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PANORÁMICAS
¿Incorporación social de migrantes colombianos en Chile?:
vulnerabilidad y lucha por el reconocimiento *
Nicolás Gissi-Barbieri**
Universidad de Chile
Sebastián Polo Alvis***
Universidad del Rosario, Colombia
https://doi.org/10.7440/antipoda38.2020.07
Cómo citar este artículo: Gissi-Barbieri, Nicolás y Sebastián Polo Alvis. 2020. “¿Incorporación social
de migrantes colombianos en Chile?: vulnerabilidad y lucha por el reconocimiento”. Antípoda. Revista
de Antropología y Arqueología 38: 137-162. https://doi.org/10.7440/antipoda38.2020.07
Recibido: 2 de marzo de 2019; aceptado: 24 de agosto de 2019; modicado: 23 de septiembre de 2019.
Resumen: objetivo/contexto: se identican los factores socioculturales y ex-
periencias de vida que participan en los procesos de incorporación social de
migrantes provenientes de Colombia que residen hoy en Chile, junto con el
análisis de sus procesos migratorios y de inserción en la ciudad de Santiago.
Metodología: a través del trabajo de campo realizado entre los años 2015 y
2018 en la ciudad de Santiago de Chile, y a partir de una metodología cuali-
tativa, se observa en los colombianos una lucha por el reconocimiento, la que
aquí indagamos a partir de sus tres formas o esferas: los afectos cercanos y
la autoconanza; las relaciones de igualdad, del derecho; y la participación
económica, de la solidaridad, ejes transversales de nuestro marco referencial
* Presentamos aquí resultados del proyecto Fondecyt de Iniciación “Migración y procesos de integración
y exclusión social de colombianos y mexicanos en Chile. Estudio comparativo de dos casos de movili-
dad intra-latinoamericana” y del proyecto “U-Nómades. Red de Investigación Socio-Antropológica en
Migraciones, Relaciones Interculturales y Políticas Públicas”, Programa U-Redes, de la Vicerrectoría de
Investigación y Desarrollo, Universidad de Chile, así como de las pesquisas de entrevistas realizadas en
el marco de la agenda de investigación del Semillero de Migraciones Colombianas al Exterior (Semicoex)
de la Universidad del Rosario, Colombia. Los autores agradecemos a estas instituciones por su apoyo y a
los revisores que aportaron con sus comentarios para mejorar este artículo.
** Doctor en Antropología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Antropólogo social
de la Universidad de Chile. Académico del Departamento de Antropología, Facultad de Ciencias Sociales,
Universidad de Chile. Coordinador de la Red de Estudios Migratorios U-Nómades de la Universidad de
Chile. * ngissi@uchile.cl
*** Maestrando en Economía de las Políticas Públicas de la Universidad del Rosario, Colombia. Politólogo de
la Universidad del Rosario, Colombia. Docente y director del Semillero de Migraciones Colombianas al
Exterior de la Línea de investigación sobre Dinámicas y Asuntos Internacionales del Grupo de Estudios
Políticos Internacionales (GEPI), Facultad de Ciencia Política, Gobierno y Relaciones Internacionales,
Universidad del Rosario, Colombia. * sebastian.polo@urosario.edu.co
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Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. n.° 38 · Bogotá, enero-marzo 2020 · ISSN 1900-5407 · e-ISSN 2011-4273 · pp. 137-162
https://doi.org/10.7440/antipoda38.2020.07
para la comprensión de los procesos de reconocimiento e incorporación
social de los migrantes colombianos en la sociedad chilena. Conclusiones:
los resultados muestran que las personas afrocolombianas —la mayoría pro-
cedentes de Cali y del sur de Colombia— señalan ser objeto de recurrentes
expresiones de racismo, que se suman a los estereotipos generales sobre la
sociedad colombiana. Se constata además una fuerte diversidad y fragmenta-
ción entre migrantes colombianos basadas en particularidades regionales, de
estrato socioeconómico, ocupación y género. Originalidad: son escasos los
textos que han analizado las condiciones y trayectorias de los/as colombia-
nos/as en Santiago de Chile.
Palabras clave: América Latina, incorporación social, migraciones,
movilidad Colombia-Chile, reconocimiento social, vulnerabilidad.
Social Incorporation of Colombian Migrants in Chile? Vulnerability and the
Struggle for Recognition
Abstract: Objective/context: Identies the socio-cultural factors and life
experiences that are involved in the social incorporation of Colombian mi-
grants currently residing in Chile, also analyzing their migration and inser-
tion in the city of Santiago. Methodology: rough the eldwork carried
out between 2015 and 2018 in the city of Santiago de Chile, and based on
a qualitative methodology, we reveal Colombians’ struggle for recognition,
which we investigate here based on its three forms or spheres: close aects
and self-condence; relations of equality, of rights; and economic participa-
tion, of solidarity. ese are the transversal axes of our frame of reference
through which to understand the recognition and social incorporation of
Colombian migrants in Chilean society. Conclusions: e results show that
Afro-Colombians - the majority from Cali and southern Colombia - are sub-
ject to recurrent expressions of racism, in addition to general stereotypes
regarding Colombian society. ere is also a marked diversity and fragmenta-
tion among Colombian migrants based on regional particularities, socio-eco-
nomic status, occupation, and gender. Originality: Few texts have analyzed
the conditions and trajectories of Colombians in Santiago de Chile.
Keywords: Chile-Colombia mobility, Latin America, migrations social incor-
poration, social recognition, vulnerability.
Incorporação social de migrantes colombianos no Chile? Vulnerabilidade e luta
por reconhecimento
Resumo: objetivo/contexto: identica-se os fatores socioculturais e expe-
riências de vida que participam dos processos de inclusão social dos migran-
tes da Colômbia que atualmente residem no Chile, bom como a análise de
seus processos migratórios e de inserção na cidade de Santiago. Metodologia:
através do trabalho de campo realizado entre 2015 e 2018 na cidade de San-
tiago do Chile, com base em uma metodologia qualitativa, observa-se uma
luta por reconhecimento nos colombianos, que foi estudada aqui a partir de
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Nicolás Gissi-Barbieri y Sebastián Polo Alvis
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três formas ou esferas: afetos íntimos e autoconança, relações de igualdade
e de direito, e a participação econômica, de solidariedade, eixos transversais
referenciais para a compreensão de processos de reconhecimento e inclusão
social dos migrantes colombianos na sociedade chilena. Conclusões: os re-
sultados mostram que os afro-colombianos, a maioria de Cali e do sul da Co-
lômbia, armam estar sujeitos a expressões recorrentes de racismo, que são
somados aos estereótipos gerais sobre a sociedade colombiana. Há também
uma forte diversidade e fragmentação entre os migrantes colombianos, com
base em particularidades regionais, status socioeconômico, ocupação e gêne-
ro. Originalidade: poucos textos que analisaram as condições e trajetórias
dos colombianos em Santiago do Chile.
Palavras-chave: América Latina, inclusão social, migrações, mobilidade
Chile-Colômbia, reconhecimento social, vulnerabilidade.
La movilidad humana global y Sur-Sur se ha incrementado de manera
considerable en las últimas tres décadas (Organización Internacional
para las Migraciones [OIM] 2011) y ha generado una renovada necesi-
dad de reexión sobre la temática, considerando sus dimensiones econó-
micas, políticas y culturales. En particular, los desplazamientos dentro de
América Latina han aumentado intensamente durante los últimos diez años y Chile
concentra en la actualidad el mayor ujo inmigratorio regional (Comisión Econó-
mica para América Latina [Cepal] y Organización Internacional del Trabajo [OIT]
2017), que ya no solo proviene de las fronterizas poblaciones de Perú, Argentina y
Bolivia como lo era históricamente. Estas nuevas realidades han generado múltiples
desafíos para la convivencia pluricultural y el desarrollo social en las ciudades y han
convocado el interés cientíco de las ciencias sociales. Especial atención y debate ha
suscitado la discusión en torno a cómo se insertan los migrantes a la sociedad de
acogida, por lo que se hace necesario investigar cómo se genera este proceso, en el
contexto y desafío de la construcción de sociedades culturalmente plurales.
