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739www.neurologia.com Rev Neurol 2011; 53 (12): 739-746
REVISIÓN
Introducción
Como describimos en el anterior artículo [1], los
trastornos musicales pueden ser objeto de rehabili-
tación y la música puede ser instrumento rehabi-
litador, de tal forma que se puede utilizar con fines
terapéuticos tanto física como emocional y social-
mente, por lo que se aplica en numerosos trastor-
nos y con múltiples finalidades.
En un segundo bloque de esta revisión nos aden-
tramos en el cerebro del músico. Como sabemos, el
cerebro es capaz de reorganizarse dependiendo de
sus necesidades, y así se ha podido comprobar en
diversos estudios al respecto; como veremos, nos
encontramos con que existen diferencias tanto es-
tructurales como funcionales en el cerebro de un
músico profesional.
Terapias musicales
Según la World Federation of Music erapy (WFMT),
‘la musicoterapia consiste en el uso de la música y/o
de sus elementos musicales (sonido, ritmo, melo-
día, armonía) por un musicoterapeuta, con un pa-
ciente o grupo, en el proceso diseñado para facilitar
y promover la comunicación, el aprendizaje, la mo-
vilización, la expresión, la organización u otros ob-
jetivos terapéuticos relevantes, con el fin de lograr
cambios y satisfacer necesidades físicas, emociona-
les, mentales, sociales y cognitivas. La musicotera-
pia busca descubrir potenciales y restituir funcio-
nes del individuo para que éste alcance una mejor
organización intra e interpersonal y, consecuente-
mente, una mejor calidad de vida a través de la pre-
vención y rehabilitación en un tratamiento’ [2].
Como describe la definición de la WFMT de la
musicoterapia, ésta es capaz de mejorar nuestra sa-
lud física y psicológica. ¿Qué factores contribuyen a
que la musicoterapia sea efectiva? Hillecke y su equi-
po del Centro Alemán de Investigación de la Musi-
coterapia describen cinco factores [3]:
– Modulación atencional o factor atencional. La mú-
sica tiene la capacidad de atraer nuestra atención
de manera más potente que otros estímulos sen-
sitivos. Este factor se ha utilizado tanto para ac-
tivar como para distraer, por ejemplo, en casos
de elevado estrés.
– Modulación emocional o factor emocional. Como
sabemos, la música es capaz de modular emo-
ciones y de provocar en nosotros respuestas
emocionales, implicando áreas corticales y sub-
corticales. Este factor está muy involucrado en el
uso de la musicoterapia en el tratamiento de tras-
tornos emocionales como la depresión, la ansie-
dad o el estrés postraumático [4].
– Modulación cognitiva o factor cognitivo. La mú-
sica, como entidad neurocognitiva, conlleva di-
versas funciones cognitivas en su procesamien-
to. Este factor implica la memoria asociada a la
música (codificación, almacenamiento y recupe-
ración) y a los diversos aspectos implicados en el
análisis de la música.
– Modulación conductual o factor motor-conductual.
Música y cerebro (II):
evidencias cerebrales del entrenamiento musical
Gema Soria-Urios, Pablo Duque, José M. García-Moreno
Resumen. La música es un estímulo multimodal muy potente que transmite información visual, auditiva y motora a nues-
tro cerebro, el cual cuenta con una red específica para su procesamiento, compuesta por regiones fronto-temporoparieta-
les. Esta activación puede resultar muy provechosa en el tratamiento de diversos síndromes y enfermedades, ya sea reha-
bilitando o bien estimulando conexiones neuronales alteradas. Revisamos también las peculiaridades del cerebro del
músico y vemos cómo el cerebro se adapta según las necesidades para mejorar su ejecución musical.
Palabras clave. Cuerpo calloso. Música. Musicoterapia. Plano temporal. Rehabilitación. Tono absoluto.
Centro de Daño Cerebral NISA
Vinalopó; Elx, Alacant (G. Soria-Urios,
P. Duque). Fundación Instituto
Valenciano de Neurorrehabilitación
(P. Duque). Programa de
Neuropsicología Clínica; Área
Hospitalaria Virgen Macarena;
Sevilla (P. Duque). Servicio de
Neurología; Hospital Universitario
Virgen Macarena; Sevilla, España
(J.M. García-Moreno).
