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Una mirada a los entornos construidos en el valle de Tafí, Tucumán (1 - 1000 AD)

Authors:
  • CONICET. National University of Cordoba, Argentina

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Este trabajo analiza los modos en que se constituyeron los paisajes del Valle de Tafí a través del primer milenio d.C. Los avances realizados hasta la actualidad, nos permiten plantear que fueron construidos en múltiples situaciones generadas por estrategias sociales y negociaciones permanentes entre agentes tanto humanos como no humanos a lo largo de varios siglos llevando a la coexistencia de prácticas "domésticas" y "comunales" en ámbitos indiferenciados, constituyéndose como la base de las posibilidades de reproducción de estas sociedades agrícolas.
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UNA MIRADA A LOS ENTORNOS CONSTRUIDOS EN EL VALLE DE
TAFÍ, TUCUMÁN (1 - 1000 AD)
Julián Salazar y Valeria L. Franco Salvi
CONICET - CEH "Prof. Carlos Segreti". Miguel C. del Corro 308 (5000).
jjsalba@hotmail;comvaleriafrancosalvi@gmail.com
Presentado el: 20/05/2009 - Aceptado 20/12/2009
Resumen
Este trabajo analiza los modos en que se constituyeron los paisajes del Valle de Tafí a través del
primer milenio d.C. Los avances realizados hasta la actualidad, nos permiten plantear que fueron
construidos en múltiples situaciones generadas por estrategias sociales y negociaciones permanentes
entre agentes tanto humanos como no humanos a lo largo de varios siglos llevando a la coexistencia de
prácticas "domésticas" y "comunales" en ámbitos indiferenciados, constituyéndose como la base de
las posibilidades de reproducción de estas sociedades agrícolas.
Palabras claves: Paisaje - Unidades domésticas - Estructuras agrarias - Formativo
Abstract
This paper analyzes the ways in which Tafí Valley landscapes were constructed during the first
Millennium. The advances actually developed, allow us to propose that they were constructed in
multiple situations set up by permanent social strategies and negotiations between human and no-
human agents during several centuries, taking on to the coexistence of household and communal
practices within undifferentiated settings, establishing the sources for the reproduction of possibilities
for these agricultural societies.
Key words: Landscape - Households - Agricultural structures - Formative Period
Introducción
La arqueología en general, y la arqueología argentina en particular, como disciplina
surgida dentro del esquema epistemológico moderno, desarrolló un marcado interés por los
estudios del espacio, adoptando en algunas oportunidades la idea cartesiana del mismo
como matriz bidimensional divisible, cuantificable y racionalizable por la mente humana.
Dentro de esta perspectiva, el espacio -visto como exterioridad material, inmóvil y muerta-
fue separado del tiempo, o en el mejor de los casos supeditado a él -como interioridad racional,
dinámica y viviente- (Criado 1991, Piazzini 2006).
En repetidas ocasiones se prestó atención al espacio como un medioambiente geográfico
y como un telón de fondo sobre el cual flotaba la cultura. Alternativamente, se le dio el papel
de medio de adaptación el cual, en menor o mayor medida, determinaba el comportamiento
del hombre. En este contexto, el relato arqueológico acerca de la domesticación en general le
otorgó centralidad a los aspectos cronológicos (en el sentido de ubicación en una sucesión
unilineal de hechos) de características culturales, o a las estrategias adaptativas de "sistemas"
a medios.
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A nivel local, los estudios realizados en el Valle de Tafí también abordaron
predominantemente las transformaciones producidas durante el primer milenio d.C. en
términos de una creciente dominación del hombre sobre el medio, de la cultura sobre la
naturaleza. Estas concepciones que han permanecido hasta momentos recientes sin
cuestionamientos, están siendo reformuladas críticamente a nivel regional (Nielsen 1995,
Haber 2001, 2006; Korstanje 2005; Quesada 2006; Delfino et al. 2007). Sólo recientemente se
comenzó a reflexionar sobre las potencialidades que ofrece el estudio del espacio como
aspecto central de la cultura. Ese cambio puede comprenderse en el marco de una
transformación más abarcativa en las Ciencias Sociales que lleva a pensar ese aspecto como
un componente esencial de la teoría sociocultural: los antropólogos están pensando y
reconceptualizando su comprensión de la cultura en modos espacializados (Low y Lawrence
2003).
Si consideramos, junto a Ingold (1993) que el paisaje no es tierra (homogénea y
cuantificable), no es naturaleza (como externa y contrapuesta a la cultura) y no es espacio
(objetivo y vacío de significado), ¿Qué es entonces?
El paisaje, concebido como constructo social, dinámico y heterogéneo, se constituye como
un ámbito esencial para el estudio de la producción y reproducción de la sociedad ya que en
él se plasma la constante tensión y relación entre las estructuras sociales y las estrategias de
los agentes. En la micro-escala podemos comenzar a explorar la intersección de procesos de
largo plazo y agencias, las interacciones de la gente creando paisajes y los paisajes formando
a la gente. Al mismo tiempo, el análisis de micro escala sólo puede tener sentido si las
personas, sus cuerpos y biografías son ubicados en el contexto del paisaje. El reto es encontrar
la manera de alcanzar esta integración sin priorizar a ninguno de los dos (Hodder 2000,
Trifkovic 2006). El paisaje es tanto lo que la gente hace y percibe en la tierra como lo que había
en la tierra antes de que eso ocurra (Potter 2004).
El estar-en-el-mundo de la gente, es decir la incorporación a lugares específicos o
somatización de los contextos locacionales, es siempre histórico y espacialmente contingente.
La idea estrecha y estática del espacio, debe ser ampliada para reconocer que, los paisajes
están siempre en proceso, potencialmente conflictuados, desordenados y complicados. En
este sentido, en una misma sociedad pueden encontrarse ámbitos espaciales, construidos e
imaginados de distintas maneras en los cuales la gente se mueve, se comporta y se siente de
formas diferentes según filiación, género, grupo social, étnico, etc. (Brumfiel 1992, Bender
2001, Hodder 2000, Hodder y Cessford 2004).
De esta manera, la visión predominantemente horizontal y sincrónica de los sitios
arqueológicos, la cual se refuerza a través del predominio de estudios superficiales, dificulta
el análisis de esas variables y estabiliza esas tensiones, conflictos y dinámicas. Por esto,
consideramos como objetivo central, analizar los modos en que se constituyeron los paisajes
del valle en el primer milenio d.C. mediante una visión integral que involucra en un mismo
plano los aspectos espaciales, materiales y temporales de las prácticas.
Los avances realizados hasta la actualidad, nos permiten plantear que los paisajes
aldeanos del valle de Tafí fueron construidos en múltiples situaciones generadas por
estrategias sociales y negociaciones permanentes entre agentes tanto humanos como no
humanos a lo largo de varios siglos, llevando a la coexistencia de prácticas "domésticas" y
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"comunales" en ámbitos indiferenciados, constituyéndose como la base de las posibilidades
de reproducción de estas sociedades agrícolas.