Según los datos del Censo 2017 (Instituto Nacional de Estadísticas [INE] 2018),
en Chile habría 746.465 migrantes que representan el 4,3% de la población nacional
y se caracterizan por un perl etario joven (15-44 años). Sin embargo, de acuerdo
a los últimos datos del INE (2018) y del Departamento de Extranjería y Migración
(DEM), en este país habría 1.251.225 migrantes que estarían representando el 6,6%
de la población total. Los principales países de los que provienen los inmigrantes son
de Latinoamérica y el Caribe: en primer lugar, venezolanos, con 288.233 personas;
después, Perú, con 223.923; en tercer lugar, haitianos, con 179.338; y en cuarto lugar,
Colombia, con 146.582 personas inmigrantes.
Especialmente en el caso de Colombia, los conictos políticos, la violencia in-
terna y el alto nivel de inseguridad que rige en sus principales ciudades —altamente
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segregadas y con amplia economía informal— han incrementado el malestar y el
miedo y, como consecuencia, han impulsado la movilidad durante el siglo XXI
(Martínez y Orrego 2016). Dichas condiciones serían resultado de procesos enmar-
cados en un contexto de recrudecimiento paulatino del conicto armado interno
en Colombia durante los años noventa y principios del siglo XXI, en los cuales se
manifestarían problemáticas críticas como el desplazamiento interno masivo y la
salida de refugiados hacia países como Estados Unidos, Ecuador, Panamá y Costa
Rica (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados [Acnur] 2016).
A partir de ello, “la percepción de inseguridad producida por el conicto armado y
sus elementos conexos […] se han convertido en principios que constriñen las acti-
vidades y expectativas de migrantes prospectivos” (Palma 2015, 11).
A mediados de los 2000, tendría lugar la tercera ola migratoria, la de mayor di-
mensión estadística en la historia de Colombia (Mejía 2012). Dentro de los procesos
migratorios de la diáspora colombiana, a partir de ese momento se ha identica-
do una progresiva transformación frente a los destinos de migración y una diver-
sicación de los países de recepción, entre los que se destacan regiones de Europa
occidental, así como otros destinos no tradicionales en América Latina (Echeverri
2005; Polloni y Matus 2011). Tras este periodo, uno de los principales destinos de
migración sería Chile, en el que “en 2014 hubo 25.038 colombianos, lo cual signica
que, en comparación con 2002, se experimentó un aumento sustancial de 511%”
(Polo y Serrano 2018b, 173). Sin embargo, el crecimiento de esta población no se
detendría allí: de acuerdo con los registros censales recientes (INE 2018), se registra
la presencia de 108.001 colombianos en Chile para 2017 (gura 1), lo cual indica que
el número de colombianos se cuadruplicó entre los dos últimos registros conocidos.
Figura 1. Población extranjera total discriminada por principales nacionalidades (1992-2017)
Censo 1992 114. 59 7 Censo 2002 184.464 Censo 2017 784.865
Argentina 34.415 Perú 48.176 Perú 192.082
España 9.849 Argentina 37. 8 63 Colombia 108.001
Bolivia 7.7 29 Bolivia 10.919 Venezuela 85.461
Perú 7. 6 4 9 Ecuador 9.393 Bolivia 77.503
Estados Unidos 6.249 España 9.084 Argentina 73.867
Alemania 5.603 Estados Unidos 7.754 Haití 64.567
Brasil 4.610 Brasil 6.899 Ecuador 28.612
Italia 4.451 Alemania 5.473 España 17.614
Francia 2.362 Venezuela 4.338 Brasil 16.491
Ecuador 2.267 Colombia 4.097 Estados Unidos 13.892
Venezuela 2.397 Italia 3.927 Rep. Dominicana 12.073
Colombia 1.666 Cuba 3.163 R. P. de China 9.599
Fuente: elaboración propia a partir de información del INE de Chile, compilada por el proyecto
Imila-Celade (Cepal 2018a). Los datos de 2017 corresponden a cifras de la Organización de Na-
ciones Unidas (2017).
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Importantes retos económicos y políticos ha debido enfrentar Colombia en las
últimas tres décadas, debido al colapso en los precios internacionales del café —la
principal fuente de recursos del país durante gran parte del siglo XX—, así como
otros escenarios complejos como la crisis nanciera de 1999, recrudecida por el te-
rremoto de Armenia. Sumado a ello, otros factores como la crisis petrolera por el
colapso de los precios internacionales desde 2014 y el auge del conicto armado en
un contexto de expansión del tráco de drogas desde hace ya seis décadas propicia-
rían las condiciones para el crecimiento de la migración y el refugio de un gran nú-
mero de colombianos. Estos conictos han forzado a muchas personas a desplazarse
internamente o a abandonar su país natal, entre los cuales hay un total de 4.700.000
colombianos/as que residen en el exterior desde hace ya siete años (Polo y Serrano
2019). Así mismo, se estima la presencia de 224.080 refugiados, de los cuales se re-
gistran 5.882 en Chile para 2017 (Acnur 2018). Este sector se caracteriza por tener
perles y localizaciones muy heterogéneos y, en su mayoría, se han establecido en la
región metropolitana (63.614), en la de Antofagasta (19.493) y en la de Valparaíso
(4.673) (INE 2018; Cepal 2018b).
Ahora bien, no solo los grupos más vulnerables se movilizan desde y hacia
países del sur, sino que una parte de estas migraciones es protagonizada por sujetos
de estratos medios y altos, algunos con estudios técnicos y superiores. La diversidad
de sexo, clase / estrato social, nivel educacional y “raza” caracteriza y distingue los
recientes ujos Sur-Sur, lo que también incide en los patrones que siguen sus trayec-
torias migratorias y la concentración socioeconómica que enfrentan en los barrios
residenciales a los cuales tienen acceso en las ciudades de destino (Gissi-Barbieri y
Ghio-Suárez 2017).
De este modo, el problema de investigación que planteamos en este texto se
cuestiona: ¿cuáles son los factores socioculturales y experiencias de vida que partici-
pan en los procesos de incorporación social de migrantes provenientes de Colombia
que residen hoy en Chile? Nuestro propósito es interpretar y analizar sus procesos
migratorios y de inserción en la ciudad de Santiago, considerando sus proyectos y
trayectorias migratorias, con sus continuidades y contradicciones en el tiempo.
Contexto y causas de la migración colombiana en Chile
Dentro de las diversas condiciones que propiciaron la tercera ola migratoria de la
diáspora colombiana durante los años 2000, se manifestó una diversicación de sus
destinos migratorios a nivel regional y transcontinental. Dentro de América Latina,
algunas de las razones que inuyeron en la expansión de esta movilidad colombiana
se deben, por una parte, a que la región en su conjunto ha logrado crecer en térmi-
nos económicos, lo que se traduce entre otras cosas en un incremento en el empleo
(OIM 2015). Por otra parte, uno de los principales incentivos a la migración se ha
dado gracias “al auge económico del sector exportador en Chile, caracterizado por
el ingreso de grandes ujos de divisas resultantes de los dividendos del cobre, en
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consonancia con un sector exportador diversicado y una política macroeconómica
enfocada a un desarrollo sustentable” (Polo y Serrano 2018b, 173).
Sin embargo, es necesario precisar algunos elementos del caso migratorio es-
tudiado en el presente texto. A pesar de que existen condiciones económicas y de
facilidad logística para el arribo de nuevos migrantes colombianos, lo cual señala
un incremento sostenido durante los últimos diez años, las leyes que delimitan el
entramado de la política migratoria chilena están en condición de obsolescencia.
