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(Des)institucionalización, políticas y movimiento feminista transnacional. Una compleja cuestión a la luz de las luchas del presente

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Abstract

El abordar los procesos de institucionalización y desinstitucionalización motivados por el movimiento feminista es una tarea ingente, pero la confección y devenir de su agenda, en torno al combate contra la violencia de género y la lucha por la igualdad, nos permite atisbar sus objetivos políticos de los últimos treinta años. Situada en el preocupante presente político de ascenso de la ultraderecha, presento la paradoja de un movimiento que nunca ha mostrado mayor pujanza, pero que lo hace en el seno de una constelación política y económica extremadamente hostil. De un lado, el feminismo se ha desarrollado viralmente en un plano horizontal en el que la organización ha sido alérgica a las jerarquías. De otro, ligado a la institucionalización de las políticas de igualdad ha logrado avances, pero también ha cosechado ambivalencias y rechazos. Avanzar en la caracterización del feminismo transnacional y sus agendas desde los años noventa es una tarea de investigación en marcha que no puede dejar de lado, la necesidad de articular una respuesta política a la reacción antifeminista en curso.
(Des)institucionalización, políticas y
movimiento feminista transnacional.
Una compleja cuestión a la
luz de las luchas del presente
(De)institutionalization, Politics and Transnational
Feminist Movement. A Complex Question
in the Light of the Struggles of the Present
M J G P
Universidad de La Laguna
mjguerrapalmero@gmail.com
DOI: http://doi.org/10.15366/bp2019.20.014
Bajo Palabra. II Época. Nº20. Pgs: 245-262
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Resumen
El abordar los procesos de institucionaliza-
ción y desinstitucionalización motivados por
el movimiento feminista es una tarea ingente,
pero la confección y devenir de su agenda, en
torno al combate contra la violencia de gé-
nero y la lucha por la igualdad, nos permite
atisbar sus objetivos políticos de los últimos
treinta años. Situada en el preocupante pre-
sente político de ascenso de la ultraderecha,
presento la paradoja de un movimiento que
nunca ha mostrado mayor pujanza, pero que
lo hace en el seno de una constelación políti-
ca y económica extremadamente hostil. De
un lado, el feminismo se ha desarrollado vi-
ralmente en un plano horizontal en el que la
organización ha sido alérgica a las jerarquías.
De otro, ligado a la institucionalización de
las políticas de igualdad ha logrado avances,
pero también ha cosechado ambivalencias y
rechazos. Avanzar en la caracterización del
feminismo transnacional y sus agendas desde
los años noventa es una tarea de investigación
en marcha que no puede dejar de lado la ne-
cesidad de articular una respuesta política a la
reacción antifeminista en curso.
Palabras Clave: desinstitucionalización, fe-
minismo transnacional, agenda política, polí-
ticas de igualdad.
Abstract
Approaching the processes of institutiona-
lization and deinstitutionalization motivated
by the feminist movement is an enormous
task, but the construction and progression of
its agenda, around the fight against gender
violence and the struggle for equality, allows
us to glimpse its political objectives of the
last thirty years. Situated in the worrying po-
litical present of the rise of the ultra-right, I
present the paradox of a movement that has
never shown greater strength, but that does
so within an extremely hostile political and
economic constellation. On the one hand,
feminism has developed virally on a horizon-
tal plane in which the organization has been
allergic to hierarchies. On the other hand,
linked to the institutionalization of equality
policies, it has made progress, but it has also
harvested ambivalences and rejections. Ad-
vancing the characterization of transnational
feminism and its agendas since the 1990s is
an ongoing research task that cannot ignore
the need to articulate a political response to
the ongoing anti-feminist reaction.
Keywords: deinstitutionalization, trans-
national feminism, political agenda, equality
policies.
Este trabajo se inserta en el proyecto “Justicia, ciudadanía y vulnerabilidad.
Narrativas de la precariedad y enfoques interseccionales” (FFI2015- 63985-C2-R-1)
financiado por el Gobierno de España.
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Para cualquiera que esté familiarizado con los debates de finales del siglo XX
del movimiento feminista en América Latina la confrontación entre un femi-
nismo llamado institucional, que opta por trasladar a las estructuras estatales
y supranacionales avances legislativos y pugna por la creación de nuevas institucio-
nes que tengan por objeto la políticas de igualdad, y un feminismo autónomo, que
opta por dar protagonismo a la pujanza del movimiento popular y su capacidad de
innovación social, no le resultará nueva. Estos términos han sido orillados, aunque
no superados, en la explosión interseccional de los feminismos políticos e impug-
nados por los avatares de unos Estados que han vivido fuertes conmociones al hilo
tanto de la globalización como de procesos de cambio institucional, en algunos paí-
ses también constitucional, que ahora parecen cancelarse y se vuelven claramente
regresivos. El contexto de una crisis financiera y económica global ha sido el caldo
de cultivo de la instrumentalización política del malestar en contra de los movi-
mientos igualitaristas y a favor del cierre nacionalista e identitario.
