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Psychological practices within school context in relation to pharmaceuticals consumption

Authors:

Abstract

This paper advances some results from the research “Psychological practices within schools in the context of the medicalization of childhood”. Said research built on recent work based on Foucault’s notion of “governmentality” (Foucault, 2006) to conceptualize child subjectivities and the so-called "psi" practices. Research methods drew on a qualitative research strategy based on the approach and guidelines of Grounded Theory’s. Data was collected through in-depth interviews with psychologists who worked in schools in the city of Montevideo and metropolitan area, both in the public and private sub-systems. The results discussed in this paper focus primarily on pharmacological issues. Psychologists working within school contexts are concerned about teachers’ tendency to give pharmacological response to students’ behavioral problems. Consequently, they develop myriad actions of interventions with teachers, working with the latter on the meanings and logics of this phenomenon. Psychologists’ goal is to achieve a more assertive response by educational establishments. They do not take a moral stance regarding psychopharmaceutical consumption in childhood, though they worry about abuse. They deem these practices as conducive to “psychologization” (Rose, 1996), which collides with neuroscientific approaches.
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Las prácticas psicológicas en el ámbito escolar y
su relación con el consumo de psicofármacos en
la niñez
Psychological practices within school context in
relation to pharmaceuticals consumption
Práticas psicológicas no ambiente escolar e sua
relação com o consumo de drogas psicotrópicas
na infância
Pablo Chouhy Algorta
ORCID ID: 0000-0002-3048-5788
Universidad de la República, Uruguay
Autor referente: pablitochouhy@gmail.com
Historia editorial
Recibido: 19/03/2018
Aceptado: 26/03/2019
RESUMEN
El presente artículo pretende poner de
relieve algunos resultados de la
investigación “Las prácticas
psicológicas en el ámbito escolar ante
el fenómeno de la medicalización de la
infancia”. Dicha investigación, se
apuntaló para llevar a cabo el trabajo
analítico en desarrollos conceptuales
en torno al fenómeno de la
medicalización de las subjetividades
infantiles contemporáneas, así como en
algunos estudios sobre las prácticas
“psi” enmarcadas en lo que Michel
Foucault denominó como
“gubernamentalidad”. (Foucault, 2006).
La investigación realizada fue de corte
cualitativo y el método orientador del
análisis y aproximación al campo fue la
Teoría Fundamentada. Asimismo, la
técnica privilegiada para recabar datos
fue la entrevista en profundidad,
entrevistándose a psicólogos que
trabajasen en el ámbito escolar en la
ciudad de Montevideo y zona
metropolitana; tanto en el sub-sistema
público como en el privado.
En este artículo se destacan los
resultados vinculados a lo
estrictamente farmacológico. Los
psicólogos del ámbito educativo
visualizan tendencias a brindar una
respuesta basada en lo farmacológico
dentro del sistema educativo,
encarnadas en algunas maestras.
Como consecuencia, llevan adelante
una gran cantidad de acciones
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trabajando con estas sobre los sentidos
y lógicas de este fenómeno, en pos de
lograr que la institución escolar una
respuesta más asertiva. Mantienen
preocupaciones en torno al abuso de
psicofármacos en la niñez, pero
intentan no tener un posicionamiento
moral ante la posibilidad del uso de
dichos fármacos. Se entiende que
llevan adelante una “psicologización”
(Rose, 1996) de la problemática, lo cual
colisiona con las perspectivas más
tributarias de las neurociencias.
Palabras claves: Psicofármacos; prácticas psicológicas; gubernamentalidad
ABSTRACT
This paper advances some results from
the research “Psychological practices
within schools in the context of the
medicalization of childhood”. Said
research built on recent work based on
Foucault’s notion of “governmentality
(Foucault, 2006) to conceptualize child
subjectivities and the so-called "psi"
practices.
Research methods drew on a
qualitative research strategy based on
the approach and guidelines of
Grounded Theory’s. Data was collected
through in-depth interviews with
psychologists who worked in schools in
the city of Montevideo and metropolitan
area, both in the public and private sub-
systems.
The results discussed in this paper
focus primarily on pharmacological
issues. Psychologists working within
school contexts are concerned about
teachers’ tendency to give
pharmacological response to students’
behavioral problems. Consequently,
they develop myriad actions of
interventions with teachers, working
with the latter on the meanings and
logics of this phenomenon.
Psychologists’ goal is to achieve a
more assertive response by educational
establishments. They do not take a
moral stance regarding
psychopharmaceutical consumption in
childhood, though they worry about
abuse. They deem these practices as
conducive to “psychologization” (Rose,
1996), which collides with
neuroscientific approaches.
Keywords: Psychopharmaceuticals; psychological practice; governmentality
RESUMO
Este artigo tem como objetivo destacar
alguns resultados da pesquisa
"Práticas psicológicas no ambiente
escolar diante do fenômeno da
medicalização da infância". Esta
pesquisa teve como objetivo realizar o
trabalho analítico em desenvolvimentos
conceituais em torno do fenômeno da
medicalização das subjetividades das
crianças contemporâneas, bem como
em alguns estudos sobre práticas "psi"
enquadradas no que Michel Foucault
denominou "governamentalidade"
(Foucault, 2006).
A pesquisa realizada foi qualitativa e o
método norteador da análise e
abordagem ao campo foi a Teoría
Fundamentada nos Dados. Da mesma
forma, a técnica privilegiada para coleta
de dados foi a entrevista em
profundidade, entrevistando psicólogos
que atuavam no ambiente escolar na
cidade de Montevidéu e na região
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metropolitana; tanto nos subsistemas
públicos como privados.
Este artigo destaca os resultados
ligados ao estritamente farmacológico.