Hasta el 2018, el soporte legislativo referido para los asuntos migratorios en Chile
estaba regido por el Decreto Ley n.° 1094 de 1975 y la Ley de Extranjería promul-
gada por el Decreto Supremo n.° 597 de 1984; jurisprudencia expedida durante el
régimen militar de Pinochet, bajo condiciones de cierre a las migraciones como
un fenómeno securitizado que representaba una latente amenaza al orden estable-
cido. Ahora bien, dentro de estas condiciones, a pesar de las tendencias expuestas
anteriormente y de los avances que ha habido para la actualización del régimen
legislativo migratorio, como lo fueron la Ley n.° 19.476 de 1996 y la Ley n.° 20.430
de 2010 en materia de asilo, refugio y protección de derechos humanos, existieron
algunos vacíos que han minado las condiciones óptimas de adaptación e incorpo-
ración social de los migrantes. Según la OIM:
resulta fundamental modicar la ley de modo de que se ajuste a la realidad actual
de la migración y a la normativa internacional vigente sobre los derechos de los
trabajadores migrantes. Asimismo, se requiere contar con una política de carác-
ter nacional que otorgue lineamientos para abordar de manera coordinada e
integrada las distintas dimensiones de la migración. Una modicación legisla-
tiva debiera, entre otras cosas, garantizar el derecho a residencia, sin que que-
de vinculado a un contrato de trabajo, algo que está señalado en los acuerdos
en materia de residencia alcanzados en el marco del Mercosur.La discusión
respecto de una política migratoria debe convocar a los distintos actores in-
volucrados en la temática migratoria. Un actor clave que ha estado más bien
ausente en este tipo de discusiones, es la sociedad civil. Resulta central generar
mecanismos para facilitar el diálogo y la participación conjunta en la discusión
y elaboración de propuestas y política migratoria. Las organizaciones nutren
de información y actúan como puente entre la población migrante y la institu-
cionalidad, facilitando, por ejemplo, el traspaso de información respecto de las
medidas implementadas. (2011, 90)
Ahora bien, ante la aclaración ulterior sobre las condiciones legales para el
desarrollo de la migración, los desplazamientos colombianos tuvieron su expansión
por condiciones paralelas ante un mismo proceso. Por un lado, hubo un crecimien-
to considerable entre 2003 y 2009, periodo en el que se registró la llegada de 7.989
personas (gura 2). Dicho crecimiento, conjugado con una expansión paralela de
los demás ujos migratorios que incrementarían el volumen de colombianos en la
región, sería determinante para el surgimiento de una nueva tendencia migratoria.
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Además de considerar las diversas razones de atracción derivadas del auge econó-
mico, de las ventajas comparativas en condiciones laborales y niveles de ingreso, la
oferta educativa, entre otros elementos, también resalta la segunda gran tendencia
de la migración colombiana en Chile: el efecto llamado, derivado de los procesos de
reasentamiento de refugiados.
Figura 2. Colombianos por año de llegada (1900-2017)
1900 -
1959
1960 -
1969
1970 -
1979
1980 -
1989
1990-
1999
2000-
2002
2003 -
2009
2010 -
2012
2013 -
2015
2016 -
2017 Ignorado
87 70 146 307 1.012 1.001 7.9 89 17.180 32.642 32.996 14. 571
Fuente: elaboración propia a partir de información del INE de Chile, compilada por el proyecto
Imila-Celade y el proyecto Redatam (Cepal 2018a, 2018b).
Respecto a dicho fenómeno, en comparación con el aporte nominal de las mi-
graciones regulares de colombianos en el exterior:
no han sido de gran representación nominal respecto al total de refugiados co-
lombianos en el exterior, [pero] sí han congurado los procesos migratorios en
la región del Norte Grande de Chile. El principal elemento que dio inicio a una
política de protección y regularización de refugiados se remonta a la suscripción
de Chile al programa de reasentamiento de Acnur, con el cual se pretendió dar
una solución perentoria a aquellos refugiados que tuvieran complicaciones de
protección, o serios problemas de integración en sus primeros países de asilo
que provenían de países como Costa Rica y Ecuador. (Polo y Serrano 2018b, 176)
Como resultado de los efectos colaterales del conicto armado en Colombia
entre 2002 y 2010, el escalamiento de los combates y operaciones militares a lo largo
del territorio derivó en la salida de un considerable número de colombianos hacia
países como Ecuador, en búsqueda de ser admitidos bajo condición de refugio. Asi-
mismo, tras la suscripción de Chile al Programa de Reasentamiento de 1999 lidera-
do por Acnur, cientos de refugiados palestinos, yugoslavos, afganos y colombianos
se han venido reasentando en este país, por ejemplo, en el área de la frontera norte,
en ciudades como Arica, Antofagasta, Iquique y Calama (Acnur, 2013, 2019).
Con el progresivo avance de la institucionalidad chilena referente a la Ley n.° 19.476
de 1996 sobre el levantamiento de las deportaciones y de las detenciones por condi-
ción de irregularidad fronteriza, conjugado con los grandes réditos económicos de las
regiones del Norte Grande con el auge exportador minero, se propiciaron las condicio-
nes adecuadas para desarrollar un proceso migratorio en red que permitiría generar
lógicas autónomas. Por ejemplo, la predominancia de colombianos provenientes de
la región pacíca de Colombia, especícamente del Valle del Cauca (Vicuña y Rojas,
eds., 2015), también implicó una articulación con los procesos de reasentamiento de
Acnur desde Ecuador. Gracias a la relativa proximidad espacial y cultural de este país
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respecto a Chile, se desarrollaría una tendencia migratoria de desplazamiento terrestre
que tendría un principal impacto en la zona fronteriza con Perú:
Según la Policía de Investigaciones de Chile (PDI), en los puestos fronterizos
terrestres existentes en Arica y Parinacota (Chacalluta, Chungará y Visviri) ha
habido un total de 65.711 registros entre 2010 y 2013, de los cuales un 99% co-
rresponden a Chacalluta. Se observa crecimiento de los ujos tanto de ingreso
como de salida en esos puntos. Estos datos contribuyen a la hipótesis de que la
migración de colombianos se ha hecho por medio de diversas experiencias de
viaje y en ciertas condiciones del migrante. (Polo y Serrano 2018b, 176)
Sin embargo, entre 2012 y 2017 se experimentaría el mayor ingreso de colom-
bianos a Chile, un periodo caracterizado por las negociaciones de paz con las Fuer-
zas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP). A pesar
de ser un avance que signicaría el n a una guerra de más de cincuenta años contra
un actor armado que ha inuido en procesos de desplazamiento interno, la latencia
del accionar de las FARC-EP sería aprovechada en favor de otros actores armados
que buscan sacar provecho de la ventana de oportunidad generada por las negocia-
ciones de paz. Asimismo, es de destacar también que el crecimiento durante este
periodo podría obedecer a la consolidación de la comunidad colombiana en Chile,
acompañada de otros procesos de re-emigración provenientes de Argentina:
Con la llegada de Mauricio Macri a la Presidencia del país en 2015, diversos he-
chos que inuyeron en el contexto económico de la sociedad argentina, como
el progresivo desmontaje de los sistemas de subsidios a los servicios públicos
y al consumo y la liberación del cepo cambiario a las divisas, generaron un
progresivo encarecimiento del costo de vida, lo cual puede dar explicación a una
reversión de la tendencia de las migraciones colombianas hacia Argentina de la
última década. […] Por tanto, es posible considerar que la población colombiana
en Argentina tiende a estar experimentando un escenario de transición econó-
mica que ha derivado en un progresivo deterioro de la economía que, con las
consecuentes reformas económicas realizadas desde 2015, han derivado en unas
condiciones que han sido menos favorables para la proliferación de la migración.
(Polo y Serrano 2018a, 147)
Ahora bien, dentro de la evolución de las tendencias migratorias de los co-
lombianos en los países del Cono Sur, es necesario comprender que varios condi-
cionamientos de la diáspora están directamente afectados por el panorama político,
económico y social del país emisor. No obstante, es clave convenir que esos procesos
migratorios implican una aproximación a procesos de adaptación social que pre-
tenden acomodar la existencia de estas poblaciones dentro de nuevos entramados
sociales que les den condiciones de aceptación y actividad para el desarrollo de sus
vidas y proyectos en condiciones dignas. Por lo tanto, es necesario acentuar la im-
portancia de los procesos de incorporación social como un proceso de recalicación
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social para el migrante y que, así como son una oportunidad para la adhesión exitosa
y la vinculación completa de estas comunidades, también son escenarios en los que
se presentan casos de exclusión y discriminación que obstaculizan la adaptación
de estas dentro del orden social y económico del país receptor. A continuación, se
ahondará sobre los entramados teóricos de exclusión e incorporación social1.
Marco teórico: exclusión e incorporación social en la era posliberal
Migrar e insertarse hoy en día a nuevos países resulta particularmente difícil en
un contexto económico global signado por el neoliberalismo y por el aumento de
las restricciones migratorias a escala mundial. Balibar ha destacado recientemen-
te la relación paradójica entre un concepto de ciudadanía universalizado y ciertas
formas de exclusión interior, característicos de la política de la era posnacional y
posliberal, en la cual la situación de los inmigrantes implica el efecto combinado
de las exclusiones interiores de clase y de “raza”: “La categoría de exclusión resulta
entonces compleja, heterogénea, pero también representa un sitio privilegiado […]
para las actuales condiciones de la ciudadanía” (2013, 111-112).