Cuando reviso este texto, las elecciones en Brasil están en su punto álgido y nos
enfrentan a lo que se puede caracterizar, siguiendo la reflexión de Rita Segato, en
una suerte de venganza de los patriarcas y triunfo del supremacismo machista y
racista al margen de todo complejo 1. En lo que sigue, presentaré una cartografía
incompleta y tentativa de la compleja cuestión de la (des)institucionalización en el
feminismo poniendo el foco en su agenda política. Tal agenda, o agendas, porque
los contextos locales, nacionales y regionales, las determinan, es un elemento que
sirve para obtener cierta claridad sobre las propuestas concretas de un movimiento
que, quizás, junto al ecologismo, es alérgico a la jerarquización y a la verticalidad
que implica. El tejido organizacional del feminismo es plural, polimorfo y cam-
biante. Plataformas, redes, ONGs, asociaciones, Foros y otros marcos organizativos
le dan forma y, a la vez, mantienen vivos debates virales y tensiones muy potentes.
No obstante, y dependiendo de la historia de cada país, los logros institucionales
van desde conformar el rostro del Estado, como en los países nórdicos en los que
la alianza con la socialdemocracia ha sido muy fuerte hasta el punto de reconfigu-
rar la misma sociedad allí la igualdad de género es un eje de la vida política,
hasta la irrelevancia absoluta en los países en los que la misma institucionalización
1 Segato, Rita (2014) Las nuevas formas de la guerra y el cuerpo de las mujeres, México, Ed. Pez en el árbol, Segato,
R. (2016) La guerra contra las mujeres, Madrid, Traficantes de Sueños.
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del modelo democrático sigue siendo una asignatura pendiente. En medio de este
extenso espectro, encontramos todo tipo de situaciones en las que las luchas contra
la violencia de género, por la igualdad social y los derechos sexuales y reproductivos
conforman un núcleo consensuado de prioridades políticas. El impulso que al mo-
vimiento feminista transnacional le prestó, en los primeros años noventa del siglo
pasado, las cumbres pro derechos humanos Viena, El Cairo, Copenhague y la
confluencia de múltiples instancias feministas en la agenda de Beijing de 1995- se
ha ido agotando en paralelo al debilitamiento de la ONU, de la aspiración a una
justicia global y del paradigma de los derechos humanos tras la caída de las Torres
Gemelas en Nueva York en 2001.
El escenario geopolítico, volcado en las guerras de Oriente Medio y Próximo
desde 2003, el eclipse del movimiento de movimientos por la alterglobalización y,
finalmente, el vuelco reaccionario que estamos viviendo desde hace varios años –
Brexit, ascenso de Trump en la mayor potencia mundial y de las derechas xenófobas
en Europa y otras latitudes, así como los rearmes fundamentalistas de las religiones
mundiales- han ido en paralelo al agotamiento de las promesas de la globalización.
El impacto decisivo ha sido el de una crisis económica global que ha depaupera-
do a grandes sectores y remodelado la geopolítica neoliberal para hacerla transitar
hacia un escenario de auge de la reacción particularista que identifica “enemigos
exteriores –los migrantes- e interiores – las mujeres o las personas homosexuales, así
como minorías étnicas o religiosas- y que en su vuelta al tribalismo preilustrado nos
devuelve a la irracionalidad del modus operandi del chivo expiatorio.
Estos acontecimientos y tendencias, enormemente complejas, señalan un escena-
rio en el que el feminismo, en su doble faceta nacional y transnacional, está siendo
un actor político de desafío y cuestionamiento de la ultraderecha. En 2018, tanto
en España como en otros países –desde EEUU hasta Argentina o Irlanda- hemos vi-
vido un pico histórico de movilizaciones en torno a diversos temas que van desde la
defensa de la democracia y los derechos humanos hasta los derechos reproductivos
y la lucha contra la precarización laboral en la inédita huelga del 8M pasado 2. La
paradoja está servida: nunca el feminismo ha mostrado más músculo político, pero
tampoco nunca el contexto político, pura reacción autoritaria y rearme patriarcal,
ha sido más hostil a sus objetivos finales de erradicación de la violencia contra las
mujeres, con especial énfasis en la de tipo reproductivo y sexual, y del logro de una
sociedad ajena a las desigualdades y a las discriminaciones.
2 En España se planteó como huelga laboral, estudiantil, de consumo y de cuidados incorporando nuevas lecturas
de un viejo instrumento de la lucha de la clase trabajadora que incluye todo el ciclo de la economía reproductiva
y no sólo de la productiva. La Economía Feminista da soporte a un activismo cada vez más afinado en sus análisis
de los vectores de opresión sexista.
249
Mi objetivo, en suma, en las páginas que vienen a continuación, es reseñar, más
allá de los consensos y disensos respecto a la agenda feminista, el contexto hostil,
esto es, la pinza entre neoliberalismo y neoconservadurismo (proto)fascista 3 que,
sin embargo, enfrenta en el feminismo al movimiento social más activado y belige-
rante en su contra. Más enfrentado al neoconservadurismo que al neoliberalismo,
como veremos, pero con voces muy cualificadas que nos prestan análisis certeros
y diagnósticos nada desencaminados. Las energías utópicas de los feminismos, a
favor de entrar en la verdadera historia humana y abandonar la prehistoria de la
subordinación, no parecen consumirse como la de otros movimientos sociales sino,
al contrario, radicalizarse y expandirse.
Me voy a permitir aquí, además, el comentario de que los analistas políticos, que
ostentan las tribunas en los medios de comunicación y en las universidades, son
culpablemente ignorantes de no haber querido estudiar al movimiento político que
más impacto ha tenido en desafiar inercias sociales y culturales en el siglo  y, que,
con renovado empuje, prosigue la tarea en el . No olvidemos que hasta prácti-
camente los años sesenta del siglo pasado la subordinación de las mujeres se con-
sideraba una invariable antropológica, algo consustancial a la especie humana. La
resistencia a considerar “político” al feminismo sigue atrincherada en la academia al
margen de la excepción de los estudios de género y el recorrido de las bibliografías
de los libros de Ciencia Política lo prueba. La ausencia es ya clamorosa.
