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PAZ Y LIBERTAD: RESISTENCIA PACÍFICA DEMOCRÁTICA EN CIUDAD REAL DURANTE LA TRANSICIÓN

Authors:

Abstract

La transición a la democracia fue un proceso revestido de gran conflictividad entre la dictadura franquista y aquellos que buscaban la instauración de un sistema democrático. Dentro de ese marco se experimentó, desde 1976, una fuerte espiral de violencia entre el régimen y distintos grupos terroristas, lo que propició el frontal repudio de la oposición democrática y la sociedad española. Así mismo, se produjo un profundo rechazo de la opresión política, dando lugar a la movilización de diferentes agentes sociales en reivindicación de paz y libertad. Por tanto, el presente texto busca analizar y exponer el impacto que tuvo la violencia política en la sociedad rural española de la transición, y cómo esa conflictividad ayudó a modelar la protesta antifranquista, que vio en la resistencia pacífica un método efectivo para enfrentarse a la dictadura y restaurar la democracia.
1
PAZ Y LIBERTAD: RESISTENCIA PACÍFICA DEMOCRÁTICA EN CIUDAD
REAL DURANTE LA TRANSICIÓN*
Diego Ruiz Panadero
Doctorando UCLM
Introducción
Se ha tendido a considerar la transición española como un proceso político exento de
conflictividad y violencia en el que la sociedad civil asistió de forma pasiva a las
decisiones de las élites políticas. Aunque es cierto que buena parte de la ciudadanía no se
movilizó durante el ciclo iniciado tras la muerte de Franco, resulta innegable que las
numerosas huelgas y manifestaciones que vertebraron el país entre 1976 y 1979
periodo aquí estudiado resultaron determinantes para derribar el régimen, primero, y
apuntalar la democracia, después. En este sentido, las movilizaciones estuvieron
condicionadas por el contexto de aumento generalizado de la conflictividad y la violencia
política, lo que influyó a la hora de elegir estrategias de confrontación a la dictadura y
determinó la actitud de moderación en los propios manifestantes.
Así, se ha asociado erróneamente la moderación y el pacifismo con actitudes pasivas
de la sociedad española y, en el caso analizado, de los habitantes de Ciudad Real. La falta
de conflictos violentos, en algunos casos, ha llevado a creer que el mundo rural no
participó en la protesta contra la dictadura y de que las dinámicas de confrontación a esta,
emanadas de la sociedad civil, apenas influyeron en el proceso de cambio político. Esto
es lo que ha llevado a calificar a muchas figuras políticas protagonistas de aquel momento
la transición como un proceso con guion previo, en el que la ruta estaba marcada desde
1976, con un claro consenso entre «continuistas» y «rupturistas» para asentar la
democracia
1
. De esa manera, la transición se habría llevado a cabo sin apenas violencia
más allá de la proveniente de las actividades terroristas
2
.
Cabe señalar que ese código de la moderación, más que aceptado libre y
voluntariamente en un ambiente de concordia, se desarrolló bajo un campo de juego que
*Texto presentado en el VII Encuentro Internacional de Jóvenes Investigadoras e Investigadores en Historia
Contemporánea, Universidad de Granada, 5-7 de septiembre de 2019.
1
Manuel ORTIZ HERAS: «Nuevos y viejos discursos de la transición: la nostalgia del consenso», Historia
Contemporánea, 44 (2011), p. 350.
2
Alberto OLIAL: “Los objetivos de la Transición”, El País, 3 de junio de 2008.
2
condicionó la actividad del antifranquismo. Por una parte, el incremento generalizado de
la conflictividad a partir de 1976 oblia la oposición ciudadrealeña a adoptar una
postura no violenta, con la fijación de unos límites infranqueables imprescindibles para
lograr una auténtica reconciliación
3
. Por otro lado, a este factor habría que sumar la fuerte
represión de posguerra en Ciudad Real con cerca de cuatro mil víctimas mortales
4
, una
baja cultura participativa que invitara a la ciudadanía a intervenir en la vida política y
social, la alta emigración y la escasa concentración industrial más allá de Puertollano
hechos que configuraron en buena medida los métodos de acción colectiva durante los
años de transición en la provincia
5
.
