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MITOS Y REALIDADES SOBRE LATERALIDAD Y DOMINANCIA
HEMISFÉRICA: IMPLICACIONES EN EDUCACIÓN
Rubén Carvajal, Escuela de Psicología, Universidad Católica Andrés Bello,
rcarvaja@ucab.edu.ve
Rafael Muñiz, Centro de Investigación y Desarrollo de Ingeniería,
Universidad Católica Andrés Bello, rmuniz@ucab.edu.ve
Resumen
La evidente lateralización de determinadas funciones cerebrales ha devenido en la creencia
popular de que existen personas “cerebro-izquierdas” analíticas o personas “cerebro-derechas”
creativas. Este estudio busca contrastar las realidades y los mitos acerca de la lateralidad y la
dominancia hemisférica cerebral. Los objetivos del trabajo fueron: 1) Buscar evidencias a favor
y en contra de la lateralidad y la dominancia hemisférica desde los puntos de vista anatómicos,
fisiológicos, evolutivos y genéticos; 2) Buscar posibles correlaciones entre dominancia
hemisférica derecha con los rasgos de personalidad creativa y entre dominancia izquierda con
rasgos de personalidad analítica; 3) Indagar qué tan difundida está en la comunidad universitaria
la creencia en el mito antes citado; 4) Indagar si existe una relación entre el nivel de instrucción
en la población estudiada y el grado de creencia en el mito. Se empleó el método de investigación
documental para verificar los dos primeros objetivos y una encuesta en línea para indagar los
otros dos objetivos. Los resultados sugieren que hay tareas en las que se han especializado
determinadas regiones de los hemisferios cerebrales, de lo que presentamos evidencias evolutivas,
genéticas, fisiológicas y psicológicas. No encontramos evidencias de que las personalidades
artístico-creativas respondan a una dominancia hemisférica cerebral derecha ni que las
personalidades lógico-analíticas respondan a una dominancia hemisférica cerebral izquierda.
Según un sondeo preliminar, 48% de los encuestados manifestó creer que existen personas
“cerebro-derecho creativas” y personas “cerebro-izquierdo analíticas”. El nivel de instrucción
general no modificó la creencia en el mito aunque la instrucción específica en neurociencia sí
pareció influir en una menor creencia en el mito, mientras que la ausencia de instrucción en
neurociencia mantuvo una mayor creencia en el mito. En futuras investigaciones se pretende
evaluar, en contextos educativos específicos, el impacto de estas creencias en el proceso de
enseñanza aprendizaje en niños y adolescentes.
Palabras clave: lateralidad, dominancia hemisférica, mitos educativos, neuromitos.
Abstact
The evident lateralization of certain cerebral functions has become the popular belief that there
are analytical "left-brain" people or creative "right-brain" people. This study seeks to contrast the
realities and myths about laterality and cerebral hemispheric dominance. The objectives of the
work were: 1) To look for evidences for and against laterality and hemispheric dominance from
the anatomical, physiological, evolutionary and genetic points of view; 2) Look for possible
correlations between right hemispheric dominance with creative personality traits and between
left dominance with analytic personality traits; 3) Find out how widespread the belief in the
aforementioned myth is in the university community; 4) Find out if there is a relationship between
the level of instruction in the population studied and the degree of belief in the myth. The
documentary research method was used to verify the first two objectives and an online survey to
investigate the other two objectives. The results suggest that there are tasks in which certain
regions of the cerebral hemispheres have specialized, from which we present evolutionary,
genetic, physiological and psychological evidences. We found no evidence that the artistic-
creative personalities respond to a right hemispheric cerebral dominance or that the logical-
analytical personalities respond to a left cerebral hemispheric dominance. According to a
preliminary survey, 48% of the respondents stated that they believe that there are "creative brain-
right" people and "brain-left analytical" people. The level of general education did not change the
belief in the myth although the specific instruction in neuroscience did seem to influence a lesser
belief in the myth, while the absence of instruction in neuroscience maintained a greater belief in
the myth. Future research aims to evaluate, in specific educational contexts, the impact of these
beliefs on the teaching-learning process in children and adolescents.
Keywords: laterality, hemispheric dominance, educational myths, neuromyths.
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"La ciencia debe comenzar con los mitos y con la crítica de los mitos".
Karl Popper (1963)
Introducción
Diversos autores han acuñado el término “neuromito” para agrupar a todas aquellas
descripciones populares del funcionamiento del cerebro, que a menudo aparecen en las
llamadas aplicaciones educativas "basadas en el cerebro" (Dekker y col., 2012; Geake,
2008).