Voy a repasar, someramente, algunos de los elementos de mi aproximación al
asunto en el contexto de una convocatoria centrada en la desinstitucionalización de
la política tal y como explican Griselda Gutiérrez y María Navarro, las editoras de
este monográfico en su presentación 4. El feminismo es anómalo, me temo, respecto
a esta clave de análisis. Vayamos por partes.
¿Una agenda política es un elemento de institucionalización?
E, ,  , un instrumento para organizar las acciones y se-
ñalar las prioridades. En el seno del feminismo ha sido un elemento básico para
delimitar los objetivos de la acción política y ella misma, en sus distintas versiones,
ha sido objetada por distintos sectores que no veían recogidas en ella sus reivin-
dicaciones. O, incluso, hilando más fino, si las veían no se quedaban satisfechas
3 Los libros consignados en la bibliografía de Enzo Traverso, Rob Riemen, Carolin Ecke y Arlie R. Hochschild me
han permitido adentrarme en la intelección de la constelación reaccionaria.
4 Remito a la “Presentación” que Griselda Gutiérrez y María G. Navarro publican en este número monográfico
de Bajo Palabra.
250
con las formulaciones presentadas. Efectivamente, antes he referido una explosión
interseccional que ha enfatizado los cruces de los análisis desde la perspectiva de
sexo-género con el antirracismo, la clase social, la etnicidad o incluso, la religión,
por ejemplo, en el trabajo de las teólogas feministas. No obstante, estudiando la
historia del feminismo vemos que la intersección, ya fuera en las alianzas de las
sufragistas contra la esclavitud en EEUU o la problematización de la situación de
las mujeres proletarias en el feminismo socialista o anarquista, han sido seminales y
no algo forzado a priori. No obstante, la impronta de los años noventa, la llamada
democracia multicultural, propició que el tópico del reconocimiento se uniera a la
redistribución y que hubiera una suerte de inflación de temática identitaria sobre
todo en países como Estados Unidos, Canadá o el Reino Unido. La politización
y el enfoque securitario de las migraciones, producto reactivo de la globalización
económica y mediática, ha alentado un giro reaccionario a este respecto.
Podemos atisbar, en suma, un juego de hegemonías y contra-hegemonías que
ha sido interno al complejo y plural movimiento feminista y puede interpretarse
desde la óptica de una dinámica interseccional, que tiene sus orígenes en el feminis-
mo afroamericano y chicano y, que, ahora, se expande, por ejemplo, en las críticas
desde las emergencias políticas indígenas. El pegamento de la sororidad y las luchas
comunes como mujeres son las tendencias centrípetas y las centrífugas remiten a las
desigualdades de clase, raza-etnicidad o a las diversidades sexo-genéricas e, incluso,
a las diferencias generacionales. En estas dinámicas de solidaridad y/o confrontación
se alterna la lucha contra el patriarcado y sus lacras, con la disputa por la hegemonía
ahora dirigida contra el constructo “feminismo blanco occidental”. Algunas versio-
nes contra-hegemónicas, por otra parte, parecen preferir matar a la “madre feminis-
ta” –lo expreso provocativamente- que confrontar al patriarca dentro de la propia
cultura o grupo por considerarlo, también, oprimido por la constelación imperia-
lista o colonial. El juego de alianzas y contestaciones, por otra parte, es dinámico y
no soporta una foto fija. No obstante, podemos determinar cuatro grandes bloques
de consenso en la agenda feminista en todos sus niveles y localizaciones, aunque
los contextos determinen las priorizaciones y los énfasis. El potencial utópico de la
agenda feminista queda, asimismo, probado en estos cuatro grandes ámbitos. Cada
uno de ellos genera a su vez, consensos y disensos. Paso a referirlos.
La utopía de una vida libre de violencia
L     y de la violencia de género es la reivindicación
más urgente. La afirmación de que si no cesa la violencia contra las mujeres la
251
paz es imposible –a cargo de Rita Segato– es una de sus últimas formulaciones.
Esta reconexión del feminismo y el pacifismo revela su largo alcance y necesita de
una inversión potente de recursos políticos. Exige la visibilización de la genealo-
gía feminista de organizaciones como WILPF (Liga Internacional de las Mujeres
por la Paz y la Libertad), que ya se opuso a las guerras mundiales en el siglo  y
que apoya el protagonismo de las mujeres en los conflictos y postconflictos como
“constructoras de paz”, pero, también, la oposición militante a la “cultura de la
violación” y a un patriarcado violento que se conjuga hoy con un capitalismo sal-
vaje que explota, normalizando las violencias estructurales y simbólicas, los cuer-
pos de las mujeres y que se encuentra en plena escalada bélica amenazando a la
humanidad y a la vida sobre la tierra. 2018, en torno a consignas como #Metoo,
ha traído a la palestra la omnipresencia de la violencia sexual y de todo su amplio
espectro desde el acoso sexual en el trabajo hasta la violación como arma de
guerra. Desmantelar el carácter violento tanto de la construcción de las mascu-
linidades como de las instituciones fuertemente patriarcales ligadas al negocio de
la guerra y de la creación de inseguridad humana es urgente si apostamos por la
supervivencia y por la justicia.