El nuevo campo de juego: la violencia como moldeador de la protesta
Aunque sobre España pesa la creencia cada vez menos extendida de que tuvo una
transición pacífica y modélica, lo cierto es que ha sido el país que, sin estar en guerra, ha
tenido una de las cifras más altas de violencia política en toda Europa
6
, fundamentalmente
provenientes del terrorismo nacionalista. Las cifras de muertos son algo dispares
dependiendo de la periodización que se tome como inicio y final, pero ronda, en términos
absolutos, entre las 700 y 800 personas. Ignacio Sánchez-Cuenca ofrece la cifra de 718
muertos entre principios de 1975 y finales de 1982, de los cuales 504 fueron fruto de la
violencia no estatal. De esos 504 muertos un 96,2% fue a manos de la violencia terrorista
y un 3,8% como consecuencia de violencia política difusa, concentrándose
fundamentalmente en el País Vasco y Navarra (92,2%), Madrid y Cataluña, por lo que en
el resto de España la transición fue bastante menos violenta que en las zonas aludidas
7
.
Sophie Baby contabiliza 3500 hechos violentos y 714 víctimas mortales, pero
tomando como inicio el cuarto trimestre de 1975 hasta 1982. Atribuye el grueso a ETA
3
Damián Alberto GONZÁLEZ MADRID: «Ciudadanía y democracia en el mundo rural manchego (1977-
1979)», Alcores, 14 (2012), p. 122.
4
Julián LÓPEZ GARCÍA et al. (coords.): Para hacerte saber mil cosas nuevas: Ciudad Real, 1939, Madrid,
Universidad Nacional de Educación a Distancia, 2018.
5
Baste como muestra del rápido crecimiento de la conflictividad las cifras ofrecidas por Damián Alberto
González Madrid, quien señala que entre 1969 y 1976 el total de conflictos sumaron diecisiete, mientras
que en 1977 y 1979 estos aumentaron a un mínimo de setenta, a los que habría que añadir los veintiséis de
Puertollano. Más información en “Los trabajadores de Ciudad Real frente a la dictadura franquista”, en
Manuel ORTIZ HERAS (coord.): Movimientos sociales en la crisis de la dictadura y la transición:
Castilla-La Mancha, 1969-1979, Ciudad Real, Biblioteca Añil, 2008, p. 124.
6
Ignacio SÁNCHEZ-CUENCA y Paloma AGUILAR FERNÁNDEZ: “Violencia política y movilización
social en la transición española”, en Sophie BABY y Eduardo GONZÁLEZ CALLEJA (coords.): Violencia
y transiciones políticas a finales del siglo XX. Europa del Sur - América Latina, España, Madrid, Colección
de la Casa de Velázquez, 2009, p. 95.
7
Ibid., pp. 99-100.
3
con 376 víctimas y los grupos de extrema izquierda 4 al FRAP, 63 a los GRAPO y una
al MPAIAC, diferenciando además dos periodos de violencia dentro de la transición
8
.
El primero se extiende desde 1975 a 1977, calificado de «violencia urbana» y de baja
intensidad, donde los actores sociales intentan ocupar el espacio público dado que la
conquista de la calle tenía un fuerte componente simbólico frente a la dictadura. El
segundo corresponde al periodo 1978-1982, de mayor violencia, donde se observa un
incremento exponencial con una media de 20,8 muertos por año y 178 fallecidos a manos
de la violencia estatal en la que el 80% eran civiles
9
. Al igual que Sánchez-Cuenca, afirma
que la mayoría de actos violentos tuvieron lugar en País Vasco.
