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El cerebro y el mito del yo. El papel de las neuronas en el pensamiento y el comportamiento humano

Authors:
El cerebro y el mito del yo.
El papel de las neuronas
en el pensamiento y el
comportamiento humano
Rodolfo Llinás
Bogotá: Editorial Noma; 2003.
Santiago Ramón y Cajal llevó a cabo magnífi-
cas ilustraciones de la estructura de los distin-
tos elementos neuronales que componen el
sistema nervioso de los vertebrados, asi como
de sus conexiones, es decir, de su organiza-
ción en forma de circuitos y vias nerviosas.
Un detalle en los dibujos de Ramón y Cajal,
sin mayor importancia en apariencia, es que al
lado de los circuitos nerviosos aparecen esti-
ladas flechas (no observables seguramente en
las preparaciones histológicas) que indican el
flujo de la información neuronal, de acuerdo
con su principio de 'polarización dinámica'.
Como consecuencia de este principio se admi-
te, con algunas excepciones, que las neuronas
reciben información por las dendritas, desde
las que se transmite al soma neuronal, y de
éste al axón, por el que dicha'información se
transfiere al elemento neuronal siguiente.
Esta visión histologicofuncional del siste-
ma nervioso en dos dimensiones ha dominado
la neurociencia del pasado siglo. Tanto es asi
que los dos o tres principios básicos en los que
se sustentan las concepciones oficiales acerca
del funcionamiento del sistema nervioso son
explicables en ese marco concepfual. Por ejem-
plo, si aprendemos es porque los contactos
sinápticos entre neuronas contiguas se modifi-
can al aprender, lo aprendido se almacena en
el interior neuronal (o en el interior de deter-
minados centros nerviosos), el flujo de infor-
mación nerviosa pasa de un elemento neuro-
nal a otro como si se tntase de una estación de
relevo, etc. La complejidad se alcanza bien
con muchos elementos (el cerebro es comple-
jo porque tiene muchas neuronas) o bien por-
que los elementos están muy interconectados
(cada neurona tiene miles de contactos con las
demás). Ramón y Cajal era histólogo y estu-
diaba el sistema nervioso en pequeñas rodajas
de tejido fijado. Aun así, tuvo la intuición ge-
nial (suficiente pa¡a conformar la imaginación
de todos los neu¡ocientíficos siguientes du-
rante casi una centuria) de suponer un orden
funcional en los circuitos nerviosos. ¿Cuál de-
bió ser el paso siguiente, que nadie ha dado
hasta el momento?
Dice Rodolfo Llinás en este apasionante
libro que la mente, o el estado mental, no es
más que uno de los diferentes estados funcio-
nales globales que puede generar el ce¡ebro.
Podemos estar despiertos y conscientes (para
leer estas lineas hace falta estar en ese esta-
do), pero también podríamos estar durmiendo
CRÍTICA DE LIBROS
en un sueño de ondas lentas, soñando o, in-
cluso, alucinando. Habría que añadir aquí que
soñar y alucinar son también estados funcio-
nales del cerebro, en los que se pierde el mar-
co de referencia del mundo exterior, es decir,
cuando el cerebro imagina el mundo, sin
comprobarlo. Percibir es algo similar a com-
parar; pensar es predecir; aprender es, en
esencia, reconocer ('...we basically Iearn
what, at some level, we already know'). El
término clave para el neurofisiólogo es el de
estado funcional, el cual sólo se alcanza en un
cereb¡o en condiciones fisiológicas, ya sea
pensando, corriendo, durmiendo o soñando.
Si a los 30 segundos de iniciarse un concierto
hacemos una fotografia de la orquesta y ana-
lizamos cuidadosamente la posición de los
brazos, la insuflación de los mofletes, la altu-
ra de la bafuta, ¿podremos reconocer tras un
arduo esfuerzo que se tmta del primer movi-
miento de la 4.u sinfonia de Brahms? Lo fun-
damental del proceso fisiológico es que ocu-
rre en volumen y a lo largo del tiempo. Si el
número de neuronas y de sus conexiones es
confusamente elevado, t',cuántos estados fun-
cionales serian posibles? El autor del libro
tratará de convence¡le de que, tal vez, los ce-
¡ebros de los que hablan el francés y el espa-
ñol no son tan distintos como la dominante
teoria (¿leyenda urbana?) de la 'plasticidad
neuronal'le haria suponer. Es posible que la
dife¡encia esté en que dichos cerebros funcio-
nan de manera ligeramente distinta.
