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Revista
Latinoamericana de
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Volume 9, número 2 (2018)
ISSN: 21772886
Artigo
LesOnline
‘Madre hay más que una’:
Reflexiones enTorno a las
Maternidades Lesbianas
'Mãe há mais que uma’: Reflexões entorno das
Maternidades Lésbicas
Maria Rodó de Zárate
Universitat Oberta de Catalunya – Espanha
mrodod@uoc.edu
Marta Jorba
Universidad del País Vasco – Espanha
marta.jorba@ehu.eus
‘There is not only one Mother’: Reflections on
Lesbian Maternities
Como citar este artigo:
RODÓ-DE-ZÁRATE, Maria: JORBA, Marta.
‘Madre
hay más que una’: Reflexiones en Torno a las
Maternidades Lesbianas. Revista Latino Americana
de Geografia e Gênero, v. 9, n. 2, p. 222-236, 2018.
ISSN 2177-2886.
Maria Rodó de Zárate, Marta Jorba 223
Revista Latino-americana de Geografia e Gênero, Ponta Grossa, v. 9, n. 2, p. 222 - 236, ago. / dez. 2018.
‘Madre hay más que una’: Reflexiones en
Torno a las Maternidades Lesbianas
Mãe há Mais que Uma’: Reflexões entorno das Maternidades Lésbicas
Resumo
‘There is Not only One Mother’: Reflections on Lesbian Maternities
A questão da maternidade tem sido tradicionalmente um elemento central nos debates
feministas. O objetivo deste artigo é mostra como as maternidades lésbicas colocam em
questão o conceito de mãe e de maternidade. Partimos de uma autoetnografia para mostrar (I)
que a conceitualização da mãe não gestante é um ‘não-lugar’ e fonte de injustiça
hermenêutica, (ii) como se concebem os vínculos familiares a paertire das conexões entre
genètica, biologia, gestação, lactãncia e parentalidade, e (iii) que existem multiplas formas de
discriminação e violência institucionais (legais e médicas) contra as maternidades não
normativas. Assim, argumetnamos que as maternidades lésbicas abrem oportunidades no que
se refere ao conceito de maternindade, a criação de novos papéis de parentalidade não
atribuídos prévia e normativamente, e ao questionamento da divisão sexual do trabalho e dos
papéis de gênero na parentalidade.
Palavras-Chave: Maternidade; Lesbianidade; Reprodução; Discriminação;
Heteronormatividade.
La cuestión de la maternidad ha sido tradicionalmente un elemento central en los debates
feministas. El objetivo de este artículo es mostrar cómo las maternidades lesbianas ponen en
cuestión el concepto de y de . Partimos de una autoetnografía para mostrar
(i) que la conceptualización de la madre no gestante es un ‘no-lugar’ y fuente de injusticia
hermenéutica, (ii) cómo se conciben los vínculos familiares a partir de la conexión entre
genética, biología, gestación, lactancia y crianza y (iii) que existen múltiples formas de
discriminación y violencia institucionales (legales y médicas) contra las maternidades no
normativas. Asimismo, argumentamos que las maternidades lesbianas abren oportunidades
respecto al concepto de maternidad, a la creación de nuevos roles de crianza no asignados
previa y normativamente y a cuestionamientos de la división sexual del trabajo y los roles de
género en la crianza.
Palabras-Clave: Maternidad; Lesbianismo; Reproducción; Discriminación;
Heteronormatividad.
Resumen
‘Madre hay más que una’: Reflexiones en Torno a las Maternidades Lesbianas
Maria Rodó de Zárate, Marta Jorba 224
Revista Latino-americana de Geografia e Gênero, Ponta Grossa, v. 9, n. 2, p. 222 - 236, ago. / dez. 2018.
The question of maternity has been a main issue in feminist debates. The aim of this paper is
to show how lesbian maternities put into question the concept of mother and maternity. Based
on an autoethnography, we want to show (i) that the place of the non-gestational mother is a
‘no-place’ and source of hermeneutic injustice, (ii) that the familiar bonds are conceived as a
connection among genetics, biology, breastfeeding and upbringing and (iii) that there are
multiple forms of discrimination and institutional violence (legal and medical) against non-
normative maternities. We also argue that lesbian maternities open new possibilities with
respect to the concept of maternity, to the creation of new upbringing roles that are not
previously and normatively established and to questioning sexual division of labor and gender
roles in raising children.
Keywords: Maternity; Lesbianism; Reproduction; Discrimination; Heteronormativity.