Así pues, la violencia política tanto la terrorista como la estatal ayudó a modelar
las manifestaciones y movilizaciones sociales que tuvieron lugar entre 1976 y 1979 en
Ciudad Real. Aunque es cierto que, como afirma Sánchez-Cuenca, la transición fue más
pacífica fuera del triángulo País Vasco-Madrid-Barcelona, la realidad es que la violencia
a nivel nacional influyó notablemente en las acciones y movilizaciones de la oposición a
nivel regional, sobre todo en la fase última del periodo transicional. Además, la violencia
tanto estatal como terrorista fue un factor importante a la hora de influir temor a la
sociedad civil para que se expusiera públicamente para protestar por sus derechos. Un
miedo que era más acentuado en las zonas rurales, donde la represión podía ejercerse de
manera mucho más sencilla y directa que en las grandes ciudades.
Como condicionante definitivo de la protesta resulta de gran importancia, por lo
simbólico de su figura, la muerte del dictador Franco, que sin duda abrió un nuevo marco
de oportunidades políticas para la oposición. Su desaparición no supuso un revulsivo
inmediato para incrementar la protesta, pero asentó las bases para futuras movilizaciones.
No obstante, no se puede aludir al fallecimiento del dictador como único factor
coadyuvante de las altas movilizaciones en la transición, sino que los factores políticos
cambios a nivel estructural, los económicos alto desempleo y malas condiciones
de vida y los sociales falta de libertades moldearon definitivamente el contexto
previo a 1976 y la protesta posterior.
8
Abreviaturas de Euskadi Ta Askatasuna (ETA), Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre
(GRAPO), Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (FRAP) y Movimiento por la Autodeterminación
e Independencia del Archipiélago Canario (MPAIAC).
9
Sophie BABY: “Volver sobre la "Inmaculada Transición". El mito de una transición pacífica en España”,
en Marie-Claude CHAPUZ y Julio PÉREZ SERRANO: La transición española: Nuevos enfoques para un
viejo debate, Madrid, Biblioteca Nueva, 2015, pp. 77-80.
4
Movilizaciones pacíficas como método de protesta: Ciudad Real entre 1976 y 1979
Desde 1975 la conflictividad en Ciudad Real fue en un continuo pero lento aumento, tal
como menciona el gobernador civil en una nota interna ese año. Aunque esta todavía no
alcanzaba niveles alarmantes sí que suponía una preocupación para la dictadura en tanto
que las movilizaciones ocupaban el espacio público, lo que indirectamente señalaba un
enfrentamiento directo a su autoridad
10
. Esto provocó que, durante toda la transición, el
Gobierno tratara de evitar ceder estos espacios a la oposición mediante la aplicación
arbitraria de la legislación. Para ello no dudó en utilizar leyes del periodo franquista
incluso cuando la Constitución de 1978, ratificada en diciembre, regía ya en un país casi
plenamente democrático a falta de las elecciones municipales de 1979. Esa actitud
represiva se endureció, sobre todo, con el ascenso de Suárez al ejecutivo en julio de 1976
y a partir de septiembre de ese año, cuando comenzó a mover la Ley para la Reforma
Política.
La plasmación de esa postura se puede ver en la manifestación del 14 de julio en
Puertollano. Coordinación Democrática (CD) había convocado a la ciudadanía para
reclamar amnistía y una “paz basada en la justicia y la libertad”, así como el freno al alza
incontrolada de los precios, mejores pensiones y mayores coberturas al sector agrícola,
según el texto leído en la cadena COPE
11
. Pero antes necesitaban el permiso de
manifestación, por lo que realizaron una petición el día 3 de julio ante la cual el Gobierno
Civil puso numerosos obstáculos para tratar de imposibilitar la misma. La clave residía
en controlar la calle, por lo que no se dudó en amedrentar a los manifestantes mediante
una larga lista de obligaciones que, de no ser cumplidas, supondrían la intervención de
las fuerzas del orden.
