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Educación, movilizaciones de
estudiantes y conicto político en Chile
y Colombia: algunas reexiones desde
una perspectiva comparada1
Rodrigo Torres2
Juan Carlos Sánchez3
Fecha de recepción: 15 de marzo de 2019
Fecha de aprobación: 13 de mayo de 2019
Fecha de publicación: 30 de julio de 2019
Resumen
El año 2011 ha sido caracterizado como el momento de inicio de una ola de
movilizaciones de contestación social y política a nivel global. Latinoamérica
no ha sido la excepción, diferentes movimientos se han desarrollado en varias
ciudades de la región, siendo los jóvenes uno de sus principales protagonistas.
En este contexto, este artículo compara las movilizaciones de estudiantes en
2011 en Chile con el ciclo contemporáneo de movilizaciones estudiantiles
en Colombia; dos conflictos sociopolíticos en los cuales los estudiantes han
posicionado el problema de la educación superior en el debate público.
En términos teóricos, se propone una reflexión mediante herramientas
conceptuales del contentious politics approach, o enfoque de contienda política,
en tanto contribución para el análisis comparado de movilizaciones sociales.
El texto se estructura en tres secciones. En primer lugar, se presentan
algunas características del modelo de contienda política, particularmente
el concepto de “estructura de oportunidades políticas”. Luego se describe
el desarrollo del problema educacional en Chile y Colombia. Finalmente, se
analizan las movilizaciones estudiantiles como conflictos sociopolíticos en
Chile y Colombia, y se discute, bajo una perspectiva comparada, acerca de
las oportunidades sociopolíticas para el desarrollo de las movilizaciones en
estos contextos nacionales diferentes.
Palabras clave: movimientos sociales, jóvenes, estudiantes, manifestaciones,
educación superior
1 Este artículo se enmarca en el proyecto Fondecyt N°3170570, nanciado por
CONICYT.
2 Doctor en Ciencias Políticas por la Universidad de París 1 Panthéon-Sorbonne.
Académico e investigador en el Centro de Investigación en Ciencias Sociales y
Juventud de la Universidad Católica Silva Henríquez. Contacto: rtorrest@ucsh.cl
3 Doctor en Pensamiento Social y Político por la Universidad Virginia Tech.
Codirector de RedJuventud. Contacto: jcarlosssierra@gmail.com
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Educación, movilizaciones de estudiantes y conicto político en Chile y Colombia: algunas reexiones
desde una perspectiva comparada - Torres y Sánchez
Education, student movements and political
conflict in Chile and Colombia: some reflections
from a comparative perspective
Abstract
The year 2011 has been characterized as the beginning of a global wave of po-
litical and social protests and movements. Latin America has been part of this
trend thanks to different movements developed in several cities where young
protestors have become the center of attention. This paper offers a comparative
analysis of the 2011 Chilean student movement and the contemporary cycle of
student protests in Colombia. In theoretical terms, this article proposes a reec-
tion using the conceptual tools of the contentious politics approach, which rep-
resents an important contribution to the comparative analysis of social move-
ments. The text is structured around three sections. First, some characteristics
of the contentious politics approach are presented, particularly the “structure
of political opportunities,” followed by a description of the educational issues
developed in Chile and Colombia. Finally, the student movements are ana-
lyzed as sociopolitical conicts in Chile and Colombia, followed by a discus-
sion, from a comparative perspective, of the sociopolitical opportunities for the
development of movements within these different national contexts.
Keywords: social movements, youth, students, protests, higher education
Educação, mobilizações de estudantes e conflito
político no Chile e na Colômbia: algumas reflexões
desde uma perspectiva comparada
Resumo
O ano 2011 tem sido caraterizado como o momento de início de una onda de
mobilizações de contestação social e política em nível global. A América-La-
tina não tem sido a exceção; diferentes movimentos têm se desenvolvido em
várias cidades da região, sendo os jovens alguns dos seus principais prota-
gonistas. Neste contexto, este artigo compara as mobilizações de estudantes
em 2011 no Chile com o ciclo contemporâneo de mobilizações estudantis na
Colômbia; dois conitos sociopolíticos nos quais os estudantes têm coloca-
do o problema da educação superior no debate público. Em termos teóricos,
propõe-se uma reexão através de ferramentas conceptuais de contentious po-
litics approach, o foco de contenda política, quanto contribuição para a análise
comparada de mobilizações sociais. O texto estrutura-se em três seções. Em
primeiro lugar, apresentam-se algumas características do modelo de conten-
da política, particularmente o conceito de “estrutura de oportunidades políti-
cas”. Logo se descreve o desenvolvimento do problema educacional no Chile
e na Colômbia. Finalmente, analisam-se as mobilizações estudantis quanto
conitos sociopolíticos no Chile e na Colômbia, e se discute, sob uma pers-
pectiva comparada, acerca das oportunidades sociopolíticas para o desenvol-
vimento das mobilizações nestes contextos nacionais diferentes.
Palavras-chave: movimentos sociais, jovens, estudantes, manifestações,
educação superior
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REVISTA TEMAS SOCIOLÓGICOS Nº 24 ∙ 2019 ∙ ISSN 0719-6458
Introducción4
Cuando la revista Time reconocía en su portada al manifes-
tante como el personaje del año 2011, no se podía vislumbrar
que el descontento expresado ese año en las calles de diferentes
países era el inicio de un ciclo de movilizaciones que se prolon-
garía en el tiempo. Si en el inicio de este ciclo fuimos remecidos
por movimientos como la primavera árabe, en África del norte,
el movimiento 15M, en España, o las iniciativas del movimiento
Occupy Wall Street, en los Estados Unidos, nuevos movimientos y
manifestaciones continuaron produciéndose. La movilización de
los pañuelos verdes en Argentina, las movilizaciones feministas
en Chile o los chalecos amarillos en Francia podrían ser los ejem-
plos más recientes de lo que algunos autores caracterizan como
una ola global de contestación social, económica y/o cultural (Te-
jerina et al., 2013; Romanos, 2016; Gerbaudo, 2017; Pleyers, 2018;
Peeren et al., 2018).
Un elemento común a muchas de estas manifestaciones ha
sido el rol protagónico asumido por las y los jóvenes, tanto a nivel
de organización como de participación. Ya sea por la posibilidad
de promover y comprometerse con nuevas causas sociales, o por
el manejo tecnológico para coordinar mediante las redes sociales
la acción de los grupos y movimientos, entre otros factores, los
jóvenes han sido actores centrales en este ciclo de movilizaciones
y protestas. En este contexto, Latinoamérica ha sido una región
particularmente fértil en movilizaciones juveniles, destacándose
los estudiantes como uno de los principales actores políticos a
inicios del siglo XXI (Coe y Vandegrift, 2015; Sánchez y Torres,
2014; Torres, Urzúa y Sánchez, 2018).
El objetivo de este artículo es analizar, desde una perspecti-
va comparada, el desarrollo del movimiento de estudiantes del
año 2011 en Chile con el ciclo contemporáneo de movilizaciones
4 Los autores agradecen los comentarios y las sugerencias de los evaluadores
anónimos de la Revista Temas Sociológicos.
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Educación, movilizaciones de estudiantes y conicto político en Chile y Colombia: algunas reexiones
desde una perspectiva comparada - Torres y Sánchez
estudiantiles en Colombia. Se han escogido estos casos dado que
ambos conictos sociales relacionan la educación, la moviliza-
ción social, el conicto político y los asuntos públicos, presen-
tando elementos estructurales y sociopolíticos similares. Por una
parte, en la estructura del sistema educacional, en ambos países
podemos apreciar un décit de la participación del sector públi-
co en el ámbito universitario, y, de igual forma, ambos sistemas
presentan importantes niveles de segmentación socioeconómica
según el tipo de universidad (Brunner y Furtado, 2011; OCDE,
2017). Por otra, en términos sociopolíticos, el posicionamiento
de la educación pública en tanto problema público no ha sido
consecuencia de la acción de las autoridades o de los organis-
mos internacionales en educación, sino que ha sido causado en
ambos casos por la movilización social. Podemos apreciar que
en los casos chileno y colombiano los estudiantes, los principales
beneciarios del sistema, se han movilizado durante la última
década para posicionar el problema de la educación superior en
el debate político (Méndez et al., 2017; Torres, 2012, 2014).
