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Del bipartidismo al pentapartidismo: nueva dinámica ideológica

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Tras treinta años de bipartidismo imperfecto en la Comunidad Valenciana, se instala el pentapartidismo. ¿Qué ha sucedido para que se produzca esta fragmentación del sistema de partidos? ¿Cuáles son sus consecuencias? Con el objetivo de poder responder a estas y otras preguntas se estudia el origen del bipartidismo y sus tres décadas de vida. A continuación se aborda su evolución hacía el multipartidismo moderado. Finalmente se analizan los efectos de este cambio sobre el sistema político: la constitución de un gobierno de coalición.
DEL BIPARTIDISMO AL
PENTAPARTIDISMO:
NUEVA DINÁMICA IDEOLÓGICA
ROSA MARI ROIG I BERENGUER
Profesora de Ciencia Política y de la Administración
de la Universitat de València
493
Tras treinta años de bipartidismo imperfecto en la Comunidad Valenciana, se instala el
pentapartidismo. ¿Qué ha sucedido para que se produzca esta fragmentación del sistema de
partidos? ¿Cuáles son sus consecuencias? Con el objetivo de poder responder a estas y otras
preguntas se estudia el origen del bipartidismo y sus tres décadas de vida. A continuación se
aborda su evolución hacía el multipartidismo moderado. Finalmente se analizan los efectos
de este cambio sobre el sistema político: la constitución de un gobierno de coalición.
1. BIPARTIDISMO VALENCIANO
El sistema de partidos en la Comunidad Valenciana se configura a imagen y semejanza
del bipartidismo español, con la particularidad de la alta barrera electoral del 5% frente al 3%
para el Congreso de los Diputados. A lo largo de treinta años la concentración del voto en el
PP y el PSOE supera el 70% (tabla 1). En la estabilidad de este sistema de partidos ha jugado
un papel clave la normativa electoral. Si bien es cierto que en un sistema de partidos influyen
diferentes elementos como la geografía, la cultura, la economía, el idioma, entre otros. El
peso de cada uno de estos factores varia de un sistema político a otro, pero su configuración
definitiva depende sobretodo de la normativa electoral (Montero y Lago, 2005). Esta rele-
vancia del sistema electoral en el desarrollo del sistema de partidos se acentúa en el caso del
Estado Autonómico porque asume el papel de conformador de las instituciones autonómi-
cas (Llera, 1998). En España “el sistema de partidos se construye al mismo tiempo que se va
desarrollando un determinado proceso de descentralización político-territorial del Estado”,
el Estado de las Autonomías (Pallarés, 1991: 282). El análisis de los fundamentos de la ley
electoral valenciana (LEV) en el contexto de la transición democrática va a ayudar a enten-
der la dinámica bipartidista que reina de 1983 a 2015 así como su posterior evolución.
Si la normativa electoral valenciana se considera una imitación con carácter general del
régimen electoral español (Martínez Sospedra, 1996a, 2007), es oportuno conocer los obje-
tivos de los legisladores en la elaboración de la normativa española. La Ley Orgánica del
Régimen Electoral Español (LOREG) esconde “una clara intención de evitar un multipar-
tidismo excesivo (la “sopa de letras” de que se hablaba en la época), de favorecer las candi-
daturas gubernamentales, y de asegurar una representación importante pero en definitiva
limitada a las fuerzas de la oposición antifranquista” (Baras y Botella, 1996: 34). Lo mismo
sucede con la LEV. En primer lugar, se quiere evitar la fragmentación parlamentaria de la
Segunda República que no ayuda a la constitución de gobiernos sólidos, aunque no es el
único elemento explicativo. Una realidad que se esgrime en su momento por parte de los
protagonistas del alzamiento militar de 1936 que desemboca en la dictadura militar fran-
quista (Carr, 2009). Lo que da lugar a la difusión de la disyuntiva gobernabilidad y represen-
tatividad entre el imaginario social, sobretodo en la clase política. Es decir, bien se opta por
la gobernabilidad con una representatividad limitada, bien por la representatividad a costa
de la gobernabilidad. La percepción común es que gobernabilidad y representatividad no
son compatibles. Ante esta disyuntiva, se elige gobernabilidad antes que representatividad
UNA VIDA DEDICADA AL PARLAMENTO. ESTUDIOS EN HOMENAJE A LLUÍS AGUILÓ I LÚCIA
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tanto en España como en la Comunidad Valenciana, a pesar de que conlleve reducir la plu-
ralidad en el poder legislativo.
Tabla 1. Concentración del voto en PP y PSOE en porcentaje de votos según
elecciones generales y elecciones autonómicas a la Generalitat Valenciana.
CONCENTRACION VOTO PP+PSOE
ELECCIONES ESPAÑA C.VALENCIANA
1979 * 58,80 -
1983 68,64 83,88
1987 57,46 65,68
1991 63,68 71,40
1995 66,11 77,60
1999 68,70 83,03
2003 69,12 84,42
2007 70,54 88,24
2011 65,30 76,17
2015 52,07 47,83
* En esta convocatoria electoral se considera a UCD como embrión del actual PP
Fuente: Corts Valencianes, http://www.cortsvalencianes.es. Elaboración propia.
Igual que la LOREG, la LEV establece una sobrerrepresentación del voto conservador.
Las zonas menos pobladas, normalmente las más conservadoras, disfrutan de una sobrerre-
presentación. Por el contrario, el voto urbano y de la costa sufre una infrarrepresentación, en
principio el electorado más progresista (Calvet, 2010). Aguiló i Lucía (1990) así como Mar-
tínez Sospedra (1996a) han estudiado esta sobrerrepresentación que tiene su máximo expo-
nente en la provincia de Castellón, la menos poblada de la Comunidad Valenciana. En cam-
bio, Valencia resulta infrarrepresentada. Al favorecer el voto conservador se están
determinando los resultados electorales para que arrojen un sistema de partidos en favor de
la derecha como sucede con la normativa electoral española. Las provincias menos pobla-
das del interior como Burgos gozan de sobrerrepresentación. Se trata de reproducir el siste-
ma de partidos que ha permitido que la UCD gane las elecciones en España y presida el go-
bierno, el partido al que pertenecen la mayoría de los legisladores del Congreso de los
Diputados al inicio de la transición.
También merece especial atención el concepto de organización territorial del Estado
que defiende la UCD, el partido que ostenta el gobierno español, en la transición. Para su
elite política el Estado Autonómico debe configurarse como un Estado regional homogé-
neo. “El Gobierno de la UCD, una vez aprobados los Estatutos vasco y catalán, que consi-
deraba necesarios y urgentes para apaciguar las reivindicaciones tradicionales en estos
territorios, estaba en contra de que las demás comunidades autónomas tuvieran el mismo
nivel de competencias. La idea del Gobierno de la UCD era mantener las competencias de
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todas las demás comunidades autónomas en el límite del artículo 148 de la Constitución,
aprobando sus Estatutos por la vía más sencilla de los artículos 143-146 de la Constitu-
ción” (Aja Fernández, 1996: 123). No obstante, el éxito del referéndum en Andalucía de
1980 a favor del acceso al mismo techo competencial que las nacionalidades históricas su-
pone que el proceso autonómico puede seguir otro cauce en lugar del deseado. La UCD
entra en contacto con el PSOE, el principal partido de la oposición en aquel momento, para
reconducir la situación. Adolfo Suárez y Felipe González llegaron al acuerdo por el que
Andalucía accedía a la autonomía por el artículo 151 de la Constitución, que ninguna
otra Comunidad Autonómica seguiría el procedimiento de dicho artículo para acceder a
la autonomía” (Clavero Arévalo1, 2006: 46). España da el primer paso hacía la homogeni-
zación del proceso autonómico.