Es por ello que se impusieron fuertes medidas de seguridad para la manifestación,
finalmente autorizada. Puertollano fue la zona de Ciudad Real que mayor nivel de
movilizaciones experimentó durante los años setenta, por lo que se dispuso un amplio
dispositivo policial en los pueblos aledaños y en la propia manifestación. Guardias
equipados con porras se distribuyeron por la ciudad para vigilar a los seiscientos
10
Damián Alberto GONZÁLEZ MADRID y Oscar MARTÍN GARCÍA: “Desde abajo y en la periferia del
desarrollismo. Cambio político y conflictividad social en La Mancha. 1962-1977”, en Damián Alberto
GONZÁLEZ MADRID (coord.): El Franquismo y la Transición en España: Desmitificación y
reconstrucción de la memoria de una época, España, Los Libros de la Catarata, 2008, p. 142.
11
Texto transmitido por el comisario jefe de policía al gobernador civil de Ciudad Real (20 de julio de
1976), Archivo Histórico Provincial de Ciudad Real (AHPCR), sección Gobierno Civil, caja 371.
5
manifestantes que acudieron a la convocatoria, destacando las CCOO, el PCE, PSOE y el
PSP, integrantes en la CD
12
. Todo transcurrió pacíficamente gracias al exhaustivo
autocontrol de los manifestantes, que llamaron a disolver la marcha “de forma pacífica y
con orden, como prueba de nuestra ciudadanía”
13
.
Poco después tuvo lugar un incidente en Valdepeñas (Ciudad Real), reflejo del
acrecentamiento de la tensión nacional. El día 18 de julio los GRAPO organizaron
atentados en todo el país en una coordinación casi milimétrica, lo que supuso su
verdadera presentación pública en sociedad”
14
. Estallaron bombas en varias zonas del
país, entre la que se encuentra el pueblo de Valdepeñas, cuyo «Ángel de la Victoria»,
escultura hecha por Juan Ávalos en memoria del ejército golpista de 1936, fue
parcialmente destruido por la explosión de un artefacto explosivo colocado en la
madrugada del día 18, fecha clave para el franquismo por ser el día del «Alzamiento
Nacional» contra la república. La prensa interpretó el acto como “una clara provocación”
en contra de la convivencia nacional, y recha de plano la violencia terrorista
15
. En ese
momento se creyó que dicha actuación se había realizado como venganza por la muerte
de una mujer durante una manifestación en Santurce el 9 de julio, pero a día de hoy todo
parece indicar que se trató de un intento de desestabilización a la dictadura.
El incremento de la violencia supuso el endurecimiento de la actitud del Gobierno
Civil de Ciudad Real durante el resto del año. En noviembre de 1976, mientras Suárez
ultimaba los detalles de la Ley para la Reforma Política la Coordinadora de
Organizaciones Sindicales, trató de organizar una huelga a nivel nacional para el 12 de
noviembre. En Ciudad Real se trató de estructurar la movilización, que debía ir orientada
a apoyar el derribo de la dictadura o forzar una salida democrática rupturista, pero
el gobernador se afanó, bajo órdenes de Suárez, en impedir cualquier intento de
manifestación. Se utilizaron las habituales restricciones del uso del espacio público
amparadas en el decreto 17/1976 de 29 de mayo, desplegándose además unidades
policiales el día 12 para intimidar a la oposición, quien no tuvo más remedio que retirar
12
Abreviaturas de Comisiones Obreras (CCOO), Partido Comunista de España (PCE), Partido Socialista
Obrero Español (PSOE) y Partido Socialista Popular (PSP).
13
“Mensajes del comisario jefe de policía al gobernador civil de Ciudad Real (9, 15 y 19 de julio de 1976),
AHPCR, sección Gobierno Civil, caja 371.
14
Alberto CARRILLO-LINARES: Subversivos y malditos en la Universidad de Sevilla (1965-1977),
Sevilla, Centro de Estudios Andaluces, 2008, p. 567.
15
El desarrollo de esta crónica se da en dos noticias del mismo número: “Atentado contra el Ángel de la
Victoria” y “Provocación terrorista”, Lanza, 20 de julio de 1976.
