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Educació Social 73 Editorial
Educació Social 73 Ocio, acción sociocultural y educación
Recepción: 30/09/19 / Aceptación: 11/11/19
Jóvenes en situación de vulnerabilidad
y ocio. Una oportunidad para la acción
socioeducativa
En este trabajo se muestra la importancia de educar en el ocio y tiempo libre a los jóvenes en
situación de vulnerabilidad, con el n de mejorar su realidad e impulsar su desarrollo personal.
Se compone de una fundamentación teórica y una investigación cualitativa a través de entre-
vistas y un grupo de discusión con profesionales y agentes del País Vasco que participan en
este ámbito. Entre los resultados obtenidos, se destacan los benecios que supone entender el
ocio como un espacio educativo y de actuación con los jóvenes en situación de vulnerabilidad,
que les dé la oportunidad de participar y desarrollar un ocio positivo. También se indican al-
gunas claves metodológicas de intervención que permitan actuaciones exitosas en este ámbito
como son fomentar la participación activa de los jóvenes tanto en las actividades como en el
funcionamiento del recurso, desarrollar un espacio en el que se creen relaciones signicativas
basadas en la conanza y el respeto, escuchar y atender las necesidades y demandas de los
jóvenes, adaptarse a las nuevas realidades y diseñar actividades inclusivas.
Palabras clave
Educación del ocio, participación, jóvenes en situación de vulnerabilidad, desarrollo per-
sonal y social, tiempo libre educativo.
Resumen
Jóvenes en situación de vulnera-
bilidad y ocio. Una oportunidad
para la acción socioeducativa
En este trabajo se muestra la importancia de
educar en el ocio y tiempo libre a los jóvenes en
situación de vulnerabilidad, con el n de mejo-
rar su realidad e impulsar su desarrollo perso-
nal. Se compone de una fundamentación teórica
y una investigación cualitativa a través de entre-
vistas y un grupo de discusión con profesionales
y agentes del País Vasco que participan en este
ámbito. Entre los resultados obtenidos, se desta-
can los benecios que supone entender el ocio
como un espacio educativo y de actuación con
los jóvenes en situación de vulnerabilidad, que
les dé la oportunidad de participar y desarrollar
un ocio positivo. También se indican algunas
claves metodológicas de intervención que per-
mitan actuaciones exitosas en este ámbito como
son fomentar la participación activa de los jóve-
nes tanto en las actividades como en el funciona-
miento del recurso, desarrollar un espacio en el
que se creen relaciones signicativas basadas en
la conanza y el respeto, escuchar y atender las
necesidades y demandas de los jóvenes, adaptar-
se a las nuevas realidades y diseñar actividades
inclusivas.
Palabras clave
Educación del ocio, participación, jóvenes en
situación de vulnerabilidad, desarrollo perso-
nal y social, tiempo libre educativo.
Cómo citar este artículo:
Mateo Vázquez, J.; Alonso Sáez, I.; Garagarza Cambra, A. (2019).
Jóvenes en situación de vulnerabilidad y ocio. Una oportunidad para la acción
socioeducativa.
Educació Social. Revista d’Intervenció Socioeducativa, 73,
ISSN 2339-6954
Jara Mateo
Israel Alonso
Aitor Garagarza
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Editorial Educació Social 73
Educació Social 73
yOcio y acción socioeducativa con jóvenes en
situación de vulnerabilidad
La importancia del ocio en la sociedad actual y en la
juventud
El concepto de ocio y tiempo libre ha ido variando a lo largo de la historia
(Ribón, 2012). Una denición de referencia del ocio en la sociedad actual es
la escrita hace cuatro décadas por el sociólogo Frances Dumazedier (1964):
Conjunto de ocupaciones a las que el individuo puede dedicarse volunta-
riamente, sea para descansar, para divertirse o para desarrollar su informa-
ción o formación desinteresada, su voluntaria participación social o su libre
capacidad creadora cuando se ha librado de sus ocupaciones profesionales,
familiares o sociales (p. 30-31).
Este mismo autor (1964) indica que para que el ocio pueda considerarse po-
sitivo, debe ser un espacio que cumpla las funciones de desarrollo, diversión
y descanso.
Algunos autores subrayan que el ocio no sólo debe entenderse como un dere-
cho humano básico, como la educación, el trabajo y la salud (Gorbeña, Gon-
zález y Lázaro, 1997,) sino además como una experiencia personal y social
intencional, de naturaleza autotélica, entendido como ámbito de desarrollo y
derecho humano” (Cuenca, 2011).
Monteagudo (2008) conrma que llevar a cabo dicho ocio positivo trae con-
sigo una serie de benecios, tanto físicos como psicológicos, para las perso-
nas, en este caso los jóvenes. Asimismo, facilita un adecuado desarrollo en
la ciudadanía y mejora la percepción que la persona tiene sobre sí misma.
No obstante, el modo de entender el ocio positivo y los benecios que con-
lleva puede verse alterado a causa del sistema económico imperante actual,
puesto que nos encontramos ante un sistema capitalista que incita a una in-
cesante acumulación de capital y consumo de bienes y servicios (Bolstanki
y Chiapello, 2002), lo cual provoca que paralelamente a la aparición del
tiempo libre, la sociedad de consumo ha organizado una potente industria del
tiempo libre” (Cuenca, 1983).