Esta realidad con Andalucía reclamando la vía rápida tampoco satisface al poder militar,
que tiene dificultades para entender la modernización política, económica y social de Espa-
ña articulada en torno a un Estado descentralizado. El rechazo del ejército se acaba materia-
lizando en el intento de golpe de Estado fallido en 1981 liderado por el Teniente-General
Tejero en Madrid, que tiene como máximo exponente al General Milans del Bosch en Va-
lencia. En este contexto de crisis se acelera el proceso de homogenización de los techos au-
tonómicos2 de las diferentes comunidades autónomas, que se concreta en la Ley Orgánica
de Armonización de los Procesos Autonómicos (LOAPA) de 1981, cuyo fundamento se
recoge en los Acuerdos Autonómicos de 1981 en la UCD y el PSOE. Incluso se interrumpe
el acceso a la autonomía de los valencianos por la vía rápida recogida en el artículo 151 de la
Constitución, a pesar de que la mayoría de los ayuntamientos valencianos aprueban esta
opción. Finalmente se sigue la vía lenta del artículo 143, pero se asumen competencias ple-
nas otorgadas por el artículo 151 gracias a la aprobación de Ley Orgánica de Transferencias
a la Comunidad Valenciana, la LOTRAVA (Mainar Cabanes, 2010). Este papel activo de la
UCD para determinar el proceso autonómico según sus ideales alcanza su máximo expre-
sión en la Comunidad Valenciana como se ve más adelante.
En términos electorales, esta homogenización conlleva la generalización de las bases de
la legislación electoral española en el ámbito autonómico (Martínez Sospedra, 1996a). Se
reproduce la configuración de un sistema bipartidista imperfecto en las Comunidades Au-
tónomas, donde dos grandes fuerzas políticas que se alternan en el gobierno conviven con
pequeñas formaciones (Sartori, 1987). El mimetismo de sus rasgos básicos facilita la concen-
tración del voto y evita la fragmentación electoral en aras de la gobernabilidad, favoreciendo
el voto conservador a través de su sobrerrepresentación (Llera, 1998). Con este fin se desa-
rrollan la mayoría de las legislaciones electorales autonómicas, entre ellas la valenciana.
Cabe recordar que el sistema de partidos español es aquel que ha otorgado la presidencia del
gobierno a la UCD, que lógicamente representa el modelo preferido.
Sin embargo, todas las normativas electorales autonómicas se enfrentan a la posibilidad
de la fragmentación parlamentaria en el ámbito autonómico. La existencia de diferentes
ámbitos político-territoriales (Estado, Comunidades Autónomas –CCAA– y municipios)
1 Manuel Clavero Arévalo era Ministro de las Autonomías y de Cultura en el Gobierno de Adolfo Suárez que pidió el
voto en contra del acceso a la autonomía por la vía de las nacionalidades históricas en el referéndum de Andalucía de 1980.
Ante dicha posición del Gobierno y la UCD, Clavero Arévalo presentó su dimisión en favor del sí en el referéndum.
2 Este proceso de homogenización se conoce también como “café para todos”.
UNA VIDA DEDICADA AL PARLAMENTO. ESTUDIOS EN HOMENAJE A LLUÍS AGUILÓ I LÚCIA
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conlleva la apertura de nuevos espacios políticos, con una nueva estructura de oportunida-
des político-parlamentarias para los actores españoles.
La introducción de un nuevo nivel de gobierno entre el ámbito estatal y el local implica
múltiples dinámicas políticas que afectan a la operación del sistema político en su conjun-
to. Entre ellas destacan, por un lado, la aparición y consolidación de formaciones políticas
de ámbito no estatal o autonómico (PANE)” (Reniu, 2013: 21).
Para evitar esta posible fragmentación del sistema de partidos se pueden introducir di-
ferentes mecanismos como la barrera electoral, que determina qué partidos pueden acceder
al reparto de escaños. Se exige que una candidatura debe obtener un mínimo de votos para
poder entrar a formar parte del Parlamento. Para el Congreso de los Diputados se establece
el 3%. No obstante, para la Comunidad Valenciana se opta por el 5%, mientras que en Cata-
luña, el País Vasco o Andalucía es del 3%. Esta barrera electoral, la más alta de España, se
erige como un muro de contención para evitar la fragmentación del poder legislativo y pa-
ralelamente cerrar las puertas del parlamento a las formaciones más pequeñas como los
PANE. Se limita, por consiguiente, la capacidad de que Les Corts sean un escenario de ex-
presión de la pluralidad autonómica. Paralelamente se refuerza el peso de los grandes parti-
dos en el seno del poder legislativo al reducirse el número de candidaturas entre las que se
reparten los diputados de acuerdo con la fórmula D’Hondt.
Es conveniente preguntarse el por qué de esta diferenciación de la Comunidad Valen-
ciana estableciendo la barrera más alta del 5%, que blinda Les Corts ante la posible penetra-
ción de PANEs representantes del valencianismo. Lo que requiere identificar el papel que
la UCD asume en la transición valenciana, ya que influye directamente en la configuración
de las bases del sistema de partidos. La hegemonía de la izquierda y el nacionalismo valen-
ciano a la muerte de Franco constriñe el espacio de la derecha postfranquista, que es una
minoría (Aguiló, 1987; Bodoque, 2000). Las pretensiones autonomistas del Consell Pre-Au-
tonòmic presidido por Albiñana no gustan a la élite política de esta formación ni a su líder,
que preside el Gobierno de España. Chocan con el concepto de organización territorial del
Estado de naturaleza regionalista mencionado anteriormente. La abrumadora manifesta-
ción en Valencia de 1977 bajo el lema “Llibertat, Amnistia i Estatut d’Autonomia” constata
que la derecha no es representativa en esta nueva etapa de la modernización democrática
y construcción de la autonomía. Ante este escenario la UCD se plantea dos objetivos en
Valencia: 1) ampliar el espacio electoral hasta superar a la izquierda y convertirse en fuerza
dominante, asumiendo el blaverismo como su ideología (Flor i Moreno, 2011, 2014); 2)
encajar el proceso autonómico valenciano en el concepto de descentralización territorial
de carácter regionalista y homogéneo, diluyendo el nacionalismo valenciano. Dos fines
para cuya consecución la UCD encuentra en la alta barrera electoral una herramienta clave
como se explica a continuación.
