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INTRODUCCIÓN
La literatura científica destaca la etiología multi-
factorial de los trastornos de la conducta alimentaria
(TCA) (Turchi y Gago, 2010). Diversas investigaciones
han examinado la influencia de factores contextua-
les (Fernández y Pritchard, 2012), genéticos (Van
Kuyck, et al., 2009) y variables psicológicas (Ferreira,
Pinto-Gouveia y Duarte, 2013), entre otros. Una de
las variables contextuales que ha llamado la aten-
ción se refiere a los factores familiares. La investiga-
ción sugiere una relación entre la crianza parental
percibida y el desarrollo de ciertas formas de psico-
patología (Rodgers y Chabrol, 2009). Sin embargo,
aunque se cree que ciertos estilos de crianza pueden
actuar como factores de riesgo para el desarrollo de
trastornos específicos, es difícil establecer una rela-
ción causal (Castro, 2005).
Perris (1988) propuso un modelo teórico multi-
factorial en un intento de explicar por qué determi-
nados estilos disfuncionales de crianza de los
padres pueden conducir a trastornos psicopatológi-
cos. Los cuatro estilos principales de crianza inclui-
dos en este modelo son: rechazo (hostilidad física y
verbal, conductas punitivas y abusivas, degradación
Revista Argentina de Clínica Psicológica
2019, Vol. XXVIII, N°1, 12-21
DOI: 10.24205/03276716.2018.1086
PERCEIVED PARENTAL REARING STYLES IN EATING DISORDERS
Mercedes Borda Mas1, Ruth Asuero Fernández1,
María Luisa Avargues Navarro1, Milagrosa Sánchez Martín2,
Carmen del Río Sánchez1y Luis Beato Fernández3
Resumen
El objetivo ha sido poner a prueba un modelo estructural para determinar cómo pueden estar
afectando los estilos de crianza percibidos al desarrollo personal y emocional, así como a la apari-
ción de conductas directamente relacionadas con los trastornos de la conducta alimentaria (TCA).
La muestra estuvo formada por 168 mujeres con criterios diagnósticos para alguno de los tipos de
TCA. El modelo estimado se ajustó satisfactoriamente. Los resultados muestran que la calidez emo-
cional percibida del padre desempeña un importante papel frente a la percepción de rechazo de la
madre, en el desarrollo personal y emocional, así como en la aparición de conductas relacionadas
con los TCA. Además, se comprueba la relevancia de las variables personales y emocionales para
el desarrollo de los TCA, en especial de la baja autoestima, más allá de la influencia directa de los
estilos de crianza parentales, percibidos como disfuncionales.
Palabras clave:Trastornos de la conducta alimentaria, estilos parentales percibidos, desarrollo
personal, alteraciones emocionales, estudio ex post facto.
Abstract
The aim of this study was to test a structural model designed to determine how perceived par-
enting styles may, in women with eating disorders (ED), affect their personal development and the
emotional disturbances they experience, and also to explore how these styles may influence the
emergence of behaviors directly related to ED. EMBU, BSQ, EAT-40, EDI-2, BDI, STAI, and BITE were
administered to 168 women with some type of ED. The estimated model showed a satisfactory fit.
The results show that perceived emotional warmth in the father plays an important role in mitigating
perceived rejection by the mother. The analysis also highlights the relevance of personal and emo-
tional variables, particularly low self-esteem, in the development of ED, above and beyond the direct
influence of parental rearing styles that are perceived as dysfunctional.
Key words: Eating disorder, perceived parental rearing, personal development, emotional dis-
turbances, ex post facto study.
Recibido: 26-05-14 | Aceptado: 25-02-16
1Universidad de Sevilla, España. 2Universidad Loyola Andalucía,
España. 3Hospital General Universitario de Ciudad Real, España.
E-Mail: mborda@us.es
REVISTA ARGENTINA DE CLÍNICA PSICOLÓGICA XXVIII p.p. 12-21
© 2019 Fundación AIGLÉ.