Os psicólogos do campo educacional
visualizam tendências para oferecer
uma resposta baseada no
farmacológico dentro do sistema
educativo, encarnadas em alguns
professores. Como resultado, eles
realizam uma série de ações que
trabalham com estas tendências ao
longo dos sentidos e lógica desse
fenômeno, a fim de fazer com que a
instituição escolar uma resposta
mais assertiva. Eles mantêm
preocupações sobre o abuso de drogas
psicoativas na infância, mas tentam
não ter uma posição moral diante da
possibilidade de usar tais drogas.
Entende-se que eles realizam uma
"psicologização" (Rose, 1996) do
problema, que colide com as
perspectivas mais tributárias das
neurociências.
Palavras-chave: Psicofármacos; práticas psicológicas; governamentalidade
n el presente artículo se pretende exponer conocimiento producido a partir de la
investigación “Las prácticas psicológicas en el ámbito escolar ante el fenómeno
de la medicalización de la infancia”; específicamente los resultados relacionados a la
problemática del consumo de psicofármacos. Para llevar a cabo el trabajo analítico se
utilizaron desarrollos conceptuales en torno al fenómeno de la medicalización de las
subjetividades infantiles contemporáneas y de las prácticas “psi”, enmarcadas en lo
que Michel Foucault (2006) denominó como “gubernamentalidad”.
Desde la segunda mitad del siglo XX asistimos a un incremento sustantivo de la
“detección” de síntomas y cuadros psicopatológicos en la infancia escolarizada, con
una consecuente prescripción terapéutica basada en el consumo de psicofármacos. El
caso paradigmático ha sido el de los síntomas de la desatención, la hiperactividad y la
impulsividad englobados frecuentemente bajo la entidad psicopatológica de “Trastorno
por déficit atencional con o sin hiperactividad” (TDA, TDAH, ADD o ADHD por sus
siglas en español e inglés); y tratados terapéuticamente en base al suministro de
clorhidrato de metilfenidato (más conocido como Ritalina por su nombre comercial).
Ante tal fenómeno, varios investigadores y profesionales de las Ciencias Sociales, el
ámbito médico y el campo “Psi”, han alertado acerca del sobrediagnóstico de tal
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cuadro, y la tendencia actual de visualizar cualquier problema o manifestación de
conflicto dentro del ámbito educativo como reflejo de un cuadro psicopatológico.
Se considera por demás pertinente visibilizar el accionar de la Psicología en el ámbito
educativo ante estas situaciones, en tanto es una disciplina cuyo saber y accionar se
encuentra directamente comprometido e interpelado por tal problemática, pero que sin
embargo ha estado ausente en los estudios sobre la temática; al menos a nivel
nacional. Estos últimos, se han ocupado más que nada del análisis de las instituciones
médicas y de las educativas, así como de los actores más “tradicionales” de las
mismas (psiquiatras, pediatras, neurólogos, maestros, directores, etc.).
Metodología
Es importante mencionar que la investigación se planteó un enfoque cualitativo de
modo de poder acceder al universo de las prácticas psicológicas y sus sentidos,
contemplando al fenómeno en su singularidad, su complejidad y sus contextos
específicos (Vasilachis, 2006). Cuando se escogen métodos predominantemente
cualitativos, se está optando por hacer énfasis en la comprensión e interpretación de
los fenómenos, así como por dejar de lado la ilusión de develar las relaciones causa-
efecto, para, en cambio, interesarse por distintos universos simbólicos y tramas de
significado (Apud, 2013).
El método orientador del análisis y aproximación al campo fue la Teoría
Fundamentada (TF), congruente con la finalidad de construir teoría a partir de los
datos recabados, y no de comprobar o contrastar desarrollos teóricos pre-existentes.
Estos sirvieron, ni más ni menos, que como soportes para el trabajo analítico. Así,
cobraron especial importancia los procesos de categorización que se llevan a cabo a
partir de los datos recabados, asumió más relevancia el carácter inductivista de la
investigación, y orientó la investigación la finalidad de producir teoría sustantiva
enraizada en lo que se toma del campo (Soneira, 2006). A su vez, privilegiando la
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entrevista en profundidad como método de recolección de datos, se entrevistó a
psicólogos que trabajan en el ámbito escolar en la ciudad de Montevideo y zona
metropolitana, tanto en el sistema público como en el privado. Las entrevistas se
realizaron entre agosto y diciembre del 2017, valiéndose de los criterios de
accesibilidad, heterogeneidad y saturación (Valles, 1997).
Referentes conceptuales
Medicalización de las infancias contemporáneas
La medicalización de las sociedades es un proceso insoslayable de las sociedades
contemporáneas estudiado por varios autores, dentro del cual la infancia es un blanco
privilegiado sobre el que se despliegan múltiples prácticas. Si bien es posible
encontrar múltiples definiciones de este fenómeno por parte de diversos autores, todos
hacen alusión al pasaje de problemas cotidianos del existir humano a la órbita del
accionar médico u otras profesiones afines del campo de la salud (Germain, 2007). En
su genealogización del fenómeno, Foucault (2008) afirma que en el siglo XX la
expansión de la medicina y sus lógicas es tal, que no parece tener campo exterior:
ningún ámbito de la existencia humana parece quedar por fuera de su intervención.
Ahora bien, Los procesos de medicalización se han visto, desde las últimas décadas
del siglo XX hasta la actualidad, metamorfoseados por la brutal expansión de la
prolífica industria farmacéutica y la reestructuración capitalista que pautaron una
marcada mercantilización de la salud. Como efecto, se tornó muy evidente que la
medicalización como fenómeno político podía rebasar la intervención técnica-
profesional del médico, pasando a ser la esencia de sus prácticas el consumo de
fármacos (con la mediatización o no de un agente de la salud). Por lo tanto, el efecto
es que la medicalización se parece cada vez más a una “medicamentalización”
(Faraone, Barcala, Bianchi & Torriccelli, 2009) o a una “farmaceuticalización”
(Abraham, 2010), en tanto el mandato por el cuidado de la salud se equipara al
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consumo de fármacos, siendo el marketing y el lobby de la industria farmacéutica
fundamental para explicar este proceso. Queda entonces planteado el hecho de que la
intervención médica (e incluso a veces prescindiendo de esta) queda en la actualidad
prácticamente homologada a la prescripción de fármacos (Stolkiner, 2012), lo que
genera que la medicalización esté pautada por la “farmacolización” y
sobrefarmacolización. Como impacto en la esfera subjetiva, se puede decir que
impera actualmente la lógica de erradicar el malestar a través de soluciones fáciles y
rápidas. Se hace referencia a los cambios en las nuevas formaciones subjetivas
mayormente vinculadas a la instantaneidad, el mandato de felicidad constante y de
ausencia del dolor, la valorización de la salud y el fomento al consumo (Pinafi, 2013).
