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El ayni y la minka: dos formas colectivas de trabajo de las sociedades pre-Chavin

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El presente artículo expone los orígenes del ayni y la minka, formas autóctonas de trabajo comunal propia del ande, desde el período Arcaico Tardío y Formativo, entre 3200 y 1800 a.C. en 4 centros religiosos de la costa central y norte y sierra norte. Se hace un estudio comparativo entre dos grupos, uno es el Templo de Las Haldas y Cardal que tenían el uso de shicras y cantos rodados, mientras que el segundo, formado por La Galgada y Pacopampa, en la sierra norte de Ancash y Cajamarca, respectivamente, sus arquitecturas describen el uso de grandes rocas, terrazas y estructuras sólidas como indicadores de minka, realizado por diversos grupos humanos en competencia. El ayni de la costa central implicaba reciprocidad y trabajo de sociedades sin clases como pescadores y marisqueros; mientras la minka está relacionada con pastores, agricultores, pedreros y especializaciones de trabajo, como gérmenes de las clases sociales.
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investigaciones sociales
Arqueología
Vol.15 N°27, pp.43-75 [2011]UNMSM/IIHS, Lima, Perú
El ayni y la minka: dos formas colectivas de
trabajo de las sociedades pre-Chavín
Alfredo José Altamirano Enciso
Universidad Nacional Mayor de San Marcos
<alfredo-altamirano@hotmail.com>
Alberto Bueno Mendoza
Universidad Nacional Mayor de San Marcos
<abuenomendoza@hotmail.com>
RESUMEN
El presente artículo expone los orígenes del ayni y la minka, formas autóctonas de trabajo co-
munal propia del ande, desde el período Arcaico Tardío y Formativo, entre 3200 y 1800 a.C.
en 4 centros religiosos de la costa central y norte y sierra norte. Se hace un estudio comparativo
entre dos grupos, uno es el Templo de Las Haldas y Cardal que tenían el uso de shicras y cantos
rodados, mientras que el segundo, formado por La Galgada y Pacopampa, en la sierra norte de
Ancash y Cajamarca, respectivamente, sus arquitecturas describen el uso de grandes rocas, terrazas
y estructuras sólidas como indicadores de minka, realizado por diversos grupos humanos en
competencia. El ayni de la costa central implicaba reciprocidad y trabajo de sociedades sin clases
como pescadores y marisqueros; mientras la minka está relacionada con pastores, agricultores,
pedreros y especializaciones de trabajo, como gérmenes de las clases sociales.
pAlAbrAs ClAve: ayni, minka, Las Haldas, Cardal, Sechín, La Galgada y Pacopampa.
Ayni and Minka, two collective forms of Work
pre-Chavin societies
ABSTRACT
is article shows the origins of ayni and minka, autochthonous forms of communal work
own of Andean region that begun since Late Archaic Period and Formative, between 3200
and 1800 b.C. in four ceremonial centers of central and north coast and north highland. It is
done a comparative study between two groups: one is Las Haldas temple and Cardal site that
had used shicras (vegetal ber) and small stones, nonetheless the second formed by La Galgada
and Pacopampa, in Ancash and Cajamarca departments, respectively, their architectures des-
cribe the use of great stones, terraces and strong structures like indicators minka, realized by
several human groups in competence. Ayni of the central coast means reciprocity and work of
societies without classes like shermen and craysh-men; by other hand minka is related to
herders, farmers, stone-men-work and specialized groups like beginning of the social classes.
KeyWords: ayni, minka, Las Haldas, Cardal, Sechín, La Galgada, Pacopampa.
Recibido: 26/09/2011
Aprobado: 28/10/2011
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Introducción
El estudio de las religiones prehispánicas es un tema novedoso de la in-
vestigación arqueológica. Con el avance de la teoría cognitiva de Shanks
(1992), Tilley (1994, 1991) y Shanks & Tilley (1996, 1992) para explorar
el aspecto de las mentalidades antiguas, la arqueología andina gana una fuerte
herramienta metodológica para desbrozar la complejidad de las cinco sociedades
pre-Chavín que dinamizaron el mundo andino entre 3000 y 1200 a. C.
Este ensayo está basado en el análisis, síntesis e interpretación de las fuentes
arqueológicas, históricas y etnográcas de la región andina. Esta región, denomi-
nada los Andes Centrales, constituye un área geográco e histórico de la América
del Sur donde se resguarda una inmensa gama de cultura material legada por
las diversas civilizaciones autóctonas que, en la arqueología contemporánea, es
conocida como las Civilizaciones Andinas, hoy circunscrita al territorio del Perú.
Surgieron desde nes del período Pleistoceno, hace más de doce mil años, con la
llegada de bandas de cazadores serranos y pescadores y colectores costeños. Du-
rante el período Arcaico, los antiguos peruanos iniciaron un lento proceso de
incremento demográco con la construcción de aldeas aglutinadas, agrícolas y
sedentarias, permitiendo el dominio de su variada ecología vertical, de la domes-
ticación de plantas y animales, de la intensicación de la pesca y del éxito de la
adaptación biocultural.
Las regiones que atravesaron los períodos Arcaico y Formativo, entre 5000 y
2000 años a. C., poseen diferentes matices del proceso de urbanismo debido a fac-
tores sociales de organización, de tecnología y de comunicación. A partir de 1970,
con el advenimiento de la Nueva Arqueología, comienzan a ser descubiertos diver-
sos centros religiosos pre-Chavín que favorecieron la emergencia de la civilización
andina. Numerosas excavaciones en áreas han sido efectuadas en esos «nuevos»
sitios, recuperándose abundante material cultural y biológico, que permitieron
establecer sus cronologías absolutas, la función y evolución de la arquitectura, las
fases estilísticas basadas en la llegada de la cerámica y, sobretodo, la comprensión
de la cosmovisión andina.
Así, con las clásicas interrogantes de cuando, como y porque fueron edi-
cados los grandes centros ceremoniales pre-Chavín, comienzan a ser denidos,
concluyéndose, por lo general, que aquellos edicios principales fueron producto
del trabajo colectivo (Donnan, 1985; Feldman, 1985, 1987; Bueno, 1997). Sin
embargo, había sido descuidado el estudio de los tipos de organización del trabajo
comunitario empleados en esas arquitecturas, debido a la ausencia de un método
comparativo entre las fuentes etnohistóricas y etnográcas con las arqueológicas y,
ante todo, a la falta de una herramienta metodológica consistente y de indicadores
para atender este objetivo (Fig. 1).
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Fig. 1. Mapa del antiguo Perú localizando los empleos del ayni y la minka pre-Chavín.
Durante el Tawantinsuyo (1450-1532 d. C.), en un período de ausencia del
capitalismo, se practicaba diversas formas de organización del trabajo colectivo,
siendo el ayni y la minka los tipos más empleados. Diversos historiadores han
propuesto que ambos sistemas económicos podrían haber retrocedido más de dos
milenios hasta el período Chavín (1200-200 a. C.). Nuestra hipótesis de trabajo
propone que los antiguos aldeanos, agricultores, pescadores, artesanos y comer-
ciantes pre-Chavín, habrían comenzado a organizarse a través de los sistemas del
ayni y de la minka, el primero para la tradición arquitectónica precerámica costeña
y el segundo para las tradiciones serrana y amazónica. Estos modelos de reciproci-
dad y colectivismo de la organización del trabajo habrían sido la fuerza motriz que
dinamizó el desenvolvimiento de las sociedades complejas andinas.
El presente trabajo estudió detalladamente los diversos materiales construc-
tivos pre-Chavín, como los tipos de shicras1, de adobes, de rocas talladas, de las
1 Posee dos acepciones: la primera, usada como bra es la denominación común de hierbas monocotiledóneas
de tallo largo, desprovistas de hojas, que generalmente crecen en terrenos húmedos, a orillas de lagunas y la-
gos, ríos y dentro del agua (Engel, 1963). La segunda, llamada propiamente shicra, es usada como técnica de
construcción en los complejos «U» y terrazas precerámicas para confeccionar cestas y bolsas en manufactura
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maderas, de los huesos animales, de las argamasas y de las técnicas usadas para el
transporte de los materiales en la edicación de cuatro complejos arquitectónicos
en estudio, como: Pacopampa, La Galgada, Cerro Sechín y Cardal. Los dos pri-
meros sitios son serranos y los segundos, costeños. Cada centro arquitectónico
representa una unidad religiosa diferente que englobaba varios ayllus distintos y
edicados en el mundo andino durante los períodos Formativo Inferior (3200-
2600 a. C.) y Formativo Medio (2600-1500 a. C.). Estos materiales se encuentran
depositados en el Museo Nacional de Arqueología y Antropología, de Lima-Perú y
el Museo de Arqueología y Antropología de la UNMSM, La Casona.
Antecedentes
Morales (2001) apunta que el centro ceremonial de Pacopampa, descubierto por
Rafael Larco Hoyle en 1960, está localizado en el distrito de Querocoto, provin-
cia de Chota, en el departamento de Cajamarca. A una altitud de 2450 msnm
en la parte nororiental de la cordillera de los Andes del Perú. Fue un complejo
arquitectónico pre-Chavín edicado en el cerro del mismo nombre, cuya cima,
en forma alargada de 200m de extensión, está compuesto de tres niveles de plata-
formas, cada una de ellas conteniendo plazas cuadrangulares con escaleras líticas
de acceso y bloques de esculturas con animales míticos. En la cima existe un atrio
con 12 columnas de piedra, y las excavaciones realizadas han producido fragmen-
tos de cerámica inciso-pulida, denominado estilo Pacopampa-Pacopampa, que es
dominante en todo el valle de Cajamarca. Este investigador se interesó más por
la interpretación de la cosmovisión andina partiendo del análisis espacial de la ar-
quitectura, las lápidas y la iconografía de la cerámica, descuidando la organización
social del trabajo colectivo.
Morales (1998) reere que durante el Formativo Medio de la sierra norte,
Pacopampa fue el eje de un conjunto de sitios distribuidos y jerarquizados por las
alturas y valles. Es decir, el primer nivel, entre 2450 y 2000 msnm, está formado
por el centro ceremonial y un área próximo donde se encuentran sitios de primer
orden, con funciones residenciales y religiosas, y asentamientos de campesinos
especializados. El segundo nivel, entre 2000 y 1000 msnm, está un poco distante
del centro ceremonial y conformado por otros pequeños centros vinculados a zo-
nas agrícolas, como liales de Pacopampa, mas de arquitectura rústica. Entre estos
centros destacan: Rocoto, Melonpukio y El Rollo, los más próximos, y Cerro La
Jalca en Huambos, Paratón y Calucán en Cutervo, entre los distantes.
Morales (1997), aplicando una análisis estructural de la teoría del arte y de la
planimetría del sitio, sugiere que las tres plazas de Pacopampa están organizadas
anillada, torzal y trenzada, que eran rellenadas de piedras para transportarlas hacia el lugar de construcción de
los centros ceremoniales.
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y ordenadas en función a un modelo religioso tripartita o ternario, y para esta
interpretación se apoya en la analogía etnohistórica de la religiosidad del Imperio
Inca, basada en los tres mundos: el Uku Pacha o mundo de los muertos, el Kay
Pacha o mundo de los vivos y el Hanan Pacha o mundo de los dioses (La Vía Lác-
tea o Hatunmayu). En la primera plaza, la de mayor área y localizada en un plano
inferior, existe un pórtico de columnas que sostienen un dintel que representa un
par de serpientes; en la segunda, en otro dintel aparecen dos felinos, un macho a
la derecha y una hembra a la izquierda; en la tercera plaza fueron tallados diseños
de cóndores o harpías. Así, las serpientes se relacionan al mundo inferior o de los
muertos, los felinos al mundo actual y las aves al mundo de los dioses o Hanan
Pacha. Igualmente, Morales traza una línea imaginaria que divide el templo en
dos partes, izquierda y derecha. La izquierda tiene una connotación femenina y
nocturna, y la derecha es masculina y diurna. Sugiere, además, que estas divisiones
binaria y terciaria que dominaban la cosmovisión andina, en el período Formati-
vo, podrían indicar la existencia de clases sociales (Fig. 2).