6
la convocatoria y caer en la propia autocensura tras las numerosas presiones por parte de
la dictadura
16
.
El año de 1977 se inició con especial crudeza. El primer trimestre, sobre todo, fue
delicado para la sociedad civil de Ciudad Real. El atentado de Atocha el 24 de enero de
1977 tensó las relaciones oposición-régimen, ya que, para este, se hizo necesario más que
nunca el control de la calle ante el crecimiento de la violencia política. Por ello la
violencia condicionó la actividad opositora en las manifestaciones y huelgas, tal como
ocurrió en la Refinería de Puertollano el 15 de abril. Los trabajadores decidieron hacer
huelga de brazos caídos, planteando la posibilidad de acudir al recinto laboral a pie como
forma de protesta, sin utilizar el autobús dispuesto para los trabajadores. Nuevamente la
prensa destacó la normalidad del evento, sin necesidad de que la Guardia Civil,
desplegada cerca del Complejo Industrial, tuviera que intervenir, pues “no hubo gritos ni
ningún otro tipo de incidencia que hiciera precisa su intervención”
17
.
La realidad de estas movilizaciones pacíficas es que tenían grandes dificultades para
la obtención de sus reivindicaciones laborales, inherentemente unidas a otras de carácter
político. Necesitaban de una alta participación y cohesión para lograr sus objetivos, de
ahí la indudable originalidad que, en muchas ocasiones, demostraban los manifestantes y
huelguistas en sus movilizaciones. Se debía mostrar, tanto a la patronal como a los
dirigentes políticos la capacidad de presión de un grupo estructurado y con intereses en
común, en unos momentos en el que las elecciones generales de junio de 1977 se
encontraban próximas. El Gobierno, a su vez, se hallaba inmerso en una lucha con un
triple frente que claramente lo debilitaba, a saber: las malas condiciones económicas, las
tensiones sociales y la espiral de violencia provocada por el terrorismo de ETA
18
.
Más allá de la industria las movilizaciones en el medio rural tuvieron una importancia
decisiva en la presión al Gobierno. A su vez, se vieron fuertemente condicionadas ya no
solo por la violencia que asolaba al país, sino también por las medidas económicas de
Suárez y los problemas estructurales del campo español, derivados de la política
intervencionista del franquismo y los desequilibrios producidos por la introducción del
método de producción capitalista en el mismo. Como resultado del bajo precio en
productos como la patata o la remolacha los agricultores salieron a la calle con sus
16
El intercambio de mensajes se puede seguir a través de los informes n.º 7522, 7468 y 20 349 del AHPCR,
sección Gobierno Civil, caja 371 y 1023.
17
F. García Sánchez, “Normalidad en el Complejo Industrial”, Lanza, n.º 10 378, 16 de abril de 1977.
18
Carme MOLINERO y Pere YSÀS: La transición: historia y relatos, Madrid, Siglo XXI, 2018, p. 218.
7
tractores entre 1977 y 1979. Estos, conscientes de la necesidad de evitar enfrentamientos
con la policía ocuparon los arcenes de las carreteras, normalmente sin ofrecer disputa
alguna a las autoridades. No obstante, en ciertos casos como en las tractoradas de marzo
de 1977 en Ciudad Real el gobernador civil ordenó proceder enérgicamente contra
cualquier intento de piquete y contra los promotores de las movilizaciones. Con ello logró
así apaciguar, momentáneamente, la conflictividad agraria
19
.
Hasta 1978 no se tienen noticias de nuevas tractoradas en Ciudad Real. Este año, tras
la disolución del Sindicato Vertical a finales de 1977 y la victoria de la UCD en los
comicios de junio el Gobierno de Suárez incrementó la presión de control en la calle en
un momento clave de la transición democrática. A su vez, el terrorismo experimentó un
crecimiento histórico, iniciándose a finales de 1977 una cierta desmovilización popular
en las áreas de mayor dinamismo, lo que conllevó la ocupación de la protesta por parte
de grupos radicalizados y un rápido aumento de las víctimas mortales, sustituyéndose un
ciclo por otro
20
. Esa retroalimentación entre el terrorismo fundamentalmente de ETA
y la represión gubernamental se vio reflejada en el campo de Ciudad Real con medidas
como la explicada a continuación que suscitaron la protesta generalizada de los
agricultores. Decisiones que provocaron en ellos, consecuentemente, cierta desconfianza
hacia los cauces oficialistas para solucionar sus problemas.
