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LA GOLOSINA DEl ORO. LA PRODUCCIÓN DE METALES PRECIOSOS
EN SAN LUIS MINAS DEL POTOSÍ DURANTE EL SIGLO XVII
Sergio Tonatiuh Serrano Hernández
N O VEDADES
Márgenes del canon: la antología literaria
en México e Hispanoamérica
Edición de Antonio Cajero
La estadística general de 1848. Demografía
y espacios socio-económicos
en la ciudad de San Luis Potosí,
Sergio Cañedo y
Marco Antonio Vázquez Rocha
(coordinadores)
Medrar para sobrevivir.
Individualidades presas en la fragua
de la historia (siglos XVI-XIX)
José Armando Hernández S.
(coordinadores)
La antropología de lo nefasto
en comunidades indígenas
Daniéle Dehouve
Problemática y gestión del agua
en la cuenca semiárida y urbanizada
del valle de San Luis Potosí
Francisco Peña y Germán Santacruz
(coordinadores)
Programa Constructivo.
Mohandas Karamchand Gandhi
Comercio, alcabalas y negocios de familia
en San Luis Potosí, México.
Crecimiento económico y poder político,
1820-1846
Sergio Alejandro Cañedo Gamboa
El ir y venir de los norteños. Historia
de la migración mexicana a
Estados Unidos, siglos XIX-XXI
Fernando Saúl Alanís
y Rafael Alarcón Acosta
(coordinadores)
Palabras de injuria y expresiones de disenso.
El lenguaje licencioso en el mundo hispánico
Claudia Carranza y Rafael Castañeda
(coordinadores)
tradición Tensiones y vínculos en torno
Miguelito en San Luis Potosí
David Madrigal
COLE C CIÓN INVESTIGA C I ONES
En La golosina del oro, Sergio Tonatiuh Serrano Hernández parte de una re-
exión epistemológica sobre la naturaleza del conocimiento histórico y la
per tinencia de una lectura conceptual compleja, reivindicando con ello la factua-
lidad de los indicios del pasado. El joven autor de esta obra revisa y debate con
profundidad el conocimiento historiográco sobre su región, cuestionando críti-
camente la información para replantear los orígenes, alcances y distorsiones de las
versiones equívocas sobre las que se ha construido el discurso histórico local. En
contraste, Serrano nos propone un modelo canónico de interpretación de fuentes
scales con el que recupera la tradición de la teoría del ciclo económico —estacio-
nal, corto y largo plazo— para denir una metodología de vericación en un
“modelo de datación”, pertinente para reinterpretar la información scal del com-
plejo e intrigante siglo . Genera así una información desconocida sobre la ex-
plotación del oro, y con ello cambia radicalmente el modelo productivo sobre la
minería novohispana, centrada en la plata, para dar paso a una complejidad del
modelo de explotación y la escala de rendimientos.
El modelo de interpretación que se desprende de la comparación de tenden-
cias normalizadas de producción bimetálica, nos indica la fortaleza de la tesis so-
bre el ciclo largo de la productividad mi nera potosina, con lo c ua l queda
desacreditada y condenada al desecho la generalizada y reiterada armación sobre
el carácter “mortecino” de la minería local en el periodo novohispano. Con pers-
picacia, el autor también examina las intencionalidades de los discursos no conta-
bles que en la época de estudio pretendían convencer a la autoridad hispánica
sobre el declive productivo del Potosí: desde los plañideros informes de la Diputa-
ción de Minería hasta las razones técnicas, de escala de producción, de organiza-
ción empresarial, de pérdida de control —voluntario o no— de la Caja Real sobre
el producto quintado, de una economía subterránea del oro, etcétera. En todos los
casos, con prudencia y conocimiento, el debate del autor no es de datos sino de
“verdad histórica”.
Una línea relevante de investigación se encuentra en la minería de corta escala
y altos rendimientos: ¿qué signicado tuvo en la articulación regional de la econo-
mía? Otra más la encontramos en el tema de la tecnología de explotación del oro:
¿cómo se beneciaba localmente?, ¿qué conocimientos prácticos tenían los mine-
ros potosinos para estimar el valor de la plata asociada al oro?, ¿había un mercado
paralelo del oro en escala a la producción de plata beneciada localmente?, ¿es ésta
la razón de la retórica del declive minero en la época? Asimismo, la articulación
minera con el espacio económico potosino, sus vínculos sectoriales, las modalida-
des de producción, los enlaces con el mercado interno novohispano, la identidad
de los dueños del oro y el surgimiento de la arquitectura de poder local asociada al
dorado metal surgen en esta obra como novedosos planteamientos con un prome-
tedor horizonte de conocimiento histórico. Resulta claro que sin las aportaciones
de La golosina del oro dichos planteamientos e interrogantes serían impensables y
seguiríamos vagando en la noche de los lugares comunes, repetidos sin crítica
sobre los contemporáneos.
Antonio Ibarra
Sergio Tonatiuh
Serrano Hernández
La golosina del oro.
La producción de
metales preciosos
en San Luis Minas
del Potosí durante
el siglo XVII
Portada:
El Triunfo de la Muerte.
Pieter Bruegel el Viejo.
ca. 1562 - 1563.
Tabla al óleo
117 x 162 cms.
© Museo Nacional del Prado.
Número de catálogo:
P01393
LA GOLOSINA DEL ORO
La producción de metales preciosos
en San Luis Minas del Potosí
durante el siglo
©
LA GOLOSINA DEl ORO. LA PRODUCCIÓN DE METALES PRECIOSOS
EN SAN LUIS MINAS DEL POTOSÍ DURANTE EL SIGLO XVII
Sergio Tonatiuh Serrano Hernández
N O VEDADES
Márgenes del canon: la antología literaria
en México e Hispanoamérica
Edición de Antonio Cajero
La estadística general de 1848. Demografía
y espacios socio-económicos
en la ciudad de San Luis Potosí,
Sergio Cañedo y
Marco Antonio Vázquez Rocha
(coordinadores)
Medrar para sobrevivir.
Individualidades presas en la fragua
de la historia (siglos XVI-XIX)
José Armando Hernández S.
(coordinadores)
La antropología de lo nefasto
en comunidades indígenas
Daniéle Dehouve
Problemática y gestión del agua
en la cuenca semiárida y urbanizada
del valle de San Luis Potosí
Francisco Peña y Germán Santacruz
(coordinadores)
Programa Constructivo.
Mohandas Karamchand Gandhi
Comercio, alcabalas y negocios de familia
en San Luis Potosí, México.
Crecimiento económico y poder político,
1820-1846
Sergio Alejandro Cañedo Gamboa
El ir y venir de los norteños. Historia
de la migración mexicana a
Estados Unidos, siglos XIX-XXI
Fernando Saúl Alanís
y Rafael Alarcón Acosta
(coordinadores)
Palabras de injuria y expresiones de disenso.
El lenguaje licencioso en el mundo hispánico
Claudia Carranza y Rafael Castañeda
(coordinadores)
tradición Tensiones y vínculos en torno
Miguelito en San Luis Potosí
David Madrigal
COLE C CIÓN INVESTIGA C I ONES
En La golosina del oro, Sergio Tonatiuh Serrano Hernández parte de una re-
exión epistemológica sobre la naturaleza del conocimiento histórico y la
per tinencia de una lectura conceptual compleja, reivindicando con ello la factua-
lidad de los indicios del pasado. El joven autor de esta obra revisa y debate con
profundidad el conocimiento historiográco sobre su región, cuestionando críti-
camente la información para replantear los orígenes, alcances y distorsiones de las
versiones equívocas sobre las que se ha construido el discurso histórico local. En
contraste, Serrano nos propone un modelo canónico de interpretación de fuentes
scales con el que recupera la tradición de la teoría del ciclo económico —estacio-
nal, corto y largo plazo— para denir una metodología de vericación en un
“modelo de datación”, pertinente para reinterpretar la información scal del com-
plejo e intrigante siglo . Genera así una información desconocida sobre la ex-
plotación del oro, y con ello cambia radicalmente el modelo productivo sobre la
minería novohispana, centrada en la plata, para dar paso a una complejidad del
modelo de explotación y la escala de rendimientos.
El modelo de interpretación que se desprende de la comparación de tenden-
cias normalizadas de producción bimetálica, nos indica la fortaleza de la tesis so-
bre el ciclo largo de la productividad mi nera potosina, con lo c ua l queda
desacreditada y condenada al desecho la generalizada y reiterada armación sobre
el carácter “mortecino” de la minería local en el periodo novohispano. Con pers-
picacia, el autor también examina las intencionalidades de los discursos no conta-
bles que en la época de estudio pretendían convencer a la autoridad hispánica
sobre el declive productivo del Potosí: desde los plañideros informes de la Diputa-
ción de Minería hasta las razones técnicas, de escala de producción, de organiza-
ción empresarial, de pérdida de control —voluntario o no— de la Caja Real sobre
el producto quintado, de una economía subterránea del oro, etcétera. En todos los
casos, con prudencia y conocimiento, el debate del autor no es de datos sino de
“verdad histórica”.
Una línea relevante de investigación se encuentra en la minería de corta escala
y altos rendimientos: ¿qué signicado tuvo en la articulación regional de la econo-
mía? Otra más la encontramos en el tema de la tecnología de explotación del oro:
¿cómo se beneciaba localmente?, ¿qué conocimientos prácticos tenían los mine-
ros potosinos para estimar el valor de la plata asociada al oro?, ¿había un mercado
paralelo del oro en escala a la producción de plata beneciada localmente?, ¿es ésta
la razón de la retórica del declive minero en la época? Asimismo, la articulación
minera con el espacio económico potosino, sus vínculos sectoriales, las modalida-
des de producción, los enlaces con el mercado interno novohispano, la identidad
de los dueños del oro y el surgimiento de la arquitectura de poder local asociada al
dorado metal surgen en esta obra como novedosos planteamientos con un prome-
tedor horizonte de conocimiento histórico. Resulta claro que sin las aportaciones
de La golosina del oro dichos planteamientos e interrogantes serían impensables y
seguiríamos vagando en la noche de los lugares comunes, repetidos sin crítica
sobre los contemporáneos.
Antonio Ibarra
Sergio Tonatiuh
Serrano Hernández
La golosina del oro.
La producción de
metales preciosos
en San Luis Minas
del Potosí durante
el siglo XVII
Portada:
El Triunfo de la Muerte.
Pieter Bruegel el Viejo.
ca. 1562 - 1563.
Tabla al óleo
117 x 162 cms.
© Museo Nacional del Prado.
Número de catálogo:
P01393
LA GOLOSINA DEL ORO
La producción de metales preciosos
en San Luis Minas del Potosí
durante el siglo
La golosina del oro
La producción de metales preciosos en San Luis Potosí
y su circulación global en mercados orientales
y occidentales durante el siglo
Diseño de la portada:
Primera edición: 2019
D.R. ©
D.R. © El Colegio de San Luis
Parque de Macul 155,
Colinas del Parque,
C.P. 78299, San Luis Potosí, S.L.P.
ISBN:
Impreso y hecho en México
COLECCIÓN INVESTIGACIONES
S T S H
EL COLEGIO
DE SAN LUIS
LA GOLOSINA DEL ORO
LA PRODUCCIÓN DE METALES PRECIOSOS
EN SAN LUIS POTOSÍ Y SU CIRCULACIÓN
GLOBAL EN MERCADOS ORIENTALES
Y OCCIDENTALES DURANTE EL SIGLO XVII
... los dichos agentes remiten a México, a sus amos,
la dicha plata sin que quede razón,
ni claridad de la cantidad que es…
y en recibiéndola el mercader,
maniesta ante los ociales reales
de ella la cantidad que le parece,
y se queda con la demás por la golosina del oro
L F M,
S L P, F IV 1
… yo desconfío mucho porque la ocasión es grande y
muy pegajoso el oro de estas minas [de San Luis Potosí],
y se sabe ya el camino del aprovechamiento
en tanto perjuicio de Su Majestad,
como las experiencias lo han mostrado.
J C C, C R
S L P, V S2
1 Archivo General de Indias, Real Patronato, 20, Número 5, R. 19, Foja 3 Vuelta.
2 Archivo General de Indias, Gobierno, Audiencia de México, 320, 1644, 5, Foja 1
Frente.
Para mis abuelos,
por las historias.
Para Greta
11
ÍNDICE
Agradecimientos ....................................... 17
Prólogo ..............................................19
Introducción .........................................27
El tema y su problematización ..........................32
Historia económica .............................32
Las escalas de análisis: de lo macro a lo micro y de vuelta . 34
Ficción y verdad ................................41
Historiografía ..................................43
Historiografía en general .......................43
Historiografía potosina ........................49
La metodología .....................................60
Lógica dialéctica ................................60
Las categorías de análisis ..........................64
La síntesis concreta ..............................67
La técnica y las fuentes ...............................74
Las fuentes ....................................74
La informática aplicada ..........................78
Los límites de las fuentes .........................85
Capítulo 1. El septentrión novohispano .....................95
La región. El septentrión novohispano ....................98
Guerra y colonización: 1550-1590 .................116
El territorio. Las minas de San Luis Potosí, una frontera
permanente .....................................137
La frontera administrativa: la alcaldía mayor
de San Luis Potosí ...........................140
La frontera natural: el espacio potosino .............153
12
Capítulo 2. La scalidad potosina durante el siglo ........171
La institución: la Real Hacienda .......................173
Las Cajas Reales ...............................180
Los impuestos ..............................181
Impuestos a la actividad minera .................183
Impuestos al comercio ........................185
Contribuciones personales .....................186
Estancos ..................................187
Transferencias scales de la Iglesia ...............188
Contribuciones de la administración .............188
Ingresos extraordinarios .......................189
La fuente: los libros de la Real Hacienda .................190
Los libros mayores de Real Hacienda ...............194
La scalidad potosina. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 202
El cargo .....................................207
Impuestos a la actividad minera .................209
Ingresos extraordinarios .......................210
Estancos ..................................212
Impuestos al comercio ........................214
Contribuciones de la administración .............214
Contribuciones indígenas .....................219
La data ......................................220
Las remisiones a caja central ...................221
Gasto ordinario de caja real ....................225
Militar y defensa ............................228
Extraordinario ..............................238
Capítulo 3. La producción minera de San Luis Potosí durante
el siglo .......................................249
El modelo de datación ...............................256
Los sumarios de impuestos mineros ................260
Los modelos matemáticos ........................272
El libro común .............................275
El libro de ensaye ............................280
El libro mayor ..............................287
La comparación entre modelos ....................289
El diezmo de plata ...........................289
13
El quinto de plata ...........................296
El quinto de oro ............................302
Plata y oro. La producción mineral en el San Luis Potosí
del siglo ....................................311
Las variaciones estacionales. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 321
La agregación mensual ........................322
La agregación trimestral .......................329
Desde invierno de 1618 hasta otoño de 1624 ..331
Desde invierno de 1628 hasta otoño de 1636 ..337
Desde invierno de 1639 hasta otoño de 1651 ..341
Desde invierno de 1654 hasta primavera
de 1666 .............................345
Desde verano de 1666 hasta otoño de 1678 ...355
Desde invierno de 1679 hasta primavera
de 1691 .............................365
Desde verano de 1691 hasta otoño de 1701 ...373
La tendencia secular ............................381
La plata ..................................382
El oro ..................................389
La tendencia de la producción mineral
de San Luis Potosí en el siglo ...............397
Capítulo 4. La circulación de los metales preciosos potosinos
a comienzos del siglo ............................407
Un acercamiento a la empresa minera en el San Luis Potosí
del siglo ....................................
Categoría 1: Muy bajo ..........................419
Categoría 2: Bajo-medio ........................421
Categoría 3: Bajo ..............................425
Categoría 4: Medio ............................429
Categoría 5: Medio-alto .........................433
Categoría 6: Alto ..............................439
Categoría 7: Muy alto ..........................442
Receptores de metales preciosos de San Luis Potosí:
un acercamiento al mercado global a comienzos siglo ..453
Categoría 1: Muy bajo ..........................454
Categoría 2: Bajo-medio ........................457
Categoría 3: Bajo ..............................467
14
Categoría 4: Medio ............................487
Categoría 5: Medio-alto .........................493
Categoría 6: Alto ..............................498
Categoría 7: Muy alto ..........................513
Circulación global, ganancia y contramercado .............529
Consideraciones nales .................................537
En perspectiva: San Luis Potosí y la Nueva España
en el siglo ...................................540
Síntesis y conclusiones ...............................553
Corolario: el oro de San Pedro: ¿bendición o maldición? .....563
Bibliografía ..........................................567
Anexos .............................................581
1. Fuentes utilizadas en la investigación .................581
2. Estructura básica del sistema de información ...........585
3. Programa FileMaker para buscar un personaje y asignarle
un registro .....................................586
4. Reporte por personaje: Antonio Maldonado Zapata
en el Libro Mayor de Hacienda de San Luis Potosí .......589
5. Comparación de los ramos scales utilizados por Klein
y TePaske, y el Sistema de Información Histórica. Caja Real
de San Luis Potosí. Siglo .......................594
6. Lista de personajes que registraron minerales en el pueblo
de San Luis Potosí con la nalidad de enviarlos
a la Ciudad de México entre 1618 y 1623. Siglo .....596
7. Series de producción. Plata y oro de San Luis Potosí
en el siglo ...................................604
Plata. Serie de producción mensual. San Luis Potosí.
Julio de 1618 a diciembre de 1623 ..............604
Oro. Serie de producción mensual. San Luis Potosí.
Julio de 1618 a diciembre de 1623 ..............605
Plata. Serie de producción trimestral. San Luis Potosí.
Siglo ..................................606
Oro. Serie de producción trimestral. San Luis Potosí.
Siglo ..................................610
15
Plata. Serie de producción anual. San Luis Potosí.
Siglo ..................................613
Oro. Serie de producción anual. San Luis Potosí.
Siglo ..................................614
Plata. Serie de producción quinquenal. San Luis Potosí.
Siglo ..................................615
Oro. Serie de producción quinquenal. San Luis Potosí.
Siglo ..................................616
Índices .............................................617
17
En el desarrollo de esta investigación he recibido el apoyo de diversas
instituciones y personas. En primer lugar, me gustaría agradecer a la
Universidad Nacional Autónoma de México por haberme seleccionado
para realizar la maestría en Historia dentro del Posgrado en Historia
que se lleva a cabo en la Facultad de Filosofía y Letras y el Institu-
to de Investigaciones Históricas. La investigación que sirvió de base al
presente libro fue posible gracias a la beca que me fue otorgada por la
Dirección General de Estudios de Posgrado entre enero de 2006 y junio
de 2007.
La consecución de esta publicación hubiese sido imposible sin el
apoyo de la Red Columnaria, pues el presente libro se adscribe dentro
del proyecto Vestigios de un mismo mundo. Valoración e identicación
de los elementos de patrimonio histórico conservado en las fronteras de la
Monarquía Hispánica en los siglos xvi y x vii, nanciado por el Ministe-
rio de Asuntos Exteriores y de Cooperación de España. Por ello deseo
agradecer al Dr. José Javier Ruiz Ibáñez, coordinador general de la Red
Columnaria, el impulso que dio para la publicación de esta obra como
parte de la Colección Historia de América Hispánica Septentrional. Fi-
nalmente, agradezco a la Dra. Isabel Monroy y al doctor David Váz-
quez Salguero, expresidenta y presidente respectivamente de El Colegio
de San Luis, por acoger el proyecto en su fase editorial, así como al
trabajo del Departamento de Publicaciones de El Colegio de San Luis,
y a su titular Jorge Herrera, por su excelente trabajo.
Me gustaría gradecer de manera muy especial al Dr. Juan Carlos
Ruiz Guadalajara por los medios y documentos que puso a mi disposi-
ción, además de su lectura crítica y certera. Ha sido editor y cómplice de
este libro. A su vez, deseo agradecer al doctor Carlos Marichal Salinas,
por su generosidad y los acertados comentarios que me proporcionó. Al
Dr. Antonio García de León Griego por su apoyo y excelentes clases.
AGR ADECIMIENTOS
18
Al Dr. Carlos Álvarez Nogal quien me ha proporcionado una enorme
cantidad de interesantes ideas sobre el Imperio Hispánico en la edad
moderna.
También me gustaría externar mi agradecimiento a los Dres. Pilar
Martínez López-Cano, Guillermina del Valle Pavón, Antonio Ibarra
Romero e Iván Escamilla González, por su precisa lectura y atinados
comentarios. De la misma manera, externo mi agradecimiento a todo
el personal que labora en el Archivo Histórico del Estado de San Luis
Potosí, en el Archivo General de la Nación y en el Archivo General de
Indias, así como a la coordinación del Posgrado en Historia de la
y El Colegio de San Luis.
A mis colegas Jonatan Ignacio Gamboa Herrera, Carlos Ricardo
Tapia Alvarado, Felipe Durán Sandoval, Xavier Chirinos, Nelson Gon-
zález y José Manuel Díaz Blanco les agradezco los comentarios y lectu-
ras. Finalmente, quiero agradecer de manera profunda a mis padres por
todo el apoyo y el cariño que me han brindado.
19
No es muy frecuente que los libros de historia regional alcancen a pro-
yectarse de tal manera que puedan entrelazarse con las grandes corrien-
tes de historia global que hoy llaman tanto la atención. Por eso me da
mucho gusto presentar este nuevo libro sobre San Luis Potosí durante el
siglo , cuyo autor, Sergio Serrano Hernández, ha logrado combinar
el relato local, basado en una multitud de fuentes primarias que ha des-
cubierto, con un análisis temático que habla de algunas de las grandes
interrogantes que se reeren no sólo a nuestro conocimiento del México
colonial, sino también a problemas centrales de aquella época que ha
sido caracterizada como de temprana globalización.
La obra en cuestión comienza por proponer un cambio importante
en la forma de comprender la evolución histórica de San Luis de Poto-
sí en el siglo al destacar la importancia central de la minería como
principal eje dinámico y articulador de la economía y sociedad regional.
Además, argumenta que su estudio tiene un interés singular por haberse
convertido en la zona más importante de producción de oro dentro del
México colonial durante esa centuria, aunque no dejaba de ser también
una fuente notable de plata. No hace falta remarcar la trascendencia de
la minería de plata en varias regiones del virreinato de la Nueva España
en la misma época que tuvieron un desempeño notable por ser las fuen-
tes más ricas de producción argentífera del mundo, junto con las minas
del Perú y el Alto Perú. Ello se reejaba, en última instancia, en el he-
cho de que el peso de plata (o “real de a ocho”) acuñado en la América
española se convirtiese en la moneda universal del antiguo régimen más
difundida tanto en el hemisferio americano como en Europa y Asia. En
plural, estas monedas de plata eran conocidas como patacones, mientras
que en otras naciones fueron bautizados como pieces of eight, piastres o
stuken van achten, entre muy diversas denominaciones. Su difusión se
explicaba por el hecho de que en el antiguo régimen la mayor parte de
PRÓLOGO
20
las transacciones de gran valor y larga distancia se saldaban preferen-
temente en metálico, ya fuera plata u oro. De allí que desde mediados
del siglo comenzaron a ganar su extraordinaria fama las minas del
cerro rico de Potosí en el Alto Perú, y luego las también muy ricas de
Guanajuato, Zacatecas y Real del Monte en la Nueva España, por no
decir también aquéllas de San Luis Potosí, Durango y Guadalajara.
Cabe añadir que uno de los signos más importantes de la sobe-
ranía de la monarquía española residía justo en su monopolio de la
concesión para acuñar las monedas del imperio. Por ello, precisamente
–y para evitar el contrabando–, se permitió el establecimiento de unas
pocas cecas, o casas de moneda, en las Américas. Así, se fundaron casas
de moneda permanentes solamente en México (1535), Santo Domingo
(1536), Lima (1565), Potosí (1572), Bogotá (1620), Guatemala (1731) y
Santiago de Chile (1743). De hecho, en el siglo la Casa de Moneda
de la ciudad de México se convirtió en la mayor ceca del mundo, con
capacidad para acuñar la impresionante cantidad de treinta millones de
pesos plata por año y una cantidad menor pero importante de monedas
de oro; dicha ceca contaba con un cuerpo de técnicos profesionales, por
lo que la calidad y ley de la moneda se mantuvieron en el más alto nivel
durante decenios.
Los historiadores han dedicado una atención preferente a estudiar la
minería de plata en la América colonial, si bien algunos trabajos también
se han referido de manera más breve a analizar la también fundamental
minería de oro: en dichos casos, la atención principal de los especialis-
tas ha centrado la mirada en la espectacular producción de oro en el
Brasil del siglo y, en menor proporción, en la de Nueva Granada y
Chile hacia nes de la misma centuria. En cambio, ha sido raro que se
preste la merecida atención a la minería de oro en México, aunque
recientemente ya se cuenta con una monografía importante de la pluma
de Eduardo Flores Clair, que analiza este tema para el siglo . En
cambio, no había hasta hoy ningún trabajo realmente profundo sobre la
minería de oro en el espacio novohispano durante el siglo .
Precisamente por ello, la obra de Sergio Serrano Hernández cons-
tituye una novedad y una aportación fundamental en tanto echa luz
sobre una historia poco conocida que requiere difundirse y explorarse
en profundidad para establecer un mayor equilibrio y amplitud en el
conocimiento de la minería de plata y de oro en el virreinato de la Nue-
va España y dentro de la monarquía española, que gobernaba lo que era
21
entonces el imperio más dilatado del mundo. De allí que puede decirse
que San Luis Minas del Potosí entra a la historia global mediante un
relato muy detallado y que requiere gran atención del lector, pero que
también ofrece la posibilidad de descubrir importantes novedades que
iluminan espacios anteriormente oscuros del pasado de una región, la
cual así cobra notable vigencia dentro de la historiografía de nuestros
días.
Las discusiones académicas sobre la historia de los metales preciosos
en América indican que todavía existen grandes discrepancias entre los
investigadores sobre el valor de la producción minera total y la acuña-
ción de metálico durante la época colonial, pero tampoco hay acuerdo
sobre los volúmenes de ujos internacionales de los metales preciosos.
Hace varios decenios el gran historiador francés Pierre Vilar redactó un
texto general en el que relataba la historia del oro y la moneda; de ma-
nera signicativa, evitó comentar la evolución de la producción de oro en
la América española en el siglo , a pesar de haber dedicado muchas
páginas al tema de la exportación de oro después de la Conquista, apro-
piada con violencia por Cortés y Pizarro de los imperios inca y mexica.
La razón de esta ausencia en la obra de Vilar estribaba en la falta de
estudios históricos detallados sobre el tema de la minería de oro en
América en el largo plazo. Más tarde, en una obra monumental sobre
las exportaciones de plata y oro de las Américas a Europa entre los siglos
y , el historiador francés Michel Morineau puso en cuestión
las estimaciones de las obras clásicas de Earl Hamilton, cuyos estudios
fueron durante decenios guía principal sobre dichos temas. Morineau
argumentó que los datos de la recepción de oro y plata americano re-
gistrados en las gacetas mercantiles holandesas de los siglos y
demostraban que los volúmenes de metales preciosos que llegaron a
Europa de la América española y Brasil eran mayores de lo que se había
sospechado y que tendieron a aumentar con el transcurso del tiempo.
No obstante, reconocía que en el siglo hubo una recesión prolon-
gada, consecuencia de una baja en la producción minera de metales
preciosos. El estudio de caso de San Luis, sin embargo, obliga a matizar
esta visión desde varias perspectivas.
En La golosina del oro. La producción de metales preciosos en San Luis
Potosí y su circulación global en mercados orientales y occidentales durante
el siglo xvii, Serrano establece una periodización precisa de las uctua-
ciones en la producción minera en San Luis a lo largo de la centuria
22
mencionada, a partir de una investigación muy detallada en los archivos
mexicanos y españoles. Así, contribuye a aclarar aspectos importantes
de un gran debate historiográco desde una particular ventana regio-
nal. El autor sostiene que su análisis de este “pequeño territorio de la
frontera nororiental de la Nueva España” permite ahondar en una am-
plia reconstrucción de las empresas mineras locales en cuanto a tecno-
logía, producción, scalidad y fuentes de nanciamiento. Sostiene que
todo ello permite visualizar la temática estudiada desde una perspectiva
micro, para utilizar la terminología de los economistas. Al mismo tiem-
po, propone situar esta realidad histórica dentro de un contexto macro,
con la intención de facilitar futuras comparaciones en las tendencias
de la producción y scalidad minera con otras zonas mineras mucho
más estudiadas, como la de Zacatecas y Guanajuato. En este sentido, el
estudio detallado del caso de San Luis Potosí permite vincular el nivel
particular de análisis de la región estudiada, con procesos mucho más
amplios, tanto a escala del virreinato de la Nueva España como dentro
de las tendencias más generales de los mercados mundiales de plata y
oro.
En el capítulo introductorio, el autor realiza una revisión crítica de
la historiografía general sobre la época analizada, tanto en el ámbito
internacional como aquella que se reere a la historia virreinal. Lue-
go analiza la literatura histórica sobre el periodo colonial en San Luis
Potosí y subraya la importancia de las minas de San Luis, que eran las
principales productoras de oro en Nueva España. De hecho, llega a ar-
mar que “la temprana historia de San Luis no es otra que la historia de
la minería”, y sostiene que su interpretación permite situar la temprana
historia de San Luis Potosí y del Cerro de San Pedro en el horizonte de
la historia colonial mexicana.
En el primer capítulo, revisa las diferentes aproximaciones concep-
tuales de la historiografía sobre la región dentro del septentrión no-
vohispano, para después resumir aspectos centrales de los procesos de
guerra y colonización en la segunda mitad del siglo . Se analiza el
surgimiento primigenio de las minas en San Luis Potosí, pero el autor
destaca que, en contraste con otras regiones del centro/norte, la Nue-
va España en esa época, el espacio de San Luis siguió siendo durante
largo tiempo una frontera administrativa y natural. En pocas palabras,
la alcaldía mayor de San Luis Potosí representaba uno de los puntos
que marcaban la frontera septentrional del virreinato debido al largo
23
dominio de los territorios norteños por pueblos indígenas, en parte nó-
madas, en parte con fuentes de subsistencia agrícolas. El texto es acom-
pañado por una extensa serie de mapas históricos de excelente calidad
que permiten visualizar el proceso de incorporación de nuevas tierras
al dominio del virreinato español, el surgimiento de los principales po-
blados y la cambiante geografía administrativa. El autor sostiene que,
dadas las características de la guerra prolongada por la expansión hacia
el norte, gran parte del territorio potosino contaba con una escasa po-
blación rural permanente; de allí que la minería guraba como el eje
dinámico de la economía regional, pero también como el sostén de la
administración militar y scal del gobierno español en ese territorio.
Pero va más lejos, y argumenta: “De esta manera, el trabajo realizado
en las minas y haciendas de benecio se ubicaba dentro de la lógica de
la urbe. El septentrión constituye, por tanto, un mundo radicalmente
diferente al centro de la Nueva España, en donde las comunidades agra-
rias estructuran la territorialidad, y su resistencia frente a la concentra-
ción de la tierra en latifundios, articula también la pugna social”.
Para medir la producción minera regional, los historiadores han re-
currido de manera habitual a las fuentes scales que, en el caso del im-
perio español en América, son de una enorme riqueza. Los registros de
las cajas reales son extraordinariamente detallados y sabemos, a partir
de los estudios de Herbert Klein y John J. TePaske sobre los resúmenes de
las tesorerías regionales, que a lo largo del periodo colonial (siglo -
) existieron casi doscientos diferentes ramos scales aplicados en dife-
rentes momentos. No obstante, el éxito de la real hacienda novohispana se
ncó fundamentalmente en las aportaciones de cuatro ramos: gravámenes
sobre la minería, impuestos sobre el comercio (las famosas alcabalas), el tri-
buto indígena y los estancos. Como señala el autor, en el caso de San Luis,
“los ingresos de la Caja Real de San Luis Potosí, durante el siglo ,
dependieron casi exclusivamente de la producción mineral desarrollada
en el territorio aledaño”.
En el segundo capítulo, se revisa a profundidad la scalidad local
mediante fuentes rara vez antes utilizadas con tanto detalle en un tra-
bajo de este tipo (me reero a los libros mayores de Real Hacienda), los
cuales el autor ha recuperado de los archivos mexicanos y españoles tras
una ardua labor de investigación. Dicho sea de paso, estos documentos
proporcionan información mucho más detallada que la de los mencio-
nados resúmenes anuales de las cajas reales. Sin embargo, es importante
24
señalar que no se cuenta con datos seriales antes del segundo cuarto del
siglo . Recordemos que las primeras cajas reales se establecieron en
la ciudad de México en el siglo , justo después de la Conquista; más
tarde se crearon en Mérida (1540) y en los puertos de Veracruz (1531) y
Acapulco (1590). A éstas siguieron luego las de varios centros mineros,
con la creación de las cajas en Guadalajara (1543), Zacatecas (1552) y
Durango (1599). La Caja Real de San Luis Potosí no comenzó a funcio-
nar hasta el año de 1628, “después de que varios mineros y funcionarios
reales señalaron al rey Felipe IV la necesidad de establecer en ese pueblo
y minas una caja real que pudiese captar los impuestos que la hacienda
tenía a bien cobrar a mineros y comerciantes”, como señala Serrano.
El autor sostiene que “la importancia de las Cajas Reales radicaba en
su capacidad de articular espacios económicos”, y argumenta que ello se
debía al hecho de inuir directamente sobre la manera en que operaban
los mineros y comerciantes novohispanos y al hecho de que constituían la
instancia regional más importante de ujos de pagos, lo cual contribuía
a dinamizar a los mercados locales y el comercio en general.
Después de analizar con extraordinario cuidado y detalle las carac-
terísticas de los libros mayores de Real Hacienda, con los que trabaja el
autor, se ofrece una serie de diagramas extraordinariamente precisos y
útiles para entender toda la secuencia de la documentación y la organi-
zación contable de la administración scal en el siglo . Luego, pasa
al análisis del cargo y la data, que eran las categorías contemporáneas
para describir a los ingresos y egresos de las tesorerías españolas en toda
la época colonial. Allí se observa que en el siglo , en San Luis, la
minería de oro (mediante los quintos de oro) proporcionaba casi tantos
ingresos como la plata dentro del diezmo minero, que era la principal
fuente de ingresos de la Real Hacienda regional. Ahora bien, debe te-
nerse en cuenta que la Caja Real de San Luis no sólo registraba la pro-
ducción dominante de metales preciosos del Cerro de San Pedro, sino
también de aquellos reales de minas que se encontraban relativamente
cerca, incluyendo “Guadalcázar, que dependió de la Alcaldía Mayor po-
tosina hasta 1618, Charcas, Ramos, Pinos y hasta las minas de Xichú”.
En el tercer capítulo, el autor elabora un modelo de datación que
permite la reconstrucción de las series de producción de plata y oro.
Dicho modelo, además, podría ser aplicado a los casos particulares de
toda la América hispánica porque la estructura de los libros es muy si-
milar en todas las cajas reales: desde Durango en el norte hasta Buenos Aires
25
en el extremo sur del imperio español en el continente. La aplicación
del modelo de datación permite la obtención de series de tiempo para
la producción de oro y plata de San Luis Potosí durante el siglo ,
agregadas en periodos menores a un año, lo cual ofrece un grado de
detalle que simplemente no se puede realizar con los sumarios de las
cartas cuentas contenidos dentro de compendios ya mencionados de
Klein y TePaske. El autor, quien es economista además de historiador,
nos aclara este punto y explica el tipo de índices que ha utilizado y las
correlaciones que le sirven para establecer unas series que se encuen-
tran entre las más conables e interesantes publicadas hasta la fecha
para estimar la producción de metales preciosos en Nueva España del
siglo .
Como resultado, ofrece una serie de grácas de enorme interés que
demuestran que la principal bonanza en la minería en San Luis se
produjo de 1592 a 1634 o 1635, después de lo cual declina la produc-
ción de plata y de oro, pero a ritmos diferentes, dependiendo del metal.
A su vez, el ejercicio sobre las series de tiempo permite probar hipótesis
sobre la estacionalidad de la producción mineral en Nueva España, algo
que no se había tratado en la historiografía sobre la minería colonial.
Dentro del cuarto capítulo, Serrano aborda la circulación de meta-
les preciosos hacia la ciudad de México. El autor describe de manera mi-
nuciosa las redes mercantiles que permitían trasladar las barras de San
Luis Potosí hasta Europa y Asia. La cantidad de detalles que se ofrecen
acerca de los actores involucrados en este trasiego permiten poner en
perspectiva la dimensión social de la minería. Además, se debe señalar
que este ejercicio muestra la manera en que operaban los distintos ac-
tores mercantiles de la época, quienes se encargaban de introducir mer-
caderías en las minas del septentrión novohispano con la nalidad de
obtener plata, misma que, a su vez, era llevada a los circuitos globales
de intercambio en Manila, Sevilla y Cádiz.
En las conclusiones, se realizan ejercicios por comparar la minería
potosina con la de otros reales de la Nueva España, con la nalidad de
establecer con claridad la magnitud de su producción. Los datos reu-
nidos permiten comprobar que las minas de Zacatecas fueron las más
importantes de la Nueva España durante el siglo , con 31.8% de la
producción total del virreinato, mientras que San Luis Potosí aportaba
la notable proporción de 15.89% del total. No se cuenta con informa-
ción desglosada para la producción de Guanajuato, Pachuca y Taxco
26
que se registró de manera conjunta en la caja matriz en la ciudad de Mé-
xico (con poco más de 16%), seguida por Durango con 14.27% y algo
más de 10% por parte de las minas de la Audiencia de Guadalajara.
Estas estimaciones son una contribución enteramente novedosa dentro
de la historiografía mexicanista, y por ello bien vale la pena ponderar los
alcances y méritos de esta sección fundamental del libro, que constituye
un ejercicio de historia cuantitativa brillante.
Por último, me permito comentar que también resultan de gran
interés los datos reunidos en este libro sobre los egresos de la tesorería
de San Luis Potosí en el siglo , ya que nos revelan que eran una
pieza clave en la administración scal, administrativa y militar del imperio
español en el septentrión virreinal. Los fondos enviados a otros cen-
tros (conocidos como situados) revelan que fueron fundamentales para
mantener y defender la frontera norte, incluyendo los fondos para los
presidios de Tejas, de Sinaloa y para las guarniciones y fuerzas volantes
que entablaban batallas constantes con los chichimecas, término gené-
rico que se usaba en la Nueva España para referirse a los pueblos origi-
narios del septentrión. Pero, además, hubo un ujo regular de fondos
scales que se remitían de San Luis para apoyar las guarniciones espa-
ñolas en Manila en Filipinas a lo largo de la misma centuria, los cuales
se enviaban en la famosa nao de Manila, que cruzaba regularmente el
dilatado océano Pacíco.
En resumidas cuentas, reitero que este estudio de la trayectoria a
largo plazo de la minería y la scalidad en San Luis Potosí constituye
en efecto un trabajo pionero que combina el análisis de la historia local
con la global. No menos importante, echa luz sobre una época –el siglo
– que es la centuria menos estudiada en la historiografía mexica-
na. Por ello, el libro de Sergio Serrano Hernández tiene una serie de
méritos notables que inducen a pensar que debe ser leído y consulta-
do por todos aquellos interesados en la historia colonial mexicana e
hispanoamericana.
Carlos Marichal Salinas
27
Cerro de San Pedro es hoy una herida en la conciencia colectiva de
México. Desde hace algunos años la empresa Minera San Xavier, ver-
sión criolla de la canadiense New Gold, se empeña en desarrollar una
explotación a tajo abierto en San Pedro. Dejando de lado el cataclismo
ecológico que la empresa ha generado a pocos kilómetros de la ciudad
capital de San Luis Potosí, se encuentra el daño irreparable causado al
patrimonio histórico del país. La detonación de toneladas de explosivos
a escasos metros del histórico asentamiento de San Pedro que la empre-
sa realizó entre 2007 y 2014 pone en peligro la conservación del casco
histórico, que subsiste pese a un siglo de abandono.
Las históricas minas de San Pedro, principales productoras de oro
de la Nueva España en el siglo , han sido destruidas frente a nues-
tros ojos. La verdad, no es difícil señalar a los culpables: la rapacidad de
unos cuantos inversionistas que especulan con el precio internacional
del oro (en alza desde hace algunos años); la venalidad de funcionarios
públicos en todos los órdenes de gobierno; y, nalmente, el olvido al
que todos nosotros, en cuanto sociedad civil, hemos dejado a Cerro de
San Pedro.
1 Marc Bloc, Introducción a la historia (Madrid: Fondo de Cultura Económica, 2001), 62.
2 Paul Veyne, Comment on écrit l’histoire (París: Seuil, 1971), 23.
INTRODUCCIÓN
Los exploradores del pasado no son hombres totalmente libres.
El pasado es su tirano, y les prohíbe que sepan de él
lo que él mismo no les entrega, cientícamente o no.
M B1
Mais l’historien, lui, n’est ni un collectionneur
ni un esthète; la beauté ne l’intéresse pas,
la rareté non plus. Rien que la vérité.
P V2
28
Dos iglesias, además de incontables ncas de los siglos y ,
se encuentran en vías de desaparecer de la faz de esta tierra sin que las
autoridades municipales, estatales y federales se inquieten siquiera. Ce-
rro de San Pedro, lugar de asentamiento de los trabajadores de las minas
de San Luis, en pocos meses será un muy vago recuerdo en algunos
libros dedicados a la historia de la región. El problema, debo confesarlo,
no es nuevo: la historia de San Pedro es la del olvido. El núcleo minero,
centro de extracción de oro y plata, sucumbió frente a la reconversión
del sector en el ya lejano siglo . La rentabilidad de las minas de
metales preciosos decayó frente a una industria que necesitaba meta-
les ferrosos. Cerro de San Pedro fue casi abandonado. Quedan pocos
vestigios en la conciencia de los potosinos acerca del pasado minero de
la zona. En general, se da poca importancia a la historia de la explota-
ción minera como base para comprender el desarrollo histórico de esta
sociedad del centro-norte de México: gracias a su ubicación geográca,
San Luis se convirtió en un nodo comercial e industrial durante el siglo
, y cayó en el olvido su impronta minera. Sin embargo, el peso de la
historia se encuentra ahí, señalándonos en todo momento que la génesis
moderna de la región se basó en la expoliación del territorio a los grupos
originarios (de una manera tal vez más cruenta que en el centro del
espacio hoy conocido como México), y la construcción de un centro
minero que afectó de manera absoluta la constitución social de la zona,
así como su entorno natural.
La temprana historia de San Luis no es otra que la historia de la
minería; la historia de la minería potosina no puede ser muy distinta al
relato de los acontecimientos de Cerro de San Pedro. Sin embargo, esta
narración se encuentra aún por escribirse. Puedo armar que, a grandes
rasgos, la nalidad de este libro es la construcción de una narrativa que
permita el desarrollo de una nueva forma de ver el pasado potosino. En
pocas palabras, la generación de una interpretación que permita situar
el devenir de San Luis Potosí y Cerro de San Pedro en el horizonte de
la historia mexicana. Como diría Edmundo O’Gorman,3 es necesario
develar el ser de la historia potosina: esto es lo que la presente investiga-
ción propone construir.
3 Edmundo O`Gorman, La inven ción de América (Méxic o: Fondo de Cultura Económica ,
1958).
29
¿Cómo abordar semejante problema? Al desarrollar un trabajo an-
terior, intenté abordar la problemática de la historia colonial potosina
a través de la ocupación de la tierra.4 A partir de ese ejercicio de inves-
tigación, pude comprender algo importante: la vida económica en el
Potosí novohispano, durante el siglo , no giraba en la órbita de la
producción agrícola, sino de la minería. El archivo de San Luis se en-
cuentra saturado de información sobre tratos que reeren directamente
esa producción: registros de minas, contratos de avío, compraventa de
minerales, envíos de plata y oro a la ciudad de México, etc. Por ello,
resolví centrar este libro en el tema de la producción minera en San
Luis durante el siglo , para compararla con los diversos sectores de
la economía potosina. El objeto era entender mejor el desarrollo eco-
nómico y social de la región en el largo plazo.
En el plano teórico, comprendí que la losofía de la historia es ne-
cesaria para elaborar una investigación, pero hay que ser cautelosos a
la hora de plantear los alcances teóricos de ésta. La forma, es decir, la
lógica del proceso, no sirve para nada si se encuentra vacía. A nal de
4 Inuido (tal vez demasiado) por los trabajos de François Chevalier, Enrique Florescano
y John Tutino, intenté demostrar que el San Luis virreinal se encontraba determinado en su
totalidad por una pugna desarrollada a lo largo de los siglos y entre dos unidades
productivas: las haciendas y los ranchos. En pocas palabras, el objeto de estudio era la inte-
rrelación entre la gran propiedad de la tierra y la pequeña propiedad agraria. De acuerdo con
mi hipótesis de trabajo, todas las pugnas sociales y contradicciones en el sistema económico
y social potosino podían comprenderse mediante el análisis de la compleja interrelación entre
las dos unidades productivas: éstas habían determinado la dinámica social del Potosí novo-
hispano de manera absoluta. Una vez que me encontré armado con mi constructo teórico
(nótese el esquematismo), me dispuse a ir al Archivo Histórico del Estado de San Luis Potosí,
actividad que consideraba secundaria. Se trataba de encontrar datos empíricos que validasen
mi constructo epistémico; nada más sencillo. Aprendí una dura lección sobre el ocio del
historiador: la pequeña propiedad de la tierra, esos ranchos autónomos que conformarían la
identidad mestiza (y la resistencia al avance de la hacienda hispánica) a lo largo del periodo
colonial, no aparecían en ninguna parte. Las haciendas se desdibujaban, puesto que no pa-
recían grandes latifundios, sino más bien propiedades de pequeño y mediano calado enfoca-
das a la producción de ganado y carbón, que además ni siquiera eran tan importantes en la
estructuración de la vida social y económica de San Luis durante el siglo (situación que
cambió durante el siglo ). En otras palabras, nada de lo que esperaba encontrar en el ar-
chivo estaba ahí (véase François Chevalier, La formación de los latifundios en México [México:
Fondo de Cultura Económica, 1999]; Enrique Florescano, Origen y desarrollo de los problemas
agrarios de México [1500 - 1821] [México: Era, 1996]; John Tutino, From Insurrection to Re-
volution in Mexico. Social Bases of Agrarian Violence 1750-1940 [Princeton, N.J.: Princeton
University Press, 1986]).
30
cuentas, el historiador trabaja con información empírica y se interesa
principalmente por los hechos del pasado. Con esto no quiero decir que
uno deba encarar a las fuentes en estado de pureza, abogando por un
positivismo ramplón. Simplemente, que la reexión teórica debe esta-
blecer una verdadera dialéctica con la información del archivo. Si esta
premisa no se cumple, el constructo teórico se torna demasiado pesado,
y es complicado andar cargando a Hegel, Marx, Sombart y Max Weber
por todos los archivos del mundo. La persona que, desde mi perspectiva,
ha expuesto esta postura de mejor manera ha sido el historiador inglés
Edward Palmer ompson.5 El marco proporcionado por los modelos
y las teorías debe permitir una verdadera dialéctica entre concepto y
realidad. La reexión teórica debe mediar el tránsito entre forma
y contenido (y viceversa), no impedirlo.
Como ya se ha dicho, el proyecto original era comparar la produc-
ción minera con el producto agrícola, el comercio y la población en la
Alcaldía Mayor de San Luis Potosí en el siglo , un estudio total
acerca de la economía potosina de aquel siglo. Desoyendo las voces de
varios colegas y profesores, quienes me advertían desde hace tiempo
sobre lo difícil que sería realizar semejante trabajo, me apresté para ir en
busca de la información. Al principio, mis búsquedas dentro del Archi-
vo General de la Nación rindieron algún dato de valía, pero eran des-
alentadoras en cuanto al volumen de información; algunos expedientes
dentro de los fondos Tierras e Indios, junto con unos retazos más en
General de Parte.
Empero, las cosas cambiaron radicalmente a partir de enero de
2007, cuando pude visitar el Archivo General de Indias. En Sevilla,
al revisar los registros de la Caja Real de San Luis Potosí contenidos
dentro de la sección Contaduría, comencé a tomar contacto con una
cantidad enorme de información que hacía posible la reconstrucción
de diversas series numéricas. La verdad es que los tres meses que pasé
en aquel archivo fueron muy productivos; tuve un acercamiento duro
con las fuentes scales potosinas; también me di cuenta de que el pro-
blema tenía una profundidad inusitada y que mis profesores tenían ra-
zón; abarcar toda la vida económica de San Luis Potosí dentro de un
libro era prácticamente imposible. Además, la información scal, con
5 Edward Palmer ompson, Miseria de la teoría (Barcelona: Crítica, 1981), 114.
31
sus incontables series de números, permitía explorar a profundidad la
minería de la Alcaldía Mayor de San Luis Potosí, pero dejaba fuera a los
otros sectores de la producción.
A partir de mi retorno a México, me fue quedando claro que debía
circunscribir el ámbito de mi análisis a uno de los tres sectores de la vida
económica potosina. El archivo me indicaba que la minería era la acti-
vidad central dentro del sistema económico de la región; la certeza de
que esta actividad productiva generó un efecto de arrastre sobre la agri-
cultura y el comercio de aquella región novohispana me hizo desplazar
el análisis de la agricultura, el comercio y la fuerza de trabajo hacia un
momento posterior.
De esta manera, centré mis esfuerzos en la construcción de fuentes
para la historia social y económica a partir de los registros scales de la
Caja Real de San Luis Potosí. La mayoría de mi trabajo a lo largo de estos
años se dirigió al desarrollo de una herramienta de análisis de la infor-
mación de archivo, así como a una intensa búsqueda de información
documental. Ya hablaré más adelante acerca de la manera como me
interesé en la informática aplicada con la nalidad de procesar la infor-
mación.6 El resultado de esta experiencia fue una base de datos relacio-
nal que permite búsquedas complejas y en donde se tienen registrados
todos los datos de la scalidad potosina para el siglo , la denominé
Sistema de Información Histórica (). El presente libro utiliza apenas
una fracción de la información ahí contenida. Sobra decir que los diver-
sos ramos scales que he registrado podrán ser utilizados para trabajos
de diverso orden.
Cuando terminé el vaciado de la información scal en mi sistema,
inicié la parte analítica de la investigación, a partir de un análisis teó-
rico exible que permitiese a las fuentes hablar por sí mismas, pero sin
abandonar una fuerte postura epistémica. El resultado de esta inferen-
cia teórica se encuentra en la presente introducción, donde se aborda el
problema de investigación, seguido del método utilizado y las técnicas
aplicadas.
En el primer capítulo abordo el proceso de conquista en el septen-
trión novohispano. Es el marco de referencialidad necesario para ubicar
la territorialidad de la explotación minera de San Luis; la manera en que
6 Véase “La informática aplicada”, más adelante en esta introducción.
32
se conquistaron las tierras y se desarrolló la colonización nos muestra
las características propias que habrían de marcar durante largo tiempo
a la región.
A continuación, en el segundo capítulo, expongo las limitaciones
de las fuentes: ¿hasta qué punto la información recopilada por la insti-
tución reeja la realidad productiva? Para realizar esta tarea se investiga
a fondo la institución que produjo los datos aquí utilizados: la Real
Hacienda de la Nueva España. Al analizar la manera en que la institu-
ción produjo los libros, se pueden encontrar las claves que permiten la
reconstrucción de las series productivas.
En el tercer capítulo intento construir una explicación a la pregunta
más sencilla que se le puede hacer a las fuentes scales potosinas: ¿cuán-
to mineral se registró en la Caja Real de San Luis Potosí durante el
siglo ? Por increíble que parezca, la historiografía regional no había
respondido a esta pregunta. A partir de la elaboración de un pequeño
modelo matemático, se plantean diversas series productivas para la plata
y el oro de San Luis Potosí. En el cuarto capítulo se muestra la manera
en que se estructuró el mercado de minerales potosinos a partir de las
remisiones hechas por los mineros y comerciantes. Finalmente, se pre-
sentan las conclusiones.
E
Historia económica
La propia temática escogida en la investigación me llevó a explorar nue-
vas metodologías; las exigencias de una temática como la que había
escogido me acercaban naturalmente a la historia económica. Sin em-
bargo, me negaba a aceptar dicho enfoque porque consideraba a esta
disciplina una especie de campo vedado a la práctica del historiador:
una econometría aplicada al pasado, mecánica, poco exible. Por
fortuna, el contacto con las diversos especialistas me mostró que esta
desconanza de origen, profesada por los historiadores hacia la econo-
mía, no es otra cosa que simple desconocimiento.7 Las herramientas que
7 Los diversos seminarios en que he podido participar me permitieron ampliar mi campo
de referencia: me dieron la oportunidad de entrar en contacto con distintas aproximaciones
33
al análisis histórico puede proporcionar la técnica matemática, utilizada
de amplia manera por los economistas, así como la metodología de aná-
lisis que se desprende de la ciencia económica, puede resultar muy útil
al historiador, siempre y cuando se utilice de manera cautelosa.
Si algo me ha quedado claro al abordar la problemática de esta
investigación es que la historia económica es una disciplina difícil de
tratar: los puentes necesarios para elaborar un verdadero diálogo entre
las dos ciencias son difíciles de construir. Tanto la historia como la eco-
nomía tienen su respectivo dossier de problemas, un lenguaje técnico y
una metodología propios. Es cierto que el economista y el historiador,
al abordar una misma problemática, siempre dentro de la disciplina,
encuentran muy normalmente hipótesis y soluciones distintas. El eco-
nomista, al plantearse la problemática de la historia económica, muy
comúnmente tiende a la elaboración de modelos explicativos basados en
la técnica econométrica. Por su parte, el historiador intenta evadir por
todos los medios posibles el planteamiento de modelos, se interesa de
modo primordial por la información empírica y presenta (en el mejor de
los casos) un acercamiento de orden aritmético a sus fuentes numéricas.
Existen, de esta manera, rumbos paralelos en la investigación. En
mi opinión, no existe una manera correcta de abordar los problemas: las
soluciones planteadas por los investigadores pueden ser válidas aunque
sean divergentes. Empero, si bien no existen soluciones unívocas a la
problemática de la historia económica, creo que sí existen preguntas,
metodologías y técnicas adecuadas para ésta. El presente libro comienza
centrándose en esta disciplina, cuestionándose siempre por los límites
entre las dos ciencias que le otorgan su nombre; esperando que, cuando
menos, la manera mediante la cual ha sido abordado el problema sea
adecuada para sus dimensiones.
Es por lo anterior que no me queda duda alguna: un investigador
formado en la disciplina económica hubiese hecho un mejor uso de las
al problema del conocimiento histórico. En las aulas de la Universidad Nacional Autónoma
de México conocí enfoques nuevos acerca de las sociedades y los individuos del pasado. En
particular, y gracias a la complicidad de los seminarios coordinados por el Dr. Antonio García
de León, la Dra. María del Pilar Martínez y el Dr. Antonio Ibarra, me acerqué a un campo
del conocimiento al que había permanecido un tanto ajeno en mi práctica de historiador: la
historia económica. En El Colegio de México y en el Instituto de Investigaciones Dr. José
María Luis Mora pude conocer los enfoques de historiadores económicos como el Dr. Carlos
Marichal, el Dr. Luis Jáuregui y el Dr. Ernest Sánchez Santiró.
34
series numéricas que he construido aquí. Seguramente me reprocha-
rá no haberme atrevido a plantear modelos más complejos, tomando
como punto de partida la información ordenada que he recopilado para
esta investigación. Por otro lado, debo señalar que el economista no hu-
biese puesto tanta atención en la problemática planteada por las fuentes
y tal vez no hubiese pasado tanto tiempo recopilándolas en el archivo.
Sólo quiero que quede muy claro: la problematización sobre la tensa re-
lación entre historia y economía es uno de los hilos que atraviesan todo
el entramado de este libro.
Las escalas de análisis: de lo macro a lo micro y de vuelta
Como el lector podrá darse cuenta a lo largo de los capítulos que com-
ponen este trabajo de investigación, no existe ortodoxia metodológica
en su interior, sino que se privilegia una posición ecléctica que combina
las aportaciones y enfoques de varias escuelas. Creo que un cierto grado
de ductilidad en el tratamiento del problema permite al investigador de
una disciplina límite, como ciertamente lo es la historia económica, un
acercamiento mucho más respetuoso hacia sus fuentes y hacia los pro-
blemas de la investigación en general.
Lo anterior no quiere decir que el presente trabajo olvidará esclare-
cer su propuesta metodológica. No, la teoría es necesaria para acotar los
alcances de la información presentada, para saber enmarcar el caos de
los datos de archivo dentro de problemas comunes al discurso histórico.
El escollo que se plantea frente al investigador es que la losofía de la
historia se encuentra muy desacreditada, cuando menos en los ámbitos
académicos contemporáneos.
Esta situación no es algo novedoso. Los que nos formamos como
historiadores en el transcurso de la primera década de este milenio llega-
mos, incluso, un poco tarde al debate. Y es que la posmodernidad había
ya matado a la historia mucho tiempo antes de que yo pisara, cuando
menos, un salón de clases en la universidad. El debate, en realidad, se
encontraba cerrado. La crisis de las izquierdas a nales de la década de
los ochenta, con su culminación en la caída de los países del bloque so-
cialista, había hecho que el enfoque hasta ese momento dominante en
la academia (el marxismo, incluidos todos sus derivados, semejantes y
similares) fuese prácticamente abandonado. Pero la historia económica
35
pudo superar muchas de estas dicultades e inclusive permite entablar
un diálogo con la historia cultural y social.
En términos de historia, el giro lingüístico se encargó de desacrali-
zar los grandes constructos teóricos y señaló la diversidad de enfoques
que pueden existir en el seno de la historia. De esta manera, un fuerte
revisionismo se apoderó de la disciplina: los historiadores retornaron a
temas que parecían cerrados. Uno en particular acaparó los estudios:
el surgimiento de la modernidad. Los modelos explicativos acerca del
periodo en que se transitó del mundo feudal al mundo moderno fueron
puestos nuevamente bajo la lupa. De la mano de Giovanni Levi8 y Carlo
Ginzburg,9 descubrimos dimensiones y profundidades impensadas has-
ta ese momento. A esta corriente del pensamiento histórico se le llamó
microhistoria.
El microhistoriador pone énfasis en la información empírica como
camino del hacer-la-historia. La información de archivo, un tanto des-
preciada por la tradición marxista, se encuentra en el centro de esta
práctica histórica. Para la microhistoria, es en la profundidad de
las prácticas sociales donde se encuentra la parte más signicativa del
discurso: la religiosidad plebeya de la Europa medieval que se deja ver a
través de Menocchio; las prácticas de reciprocidad en las comunidades
del norte de Italia, expuestas por la práctica religiosa de Gian Battista
Chiesa, en pleno siglo , una época y una región en que creíamos que
el capitalismo lo abarcaba todo.
A partir de la irrupción de esta nueva forma de hacer historia, los
temas cambiaron: las grandes interpretaciones se dejaron de lado y las
monografías ganaron terreno. A grandes rasgos, los historiadores nos
dimos cuenta de que la mayoría de la información empírica se encon-
traba enterrada en los archivos y de que no se podía hacer historia sin
preocuparse por trabajar a fondo algún documento, proponiendo fuen-
tes nuevas para problemas también novedosos.
En los últimos veinte años nos hemos preocupado por conocer más a
profundidad las realidades de los grupos subalternos, las tradiciones po-
pulares, las economías periféricas, la vida cotidiana en épocas pasadas,
8 Giovanni Levi, La herencia inmaterial. La historia de un exorcista piamontés del siglo xv ii
(Madrid: Nerea, 1990).
9 Carlo Ginzburg, El queso y los gusanos (Barcelona: Península, 2009).
36
la historia de las ideas, etc. En general, las investigaciones tomaron el
rumbo de estudios de caso. Se puede armar que la historia se adaptó a
los gustos contemporáneos: la añeja historia política, junto con la no tan
vieja historia económica, perdieron la supremacía que habían ganado en
los ámbitos académicos, compartiendo su espacio con una amplia gama
de saberes, algunos de ellos redescubiertos mediante el giro lingüístico.
Además, la crisis de las grandes explicaciones trajo consigo cierta
negación del análisis mediante categorías. Esta situación, llevada al
extremo, desembocó en la refutación de la objetividad histórica: hay
muchas verdades diferentes, muchas historias distintas. Ninguna de éstas
tiene mayor o menor valor que las anteriores. Si bien esto es un lugar
común a todo el discurso posmoderno de nuestros días (que abarca casi
todas las disciplinas del conocimiento), en términos de la ciencia his-
tórica esta posición ha desembocado en el abandono de la losofía de
la historia como eje explicativo de las investigaciones: una disciplina
que tiene como nalidad buscar la esencia de la historia desprende un
desagradable y rancio tullo en nuestros posmodernos días.
Y, sin embargo, la negación de los absolutos, como consecuencia
última de la relativización in extremis del concepto de verdad, dejó a los
historiadores frente a una disciplina que François Dosse, con mucha
ironía, calicó de migajizada.10 Cabe preguntarse si, después de más
de dos décadas de estudios de caso y monografías, conocemos más que
nuestros maestros. El posmoderno en mi interior quiere responder
a esta interrogante con una negación: el saber no se construye de
forma lineal, la trayectoria del conocimiento no acepta saberes absolutos,
la manera en que hacemos historia hoy en día es diferente e incompa-
rable con la del siglo pasado. Sin embargo, es precisamente esta relativi-
zación del saber histórico la que ha acarreado una gran aporía a nuestra
ciencia; mientras más se multiplican las investigaciones que, por moda
o por simple descuido, dejan de preocuparse por reexionar teórica-
mente acerca de su lugar en el conocimiento, menos sabemos acerca de
la historia.
Si bien durante los últimos años se han producido nuevas y variadas
fuentes documentales, así como mucha información sobre temas que
antes parecían poco pertinentes frente a las grandes preguntas, también
10 François Dosse, L’ histoire en miettes (París: La Découverte, 2010).
37
es cierto que en algunos casos el discurso historiográco contemporá-
neo no ha llegado a buen puerto. La migajización de la historia promue-
ve la creación de compartimientos estancos en donde cada investigador
se abstrae en sí mismo y deja de dialogar con sus pares (y con la socie-
dad en general); en dicha circunstancia, se abandonan las importantes
pretensiones de unicación entre las ciencias de lo humano, eso que
Fernand Braudel llamaba el imperialismo de la historia.11
Esta crisis en el seno del discurso historiográco es cada vez más
clara entre los que nos dedicamos al ocio, y creo que ya comienza
a hacer sentir esa nostalgia del absoluto que Steiner señala desde hace
tiempo.12 El problema, creo, es que ciertos vacíos en la historiografía
contemporánea empiezan a ser llenados con la simple negación de la
problemática posmoderna: es como si quisiéramos que los últimos vein-
ticinco años no hubiesen ocurrido. Tenemos, por ejemplo, el retorno
de una ortodoxia excesiva al materialismo histórico, la cual, al parecer,
poco ha aprendido de la caída del bloque socialista y el fracaso de los
movimientos de liberación nacional en América Latina.
El lósofo francés Paul Ricœur planteó esta aporía en términos de
la historiografía contemporánea como un abismo que separa a los his-
toriadores que escogen una escala micro y aquellos que, más vincula-
dos a los Annales, utilizan un acercamiento macro al hecho histórico.
La crítica de Ricœur a la microhistoria es precisamente que, al haber
abandonado la historia serial y cuantitativa en favor de hechos raros e
incuanticables (v.g. el Menocchio de Carlo Ginzburg), ha dejado de
dialogar con la escala macro. A los historiadores de los Annales los acusa,
por su parte, de haber ignorado rotundamente el problema de las esca-
las. ¿Cómo restablecer el diálogo? La apuesta epistemológica de Ricœur
es justo el juego de escalas: pasar de lo micro a lo macro y viceversa, detec-
tando espacios de convergencia mediante la utilización de la operación
11 “En los últimos años, la proliferación de investigaciones combinada con un grado ex-
cesivo de especialización ha conducido a menudo a una reducción en los enfoques y a un nivel
de concentración en las minucias que hacen difícil apreciar las relaciones con el panorama
más amplio. Aún más recientemente, y al menos en parte como reacción, se nos han ofrecido
estudios macrohistóricos que recorren de forma emocionante, aunque vertiginosa, continen-
tes y pueblos a costa de algo de esa nitidez que sólo se puede obtener con conocimientos más
cercanos al suelo” (John H. Elliott, España, Europa y el mundo de ultramar [Madrid: Taurus,
2010], 26).
12 George Steiner, La nostalgia del absoluto (Madrid: Siruela, 2004).
38
historiográca.13 En mi opinión, uno de estos espacios es precisamente
la historia económica.
Si uno toma en cuenta el título del presente libro, bien se podría
armar que es una monografía: el tema especíco es la producción de
oro y plata en un real minero durante un periodo no muy largo (un
siglo apenas). El desarrollo de semejante tema tiene la posibilidad de
caer en la crónica provinciana ¿Cómo hacer para no caer en los lugares
comunes del género en que se ubica esta investigación? ¿De qué manera
plantear un trabajo que vaya más allá de la crónica local? ¿Cómo de-
sarrollar un trabajo que intente aplicar el juego de escalas como apuesta
metodológica?
Por principio de cuentas, es necesario enmarcar la temática provin-
ciana de esta investigación dentro del debate historiográco pertinente.
Es preciso tener muy claro que existen preguntas planteadas con
anterioridad, en las cuales es preciso buscar algunas soluciones teóricas.
Entrando ya en materia, la investigación aborda una época muy intere-
sante. Es precisamente el siglo , conocido como el de la ruptura. Si
bien el siglo marca el despunte denitivo del mundo capitalista en
su forma clásica, el anterior siglo deja ver cierta madurez en algunas de
las formas económicas y sociales del mundo moderno.
Como se puede ver, la temática no se encuentra tan lejana de las
investigaciones seminales de Braudel, Wallerstein, Ginzburg y Levi. La
primera pregunta que la presente investigación se plantea es acerca del
surgimiento de la modernidad en una provincia de un gran imperio
europeo en el siglo : ¿qué papel pudo jugar el lejano pueblo de San
Luis, con las minas de San Pedro, en el surgimiento del mundo moder-
no? El tipo de producción aquí analizada es un tanto especial en el cú-
mulo de bienes producidos en la época. El oro y la plata son utilizados
para producir el circulante. El metal amonedado o en pasta recorre la
Nueva España y el océano Atlántico para intercambiarse o acumularse
en Amberes, Lieja, Londres, etc. También se transporta mediante la nao
hacia Filipinas y de ahí hacia el macizo continental, ese mundo-en-sí-
mismo que es la China, la cual, empero, demanda plata americana para
13 Paul Ricœur, La memoria, la historia, el olvido (Buenos Aires: Fondo de Cultura Eco-
nómica, 20 04), 271-284.
39
acelerar la circulación interna. De esta manera, las minas de San Luis se
encuentran inmersas en lo que Wallerstein llama la primera mundiali-
zación de la economía.14 Es preciso señalar que no todo el metal se fuga
hacia Europa o el mundo oriental; buena parte de éste se queda en los
espacios regionales e interregionales de la Nueva España, permitiendo
a las élites locales amasar pingües fortunas. Este metal también permi-
te construir iglesias, nanciar capellanías y estimula la creación de un
mercado interno. ¿La vinculación con el circuito mundial de intercam-
bio hace que cambien las relaciones sociales en las unidades productivas
en las minas de San Luis? ¿Acaso el acicate de la ganancia revoluciona las
formas sociales en términos de la frontera minera novohispana?
Precisamente, en las últimas décadas se ha desarrollado una corrien-
te historiográca que ha reexionado sobre el surgimiento del mundo
capitalista moderno a partir de la globalización económica que se vivió
desde el siglo . Esta corriente, conocida como global history,15 ha
tratado de entender las razones por las cuales la producción y el consu-
mo capitalista despuntaron en Europa y no en otras partes del mundo,
aun cuando a nales del siglo algunas partes de Asia, como India
y China, presentaban condiciones económicas semejantes a las euro-
peas. El proceso, una vez avanzando el siglo , sería calicado tanto
por Huntington como por Pomeranz como la gran divergencia.16 El
papel de América en esta historia ha sido entendido como una especie
de bisagra, pues gracias a su posición geoestratégica permitió la recir-
culación de mercancías entre Asia y Europa, mediante la exportación
14 “A nales del siglo la economía-mundo europea incluía no sólo el noreste de Eu-
ropa y el Mediterráneo cristiano (comprendida la península Ibérica), sino también Europa
central y la región báltica. Incluía también cierta regiones de las Américas: Nueva España,
las Antillas, Tierra rme, Perú, Chile, Brasil; o, mejor dicho, aquellas partes de estas regiones
que estaban sometidas a un control administrativo efectivo por parte de los españoles o de los
portugueses.” (Immanuel Wallerstein, El moderno sistema mundial. I. La agricultura capita-
lista y los orígenes de la economía-mundo europea en el siglo x vi [Ciudad de México: Siglo XXI
editores, 1998], 94-95).
15 Para un buen balance historiográco del impacto de la global history en la literatu-
ra académica contemporánea, consultar: (Manuel Pérez García, “Redes locales y espacios
globales: Macao y Marsella en una perspectiva comparada para el análisis de la divergencia
económica entre China y Europa (s. XVIII),” Revista Estudios 33 [2016]: 1-36).
16 Kenneth Pomeranz, e great divergence. China, Europe, and e Making of e Mo-
dern World Economy (Princeton, N.J.: Princeton University Press, 2000).
40
al mercado asiático -principalmente chino- de grandes cantidades de
metales preciosos.17
Aunque el debate teórico dentro la global history ha sido muy rico a
lo largo de los años, recientemente algunos investigadores han señalado
que el campo de investigación debe ser refrescado con nuevos datos
para evitar el estancamiento de las ideas.18 Se hace cada vez más difícil
llevar a cabo una investigación que intente resolver las preguntas sobre
las que se cimenta esta corriente historiográca sin presentar estudios
de caso y datos empíricos. En efecto, el estudio de la producción y cir-
culación de los metales preciosos americanos, es un ámbito privilegiado
para observar el proceso mediante el cual fue posible el ujo de los te-
soros que alimentaron el surgimiento del mundo capitalista. El proceso
a seguir es sencillo: a través de las huellas dejadas en los archivos, se
ha seguido la pista de los grupos mercantiles que hicieron posible este
trasiego de mercancías.
El juego de escalas es evidente: a partir de una problemática muy
local, la producción de metales preciosos las minas del potosí novohis-
pano, se establecen las conexiones que permiten vincular a este pequeño
girón del Imperio Hispánico, con el mercado mundial.
Los acontecimientos que aquí serán narrados tienen que ver especí-
camente con los mineros y administradores de un pequeño territorio
de la frontera nororiental de la Nueva España; con las prácticas utili-
zadas en el ámbito local para asegurar la reproducción de la empresa
minera; las vicisitudes del crédito que nanciaba las actividades mi-
neras; los cambios experimentados en las prácticas comerciales acerca
del agio. Todos estos hechos tienen que ver con una escala micro. Y,
sin embargo, la nalidad del trabajo no sólo consiste en demostrar que
en San Luis Potosí se desarrolló una producción de metales preciosos
más o menos importante; desde una perspectiva amplia o macro de
la historia, el interés se centra un poco más allá de las fronteras loca-
les y pretende explorar algunos aspectos que me parecen signicativos
de la interrelación entre el nivel particular del análisis y la vinculación
17 Richard Von Glahn, “Myth and Reality of China’s Seventeenth-Century Monetary
Crisis”, e Journal of Economic History 56-2 (1996): 439.
18 Manuel Pérez García, “Introduction,” en Global History and New Polycentric Approa-
ches. Europe, Asia and the Americas in a World Network System (XVI-XIXth centuries), Eds.
Manuel Pérez García y Lucio De Sousa (London: Palgrave Macmillan, 2017), 24.
41
de la región estudiada con el mercado mundial de plata y oro. Todo
esto se relaciona, en efecto, con el magno problema de explorar raíces de
la primera mundialización: se trata, en suma, de aproximarse por este
camino a uno de los grandes temas de la historiografía contemporánea;
el surgimiento de la modernidad.
Ficción y verdad
Existe un tercer hilo que se entreteje, en el plano metodológico, en este
libro. Es un debate que ha atormentado al conocimiento histórico en los
últimos años: la narración y su relación con la heurística del historiador.
Es un problema eminentemente epistémico. Y es que uno de los temas
recurrentes en la historiografía contemporánea es la estrecha relación
que existe entre cción e historia.19 En la medida en que las herramien-
tas explicativas utilizadas por el historiador son exactamente las mismas
que las del literato, es decir, herramientas del lenguaje, se hace necesario
preguntarse qué papel juegan la imaginación y la cción en la práctica
del historiador.
Ante todo, esta preocupación ha derivado en la conformación de
dos corrientes, más o menos delimitadas. En primer lugar, se encuen-
tran aquellos historiadores que señalan la narratividad como la meto-
dología propia de la historia. Dentro de esta conceptualización sobre la
labor del historiador, el trabajo propiamente historiográco no diere
en gran medida del literario: ambos personajes, historiador y literato,
crean mundos cticios mediante herramientas del lenguaje. A esta co-
rriente se le ha llamado narrativista.20
Por el otro lado, existen historiadores que señalan la diferencia ra-
dical entre la cción y la historia. El referente histórico se centra en
hechos realmente acontecidos, a diferencia de la literatura, que no ne-
cesita una referencia verídica. Es decir, aquel que escribe historia debe
ceñirse a exponer lo que en realidad aconteció: la imaginación o voli-
ción del historiador importan poco, puesto que los hechos históricos
19 En especial, a partir de la publicación de la famosa Metahistoria, hacia mediados de los
años setenta en Estados Unidos (Hayden White, Metahistoria. La imaginación histórica en la
Europa del siglo xix [México: Fondo de Cultura Económica, 1992]).
20 Véase una interesante revisión historiográca en Ricœur, La memoria, 237-270.
42
acontecieron antes de que el historiador los investigase. La exposición
de los resultados de la investigación de manera narrativa no aporta ni
quita nada a la investigación; son los procedimientos heurísticos, an-
teriores a la conguración de un relato sobre los hechos históricos, los
que permiten discernir la verdad o falsedad del discurso histórico. Esta
corriente puede catalogarse como realista.
Se puede objetar que es exagerado hablar de escuelas constituidas.
En realidad, la mayoría de los seguidores de Clío desarrollan su labor
dentro de un amplio espectro de matices intentando, en última ins-
tancia, superar esta polémica. Sin embargo, me parece que continuar
redactando historia en los términos propuestos por el narrativismo o el
realismo histórico signica meterse en un verdadero callejón sin salida.
Es llevar la aporía histórica21 a sus últimas consecuencias, y perderse en
reexiones que carecen de sentido: pese a que han corrido verdaderos
ríos de tinta acerca del problema, todo historiador que se plantea la
redacción de un trabajo de investigación se topa con éste, de una u otra
manera. Es parte de la labor del historiador, y la solución de la pro-
blemática planteada por la narratividad histórica debe ser abordada de
manera consciente por el historiador.
Haciendo eco de esta propuesta, en el presente ensayo intentaré
establecer una serie de parámetros que permitan salvar el problema sin
renunciar a la relación establecida entre investigación y realidad con-
creta. Esto se hace muy importante al abordar una temática de historia
económica. Es preciso recordar que la economía, en tanto ciencia so-
cial, no pone el énfasis en la narración como manera de explicar sus
resultados. Empero, en este libro pretendo hacer historia económica sin
renunciar a narrar, en el sentido más puro de la palabra.
Para nalizar este apartado sobre los problemas de la investiga-
ción, expondré algunos de los temas y preguntas que la historiografía
económica mexicanista ha tratado en los últimos cuarenta años y que
permitirán delimitar de mejor manera el problema en que se inscribe la
presente investigación.
21 Ricœur considera que la aporía constitutiva de la historia es que ésta es una ciencia
acerca de hechos reales que fueron, pero que ya no son. El lósofo francés plantea esta aporía,
constitutiva de la ciencia histórica, en términos de un mito: parafraseando al mito de Fedro,
descrito por Platón, se pregunta si la historia es remedio o veneno para la memoria (Ricœur,
La memoria, 7).
43
Historiografía
Historiografía en general
Queda fuera de duda la importancia que la historia económica ha teni-
do como disciplina en nuestro país, sobre todo en los últimos decenios.
Es posible armar que el interés esencial de la historiografía económica
mexicanista ha sido, desde sus inicios, comprender las razones del atraso
en materia económica a que ha estado sujeto el país desde la obtención
de la independencia, hace ya largos doscientos años. La naturaleza de
las relaciones sociales de producción establecidas en la Nueva España
a partir de la llegada de los españoles, el crecimiento (o decrecimiento)
económico y las causas de la desigualdad en la repartición de la riqueza
son los tres grandes temas de la historia económica de este país.
Si bien el dossier de temas más generales no parece haber sufrido
grandes cambios, es de notar que la manera como se han abordado los
temas ha cambiado radicalmente. Desde la vieja historia serial al más
puro estilo analista, que se apoya en el bagaje epistémico del marxismo
y el estructuralismo dependentista, hasta aquellas novedosas investiga-
ciones que toman como punto de partida la aplicación de técnicas esta-
dísticas en la historia, mediante la metodología de la ciencia económica
(normalmente neoclásica).22
22 Véase una interesante revisión historiográca en Antonio Ibarra, “La historia eco-
nómica cuantitativa: base de diálogo entre historia y economía”, en Historia y economía un
nuevo diálogo, coord. María Eugenia Romero (México: Universidad Nacional Autónoma de
México, 1996), 131-151.
44
El centro del análisis también ha variado de manera importante: las
series de precios de los granos,23 la producción de mineral de plata,24 la
historia scal,25 el desarrollo económico regional,26 el balance de pagos en
el comercio internacional,27 la historia de las instituciones económicas,28
entre otros, han sido analizados de manera extensiva en diversos trabajos.
En términos de temporalidad, el último cuarto del siglo ,29 junto con el
primer decenio del , así como el periodo en que se instauraron las llama-
das reformas borbónicas, han sido los espacios que más han atraído a los
investigadores. El siglo , aunque un tanto desdeñado en la historiografía
económica contemporánea, ya ha sido visitado por importantes trabajos de
corte histórico.
Como señalaba Antonio Ibarra hace algunos años: “El conocimien-
to del pasado económico mexicano ha avanzado signicativamente y
sin tropiezos retóricos en la última década”.30 El dardo lanzado por Ibarra
se encuentra dirigido al notable estancamiento que afectaba a la histo-
ria económica mexicanista de comienzos de los años ochenta, cuando
el debate acerca de las categorías de análisis derivadas de esa extraña
23 Véase, por ejemplo, Enrique Florescano, Precios del maíz y crisis agrícolas en México
(México: Era, 1986); y Virginia García Acosta, Los precios del trigo en la historia colonial de
México (México: Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social,
1988).
24 Peter J. Bakewell, Minería y sociedad en el México colonial. Zacatecas (1546-1700) (Mé-
xico: Fondo de Cultura Económica, 1976).
25 Luis Aboites Aguilar y Luis Jáuregui Frías (coords.), Penuria sin n. Historia de los
impuestos en México siglos x viii-x x (México: Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis
Mora, 2005).
26 Antonio Ibarra, La organización regional del mercado interno novohispano. La economía
colonial de Guadalajara 1770-1804 (Puebla: Benemérita Universidad Autónoma de Puebla /
Universidad Nacional Autónoma de México, 2000).
27 Véase el maravilloso trabajo de Carlos Marichal Salinas, La bancarrota del virreinato.
1780-1810. La Nueva España y las nanzas del imperio español (México: El Colegio de Mé-
xico / Fideicomiso Historia de las Américas / Fondo de Cultura Económica, 1999).
28 Sandra Kuntz Ficker, Empresa extranjera y mercado interno: el ferrocarril central mexi-
cano 18 8 0 -19 07 (México: El Colegio de México, 1995).
29 Mención especial se debe hacer al periodo porriano, que ha generado mucho interés
en los últimos años por su riqueza en términos de fuentes: los estudios sobre la empresa, los
empresarios y las redes empresariales han tenido un verdadero boom en el último decenio.
Véase, por ejemplo, Leonor Ludlow Wiechers (coord.), 200 emprendedores mexicanos. La cons-
trucción de una nación (México: Editorial Mexicana, 2010).
30 Antonio Ibarra, “A modo de presentación: la historia económica mexicana de los no-
venta, una apreciación general”, Historia Mexicana 207 (2003): 616.
45
mezcla entre teoría de la dependencia y marxismo mostró que el his-
toriador no podía sólo ser un “intérprete” de los procesos del pasado,
sino que también debía ser un obrero de las fuentes. Sin fuentes no hay
historia económica.
La teoría de la dependencia se desarrolló a partir de los años cin-
cuenta, al calor de los movimientos de liberación nacional en África y
América Latina. Simplicando mucho sus planteamientos, baste con
señalar que, a partir del siglo con la conquista del territorio ameri-
cano, los nuevos espacios pasaron a ser colonias de España. La situación
de atraso económico en que se encuentran todos los países latinoame-
ricanos (y africanos) se deriva de ello en mayor o menor medida. La
conquista de América deviene en el pecado original por el cual la región
se encuentra en pleno retraso respecto de las potencias coloniales, que
aprovecharon los recursos naturales y la mano de obra existentes para
desarrollarse económicamente, extrayendo las ganancias hacia el espa-
cio metropolitano. El estudio del vínculo colonial es el motivo central
de esta corriente historiográca y política; los procesos económicos en
las colonias no tienen mucha importancia en el análisis porque sólo son
herramientas de transferencia de plusvalor hacia la metrópoli.
Aunque no quiero abundar mucho en el tema, debo señalar que la
crítica realizada sobre el mecanicismo de la historia económica de corte
cepalino, la cual presuponía una relación de dependencia entre el centro
(metrópoli) y la periferia (colonias) fue precisamente lo que potenció la
ruptura y el boom de lo que Ibarra llama la historia económica mexicana
de los noventa. Gracias al desarrollo de una intensa crítica acerca del
mecanicismo implícito en el modelo metrópoli-colonia, ahora es posible
saber mucho más acerca de los fenómenos sociales que tuvieron lugar en
América, y se ha comenzado a estudiar el complejo proceso de desarro-
llo de los mercados internos americanos, la creación de las elites locales
y su participación en el sistema mundial. La presente investigación es,
precisamente, un ejemplo de la manera en que una región desarrolló
formas económicas complejas. Además, éstas se encontraban vinculadas
a los espacios más brillantes de la economía de la época.
Es muy cierto que la historia económica mexicanista de los noven-
ta ha enriquecido el panorama de la historiografía, pero también debe
aceptarse que existen grandes espacios del conocimiento aún por explo-
rar. Se debe hacer una fuerte crítica a la labor desarrollada en la última
década y empezar a realizar algunas síntesis que permitan la creación
46
de nuevas líneas de investigación, las cuales se enfoquen a llenar los
innegables vacíos dejados por el esfuerzo anterior. Queda fuera de toda
duda que la historia económica ha crecido de forma exponencial en las
dos décadas precedentes. Empero, los temas de investigación se han
agolpado en torno a ciertas épocas y a ciertos temas.
Creo que esta falencia en términos de temporalidad se encuentra
determinada por el dossier de problemas que, a la historia económica
mexicanista, trajo la utilización de la new economic history.31 El uso
explícito de modelos matemáticos es, tal vez, la piedra de toque de esta
corriente. Para realizar este esfuerzo modelador es necesario contar
con un amplio repertorio de fuentes numéricas. El siglo tardío, con
el desarrollo de los ferrocarriles, la creación de la banca regional y las
primeras empresas manufactureras modernas, fue abono para que este
tipo de investigación oreciese. Mención aparte merece el tardío siglo
y el comienzo del : una enorme cantidad de investigaciones se
han realizado gracias al reordenamiento de la administración colonial,
que produjo los incontables libros que abarrotan el Archivo General de
la Nación; libros de cargo y data de Real Hacienda, quintos de plata,
memoriales alcabalatorios, comisos, libros de la renta de pulques, así
como los del estanco del tabaco, han permitido que los historiadores
reexionen acerca del crecimiento económico a nales del siglo , el
producto interno bruto () del México temprano, el desarrollo mer-
cantil regional, la producción de plata novohispana, etcétera.
Y, sin embargo, hay épocas de la historia en que simple y llanamente
no se han producido fuentes numéricas tan copiosas. O bien, hemos
perdido sus registros. El pasado prehispánico, los siglos y , así
como el anterior a las reformas borbónicas, de la misma manera
que los mediados del siglo , han sido un tanto olvidados por la his-
toriografía mexicanista contemporánea. En especial, ese siglo , tan
caro a los antiguos debates acerca del siglo de la depresión, ha sido evadi-
do como la peste por la nueva historia económica mexicana.
31 La nueva historia económica (New Economic History), más tarde rebautizada como ins-
titucionalismo, fue creada en la década de los sesenta por los investigadores estadounidenses
Robert Fogel, Douglas North y Stanley Engerman; ha dominado el gusto de los historiadores
económicos mexicanos últimamente. Véase Robert Fogel y Stanley Engerman, Time on the
Cross: e Economics of American Negro Slavery (Nueva York: W. W. Norton and Company,
1974). También, Douglass North, e Economic Growth of the United States, 1790 to 1860
(Upper Saddle River, N.J.: Prentice Hall, 1961).
47
Pocos estudios, en los últimos años, han centrado sus miras en tan
importante periodo. Como bien ha señalado Ruggiero Romano, el siglo
marca la verdadera independencia económica de las colonias ame-
ricanas; mientras la Europa de Felipe IV, Luis XIV y Oliverio Cromwell
se sumía en una fuerte depresión económica, la Nueva España y el vi-
rreinato del Perú comenzaban a vivir un periodo de bonanza económica
asentado en una creciente producción mineral, la cual uía de manera
cada vez más lenta hacia Europa y activaba de manera tangible el espa-
cio mercantil local.32 A pesar de lo anterior, las instituciones encargadas
de recolectar información acerca de la actividad económica, tales como
la Real Hacienda de la dinastía Austria, tenían una capacidad limitada
para realizar su labor. Además, ya avanzado el siglo , la pérdida de
control por parte del gobierno peninsular es evidente si se compara con
la información existente para el siglo . Fenómenos como el contra-
bando y la evasión scal ganan terreno respecto a la tributación ocial,
por lo cual la información almacenada en los archivos puede no ser
suciente para comprender lo que ocurría en la época.
A esto hay que agregar que la conservación de los libros no es pre-
cisamente la más adecuada; muchas veces se encuentran incompletos o
muy deteriorados. Para hacer las cosas un poco más graves, la letra pro-
cesal encadenada en boga en la época, junto con la utilización de gran
cantidad de abreviaturas, hace que las fuentes sean difíciles de leer y,
por ende, complica su sistematización. Por lo demás, la información es
escasa y no siempre se tiene la posibilidad de encontrar series de tiempo
para periodos largos, es decir series numéricas que se encuentren com-
pletas; hay grandes periodos en los cuales simplemente no sabemos que
aconteció. Además, el maravilloso Archivo General de la Nación en la
ciudad de México, donde se han conservado tantos y tantos libros acer-
ca del siglo borbónico, tiene (relativamente hablando) poca infor-
mación sobre el siglo anterior. El mayor cúmulo de datos se encuentra
en el Archivo General de Indias, en Sevilla, razón que hace todavía más
difícil el acercamiento a este periodo para aquellos que nos encontramos
en el nuevo continente.
32 Ruggiero Romano, Coyunturas opuestas. La crisis del siglo xv ii en Europa e Hispanoamé-
rica (México: El Colegio de México / Fideicomiso Historia de las Américas / Fondo de Cul-
tura Económica, 1993).
48
Debo agregar, pecando un poco de impertinencia, que el hecho de
que la formación primaria de la mayoría de los investigadores en histo-
ria económica sea básicamente en ciencia económica, no ayuda mucho
a que los esfuerzos sobre la construcción de fuentes sean cabales. Esta
situación, es preciso acotar, no es culpa de aquellos economistas que se
dedican a la historia económica, sino de los historiadores que han dado
la espalda a la economía, encerrándose en el espacio de confort de su
disciplina.
A esto se puede objetar que fue precisamente dentro del marco de la
revolución historiográca de nales de los años setenta y de los ochenta,
cuando se publicó el gran trabajo de Herbert Klein y John Jay TePaske,
Los ingresos y egresos de la Real Hacienda de la Nueva España.33 Este
trabajo seminal cambió el panorama de la investigación en historia eco-
nómica colonial. Súbitamente, los investigadores se encontraron frente
a una verdadera mina de información sobre la recaudación scal colo-
nial. A partir de esta publicación, una miríada de trabajos utilizaron los
datos para construir series largas sobre producción de plata, alcabalas,
renta del tabaco y un gran etc. Empero, muchos años nos separan ya de
la edición del libro, y nadie se ha atrevido a criticar profundamente la
manera en que fueron acumulados los datos, aunque sea evidente que se
encuentran mal normalizados.34 El problema es grave porque hay una
33 Herbert S. Klein, John J. TePaske, Los ingresos y egresos de la Real Hacienda de la Nueva
España (México: Secretaría de Hacienda y Crédito Público / Instituto Nacional de Antropo-
logía e Historia, 1986).
34 Abundaré más acerca de este problema en el apartado sobre fuentes. Sin embargo, para
no restar fuerza a la armación, pongo sobre la mesa un dato que nos muestra el pobre trabajo
de normalización llevado a cabo por Klein y TePaske: en su página web, Richard Garner nos
informa que “entre todas las cajas hay casi 3 600 entradas diferentes por lo que corresponde
al cargo o haber de los libros de contabilidad real, y más de 2 600 entradas diferentes por lo
que toca a la data o al débito”. ¿Acaso existieron 3 600 ramos scales diferentes? Tomando
en cuenta los que aparecen en Fonseca y Urrutia, la lista es cercana a los 80 ramos scales,
creo que los otros 3 520 ramos scales que aparecen en Klein y TePaske son sólo malas agre-
gaciones de datos, producidas por la naturaleza misma de la fuente que los estadounidenses
trabajaron (las cartas cuenta de Real Hacienda). Véase Richard Garner, “La explicación de
la estructura de forma de columna de los archivos de texto”, en Inside my Desk (sitio web),
consultado el 18 de septiembre de 2015, http://www.insidemydesk.com/cajas/ExpSpCol.pdf.
Además, Fabián Fonseca y Carlos Urrutia, Historia general de Real Hacienda (México: Vicente
G. Torres, 1845).
49
gran cantidad de investigadores que han utilizado extensivamente la in-
formación de los estadounidenses para construir series de tiempo. La crítica
hecha a los basamentos corre el peligro de hacer caer el edicio entero.
Ya no me extenderé más sobre este punto, que tal vez precise una
investigación completa dedicada en exclusiva a él. Concluyo señalando
que la investigación aquí presentada se inserta de lleno en el debate
historiográco contemporáneo. La crítica sobre los límites de la histo-
riografía actual sirve como punto de partida para plantear una investi-
gación trasgresora: retomar preguntas viejas para intentar responderlas
con métodos y técnicas novedosos. La investigación se centra en el siglo
, un tanto olvidado por la corriente historiográca contemporánea,
pero con una carga en signicados muy cara a la historia económica de
corte serial. Empero, se intentará la aplicación de ciertas herramientas
que a la disciplina han aportado los trabajos desarrollados en los últi-
mos años. La cuestión de fondo es hacer dialogar dos maneras de ver la
historia económica.
Historiografía potosina
La vida económica del San Luis temprano giraba, sin duda alguna, en la
órbita de la minería, la cual inclusive fue el motor de las demás unidades
productivas y comerciales de la región. Es cierto que a lo largo del siglo
hubo una verdadera diversicación de las actividades en el distrito,
ya que es innegable la importancia que llegaron a tener tanto la ganade-
ría como el comercio. Sin embargo, es bastante claro que la minería era
el punto nodal de la economía. ¿Por qué me atrevo a ser tan categórico?
La centralidad de la minería en la vida económica y social potosina,
cuando menos en el siglo , es un hecho difícilmente cuestionable si
se toman en cuenta tres indicios.
Para comenzar, el historiador que se encuentre de frente con el tema
notará de inmediato la gran cantidad de información referente a la mi-
nería potosina contenida en diversos archivos. Una simple prospección
de los registros notariales que se han conservado en San Luis Potosí
parece dejar de lado cualquier duda: la actividad central de los mora-
dores del pueblo era la minería. Contratos de compra y venta de tierra
rica en plata, intercambios de minerales en bruto por moneda, registros
50
de minas. Estos documentos pueblan a lo largo y a lo ancho el Archivo
Histórico del Estado de San Luis Potosí.
El segundo punto: la centralidad del “trato de minas” en esa fron-
tera era bien conocida por los propios contemporáneos. Por ejemplo,
Lucas Fernández Manjón, quien era uno de los primeros pobladores
de aquel real de minas, anotaba las siguientes palabras en el año 1627:
[...] es de advertir, que por la gran suma de plata, y oro que de aquellas
minas [de San Luis] se ha sacado, han ocurrido a ellas de las provincias
más remotas con los frutos de la tierra, y los han convertido, y convierten
en reales, con que se han podido sustentar y conservar sus poblaciones,
siendo, como es cierto, que muchos lugares y congregaciones se hubieran
despoblado, si no fuera mediante la razón referida, y haberle socorrido con
el trato y contrato de aquellas minas.35
Como se puede ver, la centralidad de la minería es señalada categóri-
camente en la armación de Fernández Manjón. Se pueden encontrar,
en los registros de la época, cantidad de señalamientos similares al que
aquí acabo de transcribir.
Tercer y último punto: la historiografía regional ha tratado a la mi-
nería como el elemento determinante de la dinámica social del San Luis
Potosí colonial. Manuel Muro,36 el pionero de la historia local, quien
era más acionado a los relatos costumbristas y a la agitada historia
política decimonónica, señalaba ya esta particularidad. Más adelante,
Primo Feliciano Velázquez dedicó incontables páginas de su Historia de
San Luis Potosí a hablar de los mineros potosinos.37 Rafael Montejano,
historiador del siglo que no tenía precisamente predilección por los
temas económicos, dedicó un libro entero a la minería potosina.38
Como es evidente, el tema de la minería en San Luis Potosí dista de
ser novedoso por entero: desde el siglo se ha escrito sobre el asunto.
35 Archivo General de Indias (en adelante ), Real Patronato, 20, número 5, R. 19, foja
2 frente. Las cursivas son propias.
36 Manuel Muro, Miscelánea Potosina (San Luis Potosí, S.L.P.: Tipografía de la Escuela
Industrial Militar de San Luis Potosí, 1903).
37 Primo Feliciano Velázquez, Historia de San Luis Potosí (San Luis Potosí, S.L.P.: Archi-
vo Histórico del Estado de San Luis Potosí / El Colegio de San Luis, 2004).
38 Rafael Montejano y Aguiñaga, La minería en San Luis Potosí (San Luis Potosí, S.L.P.:
Archivo Histórico del Estado de San Luis Potosí, 1994).
51
La historiografía local ha remarcado el tema a partir de su nacimiento
en el siglo . Es más, hablando con absoluta franqueza, el vincular la
minería al desarrollo económico del Potosí mexicano es un verdadero lu-
gar común: los contemporáneos lo sabían y lo expresaron innumerables
veces mediante sus peticiones a la Corona de España, en sus contratos de
compraventa, en sus quejas contra la administración virreinal, etc. Los
historiadores no hemos hecho más que repetir estas palabras una y otra
vez. De esta manera, la minería potosina es un tema abordado duran-
te largo tiempo. El tópico tiene tantos años como el mismo poblado de
San Luis Potosí.
Llegado a este punto, el lector puede preguntarse (y estará en todo
su derecho) qué puede aportar al conocimiento de San Luis una inves-
tigación que hace del análisis de esta actividad su punto nodal. Puedo
responder que existe aquí una curiosa contradicción: la importancia de
la minería en el distrito del Potosí mexicano es un hecho tan evidente
que pocos se han preocupado de hacer una investigación a fondo sobre
el tema. ¿Acaso no acabo de decir que la historia regional ha dedicado,
incluso, libros enteros a la minería? Sí, pero estos estudios tratan el tema
aislado de sus partes y sólo en la medida en que toca a los intereses de
la crónica local: la minería puede ser el centro de la narrativa pero es un
tema sin problematizar. El tema, como ha sido abordado por la historia
regional, no es parte de una historia-problema.
Desde el siglo algunos de los pioneros de la historia regional ha-
bían publicado datos sueltos acerca de la minería potosina. Sin embargo,
la primera síntesis de verdadera envergadura sobre la historia regional
no se publicó hasta 1946, por Primo Feliciano Velázquez. Abogado de
formación y periodista fundador del importante periódico El Estandar-
te, laboró durante muchos años en los archivos locales antes de publicar
nalmente su Historia de San Luis Potosí. Obra de gran importancia en
el desarrollo de la historiografía local, al hablar del periodo virreinal su
interés se centra en los hechos que desencadenaron en la fundación de
las diversas poblaciones españolas en el actual estado de San Luis Poto-
sí, la penetración de los franciscanos en el otrora territorio guachichil,
así como diversos hechos curiosos que acontecieron en la ciudad de San
Luis Potosí y que tuvieron como protagonistas a los mineros, mercade-
res y administradores de la época.
Tal vez lo que más destaca en el escrito es la profunda erudición
que cimienta el discurso. Sin embargo, esta misma razón hace que el
52
texto sea un tanto complejo de leer. La sucesión de hechos es a veces
abrumadora, muchos de ellos no parecen tener conexión entre sí, sino
que son retomados por el autor para ofrecernos una crónica de color.
Esta situación no es culpa de Primo Feliciano; la narración corresponde
cabalmente al tipo de historia que se escribía a nales del siglo y
principios del . La obra, si bien se publicó a mediados del siglo pasa-
do, cuando el autor tenía más de ochenta años, es producto intelectual
neto del periodo anterior a la Revolución mexicana.
Muchos de los temas que marcarán el siglo en términos de his-
toriografía brillan por su ausencia: la sistematización de las fuentes,39
la problematización de temáticas especícas mediante cortes sobre la
propia narratividad, el interés en la trayectoria económica de la región.
Nos encontramos frente a un texto que presenta mucha información,
pero en el cual se encuentra poca sistematización; los problemas eco-
nómicos se entreveran con cuestiones de índole social, mientras que, a
guión seguido, encontramos juicios de orden moral, normalmente lau-
datorios a la labor de los franciscanos en la región.
Resulta prácticamente incomprensible que este libro sea todavía el
punto de partida de todo historiador regional que se interese por San
Luis Potosí. Si bien se han escrito dos síntesis relevantes sobre historia
regional después de la aparición del libro de Primo F. Velázquez,40 nin-
guna de ellas alcanza el grado de detalle que se puede encontrar en este
último. Aunque no puede dejar de mencionarse el trabajo de historiado-
res como Rafael Montejano y Joaquín Meade,41 en términos generales,
la producción historiográca potosina ha permanecido largo tiempo en
el ámbito de la monografía y la crónica regional, alejada de las corrientes
académicas que permearon la profesión en la segunda mitad del siglo .
39 Como bien señala Isabel Monroy, la carencia de referencias sobre las fuentes de prime-
ra mano en el escrito de Primo F. Velázquez es consecuencia de la pobre sistematización de las
fuentes sobre las que trabajó, sobre todo el archivo de la Alcaldía Mayor de San Luis Potosí
que en la actualidad se resguarda en el Archivo Histórico del Estado de San Luis Potosí (Isabel
Monroy Castillo, “Estudio Preliminar,” en Velázquez, Historia, vol. I, 28).
40 Rafael Montejano y Aguiñaga, San Luis Potosí: la tierra y el hombre (San Luis Potosí,
S.L.P.: Archivo Histórico del Estado de San Luis Potosí, 1990); Isabel Monroy Castillo y
Tomás Calvillo Unna, Breve historia de San Luis Potosí (México: El Colegio de México / Fi-
deicomiso Historia de las Américas / Fondo de Cultura Económica, 1997).
41 Joaquín Meade, El nobilísimo y muy ilustre ayuntamiento de San Luis Potosí y concejos
que lo precedieron, 1592-1971 (San Luis Potosí, S.L.P.: Sociedad Potosina de Estudios Histó-
ricos, 1971).
53
Tomando en cuenta que durante gran parte del siglo anterior la
Universidad Autónoma de San Luis Potosí no contó con escuelas que
formasen profesionales de la historia, la situación ya no parece tan ex-
traña. Sin embargo, la apertura de escuelas que forman historiadores
profesionales ha comenzado a cambiar el panorama de la historiografía
potosina en los últimos quince años. La Escuela de Estudios Superiores
en Ciencias Históricas y Antropológicas de la Fundación Eduard Seler
fue la primera en proporcionar cursos de licenciatura en Historia en
la ciudad de San Luis Potosí, mientras que la Universidad Autónoma
de San Luis Potosí abrió la carrera de Historia en 2002. A su vez, El
Colegio de San Luis, A.C., forma historiadores en nivel de maestría
desde 1997, aproximadamente. Por último, la Facultad del Hábitat de
la cuenta con una maestría en Historia del Arte que ha estado en
funcionamiento por varios años. Producto de estos cambios en la ense-
ñanza, la historiografía potosina se ha revitalizado en los últimos años.
Aunque es difícil romper con la tradición heredada por los cronistas,
la modernización en la manera de escribir historia se comienza a hacer
sentir en la historiografía potosina.
He realizado esta pequeña digresión para que el lector poco fami-
liarizado con la historiografía regional potosina no se asombre de las
pocas fuentes bibliográcas que presento en la investigación; existen
muy pocos trabajos serios dedicados al tema. Incluso se puede armar
que la historia potosina se encuentra todavía por escribir.
Pasando a la temática que aquí analizo a fondo, Primo F. Velázquez
planteó ciertos postulados que han sido aceptados casi acríticamente
por muchos de los historiadores que han escrito durante los sesenta años
que nos separan de la publicación de su obra. En primer lugar, señala que
la producción de las minas de San Luis Potosí alcanzó su cenit en la
primera década del siglo , y que hacia 1624 la producción de las mi-
nas cayó estrepitosamente, dejando a la población al borde del colapso
total.42 En segundo término, la causalidad de estas peripecias se explica
42 Hay muchos señalamientos de Velázquez en este sentido, aunque tal vez el más cate-
górico sea el expresado en razón del otorgamiento del título de ciudad por Antonio de Lara
Mogrovejo en 1655: “A los ojos del comisionado, cuya misión era procurar los aumentos de
la hacienda real con los derechos que la concesión causaba, se confundieron el pasado y el
presente”. Entonces, en el momento de adquirir el título de ciudad, ¡San Luis estaba tan mal
parado, que el visitador debió hacerse el ciego para otorgar la prebenda! (Velázquez, Historia,
vol. I, 637).
54
mediante dos puntos: la baja en la calidad de los minerales, experi-
mentada a partir de 1620, así como la profundidad de las minas, que
acarreaba el alza en los costos productivos de los mineros. Además, los
derrumbes en diferentes minas hicieron que la labor en Cerro de San
Pedro casi se abandonara a partir de la década de los treinta.
Debo agregar la crisis poblacional desatada a partir de la tercera
década del siglo . Diversas epidemias diezmaron a la población
nativa y dejaron los tajos de las minas sin trabajadores que laborasen.
Como se puede ver, la situación de los pobladores de San Luis Potosí
en el siglo era en verdad patética: las minas no producían, los in-
dios perecían, los esclavos se fugaban, las mulas morían en cantidades
alarmantes y los perros no ladraban.
Quiero apuntar, y va como advertencia a los historiadores que se inte-
resen en el pasado potosino, que la interpretación de Primo F. Velázquez
trae implícito un fortísimo juicio moral; los pobladores no se quedaron en
San Luis Potosí por los tratos y contratos de las minas, sino porque querían
continuar la obra de evangelización comenzada por los frailes franciscanos
en el siglo . La historia potosina deviene entonces una obra de caridad
cristiana que continúa hasta nuestros días y tira por debajo de la mesa la
tosca realidad de la explotación en el trabajo de las minas.43
Lo que más sorprende es que la escasa historiografía que en los
años más recientes ha abordado el tema repite el discurso de Primo F.
Velázquez sin siquiera chistar. En fecha tan reciente como 2009, Car-
los Rubén Ruiz Medrano publicó un libro cuyo título es ya elocuente:
Auge y ocaso de la minería en Cerro de San Pedro, jurisdicción de San
Luis Potosí, y el tajo de San Cristóbal (1592-1633). Entonces, hacia 1633
nos encontramos en el ocaso de la minería potosina. No sólo eso, en el
texto de Ruiz Medrano se hacen armaciones como la siguiente:
Este testimonio, parco epílogo de una obra que llevaba en sí los anhelos
y esperanzas de un abigarrado conjunto de mineros de larga tradición
deseosos de reactivar las minas y permitir que de nuevo el ujo de rique-
za llegase a sus manos, constituye, en realidad, la reveladora marca de
43 Por lo demás esta situación no es extraña, siendo Primo F. Velázquez terciario de la
orden franciscana; incluso escribió una historia de san Francisco de Asís.
55
que los tiempos de bonanza estaban tan derruidos como la obra que habían
alentado.44
Todo esto se arma sin presentar (siquiera) una serie de producción de
la plata potosina.45 De hecho, algo que causa cierta conmoción es que el
autor desconoce que las minas de San Luis Potosí producían copiosas
cantidades de oro, puesto que no se encuentra referencia en su texto a este
género de producción. Además, cuando se reere a los ciclos productivos
de la plata lo hace en el siguiente tono: “¿Cuáles fueron las consecuencias
a mediano plazo desencadenadas en la minería de Cerro de San Pedro por
el fracaso de las obras del tajo de la mina de San Cristóbal? Una de ellas,
quizá la más fundamental, fue una contracción particularmente extrema en
el ciclo aleatorio de producción anual del distrito”.46 Me gustaría preguntar-
le al autor qué entiende por contracción particularmente extrema del ciclo
aleatorio de producción anual; puesto que la concepción misma del ciclo
económico implica recurrencia de los factores productivos, ningún ciclo
es aleatorio. La expresión no es otra cosa que un oxímoron. Además, si a
44 Carlos Rubén Ruiz Medrano, Auge y ocaso de la minería en Cerro de San Pedro, juris-
dicción de San Luis Potosí, y el tajo de San Cristóbal (1592-1633)(San Luis Potosí, S.L.P.: El
Colegio de San Luis, 2009), 141. Cursivas propias.
45 Ruiz Medrano, Auge y ocaso, 91. Aquí se presenta la Gráca 1 con el título “Producción
en Cerro de San Pedro, 1597-1621”, la cual contiene sólo cuatro valores para un periodo de
veinticuatro años. Sinceramente, poco se puede interpretar con tan magra cantidad de datos.
En la página 144 se presenta la Gráca 2, con el título “1% y diezmo de plata en la Caja Real
de San Luis Potosí, 1628-1636”, ahí se nos muestra una serie de valores tomados de Klein y
TePaske. Hay grandes problemas con esta gráca. De entrada, salta a la vista que el intervalo
debería tener nueve valores, y sólo presenta ocho. Además, las unidades sobre el eje de las x
representan valores por doce meses de producción; sin embargo, los cortes de caja hechos a
la tesorería de San Luis para esos años son bastante irregulares (ya abordaré este problema
más adelante). Por ejemplo, el primer valor contenido en Klein y TePaske abarca desde el 2 de
mayo de 1628 hasta el 9 de junio de 1629, poco más de 13 meses; el segundo corte de caja va
del 14 de febrero de 1630 al 13 de junio de 1630, es decir, 3.91 meses. Como es evidente, Ruiz
Medrano no utiliza unidades discretas y, por tanto, su serie carece de sentido. Por último,
el autor eliminó de la serie aquellos valores correspondientes a los periodos: 1) 20 de junio
de 1630 a 10 de junio de 1631; 2) 19 de abril de 1632 a 21 de octubre de 1632; y 3) 20 de
abril de 1636 a 2 agosto de 1636. Un total de 155 104 pesos de oro común no aparecen en
la gráca, lo cual me parece muy grave ya que afecta de manera absoluta la tendencia de la
producción que supuestamente es mostrada en la gráca.
46 Ruiz Medrano, Auge y ocaso, 143. Cursivas propias. Además, en la página 98: “[...] es
pertinente observar que las descripciones de Marmolejo no resultan exageradas, dado que de-
ne, en esencia, uno de los factores más importantes que agobiaron a la minería novohispana:
el ciclo aleatorio de producción”.
56
ello agregamos el término contracción particularmente extrema, así como
el calicativo anual, la oración es ya un galimatías.
De la misma manera, la historiadora Guadalupe Salazar hace eco
de esta interpretación. Pese a sus importantes contribuciones a la his-
toriografía de la hacienda en la región, al tratar de minería señala lo
siguiente:
Asimismo esta área [el Valle de San Francisco] será de las primeras que
realizará su reconversión agrícola y ganadera –aunque se haya mantenido
el benecio de la plata en menor escala– al darse la crisis económica hacia
1622 debido a la baja productividad minera por el descenso de la producción
que para entonces afectaba a las minas.47
Esto, por cierto, no es difícil de entender. En los parágrafos dedicados
a la producción minera, Guadalupe Salazar sigue al pie de la letra el
texto de Primo Feliciano Velázquez. Esta parte del texto no es la más
brillante. Dicho con todo respeto, exhibe cierto desconocimiento de la
materia que trata. Por ejemplo, al calcular el volumen de la bolsa de oro
que se descubrió en 1628: “En el mismo año se descubre en la mina del
Rosario o cata Briones una veta de oro que produjo ‘más de un millón
[de pesos] de oro’ (125 000 marcos o 4 784 Kg)”.48 Pues bien, lo primero
que salta a la vista es que se nos entrega un valor en marcos, cuando
comúnmente la masa del oro se expresaba en castellanos. Haciendo una
primera concesión al texto de Salazar, aceptemos la cifra presentada en
marcos. Sin embargo, hay un grave problema: ¡125 000 marcos no son
4 768 kilogramos! Si sabemos que cada marco castellano pesaba 230
gramos,49 entonces 125 000 marcos = 28 750 kilogramos. El error no es
47 Guadalupe Salazar González, Las haciendas en el siglo xvii en la región minera de San
Luis Potosí. Su espacio, forma, función, material, signicado y estructuración regional (San Luis
Potosí, S.L.P.: Universidad Autónoma de San Luis Potosí-Facultad del Hábitat, 2000), 52.
Cursivas propias.
48 Salazar, Las haciendas, 64.
49 Debo puntualizar que el marco castellano pesa ½ onza de oro y se adoptó en la época
de los Reyes Católicos, copiando el patrón metálico utilizado en Colonia (Alemania). Sin em-
bargo, el marco de colonia pesaba 233.856 gramos. Véase Pedro Cantos Benítez, Escrutinio
de maravedises y monedas de oro antiguas, su valor, reducción y cambio a las monedas corrientes,
deducido de escrituras leyes y pragmáticas antiguas y modernas de España II (Londres: London
University, 1903), 40-41.
57
mínimo. Concediendo, una vez más, el benecio de la duda a Salazar,
supongamos que un desafortunado error de tipografía intercambió, en
el original, marcos por castellanos. Tenemos entonces la equivalencia
125 000 castellanos = 4 784 kilogramos. Pues bien, esto es incorrecto
en su totalidad. Si sabemos que un castellano pesa 4.6009 gramos, en-
tonces 125 000 castellanos son apenas 575.11 kilogramos de oro. Las
cuentas son erróneas. De acuerdo con la legislación de la época, el valor
de 1 castellano de oro de 22 quilates era 2.11 pesos. De esta manera, si
la veta de oro dio un valor de 1 000 000 de pesos, quiere decir que pro-
dujo 473 933.64 castellanos de oro de 22 quilates. Si sabemos que un
castellano de oro de 22 quilates pesa 4.6009 gramos, entonces la masa
total de la bolsa de oro era de 2 180 kilogramos o 9 478.26 marcos de
oro. Salazar termina calculando más del doble.
Por lo demás, me reservo el derecho de abordar más adelante, in
extenso, el problema planteado por el descenso de la producción minera.
En primer lugar, porque la historiografía potosina no se ha tomado la
molestia de establecer con claridad el ciclo productivo de las minas de
San Luis Potosí y se ha contentado, sobre este tema, a copiar las arma-
ciones de Primo F. Velázquez, quien, por lo demás, sacó sus conclusio-
nes de las cartas de la diputación minera, la cual armaba el estado de
miseria de las minas desde el tercer decenio del siglo . En segundo
término, porque es necesario cuestionar si existe una correlación estric-
tamente necesaria entre el declive de la producción minero-metalúrgica
y la crisis económica. Puedo adelantar, para entrar en polémica, que
precisamente el libro de Guadalupe Salazar nos muestra de forma ca-
tegórica que mientras la minería se iba en picada (de acuerdo con las
armaciones de la autora), las haciendas de San Luis se estructuraban y
crecían. ¿Cómo es posible entonces hablar de crisis económica?
Debo reconocer que no todos los investigadores han copiado a Pri-
mo F. Velázquez. En el sugerente trabajo realizado por Felipe Durán
Sandoval, tesis de maestría en Historia que lamentablemente no ha sido
publicada, se presenta una fuerte crítica a los preceptos tradicionales de
la historia minera potosina. Aunque la nalidad de Durán Sandoval es
revisar las condiciones de los trabajadores de minas en Cerro de San
Pedro durante el siglo , el tema de la producción minera es tocado
en más de una ocasión por el autor. En particular, en el quinto capítulo
se delimita una posición muy crítica a la historiografía tradicional poto-
sina, señalando que la llamada crisis del siglo en la alcaldía mayor
58
de San Luis Potosí es una invención de los historiadores que creyeron a
pie juntillas el discurso de los mineros, quienes señalaban el deplorable
estado de su gremio para evitar incrementos en la tributación:
Al comparar los ingresos de la real caja de San Luis Potosí, no hay con-
cordancia con la visión que los mineros dejaron en sus escritos y que han
llegado a nosotros a través de los historiadores que la han retomado. En los
registros de diezmo de plata y quinto del oro se puede observar que los ingresos
son constantes y no se aprecia una caída espectacular... Luego entonces, la
cercanía a la quiebra en los documentos de los mineros no parece haber
tenido lugar.50
El autor plantea que la crisis económica de la tercera década del siglo
no existió, desprendiendo esta información de los números pu-
blicados en Los ingresos y egresos de la Real Hacienda de la Nueva Espa-
ña.51 Aunque Durán Sandoval incurre en un error, pues plantea como
unidades discretas los números que Klein y TePaske extrajeron de los
libros mayores de Real Hacienda, siendo que hay diferencias de tempo-
ralidad en los cortes de caja realizados, la polémica se encuentra muy
bien planteada. Es más, para reforzar su punto de vista, el autor arma
que, a contrapelo de la supuesta crisis, la población de San Luis fue en
constante aumento a lo largo del siglo :
En San Luis Potosí más bien hubo un constante crecimiento de pobla-
ción, a tal grado que Isassy armó que en 1649 contaba con la población
más grande del obispado de Michoacán, al que pertenecía; esto puede
explicarse por el crecimiento natural, pero también por la constante mi-
gración de población a este territorio. Para 1681, la alcaldía de San Luis
seguía siendo la más poblada del obispado, con 7 510 habitantes.52
Es difícil ser más elocuente: el siglo potosino, siempre de acuerdo
con el autor, representó un periodo de crecimiento poblacional y, la
minería, si bien no despegó, tampoco se fue a pique. Así tenemos que
hay dos planteamientos divergentes para la interpretación del siglo
50 Felipe Durán Sandoval, “Minería y sociedad en San Luis Potosí durante el siglo ”
(tesis de maestría en Historia, El Colegio de San Luis, 2004).
51 Klein y TePaske, Ingresos y egresos.
52 Felipe Durán Sandoval, “Colonización, población y disputas por la tierra en San Luis
Potosí frente a los tumultos de 1767”, Vetas. Revista de El Colegio de San Luis 13 (2003): 28.
59
potosino: quienes arman que la minería se desplomó en el segundo
cuarto del siglo, lo que derivó en una severa depresión económica que
abarcó los siguientes setenta años, y aquellos que arman que esta crisis
no existió; la población se incrementó, las haciendas se multiplicaron y
la minería continuó en su cauce.
Sin embargo, creo que los datos aportados por la historia regional
en cuanto a la producción minera son todavía insucientes. La mayoría
de las hipótesis de trabajo se desprenden de datos proporcionados en los
informes de la diputación de minería, o bien son interpretaciones muy
simples de los datos proporcionados por Klein y TePaske. El problema
es que los encajes o cortes de caja realizados en la tesorería de San Luis
Potosí son muy irregulares a lo largo del siglo ; no se puede elabo-
rar una serie de tiempo con la simple agregación de datos. Como se
verá en el tercer capítulo del libro, para obtener resultados coherentes
es necesario un escrutinio a fondo de la fuente, con la nalidad de or-
denar la información y normalizarla. Ciertos procedimientos de orden
matemático son ineludibles para desprender conclusiones a partir de
la fuente. Este último punto es central, ya que los trabajos hasta ahora
desarrollados por la historiografía local abordan de manera tangencial
la problemática, dejando mucho que desear en la consecución de series
productivas que permitan comparar la trayectoria histórica del mineral
de San Pedro.
Ya para terminar este parágrafo, debo adelantar que los datos des-
prendidos de la Caja Real de San Luis Potosí muestran que la línea de
tendencia para el oro y la plata presenta una pendiente negativa. Esto
sólo quiere decir que durante el siglo se redujo la cantidad total de
minerales registrados en la Caja Real. Sin embargo, la minería potosina
gozó de una bonanza minera de aproximadamente cuarenta años, un
ciclo muy parecido al zacatecano. Se verá cómo la minería no desapare-
ció de la región y que no hubo tal reconversión agrícola y ganadera, sino
que, pese a la baja en el total, la minería siguió siendo la principal acti-
vidad de la región, rindiendo buenas cantidades año con año. Se debe
puntualizar que el ciclo descendiente de la producción se detuvo hacia
la década de los sesenta, lo que permitió que la producción recuperase
algo de su impulso gracias a la utilización de nuevos métodos para ex-
plotar el oro.
Ciertos datos presentados más adelante sugieren que la baja pro-
ductiva experimentada tiene más que ver con la mala scalización de la
60
producción por parte de la Caja Real de San Luis Potosí. A esto se debe
agregar que quizá existió una restricción racional de la producción por
parte de los mineros, quienes durante los años en que hubo una baja
productiva explotaron minerales de alta calidad, pero en menor can-
tidad; las tasas de ganancia de la minería potosina permanecieron por
arriba de la media virreinal por el simple hecho de que se explotaba oro.
¿Hubo realmente crisis a lo largo del siglo ?
De esta manera, la presente investigación se interesa por los volú-
menes productivos del distrito minero de San Luis Potosí. La nalidad
es poner a prueba las hipótesis que sobre el desarrollo histórico de esta
sociedad del centro-norte mexicano se han vertido. Como se puede ver,
la idea de la crisis minera es el punto de inexión en las interpretaciones
acerca del siglo de la depresión en el Potosí novohispano. Además, se plan-
tearán hipótesis acerca de la causalidad subyacente en la trayectoria pro-
ductiva de las minas de San Luis. Quiero puntualizar que, si bien uno de
los puntos nodales de este libro es conocer el ciclo productivo de la plata
y el oro potosinos, no por ello se dejará de abordar la problemática que
plantea la estructura de la producción y los avatares que determinaron a
lo largo del siglo su incremento o descenso en términos absolutos.
L
Una vez que se ha centrado la problemática del libro, es necesario pasar
a la parte más importante de la teoría: la metodología. Si bien hasta aquí
he hablado en términos generales de la temática de la investigación y el
debate teórico general en que se enmarca, a partir de estas líneas inten-
taré responder cómo resolver las preguntas antes planteadas.
Lógica dialéctica
Es necesario señalar que la categorización, desarrollada a continuación,
parte de una concepción particular de la realidad: la proporcionada por
la lógica dialéctica. Permítame el lector una rápida digresión para ex-
plicar en términos generales lo que la lógica dialéctica entiende por co-
nocimiento, puesto que aclarando este punto, la apuesta metodológica
aquí esbozada será más clara.
61
Dicho burdamente, y por no entrar aquí en explicaciones que serían
excesivas, la lógica dialéctica comienza con una concepción “ingenua”:
el mundo real concreto existe con independencia de la conciencia del
sujeto que conoce.53 Sin embargo, este mundo sólo puede ser conocido
y transformado por el sujeto cognoscente. Por tanto, existe una relación
absolutamente simbiótica entre sujeto y objeto.
Empero, el conocimiento no se presenta de manera “natural” en el
ser humano. De hecho, la práctica cognoscitiva se distingue de otras
formas de la praxis humana: “[...] la realidad –señala Karel Kosik– no se
presenta originariamente al hombre en forma de objeto de intuición, de
análisis y comprensión teórica”.54 Es necesario que el sujeto construya
el conocimiento a partir del mundo seudoconcreto,55 de manera que
esta primera experiencia de la realidad permite una síntesis limitada,
pero plena de sentido, a partir de la cual se conocerá por categorías. Así
comienza el proceso del conocimiento, que se “eleva de lo abstracto a
lo concreto”.56
Resumiendo, el proceso de conocimiento tiene que ver con la apre-
hensión de las categorías mediante la abstracción, para después retor-
narlas a su verdadera relación histórica, encontrando de esta manera las
formas en que se desarrollan en la totalidad concreta. Pues bien, ahora
que se entiende en términos generales el procedimiento, retornemos a
53 Henri Lefebvre, Lógica formal, lógica dialéctica (México: Siglo X XI, 1998), 56.
54 Karel Kosik, Dialéctica de lo concreto (estudio sobre los problemas del hombre y del mun-
do) (México: Grijalbo, 1976), 25.