Correspondencia:
Dra. Gema Soria Urios. Centro
de Daño Cerebral NISA Vinalopó.
María de Maeztu, 5. E-03208 Elx
(Alacant).
Fax:
+34 962 031 003.
E-mail:
gemasour@gmail.com
Aceptado tras revisión externa:
11.10.11.
Cómo citar este artículo:
Soria-Urios G, Duque P,
García-Moreno JM. Música y
cerebro (II): evidencias cerebrales
del entrenamiento musical.
Rev Neurol 2011; 53: 739-46.
© 2011 Revista de Neurología
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G. Soria-Urios, et al
La música es capaz de evocar patrones de movi-
miento incluso de manera inconsciente. Este he-
cho implica la posibilidad de usar la música me-
diante la estimulación del ritmo en la rehabili-
tación de pacientes con daño cerebral y en el
tratamiento de pacientes con enfermedades del
movimiento [5,6].
– Modulación comunicativa o factor interpersonal.
La música implica comunicación y, como tal, se
puede emplear para entrenar habilidades de co-
municación no verbal, lo que puede ser muy útil
en el caso de alteraciones conductuales y autismo.
A estos cinco factores debemos añadir la modula-
ción perceptiva [4]. El entrenamiento musical me-
jora la percepción acústica, lo que repercute en otros
procesos como la comprensión del lenguaje.
En resumen, estos seis factores nos aportan in-
formación sobre qué está en la base del buen fun-
cionamiento de la musicoterapia, pero ¿qué resul-
tados vamos a poder obtener? Koelsch propone tres
dominios principales sobre los cuales podemos lo-
grar resultados mediante la musicoterapia: emoción,
acción-percepción y cognición social [4]:
– Emoción. Escuchar música tiene efectos claros
sobre estructuras límbicas y paralímbicas. Se ha
podido comprobar que el placentero efecto del
escalofrío por la espalda va ligado a un aumento
en el flujo sanguíneo en la ínsula, en la corteza or-
bitofrontal, en la corteza prefrontal ventromedial
y en el estriado ventral. Asimismo, también se ha
registrado una disminución del flujo sanguíneo
en la amígdala y el hipocampo [7]. Este hallazgo
apoya el tratamiento con musicoterapia de tras-
tornos ligados a disfunciones amigdalinas, como
podría ser el caso de la depresión o la ansiedad.
Koelsch apunta la posibilidad de que la musicote-
rapia active el hipocampo, de manera que pre-
venga la muerte de neuronas hipocámpicas y el
bloqueo de la neurogénesis hipocámpica (presen-
te en alteraciones como la depresión y el estrés
postraumático). También cabe señalar la impor-
tancia del núcleo accumbens, ya que su activación
se correlaciona con la experiencia placentera de
escuchar piezas musicales agradables [7]. A todos
estos efectos sobre determinadas áreas cerebrales
debemos sumarle el efecto que tienen las emocio-
nes sobre el sistema nervioso vegetativo, así como
sobre el sistema hormonal y el sistema inmune:
con la música también podemos obtener efectos
beneficiosos en pacientes con trastornos endocri-
nos, autoinmunes o autonómicos.
– Acción-percepción. En los diversos estudios reali-
zados se ha podido comprobar que la percepción
musical no sólo activa áreas auditivas, sino que
también activa áreas motoras, y no es necesario
que seamos músicos para ello [8]. Este hecho re-
sulta significativo para la musicoterapia, ya que
estos mecanismos resultarán útiles para el apren-
dizaje de acciones, su comprensión y la capaci-
dad de predicción en las acciones de otros.
– Cognición social. Dentro del paradigma de la
teoría de la mente (ToM), se ha buscado esclare-
cer si el hecho de conocer que un autor ha escri-
to una determinada pieza musical con un fin
concreto influirá en nuestra percepción sobre su
obra [9], y se ha podido demostrar que también
se activaban redes de la ToM: corteza frontal an-
teromedial, surco temporal superior bilateral y
ambos polos temporales. Los autores concluye-
ron que resultaba necesaria más investigación al
respecto para conseguir aplicar estos hallazgos a
la musicoterapia, principalmente en casos de al-
teraciones conductuales y autismo [9].