En primer lugar, asume la ideología del blaverismo para extender su espacio electoral y
poder determinar el futuro del nuevo sistema político valenciano. Como señala Flor i More-
no (2011, 2014), esta nueva ideología es populista regionalista, conservadora y antimoderna.
Tiene como razón de ser el anticatalanismo, que le permite diferenciarse de la izquierda
catalanista y pancatalanista a su vez que presentarse como fuerza necesaria ante la supuesta
amenaza catalana. Su discurso de la identidad valenciana construida sobre símbolos pene-
tra rápidamente en la agenda política. El juego con los sentimientos a través de los símbolos
identitarios reporta un gran éxito, pero asusta a la principal fuerza de la izquierda, los socia-
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listas, que en zonas como Valencia ciudad es acusada de traidora. Un mensaje que penetra
en la sociedad gracias al apoyo de medios de comunicación como Las Provincias. El desgas-
te de la oposición genera cierto temor en las filas socialistas por el apoyo social que está
consiguiendo el blaverismo tanto en el PSPV-PSOE como en la dirección del PSOE en Ma-
drid (Cucó, 2002). Un temor que podría explicar en parte su abstención ante la propuesta de
la UCD de la barrera electoral del 5% para el Estatut de Benicàssim en lugar de votar en
contra como había manifestado (Sevilla, 1992).
En segundo lugar, la UCD valenciana a través de Abril Martorell y Broseta tiene como
objetivo encajar el proceso autonómico en una España de las Autonomías homogénea. Des-
de este punto de vista, es fundamental reducir a su mínima expresión el nacionalismo valen-
ciano, diluyendo la identidad valenciana y asimilándola a la identidad española. Para la elite
política de Madrid es dif ícil de entender que el Levante feliz reclame una identidad propia
independiente (Aguiló Lúcia, 1987). Una vía fácil es obstaculizar su acceso a las institucio-
nes a través de una alta barrera electoral del 5%, exigiendo que el recuento se realice sobre el
conjunto de los votos emitidos y, por tanto, contabilizando tanto los votos en blanco como
los votos nulos. Con el añadido que el computo de votos es a nivel de la Comunidad Valen-
ciana, es decir de las tres provincias, a pesar que la circunscripción electoral sea provincial.
Para dificultar la reforma de dicha cláusula, se recoge en el mismo Estatuto, lo que no se
corrige hasta 2006 (Martínez Sospedra, 2007). No sólo se opta por una alta barrera electoral,
sino que se establecen unas rígidas condiciones para su reforma que multiplican sus efectos
de muro de contención ante el posible acceso al poder legislativo.
En otras palabras, la UCD en Valencia persigue configurar un bipartidismo a imagen y
semejanza del español, sin espacio para el nacionalismo valenciano que en la transición se
articula en torno a la izquierda. El principal partido sería la misma UCD. El primer partido
de la oposición sería el PSOE. Ambas formaciones convivirían con pequeños partidos sin
apenas capacidad de decisión en el sistema político. De esta manera, se constreñiría al
máximo el espacio al nacionalismo valenciano canalizado a través de pequeñas formacio-
nes como UPV (Unitat del Poble Valencià) o UV (Unió Valenciana). Los PANE quedarían
al margen del sistema político autonómico en la medida de lo posible, ya que son expresión
del pluralismo territorial autonómico que no encaja con el concepto de Estado regionalista
de la derecha. En definitiva, la UCD busca participar en el sistema político autonómico
valenciana tal y como lo está haciendo en la política española, presidiendo el poder ejecu-
tivo. Lo que implica que las “reglas del juego” deben ser las mismas. No es casualidad que la
propuesta de la barrera electoral del 5% con todos sus requisitos provenga de esta misma
formación (Calvet, 2010).
Tras esta exposición sobre los fundamentos que guían a los legisladores en la elabora-
ción de la LEV es fácil de entender que se instale dicho bipartidismo en la Comunidad Va-
lenciana durante más de tres décadas. En este sentido, la derecha valenciana a través de la
UCD alcanza su fin: configurar un sistema de partidos con proyección española sin espacio
para los PANE. Por un lado, consigue articular su propio discurso valencianista que encaja
con un Estado descentralizado homogéneo al mismo tiempo que goza de apoyo social y
político. Tras la desintegración de la UCD, la derecha está presente a través del actual PP que
también asume el valencianismo blavero (Martín Cubas, 2007). Por el otro, la normativa
electoral que recoge el Estatut da lugar a un bipartidismo imperfecto que pervive durante
más de treinta años.
UNA VIDA DEDICADA AL PARLAMENTO. ESTUDIOS EN HOMENAJE A LLUÍS AGUILÓ I LÚCIA
498
Este período de bipartidismo se puede dividir en dos grandes etapas. La primera se
inicia en 1983 y acaba en 1995. Los socialistas son la fuerza mayoritaria. En 1995 empie-
za la segunda etapa que finaliza en 2015 con los populares como primer partido (tabla
2). La concentración del voto en el PP y el PSOE hasta 2011 inclusive nunca es inferior
del 70% (tabla 1). La pluralidad de fuerzas políticas en Les Corts es mínima. Elmero
efectivo de partidos políticos en el parlamento autonómico (NEPP) sólo alcanza el 3 en
1987 y el 4 en 2015 (tabla 3). En el resto de legislaturas siempre da como resultado una
cifra inferior a 3, es decir dos partidos. Por tanto, se puede considerar que el bipartidis-
mo imperfecto que introduce la LOREG llega a su máxima expresión en el sistema polí-
tico valenciano.
Tabla 2. Resultados electorales de las candidaturas que obtienen
representación en Les Corts en porcentajes
CANDIDATURA 1983 1987 1991 1995 1999 2003 2007 2011 2015
PSOE 51,77 41,72 43,3 34,4 34,45 36,52 35,02 27,57 20,95
PP 32,11* 23,96*** 28,1 43,3 48,63 47,9 53,22 48,6 26,98
EU 7,51** 8,03**** 7,6 11,7 6,15 6,45 8,13 5,8 -
CDS - 11,36 - - - - - - -
UV - 8,03 10,5 7,1 - - - - -
CC - - - - - - - 7,07 18,71
Cs - - - - - - - - 12,66
Podemos - - - - - - - - 11,57
Fuente: Archivo Les Corts Valencianes, http://www.cortsvalencianes.es. Elaboración propia.
De 1983 a 2011 las fuerzas minoritarias como los PANE difícilmente pueden acceder al
poder legislativo, a pesar de estar presentes en la arena electoral local. El nacionalismo va-
lenciano, con presencia en el ámbito municipal de las comarcas centrales como La Safor o la
Marina Alta con ciudades medias importantes-Gandía o Denia, por citar algún ejemplo-, no
consigue entrar en el parlamento autonómico, a excepción de dos ocasiones. Como conse-
cuencia, estas formaciones nacionalistas valencianas sufren la presión del voto útil que se
dirige a candidaturas que sí que pueden acceder al reparto de escaños, reforzando el bipar-
tidismo (Franch i Ferrer, 1996). En palabras de Hobolt y Karp (2010) se trata del llamado
voto estratégico. El votante opta por su segunda opción en el caso de que su partido favorito
tenga pocas probabilidades de ganar. Desde esta perspectiva, se puede interpretar la fijación
de barreras mínimas de votos para obtener representación parlamentaria como un “elemen-
to adicional de la limitación del pluralismo político y, por tanto, de la productividad repre-
sentativa del sistema electoral” (Llera, 1998: 142). Efectivamente en el estudio de Franch i
Ferrer (1995) sobre las elecciones de 1983, 1987 y 1991 con la supuesta cláusula del 3% la
composición del parlamento varía. El poder legislativo habría abierto las puertas hasta a 6
formaciones en 1991.