55 Kosik, Dialéctica, 27. El autor se reere al mundo seudoconcreto como un claroscuro
de luces y sombras: un mundo en el cual los objetos se presentan al sujeto cognoscente como
herramientas de la práctica cotidiana, y los utiliza de manera acrítica. Sobre este punto, véase
el primer capítulo del libro, titulado “El mundo pseudoconcreto y su destrucción”.
56 Aquí hay una distinción que es necesario puntualizar. La ruptura de la seudoconcre-
ción no proviene de un completo abandono del mundo terrenal, como lo había planteado
Louis Althusser. El conocimiento se construye precisamente a partir del mundo concreto.
Con base en la elevación dialéctica se conoce a la cosa en su esencia, en sus categorías. Sin
embargo, al nalizar el procedimiento, el conocimiento “desciende” y reintegra esas cate-
gorías que habían sido abstraídas a la realidad concreta. “Llegado a este punto, habría que
reemprender el viaje de retorno, [...] pero esta vez no tendría una representación caótica de
un conjunto, sino una rica totalidad con múltiples determinaciones y relaciones”, Karl Marx,
Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (grundrisse) 1857-1858 (México:
Siglo XXI, 2005), 21-22. Véase también Louis Althusser, Curso de losofía para cientícos
(México: Planeta, 1986).
62
nuestra problemática inicial: ¿qué papel juega la narración en la cons-
trucción del pensamiento dialéctico?
Siempre desde el punto de vista de la lógica dialéctica, esta proble-
mática se desdobla en dos momentos del conocimiento. El proceso de
la heurística, propiamente dicho, en el cual el ser conoce partiendo del
mundo seudoconcreto hasta llegar a una explicación por categorías; y
el proceso de la explicación, donde se invierte el orden “histórico” en
que las categorías aparecen, favoreciendo un orden lógico que privilegia
la comprensión de las relaciones entre éstas.57
Es necesario hacer hincapié en las diferencias existentes en estos dos
momentos del conocimiento. En primer lugar, el sujeto cognoscente
encuentra las categorías de acuerdo con su orden histórico. En una se-
gunda instancia, esa realidad histórica es “invertida” por la explicación.
La inversión explicativa responde a un esfuerzo realizado por el sujeto
con la nalidad de demostrar los mecanismos mediante los cuales las
categorías se relacionan.
Entonces, abstracción y explicación tensionan la labor heurística
puesto que son dos momentos distintos de la investigación. Partiendo
de esta posición, se puede armar que la problemática de la narración
histórica entra de lleno en el segundo momento. El modo expositivo tie-
ne una nalidad didáctica: es una manera de explicar los resultados de
la heurística propiamente dicha.58 Se puede armar que la explicación-
narración no es independiente de la realidad histórica: debe ajustarse al
orden categórico encontrado con anterioridad. La conguración narrati-
va aporta también plusvalía a la elevación dialéctica, puesto que permite
57 En Marx esta problemática aparece como “modo de investigación” y “modo de ex-
posición”, en la introducción de El capital (Karl Marx, El capital, vol. I [México: Siglo XXI,
2001]). Néstor Kohan, entre otros, ha hecho hincapié en que el “modo de exposición” del
modo de producción capitalista, en los textos de Marx, comienza por la mercancía (primera
síntesis concreta). Esto no quiere decir, sin embargo, que la mercancía aparezca histórica-
mente, como categoría, antes del capital o del trabajo asalariado. El modo de explicación
es un esfuerzo del ser que conoce, con la nalidad de explicar la realidad una vez que la ha
aprehendido. Además, la crítica de Marx hacia Hegel se centra en la hipóstasis que, según el
lósofo de Tréveris, cometió éste al suponer que el movimiento del conocimiento engendra lo
real concreto. Véase Néstor Kohan, Marx en su (tercer) mundo (Buenos Aires: Biblos, 1998).
58 Hayden White ha señalado oportunamente que la principal característica de la narra-
tiva es su capacidad para explicar (Hayden White, El contenido de la forma [Barcelona: Paidós
Ibérica, 1992], 17-39).
63
poner frente a los ojos la realidad concreta, con todas sus continuidades
y contradicciones, además de ser punto de partida de la comprensión.
Hasta aquí he explicado que el problema de la narratividad, cuando
menos para la lógica dialéctica, se sitúa dentro del momento en que
el conocimiento intenta explicar las determinaciones encontradas por
la heurística. Ahora, es necesario preguntarse de qué manera pueden
abordarse estas delimitaciones epistemológicas impuestas al concepto
de narración dentro de la explicación histórica. Esto nos lleva de lleno
al caso estudiado: San Luis Potosí en el siglo .
Desarrollar una investigación histórica implica tener siempre pre-
sente el simple hecho de qué se está narrando. Como ya he señalado, la
narración se vincula ampliamente con las conguraciones explicativas
aportadas en el momento en que el sujeto cognoscente intenta dar cuen-
ta de la totalidad concreta. Las conguraciones explicativas, en mayor
o menor medida, se ajustan a los resultados obtenidos por la labor pro-
piamente heurística.
En el caso de San Luis Potosí, intenté resolver esta problemática
construyendo un objeto de estudio que permitiese el diálogo entre cate-
gorías y conguraciones narrativas. A grandes rasgos, se puede armar
que el objeto de la investigación es el modo de producción en especíco.59
Éste es un concepto vinculado a la síntesis dialéctica: la totalidad con-
creta. En términos epistemológicos, se puede desdoblar el modo de pro-
ducción en especíco en dos articulaciones que lo componen: la forma
y el espacio-tiempo.
La articulación denida por la forma se reere al proceso de abstrac-
ción propio de la lógica dialéctica, es decir, la delimitación de las catego-
rías que conforman la investigación. Esta primera articulación conforma
la elevación dialéctica. También se puede armar que la forma es inhe-
rente a la estructura socioeconómica. Como ya se señaló, las categorías
de investigación se sitúan dentro de esta articulación. Ergo, la estructura
económica y social se encuentra conformada por categorías abstractas
que no son otra cosa que los elementos estructurantes del sistema.
59 Se entiende por modo de producción un sistema complejo en el cual interactúan una
serie de determinaciones contradictorias (particulares en cantidad y en calidad), entramadas
dentro de una dimensión espacial y temporal.
64
Las categorías de análisis
Metodológicamente hablando, el primer paso que puede permitir la
elaboración de la historia de la minería en el Potosí novohispano es
la reconstrucción de las estructuras de la producción de metales. La
documentación puede proporcionar esta información, pero es necesario
que la construcción de los datos se desarrolle dentro del marco de un
análisis crítico de las fuentes.
La recolección de los datos empíricos es un proceso de inducción que
culmina con la delimitación de hipótesis, siempre a partir de la informa-
ción que las fuentes proporcionan. Debo puntualizar que la inducción es,
a su vez, un proceso de construcción de lo abstracto: la intención de
este proceso es construir las categorías analíticas que funcionen como
herramienta heurística a lo largo de la investigación.60 Estas explica-
ciones hipotéticas son sometidas después a una fuerte crítica, pues es
necesario evaluar cuáles son los límites de los datos; qué parcela de la
realidad es posible “mirar” mediante la documentación analizada.
El anterior fue, a grandes rasgos, mi modo de proceder a lo largo de
la investigación. A partir de ahí, he delimitado tres categorías, que son
los ejes sobre los cuales girará el análisis y la síntesis:
1) El desarrollo histórico de la producción minera en el San Luis Potosí
del siglo xvii. La contabilidad scal servirá para establecer las líneas ge-
nerales de la producción argentífera y aurífera de las minas de San Luis
Potosí: sus ciclos. El interés de fondo al sumergirme en esta temática
fue situar la producción de las minas de San Luis dentro de uno de los
principales problemas que ha planteado la historiografía económica de
la Nueva España en los últimos lustros: la “crisis” del siglo . ¿Hubo
en realidad una crisis económica en América, similar a la que se desa-
rrollaba durante la época en el continente europeo? En efecto, las con-
clusiones que se desprenden de esta investigación tienen como nalidad
abundar en esta polémica.
60 En el caso de las grácas, considero que éstas no son más que una simple metáfora
de las relaciones entre categorías. Véase, por ejemplo, la crítica que hace McCloskey al pa-
radigma explicativo de la economía neoclásica en Deidre N. McCloskey, Si eres tan listo. La
narrativa de los expertos en Economía (Madrid: Alianza, 1994), 12-65.
65
Si bien se sabe que la producción minera era importante en San
Luis, hasta el día de hoy se desconocen los volúmenes de oro y plata
extraídos de las diversas vetas que poblaban el Cerro de San Pedro. Es
por esta razón que intentaré responder de la manera más clara posible a
la siguiente pregunta: ¿cuánta plata y cuánto oro se produjeron en San
Luis a lo largo del siglo ? Como es evidente, la comparación con
centros mineros de gran relevancia, como Zacatecas y Guanajuato, se
hace imperante en este primer momento de la investigación. El objetivo
es claro: ubicar la producción potosina en el horizonte de la historia
económica de la Nueva España y de la circulación de minerales en el
mundo atlántico.
En el plano historiográco, es de hacer notar que en la bibliografía
especializada existen muy buenos estudios sobre el volumen de produc-
ción de los grandes centros mineros de la Nueva España, como los ya
señalados. Sin embargo, los trabajos sobre la economía virreinal no han
abordado como tema de investigación aquellos centros de producción
minera de mediano y bajo calado. Una de las grandes conclusiones que
quedan después de leer el libro de David Brading, Mineros y comerciantes
en el México borbónico, es que las grandes empresas y explotaciones como
la del mineral de Regla o la Valenciana son más la excepción que la regla
en la explotación minera novohispana. La mayor parte de la producción
argentífera se concentraba en la órbita de los medianos productores.61
2) La empresa minera en San Luis Potosí. ¿Quiénes se dedicaban a la
explotación minera? Intentaré reconstruir, en la medida de lo posible,
la historia de las explotaciones mineras organizadas por algunos de los
mineros más importantes de San Luis en el periodo estudiado. Que se
entienda, no se trata de hacer una verdadera prosopografía, de la misma
manera en que la historia económica contemporánea trata los estudios
sobre empresarios y capitales de los siglos y . Las fuentes son muy
limitadas y no cuento con documentos que, de primera mano, hablen
de la estructura productiva y contabilidad en la empresa. No, lo que
aquí intentaré es más bien presentar ejemplos de los modos en que se
estableció la explotación minera en San Luis, en términos generales.
61 David Brading, Mineros y comerciantes en el México borbónico (México: Fondo de
Cultura Económica, 2001). En el mismo sentido, ver el interesante artículo: Ernest Sánchez
Santiró, “La minería novohispana a nales del periodo colonial,” Estudios de Historia Novo-
hispana 27 (2002): 123-164.
66
Alrededor de los productores más conocidos gira también la historia
de los pequeños renadores y buscadores de plata que, cuando menos en
términos generales, intentaré representar también en el último aparta-
do. La estructuración productiva de las minas de San Luis Potosí puede
hablarnos mucho del contenido social: las formas en que se organizaba
el trabajo, la procedencia de los trabajadores de las minas.
Las fuentes scales, pese a sus vastos contenidos en términos numé-
ricos, poco nos ayudan para responder a las preguntas planteadas por
este aspecto de la investigación: pese a que se concentraron grandes
agregados de datos que nos permiten conocer las tendencias seculares
de la producción, poco o nada hablan de los productores del mineral.
Esta categoría se encuentra esbozada al concluir el libro. Los datos que
se plantean al concluir el libro son apenas un primer acercamiento a
esta categoría, que deberá ser abordada de manera puntual en trabajos
subsiguientes. El trabajo de reconstrucción de la empresa minera en
San Luis Potosí es bastante arduo, puesto que depende directamente
de la sistematización de las fuentes contenidas en los archivos locales.
Semejante empresa sinceramente ha superado, por sus dimensiones, este
trabajo de investigación.
3) La estructuración de la explotación minera dentro de San Luis Po-
tosí. ¿De qué manera eran extraídos los minerales en el Cerro de San
Pedro? ¿Cómo se nanciaba la explotación de las minas? Aunque he
explorado esta categoría a lo largo del libro, debo ser totalmente honesto
con el lector: ésta es la que menos estructurada se encuentra, y su delimi-
tación aún está en pañales. Aquí interesan la técnica de explotación mi-
neral y sus variaciones a lo largo del periodo estudiado, para introducir
lo que (cuando menos así lo sostengo) es uno de los elementos centrales
en la estructura de la producción mineral potosina: el contrabando. Se
debe poner atención en la inexión que la investigación plantea en este
preciso punto, pues, aunque no se encuentra desarrollada a carta cabal,
es una de las líneas que conducen la narración.
En este sentido, se dene el tipo de explotación que se desarrolló
en las minas de San Luis Potosí, ¿se trabajaba el mineral mediante azo-
gue?, ¿era la plata “anada” mediante plomo y fuego? Estas diferencias no
son circunstanciales: la composición orgánica del capital en la empresa
minera varía de acuerdo con el modo de explotación que se desarrolle.
67
Mientras que el benecio de la plata mediante azogue requiere de una
fuerte inversión en capital, la anación mediante fuego requiere de
poco capital invertido en infraestructura productiva.
Los modos de beneciar el mineral dependen, a su vez, de la cali-
dad de la mena argentífera y aurífera.62 La mano de obra necesaria para
explotar las minas se ajustaba también a la estructuración productiva:
tal vez el benecio con fuego y plomo permitía a los patrones ahorrarse
algunos pesos en la infraestructura de sus haciendas, pero la mano de
obra necesaria para la explotación de los tiros de mina consumía impor-
tantes sumas de reales.
Como se puede observar, la propuesta metodológica sobrepasa el
límite del presente libro. En las páginas que se presentan a continuación
se delimita de forma extensa la primera de las categorías aquí presen-
tadas y se esbozan las otras dos. La investigación subsecuente deberá
enfocarse en los ámbitos ya señalados para hacerse una idea íntegra de la
minería potosina. Lamentablemente, la información con que se cuenta
en este momento todavía es insuciente para llevar a cabo semejante
síntesis. Esta investigación, sin embargo, es un primer paso hacia la
elaboración de una historia sintética de la minería en San Luis Potosí.
La síntesis concreta
Es con la articulación denida por el espacio-tiempo que el problema
de la narratividad aparece con toda su fuerza. En la medida en que con-
lleva la idea de proceso histórico y, por tanto, de contenido, el espacio-
tiempo permite centrar la heurística en la manifestación espacial de un
proceso histórico particular, vinculándose de manera irresoluble a la
narración de los acontecimientos históricos.
Como es evidente, en esa parte de la investigación se dejará de lado la
explicación y delimitación de las categorías, para centrarse en explicar
la manera en que se entiende la articulación espacio-tiempo del modo
de producción en especíco. ¿Por qué realizo este corte? Sencillamente,
62 La mena era el término utilizado por la minería de la época para referirse al mineral
extraído del subsuelo antes de ser procesado y transformado en barras de plata y oro. Eran las
tierras y polvos ricos en metales preciosos que se amontonaban en los tiros de las minas y en
las haciendas de benecio.
68
porque se puede armar, desde una perspectiva puramente metodológi-
ca, que la problemática de la narratividad puede ser centrada dentro de
esta fase de la investigación.
En primer lugar, es preciso preguntarse de qué manera puede ser
abordado el espacio-tiempo en términos de una narración histórica. La
apuesta metodológica del presente trabajo es subsumir esta articulación
(con todos los problemas planteados por ella) en un concepto que per-
mita resolver de manera creativa la narratividad de los hechos históricos.
Es necesario armar aquí que, desde mi perspectiva, el concepto
adecuado para llevar a cabo tan difícil síntesis es la región. Es decir
que el espacio-tiempo entendido en términos de la región permite a la
investigación construir dos elementos especiales, los cuales pueden ayu-
dar a formar un vínculo entre la explicación-narración y las categorías
analíticas. Esto es posible porque la región, en cuanto concepto, se vincula
de manera evidente con la construcción de la referencialidad narrativa.
Es decir, el espacio desde el que se habla. En segundo término, al cons-
truir el espacio narrativo, la región se vincula de manera directa
con aquellos hechos históricos susceptibles de ser narrados. El círculo
se cierra: la región condensa en sí lugar y hecho histórico; su forma
por excelencia es la narratividad. Es preciso, sin embargo, delimitar el
concepto.
Ante todo, debe ser entendido que la construcción de la región es
una apuesta eminentemente metodológica. Las regiones no existen per
se, son más bien hipótesis sobre las que trabaja el investigador, como lo
ha señalado Eric Van Young.63 ¿Cuál es esta construcción hipotética
que denominamos región? Como ya se ha señalado, el concepto región
tiene que ver con la espacialidad.64 La región es la manifestación es-
pacial de una o varias relaciones de corte social, económico, cultural.
63 “Regions […] are hypotheses to be proven, rather than givens to be assumed” (Eric
Van Young, Mexico’s Regions: History and Development (San Diego, CA: Center for U.S.-
Mexican Studies, University of California San Diego, 1992), 3.
64 Es necesario plantear que el término espacialidad se encuentra delimitado desde el
ámbito de la geografía humana. Es el espacio entendido como la interacción de lo físico
(el medio) y lo humano. Véase Joan Eugeni Sánchez, Espacio, economía y sociedad (Barcelona:
Siglo XXI, 1991).
69
Como señala el propio Van Young, la región que aparecerá a los ojos del
investigador depende, en gran medida, del carácter de los datos recopi-
lados. Es decir, se puede regionalizar de distintas maneras: un mismo
espacio puede tener diversas regiones. Todo depende de cómo se dirija
la mirada.
En este sentido, el importante trabajo de Carol Smith intenta cen-
trar la mirada en el ámbito económico de la región.65 Esta autora plan-
tea la importancia de los mercados para denir la región. Dentro de este
tipo de análisis, la principal categoría es lugar central, es decir, el ámbito
espacial que estructura los mercados locales y permite una integración
horizontal de las actividades comerciales y productivas. Para Smith, es
precisamente el mercado lo que caracteriza a una región. De manera
que son las relaciones económicas las que denen la región: el lugar
central, que por lo general es una ciudad, domina el espacio no urbani-
zado circundante, compuesto por una serie de anillos concéntricos.66 El
campo, sujeto al dominio del lugar central, se convierte en el Hinterland
porque las actividades de intercambio de los bienes ahí producidos se
realizan en el mercado urbano.
A partir de la concepción básica del lugar central, se puede obtener
una visión clara de lo que es una región, abordada desde una perspectiva
económica. Sin embargo, el espacio económico, si bien aporta claves
importantes para construir una región, no es suciente. La espacialidad
de las relaciones culturales debe también ser tomada en cuenta. Cons-
truir una región es también batir un espacio de signicaciones sociales
comunes, entendidas por los habitantes de la comunidad. Es decir, la
regionalización implica también problemas de carácter identitario.
La región es el espacio en donde los intercambios culturales permiten
distinguir lo propio de lo extraño; lo próximo de lo lejano.
65 Carol Smith, “La formación de los mercados regionales”, en Región e historia en México
170 0 -1850, comp. Pedro Pérez Herrero (México: Universidad Autónoma Metropolitana Izta-
palapa / Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, 1991), 37-98.
66 El modelo propuesto por Smith, partiendo de la teoría del lugar central, nos muestra
que los ámbitos de mercado se intersecan, por lo cual las relaciones mercantiles se estructu-
ran de manera poligonal. Principalmente se plantea el modelo del hexágono, ya que de esta
manera cada nodo de la red mercantil tiene contacto con otros tres puntos dentro de ésta.
Además, hay que hacer notar que la propuesta de Smith, si bien permite “mapear” los nichos
de mercados de acuerdo con un modelo matemático, no posibilita que éstos sean analizados
sobre el espacio físico (Smith, “La formación”).
70
Como señala Emilia Velázquez, el establecimiento de relaciones
productivas y comerciales no es la única faceta de la región: si se mira
de cerca el espacio en donde se desarrollan las interacciones sociales de
diversos grupos, se pueden encontrar cargas simbólicas asociadas a la
territorialidad. Se trata de la producción de espacios para el desarrollo
de relaciones sociales.67
Llegado a este punto, es necesario preguntarse si las dos perspec-
tivas son incluyentes. ¿Se puede realizar un análisis regional tomando
en cuenta una organización a la vez económica y cultural del espacio?
La propuesta de esta investigación sobre San Luis Potosí es desdoblar el
término región: comprender dos ámbitos diferenciados por las catego-
rías región y territorio. Mientras la región se concentra en una mirada
más bien económica dentro de la cual diversos grupos sociales entran
en relaciones productivas y de mercado, el territorio es un espacio de
interacción de corte más bien cultural.
Precisamente, en este sentido, Emilia Velázquez considera que territo-
rialidad y región son categorías de investigación que pueden ser incluyen-
tes. En palabras de la propia autora: “El territorio y la región son, entonces,
dos espacios de relaciones que no se contraponen ni se excluyen, sino que
se complementan”.68 De esta manera, se plantea un espacio físico y eco-
nómico, es decir una región, a la cual conceptualicé como el septentrión
novohispano.69 Esta región se constituyó gracias a un proceso de conquista
muy particular dentro del vasto territorio norte de la Nueva España, a
partir de las expediciones de conquista y colonización que tuvieron lugar
gracias a la ebre argentífera desatada por los importantes descubrimien-
tos de vetas minerales en Zacatecas (1546) y Guanajuato (1548). Además,
en este espacio se estableció una sociedad fronteriza particular.
Es necesario aclarar que por septentrión novohispano se entiende
sólo la zona norte del virreinato de la Nueva España, así como algunas
partes orientales de la Nueva Galicia y, tal vez, de Nueva Vizcaya. Es
67 Emilia Velázquez, “El territorio de los popolucas de Soteapan, Veracruz: transfor-
maciones en la organización y transformación del espacio”, Relaciones. Estudios de Historia y
Sociedad 87 (2001): 17-47.
68 Ibid., 21.
69 Véase Peter Gerhard, Geografía histórica de la Nueva España (México: Universidad
Nacional Autónoma de México, 1986). En especial, las páginas que corresponden a las juris-
dicciones norteñas.
71
decir, el territorio que en la actualidad ocupa el estado de Guanajuato,
las partes occidentales de San Luis Potosí, así como el este de Jalisco y
Zacatecas. Tal vez podamos incluir en el conjunto el sur de Nuevo León
y Coahuila. Este territorio se integró al virreinato durante la segunda
mitad del siglo . Adquirió características propias que lo diferencia-
rían de colonizaciones posteriores, las cuales extendieron la frontera no-
vohispana hasta Nuevo México, Texas, California, etcétera.
Como ya se ha señalado, ésta es una construcción hipotética que la
propia heurística tiene que refutar o conrmar. Sin embargo, creo que
la evidencia empírica es suciente para plantear que el septentrión no-
vohispano constituyó, cuando menos durante el siglo , una región
particular,muy distinta a la Nueva España central o a la parte occiden-
tal (Nueva Galicia), dominada por Guadalajara.
En complemento a la visión proporcionada por la región, se intenta
el análisis profundo de las minas de San Luis. Enmarcada en los límites
entre la audiencia de la Nueva Galicia y la Nueva España, esta jurisdic-
ción se convirtió en un verdadero territorio al nalizar el siglo gra-
cias a tres hechos históricos: en primer lugar, la existencia de un espacio
físico bien delimitado; en un segundo momento, su colonización bajo la
égida de un grupo social homogéneo; por último, la creación de cuatro
ámbitos de gobierno (político, judicial, tributario y militar) enmarcados
dentro de una misma unidad administrativa, encarnada en la Alcaldía
Mayor de San Luis Potosí. De esta manera, el trabajo de investigación
construirá un territorio singular, engarzado dentro del telón general del
septentrión.
Además, este territorio puede ser individuado, siempre respetando
el marco de la región, gracias a que desde época temprana jugó un papel
económico y social importante: se constituyó en un espacio de evasión
de la scalidad.70 A diferencia de Zacatecas, en donde el sco vigilaba
lo más cautelosamente que podía la quintación de la plata (lo cual no
70 Hay varios documentos notariales que nos permiten plantear esta hipótesis. El más
interesante es el que fue transcrito por el historiador Primo Feliciano Velázquez, referente a las
diligencias realizadas por el alcalde mayor de San Luis Potosí por una gran barra de oro que
fue sacada de la Nueva España, por el puerto de Santiesteban, sin pagar los derechos reales
(Primo Feliciano Velázquez, Colección de documentos para la historia de San Luis Potosí, vol. I
[San Luis Potosí, S.L.P.: Archivo Histórico del Estado de San Luis Potosí, 1985], 321).
72
impedía numerosas evasiones scales, por cierto), en San Luis Potosí
existió menos capacidad de coerción para cobrar a los mineros y comer-
ciantes de plata los impuestos señoriales sobre la producción de metales.
Esta característica marcó durante largo tiempo al territorio.
Como demuestran los libros mayores de la Caja Real de San Luis,
así como la quintación en Zacatecas (aportada por Bakewell),71 la pro-
ducción “ocial” de plata potosina no puede ni siquiera compararse
con la del lón zacatecano. Sin embargo, su vinculación directa con el
mercado mundial, por su importante y continua producción de oro, fue
lo que le dio a este asentamiento su color local.72
Dentro de la investigación, este juego entre región y territorio se
desarrolla mediante la utilización de herramientas narrativas. Es la
construcción de la referencialidad, dentro del texto, la que viene a pro-
porcionar este juego de signicaciones que permiten describir. Además,
la manera de narrar debe cambiarse, dinamizando el relato: en la medi-
da en que el espacio es construido, varía también la óptica referencial.
Es decir, el lugar desde el que se construye la descripción no es semejan-
te a sí mismo porque se establecen relaciones referenciales diferentes.73
Esta singularidad permite introducir el problema de la temporali-
dad: la descripción de un paraje hecha a lomo de caballo debe ser dife-
rente de aquella realizada en tren o en avión. Por tanto, las taxonomías
descriptivas están en constante construcción. Los elementos signican-
tes desarrollan características propias. Por ejemplo, el elemento natural
71 Bakewell, Minería, 205-304.
72 Ésta es, sin duda, una tesis polémica. La causalidad de esta inferencia se intentará
demostrar a lo largo del trabajo de investigación, con base en la recopilación de evidencia
empírica.
73 Caro Baroja nos sugiere, tomando como punto de partida al sociólogo Georg Simmel,
que la historia de los sentidos cambia desde el “punto de vista” de la sociedad. Es un hecho
muy sugerente que el recurso del ojo humano, si bien es idéntico a sí mismo a lo largo de la
historia –desde un “punto de vista” siológico–, cambia en el transcurso del tiempo, puesto
que este sentido es eminentemente social. El autor plantea, en el ensayo titulado La visión
desde un punto de vista histórico y etnográco, un estudio del paisaje desde el punto de vista
de la mirada. Las interpretaciones del paisaje son apropiadas por el autor mediante los ojos de
aquellos a quienes estudia. La región, gracias al análisis, superpone una serie de elementos
que pueden ser soslayados por el investigador que se acerque a ésta desde un punto de vista
únicamente natural, de manera que una serie de interpretaciones del ambiente se superponen
y van conformando estratos interpretativos (Julio Caro Baroja, Arte visoria y otras lucubracio-
nes pictóricas [Madrid: Tusquets Editores, 1990], 30).
73
es omnipresente en las crónicas del siglo ; la descripción realizada
mediante herramientas modernas, como la fotografía satelital o aérea,
puede soslayar el elemento natural, acentuando la comparación.74 Es
más, puede centrarse en el espacio urbano, marcadamente humano,
para subrayar el contraste. ¿De qué manera se pueden realizar estas con-
guraciones narrativas tomando en cuenta su lugar en el tiempo?
He construido dos visiones del territorio potosino que marcarán de
manera absoluta el recorrido narrativo de la investigación. La nalidad
de lo aquí expuesto es crear espacios narrativos que permitan establecer
un diálogo creativo en la consecución del análisis por categorías, en
benecio de la explicación narrativa. Se trata, pues, de crear dos series
descriptivas que ubiquen de mejor manera al lector dentro del territorio
construido: San Luis Potosí.
En última instancia, lo que se intenta realizar aquí es la construc-
ción de dos espacios divergentes: uno ideológico, el otro físico. De esta
manera, la primera serie descriptiva juega con la noción de cercanía
y lejanía de la ciudad. Sin embargo, el elemento central de la serie es
introducido por una analogía de corte más bien sociológico: la ciudad,
vista de lejos, se parece a una imagen de ésta construida por las clases
dominantes. Esta imagen de San Luis impone una dimensión de corte
moral: por sinécdoque, la ciudad es convertida en una iglesia tanto en
su forma de construcción arquitectónica como en su forma institucio-
nal. La iglesia constituye el elemento de iteración más importante de la
serie.
La imagen de San Luis Potosí así realizada responde a un programa
marcadamente conservador, el cual pretende encontrar la base de su ser
en las glorias de la ciudad ultracatólica. Sin embargo, esta imagen no
se parece en nada a la ciudad concreta. Frente a este velo de lo lejano y
lo imaginado, se levanta la ciudad de carne y hueso determinada his-
tóricamente. La crítica a este espacio ideológico parte de dos puntos: el
acercamiento de la óptica visual mediante el juego de escalas, el cual se
centra en la utilización de la representación geográco-espacial que per-
mite remontar la ilusión creada por la lejanía; y el estudio de la sociedad
potosina mediante fuentes de primera mano.
74 David Arnold ha señalado la importancia que tiene la naturaleza en la construcción
del discurso histórico (David Arnold, La naturaleza como problema de la historia. El medio, la
cultura y la expansión de Europa [México: Fondo de Cultura Económica, 2001]).
74
La segunda serie se centra en la descripción espacial realizada por
los primeros pobladores españoles de la ciudad. Más vinculada al medio
físico que la imagen del San Luis contemporáneo, la relación que nos
presentan algunas mercedes de tierras del Potosí novohispano es una
herramienta importante para construir el espacio regional. Si se com-
para la imagen de San Luis creada por las narraciones de los primeros
pobladores españoles con aquella construida por las clases dominantes
de la ciudad actual, se encuentra un abismo insospechado. A saber, la
ciudad histórica de carne y hueso aparece vinculada más con el medio
físico que con el humano: el espacio moral de la ciudad se encuentra
determinado por un medio físico altéreo y feraz, el cual nos parece por
completo exótico a los habitantes del San Luis contemporáneo.
L
Entro en la parte nal de la presente introducción, tocando el problema
de la técnica utilizada en la investigación. Comienzo hablando acerca de las
fuentes que han proporcionado la información empírica para el análisis
y delimitación de las categorías. Luego hablaré de los mecanismos uti-
lizados para ordenar la información, herramientas construidas para el
desarrollo de este trabajo.
Las fuentes
Debo comenzar este apartado haciendo una confesión de parte: cuando
proyecté la presente investigación, hace ya algunos años, no tenía ex-
periencia alguna en el manejo de fuentes cuantitativas, como tampoco
tenía mucha idea acerca de las herramientas utilizadas para su búsqueda
en los archivos y, menos aún, la manera en que podían ser capturadas en
orden. En pocas palabras, mi proyecto en ese momento era un rosario
de buenas intenciones, pero la innegable falta de información empírica
no permitía determinar cabalmente si era viable.
Después de una serie de búsquedas infructuosas en el Archivo Ge-
neral de la Nación, que sólo ayudaron a generar en mí cierta animad-
versión en contra de la antigua prisión de Lecumberri, un viaje a Sevilla
arregló mis carencias de información: en el Archivo General de Indias
75
encontré una fuente numérica serializada para el siglo potosino.
Son los libros mayores de Real Hacienda correspondientes a la Caja de
San Luis Potosí.75 Debo señalar, además, que el contacto directo con la
fuente me mostró que existe en su interior mucha más información que
la publicada por Klein y TePaske.76 Ya abundaré más adelante sobre este
punto en el segundo capítulo del libro.
Una vez superado el shock que me causó el impresionante volumen
que alcanza el libro 922 de la contaduría,77 el problema se tornó com-
pletamente opuesto: la superabundancia de la información encontrada
en el archivo parecía desbordar, por todos los ancos, el constructo
teórico que había desarrollado. Después de tres cortos meses de trabajo
en Sevilla, en abril de 2007 retorné a la Ciudad de México, más preo-
cupado que conforme con mi estancia en tierras béticas. La cantidad de
información me había sorprendido y, por limitaciones presupuestales,
no había podido solicitar reproducciones de los materiales en el Archivo
General de Indias. Aunque poseía información pobremente ordenada
en algunas hojas de cálculo, me inquietaba no haber revisado la fuente
de manera absoluta: la estancia de investigación me permitió trabajar
sólo dos de los cuatro libros que se conservan para el siglo .78 Por lo
demás, el carácter de los datos, si bien permite su análisis y reconstruc-
ción mediante series temporales, presenta mucha dispersión.
Gracias a que había vaciado la mayoría de los ramos scales direc-
tamente de la fuente, me fue posible centrar mis esfuerzos en construir
una serie de tiempo que mostrase la producción mineral de San Luis
75 Para siglo , los libros mayores conservados en el Archivo General de Indias son los
siguientes: , Contaduría, 922, 1814, 923-A y 923-B. El libro 922 contiene las cuentas de la
Caja Real que van del año 1628 al 1651. En la Caja 1814 (que tiene esta numeración porque
se encontraba catalogada dentro de los papeles de la Caja Real de Potosí, en Bolivia) se pueden
encontrar los encajes correspondientes a los años 1653 a 1657. La Caja 923-A archiva los años
1657 a 1679. Finalmente, la caja 923-B contiene la información referente al periodo que trans-
curre entre 1679 y 1701. Para mayor información acerca de los documentos utilizados en el
presente libro, se puede ver más adelante el “Anexo 1. Fuentes utilizadas en la investigación”.
76 Klein y TePaske, Ingresos y egresos.
77 Al haber trabajado casi siempre en San Luis Potosí con el Archivo de la Alcaldía Ma-
yor, en el cual casi todas las causas son pedazos de una o dos fojas, juro que nunca había visto
un expediente de archivo tan grande.
78 Durante esta estancia de investigación, entre enero y abril de 2007, trabajé los libros
922 y 1814 de la Contaduría.
76
Potosí. El problema es que mis datos se terminaban hacia el año de
1656; una investigación que tratase la producción de plata en los ma-
gros veintiocho años que transcurren entre la de fundación de la Caja
y la nalización del libro 1814 de la Contaduría (el último que había
consultado), me parecía cosa de risa. Simple y sencillamente no se puede
hablar de tendencias en un análisis tan restringido en lo temporal.
La solución más sencilla era recurrir a las series ya publicadas de
Klein y TePaske para llenar los datos que me hacían falta, con la nali-
dad de presentar un análisis de los setenta y dos años que cubre la Caja
Real en el siglo . Aunque construí la serie, nunca me gustó del todo:
los estadounidenses agregaron los datos en pesos de oro común (ya que
de esta manera se encuentran en las cartas cuenta), y había que utilizar
un factor para convertir los datos a masa.79 No sabía si ese factor se ha-
bía mantenido estable a lo largo del periodo estudiado, y algunas frac-
ciones mal calculadas pueden disparar el error en los resultados nales.
Además, la utilización de datos de segunda mano nunca me gustó del
todo; el análisis profundo de la fuente permite clasicar la informa-
ción de una mejor manera, comprendiendo los procesos que ocurren
alrededor de la scalidad. Por último, tenía mis dudas acerca de la a-
bilidad de los datos publicados por Klein y TePaske. Que no se tome a
mal esta armación. Lo único que quiero decir aquí es que el monumen-
tal proyecto de los estadounidenses, quienes publicaron la información
de todas las Cajas Reales novohispanas, descuidó en algunos aspectos
una caja tan mediana como la potosina. Aunque no he encontrado un
solo error en las cantidades de pesos acreditadas al diezmo y quinto de
plata, la normalización de la información en los demás ramos scales
(y en particular en las categorías de la data), es más que perfectible.
Por otro lado, quedaba el hecho de que no tenía mucha informa-
ción acerca del periodo anterior a la fundación de la Caja Real, es decir
entre 1592 y 1628. Hacia febrero de 2008, comencé una campaña de
recolección de fuentes en el Archivo Histórico del Estado de San Luis
Potosí. La nalidad era recolectar datos de producción de plata y oro
79 En este caso, para la plata de toda ley de 2 380 maravedíes, o 70 reales por marco,
es necesario dividir la cifra de Klein y TePaske entre 8.75, para después multiplicar esa cifra
por 100 y dividirla entre 21 (en el caso del quinto de plata) u 11 (en el caso del diezmo), para
obtener valores totales de producción en marcos de plata.
77
del periodo ya señalado. Encontré una fuente maravillosa: las manifes-
taciones de plata hechas ante el alcalde mayor de San Luis,80 las cuales,
aunque no proporcionan información de un periodo largo, constituyen una
verdadera radiografía de la producción potosina a nales de la segun-
da década del siglo. Las manifestaciones de plata, junto con los libros
mayores de hacienda de la Caja Real de San Luis Potosí, constituyen el
corpus central de fuentes utilizadas en esta investigación.
Además de lo anterior, aproveché para hacer una visita al Dr. Juan
Carlos Ruiz Guadalajara en El Colegio de San Luis, A.C., quien de
manera desinteresada compartió conmigo la información que ha
acumulado durante muchos años de arduo trabajo. Al encontrarse en
su poder los microlmes con las reproducciones de la documentación
de la Caja Real de San Luis Potosí, me permitió consultar los documen-
tos correspondientes al siglo . Mi deuda académica con él es grande.
De esta manera, en junio de 2008 me encontraba armado con la to-
talidad de la información de Caja Real. Comencé a trabajar las fuentes,
vaciando siempre los ramos scales en mi hoja de cálculo. Laborando
sobre la caja 923-A de la contaduría, con papeles correspondientes al
año de 1667,81 me di cuenta de que los datos me habían desbordado
y corría el grave peligro de naufragar en mi intento por sistematizar
la información de la Caja Real: simple y llanamente, ya no sabía qué
información había en la hoja de cálculo, la cual había estado utilizando
desde el año anterior para vaciar la información.
Creo que no debo explicar mucho el sentimiento de vértigo que
se experimenta cuando la información amenaza con salirse de control;
todo historiador lo ha vivido en uno u otro momento de su vida profe-
sional. Me encontré frente a la disyuntiva de seguir trabajando la fuente
con mis decientes medios, o empezar de nuevo, construyendo herra-
mientas que me permitiesen sintetizar y analizar de mejor manera la
fuente.
80 Archivo Histórico del Estado de San Luis Potosí (en adelante ), Alcaldía Mayor
de San Luis Potosí, año 1618, legajo 2, expediente 8 y expediente 16, entre otros.
81 , Contaduría, 923-A, fojas 344 frente a 404 vuelta.
78
La informática aplicada
Con la nalidad de controlar mejor la información, comencé a explorar
en las técnicas informáticas disponibles para la captura de la informa-
ción. Aunque el volumen de datos proporcionado por la fuente no es
muy grande, si se toma en cuenta que en la actualidad hay sistemas
informáticos que pueden manejar fácilmente cientos de millones de da-
tos,82 sí implica un problema serio en términos de manejo de la infor-
mación.
Dependiendo del ramo scal que se revise, se pueden obtener in-
formaciones muy diferentes: mientras en una alcabala tal vez se puede
encontrar el tipo de la mercancía que pagó impuestos, así como el lugar
de origen y el nombre del mercader que la introdujo en el mercado
local; a su vez, un diezmo de plata contiene sólo dos magnitudes expre-
sadas en marcos.83 Es cierto, además, que existe un patrón general en la
información, ya que todo dato scal puede ser referenciado de acuerdo
con la catalogación del archivo en que se encuentra; la mayoría de ellos
tiene un valor asignado en pesos de oro común;84 las más de las veces los
datos se encuentran referidos a una fecha especíca. Sin embargo, no se
puede hablar precisamente de homogeneidad.
El problema se desprende de la naturaleza misma de los datos: son
muy heteróclitos. La razón es que los registros scales contienen in-
formaciones de muy diversa naturaleza, lo que diculta su captura en
soluciones informáticas sencillas. Las tablas de datos de Excel pueden
ayudar en el vaciado de datos de uno o dos ramos scales relativamente
sencillos. Pero cuando se intenta capturar el total de la scalidad, este
software queda rebasado puesto que la multiplicidad de categorías utili-
zadas no permite su comparación sencilla. La intrincada relación entre
82 El sistema informático que he desarrollado contiene alrededor de 26 360 observacio-
nes en el momento en que escribo estas líneas.
83 En el caso de los impuestos sobre el mineral potosino, cuando menos para el siglo ,
no existe información de los tributantes, sino que en los libros mayores se vaciaron sumarios
de las cantidades diezmadas día por día en la Caja Real. El registro del diezmo normalmente
es una magnitud correspondiente a la gruesa (total del mineral diezmado) y los impuestos
(mineral retenido por la scalidad). Más sobre estos problemas en el capítulo 2.
84 Ésta, además, es una de las características de la scalidad novohispana: el patrón peso
de oro común se encuentra en todos los ramos scales, siendo rara la ocasión en que se utilizan
reales, pesos de oro ensayado o maravedíes para llevar las cuentas de la Real Hacienda.
79
las categorías genera ciertas desventajas en el análisis informático. Por
ejemplo, el factor de conversión entre marcos de plata y pesos de oro
común no permaneció estable a lo largo del siglo, lo cual hace que no se
pueda calcular el total de la producción mineral con una simple multi-
plicación; se deben introducir condicionales en la solución informática.
Se puede argumentar que una tabla bien puede resolver todos estos
inconvenientes en mayor o menor medida. Sin embargo, el mayor pro-
blema es su limitada capacidad de generar información a partir de los
datos. Pongo aquí un ejemplo: en el desarrollo de la investigación me
di cuenta de que había ciertos actores que participaban como contri-
buyentes en diversos ramos scales, y como investigador me interesaba
conocer a detalle las operaciones realizadas por estos grandes contribu-
yentes. En mi tabla de datos, la cuestión era buscar el nombre de los
actores en cada uno de los ramos scales del cargo. Al existir al menos
trece ramos scales que contienen nombres de personajes, la búsque-
da debía hacerse sobre las trece tablas. Es cierto, esto puede resolverse
con un pequeño programa en Excel. Empero, hay un problema subya-
cente de normalización de la información. Quien haya trabajado con
fuentes virreinales, lo conoce muy bien: los nombres de los personajes
son anotados de diversas maneras, pues, al no existir reglas estrictas de
ortografía en la época, a veces se cambian las letras de los nombres y
apellidos.85 Es muy frecuente que se inserten preposiciones como de o
conjunciones como y entre el nombre de pila y el apellido. Finalmente,
algunos personajes, de acuerdo con su estatus social, pueden utilizar un
Don al principio de su nombre. De esta manera, buscar un simple nom-
bre en los trece ramos scales del cargo puede signicar todo un reto.
No niego que todo esto se puede hacer en una tabla de datos, pero el
tiempo que se consume es grande, y además es precisamente este tipo de
operaciones repetitivas en donde los ordenadores pueden ser utilizados
con mejores resultados.
Debo reconocer que el carácter lacunario, así como la mediocre ca-
lidad de la información en los impuestos mineros, me llevaron a explo-
rar formas de generar metainformación a partir de los datos: al capturar
el diezmo y el quinto potosinos, los ociales reales del tribunal mayor de
85 Como ejemplo, el apellido Isasi se puede encontrar escrito de diversas maneras: Ysasi,
Yssasi, Ysassi, Isassi...
80
cuentas de la Nueva España desecharon fechas y nombres, y legaron
sólo las magnitudes que componían el total tributado en un periodo
scal dado. Al desconocer el nombre de los mineros que aportaron su
diezmo, así como la fecha exacta de la tributación, me sentí obligado a
comparar los impuestos mineros con el total de la masa scal (tanto
entradas de dinero como erogaciones), con la nalidad de encontrar
tendencias generales. Empero, comparar dos series signica tener dos
conjuntos semejantes en magnitudes y tiempo, para identicar tanto
sus similitudes como sus diferencias. La información capturada en las
tablas de datos simplemente no reunía estos requisitos.
La solución informática la encontré en el sistema relacional de base
de datos.86 Una base de datos relacional utiliza un identicador para
cada registro en las tablas de datos, vinculando mediante conectores ló-
gicos la información de diferentes tablas. La gran ventaja que se obtiene
sobre las tablas de datos planas es que la información así normalizada
permite mayor control sobre los datos. Por sobre todo esto, las bases de
datos relacionales permiten el acceso a los registros utilizando ópticas
diferentes, de acuerdo con la tabla en que se posicione el usuario.
La problemática a enfrentar, sin embargo, es que una solución de
este tipo debe ser construida desde abajo: hay que programar la estruc-
tura de la información, los algoritmos para introducir datos, y la inter-
faz gráca. La información debe ser modelada con cuidado, utilizando
un acercamiento de ensayo y error para resolver los problemas concretos
del sistema informático. El acercamiento que utilicé a la hora de diseñar
el sistema fue dividir la información en categorías generales, las cuales
eran contenidas a lo largo de los ramos scales.
Con la nalidad de ubicar a los grandes contribuyentes a la sca-
lidad de San Luis Potosí, formé una tabla que almacena únicamente
los nombres de los personajes.87 Además, escribí pequeños programas
que permiten búsquedas en la base de datos, eliminando los registros
dobles. En el caso de los personajes, realicé un programa que, desde los
ramos scales, busca en la tabla de personajes por el nombre tecleado, y
determina si existe o no en la base de datos, agregando el identicador del
86 El modelo de bases de datos relacionales fue propuesto en 1969 por Codd, aunque su
aplicación real en informática debió esperar hasta 1995 (Paul Dubois, MySQL [Upper Saddle
River, N.J.: Addison-Wesley Professional, 2008]).
87 Véase el “Anexo 2. Estructura básica del sistema de información”.
81
personaje al registro desde el que se ejecutó el programa.88 El resultado
es que el número de identicación del personaje es único, y aparecerá en
todos los registros de los ramos scales en que operó el contribuyente.
Si la base de datos se ve desde la tabla de personajes, se encontrará un
sumario de todas las operaciones que realizó el contribuyente, tanto car-
gos como datas. En el cuarto anexo del presente libro89 se presenta un
ejemplo de esta manera de ordenar los datos: todas las operaciones reali-
zadas por el personaje son mostradas, y al nal se hace un sumario de su
valor en pesos de oro común. Se puede observar que el corte realizado a
los datos es transversal y longitudinal a la vez: se listan cantidades de di-
versos ramos scales, lo que permite conocer la trayectoria del personaje
a lo largo de los años. Éste es precisamente el tipo de operaciones que
una base de datos relacional puede ejecutar gracias a la normalización
de la información y a un motor de búsqueda estructurado. La informa-
ción se encuentra en el Sistema de Información Histórica que construí
para la realización de la presente investigación.
Se debe agregar que la información así acumulada y ordenada de
manera coherente puede ser utilizada de maneras muy diversas. Para
los capítulos 1 y 2 del presente libro, he desarrollado un acercamien-
to a los sistemas de información geográca.90 El precepto es simple:
representar la información de la base de datos espacialmente. Al ha-
ber recabado las alcabalas potosinas, la parte más interesante, desde mi
perspectiva, eran los ujos comerciales que se podían apreciar en la in-
formación. La estructura espacial del mercado se encontraba contenida
en la información proporcionada por la scalidad del siglo . Empe-
ro, la fragmentación de los registros y su desorden hacía difícil de apre-
ciar la estructura del mercado; era necesario representarlo dentro de un
mapa para conocer su extensión y límites. El proceso de normalización
88 Dentro del “Anexo 3. Programa de FileMaker para buscar un personaje y asignarle un
registro”. Ahí se encuentra el código del programa informático.
89 En el “Anexo 4. Reporte por personaje: Antonio Maldonado Zapata en el Libro Mayor
de Hacienda de San Luis Potosí”. Ahí se encuentra un ejemplo de esta manera de acumular,
presentar y analizar la información.
90 Un sistema de información geográca, o , requiere de una base de datos relacional
y un software que permita representar esa información de manera geográca. Una solución
comercial muy común es ArcGis, desarrollado por Enviromental Sistems Research Institute.
Véase Josie Wernecke, Geographic Visualization for the Web (Aurora, CO: Pearson Education,
2009).
82
realizado sobre las alcabalas potosinas permitía ordenarlas en categorías
generales. Esta simple operación resultó en una matriz que representa
la díada a) lugar de origen y b) lugar de destino. La conclusión lógica
es que el vector puede ser transformado de manera muy sencilla en in-
formación geoespacial; la mayoría de los mapas que aquí se presentan
partieron de este corte operado sobre la información de la scalidad
potosina.
Creo, además, que la representación geoespacial de la información
contenida por la scalidad permite una comprensión más rápida de los
fenómenos económicos y sociales que aquí se tratan. El esfuerzo por re-
presentar el mercado, o la extensión de la inuencia potosina en su hin-
terland, mediante un simple mapa, se debe entender como uno de los
modos explicativos contenidos en el presente trabajo de investigación;
una herramienta narrativa que puede ser comprendida como un puente
entre la historia, la economía, la geografía y la informática.
Otra herramienta que se puede utilizar partiendo de una base de
datos debidamente estructurada, Además de los sistemas de informa-
ción geográca, es el Análisis de Redes Sociales (A.R.S.). Durante la úl-
tima década el A.R.S. se ha desarrollado como el componente esencial
de una creciente producción de investigaciones. La gran cantidad de
publicaciones que se han escrito sobre este asunto es una muestra feha-
ciente de que esta aplicación técnica forma ya parte de las herramientas
del investigador social, pues permite llamar la atención acerca de ciertas
relaciones que probablemente no sean tan fáciles de apreciar a prime-
ra vista, sobre todo cuando se investigan grupos con un gran número
de participantes. También es un ejercicio que permite el diálogo entre
enfoques de marcado corte cuantitativo y aquellas investigaciones que
hacen de lo cualitativo su punto de partida; el modelo que el A.R.S.
plantea es lo sucientemente laxo como para que se abarquen diversos
problemas de investigación. Para aquellos que nos encontramos inte-
resados por la historia económica, la propuesta es muy llamativa, pues
permite el diálogo entre aquellos investigadores que gustan de los mo-
delos y los que gustan más de la narratividad histórica.91
91 Michel Bertrand et al. “Introducción: ¿en qué punto se encuentra el análisis de redes
en Historia?”, Revista Redes 21 (2011): 8.
83
Tomando como punto de partida la sociometría propuesta por Ja-
cob Levy Moreno,92 además de incorporar grandes préstamos de la teo-
ría de grafos de la matemática de Frank Harary,93 el A.R.S. se desarrolla
sobre una idea muy simple: los seres humanos, al interactuar entre sí,
desarrollan diversos tipos de relaciones (p.ej. relaciones de parentesco o
amistad, intercambios comerciales, etc.). Las relaciones sociales se ase-
mejan a una red, porque conectan a los individuos. Es preciso hacer
notar que el supuesto teórico es que en las todas las relaciones sociales
existen estructuras subyacentes. A diferencia -y tal vez en contrapo-
sición- de la sociología marxista, donde los individuos se encuentran
subsumidos en relaciones de clase,94 esta propuesta pone el foco en las
relaciones interpersonales. En el centro se encuentra el átomo social,
que se compone del individuo y sus diversas relaciones; en A.R.S. se
privilegia un acercamiento micro de la sociedad. Parte central de esta
interpretación de lo social es que la interacción de los individuos puede
ser representada por un socio-grama. Es decir, un grafo que permite
encontrar las características que estructuran la red de relaciones. Final-
mente, la técnica de redes sociales propone una serie de procedimientos
tomados de la estadística, para establecer el peso especíco de cada una
de las variables analizadas.
Aunque existen autores que proponen una teoría general de la his-
toria a partir de los preceptos del A.R.S.,95 me encuentro convencido
de que este enfoque constituye más bien una técnica de análisis muy
adecuada para cierto tipo de problemas. Pienso que no se puede hablar
de una “teoría de las redes” que permita subsumir toda la complejidad
del mundo social a la idea de la estructura inmanente de una red. Esto,
sin embargo, es un punto muy polémico y se debe poner atención a
las diferentes posiciones que los autores exponen en los trabajos donde
92 J. L. Moreno, “Foundations of Sociometry: An Introduction”, Sociometry 4-1 (1941):
15-35.
93 Frank Harary, Graph eory, (Boston, MA: Addison-Wesley, 1969).
94 Néstor Kohan ha realizado una síntesis crítica del pensamiento marxista y de la noción
de lucha de clases dentro de la sociología marxista. (Kohan, Marx.)
95 J. R. McNeill y W. H. McNeill, e human web. A bird’s-eye view of world history
(New York, NY: W. W. Norton & Company, 2003).
84
se aplica el A.R.S.96 Sin embargo, queda fuera de duda que la mode-
lización aportada por la teoría de grafos y el álgebra lineal es una de
las partes más robustas del A.R.S. Gracias al ordenamiento que se ha
efectuado sobre los datos desprendidos directamente del archivo, éstos
han sido vertidos en matrices relacionales y socio-gramas que han sido
muy útiles para analizar la vinculación de San Luis Potosí con el mer-
cado mundial. Precisamente, existe una sólida literatura académica que
ha utilizado el A.R.S. como herramienta para documentar las redes de
comercio internacional que emergieron en la temprana modernidad, y
este vínculo es lo que se analiza en el cuarto capítulo del libro.97
Debo señalar que una de las ambiciones de este proyecto98 es que
la información capturada pueda ser utilizada más allá de la presente
investigación: la gran diversidad de datos permite que numerosos pro-
blemas puedan ser abordados a partir de la información scal. Creo
que la información debe ser puesta al servicio de los investigadores que
se interesen por la época virreinal. Mediante este tipo de esfuerzos, en
la sistematización de los datos, se puede coadyuvar al desarrollo de in-
vestigaciones en diversos rubros, notablemente, historia social e historia
cultural. Es por ello que intentaré que la base de datos se encuentre
disponible para su consulta mediante internet en un tiempo no muy
lejano.
96 En términos generales, la bibliografía sajona parece entender el Análisis de Redes
Sociales como una teoría válida para dar explicaciones generales, como se puede desprender
de los trabajos de los McNeil. Por otro lado, autores que se enmarcan dentro de la escuela
franco-hispana agrupada en torno al proyecto Fichoz, como Jose María Imízcoz y Jean Pie-
rre Dedieu, aplican el concepto de red de manera más acotada en sus investigaciones. (José
María Imízcoz, “Actores, redes, procesos: reexiones para una historia más global”, História.
Revista de Facultade de Letras de Porto 3-5 [2004]: 115-140).
97 Por ejemplo: “e paradigm of networks is well established for the study of merchants
as well as for research in the social and economic history of the medieval and early modern
periods.” (Andrea Caracausi, Christof Jeggle, “Introduction,” en Commercial Networks and
European Cities, 1400 - 1800, Eds., Andrea Caracausi y Christof Jeggle, [London: Pickering
& Chatto, 2014], 1). También: “One of the forms of interaction that has been considered as
one of the strongest casual factors for a growing global interconnectedness is international
trade and the question about the origins of globalization becomes a matter of analyzing when
the density of international trade circuits became high enough for them to serve as proof of
an integrated world.” (Tijl Vanneste, Global Trade and Commercial Networks [London:
Pickering & Chatto, 2011], 1-2).
98 El proyecto se titula Sistema de Información Histórica ().
85
Por último, el desarrollo del herramental informático, así como
su utilización en el caso potosino, es una provocación para los histo-
riadores que se interesan por el pasado virreinal: si se puede obtener
tanta información de una caja real tan pequeña como la de San Luis,
es justo preguntarse cuántos datos pueden desprenderse del análisis a
profundidad de tesorerías como la de la ciudad de México, así como las
cajas reales de Veracruz, Guadalajara y Zacatecas. Las herramientas se
encuentran construidas, ahora es necesario que existan investigadores
interesados en trabajar sobre las fuentes; un esfuerzo de esa magnitud
requiere, necesariamente, de trabajo en equipo.
No me extenderé más sobre este tema. En realidad, la aplicación
informática aquí realizada es en sí una investigación en forma que se
ha desarrollado de manera paralela a este libro. Buena parte del tiempo
que he invertido en terminarlo lo he dedicado a la producción del herra-
mental informático, así como al trabajo de captura de la información
de archivo. El lector podrá juzgar, al terminar de leer el presente trabajo de
investigación, si ha sido tiempo bien invertido.
Los límites de las fuentes
Finalizo el presente capítulo haciendo una crítica a mis fuentes. Son las
limitaciones de la información lo que aquí se expone. A grandes rasgos,
es necesario considerar tres grandes problemas:
1) La capacidad de la fuente para dar cuenta del total de la produc-
ción. La información proporcionada por los libros mayores de las Caja
Real de San Luis se deriva de una función scal. De este simple hecho
se desprende que los datos recabados por el Real Fisco no tienen como
nalidad medir la producción minera de San Luis Potosí, sino cobrar
las regalías que pertenecían al rey de España.
¿Es válido desprender de las series de quintación una reconstrucción
del total de la producción minero-metalúrgica? Mientras que los docu-
mentos lo único que señalan son los impuestos captados, el historiador
quiere conocer la totalidad de lo producido. No hay nada de extraño en
esta disparidad de nalidades entre la información de los archivos y el
uso propiamente histórico de ésta. La divergencia va mucho más allá
86
del solo ámbito scal o económico: se puede aplicar a todos y cada uno de
los géneros de la historiografía contemporánea.99
La crítica de las fuentes realizada en cualquier texto historiográ-
co debe tener muy presente que la divergencia de nalidades es una
de las características de la información desprendida de los archivos. Es
necesario puntualizar que esto plantea a la investigación un problema
epistemológico de primer orden: ¿Existían sectores de la producción ar-
gentífera que escapaban al control de la Real Hacienda y que, por tanto,
no aparezcan registrados en la contabilidad? Por ende, ¿qué parte de la
realidad concreta de la producción nos permite conocer la documenta-
ción scal? No es posible olvidar que, en última instancia, la tributación
scal se desprende de una relación de poder entre los individuos y el
Estado. Mientras más extendida se encuentra la capacidad de coacción
tributaria, las cifras generadas por las instituciones scales darán cuenta
de una parte más signicativa del total de la producción.
Para conocer los límites de la información aquí presentada es pre-
ciso conocer cuál era la capacidad de la monarquía hispánica para cap-
tar recursos de los virreinatos americanos. Éste, debo confesarlo, es un
problema muy espinoso y que ha atormentado a todo género historio-
gráco que utilice datos scales como fuente de información. Si a esto
agrego que aquí se habla de la Nueva España bajo el dominio de la casa
Austria, el problema crece y termina por convertirse en uno de los más
claros determinantes de la investigación. Realizaré aquí algunos señala-
mientos con la nalidad de (cuando menos así lo espero) adelantar algo
en este intrincado problema.
Conocidas son, por todos aquellos que hayan leído algún tratado
de historia económica de España, los sempiternos señalamientos sobre
la venalidad de los funcionarios públicos de los Austrias; la poca capa-
cidad del gobierno para intervenir en la vida económica y social de los
virreinatos americanos, magistralmente sintetizada en la frase con que
99 Otro ejemplo: la información acerca de la vida cotidiana o las costumbres religiosas,
que es posible conocer mediante los testimonios realizados por algún procesado en el tribunal
del Santo Ocio, no se empatan con la nalidad del juicio: castigar a alguien por alguna
herejía. Sin embargo, existen pocas fuentes que nos permita conocer tanto acerca de estos
aspectos del pasado novohispano. Véase, por ejemplo, el tratamiento que Ricœur hace de este
problema en Ricœur, La memoria, 189-209.
87
se apostillaban algunas de las reales cédulas expedidas por Felipe II:
“Acátese, pero no se cumpla”.100
En general, existe una especie de leyenda negra acerca de la admi-
nistración de los Austrias. Todo parecería indicar, como bien señala
Pedro Pérez Herrero, que ésta se creó a partir del cambio dinástico, en
el primer cuarto del siglo .101 Para los Borbones y sus administra-
dores ilustrados, la época anterior se había desarrollado en una com-
pleta anarquía scal: la venta de diversos puestos de la administración
pública, así como el nulo control del Estado sobre diversos ramos del
espectro impositivo (notoriamente, las alcabalas), marcaban una época
de despilfarro y mala administración.
En contrapunto, algunos investigadores contemporáneos han seña-
lado que las cifras proporcionadas por las instituciones scales de los
Habsburgo españoles son hasta cierto punto conables si de lo que se
trata es de proyectar un acercamiento a la producción total de metales
preciosos. Daré un ejemplo de esta interpretación, que por su importan-
cia en la historiografía económica de la Nueva España hablará por sí sola.
En su ya clásico libro sobre Zacatecas, el investigador estadounidense
Peter J. Bakewell señalaba, después de haber sopesado las características
propias de la scalidad de la época, que las cuentas de la Tesorería Real
100 Un ejemplo de esta actitud, si bien un poco posterior al reinado de Felipe II, se
encuentra en el pleito jurisdiccional desatado entre las alcaldías mayores de Zacatecas y San
Luis Potosí sobre la potestad del Real de Nuestra Señora de la Concepción del Cuzco y Sierra
de Pinos, suscitado en 1604, “[...] visto y entendido, dijo que el está poseyendo actualmente
el dicho ministerio de alcalde mayor de la dicha jurisdicción de Sierra de Pinos, Valle de
Mezquitique, Peñol Blanco y Agua del Espíritu Santo –hacienda de Gabriel Ortiz de Fuen-
mayor–, por provisión real y merced que tiene del ilustrísimo señor doctor Santiago de Vera,
presidente de la Real Audiencia de Guadalajara y Nuevo Reino de Galicia y que así en lo que
se le manda por este mandamiento le obedece con el acatamiento y reverencia que debe como
mandamiento del Excelentísimo señor virrey de la Nueva España y en su cumplimiento dijo que
hasta tanto que otra cosa se le manda por el dicho señor presidente de la dicha Real Audiencia no
se puede abstener de administrar la dicha justicia de tal alcalde mayor de la dicha jurisdicción”
(, Alcaldía Mayor de San Luis Potosí, Protocolos, 27 de agosto de 1592-28 de abril de
1610, foja 9 anverso. Cursivas propias).
101 “Las reformas de Carlos III parecían haber logrado por una vez igualar a la antigua y
caduca España imperial de la Universitas Christiana de extremado olor rancio con las nacio-
nes cultas de la Europa de la libertad” (Pedro Pérez Herrero, Plata y libranzas. La articulación
comercial del México borbónico [México: El Colegio de México, 1988], 10).
88
reejan con cierta precisión la producción de plata de Zacatecas.102 Su
conclusión parte de dos premisas. En primer lugar, la necesidad que te-
nían todos aquellos individuos inmiscuidos en la producción argentífera
de quintar la plata para después utilizarla en los circuitos comerciales; en
segundo término, la utilización del azogue como un insumo scal.
De lo anterior se desprende que los ociales reales podían calcular la
producción de las empresas mineras. Los mineros tenían que beneciar
el mineral con mercurio, y este bien de consumo era monopolizado por
la Corona. El proceso era el siguiente: cada vez que un minero necesitaba
azogue para amalgamar su plata, tenía que presentarse ante los ociales
reales, o bien ante el alcalde mayor, para adquirir el importante insumo.
Los ociales podían calcular la cantidad precisa de plata que el minero
debía presentar para quintar, gracias a que es posible establecer una co-
rrespondencia ja entre los volúmenes del mercurio y la cantidad de plata
beneciada.103 De esta manera, el mercurio fue convertido por la Corona
de España en un verdadero insumo scal, puesto que existía una manera de
calcular la plata que los mineros debían presentar en la Caja.
Pese a los mecanismos de control scal ya señalados, de acuerdo con
lo expuesto por el autor estadounidense, la real hacienda era defraudada
masivamente por mineros y aviadores. Es necesario que exponga con
cuidado el sistema. Hay que comenzar explicando lo siguiente: el mi-
nero era una categoría social en la Nueva España.104 Un individuo
102 “[...] es importante señalar que la mayor parte de la plata fuera producida regular-
mente en una hacienda de minas o en un horno clandestino, debía pagar impuestos según
una u otra tarifa. Una razón básica de esto era la dicultad de poner en circulación el metal
no marcado, el cual se aceptaba únicamente en ciertas transacciones. Un comerciante, por
ejemplo, podía aceptar de un minero plata no marcada en pago de mercancías, pero en
general no podía luego negociarla con otro comerciante antes de que se pagara el impuesto
correspondiente. En última instancia, quien tuviera en su posesión plata no marcada corría
el riesgo de que se le conscara, lo cual signicaba que otra persona que pretendiera eludir
totalmente el pago del diezmo o del quinto tenía que encontrar el modo de exportar clandes-
tinamente el metal para su venta fuera de la Nueva España” (Bakewell, Minería, 253).
103 Para el caso novohispano se aceptaba como regla general que una libra de azogue
podía beneciar un marco de plata (Joaquín Pérez Melero, Minerometalurgia de la plata en
México [1767-1849]. Cambio tecnológico y organización productiva [Valladolid: Universidad de
Valladolid-Secretariado de Publicaciones e Intercambio Editorial, 2006], 87).
104 Aquí se debe puntualizar que, para facilitar la explicación, nunca se debe confundir a
un minero con los trabajadores de minas, es decir, los operarios que se encargaban de extraer
el mineral y de beneciarlo a cambio de un salario.
89
que quisiese ser incluido dentro de esta categoría debía cumplir ciertos
requisitos. Básicamente: tener una mina en propiedad, una hacienda
donde se beneciase de manera exclusiva su mena y una cuadrilla de
operarios de minas que explotase la cata y beneciase el mineral. Ade-
más, todos los mineros debían estar inscritos dentro de una junta local
de minería, llamada Diputación, que en el siglo funcionaba den-
tro de esquemas gremiales. Las personas que cumplían estos requisitos
básicos tenían la posibilidad de obtener una interesante exención scal:
pagar al rey únicamente un diez por ciento del total de la producción. A
diferencia de los mineros, a todos los demás productores les era exigido
el veinte por ciento de su plata. De esta manera, existían en realidad dos
impuestos diferenciados: el quinto (20%) y el diezmo (10%).
Siguiendo siempre el argumento trazado por Bakewell, la forma en
que se llevaba a cabo la defraudación scal era la siguiente: presentar la
plata que debía pagar el 20% de emolumentos como si fuese de diezmo.
Es decir, los metales beneciados fuera de las haciendas de los mineros,
que por lo general procedían del rescate, eran presentados a los ociales
reales como si procediesen directamente de un minero. En consecuen-
cia, este metal, que debía haber pagado el 20% de impuestos, pagaba
sólo la mitad de lo que por ley le correspondía.105
En conclusión, para Bakewell todo el metal pasaba por la Caja Real
de una u otra manera. El volumen total de la producción se encuentra
reejado en los índices de quintación y diezmo; si de lo que se trata es
de reconstruir el total de la producción, poco importa que el rey de España
perdiese parte de sus ingresos por este tipo de fraudes al sco. Es necesario
aceptar que el autor desarrolla un argumento impecable desde el punto de
vista de la lógica formal. Sin embargo, creo que es imposible situarse
tanto dentro del optimismo epistémico propugnado por Bakewell como
dentro de la leyenda negra. Ambas posiciones, me parece, polarizan el
problema sin llegar a comprenderlo del todo.
Como es evidente, si nos atenemos a la primera visión de la scali-
dad española, debemos abandonar todo intento de retomar los índices
105 Por rescate, las fuentes se reeren por lo regular al mineral que no procede directamen-
te de una mina. Es decir, aquel que fue comprado por diversos comerciantes con la nalidad
de ser beneciado en pequeños ingenios (hornos de anar, paradas de fuelles, etc.). Común-
mente, este mineral procedía de los partidos, es decir, de la parte del sueldo que se pagaba a las
cuadrillas de operarios de minas en especie.
90
scales para elaborar series de producción, pues los datos recabados se-
rían sólo entelequias de funcionarios corruptos y sinvergüenzas. Por el
contrario, si siguiese a Bakewell, habría que desestimar algunos fenóme-
nos importantes, como el comercio ilegal, hacia donde se fugaba parte
de la producción, y que no necesariamente era registrada por las Cajas.106
Es necesario desarrollar un tratamiento cuidadoso de las fuentes y
colocarlas en su justo lugar. Es importante considerar que las minas de
San Luis no tenían punto de comparación con las de Zacatecas, cuando
menos en el siglo : mientras los lones de la Veta Grande eran los
más ricos de la Nueva España y alimentaban constantemente las arcas
del Rey, los de San Luis eran mucho menos importantes. La Coro-
na, interesada en captar los ricos impuestos derivados de la producción
zacatecana, imponía un control scal más rígido en este real de minas,
mientras que en San Luis Potosí mineros y ociales reales gozaron siem-
pre de cierta autonomía en términos de control impositivo, situación
que se vio reforzada por el proceso de conquista en el septentrión.
Además de todo esto, había una particularidad en la producción po-
tosina: gracias a la alta calidad de su mena argentífera, el renamiento
de los metales no requería de mercurio en grandes cantidades. No quie-
ro adelantarme. Este problema será retomado una vez que se conozcan
los índices de producción minera de San Luis, desprendidos de la con-
tabilidad scal. Es importante señalar que la segunda parte del tercer
capítulo tiene como nalidad, precisamente, conocer los volúmenes de
la producción minera. Pero en los índices presentados siempre queda la
duda de su validez; la evasión scal y el contrabando ocupan un lugar
central en la estructura productiva de las minas potosinas. Ante todo,
debe quedar muy claro que el debate sobre los límites de las fuentes
constituye uno de los hilos que atraviesan toda la investigación.
2) La temporalidad de las fuentes. Es necesario que señale un defecto
inherente a la estructuración misma de los datos: la Caja Real de San
106 Tal vez el principal problema que tienen los historiadores que se enfrentan al fenóme-
no del contrabando es que es muy difícil de aprehender. Sin embargo, se puede llegar a hacer
una estimación, como señala Romano: “Por supuesto, sé muy bien que no se puede llegar
a cifrar de manera exacta un fenómeno como el contrabando, que por denición escapa a
toda medición, pero al menos se pueden reunir las indicaciones para evaluar su importancia,
su repercusión, su verdadero peso” (Ruggiero Romano, Moneda, seudomonedas y circulación
monetaria en las economías de México [México: El Colegio de México / Fideicomiso Historia
de las Américas / Fondo de Cultura Económica, 1998], 41).
91
Luis Potosí comenzó a funcionar ya bien entrado el siglo . Fue esta-
blecida en el año de 1628, después de que varios mineros y funcionarios
reales señalaron a Felipe IV la necesidad de establecer en ese pueblo y
minas una Caja Real que captase los impuestos directamente.
Como se puede ver, existió un desfase de poco más de treinta años
entre la fundación del pueblo y minas de San Luis Potosí, a nales de
1592, y el establecimiento de la Caja Real. Por tanto, las cifras de pro-
ducción de la plata que se pueden recuperar de los libros mayores de la
Caja Real nos ofrecen la producción argentífera y aurífera a partir del
segundo cuarto del siglo . Además, debe señalarse que algunos de
los documentos pertenecientes a la Caja se perdieron. No existen da-
tos para los tres años que transcurrieron entre 1636 y 1639 porque las
copias de los libros no se encuentran en el Archivo General de Indias
en Sevilla y tampoco se conservaron los originales en el Archivo Ge-
neral de la Nación en la ciudad de México; para los años 1652 y 1653,
no existe información porque durante este periodo la Caja permaneció
clausurada por orden del virrey.
Para paliar estas deciencias, he recurrido a la bibliografía que exis-
te sobre el tema. Por ejemplo, el cronista agustino Diego Basalenque,
quien fue prior del convento de esa orden en San Luis, señala que “yo
vi año que se marcó de plata y oro millón y medio, y creo que fue el de
1617 ”.107 En este caso, la información parece exagerada y más bien
nos da elementos para suponer que en esos años San Luis llegó al
cenit de su producción minera. Es por ello que este tipo de infor-
mación debe tomarse con cuidado, el carácter de estos datos es más
cualitativo que cuantitativo.
Por su parte, en el estudio titulado Un gobierno provincial de fron-
tera, el investigador estadounidense Woodrow Borah presenta series de
quintación de plata para San Luis a partir de 1611 y hasta 1616. Estos
datos, aunque fueron agregados a la serie, deben ser tomados con
cuidado: el autor arma haberlos tomado de un archivo particular y no
pudieron ser cotejados.108
107 Diego Basalenque, Historia de la provincia de San Nicolás de Tolentino de Michoacán.
Del orden de N. P. S. Agustín, (México: Paula de Benavides, 1673), 107. La cifra del cronista, a
la luz de los datos de la Caja Real, parece excesiva, pero es una referencia al periodo de mayor
bonanza minera en San Luis.
108 Woodrow Borah, “Un gobierno provincial de frontera en San Luis Potosí (1612-
1620)”, Historia Mexicana 52 (1964): 540-541.
92
Los mineros de San Luis utilizaron la Caja Real de México para
hacer quintar su plata y oro durante los años que transcurrieron antes
de la fundación de la Caja local. Se trató de incorporar información
proveniente de la caja ya señalada. Sin embargo, la manera en que los
ociales reales de la ciudad de México llevaron a cabo el registro de las
partidas de quintación hace casi imposible tal empresa: los datos no
contienen la procedencia de aquellos que quintaron el mineral, sino sólo
el nombre de quienes lo presentaron en la Tesorería. Es casi imposible
saber de dónde provino el mineral. Además, quien conozca la cantidad
de información que contiene la Caja Real de México, bien sabe que en-
contrar los datos de quintación de San Luis en semejante mar de papeles
es, técnicamente, buscar una aguja en un pajar. Se encontraron algunos
datos, pero aún existen muchos huecos en la serie.109
Con la nalidad de encontrar información acerca de los primeros
treinta años de existencia de las minas de San Luis, investigué en el Ar-
chivo Histórico del Estado de San Luis Potosí. No encontré nada que
se asemejase a los papeles del ensaye, que permitirían elaborar una serie
de producción. Empero, se conservaron algunos expedientes que dan
cuenta de la manifestación de la plata que se debía hacer frente al alcalde
mayor de San Luis Potosí.110 Según parece, estos documentos fueron
recabados por orden de Pedro Salazar, alcalde mayor de San Luis Potosí
durante el gobierno del virrey Guadalcázar. No ofrecen una perspectiva
de largo plazo, puesto que sólo se muestran cinco años de producción,
entre 1618 y 1623. En cambio, son una verdadera radiografía de la pro-
ducción mineral de San Luis, precisamente durante los años en que ésta
se encontraba en su cenit, y nos pueden ayudar a formar una idea acerca
de los niveles productivos de San Luis durante el periodo que abarcan.
3) La espacialidad de la producción registrada en la caja. Es cierto
que la Caja Real de San Luis registraba primariamente la producción
del Cerro de San Pedro, ya que éste se encontraba a una legua de la po-
blación de San Luis. Sin embargo, es preciso considerar que también en
109 Un ejemplo para sustentar esta aseveración: la caja 922, correspondiente a los docu-
mentos de la caja de San Luis Potosí, años 1628-1651, contiene más de 900 fojas. Si pensamos
que la de San Luis es una de las Cajas Reales que menor cantidad de papelería generaron (por
centrarse sus ingresos prácticamente sólo en tres ramos), se puede comprender la dimensión
del problema que se tiene enfrente.
110 Por ejemplo: , Alcaldía Mayor de San Luis Potosí, año 1618, legajo 2, expe-
diente 16.
93
ésta se registraron las producciones de aquellos reales de minas que se
encontraban relativamente cerca de San Luis: Guadalcázar, que depen-
dió de la Alcaldía Mayor potosina hasta 1618; Charcas, Ramos, Pinos,
y hasta las minas de Xichú.
Es preciso considerar también que, dadas algunas características
propias de la caja, algunos mineros de Zacatecas y Mazapil llegaban
a quintar su plata en San Luis. Debo puntualizar que me encuentro
plenamente consciente de esta limitación, pues la estructuración de la
fuente, que no consigna las entradas individuales de plata, hace im-
posible distinguir si el mineral procede en directo de San Pedro o de
algún otro real. Pese a ser necesario tener esta limitación en perspec-
tiva, no considero que por sí misma invalide las series que presento a
continuación.
En el caso de los reales de minas aledaños al eje principal San Luis-
San Pedro, queda fuera de duda que formaban parte de un mismo sis-
tema económico y social: los mineros de San Luis mezclaban por lo
regular las menas extraídas de Pinos con las de San Pedro, al momento
de beneciar los minerales. La región se estructuró de esta manera du-
rante el siglo .
Respecto a la producción que no pertenece estrictamente al distrito
minero abarcado por San Luis, que sin duda se encuentra registrado en
la caja, lo considero como parte del fenómeno de la evasión scal. Sin
embargo, no creo que la plata procedente de distritos mineros aledaños
sea en sí suciente para invalidar las tendencias generales de la produc-
ción local.
Teniendo en cuenta las limitaciones que se desprenden de la fuente,
es preciso puntualizar que lo interesante en este tipo de ejercicios es el
conjunto; se deben observar las tendencias a largo plazo. Es decir, hay que
dejar de lado las particularidades de cada punto en la gráca e intentar
comprender en su totalidad el ciclo de la producción potosina. Como
apunta E.P. ompson:
Los datos referentes a cualquier episodio particular pueden ser imperfec-
tos: habrá muchísimas lagunas cuando consideremos el acontecer en la
forma de hechos discretos seriados; pero sobreviven los sucientes datos
–por lo menos en la historia menos distante– para revelar la lógica de este
proceso.111
111 ompson, Miseria, 81-82.
95
Si un concepto pudiese resumir de manera absoluta la ciudad San Luis
Potosí, la palabra sería iglesia. Esta urbe, vista desde lejos, muestra orgu-
llosa las cúpulas y torres de los edicios eclesiásticos que se amontonan
en el centro histórico. Se puede decir que conventos y parroquias com-
ponen todo el orden visual de la ciudad de San Luis Potosí. Todavía en
nuestros días pocos edicios modernos pretenden desaar en altura a
las maravillosas torres barrocas de San Agustín, la iglesia del Carmen,
el convento de San Francisco o la propia catedral.
La ciudad se encuentra enclavada en el corazón de un amplio valle
que se extiende por poco más de 1 000 kilómetros cuadrados, unos 450
kilómetros al norte de la ciudad de México. Si uno arriba a San Luis
por la autopista que lo une con Querétaro (ruta común de acceso para
los que se desplazan desde la capital), comenzará a ver el valle de San
Luis después de haber franqueado la pequeña sierra que lo separa de
Santa María del Río. Los antiguos conquistadores españoles llamaban a
estas montañas la Sierra de Merlín o de la Rosa de Castilla; la geografía
moderna le ha quitado tan extravagantes nombres y sólo le reconoce
el tímido mote de estribaciones de la Sierra Madre Oriental. Una vez
situado en este punto, una extrañísima peña, llamada el Bernalejo, mar-
ca el inicio del valle, que delimita en el poniente con la Sierra de San
Miguel, y hacia el oriente con algunos cerros de poca altura, los cuales
son la continuación de la misma Sierra Madre.
... y sabe que son tierras baldías, eriazas, despobladas y montuosas,
que no han sido jamás aradas ni sembradas.
F S,
M R Z1
1 Archivo General de la Nación (en adelante, ), Tierras, volumen 1877, expediente 7,
foja 5 frente, “Testimonio de Francisco Sánchez en las diligencias realizadas por Martín Ruiz
de Zavala para la obtención de una merced de sitio de estancia para ganado menor y dos
caballerías de tierra”.
CAPÍTULO 1
EL SEPTENTRIÓN NOVOHISPANO
96
Aunque se pueden observar algunas montañas de altura en la Sierra
de San Miguel, como el Pico del Águila o el Potosí, la verdad es que el
valle de San Luis presenta un espacio físico sin grandes divergencias. Es
más, se puede armar que sólo sirve de tenue marco a la urbe moderna,
la cual sin ningún problema domina todo el panorama: por las noches,
el viajante puede observar las luces que iluminan la totalidad del
valle, que hasta 2010 albergaba alrededor de un millón de habitantes.2
Durante el día, el espacio urbano se hace visible y el visitante se en-
contrará con una vista desde la lejanía, en la cual la ciudad se muestra
saturada de torres de piedra y argamasa; las antiguas iglesias batidas a
lo largo del virreinato parecen opacar el triste color café de la llanura.
Pero dejemos por un momento la vista desde la lejanía; acerquémo-
nos un poco a la ciudad de carne y hueso. Al caminar por las estrechas
calles del centro, salta a la vista que casi todas las construcciones, salvo
la notoria excepción de algunas iglesias, son relativamente modernas.
Ésta es sólo una de las contradicciones operantes en San Luis. La ciudad
antigua es más bien una ilusión proporcionada por la lejanía, pues vista
de cerca se desvanece. A lo largo del siglo las elites económicas de
la ciudad destruyeron de manera sistemática casi toda la arquitectura
secular del periodo virreinal, lo que eliminó por completo la unidad
estética, si es que ésta alguna vez existió. En realidad, la mayoría de los
edicios importantes fueron construidos a nales del siglo bajo el
auspicio de la bonanza económica porrista, siguiendo los ideales del
positivismo cientíco tan característico de ese periodo. Y sin embargo,
la ciudad antigua continúa existiendo en las mentes de algunos autén-
ticos potosinos.
La armación anterior puede resultar chocante para algunos, y es que
el ideario conservador potosino se encuentra estrechamente vinculado a
un centro histórico saturado de iglesias, el cual es el reejo del idea-
rio social novohispano; la ciudad española vedada a las diversas castas,
dentro de la cual se asentaban los poderes terrenales del monarca en
la forma de su casa y caja real, así como el poder espiritual de la Igle-
sia, materializado en parroquias, capillas y conventos. En resumen, el
2 Según los resultados del Censo de población y vivienda 2010, el municipio de Soledad de
Graciano Sánchez tiene un total de 267 839 habitantes, mientras que en el municipio capitali-
no viven 772 604 personas (Instituto Nacional de Estadística y Geografía, Censo de población
y vivienda 2010, consultado el 22 de septiembre de 2015, http://ww w.censo2010.org.mx).
97
espacio físico de la ciudad tiene su complemento en la imagen cons-
truida de ésta a partir de cierto espectro de las clases dominantes. Esta
imagen mueve, además, ciertos círculos académicos que han convertido
la historia virreinal de San Luis en el repositorio de todos los valores
morales que deben imperar en la sociedad potosina. Por ejemplo, el
cronista Primo Feliciano Velázquez, quien a su vez era terciario en la
orden franciscana, hizo de la dominación hispánica la época de oro de
la historia potosina. En la fundación de San Luis encontraba hombres
de la talla de los apóstoles; en la guerra contra los indios guachichiles,
una verdadera cruzada contra los ineles. Esta serie de valores morales
fueron proyectados al ideario conservador de las clases dominantes de
la ciudad, que se abrogaban una descendencia directa de las familias
conquistadoras y se reunían en el club social La Lonja para celebrar sus
tertulias. De manera que, en este caso, la historia regional sirve como
justicación de la imagen proyectada a toda la urbe: iglesia y gesta con-
quistadora equivalen a la ciudad de San Luis Potosí.
Pese a todo lo anterior, la idea del San Luis conservador se desva-
nece en cuanto uno se acerca a la urbe. El poder fáctico de la Iglesia ha
mermado a lo largo de los últimos dos siglos, y esas cicatrices son evi-
dentes en la organización del espacio urbano: muchos conventos fueron
arrasados durante el periodo de la Reforma y la mayoría de ellos sólo
ha logrado conservar la nave principal. Las actividades comerciales han
desplazado a los habitantes; las elites se han mudado hacia los lujosos
suburbios del poniente y el centro histórico es tomado por asalto cada
n de semana por las clases populares que, los días de asueto, se apro-
pian de las plazas públicas.
El contraste es evidente. Pero es justo ese contraste entre la imagen
construida del centro histórico y la ciudad real lo que permite hacernos
una idea de la sociedad potosina. Ante todo, es una sociedad marcada
por claroscuros y contradicciones. Como su espacio urbano mismo. ¿De
qué otra forma se puede explicar que en esta cuna del más ero conser-
vadurismo decimonónico pudiesen surgir intelectuales como Ponciano
y Camilo Arriaga? ¿Acaso se puede explicar que en la ciudad de origen
de la madre Conchita, naciese también Librado Rivera, uno de los pre-
cursores del anarco-sindicalismo mexicano? ¿Cómo es posible que en
los círculos intelectuales del San Luis de Manuel José Othón, cuya poe-
sía es reconocida como el “espíritu” de las buenas conciencias potosinas,
circulasen versos de carácter erótico?
98
El historiador no cree en el azar como única causalidad, máxime
cuando las contradicciones que pueden servir de ejemplo se apilan en la
historia potosina. Sin embargo, no existe respuesta sencilla. Ésta puede,
empero, comenzar a construirse mediante la comparación de las series
descriptivas. En especial, es necesario que las ciencias sociales critiquen
la raíz de la imagen conservadora de San Luis: el periodo virreinal. Es
necesario batir nuevos modelos que permitan resimbolizar los conteni-
dos de una sociedad que se encuentra en permanente crisis de identi-
dad. Como se verá a continuación, la imagen conservadora de la urbe,
construida al amparo del siglo , tiene poca relación con el San Luis
histórico. Los conquistadores del siglo , así como sus descendientes,
los pobladores, comerciantes y mineros del siglo , se encontraban
poco preocupados por los juicios morales de sus descendientes, puesto
que actuaban dentro de los límites impuestos por la ideología de la épo-
ca; desarrollaron actividades productivas y sobrevivieron en el marco de
una dura frontera minera. Como lo ha señalado Paul Veyne, la caracte-
rística más maravillosa de la historia, en tanto ciencia, es mostrar que la
historia no tiene nada de maravilloso.3
L . E
A partir de la caída de Tenochtitlán, el proceso de conquista del actual
territorio mexicano entró en una nueva fase. En el Mapa 14 se puede
ver la extensión del territorio bajo control español al nalizar el año
1524. Es posible observar que la reciente conquista había sometido a los
hispanos la mayoría de los territorios dominados por la Triple Alianza,
aunque algunas regiones se resistían al control europeo, lo cual dejaba
espacios que escapaban a la imposición de los recién llegados.
3 “L’histoire est un des produits les plus inoensifs qui ait jamais élaborés la chimie de
l’intellect; elle dévalorise, dépassionne, non pas parce qu’elle rétablit la vérité contre les erreurs
partisanes, mais parce que sa vérité est toujours décevante et que l’histoire de notre patrie se
révèle rapidement aussi ennuyeuse que celle des nations étrangères” (Paul Veyne, Comment on
écrit l’ histoire [París: Seuil, 1971], 119).
4 Elaborado mediante el software ArcGis, a partir de: 1) “Mapa 4. Extensión del dominio
español”, en Peter Gerhard, Geografía histórica de la Nueva España (México: Universidad
Nacional Autónoma de México, 1986), 8; 2) la ruta de Cortés hacia el puerto de Trujillo ha
sido construida mediante la quinta carta relación contenida en “Carta de Hernán Cortés al
99
M 1
C 1524 -153 0
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Culiacán
Xalisco
Tetitlán Ixtlán
Purificación
Cuitzeo
México
Coatzacoalcos
Ixtapan
Itzankanak
Lago Petén
Buenavista
Conil
Zonotake
Polé
Mochi
Xamancab
Salamanca de Xelha
Trujillo
Chametla
3
H
(
(
(
((
)
)
)
)
)
)
)
+
+
+
+
+
+
0 17587.5
Extensión del dominio español en 1524
Hernán Cortés en 1524 Francisco Montejo en 1527 Nuño Beltran en 1530
-106°-104° -102°-100° -98° -96° -94° -92° -90° -88° -86°
-106°-104° -102°-100° -98° -96° -94° -92° -90° -88° -86°
28
°
26
°
24
°
22
°
20
°
18
°
16
°
28°
26°
24
°
22°
20
°
18°
16°
350 Km.
Copyright:© 2014 EsriCopyright:© 2014 Esri
100
Empero, las principales expediciones se dieron hacia las fronteras
del antiguo dominio mexica. Si bien el tesoro capturado en esta fase
había sido signicativo, rápidamente se había agotado, ya porque fue
enviado a Castilla como presente a Carlos I, o bien porque había sido
acaparado entre los principales de la hueste cortesiana. Pero la victoria
obtenida en México había resonado hasta el otro lado del Atlántico; los
amplios territorios recién conquistados atrajeron, de manera inmediata,
aventureros en tropel. La magnitud de este movimiento migratorio fue
tal que afectó, sin duda, los patrones de colonización española en las
islas del Caribe. El acicate de la ganancia y la gloria llevó a cientos de
aventureros, soldados y funcionarios de la Corona a plantear nuevas
expediciones allende el territorio sojuzgado tras el sitio de Tenochtitlán.
De esta manera, los conquistadores parten hacia el sur y norte de la
actual ciudad de México con el objetivo de dominar nuevos espacios. A
nales de 1524 el propio Hernán Cortés se empeña en la búsqueda de
un paso entre el Atlántico y el Pacíco en las Hibueras, adentrándose
en el actual territorio de Honduras. Debe recordarse que en la ciudad
de México pasó tanto tiempo sin recibirse noticias del conquistador que
se le dio por muerto, lo cual también llevó a serios disturbios entre los
principales de México para hacerse con el control del naciente reino.
Por su lado, Francisco de Montejo es nombrado adelantado de Yuca-
tán.5 Después de una campaña en Tabasco, durante la cual atraviesa el
río Grijalva por tierra, se adentrará en el macizo peninsular a partir de
la isla de Cozumel. Comienza así la conquista de Yucatán, que tardará
Emperador. México 3 de setiembre de 1526”, en Hernán Cortés, Cartas y relaciones de Hernán
Cortés al emperador Carlos V. Colegidas e ilustradas por D. Pascual de Gayangos (París: Impren-
ta Central de los Ferrocarriles, 1866), 395-492; 3) para la ruta de Nuño Beltrán he utilizado
Jean Meyer, Breve historia de Nayarit (México: El Colegio de México / Fideicomiso Historia
de las Américas / Fondo de Cultura Económica, 2005); 4) la expedición de Francisco de
Montejo ha sido trazada mediante la información de Sergio Quezada, Breve historia de Yucatán
(México: El Colegio de México / Fideicomiso Historia de las Américas / Fondo de Cultura
Económica, 2001).
5 El nombramiento de adelantado se otorgaba al personaje que celebrase un contrato con
el rey de España con la nalidad de explorar y conquistar algún territorio. De esta manera, el
adelantado era investido como representante del rey en un territorio fronterizo. Los costos de
la expedición eran sufragados de manera privada, pero el territorio era reconocido como parte
integrante de la Corona. Este cargo apareció en Castilla a partir del proceso de reconquista
(Adelantados Mayores de Andalucía).
101
veinte años en lograrse de manera denitiva.6 Por último, Nuño Beltrán
de Guzmán conquistará, tras una larga expedición, la costa del Pacíco.
Existían, sin embargo, diversas pugnas en el seno del grupo con-
quistador. El gobierno de Carlos I intentó, desde época temprana, esta-
blecer políticas propias en el espacio recién conquistado. Esta situación
llevó a la fundación de la primera Audiencia de la Nueva España en
1528. El Consejo de Indias designó a Nuño Beltrán de Guzmán como
primer presidente de la Audiencia. Con la creación de estas nuevas ins-
tituciones, bajo tutela directa del rey, se intentaba disminuir el poder
otorgado al conquistador de la Nueva España. Empero, Cortés había
retornado de la península en 1530. Dentro del juego político de la épo-
ca, la Corte no quería que el poder de la Audiencia creciera demasiado,
por lo cual otorgó al conquistador el nombramiento de capitán general
de la Nueva España, así como el título de marqués del Valle de Oaxaca.
Las noticias habían llegado a los oidores, quienes veían como una de-
rrota política la reinstalación de Cortés. Beltrán de Guzmán renunció
a su cargo en la Audiencia en 1529 y decidió a abandonar la ciudad de
México, para lo cual organizó una expedición de conquista más allá del
reino purépecha.
Durante el periodo que se extiende desde la caída de Tenochtitlán has-
ta la implantación de las Leyes Nuevas en 1542, el acicate de la conquista
no fueron los metales preciosos (aunque éstos jugaron un papel impor-
tante en el cálculo de los benecios de las expediciones conquistadoras),
sino la promesa de encomiendas; los conquistadores perseguían el ideal
señorial. Nuño Beltrán de Guzmán exploró y conquistó los territorios
situados en los actuales estados de Guanajuato, Jalisco, Colima, Naya-
rit, Sinaloa, Zacatecas y Aguascalientes. A la manera del marqués del
Valle, buscaba tierras y vasallos. La expedición de Nuño comenzará en
1530, para nalizar después de ocho largos años. Gracias a esta entrada,
será conquistada buena parte del territorio conocido como el reino de la
Nueva Galicia, lo que abrió los caminos para la posterior exploración y
conquista de la Nueva Vizcaya.
6 Y, sin embargo, los españoles no lograron controlar la península en toda su extensión.
Grandes espacios al interior de ésta fueron sojuzgados hasta el comienzo del siglo , con la
ocupación de Santa Cruz Chan por el gobierno de Porrio Díaz en 1901.
102
Este espacio sería gobernado mediante una nueva audiencia, es-
tablecida por el conquistador de forma primigenia en Compostela y
después trasladada de manera denitiva a Guadalajara. La creación de
un nuevo reino, así como de un nuevo órgano de justicia, ajeno a la
Audiencia de México, muestra que Nuño armaba su independencia
respecto de Cortés, además de que nos revela el juego político de la
corte castellana: las concesiones hechas al marquesado eran muchas
y se debía evitar la concentración de poder del Marques del Valle.
Al desmembrar de la Nueva España los territorios occidentales, se
creó espacio para que la Audiencia de Guadalajara gobernase sobre la
espacialidad conquistada por Nuño Beltrán, y así se limitaba de facto el
poder de Cortés. Esta situación, por lo demás, sembró la semilla de una
serie de conictos legales que atormentaron largos años la frontera entre
el Reino de Nueva Galicia y el de Nueva España, además de ser una de
las causas del fracaso en las expediciones de Cortés hacia California.
La expedición de Nuño Beltrán es recordada como una de las más
sangrientas campañas de conquista de que se tenga memoria en la Amé-
rica hispánica. La indiscriminada saca de esclavos indios que hizo cuan-
do fue gobernador de Pánuco,7 la venalidad de su proceder en el caso
del rey Calzonzin,8 así como su violenta entrada en la relativamente pa-
cíca provincia de Ávalos, le ganaron la merecida fama de sanguinario
7 Primo Feliciano Velázquez dice de Nuño Beltrán: “Nuestra historia, en verdad, no
conoce personaje más duro y feroz; ni otra tierra [Pánuco] que con mayor justicia pueda
maldecir al dominio español” (Primo Feliciano Velázquez, Historia de San Luis Potosí, vol. I
[San Luis Potosí, S.L.P.: Archivo Histórico del Estado de San Luis Potosí / El Colegio de San
Luis, 2004], 235).
8 Se acusa a Nuño Beltrán de haber torturado y mandado matar al rey purépecha Cal-
zonzin con la nalidad de tomar su oro. Ver, por ejemplo, lo que Juan de Villanueva, apode-
rado de Hernán Cortés, escribió en 1531: “Que ya Vuestra Alteza sabe cómo los días pasados
se dio una petición haciendo saber a Vuestra alteza como Nuño de Guzmán llevó en grillos
preso al Cazocin señor de Mechuacan, en la entrada que dicen que hizo, adonde llevó mucha
gente por fuerza e contra su voluntad, y algunos de ellos en grillos, é á otros que no querían
ir les hacia dar caballos y armas é dineros, como de ello consta por testimonios que de ello se
presentaron… Como le dio á dicho Cazocin crudelísimos tormentos de fuego é agua, que-
mándole como le quemó, los pies é piernas é las hijadas, de lo cual estando a punto de muerte
lo arrastró é hizo cuartos, so color e diciendo que quería alzarse contra el dicho Nuño de
Guzmán, el cual robo dél grandes cuantías de oro é de plata” (“Memorial que Juan de Villa-
nueva, procurador ad litem de Cortés, presentó al Consejo de las Indias”, en Cortés, Cartas,
509-510. Grafía original).
103
en la historiografía. Estos excesos le valieron ser sometido a juicio de
residencia y despojado de sus cargos.9 Pero, debo apuntar aquí, Beltrán
de Guzmán no fue diferente de los otros conquistadores de su época;
aunque gozan de mejor fama, los Cortés y los Pizarro no procedieron de
manera diferente durante la conquista de México y Perú.
Además, el proceder de Nuño fue tomado como modelo en el gru-
po de los conquistadores. El desarrollo posterior de la guerra chichime-
ca, con su característica toma de esclavos como motor de la guerra, no
es más que la continuación a gran escala de los métodos utilizados por
Nuño entre 1530 y 1538. No debe olvidarse que fue precisamente en
esta entrada que se estrenó como capitán Cristóbal de Oñate, fundador
de Zacatecas y padre del conquistador de Nuevo México.
En el Mapa 210 se muestran los límites de la conquista española hacia
1541. En primer lugar, se debe notar el rápido crecimiento de los territo-
rios conquistados. El área conquistada hacia 1524 era de 400 000 km2,
más o menos; tan sólo diecisiete años más tarde, la extensión total so-
brepasaba los 788 000 km2. El territorio conquistado prácticamente
se duplicó en menos de veinte años. Tan vertiginoso avance se logró
porque los hispanos sojuzgaron las bolsas de resistencia india que que-
daban en la zona zapoteca, tlapaneca y tepehua, y así completaron la
dominación absoluta del México central. Todo el territorio de nahuas,
otomíes, zapotecas y tarascos fue ocupado y sojuzgado de manera rela-
tivamente rápida.
La península de Yucatán, tras varios intentos por parte de Monte-
jo, había caído en manos españolas. Si bien la resistencia de los mayas
había sido quebrada en las costas, en el corazón de la península, y hacia
el Petén, los indios habrían de resistir largos siglos al invasor europeo.
En el sureste, el propio adelantado de Yucatán había colaborado en la
conquista de Tabasco, Chiapa y el Soconusco.
9 Nuño Beltrán murió en relativa pobreza hacia 1544 o 1549, en la península.
10 Elaborado tomando como base los siguientes: 1) “Mapa 2. Extensión del dominio es-
pañol en 1600” en Peter Gerhard, La frontera norte de la Nueva España [México: Universidad
Nacional Autónoma de México, 1996], 14; 2) “Mapa 4. Extensión del dominio español”, en
Peter Gerhard, Geografía histórica de la Nueva España.México: Universidad Nacional Autó-
noma de México, 1986,8; 3) la ruta del virrey Antonio de Mendoza ha sido tomada de Miguel
de León Portilla, Francisco Tenamaztle. Primer guerrillero de América, defensor de los derechos
humanos (México: Diana, 2005).
104
M 2
E 1541
!
&
&
&
&
&
3
0
Nochistlán
Juchipila
Tototlán
México
Pátzcuaro
85 170
Extensión del dominio español en 1541
340 Km.
Antonio de Mendoza en 1542
-90°-92°-94°-96°-98°-100°-102°-104-106°
26
°
24
°
22
°
20
°
18
°
16
°
26°
24
°
22°
20
°
18°
16°
El Mixtón
Copyright:© 2014 EsriCopyright:© 2014 Esri
-90°-92°-94°-96°-98°-100°-102°-104-106°
105
La costa del Pacíco, hasta el territorio de los mayos, había sido in-
corporada a la naciente Nueva Galicia gracias a las campañas de Nuño
Beltrán. A lo largo del litoral, los españoles encontraron grupos humanos
organizados más o menos a la manera de los nahuas: comunidades agri-
cultoras con una elite guerrera y religiosa. La entrada de Beltrán mermó
de manera denitiva la resistencia local y estableció rápidamente las ba-
ses del dominio español, que sería prácticamente indiscutible en la zona.
En el centro-norte del naciente virreinato, más allá de los parajes
poblados por otomíes y matlatzincas, se extendía el territorio chichime-
ca. La parte sur de esta territorialidad había sido rápidamente coloniza-
da gracias a los ocios de los otomíes, liderados por Fernando de Tapia
(Conín) y Nicolás de San Luis Montañés. De manera muy rápida ha-
bían extendido las fronteras virreinales más allá del límite mesoamerica-
no del posclásico; en pleno territorio pame, había sido fundado el pueblo
de Santiago de Querétaro hacia 1531, el cual sería durante muchos años
el último puesto novohispano dentro de la frontera chichimeca.
Sin embargo, el territorio chichimeca, que se extiende al norte del río
Lerma, así como al norte de la provincia de Jilotepec, presentaba una reali-
dad por completo divergente de lo hasta ese momento experimentado por
las huestes europeas y sus aliados indios; un altiplano semidesértico cruza-
do por las dos sierras Madre y con un volumen de población muy bajo. La
innegable dureza de las tierras aún sin colonizar, aunada a la fuerte oposi-
ción de cazcanes, tecuexes y tepecanos, que habitaban hacia el levante de
la recién fundada Guadalajara, habían inhibido el avance español.
En 1541 estalló una rebelión comandada por Tenamaxtle junto con
algunos otros caciques de la zona de las cañadas. Los insurrectos se
instalaron en el peñón conocido como el Mixtón, que utilizaron como
centro de operaciones. Desde la capital, el virrey Antonio de Mendoza
dio instrucciones a Pedro de Alvarado para que sofocara la rebelión.
Los indios, que para esta época ya se encontraban acostumbrados a las
tácticas españolas, resistieron la dura campaña realizada por el capitán
de Cortés. El propio Alvarado, protagonista del sitio de Tenochtitlán,
murió durante una refriega con los cazcanes.11
11 Sobre la muerte de Pedro de Alvarado, el cronista Baltasar Dorantes de Carranza infor-
ma: “Llegó a Etzatlán, donde asistía Diego López de Zúñiga contra los rebeldes; fuere contra él a
un peñol donde estaban fuertes los indios, y tan encarnizados, que habían muerto 30 españoles
y hecho huir a los demás, y como estaban en muy alto y agro cayeron muchos caballos la cuesta
abajo. Don Pedro de Alvarado se apeó por mejor desviarse de un caballo que venía rodando
106
Los oidores en Guadalajara consideraron que la situación se había
salido de control, por lo cual pidieron asistencia de nuevo a México. Esta
vez, el virrey en persona salió a hacer frente a la rebelión. Juntando todas
las fuerzas disponibles en el centro del virreinato, se lanzó hacia el occi-
dente para aliviar la presión que los cazcanes ejercían sobre Guadalajara,
que había sido sitiada por los indios en septiembre de ese año y era defen-
dida encarnizadamente por las huestes de Cristóbal de Oñate. El propio
Mendoza llegó a la zona con un ejército compuesto de hasta 50 000
personas, en su mayoría indígenas. La campaña se inició con la derrota
de las huestes indias en Tototlán, después en Nochistlán y, por último,
en Juchipila. A principios de 1542 el ejército español, junto con sus alia-
dos otomíes, tlaxcaltecas, mexicas y purépechas, atacó el centro de la
rebelión: el cerro del Mixtón. Tras una encarnizada batalla, el ejército de
Tenamaxtle fue derrotado, lo que puso punto nal a la rebelión.12
De acuerdo con Enrique Florescano, la guerra del Mixtón quebró
de forma denitiva la antigua frontera establecida en el posclásico, lo
que a la postre permitió la penetración española en el corazón del terri-
torio chichimeca.13 Además, la victoria de Mendoza en las cañadas de
Juchipila había lanzado la frontera más allá de los límites del Mixtón,
y así comenzaron las exploraciones dentro del árido altiplano que se
extiende en el corazón del actual territorio mexicano.
Las entradas hacia nuevos territorios, durante esta fase de la conquis-
ta, habían tenido como acicate el deseo de obtener encomiendas. Empe-
ro, los españoles pronto se dieron cuenta que el espacio ocupado por los
derecho al suyo, y púsose en parte que le pareció estar seguro; mas como el caballo venía tum-
bando de muy alto, traía mucha furia y presteza, dio un gran golpe en una peña y resurtió donde
Don Pedro estaba y llevole de encuentro tras sí la cuesta abajo, día de San Juan, de 1541 años.
Murió desde a pocos días en Etzatlán” (Baltasar Dorantes de Carranza, Sumaria relación de las
cosas de la Nueva España [México: Imprenta del Museo Nacional, 1902], 27-28).
12 , Gobierno, Audiencia de México, 19, número 2, “Cartas del Virrey Antonio de
Me ndoza”.
13 “Al comenzar la década de 1540 los españoles no habían podido fracturar la anti-
gua frontera prehispánica y se encontraban a la defensiva. Los indios caxcanes, aliados de los
guachichiles, asediaban las poblaciones fundadas por Nuño Beltrán de Guzmán en Nueva
Galicia. Presionado por esta amenaza, el virrey Antonio de Mendoza asumió el mando de
las operaciones. En 1541-42, en la célebre batalla del Mixtón, los españoles obtuvieron su
primera gran victoria sobre los chichimecas. A partir de ese momento, el avance hacia el norte
se precipita” (Enrique Florescano, “Colonización, ocupación del suelo y ‘frontera’ en el norte
de Nueva España, 1521-1750”, en Tierras nuevas: expansión territorial y ocupación del suelo en
América. Siglos x vi-xix, Coord. Enrique Florescano [México: El Colegio de México, 1973], 45).
107
chichimecas carecía de grandes poblaciones. Si a esto agregamos que el terri-
torio está enmarcado en un medio ambiente muy árido, es posible entender
por qué razón los conquistadores se abstuvieron de decantarse por completo
hacia el septentrión de la Nueva España, durante unos cuantos años.
Los españoles irán tomando contacto, paulatinamente, con los di-
versos grupos étnicos asentados al norte de la provincia de Jilotepec.
El Mapa 314 muestra las lenguas nativas en el septentrión del valle de
México. He marcado con una línea rosa el espacio ocupado por las tri-
bus chichimecas. Debo admitir que la selección aquí realizada no está
exenta de polémica. Se puede argüir que cazcanes y tecuexes formaban
parte de los chichimecas. Sin embargo, en la zona de las cañadas existía
mayor contacto con el área mesoamericana y había una proximidad
cultural entre los grupos que ahí habitaban y los de la costa pacíca,
que eran agricultores en su mayoría. Además, la confederación de tepe-
canos, cocas, cazcanes y tecuexes fue derrotada en el Mixtón. Hacia el
norte, laguneros y coahuiltecas habitaban un espacio diferente, mucho
más propicio para la agricultura, por lo cual existían algunas diferencias
culturales. En el oriente, los huastecos, emparentados con los mayas,
construyeron una civilización de marcado corte mesoamericano. Tal
vez podríamos colocar a pisones y olives dentro de la clasicación, pero
nos falta información acerca de estos grupos. Me he decantado a ex-
cluirlos del territorio chichimeca por un simple criterio geográco: se
encuentran fuera del altiplano. En conclusión, el núcleo del territorio
chichimeca se encontraba exactamente en donde se agrupaban los gua-
mares, guachichiles, pames, zacatecos, jonaces, bocalos y janambres.
Éste es, además, el espacio en que se desarrolló la guerra durante la
segunda mitad del siglo .
14 Elaborado con base en: 1)“Mapa 3. Lenguas Nativas en 1519”, en Gerhard, Geografía, 6; 2)
“Nueva Galicia: Lenguas Indígenas”, en Gerhard, Frontera norte, 56; 3) “Nueva Vizcaya: lenguas
indígenas”, ibid., 204; 4) “Sonora y Sinaloa: lenguas indígenas”, ibid., 306; 5) “Baja California:
lenguas indígenas”, ibid., 358; 6) “Nuevo León: lenguas indígenas”, ibid., 426; 7) “Mapa 2.
Lenguas nativas en 1517”, en Peter Gerhard, La frontera sureste de la Nueva España [México:
Universidad Nacional Autónoma de México, 1991], 6; 8) el ortomapa es el modelo hipsográco
del Instituto Nacional de Estadística y Geografía. Debo advertir que los mapas preparados por
Gerhard para mostrar la distribución de las lenguas indígenas dieren entre sí temporalmente,
pues muestran las fronteras entre las lenguas al momento del contacto con los europeos; el mapa
que representa una temporalidad más temprana es el del sureste, mientras que el de Nuevo León
bien puede ser fechado hacia principios del siglo , al momento de la expedición de Escandón.
Me he tomado la libertad de exponerlos en un solo mapa por cuestiones puramente didácticas.
108
M 3
L
Pame
Zacateco
Tepehu an
Coahuilt eca
Huaxteco
Acaxee
Lagunero
Olive
Otomi
Guamare
Hu i ch o l
To t on a c a
Tarasco
Bo c al o
Cazcan
Co r a
Pison
To t or a m e
Tecuexe
Sa y u lt ec o
Cuyoteco
Te p ec a n o
Na h u at l
Na h u at l
Ta h u e
Ot o m i
Ja n am b r e
Cor a
-98°-100°-102°-104°-106°
3
0 75
Jonaz
Frontera Chichimeca Lenguas Indígenas
37.5 150 Km.
26
°
24
°
22
°
20
°
26°
24
°
22°
20
°
-106° -104° -102° -100° -98°
Guachichil
109
Como se puede ver, estos grupos se asentaban en un espacio bien
delimitado físicamente; un altiplano árido enmarcado por las dos sierras
Madre, teniendo como frontera sur el río Lerma, mientras por el norte
su límite se encontraba hasta la región de la Laguna. Aunque el clima es
seco en su mayor parte, hacia el sur, en especial en los valles regados por
los auentes del lago de Chapala, hay mayores precipitaciones pluviales.
El total de esta área corresponde, más o menos, a lo que los nahuas
llamaban la Gran Chichimeca. En términos culturales, salta a la vista
la escasa complejidad en la organización del espacio si lo comparamos
con los aledaños al valle de México, en el cual las sucesivas migraciones
de pueblos, así como la organización política de la triple alianza, habían
generado una compleja territorialidad.
Al entrar en este nuevo espacio, las huestes hispanas comenzaron
un complejo avance que los llevó a entrar en conicto con los grupos
humanos ahí establecidos, quienes no aceptaron de buena gana la pre-
sencia de las huestes hispanas y sus aliados indios. A este proceso se le
conoce en la historiografía como la guerra chichimeca. El carácter de
la guerra, aún el día de hoy, es objeto de fuertes debates porque hay
problemas serios incluso con la terminología adoptada para describir el
espacio cultural y físico, congurado a partir de las primeras expedicio-
nes de Nuño Beltrán. Como bien señala Juan Carlos Ruiz Guadalajara,
la dominación sobre el territorio y los habitantes del septentrión ha sido
uno de los temas más polémicos dentro de la historiografía americanis-
ta en los últimos sesenta años.15 El problema es que este proceso, que
parió literalmente todo un espacio cultural, económico y geográco
(el septentrión novohispano), ha sido simbolizado y re-simbolizado de
forma constante durante el casi medio milenio que nos separa de su
inicio. Con la nalidad de distinguir un poco dentro de este abigarrado
marasmo de signicaciones, planteo el análisis de cuatro signicaciones
diferentes de este proceso.
En primer lugar, se debe ubicar el contexto especíco que los chi-
chimecas, lo chichimeca y el norte tenían dentro de la cultura náhuatl y
mesoamericana en general: estos conceptos gozaban de una carga sim-
bólica muy importante en la mitología de acolhuas, mexicas y texcoca-
nos. De acuerdo con el cronista mestizo Fernando de Alva Ixtlixóchitl,
15 Juan Carlos Ruiz Guadalajara, “Capitán Miguel Caldera y la frontera chichimeca:
entre el mestizo historiográco y el soldado del rey”, Revista de Indias 248 (2010): 23-58.
110
los chichimecas de Xolotl migraron desde el mítico norte (lugar en que
además se localiza el Tamoanchán, origen de todos los hombres) y se
establecieron en Texcoco. Pues bien, estos bárbaros del norte se con-
virtieron, al paso de los años, en el pueblo más civilizado del altiplano
central mexicano. Nezahualcóyotl, gobernante de Texcoco, quien ha le-
gado a la posteridad las poesías que nos muestran la sensibilidad estética
de los pueblos nahuas, era descendiente de los chichimecas de Xolotl.16
Es decir, el binomio bárbaro-civilizado se encontraba inmerso dentro
de una signicación mítica que no es fácil trasladar a la racionalidad
occidental.
En un segundo momento, para el conquistador español del siglo ,
chichimeca era un término operativo: llamó así a todos los grupos origi-
narios ubicados al norte del territorio purépecha y otomí, los cuales no
compartían ciertas características de las civilizaciones mesoamericanas.
En realidad, para los novohispanos el término era un saco roto: se ubicó
aquí a todos los indios que habitaban el altiplano al norte del río Gran-
de (Lerma), operación que se hizo sin importar las marcadas diferencias
culturales entre los grupos que habitaban en ese espacio.17 El problema
16 Fernando Alva Ixtlixóchitl, Historia de la nación chichimeca (Madrid: Dastin, 2003).
También en Sahagún aparece la referencia: “Todas las dichas familias [de pueblos emigrados
de Chicomóztoc] se llaman chichimecas y aun de tal nombre se jactan y se glorian. Y es
porque todas anduvieron peregrinando como chichimecas por las tierras antes dichas, y de allí
volvieron para estas partes. Aunque a la verdad no se llaman tierras de chichimecas por donde
ellos anduvieron sino Teotlalpan Tlacochalco Mictlampa, que quiere decir campos llanos y
espaciosos que están hacia el norte. Llamáronse tierras de chichimecas porque allí suelen ahora
habitar los chichimecas, que son unas gentes bárbaras que se sustentan de la caza que toman,
y no pueblan. Y aunque los mexicanos se dicen chichimecas, empero propiamente se dicen
atlacachichimecas, que quiere decir pescadores que vinieron de lexas tierras. Las gentes na-
huas, que son las que entienden la lengua mexicana, también se llaman chichimecas, porque
vinieron de las tierras ya dichas, donde están las siete cuevas que ya están referidas, y son
las que se nombran aquí: tepanecas, acolhuas, chalcas, y los hombres de tierra caliente y los
tlateputzcas, que son los que viven tras de las sierras, hacia el oriente, como son los tlaxcal-
tecas y huexotzinas y chololtecas y otros muchos. Y todos traían arcos y echas. Los tultecas
también se llaman chichimecas. Y los otomíes, y michhuacas, ni más ni menos. Pero los que
están hacia el nacimiento del Sol se nombran olmecas, huixtotin, nonohualca, y no se dicen
chichimecas” (Bernardino de Sahagún, Historia general de las cosas de Nueva España, vol. II
[Madrid: Alianza Universidad, 1988], 676. Cursivas propias).
17 Por ejemplo, el pueblo pame fue considerado dentro del grupo chichimeca, dada su
renuencia a aceptar la conquista española en la zona montañosa que se extiende al oriente de
San Luis Potosí. Empero, es bien sabido que sus características culturales son muy parecidas
a las de los otomíes. Fue hasta el siglo , con la entrada de los franciscanos en las misiones
111
aquí es que la idea del bárbaro, de acuerdo con la tradición griega y ro-
mana, era bastante diferente a la mesoamericana. En el mundo clásico,
el bárbaro era aquel que se encontraba por completo fuera del mundo
civilizado y, por tanto, era bastante discutible su humanidad. Además,
dentro de la tradición de la reconquista en la península ibérica, el bár-
baro era también un inel sujeto a guerra justa.
Hacia mediados del siglo , en Valladolid, Juan Ginés de Sepúl-
veda y Bartolomé de las Casas discutían precisamente acerca de la hu-
manidad de los indios. Aunque el debate pueda parecer mera escolástica
el día de hoy, tuvo mucha repercusión sobre la manera en que los espa-
ñoles legislaron en materia india. En primer lugar, al reconocer la hu-
manidad de los indios, las tesis de De las Casas plantean la ilegitimidad
en el uso de la fuerza para llevar la religión católica; el Evangelio era un
derecho de los indios, no una obligación. Además, debía ser reconocida
su potestad sobre los territorios en que habitaban. El carácter de la le-
gislación española en materia indígena ha sido debatido largamente por
la historiografía contemporánea y no es materia del presente libro, pero
debo recordar que su carácter benévolo con las comunidades indias,
cuando menos en términos generales, es todavía recordado con nostal-
gia en algunas partes de América.18
Pues bien, la parte que no se menciona es que no todos los indios
eran iguales: los indios de las altas civilizaciones, quienes en su mayoría
aceptaron la catequesis, así como aquellos que cooperaron directamente
con los conquistadores, son los que se contaban dentro de la humanitas
católica. Sin embargo, para aquellos que no se sometieron a las leyes
españolas, renunciaron a la evangelización o bien fueron considerados
bárbaros, el destino fue simple y llanamente la tesis de Sepúlveda: el
derecho de tutela (que implica la esclavitud natural de los indios) y la
guerra justa.
de Sierra Gorda, así como con la creación del Nuevo Santander, que este territorio dejó de
ser una frontera interna en la Nueva España. A su vez, los cazcanes, aliados de los zacatecos
durante la guerra del Mixtón, pese a tener características semejantes a los grupos chichimecas,
no fueron considerados como parte de éstos porque en un principio aceptaron la catequesis y
se habían reducido en poblaciones hacia la mitad de la tercera década del siglo .
18 Véase, por ejemplo, Woodrow Borah, El juzgado general de indios en la Nueva España
(México: Fondo de Cultura Económica, 1985); Alberto Carrillo Cázares, El debate sobre la
guerra chichimeca. 1531-1585: derecho y política en la Nueva España (Zamora, Mich.: El Cole-
gio de Michoacán / El Colegio de San Luis, 2000).
112
Precisamente, los chichimecas fueron considerados bárbaros y suje-
tos de guerra justa.19 Se llevó a cabo una guerra sangrienta, en la cual no
era raro encontrar grandes cantidades de esclavos indios. A principios
del siglo Juan de Torquemada escribía lo siguiente:
En el tiempo de el virrey don Álvaro Manrique, marqués de Villamanri-
que, fue hecha la mano de Dios sobre los indios chichimecas, que hasta aque-
llos días habían sido corsarios, por muchos años, haciendo muchos daños
por los caminos de los Zacatecas, no valiendo los resguardos, presidios y
fuertes que había mandado hacer el virrey don Martín Enríquez, y otros
antes, para defenderlos totalmente de estos hombres bestiales y carniceros;
pero ya en estos tiempos (como decimos) o tocados de la mano de Dios,
o hostigados [sic] de tantos trabajos como padecían y persecuciones que
los españoles les hacían, llegaron a quietarse; cuya pacicación se hizo por
orden de un capitán Caldera, mestizo, hijo de un castellano y una india
chichimeca.20
De entrada, salta a la vista que no sólo los capitanes de navíos ingleses
y holandeses en el mar Caribe podían ser calicados de corsarios. Como
es evidente, el término aplica para todos los ineles que asaltaban los
convoyes españoles.21 Por otro lado, la aseveración de que los indios
chichimecas eran bestiales y carniceros deja poco lugar a dudas; en el
mundo novohispano se les consideró poco más que animales, y como
tales fueron sujetos de ser convertidos en esclavos mediante la guerra.
A medida que la guerra se desplazaba hacia el norte lejano, la ope-
ratividad del término chichimeca se perdió. En el septentrión se formó
una sociedad mestiza en la cual se integraron los españoles, los indios
19 Un proceso de conquista similar se siguió en la frontera sur del imperio, en el actual
territorio chileno, donde los araucanos fueron también considerados sujetos de guerra justa.
20 Juan de Torquemada, Monarquía indiana: de los veinte y un libros rituales y monar-
quía indiana con el origen y guerras de los indios occidentales de sus poblazones, descubrimiento,
conquista, conversión y otras cosas maravillosas de las mesma tierra V (México: Universidad Na-
cional Autónoma de México / Instituto de Investigaciones Históricas, 1975), 444. Cursivas
propias.
21 Sobre este mote de corsarios, Ruiz Guadalajara aclara que “a lo largo de todo el con-
icto y en el entorno desadaptativo al que fueron sometidas, la naciones nómadas mantuvie-
ron sus prácticas de caza y recolección en un contexto de extrema violencia hispana ejercida
principalmente, aunque no exclusivamente, por milicianos. A dichas prácticas integraron el
ataque sorpresivo de recuas y caravanas españolas que circulaban por su territorio, obteniendo
con ello ganado, bastimentos y mujeres, además del apelativo de corsarios por parte de los
cristianos” (Ruiz Guadalajara, “Capitán Miguel Caldera”, 43).
113
mesoamericanos, así como los chichimecas que se pacicaron y adop-
taron la vida sedentaria. Este estado de cosas se mantuvo durante
el resto de la época virreinal. Sin embargo, el tumultuoso siglo
cambió radicalmente el statu quo. La Independencia, el surgimiento
del liberalismo en México, la introducción de la ciencia positiva, entre
otras cosas, propiciaron que la sociedad en el naciente Estado nacional
comenzara a preguntarse por su historia. Precisamente, la reexión
esbozada por los primeros historiadores regionales es la tercera signi-
cación que históricamente se ha dado a lo chichimeca.
