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Indios naturales y floridanos en Guanabacoa, La Habana, Cuba

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La relevancia histórica de Guanabacoa, poblado que surge como reducción de indios en La Habana y donde se sucedieron importantes procesos sociohistóricos, contrasta con la exigüidad de intervenciones arqueológicas practicadas, y la necesidad de dilucidar cuestiones relativas al emplazamiento de la primera iglesia y cementerio, área que constituyó el núcleo urbano a partir del cual se expandió y conformó el actual municipio. En función de esto se implementó el proyecto arqueológico Indios naturales y floridanos en Guanabacoa con el propósito de constatar la ubicación de las mencionadas estructuras, enfocado además en la presencia e interacción de indios naturales y floridanos. El análisis de las abundantes y significativas evidencias arqueológicas halladas constata la continuidad de algunas producciones tradicionales aruacas y la presencia de indios floridanos en el entorno urbano guanabacoense del siglo xviii. Igualmente, ilustran sobre el comercio, la producción de azúcar, la religión, el divertimento, la construcción de inmuebles, la alimentación, el procesamiento de alimentos y actividades que incluían elementos vinculados con la apariencia personal. Los resultados obtenidos en la primera etapa de investigación arqueológica evidencian la necesidad de continuar la implementación del proyecto en el área seleccionada.
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DOI: hps://doi.org/10.22206/cys.2019.v44i4.pp35-50
Ciencia y Sociedad, Vol. 44, No. 4, octubre-diciembre, 2019 • ISSN (impreso): 0378-7680 • ISSN (en línea): 2613-8751
Lisee Roura Álvarez
Arqueóloga, Doctora en Ciencias Históricas, Gabinete
de Arqueología de la Ocina del Historiador de La
Habana, Universidad de La Habana.
Correo-e: roura@patrimonio.ohc.cu
ORCID: 0000-0003-0323-9116
Odlanyer Hernández de Lara
Arqueólogo, Licenciado en Antropología, Archaeolo-
gical and Historical Conservancy, Inc.
Correo-e: hernandezdelara@gmail.com
ORCID: 000-0001-5777-0338
Recibido: 22/10/2019 • Aprobado: 7/11/2019
Cómo citar: Roura Álvarez, L., & Hernández de Lara, O. (2019). Indios naturales y oridanos en Guanabacoa, La Habana, Cuba. Ciencia
y Sociedad, 44(4), 35-50. hps://doi.org/10.22206/cys.2019.v44i4.pp35-50
Esta obra está bajo licencia internacional Creave Commons Atribución-NoComercial-ComparrIgual 4.0 Internacional
Natural and Floridian Indians in Guanabacoa, Havana, Cuba
INDIOS NATURALES Y FLORIDANOS EN GUANABACOA,
LA HABANA, CUBA
Resumen
La relevancia histórica de Guanabacoa, poblado que surge
como reducción de indios en La Habana y donde se
sucedieron importantes procesos sociohistóricos, contrasta
con la exigüidad de intervenciones arqueológicas prac-
ticadas, y la necesidad de dilucidar cuestiones relativas al
emplazamiento de la primera iglesia y cementerio, área que
constituyó el núcleo urbano a partir del cual se expandió
y conformó el actual municipio. En función de esto se
implementó el proyecto arqueológico Indios naturales
y oridanos en Guanabacoa con el propósito de constatar
la ubicación de las mencionadas estructuras, enfocado
además en la presencia e interacción de indios naturales
y oridanos. El análisis de las abundantes y signicativas
evidencias arqueológicas halladas constata la continuidad
de algunas producciones tradicionales aruacas y la presencia
de indios oridanos en el entorno urbano guanabacoense
del siglo . Igualmente, ilustran sobre el comercio, la
producción de azúcar, la religión, el divertimento, la cons-
trucción de inmuebles, la alimentación, el procesamiento
de alimentos y actividades que incluían elementos vincu-
lados con la apariencia personal. Los resultados obtenidos
en la primera etapa de investigación arqueológica eviden-
cian la necesidad de continuar la implementación del
proyecto en el área seleccionada.
Palabras claves: indios; La Habana; Guanabacoa; La Florida;
artefactos.
Abstract
e historical relevance of Guanabacoa, a town that
emerged as a result of the forcible relocation of the Indians
and where signicant socio-historic processes occurred, is
in sharp contrast to the lack of archaeological attention
it has received and the need to determine the location of
the rst church and the cemetery. is area was the core
of the village which was subsequently expanded and even-
tually became the current municipality. To answer these
questions, a new archaeological project, Indios naturales
y oridanos en Guanabacoa (Natural and Florida Indians
in Guanabacoa) is underway to determine the location of
the aforementioned structures, focusing on the presence
and interaction between natural and Florida Indians. e
analysis of signicant and abundant archaeological nds
demonstrates the continuity of some traditional Arawak
artifacts and the emergence of Florida Indian artifacts
within the urban core of Guanabacoa during the 18thcen-
tury. Likewise, these nds provide insights about trade,
sugar production, religion, games, construction of build-
ings, food, foodways, and personal grooming. e results
of the rst archaeological eldwork show the need for
more in-depth research within the selected area.
Keywords: Indians; Havana; Guanabacoa; Florida; artifacts.
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Lisee Roura Álvarez y Odlanyer Hernández de Lara
Las investigaciones arqueológicas efectuadas en lo
que hoy se reconoce como Centro Histórico La
Habana Vieja han demostrado que la materialidad
artefactual de antaño no se circunscribía a segmentos
territoriales, pues los intercambios comerciales y
las migraciones dinamizaron y complejizaron las
relaciones sociales, identicables en los depósitos
estudiados. Por lo tanto, no pueden entenderse los
procesos sociohistóricos acaecidos en la región
habanera si se obvian zonas tan antiguas y de gran
signicación como Guanabacoa.
Figura 1. Imagen de la región habanera donde puede leerse en la parte superior derecha: “Aquí está el pueblo de los
indios de Guanabacoa”.
Fuente: Plano de La Habana en perspectiva, 1567, anónimo. Archivo General de Indias
Estudios recientes (Rodríguez, 2002; Roura, 2014;
Roura, Arrazcaeta, y Hernández, 2017; Roura, 2018)
advierten la presencia de descendencia biológica
indígena en territorio guanabacoense, hasta al
menos la primera mitad del siglo , y la pro-
ducción cerámica que esta mantuvo como elemento
comercializable. Las huellas de estas transacciones
pueden identicarse en artefactos exhumados en
La Habana Vieja, utilizando para su fabricación
aoramientos de arcillas ubicados en el antiguo
y extenso territorio guanabacoense. Pero en este
también se asentaron indios procedentes de diversas
Ciencia y Sociedad 2019; 44(4): 35-50 • Una mirada desde lo parcular | 37
Indios naturales y oridanos en Guanabacoa, La Habana, Cuba
regiones americanas, entre los que se destacan, por
su número, los que arribaron desde tierras oridanas.
