La cuenca del Mediterráneo alberga una de las floras más ricas y diversas del mundo, formada por unas 25.000 especies (Greuter, 1991 y 1994; Médail & Quézel, 1997), gran parte de la cual, más del 50 % según algunas estimaciones, es endémica de este territorio o de alguno de los que los países ribereños. Sin embargo, su estudio y conocimiento está aún lejos de ser completo. Simplemente el inventario, la relación de especies que viven en este territorio, no ha podido completarse pese a los esfuerzos realizados en las últimas décadas del siglo XX y las primeras del XXI (Greuter et al., 1984-2008). Sirvan como ejemplo las aún inacabadas floras de Grecia (Strid & Tan, 1997-2002) o la Península Ibérica (Castroviejo, 1986-2019), los dos extremos del Mediterráneo, donde se concentra la mayor diversidad de especies (Heywood, 2002; Aedo et al., 2013).