La libertad reproductiva
L      y reproductivos es y será uno de los gran-
des caballos de batalla del feminismo de este siglo . Está formulado desde los
orígenes sufragistas, socialistas y anarquistas y sigue siendo clave hoy cuando el
derecho al aborto retrocede en varias partes del mundo y en algunas nunca se ha
consolidado. Incluso en países donde se garantiza legalmente las dificultades para
acceder al aborto son crecientes. Uno de los rasgos de la ultraderecha triunfante
es el objetivo de hacer retroceder todo avance en este campo. De hecho, con el
polémico nombramiento del último juez de la Corte Suprema estadounidense,
Kavanaugh, que consolida una mayoría conservadora, podríamos asistir a la revo-
cación en ese país de la sentencia que dio cobertura al aborto legal, Roe vs. Wade,
en los primeros años setenta. Las batallas en Argentina, Irlanda o Polonia, así como
el Tren de la Libertad (movimiento feminista español que paró el intento de una
regresión en los derechos reproductivos). La maternidad forzada y forzosa es una
de las consignas más potentes de la emergencia ultraderechista en gran parte del
mundo. Las cifras globales sobre muertes por abortos clandestinos y la represión
y el encarcelamiento que sufren las mujeres y el personal sanitario que las auxilia
siguen siendo estremecedoras.
252
El diseño de una sociedad igualitaria
La igualdad de derechos es la exigencia fundacional del feminismo ilustrado (De
Gouges, Wollstonscraft) y del sufragismo, pero la demanda de justicia social hace que
el feminismo socialista y anarquista lo hayan dotado, históricamente, de un alcance
mayor. El feminismo es alérgico a las desigualdades. Es un igualitarismo radical. No
es posible, por tanto, un feminismo de derechas, a pesar de las usurpaciones retóricas
de algunas líderes que anteponen su clase social y la defensa de intereses nacionalistas,
y o financieros globales, por encima de un igualitarismo radical. El feminismo no
admite la explotación ni las viejas o nuevas esclavitudes (Sassen). Es, desde sus oríge-
nes, un movimiento de liberación y emancipación absolutamente incompatible con
las visiones de la derecha, sea esta neoliberal o neofascista. Las políticas de igualdad
han sido el instrumento institucionalizador – desde organismos de igualdad hasta la
enunciación de la transversalidad- de este impulso emancipador. El desfondamiento
de las políticas sociales deja, en la mayoría de las ocasiones, a las políticas de igualdad
sin sustento. Incluso las convierte en mera retórica vacía. He analizado este asun-
to para la cuestión de las políticas de igualdad en el contexto meritocrático de las
universidades y en paralelo a la institucionalización de los estudios de las mujeres,
feministas o de género.
La universalización del cuidado como corresponsabilidad
U        –no nos tiene que tocar en
exclusiva a las mujeres– desprivatizar –considerarlo una responsabilidad pública– y
desmercantilizar el cuidado –programa que escuché plantear a la feminista argentina
Diana Maffía–. Este último punto supone subvertir toda la economía para ponerla al
servicio de la vida y no de los mercados. Da pie a las alternativas de la Economía Femi-
nista en la dirección de una Economía Social y Solidaria. La condición antropológica
y ontológica de una vulnerabilidad constitutiva de la especie humana y del planeta
exige tal universalización del cuidado y su impacto en las políticas públicas. Es un
elemento de clara confluencia ecofeminista, pero también alberga en su seno debates
encendidos sobre el significado de la maternidad y las mismas prácticas de cuidado.
¿Qué sostiene todo el impulso político ligado a las reivindicaciones de la agenda
feminista? Como ya avanzábamos, unas estructuras muy diversas que van desde lobbies,
en los ambientes políticos supranacionales, hasta las organizaciones que cuentan con
la espontaneidad como un elemento clave de movilización. La hiperconectividad y las
redes sociales han fluidificado los intercambios, pero también están generando polari-
253
zaciones debido a las determinaciones del mismo medio tecnológico y a la arquitectura
variable de sus algoritmos. El ciberfeminismo ha sido fundamental para la incorpora-
ción de las generaciones de millenials y postmillenials al movimiento.
¿Existe aún un feminismo transnacional? ¿Cómo objetivarlo?
A     -en los primeros tiempos, en los no-
venta del siglo pasado, se habló de feminismo global-, se invocan varios elementos
también sujetos a contestación:
Una tradición internacionalista que puede ser rastreada desde el sufragismo
al feminismo socialista o al feminismo pacifista – de WILPF a Greenham
Common-. Las defensas particularistas y nacionalistas son una contradic-
ción in terminis con un feminismo fundamentado en la igualdad de derechos
como evidencian sus orígenes ilustrados.
Una proliferación de redes, asociaciones y ONGs transnacionales con objeti-
vos feministas que fomentan la interacción entre las agendas locales o nacio-
nales y las agendas transnacionales. Por poner un ejemplo latinoamericano,
CLADEM (Comité de América Latina y El Caribe para la Defensa de los
Derechos de la Mujer) en América Latina o WEDO (Women Environment
and Development Organizations) en relación con el desarrollo y el medio
ambiente. La lista sería interminable. Es necesario decir que algunas ONGs
han sido cooptadas por fundaciones y líderes globalistas como Soros o como
la Fundación Ford a través de la financiación, que pretenden imponer una
agenda globalista y pro-negocios fundamentalmente. El tercer sector, y no
sólo el feminista, está siendo colonizado por el llamado filántropocapitalismo,
pero muchas redes y organizaciones mantienen su independencia.
