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RAÚL ZAMBRANO CAMADER
OBISPO POBRE PARA LOS POBRES.
A 50 AÑOS DE MEDELLÍN1
RAÚL ZAMBRANO CAMADER: A POOR BISHOP FOR THE POOR.
50 YEARS AFTER MEDELLIN
RAÚL ZAMBRANO CAMADER BISPO POBRE PARA OS POBRES,
A 50 ANOS DE MEDELLÍN
D I E M
1 Artículo de reexión dentro de un proyecto editorial del autor sobre la pobreza y
la teología de las realidades terrenas de Marie-Dominique Chenu. De hecho, Raúl
Zambrano Camader cita el autor francés en sus escritos.
2 Doctor en Teología de la Ponticia Universidad Bolivariana, Medellín; Magíster en
Teología Patrística e Historia de la Teología de la Universidad Gregoriana, Roma.
Catedrático de la Universidad de Cundinamarca y docente de Educación Religiosa
Escolar en Facatativá, Colombia.
Correo electrónico: dumarespinosa@hotmail.com
ORCID: 0000-0002-3001-8100.
http://dx.doi.org/10.18566/cueteo.v45n104.a02
Cómo citar este artículo en APA: Espinosa Molina D.I. (2018). Raúl Zambrano Camader Obispo para los pobres.
A 50 años de Medellín.
Cuestiones Teológicas
, 45 (104), 323-356.
Artículo recibido el 18 de agosto y aprobado para su publicación el 15 de noviembre de 2018.
ISSN: 0120-131X • ISSN: 2389-9980 (en línea) | Vol. 45 | No. 104 | Julio-diciembre • 2018 | pp. 323-356
Cuestiones Teológicas | Medellín-Colombia
Dumar Iván Espinosa Molina
324 | Cuestiones Teológicas, Vol. 45, No. 104 (Julio-diciembre, 2018)
Resumen
Pobreza y promoción humana son dos énfasis del Magisterio universal y
latinoamericano en la segunda mitad del siglo XX. El objetivo de la investigación
es identicar esas dos temáticas en el ministerio episcopal de Raúl Zambrano
Camader (1921-1972), padre conciliar y representante del espíritu de
Medellín, a partir de la comparación de sus escritos con otros documentos del
Magisterio universal y local. La tesis central de este artículo es la constatación en
Latinoamérica de una Iglesia pobre para los pobres que debe revivir su espíritu
si quiere ser el a su historia, a sus mártires y al pueblo que continúa siendo
oprimido y explotado.
Palabras clave
Concilio Vaticano II, Medellín, Pobreza, Promoción humana.
Abstract
Poverty and human promotion are two of the points stressed by the universal
and Latin American magisterium during the second half of the twentieth-
century. e aim of the research is to identify both topics in the bishopric of
Raúl Zambrano Camander (1921-1972), Conciliar Father and representative of
the spirit of Medellin, by comparing his writings with some documents of the
universal and local magisterium. e key idea of the article is the conrmation
of the need of a poor Church for the poor in Latin America, which should
bring back her spirit, if she wants to remain faithful to her history, martyrs and
people -who remain oppressed and exploited.
Key Words
Second Vatican Council, Medellin, Poverty, Human Promotion.
Raúl Zambrano Camader obispo pobre para los pobres. A 50 años de Medellín
Cuestiones Teológicas, Vol. 45, No. 104 (Julio-diciembre, 2018) | 325
Resumo
Pobreza e promoção humana são duas ênfases do Magistério universal e
latino-americano na segunda metade do século XX. O objetivo desta pesquisa
é identicar essas duas temáticas no ministério episcopal de Raúl Zambrano
Camader (1921-1972), padre conciliar e representante do espirito de Medellín,
a partir da comparação de seus escritos com outros documentos do Magistério
universal e local. A tese central deste artigo é a constatação em América Latina
de uma Igreja pobre para os pobres que deve reviver seu espirito se quiser ser
el à sua história, aos seus mártires e ao seu povo que continua sendo oprimido
e explorado.
Palavras-chave
Concílio Vaticano II, Medellín, Pobreza, Promoção humana.
INTRODUCCIÓN
Se cumplen 50 años de la segunda Conferencia general del episcopado
latinoamericano realizada en Medellín (1968) y de la primera visita
de un papa a Latinoamérica. Periodistas de todo el mundo transmiten
los pormenores de la visita papal y de la Conferencia: “la causa de este
inusitado interés radicaba en el hecho de que la Conferencia del Episcopado
Latinoamericano constituía la primera reunión continental de Obispos
después del Concilio Vaticano II” (Múnera, 1968, 394). El Pontíce reitera
en sus alocuciones que: “la Iglesia se encuentra hoy frente a la vocación de
la pobreza en Cristo” (Celam, Medellín, 2005, p. 17).
Medellín se caracteriza por la aplicación del Concilio en el contexto
latinoamericano; liberación, opción por los pobres y comunidades eclesiales
de base son sus tres grandes intuiciones: “que constituyen como el perl de la
Iglesia local latinoamericana, deseosa de dar consistencia propia a la riqueza
del Concilio Vaticano II en nuestras tierras” (Oliveros, 2006, p. 48). De
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acuerdo con Múnera (1968): “Las conclusiones de la Conferencia reejan
claramente la ideología y los proyectos del Episcopado Latinoamericano.
Ciertamente hay un espíritu Conciliar que rechaza el triunfalismo y las
estructuras desuetas para la Iglesia” (p. 403):
Los Obispos se proponen poner en práctica importantes propuestas
conciliares como la promoción humana en todos los niveles, una
nueva forma de parroquia no territorial sino comunitaria formada por
comunidades de base. El rechazo al mercantilismo de la religión, una
formación teológica de las personas y de las instituciones. La valoración
y justa apreciación de la juventud y el laicado. El diaconado permanente.
La agilidad de la vida litúrgica (Múnera, 1968, p. 404).
Testigo de excepción de esos acontecimientos eclesiales es el obispo
de Facatativá, Colombia: Raúl Zambrano Camader (1921-1972); quien
como uno de los más jóvenes padres conciliares organiza su diócesis de
reciente creación según los lineamientos del Vaticano II y de la encíclica
Populorum Progressio. A pesar de su reconocido trabajo social no es elegido
para participar en la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano
en Medellín3.
Efectivamente, la acción pastoral de monseñor Zambrano no se
limita a la diócesis de Facatativá. Es miembro de la junta directiva del
INCORA (Instituto Nacional de la Reforma Agraria), en representación
del episcopado y colabora en el Departamento de Pastoral de conjunto del
CELAM (Consejo Episcopal Latinoamericano) (Comunidad diocesana
Facatativá, 1973, p. 10). Inesperadamente muere con otros miembros de
la junta directiva del INCORA en un accidente aéreo durante una misión
3 El reglamento de la II Conferencia siguió un criterio proporcional para la elección de los
participantes: cada 25 obispos, un representante. Por Colombia asistieron: Aníbal Muñoz
Duque, Administrador Apostólico de Bogotá y presidente de la Conferencia Episcopal
de Colombia; 3 obispos representantes de la CEC: Alfredo Rubio Díaz, Arzobispo de
Pamplona; José de Jesús Pimiento, Obispo de Garzón; Germán Villa Gaviria, Obispo
de Barranquilla; además, Gerardo Valencia Cano, Vicario Apostólico de Buenaventura
y presidente del departamento de misiones del CELAM y el padre Mario Revollo, jefe
de departamento de Prensa (Parada, 1975, pp. 245-259).
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de entrega de tierras a campesinos de Repelón Atlántico4. La noticia de su
muerte temprana despierta un clamor nacional que hace ver en perspectiva
la grandeza de su gura.
CRÓNICA DE LOS MENSAJES Y MANIFESTACIONES PÓSTUMOS
A partir de los mensajes de condolencia que se enviaron con motivo de la
trágica desaparición del obispo de Facatativá, ocurrida el 18 de diciembre
de 1972, se puede tener una idea de su relevancia social y religiosa.
Dichas condolencias aparecen en el libro: Homenaje a monseñor Raúl
Zambrano Camader de 1973: “Amor a los débiles y solicitud por su suerte
lo caracterizaron” de José de Jesús Pimiento, presidente de la Conferencia
Episcopal de Colombia (Comunidad diocesana Facatativá, 1973, p. 12).