En términos de aportes teóricos, pensamos que este ciclo de
movilizaciones invita a posicionar nuevamente el análisis de los
movimientos sociales desde una perspectiva comparada (Tejeri-
na et al., 2013; Romanos, 2016; Glasius y Pleyers, 2013). Por ello,
se propone en concreto una reexión mediante herramientas
conceptuales del contentious politics approach, o enfoque de con-
tienda política, en tanto que contribución para el análisis com-
parado de movilizaciones sociales, principalmente la estructura
de oportunidades políticas, es decir, el conjunto de variables de un
sistema político que, en un momento determinado, favorece o
no el surgimiento de movilizaciones sociales (McAdam, McCar-
thy y Zald, 1999; Tilly y Tarrow, 2015; McAddam, Tarrow y Tilly,
2005). Este enfoque representa a una importante tradición en la
reexión de las dinámicas que caracterizan a las movilizaciones
sociales, al ser modelo que permite abordar las relaciones entre
actores sociales, conictos políticos e instituciones en diferentes
contextos nacionales.
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El texto se divide en tres secciones. En primer lugar, presen-
ta herramientas características del modelo de contienda política,
particularmente el concepto de “estructura de oportunidades po-
líticas”. Luego, describe el desarrollo del problema educacional
en Chile y Colombia. Finalmente, analiza las movilizaciones es-
tudiantiles como conictos sociopolíticos en Chile y Colombia, y
discute, bajo una perspectiva comparada, acerca de las oportuni-
dades sociopolíticas para el desarrollo de las movilizaciones en
estos contextos nacionales diferentes.
Elementos de análisis
Este artículo propone un estudio sociopolítico descriptivo
de carácter teórico e interpretativo, basándose en la revisión de
fuentes secundarias. Se trabaja particularmente la literatura so-
bre movimientos sociales y acciones de protesta desarrollada por
el contentious politics approach, o enfoque de contienda política (Ti-
lly y Tarrow, 2015; McAddam, Tarrow y Tilly, 2005). Este enfoque
se presenta como una contribución para el análisis comparado de
movilizaciones sociales, dado que se centra en identicar los fac-
tores que afectan el surgimiento y desarrollo de estas (McAdam,
McCarthy y Zald, 1999).
El enfoque de contienda política pone énfasis en que las mo-
vilizaciones sociales, entendidas como campañas duraderas de
actores organizados, cuyas reivindicaciones de protesta concier-
nen de forma directa o indirecta el Estado (Tilly y Tarrow, 2015),
no pueden ser comprendidas solamente desde sus organizacio-
nes y recursos internos. Es necesario también considerar el con-
texto sociopolítico en el cual de desarrollan las movilizaciones,
así como el contexto institucional y coyuntural del régimen polí-
tico. De igual forma, es necesario considerar la forma en que las
movilizaciones sociales actúan en el espacio público. En efecto,
el concepto de “repertorio de acción colectiva”, denido como el
conjunto de formas de expresión y protesta de la acción colectiva
(manifestaciones, huelgas, performances, etc.), permite pensar en
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desde una perspectiva comparada - Torres y Sánchez
las estrategias de los movimientos para posicionar sus reivindica-
ciones en el debate público y así poder inuir en las instituciones.
Siguiendo este enfoque, las movilizaciones sociales emer-
gen —y adoptan una u otra forma— según las oportunidades y
constricciones sociopolíticas propias de los contextos nacionales
(McAdam, McCarthy y Zald, 1999). Siguiendo a Tarrow (1999),
las oportunidades políticas para la movilización pueden ser en-
tendidas como las señales “percibidas por los agentes sociales o
políticos que les animan o desaniman a utilizar los recursos con
los que cuentan para crear movimientos sociales” (p. 89), es decir,
las condiciones sociopolíticas que incentivan o no a la moviliza-
ción social. Sobre este punto, los teóricos del análisis de movi-
mientos sociales y de la contienda política mencionan una serie
de variables presentes en el sistema político e institucional que
inuyen en el surgimiento de movimientos sociales. Ellos han
conceptualizado estos elementos como “estructura de oportuni-
dades políticas” (EOP) (Tilly y Tarrow, 2015; McAddam, Tarrow
y Tilly, 2005; McAdam, 1999; Tarrow, 1999). Entre las principales
variables que forman parte de la estructura de oportunidades po-
líticas podemos indicar:
1) el grado de apertura relativa del sistema político-institucio-
nal a la participación social;
2) la estabilidad o inestabilidad de los alineamientos políticos;
3) la presencia o ausencia de aliados inuyentes de los movi-
mientos entre las élites políticas;
4) la capacidad del Estado para llevar a cabo sus políticas pú-
blicas;
5) la propensión del Estado a ejercer la represión de las movili-
zaciones.
Ahora bien, como señala Tarrow (1999), uno de los princi-
pales autores de este enfoque, debemos distinguir entre los ele-
mentos más estructurales y otros más coyunturales y dinámicos
del modelo, con el n de volverlo operativo y aplicable según los
contextos nacionales estudiados. En este sentido, la estructura de
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oportunidades políticas es una matriz de análisis que debe ser
entendida en un sentido amplio. Como Ibarra (2005) lo señala:
“No hay que ceder a interpretaciones restrictivas, pero también
una interpretación extensiva y excesivamente detallada de la
EOP puede resultar poco funcional” (p. 132). Por ello, para este
estudio nos interesamos en estas variables en un contexto políti-
co coyuntural y dinámico, principalmente en el contexto políti-
co dado por las políticas públicas propuestas o implementadas
que dan oportunidades al surgimiento de la movilización social
(Tarrow, 1999), así como en los efectos de la movilización social
en un nivel político-administrativo. Sobre este punto, podemos
apreciar que, para los casos chileno y colombiano, las oportuni-
dades sociopolíticas para la movilización se dan principalmente
en un proceso de relación entre las políticas sectoriales, la coyun-
tura política y un contexto marcado por ciclos recientes de movi-
lizaciones sociales.
Para terminar este apartado, quisiéramos justicar la elec-
ción de este enfoque, así como señalar algunos límites para este
análisis. En primer lugar, el enfoque de contienda política, y
particularmente la estructura de oportunidades políticas como
herramienta conceptual, permite generar una matriz de análi-
sis comparado, deniendo variables operativas que pueden ser
tratadas en realidades nacionales diferentes. En segundo lugar,
debemos mencionar como límite que este modelo, como señala
Davis (1999), no responde a las realidades sociales propiamente
latinoamericanas. Por ello, en este trabajo hemos complemen-
tado el análisis con literatura sobre movilizaciones desarrolla-
da por autores latinoamericanos. Finalmente, a pesar de no ser
realizado en la región, debemos indicar el interés que continúa
suscitando el enfoque de contienda política y sus autores en
trabajos recientes sobre movimientos sociales en América La-
tina (Almeida y Cordero, 2017), puesto que uno de sus prin-
cipales fortalezas es sistematizar el análisis del desarrollo de
movimientos sociales y de los procesos políticos en contextos
democráticos.
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desde una perspectiva comparada - Torres y Sánchez
La educación como problema público en Chile y
Colombia
Chile y la crítica a un modelo educacional orientado al
mercado
A nivel de estudios de políticas de educación superior, Chile
se presenta como uno de los casos emblemáticos de los procesos
de la implementación de reformas orientadas a la privatización
del mercado educacional (Espinoza, 2005, 2011). En términos de
su origen, en el marco de las reformas de mercado implementadas
por la dictadura a inicios de los años 80, el sistema universitario
chileno, al igual que el resto del sistema educacional, vivió pro-
fundas transformaciones orientadas a su privatización y a la des-
regulación de las competencias de control del Estado sobre este
sector. En diciembre de 1980 se publica el Decreto Ley N° 3.541, el
cual liberaliza el proceso de creación de instituciones privadas de
educación superior, reduciendo las competencias y alcances de
las universidades estatales5. A partir de esta reforma, se aprecia
un progresivo aumento en la oferta educacional privada a nivel
de instituciones de educación superior. Por ejemplo, entre 1981 y
1990 se fundaron más de 20 universidades privadas y un número
mucho mayor de establecimientos técnicos de educación supe-
rior. Cabe señalar que, bajo la visión de la reforma de los años
80, el acceso a la educación superior no era concebido como un
derecho social; al contrario, cursar la educación universitaria se
5 Previo a las reformas de mercado del sistema de educación superior en la
dictadura, existían un total de ocho universidades. La Universidad de Chile y
la Universidad Técnica del Estado eran las principales universidades públicas
gestionadas por el Estado, teniendo una cobertura nacional mediante diversas
sedes regionales. Existían igualmente seis universidades bajo gestión privada, de
las cuales tres pertenecían a la Iglesia católica y las otras tres fueron creadas para
satisfacer las necesidades regionales. Una vez implementada la reforma de los
años 80, se liberalizan las exigencias para que privados funden instituciones de
educación superior autónomas y autonanciadas, fomentando la creación tanto de
universidades como de instituciones de educación superior técnico-profesionales
gestionadas por privados.