La acepción de mito que usaremos en este trabajo se acerca más al de “creencia
distorsionada” de una idea, modelo o teoría, al propagarse de manera diferente a la idea
original. Esta concepción de mito se basa en dos acepciones: la primera, usada por
Carvajal (2011) en su libro Mitos, realidades y propuesta educativas, que lo entiende
como: “relato o narrativa que desfigura lo que realmente es una cosa y le da apariencia
de ser más valiosa o atractiva”. La segunda, parte del concepto de meme, acuñado por
Dawkins (1979) en su libro El gen egoísta, entendido como una unidad de información
cultural capaz de replicarse a sí misma mediante un proceso de imitación y sufrir
distorsiones al copiarse de un cerebro a otro.
Desde el descubrimiento por Roger Sperry en la década de 1960 de las funciones
propias del hemisferio cerebral derecho -hasta entonces tenido como un hemisferio
subordinado al hemisferio izquierdo-, empezó a propagarse un amplio interés científico
en las investigaciones relacionadas con la dominancia hemisférica cerebral para
determinadas funciones cognitivas (Zaidel, 2013).
Los aportes de Gazzaniga y Sperry (1967) al campo de la neuropsicología causaron tal
impacto en la comunidad científica que el primero fue reconocido con el Nobel por sus
descubrimientos. Los hallazgos tuvieron un impacto duradero en la investigación del
cerebro en innumerables áreas. Se generó un amplio interés en la especialización
hemisférica y se allanó el camino para innumerables descubrimientos (Zaidel, 2013), así
como la propagación de una serie de concepciones y creencias especulativas, muchas de
ellas no verificadas experimentalmente, acerca de la lateralidad y la dominancia
hemisférica, habiendo arraigado estas últimas en la psicología popular hasta el día de hoy
(Corballis, 1980; Schlesinger, 1980; Nature, 2003; Lilienfeld y col., 2010).
Una de las concepciones populares más divulgadas acerca de la lateralidad consiste en
suponer que existe un cerebro izquierdo lógico y un cerebro derecho emocional, mito que
se mantiene vivo gracias a la literatura de autoayuda, a pesar de las considerables críticas
científicas. La idea de los talentos latentes es prominente en estos relatos del hemisferio
derecho dormido, fuente de poderes creativos sin explotar (Nature, 2003)
La lateralidad, según la neuropsicología, implica un predominio funcional de un lado
del cuerpo sobre el otro, que se manifiesta, por ejemplo, en la utilización preferente de
una de las manos, uno de los ojos, oídos o pies del sujeto, es decir, es la manifestación
efectora de la dominancia cerebral. Es consciente y voluntaria, y puede ser modificada
mediante el entrenamiento (por ejemplo, los zurdos que aprenden a escribir con la mano
derecha (Portellano, 2005).
Desde antes del nacimiento ya presentamos lateralización en nuestro cerebro. En la
décima semana de gestación, la mayoría de los fetos mueven el brazo derecho más que el
izquierdo y en la décimo quinta, chupan más el pulgar derecho que el izquierdo. A los
tres meses, la mayoría de los fetos muestra una ampliación hacia la izquierda del plexo
coroideo (Hepper y col., 1991; Hepper y col., 1998; Hepper, 2013).
La dominancia hemisférica, por su parte, es un proceso central, inconsciente e
involuntario, que va más allá del control del sujeto. Entre el 95 y el 99 por ciento de las
personas diestras posee dominancia lateral izquierda en el lenguaje, como también la
posee el 70 por ciento de las personas zurdas (Portellano, 2005).
En la actualidad se suele utilizar indistintamente los conceptos de “asimetría” y
“dominancia cerebral” por lo que se ha sugerido el uso del término “asimetría cerebral”
como más conveniente ya que hace referencia a la participación que ambos hemisferios
tienen sobre la conducta, así como a la distribución asimétrica de las funciones inherentes
al cerebro (Portellano, 2005).
El descubrimiento de las funciones inherentes al hemisferio derecho (Sperry y
Gazzaniga, 1967) fue una de esas buenas ideas científicas que, además de seguir siendo
objeto de más investigaciones y verificaciones (Volz y Gazzaniga, 2017) se volvió parte
importante de la psicología popular a lo largo de los últimos cincuenta años (Lilienfeld y
col., 2010).
Lo que inicialmente fue una evidencia científica, es decir, la lateralización de
determinadas funciones cerebrales, suponemos que se fue deformando –culturalmente
hablando- a lo largo de cinco décadas, hasta convertirse en el mito actual de que existen
personas “cerebro-izquierdas” analíticas o personas “cerebro-derechas” creativas.
En el presente artículo se investigará si el concepto de dominancia hemisférica
cerebral, según lo descubierto por Sperry y Gazzaniga (1967), ha devenido en el mito del
“cerebro-izquierdo analítico” y “cerebro-derecho creativo” y si, tal como sostienen
algunos autores, es posible que siga persistiendo por largo tiempo más (Jarret, 2012).
Los objetivos de esta investigación fueron los siguientes:
1. Mostrar algunas evidencias anatómicas, fisiológicas, evolutivas y genéticas sobre la
lateralidad y la dominancia hemisférica.
