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Aldo Leopold y la Ética de la Tierra

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Abstract

En este artículo se desarrollan los conceptos centrales de la ética de la tierra defendida por el filósofo norteamericano Aldo Leopold. Se defiende que la ecología y la ética deberían coparticipar en la concepción del mundo, de tal modo que los seres humanos puedan ver a través del impacto combinado de los resultados experimentales y los nuevos conceptos éticos. Este enfoque integrado de la relación entre la sociedad humana, la economía y los sistemas naturales, permite el logro de las metas sociales al tiempo que se conserva el mundo natural.
Aldo Leopold y la Ética de la Tierra
Teresa Kwiatkowska
Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa
kwiat@xanum.uam.mx
Me parece inconcebible que una relación ética con la tierra
pueda existir sin amor, respeto y admiración por la tierra,
y una alta consideración por su valor.
Desde luego que con valor me reero a algo
mucho más amplio que el mero valor económico;
quiero decir, valor en el sentido losóco.
Aldo Leopold
Está de moda señalar minuciosamente el desmedido impacto
que los seres humanos hemos inigido al ambiente natural
alterándolo de maneras, en su mayoría, destructivas. Si bien
la preocupación por los efectos nocivos de la actividad huma-
na en el mundo natural no se limita a la época moderna, es
sólo en las últimas décadas que se ha reconocido ampliamen-
te la gravedad de los problemas ambientales, iniciándose así
la búsqueda de soluciones posibles. Al mismo tiempo es pre-
ciso recordar que nosotros no podemos vivir sin domesticar
o humanizar en gran medida nuestro entorno. Moldeamos
el ambiente a través de decisiones individuales y colectivas,
que se toman en concordancia con diversos requerimientos
Teresa Kwiatkowska
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y criterios de valor. Algunos de éstos son precisamente de
orden económico, otros tienden a proteger el mundo natural
que habitamos; distintas perspectivas generan variadas res-
puestas y dan lugar a diferentes acciones. La conservación de
la diversidad biológica está íntimamente ligada a casi todos
los aspectos de la vida humana. Sin embargo, la progresiva
desaparición de los bosques, ante todo pluviales, la pérdida
de la biodiversidad en razón de la destrucción de su hábitat
y el posible cambio climático no provocan una atención y ac-
ción proporcionales a la seriedad de los problemas.
Aquí conviene recordar que todas las elecciones relacio-
nadas con el mundo natural están íntimamente ligadas con
preferencias y deseos humanos. En general, la mayoría de
las personas llegan a preocuparse por el daño infringido al
ambiente sólo cuando lo perciben como un peligro para los
propios intereses humanos. Si, por ejemplo, el factible ca-
lentamiento global no abrigara consecuencias nocivas para
nosotros, probablemente su riesgo se vería acompañado por
la indiferencia. Para no caer en confusiones, hay que aclarar
que la perspectiva antropocéntrica es una condición ontoló-
gica del ser humano. No podemos entender el mundo y la
vida que alberga desde otra perspectiva que no sea la huma-
na. Toda la realidad está sujeta a nuestras propias interpreta-
ciones, a una humanización. Nada tiene sentido, nada tiene
un n sin que el hombre conceda un valor a una cosa o a un
ser viviente. Somos también nosotros quienes establecemos
derechos y obligaciones. En n, los intereses del ser humano
dominan las doctrinas éticas de la losofía moral occidental.
Igualmente, importa recordar que, a lo largo de la historia
y hasta mediados del siglo xix, ha dominado la idea de que el
mundo natural constituye una adversidad si se deja tal cual
frente a los recursos que su cultivo puede procurar. La na-
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turaleza indómita fue percibida como hostil, salvaje, inclu-
so malvada. En la historia de la conservación americana, los
Románticos (Ralph Waldo Emerson, Henry David Thoreau y
John Muir) fueron los primeros escritores que abandonan la
idea de la naturaleza como un lugar peligroso y horrible del
tiempo de los pioneros, para convertirla en un entorno digno
de ser admirado, en un signo de identidad, en la reivindi-
cación de un espacio vital para el ser. La naturaleza salvaje
ya no es un lugar a domesticar, sino un espacio a preservar.
Muir (1838-1914), uno de los más importantes e inuyentes
naturalistas de su época, concibe una visión casi religiosa de
la naturaleza y critica una superua civilización materialista
y utilitarista, que aleja al hombre moderno del entorno natu-
ral. Esta sensibilidad romántica y el afán racional de preser-
var extensas áreas naturales llevaron a la creación de parques
naturales nacionales, como los de Yellowstone y Yosemite.
El primero fue creado por el decreto del presidente Grant,
en 1872, y, el segundo, por Abraham Lincoln en 1864. Por
otra parte, los conservacionistas como Gifford Pinchot y sus
seguidores, herederos de la Ilustración, presuponían que los
imperativos biológicos fundamentales deberían cimentar las
decisiones ambientales, y abogaban por armonizar las nece-
sidades económicas de las comunidades con los principios
ecológicos para el uso prudente de la Tierra.
