El canibalismo sexual es una forma extrema de conflicto sexual por el cual las hembras deben decidir si canibalizar a, o copular con, los machos que se acercan con la interacción de aparearse, mientras que los machos tenderán a evitar ser canibalizados. La mayoría de estudios sobre el canibalismo sexual se han realizado en condiciones de laboratorio con presas no naturales, en los cuáles se suprime frecuentemente la expresión de comportamientos antidepredadores, resultando en tasas de canibalismo sexual artificialmente altas. Para entender satisfactoriamente la ecología y evolución del canibalismo sexual es crucial conocer su prevalencia en condiciones naturales, así como su impacto sobre el éxito reproductor de las hembras.
Para probar estas hipótesis llevamos a cabo una serie de experimentos de campo en una población natural de la tarántula mediterránea Lycosa tarantula. Variando la disponibilidad de machos dentro de su rango natural, encontramos que un 1/3 de las hembras canibalizan algún macho. Además, las hembras que habían copulado previamente con al menos con un macho eran más probablemente caníbales. La disponibilidad de machos afectó la tasa de canibalismo sexual, esta última mostrando un incremento lineal con el número de machos disponibles. Un patrón similar siguió las tasas de cópulas y de cohabitaciones (encuentros entre machos y hembras cerca del nido). Los machos constituyeron un recurso alimenticio de alta calidad para las hembras, que favoreció a aquellas que lo habían incorporado experimentalmente en su dieta, haciendo puestas más pesadas, produciendo mayor número de crías y de mejor condición, y acelerando el desarrollo de la puesta y la dispersión de las arañitas, en comparación con hembras que se alimentaron únicamente de presas naturales. Además nuestros resultados apoyan firmemente la hipótesis de que las hembras sufren un desequilibrio nutricional en la naturaleza y los machos contribuyen eficazmente a paliar esas deficiencias nutricionales.