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Primeras evidencias de un banquete: análisis arquitectónico y material de la estancia S-1 del yacimiento de Casas del Turuñuelo (Guareña, Badajoz)

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En el año 2016, durante la II Campaña de excavaciones en el yacimiento de Casas del Turuñuelo, se procedió a la excavación del vestíbulo y la estancia S-1, comúnmente conocida como estancia del banquete. En este trabajo se analizan los hallazgos materiales y las estructuras arquitectónicas de este espacio, a través de cuyo estudio hemos podido determinar la funcionalidad de la estancia, diferenciando la existencia de dos actividades distintas pero continuas en el tiempo: la preparación y cocinado de los alimentos y su posterior consumo. Esto nos ha permitido reconstruir la secuencia completa y los elementos empleados en cada una de las fases del banquete celebradas en esta habitación.
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CuPAUAM 45, 2019, pp. 179-202
Primeras evidencias de un banquete: análisis arquitectónico y
material de la estancia S-1 del yacimiento de Casas del
Turuñuelo (Guareña, Badajoz)1
First evidence of a banquet: architectural and material analysis
of room S-1 of the site Casas del Turuñuelo (Guareña, Badajoz)
Esther Rodríguez González y Sebastián Celestino Pérez2
Recibido: 15-06-2019
Aceptado: 28-09-2019
Resumen
En el año 2016, durante la II Campaña de excavaciones en el yacimiento de Casas del Turuñuelo, se procedió a la
excavación del vestíbulo y la estancia S-1, comúnmente conocida como estancia del banquete. En este trabajo se
analizan los hallazgos materiales y las estructuras arquitectónicas de este espacio, a través de cuyo estudio hemos
podido determinar la funcionalidad de la estancia, diferenciando la existencia de dos actividades distintas pero con-
tinuas en el tiempo: la preparación y cocinado de los alimentos y su posterior consumo. Esto nos ha permitido recons-
truir la secuencia completa y los elementos empleados en cada una de las fases del banquete celebradas en esta
habitación.
Palabras clave:
Tarteso, Valle Medio del Guadiana, ‘Casas del Turuñuelo’, arquitectura en tierra, banquete.
Abstract
In the year 2016, during the second excavation campaign at the archaeological site of Casas del Turuñuelo, the
vestibule and the S-1 room were excavated, considered as the banquet room. In this work we analyse the material
and the architectural findings produced in this space. Building on this study, we were able to identify the functionality
of the room. In this regard, we have differentiated the existence of two different continuous activities over time: the
preparation and cooking of food and its subsequent consumption. This has allowed us to reconstruct the complete
sequence and the elements used at all stages of the banquet carried out in this room.
Key words:
Tartessos, central Guadiana Valley, ‘Casas del Turuñuelo’, earthen architecture, banquet.
http://doi.org/10.15366/cupauam2019.45.006
ISSN 0211-1608, ISSN Digital: 2530-3589
1Este trabajo se integra dentro del Proyecto de Investigación I+D+i: “Construyendo Tarteso: análisis constructivo, espacial y
territorial de un modelo arquitectónico en el valle medio del Guadiana” (HAR 2015-63788-P).
2Instituto de Arqueología de Mérida, CSIC, Plaza de España, 15. 06800, Mérida (Badajoz), esther.rodriguez@iam.csic.es,
orcid.org/0000-0002-5813-9035; scelestino@iam.csic.es; orcid.org/0000-0002-2050-7090.
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Esther Rodríguez González y Sebastián Celestino Pérez
http://doi.org/10.15366/cupauam2019.45.006 ISSN 0211-1608, ISSN Digital: 2530-3589
1. INTRODUCCIÓN
Uno de los aspectos por los que destaca el yaci-
miento de Casas del Turuñuelo (Guareña, Badajoz)
es por su estado de conservación. Hasta la fecha, el
yacimiento extremeño es considerado un ejemplo
único de la arqueoloa peninsular, entre otras
razones, porque conserva en pie sus dos plantas cons-
tructivas, separadas entre por una escalinata monu-
mental, con alzados que en algunas estancias
alcanzan los 5 m de altura. A los restos arquitectó-
nicos se suman los elementos materiales: piezas cerá-
micas, metales, una escultura de mármol o piezas de
vidrio procedentes de diversos puntos del Medite-
rráneo, semillas, tejidos o maderas, que nos marcan la
importancia de este enclave fechado, en el momento
de su amortización, a finales del siglo V a.C., dentro
de lo que consideramos la fase final de Tarteso.
En este sentido, y aunque convencionalmente
Tarteso se circunscribe al valle del Guadalquivir,
Huelva y Cádiz, y a un espacio temporal entre los
siglos VIII y VI a.C., no cabe duda de que su
influencia cultural llegó pronto al Valle Medio del
Guadiana, donde yacimientos como Cerro Borre-
guero, la necpolis de Medeln o el primer
santuario de Cancho Roano, entre otros, son
prueba evidente de ello. Todos estos yacimientos
continuaron su actividad hasta finales del siglo V
a.C. sin ninguna interrupción y manteniendo la
esencia heredada de la cultura tartésica. Por ello,
consideramos que en el valle Medio del Guadiana
hay una estabilidad cultural que sin embargo no se
aprecia de forma tan clara en el Guadalquivir; en
consecuencia, la cultura tartésica siguió presente
en esa zona del interior, con algunos elementos
originales heredados de su influencia atlántica,
hasta su total desaparición, a finales del siglo V
a.C. Este final coincide con la amortización de los
monumentales edificios ocultos bajo túmulo que
caracterizan la ocupación del territorio el valle
medio del Guadiana, uno de cuyos mejores expo-
nentes es el de Casas del Turuñuelo. A este periodo
lo venimos denominando como Tartésico Final
(Celestino, 2016; Celestino y López-Ruiz, 2016).
Asimismo, huimos de la clásica y confusa clasifi-
cación de “orientalizante” para referirnos a este
periodo histórico - bien utilizada sin embargo para
tratar problemas estilísticos - y más aún del deno-
minado “post-orientalizante”, totalmente inconsis-
tente a tenor de la continuidad cultural en el valle
del Guadiana a la que hemos aludido (Rodríguez
González, 2018, con bibliografía).
De ese modo, el análisis y estudio de la arquitec-
tura y los elementos materiales documentados
durante las excavaciones de Casas del Turuñuelo
nos está permitiendo reconstruir diversos aspectos
de la vida cotidiana del enclave y, por lo tanto, de las
sociedades tarsicas del suroeste peninsular
durante la I Edad del Hierro. Sin embargo, debemos
ser conscientes de que la imagen o lectura que
actualmente obtenemos del estudio del yacimiento
de Casas del Turuñuelo procede de la escena final
que sus habitantes han querido perpetuar y transmi-
tirnos con el acto de amortización del edificio y sus
materiales; una imagen que posiblemente tenga
poco o nada que ver con las actividades llevadas a
cabo en el enclave a lo largo de sus años de vida.
Resulta de vital importancia aclarar este aspecto
antes de abordar el presente estudio, con el objetivo
de alertar al lector de la carga simbólica que se
desprende del espacio objeto de estudio; una carga
sim lica que en repeti das ocasiones se ha
empleado para definir la funcionalidad de este
enclave que, por otro lado, nos sigue resultando
desconocida a falta todavía de excavar más de la
mitad de la extensión que ocupa el túmulo.
A este respecto, el presente trabajo está destinado
al análisis de los restos documentados durante las
excavaciones de la estancia S-1, cuyos materiales
arqueológicos y elementos arquitectónicos nos
narran las fases de preparación y celebración de un
simposio que debió celebrarse justo antes de la clau-
sura del edificio y cuyas primeras evidencias ya
fueron documentadas durante las excavaciones de la
estancia 100, un espacio publicado en esta misma
revista (Rodríguez González y Celestino, 2017).
Ambos espacios constituyen dos piezas de un
enorme puzle cuya reconstrucción sacará a la luz la
complejidad del ritual que puso fin a la vida del
edificio de Casas del Turuñuelo, de ahí la impor-
tancia de ir dando a conocer los resultados arqueoló-
gicos obtenidos de la excavación y estudio de cada
una de las habitaciones que conforman esta magní-
fica construcción. A este respecto, cabe añadir que la
última pieza sumada a este enorme rompecabezas es
la hecatombe de animales documentada en el patio
del piso inferior del edificio (Celestino y Rodríguez
González, 2019a).
El yacimiento de Casas del Turuñuelo parte con
la ventaja de ser un contexto cerrado, un elemento
esencial de cara a abordar el análisis de la huella
arqueológica que una actividad ritual deja en un
enclave determinado. El edificio fue clausurado en
un momento concreto de finales del s. V o en los
primeros años del IV a.C. en conexión con la amor-
tización de otro conjunto de yacimientos del mismo
horizonte cultural en el valle medio del Guadiana
(Rodríguez Gonlez, 2018). De ese modo, y
aunque la construcción fue objeto de un incendio
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generalizado y una minuciosa destrucción posterior,
los materiales fueron depositados en las diferentes
estancias con una intencionalidad que nos es
permitiendo reconstruir las actividades desarro-
lladas en cada una de las habitaciones del edificio.
Así, el análisis arquitectónico y material de los
restos hallados en la estancia S-1, comúnmente
denominada como estancia del banquete, nos han
permitido acercarnos a la existencia de un espacio
en el que claramente puede distinguirse la realiza-
ción de dos actividades distintas pero continuas en el
tiempo: por un lado, la preparación y el cocinado de
los alimentos y, por otro lado, el consumo de los
mismos. La diferencia entre ambos escenarios
radica, principalmente, en los objetos materiales
empleados, principalmente la cerámica, cuyo
estudio nos permite presentar una primera lectura de
los restos documentados. Llegados a este punto,
posiblemente la tarea más compleja del trabajo, a la
que sin duda dedicaremos una breve reflexión tras la
presentación del material recuperado, sea deter-
minar aquellos aspectos que diferencian actividades
cotidianas, como el acto de comer diariamente, de
aquellas celebraciones excepcionales, grupo en el
que se incluyen los banquetes rituales, principal-
mente vinculados a actos religiosos o funerarios
(Sardá, 2010).
Para un futuro próximo quedará entonces la tarea
de eliminar esa carga ritual que actualmente se
desprende de los hallazgos realizados en las dife-
rentes estancias del edificio de Casas del Turuñuelo
y descifrar cuál era el papel que este monumental
edificio desempeñó en el poblamiento del valle
medio del Guadiana.
2. CONTEXTO ARQUEOLÓGICO Y ESPACIAL
DE LA ESTANCIA DEL BANQUETE DENTRO
DEL EDIFICIO DE CASAS DEL
TURUÑUELO
Durante el año 2016 tuvo lugar la II Campaña de
excavaciones arqueológicas en el yacimiento tarté-
sico de Casas del Turuñuelo. La documentación
durante la anterior campaña de un único punto de
acceso a la estancia 100 (Rodríguez González y
Celestino, 2017: 183) nos llevó a plantear los nuevos
trabajos arqueológicos en el sector este del túmulo
con el objetivo de conocer la funcionalidad del
espacio que daba acceso a esta habitación de fuerte
carga cultual (fig. 1). El planteamiento de la excava-
ción nos permitió documentar dos espacios. El
primero de ellos es un pequeño vestíbulo de sección
trapezoidal con unas dimensiones aproximadas de
unos 12,5 m2. Este espacio está separado de la
estancia 100 por un acceso de tres escalones cons-
truidos con cuarcitas que posteriormente han sido
enlucidos de arcilla naranja y forrados con finas
lajas de pizarra hoy perdidas a causa del incendio
generado en esta área del edificio.