El espacio en la arqueología
La variabilidad de maneras de entender el espacio que se han formulado en el último
medio siglo hace necesaria una profunda revisión y crítica de las mismas. Sin embargo, las
limitaciones editoriales sólo nos permiten tener en cuenta aquellas investigaciones que
consideramos fundamentales por haber marcado tendencias predominantes, resultando
esenciales para el desarrollo de los objetivos aquí propuestos.
Durante la década de 1960, se ubicó a la "cultura Tafí" -caracterizada por habitaciones de
piedra de planta circular, cerámica tosca pintada de rojo y la utilización de menhires- entre
las sociedades que más tempranamente manejaran la agricultura y la alfarería en el NOA
(González y Núñez Regueiro 1960). El rol que tocaba jugar al espacio en esta explicación
consistió en una leve modificación sufrida por los patrones culturales que traía un grupo
humano desde su lugar de origen, quizás en el altiplano Boliviano (González 1963). La
hipótesis que se proponía conservaba las propuestas de la arqueología tradicional (Willey y
Philips 2001), la cual pretendía reconocer en el espacio la distribución de rasgos culturales
a través de distintas vías de difusión. No importaba demasiado cómo se integraban las
distintas materialidades en lugares específicos, o qué papel jugaba cada una en contextos
culturales y espaciales diversos, sino si su forma era similar y su cronología podía ordenarse
en secuencias lógicas de dispersión.
Distintas vertientes del pensamiento materialista, que comenzaron a introducirse en la
arqueología nacional a partir de los ´70, introdujeron la idea de la cultura como medio del
hombre para enfrentarse a la naturaleza, pensamiento surgido de las entrañas de la
modernidad occidental (Ingold 2001, Piazzini 2006). Núñez Regueiro (1974) siguiendo esta
línea de pensamiento, recalcó el dominio progresivo de la cultura sobre la naturaleza
quedando expresado en posteriores trabajos específicos para el valle (Tartusi y Núñez
Regueiro 1993) donde se consideró al espacio un indicador de las diferencias sociales, y de
las relaciones de poder.
Paralelamente, desde la ecología cultural, Berberián y Nielsen (1988a) pusieron énfasis
en los aspectos ecológicos del espacio los cuales imponían condicionantes -o determinantes-
al comportamiento humano. Los grupos sociales que habitaron el valle fueron interpretados
en términos de sistemas socioculturales los cuales se relacionaban con el medio a través del
sistema de asentamiento (Berberián y Nielsen 1988a). El estudio arqueológico de los mismos,
que vinculaba tipos de biotopos a tipos de asentamientos, permitió afinar el conocimiento de
las relaciones entre el espacio y sus ocupantes, pero casi exclusivamente en esos términos: en
los del uso del primero por parte de los últimos. Sin embargo, dentro de este estudio de carácter
más ecológico se introdujo un análisis de micro escala, en el cual sí se consideraban aspectos más
subjetivos y culturales, relacionados al funcionamiento interno de las unidades domésticas
(Berberián y Nielsen 1988b).
Bajo estas expectativas se propuso un modelo del desarrollo histórico de esos sistemas
desde uno simple, con baja modificación del medio, caracterizado por la dispersión de los
asentamientos de vivienda y una producción extensiva, hacia uno más complejo con mayor
alteración del espacio, poblados concentrados y tecnologías de producción intensiva
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Figura 1. Sitio Arqueológico “La Bolsa 1”. A) Línea de contención U14. B) Unidad 14. C)
Andenes D) Cuadro de cultivo. E) Unidad 10. F) Línea de contención U10. G) EMA 1.
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(Berberián y Nielsen 1988a). Sin embargo, estas expectativas no pudieron ser corroboradas
por los fechados radio-carbónicos que, aunque aún insuficientes, parecen ubicar a los sitios
pretendidamente más tempranos, en los momentos más tardíos de la ocupación.
Recientemente, se desarrollaron en el valle interesantes aportes a la geoarqueología local,
que han logrado obtener un detallado conocimiento de la relación entre estructuras
arqueológicas y geoformas (Sampietro 2002), y de la organización de áreas de actividades
dentro de las unidades habitacionales (Sampietro y Vattuone 2005). No obstante, el paisaje
se ha seguido igualando a "medio geográfico" y se ha mantenido la aplicación del prototipo
de homo oeconomicus para entender a los hombres que habitaron el lugar hace más de 1500
años. En este contexto, la relación de hombres y ambiente es entendida en términos físicos
como una relación de uso y explotación, y la realidad que puede ser objeto de estudio
arqueológico se reduce sólo a una fracción de la misma: el espacio externo y objetivo (Piazzini
2006).
Esto ha mantenido a las investigaciones en un carácter descriptivo sin profundizar en las
variables subjetivas del entorno construido por el hombre, en su conceptualización, en el
manejo de significados y del poder. Estas teorizaciones dejan de ver los orígenes sociales
conflictivos de la espacialidad y su producción y reproducción problemática. En su lugar, la
espacialidad es separada de su estructuración social y presentada como forma pura, como
una serie opaca de hechos mapeables (Soja 1985).
Entornos construidos en el Valle de Tafí
Intentaremos introducirnos ahora en los modos en que fueron construidos paisajes y
personas en el Valle de Tafí, en el transcurso del primer milenio d.C. poniendo un énfasis
específico en el entorno construido de las viviendas y las estructuras agrícolas. En esta
escala podremos ver cómo es que la espacialidad supera (aunque desde luego no descarta)
aspectos funcionales y económicos, y se remite al modo en que la gente fue generando lugares
específicos, que a la vez las constituyeron como personas, definiendo en esa relación los
modos de estar-en-el-mundo (Richardson 2003). Esos modos serán contextualizados en las
formas de habitar el espacio aldeano.
En la porción norte del valle, se pueden apreciar diversas estructuras que conformaron
numerosos poblados de importantes dimensiones y notable visibilidad. En esta oportunidad
nos interesa referirnos a un conglomerado aldeano instalado en un gran cono de deyección,
denominado Sitio La Bolsa 1 (LB1).(Figura 1)
El asentamiento está conformado por numerosas unidades residenciales, que involucran
entre 3 y 12 recintos cada una, y un complejo sistema de estructuras agrícolas entre las cuales
se destacan aterrazamientos, montículos de despedre, líneas de contención, cuadros de cultivo
y áreas de molienda extramuros. Los fechados obtenidos hasta ahora ubican su ocupación
principal entre unos siglos antes de la era y el final del primer milenio d.C.
Contemporáneamente, otros sitios en sectores aledaños (i.e. Carapunco, El Infiernillo, El
Tolar, La Ciénaga, El Remate) presentan estructuras en superficie y contextos bastante
similares (Berberián y Nielsen 1988a, Sampietro 2002, Cremonte 1996, Aschero y Ribotta
2007).
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Figura 2. Vista en Planta de la Trinchera 2, realizada en EMA1
Este conglomerado residencial se presenta como una unidad pero se constituye a partir
de distintos eventos de construcción, mantenimiento, reorganización, abandono y
reocupación, a través de varios siglos. Nuestros estudios han permitido a través de
relevamientos y excavaciones en distintos sectores del mismo, comenzar a esbozar una historia
del paisaje aldeano, la cual construimos a partir de dataciones absolutas y relativas
La ocupación inicial del sitio se remonta al menos a un siglo antes de la era. En la porción
media del asentamiento se identificó una ondulación que lo atraviesa de manera transversal
presentando una longitud de 321 metros y un ancho que oscila entre los 60 y 80 centímetros
(Figura 1). Se realizaron tres excavaciones en distintos sectores del rasgo que permitieron
reconocer la presencia de dos paleocauces arenosos superpuestos en la estratigrafía.
