Content uploaded by Cesar A. Rodriguez-Cano
Author content
All content in this area was uploaded by Cesar A. Rodriguez-Cano on Jan 10, 2020
Content may be subject to copyright.
197Teknokultura 16(2) 2019: 197-212
Resistencias sumergidas. Cartografía de la tecnopolítica feminista en
México
Claudia Ivette Pedraza1; César Augusto Rodríguez Cano2
Recibido: 22 de abril 2019 / Aceptado: 7 de octubre 2019 Open peer reviews
Resumen. En este artículo se analizan las redes heterogéneas de actores clave implicados en los
procesos de aprendizaje sobre el uso y apropiación de tecnologías digitales entre las mujeres. Mediante
una propuesta teórica llamada tecnopolítica feminista, aunada a un abordaje metodológico que entrelaza
el Análisis de Redes Sociales con la Teoría del Actor Red, se muestran los alcances y desafíos de las
comunidades feministas para activar escenarios, herramientas y redes derivados de las tecnologías
digitales.
Palabras clave: Análisis de Redes Sociales; ciberfeminismo; Tecnologías de la Información y la Co-
municación; Teoría del Actor-Red.
[en] Submerged resistances. Cartography of feminist technopolitics in Mexico
Abstract. In this article we analyse the heterogeneous networks of actors who play a key role in learning
processes about use and appropriation of digital technologies among women. Based on a theoretical
proposal called ‘feminist technopolitics’ and a methodological approach where Social Network Analysis
and Actor-Network Theory are intertwined, scopes and challenges for feminist communities to activate
scenarios, tools and networks derived from digital technologies are highlighted.
Keywords: actor-network theory; cyberfeminism; Information and Communication Technologies; So-
cial Network Analysis.
Sumario. 1. Introducción. 2. Marco teórico. 3. Metodología. 4. Resultados. 5. Conclusiones. 6.
Referencias.
Cómo citar: Ivette Pedraza, C.; Rodríguez Cano, C. A. (2019). Resistencias sumergidas. Cartografía de la
tecnopolítica feminista en México. Teknokultura. Revista de Cultura Digital y Movimientos Sociales, 16(2),
197-212.
1. Introducción
Durante los últimos años, el espacio público ha sido ocupado por numerosas ma-
nifestaciones feministas con el auxilio de herramientas en línea, lo cual representa
1 Universidad La Salle México (México)
E-mail: Claudia.pedraza@lasalle.mx
2 Universidad Nacional Autónoma de México (México)
E-mail: cesararcano@gmail.com
KARPETA
Teknokultura. Revista de Cultura Digital y Movimientos Sociales
ISSNe: 1549-2230
http://dx.doi.org/10.5209/TEKN.64163
198 Ivette Pedraza, C.; Rodríguez Cano, C. A. Teknokultura 16(2) 2019: 197-212
un poderoso cambio en la lógica de los procesos de comunicación, organización y
acción política tradicional.
Si bien históricamente este movimiento se ha articulado en forma reticular, con
nodos y conexiones en diferentes niveles, lo que caracteriza esta nueva forma de
levantamiento es la posibilidad de conectar los diferentes espacios, esfuerzos y re-
cursos con una visibilidad inédita.
Las manifestaciones irrumpen de diversas formas: blogs, medios digitales, per-
formances, instalaciones, producciones audiovisuales, consignas en hashtags que se
vinculan con protestas, paros de labores, marchas, intervenciones arquitectónicas y
un largo etcétera. En suma: acciones conectadas dentro y fuera del entorno digital,
que han generado una narración pública y colectiva desde la experiencia de las muje-
res. Como nunca antes, las tecnologías de la información y la comunicación han per-
mitido transformar el silencio en lenguaje y acción, en el sentido que señalaba Lorde.
Baher (2016, p. 18) asegura que las plataformas digitales ofrecen un gran poten-
cial para difundir ampliamente ideas feministas, nuevos modos de discurso sobre el
género y el sexismo, y modos creativos de protesta, que se han convertido en hitos
del movimiento feminista del nuevo siglo. En especíco, el objetivo de este texto
es analizar las redes heterogéneas de actores clave implicados en los procesos de
aprendizaje sobre el uso y apropiación de tecnologías digitales entre las mujeres pro-
movidas por los colectivos de tecnopolítica feminista, los cuales han acompañado las
emergentes movilizaciones feministas.
Desde los primeros videos virales de las integrantes de Femen3 con el torso des-
nudo en 2008 hasta la gran conversación sobre el acoso y abuso sexual que generó
el #MeToo en más de 85 países en 2017, las acciones feministas en las redes so-
ciodigitales han sido el punto de partida para movilizaciones transnacionales que
difícilmente pueden ser ignoradas.
En América Latina esta lógica emergente también ha cobrado relevancia en el
último lustro. Sancho (2018) ubica la primera manifestación articulada en las redes
con el hashtag #Niunamenos4 surgido en Argentina en 2015, que colocó la discusión
del feminicidio como una emergencia compartida en la región. Para 2016, Ecuador
fue el epicentro de otra manifestación por la defensa del derecho a la movilidad y a
la seguridad bajo el hashtag #ViajoSola5. En marzo de 2017, países como Argentina,
Venezuela, Colombia y México se unieron a la convocatoria de la Primera Huelga
Internacional de las Mujeres, un paro de labores convocado a través de las redes para
denunciar la desigualdad, la discriminación y la violencia de género en los espacios
laborales6.
En octubre de ese mismo año, la traducción del #Metoo7 al #Yotambién reveló
historias de acoso sexual no solo en las industrias del entretenimiento, sino en todos
3 Femen es una organización feminista, ateo y abolicionista, fundado en Ucrania, caracterizada por sus protestas
extremistas y transgresoras de diferentes espacios públicos.
4 La movilización surge como protesta ante el aumento de mujeres asesinadas en el país; el nombre primero se
utiliza para un maratón de lectura y luego se convierte en consigna para convocar a una marcha celebrada en el
mes de marzo.
5 Surgido tras el asesinato de las argentinas Marina Menegazzo y María José Coni, en la ciudad de Montañita,
Ecuador, mientras estaban de excursión.
6 La Huelga Internacional de Mujeres, surgida en Polonia, convocó en su primera edición a cerca de 60 países.
Para el 2018, se lograron conectar manifestaciones en más de 170 países.
7 Derivado de las múltiples denuncias contra las agresiones sexuales del productor de cine estadounidense Harvey
Weinstein.