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y menosprecio, burlas, críticas, indiferencia hacia las
opiniones, etc.), calidez emocional (muestras de
afecto, besos, cumplidos, abrazos, de estimulación
por parte de los progenitores, confianza y apoyo sin
intrusismo, respeto del punto de vista y las opinio-
nes del niño), sobreprotección (control de las con-
ductas del niño, excesiva preocupación por su
seguridad, altas expectativas de logro, imposición
de obediencia de normas estrictas y chantaje emo-
cional) y favoritismo (trato más favorable y privile-
giado hacía al niño respecto al resto de hermanos).
Se argumenta que estos estilos, que interactúan con
otras variables culturales, sociales, biológicas y psi-
cológicas, actuarían como factores predisponentes
para ciertos trastornos. Estas interacciones se han
demostrado en algunas investigaciones posteriores
(Gracia, Lila y Musitu, 2005). Otros estudios también
han encontrado relaciones entre las diferentes va-
riables propuestas en este modelo teórico, pero con
algunas variaciones. Por ejemplo, se ha encontrado
que las variables de personalidad tienen un posible
efecto mediador en la relación entre el estilo de
crianza y la depresión (Enns, Cox y Larsen, 2000),
mientras que se ha informado una relación directa
entre diferentes patrones de crianza y rasgos de per-
sonalidad (Perry, Silvera, Neilands, Rosenvinge y
Hanssen, 2007).
En relación con los TCA, diversos autores han en-
fatizado el papel relevante que juegan los estilos
educativos o de crianza parentales en el origen y el
pronóstico de estos tipos de trastornos (Borda,
Asuero, Avargues y Beato, 2012; Beato y Rodríguez,
2003). Esto resalta la importancia de saber cómo los
diferentes contextos, como la familia, pueden influir
en la aparición de conductas alimentarias de riesgo,
reconociéndose que el efecto de estos contextos es-
tará mediado por una serie de variables personales
(psicosociales). En este sentido, se considera que las
variables psicológicas actúan directamente sobre la
conducta alimentaria de riesgo y también como me-
diadoras en la relación entre el contexto y dichas
conductas desadaptativas (Sánchez-Sosa, 2009).
La relación entre los distintos estilos de crianza
de los padres y el riesgo de desarrollar un TCA se ha
demostrado en varios estudios. En cuanto al re-
chazo, Turchi y Gago (2010) describen una asocia-
ción entre los TCA y una forma de cuidado materno
caracterizada por rechazo y frialdad, mientras que
Selvini Palazzoli (1990) señala que el rechazo es una
característica de las familias con un TCA. De igual
modo, Bruch (1973) señala que la anorexia se carac-
teriza por una relación temprana y especial entre
madre e hija en la que se produce una falta de res-
puesta de la madre a las necesidades de la hija. Con
respecto al apoyo y comprensión, Linares (2002) su-
giere que el amor paterno-filial, definido como la va-
loración, el cariño, la ternura y la socialización, es
necesario para el bienestar individual y la viabilidad
social del niño. En este sentido, muchas pacientes
con TCA dicen no haberse sentido queridas por su
padre y que los padres parecen tener una influencia
considerable en la actitud de una chica hacia su ima-
gen corporal y sus hábitos alimentarios. En palabras
de Thorn (citado en Espina (2005, p. 45) “si mi padre
no me acepta como mujer, mejor no crecer”. De ma-
nera similar, el estudio de Musitu y Cava (2003) des-
taca la contribución clave del apoyo paterno al
ajuste adolescente, a pesar de la creciente relevan-
cia de las relaciones de pareja y de amistad durante
el periodo de desarrollo. Por último, Rodes y Kroger
(1992) sugieren que el control materno sin afecto,
caracterizado por la sobreprotección, la inhibición
de la autonomía, la intrusión y el infantilismo se aso-
ciaría en mayor medida, que los comportamientos
paternos de este tipo, con los TCA. En este sentido,
Andrés et al. (2010) concluyen que existe asociación
entre los estilos parentales que implican altos gra-
dos de sobreprotección materna y paterna y la gra-
vedad de la patología alimentaria. Asimismo, la
calidez emocional materna parece estar asociada
con una menor preocupación por el peso.
