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Abstract

First ladies are increasingly acquiring political capital, influencing governments, and becoming candidates. However, the specialized literature has not documented this trend. In this article, we argue that the involvement of this group of women in the Executive Power makes it necessary to consider them as part of the political elite. To have a better understanding of the political influence of the first ladies, we propose a typology that generates four categories in which we then classify the 88 women who held the position between 1990 and 2016.
Ediciones Universidad de Salamanca / cc by-nc-nd América Latina Hoy, 81, 2019, pp. 31-49
ISSN: 1130-2887 - e-ISSN: 2340-4396
DOI: https://doi.org/10.14201/alh201981
LAS PRIMERAS DAMAS COMO MIEMBROS
DE LA ÉLITE POLÍTICA
First ladies as members of the political elite
Carolina Guerrero Valencia
giga Institute, Alemania
* carolina.guerrero@giga-hamburg.de
Ignacio arana araya
Carnegie Mellon University, Estados Unidos
* iarana@andrew.cmu.edu
Fecha de recepción: 4 de diciembre de 2018
Fecha de aceptación y versión nal: 14 de marzo de 2019
RESUMEN: Las primeras damas están crecientemente adquiriendo capital político, inu-
yendo en gobiernos y lanzándose como candidatas. Sin embargo, la literatura especializada no
ha documentado esta tendencia. En este artículo, argumentamos que el involucramiento de este
grupo de mujeres en el Poder Ejecutivo amerita que sean consideradas como parte de la élite
política. Para tener un mejor entendimiento de la inuencia política de las primeras damas,
proponemos una tipología que genera cuatro categorías en las que luego clasicamos a las 88
mujeres que estuvieron en el puesto entre 1990 y 2016.
Palabras clave: América Latina; élite; Poder Ejecutivo; primera dama.
ABSTRACT: First ladies are increasingly acquiring political capital, inuencing governments,
and becoming candidates. However, the specialized literature has not documented this trend.
In this article, we argue that the involvement of this group of women in the Executive Power
makes it necessary to consider them as part of the political elite. To have a better understanding
of the political inuence of the rst ladies, we propose a typology that generates four categories
in which we then classify the 88 women who held the position between 1990 and 2016.
Key words: Latin America; elite; Executive Power; rst lady.
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i. introducción1
Las primeras damas han irrumpido con fuerza en la política latinoamericana, tanto en
el Poder Ejecutivo como cuando lo dejan. Un total de 66 de las 88 primeras damas que
han existido en la región desde 1990 se involucraron formalmente en políticas públicas
una vez que llegaron al Poder Ejecutivo, incluso en áreas tan inuyentes como salud y
educación. Las primeras damas están siendo crecientemente identicadas como auto-
ridades representativas del gobierno, participando en campañas, dando declaraciones
políticas, participando en giras e incluso rmando tratados de cooperación con gobiernos
y organismos internacionales. Tras dejar el Poder Ejecutivo, muchas se han postulado a
altos cargos de elección popular. Entre 1999 y 2016, veinte ex primeras damas se lanzaron
veintiséis veces como candidatas a la presidencia, vicepresidencia o el Congreso, resul-
tando elegidas en diecinueve ocasiones. Sin embargo, a pesar de la activa participación
de las primeras damas en política, la literatura especializada ha fallado en documentar
de manera comparada su creciente pertenencia a la élite política.
El estudio de la actividad política de las primeras damas ha variado según su proce-
dencia geográca. La primera dama de Estados Unidos ha sido la más estudiada. Aunque
las biografías son dominantes (Borrelli 2002), los investigadores también han examinado
el desarrollo histórico de la institucionalidad que rodea a las primeras damas (Watson
1997: 814); el impacto que ellas tienen en las campañas presidenciales (Burns 2005) y
su inuencia pública (Watson 1997); la cobertura mediática que reciben (Burns 2004),
y las características de su rol, incluyendo su falta de rendición de cuentas (Burrell, Elder
y Frederick 2011).
Las investigaciones centradas en Latinoamérica se han focalizado principalmente en
la trayectoria individual de las primeras damas (Caula y Silva 2011; Gordinho 2009), si
bien algunos trabajos han analizado aspectos especícos de sus desempeños (Fernández
2011; Rosenheck 2011) o las trayectorias colectivas de las primeras damas de un país
(Sefchovich 2003; Balcácer 2010; Vierci 2014). Es decir, si bien existe una literatura sobre
primeras damas, el comportamiento político de este grupo de mujeres prácticamente no
se ha estudiado de manera comparada (la excepción son Guerrero y Arana 2018) pese
a su creciente protagonismo.
En este artículo analizamos el involucramiento de las primeras damas en la política
latinoamericana, mostrando la actividad doméstica e internacional que han realizado las
88 mujeres que ostentaron el puesto entre 1990 y 2016. Argumentamos que el desem-
peño de las primeras damas amerita que sean consideradas como miembros de la élite
política, y que entender la inuencia que tienen en política es relevante porque tienen
un perl distintivo. Se trata de mujeres que no fueron elegidas popularmente ni tienen
que rendir cuentas, pero tienen un puesto privilegiado en el Poder Ejecutivo, donde
gozan de una alta visibilidad mediática, pueden inuir sobre la agenda del presidente y
acumular capital político en benecio propio. Por lo tanto, el involucramiento político de
1. Los autores agradecen los comentarios y las sugerencias de dos evaluadores anónimos de América
Latina Hoy, Revista de Ciencias Sociales, a la primera versión de este artículo.
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las primeras damas es distinto al de mujeres que entran a la política desde una posición
de menor privilegio.
El estudio de las primeras damas también es relevante porque se conecta con tres
asuntos de interés en política comparada. Uno es la personalización de la política, lo que
ocurre cuando los votantes se identican más con el liderazgo de un político que con el
partido o la corriente ideológica que representan. La personalización de la política es
un problema grave que afecta la competitividad electoral y la circulación de las élites en
América Latina (McAllister 2007). La inuencia política que pueden ejercer las prime-
ras damas, tanto mientras están en el Ejecutivo como cuando se lanzan a un puesto de
elección popular, está muy ligada a su individualidad. Segundo, las actividades políticas
de las ex primeras damas pueden contribuir a la reproducción de relaciones endogá-
micas en la élite política. Las familias políticas poderosas son un fenómeno recurrente
en América Latina (Alcántara 2012: 284), lo que tiende a restringir la competitividad
electoral y concentrar el poder en pocas manos. Finalmente, la participación política
de las primeras damas se relaciona con una mayor inclusión de mujeres en política.