“Hombre de Iglesia por sobre todo, que trabajaba con esperanza por su
diócesis y por su país”, palabras expresadas por Carlos Oviedo Cavada,
obispo auxiliar de Concepción y secretario de la Conferencia episcopal
Chilena (Comunidad diocesana Facatativá, 1973, p. 12); “Pastor generoso,
convencido de la grandeza de su vocación, entregado al servicio de su
comunidad, apóstol de la justicia social, servidor diligente de sus hermanos
en el sacerdocio”, fue lo expresado por Alfonso López Trujillo, secretario
general del CELAM (Comunidad diocesana Facatativá, 1973, p. 14); “Ecaz
colaborador en los programas del INCORA al servicio del campesinado
colombiano. Ejemplo de sacerdote, de obispo y de apóstol incansable de
los pobres”, fue lo dicho por Aníbal Muñoz Duque, arzobispo de Bogotá
(Comunidad diocesana Facatativá, 1973, p. 15); “Inmenso y ejemplar amor a
Colombia reejado en su afán por servir a los necesitados” fueron las palabras
de Abraham Varón Valencia, comandante general de la FFMM (Comunidad
diocesana Facatativá, 1973, p. 21); y por último Misael Pastrana Borrero,
presidente de Colombia:
4 En 1972 mueren en accidentes aéreos dos obispos que hicieron real la opción preferencial
por los pobres en Colombia: Gerardo Valencia Cano, el 21 de enero y Raúl Zambrano
Camader, el 18 de diciembre. Muertes trágicas que se suman a la del obispo chileno
Manuel Larraín Errázuriz en un accidente automovilístico el 22 de junio de 1966. Larraín
es el inspirador de la II conferencia del CELAM en Medellín.
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Auténtico servicio a la comunidad. Constante y desvelado afán por las
clases más necesitadas. Como miembro de la junta directiva del INCORA
aportó al estudio de los problemas agrarios su inteligencia, su ejemplar
capacidad de trabajo y su concepción altamente cristiana de la justicia
social. Dio a su elevada dignidad un carácter eminentemente humano
acorde con las nuevas orientaciones de la Iglesia (Comunidad diocesana
Facatativá, 1973, p. 19).
La tristeza por la prematura muerte del «obispo de los campesinos»
golpea duramente la sociedad colombiana que acude en masa a sus honras
fúnebres. La crónica de las exequias de monseñor Zambrano cuenta que:
“la multitud que colmaba los cuatro costados de la plaza dio su último
adiós con pañuelos blancos a quien tanto hizo en vida por la promoción
integral de todos los miembros de la comunidad diocesana” (Comunidad
diocesana Facatativá, 1973, p. 23). Representantes de todos los sectores
enviaron sus notas de condolencia a la diócesis y a la familia del prelado.
El presidente de la República por decreto: “presenta su vida y obra como
digna de admiración” (Comunidad diocesana Facatativá, 1973, p. 19). Y el
vicario capitular de la diócesis de Facatativá Manuel José Rodríguez Possos
escribe entonces: “Sirva esta muestra un augurio de lo que será el volumen
o los volúmenes que esperamos entregar a la Iglesia de América latina con
los escritos de Monseñor Raúl Zambrano Camader” (Comunidad diocesana
Facatativá, 1973, p. 8).
SEMBLANZA DE MONSEÑOR ZAMBRANO CAMADER
De origen payanés, Raúl Zambrano Camader se formó como sacerdote en
el Seminario Menor y Mayor de su arquidiócesis. Luego Miguel Ángel Arce
Vivas, Arzobispo de Popayán, dirá que:
su ansia ennoblecida de más amplia formación pastoral para el servicio
calicado de la Iglesia y el estímulo justiciero de sus superiores, hicieron
posible que perfeccionara sus estudios [en 1944 de doctorado en Derecho
canónico] en la Universidad Ponticia Javeriana de Bogotá, [de economía
Raúl Zambrano Camader obispo pobre para los pobres. A 50 años de Medellín
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y ciencias sociales] en Institutos de Estados Unidos de Norteamérica5 y en
la Universidad de Oxford en Inglaterra6 (Comunidad diocesana Facatativá,
1973, p. 17).
De regreso a Colombia, es docente de economía en la facultad
de agronomía de la Universidad Nacional con sede en Palmira y en la
Universidad del Cauca; en Popayán es nombrado secretario de educación del
departamento del Cauca (Comunidad diocesana Facatativá, 1973, p. 9); “se
incorporó en el apostolado social como coordinador y en 1956 fue elegido
obispo auxiliar de la arquidiócesis. Cinco años después fue promovido a
la recién creada diócesis de Facatativá en donde había de trabajar los diez
últimos años de su vida” (Andrade, 1982, p. 370). Son años de arduo
trabajo pastoral y académico dentro y fuera de su diócesis. “En 1958 dos
años después de su elección como obispo, fue elegido por la Conferencia
Episcopal para formar parte en la Comisión de Acción Social que después
se había de llamar Pastoral Social y en ella estuvo activo hasta su muerte”
(Andrade, 1982, p. 372). Representa al episcopado en la junta directiva del
INCORA. Efectivamente:
la ley de la Reforma Agraria dio un puesto en la junta directiva al Episcopado,
en atención al interés y a la colaboración prestada en su preparación y
Monseñor Zambrano fue nombrado por la Conferencia Episcopal para
ocupar este puesto. Lo desempeñó con gran consagración; llevó a las
reuniones el pensamiento de la Iglesia y en desempeño de esa misión había
de encontrar prematuramente la muerte (Andrade, 1982, p. 374).
Su episcopado se caracteriza por la cercanía a los pobres, la preocupación
por la persona, el diálogo sin imposición con sus sacerdotes, la participación
5 Estudia “Ciencias Sociales y económicas en Catholiq University de Washington y Wayne
University of Detroit; economía agrícola en Michigan State College, East Lansing; Master
of Arts Wayne State University en 1948 con el diploma correspondiente” (Comunidad
diocesana Facatativá, 1973, p. 9).
6 Obtiene la “Especialización en Economía Agrícola en Oxford (Inglaterra) en 1951 y
Diploma correspondiente” (Comunidad diocesana Facatativá, 1973, p. 9).
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en los debates nacionales sobre la Reforma Agraria y control de la natalidad.
Escribe diversos artículos y mensajes llenos de erudición y sencillez que
combinan citaciones del Magisterio con documentos de teología, economía
y derecho7:
En sus cartas y escritos se revela la permanente preocupación por la
situación deteriorada de las clases populares de su grey y bullen en su mente
las iniciativas para promoverlas; la satisfacción de los éxitos logrados y a
veces también el pesimismo por la inercia de aquellos mismos a quienes
trataba de ayudar (Andrade, 1982, p. 371).
OBISPO POBRE
Monseñor Zambrano Camader vive el despertar de la pobreza en la
conciencia eclesial del Vaticano II y del documento de Medellín. En efecto,
Juan XXIII es quien acuña la expresión «Iglesia pobre para los pobres» en
una alocución previa a la inauguración del Vaticano II en la que describe
lo que espera del Concilio: “Para los países subdesarrollados la Iglesia se
presenta como es y como quiere ser, como Iglesia de todos, en particular
como la Iglesia de los pobres” (Juan XXIII, 1962). En desarrollo del mismo
concepto la Iglesia latinoamericana reunida en Medellín expresa la exigencia
de: “vivir una verdadera pobreza bíblica que se exprese en manifestaciones
auténticas, signos claros para nuestros pueblos” (Medellín, Mensaje, p. 24);
y maniesta las características de una Iglesia pobre: “Denuncia la carencia
7 Monseñor Zambrano Camader cita en sus escritos el Concilio Vaticano II y encíclicas de
Pío XII, Juan XXIII y Pablo VI; teólogos como Fuchs, Smulders, Chenu, Schillebeeckx,
Lebret; economistas como Schickele, Ceped, Saco, Jacoby, Rossi, entre otros; cita
igualmente documentos de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la
Alimentación y la Agricultura) y la CEPAL (Comisión Económica para América Latina
y el Caribe); artículos de la legislación colombiana. Tiene preferencia por la teología
francesa de las realidades terrenas que inuyen en el Concilio y en la pastoral posconciliar.
De hecho, el mismo Pablo VI reconoce dicha inuencia en la redacción de la encíclica
Populorum Progressio del 26 de marzo de 1967: “A los que me visitan hablo de la encíclica
y digo que nació en una cuna francesa. Amo el pensamiento francés, su vigor, su claridad,
su riqueza, su expresión” (Poupard, 2018, p. 5).
Raúl Zambrano Camader obispo pobre para los pobres. A 50 años de Medellín
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injusta de los bienes de este mundo y el pecado que la engendra; predica
y vive la pobreza espiritual, como actitud de infancia espiritual y apertura
al Señor; se compromete ella misma en la pobreza material” (Medellín,
Pobreza, n. 5).
Zambrano Camader vivencia esas características de la Iglesia pobre.
Es pobre y se preocupa por los pobres; así lo recuerdan los laicos en un
maniesto póstumo: “Las exigencias del Evangelio ahondaron su sensibilidad
social y su solidaridad con los oprimidos. […] Nunca hizo alarde de
superioridad o suciencia ante nadie. Se mostró como el más pequeño entre
los suyos” (Comunidad diocesana Facatativá, 1973, p. 58).
Escribe su amigo Ramiro Jordán Sarria: “En cuanto a su tarea de
obispo. Jamás encontré a otro tan humilde, tan sinceramente humilde en el
desempeño de este ministerio esencial en la Iglesia” (Comunidad diocesana
Facatativá, 1973, p. 68).