Abstract
Introducción
La cuestión de la maternidad ha sido tradicionalmente un elemento central
en los debates feministas y la cuestión de los cuidados y las formas de crianza
está tomando una gran relevancia en el debate social. Desde gran parte de los
feminismos, tradicionalmente se ha visto la maternidad como un problema:
como la materialización de la opresión de las mujeres y como una carga que
impide la libertad y encierra las mujeres en el ámbito privado, una crítica a la
maternidad como destino, a la presión social, a las dificultades para abortar y
el estigma que conlleva, a la prohibición de los anticonceptivos y a un sistema
patriarcal en general que ata a las mujeres al cuidado de sus hijos/as. A su vez,
las formas alternativas de maternidad empiezan a hacerse lugar entre los
círculos feministas y cada vez se encuentran más reflexiones y debates acerca
de cómo afrontar y vivir la maternidad de forma a su vez liberadora para las
mujeres y respetuosa con las criaturas.
Sin embargo, muchas de las discusiones parecen presuponer una idea
de maternidad, conformada por un hombre y una mujer
(ambos cis). La literatura sobre maternidades lesbianas ha puesto de relieve las
exigencias que supone la maternidad para mujeres lesbianas en su manejo de
los retos usuales en esta etapa de la vida, junto con los retos de concebir y criar
en un contexto heteronormativo impregnado de estigmatización, homofobia y
discriminación (LEWIN, 1994; MORNINGSTAR, 1999; GOLDBERG;
SMITH, 2008; WEBBER, 2010). El objetivo de este artículo es mostrar cómo
las maternidades lesbianas ponen en cuestión el concepto mismo de y
de de una forma particular. Partiremos de una autoetnografía y del
activismo feminista en el que participamos. Somos dos mujeres cis, lesbianas,
blancas, (relativamente) jóvenes, catalanas, trabajamos en el ámbito académico
y somos madres de un niño. Queremos destacar aquí que hay múltiples formas
de entender la maternidad y la paternidad y que nuestro enfoque parte de
nuestra experiencia. En este sentido, entendemos que la concepción
heteronormativa es también cisexista y que la discriminación recae también
sobre los hombres trans* y sobre otras identidades de género no normativas
encarnadas en cuerpos asignados como mujer en el nacimiento. Aquí no
tratamos sobre el estigma que recae sobre hombres trans* gestantes pero
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entendemos que muchas situaciones pueden ser también aplicables a ellos y
que en otros casos se configuran de forma muy distinta pero que puede llegar a
ser muy discriminatoria (véase PLATERO MÉNDEZ; ORTEGA
ARJONILLA, 2017). Asimismo, tampoco tratamos explícitamente la
experiencia de maternidades lesbianas o heterosexuales en solitario o sin
pareja masculina.
En una primera aproximación, si miramos la definición de ‘madre’ del
diccionario de la Real Academia Española, encontramos que significa ‘1.
Mujer o animal hembra que ha a otro ser de su misma especie’; 2.
Mujer o animal hembra que ha y 3: Mujer que ejerce las
de madre (el émfasis es nuestro). Podemos ver que en el significado estándar
(recogido en el diccionario) hay una asociación estrecha entre ‘madre’ y lo
biológico (parir, concebir) y se menciona el rol social de madre (funciones) en
la tercera acepción. Por otra parte no hay referencia explícita al vínculo
genético, ya que ‘concebir’ se define como ‘empezar a tener un hijo en su
útero’. Pero nótese que aquí hay una asociación implícita entre lo biológico y
lo genético, cuando no tendría por qué ser así (existe la ovodonación o la
gestación por subrogación, por ejemplo). Es curioso en este sentido también el
significado que se le da a ‘padre’ en la primera acepción como ‘varón o animal
macho que ha engendrado a otro ser de su misma especie’, destacando el papel
activo de ‘engenderar’ como ‘dar vida a otro ser’ en contraposición al
‘concebir’ para la madre que significa ‘empezar a tener un hijo en su útero’, un
papel con una connotación mucho más pasiva.
Estas definiciones, seguramente por basarse en el uso de la lengua en
nuestra sociedad, están muy presentes en las concepciones sociales sobre lo
que se supone que es una madre y un padre. Encierran una visión
heteronormativa que impide pensar en otras formas de maternidad y de
familia, excluyendo muchas personas y generando discriminación y violencia a
través de leyes, prácticas institucionales y relaciones sociales. Las
maternidades lesbianas conforman unas experiencias que se pueden considerar
marginalizadas desde el punto de vista de la no-heterosexualidad (BEN-ARI;
LIVNI, 2006). En este texto presentaremos cómo se materializa esta
concepción a través de nuestra experiencia como madres lesbianas e
identificaremos también en la parte final las oportunidades que abren nuevas
formas de maternidad para repensar la idea de ‘madre’ y de familia.