199Ivette Pedraza, C.; Rodríguez Cano, C. A. Teknokultura 16(2) 2019: 197-212
los ámbitos sociales con participación femenina. Para 2018, la #MareaVerde que
representaba la lucha por la despenalización del aborto en Argentina se expandió por
otros países latinoamericanos, que adoptaron el pañuelo, las consignas y la agenda
de acciones políticas para garantizar el derecho de las mujeres a un aborto libre y
seguro.
En todos los casos, de una situación individual y local surgió una movilización
colectiva y supranacional, que hizo evidente el carácter estructural de los mecanis-
mos de violencia de género que enfrentan en su vida cotidiana las mujeres de estos
países.
En el caso de México, la emergencia de las movilizaciones feministas también es-
tuvo provocada por la violencia de género (Inmujeres CDMX, 2016; INEGI, 2017).
Desde 2013, el injusto encarcelamiento de Yakiri Rubio, una joven capitalina acusa-
da de homicidio tras apuñalar en defensa propia al hombre que la violó, provocó una
marcha de protesta convocada con los hashtags #LIberenaYakiri #LIbertaparaYaki
y #JusticiaparaYaki. Este hecho mostró la visibilidad que podían dar las redes, ori-
ginando otras convocatorias para manifestarse por casos particulares, algunos con
mayor respuesta que otros, en medio de un número creciente de feminicidios. El
malestar ante la violencia eclosionó en abril del 2016 con la denominada Primavera
Violeta #24A, la primera manifestación realizada fuera de los días institucionaliza-
dos para la protesta feminista8. Con el nombre ocial de “Movilización Nacional
contra las Violencias Machistas”, derivada de casos de acoso y violencia sexual que
cobraron una notable visibilidad9, mujeres de más de 40 ciudades salieron a las calles
convocadas por la consigna #VivasNosQueremos. A la par de la marcha, la Prima-
vera Violeta originó una contundente narración colectiva en las redes socio-digitales
bajo el hashtag #Miprimeracoso, al que se sumaron miles de mujeres de otros países
conectadas por experiencias compartidas de violaciones, abusos y agresiones sexua-
les.
La Primavera Violeta hizo evidente el potencial de las redes feministas articuladas
en colectivos, organizaciones, medios alternativos, que desde ese momento no han
dejado de manifestarse públicamente. En 2017, la consigna #SiMeMatan reactivó la
movilización en red para denunciar la criminalización de las víctimas de violencia de
género por parte de autoridades y medios de comunicación10. El incremento de asesi-
natos de niñas y mujeres durante 2018 hizo que el hashtag #FeminicidioEmergencia-
Nacional fuera tendencia en diferentes momentos, acompañado de marchas, infogra-
fías, videos, presentación de informes e investigaciones realizadas por páginas web,
medios feministas y organizaciones que hicieron común el objetivo de denunciar la
violencia de género. El 2019 inició con dos nuevas demostraciones de la efectividad
para organizar y visibilizar a la creciente multitud feminista. Primero, con una acto
individual que a la vez fue multitudinario: la protesta en redes para reivindicar el
derecho a transitar por espacio público en condiciones de seguridad, que originó la
8 El Día Internacional de la Mujer, 8 de marzo; El Día Internacional Para la Erradicación de la Violencia contra
las Mujeres, 25 de noviembre.
9 La violación múltiple de Daphne Fernández en Veracruz y el acoso sexual a la periodista Andrea Noel en la
ciudad de México.
10 La movilización surgió tras el asesinato de Lesvy Berlin, estudiante de la Universidad Nacional Autónoma de
México, en las instalaciones de la institución. Meses más tarde, el mismo hashtag convocó a una segunda mo-
vilización por un nuevo caso: el asesinato de Mara Castilla, en Puebla, ejecutado por un conductor de Uber.
200 Ivette Pedraza, C.; Rodríguez Cano, C. A. Teknokultura 16(2) 2019: 197-212
producción de miles de fotografías y videos bajo el lema #LaCalleEsNuestra11. Una
semana más tarde, en medio de una ola de denuncias por secuestros de mujeres en
el sistema de transporte público de la Ciudad de México, se convocó a otra marcha
que recuperó la consigna #Vivasnosqueremos surgida en la Primavera Violeta. Esta
vez, la movilización estuvo acompañada de otras acciones colectivas, espontáneas o
planeadas, organizadas en red y enlazadas con otros espacios fuera de línea.
Aunado a esto, además del potencial movilizador de las redes socio-digitales,
lo que estas manifestaciones revelaron fue la existencia de una red de colectivos
feministas que, en conexión con diferentes actores (no necesariamente feministas),
han estructurado procesos permanentes para fomentar el aprendizaje en torno al uso,
apropiación y transformación de la propia tecnología. Estos colectivos se distinguen
no solo por utilizar las tecnologías para organización y comunicación de moviliza-
ciones o acciones especícas, las cuales han monopolizado el análisis social, sino
que tienen por n involucrar de manera menos visible pero más constante a otras
mujeres, a través de cursos especializados sobre software libre, programación, pro-
ducción audiovisual, estrategias de seguridad digital, etc., así como de la enseñanza
de los repertorios de protesta, entre otros recursos.
A pesar de que el tema que conecta a esta red de colectivos es el de género y
tecnologías, no están desvinculados de otras causas del movimiento feminista: la
violencia de género, la salud reproductiva, la igualdad política, la defensa de la tie-
rra, la educación, el acceso al trabajo, etc. En este texto, se propone analizar dicha
red de colectivos como una irrupción sumergida a partir del término tecnopolítica
feminista.
2. Marco teórico
A lo largo de más de cuatro décadas, diferentes autoras han problematizado la rela-
ción de las mujeres con las tecnologías desde la categoría de género (Keller, 1985;
Cockburn y Ormrod, 1993; Harding, 1996). En este sentido resalta el cuestiona-
miento a la supuesta neutralidad de la ciencia y la tecnología, la cual oculta que
ambas actividades reproducen las desigualdades de género existentes en la sociedad.
Lo anterior se maniesta en diversas dimensiones del ámbito cientíco: las brechas
numéricas en las profesiones cientícas y tecnológicas, la poca visibilidad de la par-
ticipación de las mujeres en la generación de conocimiento, la desvalorización de
los conocimientos y las tecnologías que se consideran femeninos, la jerarquía de los
tipos de desarrollos cientícos y tecnológicos supuestos prioritarios, la validación de
las formas de producir conocimiento cientíco y tecnológico.