Una consolidación, en torno a los lenguajes de los derechos humanos, que
se habilita en los primeros años de los noventa del siglo pasado al hilo de las
sucesivas Conferencias ya aludidas de la ONU –Viena, contra la violencia,
El Cairo, por los derechos reproductivos, y Beijing en donde se nombra
la “agenda” del feminismo global. Los años prodigiosos de la movilización
feminista a favor de los derechos humanos de las mujeres fueron del 1991
a 1995 y coinciden tanto con la euforia globalista post caída del muro de
Berlín, como con los inicios de la activación del olvidado movimiento de
254
movimientos por la justicia global. El giro feminista de las grandes ONGs
de derechos humanos es otro hecho a consignar.
La “juridificación” tanto de leyes nacionales, directrices europeas y tratados y
convenios internacionales es un indicador de institucionalización derivado del
proceso anterior, pero plantea el problema de la eficacia de la ley puesto que
las instituciones (por ejemplo, la administración de justicia), siguen siendo
reacias a incorporar lo que las juristas feministas denominan como “perspec-
tiva de género”. En España, la traducción institucional y legislativa vendrá en
las dos legislaturas de José Luis Rodríguez Zapatero con diversas leyes: -2004,
Ley integral contra la Violencia de Género, -2005, matrimonio igualitario,
-2006, Ley de Dependencia, -2007, Ley de Igualdad y -2010, Ley de Salud
Sexual y Reproductiva que será objeto de un intento de derogación fracasado
por parte de la derecha política española en 2014. Este despliegue legislativo,
que no pudo llegar a consolidar la Ley de Igualdad de Trato, puso a España en
primera línea de las políticas de igualdad, pero la falta de voluntad política del
gobierno posterior, el de Mariano Rajoy, unido a los efectos de “austericidio”,
una política económica regresiva, dictados por Europa, han limitado drástica-
mente el alcance de las acciones y políticas derivadas de estas leyes.
Otro rasgo a considerar es la interacción entre instancias oficiales – el llamado
feminismo institucional- y las mismas organizaciones de la sociedad civil femi-
nista que exigen logros políticos, a la vez que desconfían de las “agendas ocul-
tas” y de las traiciones realizadas por los gobiernos, las instancias privadas de
financiación y las instancias intergubernamentales. No tengo espacio aquí para
dedicar a las menguantes, debido a la crisis económica, políticas de cooperación
y desarrollo, pero este sector ha conjugado intervenciones participativas acerta-
das, ligadas al empoderamiento de las mujeres locales, con fuertes sesgos neoli-
berales y neocolonialistas deudores de la falsa promesa de los microcréditos y de
la bancarización de las pobres que sigue sin tener repercusión crítica suficiente.
Por último, quiero abordar un elemento que creo fundamental en el éxito de
la huelga del 8M: la “sectorialización” del movimiento feminista. Cada ámbi-
to de actividad, desde el laboral hasta el educativo, sanitario, cultural, etc. ha
sido conmocionado por la asociación de mujeres que reconocen el machismo
institucional. En las universidades este movimiento ha sido muy claro, pero
también en el sector de la cultura -cine, literatura, comic, artes visuales,-. En
todos los ámbitos hay esferas formales e informales que se activan en torno a
255
conflictos y que confluyen en las movilizaciones transversales contra la vio-
lencia sexual, los feminicidios y la sobreexplotación y precariedad laboral.
Enumerar estas redes y asociaciones desborda este trabajo, pero la sectoriali-
zación es un tipo de institucionalización soft que se revela muy efectiva para
visibilizar al movimiento feminista y su transversalidad.
El reciente ciclo de movilizaciones: ¿un feminismo anti(neo)fascista?
L      , pero fechas como el 8M
–el histórico día de la mujer trabajadora- o el 25N –contra la violencia ejercida
sobre las mujeres- son momentos y “rituales” que el activismo modula en función
de la agenda y sus prioridades del momento. De hecho, se apunta tentativamente
una nueva ola, la cuarta, en torno a la denuncia mundial de la violencia sexual
que no desatiende, sin embargo, al resto de los temas candentes en política. La
Women´s March en Washington, al día siguiente del nombramiento del misógino
Trump en Estados Unidos, ha quedado como un hito. En los últimos meses, el
#EleNâo de las feministas brasileñas, movilizadas ya en torno al brutal asesinato de
Marielle Franco, contra Bolsonaro sigue en la línea de desafío y confrontación a
la emergencia neofascista. En Europa, destacan las marchas de las mujeres polacas
contra los retrocesos ligados a las pretensiones de la derecha respecto al aborto.
La cercanía de lo que está pasando no nos permite consignar mucha fineza en
el análisis, pero sí el que el feminismo se sitúa en primera línea para defender la
democracia y los derechos de las mujeres que son abiertamente combatidos por las
retóricas neofascistas.
Este 2018 ha sido un año que necesitaremos, en suma, estudiar con calma. Del
#Metoo de las celebrities y su repercusión mediática, amplificada por las redes so-
ciales hasta las movilizaciones contra la impunidad en la que mora la violencia
sexual, en España, a cuenta del polémico juicio a La Manada en Pamplona, hasta la
ruptura de los tabúes respecto al acoso sexual y sexista en el mundo laboral o en las
universidades, quedará como especialmente importante para la historia feminista.