Experiencia Vivida y Concepciones Heteronormativas de la Maternidad
En este apartado presentaremos seis situaciones en las que nos encontramos
durante el proceso de gestación, parto y crianza de nuestro primer hijo (2015-
2016) como situaciones en las que se pone de manifiesto la concepción
heteronormativa de la maternidad, relacionándolo con conceptualizaciones
feministas y una crítica al modelo imperante de maternidad.
Esta es la frase que dijo en 2013 Ana Mato, la entonces ministra de Sanidad
española, en relación a la no incorporación de las mujeres solas y las lesbianas
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en la cartera de servicios públicos en relación a la reproducción asistida.1Esta
consideración esconde detrás de un argumento biologicista lo que no es más
que una postura ideológica discriminatoria, ya que una mujer sin ningún
problema de esterilidad podía perfectamente acceder a las técnicas de
reproducción asistida (TRA) si su pareja masculina era estéril. Es decir,
escoger como pareja a una persona con la que no puedes reproducirte tiene
implicaciones distintas dependiendo de si entra dentro de la lógica
heteronormativa o no. Más allá del Real Decreto de la ministra Mato, Cataluña
tiene las competencias en materia sanitaria y la prohibición en nuestro país se
regía por el Protocolo de la Generalitat de Catalunya aprobado en 2012, que
decía claramente que solo tenían acceso a las TRA en la sanidad pública las
“parejas heterosexuales”. Este protocolo nos excluía directamente,
obligándonos a ir a clínicas privadas (con el obstáculo económico que supone
esto para muchas mujeres) o a usar otros métodos. Una política heterosexista y
clasista que defendía un modelo de familia concreto. A pesar de que la ley
catalana 11/2014 contra la LGTBIfobia establecía que las administraciones
deben “garantizar a las mujeres lesbianas la igualdad de acceso a las técnicas
de reproducción asistida”, que la Ley española 14/2006 sobre técnicas de
reproducción humana asistida afirma que “la mujer podrá ser usuaria o
receptora de las técnicas reguladas en esta Ley con independencia de su estado
civil y orientación sexual”, y además de una amplia legislación internacional
contra la discriminación y defensa de los derechos del colectivo LGTB, este
derecho no se hacía efectivo. Fue posteriormente, en julio de 2016 cuando
gracias a la lucha por parte de mujeres del movimiento feminista y LGTB se
elaboró conjuntamente con el Departamento de Salud de la Generalitat de
Cataluña el “Protocolo sobre Técnicas de Reproducción Humana Asistida”2,
proceso en el que participamos activamente y que da respuesta al “deseo de
gestación” de todas las mujeres, terminando con la discriminación de acceso y
planteando tratamientos y procedimientos que intentan dar un paso adelante a
favor de una desmedicalización de estos procesos.3
Un reciente estudio del Centre d’Estudis Demogràfics de la Universitat
Autònoma de Barcelona afirmaba que entre un 25 y un 30% de las mujeres
nacidas en la generación del 1975 no serán madres, señalando que solo el 2%
es por motivos de infertilidad primaria y un 5% porque no quieren tener
descendencia (ESTEVE; DEVELDER; DOMINGO, 2016, p. 1-4). El mismo
estudio apuntaba a la desigualdad de género como el factor principal de esta
alta infecundidad, la tasa más baja jamás recogida. Hoy en día, en Cataluña, la
industria en relación a la reproducción asistida es un gran negocio que mueve
________________
1 Disponible en: <https://bit.ly/2GmgL7a>.
2 El protocolo puede encontrarse en la página web del Departament de Salut de la Generalitat
de Catalunya <https://bit.ly/2A2hqou>.
3 Pese a la aprobación de dicho protocolo, su implementación se está encontrando con serias
dificultades a distintos niveles que impiden su correcto funcionamiento. Véase más abajo.
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millones de euros. Muchas parejas heterosexuales acuden a estas técnicas por
problemas de fertilidad. Muchas mujeres con deseo de ser madres posponen la
maternidad ya sea por la situación social y económica, la precariedad laboral,
la división sexual del trabajo, la falta de soluciones colectivas a los cuidados,
los pocos recursos para la crianza, etc.