En este sentido, este espacio de ocio y tiempo libre corre el peligro de no
ser entendido como el “tiempo que posibilita el ejercicio de la voluntad y la
libertad, un tiempo que permite dar paso a nuestra expresión personal, hacer
lo que nos gusta, aquello en lo que encontramos sentido” (Cuenca, 1983, p.
7), puesto que nos encontramos ante sociedades en las que se otorga un claro
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protagonismo al bienestar y a la calidad de vida como valores nales (Mon-
teagudo, 2008) pero que miden la riqueza y la calidad de vida en términos
de acumulación de dinero y bienes (Estermann, 2012). Es decir, nos encon-
tramos ante una sociedad que en muchos casos prioriza un ocio relacionado
con el consumo, ante un ocio basado en la búsqueda del desarrollo humano.
Y que, por lo tanto, excluye en ocasiones a poblaciones como los jóvenes en
vulnerabilidad, a los que nos referimos posteriormente, por no tener recursos
para acceder a este nivel de consumo.
Según Rivero y Fierro (2005), la adolescencia es “un periodo de la vida
con intensos cambios físicos, psíquicos y sociales, que convierten al niño
en adulto y le capacitan para la función reproductora” (p. 20), y en el cual
buscan “experimentar sensaciones de autonomía y libertad en el ocio, como
compensación de su dependencia social y familiar” (Águila, 2005, p. 88).
Asimismo, tal y como indican Hidalgo y Ceñal (2014), los jóvenes durante
este proceso buscan cumplir diferentes objetivos psicosociales como son:
adquirir la independencia de los padres, tomar conciencia de su imagen cor-
poral y aceptarla, establecer relaciones con los amigos (parejas) y estable-
cer la identidad sexual, vocacional, moral y del yo. El ocio juega un papel
importante en este periodo vital puesto que, tal y como indica Rodríguez,
(2010, citado en Madariaga y Romero, 2016), los procesos de socialización
y las relaciones interpersonales adquieren gran importancia, y el ocio se con-
vierte en el medio y el espacio principal para desarrollarlos. No obstante,
es en el ocio que se desarrolla durante el n de semana dónde los jóvenes
logran “experimentar la sensación de libertad que se le niega el resto del
tiempo, pudiendo expresarse y actuar a su manera y desarrollando su identi-
dad personal y grupal” (Suárez, Tomás y Tomás, 2003, p. 21). Águila (2005)
reere también que es en el ámbito del ocio donde más expuestos están los
jóvenes a desarrollar conductas de riesgo ya que, tal y como indican Suárez
y colaboradores (2003), este espacio puede ser utilizado de manera negativa
llevando a cabo acciones que no favorecen su bienestar y desarrollo perso-
nal, como, por ejemplo, el abuso de drogas legales o ilegales, mantener re-
laciones sexuales no seguras, la utilización excesiva de las tecnologías, etc.
Ocio y acción socioeducativa con jóvenes en situación
de vulnerabilidad
Tal y como arma Feito (2007), encontrarse en una situación de vulnerabili-
dad supone sufrir “un clima o unas condiciones desfavorables que exponen a
las personas a mayores riesgos, a situaciones de falta de poder o control, a la
imposibilidad de cambiar sus circunstancias y, por tanto, a la desprotección”
(p. 11). A este respecto Santos, Olmos y Pérez (2015) aclaran:
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La persona, por sí misma, no es vulnerable, sino que se encuentra en situa-
ción de vulnerabilidad cuando, por la razón que sea, presenta dicultades o
incapacidad para dar respuesta a las exigencias y/o a las demandas que los
contextos sociales le exigen (p. 214).
Asimismo, se entiende que una familia, y por tanto un joven, se encuentra
en situación de vulnerabilidad en el momento que las familias no consiguen
promover la salud familiar ni asegurar el desarrollo adecuado de sus miem-
bros, especialmente el de los niños y adolescentes que crecen en su seno
(Hidalgo, Menéndez, Sánchez, Lorence y Jiménez, 2009), perjudicando de
este modo la integridad física y psicológica del menor y deteriorando su
desarrollo personal y social.
Diferentes autores (Izquierdo, 2011; Jurado, Olmos y Moreno, 2009; Santos,
Olmos y Pérez, 2015) reeren que los jóvenes en situación de vulnerabilidad
presentan características comunes entre las que encontramos fracaso acadé-
mico, percepción negativa y baja autoestima sobre ellos mismos, desequili-
brio emocional, ausencia de costumbres y hábitos saludables, expectativas
irreales o negativas, falta de apoyo y miedo al fracaso ante las demandas de
nuevos entornos y desconanza ante los recursos sociales, entre otras.
Desde un enfoque inclusivo (Ainscow, 2004; Morata y Alonso, 2019) es
esencial recalcar que, más importante que estas características de estos jóve-
nes en situación de vulnerabilidad, son las razones por las que los diferentes
sistemas que intervienen con ellos no son capaces de posibilitar su inclusión.
Más que en sus características es necesario poner el foco en las barreras que
estos jóvenes encuentran para la inclusión y que les mantiene en situación de
vulnerabilidad. Entre los diferentes sistemas que comentábamos que entran
en juego para no permitir superar estas situaciones de vulnerabilidad, nos
encontramos el ocio y los recursos socioeducativos y socioculturales.