Fig. 2.- El templo de Pacopampa y su difusión en la sierra norte (uso de minka).
Morales (1997), citando a Tom Zuidema (1986), un antropólogo estructura-
lista holandés, argumenta que la dualidad y la tripartición e, inclusive, la cuatri-
partición, son viejos principios del mundo andino que ordenaban el sistema de
parentesco, la división de los ayllus, las alianzas matrimoniales, los espacios territo-
riales y la división y jerarquía del mundo religioso, teniendo también demostrado
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su continuidad desde épocas precolombinas, colonial y en algunas comunidades
de hoy. Otro importante elemento arquitectónico de Pacopampa es que al interior
de las tres plataformas, existe una red de canales subterráneos, los que hacen presu-
mir la existencia de galerías subterráneas, tal como en Chavín. Mas el investigador
no percibió la importancia del ayni o la minka para la construcción del templo.
Morales (1982, 1980) elabora su tesis de licenciatura, analizando la cerámica
procedente de sus excavaciones realizadas en Pacopampa a mediados de la década
del 70. En ese trabajo también propone que hubo una divinidad superior, el Dios
Felino, que organizaba y dinamizaba ese panteón andino como si fuese un culto
monoteísta. Sin embargo, la religiosidad andina posee una base del chamanismo
y es politeísta. Además, una observación detallada de la iconografía Pacopampa
apunta la existencia de diversos tipos de felinos, que deben representar varias di-
vinidades felinizadas.
El centro ceremonial La Galgada, otro sitio pre-Chavín localizado en la cuenca
del río Chuquicara al norte del «Cañón del Pato», en el departamento de Ancash,
ha sido estudiado por Bueno & Grieder (1981), Grieder et al. (1986) y Bueno
(1997, 1986a, 1986b y otros). Las excavaciones han denido sucesivas ocupaciones
culturales de larga continuidad, cuyos materiales indican inuencias arquitectóni-
cas y religiosas de diversas direcciones. El sitio fue ocupado entre 3200-2700 a. C.
y posee inuencias de los estilos arquitectónicos de plataformas con pozo y de los
conjuntos en «U» de las tradiciones costeñas. En la terraza del río Tablachaca, que
también pertenece al complejo La Galgada, existe un templo construido de piedras
medianas, cantos rodados y cascajos, formando una estructura de cinco plataformas
superpuestas, conteniendo, en el plano superior, varios recintos de esquinas curvas
y pequeños nichos trapezoidales llamados «nichitos». Esos recintos estaban pintados
de blanco y unidos por galerías subterráneas. El sitio posee un patio cuadrangular
y hoguera central. Este tipo de arquitectura se extiende a Kotosh Mito, localizado
en el departamento de Huánuco. La importancia de este sitio es su característica de
nexo de diversas inuencias religiosas y arquitectónicas entre la costa, la sierra y la
selva central durante casi 2 milenios antes de la formación Chavín.
Bueno (1997) realiza un análisis evolutivo y comparativo de la arquitectura y
del arte precerámico y observa el incremento de templos pre-Chavín en el período
Formativo Medio como fenómeno de los intensos contactos socioculturales y,
sobretodo, el del comercio. De los centros ceremoniales precerámicos se transita a
los grandes centros ceremoniales agroalfareros por vuelta de 2000 a. C. Los asen-
tamientos sociales dominan denitivamente los valles costeños e interandinos y se
práctica convenciones sosticadas en las artes.
Bueno (2006a, 2006b) descubre próximo al valle de Chuquicara, Departa-
mento de Ancash, diversos petroglifos de cóndores, serpientes y felinos en estrecha
relación con el templo La Galgada. Realiza un análisis iconográco de los diseños
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en las rocas e interpreta la cosmovisión andina de los tres mundos, semejante
al que realizó Morales para Pacopampa. En suma, tanto Grieder como Bueno
concuerdan que las diversas obras públicas de La Galgada fueron construidos por
la fuerza humana colectiva, mas descuidaron el tipo o tipos de organización del
trabajo comunitario empleado para la edicación del templo (Fig. 3).
Fig. 3.- Reconstrucción del templo La Galgada y su escalinata (uso de minka).
El centro ceremonial de Cerro Sechín (1600-1200 a. C.) está localizado en
el valle de Casma (Ancash), costa norcentral del Perú, a unos 15km del mar y
próximo al cerro del mismo nombre. Posee una larga secuencia cultural, mas —
para nuestro interés— durante el período Formativo Medio exhibe dos templos
que se diferencian por sus técnicas arquitectónicas. El primero, el más antiguo, es
el Templo de Barro, que presenta planta en «U» construida con adobes cónicos y
shicras, y que fue edicado como un apéndice surgiendo del cerro. El atrio central
muestra frisos de barro en altorrelieve con diseños de peces policromos en actitud
de devorar cuerpos humanos, al lado de una cabeza humana con líneas paralelas y
sinuosas, que simbolizarían la sangre derramada al lado de un felino guardián. El
segundo, denominado Templo Lítico, al que parece de inuencia serrana, mide 49
x 49m con esquinas curvas, galerías y pasadizos. Consiste en una serie de lápidas
con motivos de sacerdotes-guardianes y alternadas con rocas alisadas y talladas en
bajo-relieve que presentan cuerpos de hombres y niños mutilados, ojos, vértebras
e intestinos, siendo la sangre el elemento principal del templo. En la construcción
de esta estructura lítica no existen shicras.
Tello (1960) y sus seguidores defendían que Sechín era una colonia al servicio
de la sociedad Chavín y que había sido dominado por su arte de estilo chavinoide.
En su libro Arqueología del Valle de Casma, resume los intensos trabajos de campo
y describe la diversidad de sitios formativos en aquel valle. El enfoque difusionista
de Tello por entender las relaciones socioculturales entre Sechín y Chavín, y la
interpretación de los diseños líticos, desvió su atención de las formas de trabajo
colectivo empleado en este sitio.
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Bueno (1970-71) realiza una síntesis y evaluación crítica de Sechín e indica
que constituye uno de los templos más hermosos de la civilización andina, que
ha inspirado abundantemente a la literatura desde su descubrimiento por Julio
C. Tello en 1936. Propone que el arte lítico que orna el templo es diferente de
Chavín y concluye, a la luz de las investigaciones de aquella década del 70, que
todavía no se sabe con certeza si el sitio es anterior o posterior a la sociedad
Chavín.
Samaniego et al.(1985), a través de las excavaciones arqueológicas en el Tem-
plo Antiguo y en los corredores externos de las litoesculturas del Templo Lítico,
ha demostrado que Sechín es pre-Chavín. Por el análisis iconográco del templo
de barro, sugiere la existencia de un ritual de sacricio humano en forma de una
procesión que conectaba el templo con el litoral marino, donde eran arrojados los
cuerpos humanos sacricados y desmembrados en Sechín, a unos 10-15 km de
distancia hasta el mar.
Kauman (1990) considera que las escenas de lucha o invasión de pueblos
antiguos de guerreros-guardianes, interrelacionados con despojos humanos, en el
cual la sangre es el elemento principal como símbolo de fertilidad, sabiduría, rege-
neración de plantas y la vida cíclica, habría estimulado el surgimiento de las clases
sociales en la costa norcentral. En suma, los trabajos arquitectónicos de Sechín
permitieron la denición de su cronología, arte lítica y función religiosa (Fig. 4).
Fig. 4.- El templo de Cerro Sechín en el valle de Casma (uso de ayni para
el templo antiguo o barro y minka para el Nuevo con monolitos grabados).
Burger (1993), entre 1987-90, investiga el templo en forma de «de Cardal, en
el valle de Lurín, cuyas dataciones radiocarbónicas indican que la mayor parte de la
arquitectura monumental se construyó a lo largo de tres o cuatro siglos, entre 1100 y
850 a. C., defendiendo la hipótesis de la inuencia costeña en la formación Chavín.
Durante ese tiempo habrían sucedido tres grandes remodelaciones, que equivalen a
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la presencia de tres atrios superpuestos. Los atrios de Cardal son similares a los de Ga-
ragay, sin embargo el de Cardal (el Templo Medio) presenta frisos en la parte externa
del atrio que mira a la plaza principal. Por una muestra de bra de shicra hallada en
los cimientos de esa estructura, el atrio del Templo Medio fue datado en 850 a. C. La
plaza principal poseía dos pisos gruesos superpuestos que se extendían hasta la pared
de la terraza. Ambos fueron construidos con material seleccionado y cuidadosamente
depositado, y durante su preparación no existen vestigios de que fueron usados como
campos de cultivo, idea que fue propuesta por Williams (1980).
Burger (op. cit.) indica que en Cardal existen diez fosas circulares, llamadas
erróneamente «pozos», rodeando al sitio. Esas estructuras no se localizan en la
plaza, mas en las márgenes externas, sobretodo en el Brazo Derecho de la «U».
Las excavaciones en el Pozo EC-I (Estructura Circular-I) revelan un diámetro de
13,8m y fue denido por una pared de contención de piedras unidas con arga-
masa de barro. El piso fue preparado con arcilla y tierras cuidadosamente selec-
cionadas. Fragmentos de cráneo de un infante estuvieron enterrados en el centro
de la estructura, tal vez como parte de una ofrenda votiva. A pesar de haber sido
excavado el 60% del «pozo», no se encontró ningún acceso formal. Las dimensio-
nes de la estructura, así como la ausencia de evidencias de postes, tanto en el borde
como en el centro, revelan la carencia de un techo. Los arqueólogos que trabajaron
en Cardal, encontraron vestigios de shicras y adobes cónicos en la edicación del
templo, indicando trabajo comunitario de agricultores y pescadores.
En síntesis, el estudio de los elementos arquitectónicos como las rocas, shicras,
maderas, cantos rodados, huesos animales, restos de plantas, basura doméstica,
rellenos, adobes de diversos modelos y los tipos de planicación e isometrías de
los centros ceremoniales pre-Chavín habían sido estudiados por la arqueología
procesual para entender la evolución de la técnica arquitectónica, explicar los
cambios socioculturales y el surgimiento del Estado (Burger, 1993; Bueno, 1997
y otros). Casi todos los artículos se reeren a la interpretación de las iconografías
Fig. 5.- Modelo esquemático de los templos en «U» de la costa central.
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regionales, descuidando el tipo de trabajo comunal usado en la construcción de
los monumentos y el estudio de la organización del trabajo de agricultores, pesca-
dores, tejedores y comerciantes del período Formativo que, a nuestro parecer, es
de extrema importancia, ya que, con estos sistemas de trabajo precapitalistas (ayni,
minka y otros), lograron dominar el accidentado territorio andino y alcanzar el
desenvolvimiento de la alta cultura (Fig. 5).
La hipótesis
Etnohistoriadores peruanos como Porras Barrenechea (1986), Espinoza (1990,
1997), Pease (1991) y Rostworowski (1992) concuerdan que la organización so-
cial del trabajo en el Imperio Inca o Tawantinsuyo era compleja.2 Apuntan que,
en los siglos -, la fuerza del trabajo estaba socialmente organizada en varias
formas: el trabajo individual o familiar en los ayllus (la familia-extensa), el trabajo
dentro del régimen del ayni («reciprocidad»), el trabajo bajo régimen de minka o
minga («colectivismo»), el trabajo del ejército profesionalizado, el trabajo servil de
los yanayacos y yanas, el trabajo de los mercaderes, el trabajo esclavo o mita (por
los pinas), el trabajo ejercido en las acllahuasis y el trabajo de los administradores
burocráticos o tutricuts del Estado.
Salvo la mita y las dos últimas de la lista arriba mencionada, todas estas formas
de organización de la fuerza del trabajo parecen haber sido ejercidas en la región
andina desde los tiempos de la sociedad Chavín, indicando poblaciones con un
reducido e intensivo desarrollo de sus fuerzas productivas, la persistencia de la
organización clánica del ayllu y su estructura ancestral de producción, basada en
el ayni y la minka, adoptadas y fortalecidas por la etnia Inca en sus prácticas hege-
mónicas de control y ampliación del Estado a partir del inca Huiracocha, padre de
Pachacútec, a nes del siglo  d. C.