Esta industria configura pues un entorno que se focaliza en la asistencia a
procesos de reproducción a parejas heterosexuales mayoritariamente, por lo
que la visión heteronormativa impregna todos los procesos. La cita de más
arriba fue el comentario que nos hizo el ginecólogo antes de empezar a valorar
si comenzábamos un proceso de reproducción asistida. Las TRA están
pensadas para parejas con problemas de fertilidad y en el uso de estas técnicas
por parte de parejas de lesbianas se usan los mismos estándares. En general,
dos mujeres que acuden a estas clínicas no lo hacen por un ‘problema de salud’
sino por una necesidad muy concreta: la falta de semen. Al considerar que la
mujer que se somete a TRA tiene un ‘problema’ médico, toda la atención está
medicalizada y patologizada. Muchas veces se impone la hormonación para
proceder a una inseminación sin que sea estrictamente necesario, con todos los
efectos secundarios y riesgos que comporta. De hecho, al no haber estudios
que tengan en cuenta estas diferencias tampoco hay datos específicos en los
que apoyarse. También hay una práctica habitual y que parece que empieza a
disminuir, que es la de transferir dos embriones en procesos de fecundaciones
in vitro, sin que se alerte de lo que supone: un embarazo, un parto (y una
crianza) de riesgo. No es de extrañar que tantas parejas de lesbianas tengan
gemelos. Tampoco se respetan los tiempos, los conocimientos de las mujeres
ni acostumbra a haber conciencia de que estos procesos tienen repercusiones
emocionales muy importantes y que las personas que se someten a ellos llegan
a puntos de gran vulnerabilidad especialmente después de varios intentos
fallidos.
Esta medicalización del proceso de reproducción asistida se ha intentado
paliar con la aprobación del Protocolo de 2016 anteriormente mencionado, a
pesar de que la aplicación no está dando los resultados esperados. Patologizar
un proceso de este tipo, aparte de partir de una visión heternormativa por la
que se supone que la mujer que acude a las TRA tiene ‘algún problema
médico’, es también una muestra de la visión patriarcal de la medicina. La
deshumanización del parto, la falta de respeto a los procesos fisiológicos, las
malas prácticas médicas o el ‘punto para el marido’4son ejemplos de cómo
estos procesos no están pensados desde el respeto a los cuerpos de las mujeres
y sus conocimientos sino desde una concepción patologizante del embarazo
conducida por una autoridad médica. Las TRA serían pues la primera fase en la
que puede darse violencia obstétrica, que en el caso de mujeres lesbianas se
configura de forma distinta pero que parte de la misma concepción
heteropatriarcal que afecta también a mujeres heterosexuales.
________________
4 Punto de sutura extra que se da después de una episiotomía o un desgarro producido en un
parto vaginal, con consecuencias muy dolorosas para las mujeres a largo plazo. Se da con el
supuesto objetivo de estrechar la vagina para que el hombre sienta más placer durante la
penetración.
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Esta frase fue la que escuchamos en una de las visitas al Registro Civil de
Barcelona cuando fuimos a preguntar sobre los procedimientos para registrar
al niño como hijo de dos madres. En el Estado español hay mucha diversidad
de situaciones en relación al registro según la comunidad autónoma, por tanto,
un primer punto a enfatizar como discriminatorio es la inequidad territorial. En
general la lógica es que hay presunción de paternidad pero no de maternidad
para la madre no gestante. Es decir, una mujer podría ir al Registro Civil con
su hijo/a recién nacido/a e inscribir como padre al chico que se acaba de
encontrar en la puerta. En cambio, dos mujeres, aunque estuvieran casadas,
tienen la obligación de presentar el consentimiento informado de la clínica. El
entramado es complejo, pero en el caso de Cataluña la cuestión es que el
Código Civil catalán no obliga a que las mujeres estén casadas, pero sí a tener
un consentimiento informado de la clínica. Esto implica que, ni estando
casadas, podíamos registrar a nuestro hijo si no habíamos pasado por una
clínica de fertilidad. Esto se solventó posteriormente de forma parcial gracias a
la demanda presentada por María José Torres y Brenda Kelleher, junto con
100.000 firmas y el apoyo de diversas asociaciones, a la Dirección General de
Registros y Notariado en 2017. A esta pareja le habían denegado la posibilidad
de registrar a su hijo como hijo de las dos en el Registro civil de Denia
(Alicante), a pesar de estar casadas desde 2007 y tener ya dos hijos en común.
Su caso sirvió para que, actualmente, dos mujeres casadas no tengan que
mostrar ningún otro documento que el libro de familia para registrar a sus
hijos/as5. O, dicho de otro modo, que casarse es obligatorio si quieres registrar
a tus hijos/as sin problemas. De este modo, la necesidad de contraer
matrimonio sigue siendo una desigualdad en la nueva normativa, ya que no se
requiere para las mujeres que quieran registrar su hijo/a con un hombre. A
pesar de que es una normativa estatal de obligado cumplimiento, actualmente
hay casos en los que el Registro Civil continúa pidiendo el consentimiento de
la clínica, hecho que muestra la arbitrariedad en la aplicación de las normas y
la vulnerabilidad que implica para las parejas de mujeres.