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consideraba como un benecio económico individual, por lo que
no debía ser nanciada por el Estado, asumiendo principalmente
el estudiante y su familia el costo de los estudios (Muñoz, 2013).
En efecto, la reducción del gasto público en la educación superior
implicó que las universidades estatales debieron autonanciar-
se, principalmente mediante el cobro de matrículas y aranceles a
los estudiantes, lo que implicó que el costo total de los estudios
asumido por los estudiantes de las universidades públicas fuera
similar al de las instituciones privadas, posicionando progresiva-
mente durante las últimas décadas a Chile como el país con los
costos universitarios proporcionales más elevados de la región y
de los países miembros de la OCDE (OCDE, 2017).
Con el retorno de la democracia en 1990, las políticas imple-
mentadas por los gobiernos de la Concertación (1990-2010)6 se
orientaron a expandir la matrícula en la educación superior, bus-
cando una mayor democratización en el acceso a la educación
universitaria y técnico-profesional, pero sin reformar el marco
estructural de la educación heredado de la dictadura (OCDE,
2009). Si bien el Estado recuperó algunos elementos de regula-
ción, como por ejemplo el poder asegurar estándares mínimos en
los proceso de creación de instituciones privadas de educación o
el aumento del nanciamiento público indirecto a las universida-
des de mayor trayectoria, la política se orientó principalmente al
aumento de la cobertura y no al fortalecimiento de la oferta pú-
blica; un contexto en el que las instituciones privadas cumplían
un importante rol al representar el mayor número de universi-
dades y concentrar el principal número de estudiantes inscritos
(MINEDUC, 2011). Bajo una lógica de expansión del acceso a la
6 La Concertación de Partidos por la Democracia fue una coalición de partidos
políticos de centro-izquierda que gobernó Chile desde 1990 hasta 2010. Estuvo
compuesta principalmente por el Partido Socialista (PS), el Partido por la Democracia
(PPD), el Partido Radical Social Demócrata (PRSD) y el Partido Demócrata
Cristiano (PDC). La Concertación se mantuvo en el poder durante cuatro periodos
presidenciales, siendo el gobierno de Michelle Bachelet (2006-2010) el último
gobierno de esta coalición.
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desde una perspectiva comparada - Torres y Sánchez
educación superior mediante el subsidio a la demanda, a media-
dos de los años 2000 se crea un sistema de “créditos con aval del
Estado” (CAE), el cual permitió que la banca privada otorgara
créditos nancieros a estudiantes con una garantía estatal. Aun-
que esta política buscaba permitir que los estudiantes pertene-
cientes a los sectores de menores ingresos —y que no obtuvieran
becas o fondos para sus estudios7— pudieran nanciar su for-
mación universitaria mediante préstamos, sus efectos a mediano
plazo han sido criticados por los altos niveles de endeudamiento
que afectan al estudiante al momento de terminar su formación
universitaria (Espinoza y González, 2011, 2013), así como por los
altos montos que ha debido asumir el Estado con la banca priva-
da producto de las deudas; costos muy superiores a los gastos
en que el Estado habría incurrido si hubiese nanciado de forma
directa la formación de ese mismo número de estudiantes.
El problema de la educación superior en Chile no ha estado
exento de debates políticos e institucionales durante las últimas
décadas. Ya durante los años 2000 una serie de estudios internacio-
nales presentaron indicadores sobre la desigualdad del modelo de
educación superior, así como la reducida participación del Estado
en este nivel educativo (OCDE, 2009; Brunner, 2011). Estos infor-
mes y evaluaciones inuyeron en la realización de un conjunto de
iniciativas de discusión en el plano político. Por ejemplo, durante
el primer gobierno de Michelle Bachelet (2006-2010), funcionó un
“consejo asesor presidencial” sobre el estado de la educación su-
perior, con el n de detectar los desafíos presentes en este sector
y proponer posibles reformas. Sin embargo, fue gracias a las mo-
vilizaciones estudiantiles de 2011 que el problema educacional se
posicionó realmente en la agenda mediática y política.
7 Con el n de corregir los altos costos de la educación superior en Chile, las
autoridades implementaron durante el periodo un catálogo de becas y benecios
que intentaron reducir las dicultades nancieras que las familias de los estudiantes
enfrentaban. Sin embargo, durante el periodo 2000-2010 la mayoría de los estudiantes
consideró la opción de créditos nancieros para poder pagar los costos totales de la
formación universitaria.
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Tres elementos podemos indicar como parte del problema
educacional denunciado por las movilizaciones estudiantiles.
En primer lugar, debemos señalar que la exigencia de una edu-
cación pública gratuita y de calidad durante las movilizaciones
fue una reivindicación respaldada por informes de organismos
internacionales (OCDE, 2009). En efecto, según la evidencia in-
ternacional, “Chile presenta un bajo nivel de nanciamiento pú-
blico en educación superior, que en términos comparados resulta
visiblemente atípico” (Brunner y Ferrada, 2011, p. 85). Esto se ha
reejado en que, a diferencia de la mayoría de los países de la re-
gión, la universidad pública no es gratuita en Chile, al contrario,
sus aranceles son equivalentes al de las instituciones privadas.
Por otra parte, la calidad del sistema fue igualmente cuestionada,
dada la baja capacidad de regulación que tenía el Estado para
implementar estándares de calidad sobre las instituciones hasta
mediados de los años 2000.
En segundo lugar, y frente a los elevados niveles de endeu-
damiento de los estudiantes, una de las principales reivindicacio-
nes de las movilizaciones fue el problema del “lucro” presente en
el modelo educacional. Si bien la ley dene a las universidades
como instituciones sin nes de lucro, que deben reinvertir sus
utilidades en la mejora de su infraestructura o servicios, llama-
ba la atención el gran interés que grupos económicos, propieta-
rios familiares o personales, e incluso consorcios transnacionales
mostraban en participar de este sistema universitario no lucra-
tivo (Mönckeberg, 2007). La baja regulación y control sobre la
administración nanciera de las instituciones de educación su-
perior permitió que algunos propietarios de universidades bus-
caran subterfugios legales para beneciarse de las utilidades que
generaba el sistema8, considerándose incluso como un sector eco-
8 Entre los subterfugios legales más usados para lucrar con los excedentes de las
universidades, podemos indicar el arriendo de la infraestructura por parte de la
universidad a una corredora de propiedades perteneciente a los mismos propietarios,
así como el arriendo de equipamiento y/o la externalización de los servicios de apoyo
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nómicamente rentable durante el periodo 2000-2010 (Espinoza y
González, 2011).
Finalmente, en relación con la desigualdad del sistema, la evi-
dencia indica que —al igual que las tendencias presentes en el mo-
delo educacional en sus niveles primario y secundario— las políti-
cas implementadas en el sistema de educación superior produjeron
una segmentación socioeconómica según el tipo de establecimien-
to (OCDE, 2009). Por ejemplo, los estudiantes de los quintiles de
menores ingresos tienen una mayor representación en las univer-
sidades de tipo no selectivas, evaluadas como las de menor nivel
de exigencia académica. En términos de trayectoria, un estudiante
perteneciente a un grupo socioeconómico medio-bajo tendrá ma-
yores dicultades para ingresar a una universidad selectiva y de
alto prestigio que un estudiante que proviene de los quintiles de
mayores ingresos (OCDE, 2009; Espinoza y González, 2011, 2013).
Colombia: la educación superior y el desarrollo de las
fuerzas sociales
La adopción de una nueva Constitución en 1991 y el viraje
denitivo en la política económica hacia un modelo de ajuste es-
tructural, aplicado desde 1990, produjeron un contexto particu-
larmente difícil para las universidades públicas, así como para
las dinámicas del movimiento estudiantil. Por una parte, la dé-
cada iniciaría con un marcado retroceso de la movilización uni-
versitaria, producida por una sistemática persecución a las ex-
presiones políticas de oposición. Por otra, se continuó dilatando
una agenda social que, en lo educativo, demandaba la expansión
universitaria, la adecuación de la formación técnica media y me-
dia vocacional, y una efectiva ampliación y cualicación de la
oferta educativa escolar en los ámbitos rural, semiurbano y de
zonas urbanas deprimidas.
provistos por empresas relacionadas con los propietarios de la misma institución.
Para una mayor profundización sobre este punto, ver Mönckeberg (2007).