Como se ha señalado anteriormente, los estilos
de crianza parentales podrían estar influyendo en el
inicio de los trastornos de forma indirecta, con la re-
lación mediada por variables personales y psicoló-
gicas, que a su vez pueden verse directamente
afectadas por los estilos de crianza. En el caso de los
TCA, existe evidencia empírica sobre el importante
papel que las variables personales y emocionales
desempeñan como factores de riesgo y vulnerabili-
dad (Borda, Avargues, López, Torres, y Del Río,
2011). Por ejemplo, diversos estudios han demos-
trado una relación entre la autoestima, la insatisfac-
ción corporal y conductas alimentarias de riesgo
(Asuero, Avargues, Martín, y Borda, 2012; Berardis
et al., 2007; Benedito, Perpiñá, Botella y Baños,
2003; Espina, Ortego, Ochoa, Alemán y Juanizi, 2001;
Sánchez-Sosa, 2007). De hecho, Asuero et al. (2012)
demuestran que estas variables personales desem-
peñan un importante papel en el desarrollo de los
TCA, más allá de los estilos de crianza percibidos.
Con respecto a la influencia de las alteraciones
emocionales en los TCA, Bearman, Presnell, Martinez
y Stice (2006) confirman que el afecto negativo es un
predictor del incremento en la insatisfacción corpo-
ral, mientras que Mc. Cabe y Vincent (2003) y Sinton
y Birch (2005) demuestran que el estrés psicológico
(ansiedad y depresión) se relaciona con conductas
alimentarias de riesgo. Otros investigadores señalan
una alta comorbilidad de TCA con depresión (Mease-
lle, Stice y Hogansen, 2006) y ansiedad (Mattar, Thié-
baud, Huas, Cebula y Godart, 2012).
En términos del papel mediador que estas varia-
bles personales y emocionales pueden tener en la
relación entre los estilos de crianza de los padres y
las variables directamente relacionadas con los TCA,
los principales hallazgos sugieren que: a) la insatis-
facción corporal media el efecto de la autoestima
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sobre el estado nutricional (Cohn, 2006), b) la alexi-
timia y el distrés influyen en las conductas alimen-
tarias de riesgo (Hund, 2008), c) el estrés psicológico
(ansiedad y depresión) media en el desarrollo de los
TCA (Blodgett, Gondoli, Corning, McEnery, y Grundy,
2007; Polivy y Herman, 2002), d) el bajo cuidado ma-
ternal, así como la sobreprotección se asocian con
conductas alimentarias anómalas, una relación que
está mediada por sentimientos de vergüenza (Tur-
ner, Rose y Cooper, 2005), e) el alto rechazo materno
y la baja calidez emocional se relacionan con el diag-
nóstico de TCA, una relación que está mediada por
el estrés psicológico (ansiedad y depresión) (Rojo,
Livianos, Conesa y Cava, 2006) y, f) el funciona-
miento familiar parece tener un efecto indirecto
sobre la conducta alimentaria de riesgo, una relación
que está mediada por la autoestima, la depresión y
la insatisfacción corporal (Franco, Mancilla, Vázquez,
Álvarez, y López, 2010; Sánchez-Sosa, 2007).
En resumen, investigaciones diversas han explo-
rado diferentes variables personales y emocionales
relacionadas con los TCA. Sin embargo, dado el ori-
gen multidimensional y bajo un enfoque psicosocial
de estos trastornos, la literatura científica también
contempla la influencia de ciertas variables contex-
tuales, como la percepción de determinados estilos
de crianza, en el desarrollo de un TCA. Los estilos de
crianza podrían, a su vez, tener un efecto sobre las
variables psicoafectivas (Ruiz, Vázquez, Arévalo,
Mancilla y López, 2010). Por lo tanto, dado que estas
variables pueden actuar como factores de riesgo y/o
de protección para el desarrollo y mantenimiento de
estos trastornos, es interesante estudiar la relación
entre los estilos de crianza parentales percibidos y
las variables personales y emocionales que se han
asociado más fuertemente con los TCA. En conse-
cuencia, el objetivo de este estudio ha sido poner a
prueba un modelo estructural, basado en la litera-
tura teórica y empírica sobre este tema.