Algunos estudios proponen que una consecuencia de que haya más mujeres en puestos
de poder es que aumenta la aceptabilidad social de ver mujeres en política, y a la vez más
mujeres se interesan en participar, generando un círculo virtuoso que permite reducir
la disparidad de género en asuntos de gobierno (Escobar-Lemmon y Taylor-Robinson
2005; Thames y Williams, 2013).
Para comprender mejor el involucramiento de las primeras damas en política, propo-
nemos una tipología basada en la experiencia política que las primeras damas tuvieron
antes de llegar al Poder Ejecutivo y en su participación en políticas públicas una vez que
llegan al gobierno. Del cruce de estos dos indicadores surgen cuatro tipos de primeras
damas: políticas activas, políticas novatas, consejeras políticas y despolitizadas. Luego
mostramos cómo estas categorías ayudan a clasicar el desempeño de las 88 primeras
damas en la muestra. Creemos que la tipicación representa un primer paso adelante en
la comprensión del selecto grupo de mujeres, en especial, su pertenencia a la élite política.
En la siguiente sección revisamos cómo la literatura ha tratado el involucramiento
de las primeras damas en política. Como queda en evidencia, pese a la gran diversidad
de temas cubiertos, la literatura especializada ha fallado en abarcar la real inuencia que
muchas primeras damas alcanzan. La tercera sección describe la participación política
a nivel nacional e internacional de las primeras damas, abarcando a las 88 mujeres de
18 países que ocuparon el puesto entre 1990 y 2016. En la cuarta sección presentamos
nuestro argumento y mostramos cómo la tipología propuesta ayuda a entender la perte-
nencia de las primeras damas a la élite política. En la conclusión discutimos la agenda de
investigación que permite el estudio sistemático de la trayectoria de las primeras damas.
ii. lo que dice la literatura especializada
La primera dama, cargo usualmente ostentado por la esposa del presidente, pero
también por la hija, hermana o alguna pariente de jefes de gobierno, puede jugar un
papel clave en los sistemas presidencialistas. Ella forma parte de lo que algunos autores
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llaman el núcleo estratégico de gobierno (Fernández Ramil y Rivera Urrutia 2012) o
presidencia institucional (Inácio y Llanos 2016), en alusión al grupo de agencias y asesores
que trabajan bajo la autoridad del presidente, apoyándolo en los procesos de toma de
decisiones y de manera independiente al gabinete, ya que ellas tienen su ocina propia.
Según Watson (1997: 814), la primera dama no solo juega un rol en la vida personal y
social del presidente, sino que también en su vida pública y trayectoria. Por lo tanto,
las primeras damas pueden afectar el desempeño presidencial y la evaluación que del
presidente hacen instituciones, políticos y votantes.
El estudio de las primeras damas es relativamente nuevo y se puede agrupar según
su origen geográco. Hasta ahora, la mayoría de las publicaciones se focalizan en la
primera dama de Estados Unidos, pero también existe una literatura relativa a América
Latina y, más incipientemente, sobre África y Asia.
Watson (1997) mostró que, entre otras cosas, el estudio de la cónyuge del presidente
de Estados Unidos ha estado centrado en el desarrollo histórico de la institucionalidad
que la rodea, el cual está compuesto por dos aspectos centrales. El primero se centra en
el cargo en sí mismo, especícamente el hecho de que es un puesto no electo, de exclu-
siva conanza del presidente y sin rendición de cuentas. Es decir, la primera dama no es
responsable ante el Congreso ni puede ser convocada ante comisiones investigadoras o
ser interpelada (Fernández Ramil y Rivera Urrutia 2012: 21). El cargo no existe dentro de
la legislación del país y no tiene un portafolio de temas establecidos (Watson 2003: 434).
El desarrollo histórico muestra que la primera dama es un cargo exible que permite
participar activamente en política. Por ejemplo, el nombramiento de Hillary Clinton
como encargada del grupo de trabajo para la reforma del sistema de atención médica
(Health Care Reform Task Force) y el juicio subsiguiente en torno a su papel llamaron
la atención sobre la ambigüedad y términos legales de la autoridad de la primera dama
(Stooksbury y Edgemon 2003: 106).
El segundo aspecto se centra en la ocina donde trabaja la primera dama, la cual
le entrega apoyo técnico y político dentro de la presidencia (Borrelli et al. 2017; Ekste-
rowicz y Paynter 2000). Las funciones de esta ocina se han expandido con el tiempo,
volviéndose más profesional y crecientemente integrándose con la ocina del presidente
en la Casa Blanca (Eksterowicz y Paynter 2000). Borrelli et al. (2017) entrevistaron a los
miembros de la ocina de diversas administraciones e identicaron que la ocina se ha
ido reestructurando y expandiendo principalmente por exigencias de los presidentes,
el Congreso y las propias primeras damas.
En paralelo a los estudios centrados en la institucionalidad que rodea a las primeras
damas, existe una corriente de investigación centrada en los roles que cumplen incluyendo
su inuencia política (Stooksbury y Edgemon 2003; Wineld 1997; Burns 2004; Watson
1997; Borrelli 2001: 398). Wineld (1997: 167) identica cuatro tipos de roles ejercidos
por las primeras damas. Primero, el de acompañante (escort role), donde son menciona-
das solo como compañía de sus esposos. Segundo, el rol protocolar (protocol role), en
el que la primera dama participa en la organización de eventos sociales, ceremoniales y
diplomáticos. Tercero, el rol benéco (noblesse oblige role), donde ellas se preocupan
de obras de caridad y de apoyar a los más desvalidos (como personas sin hogar, niños y
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ancianos). Finalmente, el rol en políticas públicas (policy role), en el que ellas formulan,
desarrollan e inuencian políticas públicas y programas de gobierno. Una primera dama
puede elegir cuál de estos roles enfatiza, ya que son complementarios.
Respecto a la inuencia de las primeras damas, Watson (1997: 815-816) propone tres
categorías: inuencia política, inuencia de almohada e inuencia pública. La inuencia
política incluye actividades formales como escribir y editar discursos, asesorar y promo-
ver políticas públicas, hacer lobby, seleccionar y aprobar nombramientos presidenciales
y participar en campañas electorales. La inuencia de almohada es informal y ocurre
cuando el presidente pide el consejo político de su esposa. Finalmente, la inuencia
pública implica el potencial de afectar la imagen del presidente a través de expresar
opiniones abiertamente, participar en eventos, acompañar al presidente en viajes, dar
discursos ociales y realizar eventos sociales.