No obstante, desde la perspectiva feminista también se ha reconocido el potencial
subversivo de las tecnologías, implícito en los usos, apropiaciones y re-signicacio-
nes que con ellas realizan las mujeres.
Este potencial subversivo se hizo más evidente con el uso de las tecnologías
digitales. Apropiándoselas, las mujeres han podido visibilizar problemáticas, reivin-
dicar derechos y organizar acciones para desaar el orden de género, articulando un
movimiento en, por y para esta red: el movimiento ciberfeminista. Gran parte del
11 Convocada tras la propuesta de ordenar un toque de queda para la población femenina realizada por la diputada
veracruzana Miryam Ferraez, a n de evitar los feminicidios.
201Ivette Pedraza, C.; Rodríguez Cano, C. A. Teknokultura 16(2) 2019: 197-212
movimiento se ha centrado en explorar las posibilidades que ofrecen estas tecnolo-
gías en los dos primeros sentidos: como escenario (en) y como herramienta (por)
para la transformación, a través de procesos de denuncia, creación y producción de
información. Instalaciones artísticas, blogs y páginas web, producciones audiovisua-
les, fanzines o medios alternativos son manifestaciones de estas posibilidades. Pero
en los últimos años, la irrupción de múltiples movilizaciones feminista de carácter
transnacional y que están conectadas a través de la red, ha permitido constatar el
tercer sentido: el de la lógica reticular, que encadena espacios, actores, mensajes y
dispositivos. Esta irrupción, a su vez, acarrea la necesidad de enfoques innovadores
para mirar la relación de las mujeres y las tecnologías digitales.
Algunos trabajos sobre el movimiento ciberfeminista señalan que dicha relación
se ha abordado desde dos grandes posturas: la utópica, sustentada en el planteamien-
to original del ciberfeminismo de Plant; y la distópica, representadas por la propuesta
tecnofeminista de Wajcman (Boix, 2015; Reverter Bañón, 2013; Braidotti, 2004).
Estas posturas no son solamente analíticas (es decir, una forma de explicar las rela-
ciones entre mujeres y tecnologías digitales) sino también políticas (una propuesta
de construir las relaciones entre mujeres y tecnologías digitales para transformar las
relaciones de poder).
Plant (1998) concibe el ciberfeminismo como una insurrección (material, econó-
mica, social) hecha de enlaces entre mujeres, computadoras, comunicaciones, todo
en conexión en el ciberespacio (imaginado como un espacio libre de cualquier cons-
trucción genérica). Para Plant, la estructura uida, relacional, horizontal y rizomática
de Internet es similar a las formas de acción y organización caracterizadas como
femeninas, por lo cual esta red resulta idónea para subvertir el orden de género: las
mujeres pueden adaptar, rediseñar y recodicar las tecnologías, desmontando en sus
usos la diferencia de poder implícita en la dicotomía social de masculino/femenino
(así como otras sustentadas en la misma dualidad: cuerpo/mente, biología/tecnolo-
gía, natural/articial, etc.). Para esto, el ciberfeminismo apuesta por la propuesta
política de producción de identidades que reivindican lo femenino, o en sus intentos
más radicales, estar fuera de la dicotomía genérica (como la identidad Cyborg, de
Haraway). Al adaptar, rediseñar y recodicar las tecnologías, las mujeres hacen lo
mismo con su identidad: a través de producción de mensajes, instalaciones artísticas
o intervenciones, ellas deciden qué quieren ser y cómo quieren denirse.
En contraparte, la propuesta tecnofeminista de Wajcman (2004) plantea que In-
ternet y las tecnologías digitales sostienen la estructura patriarcal de las sociedades
por lo cual, más que transformar y liberar, acentúan la dominación de las mujeres.
Para Wajcman (pp.15-17), las relaciones de género y tecnología, se co-construyen:
de origen, existe un marco de valores atravesados por la dicotomía masculinidad/
feminidad que determinan el sistema de producción cientíca y tecnológica. Por un
lado, esto origina un proceso de socialización diferenciada de hombres y mujeres en
el uso de las tecnologías; por el otro, existe un sesgo en el diseño y producción de los
artefactos, las prácticas, los usos y los signicados socioculturales que se consideran
válidos para la tecnología, lo cual impide que todo aquello caracterizado como fe-
menino tenga el mismo valor. En función de esta doble exclusión de lo femenino, el
tecnofeminismo cuestiona el sistema de valores que sustentan y son sustentados por
las tecnologías, señalando que éste no desaparece por las producciones de identidad
que a través de ellas realizan las mujeres. Por eso, la propuesta política es incorpo-
rar a la población femenina no solo al uso sino a la producción de tecnología y de
202 Ivette Pedraza, C.; Rodríguez Cano, C. A. Teknokultura 16(2) 2019: 197-212
conocimientos tecnológicos, para subvertir y redenir su marco de valores (Zafra
Alcaraz, 2004; Wajcman 2004; Baidotti, 2002).
Aunque estas dos propuestas denen líneas de análisis y de acción muy especí-
cas, el movimiento ciberfeminista se maniesta en actos que van desde la subversión
de la identidad femenina a través de un performance interactivo hasta modicacio-
nes de dispositivos, programas e infraestructura tecnológica a través de colectivas
hackfeministas. Por esta razón, algunas autoras (Boix, 2015; Núñez Puente, 2011;
Reverter Bañón, 2013; Rovira Sancho, 2018) señalan que ambas posturas simpli-
can la compleja relación entre mujeres y tecnología que existe en dicho movimiento:
La mirada a las tecnologías no puede quedarse en una mera observación radicali-
zada en un sentido de euforia por un lado o de pesadumbre por otro. Tanto el discurso
utópico o tecnofílico, como el distópico o tecnofóbico suponen, además, análisis
desajustados respecto a los planteamientos críticos que las feministas han venido
haciendo desde hace décadas en el terreno de la ciencia y las tecnologías (Reverter,
2013, p. 453).