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En el ámbito del sistema educacional, y en el marco de la
Constitución de 1991, la Ley 30 de 1992 adecuó los parámetros
de las instituciones de educación superior para funcionar dentro
de las restricciones presupuestarias que los ajustes estructurales
implicaban. Así, el gasto en educación dejó de tener un compo-
nente de inversión para cambiar a uno de sostenimiento, con el
objetivo de que alcanzaran progresivamente la independencia -
nanciera a través del aumento de las matrículas y de la oferta de
servicios de extensión universitaria. Los aportes presupuestarios
en educación crecerían según el aumento anual de la inación o
como resultado de su ecacia institucional en términos adminis-
trativos. En las regiones, las transferencias anuales de recursos
públicos también se ataron a los precios internacionales de pro-
ductos primarios, como la minería e hidrocarburos. Además, el
desorden administrativo y la corrupción también afectaron los
recursos para la educación pública, teniendo como efecto un ace-
lerado deterioro de la planta física, escasez de inmuebles y labo-
ratorios, y la ampliación de las ofertas en servicios educativos
extracurriculares, con la carga docente y administrativa que esto
implica para las universidades públicas.
Al fortalecerse el Instituto Colombiano para el Fomento de
la Educación Superior (ICFES) con la Ley 309, la misión de las
universidades se limitó, pues se les agrupó junto a las institucio-
nes de formación técnica y vocacional postsecundaria, lo que de-
terminó un deterioro de la especicidad del funcionamiento del
organismo para tareas de investigación, tareas que se suponen
deben denir con precisión el ámbito económico y estratégico de
9 En 1968 se creó el ICFES como entidad coordinadora de la educación superior
pública y privada, siguiendo los requerimientos del llamado “Plan Básico” para
la educación superior adoptado en 1963, ambos con el propósito de impulsar la
racionalización administrativa y la gestión autónoma de estrategias para alcanzar
mejorar su nanciamiento (Le Bot, 1979). El Plan Básico seguía las pautas del
desarrollo que guiaban el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo
de incentivar la creación de instituciones de educación superior privada (Cote,
2009).
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Educación, movilizaciones de estudiantes y conicto político en Chile y Colombia: algunas reexiones
desde una perspectiva comparada - Torres y Sánchez
las universidades. Esto ha signicado que el Estado opere con
una denición de la educación que no la considera como un de-
recho que debe garantizarse a los ciudadanos, sino como un bien
transable en el que la política pública favorece a las instituciones
privadas. Un ejemplo de cómo se orientó la política pública es el
fortalecimiento del Instituto Colombiano de Crédito Educativo y
Estudios Técnicos en el Exterior (ICETEX), que fue inicialmente
creado en la década de 1950 como entidad de fomento, a través
de becas para la formación técnica y profesional en posgrados
en el exterior, pero que desde la década de 1990 pasó a gestionar
préstamos a partir de créditos provenientes de fondos de ayuda
internacionales del BID al gobierno nacional. Esta institución se
transformó de manera denitiva, mediante la Ley 1002 de 2005,
en una entidad nanciera de naturaleza especial, adscrita al Mi-
nisterio de Educación Nacional, la que ahora otorga créditos para
estudios de pregrado en el país.
El problema no sólo estuvo en la desnanciación de la edu-
cación pública como efecto de la Ley 30 de 1992, sino en la am-
bigüedad que las autoridades tuvieron para cumplir sus com-
promisos con los actores educacionales. No se especicaron
mecanismos para entregar los aportes que no estaban inscritos
formalmente en la ley anual presupuestal, por lo que el gobierno
desconoció, o simplemente incumplió, compromisos que impli-
caban abandonar la disciplina scal y reversar recortes pactados
con los organismos multilaterales. Esto signicó que, desde 1990,
la educación pasó de ser un derecho a concebirse como un ser-
vicio y los trabajadores de las universidades pasaron a ser em-
pleados públicos, por lo que se limitó sensiblemente su derecho
a la huelga, pudiéndose ser estos acusados judicialmente, junto
a los estudiantes, en caso de perturbar la prestación del servicio
(Archila, 2012).
Si bien la crisis de la educación superior en Colombia se
agudizó durante los gobiernos de Álvaro Uribe (2002-2010), las
restricciones en la movilización forjaron nuevos motivos de des-
contento, articulándose una serie de peticiones como el respeto
315
REVISTA TEMAS SOCIOLÓGICOS Nº 24 ∙ 2019 ∙ ISSN 0719-6458
a los derechos humanos, aumentos de presupuesto, autonomía
universitaria, libertad de cátedra, calidad y cobertura, mejoras
de infraestructura y respeto a las divergencias y el pensamiento
crítico. En este contexto, el anuncio durante 2010 de una reforma
a la Ley 30 de 1992 encendió un proceso estudiantil cuya movili-
zación heredó el gobierno de Juan Manuel Santos (2010-2018). Se
le sumarían las demandas crecientes de grupos organizados en
universidades privadas, muestra de que se iba construyendo una
movilización generalizada, por las fallas estructurales en el sis-
tema de educación superior y los incumplimientos del gobierno
en relación a los compromisos adquiridos con los movimientos
sindical y estudiantil. El movimiento estudiantil que surgió en
el año 2011 y que dio origen a la MANE (Mesa Amplia Nacio-
nal Estudiantil), se explica en las dicultades que signicó para
la organización política de oposición su consolidación en el am-
biente enrarecido de la Seguridad Democrática promovida por
el gobierno de Uribe. Un contexto marcado por el apoyo a dicha
política por parte de gremios económicos y medios de comunica-
ción, los que estigmatizan la protesta estudiantil como cercana al
proyecto de las guerrillas10, sin considerar que las movilizaciones
apuntan a las necesidades del país en materia educacional.
En suma, pese a que la Constitución de 1991 abrió espacios
de participación y representación en Colombia, los cambios en el
sistema de educación superior han minado las universidades pú-
blicas, implementando progresivamente políticas públicas que
benecian a los grupos de interés que respaldan la formación
profesional en instituciones privadas. Por otra parte, la moviliza-
ción estudiantil sigue padeciendo los efectos de la represión y la
10 Desde nales de los años 70, el auge de las guerrillas y la represión a la oposición
legal impulsaron la clandestinización de las expresiones de izquierda en el país. En
este contexto, sectores económicos y militares favorecieron la educación privada,
argumentando que las universidades públicas anidaban focos insurgentes. Desde
entonces las universidades públicas ofrecían una posibilidad de organizarse y
protegerse de la represión, lo que alimentó percepciones negativas frente a la
educación superior pública (Archila, 2012).
316
Educación, movilizaciones de estudiantes y conicto político en Chile y Colombia: algunas reexiones
desde una perspectiva comparada - Torres y Sánchez
estigmatización. Sin embargo, esto no ha impedido que los estu-
diantes se movilicen para posicionar el problema de la educación
en el debate público.
Movilizaciones de estudiantes y conflicto político
en Chile y Colombia
Cambio de gobierno y oportunidades para
movilización estudiantil en Chile
Para comprender la emergencia de las movilizaciones estu-
diantiles del año 2011 en Chile, uno de los principales elementos
a señalar, en términos de alineamientos de la élite política, es el
cambio de gobierno de 2010. Se trata de un proceso que marca
el n del ciclo político de los gobiernos de la Concertación y la
llegada al poder de Sebastián Piñera (2010-2014), primer presi-
dente de derecha electo desde el retorno a la democracia11. Este
contexto generó un importante proceso de transformación en la
élite política y administrativa. Por una parte, los partidos y -
guras de la Concertación asumían un rol de oposición al nuevo
gobierno de derecha; un rol propicio para la generación de es-
pacios de diálogo con actores sociales movilizados. Por otra, las
nuevas autoridades de la derecha que asumieron el gobierno no
estaban preparados para la gestión de conictos y movilizaciones
sociales (Segovia y Gamboa, 2012). Sobre este punto, el desarrollo
y expansión del movimiento fueron en parte el resultado de erro-
res comunicacionales y políticos cometidos por las autoridades,
11 Durante el primer periodo de gobierno de Sebastián Piñera (2010-2014)
se produjeron las principales movilizaciones de estudiantes, las que exigían
principalmente una educación universitaria gratuita y el n del lucro en el sistema
privado de educación. Dadas las estrechas relaciones con el sector empresarial, el
gobierno de Sebastián Piñera fue continuamente criticado por presentar conictos
de intereses en distintas áreas como educación, salud, minería, etc. En términos
presidenciales, y en una particular dinámica de alternancia en el poder, el gobierno
de Sebastián Piñera dio paso a un segundo gobierno de Michelle Bachelet (2014-
2018). Siguiendo esta dinámica, Sebastián Piñera fue electo nuevamente para
presidir un segundo gobierno por el periodo 2018-2022.