Aunque ya se han analizado en el capítulo anterior los postulados ge-
nerales de esta interpretación, quiero apuntar aquí un par de ideas más.22
Los padres de la historiografía potosina se encuentran inmersos dentro
de esta tercera forma de interpretar lo chichimeca. Este discurso pre-
tende crear una historia del terruño que permita entender el papel de
las elites regionales dentro del Estado nacional. Es un discurso militan-
te que se gestó al calor de las guerras entre liberales y conservadores.
También está aquí presente la naciente historia positivista que propicia
la búsqueda de referencias documentales en los maltrechos archivos lo-
cales. Genera, además, una interpretación de la sociedad basada en el
darwinismo que derivó en la creación de nuevas ciencias, como la antro-
pología. El progreso social, entendido como la inexorable marcha de
la humanidad desde la barbarie hasta la civilización (entendida ésta
como la civilización occidental), es puesto al centro del análisis. Los
estadios sociales, que pasan por el salvajismo, la barbarie y la civiliza-
ción, permiten a los cientícos de lo social ubicar a los grupos que son
analizados. Por supuesto, el investigador civilizado es quien identica
estos estadios y ubica a las sociedades; las tribus africanas, los indios de
la costa pacíca norteamericana son estudiados como verdaderas ruinas
arqueológicas dejadas por el inexorable paso de la humanidad hacia el
progreso. Precisamente, al interpretar dentro de sus escritos a los chichi-
mecas, los historiadores regionales decimonónicos catalogaron a estos
pueblos dentro del salvajismo y, por supuesto, vieron en la guerra un
proceso eminentemente civilizatorio vinculado a la civitas católica.
Este procedimiento comenzó con la construcción de un chichimeca
historiográco, que no es otra cosa que un salvaje sacado de cualquier
22 Véase “Historiografía potosina” en la Introducción.
114
libro de texto victoriano; nómadas sin relación alguna con su medio
geográco; bandas de personas que no habitaban en un lugar en es-
pecíco, sin idea de la todopoderosa propiedad privada; esclavos de la
naturaleza que vagaban sin control, intentando sobrevivir con los esca-
sos o nulos medios técnicos que poseían. El chichimeca decimonónico
es una caricatura, que si bien se encuentra cimentado sobre el discurso
de los capitanes a guerra y frailes del siglo , en realidad se encuentra
interpretado a luz de los historiadores conservadores del siglo .
No me voy a extender más sobre este punto. Sólo quiero terminar
subrayando que esta interpretación de lo chichimeca, creada por ultras
del conservadurismo decimonónico y que respondía a los problemas y
debates de aquella época, sigue inexplicablemente viva. En época tan
reciente como el año 2010 se pueden todavía encontrar algunos investi-
gadores que arman lo siguiente: “Culturalmente [los chichimecas] te-
nían un fuerte retraso, comparados con los grupos mesoamericanos”.23
Aunque ya huela rancio, el discurso decimonónico del chichimeca-salvaje
encuentra todavía eco en las historias regionales y se ha convertido tam-
bién en sentido común del conocimiento histórico local.
Durante el siglo , pero más fuertemente a partir del giro lin-
güístico, los historiadores se han interesado por desmontar el discurso
decimonónico sobre el chichimeca-salvaje. De esta manera, aparece, en
cuarto y último lugar, una construcción conceptual de lo chichimeca
que trata entender a estos grupos humanos en lugar de juzgarlos. Se
intenta reconstruir la historia de los chichimecas mediante los pocos
elementos documentales e información arqueológica que se encuentra
disponible. Este esfuerzo se encuentra basado en el desarrollo de la his-
toriografía y la arqueología académica del siglo . Esta última inter-
pretación recurre al análisis de las fórmulas culturales propias del grupo
con la intención de entender la manera en que los grupos chichimecas
se vinculaban con su espacio geográco.
De esta manera, se plantea que el desarrollo cultural de los pueblos
chichimecas se adaptó al duro territorio en que habitaban y que esta
manera de habitar el espacio fue una solución adecuada para los pro-
blemas planteados por la aspereza del medio. A partir de los trabajos
23 José Antonio Rivera Villanueva, “Transformación territorial de la frontera chichime-
ca, 1551-1591,” en San Luis Potosí. La invención de un territorio, siglos xv i-xix, Coord. Isabel
Monroy Castillo e Hira de Gortari (San Luis Potosí, S.L.P.: El Colegio de San Luis, 2010), 13.
115
fundacionales de Beatriz Brani, se ha descubierto que los límites de
esta frontera no siempre fueron jos y que en periodos anteriores al
posclásico se encontraron en el área poblaciones que compartían el
modo de vida mesoamericano.24 El día de hoy sabemos que los grupos
asentados al norte de Mesoamérica practicaban el nomadismo estacio-
nal, aprovechando de manera intensa los escasos recursos del medio; las
estructuras de gobierno entre éstos eran diferentes a las de las comu-
nidades mesoamericanas, puesto que no se encontraban grupos muy
estraticados.
A diferencia de los nahuas, quienes eran gobernados por una elite
teocrática bien diferenciada, los chichimecas gozaban de mucha auto-
nomía territorial. Cada grupo tenía su propio capitán, en el cual a
veces se vinculaban las funciones guerreras y religiosas. Destacaban
por su capacidad para moverse en el territorio propio, que conocían a
la perfección, así como por el manejo del arco. Los colonos y solda-
dos hispanos e indios que penetraron la frontera después de la Guerra
del Mixtón aprendieron pronto a temer las echas de sus habitantes.
Lamentablemente, la monumental escasez de fuentes limita de mane-
ra muy grande nuestra capacidad de entender en su totalidad a estos
colectivos.
En todo caso, estas razones generaron que los métodos de domina-
ción utilizados por los conquistadores en el área mesoamericana deja-
ran de rendir frutos al entrar en esta nueva territorialidad, desconocida
hasta ese momento por las huestes hispanas. La Gran Chichimeca, con
sus tribus dispersas en un territorio de aproximadamente un cuarto de
millón de kilómetros cuadrados, cada una de ellas muy independiente,
y sin una estructura política rígida que pudiese ser derrotada y asimila-
da, planteaba a los españoles una dicultad mayor que la conquista del
imperio mexica. Por su parte, los diversos grupos chichimecas vieron
amenazado su modo de vida por el desbordamiento de la antigua fron-
tera, que destruyó rápidamente el balance de un medio muy frágil. Sin
un centro poblacional que atacar, sin una elite teocrática que dominar,
24 Para una excelente síntesis de este debate historiográco, véase Juan Carlos Ruiz Gua-
dalajara, Dolores antes de la Independencia: microhistoria del altar de la patria, vol. I (Zamora,
Mich.: El Colegio de Michoacán / El Colegio de San Luis / Centro de Investigaciones y
Estudios Superiores en Antropología Social, 2004), 67-161.
116
sin diferencias políticas que explotar, no había conquista fácil posible.
Se desarrolló una larga guerra que marcó de manera denitiva la región;
el día de hoy todavía llegan a nosotros los ecos de aquel conicto.
Guerra y colonización: 1550-1590
A partir de la fundación de Compostela, la zona centro-norte del ac-
tual territorio nacional entró en un periodo de confrontación, el cual
duraría hasta la última década del siglo . Pese a la victoria del ejér-
cito comandado por el virrey Antonio de Mendoza en la zona de las
cañadas, el avance sobre los territorios chichimecas se detuvo momen-
táneamente. La hostilidad de los grupos indios del rumbo, aunada al
fracaso de la expedición de Francisco Vázquez de Coronado (la cual no
pudo encontrar grandes riquezas al norte del continente), así como los
notables ascos en la exploración cortesiana de California, generaron
muchas dudas acerca de la viabilidad de conquistar las tierras al norte
de la Nueva España.
Sin embargo, la migración de españoles e indios hacia el septen-
trión habría de decantarse gracias a varios hechos: en primer lugar, la
creación del obispado de Michoacán en 1536, que aceleró el envío de mi-
sioneros hacia el corazón del territorio chichimeca. En segundo lugar, el
plan realizado por el virrey Mendoza para colonizar mediante indios alia-
dos, principalmente otomíes, la cuenca norte del río Lerma, quienes
pronto fundaron nuevos pueblos como San Juan del Río y Querétaro.
En tercer lugar, se debe señalar que las tierras del Bajío atrajeron de
forma rápida la atención de nuevos colonos españoles, quienes poco a
poco fueron estableciendo sus cultivos y ganado en la zona más cerca-
na a la meseta purépecha, al sur de lo que hoy sería el estado de Guana-
juato; el Mapa 425 da cuenta de este avance hacia las fértiles tierras que
se encuentran ubicadas al norte del Lerma.
25 Construido mediante: 1) la frontera chichimeca del Mapa 3 y 2) el avance hispánico en
1549, basado en “Mapa 4. Extensión del dominio español”, en Gerhard, Geografía, 8.
117
M 4
L 1549
!.
!.!.
3
0
Extensión del dominio español en 1549 Frontera Chichimeca
45 90 180 Km.
Guadalajara (1535) Querétaro (1531)
Zacatecas (1548)
26
°
24
°
22°
20
°
26°
24
°
22°
20
°
-106° -104° -102° -100° -98°
-106° -104° -102° -100° -98°
118
Como apunta Ruiz Guadalajara, el obispado de Michoacán fue uti-
lizado como cabeza de playa para emprender la colonización del terri-
torio chichimeca: una serie de estancieros y mercedados empezaron a
ocupar el territorio, poblando lentamente el territorio guamare. Como
el mismo autor señala, de haberse seguido estos patrones de poblamien-
to, el proceso de ocupación de una zona tan amplia hubiera tardado lar-
go tiempo.26 Precisamente en esta inexión, un hecho histórico aceleró
de manera inusitada la colonización y poblamiento de la zona chichi-
meca; el importante descubrimiento de las minas de Zacatecas.
Un pequeño grupo de jinetes vascos, junto con cuatro frailes fran-
ciscanos, partió de Guadalajara para adentrarse en la cuenca del río
Juchipila. La nalidad era aventurarse en el altiplano que se extiende
al nororiente de las cañadas, en el corazón del territorio chichimeca.
El 8 de septiembre de 1546 ubicaron una prominencia montuosa a la
cual llamaron La Bufa, por su forma de joroba; en el lugar apareció gran
cantidad de mineral de plata. El descubrimiento de las minas de plata
provocó una verdadera carrera hacia el norte, una ebre argentífera que
llevó a españoles e indios a internarse en el septentrión; el acicate de la
riqueza fácil creó pronto un campo minero enclavado en pleno centro
del área chichimeca, aun cuando los grupos originarios de la zona eran
francamente hostiles a los recién llegados. Como se puede ver en el
Mapa 4, el campo de Zacatecas era apenas una pequeña mancha bajo
control español, muy alejada todavía de los territorios asegurados me-
diante la guerra del Mixtón.
La fundación del real minero marcó, además, el inicio de una nueva
fase de la conquista hispana: quedaron atrás las grandes expediciones
motivadas por la posesión de tierras y vasallos. En adelante, los con-
quistadores trazarán sus aventuras hacia el norte motivados, de manera
casi uniforme, por la búsqueda de nuevas vetas argentíferas. Ahora bien,
esto también signicaría la fundación de centros mineros, que necesi-
tarían de bastimentos para subsistir; a la par del minero comienzan a
26 “Más allá de la inuencia que en ello pudo tener la cuestión chichimeca, parece que
el poblamiento avanzó en función de lo que Chevalier llama una lenta colonización agrícola
[...] debemos entonces considerar la creación de una gran cantidad de pequeñas estancias
y rancherías, las cuales serían el germen de futuros poblados” (Ruiz Guadalajara, Dolores,
vol. I, 107). Se debe recordar, por ejemplo, que grandes extensiones de la pampa argentina
no fueron realmente ocupadas y colonizadas hasta bien entrado el siglo .
119
asentarse una miríada de ganaderos y estancieros que irá dando forma
al septentrión, conformará nuevas espacialidades y fundará diversas po-
blaciones en el área.
La fundación de Zacatecas signicó también un sensible despla-
zamiento en el polo económico: la crisis poblacional en el centro del
virreinato empieza ya a hacerse sentir hacia mediados del siglo . Se
encuentra fuera de duda que la producción agrícola también sufrió una
considerable baja. En adelante, la producción de minerales y el comer-
cio desencadenado por medio de ésta serán el motor de arrastre de la
economía.27 Esto también signicó que nuevas categorías sociales fue-
ron creadas. El minero, junto con el comerciante de avío, hace su apari-
ción en la sociedad novohispana. En contrapunto, los encomenderos y
sus descendientes languidecen en sus ncas rurales.
El cronista novohispano Baltasar Dorantes de Carranza da cuenta
de ello al quejarse por la situación de los descendientes de los conquis-
tadores a principios del siglo :
¡Oh Indias! Oh Conquistadores llenos de trabajos y en aquella simplicidad
de aquellos dichosos tiempos no sacaste más que un nombre excelente y
una fama eterna, y en tiempos que en mayores servicios y mejores sucesos
érades despojados de vuestras propias haciendas y de los frutos de vuestros
servicios y hazañas, dando los que gobernaban en los primeros años vues-
tros sudores a gente advenediza y que no mereció nada en la conquista,
ahora ya es llegada la sazón donde luce más el engaño y la mentira, y la
ociosidad y el perjuicio del prójimo, con que vendiendo vino, o especias, o
sinabafas, o hierro viejo se hacen grandes mayorazgos, e hinchen este mun-
do con milagros ngidos, sin ser agradecidos a Dios ni a los que los crecie-
ron en su desnudez del polvo de la tierra, para llegarlos a tan poderosos.
¡Oh Indias! Vuelvo a decir: confusión de tropiezos, alcahuete de ha-
raganes, carta ejecutoria de los que os habitan; banco donde todos quie-
bran, depósito de mentiras y engaños, hinchazón de necios, burdel de los
buenos, locura de los cuerdos, n y remate de la nobleza, destrucción de
la virtud, confusión de los sabios y discretos; devaneo y fantasía de los
simples y que no se conocen.
27 Aunque se debe recordar que, pese a todo, la mayor parte de la producción en las
colonias americanas es notablemente agrícola. Ruggiero Romano, Mecanismo y elementos del
sistema económico colonial americano (México: El Colegio de México / Fideicomiso Historia
de las Américas / Fondo de Cultura Económica, 2004).
120
¡Oh Indias! Anzuelo de acos, casa de locos, compendio de malicias,
hinchazón de ricos, presunción de soberbios. ¡Oh Indias! Algunas calida-
des pegadas con cera, prendidas con alleres, juguete de vanos, ascensión
de livianos, y desvergonzados, trujamán de trampas, alcohol de hurtos,
ojos quebrados a lo bueno y de lince y claros al daño de su vecino. ¡Oh
Indias! mal francés, dibujo del inerno, tráfago de behetría, igualdad en
el trato, comunidad de todos lodos con que ciegan vuestras riquezas y no
hartan al más templado. ¡Oh Indias! ¿No sabéis cómo vuestros bienes,
vuestro oro, vuestra plata y vuestras piedras preciosas no se perpetúan en
esta tierra, no veis que son bienes muebles y no raíces?28
28 Dorantes de Carranza, Sumaria relación, 112-113. Además, me gustaría comparar
estos párrafos, escritos por el novohispano en 1604, con la escena tres del cuarto acto de La
vida de Timón de Atenas, de William Shakespeare, escrita más o menos en la misma época
(William Shakespeare, Timon of Athens [Newly Annotated Edition-Excellent Student Resource]
[Seattle, WA: 99 Cent E-Press / Kindle Edition, 2011], 86-87):
Digging
Who seeks for better of thee, sauce his palate
With thy most operant poison! What is here?
Gold? yellow, glittering, precious gold? No, gods,
I am no idle votarist: roots, you clear heavens!
us much of this will make black white, foul fair,
Wrong right, base noble, old young, coward valiant.
Ha, you gods! why this? what this, you gods? Why, this
Will lug your priests and servants from your sides,
Pluck stout men’s pillows from below their heads:
is yellow slave
Will knit and break religions, bless the accursed,
Make the hoar leprosy adored, place thieves
And give them title, knee and approbation
With senators on the bench: this is it
at makes the wappen’d widow wed again;
She whom the spital-house and ulcerous sores
Would cast the gorge at, this embalms and spices
To the April day again. Come, damned earth,
ou common whore of mankind, that put’st odds
Among the route of nations, I will make thee
Do thy right nature.
Me llama la atención la forma en que, dentro de ambos textos, se presenta la gura del
mundo invertido por el dinero. A su vez, Pierre Vilar señala que la pauperización operada en
la sociedad española de nes del siglo se reeja en el Quijote de Cervantes. En estos textos
se muestran con claridad las contradicciones tanto económicas como sociales del mundo
atlántico. Es, en pocas palabras, la crisis de surgimiento del capitalismo que invierte las rela-
ciones entre los hombres y crea nuevas relaciones entre ellos (“El tiempo del Quijote”, en Pierre
Vilar, Crecimiento y desarrollo [Barcelona: Ariel, 1976], 332-347).
121
Es evidente que, para la Nueva España, el descubrimiento de las minas de
Zacatecas signicó un verdadero temblor. Los advenedizos, gente sin ocio
de armas, llegan en tropel a la colonia con el n de hacer riqueza rápida en
el trato y contrato de minas, y en el comercio de avío. Los primeros crio-
llos, precisamente la descendencia de los conquistadores, ven con recelo
que los rangos sociales superiores escapan a su grupo. Las fuentes de en-
cumbramiento social ya no son la primacía en la conquista, la gloria de las
expediciones guerreras o la posesión de encomiendas. A partir de 1548 es
en gran parte el dinero lo que establecerá el valor de los hombres, y esto molesta
sobremanera al empobrecido heredero de Andrés Dorantes de Carranza.
Pese a los recelos de los viejos conquistadores y su descendencia,
las necesidades de la minería hicieron que pronto se desarrollase la in-
fraestructura necesaria para la explotación de la plata zacatecana. Hacia
mediados del siglo se proyectó un camino que permitiese conectar
directamente las minas con la capital virreinal, sin tener que pasar por
Guadalajara. El Mapa 529 muestra el tramo del camino real entre la
ciudad de México y Zacatecas. Saliendo por el norte de la capital, la ca-
rretera se dirigía, en un primer momento, al pueblo de Tepotzotlán, de
ahí pasaba por Tepeji, importante núcleo poblacional otomí que había
servido como otra cabeza de playa para lanzar la conquista del territorio
chichimeca. Enseguida, el camino entraba al pueblo de Aculco, que
habría de devenir famoso gracias a la importante batalla que ahí se libró
durante las guerras de Independencia. A continuación, se dirigía a San
Juan del Río, ya muy cerca de la frontera chichimeca. El último tramo
de esta etapa conectaba a San Juan con el pueblo de Querétaro.
29 Para conformar el mapa del camino real, he tomado los datos del sumario ejecutivo ela-
borado por Icomos para la declaratoria del Camino Real de Tierra Adentro como patrimonio de
la humanidad (Unesco y World Heritage Convention, “Camino Real de Tierra Adentro”, 2009,
consultado el 9 de octubre de 2015, http://whc.unesco.org/en/list/1351/multiple=1&unique_
number=1691). Debo señalar que la reconstrucción realizada corresponde a los siglos y .
Si bien nos permite darnos una idea de las diversas rutas, no signica que los caminos se hubiesen
construido en el siglo . El ramal San Luis Potosí-San Miguel no aparece en la declaratoria; sin
embargo, hay muchos documentos que hacen referencia a éste. Véase, por ejemplo, , Gobierno,
Audiencia de México, legajo 373, fojas 46 vuelta a 48 frente. En este documento se menciona el
ramal de San Luis, puesto que a un mensajero del virrey se le perdieron los hierros del quinto de
plata y oro del Potosí. Además, la investigadora Chantal Cramaussel señala lo siguiente: “Los im-
portantes cambios que se operaron en las rutas a lo largo del periodo colonial hace que cualquier
extrapolación hacia el pasado del trazado de las rutas […] lleve necesariamente a interpretaciones
erróneas” (“El camino real de tierra adentro. De México a Santa Fe”, en Chantal Cramaussel,
Rutas de la Nueva España [Zamora, Mich.: El Colegio de Michoacán, 2006], 300).
122
M 5
E C R. D M Z
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H
3
0 25 50 100 Km.
Zacatecas
Aguascalientes Ojuelos
San Felipe
Guadalajar
a
GuanajuatoSan Miguel
Querétaro
San Juan del Río
Aculco
Tepeji
Tepozotlán
México
-104° -99°-100°-101°-102°-103°
22
°
21°
20
°
23°
22°
21°
20
°
-104° -99°-100°-101°-102°-103°
Territorio Chichimeca en 1550 Camino Real
123
A partir de Querétaro se abrían los despoblados, grandes espacios en
que la población hispánica y de indios aliados era de muy baja densi-
dad. Estos valles, ubicados al oriente del actual estado de Guanajuato,
fueron el lugar en que ocurrieron la mayor cantidad de ataques a los
convoyes de carretas que se dirigían hacia las zonas mineras, o bien
retornaban de ellas. La hostilidad chichimeca descolló en la década de
1550; hasta ese momento las tribus originarias habían permanecido un
tanto ajenas a la invasión de sus territorios.
La historiografía tradicional señala que la respuesta a los ataques
chichimecas fue la fundación de presidios y poblaciones para proteger el
camino que se extiende en línea recta desde Querétaro hasta Zacatecas.
Fue así como, el 15 de septiembre de 1555 se refundaba el pueblo de San
Miguel, conformado por los aliados otomíes junto con algunos españoles.
Más tarde, en 1561 se fundaría el poblado de San Felipe, y hacia 1569
se promovió el establecimiento de un núcleo poblacional en Ojuelos,
que hasta ese momento era sólo un presidio en la ruta hacia Zacatecas.
Sin embargo, la historiografía contemporánea ha señalado que, aunque
estos pueblos y congregaciones fueron apareciendo como realidades a
partir de que descolló la hostilidad de los indios, su existencia no se
puede explicar sin comprender que eran territorios en los cuales ya
se encontraban poblando españoles e indios, quienes habían generado
diversos intereses económicos y políticos sobre la territorialidad.30
Aunque es evidente que la política virreinal consistía en poblar y
controlar los espacios que conectaban a la villa de Querétaro con el cen-
tro minero, la fundación de poblaciones sólo fue posible gracias a un u-
jo migratorio tanto de españoles como de indios. Aquellos colonos que
se establecieron durante esta época, y que en su mayoría habían llegado
tarde al reparto de los sitios de ganado y estancias de tierras, utilizaron
30 Sobre la fundación de San Felipe, por ejemplo, Ruiz Guadalajara señala: “La tradición
le atribuye al virrey Velasco la idea de dicha villa. Sin embargo el surgimiento de este centro
poblacional también involucra diversos factores. Por ejemplo, la zona ya era explotada por
estancieros españoles, quienes habían establecido ranchos y carboneras que suministraban
bastimentos a las minas de Zacatecas y Guanajuato” (Ruiz Guadalajara, Dolores, vol. I, 117).
En el segundo capítulo de su libro, el autor muestra la manera en que una gran cantidad de
colonos españoles e indios aliados se internaron en la parte norte del Lerma y fueron creando
una red de estancias ganaderas y pequeñas propiedades agrícolas, las cuales fueron después la
base de los poblados y villas que surgirían al calor de la guerra chichimeca.
124
las fundaciones en territorio chichimeca como mecanismo para generar
fundos propios y obtener repartición de solares. Por supuesto, la cues-
tión de los límites entre las audiencias y los obispados también jugaba
un papel importante en la creación de estas nuevas territorialidades.
El avance en el corazón del espacio chichimeca implicó un esfuerzo
enorme. Se debe entender que los términos logísticos de semejante em-
presa eran en verdad complicados si se pone atención en que el área en
que se desarrollaron estos procesos constaba de unos 225 000 km2 hacia
mediados del siglo .31 Para colonizar de manera absoluta este espa-
cio, se trazó una verdadera red de poblados, ranchos, minas y caminos.
De manera paralela a la explotación de minas, ranchos y haciendas de
benecio, los pobladores indios y españoles organizaron milicias locales
que intentaron dar respuesta a los ataques de los chichimecas. A estos
instrumentos punitivos se les llamó entradas.
Los capitanes Urdiñola (el viejo) y Francisco de Ibarra exploraron
de esta manera el valle de Guadiana, para dar forma a lo que sería co-
nocido poco tiempo después como Nueva Vizcaya. Por su lado, en 1569
Juan Torres de Lagunas exploró el espacio nororiental del territorio
chichimeca y llegó a los territorios que conformarían el Nuevo Reino
de León. Dentro de la tradición arrancada en la reconquista española,
los gastos de estos grupos de milicianos eran pagados por particulares,
quienes esperaban una recompensa futura por los servicios prestados al
rey (y, por tanto, al bien público). Pero había que pagar los aperos de
guerra (coraza, arcabuz, caballo), y en la frontera chichimeca no eran
nada baratos; una manera de sufragar estos gastos era mediante la cap-
tura de esclavos de guerra. Como señalaba el virrey Villamanrique, los
destacamentos acantonados en los presidios del norte eran muy reacios
a salir a castigar mediante entradas los ataques chichimecas; sin em-
bargo, era muy común que atacasen pueblos de indios pacícos con la
nalidad de capturar esclavos.32 Por ejemplo, la “saca de esclavos” en el
31 Para darse una idea de la magnitud del territorio, se puede decir que el Reino Unido,
en la actualidad, tiene un área de 243 789 km2, con todas las islas incluidas.
32 En una de sus primeras cartas al rey, el marqués de Villamanrique señalaba lo siguien-
te: “[...] mas por la orden que ahora está no veo que se saca otro [provecho] mas de entretener
gente desalmada que con codicia de vender los indios que cautivan dan en un pueblo de paz y
prueban unos soldados con otros que son indios de guerra y que los hallaron haciendo robos
y tráenlos presos a esta ciudad y véndenlos y como tienen esto seguro no se les da nada de an-
125
Nuevo Reino de León llevó a que el gobernador Luis de Carvajal en-
frentase serias acusaciones ante la Inquisición; hacia la década de 1570,
el capitán Roque Núñez fue destituido de su cargo porque practicaba
entradas para capturar esclavos entre los indios de paz.33
La resistencia de los chichimecas fue temida por el gobierno virrei-
nal porque la amenaza que implicaban los guerreros chichimecas era
bastante seria: los guamares y guachichiles pronto comenzaron a adap-
tar las ventajas tecnológicas de los españoles (como el uso del caballo y
las herramientas de hierro), y pasaron a conformar verdaderas ofensivas
coordinadas con la nalidad de expulsar a los españoles e indios de la
zona. En 1561 hubo un levantamiento de chichimecas que casi corta las
vías de comunicación entre la capital virreinal y las minas de Zacatecas.
Guachichiles y zacatecos se aliaron y reunieron gran cantidad de gue-
rreros, quienes atacaron los caminos desde San Miguel hasta Avino.34
Al oriente de Guadalajara, los cazcanes, derrotados durante la guerra
del Mixtón, dieron muestras de rebeldía aunque nunca se aliaron con
los chichimecas de guerra. Pedro de Ahumada Sámano, un administra-
dor de las propiedades de Cortés, reprimió la rebelión con un pequeño
número de soldados españoles y algunos aliados indios.35
dar tras los salteadores y ha sido muy grande el exceso que en esto ha habido” (, Gobierno,
Audiencia de México, 20, N. 119, foja 10 frente, “Carta del Virrey Marqués de Villamanri-
que”). También Powell hace eco de estos señalamientos, al armar: “ese frontier soldiers
when stationed in presidios and engaged only in convoy duty instead of regular punitive en-
tradas soon developed an aversion to counterattacks against Chichimecas and raids into the
tierra adentro. e Chichimeca warriors, warned by their spies and scouts, were frequently
able to elude the soldiers sent after them. e soldiers would then conduct large-scale slaving
raids against the peaceful indians, who were much easier to catch” (Philip Wayne Powell,
“Spanish Warfare Against the Chichimecas in the 1570’s”, e Hispanic-American Historical
Review 14-4 [1944]: 596).
33 “A captain of some importance operating on the Chichimeca frontier in the middle
seventies was the above-mentioned Roque Núñez [...] [who] probably served at least until
March, 1577, at which time he was being prosecuted by the scal Dr. Alonso Martínez, for
having made entradas against peaceful indians” (Powell, “Spanish Warfare”, 587).
34 Véase la relación de Pedro Ahumada de Sámano, en Carlos Sempat Assadourian,
Zacatecas: conquista y transformación de la frontera en el siglo x vii: minas de plata, guerra y
evangelización (México: El Colegio de México, 2008), 336-348.
35 “A large uprising of the Chichimecas in 1561 almost destroyed the tenuous lines of
communication with the mining frontier of the New Spain. By the heroic eorts of one cap-
tain, with a small number of soldiers and indian allies, disaster was averted and the rebellion
crushed. e uprising, and its suppression by Pedro de Ahumada Sámano, a manager of the
126
Durante el gobierno de Martín Enríquez, entre 1568 y 1580 se con-
formó un sistema de fuertes, conocidos como presidios, que funcio-
naban mediante escoltas armadas pagadas por el real sco. Después
de la salida de Enríquez hacia el Perú, los gobernantes subsiguientes
continuaron la política de colonización en la zona chichimeca. Tanto el
conde de la Coruña como Pedro Moya de Contreras se empeñaron en
reforzar los presidios ya creados, lo que permitió además que la práctica
de las entradas fuese creciendo, así como las erogaciones de la Real Ha-
cienda. De acuerdo con la probanza de méritos de Miguel Caldera, el
gasto anual de las Cajas de México y Guadalajara se puede tasar en un
promedio de 200 000 pesos por cada año de conicto; una cantidad
muy considerable de recursos que se utilizaban para pagar los sueldos de
los soldados, así como en el mantenimiento y creación de los presidios.36
Al ser reformados los presidios, comenzando con las erogaciones
directas de la Real Hacienda, los capitanes y sus mesnadas se convirtie-
ron en un verdadero grupo de poder en la provincia de los chichimecas,
sabiendo explotar las diferencias políticas creadas en torno a la confor-
mación de las audiencias y de los obispados. El desarrollo mismo de
estos procesos, entre los cuales la guerra era apenas uno de los elemen-
tos, afectó la manera en que se emprendió la colonización de la zona:
se establecieron algunos de los primeros asentamientos del virreinato
que no tenían un pasado prehispánico y comenzó a surgir una nueva
elite económica: los ricos mineros del septentrión, quienes normalmen-
te ostentaban el título de capitanes a guerra.37 De la misma manera, se
fue estructurando en la zona un sistema de explotación de las riquezas
naturales, en el cual participaban tanto indios y negros como españoles.
En esta época, como resultado de los procesos señalados, se establecie-
ron en el septentrión las primeras sociedades completamente mestizas
de la Nueva España.
Cortés states, rivals that of the Mixton war of 1541-1542 as a milestone in the stor y of Spanish
conquest in México” (Philip Wayne Powell, “Presidios and Towns on the Silver Frontier of
New Spain, 1550-1580”, e Hispanic-American Historical Review 14-2 [1944]: 187).
36 , Gobierno, Audiencia de México, 220, N. 30, foja 3 vuelta.
37 El capitán a guerra era un título otorgado a aquellos ociales que, aunque nominal-
mente pertenecían a las milicias hispánicas, nanciaban de manera particular sus mesnadas
en las fronteras del territorio imperial.
127
En 1580 dos cosas eran evidentes: por un lado, el peligro de la gue-
rra se había desplazado hacia el norte más lejano. Los indios chichime-
cas se replegaban ya hacia ciertas zonas que, por su compleja geografía,
las huestes hispánicas no podían dominar. Es evidente que, si la guerra
continuaba, era porque muchos sectores de la nueva elite norteña se
dedicaban al tráco de esclavos. La trata de chichimecos (como se llama-
ba al negocio en la época) fue un fenómeno a gran escala. Este hecho
muestra que existía un mercado ávido de fuerza de trabajo: la creación
de unidades productivas en el septentrión novohispano, esencialmente
minas y haciendas, se llevaba a cabo en una zona con baja densidad
poblacional, en la cual los servicios de trabajo organizados, como el
repartimiento, eran muy escasos. El proceso se encontraba enmarcado,
además, por la sensible baja poblacional que sufrían las comunidades
indias en el centro del virreinato.38 La mano de obra en la región se tor-
nó en un insumo productivo muy caro; aunque fue muy importante la
migración de otomíes, purépechas y mexicanos, el septentrión deman-
daba cada vez más fuerza de trabajo. El rescate de chichimecos fue una
solución, cuando menos durante algún tiempo, a estas necesidades en
las minas y haciendas de la zona.
Los métodos utilizados por los soldados de presidio para allegar-
se recursos incluían la extorsión a los comerciantes que tracaban sus
mercancías por el camino real, además del ataque a los pueblos de in-
dios pacícos para hacerse de esclavos, todo esto dentro de una lógica
respaldada por el proceso de conquista. Si bien este tipo de acciones pu-
dieron haber ayudado a constituir la riqueza de los primeros mineros y
capitanes a guerra en el septentrión, para 1582 resultaban nocivas tanto
para las arcas del rey como para un segmento de la población española y
mestiza, e incluso para ciertos grupos dentro de la propia milicia. Aque-
llos soldados que en el transcurrir de los años habían creado intereses en
la zona, más allá de la venta de esclavos, encontraron muy difícil hacerse
de mano de obra para que trabajase en sus minas y haciendas de bene-
cio; era claro que la guerra ya no era provechosa para todos.
Además, la trata de esclavos se convertía velozmente en un nego-
cio poco rentable. El periodo de bonanza de la guerra chichimeca,
38 Woodrow Borah y Sherburne F. Cook, “La despoblación del México central en el siglo
”, Historia Mexicana 45 (1962): 1-11.
128
sancionado de forma ecaz por la Corona mediante la erogación de
recursos, había durado treinta años (1556-1586). Es indudable que, du-
rante este periodo, la saca de esclavos, así como los ataques de espa-
ñoles e indios aliados, había mermado a la población chichimeca, la
cual,para comenzar, nunca fue muy numerosa.39 Es necesario agregar
a este cuadro el hecho de que los propios chichimecas se encontraban,
a nales del siglo , sujetos a un innegable proceso de aculturación.
Cada vez más chichimecas tenían apelativos de corte español, lo que
caracterizaba su condición de ladinos.40 La apropiación de implementos
europeos (sobre todo armas y herramientas para la caza) por parte de
los nativos, pronto les hizo dependientes de la tecnología importada por
los españoles.
Bajo el gobierno del virrey Álvaro Manrique se dio un cambio sig-
nicativo en la conducción de la guerra. Inmediatamente después de
llegar a la ciudad de México, en octubre de 1584, el séptimo virrey
mandó hacer averiguaciones en la zona de guerra a su ayudante Diego
de Monroy. La situación de los presidios había degenerado tanto que
fue necesario enviar cuarenta soldados para que protegieran la plata del
quinto real que saldría hacia España por el puerto de Veracruz al año
siguiente.41
De manera paralela, los nuevos mandos políticos determinaron el
n de la esclavitud de los chichimecas. Poco después de la rebelión
de los guaynamotas, hacia 1586, cuando la Audiencia de Guadalaja-
ra comisionó cuatro capitanes, quienes tomaron más de mil esclavos,
el virrey mandó liberar a los indios, dentro del espíritu de las Leyes
Nuevas. En los lineamientos básicos de la nueva política seguida por
Villamanrique para la zona chichimeca, dados el 10 de agosto de 1586,
se consigna que “el mayor daño de ella [la guerra chichimeca] y la causa
39 “La guerra de desgaste había sido grande durante las cuatro décadas; y en este sen-
tido, los soldados españoles, indios y medias castas que habían luchado contra ellos podían
atribuirse cierto éxito en el uso de la espada, el arcabuz y el collar del esclavo. Muchos de
los guerreros chichimecas habían muerto o estaban cautivos en servidumbre, o les faltaban
mujeres e hijos” (Philip Wayne Powell, Capitán mestizo: Miguel Caldera y la frontera norteña.
La pacicación de los chichimecas [México: Fondo de Cultura Económica, 1997], 158-159).
40 “Para 1590, muchos de los jefes chichimecas tenían nombres españoles: era como el
distintivo de su condición de ladinos” (Powell, Capitán mestizo, 184).
41 , Gobierno, Audiencia de México, 20, N. 122, foja 7 frente a 13 vuelta, “Carta del
Virrey Marqués de Villamanrique”.
129
principal de no fenecerse y acabarse había sido y era la orden que estaba
dada de que los indios que se tomasen en ella fuesen dados a servidum-
bre, como hasta aquí se ha fecho”.42 Villamanrique siguió, además, una
política de gradual desmilitarización (licenciamiento de tropas regula-
res) de la frontera. Se clausuraron muchos de los presidios instalados
por Enríquez y se entró en tratos con varios de los principales líderes
chichimecas que aún existían para que aceptaran la paz ofrecida por las
autoridades novohispanas.
Paz por compra es como se le ha llamado a esta política a lo lar-
go del tiempo. Los grupos indios particulares, es decir, aquellos que
se encontraran bajo el mando de un capitán o caudillo, aceptan re-
ducirse en un nuevo poblado, indicado por las autoridades españolas,
a cambio de una subvención por parte del real sco en forma de maíz
para sustentarse, ganado y diversas mercancías europeas como camisas,
jubones, cuchillos, agujas, zapatos, botines, juegos de cartas, e incluso
espadas y arcabuces, entre otros. Los tratados se celebraban entre el
caudillo y el representante de la autoridad virreinal, teniendo como re-
sultado, por lo general, la fundación de nuevos núcleos de asentamiento
con población india y, en casos especícos, incluso española.
Se ha dicho innumerables veces que esta forma de terminar la
guerra era la mejor para la conciencia real, además de que constituyó
un monumento a la actitud humanista y piadosa de la Iglesia católica
mexicana, la cual protegía a los indios de la brutalidad conquistadora.43
De esta manera, la paz duradera y humana posibilitó que los chichimecas
se considerasen, incluso, ganadores de la guerra porque no fueron de-
rrotados por medios militares.44 Me parece que llamar pacicación al
establecimiento denitivo del poderío español en el septentrión no-
vohispano, con la reducción de los chichimecas, es puro eufemismo.
La historiografía no puede continuar utilizando el término porque los
42 Powell, Capitán mestizo, 149.
43 Primo Feliciano Velázquez arma, al tratar acerca de los frailes franciscanos y su
labor durante el periodo de la guerra chichimeca: “[los franciscanos,] cristianando al indio,
le sacaron de la barbarie; y al darle el habla española, le ennoblecieron. Interpuestos entre él
y los estancieros, le cubrían con su manto, para defenderle las espaldas, el hogar y la tierra; le
enseñaron la agricultura y las artes; partieron a veces con él su limosna y siempre las desven-
turas; le amaron, en suma, como padres, y le adiestraron para que al cabo ganara la guerra”
(Vel á z quez, Historia, vol. I, 422).
44 Powell, Capitán mestizo, 341.
130
capitanes a guerra de nales del siglo no eran, como los quieren
presentar sus apologetas, unos abogados del espíritu renacentista. Eran,
ante todo integrantes del grupo conquistador, el cual utilizó tanto de
la violencia como de la diplomacia para el benecio de sus intereses; es
preciso recordar que la mayoría de los capitanes se habían convertido,
al paso de los años, en empresarios mineros y ganaderos. De la paci-
cación resultó la pérdida de identidad de los habitantes originarios de la
frontera. A cambio, a partir de este proceso también surgió una nueva
sociedad que amalgamó el complejo cultural hispano, la tradición me-
soamericana y la de los guerreros nómadas del norte; la primera sociedad
completamente mestiza de la Nueva España; es en el septentrión donde
se dará más rápido el proceso de mestizaje y donde también surgirá,
cuando menos así lo creo, el primer espacio cultural netamente criollo.
El historiador Primo Feliciano Velázquez, quien nunca trató de
ocultar su punto de vista favorable para las empresas de catequesis lle-
vadas a cabo por los franciscanos en la zona cuachichil (así como su
aversión en contra de los bárbaros), comenta que “ante la imposibilidad
de acabar con ellos [con los guachichiles], era fuerza tratar de reducirlos:
donde eran inecaces las armas, habían [los españoles] que emplear la
persuasión y la doctrina”.45 Nótese que Velázquez nunca menciona que
la pacicación sea una solución más humana que la guerra. Para este
historiador de principios del siglo , la solución de la persuasión y la
doctrina no es más o menos válida que la otra. La única diferencia que
hace entre éstas es la mayor ecacia que la reducción demostró sobre la
guerra. Para él es una cuestión de simple táctica y estrategia, carente por
completo de implicaciones morales.
Antes de cerrar este debate, quiero señalar que hasta este momento
la historiografía no ha puesto atención en un punto clave para entender
este giro de 180 grados en la conducción de la guerra: las nanzas im-
periales. Debe recordarse que la hacienda castellana entró en una crisis
de suspensión de pagos entre 1575 y 1577, seguramente producto del
agresivo imperialismo impulsado por Felipe II, la rebelión en Holanda
45 “Fray Diego de la Magdalena. Fundador de San Luis Potosí”, en Primo Feliciano Ve-
lázquez, La fundación de San Luis Potosí. Datos históricos que la determinan (San Luis Potosí,
S.L.P.: Gobierno del Estado de San Luis Potosí, 1942), 15.
46 Carlos Álvarez Nogal y Christophe Chamley, “Debt Policy Under Constraints: Philip II,
the Cortes, and Genoese Bankers”, Economic History Review 67 (2014): 192-213.
131
y la guerra en contra del Imperio Otomano.46 Es evidente que los gas-
tos militares se dispararon en la Península y que el papel de la deuda
pública comenzó a ser más importante, pues la venta de juros a los
banqueros genoveses se utilizó como medio para obtener recursos con
los cuales nanciar las diversas aventuras bélicas en que se inmiscuyó la
monarquía. Aunque la deuda castellana no se nanciaba con lo que se
enviaba desde América, la liquidez aportada por las remesas cumplía un
papel importante para sostener el crédito de la monarquía. A pesar de
que requiere más investigación sobre este tópico en el Archivo General
de Indias, se puede plantear como hipótesis que las instrucciones dadas
a Villamanrique por el Consejo le instaban a evitar los gastos locales en
las cajas novohispanas, con la nalidad de tener mayor cantidad remisi-
ble a la Península. Precisamente, la guerra chichimeca era el gasto más
importante en que se empeñaba la Hacienda Real dentro del virreinato,
y las prisas por liquidarlo muestran que esos recursos se consideraban
necesarios en la Península. Además, Villamanrique siempre externó que
el dinero utilizado para sufragar la guerra chichimeca se encontraba
mal utilizado:
[...] el remedio que hasta aquí se ha puesto después que faltó el virrey don
Martín Enríquez ha sido de manera que no ha servido de otra cosa sino
de gastar a Vuestra Majestad cada año muchos millares de pesos y aun-
que es verdad que esto no se puede hacer sin gasto, es bien que cuando se
hiciere se saque fruto de él.47
En suma, estos esfuerzos de pacicación tenían indudablemente un tras-
fondo scal: la inminente guerra con Inglaterra habría de exigir un es-
fuerzo material signicativo, en el cual las remesas americanas jugaban
un papel importante; al eliminar los gastos de la guerra chichimeca, el
erario novohispano disponía de mayores capacidades para enviar fondos
a Castilla. Es en parte por esta causa que hacia nales del siglo se
dio un giro en la conducción de la guerra. Además, como señala Villa-
manrique, las políticas seguidas hasta ese momento no estaban dando
los resultados adecuados: los chichimecas habían sido muy efectivos en
la resistencia al avance hispano y la guerra era una carga monetaria de
47 , Gobierno, Audiencia de México, 20, N. 119, foja 10 frente, “Carta del Virrey
Marqués de Villamanrique”.
132
carácter relevante; cuando la monarquía vio la necesidad de utilizar ese
dinero en Europa, el camino de la paz se abrió de manera denitiva.
El Mapa 648 muestra la extensión de la conquista hacia el año de
1600. La mayor parte del territorio chichimeca se encontraba ya some-
tido. Debe notarse también la fundación de Nuevo México, que en esta
época era todavía una isla separada del macizo español por casi 800 km.
A principios del siglo el espacio controlado por los hispanos sobre-
pasaba el millón de kilómetros cuadrados. El ritmo de expansión, sin
embargo, había decrecido de forma sensible. Entre 1521 y 1549 los espa-
ñoles ocuparon alrededor de 15 000 km2 cada año. Durante los siguien-
tes 51 años el promedio fue de sólo 5 300 km2. Si bien el avance había
costado tiempo y esfuerzo, los resultados eran evidentes en términos
de ocupación en el espacio recién conquistado: una multitud de nuevas
poblaciones se habían fundado, y muchos campos mineros habían sido
abiertos a la explotación mineral. Quiero que este punto quede muy
claro. El desarrollo de la colonización española en el septentrión tendrá
un marcado acento en el espacio urbano; es en las ciudades donde se
estructura el proceso productivo de las minas. Es decir, el septentrión,
desde su nacimiento, es más urbano que rural.
Empero, algunos espacios escapaban al control de los hispanos: am-
plias bolsas de resistencia se formaron en el oriente y en el occidente. Los
grupos originarios resistieron largo tiempo a los colonizadores hispanos
e indios refugiándose en las zonas altas y de difícil acceso; el actual
territorio de Tamaulipas no sería conquistado hasta la expedición de
Escandón, con la fundación del Nuevo Santander. La Sierra Gorda, al
norte de Querétaro, no sería dominada realmente hasta muy entrado el
siglo , mediante las misiones de Junípero Serra; en la Sierra Madre
occidental, coras, tepehuanos, huicholes y zacatecos resistieron durante
largos años sin que los españoles pudiesen asentar su dominio a carta
cabal. La resistencia india generó discontinuidades en la dominación
española sobre el territorio, lo cual suscitó que en el septentrión hubiese
una frontera permanente. Estas particularidades serían explotadas una
y otra vez por las elites locales.
Pese a todo, el teatro de la guerra se fue desplazando poco a poco
hacia el norte del continente. Si bien la época de las grandes conquistas
48 Construido a partir de “Mapa 2. Extensión del dominio español en 1600”, en Ger-
hard, Frontera norte, 19.
133
M 6
E 1600
-88°-92°-96°-100°-104°-108°-112°-116°
-88°-92°-96°-100°-104°-108°-112°-116°
34
°
30°
26
°
22°
18°
34
°
30°
26
°
22
°
18
°
134
había quedado atrás y ahora el ritmo de la colonización sería más pau-
sado, a lo largo de los siglos y las avanzadas novohispanas
continuaron colonizando el espacio que hoy conocemos como el norte
de México. Las principales operaciones de la guerra se encaminaron
hacia el Nuevo Reino de León, la Nueva Vizcaya y los Tejas, así como
a Coahuila, Nuevo México y Sonora. En realidad, la guerra nalizaría
cabalmente hasta el siglo , con la aniquilación de los últimos grupos
de apaches e indios jonaces en Sonora y Chihuahua, así como con el
sangriento sometimiento de los yaquis en los albores del vigésimo siglo.
En el presente parágrafo he intentado hacer una somera descripción
del proceso de conquista en el septentrión novohispano. Este ejercicio
tiene un interés ulterior: criticar las categorías de análisis utilizadas por
la historiografía.49 Creo que el problema central es la utilización del
término arco chichimeca como la categoría clave del análisis. Lo chichi-
meca es utilizado para referirse al espacio geográco y cultural en que
se llevó a cabo la guerra entre 1550 y 1590. Creo que los historiadores
de los siglos y , al resignicar el término, lo trajeron a la historio-
grafía contemporánea con toda la violencia acumulada durante la guerra.
Los conquistadores españoles e indios del siglo lo utilizaron de manera
despectiva para justicar un proceso de violencia en contra de los habitan-
tes originarios. Todos estos personajes actuaban de acuerdo con las cir-
cunstancias de su época; perseguían esa mezcla entre benecio personal
y común tan propio de la reconquista. Sin embargo, la historiografía
tradicional cometió un grave error al aceptar acríticamente el término,
conociendo su innegable signicación peyorativa, además de su mar-
cada carga política, puesto que no pudo ver más allá de los prejuicios
partisanos que marcaron la guerra en la frontera norte del virreinato.
Como ya se ha visto, este tipo de historiografía tradicional, recicla-
da por Powell, tiene sus orígenes en el siglo . La base de ésta fue la
lectura de los cronistas novohispanos, quienes se rerieron al traumáti-
co proceso de conquista en el septentrión. La posición es clara: justicar
la guerra con base en el argumento de la predestinación; el oro y la plata
se encontraban en el septentrión para que los españoles tuviesen interés
49 Creo que el libro más inuyente es el de Powell, el cual sigue marcando todavía la te-
mática de las investigaciones acerca de la conquista en el norte de Nueva España: Philip Way-
ne Powell, La guerra chichimeca. 1550-1600 (México: Fondo de Cultura Económica, 1996).
135
de penetrar en el territorio, llevando consigo la catequesis. El castigo de
los indios, quienes rechazaron la conversión, fue doble. En primer lugar,
fueron esclavizados o exterminados por su renuencia a ser evangeliza-
dos y, por sobre todo, la Providencia los castigó porque nunca supieron
acerca de las riquezas que se encontraban escondidas en su territorio.
Los padres fundadores y sus descendientes, además, prosiguieron en
esta obra de piedad cuando, durante el siglo , el mineral se agotó.
A nal de cuentas, según esta perspectiva, no fue el interés mercantil el
que hizo perseverar a los fundadores, sino su fe.
La historia se transforma así en representación de los valores mo-
rales que deben imperar en la sociedad contemporánea, convulsa por
la reforma liberal del siglo . El discurso histórico deviene político, e
invita a la acción; las nuevas generaciones deben aprender de los padres
fundadores su devoción y piedad. Este discurso ha permeado la histo-
riografía hasta nuestros días. Las referencias a la barbarie de los indios
chichimecas es un lugar común del discurso histórico en el norte del
país. El problema, desde mi punto de vista, es que si no se realiza una
crítica a los preceptos de este discurso, la historiografía regional seguirá
atrapada en polémicas bizantinas.
En el presente libro no se utilizará como categoría de análisis el
término chichimeca. La región de análisis no es el arco chichimeca plan-
teado por Powell. He preferido construir una categoría espacial: el
septentrión novohispano. Al abordar la región de análisis de esta ma-
nera, mi interés es desplazar el interés de la historiografía hacia las
estructuras sociales, económicas y políticas que se desarrollaron a lo
largo del periodo virreinal. Lo anterior debe realizarse sin olvidar que
la conquista del septentrión determinó el surgimiento de procesos
sociales muy particulares. Debo dejar muy claro que el término que
aquí utilizo no surgió de las fuentes de la época, lo he acuñado para
este trabajo. He querido conceptuar de esta manera el primer norte
de la Nueva España, dejando de lado el norte lejano, que será explo-
rado y colonizado a lo largo de los siglos y , el cual se en-
contró sujeto a procesos diferentes. El septentrión novohispano es un
poco más antiguo: surgió de las exploraciones posteriores a la caída de
Tenochtitlán; son los territorios moldeados a partir de la guerra de-
sarrollada en la segunda mitad del siglo . Me reero al árido alti-
plano minero que se extiende de Jilotepec, el cual abarcaba los límites
norteños de la Audiencia de México, junto con algunos territorios
136
orientales de la Audiencia de Guadalajara. Corresponde, más o menos,
a los actuales estados de Querétaro, Guanajuato, San Luis Potosí, Zaca-
tecas, así como las partes más orientales de Jalisco. En pocas palabras, el
septentrión novohispano se ubica en el territorio ocupado originalmen-
te por las tribus chichimecas.
Además de la existencia de cierta unidad geográca, este territorio
se fue conformando por un sustrato social común: a partir de la paci-
cación de los grupos originarios, este norte fue colonizado por indios
del altiplano central y Michoacán, los cuales o bien fueron reubicados
para aculturar a los grupos locales, o bien emigraron a los prósperos nú-
cleos mineros en busca de trabajo y cierta autonomía. Junto a los miles
de migrantes indios se deben agregar los grupos de españoles empobre-
cidos, la mayoría de ellos aventureros en busca de fortuna, es decir, mi-
neros, comerciantes, soldados, capitanes de milicias, quienes habitaron
en las primeras poblaciones novohispanas del septentrión. En este crisol
aparecen también los chichimecas que se establecieron en los núcleos
poblaciones del septentrión y se integraron a la vida sedentaria.
La gran movilidad social de las minas inuyó en la velocidad del
proceso de mestizaje, lo que originó desde épocas muy tempranas fenó-
menos como la ruptura de las comunidades indias y, por consiguiente,
una pérdida de referentes culturales entre los grupos de la zona. Estos
procesos fueron generando nuevas prácticas sociales en el contexto de
la frontera minera.50 En paralelo, se fue generando un nuevo espacio
económico: las minas de Zacatecas, Guanajuato y San Luis Potosí, ubi-
cadas en zonas muy áridas, se constituyeron en el arrastre de las zonas
agrícolas ubicadas en la cuenca del Lerma y la ribera de Chapala. Es
precisamente en este contexto que se fue construyendo un espacio eco-
nómico que habría de ser crucial en el ámbito de las luchas por la inde-
pendencia en el siglo : el Bajío.
Todos estos factores generaron una región bien delimitada, geográ-
ca, cultural, social y económicamente. Aunque sus límites son a veces
difíciles de asir, existen elementos sucientes para utilizar el septentrión
novohispano como categoría en la presente investigación e iniciar la
50 Para un recuento acerca de los procesos de mestizaje en las minas de San Luis Potosí, véa-
se Sergio Tonatiuh Serrano Hernández, “Conformación económica y social del norte de México
a partir del proceso de conquista: el caso de San Luis Potosí: 1592-1643” (tesis de licenciatura
en Ciencias Históricas, Escuela de Educación Superior en Ciencias Históricas y Antropológicas,
20 04), 14 6 -181.
137
construcción de la territorialidad que será el centro del análisis. El sep-
tentrión novohispano, entendido como la región surgida a partir de la
guerra en el norte de la Nueva España, es el marco en que se desarro-
lló el territorio aquí estudiado. Las minas de San Luis Potosí se abri-
rían poco después de que culminó la pacicación de los guachichiles al
oriente de la frontera.
E . L S L P,
San Luis Potosí, el Gran Tunal, Tangamanga, San Luis Minas del Poto-
sí, etc. Tan fuerte es el poder evocador del nombre propio, que con tan
sólo listar las formas en que un espacio es designado se puede crear una
descripción de éste. Además, el nombre, vinculado a un espacio geo-
gráco permite comprender procesos culturales: apropiación del medio
físico por parte del ser humano que se desarrolla dentro de sus límites y
crea categorías para designarlo.
La categorías espaciales nos muestran, además, la historicidad en
que se inscriben; la toponimia nos informa del medio físico, pero tam-
bién del medio social. El idioma con que designamos diferentes paisajes
y pueblos nos permite entrar en una verdadera arqueología del espacio:
en México, los nombres en español se superponen a aquellos en náhuatl,
maya, purépecha, etc. Esto, como es evidente, nos habla de la relación
de fuerzas. Para conquistar se requiere también conocer el espacio so-
bre el cual será ejercido el poder, y qué mejor manera de conocerlo
que nombrándolo. La conquista del territorio que conformaría la Nueva
España fue también la creación de un espacio ordenado, y este orden
se expresa en el nombrar, en la creación de sentido espacial. En el caso
preciso del septentrión novohispano, el proceso que elaboró el sentido
espacial de la zona fue prácticamente absoluto. El espacio, considerado
como vacío, fue construido por las avanzadas indias y españolas que se
apoderaron de él en la segunda mitad del siglo .
En San Luis Potosí quedan algunas toponimias que parecen venir de
la lengua hablada por los habitantes originales, el guachichil: Guas-
camé, Indehé, Maticoya, etc. Sin embargo, en este jirón del septen-
trión novohispano quedan muy pocos vestigios de las lenguas locales.
El espacio se reordenó con criterios españoles. Los nombres son claros:
138
Cerro de San Pedro, Monte Caldera, Real de las Charcas, Real de
Nuestra Señora de la Concepción del Cuzco de los Pinos, San Pedro
Guadalcázar, Valle de San Francisco, Valle de Santa María, la Custodia
del Río Verde, San Sebastián Agua del Venado. La Conquista creó su
propio orden; un espacio que tiene nombre propio puede ser apropiado,
regido. Además, como señala Powell, en la toponimia conquistadora de
San Luis inuyeron de manera absoluta las empresas conquistadoras del
Perú: Potosí y Cuzco.51 La gesta conquistadora generó un discurso sobre
el espacio. El territorio fue llenado mediante signicaciones, nombres
propios, adverbios y adjetivos.
La penetración española en el valle de Mexquitic se dio desde las
minas de Zacatecas, mucho tiempo antes de que se tratara, siquiera, la
pacicación de los chichimecas. Las partidas de soldados y exploradores
salían del poblado español, a explorar los territorios de los guachichiles;
Diego de la Magdalena, fraile franciscano, había explorado el Gran Tu-
nal desde la década de 1580. De esta manera, el descubrimiento de las
minas de San Pedro no puede haber sido fortuito; las potencialidades
económicas del territorio ya habían sido comprendidas por los pobla-
dores españoles de Zacatecas y San Miguel desde el sexto decenio del
siglo , cuando, en los momentos más críticos del conicto armado
se enviaron hacia esos territorios distintas expediciones armadas que
informaron acerca de la posibilidad de encontrar yacimientos de mine-
rales en las serranías cercanas. Sin embargo, el conicto armado frustró,
cuando menos de momento, cualquier empresa destinada a la explota-
ción de las vetas argentíferas.
En el transcurso de la guerra surgió una elite bien organizada, la
cual creó una jurisdicción por completo nueva en términos de la Nueva
España. La zona que en 1592 pasó a ser parte de la alcaldía mayor de
San Luis Potosí había sido uno de los núcleos de la resistencia india
frente al avance de español. Hacia 1590, el capitán Miguel Caldera,
nombrado lugarteniente del virrey y justicia mayor, había comenzado
una intensa campaña de “pacicación” al oriente y sureste de Zacatecas,
es decir, en el corazón de la zona en que guachichiles y guamares se
refugiaban del avance español. Gracias a la labor del grupo encabezado
por Caldera, el gobierno virreinal logró eliminar los últimos bastiones
de resistencia india.
51 Powell, Capitán mestizo, 125.
139
El virrey de la Nueva España, Luis de Velasco II, de acuerdo con el
capitán Miguel Caldera, había concebido un plan para la pacicación:
la creación de una zona autárquica que aislase del mundo novohispano
a los indómitos indios guachichiles. Para poner en marcha este plan, el
virrey buscó el apoyo de los aliados tlaxcaltecas. Gracias a la capitula-
ción celebrada el 14 de febrero 1591, un total de 932 pobladores de la
ciudad de Tlaxcala partieron hacia la tierra chichimeca.52
A partir de ese momento, buena parte del territorio que más tarde
sería ocupado por la alcaldía mayor de San Luis Potosí pudo haberse
convertido en una zona verdaderamente aislada: un espacio controlado
en su totalidad por la mano del virrey, en donde prevaleciesen las re-
públicas de indios. Gracias a los apoyos materiales que proporcionaba
el gobierno virreinal, el cual repartía entre los indios maíz y ganado, la
participación de la economía novohispana se hubiese visto muy limi-
tada. Sin embargo, un acontecimiento vino a echar por tierra esta pla-
nicación; el descubrimiento de las minas de San Pedro en octubre de
1592. Debo insistir en que este descubrimiento no fue fortuito; desde
1587 había sido difundida la noticia de que un Potosí se encontraba al
oriente de Zacatecas, y Miguel Caldera comenzó a buscarlo desde esa
época.53
Con la llegada a la región del grupo de militares y mineros capi-
taneado por Caldera, además de la puesta en marcha del proceso de
paz por compra, las condiciones para el descubrimiento del yacimiento
estaban sentadas. No pasó mucho tiempo para que se hallase el Cerro
de San Pedro, en donde, además de encontrarse una buena cantidad de
plata, había miríadas de oro. Casi de inmediato se empezó a explotar el
mineral: Caldera se vio convertido de la noche a la mañana en propie-
tario de minas y haciendas.54
52 “Capitulaciones del virrey Velasco con la ciudad de Tlaxcala para el envío de cuatro-
cientas familias a poblar en tierra de chichimecas,” en Primo Feliciano Velázquez, Colección
de documentos para la historia de San Luis Potosí (San Luis Potosí, S.L.P.: Archivo Histórico
del Estado de San Luis Potosí, 1985), vol. I, 178.
53 Ruiz Guadalajara, “Capitán Miguel Caldera”, 52.
54 La biografía de Caldera es paradigmática porque, dejando de lado las páginas cuasi
hagiográcas que la historiografía del siglo le dedicó, nos muestra la dinámica de la so-
ciedad novohispana del siglo : un hombre de “origen incierto”, hijo de un capitán español
y de una india guachichila, es catapultado a los primeros planos del poder local gracias a su
conocimiento de la zona, de las costumbres de los grupos indios y de su oportuna alianza con
el virrey Luis de Velasco.
140
La fundación de poblaciones y el descubrimiento de minas supuso
también la llegada de nuevos expedicionarios en busca de fortuna. Juan
de Zavala, Juan de Valle, Antonio Granado, Pedro Arizmendi Gogo-
rrón, entre otros, pronto presentaron registros de minas ante el escri-
bano público.55 El territorio empezó a cobrar forma porque el arribo
de los mineros supuso la fundación del pueblo de españoles, justo en
el espacio que se había asignado de manera original a los tlaxcaltecas.
Además, la existencia de minas impulsó la creación de diversas uni-
dades productivas: haciendas de benecio minero, haciendas agrícolas,
carboneras, huertas y ranchos. Se puede decir que la realidad económica
pronto rebasó la planicación del virrey, y la prueba más contundente
de esto es que Caldera, su justicia mayor para las fronteras chichimecas,
se convirtió en el principal minero de la zona, aprovechando para sus
empresas el cargo con que había sido ungido.
De esta manera, las nuevas unidades productivas imprimieron un
nuevo cariz al territorio. Si bien la principal actividad fue sin duda algu-
na la minería, ésta trajo consigo el comercio y la agricultura. En el plano
social, la presencia de los aliados tlaxcaltecas, además de guachichiles y
guamares, junto con gran cantidad de aventureros en busca de fortuna,
quienes acudían desde lugares situados en Nueva España y la península
ibérica, vinieron a darle a la zona sus características denitivas. Al des-
cubrimiento de las minas de San Pedro siguió la conformación de la
alcaldía mayor de San Luis Potosí.
La frontera administrativa: la alcaldía mayor de San Luis Potosí
La gran extensión del territorio novohispano, aunada a las pobres con-
diciones de los caminos, y a una orografía muy accidentada, generaron
un problema logístico y administrativo de gran envergadura para el
Consejo de Indias: las ordenanzas señalaban que el gobierno de la Nue-
va España recaía en el virrey, mientras que la justicia era administrada
por la Real Audiencia, de la cual el mismo virrey era el presidente. Este
55 Cuando, en 1594, Miguel Caldera pidió al alcalde Mayor de San Luis que diese fe de
los registros de sus minas en San Pedro, varios vecinos españoles se inconformaron, por ver
afectados sus intereses (Velázquez, Historia, vol. II, 18).
141
personaje residía en la ciudad de México, y había algunos territorios
que, aun formando parte del virreinato, distaban más de mil kilómetros
de ésta. El vasto espacio debió ser subdividido con la nalidad de que el
gobierno recayese en algún personaje más cercano a las poblaciones que
se fundaban o conquistaban. Hacia nales del siglo , en el territo-
rio novohispano cabían cinco reinos, dos gubernaturas y una capitanía
general. El Mapa 756 muestra, precisamente, la división del espacio vi-
rreinal en dicha época.
Cada una de las agrupaciones territoriales dependía, cuando menos
nominalmente, del gobierno de la ciudad de México. En el caso de los
reinos de Nuevo León, Nueva Vizcaya y Nuevo México, así como de
California y Coahuila, el gobernador era nombrado por el virrey, con
la anuencia del Consejo de Indias y el rey. El territorio ocupado por la
Nueva España (actual centro de México) era gobernado de forma direc-
ta por el virrey. Para la capitanía general de Yucatán, el gobernador era
designado por el Consejo en Madrid, pero debía plegarse en cuestiones
de justicia a la ciudad de México.
El reino de la Nueva Galicia constituía un caso especial. El lector
recuerda cómo durante la primera mitad del siglo se estableció en
Compostela, y después en Guadalajara, una Real Audiencia.57 Pues bien,
en el caso neogallego, era el presidente de la Audiencia quien gobernaba
el territorio. El problema es que las áreas de inuencia de la Audiencia de
México, respecto a la de Guadalajara, así como los poderes del virrey en
términos del gobierno de la Nueva Galicia, no se encontraban muy bien
delimitados.58 Esta situación creó conictos constantes entre el virrey y
la Audiencia de Guadalajara, desde el segundo cuarto del siglo hasta
la reorganización territorial que se hizo tras las reformas borbónicas.
Además de todo, los límites territoriales entre el reino de Nueva
España y el de Nueva Galicia, denidos en una época en que se tenían
pocas certezas acerca de la verdadera extensión territorial del continente,
56 Construido a partir de “Mapa 5b. Evolución política de la frontera norte 1700”, en
Gerhard, Frontera norte, 25.
57 Véase “La región. El septentrión novohispano”, al inicio de este capítulo.
58 Aunque las facultades de los virreyes del Perú respecto de las audiencias de Quito y
La Plata se encontraban puntualmente delimitadas en la Recopilación de las Leyes de Indias,
sobre el caso novohispano no había ninguna puntualización (Juan de Solórzano Pereira y An-
tonio de León Pinelo [comps.], Recopilación de las leyes de las Indias, vol. III [Madrid: Julián
de Paredes, 1681], título III, ley VI).
142
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V N E 1700
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°
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°
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Nueva España Nueva Galicia Nueva Vizcaya Yucatán
California
Nuevo México
Coahuila
Nuevo León
Guadalajara
México
Guadalajara
México
0 390 780 Km.195
Copyright:© 2014 EsriCopyright:© 2014 Esri
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precipitaron un largo juicio, el cual se dirimió durante largos años en
los tribunales novohispanos y metropolitanos. Desde que le fue entrega-
do a Nuño Beltrán de Guzmán el título de gobernador de la provincia
de Pánuco, hacia la tercera década del siglo , así como con el estable-
cimiento de la Audiencia de Guadalajara, la administración territorial
del reino de la Nueva Galicia fue entendida desde el océano Pacíco
hasta el Atlántico, teniendo como límite al sur el río Lerma, y al norte
los auentes del Pánuco hasta su desembocadura.
La dura realidad de la colonización en la zona, empero, cambió
la lógica de la división territorial: los otomíes, aliados de los españoles
en la guerra, avanzaron desde sus lugares de origen en la provincia de
Jilotepec, donde fundaron los pueblos de Querétaro y San Miguel, y
se extendieron hacia los despoblados, en donde habrían de ocupar los
presidios de San Felipe y Ojuelos. Pues bien, los seguidores de Conín-
Fernández de Tapia en el septentrión se encontraban bajo tutela directa
de la Audiencia de México, y en lo militar respondían a las órdenes dic-
tadas por el capitán general, cargo que recaía directamente en el virrey
de la Nueva España, cuya residencia estaba en la capital.
A esto se debe agregar la particular función scal ejercida por la Caja
Real de México, institución que centralizaba las erogaciones destinadas
a mantener el combate en contra de los chichimecas, lo que determina-
ba que algunos de los pagos (notablemente, las soldadas) se cobrasen en
la capital virreinal, ante la frecuente imposibilidad de hacerlo en Zacatecas.
En el ámbito político, las complejas relaciones establecidas entre el virrey y
la Audiencia de Guadalajara, quienes con frecuencia disputaban por cues-
tiones de jurisdicción política y militar, tironearon todo el proceso, lo cual
dio por resultado diversos cambios en la lógica de la división territorial.
El Mapa 859 muestra el límite septentrional entre el reino de Nueva
Galicia y la Nueva España a comienzos del siglo . Para entender con
mayor claridad el espacio por el que peleaban las audiencias, acudamos
a un testigo de la época: Pedro Benito, antiguo teniente del capitán Mi-
guel Caldera, quien en noviembre de 1609 declaraba lo siguiente ante el
alcalde mayor de San Luis Potosí:
59 Elaborado con base en 1) los límites de la Nueva España, “Mapa de San Luis Potosí”,
en Gerhard, Geografía, 241; 2) información sobre la alcaldía mayor de Venado y la Hedionda,
ibid., 67-69; 3) el territorio en disputa, mediante el análisis del protocolo: , Alcaldía
Mayor de San Luis Potosí, Protocolos A3-2, 27 de agosto de 1592-28 de abril de 1610.
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3
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Límite de la Nueva España Ca. 1650. Territorio en disputa por las audiencias de México y Guadalajara.
12.5 25 50 Km.
Ramos
Pinos
Nueva Galicia
Nueva España
Charcas
San Sebastián
San Luis Potosí
Guadalcázar
Armadillo
San Francisco Santa María del Río
Río Verde
-100°-100°30'-101°-101°30'-102°
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°
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°30'
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-100°-100°30'-101°-101°30'-102° -100°-100°30'-101°-101°30'-102°
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°
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°30'
22°
145
[...] de más de cuarenta años a esta parte tiene noticia de este reino de la
Nueva España, y de la Galicia, y este testigo en el discurso de este tiempo
fue soldado de campaña y de escolta, y visto que todos los capitanes y
soldados, y otras personas, guardaban los límites y términos de los dos
reinos, y que más generalmente se tenía por el n y límite del reino de
la Galicia por la derecera de esta parte, la villa de Los Lagos, y desde allí
para acá la Ciénega de Mata, y La Goleta y Encinillas y Pendencia y Agua
del Espíritu Santo, y en llegando derecera de cualquiera de estos parajes,
no pasaban adelante reconociendo el reino de la Nueva España, y según
esto sabe este testigo que la parte donde se descubrieron y están las minas
de Sierra de Pinos.60
Éste es el territorio que, en el mapa, aparece como disputado por los
dos reinos. Como se puede apreciar en éste, el amplio valle en que se
asienta la ciudad de San Luis Potosí se encontraba comprendido en el
pleito. Quiero marcar muy bien este punto: San Luis fue un territorio
fronterizo desde el primer momento de su incorporación al espacio no-
vohispano, precisamente porque se ubicó en los límites entre las dos
Audiencias.61 Sobra decir que las elites locales supieron sacar partido al
alinearse con alguno de los centros de poder novohispano.
Los reinos y capitanías se encontraban, además, subdivididos en
alcaldías mayores y corregimientos. Los alcaldes mayores y corregi-
dores juntaban en una persona la administración de la justicia y el
gobierno. En algunos casos tenían facultades para realizar los cobros
de la Real Hacienda. La imbricación espacial de las alcaldías mayo-
res y corregimientos hizo que fueran, durante el periodo virreinal, el
núcleo del poder hispano sobre el territorio y la célula básica de la
administración.
Precisamente, con la nalidad de dar orden al establecimiento del
poder hispano en el otrora territorio guachichil, se creó una nueva alcal-
día mayor. De esta manera, las minas de San Luis fueron controladas de
facto por la Audiencia de México y pasaron a formar parte del gobierno
directo de la Nueva España. Es preciso ponderar el hecho de que los
capitanes a guerra, quienes actuaron a partir de 1588 como emisarios
60 , Alcaldía Mayor de San Luis Potosí, Protocolos A3-2, 27 de agosto de 1592-28
de abril de 1610, “Testimonio de Pedro Benito”, foja 18 frente. Grafía original.
61 También era una frontera desde el punto de vista eclesiástico, pues quedó incorporado
como límite al norte del obispado de Michoacán, entre el de Guadalajara y México.
146
de la paz por compra, eran aliados directos de Villamanrique y Luis de
Velasco, virreyes de la Nueva España. El capitán Caldera actuó bajo
el mandato explícito de ambos, y no es de sorprender que la frontera
oriental del territorio chichimeca quedase a la postre en manos del go-
bierno de México; la creación de la alcaldía mayor, que funcionó como
cuña en pleno territorio neogallego, terminó de sellar la alianza entre el
virrey y los capitanes-pacicadores.
De esta manera, durante octubre de 1592 el virrey Velasco II asignó
a Juan de Oñate el puesto de alcalde mayor de las minas recién descu-
biertas. El nombramiento es como sigue:
Don Luis de Velasco, caballero de la orden de Santiago e virrey lugarte-
niente del Rey Nuestro Señor, gobernador y capitán general de la Nueva
España, y presidente de la Audiencia Real que en ella reside.
Por cuanto habiendo descubierto el capitán Miguel Caldera las minas
que dicen del Potosí en el valle de Misquitique, y teniendo de su riqueza
y ensayes buenas esperanzas, y habiendo los españoles de toda aquella
comarca registrado y comenzado a beneciar muchas minas y aperos [...]
para proseguir el benecio se mandó suspender, por evitar los inconve-
nientes y desasosiegos que se pudieran causar, si en ausencia de los indios
de paz que allí están asentados y congregados, y fueron en servicio de di-
cho capitán, al castigo de los indios de San Andrés [...] porque ahora él y
ellos han salido de la entrada y están ya en su [...] y los verdaderos dueños
y descubridores de las minas, me ha encargado que en cumplimiento de
lo que les está mandado no habían [...] y que terceras personas españoles
e indios se aprovecharen [...] y defraudándoles en sus descubrimientos, y
usurpándoles [...] las demás minas de esta Nueva España, porque de la
riqueza [...] se entiende que de que se labren y benecie se servirá a Dios
nuestro señor y a Su Majestad, y resultará utilidad y bien general al reino
y acrecentamiento a la real hacienda.
Como se puede ver, la ausencia de Caldera y sus aliados guachichiles,
quienes habían ido al reino de Nueva Galicia para combatir la rebelión
de los indios de San Andrés, generó un vacío de poder en los territo-
rios recién pacicados. Esto aconteció no sólo por la ausencia del justi-
cia mayor, sino además por el constante ujo de nuevos colonos hacia
un territorio que prometía las mismas bondades del Potosí peruano.
Se desató un verdadero rush minero, similar al que había acontecido
cincuenta años antes con el descubrimiento de Zacatecas. Los nuevos
empresarios mineros del rumbo, algunos desembarcados de Zacatecas,
147
negociaron el establecimiento de una autoridad española en el valle.
Continúa el nombramiento:
Por tanto, conando de la persona y cristiandad y [...] partes de vos don
Juan de Oñate, vecino de la ciudad de Nuestra Señora de los Zacatecas,
por la presente os mando que por el tiempo que fuere la voluntad de Su
Majestad, o la mía en su Real Nombre, administréis justicia como alcalde
mayor en las dichas minas descubiertas y que se descubrieren en la provincia
de Misquitique Potosí y su comarca, teniendo especial cuidado de que los in-
dios, así guachichiles naturales, como tlaxcaltecas, que allí están poblados
y se poblaren sean bien tratados, amparados, defendidos, y preferidos en
todo lo que se les ofreciere, no consintiendo que mineros ni otras personas
de las que fundaren y poblaren en las dichas minas les hagan molestia,
agravio, ni vejación alguna, castigando ejemplarmente a los que exce-
dieren, ni que los inquieten ni perturben, ni los compelan a servicios
personales para ningún efecto, ni a otras ocupaciones, ni se entremetan a
vivir entre ellos por ninguna vía, ni les tomen bastimentos, tierras, casas
ni otras cosas de las que tienen y tuvieren, ni que les den ocasión alguna
de desasosiego ni queja, sino que todos traten de ayudarlos a conservar
y llevar adelante la paz y conformidad con ellos, sin que haya cosa que a
esto se oponga.62
Es preciso recordar que el amplio valle en que se asentó el poblado espa-
ñol de San Luis Minas del Potosí en 1592 había sido denominado como
Valle de Mexquitic en función de la población que se había fundado ha-
cia mediados de la década de 1580 en los cerros de la parte norponiente.
Este mismo es conocido el día de hoy como Valle de San Luis. Pues
bien, el nombramiento de Juan de Oñate se hacía sobre la provincia de
Misquitique Potosí. Ya se verá un poco más adelante la manera en que
se estructuró a la postre este territorio, referido de forma tan vaga por
el virrey en el nombramiento. Llama la atención, además, que la orden
particular señalada al primer alcalde mayor de San Luis era mantener el
statu quo de las poblaciones fundadas durante las campañas de Miguel
Caldera. Se anota a continuación:
62 , Alcaldía Mayor de San Luis Potosí, Protocolos A3-2, 27 de agosto de 1592-28
de abril de 1610, “Nombramiento de Juan de Oñate como alcalde mayor de las minas de San
Luis Mezquitique”, foja 3 frente y vuelta. Cursivas propias.
148
Y conoceréis de todas las causas y negocios que entre los dichos mineros y
personas que en las dichas minas vivieren, residieren, ocurrieren y se
ofrecieren, librándolas y determinando las llamadas y oídas las partes, con-
forme a justicia, hacer guardar y que se guarden las dichas ordenanzas sin
que se exceda. De ellas yo os encargo que procuréis en todo el servicio
de Dios nuestro señor y de Su Majestad y que a los indios se les de buen
ejemplo para que mediante esto puedan ir adelante sus poblaciones y el
benecio de las minas.
Y mando a los dichos mineros y personas referidas que os hayan y
tengan por tal alcalde mayor y cumplan vuestros mandamientos y acu-
dan a vuestros llamamientos, so las penas que les pusiéredes, que para las
ejecutar en los rebeldes y traer vara de justicia y para todo lo sobredicho,
y lo a ello anejo y dependiente, os doy poder y facultad cual de derecho se
requiere y en el uso de esta comisión guardareis lo que deben guardar los
alcaldes mayores de esta Nueva España.
Luis de Velasco, por mandado del virrey, Martín López de Gaona.63
La segunda orden particular en el nombramiento es que el nuevo alcal-
de mayor conozca las causas de los mineros. La cuestión económica apa-
rece por n en el nombramiento: la función del alcalde mayor será aportar
legalidad a las fundaciones de pueblos y a los descubrimientos de minas.
De esta manera se creóla alcaldía mayor de San Luis.
En lo que se reere a la jurisdicción espacial, la vaguedad en el nom-
bramiento de Oñate es harto maniesta. Empero, la fundación del pue-
blo de San Luis Potosí, el 2 de noviembre de 1592, en el valle aledaño al
descubrimiento minero de San Pedro, vino a dar un asiento denitivo
al alcalde mayor, que a partir de ese día residiría de forma permanente
en la población española. Es justo por esto que, durante los primeros
años de la alcaldía, una de las principales actividades de las autoridades
potosinas fue delimitar con claridad los alcances jurisdiccionales.
Hacia 1605 el alcalde partió al valle de San Francisco, al sur de la
cabecera, con la nalidad de crear mojoneras que marcasen el límite
entre San Luis y San Miguel el Grande, pues hasta ese momento había
poca certeza acerca de esta frontera interna de la Nueva España. La
línea trazada en aquella ocasión es, en lo básico, la misma que hasta el
día de hoy marca la división entre los estados de San Luis y Guanajuato.
En realidad, durante los años posteriores a la fundación de las minas de
63 Id.
149
San Pedro los alcaldes mayores de San Miguel reclamaron el territorio
potosino como propio, puesto que el valle de San Luis había sido explo-
rado, durante la guerra chichimeca, por varios capitanes de infantería
española que utilizaron los poblados de San Miguel y San Felipe como
su base de operaciones y punto de partida. Sin embargo, la fundación
de la alcaldía mayor en San Luis nunca dio paso atrás y se perpetuaría
a lo largo de la historia.64
Poco tiempo después de que se realizara la visita a la zona que hoy
conocemos como Villa de Reyes, los mercedados de Querétaro reclama-
ron potestad sobre el valle del Río Verde, situado al oriente de San Luis,
el cual había sido conquistado mediante entradas militares lanzadas
desde El Armadillo. Empero, Juan de Cárdenas, principal colonizador
del rumbo, presentó al virrey una petición para que sus estancias de ga-
nado fueran anexadas al territorio del alcalde mayor de San Luis. El 20
de febrero de 1618 se anexó el Río Verde de forma ocial por el alcalde
mayor Pedro Salazar.65 Aunque los queretanos, quienes habían cons-
truido la iglesia mayor del Río Verde, apelaron al virrey, el territorio fue
asignado al nal a San Luis Potosí. Ahora la alcaldía mayor contenía
en sí misma un potencial centro de producción agrícola, el cual podía
alimentar a las minas enclavadas en una zona árida.
Al norte los límites fueron muy poco claros hasta 1614, año en que
se descubrieron las minas de San Pedro Guadalcázar. La fundación de
este poblado precipitó la colonización allende el valle de San Luis. Si
bien es cierto que el virrey otorgó a las nuevas minas el carácter de
alcaldía mayor, antes de culminar el siglo la potestad retornó a
San Luis. La Geografía histórica, de Peter Gerhard, cuyo mapa es una
reconstrucción de la división política hacia 1786, muestra el territorio
de Guadalcázar incorporado a la Alcaldía Mayor de San Luis. La
causa de esta integración, cuando menos así lo creo, es que las minas de
Guadalcázar siempre dependieron de San Luis en cuanto al sistema
productivo.66 Su mena argentífera era a menudo beneciada en las ha-
ciendas del valle potosino, donde se mezclaba con la de San Pedro, Pi-
nos y Ramos.
64 Velázque z, Historia, vol. I, 517.
65 Velá z quez, Historia, vol. I, 566.
66 Además, los mineros de San Luis fundaron y explotaron las minas de Guadalcázar,
siendo su primer alcalde mayor Pedro Arizmendi Gogorrón.
150
Como se puede ver, en todos los puntos cardinales el problema de
los límites fue superado pronto. Empero, hacia el occidente la alcaldía
mayor de San Luis era fronteriza de la Nueva Galicia. Para complicar
aún más las cosas, en 1594 se fundaron las minas de Pinos. La veta
mineral fue descubierta por dos mineros que habitaban en San Luis:
Alonso Rodríguez y Bartolomé Pisano. El real de minas fue fundado
por un teniente de alcalde mayor de San Luis, llamado Antonio Rodrí-
guez, el 12 de febrero de 1594. Sin embargo, para 1604 las minas eran
administradas por Lorenzo Ávila, con título de alcalde mayor de Sierra
de Pinos, proveído por el Presidente de la Audiencia de Guadalajara.
El alcalde mayor de San Luis solicitó al virrey marqués de Montes-
claros que se hiciese una averiguación acerca del origen de esas minas
y en quién caía la jurisdicción. Aunque el virrey y la audiencia de la
Nueva España fallaron a favor del alcalde de San Luis, la audiencia de
Guadalajara se negó a retornar la jurisdicción, por lo cual el pleito llegó
al Consejo de Indias.67 El largo juicio puso en relieve las tensas relacio-
nes entre las dos audiencias, que pelearon tenazmente por la asignación
de Pinos y otros territorios en la frontera.
Se debe señalar que, además de las fronteras marcadas estrictamente
por la alcaldía mayor, es necesario tomar en cuenta la delimitación de
la jurisdicción militar: a partir de la muerte de Gabriel Ortiz de Fuen-
mayor,68 sucesor de Miguel Caldera en el puesto de justicia mayor de
las provincias chichimecas, las funciones de éste se anexaron al cargo
de alcalde mayor de San Luis Potosí, por lo cual el cargo podía tener
67 El largo juicio por la jurisdicción de Sierra de Pinos fue conservado en , Alcal-
día Mayor de San Luis Potosí, Protocolos A3-2, 27 de agosto de 1592-28 de abril de 1610. En
esta interesante pieza se integraron todos los autos de descubrimiento en el valle de Mexquitic,
así como las averiguaciones sobre la jurisdicción de las minas de San Luis, además de los man-
damientos que los virreyes realizaron sobre el tema. También se incluyó la comisión de Juan
López del Riego como alcalde mayor de San Luis, donde se detallan de forma muy precisa
las atribuciones de los alcaldes de San Luis. Tengo la impresión de que el acta de fundación
del pueblo español de San Luis, hoy resguardada en el Museo Regional Potosino, se encontró
originalmente cosida en este legajo, y fue arrancada más tarde. Se entiende que el alcalde
mayor mandó hacer copia de todos estos tópicos ya que las pretensiones de Nueva Galicia no
eran sólo sobre la Sierra de Pinos, sino todo el valle de Mexquitic, incluido el pueblo y minas
de San Luis; en el nombramiento de López del Riego se especican con claridad los límites de
la alcaldía mayor de San Luis, así como su pertenencia a la Nueva España.
68 Este personaje fue uno de los más ricos mineros de San Luis Potosí a principios del
siglo .
151
injerencia en las alcaldías mayores anejas a la potosina. De esta manera,
el alcalde irrumpió en diversas ocasiones en el reino de Nueva Galicia,
en especíco en la alcaldía mayor de Charcas. Éste era un espacio que
compartía con San Luis muchas características geográcas y sociales
ya que esta alcaldía mayor fue desarrollada cabalmente a partir de las
campañas de Caldera. Además, en la sierra aneja a Charcas existieron
indios guachichiles en rebeldía hasta bien entrado el siglo (Mapa 6),
lo que permitía al alcalde mayor de San Luis tomar muchas disposi-
ciones acerca de la defensa del real de minas de Charcas.69 San Luis y
Charcas, aunque situados en reinos distintos, compartieron condiciones
semejantes a lo largo de este periodo.
Por último, el territorio potosino se encontraba ubicado en una
frontera de la división eclesiástica: durante el siglo el obispado de
Michoacán, con asiento catedralicio en Valladolid, abarcaba todo el
territorio guachichil hasta las misiones del Jaumave. San Luis Potosí
constituía la frontera norte del obispado, que tenía colindancia con el
arzobispado de México hacia el oriente y con el obispado de Guadala-
jara en el poniente. Sobra decir que esta tercera frontera, también tuvo
sus particularidades durante la época.70
Cierro este parágrafo mostrando el Mapa 9,71 que contiene las al-
caldías mayores que se ubicaban en el entorno de San Luis hacia el año
1650. El proceso de conquista en el septentrión novohispano tuvo como
corolario la creación de unidades administrativas que dieron sentido
espacial a la colonización hispana en el difícil territorio chichimeca. La
elite militar y minera, que descubrió las minas de San Pedro y fundó
el pueblo de San Luis Potosí, creó también, mediante una oportuna
alianza con el virrey, la alcaldía mayor de San Luis Potosí. Esta unidad
administrativa sería utilizada como punta de lanza en la posterior colo-
nización de Nuevo León y los Tejas, además de ser la cabeza de playa, ya
durante el , de la conquista del Seno Mexicano, que fundó el reino
del Nuevo Santander, hoy Tamaulipas.
69 Alejandro Galván Arellano, Arquitectura y urbanismo de la ciudad de San Luis Potosí
en el siglo x vii (San Luis Potosí, S.L.P.: Universidad Autónoma de San Luis Potosí, 1999).
Además, , Alcaldía Mayor de Charcas, Causa Civil, 1670, legajo 1, expediente 14.
70 La alcaldía mayor de Valles se encontraba ya dentro de la jurisdicción del arzobispado
de México.
71 Elaborado a partir de: 1) “Mapa de San Luis Potosí”, en Gerhard, Geografía, 241; 2) “Mapa
de Sierra de Pinos”, en Gerhard, Frontera norte, 128; y 3) “Mapa de Charcas”, ibid., 81.
152
M 9
S L P ca. 1650
!
H
!
H
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H
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H
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H
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H
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H
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H
!
H
3
0153060 Km.
-99°-99°30'-100°-100°30'-101°-101°30'
-99°-99°30'-100°-100°30'-101°-101°30'
23
°
22
°30'
22°
21°30'
23
°
22
°30'
22°
21°30'
Charcas
Charcas San Sebastián
Ramos
Salinas
Sierra de Pinos
Pinos
San Luis Potosí
Armadillo
Guadalcázar
Guadalcázar
San Luis Potosí Río Verde
Valles
Lagos
San Miguel el Grande
San Felipe
Comanja
San Francisco Santa María del Río
San Luis de la Paz
Tanlacún
Cadereyta
153
Hacia comienzos de 1700 se creará una alcaldía mayor que integró
en sí a las Salinas del Peñol Blanco junto con San Sebastián del Agua
del Venado y La Hedionda (Moctezuma), la cual pasará a formar parte
de la Nueva España. En contrapunto, la Audiencia de México recono-
ció la potestad de Guadalajara sobre Pinos, y el límite de la Audiencia
de México fue aceptado hasta el río que parte el valle de Ahualulco.
La alcaldía mayor de San Luis perdía así Pinos, pero ganaba posesión
incontestable sobre el valle de Mexquitic, conocido ya para esa época
como valle de San Luis.
El actuar de los alcaldes mayores de San Luis Potosí durante todo
este periodo nos muestra que eran agentes del virrey, y la elite minera
potosina se encontraba de acuerdo con esta alianza. En realidad, el te-
rritorio potosino estaba exactamente en el límite de los espacios asigna-
dos a las audiencias, y tanto la Nueva Galicia como la Nueva España
podían reclamar con justeza la anexión de la nueva alcaldía mayor a
su territorio. Creo que si San Luis pasó a formar parte de la Audien-
cia de México se debió más a consideraciones políticas que a la lógica
geográca; la alcaldía mayor de San Luis Potosí funcionaba como una
cuña del virrey en pleno territorio neogallego, y esta ventaja política fue
explotada largo tiempo por las elites potosinas.
La frontera natural: el espacio potosino
A lo largo del siglo el septentrión fue una dura frontera. Además de
la hostilidad india, los primeros pobladores españoles de San Luis Poto-
sí se encontraron con un medio agresivo, el cual intentaron dominar de
acuerdo con los métodos de la época. La creación de un nuevo espacio
económico, gracias al descubrimiento minero de San Pedro, hizo que
los colonos se interesasen en las tierras aledañas a la población, puesto
que el real de minas demandaba abasto.
Diversos personajes presentaron solicitudes ante el virrey con la -
nalidad de obtener mercedes de tierras en los otrora territorios chichi-
mecas. Las peticiones de mercedes, junto con los autos acordados y las
diligencias realizadas por el alcalde mayor de San Luis Potosí muestran
el territorio potosino a principios del siglo .
En fecha tan temprana como el 12 de marzo de 1594, Francisco
González, vecino de la ciudad de Querétaro, llegó al pueblo de San Luis
154
Potosí. De inmediato se apersonó en las Casas Reales y mostró a Juan
de Valle, teniente de alcalde mayor, el auto acordado rmado por el vi-
rrey Velasco II. La foja se conserva en el Archivo General de la Nación,
ramo Tierras.72 Versa más o menos como sigue:
Digo a vos la justicia de las minas de San Luis que Francisco González,
vecino del pueblo de Querétaro, me ha pedido que, en nombre de Su
Majestad, le haga merced de un sitio de estancia para ganado menor en
términos de las minas del Potosí en la boca del río de San Luis, donde
hubiere comodidad.
Y porque primero que le haga la dicha merced conviene que se vea, y
se hagan las diligencias necesarias, por la presente os mando que, presen-
tando este mandamiento ante vos dentro de cuatro meses, vais a la parte y
lugar donde el susodicho pide, y citados para ello los naturales del Pueblo
en cuyos términos cayere, y las demás personas que cerca tengan tierras o
estancias o que en alguna manera puedan recibir algún daño o perjuicio,
la cual citación haréis a los naturales en un domingo o esta de guardar,
estando juntos y congregados en misa mayor después que el sacerdote
haya echado las estas, diréis y daréis a entender si de se le hacer la dicha
merced les viene el dicho daño, y en que lo digan y delante de vos.
E para más justicación, recibiréis información con diez testigos,
cinco de ocio y cinco de parte, que sean españoles e indios. Y haréis
pintar el asiento del pueblo, en cuyos términos cayere, y las demás tie-
rras y estancias que en el dicho termino estuvieren proveídas y fecha
merced, y cuyas son, y las baldías que dan, con declaración de la dis-
tancia que de ello hay a lo que ahora se pide, y la que hay a la población
y sementeras de los naturales, y con relación particular de la tierra que
hubiere baldía a la linde y termino de esto que se pide, en que se pueda
hacer merced de otros sitios de estancia y qué cantidad, advirtiendo que
esto que se pretende no sea en las tierras que dejan los indios que están
mandados congregar a las cabeceras, y de que los tales indios les queden
ejidos sucientes en que puedan tener sus ganados, y así mismo adverti-
réis que no sea este sitio de estancia en las tierras que están repartidas a
los indios tlaxcaltecos y mexicanos.73
72 Vel ázquez, Historia, vol. I, 519-521. En esta parte, Velázquez menciona que el primero
en encontrar este expediente en el fue Joaquín Meade, y hace referencia al boletín de la
Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística de 1942, que lamentablemente no he podido
consultar. Este expediente también se menciona en Galván, Arquitectura, 39-41. He preferido
hacer una transcripción paleográca directa de este expediente, pues creo que el mapa que
contiene se ha entendido mal en la historiografía local.
73 , Tierras, volumen 2777, expediente 6, foja 104 frente. Grafía original.
155
El teniente de alcalde mayor, una vez que hubo leído estas líneas, acató
de inmediato el mandamiento del virrey: dispuso que se leyese el auto
acordado en la iglesia de San Luis ese mismo día, pues era domingo y
los habitantes del pueblo habían acudido a la iglesia. El propio Juan de
Valle, acompañado del intérprete Juan Herrera, salió hacia la parroquia,
en donde noticó a los vecinos, españoles y tlaxcaltecas. Según relata el
expediente, algunos indios principales del pueblo de San Miguel Mex-
quitic que habían asistido a la iglesia para oír la misa señalaron que era
provechoso para la paz recién asentada con los guachichiles el fundar
rancherías y estancias de ganado en el páramo despoblado que se asen-
taba al poniente del pueblo.
Cuatro días después de recibida la instrucción, el teniente, esta vez
acompañado por el escribano Diego Veedor, se dirigió hacia el lugar
que había sido pedido por González. La descripción realizada por estos
dos es interesante porque son pocas las oportunidades que se tienen
para leer documentos que se aparten del canon legal de la época: el
acartonado lenguaje procesal utilizado en los documentos raras veces
muestra la riqueza de la sociedad novohispana. Pero éste es un caso en
el cual el autor puede hablar con un poco más de soltura. Describiendo
con desenfado lo que veía, Juan de Valle nos permite a nosotros, seres
humanos del siglo , entrar en contacto con un medio físico que,
cuando menos para aquellos que conocen el San Luis contemporáneo,
puede parecer insospechado. Dejo que Juan de Valle y Diego Veedor
hablen por sí solos:
[...] estando en una isleta que hace el río del dicho pueblo de San Luis
de la Paz, entre medias de cuatro cerros, a la punta de una quebrada
que baja de ella hacia la sierra que dicen del Bernal, con árboles que se
llaman saucedas y en medio una palma alta, y al pie de ella un pino que
es de levante a poniente, y allí junto un cimiento mal hecho de piedra
pequeña que parecía haber sido rancho. En el cual dicho lugar y tunales
pareció ante el dicho Juan de Valle, teniente de Alcalde Mayor, Fran-
cisco de González. Y dijo que en esta parte y lugar es donde se le puede
hacer la merced de sitio de estancia para ganado menor que tiene pedido
a su Señoría Ilustrísima, que el dicho mandamiento acordado declara
que tiene presentado.
Y el dicho teniente de Alcalde Mayor, visto la declaración hecha del
dicho sitio por el dicho Francisco González, juntamente conmigo el escri-
bano, anduvo paseando a caballo con estas personas, y anduvo mirando
156
y miro este dicho sitio río abajo y río arriba, y Presente Pedro Bravo,
Alguacil Mayor de estas minas, y Mateo de la Mora, y Juan de Castro
y otras personas, hizo el dicho teniente de Alcalde Mayor la dicha vista
de tierras, y mandó que se citase para la información y diligencias que el
dicho mandamiento acordado manda, a los indios chichimecos que están
poblados en este dicho río, distancia de este sitio que pide el dicho Fran-
cisco González legua y media, poco más o menos, y ansí mismo citó a Pe-
dro Benito teniente de Justicia Mayor para lo tocante a los dichos indios.
Y hecho y proveído lo susodicho, vino caminado hacia el pueblo de
San Luis, donde es población de españoles.74
Cuando retornaban hacia el pueblo de San Luis cabalgando, Valle, Vee-
dor y González encontraron al teniente de Justicia Mayor Pedro Benito
(asistente de Miguel Caldera), quien venía en compañía de Gualiname,
un capitán chichimeca y otros indios tlaxcaltecas. Benito le pidió a Juan
de Valle y sus acompañantes retornar al sitio que se pedía en merced,
pues era necesario que los indios lo conociesen. Una vez que hubie-
ron llegado al sitio, Pedro Benito declaró que en nombre de los indios
tlaxcaltecas y chichimecas contradecía la merced del sitio, puesto que
se encontraba cerca del pueblo de los Remedios, en donde se encontra-
ban establecidos los indios, aunque estos últimos no pudieron declarar
directamente porque no había traductor para que el escribano les en-
tendiese. Valle decidió retornar a San Luis y esperar a que se llamasen
testigos por parte de González.
Esta parte del documento es una buena muestra de la difícil con-
vivencia establecida en esta frontera: la autoridad del alcalde mayor no
era suciente para conceder el sitio de ganado menor; era necesaria una
negociación con los indios guachichiles y tlaxcaltecas, quienes no ha-
blaban español y debían ser preguntados mediante traductores. Se debe
notar que la ausencia de Caldera era suplida con el teniente de Justicia
Mayor, quien procuraba por los intereses de los indios asentados en el
pueblo de los Remedios.
Al día siguiente, 17 de marzo de 1594, el escribano recibió la decla-
ración de los diez testigos presentados por González. Todos los testigos
declararon, en términos generales, lo mismo. Para darse una idea de la
74 , Tierras, volumen 2777, expediente 6, foja 105 vuelta.
157
información que se pidió, pongo aquí lo que dijo el último de éstos, el
alguacil mayor de las minas de San Luis:
Francisco González, para la dicha información, presentó por testigo a
Pedro Bravo, alguacil mayor de estas minas... dijo que este testigo sabe
e ha visto el dicho sitio de este [auto acordado] que el dicho Francisco
González pide se le haga merced junto al dicho río, el cual está de este
pueblo de San Luis más de dos leguas de cordel y lo mismo estará del pue-
blo de Nuestra Señora de los Remedios donde hay indios chichimecas y
tlaxcaltecas poblados, y el pueblo de San Miguel donde hay otros indios
chichimecas y tlaxcaltecas poblados estará de dicho sitio de tres a cuatro
leguas de distancia y que no hay otros pueblos más cerca de dicho sitio
y que no está dado y repartido a ningún indio ni otra persona y que el
dicho sitio está sin perjuicio de los dichos indios y de este pueblo por-
que está junto a serranía y tierra yerma y despoblada y la dicha serranía
solamente puede servir de ganado que puede tener el dicho Francisco
González como sean cabras y que teniendo las dichas cabras es bien y
utilidad de este pueblo y minas para el bastimento porque habrá quesos
y leche y cabritos, y que de hacerse la dicha merced al dicho Francisco
González del dicho sitio de estancia es bien universal y para que se con-
serve la quietud y paz que está asentada con los dichos indios chichimecas
y así mismo entiende este testigo para que esta tierra se pueble como se
pretende de españoles es bien se haga merced de otras estancias a quien
las quisiere poblar, porque de ello se sigue la seguridad de la dicha paz y se
excusarán las muertes y robos que se solían hacer y que los dichos indios
que están poblados y aunque son muchos más, tienen tierras muy mejores
y bastantes para sus sementeras y labranzas y ejidos y ganados si los tu-
vieren y dijo que a una parte y a otra hay mucha tierra suciente para los
dichos indios y que de poblarse esta tierra como tiene dicho resultará de
ello gran servicio de Dios Nuestro Señor y de Su Majestad y seguridad
de esta tierra por ser esta tierra el comedio de adonde se acogían y tenían
sus guaridas los dichos indios chichimecas...75
Todos los testigos coincidieron en estos puntos: el sitio se encontraba
lo sucientemente lejos del pueblo de San Luis y del de los Remedios
como para que hubiese problemas al otorgar el sitio a González. Tam-
poco habían mercedes concedidas en las cercanías.76 Los personajes
75 , Tierras, volumen 2777, expediente 6, foja 113 vuelta a 114 vuelta.
76 Aunque es una apreciación que requeriría más investigación, todo parece indicar que
a lo largo del siglo se ocupó la tierra de esta frontera de manera muy irregular; el ha
158
también declararon que la política de concesión de mercedes en la Sierra
de San Miguel era muy benéca para asentar la paz, por dos razones:
se atraerían colonos españoles a las zonas altas, donde los chichimecas
habían habitado, y se podían refugiar en caso de que la paz se rompiese;
además, se crearían nuevos polos de producción de productos hispá-
nicos; todos mencionan que el tener cabras permitiría la producción
de leche, quesos y cabritos. Por último, aunque Pedro Benito se había
inconformado con la merced, ninguno de los testigos opinó en contra
de la asignación de la estancia al español. Tal vez los testigos (cinco tes-
ticaron de ocio, citados por el teniente de alcalde mayor, y otros cinco
fueron llevados por Francisco González) hubieran estado escogidos a la
medida, pues, aunque aparecen dos tlaxcaltecas, ningún chichimeco
declaró en el testimonio.
Al ver los resultados de esta inquisición, Juan de Valle decidió dar por
nalizado el trámite y autorizar la merced, tasando el sitio en cien pesos
de oro común. Es casi seguro que Francisco González retornó con éste a
la capital virreinal y lo entregó, junto con el valor solicitado, para tomar
posesión denitiva del sitio, pues este expediente se conservó en el ramo
tierras del Archivo General de la Nación; es muy probable que el sitio
fuese adjudicado a González. Más importante aún es el hecho de que el
teniente de alcalde mayor y el escribano procedieron a trazar el mapa que
por tradición se incluía en los autos acordados.
Precisamente, en el Mapa 1077 se muestra la foja que completa el
expediente. Ésta es la primera imagen que se ha conservado de San Luis
guardado pocos autos acordados sobre mercedes de tierras en San Luis Potosí, lo cual quiere
decir también que el espacio, considerado muy amplio y vacío en el siglo , habría de ser un
gran dolor de cabeza durante el siglo , cuando el crecimiento poblacional puso límites a
la expansión de las haciendas. Véase, por ejemplo, Felipe Durán Sandoval, “Tierra y conicto
en San Luis Potosí, 1700-1767” (tesis de doctorado en Historia Moderna y Contemporánea,
Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, 2007).
77 El mapa se encuentra contenido en , Tierras, volumen 2777, expediente 6. Primo
Feliciano Velázquez interpreta que este mapa es una copia de la “Estampa del pueblo” man-
dada hacer por Juan de Oñate, el primer alcalde mayor de San Luis, hacia comienzos de 1593,
cuando se repartieron solares a los primeros pobladores de San Luis: “[...] después de practicar
las diligencias ordenadas, vista de ojos del sitio pedido y examen de testigos, acompañó a su
informe del 18 de marzo de 1594 una estampa y pintura, que no puede ser sino copia de la hecha
por don Juan de Oñate” (Velázquez, Historia, vol. I, 519-521). Cursivas propias.
Sin embargo, una vez hecha la revisión de este expediente en el , y considerando que
el expediente de la repartición de solares realizado por Oñate se encuentra en el , creo
159
Potosí y su territorio más próximo. Es también una buena manera de
conocer el espacio que ha sido descrito por los actores de este documen-
to. Por principio de cuentas, e independientemente de la información
espacial vertida en el mapa, son muy interesantes los símbolos que los
autores utilizaron para describir; los referentes que ahí aparecen. Llama
poderosamente la atención que, para situar al lector, Valle y Veedor con-
sideraron necesario dibujar esos seis enormes árboles que han visto a lo
largo de su cabalgata hacia el sitio que pretende González; vegetación,
de paso sea dicho, que todo potosino de buena cepa desconoce hoy en
día. También llama la atención que los nopales y mezquites brillan por
su ausencia; tampoco hay representada fauna local. Ante todo, surge la
pregunta: ¿saucedas, pinos y palmas al poniente del pueblo español? La
relación que hacen los funcionarios de la alcaldía mayor muestra un San
Luis por completo ajeno a los habitantes contemporáneos del territorio.
Esa alteridad salta a la vista porque en la actualidad conocemos un
medio degradado y erosionado. Cuatro siglos de explotación minera
basada en haciendas de benecio, las cuales demandaban grandes can-
tidades de carbón vegetal,78 acabaron pronto con las arboledas cercanas
a la población española y al real minero. El problema central es que la
sobreexplotación de los recursos forestales desató un problema a largo
plazo: la erosión del medio; mientras más producción mineral había,
más carbón se requería para el proceso de benecio. Esto es a todas
luces un círculo vicioso, y en la actualidad nos encontramos con que
todas las serranías cercanas a la ciudad han sido despojadas de su vege-
tación, y cada vez es más difícil que las lluvias se precipiten en el valle
de San Luis.
que este mapa es completamente original y no una mera copia de la estampa hecha por Oñate,
ya que en 1593 sólo se debió de haber pintado el pueblo, y este mapa muestra el pueblo de San
Luis y un radio de cuando menos dos leguas castellanas. Hay otro indicio de que este mapa no
es copia de la famosa estampa: la enumeración de las manzanas y solares, con sus respectivos
dueños que transcribió Velázquez, no alcanza para las diecinueve manzanas presentadas en
este mapa. Sobra decir que la armación de Velázquez confundió a Galván Arellano, quien
arma: “El plano más antiguo de San Luis que se ha encontrado, y el cual probablemente fue
copiado del original, data de 1593” (Galván, Arquitectura, 39). Es muy probable que el mapa
haya retratado la manera en que San Luis se distribuía el 18 de marzo de 1594, y que no fuese
copiado de ninguna “estampa del pueblo”.
78 El carbón se utilizaba en grandes cantidades con la nalidad de alimentar los hornos
castellanos en que se puricaban, mediante altas temperaturas, la plata y el oro.
160
M 10
E S L 1594
M 11
E S L; S I G
(SIG)
Del pueblo de Nuestra Señora de los Remedios donde los indios estan poblados hay dos leguas.
6.926 km
Río de San Luis
Pueblo de los Indios
7.841 km
Pueblo de San Luis
Ciénega
Del Pueblo de San Luis Potosí al sitio hay dos leguas
1 Legua Castellana = 4.19 Kilómetros
Sierra de Bernal
2 Km0
Del pueblo de Nuestra Señora de los Remedios donde los indios estan poblados hay dos leguas.
6.926 km
Río de San Luis
Pueblo de los Indios
7.841 km
Pueblo de San Luis
Ciénega
Del Pueblo de San Luis Potosí al sitio hay dos leguas
1 Legua Castellana = 4.19 Kilómetros
Sierra de Bernal
2 Km0 0.5 10.5 1
Sierra de San Miguel
Sitio que pide Fco González
Sierra de San Miguel
Sitio que pide Fco González
14.624 km14.624 km
161
Sin embargo, a nales del siglo el territorio potosino todavía se
encontraba situado en “tierras eriazas, montuosas y despobladas y no
aradas ni cultivadas”.79 La explotación minera no había mostrado aún
su cara más destructiva. En ese momento la nomenclatura descriptiva
era muy vaga: para ubicar el sitio solicitado por Francisco González, fue
necesaria la mención de accidentes naturales efímeros, como los sauces
y la palma. Claro está, el río de San Luis (hoy conocido como río San-
tiago y convertido en un conspicuo viaducto que sólo funciona durante
la temporada de secas) es el elemento que permite la lectura del mapa y
estructura la espacialidad del mapa, pues lo atraviesa de este a oeste. Las
dos sierras, aunque apenas esquematizadas, permiten la ubicación nal
del sitio y nos muestran esa voluntad de nombrar las cosas: las monta-
ñas ubicadas en la parte sur del río, que hoy llamamos de manera indis-
tinta sierra de San Miguelito, eran conocidas como Sierra de Bernal.80
Pero esta carencia de referentes muestra que todavía no existían su-
cientes nombres propios para describir, como tampoco había puntos
de referencia que permitiesen ubicar, de mejor manera, el sitio de ga-
nado menor; el de González parece ser el primero que se otorgaba en la
vecindad del pueblo. Esto pone en relieve lo que los primeros habitan-
tes españoles del San Luis colonial afrontaron: un medio físico adverso
y carente de sentido espacial, que necesitaba ser domeñado. Una vez
reducidos los chichimecas, la batalla que emprendieron los tempranos
pobladores de San Luis fue la dominación del medio, su sujeción a los
hábitos occidentales y a las formas de explotación características de la
época. Durante este proceso surgiría una sociedad compleja y comple-
tamente nueva.
Justo por estas razones, dentro del Mapa 10 la creación de sentido
espacial depende casi de manera directa de las poblaciones asentadas
en el valle; aunque los elementos naturales se encuentran ahí, lo que en
realidad importa son los dos pueblos: el de San Luis y el de los indios,
el cual aquí es llamado Nuestra Señora de los Remedios. Es más, los
poblados son tan importantes que su escala traiciona a los elementos
79 Así describía este espacio Francisco Sánchez dentro de la merced de un sitio de ganado
mayor en el valle de Santa Catalina de los chichimecas (al oriente del pueblo de San Luis),
solicitada por Martín Ruiz de Zavala (, Tierra, volumen 1877, expediente 7, foja 4 vuelta).
80 Y también que el nombre de Sierra de San Miguelito deriva de Sierra de San Miguel,
nombrada así por el poblado de San Miguel Mexquitic.
162
naturales; ¡el pueblo de San Luis es del tamaño de la Sierra de Bernal!
Esta característica también hace crecer el tamaño del pantano que sepa-
raba las dos poblaciones, el cual se encuentra marcado como ciénega, y
más tarde sería conocido como el Charco Verde.
El panorama cultural, aunque un tanto limitado en sus referencias,
domina la parte derecha del mapa. Éste nos informa de la manera en
que los distintos grupos se apropian del valle: se puede apreciar el traza-
do del pueblo español, tendido a cordel, con sus diecinueve manzanas
más la plaza de armas alineadas casi a la perfección de norte a sur.81
Frente a esto, el pueblo de los indios no se encuentra trazado de esta
manera; el acomodo de las manzanas y las casas es un tanto caótico,
con sus siete manzanas en las cuales no parece mediar calle u orden al-
guno. Lo que los autores nos están mostrando es que había dos maneras
divergentes de poblar el territorio: el orden renacentista y herreriano del
poblado español, frente al caos organizado de los indios.
También llama la atención que en el documento no se hayan pinta-
do las instituciones que daban estructura a los poblados. Para el caso de
San Luis: las Casas Reales y la iglesia parroquial que se encontraban en
la plaza principal. Sin embargo, el carácter marcadamente temporal que
tendrían estas construcciones a escasos dieciséis meses de la fundación
del pueblo a buen seguro haría que su estructura todavía no fuese digna
de ser representada. Tal vez sea la escala en que se proyectó el mapa lo
que no permitió a los autores marcar estos detalles de manera coherente,
aunque sí fueron puestos esos medios círculos que parecen ser las entra-
das de las casas.
Como es evidente, el mapa original no presenta una escala más o
menos coherente para los estándares contemporáneos y es prácticamen-
te imposible utilizarlo dentro de un sistema de proyección cartográca
moderna. Empero, se puede hacer el ejercicio de aislar los componentes
del mapa para tratar de ubicarlos en un ortomapa proporcionado por el
Instituto Nacional de Estadística y Geografía. El Mapa 1182 presenta los
resultados que obtuve al hacer este ejercicio, intentando ubicar el sitio
de estancia de ganado menor solicitado por Francisco González.
81 Hay una inclinación de un poco menos de ocho grados al oriente, en el trazado del
centro histórico de San Luis Potosí.
82 El mapa ha sido construido mediante 1) el ortomapa satelital del Instituto Nacional de
Geografía y Estadística y 2) la georreferenciación de los elementos contenidos en el Mapa 10.
163
Evidentemente, el pueblo de San Luis es el elemento más fácil de
ubicar y proyectar, pues el espacio está delimitado de forma perfecta a
partir de la plaza principal; las manzanas se corresponden bien con la
proyección moderna y aparecen en el Mapa 11 conformando ese primer
núcleo de solares repartidos por Juan de Oñate en 1593. Creo que las
manzanas que componen el oriente del pueblo (a la derecha en el mapa),
cuyas proporciones no son iguales a los repartimientos originales, son
manzanas que se han agregado a partir de la conformación original del
pueblo. Se debe notar también que la ciénega se desgura un poco en
la proyección, pues debió haber abarcado el espacio entre el pueblo de
españoles y el de los indios; empero, nos da una buena idea del espacio
en que se encontraba ubicado.
El pueblo de los Remedios es un problema un tanto más complejo
de resolver. Aunque en un primer momento intenté ubicarlo directa-
mente al norte de San Luis, en los actuales barrios de Tlaxcalilla y San-
tiago, porque se sabe que eran los pueblos habitados de origen por los
guachichiles y tlaxcaltecas, debo decir que la escala y, sobre todo, el bor-
de del río no cuadraban con lo observado en el mapa original. El Mapa
10 marca de forma muy clara un meandro al oriente del pueblo de los
indios; el cauce del río Santiago, al norte del Tlaxcalilla es marcada-
mente recto. Sin embargo, existe un meandro muy parecido al dibujado
por los autores exactamente entre lo que hoy serían las avenidas Da-
mián Carmona y Pedro Moreno. Aunque se debe investigar mucho más
sobre este punto, lanzo aquí la hipótesis de que el emplazamiento de
este pueblo de guachichiles y tlaxcaltecas se encontraba hacia el oriente
del actual barrio de Santiago, en el lugar que aparece en el Mapa 11.
Hay tres puntos que me permiten aanzar esta hipótesis: en primer
lugar, se debe tener en cuenta que en el mapa de San Luis Potosí pu-
blicado por Florencio Cabrera en 1869 este lugar preciso lugar aparece
ubicado con el nombre de Paso del Mezquite, un estrechamiento natu-
ral del río a causa de una peña; a falta de puentes sobre el río, el paso
era de importancia central para transitar hacia San Miguel Mexquitic,
el pueblo de mayor importancia en el rumbo antes de la fundación de
San Luis.83 Precisamente, en el mapa de 1869 se ve cómo, una vez que
83 Mapoteca Manuel Orozco y Berra, Colección Orozco y Berra, número clasicador
824-OYB-7242-A, “Croquis del Plano de la Ciudad de San Luis Potosí levantado por el pro-
fesor de farmacia Florencio Cabrera”. Véase el cuadrante B-13.
164
se cruzaba a la ribera norte del río, comenzaba el camino del Saucito, y
a partir de esta ermita continuaba el camino hacia Mexquitic; si se va a
establecer un nuevo poblado, qué mejor que un emplazamiento estraté-
gico sobre el río, exactamente al pie del paso natural y en el camino con
el pueblo más importante de la zona.
En segundo lugar, la distancia que se presenta desde el sitio que se
pide en merced es más o menos ajustado a las dos leguas castellanas
“poco más o menos” que se mencionan en el Mapa 10 desde el pueblo
de los indios. La medición desde la probable ubicación del pueblo de los
Remedios son 6.92 kilómetros (1.65 leguas); aunque dos leguas equi-
valdrían a 8.38 kilómetros, se debe señalar que varios testigos ubicaron
este pueblo a legua y media del sitio, es decir, 6.3 kilómetros.84 En po-
cas palabras, la posible ubicación se encuentra exactamente dentro del
margen de error en el cálculo de la distancia dada por los actores de la
época.
En tercer lugar, se debe poner mucha atención en el nombre que
todos los testigos dan al pueblo de los indios: Nuestra Señora los Re-
medios. Ninguno dice Santiago; en ningún otro lugar del expediente
se menciona Tlaxcalilla, sino sólo “el pueblo de Nuestra Señora de los
Remedios”. Éste, además, es el único que se encuentra localizado en el
Mapa 10. El nombre es importante, pues la Virgen de los Remedios era
una advocación vinculada a las milicias hispánicas; una virgen guerre-
ra que fue implantada en los lugares donde hubo milicianos españo-
les. Además, se debe recordar que en el San Luis contemporáneo hay
una parroquia de los Remedios: la iglesia del barrio de Tequisquiapan.
Sobre este hecho, Velázquez señala: “Ahí tenemos explicado por qué
los moradores de Tequixquiapan dedicaron su iglesia, hoy destruida, a
Nuestra Señora de los Remedios, conservando la advocación original
del pueblo”.85
Aunque faltaría hacer una investigación a fondo sobre este pun-
to, la información aquí apuntada permite sugerir la alteridad de esta
84 El minero Francisco de Cárdenas declaró: “[...] que este testigo ha visto el dicho sitio y
estancia que pide el dicho Francisco González junto al dicho río que es legua y media de este
pueblo de Sant Luis, antes más que menos, y el Pueblo de Nuestra Señora de los Remedios
donde están poblados algunos indios chichimecas y tlaxcaltecas estará la misma distancia”
(, Tierras, volumen 2777, expediente 6, foja 107 vuelta a 108 frente).
85 Vel á z quez , Historia, vol. I, 521.
165
población de los Remedios respecto a los pueblos de Santiago y Tlaxca-
lilla. La hipótesis que aquí expongo es que el pueblo de Nuestra Señora
de los Remedios, muy probablemente, haya sido el primero en ser fun-
dado dentro del valle de San Luis, en conjunción con el puesto de San
Luis (el antecedente de la población hispánica). Se puede sugerir que
estas dos poblaciones ya se encontraban establecidas cuando se fundó
San Miguel Mexquitic.
También es probable que exista continuidad entre este pueblo de
Nuestra Señora de los Remedios y el actual barrio de Tequisquiapan. Se
debe establecer, buscando pistas en archivos e incluso mediante pros-
pecciones arqueológicas, si es este pueblo de los Remedios el que dio
origen al barrio de Tequisquiapan, y se encontró originalmente situado
en el punto señalado en el Mapa 11. Sobre esto, no se debe olvidar que
Caldera menciona a Tequisquiapan como antigua congregación en su
probanza de méritos.86 Se puede entender además que los españoles lla-
masen Nuestra Señora de los Remedios al pueblo, pues Tequisquiapan
debió de ser un vocablo demasiado complejo de pronunciar para los
castellanos y vascos que poblaron originalmente el pueblo de San Luis.
Este pueblo habría sido reubicado poco tiempo después y colocado ha-
cia el sur de su ubicación original, en el sitio en que se encuentra el
actual barrio de Tequisquiapan.87 También sería el lugar hacia donde se
habrían desplazado los indios reubicados con la llegada de los mineros
en 1592. Aquí habrían convivido de manera indiferente los guachichiles
y los tlaxcaltecas; y cuando se pintó el mapa, en 1594, es probable que
todavía no hubiese una parroquia o una casa franciscana que organizara
el espacio y separase a los indios por parcialidades.
El último punto que se debe encontrar es el sitio de ganado menor.
Éste no es muy difícil de ubicar: el sitio pretendido por González se
encontraba muy cerca del actual emplazamiento de la presa de San José.
La identicación es relativamente simple gracias a lo que se puede ob-
servar en el mapa y por la información vertida por el teniente de alcalde
86 , Gobierno, Audiencia de México, 220, N. 30.
87 Se puede especular que, al estar junto a un estrechamiento en el cauce del río a causa
de una peña, el lugar seguramente era propenso a inundarse con las crecidas del río Santiago
en los meses de julio y agosto. Las inundaciones sufridas, que atormentaron San Luis hasta la
construcción de la Corriente, es una posible causa de su reubicación hacia el sur, a la misma
altitud que el pueblo español.
166
mayor. La forma que toma el río Santiago, descrita como “una isleta”
por Juan de Valle, y pintado a detalle en el mapa, puede ser fácilmente
ubicable en el ortomapa: es ese pronunciado meandro formado por el
río Santiago, no muy lejos del emplazamiento en donde los potosinos
tienen la costumbre de acudir a desayunar los nes de semana, en los
puestos de comida al pie de la presa. Este lugar se encuentra, precisamen-
te, “entre medias de cuatro cerros” y a los pies de las dos sierras que se
mencionan en el mapa. En el ortomapa se puede ver que las quebradas
de la Sierra de San Miguel y de la del Bernal, hoy ocupadas por fraccio-
namientos de lujo, son increíblemente parecidos a los trazos esbozados
por el documento novohispano; esas líneas, en apariencia garabateadas
sin mucho cuidado, son casi una copia al carbón.
Además de la fácil identicación gracias al cauce del río, hay otra
manera de probar si este lugar es en realidad el sitio pedido por Gon-
zález: la distancia de este punto respecto al centro de San Luis; 7.84
kilómetros lo separan del meandro, que se podrían traducir en 1.87
leguas castellanas; casi las dos leguas mencionadas en el documento
y su mapa. Desde el pueblo de San Miguel Mexquitic (hoy Mexquitic
de Carmona), la distancia es de 14.624 kilómetros, es decir, 3.5 leguas
aproximadamente; en la leyenda del Mapa 10 se advierte: “Del sitio al
pueblo de San Miguel hay cuatro leguas de serranía”. De nuevo, el error
sería de media legua y creo que puede ser soslayado, dado el carácter de
conjetura que plantean los testigos en la medición desde el sitio hasta el
pueblo de San Miguel; si no es el lugar que se marca en el mapa, debió
de ser en un sitio muy cercano.