Como vemos, existe una amplia base que justifica el
uso de la música como instrumento terapéutico. En
la práctica clínica diaria la musicoterapia se aplica
en una gran cantidad de trastornos, pero tal y como
veremos a continuación, carecemos de suficientes
estudios metodológicamente bien estructurados que
puedan demostrar la efectividad de la musicotera-
pia o las terapias musicales.
Demencia y terapia musical
El tratamiento de las demencias se compone (prefe-
rentemente) de la combinación de la terapia farma-
cológica y diversas terapias no farmacológicas. La
musicoterapia, así como la estimulación cognitiva,
es una de las terapias no farmacológicas más utili-
zadas. Busca la mejora de la calidad de vida de las
personas con demencia mediante la estimulación de
capacidades psicomotoras, perceptivo-cognitivas,
de comunicación y socio emocionales.
La práctica de la musicoterapia con las personas
con demencia nos ha permitido ver que la música
influye en su comportamiento y su humor, ya que
puede hacer que estén más tranquilas. Asimismo
facilitamos la reminiscencia, las expresiones emo-
cionales y el movimiento. Al igual que en la estimu-
lación cognitiva, es muy importante que el material
que empleamos para realizar la intervención sea
significativo. En el caso de la música, si tenemos en
cuenta sus gustos y sus experiencias con la música,
obtendremos mejores resultados [2].
Según una revisión Cochrane [10], actualmente
no tenemos evidencia científica sobre la efectividad
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Música y cerebro: evidencias cerebrales del entrenamiento musical
de la terapia musical en el tratamiento de los diver-
sos síntomas de la demencia, pero la práctica diaria
nos aporta otras conclusiones, ya que con la música
podemos conseguir tranquilidad, emoción, remi-
niscencia, sociabilidad e, incluso, en fases avanza-
das de demencia en las que los pacientes apenas
reaccionan ante los estímulos, vemos cómo siguen
reaccionando ante la música. Dados estos resultados,
deberían diseñarse estudios que aportasen pruebas
científicas sobre la efectividad de esta terapia.
Estrés y ansiedad y terapia musical
Recientemente se ha publicado una revisión Co-
chrane en la cual se revisan los efectos de la terapia
musical en pacientes con enfermedades cardíacas
[11]. En el caso de las enfermedades coronarias la
musicoterapia está orientada a reducir el estrés y la
ansiedad para mejorar el funcionamiento fisiológi-
co. Los estudios revisados, a pesar de que encontra-
ron efectos sobre la frecuencia cardíaca, la frecuen-
cia respiratoria y la presión arterial, no hallaron
evidencia suficiente para afirmar que la terapia mu-
sical reduzca la ansiedad y el estrés en este tipo de
pacientes. No obstante, cuenta con ciertos efectos.
También cabe señalar que, en los estudios que com-
ponen la revisión, la terapia musical estaba basada
en escuchar música grabada, por lo que cabría rea-
lizar estudios más exhaustivos con la música ofreci-
da por musicoterapeutas entrenados.
Depresión y musicoterapia
El efecto que tiene la musicoterapia en la depresión
no está claro. Diversos estudios han comparado el
efecto de la musicoterapia con el obtenido en otras
terapias, farmacológicas o no. La revisión Cochra-
ne incluyó cinco estudios [12], en los cuales vieron
que la combinación de la musicoterapia con tera-
pias tradicionales obtenía una mayor reducción de
los síntomas en comparación con el tratamiento
tradicional. En cualquier caso, los resultados no son
consistentes y resulta necesario destinarle una ma-
yor atención.
Esquizofrenia y musicoterapia
En el caso de la esquizofrenia y otras enfermedades
mentales graves, la música puede ayudar a que las
personas que las padecen desarrollen sus relaciones
y sus capacidades de expresión con los demás. Los
diversos estudios publicados al respecto nos dicen
que la musicoterapia es capaz de mejorar el estado
global de las personas con esquizofrenia, así como su
estado mental y su funcionamiento en general, siem-
pre que se realice el número de sesiones adecuado [13].