En relación a la primera cita, otra de las situaciones que vivimos durante la
gestación fue en un centro de salud especializado en métodos alternativos al
que fuimos para asesorarnos para el proceso de parto y posparto. Durante la
visita, la incomodidad por parte de la comadrona empezó desde el primer
momento ante su dificultad para comprender el rol de cada una de nosotras.
Asumió que la madre gestante tenía el rol de ‘madre’ y la no gestante el de
‘padre’. Así, la ‘madre’ tenía el rol de ‘dar la vida’, ‘crear el vínculo’ y ‘dar
________________
5 Disponible en: <https://bit.ly/2S4DUfF>.
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afecto, amor y cuidados’ en una relación estrecha, instintiva, casi animal,
mientras que para ‘el padre’ se le reservaba el rol de ‘dar el lenguaje’ a la
criatura. A parte de las connotaciones patriarcales que estos comentarios
puedan contener, el discurso se basa en una mistificación del proceso de
gestación que se atribuye de forma incontestable y única a la mujer gestante y
a una concepción de la paternidad (o de cualquier otra persona que no sea la
mujer gestante) como fuera de este proceso.
La segunda cita, encontrada en un libro sobre temas relacionados con el
embarazo y el parto (en principio desde una perspectiva crítica y alternativa),
se contextualizaba en el (único) capítulo dedicado al ‘padre’. Para empezar, los
libros sobre estas cuestiones siempre presuponen que hay una madre y un
padre, ignorando la diversidad familiar y suponiendo una alienación por parte
de madres lesbianas en relación a muchas de las cuestiones que se plantean. En
concreto, éste alertaba a ‘los padres’ de que estuvieran atentos durante el parto
y no se distrajeran con los aparatos tecnológicos de la sala. A parte de lo
ofensivo que pueda resultar el comentario para un ‘padre’ que lee un libro de
este tipo (prácticamente no hay literatura dedicada a los hombres) y está
comprometido con el proceso, esta frase supone una alienación todavía mayor
por parte de una madre no gestante.
Las dos citas muestran el ‘no-lugar’ en el que queda una madre que no gesta
ni pare pero que tampoco es ‘padre’. Este ‘no-lugar’ implica una disociación
entre la experiencia como ‘madre’ y la concepción que se tiene de ella
socialmente. El hecho de entenderse como madre en estos casos no va
vinculado al proceso biológico sino a una proyección y una asunción de roles,
deseos y prácticas concretas. Esta madre sin lugar en la concepción
heteronormativa de la familia puede haber parido antes, por ejemplo, puede
implicarse en el proceso de una forma muy empática o puede tener
conocimientos previos sobre una gestación, un aborto o el cuidado de otros
bebés como ‘madre’, pero el rol que se le asocia es el de un ‘padre’
absolutamente desvinculado con procesos corporales ‘femeninos’ o con el rol
de ‘madre’. Presuponer que la persona que acompaña en un parto es un
hombre que no puede entender lo que implica un parto deja fuera de la
ecuación a, por ejemplo, la pareja mujer que ya ha parido anteriormente y que
tiene una experiencia vivida en propia carne y un conocimiento que debería
poder ser considerado en el parto. Y además constatamos la constante
reproducción de una lógica sexista según la cual el ‘padre’ es un sujeto
desconectado de todo el proceso.
La primera cita fue una frase que escuchamos en una charla sobre
maternidades en un entorno feminista y activista. La dijo una maestra cuando,
después que nosotras hiciéramos notar que toda la charla había tenido una
perspectiva heteronormativa, quiso justificar que en su escuela eran
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‘respetuosas con la diversidad’. Esta frase muestra en primer lugar una
concepción fundamental para la crítica heteronormativa que es que ‘madre no
hay más que una’. La ‘madre’ va con ‘su hijo/a’ y en la escuela respetan a su
pareja sea un hombre o una mujer. Esta visión parte implícitamente de que ‘la
otra mujer’ no es ‘madre’ sino la ‘pareja de la madre’. Así, detrás de una
actitud de corrección política de aceptación de la diversidad (en concreto del
lesbianismo), lo que no se está transformando es la idea misma de ‘madre’, que
debe ser una mujer que gesta, pare y asume el rol materno de forma individual,
creando un vínculo madre-hijo que solo puede existir entre dos personas, con
lo que esto supone también de responsabilidad para la ‘madre’, que asume los
trabajos de cuidados y la presión social para llevarlos a cabo de forma
individual y nunca colectiva.
La segunda cita hace referencia a la pregunta que nos hizo un pediatra
cuando, al presentarnos las dos como madres de nuestro hijo, no quedó
satisfecho con la respuesta y quiso saber ‘quien era la madre de verdad’. Este
ejemplo muestra, a parte de la actitud homófoba del pediatra, la relación
directa entre genética-biología-gestación-lactancia que existe en la actualidad.