El volumen de materiales arqueológicos docu-
mentados en este espacio no es abundante y,
además, la mayor parte de éstos están afectados por
el incendio que se produjo al final de la destrucción
del edificio, pues varias de las ánforas documen-
tadas habían estallado e incluso vitrificado por las
altas temperaturas alcanzadas en este sector, lo que
nos lleva a pensar que aquí debió concentrarse uno
de los focos del incendio. A pesar de ello, cabe
destacar la presencia de tres ánforas, cada una de
ellas ubicada en sendos escalones que dan acceso a
Figura 1. Vista aérea del túmulo de Casas del Turuñuelo (junio 2018) y fotogrametría del área excavada.
El contorno rojo marca la ubicación del vestíbulo y la estancia S-1 o del banquete. (Montaje: Carlota Lapuente.
©Construyendo Tarteso).
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la estancia 100, un brazalete de bronce y varias
ofrendas de semillas, entre las que debemos reseñar
la documentada en una pequeña urna de cerámica
gris dentro de la cual todavía se conserva fosilizado
parte de un saquito de lino donde posiblemente
fueron contenidas las semillas (Marín Aguilera et al.
2019: 936; 938, fig. 3). A estos materiales hay que
sumar la existencia de un telar del que han podido
recuperarse un total de 43 pesas de sección circular y
trapezoidal cuyo estudio, atendiendo a su peso, ha
permitido conocer la existencia de dos grupos o
medidas diferentes, lo que permitiría tejer diferentes
tipos de tejidos (Marín Aguilera, et al. 2019: 939;
Berrocal-Rangel et al. e.p.).
La excavación íntegra del vestíbulo permitió
documentar la existencia de tres nuevos vanos que
comunican esta pequeña área con sus respectivos
espacios, uno al norte, otro al este y, un tercero, al sur.
La elección del vano sur vino determinada por la
aparición de parte de un timiaterio de trípode fabri-
cado en bronce, fragmentado y muy afectado por la
oxidación, hasta el punto de que una de sus patas no
ha podido ser recuperada. Del timiaterio se conserva
parte del vástago encargado de sostener la cazoleta
donde serían quemadas las esencias y dos de sus
patas, representadas por garras de león. Aunque la
pieza no se conserva completa, las garras de felino
nos permiten considerar que sus paralelos más
cercanos se localizan en los ejemplares documen-
tados en la tumba 17 de la necrópolis de La Joya
(Garrido y Orta, 1970) y en el timiaterio de Villa-
garcía de la Torre, procedente de un contexto desco-
nocido (de la Bandera y Ferrer, 1994). Finalmente,
por el lugar en el que se realizó el hallazgo del
quemaperfumes nos inclinamos a pensar que éste
tuvo su posición original frente a la jamba izquierda
de la puerta que da acceso a la estancia sur, dado que
se trata de la jamba de mayor anchura.
Junto al timiaterio pudo recuperarse un conjunto
de listones y vigas de madera que posiblemente
procedan tanto de la techumbre que cubría el acceso
a la estancia sur, como de la puerta de madera que
debía existir en el vano que comunica la estancia con
el vestíbulo. La hipótesis que sostiene la existencia de
Figura 2. Vista de la puerta de acceso a la estancia del banquete desde el vestíbulo y los restos carbonizados
documentados tras su excavación (izquierda). Fotografías de detalle de la viga que conforma el umbral de la
puerta y de la conservación de los remaches de hierro clavados sobre el listón de madera carbonizada (derecha).
(Montaje: Carlota Lapuente. ©Construyendo Tarteso).
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una puerta fabricada con listones de madera se basa
en la aparición de cuatro remaches de hierro docu-
mentados in situ en uno de los listones, cuya función
consistiría en fijar o unir las tablas que conforman la
puerta. Así mismo, el zócalo de la puerta conserva in
situ el listón de madera que define el umbral, donde se
distingue la presencia de una quicialera en el extremo
izquierdo de la misma (fig. 2).
Los análisis efectuados a un lote de los carbones
localizados junto a la puerta, un total de 10 muestras,
nos permite apuntar que la especie vegetal empleada
en la construcción de los techos y entramados de esta
área del edificio es el Pinus sylvestris, cuya madera
puede considerarse de excelente calidad tanto para su
uso en construcción y carpintería como para ser
empleada como combustible3.
Esta puerta divide dos espacios, separando el
vestíbulo de la estancia S-1, comúnmente bautizada
como estancia del banquete debido a los materiales
arqueológicos recuperados durante su excavación.
Nuestro trabajo se centra en el análisis material y
arquitectónico de este ámbito donde hasta la fecha se
ha recuperado el mayor elenco de materiales relacio-
nados con la preparacn y celebración de un
banquete, hasta el punto que tanto la cerámica recu-
perada como el conjunto de piezas metálicas pueden
considerarse un ejemplo
único dentro de la protohis-
toria del suroeste penin-
sular.
3. LA ESTANCIA DEL
BANQUETE
El acceso a la estancia se
realiza por un vano de 1,68
m de luz, enmarcado por
dos jambas que dibujan una
pu e rt a de 1, 08 m d e
anchura. La estancia tiene
forma cuadrangular y una
superficie de 20,4 m2(fig.
3a y b). El acceso norte no es
el único con el que cuenta
este espacio, pues se han
documentado dos más: uno
al oeste, de 2,37 m de luz,
que co m uni ca con un a
estancia paralela a la habita-
ción 100; y otro al este, con
1,45 m de luz, que parece
conectar la estancia con uno de los pasillos perime-
trales que bordean el patio. La presencia de tres
accesos en la estancia nos lleva a pensar que esta
habitación no debió funcionar como una estancia
privada sino como un espacio comunitario de redis-
tribución o zona de paso que, como el vestíbulo
descrito con anterioridad, comunica diferentes
ámbitos.
En el muro este, a 1,40 m de altura con respecto al
nivel del suelo, se conserva un vano de 1,25 m de
anchura. Su base está construida con losas de arcilla,
idénticas a las documentadas en el ámbito 1 de la
habitación 100 (Rodríguez González y Celestino,
2017: 183). Lamentablemente la estructura no se
conserva completa, pues estaba alterada por la
presencia de una fosa medieval colmatada con
piedras y cenizas que nos impide conocer la termina-
ción del hueco por el este; sin embargo, dada la direc-
ción e inclinación que presenta, parece que comuni-
caa la estancia con el patio. De ese modo, si
tenemos en cuenta la altura a la que se encuentra y el
hecho de que comunique con un espacio abierto,
podemos interpretar este vano como una posible
ventana que se encargaría de ventilar la habitación e
iluminar el acceso que esta estancia tiene en su muro
oeste (fig. 3c), hasta la fecha el vano de mayor
3Análisis realizado por Mónica Ruíz Alonso en el Laboratorio de Arqueobiología del CCHS del CSIC.
Figura 3. A) Fotogrametría de la estancia S-1. B) Planimetría de la estancia S-1.
C) Reconstrucción 3D de la ventana presente en el muro este de la estancia.
A la imagen se le ha aplicado un foco de luz para ilustrar la iluminación
del vano oeste. (Diseño: a y b: Carlota Lapuente; c: Josep R. Casals.
©Construyendo Tarteso).
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anchura documentado en el edificio. En el ante-
pecho de la ventana se recuperó un lote de materiales
compuesto por un jarro de bronce, varios cuchillos
afalcatados y un pico, fabricados en hierro, así como
un recipiente de cerámica de grandes dimensiones,
elaborado a mano y que tiene como asas dos orejetas
en forma de herradura en cuyo interior se recupe
una fusayola (fig. 9a TU/17/510/100).
La construccn de la estancia se realizó
siguiendo el mismo patrón arquitectónico que el
documentado en la estancia 100: alzados de adobe
que se cubren por una capa de arcilla naranja que
posteriormente se decora con un espeso enlucido
blanco. Aunque está pendiente realizar un muestreo
de todos los enlucidos presentes en cada uno de los
muros que conforman las estancias del edificio, los
análisis preliminares realizados sobre algunos frag-
mentos desprendidos de los enlucidos de la estancia
100 nos han permitido determinar que estas decora-
ciones se realizan mediante la aplicación de caolines
(Martín Sánchez et al. 2019), el mismo sistema que
el empleado en los enlucidos documentados en los
vecinos yacimientos de Cancho Roano (Zalamea de
la Serena) (Celestino, 2001: 72) y La Mata (Campa-
nario) (Ponce de León, 2004: 331); sin embargo, la
constatada presencia del uso de la cal en la construc-
ción del edificio nos lleva a sospechar que ambos
materiales se están empleando en la decoración de
los muros.
La conservación de los alzados de la estancia es
irregular, pues este espacio se ubica en la ladera sur
del túmulo, de tal manera que cuanto más nos acer-
camos a su límite menor es la altura del alzado
preservada. De ese modo, las alturas conservadas
para los muros oeste, este y norte oscila entre 1,80 m
y 1,96 m, mientras que del muro que delimita la
estancia al sur apenas se conservan 0,88 m de altura.
A nivel arquitectónico uno de los elementos más
destacados y que mayor interés despierta es la
conservación del pavimento. Durante la excavación
de la estancia 100 tuvimos ocasión de comprobar la
irregularidad con la que éstos han llegado hasta
nosotros, hasta el punto de que han perdido por
completo su horizontalidad, presentando dentro de
un mismo espacio diferentes alturas o cotas. Este
hecho resulta llamativo si tenemos en cuenta la
calidad arquitectónica ycnica que presenta el resto
de la construcción, por lo que contrasta con la escasa
calidad de sus pavimentos. Así mismo, si la irregula-
ridad de los pavimentos ya se constataba en la
estancia 100, en la zona que nos ocupa es mucho más
acentuada, tanto en el vestíbulo como en la “estancia
del banquete”, donde los suelos de arcilla apisonada
aparecen completamente descolgados de los alzados
de adobe, con desniveles que alcanzan en algunos
puntos hasta el medio metro de altura.
Hasta que completamos en el año 2017 la excava-
ción del patio localizado al este del vestíbulo, desco-
Figura 4. Fotogrametría de los alzados oeste y este de la estancia S-1 en los que se ilustra el hundimiento del
suelo con respecto a su línea original. (Montaje: Carlota Lapuente. ©Construyendo Tarteso).
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nocíamos que tanto la Estancia 100 como la
“estancia del banquete” se localizan en el piso supe-
rior del edificio. Esta localización, sumada a la mala
colmatación de las estancias inferiores, han provo-
cado la alteración de los pavimentos y su hundi-
miento, un hecho que ya fue puesto de manifiesto
durante las excavaciones de la estancia 100 (Rodrí-
guez González y Celestino, 2017: 186), donde
llamaba la atención la ausencia de suelos de calidad,
semejantes a los documentados en otros yacimientos
coetáneos como Cancho Roano o La Mata. Mientras
en el caso de la estancia 100 las irregularidades
detectadas en su pavimento son mucho más hetero-
géneas, pues un mismo suelo presenta diferentes
rehundimientos en distintos puntos de la superficie,
tanto en el vestíbulo como en la “estancia del
banquete”, el vencimiento de los suelos se acentúa en
la parte central, con desniveles que alcanzan casi el
medio metro de profundidad (fig. 4), lo que supone
un descuelgue muy acentuado. Esta circunstancia ha
afectado a la posicn e integridad de algunos
elementos arquitectónicos secundarios, principal-
mente en el caso de la “estancia del banquete”, donde
los hogares presentan una inclinación hacia el centro
de la estancia bastante pronunciada; al mismo
tiempo nos ha permitido reconstruir las diferentes
fases constructivas. Así, por ejemplo, al haberse
descolgado los suelos, los alzados que quedan a la
vista carecen de decoración alguna por tratarse del
espacio que quedaba oculto por el grosor del suelo
que separa ambas plantas.