Cómo dejar de mencionar su espíritu de pobreza, su desapego consciente de
los bienes materiales. Cualquier cosa que poseyera le producía preocupación
y angustia. ¿Quién no recuerda el reducido sueldo que se jó al comienzo
de la Diócesis y la presión que hubo que hacerle para aumentárselo? ¿Quién
no es testigo de su incomodidad por el aparente lujo de su residencia, de su
insistencia en la pobreza sacerdotal, en el desinterés, en la absoluta entrega?
(Comunidad diocesana Facatativá, 1973, p. 69).
Base bíblica de su pobreza
La pobreza de monseñor Zambrano Camader tiene una base bíblica. Basten
a este propósito algunas referencias suyas en un escrito al presbiterio de
Facatativá. En primer lugar, el fundamento teológico de la pobreza en el
anonadamiento del Hijo de Dios que se hace hombre para salvarnos:
Cristo es el ejemplo y el Maestro, a Él debemos imitar; a Él que, en su
abatimiento voluntario de Verbo de Dios, como lo aclama S. Pablo: “se
anonadó a Sí mismo y tomando forma de esclavo, hecho semejante a los
hombres y reducido a la condición de hombre se humilló a Sí mismo
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haciéndose obediente hasta la muerte y muerte de cruz” (Fil. 2, 7-8) y
que “siendo rico se hizo pobre por nosotros a n de enriquecernos con su
pobreza” (2 Cor. 8, 9) (Zambrano Camader, 1973, p. 74).
En segundo lugar, la pobreza es un mensaje central de Cristo en su
ministerio terreno en cumplimiento de las promesas hechas por medio de
los profetas. La buena noticia predicada a los pobres es uno de los signos
de la llegada del Reino de Dios.
La evangelización de los pobres es el signo de su misión (Lc 4, 8 y Mt 11,
4-5). Por lo demás, la doctrina de Jesús sobre la riqueza es otra forma de
exaltación de la pobreza. Así, cuando opone el servicio de las riquezas al
servicio de Dios (Mt 6, 24) o reprueba a quienes se afanan por los bienes
materiales (Mt 6, 25-38), o cuando previene contra el peligro de que el
cuidado de las riquezas haga olvidar las enseñanzas divinas (Mt 13, 22)
(Zambrano Camader, 1973, pp. 74-75).
Por otra parte, en las cartas paulinas, la preocupación por los pobres
es la más importante de las recomendaciones para su Iglesia, no solo para
la jerarquía:
La Iglesia ha de mostrar siempre su preferencia por los pobres. Pero la Iglesia
somos nosotros; ella no es una mera entidad de derecho. Por lo mismo,
a nosotros, personas e instituciones en las cuales inuimos, corresponde
el encargo recibido de Dios y que los Apóstoles de tal manera inculcaron
a San Pablo cuando lo despidieron para evangelizar a los Gentiles, que
parece hubiera sido la única encomienda: “solamente nos recomendaron
que tuviésemos cuidado de los pobres; cosa que he procurado hacer con
esmero” (Gal 2, 10) (Zambrano Camader, 1973, p. 82).
Naturaleza de la pobreza
No obstante la centralidad de la pobreza en su ministerio, Zambrano
Camader deja claro en sus escritos que la pobreza no es un n en sí misma,
sino una condición necesaria del seguidor de Cristo. La pobreza a la que
se reere es el espíritu de pobreza evangélica por el que se usan los bienes
Raúl Zambrano Camader obispo pobre para los pobres. A 50 años de Medellín
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materiales únicamente en la medida en que estos sirvan a la misión. Escribe
a sus sacerdotes:
La pobreza que nos enseña el Evangelio y que reclama de nosotros la delidad
en la “dispensación del misterio” es el espíritu de pobreza o sea el ánimo
de desprendimiento, expresado objetivamente en “pobreza efectiva”. Las
palabras de Jesús, su vida, la tradición de la Iglesia, están indicando que Él
entendió por pobreza una limitación a lo necesario, en el uso de los bienes
terrenos, practicada con espíritu de generoso desprendimiento. Recordemos
la sentencia de Dios por Isaías (5, 8) “¡Ay! De los que añaden casas a casas,
de los que juntan campos y campos” (Zambrano Camader, 1973, p. 76).
Esa misma distinción entre pobreza, como ausencia de lo necesario
para vivir y espíritu de pobreza, que es un consejo evangélico, aparece en
el documento de Medellín de los Obispos latinoamericanos (1968) que:
La pobreza como carencia de los bienes de este mundo es, en cuanto tal, un
mal. Los profetas la denuncian como contraria a la voluntad del Señor y las
más de las veces como el fruto de la injusticia y el pecado de los hombres. La
pobreza espiritual es el tema de los pobres de Yaveh (Sof 2, 3; Lc 1, 46-55).
La pobreza espiritual es la actitud de apertura a Dios, la disponibilidad de
quien todo lo espera en el Señor (Mt 5, 3) (Medellín, Pobreza, 4).
En la línea del Concilio Vaticano II
En los escritos de monseñor Zambrano es rica la bibliografía magisterial y
teológica que reporta para fundamentar sus enseñanzas sobre la pobreza.
Gusta citar documentos del Vaticano II, encíclicas de los papas y textos
de teólogos sobre la pobreza evangélica que circulan en el aula conciliar8.
8 Monseñor Zambrano Camader recomienda a su presbiterio una lista de textos que
pueden ampliar la reexión que les propone en 1967 sobre la pobreza evangélica. Los
títulos demuestran que el obispo de Facatativá aprecia la corriente francesa de renovación
conciliar que busca hacer de la pobreza el principal argumento del Concilio: “Le probleme
de l’argent en Liturgie: Paroisse et Liturgie. 55; Congar, El servicio y la pobreza en la
Iglesia, Ed. Estela; Mons. Ancel. L’Église et la pauvreté. P.E.L.; A. Coronado, Los Consejos
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Comenta en junio de 1967 sobre la temática de la pobreza en el Concilio:
Muchas veces y con insistencia que a más de uno pudo parecer exagerada ese
reclamo tuvo diversas expresiones en el Aula conciliar, hasta traducirse en
los documentos que hacen de la pobreza evangélica uno de los capítulos de
la magna reforma (Cfr. LG 8; PO 17; PC 13), y de la atención preferencial
por los pobres, otra característica de la pastoral contemporánea (Zambrano
Camader, 1973, p. 73).
Zambrano Camader se adelanta a Medellín en la elaboración del
concepto «opción preferencial por los pobres». Escribe en 1967: “La Iglesia
ha de mostrar siempre su preferencia por los pobres” (Zambrano Camader,
1973, p. 82). Un año después de este escrito se comienza a acuñar dicho
concepto en el documento de Medellín. “No se trata –se intuía ya- de optar
[exclusivamente] por los pobres, sino de trabajar con ellos por un orden
justo” (Oliveros, 2006, p. 48). Arman los obispos en Medellín:
El particular mandato del Señor de “evangelizar a los pobres” debe
llevarnos a una distribución de los esfuerzos y del personal apostólico
que dé preferencia efectiva a los sectores más pobres y necesitados y a los
segregados por cualquier causa, alentando y acelerando las iniciativas y
estudios que con ese n se hacen. Los Obispos queremos acercarnos cada
vez más, con sencillez y sincera fraternidad a los pobres, haciendo posible
y acogedor su acceso hasta nosotros (Medellín, Pobreza, n. 9).
Contra una Iglesia establecida
Para el obispo de Facatativá, la pobreza forma parte del mensaje original del
cristianismo que en el devenir de la historia se adapta a las formas y a las
instituciones terrenas caracterizadas por el dominio sobre los otros. Por esta
Evangélicos, Ed. Sígueme; P. Gauthier, Los pobres, Jesús y la Iglesia, Ed. Estela; J.M.
Iraburu, Pobreza y pastoral, Col. Diakonia; Mons. Guyot, Le Mystère de la pauvreté dans
L’Église, Ed. N-Dame; Mons. Ancel, Mis cinco años de Obispo Obrero, Ed. Estela; P.
Gauthier, Consolez mon peuple, Ed. Du Cerf, 1965” (Zambrano Camader, 1973, p. 83).
Raúl Zambrano Camader obispo pobre para los pobres. A 50 años de Medellín
Cuestiones Teológicas, Vol. 45, No. 104 (Julio-diciembre, 2018) | 335
razón, la pobreza debe ser objeto continuo de revisión para no mundanizar
la jerarquía y el cristianismo con las luchas de poder:
La autoridad y la jerarquía, si bien existen por institución divina, se
consolidaron como “poder” cuando disminuyó en siglos posteriores el
fervor de la caridad. La estructura visible de la Iglesia al situarse en las
vicisitudes temporales, se enfrentó a ellas y con la constitución jurídica
de la ciudad temporal; se encarnó en esas mismas formas como signos
entonces inteligibles, para luchar o pactar con el Estado de “poder a poder”
(Zambrano Camader, 1973, p. 75).