En la sección media de la estructura, se identificó superficialmente un muro de piedra
que la atravesaba en sentido diagonal sureste-noreste. En ese sector, se decidió plantear una
trinchera (T2) la cual permitió observar no sólo que la estructura de piedra presentaba bloques
especialmente seleccionados por su forma y tamaño sino también que la misma se encontraba
dividida al medio en el punto por donde habría circulado el agua. (Figura 2).
En la excavación realizada mediante estratos naturales se reconocieron nueve unidades
estratigráficas. En este caso nos referiremos a la UE 215 la cual se interpreta como "basurero".
Se trata de un depósito de 20 cm de ancho que presenta sedimento consolidado y una
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coloración denominada Dark Brown (Hue 10 YR 3/3) con un Ph fuertemente ácido (5). Se
reconoció predominantemente cerámica ordinaria de pasta roja y antiplásticos gruesos
(91,2%), (y en menor medida cerámicas rojas y naranja con inclusiones finas (7,2%). En el
mismo nivel, se obtuvo un tiesto con forma de tubo de cerámica gris, sin inclusiones, de
textura compacta y no decorada, y un fragmento de estatuilla antropomorfa en la que se
representa ojos y boca en forma de "grano de café". Los fragmentos decorados fueron muy
escasos (sólo el 0,63%), todos ellos, presentando gruesas y profundas incisiones sobre bordes,
asas y aplicaciones, lo que genera unos aserrados muy particulares (Figura 3). Las
características de dichos motivos son bastante particulares y se diferencian notablemente de
las que predominan en los conjuntos recuperados en contextos residenciales del sitio, fechados
entre 200 y 800 AD.
Con respecto al material lítico, se identificaron numerosas lascas de cuarzo y andesita
estando también asociado a ellas un artefacto de cuarzo con microretoque sumario de tamaño
pequeño. Se reconocieron diferentes taxones (i.e un fragmento de pelvis, un incisivo y una
epífisis suelta de húmero) correspondientes a Camelidae y otros completamente calcinados
y, por lo tanto, difíciles de diferenciar que corresponderían a mamíferos grandes. En este
conjunto faunístico se obtuvo una datación absoluta mediante C14 AMS de un navicular
izquierda de Camelidae la cual fue datada en 2110±66 AP; calibrada con 68,2 por ciento de
Figura 3. Fragmentos de cerámica procedentes de T2, EMA1. 3A)UE212; 3B) UE215; 3C) UE216.
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confianza, entre 350a.C-320a.C y 210a.C-40a.C y con un 95,4% de probabilidades entre el
360a.C. y 270a.C y entre el 260a.C y 30d.C.
Las evidencias de esta temprana ocupación resultan aún bastante aisladas pero aseguran
de manera fidedigna la presencia de actividad antrópica en ese espacio en algún momento
antes del inicio de la era, además de ofrecer un conjunto tecnológico con algunas diferencias
respecto de los que aparecen en momentos más antiguos, siendo estas fundamentalmente la
presencia de decoraciones con "aserrados" y la ausencia total de fragmentos cocidos en
atmósferas reductoras.
En los inicios de la era se construyeron las primeras instalaciones residenciales. La Unidad
14 (LB1-U14), compuesta por nueve recintos, todos de morfología circular o subcircular, de
diversas dimensiones, ocupa una superficie de 190m², la cual fue excavada en su totalidad.
El patrón de construcción de esta vivienda no varía demasiado con respecto a otros sitios
ocupados durante del primer milenio en el valle. Se constituye a partir de la integración de
distintos espacios de planta circular, cerrados por altos y gruesos muros. Su vinculación
también muestra un patrón recurrente, ya que las estructuras más pequeñas, de diámetros
variables entre 2m y 5m, se adosan y comunican exclusivamente a una estructura también
circular de mayores dimensiones (10m de diámetro), interpretada en la literatura arqueológica
como "patio".
El patrón organizativo de la unidad es radiocéntrico. El núcleo espacial es el patio (R1),
al cual se adosan el resto de los recintos menores. El papel de centralidad de esta estructura
es reafirmado por los análisis gamma (Hillier y Hanson 1984, Mañana et al. 2002), a través
de los cuales se puede observar claramente cómo juega un rol jerárquico sobre el resto de
estructuras en la unidad: controla el único acceso desde el exterior, y mantiene la exclusividad
de las aberturas al resto de estructuras. Para llegar a cualquier recinto adosado se debe
atravesar obligatoriamente ese lugar, restringiendo y dominando la circulación interna.
Frecuentemente el interior de los patios puede ser parcialmente percibido desde el exterior,
mientras que el interior de los recintos adosados se mantiene privado a quienes no hayan
atravesado el umbral principal. La visibilidad desde el interior también es limitada, teniendo
en cuenta que los muros llegaban casi a los 2m de altura y que los recintos menores
seguramente estaban techados. Las viviendas se plantean entonces como un espacio distinto
al afuera y diferenciado del resto de las viviendas.
Dentro del compuesto la circulación tenía como centro al patio. Pero éste no era un lugar
vacío: en el centro del mismo se ubicó una estructura subsuperficial de piedra, de forma
cilíndrica, tapada con una falsa bóveda, interpretada como cista. Ésta contenía dos entierros
sucesivos, los cuales a su vez están constituidos por múltiples elementos. El entierro más
antiguo, datado en 1799 ±37 AP, calibrado con el 68% de probabilidades entre 130 y 260 AD,
está constituido por los restos óseos de un individuo en muy mal estado de conservación
acompañados de un jarro (de pasta ordinaria de color rojo con un acabado de superficie muy
irregular, que presenta un asa labio adherida en posición vertical, y en su borde opuesto una
decoración aplicada al pastillaje con el motivo de una pequeña cara antropomorfa), una
jarra (de pasta similar, con un acabado de superficie más uniforme, sin decoraciones y con
una gruesa capa de hollín en su cara externa), numerosos fragmentos de vasijas con
características similares y concentraciones de carbón que parece haber sido quemado in situ.
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Ninguna de las cerámicas presenta decoración compleja ni corresponde a lo que se conoce
como pasta "fina" para el momento, siendo piezas que la literatura identifica como "ordinarias"
o utilitarias. Sin embargo son las que acompañan al difunto que se entierra en el centro de la
vivienda, y quizás las que lo acompañaron como parte de su vida, las que lo hicieron sujeto.
Por encima de él se depositó, en un momento posterior aún no establecido, otro cuerpo
humano, el cual presenta peores condiciones de conservación que el anterior, acompañado
de un puco de pasta gris sin decoraciones, fragmentos de cerámica ordinaria y nuevas
evidencias de combustión. Sobre este entierro, cerrando quizás este evento inhumatorio, se
exhumó una estatuilla antropomorfa de piedra, cuyo rostro muestra a una mujer llorando, la
cual fue intencionalmente fracturada o "matada".(Figura 5)
Otros rasgos internos del patio fueron dos muros bajos ubicados frente a las entradas
de R2 y R3 y una estructura semicircular adosada al muro noroeste de la estructura. Esta
última no contenía materiales, salvo una pequeña estatuilla de cerámica que representaría
posiblemente una mujer.