Sobre las primeras damas en América Latina se han publicado biografías (Caula y Silva
2011; Gordinho 2009; Wornat 2005); autobiografías (Malta 2014; Ruiz 2012); revisiones
biográcas históricas en países especícos como México (Sefchovich 2003), República
Dominicana (Balcácer 2010) y Uruguay (Vierci 2014), y análisis de su participación en
el gobierno (Fernández 2011; Rosenheck 2011; Santamaría 2011; Sefchovich 2011). Por
ejemplo, el desempeño de Marta Sahagún (primera dama de México, 2001-2006) ha sido
estudiado por su activo involucramiento en el gobierno (Sefchovich 2011; Wornat 2005).
Sahagún tomó decisiones en temas tan variados como infancia, mujeres, educación, salud,
atención a migrantes, violencia doméstica, salud reproductiva y vivienda para indígenas
(Sefchovich 2011: 41).
La literatura latinoamericana ha aportado muchos detalles de la vida de las primeras
damas y de su comportamiento en el puesto. Dos referentes inuyentes y estudiadas
son argentinas. Eva Perón (1946-1952) realizó discursos, impulsó el sufragio femenino,
estableció una estrecha relación con los trabajadores y sindicatos y fundó la fracción
femenina del partido peronista. Más recientemente, Cristina Fernández tuvo una extensa
carrera como legisladora antes de llegar a la Casa Rosada como primera dama (2003-
2007) y luego como presidenta (2007-2011 y 2011-2015). Sin embargo, a diferencia de
la literatura estadounidense, no se han realizado estudios que permitan comprender la
evolución y cambios del rol en cada país o de manera comparada en la región. Tampoco
se han realizado estudios sobre temas como la creciente institucionalización de la ocina
de la primera dama.
Existe una literatura incipiente sobre otras regiones del mundo. Para el caso de
los países de África del Sur, Van Wyk (2017) analizó el rol, las ocinas y la inuencia
de las primeras damas concluyendo que ellas ejercen una inuencia considerable en el
Ejecutivo con el apoyo de sus ocinas, las cuales están institucionalizadas de manera
formal e informal dentro del gobierno. En Asia, el caso más estudiado ha sido el de la
surcoreana Park Geun-Hye, primera dama entre 1974 y 1979 (Lee 2017; Hüstebeck
2006). Lee (2017), por ejemplo, destacó la habilidad de Geun-Hye en usar su posición
privilegiada y su género para consolidarse como una política competente y alcanzar la
presidencia en 2013.
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A pesar de la constante publicación de estudios sobre primeras damas, ellas son
generalmente ignoradas como actores políticos y miembros de la élite (O’Connor, Nye
y Van Assendelft 1996; Watson 2003). Aunque existe un consenso de que la primera
dama puede inuir en las decisiones presidenciales, varios autores han reconocido que
debido al carácter ceremonial del puesto y que su actividad es muchas veces ejercida
por conductos informales, es difícil medir su inuencia política (Borrelli 2011; Watson
1997, 2001). Sumado a esto, la ausencia de trabajos comparados, los diversos diseños de
investigación y la predominancia de la realidad estadounidense en los estudios dicultan
las generalizaciones teóricas. La ausencia de estudios comparados resulta particularmente
llamativa en América Latina, que es donde más primeras damas participan en política
antes, durante y después de estar en el cargo.
iii. la participación en política de las primeras damas
La creciente normalización de la participación de mujeres en política, la politiza-
ción del puesto de primera dama en casi toda la región y la alta cobertura mediática de
lo que ellas dicen y hacen han creado estructuras de oportunidad favorables para que
aquellas con ambiciones políticas compitan en elecciones tras dejar el Poder Ejecutivo.
En total, entre 1999 y 2016 veinte ex primeras damas fueron candidatas veintiséis veces
en elecciones a la presidencia, vicepresidencia o el Congreso. Este fenómeno revela que
muchas primeras damas poseen ambiciones políticas altas.
La siguiente tabla muestra de manera sistematizada la trayectoria de las ex primeras
damas que han sido candidatas, considerando si tienen experiencia política previa, los
puestos a los cuales se postularon tras dejar el gobierno, el resultado y los años invo-
lucrados. Varias cosas resaltan. Primero, como candidatas han sido particularmente
exitosas, siendo elegidas diecinueve veces y en todos los intentos por alcanzar un escaño
legislativo. Las únicas derrotadas fueron las que compitieron por la presidencia o la
vicepresidencia. Esto sugiere que el puesto de primera dama es una excelente plataforma
para acumular capital político y, posteriormente, acceder a puestos de elección popular.
Segundo, el número de candidaturas ha tendido a crecer con los años (dieciséis de las
postulaciones ocurrieron entre 2010 y 2016, habiendo cuatro candidaturas en el último
año). Tercero, siete candidatas fueron políticas electas antes de ser primeras damas;
todas fueron legisladoras.
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tabla i
trayectoria política de las ex primeras damas candidatas
en américa latina (1990-2016)
país nombre
experiencia
política
preVia
(carGo,
años)
período
como
primera
dama
experiencia
posterior
(carGo
al que se
postula,
año)
¿electa? período
Argentina
Hilda «Chiche»
González de
Duhalde
Diputada,
1997-2003 2002-2003
Diputada, 2003 2003-
2005
Senadora, 2005 2005-
2011
Cristina Fernández
de Kirchner
Diputada,
1989-1995
2003-2007
Presidenta,
2007 2007-
2011
Senadora,
1995-1997
Diputada,
1997-2001
Presidenta,
2011 2011-
2015
Senadora,
2001-2005
Senadora,
2005-2007
Costa Rica
Gloria Bejarano
Almada Sin
experiencia 1990-1994 Legisladora,
2010 2010-
2014
Margarita Penón
Góngora Sin
experiencia 1986-1990 Legisladora,
2002 2002-
2005
Ecuador Ximena Bohórquez
Romero Legisladora,
2003-2006 2003-2006 Legisladora,
2007 2007-
2008
Guatemala
Raquel Blandón de
Cerezo
Cargos en el
Partido Social
Cristiano,
1981
1986-1991 Vicepresidenta,
2011 No -
Patricia Escobar de
Arzú Sin
experiencia 1996-2000 Presidenta,
2011 No -
Sandra Torres
Fundadora
Partido
Unidad
Nacional de
la Esperanza,
2002
2008-2011 Presidenta,
2015 No -
Honduras Xiomara Castro de
Zelaya Sin
experiencia 2006-2009 Presidenta,
2013 No -
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país nombre
experiencia
política
preVia
(carGo,
años)
período
como
primera
dama
experiencia
posterior
(carGo
al que se
postula,
año)
¿electa? período
Nicaragua
María Dolores
Alemán Cardenal Sin
experiencia 1997-1999 Legisladora,
2006 2007-
2011
María Fernanda
Flores de Alemán Sin
experiencia 1999-2002 Legisladora,
2016 2017-
2022
Rosario Murillo Legisladora,
1984-1990 1985-1990
2007-2016 Vicepresidenta,
2016 2017-
2022
Panamá Marta Linares de
Martinelli Sin
experiencia 2009-2013 Vicepresidenta,
2014 No -
Paraguay
Mirta Gusinky Sin
experiencia 1998-1999 Senadora, 2013 2013-
2018
Emilia Alfaro de
Franco Diputada,
2008-2013 2012-2013 Senadora, 2013 2013-
2018
Perú
Susana
Higuchi
Sin
experiencia 1990-1994
Legisladora,
2000 2000-
2001
Legisladora,
2001 2001-
2006
Keiko Fujimori Sin
experiencia 1994-2000
Legisladora,
2006 2006-
2011
Presidenta,
2011 No -
Presidenta,
2016 No -
República
Dominicana Margarita Cedeño
de Fernández Sin
experiencia 2004-2012
Vicepresidenta,
2012 2012-
2016
Vicepresidenta,
2016 2016-
2020
Uruguay
MaríaJulia Pou Sin
experiencia 1990-1995 Senadora, 1999 2000-
2005
Lucía Topolansky
Diputada,
2002-2005
2010-2015 Senadora, 2014 2015-
2020
Senadora,
2005-2010
Senadora,
2010-2015
Fuente: Elaboración propia.