Éste era el espacio más cercano al pueblo de San Luis, una dura
frontera minera en la cual pronto surgieron unidades productivas nove-
dosas; estancias de ganado menor y mayor, carboneras, plantaciones de
maíz y haciendas de benecio; a partir del establecimiento del pueblo, y
de las minas de San Pedro, el interés por desarrollar nuevos espacios va
dando, poco a poco, su cariz a la alcaldía mayor. El Mapa 1288 muestra
88 El Mapa 12 se elaboró con base en la toponimia almacenada en el Sistema de In-
formación Histórica. Básicamente son los lugares referenciados en la alcabala, los gastos de
chichimecas y la media anata de la Caja Real de San Luis Potosí durante el siglo . Debo
puntualizar los siguientes casos: 1) Monte de Merlín. En su Estudio, Francisco Peña identica
la Sierra de Merlín de la siguiente manera: “[sobre el valle de San Francisco]. A estos montes
sirven extensos planes, ora cultivados, ora montuosos, fertilizados por las vertientes del río de
Santa María o de Bagres, que nace aquí y que alimentan las aguas torrenciales de la escarpada
167
M 12
L M S L XVII
!H
3
!H
168
un acercamiento a este territorio. Es precisamente la imagen que sirve
como punto de partida para el análisis de la minería. Éste es el territorio
utilizado por mineros, comerciantes y administradores de la Real Ha-
cienda, quienes emergerán como protagonistas de la historia contada a
continuación.
En términos de población, la parte más desarrollada era la occi-
dental; en torno a los valles de San Luis y San Francisco se asentaron,
durante el siglo , la mayoría de los poblados y haciendas. Ésta es
también la zona en que la colonización hispano-india era más antigua,
y los asentamientos se encontraban relativamente más seguras, puesto
que, hacia el oriente, el avance español, además de topar con una sierra
verdaderamente difícil de colonizar, tropezó con una resistencia tenaz
por parte de los pobladores originarios.
El desarrollo de la zona estuvo marcado por la explotación de las
minas, siendo la más importante del territorio el Cerro de San Pedro,
lugar que decantó la colonización española del valle de San Luis a na-
les del siglo . Junto a las ricas vetas sampetrenses, a San Luis Potosí
auía mineral de Guadalcázar y Pinos, principalmente, para ser bene-
ciado en las haciendas de los mineros. Charcas, Ramos y Xichú, aunque
un tanto más lejanas, se vincularon a la estructura productiva potosina.
serranía. Al norte de esta cortina de granito, extiéndese un inmenso llano, limitado al oriente
por otra cordillera que dibujada sobre un fondo azulado se conoce con los nombres de Sierra
de Merlín y de la Rosa de Castilla. Esta planicie forma el valle de San Luis”. La Sierra de
Merlín son, pues, las estribaciones orientales de la Sierra Madre hacia el valle de San Luis en
su parte más escarpada: al sur de Armadillo, y hacia el estado de Guanajuato (Francisco Peña,
Estudio histórico sobre San Luis Potosí [San Luis Potosí, S.L.P.: Editorial El Estandarte, 1894],
79. 2) Parada de Alonso Fraga. En las fuentes aparece como el Paraje de la Parada de Alonso
Fraga en aquella jurisdicción. Debe ser la hacienda fundada por Ortiz de Fuenmayor en 1605,
en el camino de Zacatecas a San Luis Potosí, y que más tarde posteriormente compraron
los jesuitas. De acuerdo con la Caja Real de San Luis Potosí, en algún momento perteneció
al minero Alonso Fraga Gorbalán, activo en la primera mitad del siglo (fallecido hacia
1643) (, Contaduría, Cajas Reales del Reino del Perú, 1814, foja 264 frente y vuelta). 3)
Puerto Bielma. He localizado este lugar gracias a “Mapa 18. Río Verde en la Época Colonial”,
en Antonio Almazán Cadena, Geografía histórica de San Luis Potosí. Los cambios en la distri-
bución del espacio territorial 1521-1821 (Río Verde, S.L.P.: Grupo Cultural Raíces, 2007), 25.
Existía ahí un trapiche del capitán Rodrigo Marín, que enviaba chancacas a San Luis Potosí.
4) Las alcaldías mayores han sido tomadas de Gerhard, Frontera norte y Gerhard, Geografía.
169
Debe notarse que en este territorio pronto surgieron pueblos como
Santa María del Río, en donde se redujeron cantidad de guachichiles.
De esta manera, el pueblo de San Luis (que en la década de 1650 ad-
quirió el título de ciudad), así como las demás poblaciones, demanda-
ba víveres, los cuales eran proporcionados por las haciendas cercanas:
notablemente, Bledos, La Pila, Bocas y La Parada (el Monte Caldera
era una hacienda de minas). Por su parte, los lugares catalogados como
parajes proporcionaban carbón, entre otros recursos naturales, a las ha-
ciendas de benecio, las cuales lo demandaban en grandes cantidades
para alimentar los hornos en que se anaba el metal. Una vez acabados
los encinales, o la materia prima que proporcionaban, desaparecían del
mapa. Sin embargo, algunos de éstos se convirtieron en importantes
haciendas, como el Jaral de Berrio.89
Se puede observar que hacia el occidente de la Alcaldía Mayor, Río
Verde era la última población importante en la territorialidad potosi-
na: punto de partida de la colonización hacia la Huasteca y también
espacio de producción para el mercado potosino. Debe recordarse que
la frontera chichimeca, si bien había retrocedido debido a la guerra, se
encontró casi estática durante todo el siglo , y el Río Verde, junto
con la población de Cárdenas era de los últimos bastiones españoles en
la zona. Es por la cercanía de esta frontera que el título de teniente de
capitán general se vinculó al de alcalde mayor de San Luis.90
Es por todas las circunstancias ya relatadas que el territorio potosi-
no fue, a lo largo del periodo colonial, una frontera permanente: hacia
el oriente y norte de éste se acababa el mundo hispano y se extendían
agrestes parajes que fueron refugio de la resistencia india durante más
89 “Antonio de Ledezma administrador de la carbonera del jaral 200 pesos de oro común
en Reales por el alcabala de 3 332 pesos que vendió de la dicha carbonera en dicha ciudad de
San Luis Potosí, los 120 pesos de los 3 tercios del año de 67 y los 80 pesos restantes de los
2 tercios de n de abril y agosto de 68” (, Contaduría, Cajas Reales de la Nueva España,
923-A, 11, foja 484 vuelta).
90 “Durante la administración de Guadalcázar eran gobernadores de la frontera norteña
dos tenientes, cuyos periodos se vincularon estrechamente al del virrey. De la frontera occi-
dental don Gaspar de Alvear y Salazar, fue gobernador de Durango y capitán de la frontera
chichimeca del oeste. En San Luis Potosí el alcalde mayor y capitán de la frontera chichi-
meca del este fue don Pedro de Salazar, persona de mucho viso, que por haber desempeñado
sus cargos en forma tan acertada, debe gurar entre los mejores gobernadores de la colonia”
(Woodrow Borah, “Un gobierno provincial de frontera en San Luis Potosí [1612-1620]”.
Historia Mexicana 52 [1964]: 532).
170
de un siglo. Por el occidente había una frontera cambiante, la adminis-
trativa, que respondía a los acomodos políticos en los polos de poder
virreinales. La elite potosina obtenía innegables prebendas.91 Hacia el
interior, había una frontera cultural; el medio geográco debía ser sub-
yugado mediante su explotación. Sin estos hechos no se puede entender
la dinámica económica y social del San Luis virreinal.
Lo último que quiero poner de relieve en el presente capítulo es la
importancia de las concentraciones de población dentro del territorio
potosino. Debe notarse que el septentrión en general, y San Luis Potosí
en particular, es un espacio construido a partir de las poblaciones. El
medio rural aparece subyugado a las necesidades de las urbes mineras y
comerciales. La producción minerometalúrgica supone un trabajo muy
especializado, el cual además se desarrolla a lo largo de todo el año. Era
complejo que la población alternase la minería con las labores agrícolas.
De esta manera, el trabajo realizado en las minas y haciendas de bene-
cio se ubicaba dentro de la lógica de la urbe. El septentrión constituye,
por tanto, un mundo radicalmente diferente al centro de la Nueva
España, en donde las comunidades agraria s estructuran la territorialidad,
y su resistencia frente a la concentración de la tierra en latifundios
articula también la pugna social.
91 Notablemente, cierta laxitud en la contabilidad scal. Véase, por ejemplo, Sergio To-
natiuh Serrano Hernández, “‘Hay oro y no nos avisan a los amigos!...’. Contrabando y evasión
scal en el Cerro de San Pedro Potosí durante la primera mitad del siglo ”, Vetas. Revista
de El Colegio de San Luis 29 (2008): 32-62.
171
CAPÍTULO 2
LA FISCALIDAD POTOSINA
DURANTE EL SIGLO XVII
Se reconocieron todos los dichos daños…
y cuanto es lo que obra y ciega el incentivo de la plata,
pues para tener más mano sobre ella
se intenta aumentar por medios diabólicos.
L D M S L P
A F IV1
La apertura de las minas de San Pedro, en la serranía cercana a las
poblaciones tlaxcaltecas y guachichiles que se habían fundado, cambió
el panorama de la región. La creación de nuevas unidades productivas,
vinculadas a la minería en la región, transformaría la economía y la
sociedad. Los capitanes a guerra, convertidos en amantes empresarios
mineros, crearon haciendas de benecio y minas. Estos espacios, para
su cabal funcionamiento, demandaban copiosas cantidades de mano de
obra, así como diversos insumos productivos que no eran producidos
en la región. Como se ha visto en el capítulo anterior, San Luis Potosí
era en aquellos años un espacio en proceso de integración al mundo
occidental.
La demanda de trabajadores en las unidades productivas recién
creadas generó una verdadero rush minero hacia la región. De la noche
a la mañana, trabajadores de todas clases y estamentos aparecieron en
el valle de San Luis. Esta población, destinada a trabajar en las minas,
demandaba comida para su sostenimiento, además de algunas otras
mercancías. El pago de salario en amonedado y en especie dinamizó
1 Archivo General de Indias (en adelante, ), Gobierno, Audiencia de México, 373,
Foja 9 vuelta.
172
la creación de un mercado local. A lo largo de los años, las ganancias
de las minas se invirtieron en haciendas y también apareció el capital
mercantil. Esta concatenación de elementos muestra que la minería fue
la actividad económica central de San Luis Potosí durante el siglo .
En el capítulo tres se profundiza en la producción minera; sin em-
bargo, antes de presentar los índices de producción, he querido elabo-
rar un ensayo sobre la scalidad potosina, que es el tema del presente
capítulo. A partir de 1628 la Real Hacienda instaló una tesorería (Caja
Real) en San Luis con la nalidad de scalizar la importante cantidad
de mineral que ahí se producía. Esto ejemplica que el análisis de la
scalidad pone en relieve el peso de la minería. Además, el análisis
de la estructura scal de la época nos muestra cómo las instituciones
inciden en el desarrollo de la región. Otra ventaja del estudio scal es
que permite la aproximación –con todas las precauciones requeridas– a
la producción mineral de la época en cuestión, porque las cajas reales
llevaban cuentas de las partidas de minerales que se entregaban a los
ociales reales. Debe señalarse que, dentro de la historiografía, la mayoría
de los índices productivos han sido desprendidos de información scal.
Las instituciones de los Austrias y Borbones tenían un interés muy
grande por captar información acerca del nivel productivo de las mi-
nas. Sólo así podían saber cuánto valor era adeudado por concepto de
impuestos. Por ello, la investigación contemporánea ha utilizado inten-
sivamente los papeles dejados por las Cajas Reales; a partir de éstos se
pueden desprender series de tiempo con cierta facilidad. Los diezmos
de plata proporcionan información datada y constante para periodos
largos. Es cierto que, si contásemos con libros contables de las empre-
sas, tal vez supiésemos más cosas acerca de la producción mineral de la
época. Pero éstos, al estar en manos de particulares, han desaparecido
casi de manera total. La información scal es la mejor opción que queda
para inferir la producción mineral durante el virreinato, pero es preciso
utilizar esta información de manera cautelosa.
Ante todo, se debe conocer a fondo la institución que produjo los
legajos aquí utilizados, y ésa es precisamente la nalidad del capítu-
lo. Antes de plantear cualquier modelo, debe ser bien comprendida la
naturaleza de la información. Si no se conocen a fondo las virtudes y
deciencias de la misma, es difícil plantear un acercamiento matemáti-
co que ayude a comprender mejor el fenómeno estudiado; al analizar a
173
fondo la fuente, es posible una comprensión más alta del fenómeno que
se está midiendo.
Este capítulo constituye la crítica y delimitación de fuentes; lo he
dividido en tres secciones. En la primera, hago un análisis de la institu-
ción que produjo la información que será utilizada: la Real Hacienda.
Expongo algunos de los rasgos centrales del sistema scal novohispano,
con la nalidad de situar mi perspectiva en el importante debate acerca
de la abilidad de la información desprendida de funciones scales en
el antiguo régimen. Además, se hace una somera descripción acerca de
los impuestos que eran cobrados durante el periodo.
La segunda sección presenta las fuentes utilizadas por la investi-
gación. Una vez que he presentado la estructura scal novohispana,
describiré los diversos libros producidos por la misma. Este apartado
constituye la crítica de las fuentes. Se pone atención especial en los li-
bros mayores de Real Hacienda, puesto que son la principal fuente utili-
zada en la presente investigación. La nalidad del apartado es delimitar
la información que se puede desprender del análisis de los libros scales.
Por último, en la tercera sección realizo un ensayo acerca de la s-
calidad potosina. Las grácas aquí expuestas constituyen algunas de las
conclusiones que he obtenido a partir del trabajo sobre las fuentes. La
nalidad es exponer el peso especíco de cada categoría scal dentro de
la institución. El análisis de la scalidad local prepara el terreno para
la exposición de los índices productivos presentados en el capítulo tres.
L : R H
Los fundadores de la Real Hacienda fueron los Reyes Católicos, quie-
nes establecieron su funcionamiento con las pragmáticas de Medina
del Campo, hacia 1497. Con esta creación, se pretendía centralizar en
una sola institución el cobro de todos los impuestos pertenecientes a
los reyes de Castilla y Aragón, puesto que hasta aquél momento esta
función se encontraba repartida entre juntas, consulados y ayuntamien-
tos. El punto nodal en la reestructuración hacendaria fue la creación
de tesorerías locales: se les llamó Cajas Reales. La función primaria de
éstas era cobrar los impuestos que pertenecían al rey, en un distrito de-
terminado. Junto con las tesorerías, se crearon nuevos ocios que tenían
la expresa función de recaudar los impuestos. Los receptores de estos
174
ocios, primeros burócratas modernos, eran conocidos como ociales
reales. Una gran novedad fue que los salarios de éstos eran expedidos
directamente de las arcas reales.2
Al establecerse la monarquía hispánica en el continente americano,
la estructura de la Real Hacienda fue rápidamente trasladada hacia el
Caribe. Como han señalado Klein y TePaske, quienes han investigado
muy bien el funcionamiento de la hacienda española durante el periodo
virreinal,
[...] para 1501, diez años después del primer viaje de Cristóbal Colón, los
Reyes Católicos ordenaron el establecimiento de un sistema formal para
recabar los impuestos y el tributo en La Española y para asegurar la justa
parte que les correspondía de la riqueza producida en la isla.3
Junto con el conquistador y el evangelizador llegó también el ocial
real. Éste, en poco tiempo, se encargó de establecer la estructura que
permitió la captación de todas los impuestos debidos al rey por parte de
sus súbditos.
En la Nueva España el desarrollo de la Real Hacienda también fue
meteórico; en 1521 había ya una caja real en la recién conquistada Te-
nochtitlán. Muy poco tiempo después fueron creadas las cajas de Vera-
cruz, Mérida, Guadalajara. Apenas a mediados del siglo una nueva
caja fue establecida en el opulento real de Zacatecas. Hacia nales de
aquel siglo, una ocina fue establecida en Acapulco. Con la incorpora-
ción al virreinato de los vastos territorios norteños, se crearon también
2 “En el siglo estos ociales reales, como eran llamados, compartían responsabilida-
des en el distrito de su caja. El contador llevaba los libros, registraba todos los cobros y gastos
en libros de cuentas, certicaba todas las transacciones y guardaba una de las tres llaves de los
arcones o cofres que contenían los fondos. El tesorero se encargaba personalmente de recolec-
tar los diversos impuestos de los individuos o instituciones responsables de la recaudación, en-
tregaba estos fondos a los recibidores prescritos y guardaba el tesoro en los arcones... El factor
fungía como agente scal de la caja, negociaba con otros factores de otras cajas en las Indias
y con ociales en España; además, protegía las armas, municiones y pertrechos contenidos en
los depósitos reales del distrito de la caja. Un cuarto ocial, el veedor, supervisaba el peso y la
fundición del oro y de la plata, y vigilaba todas las actividades relacionadas con la minería y
la amonedación. A nales del siglo , sin embargo, las funciones del factor y del veedor se
combinaron en una y más adelante fueron eliminadas, dejando al contador y al tesorero como
principales ociales de la caja real” (Herbert S. Klein y John J. TePaske, Los ingresos y egresos
de la Real Hacienda de la Nueva España [México: Secretaríade Hacienda y Crédito Público /
Instituto Nacional de Antropologíae Historia, 1986], 4).
3 Idem.
175
4 El gasto situado era una herramienta scal que permitía el nanciamiento de la estruc-
tura burocrática y militar del imperio en zonas que no tenían los sucientes recursos para
hacerlo. En el caso de la Nueva España, durante el siglo , el situado se utilizó en su mayor
parte en la defensa del Caribe, aunque no hay que olvidar la importante cantidad de dinero
que se utilizó en la conquista de las Filipinas y los estipendios hechos en el norte novohispano.
Véanse los diversos estudios publicados en Carlos Marichal Salinas y Johanna von Grafens-
tein (coords.), El secreto del imperio español: los situados coloniales en el siglo xvii i (México: El
Colegio de México / Instituto de Investigaciones Históricas Dr. José María Luis Mora, 2012).
5 “Felipe III en Burgos a 24 de agosto de 1605. Ordenanza I de contaduría. Estatuimos,
y mandamos, que para la buena administración, cuenta y cobro de nuestra Real hazienda
haya en los Reynos, y Provincias de las Indias tres tribunales de Contadores, que tomen las
cuentas de las rentas, derechos, que a Nos pertenecen aquellos Reynos, y Señoríos a todas y
qualesquier personas en cuyo poder hubiere entrado, y entrare hazienda nuestra, los quales
estén, y residan, uno en la ciudad de los Reyes en la provincia del Perú: otro en la de Santa Fé,
del Nuevo Reyno de la Granada: y otro en la de México, de la Nueva España” (Real Consejo
de las Indias, Recopilación de las leyes de las Indias, ed. Antonio León Pinelo y Juan Solórzano
Pereira [Madrid: Julian de Paredes, 1681], vol. VIII, título I, ley I).
nuevas tesorerías en Guadiana y, posteriormente, en San Luis Potosí.
Hacia nales del siglo , en la Nueva España, existían veintitrés
Cajas Reales.
El Diagrama 1 muestra la organización de la Real Hacienda en
las Indias Occidentales hacia 1650. En la cúspide del organigrama se
encontraba el rey Felipe IV, quien gobernaba mediante su valido. Para
la época las responsabilidades del gobierno recaían en Luis Méndez de
Haro. A partir de aquí, el gobierno estaba organizado en consejos, den-
tro de los cuales participaban guras notables de la corte madrileña y
gran número de secretarios. El consejo que se encargaba del gobierno de
la Nueva España, y de todas las posesiones en América y las Filipinas,
era el de Indias. Dentro de éste, la parte scal era controlada desde la
Junta de Hacienda de Indias.
Es preciso hacer notar que, desde el principio de la conquista españo-
la, la Caja Real de México funcionó como órgano central de la scalidad
novohispana: la mayoría de los ingresos obtenidos por el Real Fisco en las
diversas cajas se concentraba en la ciudad de México. A partir de allí, el
dinero, la plata y el oro eran enviados a Veracruz, desde donde los valores
se trasladaban a los situados en el Caribe,4 o bien partían rumbo a Sevilla
mediante la ota que cada año surcaba el Atlántico. Esta centralización
se reforzó de manera superlativa cuando, en 1605, el Consejo de Indias
creó un órgano de scalización intermedio entre éste y las diversas cajas
reales, llamado Tribunal de Cuentas de la Nueva España.5
176
D 1. R H N E c a. 1650
Consejo de
Estado
El Rey
El Valido
Consejo de Indias
Consejo
de Guerra Consejo
de Hacienda
Tribunal de Cuentas
de la
Ciudad de México
Caja Real de la
Ciudad de México
Casa de Moneda de la
Ciudad de México
Cajas Reales
Provinciales
Real Audiencia de la
Ciudad de México
El Virrey
Junta de Hacienda
de Indias
Casa de Contratación
de las Indias
Junta de Hacienda
de Caslla
Cajas Reales
Provinciales
Junta de Hacienda
de
Nueva España
177
El Tribunal dependía directamente de la Contaduría y la Junta de
Hacienda en el Consejo de Indias. Se encargaba de controlar los diver-
sos distritos scales de la Nueva España, tanto mediante el envío de
visitadores a las Cajas, como a través del ajuste de las cuentas en cada
tesorería. Su principal función era establecer responsabilidades, en el
caso de que existiesen faltantes en alguna de las tesorerías establecidas
a lo largo de la Nueva España. Además, el Tribunal de Cuentas remitía
la papelería con los balances de toda la scalidad al Consejo de Indias,
que se encargaba de revisar y guardar las cuentas.
El lector encontrará diferencias entre el organigrama aquí pre-
sentado, y el que se puede encontrar en el importante trabajo de Luis
Jáuregui sobre la Real Hacienda.6 Creo que Jáuregui, en este punto,
apreció la estructura de la Real Hacienda en el siglo inspirado por
las críticas lanzadas a la administración de los Austrias desde la palestra
Borbona, por lo cual no observó a detalle el papel desempeñado por el
Tribunal de Cuentas.7 El punto central de esta visión es la anarquía s-
cal: para los reformadores españoles de mediados del Siglo de las Luces,
el periodo de administración anterior signicó una verdadera debacle
de la Real Hacienda. La culpabilidad de esta situación recaía en todos
los niveles de la administración en las Indias; desde el virrey, pasando
por alcaldes mayores y corregidores, hasta los alguaciles y escribanos.
De esta manera, el arrendamiento de las rentas, la displicencia en
el gasto y la venta de puestos, son los principales culpables de un des-
empeño bastante mediocre por parte de la institución encargada de re-
cabar los impuestos en Nueva España. Además, algunas preeminencias
sobre el cobro de impuestos no eran claras, situación que desencadenó
conictos entre los ociales reales, alcaldes mayores, corregidores y
gobernadores. La recaudación de tributos y alcabalas fue, en particular,
fuente de constantes pugnas a lo largo del siglo .8
6 Luis Antonio Jáuregui Frías, La Real Hacienda de Nueva España. Su administración en
la época de los intendentes. 1786-1821 (México: Universidad Nacional Autónoma de México-
Facultad de Economía, 1999), 36.
7 En el diagrama de Jáuregui, el Tribunal de Cuentas aparece prácticamente desvincu-
lado de la línea principal, establecida por el virrey. En este organigrama parece que las cajas
reales dependen en exclusiva del virrey.
8 Para más información sobre el despacho de las cajas reales, véase la introducción de
Fabián Fonseca y Carlos Urrutia, Historia general de Real Hacienda, vol. I (México: Vicente
G. Torres, 1845), I -XXXVIII.
178
A nal de cuentas, la venalidad de los administradores convirtió las
rentas de la Real Hacienda en botín de las elites locales. De acuerdo con
un testigo de la época, el contador Francisco de Castro y Mampaso,
esto acontecía “porque algunos ministros de Vuestra Majestad tienen
por mejor en esta tierra el dejar perder su Real Jurisdicción, que la gracia
de sus amigos”.9 Este señalamiento debe poner en guardia a una investi-
gación que plantea el análisis de las series de tiempo construidas a partir
de información scal: si la venalidad de los ociales reales era grande,
entonces los datos estarán viciados de origen.
No niego, de ninguna manera, que la situación nanciera del im-
perio fuese bastante precaria a lo largo del siglo , lo cual llevó a
la relajación de casi todos los controles scales. Empero, creo que la
Real Hacienda de esta centuria tiene ciertas particularidades que no
han sido bien analizadas por la historiografía contemporánea, siempre
observando el supuesto siglo de la depresión a través del tamiz legado
por la Ilustración. Es hora de retornar al archivo, permitiendo que las
fuentes de primera mano nos ayuden a formar una idea más completa
del siglo en cuestión.
Un ejemplo de lo anterior: al trazar el vínculo central de la colonia
a través del virrey se pasa por alto el Tribunal de Cuentas de la ciudad
de México. Esta institución tenía cierta autonomía respecto del virrey
y la Audiencia, puesto que dependía directamente del Contaduría del
Consejo de Indias, y ésta a su vez formaba parte del Consejo de Indias.
En mi opinión, éste es el contacto que permite comprender la relación
de la hacienda novohispana con la metrópoli en el siglo ; no por
nada casi todos los libros mayores de la Real Hacienda de América se
guardan todavía el día de hoy en el fondo Contaduría del Archivo Ge-
neral de Indias.
Es preciso continuar investigando sobre las características particu-
lares de la Real Hacienda americana durante el siglo . Una investi-
gación sobre este tópico deberá entender la manera en que se vinculaban
las particularidades de cada espacio americano con la política scal
aplicada a partir del Consejo de Indias en Madrid. Para este análisis
será necesario hacer dialogar dos tradiciones historiográcas que han
9 , Gobierno, Audiencia de México, 373, foja 1 frente.
179
tenido caminos paralelos; la historia económica latinoamericana y la
peninsular.10
Una forma de comenzar el análisis es comprendiendo la dinámica
de la Real Hacienda americana. Como señala Carlos Marichal:
[…] en el caso de la monarquía universal del antiguo régimen español se
debe prestar más atención al funcionamiento de su sistema en tres niveles
de la administración de las nanzas imperiales: 1) de entrada, el princi-
pio básico y secular (aplicado desde el siglo ) era que la mayor parte
posible de gastos debería cubrirse in situ con ingresos tributarios locales,
recolectados a escala regional y acumulados en una caja real local; 2) sin
embargo, cuando una tesorería local producía un superávit scal, este
normalmente se transfería a otras cajas regionales (tesorerías regionales)
o a la caja matriz en México; 3) pero estos envíos no estaban necesaria-
mente limitados al virreinato, también se embarcaban fondos al exterior,
a diferentes puntos del imperio, incluyendo a la propia metrópoli.11
Existen, pues, tres niveles de articulación de la Real Hacienda: el local,
el virreinal y el imperial. Para comprender el desempeño de la institu-
ción es necesario tener muy en cuenta la manera en que funcionaban las
transferencias de los recursos; eran los contactos entre estos tres niveles
los que determinaban el desempeño scal.
En la presente investigación presento algunos datos que permiten
ver la articulación de la Caja Real de San Luis Potosí en los tres niveles
ya señalados. La scalidad potosina del siglo , pese a su simplicidad, ya
muestra ciertos signos del desarrollo que tendrá a lo largo del siglo .
10 Creo que la historia económica peninsular sobre la época moderna no ha sido muy to-
mada en cuenta por la historia económica latinoamericana, y viceversa. Estas dos tradiciones
han caminado de manera paralela buscando la problemática propia de sus espacios de inves-
tigación; para las realidades peninsulares se toman poco en cuenta las posesiones americanas;
los latinoamericanos no hemos incorporado en el análisis los temas y perspectivas aportados
por los peninsulares. Este problema ya lo había señalado Elliott en el prefacio a la reedición de
su Imperial Spain: “Even now, nearly forty years after the publication of my book, we lack a
history of Early Modern Spain which eectively integrates the history of the two sides of the
Spanish Atlantic into a single narrative. is remains a challenge for the next generation of
historians” (John H. Elliott, Imperial Spain, 1469-1716 [Nueva York, N.Y.: Penguin Books.
Kindle Edition, 2002], 107).
11 Carlos Marichal Salinas, “El sistema scal del México colonial, 1750-1810”, en Penu-
ria sin n. Historia de los impuestos en México siglos x viii-x x, coord. Luis Aboites Aguilar y Luis
Jáuregui Frías (México: Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, 2005), 38-39.
180
Pero, antes de entrar a fondo con la información, es necesario conocer el
lugar en que se llevaban a cabo las operaciones scales.
Las Cajas Reales
Las Cajas Reales, de acuerdo con las ordenanzas, debían tener un lugar
apropiado para su funcionamiento, ya fuese dentro de las Casas Reales
o en un edicio aparte. Funcionaban martes y jueves, por la mañana y
por la tarde. Dentro de la caja se ubicaba una sala en donde despacha-
ban los ociales reales, la cual se llamaba “sala de la contaduría”. Debía
existir, además, un cuarto que contuviese la caja de las tres llaves, donde
se guardaba el dinero. También existía una sala especial donde se fun-
dían la plata y el oro que eran llevados a ensayar y quintar. Además, en
algunas tesorerías, se tenía un espacio reservado para el azogue.12
Aunque se encontraba estipulado que cada caja real debía contar
con cuando menos cuatro jueces ociales reales: tesorero, contador, fac-
tor y veedor, esto no siempre fue seguido en las cajas de la Nueva Espa-
ña; los títulos de factor y veedor tendieron a desparecer a partir de 1563
y sus actividades se le adjudicaron al tesorero. La Caja Real de San Luis
Potosí tuvo a lo largo del siglo sólo dos ocios: tesorero y conta-
dor.13 De acuerdo con las actividades comerciales y productivas del dis-
trito en que se encontraba asentada la Caja Real, podían ser requeridos
otros ociales menores: escribanos de minas y registros, ensayadores y
balanzarios, porteros de real hacienda, alguaciles ejecutores, etcétera.
Los ociales reales debían tener la caja en operación corriente, no
faltando a su ocio los días ya señalados. Debían residir, de manera for-
zosa, en el lugar en que usaban su ocio. Aunque, mediante el permiso
debido, podían designar tenientes que ostentasen su cargo mientras se
encontraban alejados de la población. Esta práctica generó que, en al-
gunos casos, el cargo de ocial real fuese subastado y luego puesto en
arrendamiento por el titular.
12 De acuerdo con la información proporcionada por el ramo Fábrica de Caja Real. Por
ejemplo, “de un aposento que hizo para los azogues que tubo 26 tapias a 14 Reales tapia” (,
Contaduría, Cajas Reales de la Nueva España, 922, foja 21 vuelta a 22 frente).
13 Y debe notarse, además, que la famosa caja de las tres llaves, en la mayoría de las conta-
durías provinciales, donde no había más que dos ociales mayores, sólo poseía dos cerraduras.
181
La importancia de las cajas reales radicaba en su capacidad de articular
espacios económicos: los ujos de dinero y de metales preciosos se veían
modicados con el establecimiento de las distintas tesorerías a lo largo del
territorio novohispano.14 En primer lugar, porque la fundación o desa-
parición de una caja real inuía de forma directa sobre la manera en
que operaban los mineros y comerciantes novohispanos. Al existir una
tesorería cercana, los individuos debían acudir a realizar ciertos pagos,
situación que afectaba la disponibilidad de minerales en bruto, mercan-
cías y dinero. En segundo término, porque las poblaciones que alber-
gaban una tesorería veían un constante ujo de comerciantes, quienes
acudían con el n de pagar la alcabala, y de mineros que acudían para
realizar el pago del diezmo. Así, estos espacios eran muy adecuados
para que los actores económicos establecieran contactos entre sí.
En tercer lugar, se debe señalar que la caja realizaba gastos de mane-
ra cotidiana: el pago de salarios a los ociales reales; ciertos estipendios
en papelería; el pago a albañiles y carpinteros, quienes trabajaban en el
mantenimiento del edicio, etc. Los gastos de la caja se pagaban en mo-
neda, lo cual servía para estimular el mercado local. Finalmente, la caja
realizaba gastos para el mantenimiento del dominio español en su zona
de inuencia. Este tipo de estipendio permitía establecer relaciones con la
territorialidad cercana, puesto que la Real Hacienda permitía el ejercicio
de ciertas partidas vinculadas a la defensa de las fronteras en las cajas rea-
les provinciales, así como al sostenimiento de la Iglesia en los territorios
de nueva catequesis.
Los impuestos
Ya he descrito el lugar en que se llevaba a cabo la captación de im-
puestos. Ahora es necesario conocer, en términos generales, el tipo de
aportaciones scales que eran hechas por los particulares que acudían a
las cajas. No pretendo aquí hacer un ensayo sobre la historia scal del
periodo virreinal; hay muy buenos tratados sobre el asunto, los cuales
14 Esta postura es una de las defendidas por el institucionalismo económico. Véase, por
ejemplo, la denición de real hacienda en Jáuregui, Real Hacienda, 17.
182
pueden ser consultados fácilmente.15 Tan sólo señalaré las principales
características de los ramos scales que existían en la Nueva España, y
algunas particularidades de la forma en que se captaban.
Los impuestos cobrados por la monarquía en las Indias Occidentales
tienen su origen en la scalidad castellana. En ésta inuyeron, sin duda
alguna, la tributación hispano-musulmana de al-Ándalus y la scalidad
bajo-medieval de los reinos cristianos al norte de la península ibérica.
La mayoría de los ramos fueron trasladados y adaptados, primero, a
las islas del Caribe, y posteriormente a las realidades económicas de la
Nueva España. Empero, no debe olvidarse que, junto con esta adapta-
ción, surgió también una forma novedosa de entender la tributación.
Según Fonseca y Urrutia, los impuestos virreinales se encontraban
divididos en la masa común, exentos, especiales, y ajenos.16 Los impues-
tos de la masa común cubrían los gastos de las posesiones americanas de
la monarquía; los exentos debían ser enviados directamente a Castilla;
los impuestos especiales tenían que ver con el patronato real sobre la
Iglesia; los ajenos eran gastados en el lugar de origen de la caja que los
recaudaba. En total, los ramos identicados por estos autores son 82,
donde se contienen todas las operaciones de entrada de dinero en las
cajas reales de la Nueva España a nales del siglo .
Es muy común encontrar esta clasicación de los impuestos en los
manuales sobre la economía virreinal. Ésta se reere, sobre todo, a la
manera en que se gastaban los fondos recabados mediante los impues-
tos. Creo que la división, así planteada, es poco útil para los investigado-
res contemporáneos. Me gustaría utilizar una clasicación en rubros un
tanto diferente, y que responde más al interés por conocer los espacios
de la vida económica grabada por los impuestos en la época de análisis.17
15 Véase Luis Aboites Aguilar y Luis Jáuregui Frías (coords.), Penuria sin n: Historia de
los impuestos en México siglos xvi i-xx (México: Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis
Mora, 2005); y Luis Antonio Jáuregui Frías y José Antonio Serrano Ortega (coords.), Las -
nanzas públicas en los siglos xv iii-xix (México: Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis
Mora / El Colegio de Michoacán / El Colegio de México / Universidad Nacional Autónoma
de México, 1998). Para una muy buena revisión de las tendencias generales de la scalidad
americana: Herbert S. Klein, Las nanzas americanas del imperio español. 1680-1809 (México:
Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, 1999).
16 Fonseca y Urrutia, Historia, III.
17 La clasicación se tomó de Marichal, “El sistema scal”, 41-42. Los valores aquí
reportados son cálculos propios basados en Herbert S. Klein y John J. TePaske, e Royal
183
Impuestos a la actividad minera
La minería de metales preciosos fue la principal fuente de ingresos para
la Corona a lo largo del siglo ; los diversos impuestos sobre la pro-
ducción minera alcanzaron cerca de 30% del ingreso neto en las teso-
rerías americanas, unos 187 millones de pesos. Existían tres ramos que
gravaban directamente la producción de minerales: el quinto de plata,
el diezmo de plata y el quinto de oro. El rey de Castilla, como soberano
de las riquezas contenidas en el subsuelo, cedía mediante una regalía el
derecho de explotación de las vetas minerales a los particulares. Éstos,
en compensación, pagaban un veinte por ciento (la quinta parte) de la
producción total al rey. Como bien ha señalado Joaquín Pérez Melero:
[...] la prospección, explotación y benecio de las minas (que también
eran una regalía) y el tratamiento de los minerales corrían por cuenta de
particulares, eso sí, impulsados y asistidos por una política desarrollista.
Los riesgos corrían de parte de los vasallos; los benecios, de la Corona.18
Sobre este particular, se debe apuntar que los mineros novohispanos
gozaron, desde mediados del siglo , una exención scal: en vez de
pagar el 20% del total de la producción a las cajas reales, pagaban sólo
el 10%. Sin embargo, esta exención sólo aplicaba a los mineros, es decir,
personas que tenían una mina registrada, además de que se supone po-
seían una hacienda de benecio de metales donde la mena se procesaba.
Por lo regular, la plata que pagaba el quinto era sólo la que compraban
los comerciantes locales a los operarios de minas. Este mineral era co-
nocido como plata del rescate. Además, el único mineral en que se tenía
semejante exención era la plata. Aquellos mineros que presentaban oro
a las cajas reales debían pagar un 20% por su sello. Por último, las cajas
reales cobraban un impuesto del 1.5% sobre el total del metal, que en
Treasuries of the Spanish Empire in America (Durham, N.C.: Duke University Press, 1982), así
como Klein y TePaske, Ingresos y egresos. Para los porcentajes de los rubros, he descontado las
transferencias entre cajas y las operaciones administrativas.
18 Joaquín Pérez Melero, Minerometalurgia de la plata en México (1767-1849). Cambio
tecnológico y organización productiva (Valladolid: Universidad de Valladolid-Secretariado de
Publicaciones e Intercambio Editorial, 2006), 13.
184
teoría servía para sufragar los gastos causados por la operación de la
institución y el ensaye.19
Existían otros impuestos que gravaban la producción mineral. Entre
éstos destaca el estanco del azogue, que imponía un impuesto indirecto
sobre los minerales, además de servir como una herramienta de control
scal sobre la misma producción mineral. Además, la amonedación de
la plata y el oro se encontraban comprendidos dentro de un impuesto
llamado señoreaje. Otro impuesto de importancia era el quinto de plata
labrada, que imponía cargos a los particulares que transformaban su
plata en vajillas y alhajas.
Si existía una caja real en el distrito minero, se debía acudir a ella
con la nalidad de pagar ese veinte por ciento del total, que corres-
pondía al rey. Si no había una tesorería cercana, era el alcalde mayor,
o bien el corregidor, quien se encargaba de organizar la captación del
impuesto, asegurándose de la remisión del mineral a la caja real más
cercana, o bien a la matriz. En las cajas reales se llevaba una minuciosa
contabilidad de las cantidades que eran aportadas por los mineros para
su ensaye y quintación.20 Los ociales reales llevaban cuentas precisas
de las partidas de mineral, aportados por los mineros y otras personas.
Después de ensayar el mineral y establecer correctamente su ley,21 se
procedía a separar la cantidad que correspondía al rey. Más adelante,
se grababan las barras con el sello de la caja. Este acto representaba la
culminación de los trámites. La estampa certicaba que la plata o el oro
habían sido quintados y podían ahora circular libremente en el mercado
19 El marqués de Montesclaros, quien fue virrey en México y Perú, señalaba sobre este
1.5% que se agregaba al quinto: “Uno y medio de Cobos. Con el quinto se cobra el uno y medio
por ciento que llaman de Cobos porque su principio fue la merced que el Emperador Nues-
tro Señor hizo a Don Diego de los Cobos, Marqués de Camarasa, de los ocios de ensayador
y fundidor mayor del oro y plata de todas las indias con los dichos derechos que desde el año
de [15]52 se cobran por cuenta de su Majestad” (Biblioteca Nacional de España [en adelante,
], Manuscritos, 19521, foja 24 vuelta).
20 El ensaye era un procedimiento técnico que permitía establecer, con alguna certeza, la
calidad del mineral. Gracias al ensaye, se podía conocer el valor total de las barras de plata y oro.
21 La ley de un mineral se reere a la cantidad de mineral puro contenido. En el caso de
la plata, la ley era medida en maravedíes o bien en dineros. En el caso del oro, la ley se es-
tablecía en quilates. Para más información, véase María Teresa Muñoz Serrulla, La moneda
castellana en los reinos de Indias durante la Edad Moderna (Madrid: Universidad Nacional
de Educación a Distancia, 2015).
185
tanto para amonedarse como para ser labrados y convertidos en vajillas,
candeleros, etcétera.
No es necesario ser muy avisado en matemáticas para sacar la con-
clusión de que las partidas reportadas por las cajas reales representan
un porcentaje del total de la producción de minerales preciosos, y que
haciendo una sencilla regla de tres se puede tener la cifra original. Ésta
es la simple operación que los historiadores económicos han realizado
desde hace muchos años con la nalidad de elaborar series productivas.
Impuestos al comercio
Los impuestos al comercio fueron una importante fuente de recursos
para las todas las tesorerías americanas. Todos los ramos que se pueden
agrupar en esta categoría importaron alrededor del 12% de los ingresos
netos de las mismas. Este rubro de impuestos creció en importancia
a lo largo del dentro de las cajas reales americanas, tanto por el
crecimiento del comercio local, como porque se incrementaron los im-
puestos sobre este sector de la economía con la nalidad de nanciar los
gastos del mantenimiento del imperio en América y continuar enviando
remesas de plata a la Península.
El principal impuesto cobrado sobre las transacciones mercanti-
les era llamado alcabala. Era un impuesto sobre la circulación de las
mercancías (indirecto); debía ser pagado al momento de introducir los
efectos en la jurisdicción alcabalatoria. No todas las transacciones co-
merciales eran gravadas por alcabala: aquéllas realizadas por los indios y
las personas eclesiásticas eran exentas del impuesto. La alcabala ha sido
utilizada extensivamente en términos de la historia económica como un
indicador de la actividad mercantil.22 Empero, antes de las ordenanzas
de Revillagigedo (1754), este impuesto se registraba de manera diferente
por cada una de las tesorerías; la información que puede proporcionar
varía mucho en cada libro. Además, fue muy común que, a lo largo del
siglo , existiese algún tipo de contratación scal (encabezamiento o
22 Véase, por ejemplo, Juan Carlos Grosso y Juan Carlos Garavaglia, La región de Puebla
y la economía novohispana. Las alcabalas de Nueva España. 1776-1821 (México: Instituto de
Investigaciones Dr. José María Luis Mora / Benemérita Universidad Autónoma de Puebla,
1996).
186
bien arrendamiento) sobre este ramo de hacienda. Por ejemplo, para la
ciudad de México, las alcabalas fueron cobradas durante largo tiempo
por el Consulado de Comercio de aquella ciudad. Al estar la recauda-
ción en manos de un gremio, la mayoría de los papeles se han perdido.
Pese a todo lo anterior, la alcabala es un buen instrumento para acercar-
se a las realidades mercantiles del virreinato.
Otro importante impuesto cobrado sobre la circulación mercantil
era el almojarifazgo. Éste gravaba las mercancías que transitaban por vía
marítima y se cobraba tanto en Sevilla como en los puertos americanos.
También se incluyen en este rubro las diversas sisas sobre el vino y la
carne, los comisos, el quinto de vacas cobrado en Buenos Aires.
Contribuciones personales
Las contribuciones personales fueron la base scal de las cajas reales
durante buena parte del siglo . Sin embargo, desde nales del siglo
y durante buena parte del siglo el descenso poblacional sufrido
en todo el continente americano afectó directamente la cantidad de
ingresos percibidos por este concepto. Sin embargo, los ingresos por
contribuciones personales se recuperaron a partir de 1640 y continua-
ron creciendo a partir de esa fecha. El total de los ingresos por contri-
buciones personales se puede situar en unos 30 millones de pesos a lo
largo del siglo , y constituiría un 5% del total de los ingresos que se
obtuvieron durante aquella centuria dentro de las tesorerías del Nuevo
Mundo.
El principal ramo que se puede ubicar dentro de esta categoría s-
cal es el tributo. Éste era cobrado, sobre todo, a la población indígena,
y debía ser pagado por cada jefe de familia. Pagaban este impuesto la
mayoría de los campesinos indígenas, además de algunos peones de
hacienda. También pagan tributo los negros y mulatos libertos. El re-
punte poblacional del siglo catapultó los ingresos por este ramo.23
Sin embargo, su administración era una de las más costosas para la
Real Hacienda. Los tributos han sido utilizados por los historiadores
23 Marichal, “El sistema scal”, 43-45.
187
con la nalidad de medir el crecimiento (o decrecimiento) poblacio-
nal. Además, puede servir para entender patrones de desarrollo de las
clases sociales en el virreinato, por lo que es una fuente central para la
historia social.
Estancos
Los monopolios constituyeron una importante fuente de recursos para
la Real Hacienda; durante el siglo fueron la segunda fuente de
ingresos en América, con un 15% del total, sólo por detrás de los im-
puestos a la minería. Se debe decir también que el comportamiento de
este rubro tiene un marcado carácter cíclico, el cual es bastante extraño
para una serie de este tipo.
Entre los bienes estancados se encontraban el papel sellado, la pól-
vora, la sal, la nieve y, notablemente, el tabaco. A partir del estableci-
miento del monopolio del tabaco en 1767, este impuesto se convirtió en
la joya de la Corona, llegando a recaudar más recursos por él solo que
todos los impuestos sobre la minería. El estanco del tabaco suponía una
organización que tejía su red desde los campos productivos de Cuba
hasta el norte novohispano.24
También eran considerados monopolio de la Corona el juego de
gallos, la lotería y los naipes. Hacia 1668 se creó un impuesto para
gravar la producción del pulque. Este ramo scal no dejó de crecer a lo
largo del periodo virreinal.25 Estos impuestos sobre los “vicios” pueden
ayudar a ver la dinámica social de una sociedad que gustaba del juego
y la esta. Por ejemplo, en el San Luis Potosí del siglo los gastos
del estanco de naipes nos pueden mostrar ciertos aspectos interesantes
acerca de la manera en que los individuos gastaban su dinero.
24 Véase Clara Elena Suárez Argüello, “De mercado libre a monopolio estatal: la produc-
ción tabacalera en Nueva España, 1760-1800”, en Caminos y mercados de México, coord. Janet
Long Towell y Amalia Attolini Lecón (México: Universidad Nacional Autónoma de México /
Instituto Nacional de Antropología e Historia, 2009), 411-431.
25 José Jesús Hernández Palomo, La renta del pulque en Nueva España. 1663-1810 (Sevi-
lla: Escuela de Estudios Hispano-Americanos, 1979).
188
Transferencias scales de la Iglesia
La Real Hacienda se encargaba, en ciertos casos, de captar impuestos
que eran parte de la scalidad eclesiástica. Este rubro signicó el 6%
del total de los ingresos de la Real Hacienda durante el siglo . El
ingreso de estos valores en las cajas reales fue importante dentro de la
scalidad real y es uno de los pocos rubros que se mantuvo en niveles
altos durante todo el siglo , llegando incluso a crecer.
El impuesto de mayor importancia en este rubro eran las Bulas de
Santa Cruzada. Aunque técnicamente constituía un instrumento scal
para nanciar la guerra contra los enemigos de la Iglesia católica, su
tributación tomó importancia porque ofrecía ciertas indulgencias en el
rito católico. Las más notable de ellas, el poder comer carne los días de
ayuno prescritos. Como se puede ver, la scalidad y la idiosincrasia de
los pueblos corren de la mano. Se pueden mencionar otros ramos que
eran parte de este rubro y tenían un valor monetario importante, como
novenos reales, las mesadas eclesiásticas, limosnas, espolios y vacantes.
Aunque no era administrado por la Real Hacienda, un buen ejem-
plo de este tipo de contribuciones es el diezmo eclesiástico, que se co-
braba sobre la producción agrícola de las haciendas y ranchos. Este
impuesto es un buen indicador del nivel productivo del agro, y ha sido
utilizado para medir la roturación de la tierra, así como la productivi-
dad agrícola.26
Contribuciones de la administración
Las contribuciones de la administración constituyen un rubro de la s-
calidad que destacó durante el siglo , llegando a representar el 6%
de los ingresos de la Real Hacienda. Las necesidades de nanciación por
parte de la Corona impulsaron la creación de nuevas categorías impo-
sitivas que gravaban a la propia administración. El comportamiento de
estos ingresos fue ascendente, y despuntó en la década de 1630 por la
creación de un paquete impositivo en la época de Felipe IV, que incluyó
26 Véase Cecilia Andrea Rabell, Los diezmos de San Luis de la Paz. Economía en una región
del Bajío en el siglo xv iii (México: Universidad Nacional Autónoma de México, 1986).
189
la creación de nuevos impuestos, así como el crecimiento de la tasa en
muchos otros.
Uno de los impuestos más importantes que se introdujeron por esta
época es la media annáta. Constituía un permiso pagado al rey por la
utilización del mandato real. Los nombramientos honorícos pagaban
también este impuesto. Fue instaurado tras el ascenso de Felipe IV al
trono, y se comenzó a cobrar rápidamente a los que ostentaban puestos
en América. Lo interesante de este ramo es que los funcionarios por lo
regular vaciaron información de los personajes que pagaron. Los estudios
acerca de elites provinciales, tan en boga en los últimos años, se pueden
beneciar sobremanera del análisis de estos registros. Por ejemplo,
para el caso potosino, la media annáta se cobraba a los regidores, alcal-
des ordinarios y síndicos del ayuntamiento; por medio de este impuesto
es posible ver la composición del cabildo año con año. Empero, éstos
son de los ramos menos estudiados por los investigadores porque repre-
sentan un valor monetario relativamente bajo dentro de las cajas reales.
También dentro de este rubro se pueden contar los alcances de
cuentas. Este ramo era donde se contaban los cobros realizados a los
ociales reales cuyas cuentas presentasen irregularidades. Los alcances
de cuentas nos pueden dar una idea de la extensión de la scalización
sobre las cajas reales, o bien de la venalidad de los administradores.
Ingresos extraordinarios
Aquí entran todos los ramos cobrados de manera especial por las te-
sorerías, tales como donativos y remates de bienes. A lo largo del siglo
este tipo de impuestos fueron muy importantes: representaron el
11% del total de los ingresos en las cajas reales americanas. Su compor-
tamiento es interesante: alcanzaron su punto más alto en la década de
1640, cuando la Corona se encontró en una acuciante situación nan-
ciera por las rebeliones de Cataluña y Portugal.
Es preciso conocer el ramo scal a profundidad para determinar
el tipo de información que contiene. Algunas veces, los ingresos ex-
traordinarios proporcionan datos acerca de áreas de la economía que
no se encontraban gravados de forma directa por la masa común de los
impuestos. Carlos Marichal coloca también en este rubro impuestos
190
diversos, cobrados de manera especial en las cajas reales. Por ejemplo,
el impuesto sobre la forticación de la ciudad de México, o sobre las
panaderías y bayucas de Veracruz.
Ésta es la clasicación que utilizaré para agregar los ramos de la
Caja Real de San Luis Potosí. Casi todos los impuestos que han apare-
cido en esta breve introducción se encuentran en los documentos po-
tosinos. Además, existen ciertos ramos que pueden ser clasicados en
dos o más rubros; el azogue, además de ser un estanco, constituía un
impuesto sobre la producción minera. Se debe puntualizar que, para
efectos de esta investigación, el ramo de azogues ha sido incluido dentro
de los estancos.
Es necesario señalar que la mayoría de los historiadores de la sca-
lidad virreinal se han interesado sobre todo por el cobro de impuestos y
han dejado un tanto olvidado el gasto de éstos. Es cierto que es más di-
fícil clasicar los diversos gastos de las cajas reales. Empero, la presente
investigación se interesa tanto en las entradas como en las salidas de di-
nero. Espero que esta somera descripción acerca de los ramos del ingre-
so sea suciente para ubicar el problema que se tratará a continuación.
La scalidad de las posesiones americanas de la Monarquía hispánica
durante el siglo es todavía poco conocida por la historiografía y
es necesario seguir investigando acerca de las características especícas
del diseño scal, así como su aplicación en los virreinatos americanos.
Aunque la scalidad del siglo carecía del renamiento que se puede
encontrar a partir de las reformas borbónicas, la resolución de los pro-
blemas que imponía el control de un imperio a escala global, así como
los giros experimentados en la tributación para responder a los cambios
demográcos y económicos del espacio americano, muestran la manera
en que la administración central respondió a la problemática plantea-
da por los problemas experimentados durante este siglo. Pero antes de
exponer la scalidad potosina, el lector debe permitirme mostrarle los
documentos que he consultado en los archivos.
L : R H
De acuerdo con las ordenanzas, las cajas reales debían tener una serie de
libros en los que se asentaban todas las operaciones llevadas a cabo en
191
la tesorería.27 La administración era compleja; había tantos libros, que
se prescribía la existencia de un archivo por cada caja. La nalidad del
presente parágrafo no es hacer un resumen de todos los libros de real
hacienda, sino sólo mostrar al lector de dónde salieron los datos que
presento más adelante en el capítulo.
Por principio de cuentas, en la caja debía existir el libro general, en
el cual se asentaban los ramos cobrados en la caja, para que se supiera
cuáles eran las rentas reales cobradas en cada tesorería. En él se explica-
ba, además, el sentido de cada uno de los ramos. El libro general debía
contener noticia de los bienes raíces que paraban en poder de la caja, así
como las libranzas y las deudas que en ella se contenían. La magistral
compilación realizada por Fabián de Fonseca y Carlos de Urrutia se
basó precisamente en el libro general de la Caja de México.28
También existían libros especícos para casi todos los ramos de ha-
cienda. Se les conocía como libros manuales. Dentro de éstos, el que
interesa de manera particular en esta investigación es el libro manual
de quintos y derechos de fundidor y marcador. En él se debían anotar
todos los detalles acerca del mineral que entraba en la caja real, in-
cluyendo la fecha de la operación, el nombre de la persona que había
introducido el mineral, así como la cantidad total, y la parte de ésta que
correspondía al rey, además de desglosar el valor del ensaye. El encarga-
do de administrarlo directamente era el ensayador de la caja.
En el libro diario se asentaban todas las operaciones de la caja en
forma cronológica, mientras que en el libro de entradas sólo se ponían
los valores introducidos en la caja de las tres llaves. Como es de suponer,
existía asimismo un libro de salidas. Aparte de todos los ya enunciados,
cada uno de los ociales que laboraban en la caja debía tener un libro
particular, el cual le permitiese certicar las partidas que entraban en su
poder. Existía, pues, un libro particular del tesorero, otro del contador
27 La información utilizada en este parágrafo ha sido desprendida de Real Consejo de
las Indias, Recopilación, vol. VIII, título VII, “De los libros reales”, a menos que se anote lo
contrario.
28 En el libro de Fonseca y Urrutia se compiló la historia de cada uno de los ramos
de hacienda novohispana mediante los papeles guardados en el archivo de la Caja Real de
México. Además, se informa que acudieron a los archivos de la secretaría de cámara del
virreinato, el archivo de la ciudad de México y del Consulado de Comercio (Fonseca y
Urrutia, Historia, VII).
192
y otro más del factor. En estos papeles se encontraba toda la informa-
ción de la caja real, y eran la fuente básica para enterarse de todas las
operaciones realizadas en ella. Sin embargo, para hacer un corte de caja,
era necesario juntar todos estos libros; los ociales reales debían gastar
mucho tiempo en la revisión de las cuentas. Con la nalidad de hacer
más eciente la administración de las tesorerías, en 1572 se creó un
instrumento que condensase toda la información de la caja real en
un periodo scal dado. Se le llamó libro común del cargo universal
de Real Hacienda.29 Éste se encontraba organizado de forma estricta
mediante entradas y salidas de dinero. A estos instrumentos scales se
les conocía como libros de cargo y data. Cargo, en el lenguaje utilizado
por la contabilidad de aquella época, signicaba toda operación que
proporcionase un ingreso a la caja, mientras que la data es toda aquella
operación en que se registrase una erogación.30
Los libros comunes declaraban en la portada el periodo scal a que
hacían referencia, así como los responsables de las cuentas en él reca-
badas, normalmente un tesorero y un contador. Comenzaban siem-
pre con el cargo y continuaban con la data. Las dos partes del libro se
29 “Para que los jefes y ministros, á cuyo cargo se puso en estos dominios el cobro y
administración de las rentas que componen el real erario, llevasen exacta cuenta y razón de
los rendimientos y aplicaciones, está mandado desde el reinado del Sr. D. Felipe II, en las
ordenanzas é instrucciones del año de 1572, que en cada lugar donde hubiese cajas reales
debería haber siempre un libro grande, encuadernado, con numeración de fojas, rmándose la
primera y la última, y rubricándose las demás por el jefe principal del distrito y por el minis-
terio, en presencia del escribano de real hacienda, el que se intitulase: Libro común del cargo
universal de hacienda real, que con fechas de días, mes y año, se hiciese asiento de todas las
partidas que en cualesquiera forma perteneciesen á S.M., de qué procedían, y la causa por qué
tocaban al soberano, suscribiendo los ociales reales, una por una, luego que se introdujese
en arcas; que siempre que se fundase nueva caja en algunas provincias, se observasen estas
mismas formalidades en la formación del libro común” (Fonseca y Urrutia, Historia, III-IV).
30 Debe hacerse notar que este sistema de llevar las cuentas era conocido como sistema
de doble partida, y fue utilizado originalmente por los comerciantes venecianos hasta que
fue sintetizado por Luca Pacioli en su Summa de Arithmetica, publicada hacia 1495. Este
sistema fue introducido a la hacienda castellana durante el reinado de Carlos I, por lo cual,
en la Nueva España, se utilizaron libros de cargo y data desde el principio de la Conquista.
En la actualidad se utilizan los términos debe y haber en los libros contables para signicar
lo que durante el virreinato se llamaba cargo y data. Para más información, véase Rafael Do-
noso Anés, Una contribución a la historia de la contabilidad: análisis de las prácticas contables
desarrolladas por la tesorería de la Casa de la Contratación de Sevilla (1503-1717) (Sevilla:
Universidad de Sevilla, 1996).
193
encontraban divididas por cada uno de los ramos scales que habían
sido agregados. La nalidad era conocer el valor total de cada ramo en
un periodo dado, así como cada una de las operaciones que componían
la suma. Debe notarse que éste era un instrumento creado para revisar
las cuentas y que, sobre todo, era formado a posteriori, con la expresa
nalidad de cuadrar las cuentas.
A partir de la creación de los tribunales de cuentas en 1605, se inició
la elaboración sistemática de los libros mayores. Éstos, al igual que los
comunes, eran de cargo y data, por lo que la estructura de ambos era
idéntica. La nalidad del libro mayor era establecer si los responsables
de cada una de las tesorerías novohispanas se encontraban al corriente
en sus cuentas; se encargaban de fenecer las cuentas, es decir, establecer
los faltantes o sobrantes de dinero dentro de la caja real en un periodo
scal dado. El libro mayor era el instrumento central del Tribunal: el
trabajo de los contadores de éste era la producción de los libros mayo-
res. Estos libros se elaboraban mediante la comparación entre el libro
común y los libros particulares del tesorero, contador y escribano, ade-
más de los libros manuales de cada ramo. Al nal de cada libro mayor
aparecía la famosa carta cuenta.31 Ésta no era otra cosa que un resumen
ejecutivo con el valor de cada ramo dentro de un ciclo scal.
Debe notarse, además, que se duplicaba cada uno de los libros
mayores. El original se guardaba en el Tribunal, en la ciudad de
México, mientras que la copia se despachaba a Madrid. Ahí eran guar-
dados dentro del archivo perteneciente al Consejo de Indias. Al paso
de los años, este archivo pasó a formar el núcleo del Archivo General de
Indias, y el día de hoy las copias de casi todos los libros mayores pueden
ser consultadas en Sevilla. En contrapunto, casi todos los papeles de
las cajas reales novohispanas, los cuales se contenían en el archivo del
Tribunal de cuentas, han desaparecido.
Para el caso potosino, no he encontrado un solo libro manual, como
tampoco ninguno particular; en el Archivo Histórico del Estado de San
Luis Potosí prácticamente no se conservaron papeles referentes a la Caja
Real. Éstos, o bien desaparecieron del todo, o bien se conservaron en
31 Las cartas cuenta fueron la base documental utilizada para el titánico trabajo sobre
la scalidad americana, Klein y TePaske, Royal Treasuries. Véase también Klein y TePaske,
Ingresos y egresos.
194
colecciones privadas, de las cuales no tengo noticia en este momento.
Dentro del Archivo General de la Nación he encontrado sólo ocho li-
bros comunesde la Caja Real de San Luis Potosí, dispersos en los fondos
Indiferente Virreinal y Real Hacienda. Aunque es verdad que podrían
existir más documentos de la tesorería potosina en este último fondo,
inexplicablemente, los documentos de la Real Hacienda se encuentran
todavía sin instrumentos de consulta, y los esfuerzos de búsqueda indi-
viduales, por lo regular, se topan con una montaña de documentos di-
fícil de escalar. Tampoco he encontrado libros manuales o particulares
en el Archivo General de Indias.
De manera que la mayoría de los datos utilizados en el presente
capítulo se desprenden precisamente de los libros mayores de la Caja
Real de San Luis Potosí conservados en el Archivo General de Indias.
Se puede argumentar, sobre este particular, que mi fuente ya ha sido
publicada por Klein y TePaske en su monumental obra sobre las ca-
jas reales novohispanas y que ya no hay mucho qué hacer al respecto.
Quiero atajar esta crítica señalando que los datos presentados por los
estadounidenses se desprenden directamente de la carta cuenta, que se
transcribió al nal de cada libro mayor. ¿Qué información contiene el
libro mayor?
Los libros mayores de Real Hacienda
En términos básicos, los libros mayores proporcionan el desglose de las
cifras contenidas en la carta cuenta. Debe notarse que en ellos se vació
sólo la información que los ociales reales del Tribunal de Cuentas con-
sideraron importante para el fenecimiento de las cuentas. Es por esto
que la calidad y cantidad de la información contenida en ellos puede
variar dependiendo de la caja real a que hacen referencia.
El Diagrama 2 muestra la organización de los libros de Real Ha-
cienda para el caso potosino durante el siglo . Se puede concluir
que la información más detallada de los ingresos y egresos de las teso-
rerías se encontraba en los libros manuales y particulares. Era a partir
de éstos que se conformaba el libro común de la caja. Pero ya en este
último se omitían ciertos detalles que no eran considerados importantes
para efectos de la revisión de cuentas que sería realizada por el Tribunal.
Por ejemplo, para los impuestos de minería, se agrupaban las entradas
195
D 2. L R H. C R S L P XVII
Libro Manual de
quintos, diezmo
y derechos de
fundidor y
marcador
Libro Común
de la Caja Real
Libro Mayor
de la Caja
Real
Carta
Cuenta
Libro
Parcular
el Contador
Libro
General
Libro de
Entradas Libro
de Salidas
Libro
de Azogues
Libros Manuales
(específicos para cada
Ramo)
Libros Parculares
(de Oficiales Reales) Libros de la Caja Real
San Luis Potosí Ciudad de México
Libros del Tribunal
de Cuentas
Libro Parcular
del Tesorero
Libro de
Reales
Alcabalas
196
de mineral por fecha, y así se perdía la información detallada de las
personas que llevaban su plata y oro a pagar las regalías. El problema no
paraba ahí: al momento de elaborar el libro mayor sólo se transcribían
los valores del mineral en un sumario, lo que incluso hacía perder la in-
formación de la fecha. Ya abordaré a fondo este problema en el siguiente
capítulo.32
Por fortuna, la información contenida por los libros mayores en los de-
más ramos scales presenta menos deciencias. Por ejemplo, para el caso de
los salarios, es posible enterarse de casi todos los aspectos del ramo: fecha en
que se pagó, nombre del ocial real, puesto del mismo, etc. Un ejemplo:33
32 Se pueden consultar las Tablas 10 y 11 para ver una comparación entre el libro común,
el manual y el mayor. El caso está tomado del diezmo de plata.
33 Nótese que la fecha se encuentra en el siguiente formato: MM/DD/AAA A. Fuentes: 1)
Para el libro común, , Indiferente Virreinal, 6417, 69, foja 5 frente-foja 10 vuelta; 2) para
T 1. D. R: S. C: 27
1654 24 1655
Libro mayor Carta cuenta
Fecha Personaje Puesto
Ociales
reales de San
Luis
Tri bun al
de Cuentas Descripción Valo r
1/2 6/1651
Francisco
Castro
Mampaso
Tesorero en Caja Real de
San Luis Potosí $56 .19 $0.00
La [data] de
lo pagado por
cuenta de sala-
rios ordinarios
en el tiempo de
esta cuenta.
$2 510.23
2/18/1651
Francisco
Castro
Mampaso
Tesorero en Caja Real de
San Luis Potosí $549.63 $518 .25
12/2/1654
Francisco
Castro
Mampaso
Tesorero en Caja Real de
San Luis Potosí $1 013.33 $997.73
12/2/1654 José Asiaín
Vitoria
Contador en Caja Real de
San Luis Potosí $1 001.21 $994.25
12/10/1654 José Núñez
Portillo
Alguacil Ejecutor en Caja
Real de San Luis Potosí $70.41 $70.41
La [data] de lo
pagado de al-
guacil ejecutor
de la caja .
$70.41
Tot al $2 690.76 $2 580.64 $2 580.64
197
Por principio de cuentas, la Tabla 1 muestra que existen dos series
diferentes dentro del libro mayor: la que reportaron los ociales reales
de San Luis Potosí y la que se encuentra sancionada por el Tribunal de
Cuentas de la Ciudad de México. Se debe recordar que estos libros eran
instrumentos para revisar las cuentas, y en ellos aparecían todas las par-
tidas reportadas por las personas a cargo de las tesorerías. La función
del Tribunal era discernir si las partidas habían sido bien cobradas. En
caso de que existieran irregularidades, se podían hacer ajustes en los valo-
res, o bien eliminar partidas completas de la cuenta. Para los salarios
de 1654 y 1655, se puede ver cómo los 56.19 pesos pagados al tesorero no
fueron admitidos y, por tanto, su valor se descontó por completo; en la
segunda, tercera y cuarta partidas se realizaron ajustes porque los ociales
reales de San Luis se pagaron en plata y cobraron el rescate a la caja, si-
tuación prohibida por las ordenanzas.34 En el libro común se asentó que
se pagaron 2 690.76 pesos; de éstos, el Tribunal sólo aceptó 2 580.64.
La diferencia, es decir, 110.12 pesos, fueron sacados de la carta cuenta y
cobrados a los ociales reales de San Luis como un alcance.35
En segundo término, si se pone atención a los valores estipulados
por la carta cuenta, se podrá ver que se separaron en dos partidas los
salarios cobrados por aquellos que laboraban en la caja real. Este es un
pequeño ejemplo de lo que acontece en la scalidad del siglo : al
no estar denidas a la perfección las categorías del gasto, así como del
cobro de impuestos, la agregación que se realiza en el sumario nal es
más que imperfecto. Hace falta sólo un poco de sentido común para
saber que la función scal ejercida el 10 de diciembre de 1654 por el
alguacil de la caja real, es un cobro de salario. En mi base de datos así
ha sido agregado, aunque manteniendo su independencia frente a las
otras partidas cuando se cambia de escala. Al mostrarnos los detalles de
la operación, el libro mayor permite más control a la hora de normalizar la
el libro mayor: , Contaduría, Cajas Reales del Reino del Perú, 1814, 2, foja 87 frente a foja
88 vuelta; 3) la carta cuenta se encuentra en , Contaduría, Cajas Reales del Reino del Perú,
1814, 2, foja 126 frente y vuelta.
34 Como la plata pasta valía menos que la moneda, se aplicaba una tasa de descuento a
las operaciones pagadas mediante metal sin amonedar. A esta diferencia se le llamaba rescate.
35 El pliego de alcances aparece al nal de la carta cuenta y muestra todas las partidas
que fueron sacadas de la cuenta ocial. El total era calculado con la nalidad de establecer el
balance y que los ociales reales pagasen a la caja lo que adeudaban.
198
información respecto de la carta cuenta. Esta última sólo nos muestra el
valor total de las partidas acumuladas durante el periodo scal.
En tercer lugar, la información contenida en el libro mayor permite
tener una idea precisa acerca de los personajes que cobraron en la Caja
Real; a través de éste, es posible comenzar a ver a los receptores del gasto
real, así como también a los individuos que pagaban los impuestos. Esto
es completamente imposible mediante las cartas cuenta, que únicamen-
te dan valores totales y eliminan toda otra información.
Finalmente, se puede ver que las primeras dos partidas del ramo no
corresponden al ciclo scal revisado en el libro mayor, puesto que datan
de 1651. Esto era común en el manejo de las cajas reales. A veces, ciertas
partidas que no habían sido revisadas en cuentas anteriores aparecían
en ciclos que no les correspondían. Esta situación nos muestra que el
corte de caja no contiene de manera exclusiva las operaciones a que
hace referencia la datación. El libro mayor nos proporciona dataciones
precisas para la gran mayoría de los ramos. Esto también permite una
reconstrucción más adecuada de las diversas series scales.
Todo lo anterior pone en relieve dos asuntos de gran importancia.
En primer lugar, el hecho de que podemos encontrar mucha más infor-
mación en el libro mayor que en la carta cuenta. La calidad superior de
la información contenida en el libro mayor permite observar el compor-
tamiento de diferentes variables, las cuales simplemente desaparecen
dentro de la carta cuenta. En segundo término, el valor reportado por la
carta cuenta esconde el fenómeno de la corrupción en las cajas reales: lo
que aparece en éstas son las partidas que ya han pasado por la criba de la
revisión; mientras que el libro mayor contiene la información original,
en bruto. Por medio de él es posible observar la función de scalización
ejercida por el Tribunal de Cuentas. El funcionamiento del libro común
demuestra que sí existían controles scales en el siglo . Tal vez eran
poco ecaces, pero las revisiones realizadas a las cuentas de los ocia-
les reales muestran el funcionamiento de una institución que aplicaba
los controles de scalización de manera sistemática, y esta fuente es la
prueba.
De forma inexplicable, los libros mayores de Real Hacienda, en su
mayoría, no han sido trabajados por los historiadores. El seminal traba-
jo de Klein y TePaske, basado en su totalidad en las cartas cuenta, tuvo
el doble efecto de revolucionar la historia económica de toda la América
hispana y de estancar la búsqueda de fuentes sobre la scalidad de la
199
época. Si todo se encontraba ya dicho respecto a las tesorerías, ¿para qué
molestarse en buscar dentro de los archivos? No quiero que se tomen a
mal estas críticas: el trabajo que se encuentra contenido en Los ingresos
y egresos de la Real Hacienda de la Nueva España es monumental. Pero,
como toda investigación, se encuentra sujeta a las preguntas realizadas
por las personas que elaboraron el proyecto. Es evidente que a Klein
y TePaske les interesaban los grandes agregados de las posesiones es-
pañolas en América para comparar su desempeño en el largo tiempo.
En este sentido, no tengo nada que objetar. Las tendencias generales se
encuentran reejadas a la perfección en las series publicadas, y el trabajo
a profundidad sobre los libros mayores difícilmente mostrará alguna
diferencia en este rubro.
El problema surge cuando se cambia la escala de análisis y el in-
terés se centra –como en esta investigación– en los fenómenos micro.
Los datos de los estadounidenses parecen ser insucientes si lo que se
quiere es dar una idea de la scalidad a este nivel. En el espacio de las
regiones, un pequeño error en la transcripción del ramo puede reejarse
en la sensible respiración de la scalidad local, y puede llegar a cambiar
ciertas tendencias que, si bien carecen de importancia en el nivel macro,
son muy signicativas en las tesorerías provinciales.
Además, el historiador interesado en la scalidad de los siglos
y debe enfrentar una información que se encuentra mal norma-
lizada. El problema es notablemente agudo en el caso de las datas co-
rrespondientes a los siglos y ; es muy difícil crear sentido a los
gastos de las cajas reales con datos tan dispersos. Éste es un problema
inherente a la manera en que eran cobrados los impuestos durante el
periodo. Al no existir categorías claras en los ramos, la información se
podía organizar de maneras diferentes. Las cartas cuenta de la Caja
Real de San Luis Potosí son claro ejemplo de este hecho; en el “Anexo 5.
Comparación de los ramos scales utilizados por Klein y TePaske” y
el “Sistema de Información Histórica. Caja Real de San Luis Potosí.
Siglo ”, se puede ver una comparación de los ramos utilizados en
el sistema de información histórica (, datos normalizados para la
realización de este libro), frente a los que aparecen en el trabajo de
Klein y TePaske. En el trabajo de estos investigadores se utilizaron
un total de 109 ramos scales, 62 para describir los cargos; mientras
que en las datas fueron necesarios 47. Frente a esto, dentro del ,
con sólo 36 ramos, fue posible categorizar todas las entradas y salidas
200
de dinero en la Caja Real de San Luis Potosí, puesto que se utilizaron
22 ramos para organizar los cargos y 14 para las datas. ¿Por qué es
posible reducir tanto las categorías?
La Figura 136 muestra la carta cuenta del ciclo scal que corre des-
de el 15 de diciembre de 1644 hasta el 5 de abril del 46. Como se
puede apreciar, la letra es difícil de leer. Llama la atención el ramo que
señala “El [cargo] de la balería-933 pesos 3 tomines”. La categorización
de esta entrada de dinero en la caja real es un problema. Pues bien, en
el trabajo de Klein y TePaske la partida aparece vagamente consignada
como valería, lo cual nos hace pensar que este cargo tiene algo que ver con
vales. Empero, gracias al libro mayor, es posible establecer el sentido
original de la partida.
En 1645 el juez visitador de la Caja Real de San Luis Potosí, Juan
Cervantes Casaus, condenó a los adores de Alonso Hurtado. De
acuerdo con la información contenida en el juicio, este personaje era un
fundidor que se había comprometido a entregar las balas de bronce que
servirían para la artillería de la Armada de Barlovento. Por este motivo,
el 22 de mayo de 1641 había recibido de la caja real un total de 2 000
pesos.37 Pero Hurtado nunca entregó las balas y dejó sin pertrechos a
la Armada en Veracruz. Cuando se despachó al juez de visita Juan de
Cervantes Casaus a San Luis, se le encargó que buscara al fundidor
o a sus adores para que se restituyese el dinero. Por este motivo, el 11
de noviembre de 1645, Pedro Pérez Sardaneta pagó 733.375 pesos el
11 de noviembre de 1645. Esa misma fecha, también Antonio Mezcoa
pagó 200 pesos como ador de Hurtado. Son los 933.375 pesos que se
exponen en la carta cuenta.
Hace falta sólo un poco de sentido común para clasicar la infor-
mación. Al ser una partida cobrada por orden de un juez visitador, esto
es una condena, y lo he sumado en el ramo depósitos y condenas. El caso
de los adores de Alonso Hurtado sirve de ejemplo para mostrar la ma-
nera en que he procedido al ordenar la información scal de San Luis
Potosí; la partida reportada en la carta cuenta no tenía que ver con vales,
sino con balas. Quien se encargó de vaciar las cartas cuenta de San Luis
a la base de datos de los estadounidenses, simple y sencillamente, no
36 , Contaduría, Cajas Reales de la Nueva España, 922, 22, foja 599 frente.
37 , Contaduría, Cajas Reales de la Nueva España, 922, 16, foja 356 frente y vuelta.
201
F 1. C 15/12/1644 05/04/1646
202
entendió el sentido de la frase, lo que dio pie a una interpretación poco
justa de la información. El problema es que, si sumamos detalles como
éste, terminamos por entender poca cosa acerca de los ramos pequeños
en la scalidad local. Es como un teléfono descompuesto, que tiene
como consecuencia unas categorías scales poco ables a la hora de
reconstruir la estructura de los ingreso y de los gastos.
Es por situaciones como ésta que, sin perder detalle, he utilizado
sólo 36 categorías para normalizar estos datos, asegurándome de que
la información contenida en cada ramo pertenezca de verdad a éste.
Además, he agrupado los ramos en rubros scales, con la nalidad
de que las categorías sean consistentes, sin importar el nivel de agrega-
ción. Creo que esta manera de proceder puede ofrecer una buena pano-
rámica de la información tanto para los grandes agregados como para
las pequeñas cifras. Precisamente, en el siguiente parágrafo exploro un
poco más la scalidad de San Luis Potosí.
L
En 1592 se fundó la alcaldía mayor de San Luis Potosí. Como ya se ha
visto, una de las instrucciones particulares dadas a Juan de Oñate fue
que debía administrar justicia en el trato y contrato de minas. Esto im-
plicaba ejercer ciertas funciones scales para garantizar el cobro de los
impuestos mineros. Y es que la plata de San Luis, al estar mezclada con
oro, debía ser tratada de manera especial. Para separar los dos metales,
era necesario aplicar un procedimiento químico, y los talleres que lo po-
dían realizar se encontraban en la ciudad de México. Debe recordarse
que el pago de los impuestos mineros tenía que hacerse en especie, por
lo cual el mineral potosino había de apartarse antes de ser cobrado el
quinto del oro y el diezmo de la plata. Es por esta razón que, desde los
comienzos de la minería en Cerro de San Pedro, la producción mineral
de San Luis se registró en la Caja de México y no en la de Zacatecas,
que era la más próxima a las minas.
En 1609 el virrey tomó cartas en el asunto potosino porque, de
acuerdo con éste, “la plata y oro que se saca en las minas de San Luis se
derrota y descamina mucha parte, sin traerla a esta ciudad [de México],
ni a quintar y pagar los derechos que se deben a Su Majestad, en que es
203
muy defraudada su Real Hacienda”.38 Esto acontecía porque no había
registro el de la producción en la jurisdicción potosina. Para remediar
la situación, el marqués de Salinas, mandó que el alcalde mayor de San
Luis llevase un libro con la manifestación de las barras que salían de
San Luis Potosí:
[…] está mandado se haya de tomar la razón, y asentarse en un libro que
para ello ha de tener el Alcalde Mayor de las dichas minas, rubricado de
los ociales reales de esta Ciudad, que corresponda con el que está
mandado tener al ensayador de ella, para que mejor se verique y entien-
da la cantidad de plata que se saca y trae a esta Ciudad, asentándose en
el dicho libro cuya es, y la cantidad y leyes que tiene de plata y oro, el cual
dicho Alcalde Mayor haya de pedir y pida razón a los dichos mineros, y
personas que así marcaren y señalaren la dicha plata, de si disponen de
ella en las dichas minas y a quién, o si la envían por su cuenta a esta Ciu-
dad, y a que personas.39
Según esta ordenanza, el minero que la infringiese sería condenado a la
pérdida total de sus barras, mientras que el arriero debería pagar 500
pesos de multa, además de cuatro años de servicio forzoso en las Fili-
pinas. El alcalde mayor que no aplicase esta ordenanza también sería
penalizado con 500 pesos y la suspensión de su ocio. A partir de ese
momento, los libros de manifestaciones fueron el instrumento central
de la scalidad local. Lamentablemente, dentro del archivo local se han
conservado muy pocos ejemplares de estos libros.
El trato de minerales sin quintar se encontraba prohibido por las
ordenanzas. Empero, en San Luis Potosí oreció todo un mercado de
barras de mineral, las cuales se intercambiaban antes de pagar regalías
al rey. Los libros de manifestaciones llegaron a ser el instrumento s-
cal que legalizaba esta práctica. Sobra decir que esta manera de tomar
cuentas a los mineros generaba muchas suspicacias entre los adminis-
tradores de la Real Hacienda novohispana: era difícil seguir la huella
de las barras de plata que se producían en San Luis porque el mineral
podía cambiar varias veces de manos antes de que por n se pudieran
cobrar los impuestos; del pueblo de San Luis a la ciudad de México
podían pasar muchas cosas, por lo cual el virrey sospechaba que buena
38 , Gobierno, Audiencia de México, legajo 28, número 11, foja 6 frente.
39 , Gobierno, Audiencia de México, legajo 28, número 11, foja 6 vuelta.
204
parte del mineral potosino se descaminaba. Esto redundaba en que se
sospechase que buena parte del metal potosino no pagaba impuestos;
en la Nueva España, evadir impuestos podía signicar un gran negocio
para el dueño del mineral.40
En 1610, durante una junta de hacienda, se discutió el problema
potosino: para evitar la evasión scal, se debía establecer una caja real en
San Luis Potosí, en conjunto con un apartado. Es decir, el taller en que
se separaba la plata del oro. Pero el taller costaba mucho dinero, y el vi-
rrey prerió continuar con el sistema del libro de manifestación,41 para
lo que se agregó la función de enviar una cuenta de la plata registrada
en San Luis cada tres meses a los ociales reales de la Caja de México.
Empero, en octubre de 1617, el marqués de Guadalcázar señalaba:
[…] porque he entendido que lo contenido en el dicho auto y manda-
miento no se lleva a debida ejecución, con efecto que se recrece muy
40 El negocio de las barras sin quintar, en términos generales, consistía en comprarlas a
precios de descuento en los reales de minas, es decir, pagarlas a los mineros o pequeños resca-
tadores a un valor inferior a su precio de mercado, ya que luego habrían de pasar por la caja
real y casa de moneda para pagar los impuestos. Pongo aquí un ejemplo: una barra de 100
marcos del diezmo de San Luis Potosí, cuya ley se estimase en 2 380 maravedíes y que quinta-
da valía 875 pesos de oro común, era pagada por el mercader a 755.84 pesos, pues descontaba
al vendedor 85.75 pesos del diezmo; 8.66 pesos del ensaye; 24.75 pesos de la amonedación.
Este mineral, sin embargo, no era llevado a la caja real ni a la casa de moneda, sino que se
sacaba de la Nueva España y se llevaba a Cádiz o a Filipinas. El conde de Salvatierra apuntaba
sobre este comercio en 1634: “[...] a toda la [plata] que llevan [los pasajeros] fuera de registro,
le corresponden menos derechos y con ello muy crecidas utilidades con los dueños que la han
de haber en ese Reino [de Castilla], a quien les cargan por entero las mismas costas que si fuera
registrada en que consiste quedar ricos y poderosos con lo mismo que han usurpado a Vuestra
Majestad, además de que por este camino tienen mayor facilidad de volverla a su poder, que si
entrada en la Casa de la Contratación y aseguran cualquier accidente de poderse valer Vuestra
Majestad de ella cuyo temor es ocasión de que no solo la lleven con estas ocultaciones, sino
de que la cambien en Cádiz en navíos extranjeros, de que se les siguen otras muchas granjerías
que engruesan sus reinos, y enaquecen la Monarquía” (, Gobierno, Indiferente General,
2690, 19/04/1634, foja 25 vuelta, “Carta del Conde de Salvatierra, virrey del Perú sobre los
incrementos de la tasa de la avería en el mar del sur”).
41 “[…] mas de 50 000 que se dijo que había menester para asentar el obrador, pidió luego
30 000 y que yo nombrase un ministro con salario para que los fuese cobrando y no pareció
que era acertado que se aventurase tan gruesa partida de la Hazienda de vuestra majestad con
duda de cobrarla y añadirle la costa del salario del cobrador pues la necesidad ni la evidencia
del daño obligaba a ello” (, Gobierno, Audiencia de México, legajo 28, número 11, foja 1
vuelta).
205
grande daño y fraude al Real haber, a que conviene poner ecaz remedio
agravando las penas expresadas sobre ello.42
Se mandó entonces que las penas impuestas al alcalde mayor por desobe-
decer el mandamiento se acrecentasen a 2 000 ducados, es decir, 2 756
pesos. Todavía en 1623 el marqués de Gelves ordenó que se continuase
el uso del libro de manifestaciones en San Luis Potosí.43 Este incremen-
to reiterado de las penas muestra que no eran sucientes las medidas
para evitar el fraude en el mineral remitido desde San Luis.
En 1620 por primera vez, y en 1626 por segunda, el gremio de mi-
neros de San Luis Potosí envió a Madrid, como representante, al minero
Lucas Fernández Manjón. Su misión era mostrar a la Corte los bene-
cios que se podían seguir de la fundación de una caja real en San Luis
Potosí, junto con la ocina de apartado. En el importante memorial
presentado por el minero, hoy conservado en Sevilla, se señala:
El daño que a Vuestra Majestad se le sigue también de esto, importa al
año más de 100 000 pesos, como tiene referido, por salir la plata y oro
de aquellas minas sin pagar los derechos y quintos que se deben a la Real
Hacienda, de que resultan a ella grandes fraudes, y a que se descamine,
y derrote, mucha plata, lo cual se excusará, y atajará ahora con haber
mandado Vuestra Majestad poner en aquellas minas caja, y apartados de
modo que no se pierda, ni derrote un solo marco, previniendo para esto
lo que se dirá adelante, que será cosa muy fácil hacerla.44
Todo parece indicar que el memorial de Fernández Manjón fue leído
en el Consejo de Indias, porque la Caja Real de San Luis Potosí se
fundó el 28 de abril de 1628. Empezó a ejercer funciones el 2 de mayo
de ese año.
Sin embargo, el despacho corriente de la caja duró hasta 1651, año
en que el conde de Alba de Liste mandó cerrar la caja por cuestiones
de mala administración.45 El virrey ordenó retornar al sistema de los
libros de manifestaciones. Como es de esperarse, para este periodo no
42 , Gobierno, Audiencia de México, legajo 373, foja 42 vuelta.
43 , Gobierno, Audiencia de México, legajo 373, foja 43 vuelta a 46 vuelta.
44 , Real Patronato, 20, N. 5, R. 19, foja 2 vuelta.
45 En el se guardan todos los papeles sobre el cierre de la Caja Real de San Luis (,
Gobierno, Audiencia de México, legajo 373).
206
se posee información certera: al quedar los asuntos scales en manos del
alcalde mayor, la mayoría de los papeles se perdieron. Además, el cobro
de los diezmos y quintos mineros del distrito potosino fue transferido
a la Caja de México, por lo cual quedaron inmersos en los libros de
aquélla, siendo prácticamente imposible saber cuáles son de San Luis
Potosí, porque dentro de los ramos de la Caja de México, el ingreso de
minerales no se diferenciaba por lugar de origen. Parece ser que, como
había acontecido a comienzos del siglo , el sistema con los libros
de manifestaciones creó una larga estela de problemas. Se estimó que
la caja real era el mal menor para la administración scal de las minas
de San Luis; ésta última permaneció clausurada apenas un par de años,
para retomar sus funciones en 1653. Una vez reabierta, ya no volvió a
interrumpirse su funcionamiento durante todo el virreinato.
De esta manera, se puede dividir el tipo de información recabada
por la scalidad potosina en dos periodos. En primer lugar, el que corre
de 1592 a 1628, donde los principales registros son los libros de mani-
festaciones. Aunque se han conservado algunos, en realidad son muy
escasos. En el Archivo Histórico del Estado de San Luis Potosí he po-
dido encontrar solamente los que corresponden a los años 1618 a 1623.
Proporcionan información a profundidad acerca de las personas que
enviaron mineral a la ciudad de México, así como acerca de la calidad
del mineral. Esta fuente, si bien no sirve para medir tendencias pro-
ductivas de larga duración, ayudará para conocer a fondo el ambiente
productivo de San Luis durante los primeros años. Será la principal
herramienta que utilizaré para ver la estructura de la producción y de la
empresa minera durante este lapso.46
En segundo lugar, el periodo de 1628 en adelante, donde se puede
contar con información de la caja real, y la principal fuente son los
libros mayores. Éstos, si son comparados con los libros de manifestacio-
nes, nos proporcionan información menos detallada acerca de la pro-
ducción minera, pero mucho más completa acerca de diversas áreas de
la vida económica potosina. Hay que señalar, sin embargo, que se han
perdido algunos libros mayores correspondientes al siglo : la segun-
da mitad del año 1629 no se encuentra dentro de los libros mayores; hay
un gran hueco entre el 2 de agosto de 1636 y el 13 de mayo de 1639,
46 Ésta es la principal fuente que he utilizado para el cuarto capítulo.
207
probablemente originado porque algunos libros de la contaduría de In-
dias se quemaron en el siglo ; el periodo que transcurrió entre julio
de 1670 y agosto de 1671 también se encuentra perdido.
Desde el 2 de mayo de 1628, fecha en que comienza el primer libro
mayor de la Caja Real de San Luis, hasta el 12 de mayo de 1701, que
fue el último corte de caja incluido en la presente investigación, trans-
currieron 73.27 años. Descontando los 2.77 años en que permaneció
cerrada,47 la Caja Real de San Luis Potosí se encontró abierta un total
de 70.5 años durante el periodo estudiado. De éstos, existe información
para 65.4 años. Es decir, se ha conservado el 92.75% de la informa-
ción.48 Las tendencias aquí presentadas difícilmente cambiarán si el día
de mañana se descubriesen nuevas fuentes que nos mostrasen el 7.25%
faltante. Sin embargo, es necesario tener en cuenta que la información
aquí contenida no es el total de la Caja Real de San Luis Potosí. Co-
mienzo con las entradas de dinero.
El cargo
Para el tiempo que corre entre 1628 y 1701, de acuerdo con la cantidad
de dinero captado, se pueden establecer tres órdenes de cajas reales den-
tro de la Nueva España. En primer lugar se encuentra la de México, que
se sitúa en el orden muy superior a los 300 000 pesos recaudados cada
año (descontado las remisiones de las otras cajas). En un segundo tér-
mino, se encuentran las que recaudaban un mínimo de 100 000 hasta
los 300 000 pesos por año. Podemos ubicar a Veracruz49 y Zacatecas50
en esta categoría. En un tercer orden, las tesorerías cuya recaudación
47 Contados desde el 20 de febrero de 1651 al 27 de noviembre de 1653.
48 Además, se debe señalar que este número es bastante alto; para una tesorería tan
importante como la de Zacatecas, sólo se conservaron el 84.63% de los datos, en el mismo
periodo.
49 Esto es si se contabiliza la Caja de Veracruz, descontando las remisiones de Caja de
México, Guatemala y Yucatán.
50 Entre 1628 y 1701, la Caja Real de Zacatecas reporta un total de 15 469 392 pesos re-
caudados, contabilizando 62.56 años. Datos calculados mediante la serie Zacatecas en Klein
y TePaske, Ingresos y egresos.
208
era menor a los 100 000 pesos anuales. Las cajas reales de Guadalajara,
junto con Guanajuato y San Luis, se encuentran en esta división.
Durante todo el periodo de análisis, la Caja Real de San Luis Potosí
reporta un total de 5 990 781.06 pesos recaudados. Recordemos que
aquí se encuentran contabilizados sólo 65.4 años de scalidad. Pues
bien, este dato nos arroja que un promedio de 91 619.86 pesos se recau-
daban cada año en esta caja. Para la tesorería zacatecana, el promedio se
ubica en los 247 282.01 pesos anuales; la caja potosina equivalía a poco
más de un tercio respecto a la Zacatecana. En conclusión, la de San Luis
no fue, cuando menos durante este periodo, la tesorería más importan-
te del territorio novohispano. Su funcionamiento es modesto si se le
compara con las de categorías superiores.51 Sin embargo, está fuera de
duda que fue una fuente constante de recursos para la Real Hacienda.
¿Cuáles eran los rubros cobrados en San Luis Potosí?
Como lo muestra la Gráca 1,52 los ingresos de la Caja Real de San
Luis Potosí durante el siglo dependieron casi en exclusiva de la
producción mineral desarrollada en el territorio aledaño. Un contun-
dente 92% de los ingresos procedía de esa actividad productiva. En este
punto, la scalidad potosina tal vez no sea tan diferente a la de otras
zonas mineras de la Nueva España, donde también los impuestos sobre
la actividad minera representaban la mayor cantidad de los ingresos.
Por lo demás, el gran agregado indica que la scalidad potosina en el
siglo era bastante simple en su funcionamiento: la Caja Real grava-
ba básicamente la producción mineral; los demás rubros apenas tienen
importancia en el total.
51 Si se considera que las cajas reales americanas recaudaron un aproximado de 615 mi-
llones de pesos durante todo el siglo , se puede saber que la tesorería potosina de la Nueva
España contribuyó con un modesto 0.92% al total de los ingresos de la Monarquía en Améri-
ca; muy lejos de las principales cajas reales, como Lima (136 millones), Potosí (197 millones)
y México (164 millones).
52 Valores obtenidos mediante la agregación de los libros mayores de la Caja Real de San
Luis Potosí en el siglo : 1) , Contaduría, Cajas Reales de la Nueva España, 922; 2)
, Contaduría, Cajas Reales del Reino del Perú, 1814; 3) , Contaduría, Cajas Reales de
la Nueva España, 923-A; 4) , Contaduría, Cajas Reales de la Nueva España, 923-B. Se
han eliminado todas las existencias, con la nalidad de no inar articialmente las cuentas.
209
Impuestos a la actividad minera
La Gráca 253 muestra los impuestos de minería que se cobraron en
San Luis Potosí: en casi todas las cajas reales de los distritos mineros
novohispanos el ramo más grande del cargo es el diezmo de plata. En
el caso potosino representa un colosal 59% dentro de los impuestos de
minería y un 54.6% del total de la caja. Además, para tener una cuenta
completa de los impuestos cobrados a la plata potosina, se deben agre-
gar los quintos de plata, que, si bien constituyen una parte pequeña del
rubro, son signicativos. A éstos hay que agregar los quintos y diezmos
de plata labrada. La pobre recaudación que se observa en estos últimos
ramos, así como en el señoreaje responden al hecho de que en el espa-
cio potosino estos impuestos se empezaron a cobrar hasta nales del
siglo .
53 Ramos de minería en la Caja Real de San Luis Potosí durante el siglo .
G 1
C. R F. C R S L P.
S XVII
IMPUESTOS
AL COMERCIO,
1.83%
IMPUESTOS A LA
ACTIVIDAD MINERA,
92.08%
OTROS,
7.92%
ESTANCOS,
1.96%
CONTRIBUCIONES
DE LA
ADMINISTRACIÓN
,
0.34%
CONTRIBUCIONES
INDÍGENAS,
0.02%
INGRESOS
EXTRAORDINARIOS,
3.77%
210
Empero, si se pone atención en la distribución de los ramos, se verá
que la scalidad potosina tenía un patrón algo discordante respecto al
común de las cajas reales novohispanas: los quintos de oro. Es el ramo
que más llama la atención, porque signicó el 35% dentro de los im-
puestos cobrados a la minería. Este hecho demuestra que, a diferencia de
casi todos los otros reales de la Nueva España, la producción de oro en
San Luis Potosí no era marginal. El metal dorado es una particularidad
de las minas de San Pedro. Éste marcará toda la estructura productiva
potosina. La gráca revela que, si se toma en cuenta sólo la producción
de plata, como de manera tradicional lo ha hecho la historiografía local,
se deja fuera de la explicación una variable crucial; la segunda en peso
dentro de la scalidad local. Ya no me extenderé más en este apartado
porque los impuestos de minería serán analizados a profundidad en el
próximo capítulo.
Ingresos extraordinarios
Por supuesto, el minero no fue el único rubro cobrado. En un lejano
segundo lugar aparecen los ingresos extraordinarios, con un total de
225 959.68 pesos recaudados. Este tipo de ingresos incluye ramos como
G 2
C. I M. C R S L P.
S XVII
QUINTOS DE ORO,
$1,957,155.51
DIEZMO DE PLATA,
$3,274,442.72
QUINTOS DE PLATA,
$272,525.15
OTROS,
$12,019.93
SEÑOREAJE REAL
$4,706.38
QUINTOS DE PLAT
A
LABRADA,
$1,921.35
DIEZMOS DE PLATA
LABRADA,
$5,392.20
211
el rescate de plata, los donativos y remates, entre otros. La Gráca 354
muestra la distribución de los ramos y revela que casi todos los ingresos
extraordinarios de la Caja Real de San Luis Potosí se encuentran vincu-
lados a irregularidades en el cobro de los impuestos. La ayuda de costas,
con sus 53 948.79 pesos recabados, se cobró a aquellos mineros que
habían recibido préstamos por parte de los ociales reales. Después de
una revisión realizada por Juan de Cervantes Casaus hacia la década
de 1640, varios personajes fueron condenados a restituir el dinero a
la caja. Los que no pudieron liquidar sus adeudos en efectivo fueron
condenados a pagar mediante el tostón de plata, es decir, cuatro reales
(medio peso) por cada marco que llevasen a diezmar en la caja. Además,
los depósitos y condenas contabilizan en su mayoría partidas que se re-
integraron a la caja por parte de particulares que habían recibido dinero
de la caja a cambio de alguna mercancía que al nal no entregaron. Por
su parte, los alcances de cuenta son partidas que entregaron los ociales
reales a la caja cuando salieron con saldo negativo en el balance de sus
cuentas una vez hecho el ajuste de ellas en el Tribunal de Cuentas de la
ciudad de México.
54 Ramos de extraordinario en la Caja Real de San Luis Potosí durante el siglo .
G 3
C. I E.
C R S L P. S XVII
D
ONATIVOS Y
R
EMATES,
$22,913.20
TOSTÓN DE PLATA,
$37,039.42
ALCANCES DE CUENTA,
$19,280.74
AYUDA DE COSTAS,
$53,948.79
DEPÓSITOS Y CONDENAS,
$91,227.25
RESCATE DE P
LATA,
$777.06
EXTRAORDINARIO,
$773.22
212
Todo lo anterior nos muestra una de las constantes en la scalidad
potosina: los reales haberes fueron utilizados, a lo largo del siglo ,
en formas que no estaban permitidas por las ordenanzas. Este hecho se
reeja en la irregularidad de las cuentas, que necesitaron muchos ajustes
después de cada revisión. Los jueces de visita, así como el Tribunal de
Cuentas de la ciudad de México, crearon ramos scales dentro de la caja
con la nalidad de que el dinero sacado de la caja de manera irregular
pudiese ser reintegrado. Los extraordinarios de la Real Hacienda de San
Luis Potosí son precisamente los ramos que permiten comprender la
función institucional de la tesorería potosina, y serán muy importantes
para comprender la estructura productiva de San Luis.
Un comentario nal sobre este rubro: las partidas que se resistieron
a la catalogación son sólo cuatro, y ascendieron a 773.22 pesos. Apa-
recen en la gráca como extraordinario y representan una parte ínma
de la scalidad potosina. Ésta es la única parte de la información en
que la función scal se encuentra tan fuera de la norma que es necesa-
rio catalogarla como extraordinaria. Es necesario que los historiadores
económicos pongan especial atención sobre este rubro porque permite
comprender mejor el funcionamiento corriente de cada caja: en él apa-
rece información acerca de los problemas en el cobro de los impuestos,
además de proveer ciertas pistas acerca de los usos y abusos de las re-
glas institucionales. En pocas palabras, los ingresos extraordinarios nos
pueden mostrar la imbricación de la scalidad en la problemática local.
Estancos
Los bienes monopolizados por la Corona recabaron alrededor de 117
540.00 pesos. ¿Cuáles eran las mercancías que se encontraban monopo-
lizadas en el San Luis del siglo ? Éstas se pueden observar en la Grá-
ca 4.55 Los estancos permiten señalar una interesante particularidad
de la scalidad potosina: en la mayoría de las cajas reales de la Nueva
España establecidas en zonas mineras el estanco del azogue constituía,
junto con los diezmos de plata, una buena porción de los ingresos. Pues
bien, para este caso, la cantidad de mercurio registrada por la caja es ri-
dícula: ¡la venta de barajas superó a la del azogue! Para darse una idea de
55 Estancos en la Caja Real de San Luis Potosí durante el siglo .
213
G 4
C. E. C R S L P. S XVII
AZOGUE, $35,564.94
PAPEL SELLADO,
$36,747.81
NAIPES, $44,878.25
JUEGOS
, $349.00
la nimiedad de este estanco en San Luis, baste decir que en Zacatecas,
durante el año de 1700, el cual no fue en particular bueno en términos
productivos, se registraron un total de 92 228 pesos por concepto de
azogues. ¡En un simple año el valor del estanco de azogue en la Caja
Real de Zacatecas importó casi tres veces más que en San Luis durante
poco más de 65 largos años!
La ausencia de azogue es otra de las particularidades potosinas. Al
revisar los impuestos de minería, se puede notar que las cuentas de San
Luis no dividen diezmos y quintos en plata de fuego y plata de azogue,
como por lo regular se hacía en las otras cajas. Esta diferencia no se debe
a falencias del registro. Su razón es sencilla de explicar: en este caso, la
plata de azogue era tan marginal que no precisaba ser anotada aparte.
La gran mayoría de la plata potosina era de fuego. Ya se abordará esta
particularidad a fondo en el parágrafo dedicado a la estructura pro-
ductiva. Baste señalar por ahora que la scalización de una producción
mineral sin necesidad de mercurio era bastante compleja.56
56 El mineral de fuego suponía un tipo de producción difícil de scalizar; las minas que
demandaban azogue podían ser relativamente bien vigiladas por las autoridades scales de la
214
Nueva España, puesto que el mercurio era un insumo monopolizado, y se podía llevar cierto
control sobre la producción mineral de cada espacio mediante la venta de azogue a los mine-
ros; también se podía castigar a aquellos personajes con deudas, mediante la suspensión del
suministro de mercurio cuando habían acumulado deudas para con el sco o habían come-
tido actos de evasión. Existía un cálculo, llamado el correspondido, para establecer la cantidad
de plata que se podía obtener por cada quintal de azogue. Esto permitía saber si la plata que era
entregada en las cajas reales de Zacatecas, Guanajuato y México correspondía a la cantidad de
azogue repartido. Todos estos controles no suponían la inexistencia del fraude, pero mediante
ellos al menos era posible conocer las dimensiones de éste mismo. En contrapunto, para aquellos
casos en que no existía el correspondido, porque la producción no requería azogue, era muy
difícil saber a ciencia cierta si lo que se registraba en las cajas reales correspondía de verdad con
la producción total.
57 Se llamaba encabezonamiento al acto de arrendar un impuesto a alguna autoridad
local. Los ayuntamientos novohispanos encabezonaron de manera recurrente los impuestos
sobre la circulación comercial durante este periodo. También el Consulado de Comercio de la
ciudad de México se encargó del cobro de las alcabalas en la capital.
Impuestos al comercio
El único ramo que aparece en el rubro son las alcabalas. Importaron,
durante el periodo analizado, un total de 109 698.43 pesos. La gran ma-
yoría del siglo se encontraron arrendadas a particulares o bien en-
cabezonadas por el alcalde mayor.57 Existen, sin embargo, algunos años
en que entraron bajo administración directa de la caja, y proporcionan
información interesante acerca de los circuitos comerciales regionales,
el tipo de mercancías intercambiadas y la estructura del comercio de
bienes en el espacio local. He utilizado la información de los libros
de alcabalas en el Mapa 12, presentado dentro del capítulo anterior,
para dar una idea del espacio potosino. Sin embargo, la irregularidad
en el cobro de este impuesto no permite sacar conclusiones generales
acerca de la importancia del comercio en San Luis.
Contribuciones de la administración
El único ramo registrado dentro de este rubro, es la media annáta. Re-
caudó en total 20 275.66 pesos. El promedio anual es de 310.03 pesos.
Creo que el aspecto más importante de este impuesto es que el libro
215
mayor capturó información de carácter espacial ya que todos los fun-
cionarios del distrito scal debían acudir a San Luis Potosí para realizar
los pagos. En el Mapa 1358 he vaciado los datos proporcionados por la
media annáta. Ahí se puede observar la manera en que se estructuraba
el cobro de ésta. Las líneas que he dibujado señalan la existencia de un
vínculo entre los dos puntos tocados por su vértice.59 La red generada
de esta manera permite encontrar ciertos patrones de organización en
el cobro del impuesto: casi todas las poblaciones que pagaron media
annáta se encuentran hacia el oriente de San Luis Potosí. La frontera
impositiva se encuentra delineada por el eje San Francisco-San Luis
Potosí-San Sebastián. A partir de éste, se abre la territorialidad en que
era pagado el impuesto.
Según se puede observar en el mapa, existen cuatro agrupaciones
de acuerdo con la distancia respectiva de las poblaciones que tributaron
en la Caja Real de San Luis Potosí. En primer lugar, los poblados a una
distancia máxima de 20 kilómetros, en que se encuentran compren-
didos Pozos, La Pila y Cerro de San Pedro. A una distancia máxima
de 48 kilómetros, siguen Santa María, San Francisco y Armadillo. En
tercer término, las poblaciones como Gallinas, San Sebastián y Río Ver-
de, las cuales se encontraban comprendidas a un máximo de 108 km.
Finalmente, el Jaumave, a 222 km de distancia respecto de la tesorería
potosina. Estas divisiones forman medios círculos casi concéntricos a la
ciudad de San Luis.
La segunda variable que he utilizado en el mapa es la frecuencia.
Por ésta entiendo el número de veces que, dentro de la Caja Real de
San Luis Potosí, se pagó una media annáta correspondiente a cada una
de las doce poblaciones que en el ramo aparecen. Es cierto que hubiese
58 Información de la media annáta en la Caja Real de San Luis Potosí.
59 Esta manera de representar los contactos entre los participantes de una relación, es
conocida como análisis de redes sociales (). Es un lenguaje que ha sido tomado de la
geometría, con aplicaciones en diversos ámbitos de las ciencias sociales. Véase, por ejemplo,
Jorge Gil Mendieta y Samuel Schmidt (coords.), Análisis de redes. Aplicaciones en ciencias
sociales (México: Universidad Nacional Autónoma de México-Instituto de Investigaciones en
Matemáticas Aplicadas y Sistemas, 2002). También, Antonio Ibarra y Guillermina del Valle
Pavón (coords.), Redes sociales e instituciones comerciales en el imperio español, siglos x vi a xi x
(México: Universidad Nacional Autónoma de México / Instituto de Investigaciones Dr. José
María Luis Mora, 2007).
216
M 13
L M A. S XVII
!(
!
(
0
Distancia
Frecuencia
12.5 25 50 Km.
San Sebastián
San Luis Potosí
San Francisco
Guadalcázar
Cerro de San Pedro
Armadillo
Pozos
La Pila
Santa María del Río
Gallinas
Río Verde
Jaumave
0 - 20 Km
20 - 48 Km
48 - 108 Km
108 - 222 Km
1- 25
56 - 66
584
-99°-99°30'-100°-100°30'-101°
-99°-99°30'-100°-100°30'-101°
23°
22°30'
22°
23°
22°30'
22°
3
217
podido utilizar, en su lugar, el valor del impuesto recabado, pero creo
que, en este caso en particular, la intensidad de los contactos es más
signicativa que las cantidades medidas en pesos. Aunque uno se en-
cuentra tentado a pensar que, mientras más lejana la población, menos
frecuentes son los contactos, esto no era verdad para la media annáta
potosina, que muestra una distribución bastante pareja de los datos, si
no se toma en cuenta la relación reexiva:
T 2. C. R: M A. F
Rango
en kilómetros
Frecuencia
absoluta Frecuencia relativa Valor absoluto Valor relativo
De 1 a 20 75 36.8% $1 000.00 28.71%
De 21 a 48 50 24.5% $404.00 11.6 0%
De 49 a 108 78 38.2% $2 054.00 58.97%
De 109 a 222 10.5% $25.00 0.72%
Total 204 100% $3 483.00 100%
La frecuencia más alta la tiene la tercera categoría, aunque sólo se
contabilizaron tres partidas más que respecto a la primera. En el medio,
el valor de los vínculos no es tan fuerte, aunque sí aporta una cantidad
signicativa de contactos. El caso del Jaumave, como se puede apreciar,
es bastante excéntrico. Todos estos datos nos muestran que la recau-
dación de este impuesto comprendía un radio de acción de unos cien
kilómetros, en una especie de abanico que tenía como vértice San Luis
Potosí y se abría desde Río Verde, principal eje que estructuraba la re-
caudación hacia el interior del espacio potosino, para culminar por el
norte en San Sebastián.
Empero, la verdadera importancia de la media annáta es que mues-
tra la extensión real de la alcaldía mayor, porque la mayoría de los o-
cios que debieron pagar el impuesto (fuera de la ciudad de San Luis)
fueron tenientes de alcalde mayor:
218
T 3. C. R: M A. T A
M M A S L P
Puesto Valor
Teniente de alcalde mayor de Cerro de San Pedro $736.85
Teniente de alcalde mayor de San Luis Potosí $250.55
Teniente de alcalde mayor de Pozos $233.49
Teniente de alcalde mayor de Río Verde $169.73
Teniente de alcalde mayor de Santa María del Río $138.35
Teniente de alcalde mayor de San Francisco $89.33
Teniente de alcalde mayor de Armadillo $45.27
Teniente de alcalde mayor de Gallinas $24.88
Teniente de alcalde mayor de San Sebastián $6.25
Total $1 694.71
La Tabla 3 muestra que, en términos institucionales, la alcaldía
mayor de San Luis Potosí ejercía control directo sobre las poblaciones
mediante funcionarios nombrados directamente en la capital local. En
este sentido, el teniente de alcalde mayor de Cerro de San Pedro fue
el que más contribuyó a la media annáta. En primer lugar, porque los
benecios en el real de minas se calculaban mayores que en las demás
poblaciones, por lo cual la erogación de media annáta era más costosa.
En segundo lugar, porque hubo muchos nombramientos; los alcaldes
de San Luis querían tener siempre un representante en las importantes
minas de San Pedro.
Se puede observar que hubo un pago signicativo de tenientes dentro
de la misma ciudad de San Luis Potosí, lo cual muestra que los alcaldes
no siempre gobernaron de forma directa, ya sea porque hacían ausencia
de la población, o bien porque ostentaban el título de manera interina.
En tercer lugar aparece el Real de Pozos, población cercana a la capital
potosina y en la cual se asentaban importantes haciendas de benecio mi-
nero. En cuarto término aparece Río Verde, zona de producción agrícola
para el mercado potosino, junto con Santa María, Gallinas, Armadillo y
San Francisco. Por último, sorprende encontrar en la lista a San Sebas-
tián, puesto que esta población, cuando menos de nombre, pertenecía
a la alcaldía mayor de Charcas, aunque el 12 de febrero de 1664 Juan
219
Fernández Castro pagó en la Caja Real de San Luis una media annáta
por haber sido designado teniente de alcalde mayor de San Sebastián
del Agua del Venado.
El caso de la media annáta muestra que la información despren-
dida de fuentes scales puede ser utilizada para enterarnos de muchas
facetas de la vida económica y social de un territorio: es cierto que el
impuesto no signicó, durante el periodo de análisis, cantidades es-
pectaculares de dinero. Su importancia, sin embargo, no se encuentra
en el volumen del impuesto, sino en su función en el plano institucio-
nal. El pago de la media annáta debía hacerse en metal amonedado, y
en la época no cualquiera podía darse el lujo de poseer monedas. Ade-
más, la información proporcionada por ésta es interesante en el aspecto
social: el pago de medias annátas por cargos honorícos y puestos en
el ayuntamiento sirve para ubicar a personajes con importancia en el
orden económico. La media annáta es de los pocos ramos que se cobra-
ron sin excepción a lo largo de todo el periodo; en los libros mayores, se
encuentra fechada a la perfección. Gracias a estas características, la serie
obtenida por el cobro de la media annáta puede ser convertida en una
interesante herramienta de comparación con los otros ramos scales.
Contribuciones indígenas
Por último, las contribuciones indígenas sumaron un total de 1 164
pesos. El tributo era casi inexistente en San Luis Potosí. Esto nos indica
que, en el plano social, las poblaciones en el distrito de la caja real ha-
bían sufrido un proceso acelerado de mestizaje, lo cual facilitó que se
les dejase de cobrar el tributo indígena. Además, los pueblos fundados
por indios tlaxcaltecas en las postrimerías del siglo siempre pelearon
la exención del tributo como gracia por las capitulaciones obtenidas
con el virrey Velasco II en 1591. El cobro del tributo en San Luis Potosí
nos muestra una sociedad en que la comunidad india se ha fracturado y
se abre paso el mundo del mestizaje. Empero, éstos no son temas que se
abordarán a fondo en el presente libro.60
60 Para más información acerca de los tributos en San Luis Potosí, véase Felipe Durán
Sandoval, “Vida social y económica de San Luis Potosí. El cobro de tributos (1653-1717)”
(tesis de licenciatura en Historia, Escuela Nacional de Antropología e Historia, 2002).
220
La data
El aspecto scal de la Real Hacienda novohispana que menos atención
ha recibido por parte de los historiadores es el gasto. Creo que en los
últimos veinte años se ha aprendido mucho acerca de los ingresos, pero
no se ha avanzado tanto en el aspecto de las erogaciones. El problema
principal que se ha de superar, como siempre, es la carencia de infor-
mación. En el caso novohispano, uno de los principales problemas es
el funcionamiento de la Tesorería central: las cajas reales provinciales
debían remitir a México los excedentes de su saldo una vez que habían
liquidado los gastos de la administración local. Esto genera un gran
problema a la hora de evaluar el gasto de la Real Hacienda, porque se
puede incurrir fácilmente en la duplicación de las cuentas.
En la Gráca 561 se muestran los rubros scales en que se agruparon
los ramos ejercidos por la Caja Real de San Luis Potosí. Es cierto que las
remisiones a la tesorería central absorben prácticamente todo el gasto
de la caja potosina: en total, 5 354 705.98 pesos fueron enviados a la
ciudad de México; el 91% de la data. Esto también nos muestra que sólo
se gastaron en San Luis 528 948.61 pesos. El promedio anual ronda los
8 087.9 pesos. La cifra tal vez no sea espectacular; sin embargo, estos
estipendios ayudaron a la estructuración del espacio económico local
porque signicaron valores que recircularon en San Luis.
De acuerdo con las ordenanzas de las cajas reales provinciales, los
metales en pasta procedentes de los impuestos mineros debían ser en-
viados en especie a la Tesorería central. Los ramos cobrados en moneda,
como las alcabalas y la media annáta debían satisfacer la operación co-
rriente de la misma. Cuando menos en teoría, la moneda se incorporaba
en un ciclo de circulación, el cual beneciaba a la economía local. Dada
la crónica escasez de metales amonedados en los espacios periféricos a
las grandes rutas comerciales,62 una inyección constante de buena mo-
neda no puede ser desestimada como nimia.
61 Data de la Caja Real de San Luis Potosí, durante el siglo : 1) , Contaduría,
Cajas Reales de la Nueva España, 922; 2) , Contaduría, Cajas Reales del Reino del Perú,
1814; 3) , Contaduría, Cajas Reales de la Nueva España, 923-A; 4) , Contaduría, Cajas
Reales de la Nueva España, 923-B. Se han eliminado todas las existencias, con la nalidad de
no inar articialmente las cuentas.
62 Ruggiero Romano, Moneda, seudomonedas y circulación monetaria en las economías de
México. México: El Colegio de México / Fideicomiso Historia de las Américas / Fondo de
Cultura Económica, 1998.
221
G 5
D. C R S L P. S XVII
E
XTRAORDINARIO DE
CAJA REAL
2%
REMISIONES A CAJA
CENTRAL
91%
OTROS
9%
MILITAR Y
DEFENSA
3%
ORDINARIO DE CAJA
REAL
4%
Las remisiones a caja central
Las remisiones a México son descritas con cuidado por los ociales rea-
les del Tribunal de Cuentas de la ciudad de México. Dentro del libro
mayor, la información de este ramo aparece desglosada de acuerdo con
las especies que se remitieron. De esta manera, es posible enterarse
de que a lo largo del siglo la caja potosina mandó un total de
3 569 597 pesos en plata pasta a la Tesorería central, y que estas barras
conformaron el 67% del rubro. En segundo lugar, aparece el envío de
oro en pasta, que alcanzó 1 569 061.28 pesos en el periodo estudiado.
Representa el 29% del total. En un lejano tercer lugar, los envíos de
moneda transrieron 212 285.47 pesos en reales a la caja de México. La
Gráca 663 muestra esta distribución de datos, mientras que la Tabla 464
presenta una comparación entre los valores arrojados por las remisiones,
y los impuestos de minería.
63 Remisiones a caja de México durante el siglo : 1) , Contaduría, Cajas Reales
de la Nueva España, 922; 2) , Contaduría, Cajas Reales del Reino del Perú, 1814; 3) ,
Contaduría, Cajas Reales de la Nueva España, 923-A; 4) , Contaduría, Cajas Reales de la
Nueva España, 923-B. Se han utilizado sólo valores en pesos, aunque la fuente informa de
la masa total enviada para el caso de los metales en pasta.
64 Comparación de los totales captados por impuestos de minería y las remisiones a Mé-
xico en la Caja Real de San Luis Potosí, siglo .
222
T 4. C
M
Género Remisión Impuestos de minería Diferencia
Plata $3 569 597.00 $3 558 987.79 $10 609.21
Oro $1 569 061.28 $1 957 155.51 -$388 094.23
Total $5 138 658.28 $5 516 143.30 -$377 485.02
Fuente: Elaboración propia con base en: , Contaduría, Cajas Reales de la Nueva España,
922. , Contaduría, Cajas Reales del Reino del Perú, 1814. , Contaduría, Cajas Reales
de la Nueva España, 923-A. , Contaduría, Cajas Reales de la Nueva España, 923-B.
Los datos muestran que se envió a México una cantidad de plata
superior a la captada por los impuestos de minería. La diferencia de
10 609.21 pesos se tomó de otros ramos que se cobraron en plata; por
ejemplo, el tostón. La plata que entró a la caja de San Luis Potosí se
envió en su totalidad a México y, por tanto, la serie de tiempo des-
prendida de los datos de remisión a caja central puede dar una buena
G 6
D. R C M .
C R S L P. S XVII
M
ONEDA
4%
ORO
29%
PLATA
67%
223
idea acerca de los ritmos de captación impositiva sobre el metal blanco
de San Luis. Por otro lado, la tabla demuestra que el caso del oro es
distinto: el metal amarillo no uyó tan fácilmente a la ciudad de Méxi-
co. Un total de 388 094.23 pesos en oro pasta dejaron de enviarse a la
Tesorería central. Este hecho es más que signicativo porque se puede
concluir que poco más del 73% de los gastos locales se saldaron en oro
sin amonedar.
Sobra decir que esta situación se encontraba fuera de las ordenan-
zas, y fue señalada de forma recurrente por los jueces del Tribunal de
Cuentas. Por ejemplo, en el pliego de comentarios del ciclo que corre del
14 de mayo de 1660 al 11 de julio de 1661 se indica lo siguiente:
Así mismo hemos hecho reparo que, habiendo importado el oro en es-
pecie del cargo de Ociales Reales en el tiempo de esta cuenta, así de
lo cobrado por los derechos de uno y medio por ciento, y quinto del
oro, como de lo hallado en la Real Caja, que no se había remitido en la
[cuenta] antecedente, 17,132 castellanos 7 granos de oro, reducido a ley
22 quilates. Y ajustándolo con la data de lo que quedaba en ser para la
cuenta siguiente, y con los etamientos de los arrieros de lo traído a la de
México, importan estas partidas 13,898 castellanos 5 tomines 2 granos,
con que diere la data del cargo (en esta especie) en 3 233 castellanos
3 tomines 5 granos. Y aunque, así que ajustada en todo la cuenta por el
valor de 17 reales menos 2 maravedís el castellano, trae ajustamiento la
relación jurada de cargo y data en el todo del monto del Real Haber en
dicha Caja. Pero es digno de prevenir que estando dispuesto por Su Majestad
que el oro de estas provincias de sus Reales Derechos, se remita en la misma
especie a los reinos de Castilla, debe ajustarse esta materia, dándose órdenes
para que los dichos Ociales Reales de San Luis, precisamente hayan de en-
viar en ser todo el oro que entrare en su poder y de que se hicieren cargo, y en
los etamientos y despachos de su remisión especicar el número de cas-
tellanos con su reducción, y que los de México se carguen con separación
y claridad, que en esta cuenta no la ha habido, y solo dan por mayor de la
partida de remisión los de San Luis, de lo que remiten de reales derechos
en oro, plata y reales, y en la misma conformidad se cargan los de México
sin decir cuánto de cada género, materia digna de reparo para la buena
cuenta y claridad que se debe tener en la administración de Real Hacien-
da. Que sobre todo proveerá Vuestra Señoría lo que convenga. Tribunal y
Septiembre 11 de [1]664 años.65
65 , Contaduría, Cajas Reales de la Nueva España, 923-A, 4, foja 171 frente y vuelta.
Grafía original, cursivas propias.
224
Estos señalamientos muestran que los ociales reales de San Luis gas-
taban el oro captado en la caja, pese a que esta especie debía ser en-
viada directamente a Castilla. Llama la atención que el gasto local de
la caja, al ser ejercido en metal áureo, cobra importancia más allá de su
volumen.
Además de los minerales en pasta, un total de 212 716.64 pesos se
enviaron a la ciudad de México en moneda. La Tabla 566 muestra los
distintos tipos de moneda que aparecen en el ramo.
T 5. D. R: R C M.
V
Tipo de moneda Valor en pesos
Reales mexicanos enteros $210 493.30
Reales mexicanos quebrados $1 968.25
Reales peruleros quebrados $300.08
Total $212 761.64
Fuente: Elaboración propia con base en: , Contaduría, Cajas Reales de la Nueva España,
922. , Contaduría, Cajas Reales del Reino del Perú, 1814. , Contaduría, Cajas Reales
de la Nueva España, 923-A. , Contaduría, Cajas Reales de la Nueva España, 923-B.