Afasia y terapia musical
Las personas con afasia no fluida son capaces de
cantar palabras pero no de hablar. Por esta razón, se
reconoce el uso de la melodía y el ritmo en este tipo
de pacientes y, más específicamente, el uso de la te-
rapia de entonación melódica (TEM).
Norton et al hablan en una publicación reciente
de la TEM, de sus posibilidades de aplicación y de
su utilidad [14]. La TEM utiliza los elementos mu-
sicales melodía y ritmo, también presentes en el
lenguaje, para mejorar la expresividad del lenguaje
mediante el canto (que está preservado), de manera
que se pueden implicar áreas homólogas del hemis-
ferio derecho. La terapia consiste en que, según di-
versos niveles, el paciente debe entonar una palabra
o frase, mientras que tamborilea con la mano iz-
quierda y recibe pistas visuales. Los autores remar-
can que es muy importante que el paciente a su vez
haga reproducciones ‘internas’, para sí mismo, de
manera que esto lo ayude a corregir la secuencia
motora para la articulación de palabras, junto con
el entrenamiento en el feedback auditivomotor, con
el que el paciente será capaz de reconocer sus pro-
pios errores y así modificar su articulación.
Como hemos visto, mediante la entonación y el
ritmo vamos a implicar al hemisferio derecho de
forma auditiva y sensoriomotora, lo cual ayudará al
paciente a mejorar su producción silábica, ya que
sabemos que el hemisferio derecho también posee
potencial lingüístico.
Autismo y musicoterapia
La música es capaz de estimular la comunicación y
expresión, problemas centrales en las personas con
autismo. De hecho, una de las aplicaciones más ex-
tendidas de la musicoterapia es el autismo, donde
se han encontrado muy buenos resultados. En una
reciente publicación, Wan et al [15] proponen que
se trata de diseñar intervenciones que involucren a
las neuronas espejo, lo cual es posible mediante la
utilización de los instrumentos musicales, ponien-
do en marcha así no sólo patrones motores, sino
también mecanismos de imitación y comunicación.
Estos autores también señalan el uso de la TEM
adaptada al niño autista, e integran el uso de ins-
trumentos musicales en la terapia además de los
componentes básicos vistos anteriormente. En la
revisión Cochrane confirman que los niños del es-
pectro autista son capaces de mejorar sus habilida-
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des comunicativas con la ayuda de las terapias mu-
sicales [16].
Daño cerebral y terapia musical
aut et al publicaron recientemente que con cua-
tro sesiones de 30 minutos de terapia neurológica
musical consiguieron resultados cognitivos y emo-
cionales inmediatos en un grupo de pacientes con
daño cerebral [17]. La terapia neurológica musical
se define como la ‘aplicación terapéutica de la mú-
sica en disfunciones motoras, sensoriales y cogniti-
vas secundarias a alteraciones neurológicas’ [17].
Asimismo, Särkämö y su equipo también estudia-
ron el efecto de la música en un grupo de pacientes
con daño cerebral, pero en este caso el estudio con-
sistió en seis meses de tratamiento [18]. En este es-
tudio compararon el efecto que tiene la terapia mu-
sical comparada con la terapia verbal o no recibir
ninguna terapia auditiva complementaria, en un
contexto en el que los pacientes seguían un progra-
ma de rehabilitación para pacientes con daño cere-
bral secundario a ictus de la arteria cerebral media.
El tratamiento consistía en escuchar diariamente su
música favorita o los audiolibros que habían selec-
cionado (según el grupo experimental). Se realiza-
ron pruebas neuropsicológicas y de neuroimagen
(basal, y a tres y seis meses) y también se valoró el
estado de ánimo y la calidad de vida. Tras finalizar
el tratamiento, observaron que los pacientes que
habían seguido el tratamiento musical habían me-
jorado sus puntuaciones en memoria verbal y aten-
ción focalizada, a la vez que previnieron estados de-
presivos y confusionales.