Efectivamente, “a la caída del Imperio se perla el Pontíce Romano
con el cetro de una dominación perfecta, universal en cuanto es espiritual;
territorial sobre Roma, y moral sobre los príncipes temporales que tratan con
él de sus asuntos, en igualdad de circunstancias como señores de la tierra”
(Zambrano Camader, 1945, p. 15). Al contrario, la Iglesia en el mundo
contemporáneo replantea su misión desde la caridad y el servicio gracias a
la interpelación de una nueva conciencia:
Si las vicisitudes de la historia marcaron en ella con tan fuertes caracteres
las dimensiones de potestad y soberanía, la desmitización, secularismo y
el mismo temperamento actual que busca las esencias han forzado en la
Iglesia el propósito de autenticidad en su misión; de liberarse de todo lo que
es adjetivo e insubstancial para llegar directamente al corazón del mundo
contemporáneo en la desnudez esencial (Zambrano Camader, 1968, p. 56).
Es cuanto dice el Concilio: “La Iglesia, aunque necesite de medios
humanos para cumplir su misión, no fue instituida para buscar la gloria
terrena, sino para proclamar la humildad y la abnegación, también con su
propio ejemplo” (Lumen gentium 8). De lo anterior se desprenden una serie
de enseñanzas conciliares para la vida de los presbíteros que el obispo de
Facatativá re-propone en sus cartas pastorales:
Los presbíteros, usando, pues, los bienes del mundo como si no los usaran,
llegarán a la libertad de aquellos que, liberados de toda preocupación
desordenada, se vuelven dóciles para escuchar la voz de Dios en la vida
diaria. Es necesario que disciernan los acontecimientos a la luz de la fe
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para llegar a un uso adecuado de los bienes que responda a la voluntad de
Dios y para rechazar todo lo que perjudique a su misión (Presbyterorum
Ordinis 17).
Firmante del Pacto de las Catacumbas
Antecedente importante que, seguramente, marcó el espíritu de pobreza y
la atención especial por los pobres en el ministerio episcopal de Zambrano
Camader fue su participación durante el Concilio en el grupo de obispos
y teólogos que pretendían hacer de la pobreza el principal argumento del
Vaticano II, en atención al deseo del papa Juan XXIII en el radiomensaje
previo a la inauguración del Concilio de una “Iglesia pobre para los pobres”.
Aunque logran la exaltación de la pobreza en la Iglesia en varios documentos
del Concilio, ninguno se dedica a esa temática en particular9.
Por esa razón, un grupo de obispos decide hacer un juramento solemne
en la vigilia de la clausura del Concilio, conocido como Pacto de las
Catacumbas, en el que, según Pikaza, Raúl Zambrano Camader toma parte:
No hay una lista ocial de los 39 obispos que estuvieron en la celebración
de la misa de las catacumbas de Domitila el 16 de noviembre de 1965,
[…]. Pero entre los papeles de Mons. Charles Marie Himmer, obispo de
Tournai, Bélgica, que presidió la concelebración de la mañana y dirigió
la homilía, existe una lista de los que participaron. [De Colombia se
mencionan los siguientes obispos:] Tulio Botero Salazar, arzobispo de
Medellín; Antonio Medina Medina, obispo auxiliar de Medellín; Aníbal
9 El Concilio enseña sobre la pobreza de presbíteros y religiosos en general: “Mucho más
que los demás discípulos de Cristo, han de desterrar de su vida todo tipo de ostentación.
Su casa ha de ser de tal manera que parezca a todos accesible y que todos, incluso el
más humilde, se atrevan a frecuentarla (Presbyterorum Ordinis 17). “Los religiosos han
de contribuir gustosamente con sus bienes a otras necesidades de la Iglesia y al sustento
de los pobres, a los que todos los religiosos han de amar en la entrañas de Cristo. Los
institutos han de evitar todo tipo de lujo, de ganancias excesivas y de acumulación de
bienes” (PC 13). “Los sacerdotes, no deben de ninguna manera poner su corazón en las
riquezas y han de evitar siempre toda codicia y abstenerse cuidadosamente de todo tipo
de negocios” (Presbyterorum Ordinis 17).
Raúl Zambrano Camader obispo pobre para los pobres. A 50 años de Medellín
Cuestiones Teológicas, Vol. 45, No. 104 (Julio-diciembre, 2018) | 337
Muñoz Duque, obispo de Nueva Pamplona; Raúl Zambrano, obispo de
Facatativá; Angelo Cuniberti, vicario apostólico de Florencia (Pikaza,
2015, pp. 23-24).
El Pacto de las Catacumbas hace de la pobreza un ideal de vida para los
obispos y para la Iglesia al acercarse a los pobres, quienes son los principales
destinatarios de la Buena Noticia de la salvación obrada por Cristo. Obispos
de todo el mundo, especialmente de países en vías de desarrollo, juran
solemnemente:
Procuraremos vivir según el modo ordinario de nuestra población en lo que
toca a casa, comida, medios de locomoción. Renunciamos para siempre
a la apariencia y la realidad de la riqueza, especialmente en el vestir. No
poseeremos bienes muebles ni inmuebles, ni tendremos cuentas en el
banco a nombre propio; y, si es necesario poseer algo, pondremos todo
a nombre de la diócesis, o de las obras sociales o caritativas. Rechazamos
que nos llamen con nombres o títulos que expresen grandeza (eminencia,
excelencia, monseñor…). Preferimos que nos llamen con el nombre
evangélico de “padre” […]. Cuando regresemos a nuestras diócesis daremos
a conocer estas resoluciones a nuestros diocesanos, pidiéndoles que nos
ayuden con su comprensión, su colaboración y sus oraciones (Pikaza,
2015, pp. 21-23)10.
Así lo hace el obispo Zambrano Camader a través de mensajes y
homilías. Varios párrafos de un escrito suyo dirigido al presbiterio diocesano
hacen eco del Pacto de las Catacumbas:
10 Los obispos de Latinoamérica en Medellín hacen eco de lo que se había rmado en el
Pacto de las Catacumbas y en los documentos del Concilio: “Deseamos que nuestra
habitación y estilo de vida sean modestos; nuestro vestir, sencillo; nuestras obras e
instituciones funcionales, sin aparato ni ostentación. Pedimos a sacerdotes y eles que nos
den un tratamiento que convenga a nuestra misión de padres y pastores, pues deseamos
renunciar a títulos honorícos propios de otra época. Con la ayuda de todo el pueblo
de Dios esperamos superar el sistema arancelario, reemplazándolo con otras formas de
cooperación económica que estén desligadas de la administración de los sacramentos.
Exhortamos a los sacerdotes a dar testimonio de pobreza y desprendimiento de los bienes
materiales, como lo hacen tantos, particularmente en regiones rurales y en barrios pobres”
(Medellín, Pobreza, nn. 12-15)
Dumar Iván Espinosa Molina
338 | Cuestiones Teológicas, Vol. 45, No. 104 (Julio-diciembre, 2018)
Nuestro vestido ha de ser moderado y así también el menaje de nuestra
habitación. Debemos evitar compromisos onerosos para adquirir
comodidades superiores a las que están en capacidad de proporcionarnos
los recursos habituales. Esta ha de ser norma de igual aplicación en nuestra
vida privada como en las obras que acometemos (Zambrano Camader,
1973, p. 79).
No obstante, la universalidad del consejo de la pobreza reconoce
que la realidad de su diócesis muestra un panorama diferenciado para su
aplicación. La realidad colombiana y latinoamericana diere bastante del
contexto europeo y del primer mundo. Escribe Zambrano Camader a su
presbiterio en 1967:
Abordo semejante tema no porque desconozca la pobreza del clero que
conmigo tiene el encargo de esta Iglesia; más aún me consta el precario
nivel de vida de varios sacerdotes y la ayuda que ha sido necesario organizar
entre párrocos vecinos para asegurar el modesto sustento de otros. Ni
olvido que estamos impedidos para desarrollar algunos urgentes trabajos
apostólicos por falta de recursos materiales; que por ello nuestras parroquias
e instituciones se tienen que limitar en sus programas y actividades y que
casi ninguna disfruta de rentas distintas de los escasos aranceles (Zambrano
Camader, 1973, p. 74).
Lo mismo sucede en diversos lugares de América Latina con:
“muchísimas parroquias y diócesis que son extremadamente pobres y de
tantísimos obispos, sacerdotes y religiosos que viven llenos de privaciones
y se entregan con gran abnegación al servicio de los pobres” (Medellín,
Pobreza, n. 3). A pesar de eso, la percepción no es la misma en toda la
Iglesia en América Latina; de hecho, en el documento de Medellín señalan
los obispos que:
Llegan también hasta nosotros las quejas de que la jerarquía, el clero, los
religiosos son ricos y aliados de los ricos. Al respecto debemos precisar que
con mucha frecuencia se confunde la apariencia con la realidad. Muchas
causas han contribuido a crear esa imagen de una Iglesia jerárquica rica.
