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Consumo recreativo de ketamina: una investigación online

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Abstract

En este informe se presentan los resultados de una investigación online sobre el consumo recreativo de ketamina. Se analizan las características sociodemográficas de la muestra estudiada, sus patrones de consumo, efectos y riesgos, así como comportamientos de reducción de daños.A
Unainvestigaciónonline
Consumo recreativo de
ketamina
Septiembre 2014
2
Consumo recreativo de ketamina: una investigación online
Autores: Claudio Vidal Giné, José López Guerrero
Asociación Bienestar y Desarrollo
Energy Control
www.abd-ong.org
www.energycontrol.org
Septiembre 2014
3
Tabla de contenido
Agradecimientos ............................................................................................................. 5
Ketamina: Aspectos generales ....................................................................................... 6
El estudio ...................................................................................................................... 11
¿Cómo era su consumo de drogas? ............................................................................ 17
¿Cómo se iniciaron en el consumo de ketamina? ........................................................ 23
¿Cómo era su consumo de ketamina en el momento del estudio? .............................. 25
Información sobre ketamina ......................................................................................... 33
Las razones para tomar ketamina ................................................................................ 35
Los efectos de la ketamina ........................................................................................... 39
Los riesgos y problemas del consumo de ketamina ..................................................... 45
Ketamina y reducción de daños ................................................................................... 54
Discusión ...................................................................................................................... 57
Bibliografía .................................................................................................................... 64
4
Índice de tablas
Tabla 1. Características del grupo estudiado ............................................................... 14
Tabla 2. Variables del estudio. ..................................................................................... 15
Tabla 3. Drogas consumidas "alguna vez en la vida" (%) ............................................ 19
Tabla 4. Edades de inicio. ............................................................................................ 20
Tabla 5. Sustancias consumidas en el último año (%) ................................................. 21
Tabla 6. Sustancias consumidas en el último mes (%) ................................................ 22
Tabla 7. La primera vez ................................................................................................ 24
Tabla 8. Consumo actual de ketamina ......................................................................... 27
Tabla 9. Vías de administración ................................................................................... 28
Tabla 10. Sustancias preferidas para combinar con ketamina ..................................... 29
Tabla 11. Sustancias que nunca se mezclarían con ketamina ..................................... 30
Tabla 12. Contexto y disponibilidad .............................................................................. 31
Tabla 13. Información sobre ketamina ......................................................................... 34
Tabla 14. Las razones para empezar a tomar ketamina .............................................. 36
Tabla 15. Las razones para seguir tomando ketamina ................................................. 37
Tabla 16. Lo "mejor" y lo "peor" de tomar ketamina. .................................................... 38
Tabla 17. Efectos físicos y psíquicos buscados, experimentados y valoración (%) ..... 41
Tabla 18. Efectos buscados, según sexo (%) .............................................................. 42
Tabla 19. Efectos experimentados, según sexo ........................................................... 43
Tabla 20. Valoración de los efectos, según sexo ......................................................... 44
Tabla 21. Conductas de riesgo ..................................................................................... 48
Tabla 22. Valoración del riesgo de prácticas asociadas al consumo. .......................... 49
Tabla 23. Percepción del riesgo asociado al consumo de sustancias ......................... 50
Tabla 24. Problemas asociados al uso de ketamina. ................................................... 51
Tabla 25. Severity of Dependence Scale (SDS) ........................................................... 52
Tabla 26. Frecuencia de utilización de estrategias de reducción de riesgos ............... 55
5
Agradecimientos
Todo trabajo cuenta con la inestimable participación de muchas personas que, en su
medida, contribuyen al resultado final. Es por ello que queremos agradecer muy
sinceramente a las 469 personas que participaron en el estudio y nos han dado la
oportunidad de aprender de ellas.
También queremos agradecer a todas las personas que nos ayudaron en la difusión
del estudio, especialmente a través de las redes sociales, con sus publicaciones en
Facebook, sus retuits o sus publicaciones en foros y páginas web.
Y, por supuesto, agradecemos a Energy Control y a la Asociación Bienestar y
Desarrollo el que hayan hecho posible que nos embarcáramos en esta aventura, y a
Estrella Villalba el haber compartido con nosotros la primera parte de la investigación.
6
Ketamina: Aspectos generales
La ketamina es un anestésico disociativo que fue sintetizado por primera vez en 1962
y, desde entonces, ha sido usado ampliamente tanto en animales como en humanos,
aunque, debido a los efectos adversos observados en pacientes que se recuperaban
de la anestesia, su uso médico se ha visto limitado en humanos (Corssen, Oget y
Reed, 1971). Aún así, se trata de un anestésico aún utilizado en pediatría, geriatría y
obstetricia, así como analgésico en unidades de tratamiento del dolor (Barriuso y
Márkez, 2004; Huang, Jeng y Cheng, 2008; Jansen, 2001; Kalsi, Wood y Dargan,
2011).
La ketamina (2-chlorophenyl-2-methylamine-cyclohexanone) está emparentada
estructuralmente con la fenciclidina (Arditti, Spadari, de Haro, Brun, Bourdon y Valli,
2002) y sus efectos analgésicos y disociativos están producidos por su acción
antagonista sobre los receptores glutamaérgicos (Wolff y Winstock, 2006).
Epidemiología
El uso recreativo de ketamina aparece poco tiempo después de su síntesis. A finales
de los años 60, el uso de ketamina se circunscribía a pequeños círculos relacionados
con la contracultura y también entre profesionales de la salud (Li, Man Chan, Rudd,
Mei Wang, Lam, Mun Wai y Yew, 2013). Sin embargo, el uso lúdico de esta sustancia
se fue extendiendo durante los años 80 de forma paralela al crecimiento de la cultura
dance (Jansen, 2000, 2001; Jansen y Theron, 2003). Será a principios de los años 90
cuando la ketamina es introducida en Europa vía Reino Unido y asociada a las fiestas
rave (Barriuso y Márkez, 2004).
Desde entonces, el consumo de ketamina se ha detectado en diferentes partes del
mundo: Australia (Dillon, Copeland y Jansen, 2001; 2003; Copeland y Dillon, 2005;
Degenhardt y Dunn, 2008), Reino Unido (Morgan, Muetzelfeldt y Curran, 2010),
Taiwán (Jang, Long, Chuang, Huang, Lin, Wu y Juan, 2012), Hong Kong (Joe-Laidler y
Hunt, 2008), Estados Unidos (Lankenau, Bloom y Shin, 2010), Canadá (Kalsi et al.,
2011), Francia (Reynaud-Maurupt, Bello, Akoka y Toufik, 2007), Italia (Pavarin, 2006),
Dinamarca (Ravn y Demant, 2012), República Checa (Kalsi et al., 2011), Hungría
(Kalsi et al., 2011) y España (Barriuso y Márkez, 2004).
En general, se acepta que el consumo de ketamina entre la población general mundial
es bajo, tal y como muestra el hecho de que los datos epidemiológicos de consumo no
sean presentados individualmente para cada país en el Informe Mundial sobre Drogas
de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDC) (Copeland y
Dillon, 2013).
7
Algunos países han incluído la ketamina en sus encuestas entre población general. En
el Reino Unido, la British Crime Survey presenta información sobre el consumo alguna
vez en la vida, en el último año y en el último mes en población general de 15 a 59
años desde la encuesta de 2006-2007. La prevalencia “alguna vez en la vida” ha ido
aumentando gradualmente desde el 1,3% en 2006/2007 al 2,5% en 2011/2012,
mientras que las prevalencias “último año” y “último mes” han permanecido
relativamente estables entre el 0,3-0,6% y el 0,1-0,3%, respectivamente. Como ocurre
con otras drogas consumidas en el ámbito de lo recreativo, las mayores prevalencias
se observan entre las personas más jóvenes (15-24 años). En Australia se recogen
datos de prevalencia del consumo de ketamina en población general desde el año
2001, con prevalencias similares a las observadas en la British Crime Survey. En
Estados Unidos se estimó que, en 2006, 2,3 millones de personas habían tomado
ketamina alguna vez en su vida, mientras que el 0,1% de la población mayor de 12
años la había consumido en el último año (Li et al., 2013). Finalmente, Morgan y
Curran (2012) señalan que el consumo de ketamina se ha extendido en el este y en el
sureste de Asia, destacando la ciudad de Hong Kong donde la ketamina es la segunda
droga ilegal más consumida solo por detrás de la heroína (CRDA, 2014).
La falta de datos epidemiológicos sobre la prevalencia de consumo de ketamina es
también reflejada por el Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías
(OEDT, 2014), que tampoco ofrece datos globales. No obstante, dicho Observatorio sí
ofrece datos de algunos países en concreto. Por ejemplo, en Dinamarca, el 0,3% de
las personas de 15-34 años había consumido ketamina en el último año, mientras que
en Reino Unido este porcentaje fue del 0,8% entre las personas de 16-24 años (con
una prevalencia máxima del 2,1% en el año 2010).
En España, en la encuesta sobre alcohol y drogas en población general EDADES
(Plan Nacional sobre Drogas, 2012), el 1,5% de los hombres y el 0,5% de las mujeres
informaron haber consumido ketamina alguna vez en los últimos 12 meses,
detectándose las mayores prevalencias entre las personas de 25-34 años (2%).
Sin embargo, las encuestas poblacionales no son especialmente sensibles para captar
adecuadamente fenómenos minoritarios, por lo que sus datos deben ser considerados
con cautela. Las encuestas específicas dirigidas a clubbers vía online y las realizadas
en locales nocturnos encuentran niveles de prevalencia más elevados. Entre las
primeras, recientemente, la encuesta online Global Drug Survey encontró que un 5,7%
de las 78.819 personas encuestadas había tomado ketamina alguna vez en el último
año, llegando este porcentaje al 19,8% en Reino Unido (Global Drug Survey, 2014).
En esta misma encuesta, en el periodo 2011/2012, se observaron porcentajes de
consumo alguna vez en la vida del 47,8% para los encuestados británicos. La web
erowid.org, que ofrece información de reducción de daños a consumidores de drogas,
realizó una encuesta online con 18.802 participantes. El 18,7% había tomado ketamina
alguna vez en su vida y el 5,8% la había tomado en los últimos 6 meses (Pal, Balt,
Erowid, Erowid, Baggott, Mendelson y Galloway, 2013).
8
Parsons, Grov y Nelly (2009) estudiaron el consumo de ketamina entre 400 asistentes
a clubs de Nueva York. De ellos, el 51,5% había consumido ketamina alguna vez en
su vida y el 20% en los últimos 4 meses. En otra encuesta a 315 asistentes a locales
nocturnos de ambiente gay del Reino Unido, el 12,5% había consumido ketamina esa
noche (Wood, Measham y Dargan, 2012). Un estudio similar con asistentes a una
fiesta rave en Canadá encontró que el 8,6% de los encuestados había consumido
ketamina en la última rave a la que había asistido (Barrett, Gross, Garand y Pihl,
2005). De 1632 clubbers daneses, el 10% había tomado ketamina alguna vez en su
vida (Ravn y Demant, 2012). En Italia, de 2015 jóvenes encuestados en eventos
musicales y raves, el 5,0% de las mujeres y el 7,5% de los hombres había consumido
ketamina en el último año (Pavarin, 2006). Finalmente, en España, Fernández-
Calderón, Lozano, Vidal, Ortega, Vergara, González-Sáiz y Bilbao (2011) encontraron
que el 23,8% de las personas encuestadas en raves underground de Andalucía había
tomado ketamina en la última rave a la que había asistido.
En resumen, se acepta que el consumo de ketamina entre la población general es bajo
aunque es posible que las encuestas poblacionales no consigan reflejar de manera
adecuada las prevalencias de consumo. Cuando se ha estudiado a través de
encuestas en poblaciones específicas, los hallazgos muestran que el consumo de
ketamina tiene un gran protagonismo, especialmente entre personas que frecuentan
entornos de ocio vinculados a la música electrónica.
Los efectos de la ketamina
En los últimos años ha mejorado el conocimiento sobre los efectos de la ketamina y se
acepta que estos son dependientes de la dosis. Dosis bajas producen sensaciones
parecidas a las del alcohol como son euforia, estimulación y desinhibición. También
produce un aumento del ritmo cardiaco, pérdida de equilibrio y coordinación, analgesia
y visión borrosa (Dillon et al., 2003). Debido a su acción rápida (5-30 minutos por vía
intranasal) y de corta duración (hasta 3 horas), se ha convertido en una sustancia de
elección para asistentes a fiestas donde el baile es un elemento importante (Corazza,
Assi y Schifano, 2013).
A dosis altas (siempre subanestésicas) son más frecuentes los efectos disociativos y
alucinógenos como las alucinaciones visuales y auditivas, las alteraciones en la
percepción del tiempo, las experiencias fuera del cuerpo, las experiencias cercanas a
la muerte o el k-hole (Jansen, 2001). Este último ha sido descrito como la pérdida de
control de la mente y del cuerpo (Moore y Measham, 2006).
Las reacciones agudas graves asociadas al consumo de ketamina son poco
frecuentes (Kalsi et al., 2011). Cuando se producen, generalmente se trata de
síntomas neuropsiquiátricos que incluyen alucinaciones, agitación, agresiones y
paranoia (Kalsi et al., 2011; Morgan y Curran, 2012). Las alucinaciones pueden ser
muy desagradables para ciertas personas aunque para otras sean uno de los efectos
9
más buscados: el llamado K-hole (Kalsi et al., 2011). La experiencia del K-hole parece
variar en función de la persona aunque se han descrito seis categorías principales de
efectos: la percepción de contacto con extraterrestres, la percepción de entrar en
redes de información, el acceso a realidades alternativas, la resolución personal y
creativa de problemas, la percepción de estar fuera del cuerpo y las experiencias
cercanas a la muerte, y la mejora de la actividad sexual (Copeland y Dillon, 2013). Los
efectos cardiovasculares de la ketamina (incremento de la tasa cardíaca y de la
presión arterial, taquicardia sinusal, palpitaciones, dolor en el pecho) no suelen
suponer un riesgo para la persona salvo que esté presente una enfermedad
cardiovascular subyacente y/o la ketamina sea consumida junto a otra sustancia que
pueda exacerbarlos (Li et al., 2013).
Uno de los principales riesgos agudos de la ketamina tiene que ver con los
traumatismos producidos por la reducción en las sensaciones de dolor, la pobre
coordinación, la parálisis temporal o las dificultades para hablar (Dillon et al., 2003). De
hecho, las caídas suelen ser bastante frecuentes (Kalsi et al., 2011; Jansen, 2000).
Otros daños físicos incluyen las quemaduras, los ahogamientos, la muerte por
hipotermia, los accidentes de tráfico y el ser víctima de un crimen (Dillon y Copeland,
2013).
El consumo de ketamina raramente conduce a un resultado de muerte por toxicidad
debida a la sustancia. Normalmente, cuando la ketamina ha sido hallada en los
análisis toxicológicos, también se encontraron otras drogas cuyo papel en el
fallecimiento era mucho más plausible (Kalsi et al., 2011; Schifano, Corkery, Oyefeso,
Tonia y Ghodse, 2008).