Fue justamente Aldo Leopold (1887-1948), académico de
la Universidad de Wisconsin, y un especialista en el manejo
de recursos forestales, quien reunió las dos tendencias en una
visión que ha afectado la conservación contemporánea de los
recursos naturales de manera más profunda y duradera. Fue
uno de los profesores de la ecología silvestre que fundaron la
primera área protegida de la naturaleza indómita, y pionero
en restauración de las comunidades de las plantas nativas
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(ver Meine, 1988). Cuando un joven guardabosques vio por
la primera vez el paisaje de Gila (al suroeste de Nuevo Méxi-
co), en 1915, quedó impresionado por la naturalidad de esta
tierra de majestuosas y escarpadas montañas, profundos ca-
ñones y hermosísimo bosque. A consecuencia de esto, dedi-
có la siguiente década de su vida para la designación de Gila
como área silvestre, logrando su propósito en junio de 1924,
cuando el Servicio Forestal de los Estados Unidos designó a
una porción del aquel bosque (Gila National Forest) como la
primera área silvestre ocial del país. Años después, durante
uno de sus viajes para cazar allá, Leopold reejó lo siguiente:
Alcanzamos un viejo lobo a tiempo para ver el verde fuego de-
creciendo en sus ojos. Fue en este momento cuando me di cuen-
ta, y lo recordé durante toda mi vida, que hubo algo nuevo, des-
conocido en sus ojos […] algo solamente personal de ella y de
la montaña. Estuve joven e impetuoso en estos días; pensé que
menos lobos y por tanto más venados, crearían un paraíso para
los cazadores. Pero viendo morir este verde fuego, sentí que ni el
lobo y la montaña concordaron con mi fantasía.
Las ideas tempranas sobre la conservación las formuló
en el ensayo titulado: «Some Fundamentals of Conservation
in the Southwest», escrito en 1924. En otro artículo elabora-
do en el mismo año, Leopold señaló una relación bastante
problemática entre el pastoreo de vacas, la quema de bos-
ques y praderas, con la erosión del suelo (ver Leopold, 1924).
También, hay que recordar que en 1918, en un artículo poco
conocido, indicó los peligros de la mezcla genética de los
peces nativos acostumbrados a los hábitats especícos (ver
Leopold, 1918; 101-102).
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Sin embargo, ha sido la publicación póstuma de su libro
A Sand County Almanach and Sketches Here and There lo que le
llevó a la fama. Este libro tiene dos partes claramente diferen-
ciadas. En la primera, Leopold relata, con sencillez y afecto,
magnícas experiencias de sus vivencias en el campo, acorde
al devenir de las estaciones: la llegada de la primavera, las
diferentes clases de aves (era un experto y reputado ornitólo-
go), la vida en el bosque, la nieve, el viento, los incendios, el
suave movimiento de las plantas en las grandes praderas, la
nevada en invierno. En la segunda parte del libro desarrolla
su pensamiento, apuntando unas ideas sumamente simples,
pero de una lógica tajante en la aceptación de los componen-
tes biológicos como bases fácticas de una ética idónea para
los sistemas naturales y entornos humanos.
Su corto pero célebre escrito La ética de la tierra resalta la
trascendencia de la ética ambiental en el manejo del entorno
natural, encabezando así los credos nuevos de nuestra época.
La intención general de Leopold fue poner de maniesto que
la tierra, desde el punto de vista moral, no debiera ser con-
siderada como una propiedad sino como una comunidad a la
cual pertenecemos todos. Después de varios años de trabajo de
campo en el manejo de bosques, llegó a la conclusión de que
los puros reglamentos y las políticas conservacionistas, por
más oportunos que sean, no bastan para disminuir la des-
trucción del ambiente. Es necesaria una «ética de la tierra»
que incluiría a los ecosistemas y sus habitantes no humanos
en la preocupación moral. Así que propuso ampliar su co-
bertura hasta las relaciones de la humanidad con la tierra
en su conjunto, lo que implica ipso facto un profundo cambio
de contenido en la normatividad tradicional. En este texto
él acredita la administración de los ecosistemas no sólo con
emociones y principios morales, sino también con un saber
Teresa Kwiatkowska
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cientícamente vericable. Su nuevo enfoque que reconoce
el valor de toda la vida, humana y no humana, en una vi-
sión integrada del mundo, convierte al libro A Sand County
Almanac en la biblia del movimiento ambientalista mundial.
Inclusive varias corrientes de la ética ambiental y de las polí-
ticas de conservación actuales hunden sus raíces en las ideas
expresas de Leopold. Allá escribe: «Una ética de la tierra
cambia el papel del Homo sapiens de conquistador de la Tie-
rra por el de mero miembro y ciudadano de ella. Ello implica
respeto para sus semejantes y también para la comunidad
como tal». De hecho, Leopold puede ser considerado como
uno de los visionarios ecológicos cuyas ideas y sugerencias
tardaron alrededor de setenta años para por n repercutir
en la denición del concepto de manejo de los ecosistemas,
el cual combina los proyectos utilitarios de Pinchot con los
ideales de conservación propuestos por Muir. Escribió:
[…] un sistema de conservación basado solamente en un egoísta
interés económico es irremediablemente desequilibrado. Tiende
a ignorar, y por lo tanto a eliminar nalmente, muchos elemen-
tos en la comunidad de la tierra que no tienen valor comercial,
pero que son (hasta donde nosotros sabemos) esenciales para
que ésta funcione sanamente. Asume –erróneamente, creo yo–
que las partes económicas del reloj funcionarán sin las partes no
económicas (1949; 251).
