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Visibilidad como estrategia de movilidad: el éxodo centroamericano en México (2018-2019)

Authors:

Abstract

Even though for decades there have been important movements of Central American people through Mexican territory in search of reaching the United States, no such large group had been observed travelingen masse, as was the case with the so-called migrant caravans in 2018-2019. This exodus has unprecedented characteristics in terms of human mobility in the region, concerning the organization, the number and the heterogeneity of people (adolescents, single mothers with children, unaccompanied minors, handicapped, elderly and LGTBQ people). This article shows that the visibility of the caravans was the decisive factor that allowed thousands of Central Americans to reach the border and cope with the violence that has characterized human mobility in Mexico. However, the collective force was lost as migrants dispersed along the road. Once in Tijuana and other border cities, the caravaneros had to face multiple risks individually and tended to become invisible again.
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María Dolores París Pombo*1
Verónica Montes**2
Resumen: A pesar de que desde hace décadas existe una alta movilidad de
personas centroamericanas trasladándose por territorio mexicano en busca
de llegar a Estados Unidos, no se había observado a grupos tan grandes
viajando en contingentes, como sucedió con las llamadas caravanas migrantes
durante 2018-2019. Este éxodo tiene características sin precedentes a
nivel de la movilidad humana en la región por las formas de organización,
el número y la heterogeneidad de las personas que marcharon juntas por
México (adolescentes, madres solteras con hijos, menores no acompañados,
personas con discapacidades físicas, personas mayores, personas LGTBQ).
Este artículo muestra que la visibilidad de las caravanas permitió que miles
de centroamericanos llegaran hasta la frontera norte pese a las condiciones
de violencia que han caracterizado a la movilidad humana en el país. Sin
embargo, la fuerza colectiva se fue perdiendo a medida que los migrantes se
1* Investigadora en El Colegio de la Frontera Norte, Tijuana. Líneas de investigación: Migra-
ciones y derechos humanos, deportaciones, violencia. Dirección electrónica: mdparis@colef.
mx. Dirección postal: Km. 18.5 Escénica Tijuana-Ensenada, San Antonio del Mar, C.P. 22560,
Tijuana, Baja California (México).
2** Aliación institucional: Bryn Mawr College, Filadela. Líneas de investigación: Comu-
nidades migrantes mexicanas y latinoamericanas en EU; intersecciones entre los procesos de
hogar, pertenencia y migración; Latinos en EU; y maternidad transnacional y deportación.
Dirección electrónica: vmontes@brynmawr.edu. Dirección postal: 101 N. Merion Ave. Bryn
Mawr, PA 19010 (USA). ORCID: https://orcid.org/0000-0002-0702-2048.
Fecha de recepción: 01/09/2019, fecha de aceptación: 18/10/2019.
Páginas 9-38
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dispersaban a lo largo del camino. Una vez en Tijuana, y en otras ciudades
fronterizas, los caravaneros se encontraron con múltiples riesgos y tendieron a
volverse nuevamente invisibles.
Palabras clave: Caravanas de migrantes, (in)visibilidad, movilidad humana,
violencia, Tijuana.
Abstract: Even though for decades there have been important movements
of Central American people through Mexican territory in search of reaching
the United States, no such large group had been observed traveling en masse,
as was the case with the so-called migrant caravans in 2018-2019. is
exodus has unprecedented characteristics in terms of human mobility in the
region, concerning the organization, the number and the heterogeneity of
people (adolescents, single mothers with children, unaccompanied minors,
handicapped, elderly and LGTBQ people). is article shows that the
visibility of the caravans was the decisive factor that allowed thousands of
Central Americans to reach the border and cope with the violence that has
characterized human mobility in Mexico. However, the collective force was
lost as migrants dispersed along the road. Once in Tijuana and other border
cities, the caravaneros had to face multiple risks individually and tended to
become invisible again.
Keywords: Migrant caravans, (In)visibility, Human Mobility, Violence,
Tijuana.
Introducción
Los años 2018 y 2019 serán ciertamente reconocidos en el ámbito de la
movilidad humana por las llamadas “caravanas migrantes”. Si bien éste no es un
fenómeno nuevo en México, sus características cambiaron considerablemente
a partir de 2018, hasta transformarse en lo que después fue nombrado como
“el éxodo”. Hasta entonces, las caravanas eran conocidas por los defensores de
migrantes y por estudiosos de la migración como manifestaciones de carácter
político y religioso cuyo propósito era denunciar la altísima peligrosidad
de las rutas migratorias en este país. Integradas por familiares de migrantes
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asesinados o desaparecidos y por miembros de organizaciones de la sociedad
civil dedicadas a la defensa de los migrantes, las caravanas de madres de
migrantes desaparecidos y el Viacrucis migrante entraban cada año a territorio
mexicano y recorrían algunas ciudades del país realizando encuentros con
actores políticos y sociales. Algunos periódicos nacionales daban cuenta de
sus avances, de sus reuniones, y a veces revelaban sus logros cuando las madres
encontraban a sus hijos con vida.
La caravana migrante adquirió otros signicados en octubre de 2018,
cuando las redes sociales hondureñas empezaron a convocar a una movilización
para huir del país y emigrar a Estados Unidos. Miles de hondureños, pero
también de salvadoreños, guatemaltecos e incluso personas de otros países se
fueron uniendo al contingente y caminaron por el norte de Centroamérica,
forzando la entrada a México por la frontera entre Tecún Umán (Guatemala)
y Ciudad Hidalgo (Chiapas). El propósito fundamental de las personas que se
unieron en el camino era cumplir con su necesidad o su interés de emigrar al
norte. La mayoría huía de situaciones de violencia generalizada y de violaciones
masivas a derechos humanos en sus países.
Este fenómeno logró cambiar la representación de la movilidad humana en
México. Los medios de comunicación del mundo entero reportaron día con
día los avances, no sólo de esa caravana de octubre, sino también de las que
le siguieron durante el último trimestre de 2018 y el primero de 2019. De las
tradicionales ilustraciones de la migración centroamericana concentradas en el
tren de carga, conocido como “la Bestia”, los medios pasaron a representarla con
imágenes de largas columnas de personas que caminan como un contingente a
lo largo de las carreteras del sur de México.
En este artículo mostramos cómo la visibilidad del éxodo centroamericano
signicó una estrategia para confrontar la violencia contra las personas
migrantes y la criminalización de la movilidad humana en México. El éxodo
da cuenta de las condiciones de precariedad en las que huyen actualmente
miles de familias centroamericanas. Así, en las caravanas que salieron de
Honduras y El Salvador durante el último trimestre de 2018 y el primero
de 2019, llamaba la atención la presencia de numerosas mujeres empujando
carriolas con niñas y niños pequeños, personas con capacidades diferentes,
adultos mayores y adolescentes (De Alba, Pernalete y Pastrana, 2018).
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Proponemos entonces, en primer lugar, analizar las estrategias de
visibilización de la movilidad humana con vistas a confrontar los altos riesgos
que corren los migrantes en México. Estos riesgos han sido construidos
por políticas migratorias cada vez más restrictivas y punitivas (París, 2019),
así como por la criminalización de la movilidad humana. En un segundo
apartado, describimos las masivas violaciones a los derechos humanos por
parte de organizaciones criminales, funcionarios públicos, delincuentes
comunes e incluso población en general en las rutas migratorias. En tercer
lugar, mostramos la importancia que han ido cobrando las luchas por los
derechos de los migrantes, en particular la historia de las caravanas migrantes
como una manifestación política y religiosa en el marco del movimiento de
derechos humanos en México y Centroamérica. A continuación, describimos
las características que fueron tomando las caravanas migrantes durante el
último trimestre de 2018 y el primero de 2019, subrayando las características
de esta nueva forma de movilidad colectiva desde Centroamérica y hasta
la frontera México-Estados Unidos. Finalmente, describimos las diversas
motivaciones de los caravaneros, sus expectativas y proyectos migratorios,
que fueron construyéndose a veces en la coyuntura de las caravanas y en las
necesidades de huida.
Presentamos aquí algunos resultados de diversas etapas y experiencias de
investigación participativa en el marco de la movilidad humana y de la defensa
de derechos humanos. La primera autora recupera un trabajo de indagación
sobre las raíces de la violencia contra las personas migrantes y el papel de las
políticas migratorias en la criminalización de la migración indocumentada
en México (París, 2017 y 2019). Asimismo, utilizamos algunos hallazgos del
trabajo de campo que realizó como parte de un amplio equipo de investigación
formado en El Colegio de la Frontera Norte, y que llevó a cabo varias visitas
a los lugares de alojamiento de los caravaneros en Tijuana y dos encuestas,
aplicadas a una totalidad de casi 2,000 migrantes integrantes de las caravanas
del último trimestre de 2018. La segunda autora recupera su acompañamiento
y observación participante con algunas personas de la primera caravana
migrante, tanto en la Ciudad de México como en Tijuana. Ambas autoras
dieron seguimiento, durante 2019, al proceso de llegada e instalación de
las caravanas migrantes a través de visitas a los lugares de alojamiento o
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de asentamiento en Tijuana y por medio de entrevistas a profundidad con
integrantes de las caravanas y líderes que se quedaron en esta ciudad.