Es conocido el intenso trasiego de personas e
intercambio de mercancías entre La Florida y La
Habana a partir del siglo , y aunque evidencias
arqueológicas halladas en varias zonas habaneras
lo conrman, no se han efectuado intervenciones
sistemáticas en áreas guanabacoenses que permitan
ahondar en tan signicativa cuestión.
Al tomar como punto de partida lo anterior, en
el año 2019 comienza a ejecutarse el proyecto
Indios naturales y oridanos en Guanabacoa, lide-
rado por especialistas del Gabinete de Arqueología
de la Ocina del Historiador de La Habana, con
la colaboración de Archaeological and Historical
Conservancy, Inc., organización no gubernamental
y sin nes de lucro dedicada a la investigación y
preservación de sitios históricos y arqueológicos de
La Florida y El Caribe. El desarrollo de este proyecto
se enfoca en el estudio del área donde estuvo ubi-
cada la primera iglesia y cementerio de la localidad
en el siglo . Aun cuando la información histórica
sugiere que las citadas estructuras se situaban en
dicho entorno, no existe constancia arqueológica
de su disposición exacta.
Las características inherentes a la geografía de
Guanabacoa (con elevaciones reiteradas, principal-
mente en la zona urbana), los escasos espacios dispo-
nibles para situar excavaciones arqueológicas y los
incontables cambios acaecidos a nivel de subsuelo
por casi cinco siglos, han inuido en las exiguas
intervenciones arqueológicas y en la profundización
sobre la trascendencia histórica de la fundación de
Guanabacoa como reserva india. Mediante la loca-
lización e intervención de la antigua área sepulcral
(dentro y fuera del primer templo) y el estudio del
ajuar artefactual asociado a los enterramientos, se
pretende profundizar en las relevantes relaciones
comerciales y vecinales establecidas entre los indios
naturales y los procedentes de La Florida, en la
importancia de estos factores en la conformación
del etnos en la región habanera, y en la evolución
del poblado-villa-municipio mediante la expan-
sión urbana, tomando como punto de partida la
ubicación de la primera iglesia y cementerio. Los
resultados pretenden aportar elementos vincu-
lados con la historia local y regional, incentivar las
investigaciones relacionadas con el tema y pro-
mover exposiciones transitorias y/o permanentes,
posibilitando efectivizar la relación investigación
arqueológica-comunidad.
Figura 2. Ubicación de Guanabacoa con respecto al núcleo
poblacional de La Habana.
Fuente: A Plan of the City and Harbour of Havanna,
Capital of the Island of Cuba - e London magazine, or,
Gentleman’s monthly intelligencer (1762).
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Lisee Roura Álvarez y Odlanyer Hernández de Lara
Indios naturales y oridanos: referentes históricos
Guanabacoa constituía una población que perte-
necía a la jurisdicción de La Habana, y no fue hasta
el año 1649 que “(…) tendría su propio Cabildo,
Justicia y Regimiento” (Rodríguez, Martínez,
González, Soroa, y Roque, 2006, p. 45), alcan-
zando en 1743 el título de Villa Nuestra Señora
de la Asunción. Se fundó en 1554 como pueblo
de indios al este del núcleo urbano habanero, en
un entorno natural donde se combinaban llanuras
extensas y pequeñas elevaciones. Una de las más
antiguas referencias a este poblado se encuentra
con motivo del asalto del pirata francés Jacques de
Sores a La Habana en 1555, cuando “(…) se reúnen
el gobernador y los señores capitulares en consulta
y cabildo en el pueblo de indios de Guanabacoa
término y jurisdicción de la villa de la Habana
(Roig, 1963, p. 34). En las relaciones enviadas por
el cabildo habanero al rey de España sobre dicho
asalto se menciona la existencia de un pueblo de
indios que estaba a una legua de La Habana,
donde había cien indios, aunque casi todos estaban
en el monte (Roig, 1963, p. 34). Gonzalo Pérez de
Angulo, gobernador de Cuba entre los años 1550 y
1556, intentó reunir hombres para sorprender a los
piratas que habían tomado La Habana y convocó
a los indios que andaban dispersos en las afueras
de la población; logró reunir noventa y cinco espa-
ñoles, doscientos veinte negros y ochenta naturales
armados con piedras y palos (Wright, 1927, p. 28).
Otras fuentes citan que el gobernador logró reunir
a más de treinta españoles, unos cien negros y alre-
dedor de cien indígenas (Colección de Documentos
Inéditos, 2a serie, tomo VI, pp. 366-368; en
Rodríguez et al., 2006, p. 28).
El obispo Bernardino de Villalpando, tras visitar la
Isla, redactaba el informe correspondiente para uso
de la corte (desde Santiago de Cuba el 14 de abril
de 1563), en el que señalaba la existencia de tres
pueblos de indios en Cuba: Baracoa, Guanabacoa
y Trinidad. Al segundo se refería como inmediato a
la capital, y lo registra como “(...) pueblo en que ay
solo yndios y los desta tierra son tan pobres que no
pueden mantener sacerdote (...) porque (...) no abia
ninguno allí que quisise ir a dezir misa sino era con
esperanza de ganar alguna cosa (...)” (Hernández,
2011, p. 3). Posteriormente se reporta que “(…) al
otro lado de la bahía en 1570 había sesenta indios
casados” (Portuondo, 1965, p. 130).
En 1574 se dictaron las Ordenanzas para el buen
gobierno de la ciudad de San Cristóbal de La Habana
y de todos los pueblos de la Isla, conformadas por
Alonso de Cáceres y presentadas por primera vez
al cabildo habanero el 15 de enero de 1574 (Roig,
1963, p. 86). Dicha acta constituye un docu-
mento de gran importancia, pues referenciaba a
Guanabacoa como un pueblo donde habitaban
más de trescientos indios.1 Con el aumento de la
población, la descendencia indígena se vio obligada
a acudir a los capitulares mediante su protector,
según consta el 7 de abril del mismo año; desde ese
día se acordó concederle un sitio de cuatro leguas
a la redonda “(…) por la necesidad que tienen
dichos indios”.2 En 1582 se reportaban cuarenta y
seis indios naturales hombres, incluyendo su capitán
Diego Martín, y once españoles3 como habitantes
del poblado. Cuando las autoridades intentaron
agrupar a todos los indios que se hallaban disper-
sos en las afueras del núcleo urbano ultramarino,
las consecuencias fueron desfavorables. Dio por
resultado la insuciencia de esclavos negros que
sustituyeran a los naturales en los campos, los re-
baños de ganado se dispersaron, y disminuyó el
abastecimiento de carne en La Habana. Se acordó
entonces permitírseles la continuidad de sus labores
mediante un salario concertado previamente ante el
protector de los indios (Venegas, 2012, p. 73).