De especial relevancia es la constatación de diferentes daños crónicos asociados al
consumo de ketamina. En 2007 se informó por primera vez en Canadá de una serie de
casos en los que se detectaron problemas en el aparato urinario (Shahani, Streutker,
Dickson y Stewart, 2007) y, desde entonces, están recibiendo una gran atención por
parte de la comunidad investigadora. Entre estos problemas se ha descrito la aparición
de toxicidad en la vejiga y el tracto urinario, lo que provoca una cistitis hemorrágica
que cursa con disuria, hematuria, dolor suprapúbico e incontinencia urgente (García-
Larrosa, Castillo, Ventura, Lorente, Bielsa y Arango, 2012; Jang et al., 2011; Kalsi et
al., 2011; Mason, Cottrell, Corrigan, Gillatt y Mitchelmore, 2010; Morgan y Curran,
2012). Algunos estudios sitúan la prevalencia de este problema en torno al 30% de los
consumidores, relacionándolo con un patrón de uso diario, prolongado en el tiempo y
caracterizado por el uso de altas dosis en cada sesión de consumo (García-Larrosa et
al., 2012; Kalsi et al., 2011; Morgan y Curran, 2012; Winstock, Mitcheson, Gillatt y
Cottrell, 2012). No obstante, también han sido descritos casos de personas
consumidoras “de fin de semana” con esta sintomatología (Hanna, 2010). El cese en el
consumo podría mejorar los síntomas (Winstock et al., 2012) y, en caso de no hacerlo,
podría ser necesaria la cirugía (Mason et al., 2010; Tsai, Cha, Lin et al., 2009; Chu,
Kwok, Lam et al., 2007). Por otro lado, algunos estudios (Tsai et al., 2009) han
10
encontrado que la administración intravesical de ácido hialurónico podría ser
beneficiosa en estos pacientes.
Por otra parte, algunas personas consumidoras hablan de dolores abdominales fuertes
después de dosis elevadas o en personas con consumos diarios. Se estima que en
torno al 30% de las personas consumidoras sufre este problema (Jansen y Theron,
2003; Morgan, Turner, Corlett, Absalom, Adapa et al., 2011; Muetzelfeldt, Kamboj,
Rees, Taylor, Morgan y Curran, 2008). Muetzelfeldt et al. (2008) resaltan que los
dolores de estómago fueron la principal razón a la hora de solicitar atención médica de
urgencia entre las personas que participaron en su estudio. Algunos estudios han
encontrado una función hepática anormal tanto en consumidores recreativos como
terapéuticos (Lee, Wu, Yu y Chen, 2009).
Además de daños crónicos físicos, también se han identificado diferentes daños
psicológicos. Morgan et al. (2009) encontraron puntuaciones elevadas en el Beck
Depression Inventory (BDI) en una muestra de 150 consumidores crónicos y
frecuentes de ketamina, aunque estos no presentaban una depresión clínica. Por otra
parte, algunos trabajos han estudiado el potencial uso de la ketamina como
antidepresivo en pacientes con depresión resistente (Berman, Cappiello, Anand, Oren,
Heninger et al., 2000; Zarate, Singh, Carlson, Brutsche, Ameli et al., 2006; aan het Rot,
Collins, Murrough, Perez, Reich et al., 2009; Diamond, Farmery, Atkinson, Haldar,
Williams et al., 2014). Aunque la relación entre el consumo de ketamina y los síntomas
depresivos o psicóticos aún no está clara, sí existen evidencias de déficits cognitivos,
especialmente en la memoria de trabajo y en la episódica en consumidores frecuentes
que revierten con el cese del consumo (Curran y Monaghan, 2001; Morgan et al.,
2009; Morgan et al., 2010; Morgan y Curran, 2012).
A día de hoy, no existe acuerdo sobre el potencial de la ketamina para un uso repetido
o compulsivo. Algunos autores afirman que no existen evidencias de un síndrome
fisiológico de abstinencia (Jansen y Theron, 2003; Jansen y Darracot-Cankovic, 2001;
Kalsi et al., 2011) y que la dependencia es un fenómeno raro (ACMD, 2004). Sin
embargo, otros encuentran algunos datos que llevan a pensar en un cuadro de
dependencia. Por ejemplo, Winstock et al. (2012) encontraron que el 17% de las
personas que participaron en su estudio era dependiente a la sustancia según criterios
del DSM-IV. Por su parte, Parsons et al. (2009) encontraron que este porcentaje era
del 3,4%. En resumen, tal y como concluyen Li et al. (2013), la ketamina se asocia
más a una dependencia psicológica que a una de tipo fisiológico. En lo que sí parece
haber consenso es en la capacidad de la ketamina para producir una rápida tolerancia.
Muetzelfeldt et al. (2008) encontraron que los consumidores frecuentes de su estudio
incrementaron en un 760% la cantidad de ketamina consumida con respecto a las
cantidades que comenzaron a tomar de inicio. Otros autores han señalado que el
desarrollo de esta tolerancia conduce a una disminución de los efectos psicodélicos
(Corazza et al., 2013; Jansen y Theron, 2003).
11
El estudio
Existe la creciente percepción en algunas regiones españolas de que el consumo
recreativo de ketamina se ha extendido en los últimos años (Energy Control, 2009),
aunque la extensión real de dicho uso sigue siendo prácticamente desconocida.
Además, carecemos de suficiente información para implementar iniciativas de
reducción de daños que sean capaces de atender de manera efectiva a las realidades
y necesidades de las personas consumidoras de ketamina.
Las personas que toman ketamina son una población poco estudiada, pudiendo
considerarse como una población de difícil acceso. Además, sólo en los últimos
tiempos el consumo de ketamina se ha convertido en un área de interés para los
investigadores, especialmente debido a los síntomas urinarios en algunas personas
usuarias, tal y como ya se ha mencionado en la sección anterior. Así, una revisión
bibliográfica permite identificar pocas investigaciones con personas consumidoras
recreativas de ketamina (ver, por ejemplo, Copeland y Dillon, 2005; Corazza, Assi y
Schifano, 2013; Dillon, Copeland y Jansen, 2001, 2003; Jansen, 2000; Kalsi, Wood y
Dargan, 2011; Raynaud-Maurupt, Bello, Akoka y Toufik, 2007) y sólo una realizada en
España (Barriuso y Márkez, 2004).
En los últimos años se han implementado varias estrategias de reducción de daños
con personas consumidoras de ketamina. En la mayoría de los casos se trata de
estrategias dirigidas a informar a estas personas de los riesgos y daños asociados al
consumo de esta sustancia y de las conductas o estrategias que pueden poner en
marcha para reducirlos. Por esta razón, es importante conocer si estas estrategias
están bien ajustadas a las realidades y necesidades de las personas consumidoras.
Para ello, conocer qué tipo de fuentes de información (y su credibilidad) usan, qué tipo
de información desean recibir, qué daños experimentan, en qué conductas de riesgo
se implican o qué conductas de reducción de daños ponen en práctica, entre otras
cosas, es crucial de cara a planificar e implementar acciones dirigidas a estas
personas.
Por todo ello, la investigación aquí presentada persiguió dos objetivos generales: (1)
aportar conocimiento y entendimiento de las personas que consumen ketamina,
y (2) aportar información útil que pueda ser empleada por los proyectos de
reducción de daños y riesgos dirigidos a esta población.
12
Método
Participantes
Las personas consumidoras recreativas de ketamina y, en general, las personas
usuarias recreativas de drogas son consideradas como una población de difícil acceso
(Winstock et al., 2012). Así, teniendo en cuenta que no existe un marco muestral
previo, se optó por un muestreo intencional, con un procedimiento de recogida de
información online. Este tipo de muestreo es ampliamente utilizado en el ámbito del
consumo de drogas.
El estudio fue dado a conocer a través de la página web de Energy Control
(www.energycontrol.org), sus redes sociales (Facebook y Twitter), así como a través
de pequeños folletos que eran distribuidos en las acciones de outreach del proyecto en
espacios recreativos vinculados a la música electrónica y el baile como discotecas,
festivales y raves underground. Asimismo, se solicitó colaboración en la difusión a
otros grupos de reducción de riesgos, a colectivos organizadores de fiestas rave, y a
foros y páginas web dirigidas a personas consumidoras de drogas. El único requisito
que se solicitaba era que hubieran consumido ketamina en los últimos 12 meses.
Los datos fueron recogidos desde el 23/02/2013 hasta el 11/01/2014. La mayoría de
respuestas se obtuvieron en las primeras semanas (ver Gráfico 1).
469 personas contestaron el cuestionario, 310 hombres y 159 mujeres, con una edad
media de 26 años (14-59; D.T. = 6,3 años) sin que se observaran diferencias
significativas entre ambos sexos (26,2 años para ellos y 25,6 años para ellas). Dado
que la mayoría eran jóvenes, como es posible observar en la Tabla 1, el 25% se
encontraba estudiando en el momento de completar la encuesta, y otro 20%
compatibilizaba los estudios con el trabajo. Cerca de un 30% solo trabajaba y un
17,5% estaba en paro. Más de las tres cuartas partes del grupo había terminado la
educación obligatoria.
Casi las tres cuartas partes se declaraba soltero/a. Del resto, casi todos vivían en
pareja. Casi el 80% se describió como de nivel socioeconómico medio-bajo o bajo.
Solo 3 personas se describieron como de nivel alto. La principal fuente de ingresos era
el trabajo para casi la mitad de las personas participantes en el estudio, mientras que
para el resto sus principales ingresos procedían de otras fuentes de ingresos o de una
asignación familiar.
Cuestionario
Para llevar a cabo el estudio, el equipo de investigación diseñó un cuestionario. Para
ello se tuvieron en cuenta investigaciones previas (e.g., Dillon, Copeland y Jansen,
2001, 2003; Reynaud-Maurupt, 2007) y otras áreas de interés consideradas por el
equipo investigador. Una versión inicial del mismo fue evaluada por un grupo de
expertos y sus aportaciones fueron introducidas en la versión final. En dicha versión
13
final, el cuestionario estuvo compuesto de 9 bloques (Tabla 2), donde se solicitaba a
los participantes información relativa a: la primera experiencia de consumo; perfil de
consumo, consumo actual…. Al cuestionario se accedía a través del siguiente enlace:
http://ketamina.energycontrol.org. El tiempo medio de realización del mismo era de
unos 40 minutos.
El cuestionario online fue programado para que sólo pudieran enviarse las respuestas
al mismo una vez contestadas todas las cuestiones. No se recogió información sobre
aquellos cuestionarios que fueron iniciados pero no completados.
Análisis estadísticos
Las respuestas al cuestionario fueron almacenadas en un archivo .csv y los datos
analizados mediante el paquete estadístico SPSS v.15 para Windows.
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Tabla 1. Características del grupo estudiado
Estudios (%) Hombres
(n = 310)
Mujeres
(n = 159)
Total
(N = 469)
Universidad 23,2 39,0 28,6
Bachillerato 20,0 31,4 23,9
For. Profesional 27,7 12,6 22,6
Educación secundaria 17,7 13,2 16,2
Educación primaria 9,4 3,8 7,5
Sin estudios 1,9 -- 1,3
Situación laboral
Sólo trabajo 31,3 23,9 28,8
Sólo estudio 20,6 33,3 24,9
Estudio y trabajo 19,4 23,3 20,7
Estoy en paro 20,3 11,9 17,5
Otra situación 8,4 7,5 8,1
Estado
Soltero(a) 75,2 66,7 72,3
Vivo en pareja 20,0 27,0 22,4
Casado(a) 3,2 1,9 2,8
Separado(a)/Divorciado(a) 1,3 3,1 1,9
Viudo(a) 0,3 1,3 0,6
Nivel económico autovalorado
Medio-bajo 45,8 52,2 48,0
Bajo 30,6 28,9 30,1
Medio-alto 22,6 18,9 21,3
Alto 1,0 -- 0,6
Convivencia
Familia 47,4 35,2 43,3
Pareja 19,0 22,0 20,0
Sólo(a) 11,9 16,4 13,4
Amigos 9,7 10,7 10,0
Compañeros/as de piso 8,7 12,6 10,0
Otros 3,2 3,1 3,2
Principal fuente de ingresos
Mi trabajo 51,0 45,9 49,3
Otra 19,7 23,3 20,9
Asignación familiar 19,0 17,0 18,3
Prestación desempleo 6,5 6,9 6,6
Beca/Préstamo Universitario 3,9 6,9 4,9
15
Tabla 2. Variables del estudio.
Bloque Variables
La primera vez Edad, lugar y vía de administración
Compañía en la 1ª vez
Trayectoria del consumo desde la primera vez
Experiencia como
consumidor/a
Prevalencias de consumo
Edades de inicio
Consumo actual de
ketamina
Consumo en los últimos 6 meses
Consumo en los últimos 30 días
Frecuencia de consumo en los últimos 30 días
Cantidad media consumida por ocasión (en los últimos 12 meses)
Vías de administración habitual y secundarias
Sustancias preferidas para mezclar con ketamina
Sustancias que nunca se mezclarían con ketamina
Lugares en los que se suele consumir ketamina
Compañía habitual durante el consumo
Actividades que se realizan mientras se consume
Fuentes de abastecimiento de ketamina
Disponibilidad percibida
Pureza percibida
Formatos de la ketamina
Conocidos consumidores
Información Nivel percibido de información sobre ketamina
Uso de fuentes de informacion sobre ketamina
Credibilidad de las fuentes de información sobre ketamina
Preferencias de información sobre ketamina
Razones para tomar
ketamina
Razones para la primera vez
Razones para seguir tomando ketamina
Aspectos positivos del consumo de ketamina
Aspectos negativos del consumo de ketamina
Efectos físicos y
psicológicos
Efectos buscados y experimentados
Valoración de los efectos
Valoración global
Riesgos y problemas Percepción del riesgo personal asociado al consumo de diferentes
sustancias
Conductas de riesgo
Conductas de riesgo relacionadas con las vías de administración
Riesgo percibido asociado a prácticas de riesgo
Problemas experimentados y visita a urgencias
Tratamiento para abandonar/reducir el consumo de ketamina
Recursos a los que se acudiría en caso de problemas
Percepción del papel de la ketamina en problemas personales,
legales, económicos y laborales
Escala de Severidad de la Dependencia (SDS: Severity of
Dependence Scale)
Tolerancia
Reducción de riesgos Frecuencia de utilización de conductas de reducción de daños
16
Gráfico 1. Evolución temporal de las respuestas al cuestionario
17
¿Cómo era su consumo de
drogas?
En general, las personas que participaron en el estudio tenían una amplia experiencia
en el consumo de drogas. De hecho, la práctica totalidad había consumido varias
drogas alguna vez en su vida, casi tres cuartas partes habían experimentado con
setas alucinógenas (76,3%) y cerca de la mitad también había tomado alguna vez
otras drogas como los tranquilizantes (47,5%) o el opio (46,7%). Las drogas que
habían sido consumidas por más personas alguna vez en la vida fueron el alcohol
(99,4%), la MDMA (99,1%), el cannabis (98,1%), la cocaína (93,6%), el tabaco
(92,3%), el speed (88,5%) y el LSD (85,9%) (Tabla 3).
Los primeros contactos con el consumo de drogas implicaron al alcohol, el tabaco y el
cannabis durante la adolescencia. A los 18 años, se tuvo un primer contacto con la
cocaína, el speed y la MDMA y, a partir de esa edad, con el resto de drogas. No se
observaron diferencias significativas entre chicos y chicas con respecto a la edad
media de inicio. Sin embargo, las edades medias de inicio para la mayoría de drogas
(excepto para el caso de la heroína) fueron sensiblemente inferiores a las edades de
inicio encontradas por la Encuesta sobre Alcohol y Drogas en Población General en
España “EDADES 2011-2012” (Tabla 4). Sin embargo, estos datos deben ser
interpretados con cautela debido a las diferentes características de la muestra y la
población de referencia. Por otra parte, es también importante señalar que, al igual
que otras encuestas realizadas con subgrupos específicos (adolescentes, asistentes a
eventos de música electrónica, etc.), en las personas de nuestro estudio se observan
unas prevalencias muy superiores a las encontradas en las encuestas poblacionales.
