Available via license: CC BY-NC 4.0
Content may be subject to copyright.
Desestabilizaciones del campo literario en el Perú de los años
ochenta: la representación de la militante senderista en
“El grito”, de Carmen Ollé, y “Los días y las horas”,
de Pilar Dughi
Destabilizations of the Literary Field in the Peru of the Eighties:
The Representation of the Militant Senderista in “El Grito” by
Carmen Ollé and “Los días y las horas” by Pilar Dughi
Paolo de lima
Universidad Nacional Mayor de San Marcos/Universidad de Lima
Resumen: En el presente artículo se analizan dos cuentos escritos por dos de nuestras más
importantes escritoras durante los primeros años de su trayectoria: “El grito”, de Carmen
Ollé, y “Los días y las horas”, de Pilar Dughi, ambos publicados en Lima a nales de la
década de 1980. Ambos cuentos, en consonancia con el hecho de que en sus autoras era
ya notoria la puesta de un inteligente y especial énfasis en dotar a su literatura de elemen-
tos que el propio país aportaba en el tránsito nal de la Guerra Fría, expresan una nueva
temática al presentar al sujeto militante senderista femenino y revelar en el discurso el rol
político de esta, al mismo tiempo dan testimonio de ello, ponen en relieve y se reapropian
del tópico de la memoria, lo que vuelve más tenso el campo de la literatura peruana, que
desde nuestro punto de vista se ve afectado y desestabilizado en los aspectos ideológicos
y formales del canon literario no solo por la inclusión de un sujeto nuevo que cumple roles
políticos controversiales, sino por la forma como estos se relatan.
abstRact: In the present article, two stories, written by two of our most important wri-
ters during the rst years of their career, are addressed for their analysis: “El grito”, by
Carmen Ollé, and “Los días y las horas”, by Pilar Dughi, both texts published in Lima at
the end of the decade of 1980, which, in line with the fact that in its authors was already
notorious the putting of an intelligent and special emphasis on endowing their literature
with elements that the own country contributed in the nal transit of the Cold War, they
express a new theme by presenting the senderista militant woman subject and reveal the
political role of this, at the same time that they give testimony of this, they highlight and
reappropriate the topic of memory, which makes the eld of Peruvian literature more
tense, which, from our point of view, is affected and destabilized on the ideological and
formal aspects of the literary canon not only because of the inclusion of a new subject and
that fullls controversial political roles, but because of the way in which they are related.
PalabRas clave: representación literaria, narrativa breve de Ollé y Dughi, sujeto mili-
tante senderista femenino, canon.
KeywoRds: literary representation, brief narrative of Ollé and Dughi, militant “Shin-
ning Path” feminine subject, canon.
Recibido: 12 de febrero de 2018 • acePtado: 22 de mayo de 2018
227
Interpretatio, 3.2, 2018-2019, pp. 227-242
Paolo de lima
Universidad Nacional Mayor de San Marcos / Universidad de Lima
Desestabilizaciones del campo literario en el Perú
de los años ochenta: la representación de la militante
senderista en “El grito”, de Carmen Ollé,
y “Los días y las horas”, de Pilar Dughi
Introducción
El campo literario en el Perú de los años ochenta, particularmente el
narrativo, se expresó de múltiples maneras, todas ellas plenas de vigor
y profundidad expresiva e ideológica. En las obras publicadas durante
ese periodo —que incluyen las propias del boom y Nobel Vargas Llosa,
cinco novelas en total, desde La guerra del n del mundo (1981) hasta
Elogio de la madrastra (1988), como las de una serie de narradores de
primera línea, en todos sus espectros sociales y generacionales—, la
riqueza narrativa de la literatura peruana mantuvo un magníco nivel
que se manifestó tanto en la novela como en el cuento y el relato, y, en
este último rubro, podríamos recordar desde Hueso duro (1980) y Mon-
tacerdos (1981), de Cronwell Jara, hasta Sólo para fumadores (1987) y
los Dichos de Luder (1989), de Julio Ramón Ribeyro.
El subgénero de la narrativa de la violencia política, tan en boga ac-
tualmente, ya estaba anunciado muy metafóricamente en La guerra del
n del mundo, pero daría un salto a la profundidad peruana y ccional
en su siguiente novela: Historia de Mayta (1984).1 Un canon surgiría a
1 Es Jean Franco quien en su libro Decadencia y caída de la ciudad letrada (2003)
ha planteado una visión de La guerra del n del mundo como una “narrativa his-
229
230 Interpretatio, 3.2, 2018-2019, pp. 227-242
partir de entonces, con Adiós Ayacucho (1986), de Julio Ortega; Oto-
rongo y otros cuentos (1986), de Dante Castro; Harta cerveza y harta
bala (1987), de Luis Nieto Degregori; Hacia el Janaq Pacha (1989),
de Óscar Colchado Lucio, y varios otros. Esto sin olvidar dos signi-
cativos cuentos del libro Los ilegítimos (1980), del escritor ayacuchano
Hildebrando Pérez Huarancca (1948-¿?): “Mientras dormía se conta-
ban” y “Día de mucho trajín”.2
Por último, enfocando el recuento al tema de género, en este caso se
debe considerar la novela Por qué hacen tanto ruido (1992), de Car-
men Ollé, y los cuentos: “El grito”, de la propia Ollé, incluido en su
libro Todo orgullo humea la noche (1988), y “Los días y las horas”,
de Pilar Dughi, incluido en su libro La premeditación y el azar (1989).