Estrategia de (in)visibilidad del éxodo centroamericano
En 2010, Amnistía Internacional (AI) publicó un informe titulado “Víctimas
Invisibles” (Amnistía Internacional, 2010), que reportaba las violaciones
masivas a los derechos humanos de los migrantes en México. Describía,
por un lado, las agresiones y delitos de los que eran objeto los migrantes
centroamericanos en su paso por este país y, por otro, los abusos cometidos
por las autoridades migratorias y policiacas, tales como la fuerza excesiva y
la extorsión. Señalaba la falta de datos, tanto sobre el número de migrantes
que pasaban realmente por México, como sobre las violaciones a sus derechos
humanos. Esta falta de datos, de acuerdo con la organización, estaba relacionada
con la clandestinidad a la que se veían obligados los migrantes, la falta de
denuncias de los delitos y, en general, con su invisibilidad. Paradójicamente,
para ilustrar su portada, Amnistía Internacional usaba una fotografía del
tren de carga conocido como “La Bestia”, es decir de la cara más visible de la
migración centroamericana en México.
Varios otros informes sobre los derechos humanos de los migrantes
muestran el tren de carga como la imagen por antonomasia de la movilidad
en México. Los artículos periodísticos, los documentales, las películas, los
libros y los informes sobre la migración centroamericana en México eran
sistemáticamente ilustrados, hasta 2018, por migrantes montados en los
techos de los vagones y las juntas de la denominada “Bestia”.
Si el tren se asocia con la migración en tránsito es por su espectacularidad:
se trata en efecto de una movilidad colectiva – en algunos momentos masiva –
de decenas o cientos de personas en un solo medio de transporte. Sin embargo,
la gran mayoría de los migrantes centroamericanos se transportan por medios
mucho menos visibles. Se trata de un movimiento en pequeños grupos, a
veces acompañados de un intermediario, guía o coyote, que avanzan tramos
a pie, en camiones, cajas de tráileres, carros privados y autobuses.
Las personas migrantes intentan no ser detectadas ni reconocidas como
tales por las autoridades ni por la población mexicana. La mayoría busca llegar
hasta Estados Unidos y considera a México únicamente como un territorio de
tránsito. Ahora bien, este tránsito puede durar semanas, meses o años, según
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los recursos de que dispongan los migrantes, los riesgos que confrontan y las
propias circunstancias del viaje. Durante esos periodos, considerados como
de “tránsito”, los migrantes se encuentran en un estado de liminalidad (Bibler
Coutin, 2005 y Vogd, 2013). Ocupan espacios intersticiales que pertenecen
y a la vez están ausentes de la jurisdicción del Estado. Como lo señala Bibler
Coutin, “esta migración oculta es simultáneamente una faceta visible de los
paisajes sociales” (2005:198).
La naturaleza irregular de la movilidad por México obliga a los migrantes
a tomar rutas secundarias, escondidas al público en general; paradójicamente,
estas rutas son ampliamente conocidas tanto por las organizaciones sociales
que buscan brindar ayuda y protección en el camino, como por las autoridades
que ubican regularmente puntos móviles de control para detectar y detener
a los migrantes, y por los delincuentes que lucran a través del robo, el asalto
y la extorsión sistemática de personas consideradas como “indocumentadas”.
La invisibilidad de los migrantes les permite viajar hacia el norte
eludiendo obstáculos interpuestos por políticas migratorias restrictivas y
punitivas. Constituye también una estrategia para evitar la discriminación,
el abuso, la extorsión y la explotación (Rojas-Wiesner y DeVargas, 2019). La
clandestinidad propicia, sin embargo, numerosos riesgos relacionados con la
delincuencia y la corrupción. Es decir, al tiempo que permite evitar la detención
y la deportación, aumenta también los riesgos que corren los migrantes de
ser víctimas de violencia y abusos a manos de delincuentes comunes y de
las propias autoridades. Asimismo, esta invisibilidad garantiza la impunidad
en el caso de crímenes, delitos y violaciones a sus derechos humanos. Por lo
tanto, si bien la invisibilidad es una estrategia de supervivencia, e incluso una
forma de resistencia, puede ser también un obstáculo para la agencia social y el
reconocimiento de los migrantes como sujetos de derechos (ibídem).
Movilidad humana y derechos humanos en México
En agosto de 2010, la masacre de 72 migrantes en un rancho del municipio de
San Fernando (Tamaulipas) pareció sacudir las conciencias de la clase política
y de la sociedad civil mexicana e internacional. Salía a la luz la punta de un
iceberg en materia de derechos humanos en México: la violencia generalizada
contra las personas migrantes. Desde la toma de posesión del expresidente
Felipe Calderón Hinojosa (2006-2012), las noticias revelaban un país en
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guerra, con permanentes confrontaciones armadas, miles de desapariciones
forzadas y de homicidios dolosos, fosas comunes y masacres. Pero en estas
noticias raramente aparecían los migrantes; retomando de nuevo los términos
de Amnistía Internacional (AI, 2010), las personas migrantes constituían
“víctimas invisibles”.
El espectáculo de la violencia exhibido después de la masacre provocó la
visibilidad súbita de la tragedia migratoria, en contraste con el silencio y la
invisibilidad de la migración centroamericana en México. Como lo señaló
Bibler Coutin (2005), después de transitar sin nombre ni identidad, los
migrantes pueden cobrar corporeidad, nacionalidad y nombre propio a
través de la muerte, es decir, después de ser asesinados o masacrados. Los
familiares de migrantes desaparecidos emprenden la búsqueda por las rutas,
los cementerios, las fosas comunes. Algunos se organizan, hacen alianzas con
organismos de la sociedad civil y con instituciones gubernamentales y logran,
a través de su constancia y de su movilización, recuperar los restos e identicar
a sus familiares.
Así, dos semanas después de la masacre de San Fernando, en agosto de
20101, se dio a conocer el nombre de Misael Castro Bardales, cuyos restos
habían sido repatriados bajo una identidad equivocada pero fue reconocido
por su hermana gracias a sus tatuajes (Periodistas de Pie Org., 2014) . Otros
cuerpos fueron identicados mucho después a través de bancos de ADN, como
el de Eva Noemí, quien fue identicada gracias al convenio de colaboración
entre la Procuraduría General de la República (PGR), la Fundación para la
Justicia y el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF); sus restos
fueron repatriados a Honduras en julio de 2014, casi cuatro años después de
la masacre.
La crisis humanitaria que vive México en materia de movilidad humana
empezó a ser difundida al menos desde 2007 (París, 2017), primero a través
de declaraciones de defensores y de artículos periodísticos, después a través
de informes de la sociedad civil y de la Comisión Nacional de los Derechos
Humanos (CNDH, 2009). El Relator Especial de la Organización de las
Naciones Unidas (ONU) sobre los Derechos Humanos de los Migrantes,
Jorge Bustamante, emitió un informe en 2008 donde ponía en evidencia
la participación de autoridades, delincuentes comunes y organizaciones
1 Esta no fue la única masacre en ese municipio. El año siguiente, fueron descubiertas 47 fosas
comunes con 193 cuerpos también en San Fernando.
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criminales en las cadenas de violencia contra los migrantes. Estas comprendían
el robo, el asalto, la extorsión, los delitos sexuales, el enganche forzado de
jóvenes migrantes para el crimen organizado, el secuestro sistemático y
masivo a cambio del pago de rescate y el secuestro de mujeres, niñas, niños y
adolescentes migrantes para la trata con nes de explotación sexual y laboral
(Bustamante, 2008). Sin embargo, las autoridades mexicanas y la comunidad
internacional acogieron dichos informes con pocas reacciones políticas y casi
ninguna acción pública.
En cambio, la primera masacre de San Fernando precipitó varios procesos
políticos en materia de movilidad humana. En primer lugar, con el apoyo
de varias organizaciones de la sociedad civil y por unanimidad, el Congreso
de la Unión aprobó, en 2011, una Ley de Migración que reconoce que las
personas migrantes gozarán de todos los derechos humanos sin importar
su condición migratoria. En 2013, el gobierno mexicano promovió varios
foros de discusión y se formó una alianza importante entre organismos de
la sociedad civil para diseñar y promover el Programa Especial de Migración
2014-2018, que priorizaba casi en cada capítulo la temática de los derechos
humanos2.
Sin embargo, la mayor parte de estos avances quedaron en letra muerta; las
condiciones de violencia contra los migrantes han continuado prevaleciendo
hasta la actualidad, como lo muestran los informes más recientes de la sociedad
civil (Red de Documentación de Organizaciones Defensoras de Migrantes,
2018; Colectivo de Observación y Monitoreo de Derechos Humanos en el
Sureste Mexicano, 2019). Esta violencia comprende no sólo las agresiones
de las redes criminales que lucran con el tráco y la trata de personas, o
los delincuentes comunes que acosan a los migrantes a lo largo de las rutas
principales, sino también la violencia institucional ejercida cotidianamente por
los cuerpos de seguridad3. En relación con el cúmulo de delitos y violaciones
a derechos humanos de los migrantes, ha prevalecido la impunidad. Esta
2 La redacción de este programa se logró gracias a una participación sin precedentes de la
sociedad civil organizada y de la academia en foros nacionales e internacionales de consulta,
y a través de llamado “Colectivo PND-Migración”. Esta agrupación buscó incidir en el Plan
Nacional de Desarrollo 2013-2018 y logró colocar el tema de migración en la agenda de varias
de las instituciones públicas (Wolf, 2014).
3 En junio 2019, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador desplegó enormes operativos
contra los migrantes a través de un nuevo cuerpo de seguridad, la Guardia Nacional, que se
integró con agentes de la Marina, del Ejército y de la Policía Federal.
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impunidad sistemática ante actos de lesa humanidad sólo puede explicarse por
la aceptación tácita o expresa de que las muertes de migrantes son necesarias,
representan un sufrimiento social ejemplar para disuadir la futura migración
(París, 2017).