Alrededor de la cista, que contenía al ancestro y que referenciaba permanentemente su
presencia, manteniendo su participación y mediación en la vida cotidiana, se daban diversas
actividades, entre ellas el procesamiento de vegetales y el fraccionamiento de camélidos
(Berberián y Nielsen 1988a, Sampietro y Vattuone 2005). Grandes y pesados morteros, con
sus correspondientes manos se registraron en toda la superficie del patio. Algunos
presentaban adherencias que fueron analizadas determinando la presencia de silicofitolitos
de morfotipos asignables a zea mays.
Así mismo hay que considerar la práctica de continua depositación de estatuillas
zoomorfas que representan camélidos (algunas de ellas presumiblemente llamas ya que
muestran la marca de haber sido enlazadas)
Las vasijas de cerámica presentan predominantemente tamaños grandes y paredes
gruesas. Los grupos tecnológicos dominantes corresponden a pastas gruesas y no uniformes
cocidas en atmósfera oxidante, presumiblemente a bajas temperaturas.
En menor medida se presentan pastas finas de color beige, y grupos tecnológicos cocidos
en atmósferas reductoras, constituyendo pastas grises y en menor medida negras, todas
correspondientes a fragmentos de vasijas de tamaños pequeños. Las decoraciones se
ejecutaron preferentemente sobre estos últimos grupos en los cuales se realizaron incisiones,
constituyendo motivos geométricos, líneas curvas, campos rellenados por reticulados, etc.
Varios motivos son muy similares a las decoraciones asignadas frecuentemente a estilos
Candelaria, sobre todo la presencia de fragmentos de "mamelones" con decoraciones
modeladas aplicadas al pastillaje. En solo tres casos se reconocieron motivos que pueden ser
asignados a estilos aguada, en los cuales se representan, a un antropomorfo de frente portando
un pectoral, una guarda de lanzas en posición vertical, y la repetición de dos dientes
enfrentados entre si, que constituyeron un motivo similar a las "fauces" felínicas.
Restos de carbón vegetal obtenidos de la superficie ocupacional en un sector cercano a la
puerta que vincula este espacio con el R6, no correspondientes a fogones sino productos de
la limpieza de este último recinto, fueron fechados en 1236±37 AP.
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Dentro de los recintos adosados las actividades también eran ordenadas de manera
radiocéntrica, frecuentemente en torno a una estructura central de combustión, como en el caso
de R6 y de R4. Múltiples áreas de actividades alrededor de los mismos pueden inferirse a partir
de los hallazgos realizados.
La cronología de los materiales hallados sobre los pisos habitacionales de recintos
adosados cuenta con cuatro fechados radiocarbónicos, bastante contemporáneos entre sí.
La muestra de material vegetal carbonizado extraída del piso de R2 arrojó una antigüedad
de 1275±42, calibrada con el 68% de probabilidades entre 680 y 775 d.C.; la recolectada en un
rasgo de combustión sin estructura en el piso de R4, 1258±38 AP, calibrada con el 68% de
probabilidades entre 680 y 780 d.C.; la obtenida en el piso de R6, 1330±30 AP, calibrada entre
650 y 770 d.C.
Esta cronología es consecuente con el resto de los fechados conocidos para conglomerados
residenciales Tafí, los cuales se ubican en su mayoría en la segunda mitad del primer milenio
(González y Núñez Regueiro 1960; Berberián y Nielsen 1988a; Cremonte 1996; Aschero y Ribotta
2007, Scattolín 2007, Scattolín et al. 2007) y es coetáneo con la ocupación final de la Unidad 10, la
cual fue intensamente analizada en otra oportunidad (Salazar et al. 2008).
Estas características generales de las unidades se repiten una y otra vez en distintos
contextos ambientales y relacionales del Valle. Las mismas aparecen de manera dispersa,
Figura 4. Planta de LB1-U14.
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como es el caso de LB2- U75A (Berberián y Nielsen 1988a), y concentradas, como en el sitio
LB1. En los dos ámbitos los conjuntos residenciales se constituyen como entidades espaciales
bien diferenciadas unas de otras.
En los sectores aldeanos más concentrados, los espacios entre los conjuntos están ocupados
por diversas áreas de actividades: sectores de producción agrícola - montículos de despedre,
canales, aterrazamientos y cuadros-, áreas de procesamiento de alimentos, espacios de
molienda, etc. Las mismas no se distribuyen en las plantas de los sitios como el resultado de
un trazado planificado o con crecimiento en torno a ejes o centros.
Asociados a la unidad 14 y 10 se registraron dos líneas de contención denominadas
LC14 Y LC10 (Figura 1 A y F). Ambas poseen un largo que supera los 200 metros y un alto que
oscila entre los 60 y 80 cm. Se trata de bloques de piedra (rocas micácitas y graníticas locales)
de importantes dimensiones alineados y con rocas más pequeñas de relleno que ocupan los
Figura 5. Planta del piso habitacional de R1-U14.
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intersticios entre un bloque y otro. Asimismo, dentro de este patrón de estructuras
entremezcladas con el sector de residencias se pudieron registrar las características de un
"cuadro de cultivo" de importantes dimensiones (20m x 12m aproximadamente) (Figura 1B y
6) que habría sido construido con piedra seca sin utilizar argamasa o ligante de barro al
igual que todas las registradas hasta el momento en las excavaciones de sectores extramuros.
Las paredes habrían sido cuidadosamente confeccionadas para permitir el filtraje del agua
en las temporadas lluviosas. Durante la excavación se obtuvieron escasos materiales
arqueológicos en comparación con la densidad hallada en las unidades domésticas y los
cuales en su totalidad se condicen con los encontrados para el primer milenio.De acuerdo a
la evidencia arqueológica y estratigráfica estas construcciones serían posteriores a EMA 1 y
contemporáneos a las viviendas.
Algunas Consideraciones
La aplicación en la arqueología argentina de modelos que reproducen la tensión entre
naturaleza y cultura, propia de la modernidad, imposibilitó el estudio de una interesante
dimensión de los procesos sociales del primer milenio en el noroeste, la cual no sólo implicó
cambios sustanciales entre el hombre y el ambiente sino que también generó modificaciones
profundas en las relaciones entre humanos, plantas, animales y espacios.
Volviendo a algunas de las líneas planteadas en este escrito se propone una mirada
social al patrón espacial descrito. El sitio La Bolsa1 fue poblado por un progresivo proceso
en el cual las estructuras (intra y extramuros), como partícipes materiales fundamentales de
reproducción de la identidad, fueron usadas como marcas en el terreno; marcas que se
constituían como legitimantes de una apropiación, pero también como jalones ordenadores
Figura 6. Planta Cuadro de Cultivo Sector Central LB1
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de un espacio, a partir de los cuales se establecían los lugares en los que las personas se
familiarizaban con su entorno, es decir los ámbitos donde se somatizaba un contexto social
y cultural específico.