Estos dos últimos textos narrativos, publicados en Lima a nales de la
década de 1980, no solo presentan una nueva temática, ya que discur-
sivamente aparece y se registra por primera vez, en ese entonces, al
sujeto militante senderista femenino —representada, concretamente, en
tórica que sugiere una crítica a la guerrilla de los años 60 y 70” (307). Para una
lectura de Historia de Mayta con relación a la violencia política peruana, véase mi
ensayo “Guerrillas del sesenta y guerra interna de los ochenta en dos novelas de
Mario Vargas Llosa” (2016).
2 Los considero como parte de dicho corpus pues hacen referencia a un suceso
histórico visto como punto de inicio del surgimiento de Sendero Luminoso: el
movimiento por la gratuidad por la enseñanza llevado a cabo en la ciudad de
Ayacucho y en Huanta en el mes de junio de 1969 “contra el Decreto Supremo
número 00 6, que eliminaba la gratuidad de la enseñanza en los colegios y establecía
pagos mensuales de cien soles a los estudiantes secundarios que desaprobaran
algún curso en el año lectivo” (Gilbonio 20, nota 30), lo que desembocó en un
“enfrentamiento que tuvo como saldo alrededor de 50 muertos y 37 detenidos”
(Vich 23). Las fechas exactas de esta protesta están pormenorizadamente detalladas
por Carlos Iván Degregori en la segunda parte de su libro El surgimiento de
Sendero Luminoso. Ayacucho 1969-1979 (1990), explícitamente titulado “1969,
la lucha por la gratuidad de la enseñanza” (51-67). Otro recuento puntual de estos
eventos se encuentra en el ensayo “Encrucijada de guerra en mujeres peruanas”,
de la investigadora francesa Anouk Guiné. Mi idea es armar que ambos cuentos de
Pérez Huarancca son los primeros en dar cuenta del periodo de guerra interna que
se desencadenaría en el Perú entre 1980 y 1992 (véase mi ensayo respectivo en la
bibliografía). Por último, en el mencionado relato Sólo para fumadores, Ribeyro
recuerda su arribo a la Universidad de Huamanga en 1959: “Me encontraba en
Huamanga, como profesor de su universidad, que acababa de reabrirse luego de
tres siglos de clausura. Esa vieja, pequeña y olvidada ciudad andina era una delicia.
El camarada Gonzalo no había hecho aún su aparición ni su losofía señalado
ningún sendero luminoso” (44-45).
231
De Lima / Desestabilizaciones del campo literario en el Perú
ambos cuentos con la gura de una “muchacha” de origen popular3 que
participa de actividades subversivas armadas correspondientes al PcP-
sl, varias de las cuales son dirigidas incluso por ellas mismas, como,
por ejemplo, cuando Ollé reere, en “El grito”, que “estaban en todas
partes, por donde brotara una insurrección armada” (46), que “fue una
mujer —señalaron con acritud— la que dirigió el comando de aniqui-
lación, o la que disparó el tiro de gracia”, o que “el alarido seco [el gri-
to] que a todos les pareció haber escuchado antes” y que fue proferido
por una persona encapuchada, correspondía a una mujer que lideraba
acciones que son referidas en el cuento: “Nadie vio el rostro de la li-
dereza, cubierto con pasamontaña, pero todos lo adivinaron […]. Y la
ciudad crujió como un herido que se tambaleara a lo largo de un puente”
(48) y cuyo rostro “era igual a la voz”, y en el que también narra y da
cuenta, a modo de sucinta crónica, de que la estudiante Edith Lagos,
caída en combate entre el PcP-sl y las Fuerzas Armadas, y cuyo cuerpo
fue “cosido torpemente desde el pubis hasta el pecho donde la habían
perforado con una bayoneta” (47), “ya se había convertido en una gu-
ra legendaria” (47); mientras que, por su parte, Dughi, en “Los días y
las horas”, narra también, en igual sentido, por ejemplo, que la joven
senderista, más allá de apoyar y colaborar en las cotidianas actividades
laborales del hogar, participa también de las acciones guerrilleras, como
la de “aniquilamiento” de un militar:
Vestido con el uniforme verde que era su mortaja. Ella se acercó por la
espalda y solo vio sus ojos en el instante último y repentino, en aquel mo-
mento innito para él, breve para ella, porque la vida ahora era así, sin
tiempos largos ni cortos, sin plazos, y aquel hombre no lo sabía, o si lo supo
fue demasiado tarde porque cayó tan rápido que no se dio cuenta que estaba
3 Ollé describe al personaje principal de su cuento “El grito” como “una muchacha
del pueblo, pequeña y cobriza” (46); mientras que, por su parte, Dughi, en su
cuento “Los días y las horas”, describe a la militante senderista y protagonista de
la historia como hija de un hogar popular, en el que vive sola junto a su madre, y
por cuya ventana del pasillo de su casa esta puede observar: “el vaho sofocante de
cebollas, orines, limones y basura de las carretillas de comida, alineadas […] una
tras otra, como un ejército desordenado de vendedores ambulantes […], surtidas
de tallarines, papas a la huancaína, cau cau, cebiche, en medio del barullo de las
vendedoras de pollos destripados ofreciendo a gritos su mercadería” (55), lo que,
precisamente, da cuenta de su condición y situación social.