La pregunta que surge entonces es: ¿cómo recuperar el potencial subversivo pre-
sente en la diversidad de prácticas que se realizan dentro del movimiento ciberfemi-
nista sin idealizar ni desacreditar a las tecnologías digitales que lo articulan? Para
responder a esto, se coincide con Boix (2015), quien plantea la necesidad de transitar
hacia una tecnopolítica feminista (originalmente nombrada por ella misma como
“ciberfeminismo social”) como una propuesta para analizar el actual devenir del mo-
vimiento. Esta propuesta recupera el potencial transformador de las tecnologías que
reconoce el ciberfeminismo y la necesidad de transformar las estructuras patriarcales
presentes en los ámbitos tecnológicos que señala el tecnofeminismo; pero además,
coloca la estructura y dinámica en red como la clave para analizar y construir estos
procesos de transformación.
Toret (2013) dene tecnopolítica como un patrón de autocomunicación, auto or-
ganización y acción de la sociedad en red, que apela a principios colaborativos, a la
propagación de ideas a través de plataformas digitales y la sincronización de afectos
para la consecución de objetivos colectivos y conectivos. En la misma línea, Sierra y
Gravante hablan de tecnopolítica como una mediación transformadora y descentrali-
zada originada por las tecnologías digitales, basada en la democracia del código y la
creación colectiva (2017, p. 7). Lo que distingue a este patrón (que dene una estruc-
tura) o a esta mediación (que dene una dinámica) es el aspecto de la reticularidad,
es decir, la estructura y la dinámica en red como resultado de enlaces cruzados en
todos los niveles, donde las actividades dieren entre colectivos pero se desarrollan
conjuntamente a partir de objetivos compartidos.
Treré y Barranquero (2017) entienden tecnopolítica a partir de una concepción
profunda, compleja y no instrumental de la relación entre política y tecnología, la
cual reere la redenición de los espacios, el tiempo y los procesos de la política a
causa de las tecnologías de la comunicación . Desde esta misma perspectiva, Sie-
rra (2018, pp. 985-987) retoma la idea de un espacio público oposicional (Negt,
2007), cuyas líneas prioritarias de los procesos emergentes de comunicación en los
frentes culturales que acompañan el activismo tecnopolítico son: 1) la apropiación
tecnológica y organización social, es decir los modos propios de comunicación, las
estéticas de resistencia, los contornos del espacio público antagonista en sus formas
de expresión y autogestión; 2) interactividad y nuevos modos de mediación social,
en particular la necesidad de discutir en detalle los niveles y formas de interacción;
203Ivette Pedraza, C.; Rodríguez Cano, C. A. Teknokultura 16(2) 2019: 197-212
3) memoria y gestión local del conocimiento, o sea de conguración democrática y
política de las exomemorias digitales y la capacidad de autonomía y autodetermina-
ción de las culturas populares, y 4) economía política del cambio tecnológico y la
innovación social, donde es preciso politizar críticamente la generación social de la
comunicación y la cultura en una época de creciente disgregación y mercantilización
del universo simbólico.
Es decir, los procesos emergentes de comunicación en el espacio público opo-
sicional indican prácticas de apropiación tecnopolítica: cuestionamiento, organiza-
ción, resistencia, expresión y autogestión, con el añadido de que pueden ser tanto
maniestas como sumergidas como se expone desde la teoría de los nuevos movi-
mientos sociales (Melucci, 1999). Un planteamiento que nos recuerda la noción de
contrapúblicos subalternos de Fraser (1990) para denir arenas discursivas paralelas
donde los miembros de los grupos sociales subordinados inventan y circulan contra-
discursos que les permiten formular interpretaciones oposicionales de sus identida-
des, necesidades e intereses.
En función de estos planteamientos, nos preguntamos ¿qué implica hablar de
una tecnopolítica feminista? En primer lugar, una propuesta analítica del movi-
miento ciberfeminista en torno a la estructura y dinámica de red que se articula
con otros participantes; y en segundo lugar, una propuesta política, a la manera de
Rancière que entiende lo político como la parte de los que no tienen parte (1996),
para que la conexión entre mujeres, tecnologías y otros actores transforme las rela-
ciones de poder, como el objetivo común compartido por esa red. Ambas propues-
tas, atravesadas por el principio feminista de colocar en el centro la experiencia de
las mujeres.
Con dicho principio, la tecnopolítica feminista revalora la relación mujeres-tec-
nologías en los múltiples espacios en los que ocurre, no solo con las tecnologías
digitales sino con otras tecnologías de la reproducción, el cuidado, la alimentación,
la creación artística; es decir, recuperando la dimensión política de la vida cotidiana.
Reverter (2001, p. 48) señala que es necesario integrar todas estas experiencias tec-
nológicas de las mujeres en un sistema que intente explicar las formas de subordina-
ción e insubordinación ante las tecnologías. En este proceso se relaciona el espacio
público con el espacio privado, la dimensión biográca individual y comunitaria, las
necesidades cotidianas y las necesidades estructurales (Núñez Puente, 2011, p. 88) a
través de usos y acciones tácticos que van de lo racional a lo afectivo, de la visibili-
dad a la latencia y de la organización a la acción.
Se entiende que el uso, apropiación y resignicación de las tecnologías se da en
un marco de conictos y contradicciones, en el cual también están los intereses de
las corporaciones tecnológicas, la economía de la información, la mercantilización
de los datos, el capitalismo cognitivo, etc., pero que no desacredita la distribución de
representaciones políticas en un marco general de la vida social.
3. Metodología
Desde su origen, el análisis de los fenómenos tecnopolíticos ha traído consigo inno-
vaciones y desafíos metodológicos. Al involucrar escenarios inéditos en cuanto a in-
fraestructura socio-técnica, junto con fenómenos culturales complejos, los abordajes
han tendido a ser multidisciplinarios (Congosto y Laniado, 2013; Aguilera, 2013).
204 Ivette Pedraza, C.; Rodríguez Cano, C. A. Teknokultura 16(2) 2019: 197-212
Es por eso que el enfoque de análisis de este artículo se atreve a continuar con la
tradición de la experimentación metodológica al entretejer dos enfoques de inves-
tigación: en primer lugar, el Análisis de Redes Sociales (ARS) y, en segundo lugar,
una aproximación desde la Teoría del Actor-Red (TA-R)12.
Como sabemos, el ARS ha sido una técnica de amplio bagaje desde diferentes
enfoques cientícos, entre ellos las matemáticas, la psicología y la sociología. Desde
antes de la emergencia de Internet y su arquitectura reticular, las formaciones socia-
les se han estudiado entendiendo a los actores como nodos y sus relaciones como
vínculos (véase por ejemplo el clásico estudio de Granovetter, 1983). En términos
estrictamente cuantitativos, el Análisis de Redes Sociales es un enfoque estadístico
que tiene por intención medir diferentes aspectos relacionales de las redes que se
estudian.