317
REVISTA TEMAS SOCIOLÓGICOS Nº 24 ∙ 2019 ∙ ISSN 0719-6458
los que dieron una base para la organización y movilización de
los estudiantes. Por ejemplo, dado que varios funcionarios del
primer gobierno de Sebastián Piñera tuvieron cargos directivos
en universidades privadas, o invirtieron en estas instituciones,
los estudiantes denunciaron una serie de conictos de intereses
de la clase política en el ámbito educacional. En este sentido, las
declaraciones de los estudiantes movilizados caracterizaban al
gobierno de Sebastián Piñera como un gobierno orientado hacia
el benecio de los grandes empresarios y de las instituciones de
educación privadas ligadas a los partidos de gobierno.
En términos del nivel de la apertura del sistema político a
la movilización social, debemos señalar la existencia un ciclo de
movilizaciones que se había desarrollado en años anteriores, el
cual en muchos casos pudo generar cambios a nivel de políticas
públicas. Sobre este punto, el principal eje se encuentra en el ciclo
de movilizaciones estudiantiles iniciado en 2001 y rearmado en
2006 con la llamada “revolución de los pingüinos”, un masivo
movimiento de estudiantes secundarios que se convirtió en la
movilización social de mayor importancia durante los gobiernos
de la Concertación y que entre sus efectos produjo un cambio
del marco legal de la educación en Chile12. De igual forma, otras
manifestaciones con una marcada presencial juvenil se dieron
en el ámbito socioambiental (Cabello y Torres, 2015; Delamaza
et al., 2017), particularmente las manifestaciones en contra de
12 La llamada “revolución de los pingüinos”, en alusión al uniforme escolar
obligatorio usado por los estudiantes de primaria y secundaria en Chile, representa
la movilización social más importante durante los gobiernos de la Concertación.
Durante semanas, cientos de establecimientos de educación secundaria estuvieron
paralizados o tomados por estudiantes que exigían el cambio de la Ley educacional
heredada desde la dictadura y una mayor participación del Estado en educación.
Entre los efectos de esta movilización podemos señalar la caída del ministro del
Interior y del ministro de Educación del primer gabinete de Michelle Bachelet, la
creación de un Consejo Asesor Presidencial para reformar el cuadro legislativo
de la educación chilena, un acuerdo entre las distintas fuerzas políticas para
tratar el problema educacional y un importante cuestionamiento social al modelo
socioeconómico chileno. Para una mayor profundización sobre este punto, ver
Torres (2014) y Ponce (2014).
318
Educación, movilizaciones de estudiantes y conicto político en Chile y Colombia: algunas reexiones
desde una perspectiva comparada - Torres y Sánchez
megaproyectos hidroeléctricos, desarrolladas durante mayo de
2011, solo semanas antes del inicio de las masivas movilizaciones
estudiantiles. En suma, el ciclo de movilizaciones que marcó el
periodo dado entre los años 2000 e inicios de 2011 posicionó a los
jóvenes, y especialmente a los estudiantes universitarios y secun-
darios, como un actor político de gran relevancia en los procesos
de transformación del modelo social e institucional chileno (Ca-
balin, 2012; Torres, 2014; Muñoz Tamayo y Durán, 2019). De esta
forma, como remarcan Segovia y Gamboa (2012), el desarrollo de
un ciclo de movilizaciones exitoso en años anteriores y el cambio
de gobierno en 2010, favorecieron un “salir a la calle” durante
2011, demostrando un aumento de la “protesta” como recurso de
acción en el sistema político.
Desde el punto del desarrollo y expansión de las movili-
zaciones, podemos observar que, para las organizaciones es-
tudiantiles, el año escolar 2011 se proyectaba desde sus inicios
como una oportunidad para la rearticulación de la movilización,
así como para posicionar la demanda de una educación pública
universitaria en la agenda política. Por su parte, el mundo po-
lítico comenzaba igualmente a diseñar reformas en este ámbito.
Durante el mes de marzo el ministro de Educación, Joaquín La-
vín, anunció que 2011 sería “el año de la educación superior”,
dada la prioridad que el gobierno quería otorgar a este sector.
No obstante, medios de comunicación realizaron una serie de
denuncias sobre la acreditación de la calidad de algunas uni-
versidades y sobre las grandes utilidades presentes en algunas
universidades privadas, dando paso a que las organizaciones es-
tudiantiles rearticularan sus demandas en torno al rol del Estado
y de la educación pública. Durante abril y mayo la Confedera-
ción de estudiantes de Chile (Confech), órgano que representa a
las federaciones estudiantiles de las principales universidades
chilenas, comenzó un trabajo de difusión de demandas del mo-
vimiento, manifestando así la preocupación de las federaciones
sobre una “profunda crisis” del modelo de educación superior.
A nales de mayo la Confech presentó sus cuestionamientos en
319
REVISTA TEMAS SOCIOLÓGICOS Nº 24 ∙ 2019 ∙ ISSN 0719-6458
una carta dirigida al ministro de Educación Joaquín Lavín, res-
pondiendo así al discurso realizado por el presidente Sebastián
Piñera durante el 21 de mayo de 2011 en el Parlamento13, jornada
en que la autoridad presentó sus iniciativas en materia educa-
cional. Entre junio y agosto la movilización se expande a nivel
nacional, sumándose además federaciones de estudiantes de
universidades privadas y sindicatos de trabajadores. Es en este
punto que se aprecia una propensión de las fuerzas del orden a
la represión de la movilización social. En efecto, una serie de jor-
nadas de paralización y de marchas en las calles de Santiago y de
las principales ciudades del país fueron objeto progresivamente
del uso de la fuerza por parte de carabineros. En este punto, y
como bien señala Della Porta (1999) sobre la represión a las mo-
vilizaciones sociales, se aprecia el uso de dos tácticas de acción
policial, las cuales van inuyendo en la evolución de las protes-
tas. En una primera etapa, un actuar “blando” o “tolerante”, el
cual favorece la difusión de las movilizaciones y protestas, y en
una segunda, un actuar “duro” o “represivo”, el cual disminu-
ye las movilizaciones de masas y radicaliza pequeños grupos
de protesta más violenta. Por su parte, y en términos de la ca-
pacidad del gobierno para actuar desde las políticas públicas,
Sebastián Piñera realizó cinco propuestas de reformas al modelo
educacional. Sin embargo, éstas no consideraban la demanda de
mayor importancia para los estudiantes: el fortalecimiento de
un Estado que asegure una educación pública y de calidad para
todos, así como el término del lucro dentro del sistema educa-
cional chileno, produciendo de esta forma una justicación para
que la movilización social se prolongara.
Finalmente, en términos de la relación entre el movimiento
social y las elites políticas, a lo largo de los más de nueve meses
13 El discurso presidencial del 21 de mayo correspondía a una cuenta pública anual
que realizaba el presidente de la República frente al Parlamento. El discurso leído
trataba principalmente de lo realizado por el gobierno durante el año anterior, así
como de las políticas a implementarse durante el mismo año en diferentes sectores
(justicia, salud, educación, etc.).
320
Educación, movilizaciones de estudiantes y conicto político en Chile y Colombia: algunas reexiones
desde una perspectiva comparada - Torres y Sánchez
que los estudiantes estuvieron movilizados, las negociaciones
entre los dirigentes y las autoridades se vieron claramente de-
tenidas por el choque entre sus posturas, dicultando la posi-
bilidad de establecer un consenso entre el movimiento y el go-
bierno, o de negociar alianzas entre el movimiento y los partidos
de oposición. En este sentido, las manifestaciones estudiantiles
fueron un factor detonante para poner en evidencia el debate
ideológico que gira en torno a la educación chilena. Por ejemplo,
el presidente Sebastián Piñera señaló que, desde su perspectiva,
“la educación es un bien de consumo” y que en las negociacio-
nes con los estudiantes se han podido ver dos posturas: por una
parte, un “Estado docente”, demandado por los estudiantes, y
por otra una “sociedad docente”, propuesta por el gobierno, en-
tendida como la libertad de las familias para escoger entre los
diferentes tipos de establecimientos, privados o públicos. Por
otro lado, los estudiantes movilizados manifestaban pública-
mente su desconanza hacia las autoridades y las instituciones,
dado que los intereses de éstas serían contrarios a fomentar un
Estado que garantice una educación pública gratuita. Por ello,
el movimiento apostó por imponer el problema de la educación
en la agenda mediante la movilización y el llamado a un apoyo
ciudadano, dado que las instituciones no eran percibidas como
espacios de diálogo totalmente válidos para discutir sobre sus
reivindicaciones. En efecto, hacia nales del año 2011, y en un
contexto de un movimiento estudiantil desgastado por los me-
ses de movilización, se aprecia la búsqueda de alianzas con los
partidos de oposición, esto con el n de generar un aumento del
presupuesto nacional en educación durante su proceso de discu-
sión parlamentaria.