1. Actas Capitulares del Ayuntamiento de La Habana trasuntadas
1566-1574. (1939), Vol. II, p. 25.
2. Ídem.
3. Lista y memoria de los vezinos y moradores desta villa de la havana
y del pueblo de guanavacoa (Wright, 1927, p. 313).
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Indios naturales y oridanos en Guanabacoa, La Habana, Cuba
En el año 1605 se redacta una interesante relación
de habitantes de Guanabacoa:
Tabla 1. Habitantes de Guanabacoa en el año 1605.
Núñez, C. 1845. Noticias históricas de la Villa de la
Asunción de Guanabacoa.
Procedencia/color de la piel No. de individuos
Indios
Naturales
Españoles
Floridanos
Maracaibo
Mexicano
Pardo
Presbíteros (españoles)
Sin identicar
Total
36
84
31
4
1
1
1
10
197
365
Fuente: Núñez, (1845). Memorias de la Sociedad Económica
Amigos del País, pp.122-126.
El historiador Cayetano Núñez de Villavicencio no
referencia la fuente de este censo, y además se desco-
nocen los factores tenidos en cuenta para lograr
tal agrupación de individuos en el caso de los dos
primeros apartados. Es probable que en la sección
“Naturales” fueran incluidos aquellos nacidos de
padre o madre indios, pues de lo contrario hubieran
sido incorporados en el primer acápite. Si este fuera
el caso, por vez primera se alude al mestizaje en una
relación de habitantes de Guanabacoa y se conta-
bilizan los residentes procedentes de otras regiones
americanas, con resalte para los cuatro oridanos,
aunque no se especica si son indios o no. El censo
expuesto antes diere de las cifras presentadas
por Juan de Texeda solo quince años antes, quien
había aseverado que solo había sesenta indios en
Guanabacoa;4 el 22 de septiembre de 1608 el obispo
4. Archivo General de Indias: Carta de Texeda a S. M., 25 de
abril de 1590.
Fray Juan de las Cabezas y Altamirano armaba
haber encontrado sesenta vecinos y 300 indios
en esta localidad (Macías, 1978), “(…) ques un
pueblo de yndios [con no más] de 60 casas de paja”
(Macías, 1978, p. 18). Las dos últimas cifras son
considerablemente extremas; las diferencias de tales
números hacen dudar de su veracidad, aunque el
primero pudo haberse referido a los nacidos de
padre y madres indios, y el segundo contabilizar
también a aquellos identicados como naturales en
la tabla antes expuesta.
La descendencia indígena guanabacoense de nes
del siglo  e inicios del  se hallaba integrada a
la sociedad colonial insular al desempeñarse como
ociales de milicias, monteros, ceramistas y gana-
deros, además de continuar con sus labores en las
estancias agrícolas lindantes con las poblaciones.
En carta dirigida al Rey, con motivo de una visita
pastoral a la Isla en 1620 para supervisar el trata-
miento a los naturales, el obispo Alonso Enríquez
de Armendáriz refiere que continuaban atro-
pellados por su origen y color de piel. Anota que
“(…) en este pueblo de Guanabacoa, que es donde
hay más número de indios, padecen muchísimo,
porque les han usurpado sus tierras y los han arrin-
conado, de manera que no tienen donde sembrar”
(Pichardo, 1984, p. 574). El informe enviado a la
Corona por dicho obispo contenía datos relativos
a los habitantes de Cuba, esta vez contabilizados
totalmente, en el que rearmaba que la capital
poseía casi 7 000 moradores. Según Armendáriz,
170 de ellos residían en Guanabacoa, “(…) la mayor
parte (…) descendientes de indios: hay algunos
españoles mezclados, pero indios naturales hasta
cincuenta” (Pichardo, 1984, p. 568).
La revisión de volúmenes contentivos de datos refe-
rentes a los difuntos de Guanabacoa, fechados desde
el 23 de enero de 1659 hasta el 22 de diciembre de
1685, produjo el resultado siguiente: 138 blancos,
22 negros, 7 mulatos, 58 sin especicar, 22 indios
naturales (adultos varones 4, adultos hembras 7,
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Lisee Roura Álvarez y Odlanyer Hernández de Lara
niñas 4, niños 6, sin edad especicada 1).5 Estas
cifras reflejan la pervivencia de la descendencia
aborigen a nales del siglo , tomando además
en consideración que dentro de los acápites Mulatos
y Sin especicar pudieran haberse contemplado a los
hijos de las parejas formadas por indios y pobladores
negros y blancos.
Con respecto a las relaciones establecidas entre La
Habana y La Florida, puede argüirse que se inician
en el año 1513, con la llegada a la península del
conquistador español Juan Ponce de León (Romero,
1995, p. 141). A partir de entonces se produjo un
trasiego eventual de indios oridanos hacia Cuba,
y en el año 1569 Pedro Menéndez de Avilés creó
en La Habana lo que pudiera llamarse el primer
colegio jesuita interindiano, destinado a educar a
niños y jóvenes de la vecina Florida (Marrero, 1976
citado por Jiménez y Arrazcaeta, 2010, p. 7). El
investigador Salvador Larrúa (2014) señalaba que
entre los siglos  y  los oridanos llegaban en
canoas a La Habana y desembarcaban en la Plaza
de San Francisco de Asís carnes secas, pescados,
tortugas, ámbar gris, cerámicas y pieles. Hacia 1580
el fuerte olor del pescado comenzó a molestar a los
vecinos, por lo que se les asignó un sitio en el lado
opuesto de la bahía para vender estas mercancías.
Con el paso del tiempo, algunos indios oridanos
situaron allí sus viviendas y así nació el pueblo de
Casablanca.6 Otros se asentaron en Guanabacoa,
donde fundaron familias y progresaron en sus nego-
cios; los testamentos dan fe de que legaron a sus
descendientes adornos de oro, piedras preciosas,
telas y grandes sumas en monedas de oro y plata.7
Entre los años 1720 y 1724 existía una comunidad
con más de 200 indios oridanos viviendo en los
5. Libro 1 de Difuntos, Libro 2 de Difuntos Pardos y Morenos,
Archivo Parroquial de Guanabacoa.