2. Indagar posibles evidencias que correlacionen la dominancia del hemisferio cerebral
derecho con habilidades de personalidad marcadamente creativas y la dominancia del
hemisferio cerebral izquierdo con rasgos de personalidad o habilidades
predominantemente lógico-analíticas.
3. Indagar qué tan difundida está la creencia en profesores y estudiantes universitarios
venezolanos de que las personas predominantemente creativas son “cerebro-derechas” y
las personas predominantemente analíticas son “cerebro-izquierdas”
4. Comparar qué relación existe entre el nivel de instrucción y el nivel de creencia en
que las personas creativas son “cerebro-derechas” y las personas analíticas son “cerebro-
izquierdas”
Metodología
Se usaron métodos propios de la investigación documental para verificar los dos
primeros objetivos, y métodos de investigación de campo para verificar los objetivos tres
y cuatro. En los dos últimos objetivos, se aplicó una encuesta en línea, elaborada con
formularios Google, con una escala de Likert (1=totalmente en desacuerdo, 2=en
desacuerdo, 3=indeciso, 4=de acuerdo, 5=totalmente de acuerdo) para conocer el grado
de aceptación de los encuestados con la afirmación “Existen personas cerebro-derecho
creativas y personas cerebro-izquierdo analíticas”.
La primera hipótesis es la siguiente: “En caso de ser cierto que las personalidades
creativas y analíticas están lateralizadas, entonces debería existir suficiente evidencia
empírica en la literatura especializada que lo confirme. La metodología para verificar esta
hipótesis fue la revisión bibliográfica.
La segunda hipótesis es la siguiente: “La creencia en la lateralización de las
personalidades creativas y analíticas será menor en los docentes, o en aquellas personas
que hayan tomado cursos de neurociencia”.
La tercera hipótesis es la siguiente: “La creencia en la lateralización de las
personalidades creativas y analíticas será menor mientras mayor sea el nivel de
instrucción de las personas encuestadas”.
Resultados
Evidencias anatómico-fisiológicas de la lateralidad
El cerebro humano, y el de todos los vertebrados, está constituido por dos hemisferios
cerebrales, ubicados, uno a la izquierda, y otro a la derecha del surco central que los
separa, o cisura intercerebral. El hemisferio derecho controla el lado izquierdo del cuerpo
y el hemisferio izquierdo controla el lado derecho del cuerpo. En los mamíferos euterios
(placentarios), los hemisferios están conectados entre sí por el cuerpo calloso, un conjunto
muy grande de fibras nerviosas que en humanos supera los 250 millones de axones.
Existen diferencias anatómicas entre los dos hemisferios. Por ejemplo, la cisura lateral
izquierda es más larga y forma un ángulo menor que la cisura lateral derecha. En cuanto
a los hemisferios, Geschwind y Levistky (1968) demostraron su asimetría al analizar 100
cerebros post mortem. Encontraron que 65 por ciento tenía más grande el plano temporal
izquierdo –región ubicada en la superficie superior del lóbulo temporal- mientras que lo
contrario, un mayor plano temporal derecho, ocurría sólo en el 10 por ciento de los casos.
Se ha sugerido que el plano temporal izquierdo es mayor que el derecho por estar
ubicado en el hemisferio dominante para el lenguaje, sin embargo, otra hipótesis más
plausible sostiene que si el plano temporal está relacionado con el lenguaje es porque el
lenguaje se hizo dominante en el hemisferio izquierdo, debido a la diferencia de tamaño
preexistente.
A principios de la década de 1960 Joseph Bogen y Philip Vogel del White Memorial
Medical Center de Los Ángeles desarrollaron una cirugía, llamada comisurotomía, en la
cual cortaron las fibras nerviosas de la línea media del cuerpo calloso y otras comisuras
del cerebro anterior como último recurso para controlar la epilepsia severa e intratable,
dejando el cerebro dividido en dos hemisferios independientes.
Después de la operación, los pacientes dejaron de presentar convulsiones y su vida
volvió a ser aparentemente normal, salvo por los resultados que arrojaron varias pruebas
neuropsicológicas, las cuales despertaron mucha curiosidad en los investigadores, que
continúa hasta hoy con nuevos casos y nuevas pruebas (Gazzaniga, 2005; Volz y
Gazzaniga, 2017; Wolman, 2012).
Sperry y Gazzaniga descubrieron que el hemisferio derecho desconectado no era sordo
ni ciego a las palabras como se suponía en esa época. Su descubrimiento derrumbó el
paradigma imperante en la neurología sobre la actividad de los hemisferios cerebrales.
Las pruebas en pacientes con "cerebro dividido" parecían indicar que el hemisferio
derecho poseía una capacidad considerable para la comprensión cognitiva y la
comprensión del lenguaje escrito y hablado (Gazzaniga y Sperry, 1967).