Hasta ahora, la visión predominante ha sido considerar a quienes compiten en
elecciones como simples delegadas de los presidentes, sin proyectos ni capital político
propios. Sin embargo, el trabajo reciente de Guerrero y Arana (2018) sugiere que esta
visión es errada. Ellos analizaron la trayectoria política de las primeras damas antes y
después de estar en el cargo, y revelaron que existen dos grupos principales de mujeres
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que participan en contiendas electorales tras dejar el Poder Ejecutivo. Uno, el de las
«delegadas», está en consonancia con la visión tradicional. Este grupo está compuesto
por mujeres sin trayectoria electoral previa a convertirse en primeras damas, y son quienes
entran a la arena electoral para capitalizar la popularidad de sus maridos o padres. Un
voto por ellas, entonces, suele ser interpretado como un voto por ellos. En un segundo
grupo, ligeramente menos numeroso, están quienes lanzan sus candidaturas tras haber
tenido una exitosa trayectoria electoral antes de convertirse en primeras damas. Los
autores argumentan que quienes pertenecen a este grupo son políticas que usan de
manera estratégica su posición protocolaria como primeras damas para pavimentar un
futuro electoral exitoso.
Otras primeras damas han intentado capitalizar la experiencia gubernamental al
abandonar el Ejecutivo en actividades que no involucran una candidatura, pero que tienen
trascendencia pública. Algunas han creado sus propias fundaciones, otras han trabajado
en organizaciones internacionales o han continuado colaborando con causas sociales.
Por ejemplo, Josette Altmann (primera dama de Costa Rica, 1994-1998) es secretaria
general de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (flacso) desde 2016. Ese
mismo año la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura
nombró como jefa de la Ocina de Enlace a Nadine Heredia (primera dama de Perú,
2011-2016). En Estados Unidos algunas ex primeras damas también se han dedicado
al sector sin nes de lucro al dejar la Casa Blanca (Borrelli, Tenpas y Wright 2017: 42).
La actividad política de algunas primeras damas mientras están en el puesto proto-
colario también ha sido altísima. Cuando ambos integrantes del matrimonio participan
activamente en la política de su país son denominados matrimonios presidenciales (Arana
2016a; Serrafero 2015). En algunos casos extremos, algunos analistas han descrito a
las primeras damas como vicepresidentas de facto (Fernández 2011; Santamaría 2011;
Brandoli 2016). Por ejemplo, el presidente de Guatemala Álvaro Colom (2008-2012)
anunció un reordenamiento administrativo en el Ejecutivo para darle cabida a su esposa,
Sandra Torres. Ella fue la responsable del Consejo de Cohesión Social, encargado de la
inversión social del gobierno (Fernández 2011: 4). De manera similar, la nicaragüense
Rosario Murillo (1985-1990 y 2007-) ha sido descrita como alguien que ejerce el poder
«en el trono» (Santamaría 2011: 28), actuando como vocera de gobierno y miembro de
facto del gabinete (Robles 2016). Por ejemplo, participó como canciller en funciones
en la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños celebrada en
2015 en Costa Rica (Álvarez 2015). Para Martí i Puig (2008: 290), el presidente Daniel
Ortega (1985-1990, 2007-) diseñó en su gobierno del año 2007 un gabinete de bajo perl
y con rol preeminente para su esposa. La constante inuencia de Murillo, quien desde
2017 es vicepresidenta, ha hecho que sea denominada públicamente la «copresidenta»
de Nicaragua (Debusmann 2007; Brandoli 2016; Santamaría 2011).
De las 88 primeras damas que han existido desde 1990, 66 han tenido funciones
en la formulación, desarrollo y administración de políticas públicas y programas de
gobierno, algo que también han hecho las primeras damas estadounidenses (Wineld
1997a; Burns 2004; Borrelli 2011). Muchas veces los programas están dirigidos a temas
de género asociados al rol de madre: familia, adolescencia, mujer y adultos mayores.
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En algunos casos las primeras damas se han transformado en el rostro de un programa,
promoviéndolo en foros internacionales y generando apoyo en la opinión pública.
La discusión de algunos casos es ilustrativa. En México, casi la mitad de mujeres,
niños, viejos y discapacitados han recibido atención de las instituciones sociales que
encabeza la cónyuge del presidente (Sefchovich 2003: 486). En Chile, tradicionalmente
las primeras damas han creado, dirigido y promovido políticas públicas (Gálvez 2014).
Leonor Oyarzún (1990-1994) creó la fundación Integra, que otorgó acceso a sala cuna y
jardín infantil a niños de escasos recursos y la fundación para la promoción y desarrollo
de la mujer (Prodemu). Su sucesora, Marta Larraechea (1994-2000), fundó el Museo
Interactivo Mirador para acercar la ciencia a los niños. Luisa Durán (2000-2006) creó
la fundación de Orquestas Infantiles y Juveniles de Chile, el centro cultural Matucana
100, la fundación Artesanías de Chile y Chilenter, destinado a acercar la tecnología a
los pobres. Por su parte, Cecilia Morel (2010-2014 y 2018-2022) instituyó en el 2011 el
programa «elige vivir sano», el cual promovió un estilo de vida más saludable (upi 2011).