En este marco mundial, los escenarios sociolaborales de los migrantes Sur-Sur
se han visto transformados durante las últimas tres décadas por las decisiones de los
gobiernos latinoamericanos —como los actuales de Colombia y Chile— de adoptar
prácticas neoliberales a cambio de la apertura comercial al mercado global —así
como recibir ayuda nanciera— por medio de los tratados internacionales de co-
mercio. Estos contextos económicos suelen generar una precarización, creada por la
degradación de las relaciones de trabajo y de las protecciones ligadas a ellas, esto es,
por la crisis de la sociedad salarial. La mayoría de los hoy denominados excluidos
fue invalidada por la coyuntura de la transformación reciente de las reglas del juego
social y económico. Son los “supernumerarios”. La exclusión social ha devenido así
en la “cuestión social” por excelencia (Castel 2015).
De este modo, la anterior seguridad laboral —de las décadas de 1960 y 1970—
que las industrias tendieron a generar se ha visto mermada por la exibilidad laboral
y el empleo informal, lo que ha aumentado los riesgos y la inseguridad (Bauman
2006), especialmente en las grandes urbes. Estos cambios en el nivel macro han re-
dundado en que suele ser insuciente el esfuerzo individual de quien migra a ciuda-
des latinoamericanas tanto del propio país (desplazamiento interno) como de otros
países.
Comenzamos entonces exponiendo el emergente enfoque que hace referencia
a los procesos de exclusión e incorporación social, modelo teórico que se ha desa-
rrollado precisamente para dar cuenta de estas transformaciones en las sociedades
nacionales y de cómo tales mutaciones han impactado en las familias e individuos.
El enfoque de exclusión social se ha desarrollado especialmente en Francia, Italia y
1 Para mayor información sociodemográca y geográca sobre la población migrante colombiana en Chile,
remitirse a las figuras 3, 4, 5 y 6 en el anexo (N. del editor).
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los países nórdicos europeos desde la década de 1970. Es un modelo que entiende la
pobreza como un fenómeno global y se centra en los procesos, los sujetos y la multi-
dimensionalidad de las desventajas. Inicialmente, el modelo de exclusión social hizo
referencia tanto a los problemas sociales de los inmigrantes como a los de los disca-
pacitados, enfermos crónicos, desempleados de larga data (viejos obreros) y jóvenes
desempleados, entre otros, dentro su propia sociedad: la gente que se encontraba
“fuera” de la sociedad, “extramuros”, los no ciudadanos. Sin embargo, en sus inicios,
esta interpretación pecó de dualista: los individuos estaban integrados o excluidos,
lo cual simplicaba la realidad social.
Castel (2015), Tezanos (2002) y Balibar (2013) han presentado un esquema más
complejo, en el que la sociedad no se encuentra fracturada en dos grandes grupos,
sino separada al menos en tres “áreas”. De este modo, a partir de un esquema cir-
cular, han denominado al núcleo como integración, a la zona que lo circunda como
vulnerabilidad social y al área periférica como exclusión, a la vez que han destacado
la precariedad creciente de los distintos estratos de la sociedad:
el punto esencial para destacar es que hoy es imposible trazar fronteras claras
entre estas ‘zonas’. Los sujetos integrados devienen vulnerables particularmente
por la precarización de las relaciones de trabajo y los vulnerables caen todos los
días en lo que llamamos ‘la exclusión’. Pero hay que ver en esto un efecto de
los procesos que atraviesa el conjunto de la sociedad y se originan en el centro
y no en la periferia de la vida social. Por ejemplo, en la decisión de la empresa de
jugar a fondo la carta de la exibilidad o en la elección del capital nanciero de
invertir en el exterior. (Castel 2015, 24)
La exclusión es así un proceso dinámico asociado a la estructura económica y
urbana, que puede ser permanente o intermitente y pasar de una situación de vul-
nerabilidad a otra de aislamiento y dependencia. Entre la vulnerabilidad y la inte-
gración encontramos incluso una cuarta área, la inserción, que signica hacerse un
lugar entre los otros, al lado, cerca de los integrados, pero no conjuntamente, sin
lograr una interacción igualitaria con estos. La integración social aparece entonces
como un largo proceso que se ha de recorrer —y de preservar, para quienes lo hayan
logrado— y en el que se deben superar diferentes etapas que dependerán de los dis-
tintos puntos de partida de cada individuo o grupo, para lo cual puede que no solo
encuentren barreras institucionales, sino también en la comunidad nacional o en
sectores de esta. Como lo destaca Balibar:
Las cosas son mucho más complicadas en la práctica, puesto que hay toda suer-
te de grados en la ciudadanía activa […], y sobre todo una zona gris en la que
guran individuos que no están ni completamente incluidos ni completamente
excluidos […] la realidad está hecha de un conicto no resuelto, en permanente
evolución, que se despliega en lo medular entre las bambalinas de la ciudadanía
(o en otra escena de la política) y que tiene por objeto las violencias discrimina-
torias, las desigualdades de estatus y de derechos, cuya ‘materia’ antropológica es
¿Incorporación social de migrantes colombianos en Chile?: vulnerabilidad y lucha por el reconocimiento
Nicolás Gissi-Barbieri y Sebastián Polo Alvis
PANORÁMICAS
147
sexual, racial, religiosa, cultural […]. Esta zona gris aparece no solo como una
zona de indecisión entre la inclusión y la exclusión, sino como una zona en que
la exclusión es indirectamente reclamada al Estado representativo por una cuasi
comunidad de semi-ciudadanos, o de ciudadanos inseguros de sus derechos y de
su reconocimiento. (Balibar 2013, 111)
El mal o falso reconocimiento (Taylor 1993; ayer 2013) y la mala distribu-
ción o el mantenimiento de las desigualdades sociales tienden a generar procesos de
exclusión, en los que “determinadas personas están en la sociedad sin ser de la sociedad”,
como armara Louis de Bonald en el siglo XVIII. En palabras de Honneth:
la inclusión de los miembros de la sociedad tiene lugar siempre a través de los
mecanismos de reconocimiento mutuo, pues así es como aprenden los indivi-
duos a armarse intersubjetivamente en determinados aspectos o facetas de sus
personalidades […] este proceso de inclusión también puede entenderse como
un mecanismo mediado por el lenguaje, los gestos o los medios de comunicación
con los que los individuos consiguen la ‘visibilidad’ pública. (2010, 185)
Ahora bien, esta lucha por el reconocimiento implica tres formas o esferas: la de
los afectos cercanos, del amor; la de las relaciones de igualdad, del derecho; y la de la
participación económica, de la solidaridad. La primera hace referencia al desarrollo
de la autoconanza en los individuos; para que esto se produzca, se debe generar un
entorno donde exista seguridad afectiva y se reconozca la dignidad de los sujetos.
En el plano del derecho, el reconocimiento habilita a los individuos a emitir juicios
públicos y se pasa a ser valorado como sujeto político. Por último, la esfera de la so-
lidaridad implica la valoración de cada persona como un agente que participa desde
sus particularidades en el ámbito del empleo o trabajo (Honneth 2010).
Más allá de lo económico, la exclusión se reere entonces a lo social, lo po-
lítico y lo cultural, a la interconexión entre estas dimensiones y, en denitiva, a la
falta de participación en el intercambio social en general. La Organización Inter-
nacional del Trabajo (OIT) entiende la exclusión social como un fenómeno mul-
tidimensional que implica tres dimensiones: económica, política y cultural, que se
acumulan con el propósito de diferenciar la capacidad de grupos sociales e indivi-
duos para cambiar su posición en la sociedad. En concordancia con esta perspec-
tiva, Gacitúa y Davis (2000) señalan que la exclusión social se puede denir como
la imposibilidad de un sujeto o grupo social para participar efectivamente en re-
lación con estos tres niveles: (i) económico, en términos de privación material y
acceso a mercados y servicios que garanticen las necesidades básicas; (ii) político,
en cuanto a carencia de derechos civiles que permitan la participación ciudadana;
(iii) sociocultural, referido al desconocimiento de las identidades de género, gene-
racionales, étnicas o religiosas.