Las pruebas lateralizadas para las habilidades lingüísticas mostraron que el hemisferio
derecho es capaz de comprender, en un nivel moderadamente alto, las palabras
pronunciadas en voz alta por el examinador. El hemisferio derecho desconectado también
podía leer palabras impresas que destellaban en el campo visual izquierdo. Los pacientes
con comisurotomía también pudieron, usando el hemisferio derecho, elegir palabras
correctas -escritas o habladas- y hacerlas coincidir objetos o imágenes presentados.
También supieron pasar correctamente de las palabras habladas a las impresas y
viceversa. Estas capacidades semánticas del hemisferio derecho fueron confirmadas con
posterioridad (Zaidel, 1978).
Cada hemisferio desconectado se comportaba como si no fuera consciente de los
eventos cognitivos del hemisferio asociado. En otras palabras, cada mitad del cerebro
parecía tener su propio dominio cognitivo, con sus propias experiencias particulares de
percepción, aprendizaje y memoria, todas aparentemente ajenas a los eventos
correspondientes en el otro hemisferio (Sperry, 1981).
Cada hemisferio parecía estar utilizando sus propias percepciones, imágenes mentales,
asociaciones e ideas. Cada uno podría mostrar sus propios procesos de aprendizaje y su
propia cadena de recuerdos por separado, todo por supuesto, esencialmente inaccesible
para la experiencia consciente del otro hemisferio.
Sin embargo, esta riqueza de funciones descubierta en el hemisferio derecho después
de comisurotomía, no se observaban cuando ocurrían lesiones focales en el hemisferio
izquierdo de una persona con cerebro completo, no dividido. ¿Por qué ocurría esto? La
explicación que dio Sperry fue que las lesiones que ocurrían en el hemisferio izquierdo
de personas con cerebro completo impedían que el hemisferio derecho no dañado pudiera
expresarse.
Para el hemisferio derecho, la posibilidad de expresarse funcionalmente seguía latente,
sólo que se encontraba reprimida por efecto de la lesión. Esto permitía suponer que las
dos mitades del cerebro, al conectarse, trabajan juntas como una unidad funcional. Esta
evidencia derrumba el mito de la lateralización, ya que de ser cierto que una persona es
creativa sólo por la dominancia del hemisferio derecho, debería poder seguir siéndolo sin
necesidad del hemisferio izquierdo, y eso no ha sido demostrado que ocurre.
Cuando esta función unitaria se vuelve defectuosa por una lesión unilateral, la función
deteriorada resultante prevalece sobre los ambos hemisferios. Es decir, los dos continúan
operando como una unidad funcional integral, aunque defectuosa. Solo después de que el
hemisferio derecho intacto se libera de su integración con la influencia disruptiva y
supresora del hemisferio dañado, mediante la comisurotomía, es que su propia función
residual puede hacerse efectiva (Sperry, 1981).
Evidencias genético-evolutivas de la lateralidad
Un mito que persiste incluso en algunos círculos científicos es que la asimetría es
exclusivamente humana (Corballis, 2014). Hoy se sabe que las asimetrías del cerebro
están muy extendidas entre los vertebrados y los invertebrados (Rogers y col., 2013) y
pueden producirse mediante una serie de mecanismos genéticos, epigenéticos o
neuronales (Conchla y col., 2012). Pero no es objeto de este trabajo analizar este mito.
Los modelos actuales que intentan explicar la lateralidad hemisférica cerebral se basan
en la premisa de que el desarrollo del lenguaje y la lateralización del cerebro han seguido
un proceso evolutivo, sea de carácter gradual o episódico como se discutirá más adelante.
Una buena parte de estas evidencias evolutivas se han obtenido a partir de la
comparación con el desarrollo cognitivo de otros primates (actuales) y por inferencia a
partir de una serie de pruebas paleontológicas basadas en los cambios que
experimentaron nuestros ancestros homínidos.
Se ha sugerido que la especialización de cada hemisferio en el cerebro humano ya
estaba presente en su forma básica cuando los vertebrados surgieron hace unos 500
millones de años (MacNeilage y col., 2009).
El predominio del hemisferio izquierdo para la emisión de sonidos se ha demostrado
en ratones y también se asocia al croar de las ranas (Corballis, 2015). El predominio del
hemisferio derecho para la emoción parece estar presente en todos los primates hasta
ahora investigados, sugiriendo una continuidad evolutiva de al menos 30 a 40 millones
de años (Lindell, 2013).
Los primates antropoides presentan asimetrías morfológicas entre los hemisferios
cerebrales (Ramírez Sánchez y Arangüez, 1993). El hemisferio izquierdo de los
chimpancés muestra dos áreas corticales homólogas a las principales áreas del lenguaje
en los seres humanos: el área de Broca (F5 en los chimpancés) y el área de Wernicke. En
el área F5 de estos primates se han localizado neuronas espejo que se consideran como
responsables de la imitación (Rizzolatti y col., 1996)
Alrededor de dos tercios de los chimpancés son diestros, especialmente en las acciones
de gesticular y lanzar objetos, en nuestro caso el porcentaje es mayor, entre un 85 y
90% de los humanos actuales muestran una amplia preferencia por el uso de la mano
derecha (Holloway y De La Costelareymondie, 1982).