232 Interpretatio, 3.2, 2018-2019, pp. 227-242
muerto […]. Y fue solo coger y correr y correr, correr y sacarse la chompa
arrojarla, “Para que no nos reconozcan”, había dicho Víctor. “Es una medi-
da de seguridad.” “Saca el revólver” (61-62).
Su presentación literaria y su inclusión, por ser, precisamente, un
sujeto nuevo y con una visión distinta y controversial, inmediatamente
implica, en consecuencia, cierta ruptura en relación con los sujetos que
por lo general eran representados de acuerdo con la tradición formal
del canon literario de ese entonces, y más todavía porque los perso-
najes principales representados literariamente en los cuentos referidos
son, como se reitera, mujeres protagonistas de las historias que ahí se
reeren y de la propia Historia —en lo que respecta al campo social co-
rrespondiente a la comunidad imaginada nacional—, y tienen un papel
activo, ejecutor de su propio destino, así como dirigencial y muy impor-
tante, en general, en la organización que integran (PcP-sl), además de
que se caracterizan por ser rebeldes al punto de ser subversivas y tener
una ideología que se encuentra proscrita, lo cual desestabiliza el campo
literario en el Perú y, en particular, en la cuentística de los años ochenta,
ya que, entre otros, en estos cuentos se rompe con la visión tradicional
de asumir y presentar a la mujer como un “animal de cabellos largos”
pasivo y carente de determinación, no rebelde ni desaante, ni hacedor
de su historia y de la Historia, y menos aún subversivo, y se presenta
a la mujer militante senderista como portadora y poseedora de tales
inquietantes características referidas. Así, por ejemplo, en ese sentido,
Ollé señala, en su cuento “El grito”, y desde un inicio, que “para los que
siempre pensaron que la mujer era un animal de cabellos largos, debió
parecerles que se había movido la montaña” (46), pues “el grito [frase
nominal que, precisamente, reere el título del cuento] provenía de una
garganta femenina […]. Y ahora eran ellas las que tenían el sartén por
el mango. Estaban en todas partes, por donde brotara una insurrección
armada, en la costa o la sierra, y hasta en lugares menos accesibles a la
imaginación de los costeños, como los trópicos” (46) y, más aún, agrega
que “las historias épicas se encargaban de ellas como de las descendien-
tes de una antigua raza guerrera […], y los diarios las difundían a su
manera, generalmente satanizadas, como si estuvieran drogadas; solo
así podían tener el valor de atreverse” (46), pero “nadie penetraba más
233
De Lima / Desestabilizaciones del campo literario en el Perú
al fondo porque a nadie le estaba permitido” (46); mientras que, por su
parte, Dughi presenta, en su cuento “Los días y las horas”, a la joven
senderista en su vida cotidiana, como hija que vive y ayuda a su madre,
con quien vive, en las tareas del hogar —como cuando esta accede, con
un “está bien” (56), a un requerimiento de su madre: “Ayúdame a barrer
las escaleras […] y quiero que vayas haciendo el arroz y preparando
los deos” (55-56), y lava y escurre el arroz que va a cocinar: “Saca la
bolsa de arroz. Abre un pequeño agujerito en ella […] coloca la fuente
sobre el chorro de agua cristalina. Los granos quedan sumergidos trans-
formando el líquido transparente hasta convertirlo en blanquecino y es-
peso […]. Escurre la masa varias veces con sus manos y comprueba que
el agua vuelva a ser otra vez clara y pura” (57), o cuando, por ejemplo,
va a “hablar con la comadre de la ferretería […] me dijo que ahí quie-
ren que les haga el menú” (62) —, pero, a la vez, participa de acciones
armadas que realiza el PcP-sl —como en el del “aniquilamiento” de un
militar (61-62), para lo cual, con tal n, previamente “saca el revólver”
(62) con que esta luego le dispararía—.