Se puede observar que toda la moneda remitida a la caja central es
de plata. A este tipo circulante se le conocía como reales. La mayoría de
la moneda que fue enviada por la caja de San Luis se encuentra catalo-
gada como acuñada en la Ceca de México, y además se describe como
piezas enteras. Es decir, se envió moneda buena. La moneda de mala
calidad es una cantidad pequeña del total: son los reales quebrados, que
funcionaban como moneda fraccionaria. Además, aparecen algunas
monedas febles acuñadas en la Ceca de Potosí. No son muchas, pero
su presencia en San Luis es signicativa de la circulación masiva que la
moneda peruana alcanzó en el siglo . En contrapunto, debe notarse
la ausencia de cualquier moneda de oro, llamadas doblas en aquella
época, y esto pese a que desde 1655 la Casa de Moneda de México ya
tenía permiso para fabricar monedas de metal áureo.
66 Caja Real de San Luis Potosí, Data, ramo Remisiones a México.
225
Considerando los ramos que, cuando menos en teoría, debían ser
pagados en moneda, se tiene que la captación de monedas en la tesorería
potosina debió acercarse a los 347,000 pesos.67 Descontando el valor de
las piezas remitidas, se puede calcular que alrededor de 134,500 pesos
de los gastos locales se saldaron en moneda y el resto en oro. En con-
clusión, del total de monedas captadas en la tesorería potosina, un 61%
fueron exportadas a México, mientras que el resto se utilizaron para
saldar los pagos en San Luis. Además, la ley de la probabilidad indicaría
que la mayoría de las monedas gastadas en el espacio local serían febles,
pero no poseo documentación suciente para respaldar esta armación.
Aunque, por medio de estas cifras se puede plantear como hipótesis que
la Caja Real de San Luis debió de haber funcionado como repositorio
de moneda fraccionaria para el mercado local.
Si se toman en cuenta los valores del oro exportado, así como de la
moneda, tenemos por consecuencia que la caja potosina sólo gastó lo-
calmente 6 300 pesos en plata pasta, apenas arriba del 1% del total. En
otras palabras, la plata captada por la caja real se exportó a la ciudad de
México prácticamente en su totalidad. Por su parte, el oro fue utilizado
de manera preferente para saldar los gastos locales de la tesorería. Es
muy probable que, si bien la moneda de buena calidad fuese exportada a
la tesorería central, aquella de mala calidad fue gastada en la localidad.
En resumen, la Caja Real de San Luis sigue mostrando un funciona-
miento excéntrico, que se puede atribuir en gran medida a la existencia
del oro de San Pedro.
Gasto ordinario de caja real
La Gráca 7 muestra los ramos que se pagaban de cotidiano en la caja.
El más importante, sin duda alguna, es el que contiene los salarios de
los jueces ociales reales de San Luis Potosí. Es, además, el segundo
ramo en importancia de la data después de las remisiones; un total de
67 Para llegar a esta cifra he eliminado todos los impuestos de minería, además del tostón,
que se pagaba en plata pasta, el estanco de azogue, que se pagaba por mineros y por lo común
se saldaba en metal sin amonedar. También eliminé de la suma las ayudas de costas porque
éstas fueron valores reintegrados a la caja por préstamos que recibieron los mineros, y también
se pagaban en plata pasta.
226
165 451.85 pesos se destinaron a este concepto. Teniendo en cuenta la
propensión de los contadores y tesoreros de San Luis a cobrar sus sala-
rios en oro pasta, se puede suponer que la mayor parte de estos salarios
fueron liquidados en metal dorado. Dentro del libro mayor, el ramo
contiene todas las personas que recibieron algún salario ordinario en la
Caja Real de San Luis, por lo cual es fácil saber de forma puntual quié-
nes fueron las personas que administraron la Real Hacienda potosina.
Esta información podría ser muy útil para los investigadores interesados
en historia social.
G 7
D. O R H.
C R S L P. S XVII
FLETES, $26,552.07
FÁBRICA DE CAJA
REAL, $10,807.31
PAPELERÍA, $8,823.46
CORREOS, $757.00
SALARIOS, $165,451.85
68 Caja Real de San Luis Potosí, Data, ramo Salarios.
Además, la documentación informa acerca de los ocios ejercidos
en la caja real y la cantidad de dinero que se pagaba por éstos. En la
Tabla 668 se pueden apreciar los datos.
227
T 6. D. R: S O.
O C R S L P
Ocio Salario promedio por año
Contador en Caja Real de San Luis Potosí $1 117.12
Tesorero en Caja Real de San Luis Potosí $984.75
Ocial mayor en Caja Real de San Luis Potosí $299.14
Alguacil de guerra en Caja Real de San Luis Potosí $160.03
Escribano en Caja Real de San Luis Potosí $99.80
Alguacil ejecutor en Caja Real de San Luis Potosí $99.59
Fuente: Elaboración propia con base en: , Contaduría, Cajas Reales de la Nueva España,
922. , Contaduría, Cajas Reales del Reino del Perú, 1814. , Contaduría, Cajas Reales
de la Nueva España, 923-A. , Contaduría, Cajas Reales de la Nueva España, 923-B.
A lo largo del siglo la burocracia de la caja real fue creciendo. La
caja de San Luis comenzó sus funciones en 1628 con un tesorero y un
contador; al nal del siglo eran seis los ocios que cobraban en la caja.
Esto supuso un aumento de 658 pesos en promedio por año a los gastos
corrientes de la caja. Empero, la diferencia salarial con el tesorero y el con-
tador muestra que los nuevos empleos eran considerados menores.
En segundo lugar, aparece el pago de los etes, el cual representó
12.5% del rubro. La gran cantidad de barras de plata y oro que debían
ser remitidas a la caja de México eran transportadas por arrieros. La
Caja Real de San Luis Potosí pagó los gastos de transporte originados
por la remisión masiva de valores hacia la Tesorería central. La informa-
ción recabada por el ramo informa de las fechas de salida y llegada de la
recua, así como de la masa transportada: los arrieros, personajes ubicuos
en la historia novohispana, transportaron un total de 160.12 toneladas de
masa durante el periodo de análisis. Aunque no tengo datos acerca de las
otras tesorerías, sí puedo inferir que la cantidad de masa trasladada desde
San Luis fue relativamente menor a los otros centros mineros, porque el
transporte implicaba también importantes cantidades de oro que, si bien
alcanzaban un alto valor, no pesaban tanto como la plata.
228
En tercer lugar, aparecen los gastos hechos por la fábrica de caja real,
es decir, el pago de todas las obras de remodelación y mantenimiento de
la caja real, el cual ascendió a 10 807.31 pesos. En este ramo se guardó
información acerca de los artistas, artesanos y maestros de obra que se
encargaron del embellecimiento de la caja real.69 Es una fuente que
pudiera resultar interesante para los investigadores que se especializan
en historia del arte. Además, junto con la papelería, estos ramos infor-
man el precio de cada uno de los bienes consumidos en la caja, por lo
cual podrían ser utilizados para elaborar series de precios. Por último,
aparecen los correos enviados a la ciudad de México con información
acerca del despacho de la contaduría potosina. El gasto en correos, de
757 pesos, es pequeño si se compara con los demás ramos del rubro.
Militar y defensa
Los gastos militares importaron un total de 185 293.06 pesos. Como
muestra la Gráca 8, éstos se encontraron repartidos en tres ramos.
El más importante de todos fue el gasto situado, que ascendió a 100
174.43 pesos. Dentro de éste se encuentran gastos de defensa ajenos
al ámbito local; la estructura scal de la monarquía era relativamente
exible en cuanto al ejercicio del gasto en los espacios provinciales: si era
necesario colocar recursos en ciertas poblaciones norteñas, el dinero no
debía ser enviado a México y después retornado al lugar en que se debía
hacer el dispendio. Se prefería realizar el pago en la caja real más cerca-
na. La Tesorería potosina registró minuciosamente este tipo de gastos.
En los datos del situado potosino se encuentran registrados dos gran-
des procesos de colonización y conquista ocurridos en el siglo . En
primer lugar, el gasto que se ejerció en el pago de los soldados que se
enviaron a Manila. Veinte compañías militares recibieron fondos en la
Caja Real de San Luis Potosí a lo largo del periodo estudiado. La caja
erogó un total de $9 957 pesos para cubrir las soldadas de los militares
69 Debe recordarse que durante el siglo la caja real todavía permanecía como una
dependencia adosada a las Casas Reales, edicio que hoy se conoce como Palacio de Gobier-
no. Los gastos de fábrica habrían de dispararse con la construcción del maravilloso edicio
barroco a donde sería trasladada la caja real durante el siglo y, por supuesto, los costos se
encontrarán desglosados a la perfección en el libro mayor correspondiente.
229
G
D. M D. C R S L P.
S XVII
CHICHIMECAS
19%
ABASTO
27%
SITUADO
54%
que partieron hacia las Islas Filipinas. Las compañías se formaban bajo el
mando de algún capitán nombrado directamente por el virrey en la ciu-
dad de México, el cual recorría las poblaciones en busca de soldados.70 Si
los pobladores se enrolaban en la compañía, recibían pago en la Tesorería
potosina por el valor de los viáticos hacia el puerto de Acapulco, desde
donde los soldados se embarcaban con rumbo a las islas asiáticas.
70 Por ejemplo, del capitán Cristóbal Bonilla Mañozca, se informa en la caja real que el
26 de marzo de 1648 recibió un total de 79 pesos 6 tomines y 10 granos: “Los 11 pesos 2 to-
mines 5 granos de ellos, por el sueldo de 7 días que sirvió de capitán de infantería de la gente
que condujo y levanto en el pueblo de San Luis Potosí para Filipinas, que corrieron desde cinco
de marzo de 1648 que constó por testimonio haber [en]arbolado bandera, hasta 12 del dicho,
que se reformó en virtud de mandamiento del virrey conde de Salvatierra, de veintinueve de
febrero del dicho año […] 50 pesos de la bandera y 11 pesos 4 tomines 5 granos del pífano y
dos a tambores a razón de 15 pesos cada mes, hecho el cómputo por el sueldo de un soldado por
el dicho tiempo” (, Contaduría, Cajas Reales de la Nueva España, 922, 25, foja 710 frente).
230
El situado potosino ha dejado información acerca de las personas que
se enrolaron para servir en las islas Filipinas. Aunque se tiene registro de
ocho prisioneros que fueron enviados forzados al campo de Manila,71 la
mayoría de las compañías se conformaron con voluntarios. La fuente no
posee información acerca de todos los personajes que cobraron soldada
en la Caja Real, pues en algunas ocasiones sólo se conservó el nombre
del capitán que formó la compañía. Empero, algunos de los registros son
excesivamente detallados.72 Las lagunas en la información proporcionada
por las fuentes no permiten determinar una edad promedio para los sol-
dados que partieron a Filipinas en el periodo estudiado, pero a grandes
rasgos se puede calcular que los soldados que se enrolaron para ir a las
Filipinas eran menores a los veinte años.
Más adelante se explorará con mayor detalle el contacto -mediado
por las barras de metales preciosos- entre las minas de San Luis y las
Filipinas.73 Por el momento, es suciente con plantear que, a nivel s-
cal, estas transferencias de valores realizadas con la nalidad de sostener
los esfuerzos de guerra en el pacíco, fueron de importancia dentro del
espacio regional, pues articularon un contacto constante con el espacio
asiático del Imperio. Pese a no ser la erogación más importante dentro de
los gastos situados, se debe enfocar la atención en la frecuencia de los con-
tactos y el hecho de que el situado a Manila remitía a una estructura de
gasto que fue constante durante la primera mitad del siglo , cuando
el esfuerzo de conquista y colonización de las Filipinas se encontraba en
su cenit. Esto plantea además un problema para los historiadores de la s-
calidad, pues estos gastos situados para Manila se hicieron directamente
71 Archivo General de Indias, Contaduría, Cajas Reales de la Nueva España, 922, 25, De
Foja 710 vuelta a Foja 711 frente.
72 “Cristóbal Martínez, hijo del mismo [Cristóbal Martínez el Viejo], natural de la dicha
ciudad de San Luis, de edad de catorce años, espigado con una señal de herida sobre la ceja
derecha y otras dos en los dos dedos pulgares de las manos, el cual habiendo recibido de pri-
mera paga y socorros 26 pesos 7 tomines 6 granos en 19 del dicho febrero [de 1658] por orden
y requisitorio del capitán Bernardo Pérez de Azpilicueta, en virtud de declaraciones del dicho
capitán Ignacio de Buitrón a su alférez y sargento, se le borró la plaza a este soldado por ser
enfermo de mal de corazón y otros accidentes, y volvió a la Real Caja la cantidad que había
recibido,” (Archivo General de Indias, Contaduría, Cajas Reales de la Nueva España, 923-A,
1, De Foja 34 vuelta a Foja 35 frente.)
73 Véase el “Capítulo 4. La circulación global de los metales preciosos potosinos a co-
mienzos del siglo : de San Luis Potosí a Manila y Sevilla”.
231
en la tesorería provincial y no fueron erogados desde la Caja Central;
para conocer el valor total de las remisiones a Filipinas hay que incorpo-
rar a las cuentas estas partidas menores, que fueron gastadas directamen-
te las tesorerías locales.
Después aparecen los gastos realizados por la colonización del nores-
te novohispano. El reino de Nuevo León fue el principal beneciado del
ramo. Esta situación demuestra que la colonización y pacicación de este
espacio fue apoyada nancieramente desde San Luis Potosí. El gasto más
alto registrado es el que se envió a Monterrey, con un valor de 47 304.52
pesos, los cuales se pagaron en sólo dos exhibiciones. El importe corres-
ponde a la mitad del salario que se debía al gobernador Martín Zavala,
por casi 34 años de trabajo.74 La otra parte le fue pagada en la Caja Real
de Zacatecas. Los gastos realizados en Cerralvo y Cadereyta se destinaron
74 “A Don Martín de Zavala, gobernador y capitán general del Nuevo Reino de León 22 300
pesos 5 tomines 3 granos de oro común en Reales […] que hubo de haber en virtud del man-
damiento del virrey conde de Baños de 21 de marzo de 1661. Refrendado del escribano real
Pedro Velásquez de la Cadena, en que mandó a ociales reales de Zacatecas ajustasen todo lo
que se le estaba debiendo al dicho gobernador de los 2 000 pesos de minas ensayados que Su
Majestad le señaló de sueldo en cada un año por tal gobernador, desde [el] día que tomó pose-
sión, hasta n de junio de 1665, constando lo que líquidamente se le debía por esta razón. La
mitad de ello se le pagase en la Real Caja de Zacatecas, y la otra mitad en la Caja de San Luis
de cualquiera dinero de Hacienda Real que fuese a su cargo, en 2 años, el de 1661 y 1662
por mitad. En cada uno de lo que se le debía y tocare pagar a cada Caja de las referidas. Como
consta de dicho mandamiento y para la justicación de ello, de una certicación de Ociales Rea-
les de Zacatecas de 16 de julio de dicho año de 1661, en que consta así mismo haber tomado el
dicho Don Martín de Zavala posesión de gobierno en 24 de agosto del año pasado de 1626,
[y] de haberle servido hasta n de julio de 1660, que fueron 33 años 342 días a razón de
2 000 pesos de minas que por su titulo se le señalaron al año que importaron 112 291 pesos
3 tomines 6 granos en Reales, y de ellos se bajaron 23 088 pesos 6 tomines 4 granos en Reales,
los 18 378 pesos 5 tomines 2 granos que recibió procedido de Penas de cámara y gastos de jus-
ticia, causadas en su gobierno desde que tomo posesión hasta 13 de abril de 1657. Y los 4 810
pesos1 tomín 2 granos por 5 000 pesos de plata que en 4 de noviembre de 1641 se le dieron
prestados en aquella Real Caja por mandamiento del virrey duque de Alburquerque (digo)
de Escalona, de suerte que se le debían de resto de dichos salarios líquidos 89,202 pesos 5
tomines 2 granos se le hubieron de pagar de la Real Caja de Zacatecas en los dichos dos años
por mitad, y la otra en la de San Luis, también por mitad. Y consta por la certicación haber
pagado a la parte del dicho gobernador el día de su fecha en dicha Caja de Zacatecas otros
22 300 pesos 5 tomines 3 granos en plata a 4 tomines menos de su ley” (, Contaduría,
Cajas Reales de la Nueva España, 923-A, 5, foja 193 frente y vuelta).
232
a los conventos franciscanos que ahí operaban, por concepto de limosna.
Son gastos ejercidos en virtud del Real Patronato. Los he considerado den-
tro del situado, aunque pueden ser reubicados en otro ramo.
Además, aparecen en el situado los pagos que se hicieron a los solda-
dos del presidio ubicado en San Francisco de los Tejas, en 1693 y 1694:
son los esfuerzos realizados para la colonización de Texas a nales del
siglo , relatada por Carlos de Sigüenza y Góngora en su Relación
de la provincia de Tejas.75 También se encuentran los envíos realizados
al Fuerte en Sinaloa, así como una compañía militar que partió hacia
La Habana en 1628 con la nalidad de resguardar a la ota. Es posible
mostrar en un mapa la estructura de la red. El resultado se puede ver en
la Tabla 7 y el Mapa 14.
75 Carlos de Sigüenza y Góngora, “Manuscrito 169. Relación de la provincia de Texas
de Sigüenza y Góngora”, 15 de mayo de 1693, consultada el 22 de octubre de 2015, http://
amoxcalli.org.mx/facsimilarPaleograa.php?id=169, edición facsimilar electrónica preparada
por Brígida von Mentz.
Lugar Distancia en
kilómetros Frecuencia Valor
Manila 15 443 108 $9 957.16
La Habana 1 982 24 $1 148.88
San Francisco de los Tejas 1 207 5 $17 479.38
El Fuerte (Sinaloa) 933 3$23 6 27.00
Cerralvo 470 1$437.5 0
Monterrey 406 2 $47 304.52
Cadereyta 405 1$218.75
Total 144 $100 173.18
Fuente: Elaboración propia con base en: , Contaduría, Cajas Reales de la Nueva España,
922. , Contaduría, Cajas Reales del Reino del Perú, 1814. , Contaduría, Cajas Reales
de la Nueva España, 923-A. , Contaduría, Cajas Reales de la Nueva España, 923-B.
T 7
D. R: S. L
C R S L P
Lo primero que llama la atención son las diferencias estructurales
del gasto. Por un lado, tenemos que los envíos a Nuevo León son pocos
233
M 14
E S S L P. S XVII
0200 400100 Km.
FrecuenciaDistancia
Manila
El Fuerte
A Manila San Luis Potosí
Monterrey
Cadereyta
Cerralvo
San Francisco de los Tejas
La Habana
A la Habana
Copyright:© 2014 EsriCopyright:© 2014 Esri
Copyright:© 2014 EsriCopyright:© 2014 Esri
1 - 5
6 - 24
25 - 108
405 - 933 Km
1,983 - 15,443 km
934 - 1,982 Km
-92°-94°-96°-98°-100°-102°-104°-106°-108°-110°
-92°-94°-96°-98°-100°-102°-104°-106°-108°-110°
32°
30°
28°
26°
24°
22°
32°
30°
28°
26°
24°
22°
Copyright:© 2014 EsriCopyright:© 2014 Esri
3
234
pero cuantiosos, mientras que los de Filipinas son muchos pero febles.
Esto tiene que ver con el tipo de ayudas que se daban en la caja real:
un soldado ganaba mucho menos dinero que el gobernador de Nuevo
León. También hay diferencias de orden temporal. El pago de solda-
dos a Filipinas decrece a medida que avanza el siglo , mientras que
los gastos de la colonización del norte van tomando más importancia
mientras más se acerca el siglo . Lamentablemente, el culmen de
este proceso no se puede observar en la información que aquí presento
porque fue con la expedición de Escandón hacia 1748.
Las conexiones de la caja real potosina se extendían desde La Ha-
bana hasta Manila, y desde San Luis hasta el presidio de San Francisco
de los Tejas. El dinero recaudado por esta tesorería surcó dos océanos,
y también fue importante en la colonización del norte lejano de la
Nueva España. En 1786 se reorganizó el espacio novohispano, con
la creación de las intendencias; la de San Luis Potosí abarcaba el terri-
torio neoleonés, neosantanderino y tejano. A la luz de los datos scales
se puede comenzar a comprender el porqué de dicha división: el dinero
de San Luis se movilizaba hacia el noreste, lo cual creó cierta depen-
dencia scal en los territorios ya señalados. Habrá, sin embargo, que
contrastar esta hipótesis con la información scal del siglo . Lo
cierto es que, a la luz de los datos proporcionados por la Caja Real de
San Luis Potosí, se puede observar que la función de la scalidad pro-
vincial no sólo era concentrar valores para enviarlos a la Caja Central:
el gasto de las tesorerías estructuraba espacios económicos. Las cajas
reales, en cuanto instituciones, modicaron la manera de entender los
territorios.
También aparecen en el rubro los gastos de chichimecas. Son,
principalmente, los pagos que se hicieron a los capitanes protectores,
quienes se encontraban apostados en diversas poblaciones de la frontera
oriental. Además, en este rubro se incluyeron los desembolsos para cu-
brir el salario de otros ocios, como los de escribano y alguacil de guerra
chichimeca, los cuales parecen haber ejercido en la ciudad de San Luis
Potosí. Un total de 34 868.64 pesos se erogaron por este concepto, de los
cuales 26 900.18 se pagaron a ocios en poblaciones aledañas a la caja.
Se puede considerar este ramo como el gasto en defensa local. Los
lugares que recibieron dinero de la Caja Real de San Luis Potosí se
muestran en el Mapa 15.
235
M 15
G C. S XVII
Frecuencia Distancia
1-3 20-48 Km
49-108 Km
109-222 Km
4-9
10-67
Tanguanchin
Jaumave
Río Verde
Santa María del Río
San Luis Potosí
San Sebastián
San Miguel Mezquitique
01530 60 Km.
-101º -100º30’ -100º -99º30’ -99º
-101º -100º30’ -100º -99º30’ -99º
-23º
-22º30’
-22º
-23º
-22º30’
-22º
236
Se puede observar que, a diferencia del gasto situado, los gastos de
chichimecas no superan los 222 kilómetros, mientras que la población
más cercana registrada por el gasto situado es Cadereyta, y se encuentra
a 405 kilómetros en línea recta desde San Luis. Al igual que en la me-
dia annáta, la red que presentan los gastos de chichimecas se encuentra
denida por un eje que corre prácticamente de sur a norte; en este caso,
Santa María del Río, San Luis y Mexquitic forman la frontera occiden-
tal de la scalidad potosina. El Hinterland de la caja se extiende 100
kilómetros hacia el oriente y norte, y, como lo muestra la Tabla 8, el
principal gasto de defensa en el ámbito local se realizó en poblaciones
distantes a unos 50 kilómetros de la ciudad.
T . D. R: C. A
Distancia en kilómetros Frecuencia Valor
De 1 a 48 4$1 249.33
De 49 a 108 76 $24 435.09
De 109 a 222 3$1 215.75
Total 83 $26 900.18
Fuente: Elaboración propia con base en: , Contaduría, Cajas Reales de la Nueva España,
922. , Contaduría, Cajas Reales del Reino del Perú, 1814. , Contaduría, Cajas Reales
de la Nueva España, 923-A. , Contaduría, Cajas Reales de la Nueva España, 923-B.
De nuevo, la conexión más importante de la red es la que apunta
hacia la población de Río Verde, que se constituyó en el eje más impor-
tante de San Luis hacia el oriente. Si se compara el mapa que se des-
prende de los gastos de chichimecas con el de la media annáta, se puede
ver que el núcleo local de la scalidad potosina se extiende hacia el
nororiente.
El último ramo que aparece registrado en los gastos militares y de
defensa es el del abasto de chichimecas. He registrado aparte estos gas-
tos porque, a diferencia del ramo de chichimecas, en el que se encuen-
tran los pagos de salarios, en el de abasto se concentraron los gastos en
237
maíz y ganado que se repartió entre los indios. Por esta razón se eroga-
ron 50 250 pesos de oro común. De ellos, 48 550 con la nalidad de
pagar 6 600 novillos, mientras que los restantes 1 700 pesos liquidaron
la compra de 637 hectolitros de maíz.76 El abasto en la Caja Real de
San Luis Potosí se pagó desde 1628 y culminó en 1634. En el último
de los pagos se asienta lo siguiente:
A [A]lonso Vasco, vecino del pueblo de San Luis Potosí, tres mil ciento
once castellanos un tomín y dos granos de oro de ley veinte y tres quilates
y dos granos, por siete mil treinta y siete pesos y cuatro tomines de oro
común, que hubo de haber por lo que montó la provisión de carne y maíz
del año pasado de 1634, que se obligó a entregar en las fronteras de chichi-
mecas a los capitanes protectores y ministros de doctrina para el sustento de
los indios chichimecos de ellas.77
Es preciso notar que esta data fue pagada en oro de 23.5 quilates, lo cual
nos muestra que, en efecto, la Caja Real de San Luis Potosí tendía a rea-
lizar sus pagos en metal dorado sin amonedar. De esta cita también se
puede entender que en los pagos se incluía el abasto de todas las pobla-
ciones marcadas por el ramo de chichimecas. Es decir, los poblados que
se encontraban en la frontera oriental. La tendencia de los gastos muestra
que, de continuar, hubiesen constituido un ramo de importancia central
en la scalidad local, puesto que se acercaban a los 7 178 pesos anuales.
Sin embargo, la asimilación acelerada de los indios chichimecas en la
sociedad mestiza, así como la prisa del gobierno virreinal por deshacerse
de este tipo de erogaciones, determinó el n del abasto: a partir de 1635
el ramo desapareció por completo, aunque los pagos de salarios a los
capitanes protectores y demás funcionarios de chichimecas continuaron
durante todo el periodo estudiado.
76 La unidad de capacidad utilizada por la fuente es la fanega. El factor de conversión que
he utilizado para convertir a litros es: 1 fanega = 91 litros. Se repartieron entre los chichimecas
un total de 700 fanegas de maíz.
77 , Contaduría, Cajas Reales de la Nueva España, 922, 8, foja 170 frente. El recibo
de pago se encuentra fechado el 30 de marzo de 1634. Cursivas propias.
238
Los gastos militares y de defensa demuestran que el ámbito de ope-
ración de la caja real no se encontraba constreñido a las fronteras polí-
ticas; la scalidad y, en términos más generales, la economía, desarrolló
su propia territorialidad. Además, se debe poner atención en la repre-
sentación geoespacial de las redes que resultan de la proyección de las
relaciones entre poblaciones. Tanto los cargos de media annáta como
las datas de chichimecas permiten trazar una scalidad potosina que se
desarrolla sobre todo hacia el noreste de la ciudad de San Luis, es decir,
hacia la frontera oriental.
Extraordinario
Los gastos extraordinarios de la Caja Real de San Luis Potosí importa-
ron 131 263.85 pesos. Es el último rubro de la data que aparece regis-
trado. Se encontró conformado por cuatro ramos. La distribución de
éstos se puede ver en la Gráca 9. Los suplementos de real hacienda, el
ramo más grande del rubro, importaron 96 164.99 pesos. Son también
relevantes los reembolsos, que contabilizaron 19 196.59 pesos. Siguen
los gastos extraordinarios, donde se agregaron los salarios de los jueces
y otros funcionarios que visitaron la Caja Real de San Luis Potosí con
la nalidad de auditarla. Estas datas sumaron 11 619 pesos. Por último,
los alcances de cuenta, cobrados a los ociales reales por faltantes en el
balance de sus cuentas al momento de hacer los cortes de la caja, suma-
ron 4 283.27 pesos.
En general, el rubro contabiliza empréstitos que se hicieron a los mi-
neros de San Luis Potosí, principalmente entre los años de 1641 y 1651.
El gran problema de estas operaciones es que no se encontraban permi-
tidas por la scalidad de la época. Para el pago de los suplementos, se
había utilizado el dinero de la caja sin que mediase permiso expreso del
virrey o del Tribunal de Cuentas. Sobre este caso, el virrey Salvatierra,78
escribió a Felipe IV el 26 de febrero de 1645 lo siguiente:
78 El conde de Salvatierra se destacó por su capacidad de hacer crecer los ingresos de la
hacienda real durante su mandato en Nueva España y Perú. Además, en Lima se encargó de
gestionar la muy sensible renovación de la Unión de las Armas con el Consulado de Comercio
239
G 9
D. E. C R S L P.
S XVII
REEMBOLSOS
15%
EXTRAORDINARIO
9%
ALCANCES DE CUENTA
3%
SUPLEMENTOS DE REAL
HACIENDA
73%
El cuidado con que solícitamente me hacía atender a todo lo que tocaba
al cobro y restauración de la Real Hacienda, y al corriente de que nece-
sitaba para que no se imposibilitase con su ruina, me hizo curiosamente
inquirir cómo se administraba la de Su Majestad que pertenecía a la Caja
de San Luis, pareciéndome que a cualquiera retardación que en ella hu-
biere, se nacería de defraudarse por no necesitar de azogues el benecio [de
los minerales]. Mandé que el Tribunal de Cuentas ajustase las que tenían
atrasadas aquellos ministros, y que reconociéndose daños considerables
se me diese noticia de ellos, y también de otros pleitos que allí estaban
pendientes, de que constaba el estado que aquella Caja tenía, y el remedio
que se debía poner en ella. Respondiome el tribunal a todo, y sin embargo
hice que se reconociesen los autos. Hallose en ellos entera noticia de como
la Caja Real estaba en casa particular, y las llaves de ella en persona que
hacia ditas y cobraba daños y cambios de la plata y oro que en ella entraba.79
y el Ayuntamiento. Su papel en la gestión de los impuestos del Nuevo Mundo ha sido opacada
por la larga pugna que mantuvo con Juan de Palafox, el obispo de Puebla y visitador general
de la Nueva España.
79 , Gobierno, Audiencia de México, legajo 373, foja 64 frente. Cursivas propias.
240
Debe notarse que el “hacer ditas, cobrar daños y cambios” –o, en pala-
bras más modernas, prestar con interés el dinero del rey– se encontraba
estrictamente prohibido por todas las ordenanzas. Sobre el hecho de
que la caja se encontrase en casa particular habiendo ocinas dispuestas
en las casas reales, ya ni siquiera es necesario remarcar su gravedad. Por
esta utilización indebida del dinero, el cual debía permanecer en la caja
real para su envío a la ciudad de México, resultó que el virrey envió un
juez a visitar la tesorería de San Luis Potosí. La nalidad de la comisión,
la cual recayó en el contador del tribunal Juan de Cervantes Casaus, era
revisar los papeles de la caja.
El juez comisionado prendió a los ociales reales, el contador Juan
de Cueva80 y el tesorero Juan Ramón de Avengozar, y los envió a Méxi-
co para que fuesen juzgados. El visitador puso a otros encargados de la
Real Hacienda en San Luis Potosí y aseguró el dinero que se encontraba
fuera de la caja. Sin embargo, no presagiaba grandes resultados de esta
visita, pues señalaba en una carta al virrey, fechada en San Luis el 28
de julio de 1644:
Digo señor que cuando no se juzguen los daños por los desórdenes que
[los] Ociales Reales han tenido, como parece de los cargos y sentencias,
y se presuma han de enmendarse por los que sucedieren, yo desconfío mu-
cho porque la ocasión es grande y muy pegajoso el oro de estas minas y se sabe
ya el camino del aprovechamiento, en tanto perjuicio de Su Majestad,
como las experiencias lo han demostrado.81
Creo que difícilmente se puede describir mejor la situación de San Luis
Potosí: la tentación de cometer actos de corrupción era muy grande,
pues el oro de sus minas era muy pegajoso; una verdadera golosina para
el interesado en obtener grandes ganancias.
80 El documento , Indiferente, 161, N.135-1 contiene la relación de méritos de Juan
de la Cueva: “Sirvió cuatro años en el escritorio de la Cámara y pasó el de 1595 con el señor
Archiduque A lberto a los estados de Flandes donde lo continuo en plaza de soldado hasta el 1601
hallándose en las ocasiones que en aquel tiempo se ofrecieron, particularmente en el desguazo
que se hizo para sitiar a Dist [sic Diest], donde fue herido de un arcabuzazo, y habiendo vuelto a
España con licencia el año de 1603, por nombramiento del secretario Alonso Muñoz fue ocial
con cédula de Su Majestad en la Secretaría de Hacienda, que sirvió en cuya consideración
el año de 1616 fue proveído por factor y veedor de la Real Hacienda de las provincias de la
Florida, que esta sirviendo”. En 1630 se le otorgaría el cargo de contador en la Caja Real de
San Luis Potosí.
81 , Gobierno, Audiencia de México, 320, 1644-5. Cursivas propias.
241
Aunque poco convencido de que en el futuro desaparecerían estas
prácticas en San Luis Potosí, Cervantes Casaus debió de partir a hacer
visitas en los reales de minas de la Nueva Galicia, donde encontró pro-
blemas similares a los que había experimentado en el caso potosino.82
Como lo presagiaba el visitador, el dinero de la Caja Real de San Luis
Potosí siguió utilizándose para hacer préstamos a mineros y otras perso-
nas. El pitazo lo dio el tesorero Francisco de Castro Mampaso, quien
al momento de tomar posesión en su cargo se dio cuenta de que en la
Caja de San Luis faltaba dinero. Por ello, en una carta fechada el 8 de
marzo de 1647, escribió a Felipe IV lo siguiente:
A los veintinueve de diciembre del año pasado de 1646, tomé posesión de
la plaza de tesorero de la Real Caja y minas de este pueblo de San Luis Po-
tosí. La cual fue Vuestra Majestad servido de hacerme merced por mi ser-
vicio y de mis pasados, y en ella hallé 30 500 pesos en plata, oro y reales,
habiendo de haber, conforme al cargo de que estaban fecho los Ociales
Reales, 62 856 pesos tres tomines nueve granos, la cual cantidad habían
sacado los Ociales Reales que lo eran en este tiempo, y León de Alza,
Alcalde Mayor en este dicho pueblo para tratar y contratar con ella.83
Desde el Consejo de Indias en Madrid, se mandó hacer una investiga-
ción secreta.84 Esto llevó a que se realizase una nueva visita a la caja, esta
vez encabezada por Sancho de Torices. Como la vez anterior, el juez de
visita comprobó los malos manejos ejercidos por los ociales reales, y re-
sultaron culpados el contador Juan de Vitoria y el tesorero Juan de San
82 “[...] Pareciome que don Juan de Cervantes podía dejar con brevedad [y] con perfec-
ción la visita de San Luis en que estaba entendiendo con particulares contradicciones, y por
sosegarlos le mande que pues allí se había hecho lo posible, pasase luego con los ministros con
que se hallaba a Guadalajara y visitase aquella caja y los reales de minas de su distrito, cobrase
lo debido y repartiese los azogues que hallase en ser, para que de todo procediese considerable
suma de plata” (, Gobierno, Audiencia de México, legajo 373, foja 64 vuelta y 65 frente).
El ciclo de visitas a las cajas provinciales realizadas por Cervantes Casaus se enmarca dentro
del periodo de mayor necesidad nanciera por parte de la Corona; la década de 1640, cuando
las rebeliones de Portugal y Cataluña, así como la guerra con Francia, hacían tambalear el
reinado de Felipe IV.
83 , Gobierno, Audiencia de México, legajo 373, foja 1 vuelta y foja 2 frente.
84 “[El scal] pide que se despache cédula en que se cometa al dicho presidente para que
de secreto averigüe qué dinero andaba fuera de las arcas reales de la dicha ciudad, dé cons-
tancia de lo que había entrado en ellas, y en que usos propios lo tenían combatido cuando
el tesorero hizo enterarlo, y a la averiguación que hiciere remita en tanto al consejo” (,
Gobierno, Audiencia de México, legajo 373, foja 3 frente).
242
Martín Vértiz, así como el escribano de la caja, Pedro Díez del Campo,
quien se retiró a una iglesia para evitar el encarcelamiento. Empero, los
problemas continuaron en San Luis. El tesorero Francisco de Castro
acusaba que el virrey Salvatierra favorecía a los que habían realizado
préstamos con el dinero de las arcas reales:
Diose traslado al scal de dichos autos hechos por el dicho Sancho de
Torices, [donde] acusó a los susodichos reos, por la culpa que de ellos y sus
confesiones resulta a que deben morir por ella, y presenta cuatro cédulas
reales para su ejecución y cumplimiento. Remitiose esta acusación y autos
a don Mateo de Cisneros, asesor de dicho virrey conde de Salvatierra, ha-
brá más tiempo de cuatro meses, y por particulares respectos no ha querido
determinar lo que se debe hacer en dicha acusación. Los dichos reos se están
paseando con grande noticia y escándalo de los que tienen noticia del caso.
Esta causa tuvo su principio en el Tribunal Mayor de Cuentas, donde to-
caba, y el dicho virrey la mandó llevar al [Tribunal de] Gobierno, donde
para por particulares nes. Y aunque el dicho scal ha pedido se devuelva
al dicho Tribunal Mayor de Cuentas, y se nombren cuatro jueces de los
de la Real Audiencia que la determinen, y así mismo pedídola el dicho
Tribunal, al dicho virrey, para dicho efecto, muchas veces no lo ha queri-
do hacer, por lo cual esta dicha causa sin determinar, en grave daño de la
Real Hacienda y servicio de Vuestra Majestad.85
De esta manera, el tesorero acusaba al virrey de tener connivencias con
el alcalde mayor de San Luis y con los ociales reales, puesto que su
asesor había cambiado de juzgado el expediente y además se negaba a
retornarlo al Tribunal Mayor de Cuentas. Aunque estos problemas se
inscriben bajo la pugna mantenida entre Salvatierra y Palafox por el
control del virreinato de la Nueva España, lo cierto es que durante todos
estos escándalos, el despacho de la Caja Real en San Luis Potosí se vio
muchas veces suspendido: en pocos años habían cambiado en varias
ocasiones los administradores de los reales haberes.
Los mineros, por medio de su diputación, pidieron en 1650 que la
caja se cerrase por completo y que se revirtiera la operación de la scali-
dad a los libros de manifestaciones que se utilizaban antes de 1628. En
el memorial entregado por el procurador de la diputación de minería de
85 , Gobierno, Audiencia de México, legajo 373, foja 3 frente. Cursivas propias.
243
San Luis Potosí, Diego de Villagrán, al Consejo de Indias se señala lo
siguiente:
[...] se reconocieron todos los dichos daños, que han nacido de esta funda-
ción [de la Caja Real de San Luis Potosí], y cuánto es lo que obra y ciega
el incentivo de la plata, pues para tener más mano sobre ella, se intenta
aumentar por medios diabólicos, la de Ociales Reales, de que nacen los
dichos ruidos, y competencias, y quedar imposibilitado el despacho de la
Caja todo el tiempo que están durando, y desde que los segundos Ocia-
les Reales entraron en la dicha Caja, han sido pocas las intermisiones de
quietud, y todo cede en daño de Su Majestad, y de los mineros.86
Haciendo caso a estas exigencias, el virrey Alba de Aliste mandó clausu-
rar por completo la Caja Real de San Luis Potosí en 1651. Permaneció
cerrada durante poco más de dos años, como ya se había comentado.
Así, se puede comprobar que los suplementos se encuentran fuera
de la normalidad de la Real Hacienda de San Luis Potosí: las datas no
fueron registradas en los libros de hacienda, puesto que los ociales
reales prestaban con intereses los haberes de la caja. Empero, al hacer
averiguaciones, los jueces de visita en la caja pudieron identicar algu-
nos de los vales que habían entregado los particulares, reconociendo sus
deudas con los administradores de la tesorería. Es así como se intentó
cuadrar las cuentas en el tribunal mayor. Empero, el scal Pedro de
Melián, en su querella contra los ociales reales de San Luis, señala lo
siguiente:
[...] está mandado y dispuesto por decreto de sus Reales Cédulas y Orde-
nanzas, que cada uno [de los Ociales Reales] tenga el [libro] suyo parti-
cular, y que dentro de la Caja Real haya y se guarde otro que llaman libro
general, o común, foliado y rubricado del señor virrey... faltando y contra-
viniendo a ello los dichos Ociales Reales [de San Luis Potosí] no tenían
ni se halló en la caja, el día veinte de febrero de este año [de 1651], cuando
se hizo inventario de lo que en ella había, este libro común... y lo que no es
menos ponderable, ni libros particulares tenían, o no estaban asentadas en
ellos las partidas de hacienda real que andaban fuera de la caja, a título de
suplementos, o de otros débitos, como se convence de que habiendo después
que se cerró la dicha caja avisado los ociales Reales a Vuestra Excelencia,
en sus cartas de primero y nueve de marzo de este año, que no estaba
86 , Gobierno, Audiencia de México, legajo 373, foja 9 vuelta. Cursivas propias.
244
pagado Su Majestad de algunas partidas que se le estaban debiendo, y
mandaba Vuestra Excelencia que ante el alcalde mayor de San Luis, sin
dilación, declaren o certicasen qué cantidades se debían, por qué perso-
nas, y de qué procedían, para que luego se cobrasen. Ninguno de los dichos
ociales reales dio esta razón por sus libros particulares, como lo hicieran si los
tuviesen, y escrita en ellos la cuenta y razón de todo, con la puntualidad que
eran obligados, y dijeron que los habían enviado a México, para tener tiempo
de hacerlos después, y ajustarlos con lo que se hubiese hallado y descubierto.87
Por las razones aquí señaladas por el scal, ni los jueces que trataron
de cuadrar las cuentas en el lejano siglo , teniendo a su disposición
todos los papeles que existían, además de los testigos y culpados de los
desvíos de fondos, pudieron tener una idea completa de la dimensión
alcanzada por las malversaciones de fondos en la Caja Real. Si cuando
existían testigos y documentos que han desaparecido no se pudo saber
toda la verdad, sería ingenuo pensar que en el siglo se puede conocer
este fenómeno en su totalidad.
Por lo demás, llama la atención el desbalance que existe entre el
cargo y la data de extraordinarios, que debieron haber sido más o menos
semejantes, como muestra la Tabla 9.
T 9. C A C (),
S R H ()
Ayudas de costas (cargo) Suplementos de hacienda
(data) Diferencia
Valor $53 948.79 $96 164.99 $42 216.20
Fuente: Elaboración propia con base en: , Contaduría, Cajas Reales de la Nueva España,
922. , Contaduría, Cajas Reales del Reino del Perú, 1814. , Contaduría, Cajas Reales
de la Nueva España, 923-A. , Contaduría, Cajas Reales de la Nueva España, 923-B.
Esos 42 216.20 pesos entraron en la caja, cuando técnicamente
nunca salieron de ella. Es necesario ponderar con justeza la situación:
87 , Gobierno, Audiencia de México, legajo 373, foja 57 frente y vuelta. Cursivas propias.
245
el desvío de fondos afectó tanto al dinero que se encontraba dentro de
caja como a aquel que debía pagarse y nunca se registró en los libros. Lo
que se puede ver en los libros mayores de hacienda es nada más lo que
la autoridad scal de la época pudo averiguar. Es justo estimar que el
mal manejo de los fondos de la Real Hacienda potosina es en realidad
mucho mayor a lo que se pudo registrar en los suplementos y ramos
anes. Estos hechos, por supuesto, muestran que la fuente sólo registró
una parte de la realidad económica: el perfecto encuadre de las cuentas
no es más que una cción sujeta a las reglas institucionales de la época.
Se debe decir, sin embargo, que a partir de la reapertura de la caja
en 1653, bajo la égida de los mismos ociales reales que habían sido des-
tituidos dos años antes, ya no hubo grandes escándalos en la Caja Real
de San Luis. Ya sea porque se cuidaron más las formas, o bien porque
en verdad se administró de mejor manera la caja real. Hasta que algu-
na documentación demuestre lo contrario, todo parece indicar que la
tesorería funcionó de manera más o menos ordenada a lo largo de la
segunda mitad del siglo. Por último, los suplidos de hacienda volvieron
a aparecer hacia nales del siglo , con la reactivación de las obras
del tajo en el Cerro de San Pedro. Empero, esta vez sí se encontraban
permitidos por la scalidad, pues eran préstamos que la diputación de
minería y el ayuntamiento de San Luis habían tramitado ante el virrey.
En el plano social, es interesante el análisis de las ditas que fueron
hechas por los ociales reales de San Luis, puesto que nos muestra un
espíritu bastante moderno respecto del dinero: la función ejercida por
la acumulación de valores en la caja sacaba dinero de la circulación, y lo
convertía en simple tesoro. Los ociales intentaban mantenerlo en cir-
culación hasta que llegaba el momento de realizar el envío a la caja real
central. Si se tiene en cuenta la precariedad del crédito a la minería du-
rante el periodo de análisis, se puede entender el espacio que ocupaban
este tipo de operaciones. Sin embargo, las leyes de la época prohibían
seriamente el contrato de deudas con el dinero de las arcas.
Este análisis de las entradas y salidas de dinero de la caja real ha
puesto sobre la mesa cinco aspectos importantes de la scalidad local:
1) en términos novohispanos, la Caja Real de San Luis Potosí pertene-
cía a un tercer orden de importancia; 2) la producción mineral era la
principal fuente de recursos dentro del distrito potosino, donde sobre-
sale la importante participación de la producción de oro dentro de los
246
impuestos a la minería; 3) la irregularidad de las cuentas en el despacho
de la caja real se encuentra reejada por el valor que alcanzan los ramos
extraordinarios tanto en el cargo como en la data; 4) a diferencia de
otros espacios productivos, en San Luis Potosí casi no se utilizó azo-
gue; 5) la realidad de la scalidad no se encuentra constreñida por las
fronteras políticas de la Nueva España. La Caja Real de San Luis Potosí
recaudaba impuestos en poblaciones ajenas a los límites de la alcaldía
mayor. El ejercicio de la tesorería provincial hacía que ciertos espacios
dependiesen directamente de San Luis Potosí en términos scales.
Durante este periodo, la caja real potosina exhibe un funciona-
miento muy simple en la estructuración de los ingresos y egresos: casi
todo el ingreso se ubica en tres o cuatro ramos; los diezmos y quintos
mineros aportan casi todo el ingreso de la caja. Éstos son los únicos
impuestos que aparecieron en todos los libros mayores analizados. Los
demás impuestos son cobrados de manera un tanto irregular, con la
notable excepción de la media annáta y, tal vez, el estanco de los naipes.
Por su parte, las datas se encuentran dominadas en su totalidad por
las remisiones a la Caja Real de México. Además, las salidas de dinero
son centrales para medir el desempeño de la Caja Real de San Luis Po-
tosí porque, a diferencia de los cargos, todas se encuentran fechadas a la
perfección dentro del libro mayor. Ya se verá en el próximo capítulo el
problema que se plantea a la investigación de la scalidad potosina, al
momento de introducir en el análisis la variable tiempo.
Respecto a la irregularidad observada en la operación de la Caja Real
de San Luis Potosí, quiero remarcar que en el cierre de la caja, ocurrido en
febrero de 1651, no se tuvo en cuenta ningún cálculo sobre la decadencia
o bienestar de las minas potosinas: el motivo de la clausura se debió es-
trictamente a su pésima administración. Remarco esto porque algunos
autores han querido ver en su clausura una innegable señal de la mala
situación de la minería y de la población.88 Pues bien, el expediente ,
Gobierno, Audiencia de México, legajo 373, cuyo título habla por sí
solo: “Expediente sobre los fraudes en la Caja Real de San Luis Potosí”,
88 Un ejemplo: Monroy y Calvillo señalan de forma categórica que “la crisis continuó
por varios años, al grado de que en 1651 se acordó la suspensión de la Real Caja de San
Luis” (María Isabel Monroy Castillo y Tomás Calvillo Unna, Breve historia de San Luis Potosí
[México: El Colegio de México / Fideicomiso Historia de las Américas / Fondo de Cultura
Económica, 1997], 115).
247
contiene todos los detalles sobre el cierre de la institución, y en él no se
observa la estimación de una supuesta crisis que haya tenido impacto
alguno sobre la decisión de cerrar o reabrir la caja real. Precisamente por
esto, en el siguiente capítulo se trata el problema de la producción mi-
neral de San Luis Potosí a lo largo del siglo . La intención de dicho
capítulo será precisar cuáles fueron los movimientos de la producción,
con la nalidad de poner a prueba la interpretación tradicional sobre el
ciclo de producción.
Por último, creo que las cajas reales provinciales de la Nueva Espa-
ña exhiben cierta capacidad para estructurar circuitos de metales en
pasta y amonedados. El desarrollo de la Caja Real de San Luis Potosí
muestra que, a lo largo del periodo colonial, las tesorerías regionales no
sólo fungieron como una extensión de la caja real central. Su función
resultaba muy importante para el desarrollo de la economía regional.
Desde este punto de vista, es innegable que la scalidad novohispana
del siglo tenía cierto grado de complejidad y que sus instituciones
impactaban de forma directa en la vida económica del virreinato.
249
CAPÍTULO 3
LA PRODUCCIÓN MINERA DE SAN LUIS POTOSÍ
DURANTE EL SIGLO XVII
Y es de [tal] manera lo que este descubrimiento [de San Luis Potosí]
ha enriquecido a la Nueva España, que con él no se echa de ver
la baja general que hay en todo el reino de la ley en los metales [...]
como se verá por el oro que se envía de la Nueva España,
que es casi todo de las minas de San Luis Potosí
A O, S L,
P, F III1
En el presente capítulo se analiza el desempeño productivo de las minas
de San Luis Potosí a lo largo del siglo . Constituye la parte nal, y
en cierto sentido, el núcleo del libro. La mayor parte del trabajo realiza-
do en los archivos se encauzó a la construcción de las series productivas
que aquí se exponen. La nalidad es presentar la producción mineral de
San Luis mediante el análisis de las tres categorías que describen estruc-
turalmente las series de tiempo: ciclo largo, estacionalidad y tendencia.
Las series se presentan junto con un extenso desarrollo que utiliza he-
rramientas estadísticas para establecer el peso especíco que cada una
de estas categorías tiene en los datos.
Como ya he señalado en la introducción, muchos trabajos dan por
cierta la existencia de una fuerte crisis económica desencadenada por el
hundimiento productivo de la minería. Según tal perspectiva, la crisis
asoló la región durante todo el siglo . La historiografía tradicional
arma que la situación de San Luis Potosí fue de precariedad absoluta
durante todo aquel periodo; la minería en fase de extinción, la pobla-
ción abandonada (pese a que la diputación compró el costoso título
1 Archivo General de Indias (), Gobierno, Audiencia de México, legajo 258, foja
129 vuelta.
250
de ciudad), los pobladores asolados por sequías, epidemias e indios
bárbaros. Frente a condiciones tan adversas, bien cabe preguntarse por
qué razón permanecieron pobladores en San Luis Potosí. Aunque ésta
es una interpretación estrictamente personal, creo que Primo Feliciano
Velázquez responde a esta interrogante de manera constante en su texto:
los pobladores permanecieron en San Luis pues querían terminar la
obra de caridad cristiana iniciada por los frailes franciscanos en el siglo
. Ergo, el interés por la ganancia minera no se encuentra dentro de
los motivos para continuar habitando en el septentrión de la Nueva
España. ¡Cuán abnegados eran nuestros antepasados! Precisamente, la
piedra de toque de esta interpretación es que la minería se desplomó en
1612 y, a partir de ahí, prácticamente desapareció del espacio potosino.
Empero, ninguno de los exponentes de esta corriente historiográca ha
mostrado una serie de producción que respalde tales armaciones.
Como se puede adivinar, el estudio de la producción mineral po-
tosina se perla como una herramienta para emprender la crítica a esta
interpretación acerca del siglo potosino (y, por derivación, de toda
la historiografía tradicional). Quiero comenzar armando cabalmente
que no he encontrado una serie de tiempo que avale la existencia en
San Luis Potosí de una crisis continua a lo largo del siglo . Es más,
los datos aquí expuestos muestran que es posible una interpretación
diferente: aunque es cierto que cae el registro scal de plata y oro, de
forma paradójica, esto no generó una crisis económica. Dentro de la
información presentada hay muchos indicios que muestran crecimiento
económico a lo largo del siglo , con independencia de la producción
mineral; ya se vio en el capítulo anterior la manera en que el gasto de
la caja real se diversicó al transcurrir el siglo , la forma en que las
alcabalas se hacen más complejas a lo largo de los años y cómo crecen
los estancos. Lo hasta aquí advertido ha de servir para cuestionar de for-
ma seria la interpretación tradicional, porque simple y sencillamente no
hubo crisis en San Luis Potosí durante aquella época; la minería, pese
a no ser tan brillante como durante los inicios del Cerro de San Pedro,
se sostuvo en niveles productivos aceptables, con algunos ciclos de re-
troceso y otros de recuperación; las cuadrillas nunca dejaron de trabajar
en el real minero, como tampoco dejaron de producir las haciendas de
benecio.
251
A partir de este estudio detallado de las series de producción de
metales preciosos en San Luis minas del Potosí, se presenta información
que permite una interpretación diferente acerca del carácter del siglo
. El trabajo de análisis debe centrarse en el desarrollo de indicadores
acerca de la economía local durante la época de estudio. Creo que las
fuentes cuantitativas deben servir como base de este esfuerzo cognosci-
tivo. Se tienen que poner a prueba las hipótesis que la historiografía
tradicional ha desprendido de las fuentes cualitativas. Precisamente, el
trabajo a profundidad que se ha realizado sobre los libros mayores de
Real Hacienda tiene como nalidad resolver las siguientes cuestiones:
¿Es cierto que las minas potosinas comenzaron un productivo irreversi-
ble a partir de 1612? ¿Se puede hablar de una fuerte crisis económica a
partir de los años veinte del siglo ? ¿Hay una correlación necesaria
entre crisis de la producción minera y crisis económica?
Si se ha de dar crédito a las cifras que se presentan más adelante,
la caída productiva no fue temprana en la historia de San Luis Potosí.
Desde 1592 hasta 1634 o 1635, más o menos, se desarrolló una pro-
ducción mineral creciente. Me parece que a la luz de los datos aquí pre-
sentados se debe abandonar la perspectiva tradicional acerca del pronto
declive productivo, porque éste simplemente no sucedió. Es más, si se
pone atención a la trayectoria de la producción Zacatecana, se podrá ver
que la primera bonanza de aquel real minero duró también unos cua-
renta o cincuenta años, lo cual nos indica que en este punto las minas
de San Luis no tienen nada de especial.
Es verdad que la producción comienza a reducirse hacia media-
dos de la década de los treinta. Pero esta caída se detendrá a comienzos
de la década de los sesenta. Entonces, el ciclo decreciente duró aproxi-
madamente un cuarto de siglo, y no el siglo completo como arma la
historiografía tradicional. Esto debe señalarse de manera categórica: el
tobogán se acabó en la década de los sesenta. También se debe poner
atención en que la época durante la cual la tendencia de la producción
mineral potosina es realmente decreciente, coincide de forma plena
con los problemas administrativos que propiciaron el cierre de la caja
en 1652. En cuanto ésta se reabrió, se experimentó una innegable re-
cuperación de la capacidad en el registro de los minerales, que fueron
diezmados de mejor manera. Empero, es cierto que esta recuperación
252
no fue de largo aliento porque se volvió a presentar un ciclo decreciente
en la última parte del siglo.
La presentación de las series de tiempo, tanto para la plata de San
Luis como para el oro, intenta establecer las bases para un mejor enten-
dimiento de la dinámica económica potosina, pero también se debe te-
ner en cuenta que la economía local no funcionaba de manera simple: la
temprana integración de diversas actividades productivas en el espacio
regional diversicó de modo importante el mundo económico. Si bien
es cierto que, por su importancia en la Nueva España, la minería fun-
cionaba como actividad articuladora de los espacios económicos, debe
quedar claro que las tendencias presentadas por las series mineras no de-
ben ser asociadas, de manera mecánica, a crecimientos y decrecimientos
de la economía local.
El hecho de que haya descenso en los datos scales no implica que
la empresa haya dejado de ganar. Como se verá al nal del capítulo,
todo parece indicar que las ganancias de la empresa crecieron a lo largo
del siglo. Esto lleva a reexionar acerca de la modernidad de la empresa
minera durante el virreinato. En este caso cuando menos, los produc-
tores de minerales se comportan con cierta racionalidad económica: la
persecución de las más altas tasas de ganancia se expresa en la búsqueda
del mineral con alta ley, puesto que al producir menos mineral, pero de
mayor calidad, se invierte menos en mano de obra e insumos como ba-
rretas, plomo, leña, etc. Además, se debe transportar menor cantidad de
mineral para beneciar. Por supuesto, esto reduce la inversión necesaria,
puesto que el mineral de alta calidad impacta de modo directo sobre los
costos de producción. El resultado es que se podía producir menos, pero
ganando igual o incluso mejor. ¿La reducción del total de la producción
potosina en el siglo responde a una restricción racional de la pro-
ducción por parte de los empresarios mineros? Trataré de responder a
estas cuestiones en el transcurso del capítulo.
Como es evidente, los datos presentados en el capítulo se contrapo-
nen a las interpretaciones tradicionales acerca de la minería potosina.
El problema, cuando menos así lo creo, es que la interpretación his-
toriográca tradicional no trata de manera directa los problemas de la
producción, puesto que basa su interpretación en los memoriales que
los mineros enviaron a las autoridades. La mayoría de estas peticiones,
realizadas por la diputación de minería, tenía como nalidad obtener la
exención de ciertos impuestos, exigir los privilegios otorgados al gremio
253
de los mineros, o bien quejarse por los malos manejos de los ociales
reales.2 Frente a esto, la historiografía potosina no ha realizado un es-
fuerzo serio para conrmar o refutar los dichos de los mineros. La in-
formación, sin embargo, se encuentra en los archivos, y sólo es necesario
organizarla un poco para que pueda presentar un panorama amplio de
las minas potosinas. Persiguiendo este n, he dividido el capítulo en
dos partes.
La primera sección se titula El modelo de datación y se centra en
la metodología utilizada en la reconstrucción de las series productivas.
Quiero que los procedimientos matemáticos queden claros en la expo-
sición, para que se abra la discusión sobre el uso de la técnica en la pre-
sente investigación. En particular, expongo el modelo de datación de la
producción, que he elaborado a partir de la comparación entre los datos
de los libros comunes y los sumarios contenidos por los libros mayores.
El procedimiento que he seguido es el siguiente: a partir de los
libros de ensaye, los libros comunes de la caja real y los mayores, he
construido un modelo de datación que presupone la existencia de una
relación entre los sumarios de minerales que aparecen en las fuentes y la
2 Los mineros siempre exigieron la prerrogativa de ser juzgados dentro de su jurisdicción
(por alcaldes mayores o corregidores locales), y la nulidad de las sentencias dadas contra ellos
por jueces de visita enviados a causas particulares. También exigieron cumplir las sentencias
en libertad dentro del real de minas en que residían, sin ser llevados a la cárcel de la ciudad de
México por pleitos de deudas. Estas prerrogativas eran parte del llamado fuero minero, y eran
la base de la organización gremial agrupada en torno a las diversas diputaciones de minería.
Véase, por ejemplo, el interesante pleito movido por Antonio Arizmendi Gogorrón para que
no se le juzgase fuera de San Luis Potosí por una deuda que tenía con Catalina de Mendoza:
“Lo otro porque el privilegio de fuero concedido a los mineros está expreso en Vuestra Ley
Real y ordenanzas de minas, y como tengo informado es de superior naturaleza a los casos de
corte y con expresa inhibición se excluyen del conocimiento en primera instancia de las causas
de mineros, todas las justicias y tribunales y mal pudiera tener efecto este privilegio si no se
hubiere de entender en los casos de corte y con las Reales Audiencias, pues sólo a ellas puede
tocar el conocimiento de primeras instancias ademas del juez ordinario y en cuanto a los
daños [e] inconvenientes que resultan de que dichos mineros sean desaforados en primera ins-
tancia y convenidos en las Reales Audiencias, so color de casos de corte, están tan maniestos
que el ocurrir a remediarlos, fue lo que dio motivo para dicho privilegios: y hoy se conoce con
mayores experiencias, pues muchas de las haciendas de aquel real y minas de San Luis, están
asoladas y destruidas como consta de este testimonio que presento con la debida solemnidad
y juramento, siendo la principal causa para ello las ejecuciones que algunos de los receptores
de esta Real Audiencia han trabado en ellas” (, Escribanía de Cámara, 171A, foja 36 fren-
te. Grafía original). Arizmendi Gogorrón es muy categórico en esto: el fuero minero se debe
respetar porque el real minero está en un estado de desolación notable.
254
temporalidad de la producción. El modelo de datación permite asignar
fechas a los valores que aparecen en los sumarios. De esta manera se
pueden elaborar series de producción para distintos niveles de agrega-
ción, sin siquiera recurrir al promedio.
Debo señalar que este modelo es una novedad dentro de la his-
toriografía de la minería en la época virreinal; si bien la información
desprendida de las cartas cuenta permite a los historiadores económicos
construir series de producción para periodos anuales, en contrapunto,
la estructura misma de dicha fuente no permite la desagregación de los
datos en periodos más cortos. Aunque la historiografía se ha cuestio-
nado acerca de la presencia de estacionalidad en la producción mineral
novohispana, la verdad es que no se ha tenido, hasta el día de hoy, in-
formación suciente como para probar las hipótesis, porque casi todas
las series que se han trabajado están agregadas en periodos anuales.
Por fortuna, el trabajo que he realizado con los libros mayores de Real
Hacienda permite la obtención de series agregadas en unidades menores
a un año; las series reconstruidas de esta manera pueden ser utilizadas
para observar si existía alguna estructura estacional en la minería poto-
sina. Creo que no existen antecedentes en la historiografía novohispana
que hayan abordado a fondo este problema.
Precisamente, las series productivas construidas mediante el mo-
delo son presentadas y analizadas en la segunda sección del presente
capítulo; a ésta la he titulado Plata y oro. La producción mineral en San
Luis Potosí. La sección tiene como n exponer, de la manera más precisa
posible, la cantidad de mineral producido por las minas del distrito
potosino a lo largo del siglo . En el capítulo anterior, se utilizaron
cantidades totales en pesos para hablar del desempeño general de la caja
real durante todo el periodo estudiado. En el presente, se abandonan las
cantidades en pesos y aparecen las unidades de masa, con la nalidad
de medir la cantidad de metal producido. Además, la variable tiempo se
introduce en la investigación, puesto que quiero exponer el desarrollo
de la producción a lo largo de los años.
Para mayor claridad explicativa, he subdividido esta sección del ca-
pítulo en dos partes. En la primera parte se utilizan las agregaciones
mensuales y trimestrales. Ahí se exploran las variaciones estacionales de
la producción.Es decir, en ese apartado interesa saber:
255
1) Si las variaciones experimentadas por la serie tienen algún carácter
cíclico en el corto plazo.
2) Si la estacionalidad afecta de manera directa a la producción.
3) Si la presencia o ausencia de ciclo corto y estacionalidad se puede re-
lacionar de manera directa con una tendencia productiva creciente.
Como se verá un poco más adelante, existe presencia de estacio-
nalidad en las series analizadas. Una de las conclusiones a que llegué
después de haber analizado la serie es que los dos trimestres centrales
del año presentan, casi de manera cotidiana, la producción más baja en
las series. ¿Se debe esto a que las lluvias afectaban la producción minera?
Debe recordarse que las minas se inundaban con facilidad, y justo los
meses de junio, julio y agosto (a medio pelo entre primavera y verano)
son los que en la actualidad presentan mayor precipitación pluvial en el
norte de México, pues es durante este periodo que los huracanes apare-
cen en el golfo de México.
Dentro de la segunda parte se utilizan agregaciones anuales y quin-
quenales. Lo que interesa en ésta es la tendencia secular de la produc-
ción. Dentro de la segunda parte intentaré responder a las siguientes
preguntas:
1) ¿Cuánto tiempo duró el periodo de bonanza minera?
2) ¿Cuánto tiempo duró el ciclo de descenso de la producción mineral
de San Luis Potosí?
3) ¿En qué cantidad se redujo la producción?
4) ¿Qué consecuencias trajo la reducción de la producción para la eco-
nomía local?
Aunque se verán muchos más detalles en el desarrollo del capítulo,
se puede adelantar aquí que, de acuerdo con los datos desprendidos de
la Caja Real de San Luis Potosí, durante el siglo se redujo la can-
tidad de minerales producidos. Sin embargo, también debe tenerse en
consideración que las cifras que se presentan en las grácas se despren-
den de una función scal, lo cual me lleva a cuestionar si lo que se ve en
las cifras es en realidad un descenso de la producción, o bien se trata de
pérdida de control por parte de la Caja Real de San Luis Potosí.
Además, se debe recordar que la realidad de la empresa minera era
más compleja de lo que se puede expresar con una simple gráca del
256
total producido. Es cierto que el volumen productivo nos muestra una
muy buena parte del fenómeno: a mayor producción, mayor actividad
económica. Pero también lo es que, en lo que toca a la empresa minera,
se puede ganar más produciendo menos.
E
El gran problema de la scalidad potosina durante el siglo es que
el funcionamiento de la caja real fue bastante irregular. Como ya señalé
en el capítulo anterior, el valor de los extraordinarios, tanto en el cargo
como en la data, muestra que la caja se encontró mal administrada, en
particular durante el segundo cuarto del siglo. Además de todos los
problemas desprendidos por el actuar de los ociales reales de San Luis,
se debe señalar que a lo largo del siglo los periodos scales nunca fue-
ron jos. Los encajes se realizaban cada que se estimaba necesario. Por
ejemplo, el corto ciclo que transcurre entre el 3 de enero de 1636 y el 8
de abril del mismo año se efectuó porque el tesorero Luis Cortés dejó de
servir el ocio, para ser reemplazado por Juan Cueva, lo cual supuso un
corte de caja para elaborar la cuenta nal del contador saliente.3
Todo lo anterior repercutió de modo directo sobre la frecuencia con
que se realizaban los cortes de caja, lo que introdujo mucha dispersión
en el fenómeno. De esta manera, el ciclo más corto suma apenas 14
días, mientras que el más largo llega a los 35 meses. En la Gráca 10
se presenta la dispersión observada en la duración de los ciclos scales
potosinos. Como se puede ver, la información no se encuentra distri-
buida de manera normal: la media es de 0.91 años, pero la desviación
estándar de la serie se estima en 0.48 años. Estos son valores muy altos
si se entiende que el margen en la estimación de la media será de, más
o menos, medio año; nos encontramos frente a un fenómeno disperso,
en el cual las medidas de tendencia central dejan de representar el total
de los datos.
En el caso potosino, es evidente que la utilización de promedios
es muy discutible. El problema es que casi todos los trabajos de histo-
ria económica virreinal, al momento de plantearse la construcción de
3 , Contaduría, Cajas Reales de la Nueva España, 922, foja 233.
257
series, utilizan alguna técnica que implica una distribución normal de
la información, sin preguntarse siquiera si la información que presentan
se encuentra dentro de este modelo estadístico. Por ejemplo, en el libro
La plata del rey y sus vasallos. Minería y metalurgia en México (siglos xvi
y x viii),4 publicado en 2010, se incluyó una serie productiva de las mi-
nas de San Luis Potosí. En el apéndice estadístico, el autor informa lo
siguiente acerca de las cajas reales mexicanas:
[...] el cierre de los ejercicios no se llevaba a cabo con una periodicidad
regular, por lo que su extensión cronológica era altamente variable... Por
ello ha sido necesario normalizar la nomenclatura y agregación de los di-
ferentes asientos contables con el n de incorporar bajo un mismo rubro
cada uno de los impuestos que gravaban la producción.5
Lacueva conrma lo que hasta ahora se ha aseverado: la irregularidad en
los encajes, durante el siglo , no era inherente a la Caja Real de San
Luis Potosí, sino un problema común a toda la scalidad novohispana.
4 Jaime J. Lacueva Muñoz, La plata del rey y sus vasallos: minería y metalurgia en México
(siglos x vi y x vii) (Sevilla: Escuela de Estudios Hispano-Americanos, 2010).
5 Ibid., 386.
G 10
D. M
0
5
10
15
20
25
30
35
40
Meses trascurridos en el periodo fiscal
Periodos fiscales
258
A continuación, informa la manera en que procedió a lo largo de su
investigación, para unicar los datos. En primer lugar:
[...] ha sido imprescindible ponderar la longitud temporal de cada uno de
los periodos scales recogidos, aplicando un procedimiento de distribu-
ción proporcional de los ingresos recaudados en cada año scal cuando éste
abarcaba un periodo que comprendía meses correspondientes a dos años
naturales distintos. Con este n, se ha tomado como regla básica obviar
aquellos lapsos mensuales que abarcasen menos de quince días. De esta
forma, si un ejercicio contable terminó, por ejemplo, en un día 10 del
mes, las cantidades recaudadas durante esos días se han asignado al mes
precedente. Siguiendo el mismo criterio, si el ejercicio nalizó un día 20,
se ha dado dicho mes por completo y, en consecuencia, se ha asignado el
ingreso de los diez u once días al mes siguiente.6
Entiendo esta forma de proceder, puesto que la nalidad es homologar
los periodos utilizados en los histogramas, y no tengo mucho que agre-
gar al respecto. Al autor le interesa comparar el desempeño de diversas
contadurías. En la medida en que se presentan agregaciones por año,
la pérdida de información se equilibra bien en la serie. Empero, debe
notarse que el autor utiliza una media estadística para una distribución
con una desviación estándar muy alta. Pese a todo, el segundo punto es
el que me parece más polémico:
En segundo lugar, una vez redondeados los ejercicios scales a periodos de
meses completos, se les ha asignado la proporción alícuota a cada uno de los
años naturales que abarcasen. Para ello se ha multiplicado el ingreso por
el número de meses que comprendía el ejercicio scal dentro de cada
año natural y se ha dividido el resultado entre el número de meses que
sumaba dicho ejercicio scal. Así, por ejemplo, si en un ejercicio scal
que corrió de primeros de agosto de 1650 a nales de marzo de 1651
(8 meses completos) se recaudaron 800 pesos en concepto de quinto de
plata, 500 pesos se han asignado al año de 1650 y 300 al de 1651. Todas
las cantidades se expresan en pesos de ocho reales, es decir, pesos de 272
maravedíes.7
Como ya he señalado, la utilización de la media estadística, para el caso
que aquí se analiza, es bastante controvertida porque la dispersión de
6 Id.
7 Id. Cursivas propias.
259
los datos es muy alta. Esta simple razón hace que las tablas publicadas
por Lacueva para la Caja Real de San Luis Potosí sean poco conables:
se le da tratamiento de distribución normal a un conjunto de datos que
sencillamente no se distribuye de esa manera. Donde este procedimien-
to sufre más es en aquellos periodos scales en que se agregaron muchos
meses, por ejemplo, el corte que corre desde el 17 de mayo de 1693 al
13 de mayo de 1696. En los datos de Lacueva, los años de 1694 y 1695
tienen el mismo valor, 516 251 pesos.8 Esto, en términos de la serie, se
reeja en un comportamiento comatoso, el cual sinceramente no recoge
la realidad del fenómeno.
Además, sorprende que el autor utilice valores en pesos de oro co-
mún, puesto que termina dependiendo de un factor de conversión para
obtener valores de masa, y se debe recordar que éstos no siempre fueron
constantes a lo largo del periodo estudiado. Si lo que interesa es com-
parar el desempeño productivo de varias tesorerías, el valor en pesos
alcanzado por la tributación no es el mejor indicador, puesto que no
se está midiendo la producción, sino el signo que le asignó la caja real.
El tercer punto continúa en el mismo tono:
[...] sólo quedaba agregar los periodos que correspondieran a un mismo
año natural para obtener cantidades de ingreso correspondiente a perio-
dos regulares de doce meses transcurridos desde el primero de enero al
treinta y uno de diciembre. Es preciso advertir que el empleo de estos
procedimientos de redondeo y distribución proporcional da como resul-
tado unas cifras que son claramente virtuales para cada uno de los años
presentados en las tablas, pero cuya suma se corresponde con exactitud con el
total consignado en la contabilidad que recogen las fuentes originales, con la
salvedad de aquellas cantidades que resultan de cálculos de interpolación
y extrapolación, debidamente indicados. En este sentido, sólo se produce
una mínima distorsión a la hora de presentar los datos individualmente,
pero en ningún caso altera la secuencia a medio y largo plazo. Dicha dis-
torsión es, por otra parte, absolutamente necesaria para agregar los datos
correspondientes a cada año en los grácos que se presentan en este tra-
bajo, pues sólo así –es decir, trabajando con series de variables ordenadas
regulares– es posible garantizar que los grácos representen de manera
dedigna el movimiento temporal de las variables que contienen.9
8 Ibid. , 4 07.
9 Ibid., 386-387.
260
Se debe decir que no siempre es fácil respetar la información original al
realizar una serie de datos. Esto es cierto en particular cuando la fuente
no proporciona mucha información. Por ejemplo, el autor nos entrega
valores para años en que no existen datos: el libro mayor de la Caja
Real de San Luis Potosí para el periodo que transcurre entre agosto de
1636 y mayo de 1639 se encuentra perdido. Sin embargo, en los datos
de Lacueva aparecen los años de 1637 y 1638. Este procedimiento inva-
lida lo que el autor arma como principal virtud de su procedimiento,
puesto que, al elaborar la suma total de la caja, ésta no corresponde al
total de los datos registrados, sino que es mucho mayor gracias a las
operaciones realizadas para arrojar valores anuales.
Debe decirse en descargo de Lacueva que el procedimiento utili-
zado es el correcto si la fuente utilizada son las cartas cuenta y se está
organizando una serie de tiempo con valores anuales. Como ya se ha
armado, la pérdida de información es grande en las cartas cuenta, en
especial en lo que se reere a las fechas, porque lo que interesaba a los
ociales reales del Tribunal de Cuentas era el total nal y no el día a
día. Empero, creo que la historiografía no puede ya quedarse sólo con
las cifras aportadas por las cartas cuenta. Existe más información espe-
rando ser procesada en los libros mayores y en otras fuentes de archivo.
Los sumarios de impuestos mineros
La Figura 2 muestra el sumario del diezmo de plata contenido en el
libro mayor que va del 24 de julio de 1682 al 11 de julio de 1683.10 En
ella se pueden ver las dos columnas que aparecen en casi todos los su-
marios de impuestos mineros: una para la gruesa, es decir para el total
del mineral presentado en la caja, y otra para el derecho, es decir, el
impuesto que se pagó. También se informa la ley del mineral recabado:
2 380 maravedíes para todas las entradas. Al nal del sumario, aparece
el total registrado en el periodo: 49 217 marcos, 6 onzas y 3 tomines, de
los cuales 5 364 marcos, 5 onzas, 3 tomines y 2 granos fueron retenidos
en la caja por concepto de diezmo y derechos de ensaye. Éste es un típi-
co sumario del diezmo de plata; para el siglo , los libros mayores de
la Caja Real de San Luis contienen otros 71 muy similares.
10 , Contaduría, Cajas Reales de la Nueva España, 923-B, foja 96 frente.
261
F 2
S 24/07/1682 11/06/1683
262
A primera vista, el sumario ya aporta más información que la carta
cuenta, pues contiene el valor en unidades de masa para el total de la
producción de plata registrada en el periodo. Además, como se informa
que las cuentas se llevaron en ley de 2 380 maravedíes, se puede saber que
la plata es de toda ley. Gracias a estos datos, ya no se depende (como en
el caso de Lacueva) de un factor de conversión para saber la cantidad
de mineral producido;11 ya se tiene el valor total en unidades de masa.
La fuente aporta, además, una serie de cifras menores que conforman
el total de la producción registrada. ¿A qué se reere cada una de ellas?
Para comprender de dónde vienen estos valores, es necesario hacer
un resumen de los trámites que se desarrollaban en la Real Hacienda.
Cuando una persona quería pagar el impuesto minero, debía llevar el
mineral ya beneciado a la caja. Una vez en la institución, el ensayador
recibía las barras, las pesaba y extendía un recibo provisional al intere-
sado. Se procedía a realizar el ensaye y, en su caso, la separación del oro.
En general, si la plata estaba mezclada con oro, se llevaba a un obra-
dor de apartado para que se pudiesen separar los minerales, porque el
pago de los impuestos se debía hacer en especie. Este procedimiento
podía llevar semanas, dependiendo de la calidad del metal.
Una vez terminado el ensaye y separación de los minerales, se asen-
taba en el libro manual del ensaye los siguientes datos: el día de la ope-
ración, el nombre de la persona que había llevado los metales a la caja, la
cantidad total de mineral (en marcos, para la plata, y castellanos para el
oro). Además, se asentaba el impuesto que había pagado (diezmo, o bien
quinto, más los derechos de ensaye) y el valor de éste en pesos de oro
común. Es importante señalar que, en el libro del ensaye, las operaciones
se acomodaban en orden cronológico. Ya que se había nalizado el acta, se
entregaba una copia al interesado y se grababa la señal de la corona en las
barras que habían pagado el impuesto. El acto legalizaba el metal, el cual
a partir de ese momento ya podía circular libremente.
11 El problema de las conversiones de unidades de valor a masa es que durante el periodo
colonial no existió un coeciente jo. El valor en pesos de la plata y el oro cambió muchas
veces durante los siglos de la dominación española. Además, se debe tener en cuenta en esta
ecuación la calidad del mineral, que podía uctuar según como se llevasen las cuentas de la
caja; para el caso de San Luis Potosí, en las cuentas siempre aparecía el mineral como si fuese
de toda ley, aunque esto no siempre se cumplía.
263
El ensayador, por su parte, debía depositar en la caja de las tres llaves
el total del impuesto cobrado. Para abrir la caja, daba noticia a los jueces
ociales reales, quienes asentaban la operación en el libro de entradas y
en sus libros particulares. Ya que el carácter de esta operación requería
la presencia de cuando menos tres personas, sólo se realizaba una vez
por día. Es por esta razón que, al elaborar la cuenta en el libro común,
se agregaban las partidas en un total diario, y se perdían los nombres
de las personas que habían acudido a quintar el mineral. La función del
libro común era conocer el movimiento de la caja día a día, separado en
cargos y datas. De este modo, se agregaban las entradas individuales, y
se obtenía un total por día.
El gran problema surgía en el momento en que se daba el brinco al
libro mayor. Pues bien, aunque existía sólo una fuente original, el libro
de ensaye, los ociales reales del Tribunal de Cuentas podían escoger
entre éste y el libro común para obtener el valor total del ramo. He
sintetizado estas operaciones en el Diagrama 3, donde se muestra la
estructura de la información contenida en un sumario de impuestos
mineros. La conclusión que se puede sacar, a partir del funcionamiento
de la caja, es que los sumarios del libro mayor tienen dos ancestros. Voy
a ilustrar esto con ejemplos. El primero es el corte de caja realizado a las
operaciones que corrieron entre el 6 de marzo de 1692 y el 16 de mayo
de 1693.12
12 Nótese que la fecha se encuentra en el siguiente formato: MM/DD/AA AA. Los valores
del mineral se encuentran en Marcos Castellanos. Fuentes: 1) Para el libro común, Archivo
General de la Nación (en adelante, ), Real Hacienda, 1278, 1, foja 3 frente-foja 8 vuelta;
2) para el libro mayor: , Contaduría, Cajas Reales de la Nueva España, 926-B, 12, foja
451 frente y vuelta; 3) la carta cuenta se encuentra en , Contaduría, Cajas Reales de la
Nueva España, 926-B, 3, foja 506 frente y vuelta; 4) el libro de ensaye lo he reconstruido a
partir de la información proporcionada por el libro mayor y el común. Las fracciones han
sido convertidas a decimales mediante la siguiente formula: 1 onza = 1/8; 1 tomín = 1/64;
1 grano = 1/768, y se han redondeado a centésimas.
264
Continúa ...
T 10. C. R: D .
C: 6 1692 16 1693
Libro de ensaye (hipotético) Libro común Libro mayor Carta
cuenta
Fecha
(estim ad a)
Impuesto
(estim ad o)
Sumario por
día Fecha Impuesto Impuesto Impuesto
3/27/1692 17.65 17.65 17.65
3/27/1692 21.79 39.44 3/27/1692 39.44 21.79
3/29/1692 33.72 33.72 3/29/1692 33.72 33.72
4/10/1692 9.96 9.96 4/10/1692 9.96 9.96
4/12/1692 28.65 28.65 28.65
4/12/1692 10.91 39.56 4/12/1692 39.56 10.91
4/16/1692 40.40 40.40 40.40
4/16/1692 12.02 52.42 4/16/1692 52.42 12.02
5/20/1692 330.78 330.78 330.78
5/20/1692 15.41 346.18 15.41
5/20/1692 20.77 366.95 5/20/1692 366.95 20.77
7/17/1692 149.83 149.83 149.83
7/17/1692 443.08 592.91 443.08
7/17/1692 48.26 641.17 48.26
7/17/1692 25.14 666.31 25.14
7/17/1692 66.03 732.34 66.03
7/17/1692 85.84 818.18 85.84
7/17/1692 33.14 851.33 33.14
7/17/1692 59.91 911.2 3 59.91
7/17/1692 7.17 918.40 7.17
7/17/1692 10.74 92 9.14 10.74
7/17/1692 1.98 931.12 1.98
7/17/1692 5.08 936.20 5.08
7/17/1692 6.11 94 2.31 6.11
7/17/1692 3.00 945.31 3.00
7/17/1692 2.96 948.27 2.96
7/17/1692 3.59 951.8 6 3.59
7/17/1692 0.80 952.67 0.80
7/17/1692 5.16 957.82 7/17/1692 95 7. 83 5.16
8/6/1692 446.03 446.03 446.03
265
Libro de ensaye (hipotético) Libro común Libro mayor Carta
cuenta
Fecha
(estim ad a)
Impuesto
(estim ad o)
Sumario por
día Fecha Impuesto Impuesto Impuesto
8/6/1692 4.85 450.89 4.85
8/6/1692 6.61 457.49 6 .61
8/6/1692 12.75 470.24 12.75
8/6/1692 25.67 495.91 25.67
8/6/1692 13.01 508 .92 13.01
8/6/1692 33.65 5 42 .58 33.65
8/6/1692 7.95 550.52 7.9 5
8/6/1692 44.38 594.90 44.38
8/6/1692 5.15 600.05 5.15
8/6/1692 7.04 6 07.09 7. 0 4
8/6/1692 25.39 632.48 25.39
8/6/1692 11.74 644.22 11.74
8/6/1692 20.17 664.38 20.17
8/6/1692 33.92 69 8.30 33.92
8/6/1692 0.98 699.28 0.98
8/6/1692 1.76 701.04 1.76
8/6/1692 2.67 703.71 8/6/1692 703.71 2.67
8/9/1692 8.96 8.96 8/9/1692 8.96 8.96
8/20/1692 16.60 16.60 8/20/1692 16.60 16.60
9/26/1692 14.74 14.74 9/26/1692 14.74 14 .74
9/27/1692 26.25 26.25 26.25
9/27/1692 12.23 38.48 12.23
9/27/1692 7.48 45.96 7. 4 8
9/27/1692 26.08 72.03 9/27/1692 72.03 26.08
10/3/1692 35.55 35.55 10/3/1692 35.55 35.55
10/6/1692 8.58 8.58 8.58
10/6/1692 4.86 13.44 4.86
10/6/1692 11.69 25.13 10/6/1692 25.13 11.69
10/13/1692 62.45 62.45 10/13/1692 62.45 62 .45
10/27/1692 307.18 307.18 10/27/1692 307.18 307.18
11/3 /16 92 8.75 8.75 8.75
11/3 /16 92 8.03 16.78 11/3/1692 16.78 8.03
11/27/1692 65.32 65. 32 65.32
Continúa ...
266
Continúa ...
Libro de ensaye (hipotético) Libro común Libro mayor Carta
cuenta
Fecha
(estim ad a)
Impuesto
(estim ad o)
Sumario por
día Fecha Impuesto Impuesto Impuesto
11/27/1692 84.62 149 .95 84.62
11/27/1692 1.35 151. 2 9 11/ 27/1692 151.29 1.35
11/29/1692 303.80 303.80 303.80
11/29/1692 94.68 398.48 94.68
11/29/1692 5.25 403.73 5.25
11/29/1692 4.76 408.49 4.76
11/29/1692 2.11 410.60 11/29/1692 410.60 2 .11
12/5/1692 39.79 39.79 39.79
12/5/1692 16.01 55.8 0 16.01
12/5/1692 140.65 196 .45 140.65
12/5/1692 143.54 339.99 143.54
12/5/1692 26.48 366.47 26.48
12/5/1692 3.20 369.67 3.20
12/5/1692 10.23 379.89 10.23
12/5/1692 10.67 390 .56 10.67
12/5/1692 37.81 428.37 37.81
12/5/1692 1.91 430.28 1.91
12/5/1692 3.59 433.87 3.59
12/5/1692 13.11 446 .98 13.11
12/5/1692 44.18 491.16 12/5/1692 491.16 44.18
12/9/1692 11.19 502.35 12/9/1692 11.19 11.19
1/5/1693 23.38 23.38 23.38
1/5/1693 18.30 41.6 8 1/5/1693 41.68 18.30
1/7/1693 136.79 136.79 136.79
1/7/1693 71.74 2 08.54 1/7/1693 208.54 71.74
1/19/1693 5.37 5.37 1/19/1693 5.37 5.37
2/3/1693 0.96 0.96 2/3/1693 0.96 0.96
2/23/1693 52.07 52.07 52 .07
2/23/1693 20.65 72.71 20.65
2/23/1693 12.75 85.46 12.75
2/23/1693 5.80 91.2 6 5.80
2/23/1693 1.13 92.40 1.13
2/23/1693 320.13 412.53 2/23/1693 412.54 320.13
4/2/1693 28.70 28.70 28.70
4/2/1693 18.85 47.55 18.85
4/2/1693 32.02 79.57 32.02
267
Libro de ensaye (hipotético) Libro común Libro mayor Carta
cuenta
Fecha
(estim ad a)
Impuesto
(estim ad o)
Sumario por
día Fecha Impuesto Impuesto Impuesto
4/2/1693 3.93 83.50 3.93
4/2/1693 16.38 99.88 16.38
4/2/1693 39.38 139.26 4/2/1693 139.26 39.38
4/6/1693 363.29 363.29 363.29
4/6/1693 14.87 378.16 14.87
4/6/1693 18.10 396.26 4/6/1693 396.26 18.10
4/14/1693 102.23 102.23 102 .23
4/14/1693 5.58 107.8 0 4/14/1693 10 7. 8 0 5.58
4/16/1693 90.18 9 0.18 90.18
4/16/1693 112.90 203.09 112.90
4/16/1693 33.76 236.85 33.76
4/16/1693 5.55 242.40 5.55
4/16/1693 9.47 251.87 9.47
4/16/1693 3.57 255.4 4 3.57
4/16/1693 0.99 256.43 4/16/1693 256.45 0.99
4/24/1693 352.46 352.46 4/24/1693 352.49 352.46
5/4/1693 5.25 5.25 5.25
5/4/1693 7.04 12.29 5/4 /1693 12.29 7. 0 4
5/5/1693 26.66 26.66 5/5/1693 26.66 26.66
5/9/1693 6.01 6.01 6.01
5/9/1693 2.58 8.59 5/9/1693 8.58 2.58
5/15/1693 193.31 193.31 193.31
5/15/1693 35.15 228.46 35.15
5/15/1693 51.57 280.04 51.57
5/15/1693 14.33 294.36 14.33
5/15/1693 41.99 336.35 41.99
5/15/1693 15.14 351.50 15.14
5/15/1693 8.16 359.65 8.16
5/15/1693 9.67 369.32 9.67
5/15/1693 9.31 378.63 9.31
5/15/1693 11.53 390 .16 11.53
5/15/1693 12.40 402 .56 12.40
5/15/1693 1.83 404.38 1.83
5/15/1693 26.15 430 .54 5/15/1693 430.54 26 .15
Total 6 226.60 6 226 .67 6 226.60
Valor en pesos 54 391.75 54 392.36 54 391.75 54 391.75
268
D 3
E
1. Cada entrada en el libro representa la candad de plata
entregada en la caja por una persona en un día determinado.
2. Se encuentra ordenado cronológicamente.
3. Se especifica la persona que pagó, el total de mineral (la gruesa),
el impuesto cobrado (derechos) y la ley del mineral.
El sumario se
construye agregando
las operaciones para
obtener un total
por día.
Libro Común
de la
Caja Real
Libro Manual de
quintos, diezmos
y derechos
de fundidor
y marcador.
Se uliza
el Libro
Común
Se uliza
el Libro
Manual
Al transcribir
el sumario, se
eliminan las
fechas.
Al transcribir el
sumario, se eliminan
las fechas y los
nombres de los
contribuyentes.
Libro Mayor
de la
Caja Real
Se transcribe
sólo el total
recaudado
en pesos.
Carta
Cuenta
Sí Sí
No
269
Para comenzar, debo señalar que las fechas y valores del libro de
ensaye han sido reconstruidas a partir del común y el mayor. Por ello no
presento los nombres de los personajes, ya que los desconozco. Si bien
no poseo la fuente original, la información recabada es suciente para
plantear de forma hipotética que así se estructuraba el libro de ensaye.
¿De qué manera lo he reconstruido? El elemento clave es la columna del
sumario por día: aquí he comparado los valores contenidos en el libro
mayor, con las fechas y cantidades marcadas por el común. Se puede
observar que la agregación de estos valores termina por coincidir con el
total marcado para una fecha especíca; la deducción es que los valores
desagregados del sumario en el libro mayor empatan con la fecha del
común hasta el momento en que igualan el total del día.
La primera conclusión es simple; la Tabla 10 nos muestra que el
sumario del libro mayor corresponde directamente al libro de ensaye.
Se tiene por consecuencia que, en este caso, los valores reportados en el
sumario del libro mayor se encuentran organizados por día y personaje
que tributó. Luego entonces, el ancestro del libro mayor es el libro de
ensaye. La segunda conclusión es muy importante en el desarrollo de la
investigación: la tabla nos muestra que los datos, si bien se encuentran
desagregados en el libro común, fueron ordenados cronológicamente. Es
decir, la primera entrada corresponde a una fecha más cercana al inicio
del corte de caja que la última; la distribución de la información en los
sumarios de diezmo y quinto es relativa al tiempo en que se ingresó el
mineral en la caja real.
Muestro ahora el segundo ejemplo: el diezmo de plata de 1682 y
1683. Ya se había visto cómo aparece éste en el libro mayor, puesto que
es el mismo que ya había presentado la Figura 2. Pues bien, he transcri-
to los valores del sumario en una tabla y los he comparado con los que
aparecen en el libro común correspondiente a ese encaje. Estos datos se
pueden observar en la Tabla 11.13
13 Fuentes: 1) Para el libro común, , Indiferente Virreinal, 6417, 69, foja 5 frente-foja
10 vuelta; 2) para el libro mayor: , Contaduría, Cajas Reales de la Nueva España, 923-B,
3, foja 96 frente; 3) la carta cuenta se encuentra en , Contaduría, Cajas Reales de la Nueva
España, 923-B, 3, foja 126 frente y vuelta.
270
T 11
C. R: D . C: 24
1682 11 1683
Libro común Libro mayor Carta cuenta
Fecha Impuesto Impuesto Valor
7/27/1682 34.57 34.57
8/17/1682 41.15 41.15
8/22/1682 179.92 179.92
8/26/1682 66.11 6 6.11
8/29/1682 23.34 23.34
9/2/1682 126.28 126.28
9/5/1682 511.16 511.15
9/11/1682 165.56 165.56
9/14/1682 206.80 206.80
9/18/1682 41.60 41.60
9/19/1682 16.63 16.63
10/21/1682 38.96 38.96
11/5/1682 149.29 149. 29
11/9/1682 3.32 3.32
11/21/1682 574.32 574.32
12/2/1682 7. 2 2 7.22
12/5/1682 37.0 0 3 7. 0 0
1/23/1683 115.1 2 115.12
1/25/1683 97.54 97.5 4
1/28/1683 251.06 251.06
1/30/1683 65.63 65.63
2/8/1683 59.32 59.32
2/9/1683 671.37 671.37
2/13/1683 524.86 524.86
2/22/1683 56.91 56.91
3/26/1683 25.61 24.52
1.08
5/11/1683 472.98 472.98
5/15/1683 696.85 696.85
5/20/1683 3.86 3.86
Continúa ...
271
Libro común Libro mayor Carta cuenta
Fecha Impuesto Impuesto Valor
6/3/1683 100.35 100.35
Tot al 5 364.67 5 364.66
Valor en pesos de
oro (plata de 2376
maravedíes)
46 862.01 46 861.87 46 8 61.21
Como se puede observar, en el libro común aparecen las partidas
con su fecha respectiva, mientras que en el libro mayor sólo se ha trans-
ferido el valor del diezmo, sin poner la fecha. Las dos series, aunque con
una pequeña diferencia en el sumario del libro mayor, son iguales. En
ambos casos, las cifras se encuentran en marcos castellanos, con el valor
en pesos al nal. Las diferencias en los valores nales se deben a yerros
minúsculos en las fracciones; y para una época en la que no existían
calculadoras electrónicas, los errores son sorprendentemente pequeños.
En este ejemplo, los valores del sumario del libro mayor correspon-
den directamente con los del común. Es decir, para este encaje, cada
una de las entradas representa una fecha diferente. Se puede concluir
entonces que el ancestro del libro mayor es el libro común. Como es evi-
dente, la serie se encuentra organizada de manera cronológica, por lo cual
la distribución de los datos en el libro mayor es importante; los valores
que aparecen primero son de fechas cercanas al inicio del encaje, y los
del nal tienden al momento en que se cerró la cuenta.
En conclusión, los sumarios del libro mayor no presentan informa-
ción homogénea porque los valores observados pueden signicar cosas
distintas, dependiendo del corte de caja. Además, se debe observar que
estos sumarios en los libros mayores fueron despojados de información
que habría sido muy importante al momento de reconstruir las series:
la datación exacta de cada una de las entradas de mineral en la caja. Si la
poseyera, podría elaborar mejores series de tiempo con sólo agregar los
valores. Empero, para los ociales reales del Tribunal de Cuentas, tanto
las fechas de registro como los nombres de los contribuyentes no pare-
cieron importantes. Sólo copiaron en el libro mayor la información de la
masa mineral. En una caja real como la potosina, la cual dependía casi
en exclusiva de los impuestos sobre la minería, la información más co-
piosa debió de haber sido la de los diezmos y quintos mineros. Por esto,
272
fueron los ramos que sufrieron más perdidas de información durante la
redacción de los libros mayores. Por paradójico que parezca, el día de
hoy se puede saber más acerca de impuestos de poca monta, como la
media annáta, que sobre los diezmos de plata.
En la medida en que se encuentren más libros comunes y del
ensayador, se podrán elaborar series más cercanas a la realidad de la
producción, porque éstos contienen mejor información que los libros
mayores.14 Empero, el historiador no puede esperar que el archivo con-
tenga la información íntegra. Su trabajo es plantear hipótesis basadas
en la mayor cantidad de información disponible. Es por esto que, con
la información recabada para este libro, he podido establecer una serie
de relaciones lógicas entre las fuentes. Las Tablas 10 y 11 muestran una
distribución muy interesante de los datos: la estructura de la informa-
ción contenida en el libro mayor puede ser utilizada para reconstruir
la serie temporal. Con un poco de ayuda de la estadística, se puede
determinar la fecha probable en que entraron en caja cada uno de los
registros mineros.
Los modelos matemáticos
La premisa del modelo que planteo es muy simple: mientras más tiem-
po dura un corte de caja, más oportunidad tienen los actores econó-
micos para acudir a la caja real a quintar y diezmar sus metales. Esto,
aunque sinceramente parece una simple tautología, se puede expresar
con otras palabras: la frecuencia del registro en el libro mayor depende
del paso del tiempo. Es decir, la variable independiente es el tiempo y la
dependiente es la frecuencia:
x = tiempo; y = frecuencia
14 Sólo he encontrado ocho libros comunes de la Caja Real de San Luis Potosí. He busca-
do libros manuales del ensaye potosino tanto en el Archivo Histórico del Estado de San Luis
Potosí () como en el , sin suerte alguna. Empero, no niego que con mejores instru-
mentos de consulta en ambos archivos tal vez puedan ser identicados más libros comunes, e
incluso algunos libros de ensaye.
273
15 Valores en días para los 72 cortes de caja existentes en el siglo ; índice de frecuencia
desprendido de los sumarios del diezmo de plata. Fuentes: 1) , Contaduría, Cajas Reales
de la Nueva España, 922; 2) , Contaduría, Cajas Reales del Reino del Perú, 1814; 3) ,
Contaduría, Cajas Reales de la Nueva España, 923-A; 4) , Contaduría, Cajas Reales de la
Nueva España, 923-B.
El modelo así construido propone medir la velocidad (en unidades
de tiempo) con que los actores acudieron a presentar su mineral en la
Caja Real de San Luis Potosí. Esto es posible porque, dentro de los su-
marios de impuestos mineros, la posición relativa de los datos dentro de
ellos tiene una signicación temporal: los primeros valores registrados
se encuentran cercanos al inicio del periodo scal, mientras que los úl-
timos tienden al nal del encaje.
He seguido dos procedimientos matemáticos con la nalidad de
asignar una fecha probable a cada uno de los registros de minerales.
Antes de comenzar la exposición, debo dejar claro que entiendo a la
perfección los límites del modelo matemático: sé que sólo es un acerca-
miento a la realidad y no un n en sí mismo.
Para los cortes de caja del siglo , son conocidos de antemano
los valores de frecuencia y temporalidad. Utilizando sólo el libro mayor,
es posible obtener el valor de x contando los días transcurridos en cada
encaje. El valor de y se puede conocer contando el número de entradas
que aparecen en los sumarios. He utilizado la información así obtenida
en las Grácas 11, 12 y 13.15 En éstas se puede apreciar que la correla-
ción entre las dos variables es baja: sólo un 45% en el valor de R2 para
el diezmo de plata; le sigue el quinto de oro con un 22%; nalmente,
la correlación en el quinto de plata alcanza sólo un magro 5%. ¿Esto
invalida la premisa del modelo?
Creo que hasta aquí está muy claro lo que representan los valores
de los sumarios: si el ancestro es el libro de ensaye, entonces muestra la
cantidad de mineral aportada por un tributario en un día; si el ancestro
es el libro común, entonces cada valor representa el mineral captado
por la caja en un día de trabajo. Como se vio en el apartado anterior, al
momento de elaborar el libro mayor se utilizaba uno u otro ancestro. Lo
que muestran los grácos de dispersión es esta heterogeneidad. Cuando
el ancestro es el libro de ensaye, la frecuencia crece rápido porque cada
día se pueden dar muchas entradas en caja. Cuando se transcribió del
274
G 12
Q . = ; =
R² = 0.0576
0
10
20
30
40
50
60
70
0200 400600 800100
01
20
0
Frecuencia Lineal (Frecuencia)
G 11
D . = ; =
Frecuencia Lineal (Frecuencia)
R² = 0.4543
-50
0
50
10
0
15
0
20
0
25
0
30
0
350
0200 400600 800100
01
20
0
275
libro común, la frecuencia crece de manera más lenta porque se agrega-
ron los registros a un total por día.
La lógica doble de los registros indica que es necesario aplicar dos
regresiones lineales: una adecuada para el libro común y otra para el
libro manual del ensaye. El problema es que no es posible construir
un modelo able únicamente a partir de los datos contenidos en el li-
bro mayor. La baja correlación entre las variables, debida a la composi-
ción diversa de la fuente, diculta que el libro mayor pueda servir para
plantear una sola función adecuada. ¿De qué manera se puede construir
un modelo matemático que ayude a reconstruir la temporalidad de los
sumarios?
El libro común
El procedimiento que he utilizado es sencillo: he recurrido a los libros
comunes para comprobar si la frecuencia es función de la temporali-
dad. Esto es posible porque los libros comunes constituyen una fuen-
te de información homogénea. Aunque no he encontrado todos los
G 13
Q . = ; =
R² = 0.2032
0
20
40
60
80
10
0
12
0
14
0
16
0
180
0200 400600 800100
01200
Fecuencia Lineal (Fecuencia )
276
correspondientes al periodo de análisis, los ocho que he consultado en
el Archivo General de la Nación son una fuente preciosa de informa-
ción. Es a partir de éstos que se puede comparar la información de los
sumarios, con la nalidad de encontrar el peso especíco de las relacio-
nes entre las variables.
De esta manera, he construido un índice que mide la cantidad en
días que separa a cada uno de los registros del inicio del periodo scal.
A este índice lo he llamado días acumulados. En el modelo de regresión
lineal es la variable independiente. Además, he construido un índice de
frecuencia. Es decir, al primer registro que aparece en la serie le he asigna-
do el número uno, al segundo el dos y así de forma sucesiva. Este índice
es la variable dependiente. Por último, he utilizado la regresión lineal
con el objetivo de medir la correlación entre las variables analizadas.16
A partir de este modelo, además, se desprenden una serie de funcio-
nes, lo sucientemente ables como para obtener la cantidad de días
transcurridos en el periodo scal, a partir de la utilización del índice
de frecuencia.
Las Grácas 14, 15 y 16 muestran los resultados de las regresiones
para el diezmo de plata, el quinto de plata y el quinto de oro, despren-
dido de los libros comunes. Debo puntualizar que la variable indepen-
diente es el tiempo transcurrido, es decir, la cantidad total de días que
separan a cada observación del inicio del encaje. La variable dependien-
te es la frecuencia.
16 “Linear regression can be used to go one step further than correlation. In this case,
an imaginary straight line can be drawn on the graph, representing the hypothesized linear
relationship between the two variables. e deviations from the imaginary line can be used
to calculate the correlation coecient, but most importantly, the linear model can be used to
predict all dependent variable values along the straight line, based on values of the indepen-
dent variable. is type of prediction is extremely useful, as you know –with a certain level
of accuracy, from the coecient of determination– how accurate your prediction is going to
be” (Sarah Boslaugh y Paul Andrew Watters, Statistics in a Nutshell [Sebastopol, CA: O’Reilly
Media Inc., 2008], 226).
277
G 14
D . = ; =
G 15
Q . = ; =
y = 0.0843x + 1.8572
R² = 0.9042
0
5
10
15
20
25
30
35
40
45
50
050100 150200 250300 350400 45
0500
Frecuencia Pronósco Frecuencia Lineal (Frecuencia)
y = 0.0421x + 1.5146
R² = 0.6814
0
5
10
15
20
25
050100 150200 250300 350400 45
0
Frecuencia Pronósco Frecuencia Lineal (Frecuencia)
278
En la Tabla 12 se puede ver un resumen con los valores alcanzados
por las tres regresiones.
T 12
L . R
Estadístico/
Relación.
Coeciente de
correlación
Coeciente de
determinación
R ajustado
por G.L . Error estándar Observaciones Signicancia
Diezmo de plata
(x=t ; y=f) 95% 90% 90% 3.40 219 1. 652 8E -112
Quinto de plata
(x=t ; y=f) 83% 68% 68% 3.44 86 1.43489E-22
Quinto de oro
(x=t ; y=f) 93% 86% 86% 3.02 147 6.90464E-64
Fuente: modelo de regresión lineal a partir de los libros comunes: , Indiferente Virreinal,
6236, 60; , Indiferente Virreinal, 6417, 69; , Indiferente Virreinal, 6477, 40; ,
Real Hacienda, 1442; , Real Hacienda, 1474; , Real Hacienda, 1278; , Real
Hacienda, 532; , Real Hacienda, 565.
G 16
Q . = ; =
y = 0.0601x + 1.055
R² = 0.8605
0
5
10
15
20
25
30
35
050100 150200 250300 350400 45
0500
Frecuencia Pronósco Frecuencia Lineal (Frecuencia)
279
En primer lugar, se puede observar que, en el caso del diezmo
de plata y quinto de oro, las regresiones explican buena parte de la
relación, mientras que en el quinto de plata el coeciente de correla-
ción no es tan sólido, pues alcanza apenas el 68%. Aunque me estoy
adelantando un poco, debo aclarar que la pobre relación entre tiempo
y frecuencia, en el caso del quinto de plata, se debe al lento desempe-
ño del impuesto a lo largo del siglo; prácticamente desapareció de la
Caja Real de San Luis Potosí. Por esta razón, no me preocupa mucho
que el modelo sea menos conable, respecto de sus pares, a la hora de
asignar fechas probables a la producción. La conclusión que se puede
sacar de este modelo regresivo es que la frecuencia es una función de la
temporalidad.
En segundo término, el error estándar conrma que la asignación
hecha por el modelo podría variar más o menos en tres frecuencias. Esto
se traduce en un error de ±38.37 días para el diezmo de plata; ±67.6
días para el quinto de plata; y ±46.6 días para quinto de oro. La otra
conclusión es que el modelo empezaría a tener alguna validez cuando
los datos se hayan agregado, cuando menos, en periodos de dos meses. El
día de registro, que será propuesto por el modelo, es apenas el punto
de partida y no debe tomarse a pie juntillas. Por lo demás, me parece
que el margen de error en la predicción es sucientemente bueno; con
la nalidad de elaborar series de tiempo, los datos serán agregados en
trimestres, semestres, años, y quinquenios. La precisión predictiva se
eleva cuando se agregan los datos, puesto que se reduce paulatinamente
el error estándar al reducir la varianza.
La posición de cada observación dentro del periodo scal, es decir,
su número de frecuencia, es una variable conocida en los sumarios del
libro mayor: sólo hace falta numerarlos. De acuerdo con el modelo aquí
construido, la frecuencia depende del tiempo. Pues bien, despejando la
variable independiente en las ecuaciones, o bien invirtiendo el orden de
las variables en las regresiones, es posible obtener el modelo que permite
reconstruir la temporalidad a partir de la frecuencia.
La Tabla 13 presenta las ecuaciones desprendidas en el modelo libro
común.
280
T 13
F. L
Estadístico
Relación
(x = tiempo ;
y = frecuencia)
Relación
(x = frecuencia ;
y = tiempo)
Diezmo de plata y = 0.0843x + 1.8572 y = 10.729x - 2.0389
Quinto de plata y = 0.0421x + 1.5146 y = 16.201x + 31.464
Quinto de oro y = 0.0601x + 1.055 y = 14.316x + 11.613
Fuente: elaboración propia con base en las ecuaciones de la regresión lineal de las Grácas
14, 15 y 16.
El libro de ensaye
Dentro de los archivos en que he recabado la información para el pre-
sente libro no han aparecido libros de ensaye para la Caja Real de San
Luis Potosí. Empero, he podido reconstruir tres de ellos. Al gracar los
ocho libros comunes encontrados y compararlos con los sumarios res-
pectivos, resultó que cinco de ellos eran exactamente iguales. De esto
se inere que fueron transcritos directamente del libro común. Para los
otros tres, la conclusión es que su ancestro es el libro manual del ensaye.
La información presentada en la Tabla 10, muestra la manera en que
he reconstruido, dentro de los límites de la información disponible, un
libro de ensaye.
De manera que, para encontrar el libro de ensaye, he utilizado
información tanto del libro común como del mayor. En las Grácas
17, 18 y 19 presento los modelos resultantes para el diezmo de plata,
quinto de plata y quinto de oro, respectivamente. De la misma ma-
nera que en el caso anterior, la variable independiente es el tiempo,
mientras que la dependiente es la frecuencia. Las regresiones aparecen
en la Tabla 14.
281
G 17
D . = ; =
G 18
Q . = ; =
y = 0.3052x + 9.4194
R² = 0.8554
0
20
40
60
80
10
0
12
0
14
0
16
0
180
050100 150200 250300 350400 45
0
Frecuencia Pronósco Frecuencia Lineal (Frecuencia)
y = 0.0417x + 2.6605
R² = 0.9091
0
2
4
6
8
10
12
14
16
18
20
050100 150200 250300 35
0400
Frecuencia Pronósco Frecuencia Lineal (Frecuencia)
282
G 19
Q . = ; =
T 14
L . R
Estadístico/
relación
Coeciente
de correla-
ción
Coeciente
de determi-
nación
R ajustado
por G.L .
Error
están-
dar
Obser-
vaciones Signicancia
Diezmo de plata
(x=t ; y=f) 92% 86% 86% 16.39 400 3.3148E -169
Quinto de plata
(x=t ; y=f) 95% 91% 91% 1.48 33 1.07624E-17
Quinto de oro
(x=t ; y=f) 77% 60% 60% 16.36 181 2 .51755 E-37
Fuente: modelo de regresión lineal a partir de los libros comunes y mayores: Encaje del 19 de
marzo de 1678 al 27 de abril de 1679: libro mayor, , Contaduría, Cajas Reales de la Nueva
España, 923-A, 20, de foja 824 frente a 879 vuelta; libro común, , Real Hacienda, 565.
Encaje del 6 de marzo de 1692 al 16 de mayo de 1693: libro mayor, , Contaduría, Cajas
Reales de la Nueva España, 923-B, 12, de foja 451 frente a 508 vuelta; libro común, , Real
Hacienda, 1278. Encaje del 10 de marzo de 1700 al 12 de mayo de 1701: libro mayor, ,
Contaduría, Cajas Reales de la Nueva España, 923-B, 17, de foja 727 frente a 792 vuelta; libro
común; , Indiferente Virreinal, 6477, 40.
y = 0.1421x + 6.3504
R² = 0.5986
0
20
40
60
80
10
0
120
050100 150200 250300 350400 450
Frecuencia Pronósco Frecuencia Lineal (Frecuencia)
283
La regresión para el diezmo de plata es bastante aceptable, con un
86% para R2, mientras que la del quinto de oro es un tanto medio-
cre: sólo un 60%. Frente a estos resultados, la alta correlación obte-
nida para el quinto de plata, 91% en R2, es una verdadera sorpresa.
La ecuación desprendida de esta regresión modela de mejor manera el
comportamiento del quinto que la obtenida con el libro común. Dada
la estructura de los datos en los libros de ensaye, esta regresión demues-
tra que el componente estrictamente temporal de la relación entre las
variables es menor para el quinto de plata. Estos resultados conrman
que también para el caso del libro de ensaye la frecuencia es función de
la temporalidad.
Sin embargo, se debe acotar que la correlación entre las variables
no es tan alta como dentro del libro común. También debe señalarse
que para el diezmo de plata y el quinto de oro el error estándar presenta
valores muy altos (±16 frecuencias), lo que se traduce en un error de
±89.06 días para el quinto de oro y ±49.67 para el diezmo. Por su parte,
el quinto de plata obtuvo un error estándar de únicamente ±1.48 fre-
cuencias. Esta situación no debe sorprender porque el libro de ensaye es
una fuente con mayor dispersión que el común. Empero, se debe tomar
muy en cuenta que el modelo comenzará a ser signicativo cuando la
agregación de los datos alcance, cuando menos, los trimestres.
La Tabla 15 muestra las funciones obtenidas mediante el modelo
libro de ensaye.
T 15. F. L
Estadístico Relación
(x = tiempo ; y = frecuencia)
Relación
(x = frecuencia ; y = tiempo)
Diezmo de plata y = 0.3052x + 9.4194 y = 2.8023x + 2.2932
Quinto de plata y = 0.0417x + 2.6605 y = 21.805x - 44.715
Quinto de oro y = 0.1421x + 6.3504 y = 4.2123x + 57.469
Fuente: elaboración propia con base en las ecuaciones de la regresión lineal de las Grácas
17, 18 y 19.
De acuerdo con el teorema del límite central, las muestras obtenidas
de una población que se comporta de manera anormal tienden hacia
284
una distribución normal. Por ende, ciertas técnicas de inferencia esta-
dística pueden generalizarse a poblaciones que se distribuyen de manera
anormal. Es por esto que las funciones obtenidas mediante los libros co-
munes pueden ser utilizadas para modelar la temporalidad en los suma-
rios que aparecen dentro de todos los libros mayores de Real Hacienda.
La Gráca 20 muestra la comparación entre los dos modelos de re-
gresión y los datos del libro mayor. Las barras verdes representan la fre-
cuencia real obtenida para todos los cortes de la Caja Real de San Luis
Potosí. La línea azul es el modelo libro común, mientras que la roja es el
modelo libro de ensaye. Se puede observar que ambos modelos se acer-
can bastante al funcionamiento real de la caja. También se puede ver
que, algunas veces, la predicción de la frecuencia obtenida por el mode-
lo libro común se encuentra muy cercana a los valores reales, mientras
que en otras ocasiones es el modelo libro de ensaye el que se acerca más.
El comportamiento irregular de la serie original se debe a la existen-
cia de los dos ancestros bien diferenciados. Esto tiene como consecuencia
G 20
D . C .
F
que, si se escoge uno u otro modelo de regresión, el error de la predic-
ción se disparará cuando el ancestro sea diferente. Para contrarrestar
esta particularidad de la serie original, he decidido seleccionar un solo
0
50
10
0
15
0
20
0
25
0
30
0
350
1357911131517192123252729313335373941434547495153555759616365676971
Frecuencia Diezmo PlataModelo Libro ComúnModelo Libro Ensaye
285
modelo regresivo para cada uno de los encajes. Se puede aceptar que,
mientras menos residuos haya entre la serie original y el modelo, el ances-
tro tendrá más posibilidades de ser compatible con ese modelo. Un par
de ejemplos:
T 16. D . E
Encaje
Frecuencia
modelo libro
mayor
Frecuencia
modelo libro
común
Frecuencia
modelo libro
ensaye
Residuo
modelo LC
-
libro mayor
Residuo
modelo LE
-
libro mayor
Modelo
aprobado
Del 17 de noviem-
bre de 1671 al 17
de noviembre de
1672
34 32.71 121.12 1.29 - 87.1 2 Modelo libro
común
Del 28 de abril
de 1679 al 26 de
noviembre de 1679
69 19.73 74.12 49.27 -5.12 Modelo libro
de ensaye
Fuente: Elaboración propia con base en los sumarios de diezmo de plata: Encaje del 17 de
noviembre de 1671 al 17 de noviembre de 1672 en , Contaduría, Cajas Reales de la Nueva
España, 923-A, 14, foja 607 frente y vuelta. Encaje del 28 de Abril de 1679 al 26 de Noviem-
bre de 1679 en , Contaduría, Cajas Reales de la Nueva España, 923-A, 21, foja 883 frente
y vuelta.
Para el corte de caja que va del 17 de noviembre de 1671 al 17 de
noviembre de 1672, el libro mayor registra 34 entradas de mineral. Pues
bien, aplicando las ecuaciones desprendidas de los dos modelos se tiene
que el modelo libro común pronostica, para este encaje, 32.71 frecuen-
cias; el modelo libro de ensaye pronostica 121.12. Evidentemente, el
primer modelo es el que sirve mejor para predecir la temporalidad de la
serie, pues el residuo es de sólo 1.29 respecto del valor original. Además,
apoyándose en esta información, se puede deducir que el ancestro del
sumario en el libro mayor es el libro común. En el segundo ejemplo,
el modelo libro de ensaye predice una frecuencia de 74.12, mientras el
libro común se queda en 19.73. Al comparar los dos valores con el libro
mayor, 69, la menor diferencia se obtiene por el modelo libro de ensaye.
La conclusión es que el ancestro del sumario debió de haber sido el libro
de ensaye, y por eso se seleccionó ese modelo. La nalidad es seleccionar
el estadístico más adecuado de acuerdo con el residuo obtenido.
286
Procediendo de la manera anterior, he utilizado sólo el estadístico
regresivo que obtiene el menor residuo respecto del libro mayor. Esto
lo he aplicado a todos los periodos scales del siglo . Por ejemplo,
para el caso del diezmo de plata, un total de 56 cortes de caja entraron
dentro del modelo libro común y 16 dentro del modelo libro de ensaye.
¿Qué sucede si se procede de esta manera? El resultado se puede ob-
servar en la Gráca 21. De nuevo, las barras representan la frecuencia
alcanzada por los cortes de caja en el diezmo de plata de la Caja Real de
San Luis Potosí, pero esta vez la línea azul es lo que he llamado modelo
regresión, es decir, la combinación de los dos modelos regresivos en uno
solo. Se puede observar que en esta gráca el modelo regresión se ajusta
bastante bien a la frecuencia que presentan los datos: si se comparan las
dos series, el valor de R2 es de 82%, un valor muy aceptable si se tiene en
cuenta que el modelo ha sido construido con apenas ocho de los 72 cor-
tes operados sobre la caja potosina. Los resultados obtenidos muestran
con toda claridad que los registros mineros tienen una lógica temporal
detrás de su organización en el sumario.
Hasta aquí, he obtenido una serie de funciones que me permiten
aproximarme de buena manera al problema de la temporalidad en los
sumarios de impuestos mineros. El modelo así construido permite
G 21
D . F vs. M-R
0
50
10
0
15
0
20
0
25
0
30
0
350
1357911131517192123252729313335373941434547495153555759616365676971
Frecuencia Diezmo de Plata Modelo Regresión
287
identicar el ancestro del sumario con la nalidad de seleccionar la
regresión más adecuada para la reconstrucción de la temporalidad. Em-
pero, cabe preguntarse si me debo conformar con una regresión que
explica el 82% de la varianza de la serie y aplicar las funciones despren-
didas de las regresiones, o se puede proceder de alguna otra manera.
El libro mayor
El alto porcentaje de correlación entre la serie original y el modelo regre-
sión muestra de manera categórica lo siguiente: dentro de los sumarios
del libro mayor, la distribución de los datos se encuentra correlacionada
con la temporalidad de éstos, sin importar el ancestro. Es decir, dentro
de esta fuente, la frecuencia es una función de la temporalidad. La con-
clusión es que la posición relativa de cada dato en el sumario muestra
también el momento en que se registró. En otras palabras, la distribu-
ción de los datos en el sumario tiene signicación temporal.
Tomando lo anterior como premisa, debo señalar que en los libros
mayores aparecen tres datos de gran interés: 1) la fecha en que comienza
el periodo scal; 2) la fecha en que se hizo el corte de caja; 3) la frecuen-
cia alcanzada por los sumarios en cada uno de los periodos. Estos datos
se conocen para los 72 encajes realizados durante el siglo . Gracias
a ellos es posible conocer la velocidad promedio a la cual los actores acu-
dieron a pagar sus impuestos en la caja real, para cada uno de los periodos
scales.
El procedimiento es relativamente sencillo:
1) Por principio de cuentas, debe recordarse la premisa del modelo:
x = tiempo; y = frecuencia
2) En segundo lugar, es necesario saber la cantidad de días que con-
tiene cada uno de los periodos scales (p.f.):
∑.. = ∑−∑
3) Además, debe conocerse el valor obtenido por la frecuencia du-
rante el mismo periodo scal:
288
.. =
4) Para obtener la velocidad que se observa para cada uno de los pe-
riodos scales, se divide el total de días transcurridos durante el periodo
scal entre la frecuencia de éste:
..
=..
..
5) Debe notarse que el valor de vp.f. no es otra cosa que un promedio,
válido para cada uno de los periodos scales. Ahora bien, si se quiere
conocer la cantidad de días que separa a cada una de las observaciones
entre sí, sólo hace falta despejar la variable independiente:
= ..
×
1…
6) Finalmente, la fecha probable de registro, se obtiene sumando:
ℎ= ∑+
De esta manera se obtiene un modelo que permite la estimación de
fechas de registro para cada una de las observaciones en los sumarios
de los libros mayores; al tomar el número de frecuencia asignado para
cada observación, y aplicar la función que hace depender la temporali-
dad de la frecuencia, se obtendrá la distancia en días que separa a cada
observación del inicio del corte de caja. Al sumar este valor con el día de
inicio, el resultado será una fecha probable de registro.
Estructurado de esta manera, el modelo libro mayor incorpora más
información que el modelo regresión, puesto que el primero promedia
la velocidad de registro para cada uno de los periodos scales observa-
dos. En contrapunto, las funciones desprendidas del modelo regresión
hacen depender de un solo promedio de velocidad toda la scalidad
del siglo .
289
La comparación entre modelos
Ahora queda preguntarse cuál de los dos modelos sirve mejor para acer-
carse a la temporalidad de la producción potosina. Para probar los mode-
los, es necesario conocer la fecha original de los datos. De nuevo, gracias
a la existencia de los ocho libros comunes dentro del Archivo General
de la Nación es posible comparar los modelos con datos reales. De esta
manera, he cotejado los dos modelos estadísticos expuestos en la sección
anterior con la información “real” desprendida de los libros comunes y he
reconstruido su comportamiento mediante los dos modelos ya expuestos,
en las unidades de masa originales, que son los marcos castellanos.
Es cierto que para el modelo regresión tengo un valor de desvia-
ción estándar que me permite medir cuán precisa es la predicción. De
acuerdo con esto, la predicción comenzará a tener validez en la medida
en que los datos sean agregados a dos o tres meses, cuando menos. Sin
embargo, no poseo esta ventaja para el modelo libro mayor. Es necesario
comparar las series en distintos niveles de agregación para establecer los
límites de signicancia de las series.
Por último, se debe comprobar la validez de los modelos para cada
uno de los ramos scales que serán utilizados. Es por esto que he dividi-
do la comparación en diezmo de plata, quinto de plata y quinto de oro,
pues ya se vio cómo cada una de estas series obtuvo resultados diferen-
ciados al momento de construir las ecuaciones.
El diezmo de plata
En la Gráca 22 se puede observar la manera en que se agrupan los
resultados obtenidos para la regresión lineal y el modelo libro mayor.