Educación y movilización estudiantil en Colombia
En Colombia la Constitución de 1991, además de facilitar la
articulación del modelo económico neoliberal a las políticas pú-
blicas necesarias para la modernización de las fuerzas producti-
vas, también ha permitido que la sociedad tenga acceso a nuevos
321
REVISTA TEMAS SOCIOLÓGICOS Nº 24 ∙ 2019 ∙ ISSN 0719-6458
mecanismos de representación y protesta. Pese a las dicultades
que el ajuste estructural ha implicado en el país para el sistema
de educación, los jóvenes universitarios parecen adaptarse a las
posibilidades que ofrecen las condiciones de apertura parcial del
sistema, a través de ajustes institucionales y normativos. El em-
poderamiento que logran mediante el uso de herramientas jurí-
dicas para defender derechos y exigir cambios, contrasta con las
restricciones del régimen democrático y lo efímero de las pactos
alcanzados, impidiendo la proyección de las políticas públicas
sobre educación. Estos elementos serán vistos a continuación.
En términos de defensa jurídica, la movilización que ha recla-
mado mejoras en la educación universitaria también exige com-
promisos gubernamentales en el respeto a los derechos humanos.
Los estudiantes, a través de los consultorios jurídicos de las uni-
versidades públicas, usan mecanismos jurídicos para legalizar sus
quejas14, complementando la presión con la protesta desde las ca-
lles (Cruz, 2012). Sobre este punto, aunque el periodo 2002-2010
estuvo marcado por una disminución de la protesta, en virtud de
la sistemática represión que caracterizó los gobiernos de Uribe,
el movimiento estudiantil desplegó mecanismos alternativos de
organización —y representación—, que presionaban a través de
derechos de petición, tutelas, demandas por restitución de dere-
chos, entre otros, siendo una manera de gestionar legalmente sus
peticiones (Ballén, 2005; Archila, 2012). Por ejemplo, en las pro-
testas que van desde el 2002 al 2010, que dieron origen a la Mesa
Amplia Nacional Estudiantil, MANE, el eje de las exigencias es-
tudiantiles se articuló en torno a la discreción del gobierno al mo-
14 Sobre este punto, el nuevo marco constitucional ha despertado reclamos de
grupos de interés que interpretan y gestionan en las instancias legales el pluralismo
allí inscrito para promover el respeto a sus derechos (Gros, 2012). Esto es un indicio
de la efectividad de la gestión legal y jurídica, la que permite tramitar solicitudes
de revisión de la constitucionalidad de las decisiones del Estado, fomentando
progresivamente la divulgación tanto de la cobertura de derechos que tiene la
población, como de los casos donde las instituciones o el gobierno actúan en
detrimento del interés público.
322
Educación, movilizaciones de estudiantes y conicto político en Chile y Colombia: algunas reexiones
desde una perspectiva comparada - Torres y Sánchez
mento de proponer un proyecto de ley alternativo a la Ley 30 de
1992. Esta movilización se apoyaba en un detallado estudio del
Plan de Desarrollo, es decir, la operalizacion de los compromisos
del programa de gobierno, lo que implicó una tarea de revisión y
supervisión de la agenda legislativa en las comisiones económica
y de política social del Congreso. Se trató de una tarea coordinada
con ONGs, la bancada de oposición y los equipos de investigación
cientíca de facultades de economía de distintas universidades
públicas. Esta tendencia se mantuvo durante el mandato de Juan
Manuel Santos cuando, sin un cese en la protesta, se aprovechaba
una atmósfera de apertura política en el marco de los diálogos
entre gobierno y la guerrilla de las FARC.
Por otra parte, en términos de relación con la ciudadanía, la
interacción con instituciones y organizaciones de la sociedad ci-
vil ha permitido que haya un respaldo a la movilización para evi-
tar excesos de la fuerza pública, los que cuando ocurren resultan
denunciados en redes sociales –al menos desde mediados de la
década de 2010– y resultan difíciles de ocultar para las fuerzas
de seguridad, porque tal coordinación desborda los medios de
comunicación y pone en la esfera pública tanto las represalias
gubernamentales como los pliegos de peticiones del estudianta-
do (Cruz, 2012).
Una de las dicultades que tiene la movilización estudiantil
por la educación pública es la alta probabilidad de que los acuer-
dos o consensos en materia de política pública no lleguen a con-
cretarse. Esto es un indicador de la desconanza que prevalece
hacia las instituciones, de la inestabilidad política y del impacto
limitado de las políticas públicas, dada la dicultad para unicar
la orientación del Estado en torno a un rumbo común. Un aspecto
tan delicado como la denición de la educación con la cual el Es-
tado legisla, permite registrar en retrospectiva cómo, en lo que va
de este siglo, se pasó de considerar la educación como un dere-
cho que el Estado debía garantizar a un servicio público que pres-
ta el Estado en competencia con actores privados (Morón, 2015).
Se trata de deniciones que cambian la naturaleza constitutiva de
323
REVISTA TEMAS SOCIOLÓGICOS Nº 24 ∙ 2019 ∙ ISSN 0719-6458
la educación en el proyecto de nación y que permiten que cada
gobierno pueda esgrimir una interpretación que se ajuste a su
proyecto de desarrollo durante el mandato. Esto tiene una doble
dicultad, ya que hace que las políticas públicas sean intermi-
tentes y limita la capacidad de las instituciones del Estado para
responder a los requerimientos de la sociedad15.
Sobre este punto, la inestabilidad en las coaliciones y pactos
políticos ha incidido en las transformaciones del movimiento
estudiantil universitario. En primer lugar, la representación del
movimiento estudiantil en el Congreso no reposa en canales de
partidos como ocurrió hasta los años 80 con la inercia del Frente
Nacional. En segundo lugar, mientras la alineación de los parti-
dos con los sindicatos impulsa reivindicaciones económicas, el
movimiento estudiantil apunta a denir el rol de la universidad
en el proyecto de nación. En tercer lugar, en virtud de las redes
clientelares, las alineaciones que han tenido efectos prácticos son
las que establecen los directivos de universidades con el ejecuti-
vo o cuerpos colegiados a nivel regional, lo que explica las limi-
taciones de las políticas públicas educacionales en las provincias.
Finalmente, prevalece la tendencia a subordinar la universidad,
porque alimenta voces críticas que pueden, según la visión de al-
gunos sectores políticos, desestabilizar al Estado (Hartlyn, 1993;
Martz, 1994, 1997). Esto signica que la causa de la educación
pública no tiene fuertes defensores entre las capas dominantes o
las castas políticas, por lo que su representación en las instancias
de poder es insuciente. La marginalidad que la oposición ha te-
nido en el congreso desde el año 2002 hasta hoy reduce la capaci-
dad de introducir reformas sociales en los debates legislativos, ya
que al tener una tenue relación con los grupos de poder resulta
difícil cambiar la mentalidad de las bancadas allí representadas.
15 Una de las explicaciones para este fenómeno que afecta las políticas públicas
es la poca representación de los partidos políticos en la movilización y protesta de
los ciudadanos en Colombia, ya que, tradicionalmente, estos partidos servían de
intermediarios que formalizaban pactos y supervisaban su cumplimiento (Gutiérrez,
2007).
324
Educación, movilizaciones de estudiantes y conicto político en Chile y Colombia: algunas reexiones
desde una perspectiva comparada - Torres y Sánchez
Por otra parte, el seguimiento que hacen los medios de co-
municación a la crisis de la educación evidencia su posiciona-
miento con los estereotipos que se han alimentado respecto de
las universidades públicas. Esta tergiversación ha propiciado la
inadecuada consideración de que todo lo que en Colombia im-
plica protesta está respaldado o fundado en una iniciativa de la
insurgencia revolucionaria. El problema está en que la protesta
estudiantil, que erradamente se ha estigmatizado como producto
de la inuencia que ejerce la insurgencia en las universidades,
debe cargar con el peso de la imagen negativa que tiene en el país
la guerrilla como promotora del conicto armado.
La respuesta a esto ha sido la movilización organizada en tor-
no a nuevas expresiones juveniles de contención, las que recurren
a estrategias alternativas para llamar la atención y difundir la
problemática. En efecto, en medio de estas condiciones, el movi-
miento estudiantil promueve la organización de manifestaciones
como mecanismo de presión en las calles, divulga sus reuniones
y planteamientos en las redes sociales, también en buses públicos
y escuelas, donde discute el problema del malestar en las univer-
sidades públicas como de interés para el conjunto de la sociedad.