¿Qué quería saber? ¿De quién llevaba la carga genética para hacer su historial?
¿Quién lo había gestado y parido para saber cómo había sido el parto? ¿Quién
le había dado el pecho? ¿Quién lo cuidaba? Hoy en día con las TRA estas
funciones las pueden haber realizado personas distintas: una mujer puede
gestar y parir a un/ hijo/a fruto del óvulo de su pareja y semen de donante,
pueden amamantar las dos y por supuesto el rol de ‘madre’ no tiene por qué
tener ninguna relación con el vínculo biológico ni genético. La pregunta
esconde pues esta vinculación clara entre genética, biología y rol social y
muestra una fuerte concepción lesbófoba en la que se entiende que la madre no
genética/ no gestante en realidad es un artificio, no es ‘madre de verdad’ sino
una manipulación de los términos, una performance que carece de validez pero
que se acepta solo como forma de corrección política. La madre no gestante/
no genética como impostora.
Otro ejemplo claro de esta concepción de que ‘madre no hay más que una’
se puede encontrar en relación con la lactancia compartida: cuando tanto la
madre gestante como la no gestante, a través de la estimulación del pecho,
comparten la lactancia. Muchos Centros de Atención Primaria se niegan a
acompañar estos procesos alegando que ya hay ‘una madre’ que da el pecho.6
Muchas veces es falta de formación y de conocimiento, o simplemente una
cuestión de prejuicios. La estimulación para la lactancia en mujeres que no han
parido no es un proceso complejo, aunque sí requiere de una constancia y un
seguimiento que no son facilitados por la sanidad pública. De nuevo, los
cuerpos de las madres no gestantes no encajan con el rol social que se les
supone: “madre es la que pare”, y “la otra” queda en un espacio intermedio
entre no ser ni madre ni padre que desde los servicios médicos no saben, o no
quieren, atender. De hecho, todo esto continua con las posteriores visitas al/ a
la pediatra, urgencias, o cualquier formulario que se deba rellenar en el que te
obligan a encajar en las etiquetas de ‘madre’ y ‘padre’.
________________
6 Para un estudio de la vulnerabilidad de madres lesbianas en el acceso a la atención sanitaria
durante el período pre-natal, peri-natal y post-natal. (véase HAYMAN et al, 2013).
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Estos ejemplos nos muestran que nuestra sociedad actual está anclada en lo
que Shelley M. Park (2013) denomina la ‘ideología de la monomaternidad’,
según la cual hay una relación diádica única entre madre e hijo/a. La autora
señala que la construcción de la ‘madre real’ se basa en una conexión biológica
y genética que determina el rol legítimo y legal de las madres que conciben.
Dentro de esta concepción (que también destaca como heteronomativa), la
irrupción de las familias queer (lesbianas, adoptivas, extendidas, poligámicas,
etc.) supone un potencial inestimable para la reconceptualización de la
maternidad y de lo que es ser madre puesto que ponen al descubierto prejuicios
e injusticias y la necesidad de transformación de los conceptos y las prácticas
hegemónicas.
Por último, otro de los ejemplos de la concepción heteronormativa en el
proceso de gestación y maternidad tiene que ver con la necesidad de identificar
una figura paterna en cualquier relación familiar. Preguntas como ‘¿quién es el
padre?’ o referirse al donante como ‘padre’ en lo que tiene que ver con la carga
genética del bebé muestran lo arraigada que está la relación entre genética y
paternidad. Un espermatozoide toma más relevancia social en la constitución
de un bebé que la madre (no gestante ni genética) que lo cuida cada día. Esta
concepción no solo muestra lo biologicista que es la visión del vínculo familiar
sino también el papel preponderante que se le da al hombre como ‘padre’
aunque no haya tenido ninguna vinculación con la criatura. Esto puede
ejemplificarse con un conocido caso ocurrido en Madrid. En 2012 se interpuso
una demanda en la que el ‘padre genético’ de una criatura reclamaba derechos
de paternidad sobre la hija de una pareja de mujeres con las que había
establecido un pacto verbal para su concepción años antes. La madre no
biológica no fue admitida como parte en el juicio, por lo que no pudo ni
siquiera defender sus derechos7. Esto muestra que cuando el proceso
reproductivo se hace fuera del modelo médico (por ejemplo, con semen de un
amigo), la justicia prioriza el derecho de paternidad del 'padre genético' por
delante de la unidad familiar compuesta por dos mujeres. También muestra la
concepción heteronormativa y patriarcal de la filiación, que prioriza la figura
de 'padre genético' como derecho intocable frente a las relaciones de cuidados
y afectos que puedan existir.