Así, dos de nuestras más importantes escritoras, en los primeros años
de su trayectoria, ponían un énfasis inteligente y especial en dotar a su
literatura de elementos que el propio país aportaba en el tránsito nal de
la Guerra Fría. La guerra civil desplegada era visibilizada desde la pers-
pectiva femenina, tanto a través de la voz narrativa, como del personaje
de la cción, y ello generaba también tensión y desestabilización en el
campo de la literatura y de la cuentística en particular, pues lo hacía en
un contexto en el que la modelación narrativa del lector peruano de lite-
ratura culta de la década de 1980 lo posicionaba en una situación inédita
de comprensión del fenómeno de la violencia política.
En segundo lugar, en el aspecto temático y formal, el texto de Ollé
tiene un carácter de crónica en el que un narrador describe a Edith,
“una muchacha del pueblo, pequeña y cobriza” (46), que rompe con los
estereotipos comunes sobre el concepto de mujer a partir de su militan-
cia activa en Sendero Luminoso (dirige, por ejemplo, un comando de
aniquilamiento). En el caso de Dughi, el texto posee una estructura emi-
nentemente ccional, en la que un narrador describe y caracteriza un
día en la vida de una joven de los suburbios de la ciudad capital —“la
esquina que forman el jirón Saloom y la avenida Buenos Aires” (Dughi
234 Interpretatio, 3.2, 2018-2019, pp. 227-242
1989, 55), presumiblemente el distrito de Puente Piedra, si bien otros
lectores señalan al puerto del Callao como locación de esta esquina—
que colabora con su anciana madre en las tareas domésticas del hogar,
mientras se alista para efectuar, con un revólver, un nuevo atentado (se
relata, desde la memoria de la muchacha, otro previo, en el que asesi-
na a un policía). Así pues, ambos textos apelan a registros discursivos
no eminentemente ccionales —crónica testimonial en Ollé, memoria
en Dughi— para infundir mayor verosimilitud histórica a sus relatos,
como veremos a continuación.
La crítica
Numerosos son los estudios que han abordado la narrativa peruana re-
lacionada con la guerra interna. Incluso algunos de ellos han aparecido
casi paralelamente al surgimiento de esta literatura. Pensemos si no en
la antología Nuevo cuento peruano (1984), de Antonio Cornejo Polar
y Luis Fernando Vidal, que incluía cuentos como “El departamento”
(1982), de Fernando Ampuero, narrado en clave ribeyriana y relaciona-
do con un gris empleado limeño asesinado por las fuerzas represivas del
Estado en tiempos de “luces que parpadeaban y bajaban unos segundos
de voltaje” minutos previos al noticiero informando sobre “un castillo
de alta tensión que acababan de dinamitar en las afueras de la ciudad”
(131).4
En cuanto al tema de este trabajo mío, en particular, existe un estudio
previo, de 2012, “Autoritarismo y violencia política en el cuento pe-
ruano sobre el enfrentamiento armado interno (1980-2000)”, de Víctor
Quiroz, en el cual se estudian siete cuentos de autores (cuatro hombres
y tres mujeres) ubicados en diversos registros y posiciones del canon
4 Esto, dicho a despecho de que Cornejo Polar y Vidal veían con curiosidad, en este
corpus de cuentos peruanos publicados entre 1975 y 1982, “el silenciamiento casi
total de los hechos históricos más concretos o importantes”, como por ejemplo
“la preparación e inicio de la ‘guerra popular’ que Sendero Luminoso declara en
1980, pero que venía preparándose desde mucho antes” (18), lectura errada que los
llevó a no considerar los dos cuentos de Pérez Huarancca que aquí he mencionado
(incluirían otro suyo, “Cuando eso dicen”, la narración del hijo niño de una mujer
sola, campesina, que debe prostituirse para mantenerlo).
235
De Lima / Desestabilizaciones del campo literario en el Perú
nacional (Alonso Cueto, Mario Guevara Paredes, Víctor Tenorio Gar-
cía, Juan Alberto Osorio y Zelideth Chávez, además de nuestras dos
autoras). Ese trabajo tiene la particularidad de comparar los cuentos
de Ollé y Dughi, y por eso me interesa incluir aquí su punto de vista,
descubierto tras la preparación de este ensayo.
Con relación a “El grito” de Ollé, Quiroz hace notar que los medios
masivos y las ciencias sociales legitimaron, “sobre la base de los este-
reotipos deshumanizadores creados por el discurso falocéntrico” y “las
versiones patriarcales de la Historia”, una imagen de la mujer en Sende-
ro Luminoso que el cuento rechaza, y ofrecieron a cambio una “revalo-
ración del rol sociopolítico del sujeto femenino” (su empoderamiento),
a la par que cuestionaron el “estereotipo de la mujer temerosa que grita
para buscar la protección del hombre”, con lo que transgredieron, con
la gura de Lagos y su grito liberador, “los tres aspectos sobre los que
se instauró la dominación moderna en Latinoamérica: la raza, la clase y
el género”. En ese mismo sentido, respecto a “Los días y las horas” de
Dughi, Víctor Quiroz plantea que este cuento “propone que, en medio
de los años de la extrema violencia, ciertos individuos pudieron haber
abrazado un determinado proyecto o ideología buscando una forma de
empoderamiento para lograr su autoliberación”.