Específicamente, se pretende determinar cómo
los estilos de crianza percibidos (rechazo, calidez
emocional y sobreprotección) pueden afectar al
desarrollo personal (baja autoestima e insatisfac-
ción corporal) y emocional (ansiedad y depresión),
así como a la aparición de conductas directamente
relacionadas con los TCA (conductas alimentarias
de riesgo y conductas compensatorias) en mujeres
con TCA (Fig. 1).
Figura 1. Modelo teórico propuesto sobre la influencia de los estilos de crianza en el desarrollo
personal, alteraciones emocionales y TCA.
En el modelo inicial, los estilos de crianza pa-
rentales afectarían, directa e indirectamente, al
desarrollo de los TCA, actuando la baja autoestima,
la insatisfacción corporal y las alteraciones emocio-
nales como variables mediadoras. Los estilos de
crianza parentales afectarían a los niveles de auto-
estima, de tal manera que la baja autoestima afec-
taría a la insatisfacción corporal en dos niveles: 1)
un efecto directo y positivo, donde a mayores nive-
les de baja autoestima, o menor autoestima, mayor
insatisfacción corporal y, 2) un efecto indirecto,
donde la influencia de la baja autoestima estará
mediada por las alteraciones emocionales (ansie-
dad y depresión).
MÉTODO
Participantes
Los participantes fueron 168 mujeres que
cumplieron con los criterios diagnósticos del
DSM-IV y DSM-IV-TR para los TCA, que recibie-
ron psicoterapia individual, grupal y familiar, te-
rapia nutricional y tratamiento
psicofarmacológico en una unidad especiali-
zada. El estudio incluyó a mujeres con anorexia
nerviosa restrictiva (ANr, N = 35; 20,8%; IMC:
15,89,), anorexia nerviosa purgativa (ANp, N =
16; 9,5%), bulimia nerviosa no purgativa (BNnp,
N = 10; 6%; IMC: 16,21;) bulimia nerviosa pur-
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gativa (BNp, N = 54; 32,2%; IMC: 24,66,), y tras-
tornos de la conducta alimentaria no especifi-
cado (EDNOS, N = 53, 31,6%; IMC: 27,10; IMC:
23,62). La edad media de las participantes fue
22,85 años (DT = 6,86, Rango 16-28).
Se recopilaron datos sobre variables socia-
les, familiares y educativas, así como sobre el
estado previo al tratamiento.
Instrumentos
El Cuestionario sobre la memoria de crianza
percibida / Egna Minnen Beträffande Uppfostran
(EMBU, Perris, Jacobsson, Lindstrom, Von Kno-
rring y Perris, 1980) se utilizó para evaluar los re-
cuerdos propios de los participantes sobre las
conductas de crianza de los padres. Las cuatro
dimensiones evaluadas por la EMBU son el re-
chazo, la calidez emocional, la sobreprotección
y el favoritismo. El presente estudio utilizó la
adaptación española de la EMBU, que ha demos-
trado tener propiedades psicométricas adecua-
das (Arrindell, Denia, Van der Ende y Perris,
1988). Para los fines del presente análisis, se uti-
lizó el rechazo (αde Cronbach = 0,89 para pa-
dres y 0,90 para madres), calidez emocional (α
= 0,89 para padres y madres) y sobreprotección
(α= 0,77 para padres y 0,73 para madres).
El Cuestionario de satisfacción corporal
(BSQ, Cooper, Taylor, Cooper y Fairburn, 1987)
evalúa la satisfacción general con la forma y el
peso del propio cuerpo. El presente estudio uti-
lizó la adaptación española del BSQ, que ha de-
mostrado tener propiedades psicométricas
adecuadas (Raich et al., 1996) y una consistencia
interna satisfactoria (αde Cronbach = 0,95).
El Test de actitudes alimentarias (EAT-40,
Garner y Garfinkel, 1979) evalúa las actitudes,
sentimientos y comportamientos, característicos
de las personas con TCA. La adaptación espa-
ñola utilizada en el presente estudio ha demos-
trado tener propiedades psicométricas
adecuadas (Castro, Toro, Salamero y Guimerá,
1991). Para los modelos estructurales y de medi-
ción analizados aquí, las puntuaciones de los
participantes en las subescalas Dieta y Preocu-
pación Alimentaria se utilizaron como indicado-
res del factor “restricción alimentaria”.