Los grandes edicios, las casas de párrocos y de religiosos cuando son
superiores a las del barrio en que viven, los vehículos propios, a veces
lujosos; la manera de vestir heredada de otras épocas, han sido algunas de
Raúl Zambrano Camader obispo pobre para los pobres. A 50 años de Medellín
Cuestiones Teológicas, Vol. 45, No. 104 (Julio-diciembre, 2018) | 339
estas causas. Todo esto ha llevado al convencimiento de que la Iglesia en
América Latina es rica (Medellín, Pobreza, n. 2).
El arancel, una cuestión postconciliar y actual
A propósito del arancel, criticado en la actualidad por el papa Francisco,
el mismo documento de Medellín comenta: “El sistema de aranceles
y de pensiones escolares, para proveer a la sustentación del clero y al
mantenimiento de obras educacionales, ha llegado a ser mal visto y a formar
una opinión exagerada sobre el monto de las sumas percibidas” (Medellín,
Pobreza, n. 2). Zambrano Camader también lo considera inconveniente
porque replica las clases sociales en la liturgia al permitir privilegios a los
que lo pueden pagar, aunque la gracia sea gratuita y el valor de la eucaristía
innito. Paradójicamente el grueso del apoyo económico de las parroquias
son las limosnas de los pobres:
No podemos olvidar que buena parte del dinero que recibimos proviene
precisamente de los pobres. Es un título más de los bienes eclesiásticos para
que los usemos adecuadamente, y para que nuestras preferencias vayan
precisamente hacia esos mismos pobres que sacricadamente sostienen
nuestra Iglesia (Zambrano Camader, 1973, p. 80).
El arancel lleva a sacramentalizar el ministerio sacerdotal y a restar
importancia a otras acciones en los ámbitos de la catequesis, la dirección
espiritual y la promoción humana. Así lo describe el obispo:
Los aranceles fueron fruto de una época, y por ello, con sinceridad debemos
someterlos a examen. El sistema actual de aranceles es menos conforme
con el sentido comunitario, puesto que establece diferencias en el servicio
religioso. El sentido de ofrenda, tan vivo en el Antiguo Testamento, es
desvirtuado al tratarlo como una retribución directa por el servicio prestado.
Sin ser un comercio, da la sensación de serlo, incionando aun el léxico
de los eles, quienes hablan de “pagar una misa” y preguntan “cuánto vale
un bautismo”. [De otra parte] Es inecaz, pues no basta como sistema
económico para cubrir las necesidades de la comunidad. Presenta el penoso
cuadro de hijos de la Iglesia que sólo le dan algo cuando ella les presta un
Dumar Iván Espinosa Molina
340 | Cuestiones Teológicas, Vol. 45, No. 104 (Julio-diciembre, 2018)
servicio cultual. Como si los demás servicios: evangelización, formación
de hogares, educación de líderes, etc., etc., no fueran igualmente valiosos.
De aquí que no los utilicen. El sistema de arancel no integra al cristiano
en la vida de la comunidad: se paga por un servicio personal y únicamente
cuando se lo necesita. Nuestro actual sistema nanciero, en general, está
basado en el servicio cultual. En sus consecuencias pastorales, es uno de
los mayores obstáculos a la renovación litúrgica. El culto, única fuente de
ingresos, se convierte en toda la ocupación sacerdotal. Así, la pastoral sufre
el mayor detrimento (Zambrano Camader, 1973, pp. 80-81).
Ante esa polémica, Zambrano Camader consciente de las dicultades
económicas que causaría en la parroquia un cambio en la política del arancel
diocesano propone algunas soluciones, que mantienen hoy día su validez:
Indudablemente que la renuncia a los aranceles impone la necesidad de
acudir a otras fuentes de ingresos tanto para los gastos de culto y las obras
pastorales como para el sostenimiento del clero. Una forma podría ser la
Curia Diocesana; pero ésta no tiene otras rentas que las provenientes de
las participantes en ese mismo arancel. Otra solución sería el sueldo del
Estado, pero esto compromete al clero en la política con desagradables
y perniciosos resultados. El impuesto de culto, como se estila en Suiza y
Alemania, sería el medio más ecaz. Otros apelan al ejemplo del Apóstol
San Pablo, que para no ser oneroso a los eles, laboró con sus propias
manos. Esto elevaría al máximo el problema de la escasez de sacerdotes
al ocuparles en otros menesteres las horas preciosas de su ministerio. Por
otra parte si los diezmos se cargaron únicamente a una clase, la agrícola,
la que denominamos “oblación” no ha alcanzado a tener acogida general
(Zambrano Camader, 1973, p. 81).
Según el obispo la solución más plausible es la reevangelización
integral, en la que el sentido comunitario haga tomar conciencia a la misma
comunidad de su responsabilidad compartida en el sostenimiento de la
parroquia, con todas las obras que ésta realiza en benecio suyo:
Mientras se va haciendo una planeación más adecuada de las nanzas
eclesiales, debemos proceder a una reevangelización integral para crear
el verdadero sentido de Iglesia, es decir, la conciencia comunitaria en la
familia de los hijos de Dios. Esa conciencia comunitaria produciría en el
orden económico un despertar de la responsabilidad compartida, y por lo
Raúl Zambrano Camader obispo pobre para los pobres. A 50 años de Medellín
Cuestiones Teológicas, Vol. 45, No. 104 (Julio-diciembre, 2018) | 341
mismo, una disposición de quienes cuentan con mayores bienes de fortuna
para contribuir a los gastos de la Iglesia en proporción con sus capacidades
económicas (Zambrano Camader, 1973, p. 81).
OBISPO PARA LOS POBRES
El espíritu de pobreza de monseñor Zambrano Camader le hace sensible
a la pobreza de su comunidad. La atención pastoral a las problemáticas
temporales lo llevan a colaborar en lugares de decisión y de opinión, gracias
a su formación en Doctrina social de la Iglesia y en economía. En su caso,
la evangelización se equipara a la promoción humana de los más pobres.
Esta forma de comprender el ministerio pastoral es una de las principales
características del Magisterio del Vaticano II y de Medellín, contraria a la tesis
de: “Algunos [que] equivocadamente piensan que la Iglesia, al preocuparse
por los problemas temporales del hombre, abdica de su misión esencialmente
religiosa o pretende conquistar inuencias políticas” (Conferencia Episcopal
de Colombia, 1969, n. 17).
Al contrario, “la Constitución [Gaudium et spes] considera las
realidades terrenas en una perspectiva nueva: como insertadas en la historia
de la salvación. Lejos de establecer un dualismo entre el proceso de creación y
el de redención, los considera un todo unitario, puesto que el Verbo creador
al encarnarse asumió toda la naturaleza” (Zambrano Camader, 1968, pp.
62-63). En la misma línea, señala la Conferencia Episcopal de Colombia
en 1969:
Se trata de que el hombre se realice en todas las dimensiones de su vocación
única, alma y cuerpo, ser social e histórico. Cualquier separación de estos
elementos, y la separación misma de la dimensión humana y cristiana,
constituye un atentado contra la visión integral y auténtica que nos da el
Evangelio (Conferencia Episcopal de Colombia, 1969, n. 38).
Reconoce que su misión no se limita a la celebración de los sacramentos:
Vana sería la predicación de la caridad y de la justicia si ella no va
precedida del testimonio del ejemplo. Ni es suciente hoy que la vida del
obispo y del sacerdote sea toda un servicio a la comunidad en el orden
Dumar Iván Espinosa Molina
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espiritual de la gracia y de la santicación, de la transmisión de la Palabra
de Dios y del mensaje de Cristo (Conferencia Episcopal de Colombia,
1969, n. 76).
Denuncia de la injusticia social
El documento de Medellín menciona que: “El Episcopado Latinoamericano
no puede quedar indiferente ante las tremendas injusticias sociales existentes
en América Latina, que mantienen a la mayoría de nuestros pueblos en
una dolorosa pobreza cercana en muchísimos casos a la inhumana miseria”
(Medellín, Pobreza, p. 1).
Como ejemplo de esa preocupación por los problemas sociales del país
el Episcopado colombiano presenta en el documento de la XXV Asamblea
ordinaria un diagnóstico que muestra la marginación y la pobreza de la
mayoría de la población. Zambrano Camader es uno de los obispos rmantes
del documento:
Sufrimos agudos contrastes en la distribución de la riqueza […] A esto
se agregan otros factores como la concentración del poderío económico
en pequeños grupos; la explotación de los productores débiles y de los
consumidores por acción de los intermediarios, el alza creciente del costo
de vida frente a salarios e ingresos por el trabajo que permanecen por
debajo, en la mayoría de los casos de las necesidades vitales. También se
hacen sentir entre nosotros la sujeción económica a poderes extranjeros […]
que extraen más riqueza de la que dejan en el país […] Con frecuencia los
partidos políticos se muestran más preocupados de sus propios intereses
que de las exigencias del bien común (Conferencia Episcopal de Colombia,
1969, nn. 49-54)
Ante esta problemática escribe el obispo en 1966: “Nosotros tenemos
que plantearnos el problema de la presencia de la Iglesia dentro de nuestro
país en su estado actual de subdesarrollo y de esfuerzos por producir un
cambio que le asegure el mismo ritmo de progreso económico, cultural y
social de otras naciones más avanzadas” (Zambrano Camader, 1966, p. 552).