En República Dominicana, Margarita Cedeño (2004-2012) implementó cuatro grandes
políticas públicas: a) «Progresando», b) «Centros Tecnológicos Comunitarios», c) «Soli-
daridad Social» y d) «Leyendo Aprendo». La primera estuvo dirigida a dar capacitación
laboral y humana a personas en extrema pobreza. Gracias a la segunda se instalaron 87
Centros Tecnológicos Comunitarios en zonas rurales. La tercera buscó promover la salud
preventiva, mientras que la cuarta promovió la formación cultural.
Algunas primeras damas también participan activamente en actividades políticas
internacionales, promoviendo la imagen y agenda del presidente y colaborando en las
relaciones diplomáticas (Van Wyk 2017: 165). Dicha participación se expresa en visitas
de Estado, discursos en organizaciones internacionales y otros países, reuniones con
otras primeras damas, presidentes y líderes políticos y participación en eventos proto-
colarios. Por ejemplo, asisten a reuniones especiales en el marco de la Comunidad de
Estados de Latinoamérica y el Caribe, el Sistema de la Integración Centroamericana y
en la Cumbre de las Américas.
Asimismo, existen reuniones que involucran exclusivamente a las primeras damas.
Ellas tienen su propia cumbre, lo que les permite desarrollar conexiones, apoyarse
mutuamente, promover temáticas, aprender sobre políticas públicas implementadas en
otros países y eventualmente generar un plan de acción colectivo. En 1987, la primera
dama de Guatemala, Raquel Blandón, organizó el primer «Encuentro de las Primeras
Damas Centroamericanas» con el n de apoyar el proceso de paz de la región. Con ese
antecedente, en 1991 las primeras damas organizaron el primer «Encuentro Latinoame-
ricano y del Caribe de Primeras Damas» en Venezuela. En 1994 incluyó a las primeras
damas de Estados Unidos y Canadá. Según la Organización Panamericana de Salud
(1998), las reuniones se realizaron para acordar un programa de trabajo que permitiera
a las primeras damas apoyar las políticas sociales impulsadas por sus gobiernos. La
última conferencia se realizó el año 2007 en El Salvador. La siguiente tabla muestra las
reuniones realizadas y los temas abordados.
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tabla ii
conferencias de primeras damas, esposas y representantes del estado y
Gobierno de las américas
año país temática / lema
1991 Venezuela Mujer, infancia, juventud y familia
1992 Colombia Bienestar de la mujer, infancia, juventud y familia
1993 Costa Rica Desarrollo integral de la familia
1994 Saint Lucia Declaración de Santa Lucía
1995 Paraguay Salud y educación de la mujer y de la niñez
1996 Bolivia Los derechos de la mujer y de la niñez en el marco del desarrollo
sostenible
1997 Panamá Construyamos el futuro de América con derechos humanos y cultura
de paz
1998 Chile América construye hoy los caminos del 2000
1999 Canadá Mujeres de las Américas: agentes del progreso
2001 Ecuador Adolescentes de las Américas: forjadores de un nuevo milenio
2002 México Niñez y pobreza
2003 República Dominicana Juventud y pobreza
2005 Paraguay Mujer y familia
2007 El Salvador Construyendo una sociedad para todas las edades
Fuente: Elaboración propia.
En el 2000, las primeras damas de Centroamérica retomaron sus reuniones convo-
cando la «Reunión de Primeras Damas de Centroamérica, Belice, Panamá y República
Dominicana» en El Salvador. Luego se reunieron en Nicaragua (2001), Guatemala (2002),
Panamá (2003), Honduras (2004), República Dominicana (2006), Guatemala (2007)
y Panamá (2008). En la misma línea, en 2006 se creó la «Coalición de primeras damas y
mujeres líderes de América Latina sobre la mujer y el sida» por iniciativa de la primera
dama de Honduras, Xiomara Castro. El objetivo fue promover políticas y movilizar
recursos para la prevención, tratamiento y cuidado del Vih y reducir el impacto de la
epidemia en mujeres y niñas. Desde entonces se han realizado diversas reuniones apoyadas
por onu Mujer y onu Sida. Las conferencias regionales son un ejemplo de la participa-
ción en política exterior de las primeras damas, donde asisten para discutir, coordinar
y planicar políticas públicas representando a los gobiernos en la toma de decisiones.
iV. las primeras damas como miembros de la élite
Varios estudios han analizado a las élites políticas latinoamericanas, particularmente
centrados en presidentes y legisladores (Alcántara y Tagina 2016). En esta sección argu-
mentamos que el grado de involucramiento político de las primeras damas amerita que
sean estudiadas como miembros de la élite política. Entendemos que los miembros de
esta élite son individuos que toman decisiones políticas que tienen consecuencias a nivel
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nacional, o al menos inuencian dichas decisiones (Arana 2018). Estos sujetos tienen
una vasta capacidad para afectar el bienestar colectivo de una sociedad debido a que
inuyen sobre la opinión pública, administran la estructura del Estado, generan leyes,
deciden sobre la ejecución del uso de la fuerza pública, dirigen las relaciones con otros
Estados y determinan las políticas económicas gubernamentales.
Sin embargo, no existe mucho consenso sobre quiénes pertenecen a la élite política.
Nosotros seguimos la conceptualización de Arana (2016b), quien distingue entre miem-
bros de jure y de facto. En el primer grupo se encuentran quienes deben su poder a la
posición legal que ostentan, ya sea porque fueron designados o electos popularmente.
En esta categoría entran presidentes, vicepresidentes, ministros, viceministros, jueces de
la Corte Suprema y Constitucional, gobernadores, intendentes, senadores, diputados,
líderes partidarios, burócratas de alto rango y autoridades locales (como alcaldes). Los
miembros de facto son más difíciles de identicar ya que su pertenencia a la élite se
deriva de su posición de inuencia informal sobre la toma de decisiones políticas. Nadie
ha votado por estos miembros, cuya inuencia puede ser legítima (como en el caso de
líderes espirituales o profesionales) o ilegítima (en el caso de quienes nancian políticos
a cambio de favores). Entre los miembros de facto hay quienes gozan de alta visibilidad,
como dueños de medios de comunicación, presidentes de universidades, jerarcas religio-
sos y líderes de gremios empresariales, colegios profesionales, organizaciones sindicales
y grandes onG, pero también hay otros con menos exposición pública, como lobistas y
nancistas de políticos. Aunque muchos de estos miembros sean conocidos, su inuencia
es difícil de rastrear ya que suele ejercerse por canales no ociales.