El Inventario de trastornos de la alimentación
(EDI-2, Garner, Olmsted y Polivy, 1983) cuenta con
tres subescalas (Obsesión por la delgadez, Bulimia
e Insatisfacción Corporal) diseñadas para evaluar
los factores de riesgo clave para los TCA. La adap-
tación española utilizada en el presente estudio ha
demostrado tener propiedades psicométricas ade-
cuadas (Corral, González, Pereña y Seisdedos,
1998). Se utilizó las puntuaciones en la subescala
de Ineficacia (rango: 0-30) como un indicador del
factor de baja autoestima en los modelos estruc-
turales y de medición analizados aquí.
El Inventario de depresión de Beck (BDI,
Beck, Ward, Mendelson, Mock y Erbaugh, 1961)
mide los niveles de depresión. La adaptación es-
pañola del BDI utilizada ha demostrado tener
propiedades psicométricas adecuadas (Vázquez
y Sanz, 1997) y consistencia interna satisfactoria
(αde Cronbach = 0,90).
El Cuestionario de ansiedad estado-rasgo
(STAI, Spielberger, Gorsuch, y Lushene, 1970) in-
cluye medidas separadas de ansiedad estado y
ansiedad rasgo. La adaptación española utili-
zada aquí ha demostrado ser adecuada a nivel
psicométrico (Seisdedos, 1982) y la consistencia
interna fue satisfactoria (0,84 a 0,87).
El Test de bulimia (BITE, Henderson y Free-
man, 1987) evalúa la presencia y la gravedad de
la sintomatología bulímica, así como los aspec-
tos cognitivos y emocionales y los síntomas aso-
ciados con los atracones. El presente estudio
utilizó la puntuación total con una consistencia
interna satisfactoria (αde Cronbach = 0,96 para
la subescala de Síntomas y 0,62 para la subes-
cala de Severidad).
Procedimiento
Todos los instrumentos fueron administra-
dos y calificados de acuerdo con las pautas es-
tablecidas por sus respectivos autores. Antes
de la participación, todas los participantes fir-
maron un Protocolo para el Consentimiento In-
formado, en línea con las recomendaciones de
Del Río (2005).
Análisis de los datos
Antes de crear un modelo estimado, se realizó
un análisis de correlación para las variables de
estudio. El objetivo fue eliminar cualquier varia-
ble independiente cuya correlación fuera supe-
rior a 0,7 en términos absolutos, evitando
problemas de multicolinealidad y mejorando la
relación entre el número de variables y el tamaño
de la muestra. Además, algunas variables se eli-
minaron del análisis debido a su baja correlación
con las variables dependientes (r <0,2).
La estadística descriptiva se calculó me-
diante SPSS 19.0, y se utilizó LISREL 8.71 para
estimar los modelos de ecuaciones estructurales
propuestos. Específicamente, se utilizó el mé-
todo de máxima verosimilitud para examinar el
ajuste de los modelos a sus respectivas matrices
de varianza/covarianza observadas. Aunque
este método requiere una distribución normal
multivariante, también es bastante robusto
cuando no se cumple esta condición (Scheme-
lleh-Engel, Moosbrugger y Müller, 2003).
El “path” análisis se realizó siguiendo la si-
guiente estrategia (Jöreskog y Sörbom, 1993). Se
propuso un modelo inicial basado en las diferen-
tes contribuciones teóricas hechas por los inves-
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tigadores sobre el tema. Este modelo fue modifi-
cado sucesivamente en base a los índices de mo-
dificación que aportaba el programa estadístico,
así como a la importancia de los coeficientes es-
timados. Finalmente, cualquier efecto directo
que no fuera significativo, fue eliminado.
RESULTADOS
Análisis descriptivo preliminar
Las puntuaciones medias, las desviaciones es-
tándar y las correlaciones entre las variables se
muestran en la Tabla 1.