Estos primeros avances permiten pensar el paisaje del sitio la Bolsa como el resultado
acumulado de años de construcción, uso, abandono y reutilización, es decir, de acumulación
de trabajo campesino (Quesada 2005).
El primer momento de la ocupación, al menos unos siglos antes de la Era, no ha sido
detectado aún más que en estructuras relacionadas a la agricultura cabiendo la posibilidad
de que las prácticas relacionadas a la producción hayan sido fundamentales en la apropiación
de nuevos espacios. Las estructuras agrícolas habrían significado un condicionante durante
el ciclo de construcción de estructuras residenciales no solamente en el aspecto físico sino
también social. Estratégicamente, se dejaron los terrenos menos abruptos para la producción
y consecuentemente se instalaron en los sectores escabrosos.
En momentos posteriores al 200 d.C. el cono que albergaba al poblado ya estaría ocupado
por viviendas y estructuras agrícolas que se entremezclaban en el paisaje, sin un orden
claramente perceptible, pero sí con una lógica social: la de que las unidades domésticas se
mantenían relativamente distantes y como bloques sensiblemente separados entre sí.
Dentro de los conjuntos habitacionales el patio central se constituía como espacio
jerarquizado, el único visible y accesible desde fuera, el que dirigía todo el movimiento y
comunicación de la vivienda; era el punto neurálgico alrededor del cual se ordenaba la vida
dentro de la casa. En su seno, se ubicaban las perceptibles tumbas de los ancestros. Adosados
a este lugar central, múltiples espacios privados a la vista desde afuera se establecían como
el dominio de la unidad. La conformación de ese lugar, complicadamente construido y cargado
de significado constituye un aspecto clave de la reproducción del habitus, a través del cual
se habría reproducido la identidad de la unidad, fenómeno conceptualizado por Blanton
(1994) como mensajes canónicos (la pertenencia a un nosotros), pero también se habría
producido y legitimado la situación de poder de algunas personas del grupo sobre otras, en
lo que Blanton llama mensajes indexales (la distinción entre nosotros).
Cada una de estas unidades se erigía separada de las demás pero en distintos tipos de
relaciones de percepción. Con algunas se podían ver, con otras quizás oír. Los lazos de
propincuidad habrían generado entornos espaciales distintos, en los cuales se habría tenido
que resolver tensiones, en algunas ocasiones (como en el caso de LB1), mediante la cooperación
y, en otras, mediante el alejamiento. Si bien no contamos aún con datos cronológicos
determinantes, los disponibles permiten al menos poner en duda la expectativa de que
progresivamente se fueran implementando maneras de vivir y relacionarse al espacio más
"eficientemente". Los resultados deben ser entendidos a partir diversas situaciones sociales
resueltas con estrategias distintas dentro de un marco de estructuras limitantes mayormente
compartidas.
Esto significó que las viviendas finalizaran ubicándose muy próximas unas y otras, lo
que habría generado tensiones, acuerdos ó incluso activado determinadas estrategias. En
base a nuestras observaciones podríamos plantear algunas posibles, como la construcción
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104 Comechingonia 12 (2009) ISSN:0326-7911-Salazar, J. V.L. Franco Salvi 91-108
de pequeñas estructuras destinadas a la producción (v.g LC1-U10; LC1 U14; cuadro de
cultivo), el distanciamiento de una unidad con otra y la enfatización de identidades
domésticas a través de la materialidad de los ancestros. Muy lejos está esto de recurrir a la
explicación de un creciente dominio del hombre sobre el medio, de la cultura sobre la
naturaleza, como fruto de la maximización de la relación costos/beneficios.
A lo largo de este trabajo, se intentó graficar el modo en que un estudio del paisaje como
fenómeno social puede ampliar las expectativas de la arqueología de acercarse a explicaciones
de procesos históricos que superen la aplicación de principios apriorísticos aceptados
acríticamente.
A partir de la aplicación de la arqueología del paisaje, bajo algunos presupuestos de la
arqueología de la práctica, nos hemos acercado a los modos de construcción de lugares en el
Valle de Tafí durante el primer milenio, los cuales se caracterizaron por una tensión constante
entre la reproducción de la identidad de grupos domésticos autónomos, y el contradictorio
intento de construcción de relaciones de poder hacia adentro de esas unidades. Lo que se
había estructurado en el primer milenio, no era quizás un nuevo modo de adaptación al
medio sino un modo distinto de entender las relaciones entre los hombres: más que paisajes
domésticos, lo que había aparecido eran hombres domésticos. El paisaje fue construido y
entendido en esa lógica, que es una interesante dimensión en la que se podrían analizar en
profundidad otros fenómenos involucrados en el proceso: construcción de lugares públicos,
estructuración del entorno valluno, relaciones con lugares más allá del valle y relación con
recursos salvajes.
Agradecimientos
Queremos agradecer especialmente a nuestro Director, Dr. Eduardo Berberián, el apoyo y
guía constante que ha dado a este proyecto. A todos los miembros de nuestro equipo, que han
colaborado en las distintas etapas de esta investigación, en especial quienes han participado
en los trabajos de campo (Guillermo, Julio, Diego, Julián). A Benito Cruz y familia, y a Miguel
Romero. Al laboratorio de AMS de Arizona, por la realización de algunos de los fechados
que aquí se presentan de manera gratuita. Estos trabajos fueron financiados parcialmente
con los fondos de dos subsidios otorgados por el CONICET y el MINCyT -Pcia. de Córdoba-
.
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... Las proyecciones originales con las que se decidió la realización de las excavaciones, estimaban el trabajo en una unidad residencial similar a las que se observaban en sectores altos de Anfama, en los sitios Mortero Quebrado y/o La Larga, entre otros (Salazar et al. , 2019(Salazar et al. , 2022Salazar y Molar 2017;Montegú 2018;Moyano 2020;Molar 2021), las cuales detentan un patio central circular de entre 10 y 20 m de diámetro, al que se adosan recintos habitacionales de idéntica morfología pero menores dimensiones (3 m a 5 m de diámetro), y que presentan similitudes arquitectónicas con las viviendas que pueden observarse en sectores vecinos como La Ciénega, el valle de Tafí y la quebrada de Los Corrales. Las dataciones absolutas realizadas en ellas han ofrecido un rango temporal de construcción y ocupación que oscila aproximadamente entre 50 a.C. y 500 d.C. en Anfama, y hasta 800 d.C. en los valles colindantes (Berberián y Nielsen 1988b;Cremonte 1996;Sampietro y Vattuone 2005;Salazar y Franco Salvi 2009;Caria y Oliszewski 2015; entre otros). ...
... Se trata de un período en el que la vida aldeana, es decir, la experiencia de convivir en viviendas relativamente contiguas, se consolida a nivel regional, y en el que, a la aparición de casas, se ensamblan prácticas de producción y recolección de alimentos; de crianza, manejo y caza de animales; de producción de vasijas cerámicas, cestos, textiles e instrumentos líticos, entre otros objetos; de distintas modalidades cúlticas que incluyen montículos ceremoniales presumiblemente públicos y grandes bloques líticos tallados de hasta 3 m de altura, a experiencias más privadas como enterratorios en los patios de las viviendas; redes de circulación que unen distintos pisos ecológicos; entre otros componentes que forman un proceso de territorialización marcado, el cual se extendió entre 500 a 1000 años según el sector considerado y cuyas dinámicas particulares han sido crecientemente abordadas en los últimos años (Berberián y Nielsen 1988a;Cremonte 1996;Domínguez y Sampietro 2005;Sampietro y Vattuone 2005;Salazar y Franco Salvi 2009;Lazzari 2010;Scattolin 2010;Caria y Oliszewski 2015;Oliszewski 2017;Franco 2022;entre otros). ...
