticas (Lahiri et al., 2012), en la mayoría
de los casos se aconseja complementar el examen térmico con otro tipo de pruebas con
resultados diagnósticos más específicos y sensibles.
Sin embargo, es cierto que la TI destaca por ser mucho más rápida y económica que
otras pruebas de imagen como la resonancia magnética o los rayos x, y sobremanera
permite cuantificar y objetivar los resultados (Arnaiz-Lastras et al., 2014). Es por ello
que entendemos que esa rapidez y economía puede ser clave para determinar la
naturaleza de una lesión o patología antes de evaluarla con pruebas más costosas, lentas
e invasivas.
En ese sentido, el estudio de Sillero y colaboradores (2015) es especialmente
interesante, dado que analizó la utilidad de la TI en un entorno hospitalario para
demostrar su utilidad como herramienta de soporte al diagnóstico en una sala de
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urgencias. En dicho trabajo se describe los perfiles térmicos según localización,
estructura dañada y patología, llegando a la conclusión que la mayoría de las lesiones
cursan con hipertermia –media de asimetría de 0,5ºC más en la región lesionada frente a
la contralateral-, pero que existen algunas relacionadas con el sistema nervioso y
vascular que generan precisamente lo contrario: una hipotermia. Ese matiz es clave para
determinar qué prueba es necesaria para confirmar un diagnóstico y, por consiguiente,
concluye que permite ahorrar tiempo y dinero, así como la invasividad de ciertas
pruebas al paciente (Sillero-Quintana et al., 2015).
Valga como ejemplo la descripción de una fractura ósea, que de media cursa con una
asimetría de 0,9ºC (Sillero-Quintana et al., 2015). En este caso, si el facultativo duda
tras la exploración de la existencia de una fractura, y el resultado de la TI es un valor
similar al 1ºC de asimetría, se debe proceder a hacer unos rayos X para confirmar. Pero
si por el contrario, existen dudas sobre el diagnóstico de fractura y apenas se encuentra
asimetría, en ese caso podría evitarse la prueba de rayos X y utilizar una prueba
alternativa menos costosa e invasiva.
iii. Seguimiento de lesiones
Finalmente, ante la existencia de una lesión, la TI nos permite visualizar y cuantificar
las asimetrías que genera una lesión durante el periodo de recuperación, de tal manera
que podremos seguir de cerca la evolución de la zona afectada hasta regresar a valores
de normalidad, y también controlar las posibles compensaciones que dicha lesión
produce en el resto del cuerpo, información que es clave para la readaptación y
reducción de la posibilidad de recidiva o recaída.
En ese sentido, hay trabajos como el realizado por Piñonosa Cano (2016) en el que se
analiza la utilidad de la TI en el seguimiento de una lesión como es la rotura del
ligamento cruzado anterior (LCA) de la rodilla y su operación. Este trabajo es
especialmente interesante dado que se describe cómo las temperaturas y asimetrías
térmicas evolucionan a lo largo del periodo de rehabilitación y 18 meses después,
volviendo a índices de normalidad previas a la lesión. Estos resultados hablan sobre su
utilidad para determinar la correcta evolución de la zona lesionada durante la
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rehabilitación, así como cuantificar desequilibrios y riesgos de lesiones que se producen
en otras regiones del cuerpo durante la recuperación (figura 4). Esta información es
clave tanto desde el punto de vista clínico como de readaptación y vuelta a la
competición en el entorno deportivo (Fernández-Cuevas et al., 2017).
Figura 4. Representación de la evolución temporal de asimetrías e imágenes
térmicas de un sujeto antes, durante y después de una lesión y operación de lesionado
de LCA en la rodilla derecha (elaboración propia con avatares del software
ThermoHuman)
4. Conclusiones
Las lesiones constituyen un problema creciente que afecta tanto a los deportistas como a
la población en general, afectando a la salud, el rendimiento y la economía de los
sujetos, instituciones y entidades. La termografía infrarroja (TI) es una tecnología que
permite medir la temperatura de la piel en humanos de una manera rápida, no invasiva y
objetiva. A pesar de los factores que influyen dicha medición, se ha demostrado que
siempre que se utilice con un protocolo, una metodología y unas herramientas
adecuadas, la TI puede ser útil para la prevención de lesiones, el apoyo al diagnóstico y
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el seguimiento de las mismas durante su recuperación tanto en el sector del deporte
como de la salud. Dichos beneficios, pueden acentuarse cuando la TI se combina con
otras tecnologías, permitiendo optimizar los procesos de diagnóstico y recuperación, y
consecuentemente generando un ahorro de tiempo y dinero. No obstante, siguen siendo
muchas las dudas que se plantean sobre el comportamiento térmico en humanos,
cuestión que supone a la par un reto y un obstáculo, ya que para algunos la TI sigue
estando rodeada de escepticismo y mala reputación y para otros muchos es obvio que
los resultados actuales ya son lo suficientemente sólidos como para sacar beneficio de
esta tecnología, independientemente de avances que mejoren y amplíen aún más sus
aplicaciones y resultados.
5. Bibliografía
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