Como lo señala Linda Green (2011:367), la extrema vulnerabilidad de
los migrantes deriva, en primer lugar, de factores geopolíticos y de doctrinas
económicas que producen no-personas (nobodies) en el sur global, así como
empleos peligrosos, mal pagados y no sindicalizados en los países más
desarrollados. En segundo lugar, la vulnerabilidad es producto de la falta de
alternativas económicas en grandes estratos de la población. Es consecuencia,
en tercer lugar, de leyes punitivas y de prácticas políticas que han congurado
las fronteras en zonas militarizadas o de seguridad nacional.
Presionado por el gobierno de Estados Unidos para frenar el ujo migratorio,
el Estado mexicano ha aplicado desde hace más de 25 años una política de
contención migratoria que hace caso omiso de las garantías personales. Es en
este tenor que, desde la creación del Instituto Nacional de Migración (INM)
en 1993, el gobierno mexicano ha invertido en la construcción de una amplia
infraestructura de detención que comprende 59 centros de detención para
personas migrantes: 32 estaciones migratorias, 15 estancias provisionales tipo
A para una estancia máxima de 48 horas y 12 estancias provisionales de tipo B
para una estadía máxima de 7 días (Consejo Ciudadano del Instituto Nacional
de Migración, 2017: 43).
La detección y detención de migrantes en todo el territorio nacional se
lleva a cabo, principalmente, a través de puntos móviles de control y retenes
permanentes en las carreteras y en las vías del tren. Estos puntos de control son
operados por el INM con participación de la policía federal (París, 2019). Sin
embargo, este amplio sistema de detención y deportación funciona también
como un ltro, es decir, muchas de las personas transitan a través de los retenes
y de los puntos de control pagando sobornos a policías y agentes de migración.
A pesar de que actualmente (durante el verano 2019), las personas migrantes
son detenidas en las estaciones migratorias en condiciones de hacinamiento,
en algunas de ellas hay más de 100% por encima de la capacidad de detención,
cientos de miles de migrantes centroamericanos logran llegar hasta la frontera
con Estados Unidos4.
4 Esto se puede deducir por el número muy elevado de migrantes centroamericanos detenidos
por la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos. Por ejemplo, entre marzo y mayo 2019, más de
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Movilizaciones de resistencia contra la violencia hacia los
migrantes
Ante las violaciones graves y permanentes contra los derechos de las personas
migrantes en México, se han ido fundando, al menos desde nes de la década
de 1980, decenas de albergues, casas del migrante, comedores y organizaciones
de defensa de los migrantes en las regiones fronterizas y en las principales
rutas migratorias. Estas organizaciones reciben y protegen a los migrantes a lo
largo de las rutas clandestinas, particularmente en las cercanías del ferrocarril.
Algunas participan en redes que llevan a cabo un monitoreo permanente de
las condiciones de peligrosidad y que emiten regularmente informes sobre la
violencia que viven los migrantes5.
Un movimiento importante de resistencia ha sido el de los comités de
familiares de personas centroamericanas desaparecidas en la ruta migratoria.
Dando continuidad a la lucha contra la práctica de la desaparición forzada, que
emergió como una forma extrema de violencia estatal durante las dictaduras
de las décadas de 1960, 1970 y 1980, el movimiento de madres y familiares de
migrantes desaparecidos empezó a organizarse en comités desde el principio
del siglo XXI. El primero en nacer fue el Comité de Familiares de Migrantes
Desaparecidos de El Progreso, Honduras (COFAMIPRO), en septiembre de
1999, gracias a las comunicaciones en el programa radiofónico “Sin Fronteras
(hoy “Abriendo Fronteras”) que se transmitía por Radio Progreso. Este
programa recibía regularmente llamadas de madres que buscaban a sus hijos,
que habían dejado de comunicarse después de emprender la ruta migratoria
hacia el norte (COFAMIPRO, 2019). En 2006, surgió el Comité de Familiares
de Migrantes Fallecidos y Desaparecidos de El Salvador (COFAMIDE).
Hace 14 años, estos comités y otras asociaciones de madres y familiares de
migrantes empezaron a recorrer México en las llamadas “caravanas de madres”.
Esta movilización fue auspiciada también por una organización mexicana
denominada Movimiento Migrante Mesoamericano. Durante el último
100 mil personas cada mes lograron cruzar México e intentaron ingresar a Estados Unidos de
manera irregular, siendo detenidas cerca de la frontera por la Patrulla Fronteriza. Ocina de
Aduanas y Protección Fronterizas (CBP por sus siglas en inglés) (Ocina de Aduanas y Protec-
ción Fronterizas, 2019).
5 Destaca en cuestiones de monitoreo la Red de Documentación de Organizaciones Defensoras
de Migrantes (REDODEM), que emite cada año un informe a nivel nacional. Esta Red integra
a casas del migrante, albergues y organismos de derechos humanos de todo el país.
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trimestre de cada año, la caravana de madres sale de la frontera entre Guatemala
y México y se detiene en una docena de ciudades en territorio mexicano para
realizar encuentros con la sociedad civil organizada (Movimiento Migrante
Mesoamericano, 2018). En búsqueda de los migrantes desaparecidos, esta
caravana recorre las vías del tren de carga, las cárceles mexicanas, las zonas de
bares y prostitución, las estaciones migratorias, los hospitales y las morgues.
Las madres también visitan las ocinas de instituciones mexicanas como el
, la , el Senado o la Cámara de Diputados (Varela, 2012). En este
recorrido, son acompañadas y recibidas por organizaciones y movimientos de
solidaridad.
Otra manifestación de protesta y resistencia contra las violaciones a los
derechos de los migrantes en México que ha tomado el nombre de “caravana
ha sido el Viacrucis migrante. Éste es organizado en fechas cercanas a
la Semana Santa. Los primeros Viacrucis recibían el apoyo de la la Iglesia
Católica a través de la dimensión pastoral de la movilidad humana, de algunas
casas del migrante, y de organizaciones de derechos humanos y de defensa
de los migrantes de Centroamérica y de México. La narrativa católica y el
apoyo de la iglesia brindaba una autoridad moral importante a los defensores
y a los propios migrantes. Estos recorrían las rutas principales de tránsito,
ociaban misas, realizaban actos de protesta y de denuncia a lo largo del
camino. Generalmente esta movilización terminaba en la Ciudad de México o
en alguna ciudad del norte del país (París, 2017).
A partir de 2015, la mayoría de los albergues, de las organizaciones y redes
de derechos humanos se distanciaron de estas caravanas debido a diferencias
sobre los objetivos y la logística. Cada vez más, el Viacrucis dejó de ser una
representación de carácter religioso-político, para volverse un reclamo por el
derecho a la movilidad. Migrantes y solicitantes de asilo se unían así a este
movimiento con la nalidad de viajar hasta la frontera norte de México al
amparo de organizaciones políticas que venían escoltándolos, para intentar
después ingresar a Estados Unidos. Un problema cada vez más agudo fue el
número muy elevado de migrantes que se unían a las caravanas y la dicultad
de darles atención digna a través de las redes de albergues. Fundamentalmente,
las caravanas dejaban de ser un modo de protesta y reclamo por los derechos
de las personas migrantes para convertirse en un medio de tránsito hacia
la frontera norte. Allí, los caravaneros se dispersaban y se veían obligados a
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confrontarse solos con los enormes dispositivos de seguridad en la frontera
estadounidense.
En abril 2018, el Viacrucis migrante adquirió por primera vez dimensiones
políticas internacionales cuando el presidente estadounidense Donald Trump
alertó a través de su twitter sobre “las caravanas” con “olas de migrantes que
entraban a México” para llegar Estados Unidos. En todos los medios de
comunicación nacionales e internacionales se difundieron cotidianamente
los avances de la llamada caravana. Las abundantes noticias provocaron o
acentuaron la polarización política del público mexicano y estadounidense en
torno a la migración: por un lado, generaron una ola de solidaridad de parte
de las comunidades migrantes y defensores de derechos humanos; por el otro,
suscitaron miedos y reacciones extremas de xenofobia que raramente se habían
visto en México. La difusión de las imágenes de la caravana provocó su propio
crecimiento. Es decir, las personas migrantes que, por sus medios o a través de sus
redes personales, viajaban hacia el norte de México, fueron sumándose al grupo
para encontrar mayor apoyo, solidaridad, protección contra las autoridades
policiacas y migratorias y contra la delincuencia.
En octubre de 2018, en las redes sociales hondureñas, se empezó a convocar
a una caravana migrante que no coincidía con el Viacrucis, ni tampoco reunía
especícamente a las madres de migrantes desaparecidos. La “caravana” dejó
de ser una manifestación político-religiosa para transformarse en un medio
de movilidad por México que parecía crecer como una bola de nieve. A partir
de entonces, esta forma de movilidad adquirió también sentidos políticos
extremadamente contrapuestos: para unos, representaba la manipulación de
miles de personas de parte de tracantes y activistas con muy pocos escrúpulos,
cuyos propósitos eran enriquecerse y desestabilizar al gobierno mexicano
o invadir los Estados Unidos. Para otros, se trataba de un éxodo provocado
por las condiciones socioeconómicas y políticas, y sobre todo por la violencia
generalizada e inseguridad en la región centroamericana.
Las caravanas de 2018
Durante el último trimestre de 2018, recorrieron el país cuatro movimientos
autodenominados como “caravanas6. Con 160 personas, la primera caravana
6 Es importante señalar que la mayoría de los defensores de derechos humanos y varios acadé-
micos dejaron de referirse a estos movimientos como “caravanas” y empezaron denominándolo
“el éxodo”.