Espinoza (1990) sugiere que estas dos formas de organización del trabajo, ayni
y minka, deben haber comenzado desde los albores de la civilización andina, como
hasta la década de los 70 era considerada a la sociedad Chavín. Nuestra propuesta
todavía retrocede a más de dos milenios y sugiere que ayni y minka habrían sido
la fuerza motriz que dinamizó el mundo andino precapitalista, y se habrían origi-
nado en los períodos Arcaico y Formativo Inferior. Estos períodos serían los pri-
meros de las sociedades andinas pre-Chavín. En la actualidad, estas dos formas de
trabajo andino son vistas erradamente como sinónimos: sin embargo, ellas poseen
características y signicados propios, tal como veremos a continuación.
2 Santillán, F. de 1879 (1572). Relación del origen, descendencia política y gobierno de los Incas. En M. Ji-
ménez de la Espada (org.), Tres relaciones de las antiguedades peruanas. Madrid, 195 pgs. Cieza de León, P.
1947 (1553). La Crónica del Perú. Madrid, Biblioteca de Autores Españoles.
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Ayni
Durante el Tawantinsuyo, el ayni era un sistema de trabajo de reciprocidad fami-
liar generalizado entre los miembros de los ayllus, destinado a las construcciones
de estructuras públicas y a los trabajos agrícolas. Era practicado sincrónicamente
al ritmo del ciclo agrario (preparación de la tierra, abono, siembra, cosecha y
almacenamiento) y en todo momento que se hiciese necesario, como en la edi-
cación de casas, muerte de un familiar, muros y almacenes individuales. Era el
intercambio de la fuerza de trabajo entre los grupos humanos que componían un
ayllu (familias simples o compuestas), realizándose a través de la prestación de ser-
vicios por un individuo o por grupos, a un individuo o a grupos, y debiendo ser
«devuelto» con la misma fuerza de trabajo y entrega que fue despendida en fechas,
locales y tareas determinadas. O sea, era una obligación que implicaba una ética
comunal de connotación religiosa.
Cualquier persona del ayllu podía negarse al sistema ayni, mas siempre bajo la
pena de no poder recibir ayuda de nadie dentro de esa misma modalidad. Mien-
tras tanto, con respecto al tema de la «ayuda reciproca», el ayni articulaba un regla
milenaria de «te doy aquí y me devuelves allá», ad innitum, en un contrato perpe-
tuo siempre hecho a merced de intereses o conveniencias dictados por el momento
del evento y por los diversos individuos envueltos: el beneciario del ayni, además
de asumir oralmente la responsabilidad de «pagarlo» en el futuro (en condiciones
pactadas en el momento del contrato), ofrecía alimentos de carne de charqui de
camélidos, papas cocidas, maíz, ají, sal y cal, así como acca o chicha y hojas de coca
(en cantidades variables dependientes de cada caso) a los prestadores de servicios
durante toda la duración del trabajo.
En el caso de El Paraíso, uno de los templos en «U» más antiguos de la costa
central, en el valle del Chillón, fue descubierto por Engel en 1963 y estudiado por
Williams (1978, 1979, 1980) y Quilter (1985, 1989). Estos investigadores han
considerado que las antiguas poblaciones que construyeron el sitio eran pescado-
res, recolectores de mariscos y moluscos y horticultores. Eran sociedades igualita-
rias, sin jerarquías ni antagonismos entre sus miembros. El sitio posee 50 hectáreas
de extensión y el edicio principal, denominado la Estructura I, fue construido
de rocas metamórcas talladas en forma de lajas y bloques paralelepípedos, unidas
con arenas na y arcilla, y en el interior de los muros aparecen las bras shicras. En
la periferia existe abundante tierra negra debido al uso múltiples pachamancas con
restos vegetales, mariscos, moluscos y huesos de peces quemados que formaban el
contexto arqueológico.
Entre la década de 70 e inicios del siglo , en pleno dominio de la arqueo-
logía procesual o Nueva Arqueología, ha sido inferido, sin entrar en detalles, que
hubo algún tipo de organización de la fuerza del trabajo para la edicación de los
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templos pre-Chavín. Sin embargo, no había una hipótesis rme para comparar
que esa forma de organización laboral milenaria era practicada por los diversos
ayllus que vivían en las proximidades de los valles de Chillón, Ancón, Puente
Piedra y Rímac.
Nuestra primera hipótesis de trabajo señala que el ayni, o reciprocidad, habría
surgido en la costa central y norte chico, entre los valles costeños y las zonas cálidas
de las chaupiyungas, donde se desarrollaron los inmensos templos y arquitecturas
de planta ortogonal, así como los templos en «U» edicados por las poblaciones
sin clases sociales. Era un sistema de igualdad debido a la horizontalidad del terre-
no yunga donde ya vivían pescadores, tejedores, horticultores, artesanos y comer-
ciantes. Ellos formaban diversos ayllus que, para ayudarse, debido a la importancia
del augurio del clima y tiempo, tenían que organizarse, planicar y construir sus
templos dentro de la religión del huacanismo que permitía enfrentar y equilibrar
los estados de estrés de temor frente a los terremotos y las alteraciones climáticas
tan frecuentes en el mundo andino. Para eso usaron la tecnología de bra vegetal,
arcillas y rocas locales.
Así, el ayni consistía en la ayuda que ofrecía un grupo de personas o miembros
de una familia numerosa para realizar trabajos de preparación de la tierra, extrac-
ción y transporte de piedras y canastos, locomoción de tierras, edicación de tem-
plos, canales, caminos, puentes, limpieza y remodelación de aquellas estructuras
públicas de otros grupos vecinos. La condición fundamental era que esta relación
social correspondería de igual forma, contenido e intensidad cuando ellos lo ne-
cesitasen, como se acostumbra decir: «hoy por ti mañana por mi» y en retribución
se servían comidas y bebidas, banquetes, durante los días en que se desarrollaba el
trabajo comunal. O sea, los «unos» ayudaban a los «otros», y posteriormente los
«otros» retribuían el favor prestado a los «unos».
Este sistema de trabajo de reciprocidad milenaria continúa fuerte no solo en
muchas comunidades campesinas andinas, sino también en las poblaciones mes-
tizas del Ecuador, Bolivia y Perú, ayudándose en las labores de preparación de
alimentos, pastoreo, cosecha y construcción de viviendas. En las zonas de lengua
quechua, al norte del Perú y Ecuador, el vocablo ayni es traducido como minka o
minga, respectivamente, como categorías sinónimas. Sin embargo, son términos
diferentes. Tal como veremos en la segunda hipótesis.
Minka o minga
Ya la minga, o trabajo colectivo, tenía otra connotación. Con este sistema, la colec-
tividad ejecutaba las obras que beneciaban al ayllu como un todo: canales de irri-
gación local, andenes (terrazas de cultivo en las faldas de cerros), puentes, templos,
ciudades, locales de preparación de charqui y/o almacenamiento de productos, co-
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rrales, cercas, manutención de las huacas locales con enterramientos humanos, etc.
Este sistema envolvía y obligaba a todos los miembros de la comunidad a trabajar
en benecio de la comunidad o ayllu. Eventualmente, la minga también era reali-
zada cuando ocurría el casamiento de miembros del ayllu (ex. En la construcción
de su casa) o en el cuidado de las tierras de huérfanos, inválidos, viudas, enfermos
y ancianos del ayllu. Diferentemente del ayni, la minka no implicaba una deuda
ética ni obligaba al «pago» de especie alguna de la elite.
Durante el Tawantinsuyu, la mayoría de las ciudades o llactakuna, incluyendo
el Cusco, Hatun-Xauxa, Pumpu, Pisaq y Machu Picchu, fueron construidos a
través del sistema minka. Los constructores cortaron, labraron y transportaron
grandes y medianos bloques de piedra en forma rectangular y los colocaron en
forma horizontal, en hileras, unidas y superpuestas perfectamente, sin argamasa
de barro entre ellas, formando muros extensos, dotándolos de gran belleza en di-
seño, traza urbana y arquitectura. Las esquinas, como las del Coricancha, poseían
suaves curvaturas, con ventanas cuadrangulares y vigas de madera que cubrían el
techo (Espinoza 1997). Pues la minka fue la forma básica en que se efectuaba el
trabajo en el interior de las comunidades, así como en grandes territorios, como
las tierras del Estado y del Inca.
Las minkas eran fundamentales para mantener vínculos de solidaridad y per-
mitían que el ayllu sobreviviese. Por este motivo, aquellas personas que no cum-
plían las reglas andinas eran expulsadas y no tenían alternativas sino de tornarse
mendigos, siervos o yanas (esclavos) al servicio de alguien o del estado. Las familias
participaban en la construcción de locales, canales de irrigación, así como en la
ayuda en la chacra de las personas incapacitadas, huérfanos y ancianos.
La segunda hipótesis de trabajo apunta que la minka habría tenido un origen
serrano o andino y que los centros religiosos como Pacopampa y La Galgada ha-
brían sido construidos bajo este sistema. La fuerza del trabajo demostrada por los
ayllus durante la minka, una especie de competición entre ellos, habría sido con-
trolada por las estructuras de poder, permitiendo la formación de clases sociales,
al dominio de los territorios, las guerras y al incremento demográco. Por tanto,
la construcción de una obra público-ceremonial habría sido una decisión política
entre los líderes de los ayllus interesados y es posible suponer que hubo tensiones
sociales entre las poblaciones interandinas con las costeñas durante la expansión
de este sistema.
En síntesis, la minka es de utilidad comunitaria y ha permitido la construc-
ción de edicios públicos y/o de ofrecer benecios a una persona o a una familia,
como al realizarse la cosecha de papas, maíz, algodón u otro producto agrícola,
entre otras actividades de trabajo, siempre con un sentimiento de contribución
de la fuerza de trabajo de la comunidad. A partir de la década de los 50, debido a
la intensa migración campesina a las ciudades de Lima, Trujillo y Arequipa, este
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sistema milenario se difundió a las grandes urbes del territorio peruano. Actual-
mente continua practicándose en Bolivia, Ecuador y Chile, existiendo también
comunidades muy importantes en Colombia que han transcendido el concepto
a un plano político, al organizarse socialmente para la reivindicación de sus dere-
chos, la denuncia y la reexión frente a su situación actual.
Histórico
Tello (1923, 1942, 1960) comienza su investigación con el estudio de la so-
ciedad Chavín, indicándola como la cultura matriz de la civilización andina,
que se originó en la sierra de Ancash, entre la conuencia de los ríos Mosna y
Wacheqsa, y constituyó una gran formación social autóctona, que recibió fuerte
inuencia de la religiosidad chamánica amazónica. En aquella época, Tello con-
cluyó que los Chavín construyeron su propia cosmovisión de dioses felinizados,
serpientes y harpías tallados en las rocas, en la cerámica negra pulida y en los
tejidos, y difundieron su ideología entre los sitios de Ancón, Kotosh, Sechín y
Pallka de Yaután.
Bird (1951) y Bird et al. (1985) estudian el famoso sitio de Huaca Prieta,
a 2km del mar, en el valle de Chicama, en la costa norte peruana, recuperando
abundante información de tejidos sencillos de algodón, arquitectura de cantos
rodados y huesos de ballenas, enterramientos humanos, restos óseos de peces, con-
chas y camélidos, con datación de 2,200 a. C. Estos materiales fueron transpor-
tados por los sambaquianos andinos, que comenzaron a edicar sus templos para
realizar rituales, músicas y danzas. Huaca Prieta es un montículo de 20m de altura,
construido con cantos y piedras angulosas, que eran cargadas en los hombros en
una especie de canasta de junco bien trenzado. Estos pescadores-agricultores y
artesanos ya sembraban el algodón para confeccionar sus redes de pesca y telas
para pintar animales y símbolos, perpetuando sus ideologías y transmitiendo el
conocimiento a gran distancia. Los hallazgos de huesos de llamas indican un con-
tacto con los pueblos alto-andinos. Mas, Bird no percibió que la cestería obedece
a una forma de organización de trabajo propia de los pescadores y tejedores para
edicar sus templos.