La adopción de plataformas argumentativas en las que no prima
lo ideológico, y que sustituyen las vías de hecho que compro-
meten actos violentos16, han erosionado los muros que existían
ante el principio intocable de oponer revolución y reformismo.
En suma, la combinación de nuevas estrategias de acción y mo-
vilización, el surgimiento de organizaciones estudiantiles que
marcan una diferencia con el pasado y la combinación de esfuer-
16 Si la participación juvenil en la protesta por condiciones dignas en la educación
superior adopta mecanismos no violentos para expresar sus expectativas, ya se
puede dar por descontado que el avance es signicativo, si se tiene en cuenta la
trayectoria de desaciertos y los efectos contraproducentes que tuvo apoyarse
en formas de violencia ritual como “el tropel” o enfrentamientos con la policía
(Acevedo y Samacá, 2011; Archila, 2012). La respuesta represiva del Estado se
mantiene, aunque los mecanismos de denuncia de los excesos en los que incurre la
fuerza pública dejan en evidencia la renuencia a atender el problema y perpetuar la
estigmatización de la protesta social (CINEP, 2014).
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REVISTA TEMAS SOCIOLÓGICOS Nº 24 ∙ 2019 ∙ ISSN 0719-6458
zos en la gestión jurídica de sus demandas, ha permitido alterar
la percepción de la sociedad sobre la movilización universitaria,
disuadiendo el ejercicio represivo del régimen al promover accio-
nes legales contra el abuso de la autoridad.
Oportunidades para el desarrollo de las
movilizaciones en Chile y Colombia
En esta sección presentamos una reexión mediante las herra-
mientas conceptuales del contentious politics approach, o enfoque
de contienda política, en tanto que contribución para el análisis
de movilizaciones sociales. En concreto, recurrimos al concepto
de “estructura de oportunidades políticas”, es decir, el conjunto
de variables de un sistema político que, en un momento determi-
nado, favorece o no el surgimiento de movimientos sociales (Tilly
y Tarrow, 2015). Siguiendo estas variables ha sido posible desa-
rrollar una matriz de análisis (ver tabla 1), la que permite una
perspectiva sintética y comparada de movilizaciones sociales
en contextos nacionales diferentes (McAdam, McCarthy y Zald,
1999; McAdam, 1999). Siguiendo esta matriz, a continuación se
comparará cada variable según los países estudiados.
En primer lugar, en términos del grado de apertura del sis-
tema a la participación social, podemos apreciar que, en el caso
chileno, las movilizaciones del año 2011 se vinculan con un ciclo
previo de importantes manifestaciones sociales, principalmente
estudiantiles, lo que generó un aumento del grado de apertura
del sistema a la movilización y participación de actores socia-
les. Por su parte, en el caso colombiano, el desarrollo de un ciclo
previo de ajustes jurídicos e institucionales gestó una apertura
política para la movilización de los actores sociales, entre ellos
los estudiantes, esto a pesar de las restricciones a la movilización
social que en términos efectivos existen en este país.
En segundo lugar, en el plano de los cambios en los alinea-
mientos políticos, el caso chileno se enmarca en un importante
proceso de cambio en la alineación del sistema político-adminis-
326
Educación, movilizaciones de estudiantes y conicto político en Chile y Colombia: algunas reexiones
desde una perspectiva comparada - Torres y Sánchez
trativo, esto por el n del ciclo de gobiernos de centro-izquierda
de la Concertación y la llegada al gobierno de la derecha, por
primera vez electa como opción presidencial desde el término de
la dictadura. Este contexto favoreció igualmente la movilización
social, así como la opción de la nueva oposición para generar po-
sibles alianzas con actores sociales movilizados. Por su parte, en
el caso colombiano se observa la continuidad de gobiernos con
una propuesta conservadora, caracterizados por una perspecti-
va desfavorable a la movilización social y que han apostado por
una “pacicación” de la sociedad civil mediante estrategias de
negociación. En este punto, debemos destacar que, en ambos ca-
sos, y como bien lo han remarcado McAddam y Tarrow (2011),
los contextos de elecciones presidenciales y cambios de gobierno
generaron oportunidades para la emergencia de la movilización
social.
En tercer lugar, sobre la disponibilidad de aliados políticos
inuyentes, podemos observar en el caso chileno un rechazo ini-
cial de los estudiantes a la generación de alianzas con las autori-
dades de oposición, dada la importante crítica que el movimiento
estudiantil realizaba de la responsabilidad de los gobiernos de la
Concertación en la estructura del sistema educacional. Sin embar-
go, con el n de obtener una salida al conicto, dado el desgaste
producido por meses de movilización, los estudiantes negocian
con la oposición para obtener un aumento del presupuesto nacio-
nal para el año 2012, el que se discutía en el Parlamento a nales
de 2011. En el caso colombiano, la movilización estudiantil ha
contado con el apoyo de la oposición, el de otros actores socia-
les movilizados, así como el de algunos gremios o sindicatos. Sin
embargo, frente al conicto histórico de la educación superior
pública, las autoridades han decidido negociar principalmente
con los rectores de las universidades, negando la posibilidad de
diálogo con otros actores políticos o educacionales.
En cuarto lugar, sobre la capacidad de los gobiernos para lle-
var a cabo sus políticas públicas, podemos apreciar en ambos ca-
sos que, bajo regímenes presidencialistas, el poder ejecutivo tiene
327
REVISTA TEMAS SOCIOLÓGICOS Nº 24 ∙ 2019 ∙ ISSN 0719-6458
un importante marco de acción para desarrollar modicaciones
de políticas y programas como una forma de negociar con movi-
mientos sociales. Por ejemplo, en el caso chileno, el gobierno de
Sebastián Piñera propuso cinco propuestas de reformas al sistema
educacional con el n de contener la movilización de estudiantes,
así como la modicación o implementación de programas para
intentar abordar las demandas estudiantiles. Por su parte, en el
caso colombiano podemos apreciar igualmente la relevancia del
poder ejecutivo, dado el contexto en que se maneja el presupues-
to educacional. Por ejemplo, podemos señalar las negociaciones
tanto del presidente Iván Duque, como de sus ministros de Ha-
cienda y Educación, con los rectores de las universidades públi-
cas para acordar un aumento en el presupuesto, reasignando el
presupuesto público.
Finalmente, sobre la propensión del sistema a la represión de
la movilización social, ambos casos presentan contextos sociohis-
tóricos que los diferencian. Como se ha indicado, en el caso chile-
no se aprecia un ciclo de movilizaciones de estudiantes previo, el
cual dejó en evidencia una cierta lógica de acción policial frente a
las manifestaciones, las cuales, a pesar de su brutalidad en algu-
nos casos, no redujo la tendencia a la protesta y a la movilización.
Por ejemplo, para el año 2011, durante los primeros meses de
movilización podemos señalar una represión de tipo “blanda”,
la que favoreció la expansión de manifestaciones, y una de tipo
“duro”, la que, al extenderse los meses de movilización, dismi-
nuyó progresivamente la movilización de masas y radicalizó a
pequeños grupos de protesta más violenta. El caso colombiano,
dado su contexto histórico reciente, presenta una herencia de
prácticas de represión que buscan anular la movilización social
(persecución a líderes sociales y uso de violencia selectiva, en-
tre otras). Frente a esto, la movilización estudiantil registra un
distanciamiento del uso de la violencia, recurriendo a la mani-
festación cultural, las performances y al uso de redes sociales, y
adopta mecanismos de denuncia para evidenciar excesos en el
uso de la fuerza por el régimen político.
328
Educación, movilizaciones de estudiantes y conicto político en Chile y Colombia: algunas reexiones
desde una perspectiva comparada - Torres y Sánchez
Tabla 1
Variables de EOP según país estudiado
Variable EOP Caso chileno Caso colombiano
Grado de
apertura del
sistema a la
participación
social
Un ciclo previo de importan-
tes manifestaciones generó un
aumento del grado de apertu-
ra del sistema a la moviliza-
ción y participación de actores
sociales.
Ciclo previo de ajustes jurídicos
e institucionales gestó una aper-
tura política para la moviliza-
ción de los actores sociales, pese
a restricciones a la movilización
en términos efectivos.
Cambios en los
alineamientos
políticos
Cambio en la alineación del
sistema político por el térmi-
no del ciclo de gobiernos de
centro-izquierda y llegada de
la derecha al poder.
Cambio de gobiernos de linaje
conservador, con perspectivas
diferentes ante la movilización
social y la pacicación de la
sociedad por la vía de la nego-
ciación.