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partió de San Pedro Sula, ciudad industrial al norte de Honduras, el 12 de
octubre. El número de gente que se fue adhiriendo a la caravana fue creciendo
a medida que iban avanzando en su recorrido. Antes incluso de salir de
Honduras, la noticia de esta caravana había dado la vuelta al mundo a través
de los medios de comunicación y de las redes sociales, así que, al momento de
llegar a Ocotepeque, el departamento en Honduras limítrofe con Guatemala y
El Salvador, la movilización ya contaba con aproximadamente 2,000 personas.
Cinco días después, cerca de 4,000 personas se habían unido a la caravana y
habían logrado llegar a la frontera entre México y Guatemala. Ahí, confrontaron
un operativo brutal de contención de parte de la Policía Federal, que lanzó
bombas lacrimógenas a las familias hacinadas en el puente internacional y
provocó la muerte de una niña y decenas de personas heridas (el Colef, 2018).
A pesar de la represión, la caravana siguió adelante por territorio mexicano,
recorriendo primero el Soconusco y después cruzando el Istmo de Tehuantepec,
hasta llegar a Veracruz. A su paso, centenares de migrantes que se encontraban
en el camino, y que habían iniciado el viaje hacia el norte por su cuenta o
con coyotes, se sumaron al contingente. Muchos hondureños que vieron desde
su lugar de origen la evolución de este movimiento masivo de población que
avanzaba lentamente hacia el norte, decidieron también emprender el camino y
juntarse a la caravana.
Los números de integrantes de estas tres caravanas, de acuerdo con los
medios de comunicación, variaban continuamente a medida que éstas
avanzaban por territorio mexicano. La razón de estas variaciones no fueron sólo
las diferentes formas de estimar el número de personas y la alta dispersión que
adquirió la caminata desde Oaxaca. También se debe considerar que muchos
de los caravaneros intentaban “alcanzar” al grupo principal en distintos puntos
del recorrido; y algunos lo lograban. Otros caravaneros exhaustos, heridos o
enfermos, iban abandonando la caminata. La dispersión propició también que
algunos grupos aislados fueran detenidos y deportados por el INM. Varios
fueron también víctimas de delincuentes comunes o del crimen organizado. Así
lo narra Emilio, un líder hondureño integrante de la organización Pueblos Sin
Fronteras:
En una vuelta que está saliendo de Tapachula así, para ya agarrar así, para la
carretera, ahí nos estaban esperando... nos estaban esperando para matarnos con
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machete. Agarraron a unos compañeros de nosotros y le pusieron el machete
en elpescuezo y le quitaron los megáfonos, porque traíamos megáfonos para
venir coordinando la gente.
Cuando llegamos así, el compa este que tenían agarrado ellos ahí, le rompieron
todos los chalecos a los que nos iban ayudando, con machete se los tiraron
así, los megáfonos se los quitaron y cuando nosotros vamos ya a llegar a la
vuelta, como que el muchacho, el otro compañero de nosotros, que nosotros
le decimos Magaya, llegó donde nosotros todo asustado y toda desgarrada la
camisa y nos dijo que no que siguiéramos, que no siguiéramos porque nos
estaban esperando para matarnos, y pues, lo que hicimos fue que paramos el
grupo de gente que venía atrás de nosotros (Entrevista a Emilio, 2019).
Cuando la caravana llegó a la Ciudad de México, veintitrés días después
de haber empezado su recorrido y habiendo avanzado 1,591 kilómetros, se
estimó que unas 6,000 personas se habían unido a ella (el Colef, 2018).
La estancia en la CDMX fue la más prolongada y fue ahí donde los
caravaneros decidieron la ruta que seguirían rumbo a la frontera norte.
Durante esta estancia se pudo realizar el primer censo de la caravana: de
las 4,814 personas que la conformaban, 3,088 eran adultas, incluidas 184
personas con discapacidad, 87 eran miembros de la comunidad LGBTQ, 320
niños entre 0 y 5 años, 24 mujeres embarazadas y varios menores de edad no
acompañados. Del total, 85% fueron de Honduras, 8% de Guatemala, 5%
de Nicaragua, y el 2% de otros países (ibídem). El viernes 8 de noviembre,
los primeros caravaneros empezaron a dejar el estadio Jesús Martínez “Palillo”
para continuar su viaje rumbo a la frontera norte por la ruta del Pacíco para
llegar a la ciudad fronteriza de Tijuana (ibídem).
Este largo recorrido de 2,771 kilómetros se llevó a cabo en menos de una
semana gracias a una estrategia de varios gobiernos estatales que facilitaron
recursos para autobuses con tal de conducir a los caravaneros fuera de su
estado con la mayor prontitud posible. Así, fueron pocas y cortas las escalas
que llevaron a cabo las tres primeras caravanas.
El 11 de noviembre los primeros caravaneros empezaron a llegar a Tijuana.
A medida que los días pasaban, los centroamericanos seguían llegando en
grupos pequeños y grandes. A diferencia de la CDMX y otros estados, el
gobierno municipal de la ciudad de Tijuana no se preparó para el arribo de los
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migrantes, aunque sabían de su llegada. No fue sino hasta el 15 de noviembre
que el gobierno municipal de Tijuana autorizó el Centro Deportivo Benito
Juárez en la región norte de la ciudad como refugio temporal para los
aproximadamente 6,000 centroamericanos que llegaron a Tijuana (ibídem).
Durante la última semana de noviembre y la primera de diciembre, llegaron
a Tijuana la mayoría de los integrantes de la segunda caravana migrante,
integrada casi totalmente por hondureños, y de la cuarta, que había salido de
San Salvador al nal del mes de octubre. Fue también en esas semanas cuando,
aproximadamente, 2,200 personas fueron trasladadas de la Unidad Deportiva
Benito Juárez a un centro denominado el Barretal, ubicado a más de 20 km.
al este de la ciudad. Se estimó que alrededor de 1,000 personas en lugar de
mudarse al Barretal optaron por irse a uno de los dieciséis albergues para
migrantes que existen en Tijuana, mientras que unas 800 personas decidieron
quedarse acampando fuera del Benito Juárez, a pesar de que la ciudad no
les proporcionó agua potable, baños portátiles, ni luz. Días más tarde, este
campamento fue nombrado por los propios migrantes como el espacio Contra
Viento y Marea. Por otra parte, un reporte actualizado de el Colegio de la
Frontera Norte (el Colef, 2019a) estimó que, para el 7 de diciembre, alrededor
de 1,000 personas habían regresado voluntariamente o habían sido repatriadas
a sus países de origen. Se estimó también que se desconocía el paradero de
alrededor de 1,300 caravaneros, quienes podrían haber rentado algún tipo de
vivienda, ya sea en las cuarterías aledañas al Benito Juárez o en otros lugares,
como en Playas de Tijuana.7
En el informe antes mencionado, el Colef discutió cinco posibles escenarios
para los centroamericanos que para ese entonces aún se encontraban en
Tijuana: (1) buscar asilo en los EE. UU., (2) solicitar el estatus de refugiado
en México, (3) quedarse en Tijuana y buscar un trabajo, (4) repatriación
voluntaria o forzada a sus países de origen, y (5) intentar cruzar la frontera ya
sea solos o con ayuda de algún coyote (el Colef, 2018). A esta lista añadimos
un sexto escenario, que consistió en que los migrantes se trasladaron a otra
ciudad fronteriza entre México y Estados Unidos, ya sea con esperanzas
laborales o en su búsqueda de cruzar la frontera, se había corrido el rumor que
7 Lorena y Victor, por ejemplo, habían rentado un pequeño cuarto en una de estas llamadas
cuarterías que se encontraba a solo un par de calles del Benito Juárez. Lorena nos comentó que
otras familias centroamericanas habían rentado una vivienda con ayuda económica de donantes
de EU.
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en otras ciudades la posibilidad de hacer la solicitud de asilo era más fácil que
en Tijuana.
La caravana de enero 2019
Bajo la consigna “Buscamos refugio, en Honduras nos matan”, en la noche
del 14 de enero de 2019, el primer grupo, unos 500 participantes, de la nueva
caravana salió de San Pedro Sula. Según un informe publicado por el Colef en
marzo de 2019, la motivación de esta nueva caravana fue el anuncio emitido
el 17 de octubre de 2018 por parte del entonces presidente electo de México,
Andrés Manuel López Obrador, en donde se habló sobre el otorgamiento de
Tarjetas de Visitantes por Razones Humanitarias (TVRH) a los migrantes (el
Colef, 2019b). En nuestra opinión creemos que el factor de atracción en esta
ocasión no fue solo la provisión de este tipo de visas, sino también la ubicua
cobertura periodística que hicieron de la caravana tanto medios nacionales
como internacionales, junto con la serie de falsas, exageradas e incendiarias
declaraciones que el presidente Donald Trump empezó a hacer con respecto
a las caravanas mucho antes que estas empezaran a ocurrir. La suma de
estos factores fue lo que puso a la caravana en la mira pública de miles de
centroamericanos que la vieron como una estrategia de movilidad para escapar
de sus países.
A diferencia del año 2018, para estas nuevas caravanas el tránsito por
México y su arribo a la frontera con EU fueron muy distintos. La Tabla 1
describe suscintamente las principales áreas de diferencia entre las caravanas.