No obstante, la lucha contra los feminicidios y la violencia de género del #Niuna-
menos permanecerá muy viva. Uno de sus aspectos será la incorporación masiva de
una joven generación preocupada no sólo por la violencia y la discriminación, sino,
también, por la lucha contra la precariedad laboral y la precarización misma de la
vida. Pongo dos ejemplos referidos a España: la denuncia de la sobreexplotación y
la precariedad de colectivos especialmente vulnerables como las Kellys –camareras
de pisos en los hoteles– o las temporeras migrantes marroquíes de la fresa en Anda-
256
lucía, serán focos de atención y solidaridad. El precedente en 2011, en plena crisis
de la deuda, del 15M, con sus exigencias de democracia real y justicia social, de un
movimiento en el que muchas jóvenes se socializaron políticamente precede al ciclo
actual que, creemos arranca en 2014, con un cariz feminista indudable. De hecho,
la polémica en el 15M en torno a la hostilidad hacia el feminismo, esto es, la retira-
da y posterior vuelta de la pancarta con el lema “La revolución será feminista o no
será” fue un precedente muy notable.
De hecho, en España podemos hablar de un ciclo de movilización iniciado en
2014 por el Tren de la Libertad contra el intento de restringir los derechos re-
productivos. Aunque las mayores tuvieron la iniciativa, llenas de rabia por ver la
perspectiva de retrocesos tras casi cuarenta años de democracia, la participación de
jóvenes y de hombres fue una novedad. El 7N de 2016 fue masivo y el 2018 nos
ha sobrecogido por la fuerza del movimiento, pero también por la indignación ante
la ignorancia de analistas y periodistas. El feminismo español es hoy transversal y
está sectorializado, pero, a la vez, ha creado una comunidad de debate e interpre-
tación, está plagado de disensos, pero también de consensos y unidad de acción.
Los estudios sobre movimientos sociales tienen un reto para estudiar las dinámicas
de desinstitucionalización e institucionalizaciones alternativas. En lo que sigue sólo
apuntaré algunos puntos para posteriores consideraciones.
A vueltas con la institucionalización. Ambivalencias y reacciones
P     y aspectos viciosos en los procesos de
(des)institucionalización en relación con un movimiento horizontal y alérgico a
las jerarquías como el feminista. Sintetizo mis apreciaciones al respecto en tres o
cuatro puntos, que nos llevan a la cuestión del contexto hostil al que se enfrenta el
movimiento. Resulta imposible ser exhaustiva ante tanta complejidad, por lo tanto,
sirva sólo de muestra de algunas preocupaciones, continuar las investigaciones y
para azuzar el debate. Paso a enumerarlos.
1. Una valoración positiva merece la institucionalización de los estudios de gé-
nero en las universidades y la mucha más frágil en el resto del sistema educa-
tivo, ligada al movimiento coeducativo, puesto que el canon de las diferentes
disciplinas se resiste a integrar el protagonismo femenino. Los libros de texto,
por ejemplo, son aún inmunes a los cambios y se necesitará todavía de mucha
energía para lograr reintegrar a las mujeres a la historia, la literatura, la ciencia
o la filosofía.
257
2. Los desarrollos legislativos, pueden ser ambivalentes y dependientes de los
recursos para su implementación, pero indudablemente confieren legitimi-
dad y prorrogan el protagonismo del debate social. Generan, también, una
reacción ligada al rencor y al resentimiento que acompaña a la pérdida de
privilegios masculinos, acentuada por la precarización laboral consecuencia
del cambio de modelo económico disparado por la crisis de los últimos diez
años. Un debate aún incipiente es el de la utilización del derecho penal como
instrumento clave en los procesos de erradicación de la violencia. No po-
demos ser colonizadas por el punitivismo penal, pero tampoco soportar la
impunidad para la violencia feminicida y sexual.
3. Más suspicaz soy, como he dejado traslucir antes, con la institucionaliza-
ción ligada a las dimensiones económicas y que ha generado una suerte de
“tecnocracia del género” relacionada con intervenciones de organismos tipo
BM, FMI, y similares en las llamadas políticas del desarrollo y la coopera-
ción –aunque esta última esté en horas bajas y constatemos que el tópico de
la justicia global ha desaparecido del debate-. Gran parte de la hostilidad en
otros continentes con el “feminismo hegemónico” viene de la cooptación por
parte del neoliberalismo de las vindicaciones feministas y su remodelación en
términos del homo economicus. La promoción de la emprendeduría femenina
y de los microcréditos, en el seno de la operación global, de bancarizar a los
pobres han sido desempoderadoras y lesivas en su mayor parte, pero el gran
aparato de propaganda de las organizaciones económica lo oculta. Esto lo
sumo a la crítica de Nancy Fraser a la funesta fusión de feminismo y neolibe-
ralismo, en los EEUU con su obsesión única por romper el techo de cristal y
de apostar por el liderazgo empresarial y ejecutivo que renuncia a la crítica a
las desigualdades y a la precarización de la vida de las grandes mayorías. En
una coyuntura de desmantelamiento de las políticas sociales, las políticas de
igualdad se desfondan y/o quedan desvirtuadas.
4. Por último, abordamos lo más preocupante al día de hoy: la reacción neocon-
servadora a la institucionalización, con tintes de pánico moral en lo relativo
a la educación sexual y afectiva en la escuela, que ha utilizado la expresión
“ideología de género”- generada en el Vaticano- para estigmatizar los avances
feministas. En toda América Latina la reciente ola regresiva la ha utilizado
profusamente. Contra Dilma Roussef, en el referéndum colombiano de apoyo
al proceso de paz, en el debate en Argentina y Chile sobre el aborto, en las
elecciones brasileñas ganadas por Bolsonaro, etc. Las bancadas evangélicas,
258
aliadas del catolicismo integrista, son un nuevo fenómeno antifeminista de
gran belicosidad.