Para completar el estudio estratigráfico del pavi-
mento y apurar los conocimientos acerca de las acti-
vidades desarrolladas en esta estancia, hemos
emprendido su análisis microestratigráfico (fig. 5a).
En él puede observarse la superposición horizontal
de varias decenas de depósitos que alternan arcillas
arenosas, limos y cenizas ricas en carbones (fig. 5b).
Estos depósitos son el resultado de una ocupación
continua del sitio y de la realización de diferentes
Figura 5. A) Secuencia microestratificada bajo la cota de afección del incendio final del Turuñuelo (bajo flechas
naranjas); B) Detalle de la secuencia microestratificada, donde se superponen de manera horizontal varias decenas de
depósitos que alternan arcillas arenosas, limos y cenizas ricas en carbones; C) Pavimentos de tierra batida (flechas rojas)
y subproductos de las actividades asociadas a esos pavimentos (flechas naranjas);
D) Tejido carbonizado -¿alfombra, cortina?- (flechas naranjas). (Producción: Mario Gutiérrez. ©Construyendo Tarteso).
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actividades en la estancia. Actualmente, se está
llevando a cabo un análisis geoarqueológico de alta
resolución que combina diferentes técnicas analí-
ticas con el fin de identificar los procesos de forma-
ción del registro arqueológico, tanto antrópicos
como naturales, involucrados en la génesis de esta
secuencia microestratificada4. Entre las técnicas
empleadas destacan la micromorfología de suelos
y sedimentos arqueológicos, análisis físico-
químicos y geoquímicos. Los resultados prelimi-
nares han caracterizado esta secuencia como un
palimpsesto de episodios de reflooring o repavi-
mentacn. Así, se superponen distintos pavi-
mentos de tierra batida alternando colores muy
vivos (rojo, amarillo y blanco) con apenas uno o
dos milímetros de espesor (fig. 5c, flechas rojas).
Sobre estos pavimentos se localizan los subpro-
ductos de las diferentes actividades llevadas a cabo
en la estancia a lo largo de su existencia (fig.5C,
flechas naranjas). Entre estos depósitos destacan
los compuestos de forma casi exclusiva por cris-
tales romboidales de cenizas calcíticas, carbones y
grasa animal o vegetal carbonizada, lo que sugiere
que el espacio estuvo destinado al cocinado de los
alimentos y a la comensalidad. Además, se han
identificado tejidos carbonizados in situ sobre los
pavimentos de tierra batida (fig.5d). Todo ello
indica que el estudio actualmente en vías de
desarrollo será clave en la caracterización de los
usos del espacio, así como la naturaleza de las acti-
vidades desarrolladas en el asentamiento de forma
diacrónica, lo que a la postre proporcionará una
secuencia del asentamiento a escala microestrati-
gráfica que para el caso de la estancia sur parece
indicar una intensa repeticn de rituales de
comensalidad de forma periódica.
A la mala conservación del pavimento también
ha contribuido la ejecución de una fosa de forma
irregular en el centro del sector norte de la estancia.
La excavación de la fosa destruyó el pie derecho
donde iría inserta la viga documentada en el centro
de l a es t ancia, la encargada de sostener la
techumbre plana de este espacio, así como parte de
uno de los hogares localizados en la misma. La fosa
tiene una planta de aparente forma triangular con
sus ángulos redondeados. Esta irregularidad en la
forma nos ha permitido documentar unas dimen-
siones de 1,07 m de ancho en su lado menor y 1,54
m de anchura en su lado mayor; mientras que su
largo es de aproximadamente 1,76 m. Descono-
cemos la profundidad de la misma, pues no
agotamos su estratigrafía por temor a mezclar el
material de relleno de la fosa con el relleno de la
estancia inferior. De ese modo, y con el objetivo de
no mezclar materiales procedentes de dos activi-
dades y ámbitos distintos, a la profundidad de algo
más de metro y medio, detuvimos la excavación de
la fosa con la finalidad de acometerla cuando esté
diseñada la metodología de intervención para las
estancias inferiores.
Los materiales arqueológicos recuperados del
interior de la fosa nos invitan a pensar que fue exca-
vada para ser usada como basurero durante la cele-
bración del banquete. De su interior se han recupe-
rado un lote de piezas de hierro, actualmente en
fase de restauración, y un conjunto de restos cerá-
micos, platos y cazuelas fundamentalmente,
empleadas en el banquete. Entre estas últimas
llama la atención un cuenco carenado de labio
abierto, fabricado a torno y cocido en ambiente
oxidante de una excepcional calidad. La cazuela
tiene una decoración acanalada en la parte central
de su sección, cuyos espacios han sido decorados
mediante finas líneas incisas verticales, al igual
qu e el int e ri or de su lab io ( fi g. 1 0 b
TU/16/522/67). Por último, del interior de la fosa
pudo recuperarse un lote de fauna, actualmente en
fase de estudio y publicación, entre la que se distin-
guen especies domésticas y restos fruto de la acti-
vidad cinegética.
Junto a la fosa, en su extremo este, se localiza
uno de los dos hogares (UE 529) presentes en la
estancia. Su estado de conservación es deficiente,
pues además de estar seccionado en su extremo
oeste por la ejecución de la fosa, se encuentra
completamente inclinado hacia el centro de la
estancia como consecuencia del hundimiento del
suelo (fig. 6a). La estructura está fabricada a partir
de dos losas de adobe naranja separadas por una
pequeña junta de arcilla amarilla. Aunque conserva
unas medidas de 0,98 x 0,96 m, cabe suponer que
estaría fabricado con losas de 0,55 m, pues se trata
de las medidas de una de las cajas empleadas para
la fabricación de los adobes utilizados en la cons-
trucción del edificio (Rodríguez González y Celes-
tino, 2017: 183). Su uso durante la celebración del
banquete queda bastante claro ante la presencia de
abundantes cenizas sobre la base del mismo.
El segundo hogar (UE 526) se localiza en el
centro del extremo sur de la estancia (fig. 6b). Su
4Análisis realizados por Mario Gutiérrez en los laboratorios de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Granada y el
School of Archeology and Ancient History de la Universidad de Leicester.
CuPAUAM 45, 2019 Primeras evidencias de un banquete: análisis arquitectónico… 187
ISSN 0211-1608, ISSN Digital: 2530-3589 http://doi.org/10.15366/cupauam2019.45.006
estado de conservación es bueno, aunque también
se encuentra ligeramente inclinado hacia el centro
de la estancia como consecuencia del hundimiento
de la misma. Conserva unas medias de 0,75 x 0,75
m y está diseñado siguiendo el mismo esquema que
el anterior, a partir de dos adobes naranjas de 0,55
m de lado, separados por una pequeña junta de
arcilla amarillenta. Tanto su base como su entorno
estaban completamente colmatados de cenizas,
siendo éstas más abundantes en el extremo norte.
A pesar de las similitudes que a primera vista
guardan sendas estructuras, existen claras diferen-
cias entre ambas. La primera de ellas compete a su
diseño. Mientras la segunda estructura respeta su
forma rectangular, el primer hogar (UE 529) posee
sus lados cóncavos y apéndices en las esquinas, lo
que le da una aparente forma de piel de toro. Esta
diferencia nos lleva a plantearnos la siguiente
pregunta, ¿fueron empleadas ambas mesas para la
misma actividad?
A la diferencia que existe en el diseño de
ambas estructuras se suma la orientación que
presentan, pues mientras la estructura 526 está
orientada norte-sur, el hogar 529 está orien-
tado en sentido este-oeste, es decir al naciente
solar, un aspecto que esta estructura comparte
con el altar de la estancia 100 (Rodguez
González y Celestino, 2017: 184), así como
con el resto de altares taurodérmicos docu-
mentados en el territorio de Tarteso, caso de El
Carambolo o Coria del Río (Escacena e
Izquierdo, 2010: 27; Gómez Peña, 2017). Pero
todavía podemos ir un poco s alen la
identificación de la funcionalidad de ambas
estructuras; así, mientras el entorno del hogar
(UE529) estaba completamente limpio, el
pavimento que rodea a la mesa (UE 526)
contaba con abundantes restos de desechos
orgánicos, destacando, junto a la presencia de
restos óseos, una abundante acumulación de
conchas e improntas de bellotas, resultado de
su cocinado y consumo junto a la estructura.
Todos estos indicios nos permiten inter-
pretar la estructura 529 como un altar en forma
de piel de toro destinado a la realización de
sacrificios en el marco del ritual celebrado al
final de la vida del edificio; mientras que la
estructura 526 debe ser entendida como una
“mesa de servicio” en la que se han preparado
los alimentos consumidos durante el banquete
celebrado antes de la clausura y abandono de
la construcción. Por último, los restos del
sacrificio fueron depositados en el interior de
la fosa que se practicó en el suelo de la estancia
justo frente al altar.
Los elementos arquitectónicos secundarios se
completan con dos estructuras de compleja inter-
pretación que están adosadas, respectivamente, a
los muros oeste y este de la estancia. La estructura
UE 524 posee una forma rectangular y conserva
unas dimensiones de 1,65 x 0,50 m. Su proximidad
a la “mesa de servicio” y su relación directa con el
lote de materiales cerámicos recuperados en la
estancia y que serán analizados a continuación, nos
llevan a interpretarlo como un pequeño poyete o
mesa para depositar los objetos empleados en el
tratamiento y consumo de los alimentos. La
segunda estructura se encuentra completamente
destruida, de ahí la complejidad para determinar su
uso. Se trata de una acumulación de adobes de
sección cuadrangular sobre la que se recuperó un
lote de materiales cemicos, principalmente
platos. La excavación de la estructura nos permitió
documentar una espesa capa de pizarras descom-
puestas que posiblemente decoraban la estructura,
Figura 6. A) Fotografía de detalle del altar en forma de
piel de toro (UE 529). B) Fotografía de detalle de la
“mesa de servicio” (UE 526). (Montaje: Carlota Lapuente.
©Construyendo Tarteso).
188 CuPAUAM 45, 2019
Esther Rodríguez González y Sebastián Celestino Pérez
http://doi.org/10.15366/cupauam2019.45.006 ISSN 0211-1608, ISSN Digital: 2530-3589
un ejemplo que ha sido detectado en otros elementos
arquitectónicos del yacimiento como el pedestal
sobre el que se dispone la bañera o el banco corrido
de la estancia 100 (Rodríguez González y Celestino,
2017: 185 y 186). Sin embargo, la disposición que
presentan los adobes no posee una forma aparente,
lo que complica su interpretación. Dada la posición
que posee la estructura y los materiales a ella
asociados, solo cabe pensar que se trate de una
segunda mesa relacionada con las actividades
rituales desarrolladas en esta estancia. Posible-
mente, la inclinación que el suelo presenta hacia el
centro de la estancia ha favorecido el deslizamiento
de los adobes, rompiendo la forma original que
tendría la estructura.