La TA-R se dedica también al estudio de las redes sociales aunque pretende ir
más allá. Como apunta Latour (2008), este enfoque supone una ontología del actan-
te-rizoma, en la cual los actores son heterogéneos y las redes se crean a partir de las
mediaciones de los actores no de una manera técnica sino social en sentido diverso
y ramicado. De acuerdo con este postulado, se debe trascender la sociología enten-
dida como ciencia de lo social para enfocarse en una sociología de las asociaciones,
un giro epistemológico en pos del reensamblado social; desde este punto de vista, la
noción de actante es fundamental para comprender la heterogeneidad de los actores
involucrados pues alude tanto a nodos humanos como no humanos, aspecto funda-
mental en el contexto de las tecnologías digitales13.
En síntesis, el entretejido de la propuesta latouriana con la dimensión topológica
de las estructuras en red vislumbra un acercamiento más panorámico del fenómeno
de estudio que aquí analizamos, al entender la conformación de redes a manera de
mapas mientras que el análisis de los mismos como un ejercicio cartográco.
Con este planteamiento, la hipótesis central es que dentro del movimiento tecno-
político feminista en México existe una conuencia de redes heterogéneas que han
denido las agendas más recientes del espacio público oposicional. Es decir, hay
colectivos y activistas, a la usanza tradicional de los estudios que entienden redes
a partir de las cuentas de usuario. Pero también emergen otros nodos entrelazados,
de diferente índole, que denen esta irrupción en planos heterogéneos: materiales,
ideológicos, tecnológicos, geográcos, etcétera.
Con este n se recolectó una base de datos a partir de un cuerpo de investigación
muy especíco –los carteles de difusión de eventos–, como veremos más adelante.
Contra la tendencia de sistematizar grandes cantidades de información bajo la pers-
pectiva de grandes datos –big data– que arrojan los corpus contemporáneos, muchas
veces en riesgo de centralizar y/o extraviar el propio análisis (Boyd y Crawford,
2012), se decidió realizar una detallada recopilación de nodos y vínculos de las for-
mas de organización tecnopolítica feminista con la ventaja de razonar a convenien-
cia teórica de la investigación, un enfoque entendido desde la perspectiva de los
datos densos (Wang, 2013) y el ethos descriptivo de la TA-R. Para ello se siguieron
12 El trabajo metodológico que dio origen a este artículo partió del proyecto de investigación titulado “Internet y
democracia en la transformación estructural de la vida pública: Análisis de Redes Sociales y fenómenos tecno-
políticos en México”, registrado el año 2018 en la Universidad Autónoma Metropolitana unidad Cuajimalpa, de
la Ciudad de México.
13 Un referente en la aplicación de la Teoría del Actor-Red es el trabajo de Magallanes-Blanco y Rodríguez-
Medina (2016).
205Ivette Pedraza, C.; Rodríguez Cano, C. A. Teknokultura 16(2) 2019: 197-212
varios pasos. En primer lugar, se determinaron los colectivos feministas más visibles
en México dedicados a promover exclusivamente procesos de aprendizaje sobre el
uso y apropiación de tecnologías entre las mujeres, de lo cual destacaron Cibersegu-
ras, Luchadoras y Laboratorio de Interconectividades14 (Internet Governance Forum,
2017). Después se exploraron sus cuentas de redes sociales para elegir en qué plata-
forma tenían mayor actividad dedicada a difusión. Por ello se retomaron de sus espa-
cios en Facebook los eventos en los que estuvieran involucrados estos colectivos en
el plazo del 24 de abril de 2016 al 25 de noviembre de 2018. Esta selección obedeció
a que el 24 de abril de 2016 fue la primera movilización convocada por redes socio-
digitales que no fue organizada alrededor de una fecha especíca, sino en atención
al contexto de violencia (acompañada por las etiquetas #24A, #PrimaveraVioleta)
mientras que el 25 de noviembre de 2018 fue el Día Internacional de la Violencia
contra la Mujer más reciente, la cual es en sí una fecha signicativa pero también
un cierre que concedió más de dos años y medio de eventos tecnopolítico-feministas
en México, una selección suciente para los objetivos de este estudio. De tal forma,
a partir de los carteles (ver Imagen 1) de la difusión de 82 eventos realizada por los
propios colectivos, luego de una primera fase de reexión y análisis sobre los datos
presentes en estas publicaciones, se recolectó la información relacional a partir de las
siguientes categorías: colectivos15, expositores, temáticas, sedes, ubicaciones, moda-
lidades y respaldos16.
Imagen 1. Ejemplo de cartel seleccionado. Fuente: Elaboración propia
14 Ciberseguras es una iniciativa surgida originalmente en México, actualmente con la participación de colectivos
de Brasil, Bolivia y Guatemala, que comparten recomendaciones y recursos de autodefensa digital a través de
talleres y materiales en la web; Luchadoras se dedica a la producción de información con perspectiva de género
(a través de su sitio web) así como a la realización de talleres sobre TICs y Género; y el Laboratorio de Interco-
nectividades, propuesta hackfeminista que trabaja en conjunto con MedialLabMx y Comando Colibrí.
15 Los colectivos feministas se autodenominan “colectivas” como una táctica para distinguirse de otras organiza-
ciones sociales. En la revisión de los carteles también se encontraron colectivos no feministas dentro de esta
categoría.
16 Solamente se tomaron en cuenta los carteles publicados por las propias cuentas de los Colectivos, aun cuando
se tiene la noción de su participación en otras actividades que no fueron difundidas por esta vía.
206 Ivette Pedraza, C.; Rodríguez Cano, C. A. Teknokultura 16(2) 2019: 197-212
El análisis estadístico consistió en la aplicación de las instrucciones modularidad
y centralidad de grado, ambas representadas visualmente mediante la instrucción de
espacialidad Force Atlas, la primera para poner en funcionamiento el algoritmo de
detección de límites comunitarios por la fuerza entre sus vínculos y la segunda para
ilustrar el número de menciones de un nodo, por diferencia de colores y de tamaños
respectivamente –de diferente color, diferente comunidad; a mayor tamaño, mayor
centralidad (ver gura. 1)17.
Figura 1. Visualización. Fuente: Elaboración propia
La interpretación y los resultados se realizaron bajo una perspectiva híbrida,
basados en una descripción con base en la visualización de las comunidades y los
grados.