En este sentido Bravo, López y Oliveires (2018) deenden “la importancia
del ocio en la vida de las personas ya que ha pasado de ser algo complemen-
tario y exclusivo de unos pocos a ser una característica esencial para la rea-
lización personal de todas las personas” (p. 82) y que “los resultados revelan
que los jóvenes vulnerables conceden una elevada importancia a su actividad
de ocio” (p. 83). Por ello, como plantea Cuenca (2011) y diferentes investi-
gaciones (Fernández-García, Poza-Vilches y Fiorucci, 2014; Darling, 2005;
Haudenhuyse, Theeboom y Nols, 2013), podemos comprender el ocio como
un ámbito de pensamiento, acción e intervención para lograr mejorar la si-
tuación de este colectivo. No obstante, tal y como Morata y Garreta (2012)
indican, debemos asegurar que las actividades de ocio pueden suponer tanto
la oportunidad de ser un espacio para la integración social como, también,
contribuir a generar nuevas formas de exclusión.
Con el n de comprender el ocio tal y como se ha mencionado anteriormen-
te, es decir, como un ámbito de pensamiento, acción e intervención (Cuenca,
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2011), es indispensable recalcar la importancia de la educación del ocio en
los jóvenes en situación de vulnerabilidad, entendiéndola como “un proceso
relacionado con el aprendizaje de habilidades y conocimientos, pero también
unido al desarrollo de actitudes y conductas que implican un mundo de va-
lores y una capacidad de elección” (Ayuso, 2002, p. 26), a través del cual se
busca tener experiencias de ocio de calidad (Cuenca, 2011).
La educación del ocio adquiere un papel fundamental como medio para lo-
grar estimular aspiraciones, intereses y capacidades para una vida lo más
plena y autónoma posible (Arostegui, 2014,). Asimismo, tal y como indican
Morata y Garreta (2012), las entidades de ocio pueden ser espacios de proxi-
midad de vínculo y de personalización para los niños, familias y jóvenes,
también en situación de vulnerabilidad, siempre y cuando se cumplan los
siguientes factores (Morata y Garreta, 2012, p. 17):
• Que el clima de relaciones interpersonales y grupales sea afectivo y cálido.
• Que se viva el sentimiento de pertenencia a una colectividad.
• Que se dé un clima moral justo y democrático en las entidades.
• La participación se aprende a través de la acción y eso implica disfrutar
de experiencias lúdicas y graticantes en las actividades, en lo cotidiano
y en las relaciones entre iguales y de grupo.
Metodología
A través de este trabajo nos acercamos al ocio y tiempo libre de los jóvenes
que se encuentran en situación de vulnerabilidad, así como al papel de la
educación social en dicho espacio, con la pretensión de alcanzar los siguien-
tes objetivos:
• Detectar las necesidades existentes en el ocio y tiempo libre de los jóve-
nes en situación de vulnerabilidad.
• Analizar la importancia que tiene el ocio y tiempo libre de los jóvenes en
situación de vulnerabilidad en su proceso de inclusión social.
• Identicar buenas prácticas en este ámbito y sus características para po-
der trasladarlas a otros contextos.
• Para la consecución de estos objetivos, se ha realizado una aproximación
a la realidad a través de una metodología cualitativa, la cual se caracteri-
za por entender “la realidad de manera holística. Es decir, observando el
contexto en su forma más natural y atendiendo sus diferentes ángulos y
perspectivas” (Bisquerra, 2012, p. 277).
Los instrumentos de recogida de información han sido las entrevistas en pro-
fundidad realizadas (EVP) y un grupo de discusión (GD). Han participado un
total de seis profesionales relacionados con este ámbito y un grupo de discu-
sión conformado por cuatro personas relacionadas con jóvenes y tiempo libre.
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Las personas informantes se han seleccionado de manera premeditada, te-
niendo en cuenta diferentes criterios que permitan llegar a los diferentes
agentes y perles en este ámbito. También se ha tenido en cuenta una mues-
tra con personas entrevistadas de diferente sexo y con menor y mayor tra-
yectoria:
• Ser o haber sido partícipe de un proyecto socioeducativo de ocio y tiem-
po libre con jóvenes.
• Guardar relación con proyectos socioeducativos relacionados con jóve-
nes en situación de vulnerabilidad.
• Ser o haber sido usuario de un recurso socioeducativo relacionado con
jóvenes.
La muestra de las personas entrevistadas, todas ellas del País Vasco, es la
siguiente:
• Una educadora social que trabaja como coordinadora en proyectos de
animación sociocultural con adolescencia (EC1).
• Un educador social que trabaja como coordinador en proyectos de ani-
mación sociocultural con adolescencia (EC2).
• Una educadora social que trabaja en una entidad socioeducativa acompa-
ñando a jóvenes en situación de vulnerabilidad (E1).
• Un educador social que trabaja en un centro de acogida (E2).
• Una educadora social que trabaja en una entidad socioeducativa acompa-
ñando a jóvenes en situación de vulnerabilidad (E3).
• Dos monitoras y un monitor de un grupo de tiempo libre con jóvenes
(M1, M2, M3).