Willey & Phillips (1958) denen el período Formativo (3000-200 a. C.)
como una categoría histórica concreta dentro del enfoque funcionalista, que
interpretaba que la acumulación de la cultura material y de patrones de asen-
tamientos andinos fue una consecuencia de los procesos de la domesticación
de plantas y animales, fenómeno social que habría ocurrido también en la civi-
lización de Mesoamérica. Este período está caracterizado por la formación de
diversas religiones del wakanismo, en cuyos centros arquitectónicos se congre-
gaban las poblaciones campesinas que vivían en aldeas, y puede dividirse en tres
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subperíodos. El Formativo Inferior está representado por el incremento de los
templos pre-Chavín; el Formativo Medio por el advenimiento de la cerámica
Inicial y el Formativo Tardío por el surgimiento de la civilización Chavín. En
aquel momento, la seriación y la tipología de la cerámica dominaban la teoría
arqueológica dentro del enfoque funcionalista.
Izumi (Ed. Tokyo, 1960) describe detalladamente la arquitectura del sitio
Kotosh Mito, localizado en el valle de Higueras, Huánuco, como un templo
pre-Chavín descubierto por Tello e investigado por los japoneses. Apunta que el
asentamiento posee diversas ocupaciones culturales, siendo el templo —conocido
como el «de las Manos Cruzadas»— más antiguo. Toda esta arquitectura religiosa
estaba pintada de blanco, con «nichitos» y, en el patio, un fogón central que indi-
caba la fuerte inuencia de la región amazónica, recordando la tradición de roza y
quema (coivara). Esta tradición de templos con esquinas curvas posee un radio de
difusión de 300km, entre la selva andina y la costa norte, desde la sierra de Ancash
hasta la sierra alta de Huánuco y cuyo centro más antiguo fue La Galgada (Bueno,
2004). Pues, a nuestro entender, el «Templo de las Manos Cruzadas» simbolizaría
el cooperativismo y la solidaridad de los ayllus serranos y amazónicos para la cons-
trucción de las grandes obras públicas a través de la minka.
Rowe (1962) establece la periodicación de los Andes Centrales en tres hori-
zontes culturales —siendo el Primer Horizonte englobado por la sociedad Cha-
vín—, más dos períodos intermedios y un extenso período precerámico, con base
a las dataciones radiocarbónicas, la estratigrafía y al aplicar la técnica de la seria-
ción de la cerámica superó a las antiguas secuencias propuestas por Uhle, Tello
y Bennett. Rowe clasica al arte Chavín en cuatro fases: A, B, C, D-E, lo que
permitió correlacionarla con el crecimiento arquitectónico del templo principal.
En aquella década (1960), el estudio de la tipología y la seriación de la cerámica
dominaban la teoría culturalista y funcionalista de la arqueología andina.
Engel (1963) inicia sus investigaciones en el período Arcaico de la costa cen-
tral y lo dene como el cúmulo de experiencias obtenidas de las tradiciones líticas
y las experimentaciones de la domesticación de animales y plantas. Sus trabajos
se concentraron en los sitios litorales de Chilca, Paloma y El Paraíso, recuperando
abundante material orgánico de origen marítimo y restos vegetales, concluyendo
que la gente comenzó a incrementar su población debido al descubrimiento de la
tecnología agrícola. Percibió, además, que el uso de shicras —un tipo de vegetal
propio del litoral y valles costeños— estaba presente con frecuencia en aquellas
estructuras públicas. Para Engel, la técnica de las shicras era usada por los campe-
sinos como amortiguador de estructuras, depositadas dentro de las paredes y bases
de los templos, con la nalidad de atenuar las consecuencias de las vibraciones de
las ondas sísmicas y terremotos que ocurrían permanentemente en la costa central
y sur. Esta técnica ingeniosa predominó entre 3000 y 800 a. C. (Fig. 6).
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Fig. 6.- Las bolsas de junco o shicras en el sitio de Cardal.
Bischof (1966) investiga la cerámica inicial de los sitios de Canapote, Momil
y Puerto Hormiga, en Colombia, indicando ser esa la cerámica más antigua de
las Américas con dataciones que oscilan entre 2800 e 2500 años a. C. Sugiere,
además, que los agricultores y pescadores de aguas tropicales de esta región sep-
tentrional de la América del Sur comenzaron a crear cerámicas simples en formas
de platos y ollas que servían para sus culinarias. En aquella época, el enfoque di-
fusionista y funcionalista dominaba la teoría arqueológica para entender las rutas
de migración, pues el estudio de la cerámica tenía una fuerte tendencia hacia la
comprobación de estos puntos de diseminación de esa tecnología entre las regio-
nes andinas y amazónicas.
Meggers et al. (1967), siguiendo el modelo difusionista, sugiere que la cerámi-
ca Valdivia, localizada en la costa del Guayas, en el Ecuador, parece ser más anti-
gua que la de los sitios colombianos ya mencionados. La investigadora argumenta
que esta cerámica parece haber sido introducida por los pescadores navegantes de
la cultura Jomón del Japón, proponiendo el modelo de difusión transpacíca. Pos-
teriormente indica que la alta cultura andina se habría difundido a la Amazonía,
habiendo ocurrido una degeneración cultural y social. Las contribuciones de Me-
ggers fueron diversas, principalmente orientadas para el determinismo ecológico,
el difusionismo y el funcionalismo en la Amazonía, como un continuismo de la
ecología cultural de Steward.
Lathrap (1967) critica la hipótesis de Meggers y apunta que la cerámica más
antigua del área ecuatoriano, datada de aproximadamente 3100 a. C., pertenece
a los niveles más bajos de Loma Alta y Valdivia, sitios que, al parecer, no guardan
semejanzas con los estilos de cerámica locales, sugiriendo que hubo dos tradicio-
nes culturales diferentes. La cerámica inicial de Loma Alta, a 15 km de la costa, en
el curso medio del río Valdivia, está constituida por tres formas básicas de vasijas
de uso doméstico (culinario o de depósito). Los estudios de Lathrap en el Alto
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Ucayali (Perú) le permitieron entender la enorme contribución de la Amazonía en
el desarrollo de los Andes. La fuerza de trabajo en grupo de las tribus amazónicas
habría pasado a la región andina para dominar un territorio altamente accidenta-
do. Sin embargo, la minka es propia de los Andes.
Binford (1968), a partir de nes de la década de 60 y 70, reestructura la teo-
ría arqueológica americana basada en el enfoque del proceso cultural, y Flannery
(1968) introduce la teoría ecológica de sistemas, ambos dando origen al surgi-
miento de la Nueva Arqueología. La inuencia cultural de esta corriente en la
región andina permitió el gran avance de las investigaciones sobre la domestica-
ción de plantas y animales, así como las formas de organización social, política y
tecnológica. Descuidando fuertemente la ideología y religión.
Lanning (1970), en su tesis de doctorado en base a las excavaciones de los
valles de Ancón-Chillón, costa central del Perú, propone que el fundamento para
el desarrollo de las sociedades andinas fue la agricultura, mas esto no ocurrió en
una forma revolucionaria sino que este crecimiento fue gradual y prolongado. En
contraste, la pesca, que comenzó hace casi 8.000 a. C., fue disminuyendo con el
tiempo, manteniéndose como una actividad complementaria. Las teorías del evo-
lucionismo multilineal con base agrícola propuestas por Vavilov, Sauer y Steward
para el desarrollo de las sociedades complejas dominaban el conocimiento de las
grandes civilizaciones del orbe, incluyendo a la Andina, tal como fue comprobado
en la región Ancón-Chillón por Lanning.
Lumbreras (1974, 1975, 1981) trabaja en el sitio de Chavín de Huántar, di-
rigido por Hernán Amat en aquella época, y formula la hipótesis de que las rela-
ciones sociales de producción y las fuerzas productivas de la sociedad Chavín for-
maban la conuencia de dos conjuntos de conocimientos tecnológicos, sobretodo
de la agricultura, una procedente de la sierra y otra de la selva, denominándolos
complejos cordillerano y tropical, respectivamente. Por ejemplo, sugiere que las
llamas y alpacas, del complejo cordillerano, habrían sido domesticadas en la mese-
ta del Collao, en Bolivia, y de allí se difundieron para el resto del territorio andino.
Lumbreras también aborda los períodos Lítico, Arcaico y Formativo, y discute los
orígenes del estado andino a partir de la sociedad Chavín.3 Evidentemente Lum-
breras no le dio ninguna importancia a los datos de las pinturas rupestres de la
sierra central que muestran otro panorama.
Moseley (1975, 1985), criticando el minucioso estudio de Lanning (op. cit.)
para los valles de Ancón-Chillón, elabora una hipótesis alternativa para el surgi-
miento de la alta cultura en la costa central andina, enfatizando a los fundamentos
marítimos. Esto causó gran polémica en la teoría de la arqueología andina. En
3 Sin embargo, la domesticación de camélidos ocurrió en las punas de Junín y no en la meseta del Collao. Asi-
mismo, dejó de lado el estudio de la ideología simbólica Chavín y su repercusión en los rituales, calendario,
estas y las relaciones de parentesco debido a su fuerte enfoque economicista.
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aquella época, Moseley creía que los fenómenos El Niño habían destruido cíclica-
mente la costa norte con inundaciones y sequías, mas beneciaba a la costa central
con la llegada de aguas temperadas, produciendo abundancia de cardúmenes de
varias especies. Admite que los recursos marítimos siempre fueron permanentes a
lo largo de todo el año, lo que habría permitido el desenvolvimiento de sociedades
litorales que datan del Período Precerámico Tardío (2500-1750 a. C.) en la costa
central y norcentral del Perú. Estos sitios poseían plataformas de montículos, de
arquitectura monumental, que requerían un gran contingente de mano-de-obra y
una planicación signicativa y bien organizada.
Moseley (1992), criticando a otros arqueólogos (Lanning, Engel y Fung),
apunta que esta arquitectura monumental había sido interpretada inicialmente
como evidencia de sociedad compleja. Sugiere que los sitios precerámicos de El
Paraíso, próximo a Lima, El Áspero, en el valle de Supe, Las Haldas, en el valle
de Casma, y Las Salinas de Chao, habían sido sociedades sin clases sociales y sólo
construyeron grandes estructuras piramidales basadas en la organización del traba-
jo del ayni y la minka. Sin embargo, para Moseley, estas dos categorías de trabajo
colectivo eran sinónimas y habrían servido tanto a pescadores cuanto a agriculto-
res para alcanzar la civilización.
Ravines & Isbell (1975) y Ravines et al. (1984), investigando el sitio de Garagay,
un templo en forma de «U», en el valle del Rímac, admite que el asentamiento es
de origen pre-Chavín, habiendo sido remodelado durante la inuencia de la religio-
sidad Chavín. Durante esta última ocupación, el sitio ganó una estructura circular,
la única existente, en forma de plaza, que está asociada a uno de los montículos
piramidales, la denominada Estructura A. Apunta, además, que con la llegada de la
inuencia Chavín, en 780+70 a. C., comenzaron las construcciones de estructuras
circulares en los restantes templos en «U» en el valle del Rímac, incluyendo los del
valle de Lurín. Realizó un detallado estudio de los materiales arqueológicos y for-
muló un modelo de trabajo colectivo que contabilizaba la cantidad de días-hombre
durante varios años, para estimar como habría sido la construcción de Garagay.