Como podemos ver, son múltiples las posibilida-
des de aplicación de la musicoterapia y, aunque no
contamos con evidencia científica suficiente, la mú-
sica podría ser útil para la rehabilitación y estimula-
ción en diversas enfermedades y cuadros clínicos,
además de resultar una excelente herramienta para
desarrollar diversas habilidades, ya que activa pro-
cesos cognitivos, afectivos y sensoriomotores trans-
feribles a otras funciones cognitivas [17].
Evidencias cerebrales
del entrenamiento musical
La corteza cerebral tiene la marcada capacidad para
reorganizarse según sus necesidades, y el efecto que
produce la música en él podemos verlo en cuestio-
nes como, por ejemplo, las diferencias anatómicas
presentes en aquellos músicos que cuentan con la
habilidad del tono absoluto [19].
Otro ejemplo de la reorganización cortical es el
de las personas invidentes con habilidades auditivas
más desarrolladas: la privación de una de las áreas
sensoriales como la visión puede incrementar las
habilidades en otras modalidades. En un estudio
realizado con tomografía por emisión de positrones
se pudo observar que personas invidentes tenían
una mayor expansión del territorio auditivo en la
corteza cerebral ya que en tareas de localización de
sonidos activaron áreas visuales [20].
Diversos estudios han mostrado cómo el apren-
dizaje y adquisición de una nueva destreza produce
cambios en la representación cortical, como el rea-
lizado por Pascual-Leone et al [21], quienes asocia-
ron que aprender una secuencia de cinco dedos
para piano durante cinco días implicaba una cierta
reorganización de la corteza motora.
El cerebro del músico es un buen paradigma para
estudiar la influencia de la música sobre el cerebro,
ya que nos ofrece la oportunidad de ver qué dife-
rencias estructurales y funcionales hallamos en aque-
llas personas que han realizado estudios musicales
respecto a las que nunca lo han hecho.
Como sabemos, la producción musical implica
que nuestro cerebro se active para leer una partitu-
ra, realizar movimientos específicos, mantener ac-
tiva la memoria y la atención, identificar los tonos y
controlar la afinación e incluso improvisar. No re-
sulta descabellado pensar que el hecho de practicar
la música diariamente durante años tendrá reper-
cusiones cerebrales ya que, como sabemos, el cere-
bro se adapta a nuestras necesidades, tanto funcio-
nal como estructuralmente. Algunos autores se plan-
tearon la posibilidad de que los músicos contaran
con una anatomía cerebral previa como prerrequi-
sito para poder adquirir habilidades musicales, pero,
como veremos más adelante, diversos estudios han
mostrado que estas diferencias se deben a la prácti-
ca musical intensa principalmente [21,22].
Schlaug et al publicaron un estudio en el cual de-
mostraban diferencias en el cuerpo calloso de los
músicos profesionales [23]. Compararon a personas
con estudios musicales con personas que no eran
músicos y encontraron que la mitad anterior del
cuerpo calloso era significativamente mayor en los
músicos, en especial en aquellos que iniciaron sus
estudios musicales a edades tempranas (antes de
los 7 años), con un cerebro en vías de desarrollo.
Estas diferencias en el tamaño del cuerpo calloso
las relacionaron con un mayor número de fibras o
fibras con mayor mielinización. En cualquier caso,
el mayor tamaño del cuerpo calloso de los músicos
implica una mayor velocidad de transferencia inter-
hemisférica.
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Música y cerebro: evidencias cerebrales del entrenamiento musical
Años después se replicaron los hallazgos comen-
tados anteriormente con una muestra distinta [24],
pero encontraron que el efecto que tenía la música
en el cerebro masculino no lo tenía en el femenino.
Es posible que estos resultados se obtuviesen debido
a una organización más simétrica del cerebro en las
mujeres o a que en la muestra del experimento se
contaba con un gran número de mujeres con tono
absoluto, el cual no fue controlado y podría explicar
esta diferencia, aunque nos parece improbable.
En un estudio sobre la simetría y representación
de la mano en la corteza cerebral, se tomó la longi-
tud entre surcos de la parte posterior del giro pre-
central como marcador anatómico de la corteza
motora primaria. Se pudo observar que los músicos
profesionales tienen una mayor simetría entre los
dos hemisferios, así como un mayor tamaño [25,26].