Cuando se preguntó por las sustancias que habían consumido en el año anterior a la
realización del estudio, la práctica totalidad dijo haber consumido alcohol (95,7%),
MDMA (90,2%), cannabis (87,2%) y tabaco (83,6%), este último especialmente por
parte de las mujeres. También fueron significativamente más chicas que chicos
quienes dijeron haber consumido speed y 2CB. El hecho de que sean más las chicas
quienes dijeran haber consumido speed también fue observado por Fernández-
Calderón et al. (2011) en su trabajo en las raves underground de Andalucía. Opio,
otros opiáceos y otros RC/Legal Highs fueron más consumidos por los chicos que por
las chicas (Tabla 5).
Finalmente, al ser preguntadas por las drogas consumidas en los 30 días anteriores a
la realización del estudio, de nuevo alcohol (88,7%), tabaco (78,0%) y cannabis
(74,8%) fueron las sustancias más mencionadas. En el caso del cannabis y la MDMA,
la proporción de chicas que las habían consumido en el último mes era 10 puntos
porcentuales superior a la de chicos. Para la cocaína, fue la proporción de chicos la
18
que superó en 10 puntos a la de chicas (Tabla 6). En general, las personas
participantes en el estudio no sólo tenían una amplia experiencia en el consumo de
drogas a lo largo de su vida, sino que también una parte importante eran usuarias
regulares de un grupo de ellas, especialmente alcohol, tabaco, cannabis, cocaína,
MDMA y speed.
19
Tabla 3. Drogas consumidas "alguna vez en la vida" (%)
Sustancia Hombres
(n = 310)
Mujeres
(n = 159)
Total
(N = 469)
Alcohol 99,7 98,7 99,4
MDMA 99,0 99,4 99,1
Cannabis 97,7 98,7 98,1
Cocaína 94,5 91,8 93,6
Tabaco 91,3 94,3 92,3
Speed 86,1 93,1 88,5
LSD 84,2 89,3 85,9
Setas 75,5 78,0 76,3
2CB 48,4 53,5 50,1
Tranquilizantes 46,8 49,1 47,5
Opio 47,1 45,9 46,7
GHB 40,3 33,3 38,0
Otros rc/legal high 27,1 20,8 24,9
Mefedrona 19,7 15,1 18,1
Heroína 16,1 11,9 14,7
Otros opiáceos 14,8 3,8 11,1
20
Tabla 4. Edades de inicio.
Sustancia Hombres
(n = 310)
Mujeres
(n = 159)
Total
(N = 469)
EDADES
2011-2012
Alcohol 14,1 13,9 14,0 16,7
Tabaco 14,0 14,1 14,0 16,5
Cannabis 15,1 15,1 15,1 18,7
Cocaína 17,9 18,2 18,0 21,0
Speed 18,3 18,9 18,5 20,2
MDMA 18,7 18,5 18,6 20,8
LSD 19,2 19,1 19,1 20,5
Setas 19,5 20,0 19,7 20,5
Heroína 20,9 20,1 20,7 20,7
Tranquilizantes 20,8 20,9 20,8 34,5
Opio 21,0 21,4 21,2 --
Otros opiáceos 22,2 23,0 22,3 --
Otros rc/legal high 22,2 22,5 22,3 --
GHB 23,2 23,2 23,2 --
2CB 23,3 23,3 23,3 --
Mefedrona 24,8 24,3 24,6 --
21
Tabla 5. Sustancias consumidas en el último año (%)
Sustancia Hombres
(n = 310)
Mujeres
(n = 159)
Total
(N = 469)
Alcohol 95,5 96,2 95,7
MDMA 89,4 91,8 90,2
Cannabis 85,8 89,9 87,2
Tabaco 80,6 89,3 83,6
Speed 73,5 86,2 77,8
Cocaína 72,3 67,9 70,8
LSD 54,2 59,1 55,9
Setas 29,4 35,2 31,3
Tranquilizantes 28,4 31,4 29,4
Opio 24,8 30,8 26,9
2CB 21,3 31,4 24,7
Otros rc/legal high 19,0 8,8 15,6
GHB 13,2 13,8 13,4
Heroína 6,1 4,4 5,5
Otros opiáceos 7,4 1,3 5,3
Mefedrona 4,2 6,3 4,9
22
Tabla 6. Sustancias consumidas en el último mes (%)
Sustancia Hombres
(n = 310)
Mujeres
(n = 159)
Total
(N = 469)
Alcohol 89,0 88,1 88,7
Tabaco 75,5 83,0 78,0
Cannabis 71,9 80,5 74,8
MDMA 55,8 65,4 59,1
Speed 50,3 59,7 53,5
Cocaína 38,7 28,9 35,4
LSD 17,4 20,1 18,3
Tranquilizantes 16,8 17,6 17,1
Opio 9,0 5,7 7,9
Setas 7,1 5,0 6,4
Otros rc/legal high 7,4 4,4 6,4
2CB 6,5 5,0 6,0
GHB 5,5 4,4 5,1
Otros opiáceos 3,9 0,0 2,6
Heroína 1,6 1,3 1,5
Mefedrona 0,0 0,0 0,0
23
¿Cómo se iniciaron en el
consumo de ketamina?
Fue entre los 18 y los 20 años cuando la mayor parte de las personas participantes en
el estudio se inició en el consumo de ketamina (media = 21,6 años; D.T. = 5,2 años),
en un momento en el que también se iniciaron en el consumo de otras sustancias
como se ha visto en el apartado anterior.
Aunque los primeros consumos de ketamina tuvieron lugar en contextos diversos
(Tabla 7), algunos de ellos relacionados con el ocio nocturno (por ejemplo, en una
rave o en una discoteca), el lugar más mencionado fue una casa. Como ya ha sido
señalado por Fletcher, Calafat, Pirona y Olszewski (2010), los contextos vinculados al
consumo recreativo van más allá de los formales como discotecas, festivales, etc.,
para extenderse hacia otros contextos informales como el interior de los hogares (p.
357). Por el contrario, los lugares en los que menos personas se iniciaron en el
consumo de ketamina fueron los festivales. Los inicios se produjeron, en la mayoría de
casos, en el seno del grupo de iguales (Tabla 7).
En aquella ocasión, la vía de administración empleada por más personas fue la
intranasal (por casi el 95%), bien esnifando la ketamina en rayas o en puntitas. El
empleo de vías como la inyectada, la oral o la fumada en la primera vez que se tomó
ketamina fue minoritario aunque importante en el caso de la inyectada, que fue
utilizada por casi el 5% de los hombres y el 2,5% de las mujeres.
Tras el primer consumo de ketamina se siguieron diferentes trayectorias a lo largo del
tiempo: una de cada cuatro personas mantuvieron un consumo regular pero
interrumpido por meses de abstinencia, un 22% mantuvo un consumo variable con
descansos ocasionales de más de un mes de duración, otro 22% había consumido
una sola vez o en contadas ocasiones. En una quinta parte, el consumo aumentó tras
el inicio, pero en unos casos (el 10%) después fue disminuyendo hasta la abstinencia
y en otros (10%) el consumo se estabilizó. Un 7,5% afirmó que el consumo había ido
aumentando a lo largo del tiempo y para una minoría, el consumo disminuyó tras
consumir mucho (2,1%) o bien ha mantenido un consumo constante en el que ni la
frecuencia ni la dosis han variado a lo largo del tiempo (0,4%).
24
Tabla 7. La primera vez
Hombre
N = 310
Mujer
N = 159
Total
N = 469
¿Dónde la probaste por primera vez? (%)
En una casa 36,1 42,8 38,4
En una rave 24,8 21,4 23,7
En una discoteca 25,2 17,6 22,6
En otro lugar 7,4 8,8 7,9
En un festival 6,5 9,4 7,5
¿De qué forma la probaste? (%)
Esnifada en rayas 43,9 54,1 47,3
Esnifada en puntitas 49,4 43,4 47,3
Inyectada 4,8 2,5 4,1
Por vía oral 1,6 0,0 1,1
Fumada 0,3 0,0 0,2
¿Con quién estabas? (%)
Con mis amigos/as 85,8 87,4 86,4
Con mi pareja 4,5 8,2 5,8
Solo/a 5,5 1,3 4,1
Con desconocidos/as 3,5 1,9 3,0
Con mi dealer/camello 0,6 1,3 0,9
¿Cómo evolucionó el consumo? (%)
Tengo un consumo regular, pero
interrumpido por meses en los que no
consumo 25,5 24,5 25,2
Mi consumo es variable, pero de vez en
cuando lo dejo (más de un mes) 23,9 18,2 22,0
He consumido una sola vez o en
contadas ocasiones 20,0 25,2 21,7
Después de empezar, mi consumo ha
aumentado y después ha disminuido de
manera constante. A día de hoy no
consumo. 11,0 10,7 10,9
Después de empezar, mi consumo ha
aumentado, después ha disminuido y se
ha estabilizado. 10,0 10,7 10,2
Mi consumo ha aumentado a lo largo del
tiempo 7,7 6,9 7,5
Empecé consumiendo mucho y he ido
disminuyendo el consumo 1,6 3,1 2,1
Tengo un consumo constante, ni la
frecuencia ni la dosis han variado a lo
largo del tiempo 0,3 0,6 0,4
25
¿Cómo era su consumo de
ketamina en el momento del
estudio?
En este apartado se preguntó por el patrón de consumo, tanto en lo que se refiere a la
frecuencia de consumo, cantidades consumidas, vías de administración empleadas,
consumo simultáneo de otras drogas, contextos de consumo, formas de obtención de
la sustancia.
Más de la mitad (56,3%) dijo haber tomado ketamina en los 30 días anteriores a su
participación en el estudio, con mayor proporción de chicos que de chicas. Casi el 60%
dijo haberlo hecho con una frecuencia de menos de una vez a la semana mientras que
el resto consumió todas las semanas y, casi un 15%, todos o casi todos los días
(Tabla 8).
Las cantidades que dijeron haber consumido fueron bastante variables. Así, algunos
refierieron consumir menos de un cuarto de gramo (36,5%), otros entre un cuarto y
medio gramo (29,2%) y casi el 35% dijo tomar más de un gramo por término medio en
cada ocasión que consumió ketamina. Tanto para los chicos como para las chicas, la
vía nasal (bien esnifando en rayas, bien esnifando en puntitas) fue la más empleada
con diferencia. Respecto al porcentaje de personas que usó otras vías, cabe destacar
que el 4,5% utilizó la vía inyectada como forma más habitual de consumo (alcanzando
el 5,8% en el caso de los chicos (Tabla 9).
En la última ocasión en la que tomaron ketamina, más del 80% también tomó otras
drogas, lo que vuelve a reflejar que su consumo se insertaba en un patrón más
general de uso de diferentes sustancias. Sin embargo, estos consumos combinados
estaban ligados a una serie de preferencias. Esto es, había sustancias que se
preferían para combinar con la ketamina mientras que había otras con las que nunca
se mezclaría (Tabla 10 y Tabla 11). Entre las primeras destacaban el tabaco, la
MDMA, el cannabis y el speed. Entre las segundas, aparecieron mencionadas por una
parte importante drogas como la heroína, otros opiáceos, la mefedrona, los
tranquilizantes, otros RC/Legal Highs, el opio o el GHB., la combinación de ketamina
con estimulantes podría realizarse con objeto de reducir los efectos depresores de la
ketamina y/o buscar un efecto nuevo producto de la combinación. En el caso de las
drogas que no se mezclarían nunca con ketamina, en su mayor parte se trataba de
drogas que pueden provocar una sinergia de efectos depresores.
26
En otro orden de cosas, el consumo de ketamina del grupo estudiado se enmarcaba
en el contexto de un consumo grupal vinculado a los momentos y lugares de ocio. En
general, la ketamina la solían tomar con el grupo de amigos y amigas (95,3%), en casa
(67,4%), en la rave (64,8%) y/o en discotecas o clubes (51,0%), mientras se realizaban
actividades como bailar (72,9%), tener una reunión en casa (61,0%) o escuchar
música (49,3%). Por el contrario, los lugares en los que menos personas dijeron
consumir ketamina fueron los festivales (13,9%) o los bares/pubs (6,8%). Una posible
explicación puede estar en que se trata de lugares percibidos como poco adecuados
para este tipo de consumo.
No se encontraron diferencias significativas entre chicas y chicos en cuanto al lugar
donde solían tomar ketamina. Sin embargo, en el caso de la compañía que solían
tener cuando consumían, casi el 30% de los chicos dijo tomar ketamina estando solo
frente al 18% de las chicas. Por su parte, casi la mitad de ellas dijo consumir con su
pareja frente al 22% de los chicos. Cabe destacar que una parte pequeña tanto de
chicos como de chicas dijo que solía tomar ketamina con personas desconocidas o
con el propio camello (Tabla 12). Además, conocían a bastantes personas también
consumidoras de ketamina: algo más del 50% conocía a más de 20 (Tabla 8).
El carácter grupal del consumo de ketamina también se evidenciaba en las formas que
se tenían para adquirirla. En general, la ketamina se solía obtener de dos maneras: a
través del propio grupo de iguales (72,1%) o comprándola a un camello de confianza
(61,2%). Obtener la ketamina en un hospital o por Internet fue mencionado solo por
una minoría. Sea como fuere la manera con la que se obtenía la ketamina, la mayoría
afirmaba que conseguir ketamina era fácil o muy fácil.
El formato más habitual de la ketamina que se adquiría era en polvo. Cuando se les
preguntó por la pureza de la ketamina que solían tomar, casi la mitad dijo que era
relativamente pura y un tercio que era pura.