Lathrap (1977), en sus investigaciones en el sitio Real Alto, Ecuador, ha reve-
lado la naturaleza de las casas y el sistema de establecimiento de un pueblo Valdi-
via de la fase III (2500-2200 a. C.). La planta de las casas es oval, con medidas de
12 x 8m, delimitadas por un surco en la tierra, que era probablemente donde se
colocaban los troncos para las paredes y soportes del techo. La casa es muy grande
para una sola familia, mas parece haber servido como las malocas de la Amazonía,
alojando varios grupos familiares. Por otro lado, en ese sitio, hay centenas de casas
excavadas en la tierra, que se distribuían alrededor de una plaza abierta, formando
un rectángulo de esquinas curvas. Sin embargo, en el sitio El Encanto, otro asen-
tamiento del período Valdivia, en la isla Puná, la planta es circular, indicando un
grupo humano diferente al de Real Alto. El número exacto de casas en Real Alto
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es desconocido, mas ha sido estimada una población mínima de 2.000 habitantes,
dejando claro que las casas demandaban un grande esfuerzo colectivo.
Lathrap (ob. cit.) agrega que otros aspectos que caracterizan a la cultura Val-
divia son el uso de alucinógenos, principalmente la hoja de coca, pues los ídolos
de cerámica Valdivia exhiben rostros humanos con una de sus mejillas hinchada,
característica de la masticación de esa hoja «sagrada». También el uso de la pintura
corporal, collares, adornos labiales (tembetás), aretes semejantes al de los indios de
la Amazonía y la concha mullu (Spondylus princeps), que era el principal producto
de intercambio de larga distancia, con valor mágico-religioso. El descubrimiento
de las conchas sugiere la existencia de otra forma de trabajo, además de los comu-
nitarios: la de los comerciantes. Una observación importante es que el uso de las
hojas de coca, como percibió Lathrap, también fue un componente fundamental
para los trabajos colectivos andinos.
Williams (1977) descubre, a través del estudio de la fotogrametría, el patrón
arquitectónico de los templos en «U», que se distribuía en la costa central entre los
valles de Mala por el sur y el de Supe por el norte. Considera que Lurín constituye
uno de los valles costeños que tuvo gran densidad de sitios de este período For-
mativo Inicial y Medio (2000-500 a. C.). Son los de Candela, Cardal, Mina Per-
dida, Parka (o San Fernando o Mina Perdida B), Manchay y Pampa Cabrera. La
mayoría de los sitios dista pocos cientos de metros entre si. En el valle del Rímac
encontramos principalmente los sitios de Garagay, La Florida, Salinas y San An-
tonio. En el valle de Chillón existen los sitios de Huacoy y Chocas (sin considerar
a El Paraíso ni Pampa Cueva). En el valle de Chancay se registran los sitios de San
Jacinto, Grupo B, San Ignacio, Miraores y Cuyo. Para Williams, la edicación
de estos templos implicaba una organización religiosa con clases sociales. Sin em-
bargo, los diversos entierros humanos encontrados en excavaciones posteriores no
guardan diferencias marcadas, indicando poblaciones igualitarias.
Ravines & Isbell (1978) describen que la pirámide central de Garagay, descu-
bierta en 1959 y denominada de Estructura B, al que parece, no tuvo cimentación,
levantándose directamente sobre la supercie natural del terreno. Su edicación
comenzó a partir de una plataforma inicial que sufrió una serie de remodelaciones,
ganando de ese modo altura y volumen. Evidencias de por lo menos tres remo-
delaciones han sido encontradas, denominadas Templo Viejo (la más antigua),
Templo Medio y Templo Tardío (la más reciente). La mayor atención ha sido
dada al Templo Medio (considerado pre-Chavín), pues el Templo Tardío estaba
muy destruido y tuvo que ser desmontado para alcanzar el Templo Medio. En la
construcción del Templo Tardío fueron cortados los muros del Templo Medio a
una altura de 1.40m. El relleno para cimentar la nueva plataforma se compone de
adobes hemisféricos, tierra, cantos rodados, cuerdas, cestos de shicras y un poco de
basura doméstica. Los frisos de este templo fueron destruidos totalmente. Al pare-
62 investigaciones sociales
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cer los templos eran enterrados con una serie de rituales y sobre ellos construyeron
el nuevo. En el relleno que sirvió para asentar el piso del Templo Tardío fueron
encontrados dos ofrendas: una pequeña imagen hecha en una laja de granodiorita
y un collar de Spondylus rojo llamado de chaquira. La gura fue trabajada sobre
una supercie lisa recubierta de yeso sobre un fondo ceniza, representando un ser
antropomorfo que puede reconocerse como un personaje divino Chavín, llamado
por Rowe (1973) como el «Dios Sonriente». A cada lado de los brazos abiertos
se encuentran adheridas ramas espinosas, tratando de representar bastones como
símbolos de poder.
Williams (1978) propone que el tamaño de los grandes patios, plazas o can-
chas de los Templos en «U» no guardan relación con la escala humana, debido a su
monumentalidad. Formula, entonces, la hipótesis de que habrían servido como
«Templos-chacra» o «huertos sagrados». Inere, todavía, sin practicar excavaciones
sistemáticas, que las plazas podrían haber servido para cultivar semillas selecciona-
das, o por lo menos «sagradas», para los agricultores. O sea, el investigador consi-
dera que, por las dimensiones de las plazas, estas no corresponderían a la función
de albergar muchas personas, pues resultarían demasiado amplias, y la población
estimada para esa época se perdería en sus enormes dimensiones. Sin embargo,
esta inferencia procede de criterios modernos y económicos, que no tienen un sus-
tento antropológico andino. Pues la plaza representa una solución arquitectónica
a un problema sociocultural y simbólico, y por eso sólo será entendido desde la
cosmovisión de esa cultura costeña.
Cárdenas (1980) estudia el Sambaqui de las Salinas de Chao (5000-4000 a.
C.), localizado en el valle de Chao, en la costa norte del Perú. El sitio es una es-
tructura pública elaborada de conchas, cantos rodados y shicras, depositadas en
las estructuras para dar solidez en los momentos de terremotos. Eran elaboradas
por pescadores, que ya tenían algunas plantas domesticadas como juncos, achira
(cará), algodón, calabaza, jíquima y frutas. Estas shicras también fueron halladas
en los sitios de Paloma, Chilca, Huaca Prieta y, posteriormente, en los templos en
«U», además del uso de cantos rodados, lajas y piedras medianas para sus estructu-
ras públicas. Así la presencia de shicras permite levantar la hipótesis de la existencia
de un tipo de cooperación social para la edicación del templo.
Ravines (1982), criticando la hipótesis transpacíca de Meggers, anota que se
desconoce el origen de la cerámica en la región andina y admite que no existe nin-
gún argumento válido que sugiriera su origen extracontinental. Además, indica que
las evidencias acumuladas en la década de 70 apuntan para un origen ecuatoriano y
otra del norte de la América del Sur (Colombia). Admite, también, que el Período
Formativo Medio (2600-1500 a. C.) está caracterizado por la intensicación de los
inmensos templos y por la introducción de la cerámica, siendo por eso también
llamado de período de la Cerámica Inicial y corresponde al desarrollo de las series ce-
63
investigaciones sociales
E    :         -C
rámicas de Valdivia. Durante este período, los asentamientos Valdivia se distribuyen
entre Mantas por el norte y Puná por el sur, en el Ecuador, atingiendo varias decenas
de kilómetros tierra adentro y siguiendo el curso medio de los principales ríos.
Donnan (1985), en vista de la creciente descubierta de centros ceremoniales
del Formativo andino, organiza en octubre de 1982, en la Dumbarton Oaks,
Washington D.C, el primer encuentro de los investigadores de la arquitectura
monumental pre-Chavín y publica sus resultados en un sólo volumen. Concluye
que hubo un crecimiento expansivo de templos pre-Chavín antes del advenimien-
to de la cerámica en los Andes Centrales como producto de la sedentarización, de
la domesticación de plantas y de animales, del almacenamiento de alimentos y
de la pesca intensiva. En ese volumen publicado, el estudio de la evolución de los
templos pre-Chavín fue entendido dentro de la teoría procesual y funcionalista de
la Nueva Arqueología.
Meggers (1985) sugiere que la agricultura Valdivia se basó principalmente en
el cultivo del maíz, mas las pruebas descubiertas no son sucientes para defender
tal hipótesis. A pesar de que las poblaciones Valdivia dependían básicamente de la
agricultura, también los peces y crustáceos marinos fueron el sustento de sus die-
tas. Esta incluía varios mariscos, la concha negra (Anadara tuberculosa) —molusco
bivalvo que abunda en los manglares—, y peces tanto de aguas bajas superciales
cuanto profundas. Es probable que las poblaciones del interior no fuesen pescado-
ras, mas obtenían productos marinos por el trueque del excedente de sus colectas,
un sistema milenario andino (reciprocidad y redistribución) presente ya en las
fases precerámicas. Los anzuelos para la pesca eran de una sola pieza, y eran hechos
de madreperla. El uso de canoas puede inferirse por la presencia de grandes azadas
de conchas y raspadores de piedra, alados en un borde, y por la analogía de un
modelo de canoa hecho en la cerámica Valdivia de la fase IV.
La hipótesis de Lathrap (1985), posteriormente retomadas por Roosevelt
(1991), Heckenberger (2000) y otros, concebía a la Amazonía prehistórica como
una región arqueológica compleja y portadora de diversas culturas; propone un
origen amazónico para el surgimiento de la cerámica en la boca del río Amazonas,
fase Taperinha y Mina, procedente de sambaquis marítimos. El descubrimiento de
cerámica temprana en la boca del Amazonas fue registrado por Mario Simões en la
década de 70, mas fueron ignorados por el PRONAPABA, coordinado por Betty
Meggers y Cliord Evans Jr., que trataron de ocultar los nuevos descubrimientos
arqueológicos y etnohistóricos de la América del Sur, entre 1960 y 1990. El nado
Lathrap jamás consiguió excavar en el Brasil para comprobar su hipótesis debido
a las «guerras académicas».
Feldman (1985) y Fung (1988) arman que el sitio Las Haldas, en el valle de
Casma, es un templo monumental del Período Formativo y presenta una exten-
sa plataforma con rampa, muros de cantos rodados, argamasa de barro y cestos
64 investigaciones sociales
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de shicras, inriendo que las poblaciones non-egalitarias habrían edicado esta
estructura monumental.4 Feldman (ob. cit.) también estudia el sitio El Áspero
(3000-2500 a. C.), en el valle de Supe, y subraya que las evidencias arqueológicas
recuperadas indican la fuerte organización social y religiosa, además de la alta
densidad demográca de campesinos, que se reunían durante las grandes estas
para ejecutar diversos rituales, incluyendo los de emparejamiento, la muerte y de
sacricios de animales.
Williams (1985) reitera que el surgimiento de templos de planta en «U», con
plataformas, atrio, patio y estructuras circulares, se extendió desde el valle de Mo-
che hasta 600 km al sur en la costa central en el valle de Mala, entre los años de
2500-2000 a. C. Desde los valles de Supe hasta Lurín, que engloba esa disper-
sión arquitectónica, exhiben frisos decorados, como en Garagay, Mina Perdida
y Manchay Bajo. Además, Williams admite que la Costa Central es un concepto
del marco teórico de la arqueología andina, pues resume en un sólo término la
interacción de los aspectos geográcos y arqueológicos en el proceso cultural. Po-
see un ecosistema peculiar o un área de cotradición, formados por los valles desde
Chancay hasta Lurín, pudiendo extenderse hasta los de Supe por el norte y Mala
por el sur, todos desembocando en el Océano Pacíco.
Patterson (1985) recupera la cerámica del sitio La Florida, en el valle del Rí-
mac, otro templo en U, de las capas de basura ceremonial próximas a la base del
montículo, en un área usado por la población como taller. La colección consta
de 458 fragmentos, además de 95 tiestos con bordes decorados. Cuatro tipos de
vasijas están presentes en la muestra: ollas de cuello corto, con diámetro de la boca
de 17cm; vasos con diámetro de boca de 34cm (ambos con supercies opacas ma-
rrón con vestigio de pulimento irregular); botellas de base angular y cuello cónico
(con decoración incisa en el cuerpo); y platos abiertos sin decoración, de forma de
calabaza. El estudio de Patterson se orienta al análisis de la cerámica y su función
para establecer cronologías relativas y secuencias culturales.