Los datos han sido agregados por mes y los valores se presentan en mar-
cos castellanos. Las barras verdes son la agregación simple de los ocho
libros comunes que han sido encontrados, es decir, los valores reales
alcanzados por la Caja de San Luis Potosí. Las líneas representan las
cifras reportadas por los dos modelos; el modelo regresión es de color
rojo, mientras que el modelo libro mayor es de color azul. Pues bien, se
puede observar que los datos modelados se parecen poco a la serie real;
las observaciones del libro mayor uctúan mucho, teniendo meses en
que no hay registros, y estos detalles no pueden ser recogidos por los
290
modelos, que asignan un valor necesariamente a éstos, pues el modelo
está tratando de distribuir las observaciones con parsimonia.
G 22
D . A . V M
0
2
4
6
8
10
12
14
16
Millares
Libro ComúnModelo Libro MayorModelo Regresión
4/1636
7/1636
4/1666
7/1666
10/1666
1/1667
4/1667
7/1667
9/1668
12/1668
3/1669
6/1669
4/1675
7/1675
10/1675
4/1678
7/1678
10/1678
1/1679
4/1679
9/1682
12/1682
3/1683
6/1683
5/1692
8/1692
11/1692
2/1693
5/1693
5/1700
8/1700
11/1700
5/1701
2/1701
Se puede realizar una regresión con la nalidad de medir qué tan-
to se parecen los modelos a la serie original. Los resultados de este
ejercicio se pueden observar en la Tabla 17.
T 17. D . C . D
. S
Estadístico
Coeciente
de correla-
ción
Coeciente
de determi-
nación
R ajustado
por G.L.
Error
estándar
Observa-
ciones Signicancia
Modelo regresión vs.
libro común 1% 0% -1% 3 069.64 101 0.896675024
Modelo libro mayor
vs. libro común 18% 3% 2% 2 804.30 101 0.077719288
Fuente: modelo de regresión lineal a partir de los datos que aparecen en la Gráca 22.
291
A la luz de los valores mostrados en la tabla, es fácil armar que los
resultados de esta agregación son malos para las dos series. Los coe-
cientes de correlación son muy bajos; y para el caso del modelo regresión,
el valor de R2 ajustado nos arroja incluso valores negativos. El error
estándar se encuentra en marcos de plata, y aunque no considero que
los valores sean enormes, tampoco son buenos; un error en el cálculo de
2 804.30 marcos en cada mes para el mejor valor obtenido, cuando se tie-
ne una media de 3 725.44 marcos en cada mes, esto quiere decir que los
valores reportados son muy poco conables. La conclusión es que, a este
nivel de agregación, el pronóstico tiene poca signicancia. Pese a todo,
la imprecisión de los modelos no debe sorprender: el error estándar pre-
sentado por las regresiones aplicadas al libro común ya indicaba que los
pronósticos comenzarán a tener alguna signicancia en el umbral de
los dos o tres meses, cuando menos.
En la Gráca 23 se pueden ver los resultados de la agregación por
trimestre. De la misma manera que en la gráca anterior, las barras ver-
des son los valores de los libros comunes, mientras las líneas representan
los dos modelos. Aunque es verdad que los modelos comienzan ya a
parecerse a la serie original, hay que aceptar que todavía a este nivel de
agregación los datos de la correlación son aún poco signicativos, como
se muestra en la Tabla 18.
G 23
D . A .
V M
0
0.5
1
1.5
2
x 10000
Libro ComúnModelo Libro MayorModelo Regresión
1636-2
1666-2
1666-4
1667-2
1668-3
1669-1
1669-3
1675-2
1675-4
1678-2
1678-4
1679-2
1682-4
1683-2
1692-2
1692-4
1693-2
1700-2
1700-4
1701-2
292
T 18. D . C .
D .
S
Estadístico Coeciente de
correlación
Coeciente
de determi-
nación
R ajustado
por G.L.
Error
estándar
Observa-
ciones Signicancia
Modelo regre-
sión vs. libro
común
32% 10% 8% 5 682.15 39 0.04 8510389
Modelo libro
mayor vs. libro
común
64% 41% 40% 4 260.95 39 1.07535E-05
Fuente: modelo de regresión lineal a partir de los datos que aparecen en la Gráca 23.
De nuevo, el modelo libro mayor es superior al modelo regresión: el
coeciente de correlación para el primero es el doble respecto del segun-
do; en los valores de R2 ajustado también hay grandes diferencias entre
los modelos. Por su parte, el error estándar es grande en los dos casos; se
debe decir que la media es de 9 647.94 marcos; en el modelo libro mayor,
el error es menos de la mitad. También se debe notar la signicancia al-
canzada por esta regresión; es prácticamente cero. Sin embargo, el valor
de R2 no es precisamente el más sólido que se pueda esperar. Aunque
se puede decir que la serie desprendida del modelo libro mayor registra
de mejor manera la tendencia de la serie original, es cierto que la agre-
gación a este nivel presenta aún grandes diferencias entre los modelos y
las cifras originales. Aunque más adelante he realizado el análisis de las
series de producción mineral agregadas en periodos trimestrales tanto
para el diezmo de plata como para el quinto de oro y plata, debo aceptar
que, a la luz de los resultados obtenidos por esta regresión, los datos que
he utilizado son bastante controvertidos.
La Gráca 24 presenta la agregación del diezmo de plata por semes-
tre. Aunque todavía no es perfecta, los resultados de esta agregación sí
son mejores respecto a los de las dos anteriores. Al reducir la varianza,
los datos comienzan a parecerse entre sí, aunque la semejanza todavía
no es perfecta y la abilidad de los modelos aun es cuestionable en el
plano estadístico.
293
T 19. D . C .
D .
S
Estadístico
Coeciente
de correla-
ción
Coeciente
de determi-
nación
R ajustado
por G.L.
Error
estándar
Observa-
ciones Signicancia
Modelo regre-
sión vs. libro
común
46% 21% 17% 8 628.27 22 0.030050428
Modelo libro
mayor vs. libro
común
77% 60% 58% 4 201.75 22 2.52208E-05
Fuente: modelo de regresión lineal a partir de los datos que aparecen en la Gráca 24.
El mismo patrón que se ha visto en las anteriores regresiones con-
tinúa en esta comparación; el modelo libro mayor es superior en todos
G 24
D . A .
V M
0
0.5
1
1.5
2
2.5
3
3.5
x 10000
Libro ComúnModelo Libro MayorModelo Regresión
1636-1
1636-2
1666-1
1666-2
1667-1
1667-2
1668-1
1668-2
1669-1
1669-2
1675-1
1675-2
1678-1
1678-2
1679-1
1679-2
1682-1
1682-2
1692-1
1692-2
1693-1
1700-1
1700-2
1701-1
294
los aspectos al modelo regresión. El coeciente de correlación alcanza un
77% para el primer modelo. Si se considera que en la agregación por
trimestre es de 64% no se observa un crecimiento muy signicativo en
los valores de la regresión. Sin embargo, el error estándar de la agrega-
ción semestral es casi igual que para los datos agrupados por trimestres.
Considerando que la media es mucho más alta en esta última agrega-
ción, el error estándar es mucho menor para los datos semestrales, lo
cual es muy importante. Pese a esto, debe notarse que todavía no se
alcanzan niveles infalibles de certidumbre en la predicción.
La Gráca 2517 muestra la agregación por año para la misma cate-
goría scal. En denitiva, los datos de la predicción y los originales son
muy similares. Tal vez haya errores en la estimación total de los valores
de producción por año, pero la tendencia de la serie se encuentra bien
reejada en los modelos predictivos.
17 Debe anotarse que los valores aquí recogidos no son totales anuales, sino nada más
los valores recogidos para esos años dentro de los ocho libros comunes que conocemos. En la
mayoría de los casos, los cortes de caja se encuentran realizados hacia mayo o julio, y por ello
los libros mayores sólo contienen información para la segunda mitad de un año y la mitad
del siguiente.
G 25
D . A . V M
0
1
2
3
4
5
1636 1666 1667 1668 1669 1675 1678 1679 1682 1683 1692 1693 1700 1701
x 10000
Libro ComúnModelo Libro MayorModelo Regresión
295
La Tabla 20 muestra el resultado de la regresión hecha sobre las dos
series.
T 20. D . C .
D .
S
Estadístico
Coeciente
de correla-
ción
Coeciente
de determi-
nación
R ajustado
por G.L.
Error
estándar
Observa-
ciones Signicancia
Modelo regre-
sión vs. libro
común
70% 49% 45% 10 095. 83 14 0.005241226
Modelo libro
mayor vs. libro
común
94% 89% 88% 2 843.75 14 4.64765E-07
Fuente: modelo de regresión lineal a partir de los datos que aparecen en la Gráca 25.
El modelo libro mayor se parece a la serie original en un 94%, mientras
que el valor de R ajustado por grados de libertad se acerca al 88%. Por
si esto fuera poco, el valor del error estándar es semejante a la compara-
ción por mes, lo cual nos muestra la solidez del modelo libro mayor, cuya
signicancia incluso se incrementó al agregar los datos por año. Por su
parte, el modelo regresión presenta resultados un tanto mediocres; si bien
es cierto que el coeciente de correlación crece de un 46% en la agre-
gación semestral al 70%, el error estándar se dispara de 8 628.27 a 10
095.83 marcos. Ahora bien, la media anual es de 26 876.41 marcos; en
ninguno de los dos casos la primera desviación estándar está fuera del
año observado, lo cual es garantía de que los valores sean signicativos
en el plano estadístico.
Por desgracia, la falta de información me impide plantear una
comparación entre las series agregadas en quinquenios. Pese a esto, el
ejercicio realizado muestra que, si es utilizado el modelo libro mayor,
es posible obtener datos muy bien ajustados a partir de la agregación
anual; al agregar más los datos, se reduce paulatinamente la varianza,
por lo cual es casi seguro que la información ajustará de manera ex-
celente en las series bienales o trienales. Por el otro lado, queda claro
que, para obtener una mínima signicancia en la predicción, los datos
deben ser agrupados en periodos trimestrales. Empero, los resultados
296
obtenidos por agregaciones menores a un año deben ser tomados como
hipótesis de trabajo y no como valores sólidos.
El quinto de plata
El quinto de plata tiene particularidades que hacen a este ramo digno
de análisis, pese a su importancia marginal en el total de la producción
argentífera potosina. Es por esto que las series deben ser analizadas
con la nalidad de encontrar los límites en la signicancia de la pre-
dicción temporal, antes de obtener valores totales de producción de
plata mediante la suma de las series del diezmo y del quinto.
Comienzo con la exposición de la agregación mensual: la Gráca 26
muestra, de la manera en que se ha realizado hasta el momento, una
comparación entre los datos de los ocho libros comunes encontrados
en el Archivo General de la Nación, agrupados en las barras verdes; el
modelo libro mayor es representado por la línea azul y el modelo regresión
con una línea roja. El comportamiento de la regresión aparece en la
Tabla 21.
G 26
Q . A . V M
0
1
2
3
4
5
3/1636
5/1636
7/1636
3/1666
5/1666
7/1666
9/1666
11/166
6
1/1667
3/1667
5/1667
7/1667
7/1668
9/1668
11/166
8
1/1669
3/1669
5/1669
7/1669
5/1675
7/1675
9/1675
4/1678
6/1678
8/1678
10/167
8
12/167
8
2/1679
4/1679
8/1682
10/168
2
12/168
2
2/1683
4/1683
6/1683
4/1692
6/1692
8/1692
10/169
2
12/169
2
2/1693
4/1693
4/1700
6/1700
11/170
0
3/1701
5/1701
Cientos
Libro ComúnModelo Libro MayorModelo Regresión
297
T 21. Q . C .
D .
S
Estadístico Coeciente de
correlación
Coeciente
de determi-
nación
R ajustado
por G.L.
Error
estándar
Observa-
ciones Signicancia
Modelo regre-
sión vs. libro
común
63% 39% 39% 65.51 93 1.95413E-11
Modelo libro
mayor vs. libro
común
72% 52% 52% 58.77 93 2.7 1552E-16
Fuente: modelo de regresión lineal a partir de los datos que aparecen en la Gráca 26.
Sinceramente, no esperaba que una agregación por mes obtuviese
resultados tan buenos. Aunque es verdad que los valores del modelo
regresión para el quinto de plata ya eran adecuados, no creí encon-
trar signicancia alguna a este nivel de agregación. A diferencia de lo
acontecido para el caso del diezmo de plata, tanto la Gráca 26 como
la Tabla 21 muestran que las series son muy parecidas a los datos ori-
ginales. Este fenómeno debe atribuirse a la baja varianza de la serie: al
no existir muchas entradas de mineral dentro de los sumarios de quin-
to de plata, la predicción tiene más posibilidades de ajustarse a la serie
real porque la varianza es baja en la serie. Debe señalarse que el error
estándar dentro del modelo libro mayor se encuentra por debajo de la
media observada para cada mes, que se sitúa en 60.59 marcos de plata;
este modelo podría predecir el ingreso de quintos con una precisión
bastante alta si se utilizara un nivel de agregación mensual en la serie.
La agregación por trimestres se muestra en la Gráca 27. Se puede
ver que los modelos se comportan de buena manera, siguiendo en tér-
minos generales a la serie desprendida de los libros comunes.
298
T 22. Q . C .
D .
S
Estadístico Coeciente de
correlación
Coeciente
de determi-
nación
R ajustado
por G.L.
Error
estándar
Observa-
ciones Signicancia
Modelo regre-
sión vs. libro
común
88% 77% 76% 85.19 39 2.78891E-13
Modelo libro
mayor vs. libro
común
88% 77% 76% 84.84 39 2.4289 9E -13
Fuente: modelo de regresión lineal a partir de los datos que aparecen en la Gráca 27.
El ramo continúa dando sorpresas: por primera vez, los modelos
entregan valores muy semejantes. La única diferencia es el error están-
dar, el cual es marginalmente más pequeño en el modelo libro mayor.
Los coecientes de correlación son altos y, como muestra la Gráca 27,
G 27
Q . A .
V M
0
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
1636-1
1636-2
1636-3
1666-1
1666-2
1666-3
1666-4
1667-1
1667-2
1667-3
1668-2
1668-3
1668-4
1669-1
1669-2
1669-3
1675-2
1675-3
1675-4
1678-2
1678-3
1678-4
1679-1
1679-2
1682-3
1682-4
1683-1
1683-2
1692-1
1692-2
1692-3
1692-4
1693-1
1693-2
1700-2
1700-3
1700-4
1701-1
1701-2
Cientos
Libro ComúnModelo Libro MayorModelo Regresión
299
las dos series modeladas se parecen a la original. Incluso a este nivel de
agregación los modelos ya muestran correctamente la tendencia de la
producción de plata registrada en los libros comunes.
La agregación semestral del quinto de plata se encuentra registrada en
la Gráca 28. Los datos de la comparación se pueden ver en la Tabla 23.
T 23. Q . C .
D .
S
Estadístico Coeciente de
correlación
Coeciente
de determi-
nación
R ajustado
por G.L.
Error
estándar
Observa-
ciones Signicancia
Modelo regre-
sión vs. libro
común
90% 81% 80% 102.75 23 4.4132E -09
Modelo libro
mayor vs. libro
común
90% 81% 80% 10 7.16 23 6.4679E-09
Fuente: modelo de regresión lineal a partir de los datos que aparecen en la Gráca 28.
G 28
Q . A .
V M
0
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
Cientos
Libro ComúnModelo Libro MayorModelo Regresión
1636-1
1636-2
1701-1
1675-1
1669-2
1669-1
1668-2
1668-1
1667-2
1667-1
1666-2
1666-1
1682-2
1683-1
1692-1
1692-2
1679-1
1693-1
1700-1
1700-2
1678-2
1678-1
1675-2
300
Se puede decir que, de nuevo, ambos modelos ajustan adecuada-
mente con los datos originales. Debe notarse que el modelo regresión
obtiene un error estándar menor al del libro mayor, aunque la diferencia
no es mucha. Sorprende que la signicancia, respecto de lo observado
en la agregación semestral, se redujo un poco para ambos modelos.
La Gráca 29 presenta la agregación por año. Los valores de la com-
paración aparecen en la Tabla 24.
T 24. Q . C .
D .
S
Estadístico Coeciente de
correlación
Coeciente
de determi-
nación
R ajustado
por G.L.
Error
estándar
Observa-
ciones Signicancia
Modelo regresión vs.
libro común 97% 95% 95% 83.89 14 3.3406E-09
Modelo libro mayor vs.
libro común 99% 98% 98% 45.78 14 4.28646E -12
Fuente: modelo de regresión lineal a partir de los datos que aparecen en la Gráca 29.
G 29
Q . A . V M
0
0.2
0.4
0.6
0.8
1
1.2
1636 1666 1667 1668 1669 1675 1678 1679 1682 1683 1692 1693 1700 1701
Millares
Libro ComúnModelo Libro MayorModelo Regresión
301
Tanto la gráca como la tabla nos muestran que, al agregar los datos
por año, ambos modelos captan de manera excelente el desarrollo del
ramo scal. Los valores obtenidos por el modelo libro mayor son casi per-
fectos: 99% en el valor de R, y 98% para R2. Éste es el nivel más alto que
he obtenido en las comparaciones. Además, el error estándar es bajo; ape-
nas ±45.78 marcos. Por su parte el modelo regresión no se encuentra tan
lejano, aunque el error estándar es casi el doble del modelo libro mayor.
En conclusión, si se utiliza cualquiera de los dos modelos para agru-
par los datos por año, se obtendrán resultados muy similares a los que
se podrían desprender de los libros comunes. A diferencia del diezmo de
plata, en este ramo las diferencias entre los dos modelos son pocas. Es
cierto que los datos ajustan mejor para el modelo libro mayor en los casos
límite, es decir, en las agregaciones por mes y año. Sin embargo, también
es verdad que la agregación por mes no permite encontrar tendencias
productivas a largo plazo (por la varianza inherente a una agregación
tan corta), por lo cual difícilmente la utilizaré en la investigación. En lo
que respecta a la agregación por año, hay que aceptar que el modelo libro
mayor es superior porque entrega un margen de error más pequeño.
Además, debe señalarse que el quinto de plata presenta otra particu-
laridad: el nivel de correlación entre las series no crece de manera ace-
lerada al agregarlas en periodos más grandes. Por ejemplo, el brinco de
trimestres a semestres sólo trajo un 2% más en el coeciente de correla-
ción. Si se observa el diezmo de plata, se podrá ver que cada cambio en
la agregación ofrece saltos signicativos en los valores de R. Empero,
en el quinto de plata inicia con valores muy altos desde la agregación
por mes, y la agrupación de los datos en periodos temporales más lar-
gos hace crecer de manera casi marginal el valor de la correlación. Esta
particularidad en el ramo tal vez deba atribuirse a la relativamente baja
correlación entre tiempo y frecuencia, como se desprende de los valores
medidos por las regresiones lineales utilizadas en el modelo regresión.
De acuerdo con los niveles de correlación alcanzados por el quinto
de plata, es posible armar que, a partir de la agregación trimestral,
los modelos predictivos tienen signicancia suciente como para uti-
lizarlos en la investigación. Esto diere signicativamente del diezmo
de plata, donde la agregación trimestral todavía entrega niveles pe-
queños en la correlación de las variables. Por fortuna, queda fuera de
duda que la agregación anual entregará resultados bien ajustados, para
ambos casos.
302
El quinto de oro
Para conocer la totalidad de la producción mineral potosina es nece-
sario acercarse a los ritmos productivos experimentados por el metal
dorado. El quinto de oro tiene sus propias lógicas de registro dentro de
la scalidad local, y es necesario saber cuáles son los límites de signica-
ción alcanzados por el esfuerzo modelador, con la nalidad de plantear
series productivas lo más ajustadas posible a la realidad de la minería
potosina durante el siglo XVII.
La Gráca 30 presenta la agregación por mes del quinto de oro. La
mecánica es la misma que para las otras grácas presentadas en esta
comparación: los modelos se representan con líneas, mientras que los
datos desprendidos de la agregación simple de los libros comunes se ven
mediante barras verdes. Los resultados de la regresión se muestran en
la Tabla 25.
G 30
Q . A . V C
0.0
0.2
0.4
0.6
0.8
1.0
1.2
1.4
1.6
1.8
1666/4
1666/6
1666/8
1666/10
1666/12
1667/2
1667/4
1667/6
1668/8
1668/10
1668/12
1669/2
1669/4
1669/6
1669/8
1675/5
1675/7
1675/9
1675/11
1678/4
1678/6
1678/8
1678/10
1678/12
1679/2
1679/4
1679/6
1679/8
1682/9
1682/11
1683/1
1683/3
1683/5
1692/3
1692/5
1692/7
1692/9
1692/11
1693/1
1693/3
1693/5
1700/4
1700/6
1700/8
1700/10
1700/12
1701/2
1701/4
1701/6
x 10000
Libro ComúnModelo Libro MayorModelo Regresión
303
T 25. Q . C .
D .
S
Estadístico Coeciente de
correlación
Coeciente
de determi-
nación
R ajustado
por G.L.
Error
estándar
Observa-
ciones Signicancia
Modelo regre-
sión vs. libro
común
19% 3% 2% 4 116.2 0 97 0. 0 67 715434
Modelo libro
mayor vs. libro
común
25% 6% 5% 3 460.77 97 0.01388412 8
Fuente: modelo de regresión lineal a partir de los datos que aparecen en la Gráca 30.
De la misma manera que para el diezmo de plata, la agregación men-
sual del quinto de oro inicia con valores bastante pobres en la compara-
ción entre los datos reales y los modelos. La agregación por mes exhibe
incapacidad de ambos modelos matemáticos para replicar el comporta-
miento de la serie original: apenas un 19% y un 25% en el coeciente
de correlación. El error estándar de ambos modelos también es alto,
aunque debe recordarse que los valores se encuentran en castellanos de
oro y que ésta es una unidad mucho más pequeña que los marcos utili-
zados para medir la plata. Empero, los resultados poco favorables en la
agregación por mes no deben sorprender; la varianza es mucho más alta
para el quinto de oro que para el quinto de plata.
Frente a lo anterior, los resultados alcanzados para las agregaciones
más grandes son prometedores. La Gráca 31 muestra los resultados de
la agregación por trimestre. Aunque los dos modelos todavía dieren
de la serie original, el comportamiento de ambas comienza a tener
un desempeño similar a los datos del libro común. Los resultados de la
regresión aparecen en la Tabla 26.
304
T 26. Q . C .
D .
S
Estadístico
Coeciente
de
correlación
Coeciente
de determi-
nación
R ajustado
por G.L.
Error
estándar
Observa-
ciones Signicancia
Modelo regresión vs.
libro común 46% 21% 19 % 6 918 .0 7 36 0.004558722
Modelo libro mayor
vs. libro común 59% 35% 33% 5 375.38 36 0.000159572
Fuente: modelo de regresión lineal a partir de los datos que aparecen en la Gráca 31.
Aunque no hay un despegue meteórico en los valores de la regre-
sión, se debe aceptar que, a partir de esta agregación, los números per-
miten establecer ya la semejanza de las series modeladas con la original.
Empero, con un 59% en el coeciente de correlación, no me atrevería
a decir que el modelo libro mayor tiene suciente capacidad como para
reejar en su totalidad el comportamiento real. El caso del modelo regre-
sión es incluso más bajo. Además, los valores del error estándar son altos
G 31
Q . A .
V C
0.0
0.5
1.0
1.5
2.0
2.5
3.0
3.5
4.0
4.5
5.0
x 10000
Libro ComúnModelo Libro MayorModelo Regresión
305
y la signicancia, pese a no tener un valor terrible, es mucho menor al
experimentado en el caso del diezmo de plata (que era prácticamente 0).
Ahora analizo cómo se comporta la serie dentro del siguiente nivel
de agregación. En la Gráca 32 he vertido la agregación semestral de
la información. La comparación obtuvo los resultados que se muestran
en la Tabla 27.
T 27. Q . C .
D .
S
Estadístico
Coeciente
de
correlación
Coeciente
de determi-
nación
R ajustado
por G.L.
Error
estándar
Observa-
ciones Signicancia
Modelo regresión vs.
libro común 71% 51% 48% 9 217.09 20 0.000425223
Modelo libro mayor
vs. libro común 88% 78% 76% 5 695.22 20 2.86065E-07
Fuente: modelo de regresión lineal a partir de los datos que aparecen en la Gráca 32.
G 32
Q . A .
V C
0.00
0.50
1.00
1.50
2.00
2.50
3.00
3.50
4.00
4.50
x 10000
Libro ComúnModelo Libro MayorModelo Regresión
1666-1
1662-2
1667-1
1668-2
1669-1
1669-2
1675-1
1675-2
1678-1
1678-2
1679-1
1679-2
1682-2
1683-1
1692-1
1692-2
1693-1
1700-1
1700-2
1701-1
306
G 33
Q . A . V C
Repitiendo la tendencia de las anteriores agregaciones, los valores
de correlación alcanzados por el modelo libro mayor son superiores al de
regresión. R obtiene un 88%, mientras que el valor de R ajustada por
grados de libertad es de 76%. Tal vez más importante aun, el valor del
error estándar de la regresión no creció mucho si lo comparamos con la
agregación por trimestre. La signicancia también creció. Se debe seña-
lar que los valores alcanzados por el modelo libro mayor, para los datos
agregados por semestre en el quinto de oro, son mucho mejores que
los alcanzados por el mismo modelo en el diezmo de plata. Se puede
incluso plantear que el límite mínimo para obtener un resultado esta-
dísticamente aceptable en la predicción del quinto de oro se encuentra
a este nivel de agregación.
Presento, por último, los resultados de la agregación a un año. La
Gráca 33 muestra los valores que proceden de este ejercicio, mientras
que en la Tabla 28 se pueden encontrar los coecientes de la regresión.
0.0
0.5
1.0
1.5
2.0
2.5
3.0
3.5
4.0
4.5
5.0
1666 1667 1668 1669 1675 1678 1679 1682 1683 1692 1693 1700 1701
x 10000
Libro ComúnModelo Libro MayorModelo Regresión
307
T 28. Q . C .
D .
S
Estadístico Coeciente de
correlación
Coeciente
de determi-
nación
R ajustado
por G.L.
Error
estándar
Observa-
ciones Signicancia
Modelo regre-
sión vs. libro
común
68% 46% 41% 10 703.93 13 0.010828 401
Modelo libro
mayor vs. libro
común
96% 93% 92% 3 301.41 13 1.17907E-07
Fuente: modelo de regresión lineal a partir de los datos que aparecen en la Gráca 33.
Por extraño que parezca, el modelo regresión decrece su correlación
en un 3% respecto de los datos agregados por semestre. No sólo eso,
el error estándar crece y la signicancia disminuye. En contrapunto, el
modelo libro mayor ofrece un coeciente de correlación bastante más
grande, con un error estándar que incluso decreció al pasar de semestres
a años. La signicancia estadística de la comparación también creció,
aunque de manera marginal. Este modelo entrega valores sucientes, a
este nivel de agregación, como para armar que los datos así presenta-
dos son ables. Además, como lo demuestra la Gráca 33, la tendencia
de la serie original es replicada claramente por los modelos. Si bien
existen errores en las cantidades totales, no por esto las series modeladas
traicionan la tendencia del original.
La comparación entre los modelos muestra que, para el quinto de
oro, se comenzará a tener alguna certidumbre en la predicción aportada
por el modelo a partir del trimestre. Empero, estos datos serán todavía
sujetos de controversia. La agregación semestral se muestra mucho más
sólida, aunque todavía no es en absoluto able. A partir del año, las se-
ries modeladas ajustarán de manera muy correcta con la original.
En términos generales, el ejercicio realizado sobre los tres ramos
scales ha dado resultados más o menos coherentes con lo obtenido
en las regresiones lineales utilizadas en el planteamiento de los mode-
los matemáticos: los datos agregados a periodos trimestrales marcan el
mínimo necesario para obtener alguna certidumbre en la predicción,
308
aunque su utilización no deja de ser polémica por los relativamente ba-
jos niveles de correlación obtenidos por los modelos. Las series semes-
trales, aunque más ajustadas a la original, todavía no poseen suciente
correlación como para dejar de lado suspicacias en sus resultados. Los
datos agregados a periodos de un año, en cambio, presentan solidez
suciente para dejar de lado dudas acerca de las tendencias presentadas.
Por consecuencia, arriba de la agregación anual, difícilmente tendremos
problemas para encontrar series modeladas muy bien ajustadas con la
original.
La comparación también ha dejado muy claro que el modelo libro
mayor es superior en casi todos los aspectos al de regresión. La razón es
simple: al extrapolar las ecuaciones, obtenidas por el modelo regresión, a
los datos de la scalidad potosina del siglo , lo que estoy proponien-
do es que la muestra aportada por los libros comunes que encontré en el
Archivo General de la Nación es en verdad signicativa para modelar a
partir de ella el total poblacional. La gran deciencia de esta propuesta
es que los datos de los libros comunes no se han seleccionado de manera
aleatoria. Por supuesto, esto limita la validez de los resultados porque
la información procedió de encajes bastante homogéneos.18 Es decir,
casi todos los encajes medidos por los libros comunes que he utilizado
pertenecen a cortes de caja que sumaron un año, y la verdad no son
muy representativos de la totalidad de temporalidades registradas por
los libros mayores.
En realidad, el modelo regresión debe ser considerado como una for-
ma a priori de ver el problema de la temporalidad en los registros de la
caja real: ¿para qué modelar cómo podría haber sido la frecuencia de re-
gistro si se conoce cómo fue en realidad? Las funciones desprendidas de
la regresión lineal modelan sobre la esperanza de encontrar cierto número
de registros, en promedio, durante un periodo scal dado. El problema es
que no es necesario construir un modelo a priori porque se conoce la
información a posteriori: los libros mayores informan claramente de la ex-
tensión de todos los periodos scales, así como de la frecuencia obtenida en el
registro. Esto implica que el modelo libro mayor promedia la velocidad de
registro en cada periodo scal, con un total de 72 ecuaciones para cada
uno de los ramos scales, lo cual facilita que las predicciones sean más
18 Dentro de los libros comunes, la variable independiente (x = tiempo), la media de la
muestra se ubica en 354.14 días, con una desviación estándar de 88.33 días.
309
precisas, incluso en periodos verdaderamente excéntricos. La conclusión
es que el modelo libro mayor es el único que será utilizado en las series
productivas que se presentan a continuación.
Antes de presentar las series productivas, quiero apuntar que la vir-
tud principal de los dos modelos aquí presentados es que permiten la
datación de la producción potosina de manera muy simple: a partir del
análisis de la distribución de los registros de minerales contenidos en el
libro mayor se plantea una manera de asignarles una fecha posible de
registro. El valor en marcos o castellanos alcanzado por la producción
es una variable por completo ajena al modelo de datación; no se está
promediando ni siquiera medio marco en este procedimiento.
Creo que el planteamiento de este modelo de datación constitu-
ye un avance importante en el desarrollo de la historiografía acerca de
la scalidad de la monarquía hispánica en América porque implica la
elaboración de una herramienta de análisis lo sucientemente exible
como para permitir la agregación y desagregación de los valores en dis-
tintos niveles temporales. Se debe recordar que los periodos scales,
durante los siglos y , son notoriamente irregulares. Es decir,
las unidades desprendidas de las cartas cuenta no son discretas. Esto
redunda en que, para elaborar series de tiempo, se deban utilizar medias
estadísticas con la nalidad de asignar valores a la producción. Ya que
existen observaciones que pueden abarcar varios años, comúnmente se
necesita dividir el valor de la misma con su duración, para obtener una
media, y así multiplicar la cantidad de días o meses incluidos para cada
año.
La Tabla 29 muestra un ejemplo del procedimiento que se necesita
seguir para desagregar los valores de producción.
T 29. E
Periodo
Meses trans-
curridos en el
periodo
Plata total
producida en
marcos
Promedio
por mes
Meses corres-
pondientes a
1662
Valo r asigna-
do a 1662
Valor asignado
a 1663
Del 11 de julio de 1662 al
27 de noviembre de 1663 16.57 47 918.44 2 891.87 5.69 16 45 4.74 31 463.7
Fuente: carta cuenta en , Contaduría, Cajas Reales de la Nueva España, 923-A, 6, foja
247 frente y vuelta.
310
El gran problema es que, cuando se mide la desviación estándar de
la serie completa, el valor es altísimo: 24 670.87 marcos; al existir gran
varianza en la información, la media estadística es poco representativa.
En conclusión, el procedimiento es bastante discutible. Sin embargo,
así se han construido la mayoría de las series de quintación y diezmo
para los siglos y . Se puede paliar este problema mediante la uti-
lización de medias móviles que recojan la información de las observa-
ciones cercanas, pero este tipo de métodos tienen como efecto colateral
el mover la datación de las observaciones.19
Frente a todos estos problemas, el modelo de datación aquí desarro-
llado no hace inferencia alguna que dependa del valor de los ramos. Es
más, para elaborarlo no se ha utilizado información desprendida de los
ramos mineros; lo único que hace es diagnosticar sobre la esperanza de
encontrar cierto número de observaciones en un periodo dado, para así
asignarles una fecha tentativa.
Debe remarcarse que la Real Hacienda americana recolectó la in-
formación de manera muy similar en las tesorerías locales. Aunque aquí
se presentan datos para una sola caja real, la gran apuesta de esta investi-
gación es la generalización del modelo de datación. Si existen sumarios
como los aquí utilizados, el modelo de datación puede ser aplicado a la
información de cualquier caja real, desde Nuevo México hasta Buenos
Aires. Procediendo de esta manera, las posibilidades que se abren para
la realización de historia económica comparada son enormes. La provo-
cación esta lanzada.
También deben conocerse las limitaciones del modelo: en primer
lugar, la información contenida en los sumarios de los libros mayores
de la caja real no permite, prácticamente, hacer inferencias acerca del
tamaño de la empresa minera en el San Luis virreinal; por medio de ella
es casi imposible encontrar al productor individual. Aunque el ancestro
de algunos de nuestros libros mayores sea el libro de ensaye, el cual se
encuentra organizado por productor individual, el gran problema es
que los actores podían acudir varias veces a diezmar mineral dentro
de un mismo corte de caja. Es decir, los eventos no son mutuamente
19 Como se verá a continuación, la utilización del modelo de datación hace un tanto fútil
la aplicación de la media quinquenal móvil; con la simple agregación de los datos en periodos
largos, se puede observar claramente la tendencia de la producción mineral.
311
20 La información con que he contrastado el modelo para obtener los intervalos de con-
anza no ha sido seleccionada de manera perfectamente aleatoria, sino que es la única que ha
aparecido en el .
excluyentes, y mediante los libros mayores y comunes no hay manera de
saber a qué actor corresponde cada una de las entradas.
En segundo término, debo señalar que estoy plenamente consciente
de las objeciones que se pueden hacer a la aplicación de estadística infe-
rencial, partiendo de muestras conformadas de esta manera.20 Antes de
que se inicie el debate, permítaseme apuntar que la historia económica
del periodo moderno trabaja con información muy limitada. La falta
de fuentes bien puede disculpar que los investigadores se aventuren a
infringir algunos preceptos de la técnica matemática; en ciertos casos,
es mejor trasgredir algún precepto que mantenerse cruzado de brazos
sólo porque la información no cumple todos los requerimientos de a-
bilidad para la deducción estadística. A nal de cuentas, si los datos no
se organizan y modelan de alguna manera, la dispersión de ellos impide
obtener conclusión alguna.
P . L S L
P XVII
En este apartado se presentan las series productivas de las minas potosi-
nas. La producción de oro y plata se analiza en relación con el tiempo.
Aquí se introducen, nalmente, los datos que han sido reconstruidos
mediante el modelo libro mayor expuesto en el apartado anterior.
He decidido, por cuestiones de orden explicativo, dividir la presen-
tación de las series en dos partes. En primer lugar, me centro en el estu-
dio del ciclo corto. La nalidad es acercarse a la estructura productiva
de San Luis Potosí, preguntando por la existencia de estacionalidad en
la producción mineral. Debo señalar que este apartado constituye una
novedad dentro de la historiografía de la minería virreinal porque no
se han tenido, hasta el día de hoy, series que permitan analizar el ciclo
corto; hasta ahora, la información desprendida de las cartas cuenta ha
permitido a los historiadores económicos construir series de producción
para periodos anuales, quinquenales y decenales, que permiten ver la
tendencia y el ciclo largo. Pero la estructura misma de las cartas cuenta
312
impide la desagregación de los datos en periodos más cortos. Aunque
los historiadores se han cuestionado acerca de la presencia de estaciona-
lidad en la producción mineral novohispana, la verdad es que no había
elementos para probar hipótesis a este respecto; simple y sencillamente
casi todas las series que han sido trabajadas en la historiografía se en-
cuentran agregadas en periodos anuales. Por fortuna, el trabajo realiza-
do sobre los libros mayores de Real Hacienda permite la obtención de
series agregadas en unidades menores a un año.
Se recordará que en el apartado anterior llegué a la conclusión de
que el modelo libro mayor comenzaba a aportar resultados similares al
libro común cuando se agregaban los datos en periodos trimestrales.21 Las
series reconstruidas de esta manera pueden ser utilizadas para observar
si existía alguna estructura estacional en la minería potosina. Empero,
debe tenerse en consideración que este ejercicio lleva hasta el límite el
modelo de datación: de acuerdo con las tablas 18, 22 y 26, las series
trimestrales generadas por el modelo de datación se parecen a los ori-
ginales del libro común en un 64% dentro del diezmo de plata, 88%
para el quinto de plata y sólo 59% en el quinto de oro. Es cierto que los
resultados distan de ser maravillosos, por lo cual las conclusiones que
se pueden desprender del análisis de las series son puramente teóricas.
Creo que, pese a todos estos factores en contra, se debe aprovechar la
información obtenida de los libros mayores con la nalidad de estable-
cer algunas hipótesis acerca de la estructura de la producción mineral.
En segundo término, se analizan las variaciones cíclicas de la pro-
ducción mineral de San Luis. En dicho apartado interesa el tiempo
largo: la tendencia secular de la producción potosina de plata y oro. Los
datos agregados a periodos de un año, así como a sesenta meses, sirven
para observar el cambio de nivel de la serie a lo largo del tiempo. Este
ejercicio se encuentra destinado a cuestionar algunas hipótesis que la
historiografía potosina ha lanzado acerca del nivel productivo del dis-
trito minero potosino.
Antes de entrar en materia, quiero explicar la manera en que he
trabajado con las series de tiempo. El tamaño de las series, con observa-
ciones para cada trimestre entre el año de 1628 y 1701, permite solidez
en la estimación. Sin embargo, la varianza de los datos es alta. La gran
cantidad de años registrados, los cambios de nivel experimentados por
21 Véase “La comparación entre modelos”, antes en este capítulo.
313
22 Walter Enders, Applied Econometric Time Series (Hoboken, N.J.: John Wiley & Sons,
Inc, 2010), 10. Véase en especial el capítulo I, “Time-series Models”. Para información acerca
del método Census, véase Julius Shiskin, Allan H. Young y John C. Musgrave, e X-11
Variant of the Census Method II Seasonal Adjustment Program (Washington, D.C.: U.S. Gov-
ernment Printing Oce, 1967). El método X-13 Arima es una variación del Census II, la
cual incluye modelización Arima. Esta particularidad permite extender el periodo de análisis
aportado por el modelo. El software utilizado aquí, así como todas las especicaciones del
modelo, se puede consultar en United States Census Bureau, “X-13ARIMA-SEATS Seasonal
Adjustment Program”, último acceso 28 de octubre de 2015, https://www.census.gov/srd/
www/x13as.
la serie de tiempo, así como la existencia de valores extremos, hacen
que la información sea difícil de leer. Para comprender de mejor mane-
ra los datos, es preciso modelarlos de alguna forma. Con esta nalidad,
he aplicado el método conocido como X-13 Arima-Seats.22 Esta técnica
de descomposición estacional se basa en la noción de que las series de
tiempo se encuentran compuestas por cuatro elementos: el componente
estacional (S); la tendencia (T); el componente cíclico (C); un compo-
nente irregular (I). Estos componentes se pueden combinar, dentro de
la serie de tiempo, de manera aditiva o multiplicativa:
Yt = TCt + St + It
Yt = Tt × Ct × St × It
La selección del modelo depende en gran medida del fenómeno
observado: el modelo aditivo es adecuado para series de tiempo en las
cuales se pueden identicar uctuaciones estacionales regulares, mien-
tras que el multiplicativo presupone que el efecto de la estacionalidad
depende del nivel de la serie, por lo cual los efectos de S no son constan-
tes a lo largo del tiempo.
Por cuestiones de simplicidad, en el presente trabajo sólo se ha uti-
lizado el modelo multiplicativo. Aunque he contrastado los datos con
el modelo aditivo, la verdad es que éste último resulta poco práctico
para medir los efectos de la estacionalidad a lo largo de los casi 83 años
que aquí se presentan. Mientras en el modelo aditivo los factores se
presentan en unidades originales, dentro del multiplicativo se expresan
en escala porcentual, lo cual permite que la comparación entre los pe-
riodos analizados sea fácil. Por lo demás, he utilizado modelos aditivos
314
para desprender la tendencia y ciclo de las series, y la verdad es que no
existe gran diferencia entre uno y otro. Aunque al aplicar el modelo
multiplicativo se podría perder cierta precisión en el componente ten-
dencia-ciclo (TC), a nal de cuentas se gana capacidad para comparar
los diferentes periodos de análisis.
Las series de tiempo que aquí se presentan tienen dos características
que son muy problemáticas al momento de modelarlas: las observacio-
nes experimentan cambios repentinos en su valor, lo cual quiere decir
que las series presentan mucha varianza; además, todas las series son
no-estacionarias, es decir que tienen cambios de nivel a lo largo de los
periodos observados. En primer lugar, para mitigar los efectos de la
varianza sobre la serie, he aplicado una transformación logarítmica. El
cambio de unidades, junto con cierto efecto de suavizamiento, coadyu-
van a que los valores extremos experimentados por la serie no afecten
tanto al momento de aplicar el modelo. En segundo término, la técnica
X-13 incluye modelación Arima. Esto es muy útil para trabajar series
no-estacionarias. Es preciso señalar que he dejado al propio programa
la selección del orden en el modelo Arima. Ésta es una función auto-
mática del programa informático, la cual puede determinar el modelo
más adecuado mediante la lectura e interpretación de la función de
autocorrelación.23
Por último, el método X-13 incorpora funciones de predicción para
las series de tiempo. El análisis profundo de la información que realiza
el software puede ser utilizado para encontrar valores faltantes en la
información original. Sé perfectamente que la predicción con series tan
antiguas constituye un punto harto polémico. Sin embargo, he prefe-
rido utilizar las funciones de predicción desprendidas de los modelos
con la nalidad de reconstruir algunos faltantes en las series de tiempo.
A nal de cuentas, cuando faltan algunos años en los datos, el proce-
dimiento aplicado por los historiadores económicos es promediar las
observaciones cercanas y asignar de manera arbitraria una media para
tapar el hueco. Este procedimiento también es muy cuestionable, pues-
to que los datos presentan una dispersión tan alta que la media deja de
ser útil.
23 En este punto se siguen los pasos de identicación del modelo aportados por Box y
Jenkins en George E. P. Box, Gwilym M. Jenkins y Gregory C. Reinsel, Time Series Analysis.
Forecasting and Control (Hoboken, N.J.: John Wiley & Sons, Inc, 2008), 17-18.
315
Explico de manera sucinta la manera en que he procedido. La
Tabla 30 muestra los valores obtenidos para la agregación trimestral
entre verano de 1618 y otoño de 1623.
T 30. D . M 1618.3-1623.4.
P X-13 A-S
Fecha Diezmo
(kg)
Factor de
ajuste
SI
Media
componente
TC
Predicción Observaciones
Q1 1618 6 762.65 Función backcasting regArima modelo
1618.3 a 1623 .4
Q2 1618 6 788.83 Función backcasting regArima modelo
1618.3 a 1623 .4
Q3 1618 6 236.41
Q4 1618 7 801.86
Q1 1619 6 772.67
Q2 1619 6 737.01
Q3 1619 8 170.30
Q4 1619 7 698.45
Q1 162 0 11 145.03
Q2 1620 6 591.28
Q3 1620 5 8 67.37
Q4 16 20 10 436.02
Q1 1621 5 804.04
Q2 1621 7 861.01
Q3 1621 6 998.15
Continúa ...
316
Fecha Diezmo
(kg)
Factor de
ajuste
SI
Media
componente
TC
Predicción Observaciones
Q4 16 21 9 398.78
Q1 162 2 7 788.67
Q2 1622 4 963.98
Q3 1622 5 896.59
Q4 16 22 6 2 07.9 0
Q1 162 3 4 804.75
Q2 1623 4 977.62
Q3 1623 3 895.90
Q4 16 23 7 224.65
Q1 1624 98.07% 6 890.05 6 757. 0 7 Predicción basada en el modelo
1618.3 a 1623 .4
Q2 1624 92.40% 6 890.05 6 366.41 Predicción basada en el modelo
1618.3 a 1623 .4
Q3 1624 90.46% 6 890.05 6 232.74 Predicción basada en el modelo
1618.3 a 1623 .4
Q4 16 24 118.65% 6 890.05 8 175.0 4 Predicción basada en el modelo
1618.3 a 1623 .4
Fuente: Elaboración propia a partir de las Manifestaciones de Plata en . Serie de datos
en el anexo 7 del presente libro.
La predicción funciona de la siguiente manera: se establece el peso
del componente SI en cada una de las observaciones, y se ajusta al nivel
de los últimos valores. Después se multiplica por la media del compo-
nente TC. Gracias a esto, el tramo original ha sido extendido hacia
atrás. De la misma manera, la función de predicción permite extender
un año más el periodo observado. Así, al agregar en periodos anuales, la
información se encuentra completa desde 1618 hasta 1624. En la Grá-
ca 34 se muestra la información para la serie original y la predicción.
317
24 El término que se utiliza en inglés es educated guess.
Por supuesto, sé que esto constituye una estimación aproximada.24 Sin
embargo, si se tiene la información necesaria para alimentar el modelo,
¿por qué conformarse con un promedio?
G 34
E . D
0
2
4
6
8
10
Q1
1618
Q2
1618
Q3
1618
Q4
1618
Q1
1619
Q2
1619
Q3
1619
Q4
1619
Q1
1620
Q2
1620
Q3
1620
Q4
1620
Q1
1621
Q2
1621
Q3
1621
Q4
1621
Q1
1622
Q2
1622
Q3
1622
Q4
1622
Q1
1623
Q2
1623
Q3
1623
Q4
1623
Q1
1624
Q2
1624
Q3
1624
Q4
1624
Millares
Diezmo (Kg) Predicción
Debe hacerse notar que fueron sólo los primeros años de la Caja
Real de San Luis Potosí los que necesitaron algún tipo de predicción,
con la nalidad de llenar los huecos. A partir de 1654 la información
proporcionada por los libros mayores se torna muy regular y, salvo un
periodo faltante entre julio de 1671 y agosto 1672, que también fue
modelado de esta manera, los datos sólo debieron ser sumados.
Se podrá observar que en los grácos de las agregaciones trimestra-
les y anuales no aparecen cifras para los años 1637, 1638, 1652 y 1653.
Para estos cuatro años, simple y sencillamente no poseo información y
he preferido mantenerlos como valores nulos. Sin embargo, al momento
de realizar la suma para agrupar los valores en una serie quinquenal,
apliqué la técnica de predicción mediante la función Arima a los datos
anuales, con la nalidad de asignar cantidades a los faltantes.
318
Para el caso de la plata, la mayoría de la información ha sido agrega-
da de manera simple. Lamentablemente, dentro de los libros mayores de
Real Hacienda, la producción de oro no se registró tan cuidadosamente
como la del metal blanco. Durante el periodo que transcurre entre los
años 1628 y 1649, no se consideró importante incluir en el libro mayor
el sumario copiado del libro común, o bien el del libro de ensaye. En su
lugar se incluyó un sumario ordenado por la ley del oro, el cual también
es muy interesante, pero no permite la aplicación del modelo de data-
ción (explicado en el parágrafo anterior). Para estos años he tenido que
promediar la producción de oro por los meses incluidos en los periodos
scales, asignando la producción correspondiente a cada año. A partir
de 1650, la fuente se estandariza y, de la misma manera que para el
diezmo de plata, es posible encontrar sumarios ordenados por una lógi-
ca temporal, lo que hace factible la aplicación del modelo de datación a
partir de dicha fecha.
Otro punto que se debe aclarar es que todas las series que aquí se pre-
sentan están medidas en kilogramos. El marco castellano era la unidad
que permitía contabilizar la masa de la plata. Por fortuna, se sabe que
hay una correspondencia aproximada de 230 gramos por cada marco
castellano, así que para conocer el total de la producción en kilogramos
sólo es necesario hacer una multiplicación. La información, ordenada
en esta escala, es más fácil de comprender para el lector contemporáneo,
y ésa es la razón por la cual presento las series en kilogramos. Además,
debe notarse que las cuentas de plata se han estandarizado a 2 380 ma-
ravedíes, es decir, se presentan en plata pura de toda ley, 12 dineros o
1 000 milésimas.25
El castellano se utilizaba como unidad para medir la masa de oro. Es
muy interesante notar que dentro de las cajas real americanas, a diferencia
del procedimiento aplicado a la plata, las cuentas del metal dorado no se
llevaban en mineral puro: el castellano de ley era sólo de 22 quilates,
mientras que el de toda ley es de 24 quilates, es decir oro puro de 1000
25 La ley de la plata, en las cuentas de los libros mayores de Hacienda de San Luis Potosí,
así como en las manifestaciones de Mineral, siempre estuvo expresada en maravedíes. Para
la Caja Real de San Luis, hasta el 5 de noviembre de 1676, las cuentas se llevaron en ley de
2 380 maravedíes. A partir de ahí, la ley de plata se ajustó a 2 376 maravedíes. Empero, he
reducido la plata a partir de esta fecha para que toda la serie quede en 2 380 maravedíes (,
Contaduría, Cajas Reales de la Nueva España, 923-A, 18, foja 731 frente).
319
26 Para un excelente análisis de las leyes y la talla de las unidades, véase María Teresa Mu-
ñoz Serrulla, La moneda castellana en los reinos de Indias durante la Edad Moderna (Madrid:
Universidad Nacional de Educación a Distancia, 2015), 25-37.
27 Woodrow Borah, “Un gobierno provincial de frontera en San Luis Potosí (1612-
1620)”, Historia Mexicana 52 (1964): 540-541. Se debe señalar que, en su texto, Borah no
presenta la cita documental que me pudiese guiar al documento original de que se extrajeron
estas cifras de producción de plata. Empero, los valores proporcionados se compaginan de
buena manera con los contenidos por los libros de manifestaciones. Los datos parecen ser
verídicos, y por eso los he incluido en la gráca.
28 Archivo Histórico del Estado de San Luis Potosí (), Alcaldía Mayor de San
Luis Potosí, 1618, legajo 2, expediente 16, manifestaciones de plata desde 01/08/1618 hasta
16/01/1619; , Alcaldía Mayor de San Luis Potosí, 1621, legajo 2, expediente 8, ma-
nifestaciones de plata desde 16/02/1621 hasta 09/03/1622; , Alcaldía Mayor de San
Luis Potosí, 1619, legajo 1, expediente 2, manifestaciones de plata desde 16/01/1619 hasta
16/01/1619; , Alcaldía Mayor de San Luis Potosí, 1619, legajo 1, expediente 3, manifes-
taciones de plata desde 16/01/1619 hasta 16/01/1619; , Alcaldía Mayor de San Luis Po-
tosí, 1619, legajo 1, expediente 4, manifestaciones de plata desde 16/01/1619 hasta 12/04/1621;
, Alcaldía Mayor de San Luis Potosí, 1622, legajo 5, expediente 4, manifestaciones de
plata desde 09/09/1622 hasta 01/08/1623; , Alcaldía Mayor de San Luis Potosí, 1622,
legajo 5, expediente 20, manifestaciones de plata desde 14/04/1622 hasta 06/05/1622.
29 , Contaduría, Cajas Reales de la Nueva España, 922; , Contaduría, Cajas Reales
del Reino del Perú, 1814; , Contaduría, Cajas Reales de la Nueva España, 923-A; ,
Contaduría, Cajas Reales de la Nueva España, 923-B.
milésimas. Se sabe que 50 castellanos equivalían a un marco castellano,
así que se puede establecer que cada castellano de oro pesaba 4.6009 gra-
mos, aproximadamente. Pero los castellanos de ley 22 quilates no conte-
nían oro puro; haciendo la regla de tres es fácil saber que un castellano de
22 quilates contiene un total de 4.2175 gramos de oro puro.26 Gracias a
esta correspondencia he transformado la serie de oro a kilogramos de oro
puro de 24 quilates, o de 1 000 milésimas, con la nalidad de que el lector
comprenda de mejor manera los valores totales de la producción potosina.
En el caso de la plata, los datos provienen de varias fuentes: para los
años 1611 a 1616 utilizo los datos de Woodrow Borah.27 La informa-
ción de los años 1618 a 1623 ha sido extraída de las manifestaciones de
mineral que se pueden encontrar en el Archivo Histórico del Estado
de San Luis Potosí.28 Finalmente, para el periodo 1628-1701, los datos
fueron tomados directamente de los libros mayores de la Caja Real de
San Luis Potosí.29 El lector se podrá dar cuenta de mi carencia de fuen-
tes para los años 1593 a 1610, y para 1624 y 1627. Pues bien, Richard
Garner ha publicado series de producción para todas las cajas reales de
320
la Nueva España, basado en el trabajo de John J. TePaske.30 De dicha
información, he tomado las cifras de quintación y diezmo de plata de la
Caja Real de México para los años 1593 a 1627, y las he comparado con
las existentes en mi serie (desprendidas del Archivo Histórico del Esta-
do de San Luis Potosí y del texto de Borah). He obtenido un promedio
para el mineral de San Luis, y lo he asignado de manera arbitraria a la
producción potosina para todos los años en que no poseo información.31
Sé perfectamente que los datos obtenidos de esta manera son más que
cuestionables. Por eso, en el gráco aparecen como una serie diferente
a la de producción. Empero, el procedimiento me permite acercarmede
manera hipotética a un espacio de tiempo para el que se carece de in-
formación precisa dentro de las minas de San Luis, porque todavía no
había caja real, y no se conservaron los legajos con las manifestaciones
de mineral.
Las series correspondientes a la producción de oro han sido cons-
truidas a partir de tres fuentes. En primer lugar, el documento trans-
crito por Primo Feliciano Velázquez acerca de la creación del ensaye
en el pueblo de San Luis Potosí, el cual aparece en su Historia de San
Luis Potosí. Esta fuente contiene cifras anuales para la producción de
oro desde mayo de 1599 hasta mayo de 1609.32 Para la información
de los años 1618-1623, he utilizado los datos que se desprenden de las
manifestaciones de mineral. Por último, he utilizado los libros mayores
de la Caja Real de San Luis Potosí para los datos de 1628 a 1701. La
información de la serie para los años 1593 a 1598, 1610 a 1617 y 1625 a
1627 ha sido extrapolada de los valores alcanzados por la Caja Real de
México para ese periodo.33
30 Las series pueden consultarse en Richard L. Garner, “History data desk”, en Inside my
Desk, consultado el 28 de octubre de 2015, http://www.insidemydesk.com/hdd.html.
31 La comparación arrojó lo siguiente: el promedio de plata de San Luis Potosí corres-
ponde a un 47.67% de los datos de la Caja de México (después de eliminar las observaciones
máxima y mínima). La desviación estándar es de 11.82%.
32 Primo Feliciano Velázquez, Historia de San Luis Potosí (San Luis Potosí, S.L.P.: Archi-
vo Histórico del Estado de San Luis Potosí / El Colegio de San Luis, 2004), vol. I, 586-587.
33 Además, debo aclarar que las cifras de producción de oro de San Luis Potosí, para el
periodo 1599-1609, así como 1618-1623, son signicativamente más altas que las presentadas
por Garner para la Caja de México. Esto es evidentemente imposible, puesto que las minas
de San Luis debían quintar su oro en México. Revisando los datos de Garner para San Luis
Potosí, me percato de que, si bien las cifras del estadounidense son signicativamente más pe-
queñas que las mías, la tendencia es la misma. Una vez comprobado esto, me pregunto de qué
321
manera construyó este autor el coeciente para realizar la conversión de pesos a kilogramos
en las series de oro, porque el factor expresado en la serie de la Caja Real de San Luis Potosí es
1 peso = 0.0016921 kg. Sin embargo, utilizando la siguiente lógica: 1 castellano de 22 qui-
lates = 4.6009 gr; 1 castellano de 22 quilates = 2.11 pesos; entonces, 2.11764 pesos = 4.6009 gr
(con 22 quilates de oro y 2 quilates de metal de aleación). Esta correspondencia nos dice que
1 peso = 2.17265 gr. En conclusión, el factor de conversión sería 1 peso = 0.0021726 kg de
oro de 22 quilates. Para obtener oro puro, el razonamiento es el siguiente: 1 castellano de 22
quilates = 4.2175 gr de plata pura; 1 castellano = 2.11764 pesos; entonces, 2.11764 pesos =
4.2175 gr de oro puro; 1 peso = 1.9916039 gr de oro puro. El factor de conversión es entonces
1 peso = 0.001991604. Después de este razonamiento, es evidente que la serie de Garner in-
fravalora la producción de oro de San Luis Potosí. Al realizar la conversión a kilogramos desde
el valor total en pesos (y al utilizar factores de conversión muy semejantes para las demás cajas
reales, subestima la producción de la Nueva España por un margen bastante grande). Es por
lo anterior que he utilizado el valor en pesos de su serie de oro para la Caja de México entre
1593 y 1627, y lo he convertido con mi factor para oro puro. Para los años con información
de San Luis Potosí (1618-1623), el promedio es de 110%. Lo que dice el procedimiento de ex-
trapolación es que, básicamente, la totalidad de la producción de oro registrada en la Caja de
México proviene de San Luis Potosí, y también que este metal experimentaba altos niveles
de evasión scal. Véase Richard L. Garner, “Mexico Annual Gold”, Inside My Desk, consultado
el 28 de octubre de 2015, http://www.insidemydesk.com/TPles/MexGex.xls.
Las variaciones estacionales
El orden de exposición a lo largo de esta parte del libro será el siguiente:
comienzo presentado la serie original junto con el componente TC, con
la nalidad de observar el comportamiento de la variable a lo largo del
tiempo, sin los efectos del error (I) y la estacionalidad (S). Cuando se
realizan análisis de agregaciones menores a un año, interesa mostrar el
peso especíco que juega el componente estacional dentro de la serie.
Es por ello que procederé a determinar el carácter de la estacionalidad,
presente o ausente, dentro de la serie. Este ejercicio se realiza mediante
dos herramientas: el análisis de los factores estacionales y las pruebas
para estacionalidad desarrolladas por el modelo X-13. Por último, una
vez que se han identicado los factores estacionales, se lanzarán algunas
hipótesis acerca de la estructura productiva.
Antes de entrar en materia, quiero hacer una aclaración: el trabajo
sobre las series mensuales y trimestrales presentadas a continuación se
encuentra todavía incompleto. Al existir pocas herramientas adecua-
das para analizar información de esta índole, me doy cuenta de que es
necesario continuar trabajando sobre éstas para anar la construcción
de modelos econométricos que permitan aprehender de mejor manera
las características propias de la minería novohispana. Es por esta razón
322
que no hablaré en ningún momento de conclusiones desprendidas de la
información analizada, sino de meras hipótesis que habrán de ser con-
trastadas en posteriores trabajos.
A pesar de todo lo anterior, decidí incluir este apartado en el libro
porque creo que el análisis de la información, aunque todavía incomple-
to, permite avanzar en el conocimiento de la estructura productiva de
las minas de San Luis Potosí. Además, sostengo que el trabajo sobre los
libros mayores de Real Hacienda permitirá la generación de series de pro-
ducción trimestrales para la mayoría de los centros productivos de toda la
América hispánica. La comparación entre ellos es un campo de estudio
muy sugerente para los historiadores de la scalidad y la economía.
La agregación mensual
Los documentos pertenecientes a las manifestaciones de minerales que
han sido ubicados en el Archivo Histórico del Estado de San Luis Po-
tosí permiten realizar un ejercicio de agregación mensual. Antes de la
fundación de la Caja Real de San Luis Potosí, el mineral potosino se
llevaba a separar y quintar en la ciudad de México. De acuerdo con las
ordenanzas de la época, la plata de San Luis debía ser registrada ante el
alcalde mayor, antes del viaje rumbo al valle del Anáhuac. De manera
normal, era un arriero quien se encargaba de transportar las barras. Esta
persona debía declarar ante el alcalde mayor y un escribano la cantidad
y calidad de las barras que había recibido. En las actas correspondien-
tes a esta documentación se incluía la fecha en que el mineral se había
presentado ante el alcalde mayor. Además, se declaraba el nombre del
remitente en San Luis y el destinatario en la ciudad de México.34
Como se puede adivinar, la fuente presenta toda la información
necesaria para elaborar series de tiempo con el nivel de agregación que
se elija. Por ello, inicio el análisis de las variaciones estacionales en la
producción potosina con la Gráca 35. En ésta se muestra el periodo
que corre desde julio de 1618 hasta diciembre de 1623. Son los resul-
tados de la agregación mensual de los valores para la plata registrada
34 La información contenida en las manifestaciones constituye una verdadera radiografía
de la producción. En el presente libro no he podido analizar como hubiese querido todas las
variables contenidas en la fuente.
323
en el periodo. Se incluye tanto la plata del diezmo como la del quinto.
Además, las cifras son en kilogramos de plata pura.35
35 Los datos para la elaboración de esta gráca pueden ser encontrados en el “Anexo 7.
Plata. Serie de producción mensual. San Luis Potosí. Julio de 1618 a diciembre de 1623”.
36 Era una fórmula común en los contratos de los arrieros establecer la cantidad de tiem-
po que transcurriría para la entrega nal de la mercancía. Por ejemplo: “Digo yo, Blas de
Almeda, que recibí de Francisco Sánchez Barragán 5 barras de plata del diezmo de estas minas
de San Luis, para las llevar y entregar a Pedro de la Madriz, vuestro encomendero, dentro de 15
dí as.” (, Alcaldía Mayor de San Luis Potosí, 1609, legajo 6, expediente 2, foja 4 vuelta).
G 35
P , 1618 1623.
M
0
1
2
3
4
5
6
7
8
JUL
1618
SEP
1618
NOV
1618
JAN
1619
MAR
1619
MAY
1619
JUL
1619
SEP
1619
NOV
1619
JAN
1620
MAR
1620
MAY
1620
JUL
1620
SEP
1620
NOV
1620
JAN
1621
MAR
1621
MAY
1621
JUL
1621
SEP
1621
NOV
1621
JAN
1622
MAR
1622
MAY
1622
JUL
1622
SEP
1622
NOV
1622
JAN
1623
MAR
1623
MAY
1623
JUL
1623
SEP
1623
NOV
1623
Millares
Plata Total Ciclo - Tendencia
Es importante observar la variación experimentada por la serie: el
patrón parece marcar un mes de alto registro seguido por uno de bajo re-
gistro. Este fenómeno podría explicarse por la naturaleza de la fuente; la
serie depende del ciclo de transporte de las barras de mineral hacia
la capital virreinal. Al existir un tiempo de aproximadamente treinta
días para un viaje redondo desde San Luis a México, lo más probable
es que esa volatilidad se deba al camino de ida y vuelta de las recuas.36
Es muy probable que, a este nivel de agregación, la fuente no permita
324
37 En este trabajo se asume que la estacionalidad es alta cuando la serie de tiempo pre-
senta un rango en los factores mayor a 50%. Para series que tienen un rango que va del 20%
al 50%, la estacionalidad es intermedia. Series con rangos inferiores al 20%, presentan baja
estacionalidad.
ver la realidad productiva. Empero, el ciclo mercantil que se puede en-
trever por medio de esta agregación es interesante en sí mismo; además,
siempre se puede cambiar el nivel de agregación con la nalidad de en-
contrar la estructura de la producción. Este ejercicio también muestra la
importancia que tiene la elección del nivel de agregación para la prueba
de las hipótesis; si se desea realizar inferencias acerca de la estructura
productiva, tal vez sea necesario elegir un nivel de agregación superior.
Esta gráca muestra cosas interesantes: ante todo, se puede ver que
los envíos de plata no se interrumpieron durante el periodo registrado;
en todos los meses se registró alguna cantidad. Esto llama la atención
sobre las características del mercado de minerales durante este periodo;
la actividad comercial no descansó en ningún momento. El componen-
te TC muestra una media de 2 430.6 kg al mes. Debe señalarse que,
en aquellos años, el nivel productivo de las minas que se encontraban en
la alcaldía mayor de San Luis era alto. Aunque este punto se abordará a
fondo dentro del apartado dedicado a la tendencia secular de la producción,
se puede decir que durante este periodo el distrito minero se encontraba en
un momento de bonanza. Además, dentro de la Gráca 35, los datos pare-
cen mostrar dos ciclos con una duración de dos años cada uno. Se observa
también cómo los valores comienzan elevados, en julio de 1618, llegan-
do al máximo a comienzos de 1619, para descender lentamente hasta
comienzos de 1621, cuando el ciclo llega a su parte más baja. A partir de
este momento, el ciclo parece reiniciar, aunque con movimientos más
fuertes; a mediados de 1621 los valores crecen, pero decaen lentamente
hasta mayo de 1623, cuando el ciclo parece comenzar de nuevo.
Procediendo con el análisis de la estacionalidad en la serie de tiem-
po, en la Gráca 36 muestro los factores estacionales reportados por
el modelo X-13. Se puede observar que los valores de los factores, re-
presentados con la línea azul, uctúan dentro de la serie. Esto es una
primera indicación de que no hay estacionalidad estable en este caso.
La serie presenta un fuerte componente estacional porque el rango de la
misma se ubica en 130%.37 Para identicar de mejor manera el carácter
de S, presento la Tabla 31.
325
G 36
P. F . 1619 1623
T 31. P
. T . A .
M . J 1618 1623
Estadístico Signicancia
Prueba F para estacionalidad estable - Serie
original 1.142 35.49%
Prueba F para estacionalidad estable - Componen-
te S x I 1.406 19.71%
Prueba Chi Cuadrado (Kruskal - Wallis) para
estacionalidad estable 14.262 21.88
Prueba F para estacionalidad móvil 5.536 0.03%
Fuente: Elaboración propia a partir de las pruebas de estacionalidad del modelo X-13 Arima-
Seats. Serie de datos en el anexo 7 del presente libro.
0.
6
0.
8
1.
0
1.
2
1.
4
1.
6
1.
8
2.0
ENEFEB MARABR MAYJUN JULAGO SEPOCT NOVDIC
326
La conclusión es que la serie no tiene un componente estacional
estable, pero sí presenta estacionalidad móvil con una probabilidad del
99.07%. Estas pruebas muestran que la serie no sería candidata a un
proceso de desestacionalización, puesto que los factores presentan va-
riaciones a lo largo del periodo de análisis.
Todo lo anterior quiere decir que las variaciones experimentadas
por la serie tienen algún carácter cíclico que depende del mes en que se
ubica la observación. Es decir, durante los meses de octubre se espera
una observación muy por encima de la media, y para los de junio las
observaciones deberán estar por debajo de los valores medios. En el caso
de febrero, los valores deberán de encontrarse muy cercanos a la media.
Todo esto es efecto de la variación estacional de la serie.
Es preciso comparar los valores de la producción de plata con los
experimentados para el oro. En la Gráca 37 presento la serie con ma-
nifestaciones de oro para el periodo que corre desde julio de 1618 hasta
diciembre de 1623. De la misma manera que para el caso de la plata, los
datos se presentan en kilogramos de oro puro.38 Se puede ver que la serie
G 37
O , 1618 1623.
M
38 Los datos que permitieron la elaboración de esta gráca pueden consultarse en el “Anexo 7.
Oro. Serie de producción mensual. San Luis Potosí. Julio de 1618 a diciembre de 1623”.
0
0.2
0.4
0.6
0.8
1
1.2
1.4
1.6
1.8
2
JUL
1618
SEP
1618
NOV
1618
JAN
1619
MAR
1619
MAY
1619
JUL
1619
SEP
1619
NOV
1619
JAN
1620
MAR
1620
MAY
1620
JUL
1620
SEP
1620
NOV
1620
JAN
1621
MAR
1621
MAY
1621
JUL
1621
SEP
1621
NOV
1621
JAN
1622
MAR
1622
MAY
1622
JUL
1622
SEP
1622
NOV
1622
JAN
1623
MAR
1623
MAY
1623
JUL
1623
SEP
1623
NOV
1623
Cientos
Oro 24 Quilates (Kg) Ciclo - Tendencia
327
G 38
O. F . 1619 1623
es muy similar a la de plata: grandes variaciones de mes a mes, con va-
lores altos en uno y bajos en el siguiente. Esto no debe sorprender gran
cosa porque el oro de San Pedro se encontraba vinculado a la plata, así
que, mientras más plata se explotaba en el Cerro, mayor cantidad de oro
aparecía en las manifestaciones. De hecho, una regresión lineal aplicada
a las series mensuales de oro y plata nos muestra un valor de 94.14%
en el valor de R2. Es decir, la serie productiva de oro es prácticamente
una función de la de plata. Por su parte, el componente TC de esta serie
muestra un registro en promedio de 49.11 kg por mes. El ciclo tiene una
duración de dos años cada uno, con una descripción muy semejante a la
externada para el caso de la plata.
En la Gráca 38 se muestran los factores estacionales para la serie
mensual de oro. Como es de esperarse, la gráca es muy parecida a
la de la plata. Las uctuaciones de los factores en la serie son prácti-
camente iguales que en el caso del metal blanco. La diferencia más
importante es que en febrero uctúa más en el oro. También se debe
apuntar que para el metal dorado la media es más pequeña. Empero,
la estructura de la serie es la misma. El rango de la estacionalidad es
alto, puesto que se ubica en el 131.82%.
0.
6
0.
8
1.
0
1.
2
1.
4
1.
6
1.
8
2.0
ENEFEB MARABR MAYJUN JULAGO SEPOCT NOVDIC
328
Las pruebas para medir el carácter de estacionalidad en la serie arro-
jan los datos de la Tabla 32.
T 32. P
. T . A .
M . J 1618 1623
Estadístico Signicancia
Prueba F para estacionalidad estable. - Serie original 1.000 46.25%
Prueba F para estacionalidad estable - Componente
S x I 1.220 29.68%
Prueba Chi Cuadrado (Kruskal - Wallis) para esta-
cionalidad estable 13.951 23.57
Prueba F para estacionalidad móvil 4.367 0.20%
Fuente: Elaboración propia a partir de las pruebas de estacionalidad del modelo X-13 Arima-
Seats. Serie de datos en el anexo 7 del presente libro.
Los resultados son poco sorprendentes, una vez que se han visto
los de la Tabla 31, porque son muy semejantes. Existen, sin embargo,
algunas diferencias: aunque la estacionalidad de la serie es móvil, ésta
tiene un menor porcentaje de determinación que para el caso de plata:
99.80%. Empero, la prueba F para estacionalidad móvil tiene un valor
para su determinación del 1%; aquí el valor alcanza el 4.367%, lo cual
es más que suciente para aprobarla y caracterizar la serie como de esta-
cionalidad móvil, aunque con un valor menor al de la plata.
En conclusión, ambas series presentan una estructura muy simi-
lar cuando observamos mes por mes: el año comenzaba lento, pero en
marzo las manifestaciones se aceleraban. En abril las cosas se relajaban
bastante, aunque en mayo volvían a darse volúmenes de envío similares
a los de marzo. En junio las manifestaciones descendían de manera
considerable; pero de nuevo en agosto los niveles retornaban a lo expe-
rimentado en mayo. Hacia septiembre, las manifestaciones descendían
como nunca en todo el año. Empero, en octubre se alcanzaban los valo-
res más altos de todo el año, mientras que noviembre y diciembre eran
meses bastante lentos. Como se puede ver, cada que hay una subida por
329
encima del 100% en los factores estacionales, el próximo mes desciende
a menos de 75%. Éste es un claro efecto de stock-ow; la producción se
almacena hasta que viene la recua de mulas, entonces las barras alma-
cenadas se envían, lo cual genera que el mes siguiente los envíos sean
bajos.
Otra observación sugestiva es que, si se toma la media para la serie
de plata, es posible calcular que entre julio de 1618 y diciembre de 1623
se produjo un kilogramo de oro por cada 49.5 de plata. Sería un buen
ejercicio comparar estos resultados con diferentes periodos de la produc-
ción potosina. Durante este periodo se realizaron obras de adecuación
en el Cerro de San Pedro para encontrar minerales de alta ley; sería
interesante comparar esta proporción de plata respecto al oro con series
más avanzadas del siglo . Aunque me gustaría aplicar un análisis
similar a más series mensuales, ya se ha visto que el modelo libro mayor
no tiene certeza alguna en la agregación a este nivel. Sin más que decir,
dejo el análisis de las series mensuales e introduzco en el texto la agre-
gación trimestral.
La agregación trimestral
En este nivel de agregación existen dos grandes problemas que enfren-
tar. En primer lugar, para aplicar la técnica X-13, la información debe estar
completa; no se permiten espacios vacíos entre las observaciones. Éste
es un problema para la serie de tiempo que quiero describir, puesto que
existen varios años para los cuales no poseo información alguna; existen
faltantes desde 1625 hasta 1627; de nuevo hay vacíos para 1637 y 1638,
así como 1652 y 1653. Aunque se puede utilizar una interpolación lineal
para determinar el nivel en que se encuentra la producción, este procedi-
miento funciona contra la estructura que deseo describir, ya que, de esa
manera, se estaría eliminando una buena parte de la posible variación
debida a la estacionalidad de la serie. La respuesta, entonces, es analizar
de manera individual los tramos formados por la serie de tiempo.
Procediendo de la manera ya descrita, he construido un modelo de
descomposición estacional para el periodo 1618-1623, uno más para el
que corre desde 1628 hasta 1636, así como otro para 1639-1651; y, por
último, el del periodo 1654-1701. Justo aquí viene el segundo problema:
el último tramo es demasiado largo. Aunque la técnica X-13 funciona
330
de buena manera en periodos extensos, gracias a la incorporación de
modelación Arima, es muy difícil identicar el carácter de la estacio-
nalidad en series con tantos cambios de nivel. En la medida en que el
presente ejercicio pretende identicar la existencia o ausencia de esta-
cionalidad en la producción, el análisis en bloque de todo el periodo no
arroja resultados óptimos. La solución que he encontrado es un tanto
arbitraria, pero considero que es la mejor: he dividido los periodos de
análisis en tramos de cincuenta observaciones más o menos, que es el
mínimo propuesto por Box y Jenkins para una serie de tiempo con
procesos autorregresivos.39 Además, esto hace a casi todos los modelos
tener la misma extensión.
Cuando comencé a diseñar las pruebas que serían aplicadas en esta
parte, realicé cortes sobre las series basándome en los periodos obte-
nidos para el ciclo largo.40 Aunque esto parecía el procedimiento más
lógico porque las rupturas estructurales del componente TC normal-
mente implican cambios en el nivel de los componentes estacionales,
los resultados no eran del todo satisfactorios. El principal problema ex-
perimentado por esta prueba era que los ciclos de la producción de plata
y oro no son iguales, lo cual redundaba en cortes diferentes para cada
uno de los modelos. Esto hacía imposible comparar las dos produccio-
nes, eliminando una de las bondades de la modelación aplicada a las
series: la capacidad para comparar fácilmente los dos tipos de produc-
ción mineral de San Luis Potosí. Es por todo esto que he optado por
cortar de forma arbitraria las series en periodos de doce años y medio,
aproximadamente.
Antes de comenzar con el análisis de estas series, quiero puntualizar
que todos los valores aquí presentados se encuentran en kilogramos. Las
series se presentan en mineral de máxima pureza o de 1 000 milésimas
para la plata y 24 quilates para el oro. Todos los datos que se emplean a
lo largo de la presente sección pueden consultarse en el Anexo 7. Para el
caso del metal blanco, “Plata. Serie de producción trimestral. San Luis
Potosí. Siglo ”; y para el metal amarillo, “Oro. Serie de producción
trimestral. San Luis Potosí. Siglo ”.
39 “In practice, to obtain a useful estimate of the autocorrelation function, we would
need at least 50 observations, and the estimated autocorrelations rk would be calculated for
k = 0, 1, . . ., K, where K was not larger than, say, N/4” (Box, Jenkins y Reinsel, Time Series, 32).
40 El ciclo largo se revisa en el parágrafo “La tendencia secular”, adelante.
331
Desde invierno de 1618 hasta otoño de 1624
La serie total para la plata, en los siete años que corren entre 1618 y
1624, se presenta en la Gráca 39. Como ya se había mencionado, por
la naturaleza de la fuente, la agregación mensual mostraba el ciclo mer-
cantil del mineral antes que la producción de plata. Frente a esto, los
mismos datos agregados en periodos trimestrales comienzan a mostrar
la realidad productiva subyacente, aunque la fuente sea la misma. ¿Por
qué? Puesto que, si se recuerdan los valores de la serie mensual en la
Gráca 35, es contrastante la estabilidad de las observaciones que se
muestran en la Gráca 39; el fenómeno ya no parece simple ruido blan-
co. Se debe tener en cuenta que existen factores de la producción que
determinan el nivel general de ésta: capital constante y variable. Así, al
haber una cierta capacidad productiva instalada, las series (en condicio-
nes normales) no pueden tener variaciones de una observación a otra
como las experimentadas en la agregación mensual.
G 39
P , 1618 1623.
M
0.4
0.5
0.6
0.7
0.8
0.9
1
1.1
1.2
1.3
x 10000
Total plata (Kg) Tendencia - Ciclo
Por su parte, el componente TC muestra una media de 7 682.63 kg
de plata en cada trimestre. El ciclo es claro: en la primavera de 1618 la
332
producción comienza a subir, se alcanza la cúspide en primavera de
1619 y comienza el descenso que llega a su punto más bajo en primavera
de 1620. Son dos años exactos. A continuación, la producción comienza
una nueva subida, llegando a una nueva cresta en la primavera de 1621,
y descendiendo rápidamente. Aquí hay una ruptura estructural, puesto
que el ciclo ya no se repite, sino que la producción continúa bajando
hasta otoño de 1622, cuando hay un nuevo repunte que lleva el nivel
hacia valores cercanos a los experimentados en 1621, antes de la ruptu-
ra. Por desgracia, no se alcanza a percibir si el ciclo se estabiliza en ese
nivel. Por lo demás, se puede armar que la composición de este ciclo
ya se dejaba ver desde la agregación mensual.
Las características de la serie trimestral aquí expuestas preguran un
componente estacional con menos variaciones. Esto se puede ver en la
Gráca 40, en la cual se presentan los factores estacionales para el perio-
do analizado. En primer lugar, sobresale que la variación de los compo-
nentes es muy baja; las líneas de los factores son casi iguales a las medias
de S. En un segundo término, es preciso notar que el rango de estaciona-
lidad también se redujo respecto a las series mensuales: sólo 43.09%. Este
valor ubica el rango de estacionalidad en un punto medio.
G 40
P. F . 1618 1624
0.
9
0.
9
1.
0
1.
0
1.
1
1.
1
1.
2
INVIERNO PRIMAVERAVERANOOTOÑO
333
En la siguiente tabla se concentran los valores arrojados por las
pruebas que he utilizado para caracterizar la estacionalidad en la serie.
T 33. P
. T . A .
M . I 1618 1624
Estadístico Signicancia
Prueba F para estacionalidad estable. - Serie original 4.859 1.07%
Prueba F para estacionalidad estable - Componente
S x I 6.809 0.18%
Prueba Chi Cuadrado (Kruskal - Wallis) para esta-
cionalidad estable 13.066 0.45%
Prueba F para estacionalidad móvil 3.499 1.8%
Fuente: Elaboración propia a partir de las pruebas de estacionalidad del modelo X-13 Arima-
Seats. Serie de datos en el anexo 7 del presente libro.
El nivel de signicancia de la estacionalidad estable está dado a
0.1%; la prueba realizada sobre la serie original rechaza la existencia
de ese tipo de estacionalidad. Sin embargo, en la prueba aplicada sobre
el componente SI, el valor se encuentra en los límites de la aceptación.
Para abundar más, la prueba no paramétrica acepta la estacionalidad es-
table en la serie. Como era de esperarse, existe además estacionalidad
móvil comprobada porque la signicancia es menor al 5%. Luego enton-
ces, la serie presenta estacionalidad al borde de la estabilidad y también
estacionalidad móvil. Todos estos valores nos indican que la forma
tomada por los factores estacionales describe de muy buena manera la
estructura de la serie.
De acuerdo con la Gráca 40, el año se inicia con un periodo inver-
nal de producción moderada, cercano a la media. En primavera, la pro-
ducción de plata desciende sensiblemente, pero es la siguiente estación
del año, el verano, que ve reducir la producción a su mínimo anual. En
otoño la producción se dispara, para alcanzar el máximo anual.
Antes de extraer alguna conclusión de estas observaciones, es ne-
cesario analizar la producción de oro. En la Gráca 41 se muestra la
334
agregación trimestral del metal amarillo para este mismo periodo. La
serie original presenta estabilidad, y es muy semejante a la de plata.
Aunque quizá sea más inestable incluso que la serie del metal blanco,
porque la variación es mucha entre una observación y otra. Empero,
esto se conrmará hasta que sean analizados los factores estacionales.
G 41
O , 1618 1623.
M
0.7
0.9
1.1
1.3
1.5
1.7
1.9
2.1
2.3
2.5
Cientos
Oro de 24 Quilates (Kg) Ciclo - Tendencia
El análisis del componente ciclo-tendencia arroja que la media pro-
ducida durante este periodo se ubica en 166.81 kg de oro por trimestre.
De la misma manera que para la plata, el promedio alcanzado durante
este periodo es bastante alto. Se debe tomar en cuenta que, si bien la
producción de oro era mucho menor que la de plata, esto no quería
decir que la de metal dorado era una producción de segundo orden: el
comportamiento del ciclo muestra un fenómeno muy interesante du-
rante la segunda mitad de la serie, porque a diferencia de la plata, no
se percibe ruptura estructural. Es cierto que el ciclo se suaviza un tanto
después de 1622, pero la producción se recupera a partir de invierno de
1623, aunque ya no llega a los niveles alcanzados antes.
335
G 42
O. F . 1618 1624
¿Lo anterior indica que los mineros se enfocaron en los minerales de
más calidad? Aunque es una hipótesis difícil de comprobar, este com-
portamiento podría indicar que los mineros buscaban la tasa de ganan-
cia más alta mediante los minerales de mejor ley. Es verdad que, si se
calcula el valor ocial de los dos minerales y se suma el total, las líneas
de la gráca se modicarán muy poco; la plata domina la tendencia por
su cantidad. Empero, las tasas de ganancia más altas se encontraban en
el oro, y este hecho era explotado por los mineros.
La Gráca 42 muestra los factores estacionales lanzados por la pro-
ducción de oro en el periodo de análisis. Se observa que el rango de es-
tacionalidad se ubica en 50.1%, es decir, en este caso se puede hablar de
estacionalidad alta, aunque sólo sea marginalmente. Además, el gráco
muestra una producción más nerviosa que la de plata; los factores varia-
ron bastante a lo largo de los seis años. Es notable el cambio en el cuarto
trimestre, el cual se inicia con porcentajes muy altos, pero desciende de
forma inexorable a lo largo del periodo.
0.
8
0.
9
1.
0
1.
1
1.
2
1.
3
INVIERNO PRIMAVERAVERANOOTOÑO
336
La Tabla 34 expone los resultados de las pruebas para determinar el
carácter de la estacionalidad.
T 34. P
. T . A . M
. I 1618 1624
Estadístico Signicancia
Prueba F para estacionalidad estable - Serie
original 2.707 7. 2 6%
Prueba F para estacionalidad estable - Compo-
nente S x I 4.473 1.25%
Prueba Chi Cuadrado (Kruskal - Wallis) para
estacionalidad estable 10.664 1.37%
Prueba F para estacionalidad móvil 3.252 2.41%
Fuente: Elaboración propia a partir de las pruebas de estacionalidad del modelo X-13 Arima-
Seats. Serie de datos en el anexo 7 del presente libro.
Esta serie falló todas las pruebas que identican estabilidad en el
componente estacional. Esto no sorprende; la simple observación de
la Gráca 42 mostraba ya el comportamiento inestable de los factores.
Empero, la signicancia de la prueba no paramétrica (chi-cuadrado) se
encuentra cercana a la aceptación de la hipótesis al 1%. Por otra parte,
se puede aceptar que la serie presenta estacionalidad móvil en un nivel
de error de 5%. Para el caso del oro, no se puede armar que la media
obtenida para cada uno de los factores estacionales sea en verdad repre-
sentativa de la serie en su conjunto. Sin embargo, los factores tampoco
presentan tanta dispersión como para armar que son nimios.
De acuerdo con lo que muestra la Gráca 42, el invierno comienza
por debajo de la media en la producción. Después, la primavera ve una
reducción, para recuperarse ligeramente en el verano, con niveles seme-
jantes a los del primer trimestre. Por último, la producción se dispara en
otoño. Si se compara el arreglo de los factores estacionales del oro con los
de la plata, se pueden encontrar diferencias signicativas. Señalo la más
337
importante: el mínimo anual es alcanzado por la plata durante el verano,
mientras que el oro registra su mínimo durante la primavera. Empero,
ambos géneros ven cómo su producción se dispara durante el otoño.
Es de llamar la atención que sean precisamente los dos trimestres
centrales del año los que presentan la producción más baja en las series.
¿Se debe esto a que las lluvias afectaban la producción minera? Hay que
recordar que las minas se inundaban con facilidad, y precisamente los
meses de junio, julio y agosto (a medio pelo entre primavera y verano)
son los que en la actualidad tienen mayor precipitación pluvial en el norte
de México. Además, debe agregarse que entre marzo y abril se celebra-
ban las estas religiosas más importantes del año, lo cual a buen seguro
impactó el nivel productivo de las minas, al existir menos días laborales.
Finalmente, durante este periodo se produjo un kilogramo de oro
por cada 48.79 kg de plata. Creo que esta equivalencia es bastante alta.
Aunque no poseo información para averiguar el ratio oro-plata en los
dos siguientes periodos, ésta será una de las observaciones que se harán
a lo largo de este parágrafo. Como se armó un poco más atrás, la
búsqueda de minerales con alto contenido de oro era central dentro de
la empresa minera potosina, puesto que el benecio de menas con alto
contenido de oro, vinculado a poca cantidad de plata, impactaba de
manera directa sobre el coste de la producción, y por ende sobre la tasa
de ganancia de la empresa minera.
Desde invierno de 1628 hasta otoño de 1636
Hacia 1628 comenzó a funcionar la Caja Real de San Luis Potosí. La
información se torna más consistente porque se pueden utilizar los libros
mayores de Real Hacienda, con sus sumarios de minerales. Debe ponerse
atención al hecho de que la información hasta aquí presentada se había
desprendido de una fuente distinta; las manifestaciones de minerales,
las cuales funcionaron durante el primer cuarto del siglo , pero no
se han conservado en su totalidad. Por fortuna, a partir de la fundación
de la caja en territorio potosino es posible inferir la fecha de los registros
mediante el modelo de datación expuesto dentro del parágrafo anterior.
Los sumarios de diezmo y quinto de plata se encuentran completos
dentro de los libros mayores de Real Hacienda. La producción trimes-
tral de plata puede reconstruirse a partir de esta fuente. Empero, no
338
existen sumarios de oro cuya lógica permita la aplicación del modelo
de datación; desde 1628 hasta aproximadamente 1647, éstos muestran
el total del mineral acumulado de acuerdo con su calidad (ley), pero no
siguen una lógica temporal. Faltando esta herramienta, es imposible
desprender agregaciones trimestrales. Por todo lo anterior, no se presen-
tan series de metal amarillo para este periodo.
La Gráca 43 muestra la producción de plata para el periodo 1628 a
1636. Se puede observar que la serie original presenta mucha variación.
A diferencia de lo que se había visto para 1618-1624, en este tramo pare-
ce no existir un componente estacional constante porque las variaciones
de la serie son muchas. Aunque es cierto que la serie tiene un rango muy
grande, se debe aceptar también que la oscilación de ella no ocurre de
manera descontrolada; no se presentan máximos y mínimos del orden
observado dentro de la agregación mensual.
G 43
P , 1628 1636
C R S L P
1.5
2.5
3.5
4.5
5.5
6.5
7.5
8.5
9.5
10.5
Millares
Total Ciclo - Tendencia
El componente TC tiene una media de 5 455.93 kg de plata cada
tres meses. Se puede ver que la producción de las minas de San Luis
Potosí ha descendido, si se tiene en cuenta que el valor reportado para el
339
G 44
P. F . 1628 1636
periodo anterior es de casi 7 500 kg. Sin embargo, se debe aceptar que
la tendencia de la producción, cuando menos hasta 1633, experimentó
un pequeño repunte. El impacto de la caja real sobre la producción de
plata, en principio, parece benéco; los ciclos que se desarrollan entre
el otoño de 1628 a la primavera de 1630, y de nuevo desde verano del
30 hasta otoño del 31, aunque más cortos, se parecen mucho a los que
se habían visto durante los años 1618-1624, periodo de alta producción.
Es más, el periodo subsiguiente (1631-1633) está marcado por un ciclo
un tanto más largo, durante el cual el producto crece e incluso llega a
superar el límite de los 8 000 kg hacia nales de 1633. Sin embargo,
algo pasó en el ocaso de aquel año porque fue justo cuando la produc-
ción comenzó a descender. El ciclo depresivo arranca hacia otoño de
1633 y continuó hasta nales de 1636, pese a que la curva descendente
se detuvo un poco en 1635.
La Gráca 44 muestra los factores estacionales para la producción
de plata. Salta a la vista que la serie presenta grandes variaciones en
el transcurso del periodo; esto hace evidente que la serie no presen-
ta estacionalidad estable. Se puede calicar el rango de estacionalidad
en un nivel medio, puesto que el valor obtenido es 43.09%; pese a la
0.
8
0.
9
0.
9
1.
0
1.
0
1.
1
1.
1
1.
2
1.
2
1.
3
INVIERNO PRIMAVERAVERANOOTOÑO
340
irregularidad de la estacionalidad, ésta sí juega cierto papel en la estruc-
tura de la serie. Además, es interesante la forma que toman los factores
estacionales; el dominio del otoño, junto con la baja productividad aso-
ciada tanto a la primavera como al verano, que ya se había observado en
el periodo anterior.
La Tabla 35 presenta los valores para las pruebas realizadas para
determinar el carácter de la estacionalidad en la serie.
T 35. P
. T . A .
M . I 1628 1636
Estadístico Signicancia
Prueba F para estacionalidad estable -
Serie original 0.949 43.03%
Prueba F para estacionalidad estable -
Componente S x I 1.247 30.91%
Prueba Chi Cuadrado (Kruskal - Wallis)
para estacionalidad estable 3.817 28.19%
Prueba F para estacionalidad móvil 2.023 5.82%
Fuente: Elaboración propia a partir de las pruebas de estacionalidad del modelo X-13 Arima-
Seats. Serie de datos en el anexo 7 del presente libro.
Pues bien, como se había anunciado, la serie no tiene estacionalidad
estable. La gran sorpresa es que la estacionalidad móvil también ha sido
rechazada al nivel del 5%. La variación de los factores es demasiada.
Tal vez la ruptura productiva que se encuentra hacia 1634 haya tenido
mucho efecto sobre las mediciones realizadas por el modelo. ¿Si se mide
hasta 1633, se encontrará estabilidad estacional en la serie? Tal vez no,
pero creo que sí se alcanzaría a determinar que el componente estacio-
nal es móvil.
Si se compara lo acontecido entre 1628 y 1636 con lo que se había
visto para 1618-1624, ¿se puede comenzar a especular que los ciclos pro-
ductivos crecientes se encuentran asociados a la estabilidad de los factores
estacionales? Es preciso revisar los años subsiguientes para ver si la infor-
mación continúa sugiriendo este patrón.
341
G 45
P , 1636 1651.
C R S L P
Desde invierno de 1639 hasta otoño de 1651
Los datos para el periodo que corre de 1636 a 1638 se encuentran perdi-
dos. Los libros mayores correspondientes a aquellos años no aparecen en
los listados del Archivo General de Indias. De esta manera, la serie aquí
analizada comienza en 1639 y termina en el otoño de 1651. Debe no-
tarse que durante octubre de aquel año fue cerrada la Caja Real de San
Luis por órdenes del conde de Alba de Liste, virrey de la Nueva España.
Por ende, la serie termina con el último trimestre de 1651.
En la Gráca 45 se muestra la producción de plata para este pe-
riodo. El comportamiento de la serie original es interesante: hasta co-
mienzos de 1642 presenta una estructura que puede ser fuertemente
estacional; empero, esta característica se desdibujó a partir de aquel año;
las subidas y bajadas de la serie se hacen más cortas, pero más nerviosas.
Ésta parece transformarse en un fenómeno estacionario, el cual uctúa
alrededor de los 3 000 kg trimestrales, sin un patrón estacional claro.
El análisis que se puede desprender del componente TC es muy
interesante: se observa la sensible caída de la producción entre la prima-
vera de 1640 y la de 1641; durante dicho año, la plata registrada en la
Caja Real de San Luis se redujo de 6 541 kg por trimestre a sólo 3 146.
2
3
4
5
6
7
8
1639.
1
1639.
2
1639.
3
1639.
4
1640.
1
1640.
2
1640.
3
1640.
4
1641.
1
1641.
2
1641.
3
1641.
4
1642.
1
1642.
2
1642.
3
1642.
4
1643.
1
1643.
2
1643.
3
1643.
4
1644.
1
1644.
2
1644.
3
1644.
4
1645.
1
1645.
2
1645.
3
1645.
4
1646.
1
1646.
2
1646.
3
1646.
4
1647.
1
1647.
2
1647.
3
1647.
4
1648.
1
1648.
2
1648.
3
1648.
4
1649.
1
1649.
2
1649.
3
1649.
4
1650.
1
1650.
2
1650.
3
1650.
4
1651.
1
1651.
2
1651.
3
1651.4
Millares
Total plataCiclo - Tendencia
342
Es una caída de más del 50% en tan corto tiempo, y aunque durante el
otoño de 1641 se superaron los 6 000 kg, la verdad es que ese trimestre
fue una excepción; durante los periodos subsiguientes la producción
rara vez alcanzó los 4 000 kg.
En todos los periodos anteriores, los ciclos cortos tenían una estruc-
tura muy similar: duración aproximada de dos años, de los cuales uno
era de franco ascenso y el otro de regreso, para terminar en un nivel
parecido al inicial. Aunque ya se observaba cierto cambio hacia 1634,
no fue hasta este periodo (1639-1651) en que la forma del ciclo corto
se modica de una manera claramente observable. El ciclo que abarca
desde el otoño de 1639 hasta la primavera de 1641 presenta una estruc-
tura muy similar a la ya descrita. Empero, se observa el descenso que
comienza en la primavera de 1640, el cual no se logra estabilizar sino
hasta la primavera de 1641 y en un nivel muy por debajo de los 5 129
kg en que había comenzado el ciclo. Se puede armar que a partir del
verano de aquel año existe una fuerte ruptura; el componente TC no
exhibe ya presencia de estacionalidad. Los máximos y mínimos de las
series se hacen menos pronunciados en cada una de las observaciones,
lo que elimina de facto la varianza debida al transcurso de las estaciones
del año.
Además, se puede observar que el año 1644 parece haber sido muy
malo para la plata potosina; la producción no cesó de bajar a lo largo del
mismo; este ciclo descendente comienza con 3 587 kg de plata para el
otoño de 1643 y naliza con una media de 2 066 kg en otoño de 1644. A
continuación, es cierto, hay cierta recuperación de la capacidad producti-
va; hacia el invierno de 1644 la producción alcanza de nuevo una media
de 3 644 kg. Empero, la estructura antes observada se encuentra toca-
da; los ciclos son cada vez más nerviosos, la producción parece uctuar
en torno a una media de poco más de 3 000 kg en cada trimestre.
En la Gráca 46 se muestran los factores estacionales de la produc-
ción de plata para el periodo del invierno de 1639 al otoño de 1651.
No hay nada que pueda sorprender sobremanera, porque la Gráca 45
ya anunciaba que la estacionalidad de la serie era muy irregular. Ante
todo, salta a la vista que la forma canónica (primer semestre por encima
de la media; segundo y tercero por debajo de la misma, con un cuarto
semestre muy alto), observada para todos los periodos anteriores, no se
encuentra presente en este caso ni siquiera en los valores medios.
343
G 46
P. F . 1639 1651
Se alcanza a percibir un primer trimestre ligeramente por encima
de la media. Aunque se puede observar que a principios del periodo
estudiado los inviernos se encontraban muy por debajo de la media, al
transcurrir de los años, la producción dentro de los primeros trimestres
fue en ascenso; hacia el nal del periodo se encuentra una sensible baja
hacia valores cercanos a la media. El segundo trimestre es el que pre-
senta mayor variación: describe una parábola con una caída acelerada a
comienzos del periodo, estabilización en niveles bajos y repunte acele-
rado al nal del mismo.
De acuerdo con la Gráca 46, los veranos comenzaron por deba-
jo de la media, aunque fueron creciendo conforme avanzó el periodo.
Una vez que alcanzaron cierto nivel por encima de la media, cerraron
el periodo de análisis con un descenso notable. El factor estacional -
nal para los veranos se ubicó apenas ligeramente sobre la media. Por
último, los otoños presentan un comportamiento casi a la baja durante
este periodo. Comienzan en niveles bajos y, aunque tienen un repunte,
pronto descendieron hacia los valores iniciales; el factor estacional nal
es el más bajo de todo el año, lo cual contrasta notablemente con lo
0.85
0.90
0.95
1.00
1.05
1.10
1.15
1.20
1.25
INVIERNO PRIMAVERAVERANOOTOÑO
344
que se había observado hasta este momento, puesto que la forma de los
factores estacionales hasta este momento presentaba un otoño de muy
alta producción.
El rango de estacionalidad es de 38.35%, por lo cual se puede ca-
racterizar al periodo que transcurre entre invierno de 1639 y otoño de
1651 como de estacionalidad media. Empero, la reducción de la estacio-
nalidad dentro de la producción de plata es notable si se compara con
los anteriores periodos. Si se pone atención en los factores nales para
cada uno de los trimestres, se podrá observar que el rango de cada uno
de ellos es sólo marginal respecto de la media; el invierno tiene un va-
lor de 103.69%; la primavera, 98.49%;y el verano 100.65%, mientras
que el otoño alcanza 96.91%. Si se toman en cuenta estos valores, la
estacionalidad alcanza un rango de apenas 6.76% en promedio, lo cual
nos muestra una variación casi nula.
Las pruebas para determinar el carácter de la estacionalidad en el
total de plata registrada arrojan los resultados de la Tabla 36.
T 36. P
. T . A .
M . I 1639 1651
Estadístico Signicancia
Prueba F para estacionalidad estable -
Serie original 0.609 61.24%
Prueba F para estacionalidad estable -
Componente S x I 0.163 92.09%
Prueba Chi Cuadrado (Kruskal - Wallis)
para estacionalidad estable 0.592 89.82%
Prueba F para estacionalidad móvil 0.680 78.96%
Fuente: Elaboración propia a partir de las pruebas de estacionalidad del modelo X-13 Arima-
Seats. Serie de datos en el anexo 7 del presente libro.
Si bien no debe sorprender que las pruebas para estacionalidad esta-
ble hayan sido rechazadas de manera tajante, lo que sí llama la atención
es el valor alcanzado por el estadístico F, en el caso de la prueba para
estacionalidad móvil; únicamente 0.68, lo cual da como resultado un
78.96% que rechaza de manera absoluta la presencia de estacionalidad
345
de este tipo. La Tabla 36 es categórica. Queda rechazada la hipótesis de
que la serie contiene alguna forma de estacionalidad. Ésta es la primera
vez en que no se puede argüir siquiera la presencia residual de un com-
ponente estacional dentro de la serie productiva.
En conclusión, la nula estacionalidad de la serie se encuentra vin-
culada a una tendencia decreciente dentro de la producción registrada.
Además, se observa con claridad la destrucción del ciclo corto, el cual
pasó de tener una duración más o menos estable de dos años a presen-
tar un comportamiento bastante errático. Todo parece indicar que la
plata registrada en la Caja Real de San Luis Potosí decreció de manera
acelerada durante este periodo, aunque habrá que esperar a la revisión
de las series anuales para hacerse una idea más clara sobre este punto.
Desde una perspectiva puramente hipotética, se puede hablar de cierta
relación causal entre la caída de la producción registrada y la ausencia
de estacionalidad.
Desde invierno de 1654 hasta primavera de 1666
A partir de 1654 los datos de la Caja Real de San Luis Potosí presentan
pocos huecos. Si bien es cierto que la irregularidad de los cortes de caja
se disparó (lo cual es un problema similar en todas las cajas reales de la
Nueva España),41 también lo es que la Tesorería potosina ya no se clau-
suró a partir de aquel momento, lo cual permitió un funcionamiento
más regular en la scalidad potosina. Más importante aún que todo lo
anterior es el hecho de que los libros mayores para el periodo 1654-1701
se encuentran casi completos en el Archivo General de Indias. Se debe
agregar que, a partir de la reapertura de la Caja Real de San Luis, el 27
de noviembre de 1653, los sumarios de oro fueron transcritos al libro
mayor en el mismo formato que los de plata. Esto permite utilizar el
modelo de datación para la producción de oro, lo cual redunda en la
obtención de series trimestrales para el oro de San Luis.
En la Gráca 47 se muestra la serie de producción trimestral de pla-
ta para el periodo que corre desde el invierno de 1654 hasta la primavera
de 1666. Se puede ver que la serie original se comporta nerviosamente,
41 Véase, por ejemplo, Michel Bertrand, Grandeza y miseria del ocio: los ociales de la Real
Hacienda de la Nueva España, siglos xvii y xviii (México: Fondo de Cultura Económica, 2011).
346
pues presenta subidas y bajadas de forma casi sucesiva; este comporta-
miento indica poca estacionalidad. La situación es muy similar a lo que
ya se había observado para el anterior periodo (1639 a 1651). Alrededor
de 1661, la serie comienza a comportarse de manera distinta, puesto
que se acentúa la volatilidad de ésta; durante el invierno de 1661 la pro-
ducción de plata llegó sólo a los 674 kg, que marca uno de los puntos
más bajos dentro de San Luis, mientras que sólo cuatro años después,
durante el invierno de 1665 se produjeron alrededor de 4 227 kg del
mineral. Esto es un incremento de más del 600% en sólo cuatro años.
Evidentemente, éstos son valores atípicos;42 sin embargo, no se puede
negar que hubo un cambio signicativo en la estructura productiva (o
cuando menos en la scalización de la minería) a partir del año 1661,
aunque este fenómeno se observará de mejor manera dentro de la agre-
gación anual.
42 En estadística, los valores atípicos (en inglés, outliers), es decir, aquellos valores que
se alejan por mucho de la media, suelen ser tratados como errores de observación y es muy
común dejarlos fuera de las pruebas paramétricas.
G 47
P , 1654 1666.
C R S L P
0.5
1
1.5
2
2.5
3
3.5
4
4.5
1654.1
1654.2
1654.3
1654.4
1655.1
1655.2
1655.3
1655.4
1656.1
1656.2
1656.3
1656.4
1657.1
1657.2
1657.3
1657.4
1658.1
1658.2
1658.3
1658.4
1659.1
1659.2
1659.3
1659.4
1660.1
1660.2
1660.3
1660.4
1661.1
1661.2
1661.3
1661.4
1662.1
1662.2
1662.3
1662.4
1663.1
1663.2
1663.3
1663.4
1664.1
1664.2
1664.3
1664.4
1665.1
1665.2
1665.3
1665.4
1666.1
1666.2
Millares
Total en Kg Ciclo - Tendencia
347
Al igual que la serie original, el componente TC muestra el cambio
estructural sufrido a comienzos de la década de 1660. Es evidente que
decrece la tendencia con que comienza la serie. Desde 1654 hasta 1663
se observa una lenta pero innegable reducción productiva. El periodo
comienza con una media de 3 259 kg de plata en cada trimestre, y baja
rápidamente a 2 659 kg en invierno de 1651. A partir de la primavera de
aquel año hay un ligero repunte que lleva la producción al borde de los
3 000 kg, aunque éste será de corta duración; en 1657 se impone de nuevo
la tendencia a la baja. La producción desciende hasta que en el otoño de
1658 se estabiliza en torno a los 2 259 kg., para bajar de nuevo en el
invierno de 1662 hasta 1 785 kg. La producción se ha reducido en poco
más del 50% en sólo nueve años.
Algo que se debe observar detenidamente en este periodo, es un fe-
nómeno que no había aparecido en las series que ya han sido revisadas:
el componente ciclo-tendencia presenta periodos de tiempo durante los
cuales se observa un comportamiento marcadamente estacionario de
la producción. Si se recuerda el TC para la serie 1639 a 1651, se puede
ver que el ciclo corto se torna en extremo nervioso, exhibiendo picos
y valles en espacios de dos a tres trimestres. En contraste, esta serie
muestra periodos de marcado descenso intercalados con espacios en
que la línea de tendencia se muestra casi paralela al eje de las abscisas.
Por ejemplo, a partir del otoño de 1658 y hasta la primavera de 1661 la
línea que marca la tendencia uctúa en torno a una media de 2 290 kg.
Este comportamiento es casi comatoso.
Hacia el nal del periodo, la serie muestra un cambio radical. Ya
existe un primer ciclo a partir del invierno de 1662, el cual muestra
una pequeña recuperación de la capacidad productiva; hacia el otoño
de aquel año retornan niveles cercanos a los 2 000 kg trimestrales. Este
ciclo naliza en la primavera de 1662 con valores muy similares a los
que se habían observado al comienzo de él. A partir de ese momento, la
producción se recupera. La forma del siguiente ciclo es muy parecida a
la que se había observado para la producción de oro y plata dentro del
periodo 1618-1624; ciclos de dos años con una pronunciada subida en el
primero y un retorno a niveles productivos similares durante el segun-
do. Como se puede observar, lo acontecido entre el verano de 1663 y el
invierno de 1665 tiene justo la forma descrita. El siguiente ciclo tiene
una forma similar, aunque es más corto.
348
La producción registrada por la Caja Real de San Luis Potosí no
había dejado de descender desde el otoño de 1634, cuando registró una
media de 5 480 kg de plata. Hacia 1662 se comienza a la postre a re-
vertir la tendencia descendente. Empero, el nivel productivo es inferior;
en sus picos el ciclo corto alcanza nada más los 2 667 kg. Ya se verá en
el próximo periodo si esta recuperación permitió que la producción de
plata repuntase en el mediano plazo.
En la Gráca 48 se muestran los factores estacionales de la plata. De
la misma manera que para el periodo anterior, los factores estacionales son
poco estables. Las uctuaciones dentro de las cuatro estaciones son grandes,
en particular al inicio de la serie. Sin embargo, hacia el nal del periodo
aquí analizado los factores ganan cierta estabilidad. No hay que engañarse;
la estacionalidad, si acaso existe, se encuentra lejos de ser estable.
Si se ha de hacer caso a la Gráca 48, el año comienza con un perio-
do invernal de producción por debajo de la media (92.51%). Aunque los
factores uctuaron bastante, se puede ver que siempre se mantuvieron
por debajo de la línea que marca el valor 1 (la media absoluta) dentro
de este periodo de análisis. Se puede presumir que, cuando menos en
este caso, la estacionalidad afecta a la serie. A continuación, se presenta
G 48
P. F . 1654 1666
0.85
0.90
0.95
1.00
1.05
1.10
INVIERNO PRIMAVERAVERANOOTOÑO
349
una primavera con valores cercanos a la media (99.9%), aunque se debe
entender que esto es sólo en el cómputo total del periodo, porque los
factores variaron muchísimo en las observaciones aquí presentadas. Du-
rante el verano la producción subió ligeramente, aunque con algunos
retrocesos a lo largo del periodo (101.13%). A la postre, la producción
más alta del año se alcanza en el otoño (105.92%). Las medias de los
factores estacionales fueron como una escalera.
Se puede calicar el rango de estacionalidad como intermedio ya
que éste es de 22.88%. Aunque también debe anotarse el hecho de que
este rango es el más bajo que se ha registrado hasta el momento. Ahora
bien, si se tienen en cuenta los valores medios de los factores, el rango
es de 13.41%. Esto es más del doble respecto al periodo anterior. En la
Tabla 37 se muestran los valores obtenidos por esta serie al momento de
caracterizar la estacionalidad.
T 37. P
. T . A .
M . I 1654 1666
Estadístico Signicancia
Prueba F para estacionalidad estable -
Serie original 2.121 11.2 0 %
Prueba F para estacionalidad estable -
Componente S x I 2.530 6.88%
Prueba Chi Cuadrado (Kruskal - Wa-
llis) para estacionalidad estable 8.875 3.10%
Prueba F para estacionalidad móvil 1.748 10.55%
Fuente: Elaboración propia a partir de las pruebas de estacionalidad del modelo X-13 Arima-
Seats. Serie de datos en el anexo 7 del presente libro.
No puede sorprender que fallasen las tres pruebas para estaciona-
lidad estable, así como la de estacionalidad móvil. Sin embargo, debe
notarse que los valores obtenidos son mucho mejores si se comparan
con los del periodo anterior, donde la signicancia alcanzó el 92.02%
en el caso de la prueba F para estacionalidad estable. Se puede especu-
lar que, si se eliminan los primeros años del periodo, los valores de las
pruebas alcanzarían niveles marginales de aceptación para la hipótesis
350
de estacionalidad estable en el caso de la prueba Kruskal-Wallis. Por úl-
timo, es interesante que el valor para estacionalidad móvil sea más alto
que para las pruebas de estacionalidad estable con el componente SxI.
En términos generales, la serie de producción total de plata se parece
mucho a las que se habían observado en periodos anteriores, donde el
otoño se colocaba como la estación más importante del año en cuanto a
producción de plata. ¿Acaso el otoño era la mejor estación para producir
plata en San Luis Potosí? Cuando menos en lo que se ha analizado, los
periodos de producción creciente se encuentran vinculados, en primer
término, a factores estacionales estables y, en segundo lugar, a otoños con
una producción por encima de la media. Es preciso revisar la producción
de oro para comparar los resultados obtenidos por la serie de plata.
El cambio administrativo en la Caja Real de San Luis, después de su
reapertura en noviembre de 1653, posibilitó la estandarización de los
sumarios de oro. Precisamente, en la Gráca 49 se encuentran los valo-
res obtenidos por el metal amarillo para este periodo. La serie original
nos muestra un sensible descenso respecto a los valores obtenidos para
el periodo 1618-1624, cuando en promedio se produjeron 166 kg de oro
G 49
O , 1654 1666.
C R S L P
0.1
0.3
0.5
0.7
0.9
1.1
1.3
1654.1
1654.2
1654.3
1654.4
1655.1
1655.2
1655.3
1655.4
1656.1
1656.2
1656.3
1656.4
1657.1
1657.2
1657.3
1657.4
1658.1
1658.2
1658.3
1658.4
1659.1
1659.2
1659.3
1659.4
1660.1
1660.2
1660.3
1660.4
1661.1
1661.2
1661.3
1661.4
1662.1
1662.2
1662.3
1662.4
1663.1
1663.2
1663.3
1663.4
1664.1
1664.2
1664.3
1664.4
1665.1
1665.2
1665.3
1665.4
1666.1
1666.2
Cientos
Oro 24quilates en Kg Ciclo - Tendencia
351
en cada trimestre. Para 1654-1666, la serie original sólo supera en tres
ocasiones los 100 kg. En realidad, la producción se ubica en un prome-
dio de 63.91 kg de oro.
La serie presenta un comportamiento que, en primer término, pa-
rece un tanto inestable aunque las uctuaciones se equilibran en torno
al nivel marcado por los 60 kg. El componente TC muestra un ci-
clo transcurrido entre verano de 1654 y primavera de 1656, el cual es
muy parecido al observado entre 1619 y 1620; el primer año, con un
crecimiento sostenido de la producción; y el segundo, con un retorno
hacia los valores iniciales. A partir del verano de 1656 la tendencia-ciclo
muestra un comportamiento de mucha estabilidad, cuando menos hasta
la primavera de 1659, pues desde aquella fecha hasta el otoño de 1660 la
producción sufre un ligero descenso. Se puede armar que 1656-1658 y
1658-1660 son dos ciclos un tanto mal formados. El primero ve un po-
bre crecimiento de la producción, mientras que en el segundo hay un
pequeño descenso. En términos generales, si se observan estos cuatro
años, se puede hablar de un comportamiento comatoso muy parecido
al observado para este mismo espacio de tiempo en el caso de la plata.
A partir de 1661 la producción de oro en San Luis Potosí cambia
sustancialmente, puesto que dicho año es el inicio de un marcado ciclo
de crecimiento; la producción se elevó desde el otoño de 1660 hasta el
verano de 1662, e inicia a partir de ahí el camino de vuelta. El ciclo
termina hacia el invierno de 1664; había durado cuatro años y consti-
tuye el más grande que se haya analizado hasta este momento. Se puede
armar que la tendencia decreciente de la producción de oro se invirtió
a partir del año 1661, cuando la producción se recupera de forma ligera
pero marcada; a diferencia de la plata, donde el repunte es muy tímido,
en el oro la tendencia se invierte claramente. Este descubrimiento es
central en el desarrollo del presente libro, puesto que una de las hi-
pótesis era la extensión del ciclo depresivo durante el siglo ; ahora
ya se sabe que hacia el comienzo de los sesenta la producción de oro
experimentó una ligera recuperación. Debe advertirse que este punto se
desarrollará a fondo dentro del siguiente apartado, pues la agregación
anual permite observar de mejor manera la tendencia de la producción.
La Gráca 50 presenta los factores estacionales para la serie de oro.
El rango de estacionalidad se ubica en 42.2%, lo que quiere decir que
se puede catalogar como intermedia. Se puede ver que los factores pre-
sentan variación a lo largo del periodo. Las medias, aunque no sean tan
352
representativas del total de los datos, nos entregan la siguiente forma:
un invierno muy bajo (83.84%), seguido por una primavera un tanto
mejor pero todavía por debajo de la media anual (93.08%). De manera
sorprendente (si se tiene en cuenta lo que se había podido observar para
los periodos anteriores), el verano se posiciona como la estación más
productiva dentro de la serie, además de tener los factores más estables
(115.84%). Por último, el otoño cierra con valores altos y con una ten-
dencia a la alza a lo largo del periodo (106.97%). Si se observa la forma
que tienen los factores hacia el nal del periodo, una época de clara
recuperación productiva, éstos son parecidos a los encontrados para el
periodo 1618-1624, con la salvedad de que el verano se presenta con
valores por encima de la media.
G 50
O. F . 1654 1666
0.75
0.80
0.85
0.90
0.95
1.00
1.05
1.10
1.15
1.20
INVIERNO PRIMAVERAVERANOOTOÑO
Ya se había visto cómo los componentes TC para la plata y el oro pre-
sentan marcadas diferencias. Pues bien, aquí se puede ver cómo la forma
de los factores estacionales también diverge para las dos producciones.
353
En los valores medios de los factores estacionales existe una presencia
marcada de estacionalidad para el oro (32%), mientras que en el caso
de la plata la variación es pequeña (13.41%). Además, las variaciones
experimentadas por éstos mismos tienen formas muy diferentes en las
Grácas 48 y 50. A partir de lo que se había observado para el periodo
1618-1624, todo parecía indicar que la producción de oro podía consi-
derarse como una función de la producción de plata. Sin embargo, el
análisis de esta serie muestra que esta relación no es precisamente lineal.
La Tabla 38 contiene los resultados de las pruebas para determinar
el carácter de la estacionalidad durante este periodo.
T 38. P
. T . A . M
. I 1654 1666
Estadístico Signicancia
Prueba F para estacionalidad estable -
Serie original 3.064 3.83%
Prueba F para estacionalidad estable -
Componente S x I 3.894 1.46%
Prueba Chi Cuadrado (Kruskal - Wa-
llis) para estacionalidad estable 12.173 0.68%
Prueba F para estacionalidad móvil 0.814 62.69%
Fuente: Elaboración propia a partir de las pruebas de estacionalidad del modelo X-13 Arima-
Seats. Serie de datos en el anexo 7 del presente libro.
Ambas pruebas paramétricas para estacionalidad estable fueron re-
chazadas al nivel de 0.1%, pero ésta es la signicancia más cercana al
nivel de aprobación que se ha visto desde 1624. Dado lo anterior, no
debe sorprender que la prueba no paramétrica haya sido aprobada al 1%.
Dadas las características de la información presentada, creo que se puede
armar que esta serie presenta estacionalidad estable. Sin embargo, la es-
tacionalidad móvil fue rechazada de manera absoluta. El carácter mismo
354
de la estacionalidad de la serie de oro se contrapone a la de la plata,
en la cual no se pudieron encontrar pruebas sucientes para determinar
estacionalidad estable o móvil; durante este periodo hubo diferencias es-
tructurales entre los dos géneros.
Se produjo en promedio un kilogramo de oro por cada 41.36 kg
de plata en cada trimestre. Aunque debe señalarse que entre el otoño de
1660 y el verano de 1663, cuando la producción de oro se recuperaba
y la de plata continuaba deprimida, el promedio apenas alcanzaba los
27.45 kg de plata/oro; durante el primer trimestre de 1661 se llegó a
registrar un ratio de 16.16 kg de plata/oro. Debe tenerse en cuenta que
para el periodo 1618-1624 el ratio más pequeño se encontró en el otoño
de 1622, con 36.92 kg de plata / oro, lo cual muestra que el ratio alcan-
zado por el oro en este periodo es en verdad interesante.
El análisis de estas series deja cuatro conclusiones. En primer lugar,
mientras en 1661 la producción de plata se encontraba en uno de los
momentos más críticos de su trayectoria durante el siglo , la de oro
se recuperaba e incluso crecía: si se comparan las dos series mediante
una regresión, se obtiene un coeciente de R2 de 4% para las series
totales y un magro 1% para los ciclos-tendencia; son marcadamente
diferentes entre ellas. Esto muestra de manera casi irrefutable que du-
rante este periodo cada género productivo tuvo un comportamiento
relativamente independiente.
En segundo término, salta a la vista el cambio que se produce en las
series a partir del comienzo de la década de 1660. Existen cambios en
el nivel productivo, o bien scal, los cuales se reejan en la lenta pero
innegable recuperación de la capacidad productiva experimentada por
ambas producciones durante los años sesenta de aquel siglo. Para la
plata, esta situación es notoria a partir de 1663, mientras que para el
oro la tendencia decreciente se detiene desde 1658 e incrementa su pro-
ducción sensiblemente a partir de 1661. Se puede apreciar que la crecida
cantidad de oro producido en este periodo no sólo procedió de barras
con el oro mezclado con plata, sino también de oro en tejos, el cual era
beneciado con azogue.43
43 En el libro mayor, dentro del ramo de azogues, se encuentra la siguiente partida: “Há-
ceseles cargo a los dichos ociales Reales de San Luis Potosí de 165 tomines 7 granos de oro
355
En tercer lugar se debe recordar que en las barras producidas por los
mineros, los dos géneros de metales preciosos se encontraban ligados.
La presencia de mayor cantidad de oro respecto a una menor proporción
de plata hacía que el costo del apartado fuese menor, lo cual redundaba
en una rentabilidad mucho mayor de las barras. ¿Los mineros podían
ganar más produciendo menos? Todo parece indicar que la búsqueda de
minerales de alta ley (gran cantidad de oro vinculado a menor cantidad
de plata) se encuentra enfocada a incrementar la tasa de ganancia de
la empresa minera, y que ésta fue la estrategia seguida por los mineros
durante este periodo.
Por último, se debe poner atención en la serie de oro que se ha ex-
puesto aquí; presenta ciclos cortos bien denidos, estacionalidad que se
puede calicar como de rango intermedio y estable. Estas características
se correlacionan con periodos de producción creciente. Por su parte, la
serie de plata deja ver un comportamiento marcadamente estacionario
y sin ciclos cortos denidos. En el metal blanco, el rango de estacionali-
dad se puede ubicar (apenas marginalmente) en el intervalo intermedio,
mientras que las pruebas aplicadas no permiten identicar estaciona-
lidad de carácter móvil o estable. Estas características estructurales se
conjugan con una tendencia marcadamente decreciente. Habrá que ver
si el análisis de los tres periodos siguientes conrma la causalidad aquí
observada.
Desde verano de 1666 hasta otoño de 1678
En la Gráca 51 se han vaciado los datos para la producción total de
plata desde el verano de 1666 hasta el otoño de 1678. La forma de la
común que en 20 de octubre de 1663 metieron en la Real Caja de su cargo, Dionisio de Rojas,
Joseph Álvarez y Juan Díaz, mineros del nuevo benecio de oro en la dicha ciudad por el
valor de 2 quintales de azogue que se les repartieron por el contador Don Joseph de Vitoria
en virtud del decreto del virrey para los ensayes y nuevo benecio de sacar oro por azogue de
los cuales han quintado en dicha Real Caja el oro que ha procedido de dichos dos quintales
de azogue que corresponden a más de 30 quintales gastados en el benecio de plata y por ser
en tejo lo de oro no se ha quintado ni sacado por los susodichos ninguna plata con dichos
azogues como parece por el libro” (, Contaduría, Cajas Reales de la Nueva España, 923-A,
6, foja 227 frente).