Estas líneas subjetivantes se retroalimentan y son indisociables de las lógicas de la
industria farmacéutica que permean y diagraman cada vez más el fenómeno de la
medicalización, lo que sedimenta el terreno para el consumo de fármacos como
objetos-fetiche.
En el campo de la infancia, el proceso medicalizador actual no está regido entonces
solamente por los movimientos patologizadores y normalizantes tradicionales de los
niños, niñas y adolescentes (NNA), sino también por la preponderancia cada vez
mayor de las herramientas psicofarmacológicas como respuesta privilegiada. Se
puede afirmar que la infancia es uno de los territorios en donde más se despliega el
fenómeno de la medicalización, con algunas características propias. Así, podemos
centrarnos en dos críticas que frecuentemente se realizan por parte de quienes
estudian y teorizan sobre este tema: la tendencia a patologizar lo anómalo en el niño,
realizando un perjudicial uso de la estrategia diagnóstica, y la predisposición a asumir
rápidamente y sin evidencias suficientes de que la respuesta a tal problema pasará por
una terapéutica erigida sobre el consumo de psicofármacos por parte del niño. Es por
demás ilustrativo el aporte de Stolkiner (2012) cuando entiende que en el campo del
sufrimiento infantil existe una operación que consta de un triple movimiento:
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“individualizar el proceso de salud-enfermedad-cuidado, reducir el padecimiento
psíquico a la psicopatología y ontologizar luego el cuadro psicopatológico” (p.35).
Prácticas Psicológicas a la luz de la gubernamentalidad
El ya mencionado filosofo Michel Foucault introdujo el término “gubernamentalidad” en
el marco de sus seminarios en el College de France en el año 1978. Foucault se
abocó a estudiar nuevas formas de manejar las conductas que lo llevaran a las
distintas prácticas de gobierno y su relación con el Estado (más específicamente con
la razón de Estado) (Foucault, 2006). Así, el concepto de “gubernamentalidad” se
encuentra muy vinculado a los procesos de conducción de las conductas del cuerpo
poblacional, al decir de Chávez Bidart (2016): “refieren a las múltiples maneras en que
diversos saberes han sido utilizados en la conducción de la población a través de
cálculos, procedimientos y tácticas, y que tuvieron como consecuencia el nacimiento
del Estado moderno” (p. 23).
Ahora bien, para enfocarse particularmente en las prácticas psicológicas, es muy
conveniente centrarse en los estudios de la gubernamentalidad, pero de la forma que
lo realizan los denominados anglofoucaultianos” (Mussetta, 2009), y particularmente
la figura de Nikolas Rose. Se comprende desde esta línea de investigación que en la
propuesta foucaultiana hay una invitación metodológica a analizar las prácticas en su
singularidad contextual e histórica, siempre teniendo en cuenta que las mismas
obedecen a cierto tipo de racionalidad y lógicas que son más bien inmanentes y para
nada universalizables (Castro-Gómez, 2010).
Las prácticas psicológicas, adquieren relevancia en tanto pueden ser pensadas como
prácticas de gobierno que pretenden dirigir las conductas de los sujetos (Rose, 1996).
Pero tal direccionamiento, no se realiza mediante la coacción, sino buscando la
apropiación por parte de los sujetos de las mismas racionalidades y finalidades que
articulan las prácticas de gobierno. A su vez, Rose vincula el desarrollo de la
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Psicología con los problemas de la ética, la política y el conocimiento, afirmando que el
desarrollo de las sociedades occidentales es totalmente indisociable de la construcción
de un conocimiento experto sobre el “yo”, que redunda en procedimientos y técnicas
orientadas a moldear, regular y administrar este objeto construido por el saber
psicológico y dominios de saber afines. Rose afirma que en el proceso de
disciplinarización de los conocimientos psicológicos, cada vez más esferas de la vida
social fueron siendo pensados bajo la matriz de los saberes psicológicos, en auge
desde fines del siglo XIX. Es una especie de progresiva “psicologización” de la vida
cotidiana y social (algo relacionado, pero diferente a los procesos de medicalización).
Sin embargo, Rose hace alusión en sus últimos trabajos sobre como el territorio
ganado por las prácticas psicológicas de individualizar al sujeto para promover su
autogobierno mediante la suposición de una interioridad propiamente psicológica, está
perdiendo terreno ante los avances de las lógicas provenientes de las neurociencias
en el siglo XXI. De esta forma, identifica en la actualidad como se perciben y
problematizan los fenómenos que otrora eran concebidos dentro de la esfera
psicológica en términos biomédicos, refiriéndose a este hecho como “achatamiento de
la interioridad” o “somatización”; y aventurando el concepto de “yo neuroquímico”
(Córdoba, 2012).