27
Tabla 8. Consumo actual de ketamina
Hombre
(n=310)
Mujer
(n=159)
Total
(N=469)
¿Has tomado ketamina en el último mes? (%)
58,4 52,2 56,3
¿Con qué frecuencia has tomado ketamina en el último mes? (%)1
Menos de una vez por semana 58,6 59,0 58,7
Una vez por semana 24,9 26,5 25,4
De 2 a 6 veces por semana 11,6 12,0 11,7
Diariamente 5,0 2,4 4,2
¿Cuál es la forma más habitual que usas para tomar ketamina? (%)
Esnifada en rayas 54,2 59,1 55,9
Esnifada en puntitas 38,7 39,0 38,8
Inyectada 5,8 1,9 4,5
Oral 1,0 0,0 0,6
Fumada 0,3 0,0 0,2
En los últimos 12 meses, ¿qué cantidad por término medio de ketamina has tomado en
cada ocasión? (%)
Menos de un cuarto de gramo 35,2 39,0 36,5
Entre un cuarto y medio gramo 28,1 31,4 29,2
Más de medio gramo y hasta un gramo 19,7 17 18,8
Más de un gramo y hasta un gramo y medio 10,3 7,5 9,4
Más de gramo y medio 6,8 5,0 6,2
¿Cuántas personas conoces que consuman ketamina? (%)
Nadie 1,9 0,0 1,3
1-2 2,6 3,1 2,8
3-10 20,6 22,0 21,1
11-20 20,6 28,3 23,2
21-50 22,9 17,6 21,1
Más de 50 31,3 28,9 30,5
1 Sólo entre quienes dijeron haber tomado ketamina en el último mes (Hombres: 181; Mujeres: 83).
28
Tabla 9. Vías de administración
Primaria Secundaria Total
H
n=310 M
n=159
T
N=469
H
n=310 M
n=159
T
N=469
H
n=310 M
n=159
T
N=469
Esnifada
(rayas) 54,2 59,1 55,9 31,9 33,3 32,4 86,1 92,5 88,3
Esnifada
(puntitas) 38,7 39,0 38,8 45,8 49,1 46,9 84,5 88,1 85,7
Inyectada 5,8 1,9 4,5 2,9 3,8 3,2 8,7 5,7 7,7
Oral 1,0 0,0 0,6 11,6 6,9 10,0 12,6 6,9 10,7
Fumada 0,3 0,0 0,2 11,3 6,3 9,6 11,6 6,3 9,8
29
Tabla 10. Sustancias preferidas para combinar con ketamina
Drogas preferidas para tomar junto con la ketamina
Hombre (n=310) Mujer (n=159) Total (N=469)
Tabaco 60,6 69,2 63,5
MDMA 51,3 52,2 51,6
Cannabis 50,6 50,3 50,5
Speed 42,3 47,8 44,1
Alcohol 41,9 37,7 40,5
Cocaína 37,4 25,2 33,3
LSD 26,8 17,6 23,7
2CB 15,5 8,8 13,2
Setas 13,2 1,9 9,4
GHB 8,1 5,7 7,2
RC/LH 7,7 1,9 5,8
Opio 6,5 3,8 5,5
Tranquilizantes 3,9 1,3 3,0
Mefedrona 2,6 1,3 2,1
Heroína 1,9 1,3 1,7
Otros opiáceos 1,9 0,0 1,3
30
Tabla 11. Sustancias que nunca se mezclarían con ketamina
Drogas que nunca tomaría junto con la ketamina
Hombre (n=310) Mujer (n=159) Total (N=469)
Heroína 93,2 96,9 94,5
Otros opiáceos 91,9 97,5 93,8
Mefedrona 85,8 92,5 88,1
Tranquilizantes 86,1 89,9 87,4
RC/LH 80,3 89,9 83,6
Opio 79,0 85,5 81,2
GHB 77,1 86,2 80,2
2CB 68,7 77,4 71,6
Setas 66,5 77,4 70,1
LSD 52,6 64,2 56,5
Cocaína 36,8 50,9 41,6
Speed 30,0 29,6 29,9
Alcohol 24,2 24,5 24,3
MDMA 23,5 20,1 22,4
Cannabis 20,3 23,3 21,3
Tabaco 22,3 15,1 19,8
31
Tabla 12. Contexto y disponibilidad
Hombre
(n=310)
Mujer
(n=159)
Total
(N=469)
¿Dónde sueles tomar la ketamina? (%)
Casa 65,8 70,4 67,4
Raves 62,3 69,8 64,8
Discotecas/Clubs 52,9 47,2 51,0
Festivales 14,2 13,2 13,9
Bares/Pubs 8,1 4,4 6,8
Otros 3,5 4,4 3,8
¿Con quién sueles tomar ketamina? (%)
Amigos/as 94,5 96,9 95,3
Pareja 21,6 48,4 30,7
Sólo/a 29,7 17,6 25,6
Desconocidos 14,8 16,4 15,4
Dealer 11,6 6,9 10,0
¿Qué sueles hacer cuando tomas ketamina? (%)
Bailar en fiestas/raves/clubs/etc 71,9 74,8 72,9
Estar en una casa (propia o ajena) 61,6 59,7 61,0
Escuchar música 51,3 45,3 49,3
Estar en una zona de chill out/relax 31,9 35,8 33,3
Otras cosas 18,7 20,1 19,2
¿Cómo consigues la ketamina? (%)
A través de mis amigos(as) 68,4 79,2 72,1
A través de un camello de confianza 61,9 59,7 61,2
Le pillo a camellos que no conozco 16,1 16,4 16,2
De un hospital, farmacia o clínica veterinaria 14,2 5,7 11,3
Por Internet 4,5 0,0 3,0
¿Cómo de fácil dirías que es conseguir ketamina? (%)
Muy fácil 21,9 17,0 20,3
Fácil 51,6 57,9 53,7
Difícil 20,3 17,0 19,2
Muy difícil 1,9 2,5 2,1
No lo sé 4,2 5,7 4,7
Por término medio, ¿cómo de pura crees que es la ketamina que tomas? (%)
No muy pura 8,4 5,7 7,5
Relativamente pura 44,2 49,7 46,1
Pura 37,1 27,7 33,9
No lo sé 10,3 17,0 12,6
32
¿En qué formato la compras? (%)
Polvo 79,0 83,6 80,6
Líquida 51,3 40,3 47,5
No compro 10,3 15,1 11,9
Comprimido 1,3 -- 0,9
Otras 1,3 3,8 2,1
33
Información sobre ketamina
En general, quienes participaron en el estudio se consideraban medianamente
informados o muy informados sobre la ketamina. Un 13% dijo estar poco o nada
informado. La información que tenían sobre la ketamina la habían obtenido
fundamentalmente de los amigos (especialmente las chicas) o de la consulta a
páginas web. Algo más de la mitad dijo consultar información sobre ketamina en libros
o en foros y una parte muy importante (más de la mitad) dijo obtener la información del
propio camello (Tabla 13).
Por otra parte, mientras que algo más de un 40% había obtenido información sobre la
ketamina desde ONGs o asociaciones de drogas, poco más del 20% la había obtenido
de profesionales de drogas o de la salud, encontrándose estos a la cola de los
recursos empleados por el grupo para informarse.
Al igual que había una cierta variabilidad en el uso de diferentes fuentes de
información, también estas eran percibidas con distintos niveles de credibilidad. Así,
las fuentes que fueron referidas como más creíbles fueron las páginas web, los libros y
los amigos. Las que tenían menos credibilidad eran los profesionales de drogas, los
profesionales de la salud y los medios de comunicación. Especialmente relevante era
que la credibilidad concedida al camello fuera superior a la otorgada a estos
profesionales.
De especial interés para los profesionales que trabajan con personas que consumen
ketamina es conocer cuál es el tipo de información que a estas últimas les gustaría
recibir. Cuando se preguntó a las personas participantes en el estudio, estas citaron
diferentes temas de interés entre los cuales destacaban la información sobre cómo
actúa la ketamina en el organismo, los riesgos asociados a su consumo y las
estrategias para reducir dichos riesgos. Casi el 40% dijo que le interesaría recibir
información sobre la composición (pureza y adulteración) de la ketamina que circula
por el mercado.
34
Tabla 13. Información sobre ketamina
Hombre
(n=310)
Mujer
(n=159)
Total
(N=469)
¿Cómo de informado/a piensas que estás sobre la ketamina? (%)
Nada informado/a 1,3 1,9 1,5
Poco informado/a 12,6 9,4 11,5
Medianamente informado/a 49,0 62,9 53,7
Muy informado/a 37,1 25,8 33,3
Obtengo información sobre la ketamina a través de... (%)
Amigos 88,4 96,9 91,3
Webs 87,7 82,4 85,9
Libros 56,5 56,6 56,5
Camello 52,9 57,2 54,4
Foros 56,8 46,5 53,3
ONG 42,6 42,1 42,4
Medios de Comunicación 31,6 26,4 29,9
Profesionales Salud 24,2 18,9 22,4
Profesionales Drogas 24,8 15,1 21,5
Credibilidad media (de 1 a 5) (Media, D.T.)
Webs 3,4 (1,1) 3,4 (1,3) 3,4 (1,2)
Libros 3,3 (1,8) 3,2 (1,8) 3,2 (1,8)
Amigos 3,1 (1,0) 3,5 (1,0) 3,2 (1,0)
Camello 2,7 (3,4) 3,3 (3,7) 2,9 (3,5)
ONG 2,9 (1,9) 3,0 (1,9) 2,9 (1,9)
Foros 3,0 (1,7) 2,7 (1,8) 2,9 (1,8)
Profesionales Drogas 2,6 (2,0) 2,5 (2,0) 2,6 (2,0)
Profesionales Salud 2,5 (1,9) 2,4 (2,0) 2,5 (1,9)
Medios de Comunicación 1,3 (1,1) 1,3 (1,2) 1,3 (1,1)
Te interesaría tener más información sobre... (%)
Cómo actúa la ketamina en el organismo 56,1 61,0 57,8
Los riesgos que conlleva su consumo 57,4 50,3 55,0
Formas de reducir los riesgos que conlleva su
consumo 43,2 37,7 41,4
La composición (pureza y adulteración) de la
ketamina que circula por el mercado 36,1 39,6 37,3
La mezcla de ketamina con otras drogas 31,3 29,6 30,7
Sus efectos psicoactivos 22,9 39,0 28,4
Formas de potenciar sus efectos 21,3 20,8 21,1
Los aspectos legales relacionados con la ketamina 13,5 7,5 11,5
35
Las razones para tomar ketamina
Con el estudio se buscó indagar en las razones que motivaron el inicio en el consumo
de ketamina y las razones para seguir consumiéndola. La primera vez que se
consumió, las razones más mencionadas por las personas del estudio fueron la
curiosidad, el tipo de efectos que produce la ketamina y por diversión. Para seguir
consumiendo, los motivos más aducidos fueron sus efectos psicoactivos, porque les
gustaba para ir de fiesta y/o por diversión, y porque les hacía sentir bien (Tabla 14,
Tabla 15).
Cuestiones como el aburrimiento o un posible desplazamiento al consumo de
ketamina desde el uso de otras drogas no parecían ser razones para iniciarse en su
consumo. Asimismo, razones como el que no se pudieran conseguir otras drogas que
les gustaban más, el que fuera relativamente barata o porque no les hacían efecto
otras drogas también fueron mencionadas solo por una parte minoritaria las personas
que participaron en el estudio.
Se les preguntó por “lo mejor de tomar ketamina” y por “lo peor de tomar ketamina”
con objeto de indagar el valor simbólico que el consumo de ketamina podía tener para
las personas que la consumen. Entre los elementos que forman parte de “lo mejor de
tomar ketamina”, más de la mitad señalaron la alteración o aumento de las
sensaciones o la sensación de estar fuera del cuerpo. Otros aspectos, aunque
señalados por menos personas, fueron la evasión de la realidad, la experiencia grupal
o el que estimulara la creatividad. Esto pone de relieve la importancia que los efectos
psicoactivos placenteros, más allá de las circunstancias del consumo como el estado
propio o el contexto de grupo, tienen a la hora de construir una valoración positiva de
este (Tabla 16).
Por el contrario, los riesgos o problemas físicos, la tolerancia que produce o los
riesgos o problemas psicológicos, fueron señalados como los aspectos más negativos
y que conformaban “lo peor de tomar ketamina”.
36
Tabla 14. Las razones para empezar a tomar ketamina
Sustancia Hombres
(n = 310)
Mujeres
(n = 159)
Total
(N = 469)
Por curiosidad 90,0 89,3 89,8
Por sus efectos 76,1 66,0 72,7
Porque me gusta para ir de fiesta y/o por diversión 57,7 49,7 55,0
Otras razones 38,4 36,5 37,7
Porque me hace sentir bien 32,9 34,0 33,3
Para desconectar de la rutina 26,8 32,7 28,8
Porque mis amigos la toman 27,1 30,2 28,1
Por el efecto producido al mezclarla con otras
drogas 21,3 17,6 20,0
Para calmar la mente 15,2 22,6 17,7
Para evadirme de los problemas 12,9 15,1 13,6
Por no poder conseguir otras drogas que me
gustan más 10,0 8,2 9,4
Porque es relativamente barata 9,7 8,2 9,2
Por aburrimiento 9,4 7,5 8,7
Porque estoy habituado/a a ella 7,1 6,3 6,8
Porque no me hacen efecto otras drogas 3,2 5,7 4,1
37
Tabla 15. Las razones para seguir tomando ketamina
Sustancia Hombres
(n = 310)
Mujeres
(n = 159)
Total
(N = 469)
Por sus efectos 82,3 83,0 82,5
Porque me gusta para ir de fiesta y/o por diversión 68,4 66,7 67,8
Porque me hace sentir bien 55,8 64,2 58,6
Otras razones 39,0 36,5 38,2
Por el efecto producido al mezclarla con otras
drogas 37,7 33,3 36,2
Para desconectar de la rutina 33,2 34,6 33,7
Por curiosidad 28,1 32,7 29,6
Para calmar la mente 24,8 28,9 26,2
Para evadirme de los problemas 19,0 23,9 20,7
Porque estoy habituado/a a ella 19,4 19,5 19,4
Porque mis amigos la toman 17,1 22,0 18,8
Por aburrimiento 14,8 11,9 13,9
Porque es relativamente barata 14,5 11,3 13,4
Por no poder conseguir otras drogas que me
gustan más 11,9 12,6 12,2
Porque no me hacen efecto otras drogas 6,8 8,8 7,5
38
Tabla 16. Lo "mejor" y lo "peor" de tomar ketamina.
Lo “mejor” de tomar ketamina (%Sí) Hombres
(n = 310)
Mujeres
(n = 159)
Total
(N = 469)
La alteración/aumento de las sensaciones 60,3 56,0 58,8
La sensación de estar fuera del cuerpo 52,9 47,2 51,0
La evasión de la realidad 31,6 26,4 29,9
La experiencia grupal 26,5 28,3 27,1
Estimula la creatividad 18,1 24,5 20,3
La liberación del estrés 16,8 11,9 15,1
Otras 14,2 13,2 13,9
El sentimiento de euforia/excitación 12,6 14,5 13,2
La sensación de bienestar 8,7 6,3 7,9
Favorece que el efecto de otras drogas sea más
prolongado o intenso 8,7 6,3 7,9
Que ayuda a bailar durante toda la noche 7,4 4,4 6,4
Lo “peor” de tomar ketamina (%Sí) Hombres
(n = 310)
Mujeres
(n = 159)
Total
(N = 469)
Los riesgos o problemas físicos 48,4 42,8 46,5
Que crea tolerancia 40,0 45,9 42,0
Los riesgos o problemas psicológicos 38,7 39,0 38,8
El enganche o dependencia que produce 33,9 34,6 34,1
La poca calidad de la ketamina (baja pureza,
adulteraciones...) 21,3 22,6 21,7
El bajón que produce 20,3 18,2 19,6
Miedo a sus efectos psicodélicos (K-hole) 18,4 20,8 19,2
Nada 3,9 5,0 4,3
39
Los efectos de la ketamina
Siguiendo los trabajos de Dillon y Copeland (2001, 2003), Copeland, Dillon y Jansen
(2005) y Reynaud-Maurupt et al. (2007), se buscó profundizar en los efectos físicos y
psíquicos, tanto buscados como experimentados, así como en la valoración que las
personas del estudio hacían de los mismos (Tabla 17, Tabla 18, Tabla 19, Tabla 20).
Efectos físicos
Los efectos físicos que más del 50% de las personas participantes buscaban en la
ketamina tenían que ver con las sensaciones de relax, la lentitud de movimientos o la
euforia. Entre los efectos experimentados con frecuencia por más del 50% de las
personas participantes estaba, además de los efectos buscados de la lentitud de
movimientos o el relax, la pérdida de coordinación. De los 22 efectos por los que se
preguntó, hubo 8 que nunca fueron experimentados por más del 50% del grupo:
diarrea, desmayos, dificultad para respirar, temblores/agitación, dificultades para
orinar, dolor de cabeza, disminución del ritmo cardíaco y problemas de sueño.