Argumentamos que las primeras damas son miembros de la élite política de facto
debido a la inuencia que ejercen en el Poder Ejecutivo gracias a su vínculo con el
presidente. Conceptualizar así a las primeras damas nos permite entender más sobre
una posición en principio ceremonial que, sin embargo, actualmente está aumentando
la participación de mujeres en puestos de poder político. Como se mostró en la sección
anterior, el número de ex primeras damas que se lanzan a puestos de elección popular
ha aumentado, por lo que es razonable esperar que el puesto se consolide como una
plataforma para favorecer el surgimiento de nuevos liderazgos.
La conceptualización de las primeras damas como parte de la élite política también
permite indagar sobre relaciones dinásticas de poder. En América Latina existe una larga
tradición de familias que concentran muchos puestos de poder (Alcántara 2012; Arana
2016b). Paradigmático de esto son los casos en que las presidencias han sido ocupa-
das por padres e hijos, como ilustran los Frei en Chile, los Pastrana en Colombia, los
Arosemena en Ecuador, los Batlle en Uruguay y los Somoza en Nicaragua. La irrupción
activa de primeras damas en política puede contribuir a hacer que las familias políticas
sean aún más poderosas, lo que atenta contra la competencia democrática por el poder
y diculta el surgimiento de liderazgos con orígenes menos inuyentes (Geys y Smith
2017). El efecto puede ser particularmente nocivo en casos en los que las primeras damas
ayudan a extender el poder del presidente, ya que eso contribuye a la personalización
de la política en una región que padece de debilidad institucional para enfrentar ese
problema (McAllister 2007).
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Argumentamos que no todas las primeras damas tienen el mismo grado de inuencia.
A pesar de lo difícil de medir y conceptualizar la inuencia política que tienen debido a
que parte de esa inuencia ocurre en el ámbito personal y los presidentes tienen incentivos
para ocultarla, identicamos patrones que nos permitan crear categorías de análisis para
comprender la gravitación de las primeras damas en el Poder Ejecutivo. Proponemos
categorizar a las primeras damas en base a dos variables que nos permiten identicar su
inuencia política: experiencia política previa y participación en políticas públicas. A
continuación, proponemos una tipología para clasicarlas según su inuencia política,
y luego mostramos cómo la tipología sirve para categorizar a las 88 primeras damas que
hubo en la región entre 1990 y 2016.
La siguiente tabla muestra dos criterios distintivos. El vertical clasica a las primeras
damas con base a si tuvieron experiencia política antes de llegar al Poder Ejecutivo o no.
Es decir, si fueron vicepresidentas, gobernadoras, senadoras, diputadas, líderes partida-
rias, legisladoras a nivel subnacional, miembros de asambleas constituyentes y alcaldes o
concejales. Aunque se trata de distintos puestos en diferentes niveles del sistema político,
consideramos que quienes los tuvieron tienen dos características relevantes. Primero, ya
demostraron tener la suciente motivación como para participar activamente en política.
Segundo, poseen un conocimiento práctico en política que les permite inuenciar desde
su experiencia en la toma de decisiones en el Poder Ejecutivo. De las 88 primeras damas,
19 tuvieron un puesto político antes de llegar el Ejecutivo y 69 no.
tabla iii
influencia política de las primeras damas
No participa en políticas públicas Participa en políticas públicas
Con experiencia Consejeras políticas; inuencia mediana (1) Políticas activas; alta inuencia (18)
Sin experiencia Despolitizadas; baja inuencia (22) Políticas novatas; inuencia mediana (47)
Fuente: Elaboración propia.
El criterio horizontal diferencia entre aquellas primeras damas que, una vez en el
puesto, participan formalmente en el diseño, dirección o ejecución de una política pública
y las que no. Al participar en políticas públicas, las primeras damas se transforman
en funcionarias de facto y, por lo tanto, inuyen en el desempeño del gobierno al que
pertenecen. Entre las 88 primeras damas, 66 participaron en políticas públicas y 22 no.
El cruce de los dos criterios genera cuatro categorías. En el cuadrante superior
derecho se encuentran las primeras damas a las que llamamos «políticas activas» ya que
son las más inuyentes. Ellas tuvieron una trayectoria política antes de ser primera dama,
y una vez en el gobierno participaron en políticas públicas. Esta categoría aplica a 18
de las 88 primeras damas. Algunas en este grupo tuvieron un protagonismo altísimo en
el gobierno, como la nicaragüense Rosario Murillo y la argentina Cristina Fernández,
quienes luego fueron elegidas para la vicepresidencia y la presidencia, respectivamente.
De hecho, 8 de quienes están en este grupo (el 44%) se lanzaron a un puesto de elección
popular tras dejar el gobierno.
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En las antípodas se encuentran quienes llegaron al Ejecutivo sin experiencia política
y una vez en él no se involucraron en políticas públicas. Un total de 22 de las 88 primeras
damas, a quienes llamamos «despolitizadas», están en esta categoría. Signicativamente,
ninguna mujer en este grupo se lanzó como candidata a un puesto de elección popular
tras dejar el gobierno. Su potencial inuencia en el gobierno es, en palabras de Watson
(1997), de «almohada». Es decir, su inuencia surge de su relación personal con el jefe de
gobierno, y, por lo tanto, pueden inuir con sus consejos, condicionando el tiempo que
los líderes dedican a ciertas actividades, y afectando la composición del círculo íntimo
del jefe de gobierno. Pero esperamos que su inuencia netamente política sea baja.
Dos tipos de primeras damas entran en una categoría de inuencia política intermedia.
La más común es aquella donde las primeras damas no tuvieron experiencia política,
pero se involucraron en políticas públicas una vez instaladas en el Ejecutivo. Más de la
mitad de las primeras damas (47) caben en la categoría de «políticas novatas». Es posible
que a algunas se les haya despertado el interés por involucrarse en política una vez que
llegaron al gobierno. Sin embargo, sospechamos que varias «políticas novatas» siempre
albergaron un interés en política, el cual por distintas razones –incluyendo la dispari-
dad de género en la actividad– no se materializó antes. Mal que mal, existe literatura
en sicología que apoya fuertemente la noción de que las personas se casan con quienes
tienen similitudes en factores como edad, actitudes políticas, educación, inteligencia y
valores (Watson y otros 2004). En este caso, si se casan con un político profesional, es
posible que compartan una agenda política común. Consistente con esta descripción, 11
«políticas novatas» (el 23%) se lanzaron como candidatas al Congreso, la vicepresidencia
o la presidencia tras dejar el gobierno. Esto sugiere que varias mujeres en esta categoría
usan el puesto como un trampolín para entrar en política activa y, en algunos casos,
continuar el legado de su marido. Tal fue el caso de Xiomara Castro en Honduras, quien
fue candidata a la presidencia en 2013. Ella no tenía experiencia política al momento de
asumir como primera dama, pero se involucró en políticas públicas y tuvo un rol activo
tras el golpe de Estado contra su marido, el presidente Manuel Zelaya. Algunos medios y
analistas políticos han descrito la candidatura de Xiomara como una movida estratégica
de Zelaya, ya que la única opción que tenía para volver al poder era mediante su esposa
(Serrafero 2015: 97).