En resumen, estas situaciones muestran al menos tres dimensiones
fundamentales de la visión heteronormativa de la maternidad. En primer lugar,
el ‘no-lugar’ de la madre no gestante. No hay un espacio simbólico para esta
figura, que se entiende como impostora — contra la existencia de una ‘madre
de verdad’ — y a la que tampoco se le puede atribuir completamente el rol de
padre. Esto implica, para la madre gestante, que debe asumir de forma
individual el rol establecido para una madre, siendo alertada y culpada también
si no lo cumple. Este no-lugar que ocupa la madre no gestante es una
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7 Disponible en: <https://bit.ly/2S94ynM>.
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manifestación de un problema estructural y generalizado en la realidad social:
la injusticia hermenéutica. Miranda Fricker (2007) llama injusticia
hermenéutica a la dificultad de comprender y dar sentido colectivo a una cierta
experiencia. En particular, podemos decir que la conceptualización de la
maternidad lesbiana parte de lo que la autora llama una desigualdad
hermenéutica situada, que es la experiencia vivida de estar injustamente en
desventaja a la hora de hacer comprensibles las experiencias sociales de
alguien para otras personas e incluso para una misma. Esta injusticia
hermenéutica quizás está en la base de las injusticias institucionales (legales,
médicas, etc.), puesto que el vacío interpretativo que existe de tales
experiencias genera incomprensión e injusticias a distintos niveles. Esta
situación contribuye también a que, como muestra Silvia López-Rodríguez, los
cuerpos y relaciones que salen de la norma cisheteropatriarcal son
considerados como “cuerpos abyectos”, ininteligibles políticamente y, en su
experiencia de maternidad, son concebidas como “madres imposibles”,
generando espacios de vulnerabilidad corporal (LÓPEZ-RODRÍGUEZ, 2017).
En segundo lugar, se muestra como evidente la indisoluble relación entre
genética-gestación-lactancia-cuidado, fundamental para el mantenimiento de la
familia heteropatriarcal y fuente de múltiples discriminaciones. Además, en la
actualidad, con el uso masivo de TRA, muchas parejas heterosexuales deben
recurrir a óvulos o espermatozoides de donante para tener a sus hijos/as. Este
tema es todavía tabú a pesar de ser una práctica cada vez más extendida. En
general se esconde al hijo/a que la carga genética no es la de su madre o su
padre justamente por el estigma que esto supone. En el caso de una pareja de
mujeres se da por sentado que hay un donante y por este motivo la
discriminación es más explícita –no se puede esconder a diferencia de las
parejas heterosexuales, aunque el estigma sea el mismo.
Y en tercer lugar, los distintos ejemplos muestran tipos distintos de
discriminación: la violencia institucional es una de ellas, ya sea en relación a la
sanidad, la educación o la justicia, y ya sea en forma de leyes, protocolos,
procedimientos legales o prácticas concretas de los/las profesionales. Las
discriminaciones que implican estas situaciones suponen barreras de acceso
directo, pero también violencia cotidiana y exclusión en ciertos servicios. Pero
también hay una parte de desgaste psicológico muy importante: la angustia de
no saber si vas a poder registrar a tu hijo/a como hijo/a tuya, la incomodidad
de tener que dar explicaciones siempre, el miedo a recibir comentarios
ofensivos, etc., implican una alerta constante y una necesidad de reafirmar,
explicar y corregir que es en sí misma una forma de discriminación.
Posibilidades y Oportunidades
A pesar de las discriminaciones que implica esta visión heteronormativa de
la maternidad, las maternidades lesbianas abren posibilidades de romper con
concepciones rígidas de lo que significa ser ‘madre’ que pueden abrir la puerta
a nuevas perspectivas favorables no solo para las lesbianas sino para todas las
mujeres. Las maternidades lesbianas muestran que el vínculo de la madre con
la criatura puede no venir dado por la biología o la genética, abriendo la puerta
a normalizar la situación de mujeres que gestan sus hijos con óvulos de
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Revista Latino-americana de Geografia e Gênero, Ponta Grossa, v. 9, n. 2, p. 222 - 236, ago. / dez. 2018.
donante, madres adoptivas o cualquier otra forma de maternidad no biológica.