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Tabla 3. Fragmentación del sistema de partidos valenciano según convocatoria electoral
NÚMERO EFECTIVO DE PARTIDOS POLÍTICOS (NEPP)
1983 1987 1991 1995 1999 2003 2007 2011 2015
2,16 3,09 2,58 2,72 2,17 2,22 2,22 2,35 4,47
Fuente: Corts Valencianes, http://www.cortsvalencianes.es. Elaboración propia.
Fórmula NEPP Laakso y Taagepera:
Desde el enfoque de los PANE, se podría considerar que el Estado de las Autonomías en
la Comunidad Valenciana no alcanza sus objetivos: introducir la dimensión territorial en la
dinámica del sistema de partidos. De acuerdo con el profesor Pallarés (1991: 283), el Estado
autonómico significa, entre otras cosas:
la existencia de instancias que posibiliten la expresión de un pluralismo territorial en
el sistema de partidos y en el sistema político, y
una ampliación del “mercado” de recursos políticos, tanto para los ciudadanos como
para los partidos y élites políticas”.
El sistema electoral no genera un sistema de partidos plural que recoja la identidad va-
lenciana. Como señala Castelló (2017), no se construye una estructura política valenciana
propia alternativa a la española.
De hecho, la principal crítica que siempre ha recibido este sistema de partidos se ha diri-
gido a la normativa electoral por impedir el acceso electoral de fuerzas políticas minorita-
rias, pero representativas en el ámbito local (Aguiló, 1987; Castelló, 2017; Franch i Ferrer,
1995, 1996; Franch i Ferrer y Martín Cubas, 1999; Martín Cubas, 2016). Habitualmente se
esgrimen como ejemplo las elecciones autonómicas de 1999. Unió Valenciana y el Bloc con
más de 100.000 votos no consiguen entrar en Les Corts a raíz de la barrera electoral del 5%
y su forma de recuento.
Ahora bien, en 2015 se abre un nuevo escenario político. Del bipartidismo imperfecto se
pasa al pentapartidismo. No se trata de un cambio en el sistema de partido dominante como
había sucedido anteriormente (Martínez Sospedra, 1996b), sino que el sistema de partidos
se transforma. El PP y el PSOE pierden buena parte del apoyo electoral, que se redistribuye
entre Ciudadanos, Compromís y Podemos. La normativa electoral no se ha cambiado, pero
el sistema de partidos se ha transformado. ¿Qué ha sucedido para que ni siquiera el mecanis-
mo de la alta barrera electoral con sus exigencias para el recuento haya podido detener la
fragmentación del sistema de partidos valenciano? A continuación, se aborda el cambio de
preferencias políticas de los ciudadanos.
2. NUEVAS FORMACIONES POLÍTICAS: PENTAPARTIDISMO
La Gran Recesión alcanza a España en 2009, afectando gravemente a la Comunidad Va-
lenciana tanto en términos económicos como políticos. Su impacto es de tal magnitud que
transforma el bipartidismo imperfecto en multipartidismo moderado. El análisis más deta-
UNA VIDA DEDICADA AL PARLAMENTO. ESTUDIOS EN HOMENAJE A LLUÍS AGUILÓ I LÚCIA
500
llado de la crisis y la respuesta de los partidos políticos ayudan a entender esta evolución,
que conlleva la aparición de dos nuevas fuerzas políticas.
El estallido de la crisis financiera internacional de las hipotecas subprime en 2008 pone
fin a la burbuja inmobiliario y cuestiona el modelo económico español, en general, y el valen-
ciano, en particular. La Gran Recesión supone que si España crecía en más de un 3% en 2008,
en 2009 el PIB se contraiga en más de un 3%. Este escenario se agrava en el caso valenciano
dada la estructura productiva, asentada sobre el turismo y la construcción –actividades in-
tensivas en mano de obra poco cualificada–. El resultado es que el PIB valenciano que au-
menta en tres puntos (3,2%) en 2008, se contrae en más de cinco puntos (5,3%) en 2009. El
panorama es más desolador en el mercado laboral (tabla 4). Si a principios de 2008 la tasa de
desempleo no llegaba al 10% ni en España ni en la Comunidad Valenciana, a principios de
2010 alcanza el 20% de la población española activa, mientras que en el ámbito autonómico
sube hasta el 28% durante dos años consecutivos (2013 y 2014). La situación se agrava entre
la población menor de 25 años. El paro llega al 40% en 2010 para superar el 60% en 2014 en la
Comunidad Valenciana3. La respuesta desde las instituciones es la aplicación de una política
económica austera con enormes consecuencias sociales. Se llevan a cabo grandes recortes en
el Estado de Bienestar en sanidad, educación y servicios sociales que afectan a servicios bási-
cos. Sin embargo, se aprueban enormes ayudas públicas para rescatar a las entidades finan-
cieras. La primera inyección de dinero público es para la Caja de Castilla La Mancha en 2010,
a la que le siguen otras entidades como las tres principales del sistema bancario valenciano: la
CAM, el Banco de Valencia y Bancaja. Esta paradoja provoca un gran malestar social: recor-
tes para las clases media y baja, mientras que ayudas para los bancos, el poder financiero.
Tabla 4.Tasa de desempleo en el primer trimestre de cada año
Año España C. Valenciana
2008 9,60 9,59
2009 17,24 18,76
2010 22,45 19,84
2011 21,08 23,70
2012 24,19 26,83
2013 26,94 28,73
2014 25,93 28,04
2015 23,78 24,28
Fuente: INE, http://www.ine.es. Elaboración propia.
Las manifestaciones recorren las calles de las grandes ciudades con un gran eco en las
redes sociales. Nace el movimiento 15M en la Plaza del Sol de Madrid, que se extiende a la
Comunidad Valenciana. Los ciudadanos se oponen a la política de recortes, al poder de las
grandes corporaciones empresariales y financieras sobre el poder político y a la injerencia de
3 Todos los datos económicos provienen del Instituto Nacional de Estadística (INE): http://www.ine.es
501
la UE en la política económica española (Flesher, 2014; Roig, 2017). La reforma de la Consti-
tución para limitar el techo de gasto de acuerdo con la Troika para evitar la intervención del
país incrementa el malestar social. En las elecciones de 2011 el rechazo popular se refleja en
las urnas (tabla 2). La primera demostración tiene lugar en los comicios autonómicos y loca-
les de principios de año, que ganan los populares. Pero su mayor expresión es en la cita
electoral de noviembre, donde el castigo hacía la gestión socialista de la crisis facilita el triun-
fo del PP por mayoría absoluta.