Forrester y col. (2015) han estudiado el uso de las manos en acciones espontáneas en
gorilas en cautiverio. Los resultados de su estudio muestran un sesgo significativo en el
uso de la mano derecha. Según los autores, estos hallazgos sugieren que la dominancia
diestra es un rasgo de comportamiento relacionado con el predominio del hemisferio
izquierdo para el procesamiento de secuencias estructuradas de acciones.
En el humano moderno, estas asimetrías se corresponden con especializaciones más
sofisticadas tales como el lenguaje simbólico en el hemisferio izquierdo y la integración
visual-espacial en el derecho, lo que lleva a indagar si existe la posibilidad de que tales
capacidades ya estuvieran presentes en los primeros representantes del género Homo,
aunque menos desarrolladas.
Peña-Melián y col. (2011) analizaron cráneos fósiles de neandertales encontrados en
el yacimiento de El Sidrón, en Asturias, encontrando que su cerebro era asimétrico,
incluso en un grado mayor que el del ser humano actual. Al parecer, los neandertales
producían herramientas de piedra y hueso para ser usadas con la mano derecha, retocaban
asimétricamente los artefactos, sus miembros superiores eran muy asimétricos y sus
estriaciones dentales son consistentes con el uso de la mano derecha (Cashmore y col.,
2008).
Una serie de estudios genéticos demuestran que las repeticiones de la secuencia CAG
en el locus del receptor del andrógeno (cromosoma X) pudieran estar relacionadas con la
lateralidad hemisférica. En las hembras humanas, la incidencia de zurdas aumenta con el
número de repeticiones de la secuencia CAG, mientras que en el caso de los varones se
observa el efecto contrario: la reducción de zurdos en función con un número creciente
de esas repeticiones (Arning y col., 2015; Medland y col., 2005).
La asimetría cerebral en términos de los dimorfismos sexuales se diferencia también
en otro sentido. La relación estrecha madre-hijo en los homínidos, incluso acentuada por
una posible prolongación del periodo del embarazo, llevaría a una especialización
cerebral relacionada con el cuerpo calloso. Funcionalmente hablando, las diferencias
tenderían a establecer un cerebro masculino especializado en la integración visual-
espacial relacionada con la caza y por el contrario, las hembras tendrían unas superiores
capacidades cognitivas respecto a la comunicación simbólica y la comprensión de la
realidad social (Holloway y Heilbroner, 1992).
Posibles correlaciones entre personalidad y lateralidad hemisférica
Se buscaron posibles correlaciones entre lateralidad hemisférica y personalidades
artístico-creativas y lógico-analíticas. Existen pruebas neuropsicológicas para medir la
lateralidad manual, y en menor medida también las que miden el uso preferente de ojo,
pie y oído. Y aunque la lateralidad es considerada una medida indirecta de la dominancia
del lenguaje, y a pesar de las diferencias cuantitativas y cualitativas en el rendimiento
cognitivo de las personas en función de su lateralidad (Portellano, 1992), no creemos que
esto sea evidencia de que la personalidad esté lateralizada.
No se encontraron evidencias en la literatura que correlacionen rasgos o estilos de
personalidad con dominancia hemisférica. Por el contrario, en un estudio que llevó dos
años, Nielsen y col. (2013) escanearon los cerebros de más de 1.000 personas, de 7 a 29
años, mientras yacían en silencio o leyendo, lo que permitió medir su lateralización
funcional. Analizaron más de 7.000 regiones en el cerebro, y si bien descubrieron
patrones en determinadas conexiones cerebrales que estaban fuertemente lateralizadas en
el hemisferio izquierdo, no encontraron evidencias de que los participantes en el estudio
tuvieran una red cerebral izquierda o derecha más fuerte (Nielsen y col., 2013).
Algunas funciones del cerebro ocurren en uno u otro lado del cerebro, el lenguaje
tiende a estar en la izquierda y la atención más en la derecha. Pero el cerebro no se
comporta como dice el mito. Por ejemplo, el hemisferio derecho está involucrado en el
procesamiento de algunos aspectos del lenguaje, como la entonación y el énfasis (Nielsen
y col., 2013).
Fueron los entusiastas de la psicología popular quienes indudablemente llevaron este
trabajo un paso más allá y vincularon los tipos de personalidad a los hemisferios
cerebrales. La comunidad de la neurociencia nunca ha aceptado la idea de los tipos de
personalidad "izquierda dominante" o "derecha dominante" (Nielsen y col., 2013).