A pesar del panorama sombrío del país también menciona, con los demás
Raúl Zambrano Camader obispo pobre para los pobres. A 50 años de Medellín
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obispos de Colombia, aspectos positivos que, a pesar de su importancia en
la reducción de la brecha social entre ricos y pobres, en los años sucesivos
pierden su impulso en Colombia y en toda Latinoamérica:
Hay por parte de los oprimidos, una toma de conciencia de su situación
y de las posibilidades que tienen de superarla; hay un esfuerzo que ha
dado ya resultados notables por la tecnicación, la industrialización, la
reforma en la tenencia y uso de la tierra, la educación popular, etc.[…] hay
un orecimiento de asociaciones y de instituciones de Acción Comunal,
cooperativa, sindical, etc., que están aunando esfuerzos para obtener
mejores condiciones de vida para los económicamente débiles […] Se han
dado además pasos decisivos en lo que corresponde a la integración de
los países latinoamericanos (Conferencia Episcopal de Colombia, 1969,
nn. 57-59).
Acompañamiento a la Reforma Agraria11
Raúl Zambrano Camader se destaca como representante del episcopado en
el INCORA, agencia estatal que se encarga de la Reforma Agraria, su rol
es de acompañamiento espiritual y crítico en la aplicación de la enseñanza
social de la Iglesia: “Acompañó comisiones de gestión y de entrega de tierras a
campesinos de distintas regiones del país, más que por mero protocolo, para
cerciorarse del cumplimiento el a estas operaciones de justicia” (Comunidad
diocesana Facatativá, 1973, p. 63). Escribe al respecto:
La asesoría moral del sacerdote se hace indispensable en ella, desde su
planeación, en que hay ya problemas de orden moral, hasta su ejecución,
donde es menester suavizar los conictos de intereses, crear conciencia de
la justicia y equidad y de la necesidad de la reforma; pero aún en el caso de
la colonización, particularmente, acompañar al hombre del campo con la
asistencia espiritual, en esa magna empresa de incorporar a la producción
11 Un artículo de Monseñor Zambrano Camader explica en detalle: naturaleza, objetivos,
métodos, requisitos, financiación, efectos de los programas de Reforma Agraria
(Zambrano Camader, 1960).
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nacional las vastas extensiones marginadas aún de toda función social
(Zambrano Camader, 1960, p. 40).
Es claro entonces que la Reforma Agraria se hace indispensable en un
país donde existe el problema del latifundio con grandes extensiones de
tierra productiva sin explotar que reclama urgentemente su redistribución:
“la reforma agraria al redistribuir los ingresos y fomentar la producción
aumenta el poder adquisitivo del campesino” (Zambrano Camader, 1960,
p. 38). Esa reforma trae otros benecios:
Ningún efecto más benéco de la reforma como la inversión que ella
signica en el factor humano; la seguridad en la tenencia, la responsabilidad
de la empresa productiva, sumadas a las ventajas que los programas
complementarios traen, tales como asistencia técnica, educación, vivienda
higiénica, recreación, constituyen el mejor aporte al progreso de la
agricultura y también de la patria, en un país, sobre todo, cuya población
rural representa el 57,2% del total (Zambrano Camader, 1960, p. 39).
La Reforma Agraria es uno de los instrumentos para crear trabajo
y responder al problema de la vivienda en Colombia; aunque, por las
dicultades para el acceso al crédito y la baja industrialización: “no ofrece
perspectiva suciente para la solución del desempleo” (Zambrano Camader,
1971, p. 9). Su implementación está condicionada a la noción de propiedad
privada que se tenga.
De acuerdo con la Doctrina social de la Iglesia, la propiedad privada:
“No constituye para nadie un derecho incondicional y absoluto. No hay
ninguna razón para reservarse en uso exclusivo lo que supera a la propia
necesidad, cuando a los demás les falta lo necesario” (Pablo VI, Encíclica
Populorum Progressio, n. 23). Principio que conduce a otro:
El bien común exige, algunas veces, la expropiación, si, por el hecho de
su extensión, de su explotación deciente o nula, de la miseria que de
ello resulta a la población, del daño considerable a los intereses del país,
algunas posesiones sirven de obstáculo a la propiedad colectiva colectiva
(Pablo VI, Encíclica Populorum Progressio, n. 24).
Raúl Zambrano Camader obispo pobre para los pobres. A 50 años de Medellín
Cuestiones Teológicas, Vol. 45, No. 104 (Julio-diciembre, 2018) | 345
Zambrano Camader demuestra que en el caso colombiano: “el fondo
del problema radica en la concepción vigente de propiedad privada” (1971,
p. 7) 12; que:
es todavía de tipo individualista [debido a] su carácter absoluto o sea el
poder soberano para el uso, goce y disposición al arbitrio del dueño; su
carácter exclusivo [y] perpetuo […] como derecho en forma totalmente
independiente del ejercicio que pueda hacerse de él (Zambrano Camader,
1971, p. 5).13
En esta controversia legal, Zambrano Camader propone una solución
que se enmarca dentro de los principios de la doctrina social de la Iglesia que,
aunque considera necesario el derecho a la propiedad privada legítimamente
adquirida, distingue entre los conceptos de individuo y de persona:
Se ataca a veces las leyes reformatorias de la propiedad agraria o industrial
con el argumento de que establecen un derecho de propiedad colectiva y
no individual. Se arma así implícitamente que la propiedad privada es un
derecho otorgado al hombre como individuo. Esta armación es imprecisa
en su terminología: el derecho es propio del hombre como persona y no
como individuo. Los dos conceptos no se identican. La noción de persona
hace referencia necesaria a la dimensión social del hombre (Zambrano
Camader, 1971, pp. 14-15).
De acuerdo con monseñor Zambrano Camader una nueva concepción
de propiedad privada fundamentaría la Reforma Agraria integral que
garantice crecimiento y desarrollo para el país:
12 Se reere al artículo 669 del Código Civil: “El dominio (que se llama también propiedad)
es el derecho real en una cosa corporal, para gozar y disponer de ella arbitrariamente,
no siendo contra la ley o contra derecho ajeno. La propiedad separada del goce se llama
mera o nuda propiedad” (Zambrano Camader, 1971, p. 5).
13 La propiedad privada en la legislación colombiana se convierte dramáticamente en:
“instrumento de prestigio y status social, dentro de una estraticación feudal; de ahorro,
para conservar los excedentes que en la economía tradicional no tienen canales de
inversión; como seguro contra eventuales pérdidas (guerras civiles, cuatrerismo, etc.);
como defensa contra la desvalorización de la moneda” (Zambrano Camader, 1971, 7).
Dumar Iván Espinosa Molina
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La reforma de la estructura agraria debe proponerse como meta nal
al bienestar social, y para ello: hacer que la propiedad rural cumpla con
su función social; una mejor distribución de los ingresos, de suerte que el
trabajador campesino reciba una porción equitativa a su contribución social.
[En 1960] el sector rural en Colombia recibe el 40% del ingreso nacional,
pero representa el 54.3% de la población activa; por persona signica de
$280 a $500 por año. Sin embargo dentro de la misma población rural hay
desequilibrio, pues el 6.7% recibe el 93.3% del ingreso agrícola (Zambrano
Camader, 1960, p. 32).
Ese proceso, aun cuando sea urgente, debe hacerse desde la legalidad y
con una detallada planeación. A este respecto, anota Zambrano Camader que:
la reforma agraria debe ser técnicamente planeada y económicamente sana
para que se produzcan todos los efectos benécos que de ella se esperan;
no pueda ser pues, una bandera de agitación política por más que para
su aplicación sea menester la acción ordenada de estadistas y políticos”
(Zambrano Camader, 1960, p. 40).
Es por ello que: “Una reforma agraria improvisada puede frustrar su
nalidad” (Pablo VI, 1967, p. 29). No obstante el apoyo del episcopado y
los esfuerzos del gobierno de entonces en la Reforma Agraria, comenta el
obispo Zambrano Camader que:
Indudablemente la falla principal de nuestra comunidad ante la doctrina
y moral evangélica, es el desequilibrio social. Aceptamos que no es fácil
resolverlo, que todos vemos la necesidad del cambio, y que se han dado
pasos decisivos en la legislación para establecer una sociedad más justa,
[pero] estamos lejos del n (1966, pp. 552-553).