Empieza un nuevo ciclo político en España, que se puede dividir en dos etapas (Llera,
2015). Durante los primeros años perdura el bipartidismo imperfecto, pero la fuerza domi-
nante es el PP en lugar del PSOE. Estos dos grandes partidos de ámbito estatal (PAE) convi-
ven con pequeñas fuerzas de proyección política española, aunque con un papel secundario
–como son IU o UPyD–, y otras de proyección autonómica (PANE) –como CC, CiU o
PNV–. Sin embargo, esta primera etapa es breve. Tan pronto el PP empieza a gobernar apli-
ca la misma política de austeridad ante la crisis económica. Se aprueba una alta subida de
impuestos que recae especialmente sobre la clase media, acentuando aún más la desigual-
dad social (Gutiérrez del Valle, 2015). Esta gestión económica genera un rechazo masivo
popular, que se materializa, en primer lugar, en las llamadas “mareas” –las plataformas de
ciudadanos que defienden los servicios públicos y se oponen a los recortes del gasto públi-
co– y, en segundo lugar, en la siguiente cita electoral que vuelve a cambiar el sistema de
partidos de forma abrupta.
A nivel de la Comunidad Valenciana, las elecciones autonómicas de 2011 anuncian el
cambio que llega en 2015. Vuelve el tetrapartidismo a Les Corts. Desde 1995 el arco parla-
mentario sólo estaba integrado por 3 fuerzas políticas, las dos mayoritarias españolas –PP y
PSOE– y otra española, pero secundaria –EU del País Valencià–. A partir de 2011 el poder
legislativo acoge al nacionalismo valenciano bajo las siglas de Compromís como formación
minoritaria. Recoge el voto de la izquierda valencianista que no ya no se siente identificada
con el PSOE. El electorado de izquierdas se distribuye entre socialistas, comunistas y nacio-
nalistas valencianos. Por el contrario, el voto conservador sigue concentrado en el PP. De
hecho, los populares vuelven a ganar estas elecciones por mayoría absoluta, a pesar de los
casos de corrupción que se les imputan (Blesa, Gürtel, entre otros). Los socialistas siguen sin
aparecer como una alternativa de gobierno, aunque sean la principal fuerza de la oposición.
Como fuerzas menores están EU y Compromís (tabla 2).
Estos resultados electorales tanto en España como en la Comunidad Valenciana no sólo
están influidos por la crisis económica, sino también por la crisis política. Al descontento
por la respuesta política a la coyuntura económica se suma el malestar por los casos de co-
rrupción que salpican a la monarquía –el caso Noos con la Infanta Cristina y su marido
imputados–, a la misma Generalitat Valenciana –dos presidentes procesados por los regalos
de la trama Gürtel– y a los principales partidos políticos –PP y PSOE–, entre otros. Como
recogen las encuestas del CIS sobre la opinión pública de 2011, después del paro la corrup-
ción es la primera preocupación de los ciudadanos4. En este marco Compromís aparece
como una opción política distinta del PP y el PSOE con un discurso valencianista que no
está hipotecado por la gestión ni del gobierno autonómico ni del español puesto que nunca
ha formado parte de ninguno de estos ejecutivos.
4 Fuente: Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS).
UNA VIDA DEDICADA AL PARLAMENTO. ESTUDIOS EN HOMENAJE A LLUÍS AGUILÓ I LÚCIA
502
A nivel de España este descontento se canaliza a través de dos nuevas formaciones que
surgen en este contexto con un discurso de cambio y regeneración política. Por la izquierda,
el movimiento 15-M se transforma en Podemos que representa la izquierda radical (Pavía et
al., 2016; Rodón y Hierro, 2016). Por la derecha, Ciudadanos salta de la arena electoral catala-
na a la española con su proyecto neoliberal centralista para España (Rodón y Heirro, 2016;
Rodríguez-Teruel y Barrios, 2016). Ambas formaciones de ámbito estatal tienen a la cabeza
dos jóvenes líderes carismáticos y mediáticos –Pablo Iglesias y Albert Rivera–, que dominan
las nuevas formas de comunicación en televisión y redes sociales (Anduiza et al., 2014). Su
apuesta es la novedad –el cambio– frente a populares y socialistas. En sus primeros comicios,
las elecciones europeas de 2014 (tabla 5), obtienen su primer triunfo. El PP y el PSOE pierden
más del 15% de votos respecto a 2009. Su apoyo electoral se redistribuye. El voto del descon-
tento recae en estos dos nuevos partidos: Ciudadanos y Podemos. Atraen al voto en blanco, el
voto de la abstención y sobretodo al voto joven (Orriols y Cordero, 2016). Estas dos formacio-
nes nacen con vocación de quedarse en el sistema de partidos y presidir el ejecutivo. No aspi-
ran a ser pequeñas formaciones estatales con un papel secundario como UPyD o IU. Compi-
ten por el mismo electorado que el PP y PSOE (Cordero y Montero, 2015), y consiguen diluir
el bipartidismo en el pluripartidismo moderado en la siguiente cita electoral.
Tabla 5. Elecciones europeas según porcentaje de votos
FORMACIONES POLÍTICAS ELECCIONES 2009 ELECCIONES 2014
PP 42,12 26,09
PSOE 38,78 23,01
LA IZQUIERDA 3,71 10,03
PODEMOS - 7,98
UPyD 2,85 6,51
CEU 5,1 5,42
EPDD - 4,01
C’s - 3,16
LPD - 2,08
PRIMAVERA E - 1,92
EdP-V 2,49 -
*En las elecciones europeas de 2009 la coalición La Izquierda está integrada por Izquierda Unida-Iniciativa per
Catalunya Verds, Esquerra Unida i Alternativa, Bloque per Asturies.
** Esta coalición está encabezada por Compromís con Jordi Sebastiá, que se convierte en el primer eurodiputado
de la coalición valenciana.
Fuente: Ministerio del Interior, http://infoelectoral.mir.es. Elaboración propia.
Si en algún momento se puede dudar sobre el panorama político que dibujan los comi-
cios europeos, las elecciones autonómicas y locales en mayo de 2015 así como las generales
de noviembre de ese mismo año confirman que el mapa de partidos ha cambiado. El plura-
503
lismo moderado se consolida en el poder legislativo español y valenciano. Con un elemento
diferenciador valenciano, la existencia de una propuesta política plenamente valenciana en
el sistema de partidos: Compromís. En lugar de tetrapartidismo español cabe hablar de pen-
tapartidismo valenciano.
El análisis detallado de los resultados electorales autonómicos en la Comunidad Valencia-
na señalan que el PP ha ganado los comicios con 31 escaños, pero la perdida de votos es de tal
magnitud (20% de votos menos respecto a 2011, que equivalen a menos 24 diputados) que no
puede ni gobernar en solitario ni en coalición con Ciudadanos, que tiene el 12,6% de los votos
(13 escaños). Los socialistas son la segunda fuerza con 23 parlamentarios (21%), pero con una
diferencia mínima de 3 diputados con Compromís (18,7%), que pasa de 6 a 20 escaños. Pode-
mos igual que Ciudadanos obtiene 13 parlamentarios con el 11,5% de los votos.