En esta línea, vale mencionar el contexto de “refundación” de la Psiquiatría a partir de
los avances científicos en el campo de la neurobiología. La Psiquiatría tuvo un nuevo
auge y se reconfiguró en sus intentos de tratar el sufrimiento mental como algo
objetivable, natural y de base orgánica con dos fenómenos indisociables entre sí: los
avances de las investigaciones neurobiológicas y el crecimiento de la industria
farmacéutica. Ya desde finales del siglo XIX, se puso en cuestión la búsqueda por
parte del positivismo científico de un correlato entre los fenómenos físico-anatómicos
del cerebro y la totalidad de los fenómenos mentales. De esta manera, se dio lugar a
una brecha entre el funcionamiento del cerebro y el funcionamiento mental y de la
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conducta humana, lo cual permitiría el advenimiento de una multiplicidad de saberes y
teorías sobre lo mental (Pérez, 2010). Pero más allá de este campo que se abrió para
un estudio de lo mental como algo que rebasaba el funcionamiento del cerebro, se
continuaron estudios que para estudiar lo mental realizaban una jerarquización del
funcionamiento cerebral por sobre otros factores. Los mismos tuvieron un nuevo auge
en la última década del siglo pasado Este fenómeno es eminentemente político,
fomentado por intereses corporativos (sobre todo de la industria farmacéutica), y ha
generado “una clara ofensiva del paradigma científico positivista, que, en este campo,
busca subordinar los fenómenos mentales y psicológicos a las lógicas del cerebro y
sus métodos de investigación” (Pérez, 2010, p. 15).
Sin embargo, numerosos estudios por fuera del ámbito de las neurociencias dan
cuenta de la imposibilidad de comprender linealmente las relaciones entre el
funcionamiento cerebral y los procesos mentales, procesos que integran a un sujeto
en toda su complejidad, como un ser social e histórico, determinado por el mundo
simbólico en el cual se inscribe. Con este escenario se ponen de relieve dos
modalidades muy distintas de comprender y operar sobre el sufrimiento mental.
Resultados
A continuación, se presentan algunos resultados de la investigación vinculados a las
prácticas psicológicas referidas a la medicalización, pero haciendo foco mayormente
en lo farmacológico y las prácticas que se realizan dirigidas a la interna del dispositivo
escolar. Tales resultados son en función de la producción discursiva de los psicólogos
entrevistados en la investigación mencionada.
Presiones sobre lo farmacológico a la interna de la escuela
Se hace referencia a la idea repetida de los actores entrevistados de que, más allá de
sus acciones, la prescripción de medicación se determina en al ámbito de la salud,
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teniendo sus prácticas poca incidencia en esta decisión tomada por otro profesional
(médico psiquiatra) en otro ámbito (ámbito de la salud, proceso terapéutico). Aluden a
lo alejado que está el dispositivo de intervención psicológico de influenciar en estas
dimensiones, incluso con un explícito “Nosotros no medicamos” (sub-sistema público
(Pu.)). Asimismo, aluden a que no toman demasiado en cuenta si un niño está
medicado o no para realizar sus intervenciones que consideran de índole institucional.
Se vislumbra un territorio disciplinar ganado por la Psiquiatría como saber que se ha
erigido como el idóneo para sancionar sobre esta problemática. Asimismo, el dominio
de la Psiquiatría aparece de a momentos como un territorio hermético y de difícil
acceso. Incluso, como un lugar de experticia con el cual no se debe interferir ni
cuestionar: “Si hay un psiquiatra que indicó la medicación, yo no soy psiquiatra, la
medicación se tiene que tomar” (sub-sistema privado (Pr.)).
A la interna de la escuela, aparecen destacados pedidos (explícitos en su mayoría) de
las maestras de que ciertos niños tendrían que estar medicados, “…todos los años se
da de que el maestro viene y te dice “este niño hay que medicarlo, hay que hacer algo”
(Pu.) A veces, también mencionan decisiones de las direcciones de las cuales los
psicólogos se enteran a posteriori. Este pedido de medicalización que se encarna en
las maestras, lo viven como una visión reduccionista de la problemática, emergente de
un sistema que se encuentra desbordado. Por lo tanto, suelen atender tal pedido, pero
poniéndole un freno. Incluso la resistencia a estas perspectivas puede ser más intensa
y despertar enojo hacia el enfoque que sostienen algunas maestras. Los entrevistados
refieren a cómo gran parte de las acciones realizadas desde su rol es el trabajo con
otros actores de la institución escolar, sobre todo con las maestras; erigiendo en
ocasiones la articulación con el cuerpo docente como el quehacer primordial del
psicólogo del ámbito educativo. En los discursos se hace patente que los psicólogos
se abocan con intensidad a trabajar con las maestras y realizan esfuerzos para
establecer un vínculo de trabajo colaborativo y complementario. Sin embargo, no
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siempre se logra. Una de las claras aspiraciones de los psicólogos en su trabajo con
las maestras es re-situarlas en su posicionamiento sobrediagnosticador y promotor de
lo farmacológico; tarea tan prioritaria como difícil. De esta manera, las intervenciones
están vinculadas a generar sentidos sobre hechos, abrir visibilidad sobre fenómenos y
promover nuevos enfoques, racionalidades y acciones por parte de otros actores.
Estos hechos advierten a los psicólogos sobre la posibilidad de que se esté pensando
la problemática de los niños de una manera un tanto reduccionista, por lo que este
enfoque y lógica de medicar lo que se desvía puede pasar a ser un objeto de
intervención para estos psicólogos Aquí parecen subyacer dos concepciones distintas
del sufrimiento y el malestar humano. Por un lado, los psicólogos presentan una visión
dinámica y contextual del sufrimiento, haciendo énfasis en indagar las condiciones en
las cuales el mismo se produce, así como trayendo la importancia de tener una mirada
evolutiva. Por otro lado, otros actores (los más señalados suelen ser algunas
maestras) muestran su predisposición a adherir con mayor facilidad a acciones que
evidencian el entendimiento de muchos malestares humanos como desordenes
bioquímicos del cerebro. Estas concepciones, tributarias de las ciencias biológicas,
predisponen al pedido de medicación como única respuesta válida a diversas
manifestaciones del malestar psíquico: “…Que cuesta. Cuesta porque a veces las
maestras necesitan el diagnóstico y las pastillas para sentirse tranquilas que algo está
pasando, que está en tratamiento. Estos otros tratamientos que son menos visibles les
cuestan el tiempo de espera.” (Pr.).