Lo que es aceptado como evidencia científica es que el hemisferio izquierdo sobresale
en capacidad intelectual, racional, verbal y razonamiento analítico; y el hemisferio
derecho sobresale en discriminación sensorial y en capacidad emocional, no verbal y
razonamiento intuitivo. Sin embargo, en un cerebro normal, con abundantes
interconexiones comisurales, la interacción de los dos hemisferios es tal que no podemos
disociar claramente sus funciones específicas (Kandel, 2008).
Tal como se mencionó anteriormente, hay evidencias de que la capacidad de un
hemisferio para realizar una tarea concreta puede deteriorarse cuando se desconecta del
otro hemisferio tras comisurotomía. Se ha descrito el caso de un paciente que podía
ejecutar una tarea táctil (discriminar por el tacto la forma detallada de figuras de metal)
con cada una de las manos antes de la operación de cerebro dividido. Después de la
operación, el sujeto no podía ejecutar la tarea con cada una de las manos. La pérdida de
dicha capacidad sugiere que para esta tarea se necesita la interacción entre los
hemisferios, aunque los datos indican que puede estar mediada básicamente por el
hemisferio derecho (Kandel, 2008).
La evidencia empírica apunta a que a pesar de las espectaculares diferencias en las
capacidades de los hemisferios aislados, cuando están interconectados parecen ayudarse
uno a otro en diversas tareas, tanto verbales como no verbales (Kandel, 2008). Sería por
lo tanto infundado sostener que un artista, por ejemplo, debe su creatividad al hemisferio
derecho solamente, ya que ambos hemisferios participan por igual en la obra creadora.
La mejor evidencia de esto fue Leonardo Da Vinci, creador, inventor, artista e ingeniero.
La contribución del cerebro derecho a la creatividad no es absoluta, porque el cerebro
izquierdo busca constantemente explicaciones para eventos inexplicables. Aunque haya
personas extremadamente creativas, sin los inputs provenientes del hemisferio izquierdo
la creatividad sería incompleta. Parece que no hay ningún fenómeno para el cual el
cerebro izquierdo no haya confabulado una explicación, y este atributo parece específico
del hemisferio izquierdo (Shlain, 2007).
A pesar de los estudios que continúan desaprobando la idea de que los tipos de
personalidad se relaciona con uno u otro lado del cerebro, el mito del “cerebro izquierdo
analítico” y el “cerebro derecho creativo” no pareciera que va a desaparecer tan pronto
(Nielsen y col., 2013).
Y eso quizás se deba a que la sociedad humana se basa en categorías, clasificaciones
y generalizaciones, y tal pareciera hay algo seductoramente atractivo en la simpleza de
etiquetarnos a nosotros mismos y a los demás como personas “cerebro-izquierdo-lógica-
analíticas” o “cerebro-derecho-artístico-creativas” (Novotney, 2013), pero el mito
popular del "cerebro derecho-cerebro izquierdo" para explicar las personalidades en
realidad no está respaldada por la ciencia (Feloni, 2015).
Una posible explicación para este fenómeno quizás tenga que ver con la neurocultura
(Frazzetto y Anker, 2009; Garcia-Lopez, 2012), alimentada por el encanto seductor de las
explicaciones de la neurociencia (Weisberg y col., 2008) que siempre son un buen punto
de partida para cualquier conversación socialmente culta. Es un mito relativamente
inofensivo, podría pensarse, si se le usa como novedad o como una forma de fortalecer la
"mitad más débil" del cerebro.
Sin embargo, los problemas comienzan cuando el mito se convierte en una profecía
autocumplida. Y es aquí donde queremos llamar la atención de los docentes, la principal
razón por la cual presentamos esta ponencia en el ámbito educativo. Por ejemplo, cuando
un niño de 12 años completa una prueba de personalidad -en línea o en la escuela- que lo
identifica como "cerebro-derecho" y decide omitir sus deberes de matemáticas, porque la
prueba le dijo que no es bueno con los números, es cuando esta falsa dicotomía comienza
a ser destructiva. Lo mismo aplica para el trabajador desempleado que renuncia a solicitar
el trabajo de sus sueños porque la descripción del trabajo requiere habilidades de
creatividad que él ha escuchado desde niño que no posee por ser “cerebro-izquierdo”.
Sarah-Jayne Blakemore, profesora de ciencia cognitiva del University College
London, sostiene que la idea de las personalidades asociadas con una dominancia
hemisférica "es una idea que no tiene sentido fisiológico". Blakemore cree que el
concepto de pensadores "lógicos, analíticos y precisos" favorecidos por su hemisferio
izquierdo y "creativos, intuitivos y emocionales" favorecidos por su hemisferio derecho
es la interpretación errónea de un concepto de la ciencia. Ella piensa que este mito penetró
tan rápido la cultura popular por los libros de autoayuda y por el hecho de que a las
personas les encanta categorizarse a sí mismas (Feloni, 2015).