Una de las principales diferencias fue la falta de acompañamiento por parte de
la sociedad civil organizada y el fuerte control del movimiento de la caravana
de parte de las autoridades. Las poblaciones de los pueblos del Soconusco
(Chiapas) y del Istmo de Tehuantepec (Oaxaca) que habían recibido a las
primeras caravanas con un despliegue importante de solidaridad, mostraron
hacia esta nueva caravana cansancio, indiferencia e incluso rechazo.
De acuerdo al testimonio de Emilio, migrante hondureño e integrante de
Pueblos Sin Fronteras, quien acompañó también a esta nueva caravana:
Esa caravana fue la más sufrida en todos los aspectos. No les daban nada,
absolutamente nada, ni agua. Era raro y contado en los pueblos de ahí de
Tapachula hasta Oaxaca que le daban una botella de agua a un migrante... y los
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Tabla 1. Puntos de diferencia entre las caravanas de 2018 y 2019
Área de diferencia Caravanas de octubre/noviembre 2018 Caravana de enero 2019
Acogida de las
poblaciones
asentadas en la ruta
migratoria (Sur del
país)
• Amplia muestras de solidaridad en
varios pueblos del Soconusco.
• En varias localidades, las autoridades
prepararon un espacio donde cupie-
ran todos, o casi todos, los caravane-
ros para descansar.
• Actitudes de desconanza y rechazo en la
mayoría de los pueblos de paso.
• Las autoridades locales y la policía federal
no dejaron que la caravana se internara en
los pueblos o en las ciudades para descan-
sar.
Rol de la sociedad
civil
• Rol activo y de acompañamiento a
todo lo largo del viaje
• Participación mínima de la sociedad civil
debido a la intervención y control de parte
de los tres niveles de gobierno en México
Cohesión social de
la caravana • Fuerte a lo largo de todo el viaje
• Fragmentada desde el inicio; el proceso de
trámite de las TVRH y la intervención del
gobierno provocaron que la caravana se
dividiera en grupos.
Respuesta del
gobierno municipal
en el punto de
destino
• No hubo preparación previa
• Negligencia y falta de coordinación
• Discursos xenófobos
• Respuesta eciente y rápida.
• Preparación previa.
• Aunque no hubo discursos xenófobos, en
la práctica se segregó a la población cen-
troamericana que llegaba con la caravana
en un espacio aislado del resto de la pobla-
ción.
Fuente: Elaboración propia con base en el trabajo de campo realizado durante 2018 y 2019.
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policías, si agarrábamos un aventón a un kilómetro adelante “¡párate!, se baja
todo el mundo, a caminar, a caminar hijos de la …”, y que íbamos caminando
todos y no nos agüitábamos pues, seguíamos caminando (Entrevista a Emilio,
2019).
Otra característica, diferente de las anteriores, fue que las personas integrantes
de la caravana fueron documentadas casi todas en el sur del país a través de
las tarjetas de visitante por razones humanitarias (TVRH). En Querétaro,
la caravana se dividió en dos y el grupo más numeroso se dirigió hacia la
ciudad fronteriza de Piedras Negras (Coahuila). Se trata de una ciudad mucho
más pequeña que Tijuana y con pocas posibilidades de integración laboral o
cultural de la población centroamericana.
Al llegar a Piedras Negras, el gobierno municipal había habilitado
instalaciones muy amplias en un gran almacén para recibir aproximadamente
1,850 personas. Las instalaciones tenían agua fría y caliente, 50 baños y 40
duchas, agua potable, internet inalámbrico, aire acondicionado, iluminación
y pantallas gigantes para el entretenimiento (El Colef, 2019b). A diferencia
de la llegada a Tijuana, donde no existió ninguna preparación y se generó
un caos que expuso a los caravaneros a actitudes xenofóbicas de parte de la
población local, llama la atención la preparación coordinada previa al arribo
de los caravaneros a Piedras Negras.
Otra importante diferencia fue la participación y el contacto con los
caravaneros por parte de la sociedad civil en cada uno de los lugares de tránsito
por los que pasó la caravana. En 2018, la sociedad civil fue la que se encargó
principalmente, en el caso de Chiapas, por ejemplo, de recibir y apoyar con
comida a los caravaneros. Hubo un contacto directo con la sociedad. Sin
embargo, en el caso de las caravanas del 2019 la participación de la sociedad
civil no existió, ya que el gobierno federal, junto con los gobiernos estatales
por donde cruzaron las caravanas, tuvo el control logístico en todo momento.
En este sentido, la visibilidad de las caravanas de 2018, que precisamente fue
uno de los factores distintivos de este tipo de movilidad, dejó de estar presente
para las caravanas del 2019, lo cual llevó a que fueran perdiendo precisamente
su cohesión y fuerza de negociación.
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Diversidad de los integrantes, de sus proyectos migratorios y
sus expectativas
Los participantes en las caravanas de octubre y noviembre de 2018 lograron
llegar, en su gran mayoría, hasta la frontera noroeste de México. Sus proyectos
eran muy diversos: mientras algunos querían pedir asilo en Estados Unidos,
otros simplemente huían de su país y estaban conformes con vivir en algún
lugar de México. La heterogeneidad de los caravaneros atañe también a
los recursos sociales de los que disponían y a sus experiencias migratorias
previas, es decir a la información, conocimientos, contactos y capacidad
de movilización. En todos los casos, la llegada a Tijuana (Baja California)
representó un reto mayúsculo, pues los obligó a confrontar individualmente
los riesgos migratorios y los procesos de criminalización en México y en
Estados Unidos.
En este apartado, mostramos cómo las estrategias colectivas de movilidad
llevaron a los caravaneros hasta Tijuana. Analizamos los procesos de dispersión
y las distintas capacidades para movilizar recursos de parte de los caravaneros.
Para ello, narramos las historias de Lorena y Víctor, una pareja hondureña
que se juntó a la primera caravana desde su inicio y decidió seguir con ella
hasta Tijuana. Ambos huían de la falta de oportunidades en su lugar de
origen, de la inseguridad, la extorsión y la pobreza. Si bien la ruta migratoria
representó para ellos un enorme esfuerzo físico, las dicultades y los peligros
fueron mucho mayores una vez llegados a la frontera norte de México y sin la
protección del colectivo.
Narramos también brevemente la historia de Douglas, quien, a diferencia
de Lorena y Víctor, disponía de información amplia sobre sus opciones al llegar
a la frontera y había migrado a Estados Unidos previamente. Su capacidad de
liderazgo le permitió establecer contactos clave con organizaciones sociales,
artistas, intelectuales y abogados, tanto en México como en Estados Unidos.
Douglas tenía el proyecto claro de pedir asilo en Estados Unidos; en septiembre
2019 cumplió nalmente con ese objetivo.
Lorena y Víctor
Víctor, de 49 años, y su pareja Lorena, de 48, se unieron a la primera caravana
en San Pedro Sula el 13 de octubre 2018. Ambos son de Progreso, Honduras.
Antes de unirse a la caravana Víctor trabajó como taxista, sin embargo, la
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extorsión por parte de las pandillas había escalado a tal grado que prácticamente
trabajaba solo para ellos. Por su parte, Lorena no tenía un empleo estable
y, cuando lograba encontrar algo, se ocupaba en el área de servicios. Víctor
comentó que en Honduras es “prácticamente imposible” conseguir trabajo
si uno tiene más de 35 años. Lorena por su parte dijo que le sorprendía ver
que en México la gente mayor pudiera tener un puesto ambulante y ganarse
la vida, ya que en Honduras eso es inimaginable; también comentó que las
pandillas en su país extorsionan a todo el mundo, incluidos los vendedores
ambulantes.
Se unieron a la caravana porque la consideraron como una posibilidad
de buscar una mejor vida: “Lo vimos como una oportunidad para salir de
Honduras y buscar una vida mejor. Ya habíamos pensado en irnos, pero
no teníamos los medios. Entonces, cuando nos enteramos de la caravana,
dijimos: ´Esa es nuestra oportunidad´”. Esta cita de Lorena evidencia que la
caravana se convirtió en la única estrategia de movilidad para que ella y Víctor
pudieran llevar a cabo su proyecto migratorio. Como ella misma lo comenta,
Al no haber dinero y como dijeron que era por rai8 (sic) y que teníamos que
caminar, y caminar, no había, pues, y ya para venir para acá para nosotros no
era posible, es tener plata para irse a otro país y nosotros no teníamos”.
Víctor y Lorena viajaban con una sobrina de ella, quien a su vez traía
a tres niños pequeños, entre ellos un bebé de 8 meses. Cuando llegaron al
Estadio Palillo de la Ciudad de México, no tenían claro todavía si cruzarían la
frontera hacia Estados Unidos. A pesar del largo camino que habían recorrido
a pie y subiéndose a diferentes vehículos, seguían dispuestos y entusiastas
de continuar hasta la frontera norte. Le pregunté a Víctor si sabía cuándo
emprenderían el camino, rápidamente y con tono entusiasta me dijo: “No
sabemos, pero si mañana nos dicen que nos vamos, estamos listos”. En ese
momento les esperaban aún más de 2,500 kilómetros para llegar a la frontera9.
En la lluviosa tarde del jueves 29 de noviembre, volví a ver a Lorena y
Víctor, esta vez en Tijuana10. Habían llegado a la frontera entre México y
Estados Unidos. En un periodo de casi un mes habían recorrido 4,348
kilómetros desde San Pedro Sula, Honduras hasta Tijuana, México. En nuestro
8 Del inglés ride (Méx. aventón).
9 Trabajo de campo de la segunda autora en el Estadio Palillo, Ciudad de México, del 5 al 7 de
noviembre 2018.