Estos vínculos permiten pasar de una definición determinista biológica a una
definición funcional: ser madre es un ‘hacer’ en relación, estar en cierto tipo de
relación con una criatura, no algo ‘dado por naturaleza’ o ‘biológico’. Como
señala la antropóloga Elixabete Imaz parece ser que la idea no-genética y no-
biológica de maternidad es una constante en las parejas de lesbianas madres:
Es una afirmación repetida que ser gestante o no, no cambia la calidad
de madre y que es el proyecto conjunto, el deseo de ser madres y el
amor que se ofrecerá al niño o niña lo que les hace madres. Es por
ello que la gestación tendría un lugar secundario y es vivida en la
medida de lo posible de forma compartida y con la presencia
constante de la compañera en cada una de las fases –desde la
hormonación, pasando por las inseminaciones hasta el mismo parto
(IMAZ, 2016, 81).8
En segundo lugar, partiendo de este ‘no-lugar’ de la madre no gestante, se
abre una posibilidad única de redefinir roles de crianza y maternidad lejos de la
dicotomía binaria excluyente madre-padre (sobre este punto véase también
HAYMAN; WILKES, 2017). Al no recibir unos patrones sociales sobre la
actuación que se espera de la madre no gestante (o recibir indicaciones de
signo contradictorio), las madres lesbianas tienen la oportunidad de crear sus
propios roles maternales atendiendo a aspectos de la maternidad que no están
predeterminados y asociados a algún miembro de la pareja. Esto es así para la
madre no gestante claramente, pero también para la madre gestante, ya que la
reconfiguración de roles afecta a ambas. Esta oportunidad podría suponer un
alejamiento de la tendencia a conceptualizar las maternidades lesbianas en
base a las similitudes y diferencias con las maternidades “normales” o
tradicionales, como sugiere Hequembourg (2007).
En tercer lugar, las maternidades lesbianas abren nuevos escenarios en
relación a la división sexual del trabajo y especialmente respecto a los roles de
género en la crianza. Cuando hay dos ‘madres’ (dos personas que asumen el rol
que tradicionalmente se la da a una madre en lo que se refiere a los cuidados),
las tareas de cuidado están por definir, su repartición está abierta. El hecho de
no partir de posiciones desiguales de género, como ocurre en general con las
parejas heterosexuales, permite de entrada la posibilidad de repartir el trabajo
de cuidados de una forma más equitativa. Como ejemplo, es interesante
destacar que otro de los comentarios habituales una vez nace la criatura es el
de “¡Qué bien que sois dos mujeres! Entre dos mujeres las tareas de cuidado
son más fáciles”. Esta frase es recurrente en nuestra experiencia, por parte de
personas de nuestro entorno, en situaciones concretas como por ejemplo justo
después del parto: “tenéis mucha suerte de poder estar dos mujeres en casa
durante los primeros meses de vida” o “no te quejes que yo lo tenía que hacer
todo sola”. Comentarios de este tipo, hechos por mujeres siempre, muestran
________________
8 Pese a la insistencia de las madres lesbianas en desvincular la maternidad de lo genético y
biológico, la mayoría de ellas optan por técnicas de reproducción asistida con óvulos propios o
de la pareja, y no por otros tipos de maternidad como la adopción (para una discusión de este
punto véase IMAZ, 2016).
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cómo el vínculo entre lo biológico y los cuidados desaparece en la práctica:
madre es la que cuida y eso es lo que hace la diferencia. Que nuestro entorno
constate esta realidad ha sido también una forma de desmontar ideas
patriarcales sobre la imposibilidad de los padres de implicarse en la crianza
porque no tienen con su hijo/a el vínculo corporal (biológico, instintivo) que sí
tiene la madre. Cuando la madre no gestante se implica de igual forma en la
crianza se muestra que es cuestión de voluntad y no un determinismo biológico
lo que hace que se repartan las tareas de una forma concreta.
Así pues, las maternidades lesbianas abren la posibilidad de una
redefinición de la maternidad en general, que puede englobar distintas formas
posibles de crianza, un cuestionamiento de los vínculos biológicos y genéticos
como base de la filiación y la posibilidad de desestabilizar la actual división
sexual del trabajo en relación a las tareas del cuidado–especialmente de las
criaturas.
Apuntes Finales
La autoetnografía que hemos presentado en este artículo parte de nuestras
experiencias de maternidad lesbiana en los últimos tres años, desde el período
de gestación hasta la crianza de nuestro hijo. Concretamente hemos analizado
y destacado aquellos episodios en que las maternidades lesbianas se sitúan
fuera de la conceptualización y articulación tradicional y habitual de lo que es
la maternidad. Las maternidades lesbianas reciben distintos tipos de
resistencias y obstáculos, desde la injusticia hermenéutica hasta la
discriminación y violencia institucional. A su vez, sin embargo, esta forma de
maternidad ensancha los límites de lo que se concibe como maternidad y
puede así proveer posibilidades de reformulación del concepto mismo
–eminentemente heterosexual y monomaternal– que englobe la variedad
sexual y familiar que encontramos en nuestra sociedad pero que también
permita transformar el modelo de maternidad imperante.
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