Estos resultados los atribuyen al control de la mano
no dominante para tocar el instrumento y, como
hemos visto en otros estudios, el efecto es más im-
portante cuanto menor es la edad de inicio de los
estudios musicales.
Sabemos que el cerebelo, entre otras funciones
cognitivas, está implicado en la coordinación y en
la secuenciación temporal de los movimientos, ac-
tividades que resultan fundamentales en la produc-
ción musical. En un estudio en el que se valoraba si
había diferencias en el cerebelo del músico, se com-
probó que los músicos tienen un mayor volumen
cerebeloso, pero al igual que en el cuerpo calloso,
este efecto sólo se vio en hombres, ya que entre
mujeres músicos y no músicos no se encontraron
diferencias [27]. Los autores atribuyen este hecho a
diversas posibles causas:
– El cerebelo de las mujeres alcanza su nivel máxi-
mo de desarrollo mucho antes que el cerebelo del
hombre.
– El cerebelo de las mujeres ya es de por sí de ma-
yor tamaño que el de los hombres, con lo que es
posible que se produzca un ‘efecto techo’.
Además de estos dos hallazgos, los autores también
vieron que el mayor tamaño del cerebelo era de-
pendiente de la intensidad del entrenamiento musi-
cal (horas al día a lo largo de toda la vida), así como
de haber iniciado antes de los 7 años el entrenamien-
to musical [28].
Gaser y Schlaug realizaron un estudio en el cual,
con morfometría vóxel a vóxel, vieron que los músi-
cos profesionales, comparados con músicos ama-
teurs y no músicos, tenían concentraciones más ele-
vadas de materia gris en áreas motoras, auditivas y
visuoespaciales [28], todas ellas implicadas en la
producción y percepción de la música.
Cabe aquí plantearse si estas diferencias en di-
versas áreas son innatas o si, por el contrario, se de-
ben al entrenamiento realizado durante años por
los músicos [29] (Fig. 1).
Para arrojar un poco de luz, Schlaug et al publica-
ron un estudio longitudinal en el cual examinaron
los efectos del entrenamiento musical en niños de
entre 5 y 7 años, precisamente para comprobar si las
diferencias cerebrales halladas en los adultos existen
antes de empezar el entrenamiento [30]. Al inicio del
estudio encontraron que no había ningún tipo de di-
ferencias, ni en lo cognitivo ni en lo motor ni en es-
tructuras cerebrales. Por tanto, los niños que esco-
gieron tocar un instrumento no tenían ninguna pe-
culiaridad cerebral, lo cual señala que las diferencias
en el cerebro del músico adulto vienen dadas por el
entrenamiento musical más que por marcadores
biológicos preexistentes. Catorce meses después de
empezar el entrenamiento, se valoró a los niños de
nuevo y se hallaron diversos cambios significativos.
Los niños que empezaron a tocar un instrumento,
comparados con los que no recibían entrenamiento
musical, tenían mejores rendimientos en tareas de
control motor fino y discriminación auditiva. Res-
pecto a la neuroimagen, observaron diferencias, pero
no significativas, en el volumen de la materia gris, el
cual se vio incrementado en el grupo de instrumen-
tistas. Para completar el estudio, compararon a un
grupo de niños de 9 a 11 años de edad, que tocaba
un instrumento durante una media de cuatro años,
con un grupo de niños de la misma edad que no reci-
bía ningún tipo de entrenamiento musical (Fig. 2).
Figura 1. Diferencias regionales en el volumen de la materia gris. Podemos apreciar un mayor volumen
de materia gris en áreas visuoespaciales, auditivas y motoras en músicos profesionales. Imagen toma-
da de [29].
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G. Soria-Urios, et al
En los niños instrumentistas aumentó significati-
vamente el volumen de materia gris no sólo en la
corteza sensoriomotora, sino también en el lóbulo
occipital bilateral. Como vemos, tras cuatro años de
práctica musical las diferencias son mayores, pero,
de todas formas, debemos tener en cuenta que no
son datos de un estudio longitudinal como la prime-
ra parte del estudio, sino que son transversales.