• Un alumno del grado de Educación Social, exusuario de un hogar tutela-
do (P1).
Una vez llevadas a cabo las entrevistas y el grupo de discusión, se han trans-
crito los audios y se ha construido un sistema categorial emergente para ana-
lizar los datos. El sistema categorial resultante queda reejado en el siguien-
te cuadro.
Categoría Subcategoría
Ocio y tiempo libre con jóvenes
en situación de vulnerabilidad
Necesidades (N) Especícas (E)
Comunes (C)
Intervenciones
socioeducativas (IS)
Sentido (S)
Metodología de intervención (ME)
Oportunidades (O)
Dicultades (D)
Buenas prácticas (BP) Buenas prácticas especícas (ES)
Papel del educador social (PE)
Formación (F)
Experiencia (E)
Rol (R)
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Tras realizar dicho sistema categorial se ha diseñado un sistema de códigos
que distingue a) la ocupación o profesión de la persona entrevistada (véanse
los códigos en el apartado de la muestra) y el género de la misma (H si es
hombre y M si es mujer), b) el instrumento utilizado para la recogida de
información (entrevista - EN o grupo de discusión - GD) y c) las respuestas
según la categoría (véanse los códigos en la tabla anterior).
Resultados
Ocio y jóvenes en situación de vulnerabilidad
La adolescencia es una etapa de búsqueda y construcción de identidad pro-
pia, en la que los jóvenes comienzan a descubrir quiénes son y cómo quieren
ser. Asimismo, buscan estimulación, diversión y desafío en los diferentes
ámbitos de su vida, por lo que surge una serie de necesidades que deben ser
cubiertas para el adecuado desarrollo personal y social. Es en la etapa de la
adolescencia cuando más valor otorgamos a las experiencias sociales, siendo
el ocio y el tiempo libre uno de los principales medios para desarrollarlas.
Por ello, educar en el ocio se convierte en una necesidad y un pilar en su
desarrollo.
Es un periodo de autoconocimiento y construcción de identidad, en el cual
los jóvenes comienzan a crear relaciones signicativas con sus iguales, con
el n de lograr “formar parte de algo, formar parte de un grupo (EC1, M,
EN, NC)” y experimentar un sentimiento de pertenencia. Teniendo esto en
cuenta, es importante “crear espacios de relación y crear un ocio de carácter
social (EC1, M, EN, NC)”, en los cuales se creen “relaciones sanas y de
horizontalidad (EC2, H, EN, NC)”.
Los jóvenes en situación de vulnerabilidad poseen las necesidades mencio-
nadas anteriormente, pero “con mucho más añadido (EC1, M, EN, NE)”, se
puede decir que como comentan algunas veces, a su corta edad, ya “tienen
una mochila cargada (EC1, M, EN, NE)”. El desarrollo personal y social de
estos jóvenes se ve perjudicado por el contexto que les rodea. Nos encontra-
mos ante menores que han experimentado situaciones negativas ya sea desde
su entorno familiar o entorno escolar, lo que conlleva que tengan una baja
autoestima y que no se vean como personas capaces. Tal y como conrma
una de las educadoras,
muchas veces nos encontramos con jóvenes que no son dueños de su propio
desarrollo, que no se ven capaces de hacer muchas cosas, que no creen que
tengan talento para hacer otras cosas o potencialidades […]. Cambiar esa
creencia es muy difícil, cuando alguien te mete en la cabeza cosas negativas
de ti misma es muy difícil (EC1, M, EN, NE).
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Esto inuye en la vivencia del ocio. Además, muchos de los jóvenes que
experimentan esta situación muestran carencias afectivas y falta de auto-
control, lo que supone el desarrollo de personalidades difíciles, las cuales
dicultan la integración en el grupo de iguales.
En relación con el ocio, son jóvenes que normalmente “no cuentan con un
entorno familiar o red social de apoyo que pueda facilitar experiencias de
ocio saludable o alternativas en el tiempo libre (E3, M, EN, NE)”, ya sea
por no tener los recursos y habilidades necesarias para poder ofrecer dichas
alternativas y experiencias o por dar prioridad a otros aspectos relacionados
con las necesidades básicas. Esta realidad supone que los jóvenes en situa-
ción de vulnerabilidad pueden dedicar mayoritariamente su tiempo de ocio
a realizar “actividades menos saludables, por ejemplo, relacionadas con el
consumo de drogas (E1, H, EN, NE)”.
A su vez, algunos de los profesionales arman que la propia situación fa-
miliar y económica de estos menores genera en muchas ocasiones que la
exclusión del joven aumente; “no tienen accesibilidad y espacios donde se
relacionen con más gente sin estar geticados o estigmatizados (EC1, M,
EN, NE)”, también se añade que “una dicultad puede ser la económica,
en una sociedad de consumo, el ocio forma parte de ese consumismo al que
algunos jóvenes no pueden acceder (E1, M, EN, NE)”.
Intervención socioeducativa en el ocio y tiempo libre de
jóvenes en situación de vulnerabilidad
Ocio. “La excusa que necesitábamos para lograr una vinculación
educativa”
Todos los profesionales entrevistados expresan la importancia de abordar
las necesidades de los jóvenes mencionados anteriormente desde acciones
socioeducativas, más en concreto, desde el ocio y el tiempo libre de todos
ellos.