Merece especial atención el auge de Compromís. El nacionalismo valenciano se convier-
te en la tercera fuerza de la oposición con capacidad para decidir la formación de gobierno.
Llegan a situarse por delante de los socialistas en la ciudad de Valencia, accediendo a la al-
caldía de la primera ciudad de la autonomía. Capitaliza el voto del descontento valenciano
igual que sucede con Podemos y Ciudadanos a nivel español. Su bandera del cambio frente
a la gestión de la crisis atrae el voto en blanco y el voto de la abstención de anteriores comi-
cios así como buena parte del voto joven.
Se presenta como una formación relativamente nueva totalmente valenciana. Su éxito re-
side en la formulación de un discurso de cambio progresista con elementos de identidad local
como es el idioma. Se apoya en la gestión municipal de sus cuadros en los ayuntamientos,
donde sí que goza de presencia institucional a diferencia del poder legislativo, cuya barrera
electoral del 5% ha sido un obstáculo hasta ahora. lmente con Podemos., su bandmstinta a
populares y socialistasdicionales Safor o la Marina Alta. lmente con Podemos., su band. De-
fensa la política de proximidad, aquella que le ha abierto las puertas de los ayuntamientos. Su
proyecto político es valencianista, de izquierdas y ecologista respondiendo a las diferentes
sensibilidades que integran esta coalición electoral: BNV, Iniciativa del País Valencià (IPV) y
VerdsEquo del País Valencià (VPV). El carisma de su líder-Mónica Oltra- y su gran habilidad
comunicativa tanto en radio y televisión como en las redes sociales es otro elemento que ex-
plica el incremento espectacular del apoyo electoral. Con dicho discurso en esta coyuntura de
deseo de cambio, se reduce al mínimo el voto útil o voto estratégico que en anteriores contien-
das había beneficiado a los socialistas como demuestra en sus trabajos Franch i Ferrer (1995).
Tras seis años de crisis la desconfianza hacía las instituciones y el deseo de cambio pro-
vocan un cambio en el comportamiento electoral. Esta crisis económica y política sacude el
sistema político (Rama, 2016). La estructura de preferencias electorales se modifica. Priman
los deseos de cambio como se manifiesta en la configuración del pentapartidismo en la Co-
munidad Valenciana. El nacionalismo valenciano penetra con fuerza en las instituciones
autonómicas junto con las dos nuevas formaciones españolas. Lo que indica que la norma-
tiva electoral es capaz de articular la evolución de las preferencias de los ciudadanos sobre el
sistema político (Martín Cubas, 2016).
3. NUEVA DINÁMICA IDEOLÓGICA
El establecimiento del pentapartidismo introduce una nueva dinámica ideológica en el
sistema político valenciano. Ninguna fuerza política es capaz de formar gobierno por sí sola.
UNA VIDA DEDICADA AL PARLAMENTO. ESTUDIOS EN HOMENAJE A LLUÍS AGUILÓ I LÚCIA
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El fin de la concentración del voto en el PP y el PSOE se traduce en una fragmentación del
sistema de partidos. No se reproduce dicha concentración en otras formaciones, sino que el
voto se redistribuye y dispersa dando lugar al pluripartidismo moderado. Ante este nuevo
escenario las relaciones entre los actores están obligadas a cambiar. Sólo aquellos capaces de
pactar tendrán la oportunidad de constituir el gobierno. La configuración del poder ejecuti-
vo requiere del entendimiento entre varias fuerzas políticas. Diálogo y comunicación se eri-
gen en pilares fundamentales del sistema político. Buscar el mínimo común denominador se
convierte en una virtud. La cultura del pacto se instala en las relaciones interpartidistas. Pero
en este marco, ¿quién goza de la capacidad de crear una coalición gubernamental?. ¿Qué
partidos pueden construir puentes de unión con sus oponentes?. Según las motivaciones la
habilidad del pacto se desarrollará más o menos.
Teniendo en cuenta el contexto de la crisis económica y política junto con el leit motiv
de las campañas electorales, cabe entender que ni Ciudadanos, ni Compromís, ni Podemos
van a optar por pactar con el partido en el gobierno hasta ese momento: el PP. Los tres se
presentan como el adalid del cambio. Cada uno con un proyecto concreto, pero todos con-
curren a los comicios hondeando la bandera de ruptura. Los socialistas tampoco quieren
pactar con los populares. El PSOE participa en las elecciones con un discurso del cambio
similar tras veinte años en la oposición con el PP en el Consell de la Generalitat. Si a ello se
añade la cercanía de las elecciones generales para ese mismo año 2015, donde también quie-
ren participar bajo dicha bandera, es comprensible que las estrategias postelectorales de
estas cuatro formaciones no tengan como objetivo el acuerdo de gobierno con los popula-
res. La participación en una coalición de gobierno está determinado, por consiguiente, por
la política española y su calendario electoral. Para Lago y Montero (2008), este fenómeno se
llama contaminación entre unidades políticas-territoriales distintas y lo consideran habitual
en Estados descentralizados. Las interferencias entre las arenas electorales es común, influ-
yendo en la creación de cualquier coalición gubernamental.
Las motivaciones ideológicas pueden también impulsar a las organizaciones a decidir
llegar a un acuerdo. De hecho, la cercanía natural de Ciudadanos con el PP gracias a su polí-
tica neoliberal y nacionalista españolista le aleja de Compromís, Podemos y PSOE, indepen-
dientemente de que sus candidaturas no sumen suficientes votos para constituir gobierno.
Por el contrario, dicha proximidad acorta las distancias entre podemitas, nacionalistas va-
lencianos y socialistas, que se sitúan en el arco del centro-izquierda y la izquierda del eje
ideológico de la estructura electoral. Efectivamente la firma del Pacto del Botànic5 entre es-
tas tres fuerzas políticas con un programa de políticas públicas concreto confirma que la
ideología marca igualmente la dinámica coalicional.
La decisión de entrar en una coalición gubernamental se basa en un cálculo racional a
fin de maximizar los intereses de cada organización. Toda coalición gubernamental respon-
de a un análisis previo sobre ventajas y desventajas por parte de cada integrante (Laver y
Schofield, 1991). El enfoque más común considera que dichas actuaciones se adoptan según
el reparto de cargos. A estos partidos se les conocen como office seekers. Sin embargo, el
estudio del Pacto del Botànic demuestra que estas tres formaciones persiguen la ejecución
5 Se puede consultar el Pacto del Bonic en https://compromis.net/wp-content/uploads/2015/06/AcordBotanicCas.
pdf. Su renovación en 2017 está publicada en http://ww w.pspvpsoe.net docume nto-de-renov acion-del-pacto-del-botani-
co/?lang =es
505
de unas políticas públicas concretas como el impulso de la sanidad pública o los servicios
sociales en general. En este caso se trataría de policy seekers. De hecho, Podemos se adhiere
al protocolo de constitución del gobierno, pero no asume ningún cargo en el Consell. Una
actuación que aparta de la primera línea el factor explicativo más recurrente de un pacto de
gobierno: el reparto de cargos. No obstante, permite ahondar en el efecto de contaminación
del sistema político español en el autonómico valenciano (Lago y Montero, 2008).