Como era de esperar, hay unos efectos que son valorados como positivos mientras
que otros son valorados como negativos. Efectos valorados como positivos por más
del 50% del grupo son el relax/tranquilidad, la euforia, la disminución de la sensación
de cansancio y la analgesia o disminución de la sensación de dolor. Entre los
negativos, la práctica totalidad del grupo valoró así los vómitos, la dificultad para
respirar, los desmayos, el dolor de cabeza, la diarrea, las dificultades para orinar, los
temblores/agitación, el aumento del ritmo cardíaco, los problemas de sueño, los
cambios en la temperatura del cuerpo, la disminución del ritmo cardíaco y los
mareos/vértigos. Se da la circunstancia de que, entre los efectos físicos valorados
como negativos por más del 90% del grupo (12 en total), 8 no fueron experimentados
nunca por más del 50%. Asimismo, llama la atención que la lentitud de movimientos
era buscada y experimentada con frecuencia por, aproximadamente, el 60% del grupo
mientras que era valorada como negativa por algo más de la mitad del grupo.
Efectos psíquicos
Como era de esperar, las personas participantes en el estudio señalaron más efectos
psíquicos buscados que físicos. Entre los buscados por más del 50% del grupo
estaban la evasión/desconexión, la sensación de estar fuera del cuerpo, las
alucinaciones visuales, la desinhibición y los cambios en la percepción del tiempo. Sin
embargo, de todos ellos el que era experimentado con frecuencia por más del 50% fue
40
el efecto de evasión/desconexión. Las alucinaciones visuales o la sensación de estar
fuera del cuerpo eran experimentadas a veces por más del 50%, mientras que la
desinhibición o los cambios en la percepción del tiempo se experimentaban con una
frecuencia más variable. Otros efectos que en ocasiones experimentó más del 50%
incluían las dificultades para comunicarse, la lentitud de pensamiento y las lagunas o
pérdidas de memoria.
Los efectos que fueron valorados como positivos por más del 50% fueron la
evasión/desconexión, la desinhibición, las alucinaciones visuales, la sensación de
estar fuera del cuerpo, los cambios en la percepción del tiempo y las alucinaciones
auditivas. Por el contrario, fueron valorados como negativos por más del 50% la
ansiedad/angustia, las lagunas o pérdidas de memoria, las dificultades para
comunicarse, las paranoias o delirios, la lentitud de pensamiento, las experiencias
cercanas a la muerte y el K-hole.
En resumen, las personas participantes en el estudio experimentaban un amplio rango
de efectos, especialmente de tipo psíquico. Algunos de estos efectos eran buscados
intencionalmente a la hora de consumir mientras que otros no. En general, la mayoría
de efectos buscados eran valorados como positivos mientras que los no deseados
eran valorados como negativos. Todo ello es coherente con los efectos alucinógenos
de la ketamina, con mayor preponderancia de los psíquicos frente a los físicos.
Por otra parte, aunque señalados por menos del 50%, existen otros efectos
experimentados que son relevantes como los vómitos, las paranoias o delirios, o el K-
hole. Este último, aunque buscado por un tercio de las personas participantes en el
estudio y experimentado en ocasiones por el 40%, tiende a ser valorado como
negativo.
Con todo, cuando se les preguntó si disfrutaban de los efectos de la ketamina, la gran
mayoría de ellos y ellas (88,5%) respondió afirmativamente.
41
Tabla 17. Efectos físicos y psíquicos buscados, experimentados y valoración
(%)2
Buscado
(%)
Experimentado (%) Valoración3
(%)
Nunca
Algunas
veces
Con
frecuen.
Efectos físicos
Relax/tranquilidad 77,6 10,0 32,8 57,1 + (90,8)
Lentitud de movimientos 59,5 7,0 30,7
62,3 - (52,2)
Euforia 52,9 23,2 44,3 23,4 + (89,3)
Pérdida de la coordinación 49,9 9,2 39,9
51,0 - (70,8)
Anestesia/pérdida de sensibilidad 48,0 24,1 45,8 30,1 - (55,9)
Pérdida del equilibrio 45,0 12,6 47,1 40,3 - (78,3)
Analgesia (disminución sensación de dolor) 44,3 26,0 46,9 27,1 + (64,4)
Disminución de la sensación de cansancio 43,1 33,0 34,5 32,4 + (82,9)
Visión borrosa 39,0 20,3 41,4 38,4 - (77,0)
Pérdida del apetito 25,6 36,0 38,2 25,8 - (79,3)
Cambios en la temperatura del cuerpo 25,2 33,9 46,9 19,2 - (91,5)
Mareo/vértigo 24,1 38,2 46,7 15,1 - (90,2)
Disminución del ritmo cardíaco 19,2 51,8 40,1 8,1 - (90,4)
Aumento del ritmo cardíaco 16,6 48,8 41,2 10,0 - (93,6)
Problemas de sueño 16,2 51,8 33,9 14,3 - (92,8)
Vómitos 16,0 47,5 48,4 4,1 - (97,4)
Temblores/agitación 14,3 61,4 33,0 5,5 - (95,3)
Dificultades para orinar 13,2 59,1 32,6 8,3 - (96,6)
Dificultad para respirar 9,8 72,5 24,3 3,2 - (97,4)
Dolor de cabeza 9,6 54,4 40,9 4,7 - (96,6)
Desmayo 8,5 78,3 20,0 1,7 - (96,8)
Diarrea 5,1 79,7 18,1 2,1 - (96,6)
Efectos psíquicos
Evasión/desconexión 82,9 7,7 34,5
57,8 + (87,6)
Sensación de estar fuera del cuerpo 73,6 16,4 55,2 28,4 + (75,9)
Alucinaciones visuales 67,4 20,0 55,9 24,1 + (76,1)
Desinhibición 65,2 14,5 39,2 46,3 + (81,9)
Cambios en la percepción del tiempo 61,0 8,3 49,9 41,8 + (55,4)
Alucinaciones auditivas 49,0 34,5 47,8 17,7 + (53,7)
K-hole 33,0 51,2 40,7 8,1 - (67,0)
Lentitud de pensamiento 32,4 17,5
52,7 29,9 - (82,5)
Dificultades para comunicarme 26,2 17,9
54,6 27,5 - (89,1)
Lagunas o pérdidas de memoria 25,2 25,6
51,0 23,5 - (93,8)
Experiencias cercanas a la muerte 25,2 61,4 34,8 3,8 - (74,2)
Paranoias o delirios 19,2 47,3 45,0 7,7 - (87,4)
Ansiedad/angustia 9,6 48,6 46,5 4,9 - (96,4)
2 Se señalan en negrita los efectos mencionados por más del 50% de las personas.
3 Porcentaje de personas que marcan el efecto como positivo o negativo, según se indica con + ó -
42
Tabla 18. Efectos buscados, según sexo (%)4
Hombre
(n=310)
Mujer
(n=159)
Total
(N=469)
Efectos físicos
Relax/tranquilidad 77,1 78,6 77,6
Lentitud de movimientos 61,0 56,6 59,5
Euforia 54,8 49,1 52,9
Pérdida de la coordinación 51,6 46,5 49,9
Anestesia/pérdida de sensibilidad 51,0 42,1 48,0
Pérdida del equilibrio 45,2 44,7 45,0
Analgesia (disminución sensación de dolor) 46,8 39,6 44,3
Disminución de la sensación de cansancio 43,2 42,8 43,1
Visión borrosa 38,7 39,6 39,0
Pérdida del apetito 25,2 26,4 25,6
Cambios en la temperatura del cuerpo 22,3 30,8 25,2
Mareo/vértigo 22,9 26,4 24,1
Disminución del ritmo cardíaco 21,6 14,5 19,2
Aumento del ritmo cardíaco 16,5 17,0 16,6
Problemas de sueño 15,2 18,2 16,2
Vómitos 14,2 19,5 16,0
Temblores/agitación 14,5 13,8 14,3
Dificultades para orinar 14,5 10,7 13,2
Dificultad para respirar 9,4 10,7 9,8
Dolor de cabeza 9,7 9,4 9,6
Desmayo 8,4 8,8 8,5
Diarrea 5,5 4,4 5,1
Efectos psíquicos
Evasión/desconexión 81,9 84,9 82,9
Sensación de estar fuera del cuerpo 75,8 69,2 73,6
Alucinaciones visuales 71,3 59,7 67,4
Desinhibición 65,5 64,8 65,2
Cambios en la percepción del tiempo 64,8 53,5 61,0
Alucinaciones auditivas 54,8 37,7 49,0
K-hole 36,1 27,0 33,0
Lentitud de pensamiento 31,0 35,2 32,4
Dificultades para comunicarme 26,8 25,2 26,2
Lagunas o pérdidas de memoria 24,5 26,4 25,2
Experiencias cercanas a la muerte 28,4 18,9 25,2
Paranoias o delirios 21,6 14,5 19,2
Ansiedad/angustia 10,0 8,8 9,6
4 Se señalan en negrita los efectos mencionados por más del 50% de las personas.
43
Tabla 19. Efectos experimentados, según sexo5
Hombre
(n=310)
Mujer
(n=159)
Nunca A veces
Con
frecuen. Nunca A veces
Con
frecuen
Efectos físicos
Euforia 21,9 44,2 33,9 25,8 44,7 29,6
Disminución de la sensación de cansancio 34,2 31,9 33,9 30,8 39,6 29,6
Relax/tranquilidad 9,4 33,5
57,1 11,3 31,4 57,2
Dolor de cabeza 54,8 41,9 3,2 53,5 39,0 7,5
Vómitos 49,7 47,7 2,6 43,4 49,7 6,9
Diarrea 79,0 19,0 1,9 81,1 16,4 2,5
Dificultades para orinar 55,8 36,1 8,1 65,4 25,8 8,8
Cambios en la temperatura del cuerpo 36,5 47,7 15,8 28,9 45,3 25,8
Temblores/agitación 60,0 34,5 5,5 64,2 30,2 5,7
Aumento del ritmo cardíaco 48,1 41,9 10,0 50,3 39,6 10,1
Disminución del ritmo cardíaco 48,1 42,6 9,4 59,1 35,2 5,7
Dificultad para respirar 71,6 24,8 3,5 74,2 23,3 2,5
Desmayo 77,7 20,0 2,3 79,2 20,1 0,6
Anestesia/pérdida de sensibilidad 19,4 47,7 32,9 33,3 42,1 24,5
Analgesia (disminución sensación de dolor) 26,1 45,8 28,1 25,8 49,1 25,2
Lentitud de movimientos 6,1 30,6
63,2 8,8 30,8
60,4
Pérdida de la coordinación 8,7 37,4
53,9 10,1 44,7 45,3
Pérdida del equilibrio 12,6 47,1 40,3 12,6 47,2 40,3
Visión borrosa 20,3 39,7 40,0 20,1 44,7 35,2
Mareo/vértigo 38,7 44,8 16,5 37,1 50,3 12,6
Pérdida del apetito 37,1 40,0 22,9 34,0 34,6 31,4
Problemas de sueño 51,6 35,2 13,2 52,2 31,4 16,4
Efectos psíquicos
Desinhibición 14,8 39,0 46,1 13,8 39,6 46,5
Evasión/desconexión 8,4 36,8
54,8 6,3 30,2
63,5
Ansiedad/angustia 49,0 47,4 3,5 47,8 44,7 7,5
Dificultades para comunicarme 16,1 55,5 28,4 21,4 52,8 25,8
Paranoias o delirios 44,5 47,1 8,4 52,8 40,9 6,3
Alucinaciones visuales 18,1 55,2 26,8 23,9 57,2 18,9
Alucinaciones auditivas 32,3 46,5 21,3 39,0 50,3 10,7
Lentitud de pensamiento 17,7 53,9 28,4 17,0 50,3 32,7
Cambios en la percepción del tiempo 6,5 53,5 40,0 11,9 42,8 45,3
Lagunas o pérdidas de memoria 24,2 53,2 22,6 28,3 46,5 25,2
Sensación de estar fuera del cuerpo 13,5 59,4 27,1 22,0 47,2 30,8
K-hole 50,0 39,7 10,3 53,5 42,8 3,8
Experiencias cercanas a la muerte 58,4 36,8 4,8 67,3 30,8 1,9
5 Se señalan en negrita los efectos mencionados por más del 50% de las personas.
44
Tabla 20. Valoración de los efectos, según sexo
Hombre
(n=310)
Mujer
(n=159)
Efectos físicos
Euforia + (91,0) + (86,2)
Disminución de la sensación de cansancio + (83,5) + (81,8)
Relax/tranquilidad + (90,6) + (91,2)
Dolor de cabeza - (97,1) - (95,6)
Vómitos - (97,4) - (97,5)
Diarrea - (96,5) - (96,9)
Dificultades para orinar - (96,1) - (96,9)
Cambios en la temperatura del cuerpo - (92,6) - (89,3)
Temblores/agitación - (94,8) - (96,2)
Aumento del ritmo cardíaco - (92,9) - (95,0)
Disminución del ritmo cardíaco - (88,4) - (94,3)
Dificultad para respirar - (96,8) - (98,7)
Desmayo - (96,1) - (98,1)
Anestesia/pérdida de sensibilidad - (51,6) - (64,2)
Analgesia (disminución sensación de dolor) + (66,1) + (61,0)
Lentitud de movimientos - (50,6) - (55,3)
Pérdida de la coordinación - (67,4) - (77,4)
Pérdida del equilibrio - (75,5) - (83,6)
Visión borrosa - (75,2) - (80,5)
Mareo/vértigo - (89,4) - (91,8)
Pérdida del apetito - (79,4) - (79,2)
Problemas de sueño - (91,9) - (94,3)
Efectos psíquicos
Desinhibición + (82,9) + (79,9)
Evasión/desconexión + (86,8) + (89,3)
Ansiedad/angustia - (95,2) - (98,7)
Dificultades para comunicarme - (87,4) - (92,5)
Paranoias o delirios - (84,8) - (92,5)
Alucinaciones visuales + (78,7) + (71,1)
Alucinaciones auditivas + (59,4) - (57,2)
Lentitud de pensamiento - (82,3) - (83,0)
Cambios en la percepción del tiempo + (57,7) + (50,9)
Lagunas o pérdidas de memoria - (93,9) - (93,7)
Sensación de estar fuera del cuerpo + (77,7) + (72,3)
K-hole - (64,2) - (72,3)
Experiencias cercanas a la muerte - (71,3) - (79,9)
45
Los riesgos y problemas del
consumo de ketamina
Con objeto de conocer los problemas asociados al consumo de ketamina que habían
experimentado así como los comportamientos que podían incrementar el riesgo de
padecerlos, se preguntó a las personas participantes sobre un conjunto de problemas.
Además, se les preguntó en qué medida los habían experimentado o no. En concreto,
se les preguntó con qué frecuencia habían tomado más ketamina de la que tenían
prevista, si habían conducido un vehículo estando bajo los efectos de la ketamina, si
habían compartido el turulo (sólo entre personas que esnifaban), si otras personas
habían usado el turulo que ellos y ellas habían usado previamente, si habían tomado
otras drogas simultáneamente con ketamina, y cuál era la valoración que hacían sobre
el riesgo que conllevan ciertas prácticas asociadas al consumo de ketamina (Tabla 21,
Tabla 22).
Casi una cuarta parte de las chicas y un 13% de los chicos dijeron que nunca tomaban
más ketamina de la que tenían prevista inicialmente. El resto, solía excederse algunas
o raras veces. Cabe destacar que el 20% dijo que solía excederse siempre o
frecuentemente.
En cuanto a la conducción de vehículos estando bajo el efecto de la ketamina, fueron
más chicos los que dijeron haberlo hecho alguna vez, aunque es destacable también
el porcentaje de chicas que lo hizo (37,1% y 17,6% respectivamente).