Varios educadores se reeren al ocio como “una manera efectiva de engan-
che (E2, M, EN, IS, S)” o como “la excusa que necesitábamos (EC, M, EN,
IS, S)” para llegar a los jóvenes y trabajar con ellos diferentes cuestiones.
Teniendo en cuenta que se trabaja “desde los gustos y la motivación (E2, M,
EN, IS, S)” de los propios jóvenes, la motivación, predisposición y partici-
pación que presentan necesariamente es mayor.
Asimismo, tal y como una de las monitoras indica, es en el ocio “cuando
más conectas con los jóvenes, los conoces y puedes trabajar otros aspectos
que igual no trabajas tanto en la escuela, entonces ahí es cuando ves las ne-
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cesidades más importantes de los chavales (M3, M, GD, IS, S)”. El ocio es,
por tanto, un medio de observación y detección de necesidades, así como un
ámbito de actuación para trabajar educativamente y en valores.
A su vez, el uso negativo que en ocasiones los jóvenes en situación de vulne-
rabilidad dan a su ocio y tiempo libre es otra de las razones para trabajar en
este ámbito, con el n de ofrecerles diferentes espacios y formas positivas de
ocupar su tiempo libre, es decir, educarles en el ocio. También se detecta la
incorporación masiva de las nuevas tecnologías en el tiempo de ocio de los
jóvenes y las consecuencias negativas que está suponiendo, y cómo eso plan-
tea ofrecer alternativas de ocio y tiempo libre así como trabajar para que los
menores dediquen su ocio a realizar actividades que faciliten el desarrollo
de habilidades sociales; “como seres sociales que somos conviene dedicar
el tiempo de ocio a actividades que favorezcan el desarrollo de habilidades
sociales que produzcan benecios para la vida en sociedad, evitando así el
aumento de los niveles de exclusión social (P1, H, EN, IS, S)”.
La acción socioeducativa en el ámbito del ocio también permite ofrecer a es-
tos jóvenes unas guras de referencia a las que acudir y un medio para llevar
a cabo actividades que les produzca satisfacción y favorezcan su bienestar
psicológico y físico.
Claves metodológicas y buenas prácticas
Todos los profesionales entrevistados coinciden en que, para lograr convertir
el ocio en un espacio educativo que favorezca el desarrollo de los jóvenes en
situación de vulnerabilidad, es necesario llevar a cabo una metodología en la
cual se respeten una serie de principios y requisitos.
Los profesionales mencionan que una de las claves es la participación activa
del joven en este espacio como requisito primordial, pero no sólo durante la
realización de actividades, sino que debe ir más allá. Deben ser protagonistas
y ser conscientes de su desarrollo personal, marcándose sus propios objeti-
vos y siendo los gestores principales de su ocio y tiempo libre. No obstante,
algunas voces también reconocen la importancia de dar un empujoncito o exi-
gir cierta “obligatoriedad”, “ya que aunque haya actividades o temas que no
quieran tratar o trabajar, es importante motivarles y que puedan conocer dife-
rentes experiencias o alternativas (E3, M, EN, IS, ME)”. Desde este espacio
se debe fomentar la experimentación, una de las características en el tiempo
libre educativo, ya que desde las vivencias se trabaja de manera más efectiva
el autoconocimiento, la autoestima, el control de las emociones, etc. En este
sentido, algunas de la voces destacan que “por mucho que hagas una dinámica
de qué es ser asertivo, si no lo experimentan, no lo interiorizan (EC1, M, EN,
IS, ME)” o “cuando lo vives a través de una experiencia placentera, integras el
aprendizaje de una forma más fuerte (EC2, H, EN, IS, O)”.
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Asimismo, dado que se trabaja de manera grupal en la mayoría de ocasiones,
es importante que sean ellos mismos los que establezcan “ciertas normas o
pautas de comportamiento para que cada miembro del equipo pueda sentirse
aceptado y cómodo, perteneciente al grupo y que disfrute de los tiempos y
espacios (E3, M, EN, IS, ME)”. Se trata de crear un clima de respeto y con-
anza para que tengan “la libertad de compartir con los demás su forma de
ser (EC1, M, EN, IS, ME)” y vayan desarrollando habilidades sociales que
mejoren su situación de exclusión. Además, una de las educadoras sociales
remarca la importancia de que exista este espacio de encuentro entre jóve-
nes, en el cual se den conictos, no sólo entre ellos sino también cada uno
consigo mismo, puesto que, en este contexto, pueden aprender a resolverlos
y a gestionar sus emociones con la ayuda de los educadores sociales.
El hecho de que sean los jóvenes los que determinen tanto sus propios obje-
tivos como las normas y pautas del grupo supone educarles en autonomía y
responsabilidad, lo cual va a beneciar su desarrollo, ya que en muchas oca-
siones “les cuesta mogollón, porque como toda la vida el educador equis, la
institución equis, han tomado decisiones por ellos, luego se encuentran con
diecisiete años y no saben tomar decisiones (E2, M, EN, IS, ME)”.