A diferencia de la estancia 100, donde las
dimensiones del espacio nos han obligado a plan-
tear una alternativa a la tradicional cobertura plana
con la que cuentan este tipo de construcciones, la
modalidad de techumbre empleada para cubrir la
estancia del banquete parece bastante clara. Dado
que la habitación supera los tres metros de anchura,
lo que complica el diseño de una cubierta plana
realizada con vigas de pared a pared, la estructura
necesita de un pilar central que actúe de apoyo,
pilar que pudo documentarse sobre el pavimento
de la estancia, junto a restos de fragmentos de viga
y ramajes. Se trata de una viga carbonizada de 1,94
m de largo (fig. 7), posiblemente fabricada con
madera de pino, la misma especie que la empleada
para la techumbre del acceso norte de la estancia
cuyos restos ya han sido analizados. De ese modo,
podemos sostener que la estancia estuvo cubierta
por una techumbre plana construida con vigas
transversales y ramajes que se impermeabilizaron
mediante su cubrición con barro. Este sistema está
atestiguado en oriente en los ámbitos domésticos
fenicios (Díes Cusí, 1994), así como en enclaves de
cronología tartésica, como en el vecino Cancho
Roano (Celestino, 2001b).
4. COCINAR, SERVIR Y DEGUSTAR: EL
ELENCO MATERIAL DE LA ESTANCIA DEL
BANQUETE
A pesar de sus pequeñas dimensiones, la
estancia S-1 es, hasta la fecha, uno de los espacios
más ricos a nivel material del yacimiento de Casas
del Turuñuelo. De las excavaciones de este espacio
han podido recuperarse un rico conjunto de objetos
entre los que destacan las cerámicas y las piezas de
metal, de excepcional calidad. El elevado número
de piezas recuperadas no nos permite abordar por
completo su estudio dentro de este trabajo, una
labor que quedará para la futura publicación de la
memoria de excavacn; sin embargo, recoge-
remos en las próximas páginas una ntesis del
ajuar recuperado y su estrecha relación con la exis-
tencia de un contexto de consumo traducido en la
celebración de un suntuoso banquete al final de la
vida del edificio.
La dispersión del material dentro de la estancia
y el análisis estratigráfico de su localización es
bastante clara, hasta el punto que nos ha permitido,
como ya aludíamos, diferenciar la realización de
dos actividades distintas: el cocinado de los
alimentos y su posterior consumo. De ese modo,
los restos del banquete aparecen depositados en
dos niveles distintos, concentrándose la cerámica
de almacenamiento y cocina en las unidades
correspondientes a la fosa y el pavimento; mientras
que la vajilla de lujo aparece agrupada en la deno-
minada UE 511, concretamente en la esquina suro-
este de la habitación, en coincidencia con la ubica-
ción de uno de los bancos o poyetes y la “mesa de
servicio” donde se llevó a cabo la preparación de
algunos alimentos. Se trata de una unidad de
Figura 7. Vista desde el sur de la estancia S-1 donde
puede observarse la fosa practicada en el suelo de la
estancia y la viga correspondiente al poste central
donde se sostendría la techumbre (©Construyendo
Tarteso).
CuPAUAM 45, 2019 Primeras evidencias de un banquete: análisis arquitectónico… 189
ISSN 0211-1608, ISSN Digital: 2530-3589 http://doi.org/10.15366/cupauam2019.45.006
relleno de tonalidad amarilla y gran
dureza que cubre directamente el suelo
de la estancia. El material recuperado
dentro de dicha unidad, aunque muy
fragmentado, se encontraba completo,
por lo que el lote ha podido ser recons-
truido casi en su totalidad, lo que con
seguridad nos permitirá conocer la
actividad desarrollada en este espacio
justo antes de su clausura (fig. 8).
4.1- La vajilla cerámica
Como suele ser habitual en cualquier
yacimiento arqueogico, el mayor
volumen de material corresponde a las
cerámicas, de las que se ha podido recu-
perar un interesante y completo lote.
Diferenciar los tipos de recipientes
presentes en la estancia resulta de vital
importancia para abordar la correcta
interpretación funcional de la habita-
ción, pues a pesar de que los objetos nos
marcan la existencia de un momento de
preparacn de los alimentos y un
período de consumo de los mismos, las
dimensiones de la estancia y la localiza-
ción de todos los ejempl a res nos
permiten definir con claridad el uso que
se le dio a la misma, un uso cuya defini-
ción final quedará perfilada en un
futuro, cuando se desarrollen las exca-
vaciones de la habitación ubicada al
oeste de la estancia del banquete, cuya
importancia ya ha sido remarcada en la
lectura arquitectónica de este espacio.
De ese modo, el estudio estratigrá-
fico y tipológico de las formas cerá-
micas presentes en la habitación nos ha
permitido distinguir tres grandes grupos cerámicos:
los recipientes de cocina, los de almacenaje y el
servicio de mesa.
La cerámica de cocina se concentra en las
unidades correspondientes al pavimento de la
estancia y la fosa en la que fueron vertidos los
desperdicios de la preparación de los alimentos y los
sacrificios realizados en el altar de la estancia. Sus
formas han experimentado menos cambios en el
tiempo, perdurando incluso la tradición de fabri-
carlas a mano, dada su mejor resistencia al choque
término durante su contacto directo con el fuego, y
cocerlas en ambientes reductores; aunque dado que
muchos de los recipientes estaban destinados a la
preparación de alimentos en caliente, es decir, que
estuvieron en contacto directo con el fuego, las tona-
lidades de sus pastas tienden a ser muy irregulares.
Así, la homogeneidad en el repertorio hace que los
tipos se encuentren bastante extendidos por todo el
suroeste peninsular, lo que complica la definición de
tipologías; no obstante, el repertorio recuperado en
el yacimiento de Casas del Turuñuelo tiene su mejor
paralelo en el grupo B, correspondiente a las cerá-
micas a mano toscas, del servicio recuperado en el
yacimiento de La Mata (Rodríguez Díaz y Ortiz
Romero, 2004: 223 – ss).
Entre los tipos de recipientes de cocina podemos
diferenciar entre aquellos destinados a la prepara-
ción de alimentos en frío y los concebidos para su
posterior cocinado y, por lo tanto, para estar en
contacto con el fuego. Dentro del primer grupo se
incluyen los morteros y grandes platos (fig. 9a),
Figura 8. Sección estratigráfica y planimetría de la estancia S-1
donde se ilustra la ubicación de los restos materiales hallados durante
las excavaciones de la misma. (Diseño: Carlota Lapuente.
©Construyendo Tarteso).
190 CuPAUAM 45, 2019
Esther Rodríguez González y Sebastián Celestino Pérez
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grandes recipientes de paredes gruesas con bordes
muy desarrollados, destinados al amasado y la
trituración de los alimentos (García Fernández y
García Vargas, 2010: 123). Por su parte, son las
cazuelas y las ollas las destinadas al preparado en
caliente (fig. 9b). La diferencia entre ambos tipos
está en sus perfiles. Mientras las ollas presentan
una tendencia globular con los bordes abiertos al
exterior, las cazuelas poseen bordes engrosados al
interior, tipo almendrado, con la superficie plana,
lo que le permite sostener una tapadera. Sus
paredes tienden a ser más gruesas y toscas que en el
caso de las ollas que, aunque también fabricadas a
mano, presentan pastas más depuradas con desgra-
santes de mediano y pequeño tamaño.
El segundo grupo cerámico está compuesto por
los recipientes de transporte y almacenaje. De
diferente tamaño y capacidad, el contenedor de
transporte por antonomasia es el ánfora, principal-
mente por su capacidad de movilidad y su empleo
en el intercambio de alimentos y líquidos. Aunque
se ha recuperado un destacado número de ánforas
en diferentes ámbitos del yacimiento de Casas del
Turuñuelo, los restos recuperados en la estancia del
banquete permiten distinguir la presencia de, al
menos, dos de estos recipientes, pues no contamos
con sus perfiles completos (fig. 9c). Un estudio
reciente sobre las producciones de ánforas en el
valle medio del Guadiana (Rodríguez González et
al. e.p.) ha permitido determinar que la forma
predominante en este territorio son los perfiles de
saco, adoptados tras la colonizacn fenicia y
presentes en este territorio sin experimentar impor-
tantes cambios formales hasta el siglo V a.C. Por lo
Figura 9. Selección de cerámica de cocina y almacenaje procedente de la estancia S-1 del yacimiento de
Casas del Turuñuelo. (Dibujo: Sabah Walid. ©Construyendo Tarteso).
CuPAUAM 45, 2019 Primeras evidencias de un banquete: análisis arquitectónico… 191
ISSN 0211-1608, ISSN Digital: 2530-3589 http://doi.org/10.15366/cupauam2019.45.006
tanto, y a diferencia de las formas documentadas
en el valle del Guadalquivir, las producciones del
Guadiana presentan una gran homogeneidad,
experimentando cambios únicamente en sus
bordes, lo que ha sido traducido en una estandari-
zación de las formas fruto de la existencia de un
comercio a pequeña escala que no necesitó de la
evolución de sus contenedores de transporte.
Junto a las ánforas destacan las urnas, de
compleja clasificación dado su carácter polifun-
cional (García Fernández y García Vargas, 2010:
123; Ferrer y García Fernández, 2008: 211), lo que
en ocasiones complica la tarea de determinar su
uso; sin embargo, su forma cerrada la convierte en
un excepcional recipiente para el almacenaje a
corto y medio plazo. La diversidad en su uso hace
que sea uno de los recipientes más representados,
como puede observarse en enclaves del Guadiana
Medio como La Mata (Campanario), de donde
procede un destacado conjunto cuyo estudio
permite determinar la homogeneidad y estandari-
zación de sus formas, razón por la cual su clasifica-
ción se ha realizado atendiendo a su calidad técnica
(Rodríguez Díaz y Ortiz Romero, 2004). Dentro de
este grupo cerámico, en la estancia del banquete
del yacimiento de Casas del Turuñuelo podemos
diferenciar, a grandes rasgos, dos tipos: las urnas
globulares o bitroncocónicas (fig. 9d), de bordes
exvasados y cuellos abocinados; y las urnas con
asa de cesta a las que se supone un uso para el alma-
cenamiento y transporte interno de los alimentos o
ingredientes. Este tipo de urnas han sido también
documentadas en los yacimientos de La Mata
(forma 3.d.e) y Cancho Roano, mientras que los
ejemplares de mayor calidad del Turuñuelo han
sido localizados en el vestíbulo que da acceso a la
estancia (fig. 9e).
El último grupo cerámico corresponde al
servicio de mesa, destinado al consumo de bebidas
y alimentos. Como apuntábamos, el lote recupe-
rado de la estancia del banquete procede de la UE
511, un nivel de relleno ubicado justo por encima
del pavimento (fig. 8), lo que sitúa a este conjunto
fuera de un contexto de uso. Este dato resulta de
gran interés si además tenemos en cuenta que el
material se localizaba en un punto concreto de la
estancia, donde parece que tras la celebración del
banquete fue depositado junto a otros elementos de
metal empleados en el ritual. Del lote recuperado
pueden destacarse dos aspectos: por un lado, la
diversidad de recipientes, pues el conjunto reúne
todas las formas cerámicas presentes en la vajilla
de mesa, desde los vasos y las copas para beber,
hasta los cuencos, platos y fuentes, así como las
tapaderas, lo que nos permitirá en un futuro recons-
truir los hábitos culinarios y alimenticios del yaci-
miento. Por otro lado, debemos destacar la calidad
técnica de las producciones, donde se observa la
presencia de pastas muy depuradas con desgra-
santes muy finos, cocidas en ambientes oxidantes y
con cuidados acabados, entre los que destacan las
superficies decoradas con engobe o pintadas a
bandas que permiten emparentar a este repertorio
con los típicos conjuntos de tradición turdetana del
Bajo Guadalquivir.