Ahora bien, la exclusión social implica tanto una dimensión temporal como
espacial. La dimensión temporal indica que la exclusión es el resultado de la
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acumulación de factores de riesgo en circunstancias históricas particulares. Para
comprender los “estados” de exclusión, debemos reubicarlos en un proceso, pues
son el resultado de diferentes trayectorias que los marcan. En la mayoría de los casos,
como sostiene Castel, “la exclusión designa actualmente situaciones que traducen
una degradación con respecto a una posición anterior” (2015, 24). La dimensión
espacial se reere a que la exclusión responde a la interacción de múltiples factores
que se articulan en un territorio determinado; de ahí conceptos clásicos como mar-
ginados (al margen) y suburbios, cuyos pobladores tienen un difícil acceso al centro
o a los centros urbanos, por lo cual quedan “inmovilizados” y se generan guetos,
“espacios cerrados escindidos de la comunidad” (Donzelot 2012, 31). Del mismo
modo, el concepto contiene tanto un aspecto objetivo como subjetivo. El aspecto
objetivo considera las condiciones efectivas, como la ubicación espacial, la dicultad
de acceder al mercado laboral debido a un bajo nivel de escolaridad o el desconoci-
miento de una lengua. El aspecto subjetivo considera la representación social o ima-
ginarios que los sujetos han elaborado de dichas condiciones, de cómo se perciben a
sí mismos y de las estrategias que desarrollan para superarlas.
Pensando en la aplicación de este enfoque a realidades latinoamericanas,
García Canclini (2004) ha armado que al modelo de la desigualdad entre clases
—característico de los análisis realizados en Europa, como por ejemplo los de Bour-
dieu (1998)— hay que sumar y articular en América Latina el modelo de la diferen-
cia. Más aún: la problemática de la desigualdad y de la diferencia ha girado hacia el
enfoque de la inclusión/exclusión tanto en los discursos hegemónicos como en el
pensamiento crítico. Ahora bien, los tres modelos son necesariamente complemen-
tarios: “necesitamos pensarnos a la vez como diferentes, desiguales y desconectados”
(García 2004, 79) —o similares, iguales y conectados—. Y es que la sociedad es con-
cebida en el mundo pos/moderno o tardío/capitalista —más que nunca, como ha
señalado Castells (1991)— como una red o un conjunto de redes interconectadas. Al
respecto, sostiene García Canclini:
La relativa unicación globalizada de los mercados no se siente perturbada por
la existencia de diferentes y desiguales: una prueba es el debilitamiento de estos
términos y su reemplazo por los de inclusión o exclusión. ¿Qué signica el predo-
minio de este vocabulario? La sociedad, concebida antes en términos de estratos
y niveles, o distinguiéndose según identidades étnicas o nacionales, es pensada
ahora bajo la metáfora de la red. Los incluidos son quienes están conectados, y
sus otros son los excluidos, quienes ven rotos sus vínculos al quedarse sin trabajo,
sin casa, sin conexión. […] Ahora el mundo se presenta dividido entre quienes
tienen domicilio jo, documentos de identidad y de crédito, acceso a la infor-
mación y el dinero, y, por otro lado, los que carecen de tales conexiones. […] En
América Latina, aunque no solo aquí, es particularmente notable la desconexión
escenicada en los ámbitos de la informalidad, donde se puede tener trabajo,
pero sin derechos sociales ni estabilidad. (2004, 73-74)
¿Incorporación social de migrantes colombianos en Chile?: vulnerabilidad y lucha por el reconocimiento
Nicolás Gissi-Barbieri y Sebastián Polo Alvis
PANORÁMICAS
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Aspectos metodológicos, proceso migratorio e incorporación de los
colombianos en Chile: etapas, vulnerabilidades y reconocimiento
Durante el trabajo de campo realizado entre los años 2015 y 2018 en las comunas de
Santiago-Centro, Recoleta, Providencia y Quilicura, en la ciudad capital de Santiago,
se realizaron entrevistas en profundidad a cuarenta mujeres y hombres de naciona-
lidad colombiana2, de los cuales en este artículo citamos los testimonios de doce,
quienes al momento de la entrevista tenían entre tres y diez años de residencia en
el país. Estas comunas fueron seleccionadas para dar cuenta etnográcamente de
la heterogeneidad social y urbana de la capital, respectivamente centro, pericentro
(Recoleta y Providencia) y periferia, espacios en los que se están desarrollando nue-
vas formas de segregación y mezcla social, debido a la modicación en la escala de
la segregación social durante la última década.
Para realizar este análisis cualitativo, los participantes relataron cómo fue la ex-
periencia de su llegada a Chile, qué hechos han sido positivos, negativos o extraños
en su convivencia con chilenos, especialmente respecto a los ámbitos económico,
político y cultural de la incorporación o exclusión social. El contenido de las en-
trevistas fue analizado por medio de una malla temática que se construyó a partir
de la pauta de entrevista. El proceso de codicación se realizó paralelamente al de
categorización, incluyendo categorías emergentes. Finalmente, se utilizó el soware
Atlas.ti® versión 7.0 para visualizar patrones y difundir los resultados. Esta pro-
ducción de datos primarios se complementó con la búsqueda de información en las
bases de datos estatales, las Encuestas de Caracterización Socioeconómica Nacional
(Casen) de 2017, el Censo 2017 (INE 2018) y el Departamento de Extranjería y Mi-
gración (DEM) del Ministerio del Interior y Seguridad Pública.
Entonces, dentro del panorama del colectivo colombiano en Chile, es necesario
concebir las diversas fases de dicho ujo migratorio como un proceso dinámico y
cambiante durante los últimos treinta años. La década de 1990 supuso un tiempo
de transformación política, económica y social en Chile a causa de la transición de-
mocrática tras el plebiscito de 1988, que implicó también una reapertura del país a
nuevas migraciones. Dentro de los testimonios de los entrevistados sobre los colom-
bianos “pioneros” que migraron en los noventa, es posible resaltar una particularidad
del migrante colombiano: su recursividad en tiempo de anonimato social, a causa de
ser una comunidad desconocida para el chileno, que se sumaba a la peruana:
era en todo el país. Y muchos ancados, pero eran curiosos. O sea, como sí,
chévere, el colombiano trabaja mucho, el colombiano es el tipo que monta un
restaurante en el último piso de un centro comercial y vende el almuerzo más ba-
rato. El colombiano no es el peruano que le gusta vender minutos a celular. Al co-
lombiano le gusta más como vender joyas, como más dedicado al comercio, ¿sí?
Entonces a montar las famosas cabinas telefónicas y todo ese tipo de cosas era lo
2 En este artículo se numera a los entrevistados (1, 2, etc.) para mantener el anonimato de los partici-
pantes del estudio.