Pero, ¿en qué consiste un cerebro en fun-
cionamiento? Este libro le llevará a pensar
que los estados funcionales cerebrales se al-
canzan por la interacción de las actividades
de todas las neuronas participantes. Las neu-
ronas producen potenciales de acción que se
envían de unas a otras, pero (como ocurre con
los seres humanos) comunicarse no es nece-
sa¡iamente sinónimo de entenderse. Las neu-
ronas que se entienden entre sí lo hacen por-
que hablan un lenguaje común y dialogan en
momentos determinados, los que correspon-
den a cada estado funcional. El sustrato que
Rodolfo Llinás propone para hacer posible
ese diálogo inteligible se basa en una propie-
dad de los elementos celulares del tejido ner-
vioso, que son capaces de generar oscilacio-
nes en sus biopotenciales de manera activa y
de forma ca¡acterística e individualizada para
cada tipo neuronal. Así, el cerebro ya no es
complejo por tener muchos elementos, sino
porque cada tipo de ellos (las neuronas de la
oliva inferior, las células de Purkinje, las neu-
ronas talámicas 'de relevo', las motoneuro-
nas) hace un trabajo esencial y característico
para el conjunto, amén de ser capaces de en-
tenderse con los demás,
Una idea muy querida por el autor es que la
aparición de los cerebros va ligada a la capaci-
dad de moverse en un espacio tridimensional,
con rapidez y precisión. Los seres vivos en
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general, y los vertebrados en particular, somos
maniáticos del movimiento, de la exploración
continua del entomo fisico que nos rodea. El
comportamiento motor es el fruto de la activi-
dad de un cerebro diseñado para generar
movimiento, en exacto manejo de la informa-
ción sensoriomotora disponible. Aprender a
andar, nadar o volar es un largo proceso evo-
lutivo que requiere en el recién nacido de cada
especie una breve adecuación durante una
ventana temporal crítica, pero que se adquirió
con la especialización de la especie concreta
que anda, nada o vuela. El margen que nos
queda para aprender otras cosas es más bien
estrecho y traumático, como bien saben los
que, además de aprender a andar, quieren ha-
cerse maestros en el manejo de un piano.
La actividad mental sería un caso particu-
lar, adquirido también a lo largo de la evolu-
ción, y que permite grados distintos de com-
plejidad, muy relacionada con la actividad
motriz. Pensar es move¡se en un interior adi-
mensional, en el que se desplazan conceptos
en vez de paquetes. Los etimólogos estarán
contentos con esta propuesta (bellamente ar-
gumentada en el libro), ya que palabras como
pensamiento, pesadumbre, pesadilla y pesado
proceden todas de una raiz latina común. El
titulo de una novela de renombre (La insopor-
table levedad del ser) nos recuerda que el pen-
samiento y el comportamiento comparten en
cierto modo dificultades, sorpresas y benefi-
cios. Ambos son fruto de un mismo generador
de estados funcionales.
Otro aspecto importante en el libro es el
relato de cómo las oscilaciones cerebrales de-
terminan el sustrato del comportamiento mo-
tor y de la actividad mental. Para el autor,
existe un ritmo básico de unos 10 Hz, genera-
do en la oliva inferior, que sirve de marcapasos
para la coordinación de la secuencia de órde-
nes motoras que subyace a cada movimiento,
por simple que nos parezca. Del mismo modo,
hay un ritmo cerebral de unos 40 Hz que inte-
gra (en un rapidisimo diálogo talamocortical)
la actividad de las distintas áreas corticales
cuando percibimos o pensamos. Las sinfonías
cerebrales pueden ser muy diversas, pero to-
das se interpretan con el (enorme, por otra
parte) conjunto instrumental del que se com-
pone nuestro cerebro,
Este lib¡o es un paseo intelectual impres-
cindible para todos los neurocientificos que
quieran entrar en el siglo xxr con buen pie y
una acertada actitud mental. A fin de cuentas,
el viaje más largo e interesante que se puede
emprender es el que lleva a nosotros mismos.
Creo que ya lo sugirió Miguel de Cervantes
hace unos centenares de años.
J.M, Delgado-GarcÍa
Catedrático de Fisiología. Universídad Pablo de Ola-
vide. Saílla, España.
t00 RIV NEUROL 200a;39 (l)
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