La comúnmente denominada como cerámica
turdetana es considerada como el resultado de la
“hibridación selectiva” entre la tradición local y la
oriental llegada con el proceso de colonización
cuyos tipos se estandarizan en el s. V a.C. y
perduran, aunque con algunos cambios que atañen
a la simplificación de las decoraciones, práctica-
mente hasta la romanización (García Fernández,
2007: 130; 2014: 209). La homogeneidad del
repertorio ha llevado a suponer que la aparición de
variantes es el resultado de la convivencia entre
diversos talleres que, aunque comparten unos
mismos parámetros productivos y tecnológicos,
dotan de personalidad a sus repertorios cerámicos
(García Fernández y ez Romero, 2012: 111-
112). Como veremos a continuación, esta es la
realidad que se desprende tras analizar el servicio
de mesa documentado en la estancia del banquete,
donde junto a producciones arraigadas en el Bajo
Guadalquivir existen imitaciones fabricadas en el
propio yacimiento.
Una de las formas más numerosas, pues están
presente tanto en el relleno como sobre el suelo de
la estancia, son los platos y cuencos de casquete
esférico (fig. 10a). La pluralidad en la presencia y
los acabados que presentan estas formas está posi-
blemente relacionada con su funcionalidad, pues
muy probablemente se están empleando tanto para
el p reparado como para el consumo de los
alimentos. Dada la diversidad encontrada en el
yacimiento de Casas del Turuñuelo en lo que a
platos y cuenco se refiere, la diferenciación tipoló-
gica entre ambos requerirá de un estudio detallado
de las formas a partir de la enorme cantidad de reci-
pientes recuperados.
Hasta el momento, los tipos aparecen diferen-
ciados por sus bordes, hasta seis variantes, pues
poseen regularidad tanto en su perfil, de casquete
esférico a excepción de algún ejemplar con carena,
como en sus bases, de tendencia plana o con el pie
ligeramente desarrollado (Rodríguez González y
Celestino, 2017: 189, fig. 9). El análisis realizado a
un conjunto de platos y cuencos procedentes de la
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estancia 100 nos permitió determinar que la gran
mayoría de ellos han sido fabricados en el yaci-
miento, con arcillas procedentes del entorno (Celes-
tino et al. 2018: 243); sin embargo, del conjunto
recuperado de la UE 511 debemos llamar la atención
sobre una veintena de cuencos decorados a bandas
rojas, tanto al interior como al exterior, de clara
tradición turdetana (fig. 10a TU/16/511/15). Este
conjunto destaca tanto por su homogeneidad deco-
rativa como por la presencia, en varios ejemplares,
de dos perforaciones en su perfil, justo debajo del
labio, para facilitar su suspensión.
Así mismo, del conjunto de platos recuperados
entre la vajilla de mesa debemos destacar tres
ejemplares, de perfil carenado, cuyos diámetros
oscilan entre los 22 y 24 cm (fig. 10b). Decorados a
bandas rojas, los tres presentan un perfil que nos
permite incluirlos dentro de los denominados
“plato de pescado, el tipo II.B. de Escacena
(1987: 235), aunque solo dos de ellos presentan
pocillo central. Las producciones localizadas en el
valle del Guadalquivir han sido identificadas como
imitaciones de platos áticos, presentes ya en el s. V
a.C. en la zona gaditana (García Ferndez,
2914:214); sin embargo, la forma presente en los
ejemplares del Turuñuelo bien podrían entenderse
como una evolución procedente de un alfar local en
el que se intenta imitar la producción de platos
Figura 10. Selección de vajilla de mesa procedente de la estancia S-1 del yacimiento de Casas del Turuñuelo.
(Dibujo: Sabah Walid. ©Construyendo Tarteso).
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fenicios de los s. VII – VI a.C. presentes en las
costas andaluzas.
Por su parte, la influencia de la tradición alfa-
rera fenicia aparece representada en la vajilla de
mesa del Turuñuel o por cuatr o eje m plares
completos que imitan formas propias de las cerá-
micas de engobe rojo. Se trata de recipientes de
perfil escalonado, tanto al interior como al exterior,
con un borde completamente plano y muy pronun-
ciado y un pie troncocónico muy desarrollado que
presentan un rehundimiento central (fig. 10c). Los
paralelos s cercanos a este tipo de piezas se
localizan en la necrópolis de Medellín y se corres-
ponden con la forma 2B de las producciones de
barniz rojo, concretamente con las procedentes del
taller C3, con las que las piezas del Turuñuelo
guardan más relación por la tonalidad de sus pastas
y por la presencia de agujeros basculares practi-
cados antes de la cocción de la pieza (Almagro-
Gorbea, et al., 2008: 602, 612). Los ejemplares de
Medellín han sido interpretados como un posible
“frutero” o copa. Aunque esta primera identifica-
ción podría ser considerada, no creemos que su
interpretación como copa sea correcta. Su borde
plano y alargado hace imposible que este reci-
piente sea empleado para beber, un hecho al que se
suma su escasa capacidad por la poca profundidad
que presentan.
Frente a esta lectura, proponemos para estas
piezas una función como tapaderas para cubrir un
plato o un cuenco, siguiendo la misma idea que las
tapaderas empleadas para cubrir los lekánes o las
tapas de las “urnas de orejetas perforadas” típicas
de la alfarería ibérica, con las que las tapaderas de
perfil escalonado del Turuñuelo guardan cierta
similitud técnica y morfológica, principalmente
por la presencia de un pomo en forma de botón, el
agarre, confundido en diversas ocasiones con el pie
de una copa.
El análisis de la distribución de los hallazgos
correspondientes a las tapaderas de lekáne muestra
una dispersión concentrada en el levante medite-
rráneo y una cronología que arranca en el s. VI a.C.
(Sala, 1998: 192). Así, contamos con ejemplares en
yacimientos tan destacados del Mediterráneo
peninsular como la necrópolis de El Puntal (Sala y
Hernández, 1998: 230, fig. 11,11), La Albufereta
(Verdú, 2009: 99), El Oral (Sala, 1998: 187) o Puig
d´Alcoi (Grau, 2000-2001, fig. 43; 2002, fig. 7-6).
Mientras, la dispersión de las tapaderas de
urnas de orejetas perforadas es mucho más hetero-
génea, pues, aunque el mayor volumen también se
concentra en el levante peninsular (López Bravo,
2002: 100, fig. 1) y la Alta Andalucía (correspon-
diente al Grupo 14 de la tipología de Pereira (1988:
166, fig. 14), contamos con ejemplos en yaci-
mientos del interior peninsular como Castellones
del Ceal (Jaén) (Pereira, 1988: 151, fig. 5, 10) o el
Castrejón de Capote (Badajoz) (Berrocal-Rangel,
1994: 196), aunque el mero presente en este
último yacimiento es muy reducido. El origen
concreto de esta tipología de urnas y sus tapaderas
sigue siendo desconocido, aunque todos los indi-
cios apuntan a una procedencia centro medite-
rránea (Pereira y Rodero, 1983), cuyo auge penin-
sular se producirá en el s. VI a.C.; concretamente
los ejemplares más antiguos proceden del yaci-
miento de Peña Negra de Crevillente (Alicante)
(López Bravo, 2002: 100).
El contexto de aparición de estas piezas es fune-
rario en la gran mayoría de los casos, incluso en el
enclave extremeño donde se localizan los paralelos
más cercanos a los ejemplos de Casas del Turu-
ñuelo, la necrópolis de Medellín. Bien es cierto que
las necrópolis constituyen escenarios cerrados, lo
que favorece a la conservación de los objetos
ocultos en las sepulturas, pero, como apuntábamos
en la introducción del trabajo, el sistema de amor-
tización de los túmulos del Guadiana favorece la
correcta preservación de los restos que estos edifi-
cios atesoran. Por ello, aunque sería conveniente
revisar algunos contextos domésticos relacionados
con la preparacn e ingesta de alimentos y el
consumo de bebidas, parece que las piezas de perfil
escalonado del Turuñuelo pudieron emplearse a
modo d e tapa d eras pa r a cubri r o preservar
alimentos consumidos durante el banquete; pues
debemos tener también en cuenta que la llegada de
materiales e influencias de la zona del levante
peninsular comienza a estar cada vez más asentada
(Celestino 2013: 359), a través de la ruta de los
santuarios, cuya existencia fue defendida hace
décadas por el profesor Maluquer de Motes (1985:
20-ss).
Una de las posibilidades que barajamos es que
fueran empleadas como tapaderas de las copas de
imitación griega empleadas en las actividades de
lib aci ón an ali zad as a co nti nua ció n, pu e s
comparten diámetros similares. Así, mientras la
media diametral de las copas está entre 14 y 16 cm,
la de las tapaderas está en 14,4 y 16,8 cm. Así
mismo, ambos tipos son imitaciones de produc-
ciones mediterráneas, bien sean de la cerámica
ática o del engobe rojo fenicio. A falta de los resul-
tados obtenidos de los análisis de sus pastas, la
coloración y el estudio óptico de las mismas nos
permite presuponer un origen local para ambos
recipientes (Celestino et al. 2018), lo que a su vez
194 CuPAUAM 45, 2019
Esther Rodríguez González y Sebastián Celestino Pérez
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se traduciría en la existencia de un artesanado que
está imitando formas llegadas del comercio medi-
terráneo y una sociedad de élite que está deman-
dando este tipo de productos para su uso en activi-
dades rituales.
Del lote recuperado en la UE 511 procede un
conjunto de urnas de diversos tamaños y perfiles
(fig. 10d) que posiblemente estén relacionadas con
las dos actividades diferenciadas a partir de los
elementos arquitectónicos documentados en la
estancia: el banquete y la posible realización de
sacrificios o rituales vinculados a la presencia de un
altar en forma de piel de toro. Esta diferencia radica
en los tamaños que presentan las urnas, pues al
menos cuatro ejemplares pueden ser considerados
miniaturas. Estos recipientes serán sometidos a
análisis de contenido con el objetivo de determinar
qué tipo de sustancias contenían, pues bien podría
tratarse de algún tipo de esencia.
Por su par te, las urnas de mayor tam o
presentan diversos perfiles que llevan a pensar que
no existe un modelo estandarizado, sino que las
diversas formas responden a los gustos de los dife-
rentes talleres que las producen (Escacena, 1987:
446). A rasgos generales, las urnas de la “estancia
del banquetepresentan perfiles de tendencia
ovoide o bitroncocónicos, de cuello alto y aboci-
nado, boca ancha y labios exvasados, con un pie
pronunciado. Sus pastas naranjas y rosas nos llevan
a pensar que se trata de producciones realizadas en el
propio yacimiento.
El último conjunto lo conforman las copas de
imitación para el consumo del vino (fig. 10e).