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usual en esos años. ¿Mi madre?, nada. Mi mamá se dedicó fue a trabajar en casas
que la contratan para que llegue a las 8 de la mañana y se vaya a las 5 de la tarde
y ya, y le consignan en dólares […]. En ese entonces, mi madre, pues, pertenecía
casi que a un grupo de pioneros. Porque, cuando ella se va, dos años después, ella
empieza a llamar gente. Ella se va para Santiago. (Entrevistado 1, 2016)
A partir de ello, el efecto llamado tendría lugar gracias a las facilidades econó-
micas y laborales que ofrecería el país. Dentro de las diversas categorías de carac-
terización y medición establecidas en el Migrant Integration Policy Index (MIPI),
la vigencia previa de un estado de desconocimiento de los colombianos en Chi-
le supuso una ventana de oportunidad para iniciar un proceso de adaptabilidad
paulatina, debido a su particularidad, y el tamaño de su población pudo facilitar
un proceso de incorporación por las posibilidades de establecerse dentro de un
entorno de movilidad laboral y residencia permanente que permitiera una avan-
zada logística para promover la inmigración hacia este país. No solamente por la
progresiva expansión económica que experimentaría Chile durante los años 1990 y
2000, sino también por la facilidad de adaptarse en la sociedad chilena en el inicio
de dicho proceso migratorio, de la cual su ventaja comparativa era el ofrecimiento
de una mano de obra barata:
Entonces, bueno, por un lado, no debo olvidar que mucha de la gente que empezó
a partir en el 2003, 2004, 2005, eran muy jóvenes, pero por otro motivo, ¿sí? Y
es porque empezaron a aparecer avisos por toda la red de que necesitaban gen-
te, especialmente, en el área de contabilidad y de web master, o sea, de vainas de
construcción de redes de información, ¿sí? Resulta que nosotros, cuando llegamos
allá, la mano de obra es más barata que la… no, no, no… la de aquí, o sea, nuestro
concepto mental es que no necesitamos tanto dinero. El chileno cobra mucho más,
¿sí? Entonces los chilenos empezaron a contratar, ni siquiera era muy por debajo,
era un poco por debajo. Pero como estaban contratando cincuenta ingenieros de
sistemas, pues se terminaron ahorrando miles de dólares al contratarlos anualmen-
te a los colombianos, porque aquí nos pagaban muy poco. Entonces, allá, el chileno
que ya había venido aquí sabía que “no, marica, este man se le camella por 800
dólares, no necesita más. Este otro huevón me pide 3.000: suerte”. Y eso se llenó de
colombianos fue así. Fue así la verdadera migración. Porque al norte, la de Antofa-
gasta y todo eso, tiene otras razones. Mucha de esa gente quería quedarse en Brasil
y no pudo, porque en el Brasil de Lula hubo muchas oportunidades de conseguir
vivienda. Entonces, eso hizo que gente del Valle y de todo esto eso se fueran vola’os
para Brasil y, paila, no se pudieron quedar. Siguieron hacia abajo y, en Antofagasta,
encontraron todo el negocio minero. (Entrevistado 1, 2016)
Además de las condiciones anteriormente enunciadas, los procesos migra-
torios al norte de Chile se caracterizaron por la existencia de un mercado de ex-
portación minera que se avizoraba en auge, de acuerdo con factores de atracción
¿Incorporación social de migrantes colombianos en Chile?: vulnerabilidad y lucha por el reconocimiento
Nicolás Gissi-Barbieri y Sebastián Polo Alvis
PANORÁMICAS
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derivados de las buenas experiencias de los colombianos reubicados en el Norte
Grande de Chile, tras las iniciativas promovidas por Acnur para la reubicación de
colombianos refugiados provenientes de países como Ecuador, Panamá y Costa Rica
(Polo y Serrano 2018b). Sin embargo, estas particularidades del efecto llamado inci-
dirían directamente en la incorporación de la comunidad colombiana en Chile, ya
que gran parte de la población que se trasladó estaba directamente conectada con
un perl migratorio caracterizado por personas que sufrieron las consecuencias del
recrudecimiento del conicto armado en los años 2000. La vulnerabilidad socioeco-
nómica de estas poblaciones, junto con las diferencias culturales e incluso “raciales”,
generaron escenarios adversos para la incorporación de esta población dentro de la
sociedad chilena. Desde los postulados de Balibar (2013), es posible dilucidar que
este proceso ha consistido directamente en un esfuerzo sostenido de la población
colombiana por salir de la “zona gris” en la que siguen, en el ejercicio de revalidar sus
condiciones de migrantes en pleno ejercicio de derechos y libertades.
Ahora bien, se plantean perspectivas complementarias sobre la llegada de colom-
bianos a Chile, según las experiencias personales y de sus redes sociales. Uno de los
entrevistados, que participa en un colectivo de migrantes, precisa sobre su experiencia
de migración en Antofagasta, la segunda ciudad con más colombianos en Chile:
En mi caso, yo creo que mi caso es muy particular. Muy distinto, porque, en
realidad, aquí me enviaron como misionero de mi iglesia. Fui como asignado,
especícamente, al norte de Chile. […] Y así fue como conocí el norte de Chile.
Entonces, luego volví, que ya es distinto, porque ya venía para ejercer mi profe-
sión. Estaba yo allá trabajando y quería, siempre había tenido el deseo de venir,
de volver, pero ya como para ejercer la profesión. Para tener una experiencia en
el exterior que es algo como bien valorado en Colombia. Entonces, esa era una de
las cosas, de las metas que tenía, ¿cierto? Era ejercer mi profesión en el exterior y,
pues, ¿qué mejor que acá? Que, pues, ya tenía una red de contactos. Ya tenía ami-
gos y demás. Pero […] fueron personas que fueron asignadas aquí como país de
refugio. Eran personas que eran víctimas de la violencia en Colombia y el Acnur
que, en ese momento, era el que estaba viendo estos casos de refugio, de la ONU,
ellos les dieron a algunas de esas personas un país transitorio que fue Ecuador.
Siempre, cuando ellos eligen un país para estas personas, tienen que reunir cier-
tas condiciones… por ejemplo, similares en cuanto a clima, en cuanto a condi-
ciones geográcas, ¿cierto?, similares al lugar de origen y, aparte, que cuente con
las condiciones sociales y económicas para poder desarrollar su proyecto de vida.
Para poder reponerse y poder levantarse. Entonces, eso fue, digamos, parte de lo
que pasó con los primeros que llegaron acá. Bueno, después ellos fueron trayendo
a sus familias y amigos y, de esa manera, pues se fue, digamos, haciendo famosa
Antofagasta como la ciudad de destino. (Entrevistado 3, 2016)
Por un tema de que Chile es muy famoso en este momento en Colombia porque
hay trabajo, ¿sí?, entonces la gente se está viniendo mucho a trabajar acá porque hay
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construcción… porque está más en vías de desarrollo Chile que Colombia, digamos.
(Entrevistado 7, 2017)
Los interlocutores arman una extendida creencia en Colombia de que en Chi-
le hay trabajo, lo que se constituye como la principal atracción para migrar. La idea
del “sueño chileno” como imaginario del migrante colombiano ha venido calando
dentro de los escenarios de decisión de los migrantes prospectivos en Colombia,
puesto que estos discursos son los que, según Palma (2015), han tenido la posibili-
dad de construir y revalidarse en el tiempo y han sido nutridos por la comprobación
vía la propia experiencia. Esta idea de la prosperidad conlleva además nuevas prác-
ticas y nuevas estrategias de incorporación social y de reactivación económica de
la población migrante como mecanismos de fortalecimiento de la red social que le
atrajo a migrar. Al consolidarse las redes sociales transnacionales en Chile, se facilita
el proceso de inserción de los recién llegados, lo que potencia aún más la migración
(Gissi-Barbieri y Ghio-Suárez 2017). Cabe destacar que el idioma español y la re-
ligión cristiana tienen un rol facilitador que, junto al aumento de las barreras para
migrar a Europa y Estados Unidos, llevan a algunos a preferir Chile. Sin embargo, los
interlocutores resaltan la creciente dicultad de ingresar al país. Se reiteran factores
como la discriminación como agentes que pueden frenar la regularización migrato-
ria, el acceso a derechos fundamentales e incluso la reagrupación familiar. Ante una
paulatina variación en la percepción de los colombianos como migrantes, en la que
se destaca el aumento de los niveles de discriminación y controles sociales, tanto de
la población nacional como por parte de algunas autoridades e instituciones estata-
les, el siguiente entrevistado indica:
No, es que la persona de PDI [Policía de Investigaciones de Chile], solamente
con la vista, detectaba quién entra y quién no. Así es la cruda realidad. ¿Por qué?,
porque yo, en ese momento, viajaba con mi abuela, una prima y el esposo de mi
prima. ¿Qué pasó? Bueno, mi abuela y mi prima, que pudieron pasar la frontera,
la persona del PDI les dijo: “Ustedes pueden pasar, pero los otros dos hombres
no, porque ustedes vienen acá es a trabajar, no como turistas”. Entonces, yo le
decía: “Pero ¿cómo voy a dejar pasar a mi abuela sola si yo vengo con ella? Y
además yo no vengo acá a hacer cosas malas. Yo soy técnico de auxiliar contable
y soy técnico diseñador de soware, y estoy estudiando una carrera en logística
empresarial”, y le mostré el carnet, pero esa carrera quedó, pues no la pude cul-
minar. Él me decía: “No, ustedes no pueden pasar. Ustedes vienen acá a trabajar
o a hacer otro tipo de cosas”. Pero yo decía: “Pero ¿cómo voy a dejarla pasar? O
sea, yo vengo acá a hacer un aporte, no de pronto a hacer esas cosas que dicen que
hacen los colombianos en Antofagasta". Me dijo: “No”. Pues mi abuela pasó y yo
me devolví a Lima. (Entrevistado 5, 2016)
Así, al revisar los diversos testimonios, es posible identicar dos elementos que
cambian desde 2010 la percepción de los procesos de incorporación social de los
¿Incorporación social de migrantes colombianos en Chile?: vulnerabilidad y lucha por el reconocimiento
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PANORÁMICAS
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colombianos en Chile: la masicación de la migración y las transformaciones eco-
nómicas de la economía chilena. Gran parte de dicho cambio se da por consecuencia
del crecimiento inusitado del número de colombianos en Chile entre 2003 y 2015, lo
que ha modicado las percepciones sobre su posición en el país y ha aumentado los
prejuicios por nacionalidad, clase/estrato y “raza”, tres factores que se suman en el
caso de los afrocolombianos, principalmente originarios de Cali, Buenaventura y el
Pacíco colombiano. Este cambio de escenario tiende a dicultar el reconocimiento,
especialmente en la esfera del derecho (relaciones de igualdad).