Asimismo, se percibe impotencia ante la permeabilidad que puede tener la industria
farmacéutica para influenciar en las lógicas del sistema educativo, visualizándolo como
un grupo de poder económico que influye no solamente en el ámbito de la salud, sino
también en el educativo, con lógicas lucrativas y de marketing: Entonces, ¡ojo con
eso! Porque esto no deja de ser por plata. Las pastillas no te las regalan, las fabrican,
las distribuyen, etc. Todo por plata.” (Pu.).
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Adecuar la escuela
Muchas veces, las prácticas mencionadas son reconocidas en su potencial de evitar
un tipo de tratamiento de índole farmacológico, o de complementarlo y desmitificarlo
en las representaciones sociales “mágicas” que suelen asociársele; así como también
involucrar a adultos y señalar que el problema no está solo en el niño. Por tanto,
coinciden en realizar intervenciones que incluyan al niño señalado como problemático,
pero rebasando al mismo. Por ende, sus acciones irán dirigidas a hacer lo posible por
generar cambios en el entorno educativo y facilitar el aprendizaje, evitando
intervenciones que se basen únicamente en corregir y adaptar al niño a la institución.
Se busca en cambio (otra vez bastante consciente y explícitamente) que la institución
pueda adaptarse al niño en pos de promover sus potencialidades y hacer valer su
singularidad: “Para mí, el rol del ámbito educativo es que el chiquilín tenga la
educación más digna posible y si el chiquilín necesita determinadas adaptaciones o
estímulos particulares la escuela se lo tendría que brindar porque es el transito
curricular del chiquilín y de su vida.” (Pu.).
Aquí, la idea subyacente que parecen compartir los psicólogos es que en la institución
educativa se patologizan las conductas desviadas: “la escuela tiende a ser
normalizadora históricamente como institución, se puede volver prescriptiva sobre algo
que no le corresponde. Por ejemplo, que el niño tome medicación.” (Pu.). Los
entrevistados concuerdan en identificar un desacople entre el funcionamiento de la
institución escolar y las formas subjetivas de la infancia contemporánea. A su vez, se
preguntan si el sobrediagnóstico (y la consecuente sobremedicalización que suele
conllevar) no se explican por esta disonancia entre una institución que acoge a los
niños cada vez más horas, exigiéndoles atención y quedarse sentados, cuando sus
procesos de socialización y producción subjetiva se han modificado drásticamente,
sobre todo con respecto a las imágenes y la movilidad.
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Es que las producciones subjetivas de la infancia contemporáneas están compuestas
por procesos muy distintos en relación a pocos años atrás. De esta manera, el acceso
a la información, la importancia del mundo de lo visual, la vertiginosidad de lo temporal
y los vínculos modificados (más de pares) con los adultos, producen formas subjetivas
en la infancia novedosas, propias de estas generaciones y alejadas de la subjetividad
infantil propia de la modernidad. Estas nuevas subjetividades, no se ven acompasadas
por los distintos territorios existenciales por los que circula la niñez, y menos aún por el
sistema escolar (Corea y Lewkowicz, 1999), al cual los psicólogos entrevistados
reconocen como una estructura bastante rígida y con una inercia considerable a seguir
funcionando igual al momento en la cual fue creada. Como consecuencia de tal
desacople, muchas conductas tradicionalmente inesperables irrumpen en el espacio
escolar. Como explica Untoiglich (2014) cuando denuncia que la
“medicamentalización” (medicalización, pero vinculada estrechamente al consumo de
fármacos) de la infancia está persiguiendo como fin “controlar las conductas de los
niños y adaptarlos a un sistema escolar, que en su estructura central no ha variado en
los últimos tres siglos. Continuamos educando con métodos del siglo XIX a niños del
siglo XXI”. (p. 26).
Se hace evidente en las afirmaciones de los psicólogos entrevistados, cómo la
Psicología tiene momentos de corte con su tradición de auxiliar el poder disciplinario
más clásico: aquel que se ejercía sobre el cuerpo individual en las instituciones
disciplinarias, modelando los comportamientos y castigando el desvío a la norma; en
definitiva, la anatomopolítica (Foucault, 2006). Pero no debe leerse aquí que las
racionalidades de las prácticas psicológicas están eximidas de los juegos de poder,
algo que sería inconcebible. Con la noción de gubernamentalidad (Foucault, 2006), se
puede comprender cómo el biopoder es el ejercicio de poder privilegiado en la
contemporaneidad. La forma de regular la vida de las poblaciones, supondrá entonces,
potenciar los rasgos vitales y apelar al autoconocimiento, autorregulación y explotación
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de las potencialidades de los sujetos. A su vez, se fomenta la emergencia de las
singularidades y la aceptación de la diferencia en distintos ámbitos de la vida social
(en este caso, el ámbito educativo) dentro de cierto marco normativo, en un juego de
libertades cada vez más posible en el escenario de la hegemonía ideológica
neoliberal. (Rose, 2007).
Sentidos sobre lo farmacológico
Los participantes de la investigación, reconocen el consumo de psicofármacos en la
niñez como una problemática muy acuciante a atender en sus prácticas, y que tiene
sus manifestaciones en el sistema educativo. El fenómeno siempre aparece
inseparable y como resultado del sobrediagnóstico al que se somete la niñez
contemporánea, y de los desfasajes mencionados entre funcionamiento de las
instituciones educativas y las producciones subjetivas contemporáneas. Prácticamente
todos los entrevistados espontáneamente plantean que se interrogan y se llaman a la
reflexión sobre la dimensión de la problemática de la farmacolización de la infancia y
su estrecho vínculo con el rol que juega el sistema educativo en el desarrollo vital de
los niños. Estas interrogantes que se plantean indican que el tema en cuestión es de
importancia para los psicólogos del ámbito educativo, y se lo plantean en términos
tanto cualitativos como cuantitativos.