TABLA 1. Estadísticos descriptivos y correlaciones entre variables (N = 168)
M DT RP RM CP CM SP SM BA D A CAR CC
RP 39,25 12,71
RM 39,87 12,59 0,74**
CP 42,56 13,60 -0,65** -0,56**
CM 47,90 12,36 -0,49** -0,68** 0,79**
SP 33,39 8,07 0,44** 0,38** -0,10 -0,18*
SM 36,58 8,68 0,48** 0,60** -0,26** -0,30** 0,60**
BA 11,73 8,02 0,20* 0,23** -0,34** -0,30** 0,05 0,17*
D 22,15 8,97 0,01 0,06 -0,15 -0,14 0,03 0,02 0,57**
A 37,11 11,55 0,08 0,10 -0,23** -0,15 0,05 0,10 0,67** 0,70**
CAR 45,76 21,94 0,02 0,15* -0,02 -0,03 0,13 0,10 0,40** 0,45** 0,44**
IC 124,41 40,57 0,05 0,03 -0,12 -0,06 0,07 0,08 0,47** 0,47** 0,50** 0,52**
CC 23,54 13,08 0,19* 0,09 -0,24** -0,16* 0,01 0,03 0,35** 0,37** 0,46** 0,18* 0,55**
Nota. RP: Rechazo Paterno; MR: Rechazo Materno; AP; Calidez Paterna; CM: Calidez Materna; SP: Sobreprotección Paterna; SM: Sobreprotección Ma-
terna; BA: Baja Autoestima; D: Depresión; A: Ansiedad; CAR: Conductas Alimentarias de Riesgo; IC: Insatisfacción Corporal; CP: Conductas compensa-
torias.
** p <0,01 * p <0,05
Modelo de mediación
El modelo inicial se construyó utilizando las
puntuaciones totales en las escalas correspon-
dientes. La Figura 2 muestra dicho modelo, así
como sus parámetros y significación. Los términos
de error también se estimaron, aunque estos no
se muestran en la figura. La Tabla 2 muestra los
índices de bondad de ajuste obtenidos para el mo-
delo estructural, así como el valor recomendado
para cada índice.
Figura 2. Modelo estructural sobre la influencia de los estilos de crianza de los padres en el des-
arrollo personal, las alteraciones emocionales y TCA.
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Con excepción de la baja autoestima (11%), la
proporción de varianza explicada por cada una de
las variables dependientes es mayor al 25% (32%
de depresión, 60% de ansiedad, 35% conductas
alimentarias de riesgo, 30% de insatisfacción cor-
poral y 37% de conductas compensatorias). A nivel
individual, el tamaño del efecto puede conside-
rarse aceptable.
Dados los resultados del análisis exploratorio de
correlaciones, y para evitar problemas de colineali-
dad, se estimó el modelo solo con rechazo materno
y apoyo paterno (calidez emocional), siendo estos
los estilos de crianza que mostraron las mayores co-
rrelaciones con las variables dependientes.
Con base en los resultados obtenidos, se puede
afirmar que la mayoría de las relaciones propuestas
en el modelo inicial se confirmaron en el modelo final
(ver Fig. 2). Cuatro relaciones directas no fueron es-
tadísticamente significativas (p <0,01; -2 ≥ t ≥ 2). En
consecuencia, se eliminaron del modelo el efecto di-
recto del rechazo materno sobre la baja autoestima
y las conductas compensatorias, el efecto de la cali-
dez emocional paterna sobre las conductas alimen-
tarias de riesgo y el efecto de la ansiedad sobre las
conductas alimentarias de riesgo.
Según la hipótesis del modelo inicial, un estilo
de crianza basado en el rechazo, específicamente el
rechazo materno, se relaciona directa y positiva-
mente con conductas alimentarias de riesgo. En
otras palabras, cuanto mayor es el rechazo materno
percibido, mayor es la probabilidad de que la hija
desarrolle conductas alimentarias de riesgo. Por el
contrario, la calidez emocional y apoyo percibidos
por parte del padre, se asociaron directa y negati-
vamente con la baja autoestima y las conductas
compensatorias, es decir, cuanto mayor es el apoyo
y la calidez emocional que se percibe del padre,
mayor es la autoestima y menor la presencia de con-
ductas compensatorias. La calidez emocional pa-
terna también ejerce un efecto indirecto sobre las
conductas alimentarias de riesgo y las conductas
compensatorias (ver Fig. 2).