Debe ser un espacio que brinde a los jóvenes la oportunidad de expresar cuá-
les son sus verdaderos intereses, inquietudes y necesidades, que les dé voz y
que tenga como n su desarrollo social y personal. Debe ser un proceso pro-
gresivo y continuo que se adapte, por un lado, a cada uno de los jóvenes, y,
por otro lado, a las nuevas realidades (nuevas formas de relacionarse, nuevos
modelos familiares, etc.). De este modo se logrará ofertar “prácticas de ocio
que les resulten atractivas y poder, de forma indirecta o transversal, trabajar
muchos aspectos (E3, M, EN, IS, ME)”. A su vez, este espacio y las prácti-
cas que se lleven a cabo en él deben estar regidas por parámetros inclusivos
“que no se excluya a nadie por ninguna razón, ni por razón económica, ni por
razón de origen, ni cultural, etc. (EC2, H, EN, IS, ME)”.
Varias de las personas entrevistadas mencionan la importancia de estar “más
allá de a ver qué juegos hacemos, qué cantamos, qué juguetes traigo…, estar,
la importancia de estar, en toda su dimensión (EC2, H, EN, IS, ME)” y de
realizar actividades que promuevan, entre otros, valores como la autocrítica,
el compromiso, la cohesión social, la solidaridad, la tolerancia, la igualdad
y la libertad.
Ocio. “Arma muy poderosa para poder trabajar cambios”
Dado que la agenda de los jóvenes “suele estar llena de debes y tienes”, el
ocio y tiempo libre adquiere gran importancia para ellos, siendo un espacio
de disfrute. La actitud positiva que los jóvenes muestran en este tiempo, así
como su predisposición, facilita el trabajar con ellos; “desde ese espacio
más relajado surgen momentos y conversaciones desde los sentimientos y
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las emociones (E1, M, EN, IS, O)”. El hecho de que sea una participación
voluntaria conlleva que se muestren más motivados y aprendan de una ma-
nera indirecta mediante juegos, actividades, etc., puesto que partimos de su
propio interés.
A través del ocio se logra trabajar las necesidades de los jóvenes en situación
de vulnerabilidad, así como diferentes aspectos relacionados con la vida co-
tidiana, “que igual dentro de la educación formal también se trabajan pero de
otra manera (E2, M, EN, IS, O)”.
Las personas entrevistadas mencionan varios benecios en relación con la
intervención socioeducativa en el ocio y el tiempo libre. Incluso una de ellas
se reere al espacio de ocio como “un arma poderosa para poder trabajar
cambios (E2, M, EN, IS, O)”. A través de las voces recogidas podemos iden-
ticar una serie de benecios que la participación en actividades de ocio y
tiempo libre educativo tiene en estos jóvenes. Son los siguientes:
• Desarrollar relaciones graticantes con sus iguales.
• Realizar actividades que favorezcan el desarrollo personal, dotándole de
capacidades, habilidades sociales, disciplina, etc.
• Aumentar la capacidad intelectual y las potencialidades.
• Estar acompañado y vincularse educativamente con referentes adultos en
un espacio protegido.
• Ampliar redes de apoyo favoreciendo que la persona experimente un
sentimiento de pertenencia y amplíe su autoestima.
• Desarrollar la autonomía, el autoconocimiento y la creación de identidad
propia, así como la autoexpresión y la participación. Asumir responsabi-
lidades, tomar decisiones y aprender a autoorganizarse.
• Aprender a comunicarse de manera asertiva, a tener un sentido crítico y
a reexionar.
• Madurez afectiva y emocional y control de la ansiedad.
• Tener un sentimiento de libertad.
A su vez, la forma en la que los jóvenes conciben la gura de los educadores
sociales en este espacio facilita el logro de todos estos benecios, puesto que
a pesar de que existan límites entre ambos agentes (educador-educando), se
crean relaciones basadas en la cercanía y la conanza. “Nos ven con algo
de autoridad donde sí que hay unos límites y una barrera de chaval-monitor,
pero sí que hay igual esa cercanía o ese cariño o esa conanza que igual no
tienes con tus profesores (M1, M, GD, IS, O)”.
Papel del educador social. “Ser guía y acompañar”
El papel del educador social en las intervenciones socioeducativas con jóve-
nes en situación de vulnerabilidad en el ocio y el tiempo libre, como comen-
tábamos al nal del apartado anterior, es principalmente vincularse y ganar
la conanza de estos jóvenes para ser guía y acompañarles durante todo su
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proceso en el recurso, impulsando que sean ellos los protagonistas de su
proceso y desarrollo; “ser guías, mostrar aquello que queremos enseñarle y
trabajar con ellos, y estar a su lado de acompañante. Dejar que ellos sean los
protagonistas (M2, M, GD, PE, R)”. Tal y como reere uno de los educado-
res sociales, es necesario que los jóvenes cuenten con una persona referente
que les transmita lo siguiente: “estoy aquí al cien por cien para recogerte, y
que tú me cuentes lo que quieras y veamos a ver qué hacemos (EC2, H, EN,
IS, ME)”.