Por otro lado, la desaparición del Sindicato Vertical y las Hermandades Agrarias
dejó vía libre a los sindicatos de clase para introducirse en el campo, lo que fue
contrarrestado con la creación de las Cámaras Agrarias. Estas nuevas estructuras
sindicales, creadas durante el Gobierno de Suárez fueron el órgano para redirigir las
protestas del campo y evitar las movilizaciones. No obstante, en los casos donde esto no
fue posible se aplicaron leyes totalmente injustas a ojos de los agricultores, como ocurrió
durante el año 1978. Con un decreto del 14 de febrero se permitía la retirada del carnet
de conducir a todas aquellas personas que acudieran con sus tractores a las
manifestaciones, algo considerado por los trabajadores como un atentado al derecho de
huelga. De ahí la solicitud pública de Cayo Lara Moya, entonces dirigente de la
Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos del Estado Español
19
Mensaje del subsecretario de orden público al gobernador civil de Ciudad Real (3 de marzo de 1977),
AHPCR, sección Gobierno Civil, caja 1023.
20
Ignacio SÁNCHEZ-CUENCA y Paloma AGUILAR FERNÁNDEZ: “Violencia política y movilización
social…”, p. 106.
8
(COAG), en la que pidió medidas para paliar el mal estado del campo y exigió mayor
libertad sindical, llamando para ello a la movilización el día 15 de marzo de 1978
21
.
Este tipo de acciones tuvieron continuidad a lo largo de 1978 y 1979 más allá de la
industria y el campo. Aunque la violencia política siguió en progresivo aumento y, por
ende, la represión estatal los huelguistas en Ciudad Real siguieron acogiéndose a la
protesta no violenta, aunque existen casos singulares como los vividos en la mina
Diógenes en abril de 1978
22
, cuando un grupo de mineros se encerró en el pozo más
profundo de la explotación reteniendo a varias personas de la empresa. También se dieron
sucesos conflictivos en Tomelloso, con la intervención de los antidisturbios el 3 de abril
de 1978 contra los trabajadores que protestaban por un convenio colectivo digno, cuyas
acciones fueron, mayormente, pacíficas
23
. Incluso en el apogeo máximo del terrorismo,
como fue 1979, se convocaron manifestaciones para mostrar el rechazo a la violencia
terrorista. Es el caso de Puertollano el 15 de junio de 1979, que aunque contó con una
participación limitada de mil personas y con numerosas polémicas demostró la existencia
de conciencia contra la violencia y el deseo de estabilidad
24
.
Conclusiones
Durante toda la transición la violencia política influyó, en mayor o menor medida, en las
actuaciones de la oposición y de los movimientos sociales. Aunque la violencia ocupó un
espacio relativamente pequeño no se debe subestimar la capacidad de sugestión que esta
tuvo en el resto de España. El recuerdo, aunque lejano pero muy presente de la Guerra
Civil, la fuerte represión, la nula participación de la ciudadanía en el sistema político y el
aparato coercitivo del Estado franquista posibilitaron que a la altura de 1976 manifestarse
públicamente fuera un acto de riesgo. Esto se acentuó mucho más en zonas rurales como
Ciudad Real, donde el caciquismo y el clientelismo político fueron agentes habituales a
la hora de desmovilizar a la población. Bajo este ambiente, manifestarse conllevaba altas
probabilidades de despido o, en el peor de los casos, recibir violencia física en los
cuarteles de la policía.
21
Cayo Lara Moya: “A todos los agricultores y ganaderos de la provincia de Ciudad Real”, Lanza, 14 de
marzo de 1978.