Cuando Aldo Leopold arma que las políticas de conserva-
ción, apoyadas únicamente en el interés propio económico,
son insensatas, todos le dan la razón. Luego, señala aguda-
mente que la cuestión de los incentivos nancieros que po-
drían aliviar la pobreza e indicar una alternativa viable que se
aleje de las prácticas ambientalmente dañinas tiene que resol-
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verse con prontitud. Estas ideas han alterado todas las polí-
ticas ambientales posteriores más allá de su país nativo; en
la toma de decisiones la humanidad empezó a compartir la
importancia ética con su entorno natural. La conservación del
mundo natural, aparte de las consideraciones cientícas y eco-
nómicas, había adquirido una perspectiva ética.
A diferencia de las tendencias religiosas o místicas que
frecuentan los debates morales acerca de las relaciones de los
humanos con el mundo natural, Leopold cimentó su reexión
en las ciencias biológicas de su tiempo. En la introducción a
su libro, escribió: «Que la tierra sea una comunidad consti-
tuye el concepto básico de la ecología, pero el que se deba
amar y respetar a la tierra es una extensión de la ética» (1996;
236). Parte del concepto de «comunidad biótica» y considera
al ser humano una parte intrínseca de la naturaleza. Seña-
la los pasos de la evolución ética desde la perspectiva de la
preocupación por la excelencia moral personal, pasando por
las relaciones que se dan entre el individuo y la sociedad,
hasta la relevancia de los lazos con nuestro medio natural.
En la Ética de la Tierra escribe: «La primera ética se ocupó de
la relación entre los individuos [...] Ampliaciones posteriores
trataron de la relación entre el individuo y la sociedad [...]
Hasta ahora no hay una ética que se ocupe de la relación del
hombre con la tierra y con los animales y plantas que crecen
sobre ella [...] La extensión de la ética a este tercer elemento
en el ambiente humano es […] una posibilidad evolutiva y
una necesidad ecológica» (1998; 62).
Bajo la inuencia de Charles Darwin, considera a la ética
como un proceso que forma parte de la evolución ecológica
y «una limitación de la libertad de acción en la lucha por la
existencia». La tierra de su discurso es un nombre genérico
para el medio ambiente y comprende, en sus palabras, «los
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suelos, las aguas, las plantas y los animales» (1998; 62). Den-
tro de esta reexión, el humano deja de ser dueño de la natu-
raleza y también un intruso que perturba los ritmos del mun-
do natural, para convertirse en integrante de la «comunidad
biótica». En su cuento sobre el «roble nudoso», Leopold es-
cribe: «Así, quien posee un viejo roble nudoso posee más que
un árbol. Posee un biblioteca histórica y un asiento exclusivo
en el teatro de la evolución» (1996; 30). Aquí hay que resaltar
que Leopold no cuestiona en ningún momento la ética tradi-
cional; sólo propone su extensión a las relaciones de la huma-
nidad con la Tierra y, por tanto, un cambio de contenido en
la normativa tradicional. Toma en cuenta las diferencias entre
humanos y no humanos, pues a ambos les otorga considera-
ción moral, si bien les da un trato distinto. Se centra en la in-
terrelación de todas las formas de vida, incluyendo a los com-
ponentes abióticos (no vivientes) del entorno. De esta forma,
propugna un desplazamiento del centro del interés moral
desde lo momentáneo e individual hacia lo temporalmente
más duradero y hacia un círculo más amplio de bienestar.
Su ética se convierte en la expresión axial de una perspectiva
centrada en la naturaleza. Queda claro que cada extensión
de la esfera ética signica la entrada de un nuevo miembro
a la comunidad moral, un miembro que, considerado de una
manera no instrumental, es digno de respeto y consideración
moral. Es, por tanto, que la ética de la tierra articula valores
que compiten con nuestras preferencias actuales, puesto que
casi toda la tradición ética se restringe al mundo de la cultu-
ra humana, donde todo lo demás, como la ora, la fauna y,
más en general, la Tierra, no cumplen más que una función
propiamente instrumental. La losofía moral tradicional no
promueve ninguna obligación moral directa en relación con
los ecosistemas, las plantas o los animales. Una de las carac-
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terísticas más distintivas de la presente losofía ambiental,
heredada del pensamiento de Leopold, es el esfuerzo por de-
sarrollar una teoría del valor no antropocéntrica, que dena
el bien independientemente de cualquier cualidad humana, un
bien cuyas propiedades se encuentren en un mundo terrestre
no humano. Sin embargo, hay que subrayar que el propó-
sito de la «ética de la tierra» no consiste tanto en atribuirle
un valor «intrínseco» a los ecosistemas, como lo sugieren las
corrientes no antropocéntricas de la ética ambiental, sino más
bien en reconocer los múltiples valores comunitarios y buscar
la integración de valores pluralistas en múltiples niveles. Esto
ofrece una base potencial para proteger y conservar la diver-
sidad cultural y biológica de maneras socialmente justas y
económicamente ecientes.