10 Trabajo de campo de la segunda autora en Tijuana, 29 de noviembre al 7 de diciembre 2018.
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encuentro en la Ciudad de México se veían físicamente bien y su semblante
reejaba optimismo. Esta vez, en cambio, sus cuerpos mostraban los signos
de un arduo y largo viaje, y su estado de ánimo denotaba incertidumbre y
preocupación. Ambos se veían exhaustos y Lorena cojeaba de la pierna
izquierda. Me comentó que se había caído al intentar subir a un camión que
les había dado un aventón en su camino a Tijuana.
Lorena y Víctor llegaron a instalarse en tiendas de campaña, con otros
caravaneros, en una colonia de clase media situada cerca de la playa. Ahí,
además del frío y el viento de esos días de noviembre, sufrieron una violenta
agresión de parte de los habitantes del lugar que se manifestaron contra los
migrantes, los insultaron y les lanzaron piedras. La experiencia resultó ser,
según su propio testimonio, la más dura que habían vivido desde su salida de
San Pedro Sula.
Posteriormente, fueron trasladados con más de 6,000 personas a la Unidad
Deportiva Benito Juárez. Después de dos semanas de acampar ahí, el lugar
tuvo que cerrar por las fuertes lluvias y por las condiciones de insalubridad en
que se encontraba hacinada la gente. Cerca de la mitad de quienes habían sido
alojados en el centro deportivo fueron trasladados al albergue provisional El
Barretal. Al igual que docenas de caravaneros, Lorena y Víctor no quisieron
mudarse a este nuevo albergue debido a que se encontraba muy lejos del
centro y lograron rentar un cuarto en uno de los hoteles aledaños al Benito
Juárez. La sobrina de Lorena aceptó ser repatriada con sus hijos a Honduras,
agotados, enfermos y vencidos por las condiciones en las que estaban viviendo
en Tijuana y por la violencia antiinmigrante que habían padecido.
Una vez en la frontera, se iniciaba una nueva fase para los caravaneros.
El muro entre México y Estados Unidos no solo signicaba una barrera
física infranqueable, sino que también representaba el n de la movilización
colectiva y el inicio de la búsqueda individual por la supervivencia. En el caso de
Lorena y Víctor, ellos decidieron quedarse en Tijuana, tramitar sus tarjetas de
visitantes por razones humanitarias, buscar trabajo y asentarse en esta ciudad.
Así que cuando me despedí de ellos nuevamente, el 7 de diciembre, buscaban
un cuarto para alquilar en una de las cuarterías de la Zona Centro de la ciudad.
Sin embargo, la situación en la frontera se complicó, en parte por la falta
de alternativas económicas y debido al constante arribo de centroamericanos
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y otros grupos de migrantes, entre ellos venezolanos, cubanos, haitianos y
africanos.
Ante la dicultad de encontrar recursos, algunos hondureños que en
los primeros meses del 2019 se encontraban todavía en Tijuana decidieron
moverse a otras ciudades fronterizas con la esperanza de cruzar a los Estados
Unidos, pues ya para ese momento había quedado evidente que en Tijuana
resultaba imposible cruzar la frontera. A mi regreso a esta ciudad, en febrero, me
informaron que Lorena y Víctor se habían ido a Reynosa, Tamaulipas. Como
lo explicarían más adelante, un paisano de Honduras les había prometido
que en esa ciudad tendrían un trabajo seguro y bien pagado, aunque eso no
sucedió.
En mayo, durante una nueva estancia de trabajo de campo, la pareja
acababa de regresar de Reynosa, donde habían pasado dos meses encerrados
en un albergue para migrantes administrado por una iglesia cristiana. Según
su testimonio, no les permitían salir del lugar sin ser acompañados por
alguien del albergue. Hartos del encierro, terminaron por conseguir la ayuda
económica para emprender, el 3 de mayo 2019, su viaje de 2,472 kilómetros
de regreso a Tijuana11.
El trayecto entre Tijuana y Reynosa no solo es largo, sino que también
es uno de los más peligrosos de México. Existe una alta presencia de crimen
organizado en gran parte de esta ruta. Desafortunadamente, Lorena y Víctor
fueron víctimas de un robo en el autobús en el que viajaban. En el momento
en que los volví a ver, esta vez en compañía de la primera autora, tenían un par
de días de haber llegado a Tijuana. Ambos se veían profundamente afectados
por esta terrible experiencia. Sin embargo, Lorena era visiblemente la más
afectada, su tono de voz era frágil, el llanto se hizo presente durante nuestro
encuentro, y su lenguaje corporal manifestaba una fuerte vulnerabilidad. Los
dos se veían afectados no solamente por el incidente de violencia del que
fueron víctimas, sino sobre todo por la precariedad en la que se encontraban
a su regreso a Tijuana. Les preguntamos si, ante tal situación, no pensaban
en regresar a Honduras, a lo que rápidamente y con plena convicción nos
contestaron, “no, no regresaríamos a Honduras, aquí estamos mejor.
En agosto 2019, Lorena y Víctor seguían viviendo en una de las cuarterías
de la zona centro de la ciudad. Se trata de un inmueble con cerca de 18 cuartos
11 Trabajo de campo, mayo 2019.
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ocupados por haitianos, centroamericanos y tijuanenses, en donde entre todos
comparten un par de regaderas y un par de baños. Ambos trabajan de conserjes
en una escuela secundaria de la zona. Ya tienen un pequeño refrigerador en
su cuarto y lograron conseguir una mejor cama de la que tenían en nuestro
último encuentro. Sus planes ahora son seguir trabajando, poner un pequeño
negocio, ya sea de comida o ropa usada y, sobre todo, quieren comprar un
pequeño terreno donde poder vivir.
Douglas
El 6 de mayo de 2019 entrevistamos a Douglas, migrante hondureño de 36 años.
A diferencia de Lorena y Víctor, Douglas buscaba llegar a la frontera para pedir
asilo en Estados Unidos. Él estaba esperando también cualquier oportunidad
para huir, pero por razones muy diferentes: su trabajo como organizador
comunitario en Tegucigalpa le trajo problemas con las llamadas maras, ya que
trabajaba con jóvenes en situación de calle. Esto lo llevó a ser víctima de una
brutal agresión por parte de los pandilleros. Ante esta situación y para evitar
una muerte segura en caso de que lo volvieran a encontrar sus agresores, había
decidido huir. Sin embargo, no contaba con los recursos económicos para viajar
hacia el norte, así que al escuchar sobre la primera caravana la vio como una
oportunidad.
Al ver a través de medios de comunicación que esta caravana había logrado
cruzar a México, viajó hasta Tecún Umán y cruzó por su cuenta la frontera.
Sin embargo, en la ciudad de Huixtla (Chiapas), antes de alcanzar la primera
caravana, fue detenido por agentes de migración y deportado a Honduras. Al
día siguiente, reemprendió inmediatamente el camino hacia Guatemala y la
frontera con México. Al llegar, se encontró ahora con la segunda caravana, que
había salido de Honduras el 20 de octubre, es decir justo cuando la primera se
internaba en México. A diferencia de Víctor y Lorena, que siguieron los pasos
de la caravana sin participar en la toma de decisiones, Douglas tuvo un rol de
liderazgo a lo largo del camino que le permitió tejer redes con múltiples actores
sociales, políticos y culturales.
Una vez en Tijuana, junto con un grupo de voluntarios y diferentes
organizaciones locales, organizó un concierto cuyo propósito era “restaurar la
mala imagen de la caravana y que sepan que los hondureños y centroamericanos
traemos una riqueza, traemos sueños que queremos cumplir y que sabemos
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muy bien que podemos brindarle algo a Tijuana por todo el tiempo que nos
ha albergado y lo que ha hecho por nosotros” (Entrevista con Douglas, 2019).
El deseo de Douglas por mejorar las condiciones de los migrantes lo ha llevado,
junto con otros dos hondureños, a emprender el proyecto de construir un
albergue, Casa Hogar el Puente. Dicho albergue busca ser “un lugar destinado
para alojar a mujeres migrantes y sus niños que sean solicitantes de asilo en
Estados Unidos y que hayan sido retornados a Tijuana bajo el Programa de
Protección al Migrante (MPP, por sus siglas en inglés)” (Página de Facebook de
Douglas Oviedo).
Douglas fue parte de los primeros migrantes centroamericanos que fueron
retornados a Tijuana bajo el acuerdo del MPP12. A partir de su retorno, la
organización American Civil Liberties Union (ACLU) asumió su defensa y
le proporcionó la ayuda de dos abogadas. El día que entrevistamos a Douglas
había regresado de su segunda cita en la corte de migración.
A pesar de que los tres, Lorena, Víctor y Douglas, vieron las caravanas
como una estrategia de movilidad, los dos primeros no tenían un plan una vez
que lograran llegar a la frontera. Su idea era llegar “hasta donde los llevara la
caravana”. Douglas, en cambio, fue observando desde el inicio los avances de la
primera caravana y cuando vio que lograba cruzar la frontera entre Guatemala y
México, tomó la decisión de alcanzarla. En su caminata con la segunda caravana,
fue orientando la movilización colectiva para lograr el propósito de llegar a la
frontera entre Tijuana y San Diego. Mientras que Víctor y Lorena se encuentran
en una precariedad e incertidumbre legal, pues al vencer sus TVRH podrían
perder su condición de estancia regular en México, en septiembre de 2019,
Douglas obtuvo el asilo en Estados Unidos. Como dice Douglas, “la caravana
fue algo que marcó mi vida. No sé para los demás migrantes. Bueno, para todos
los migrantes que vinimos en la caravana esto marcó nuestra vida”.