Aunque solo uno de los ejemplares apareció
completo, concretamente la única pieza que solo
cuenta con un asa, la restauración del material
hallado en la UE 511 ha permitido sumar 18 ejem-
plares más al conjunto. Se trata de vasos que imitan
copas áticas del tipo Cástulo cup, cuyo comercio
está extendido por las tierras del interior peninsular
durante todo el s. V. a.C. (Gracia 2003; Celestino et
al. 2017). Se trata de copas modeladas a torno con
diámetros que oscilan entre los 14 y los 16 cm.
Fabricadas con pastas depuradas de tonos marrones
y beige, a las que se aplica un acabado alisado para
darle un aspecto uniforme, la falta de equilibrio
entre sus perfiles y sus asas horizontales demuestran
la falta de dominio en el modelado es estas piezas.
El conjunto de copas de imitación recuperado en
el yacimiento de Casas del Turuñuelo es el más
numeroso de los conocidos hasta la fecha en el valle
medio del Guadiana, pues en Cancho Roano, donde
el volumen de cerámica ática es mucho mayor que el
recuperado hasta la fecha en el Turuñuelo, solo
contaban con un total de tres piezas de imitación
(Gracia, 2003: 122 y 176, L. 70, 1-3). El número de
piezas recuperadas es importante en tanto en cuanto
nos está marcando la necesidad de producir, en el
propio yacimiento, copas para repartir entre un
número destacado de comensales que van a parti-
cipar en el ritual de libación; siendo este tipo de
objetos un elemento distintivo entre los individuos
que forman parte del grupo. Una tarea pendiente es
definir en qué recipientes se mezclaría el vino antes
de su ingesta, pues la ausencia de cráteras nos lleva a
pensar en el uso de recipientes de imitación o de otro
tipo de contenedores para almacenar el vino y
completar, así, las distintas fases que corresponden
al simposio griego.
La abundancia de copas de imitación no susti-
tuye la presencia de producciones áticas en el yaci-
miento. Sin embargo, y a falta de abordar un estudio
detallado que permita determinar la existencia de
una actividad ritual concreta durante el sellado del
túmulo que cubre el edificio, éstas se concentran en
los niveles superiores del yacimiento, concreta-
mente en la capa de sellado con arcilla amarilla que
parece cubrir toda la construcción a modo de blin-
daje. La presencia de este material en la cobertura
del edificio nos ha llevado a pensar en la existencia
de un ritual de libación final para el que los mora-
dores del Turuñuelo se reservaron la cerámica de
importación por ser considerada una vajilla de lujo.
4.2. Los utensilios de metal
Junto a las cerámicas, el segundo grupo de
materiales que deben ser analizados es el conjunto
de piezas de metal, tanto de bronce como de hierro,
recuperados tanto de la unidad de relleno 511 como
del suelo de la estancia, relacionados estrecha-
mente con el ritual celebrado en este espacio. Casi
todas las piezas que componen el ajuar están en
proceso de restauración5, debido al mal estado de
conservación de presentan por los altos niveles de
humedad registrados en el yacimiento, principal-
mente las que corresponden a las herramientas de
5Los trabajos de restauración de todas las piezas metálicas recuperadas en el yacimiento de Casas del Turuñuelo se están lle-
vando a cabo en el laboratorio del Servicio de Conservación, Restauración y Científicos del Patrimonio Arqueológico
(SECYR) de la Universidad Autónoma de Madrid.
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ISSN 0211-1608, ISSN Digital: 2530-3589 http://doi.org/10.15366/cupauam2019.45.006
labor fabricadas en hierro, como los cuchillos afal-
catados, un pico o una hoz que serán objeto de
estudio en un trabajo próximo; sin embargo,
creemos adecuado incluir en este trabajo una breve
ntesis del conjunto de piezas fabricadas en
bronce, algunas de ellas ejemplos únicos en la
protohistoria de la Península Ibérica.
Junto a la puerta norte de la estancia se recupe-
raron dos de las piezas más destacadas del
conjunto: el timiaterio, analizado tras la descrip-
ción del vestíbulo, y el caldero, documentado junto
a la jamba oeste de la puerta, pero ya en el interior
de la estancia. Se trata de la pieza de bronce de
mayores dimensiones de las documentadas hasta la
fecha en el yacimiento, pues a falta de su vaciado y
dibujo, podemos adelantar que posee, aproximada-
mente, un metro de diámetro. Sus dimensiones
están complicando las labores de restauración de la
pieza, cuyo interior no ha sido aún excavado, por lo
que desconocemos si aun guarda restos de cual-
quier tipo (fig. 11a). Fabricado mediante bronce
batido, se trata de un recipiente de gran tamaño con
un perfil de casquete esférico. Su borde, de
aparente sección triangular, cuenta con un refuerzo
rectangular, una cinta que se adhiere a la pieza
mediante el uso de remaches también fabricados en
bronce. Cuenta con dos asas en forma de omega
cuyos extremos recuerdan a dos capullos de loto
cerrados, unidas al cuerpo del caldero por dos bisa-
gras circulares.
Hasta la fecha, constituye el único ejemplo de
caldero documentado completo en el ámbito tarté-
sico. Su paralelo más cercano se localiza en el
vecino yacimiento de Cancho Roano, donde se
documentaron varios fragmentos de calderos de
los que solo el ejemplar de la estancia H-8 conserva
buena parte de su perfil (Celestino y Zulueta, 2003:
33-34, fig. 8). Dado el contexto en el que se loca-
liza y los materiales que le acompañan podemos
otorgar a esta pieza un origen mediterráneo, si
bien, de factura mucho más modesta que los cono-
cidos en el área del Egeo y Próximo Oriente como
calderos de prótomo (Jiménez Ávila, 2002). Sin
embargo, la fachada atntica de la Pensula
Ibérica no es ajena a este tipo de materiales, pues
desde el Bronce Final se atestiguan los denomi-
nados “calderos de remache” peninsulares, a los
que también se otorga, no sin discusión, un origen
mediterráneo (Armada, 2008; Armada y Vilaça,
2016). Aunque no se conserva un número desta-
cado de estos calderos que permitan hacer un
estudio comparativo y evolutivo completo, pues
casi todos los restos recuperados corresponden a
fragmentos aislados, el caldero de El Turuñuelo
tiene sus paralelos más cercanos en los de Lois
(Crém enes, Le ón) y Cabár ceno (Pe nagos,
Santander) (Blas Cortina, 2007; Gerloff, 2010:
200-204, pl. 110-114), con los que guarda una
estrecha relación tipológica, aunque no técnica,
pues la característica de los calderos del Bronce
Figura 11. Conjunto de bronces procedentes de la estancia S-1 del yacimiento de Casas del Turuñuelo. A) Caldero.
B) Parrilla. C) Jarros. D) Mango con decoración figurada. (Montaje: Carlota Lapuente. ©Construyendo Tarteso).
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Esther Rodríguez González y Sebastián Celestino Pérez
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Final Atlántico es que están fabricados a partir de la
unión de chapas mediante remaches alineados,
mientras que el caldero del yacimiento extremeño
parece haber sido fabricado a partir de una sola
lámina de bronce batido. No obstante, de lo que no
cabe alguna duda, es que la tradición del uso de este
tipo de recipientes perdura en el tiempo y arraiga
en la I Edad del Hierro peninsular, vinculada igual-
mente a la celebración de banquetes y el consumo
de carne (Armada y Vilaça, 2016: 144).
Otro de los objetos de bronce presentes en el
banquete y que, al igual que el caldero, constituye
una pieza única en la protohistoria del suroeste, es
la parrilla (fig. 11b). De forma rectangular (44 x 38
x 18 cm) está fabricada a partir de dos placas de
sección rectangular ubicadas en el lado de menor
longitud donde van insertas las 7 varillas de
sección cuadrangular que conforma la superficie
de cocinado. Ambas placas poseen una termina-
ción en forma de ‘L’ en cada uno de sus extremos
que hacen las funciones de patas, de tal modo que
al colocar la parrilla sobre las brasas la carne no
entre en contacto directo con el fuego. Por último,
una de las placas de los extremos lleva inserta dos
anillas en el centro posiblemente diseñadas para
poder colgar la parrilla mientras no estuviese en
uso.
Existen numerosos yacimientos de la protohis-
toria peninsular en los que han sido documentados
este tipo de piezas. La mayor concentración se
localiza en la Meseta, siempre vinculados a
contextos funerarios, caso de los ejemplos recupe-
rados en las necrópolis de La Mesa de Miranda
(Chamartín, Ávila) (Álvarez-Sanchís, 2008) o La
Osera (Chamartín, Ávila) (Álvarez-Sanchís, 2009:
207). Sin embargo, el ejemplar localizado en el
yacimiento de Casas del Turuñuelo posee una
característica que lo diferencia del resto de ejem-
plos conocidos hasta la fecha, el estar elaborado en
bronce, por lo que se le supone mayor antigüedad.
El resto de parrillas conocidas fueron forjadas y
corresponden a unas cronologías que abarcan
desde el s. IV al II a.C. (una visión reciente en Faro
Carballa, 2015).
El ejemplo s próximo a nuestro caso de
estudio lo constituye el fragmento de parrilla recu-
perado durante las excavaciones del Castrejón de
Capote (Higuera la Real, Badajoz) (Berrocal-
Rangel, 1994: 236, fig. 80), no solo porque ambos
utensilios guarden similitudes tipológicas, sino
porque han sido documentados en un contexto
ritual, asociados a restos del consumo de animales
y junto a otros elementos vinculados con la cele-
bración de un banquete. A un entorno doméstico
pertenecen también las parrillas documentadas en
el ámbito ibérico, concretamente en cronologías que
abarcan los s. IV – III a.C. (Faro Carballa, 2015: 80).
A través del estudio cerámico ya hemos establecido
algunas conexiones con el área del levante penin-
sular, por lo que no sería extraño que este tipo de
objetos e ideas estén llegando a través de esta misma
ruta comercial.
El servicio del vino se completa con el hallazgo
de dos jarros de bronce (fig. 11c), aunque la
presencia de varios fragmentos informes y alguna
fracción de borde nos invita a pensar en la posible
existencia de un tercer ejemplar. Ninguno de los
jarros fue recuperado sobre el suelo de la estancia,
pues uno se localizó a la altura del altillo o ventana
del muro este de la habitación, mientras que el
segundo se halló en el relleno 511, justo al lado
contrario del depósito de cerámicas. Ambos ejem-
plares presentan un cuerpo ovoide con el cuello
cilíndrico y el borde recto, sin desarrollar; sin
embargo, presentan una diferencia en sus bases que
puede marcar la variación cronológica de ambos
recipientes. Así, mientras el ejemplar documentado
en el relleno de la estancia junto al altillo presenta
una base desarrollada cónica, similar a los ejem-
plares de Espartinas (Sevilla) y Cancho Roano
(Forma B-III de Celestino, 1991); el ejemplar de la
UE 511 posee una base plana, lo que permite
incluirlo dentro del Grupo B de Jiménez (2002: 52),
cuyo paralelo más cercano se localiza en Villanueva
de la Vera, si bien, el ejemplar del Turuñuelo cuenta
con una decoración mucho más austera, pues su asa,
de sección rectangular, únicamente cuenta con una
decoración incisa acanalada que recorre la super-
ficie de la misma desde el borde al arranque del
cuello cilíndrico. La cronología de este último ejem-
plar se sitúa en la última centuria del s. VII a.C.
(Jiménez Ávila, 2002: 65), mientras que los jarros
con pie nico se fechan a partir del s. VI a.C.