Paradoja histórica: un movimiento fuerte en un contexto sumamente hostil
L     es, en conclusión, la de encontrarnos con
un movimiento feminista transnacional y sectorializado por ámbitos y temas de tra-
bajo –una de sus fortalezas–, más potente que nunca, y que mejor sabe utilizar la hi-
perconectividad digital para la movilización por las prioridades de su agenda política.
Y todo ello en el contexto más hostil que podíamos imaginar de los últimos treinta
años, si contamos como punto de partida del último ciclo histórico la caída del muro
de Berlín en 1989 y los primeros años noventa de formulación pujante de la defen-
sa de los derechos humanos de las mujeres, culminando en 1995 en la agenda de
Beijing, y sus desarrollos institucionales posteriores. Durante un tramo, hasta 2008,
las turbulencias se debieron al avance de la globalización y la hegemonía neoliberal
que era ambivalente con las mujeres. De un lado, pugnó por su incorporación como
agentes económicos y mano de obra al mercado global –de ahí el fenómeno de la
feminización del proletariado internacional en países en desarrollo marcados por la
deslocalización de la producción (el fenómeno de las maquilas) o las migraciones y la
conformación de cadenas globales de vulnerabilidad 5 ligadas a nichos laborales femi-
nizados como el cuidado o a la prostitución en los países centrales-, del otro desató
una oleada de precarización laboral que afectó fundamentalmente a las clases medias,
mujeres y hombres, y que está siendo aprovechada por la retórica particularista y
nacionalista de la ultraderecha al culpar a los inmigrantes del malestar económico y
social. En los últimos años, los discursos mediáticos y políticos de la ultraderecha han
sumado al odio al migrante, intensificado por la inseguridad causada por las guerras
de Oriente Próximo y Medio (de Afganistán a Siria, Yemen e incluso Libia) y por el
integrismo salafista y wahabí de un país como Arabia Saudí, con el que sin embargo,
se siguen haciendo cuantiosos negocios, con los enemigos “interiores” que son las fe-
ministas y el colectivo LGTBI por haber desafiado el modelo tradicional de familia.
Las vetas xenófobas, aporófobas y racistas se combinan con el pánico moral inducido
por la propaganda acerca de la "ideología de género" al tiempo que el autoritarismo
y el desfondamiento de la democracia se acentúan con actuaciones que guardan algo
más que un aire de familia con el fascismo.
5 A. Jaggar, (2009) “Transnational Cycles of Gendered Vulnerability: A Prologue to a eory of Global Gender
Justice” Philosophical Topics, Vol. 37, No. 2, Global Gender Justice (FALL), pp. 33-52.
259
El ascenso de la ultraderecha global está capitaneado por EEUU, y, por el Brexit
y las ultraderechas nacionalistas en Europa. A Trump, como hemos visto, le hizo
frente desde el primer día la Women´s March. Y con múltiples dinámicas inter-
seccionales en su seno, y con múltiples polémicas, sigue en la brecha. Analizar las
intersecciones del feminismo ante un mandatario misógino e impresentable, con
las luchas contra el racismo – Black Lives Matters- o contra la inhumana política
migratoria dirigida contra la diáspora mexicana y centroamericana en EEUU son
aspectos cruciales en este contexto. La misoginia explícita ha sido contestada con el
movimiento #Metoo con lo que las tensiones reverberan en un panorama político
que en lo estatal y mediático es muy hostil al feminismo y al movimiento por la
diversidad sexual. En España, como hemos descrito antes ya se dejan notar los efec-
tos de contagio de la ultraderecha globalizada y los partidos de derecha muestran
sus cartas volviendo a la hostilidad contra el aborto –en el caso del Partido Popu-
lar– y centrados en la promoción de la orientación pro-negocio ligado al cuerpo
de las mujeres –un nuevo partido, Ciudadanos centra su política en la defensa de
la maternidad de alquiler y la legalización de la prostitución con el fin de emular
el sistema alemán y holandés–. Las fuerzas abiertamente fascistas, pero aún mino-
ritarias, se expresan políticamente con discursos misóginos y xenófobos como en
el caso de Vox. Las redes sociales y el gusto de los medios de comunicación por el
espectáculo que brindan sus líderes, sin duda, les reportará nuevos votantes puesto
que ofrecen “soluciones fáciles” a problemas complejos concentrando la rabia social
por el malestar en los “enemigos interiores y exteriores”. Las complejidades de la
cuestión nacionalista en España con el intento secesionista de Cataluña abonan el
terreno de su emergencia.
Los conceptos de agencia y empoderamiento, y también el de “resiliencia”, han
sido colonizados por el neoliberalismo imperante, codificado en imaginarios y esló-
ganes, frente a la insistencia, de muchas veces las viejas feministas, en las resistentes
estructuras de desigualdad y discriminación y la consideración asimismo estructural
de la violencia en sus distintas manifestaciones. La oleada neoconservadora y pos-
fascista se propaga apelando a los instintos tribales en el contexto de una reacción
contra la globalización que apuesta por el autoritarismo social y no toca el poder
de las élites económicas multinacionales. Cual Casandra, y si no hay reacción de-
mocrática frente a esta oleada reaccionaria, podremos decir que la conjunción de
autoritarismo social, securitización de las políticas y precarización del trabajo y la
vida serán el futuro. Desgraciadamente la represión y la violencia se están haciendo
fuertes a la vez que desmontan la red de derechos y garantías que habíamos tejido,
como feministas y demócratas. Es hora de cerrar filas y luchar contra la marea au-
toritaria. No queda otra.