Incluso el INCORA, institución encargada en su época de la Reforma
Agraria, queda limitado en ese propósito debido a otras tareas que se le
asignan y que serían objeto de otras instituciones:
Una reforma agraria emprendida resueltamente por todos los órganos del
Estado con la colaboración ciudadana, y no solo como programa de una
entidad demasiado limitada en sus medios cuando para no contentarse
con una política de mera parcelación de tierras se ve forzada a distraer
su capital en crédito, fomento agrícola, caminos vecinales, enseñanza y
Raúl Zambrano Camader obispo pobre para los pobres. A 50 años de Medellín
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asistencia técnica, que competen a otras agencias (Zambrano Camader,
1966, p. 553).
Asimismo, la nanciación de la Reforma Agraria y del proceso de
industrialización por parte del Estado es una alta inversión que se debe
hacer, como lo han logrado algunas naciones:
En Polonia, Checoslovaquia, Rumania y Bulgaria el costo de la reforma
agraria en 15 años correspondió, más o menos a la sexta parte del
presupuesto nacional y en México de 1946 a 1949, al diez por ciento. El
Estado, en efecto debe asumir el costo de un buen número de mejoras
con recuperación apenas parcial, porque los precios a los que se entrega
la tierra a los beneciarios tienen que acomodarse a su capacidad de pago
(Zambrano Camader, 1960, p. 38).
Formación de líderes
Otro aspecto de promoción humana en el que interviene monseñor
Zambrano Camader es la formación de líderes. En sintonía con la
Conferencia Episcopal de Colombia que señala: “Una adecuada formación
de líderes es uno de los puntos a los que la pastoral debe prestar mayor
atención. Una formación integral que suponga un suciente conocimiento
de la realidad en que el líder vive y trabaja” (Conferencia Episcopal de
Colombia, 1969, n. 101). A este propósito escribe Zambrano Camader:
La Iglesia que es sociedad de salvación ha de inuir en la construcción o
reforma de las estructuras temporales particularmente a través de los laicos
para quienes “el carácter secular es propio y peculiar” y a “quienes pertenece
por propia vocación buscar el Reino de Dios tratando y ordenando, según
Dios, los asuntos temporales (Lumen Gentium 31).
Pero el laicado necesita de formación y promoción para que pueda
cumplir su misión temporal, al tiempo que madura en su fe:
Aspiramos a un cristianismo auténtico e integral en que se vivan todos
los valores del Evangelio, frente a ese puramente cultural que se reduce a
manifestaciones externas, en veces untadas de superstición, y que anda de
Dumar Iván Espinosa Molina
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brazo con las mayores aberraciones: violencia, injusticia social, libertad
sexual. Para conseguirlo hace falta un cristianismo del seglar que penetre
las estructuras sociales. Se requiere un cristianismo vivido personalmente,
por convicciones que se expresan en el comportamiento diario; frente a
uno puramente cultural (Zambrano Camader, 1966, p. 552).
Lo anterior supone el crecimiento en la fe y en el compromiso temporal
de los seglares, que de esta forma dejan la minoría de edad y son reconocidos,
realmente, como parte indispensable de la Iglesia: “Sería peligroso
mantener al seglar en una capitis diminutio, y negarle en el ámbito eclesial,
el reconocimiento de su mayoría de edad” (Zambrano Camader, 1966, p.
553). Al contrario: “Un laicado que ha llegado a la madurez en la vida del
pueblo de Dios, debe estar en capacidad para hacer ecaz la presencia de
la Iglesia en la transformación y desarrollo del país” (Zambrano, Camader,
1966, p. 554).
Monseñor Zambrano Camader logra el empoderamiento de los laicos
y les da participación importante en la pastoral diocesana; así lo maniestan
agradecidos:
Creó el Consejo Diocesano de Pastoral, en cuyo seno los laicos ocupamos
principal lugar a insistencia de nuestro Pastor, ya que él consideró el papel
nuestro muy fundamental para la buena marcha de la Iglesia, y en este
organismo concreto, creyó que los seglares teníamos que ser mayoría
(Comunidad diocesana Facatativá, 1973, p. 59).
Por otra parte: “Viendo la insuciencia de la evangelización masiva para
hacer llegar el mensaje cristiano plenamente, monseñor incluyó en el plan
diocesano de pastoral, y como uno de sus principales objetivos, la creación
de las comunidades eclesiales de base” (Comunidad diocesana Facatativá,
1973, p. 60).
Apoyo al movimiento sindical y cooperativo
Tulio Cuevas, presidente de la Unión de Trabajadores (UTC), escribe
sobre la colaboración y apoyo del obispo a los sindicatos. En su recuerdo es
Raúl Zambrano Camader obispo pobre para los pobres. A 50 años de Medellín
Cuestiones Teológicas, Vol. 45, No. 104 (Julio-diciembre, 2018) | 349
recurrente la preocupación por el reconocimiento social de la mayoría de
edad de trabajadores y campesinos:
Conocí a Monseñor Raúl Zambrano en el fragor de la lucha. En algunas
ocasiones, el solideo que coronaba su cabeza ilustre, se confundió con el
hirsuto cabello negro de nuestros trabajadores. […] Y se jugó varias veces
su propia suerte con la de los trabajadores. Aún lo recuerdo, en vigilia junto
a las banderas de la UTC. “Ustedes”, solía recordarnos, “son mayores de
edad”. “El apostolado entre los trabajadores, depende de los trabajadores
mismos”. “Si tienen razón, luchen por ella”. “Sólo así, llegarán a la verdad”
(40-41).
Monseñor Zambrano Camader apoya la formación de líderes sindicales
en los principios de la doctrina social de la Iglesia, de acuerdo a los
lineamientos de Medellín: “La organización sindical campesina y obrera, a
la que los trabajadores tienen derecho, deberá adquirir suciente fuerza y
presencia en la estructura intermedia profesional” (Medellín, Justicia, n. 12).
Esto el obispo lo sabe y se compromete a fondo en la promoción
de líderes sindicales y de las cooperativas para el empoderamiento de los
trabajadores:
Tuvo especial preocupación por la formación personal de los dirigentes
y agentes de la pastoral, así como también por la promoción de líderes
campesinos. Para coadyuvar a ello, creó la ocina de pastoral social
con servicios de promoción y asesoría a varios niveles: acción comunal,
cooperativismo, desarrollo de la comunidad, etc. (Comunidad diocesana
Facatativá, 1973, p. 60).
“Apoyó y asesoró las organizaciones campesinas (Fanal14, Anuc15,
etc.), e hizo llamamiento urgente al campesinado con frases como: Ustedes
unidos, campesinos, harán el cambio de estructuras” (Comunidad diocesana
Facatativá, 1973, p. 64). A pesar de crear conciencia en el pueblo del
necesario cambio de estructuras sociales para transformar el país, Zambrano
14 Federación Agraria Nacional.
15 Asociación Nacional de Usuarios Campesinos de Colombia.
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Camader: “fue uno de los auténticos apóstoles de la no-violencia. Era
partidario de la concientización y no de las guerrillas. Siempre hizo invitación
expresa a la revolución pacíca para el cambio” (Comunidad diocesana
Facatativá, 1973, p. 62).
Custodia de la familia
Otra preocupación pastoral de monseñor Zambrano Camader es el
acompañamiento espiritual y material de las familias a través de la
organización del Movimiento Familiar Cristiano (MFC), el cual: “se organiza
por equipos, donde se tiende a lo familiar más que a lo conyugal, con el n
de que sean auténticas comunidades” (Comunidad diocesana Facatativá,
1973, p. 61). Para el obispo:
La familia continuaba siendo el pequeño seminario. En las visitas pastorales
tenía verdadera obsesión en instruir a los padres de familia sobre problemas
de natalidad, sobre un clima propicio de estabilidad en el hogar, sobre la
educación de los hijos, sobre la comprensión de la juventud (Comunidad
diocesana Facatativá, 1973, p. 62).
A propósito de la controversia sobre los métodos de planicación
familiar posterior a la publicación de la encíclica Humanae Vitae, escriben
los obispos colombianos: “La actual situación económica, social, cultural
y espiritual del país se ve agravada por la realidad demográca. Colombia
duplica la población cada 20 años” (Conferencia Episcopal de Colombia,
1969, n. 60).