El ensayo de respuesta a la pregunta que ellos mismos se formulan, difiere bastante
entre el sub-sistema público y los colegios privados. En el primero, se reconoce el
fenómeno en una suerte de incontrolable expansión. Los psicólogos se preocupan por
un hecho que dan por sentado como el aumento de la niñez medicada: “…estoy
convencida que está sobremedicalizada la niñez (Pu.). Identifican que el sentido
preponderante que cobra el consumo del fármaco es la respuesta rápida y “mágica” a
producciones subjetivas de la infancia contemporánea que irrumpe con problemas
conductuales y de aprendizaje en el sistema educativo y que desborda las redes de
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sostén familiar que, frecuentemente, son muy magras. Por tanto, este fenómeno es
percibido como in crescendo y un tanto fuera de control. Se hace patente que los
psicólogos vivencian el fenómeno con preocupación, impotencia y cierto enojo.
Por su parte, en los colegios privados se comparten las visiones sobre el lugar que
viene a ocupar el consumo de psicofármacos en la relación del niño con el sistema
educativo. Pero, se diferencian los discursos en lo concerniente al desarrollo del
fenómeno, al cual consideran en retracción. Si bien se coincide en identificar el
fenómeno de la medicalización de la infancia (con un consumo abusivo de
psicofármacos) por parte de la niñez escolarizada, se estima que este proceso tuvo su
auge y su “techo” en cuanto expansión alrededor de 5 años atrás. La difusión crítica
(prácticamente en modalidad de denuncia) académica y mediática sobre el fenómeno
habría generado que los actores involucrados se muevan con más cautela y
sensibilidad ante el problema, evitando medicar como “acto reflejo”. Esto abarca tanto
a actores del sistema educativo (maestras) como del sector salud (psiquiatras) quienes
habrían cambiado un tanto su postura a pesar de las presiones de la industria
farmacéutica: : “…yo creo que también varió porque hay una mirada mucho s
atenta de la sociedad, a nivel de prensa, a nivel de medios de difusión, el tema ritalina
ha estado muy sobre la mesa, entonces creo que esto también es como un aviso a los
técnicos, a los Psiquiatras, a los neuropediatras. Es, bueno, antes de medicar vamos a
estar absolutamente seguros que éste es el camino porque tenemos una sociedad que
nos está denunciando, tenemos laboratorios que también están generando esa guerra
de medicación, entonces creo que eso también ha hecho afinar a la hora de
diagnosticar” (Pr.)
Por su parte, aparecen producciones discursivas que se enlazan señalando la
frecuente idealización o demonización que generan otros actores con respecto al
psicofármaco, en tanto objeto fetiche a ser consumido. Es más que nada alertado el
fenómeno de la idealización de la utilización de la “pastilla”, y varios entrevistados
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manifiestan cierto resquemor frente a la idea instalada en actores del ámbito educativo
de que el consumo de psicofármacos suponga la solución definitiva y el final de la
problemática.
Es pertinente destacar, que, si bien como se mencionó, los psicólogos se mantienen
alerta ante el fenómeno del consumo abusivo de psicofármacos en la infancia, intentan
mantener una posición desprejuiciada ante las situaciones que se les presentan. Es
notorio entonces, cómo los psicólogos sostienen que el posicionamiento más asertivo
ética y profesionalmente parece ser aquel que evalúa la pertinencia o no del fármaco
según la singularidad de la situación y la información que se recaba de otros
profesionales, familiares y docentes. Es decir, que se intenta no quedar atrapados en
una postura moral de demonización del fármaco, así como dejan en claro que no
idealizan sus efectos. Por el contrario, más allá de que puedan encontrarlo necesario
siempre lo considerarán limitado en cuanto a sus logros: “…porque no nos va a salvar
la pastilla. Ni tampoco nos va a hundir en el fango. Es una terapéutica si lo usas bien,
yo he visto resultado en los niños” (Pu.).
Relacionado a lo antedicho, los psicólogos alertan sobre el problema de visualizar el
consumo de psicofármacos desprovisto de otro tipo de cambios, movimientos o
terapéuticas (sobre todo estrategias psicoterapéuticas) que incluyan otros actores y
otras dimensiones de los malestares que aquejan a los niños. Se podría decir que les
genera enojo e incredulidad, cómo en algunas familias o maestras subyace la
idealización que se mencionaba anteriormente, llevando a considerar que con el
consumo de fármacos se soluciona definitivamente una problemática que desde sus
puntos de vista es mucho más compleja. Por tanto, coinciden en considerar al
psicofármaco como una herramienta terapéutica más, que debe estar acompañada de
otros movimientos y procesos de cambio. En general se refieren al acompañamiento y
la intervención de otro profesional, pero también pueden hacer referencia a un intento
de mayor entendimiento de la problemática por adultos que son interpelados por la
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misma, de cambio de posturas y hábitos de los adultos, de adecuación del sistema
educativo a la realidad del niño, de acompañamiento en lo emocional a la situación del
mismo, de trabajos a la interna de la dinámica familiar, de modificaciones del vínculo
singular entre el docente y aquel niño rotulado como problemático. Pero siempre se
acentúa la idea de que la medicación debe ir acompañada de otras terapéuticas y
movimientos: “Nosotros insistimos en eso, que la medicación no es mágica, que es la
medicación acompañada de otras cosas. Y a veces no es la medicación, a veces
hacen falta otras cosas más desde la perspectiva psicológica y el apoyo familiar.” (Pu.)
Conclusiones
Se puede aseverar que los psicólogos del ámbito educativo no se plantean interferir en
el accionar de otros profesionales respecto al diagnóstico y la prescripción de
psicofármacos. Tampoco se proponen oficiar como ese espacio terapéutico necesario
para acompañar al fármaco, ya que se diferencian de la Psicología clínica.