Conclusiones
Las caravanas de 2018 pusieron en maniesto la importancia numérica de
la migración centroamericana que cruza México tratando de llegar a Estados
12 Se trata de un acuerdo mediante el cual solicitantes de asilo en Estados Unidos, que entran
por su frontera sur, pueden ser devueltos a las ciudades de la frontera norte de México para
que esperen ahí todo su proceso de asilo en alguna corte de inmigración estadounidense. Estos
procesos pueden durar varios meses y hasta más de un año. Cuando llega su cita en la corte, los
solicitantes de asilo se presentan en la garita y los recogen las autoridades de ese país para con-
ducirlos ante el juez. Después, son nuevamente retornados a México para esperar la resolución.
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Unidos. Por años, los migrantes centroamericanos han cruzado el país en forma
de goteo, es decir en pequeños grupos y de manera casi invisible, para evitar
ser presa de las redes criminales o de las políticas de detención y deportación.
Como estrategia de movilidad, la caravana representó la dualidad entre la
visibilidad que daba a los miles de centroamericanos que cruzaban territorio
mexicano, y la invisibilidad de estos migrantes a medida que se dispersaban
y una vez que quedaron varados en la frontera entre Estados Unidos y
México. A lo largo del camino y en algunos puntos de descanso, los migrantes
iban acompañados por organizaciones de la sociedad civil, por organismos
públicos de derechos humanos e incluso por cuerpos de seguridad como la
propia policía federal. Viajaban así por el territorio mexicano de una manera
relativamente segura y económicamente accesible. Sin embargo, a medida que
avanzaban hacia el norte, continuar la ruta a pie en un solo contingente se
volvió imposible; por falta de recursos, las organizaciones que acompañaban a
los caravaneros no pudieron contratar un número suciente de autobuses para
continuar en grupo hasta la frontera norte. Al dispersarse, los migrantes fueron
sujetos a abusos e incluso a violaciones muy graves a sus derechos humanos.
No sólo varios sufrieron asaltos y robos en el camino, sino incluso secuestros y
desapariciones, como lo narraron varios de los entrevistados.
La colectividad desapareció poco después de que los caravaneros arribaran
a Tijuana y a otras ciudades fronterizas. En ese momento tuvieron que salir
en busca de su propia supervivencia, lo cual dejó a la gran mayoría en una
posición altamente vulnerable. En estas ciudades, tuvieron que confrontar por
su cuenta los abusos de las policías municipales y de las autoridades, la falta
de alternativas económicas, los ataques xenófobos y el enorme dispositivo de
seguridad fronteriza del gobierno estadounidense.
Las caravanas evidenciaron la negación del derecho a la movilidad para
la mayoría de la población que emigra o huye de sus lugares de origen. La
movilidad es actualmente una suerte de privilegio de las elites políticas,
económicas y cientícas, mientras que las clases trabajadoras y los sectores
excluidos o marginales que salen de sus lugares de origen o de residencia habitual
para sobrevivir, se ven obligados a tomar caminos y medios clandestinos.
Los destinos tradicionales se vuelven cada vez más elusivos a medida que
los Estados llamados “de tránsito” erigen barreras, militarizan o securitizan
las rutas migratorias. Así, la falta de alternativas para viajar por México con
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autorización, o con documentación migratoria, obliga a las personas a buscar
estrategias cada vez más desesperadas para dirigirse hacia el norte.
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... Para llevar a cabo el propósito del texto, y tomando como marco de referencia los masivos, forzados e históricos flujos de migrantes irregularizados del norte de Centroamérica (MINC) en su tránsito por México para llegar a los EUA (París y Díaz, 2020;París y Montes, 2020;Winton, 2018;Izcara-Palacios, 2015;García y Villafuerte, 2014), se propone la siguiente ruta. 2 En la primera parte del trabajo se plantea que el territorio es un conjunto de procesos de apropiación política y socioeconómica de determinados espacios por parte del Estado-nación, y que se hace de acuerdo con fines particulares. Los desarrollos de este apartado se sustentan sobre todo en la recuperación de los planteamientos de diferentes geógrafos brasileños. ...
... En octubre de 2018, comenzaron a salir de San Pedro Sula, Honduras, gran cantidad de migrantes que, en vez de recurrir, como había sido la costumbre, a la clandestinidad (Durand y Douglas, 2009), lo hicieron mediante una serie de caravanas, algunas de miles de personas (Gandini, 2020;París y Montes, 2020;Varela y McLean, 2021). En vez de viajar en pequeños grupos de familiares o amistades, salieron en masa, garantizando así mayor seguridad y también un recorrido más económico, al evitar los costos de intermediarios (coyotes), y los peligros a los que se solían exponer los migrantes centroamericanos en México: asaltos, violaciones, secuestros de parte de bandas criminales; extorsiones de agentes corruptos del Estado; accidentes en el transporte informal (los trenes de cargo, camiones fantasmas), entre otros. ...
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El propósito de este libro es analizar, a través de diversos casos de estudio y del tratamiento de diferentes dinámicas socioespaciales, algunas migraciones recientes en la frontera entre México y los Estados Unidos de América (EUA). De especial relevancia es el abordaje de ciertos procesos de exclusión asociados a dichas migraciones, con énfasis particular en el contexto de los dos primeros años de la pandemia de COVID-19 (2020-2022), y lo acontecido en la ciudad mexicana fronteriza de Tijuana. La idea de este trabajo fue pensar, mediante los diferentes temas tratados en cada uno de los capítulos, las articulaciones entre procesos migratorios, las producciones jurídico-políticas de fronteras y las dinámicas de cambio social, en el marco específico de los efectos y repercusiones de la emergencia sanitaria del SARS-CoV-2. Las migraciones internacionales, principalmente las que se producen por causas económicas, suponen procesos de cruce de fronteras y relocalización (Gregory et al., 2009). Además, son una de las dinámicas socio geográficas contemporáneas claves para entender la distribución actual de la población en distintas regiones del mundo (De Haas et al., 2020; Brettell y Hollifield, 2015). Las migraciones, en tanto procesos proveedores de trabajadores con bajos salarios y altamente explotados (Robinson y Xantos, 2014), tienen un papel clave para explicar el comportamiento de ciertos sectores de los mercados laborales y del aparato productivo de los países del norte global, en el contexto del capitalismo neoliberal (Márquez y Delgado, 2011; Delgado et al., 2009). Tales son, por ejemplo, los casos de Estados nacionales con economías de altos ingresos como los EE.UU., Alemania y Arabia Saudita. Estos tres países son algunos de los principales sitios de destino de varias de las migraciones masivas procedentes del sur global.
... Para llevar a cabo el propósito del texto, y tomando como marco de referencia los masivos, forzados e históricos flujos de migrantes irregularizados del norte de Centroamérica (MINC) en su tránsito por México para llegar a los EUA (París y Díaz, 2020;París y Montes, 2020;Winton, 2018;Izcara-Palacios, 2015;García y Villafuerte, 2014), se propone la siguiente ruta. 2 En la primera parte del trabajo se plantea que el territorio es un conjunto de procesos de apropiación política y socioeconómica de determinados espacios por parte del Estado-nación, y que se hace de acuerdo con fines particulares. Los desarrollos de este apartado se sustentan sobre todo en la recuperación de los planteamientos de diferentes geógrafos brasileños. ...
... En octubre de 2018, comenzaron a salir de San Pedro Sula, Honduras, gran cantidad de migrantes que, en vez de recurrir, como había sido la costumbre, a la clandestinidad (Durand y Douglas, 2009), lo hicieron mediante una serie de caravanas, algunas de miles de personas (Gandini, 2020;París y Montes, 2020;Varela y McLean, 2021). En vez de viajar en pequeños grupos de familiares o amistades, salieron en masa, garantizando así mayor seguridad y también un recorrido más económico, al evitar los costos de intermediarios (coyotes), y los peligros a los que se solían exponer los migrantes centroamericanos en México: asaltos, violaciones, secuestros de parte de bandas criminales; extorsiones de agentes corruptos del Estado; accidentes en el transporte informal (los trenes de cargo, camiones fantasmas), entre otros. ...
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A través del tratamiento de diferentes dinámicas socio espaciales, este libro analiza las migraciones recientes en la frontera entre México y los Estados Unidos de América. En particular, da cuenta de procesos de exclusión asociados a dichas migraciones, y pone particular énfasis en lo sucedido en la ciudad fronteriza de Tijuana en el contexto de los dos primeros años de la pandemia de COVID-19 (2020-2022). Los autores reflexionan en torno a las articulaciones entre los procesos migratorios, las producciones jurídico-políticas de fronteras y las dinámicas de cambio social, en el marco de los efectos de la emergencia sanitaria del Sars-Cov2. Para presentar sus resultados, este libro se organiza en tres secciones. En la primera se abordan procesos de contención migratoria en espacios fronterizos durante la pandemia, particularmente las dinámicas de producción de dichos espacios. En la segunda sección se tratan diversas narrativas y dinámicas de exclusión en el marco de los procesos de (in)visibilización migrante durante la emergencia sanitaria. En la tercera se da cuenta de los procesos de las comunidades étnicas y las corporalidades migrantes en el contexto de una de las principales urbes fronterizas del país. Como se desprende con claridad de esta obra, es urgente un cambio de narrativa y del eje conceptual de las políticas migratorias. Dichas políticas tienen que centrarse en la dignidad humana y en el respeto a los derechos de todas las personas, sin importar su condición migratoria y su situación legal. Para avanzar en dicho cambio de perspectiva es fundamental reconocer a los migrantes como sujetos sociales y políticos, con diversas necesidades y capacidades de agencia.