En consecuencia, Leopold sugiere la existencia de una
relación íntima e indisoluble entre el bienestar humano y el
de las otras especies biológicas, invitándonos a reexionar
sobre nuestras actitudes hacia el mundo, un entorno del que
formamos parte. Su visión nos conduce a considerar el bien-
estar de la naturaleza como parámetro del carácter moral de
nuestras acciones. En términos prácticos, él no se opone a
las actividades humanas necesarias para producir alimen-
tos, utilizar los recursos o diseñar el paisaje. Lo que impug-
na es la contaminación del ambiente y la destrucción de la
biodiversidad, que recientemente cubre con su manto negro
desde el material genético, hasta los ecosistemas enteros. Se
trata de una ética cuya tarea no consiste en moralizar, sino
en iluminar a los seres humanos acerca de quiénes somos,
qué lugar ocupamos y qué hacemos. Por lo tanto, su ética de
la tierra es un espejo, no un modelo. En su famoso pronun-
ciamiento, Aldo Leopold asume que «una cosa es correcta
cuando tiende a mantener la integridad, la estabilidad y la belle-
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za de la comunidad biótica; y es incorrecta cuando tiende a
hacer lo contrario» (1949; 224-225).
De hecho, las hipótesis que conciben a la comunidad bió-
tica (con toda la vida que ésta cobija) como un sujeto moral
que exige respeto, así como la forma en que varios lóso-
fos han interpretado a Leopold, redundan en propuestas
éticas que asumen la independencia del valor de los sujetos
biológicos como individuos o colectividades. Incluso, unos
lósofos ambientales toman estos conceptos simbólicos al
pie de la letra, y aceptan que ciertos rasgos objetivos de los
ecosistemas como la integridad, la estabilidad y la belleza
constituyen fuentes de valor intrínseco y fundamento de
obligaciones morales, o, mejor dicho, el «principal aserto
prescriptivo» que debería ser adoptado como un punto cen-
tral de la legislación ambiental (ver Westra, 2003; 165-180).
Por otra parte, John Baird Callicott, en «La ética de la tie-
rra en nuestros días», arma que la integridad y la estabilidad
de los ecosistemas ha de entenderse metafóricamente como
«salud» o «capacidad de autorrenovación» que se traduce
en criterios objetivos como la diversidad de especies o la
variabilidad genética (ver Callicott, 2004; 45-68). Tradicio-
nalmente, el concepto de la integridad suele designar nues-
tro sentido de la totalidad y el bienestar, o la total o amplia
gama de aptitudes poseídas por una persona. En el contexto
estrictamente ecológico lo denen como funcionalidad de los
ecosistemas, el cual se traduce en la condición de operación
normal de un ecosistema cuando posee todos sus elementos
funcionales operando adecuadamente, y cuando sus proce-
sos se encuentran en condiciones estables y duraderas. No
cabe duda que Leopold nos dio una idea simbólica de la ne-
cesidad de utilizar la información biológica y ecológica en la
toma de decisiones sobre nuestro bioentorno. Pero hay que
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resaltar que la naturaleza resiste la imitación a través de un
modelo jo, y por tanto todas las decisiones ambientales son
y serán tomadas a partir de un conocimiento incierto e in-
completo. Dejando atrás dudas, preguntas y críticas que ro-
dean el concepto de integridad en el mundo natural; es cierto
que las ideas expresadas por Leopold hace muchas décadas
pueden desempañar un papel crucial dentro de nuestras re-
laciones con el ambiente sustituyendo a las actitudes estric-
tamente económicas. Conocer las dimensiones biológicas de
los problemas ambientales junto con nuestra integridad mo-
ral nos ayudaría, ciertamente, a escoger la mejor alternativa
ecológica y social.
Oscar Wilde escribió una vez que el peor crimen del ser
humano era la falta de imaginación; pues no nos compade-
cemos de aquellos males de los que no tenemos experiencia
directa, ni de aquellos a los que no hemos asistido. Cuando
todos los sistemas éticos desarrollados hasta el momento han
fracasado en su intento de universalidad, surge la pregunta
de por qué motivos no hemos sido capaces de encontrar una
guía común para nuestras acciones. Quizás por esta razón
Leopold sostuvo que «podemos ser éticos sólo en relación
con algo que podemos ver, sentir, entender y amar o en lo
que tenemos fe» (1998; 69). Esta creencia suya sobre las emo-
ciones nos obliga a reexionar y, esto es más importante, a
sentir los motivos de las decisiones que tomamos diariamen-
te. Más allá del lenguaje, nuestras emociones se conguran
como colina desde la cual exploramos el mundo que nos ro-
dea, el punto de partida hacia los otros, e incluso hacia lo
más básico del mundo natural que nos rodea.
Igualmente, Leopold piensa que la protección de la na-
turaleza silvestre ayuda a fomentar la felicidad y el oreci-
miento de los seres humanos, alentándonos espiritualmente
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para ser mejores personas. En la naturaleza «vemos eterna-
mente lo que nos salva»; nuestra recreación y disfrute de sus
fenómenos y sus criaturas concuerda con un fuerte sentido
moral y virtuoso. «Estoy protegiendo la selva lluviosa» se
transforma en «Soy parte de la selva lluviosa y me protejo a
mí mismo. Soy parte de la selva lluviosa que recientemente
alcanzó la autoconciencia». Superando las ilusiones antropo-
céntricas, Leopold comenzó a «pensar como una montaña»
(ver Sessions, 1979).