Empero, se proponen intervenir sobre algunas lógicas medicalizadoras, así como
realizar una buena coordinación con los profesionales tratantes (o postulantes a tratar
la problemática) de modo que el diagnóstico sea lo más acertado posible, así como un
eventual consumo de psicofármacos. La Psicología puede ser un agente funcional al
proceso de medicalización, colocando diversas problemáticas en el terreno de la
salud. Tal cual nos recuerda Untoiglich (2014) “Cuando la maquinaria patologizadora
se instala, sobre todo en la infancia, puede estar incentivada por la medicina, pero
también por la psicología e incluso cierto psicoanálisis” (p.25). Empero, puede decirse
que se encuentra dentro de las prácticas de los psicólogos de las escuelas el propósito
de interferir sobre ciertas lógicas y procederes propios del fenómeno de la
medicalización de la infancia. En función del dispositivo que enmarca sus prácticas
mayoritariamente como “intervenciones institucionales”, el área en donde puede verse
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más gráficamente tal intervención sobre las lógicas medicalizadoras, es en el trabajo
ya analizado a la interna de la escuela, específicamente con las maestras.
En esta esfera, se da algo bien interesante que puede ser interpretado como evitar en
algunos casos la medicalización de problemáticas mediante una “psicologización”. Es
decir, aquello que Rose (1996) desarrolló sobre la expansión del lenguaje y mirada
psicológica en varias esferas de lo social, instaurando la idea de una profundidad de
un yo que debe ser comprendido, explorado e interpretado; es una lógica que se va
imponiendo y diseminando, con distintos grados de intencionalidad, en las formas en
que otros actores conciben la problemática: familias, maestras, etc. Parece
encastrarse bien en las modalidades gubernamentales de las sociedades liberales
avanzadas (Rose, 2007) que conducen las conductas de las poblaciones haciendo
hincapié en la singularidad de las existencias y sus padecimientos, en la importancia
de potencializar capacidades y de estimular la autogestión de los propios proyectos,
del propio cuerpo, de la propia salud. Se identifica que esta “psicologización” puede en
ocasiones complementarse, apuntalarse o no interferir con el proceso de
medicalización. Sin embargo, se hace también visible que las visiones que se
promueven pueden colisionar con las explicaciones “bio” sobre los malestares
humanos impulsadas por las neurociencias, y tomadas por la psiquiatría, así como por
todo el cuerpo social (Pérez, 2010). Este parece ser una de las tensiones que
predominan en las prácticas de los psicólogos del ámbito educativo y que gestionan
con varios actores. Es decir, que la “psicologización” manifestada en las
racionalidades de posicionarse ante el malestar humano haciendo emerger al sujeto
sufriente con su contexto y singularidades, propiciar interrogantes en torno a lo
sintomático y suponer una entidad (yo, psiquismo, etc.) dotada de cierta profundidad
que se hace necesaria explorar e interpretar; se entiende como un movimiento muy
distinto, y que puede amortiguar cierta inercia sobrediagnosticadora y
sobremedicalizadora, al de comprender el malestar humano únicamente en términos
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de desórdenes bioquímicos en la esfera del cerebro, susceptibles su mayoría de un
rápido reacomodo a través de la utilización de psicofármacos.
Por lo antedicho, se puede comprender la racionalidad de las prácticas psicológicas en
torno a la medicalización como “post-disciplinaria”, tributaria de las lógicas
gubernamentales propias de las sociedades liberales avanzadas. En la misma, el
manejo de la población escolarizada se realiza haciendo hincapié en fortalecer las
potencialidades, singularidad y autonomía de los sujetos (niños) afectados, y no en
adaptar el desvío o lo anómalo a la institución. Las prácticas psicológicas persiguen
como una de sus finalidades destacadas modificar la institución escolar para
incrementar su poder inclusivo y el bienestar de la comunidad educativa. Además, en
la racionalidad de las prácticas psicológicas, influye una percepción de los psicólogos
del ámbito educativo de la existencia de sobrediagnósticos y sobrefarmacolización en
la niñez uruguaya. La misma los predispone a guiar sus acciones en una dirección
alternativa a este fenómeno. Se puede afirmar que la racionalidad de las prácticas
psicológicas conserva aún sus aristas de reproducir el circuito de la medicalización en
el cual se encuentra comprometido el sistema educativo, pero mayoritariamente
predomina una lógica de “frenar” un fenómeno que se percibe con preocupación y se
intenta ir moderando (aparentemente con cierto éxito). No se está planteando en este
artículo que los psicólogos se opongan a las intervenciones de profesionales de la
salud o al consumo de psicofármacos por parte de los niños, ya que de hecho se
constata que la posición de los psicólogos ante lo farmacológico es la de evitar la
demonización y la idealización del mismo. Pero se mantienen alerta a cierto
accionar automático y muy arraigado en el ámbito escolar que lleva a los
sobrediagnósticos y a la sobrefarmacolización. Con respecto a la
sobrefarmacolización, se mencionó que los psicólogos no se oponen al fármaco en sí
mismo. Sin embargo, sí trabajan en pos de desterrar ciertas concepciones que colocan
al fármaco como la respuesta privilegiada ante cualquier problema de la niñez
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escolarizada, erigiéndose además como la solución definitiva. Se hace hincapié en la
necesidad de prescribir el fármaco únicamente en las situaciones que realmente lo
ameriten, y no irreflexivamente como respuesta a la manifestación de aquello
heterogéneo que interroga. Además, el fármaco es visto como una herramienta
terapéutica más que siempre debe ser acompañada por otros movimientos o procesos
terapéuticos.
Desde el autor del presente artículo, se entiende las prácticas psicológicas ante los
sobrediagnósticos y la sobrefarmacolización como regidas por una racionalidad de
“psicologizar” los fenómenos. Es decir, que se tiende a hacer foco en un sujeto y su
contexto, dotado de una profundidad que debe ser asequible de ser interpretada para
dar una respuesta atinada a las manifestaciones de las emociones y el sufrimiento
humano. Tal idea subyacente colisiona con la tendencia impulsada por las
neurociencias y la industria farmacéutica de comprender el padecimiento humano en
términos de síndromes y enfermedades que se corresponden con fenómenos de base
biológica; y de dar respuesta a tales padecimientos basándose en la prescripción de
psicofármacos.