... Con relación al primer muro observado, su conformación informal y probable cronología lo alejaban tipológicamente de otras viviendas contemporáneas de sectores vecinos (González 1960;Cremonte 1996;Cuenya y García Azcárate 2004;Sampietro y Vattuone 2005;Salazar y Franco Salvi 2009;Caria y Oliszewski 2015;Olizsewski 2018). Este punto era marcado en la primera comunicación que se realizó del sitio, en la cual se señalaba el probable uso de materiales constructivos perecederos y la posibilidad de una ocupación con un grado de movilidad acentuado . ...
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El proyecto que articula este volumen se diseñó originalmente con el objetivo de aportar al estudio arqueológico de las aldeas tempranas, a partir del caso de las ocupaciones humanas del primer milenio en la cuenca de Anfama, en la vertiente oriental de las Cumbres Calchaquíes. La discusión sobre la emergencia y desarrollo de sociedades aldeanas tempranas del área andina del norte de Argentina, entre el 500 a.C. y el 1000 d.C., representa una problemática central para la arqueología de la región (González 1963; Tarragó 1980; Albeck 2000; Olivera 2001; Scattolin 2015), especialmente por la diversidad de modos en los que este fenómeno se ha articulado en distintos contextos espacio-temporales. Desde los sitios tumulares de la puna (Olivera 1991) a los cementerios de las selvas occidentales (Berberián et al. 1977), de los espacios ceremoniales del Alamito (Núñez Regueiro 1970) a las aldeas igualitarias de Tebenquiche (Haber 2006), de las economías fundamentalmente agrícolas (Quesada et al. 2016) a las estrategias mixtas o muy dependientes de la caza y recolección (Ortiz 2003), de las historias de cambio acelerado de los valles catamarqueños (Laguens 2007) a los procesos de reproducción exitosa de estructuras en la larga duración (Orgaz et al. 2014), este periodo ha sido objeto de estudio y discusión de primer orden de los principales paradigmas arqueológicos desde la década de 1950. Dentro de todo ese escenario de diversidades, definido por poblaciones locales arraigándose de manera sistemática y repetitiva en ciertos lugares (en esquemas de movilidad más o menos reducida), el punto en común que emerge es el crecimiento y la intensificación de la relación de vivir en vecindad, experiencia que conlleva numerosas respuestas, versátiles y variables, que difícilmente puedan ser reducidas a un marco explicativo. Sin embargo, la reducción de la diversidad inagotable de la empiria a ciertas categorías es un riesgo que las disciplinas sociales están obligadas a correr. La categoría de sociedades aldeanas tempranas (Bandy y Fox 2010) se propone como marco de referencia para estudiar en términos comparativos las dinámicas de aquellas trayectorias históricas en las cuales se incorporó la vida aldeana por primera vez. Este contexto social define un abanico de problemáticas comparables que cada grupo o población resolvió de maneras alternativas según sus trayectorias previas, sus lógicas propias, los intereses de los agentes y las condiciones objetivas históricamente definidas. Las poblaciones que habitaron el Noroeste Argentino (NOA) en el primer milenio de la Era Común (EC), contexto en el cual se consolidaron los sistemas de asentamiento aldeanos en la región, ofrecen casos de relevancia para el análisis de estas transformaciones en distintas escalas. https://saantropologia.com.ar/nuevositio/wp-content/uploads/2023/08/El-arte-de-convivir-Salazar-comp.pdf
... La escasa inversión de trabajo en la construcción de la unidad y la evidencia de recursos de recolección que no serían locales −chañar (Geoffroea decorticans)− han sido interpretadas como evidencias de ocupaciones que aún no eran estables en el paisaje (Salazar et al., 2021). En tanto en La Bolsa 1, la base de una estructura de manejo de agua marcaría el inicio de la ocupación en un sector en el que se desarrolló un extenso poblado de ocupación continua durante el primer milenio d.C., pero no permite establecer con certeza que la ocupación en ese período haya seguido las mismas lógicas que en lapsos posteriores (Salazar & Franco Salvi, 2009). ...
... 1800-1200 AP El lapso -1800 AP a 1500 AP (Figura 5)-, indicaría la consolidación y expansión de los nodos propuestos en el acápite anterior (n=47 dataciones). Con relación al área nodal Tafí/Ciénega/Anfama se observa la continuidad de las ocupaciones de La Bolsa 1, El Pedregal, Mortero Quebrado y El Sunchal; lo cual marcaría su relativa estabilidad a lo largo de al menos 500 años (Cremonte, 1996;Salazar & Franco Salvi, 2009;Salazar et al., 2021). ...
... En el lapso que se extiende entre 1500-1200 AP (Figura 6), se observaría un paisaje dinámico con relación al lapso previo (n=36 dataciones). El área nodal Tafí/Ciénega/Anfama mostraría su continuidad en los sectores de La Bolsa 1, El Pedregal, y El Sunchal (Cremonte, 1996;Salazar & Franco Salvi, 2009;Salazar et al., 2021), a la que se añade una datación en el sitio KM 64-65 (González, 1964). En tanto para los sitios El Rincón, El Tolar, Puesto Viejo y Mortero Quebrado no hay evidencias de que hayan continuado su ocupación. ...
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En este trabajo se proponen una serie de modelos espaciales de nodos e internodos arqueológicos en el lapso 2300-1100 AP para los sistemas orográficos Ancoquija-Calchaquí y sus respectivos piedemontes en el noroeste de Argentina. A partir de una revisión bibliográfica exhaustiva se evaluaron los antecedentes disponibles en función de dos modelos espaciales: el primero consideró escalas factibles de interacción entre sitios con base en cinco bloques temporales generados mediante la re-calibración de todas las dataciones radiocarbónicas disponibles para la re-gión con OxCal 4.3-ShCal 20; y el segundo evaluó la topografía que permitiría vincular los distintos contextos arqueológicos con mayor facilidad. A partir de los análisis realizados se plantean una serie de hipótesis en relación con la interacción entre distintos nodos e internodos modelados y su variación a lo largo del primer milenio de la era. Finalmente, se sintetizan los resultados de las primeras prospecciones internodales realizadas en distintos sectores del área en función de los modelos realizados. NdA: La tabla con las dataciones radiocarbónicas presenta un error de edición, en los materiales suplementarios del artículo se encuentra el archivo excel correcto.