6. Ubicado en las faldas de la loma, en cuya cima se localizó
posteriormente la fortaleza San Carlos de La Cabaña.
7. Cf. Registros del Archivo de Protocolos de La Habana, años
1580 y ss. (Larrúa-Guédes, 2014, p. 2)
alrededores de La Habana; en Guanabacoa sobre-
vivía posiblemente un reducido grupo hacia 1731
(Díaz, 1729 y Soto, 1731, en Worth, 2004). De
dicha época se ha documentado la presencia de una
mujer Calusa cuyo nombre fue Leonor Sayas, bauti-
zada así probablemente en honor de la progenitora
o la hermana de don Cristóbal de Sayas Bazán,
sacristán de la parroquia de esta villa ultramarina.
Este había sido designado por el obispo Jerónimo
de Nostris y de Valdés para aprender el idioma de
estos inmigrantes y actuar como protector de los
“Indios de los cayos de la costa de Florida” (Díaz,
1729 y Soto, 1731, en Worth, 2004, p. 7).
Es conocido que desde las tierras al sur de La Florida
arribaron a La Habana indios Calusas entre 1704 y
1711, período durante el cual eran asediados por los
guerreros Creek y Yamasee, que los utilizaban como
mercancía para el comercio de esclavos con los colo-
nizadores británicos. En la primavera de esta última
fecha fueron transportados hacia La Habana 270
Calusas, los que fueron ubicados en las áreas que
hoy ocupa la fortaleza San Carlos de La Cabaña,
siendo reubicados posteriormente en Guanabacoa
(Tamayo, 2004, p. 8).
Tras el ataque de La Habana por los ingleses en
1762 y su devolución en 1763, España cedió a
Inglaterra la colonia de La Florida, lo que propició
que llegaran a La Habana Timucuanos, Yamasees
y Guales cristianizados en las misiones francis-
canas del norte de La Florida (Tamayo, 2004, p. 9).
Un grupo compuesto por 101 indios fueron reubi-
cados en Guanabacoa, donde vecinos y naturales
los acogieron y entrenaron en ocios propios del
territorio.8 En la región habanera estuvieron repre-
sentadas diversas etnias oridanas; entre los ini-
cios del siglo  y hasta el año 1823 se reportan
miembros de los pueblos Calusa, Timucua, Creek,
Jove, Miami, Tancha, Muspa, Rioseco (o Jeaga),
Yamasee e indios de Georgia (Worth, 2004, pp. 1,
8. Cabildo del 20 de enero de 1764 (Núñez, 1845, pp. 127-128).
Ciencia y Sociedad 2019; 44(4): 35-50 • Una mirada desde lo parcular | 41
Indios naturales y oridanos en Guanabacoa, La Habana, Cuba
5, 6, 8 y 9). Una interesante evidencia material
de la presencia de los mismos ha sido el hallazgo, en
una veintena de sitios arqueológicos habaneros,
de vasijas elaboradas en conchas de tres especies de
moluscos marinos del género Busycon, lo que indica
el alto índice de introducción de estos artefactos
desde La Florida.
Primera iglesia y cementerio de Guanabacoa
En el año 1576 se solicitó al cabildo habanero la
construcción de la primera iglesia de Guanabacoa,
y gracias a los esfuerzos de un presbítero francis-
cano y la cooperación de Hernán Manrique de Rojas,
protector de indios, el prelado Juan del Castillo
aprobaba la obra en abril de 1577 (Vidal, 1887,
pp. 19-20). Abierta al culto el 15 de agosto de 1578,
se hallaba bajo la advocación de María Santísima de
la Asunción (Vidal, 1887, p. 20; Guardia, 1946,
p. 22). A partir de entonces, los enterramientos
de los fallecidos se efectuaron en el cementerio del
santuario, que por sus reducidas dimensiones debió
situarse tanto en su interior como en sus alrededores,
lo que provocó que la zona se conociera posterior-
mente como el “Barrio del Campo-Santo” (Núñez,
1845, p. 93).
En 1586, el sacerdote franciscano que ociaba en
la iglesia “(…) recabó de casi todos los indígenas,
establecidos en las lomas del Indio y de la Cruz,
que trasladasen (…) junto á la Iglesia su morada”,
así como de algunas familias canarias (Vidal, 1887,
p. 20). En opinión del historiador Elpidio de La
Guardia, esto produjo un “(…) acercamiento social
entre unos y otros, y lo que es más aún, la unión
de las dos razas, al surgir numerosos matrimonios”
(1946, p. 23). Sin embargo, el 12 de diciembre del
año 1582 se reportaban en Guanabacoa 46 indios
naturales, y solo 11 vecinos de origen europeo, cen-
so en el que no constan las féminas ni los infantes
(Wright, 1927, p. 313).9 Aunque lógicamente
se conformaran parejas compuestas por indios
9. Lista y memoria de los vezinos y moradores desta villa de la havana
y del pueblo de guanavacoa.
y pobladores “blancos”, como armaba Guardia,
resulta evidente que existían mayores probabi-
lidades de que se efectuaran uniones consensuadas
entre pobladores naturales, ya que constituían
mayoría abrumadora. Asentados en la mencionada
Loma del Ermitaño o Loma del Indio (o de Los
Indios), al este de la zona en estudio, constituía una
pequeña elevación sobre la que se habían asentado
los naturales desde la fundación de la reducción;
por lo tanto, esta pequeña colina, junto al poblado
de Tarraco, fueron los dos núcleos poblacionales
primarios de Guanabacoa.
Figura 3. Ubicación de Tarraco, la Loma de los Indios, y la
primera iglesia y cementerio de Guanabacoa.
Fuente: plano confeccionado por Lisette Roura.
Habiéndosele otorgado la categoría de Iglesia
Parroquial el 15 de agosto de 1607 (Guardia,
1946, p. 77), Fray Alonso Enríquez de Almendáriz
relataba en 1620 que esta antigua edicación poseía
techo de tejas y contaba con los servicios del cura
Francisco de Viera, natural de La Habana, de más
de 40 años.10 (Pichardo, 1984, p. 574) En 1665
“(…) aparece representado como un sencillo edi-
cio de planta rectangular con tejado a dos aguas
(...), y en lo alto de la fachada, sobre el caballete, se
10. Visita pastoral del obispo Fray Alonso Enríquez de Almen-
dáriz, carta del 12 de agosto de 1620.
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Lisee Roura Álvarez y Odlanyer Hernández de Lara
hallaba colocada una cruz” (Rodríguez, 2007, p. 11).
Cuando en el año 1721 se termina de construir la
nueva” Iglesia Parroquial de la localidad, se derriba
el antiguo edicio por su estado ruinoso y se coloca
en su lugar una cruz de madera.