En virtud de este enfoque, se opta por la igualdad bióti-
ca según la cual todas las cosas naturales –los ecosistemas,
la vida, los paisajes, los suelos, las montañas, las praderas,
el conjunto del mundo natural– tienen derecho intrínseco a
existir. En su visión, la presencia del valor intrínseco es in-
dependiente de cualquier razón, interés o apreciación del
ser humano. De la losofía moral de David Hume y Adam
Smith, Leopold toma prestado el concepto de altruismo como
fundamento de los valores y juicios morales dentro de la co-
munidad social. Pero, más que nada, los valores de la conser-
vación del mundo natural se desprenden de la relación íntima
del ser humano con la tierra. «La ética que complementa y
guía la relación económica con la tierra presupone una “ima-
gen mental” de la tierra como un mecanismo biótico».
Son las ciencias de la vida las que nos formulan una «ima-
gen mental» de la naturaleza. Sin embargo, «la imagen no es
un último análisis del mundo natural en sí, se trata solamente
de una imagen de nuestra relación con la naturaleza» (1976; 24),
como lo indicó Werner Heisenberg, un reconocido físico de
principios del siglo pasado. La ecología no proporciona se-
cuelas éticas que puedan orientar las actitudes individuales
y políticas sociales benécas para el ambiente natural. La in-
vestigación cientíca del mundo natural y la búsqueda ética
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de nuestras experiencias morales son indagaciones indepen-
dientes; cada una de ellas se desarrolla en diferentes terrenos
de información y goza de consecuente autonomía. Pero, a pe-
sar de que a los valores o virtudes de la ética ambiental no se
llega por la vía de las ciencias de la naturaleza, éstas pueden
sugerirnos un camino útil en la toma de decisiones sociales
y ambientales, y ayudar a activar la más amplia voluntad
social, imprescindible para conservar las diversas comuni-
dades ecológicas. Como lo expresó Ernst Mayr, reconocido
biólogo contemporáneo: «La ignorancia de los hallazgos de
la biología es fundamentalmente dañina cuando los políticos
están obligados a enfrentar problemas como la sobrepobla-
ción mundial, el agotamiento de los recursos renovables y no
renovables, los cambios climáticos peligrosos, el incremento
de las necesidades agrícolas en el mundo entero y la des-
trucción de los hábitats naturales». Su opinión coincide con
las ideas de nuestro autor, quien sostuvo que el juicio moral
responsable debe basarse en una comprensión plena del sig-
nicado de los hechos.
Leopold, muy prudentemente, dene la ética como una
«especie de guía para enfrentar situaciones ecológicas tan
nuevas e intrincadas, o que involucren reacciones diferidas
tales que la trayectoria de la conveniencia social no sea dis-
cernible para el individuo promedio» (1998; 239) o, mejor
dicho, que abarcan reacciones en un futuro tan lejano que
una persona común no puede predecir las consecuencias úl-
timas de dichas circunstancias. Siguiendo sus conjeturas, la
ecología y la ética deberían coparticipar en la concepción del
mundo, de tal modo que podamos ver a través del impac-
to combinado de los resultados experimentales y los nuevos
conceptos éticos. Este enfoque integrado de la relación entre
la sociedad humana, la economía y los sistemas naturales,
Teresa Kwiatkowska
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permite el logro de las metas sociales al tiempo que se con-
serva el mundo natural.
No obstante, la ética de la tierra tiene también sus pro-
blemas. Da lugar a una serie de preguntas que involucran las
funciones vitales de todos los integrantes de la comunidad
(seres humanos versus no humanos); el estatus, la intensidad
y las fronteras temporales y espaciales de la comunidad; la
clase de obligaciones que tenemos para con los demás miem-
bros de la comunidad. A todas estas cuestiones, los ambien-
talistas les han dado diversas respuestas. Todavía no está
claro en los sistemas legales quién tiene la obligación de pre-
servar la biodiversidad de invaluables áreas naturales, como
el bosque tropical, los pantanos y demás. Más aún, vivimos
en un mundo donde millones de personas sufren desnutri-
ción, hambre y extrema pobreza. «Sin lugar a dudas –escribe
el lósofo ambiental Brian Norton– Leopold y Carson han
contribuido más que nadie a congurar el pensamiento de
los ambientalistas actuales, y ellos compartían la voluntad
de llegar con sus argumentos a instancias políticas relevan-
tes. Ambos estaban profundamente comprometidos con una
perspectiva biocéntrica y atacaron la arrogancia humana. Sin
embargo, cuando se encontraban en arenas políticas enfati-
zaron siempre argumentos orientados hacia el bienestar hu-
mano».
Para nalizar, hay que recordar, como lo apuntó el huma-
nista y microbiólogo René Dubos (autor de la frase «Pensar
globalmente, actuar localmente»), que: «La conservación se
desprende de los valores humanos; su sentido más profundo
está en el contexto y en el corazón humano. Salvar pantanos o
bosques de secoya no exige una justicación biológica como
tampoco lo requiere oponerse a la crueldad y al vandalismo»
(ver Dubos, 1972). Y –éste es el punto primordial– nuestra
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intuición moral, la cual valora al mundo natural con todas
sus criaturas, no requiere de una hipótesis cientíca sobre su
modo de organización. Las diferentes percepciones de una
maravillosa diversidad de plantas, animales y microorganis-
mos, «allá afuera», pueden capturar la imaginación de las
personas, despertando su sensibilidad y su responsabilidad
moral. Es importante señalar que si los valores ambientales
llegaran a ser compartidos, esto podría signicar un acuerdo
para negociar diferencias y conciliar nuestras necesidades y
preferencias con la conservación de las riquezas biológicas
que corren el riesgo de desaparecer.