22
“La huelga de la mina Diógenes, prácticamente resuelta”, Lanza, 19 de abril de 1978.
23
“Informe de la situación laboral en el sector agrícola, en la provincia de Ciudad Real” (21 de septiembre
de 1978), AHPCR, sección Gobierno Civil, caja 1023, n.º 6650.
24
“Nota de CCOO sobre la manifestación contra el terrorismo”, Lanza, 14 de junio de 1979; “Se celebró
la manifestación contra el terrorismo: asistieron unas mil personas”, Lanza, 15 de junio de 1979.
9
Ese temor influyó notablemente a la hora de organizar movilizaciones. No obstante,
en estas regiones, por su escasa densidad poblacional y la fuerte dependencia económica
de unos pocos sectores se dieron, en muchos casos, vínculos de fortalecimiento que
permitieron fortalecer la identidad trabajadora. A su vez, esta sociedad que en su mayoría
solo deseaba paz y libertad sin renunciar a la estabilidad optó por posiciones moderadas,
en los que la violencia no tenía ninguna cabida. Moderación que no debe entenderse como
sumisión hacia las posturas oficialistas, pues en los momentos clave la sociedad
ciudadrealeña supo salir a la calle para defender unas mejores condiciones de vida y
reivindicar derechos que consideraba legítimos. La incapacidad de la dictadura para
asegurar unos salarios dignos, barrios habitables, buenos servicios públicos y precios
asequibles llevó a generar, junto al deseo de libertad, un ciclo de conflictividad que acabó
derribando a la dictadura.
En esos años hubo miedo a la ruptura, a las posturas intransigentes y maximalistas
que pudieran conducir, de nuevo, al conflicto
25
. A esto hay que sumar la represión
gubernamental, lo que junto a la violencia terrorista provocó el autocontrol y la
autocensura en muchas manifestaciones. El Gobierno Civil exigía en las solicitudes que
se indicara el itinerario, con un punto de partida y otro de llegada sin posibilidades de
modificación durante la marcha. También se debía informar sobre las consignas,
pancartas y discursos, a fin de evitar palabras fuera de tono contra las autoridades. Así, la
oposición acabó autocensurándose y cayendo en el juego planteado por el régimen, tanto
en el periodo de 1976-1977 como en los años posteriores con la UCD, pues esta siguió
aplicando leyes franquistas dentro del periodo democrático.
Pese a la autocensura y al complejo marco de actuación que se encontró la oposición
y el antifranquismo durante la transición, las manifestaciones, aunque pacíficas, lograron
el efecto deseado. La ruptura no fue siempre un deseo en todos los agentes sociales, pues
muchos simplemente deseaban el paso de una dictadura a una democracia. Sin embargo,
la presión de la calle logró evitar una falsa democracia o una “democracia a la española”
como buscaba Arias Navarro, más vinculada a los valores de la democracia orgánica
franquista. Eso sí, ello se logró mediante manifestaciones casi siempre pacíficas que, al
menos en Ciudad Real, y en el ámbito discursivo, contaron con un componente de
“superioridad moral” frente al régimen. Se trataba de deslegitimar la violencia terrorista
25
Damián Alberto GONZÁLEZ MADRID: “Los trabajadores de Ciudad Real…”, p. 124.
10
y las acciones represivas del Gobierno mientras se reforzaba el concepto positivo de las
movilizaciones en la calle.
Por tanto, el estudio realizado permite afirmar que la violencia política nacional
modeló la protesta en Ciudad Real, si bien se hace necesario profundizar más en el futuro
próximo sobre los niveles y modos de movilización que experimentó la provincia en los
años de la transición. Así, para poder ahondar en las estructuras de movilización de los
movimientos sociales en estas áreas rurales se requiere comprender las oportunidades
políticas que surgen a partir de la interacción entre los movimientos y su medio
26
. Eso
pasa por realizar estudios locales de la transición en continua conexión con lo nacional,
de manera que se pueda vislumbrar, de forma más detallada, el impacto de la violencia
sobre la sociedad civil y la reacción de esta ante los nuevos cambios políticos, económicos
y sociales. El ámbito del mundo rural, y en este caso Ciudad Real, aunque tratado en los
últimos años sigue siendo un interesante campo de análisis.