Retirada la señalización en el año 1820, por
disposición del obispo Juan José Díaz de Espada
y Fernández de Landa (Vidal, 1887, p. 20), el área
paulatinamente fue ocupada por viviendas. La diver-
sidad de opiniones en cuanto a la ubicación de la
primera iglesia y cementerio de la localidad conrma
la necesidad de comprobar la localización de ambos,
pues esta área constituye el núcleo a partir del cual
el poblado de Guanabacoa se expande y de forma
paulatina toma su conguración denitiva.
Intervenciones arqueológicas
La localización y el estudio de las tres áreas de
ocupación humana más antiguas de Guanabacoa
resultan de vital importancia para la historia local
y regional. Las investigaciones histórico-arqueológi-
cas en el área urbana de este municipio comienzan
en el año 1970, fecha en que se deposita en los
almacenes del otrora Centro de Antropología,
perteneciente a la Academia de Ciencias de Cuba,
una vasija acordelada11 con dos asas, procedente
del Convento San Francisco de Asís, más conocido
como Colegio de Los Escolapios. (Aida Martínez,
comunicación personal, 2014). Aunque se desco-
nozca la procedencia de este contenedor, lo cierto
es que destaca por su excelente estado de conser-
vación, y pueden observarse huellas de reparación
y uso continuado; además, su forma recuerda ciertas
vasijas halladas en sitios indígenas del Caribe
(Jorge Ulloa Hung, comunicación personal, 2015).
Cinco años más tarde, de manera fortuita, se exhuma
un fragmento cerámico atribuible a los naturales
11. El acordelado (coiling, enrolletado) y el modelado fueron las
técnicas utilizadas por las comunidades apropiadoras tardías y
productoras, en el archipiélago cubano, para efectuar el levantado
de los ceramios.
que vivieron en el área conocida como Tarraco
(Pérez y Macías, 1991, p. 1); este sitio arqueoló-
gico fue nombrado Guanabacoa I. En los meses
de mayo y junio de 1987, la arqueóloga Lourdes S.
Domínguez dirige investigaciones arqueológicas en
otros dos sitios: Guanabacoa 2 (antigua Loma de
los Indios) y Guanabacoa 3 (zona conocida como
Tarraco), en busca de evidencias arqueológicas per-
tenecientes a los dos antiguos asentamientos.
La tercera excavación, practicada también en el área
conocida como Tarraco, fue catalogada como
Guanabacoa 4. En las tres excavaciones se extra-
jeron numerosas evidencias; en todos los casos,
la profundidad máxima fue de 1,00 m, y se exhu-
maron 14 656 fragmentos, correspondientes a
gran variedad de grupos y tipologías (Domínguez,
2004, p. 5). Las investigaciones se enfocaron en el
rescate de artefactos que denotaran la ubicación de
los mencionados poblados, por tanto, quedaría por
dilucidar dónde se encontraban la primera iglesia
y cementerio de la localidad, ya que el hallazgo y
el análisis de las evidencias arqueológicas, y de los
procesos de formación del contexto arqueológico
en el área en estudio contribuirían a la reformula-
ción de aspectos relacionados con la descendencia
biológica y cultural aborigen en Guanabacoa, la
continuidad de actividades vinculadas con produc-
ciones de tradiciones aruacas, la presencia de indios
oridanos en el entorno urbano y la incidencia de
rasgos identitarios de ambos grupos en la confor-
mación del pueblo-villa-municipio.
El proyecto arqueológico comenzó a ejecutarse
en coordinación y con representación del Museo
Municipal del territorio. Se diseñó teniendo en cuenta
la disponibilidad de patios o solares sin edicaciones,
y el apoyo de los propietarios de los mismos para
ejecutar las excavaciones. En el área se identicaron
dos patios como los espacios con mejores condi-
ciones para efectuar las investigaciones, y además
con gran potencialidad en cuanto al hallazgo de
evidencias relacionadas con los objetivos del proyecto,
teniendo en cuenta la ubicación de ambos.
Ciencia y Sociedad 2019; 44(4): 35-50 • Una mirada desde lo parcular | 43
Indios naturales y oridanos en Guanabacoa, La Habana, Cuba
Figura 4. Plano que muestra la ubicación de la excavación arqueológica en el patio intervenido y vista general de la misma.
Fuente: plano y fotografía de Lisette Roura.
El desnivel del terreno que puede observarse entre
el patio intervenido y la calle pudiera sugerir posi-
bles labores de rellenado en toda la zona, uno de los
argumentos que justicaba la inexistencia de excava-
ciones en dicho sitio. Sin embargo, la observación de
los patios colindantes y la disposición de las fachadas
de las casas apuntan hacia la eliminación de los desni-
veles en la falda de una pequeña elevación, con el
objetivo de situar paulatinamente los inmuebles, lo
que corrobora la tesis sobre la ubicación de la primera
iglesia en las inmediaciones de una pequeña colina.
Se situó un área de excavación de 4 m x 3 m, teniendo
en cuenta la posición del camino de acceso a la
vivienda del propietario del solar y eludiendo una
zona con grandes concentraciones de rocas produ-
cidas por el derrumbe de una edicación existente en
el siglo . La supercie presentó huellas de surcos
para sembrados, y una vez retirada esta unidad estra-
tigráca comenzaron a aorar restos de muros de
mampuesto y contextos pertenecientes al siglo .
Estos a su vez fueron colocados tras practicar cortes
en las unidades correspondientes con el siglo ,
entre las que se encontraba un apisonado de cal,
vestigio del primer pavimento e inmueble colocado
en el área.
En total se identicaron 16 unidades estratigrácas
y la profundidad máxima de la excavación fue
0,90 m, develando el aoramiento de serpentinita,
roca oolítica que constituye el lecho natural de gran
parte del territorio guanabacoense. A pesar de que
no constituyó una intervención de gran profun-
didad, los contextos excavados resultaron ser muy
fértiles en artefactos, con una estraticación que
permite determinar acciones antrópicas signica-
tivas. Mediante el análisis de la disposición de los
estratos y las evidencias se reconocieron tres periodos
cronológicos diferentes. Un primer momento de
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Lisee Roura Álvarez y Odlanyer Hernández de Lara
ocupación en el siglo , para lo cual se nece-
sitó rellenar y nivelar el terreno, utilizando material
terrígeno de diversa procedencia. Este lapso crono-
lógico está sellado por un apisonado de cal, lo que
indica la probable ubicación de un primer inmue-
ble en el área. Posteriormente, dicho apisonado
fue cortado por un muro que perteneciera a un
inmueble construido durante el siglo , al cual
también corresponde otro apisonado de cal. Por
último, el deterioro de la edicación decimonónica
en el siglo  condicionó que la zona se cubriera
paulatinamente por sedimentos varios, situación
que fue aprovechada por el propietario de la parcela
para situar algunos sembrados.