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T. & J. Issa (1998);165-180.
Teresa Kwiatkowska
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RESUMEN
En este artículo se desarrollan los conceptos centrales de la
ética de la tierra defendida por el lósofo norteamericano
Aldo Leopold. Se deende que la ecología y la ética deberían
coparticipar en la concepción del mundo, de tal modo que
los seres humanos puedan ver a través del impacto combina-
do de los resultados experimentales y los nuevos conceptos
éticos. Este enfoque integrado de la relación entre la socie-
dad humana, la economía y los sistemas naturales, permite
el logro de las metas sociales al tiempo que se conserva el
mundo natural.
Palabras clave: Aldo Leopold; ética de la tierra; antropo-
centrismo; comunidad biótica; ética ambiental.
ABSTRACT
In this paper I develop the central concepts of «land ethic»
advocated by American philosopher Aldo Leopold. I argue
that ecology and ethics should co-participate in the concep-
tion of the world, so that humans can see through the com-
bined impact of the experimental results and new ethical
concepts. This integrated approach to the relationship bet-
ween human society, economy and natural systems, allows
the achievement of social goals while preserving the natural
world.
Key words: Aldo Leopold; land ethic; anthropocentrism;
biotic community; environmental ethics.
... Por otro lado, Leopold, un destacado conservacionista y ecologista, abordó la relación ética entre los seres humanos y la tierra en su obra "A Sand County Almanac" (Leopold, 1949), en donde propuso el concepto de una ética de la tierra, donde no solo los individuos, sino también la tierra y sus comunidades bióticas, tienen un valor intrínseco y merecen consideración ética en nuestras acciones. Estos filósofos, desde distintas perspectivas, aportan a la reflexión ética en torno al tratamiento de las especies en el contexto de la investigación biológica y la conservación; sus ideas invitan a considerar cómo equilibrar el progreso científico y la preservación de la vida y la integridad de los organismos, respetando su valor intrínseco y su papel en los ecosistemas (Mejía, 2015;Kwiatkowska, 2012). ...
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El texto aborda la ética en biología, destaca la importancia de métodos responsables en la recolección de especímenes para minimizar el impacto en las poblaciones. Se señala la falta de consideración ética en la captura y preservación, así como la desconexión con las necesidades sociales contemporáneas. Se discute el dilema ético en la acumulación taxonómica y la experimentación con animales, enfatizando el bienestar animal. Se promueve una ética que reconozca el valor intrínseco de la vida y aboga por un enfoque más holístico en biología.
... Aldo Leopold, considerado el padre de la ética ambiental, sentó las bases de esta disciplina con obras como La ética de la tierra (1949). En esta obra, propone una visión de la Tierra como una comunidad interconectada y establece la responsabilidad moral de los seres humanos de respetar y cuidar a todos sus miembros, tanto vivos como no vivos (Kwiatkowska, 2012). ...
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A manera de preámbulo se plantea la siguiente pregunta: ¿Qué tanto está dispuesto el hombre a trabajar por la sociedad, por el medio ambiente y por sí mismo? El hombre “postmoderno” se ha dado a la tarea de repensar su paso por el mundo y las consecuencias de su trasegar por el mismo; ha reflexionado por y para el otro, para que este pueda vivir, en la medida de lo posible, en las mejores condiciones sociales, económicas, educativas, pero más importante, medioambientales. Por lo tanto, esta afirmación implica asumir la naciente, pero antigua, relación de equilibrio entre el ser humano y el medio ambiente, incluyendo, además, una reflexión sobre el hacer y el pensar colectivo del ser humano, es decir, la expresión ética (Cantú, 2015).
... Vista así la realidad, es posible comprender por qué llamar "recursos forestales" a los bosques es muy limitado sin considerar la plenitud de vida existente (Arce 2019; Arce y Soria 2019). El hecho que todos formemos parte de la vida y que toda expresión de vida tiene conciencia, inteligencia y sensi bilidad, se entiende en diversos grados, pone en evidencia la necesidad de revisar la relación con los bosques que hasta ahora hemos privi legiado (Kwiatkowska 2012;Coccia 2021c). Es por ello la importancia de avanzar hacia una propuesta de Ciencias Forestales para la vida. ...