17 Los nodos con etiqueta tienen una centralidad de grado igual o mayor a 10; es decir, igual o mayor a diez men-
ciones. Los nodos sin etiquetas tienen un grado menor a diez. Este recurso se utilizó para facilitar la lectura de
la totalidad del grafo. En cuanto a los resultados estadísticos, la red tiene un diámetro de 7, un grado medio de
7.885 y un índice de modularidad de 0.388.
207Ivette Pedraza, C.; Rodríguez Cano, C. A. Teknokultura 16(2) 2019: 197-212
4. Resultados
En los registros por categorías se distingue 50 temáticas, 37 respaldos, 32 colectivos
(25 colectivos que trabajan el tema de tecnologías, 7 que trabajan otros temas), 19
sedes ubicadas en 9 localidades, 14 expositores y 14 modalidades. Al observar la red,
se pueden distinguir cuatro comunidades con enlaces colaborativos bien denidos.
En primer lugar con un 36% de la red está la comunidad que se enlaza a través del
tema Autodefensa Digital Feminista, principalmente con los colectivos MediaLa-
bMx, ADDFEM, Comando Colibrí y la Sandía Digital (con quienes también trabajan
el tema de Internet y Feminismo). Esta comunidad (representada en color violeta)
conecta, a través de colaboraciones múltiples, a otras colectivas y espacios con me-
nos notoriedad en la red. Algunos eventos son promovidos por las sedes, particular-
mente por los centros comunitarios como Rancho Electrónico, La Gozadera, El 77 o
la Fábrica Digital El Rule. Otras surgen de colectivos como Insubordinadas, Hacks
de Vida o Corazón de Robota. Las principales modalidades de las prácticas de esta
comunidad son Talleres, Conversatorios y Encuentros (como el de Cyborg Grrls, que
se realiza cada año en el mes de marzo). Dentro de los Encuentros se registraron vín-
culos con respaldos internacionales como Internet Society México, Internet Society
Woman, Dattellater, o Heart of Code, que apoyan el desarrollo de iniciativas tecno y
ciberfeministas. Otro rasgo distintivo de esta comunidad es el trabajo periférico: son
quienes expanden la red más allá de la ubicación central de la Alcaldía Cuauhtémoc,
con acciones en puntos como Milpa Alta, Tláhuac, Ecatepec, entro otros.
La segunda comunidad, en color amarillo, con un 19% de la red, se conecta a
través de los colectivos Luchadoras y Ciberseguras, en alianzas con organizaciones
nacionales e internacionales como Social Tic, Artículo 19, APC, Dominemos la Tec-
nología o Derechos Digitales, los cuales trabajan en torno a la generación de pro-
cesos de ciudadanía (no solo de las mujeres) a través de las tecnologías de la infor-
mación y la comunicación. Particularmente, por vía del proyecto Ciberseguras, esta
comunidad se enfoca en el tema de Violencia Digital de Género, predominantemente
con las modalidades Taller y Conversatorios. En estos, la nalidad es reexionar so-
bre las tecnologías, reconocer las formas de violencia y promover el aprendizaje de
estrategias de autodefensa en línea (sobre todo a través de prácticas de cifrado). Por
este mismo proyecto, la comunidad se conecta con colectivos e iniciativas feministas
de otros países de América Latina, como Nodo Común (Bolivia), Ciberfeministas
(Guatemala) o Cl4andestina (Brasil). Destaca la presentación del Informe “Violencia
en línea contra las mujeres en México”, un trabajo en el cual se crea una tipología de
las modalidades de violencia digital de género, el único en su clase registrado en la
categoría modalidades.
Si bien conectadas por diferentes nodos, los tres colectivos de los que parte el
análisis aparecen con la evidencia de sus cercanías en estas dos primeras comunida-
des, en un tono de organizaciones sociales. En tanto, las dos comunidades restantes
claramente aparecen vinculadas con una intervención institucional.
Así, se distingue en color verde la tercera comunidad tiene como nodo articulador
el Centro Cultural España (CCE) como sede, principalmente a través del proyec-
to Laboratorio de Ciudadanía Digital y su estructura de difusión. Por su origen, el
CCE cuenta con el respaldo institucional de la Agencia Española de Cooperación
Internacional para el Desarrollo, de Cooperación Española, así como de Fundación
Telefónica y la compañía Movistar, ambas de la iniciativa privada, que apoyan con la
208 Ivette Pedraza, C.; Rodríguez Cano, C. A. Teknokultura 16(2) 2019: 197-212
gestión de recursos económicos. En el CCE, colectivos presentes en las otras comu-
nidades –como Luchadoras, Hacks de Vida, Mujeres Lab o Subversiones– realizan
actividades en diversas modalidades: Taller, Foro, Exhibición y Panel, desde la ópti-
ca de la alfabetización y educación digital. No obstante, en esta comunidad sobresale
la modalidad Charla y, por ende, hace más visible la categoría Expositores, es decir,
expertos y expertas invitados a compartir sus conocimientos. Los temas abordados
presentan menos centralidad, pero una mayor diversidad: Programación, Hackeo,
Producción Audiovisual, Robótica, entre otras.
La última comunidad surge en torno al trabajo de Wikimedia México, que mues-
tra en color gris. En razón de esto, la modalidad predominante es la Editatona, deni-
da como una jornada de edición de artículos de Wikipedia sobre mujeres destacadas
o temas de género, en las cuales solo participan mujeres como editoras. Las Edita-
tonas se realizan en torno a temas únicos: Mujeres y Política, Mujeres y Ciencia,
Mujeres y Arte, Mujeres Futbolistas, Derechos Políticos, Interrupción del Embarazo.
Debido a las temáticas variadas, en esta red se presenta la mayor cantidad de colec-
tivos y organizaciones que no trabajan el tema de las tecnologías pero que apoyan
con la gestión de información sobre las jornadas de edición, por ejemplo: Versus
(deportes), La Red Mexiteg (ciencia y tecnología), CIMAC (periodismo) o ANDAR
(interrupción segura del embarazo). Esta comunidad se asocia con los respaldos de
organizaciones como la propia Wikipedia, Wikimedia Ibero Coop o WikiWoman, to-
das vinculadas al trabajo de la enciclopedia colectiva. También ha generado alianzas
con instituciones gubernamentales, visualizadas en un cluster muy cercano en color
anaranjado, como la Secretaría de Cultura, el Gobierno de la Ciudad de México y
el Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), las cuales facilitan Sedes como
el Centro de Cultura Digital (uno de los nodos más fuertes de la red), la Biblioteca
Vasconcelos, el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC), el Museo
del Chopo, entre otros.