Asimismo, dada la extensión que tenía la vía esnifada entre las personas participantes
en el estudio, cobran mayor importancia también las conductas de riesgo relacionadas
con el uso de dicha vía. De esta manera, solo el 10% dijo que nunca usaba el turulo
previamente usado por otra persona. De hecho, casi tres cuartas partes lo hacía con
frecuencia (algunas veces, frecuentemente y siempre). Un detalle que lleva a pensar
que esta conducta de riesgo estaba fuertemente asentada entre las personas
consumidoras de ketamina es el hecho de que muy pocas señalaran que nunca otra
persona había utilizado el turulo con el que ellas acababan de esnifar.
Por otra parte, el carácter policonsumidor de las personas del estudio se muestra en la
elevada proporción de ellas (83,6%) que, en la última ocasión que tomó ketamina,
también tomó otras drogas, sin que se apreciaran diferencias significativas entre
chicos y chicas.
Por todo ello, conocer el grado de riesgo percibido que conllevan diferentes prácticas
potencialmente peligrosas asociadas al consumo de ketamina es útil para el diseño de
estrategias preventivas y reducción de daños. Esta valoración se midió a pidiéndo que
valoraran el riesgo con una puntuación de 1 a 5 donde 1 = “Ningún riesgo” y 5 =
46
“Mucho riesgo”. Las conductas catalogadas como con mayor riesgo fueron el compartir
el material de inyección, inyectarse ketamina, conducir bajo los efectos de la ketamina
y, para las mujeres, el comprar ketamina a personas desconocidas. Las conductas
relacionadas con la mezcla de ketamina con cannabis, estimulantes u otros
alucinógenos, así como el tomar ketamina en sitios ruidosos, atestados de gente o no
seguros, fueron las conductas valoradas como menos arriesgadas aunque obtuvieron
unas puntuaciones promedio que oscilaban entre 2,6 y 3,06 cada una de ellas (Tabla
22).
Setas alucinógenas y cannabis fueron las sustancias que el grupo percibía, por
término medio, como las menos arriesgadas o capaces de causarles problemas,
aunque con unas puntuaciones de 2,27 y 3,30 sobre 5, respectivamente. En el otro
extremo, las consideradas con mayor riesgo fueron la heroína (3,35/5), el GHB
(3,41/5) y la mefedrona (3,70/5) (Tabla 23).
Las personas del estudio experimentaron problemas asociados a su consumo de
ketamina (Tabla 24). Los más citados fueron los estados de confusión inesperada, los
problemas de memoria y los cambios de humor o de comportamiento. Una parte
importante también refirió haber sufrido caídas y problemas de sueño. El 32,4%
(30,6% de los chicos y el 35,8% de las chicas) refirió haber sufrido cistitis. Se trata de
un porcentaje sensiblemente superior al 26,6% encontrado en el estudio de Winstock
et al. (2012) o al 30% encontrado por García-Larrosa et al. (2011), Kalsi et al. (2011),
Morgan y Curran (2012) o Pal, Balt, Erowid, Erowid, Baggott et al. (2013). El 3,4% dijo
haber necesitado una atención de urgencia tras haber tomado ketamina. El 40% dijo
haber necesitado aumentar la cantidad de ketamina que tomaba para poder sentir sus
efectos.
En todo caso, para una parte del grupo, la ketamina estaba directamente relacionada
con la experimentación de otro tipo de problemas. El 22% dijo que la ketamina podía
haber influido en que tuviera problemas económicos, el 21% problemas en los
estudios/trabajo, el 20% en sus relaciones personales y el 17% problemas con la ley.
Con objeto de realizar una aproximación al fenómeno de la dependencia, el
cuestionario incluyó la versión española de la SDS (Severity of Dependence Scale;
González-Sáiz, de las Cuevas, Barrio y Domingo-Salvany, 2008; González-Sáiz,
Domingo-Salvany, Barrio, Sánchez-Niubó, Brugal, de la Fuente y Alonso, 2009). La
SDS es una escala compuesta por 5 ítems que miden la percepción que la persona
tiene acerca de su grado de deterioro del control sobre el consumo de la sustancia, así
como su preocupación y ansiedad por conseguirla. En otras palabras, mide “los
componentes más psicológicos de la dependencia” (González-Sáiz et al., 2008). Cada
respuesta a los ítems se codifica mediante una escala Likert, con un intervalo de
puntuaciones de 0 a 3 y una puntuación máxima total de 15 puntos.
Por término medio, las personas participantes en el estudio alcanzaron una puntuación
de 1,5 sobre 15 (Sx = 2,3) en la SDS que es ligeramente superior al 1,07 (Sx = 1,49)
47
encontrado por Dillon et al. (2001). El análisis individualizado de cada uno de los ítems
muestra cómo la frecuencia con que se experimentaban cada uno de los síntomas
psicológicos de adicción era muy baja y que casi no experimentaban dificultades para
estar sin consumir ketamina (
48
Tabla 25, Gráfico 2). De hecho, tan solo el 5% dijo haberse puesto en tratamiento
alguna vez para abandonar o disminuir su consumo (Tabla 24).
Cuando se les preguntó a dónde acudirían en caso de tener problemas o dudas en
relación con la ketamina, el 60% dijo que acudiría a una asociación especializada en
temáticas sobre drogas, a los/as amigos/as (44%) y a un centro de atención y
tratamiento de drogodependencias (32%). Llama la atención que sólo el 14% dijera
que acudiría a su familia.
49
Tabla 21. Conductas de riesgo
Hombre
(n=310)
Mujer
(n=159)
Total
(N=469)
¿Con qué frecuencia has tomado más ketamina de la que tenías prevista?
Nunca 12,9 23,3 16,4
Raramente 30,6 22,6 27,9
Algunas veces 34,5 38,4 35,8
Frecuentemente 15,8 10,7 14,1
Siempre 6,1 5,0 5,8
¿Has conducido un vehículo estando bajo los efectos de la ketamina?
Sí 37,1 17,6 30,5
¿Con qué frecuencia has conducido un vehículo estando bajo los efectos de la
ketamina?6
Raramente 50,4 60,7 52,4
Algunas veces 29,6 35,7 30,8
Frecuentemente 13,0 3,6 11,2
Siempre 7,0 0,0 5,6
¿Con qué frecuencia has ido de pasajero/a en un vehículo conducido por alguien que iba
bajo los efectos de la ketamina?
Nunca 38,4 33,3 36,7
Raramente 26,8 27,7 27,1
Algunas veces 23,2 24,5 23,7
Frecuentemente 11,0 13,8 11,9
Siempre 0,6 0,6 0,6
¿Con qué frecuencia usas el turulo que previamente ha usado otra persona? (%)*
Nunca 10,8 10,9 10,8
Raramente 22,6 18,6 21,2
Algunas veces 23,3 28,8 25,2
Frecuentemente 29,9 27,6 29,1
Siempre 13,5 14,1 13,7
¿Con qué frecuencia otra persona ha usado el turulo después de haberlo usado tú? (%)7
Nunca 8,3 1,9 6,1
Raramente 11,8 7,1 10,1
Algunas veces 23,3 25,6 24,1
Frecuentemente 39,9 48,1 42,8
Siempre 16,7 17,3 16,9
La última vez que tomaste ketamina, ¿tomaste también otras drogas?
Sí 85,2 80,5 83,6
6 Sólo entre personas que habían conducido bajo los efectos de la ketamina (Hombres: 115; Mujeres: 28).
7 Sólo entre personas que habían referido usar la vía esnifada (Hombres: 288; Mujeres: 156)
50
Tabla 22. Valoración del riesgo de prácticas asociadas al consumo.
Hombre
(n=310)
Mujer
(n=159)
Total
(N=469)
Valora con la siguiente escala (1-5) el riesgo que crees que conlleva...
compartir el material de inyección 4,90 4,88 4,90
conducir bajo los efectos de la ketamina 4,60 4,64 4,61
inyectarse ketamina 4,39 4,65 4,48
comprar ketamina a personas desconocidas 3,77 4,09 3,88
mezclar ketamina con alucinógenos (tripis, monguis...) 3,58 3,82 3,66
compartir el turulo 3,56 3,75 3,63
mezclar ketamina con alcohol 3,56 3,73 3,62
mezclar ketamina con estimulantes (cocaína, éxtasis,
speed...) 3,00 3,20 3,06
consumir ketamina en sitios ruidosos, atestados de
gente y no seguros (una discoteca, festival, etc.) 3,00 3,17 3,05
mezclar ketamina con cannabis 2,52 2,73 2,60
51
Tabla 23. Percepción del riesgo asociado al consumo de sustancias
Hombre
(n=310)
Mujer
(n=159)
Total
(N=469)
¿Cuál es el riesgo que crees tener de padecer algún
tipo de problema por tomar... (1-5) (Media)8
Mefedrona 3,62 3,80 3,70
GHB 3,37 3,50 3,41
Heroína 3,37 3,29 3,35
Tabaco 3,24 3,35 3,28
Otros RC/Legal Highs 3,39 2,79 3,27
Cocaína 3,24 3,06 3,18
Alcohol 3,20 3,04 3,15
Speed 3,09 3,23 3,14
Tranquilizantes 3,09 2,96 3,04
2CB 2,64 3,16 2,86
MDMA 2,83 2,86 2,84
Otros opiáceos 2,87 2,00 2,80
LSD 2,63 2,83 2,70
Opio 2,64 2,71 2,67
Cannabis 2,29 2,32 2,30
Setas 2,19 2,39 2,27
8 Sólo entre quienes dijeron haber consumido la sustancia en los últimos 12 meses
52
Tabla 24. Problemas asociados al uso de ketamina.
Hombre
(n=310)
Mujer
(n=159)
Total
(N=469)
Estado de confusión inesperado 57,7 59,7 58,4
Problemas de memoria 55,5 61,6 57,6
Cambios bruscos de humor o de comportamiento 51,0 48,4 50,1
Caídas estando bajo los efectos de la ketamina 38,4 43,4 40,1
Problemas de sueño 40,0 40,3 40,1
Problemas urinarios 30,6 35,8 32,4
Flashbacks 27,1 27,7 27,3
Dolores de estómago 24,2 28,3 25,6
¿Te has puesto en tratamiento alguna vez para
abandonar o disminuir tu consumo de ketamina? (% Sí) 6,8 3,1 5,5
¿Has necesitado alguna vez atención médica o
psicológica de urgencia por haber tomado ketamina? (%
Sí) 3,9 2,5 3,4
En caso de tener problemas o dudas en relación con la ketamina, ¿a dónde acudirías?
Asociación especializada en temáticas sobre drogas (Ai
Laket, Energy Control, Hegoak, etc.) 57,7 64,2 59,9
Amigos/as 41,0 49,7 43,9
Centro de atención y tratamiento de drogodependencias 30,6 34,6 32,0
Urgencias 31,0 20,1 27,3
Foros especializados en Internet 21,9 20,1 21,3
Centro de Salud 21,3 19,5 20,7
Páginas web 17,7 18,2 17,9
Psicólogo/a 14,8 20,8 16,8
Familia 17,1 8,8 14,3
Stand informativo en fiestas 8,4 17,6 11,5
Otro 6,1 3,1 5,1
A ningún sitio 1,6 1,3 1,5
¿Crees que la ketamina puede haber influído en que tengas problemas...
... económicos? (% Sí) 22,3 20,8 21,7
... en tus estudios y/o tu trabajo? (% Sí) 22,3 19,5 21,3
... en tus relaciones personales? (% Sí) 22,6 15,1 20,0
... con la ley (por consumo en vía pública / tenencia /
venta)? (% Sí) 20,0 10,1 16,6
Durante los últimos 12 meses, ¿has necesitado aumentar la cantidad de ketamina
que tomas para poder sentir sus efectos?
(% Sí) 40,0 41,5 40,5
53
Tabla 25. Severity of Dependence Scale (SDS)
Hombre
(n=310)
Mujer
(n=159)
Total
(N=469)
Durante los últimos 12 meses, ¿con qué frecuencia has pensado que no podías
controlar tu consumo de ketamina?
Nunca 77,7 80,5 78,7
Algunas veces 14,2 15,1 14,5
A menudo 4,2 3,1 3,8
Siempre 3,9 1,3 3,0
Durante los últimos 12 meses, ¿con qué frecuencia te ha preocupado o puesto
nervioso/a la posibilidad de que te pudiera faltar ketamina?
Nunca 84,2 79,2 82,5
Algunas veces 11,6 17,6 13,6
A menudo 3,2 2,5 3,0
Siempre 1,0 0,6 0,9
Durante los últimos 12 meses, ¿con qué frecuencia te has sentido preocupado/a por tu
consumo de ketamina?
Nunca 71,6 72,3 71,9
Algunas veces 21,9 23,9 22,6
A menudo 4,8 2,5 4,1
Siempre 1,6 1,3 1,5
Durante los últimos 12 meses, ¿con qué frecuencia has deseado poder dejar de
consumir ketamina?
Nunca 77,1 73,6 75,9
Algunas veces 14,5 17,6 15,6
A menudo 4,8 5,0 4,9
Siempre 3,5 3,8 3,6
En ese mismo periodo, ¿hasta qué punto te ha sido difícil dejar o estar sin consumir
ketamina?
Nada difícil 83,2 82,4 82,9
Bastante difícil 12,3 14,5 13,0
Muy difícil 3,2 2,5 3,0
Imposible 1,3 0,6 1,1
Puntuación SDS
(/S
x
) 1,5 / 2,4 1,4 / 2,2 1,5 / 2,3
54
Gráfico 2. Puntuaciones en la Severity of Dependence Scale (SDS)
55
Ketamina y reducción de daños
El cuestionario incluía una última sección en la que se preguntó por la frecuencia con
la que empleaban una serie de conductas dirigidas a reducir los riesgos asociados al
uso de ketamina. En concreto, las conductas por las que se preguntó se referían a la
limpieza de las fosas nasales, la evitación de las combinaciones de otras drogas con la
ketamina, el análisis de la ketamina, los límites en la periodicidad y cantidades
consumidas y la presencia de alguien en el grupo que no consumiera (Tabla 26).
En general, salvo en el análisis de la ketamina, la mayoría de las personas del estudio
usaban, aunque con diferentes niveles de frecuencia, las conductas de reducción de
riesgos planteadas. Las conductas que más personas dijeron realizar siempre o casi
siempre fueron el espaciar las ocasiones en que se consumía ketamina, espaciar las
tomas en una misma sesión de consumo y marcarse un límite de cantidad y cumplirlo.
Por el contrario, las conductas que más personas dijeron emplear nunca o casi nunca
fueron el análisis de la ketamina antes de consumirla, que hubiera alguien del grupo
sin tomar nada y el evitar la mezcla con otras drogas.
56
Tabla 26. Frecuencia de utilización de estrategias de reducción de riesgos
Hombre
(n=310)
Mujer
(n=159)
Total
(N=469)
¿Con qué frecuencia te lavas las fosas nasales después de haber estado tomando
ketamina? (%)*9
Nunca 16,0 23,1 18,5
Raramente 27,4 25,6 26,8
Algunas veces 26,4 16,7 23,0
Frecuentemente 19,4 21,8 20,3
Siempre 10,8 12,8 11,5
¿Con qué frecuencia evitas mezclar ketamina con otras drogas? (%)
Nunca 31,0 22,0 27,9
Casi nunca 20,6 20,1 20,5
A veces 26,1 25,8 26,0
Casi siempre 16,1 19,5 17,3
Siempre 6,1 12,6 8,3
¿Con qué frecuencia analizas la ketamina que vas a consumir?