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El presente artículo trata de la formulación de una propuesta de las Ciencias Forestales para la vida. El propósito es enriquecer el marco teórico y operacional de las Ciencias Forestales a partir de los enfoques de la complejidad, y así ampliar su campo de actuación e impacto en la sociedad. Para el efecto se realizó una revisión bibliográfica especializada y se complementó con el propio proceso reflexivo del autor que viene desarrollando sistemáticamente una línea de investigación en clave de filosofía forestal. De la revisión y reflexión se concluye que las Ciencias Forestales se corresponden con la ciencia normal, por la cual tiene un marco positivista, objetivista, lineal y universalista. Esta forma de hacer ciencia ha sido fundamental, y lo seguirá siendo, pero presenta limitaciones frente a la realidad compleja que presenta problemas de frontera, cuyas soluciones son evasivas y ponen en manifiesto la crisis civilizatoria actual. La perspectiva interdisciplinaria enriquece el marco teórico y operacional de las Ciencias Forestales, en tanto permite incorporar los grandes avances de las ciencias que se agrupan en torno a la vida, a la tierra, al conocimiento, entre otros, superando viejas divisiones que generaron la ilusión del conocimiento, pero evadían la realidad compleja. Las corrientes de pensamiento actual reconocen la importancia de tomar en consideración el respeto de la vida en todas sus manifestaciones. Esto implica una profunda transformación de cómo los forestales se han venido relacionando con los bosques bajo una concepción reductiva y economicista de los “recursos forestales”. Una apertura de las Ciencias Forestales para la vida es en buena cuenta, incorporar una perspectiva de pensamiento complejo y de Ciencias de la Complejidad para dar respuesta a la crisis civilizatoria, ante lo cual los forestales no puede aparecer indiferentes, sino todo lo contrario, deben de contribuir desde una perspectiva transformadora y regenerativa.
... Building on the Leopold Legacy. Para Leopold, la tierra, desde el punto de vista moral, no debería ser considerada como una propiedad sino como una comunidad a la cual pertenecemos todos (Kwiatkowska 2012). ...
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Propósito. El presente ensayo tiene como fin establecer una breve concepción de la crisis ambiental actual y analizar cómo, a raíz de ello, surge el neologismo «bioética» por Fritz Jahr y Van Rensselaer Potter, como referente para una biología de la conservación, de las éticas ambientales y de la restauración ecológica. Contenidos. La bioética ambiental se propone como base para satisfacer las necesidades de las generaciones actuales, sin comprometer los recursos de las futuras, y es la clave para lograr un desarrollo en donde se considere al medio ambiente, los recursos naturales y los servicios ecosistémicos, como base fundamental para el florecimiento de la especie humana. Conclusiones. Como conclusión se afirma que es relevante promover estudios que se centren en la necesidad de fortalecer nuevos marcos conceptuales para la bioética ambiental, con el propósito de recuperar, rehabilitar o mitigar los efectos de la crisis ambiental actual. La bioética ambiental debe establecerse como principio para el diseño y formulación de políticas públicas.
... Esto lleva a poner de relieve el enfoque de bosques como socioecosistemas y, por tanto, la herramienta de sistemas complejos adaptativos, como los enfoques interdisciplinarios, transdisciplinarios e, incluso, indisciplinarios (Aguirre-Calderón, 2015;Arce, 2019;Cerón et al., 2019;Echeverri, 2019;Gadow et al., 2004;Luján et al., 2006). Estos enfoques, teorías, métodos y herramientas deberían llevar a un sector forestal que desarrolle pensamiento crítico, filosófico, crítico, independiente (Garbey y Cruz, 2017), sistémico, relacional, creativo, lateral, analógico y cuidadoso, para que de manera estratégica e innovadora desarrolle múltiples alternativas transformadoras más cercanas a la sustentabilidad y al reconocimiento del valor de la vida en todas sus expresiones (Kwiatkowska, 2012). ...
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The objective of this article is to contribute to the reflection on the contributions of complexity to forest development, based on the Peruvian case, which could serve as a guide for other Latin American countries. The article gathers the proposals that arose in three days called "Complexity and Forest Development", organized by the Chapter of Foresters of the Departmental College of Lima of the Association of Engineers of Peru, carried out between 2018 and 2019. It was concluded that the disciplinary and sectorial approach of forest administration is insufficient to address the complexity of reality. Consequently, in order to address forest development from an innovative perspective, there is a need to incorporate the approach to complexity from the sciences of complexity and complex thinking, which translates into new ways of thinking and acting.
... Esto lleva a poner de relieve el enfoque de bosques como socioecosistemas y, por tanto, la herramienta de sistemas complejos adaptativos, como los enfoques interdisciplinarios, transdisciplinarios e, incluso, indisciplinarios (Aguirre-Calderón, 2015;Arce, 2019;Cerón et al., 2019;Echeverri, 2019;Gadow et al., 2004;Luján et al., 2006). Estos enfoques, teorías, métodos y herramientas deberían llevar a un sector forestal que desarrolle pensamiento crítico, filosófico, crítico, independiente (Garbey y Cruz, 2017), sistémico, relacional, creativo, lateral, analógico y cuidadoso, para que de manera estratégica e innovadora desarrolle múltiples alternativas transformadoras más cercanas a la sustentabilidad y al reconocimiento del valor de la vida en todas sus expresiones (Kwiatkowska, 2012). ...