Las unidades estratigráficas constituyen, en su
mayoría, contextos secundarios, y la naturaleza de
las mismas indica su origen doméstico o un posible
acarreo desde zonas de basurero, debido al alto
grado de fragmentación de los artefactos, gran
cantidad de restos bioarqueológicos con huellas
de cortes (sobre todo en huesos pertenecientes a
mamíferos), y en el caso de las especies comestibles la
preponderancia de las porciones que solían comercia-
lizarse. Se han identicado fragmentos pertenecientes
a moluscos marinos: ostión de mangle (Crassostrea
rhizophorae), baya (Isognomon alatus), Codakia orbicu-
laris, Tellina sp., Arca sp., Chione cancellata, Mytilopsis
leucophaeata, sigua (Cittarium pica), cobo (Lobatus
gigas), Bulla striata y un fragmento pequeño de
Sinistrofulgur perversum. Los moluscos terrestres están
representados por el Cerion sp. y la Zachrysia auri-
coma, mientras que se identicaron vértebras y otros
restos de peces como el aguají (Mycteroperca bonaci),
la jiguagua (Caranx hippos) y el pargo criollo (Lutjanus
analis). Igualmente, se exhumaron restos de jicotea
(Trachemys decussata), gallina (Gallus gallus), perro
(Canis familiaris), cerdo (Sus scrofa), vaca (Bos taurus),
conejo (Oryctolagus cuniculus) y de Ovis/Capra.12
12. El estudio de los restos bioarqueológicos fue realizado por
Osvaldo Jiménez Vázquez, especialista del Gabinete de Arqueo-
logía de la Ocina del Historiador de La Habana.
Entre las evidencias más signicativas puede mencio-
narse una vasija confeccionada a partir de un ejemplar
del molusco marino Sinistrofulgur perversum,13 usual-
mente conocido como Busycon perversum. Estos gas-
terópodos habitan desde Carolina del Norte, Estados
Unidos, hasta la península de Yucatán, México,14
por lo que es muy signicativo que se exhumen en
contextos arqueológicos cubanos. La pieza hallada
probablemente fuera desechada tras fracturarse la
porción superior de la concha y parte del manto. Para
lograr la hechura del artefacto se extrajo la columela y
parte del labio interno, y tanto el labio externo como
el interno fueron rebajados, posiblemente con el ob-
jetivo de no dañar la boca y propiciar un mejor agarre
respectivamente. Aunque este ejemplar no posee puli-
mentado en la supercie dorsal, puede observarse
cierto desgaste en la zona más cercana al canal sifonal,
precisamente por donde la vasija debía sostenerse y
manipularse, lo que indica su reiterada utilización.
Figura 5. Vasija confeccionada con el manto del molusco
marino Sinistrofulgur perversum.
Fuente: fotografías de Lisette Roura.
13. World Register of Marine Species. Recuperado de http://www.
marinespecies.org
14. Busycon perversum. Recuperado de http://www.gastropods.
com/9/Shell_349.shtml
Ciencia y Sociedad 2019; 44(4): 35-50 • Una mirada desde lo parcular | 45
Indios naturales y oridanos en Guanabacoa, La Habana, Cuba
Con respecto a las vasijas de la familia Busyconidae
halladas en La Habana, el arqueólogo Leandro
Romero (1995) apuntaba que dichos artefactos
se habían utilizado como achicadores durante las
travesías en canoas desde La Florida (Jiménez y
Arrazcaeta, 2010, p. 4). Sin embargo, tres de los
más de veinte ejemplares encontrados muestran
un pulimento dorsal excepcional. “Estos recipientes
parecen ser copas ceremoniales empleadas en el
consumo de la bebida negra, casseena o casina
para los españoles, (…) que se obtenía hirviendo
las hojas del Yaupon Holly -Ilex vomitoria-, planta
(…) común en el sudeste de los Estados Unidos
(Jiménez y Arrazcaeta, 2010, p. 4). Con excepción
de los posibles recipientes ceremoniales antes men-
cionados, los restantes constituyen vasijas de uso
común, muy similares tipológicamente a los cucha-
rones/vasijas estudiados por W. H. Marquardt en
1992 (Jiménez y Arrazcaeta, 2010, p. 7). Lo cierto
es que estos artefactos pudieran haberse utilizado
como achicadores durante las travesías y como vasijas
una vez que sus portadores llegaban a sus desti-
nos, lo que constituye evidencias de las relaciones
existentes entre La Florida y La Habana. El ejemplar
descrito se halló compartiendo contexto con eviden-
cias datadas en el , siglo en que se asentaron
numerosos indios oridanos en Guanabacoa.
Singular resulta el hallazgo de un sello de plomo
con una capa na de oro en el anverso (el reverso
es liso), el engarce de la cinta partido y en estado
de conservación regular. Representa el Escudo de
Armas del monarca británico, dividido en cuatro
cuarteles rodeados por el lema Honni soit qui mal y
pense (en francés antiguo: Maldito sea el malpensado),
aludiendo a la Nobilísima Orden de la Jarretera,
orden de caballería más relevante y antigua del Reino
Unido, fundada en 1348 por el rey Eduardo III.
Figura 6. Sello británico hallado y reconstrucción de la gura que muestra el anverso.
Fuente: fotografía de Lisette Roura. y dibujo tomado de https://es.wikipedia.org/wiki/Escudo_del_Reino_Unido
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Lisee Roura Álvarez y Odlanyer Hernández de Lara
Constituye un sello pendiente de cinta confeccio-
nado en el Reino Unido, utilizado entre los años
1714 y 1801 con la nalidad de fedatear15 docu-
mentos de diversa índole.16 Si se toma en cuenta la
naturaleza del contexto en que se halló este arte-
facto y el rango cronológico en que se empleó, bien
pudo guardar relación con la Toma de La Habana
por los ingleses en 1762. Como consecuencia de
la invasión británica, Guanabacoa padeció grandes
afectaciones: sufrió una signicativa despoblación
ante la inminente batalla, y el saqueo de templos
católicos y moradas, así como la quema de algunas
casas (Rodríguez et al., 2006, p. 91). Es posible
entonces que el sello se desechara o pasara a formar
parte de un contexto primario como elemento
de facto, consecuencia quizás del intenso trasiego de
soldados y civiles británicos. Con posterioridad,
dicho contexto se trasladó hacia el sitio en estudio
durante el siglo , conclusión a la que se arriba
tras el análisis de las relaciones cronológicas y espa-
ciales artefactuales, e intercontextuales.