Esta lectura, ciertamente perspicaz, de Quiroz con relación con el
signicado ideológico de ambos cuentos, le permite al crítico ensayar
las siguientes conclusiones. En principio, “constatar que el punto de
partida de las narraciones de Dughi y Ollé consiste en seleccionar cierta
conguración discursiva de la mujer senderista del imaginario colecti-
vo para cuestionar los estereotipos del sistema de género imperante”;
y, paralelamente, que “en ambos casos se desea mostrar que la mujer
puede liberarse de la opresión de la sociedad patriarcal a través del ca-
nal que le ofrece el movimiento subversivo”, con lo que “la mujer se
instaura, supuestamente, como un ‘nuevo sujeto’ capaz de desempeñar
un rol activo en la sociedad, como si la violencia pudiera, también,
desestabilizar el sistema de género moderno”.
Quiero añadir, respecto de estas conclusiones de Quiroz, el he-
cho de que ambos puntos de vista, que los dos cuentos compar-
ten, son planteados en el ámbito cultural en paralelo, a nales de
la década de 1980, cuando los discursos públicos sobre Sendero
236 Interpretatio, 3.2, 2018-2019, pp. 227-242
Luminoso eran aún bastante limitados a lo periodístico, es decir,
ligados al universo de lo informativo y de la opinión personal. En
ese sentido, Ollé y Dughi están vehiculizando imaginarios pro-
pios de la época que no son propiamente los que nacen de una
visión cientíca, sino básicamente informativa, lo que conllevaba
una gran dosis de miticación y estereotipos.5
El corpus
Tanto Carmen Ollé como Pilar Dughi tienen en sus obras un corpus
considerable de cuentos sobre la violencia política. Particularmente, en
un trabajo mío de 2006, dedicado a la novela Por qué hacen tanto rui-
do (1992), de Ollé, he rastreado las “diversas menciones a hechos que
remiten a la violencia política, ya sea en la forma de apagones, o de de-
tonaciones, balazos y asaltos a cuarteles policiales” (33). Otro texto de
Ollé, de 2008, es el cuento “Ángel del desierto” (187-189), incluido al
nal de su libro Una muchacha bajo su paraguas y otros relatos. Pilar
Dughi tiene cinco cuentos que abordan el periodo de la violencia políti-
ca, publicados entre 1989 y 1996: “Como una estrella” (Premeditación
67-75) y “El cazador” (Ave de la noche 239-259), en los que los niños
son los protagonistas; “Las chicas de la yogurtería” (Ave de la noche
185-199) y “Tomando sol en el club” (Ave de la noche 231-238), desde
la perspectiva de las mujeres, y “Los días y las horas” (Premeditación
55-62), centrado en la concientización senderista de una joven de ori-
gen popular.
5 Recordemos que son El discurso de Sendero Luminoso: Contratexto educativo, de
los lingüistas Juan Biondi y Eduardo Zapata; Qué difícil es ser Dios. Ideología y
violencia política en Sendero Luminoso y El surgimiento de Sendero Luminoso.
Ayacucho 1969-1979, ambos del antropólogo Carlos Iván Degregori, y Sendero:
Historia de la guerra milenaria en el Perú, del periodista Gustavo Gorriti, los
primeros textos en analizar en profundidad y sistemáticamente este fenómeno,
pues aparecieron entre 1989 y 1990, es decir, no antes de la publicación de
ambos cuentos. En 1981 había aparecido un libro pionero, pero de muy escasa
circulación, Terrorismo y sindicalismo en Ayacucho (1980), de Piedad Pareja
Pucker, cuyo segundo capítulo está relacionado con el surgimiento y las acciones
propagandísticas y armadas de Sendero Luminoso (65-99; véanse a su vez las
páginas 48-51 del primer capítulo).
237
De Lima / Desestabilizaciones del campo literario en el Perú
Tanto en “El grito”, de Carmen Ollé, como en “Los días y las horas”,
de Pilar Dughi, la focalización está circunscrita a la gura de sus prota-
gonistas. En Ollé, esto se desarrolla desde una voz narrativa que realiza
una operación interesante: construir el lugar de enunciación de la mili-
tante senderista en la simbiosis entre “imagen” (los medios de comunica-
ción, el país) y “grito” (la rebeldía y el dolor de la joven). Este espacio
es congurado mediante la anotación de diversos ámbitos sociales y
culturales. En primer lugar, el literario, apelando a la distinción entre el
grito de Lagos y la construcción de personajes paradigmáticos del rea-
lismo novelístico como Madame Bovary (1856), de Gustave Flaubert,
y Anna Karenina (1877), de León Tolstói, de temperamentos fuertes y
nales trágicos. De esta asociación, propia del ámbito ilustrado letrado,
europeo y decimonónico, Ollé pasa a un ámbito más amplio, el de los
medios de comunicación, particularmente el del mundo de la imagen
y la cultura de masas: la televisión y sus noticieros. Es aquí donde el
sujeto senderista cobra nitidez en la heterogénea y enfrentada comu-
nidad imaginada nacional, particularmente en la dicotomía que opone
a la nación peruana representada por los Andes, “las montañas, esos
cerros que observaban desde lejos como espumas gigantes”, frente a “la
ciudad cruj[iendo] como un herido que se tambaleara a lo largo de un
puente” (47-48). La parte moderna y occidentalizada del país es, pues,
mostrada como vencida (crujiente, herida, tambaleante).