Nunca 64,2 68,6 65,7
Casi nunca 14,2 11,3 13,2
A veces 8,1 7,5 7,9
Casi siempre 6,5 3,8 5,5
Siempre 7,1 8,8 7,7
¿Con qué frecuencia te marcas un límite de cantidad y lo cumples?
Nunca 27,1 25,8 26,7
Casi nunca 11,6 11,3 11,5
A veces 21,3 18,9 20,5
Casi siempre 22,3 24,5 23,0
Siempre 17,7 19,5 18,3
(Continúa en la siguiente página)
9 Sólo entre personas que habían referido usar la vía esnifada (Hombres: 288; Mujeres: 156).
57
¿Con qué frecuencia espacias las tomas en una misma sesión de consumo?
Nunca 10,0 6,9 9,0
Casi nunca 8,7 14,5 10,7
A veces 30,0 19,5 26,4
Casi siempre 27,7 27,0 27,5
Siempre 23,5 32,1 26,4
¿Con qué frecuencia espacias las ocasiones en que consumes ketamina?
Nunca 8,1 8,8 8,3
Casi nunca 9,4 9,4 9,4
A veces 24,2 16,4 21,5
Casi siempre 24,5 27,0 25,4
Siempre 33,9 38,4 35,4
¿Con qué frecuencia hay alguien del grupo que no ha tomado nada por si se necesita
ayuda?
Nunca 35,8 46,5 39,4
Casi nunca 30,6 22,0 27,7
A veces 21,9 19,5 21,1
Casi siempre 7,4 8,8 7,9
Siempre 4,2 3,1 3,8
58
Discusión
En nuestro país contamos con escasa información sobre el consumo no médico de
ketamina, a excepción hecha del trabajo de Barriuso y Márkez (2004). Las escasas
publicaciones existentes se han centrado en el estudio de los problemas urinarios (ver,
por ejemplo, Azurmendi et al., 2010; García-Larrosa et al., 2012; López et al., 2013;
García-Larrosa et al., 2014) o bien se trata de revisiones de la literatura (ver, por
ejemplo, Hidalgo, 2003; 2008; Plan Nacional sobre Drogas, 2011; Rosino, 2013). No
es una sustancia que suela aparecer en los medios de comunicación y, cuando
aparece, se trata casi exclusivamente de noticias sobre actuaciones policiales
(decomisos, detenciones, etc.).
A pesar de ser un fármaco anestésico bien conocido en el ámbito sanitario y
veterinario, entre la población general se la ha conocido como anestésico para
caballos e, incluso, para elefantes, logrando el efecto de desinformar a quienes la
consumen y, quizá, de dotar a la sustancia de un “aura” (su potencia: “anestésico para
elefantes”) que la podría hacer atractiva para ciertas personas.
Sea como fuere, es una sustancia que progresivamente ha ido incorporándose al
“menú psicoactivo” ya disponible y, por tanto, se hace necesario obtener información
sobre cómo es consumida, por quién, qué problemas les causa y qué hacen para
protegerse de dichos problemas. Y ese es, precisamente, el principal objetivo de este
trabajo.
En general, existe cierto consenso entre quienes se dedican a la investigación en
considerar a los “consumidores recreativos” como una población de difícil acceso
(hard-to-reach). Esta dificultad de acceso obliga a la puesta en marcha de métodos
innovadores para llegar a esta población, especialmente si se trata de conocerla y
extraer información de ella. En los últimos años la investigación ha ido haciendo un
uso creciente de Internet dado que se trata de un nuevo espacio donde consumidores
y consumidoras pueden ser contactados y estudiados (Chiauzzi, DasMahapatra, Lobo
y Barratt, 2013; Barratt, Allen y Lenton, 2014; Barratt, Ferris y Lenton, 2014). Sin
embargo, aunque los estudios a través de Internet han logrado en algunos casos
obtener tamaños muestrales altos, siguen sin tener resuelta la cuestión de la
representatividad de los datos ya que los muestreos son intencionales y no
probabilísticos (Couper, 2000; Williamson, 2003; Lohr, 2010). Por tanto, sus
conclusiones deben ser consideradas orientativas y nunca concluyentes o
representativas del comportamiento de la población de consumidores. Y esta
limitación, obviamente, también es aplicable a este estudio, como se comentará más
adelante.
59
Tal y como han encontrado otras investigaciones, el consumo de ketamina de las
personas que participaron en nuestro estudio se enmarca en el contexto de un
consumo recreativo de diferentes sustancias. Puede decirse que son personas
experimentadas en el consumo de manera que, antes de empezar a consumir
ketamina, ya habían consumido otras sustancias y, posiblemente, la ketamina se
incluyera como una sustancia más dentro de todo el abanico de drogas con las que se
ha experimentado o que se consumen actualmente. En general, tomaron ketamina por
primera vez entre los 18 y los 20 años y, a partir de ahí, el consumo siguió diferentes
trayectorias.
La ketamina se suele consumir combinada con otras drogas. Este hecho no sorprende
dado que la combinación de dos o más drogas es un patrón prevalente entre los
consumidores recreativos (e.g., Boys, Lenton y Norcross, 1997; Barrett, Gross, Garand
y Pihl, 2005, Fernández-Calderón et al., 2011). Tal y como han mostrado otros
estudios (Hunt, Evans, Moloney y Bailey, 2009; Brache, Stockwell y Macdonald, 2012),
estas combinaciones no se producen al azar sino que en ellas subyace una
intencionalidad y unas preferencias sobre qué drogas combinar y qué drogas no. En el
grupo estudiado, las preferidas para tomar junto con ketamina eran la MDMA, el
cannabis y el speed mientras que las que nunca se tomarían junto con ketamina son
precisamente aquellas que podrían potenciar los efectos depresores. Se necesitarían
estudios de corte cualitativo con objeto de poder determinar las motivaciones que
subyacen a todas estas combinaciones o a la evitación de la mezcla con unas
sustancias concretas. Uno de los pocos trabajos que ha abordado esta cuestión
encontró que una de las principales motivaciones para combinar la ketamina con
sustancias estimulantes es la de reducir los efectos depresores de la primera con los
efectos estimulantes de las segundas (Ravn y Demandt, 2012). Finalmente, el dato de
que fueran significativamente más las chicas que los chicos quienes dijeran que nunca
mezclarían la ketamina con ciertas clases de drogas podría indicar preferencias
diferenciales en función del género que deberían ser estudiadas con mayor
profundidad.
Hasta hace poco, la ketamina ha sido una droga relativamente ajena a las
adulteraciones. En los últimos tiempos han aparecido adulterantes como la azosemida
o la metoxetamina, que se han incorporado a la tradicional cafeína (Energy Control,
2010, 2011, 2012, 2013). Pero, por otro lado, este dato pone de relieve que las
apreciaciones de los usuarios de la calidad de una sustancia son mayormente
subjetivas y no contrastadas con un análisis de la composición de la misma. En
general, la atención que ha prestado la investigación a los métodos que emplean las
personas consumidoras para “conocer la composición” de las drogas que van a tomar
ha sido muy escasa (por ejemplo, Johnston et al., 2006) y nula para el caso de la
ketamina. Sin duda, esta información sería muy valiosa para la planificación de
estrategias dirigidas a reducir mitos o prácticas erróneas que pueden tener una clara
implicación en los cuidados que ponga la persona para evitar problemas debidos a la
adulteración.
60
Aunque se tiende a relacionar el consumo recreativo como aquel que tiene lugar en los
espacios de ocio, lo cierto es que esto se ha transformado sin que conozcamos
exactamente los motivos. El 40% de las personas del estudio probaron la ketamina por
primera vez estando en una casa con amigos. El 67% suele tomar la ketamina también
en casa. Pero también es consumida “de fiesta”: el 65% la suele consumir en raves y
el 50% en discotecas/clubs. Por tanto, podemos decir que los contextos de consumo
se han ampliado, tal y como ya ha sido señalado por otros autores (Fletcher, Calafat,
Pirona y Olszewski, 2010) pasando de los contextos formales (discotecas, festivales,
etc.) a los informales (como el interior de los hogares).
Se consuma donde se consuma la ketamina, el hecho de hacerlo tiende a ser una
experiencia de grupo: el 95% la toma con los amigos y amigas, y más de la mitad
conoce a más de 20 personas que también toman ketamina. Sin embargo, en el grupo
estudiado, el 30% de los chicos y el 18% de las chicas dijo consumir en solitario. Este
dato podría estar indicando que hay un grupo de personas que desarrollan un
consumo regular que ha dejado de ser recreativo (ocasional y vinculado a momentos
de ocio).
Los amigos e Internet son las principales fuentes a las que recurren para informarse
de la ketamina. Aunque la credibilidad que tienen para ellos no es excesivamente alta
(3,2 y 3,4 sobre 5, respectivamente), les resultan más creíbles que los profesionales
del ámbito de las drogodependencias o los profesionales de la salud. Probablemente
esta sea una de las razones por las que solo en torno al 20% recurre a ellos para
informarse. Sin duda es una gran asignatura pendiente por parte de los profesionales
quienes deberían plantearse el por qué de esta baja credibilidad y uso que,
claramente, va en detrimento de los usuarios. Por ejemplo, la constatación de una
serie de daños que afectan a una parte de los consumidores, como se verá más
adelante, debe propiciar la eliminación de cualquier barrera que dificulte el acceso a
una atención profesional por dos razones: de un lado, porque aunque no se han
estudiado con profundidad los motivos por los que los consumidores recreativos tienen
un escaso contacto con los profesionales de la salud, algunas investigaciones han
encontrado que, cuando finalmente tienen ese contacto, los problemas que presentan
se han agravado por no haber recibido una atención temprana (Siliquini, Morra,
Versino y Renga, 2005; Stetina, Jagsch, Schramel, Maman y Kryspin-Exner, 2008). Y,
en segundo lugar, porque no es asumible de ninguna de las maneras que un
profesional de la salud o del ámbito de las drogodependencias tenga menos
credibilidad que el camello que les vende la ketamina.
Sea como fuere, el estudio aporta un cierto aval a la estrategia de emplear Internet no
sólo como espacio adecuado para contactar y estudiar a las personas usuarias de
drogas, sino también como un lugar idóneo desde el que lanzar mensajes de
reducción de riesgos que sean útiles para ellas. Pero, desde una perspectiva de
reducción de daños, también abre la puerta a considerar el papel que los camellos
pueden jugar como agentes de transmisión de la información. Tal y como otros
61
investigadores ya han señalado, dado que quienes venden suelen pertenecer a los
grupos de iguales, también pueden ser puntos importantes desde los que diseminar
información de reducción de daños (Jacinto, Duterte, Sales y Murphy, 2008). Se trata
de una propuesta evidentemente controvertida pero que podría arrojar buenos
resultados.
Al respecto de la información, algo más de la mitad de las personas que participaron
en el estudio estaban interesadas en recibir información sobre los efectos de la
ketamina en el organismo y sobre los riesgos de su consumo. Esto es coherente con
la idea de que el consumidor de drogas es una persona que también se preocupa por
su salud y que desea permanecer informada. No obstante, solo algo más del 40%
quiere recibir información sobre cómo reducir dichos riesgos. Este debe ser un área al
que prestar atención a la hora de planificar acciones de reducción de daños dirigidas a
las personas consumidoras de ketamina dado que desconocemos por qué esta
información es deseada sólo por una parte de ellas.
Por otra parte, casi el 40% dijo que le interesaría recibir información sobre la
composición (pureza y adulteración) de la ketamina que circula por el mercado. Este
dato debe constituir un área de especial atención para los servicios de análisis de
drogas que pueden encontrar difícil acceder a esta población ya que la principal
información de la que disponen estos recursos, los resultados de análisis de
sustancias, era deseada sólo por algo menos de la mitad de las personas del estudio.
Una de las principales conclusiones de nuestro estudio es que es especialmente
preocupante el hecho de que suelen tener algunos problemas por el consumo.
Estados de confusión inesperados y los problemas de memoria son los más
frecuentes, pero también son relevantes otros problemas como las caídas o los
problemas urinarios. Estos últimos llegan a afectar al 36% de las chicas y al 31% de
los chicos, siendo este dato superior al 26,6% encontrado por Winstock et al. (2012) y
el rango de 28-30% reportado por Pal et al. (2013). Sin embargo, a pesar de estos
problemas, es solo una minoría quien alguna vez ha necesitado una atención de
urgencia por tomar ketamina o se ha puesto en tratamiento para reducir o abandonar
el consumo. Quienes consumen ketamina están en riesgo de sufrir problemas
potencialmente severos por lo que sería necesaria una labor urgente de comunicación
del hecho de que se piensa que algunos de ellos (especialmente los urinarios y
cognitivos) pueden revertirse con la modificación del consumo. Sin embargo, la
posibilidad de que sean los propios sanitarios una de las principales barreras para una
labor preventiva que disminuyera el coste sanitario producido, debe hacer reflexionar
sobre la labor de estos profesionales. En ocasiones se mantienen actitudes basadas
en el prejuicio y la desinformación hacia las sustancias y las personas que las
consumen que generan rechazo, produciendo el efecto indeseado de obstaculizar la
protección de la salud. Algo que resultaría impensable en la atención a otras
problemáticas.
62
Es importante aceptar que, cuando se consume, la ketamina produce efectos positivos
y negativos, buscados los primeros y no deseados los segundos. Los efectos que más
gente valora como positivos son una mezcla de efectos psíquicos y físicos:
relax/tranquilidad, euforia, evasión/desconexión, disminución de la sensación de
cansancio, desinhibición, las alucinaciones visuales, la sensación de estar fuera del
cuerpo, la analgesia y los cambios en la percepción del tiempo. Por el contrario, los
efectos que más consumidores valoran como negativos son los vómitos, la dificultad
para respirar, los desmayos, las dificultades para orinar, los dolores de cabeza, la
diarrea, la ansiedad/angustia, los temblores y las lagunas o pérdidas de memoria. Los
efectos positivos son más experimentados que los negativos. Los diez placeres más
citados por el grupo presentaban prevalencias que oscilaban entre el 66,9% para la
disminución de la sensación de cansancio y el 92,3% para la evasión/desconexión.
Por su parte, la prevalencia de los 10 efectos negativos más señalados osciló entre el
20,2% para la diarrea y 74,5% para las lagunas o pérdidas de memoria.
Los efectos psicodélicos de la ketamina que se obtienen con el consumo de dosis
altas no son los efectos más buscados. En el extremo de estos efectos, el k-hole solo
es buscado por un tercio del grupo que lo considera como un efecto positivo, pero es
visto como un efecto negativo por las otras dos terceras partes del grupo. Esto podría
estar indicando la existencia de dos perfiles de persona usuaria de ketamina: uno que
busca los efectos desinhibitorios y depresores de dosis bajas-moderadas, y otro que
busca los efectos psicodélicos de dosis altas. Más investigación en este ámbito podría
arrojar algo más de luz sobre esta cuestión.
Sea como fuere, lo que parece una característica común es el placer de la experiencia
de consumo de ketamina: una gran mayoría (el 88,5%) dijo disfrutar de la misma. De
hecho, un hallazgo interesante es que algunos efectos que típicamente son señalados
como negativos en la comunicación de los riesgos asociados a la ketamina (como las
alucinaciones visuales o auditivas), son precisamente los efectos más valorados como
positivos. Esta posible discrepancia entre la valoración que se hace desde el ámbito
experto y comunicador de riesgos y la que se hace desde el ámbito del consumidor y
experimentador de los mismos ya ha sido señalado por algunos autores (e.g., Duff,
2003), especialmente para el caso de las consecuencias negativas del alcohol (Mallet,
Bachrach y Turrisi, 2008; Patrick y Maggs, 2011; Van Hoof, Van den Boom y De Jong,
2011), y tiene unas claras implicaciones a la hora de informar sobre las consecuencias
del consumo. Sin duda, una mejor comprensión de los efectos físicos (tanto buscados
como experimentados, así como su valoración) se beneficiaría de estudios cualitativos
que profundizaran en esta cuestión.