Algunas otras evidencias merecen mencionarse,
como un dado de hueso, un abanico calado de hueso,
una pequeña gurilla de cerámica que recuerda
una imagen religiosa, dos fragmentos de pipas de
caolín para fumar tabaco, hormillas de hueso, una
cuenta de roca para collar, tejas criollas (acanaladas
o de muslo), fragmentos de ladrillos y losas de piso.
Debido al signicativo desarrollo de la industria
azucarera en territorio guanabacoense (Rodríguez
et al., 2006, pp. 51-53) se elaboró gran cantidad
de cerámica para tales fines, lo que justifica el
hallazgo de fragmentos de cuerpos, bordes y furos
de hormas utilizadas en el proceso de obtención del
azúcar, todos con restos de cal.
15. Autenticar o dar fe pública de documentos, acción que efec-
tuaban fedatarios o notarios.
16. Para realizar la descripción y datación del sello, se contó con
la colaboración del especialista en numismática Israel Corrales
Vázquez, y se consultaron los sitios web: http://www.buscado-
res-tesoros.com/t18468-sellos-siglo-xviii, y https://es.wikipedia.
org/wiki/Escudo_del_Reino_Unido
Dentro del conjunto de evidencias halladas destacan,
por su cantidad y características, las fichas de
juego. De las ocho exhumadas, tres se desecharon
en pleno proceso de factura, en seis se reutilizaron
fragmentos de vasijas de cerámica de tradición
aborigen de diferentes grosores, y en los otros dos
casos se aprovecharon fragmentos de mayólica, una
clasicada como Talavera azul sobre blanco (1590-
1750). Algunas similares se han identicado en
contextos de los siglos  y , correspondientes
con la antigua ferretería Isasi, de La Habana Vieja.
En opinión del arqueólogo Daniel Schávelzon
(2010), las chas pueden identicarse como:
(…) trebejos usados en dos juegos que fueron
habituales en las colonias españolas y en España
denominados chaquete o tablas reales, y damas.
Ambos juegos han llegado la actualidad
siendo el chaquete el llamado Backgammon
en su denominación inglesa y las Damas aún
mantienen su nombre en la América hispánica.
Se practican sobre tableros aunque suponemos
que también debieron hacerse directamente
sobre marcas en el piso y a este último caso
deben pertenecer las chas de mayor tamaño
(p. 3).
Figura 7. Fichas de juego facturadas en fragmentos de
cerámica de tradición aborigen.
Fuente: fotografías de Lisette Roura.
Ciencia y Sociedad 2019; 44(4): 35-50 • Una mirada desde lo parcular | 47
Indios naturales y oridanos en Guanabacoa, La Habana, Cuba
Los investigadores Lydia Pulsipher y Conrad
Goodwin describen un juego moderno en la isla
de Montserrat al que llaman Chiney Money, en el
que se emplean tres discos de cerámica similares a
los encontrados en sitios arqueológicos (Singleton,
2005, p. 12), mientras que Kathleen Deagan agrega
el parchís como otro posible juego de azar donde
podían utilizarse las chas de cerámica (Deagan,
2002, p. 232). Es muy signicativo que para el caso
que nos ocupa, la mayor parte de estas evidencias
se confeccionaran a partir de cerámica acordelada
de tradición aborigen, teniendo en cuenta que la
mayoría de las encontradas en Cuba solían elabo-
rarse con fragmentería de mayólicas y, durante el
siglo , con lozas nas. Algunos autores, como
Hernández (2012), asumen que la factura y utili-
zación de las mismas podían ser llevadas a cabo por
grupos sociales poco favorecidos, como esclavos,
soldados e indios.
Muy interesante resulta el fragmento de vasija de
cerámica de tradición aborigen (siglo ) que
presenta decoración incisa en el borde. Aunque las
incisiones dieren de las encontradas en contextos
del siglo  en La Habana Vieja, constituye el
borde inciso más tardío hallado hasta el momento
en el territorio habanero. Los bordes identicados
en los ejemplares exhumados son redondeados, con
excepción de uno evertido, constituyendo mayoría
los tiestos de cerámica de tradición aborigen en
los contextos correspondientes con el siglo ,
mientras que su número desciende considerable-
mente en los estratos del siglo .
Figura 8. De izquierda a derecha, fragmento de cerámica de tradición aborigen con el borde inciso, fragmento de pipa
de cerámica negra para fumar tabaco, y pico de mano facturado con la concha del molusco Strombus pugilis.
Fuente: fotografías de Lisette Roura.
Se exhumó además un pico de mano confeccio-
nado en un ejemplar de Strombus pugilis, con la
parte inferior fracturada, al que le fue retirado
parte del manto y el ápice para facilitar el agarre y
la percusión. Tres fragmentos de burenes, uno con
borde, conrman la consecución de la producción
de casabe, ya fuera para el consumo familiar o para
su comercialización. Muy graticante resultó hallar
una porción de cánula de una pipa de cerámica
ordinaria negra; ejemplares similares encontrados en
La Habana Vieja se han atribuido a la descendencia
aborigen en la región, pues constituyen ejemplares
de factura artesanal con acabado muy rudimentario
(Roger Arrazcaeta, comunicación personal, 2019),
y el caso que nos ocupa presenta una línea incisa
que rodea la boquilla.
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Lisee Roura Álvarez y Odlanyer Hernández de Lara
La presencia de cerámica de tradición aborigen, el
pico de mano, así como los fragmentos de burenes y
la porción de pipa, alude a la continuidad histó-
rica de la representación en la materialidad de rasgos
identitarios autóctonos, al menos hasta el siglo ,
elementos culturales que persistieron y se transo-
cializaron como componentes de un grupo social
oprimido, sometido y condenado a expresiones
de marginalidad social. El reajuste de las estrategias
de investigación mediante la superación del manejo
aislado de evidencias llamadas “de transculturación”,
y además el reconocimiento de la importancia del
conjunto artefactual partiendo del dinamismo que
caracteriza la formación de los contextos arqueoló-
gicos urbanos, sugieren que el comportamiento de
la descendencia indígena ante la dinámica social
impuesta por las autoridades coloniales condicionó
la continuidad manufacturera de artefactos utilitarios
relacionados fundamentalmente con actividades
vinculadas a la elaboración de alimentos, la pro-
ducción de casabe y a la tradición de fumar tabaco.