En cuanto a la centralidad de grado, es decir la importancia de los nodos en la red
por el número de menciones, aparece claramente la Alcaldía Cuauhtémoc al centro,
lo cual en sí es una redundancia pues esta demarcación representa el centro de la
Ciudad de México y del país entero. De las 19 sedes detectadas, 13 se ubican en
esta zona, lo cual indica una profunda centralización del movimiento tecnopolítico
feminista, que enmarca la posibilidad de extender la red.
Enseguida aparece Luchadoras, conrmando su importancia en esta red, seguida
de la modalidad Taller, la organización SocialTIC, la Secretaría de Cultura de la
Ciudad de México, Wikimedia México, Wikipedia, el tema Autodefensa Digital, el
Centro de Cultura Digital y la Cooperación Española.
Los nodos de la categoría Expositores son los que se presentan con menor fuerza,
aunque los nombres que aparecen se identican como parte de los Colectivos (Indira
Cornelio, de Ciberseguras; Lili Anaz, del Laboratorio de Interconectividades) o de
los Respaldos (Erika Smith, de APC; Nidia Chávez, de Telefónica).
Esto muestra que no solo los colectivos determinan la conguración de la red,
sino que otros actantes como Temáticas, Modalidades, Respaldos y Sedes generan
vínculos decisivos para el objetivo común: promover procesos de aprendizaje sobre
el uso y apropiación de tecnologías entre las mujeres. Al buscar intencionalmente
una red heterogénea en el sentido de la TA-R, el resultado es una interesante asocia-
ción de actores y actantes que ilustran la perspectiva sociológica de la tecnopolítica
feminista en México (ver cuadro 1).
209Ivette Pedraza, C.; Rodríguez Cano, C. A. Teknokultura 16(2) 2019: 197-212
Cuadro 1. Principales nodos por categoría. Fuente: Elaboración propia.
Principales nodos por categoría
Colectivos
Luchadoras, Social TIC, Wikimedia México, Ciberseguras, Derechos Digita-
les, Dominemos la Tecnología, MediaLabMx, ADDFEM, Epic Queen y Co-
mando Colibrí.
Expositores Estrella Soria, Lu Ortiz, Erika Smith, Edith Medina, Indira Cornelio, Lilia
Meza, Andonella, Felipe García, Plaqueta y Nidia Chávez.
Temáticas
Autodefensa digital, internet y feminismo, violencia digital de género, brecha
digital de género, cifrado, tecnología y género, tecnofeminismo, robótica, pro-
ducción audiovisual y programación.
Sedes
Centro de Cultura Digital, Centro Cultural España, El 77, Rancho Electrónico,
La Gozadera, Biblioteca Vasconcelos, Casa Gomorra, Fábrica Digital El Rule,
La Chinampa y Centro Horizontal.
Ubicaciones Alcaldías Cuauhtémoc, Tláhuac, Miguel Hidalgo, Coyoacán, Benito Juárez y
Milpa Alta, así como los estados de Jalisco, México y Puebla.
Modalidades Taller, conversatorio, editatona, charla, encuentro, foro, hacklab, presentación
de informe, editatón y exhibición.
Respaldos
Secretaría de Cultura, Wikipedia, Cooperación Española, Agencia Española de
Cooperación Internacional para el Desarrollo, Editatona W, Movistar, Funda-
ción Telefónica, Laboratorio de Ciudadanía Digital, Gobierno de la Ciudad de
México y Asociación para el Progreso de las Comunidades.
Metodológicamente, el vínculo entre el ARS y la TA-R dio como resultado un
ejercicio cartográco inédito, en el que se vislumbra la heterogeneidad de la escena
tecnopolítica feminista en México, con sus alcances y limitaciones ilustrados por
categoría. Como se observa en el cuadro, los temas de interés versan tanto en el sen-
tido del ciberfeminismo como del tecnofeminismo. Sin embargo, como planteamos
en el plano teórico, lo que importa no es la distinción entre estas dos visiones sino la
inmensa gama de posibilidades que existen entre ellas.
En cuanto a las categorías propuestas para realizar el mapeo, destacó la centrali-
dad y centralización del movimiento en el corazón geográco de la Ciudad de Méxi-
co, lo que hace evidente la necesidad de una descentralización de los esfuerzos tanto
por parte de los colectivos como de las instituciones involucradas. En este sentido,
para combatir la brecha cognitiva y pese a sus limitaciones, los espacios comunita-
rios de otras localidades surgen como alternativa a las sedes institucionales.
Dentro del ámbito didáctico, destaca la centralidad del Taller, una modalidad que
pone en el centro de la tecnopolítica la práctica en el proceso de aprendizaje, reali-
zado además de forma colectiva. Aunque esta modalidad es predominante, los for-
matos Conversatorio, Charla y Encuentro indican que también se busca un proceso
dialógico de las experiencias de las mujeres.
En la categoría Temáticas, la Autodefensa Digital es central, lo que conrma la
propuesta tecnopolítica feminista de promover aprendizajes que reconozcan la ca-
pacidad de acción de las mujeres para resolver los problemas apremiantes de su
entorno. Particularmente, dado el contexto de violencia de género (digital y fuera de
línea), dotar de herramientas y tácticas para enfrentarla a través de las tecnologías
resulta fundamental para garantizar su participación pública.
210 Ivette Pedraza, C.; Rodríguez Cano, C. A. Teknokultura 16(2) 2019: 197-212
5. Conclusiones
Las irrupciones feministas de los últimos años en los espacios digitales han estado
acompañadas por una vanguardia latente de tecnopolítica feminista basada en la ac-
tivación pedagógica de redes heterogéneas.
En términos generales se encuentran tres fuerzas organizacionales de esta escena:
los propios colectivos feministas, que destacan por sus alianzas con otros colectivos
y organizaciones no feministas; las fundaciones internacionales, que se convierten
en las principales fuentes de recursos; y el Gobierno de la ciudad, que aparece como
un importante gestor para las Sedes.