Pilar Dughi, por su parte, realiza una empresa más ligada a la cons-
trucción de una narración ccional en su relato “Los días y las horas”.
Como ha señalado Roberto Reyes Tarazona, en su antología Nueva
Crónica. Cuento social peruano 1950-1990, de 1990, en este cuento,
Dughi “narra en un tono sereno y medido, dentro de un anodino am-
biente familiar de clase media, la presencia de la violencia política, de
la muerte, como un hecho perfectamente asimilable, sin escándalo, en
el Perú de hoy” (12), siendo ese “hoy” el del periodo mismo de la gue-
rra interna en uno de sus años más álgidos, tanto para la crítica (Reyes
en 1990), como para el cuento (Dughi en 1989).
En este cuento de Dughi, la focalización es mucho más concreta;
transcurre en un lapso no mayor al de una hora, suciente para congu-
rar, a partir de las digresiones y los recuerdos de la protagonista —en
un tiempo anterior, pero contemporáneo al presente del texto—, una
238 Interpretatio, 3.2, 2018-2019, pp. 227-242
imagen certera de la militante senderista y sus motivaciones de clase.
Dughi contrapone las acciones laborales del hogar de la joven, bajo las
órdenes amorosas de una madre trabajadora y abnegada, a las acciones
guerrilleras, realizadas junto a su compañero Víctor. Uno de los ma-
yores aciertos del cuento está en la elección del espacio desde el cual
uye la conciencia de la protagonista: su vida cotidiana, como hija de
un hogar popular, en el que vive sola junto a su madre. Es desde esa
descripción del personaje, a través de acciones como barrer, preparar la
comida o hacer mandados, que la conciencia del personaje va dándose
a conocer al lector como la de un sujeto comunista que apuesta por la
liberación popular a través de la lucha armada.
El cuento de Dughi termina de la siguiente manera: “Baja las esca-
leras. Abre la puerta. El cielo está gris; ya no hay carretillas; los bultos
del mercado se amontonan sobre la vereda, los ambulantes atan sus
mercaderías con sogas, cierran sus puestos. Escucha un grito. Es un
maullido, piensa. Es un gato. La noche recién está comenzando” (62).
El personaje escucha un grito, pero lo traduce o ubica en la corporeidad
de un gato (su maullido), para darse fuerzas en su empresa, opuesta a la
del sujeto informal del otro sendero (los ambulantes amarrando con so-
gas su mercadería),6 si bien reconoce que recién comienza el verdadero
día de trabajo en esa noche anónima y subversiva.
El grito, pues, es un elemento fundamental en el discurso que tanto
Carmen Ollé como Pilar Dughi construyen en la literatura de la violen-
cia política. Se trata del exceso que congura a la nación. En Dughi, el
grito no solo es un eco del miedo y el horror, sino, también, una consta-
tación de la no-voz humana, de la bestialización y animalización a todo
nivel que operaba en la sociedad peruana. En Ollé, el personaje de Edith
se rearma como líder a través de su grito, imponiéndose a la reducción
simbólica que de su imagen realizan los aparatos ideológicos del Es-
6 Hago alusión aquí al libro El otro sendero, del economista Hernando de Soto,
aparecido en 1986 con un prólogo de Mario Vargas Llosa, en el que se estudia
y valora la economía informal (que no está registrada, no paga impuestos y se
encuentra fuera de la ley), como una respuesta espontánea e imaginativa ante la
incapacidad del Estado. De Soto y Vargas Llosa proponen a este sujeto como uno
que encara tanto al Estado como al proyecto comunista de sujeto revolucionario de
Sendero Luminoso.
239
De Lima / Desestabilizaciones del campo literario en el Perú
tado.7 Siguiendo el pensamiento de Mladen Dolar, en su fundamental
libro Una voz y nada más, sobre la voz como objeto psicoanalítico y
motor del pensamiento, en ambos cuentos de Dughi y Ollé el grito se
torna un elemento no simbolizado, pero que puede inltrarse y subvertir
el discurso hegemónico.