En un contexto en que: “las condiciones socio-económico-culturales,
excesivamente bajas, se muestran adversas a un crecimiento demográco
pronunciado” (Medellín, Familia, n. 8), la política estatal de la reducción de
la natalidad promueve el uso de métodos anticonceptivos y abortivos como
solución técnica a la sobrepoblación, el episcopado colombiano escribe que:
Es nocivo pensar que una reducción indiscriminada de la natalidad, peor si
se hace por caminos inmorales, sería el único medio a nuestro alcance para
lograr el desarrollo del país […]. Manifestamos nuestro profundo pesar
ante la intervención extranjera en estas materias y el condicionamiento de
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la ayuda nanciera a la marcha de campañas antinatalistas (Conferencia
Episcopal de Colombia, 1969, nn. 61-62)
Monseñor Zambrano Camader reconoce el papel del Estado en el
manejo de políticas demográcas, pero llama la atención sobre sus límites,
especialmente, la conciencia misma de la persona. Reconduce al mismo
tiempo la polémica del control de la natalidad dentro de una política
económica más amplia, donde la solución pasa por la tecnicación del
campo. Escribe en 1970:
La posición intransigente en favor del control, como única salida al
subdesarrollo, es discutible. Acabo de regresar de Israel, un país cuyo
factor limitante es el agua, y por lo mismo, en función de ella, la tierra
con sus vastas extensiones desérticas. Allí no hay política de control de
natalidad, sino estímulo a la inmigración, porque no obstante el grado de
automatización conseguido en varios renglones de producción, la mano
de obra adicional signica la posibilidad de ampliar también la oferta de
los demás factores y crear las infraestructuras requeridas para un mayor
crecimiento (Zambrano Camader, 1970, p. 70).
Demuestra entonces, gracias a sus conocimientos de economía agrícola,
que la cuestión de fondo es el modelo económico capitalista que preere
gastar más en los métodos de control de natalidad y menos en políticas de
crecimiento económico por la inversión en el campo y el aprovechamiento
tecnicado de la tierra:
Ciertamente, dentro de una estructura capitalista, la solución más fácil,
por menos costosa es el control de la natalidad. Falta saber si el pueblo
cree que es menester mantener esa estructura. Y con ésto no pretendo dar
crédito a quienes consideran que la campaña de control de la natalidad es
otro expediente del colonialismo de los países capitalistas para mantener su
predominio, ni que se pueda minimizar el panorama global de la explosión
demográca, sino que quizá el modelo de desarrollo que estamos utilizando
no es el adecuado en América tropical donde una planicación más
completa y una radicalización mayor de todo el sistema socio económico
son necesarias para emplear como estímulo el crecimiento, la mano de
obra y los recursos naturales todavía no utilizados (Zambrano Camader,
1970, p. 70).
Dumar Iván Espinosa Molina
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Zambrano Camader denuncia el retardo de las políticas públicas de
industrialización del campo y las políticas antinatalistas internacionales.
Temáticas recurrentes en el Magisterio de la época. A éstas se reere
Medellín: “denunciando el proyectado genocidio de nuestras próximas
generaciones, dispuesto por potencias extranjeras que pretenden esquivar
el duro compromiso de la justicia social” (Múnera 1968, 404). De esa
manera: “aparece como particularmente dañosa la adopción de una política
antinatalista que tiende a suplantar, sustituir o relegar al olvido una política
de desarrollo, más exigente, por ser la única aceptable” (Medellín, Familia,
n. 9). Pablo VI lo denuncia en la Populorum Progressio: “El volumen de
la población crece con más rapidez que los recursos disponibles, y nos
encontramos aparentemente encerrados en un callejón sin salida. Es,
pues, grande la tentación de frenar el crecimiento demográco con medias
radicales” (1967, p. 37).
CONCLUSIÓN
Raúl Zambrano Camader pastor pobre para los pobres fundamenta su
vocación y ministerio en Cristo quien siendo Dios: “se rebajó hasta la muerte
y una muerte de Cruz” (Fil 2, 8) y “Permanece siempre el mismo ayer, hoy y
siempre” (Heb 13, 8) 16. La pobreza de espíritu instalada en Cristo le permite
ser animador espiritual de la comunidad, al mismo tiempo que promotor
de su desarrollo integral.
El legado de Monseñor Zambrano Camader, a casi 50 años de su
desaparición, está todavía por descubrirse. Aunque algunos institutos de
formación técnica se crearon con sus ideales, y su nombre es hondeado en
las banderas de escuelas, sus escritos tienen poca divulgación. Investigaciones
acuciosas de su pensamiento teológico y económico, así como el trabajo
de recopilación de sus homilías y mensajes está todavía por realizarse.
Probablemente, las dicultades en la recepción de Medellín causaron
también el olvido práctico de eclesiásticos como monseñor Zambrano
Camader, destacados en la labor social. En efecto:
16 Es el lema de su escudo episcopal: “Ipse et in saecula” (Comunidad diocesana Facatativá,
1973, p. 5).
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El recibimiento de las conclusiones de Medellín por parte de la jerarquía
eclesiástica colombiana fue parco o de franco rechazo. El presidente de
la república [Carlos Lleras Restrepo] avaló en abstracto la prédica del
cambio y la justicia social, pero criticó el uso de categorías de las ciencias
sociales que podían interferir en labores temporales exclusivas de técnicos
y economistas (Calvo Isaza y Parra Salazar, 2012, p. 136).
La promoción laical auspiciada por el Vaticano II es primordial
en la pastoral de Zambrano Camader, en la recién fundada diócesis de
Facatativá y se extiende en asesorías a otras diócesis del país. Sin embargo,
la desconanza mayoritaria de la jerarquía en la teología de la liberación
frenó, particularmente, el avance de las Comunidades Eclesiales de Base.
Desconanza causada por el surgimiento de caudillos guerrilleros formados
en seminarios y universidades católicas17. A pesar del desenlace histórico de la
interpretación radical de Medellín, la memoria de monseñor Zambrano debe
puricarse de toda duda en doctrina y pastoral. Hay mucho que aprender
de sus intuiciones de experto economista y de padre conciliar.
La búsqueda de una economía verdaderamente humana y la Reforma
Agraria en Colombia sigue siendo una necesidad sentida en el nuevo siglo.
Los laicos esperan una mayor participación y promoción en las comunidades.
Las palabras de Zambrano Camader auspician el progreso del país y señalan
los caminos:
A los líderes seglares pertenece desde la constitución del Estado en
órganos verdaderamente democráticos y representativos de los diversos
estratos y factores de producción; hasta la práctica de la doctrina de la
libertad religiosa en las relaciones cotidianas; dar realidad a la función
social de la propiedad, hasta la gerencia del propietario para hacer posible el
derecho anterior de todos los miembros de la comunidad de usar los bienes
de la creación. Un régimen impositivo que al mismo tiempo que scal
17 De hecho: “la apropiación más radical de Medellín provino del grupo sacerdotal
Golconda [apoyado espiritualmente por monseñor Gerardo Valencia Cano, obispo de
Buenaventura] Al parecer, el ala más radical de Golconda hacía parte de un selecto grupo
conspirativo vinculado de forma heterogénea a la insurgencia” (Calvo Isaza y Parra Salazar,
2012, pp. 136-138). Por esa razón sus miembros son investigados y perseguidos por el
Estado: “Varios curas rebeldes fueron amonestados, se retiraron del sacerdocio y fueron
llevados a consejos verbales de guerra” (Calvo Isaza y Parra Salazar, 2012, p. 154).
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sea instrumento de redistribución del ingreso nacional, pero que estimule
sucientemente la creación de capital necesario para mayor producción.
Limiten las ganancias, sea con el control de precios y dividendos, o la
orientación de los ahorros e inversiones hacia nuevas fuentes de trabajo y
renglones más necesarios, previo el planeamiento de la economía dentro de
los márgenes de libertad e iniciativa privada que competen a la dignidad de
la persona humana. El crédito supervisado pero suciente.
La dotación de infraestructuras que aseguren la marcha de la economía
nacional sobre caminos más expeditos, hasta la ampliación de los mercados
internacionales. Desde un servicio de asistencia técnica universal y constante
al campesino, hasta la creación de institutos de educación técnico-agrícola
que formen a los futuros líderes del campo. El seguro social extendido a
todos los sectores; la escuela rural completa; el estudio y aplicación de la
paternidad responsable que solucione sin apelar a métodos antinaturales, el
problema demográco, que entre nosotros adquiere un cariz propio por los
crecidos porcentajes de uniones ilícitas, demasiado jóvenes, y de relaciones
extramaritales. Cuántas iniciativas acometidas ya siquiera parcialmente y
que no necesitan de pronunciamientos del magisterio eclesiástico, sino
alguna vez para recticar nes o ponderar medios a la luz del Evangelio
(1966, pp. 553-554).
Se podrían investigar otras temáticas del rico ministerio episcopal de
Monseñor Raúl Zambrano Camader, por ejemplo: promoción del diálogo
en el presbiterio y formación permanente; organización de comunidades
eclesiales de base; diaconado permanente; pastoral de conjunto; supresión
de clases sociales en la liturgia; etc. Igualmente, hace falta una publicación
crítica de sus discursos, mensajes, cartas y homilías. Una frase del laicado de
la diócesis de Facatativá resume su obra: “Fue tan sembrador, que terminó
sus días sembrándose a sí mismo para que otros recogieran, luego, buena
cosecha” (Comunidad diocesana Facatativá, 1973, p. 64).
Raúl Zambrano Camader obispo pobre para los pobres. A 50 años de Medellín
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