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Multiple environmental crises and persistent patterns of intersecting inequalities are major global concerns. This edited volume contributes to a better understanding of environments of inequality by examining their various formations and expressions, from the colonial period to the present, with a strong (but not exclusive) focus on the Americas. The nine case studies especially reflect on the interrelationship between social inequality and the natural environment. The authors address crises, conflicts, and comparisons of inequalities from various disciplinary and regional perspectives. The volume has three thematic sections: first, conflicts and contests over resources and territory; second, crises of environmental politics; and third, constructions of inequality: discourses of disruption. Drawing on ongoing innovative research projects, the chapters in this volume discuss highly relevant issues and show that intersectionality is key to understanding environmental inequalities.
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The October 2018 Central American migrant caravan heading to the U.S. was an event that transformed migration dynamics in North and Central America. Although literature contributions about the caravan have highlighted the important role that media platforms had in its development, in this chapter I argue that both networked social media and legacy media were key to building the migrant caravan not only as a topic of public discussion, but mainly as a constructed reality where media-related processes played a pivotal role. This chapter is based on literature review and the analysis of data on social media use, governmental communications, and legacy media stories from the countries that were mainly involved in the caravan’s journey: Honduras, El Salvador, Guatemala, Mexico, and the United States. I employ the concept of media-related practice that allows us to understand how media platforms are embedded into social life interactions. By analyzing the use of social media among migrants, the role of legacy media in reporting the situation, and the discussion on the topic by social media users, the chapter discusses how media-related practices were crucial to building the migrant caravan as a constructed, material reality embedded into broader social inequalities.
Chapter
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In the Bolivian Chiquitanía, direct impacts of the climate crisis on farming and everyday life become increasingly evident. Extreme weather events like high temperatures, storms, droughts, or floods have become commonplace over the past decade, but impacts on communities and territories are distinct. In this chapter, I examine how intersectional inequalities are inscribed into territories and territorialities through different forms of access to land and agricultural production systems in Chiquitanía. To show this, I trace processes of frontier colonization and shifts in production from varied crops to soy monocultures in the municipality San Julián. While agrarian extractivism in its industrial mode of production seems monolithic at first, I seek to develop a more complex notion by examining the inequalities within the Bolivian agro-industrial soy complex. After delineating the process of land-use and deforestation based on satellite images of the region spanning several decades, I explore the connected changes in relations to nature, in labor and in the reproduction of life to show that shifts in agricultural production mediate multiple inequalities that are exacerbated by the climate crisis. I find that the underlying settler logic and the financialized production model contribute to expanding the Bolivian agricultural frontier and deforestation and eventually contributes to deepen the unequal and detrimental effects of the climate crisis.
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En este artículo analizamos cómo la actual migración irregularizada en tránsito ha transformado al corredor que conecta a la Región Andina y Centroamérica -y que se proyecta hasta México- en el epicentro de un flujo migratorio contemporáneo en las Américas. Este movimiento, sin precedente por su dimensión, se manifiesta con particular nitidez en el istmo del Darién, región que conecta los sistemas migratorio sudamericano y centroamericano. Proponemos la categoría deeconomía política de la migración irregularizada en tránsitopara entender las prácticas económicas y dinámicas políticas instituidas en torno al tránsito migratorio irregularizado. El artículo dedica espacial atención al ensamblaje de actores que participan de esta economía, a través de la producción, distribución, el intercambio, consumo de bienes y servicios. Las actividades lucrativas de esta economía, ubicadas en un espectro amplio entre la formalidad y la informalidad, dan lugar a una interacción compleja entre personas migrantes irregularizadas, precarizadas y en lucha, actores gubernamentales y no gubernamentales, e intereses económicos y políticas nacionales y transnacionales, que abastecen y reproducen el tránsito migratorio irregularizado. Disponible en: https://www.scielo.br/j/remhu/a/QsSN4dphXTBHH5nX3sNBQYH/
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Las poblaciones irregularizadas del Norte de Centroamérica con destino a Estados Unidos y en tránsito por México han experimentado dinámicas estatales de contención migratoria. Este artículo argumenta que, a través de la consulta de fuentes oficiales y durante la pandemia (2020-2021), se observaron cambios espaciales en las detenciones y deportaciones de migrantes centroamericanos por parte del gobierno mexicano. Esto se relacionó con dos procesos: cambios sociodemográficos de dichas migraciones y ciertas medidas estatales (cierre y securitización fronteriza). Se sostiene que la configuración territorial de detenciones y deportaciones no fue homogénea y formó parte de la contención migratoria, presentando concentraciones espaciales de detenciones y deportaciones en las fronteras sur y norte de México. El aporte del trabajo es, en el contexto de la emergencia de Covid19, abordar las transformaciones territoriales y sociodemográficas de detenciones y deportaciones como parte de procesos políticos de contención migratoria mexicana y en relación con migraciones irregularizadas.
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Descriptores: México, cárteles de las drogas, migración, violencia.
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El objetivo principal del presente trabajo es analizar las relaciones entre movilidad humana, políticas migratorias, violencia y corrupción. No se busca hacer un recuento de las violaciones generalizadas a los derechos humanos de los migrantes en México trabajo que han realizado acuciosamente las organizaciones de la sociedad civil nacionales e internacionales–, sino estudiar los procesos políticos, sociales y culturales que derivaron en la crisis humanitaria que se vive actualmente en el país en materia de movilidad humana.
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The re-scaling of border control and the conflation of migration, crime, and national security in Mexico in the last decade have generated new practices of ‘flow management’ at the southern border with a differentiated impact on migrants. This chapter draws on research findings on Guatemalan im/migrant women (some of whom have been living in Mexico for generations) to examine the kinds of insecurity they face in daily life as migrants of Mayan origin. By engaging with the contextual and specific meanings of in/securities generated by the processes of ‘othering’ experienced by these migrants, especially those with an irregular status, the chapter focuses on the significance of the politics of everyday life and how in/visibility becomes a strategic field of struggle for them, both to ensure daily well-being and to avoid the risks of being detected and the punitive responses that follow. The chapter proposes that where the concepts of citizenship and rights are unlikely to be satisfied for those who need them most, the analytical lens must shift from a normative understanding of rights to the interface between the practices of border control and migrants’ strategies. Understanding in/visibility is introduced as a strategy to help discern the power dynamics that affect their social conditions and the consequences for policy advocacy.
Article
The undocumented-migrant journey across Mexico has become a site of intense violence, exploitation, and profit making within the logics of capitalism. While transnational migration is often conceptualized from the perspective of sending and receiving communities and borderlands, I suggest the liminal spaces between these zones are crucial sites for understanding how structural forms of violence are reconfigured in local settings. Drawing on my ethnographic fieldwork in migrant shelters located along the journey, I trace how Central American migrants’ bodies, labor, and lives are transformed into commodities within economies of smuggling, extortion, and humanitarian aid. I argue that everyday violence along the journey is produced by historical trajectories of political and criminal violence and by local and global economies that profit from human mobility. As violence is rearticulated at the local level, new tensions and social dislocations emerge between and among social groups.
Article
Through an ethnography of unauthorized migration from El Salvador to the United States, I explore “clandestinity” as a hidden, yet known, dimension of social reality. Unauthorized migrants who are en route to the United States have to make themselves absent from the spaces they occupy. When they become clandestine, such migrants embody illegality; in some cases, they literally “go underground” should they die and be buried en route. Because their presence is prohibited, unauthorized migrants do not fully arrive even when they reach their destinations. There are parallels between the ways that migrants are present in yet absent from nations, and the ways that ethnographers are present in yet absent from the field. This ethnography of migrants en route therefore suggests how anthropological knowledge practices also produce realities that are hidden, yet known.
Article
In this article I suggest placing structural vulnerability within a complex web of capitalist relations and tease out some of the forces and processes that now produce at an unprecedented rate disposable people who have been displaced and dislocated from their means of survival by a rapacious capitalism. I explore some of the multiple sites of the production and commodification of these "nobodies" to illuminate the intricate relationship between neoliberal economic policies and practices, state-sponsored violence, and international migration. These phenomena point us toward an understanding of the historical dimensions and the power dynamics of profiteering off the poor through the production of their vulnerabilities and the commodification of their very being.
Promotion and Protection of all Human Rights, Civil, Political, Economic Social and Cultural Rights, Including the Right to Development
  • Jorge Bustamante
Bustamante, Jorge, (2008) "Promotion and Protection of all Human Rights, Civil, Political, Economic Social and Cultural Rights, Including the Right to Development" en Report of the Special Rapporteur on the Human Rights of Migrants. Addendum (Mission to Mexico). Geneva: Human Rights Council, Eleventh Session, Agenda item 3, pp. 9 -15.
La marcha de las carriolas
  • José Ignacio De Alba
  • Víctor Pernalete
  • Daniela Pastrana
Las barreras migratorias en México y los términos de la colaboración con el gobierno estadounidense
  • María Dolores París Pombo
  • José Luis Calva
El ambicioso Programa Especial de Migración 20142018
  • Sonja Wolf
Wolf, Sonja, (2014) "El ambicioso Programa Especial de Migración 2014-2018" en Animal Político. 7 de julio 2014. Disponible en: https:// www.animalpolitico.com/seguridad-180/programa-especial-demigracion-2014-2018-institucionalidad-y-recursos/ (Consultado: 27 de agosto de 2019).