... El sitio está constituido por 21 viviendas de piedra formadas por varias habitaciones y patio, 39 estructuras de contención del suelo, 8 sistemas de andenería, 16 montículos de despedrado, 10 áreas de molienda en áreas no residenciales, 2 estructuras de producción ganadera -corrales-, 3 cuadros de cultivo y 2 estructuras para el manejo del agua ( fig. 2). Las fechas obtenidas hasta el presente ubican su ocupación principal entre unos siglos antes de la Era y el final del primer milenio d. C. (Salazar y Franco Salvi 2009). Durante este periodo, el valle habría sido ocupado por numerosos grupos de familias extensas que se dedicaban a la agricultura y el pastoreo. ...
... Estas poblaciones construyeron a lo largo de un milenio cientos de viviendas circulares de piedra de grandes dimensiones, superiores en algunos casos a 300 m 2 , en sectores próximos a las zonas de explotación agrícola y pastoril. Desarrollaron un complejo sistema de estructuras, entre las cuales destacan andenes, aterrazamientos, montículos de despedrado, líneas de contención, cuadros de cultivo y áreas de molienda extramuros (Salazar y Franco Salvi 2009;Franco Salvi y Berberián 2011). ...
... Se identificó un muro de contención (LCU14) asociado a una vivienda (unidad 14) previamente excavada (180 m 2 ), de grandes dimensiones, la cual presentaba una larga trayectoria de ocupación (100-800 d. C.) (Salazar y Franco Salvi 2009) (fig. 2). ...
... Esto genera una sub-representación del estado de las ocupaciones durante el lapso temporal analizado. Sin embargo, existen casos donde, en una misma unidad residencial durante el Temprano, se han obtenido dataciones confiables que representan intervalos mínimos de ocupación entre 1799 ± 37 AP y 1236 ± 37 AP (La Bolsa, U14; Salazar & Franco Salvi, 2011); 1700 ± 40 AP y 1440 ± 40 AP (El Rincón; Cuenya & García Azcárate, 2004); y fuera del valle, pero en el marco del mismo patrón temprano, 1970 ± 40 AP y 1440 ± 40 AP (La Ciénega; Cremonte, 1996), mostrando gran persistencia en el uso de estas unidades. El uso mantenido del espacio trasciende grupos sociales y se han encontrado secuencias estratigráficas en estructuras agrarias (despedres) con dataciones de 2070 ± 20 AP (2010-1933 cal AP) en base, asociada a materiales tempranos y 640 ± 20 BP (629-554 cal AP) a techo, relacionada con materiales tardíos en La Costa 2 . ...
... La recopilación bibliográfica(González, 1960;Berberián et al., 1988;Salazar & Franco Salvi, 2011;Cremonte, 1996; González, 1961-64;Franco Salvi, 2012;Cuenya & García Azcárate, 2004;Sampietro Vattuone, 2010;Manasse, 2012;Roldán et al., 2016) arrojó la existencia de 44 dataciones radiocarbónicas en asentamientos prehispánicos de la zona, distribuidas esencialmente en dos períodos de ocupación continua, el primero entre ca. 2300 y 900 años AP y el segundo entre ca. ...
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El objetivo de este trabajo es mostrar los efectos a largo plazo producidos por las ocupaciones prehispánicas agroalfareras del valle de Tafí, Noroeste Argentino, realizando una síntesis de los procesos degradativos generados por tales poblaciones y su repercusión en la configuración actual del paisaje desde una perspectiva geoarqueológica, integrando información de otros valles áridos de la región. La principal manifestación de este fenómeno degradativo ha quedado registrada en los depósitos de la unidad morfoestratigráfica H2 depositada entre ca. 4200 y 600 años AP en los fondos de los valles y que alcanza enormes dimensiones. Su registro estratigráfico contiene rasgos materiales de las ocupaciones humanas prehispánicas de índole primaria y secundaria. El deterioro ambiental se evidencia en primer lugar en los procesos de morfogénesis acelerada, duplicándose prácticamente las tasas de sedimentación a partir del asentamiento de las comunidades agropastoriles en la zona (alrededor del 2200 AP), pasando de 1-1,7 m/1000 años a 2,5-3 m/1000 años. Al mismo tiempo, otra pauta de degradación general del valle se aprecia en el deterioro de los paleosuelos (hoy enterrados) en las zonas agrícolas prehispánicas, donde se registra erosión parcial o total de los horizontes superficiales (2A) y pérdida de materiales finos (fracción limo especialmente) así como alteraciones químicas.
... En lo que respecta a las tecnologías utilizadas para la construcción de las viviendas habitadas por esta comunidad, en el período prehispánico era habitual que los muros fuesen construidos con piedras dispuestas en forma de pirca, asentadas con o sin mortero de tierra; o utilizando técnicas de entramado constituidas con material vegetal y barro moldeado a mano (Aschero y Ribotta, 2007;Salazar y Salvi, 2009). Estos espacios contaban con lugares comunes para procesamiento de alimentos, sectores de producción agrícola y una organización espacial acorde con las necesidades y la cosmovisión. ...
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El ‘tumbadillo’ es una terminación de tierra aplicada en la parte inferior de los techos de ‘torta de barro’, característico en algunas regiones del Noroeste argentino, y frecuentemente empleado en Amaicha del Valle. El abordaje de su ejecución como una técnica constructiva, limita la interpretación de las dinámicas productivas e implicancias sociales que se encuentran involucradas en la complejidad de su construcción. Para superar esta limitación, se recurre al concepto de práctica constructiva, como una estrategia de abordaje holístico de tal complejidad. El objetivo de este trabajo es doble: abordar el tumbadillo como práctica constructiva y definir con mayor precisión las dimensiones de análisis consideradas para tal fin. El estudio se efectuó mediante observación participante en el desarrollo de esta práctica constructiva y entrevistas abiertas y semiestructuradas. A partir de desagregar el análisis de la práctica constructiva, en una serie de dimensiones fue posible conocer las lógicas y prácticas sociales vinculadas a este revestimiento y las razones de su vigencia, aun cuando su ejecución no es demandada de manera frecuente en la actualidad.
... A diferencia de los asentamientos prehispánicos ubicados en los valles y quebradas de altura de la provincia de Tucumán, donde las sociedades aldeanas se caracterizaron durante el 1° milenio d.C. por un uso común del espacio doméstico y productivo (González y Núñez Regueiro 1960;Berberián y Nielsen 1988;Cremonte 1996;Salazar y Franco Salvi 2009;Caria 2010;Oliszewski et al. 2017), en las tierras bajas tucumanas esta relación no es claramente visible. Como ya se señalara anteriormente, aunque existen evidencias que muestran el procesamiento y consumo de plantas domesticadas en el área de trabajo, hasta el momento no ha sido posible identificar los espacios de producción agrícola. ...
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Este trabajo presenta una caracterización de los recursos alimenticios, al mismo tiempo que aborda la problemática de la alimentación prehispánica de las tierras bajas de la Provincia de Tucumán, Argentina. En base a los trabajos de diferentes investigadores en esta zona, se analizan las evidencias y contextos arqueológicos de hallazgos de alimentos, a la vez que se discuten algunos aspectos vinculados a los modos de obtención, producción y circulación de los mismos en el ámbito regional. Se observa que existió un aprovechamiento muy diverso de recursos, tanto silvestres como domesticados, durante el 1° y 2° milenio d.C. Esto permite distinguir, en una primera aproximación, entre aquellos alimentos obtenidos mediante caza, recolección y pesca, de aquellos producidos mediante el cultivo de plantas o la cría de animales. La preparación de comidas, en base a todos estos recursos, implica que los grupos del área debieron practicar mecanismos de control de los mismos mediante la horticultura, la caza y cría de animales, mayoritariamente locales, en complementación con los recursos obtenidos mediante redes de intercambio, reciprocidad y/o explotación directa de diferentes pisos ecológicos.