Conclusión
Se puede armar que la operación narrativa que realizan las escritoras
Carmen Ollé y Pilar Dughi, en los cuentos “El grito” y “El día y las
horas”,8 respectivamente, es compleja, pues incorporan en su literatura
7 Una acotación nal puede extraerse del cuento de Dughi. La autora incluye, como
epígrafe de su cuento “Los días y las horas”, dos versos del poeta surrealista
César Moro, tomado de su poema “Vienes en la noche con el humo fabuloso de tu
cabellera”, incluido en su poemario La tortuga ecuestre y otros poemas: “Estrella
desprendiéndose en el apocalipsis / entre bramidos de tigres y lágrimas”, que es
una magníca lectura entre esta imagen poética y la realidad cotidiana de entonces,
vivida por miles de jóvenes mujeres peruanas: “estrellas”, símbolo positivo, señal
de ruta hacia un porvenir promisorio; apocalipsis, término empleado desde inicios
del periodo para referirse a la guerra interna (como en el caso de Vargas Llosa en
Historia de Mayta; o del ensayo Historias del más acá. Imaginario apocalíptico
en la literatura peruana, de 2013, de Lucero de Vivanco); “bramidos de tigres”,
que pueden ser vistos como los agentes de la violencia; y “lágrimas”, el dolor de
todo un país ante los desgarros de la conagración interna. Lágrimas, bramidos,
pero, sobre todo, estrellas luminosas en el rmamento nocturno de aquella noche
peruana son las imágenes que tanto Pilar Dughi, como Carmen Ollé nos han legado
desde estos cuentos en la tradición literaria y cultural de nuestro país.
8 Al respecto, se debe resaltar un aspecto puntual, pero muy signicativo, de ambos
cuentos. En Pilar Dughi, la referencia directa al “Partido” (es decir, al Partido
Comunista del Perú-Sendero Luminoso) se da recién en la compilación póstuma
La horda primitiva, de 2008, tras la nalización del periodo de la violencia
política y cuando ya en 2003 se había emitido el Informe nal de la Comisión de
la Verdad y la Reconciliación, pues, cuando el cuento apareció inicialmente, en
1989, las marcas denotativas se expresaban de manera exclusivamente elusiva y
sutil; mientras que, en Carmen Ollé, lo denotativo está claramente mediatizado a
través de los aparatos ideológicos del Estado, representados por un noticiero de la
televisión de señal “abierta”, en realidad la única realmente existente en el mundo
global de la década de 1980. De este modo, estas marcas textuales, culturales,
históricas e ideológicas en general, presentes en “El grito”, de Ollé, y en “Los días
y las horas”, de Dughi, permiten también armar su carácter desestabilizador y,
por tanto, perspicaz, novedoso, vigente y representativo de lo que ya forma parte
de lo mejor de nuestra literatura nacional.
240 Interpretatio, 3.2, 2018-2019, pp. 227-242
y desde su perspectiva nuevos elementos que tensionan la constitución
del canon literario en el Perú de los años ochenta, tanto en el aspecto
formal como en el ideológico, y desestabilizan el campo literario no
solo por el tema que abordan y representan en sus textos: la mujer mi-
litante senderista como sujeto y su visión, sino también por la forma
literaria como relatan el rol político de estas, como mujeres guerrilleras,
subversivas, esto es, con una construcción ccional de un sujeto feme-
nino que cuestiona los estereotipos imperantes para asumir un rol activo
y que tiene como aspectos centrales de esta la localización espacial, la
focalización temporal y la voz como grito, y porque, además, lo hacen
en un contexto en el que la modelación narrativa del lector peruano de
literatura culta de la década de 1980 lo posicionaba en una situación
inédita respecto de la comprensión del fenómeno de la violencia políti-
ca, que, ciertamente, implica entre otros, el tópico de la memoria, que
en los cuentos referidos se aborda al presentar y representar a la mujer
senderista, así como su visión, y acción durante el periodo de violencia
referido.
Bibliografía
amPueRo, Fernando (1982). “El departamento”, Lima, Hueso Húmero, 14:
127-132.
biondi, Juan y Eduardo ZaPata (1989). El discurso de Sendero Luminoso:
Contratexto educativo. Lima, Concytec.
castRo, Dante (1987). Otorongo y otros cuentos. Lima, Lluvia Editores.
colchado lucio, Óscar. (1989). Hacia el Janaq Pacha. Lima, Lluvia Edito-
res.
comisión de la veRdad y Reconciliación (2003). Informe Final. Lima, cvR.
coRnejo PolaR, Antonio y Luis Fernando vidal (1984). Nuevo cuento perua-
no. Lima, Mosca azul.
degRegoRi, Carlos Iván (1989). Qué difícil es ser Dios. Ideología y violencia
política en Sendero Luminoso. Lima, El Zorro de Abajo.
degRegoRi, Carlos Iván ([1990] 2010). El surgimiento de Sendero Luminoso.