Moseley (1985) y Haas (1987) apuntan a que las antiguas poblaciones andi-
nas, costeñas, serranas y amazónicas, crearon vínculos de contacto a través de mi-
gración, guerra y comercio. Mas aquellos pueblos también fueron evolucionando
demográcamente y acumulando experiencias empíricas adquiridas tanto en la
costa como en la sierra. El fenómeno del incremento demográco es un feedback
o estado de retroalimentación debido a la acumulación de otros factores básicos
4 Los debates de la formación de las clases sociales protagonizados por Moseley (1975), que deende la ausencia
de clases sociales en la costa central en ese período, y Feldman (1985, 1987), que estudió la organización social
en los grandes centros ceremoniales de la costa nor-central como El Áspero, Huaca de Los Ídolos y Las Haldas,
sugirió que el fenómeno de la aparición de las clases sociales comenzó a generarse en los períodos formativos pre-
Chavín en áreas y épocas diferentes. Por otro lado, Engel (1963), que fue el primer investigador en levantar la
hipótesis de las shicras como una técnica constructiva contra los terremotos, sugiere, como Moseley, que todavía
no había clases sociales bien denidas en esta región durante el período Formativo Medio.
65
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E    :         -C
tales como la tecnología, la comunicación y la adaptación. Así, las tribus arcaicas
comienzan a organizarse bajo reglas rígidas de religiosidad, lenguas, parentesco y
formas de trabajo (ayni, minka y mita) que permitieron la construcción de inmen-
sas estructuras públicas, algunas de ellas de formas piramidales truncadas, canales
y caminos, debido a la organización sociopolítica y teocrática que comenzaba a
formarse como una clase social especializada: los sacerdotes.
Pozorski & Pozorski (1987, 1990) estudian el sitio Pampa de Las Llamas-Moxe-
que, en el valle de Casma, que fue ocupado entre 1800-900 a. C. Todas las construc-
ciones están orientadas en un eje de 41º NE y ocupan un área aproximada de 2 mil
km². Era un centro urbano planicado pre-Chavín, con una gran plaza principal
cuadrangular en el centro, rodeado de plataformas (Huaca A y Moxeque) y estructu-
ras intermedias con casas hechas de piedra. La pareja Pozorski arma que en aquella
época ya existían diversos estratos sociales y grupos de poder. Haas (1987) apunta
que el surgimiento del urbanismo andino ocurrió en esa época debido a la simbiosis
entre la teocracia y el militarismo. O sea, las élites se formaron por las guerras prece-
rámicas y legitimadas por la mitología y los rituales religiosos.
Gorriti y García Godos (1989) realizaron algunas comparaciones entre el ta-
maño de los Templos en «U» y establecieron algunas notables diferencias, clasi-
cándolas en: grandes, como el de San Jacinto (500 por 600m) en el valle de Chan-
cay, medianos, como Cardal (150 por 200m), y pequeños, como Huaca Candela
(85 por 130m), estos en el vale de Lurín. Sin embargo, esa clasicación simplista
no nos permite entender las formas de trabajo empleado por los campesinos para
los templos en «U».
Bonavia (1992) estudia el sitio Los Gavilanes, en el valle de Huarmey, Ancash,
costa norcentral, e indica que fue un campamento del período Arcaico localizado
en un antiguo oasis, hoy desértico, donde fueron encontrados restos de maíz,
peces, mariscos y osadas de mamíferos marinos. Además, huesos de alpacas, char-
qui y coprolitos de llamas aparecen en el contexto arqueológico, indicando que
aquellos camélidos sirvieron de transporte para las sierras. Sugiere, además, que
el algodón (Gossypium barbadense) fue el elemento principal de domesticación y
sedentarización que sirvió para la confección de redes y mayor aprovechamiento
de peces. La calabaza (Cucurbita pepo) permitió, junto con el algodón, a la elabo-
ración de diseños relacionados a su religión costeña y serrana, que eran el águila,
el cóndor, la serpiente, los peces y las aves marinas. A pesar de percibirse un tipo
de trabajo corporativo y otro de intercambio a distancia, el autor arriba citado
discutió profundamente el tema de la domesticación de plantas, sobretodo el maíz
y el algodón, y la domesticación de alpacas y llamas.
Meggers (1994), a través de estudios sedimentológicos y palinológicos, propo-
ne la existencia de dos grandes Mega-Niños que ocurrieron, uno en 3100 a. C. y
otro entre 1900 y 1600 a. C., que afectaron a las regiones andino-amazónicas con
66 investigaciones sociales
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inundaciones y disminución da temperatura. Tales eventos ecológicos coinciden
de un modo interesante con la difusión de la cerámica en San Pedro, sitio pre-
Valdivia en el Ecuador, y el segundo, con la llegada de la cerámica a los Andes pe-
ruanos, en Kotosh-Mito, en una fase denominada Wayrajirca. Esto indicaría mi-
graciones humanas amazónicas a los Andes, tal como apuntaba Lathrap en 1970.
Shady (1997, 2003, 2004) estudia el sitio de Caral, en el valle de Supe, que
había sido descubierto por Paul Kosok y Richard Schaedel en 1949 y después reva-
lorado por el arquitecto Carlos Williams en 1977, conocido como Chupacigarro y
excavado por F. Engel en 1963. Investiga el origen del proceso de formación de los
centros urbanos partiendo de bases religiosas. Es decir, las urbes andinas habrían
surgido de antiguas estructuras político-religiosas. Desde 1994, dirige el Proyecto
Especial Arqueológico Caral-Supe, que busca pesquisar, conservar y poner en valor
este importante sitio. El trabajo que ella viene realizando se caracteriza por ser de
corte multidisciplinario; vincula el patrimonio arqueológico con las poblaciones
actuales del entorno, la producción cientíca y la ejecución de proyectos con res-
ponsabilidad social. Shady también descubrió tejidos shicras como componente de
estructuras arqueológicas, lo que permitió su datación e inere que la edicación
del sitio fue elaborada por el trabajo comunitario.
Bueno (1997) menciona que la tradición arquitectónica de los Templos en
«U» todavía no fue totalmente estudiada, siendo pocos los sitios trabajados con
detalle. Los Templos en «U» son grandes construcciones formadas por tres pirá-
mides con presencia de shicras, cantos rodados y adobes cónicos. Una principal o
central (generalmente la más elevada) rodeada por otras dos pirámides alargadas y
menos elevadas, denominadas «brazos», conformando de esta forma el patrón en
«U». El alineamiento de todos los Templos en «U» comparte una tendencia similar
al norte magnético. Esta orientación se realiza trazando una línea imaginaria que
parte del centro del atrio, formando un ángulo recto con el frontis de la Pirámide
Principal, y sigue por el centro de la plaza, paralela a los Brazos.
Dillehay (1998), seguido de Burger y Salazar (1994) e Isbell (1976) sugieren
que los centros ceremoniales en forma de «U» fueron planicados con base al
dualismo, en referencia a las plataformas laterales, o «brazos», del patrón en «U».
Morales (2001) agrega que tales montículos o «brazos», sumados a la pirámide
principal, podrían indicar que se trata de una unidad de formación tripartita,
semejante a Pacopampa, más de formato diferente. Sobre este análisis estructural,
podemos incrementar a la única e inmensa plaza cuadrangular, como el cuarto ele-
mento arquitectónico que caracteriza la conformación cuatripartita. La existencia
de esta plaza pública podría indicar un espacio comunitario donde interactuaron
las densas poblaciones humanas de la costa central formadas de tres grandes fami-
lias, o ayllus, compuestas por pescadores, agricultores y artesanos, cada una con sus
líderes y chamanes, sin clases sociales marcadas.
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Scheel-Ybert (2003), estudiando los restos paleobotánicos de los pescadores
sambaquis del litoral brasileño, durante el Período Arcaico, propone que las an-
tiguas poblaciones humanas de la Región de los Lagos, en Río de Janeiro, esta-
ban practicando algún tipo de cultivo, tal vez en forma de huertos y rodeados
de palmeras, conteniendo una gran diversidad de plantas, incluyendo tuberosas
como las Gramineae, Cyperaceae y Dioscorea sp. (cará), y brosas como los jun-
cos llamados de taboas (Typha domincensis). Las plantas pueden haber sido un
importante complemento alimenticio y algunas de ellas podrían inclusive haber
sido cultivadas por los pescadores sambaquianos. Mientras tanto, la inmensa falta
de información sobre el consumo de plantas y producción de alimentos en la
prehistoria brasileña deja una gran laguna en el conocimiento disponible y torna
la cuestión de la domesticación y el cultivo como un punto a ser elucidado en esta
región. Consideramos de suma importancia indicar que los pescadores sambaquis,
tanto del Brasil cuanto del Perú, ya conocían el uso de estas bras de junco —ta-
boa, totora y shicra— desde el período arcaico.
Santos (2007) apunta que la región andina, incluyendo la de Mesoamérica
ha producido un universo de representaciones gurativas, elaboradas en todos
los horizontes y períodos de su historia, mas principalmente a partir del Período
Cerámico Inicial (con principio entre 3000 y 1800 a. C. y nal en 1200 a. C.) y
del Primer Horizonte (1200-200 a. C.). En este Horizonte, se observa una de las
más antiguas manifestaciones de la cultura supralocal pan-andina, denominada la
sociedad Chavín, que se difunde por los Departamentos de Ancash, Lima, La Li-
bertad, Ica, Huánuco y adyacencias. En esta sociedad y en las culturas posteriores,
las imágenes serían producidas a gran escala —sobretodo en las cerámicas y teji-
dos— y tuvieron funciones políticas centrales, ocupando posiciones de destaque
en la arquitectura de los centros político-ceremoniales controlados por las elites
dirigentes, principalmente bajo la forma de altorrelieves. Además, los símbolos
andinos, como formas de integración social, también permitieron la organización
de la fuerza del trabajo (sea ayni o minka) para el surgimiento de la civilización y
la legitimación de las capas sociales.
Chu Barrera (2008) trabajó recientemente en el sitio de Bandurria (3000-
1800 a. C.) en el valle de Huaura, en Lima, localizado en frente a una larga playa
de arena del océano Pacíco, sobre una planicie a 20 msnm. El sitio ceremonial
es una pirámide truncada al lado de una estructura circular, unidas por escaleras
de cantos rodados, ambas usadas para rituales de carácter solemne, teniendo al-
rededor diversos agrupamientos de piedra, donde vivía la comunidad pescadora.
En la construcción del sitio fue depositado abundante cascajo, ripio y arena. Las
excavaciones arqueológicas de las plataformas registraron la ausencia de shicras.
¿qué ocurrió en este sitio?, ¿por qué no usaron shicras?, ¿como habrían transporta-
do arenas, ripio y cascajos para la edicación del templo?, ¿tal vez los pescadores
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locales fueron obligados a trabajos forzados para la edicación de los templos?
Son interrogantes que se levantan a partir del registro arqueológico y permitirán la
formulación de otras hipótesis de trabajo.
Altamirano (2009) comenta que el período Formativo Inferior y Medio es
crucial para entender el surgimiento de la alta civilización. Por tanto, tres hipótesis
han sido planteadas en este artículo. La primera, formulada por Lanning y Engel,
propone que los fundamentos agrícolas experimentados en los valles y las lomas
constituyen los factores que generaron la complejidad sociocultural. La segunda,
encabezada por Moseley y Burger, en contraposición a la primera, enfatiza que los
recursos marítimos permanentes de la costa central permitieron que poblaciones
simples que habían construido templos impresionantes generaron las clases socia-
les; y la tercera, por la trilogía peruana de Bueno, Shady y Morales, consideran que
hubo diversos movimientos sociales y religiosos entre la costa, la sierra y la selva,
como una simbiosis cultural y amalgamando los dos modelos anteriores.