Difusión del mito de las personalidades lateralizadas en universitarios venezolanos
Para indagar qué tan difundida está la creencia de que las personas creativas son
“cerebro-derechas” y las personas analíticas son “cerebro-izquierdas”, realizamos una
encuesta en línea a una muestra de 55 personas (28 no docentes y 27 docentes). El 48,2%
declaró estar de acuerdo o totalmente de acuerdo, mientras 32,2% declaró estar en
desacuerdo o totalmente en desacuerdo. Solo 9,6% se declaró indeciso con la frase
“Existen personas cerebro-derecho creativas y personas cerebro-izquierdo analíticas”
(Figura 1).
Figura 1. Creencia en que “existen personas cerebro-derecho creativas y personas cerebro-
izquierdo analíticas”. 55 respuestas (27 docentes y 28 no docentes).
Al analizar las respuestas de los 27 docentes, un 48,1% declaró estar de acuerdo y
totalmente de acuerdo, un 32,3% declaró estar en desacuerdo y totalmente en desacuerdo,
y un 18,5% se declaró indeciso acerca de que “Existen personas cerebro-derecho
creativas y personas cerebro-izquierdo analíticas” (Figura 2).
Figura 2. Creencias de 27 docentes en que “existen personas cerebro-derecho creativas y personas
cerebro-izquierdo analíticas”. Un 48,1% declaró estar de acuerdo y totalmente de acuerdo.
De los 55 encuestados, 22 había tomado cursos de neurociencia (40%) y 33 no los
habían recibido (60%). En el grupo que tomó cursos de neurociencia (docentes o
estudiantes), 54,6% declaró estar totalmente en desacuerdo y en desacuerdo, el 27,3%
declaró estar de acuerdo, y el 18,2% se declaró indeciso en que “Existen personas cerebro-
derecho creativas y personas cerebro-izquierdo analíticas” (Figura 3).
Figura 3. Creencia de 22 personas que tomaron cursos de neurociencia en que “existen personas
cerebro-derecho creativas y personas cerebro-izquierdo analíticas”. El 54,6% no estuvo de acuerdo.
En el grupo de los que no tomaron cursos de neurociencias, 15,2% declaró estar
totalmente en desacuerdo y en desacuerdo, el 63,6% declaró estar de acuerdo o totalmente
de acuerdo, y el 21,2% se declaró indeciso con la misma creencia presentada en la
encuesta (Figura 4).
Figura 4. Creencia de 33 personas que no tomaron cursos de neurociencia en que “existen personas
cerebro-derecho creativas y personas cerebro-izquierdo analíticas”. El 63,7% estuvo de acuerdo.
Relación entre nivel de instrucción y creencia en la lateralidad de la personalidad
El cuarto objetivo de este trabajo era encontrar qué relación existe entre el nivel de
instrucción de las personas encuestadas con el nivel de creencia en que existen personas
cerebro-derecho creativas y personas cerebro-izquierdo analíticas.
Los 27 docentes tenían el siguiente nivel de instrucción: posdoctorado: 1 (3,7%),
doctorado: 3 (11,1%), maestría: 8 (29,6%), especialización: 4 (14,8%), licenciatura: 5
(18,5%), estudiantes universitarios: 6 (22,2%). Las 28 personas restantes, no docentes,
tenían el siguiente nivel de instrucción: Estudiante de educación media: 3 (10,7%),
Estudiante universitario (pregrado): 19 (67,9%), TSU: 4 (14,3%), Licenciatura: 1 (3,6%),
Especialización: 1 (3,6%).
La figura 5 muestra el nivel de creencia en la lateralización de la personalidad de las
55 personas encuestadas, agrupadas por su nivel de instrucción. Se expresa en términos
absolutos y relativos, dada la variabilidad en las cantidades de los grupos según el nivel
de instrucción. Contrariamente a lo esperado, las personas con mayor nivel de instrucción
(especialista, master, doctor) estuvieron de acuerdo -en un 60% o más- con la afirmación:
“Existen personas cerebro-derecho creativas y personas cerebro-izquierdo analíticas”
Figura 5. Nivel de creencia en la lateralización de la personalidad, según el nivel de instrucción
Discusión y conclusiones
Este estudio buscó contrastar las realidades y los mitos acerca de la lateralidad y la
dominancia hemisférica cerebral. Hemos presentado algunas evidencias documentales
sobre la lateralidad y la dominancia hemisférica. Efectivamente, hay tareas en las que se
han especializado determinadas regiones de los hemisferios cerebrales, de lo cual hemos
presentado evidencias evolutivas, genéticas, fisiológicas y psicológicas. No hemos
encontrado, sin embargo, evidencias de que las personalidades artístico-creativas
respondan a una dominancia del hemisferio cerebral derecho, ni que las personalidades
lógico-analíticas respondan a una dominancia del hemisferio cerebral izquierdo.