(Celestino, 1991: 80). Por último, el alto grado de
oxidación que presentan ambos recipientes no ha
permitido determinar todavía si el arranque del asa a
la altura del cuello cuenta con una típica decoración
de palmeta, algo que solo desvelará la actual restau-
ración de las piezas.
En relación directa con los jarros y el servicio del
vino se encuentra una de las piezas más destacadas
del conjunto por tratarse del primer ejemplar recu-
perado completo. Se trata de un colador de bronce,
fabricado a partir de un disco cóncavo de 12,7 cm de
diámetro y un alambre retorcido que hace las
funciones de asa. La parte central del disco es
perforada con pequos agujeros destinados a
escanciar el vino e impedir el paso de posos o
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desperdicios. En este sentido, sus dimensiones
permiten relacionarlo con los dos jarros de bronce
localizados en la misma estancia en cuya boca
encaja a la perfección, por lo que no cabe duda de
que era empleado para colar el vino que, posterior-
mente, desde los jarros se serviría en las copas.
Hasta la fecha, el único paralelo conocido es el frag-
mento de colador documentado en la estancia H-9
de Cancho Roano (Celestino y Zulueta, 2003: 57-
58, fig. 17.4).
El conjunto de piezas de bronce lo completan
cuatro platos de balanza en proceso de restauración,
un cascabel, varios fragmentos informes, un juego
de 9 anzuelos y el extremo final de un mango deco-
rado con una forma de piel de toro y dos palomas, sin
duda la pieza más singular del repertorio por el
simbolismo que desprende. Se trata de un vástago
alargado (14,5 cm) de sección cuadrada, fabricado
mediante la cnica de fundido. En uno de sus
extremos conserva una decoración figurativa en la
que se representa una piel de toro con sus esquinas
inferiores perforadas sobre la que descansan dos
palomas enfrentadas (fig. 11d). La curvatura que
presenta el vástago y la disposición de la escena nos
ha llevado a interpretar la pieza como el posible
extremo de un báculo, de tal forma que al asir el
vástago la decoración quedaría expuesta sobre el
puño de quien la portara.
A falta de conocer la funcionalidad exacta de la
misma, la importancia de este objeto radica en el
simbolismo de su iconografía. La forma de piel de
toro se ha relacionado en reiteradas ocasiones con el
dios Baal (Celestino, 2008; Escacena y Coto, 2010;
Gómez Peña, 2017), una representación recurrente
en la toréutica tartésica, como así puede observarse
en ejemplos como la piel de toro dibujada como
manta sobre el lomo del caballo de Cancho Roano
(Celestino y Zulueta, 2003: 52-ss, fig. 16), la forma
adoptada por las bandejas de El Gandul y La Joya o
la reciente interpretación del timiaterio de la tumba
17 de La Joya (Gómez Peña, 2018).
Mucho más abundantes son las representaciones
de aves, tanto en la cerámica como la toréutica de la
I Edad del Hierro del Suroeste peninsular (una
visión reciente en Arruda, 2016). A pesar del esque-
matismo que presentan los ejemplares documen-
tados en la pieza del Turuñuelo, no parece que haya
dudas sobre su identificación con dos palomas y su
interpretación como representantes de la divinidad
Ishtar/Astar, un mecanismo atestiguado en
diversos puntos del Mediterráneo (Arruda, 2016:
419). Dos palomas enfrentadas aparecen represen-
tadas en el bocado de caballo de Cancho Roano
(Blech, 2003: 162, fig. 2), así como en el quemaper-
fumes de la Quéjola, Albacete (Blánquez y Olmos,
1993), constituyendo estos ejemplos nuestros para-
lelos más cercanos.
5. SACRIFICIOS A LOS DIOSES
El análisis arquitectónico y material de los restos
documentados en la estancia del banquete ha permi-
tido diferenciar dos fases del ritual de comensalidad:
por un lado, la preparación de los alimentos y, por
otro lado, su consumo. En el tránsito entre ambas
actividades se inserta el acto de inmolación o dedi-
cación a la divinidad de los alimentos que van a ser
degustados, un acto que puede comprender el sacri-
ficio de animales que posteriormente va a consu-
mirse o acciones complementarias no cruentas
como la realización de libaciones. Para identificar
estos espacios de inmolación se han reconocido una
serie de elementos que participan de la actividad
litúrgica, desde la presencia de altares o mesas de
ofrenda, a la existencia de diversos objetos que
reflejan la celebración del rito (Cabrera Díez, 2010:
124-ss).
Todos estos elementos parecen estar presentes en
la estancia objeto de estudio. El altar en forma de
piel de toro acompañado de una mesa de servicio y,
al menos, una mesa de ofrendas, a lo que se suma la
existencia de abundantes restos óseos cuyo estudio
será determinante para definir la práctica sacrificial
celebrada en este espacio. A estas estructuras se
suman los restos cerámicos y metálicos relacio-
nados con la realización de libaciones y el consumo
del vino, otra fase concebida dentro de las etapas del
banquete. Sin embargo, debemos sumar a este
elenco una última pieza que certifica la identifica-
ción de este ámbito con un espacio relacionado con
la ritualidad. Se trata de una cuarcita de tonalidad
marrón y forma cilíndrica (0,25 x 0,5 m) recuperada
en la unidad de relleno 511, que en una primera
lectura del conjunto fue identificada como un
posible alisador. El análisis macroscópico de la
pieza nos permitió constatar que los extremos de la
misma habían sido trabajados mediante abrasión
con el objetivo de darles un aspecto redondeado,
pero además se constató que la pieza había sido
pintada de rojo (fig. 12). Esta identificación nos
llevó a redefinir la funcionalidad del objeto e identi-
ficarlo con un betilo, la representación anicónica de
la divinidad (Seco Serra, 2010: 135-137).
El betilo recuperado en el Turuñuelo no es un
ejemplo único pues contamos con dos paralelos en
el área de Tarteso que representan el mismo tipo
(Toscano Pérez, 2019). La primera pieza procede de
la tumba 18 de la Joya y pertenece a un objeto cilín-
198 CuPAUAM 45, 2019
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drico de arenisca también trabajado en sus extremos
(Garrido y Orta, 1978: 143). El segundo ejemplo
procede de un reciente hallazgo realizado en el
poblado de Tejada la Vieja durante las actividades de
limpieza y consolidación realizadas en el yaci-
miento durante el año 2015. A diferencia del ejem-
plar del Turuñuelo, el betilo de Tejada cuenta con
unas dimensiones mayores y uno de sus extremos ha
sido decorado mediante la ejecución de cinco perfo-
raciones a partir de un elemento metálico.
La diferencia fundamental que presentan las tres
piezas es el contexto en el que han sido documen-
tados. Mientras el betilo de la Joya procede de un
ambiente funerario, la pieza de Tejada fue recupe-
rada dentro de un área de viviendas, lo que no encaja
dentro del contexto cultual al que responde el yaci-
miento de Casas del Turuñuelo. Sin embargo, el
eje mp la r de lae st a nc ia del
banquete no es un caso aislado
dentro del suroeste peninsular, pues
existen claros ejemplos en yaci-
mientos claves del ámbito tartésico
(una revisión reciente en Celestino y
Ro dr íg ue z Go nz ál ez ), do nd e
conviven la presencia de altares y
signos de la celebración de activi-
dades litúrgicas junto a la existencia
de betilos, caso de El Carambolo
(Sevilla) (Fernández Flores et al.,
e.p.) y el Castro dos Ratinhos (Moura,
Portugal) (Berrocal-Rangel y Silva,
2010); sin embargo, el ejemplo que
s se acerca a nuestro caso de
estudio es nuevamente el santuario de
Can c ho Roa no (Za lam e a de la
Serena, Badajoz), de cuyo foso fueron
recuperados dos betilos que han sido
puestos en relación con las estructuras
documentadas en las diferentes fases
de la estancia H-7 o sancta santorum
(Celestino, 2001: 56).
6. A MODO DE CONCLUSIÓN
El análisis estratigráfico, cons-
tructivo y material de la denominada
“estancia del banquete” o S-1 permite
concluir que este espacio estuvo
destinado, desde su construcción, al
preparado y consumo de alimentos;
sin embargo, en el momento previo al
incendio y clausura del edificio, la
habitación fue testigo de la celebra-
ción de un banquete cuyo objetivo era
conectar el final de la vida del edificio
con el beneplácito de la divinidad a la que fueron
consagradas las diferentes liturgias celebradas en el
mismo. De ese modo, el análisis tipológico de los
materiales depositados sobre el pavimento de la
estancia muestra la existencia de una escena vincu-
lada con la preparación de los alimentos, como así lo
refleja el abundante elenco de cerámica de cocina
recuperado, los cuchillos afalcatados y el molino
barquiforme documentado en la esquina suroeste
de la habitación, entre otros materiales. Este
estudio material encaja a la perfeccn con la
lectura microestratigráfica realizada de este
ámbito a partir del perfil correspondiente al vano
oeste localizado en la estancia, donde la superposi-
ción de pavimentos y restos de carbones y cenizas
permiten definir el uso continuo de este espacio
como área para la preparación de los alimentos.
Figura 12. Betilo cilíndrico documentado en la UE 511 de la estancia
S-1 del yacimiento de Casas del Turuñuelo. (Montaje: Carlota Lapuente.
©Construyendo Tarteso).
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Sin embargo, el evento celebrado antes de la
clausura del edificio no se corresponde con una
actividad cotidiana, sino que representa un aconte-
cimiento excepcional como así lo refleja tanto la
ejecución de una fosa donde fueron vertidos los
desperdicios del banquete, como la vajilla cerá-
mica y los objetos metálicos recuperados del
relleno que cubre el nivel de uso de la habitación.
Curiosamente, los materiales recuperados de este
relleno fueron depositados en un mismo punto, lo
que muestra la intencionalidad implícita en la acti-
vidad, al tiempo que abre la puerta a la posibilidad
de que el consumo de bebida y comida no se reali-
zase en este espacio, sino en un ámbito contiguo
aun por excavar. A este respecto, todos los indicios
parecen apuntar a que la actividad del banquete se
desarrolló en la estancia oeste, paralela a la habita-
ción 100 con la que posiblemente comparta unas
dimensiones similares. Eso explicaría la anchura
del vano de su puerta, la presencia de una posible
estera o alfombra que cubre el pavimento de acceso
y que la ventana o altillo se localice justo frente a la
misma, propiciando su iluminación directa.
Pero existe otra razón para considerar que este
espacio estuvo solo destinado a la preparación y
ofrenda de alimentos y bebidas. No es otra que sus
reducidas dimensiones, a las que se suma la
presencia de varias estructuras sobre el suelo que
complican la convivencia de un destacado número
de personas en el mismo, un mínimo de dieciocho
integrantes si tenemos en cuenta que este es el
número de copas de imitación para beber vino
recuperadas de la UE 511.
Esta primera lectura de la estancia del banquete
abre la puerta a un buen número de preguntas que
solo la continuidad de las excavaciones podrá
contestar. Quizás las dos más importantes giren en
torno a la razón por la cual se lle a cabo el
banquete y el motivo que llevó a los moradores de
El Turuñuelo a abandonar este enclave, así como a
definir la figura de su anfitrión, un personaje con
capacidad política y económica para liderar el
ritual que gira en torno a la clausura del edificio de
Casas del Turuñuelo, en cuya liturgia podemos ya
diferenciar la celebración de un banquete y la reali-
zación de una gran hecatombe que convierten al
yacimiento en un ejemplo único de la protohistoria
peninsular.