Hoy, después de más de tres décadas de conictos teóricos, la arqueología cultu-
ralista había dominado el conocimiento de la prehistoria andina, aplicando la teoría
del arte y la búsqueda de leyes del desarrollo sociocultural; los patrones de asenta-
miento; establecimiento de horizontes, períodos y fases; los estilos arquitectónicos
y ceramográcos; tipos de plantas y animales utilizados; osteología cultural, entre
otros (ver Engel, 1963; Cárdenas, 1980; Cohen, 1989; Quilter, 1985, 1989, 1991;
Bonavia, 1992; Burger, 1992, 1993; Wilson, 2000; Raymond, 2001 y Shady, 2003,
2004, 2005, 2006a, 2006b, 2006c). Cada una de las tres teorías supracitadas ganó
sus defensores, descuidando el tipo de organización de trabajo andino producido
tanto en la costa cuanto en la sierra y selva durante el período Formativo Medio. Por
tanto, la arqueología social —liderada por Lumbreras— había tocado tangencial-
mente el tema de la organización del trabajo colectivo, que ya se había desarrollado
desde los albores de las civilizaciones andinas. La importancia reside en el hecho de
que, gracias a estos sistemas (ayni y minka), fue posible construir la grandeza de la
cultura andina, sin embargo no hubo intentos de elaborar una herramienta metodo-
lógica consistente para estudiar los materiales arquitectónicos utilizados en los tem-
plos pre-Chavín y entender los sistemas del ayni y la minka en la arqueología andina.
Asimismo, poca importancia ha sido dado al papel del camélido como el ani-
mal de carga que permitió la interacción con todos los pueblos del ande y los
cuchillos de obsidiana para el corte de las bras difundidos a gran distancia.
Conclusiones
Este trabajo se concentró en el Museo Nacional de Arqueología y Antropología
de Lima (MNAA). Nuestra investigación comenzó con la revisión de los catálogos
del Laboratorio de Restos Orgánicos, de adobes y de material lítico del MNAA
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donde seleccionamos los materiales a ser analizados. Así, Ravines et al. (1984) y
Bueno (1997) describen los materiales arquitectónicos constructivos, tales como:
La roca ha sido el material constructivo más empleado en la arquitectura pre-
cerámica, clasicada en ripio y cantos rodados, para las bases de las plataformas,
plazas y muros. La piedra tallada se usó para la construcción de los muros, de
los nichos y para reforzar las esquinas de las habitaciones, bordes de las terrazas,
banquetas y cobertura de los canales. Los cantos rodados se usaron para reforzar
los cimientos y los muros de los edicios. Las grandes rocas de Pacopampa, La
Galgada y Cerro Sechín fueron las ígneas, metamórcas y sedimentarias, y fueron
medidas con reglas milimétricas y winchas, y estimado el peso de los bloques en
kilogramos. Fueron usados lupas para medición de los gránulos de las rocas y áci-
do sulfúrico (H2SO4) para ver a su composición química.
Las bras vegetales o shicras y las maderas fueron usadas en la construcción de
templos procedente de áreas próximas a los asentamientos. Fueron identicadas y
comparadas con el trabajo de materiales constructivos de Ravines et al. (1984) y
Engel (1963). La madera ha sido encontrada en pocos sitios, como en La Galgada,
Río Seco y Huaca Prieta, formando vigas de los techos y dinteles. La shicra, tam-
bién conocida como totora y junco, crecía abundantemente en los lagos marinos y
márgenes de los ríos costeños. Era usada para revestir el techo de las casas con ca-
rrizos o quinchas, y ha sido encontrada desde Paracas, en la costa sur, hasta Chilca
y Asia, en la costa central. Las shicras fueron identicadas dentro de la familia de
las Typha sp. En el laboratorio, este material orgánico ha sido manipulado usando
guantes descartables, medido con calibrador milimétrico y reglas de 30 cm, foto-
graado y dibujos. Las informaciones de las medidas nos condujeron a calcular el
peso que cargaban para los templos, dentro del sistema ayni, los hombres de las
comunidades costeñas.
Los adobes han sido usados solamente en la arquitectura precerámica de la
costa, a veces mezclados con piedras o no. En la sierra no han sido encontradas
construcciones con adobes para el período Arcaico. Los adobes empleados en este
período poseen diversas formas: cilíndricos, cónicos u odontiformes, tronco-cóni-
cos e irregulares. Bueno (1997) arma que tales adobes fueron inventados durante
la llegada de la cerámica a los Andes, o sea, casi 1.600 años a. C., los cuales estaban
paulatinamente abandonando el uso de las tradicionales shicras de la costa central.
Los adobes serán medidos, pesados y analizados los tipos de arcillas empleados y
descritos, usando las mismas herramientas de medición de las shicras. Los adobes
rectangulares de los períodos cerámicos poseen diversos tipos de marcas que indi-
can la participación de los ayllus en las obras comunales, así como los adobitos del
período Intermedio Temprano (200 a. C.-700 d. C.) y los adobones, a partir del
Horizonte Medio (700 d. C.-1200 d. C.) en la costa central, donde se populariza
masivamente.
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Los barros se utilizaban en todas las construcciones precerámicas como ar-
gamasa para unir piedras y/o adobes. Han sido usados en los pisos y muros,
mezclados con hormigón, arena y cascajo, y en las bases de los muros de La
Galgada, Cardal y Sechín. Las plazas de Pacopampa y Cardal evidencian gruesos
pisos de barro que indican haber sido usados para numerosas personas durante
las estas religiosas. El barro alisado no ha sido usado en el revoque de los mu-
ros. Los constructores de templos han remodelado los muros con diversos tipos
de capas nas de barro de colores blanco, amarillo o rojo, en su mayoría muy
deteriorada por la acción del tiempo y la intemperie. El análisis de este elemento
constructivo puede conducir a entender las remodelaciones de templos, mas no
nos permitirán aclarar las formas de trabajo colectivo, sino de trabajo especiali-
zado (los constructores).
En síntesis, nuestra hipótesis del ayni busca correlacionar fundamentalmente
los tipos de shicras y las rocas pequeñas y medianas, capaces de ser transportadas
por decenas o centenas de individuos durante mucho tiempo, como indicadores
de la primera forma de organización del trabajo que habría surgido en la costa
central. El sistema de la minka, más desarrollada, podría ser inferido a través del
análisis de la presencia de diversas técnicas constructivas, como uso de grandes ro-
cas, adobes, rellenos, revoque, dinteles y escaleras, además del complejo arte sacro.
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... Pluriversal education could help in dismantling such thoughts and enhance students' pride in their indigeneity by fostering Indigenous knowledges and cosmovision and by incorporating Indigenous methods of working and learning into instructional practices. In Sarayaku, we observed the bearing of Indigenous methods in instructional practices as one of the teachers used minga, a collaborative and reciprocal form or work (Altamirano Enciso & Bueno Mendoza, 2011), as a learning and teaching method. In these classes, students worked together to clear spaces for fish ponds and to build a henhouse. ...
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Education has a fundamental role in preparing youth to address the socio-environmental challenges that threaten Indigenous territories in Ecuadorian Amazonia. In this study, we focus on place-based learning and analyse how diverse learning spaces in the everyday lives of the Indigenous youth allow them to engage with diverse knowledges on socio-environmental issues. We conducted participatory mapping, photo elicitation, and interviews in three upper secondary schools in Pastaza province of Ecuador to study young people’s perceptions and teachable moments about socio-environmental issues. The findings suggest that young people’s daily embodied experiences, family life, and community meetings offer rich grounds for learning about local socio-environmental issues, Indigenous knowledge, and cosmovision (worldview). However, in the intercultural bilingual upper secondary schooling, socio-environmental issues are discussed mostly as detached global phenomena, while more explicit connections to local issues and knowledge would contribute to pluriversalizing education and supporting students’ territorial ties and critical socio-environmental consciousness.
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Introducción: para una evaluación de los impactos generados por proyectos de desarrollo en comunidades rurales de Bolivia, es de suma importancia la incorporación de la dimensión social desde un enfoque cualitativo y participativo que permita capturar las dinámicas territoriales y la reconstrucción de la memoria histórica desde las comunidades y su relación con los proyectos de desarrollo. Objetivo: determinar las representaciones sociales, imaginarios y territorialidades construidas por las comunidades próximas a los megaproyectos hidroeléctricos, en torno a la presencia de proyectos de desarrollo y su relación con los proyectos de vida familiar y comunal. Metodología: esta investigación ha sido realizada mediante un enfoque transdisciplinario, a partir aproximaciones cualitativas, priorizando el diálogo con las comunidades. Se han revisado fuentes documentales, hemerográficas, además de la realización de talleres comunales, entrevistas grupales, entrevistas individuales y mapas parlantes. Conclusiones: una evaluación que busque reflejar el impacto de los proyectos de desarrollo en las comunidades circundantes debe contar con un enfoque participativo. Debe incorporar un enfoque cualitativo que capture aspectos subjetivos y narrativos. Es necesaria la ampliación de los indicadores tradicionales, incluyendo dimensiones sociales como el lenguaje, la creatividad, la memoria colectiva y las relaciones comunitarias.
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La presente memoria de investigación tiene como objetivo explorar cómo los conceptos de reciprocidad, compromiso y complementariedad de la “Minka”, conocimiento ancestral de los andes, pueden funcionar para la creación coreográfica colaborativa. Así, esta investigación - creación pasa por el esfuerzo de movilizar conocimiento de otras disciplinas para crear una metodología que permita trabajar temas sensibles en espacios multiculturales y con personas de todos los niveles de conocimiento en la danza. La Minka es un saber que condensa un sistema que refleja los valores de la cosmovisión andina y la forma de construir comunidad. Dado que no existe literatura sobre una “Minka coreográfica” esta investigación debió sintetizar aspectos y asociarlos con otros saberes como el cuerpo – territorio, el sentipensar, la fenomenología, en trabajo en video y la metodología de artes expresivas. Esto con el fin de explicar la complejidad de la Minka y su potencial, para luego empezar a tejer puentes hacia el trabajo de la danza. La aplicación de Minka coreográfica estuvo estructurada por 3 premisas: Sintonización, Reconocimiento y Colaboración, esto con el fin de familiarizar a los danzantes con los conocimientos necesarios para crear una pieza coreográfica desde las historias de su cuerpo territorio. Así, los danzantes fueron sujetos activos de esta investigación y pasaron por todas las etapas de la creación en danza: desde explorar hasta dirigir. A través de sus conocimientos situados y dentro de un marco de trabajo coreográfico, cada danzante tuvo la oportunidad de aprender y generar reflexiones, preguntas y respuestas que moldearon las necesidades metodológicas de la naciente Minka coreográfica y/o del producto artístico emergente, teniendo como norte la colaboración como métodoestesis.
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Para facilitar una transición de la agricultura convencional, es imperativo fortalecer los vínculos entre la política y la agroecología. La agroecología no debe entenderse sólo como el resultado de una serie de propiedades físicas y biológicas porque también refleja relaciones socioculturales de poder. Por lo que para promover una transición agroecológica se requiere de la acción individual y colectiva, que se da cuando los actores articulación una visión común. Por ello, la hipótesis de nuestro trabajo es “sin acción colectiva, no hay transiciones agroecológicas”. La presente investigación analiza el funcionamiento social, ambiental y productivo a nivel de territorios comunales en tres comunidades aymaras: Chigani Alto, Villa Anta y Cebollullo. En esta investigación usamos el marco de las transiciones agroecológicas del Instituto de Agroecología de la Universidad de Vermont junto con el enfoque de Investigación Acción Participación.