La otra categoría de inuencia política intermedia es la menos poblada de las cuatro:
primeras damas que tuvieron experiencia política previa, pero no participaron en polí-
ticas públicas. Llamamos «consejeras políticas» a quienes están en esta categoría ya que
esperamos que su trayectoria pública las lleve a inuir como consejeras sobre la toma
de decisiones en el gobierno. Solo la uruguaya Lucía Topolansky cae en esta categoría,
la cual creemos que es la más despoblada ya que es contradictorio que una política se
abstenga de involucrarse en políticas públicas una vez que llega al Ejecutivo. De hecho,
es posible que esta categoría se aplique más a casos excepcionales como el de Topolansky,
quien no se involucró en políticas públicas porque se dedicó a ser legisladora. Asimismo,
estimamos probable que las «consejeras políticas» continúen involucradas en política
una vez que dejen el gobierno –tal como lo hizo Topolansky–.
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La tipología expuesta tiene algunas limitaciones. La primera es que la inuencia de
las primeras damas no es monocorde. Es decir, el nivel de inuencia de una primera
dama varía durante el gobierno. En este caso, se considera el comportamiento medio
durante todo el gobierno como indicador. La segunda es que cada categoría puede conte-
ner primeras damas con diversos grados de inuencia. Por ejemplo, una primera dama
puede ser «despolitizada», pero ejercer una inuencia sobre el desempeño presidencial
superior al de mujeres en otras categorías debido a su dinámica de pareja con el jefe
de gobierno. Como la tipología expone categorías globales, no captura casos como el
descrito, si bien esperamos que sean excepcionales. Asimismo, puede haber gran varianza
dentro de cada categoría. Por ejemplo, una primera dama que fue alcaldesa y tiene un
rol menor en la ejecución de una política pública quedará en la misma categoría que
alguien de vasta trayectoria e inuencia, como Rosario Murillo de Nicaragua o Sandra
Torres de Guatemala. Sin embargo, creemos que estos casos también serán marginales.
Tal como mostró la Tabla i, la principal experiencia política previa de las primeras damas
fue como legisladoras.
Adicionalmente, la potencial inuencia política de las primeras damas está condi-
cionada por el entorno político e institucional en el que se desempeñan. Factores insti-
tucionales tales como el presupuesto y las facultades de la ocina de la primera dama
condicionan la autonomía institucional con la que cuentan. Sin embargo, este tipo de
condicionantes del entorno son comunes a todos los políticos.
La existencia de limitaciones y factores condicionantes, sin embargo, no afectan la
contribución analítica de las tipologías propuestas. Creemos que el hecho de que aquellas
primeras damas clasicadas como más inuyentes en los gobiernos luego hayan sido
las que se lanzaron en mayor proporción a competir en la arena electoral sugiere que las
categorías reejan adecuadamente la realidad.
V. conclusión
Este artículo analizó la participación política de las primeras damas latinoamericanas,
demostrando que colectivamente han tenido una alta actividad política mientras están en
el Poder Ejecutivo y una vez que salen de él. Argumentamos que el creciente rol político
que ha adquirido este grupo de mujeres amerita que se las considere como miembros de
facto de la élite política. Para diferenciar el grado de involucramiento de las primeras
damas, creamos una tipología basada en si las primeras damas tuvieron participación
política previa y si, una vez en el gobierno, se involucraron en políticas públicas. Luego
clasicamos a las 88 primeras damas que hubo en la región entre 1990 y 2016 en una de
las siguientes cuatro categorías: «política activa», «despolitizada», «consejera política»
y «política novata».
Consideramos que la conceptualización de las primeras damas como actores de la
élite política es el primer paso para responder otras preguntas importantes destinadas a
dimensionar su involucramiento en política. Por ejemplo, dado que varias mujeres fueron
políticas antes que primeras damas, sería interesante analizar la trayectoria política de las
parejas que llegan a la presidencia tomadas como un conjunto. Ello permitiría entender
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mejor el rol que cada parte ha tenido en el derrotero de su pareja. Asimismo, aún queda
por investigar si la participación de las primeras damas en el Ejecutivo tiende a tener
un efecto positivo sobre la administración estatal –por ejemplo, si ayuda a consolidar la
agenda presidencial–, o si más bien tiende a interferir con los canales de poder formales
y profesionales ya existentes. Adicionalmente, no está claro qué diferencia a las primeras
damas que siguen una carrera política exitosa al dejar el gobierno de quienes no conti-
núan una carrera como políticas: ¿es más un asunto de preferencias o de oportunidades?
Finalmente, creemos que es necesario que futuros trabajos investiguen cómo el entorno
institucional en el que se desempeñan las primeras damas condiciona su comportamiento
–si es que lo hace–.
Creemos que la agenda de investigación que se abre al conceptualizar a las primeras
damas como miembros de la élite política permite complementar otras tres literaturas
en la disciplina. Una es la de mujeres en política. La literatura de género ha mostrado
ampliamente que la participación de mujeres en puestos de poder político incentiva
a otras mujeres a involucrarse en política (Thames y Williams 2013). Como cada vez
más ex primeras damas se presentan a cargos de elección popular, parece interesante
explorar si es que ellas también incentivan que otras mujeres entren en política, o si más
bien sus trayectorias son consideradas como excepciones debido a su posición de privi-
legio. Otro hallazgo de la literatura de género es que las congresistas legislan de manera
distinta a los hombres, avanzando en asuntos relacionados con la familia, la equidad de
género (como derechos reproductivos y fuero maternal) y la protección a menores
de edad (Baldez 2012). Dada la singular manera de adquirir capital político de las prime-
ras damas, sería interesante saber si como grupo ellas también abrazan causas similares
a otras mujeres en política. La investigación de las primeras damas también se conecta
con la de la personalización de la política y las dinastías políticas. Como se discutió, en
varios países de la región hay muchos liderazgos personalistas y familias que concentran
un amplio poder político. Si las primeras damas y su creciente participación en política
ayudan a extender aún más el rol de liderazgos personalistas y el poder de las familias
inuyentes, entonces el acceso a posiciones de poder por parte de personas de orígenes
menos inuyentes podría verse cada vez más restringido.