... La datación más antigua corresponde a un navicular izquierdo de Camelidae, datado en 2110±66 AP, calibrado con un 95,4% de probabilidades entre el 360 a.C. y 270 a.C. y entre el 260 a.C. y 30 d.C. proveniente de una estructura para el manejo de agua. En cuanto al fechado más reciente, proviene de material vegetal carbonizado recolectado en un rasgo de combustión en el piso de la unidad residencial U14, datado en 1258±38 AP, calibrado con el 95,4% de probabilidades entre 669 y 779 d.C. y entre 789 y 872 d.C. (Salazar y Franco Salvi, 2009). ...
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El presente trabajo indaga la variabilidad espacial de prácticas cotidianas a partir del análisis del conjunto cerámico recuperado en una unidad residencial del primer milenio d.C, ubicada en el sitio La Bolsa 1 (Valle de Tafí, Tucumán). Los análisis realizados intentan responder las siguientes preguntas: ¿De qué forma pueden utilizarse los restos cerámicos como indicadores de prácticas humanas? ¿Cuáles son las características formales, tecnológicas y funcionales de un conjunto cerámico recuperado en contextos domésticos del primer milenio? ¿Cómo participan los recipientes cerámicos en la articulación de prácticas y la reproducción de estructuras sociales en las aldeas tempranas?‘ Para responder a estos interrogantes se han utilizado las herramientas de análisis diseñadas por Karina Menacho (2001; 2007) de las que se recupera su clasificación funcional del registro cerámico desarrollada en base a trabajos etnográficos y etnoarqueológicos.
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El trabajo describe las principales plantas silvestres comestibles usadas en la actualidad y en el pasado por la etnia toba (qom), en las inmediaciones del Río Bermejito, en una porción de la región conocida como Impenetrable, en el Departamento General Güemes (Chaco, Argentina). En el marco de un estudio integral de la etnobotánica toba, se obtuvo información por medio de observación participante, encuestas semi-estructuradas y entrevistas en profundidad; asimismo se realizaron recorridas a campo en compañía de guías nativos documentando, de esta manera, los especímenes vegetales. Se registró el empleo –en la actualidad y en el pasado– de 46 especies alimenticias, pertenecientes a 20 familias botánicas. Asimismo, se señalan semejanzas y rasgos distintivos de la alimentación toba en comparación con la de otros grupos étnicos del Gran Chaco Sudamericano. Por otra parte, se detallan las aplicaciones de los vegetales comestibles atendiendo a la disponibilidad y abundancia a lo largo del ciclo anual. Siguiendo un criterio diacrónico se analizó la vigencia y actualidad de las prácticas alimentarias en las que intervienen las especies relevadas. En este sentido, del total de los recursos alimenticios silvestres que documentamos, sólo un 25% de las especies resultan de uso habitual o frecuente en el presente. Se analiza asimismo, la percepción y actitud de los nativos asociados al empleo y/o desuso de las plantas silvestres comestibles. Finalmente, se discute el rol y eventuales aportes de los trabajos de índole etnobotánico, en relación con la situación nutricional y sanitaria de los tobas (qom) del Impenetrable.
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This paper analyzes the spatial pattern of landscapes and domestic unit activity areas at an archaeological site in northwest Argentina. The site is on a cone glacis in the Tafí Valley on the east side of Aconquija Mountain. The archaeological structures are associated with one of the earliest permanent villages of the region and date to the Formative Period of the Tafí culture (2296 ± 70 yr B.P. to 1140 ± 50 yr B.P.). Using photointerpretation, we distinguished two main structure types: agricultural structures, such as stone terraces, and circular houses. Statistical analysis of the different types of circular structures indicates that simple units had a uniform distribution, which reflects the main function of the area. The patio of one unit was excavated, and three burial cists were found under a Formative Period floor. Archaeological artifacts, together with 107 soil samples from the floor, were collected to establish activity areas within the domestic space. By analyzing soil chemistry (pH, calcium, organic and inorganic phosphorous) and ceramic and animal bone distributions, three major activity areas (animal processing, plant storage, and burials) were identified. © 2005 Wiley Periodicals, Inc.
Sistemas de asentamiento prehispánico en la etapa Formativa del valle de Tafí
  • E E Berberián
  • A E Nielsen
Berberián, E. E. y A. E. Nielsen 1988a Sistemas de asentamiento prehispánico en la etapa Formativa del valle de Tafí (Pcia.
Houses and Households: a comparative study
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Blanton, R. E. 1994 Houses and Households: a comparative study. Plenum Press. New York.
Actas del XIII Congreso Nacional de Arqueología Argentina
  • La Oasis
La domesticación del Oasis. Actas del XIII Congreso Nacional de Arqueología Argentina. Tomo I: 451-466.Córdoba.
The "Social" in Archaeological Theory: An Historical and Contemporary Perspective en Companion to Social Archaeology
Agency and individualism in long term processes. Agency in Archaeology. Paradigm or Platitud?. En Agency in Archaeology. Ed. por 2004 The "Social" in Archaeological Theory: An Historical and Contemporary Perspective en Companion to Social Archaeology. Meskell y Preucel (eds): 23-42 Blackwell. Oxford Hodder, I y C. Cessford 2004 Daily practice and social memory al Catalhöyük. American Antiquity. Vol 69. Nº1: 17-40.
En Naturaleza y Sociedad. Perspectiva antropológica
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El forrajeo óptimo y el hombre económico. En Naturaleza y Sociedad. Perspectiva antropológica. Ed. Por P. Descola y G. Palsson: 37-59. Siglo XXI, México.
De los pueblos y las culturas y las artes del antiguo Perú. Monchoa Campodónico Editores Asociados
  • P Lima Mañana
  • R Blanco Y X. Ayán
De los pueblos y las culturas y las artes del antiguo Perú. Monchoa Campodónico Editores Asociados. Lima Mañana, P., R. Blanco y X. Ayán 2002 Arqueotectura 1: Bases teórico metodológicas para una arqueología de la Arquitectura. TAPA 25.
Architectural performance and the reproduction of social power. En Expanding Archaeology Ed por
  • J Skibo
  • W Walter Y
  • A Nielsen
Architectural performance and the reproduction of social power. En Expanding Archaeology Ed por: J. Skibo, W. Walter y A. Nielsen: 47-66. U of UTA Press. Salta Lake City. Núñez Regueiro, V.
Procesos de trabajo y escalas sociales de la producción agrícola (Primer y segundo milenios d.C.)Tesis doctoral en Ciencias Naturales
  • M Quesada
Quesada, M 2005 Paisajes agrarios del área de Antofalla. Procesos de trabajo y escalas sociales de la producción agrícola (Primer y segundo milenios d.C.)Tesis doctoral en Ciencias Naturales. Facultad de Ciencias Naturales y Museo Universidad Nacional de La Plata. Buenos Aires.