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Resumen Para facilitar una transición de la agricultura industrial es imperativo fortalecer los vínculos entre la política y la agroecolo-gía. Esta última no debe entenderse solo como el resultado de una serie de propiedades físicas y biológicas, ya que también refleja relaciones socioculturales de poder. Por lo tanto, para promover una transición agroecológica se requiere de la acción individual y colectiva, la cual se da cuando los actores se articulan en una visión común. A partir de la hipótesis "sin acción colectiva no hay transiciones agroecológicas", en el presente artículo analizamos el funcionamiento social, ambiental y productivo en los territorios comunales Chigani Alto, Villa Anta y Cebollullo en tres comunidades Aymaras. Nuestra perspectiva teórico-metodológica se basa en el marco de las transiciones agroecológicas del Instituto de Agroecología de la Universidad de Vermont, junto con el enfoque de investigación-acción participativa. Palabras clave: acción colectiva; agroecología; Andes; Bolivia; investigación acción participativa; sistema alimentario; tran-sición agroecológica. Abstract To facilitate a transition from industrial agriculture, it is imperative to strengthen the links between politics and agroecol-ogy. Agroecology should not be understood only as the result of a series of physical and biological properties because it also reflects sociocultural relations of power. Therefore, individual and collective action is required to promote an agro-ecological transition when the actors articulate a common vision. For this reason, our work hypothesizes that "without collective action, there are no agroecological transitions." The present investigation analyzes communal territories' social, environmental, and productive functioning in three Aymara communities: Chigani
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La investigación pretende identificar en qué medida el imaginario de los actores locales, entendido como el ideal de desarrollo, se relaciona con el desarrollo de las comunidades rurales. La investigación es descriptiva, asume un enfoque cualitativo, con diseño no experimental. Se estudian países de América Latina, como Chile, Bolivia, Argentina y Ecuador, usando información secundaria, literatura especializada, documentos y manuales de organizaciones relacionadas con el fenómeno de estudio. Además, se aplica el método Delphi dirigido a expertos en la temática a fin de recabar sus apreciaciones y puntos de vista. Desde la perspectiva teórica, y apoyado en las versiones de los expertos encuestados, el desarrollo de una comunidad rural depende de los actores locales, cuanto mayor sea la visión o el ideal de desarrollo mayor será la oportunidad de ejecutar acciones que permitan transformar su comunidad, mejorar la calidad de vida y lograr beneficios para la comunidad. Como conclusión, se establece que el modo y los procesos de desarrollo dependen del ideal de desarrollo y del imaginario de los actores locales; lográndose éste cuando el ideal es compartido en la sociedad, lo que depende de aspectos como la confianza, lealtad, gratitud, amistad, compromiso y participación comunitaria.
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RESUMEN Tomando como referencia a Marx y a la lectura marxiana hecha por Enrique Dussel, desarrollamos el concepto de subsunción real y subsunción formal para las sociedades tempranas andinas, a partir de la categoría de trabajo vivo, y el objeto como valor de uso y de cambio; para lo cual consideramos factores tanto sociales, como ambientales. Asimismo, hacemos una propuesta interpretativa de la forma como se llevan a cabo las relaciones sociales de consumo, para entender mejor las relaciones sociales de producción. Además, damos cuenta de la esencia del proceso histórico en los Andes en torno a las sociedades tempranas (circa 15,200-2,800 años BC), basado en diversos modos de vida, que dará paso a una complejización social temprana. Finalmente, proponemos algu-nas categorías para estos períodos tempranos, a partir de los aportes teóricos de la llamada Arqueología Social Latinoamericana. pAlAbrAs ClAve: Subsunción, Trabajo vivo, Modos de Consumo, Períodos tempranos. ABSTRACT With reference to Marx and the Marx's reading done by Enrique Dussel, we develop the concept of real subsumption and formal subsumption for Andean early societies, from the category of living work and the object as use value and exchange; considering both social, and environmental. Additionally, we do an interpretative proposal of the way it conducts social relations of consumption to better understand the social relations of production. Also, realize the essence of the historical process in the Andes around early societies (circa 15.200 to 2.800 years BC), based on different modos de vida, which give way to an early social complexity. Finally, we propose some categories for these early periods, from the theoretical contributions of so-called Latin American Social Archaeology.
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A formação territorial latino-americana é o principal mote temático que guia a presente obra, formada por reflexões teóricas, metodológicas, analíticas, experiências e vivências de estudos envolvendo a diversidade e singularidades latino-americanas. Os capítulos foram elaborados a partir da disciplina de Agricultura e Urbanização, ministrada no Programa de Pós-Graduação em Integração da América Latina da Universidade de São Paulo, em 2020. O agrupamento destes estudos permitiu a composição do livro que agora apresentamos sob o título de América Latina: Territórios, Fronteiras e Identidades de forma interdisciplinar, dialógica e colaborativa entre os autores e capítulos apresentados. As diferentes perspectivas apresentas no livro possuem a correção de pensar e viver a América Latina considerando sua uni-diversidade. O uno e múltiplo permite um olhar sobre as contradições, semelhanças, diferenças, aproximações e distanciamentos entre os povos latino-americanos, suas identidades, fronteiras, diferenciação de formação territorial, culturas, modos de vida etc. Esta proposição teórico-metodológica, analítico-conceitual e de experiências em relação a América Latina possui como premissa um olhar dialógico, inclusivo, crítico e propositivo envolvendo suas práticas, saberes e fazeres latino-americanos. Propõe-se, ao longo dos trabalhos desta obra, uma leitura e aprofundamento de questões culturais, econômicas, culturais, jurídicas, geográficas, étnico-raciais e de identidade nos diferentes países e povos latino-americanos. A tríplice orientação categorial que (com)forma a titulação do E-Book subjaz a sua unidade temática, ou seja, os territórios, fronteiras e identidades da América Latina são tanto apresentados como, também, desenvolvidos de forma diferenciada em cada um dos seus capítulos.
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RESUMEN: Este trabajo aborda, a modo de ensayo, el potencial de las huertas comunitarias como dispositivos de transición socio-ecológica. Se parte de la premisa acerca de la insostenibilidad del sistema alimentario del desarrollo, sustentado en la producción a gran escala de materias primas, la industrialización de los procesos de elaboración y la concentración del mercado de alimentos. Se sostiene como hipótesis que las huertas comunitarias podrían contribuir al proceso de transición hacia modelos alimentarios más sustentables, en tanto el carácter comunitario presenta potencial para desarticular la dinámica mercantilista-dominial y de explotación-que atraviesa el sistema alimentario de la industrialización. Palabras-clave: Huertas Comunitarias. Soberanía Alimentaria. Transición socio-ecológica. ABSTRACT: This paper addresses, as an essay, the potential of community gardens as socio-ecological transition devices. It is based on the premise of the unsustainability of the development food system, based on the large-scale production of raw materials, the industrialization of the elaboration processes and the concentration of the food market. It is hypothesized that community gardens could contribute to the process of transition towards more sustainable food models, since their community character has the potential to disarticulate the mercantilist dynamics-domination and exploitation-that crosses the industrialized food system.
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Este trabajo presenta los resultados preliminares de investigaciones arqueológicas en el sitio monumental de San Luis, en el valle de Zaña. Basándose en las asociaciones y distribuciones de material, se analiza el concepto de dualismo manejado en los Andes Centrales. A partir del análisis de la distribución de cerámica, líticos y otros materiales así como zonas quemadas, este enfoque permite la interpretación de actividades rituales y ayudará en el estudio de fenómenos comparables que aún faltan en su precisión debida.
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Desde 1993 el autor ha llevado a cabo varias temporadas de trabajo de campo en la zona de Pacopampa, una de las áreas más importantes en el norte del Perú. Se concentra en la discusión del patrón de asentamiento, sugiriendo la existencia de cuatro tipos de sitios (A-D) en tres niveles con Pacopampa en la parte más alta, siendo los sitios D probablemente centros distantes de otros sistemas. Los sitios B están en forma aparente unidos al centro e incluso los sitios D tienen arquitectura. De mayor importancia es la nueva evidencia de la cerámica del Formativo Tardío comparable a la de la fase La Copa de Kuntur Wasi en contextos interpretados como la ocupación de estructuras del Formativo Medio.
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El trabajo de campo y la edición que dio origen a la publicación de El Dios Felino de Pacopampa en 1980 se desarrolló entre los años 1978 y 1980, de una forma muy precaria y austera con presupuesto de la Universidad de San Marcos, razón por la cual se editaron 128 ejemplares mimeografiados en papel periódico tamaño A4 y con defectos de picado de esténciles. Éstos ejemplares fueron distribuidos gratuitamente. Han pasado 26 años y los problemas técnicos de la primera edición han sido superados. Fue por esto que acepté la presente reedición. Pese a que mucha agua ha pasado bajo el puente, el texto no ha sido modificado en sus ideas originales a pesar de que hubiéramos querido hacerlo. La publicación corresponde a una parte de las investigaciones realizadas durante varios años de trabajo de campo, los que aún no han sido publicados. El objetivo específico de este texto se debe a la recuperación de fragmentos de cerámica con decoración incisa y pintada tan espectaculares por la iconografía que presentan, a pesar de que las excavaciones no fueron en el centro ceremonial, sino más bien en un área supuestamente doméstica, en donde sobre la base de una excavación en área se descubrió una vivienda semi-subterránea, la cual durante mucho tiempo fue rellenada con basura de donde procede la mayor parte de este material. Sobre este relleno se niveló el terreno para ocupar nuevamente el sitio, esta vez con viviendas rectangulares, construidas con bases de piedras y piso de cascajo amarillo, en la cual se encuentran tumbas intrusivas del Formativo Tardío. El Dios Felino de Pacopampa es un ensayo de interpretación arqueológica que tiene como base la representación iconográfica reconstruida de la cerámica fragmentada de las excavaciones en Pacopampa. Pretende ir más allá de la construcción de tipos, fases y estilos ordenados cronológicamente en una secuencia relativa para el período Formativo en la sierra norte de Cajamarca. Inferimos de los diseños incisos en la cerámica los íconos que estarían expresando conceptos e ideas sobre el Dios Felino, los que fueron socialmente aceptados, pues estos iconos son muy recurrentes no solo en la cerámica, sino también en otros soportes. La evolución sobre el Dios Felino de Pacopampa plantea la idea central de que existe una transformación del dios felino en dios humano y que esto es interpretado como el resultado de una constante lucha entre el hombre, como ser social, y la naturaleza y sus fenómenos cósmicos. Esta dependencia humana con respecto a la naturaleza expresaría en la representación del Dios Felino en las primeras sociedades del período Formativo. Pero tal dependencia se desvanece con el desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones sociales de producción en períodos posteriores, en donde el hombre empieza a tomar cierto control de los fenómenos naturales sobre la base de la elaboración de un calendario agrícola. La consecuencia es el reemplazo del Dios Felino por la imagen del hombre con atributos felinizados, hasta convertirse en una imagen humanizada, que para el mundo andino, a nivel arqueológico, ha sido reconocida por John Rowe como el Dios de las Varas, y que según Julio C. Tello y Uhle se encarna en el Dios Wiracocha, cuya imagen se expresa en la Portada del Sol de Tiahuanaco. Finalmente es necesario puntualizar también que en lo que se refiere al método, la investigación ha utilizado primero el método de la arqueología, luego la iconografía y finalmente la etnohistoria. Esta secuencia permite plantear la idea de evolución, tratando de romper otros métodos sincrónicos que hoy en día son muy mal usados en arqueología, puesto que el desarrollo del arte para nosotros no puede ser concebido al margen del desarrollo de las fuerzas productivas, las relaciones sociales de producción y la referencia cronológica sustentada en la estratigrafía.
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RESUMEN La tesis de J.C Tello sobre los orígenes amazónicos de la cultura Chavín ha tenido en la iconografía amazónica presente en Chavin sus argumentos mas fuertes, sin embargo, falta mucho por investigar el aspecto ideológico que representan esos iconos como el jaguar, las cabezas trofeo y el uso de alucinógenos, los cuales indudablemente se vinculan al chamanismo amazónico.
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The Casma Valley contains the largest New World structure of its time period 2500 to 200 BC. The preliminary results of excavation and survey at 15 sites are described, each site dated, and assessments of this important valley's diet and subsistence changes through time are discussed. Divided into 3 main sections the chapters cover: Casma Valley sites excavated in 1980; early sites surveyed within the Casma Valley; the prehistory of the Casma Valley and its impact on studies of early Andean prehistory. -K.Riches