356
serie original es interesante porque diere de lo que se había podido
apreciar para 1654-1666. Se puede ver que la serie se hace más volátil;
por ejemplo, la producción pasó de 5 349.89 kg de plata en primavera
de 1667 a sólo 998.24 kg en el verano de 1667; hay más varianza en la
producción de plata durante este periodo.
G 51
P , 1666 1678.
C R S L P
0.9
1.4
1.9
2.4
2.9
3.4
3.9
4.4
4.9
5.4
1666.3
1666.4
1667.1
1667.2
1667.3
1667.4
1668.1
1668.2
1668.3
1668.4
1669.1
1669.2
1669.3
1669.4
1670.1
1670.2
1670.3
1670.4
1671.1
1671.2
1671.3
1671.4
1672.1
1672.2
1672.3
1672.4
1673.1
1673.2
1673.3
1673.4
1674.1
1674.2
1674.3
1674.4
1675.1
1675.2
1675.3
1675.4
1676.1
1676.2
1676.3
1676.4
1677.1
1677.2
1677.3
1677.4
1678.1
1678.2
1678.3
1678.4
Millares
Total plataCiclo - Tendencia
El componente TC muestra que la tendencia es al alza, pese a un
comienzo bastante lento. Aunque ya se veían signos de recuperación
productiva desde 1663, el fenómeno que aparece en este periodo marca
un cambio importante en la tendencia de la plata potosina ya que por
primera vez en más de treinta años la pendiente de la línea de tendencia
registró valores positivos. La producción de plata pasó de 2 500 kg en
cada trimestre hacia 3 000 kg al nal del periodo. Tal vez no parezca
una gran recuperación, pero el hecho mismo es signicativo porque se
pensaba que la producción de plata prácticamente había desaparecido
357
en el siglo . Esta actividad no sólo estuvo lejos de desaparecer, sino
que se puede identicar un ciclo de crecimiento sostenido durante casi
toda la década de 1670.
El punto de inexión parece ser el año 1668, cuando la producción
comienza a recuperarse después de una fuerte caída el año anterior. Ya
el otoño de 1667 anuncia la recuperación, puesto que se alcanzaron
2 611.98 kg, lo que sobrepasa ligeramente la media, pero en el otoño
siguiente se produjeron 3 746.63 kg. Incluso se alcanzaron a producir
más de 5 000 kg durante dos trimestres de 1677, pero es la concatena-
ción de alta producción lo que aparecerá como un ciclo creciente en las
agregaciones anuales y quinquenales.
El ciclo corto es interesante: mientras durante el periodo anterior
el componente TC muestra un comportamiento que no se puede cali-
car de cíclico –aunque este comportamiento se rompe, tal vez, hacia
1661–, durante el presente se observan claramente dos ciclos completos;
el primero desde el otoño de 1667 hasta el invierno de 1672. Luego a
partir de primavera de 1672 hasta verano de 1676. Cada uno de ellos
dura aproximadamente cuatro años, con una forma un tanto curiosa;
un primer año de ligero crecimiento, seguido de un segundo año de
estabilización. El tercer año es de crecimiento, mientras el cuarto ve el
retorno a niveles semejantes a los iniciales. Por último, el año de 1677
ve el comienzo de un ciclo que a estas alturas ya se puede calicar de
corte clásico en la producción de plata potosina, puesto que a partir de
aquel año la producción comenzó a crecer y en el año siguiente retornó
a valores similares a los del inicio.
La Gráca 52 contiene los factores estacionales obtenidos para
la producción de plata durante este periodo. Es evidente que esta es
una producción que experimentó muchas variaciones a lo largo de los
doce años y medio que aparecen en la serie. Tal vez sean los factores
más irregulares que se han visto hasta ahora. Empero, debe notarse
que los cuatro factores presentan forma de parábola, lo cual quiere
decir que la tendencia estacional se invirtió a mediados del periodo y
retornó a su nivel original hacia el nal de él.
Aunque en este caso la media es un referente poco adecuado para
darse una idea general de la producción trimestral, se puede argüir que
el invierno comienza por encima de la media, siendo la estación más
productiva. Continúa el año con una primavera y un verano por debajo
358
de la media, mientras que en el otoño la producción se recupera. Este
comportamiento de los factores estacionales no es nada nuevo; se ha
visto en varios periodos a lo largo del siglo , e incluso le he llama-
do la forma “canónica” de la estacionalidad en la producción de plata
potosina.
El rango de estacionalidad de la serie se puede caracterizar como
intermedio, con 25.2%, aunque se debe notar que si se toman en cuenta
los valores medios para los factores, sólo se aprecia 7.83% de variación.
Los resultados son muy parecidos a los obtenidos por este mismo género
de producción durante el periodo anterior. Es interesante la forma de
parábola que muestran los factores, ya que es la primera vez que se en-
cuentra esta gura geométrica para los cuatro casos: en forma de V para
primavera y otoño; en forma de A para invierno y verano; la variación es
mucha, pero la tendencia de los factores tiene su lógica propia.
Todos los valores que hasta aquí se han lanzado apuntan a que las
pruebas para determinar el carácter de la estacionalidad en la serie serán
fallidas. Veamos si esto se comprueba en la Tabla 39.
G 52
P. F . 1666 1678
0.80
0.85
0.90
0.95
1.00
1.05
1.10
INVIERNO PRIMAVERAVERANOOTOÑO
359
T 39. P
. T . A .
M . V 1666 1678
Estadístico Signicancia
Prueba F para estacionalidad estable -
Serie original 0.325 80.72%
Prueba F para estacionalidad estable -
Componente S x I 0.525 66.72%
Prueba Chi Cuadrado (Kruskal - Wa-
llis) para estacionalidad estable 1.768 62.19%
Prueba F para estacionalidad móvil 1.864 8.22%
Fuente: Elaboración propia a partir de las pruebas de estacionalidad del modelo X-13 Arima-
Seats. Serie de datos en el Anexo 7 del presente libro.
Los pobres resultados para las pruebas de estacionalidad estable
no pueden sorprender. Simple y sencillamente, éstas rechazan de ma-
nera tajante la existencia de estacionalidad estable en la serie. Lo que sí
debe sorprender es el valor obtenido para la prueba de estacionalidad
móvil. Es verdad que fue rechazada, pero a un nivel de 95% en el
intervalo de conanza se encuentra en el límite de la aprobación. Se
encuentra entonces refutada la hipótesis de que la serie presenta esta-
cionalidad estable, pero, dadas las características de la serie, es posible
argüir que la estacionalidad móvil se encuentra presente de manera
marginal.
La Gráca 53 contiene la serie de producción de oro para las minas
de San Luis Potosí. En el caso del oro, el periodo anterior había visto
una tendencia marcadamente creciente. En contrapunto, el presente pe-
riodo muestra cómo la producción es desaceleraen este género. Este es
un fenómeno interesante porque durante este mismo espacio de tiempo
la producción de plata presenta una tendencia al alza. ¿Cuáles son las
características de esta serie?
Por principio de cuentas, es evidente que la serie original presenta
mucha varianza; de los magros 4.7 kg registrados en la primavera de
360
1676 a los 131.2 kg en el mismo periodo durante el año siguiente. Debe
notarse que, pese a los malos resultados obtenidos por las primaveras de
1674 y 76, así como el verano de 1677, cuando la producción de oro no
alcanzó ni siquiera los 10 kg, jamás se dejó de registrar alguna cantidad
de metal dorado en la caja real; la producción de oro no desapareció de
las minas de San Luis Potosí.
Analizando el componente TC, es evidente que a partir de 1670
se termina el periodo de alta producción del oro, para iniciar un ciclo
decreciente en el metal amarillo durante el cual la producción se desplo-
ma e incluso llega a los mínimos históricos para todo el siglo . La
tendencia arranca hacia 1666, ubicada en 80 kg, y termina por debajo
de los 40 kg. Es una caída bastante fuerte, aunque los años 1677 y 1678
exhiben alguna recuperación. El promedio se ubicó en 58.62 kg, es
decir unos 5 kg abajo respecto del periodo anterior.
De nuevo aparecen los ciclos cortos de dos años en su forma caracte-
rística; un año de crecimiento productivo seguido de un año de retorno.
Se pueden observar seis ciclos similares en la serie. Empero, esta vez se
observa que hay menos aliento en la parte creciente y que el retorno en el
G 53
O , 1666 1678.
C R S L P
0
0.2
0.4
0.6
0.8
1
1.2
1.4
1666.3
1666.4
1667.1
1667.2
1667.3
1667.4
1668.1
1668.2
1668.3
1668.4
1669.1
1669.2
1669.3
1669.4
1670.1
1670.2
1670.3
1670.4
1671.1
1671.2
1671.3
1671.4
1672.1
1672.2
1672.3
1672.4
1673.1
1673.2
1673.3
1673.4
1674.1
1674.2
1674.3
1674.4
1675.1
1675.2
1675.3
1675.4
1676.1
1676.2
1676.3
1676.4
1677.1
1677.2
1677.3
1677.4
1678.1
1678.2
1678.3
1678.4
Cientos
Oro 24q en Kg Ciclo - Tendencia
361
año subsiguiente deja el nivel cada vez más abajo; para el verano de 1669,
cuando se acaba el primer ciclo, se producen unos 61.7 kg; en otoño de
1671 el nivel ha descendido a 50.29 kg; el otoño de 1673 ve producir en
promedio unos 38 kg. Aunque 1676 fue abismal para la producción de
oro, tal vez la explicación de tan malos resultados habrá de ser buscada
en el año de 1673, que es el momento cuando se produjo la ruptura es-
tructural, porque es el punto más bajo del componente ciclo-tendencia
en todo el siglo . Debe observarse que hacia el nal del periodo la
serie se recupera, para terminar en un nivel muy parecido al de inicio.
Dentro de la Gráca 54 se muestran los factores estacionales para
la producción de oro durante el periodo 1666-1678. Aunque la varia-
ción de los factores es alta, se puede ver que es menor a la experimen-
tada por la plata. El rango de estacionalidad es el más alto que hasta
el momento se haya podido observar en una serie trimestral: 52.33%,
por lo cual se puede calicar en rango alto. Si se tienen en cuenta
las medias de los factores, el valor alcanza el 39.8%, que es una cifra
considerable. Se puede concluir entonces que una buena parte de la
variación contenida en la serie original se explica por la presencia de
estacionalidad.
G 54
O. F . 1666 1678
0.
7
0.
8
0.
9
1.
0
1.
1
1.
2
1.3
INVIERNO PRIMAVERAVER ANOOTOÑO
362
De acuerdo con los valores medios obtenidos para los factores es-
tacionales, la forma del año es la siguiente: el invierno comienza por
debajo de la media anual (87.38%), le sigue una primavera de gran pro-
ducción (123.33%). El verano ve descender sensiblemente la produc-
ción de oro (83.53%), mientras que durante el otoño el metal dorado
repunta a valores por encima de la media (105.92%). Es la primera vez
que se observa esta forma en los factores estacionales; tradicionalmente
la primavera había sido un trimestre de baja producción, mientras aquí
aparece como la estación de mayor actividad. Debe recordarse, sin em-
bargo, que la serie presenta una marcada tendencia a la baja y que el
fenómeno aquí observado se podría explicar por la mala producción de
oro durante el otoño (el trimestre que por tradición ha sido el más alto
del año) y el invierno.
En la Tabla 40 he vaciado los datos que informan acerca del carácter
de la estacionalidad en la serie.
T 40. P
. T . A .
M . V 1666 1678
Estadístico Signicancia
Prueba F para estacionalidad estable -
Serie original 3.077 3.77%
Prueba F para estacionalidad estable -
Componente S x I 4.506 0.75%
Prueba Chi Cuadrado (Kruskal - Wa-
llis) para estacionalidad estable 12.269 0.65%
Prueba F para estacionalidad móvil 2.293 3.24%
Fuente: Elaboración propia a partir de las pruebas de estacionalidad del modelo X-13 Arima-
Seats. Serie de datos en el anexo 7 del presente libro.
Ambas pruebas F para estacionalidad estable han sido rechaza-
das. Empero, si se consideran los valores obtenidos por la prueba en
el componente SxI, se puede aceptar que la estacionalidad estable ha
sido rechazada de manera marginal, pues el intervalo de conanza se
encuentra dado al 0.1% para estas dos pruebas. No debe sorprender
363
que la prueba no paramétrica haya sido aceptada al 1%. La conclusión
es que la estacionalidad de esta serie se encuentra en el margen de la
estabilidad. Además, la serie presenta estacionalidad móvil a un nivel
de conanza del 95%. Deben compararse estos valores con los obteni-
dos para la plata. La diferencia es enorme; mientras la signicancia de
la plata para la prueba no paramétrica de estacionalidad estable ronda
el 62%, para este caso tenemos un valor de 0.65%. Este contraste es
interesante y sigue mostrando que la producción de plata y de oro no
necesariamente se encontraban vinculadas.
Durante este periodo se produjeron, en promedio, 69.97 kg de plata
por cada uno de oro. La cifra es bastante mediocre si se compara con los
poco más de 41 kg de plata/oro obtenidos durante el periodo pasado. Si
sólo se toma la serie desde su inicio en el verano de 1666 hasta la primavera
de 1673, la media es de 42.48 kg de plata/oro. Esta cifra nos muestra que
el periodo de bonanza del oro de San Pedro se extendió por poco más de
doce años. Sin embargo, a partir del verano de 1673 y hasta terminar el
periodo la media se dispara a 104.96 kg de plata/oro. Los valores son lapi-
darios; la producción de oro entró en crisis a partir de mediados de 1673.
Las conclusiones que se pueden plantear a partir del análisis de am-
bas series productivas son las siguientes: es evidente que a partir de 1673
se produjo mucho menos oro, pero también se produjo mucha más pla-
ta. De cualquier manera, queda claro que la bonanza experimentada
por el oro queda cerrada aquel año, cuando seguramente ocurrieron
cambios estructurales en la producción potosina. Habrá que retornar al
archivo para explorar la documentación concerniente a ese año, con la
nalidad de buscar la causalidad de estos cambios. Además, será inte-
resante ver si la producción de oro sufrió algún cambio en el siguiente
periodo, puesto que aquí se ha encontrado el nadir de la producción de
metal dorado; ahora queda ver si se estabilizó en este nivel productivo o
se recuperó en el corto plazo.
Se había observado cierta causalidad que vincula los periodos de
producción creciente con tres factores: ciclo corto identicable, estacio-
nalidad de alguna clase y factores estacionales relativamente estables.
Pues bien, la producción de plata durante este periodo posee ciclo corto
identicable y estacionalidad móvil al margen de la aceptación. Empe-
ro, los factores estacionales son realmente inestables, aunque se debe
notar que, pese a la irregularidad de los factores, la forma nal (media)
de éstos presenta el tipo canónico de estacionalidad para la producción
364
potosina de plata: otoño e invierno por encima de la media, con pri-
mavera y verano por debajo de la misma. Es cierto que se cumplen dos
de las tres premisas, pero debo aceptar que la hipótesis que vincula la
presencia de estacionalidad con los periodos de alta producción no se
encuentra probada todavía.
También se debe apuntar que las pruebas aplicadas a la producción
de oro identican estacionalidad estable y móvil, además de que los
factores estacionales del metal amarillo presentan mucho menos varia-
ciones que los de la plata. Para rematar, el ciclo corto se encuentra muy
bien denido en el componente TC. Pues bien, todos estos indicadores
se encuentran vinculados a una innegable crisis productiva del metal
amarillo. ¿Se puede sostener la hipótesis que vincula la presencia de es-
tacionalidad en la serie con ciclos productivos crecientes o esta relación
es meramente casual? Esto habrá que seguirlo probando en los siguien-
tes periodos de análisis.
Por otro lado, se debe notar que durante el periodo anterior los
mineros aprovecharon la gran cantidad de oro descubierta hacia 1661.
Este hecho, combinado con los adelantos técnicos que se hicieron para
beneciar menas de oro con algo de azogue, desembocó en la obten-
ción de ganancias para la empresa minera. En contrapunto, durante este
periodo la estrategia es diferente; la empresa minera ve un incremento
signicativo de la producción de plata a partir de 1673, por lo cual el
énfasis en el aumento de los volúmenes productivos es central dentro
del cálculo de las ganancias. Es probable que durante este periodo la
tasa de ganancia se encontrase gobernada por la cantidad de mineral
producido y no por la calidad de éste.
Una vez dicho lo anterior, se debe recordar que el oro contenido
en las barras del mineral de San Pedro no se agotó. Empero, sí parece
haber evidencia de que durante la década de 1670 las vetas comenzaron
a tener problemas de producción. Por ejemplo, el ratio de plata/oro se
va haciendo cada vez más grande a partir de 1673; en la primavera de
1674 se registraron sólo 6.39 kg de oro, mientras que se produjeron
1 994.35 kg de plata. Si bien es cierto que éste es un trimestre malo para
la producción de metales, lo que llama la atención es que se produjo
sólo un kilogramo de oro por cada 311.9 de plata. Ésta es una cifra que
nos muestra el mal estado de la producción aurífera en la Caja Real
de San Luis Potosí. ¿Se puede pensar que, además del agotamiento del
mineral en San Pedro, la evasión se encontraba golpeando de manera
365
considerable la capacidad de la Hacienda para scalizar la producción
de oro?
Un hecho fuera de duda es que la producción de plata creció duran-
te este periodo. Se puede especular que los valores positivos que se ob-
servan en la pendiente de la línea de tendencia se deben a la reactivación
de las minas de Charcas. Precisamente, el 17 de junio de 1673 se regis-
tró el primer envío de azogue desde San Luis Potosí hacia Charcas, por
un total de 10 quintales.44 Todo parece indicar que la recuperación de
la capacidad productiva de la plata registrada por las cuentas de la Real
Hacienda potosina se ncó en la explotación de algunas vetas nuevas
en las minas más viejas de la región. El problema es que estos minerales
no contaban con el oro de San Pedro, y esto sin duda afecta la tasa de
ganancia de las empresas mineras.
Por último, quiero señalar que los resultados obtenidos para las se-
ries de oro hasta el momento muestran una presencia más grande de
comportamiento estacional respecto a aquellos obtenidos por la produc-
ción de plata. Todo parece indicar que la producción de oro respondía
más a la estacionalidad que la de plata, aunque se deberá continuar
observando este fenómeno con la nalidad de saber si esta correlación
es estructural o mera coincidencia.
Desde invierno de 1679 hasta primavera de 1691
En la Gráca 55 se muestra la serie para la producción trimestral de
plata. Entre el invierno de 1679 y el verano de 1683 la serie original
tiene muchas variaciones y aparecen intercalados trimestres con alto
registro seguidos por observaciones muy bajas. Por ejemplo, en el oto-
ño de 1681 se obtuvieron 4 913.6 kg de plata pura, mientras que en el
invierno de 1682 la producción alcanzó nada más 649.43 kg; el rango
es de 4 264.17. A partir de 1684, si bien se aprecia un ligero cambio en
el nivel, la misma se torna menos volátil, y ya no hay observaciones tan
extremas, pues el rango es apenas de 2 664.63. Más adelante se habrá
de determinar cuánta varianza se introduce a la serie por la presencia de
estacionalidad.
44 , Contaduría, Cajas Reales de la Nueva España, 923-A, 15, foja 654 frente y vuelta.
366
La tendencia de la serie muestra una ligera baja de la producción:
mientras la línea comienza ligeramente arriba de los 3 000 kg de plata,
al nal se ubica debajo de 2 500 kg. Es cierto, no se puede hablar de
hecatombe, pero es innegable que el periodo vio una reducción en la
actividad productiva de este género. Precisamente, el componente TC
exhibe un comportamiento sin rupturas estructurales, pero con una
tendencia a la baja notable a partir del invierno de 1687.
El ciclo corto se puede identicar con claridad a simple vista; son
seis en este periodo de doce años y medio. Es la forma canónica que ya
se ha mencionado varias veces en el parágrafo; un año de producción
creciente, seguido de un año de retroceso, para llegar a niveles producti-
vos similares a los del inicio. El primer tramo que se puede apreciar es la
parte descendiente que viene del periodo anterior. A continuación, entre
la primavera de 1680 y el otoño de 1683 aparecen dos ciclos con una
separación entre ellos un tanto deforme, puesto que el periodo de retro-
ceso es corto y no baja hasta el nivel anterior hasta el nal del siguiente
ciclo. Entre 1683 y 1685 se presenta un ciclo prístino; inicia en el otoño
de 1683 con 2 358.96 kg, asciende hasta 3 852.71 kg en el verano de
G 55
P , 1679 1691.
C R S L P
0.5
1
1.5
2
2.5
3
3.5
4
4.5
5
1679.1
1679.2
1679.3
1679.4
1680.1
1680.2
1680.3
1680.4
1681.1
1681.2
1681.3
1681.4
1682.1
1682.2
1682.3
1682.4
1683.1
1683.2
1683.3
1683.4
1684.1
1684.2
1684.3
1684.4
1685.1
1685.2
1685.3
1685.4
1686.1
1686.2
1686.3
1686.4
1687.1
1687.2
1687.3
1687.4
1688.1
1688.2
1688.3
1688.4
1689.1
1689.2
1689.3
1689.4
1690.1
1690.2
1690.3
1690.4
1691.1
1691.2
Millares
Total plata Ciclo - Tendencia
367
G 56
P. F . 1679 1691
1684 y desciende en el verano de 1685 a 2 252.76 kg. Este ciclo es el
último del periodo de producción al alza. A partir de aquí es notable la
reducción del impulso hacia arriba, pues es evidente el cambio de nivel
una vez que el ciclo ha terminado; para el otoño de 1690, observación
que cierra el último ciclo completo que se puede observar en esta serie,
el componente registra apenas 1 487.16 kg. de plata.
En la Gráca 56 se pueden ver los factores estacionales de la plata
para esta serie. Aunque hay irregularidad en los factores, éstos son mu-
cho más estables que en periodos anteriores para el mismo género de
producción. De esta manera, la producción de plata presenta valores un
poco por encima de la media para el invierno (108.73%) y la primavera
(107.72%). Como es costumbre, el verano tiene un retroceso signica-
tivo (78.52%) y el otoño aparece con valores por encima de la media
(104.37%). Aquí la sorpresa es el alto valor obtenido por la primavera,
ya que por lo regular se habían observado niveles por debajo de la media.
Empero, si se tiene en cuenta la trayectoria marcada por los factores, se
puede ver cómo esta estación pierde peso conforme avanza el periodo.
Por su parte, los factores estacionales que presenta el invierno crecen a lo
largo del periodo aquí analizado, acentuando su importancia. El verano
no presenta sorpresas, pues aunque su peso crece un poco a lo largo del
0.70
0.75
0.80
0.85
0.90
0.95
1.00
1.05
1.10
1.15
1.20
INVIERNO PRIMAVERAVERANOOTOÑO
368
periodo, se mantiene muy por debajo de la media. El otoño, pese a ubi-
carse apenas sobre la media, se mantiene como una estación importante
para la producción de plata en San Luis Potosí.
El rango de estacionalidad de la serie es intermedio, con un 44.98%
de variación. Si se toman en cuenta las medias, hay sólo un 30.21%, el
cual es un número bastante alto si se tiene en cuenta lo que se ha visto
para la producción de plata en periodos anteriores. Todo parece indicar
que la serie presenta varianza debida a la estacionalidad, aunque se debe
analizar la información que se presenta en la Tabla 41.
T 41. P
. T . A .
M . I 1679 1691
Estadístico Signicancia
Prueba F para estacionalidad estable -
Serie original 3.174 3.38%
Prueba F para estacionalidad estable -
Componente S x I 2.912 4.43%
Prueba Chi Cuadrado (Kruskal - Wa-
llis) para estacionalidad estable 10.882 1.24%
Prueba F para estacionalidad móvil 1.300 26.76%
Fuente: Elaboración propia a partir de las pruebas de estacionalidad del modelo X-13 Arima-
Seats. Serie de datos en el Anexo 7 del presente libro.
Los valores obtenidos por el estadístico F en las pruebas para esta-
cionalidad estable son interesantes: aunque ambas deben ser rechazadas
(el nivel de signicancia para éstas se encuentra en 0.1%), el valor obte-
nido por la serie original es menor que el del componente SxI. Sorpren-
de también que la prueba no paramétrica ha sido aprobada al 5% de
probabilidad. Es cierto que ya se preguraba, por el rango de estacio-
nalidad alcanzado, que existía algún tipo de estacionalidad identica-
ble en la serie, pero los valores de las pruebas de estacionalidad estable
son en realidad buenos. Por su parte, la prueba de estacionalidad móvil
fue rechazada de forma tajante, pues el nivel de aceptación es del 5%
369
y la signicancia de la prueba obtuvo un valor de 26.76%, lo cual no
deja margen de discusión. Pese a todo, si se recuerdan los resultados
presentados por las series de producción de plata antes analizadas, se
debe aceptar que estos valores son muy buenos.
En resumen, la producción de plata durante este periodo presentó
estacionalidad que se puede calicar como estable, con ciclos cortos
bien denidos y una tendencia ligeramente decreciente. La primera par-
te de este periodo se encuentra vinculada de modo estrecho al ciclo que
se había analizado en la serie anterior; es de producción al alza. Empero,
hacia 1685 se puede identicar tendencia a la baja. Este cambio se opera
de manera tersa, sin que exista ruptura estructural, hecho que explica
la ausencia de estacionalidad móvil en la serie. Se puede concluir que
el impulso creciente de la producción de plata observado en la década
de 1670 y en los primeros años ochenta del siglo desembocó en un
comportamiento estacionario de la serie, aunque con una ligera tenden-
cia hacia abajo.
Por su cuenta, la serie para la producción de oro se presenta en la
Gráca 57. La serie original muestra un comportamiento con mucha
G 57
O , 1679 1691.
C R S L P
0
20
40
60
80
10
0
1679.1
1679.2
1679.3
1679.4
1680.1
1680.2
1680.3
1680.4
1681.1
1681.2
1681.3
1681.4
1682.1
1682.2
1682.3
1682.4
1683.1
1683.2
1683.3
1683.4
1684.1
1684.2
1684.3
1684.4
1685.1
1685.2
1685.3
1685.4
1686.1
1686.2
1686.3
1686.4
1687.1
1687.2
1687.3
1687.4
1688.1
1688.2
1688.3
1688.4
1689.1
1689.2
1689.3
1689.4
1690.1
1690.2
1690.3
1690.4
1691.1
1691.2
Oro 24q en kg Ciclo - Tendenci a
370
más variación que en el caso de la plata para este mismo periodo,
con un rango de 102 kg. En realidad, la serie parece ser la realiza-
ción de un proceso de ruido blanco. De esta manera, no sorprende
el hecho de que la tendencia de la serie se encuentre casi paralela al
eje de las abscisas.
La serie muestra una media de 48.74 kg en cada trimestre, lo cual
sitúa el nivel productivo en un margen inferior a lo que se había visto
dentro del periodo anterior. Sin embargo, se debe remarcar el hecho de
que la tendencia ya no es decreciente e incluso presenta alguna recupe-
ración hacia el nal del periodo. Se puede decir que después de la caída
experimentada por el oro durante el periodo anterior, esta producción
se estabiliza en torno a los 50 kg de producción trimestrales, con un
comportamiento marcadamente estacionario.
El ciclo corto es difícil de leer: aunque aparecen dos ciclos de corte
clásico (dos años de duración, uno de producción creciente y otro decre-
ciente) el primero de 1681 a 1683, y el otro desde 1683 hasta 1685, los
otros movimientos del componente TC son más difíciles de identicar.
El periodo de 1687 a 1690 comienza con una ruptura estructural, la
cual hace cambiar el nivel productivo. Además, muestra un ciclo de
crecimiento más o menos sostenido, con algunas uctuaciones en la
cresta, pero que tardó buen rato en retroceder, y en este caso el nivel
productivo se estacionó un poco más arriba, por lo que se puede plan-
tear que la producción de oro dejó de caer hacia 1680. Entre 1680 y
1687 se estabilizó, mientras que los últimos cuatro años presentan un
ligero crecimiento.
La Gráca 58 contiene los factores estacionales para la producción
de oro. Se puede observar la volatilidad de éstos. Es sorprendente la can-
tidad de variación del otoño, que pasa de 144.48% al inicio del periodo
hasta 82.84% hacia mediados de él. Es prácticamente todo el rango de
estacionalidad de la serie. En contraparte, el verano mantuvo valores
pequeños durante todo el periodo. Primavera e invierno también tienen
variaciones signicativas, pero nada cercano a lo experimentado por el
cuarto trimestre. Los valores medios de cada uno de los factores indi-
can un invierno un tanto debajo de la media anual (96.29%), mientras
que la primavera muestra valores mayores a la media (108.67%), de la
misma manera que en el caso de la plata. Durante el verano se obser-
va baja producción (85.35%), lo que ya parece ser una constante de la
371
G 58
O. F . 1679 1691
0.70
0.80
0.90
1.00
1.10
1.20
1.30
1.40
1.50
INVIERNO PRIMAVERAVERANOOTOÑO
producción mineral de San Luis Potosí. En el otoño la producción crece
de nuevo (107.28%).
El rango de estacionalidad alcanza el 60.46%, por lo que se puede
calicar como alta. Empero, cuando se toman en cuenta nada más los
valores medios, la serie se debe conformar con un magro 23.32%, el
cual apenas calica como valor intermedio; la serie en realidad no po-
see grandes cantidades de varianza debida a la estacionalidad, sino que
simplemente es un fenómeno disperso. No hay que adelantar vísperas,
puesto que aún no se ha probado el carácter de la estacionalidad pre-
sente en esta serie.
En la Tabla 42 presento los valores obtenidos por las pruebas para
determinar el carácter de la estacionalidad.
372
T 42. P
. T . A . M
. I 1679 1691
Estadístico Signicancia
Prueba F para estacionalidad estable -
Serie original 0.929 43.52%
Prueba F para estacionalidad estable -
Componente S x I 1.163 33.39%
Prueba Chi Cuadrado (Kruskal - Wa-
llis) para estacionalidad estable 4.383 22.30%
Prueba F para estacionalidad móvil 1.142 36.24%
Fuente: Elaboración propia a partir de las pruebas de estacionalidad del modelo X-13 Arima-
Seats. Serie de datos en el Anexo 7 del presente libro.
Los valores hablan por sí mismos. Por primera vez en la producción
de oro, todas las pruebas han sido rechazadas. El modelo no ha podido
identicar estacionalidad ja ni móvil. La signicancia alcanzada por los
estadísticos muestra que las hipótesis se encuentran muy lejanas de los valo-
res aprobatorios. Como se sospechaba, esta serie contiene poca varianza
estacional, puesto que posee baja autocorrelación; puede ser explicada
como un fenómeno estacionario porque los valores obtenidos uctúan
en torno a la media.
Durante este periodo se produjeron en promedio 66.14 kg de plata
por cada uno de oro. Este ratio es muy parecido al obtenido durante
el periodo anterior. Ya se ha visto que la producción de plata tiene una
ligera tendencia decreciente, mientras que la de oro es estable. Se puede
pensar que aquí la producción de metal amarillo se estanca y la de
plata desciende, por lo cual se puede encontrar un momento difícil
para la producción de las minas de San Luis Potosí; la serie de oro ca-
rece de impulso para crecer porque no hay descubrimientos de nuevas
vetas, como tampoco tecnología que incrementa la productividad. Al
periodo 1679-1691 lo marca el estancamiento de la producción en nive-
les mediocres; 50 kg por trimestre para el oro y 2 751 kg para la plata.
Por otro lado, la plata presenta altos niveles de estacionalidad y un
ciclo corto muy bien denido. Aunque el cambio productivo es evidente
373
a partir de 1687, la transición hacia una tendencia a la baja se da de ma-
nera tersa; por primera vez en todo el siglo hay un cambio en el nivel de
la serie sin que exista ruptura estructural. En contraste, la serie de oro
presenta un comportamiento marcadamente estacionario, en donde los
valores uctúan de manera aleatoria en torno a la media y los compo-
nentes estacionales son mínimos.
Desde verano de 1691 hasta otoño de 1701
Dentro de la Gráca 59 se muestran los valores alcanzados por la pro-
ducción de plata en el último decenio del siglo . La serie original
presenta variaciones en los registros de trimestre a trimestre, con un
rango que va de los 979.09 hasta los 4 766.55 kg. La serie se comporta
de manera nerviosa, por lo cual los cambios en la serie no parecen de-
berse a la variación estacional. Se puede apreciar que el nivel productivo
se mantiene estable a lo largo del periodo.
G 59
P , 1691 1701.
C R S L P
0.9
1.4
1.9
2.4
2.9
3.4
3.9
4.4
4.9
1691.3
1691.4
1692.1
1692.2
1692.3
1692.4
1693.1
1693.2
1693.3
1693.4
1694.1
1694.2
1694.3
1694.4
1695.1
1695.2
1695.3
1695.4
1696.1
1696.2
1696.3
1696.4
1697.1
1697.2
1697.3
1697.4
1698.1
1698.2
1698.3
1698.4
1699.1
1699.2
1699.3
1699.4
1700.1
1700.2
1700.3
1700.4
1701.1
1701.2
1701.3
1701.4
Millares
Total plataCiclo - Tendencia
374
El componente TC de la serie exhibe un comportamiento en el cual
no se puede hablar de ciclo corto bien denido, sino que más bien se
encuentra inmerso en un proceso estacionario; la serie parece uctuar
arriba o debajo de una media que se ubica en 2 748.11 kg de plata por
trimestre. Este valor es sólido como roca: la desviación estándar es de
216.30 kg, tal vez la más baja que se haya registrado para todo el siglo.
De esta manera, el nivel productivo es muy similar al experimentado
durante el periodo anterior, pero sin tendencia. La producción de plata
se comporta de manera muy similar a la serie para el oro que se presentó
en periodo que va desde el invierno de 1679 hasta la primavera de 1691.
Pese a todo lo anterior, entre 1698 y 1699 se encuentra un ciclo clá-
sico: un año de crecimiento seguido por otro de retorno hacia los valores
iniciales. Aunque esto de ninguna manera cambia el comportamiento
general de la serie, lo que sí genera es un ligero repunte de la producción
hacia el nal del periodo.
La Gráca 60 contiene los factores estacionales para la producción
de plata. Aunque todos los factores tienen uctuaciones, el crecimiento
experimentado por el verano es espectacular. El año comienza con un
invierno por debajo de la media anual (95.44%), mientras la primavera
continúa con los porcentajes más altos del año (112.46%). El verano
parece haber sido una estación de baja producción (90.81%), aunque el
movimiento del factor a lo largo del periodo deja poca certeza sobre la
validez de esta media. Por último, el otoño se encuentra apenas sobre el
nivel de la media (100.50%). La forma de los factores muestra de nuevo
un segundo trimestre con buenos resultados. La creciente importancia
de las primaveras es un fenómeno observado en los últimos veinte
años del siglo, mostrando que la dominancia obtenida por los otoños
en la mayor parte del siglo se fue modicando a lo largo de los años.
La serie se puede catalogar con una estacionalidad intermedia, al
tener un rango de 45.37% entre el factor más pequeño y el más grande.
Esto no quiere decir que la varianza de la serie pueda explicarse sólo por
la estacionalidad de ella; si se toman en cuenta los valores medios de los
factores, el rango se reduce de modo sensible hasta el 21.65%. Si bien
todavía calica dentro del rango intermedio, se debe tener muy presen-
te que la variación experimentada por los factores es signo inequívoco
de que durante este periodo la producción fue un fenómeno más bien
disperso.
375
Para abundar en lo anterior, en la Tabla 43 he vaciado los resultados
obtenidos por las pruebas de estacionalidad aplicadas a la serie.
T 43. P
. T . A .
M . V 1691 1701
Estadístico Signicancia
Prueba F para estacionalidad estable -
Serie original 0.893 45.47%
Prueba F para estacionalidad estable -
Componente S x I 1.043 38.48%
Prueba Chi Cuadrado (Kruskal - Wa-
llis) para estacionalidad estable 3.084 37. 8 9%
Prueba F para estacionalidad móvil 1.760 12.35%
Fuente: Elaboración propia a partir de las pruebas de estacionalidad del modelo X-13 Arima-
Seats. Serie de datos en el anexo 7 del presente libro.
G 60
P. F . 1691 1701
0.70
0.75
0.80
0.85
0.90
0.95
1.00
1.05
1.10
1.15
1.20
INVIERNO PRIMAVERAVERANOOTOÑO
376
Las pruebas para determinar si la serie contiene estacionalidad es-
table fueron rechazadas de manera tajante. Tampoco se puede aceptar
la hipótesis de que la serie posee estacionalidad móvil. No se puede
argumentar ni siquiera que los valores están en el límite de la acepta-
ción y que es preciso ser condescendientes con la información porque se
desprende del lejano siglo . Simple y sencillamente, la serie carece
de estacionalidad identicable.
Presento a continuación los resultados obtenidos por el oro. En la
Gráca 61 se muestra la serie del metal amarillo. Se puede apreciar que
el rango de la serie es alto: desde los 8.16 kg obtenidos en la primavera
de 1693 hasta los 139 que se registraron en el invierno de 1695. Es fá-
cil adivinar que la serie tiene una tendencia creciente a lo largo de este
periodo. La media obtenida por la producción de oro durante la última
década del siglo es de 55.97 kg por trimestre. Este resultado es
sorprendentemente alto si se tiene en cuenta que el periodo anterior la
media se ubicó en 48.74 kg.
G 61
O , 1691 1701.
C R S L P
0.0
0.2
0.4
0.6
0.8
1.0
1.2
1.4
1691.3
1691.4
1692.1
1692.2
1692.3
1692.4
1693.1
1693.2
1693.3
1693.4
1694.1
1694.2
1694.3
1694.4
1695.1
1695.2
1695.3
1695.4
1696.1
1696.2
1696.3
1696.4
1697.1
1697.2
1697.3
1697.4
1698.1
1698.2
1698.3
1698.4
1699.1
1699.2
1699.3
1699.4
1700.1
1700.2
1700.3
1700.4
1701.1
1701.2
1701.3
1701.4
Cientos
Oro 24q en Kg Ciclo - Tendencia
377
G 62
O. F . 1691 1701
El componente TC muestra la formación de ciclos cortos un tanto
alterados a lo largo del periodo de análisis. En términos generales, su
duración es de año y medio, con un camino hacia arriba no muy pro-
nunciado y un retorno a valores productivos apenas superiores a los del
origen. Por ejemplo, en la parte baja del primer ciclo, ocurrida en la
primavera de 1693, la serie ciclo-tendencia reporta 41.52 kg producidos;
al nalizar el siguiente ciclo, en el verano de 1694, la producción sube
hasta 49.59 kg antes de comenzar de nuevo el ascenso. Pese a que al ter-
minar el tercer ciclo la producción retornó a los 45.83 kg en el invierno de
1696, cuando se terminó el cuarto ciclo la serie reportó 53.25 kg de oro
en el otoño de 1697. A su vez, al nalizar el quinto ciclo, en el invierno
de 1699, la serie presenta 62.73 kg de oro. Hasta aquí llega la tendencia
creciente de la serie; el siglo XVIII comienza con una producción de
oro a la baja.
En la Gráca 62 aparecen los factores estacionales obtenidos para la
producción de oro. Se aprecia la gran cantidad de varianza que experi-
mentaron a lo largo de la década de 1690. Hay un fenómeno un tanto
curioso: el movimiento de los factores para los dos primeros trimestres
fue a la baja, mientras el del tercero y el cuarto crecieron, para invertir al
0.
6
0.
7
0.
8
0.
9
1.
0
1.
1
1.
2
1.
3
1.
4
INVIERNO PRIMAVERAVERANOOTOÑO
378
nal del periodo las posiciones iniciales. En términos generales se puede
aceptar que el año se caracterizó por un invierno ligeramente encima de
la media anual (103.85%), seguido de una primavera en que se reduce la
producción (90.42%). El verano, como ya es costumbre en la produc-
ción mineral de San Luis Potosí, presenta producción por debajo de la
media (91.81%). El otoño cierra el año con una recuperación impor-
tante (114.54%). Como se puede apreciar, ésta es la forma canónica de
los factores estacionales para un año típico de producción en San Luis
Potosí, donde las estaciones primera y cuarta del ciclo ejercen dominio
sobre la segunda y la tercera.
El rango de estacionalidad es alto: 79.81% de variación. Esto no
sorprende si se tiene en cuenta la gran variación de los factores. Si nada
más se deja la media, el rango se reduce a 22.73%, lo que todavía ca-
lica como estacionalidad intermedia. De acuerdo con estos valores,
puede decirse que será difícil identicar algún tipo de estacionalidad
en la serie. Precisamente para determinar esto, en la Tabla 44 aparecen
los resultados de las pruebas de estacionalidad aplicadas a la producción
de oro.
T 44. P
. T . A . M
. V 1691 1701
Estadístico Signicancia
Prueba F para estacionalidad estable -
Serie original 0.442 72.41%
Prueba F para estacionalidad estable -
Componente S x I 0.828 48.65%
Prueba Chi Cuadrado (Kruskal - Wa-
llis) para estacionalidad estable 2.061 55.99%
Prueba F para estacionalidad móvil 0.923 52.08%
Fuente: Elaboración propia a partir de las pruebas de estacionalidad del modelo X-13 Arima-
Seats. Serie de datos en el anexo 7 del presente libro.
379
Los valores obtenidos por las cuatro pruebas dejan poco lugar a dis-
cusión. El porcentaje más pequeño es de 52.08%, lo cual nos muestra
de manera tajante que la serie no presenta estacionalidad identicable,
ni siquiera de manera marginal. En conclusión, éste es un periodo de
crecimiento lento en el cual no se puede decir que la producción se en-
cuentre vinculada de forma estructural a estacionalidad en alguna de
sus formas.
El ratio plata/oro presenta cifras interesantes. En promedio, se pro-
dujeron 57.31 kg de plata por cada uno de oro, lo cual quiere decir
que proporcionalmente se registró mucho más oro en la Caja Real de
San Luis durante este periodo respecto del anterior. Además, el ratio
presenta valores mucho más estables que en épocas anteriores; el índice
tiene una desviación estándar de apenas 37.22 kg. Además, la línea de
tendencia muestra que el ratio se fue reduciendo a lo largo de los años,
para terminar con valores cercanos a los 50 kg de plata/oro.
El resurgimiento de la producción de oro al nalizar el periodo es
un fenómeno que muy probablementese encontró vinculado a las obras
de readecuación realizadas en el Cerro de San Pedro a partir de 1691,
lo cual permitió la reactivación de socavones que contenían minerales
de alta ley.45 Aunque estas obras han sido descritas en la historiografía
45 Las obras de readecuación, con la construcción de un tajo abierto, comenzaron a
nales de 1691 y continuaron durante casi toda la década. La Hacienda Real prestó a la dipu-
tación de minería 40 000 pesos de oro común con la nalidad de iniciar las obras. “Han de
recibirse y pasar en cuenta a dichos Ociales Reales de San Luis 25 000 pesos de oro común que
se pagaron de dicha Real Caja al licenciado Nicolás de Leura, presbítero, [y] don Juan de Alvear
y Velasco, diputados de la minería de aquel Real, don Juan de Alcorta Camacho, Fernando Baca y
Castro, y Joseph de Noriega, consultor de ella, los 21 737 pesos 7 tomines 6 granos de ellos en
plata quintada de toda ley y los 3 062 pesos 6 granos a su cumplimiento en Reales por cuenta
y parte de pago de 40 000 pesos de dicho oro común que el Excelentísimo Virrey conde de
Galve por sus mandamientos de 7 de junio y 9 de octubre del año pasado de [1]691, refrenda-
dos de Don Pedro Velázquez de la Cadena, mandó se le supliesen de la Real Hacienda a dicha
minería para la obra del tajo abierto que se estaba dando en el Cerro y Minas de San Pedro
de aquella jurisdicción con calidad de que su paga se hubiese de hacer dentro de cuatro años
que corriesen desde 15 de octubre del referido de [16]91, descontado tres reales de cada marco
de plata de la que diezmasen los mineros de aquella congregación de que hicieron escrituras
a favor de Su Majestad, como parece de los mandamientos citados, pedimento presentado
para esta paga auto que para ella proveyeron Ociales Reales que van por recaudos de tres
libranzas sus fechas 15 y 21 de octubre de [1]691 y 23 de febrero del siguiente de [1]692, toma-
das la razón y los pesos de ellas recibieron los interesados de que otorgaron otras tantas cartas
de pago ante escribano en 15 y 25 de octubre de dicho año” (, Contaduría, Cajas Reales de
la Nueva España, 923-B, 11, foja 445 frente).
380
como un fracaso, se puede ver en la información aquí presentada que
tuvieron un impacto notable sobre la producción de oro.46
Quiero nalizar esta sección comentando que el análisis de estas
series de tiempo ha explorado tres espacios importantes y muy poco
conocidos de la explotación minera de todos los centros productivos
de la América hispánica: en primer lugar he intentado encontrar una
vinculación causal entre la presencia de tres características de las series
con periodos de producción creciente; ciclo corto identicable, estacio-
nalidad de alguna clase y factores estacionales relativamente estables.
No niego que, hasta este punto, las pruebas que sostienen la hipótesis
son limitadas y sujetas a debate. Estas hipótesis, sin embargo, no po-
drán ser comprobadas o refutadas sólo con los datos de San Luis Po-
tosí; estas características deberán ser identicadas en las series de otros
centros de producción mineral de América. El posterior esfuerzo en la
recopilación de fuentes y en el modelado de éstas debe tener en cuenta
esta propuesta.
El segundo punto que aquí he explorado ha sido la relación entre la
producción del oro y la producción de la plata. Se ha visto de manera
certera que cada género de mineral tiene sus propios ciclos productivos
y que no se puede encontrar una relación lineal que permita hacer del
oro una simple función de la plata. Hay periodos en que avances en la
técnica, o bien descubrimientos de metales de buena calidad, impactan
sobre el monto de minerales producidos para cada uno de los géneros.
Es por esto que cada uno de los géneros debe ser tratado teniendo en
cuenta sus particularidades técnicas, sus ciclos y su impacto en la deter-
minación de las ganancias para la empresa.
Por último, traté de mostrar la estrategia de la empresa minera para
obtener ganancias. Simple y sencillamente, el cálculo de la tasa de ga-
nancia por la explotación minera se puede ver muy afectado por la cali-
dad del mineral, la cantidad de oro vinculado con la plata, el volumen
de oro en veta y la cantidad de plata explotada. Estos factores muestran
una empresa minera dentro de la cual el cálculo de las utilidades es
complejo y pueden existir estrategias divergentes con la nalidad de
maximizar la tasa de ganancia. Por ejemplo, el descubrimiento de vetas
de mineral de oro puede hacer que la producción de plata se limite de
46 Véase Felipe Durán Sandoval, “Minería y sociedad en San Luis Potosí durante el siglo
” (tesis de maestría en Historia, El Colegio de San Luis, 2004).
381
forma racional, enfocando el factor productivo trabajo hacia la produc-
ción de oro. En la serie, entonces, aparecerá una caída de la producción
de plata, pero esto no quiere decir que haya crisis productiva; el negocio
se centrará ahora en la producción de mineral de alta ley; se ganará por
la calidad y no por la cantidad.
Dejo hasta aquí esta revisión del ciclo corto en las minas de San Luis
Potosí. Aunque, más que resolver las interrogantes que se han lanzado
al comienzo del parágrafo, he propuesto otras nuevas, me parece que el
análisis de las series aquí debe dar paso a la comparación con otras se-
mejantes: ¿de qué manera se estructuraban las características en el ciclo
corto de Zacatecas o del Potosí peruano?, ¿se pueden encontrar patrones
generales en las series de producción trimestrales que permitan vincular
el crecimiento productivo con la presencia de ciertos parámetros estacio-
nales? Sólo el trabajo en los archivos podrá resolver estas preguntas.
La tendencia secular
En los periodos de larga duración
no es la cresta de la curva lo que debe llamar la atención,
sino el momento en que la curva comienza
a manifestar una desaceleración.
Incluso después de una desaceleración,
puede seguir subiendo;
pero lo que cuenta es el momento
a partir del cual el motor se frena.
R R47
En esta parte del libro se dejan de lado las variaciones del ciclo corto
en las minas de San Luis Potosí. Interesa ahora el análisis de la tenden-
cia secular, ese movimiento unidireccional y persistente que presenta
una variable económica en el largo plazo. Las agregaciones mensuales
y trimestrales no permiten ver este movimiento, pues sus movimien-
tos nerviosos introducen demasiada información en la gráca y son
más adecuadas para la observación de los ciclos cortos. En cambio, las
47 Ruggiero Romano, Coyunturas opuestas. La crisis del Siglo xv ii en Europa e Hispanoamé-
rica (México: El Colegio de México/Fideicomiso Historia de las Américas/Fondo de Cultura
Económica, 1993), 15.
382
agregaciones anuales y quinquenales permiten observar las tendencias
generales de la producción potosina a lo largo del siglo .
El n que persigo al exponer de manera cuidadosa la tendencia se-
cular de la producción mineral potosina es poner a prueba las hipótesis
que se han vertido acerca de ella en la historiografía tradicional, y en
general acerca del como un siglo de continuada crisis productiva.
También quiero poner de relieve la importancia de la producción poto-
sina de oro, muy poco conocida por la historiografía hasta el momento.
La nalidad ulterior de este ejercicio es también sentar las bases de una
metodología de análisis que permita comparar los resultados obtenidos
por estas series de producción con otras variables económicas del espa-
cio potosino. Por desgracia, ya no ha habido espacio para incluir una
comparación de otras series scales, por ejemplo, con las obtenidas para la
producción mineral de San Luis. Aunque éste es un punto que quedará
pendiente en el libro, quiero que quede constancia de su interés aquí.
La plata
En la Gráca 63 presento la serie de producción anual de plata para las
minas de San Luis.48 En ella aparecen sumados tanto los datos del diez-
mo como los del quinto; es, pues, la cantidad total de plata producida
por las minas en el periodo que transcurre entre 1593 y 1701. Debo
recordar que la línea punteada en la gráca es una extrapolación obte-
nida mediante los datos en la Caja de México y debe entenderse como
una hipótesis de trabajo más que como una realidad de la producción
de San Luis Potosí. La presento aquí para dar una idea acerca del nivel
productivo de sus minas a comienzos del siglo , y no debe ser toma-
da a pie juntillas. Los espacios en blanco dentro de la serie constituyen
periodos para los cuales no hay datos; antes que modelarlos de alguna
manera, para el caso de esta serie, he decidido dejarlos en blanco porque
no estorban en lo mínimo si lo que se quiere es ver la tendencia general
de la producción.
48 Los datos que he utilizado para esta serie se pueden consultar en el anexo “Plata. Serie
de producción anual. San Luis Potosí. Siglo ”.
383
A partir del análisis visual y numérico de la presente serie de datos,
creo que es posible establecer hasta diez ciclos para la producción de
plata en las minas de San Luis Potosí:
1. De acuerdo con los datos extrapolados de la Caja Real de México,
se puede especular que entre 1593 y 1604 existió un periodo en que
la producción creció de manera casi constante. Hacia 1601 pudo
haberse alcanzado el mayor nivel productivo de la plata potosina
en todo el siglo XVII; sin embargo, no voy a considerar este valor
extraído de una simple extrapolación como el más alto dentro del
periodo de estudio, porque es una cantidad que no puedo sustentar
con evidencia empírica.
2. La producción pudo haber tenido un descenso notable en los años
1605 a 1607, que marcan la nalización de la primera bonanza mi-
nera de San Luis.
3. Más o menos a partir de 1608 el nivel se estabilizó en valores cerca-
nos a los 106 000 marcos castellanos, en promedio anual. Es decir,
las minas de San Luis estarían produciendo alrededor de 24.4
G 63
S L P. P .
V . P 1,000
0
1
2
3
4
5
1593
1596
1599
1602
1605
1608
1611
1614
1617
1620
1623
1626
1629
1632
1635
1638
1641
1644
1647
1650
1653
1656
1659
1662
1665
1668
1671
1674
1677
1680
1683
1686
1689
1692
1695
1698
1701
x 10000
San Luis Potosí Extrapolación (C.R. de México)
384
toneladas de plata de toda ley en cada año. Este proceso se manten-
dría hasta el comienzo de las obras de desagüe en el cerro de San
Pedro, hacia el año 1614.49
4. A partir de la conclusión de las obras en el Cerro de San Pedro,
la producción crece de manera notable. De los 105 118 marcos
alcanzados en 1614, se pasa a 134 849 marcos en 1615. El cenit
de la producción argentífera potosina sería alcanzado en 1617, con
187 500 marcos. Es decir, alrededor de 43 toneladas de metal blan-
co, si hemos de hacerle caso a Diego de Basalenque.50 Aunque la
cifra parece un poco excesiva, la verdad es que entre 1615 y 1622 las
minas de San Luis vivieron un segundo periodo de gran bonanza.
El promedio anual para estos ocho años se ubica en los 145 497 marcos,
es decir un total de 33.5 toneladas de plata.
5. Los once años que corren de 1623 a 1633 se encuentran marcados
por el descenso de la producción a niveles similares a los alcanza-
dos en el periodo (3). Aunque se anuncia ya la caída que vendrá
a continuación, todavía no se puede hablar de una tendencia de-
creciente absoluta; es más, en este punto la serie parece carecer de
tendencia. Para 1628-1633 la media se ubica en los 104 000 marcos.
Éste es un periodo central para entender la caída experimentada por
San Luis en los años posteriores. En términos de Ruggiero Romano,
éste es el momento en el que se detuvo el motor de la producción de
plata potosina.
6. En 1634 la producción baja hasta los 69 023 marcos. Aunque al año
siguiente la producción tiene un repunte, es evidente que ya no se
pueden alcanzar los niveles anteriores. La producción comienza a de-
caer año con año; la pendiente negativa es pronunciada. Este periodo
49 En 1614 la diputación de minería, junto con la alcaldía mayor de San Luis Potosí,
promovió la construcción de un túnel inclinado que atravesó de lado a lado el Cerro de San
Pedro. La intención era desaguar los planos de minas más profundos, con la nalidad de ex-
plotarlos de nueva cuenta. Ésta fue una obra de ingeniería enorme para la época y que tardó
varios años en completarse. “Tras largas discusiones, los mineros decidieron que la única
solución factible era la de excavar un socavón en el fondo del cerro, debajo de las antiguas
galerías; el socavón tendría la función múltiple de facilitar el acceso y el transporte, así como
el de proporcionar drenaje y ventilación” (Woodrow Borah, “Un gobierno provincial de fron-
tera en San Luis Potosí [1612-1620]”, Historia Mexicana 52 [1964]: 537).
50 “Tenemos otro dato de fray Diego de Basalenque, de acuerdo con el cual la producción
minera alcanzó la cifra máxima de 187 500 marcos en 1617, año en que se terminó la obra del
socavón” (Borah, “Gobierno provincial”, 542).
385
parece terminarse en 1644, cuando se registran sólo 41 468.44 mar-
cos de plata. Han sido once años durante los cuales la producción
descendió de manera casi consecutiva.
7. Durante el periodo que transcurre entre 1645 y 1656 la producción
se estabiliza. El promedio anual de producción ronda los 52 059
castellanos. Es decir, se producen doce toneladas de plata cada año.
La serie en este periodo parece carecer de tendencia.
8. A partir de 1657 comienza a caer de nuevo la producción; durante
1661 se produjeron sólo 31 267.69 marcos de plata. Es decir, un
total de 7.19 toneladas de plata pura. Es el mínimo histórico para
las minas de San Luis en el siglo . Si se compara con las 43 to-
neladas de plata alcanzadas en 1617, se puede tener una muy buena
idea de la caída productiva experimentada por las minas potosinas:
el mineral de 1661 representa el 16.72 % respecto al del año 1617.
9. Desde 1662 hasta 1671 la producción experimenta una ligera recu-
peración: en 1664 se producen 42 750.49 marcos; para 1670 se al-
canzan los 52 290. Por primera vez en casi treinta años, la tendencia
de la producción es creciente. Sin embargo, el impulso no alcanza
para llegar a los niveles anteriores a 1634.
10. A partir de 1672 la serie productiva se comporta de manera marcada-
mente estacional. Aunque existe una ligera tendencia descendente,
los treinta largos años que transcurren entre 1672 y 1701 presentan
una sólida estabilidad en torno a la media de 48 123 marcos. Es de
llamar la atención que la desviación estándar para todo este periodo
es de sólo 6 911.61 marcos. De esta manera, el siglo se despide
con una producción anual cercana a las once toneladas de plata. El
comportamiento de la quintación y diezmo de la Caja Real de San
Luis, a lo largo de este periodo, es tan estable que no parece pro-
ducto de la estocástica. Sinceramente, en términos de la scalidad,
sólo he visto series tan estables cuando los impuestos se encuentran
arrendados, y éste no era el caso de los derechos reales en San Luis
Potosí. Cabe bien preguntarse por qué se encuentra este comporta-
miento en los datos.
De este ejercicio puramente descriptivo se pueden sacar conclusio-
nes interesantes para el análisis. En primer lugar, el año 1612 no es el
de mayor producción mineral, como tampoco es el punto de inexión
a partir del cual comenzaría el declive de la producción de plata en San
386
Luis Potosí. Es más, se encuentra ubicado en un momento anterior (3)
al despegue productivo experimentado en el Cerro de San Pedro debido
a las obras de desagüe (4). Este punto es muy importante porque des-
miente de manera categórica la hipótesis de la historiografía tradicional
acerca del pronto declive de la minería potosina.
En segundo término, se debe matizar muchísimo la aseveración de
Primo Feliciano Velázquez, en el sentido de que para 1624 los mineros
estaban “cerca de la ruina”. Aunque es verdad que hacia 1623 o 1624
concluye la gran bonanza de Cerro de San Pedro, la producción no se
desploma de manera absoluta: las cifras indican que se retornó a los
volúmenes de producción de plata anteriores a 1615 (5). Incluso, para
comienzos de la década de los treinta se puede hablar de cierta recupera-
ción en los niveles de la producción de plata. Sin embargo, no se puede
negar que este periodo es importante para entender el posterior declive
productivo: si se pone atención a la gráca, se verá la manera en que
los datos de 1628-1633 parecen emular, a baja escala, los de la bonanza
minera de 1615-1622. Pero esta vez los mineros no tienen bajo la manga
una obra de ingeniería magníca que permita la revolución productiva;
la minería potosina carece de aliento para crecer, y a continuación la
producción comenzará a irse en picada. Además, durante este periodo
se funda la caja real, y el cambio institucional parece afectar de forma
negativa la estructura productiva.
La producción de San Luis comenzó a descender denitivamente en
1634. A partir de este año ya no habrá retorno: los niveles productivos
continuarán cayendo de manera casi consecutiva durante diez u once
años (6). De esta manera, se puede fechar el inicio de la caída en el año
de 1634. También debe señalarse lo siguiente: las minas de San Luis, en
su conjunto, mantuvieron un nivel superior a las 23 toneladas anuales,
entre 1593 y 1633. ¡La bonanza minera duró casi cuarenta años! Since-
ramente, no le veo nada de temprano a este declive de la producción.
La producción logra estabilizarse en 1645; la caída se detiene por es-
pacio de diez años (7), para volver a descender hacia 1657 (8). En 1661 la
producción de plata verá su peor año durante el siglo : sólo se produ-
jeron 7.19 toneladas. Si se toma como referencia que el año de 1633, últi-
mo del periodo (5), cuando la producción alcanzó las 26.75 toneladas, se
puede ver que la pérdida de capacidad productiva fue bastante severa en los
veintiocho años que separan a las dos fechas. Sin embargo, difícilmente se
puede decir que la caída productiva fue espectacular, porque la pendiente
387
51 Los datos que se han utilizado en esta gráca pueden consultarse en el Anexo 7 “Plata.
Serie de producción quinquenal. San Luis Potosí. Siglo ”.
52 José Francisco de la Peña, Oligarquía y propiedad en Nueva España 1550-1624 (Méxi-
co: Fondo de Cultura Económica, 1983). En especial: pp. 46 y 47, que contienen información
sobre Martín Ruiz Zavala, importante heredero de uno de los mineros más ricos de San Luis,
Juan de Zavala. La p. 50, con información de Alonso Fuentes Botetano, tratante de maíz
y minero en San Pedro Potosí; las pp. 73 y 74, con información de Matías y Alonso Pardo,
escribanos reales y tratantes de minas.
negativa de la curva de tendencia en estos años se encuentra atemperada
debido a que un periodo de relativa estabilidad en la producción (7) se
intercala con los dos periodos de marcado descenso (6) y (8). Otra cosa
debe quedar muy clara: la producción de mineral en San Luis nunca dejó de
entregar resultados; si bien el descenso se puede ubicar en el orden de los
dos tercios respecto a sus niveles más altos a comienzos del siglo, la activi-
dad nunca cesó; las partidas de diezmo de plata fueron siempre la principal
fuente de entradas para la Caja Real de San Luis Potosí.
Es indudable que a partir de 1662 la producción de plata se recupera (9):
para el año 1672, la producción alcanza los 70 837 marcos, es decir, se pro-
dujeron 12.4 toneladas de plata. Empero, el aliento no es de larga duración.
La producción de plata se estanca en torno a las once toneladas durante el
último cuarto del siglo (10). Esta incapacidad de la producción de plata para
crecer se reeja en una serie con un comportamiento estacionario muy fuer-
te, aunque con una pequeña tendencia descendente. Los diezmos mineros de
San Luis Potosí habrían llegado a un punto de equilibrio que se mantendría,
tal vez, hasta el descubrimiento de los ricos lones minerales del Catorce,
durante la segunda mitad del siglo . De esta manera, el último tramo
del siglo se encuentra marcado por la falta de innovación en la serie.
La Gráca 64 presenta los datos de producción de plata agregados
en periodos quinquenales,51 es decir, de sesenta meses. Creo que gracias
a este nivel de agregación se pueden plantear cuatro momentos para el
ciclo productivo potosino:
1. Tendencia creciente. 1593-ca. 1633. El siglo comienza con los
máximos niveles de producción alcanzados por San Luis. Esta ten-
dencia se mantiene más o menos durante cuarenta años. Un dato
me ayuda a reforzar esta propuesta: los inventarios analizados por
José Francisco de la Peña, y que datan justo de principios del siglo
, contienen expedientes de varios mineros potosinos.52 Esto no
388
es casual; se puede armar que San Luis era el real de minas de
moda a principios del siglo; su nivel productivo en verdad era alto
(incluso cercano al de Zacatecas), lo que permitió la rápida creación
de pingües fortunas, así como la destrucción de otras tantas.53
2. Tendencia descendente. Ca. 1634-1661. Hacia 1634 la producción
empieza a declinar; cada año se produce menos plata. Este ciclo
decreciente alcanza su nadir alrededor de 1661, año que registra el
mínimo histórico. Es evidente que la producción de plata ha alcan-
zado su punto más bajo.
3. Tendencia creciente. 1662-1674. En la década que transcurre entre
1665 y 1674 existe una pequeña recuperación de la producción de
plata después de la caída, aunque nunca se llegará a los niveles al-
canzados antes de 1634. Es más, parece que el nivel productivo se
estanca; el sector carece de impulso para crecer.
53 Los riesgos de la empresa minera eran altos, y si bien se amasaron grandes fortunas
gracias a la producción de plata, en la mayoría de los casos los mineros lo único que legaban a
sus herederos eran grandes deudas. No todos los mineros eran José de la Borda.
G 64
S L P. P .
V . P 1,000
0
5
10
15
20
25
x 10000
389
4. Sin tendencia. 1675-ca. 1700. Los últimos veinticinco años del siglo
presentan un comportamiento muy estático, aunque con una ligera
tendencia hacia abajo; la producción se estabiliza en torno de las
once toneladas anuales.
Hasta aquí he esbozado una serie de hipótesis que se desprenden
de las series productivas para el metal blanco. Sin embargo, antes de
llegar al momento de la generalización, es preciso que introduzca la
variable oro en el análisis, con la nalidad de comparar la tendencia de
la producción y plantear hipótesis acerca de la producción de minerales
en San Luis Potosí.
El oro
Las minas ubicadas en el Cerro de San Pedro eran únicas en la Nueva
España por un simple motivo: la cantidad de oro que producían. Y es
que las barras de plata salían, después del benecio, ligadas con oro.54
Según Primo Feliciano Velázquez, los primeros ensayes de la plata de
San Luis quedaban siempre con un color arenoso.55 Al principio se pen-
só que este material era cobre, y por eso se eliminaba al fundir las barras
de plata. De acuerdo con el historiador, hacia 1598 a alguien se le ocu-
rrió separar la escoria de una barra y descubrió que el mineral arenoso
no era otra cosa que oro. Desde ese momento, las barras de San Luis
fueron sistemáticamente remitidas al apartado de la ciudad de México,
donde se separaba en denitiva la plata del oro.
El anterior, pese a ser un bonito pasaje, es por completo falso: los
mineros supieron desde un principio que la plata se encontraba ligada
con oro. Ya en octubre de 1593 el alcalde mayor de San Luis Potosí,
Alonso de Oñate, señalaba lo siguiente:
54 Señalan los ociales reales de la ciudad de México: “[Los pesos de oro de la partida
son] procedidos de derechos de uno y medio por ciento del oro en especie, y del granaje de
oro que en sí tiene la plata de las dichas minas de San Luis, que en la sala de la fundición real,
se ha manifestado, fundido y ensayado” (, Contaduría, Cajas Reales de la Nueva España,
922, 2, foja 46 frente).
55 Velá zquez, Historia, vol. I, 588.
390
[...] que del Cerro del Potosí, de algunas de las minas que en él se labran se
ha visto, y es público y notorio, que algunas personas de los que benecian
y anan los metales que se sacan de las dichas minas y han sacado tejuelos
de oro, y así mismo mucha cantidad de plata que participa de oro.56
Pues bien, la plata de San Pedro, después del benecio, salía ligada con
oro. Esta particularidad del mineral que se producía en San Luis Potosí
introducía mucho ruido en el trato de los minerales porque los impues-
tos mineros debían ser pagados en especie, y para realizar esto el oro
de las barras debía ser separado de la plata. Existía un proceso químico
para realizar la separación del oro y la plata, pero los talleres que lo
realizaban se encontraban de manera exclusiva en la ciudad de México.
Cuando menos hasta 1628 el mineral debía dejar San Luis Potosí para
ser apartado y quintado en la capital.
La anterior era una particularidad de la producción sampetrense:
el mineral era de tanta calidad que se encontraban altas cantidades de
plata vinculadas con oro. Esto demuestra que la geografía minera de la
Nueva España era muy extensa y la producción de minerales se encon-
traba lejos de ser monolítica. Cada real tenía ciertas particularidades que
a la larga determinaban los ciclos productivos. Para el caso de estudio,
ya se verá en la serie productiva cómo las obras realizadas en el Cerro
de San Pedro, hacia 1614, enfocaron la inversión hacia la producción de
mineral de mayor calidad, aunque tal vez produciendo menor cantidad.
Además, el valor monetario de la producción aurífera era muy alto.
De acuerdo con lo estipulado por la Caja Real de San Luis a lo largo
del siglo , la talla de un marco de plata de toda ley eran 70 reales,
es decir 8.75 pesos.57 Un marco de oro de 22 quilates, que era la ley
56 “Alonso de Oñate, alcalde mayor de San Luis Potosí, para que se lleve a registrar el
oro de las minas del cerro del Potosí”, en María Isabel Monroy, Documentos y grabados para
la historia de San Luis Potosí (San Luis Potosí, S.L.P.: Archivo Histórico Estado San Luis Potosí /
Casa de la Cultura, 1991), 122. Cursivas propias.
57 Por ahora sólo voy a señalar que la talla (cantidad de monedas que caben dentro de
un marco de plata) en la Caja Real de San Luis Potosí se estimaba en setenta reales durante
todo el periodo estudiado. La razón que dan los ociales reales del pueblo de San Luis cuando
hacen el cargo de la plata de diezmo en la Caja Real de la localidad expresa siempre esta equi-
valencia: “Háceseles cargo a los dichos ociales Reales de sesenta mil ochocientos y ochenta
y un pesos un tomín y ocho granos de oro común de plata de toda ley de a setenta reales el
marco” (, Contaduría, 922, Cajas Reales de la Nueva España, 13, foja 279 frente. Cursivas
propias; María del Pilar Martínez López-Cano, “En torno a la plata: notas sobre el crédito y el
391
estándar de la época, se valuaba en 105.88 pesos más o menos.58 De este
hecho se deduce que, así fuese relativamente poco el volumen de metal
dorado beneciado en las haciendas de San Luis, los emolumentos que
suponía tanto para los mineros como para el Real Fisco hacían que este
género de la producción minera tuviese una importancia central. Por
último, se debe notar que, en el caso del oro, la Real Hacienda cobraba
siempre el 21.5% del total de la producción. Los “derechos de quinto, y
uno y medio por tanto” eran los únicos que existían en este género de
la producción, a diferencia de la plata, que tenía un incentivo scal para
los mineros y podía ser cobrada a una tasa del 11.5%.
En la Gráca 65 he sintetizado los datos de producción de oro en
periodos anuales.59 A partir del análisis se pueden encontrar los siguien-
tes ciclos:
a. A partir de 1593 la producción de oro crece rápidamente. Este ciclo
creciente culmina hacia 1610 y constituye la primera bonanza au-
rífera de San Luis Potosí. Corresponde de manera casi perfecta con
el periodo (1) de la plata. De acuerdo con las cifras proporcionadas
por Primo Feliciano Velázquez, entre 1599 y 1609 se tiene una me-
dia de 492 kg de oro puro producidos al año.
b. Quizá exista un retroceso de la producción de oro entre 1611 y 1613.
Este retroceso es mucho más corto que el periodo (2) de la plata.
c. La producción de oro crece rápidamente con las obras de desagüe en
el Cerro de San Pedro, lo cual muestra que la nalidad de las obras
nanciamiento en la minería en la Nueva España en el siglo ”, en Crédito y nanciamiento
a la industria minera. Siglos x vi-x x, coord. Eduardo Flores Clair [México: Plaza y Valdés,
2006], 37. Véanse las tablas presentadas en Muñoz, Moneda castellana, 30).
58 El 21 de abril de 1648 se cargó a los ociales reales de San Luis por un total de 18 327
pesos de oro común, que procedían de 8 624 castellanos del oro que se había quintado en la caja
real de la localidad. Si se hace la división, tenemos como resultado que cada castellano de oro de
22 quilates valía 2.11 pesos, aproximadamente. Si además se sabe que en cada marco de oro hay
cincuenta castellanos, es posible conocer el precio. Esta equivalencia se repite a lo largo de todo
el periodo estudiado (, Contaduría, 922, Cajas Reales de la Nueva España, 25, foja 685 frente).
“El marco castellano fue la unidad ponderal utilizada en el reino de Castilla principalmente
para la plata. Para el oro existía el marco de castellanos de igual peso (ambos 230 gramos) pero
con diferentes divisiones” (Muñoz, Moneda castellana, 29).
59 Los datos que se han utilizado para construir la serie pueden encontrarse en el Anexo 7
“Oro. Serie de producción anual. San Luis Potosí. Siglo ”.
392
era recuperar el mineral de mayor calidad; el que contenía mayor
cantidad de oro. Se debe señalar que esta segunda bonanza aurífera
alcanza valores más altos que la primera: hacia 1620 se alcanza el
máximo histórico para la producción aurífera en el periodo: 755.4 kg
de oro puro.
d. Hacia 1623 la producción decrece sensiblemente hacia los 500 kg.
Esta tendencia se mantendría hasta 1628.
e. A partir de 1629 hay una recuperación notable de la producción: la
gráca muestra una tercera bonanza de la producción aurífera; en
1630, 1633 y de nuevo en 1634 se produjeron más de 600 kg de oro.
f. En 1635 la producción comienza a descender; la caída productiva
durará diez años de manera ininterrumpida: para 1634 se produje-
ron 630 kg de oro; en 1644 sólo se registraron 257.98 kg. Esta caída
de la producción aurífera se encuentra casi sincronizada con la de la
plata, es decir con el periodo (6) de la producción de ese metal.
G 65
S L P. P . V .
O 24
0
1
2
3
4
5
6
7
1593
1596
1599
1602
1605
1608
1611
1614
1617
1620
1623
1626
1629
1632
1635
1638
1641
1644
1647
1650
1653
1656
1659
1662
1665
1668
1671
1674
1677
1680
1683
1686
1689
1692
1695
1698
1701
Cientos
San Luis Potosí Extrapolación (C.R. de México)
393
g. Entre 1645 y 1655 la profusa caída de la producción aurífera se de-
tiene y se estabiliza la producción en torno a los 300 kg de oro.
h. A partir de 1656 hay un nuevo descenso; para 1658 sólo se alcanzan
197.47 kg; en 1659 la producción se ubica en apenas 207.24 kg.
Empero, el ciclo depresivo dura sólo cuatro años.
i. La producción de oro se recupera pronto a partir de 1660: para
1662 se producen 350 kg; en 1668 se alcanzan 372.84 kg.
j. La producción se reduce de nueva cuenta en 1669. Los valores con-
tinúan cayendo hasta que en 1676 se obtiene el mínimo histórico de
la producción aurífera de San Luis: 80.58 kg.
k. En 1677 la producción sube hasta alcanzar los 300 kg, pero a con-
tinuación se estabiliza en una media de 190 kg anuales. La serie en
este punto parece carecer de tendencia y tener un comportamiento
estacionario muy fuerte. La situación se prolonga hasta 1693.
l. En 1694 la producción de oro comienza a repuntar: para 1695 se
alcanza otra vez una producción ligeramente superior a los 300 kg
anuales. Esta tendencia continúa hasta el cierre del siglo.
Por principio de cuentas se puede observar que las minas de San
Luis nunca dejaron de producir oro a lo largo de todo el siglo . Es
decir, no es ésta una explotación directamente dependiente del oca-
sional hallazgo de vetas de oro virgen (como ocurría en diversos reales
novohispanos), o las explotaciones de placer que permitían la extracción
de oro por corto tiempo. Si bien las minas de San Luis rindieron diversos
volúmenes de oro a lo largo del tiempo, también lo es que la explotación
y benecio del metal amarillo se realizó año con año; como se vio en el
capítulo antecedente, el quinto de oro constituyó la segunda fuente de
ingresos scales para la Caja Real de San Luis Potosí durante el siglo .
Dentro de la Gráca 65 es un tanto complicado seguir la tendencia
de la producción de oro. Esto es efecto de la inestabilidad de la serie:
los valores presentan mucha variación de un año a otro. Esto es dife-
rente para el caso de la plata, donde la tendencia es observable muy
fácilmente, incluso desde la agregación a periodos anuales. Es por esto
que en la Gráca 66 presento los valores para de la producción de oro
en periodos quinquenales.60 A este nivel de agregación es mucho más
60 Los datos que se han utilizado para construir el gráco pueden consultarse en el Anexo
7 “Oro. Serie de producción quinquenal. San Luis Potosí. Siglo ”.
394
fácil observar la tendencia seguida por la producción de metal áureo a
lo largo del siglo.
G 66
S L P. P .
V . O 24
0.0
0.5
1.0
1.5
2.0
2.5
3.0
Millares
Pese a las altas variaciones anuales experimentadas por la produc-
ción de oro, la tendencia es muy semejante, durante los primeros cin-
cuenta años del siglo, a la de la producción argentífera: el periodo (1)
de la plata corresponde de manera casi precisa al periodo (a) del oro;
sin duda, el descubrimiento de las minas de San Pedro pronto generó
una creciente producción mineral, reejada en esta bonanza que debió
alcanzar su punto más alto entre 1601 y 1603. Para este momento la
producción de plata tal vez alcance su nivel máximo; la producción de
oro habría de esperar otros diecisiete años para ver su cenit.
El periodo (2) de la producción de plata, que marca el n de la
primera bonanza de San Pedro, se encuentra bien registrado en ambas
series, puesto que tiene su contraparte en el periodo (b), propuesto para
el oro. Empero, para el oro el descenso es abrupto y un poco más tardío
395
que para el metal blanco. Es por esta razón que no se detecta el periodo
de estabilidad correspondiente a la producción de plata (3). Lo que sí
se puede decir es que la baja productiva se ha consumado hacia 1611,
cuando ambas producciones descienden de manera denitiva. Además,
desde aquí se empieza a observar otra característica de la producción de
oro: los descensos en ella no se encuentran sincronizados a la perfección
con los de la plata, sino que existen desfases de uno o dos años.
La recuperación de 1615 es espectacular en ambas series. Los perio-
dos (4) y (c) dan cuenta de este hecho. Empero, el oro es el principal
beneciario de las obras en el Cerro de San Pedro: para 1611 se debieron
haber producido unos 211 kg de oro; en 1618 la cifra alcanza los 702.2
kg. Es decir, la producción de oro se triplicó en apenas ocho años. Por
su parte, el crecimiento experimentado por la plata pasó de unas 21 to-
neladas en 1611 hasta las 43 de 1617, es decir, su producción se duplicó.
Ambos incrementos son importantes, pero sobresale el de la producción
aurífera; es justo durante este periodo que el metal amarillo alcanzó los
niveles más altos del siglo .
El periodo (5) de la plata y el periodo (d) del metal amarillo mues-
tran de forma clara la nalización del periodo de bonanza anterior. La
diferencia es que el oro se recupera rápido: si para 1623 la producción
bajó hasta los 500 kg, en 1628 la tendencia ya se ha revertido y alcanza
los 540 kg. A partir de 1629 ya se puede hablar de una recuperación
importante de la capacidad productiva, lo que me permite plantear que
existió una tercera bonanza mineral en San Pedro, esta vez enfocada
casi en exclusiva al oro (e). La plata tiene un comportamiento más está-
tico, puesto que la producción ronda las veinte toneladas en esos años,
con una acusada tendencia descendente.
Desde el punto de vista teórico, la producción de oro debería ser
una función dependiente de la plata; al estar mezclados los dos mine-
rales, se puede armar que, si la producción de plata decrece, la de oro
deberá seguir la misma tendencia de modo invariable. Sin embargo, se
observa que esto no siempre fue así: durante el periodo (e) se da por pri-
mera vez una situación contradictoria en la producción mineral de San
Luis; la de la plata desciende mientras la del oro repunta.
La caída productiva, señalada por el periodo (6) en el caso de la
plata y (f) para el oro, se encuentra de manera casi sincrónica en las
dos series. La plata comienza el descenso en 1634, mientras que el oro
le sigue en 1635. La caída del oro es, incluso, más espectacular que
396
la de la plata. Al haber mantenido un nivel bastante alto hasta el año
1634, la reducción representa más de la mitad de la producción en sólo
diez años. Los periodos (7) y (g) también son muy parecidos: la pro-
ducción se estabiliza, deteniéndose el tobogán que supusieron los años
anteriores.
Para el caso de la plata, el periodo depresivo (8) tocará fondo en
1661, cuando se registra la producción anual más baja en todo el siglo.
En el oro, sin embargo, el periodo (h) de descenso dura poco tiempo.
Hacia 1659 la producción de oro ya comienza a avanzar: en 1660 (i)
ya se puede hablar de recuperación. Mientras la plata se hunde, el oro
presenta un crecimiento un tanto irregular. Esta situación se debe al
desarrollo de una nueva forma de explotación del oro en San Luis Poto-
sí; se le llamó el nuevo benecio del oro, el cual comenzó a operar hacia
1663.61 Suponía la utilización de pequeñas cantidades de azogue para
beneciar el oro de San Pedro. A esta simple innovación técnica se le
puede acreditar el periodo de crecimiento experimentado por la produc-
ción de metal áureo en la década de los sesenta.
Hacia 1670 (9) la plata entra en una fase de franca recuperación,
mientras que el metal amarillo desciende de manera espectacular a par-
tir de 1669 (j). En este punto, parece que la estrategia de los mineros
cambió; si antes se habían buscado los minerales de alta ley, con la
nalidad de obtener amplios márgenes de ganancia mediante la pro-
ducción de oro, en este periodo parece que se privilegió la ganancia por
volumen, y se beneció cada vez más plata. Esto se pudo deber a un
agotamiento de las vetas de oro virgen, producto del esfuerzo realizado
durante el periodo anterior, y el benecio de metal amarillo mediante
azogue.
61 “Háceseles cargo a los dichos ociales Reales de San Luis Potosí de 165 tomines 7 gra-
nos de oro común, que en 20 de octubre de 1663 metieron en la real caja de su cargo, Dionisio
de Rojas, José Álvarez y Juan Díaz, mineros del nuevo benecio de oro en la dicha ciudad, por
el valor de dos quintales de azogue que se les repartieron por el contador don José de Vitoria
en virtud del decreto del virrey para los ensayes y nuevo benecio de sacar oro por azogue, de
los cuales han quintado en dicha Real Caja el oro que ha procedido de dichos dos quintales
de azogue que corresponden a más de 30 quintales gastados en el benecio de plata, y por
ser en tejo lo de oro no se ha quintado ni sacado por los susodichos ninguna plata con dichos
azogues, como parece por el libro” (, Contaduría, Cajas Reales de la Nueva España, 923-A,
6, foja 227 vuelta. Cursivas propias).
397
A continuación, ambos géneros entran en un periodo de estanca-
miento (10) y (k), durante el cual la producción parece carecer de ten-
dencia; no hay cambios tecnológicos que impulsen la producción, pero
tampoco aparecen rupturas estructurales que la aniquilen. La serie para
ambos géneros es muy estable en este periodo. Sin embargo, esta situa-
ción se rompe, para el caso del oro, en 1693 (l), el cual despide el siglo
con un ligero repunte en los valores productivos.
A lo largo del siglo hay momentos en que las tendencias de ambos
minerales son contrapuestas. ¿Cómo explicar estas divergencias? Los
factores en la producción del oro y la plata, si bien se encuentran muy
interrelacionados por la presencia de ambos en las barras beneciadas
por los mineros potosinos, muestran también cierta independencia; el
descubrimiento de ricas vetas de mineral aurífero a veces revolucionaba
la producción en el San Luis Potosí del siglo , como aconteció en
1628, cuando en la mina del Rosario (también conocida como Cata
Briones porque su propietario se llamaba José Briones), se descubrió
una rica veta de mineral aurífero.62 Es más, a medida que transcurre el
siglo, pareciera que la producción de oro logra cierta autonomía frente a
la de plata. Este fenómeno puede entenderse de dos maneras: o bien los
mineros se encontraron vetas de mineral áureo en estado puro, como
se comprueba para el caso del nuevo benecio del oro en la década de los
sesenta, o bien existieron fenómenos de evasión scal, los cuales hacen
inconsistentes los datos desprendidos de la Caja Real, puesto que las
tendencias de los dos géneros comienzan a diferenciarse cada vez más a
partir de la fundación de la tesorería en San Luis Potosí.
La tendencia de la producción mineral de San Luis Potosí
en el siglo
Ahora se plantea una seria cuestión de carácter técnico: ¿cómo es posible
comparar las dos series de producción? Como es evidente, lo primero
que se debe hacer es utilizar ambas series una vez realizada la conver-
sión a kilogramos. Sin embargo, este ejercicio no prosperaría ya que
62 Sergio Tonatiuh Serrano Hernández, “‘... ¡Hay oro y no nos avisan a los amigos!...’.
Contrabando y evasión scal en el Cerro de San Pedro Potosí durante la primera mitad del
siglo ”, Vetas. Revista de El Colegio de San Luis 29 (2008): 37-62.
398
hay mucha diferencia en términos del volumen producido, y además
lo que me interesa es comparar las tendencias de la producción, no los
valores absolutos de los géneros. Es por la razón anterior que utilizaré
una técnica estadística llamada unidad tipicada. Para llevar a cabo este
ejercicio, utilizaré una agregación a sesenta meses (cinco años), porque
ésta se acerca un poco más a una distribución gaussiana en los datos.63
Los resultados del ejercicio se han vertido en la Gráca 67. Esto me
permite comparar las tendencias de la producción de manera más pre-
cisa, y gracias a esto contrastaré las hipótesis que he propuesto a partir
63 La unidad tipicada implica la conversión de los valores de muestras de distintas
poblaciones (en este caso, producción de plata y oro) a unidades de desviación estándar (la
cantidad de desviaciones de cada observación respecto de la media).
G 67
P S L P. E
. S XVII
-1.2
-0.7
-0.2
0.3
0.8
1.3
1.8
2.3
Oro (Normalizado) Plata (Normalizado)
de la producción argentífera potosina con los datos que se desprenden de
la minería de oro.
1. Tendencia creciente. 1593 -ca. 1633. En lo referente al ciclo que abar-
399
caría las primeras tres décadas del siglo , además de los últi-
mos años del , se puede armar que la tendencia es creciente
en términos generales, aunque lamentablemente los datos existentes
para el periodo anterior a la fundación de la Caja Real (1628) no
correspondan en las dos series. Mientras que en el caso de la plata
hay datos entre 1611 y 1616, para el oro existen datos entre 1600 y
1609. En contrapunto, es cierto que se conocen los valores de am-
bos géneros para 1618-1622, lo que permite darse una buena idea de
la tendencia general de la producción durante este periodo de auge
de la minería potosina.
a. Aunque es necesario buscar más información cuantitativa acerca
de los primeros años, se puede armar (siempre de manera hi-
potética) que el siglo comenzó con altos niveles productivos en
ambos rubros de la producción mineral.
b. El volumen más alto de producción minera alcanzado por las
minas de San Luis durante todo el siglo se dio entre 1615 y
1622. La producción anual de plata rondaba las veintiocho tone-
ladas de plata pura. En el caso del oro, la producción se ubicaba
alrededor de los 650 kg en cada año.
c. Es cierto que a partir de 1623 la producción comienza a expe-
rimentar una notable reducción. Empero, la producción de oro
se recupera rápido, lo cual refuerza la idea de que la tendencia
continúa hasta 1633.
2. Tendencia decreciente. 1634 o 1635-1660 o 1664. Aunque se pue-
de establecer de manera fácil el año en que comenzó la caída de
la producción, porque las grácas parecen estar sincronizadas,
es difícil establecer con mucha claridad cuándo terminaron su
descenso.
a. Es cierto que la pendiente negativa en la producción de oro es
más grande que la de la plata, pero también lo es que la recupe-
ración de la capacidad de producción para el metal amarillo en
la sexta década del siglo es notable. La plata continúa en picada
hasta cuando menos 1663.
b. Para 1665, la tendencia creciente de ambas producciones muestra
de forma clara que la caída ha nalizado.
400
3. Tendencia creciente. 1661 o 1665-1668 o 1674. En este punto, la
serie de metal dorado causa controversia.
a. La tendencia de los dos géneros empieza a divergir desde 1659,
por lo que este momento entrega resultados contradictorios.
b. Mientras la producción de plata continúa bajando, la de oro se
recupera; cuando en 1671 hay un crecimiento en el metal blan-
co, la producción aurífera se desploma.
4. Ligera tendencia decreciente. 1669 o 1675-1694. Esta periodización
parece quedar anulada por la tendencia observada en la producción de
oro, ya que:
a. Tanto el oro como la plata se comportan de manera fuertemente
estacional a partir de 1677. Empero, esta situación se termina, para
el metal áureo, en 1695.
b. Al observar la producción de plata agregada a periodos quinque-
nales, se puede ver que la tendencia decreciente es más clara a
partir de 1685.
5. Ligera tendencia creciente. 1695-ca. 1700. El siglo se despide, para
ambos géneros de producción, con una ligera tendencia creciente.
Si bien es cierto que la recuperación es más notoria para el oro que
para la plata. Creo que esto es efecto de las obras de acondiciona-
miento que durante este periodo se realizaron en el Cerro de San
Pedro.
Ahora debo entrar en la polémica: he señalado ya varias veces que,
para la historiografía tradicional potosina, la reducción experimentada
por la minería local fue tan grande que prácticamente, volvió nimia la
producción de minerales.64 Además, se especula sin sustento alguno que
la producción continuó cayendo durante todo el siglo y que las conse-
cuencias de esta situación, por supuesto, habrían sido devastadoras para
64 Véase “Historiografía potosina”, en la Introducción.
401
la economía local. Por ejemplo, en Auge y ocaso de la minería en Cerro de
San Pedro se señala lo siguiente:
En efecto, si analizamos los testimonios podemos armar que, en el pe-
riodo de 1626 a 1633, la mayoría de las minas se encontraba a media labor
y otras eran de escasa importancia, aunque mantenían en producción una
industria mortecina.65
El autor del texto arma que la caída productiva comenzó a mediados
de 1626, más o menos, con el cierre de las obras en el tajo de San Cris-
tóbal. A partir de ahí, la minería en San Luis Potosí sería una industria
mortecina. Debo destacar que todo esto se arma sin presentar una serie
de tiempo.66 Hasta aquí, creo que los grácos presentados en este apar-
tado permiten desechar algunos de los puntos nodales de la explicación
tradicional, así como de aquella que se ha realizado en los últimos años
bajo supuestos criterios académicos. Para dar orden al debate, que tiene
muchas aristas, centraré la polémica en los cuatro puntos que considero
centrales y que había planteado al comienzo de este capítulo.
1. ¿Cuánto tiempo duró el periodo de bonanza minera? Se debe tener en
cuenta que la caída de la producción no fue temprana en la historia
de San Luis Potosí. ¡El periodo de bonanza minera habría durado
alrededor de cuarenta años! Desde 1592 hasta 1634 o 1635, apro-
ximadamente, se desarrolló una producción mineral creciente. A la
luz de los datos aquí presentados, se debe abandonar por completo
la perspectiva del pronto declive productivo porque éste simplemen-
te no sucedió. Es más (como se verá en las conclusiones del presente
libro), si se pone atención en la trayectoria de la producción zacateca-
na, se podrá ver que la primera bonanza de aquel real minero duró
65 Carlos Rubén Ruiz Medrano, Auge y ocaso de la minería en Cerro de San Pedro, juris-
dicción de San Luis Potosí, y el tajo de San Cristóbal (1592-1633) (San Luis Potosí, S.L.P.: El
Colegio de San Luis, 2009), 143. Cursivas propias.
66 Ya he señalado las deciencias de las series presentadas por el autor en la Introducción.
Además, es increíble que Ruiz Medrano sólo presente un análisis acerca de la producción de
plata. Como se vio en la Gráca 2, dentro del capítulo anterior, los impuestos sobre la pro-
ducción de oro importaron casi dos millones de pesos, sólo superados por los 3 274 442.72
pesos que entraron a la caja real por diezmo de plata. Pues bien, al eliminar tan importante
variable del análisis sobre la producción mineral local se termina entendiendo poco acerca de
la realidad productiva potosina.
402
también unos cuarenta o cincuenta años, lo cual nos indica que en
este punto las minas de San Luis no tienen nada de especial.
2. ¿Cuánto tiempo duró el ciclo de descenso? La caída comienza, sin lu-
gar a dudas, a mediados de la década de los treinta; se detendrá a
comienzos de la década de los sesenta. Curiosamente, y va como
reexión a posteriori, esta caída está vinculada con el periodo en que
hubo tantos problemas en la contaduría potosina, que fue necesario
su cierre. Además, se debe dejar claro aquí que el ciclo decreciente
duró cerca de un cuarto de siglo, y no el siglo completo como arma
la historiografía tradicional. Esto debe señalarse de manera categó-
rica: la caída se detuvo en la década de los sesenta e incluso se llegó
a recuperar una parte de la capacidad productiva, aunque es cierto
que esta recuperación no fue de largo aliento porque se volvió a
presentar un ciclo decreciente en la última parte del siglo.
3. ¿En qué cantidad se redujo la producción? Queda fuera de dudas que
la producción registrada se redujo de manera considerable. Para el caso
de la plata, si se toma en cuenta el quinquenio 1620-1624, el de ma-
yor producción registrada, con 149.64 toneladas, frente a las 42.17
toneladas que se quintaron y diezmaron entre 1660 y 1664, es po-
sible concluir que la producción de plata se redujo en un 72%. Para
el caso del oro, la situación es idéntica: en el quinquenio 1615-1619
se produjeron 3.28 toneladas de oro puro, mientras que en los cin-
co años que corrieron entre 1690 y 1694, los peores del siglo, la
producción alcanzó un total de .92 toneladas. Es decir, tomando el
máximo y el mínimo del siglo, la diferencia es también de un 72%.
Sin embargo, queda por verse si la reducción que muestran las cifras
es efecto de fallas estructurales en el ámbito productivo, o bien otro
tipo de causalidad se encuentra asociado a lo que se ve estrictamente
en las grácas; sobre todo, evasión scal.
4. ¿Qué consecuencias trajo la reducción productiva para la economía lo-
cal? Aunque las cifras parezcan en verdad catastrócas, permítaseme
señalar que la producción alcanzada por los peores años de San Luis
no es despreciable: el oro contabilizado en 1676, el peor año de la pro-
ducción aurífera, valió alrededor de 40 462.2 pesos de oro común.
La producción de plata en 1661, la más baja de todo el siglo, alcanzó
un valor de 269 458.7 pesos de oro común. Esto muestra que, si bien
la media productiva de San Luis no fue espectacular en el siglo ,
nunca llegó a cero; el calicativo de mortecina impuesto a la empresa
mineral de San Luis no es más que una simple ocurrencia. Además,
403
creo que, en términos de la región, se debe explorar de mejor manera
la causalidad que asocia el declive productivo de la minería a una
crisis económica. ¿Puede reducirse la producción minera sin que esto
implique una catástrofe para la economía?
Se debe reconocer que, de acuerdo con lo observado en las grácas
ya presentadas, la línea de tendencia de ambas producciones presenta
una pendiente negativa. Esto quiere decir que, en términos generales,
siempre con base en los datos desprendidos de la Caja Real de San Luis
Potosí, durante el siglo se redujo la cantidad de minerales produ-
cidos. Este punto se encuentra fuera de debate. Sin embargo, también
debe tenerse en consideración que las cifras en las grácas se desprenden
de una función scal. Esto me lleva a cuestionar si lo que se ve en las
cifras, precisamente para el periodo en que la producción de minerales
se reduce de forma drástica, es en realidad un descenso de la produc-
ción, o bien se trata de pérdida de control por parte de la Caja Real de
San Luis Potosí.67
Además, se debe recordar que la realidad de la empresa minera de
la época era más compleja de lo que se puede expresar con una simple
gráca del total producido. Es cierto que el volumen productivo mues-
tra una muy buena parte del fenómeno: a mayor producción, mayor
actividad económica. Pero también lo es que, en el nivel de la em-
presa minera (micro), se puede ganar más produciendo menos. Esto
puede sonar contradictorio; sin embargo, me permito exponerlo con
la Gráca 68. Aquí aparecen dos índices construidos de la siguiente
manera: el promedio de ley de oro muestra la calidad del mineral para
cada periodo scal. Se tiene además el promedio de minerales de oro
registrados por día en cada uno de los periodos scales. Para mostrar el
comportamiento de las dos series, he eliminado las unidades de origen
(quilates y castellanos, respectivamente), y utilizo valores de desviación
estándar. Aunque de ninguna manera me atrevería a desprender un sis-
tema de ecuaciones a partir de estos datos, debe observarse la forma
en que se comportan las dos líneas de tendencia; a menor ley, mayor
cantidad de minerales registrados; a mayor ley, menor es la cantidad de
castellanos que entran a la Caja Real de San Luis. Debe observarse que,
67 He explorado la hipótesis de la alta evasión scal presente en las minas de San Luis en
Serrano, “Hay oro”, 37-62.
404
mientras fue avanzando el siglo, el mineral registrado fue siendo cada
vez menos, en términos absolutos, pero el valor nominal de cada pieza
era mayor porque su ley era más alta.
Lo anterior lleva a reexionar acerca de la modernidad de la empre-
sa minera. En este caso, cuando menos, los productores de minerales
se comportan con cierta racionalidad económica: la persecución de las
más altas tasas de ganancia se expresa en la búsqueda del mineral con
alta ley, puesto que al producir menos mineral, pero de más calidad,
se invierte menos en mano de obra e insumos como barretas, plomo,
leña, etc. Además, se debe transportar menor cantidad de mineral para
beneciar. Por supuesto, esto reduce la inversión necesaria, puesto que
G 68
L vs. .
U
-2
-1.5
-1
-0.5
0
0.5
1
1.5
2
2.5
Promedio Ley de Oro (Normalizado)Masa en Castellanos/Días (Normalizado)
Lineal (Promedio Ley de Oro (Normalizado)) Lineal (Masa en Castellanos/Días (Normalizado))
el mineral de alta calidad impacta directamente sobre los costos de pro-
ducción. El resultado es que se podía producir menos, pero ganando
igual o incluso mejor. ¿La reducción del total de la producción potosina
en el siglo responde a una restricción racional de la producción por
parte de los empresarios mineros?
405
Es cierto que aquí me encuentro polarizando el fenómeno. La rea-
lidad debió de ubicarse en algún lugar de en medio de los siguientes
factores: la producción total se redujo; el mineral se registró cada vez
menos en la Caja Real de San Luis porque era manejada de manera
extremadamente venal por los jueces ociales reales; los mineros inten-
taron elevar las tasas de ganancia seleccionando el mineral de mayor
calidad para ser beneciado. Creo que la combinación de estos factores
es lo que se alcanza a apreciar en las grácas aquí presentadas. Aunque
estas variables serán exploradas en el capítulo nal del presente libro,
debo aceptar que la investigación no se ha diseñado para responder a
todas las cuestiones que se desprenden del análisis de estas series. Pero
cuando menos ahora ya se sabe cuál fue el nivel productivo de las minas
de San Luis a lo largo del siglo .
Como armé en la introducción, existe en la historiografía local
una interpretación acerca del recorrido productivo de las minas potosi-
nas: la caída de la producción fue temprana en el siglo :
Al aseverar que las minas del cerro [de San Pedro] se igualaban en im-
portancia con todas las demás de la Nueva España, [los mineros de San
Luis] se referían sin duda al periodo de producción mostrado en las cifras
preinsertas y certicadas por los ociales de hacienda en México, que se
alargó hasta 1612. Tocante al año 1624, bastante indican los mineros
cuán cerca estaban de la total ruina.68
Ésta es la argumentación que se ha repetido una y otra vez en la histo-
riografía potosina. El descenso de la minería comenzó en 1612 y desen-
cadenó una verdadera crisis económica hacia la década de los veinte.69
En mi opinión, todo este discurso acerca del recorrido productivo de
la minería potosina tiene como base las peticiones realizadas por los mi-
neros de la diputación local. Sin embargo, éstas constituyen una fuente
muy especial: si se le piden al rey ciertas prebendas, como exenciones
de ciertos impuestos e inmunidad contra jueces de visita, difícilmente
se pintará una situación relajada de la producción minera local. Esto
no quiere decir que los mineros mientan; simple y sencillamente, que
68 Velázque z , Historia, vol. I, 589.
69 Guadalupe Salazar González, Las haciendas en el siglo xv ii en la región minera de San
Luis Potosí. Su espacio, forma, función, material, signicado y estructuración regional (San Luis
Potosí, S.L.P.: Universidad Autónoma de San Luis Potosí, Facultad del Hábitat, 2000), 52.
406
las representaciones ante el rey expresan los intereses de los mineros en
cuanto gremio. A nal de cuentas, están buscando la obtención de una
merced, y como súbditos del rey de Castilla lo interpelan para que les
autorice las concesiones. En este contexto, los juicios de valor emitidos
por la diputación de minería potosina difícilmente pueden ser conside-
rados como verdades categóricas.
Es a partir del siglo cuando los historiadores retomaron las re-
presentaciones de los mineros y construyeron una interpretación del
pasado virreinal por medio de ellas: para Primo Feliciano Velázquez,
la historia temprana de San Luis Potosí no se encuentra estrictamente
vinculada a la minería, puesto que, si bien esta actividad productiva
sirvió para que muchos españoles se interesasen por la zona, la pronta
decadencia de las minas dejó a los pobladores en el naufragio total. En
su texto, el autor nos informa que en 1646 “San Luis llegó casi a des-
poblarse”.70 Pese a la existencia de ciertos signos de prosperidad, como
la compra del título de ciudad para San Luis Potosí en 1655, el autor
arma que
[...] a los ojos del comisionado [Antonio Lara Mogrovejo], cuya misión
era procurar los aumentos de la hacienda real con los derechos que la
concesión causaba, se confundieron el pasado y el presente. Vio que hasta
entonces pasaba de 62 millones la cantidad que, según los libros, se había
pagado de quintos, diezmos y señoreaje por el oro y plata extraídos de las
minas. Le pareció crecido el número de mineros, mercaderes, labradores,
tratantes.71
Creo que hasta aquí se han presentado pruebas sucientes para que esta
interpretación sea bien revisada en los trabajos de historia potosina que
serán escritos en el futuro. Simple y sencillamente, esta explicación de la
minería potosina debe desecharse como verdad histórica.
70 Vel á z quez , Historia, vol. I, 631.
71 Ibid. , 6 3 7.
407
CAPÍTULO 4
LA CIRCULACIÓN DE LOS METALES PRECIOSOS
POTOSINOS A COMIENZOS DEL SIGLO XVII
… el pasar plata a la China por este camino [de América] es de poca importancia,
porque también entra y para en ella la que se remite a España de todas las Indias
Occidentales, [pues] corriendo por manos del comercio por Francia, Italia, Inglaterra,
Flandes, Alemania y las demás provincias septentrionales, [arriba a] Turquía y Persia,
hasta llegar a la India Oriental, de donde con menos ley la pasa el mismo comercio a
la China, donde se recoge y atesora (Dios sabe con qué n), porque los chinos sólo co-
mercian con los frutos de sus cosechas y manifactura de ellos con los Tártaros y Japone-
ses, y los Portugueses que tienen casas y factorías en las ciudades de Macao y Cantón,
márgenes de la China, que los navegan a Malaca, Goa y Lisboa y con los mercaderes
castellanos de la ciudad de Manila que llevan a la Nueva España las mercadurías por la
permisión que Su Majestad tiene a aquellas provincias para este comercio.
F L C *
Y es de advertir que como la dicha plata [de San Luis Potosí] está incorporada con
oro… es muy codiciada, y deseada de todos, así los capitanes de naos, pilotos, mari-
neros y otras personas se atreven a navegarla por el gran interés que con ella tienen…
y la traen a España, y en Sevilla, Cádiz, y San Lúcar la venden a extranjeros [quienes
se] la llevan a su tierra, con que hacen sus reinos ricos y poderosos, y los de Vuestra
Majestad pobres.
L F M F IV**
El presente capítulo explora una línea de investigación novedosa, la cual
se ha abierto gracias a la reconstrucción de las series de tiempo. Aunque
* Francisco López de Caravantes, Noticia general del Perú (Madrid: Atlas, 1987), vol.
IV, 226-227.
** , Patronato Real, 20, número 5, R 19, foja 3 vuelta-4 frente.
408
los resultados aquí mostrados deben ser considerados como simples
acercamientos a los problemas –dada la dimensión y la escala de cada
uno–, las líneas que siguen pueden servir para poner en perspectiva las
diversas temáticas de investigación que se abren a partir del trabajo so-
bre la información de archivo que hasta aquí ha sido presentada. Como
había propuesto en el capítulo introductorio del libro, intentaré realizar
una variación de escala.1 Recurro a la fuente conocida como manifes-
taciones de minerales.2 Estos datos entregan una verdadera radiografía
de la producción para los seis años que transcurren entre 1618 y 1623,
aunque no permiten medir el ciclo productivo de la minería potosina en
un espacio de tiempo largo. La idea detrás del ejercicio es jugar con la
escala de análisis y comenzar preguntándose por las determinaciones de
la estructura productiva, con la nalidad de explicar la manera en que
ésta se conectó con el mercado mundial.
El particular proceso de producción en San Pedro Potosí introdujo
la necesidad de trasladar los metales preciosos a la ciudad de México,
casi inmediatamente después de renarlos. La determinación clave en
este proceso es un accidente de la naturaleza, pues la existencia de oro
mezclado con plata suponía un loso problema para los mineros. Para
obtener moneda y bastimentos a cambio de sus metales, el minero debía
aguardar largo tiempo. Incluso una vez que las barras se encontraban
ya en la ciudad de México, le era necesario esperar a que se quebrasen
en las cornamusas de vidrio del apartado para que fuesen nuevamente
fundidas en metales ya separados. Como ya se ha visto, el hecho de que
existiera oro mezclado en la plata no sólo era problemático para las au-
toridades scales de la Nueva España, sino que los mismos productores
no sabían el valor real de sus barras. Aunque el ensaye se estableció en
1 Véase “Las escalas de análisis: de lo macro a lo micro y de vuelta”, en la Introducción.
2 A menos que se indique lo contrario, el presente capítulo utiliza la información des-
prendida de: (Archivo Histórico del Estado de San Luis Potosí [], Alcaldía Mayor de
San Luis Potosí, 1618, legajo 2, expediente 16, manifestaciones de plata desde 01/08/1618
hasta 16/01/1619; , Alcaldía Mayor de San Luis Potosí, 1621, legajo 2, expediente
8, manifestaciones de plata desde 16/02/1621 hasta 09/03/1622; , Alcaldía Mayor
de San Luis Potosí, 1619, legajo 1, expediente 2, manifestaciones de plata desde 16/01/1619
hasta 16/01/1619; , Alcaldía Mayor de San Luis Potosí, 1619, legajo 1, expediente 3,
manifestaciones de plata desde 16/01/1619 hasta 16/01/1619; , Alcaldía Mayor de San
Luis Potosí, 1619, legajo 1, expediente 4, manifestaciones de plata desde 16/01/1619 hasta
409
San Luis Potosí desde 1604,3 permitiendo que los dueños conocieran de
manera aproximada la cantidad y calidad de sus minerales, la principal
problemática era que las barras debían ser sujetas al proceso de separa-
ción para poder considerarse como productos nalizados.
Luego de separar la plata del oro, era necesario llevar ambos mi-
nerales a quintar en la Caja Real de México, y una vez pagados los
impuestos, se requería que los dueños cambiasen los minerales por mer-
caderías, o bien llevarlos a la Casa de Moneda para convertir los géneros
en amonedado. Al concluir este larguísimo proceso, se debían enviar
de vuelta a San Luis los resultados: mercaderías y/o monedas. En resu-
men, el productor debía esperar como mínimo dos meses para obtener
el retorno de su inversión, y todo esto sin considerar el tiempo que el
proceso productivo tomaba en las minas y haciendas de benecio. Es
evidente que todo lo anterior concatenaba con un problema de orden
nanciero: el productor debía continuar sufragando los gastos que su-
ponía el continuo trabajo de la explotación minera.
Aunque es claro que se requería crédito y nanciamiento para sos-
tener este tipo de producción, las fuentes tradicionales de crédito en
Nueva España -como los censos consignativos- preferían negocios en
el ámbito de la producción agrícola y la compra-venta de inmuebles
urbanos, donde los riesgos eran menores y los créditos a largo plazo. Por
sus características peculiares en el conjunto de las actividades económi-
cas del virreinato, estas fuentes de nanciamiento se encontraban casi
vedadas para la explotación minera; y aunque las ganancias podían ser
muy altas, el riesgo también lo era. De esta manera, fueron los grandes
mercaderes quienes se encargaron de conceder crédito a los mineros, ha-
ciéndolo a través de lo que fue llamado el sistema de avío.4 En general,
12/04/1621; , Alcaldía Mayor de San Luis Potosí, 1622, legajo 5, expediente 4, ma-
nifestaciones de plata desde 09/09/1622 hasta 01/08/1623; , Alcaldía Mayor de San
Luis Potosí, 1622, legajo 5, expediente 20, manifestaciones de plata desde 14/04/1622 hasta
06/05/1622.)
3 , Patronato Real, 20, Número 5, R 19, Foja 4 Vuelta.
4 El sistema de avío minero surgió en las zonas mineras de la América Hispánica con la
nalidad de proporcionar bastimentos a crédito para los productores de metales, quienes no
tenían acceso a otras fuentes de crédito de bajo costo (como los censos). Véase el capítulo 4
en: (María del Pilar Martínez López-Cano, La génesis del crédito colonial. Ciudad de México,
siglo xv i [México: Universidad Nacional Autónoma de México, 2001], 141-201). También:
(María del Pilar Martínez López-Cano, “En torno a la plata: notas sobre el crédito y el nan-
ciamiento en la minería en la Nueva España en el siglo ”, en Crédito y nanciamiento a la
410
los préstamos eran de corto plazo y con réditos altos, si se comparan con
otros sistemas de crediticios. Respecto al caso potosino, el minero Lucas
Fernández Manjón señalaba lo siguiente en 1627:
En las dichas minas [de San Luis Potosí] hay veinte y dos mineros, con
veinte y dos haciendas fundadas, en que benecian los metales, los cuales
dichos mineros no tienen sal, azogue, ni otros materiales, sino que los
necesarios para sacar la plata, como son leña, carbón, y otros los compran
a excesivos precios, pagándolos adelantados, y de contado: para lo cual es
preciso buscar, y tomar su valor a daño, que es causa de total ruina, y de
venir en gran disminución, y en particular por ser el daño que allí corre
excesivo y riguroso.5
De acuerdo a los términos de la época, tomar reales y mercancías “a
daño” es, precisamente, obtenerlos a crédito. Fernández Manjón denun-
ciaba ante el Consejo de Indias el hecho de que los intereses cobrados
por los mercaderes eran excesivos y rigurosos. En otra parte del memorial
comenta lo siguiente:
También le ha parecido advertir, que por ser la plata de aquellas minas en-
vuelta con oro, y no haber en ellas los apartados, que son muy necesarios
y convenientes para dividirlo, no es corriente la plata, ni se contrata por
ropa, bastimentos, ni otras cosas de las que el minero ha menester para
su avío, y sólo tiene salida trocándole por reales, con que precisamente se
vive con opresión, y coartados, y restringidos la comodidad y voluntad
de los mercaderes de México que quieran, o no enviar reales que esto lo
hacen como y cuando a ellos les es más útil de tal manera, que valiendo
por precio común y corriente en la dicha ciudad de México un marco
de esta plata a nueve pesos, en aquellas minas no se halla sino a ocho y
cuatro tomines...6
Es importante para esta investigación claricar bien el punto: el mi-
neral de San Luis era muy interesante para los grandes mercaderes de
la ciudad de México porque contenía oro. Las barras potosinas, aun-
que se beneciaban en volúmenes importantes, no podían competir en
industria minera Siglos xvi-x x, coord. Eduardo Flores Clair [México: Plaza y Valdés, 2006],
21-72). Véase también: (Louisa Schell Hoberman, Mexico’s Merchant Elite, 1590-1660: Silver,
State and Finances [Durham, NC: Duke University Press, 1991], 71-93).
5 , Real Patronato, Número 5, R 19, Foja 2 Frente.
6 , Real Patronato, Número 5, R 19, Foja 3 Vuelta.
411
cantidad con las de plata que año con año se renaban en Zacatecas.
El negocio potosino se encontraba en la calidad de los minerales, no en
su cantidad; en el trato y contrato de las minas de San Luis, las tasas de
ganancia podían llegar a ser altísimas, algo que las diferenciaba de las
otras minas novohispanas.
Las fuentes apuntan a la existencia de dos mecanismos que permi-
tían proporcionar crédito a los productores potosinos. El primero era
pagar al minero en San Luis Potosí, tasando el valor de su barra como
si sólo contuviese plata; el mercader entregaba metal amonedado y ob-
tenía el potencial oro de la barra como parte del “daño”. En este primer
caso, el mineral, antes de ser enviado a México, ya había cambiado de
manos; el minero obtenía una ganancia que se podía considerar están-
dar en el conjunto de la minería novohispana, a la vez que transfería
al mercader el riesgo nanciero que implicaba el traslado a México y
el paso del mineral por el apartado, la Caja Real y la Casa de Moneda.
A cambio, el mercader obtenía el oro contenido en la barra como ga-
nancia neta. Se debe apuntar que parte de este negocio consistía en
pagar las barras del rescate de las minas de San Pedro localmente, para
transportarla a México y pasarla en la Caja Real de México como me-
tales del diezmo, cuando eran minerales que debían pagar el quinto, o
bien evadir completamente el control scal.
El segundo mecanismo era adelantar las mercaderías necesarias
para la explotación de las minas, y tomar después el mineral a precios
de descuento como parte del “daño”; este sistema se desarrollaba en la
ciudad de México y se encontraba dirigido sólo a los grandes mineros,
quienes eran sujetos de crédito. Los mineros, al contratar deuda con los
grandes mercaderes capitalinos, tenían la capacidad de girar libranzas
contra la casa comercial en la capital para saldar deudas adquiridas con
terceros, y podían utilizar las conexiones del mercader para comprar
bienes de importación. Había grandes acaparadores de metales precio-
sos que, por un lado, compraban directamente las barras a los pequeños
mineros y operarios de minas que poseían minerales del rescate en San
Luis Potosí, mientras que por otro lado, adelantaban mercaderías desde
México y pagaban las libranzas que los grandes mineros giraban en
contra de ellos.
Este fenómeno creó una serie de problemas que no habían sido
abordados por la administración virreinal: los impuestos sobre la pro-
ducción minera, de acuerdo a las ordenanzas, debían ser pagados in situ
412
y en especie, pues se encontraba prohibido sacar barras sin registro de
los reales mineros. Pues bien, esto era imposible en el caso potosino;
como ya apuntaba Fernández Manjón, las barras debían pasar primero
por el apartado para separar los metales y esta tecnología sólo existía en
la capital. Sucedió que la legislación debió adaptarse para que el mineral
potosino uyera de manera continua y legal hacia la ciudad de México,
mediante la concesión de un permiso para transportar el metal en pas-
ta. De esta manera, el 19 de noviembre de 1610 el virrey Salinas mandó
que el alcalde mayor de San Luis Potosí llevase un libro con el registro
de las barras de mineral que eran enviadas a la capital.7 Esta excepción
generó una estructura que permitió el intercambio de mineral en pasta
sin quintar. Alrededor de ella se articuló una red comercial que permi-
tió el ujo de plata hacia la Ciudad de México, así como su intercambio
por metal amonedado y mercancías que hacían el camino inverso.
El mineral en pasta podía circular hacia la Ciudad de México, gra-
cias al permiso otorgado por el virrey, el cual era refrendado por el
alcalde mayor de San Luis Potosí cuando los minerales salían del real
de minas. Un total de 180 561.78 kilogramos de metales preciosos fue-
ron trasladados hacia la capital durante los seis años para los que poseo
información. Si el día de hoy quisiésemos transportar esta enorme can-
tidad de mineral, se requerirían alrededor de seis y medio contenedores
de veinte pies cúbicos.8 Antes de la invención de la máquina a vapor el
traslado se debía hacer en mulas, pues la mala condición de los caminos
y la complicada orografía novohispana hacían que el uso de carros de
bueyes se encontrase muy limitado. El transporte mediante recuas, si
bien podría parecer menos eciente, era el más adecuado para el al-
tiplano mexicano.9 Una mula podía –en promedio– cargar unos 72
7 Véase: “La scalidad potosina”, en el capítulo 2.
8 Los contenedores de veinte pies cúbicos son el estándar del transporte marítimo y
terrestre contemporáneo. Son precisamente esas cajas de metal que podemos ver apiladas en
los puertos, en terminales férreas y siendo arrastrados por las unidades tractoras (trailers) en
todas las autopistas del mundo. Se entiende que un contenedor puede transportar una masa
máxima de 28 180 kg, mientras que su volumen es de 33.2 metros cúbicos. Si cargásemos
todos los minerales registrados en las manifestaciones de plata de San Luis, sería difícil que la
capacidad del contenedor se viese rebasada antes de alcanzar el peso máximo, pues todo este
tesoro tendría un volumen de apenas 17.21 metros cúbicos.
9 Para una perspectiva general del estudio de la arriería novohispana véase: (Bernd
Hausberger, “En el Camino. En busca de los arrieros novohispanos”, Historia Mexicana 64-1
[2014]: 65 -10 4).
413
kilogramos, por lo cual se puede saber que se necesitaron como mínimo
unos 2 565 animales de esta especie para transportar los minerales a la
capital virreinal.
Los arrieros acudían a San Luis Potosí con la nalidad de acopiar
los metales que habrían de ser llevados a México. El tiempo que tarda-
ban en preparar el viaje variaba mucho: aunque los datos dan una media
de 19 días durante los cuales los arrieros presentaban minerales en las
Casas Reales, hay casos de carreras10 que fueron preparadas durante casi
dos meses.11 Aunque se puede pensar que hace cuatrocientos años los
contactos con la capital eran un fenómeno esporádico y poco estruc-
turado, se debe claricar aquí que el trasiego a la ciudad de México
era algo cotidiano en el San Luis del siglo . Había varios empresa-
rios del transporte que hacían el viaje de manera regular. Tómese como
ejemplo a García Bueno Montes de Oca, quien realizó cuando menos
20 viajes a la ciudad de México;12 Lorenzo Alonso hizo 18 visitas a la
capital; Antonio Soto realizó como mínimo 16 trayectos. En total se
han podido contabilizar 110 carreras realizadas durante el periodo, lo
cual quiere decir que, en promedio, hubo una recua y media cada mes
partiendo desde San Luis.13 También se puede plantear que las recuas
10 En la terminología de la época se llamaba “carrera” a cada uno de los viajes que rea-
lizaban los arrieros. De manera más genérica también se llamaba así a la ruta que cada uno
practicaba; los arrieros de la Nueva España podía practicar varias “carreras” al mismo tiempo,
dependiendo del tamaño de su empresa. Para más información, ver la gran cantidad de de-
niciones del término carrera en el Diccionario de Autoridades de la Real Academia, entre
ellas: “Movimiento acelerado del hombre o del animal, mudando de sitio para trasladarse a
otro diverso”. (Real Academia Española de la Lengua, Diccionario de autoridades [Madrid:
Joaquín Ibarra, 1729], t. II).
11 La carrera realizada por García Bueno Montes de Oca el 14 de febrero de 1623 parece
haber sido preparada en sólo un día; por supuesto, esto implica que manifestó todos los mine-
rales que transportaría en una sola ocasión. Queda fuera de duda, sin embargo, que este viaje
se tardó en preparar menos que los 57 días que ocupó Antonio Soto, entre el 2 de diciembre
de 1619 y el 28 de enero de 1620, para juntar las 446 piezas que llevó a México a nes de
enero de aquel año.
12 Si se tiene en cuenta que el tiempo medio de un viaje de recua redondo entre México y
San Luis puede ser calculado en dos meses, y que aquí he contabilizado 76 meses, esto quiere
decir que la recua de García Bueno Montes de Oca sólo se ausento de San Luis para ir a la
ciudad de México y retornar.
13 He modelado los datos de esta manera: para establecer una carrera, el arriero debe
dejar de presentar metales ante el alcalde mayor por un tiempo mínimo de 20 días, en que
se puede estimar el tiempo mínimo para ir a la capital y regresar a San Luis. Lo que se busca
entonces son los espacios temporales entre los registros. Aplicando este sistema, he podido
identicar los 110 viajes diferentes.
414
que hacían el camino de México se componían en promedio de 28
mulas y poseían una capacidad de carga de unos 2 000 kilogramos por
carrera. Empero, estos números deben ser tomados con cuidado, pues
la recua de Antonio Soto que partió hacia nales del mes de enero de
1620, acumuló un total de 7 907.66 kilogramos de mineral y necesitó
unas 110 mulas para llevarlos a México.14
La información disponible permite calcular que el camino a México
duraba unos 15 días.15 Al salir de San Luis, los arrieros se encaminaban
por Pozos y La Pila con la nalidad de tomar el camino que unía a San
Luis Potosí con el valle de San Francisco. Después se atravesaba por el
paraje del Jaral hasta el pueblo de San Felipe; a partir de ahí este ca-
mino secundario entroncaba con el Camino Real de Tierra Adentro.16
Desde San Felipe, la carretera descendía hasta San Miguel el Grande.
Posteriormente, atravesaba la hacienda de Chichimequillas y Querétaro
–que además era una villa muy importante para el negocio de la arrie-
ría, pues muchos de los empresarios eran vecinos de ese lugar–.17 A par-
tir de ese punto la ruta llevaba a San Juan del Río, lugar en que tanto
los hombres como las mulas descansaban un poco antes de atravesar la
sierra de Tepeji a través de Aculco. Posteriormente, se llegaba al valle de
México por Tepoztlán, donde había una venta que permitía reposar a
los viajeros. La recua se enlaba al pueblo de Cuautitlán, para –después
de atravesar Azcapotzalco– arribar a la ciudad de México por la garita de
San Cosme. Una vez llegando a la capital, el arriero debía entregar el
14 Se debe acotar también que estos cálculos solo son para los metales preciosos, y que
además las recuas llevaban distintos tipos de mercaderías que se enviaban, así como bastimen-
tos y pasajeros que hacían el viaje hacia la capital. Además, se requerían mulas de recambio y
para ejercer de guía.