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the text seeks to expand the boundaries of the concept of “global bioethics,” the core of Van Rensselaer Potter’s theoretical proposal on “ecological bioethics” in his work Global Bioethics, in the face of the “ethics of the Earth” developed by the ecologist and environmentalist Aldo Leopold and the analysis of “ecosophy” raised by the philosopher and psychoanalyst Félix Guattari in The Three Ecologies. This characterization is proposed to establish theoretical assumptions around the notions of ecological bioethics and ecosophy from the perspective of global bioethics in a renewed attempt to broaden its disciplinary horizons. Three moments are established for the analysis: initially, the land ethics proposed by Arnold Leopold in his work A Sand County Almanach is characterized. Subsequently, the main aspects of “ecological ethics” in Global Bioethics are analyzed. Finally, several aspects of Félix Guattari’s ecosophy are highlighted that put into perspective the ecological accent of Potter’s global bioethics, which could be considered valid divergent presuppositions to enrich global bioethics today.
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El texto busca ampliar las fronteras del concepto de “bioética global”, centro de la propuesta teórica de Van Rensselaer Potter sobre la “bioética ecológica” en su obra Global Bioethics, de cara a la “ética de la tierra” desarrollada por el ecólogo y ambientalista Aldo Leopold y el análisis de la “ecosofía” planteado por el filósofo y psicoanalista Félix Guattari en Las tres ecologías. Dicha caracterización se plantea con el fin de establecer presupuestos teóricos en torno a las nociones de bioética ecológica y ecosofía en la perspectiva de la bioética global en un renovado intento de ampliación de sus horizontes disciplinares. Se establecen tres momentos para el análisis: inicialmente se caracteriza la ética de la tierra propuesta por Arnold Leopold en su obra A Sand County Almanach. Posteriormente, se analizan los principales aspectos de la “ética ecológica” en la obra Global Bioethics. Finalmente, se destacan varios aspectos de la ecosofía de Félix Guattari que ponen en perspectiva el acento ecológico de la bioética global de Potter y que podrían ser considerados como presupuestos divergentes útiles para enriquecer la bioética global en la actualidad.
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La crisis ecológica actual ha dejado de manifiesto la incapacidad del ser humano para contrarrestar los efectos devastadores de sus acciones en la naturaleza, evidenciando qué gran parte de la responsabilidad se debe a un problema ético. De esta situación, resaltan los valores Ecoéticos como base de entendimiento para resignificar la relación entre el humano y el medio natural. El propósito de este escrito es aproximarse a una revalorización del paisaje desértico desde una mirada ecoética basándose en la resignificación filosófica de la relación ser humano-naturaleza, destacando la responsabilidad del ser humano como parte y miembro, dejando de lado su rol destructor postulado central de “la ética de la tierra” escrita por Aldo Leopold y que marca el inicio del debate sobre la ecoética y la conservación del medio ambiente, evidenciando la importancia ecológica del intercambio energético, viendo en ello, diferentes posturas epistemológicas y filosóficas sobre la relación ecológica del ser humano y su entorno.
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Propósito/Contexto. Este artículo hace una reflexión acerca de los planteamientos ecológicos inherentes al cuerpo teórico de la bioética, en la búsqueda de una delimitación de la bioética ambiental, a partir de los planteamientos de Fritz Jahr, Aldo Leopold, Van Rensselaer Potter y de autores latinoamericanos que promueven un cambio de paradigma en la relación del ser humano con los ecosistemas. Metodología/Enfoque. Se hace una investigación cualitativa, apoyada en un análisis hermenéutico de los estudios bioéticos consultados, correspondientes al periodo de 1970 a 2018. Se usan programas especializados para establecer relaciones de coocurrencia y la visualización de las comunidades semánticas. Resultados/Hallazgos. La dimensión ambiental de la bioética se estructuró a partir de las ideas fundantes de Jahr, Leopold y Potter, que marcan una línea conceptual que establece un abandono de la ética antropocéntrica, para avanzar hacia un modelo ecocéntrico. Por tanto, la bioética ambiental asume un rol integrativo entre el ser humano y las comunidades ecosistémicas. Discusión/Conclusiones/Contribuciones. Se consolidan, como ejes estructurantes de la bioética ambiental, la defensa de la vida, la creación de relaciones armónicas entre las personas y los seres no humanos. También se amplían los límites de la moral humana para incluir a los animales, las plantas y el territorio en nuevos escenarios de convivencia; así mismo, se establece la naturaleza como sujeto de derechos.
Book
With an appreciation by Wendell Berry
Article
The first sustained study of Leopold's seminal book as well as a work of art, philosophy, and social commentary.
Aldo Leopold, American Ecologist
  • P Anderson
Anderson, P. (1995). Aldo Leopold, American Ecologist. Nueva York: Franklin Watts/Grolier.
Aldo Leopold-Living With the Land
  • J Dunlap
Dunlap, J. (1993). Aldo Leopold-Living With the Land. Nueva York: Twenty-First Century Books/Henry Holt.
«La Ética de la tierra
  • A Leopold
Leopold, A. (1998). «La Ética de la tierra». En: Kwiatkowska, T. & J. Issa (1998).
Reimpreso en: The River of the Mother God and Other Essays
______. (1924). «Grass, Brush, Timber, and Fire in Southern Arizona». Journal of Forestry 22 (6); 1-10. [Reimpreso en: The River of the Mother God and Other Essays. S. L. Flader & J. B. Callicott (eds). Madison: University of Wisconsin Press, 1991].
«Mixing trout in western waters»
______. (1918). «Mixing trout in western waters». Transactions of the American Fisheries Society 47; 101-102.