Además, deben tener competencia en diseñar actividades y dinámicas que
tengan un trasfondo educativo y unos objetivos preestablecidos que den res-
puesta a las verdaderas necesidades de estos jóvenes; “no podemos hacer
por hacer, no se trata de hacer actividades a lo loco (EC2, H, EN, PE, R)”;
“tener en cuenta las necesidades, no sólo lo que vemos, sino también las que
demanda el grupo (EC1, M, EN, PE, R)”; “es importante que las actividades
que llevemos a cabo tengan un trasfondo educativo, eligiendo aquellas que
supongan una mejora de las habilidades sociales, que supongan un aumento
del nivel de autorrealización (P1, H, EN, PE, R)”.
El educador social debe crear puentes entre los diferentes recursos y entidades
que se encuentran en el entorno de estos jóvenes, con el n de facilitarles el
acceso y reducir su situación de exclusión social y la geticación que sufren.
Asimismo, tal y como varias educadoras sociales arman, es importante que
el profesional sea capaz de ir adaptándose a las nuevas realidades de los jó-
venes y utilizar sus gustos e intereses como medio para lograr que participen
en las actividades. “Debemos suscitar nuevas razones y motivaciones […],
debemos adelantarnos a lo que está hoy en día de moda y buscar la manera
de atraer y conectar a esas personas […], buscar eso, formas de atraer, debo
tener la capacidad de elegir actividades que sean atractivas para ellos (EC1,
M, EN, PE, R)”. Además, se subraya la importancia de “ser exible y tener
herramientas (E2, M, EN, PE, R)”, “saber movernos en muchos ámbitos (E2,
M, EN, PE, R)” y “muchas veces escuchar sin juzgar, ser referente con el
ejemplo (E1, M, EN, PE, R)”.
Por último, el educador social que lleva a cabo las intervenciones socio-
educativas debe tener claro, en todo momento, cuál es su función y su rol
dentro de las relaciones con los jóvenes puesto que, como indica una de las
personas entrevistadas,
somos personas educadoras, no estamos ahí pasando el rato y haciendo ami-
gos […], somos sus educadores, y si no es así se pierde la labor educativa,
[…] dejas de ser ecaz para eso que necesita, vas a ser su colega y en un
momento que necesites ponerle un límite no vas a ser capaz (EC2, H, EN,
PE, R).
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Educació Social 73 Ocio, acción sociocultural y educación
Dicultades y obstáculos
Varios educadores reconocen que, en muchas ocasiones, tanto los espacios
dirigidos al ocio y el tiempo libre como los proyectos socioeducativos se
diseñan presuponiendo las necesidades de los jóvenes, sin preguntarles qué
es lo que realmente necesitan; “a veces tendemos a hacer cosas sin preguntar,
porque creemos que es lo mejor y nos ponemos la capa de súper educadora
social, hacemos el proyecto del siglo y no escuchamos, no preguntamos si es
lo que ellos quieren (E2, M, EN, IS, D)”.
Asimismo, ocasionalmente se realizan actividades en el ocio y el tiempo li-
bre sin ningún objetivo, o de mano de profesionales que no guardan relación
con la educación social, lo que supone, en muchas ocasiones, la pérdida de
oportunidad de trabajar a través de la actividad todos los valores que pueden
beneciar en el desarrollo social y personal de los participantes.
Otra de las dicultades que una de las educadoras resalta es la baja partici-
pación de los jóvenes en situación de vulnerabilidad en esos recursos, ya que
tal y como conrma ella misma “¿a esos programas quién accede? Cuando
eres adolescente, además, muchas veces las madres y padres son los que
buscan información y te apuntan, entonces qué tipo de personas acceden:
adolescentes a lo que sus padres y madres apuntan (EC1, M, EN, IS, D)”.
Las características que se dan en este tipo de familias ocasionan que, en
muchas ocasiones, no lleguen a apuntarse a este tipo de recursos puesto que
son núcleos familiares que dan prioridad a cubrir otros aspectos relacionados
con las necesidades básicas.
Además, como indica una de las educadoras sociales, “el hecho de que, para
la administración la participación sea cuantitativa y no cualitativa es negati-
vo” dado que otorga mayor importancia al número de personas que acuden
al recurso o a las actividades, y no a los benecios que adquieren a través de
las intervenciones socioeducativas.
Por último, uno de los educadores sociales indica que, en muchas ocasiones,
“se trabaja con juventud como si la gente joven fueran niños y niñas (EC2,
H, EN, IS, D)”, lo que perjudica su desarrollo personal, puesto que no les
damos la oportunidad de desarrollar su autonomía y de adquirir responsa-
bilidades que vayan acorde con su edad. Además, intuye que esta forma de
tratarles nace del querer tener bajo control a este colectivo ya que, como él
mismo reere,
cuando capacitas a una persona a hacer las cosas de manera crítica pues ya
incluso se puede volver en contra tuyo. Entonces es como si la gente y sobre
todo la institución anda con mucho cuidado con eso, como “vale sí, que la
gente joven participe, pero en mis proyectos, a mi manera, como yo digo”
(EC2, H, EN, IS, D).
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Educació Social 73
Discusión y conclusiones
Tal y como señalan varios autores (Suárez, Tomás y Tomás, 2003; Rodrí-
guez, 2010), el desarrollo del ocio y el tiempo libre adquiere especial im-
portancia durante la adolescencia y la juventud puesto que fomenta que los
jóvenes destinen este espacio a realizar acciones que benecien su desarrollo
personal y social.