Más que una tensión entre las tres fuerzas organizacionales encontradas, lo que
se reconoce en dicha heterogeneidad es el aporte de las múltiples voces, proyectos y
enfoques que integran y se vinculan en esta escena, lo cual se traduce en posibilidades
de articular nuevos nodos, con prácticas, temas y actores que si bien no son evidentes,
expanden y diversican el espacio público oposicional. Esto es, con las temáticas,
modalidades, colectivos y sedes conectados en la red se tejen procesos de apropiación
tecnológica de las mujeres que superan el propósito de aprender a usar las tecnologías
para dar paso a prácticas de organización, expresión, cuestionamiento y resistencia.
Así, en esta red no solo se mantiene el principio colaborativo y la reticularidad,
sino además, emerge una propuesta de transformación de las relaciones de poder, en
el amplio sentido tecnopolítico (y de las relaciones de poder de género, en el sentido
feminista), y con ello la compleja renovación del espacio público oposicional.
Si bien los colectivos feministas visibles como nodos destacados de cada comuni-
dad colocan la mediación transformadora originada por las tecnologías como objetivo
común de la red, los otros agentes permiten diversicar los ámbitos en los que esta
mediación puede adquirir su dimensión política: desde actividades públicas como el
periodismo o el activismo, hasta las prácticas digitales personales cotidianas.
No obstante, se reconoce que la centralidad geográca e institucional de algunos
agentes aparece como un elemento limitante de esta expansión y diversicación,
además de suponer riesgo de institucionalización, dependencia o privatización de la
escena tecnopolítica feminista. El posible contrapeso de esta centralidad se encuen-
tra en los numerosos nodos menos visibles, a manera de contrapúblicos reticulares,
que proponen colaboraciones, temáticas y espacios periféricos con los que se amplía
la incidencia de la red.
6. Referencias
Aguilera, M. (2013). La conciencia red de la multitud conectada: la mente colectiva del 15M.
En J. Toret (ed.), Tecnopolítica: la potencia de las multitudes conectadas (pp. 115-132).
Barcelona: UOC.
Aragón, P., Congosto, M. L. y Laniado, D. (2013). Evolución del sistema red a través de
topología de redes. En J. Toret (ed.), Tecnopolítica: la potencia de las multitudes
conectadas (pp. 93-99). UOC.
Baer, H. (2016). Redoing feminism: digital activism, body politics, and neoliberalism.
Feminist Media Studies, 16(1), 17-34.
Boix, M. (2015). Desde el ciberfeminismo hacia la tecnopolítica feminista. Revista Pillku,
18, https://pillku.org/article/desde-el-ciberfeminismo-hacia-la-tecnopolitica-fem/
211Ivette Pedraza, C.; Rodríguez Cano, C. A. Teknokultura 16(2) 2019: 197-212
Boyd, D., and Crawford, K. (2012). Critical questions for big data: Provocations for a
cultural, technological, and scholarly phenomenon. Information, Communication &
Society, 15(5), 662-679.
Fraser, N. (1990). Rethinking the public sphere: A contribution to the critique of actually
existing democracy. Social text, 25/26, 56-80.
Granovetter, M. (1983). The strength of weak ties: a network theory revisited. Sociological
Theory, 1, 201-233.
Hawthorne, S., and Klein, R. (1999). Cyberfeminism. Melbourne: Spinifex Press.
INEGI. (2017). Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de Información
en los Hogares. Ciudad de México: Instituto Nacional de Estadística, Geografía e
Informática.
Inmujeres CDMX. (2016). Ciudad segura y amigable para las mujeres y niñas. Ciudad de
México: Instituto de las Mujeres de la Ciudad de México.
Korol, C. (2007). Hacia una pedagogía feminista: géneros y educación popular. Buenos
Aires: El Colectivo América Libre.
Latour, B. (2008). Reensamblar lo social: una introducción a la teoría del actor-red. Buenos
Aires: Manantial.
Luchadoras. (2018). La violencia en línea contra las mujeres en México. Ciudad de México:
Alianza Internet es Nuestra.
Magallanes-Blanco, C., and Rodríguez-Medina, L. (2016). Give me a mobile and I will
raise a community. In Communication and Information Technologies Annual: Digital
Empowerment: Opportunities and Challenges of Inclusion in Latin America and the
Caribbean (pp. 315-343). Emerald Group Publishing Limited.
Melucci, A. (1999). Acción colectiva, vida cotidiana y democracia. México: El Colegio de
México.
Negt, O. (2007). L’espace public oppositionnel. Paris: Editions Payot.
Núñez Puente, S. (2011). Activismo y colectivos en red: praxis feminista y violencia de
género. Asparkía. Investigación feminista, 22, 85-98.
Plant, S. (1998). Ceros + Unos. Mujeres digitales y la Nueva Tecnocultura. Barcelona:
Destino.
Rancière, J. (1996). El desacuerdo: política y losofía. Buenos Aires: Nueva Visión.
Reverter Bañón, S. (2013). Ciberfeminismo: de virtual a político. Teknokultura. Revista de
Cultura Digital y Movimientos Sociales, 10(2), 451-461.
Reverter, S. (2001). Reexiones en torno al Ciberfeminismo. Asparkía: investigación
feminista, 12, 35-51.
Rovira S., G. (2018). El devenir feminista de la acción colectiva: las redes digitales y la
política de preguración de las multitudes conectadas. Teknokultura. Revista de Cultura
Digital y Movimientos Sociales, 15(2), 223-240.
Sierra, F. (2018). Ciberactivismo y movimientos sociales. El espacio público oposicional en
la tecnopolítica contemporánea. Revista Latina de Comunicación Social, 73, 980-990.
Sierra, F., and Gravante, T. (eds.) (2017). Networks, movements and technopolitics in Latin
America. Critical analysis and current challenges. New York: Palgrave-IAMCR.
Toret, J. (2013). Tecnopolítica: la potencia de las multitudes conectadas. El sistema red 15M,
un nuevo paradigma de la política distribuida. Barcelona: UOC.
Trere, E. and Barranquero, A. (2017). Tracing the roots of Technopolitics: towards a
north-south dialogue. En F. Sierra and T. Gravante (eds.) Networks, movements and
technopolitics in Latin America. Critical analysis and current challenges. New York:
Palgrave-IAMCR.
212 Ivette Pedraza, C.; Rodríguez Cano, C. A. Teknokultura 16(2) 2019: 197-212
Wang, T. (2013). Big data needs thick data. Ethnography Matters, 13, http://ethnographymatters.
net/blog/2013/05/13/big-data-needs-thick-data/