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Resumen El control de la sucesión del gobierno es un hecho que los presidentes generalmente persiguen. La sucesión tiene contornos constitucionales-normativos y, también, políticos. Los constitucionales-normativos establecen quienes pueden -o no- ser candidatos para suceder al mandatario en ejercicio. Las normas sobre la reelección presidencial y las limitaciones de candidatura por parentesco ocupan un lugar central. Si bien existe un debate en relación con la reelección presidencial, prácticamente no se ha tratado académicamente la normativa relativa a las limitaciones a la candidatura presidencial por razones de parentesco. Esta normativa excluye a determinados familiares de la candidatura presidencial. Los aspectos políticos del control de la sucesión se relacionan con el apoyo concreto que el presidente le presta a determinado candidato que es elegido o preferido para sucederle. Este trabajo analiza los referidos aspectos constitucionales-normativos de la sucesión, especialmente, las limitaciones por razones de parentesco. El estudio tiene por finalidad articular dinámicamente los tipos de reelección presidencial con las limitaciones de parentesco y analizar los márgenes de control presidencial de la sucesión que surge de cada una de las combinaciones. En un extremo estará una suerte de “presidencia monárquica” y en el otro un presidente con escaso poder de control de la sucesión. Palabras clave Sucesión presidencial - Parentesco - Reelección – Presidencialismo. *** Abstract Controlling government succession is a fact that presidents tend to pursue. Succession has outlines that are both constitutional-normative and political. The constitutional-normatives set -or not- who is elegible to succeed the president in office. The rules on presidential reelection and limitations of kin take center stage. Although there is a debate regarding the presidential election, there is virtually no academically treaty regulations concerning limitations on candidacy for reasons of kinship. This regulation would exclude certain relatives of the presidential candidacy. The political aspects of succession regulation relate to the specific support that the president pays to a certain candidate who is elected or who is preferred as successor. This paper analyzes said constitutional-normative aspects of the succession, in particular the limitations due to kinship. This study aims to dynamically articulate the types of reelection with the limitations of kinship and analyze the margins of presidential control of succession that arises from each of the combinations. At one end is a kind of "monarchical presidency" and in the other, a president with little to no power to control the succession. Keywords Presidential succession - Relationship - Re-election - presidentialism. *** Resumo Controlar a sucessão de governo é algo que os presidentes costumam perseguir. A sucessão tem contornos constitucional legislativos e também políticos. Tais constitucionais legislativos é que decidem quais candidatos podem -ou não- suceder o presidente no cargo. As regras sobre a tentativa de reeleição presidencial e as limitações de parentesco são os temas mais centrais. Embora exista um debate sobre a eleição presidencial, academicamente, esses regulamentos praticamente não foi tratados em matéria de limitações de candidatura por razões de parentesco. Tal regulamento exclui certos parentes da candidatura presidencial. Os aspectos políticos do controle da sucessão se relacionam com o apoio específico que o presidente paga a um determinado candidato que for eleito ou que seja o sucessor preferido. Este artigo analisa os aspectos constitucional legislativos referidos da sucessão, nomeadamente as limitações devido ao parentesco. O estudo tem como objetivo articular dinamicamente os tipos de reeleição com as limitações de parentesco e analisar as margens de controle presidencial da sucessão decorrente de cada uma das combinações. Em uma extremidade há uma espécie de "presidência monárquica" e na outra, um presidente com pouco poder de controlar a sucessão. Palavras-chave Sucessão presidencial - Parentesco - Re-eleição - presidencialismo.
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Kinship often continues to play an important role in determining the ruling class even under modern democratic elections in a wide range of countries. In recent years, academic interest in the causes and consequences of such dynasties has been rapidly expanding. In this introduction to the Feature, we review existing work on political dynasties’ formation and potential implications for socio-economic outcomes (such as economic growth, distributive policy, and gender representation), and outline a number of questions and challenges that remain important avenues for future research.
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This article focuses on the evolution of the institutional presidency in six Latin American presidential democracies since the last wave of redemocratization. Institutional presidency refers to the bulk of agencies that operate under direct presidential authority and are in charge of supporting the presidential leadership. We document all structural changes occurring under the umbrella of the president for the period of analysis. We find that the expansion in the number of presidential agencies is a deliberate response to situations of conflict or weakness. It is more likely under coalitional presidentialism—when presidents must share cabinet positions and manage relationships with coalition partners—as well as when presidents implement structural reform policies to face critical economic circumstances.
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Women’s participation in parliaments, high courts, and executive offices worldwide has reached record high numbers, but this global increase in women’s representation masks significant variation among different democratic political systems. For example, in December of 2009, Rwanda’s legislature contained 56% women, while the U.S. Congress contained only about 17% and the Japanese Diet had only 11%. Since 2000, only twenty-seven women have achieved executive office worldwide. Contagious Representation is a comprehensive look at women’s participation in all aspects of public life in the main democratic political institutions—the executive, the judiciary, the legislature, and within political parties.Moving beyond studies of single countries and institutions, Contagious Representation presents original data from 159 democratic countries spanning 50 years, providing a comprehensive understanding of women in democracies worldwide. The first volume to offer an analysis on all avenues for women’s participation for such a lengthy time period, Contagious Representation examines not only the causes of women’s representation in the main democratic political institutions but also how women’s representation in one institution affects the others. Each chapter contains case studies and examples of the change in women’s participation over time from around the world. Thames and Williams definitively explain the rise, decline, or stagnant levels of women’s political participation, considering how representation is contagious across political institutions and gaining a better understanding of what factors affect women’s political participation.
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The First Ladyship is an institution that consists not only of the perceptions of its various occupants, and the accumulated precedents they have established, but also of the perceptions of the various audiences to which the First Ladies have played, and the elite and popular expectations that have accumulated over time in response to those precedents. Certain roles and their attendant behaviors are, thus, more likely than other roles and behaviors to attract elite and/or popular supports, whereas others are more likely to founder against one or more of the audience constraints that are part of the political ecology in which any First Lady operates.
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This article looks at the personalization of politics, starting with a careful examination of the evidence that leaders are becoming more important. The role of electronic media in personalizing politics and politicians is examined, along with institutions and political leadership. The concept 'political priming' is introduced, which is the process where leaders are evaluated by voters based on the leader's performance on issues considered important to the voters. The consequences of the personalization of politics and the decline of electoral participation and parties are discussed in the last portion of the article.
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All first ladies have entertained socially while in the White House. Indeed, the role is so much a part of the office that hosting is expected of the presidential spouses. This article considers the political impact of social hosting, a function that has often had significant consequences on the presidency and has allowed first ladies to influence political affairs.
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Thesis research directed by: Communication. Thesis (Ph. D.) -- University of Maryland, College Park, 2004. Includes bibliographical references. Photocopy.