Como mencionan Cuenca (2011) y Morata y Garreta (2012), en el caso de
las personas jóvenes que se encuentran en situación de vulnerabilidad, el
ocio puede ser un ámbito de intervención determinante en pos de mejorar su
desarrollo personal y social. Así mismo, este estudio ha arrogado resultados
para abordar los objetivos planteados en la investigación; detectar cuáles son
las necesidades en relación con el ocio de los jóvenes en situación de vul-
nerabilidad, la importancia en sus procesos de inclusión y describir buenas
prácticas metodológicas en este ámbito. En este sentido, se concluye que,
desde la educación social, se debe abordar esta problemática diseñando en-
tornos y proyectos socioeducativos que ofrezcan a estos jóvenes unas guras
de referencia y un espacio donde desarrollar actividades que favorezcan su
desarrollo integral. Como plantea la siguiente voz:
A través del ocio podemos enganchar, enganchar con esas personas, para tra-
bajar la inclusión, para trabajar valores, para trabajar pertenencia a la comu-
nidad… Y trabajar, al n y al cabo, esa seguridad que hará que ellos mismos
se desarrollen como personas, como personas activas en la sociedad, y no
como lastre, que a veces es a lo que tendemos (E2, M, EN, IS, S).
De este trabajo se desprende también que la oportunidad de adquirir todos
los benecios que conlleva llevar a cabo un ocio positivo ayuda a dismi-
nuir la situación de riesgo y exclusión social de dichas personas, puesto que
acudir a estos recursos supone, por un lado, la ampliación de las redes de
apoyo social del menor y, por otro lado, que no destinen su tiempo de ocio
a realizar actividades poco saludables. Sin olvidarnos de que el ocio puede
ser un espacio para la integración, pero que también puede contribuir a la
retroalimentación de la exclusión (Morata y Garreta, 2012).
Encontramos ciertas dicultades de las que debemos ser conscientes a la
hora de trabajar con personas jóvenes en situación de vulnerabilidad: “la
mochila que traen consigo” por el contexto social en el que se han desarro-
llado, problemas de autoestima, carencias afectivas o la falta de experiencias
de ocio saludable asociado, también, a la falta de recursos para acceder a él.
Por ello, para llevar a cabo buenas prácticas que incentiven los benecios
que trae consigo la práctica saludable de ocio y tiempo libre es importante
que se respeten y se tengan en cuenta una serie de requisitos, como fomentar
la participación activa de los jóvenes tanto en las actividades como en el
funcionamiento del recurso (normas de comportamiento, decisiones, temas a
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Educació Social 73 Ocio, acción sociocultural y educación
tratar, etc.), desarrollar un espacio en el que se creen relaciones signicativas
basadas en la conanza y el respeto, escuchar y atender a las necesidades y
demandas de los jóvenes, adaptarse a las nuevas realidades y a los constantes
cambios y diseñar actividades desde parámetros inclusivos. También, utili-
zar estos espacios socioeducativos para intervenir en las carencias educati-
vas y afectivas de estos jóvenes.
En este sentido, otra de las conclusiones de este trabajo de investigación es que el
papel del educador social en este proceso es primordial, puesto que se convierte
en una persona referente para estos jóvenes, y es su acompañante durante todo el
proceso. Igualmente, se debe tener siempre en mente cuál es su función, tenien-
do claro cuáles y dónde están los límites, puesto que, al tratarse de un espacio no
formal, se corre el riesgo de que se difumine la labor educativa.
A la vez, el educador social debe evitar aquellas prácticas con cierto cariz
paternalista o incluso dirigista. Es decir, con un exceso de autoridad, que no
tenga en cuenta las necesidades reales de los jóvenes en estado de vulnera-
bilidad. No solo las necesidades, también se hace imprescindible hacerles
participes de las decisiones que se toman en la construcción de la agenda de
ocio y tiempo libre. Ello repercute en la afección hacia la propuesta de ocio
y tiempo libre. En otras palabras, hacerles partícipes y parte activa se torna
imprescindible para el éxito de cualquier intervención.
En denitiva, este trabajo muestra la importancia y los benecios de trabajar
desde el ocio y el tiempo libre con jóvenes en situación de vulnerabilidad.
No obstante, también subraya que, a pesar de que cada vez es mayor la im-
portancia y el reconocimiento que se da a este espacio, todavía queda mucho
camino por recorrer y existen dicultades que solventar. Creemos en la nece-
sidad de profundizar con nuevos trabajos en este sentido, que complementen
lo planteado con aspectos que no se han abordado, como es la mirada de las
personas en situación de vulnerabilidad respecto al ocio.
Jara Mateo Vázquez
Educadora social
jaramv1097@gmail.com
Israel Alonso Sáez
Profesor del grado de Educación Social
Facultad de Educación de Bilbao
Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea – UPV/EHU
Miembro del grupo de investigación consolidado KideON inclusión socio-
educativa Reconocido por el Gobierno Vasco (IT1342-19)
israel.alonso@ehu.eus
Aitor Garagarza Cambra
Profesor del grado de Educación Social
Facultad de Educación de Bilbao
Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea – UPV/EHU
Aitor.garagarza@ehu.eus
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Editorial Educació Social 73
Educació Social 73
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