Desde este enfoque, merece de nuevo especial atención el calendario electoral español,
que sitúa los comicios generales para finales de 2015. Esta proximidad exige adoptar una
estrategia diferenciada, que evite que se confunda a Podemos con sus principales competi-
dores –PSOE o Compromís–, sus dos socios del pacto. En unos meses la ciudadanía debe
volver a ejercer su derecho a voto y conviene marcar una acción política distinta frente a sus
oponentes. La participación en un gobierno de coalición puede variar según los intereses a
corto y a largo plazo, jugando un papel clave la convocatoria de las siguientes elecciones.
Puede haber partidos que prefieran quedarse al margen del gobierno fruto de la coalición si
aprecian un coste –el desgaste de gobernar–, aunque apoyen su constitución. Podemos
ejemplifica esta posición tanto en la Generalitat como en los Ayuntamientos de Castellón y
Valencia, donde también apoya la formación de la coalición gubernamental, pero sin inte-
grarse en el ejecutivo con responsabilidades (Roig, 2017).
Uno de los efectos de esta nueva dinámica en las relaciones entre los partidos es la revitali-
zación de las instituciones valencianas. “Los gobiernos de coalición acercan el poder ejecutivo
al legislativo, dan más protagonismo al parlamento, enriquecen el debate político, abren el
juego de posibles alianzas partidistas, hacen más responsables y constructivas las relaciones
entre partidos, y aumentan la corresponsabilidad, el control y la transparencia de la acción
de gobierno” (Matas, 2015: 11). Hasta el nombramiento de personal a cualquier nivel en el
Consell requiere de la aprobación conjunta de los integrantes –Compromís y PSOE–, según el
acuerdo de gobierno. En este sentido, la comunicación se convierte en una constante entre los
actores, impulsando la transparencia y la confianza. El éxito de un gobierno de coalición pasa
efectivamente por la consolidación de la cultura política del diálogo, el pacto.
4. CONCLUSIÓN
El análisis de las pautas de la nueva dinámica entre los partidos políticos en la Comunidad
Valenciana señala que la política española sigue determinando la política autonómica valen-
ciana tal y como querían los padres del régimen electoral. Sin embargo, sus efectos no son
aquellos deseados a raíz del estallido de la crisis de 2009. El sistema de partidos valenciano
abre las puertas al nacionalismo valenciano así como a otras formaciones. El pluralismo polí-
tico territorial penetra en el poder legislativo con capacidad para decidir la constitución de
gobierno. Compromís no es una fuerza minoritaria secundaria como EU, UPV o UV durante
los treinta años de bipartidismo. Además, la izquierda es mayoritaria en el Parlamento, aun-
que esté dividida en tres candidaturas –Compromís, Podemos y PSOE–. El voto conservador
no es suficiente para presidir el Consell de la Generalitat, a pesar de la sobrerrepresentación
que se otorga al voto de las zonas menos pobladas de tendencia más conservadora.
Esta nueva dinámica ideológica entre los partidos-la cultura del pacto- indica que el régi-
men electoral valenciano funciona eficientemente. Puede canalizar el cambio en la estructu-
ra de preferencias electorales de los ciudadanos. Genera gobiernos estables, y goza de legiti-
midad democrática (Martín Cubas, 2016). Su permeabilidad a los cambios políticos-sociales
UNA VIDA DEDICADA AL PARLAMENTO. ESTUDIOS EN HOMENAJE A LLUÍS AGUILÓ I LÚCIA
506
subralla que, a pesar de la existencia de mecanismos para reducir al máximo el pluripartidis-
mo como la alta barrera electoral, la ley está viva y sirve de correa transmisora de la voluntad
popular. Otra cuestión es si la LEV es mejorable, lo que no se aborda en este trabajo. Lo que sí
que es cierto es que los legisladores de la transición se equivocaron al pensar que la dinámica
del sistema político puede ser configurada únicamente a partir del marco jurídico. La demo-
cracia otorga un gran poder a la ciudadanía a través del voto que le permite modificar la lógi-
ca de las instituciones cuando así lo considera.
5. LISTADO DE ACRÓNIMOS
LISTADO DE ACRÓNIMOS
CC COALICIÓN CANARIA
CEU COALICIÓN POR EUROPA
C’s CIUDADANOS-PARTIDO DE LA CIUDADANÍA
CIS CENTRO DE INVESTIGACIONES SOCIOLÓGICAS
CIU CONVERGÈNCIA I UNIO
COMPROMIS COMPROMÍS PEL PAÍS VALENCIÀ
EdP-V EUROPA DE LOS PUEBLOS-VERDES
EPDD L’ESQUERRA PEL DRET A DECIDIR
EUPV ESQUERRA UNIDA DEL PAÍS VALENCIÀ
INE INSTITUTO NACIONAL DE ESTADÍSTICA
IU IZQUIERDA UNIDA
LEV LEY ELECTORAL VALENCIANA
LPD LOS PUEBLOS DECIDEN
PAE PARTIDOS DE ÁWMBITO ESTATAL
PANE PARTIDOS DE ÁMBITO NO ESTATAL
PNV PARTIDO NACIONALISTA VASCO
PODEMOS PODEMOS
PP PARTIDO POPULAR
PRIMAVERA E PRIMAVERA EUROPEA
PSOE PARTIDO SOCIALISTA OBRERO ESPAÑOL
PSPV PARTIDO SICIALISTA DEL PAÍS VALENCIANO
UE UNIÓN EUROPEA
UPyD UNIÓN, PROGRESO Y DEMOCRACIA
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... Como resultado, el ejecutivo vuelve a estar liderado por los socialistas, pero por primera vez se ven obligados a pactar con los nacionalistas para poder gobernar. El pluripartidismo moderado de los años setenta regresa, y se pone fin al sistema de partidos dominante de los ochenta (Roig, 2019). Dos grandes partidos de ámbito estatal con posibilidad de gobernar conviven con los comunistas y pequeñas formaciones de ámbito no estatal, que proceden sobre todo de Cataluña y País Vasco. ...
Chapter
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This chapter addresses the party system in Spain since the beginning of contemporary democracy in the late 1970s. The role of political parties as a fundamental instrument of political participation is analysed. The evolution of the dynamics of the party system from its origins to the present is described. The main Spanish political parties are studied, distinguishing between the right-wing bloc, the left-wing bloc and the so-called non-state parties.
Article
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Coalition governments are common in the European political landscape in various tiers ofgovernment. However, such coalitions were an exception in the history of the Valencian Autonomy until 2015, which marked a new stage with the so-called El Botànic governments. Which factors explain this change in the Valencian political system? What are the features of such coalition governments? Can this model be applied to other political systems? This paper addresses these and other issues. First, it looks at what led to coalition governments in both 2015 and 2019. Second, it studies the model of coalition government. The hypothesis tested is this: El Botànic is a coalition government whose success in terms of stability and governmental action is framed within a specific Valencian political context.