Recientemente se ha publicado un nuevo estudio
en el que por primera vez se consigue demostrar que
hay cambios estructurales en el cerebro de niños tras
15 meses de entrenamiento musical [31,32]. Los dos
grupos de niños eran iguales salvo por el hecho de
que un grupo recibió entrenamiento musical y el
otro no (solamente la clase de música semanal que
recibían en el colegio). En una primera parte del es-
tudio se les pasaron una serie de tests y se les hizo
una resonancia magnética (RM). Tras 15 meses se
repitió el mismo protocolo. Al igual que en el estudio
anterior, en la fase inicial los autores no descubrie-
ron diferencias entre los grupos, lo cual, como co-
mentábamos anteriormente, apoya el hecho de que
los cambios vistos en adultos se deben a la práctica
musical. Tras los 15 meses de entrenamiento halla-
ron, tal y como esperaban, que los niños habían me-
jorado en la tarea de control motor y en las tareas
melódico-rítmicas. Además, en esta ocasión también
constataron cambios en áreas cerebrales, con mayor
volumen en el giro precentral derecho, en el cuerpo
calloso y en el área auditiva primaria derecha, datos
que casan con los obtenidos en estudios que compa-
ran a adultos músicos con adultos no músicos. Asi-
mismo, estos resultados son compatibles con los de
los tests obtenidos por los niños, ya que mejoraban
en control motor (giro precentral derecho y cuerpo
calloso) y en tareas melódico-rítmicas (área auditiva
primaria derecha) (Fig. 3).
Observaron además otras diferencias significati-
vas en áreas frontales, en el pericingulado posterior
izquierdo y en la región occipital medial izquierda.
Los autores atribuyen estos cambios a que pueden
ser áreas encargadas de la integración sensoriomo-
tora multimodal implicadas en el aprendizaje de un
instrumento musical.
En un estudio llevado a cabo con RM [19,25], se
pudo comprobar que los músicos con tono absolu-
to tenían un mayor tamaño del plano temporal iz-
quierdo. La asimetría entre los dos planos tempora-
les de los músicos con tono absoluto es extrema.
Esta peculiaridad estructural, junto con el inicio del
entrenamiento musical a edades tempranas, pare-
cen ser los factores necesarios para que se desarro-
lle el tono absoluto. Por otro lado, en un reciente
estudio de imagen con tensor de difusión y tracto-
grafía, se estudió la posibilidad de que los músicos
con tono absoluto tengan una mayor conectividad
cortical en el lóbulo temporal. Se observó que una
mayor conexión entre el giro temporal superior
posterior y el giro temporal medial posterior iz-
quierdos estaba estrechamente relacionado con la
posesión de tono absoluto [33].
Músicos y no músicos procesan la música de ma-
nera diferente. A mayor conocimiento musical, ma-
yor implicación del hemisferio izquierdo. Sin em-
bargo, si aceptamos que los no músicos tienen un
procesamiento más holístico o emocional (hemis-
ferio derecho) y los músicos más analítico (hemisfe-
rio izquierdo), estaremos simplificando demasiado.
Ambos hemisferios están implicados en el procesa-
miento musical, tanto para los músicos como para
los no músicos. El procesamiento de algunos aspec-
tos musicales se lleva a cabo igual en unos y otros,
como el contorno melódico (hemisferio derecho) o
el ritmo (hemisferio izquierdo), pero, por otro lado,
también constatamos diferencias.
Pujol y Soriano realizaron una investigación [34]
en la cual su objetivo era observar qué diferencias
había entre el procesamiento musical de una perso-
na sin estudios musicales y una persona músico pro-
fesional, en este caso, violinista. Escogieron una pie-
Figura 2. Los niños que tocaban un instrumento musical obtuvieron un
mayor volumen de materia gris en la corteza sensoriomotora y en el
lóbulo occipital bilateral. Imagen tomada de [30].
