Las páginas que siguen van a girar en torno a tres conceptos claves: la representatividad, la legitimidad y la gobernabilidad. La primera hace referencia a la finalidad última del sistema electoral en las democracias representativas y comprende la relación entre el representante y el representado. La forma en la que se conviertan los votos en escaños va a configurar directa e indirectamente las instituciones políticas a partir del simple hecho de que cada ciudadano deposite su voto en una urna manifestando así sus preferencias. La representación puede comprender distintos aspectos tales como el geográfico, que hace que las cámaras deban contar con miembros de todas las divisiones territoriales con el fin de que puedan rendir cuentas a los electores de todos los distritos; el ideológico, que implica que deban estar representadas en la cámara las diferentes tendencias de pensamiento político; el socio-ideológico, que debe reflejar la situación de los partidos del ámbito electoral; y el socio-demográfico, que implica reflejar la composición de la sociedad en términos de mujeres y hombres,ricos y pobres, jóvenes y mayores, filiación religiosa, comunidades lingüísticas, grupos étnicos, etc.