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Bajo Palabra. II Época. Nº20. Pgs: 245-262
Article
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"Anti-feminist reactions, mainly from the extreme right nourished by a context of neoliberal policies, religious fundamentalisms, colonialism and racism, generate a social space of conflict and risk of exclusion for certain social groups. The targets of anti-feminist positions include public policies promoting gender equality in Spain, a right-wing fixation we focus on in this paper. These policies provide funding for initiatives such as shelters for women facing domestic violence, feminist associations and master’s degrees in gender studies, among others. This research analyses anti-feminist literature published in this context in an attempt to identify how the «feminazi gravy train» discourse is articulated in Spain."
Article
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La violencia de género en Chile es un problema estructural que el Movimiento Feminista y de Mujeres viene discutiendo de manera activa hace décadas y que se perfila en contexto de Dictadura. Luego, al retorno de la democracia neoliberal, los debates en torno a la participación se hicieron parte de la agenda del Movimiento Feminista, dada la creación de organismos estatales especializados de género. Por ello, el siguiente ensayo busca revisar las teorizaciones y tensiones del movimiento feminista amplio desde una perspectiva histórica con relación a la institucionalización, academización, desmovilización y el surgimiento de políticas públicas contra la Violencia de Género, dando cuenta de tres conclusiones: i) el rol de los movimientos sociales y las oportunidades de acción colectiva en tensión al Estado, ii)la institucionalización del problema como oportunidad para dar respuestas a violencias estructurales y iii)la discusión en torno a la participación efectiva del movimiento feminista y las políticas internacionales.
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Este artículo pasa revista a algunas de las influencias más visibles que la impronta krausista dejó en la obra jurídica, educativa y penitenciaria de Arenal, y expone en qué sentido el pensamiento arenaliano y la filosofía del krausismo son como el anverso y el reverso de un mismo fenómeno regeneracionista porque, por un lado, los krausistas apreciaron en Arenal a la gran intelectual que podía llevar a buen puerto la obra espiritual que los krausistas habían emprendido a finales del siglo XIX y que participaba del elemento modernizador, solidarista y educador que podía alimentar intelectualmente a una España nueva. Y Arenal, por su parte, reconoció en krausistas como Giner a la persona capaz de convertir la metafísica krausista en un proyecto ilustrado de escuela y de reforma social cuyo fin era la formación integral de la persona en una actitud ética ante la vida como la perseguida por ella.
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Resumen: Las agencias de igualdad de género nacen para dar una respuesta institucional a la situación de injusticia estructural que sufren las mujeres. Estos organismos se han expandido por todo el planeta y su rol para desafiar el estatus quo patriarcal ha sido cuestionado por algunos sectores de los movimientos de mujeres, que detectan serios déficits en su funcionamiento. El artículo analiza las líneas fundamentales de semejante debate y recoge las principales críticas que impiden desarrollar el potencial ético del feminismo institucional. Para superar dichas limitaciones, el artículo propone la perspectiva de la rendición social de cuentas en clave de género y efectúa una relectura de dicho marco desde algunas de las principales categorías éticas que están en su base: injusticia estructural, responsabilidad, representación y poder.
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New wars, characterized by informality, unfold today in a liminal space that can be defined as parastatal because is controlled by armed corporations with the participation of state and nonstate military personnel. In that expanding sphere of parastatality, violence against women is not a collateral damage of war any more but it has become a strategic objective of this new war scenario. This article examines the historical transformations around the informalization of war and points at the centrality obtained by a “pedagogy of cruelty” against those who do not play the role of armed antagonists in the fighting - women and children.
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As American women have entered the labour force in greater numbers, the traditional work of wives and mothers - cleaning houses and caring for children - has gradually moved into the global marketplace. Paid domestic work has largely become the work of disenfranchised immigrant women of colour. This volume highlights the voices, experiences, and views of Mexican and Central American who care for other people's children and homes, as well as the outlooks of the women who employ them in Los Angeles.
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Estudio de justicia internacional que analiza la categoría de membresía política, la cual es entendida por la autora como los principios y prácticas para la incorporación de forasteros y extranjeros, inmigrantes y recien venidos, refugiados y asilados, en entidades políticas existentes. Desde esta perspectiva aboga por los derechos y al regulación de estas personas, y cuestiona los principios de la soberanía nacional, para proponer un federalismo cosmopolita. Sus reflexiones los fundamenta en el pensamiento de Immanuel Kan, Hanna Arendt y en el derecho de gentes.
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Amorós, C. Mujeres e imaginarios de la globalización. Rosario, Argentina, Homo Sapiens. 2008
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Brown, W. El pueblo sin atributos. La secreta rebelión del neoliberalismo. México: Malpaso. 2015
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Femenias, M.L. El género del multiculturalismo. Bernal. Universidad de Quilmes. 2007
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Fraser, N. Fortunes of Feminism. From State-Managed Capitalism to Neoliberal Crisis. London: Verso. 2013
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-"Las contradicciones del capital y los cuidados" en New Left Review, 100, septiembre-octubre, (111-132). 2015