Article
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La irrupción con fuerza de partidos y movimientos como Podemos, Ciudadanos o Compromís ha cambiado las reglas del juego político. En este nuevo escenario, ¿qué tipo de interacción se desarrolla entre los actores políticos? ¿Cuál es la dinámica ideológica en el sistema político? El estudio de caso de los ayuntamientos de Alicante, Castellón de la Plana y València va a permitir conocer el cambio en las relaciones entre los partidos. El análisis de la aparición de las nuevas formaciones junto al papel que desarrolla el Estado multinivel aportarán datos para entender la formación de gobiernos de coalición en el ámbito local. Asimismo, se abordará el impacto de estos procesos de gobierno sobre la dinámica del sistema de partidos español. ¿Cuál es la interacción entre ambas dimensiones? Palabras clave: dinámica ideológica, sistema de partidos, elecciones locales, gobiernos de coalición, estado multinivel.
Article
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L’acció política de les societats contemporànies occidentals s’ha estructurat a partir d’una definició territorial de les unitats d’acció, que hem anomenat estats. Aquesta estructura política occidental ha vingut legitimada a partir de la vinculació de cada estat a un col·lectiu titular de la sobirania, que anomenem nació. La vida social es desenvolupa en camps de relació vinculats a diferents àmbits de la vida col·lectiva, com ara la producció, el consum, la distribució del treball..., que impliquen també les estructures discursives que parlen sobre les pràctiques. L’experiència de les pràctiques socials es produeix en la interacció complexa entre tots aquests camps de relació, que podem anomenar estructura social. Cadascuna d’aquestes formes col·lectives (estats, nacions, estructura social) dibuixen espais socials i geogràfics diversos, que faciliten i/o dificulten la construcció de determinades identitats col·lectives i, per tant, faciliten o dificulten la producció de determinades accions col·lectives. En una primera part, aquest article proposa una discussió sobre la relació entre els conceptes d’estat, nació i estructura social. Posteriorment, l’article assaja una aplicació empírica de la discussió teòrica al cas valencià, per desvelar els mecanismes que han funcionat en la construcció de la seua identitat col·lectiva.
Article
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The 15M demonstration (the origin of the indignados movement in Spain and the seed of the occupy mobilizations) presents some outstanding characteristics that defy the established principles of the collective action paradigm. This article develops some observable implications of the concept of connective action and tests them against the case of the 15M demonstration. Cases of self-organized connective action networks are expected to be different from traditional collective action cases with regard to the characteristics of the organizations involved, the prevalent mobilization channels and the characteristics of participants. Based on a comparative analysis of data gathered from participants and organizations in nine demonstrations held in Spain between 2010 and 2011, relevant and significant differences were found in the characteristics of the 15M staging organizations (recently created, without formal membership and mainly online presence), the main mobilization channels (personal contact and online social networks rather than co-members or broadcast media), and participants (younger, more educated and less politically involved). These findings help to understand the large turnout figures of this movement and have important implications for the mobilization potential of social networks, particularly as it can affect the political participation of the less-involved citizens.
Article
The 2015 general election marked the end of the two-party system that had existed in Spain since the restoration of democracy. Two new parties, ‘Podemos’ and ‘Ciudadanos’, entered the national arena for the first time and together obtained 34.6 per cent of the vote. This paper describes this election’s context and electoral results by analysing the individual determinants behind the change to the Spanish party system. The results indicate that economic factors predominantly explain the votes for the traditional parties, the PP and PSOE. On the other hand, political factors help distinguish why some voters remained ‘loyal’ to the traditional parties and others switched to the new formations. While Podemos switchers were mainly politically disaffected left-wing voters, electoral support for Ciudadanos came from younger and ideologically moderate voters who had lower levels of political trust.
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Este artículo quiere refutar la hipótesis de que los partidos deciden sistemas electorales mayoritarios y que deciden también mantenerlos invariables, siempre que el sistema de partidos se aproxime al bipartidismo y ninguno de los dos grandes partidos pueda perder su posición a favor de un nuevo competidor. De manera inversa, los sistemas electorales proporcionales son la consecuencia del multipartidismo, en el que ningún partido tiene opciones de recibir la mayoría de los votos (Colomer, 2003: 56). El caso valenciano, sin embargo, confirma solo parcialmente la hipótesis: los partidos aprobaron en 1982 reglas proporcionales porque las elecciones de los parlamentos autonómicos eran consideradas secundarias, no solo por el multipartidismo existente entonces. En cambio, sí que se confirma que el cambio iniciado en 2006 con la reforma estatutaria mantiene, de momento, el status quo para no alterar la formación de mayorías parlamentarias. Todavía queda pendiente, sin embargo, que se modifique la Ley electoral, de la que depende qué mínimo de votos para entrar en Les Corts se establecerá. El artículo se divide en tres partes. La primera explica el origen del sistema electoral, es decir, el debate político y las opciones que cada partido defendió durante la elaboración del Estatuto del 1982. Por una parte, se explican los anteproyectos de la Unión del Centro Democrático (ucd), Partido Socialista del País Valenciano-Partido Socialista Obrero Español (pspv-psoe), Partido Comunista del País Valenciano-Partido Comunista de España (pcpv-pce) y Alianza Popular (ap), que dependían de la suposición de que el mapa electoral valenciano seguiría los resultados de las elecciones al Congreso de los Diputados del 1977 y 1979. Por otra, se analiza la tramitación del proyecto estatutario, el cual contenía unas reglas electorales derivadas de los acuerdos autonómicos del 1981, basados en permitir un multipartidismo que compensase la falta de proporcionalidad del Congreso de los Diputados. La segunda expone los elementos que componen el sistema vigente desde la aprobación del Estatuto del 1982 hasta el 2006, más los cambios introducidos por la reforma estatutaria del 2006. Desde un punto de vista material, las reglas se han mantenido, con la excepción del mínimo, que queda pendiente de una reforma posible cuando se modifique la Ley electoral. Sin embargo, de acuerdo con la hipótesis de que los partidos eligen el sistema electoral que los favorece, la situación futura más probable es mantener las características anteriores, y así consolidar un (casi)bipartidismo que otorga mayorías parlamentarias al partido vencedor. La tercera parte hace una valoración, primero normativa: es proporcional y equitativo, pero comparado con las otras comunidades autónomas fija una barrera de entrada injustificable. La otra valoración es política: el pp y el pspv-psoe salen beneficiados, lo que dificulta una mejora de la representación.
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Coalition governments are the norm in parliamentary democracies. Yet, despite the predominance of this type of government, political scientists have only recently started to investigate how voters approach elections when a coalition government is the likely outcome. Such elections present additional uncertainty and complexity for voters compared with elections in plurality systems, where party choice translates more directly into a choice of government. These factors have lead to the assumption that strategic voting is unlikely to occur in systems that produce coalition governments. In this introductory article to the special issue on Voters and Coalition Governments, we consider whether voters have the capacity to anticipate specific coalition outcomes and propose a framework for understanding the conditions that lead to strategic voting in both plurality and proportional systems.