Esto genera que las prácticas psicológicas en el sistema educativo estén teniendo un
efecto amortiguador del fenómeno de la medicalización. Si bien la Psicología funcionó
históricamente, y continúa funcionando en ocasiones, como una disciplina auxiliar a la
medicina, la “psicologización de la problemática colisiona, tensiona e interpela los
fundamentos en los cuales se erige la medicalización actual de la niñez
contemporánea. Entonces, la Psicología muestra aquí no solamente tener un enfoque
y accionar independiente de las disciplinas a las que históricamente se subordinó, sino
también capacidad para promover estas perspectivas en otros actores involucrados en
el fenómeno de la medicalización de las infancias (incluyendo a los propios niños).
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El objetivo de este artículo es presentar el modo en que los saberes psicológicos participaron en el proceso de construcción del estado y nación uruguaya a fines del siglo XIX y primeras décadas del siglo XX. Se describe de manera breve el proceso de institucionalización del Estado moderno en Uruguay, en el marco del cual nos abocamos al estudio del rol que tuvo la educación y específicamente la pedagógica en la construcción de una nación civilizada. Se brindará especial atención a la participación de los saberes psicológicos en las controversias en el campo de la educación y en la relación que estableció con la construcción de una ciudadanía moderna.
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Este trabalho é parte de uma ação conjunta que vimos realizando no Forum Infâncias, da Argentina, no Fórum sobre Medicalização da Educação e da Sociedade, do Brasil e em outras organizações preocupadas com o aumento, nos últimos anos, da patologização e da medicalização da vida, com especial ênfase na infância, posto que consideramos que esta é uma etapa das mais vulneráveis da vida do sujeito. Será apresentado um levantamento em diferentes países da América Latina, com suas diversas leis, decretos e projetos que promovem efeitos patologizantes na vida das pessoas. O artigo apresenta, ainda, um recorte de um caso clínico para exemplificar a problemática em discussão. Entendemos que os problemas de aprendizagem e comportamento, cuja prevalência cresce cada vez mais na infância, devem ser compreendidos como produto de uma sociedade que propicia modos de viver cada vez mais competitivos, produtivistas e direcionados ao consumo, e não como questões individuais, de origem biológica.http://dx.doi.org/10.14572/nuances.v25i1.2743
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The ethnographic method is considered the research method par excellence of social anthropology. It is defined as a qualitative method centered on participant observation and reflexivity. In this paper we propose to think these methodological naturalizations as academic anthropology socio-historical constructions in order to rethink ethnography as a multi technical method that is open to interdisciplinary dialogue, that is reflexive and capable of analyzing the research process as a whole.
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En este artículo, la autora analiza el pensamiento de Michel Foucault con respecto al concepto de Estado. Más específicamente, se centra en las ideas del "último Foucault", nacidas de los cursos dictados en el Collége de France durante 1978 y 1979, que tienen la peculiaridad de plantear una mirada no esencialista del Estado. Asimismo, explora la gubernamentalidad como un concepto más general desde el cual es posible no sólo definir sino también estudiar el Estado a la luz de los llamados estudios de gubernamentalidad. Partiendo de una perspectiva que propone estudiar al Estado más allá de las instituciones de gobierno, el trabajo recoge estas ideas destacando su potencial para el estudio de las problemáticas de gobierno actualmente
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Reseña del libro: ROSE, Nikolas. (2012). Políticas de la vida. Biomedicina, poder y subjetividad en el siglo XXI. La Plata: UNIPE: Editorial Universitaria.
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Sociological interest in pharmaceuticals has intensified, heightening awareness of ‘pharmaceuticalization’. It is argued that pharmaceuticalization should be understood by reference to five main biosociological explanatory factors: biomedicalism, medicalization, pharmaceutical industry promotion and marketing, consumerism, and regulatory-state ideology or policy. The biomedicalism thesis, which claims that expansion of drug treatment reflects advances in biomedical science to meet health needs, is found to be a weak explanatory factor because a significant amount of growth in pharmaceuticalization is inconsistent with scientific evidence, and because drug innovations offering significant therapeutic advance have been declining across the sector, including areas of major health need. Some elements of consumerism have undermined pharmaceuticalization, even causing de-pharmaceuticalization in some therapeutic sub-fields. However, other aspects of consumerism, together with industry promotion, medicalization, and deregulatory state policies are found to be drivers of increased pharmaceuticalization in ways that are largely outside, or sub-optimal for, significant therapeutic advances in the interests of public health.
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Lo social, como territorio de pensamiento y acción, ha sido central tanto para el pensamiento como para la programación política, desde mediados del siglo XIX. El presente trabajo sostiene que, incluso cuando los temas de la sociedad y las preocupaciones por la cohesión y la justicia social sean aún significativos en la discusión política, lo social no es ya una zona clave, blanco y objetivo de estrategias de gobierno. El lenguaje de globalización señala que las relaciones económicas no son ya tan fácilmente inteligibles, ni organizadas mediante una economía nacional definida. La comunidad ha devenido una nueva espacialización del gobierno; heterogénea, plural, que interconecta individuos, familias y otros dentro de ensamblajes culturales, de identidades y lealtades que compiten entre sí. Las divisiones entre los sujetos de gobierno son codificadas de maneras novedosas; ni los excluidos ni los incluidos son gobernados como ciudadanos sociales. Estrategias no-sociales son desarrolladas para el gerenciamiento de la autoridad experta. Consignas antipolíticas como el asociativismo y el comunitarismo, que no tratan de gobernar a través de la sociedad, están en ascenso en el pensamiento político. El presente artículo sugiere algunas formas de diagnosticar y analizar estas nuevas territorializaciones del pensamiento y de la acción política.
Elementos para una genealogía de la medicalización
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Malestar y Psicofármacos: dependencia en la posmodernidad
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