Otro hallazgo que consideramos relevante es el hecho de que, más allá de los
problemas que experimentan, una parte de las personas consumidoras de ketamina se
implica en comportamientos que les colocan en riesgo de sufrir daños, especialmente
los que tienen que ver con la conducción de vehículos, el hábito de compartir el turulo
y el consumo simultáneo de ketamina con otras drogas.
63
En el caso concreto de la conducción de vehículos, aunque ocurra pocas veces, los
potenciales deterioros en la capacidad para conducir de manera segura producidos
por esta sustancia hacen que este tema deba ser prioridad para los proyectos que
están en contacto con personas consumidoras. Lo mismo cabe decir de la conducta de
ir de pasajero/a en un vehículo conducido por alguien que va bajo los efectos de la
ketamina. Por otra parte, junto a la poca higiene que supone compartir el material para
esnifar, algunos estudios han apuntado a que se podría tratar de un factor de riesgo
independiente para el contagio del virus de la hepatitis C (Aaron, McMahon, Milano,
Torres, Clatts et al., 2008; Gyarmathy, Neaigus, Miller, Friedman y Des Jarlais, 2002;
Howe, Fuller, Ompad, Galea, Koblin et al., 2005; Scheinmann, Hagan, Lelutiu-
Weinberger, Stern, Des Jarlais et al., 2007; Tortu, McMahon, Pouget y Hamid, 2004)
por lo que es una práctica que no debería realizarse nunca. Finalmente, el hallazgo de
que solo una minoría dijera utilizar con frecuencia el análisis de la ketamina puede
deberse a que no existen métodos adecuados para ello por parte de la persona
usuaria, teniendo que recurrir a un servicio especializado como los que prestan Energy
Control, AiLaket o Hegoak.
Con todo, se trata de comportamientos en los que se implican con diferente frecuencia
cuando consumen ketamina, contrastando este hecho con la percepción que tienen
del riesgo que conllevan. En una escala de menor a mayor riesgo (1-5), conducir bajo
los efectos de la ketamina obtuvo una puntuación de 4,6; compartir el turulo de 3,6 y la
mezcla de ketamina con otras drogas de 2,6-3-3,7 dependiendo de si la mezcla es con
cannabis, estimulantes o alucinógenos respectivamente. Es decir, se implican en estos
comportamientos a sabiendas de que entrañan un riesgo que tiende a ser elevado,
aunque con matices como en el caso de la mezcla de ketamina con otras sustancias.
Por esta razón, es muy importante prestar atención a qué hacen para protegerse de
posibles problemas. En general, podemos decir que la atención prestada por la
investigación a los comportamientos individuales de reducción de daños ha sido
escasa, estando casi exclusivamente limitada a los vinculados al consumo de alcohol
(Werch, 1990; Delva et al., 2004; Martens et al., 2004; Haines et al., 2006; Jørgensen
et al., 2007; Sugarman y Carey, 2007) y éxtasis (p. ej., Jacinto et al., 2008; Kelly, 2007;
Panagopoulos y Ricciardelli, 2005), y siendo casi inexistente para otras sustancias
(Akram y Galt, 1999; Decorte, 2001; Fernández-Calderón et al., 2014). En nuestro
estudio, buscamos evaluar la aplicación de siete estrategias de reducción de daños
que con frecuencia se emplean en la comunicación educativa dirigida a las personas
usuarias de ketamina. Se trata de estrategias dirigidas a evitar problemas por el
esnifado, por la combinación con otras drogas, por el desarrollo de una relación de
abuso o por la falta de una persona que no hubiera tomado nada y que estuviera en
condiciones de atender una potencial situación problemática. Los resultados nos
indican que la aplicación de las estrategias de reducción de daños es inconsistente y,
quizá, no se encuentren totalmente integradas dentro del patrón de consumo de una
parte importante de los consumidores. Esto es muy relevante para los programas de
reducción de daños. De una parte, tal y como se expondrá más adelante, el grupo
64
estudiado puede considerarse como “próximo” a uno de estos programas pero, sin
embargo, los comportamientos de reducción de riesgos no parecen haber “calado” lo
suficiente. Sin duda, se trata de un futuro reto que tendrán que afrontar estos
programas y que deberá lograr mejorar su contacto con esta población así como
redefinir la estrategia comunicativa dirigida a ella. Y para ello, el conocimiento
aportado por más investigación sería de incuestionable valor.
Limitaciones del estudio
Consideramos que la principal limitación del estudio está en que no es posible
generalizar sus resultados a la población total de personas consumidoras de ketamina,
a pesar del gran tamaño de la muestra conseguida (469 personas). Por una parte, las
muestras intencionales online no tienen por qué ser reflejo de la población de la que
proceden y, por ello, deben ser interpretadas conjuntamente con datos procedentes de
muestras probabilísticas y trabajos etnográficos (Barratt, Ferris y Lenton, 2014).
Por otra parte, como se mencionó más arriba, podemos considerar que la propia
estrategia de captación de personas para el estudio ha introducido un sesgo a favor de
aquellas personas con interés en las drogas y una mayor conciencia de los potenciales
efectos adversos (Carhart-Harris, King y Nutt, 2011; Pal et al., 2013). A pesar de ello,
el haber conseguido una muestra amplia nos ayuda a conocer mejor a una población
de difícil acceso y que no aparece nunca en las “estadísticas oficiales”.
Y, finalmente, una tercera limitación está en que toda la información está basada en el
autoinforme de las personas participantes. Así, por ejemplo, no existe información
objetiva sobre los daños sufridos o sobre las propias sustancias consumidas, tal y
como es habitual en la mayoría de estudios basados en el autoinforme de las
personas investigadas.
No obstante, se trata del más importante estudio realizado en España con personas
que consumen ketamina y nuestro deseo es que abra nuevas puertas lo
suficientemente interesantes como para que se potencie la investigación y se mejoren
los servicios que les ofertamos.
65
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Technical Report
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Continuando con la línea de trabajo que iniciamos en 2002 con el proyecto «Energy Control: Observatorio de consumos, riesgos y cuidados«, financiado a través de la convocatoria 0,7 de subvenciones para la realización de actividades de interés general consideradas de interés social, correspondiente a la Secretaría de Estado de Derechos Sociales (Convocatoria 2022), y en adelante OEC2023, hemos buscado investigar para mejorar la atención que, desde los programas de reducción de riesgos y daños, se ofrece a las personas que consumen sustancias psicoactivas de manera recreativa mediante la identificación y estudio de sus prácticas y hábitos de ocio y consumo, con el fin último de orientar el diseño de acciones adaptadas y eficaces de reducción de riesgos. Para ello, y como en otras investigaciones anteriores, hemos empleado un diseño de investigación no experimental, aplicado, descriptivo y sustentado en un método mixto cuantitativo (mediante una encuesta virtual) y cualitativo (mediante entrevistas semi estructuradas y grupos de discusión). En esta edición, 3059 personas completaron la encuesta y 50 participaron en 30 entrevistas y 4 grupos de discusión en las ciudades de Barcelona, Madrid, Palma y Sevilla. Los temas abordados en el OEC2023 fueron los siguientes: 1) Perfiles y prevalencias de consumo. 2) Participación en espacios de fiesta relacionados con la música electrónica. 3) Riesgos percibidos y utilización de estrategias de reducción de riesgos. 4) Usos, placeres, riesgos percibidos y estrategias de reducción de riesgos en el consumo de metanfetamina, 2C-B, poppers y cloretilo. 5) Encuentros con la policía, con una especial atención a las conductas puestas en marcha ante un control policial con perros detectores de sustancias psicoactivas.
Article
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In 2007, a young woman, Annabel Catt, died after consuming a capsule sold as "ecstasy" that contained para-methoxyamphetamine. In this paper, we describe how this death was depicted in online drug-user communities and illustrate how the meanings of drug use are negotiated in online settings. News articles, public online discussions, and online fieldwork formed the data. This paper demonstrates how dominant drug discourses may be resisted by drug users, drawing on theories of health resistance and Kane Race's concept of counterpublic health. Online environments may offer ways of engaging people who use drugs that acknowledge both pleasure and safety. The study's limitations are noted.
Article
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Background: Ketamine has a rapid antidepressant effect in treatment-resistant depression (TRD). The effects on cognitive function of multiple ketamine infusions and of concurrent antidepressant medication on response rate and duration are not known. Method: Twenty-eight patients with uni- or bipolar TRD were treated over three weeks with either three or six ketamine infusions (0.5 mg/kg over 40 minutes) in the recovery room of a routine ECT clinic. Post-treatment memory assessments were conducted on day 21 (4-7 days after the final infusion). Patients were followed up for six months where possible, with severity of depression and side effects monitored throughout. Results: Eight (29%) patients responded of whom four remitted. Only three (11%) patients had responded within six hours after a single infusion, but in all responders, the response had developed before the third infusion. The duration of response from the final infusion was variable (median 70, range 25-168 days). Discontinuations included two (7%) because of acute adverse reactions during the infusion and five (18%) because of failure to benefit and increasing anxiety. Ketamine was not associated with memory impairment. The ECT clinic was rated suitable by patients and offered appropriate levels of monitoring. Conclusion: This small, open label naturalistic study shows that up to six low dose ketamine infusions can safely be given within an existing NHS clinical structure to patients who continue their antidepressants. The response rate was comparable to that found in RCTs of single doses of ketamine in antidepressant-free patients but took slightly longer to develop.
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Background: Raves may be considered recreational settings in which drug use and health risks related to polydrug use are higher than in others. Harm reduction behaviors implemented by ravers are of particular relevance in reducing such risks. This study analyzes harm reduction behaviors and their relationship to raver polysubstance use patterns. Methods: Cross-sectional study of 248 ravers recruited at underground raves in Andalusia (Spain). A questionnaire was developed to collect information about their sociodemographics, drug use, and harm reduction behaviors. Results: The results show that ravers employ harm reduction behaviors for minimizing drug-related harm. Nevertheless, only a small minority of the participants frequently employed harm reduction behavior for polysubstance use as well. Ravers identified as high polysubstance users protected themselves significantly less than those identified as low polysubstance users. Conclusions: This study provides empirical information that may be useful for harm reduction intervention in a hidden and hard-to-reach population like rave attendees. The results point to the need to inform and increase harm reduction behavior specifically aimed at polysubstance use by ravers, especially among more frequent users. Future directions for research are also suggested.
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Ketamine was originally synthesised for use as a dissociative anaesthetic, and it remains widely used legitimately for this indication. However, there is increasing evidence of non-medical recreational use of ketamine, particularly in individuals who frequent the night-time economy. The population-level and sub-population (clubbers) prevalence of recreational use of ketamine is not known but is likely to be similar, or slightly lower than, that of other recreational drugs such as cocaine, MDMA, and amphetamine. The predominant features of acute toxicity associated with the recreational use of ketamine are neuro-behavioural abnormalities such as agitation, hallucinations, anxiety, and psychosis. Secondary to these, individuals put themselves at greater risk of physical harm/trauma. Cardiovascular features (hypertension and tachycardia) occur less frequently and the risk of death from recreational use is low and is predominately due to the physical harm/trauma. Long-term recreational use of ketamine can be associated with the development of psychological dependence and tolerance. There are reports of gastro-intestinal toxicity, particularly abdominal pain and abnormal liver function tests, and of neuropsychiatric disorders, typically a schizophrenia-like syndrome, in long-term users. Finally, there are increasing reports of urological disorders, particularly haemorrhagic cystitis, associated with long-term use. The management of these problems associated with the long-term use of ketamine is largely supportive and abstinence from ongoing exposure to ketamine. In this review we will collate the available information on the epidemiology of recreational use of ketamine and describe the patterns of acute and chronic toxicity associated with its recreational use and the management of this toxicity.
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La ketamina, fármaco con propiedades anestésicas, amnésicas y analgésicas ha visto crecer su uso recreativo entre adolescentes en los países desarrollados, de modo minoritario pero con una peligrosidad potencial para los usuarios por lo cual es conveniente actualizar los conocimientos sobre esta sustancia.
Article
The use of ketamine hydrochloride (ketamine) was approved in 1970 for medical and veterinary purposes. Its properties make it a safe and effective drug, but one which also produces undesirable effects such as dreams, delusions and hallucinations. For some, these medical drawbacks were an incentive for its non-clinical use, quickly demonstrating its enormous psychedelic potential. By the seventies, a psychonautical use was already established in limited circles of consumers experienced in the use of various drugs. Since the end of the 80s, and coinciding with the expansion of techno culture, raves and synthetic drugs, ketamine has been introduced as a recreational drug into adolescent parties where it has been consumed in low to medium doses, generally by sniffing, and frequently mixed with other substances such as ecstasy or cocaine. The principal risks associated with its consumption are the high potential for psychological addiction, the high rate of tolerance it produces and the possibility of resulting injuries and accidents if consumed in an unsuitable environment. Today, even though it is still a substance in minority use, it is slowly but surely gaining ground. For this reason, it would be advisable to undertake specific preventive and interventive steps to tackle the problem
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Objectives: Alcohol is among the most common psychoactive substances to be co-administered with a variety of other drugs. It is frequently used simultaneously (i.e. on the same occasion) with cocaine. The objectives of this qualitative investigation are (1) to explore the functions and motivational factors underlying the simultaneous use of alcohol and cocaine, and (2) to explore the associated consequences. Methods: In-depth open-ended interviews with simultaneous alcohol and cocaine users were conducted at a residential treatment centre in Ontario, Canada (n = 10). The interview transcripts were coded by two independent coders. A thorough content analysis of the transcripts was performed in order to identify themes. Findings: Respondents used cocaine and alcohol simultaneously to control cravings; to alter their state of consciousness; to manage their emotions; to enhance sexual, physical and social functioning; and to minimise financial costs. Negative consequences experienced from simultaneous use include psychological, physical, social and financial harms. These findings have been used to develop potential hypotheses for testing in future studies.
Article
Well documented side effects of ketamine include altered mental status, and cardiovascular and respiratory toxicities. A new clinical entity termed ketamine-associated ulcerative cystitis characterized by irritative lower urinary tract symptoms has been reported recently. We report a case of ketamine-associated ulcerative cystitis in a 25-year-old man. He suffered progressive, painful hematuria, dysuria and suprapubic pain several days after beginning ketamine abuse. His symptoms aggravated over the next 6 months and imaging studies confirmed a contractile urinary bladder with bilateral hydronephrosis and hydroureter. Although there was partial relief of his symptoms after cessation of ketamine abuse, he now requires regular hemodialysis for end-stage renal disease.
Article
Club drugs present a range of risks similar to the range of psychoactive effects resulting from the use of the substances in this classification. These drugs remain in wide use amongst those in rave and club subcultures. This paper explores a range of risk management practices used by youth who utilize club drugs within rave and club subcultures. Through the use of ethnographic methods during a two-year period of fieldwork, the author collected data on club drug use and risk taking among “Bridge and Tunnel” youth. The resulting paper provides a descriptive typology of a series of risk management practices and explores how these practices are strategically deployed in an effort to maximize enjoyment and minimize danger.