26
Donatella DELLA PORTA: Movimientos sociales y Estado: algunas ideas en torno a la represión
policial de la protesta”, en Doug MCADAM, John David MCCARTHY y Mayer Nathan ZALD:
Movimientos sociales: perspectivas comparadas, Madrid, Itsmo, 1999, p. 127.
11
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This chapter analyses the cycles of political violence, State repression and mass mobilisation during the Spanish transition (1975-1982), combining unpublished data on political violence and participation in demonstrations and strikes. First of all it looks at the theoretical arguments upon which the existing hypotheses are founded. It then goes on to set forth the principal features of the cycle of political violence during the transition. In the third place it describes the evolution of the cycle of mass mobilisation then goes on to show the relationship between the two, in an attempt to determine whether or not the central hypothesis, according to which violence may arise as a consequence of declining mass mobilisation, holds true. As both the violence and the mobilisations during the Spanish transition were highly diverse, the article begins by analysing them in a general way before going on to look in more detail at the different types of violence and mobilisation. This yields more variety of data, thus providing the basis for a more solid empirical analysis of the hypotheses discussed
Desde abajo y en la periferia del desarrollismo. Cambio político y conflictividad social en La Mancha
  • Damián Alberto
  • González Madrid Y Oscar
  • Martín García
Damián Alberto GONZÁLEZ MADRID y Oscar MARTÍN GARCÍA: "Desde abajo y en la periferia del desarrollismo. Cambio político y conflictividad social en La Mancha. 1962-1977", en Damián Alberto GONZÁLEZ MADRID (coord.): El Franquismo y la Transición en España: Desmitificación y reconstrucción de la memoria de una época, España, Los Libros de la Catarata, 2008, pp. 123-153.
Ciudadanía y democracia en el mundo rural manchego (1977-1979)
  • Damián Alberto
  • González Madrid
Damián Alberto GONZÁLEZ MADRID: "Ciudadanía y democracia en el mundo rural manchego (1977-1979)", Alcores, 14 (2012), pp. 117-138.
Movimientos sociales en la crisis de la dictadura y la transición: Castilla-La Mancha
-"Los trabajadores de Ciudad Real frente a la dictadura franquista", en Manuel ORTIZ HERAS (coord.): Movimientos sociales en la crisis de la dictadura y la transición: Castilla-La Mancha, 1969-1979, Ciudad Real, Biblioteca Añil, 2008, pp. 83-136.
Nuevos y viejos discursos de la transición: la nostalgia del consenso
  • Ortiz Manuel
  • Heras
Manuel ORTIZ HERAS: "Nuevos y viejos discursos de la transición: la nostalgia del consenso", Historia Contemporánea, 44 (2011), pp. 337-370.
  • Ysàs Carme Molinero Y Pere
Carme MOLINERO y Pere YSÀS: La transición: historia y relatos, Madrid, Siglo XXI, 2018.
La negociación colectiva y su incidencia en el nacimiento de una cultura sindical democrática entre los trabajadores de Valladolid
  • Del María
  • Rosario
  • Abad
María DEL ROSARIO DÍEZ ABAD: "La negociación colectiva y su incidencia en el nacimiento de una cultura sindical democrática entre los trabajadores de Valladolid", Historia del Presente, s.n., (2008), pp. 1-14.
Cambio político y movimiento obrero bajo el franquismo. Lucha de clases, dictadura y democracia
  • Domènech Xavier
  • Sampere
Xavier DOMÈNECH SAMPERE: Cambio político y movimiento obrero bajo el franquismo. Lucha de clases, dictadura y democracia (1939-1977), Barcelona, Icaria, 2012.