En otros casos, como los juegos de azar, constitu-
yeron prácticas adquiridas durante el tránsito de
los naturales por procesos sociohistóricos durante
la época colonial. Progresivamente la arqueología
va contribuyendo a la visibilizando del indio de
diferentes orígenes y en diferentes momentos de
la historia de la región habanera, repensando la
manera en que se ha tratado su temprana desaparición
y llenando el vacío que por muchos años legitimó la
historiografía.
Consideraciones nales
A pesar de que no fue posible localizar evidencias
de la primera iglesia y cementerio de Guanabacoa
en el sitio elegido para la primera etapa del proyec-
to, se rescataron relevantes artefactos que permiten
ahondar en cuestiones relativas a los habitantes del
territorio. Los resultados de la intervención arqueo-
lógica descartan esta área como asentamiento del
antiguo templo y camposanto, y comprobaron
la ocupación continuada del espacio a partir del
siglo .
Si se tiene en cuenta, que debido a los conictos
políticos existentes entre España y el Reino Unido
es muy poco probable que un sello como el encon-
trado fuera introducido en el país y pasara a formar
parte del registro arqueológico con anterioridad al
año 1762, puede argüirse entonces que tanto la
formación de los contextos utilizados para nivelar
como las acciones de rellenado se efectuaron
durante los últimos cuarenta años del siglo ,
tesis sustentada por la ausencia de evidencias corres-
pondientes con el siglo  en los estratos sobre
los que se situó el pavimento del primer inmueble
construido en el área. Los artefactos colectados se
vinculan con actividades relacionadas con la coti-
dianidad de los habitantes guanabacoenses, desa-
rrolladas tanto dentro como fuera de las viviendas,
tales como el comercio, la producción de azúcar, la
práctica religiosa, el divertimento, la construcción,
la alimentación, el procesamiento de alimentos y
aquellas que incluían elementos vinculados con la
apariencia personal.
Aun cuando los contextos arqueológicos exhumados
fueron identicados como secundarios y no fue
posible localizar el cementerio y el ajuar artefactual
asociado a los enterramientos humanos, la presencia
de la vasija confeccionada con la concha del molusco
marino Sinistrofulgur perversum y otro fragmento de
la misma especie corrobora arqueológicamente por
vez primera la presencia en Guanabacoa de sujetos
procedentes de La Florida, asentados en una región
donde aún habitaban aquellos individuos que
confeccionaban artefactos con técnicas y materiales
tradicionales autóctonos.
Afortunadamente, la ejecución de este proyecto
propiciará el montaje de una sala dedicada a la evo-
lución del territorio como pueblo de indios, pues la
insuciencia de artefactos limitaba el diseño de una
exposición con esta temática. La implementación
de futuras intervenciones arqueológicas permi-
tirá ahondar en la conformación y cotidianidad de
la población guanabacoense, y en la distribución
espacial de los inmuebles situados en al menos
esta porción del poblado-villa-municipio desde
Ciencia y Sociedad 2019; 44(4): 35-50 • Una mirada desde lo parcular | 49
Indios naturales y oridanos en Guanabacoa, La Habana, Cuba
el siglo , relevantes aspectos de la historia local
y regional.
Agradecimientos
Agradecemos innitamente a todos los colegas y
amigos que participaron en la primera campaña
de excavación. A Robert S. Carr, director ejecutivo de
Archaeological and Historical Conservancy, Inc.; sin su
entusiasmo y colaboración este proyecto no hubiera
fructicado. Al Museo Municipal de Guanabacoa,
principalmente a su directora Lourdes Millet. A
Elvis A. Pérez, por facilitarnos la búsqueda docu-
mental. Queremos agradecer especialmente a Arsenio
Márquez, propietario del patio intervenido; sin
su ayuda y buena voluntad no se hubiera podido
emprender este proyecto.
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Datos de liación
Lisette Roura Alvarez. Arqueóloga, licenciada en Estudios Socioculturales, diplomada en Antropología y
Patrimonio, doctora en Ciencias Históricas y Profesora de la Universidad de La Habana. Lidera la Sección
de Arqueología del Gabinete de Arqueología de la Ocina del Historiador de La Habana, Cuba. Es autora
de monografías y artículos en el ámbito nacional e internacional. Ha denido la Arqueología Industrial y la
Interacción Indohispánica en La Habana como líneas fundamentales de trabajo, dirigiendo proyectos relacio-
nados con estos temas. Forma parte del Consejo Cientíco de la revista Gabinete de Arqueología.
Correo-e: roura@patrimonio.ohc.cu, roura144@gmail.com
Odlanyer Hernández de Lara. Arqueólogo, licenciado en Antropología. Es editor de la revista y sitio web
Cuba Arqueológica. Actualmente se desempeña como director de proyectos de campo en Archaeological and
Historical Conservancy Inc., USA. Ha sido autor, editor y compilador de varios libros. Desarrolla proyectos
de investigación en Arqueología Histórica y Patrimonio Cultural, especialmente Arqueología Urbana, fortica-
ciones y campos de batalla. Correo-e: hernandezdelara@gmail.com
Article
Now in its sixth edition, this yearly overview of global post-medieval/historical archaeology takes us to Cuba and Puerto Rico in 2022. This edition provides an interesting case study in how the practice of historical archaeology evolved differently within the Caribbean region and addresses key themes, such as colonialism and the evolution of archaeological practice.
Article
Full-text available
reseña del libro ¨Indios en La Habana¨, de Lisette Roura Álvarez, Roger Arrazcaeta Delgado y Carlos Alberto Hernández Oliva. Editorial Ciencias Sociales, 2017
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Desde mediados del siglo XVI se vinculó la bahía de Matanzas con el sitio de los hechos -Guanima-, pero no fue hasta el siglo XIX cuando se fundieron las versiones del relato como historia y se sobre impuso la localidad de la aldea aborigen “Yucayo” sobre la ciudad de Matanzas. Ello ha conllevado a recrear un paisaje o tradición históri-ca que carece de fundamento científico, considera-do así por algunos investigadores ya desde el siglo XIX. En esta ocasión exponemos algunos de los puntos y problemas sobre la instalación del mítico poblado de “Yucayo” en la ciudad de Matanzas, desde la panorámica de la arqueología aborigen y urbana.Todas las suposiciones que componen el relato tradicional de los supuestos eventos resultan cuestionables por la falta de coincidencia de los documentos primarios y el alto nivel de distorsión que ha sufrido a través del tiempo (Orihuela y Viera, en prep.). ¿Pero se ha encontrado evidencia arqueológica en la ciudad o sus alrededores que compruebe o refute remotamente la hipótesis de la existencia del alegado poblado aborigen al tiempo de la conquista que pueda identificarse como “Yucayo”? Esta es la pregunta que intentamos responder aquí.
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