Disponibilidad
de aliados
políticos inu-
yentes
Se observa en un inicio un re-
chazo a la generación de alian-
zas con las autoridades de
oposición; sin embargo, a n
de obtener una salida al con-
icto, el movimiento negocia
con la oposición para obtener
un aumento del presupuesto
nacional en educación.
Movilización estudiantil con
apoyo de la oposición y de
otros actores sociales, sin la
favorabilidad de gremios,
medios de comunicación, las
FFMM y sectores de la socie-
dad civil.
Capacidad de
los gobiernos
para llevar a
cabo sus políti-
cas públicas
El gobierno de Sebastián Pi-
ñera realizó cinco propuestas
de reformas al modelo educa-
cional, demostrando una alta
capacidad del Ejecutivo. Sin
embargo, no consideraron las
principales demandas de los
estudiantes movilizados.
Los gobiernos del periodo han
tenido plena maniobrabilidad
en la ejecución y proposición
de políticas públicas anes a
sus intereses, en las que proble-
mas sociales han sido posterga-
dos en su resolución.
Propensión del
sistema a la
represión de la
movilización
social
Se presentan dos niveles de
represión policial. Una de
tipo “blanda”, que favoreció
la expansión de manifestacio-
nes, y una de tipo “duro”, que
disminuyó la movilización de
masas y radicalizó pequeños
grupos de protesta más vio-
lenta.
Represión de la protesta social
a lo largo del periodo contem-
plado, con persecución a líde-
res sociales y uso de violencia
selectiva; la movilización es-
tudiantil registró un distancia-
miento frente al uso de la vio-
lencia y adoptó mecanismos
de denuncia para evidenciar
excesos en el uso de la fuerza
por el régimen político.
Fuente: elaboración propia.
329
REVISTA TEMAS SOCIOLÓGICOS Nº 24 ∙ 2019 ∙ ISSN 0719-6458
En el marco de esta perspectiva comparada, y para compren-
der de mejor forma la expansión de las movilizaciones y su im-
pacto en la opinión pública de ambos países, se hace necesario
incluir otros elementos del enfoque de contienda política. Por
ello, para complementar esta matriz de análisis, recurrimos al
concepto de “repertorio de acción colectiva”, el cual nos permite
comparar la organización y acción de los movimientos sociales
en el sistema político y en el espacio público. Siguiendo a Tilly y
Tarrow (2015), el repertorio de acción de los movimientos socia-
les puede ser denido como el conjunto de formas de expresión
y protesta de la acción colectiva. Este repertorio puede ser de ca-
rácter tradicional, es decir, expresiones preexistentes para la mo-
vilización, o los movimientos sociales pueden innovar en nuevos
repertorios de acción.
En vista de los casos estudiados (ver tabla 2), la manifestación
se presenta como el primer elemento del repertorio a ser utili-
zado para expresar el descontento. Como Fillieule y Tartakows-
ky (2013) lo indican, la manifestación en la calle es una forma
de acción política reconocida, tanto para aquellos que recurren
como para aquellos que están en la mira: políticos, los grandes
empresarios y la opinión pública. De igual forma, la ocupación o
toma de establecimientos educacionales y de recintos públicos, y
los enfrentamientos en las calles con la policía (barricadas, enca-
puchados, etc.) forman parte de este repertorio tradicional de ac-
ción colectiva. Sin embargo, como Tarrow (2011) bien lo enfatiza,
“los movimientos sociales no inventan formas de contención de
la nada, sino que innovan dentro y alrededor de los repertorios
enclavados en la cultura” (p. 120). En este punto, tanto el movi-
miento estudiantil chileno de 2011 como el movimiento estudian-
til contemporáneo en Colombia, demuestran una importante ca-
pacidad de innovación en el repertorio de acciones de protesta.
Por una parte, se destaca el recurso a la “estetización” de la
movilización, esto con el n de volver atractivo el acto de protesta
para la opinión pública. Ejemplos de estas iniciativas pueden ser
los ashmobs, las performances y la teatralización de la manifes-
330
Educación, movilizaciones de estudiantes y conicto político en Chile y Colombia: algunas reexiones
desde una perspectiva comparada - Torres y Sánchez
tación. Sobre este punto, como algunos autores señalan, este tipo
de repertorio de acción colectiva podría representar una nueva
forma de hacer política (Ponce, 2016; Paredes, 2018). También
podemos destacarlo como una forma de reapropiarse el espacio
público y de integrar nuevos actores a participar de los asuntos
políticos. De igual forma, el estetizar la manifestación despier-
ta el interés de los medios, los cuales, al momento de cubrir los
asuntos públicos, recurren cada vez más a una dinámica que
une la información noticiosa con contenidos de entretención: el
llamado infotainment (Mellado, Cabello y Torres, 2017). Por otra,
debemos indicar que en ambos movimientos estudiantiles nos
encontramos frente a una generación de jóvenes formados en el
uso de las nuevas tecnologías, utilizándolas como un instrumen-
to de diversión o como una herramienta de organización y movi-
lización (Torres y Costa, 2012). En este sentido, debemos destacar
el uso de internet y redes sociales como Facebook o Twitter para
organizar de las acciones de protesta y difundir las demandas a
la opinión pública (Cárdenas, 2016).
Tabla 2
Evolución del repertorio de acción colectiva en los movimientos estudiados
Tipo de repertorio de
acción colectiva
Iniciativas y acciones de los movimientos
Tradicional • Marchas y manifestaciones en las calles
• Ocupación de establecimientos educaciona-
les y de recintos públicos
• Enfrentamientos en las calles con la policía
(barricadas, encapuchados, etc.)
Nuevo • Performances
• Flash-mobs
• Uso de redes sociales
• Creación de contenido y viralización en
internet
• Nuevos medios de comunicación
Fuente: elaboración propia.
En suma, ambos procesos de movilización han tenido como
resultado la emergencia de mecanismos alternativos de protesta,
331
REVISTA TEMAS SOCIOLÓGICOS Nº 24 ∙ 2019 ∙ ISSN 0719-6458
una innovadora disposición de estas fuerzas sociales para con-
certar y poner de su lado a la sociedad civil, y la ampliación del
repertorio de prácticas de movilización en sus protestas. Esto ha
promovido nuevos canales de diálogo con la opinión pública, así
como términos distintos de negociación y concertación con las
autoridades a la hora de discutir el rumbo de la educación supe-
rior en el país.
Reflexiones finales
Al momento de comparar las movilizaciones estudiantiles
que se presentaron el año 2011 en Chile y el ciclo contempo-
ráneo de movilizaciones en Colombia, debemos identicar el
problema público que se encuentra en el origen de estos pro-
cesos de movilización y contestación (Neveu, 2011, 2015). Se
trata en ambos casos de los efectos de las reformas de mercado
implementadas entre los años 80 y 90, las cuales produjeron la
reducción de la oferta pública en la educación superior y el au-
mento en los niveles de endeudamiento de los estudiantes y sus
familias. En este contexto, podemos observar que ambos casos
convergen en jóvenes estudiantes posicionando el problema de
la educación superior en el debate público, siendo la defensa de
la educación pública, el término de lucro en el sistema educa-
cional y una mayor participación del Estado en educación los
factores que articulan la emergencia y desarrollo de las impor-
tantes movilizaciones sociales de los estudiantes chilenos y co-
lombianos.
Ahora bien, los procesos de movilización estudiantil en Chile
y Colombia no sólo pusieron en evidencia las dicultades de los
sistemas de educación de ambos países, sino también los límites
de un modelo de participación. En efecto, pese a las oportunida-
des políticas que favorecieron el desarrollo de estas movilizaciones
sociales y su gran impacto y duración, ambas dejaron cierta sen-
sación de vacío al no haber logrado parte de sus demandas en un
corto plazo. Frente a una institucionalidad que muchas veces niega
332
Educación, movilizaciones de estudiantes y conicto político en Chile y Colombia: algunas reexiones
desde una perspectiva comparada - Torres y Sánchez
al diálogo con la ciudadanía movilizada, el surgimiento, desarrollo
y efectos de ambos procesos de movilización estudiantil nos lla-
man a una reexión sobre el estado de los modelos democráticos
de la región (Torres, Sánchez y Urzúa, 2018). Sobre este punto, los
procesos recientes de movilización juvenil, en Chile, Colombia u
otros países latinoamericanos, invitan a pensar sobre sus impactos
en la profundización de las democracias; un contexto en el que los
jóvenes adquieren una gran relevancia al poder constituirse pro-
gresivamente en una voz legítima para participar en política.
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