Compartimos la preocupación de Roger Sperry, quien advertía ya en 1981, de una ola
creciente de extrapolaciones semipopulares y de especulaciones acerca de las funciones
del "cerebro izquierdo" frente al "cerebro derecho", una dicotomía que tentó a mucha
gente a especular libremente acerca del descubrimiento de las funciones del hemisferio
derecho.
Las evidencias recabadas en esta investigación, a pesar de no ser una búsqueda
exhaustiva, nos llevan al convencimiento de que los dos hemisferios cerebrales trabajan
estrechamente juntos como una unidad, en lugar de estar uno activo mientras el otro está
inactivo en determinadas funciones, lo que desafía la idea de que existen modos
cognitivos diferenciales izquierdo y derecho o incluso estilos de personalidad lógico-
analíticos y artístico-creativos.
En relación con el impacto de esta investigación en la educación, el producto de esta
investigación nos lleva a creer que es importante que los docentes tengan claro la
diferencia entre la evidencia empírica y las creencias populares acerca de la lateralidad y
la dominancia hemisférica cerebral, dado que son ellos los principales difusores de estas
ideas y los que podrán mantener viva la creencia en una profecía autocumplida que
etiqueta y restringe las potenciales de los estudiantes en sus edades más tempranas.
Los resultados de los sondeos preliminares dan indicativos que invitan a la reflexión.
Se observa en las figuras 1 y 2 que un alto porcentaje de los encuestados (48,2% y 48,1%,
población general y docentes, respectivamente) estuvo de acuerdo o totalmente de
acuerdo en que existen personas “cerebro-derecho creativas” y personas “cerebro-
izquierdo analíticas”. A pesar de ser tendencias preliminares, la creencia en el mito parece
revertirse con la instrucción en neurociencia. La segunda hipótesis planteada resultó ser
cierta: la instrucción en neurociencia parece reducir la creencia en el mito a 27,3% (Figura
3) y la ausencia de instrucción en neurociencia mantuvo la creencia en el mito en el 63,7%
restante (Figura 4). En relación con la tercera hipótesis, la figura 5 muestra que el nivel
de instrucción, en general, no parece ser suficiente para evitar la creencia en el mito,
aunque esta muestra es muy pequeña como para cualquier extrapolación al respecto.
Otra importante implicación de este trabajo en la educación tiene que ver con la muy
difundida postura crítica de que la educación favorece el pensamiento lógico y analítico,
dejando de lado las artes, las humanidades y la creatividad (Robinson, 2009). Esto es muy
posiblemente cierto, y seguramente habrá que hacer más énfasis en enseñar a desarrollar
la creatividad, la iniciativa y el pensamiento crítico; sin embargo, creemos que hay que
ser precisos al formular esta idea, ya que se suele plantear como que la educación favorece
los modos de pensar del hemisferio izquierdo, y es allí donde creemos que se incurre en
error.
Luce conveniente la implementación de planes curriculares y políticas educativas que
permitan identificar selectivamente, acomodar y maximizar las formas diferencialmente
especializadas del potencial intelectual individual.
A pesar de las enormes diferencias individuales en las fortalezas cognitivas de la gente,
y de que en efecto hay algunas personas más creativas y otras más analíticas, la idea de
que esto tiene algo que ver con tener una dominancia del hemisferio izquierdo o del
hemisferio derecho luce completamente falsa según las evidencias recabadas.
En relación con la simetría, ésta merece una discusión aparte. Decimos que un sistema
es simétrico cuando cada una de sus partes ofrece características y condiciones idénticas
a las del resto de sus partes.
Las leyes de la Naturaleza son simétricas; sin embargo, los resultados de esas leyes
simétricas son sistemas asimétricos. En realidad no hay razón para pensar que aunque
nuestro cuerpo, incluyendo a nuestro cerebro, muestre tanto en su apariencia externa
como en su interior un grado evidente de bilateralidad, no se presenten también ciertas
funciones que son asimétricas.
Como científicos pensamos que la vida es consecuencia de la ruptura de la simetría.
Siempre habrá diferencias en las dimensiones y en la disposición de los órganos y
organelos de los biosistemas. Los seres humanos poseemos un hígado del lado derecho
que no se encuentra en el lado izquierdo; además, cuando analizamos órganos bilaterales,
un órgano es diferente en tamaño y funcionalidad con respecto al órgano homólogo y un
riñón funcionará con mayor capacidad que el otro, o será más pequeño que el otro. Si el
devenir evolutivo nos condujo a la lateralidad hemisférica cerebral fue quizás por rendir
culto a las leyes de la simetría.
En futuras investigaciones se buscaría evaluar, en contextos educativos específicos, el
impacto que estas creencias acerca de las personalidades artístico-creativas “cerebro-
derechas” y las personalidades lógico-matemáticas “cerebro-izquierdas” ha causado en
los estilos de aprendizaje durante el proceso de enseñanza aprendizaje, específicamente
en niños y adolescentes.
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