15 El 25 de mayo de 1628 se contrató al arriero Luis Camacho para que llevase los valo-
res de la Caja Real de San Luis Potosí a la Ciudad de México. De acuerdo a la información
recabada, para el día 10 de junio se encontraba en la Caja de México haciendo la entrega del
mineral y monedas recaudadas en S.L.P. Las remisiones a Caja Real central desde San Luis
casi siempre tardaron 15 días en llegar a la capital virreinal (, Contaduría, Cajas Reales
de la Nueva España, 922, Expediente 1, Foja 12 Frente, Ramo: Remisiones a Caja Real de
México). También: “Y llegando la ocasión de arrieros para esta Ciudad [de San Luis Potosí],
que entonces era de ordinario despacho de 15 a 15 días…” (, Gobierno, 373, foja 7 frente).
16 Véase “Mapa 5” en el Capítulo 1.
17 El caso extraordinario de Miguel Hernández, empresario de los transportes durante
el siglo se sitúa precisamente en Querétaro. Véase: John C. Super, “Miguel Hernandez:
Master of Mule Trains” en Eds., David G. Sweet, Gary B. Nash, Struggle and Survival in
Colonial America (Berkeley, CA: California University Press, 1981), 298-310.
415
mineral a los consignatarios. Finiquitada la operación, había que co-
menzar a preparar el viaje de regreso con la nalidad de llevar merca-
derías y correspondencia, así como las monedas que se elaboraban en la
ceca capitalina.
Como se ha señalado, los consignatarios debían llevar las barras al
apartado. Este era un paso complicado en el proceso de circulación de
los minerales, pues los rendimientos del apartado eran difíciles de calcu-
lar e implicaban un cálculo de corte casi marginal: el consignatario en
la ciudad de México debía saber muy bien qué barras debían apartarse,
y cuáles debían ser vendidas por su estricto valor en plata, pues existían
casos para los cuales el oro contenido se encontraba inmerso en tanta
plata, que no justicaba sobrellevar los costos del apartado, y de hacerlo,
la reducción experimentada por la masa total de la barra redundaba en
pérdidas. El cálculo de los márgenes y las ganancias era muy complejo
en este mercado de minerales; aunque se podían hacer negocios con
tasas de ganancia altísimas, también se podían hacer malas inversiones.
Como se verá en las secciones que siguen, se puede armar que
una vez que los minerales abandonaban San Luis Potosí, éstos eran ya
propiedad de los grandes acaparadores de plata que se sentaban en las
bodegas de la calle de San Agustín de la capital. Existían, sin embargo,
varios modelos para hacer negocios con el mineral de San Pedro. En el
mercado se podía encontrar al pequeño mercader o minero que llevaba
su metal a la capital por cuenta propia; también aparecía aquí el arriero
que aprovechaba su posición de intermediario para conseguir plata y
oro en San Luis, llevándolos a la capital; aparece, nalmente, el gran
empresario acaparador de plata que tenía correspondientes en Sevilla
y en Manila. Todos estos modelos de negocios cabían en el mercado
potosino a comienzos del siglo . Pero, una vez en la capital virrei-
nal, estos metales eran atraídos de manera casi universal hacia la fuerza
gravitacional ejercida por el comercio internacional.
Afortunadamente, los acaparadores de plata dejaron tantos rastros
documentales que resulta relativamente fácil seguirles la pista en los
archivos. Por supuesto, estos personajes no sólo acumulaban metales de
San Luis, sino que en sus manos conuían minerales de todo el virrei-
nato e incluso de otros espacios del Imperio.18 Este libro sigue la pista
18 “Es válida la armación de que la prohibición mercantil por el espacio del Pacíco
estuvo principalmente motivada por el deseo de impedir que los efectos asiáticos llegaran al
416
de los metales preciosos cuando abandonan Nueva España, partiendo
ya sea por Acapulco o Veracruz para servir como medios de pago en el
comercio internacional.
Para abordar esta problemática, en primer lugar, se hace una pros-
pección de la minería potosina a nivel de empresa. Ya he señalado en
el capítulo antecedente que la empresa minera era más compleja de lo
que se puede apreciar a través de las frías cifras de producción anual; un
ciclo decreciente de producción no necesariamente implicaba una crisis
económica porque la minería de metales preciosos tenía unas tasas de
ganancia muy altas, y también poseía mecánicas que permitían realizar
una restricción racional de la producción con la nalidad de explotar
los minerales de mayor ley, incidiendo de manera directa sobre todos los
factores de la producción. A partir de un panel en el que se han clasi-
cado a todos los participantes en el mercado potosino de minerales, son
analizados algunos casos representativos de cada uno de los grupos que
lo conforman. Interesan los ciclos de manifestación experimentados por
los personajes, pero también sus estrategias para la participación dentro
de este mercado. Esta misma metodología de análisis se aplica, en un
segundo momento, a las personas que recibieron el metal en la ciudad
de México. Finalmente, se presenta el análisis de la red de comercio que
se desprende de esta información, intentando mostrar la lógica de su
funcionamiento y sus conexiones con el mercado mundial.
U
S L P XVII
Decidí realizar este acercamiento al nivel microeconómico de la mine-
ría potosina porque he señalado de manera reiterada, a lo largo de esta
investigación, que para comprender la realidad productiva de San Luis
Potosí se debe tener muy clara la manera en que la empresa minera del
siglo obtenía crédito y ganancias. No soy ingenuo. Sé que he traba-
jado mayoritariamente con cuentas scales del antiguo régimen, y que
espacio peruano” (Mariano Ardash Bonialian, El Pacíco hispanoamericano. Política y comer-
cio asiático en el Imperio Español (1680-1784). La centralidad de lo marginal [México, D.F.:
El Colegio de México, Centro de Estudios Históricos, Colegio Internacional de Graduados
Entre Espacios, 2012], 85).
417
éstas a menudo dejan saber muy poca cosa acerca del nivel micro. Por
desgracia, los libros de cuentas llevados en la empresa minera, que eran
cuidados y manejados por particulares, han desaparecido en el transcu-
rrir de los siglos. Afortunadamente, dentro del Archivo Histórico del
Estado de San Luis Potosí se encuentra una información preciosa y que
ha sido muy poco explorada por la falta de instrumentos de consulta.
Una de estas fuentes son los libros de manifestaciones de minerales, los
cuales permiten hacer dos ejercicios muy interesantes.
En primer lugar, se puede medir el tamaño relativo de cada uno de
los mineros y comerciantes que presentaron barras de minerales ante el
alcalde mayor durante el periodo que va de 1618 a 1623, puesto que los
nombres de cada uno de ellos se registraron de forma minuciosa en la
fuente. En este sentido, en las manifestaciones aparecen 230 personajes
diferentes, una cantidad bastante elevada de actores si se tiene en cuenta
que el pueblo de San Luis Potosí tenía unos 700 vecinos españoles a
principios de aquel siglo.19
En segundo lugar, con la información acumulada se pueden hacer
series de tiempo para cada uno de los manifestantes de minerales. A
continuación, se puede observar la trayectoria y ésta puede ser com-
parada con los diversos participantes dentro del mercado. La nalidad
de este ejercicio es buscar elementos estructurales en la producción de
minerales. Si se quisiera realizar a profundidad, este ejercicio requeriría
un capítulo entero dentro de este libro, pero aquí sólo presento algunos
ejemplos signicativos de la minería potosina.
Comienzo centrando la atención en el listado de mineros que re-
produzco dentro del “Anexo 6. Lista de personajes que registraron mi-
nerales en el pueblo de San Luis Potosí con la nalidad de enviarlos a
la ciudad de México entre 1618 y 1623”. De entrada, es evidente que el
mercado potosino de minerales, durante ese momento, tenía una com-
plejidad insospechada: es de llamar la atención la cantidad de partici-
pantes, así como también las diferencias existentes entre ellos; mientras
19 Las presentación de las barras de mineral ante el alcalde mayor de San Luis podía ser
realizada por cualquier persona, y no necesariamente por el dueño de la barra. Ahora bien, el
nivel de concentración de las barras en los segmentos altos del mercado es una muestra de que
los dueños no tenían mucho empacho en presentar directamente sus barras. Es cierto que el
problema de la propiedad nal de las barras no puede ser resuelto mediante esta fuente, pero
sí da una idea concreta acerca de la escala de los negocios emprendidos en San Luis.
418
el más pequeño de los mineros/comerciantes entró al mercado con dos
pequeñas barras, que valieron unos 232.08 pesos de oro común, el más
grande registró 948 barras, que valieron 658 925.89 pesos de oro co-
mún. La diferencia entre uno y otro es enorme; pese a todo, cabían en
el mismo mercado.
Para simplicar el examen de estos datos, he procedido a elaborar
un pequeño modelo en el que los participantes fueron agrupados en
categorías de acuerdo con el valor y frecuencia media de sus manifes-
taciones. La nalidad al crear estas categorías es que se puedan ubicar
ciertos ejemplos “representativos” de cada uno de los grupos, lo que
vuelve más fácil la presentación de los datos. Una vez corrido el modelo,
aparecieron siete categorías para los personajes. He agrupado estos datos
en la Tabla 45.
T 45. C
.
1618-1623
Categoría Número de
personas
Oro (prome-
dio en kg )
Plata (prome-
dio en kg )
Valor en pesos
de oro común
(promedio)
Frecuencia
media
(bar ras)
Tasa de
ganancia
media
7. Muy alto 4312.42 13 456.71 $612 089.80 760.25 24.32%
6. Alto 2232.45 8 439.76 $399 823.33 519.50 24.97%
5. Medio-alto 13 62.78 2 798.94 $127 104.43 211.69 24.16%
4. Medio 26 20.27 899.41 $40 931.92 70.31 23.23%
3. Bajo 29 6.30 3 0 7.47 $13 580.02 23.93 20.73%
2. Bajo-medio 59 2.37 121.21 $ 5 32 7.20 10.56 20.40%
1. Muy bajo 97 0.73 31.19 $1 364.92 2.90 19.67 %
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos presentados en el Anexo 6.
Basándome en esta clasicación, presento a continuación un acerca-
miento a cada uno de los grupos así conformados, en donde he escogido
como ejemplo a algunos de los principales exponentes de cada grupo.
Este ejercicio permite poner en perspectiva la manera en que los perso-
najes se insertaron dentro de este mercado y las estrategias seguidas para
llevar a cabo el intercambio del mineral por mercancías y monedas.
419
Categoría 1: Muy bajo
De acuerdo con la clasicación, dentro de la categoría que he llamado
muy bajo se han agrupado 97 personas, quienes manifestaron en total
51.2 kg de oro y 3 024.98 de plata. En promedio, cada participante
aportó 730 gr de oro y 31.19 kg de plata; el monto absoluto de las ope-
raciones se ubica en 132 397.08 pesos de oro común, con una media
personal de 1 364.92 pesos. La frecuencia de las manifestaciones en este
grupo es baja; un total de 281 barras presentadas ante el alcalde mayor,
para un promedio de apenas 2.9 barras por persona.
Pese a que las cifras aquí presentadas distan de ser espectaculares, se
debe aceptar que la cantidad de pesos que se encuentran representados
por este grupo es relativamente importante para la economía local. Em-
pero, lo que es en verdad sorprendente es la tasa de ganancia obtenida
en este grupo: 19.67% en promedio. ¿Qué empresa moderna puede ga-
rantizar un 20% de ganancia sobre la inversión en capital? Todo parece
indicar que esta variable explica por qué existía este grupo: la persecu-
ción de altas tasas de ganancia a través de las barras de oportunidad,
es decir, aquéllas con un alto contenido de oro en relativamente poca
plata.
En el aspecto social, dentro de este grupo se conoce la profesión de
42 de los participantes (poco menos de la mitad). De éstos, aparecen
27 personajes que declararon abiertamente ser mercaderes, esto es poco
menos de la tercera parte del total de la categoría. En un segundo grupo
se cuentan cuatro personajes que declararon tener ocios de justicia en
la jurisdicción, por ejemplo, Gaspar Herrera Palomino, quien fungía
como teniente de alcalde mayor en el Río Verde, y Juan Bautista Balbi,
quien declaró ser juez de residencia en las minas de San Luis. Por úl-
timo, hay algunas profesiones que sólo aparecen una o dos veces: Ma-
nuel Villanueva y Diego Santiestevan declararon ser cereros; Francisco
López Gavilán dijo que era el cirujano del pueblo; Bartolomé Bocardo
dijo dedicarse a la herrería. Sorprendentemente, sólo uno de los partici-
pantes declaró ser minero,20 Antonio Espinoza Sarabia. El caso de este
20 Cabe preguntarse si aquellos que no declararon su profesión en las actas pueden ser
considerados como mineros, pues el protocolo estaba destinado directamente a ese gremio.
Empero, no voy a asignar de manera arbitraria esta profesión a aquellos que se desconocen; la
información puede ser obtenida directamente del .
420
personaje me ha parecido curioso porque en el documento se consigna:
“Antonio Espinosa Sarabia, presbítero, vecino y minero de este pueblo
[de San Luis Potosí]”.21 Todo parece indicar que la religión no se encon-
traba peleada con los negocios.
Ahora me centraré en dos personajes que representan interesantes
modelos de los negocios realizados dentro de esta categoría: en primer
lugar, Francisco Ruiz, de quien se sabe que se ostentaba como mercader
en el pueblo de San Luis Potosí, manifestó 10 barras de plata (sin con-
tenido de oro) por un total de 73.01 kg, las cuales valieron un total de
2 777.58 pesos de oro común. El documento informa que el mineral se
entregó al arriero García Bueno Montes de Oca el día lunes 2 de marzo
de 1620, para ser llevado a la ciudad de México, y entregado a Sebas-
tián Gómez Cordero, quien era mercader en la calle de San Agustín
(hoy República de Uruguay).22 El registro nos informa además que las
barras de Francisco Ruiz eran de mucha calidad: el mineral tenía una
ley 977.60 milésimas; plata casi pura, y había sido traído a San Luis Po-
tosí desde las minas de Ramos, que se encontraban en esa época dentro
del reino de Nueva Galicia, pero que eran parte del espacio productivo
potosino desde el siglo . Esto muestra que en San Luis había un
mercado de minerales bastante activo para la época.
En segundo lugar he seleccionado a Juan Fernández Salazar, quien
manifestó por medio del arriero Francisco Maya Salcedo dos barras de
plata con oro y un tejo el jueves 13 de mayo de 1621. Este mineral debía
ser enviado a la ciudad de México para entregarse a Gabriel Santillana,
quien se ostentaba como escribano público en el pueblo de Guadalcázar23
y era uno de los principales correspondientes de los mineros y merca-
deres potosinos en la capital virreinal. Juan Fernández Salazar apareció
frente al alcalde mayor nuevamente el viernes 3 de febrero de 1623,
con la nalidad de manifestar que dos barras de plata con oro serían
llevadas a la ciudad de México por mano del arriero Lorenzo Alonso.
Una vez en la capital, éstas debían ser entregadas a Antonio Regil.
Fernández Salazar registró un total de 41.33 kg, de los cuales 37.72
fueron de plata y 1.23 correspondieron al oro, mientras que el mineral
21 , Alcaldía Mayor de San Luis Potosí, 1622, legajo 5, expediente 20, foja 9 frente.
22 , Alcaldía Mayor de San Luis Potosí, 1619, legajo 1, expediente 4, foja 200 frente.
23 , Gobierno, Audiencia de México, 181, número 75, “Conrmación del ocio de
Escribano Público a Gabriel de Santillana”.
421
restante se perdió durante el proceso de apartado. Los minerales ma-
nifestados por el minero montaron 1 868.45 pesos; apenas arriba de la
media en esta categoría, es decir, aquí no hay nada fuera de lo normal.
Empero, lo que hace en verdad extraordinario a Fernández es la tasa de
ganancia que he calculado para sus barras de mineral: ¡un sorprendente
38.91%! Este caso es un claro ejemplo de lo que mencioné al nalizar el
Capítulo 3; la estrategia seguida por los mineros potosinos para maxi-
mizar las tasas de ganancia mediante la búsqueda de minerales con alta
calidad, lo cual implica ganar más aunque se produzca menos. También
muestra una característica propia de las minas de San Pedro: las mejores
ganancias se situaban, sin duda alguna, en la producción de oro.
Estos dos personajes muestran por qué hubo tantos participantes
en la producción de minerales en San Luis Potosí: no se necesitaban
grandes volúmenes de mineral para tener ganancias considerables; la
lógica del apartado de plata y oro permitía que barras con grandes can-
tidades de oro mezcladas con bajas cantidades de plata fuesen altamente
rentables, lo cual promovía la adquisición de minerales procedidos del
sistema de partido por parte de pequeños mercaderes en el Cerro de San
Pedro. Además, como demuestra el caso de Francisco Ruiz, circulaba
plata de otras minas aledañas, lo cual estructuraba todo un espacio
económico regional y permitía que se obtuviesen interesantes ganancias
por volumen de mineral mercado.
Categoría 2: Bajo-medio
En esta categoría se agrupó a 59 personajes, los cuales manifestaron mi-
nerales por valores que van desde 3 178.55 hasta 9 531 pesos. En total,
los participantes aportaron 314 304.61 pesos a la economía regional, lo
cual deja a esta categoría con una media de 5 327.20 pesos por personaje.
Los personajes aquí englobados manifestaron un total de 7 151.10 kg de
plata y 125.87 de oro. En promedio, cada participante beneció 2.37 kg
de oro y 121.21 de plata. La tasa media de ganancia en este grupo se
ubica en 20.40%, que es más alta todavía que en la categoría analizada
antes. La frecuencia presenta un salto bastante grande respecto a la ca-
tegoría muy bajo: se manifestaron 623 barras, lo cual da una media de
10.56 barras por participante.
422
Tal vez la diferencia más signicativa que este grupo presenta res-
pecto a la categoría anterior sea la cantidad de oro que se registró. Sin
embargo, no se debe dejar de lado que el promedio de plata por cada
uno de los participantes también creció de manera rotunda, así como el
hecho de que los participantes entregaron en promedio más de diez ba-
rras de mineral, lo que muestra que algunos de los participantes en este
grupo buscaron ganar dinero a partir del volumen de sus operaciones,
aunque en una escala que aún se debe considerar menor.
Para esta categoría se conoce la profesión de 31 participantes, es
decir, poco más de la mitad del total. Un total de 22 personajes declara-
ron ser mercaderes; el 37% de este grupo se encontraba compuesto por
dicho gremio. Enseguida aparece un grupo interesante desde el punto
de vista social: tres alcaldes mayores de San Luis Potosí; Juan Cerezo
Salamanca, quien envió plata a la ciudad de México con la nalidad
de pagar un donativo que hicieron los mineros al rey Felipe IV,24 así
como Alonso Tello Guzmán25 y Alonso Guajardo Mejía, quienes en-
viaron metales a la ciudad de México para realizar pagos de la alcabala,
que en ese momento se encontraba bajo administración directa de la
alcaldía mayor de San Luis. No debe dejarse de notar que, de acuer-
do con las ordenanzas, el trato con metales dentro de la jurisdicción
24 En descargo de Cerezo Salamanca, el documento menciona lo siguiente: “En San Luis
Potosí a 14 de mayo de 1623 años ante mi el escribano y testigos, Lorenzo Alonso dueño de re-
cua que doy Fé [que] conozco otorgo que [h]e recibido del señor don Juan Cerezo Salamanca,
teniente de capitán general y alcalde mayor en este dicho pueblo por Su Majestad, tres barras
de plata procedidas de los metales que hicieron donativo los mineros de este dicho pueblo a Su
Majestad por cuya cuenta van y son del peso numero y ley siguientes [...] que cada una de ellas
lleva tres hierros del diezmo de estas minas y de ellas se da por entregado y prueba y se obligó
de las llevar a la Ciudad de México de la fecha en 15 días primeros siguientes [...] entregarlas
en la caja Real de la dicha ciudad a los señores jueces Ociales Reales para que por cuenta de
Su Majestad la reciban y de su recibo tomará certicación y la enviará o traerá al dicho señor
General para que cause el haber cumplido con esta orden y al cumplimiento obligó su persona
y bienes con poderío a las justicias de Su Majestad para que le apremien como por sentencia
pasada en cosa juzgada y renunció las leyes de su favor y la general del derecho y no rmó
porque dijo no saber. A su ruego lo rmó un testigo, que lo fueron Francisco Santos García,
Francisco de Molina y Lorenzo Velázquez. Por testigo Francisco de Molina [rúbrica]. Ante
mi Joseph Veedor Escribano Publico [rúbrica]” (, Alcaldía Mayor de San Luis Potosí,
1623, legajo 2, expediente 38, foja 158 vuelta y 159 frente. Grafía original).
25 “El general don Alonso Tello Guzmán, alcalde mayor de este pueblo... la cual [barra]
es procedida de la real alcabala de su cargo y la envía a Blas de Pedroza para que [en] su nom-
bre la meta en la real caja de México por dicha cuenta y de ello le envíe certicación” (,
Alcaldía Mayor de San Luis Potosí, 1622, legajo 5, expediente 20, foja 10 frente).
423
estaba prohibido para aquellos que ostentasen cargos de justicia, ya que
los envíos de estos personajes bien pudieron ser utilizados para nes
particulares. Por ejemplo, para las once barras de plata con oro manifesta-
das por Guajardo Mejía el miércoles 24 de noviembre de 1621 se establece
claramente que son para cubrir el pago del encabezonamiento de las
alcabalas,26 pero el personaje manifestó un total de 28 barras, y en
las 17 restantes, registradas el 4 de mayo de 1621, no se hace mención
alguna acerca del destino especíco del mineral barras. ¿Acaso los
6 343.38 pesos que valieron estas barras son producto de los negocios par-
ticulares del alcalde?
A continuación aparecen dos presbíteros: Mateo Alegría Antoñana
y Bernabé Cerecedo; de nuevo, los negocios no se encuentran peleados
con la fe. Por su parte, Antonio Rodríguez y Cristóbal Hernández de-
clararon ser arrieros. Los negocios de este último son interesantes por-
que manifestó un total de catorce piezas para ser transportadas por la
recua de su patrón García Bueno Montes de Oca, con la nalidad de ser
entregadas en la ciudad de México a él mismo. Es decir, no existía nin-
gún intermediario en la ciudad de México; esta integración del negocio
seguramente hacía que las tasas de ganancia se disparasen para cada
una de las barras del arriero. Por último, el grupo lo complementan
el boticario Manuel Pinto Correa y Gaspar Calva, quien fungía como
escribano público en Guadalcázar.
Un personaje importante dentro de este grupo es Antonio Bautista,
quien en los documentos se ostentó como vecino y mercader de San
Luis Potosí. Entre julio de 1620 y agosto de 1621 envió a la ciudad de
México 30 barras de plata, con que acumuló 7 500.69 pesos de oro
común por 179.71 kg de plata y 1.93 de oro. En promedio, la tasa de
ganancia de este mercader fue del 11.23, lo cual lo sitúa debajo de la
media grupal, pero con una frecuencia de envío muy alta respecto a esta
categoría.
26 “Don Alonso Guajardo Mejía teniente de capitán general y alcalde mayor que es en
este dicho pueblo manifestó ante mí el presente escribano las once barras de plata arriba
contenidas las cuales maniesta para pagar en la real caja de México lo restante de las reales
alcabalas del tiempo de su cargo y pidió testimonio de esta manifestación a mí el presente
escribano y lo rmó en San luis Potosí en 24 de noviembre de este presente año de 1621”
(, Alcaldía Mayor de San Luis Potosí, 1621, legajo 2, expediente 8, foja 154 frente.
Grafía original).
424
En la Gráca 69 se puede apreciar la trayectoria seguida por los re-
gistros de mineral de Bautista. La serie se encuentra en pesos de oro co-
mún y los datos han sido agregados en meses. Por principio de cuentas,
se puede observar en la gráca que este personaje tal vez no se encon-
traba plenamente especializado en la compraventa de mineral, sino que
ésta era una actividad secundaria o complementaria, puesto que hay
amplios periodos en que el personaje no registró minerales: sólo en julio
y agosto de 1620 mandó minerales de manera consecutiva; entre abril y
julio de 1621 pasó cuatro meses sin entrar en el mercado de minerales.
Sin embargo, el nivel del negocio sí que es signicativo: 1 970.13 pesos
en marzo de 1621 y 1 594.09 en diciembre de 1620; si se compara con
los personajes que registraron alcabalas en San Luis Potosí, los valores
registrados son altísimos. Por ejemplo, Francisco Bustamante, mercader
dedicado a la ganadería y sus derivados, fue quien más alcabalas registró
en la Caja Real de San Luis Potosí entre 1649 y 1667, tiene una media
mensual de 1 043.55 pesos. El nivel de los negocios alcanzado por la
minería sencillamente se encuentra en una escala diferente.
G 69
A B. V .
A
0
2
4
6
8
10
12
14
16
18
20
JUL 1620AGO 1620 SEP 1620OCT 1620 NOV 1620 DIC 1620 ENE 1621 FEB 1621 MAR 1621ABR 1621 MAY 1621 JUN 1621 JUL 1621 AGO 1621
Cientos
Valor en Pesos
425
El último integrante de este grupo es Bernabé Cerecedo, cura pres-
bítero de San Luis Potosí, quien entre octubre de 1619 y mayo de 1621
envió un total de doce barras de plata mezclada con oro a Toribio Fernán-
dez de Celis, mercader en la ciudad de México, y a Francisco Rodríguez
Tejada, quien fungía como cura párroco de Teoloyucan, pero residía en la
capital virreinal. El presbítero mandó 3.53 kg de oro y 106.99 de plata;
la ley media de la plata es 933.12 milésimas; relativamente baja porque la
mayoría eran barras con alto granaje de oro; a mayor cantidad de oro,
menor es la ley de la plata. Sin embargo, el valor total de los minerales es
de 5 317.11 pesos; un buen negocio para el presbítero.
Pues bien, el mineral de Cerecedo tiene una tasa de ganancia del
42.92%: las operaciones que realizó durante estos años privilegiaron
barras con grandes cantidades de oro mezcladas con bajas cantidades
de plata, la fórmula ganadora en el mercado potosino de minerales: una
gran reserva de valor en poco peso. Además, estas tasas explican por
qué personajes de todo tipo (administradores de justicia, comerciantes,
eclesiásticos) se acercaron al mercado de minerales: se podían obtener
ganancias altísimas con una inversión relativamente baja.
Categoría 3: Bajo
Aquí se han agrupado 29 personajes en total. El rango va de los
9 122.93 a los 19 883.54 pesos, con una media de 13 580.02 pesos. Estos
personajes aportaron un total de 163.7 kg de oro, para una media perso-
nal de 6.3 kg. Es de notar que 26 de los participantes declararon alguna
cantidad de oro; casi todo el grupo mercó con el metal amarillo. En
cuanto a la plata, el total es de 8 916.61 kg con una media de 307.47 kg
por participante. Se encuentra una frecuencia media de 23.93 barras
manifestadas por cada persona, lo cual implica un salto importante
respecto de las 10.56 que habían registrado los que se habían clasicado
dentro de la categoría 2. En términos generales, los resultados de este
grupo marcan saltos signicativos en cuanto al volumen y la frecuencia
de los negocios realizados. Se deben analizar algunos casos signicati-
vos con la nalidad de sacar algunas conclusiones.
Para este grupo, se conoce el ocio de 19 personajes, el 65% del total.
No hay muchas sorpresas aquí tampoco: 15 declararon ser mercaderes,
es decir, poco más de la mitad del total de los participantes pertenecían
426
a este gremio. Aparecen a continuación dos mineros: Antonio Maldo-
nado Zapata (el viejo) y Diego Sánchez Zamora, quien además fungía
como diputado en el gremio de minería. Por último, Juan Castillo, abo-
gado de la Audiencia de México, así como Jerónimo Hernández, quien
fungía como receptor de dicha institución.
Centro ahora la atención en Benito Ramírez, quien declaró ser mer-
cader y vecino de la ciudad de México,27 y entre 1622 y 1623 envió
barras de plata y oro a distintas personas en la ciudad de México, entre
ellas el mayorista Pedro Lamadriz, Bernardo Balboa y Pedro Vallejo
Salinas. El mercader aparece en este grupo con un total de 308.34 kg de
plata y 4.31 de oro. El valor de sus barras se ubica en 13 063.66 pesos.
La tasa de ganancia alcanzada en estas operaciones ronda el 21.4%. Es
evidente, después de revisar las cifras arrojadas por las manifestaciones,
que los valores se encuentran muy cercanos a la media grupal en todos
los rubros ya descritos. Pues bien, lo que distingue a este personaje es la
cantidad de barras que manifestó: 46 en total, un valor muy por encima
de la media en esta categoría. ¿La frecuencia de las manifestaciones nos
permite suponer que este es un mercader especializado en plata y oro?
Para responder a la anterior pregunta, presento la Gráca 70, en
donde he agregado por mes el valor de las barras enviadas a la ciudad de
México por Ramírez. En ésta se presentan manifestaciones en seis de los
siete meses durante los cuales se registró actividad para el mercader; el
único mes en que no hubo actividad fue diciembre de 1622. Esto marca
una gran diferencia respecto de la actividad realizada por Antonio Bau-
tista, el personaje analizado dentro del grupo anterior, quien para los
catorce meses en que se extiende su participación dentro del mercado
sólo presentó registros en seis de ellos; julio y agosto de 1620 fueron los
únicos consecutivos. A decir verdad, la actividad comercial de Benito
Ramírez parece comenzar apenas hacia nales de 1622 y continuar sin
interrupciones durante el año siguiente; lamentablemente, los datos que
proporcionan las manifestaciones llegan hasta agosto de 1623 y ya no se
puede saber si Ramírez continuó activo en este mercado. Es evidente-
que aquí no se tiene registrado el total de las operaciones realizadas por
este personaje. Empero, parece que durante el periodo reejado en las
fuentes este mercader se encontraba ocupado de manera cotidiana en el
27 , Alcaldía Mayor de San Luis Potosí, 1622, legajo 5, expediente 4, foja 163 vuelta.
427
trato y contrato de minerales preciosos: si la frecuencia de las recuas a
la ciudad de México era de quince días para ir y quince para regresar,28
se puede suponer que si un mercader presentó barras cada mes, entró
de manera cotidiana al mercado de barras. Por lo demás, los valores
presentados muestran una media de 44.05 kg de plata y 710 gr de oro
enviados en cada mes, un ritmo bastante interesante.
G 70
B R. V .
A
0
1
2
3
4
5
6
NOV 1622 DIC 1622 ENE 1623 FEB 1623 MAR 1623 ABR 1623 MAY 1623
Millares
Valor en Pesos
28 Es común ver la siguiente fórmula en las manifestaciones de plata: “... y de ella [la
plata] se dio por entregado y renunció las leyes de la entrega e prueba y se obligó de la llevar a
la ciudad de México de la fecha en 15 días y en ella entregarla a Antonio Madueño o a Pedro
de la Madris y a cualquiera de ellos in solidum para que cumplan y paguen las libranzas que
el dicho Josephe de Chagoyán ha librado sobre la dicha plata y lo que sobrare se lo remitan
en reales a este dicho pueblo para cuyo efecto la manifestó” (, Alcaldía Mayor de San
Luis Potosí, 1621, legajo 2, expediente 8, foja 106 frente. Grafía original).
El segundo personaje que presento es Fernando Coterillo, quien era
mercader en el pueblo de San Luis Potosí. Mercó un total de 422.03 kg
de plata y 11.53 de oro. Se puede establecer el valor de sus 32 barras en
19 883.54 pesos, que lo sitúan como el personaje con mayor valor dentro
428
de la categoría bajo. Se debe notar que este mercader tiene una media
por barra de 621.36 pesos, lo cual contrasta de manera denitiva con
los 283.99 pesos por barra que en promedio obtuvo Benito Ramírez.
Esto muestra que el negocio de los dos mercaderes era diferente: mien-
tras Ramírez apuesta por barras que en promedio pesan 7.11 kg, las de
Coterillo pesan 14.18 kg, casi el doble. Otra diferencia en el modelo del
negocio: de las 46 piezas presentadas por Ramírez sólo 23 contenían
oro, y las cantidades eran muy bajas; la media ronda los 190 gr. Para
Fernando Coterillo, las 32 barras presentaron oro en un promedio de
360 gr, de nuevo, casi el doble respecto al otro mercader.
En la Gráca 71 aparece la serie de tiempo en donde he agregado
por mes el valor de las barras de plata y oro. Fernando Coterillo se
mantuvo activo durante catorce meses, pero sólo en cinco de ellos hubo
manifestaciones, y tan sólo en marzo de 1622 el personaje manifestó
19 barras que valieron 13 292.89 pesos, con un total de 286.74 kg de
plata y 7.37 de oro. El cargamento es bastante grande, incluso para la
G 71
F C. V
. A
0
2
4
6
8
10
12
14
NOV 1621
DIC 1621
ENE 1622
FEB 1622
MAR 1622
ABR 1622
MAY 1622
JUN 1622
JUL 1622
AGO 162
2
SEP 1622
OCT 1622
NOV 1622
DIC 1622
Millares
Valor en Pesos
429
media de grupos más altos. Aquí se debe remarcar la enorme distancia
existente entre los dos mercaderes que se han examinado en este gru-
po: mientras las manifestaciones de Ramírez son constantes a lo largo
del periodo en que se encontró activo; el negocio de Coterillo se basa
prácticamente en un golpe maestro que lo catapulta a la cabeza de la
categoría.
En síntesis, dentro de esta categoría conviven diferentes modelos de
negocio que varían desde el mercader especializado en el negocio de la
compraventa de mineral, pasando por el mercader que busca un carga-
mento con alto contenido de oro, hasta el minero pequeño que acude
al mercado de minerales capitalino con la nalidad de saldar algunas
deudas en el circuito de avío. Por último, aparecen también los perso-
najes que no participan de manera directa y cotidiana en el mercado de
metales, pero que gravitan en torno a la minería potosina por las altas
tasas de ganancia que se pueden obtener dentro de este trato.
Categoría 4: Medio
En esta categoría se agruparon veintiséis personajes. Presenta un rango
que va de los 22 742.36 pesos que valieron las barras manifestadas por
Antonio Madueño, a 74 457.27 pesos, de Juan Puerto. El grupo mani-
festó un total de 23 384.64 kg de plata y 527.05 de oro. El valor agre-
gado de todos los minerales mercados por esta categoría alcanza 1 064
229.8 pesos de oro común; los números grandes empiezan a aparecer.
La tasa media de ganancia se ubica en 23.23%, que es la más alta que
se ha presentado hasta el momento; empero, aquí hay una cuestión que se
debe analizar: la desviación estándar es de 3.93%, que es muy baja si
se compara con el 7.41% obtenido por el grupo anterior. A diferencia
de los otros grupos, ya no hay tasas de ganancia exorbitantes; ya no se
ven niveles de ganancia del 30%, sino que todos se agrupan en torno
al 20%, que por cierto es cercano a la media del total. Además, en pro-
medio, los participantes aportaron 70.31 barras cada uno. Dadas estas
características, ¿se requería cierta especialización en el trato de minas
para ingresar a esta categoría?
Se conocen las profesiones de veinte de los veintiséis participantes.
La categoría presenta pocas sorpresas: 13 de éstos son mercaderes de-
clarados, el 44% del total. La nota la dan los tres arrieros que aparecen:
430
García Bueno Montes de Oca, Rodrigo Aza y Pedro Nieto. Estos per-
sonajes recogían plata de diversos mercaderes y mineros para llevarla a
la ciudad de México, pero también utilizaban la recua para los nego-
cios propios. También hay dos mineros: Juan Pérez Basurto y Sebastián
Oyarzábal. Hay también un ganadero: Pedro Sebastián el Viejo y, de
forma sorprendente, el alcalde mayor de San Luis Potosí Pedro Salazar,
quien además fue el promotor de las obras del Tajo en San Pedro (ya se
ve que la inversión que realizó la alcaldía mayor de San Luis para mejo-
rar el desagüe de las minas no era por completo desinteresada, pues el
titular tenía intereses en la minería local).
Paso ahora a la revisión de un caso: Juan Puerto, quien declaró ser
mercader en el pueblo de San Luis Potosí y registró plata por primera
vez el 6 de mayo de 1621, mientras que lo hizo por última vez el 1 de
agosto de 1624; el mercader tuvo actividad durante largos cuarenta me-
ses. Es importante señalar que el 85% de las barras manifestadas por
Juan Puerto en San Luis tenían como receptor en la ciudad de México a
Domingo Puerto, hermano de Juan; la integración de los negocios en el
ámbito familiar puede ser una de las causas detrás de la longevidad de
este actor particular en el mercado y pudo haber ayudado a mantener
tasas de ganancia relativamente altas en el negocio.
Durante este periodo el mercader envió un total de 1 599.36 kg de
plata, cifra que lo sitúa en poco menos del doble respecto a la media en
la categoría. También envió 41.1 kg de oro, lo cual es también cercano
al doble respecto a la media grupal. El valor total es de 74 457.27 pesos
de oro común, bastante más arriba de los 40 931.92 pesos en que se
ubica la media. De la misma manera, se debe señalar el gran volumen
de barras que Puerto manifestó frente al alcalde mayor: 117 barras, la
mayor cantidad que se ha visto hasta ahora. El alto valor del negocio,
así como la importante cuantía de los minerales, y la cantidad total
de barras enviadas a la ciudad de México, convierten a Puerto en el
principal negociante de la categoría medio. Antes de revisar la serie de
tiempo, se debe señalar que la tasa de ganancia es de 25.77%. Este
resultado llama notablemente la atención puesto que se comienza a
ver un curioso efecto en la tasa media de ganancia alcanzada por estos
personajes: la inclusión de más y más barras de plata dentro de los ne-
gocios hace que la tasa de ganancia tienda a la media general del mer-
cado. Ya se verá un poco más adelante si esta armación se sostiene,
431
pues todavía se han de revisar los grandes mercaderes y mineros de San
Luis Potosí.
En la Gráca 72 he agregado el valor (en pesos de oro común) de
las manifestaciones de Juan Puerto en periodos mensuales. El nivel
de las manifestaciones por cada mes es bastante alto si lo comparamos
con lo que se había encontrado antes; 4 653.58 pesos en promedio. En
sólo un mes este personaje ya supera por mucho a cualquiera de los
97 personajes agrupados en el nivel muy bajo. Salta a la vista que,
aunque la trayectoria es de cuarenta meses, sólo en dieciséis de ellos
el personaje manifestó minerales; ahora bien, el periodo durante el
cual se expanden las manifestaciones de este personaje dejan poca
duda acerca de su papel dentro del mercado: no se puede calicar
como participante de ocasión, sino que éste es un mercader especia-
lizado en el trato de metales preciosos.
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Millares
Valor en Pesos
432
La frecuencia de los envíos que se aprecia para el caso de Puerto es
un poco espaciada: a diferencia de lo que se observaba en el caso de Be-
nito Ramírez, quien manifestó mes con mes, Puerto dejó de presentarse
ante el alcalde mayor por espacio de dos o tres meses antes de reactivar
el circuito de envíos. Como ya se mencionó, los envíos a la ciudad de
México tardaban alrededor de quince días en llegar desde San Luis
Potosí, y las recuas regresaban contados quince días más, por lo cual es
posible suponer que el ritmo máximo de los envíos era mensual, pero
la producción y circulación interna de barras tenían un ritmo diferen-
te; para que este mineral llegase al mercado local, debía pasar algo de
tiempo, por lo cual los mercaderes acumulaban barras antes de reali-
zar los envíos hacia la ciudad de México.
Si se quiere realizar un balance un poco más centrado acerca del
nivel de los negocios que llevaban a cabo los mercaderes de esta cate-
goría, es necesario cambiar la escala de análisis: plantear agregaciones
trimestrales e incluso anuales (aunque esto es rebatible, puesto que no se
tienen datos para ver tendencias a largo plazo). Precisamente, en la Grá-
ca 73 presento el resultado de agregar la serie del mercader Juan Puer-
to en trimestres. El invierno de 1622 es llamativo en la imagen porque
el mercader registró una cantidad bastante alta de minerales: 22 807.33
pesos para un total de 492.04 kg de plata y 12.4 de oro en 26 barras
diferentes. Si se elimina este punto de la serie, la media trimestral baja
de 5 318.38 a 3 973.07 pesos. Éste es el nivel real del mercader: unos
4 000 pesos por trimestre. Además, la serie presenta ciertos indicios de
un ciclo que ve crecer las manifestaciones en tres trimestres consecuti-
vos para después tener un cuarto trimestre a la baja, aunque al utilizar el
X-13 Arima-Seats para encontrar componentes estacionales la serie no
presentó estacionalidad a ningún nivel; de hecho, como se aprecia en el
componente ciclo-tendencia, presenta una línea con pocas variaciones.
¿Se pueden encontrar ciclos estacionales como el que se vio para el total
de la producción? Ya se analizará este punto en las categorías superiores.
Se puede decir que en el estrato medio del mercado de minerales
potosino se encuentran ya una serie de mercaderes especializados en el
trato de metales preciosos: las compras se hacen en la localidad y las
barras se envían a correspondientes en la ciudad de México, quienes
son los dueños del mineral. En el caso de Juan Puerto, parece que el
negocio se encontraba bien integrado porque los envíos se realizan a
su propio hermano, quien recoge y comercia con los minerales en la
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1620.21620.31620.41621.11621.21621.31621.41622.11622. 21622.31622.41623.11623.21623.
3
Millares
Valor en Pesos Ciclo - Tendencia
capital. Aparecen también los arrieros, como García Bueno Montes de
Oca, quienes aprovechaban su posición de intermediarios para reali-
zar negocios interesantes con el mineral potosino. En términos genera-
les, el volumen de operaciones que llevaron a cabo los personajes aquí
incluidos muestra un mercado de minerales más o menos articulado.
También se encuentra presente un efecto que es curioso de observar: las
tasas de rendimiento dejan de ser espectaculares y tienden a la media
del mercado, porque las barras de muy alto rendimiento se equilibran
con las de menor ganancia; para los participantes enmarcados en este
grupo, el negocio está en el volumen de las operaciones, no en la barra
de ocasión que rendirá una tasa de ganancia por encima de la media.
Categoría 5: Medio-alto
En esta categoría se agruparon trece personajes en total. El rango va
desde los 94 119.31 pesos, que representaron las barras declaradas por
434
Antonio Soto, hasta los 173 350.36 pesos de oro común, de Martín
Díaz Cumplido. En total, dentro de esta categoría se registraron 1 652
357.63 pesos, que valieron 36 386.22 kg de plata y 816.13 de oro. Éstas
son muy buenas cifras si se tiene en cuenta que superan en más de la mi-
tad a la categoría anterior (y que este grupo cuenta con apenas la mitad
de participantes respecto al grupo medio). En promedio, cada uno de
los participantes manifestó barras por un valor de 399 823.33 pesos
de oro común, por 2 798.94 kg de plata y 62.78 de oro. La frecuencia
media de barras registradas se ubica en 211.69 por cada participante;
un salto sustantivo frente a las 70.31 de la categoría medio. Finalmen-
te, la tasa media de ganancia se ubica en 24.16% con una desviación
estándar de 2.66%; aunque se tiene la tasa más alta hasta el momento
presentada, la varianza nos muestra que no hay ganancias exorbitantes
dentro de este grupo.
Se conoce el ocio de once de los trece participantes en la categoría.
De nuevo, la mayoría de los participantes son mercaderes: siete en total;
más de la mitad. Es más, Francisco Armenta declaró ser “mercader de
plata vecino de este dicho pueblo [de San Luis Potosí]”.29 Es difícil en-
contrar mayor especialización que ésta. Aparecen en segundo lugar los
mineros, representados por Juan Eguía, Pedro Díez Campo y Matías
Pardo (hermano del escribano público de San Luis Potosí). Por último,
el arriero Antonio Soto. Todo parece indicar que los minerales potosi-
nos eran capitalizados principalmente por los mercaderes, quienes ya
desde el espacio local lo controlaban, puesto que se ha visto cómo la
mayoría de los manifestantes pertenecían al gremio comercial.
Martín Díaz Cumplido manifestó minerales por primera vez el
7 de septiembre de 1618, y por última vez el 17 de abril de 1621. El
valor de las 334 barras que presentó ante el alcalde mayor de San Luis
Potosí era de 173 350.36 pesos de oro común. Díaz Cumplido mandó
3 998.42 kg de plata, muy por arriba de la media grupal. En el rubro
del metal amarillo sucede algo interesante: declaró 65.68 kg; muy cerca
de la media grupal. El personaje parece haberse especializado en ma-
nifestar barras con alta calidad de plata y en gran cantidad; el negocio
se encuentra en el volumen, no en la barra individual. Justo por esta
situación, Díaz Cumplido presenta una tasa de ganancia un tanto baja;
29 , Alcaldía Mayor de San Luis Potosí, 1619, legajo 1, expediente 4, foja 270
vuelta.
435
19.72%, ligeramente por debajo de la media en el grupo. El modelo de
negocios seguido por este personaje es el siguiente: enviaba minerales a
Gabriel Santillana (uno de los principales acaparadores de plata poto-
sina) y también declaraba recibirla él mismo, lo cual garantizaba que él
controlaba de manera directa su comercio en la capital.
En la Gráca 74 se puede ver la agregación mensual para las ma-
nifestaciones de Martín Díaz Cumplido. La media por mes es de 13
334.64 pesos de oro, que es muy semejante a la media grupal de la cate-
goría bajo; en tan sólo un mes este personaje podía manifestar minerales
que valían más que aquellos entregados de manera individual por los
185 participantes que componen las categorías 1 al 3 de este merca-
do de minerales. De los 32 meses en que se encontró activo, sólo presentó
barras ante el alcalde mayor en 13. En promedio, Díaz cumplido en-
vió diez barras por mes en los dos años y ocho meses en que actuó dentro de
este mercado, aunque si se descuentan los meses de inactividad la cifra
sube a veintiséis barras. Este cálculo muestra que el modelo del ne-
gocio es semejante a lo acontecido con Juan Puerto; el ritmo de las
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436
manifestaciones era espaciado y prefería acumular una buena cantidad
de barras antes de realizar los envíos.
En la Gráca 75 se realizó una agregación trimestral que permite
apreciar de mejor manera la tendencia de las manifestaciones realizadas
por Díaz Cumplido. En términos generales, la serie se estabiliza; sólo en
invierno de 1620 y en invierno de 1621 no se manifestaron barras.
En promedio, por cada trimestre se registró un valor de 17 335.04 pesos
de oro común, por 399.84 kg de plata y 6.56 de oro; en cada periodo
se manifestaron ante el alcalde mayor 33.4 barras. Se debe señalar que,
a diferencia de lo que se había observado en el caso de Juan Puerto, aquí
no parece haber ciclo corto vinculado a la estacionalidad, aunque el
comportamiento componente ciclo-tendencia es interesante porque
muestra que el negocio de Díaz Cumplido se encontraba mejor estruc-
turado que el de Juan Puerto, ya que casi no hay cambios en el nivel
de la serie. Todo parece indicar que el personaje era un acaparador de
plata pasta.
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1618.31618.41619.11619.21619.31619.41620.11620.21620.31620.41621.11621.
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Millares
Valor en Pesos Ciclo - Tendencia
437
Paso ahora a revisar el caso de Fernando Valdez Topete, quien declaró
ser vecino y mercader en el pueblo de San Luis Potosí. El valor de los
minerales declarados por este personaje se puede estimar en 172 258.44
pesos de oro común, por un total de 3 690.35 kg de plata y 94.87 de
oro contenidos en 306 barras manifestadas entre septiembre de 1618 y
agosto de 1623. Aunque el valor total de las barras registradas por Val-
dez Topete sea muy similar al de Martín Díaz Cumplido, se puede ver
una diferencia central en el modelo de los negocios realizados por estos
dos personajes: mientras Díaz Cumplido prefería las barras con alta ley
de plata y en gran cuantía, el mineral que Valdez Topete buscaba era de
menor calidad de plata pero con mayor cantidad de oro; los casi 30 kg
de diferencia entre el oro manifestado por uno y otro son elocuentes.
La tasa de ganancia de Valdez Topete, en consecuencia, es más alta
que la de Díaz; 25.87%. Esta divergencia muestra dos maneras diferen-
tes de hacer negocios con los minerales potosinos: se podía perseguir
una alta tasa de ganancia acumulando grandes cantidades de mineral,
o bien mediante la búsqueda de las mejores barras. En este sentido, todo
parece indicar que Valdez Topete se especializaba en las barras con alto
contenido de oro.
En la Gráca 76 se puede ver la agregación trimestral de la serie de
tiempo desprendida de la actividad de Valdez Topete. Se alcanza una
media por cada observación de 10 766.15 pesos de oro común y 19.12
barras en cada trimestre. Estas cifras sitúan al personaje por debajo
de Díaz Cumplido, pero se debe ponderar que este actor se encontró
presente durante todo el periodo de análisis; si bien el ritmo es más
lento, los envíos son recurrentes a lo largo de los años. El gráco tam-
bién muestra que el mercader tuvo un nivel de negocios muy similar
entre 1618 y 1620, pero que experimentó un despegue signicativo
desde 1621 y hasta 1623. La línea de tendencia es interesante porque
muestra la existencia de ciclo corto (que en el modelo es identicable
como estacionalidad al nivel del 1%) en donde parece que se interca-
lan periodos de alrededor de cinco trimestres de caída continua con
periodos de crecimiento de igual magnitud. En todo caso, el gráco
es elocuente al momento de mostrarnos la trayectoria de este perso-
naje; el volumen de los negocios se incrementó a la par que su tasa de
ganancia.
438
Queda bastante claro que los participantes en esta categoría se en-
contraban inmersos en el tráco y producción de minerales a gran esca-
la dentro de la alcaldía mayor de San Luis Potosí. A diferencia del grupo
medio, donde se sospecha que no todos los participantes se encuentran
especializados, el volumen de los negocios que implica la manifestación
de las barras de mineral que se necesita para pertenecer a esta categoría
permite suponer que los personajes hacían de la minería o el trueque
de platas su actividad primordial. También se comienza a apreciar en
este grupo la trayectoria del mercader o minero. Mientras que en las
categorías inferiores los datos eran muy lacunarios, pues los personajes
acudían de manera esporádica al mercado de minerales en pasta, aquí
podemos apreciar trayectorias seculares a partir de los datos de mani-
festaciones. Se aprecian también los modelos distintos de negocios: se
puede ganar mucho si se juntan muchas barras, aunque el valor indivi-
dual de éstas (su calidad) no sea alto. También se puede ganar mucho si
se buscan las barras de mayor calidad, y en el caso potosino esto implica
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Millares
Valor en Pesos Ciclo - Tendencia
439
que contengan oro. Por supuesto, combinar un volumen alto de remesas
con barras de alta ley es el camino a los mejores negocios en el espacio
potosino. Por último, se aprecia que la plata, aún antes de salir de San
Luis Potosí, ya no era propiedad de los mineros; la mayoría de los parti-
cipantes en esta categoría y en las inferiores eran mercaderes.
Categoría 6: Alto
Dentro de esta categoría se han agrupado sólo dos personajes: Gonzalo
Solórzano y José Echagoyán el Viejo. No he querido agruparlos en
el estrato muy alto porque existe bastante distancia en el valor total
y el del personaje más pequeño de la categoría siete. Tampoco caben
dentro del grupo medio-alto porque el volumen de sus negocios es
muy superior. Es más, aquí es donde existe la diferencia más marcada
entre grupo y grupo; tan sólo entre estos dos personajes se acumulan
799 646.66 pesos de oro común; si se tiene en cuenta que se necesita-
ron 13 personajes para juntar los 1 652 357.63 que acumuló la categoría
anterior, puede hacerse una idea de las diferencias que existen entre los
dos grupos.
En promedio, cada uno de los dos participantes aportó 8 439.76 kg
de plata y 232.45 de oro; un salto bastante fuerte respecto a los com-
ponentes de la categoría 5. También sorprende la media de barras mani-
festadas por cada personaje: 519.5; más de 300 barras respecto al grupo
anterior. La tasa de ganancia es la más alta de todos los grupos (incluida
la categoría muy alto): 24.97%. Es signicativo el hecho de que, pese a la
superioridad cuantitativa exhibida por estos dos personajes, su tasa de
ganancia no se dispare respecto a lo que se ha venido observando: las ta-
sas de ganancia de los participantes con mayor volumen de operaciones
tiende a la media del mercado.
Se conocen las profesiones de José Echagoyán, quien en sus primeros
registros se declara “mercader de plata”,30 y después se le llama “vecino,
minero y diputado de este pueblo [de San Luis Potosí]”.31 ¿Quién dijo
que el capital mercantil nunca había transitado a la inversión productiva
30 , Alcaldía Mayor de San Luis Potosí, 1618, legajo 2, expediente 16, foja 60 vuelta.
31 , Alcaldía Mayor de San Luis Potosí, 1622, legajo 5, expediente 4, foja 55 vuelta.
440
en la Nueva España? Pues bien, este singular personaje manifestó un
total de 569 barras para un total de 9 082.74 kg de plata y 252.36
de oro. El valor total del mineral así tratado es de 433 200.62 pesos de
oro común. La tasa de ganancia media obtenida por este personaje es
de 25.45%, un porcentaje bastante alto. Aquí, no hay duda, el minero-
comerciante gana tanto por el volumen de su negocio como por la ca-
lidad del mineral. El brinco respecto de la categoría 5 es signicativo:
de 62.78 kg de oro en promedio al cuarto de tonelada que manifestó
Echagoyán en un periodo de cuatro años y siete meses.
En la Gráca 77 se presenta la serie de tiempo con las manifesta-
ciones de Echagoyán agregadas en periodos trimestrales. Se debe hacer
notar que el minero registró minerales para todos los trimestres, sal-
vo para verano de 1622. El valor de éstos fue, en promedio, 24 066.7
pesos en cada trimestre, con una media de 504.59 kg de plata y
14.29 de oro. También en promedio, el personaje registró 31.61 barras
por cada observación. Éste es un volumen de negocios muy alto si es
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Valor en Pesos Ciclo - Tendencia
441
comparado con los 10 766.15 pesos de oro común y 19.12 barras ob-
tenidos por Fernando Valdez Topete. La línea de tendencia demues-
tra que el personaje experimentó un crecimiento signicativo en sus
manifestaciones a partir de 1621. El nivel alcanzado en el invierno de
1623 es bastante alto: se manifestaron minerales por un valor que rosó
los 50 000 pesos. Es una lástima que no se pueda conocer la carrera de
estos personajes en un tiempo más largo, puesto que esa información
permitiría elaborar una buena síntesis acerca de la estructura de la
producción potosina.
El segundo personaje de esta categoría es Gonzalo Solórzano. En el
Archivo Histórico del Estado de San Luis Potosí hay varios documentos
en que se menciona a este personaje como el capitán Gonzalo Solórza-
no,32 mas no se sabe su profesión. Lo que sí se conoce es el monto de sus
manifestaciones de plata: un total de 366 446.03 pesos de oro común
que valieron los 7 796.79 kg de plata y 207.54 de oro que manifestó. He
considerado las operaciones de este personaje aquí porque el modelo de
negocios, presentado en la Gráca 78, y que aparece una vez dibujada
la agregación trimestral, contrasta con el que se puede observar en el
caso de Echagoyán.
Por principio de cuentas, sorprende la velocidad de las manifestacio-
nes: en tan sólo veintidós meses, entre agosto de 1618 y mayo de 1620,
el personaje logró enviar a la ciudad de México casi ocho toneladas de
plata. La media trimestral es de 45 805.75 pesos de oro común, con una
desviación estándar que sinceramente es muy baja si se considera que el
último trimestre es una observación atípica. La frecuencia también es
sorprendente; 58.75 barras por cada observación, casi el doble de Echa-
goyán. Llama poderosamente la atención el hecho de que la tendencia
de las manifestaciones fuese a la baja porque en la mayoría de los casos
se han encontrado tendencias crecientes para este periodo. Se debe tener
en cuenta que la velocidad en las manifestaciones es un punto impor-
tante de este modelo de negocios, y que este personaje tiene una tasa
media de ganancia del 24.49%, la cual me parece muy alta respecto de
la media poblacional, que se situó en 20.77%.
32 , Alcaldía Mayor de San Luis Potosí, 1617, legajo 1, expediente 1, “Ejecución
del Capitán Gonzalo Solórzano contra Antonio Sánchez Caballero y Duarte Sánchez Crespo”.
442
En síntesis, la categoría alto presenta dos modelos diferentes: el mi-
nero Echagoyán tiene una actividad constante a lo largo del periodo,
con una frecuencia de manifestaciones trimestral muy sólida, pero me-
diana; en contrapunto, el capitán Solórzano mantiene una velocidad de
vértigo en las manifestaciones y manda minerales a la ciudad de México
a un ritmo de una tonelada por trimestre. Son maneras divergentes de
obtener ganancias, pero los dos modelos de negocio se encuentran alre-
dedor del 5% por encima de la media del mercado.
Categoría 7: Muy alto
La categoría muy alto se compone de cuatro personajes. Acumulan
2 448 359.21 pesos de oro común registrados, por un total de 53 826.82 kg
de plata y 1 249.68 de oro. El total de barras registradas es de 3 041 mien-
tras que la tasa media de ganancia se sitúa en 24.32%, que es alta pero
se encuentra dentro de la primera desviación estándar respecto de la
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x 10000
Valor en PesosSuavizamiento
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media total. Este grupo tiene un valor promedio de 612 089.8 pesos
por 13 456.71 kg de plata y 312.42 de oro. También en promedio, cada
uno de los participantes manifestó 760.25 barras durante el periodo
que se analiza. Las cifras son en verdad sorprendentes: si se suman los
porcentajes obtenidos por estos participantes respecto al total, acumu-
lan el 35.98% de la producción potosina para el periodo; a esto hay que
agregar que si se junta esta categoría con la alta, el porcentaje sube a
47.73%: ¡casi la mitad de la producción era controlada por seis personas,
mientras que el 52.27% restante se lo repartían 224 personajes! Queda
fuera de toda duda que el mercado de minerales preciosos de San Luis
Potosí tenía una concentración enorme.
El grupo muy alto lo integran dos mineros y dos mercaderes: Pedro
Arizmendi Gogorrón y Martín Ruiz Zavala; Francisco Maldonado y
Jerónimo Matella, de manera respectiva. La distribución de las profe-
siones es salomónica, aunque los negocios de los mercaderes son apenas
más grandes que los correspondientes a los mineros. Por lo demás, los
mineros son ampliamente conocidos por la crónica local. Arizmendi
Gogorrón, originario de Vizcaya, fundó la hacienda que hoy lleva su
nombre en el valle de San Francisco, hoy Villa de Reyes, además de ser
dueño de la Sauceda (ubicada en el camino entre Santa María del Río y
San Luis de la Paz). Por su parte, Martín Ruiz de Zavala era sobrino
y heredero de Juan de Zavala (vizcaíno, al igual que Gogorrón), uno de los
mineros que fundaron San Luis Potosí y que era reputado como el más
rico de la alcaldía a principios del siglo. En contraste, y pese a que Mate-
lla resultó ser el personaje con mayor cantidad de minerales registrados
en todo el espacio potosino, de los mercaderes sabemos muy poco.
Comienzo con el análisis del negocio operado por Pedro Arizmendi
Gogorrón. El valor de sus barras se puede ubicar en 538 937.23 pesos
por los 11 688.28 kg de plata y 293.89 de oro. En total, registró 548
barras en un periodo de 3 años y 9 meses. En la Gráca 79 se puede
ver la trayectoria del minero ordenada en observaciones trimestrales.
En promedio, Arizmendi Gogorrón manifestó 33 683.57 pesos de oro
común por trimestre. La cantidad de plata que se registró en promedio
cada tres meses es 730.51 kg y el oro se ubicó en 18.36 kg. El ritmo de
las entregas es de 34.25 barras por trimestre, lo cual es signicativamen-
te menor que para el caso de Gonzalo Solórzano. Empero, la media es
muy sólida. Además, se debe notar que la mayoría de las barras se en-
viaron a Andrés Rodríguez Miranda, quien fungía como apartador de
444
oro en la ciudad de México. Estos elementos demuestran que el negocio
se encontraba bien articulado y seguramente rendía una buena tasa de
ganancia a Gogorrón.
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Valor en Pesos Ciclo - Tendencia
Es interesante ver que la serie presenta dos ciclos: el primero que
corre desde el verano de 1618 hasta el otoño de 1620, y el segundo a
partir del invierno de 1621 hasta la primavera de 1622. Casi dos años
por ciclo, en el cual las manifestaciones crecen por un tiempo de tres o
cuatro trimestres, para después decrecer por un espacio temporal seme-
jante. La serie, estructurada de esta manera, recuerda mucho a la que
presentó el total de la producción potosina en esta misma época, como
se encuentra expresada en las Grácas 39 y 41. Cabe preguntarse si los
valores obtenidos por la serie de Gogorrón son reejo de la estructura
productiva, lo cual es posible ya que el personaje era minero. Se debe
notar que existe una tendencia decreciente, lo cual tal vez tenga que ver
con el hecho de que el personaje murió hacia 1622 y el negocio fue ad-
ministrado a partir de aquel momento por su hijo Antonio Arizmendi.
445
Empero, la tendencia de la producción argentífera en la Gráca 39
sí muestra una baja signicativa; para observar de mejor manera las ca-
racterísticas de estas tres series, en la Gráca 80 he conjuntado los datos
del total de plata y oro para el periodo (es la serie de ciclo-tendencia) y
el valor de las manifestaciones de Pedro Arizmendi Gogorrón; las uni-
dades han sido convertidas a desviación estándar con la nalidad de
comparar mejor las series. Creo que el resultado es harto elocuente; el
ciclo productivo del minero es casi igual al presentado por el total de la
producción de plata y oro. Las series se encuentran casi sincronizadas,
aunque para el segundo ciclo hay una recuperación un tanto más nota-
ble en la producción total, mientras que la serie de Arizmendi hace una
especie de retraso respecto a los valores experimentados por las otras
dos, aunque las tres series terminan por encontrarse al fondo de la grá-
ca. La serie del minero es casi igual a la producción total.
G 80
P A. C vs. .
U
-2
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-1
-0.5
0
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1622.1
1622.2
Norm ArizmendiNorm Plata TotalNorm Oro Total
En contrapunto, los negocios de Francisco Maldonado son intere-
santes porque muestran un modelo divergente al del minero Arizmendi.
446
Para empezar, la cantidad de barras registradas es muy alta: 915, con un
total de 13 334.9 kg de plata y 337.11 de oro. El valor de estas opera-
ciones es de 616 627.15 pesos de oro común. Se debe poner atención en
la tasa de ganancia alcanzada por este mercader: 27.41%, la más grande
del grupo muy alto; esto llama la atención sobre un hecho muy intere-
sante; la cantidad de oro que se encontraba incorporada en las barras
que manifestó el personaje es bastante grande (sólo sería superado por el
minero Zavala), lo cual permite un rendimiento extraordinario en este
negocio pese a que hay un volumen muy importante de barras, lo cual
podría hacer pensar que su tasa de aprovechamiento debe tender hacia
la media; en este caso, se ganó tanto por volumen como por calidad del
mineral. Es un círculo virtuoso.
El mercader se encontró activo durante cuatro años seguidos, entre
octubre de 1618 y hasta octubre de 1622, cuando deja de aparecer en
la contabilidad local. El volumen de negocios es el tercero más grande
de todos los aquí registrados, pero lo que más llama la atención es la
velocidad alcanzada por las manifestaciones: para los 23 meses en que
el mercader se presentó ante el alcalde mayor de San Luis el promedio
fue de 39.78 barras. En la Gráca 81 se puede ver la trayectoria de Mal-
donado ordenada en observaciones trimestrales. Se tiene una media de
61 barras en cada trimestre; casi el doble de Gogorrón. El valor medio
por trimestre es de 41 108.47 pesos de oro común. Para la plata se tiene
una media de 889 kg, mientras que para el oro el promedio trimestral
es de 22.47 kg.
Si bien es cierto que son valores muy altos para el mercado potosino,
lo que más sorprende en este mercader es el comportamiento de la serie
de tiempo que se puede ver en la gráca: no se asemeja en nada a lo que
presentó el minero Gogorrón, y por lo tanto tampoco se parece a la pro-
ducción total. Se alcanza a percibir un solo ciclo,el cual comienza en el
otoño de 1618 y se acelera hacia el verano de 1619; a partir de este punto
hay un crecimiento sostenido durante ocho trimestres, es decir, fueron
dos años consecutivos entre otoño de 1619 y verano de 1621 durante los
cuales se registró cada vez más respecto del periodo anterior. Tan sólo
en el otoño de 1620 se registraron minerales con un valor de 89 531.78
pesos de oro común. A partir del otoño de 1621 las manifestaciones
comienzan a descender de manera vertiginosa, y para la primavera de
1622 ya se encuentran valores similares a los de 1618. Al nalizar 1622,
el actor desaparece del mercado potosino, pero con los cuatro años en
447
que registró minerales fue suciente para ubicarse en la categoría más
alta de la minería potosina. Ahora bien, cabe preguntarse si lo que se
ve en esta gráca es un ciclo estrictamente comercial, a diferencia de
lo ocurrido en el caso de Gogorrón, que presenta un ciclo parecido a
la producción total. ¿Cómo se estructuró el ciclo del otro minero que
aparece en el grupo?
Martín Ruiz Zavala es el personaje con ocio de minero que tuvo
manifestaciones por más valor en el mercado potosino. En los totales,
nada más lo superó un mercader: Jerónimo Matella, de quien ya habla-
ré un poco más adelante. Dado que el tío de Martín había sido Juan
Zavala, el minero más rico de principios de siglo en San Luis Potosí,
y que heredó de él todo el negocio en las minas de San Luis Potosí, la
posición de Ruiz Zavala no sorprende mucho. Se debe notar que, dadas
las características de la minería potosina durante la época de las mani-
festaciones de plata, tal vez el sobrino haya superado al tío en volumen
de producción, porque las cifras son realmente grandes: el valor total
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1
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1623.3
x 10000
Valor en Pesos Ciclo - Tendencia
448
alcanzó los 633 868.95 pesos de oro común, por 13 618.21 kg de plata
y 354.69 de oro. Se debe señalar que esta producción individual de oro
es la más alta de todo el mercado potosino.
Martín Ruiz Zavala alcanzó las cifras antes señaladas manifestando
sólo 630 barras ante el alcalde mayor. Todo parece indicar que el
acento de la producción comandada por este minero se encontraba en la
calidad de los minerales producidos. Ésta es una forma interesante de
realizar los negocios y obtener mayores ganancias porque se debió mover,
de manera relativa, menor cantidad de masa, desde el mineral que se de-
bió sacar del Cerro de San Pedro para llevar a renar en la hacienda
de minas, hasta la cantidad de barras que se debieron transportar a la
ciudad de México, lo cual impacta de manera directa los rendimientos
de la empresa. En promedio, la tasa de ganancia se calcula en 24.77%,
aunque, por lo ya señalado, es muy posible que el margen de este mine-
ro fuese mucho más grande.
En la Gráca 82 presento la serie de tiempo que se desprende de las
manifestaciones de Martín Ruiz Zavala, agregada por trimestre. Salta
a la vista que el minero no dejó de registrar barras en ningún trimestre
aquí reejado; la estructura del negocio de este personaje es sólida, pues
no paró labores durante todo el periodo de análisis, que son cinco años.
Las medias no son tan sorprendentes como las de Maldonado, pero son
muy sólidas: 30 148.23 pesos de oro común manifestados por trimestre;
648.48 kg de plata y 16.89 de oro. En promedio, se entregaron treinta
barras en cada periodo observado, lo que nos muestra un ritmo más
lento que el de Maldonado, pero mucho más seguro. La serie comienza
con valores altos y con un crecimiento acelerado entre el verano de 1618 y
el de 1619, cuando las manifestaciones alcanzaron un valor de 62 030.21
pesos; de nuevo no es un valor tan espectacular como los proporciona-
dos por el comerciante Francisco Maldonado, pero el ritmo medio es
lo interesante aquí. A partir de otoño de 1619 hay una desaceleración
notable, pues el negocio comienza a caer. Empero, la línea de tendencia
tiene apenas una ligera pendiente decreciente, cuando menos hasta la pri-
mavera de 1622, cuando la caída comienza a ser sustancial. En general,
la tendencia del periodo analizado es decreciente, pese a los buenos nú-
meros que se reejan en el total.
449
Esta serie de tiempo tiene otra característica que es muy importan-
te: de acuerdo con el modelo X-13 Arima, la agregación por cuartos de
año presenta estacionalidad identicable. Es la primera vez que, dentro
de las series de tiempo presentadas para las empresas mineras se puede
probar la existencia de algún tipo de estacionalidad. Precisamente, en la
Gráca 83, presento la imagen con los factores estacionales obtenidos
para las manifestaciones de Martín Ruiz de Zavala. Es interesante hacer
este análisis porque el lector puede establecer el vínculo que existe con
lo observado en la Gráca 40, en donde se puede ver un comportamiento
en verdad parecido dentro del total de la producción de plata; para el
minero, el primer trimestre aparece cercano a la media, mientras que
el segundo es bastante malo (el factor se sitúa en el orden del 80%). La
divergencia más importante entre la serie de Martín Ruiz Zavala y el
total se da en el tercer trimestre, que para el caso del minero es cercano
a la media y en la serie total aparece abismalmente por debajo. Empero,
el cuarto trimestre muestra un importante crecimiento de lo manifes-
tado en ambas series. No sorprende que, en el plano estructural, las
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M R Z. V
. A
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x 10000
Valor en Pesos Ciclo - Tendencia
450
manifestaciones del minero más importante de San Luis se parezcan
tanto a la producción total; creo que se puede concluir que esta seme-
janza tiene su origen en la vinculación directa de este personaje con
el ciclo productivo de mineral. El otro minero que perteneció a este
grupo, Arizmendi Gogorrón, presentó una serie con comportamiento
cíclico (aunque el modelo rechazó la presencia de estacionalidad), que
también es muy semejante al total de la producción.
Presento, para nalizar esta sección, los datos del mercader Jeróni-
mo Matella. Este personaje acumuló el valor más alto para los minerales
manifestados en el mercado potosino para este periodo: 658 925.89
pesos de oro común por 15 185.43 kg de plata y 263.98 de oro. Nota-
blemente, Matella se llevó el primer lugar por el gran volumen de plata
que registró, aunque el oro lo ubica en un lugar cercano al del grupo
alto. En contraste, fue el que mayor cantidad de barras llevo ante el
alcalde mayor: un total de 948. Como es evidente, éste es un personaje
que apostó a los grandes volúmenes de mineral y no tanto a la calidad;
el ratio valor/frecuencia es de 695.07 pesos, mientras que para Martín
Ruiz Zavala es de 1 006.14 pesos. La tasa de ganancia, aunque es poco
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M R Z. F
0.80
0.85
0.90
0.95
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1.15
INVIERNO PRIMAVERAVERANOOTOÑO
451
espectacular (20.18%), se encuentra exactamente en los límites de la
primera desviación estándar respecto de la media general.
En la Gráca 84 presento la serie de tiempo que se desprende de
las manifestaciones de Jerónimo Matella agregadas en tres meses. El
mercader se mantuvo activo durante 51 meses, entre agosto de 1618
y octubre de 1622, de los cuales acudió a manifestar sólo en treinta
ocasiones. Las medias trimestrales son interesantes: 38 760.35 pesos de
oro común por 893.26 kg de plata y 15.53 de oro. En términos de valor
se encuentra cercano a los demás participantes de esta categoría, pero
donde se ven las diferencias es en la composición de las mercancías:
mientras que la cifra de plata es la más grande del mercado, la de oro es
más bien modesta si se compara con los más de 22 kg que en promedio
registró Maldonado. Evidentemente, este mercader apuesta a las ganan-
cias por volumen; la calidad de la plata importa, pero es un problema de
segundo término. La velocidad de las manifestaciones tampoco es alta:
55.76 barras en cada trimestre en promedio.
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Valor en Pesos Ciclo - Tendencia
452
La serie presenta una clara tendencia hacia abajo; se parte de vo-
lúmenes muy altos en el ciclo, pero las cantidades se van reduciendo
de manera paulatina hasta llegar a ser casi nulas. Empero, los niveles
mantenidos en la primavera de 1619 y el invierno de 1620 son impre-
sionantes: minerales por un valor de 89 058.14 pesos de oro común en
el primer periodo y 87 370.55 pesos en el segundo. Es curioso que la
tendencia no se parezca a la producción de las minas en general ni a
la de los otros mercaderes, sino a la de Martín Ruiz Zavala, aunque se
debe acotar que mientras hacia el nal de 1622 las manifestaciones de
Matella eran prácticamente nulas, las de Ruiz Zavala se encontraban
todavía en un nivel bastante aceptable.
El modelo X-13 señala que la serie presenta algunos rasgos de esta-
cionalidad en el nivel del 1%; sin embargo, esto no es suciente como
para que ésta sea claramente identicable, porque los factores estaciona-
les cambian mucho a lo largo del periodo. Sin embargo, para este perso-
naje, el primer trimestre se iniciaba por debajo de la media, la primavera
era el momento en que las manifestaciones más levantaban: el factor es
cercano al 145%, mientras que el verano es malo, cercano al 55%; el cie-
rre del año en otoño es ligeramente por encima de la media. De nuevo,
aparecen veranos muy bajos, ¿será que este rasgo de estacionalidad en
verdad tiene que ver con las lluvias que azotan la región en el verano? Ya
se había tocado este punto al hablar del total de la producción y ahora
aparece también a nivel del empresario.
Se debe notar que todas las barras que manifestó Jerónimo Matella
se enviaron a un solo personaje llamado Francisco Medina Reinoso,
quien era mercader en la ciudad de México y es mencionado por Schell
Hoberman en su libro Mexico’s Merchant Elite. De acuerdo con la au-
tora, Medina Reinoso era propietario de cuando menos diez edicios
en la calle “del Parque”, las cuales valían cuando menos 49 200 pesos.33
Gracias a estos registros se puede saber de dónde provenía el dinero que
pagó semejante acumulación de bienes raíces. Precisamente, en la sec-
ción que sigue se presentan los datos referentes a aquellos personajes que
recibieron los metales preciosos en la ciudad de México.
33 Schell Hoberman, Mex ico’ s, 141.
453
R
S L P:
En la ciudad de México existía una estructura comercial que soportaba
las transferencias de metales preciosos que uían desde todos los reales
mineros del septentrión novohispano. La vinculación de los productores
con el mercado capitalino era una necesidad del sistema económico del
virreinato, pues para obtener crédito, los mineros acudían al mercado de
la ciudad de México, mientras que los grandes mercaderes necesitaban
de la plata producida en el septentrión novohispano para pagar la im-
portación de mercancías europeas y asiáticas. Participar en el mercado
de platas de la capital virreinal era un poco más complicado que hacerlo
en el pueblo de San Luis; si bien es cierto que el número de personas
que recibieron valores remitidos desde el potosí novohispano no es tan
diferente, pues un total de 215 participaron en este acto, frente a las 230
que remitieron. La principal diferencia, sin embargo, es la distribución
de los minerales en la ciudad de México. En la tabla 46 se muestra la
clasicación de los receptores:
Tabla 46
C
M
1618-1623
Categoría Número de
personas
Oro
(promedio
en kg)
Plata
(promedio
en kg)
Valor en pesos
de oro común
(promedio)
Frecuencia
media (barras)
Tasa de
ganancia
media
7. Muy alto 2738.11 29 662.80 1 373 591.75 1 871.50 24.17%
6. Alto 3292.90 13 203.72 595 866.24 808.67 23.99%
5. Medio-alto 589.70 3 815 .9 3 174 771.83 2 9 7. 8 0 24.03%
4. Medio 18 18.41 826.02 37 180.64 65.72 21.86%
3. Bajo 39 4.32 240.18 10 430.28 20.23 19. 67%
2. Bajo-medio 77 1.48 70.23 3 073.99 5.81 20.06%
1. Muy bajo 71 0.43 17. 63 763.26 1.97 20.55%
Fuente: Manifestaciones de minerales de San Luis Potosí presentados en el Anexo 6.
454
El rango alcanzado por las categorías es muy superior a lo observa-
do para el caso de los remitentes: mientras que en la tabla 45 la categoría
1 arrojaba valores medios superiores a los 1 000 pesos, aquí la media
es inferior: apenas 763.26 pesos. En la categoría superior también hay
una marcada diferencia, pues el límite de aquellos que presentaron mi-
nerales se encuentra apenas por encima de los 600 000 pesos; para los
receptores ese límite se dispara más del doble, pues llega a 1 373 591.75
pesos. Es importante también jar la atención en la distribución de los
personajes dentro del arreglo, pues la mayoría de los receptores pueden
ser encontrados debajo del nivel medio; hasta el nivel 4 se agruparon
205 personajes, mientras que sólo 10 pertenecen a las tres categorías
superiores; para el caso de las remisiones había 20 participantes en los
tres últimos grupos. Efectivamente, estos datos apuntan a una concen-
tración alta de los minerales en unas cuantas manos, pero sin dejar de
existir una variedad muy amplia en las características de los negocios
en este mercado. Procedo ahora a la revisión sistemática de los grupos.
Categoría 1. Muy bajo
En esta categoría se pueden agrupar 71 personas, con un rango que va
desde los 232 pesos, recibidos por el mercader Melchor de los Reyes,
hasta los 1 295 pesos que fueron enviados al minero Luis de Torres.
En total, los personajes recibieron 1 251.42 kilogramos de plata y 21.05
kilogramos de oro; la media por participante es de 17.63 kilogramos
de plata y 430 gramos de oro. El valor total de las operaciones se ubica
en 54 191.31 pesos, constituyendo menos del 1% del valor total de los
minerales enviados desde San Luis Potosí. El promedio por receptores
de 763.26 pesos. Dentro de este grupo se recibieron 140 barras, para un
promedio de poco menos de 2 por persona. También se debe puntua-
lizar que los números aquí presentados son mucho más pequeños que
aquellos registrados para los remitentes en esta misma categoría, tanto
en los personajes como en el volumen de los negocios.
Para esta categoría se conocen las profesiones de sólo 44 de los par-
ticipantes, de los cuales hay 21 mercaderes, 7 mineros y 7 personajes
más que ostentaban algún cargo público. Aparecen además de algunos
personajes que armaron pertenecer a diferentes gremios: médicos, ta-
labarteros, armeros, herreros. La dominancia del gremio mercantil es
455
evidente, incluso dentro de este grupo, para el que es difícil identicar
a los personajes. Pese a la escasa participación en el mercado, dentro del
gremio mercantil existen participantes con una trayectoria interesante y
que han dejado huella en los archivos. Expongo a continuación un par
de casos.
Francisco de Amézquita murió a comienzos de la década de 1640
en México; fue quemado en egie durante el “Auto Grande” que se
desarrolló del 11 de abril de 1649 en la plaza del Volador de la capital,
en el mismo auto en que Simón Báez Sevilla, el líder de la comunidad
judío-portuguesa de Nueva España salvaba la vida.34 Este comerciante
había nacido en Segovia y era parte de la red de mercaderes portugueses
que se vincularon al Imperio Hispánico en el periodo de la Unión de
las Coronas (1580-1640). Probablemente se encargó de controlar los
contactos comerciales de la red entre Nueva España y Perú, pues se
puede encontrar una conrmación de ocio a su nombre como regidor
de la villa de Oropesa (Laraos),35 además en el Archivo General de la
Nación se conserva un interesante expediente en el cual, desde Lima,
se le denuncia por practicar el judaísmo.36 Parece sin embargo que para
la segunda década del siglo XVII había decidido alejarse del Perú y
establecerse como mercader en la Nueva España. Para el caso potosino,
Amézquita recibió apenas un par de barras desde San Luis el día 8 de
marzo de 1622, por un total de 399.28 pesos. Es interesante notar que
estas dos barras eran de la mayor calidad que podía existir en San Luis
Potosí, pues contenían una gran cantidad de oro incorporado en peda-
zos no muy grandes de plata; la tasa de benecio que el mercader podía
obtener era enorme: 32.14%, muy por arriba de la tasa media del mer-
cado. Ya se verá más adelante que este mercader es sólo uno de los nodos
presentes en el mercado potosino de la red de comerciantes portugueses.
La actividad realizada por otro de los personajes que pueden ser en-
cuadrados dentro de esta categoría, Juan Moreno, es interesante por el
contraste que puede ofrecer respecto al caso de Amézquita. Moreno se
34 Sobre la persecución de la comunidad Judío-Portuguesa en Nueva España ver: (Eva
Alexandra Uchmany, “Simón Váez Sevilla”, Estudios de Historia Novohispana 9 [1987]: 67-93).
Para un análisis de los condenados en los autos de fe realizados por la Inquisición de Nueva
España: (Antonio M. García-Molina Riquelme, Las hogueras de la inquisición en México [Mé-
xico: , Instituto de Investigaciones Jurídicas, 2016], 215-290).
35 , Gobierno, Audiencia de Lima, 186, N 86.
36 , Inquisición, Volumen 366, Expediente 4.
456
encontraba fuertemente vinculado al espacio local y desarrolló una lar-
ga trayectoria mercantil en San Luis Potosí, pues se le puede encontrar
como uno de los principales proveedores de bienes para la operación de
la Caja Real a lo largo de todo el siglo XVII,37 también es fácil encon-
trarlo pagando alcabalas por diversos géneros de Nueva España y de la
China en la tesorería potosina. Muchas de sus operaciones mercantiles
realizadas dentro de los protocolos notariales de San Luis,38 así como
en las causas criminales de la Alcaldía Mayor.39 El día 23 de octubre
de 1618, Moreno declaró salir con rumbo a la ciudad de México en
posesión de un tejo de plata del diezmo de Sierra de Pinos. El tejo que
llevaba pesó 14.6 kilogramos, y su valor era estimado en 524.58 pesos.
Este fue un caso relativamente excepcional pues su larga trayectoria
mercantil se encuentra bien documentada en el espacio local, pero es
una buena muestra de la manera en que un mercader con fuertes intere-
ses en la zona productiva de minerales podía operar, aprovechando via-
jes a México para evitar la intermediación de los grandes acaparadores
de plata. Ahora bien, el papel de Moreno es relativamente limitado en
este rubro, y más bien parece que se concentró en remitir barras de mi-
neral a otros mercaderes en México, pues como remitente de minerales
fue clasicado dentro del grupo medio pues en total sus envíos valieron
unos 29 112 pesos.
Este grupo pone en relieve que aunque el volumen de la actividad
sea prácticamente insignicante dentro del mercado, al encontrar los
nombres de los personajes que recibieron los metales preciosos potosi-
nos, se pueden encontrar trayectorias interesantes que permiten mostrar
las intersecciones entre los grupos mercantiles que participaban en otros
mercados, así como las estrategias para desarrollar negocios de aque-
llos que ejercieron su actividad entre las minas de San Luis y la capital
virreinal.
37 Moreno aparece en 52 registros de la Caja Real de San Luis Potosí, siendo pagado por
la venta de tinta, plumas, hilo y papel para la operación de la tesorería por un total 806.75
pesos. Ver, por ejemplo: , Contaduría, Cajas Reales de la Nueva España, 922, 4, foja 62
vuelta.
38 , Alcaldía Mayor de San Luis Potosí, 1618, legajo 3, expediente 21.
39 , Alcaldía Mayor de San Luis Potosí, 1608, legajo 4, expediente 2.
457
Categoría 2. Bajo-medio
Un total de 77 personas fueron agrupadas en la categoría, hecho que
la convierte en la más grande dentro de los receptores de minerales.
El rango del grupo va de los 1 305 a los 5 394 pesos. El total de plata
recibida es de 5 407 kilogramos, mientras que de metal amarillo se re-
cibieron 93.15 kilogramos. La media de la plata es de 70.23 kilogramos
y para el oro 1.48 kilogramos. Un total de 447 barras fueron enviadas
desde San Luis a este grupo, promediando 5.81 barras por persona. El
valor total mercado es de 236 697.4 pesos. Este valor equivale al 3.49%
del total del mercado, y arroja una media por participante de 3 073.99
pesos. Se nota el crecimiento en el volumen de negocios realizados res-
pecto al grupo anterior. Finalmente, si se comparan estos resultados con
los valores de la tabla 45, se pueden encontrar muchas diferencias, pues
en este caso los participantes apenas pudieron alcanzar una frecuencia
que representa poco más de la mitad de las 10.56 barras alcanzadas en
promedio dentro de los remitentes.
Se conoce la profesión de 51 de los 77 participantes. En este grupo
se pueden encontrar 36 mercaderes y 2 mineros. Hay también 4 per-
sonas que declararon tener un ocio público, como Antonio Luque,
quien era corregidor de San Juan Teotihuacán. Aparece aquí un arriero,
además de un ganadero, un platero y un sastre, entre otros. Expongo
a continuación dos casos que pueden servir como ejemplo del tipo de
negocios que se realizaban tomando como punto de partida el mercado
potosino de metales preciosos.
Bernardino Paredes fue un mercader oriundo de Paredes de Nava,
comunidad cercana a Palencia en Castilla, pero se encontraba avecin-
dado en la Ciudad de México desde nales del siglo .40 El personaje
recibió dos cargamentos de minerales potosinos con un valor total de
3 489.09 pesos: el primero fue entregado por Antonio Maldonado Za-
pata el día 27 de febrero de 1619 –ya hablaré más adelante acerca de
las operaciones de este minero–; el segundo fue manifestado el 18
de abril de aquél año por Juan Espinoza, quien era alcalde mayor de
40 Producto de su actividad comercial, Paredes fundó una capellanía de 10 000 pesos
de principal en la iglesia de San Juan de Paredes de Nava. (Archivo de la Real Chancillería de
Valladolid, Registro de Ejecutorias, Caja 2474, expediente 27, foja 2 frente).
458
Guadalcázar.41 En total, el mercader recibió unos 74.17 kilogramos de
plata y, más importante aún, 1.94 kilogramos de oro. Hasta aquí los
números son bastante normales, sin embargo la práctica mercantil de
este personaje puede servir para dar luz a un aspecto importantísimo
para el mercado de metales preciosos de San Luis Potosí, pues Paredes
se especializaba en el préstamo a crédito con cadenas de oro.
Esta forma de otorgar crédito partía de una limitación institucio-
nal: como ya se mencionó anteriormente, hasta 1655 no existió permiso
de acuñación de monedas de oro en la Casa de Moneda de la Ciudad de
México.42 Al no poder amonedarse, el oro se labraba en pequeñas cade-
nas que después se utilizaban para proporcionar crédito en el mercado
local.43 Es muy seguro que la mayoría del oro con que se hacían estas
cadenas procediese de las minas de San Luis Potosí, pues eran las únicas
que producían de manera regular el metal amarillo en la Nueva España.
Ya se ve la razón por la cual Paredes tenía contacto con San Luis.
Un buen ejemplo de la actividad de este mercader se puede encon-
trar dentro de un expediente conservado por el , en el cual se deta-
llan los préstamos que Paredes hizo al alférez Tomás González Figueroa
entre los años 1610 y 1615.44 Los datos son relevantes para mostrar la
existencia de un mercado crediticio en la Nueva España que era acti-
vado a partir del oro potosino. El documento se encuentra asentado
en Querétaro, lo cual es por demás interesante, pues como se ha dicho
41 Y para despejar cualquier duda acerca de la propiedad de las barras, en el documento
se declara categóricamente: “Esta barra y tejo son del capitán Juan de Espinosa, alcalde mayor
de Guadalcázar, para Bernardino de Paredes y van por su cuenta y riesgo del dicho alcalde
may or…” (, Alcaldía mayor de San Luis Potosí, 1619, legajo 1, expediente 4, foja 46
vuelta).
42 Véase “Remisiones a caja central” en capítulo 2.
43 “Quien requería de un crédito, podía acudir a este procedimiento. Compraba la ca-
dena de oro al ado a 17 reales el castellano, obligándose a liquidar el importe en moneda en
cuatro meses. Acto seguido, vendía la cadena al contado, a su valor legal, es decir 16 reales el
castellano, y de este modo se hacía del efectivo que necesitaba. Recurrir a dos ventas (comprar
al ado a un precio mayor y vender al contado a uno menor) para conseguir dinero, era una
práctica habitual. Desde luego que la operación le suponía al deudor una pérdida de un real
por cada dieciséis que obtenía a crédito, o de un 6.25% expresado en porcentajes, pero ante
la imposibilidad o la dicultad de conseguir un nanciamiento más barato, muchos estaban
dispuestos a obtenerlo por esta vía” (Pilar Martínez López-Cano, “La venta de oro en cadenas.
Transacción crediticia, controversia moral, y fraude scal. Ciudad de México, 1590 - 1616”,
Estudios de Historia Novohispana 42-1 [2010]: 18).
44 , Indiferente Virreinal, Caja 2431, Expediente 17.
459
en varias ocasiones este era el lugar intermedio en el tránsito entre las
minas del septentrión novohispano y la capital virreinal. El alférez Gon-
zález Figueroa era dueño de una hacienda en Valladolid de la provincia
de Michoacán y necesitaba avío, por lo cual adquirió las cadenas de oro
que Paredes le vendió por un total de 36 842.69 pesos, con préstamos
a plazos cortos –entre 4 y 5 meses– y con tasas de interés cercanas al
20% anual. Es importantísimo señalar lo que este caso pone en relieve:
independientemente de su posterior circulación –muy probablemente
hacia el mercado de metales preciosos de Ámsterdam–45 el oro potosino
activaba el sistema de crédito que era necesario para nanciar las ha-
ciendas agrícolas del interior novohispano, mismas que después servían
para el avío de las minas.
El segundo caso dentro de la categoría 2: Bajo-medio es el de Fran-
cisco Rosales. Este personaje gura como receptor de ocho barras, con
un valor total que se puede estimar en 3 484.54 pesos. Esto quiere
decir que recibió en la ciudad de México hasta 79.28 kilogramos de
plata y 1.29 kilogramos de oro. Aunque su participación en el circui-
to de metales preciosos potosinos parece completamente marginal, se
debe mencionar que Rosales era uno de los mercaderes más dinámicos
del virreinato. En las líneas que siguen intento reconstruir los negocios
llevados a cabo por el mercader, mostrando la manera en que operaba
uno de los personajes con mayor centralidad dentro de la élite mercantil
de la Nueva España en el primer cuarto del siglo . La nalidad es
poner en perspectiva el papel jugado por los metales preciosos potosinos
dentro de esta malla comercial.
Aunque Francisco Rosales no parece haber sido miembro del
Consulado de Comercio de la ciudad de México, queda fuera de toda
duda que era un importante bodegonero de la capital virreinal.46 Poseía
45 “En el siglo Ámsterdam se convirtió en el centro del comercio europeo de metales
preciosos. Allí se dirigían la plata española y, más tarde, el oro portugués, en pago por los
productos que venían de Europa septentrional a los países respectivos. Tan segura quedó la
posición de la metrópoli que los holandeses permitieron incluso la libre exportación de ciertas
monedas, así como la de metal precioso” (Carlo M. Cipolla, Historia Económica de Europa (2)
Siglos x vi y xv ii [Barcelona: Ariel, 1987], 397).
46 Hay sobradas pruebas acerca de la relevante posición de este bodegonero de la capital
virreinal: Schell Hoberman lo utiliza en varias ocasiones a lo largo de su libro como ejemplo
prístino de la élite mercantil de México (Schell Hoberman, Me xico’s, 51, 90, 124, 177). Tam-
bién se pueden encontrar los envíos de vino que, desde la capital, realizaba frecuentemente
hacia Zacatecas, por ejemplo: , General de Parte, volumen 5, foja 10 vuelta.
460
licencia para acuñar plata en la Casa de Moneda de la ciudad de Méxi-
co, lo cual lo convertía en miembro de uno de los grupos más exclusivos
dentro del ámbito mercantil novohispano: era mercader de plata.47 Sus
intereses no sólo estaban centrados en el comercio capitalino, pues se
sabe que Rosales era dueño de cuando menos 17 minas en Zacatecas;48
otras de sus actividades mercantiles eran el comercio de grana cochi-
nilla en Oaxaca y el añil de Guatemala.49 La nalidad de todas estas
actividades mercantiles y productivas hacia el interior del virreinato era
el comercio internacional: García Fuentes lo identicó como uno de los
consignatarios de Pedro Mendoza, importante cargador de Indias en
Sevilla.50 Si bien el mercader parece haberse decantado por el comercio
atlántico, existen también registros de su actividad mercantil en el pa-
cíco.51 Finalmente, se le puede encontrar como uno de los mercaderes
que otorgaron préstamos y donaciones de más cuantía a la Real Hacien-
da en el tránsito del siglo al .52
Simplicando mucho el funcionamiento de la empresa de Francisco
Rosales, se puede plantear que las minas del septentrión novohispano
eran el punto de partida de sus negocios. Este mercader y minero se
encargaba de transportar a la ciudad de México las barras de plata pro-
ducidas en Zacatecas. Pero Rosales no siempre hacía el camino hacia la
capital en derechura. Todo parece indicar que el personaje se desviaba
un poco del Camino Real con la nalidad de hacer una parada en San
47 Se debe apuntar que Rosales fue sujeto de una auditoría sobre sus cuentas como mer-
cader de plata en 1606. Los resultados de la misma se pueden encontrar en: , Escribanía de
Cámara de Justicia, Comisiones de la Audiencia de México, 272-C, expediente 5.
48 En 1610, Rosales pidió al virrey marqués de Salinas que se suspendiesen por dos años
los juicios de ejecución en contra de sus bienes con la nalidad de no perder las 17 minas que
poseía en Zacatecas (, Indiferente virreinal, caja 4907, expediente 6).
49 Archivo General de Notarías de la Ciudad de México [], volumen 3359, notario
Juan Pérez de Rivera, foja 67 frente a 78 vuelta.
50 Lutgardo García Fuentes, Los peruleros y el comercio de Sevilla con las Indias, 1580-
1630 (Sevilla: Universidad de Sevilla, 1997), 226.
51 Por ejemplo, la causa que movió en su contra el maestre de la nao San Pedro por no
haber pagado 200 pesos de ete por las mercancías que había recibido de Manila el año de
1605 (, Indiferente virreinal, caja 5623, expediente 75, número 446.) Este viaje de la nao
de Manila será abordado más adelante, pues la persona que comandó el retorno fue el impor-
tante minero de San Luis Potosí, Antonio Maldonado Zapata.
52 Sobre los préstamos realizados por Rosales a la Real Hacienda con la nalidad
de pagar salarios a los soldados que partieron a Filipinas en 1599 (, Archivo histórico de
hacienda, volumen 1292, expediente 439).
461
Luis Potosí. Los registros aquí analizados muestran que esto sucedió,
cuando menos, en dos ocasiones diferentes: la primera aconteció en sep-
tiembre de 1622, mientras que la segunda tuvo lugar en agosto de 1623.
Una vez en el potosí novohispano, el mercader adquirió algunas barras
del rescate de San Pedro y después las declaró ante el alcalde mayor, por
su propia voz y mano. Pero la calidad de los minerales presentados en
esas ocasiones por Rosales llama poderosamente la atención: cinco de
las ocho barras carecen de oro, y están compuestas por plata casi pura;
dada la participación de este mercader en la minería de Zacatecas, sería
posible inferir que esas barras no habían salido del Cerro de San Pedro,
sino de la Veta Grande. Es decir, una buena parte de los minerales que
traía consigo pudieron tener origen zacatecano, y en ellos no había sig-
no alguno que mostrase el haber pagado el quinto en la Caja Real de
aquella ciudad. La manifestación de minerales en San Luis Potosí otor-
gaba a Rosales una especie de salvoconducto para arribar a la Ciudad de
México con estas barras sin quintar.
Una vez en la capital, las barras potosinas fueron entregadas al apar-
tador de oro, mientras que las zacatecanas fueron llevadas directamente
a la Casa de Moneda con la nalidad de labrar reales de plata. Es muy
probable que el mercader evadiese pagar el quinto de todos estos mi-
nerales, pues como ya se ha visto ejercía control absoluto sobre la pro-
ducción de sus minerales, así como sobre el traslado hasta México. De
hecho, ésta es precisamente la acusación que se levantó en contra de los
mercaderes de plata durante la visita que se hizo a la Casa en 1606.53
53 Diego Landeros Velasco, fue comisionado por el doctor Villerino, visitador de la Nue-
va España, para realizar la visita particular de la Casa de Moneda de la ciudad de México en
1606. Fundamentó todo su caso contra los mercaderes plata en demostrar que existía marcada
diferencia entre el remache realizado en la Casa de Moneda, y los registros de plata quintada
en la Caja Real. Si se partía del supuesto que la plata primero pagaba el quinto y después se lle-
vaba a amonedar, ambos registros debían ser idénticos. Empero, el juez demostró que siempre
existía menos plata quintada en la Caja Real, respecto de la que era remachada en la Casa de
Moneda. La diferencia entre uno y otro registro, de acuerdo a Landeros, representaba el metal
que no había pagado impuestos, y que los mercaderes debían restituir a la Real Hacienda. Blas
Sande, scal de la visita, realizó un esfuerzo muy signicativo para intervenir las cuentas de
cada uno de los mercaderes y realizar un registro individualizado de sus operaciones en ambas
instituciones. Empero, los mercaderes de plata apelaron la sentencia del visitador y llevaron el
pleito ante el Consejo de Indias. Entre las muy bien razonadas causas por las cuales pidieron
la anulación de la sentencia, señalaban que las diferencias entre los dos registros era debida a la
limitada capacidad de los Ociales Reales de pesar correctamente las barras en la Caja Real,
además de que había diferencias en el peso de las barras por haberlas renado nuevamente
462
Para las barras de San Luis Potosí, una vez terminado el largo proceso
de la separación en el apartado, el mercader recuperaba los dos géneros de
metales preciosos. La plata potosina seguramente era amonedada, pues
la calidad que adquiría después de separarse del metal amarillo la hacía
candidata ideal para labrar moneda con ella. Pero el oro no se podía
amonedar. ¿De qué manera utilizaba Rosales el metal amarillo?
La respuesta es sencilla: era exportado en pasta junto con la grana
y el añil hacia el mercado Europeo. Esta manera de proceder se aclara
gracias a un concierto de compañía realizado por Francisco Rosales con
el capitán Sancho Meraz.54 El documento data del 18 de mayo de 1613
y fue suscrito en la ciudad de México ante el notario Juan Pérez de Ri-
vera, uno de los favoritos de la élite comercial de la capital virreinal.55
para obtener plata de la más alta ley. También aducen que las diferencias se deben a que en
la Caja Real no se tomaba en cuenta el metal de liga que se ponía en las monedas, lo cual
terminaba por darles más reales de lo que se estipulaba en el precio por marco de la Caja Real.
Terminan señalando de manera puntual que este procedimiento es conforme a las ordenanzas
y que además de que escogían la mejor plata para labrar moneda por una cuestión de simple
racionalidad económica: “porque si fuera conforme a la presunción contenida en las senten-
cias, siendo tan grandes las pérdidas que habían de tener los mercaderes, por más ricos que
fueran, no bastarían a sobrellevar un año, y así nunca metían plata que no fuese de calidad
[para] que después [de] descontados los gastos y costas tuviesen ganancia para sustentarse
[ellos] y su familia, y tener alguna ganancia, como se debe presumir, lo desean hacer todos
los hombres cuerdos y prudentes que se aplican a algún trato.” Ante esto, se debe señalar que
en todo el alegato se percibe cierta obscuridad en el trato de la Casa de Moneda, que induda-
blemente favorecía a los que labraban la moneda. La demostración del visitador Landeros no
convenció a los consejeros en Madrid, quienes dieron por nulas las acusaciones en contra de
los mercaderes en 1615. (, Escribanía de Cámara de Justicia, Comisiones de la Audiencia
de México, 272-A, expediente 1, foja 9 vuelta).
54 El concierto de compañía era un documento que se presentaba ante el notario y ser-
vía para estipular las obligaciones y ventajas de cada uno de los participantes en la empresa
mercantil. Como las empresas mercantiles normalmente se establecían para nes concretos,
los archivos notariales del mundo hispánico contienen muchos ejemplos de esta categoría:
“La compañía era un contrato entre dos o más personas en virtud del cual se obligaban re-
cíprocamente, por un cierto tiempo y bajo ciertas condiciones y pactos, a hacer y proseguir
conjuntamente uno o varios negocios. Era requisito indispensable de este tipo de contratos,
que cada socio pusiera algo -ya fueran sus bienes, trabajo o ambas cosas-, así como que todos
los compañeros participasen de las ganancias y las pérdidas en alguna proporción.” (Ivonne
Mijares Ramírez, Escribanos y escrituras públicas en el siglo x vi. El caso de la Ciudad de México
[México: Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históri-
ca s, 1997], 161).
55 “El capitá n Sancho de Meraz, re sidente, otorga escritura d e concierto. Dice que Juan Vi-
cencio Justiniano ha enviado de la ciudad de Oaxaca a la nueva ciudad de la Veracruz 165 arro-
bas de grana de la Mixteca consignada a Francisco Hernández Franco, vecino y encomendero
463
En él se estipula que el mercader, como socio capitalista, entregaba al
capitán los bienes de la compañía: 2 200 libras de añil de Guatemala,
con un valor aproximado de 3 300 pesos; 165 arrobas de grana de la
mixteca, que podían valer en el mercado 9 900 pesos; 7 471 castellanos
de oro –y aunque no se menciona directamente en la fuente, es muy
probable que este oro hubiese sido extraído de San Pedro Potosí– que
valían 15 821.25 pesos.56 El total del negocio era de unos 29 021.25
pesos, mismos que serían navegados a Castilla y vendidos en ese reino
con la nalidad de comprar mercaderías. Estas mercaderías europeas
después serían transportadas por el capitán Meraz de vuelta a la Nueva
España. Nótese que no hay plata, ni en pasta ni amonedada, siendo
enviada por la compañía a Sevilla; es bastante claro que el metal blan-
co, una vez convertido en moneda, era remitido por el mercader a sus
correspondientes en Manila, con la nalidad de comprar bienes chinos
e importarlos al mercado novohispano.
¿Qué tipo de mercaderías compraba el oro potosino en Sevilla?
Aunque lamentablemente no se ha conservado la memoria que el capitán
de la ciudad de Veracruz para que se la entregue al otorgante, más 2 200 libras de añil de Gua-
temala, y todo ello se le ha de entregar porque pertenece a Sancho de Meraz y a Francisco de
Rosales, vecino de México. El otorgante se obliga a recibir el añil y la grana en Veracruz
de Francisco Hernández Franco y por cuenta y riesgo suyo y de Francisco de Rosales y por
mitad lo embarcará en la ota que está ahora surta en el puerto de San Juan de Ulúa que va
por general Juan Gutiérrez de Garibay. Venderá en los reinos de Castilla la grana y el añil o
lo navegará a otros reinos como le pareciere mejor comodidad para el benecio de la hacienda
y de lo procedido de ello lo empleará en las mercaderías que bien visto le fuere para cuenta y
riesgo de ambos, y lo cargará en la primera ota que de los reinos de Castilla saliere para la
Nueva España con cuenta de la venta de la grana y añil como del empleo de las mercancías;
y la navegación ha de ser a cuenta y riesgo de ambos por la mitad. También ha recibido de
Francisco de Rosales 7 471 castellanos de buen oro en 8 tejos que, a razón de 17 reales cada
castellano, valen 15 821 pesos 1 tomín de oro común, los cuales llevará en la ota en el navío
en que fuere embarcado, desde el puerto de San Juan de Ulúa, hasta los reinos de Castilla. El
oro va en dos cajones, uno de ellos lo ha de embarcar con su persona y el otro lo ha de poner
en una de las naos de la ota la que le pareciere, y ha de emplear los 15 821 pesos que monta
juntamente con lo procedido de la grana y el añil, poniendo en los reinos de Castilla tanta
otra cantidad de pesos como la que montan los 8 tejos de oro y todo ello junto lo emplee en
mercaderías de los reinos de Castilla y lo han de enviar en la primera ota, con la cuenta y
razón para darla con el entrego de la cargazón de tornaviaje y en ella ha de ser creído Sancho
de Meraz por su memoria ” (, volumen 3359, notario Juan Pérez de Rivera, foja 67
frente a 68 vuelta).
56 El precio de la grana corresponde al año 1633 y se puede encontrar en , Gobierno,
Indiferente General, 757, 30 de mayo de 1633, foja 4 frente. El añil lo calculo a 12 reales por
libra, aunque no tengo toda la certeza de que el valor sea del todo correcto.
464
Meraz escribió a Rosales en 1614, una vez que retornó de Sevilla, existen
algunos rastros documentales de otros negocios de Rosales en la capital
andaluza, cuyo componente es similar y permiten dar una idea de los
retornos obtenidos por este comerciante: el 31 de octubre de 1605, Ro-
sales otorgó una carta de obligación de pago por 3 042.25 pesos a favor
de Diego Núñez Ovando, camarero del marqués de Montesclaros, vi-
rrey de Nueva España.57 Esta operación era uno de los mecanismos más
recurrentes para nanciar el comercio en Nueva España.58 El mercader
no regresó el dinero en la ciudad de México, lo cual generó que el cama-
rero presentase la escritura ante el tribunal del Consulado de Comercio
de Sevilla. Alegaba que se reintegrase la cantidad prestada al mercader
mediante la ejecución de los bienes que éste había enviado mediante la
ota de 1606 al cargador de Indias Cristóbal Barrionuevo. Este último
impugnó la orden de entregar el dinero al demandante aduciendo que
existía un contrato previo con el mercader novohispano, quien le había
solicitado la adquisición de bienes en el mercado sevillano. Se debe men-
cionar que los distintos alegatos planteados por las partes en conicto
son interesantes en sí mismos porque son una pequeña síntesis de to-
dos los retos que se plantearon a las instituciones de la Monarquía para
controlar el tráco comercial a escala global.59 Además, las averiguacio-
nes ordenadas por el Consulado con la nalidad de incautar los bienes
57 , Casa de la Contratación, Autos, 765, expediente 2.
58 Ver, por ejemplo: Martínez López-Cano, El crédito, 141-201.
59 Aunque habría que trabajar más a fondo los autos del Consulado de Comercio de
Sevilla, se puede aventurar que hay poca claridad por parte de los jueces del respecto a qué
parte se debe proteger; ¿al mercader que vendió en las Indias o al tercero que adquirió y está li-
tigando en Sevilla? Este problema se le plantea con mayor complejidad a la institución cuando
llegan al tribunal en terceros que mueven pleitos sobre los que pueden tener jurisdicción los
Consulados de Lima o de México (es decir, un apoderado de alguien que adquirió o contrató
con un comerciante en Indias). Lo que normalmente pasa aquí es que los jueces declaran
no tener información o jurisdicción suciente para extender un auto de justicia que proteja
al adquiriente, pues no hay claridad acerca de la legitimidad del contrato original, que se
encuentra bajo el control de un notario muy lejano. Esto ocurre incluso cuando se presentan
copias notariadas (traslados) de los contratos de compra-venta originales. Los cargadores de
Indias en Sevilla suelen alegar que no hay claridad en los mandatos presentados para ejecutar
las sentencias, pues la mayoría proceden de tribunales en las Indias, además de que no se
puede encausar un juicio sin una representación proporcional de la parte afectada, misma que
normalmente se encuentra ausente –el mercader perulero o mexicanero, que envió plata para
contratar en Sevilla y espera que el cargador se haga responsable de enviarle los bienes–. Los
jueces, en la mayoría de las veces, terminan remitiendo las causas a instancias provinciales en
465
las Indias –que son lejanas–, o bien al Consejo de Indias, que es el órgano supremo –y ahí
mover un pleito comercial ahí es lento y costoso-. ¿Impacta esta actitud de manera negativa
la constitución de un mercado moderno? Es en el comercio atlántico de los siglos y
donde se plantearon muchas interrogantes a las instituciones castellana, pues las instituciones
de justicia de la Corona estaban muy fragmentadas. Para un análisis institucional de los mer-
cados a partir de documentación contractual ver: Benito Arruñada, Institutional foundations
of impersonal exchange. eory and policy of contractual registries (Chicago, MA: e Universi-
ty of Chicago Press, 2012), 169-171.
de Rosales para pagarle a Núñez Ovando, permiten ver las mercaderías
que Rosales demandaba en el mercado Europeo, y cuya nalidad era su
introducción en la Nueva España.
T
M F R,
M, C B,
S.
D
Cantidad Medida Mercadería Procedencia Observaciones Producto
4Pieza Ruan Francia Muy delgado. Tex t i l
6Pieza (1/2) Orlas ¿España? Cada 1/2 pieza de 13 medias Text i l
400 Vara Ruan de Cofre Francia Muy delgado Te x til
6Pieza Holanda de
Guinea P. Baj os Muy blancas y delgadas Texti l
12 Arcabuezo Holanda P. B ajo s Muy nos Tex t i l
1Fardo Naval ¿España? Que el fardo tenga
1 000 varas Te x t il
1Pieza Fustal Colchado Italia Muy blanco Te xti l
1Pieza Limete de 24º España
(Segovia) Del maestro Francisco Riofrío Te x t il
1Pieza Limete de 22º España
(Segovia) Del maestro Francisco Riofrío Te x t il
1Pieza Paño Belecrí España Color pardo y que sea de la
viuda de Aguirre Tex til
3Raja Segovia de
Matamala
España
(Segovia)
Dos mezclas y la otra
encabellada Tex t i l
6Pieza Jergueta ¿España? Tres molineras, dos verdes
limonadas y una parda Te x t il
25 Libra Cintas P. Ba jos
(Bruselas) Blancas muy delgadas Text i l
466
Cantidad Medida Mercadería Procedencia Observaciones Producto
25 Libra Cintas P. Ba jos
(Bruselas) Encarnadas Te xti l
12 Pieza Manta España De Juan de Valladolid, de 16
varas cada pieza Tex t i l
6Pieza Jerga España
(Marchena)
Que sea de Marchena y no de
Tol edo Te x t il
6Pieza Tape te Italia
(¿Ve ne ci a?) De los mejores colores Text i l
6Pieza Alfombra España
(Alcaraz)
Cuatro que sean de 20 palmos,
y las otras dos de 25 palmos Tex t il
20 Pieza
(un p ar)
Estribos de la
Brida ¿España? De cuatro canales, nos Talabartería
12 Pieza
(un p ar) Estribos Jinetes ¿España? De lazo entero de buena
hechura Talabartería
100 Pieza
(un p ar) Alforjas España
(Sala manca) Con talega s Talabartería
100 Pieza Teclas de
Cuchillos España
De la ancla redonda, y
ninguno de la corona de la
marca nueva
Metalurgia
4Fanega Mostaza ¿Francia? En sus talegas y barriles Agrícola
6Barril Almendrón España (Dénia) Agrícola
12 Barril Pasas España
(Almuñécar)
La más crecida que se hallare,
y que venga limpia, estibada y
muy bien apretada
Agrícola
100 Arroba Cera España (Cádiz) Agrícola
Fuente: , Casa de la Contratación, Autos, 765, expediente 2, foja16 frente y vuelta.
Lamentablemente, la información conservada no permite saber los
géneros con que se pagaron las mercaderías solicitadas, pues Barrionue-
vo se negó tajantemente a proporcionar esa información al tribunal del
Consulado. La memoria tampoco expresa los valores de los bienes lista-
dos, pues sólo es lo que el mercader ordenó desde la ciudad de México,
y no los bienes que el cargador de Indias realmente envió. Sin embargo,
la fuente permite darse una buena idea de los géneros que eran introdu-
cidos por Rosales en Nueva España. En términos muy generales, la lista
muestra mercaderías que se pueden catalogar como bastante normales
en el comercio de España con América, teniendo en cuenta lo que se ha
señalado en el trabajo de García-Baquero.60 Hay, sin embargo algunos
60 García-Baquero calcula que del total del tonelaje de las mercaderías exportadas desde
Cádiz y Sevilla hacia América entre 1720 y 1751, cuando menos una tercera parte estaba com-
puesta de fardos de ropa y otros efectos de palmeo –entre los que seguramente se encuentra
467
detalles que es interesante observar: el mercader estaba invirtiendo en
distintos tipos de textiles, y no todos eran de lujo; la Tabla 47 presenta
elementos interesantes, pues aunque hay varias telas que fueron impor-
tadas desde el norte de Europa –normalmente de alto valor moneta-
rio–, también aparecen muchos textiles de origen Español, mismos que
incluso fueron ordenados de acuerdo al nombre del maestro que los
producía en Castilla.61 Si bien es cierto que la mayor parte de los valores
enviados por Rosales al cargador sevillano se utilizaron para pagar estas
telas, en contrapunto la mayoría del peso se debió haber distribuido en
los bienes agrícolas demandados por el mercader: la cantidad de pasas
ordenada desde la ciudad de México es de llamar la atención. Dejo
hasta aquí esta prospección sobre los negocios de Francisco Rosales. A
través de los archivos notariales habrá que investigar en qué porcenta-
je estos bienes introducidos desde Sevilla fueron comercializados en el
mercado capitalino, y si una parte de los mismos fue introducida en los
reales mineros, con la nalidad de cerrar el circuito mercantil que aquí
he abordado.
Categoría 3: Bajo
En esta categoría fueron agrupados 39 personajes. El rango va de los
5 490.7 pesos recibidos por Gaspar Reyes Barbosa, a los 20 876.19 pe-
sos de Alonso Rodríguez. El valor de los minerales recibidos en este
grupo es de 406 781.06 pesos, que comprende el 6% del total de los
metales durante los seis años para los que hay información. El total de
la talabartería–. La metalurgia ocupó un 6.5% del total, mientras que el resto se lo reparten
distintos bienes agrícolas –si se juntan el vino, el aceite y el aguardiente se obtiene el 41.55%
de la carga–. Sobresalen dentro de esta última categoría: la cera con un 2.63, las almendras
con un 0.36%, y las pasas con un 0.19%. Ver Antonio García-Baquero, Cádiz y el Atlántico,
vol. I (Cádiz: Diputación Provincial de Cádiz, 1988), 312-313.
61 Lutgardo García Fuentes señala que en la segunda mitad del siglo los fardos
que transportaban ropa hacia América no eran sujetos de inspección al momento de pagar
almojarifazgo en Sevilla, por lo cual no se sabe la composición exacta de los textiles que se
transportaban en las otas. La tabla muestra información muy interesante por este motivo,
pues no siempre se pueden conocer los detalles de las telas exportadas hacia el Nuevo Mundo.
Ver Lutgardo García Fuentes, El comercio español con América, 1650-1700 (Sevilla: Escuela de
Estudios Hispanoamericanos, Diputación Provincial de Sevilla, 1980), 295-300.
468
barras recibidas es de 789, para un promedio de 20 barras por partici-
pante. La cuestión de la frecuencia en los contactos con San Luis Potosí
es algo que se debe explorar un poco: las 49 barras que permitieron a
Rodríguez situarse en lo más alto de esta categoría muestran que el
mercader permaneció activo durante cuatro años, pero sólo recibió tres
cargas: la primera en agosto de 1620, la segunda en mayo de 1622 y la
última en abril de 1623.
Un total de 9 376.09 kilogramos de plata y 155.44 kilogramos de
oro fueron enviados desde las minas de San Luis Potosí a los participan-
tes en esta categoría; la media por receptor es de 240.18 kilogramos para
la plata y 4.32 kilogramos para el oro. Aunque los números crecieron
bastante respecto a los del grupo anterior, se debe ponderar que para el
caso de los remitentes la categoría 3 sobrepasaba los 300 kilogramos de
plata y los 6 kilogramos de oro. Estos números parecen indicar que, a
diferencia de los remitentes, los receptores concentraron más cada uno
de los envíos; es una especie de embudo.
Se conocen las profesiones de 31 de los participantes en este grupo.
Nuevamente, la profesión que domina entre los receptores de metales
preciosos es la mercantil: 22 de ellos eran mercaderes, hay 2 mineros de
San Luis y 5 personajes con puestos en el servicio público, notablemente
un par de escribanos y el teniente de alcalde mayor de las minas de Tax-
co, Alonso Guajardo Fajardo. También aparece aquí el arriero Cristóbal
Hernández. Pese a la frecuencia de los envíos, todo parece indicar que
se requería ya cierta especialización en el ocio para gestionar este volu-
men de metales preciosos, pues son pocas las profesiones que no están
relacionadas directamente con el sector, aunque se debe considerar que
en este grupo todavía aparecen personas como Manuel Pinto Correa,
quien se desempeñaba como boticario en la ciudad de México.
El primer caso que me gustaría abordar es el del minero y gene-
ral de infantería española Antonio Maldonado Zapata.62 Entre 1618 y
1623 este personaje envió minerales a la capital virreinal con un valor
total de 14 247.52 pesos, también declaró ser el receptor de 18 barras
62 Los datos que presento en el anexo 4: “Reporte por personaje: Antonio Maldonado
Zapata en el Libro Mayor de Hacienda de San Luis Potosí”, nacido hacia 1606 en San Luis
Potosí del matrimonio de este minero y María Medina Covarrubias, y quien fue parte de la
diputación de minería de San Luis Potosí a mediados del siglo , además de haber sido
nombrado capitán de caballería.
469
que valieron 13 878.67 pesos. Es interesante hacer notar que 14 de es-
tas barras fueron declaradas por los arrieros García Bueno Montes de
Oca y Baltazar Pérez Andrada como enviadas por el personaje desde las
minas, pero con su propia persona como destinatario en la capital. Las
otras cuatro barras tenían como remitente al minero Luis Santacruz.
Todas estas operaciones fueron realizadas en el año de 1623. Las cifras
presentadas por Maldonado son sin duda pequeñas si es comparado con
los grandes acaparadores de minerales en este mercado. Sin embargo, la
centralidad social del minero dentro del espacio local es un hecho difícil
de disputar, si se tiene en cuenta que el general perteneció a la Orden
de Santiago, honor que recibieron pocos de los habitantes del potosí
novohispano a lo largo del siglo . Además, el se encuentra
plagado de causas en las que aparece registrando minas o pidiendo que
se le paguen deudas.63
Si bien la importancia social del personaje no se corresponde con la
baja escala de los negocios aquí registrados ¿Es entonces posible suponer
que la mayoría del mineral beneciado en las haciendas de Antonio
Maldonado Zapata era vendido antes de salir de San Luis, o bien no
era sujeto a control scal alguno? Se debe subrayar que las barras aquí
registradas eran sólo la punta del iceberg en los negocios de Maldonado,
pues este personaje era la cabeza de una red familiar que tenía intereses
muy vastos en el gran comercio pacíco. Las páginas que siguen inten-
tan esbozar la manera en que esta empresa funcionaba.
En el Diagrama 4 se puede observar el árbol genealógico de la fa-
milia. He colocado aquí los datos conocidos desde mediados del siglo
hasta nales del siglo .64 Debe advertirse que los colores que
aparecen en el fondo del diagrama ubican a los personajes de acuerdo
con la vecindad en que pasaron la mayor parte de su vida, y no el lugar
de nacimiento. Aunque es evidente que aquellos que migraron desde
España hacia América cambiaron de vecindad varias veces, he colocado
a las familias y su descendencia en la ciudad del Nuevo Mundo en que
63 Ver, por ejemplo: , Alcaldía Mayor de San Luis Potosí, 1620, legajo 6, expe-
diente 11.
64 También debo señalar que por cuestión de espacio, ya no he incluido a los descendien-
tes de Ana Maldonado Zapata –propietaria de la hacienda de la Tenería a nales del siglo ,
en donde hoy se asienta el parque Tangamanga– y el minero Juan Eusebio Torres, aunque
están perfectamente identicados: su hija fue María Manuela Torres Zapata y sus nietos los
condes de Medina y Torres. Ver , Tierras, volumen 850, expediente 2.
470
se asentaron durante más tiempo. El diagrama sigue todas las conven-
ciones de la genealogía: las guras cuadradas son varones, mientras que
las circulares son mujeres; arriba de los nombres aparecen las fechas de
nacimiento y/o defunción, para aquellos casos en que tengo datos. El
valor al interior del símbolo denota la edad al momento de morir.
D
Á M Z.
XVI-XVII
Fuente: , Órdenes Militares-Caballeros de Santiago, expediente 4784, y Lohmann Ville-
na (1993), vol. I, 244, 464 y vol. II, 204.
En el Diagrama 4 se puede apreciar que Antonio Maldonado Za-
pata nació en 1573, más especícamente el 19 de febrero en Molina de
Aragón, provincia de Guadalajara en el reino de Castilla. Su padre el
licenciado Antonio Maldonado Hernández era corregidor de la pobla-
ción.65 En abril de 1578, Maldonado Hernández fue nombrado oidor
65 Archivo Histórico Nacional [], Órdenes Militares-Caballeros de Santiago, expe-
diente 4784. El licenciado Antonio Maldonado Hernández había nacido en Salamanca c.a.
1538 y era licenciado en derecho por la Universidad de esa ciudad, en donde estudió entre
1550 y 1562. Ver , Gobierno, Audiencia de México, 72, R 4, N 51.
Castilla Ciudad de México Zacatecas Querétaro Lima San Luis Potosí Huatulco
El personaje fue vecino de:
+
+
+
+
1682 - 1741
59
1692
1614
1657
1573 - 1637
1606 - 1662
1539 - 1602
64
1538
1580
1639 - 1697
1636
1640
Juan
García
Menacho
Sebastián
Cetina Mariana
Menacho
Mariana
Ángeles
Valenzuela
Vargas
Francisco
Maldonado
Zapata
Pedro
Maldonado
Zapata Antonio
Maldonado
Zapata
Antonio
Maldonado
Zapata
Pedro
Medina
Margarita
Covarrubias
Antonio
Maldonado
Zapata
Pedro
Covarrubias
Maldonado
Zapata
Alonso
Maldonado
Zapata
Fernando
Torres
Paz
María
Manuela
Torres
Ana
Maldonado