El siguiente paso a seguir es abordar el análisis
de esta estancia a partir del modelo teórico definido
por la todavía joven Arqueología del Banquete
(Van del Veen, 2003; Sardà y Dioli, 2009), cuyo
objetivo es el análisis de comportamientos sociales
a partir de la huella material que la celebración de
un banquete deja en el registro arqueológico. Es
posible que este análisis, que podremos llevar a
cabo cuando conozcamos la estancia contigua, nos
permita conocer mejor la funcionalidad que ejerció
el edificio de Casas del Turuñuelo dentro del
poblamiento del valle medio del Guadiana.
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En este artículo estudiamos de forma monográfica las cerámicas áticas documentadas en el yacimiento tartésico de Casas del Turuñuelo (Guareña, Badajoz) a lo largo de las tres primeras campañas de excavación (2014?2018). El estudio tipológico y decorativo de los materiales ha permitido concluir la amortización de este edificio en un momento de finales del siglo V o de principios del siglo IV a. C., siguiendo una ritualidad que se repite en otros yacimientos del Guadiana Medio y en la que se empleó este tipo de vajilla. Desde el punto de vista comercial, Casas del Turuñuelo formaría parte de la ruta que aprovisionó de este tipo de materiales a las comunidades del interior, destacando la «ruta de los santuarios» como una de las opciones más plausibles que conectaría el medio y alto Guadiana con el Levante peninsular.
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The aim of this work is presenting a group of glasses excavated from the archaeological site Casas del Turuñuelo (Guareña, Badajoz, Spain), whose destruction dates back to the 5th Century BCE. Different types of glasses were found, among them two thick-walled translucent bowls and a very fine blue-coloured bowl. The study and conservation of these pieces has made it possible to characterize the composition of the different types of glass and their specific degradation, and to identify the possible origin where they were manufactured, in the Eastern Mediterranean. In addition, it has managed to recover the original surface and shape of these pieces and has given them the necessary consistency to be well preserved and studied.
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This essay introduces new evidence for an eschatological Phoenician motif that alludes to a final sailing and its perils, represented by a monstrous lion attacking or sinking a boat. The lion-and-boat motif was, so far, only documented in a Phoenician funerary stela from late classical Athens, the Antipatros/Shem stela. Excavations at the fifth-century BCE Tartessic site of Casas del Turuñuelo in southwestern Spain has revealed a set of ivory and bone panels that decorated a wooden box, bearing relevant iconography in the so-called orientalizing style. Additional comparanda from the Levant, Iberia, and Tunisia in various media (coins, ivories, amulets), add weight to this interpretation. Our analysis highlights how the artists behind the Athenian and Tartessic artifacts were innovative in their way of representing a theme that was not codified iconographically. Most remarkable is the use of an ivory-carving convention (the Phoenician palmette motif) to portray the stylized boat, a choice corroborated by a painted pottery sherd from Olympia. This “palmette-boat” depiction, in our view, is coherent with Egyptian Nilotic boats, but also with the use of flat or shallow river-boats in the Tagus and Guadiana region, illustrating mechanisms of local adaptation of Phoenician sailing and life-death “passing” symbolism. If, as we suggest, this representation can be added to that in the Athenian document, we now have testimonies of two different local adaptations of a Phoenician theme at the two ends of the Mediterranean oikoumene between the archaic and late classical periods.
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Highlights: • The use of real-time rendering with ray tracing technology as a tool for heritage virtual reconstruction is proposed. • The possibilities that the use of next-generation video game engines, specifically Unreal Engine, offer are evaluated in terms of their application in heritage virtualisation. • The first results of the virtual reconstruction of the Tartessian site of Casas del Turuñuelo are presented, after using real-time ray tracing technology as a research method to create and review architectural hypotheses. Abstract: Virtual reconstruction has become a fundamental tool to study and analyse archaeological heritage, given its usefulness for both research and dissemination. Although the discipline has advanced exponentially in recent years, the workflow used in most jobs is still based on the offline methodology as the preferred rendering engine. In contrast, this paper proposes the substitution of this methodology with the new ray tracing in real-time rendering technology; specifically, the authors used Unreal Engine to develop virtual reconstruction work as a research tool during the excavation of an archaeological site, as well as to disseminate the results of the study of each phase. The aim is to exploit the advantages of the immediacy of calculating high-quality and realistic lighting and materials, as well as the interaction and immersion in the virtual model that this system for the development of video games offers. This paper highlights: a) the benefits detected when using real-time technology in heritage reconstruction during the work carried out to date, and b) its limitations and its future evolution with the development of the technology. To demonstrate the usefulness of this tool, the authors present the reconstruction project of the Casas del Turuñuelo site (Guareña, Badajoz). It is one of the best preserved protohistoric sites in the Western Mediterranean, which is why applying this technology to this case study was considered appropriate. The excellent architectural preservation of the Casas del Turuñuelo building is an extraordinary example to assess the usefulness of applying video game engines to heritage reconstruction. This settlement is one of the first known examples of this technology being applied to heritage, specifically, to the virtualisation of an archaeological site under excavation. This methodology and its improvements will be applied to the virtual reconstruction of this project as the excavation of this site advances; thus, one of the main outreach tools developed within the framework of Building Tartessos project will be made available to users as a final product.
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RESUMEN El objeto de este trabajo es el estudio del simbolismo de las aves en el ámbito tartésico y fenicio-púnico en la península ibérica durante el Bronce Final y el Hierro I. Se han recogido y analizado aquellas piezas con representaciones de aves, así como los restos orgánicos de éstas, si bien esto último no ha dado muchos frutos debido a las dificultades que existen tanto para su conservación como para la posterior identificación de especies. En total se han podido determinar ánades, gallos, palomas, flamencos, cisnes, lechuzas y halcones, todas ellas representadas en el Mediterráneo oriental y cuya iconografía se vincula al mundo funerario, al tránsito al Más Allá y a las divinidades. Gran parte de esa iconografía llegó a la península de mano de los fenicios, si bien su acogida y aceptación entre la población local fue variable.
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En este trabajo se presenta un análisis arquitectónico y material de la escalera monumental que preside el patio del yacimiento de Casas del Turuñuelo. El análisis de los escalones inferiores nos ha permitido documentar la primera evidencia de la fabricación de un mortero de cal de manera antrópica empleado para la producción de bloques paralelepípedos, a modo de sillares. El trabajo recoge una visión histórica del hallazgo, así como una valoración acerca del impacto que supuso la adopción de esta tecnología y las ventajas funcionales de la misma. Así mismo, se presentan los resultados de los análisis arqueométricos realizados sobre cinco de los escalones mediante los que poder afirmar que nos encontramos ante el primer mortero de cal empleado para la elaboración de sillares en la protohistoria de la Península Ibérica.
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El campesinado es quizás una de las figuras sociales menos analizadas en la protohistoria peninsular por el escaso reflejo que su actividad deja en el registro arqueológico. Para contribuir a su conocimiento se propone un esquema de trabajo que reúne la información procedente de las actuaciones arqueológicas, los análisis bioarqueológicos y los estudios de las Áreas de Captación Económica. Dicho esquema ha sido aplicado al estudio de los asentamientos tipo aldea o granja documentados en el tramo medio del Guadiana entre los siglos VII-V a.C. para ensayar su utilidad y así comprender el papel que el campesinado pudo desempeñar en el desarrollo social y económico del poblamiento de esta región durante la I Edad del Hierro.
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Durante la primera campaña de excavaciones realizada en el año 2015 en el yacimiento tartésico de Casas del Turuñuelo (Guareña, Badajoz) se procedió a excavar la denominada estancia 100. Entre los materiales arqueológicos documentados sobre el pavimento de la habitación se recuperaron cuatro placas que por la posición que presentaban decoraban las cuatro caras de una caja de madera perdida por el incendio que puso fin a la vida del edificio. Este trabajo reúne la información referente a su hallazgo y contexto arqueológico, el estudio de las piezas y su iconografía, los resultados de los análisis realizados tanto de las placas como de los clavos conservados, así como el proceso de restauración y conservación al que las piezas han sido sometidas. Su estudio nos ha permitido abrir nuevas líneas de investigación en torno al comercio fenicio con Occidente y la existencia de un artesanado especializado en el trabajo del hueso y el marfil en los enclaves peninsulares.
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En el año 2013 llevamos a cabo trabajos arqueológicos en la estancia H-4 del edificio de Cancho Roano (Zalamea de la Serena, Badajoz, España) con el objetivo de agotar su secuencia estratigráfica. La excavación de este espacio nos permitió documentar un altar en forma de piel de toro correspondiente a la fase “C” del santuario que convive en un mismo momento con el altar circular que preside el sancta sanctorum del edificio. Las concomitancias que este esquema presenta con otros ejemplos de la arquitectura religiosa de Tarteso nos ha llevado a realizar este trabajo en el que además de presentar las novedades acerca del yacimiento de Cancho Roano se establecen paralelos y lecturas acerca de la advocación religiosa del enclave.
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: after the downfall of the Guadalquivir’s Tartessian Culture at the end of the 6th Century B.C., the Tartessian core located along the Middle Guadiana Valley continued its cultural and economic development as a type of hybrid response, having a unique, prosperous period throughout the fifth century. The Archaeology of this complex society is represented in Tartessic lowland buildings covered by tumuli, like the well-known examples at Cancho Roano (Zalamea de la Serena, Badajoz) and La Mata (Campanario, Badajoz). In the case of the former, remnants from textile activities like spinning and weaving abound, including vertical looms, loom weights, whorls, and metal and bone needles, as well as straight pins. Textile fibers were not recovered; however, recent findings provide insight into the technical and ritualistic meanings of textiles in these unique contexts. An example of this are the findings from the Casas del Turuñuelo site (Guareña, Badajoz), a newly-excavated building under a tumulus that was full of fabrics and textile tools. These new findings are presented herein, along with a review of prior findings to bring us to new interpretations.
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En el año 2013 llevamos a cabo trabajos arqueológicos en la estancia H-4 del edificio de Cancho Roano (Zalamea de la Serena, Badajoz, España) con el objetivo de agotar su secuencia estratigráfica. La excavación de este espacio nos permitió documentar un altar en forma de piel de toro correspondiente a la fase “C” del santuario que convive en un mismo momento con el altar circular que preside el sancta sanctorum del edificio. Las concomitancias que este esquema presenta con otros ejemplos de la arquitectura religiosa de Tarteso nos ha llevado a realizar este trabajo en el que además de presentar las novedades acerca del yacimiento de Cancho Roano se establecen paralelos y lecturas acerca de la advocación religiosa del enclave.
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Se presentan los primeros resultados de las excavaciones del patio del edificio de época tartésica de Casas del Turuñuelo (Guareña, Badajoz), resultado de las excavaciones llevadas a cabo en los años 2017 y 2018. En este trabajo se analiza tanto su arquitectura como las técnicas constructivas empleadas para conformar este espacio, donde destaca especialmente la presencia de una escalera monumental que salva la distancia entre las dos plantas conservadas del edificio; así mismo, se dan a conocer los materiales de importación mediterránea documentados en este ámbito. Por último, se ofrecen los primeros datos acerca de la hecatombe de animales documentada sobre el suelo del patio, dentro de la cual destaca la figura del caballo. Estos hallazgos convierten al yacimiento de Casas del Turuñuelo en un ejemplo único para abordar el estudio de los últimos momentos de la cultura tartésica en el valle medio del Guadiana, a finales del siglo V ane.