Los estereotipos de género también están presentes en los discursos analizados.
Por ejemplo, algunas entrevistadas explican que las mujeres chilenas tienen actitu-
des de desconanza y agresividad hacia ellas, que derivan de sus celos y de la mala
interpretación de la forma de expresarse de las colombianas:
Yo hay veces atiendo y les digo a los hombres: “Hola, mi amor, ¿desean almor-
zar?”. Y me dicen ellas: “Él no es amor suyo, él es amor mío” y “Oye, que nosotros
en Colombia le decimos ‘mi amor’”. (Entrevistada 11, 2017)
De este modo, como señala el enfoque de la interseccionalidad, se refuerzan
mutuamente los factores de nacionalidad, clase, “raza” y género. Se destaca que
“Ahora no nos quieren ni ver”:
Efectivamente. Se vio el cambio total. Al principio, todos éramos admirados y
ahora no nos quieren ni ver. No quieren conversar con nosotros. En general, la
mujer es muy maltratada igual, porque generalmente la mujer acá es muy celosa
y piensa que las colombianas, por ser bonitas, porque se visten bien, porque son
como más esmeradas en su personalidad, más esmeradas en su hogar, más con-
sentidoras de su familia, ellas creen que vienen a quitarles, a dañarles los hogares.
Entonces, eso también se ve reejado mucho. El maltrato entre las mujeres. La
mujer chilena no quiere para nada a la colombiana. Ya sea un, este, que son más
bonitas, de que son más entretenidas, de que bailan mejor, bueno, muchísimas
cosas características buenas que tiene la colombiana y, desafortunadamente, sin
demeritar a las chilenas, no lo tienen. La colombiana huele rico, se viste bien, se
prepara para salir a su trabajo súper bien. Con su personalidad, también agrada
mucho a las personas y, desafortunadamente, la chilena no tiene esa personali-
dad. Entonces, ellas, en vez de decir “ya, voy a cambiar”, no, ellas rechazan total-
mente a la mujer colombiana. (Entrevistado 4, 2016)
El color de la piel es un factor prioritario en las maneras en que colombianas y
colombianos describen como positiva o negativa su experiencia en Chile y sus posibi-
lidades de reconocimiento en la esfera de los afectos primarios (relaciones de cercanía)
y, por tanto, de real incorporación en el país. Por último, se resalta la vulnerabilidad del
colombiano en cuanto población estigmatizada a través de lugares comunes asociados
con el narcotráco y la prostitución, entre otros, que constituyen vías peyorativas para
“catalogarlos” y que cuestionan incluso la dignidad de los migrantes:
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Pero, realmente pues han sido muy tenaz, porque aquí te catalogan a ti como,
pues, como colombiano se te abren puertas porque saben que somos trabaja-
dores. Pero también han llegado muchos grupos de personas que han venido a
hacer, a darnos mala imagen dentro del país, dentro de Chile. Y esto ha generado
que, en un momento dado, nos juzguen a todos por igual. O sea, “son ladrones,
venden droga, las mujeres prostitutas”, una cantidad de cosas que afectan la vi-
sión de realmente del gran número del colectivo de colombianos que somos. Muy
poco vienen tal vez a hacer eso, y los otros vienen a hacer, pues unos poquitos
vienen a dañar la imagen, pero pues muchas veces se nota más lo malo que lo
positivo. Entonces, en ese momento fue muy difícil, fue difícil. (Entrevistado 6,
2016)
Son muchos los entrevistados afrodescendientes que comentan haber sido víc-
timas de racismo y desprecio por parte de chilenos e incluso lo han llegado a calicar
como la parte más difícil de su trayectoria migratoria:
Pues lastimosamente termina a veces en golpes […] me dicen “negro yo-no-sé-
qué”. (Entrevistado 8, 2017)
Te miran, así como de mala forma o como que tú estás esperando la micro y, si
hay varios negros, no te paran. (Entrevistado 9, 2017)
La peor… cuando uno sale y le dicen cosas malas. Que hasta de maraca la tratan a
uno que… “se oscureció”, le dicen cosas así, cosas del color. (Entrevistado 10, 2017)
Según algunos de los discursos, las producciones internacionales para la televi-
sión sobre esta temática han inuido en la expansión de este estereotipo:
Esa fama nosotros mismos nos encargamos de venderla, porque sacamos telese-
ries de narcotráco, prostitución, todo eso, entonces nosotros mismos nos hace-
mos la mala fama. (Entrevistado 12, 2017)
Los procesos de incorporación social de los/as colombianos/as en Santiago
están marcados así por distintas situaciones que tienden a generar incertidum-
bres y muchas veces frustran el denominado “sueño chileno”. En estas trayectorias
se destacan las visas —especialmente la visa sujeta a contrato, asociada a múltiples
abusos— y las relaciones con los servicios públicos, así como los estereotipos y el
racismo hacia los afrodescendientes (Echeverri 2016), como puntos críticos. En el
ámbito laboral tiende a haber en cambio una valoración de la actitud, capacidad de
emprendimiento y aporte al trabajo en equipo de los colombianos, que implican un
reconocimiento en la esfera de la solidaridad (intercambios económicos).
Cabe acotar que, en algunas situaciones, la condición identitaria de naciona-
lidad no ha sido relevante y no ha generado exclusión desde los chilenos. Es el caso
¿Incorporación social de migrantes colombianos en Chile?: vulnerabilidad y lucha por el reconocimiento
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PANORÁMICAS
155
de las protestas estudiantiles de 2011, lucha social sobre la que se relatan algunas
experiencias, en donde prima la condición mutua de estudiantes:
Yo, la verdad, pues fue un tema que me parece que también vale la pena como
estudiar, y fue que hubo muchos de los extranjeros que van a Chile y es que
no hicieron amistad con muchos chilenos, sino con extranjeros de otros países.
Entonces, mis compañeros me decían: “Vamos a marchar a la Alameda”. Y en-
tonces, por un momento, yo decía: “Bueno, pero yo soy extranjero, yo qué hago
allá, ¿no?”. Pero el hecho de usted estar metido, ver la lucha estudiantil, ver cómo
todos los sectores se unen, digamos, en este caso particular, no se hablaban ni
de izquierdas ni derechas. O sea, usted veía marchar a los pinochetistas con los
allendistas, rmes todos, pendientes, pues, del tema educativo […]. Yo, en primer
momento, fui dirigente de una vaina en Colombia que se llamaba la GEC [Gru-
pos Estudiantiles Confederados], que esa vaina fue la semilla de lo que hoy es la
MANE [Mesa Amplia Nacional Estudiantil]. Y yo, pues, obviamente, de venir
de esa escuela, pues yo me integré inmediatamente al movimiento estudiantil
chileno. Yo en las marchas y en las asambleas, me encontraba con gente de todo
el mundo. Estudiantes de Brasil, de Argentina, de Francia, de todo lado. O sea,
era una cosa impresionante y eso fue muy interesante. No nos rechazaban, ni nos
discriminaban, ni nos decían como: “Bueno, ¿y usted qué hace acá?, usted no es
de acá”. Ahí nosotros teníamos una calidad que era la calidad de todos, y esa era
la calidad de estudiante. Independientemente de la nacionalidad, éramos todos
estudiantes. (Entrevistado 2, 2016)
Vale la pena resaltar esta particularidad en el proceso de migración que, con
relación a los procesos políticos y sociales desarrollados en Chile durante los últimos
años, es clave mencionar que hay una unidad en términos de participación política,
si bien estas condiciones pueden ser directamente soslayadas por la condición del
migrante en su proceso de vinculación, así como de la fuerza o causa política que
lo adopte. A raíz de ello, es válido comentar que, aunque existen procesos de discri-
minación de la población colombiana en Chile, existen unos límites que han con-
dicionado este rechazo y que, en algunas situaciones, la condición de nacionalidad
no parece un impedimento para ser agentes de cambio en los procesos políticos y
sociales del país. Sin embargo, ¿hasta qué punto está vinculado el colombiano dentro
de este tipo de tensiones sociales? Queda abierta la pregunta por si los procesos de
incorporación y vinculación de los colombianos en Chile obedecen a un principio au-
téntico de inclusión de esta población para su benecio y participación o si se trata de
una instrumentalización basada en una promesa de garantía de derechos y libertades.