Ayacucho 1969-1979. Lima, Instituto de Estudios Peruanos.
de lima, Paolo (2006). “‘Nadie me puede asegurar nada’: Acercamiento a
¿Por qué hacen tanto ruido? de Carmen Ollé”, Uppsala, Wayra, 4: 33-40.
de lima, Paolo (2016). “Guerrillas del sesenta y guerra interna de los ochen-
ta en dos novelas de Mario Vargas Llosa”, en Gladys Flores Heredia, ed.,
241
De Lima / Desestabilizaciones del campo literario en el Perú
La invención de la novela contemporánea: tributo a Mario Vargas Llosa.
Lima, Academia Peruana de la Lengua/Editorial Cátedra César Vallejo/Uni-
versidad Ricardo Palma: 241-258.
de lima, Paolo (2018, en prensa). “Los ilegítimos y el beginning de la narrati-
va de la violencia política en el Perú”. Boston, aiP.
de soto, Hernando (1986). El otro sendero. Lima, Instituto Libertad y De-
mocracia.
de vivanco, Lucero (2013). Historias del más acá. Imaginario apocalíptico
en la literatura peruana. Lima, ieP.
dolaR, Mladen ([2006] 2007). Una voz y nada más. Buenos Aires, Manantial.
dughi, Pilar (1989). “Los días y las horas” y “Como una estrella”, en La pre-
meditación y el azar. Lima, Colmillo Blanco: 55-62 y 67-75.
dughi, Pilar ([1996] 2017). “Las chicas de la yogurtería”, “Tomando sol en el
club”. “El cazador”, en Ave de la noche, en Todos los cuentos. Lima, Campo
Letrado: 185-199, 231-238 y 239-259.
FlaubeRt, Gustave (1856). Madame Bovary. París, La Revue de Paris.
FRanco, Jean (2003). Decadencia y caída de la ciudad letrada. La literatura
latinoamericana durante la guerra fría. Barcelona, Debate.
gilbonio, Óscar (2016). Textos de combate. Ensayos sobre literatura y verdad
histórica, Lima, Ave Fénix Ediciones.
goRRiti, Gustavo (1990). Sendero: Historia de la guerra milenaria en el Perú.
Lima, Apoyo.
guiné, Anouk (2016). “Encrucijada de guerra en mujeres peruanas: Augusta
La Torre y el Movimiento Femenino Popular”, en Millars Crisis y ruptura
en América Latina: 1970-1980: 97-128.
jaRa, Cronwell (1980). Hueso duro. Lima, Ediciones Diálogo.
jaRa, Cronwell (1981). Montacerdos. Lima, Lluvia Editores.
moRo, César (1957). La tortuga ecuestre y otros poemas. Lima, Ediciones
Tigrondine.
nieto degRegoRi, Luis (1987). Harta cerveza y harta bala. Lima, Lluvia Edi-
tores.
ollé, Carmen (1988). “El grito”, en Todo orgullo humea la noche. Lima, Llu-
via Editores: 46-48.
ollé, Carmen (1992). ¿Por qué hacen tanto ruido? Lima, Ediciones Flora
Tristán.
ollé, Carmen (2008). “Ángel del desierto”, en Una muchacha bajo su para-
guas y otros relatos. Lima, Editorial San Marcos: 187-189.
oRtega, Julio (1986). Adiós Ayacucho. Lima, Mosca Azul Editores.
PaReja PFlucKeR, Piedad (1981). Terrorismo y sindicalismo en Ayacucho
(1980). Lima, Ital.
PéReZ huaRancca, Hildebrando (1980). Los ilegítimos. Lima, Ediciones Na-
rración.
242 Interpretatio, 3.2, 2018-2019, pp. 227-242
QuiRoZ, Víctor (2012). “Autoritarismo y violencia política en el cuento peru-
ano sobre el enfrentamiento armado interno (1980-2000)”, El Muro. Re-
vista de Cultura y Política para América Latina, 2, en <http://www.revist-
aelmuro.com/02/articulo_5.html>, consultado por última vez el 14 de enero
de 2018.
Reyes taRaZona, Roberto (1990). Nueva Crónica. Cuento social peruano
1950-1990. Lima, Colmillo Blanco.
RibeyRo, Julio Ramón (1989). Dichos de Luder. Lima, Jaime Campodónico.
RibeyRo, Julio Ramón ([1987] 2009). Solo para fumadores. Palencia, Menos
Cuarto.
tolstói, León (1877). Anna Karenina. Moscú, El Mensajero Ruso.
vaRgas llosa, Mario (1981). La guerra del n del mundo. Madrid, Seix Ba-
rral.
vaRgas llosa, Mario (1984). Historia de Mayta. Madrid, Seix Barral.
vaRgas llosa, Mario (1988). Elogio de la madrastra. Madrid, Tusquets.
vich, Víctor (2015). “Flor de retama: avatares de una canción de protesta”, en
Poéticas del duelo. Ensayos sobre arte, memoria y violencia política en el
Perú. Lima, ieP: 21-31.