VBM (Mus>NMus) 9-11 yo
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Música y cerebro: evidencias cerebrales del entrenamiento musical
za musical que la persona no músico nunca había
oído, pero que para la violinista profesional era muy
familiar y la conocía perfectamente. Hallaron que las
áreas que se activan en sus cerebros son muy dife-
rentes, ya que la persona que no es músico activa
áreas del lóbulo temporal relacionadas con el proce-
samiento auditivo y la violinista profesional, además
de activar el lóbulo temporal, activa también el lóbu-
lo frontal y áreas premotoras, lo cual nos lleva a pen-
sar que el cerebro de la violinista no sólo estaba escu-
chando la pieza sino que también ‘la estaba tocando’.
Conclusiones
La música es procesada en nuestro cerebro median-
te redes neuronales que implican áreas de procesa-
miento auditivo y motor, y su percepción y ejecu-
ción involucran a diversas funciones cognitivas. La
música supone un medio más para la rehabilitación
mediante la musicoterapia, la cual es capaz de me-
jorar nuestra salud mediante diversos factores:
atención, emoción, cognición, conducta, comuni-
cación y percepción, en los cuales nos basaremos
para llevar a cabo o no el tratamiento con musico-
terapia en un determinado caso.
En la práctica clínica diaria la musicoterapia se
utiliza ampliamente y los resultados en los pacien-
tes son evidentes, pero no se han realizado estudios
que muestren científicamente con un nivel alto de
evidencia que la musicoterapia tiene efectos signifi-
cativos sobre el trastorno que esté siendo tratado
(sea o no un trastorno musical).
Diversos estudios han mostrado que el cerebro
del músico es distinto al de las personas que jamás
han llevado a cabo cualquier entrenamiento musi-
cal. El hecho de practicar a diario con un instru-
mento durante varias horas implica a diversas áreas
cerebrales y funciones cognitivas, lo cual tiene como
consecuencia que el cerebro del músico sea diferen-
te, tanto a funcional como estructuralmente. Cuan-
do una persona con estudios musicales percibe una
melodía está activando una red cerebral muy exten-
sa, ya que se activan áreas de procesamiento del
tono, de control motor y auditivas. Por el contrario,
en una persona sin estudios musicales se activan
áreas auditivas principalmente.
Como hemos señalado, observamos diferencias
en estas áreas cerebrales, ya que en los músicos tie-
nen un mayor tamaño. La mitad anterior del cuerpo
calloso y el cerebelo es mayor en hombres músicos;
esta diferencia no se ha encontrado en mujeres. Tam-
bién se ha constatado una mayor simetría y tamaño
de la corteza motora de los músicos profesionales.
Con esto comprobamos que los músicos cuentan
con una mayor conectividad interhemisférica y áreas
cerebrales relacionadas con el procesamiento musi-
cal más desarrolladas. Estas cualidades son muy im-
portantes para la correcta ejecución musical. Asi-
mismo, también se ha podido comprobar que los
músicos con tono absoluto presentan un mayor pla-
no temporal izquierdo así como una hiperconectivi-
dad entre el giro temporal superior posterior y el
giro temporal medial posterior izquierdos, bases ce-
rebrales necesarias para poder desarrollar el tono
absoluto, siempre y cuando se inicie el entrenamien-
to musical a edades tempranas.
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Figura 3. Imagen tomada de [32]. Se muestra la neuroimagen del estudio en la cual se reflejan las diferen-
cias estructurales entre los niños con entrenamiento musical durante 15 meses frente a los niños que no
recibieron ningún entrenamiento musical. a) Diferencia en el área motora primaria derecha (giro precen-
tral); b) Diferencia en el cuerpo calloso; c) Diferencia en el área auditiva primaria derecha (giro de Heschl).
a
b
c
Área motora primaria derecha
Cuerpo calloso
Área auditiva primaria derecha
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Music and brain (II): evidence of musical training in the brain
Summary. Music is a very powerful multimodal stimulus that transmits visual, auditory and motor information to our
brain, which in turn has a specific network for processing it, consisting in the frontotemporoparietal regions. This activation
can be very beneficial in the treatment of several syndromes and diseases, either by rehabilitating or by stimulating altered
neuronal connections. We also review the peculiarities of the musician’s brain and we look at how the brain adapts
according to the needs that must be met in order to improve musical performance.
Key words. Absolute tone. Corpus callosum. Music therapy. Music. Rehabilitation. Temporal plane.