Conclusiones
La incorporación o exclusión de los colombianos en Chile ha dependido del mo-
mento de llegada, de su color de piel, de su género y de su calicación, de si se tiene
título universitario o no. A su llegada a dicho país, generalmente se ven enfrentados
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por imágenes preconcebidas sobre lo que signica tener esta nacionalidad —ya sean
estas positivas o negativas— y a distorsiones simplicadoras sobre Colombia, princi-
palmente referidas a violencia y narcotráco. Estos estereotipos aumentaron desde el
año 2010, cuando se empezó a percibir en Chile una cierta “invasión” de extranjeros,
principalmente originarios del suroeste de Colombia. Hasta el 2010 las experiencias
de incorporación solían ser exitosas, de acuerdo a las expectativas personales. Al
asociarse en el imaginario de los chilenos la nacionalidad colombiana con la “raza”
negra, producto de una mayoría de afrodescendientes provenientes desde Cali y sus
alrededores, se reforzaron los estereotipos que articulaban nación con color de piel,
estrato socioeconómico pobre y bajo nivel educacional.
A estos factores se suma el género, pues las mujeres chilenas, como con-
cuerdan las migrantes colombianas, les tendrían a estas últimas cierto temor por
percibirlas más extrovertidas. Se ha generado así una sexualización de las mujeres
colombianas, quienes sin embargo observan que las normas de orden de género
en Chile resultan más favorables a la independencia de las mujeres que aquellas
existentes en Colombia.
El individuo recién llegado percibe a los chilenos desde las diferencias cultu-
rales y la sensación de incomprensión. Los discursos de los entrevistados revelan la
distancia entre los imaginarios sociales adquiridos antes de partir y la experiencia
vivida, así como más rupturas que conrmaciones durante los primeros años frente
al denominado “sueño chileno”, pese a las facilidades que genera el uso de una mis-
ma lengua y una religiosidad semejante, aunque menos activa en el caso chileno.
Se destaca que la “forma de ser” de los chilenos sería fría y distante, en oposición a
la calidez de los vínculos de la sociedad colombiana. Esto se maniesta incluso en
la mala calidad que brindan los servicios públicos en Santiago, especialmente los
asociados a los trámites que deben hacer los migrantes, lo cual tiende a un mal reco-
nocimiento, especialmente en el plano político-jurídico.
Poco a poco, sin embargo, se va superando este choque cultural inicial, se dis-
minuyen las incomprensiones y se reinterpreta la cultura local. De este modo, se
suele generar la deseada incorporación e incluso arraigo (residencia estable, proyec-
ción a permanecer en Chile) pese a la permanencia de los lazos transnacionales con
los familiares y amigos que residen en Colombia o que migraron a otros países del
mundo. Estas diferencias culturales vividas durante los dos primeros años devienen
en una oportunidad, pues abren la posibilidad de complementariedad, lo cual se
expresa en el cada vez mayor acceso y buena acogida de los colombianos en el sector
servicio, donde se los reconoce como buenos trabajadores. La incorporación en el
mundo laboral pasa a ser clave para lograr ser reconocidos en Chile como “buenos
migrantes”. En este sentido, se otorga un reconocimiento en el plano de la participa-
ción económica, desde el cual se ejerce una valoración a partir de su contribución
en el ámbito del empleo. Se van generando así amistades y parejas y un paulatino
proceso de mestizaje cultural, que es más evidente en las comidas, bailes y negocios
del sector estético.
¿Incorporación social de migrantes colombianos en Chile?: vulnerabilidad y lucha por el reconocimiento
Nicolás Gissi-Barbieri y Sebastián Polo Alvis
PANORÁMICAS
157
Finalmente, se identican tres etapas en el proceso de incorporación de los
colombianos en Chile. Una primera fase positiva, asociada a la década de 1990 e
inicios del siglo XXI, particularmente para quienes tienen títulos universitarios; una
segunda fase más difícil, de mayor rechazo a los extranjeros en general y de aumen-
to de los estereotipos sobre la población colombiana (narcos, prostitutas) desde el
2010, pues se percibiría en Chile un exceso de migrantes; y nalmente, una tercera
etapa emergente desde abril del 2018, cuando la reforma migratoria planteada por
el actual gobierno para “ordenar la casa” ha generado un clima hostil hacia la migra-
ción —especialmente de haitianos—, en el que se han aumentado las restricciones
a la entrada y se ha cuestionado incluso el derecho a migrar, como se señaló en el
contexto de la reciente discusión respecto al Pacto Global sobre Migración.
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Anexo
Figura 3. Colombianos por grupo de sexo, estado civil, condición de actividad e inactividad (1992-2017)
COLOMBIA 1992 2002 2017
1.666 4.097 108.001
Grupo de sexos Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres
736 930 1.843 2.254 50.045 57.9 56
Estado Civil (+15) Tot a l Hombres Mujeres To tal Hombres Mujeres Total Hombres Mujeres
Solteros 580 242 338 1.380 644 736 ---
Casados y Unidos 746 338 408 1.921 835 1.086 22.808 4.519 18.289
Otros 77 18 59 232 57 175 ---
Condición de
Actividad (+15) Tota l Hombres Mujeres Tot a l Hombres Mujeres To tal Hombres Mujeres
Activos 582 339 243 2.035 1.045 990 72.062 35.736 36.326
Inactivos 778 234 544 1.498 491 1.007 23.590 8.078 15.512
Inactivos Tota l Hombres Mujeres Tot a l Hombres Mujeres Total Hombres Mujeres
Ama de Casa 298 8290 499 17 482 6.351 264 6.087
Estudiante 301 164 137 556 284 272 4.435 2.195 2.240
Jubilado o
pensionado 49 26 23 79 38 41 615 189 426
Otros 172 60 112 364 152 212 5.103 2.264 2.839
Fuente: elaboración propia a partir de información del INE de Chile, compilada por el proyecto Imila-Celade (Cepal 2018a).
¿Incorporación social de migrantes colombianos en Chile?: vulnerabilidad y lucha por el reconocimiento
Nicolás Gissi-Barbieri y Sebastián Polo Alvis
PANORÁMICAS
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Figura 4. Colombianos por rama de actividad laboral en ejercicio (1992-2017)
COLOMBIA 1992 2002 2017
Actividad Laboral (+15) Tot a l Hombre Mujer Tot a l Hombre Mujer Tot a l Hombre Mujer
Agricultura, caza, pesca
y silvicultura 20 18 225 21 4673 438 235
Minas y canteras 65146 34 12 537 396 141
Industria manufacturera 71 49 22 112 63 49 4.248 2.887 1.361
Electricidad, gas y agua - - - 19 910 434 371 63
Construcción 16 16 053 40 13 5.485 5.090 395
Comercio, restaurantes y hoteles 103 60 43 430 228 202 23.319 11.083 12.236
Transportes, almacenamiento
y comunicaciones 45 38 791 49 42 4.741 3.653 1.088
Establecimientos financieros 75 43 32 398 238 160 909 359 550
Servicios comunales, sociales
y personales 229 101 128 718 323 395 18.101 6.880 11.221
No especificada e ignorado 18 10 884 12 72 4.725 4.880 9.605
Fuente: elaboración propia a partir de información del INE de Chile, compilada por el proyecto Imila-Celade (Cepal 2018a).
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Figura 5. Número de refugiados colombianos en Chile (2002-2017)
COLOMBIA 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009
Refugiados 72 99 189 416 725 948 1.061 -
Solicitantes
de Asilo 438 67 82 298 472 821 -
Otros 9 - - - 6 - - -
Tot a l 85 137 256 498 1.029 1.420 1.882 -
2010 2011 2012 2013 2 014 2015 2016 2017
Refugiados 884 924 942 977 996 1.054 1.054 1.117
Solicitantes de
Asilo 246 318 287 355 469 840 2.548 4.765
Otros --------
Tot a l 1.130 1.242 1.229 1.332 1.465 1.894 3.602 5.882
Fuente: elaboración propia a partir de información de Acnur (2018).
Figura 6. Dispersión territorial de la población colombiana en Chile (2017)
Fuente: elaboración propia a partir de información del INE de Chile (2018), compilada por el
proyecto Redatam (Cepal, 2018b).