En cuanto a la significación estadística de los
efectos directos, todos mostraron altos niveles de
significación (p <0,01), a excepción del efecto directo
del rechazo materno en las conductas alimentarias
de riesgo, que fue significativo pero con un criterio
ligeramente menos restrictivo (p <0,05; -1,96 ≥ t ≥
1,96). Al considerar tanto la significación como los
tamaños del efecto en relación con la influencia de
las variables independientes (rechazo materno y ca-
lidez emocional paterna) sobre las variables depen-
dientes, los resultados destacan el efecto directo de
la calidez emocional paterna sobre la baja autoes-
tima (t = 4,57). En términos de los efectos directos
entre las variables dependientes, nótese especial-
mente el efecto de la baja autoestima tanto en la de-
presión como en la ansiedad (t = 8,85, t = 6,81,
respectivamente), el efecto de la depresión sobre la
ansiedad (t = 7,69) y el efecto de la insatisfacción
corporal tanto en las conductas compensatorias
como en las conductas alimentarias de riesgo (t =
5,91, t = 5,53, respectivamente) (ver Fig. 2).
El análisis también mostró que todos los valores
de efectos indirectos estandarizados fueron alta-
mente significativos. Al considerar los tamaños del
efecto (ver Tabla 3) con respecto a los efectos indi-
rectos de las variables independientes sobre las va-
riables dependientes, los resultados resaltan el
efecto de la calidez emocional paterna tanto en la
ansiedad como en la depresión (t = -4,26, t = -4,06,
respectivamente) y sobre la insatisfacción corporal
(t = -3,79), con estos efectos mediados por una
baja autoestima. En términos de los efectos indi-
rectos entre las variables dependientes, se obser-
van aquí los efectos de la baja autoestima en la
insatisfacción corporal a través de la depresión y la
ansiedad (t = 4,07), y de la baja autoestima en las
conductas alimentarias de riesgo y las conductas
compensatorias (t = 6,28, t = 6,14, respectiva-
mente). La depresión también tiene un efecto indi-
recto en las conductas compensatorias (t = 4,76).
El tamaño del efecto para el efecto indirecto de la
ansiedad sobre las conductas alimentarias de
riesgo y las conductas compensatorias fue bajo (t
= 2,03, t = 2,05, respectivamente).
TABLA 2. Índices de ajuste para el modelo estructural
Medidas absolutas de ajuste Medidas de ajuste incremental
Medidas de Bondad de Ajuste FMA Chi-Cuadrado Chi-Cuadrado RCRM IAN SIAN ICA IAI
Valores obtenidos
22,94 22,26 0,06
0,97 0,97 0,99 0,99(p = 0,06; (p = 0,07; (p = 0,99;
g.l. = 14) g.l. = 14) g.l. = 14)
Valores recomendados <0,08 >0,95 >0,95 Aprox 1 Aprox 1
Nota. FMA: Función Mínima de Ajuste; RCRM: Raíz Cuadrada Residual Media; IAN: Índice de Ajuste Normal; SIAN: Sin Índice de Ajuste Normativo; ICA:
Índice Comparativo de Ajuste; IAI: Índice de Ajuste Incremental.
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Según el modelo final y la descripción de los
efectos directos e indirectos presentados en la Fi-
gura 2 y la Tabla 3, la percepción de la calidez emo-
cional paterna desempeña un papel importante
como mitigador del rechazo materno percibido, li-
mitando en cierta medida la capacidad del último
estilo disfuncional para fomentar hábitos alimenta-
rios inadecuados. Específicamente, la calidez emo-
cional paterna tiene un efecto indirecto sobre los
hábitos alimentarios, estando mediada por la auto-
estima y la depresión (-0,05). Curiosamente, el aná-
lisis muestra que la calidez emocional paterna tiene
efectos tanto directos como indirectos sobre las
conductas compensatorias, siendo el tamaño del
efecto mayor cuando el efecto es directo (-14 versus
-0,12 para los efectos indirectos). Además, cuando
el efecto es indirecto, el tamaño del efecto es
mayor (-0,03) cuando la baja autoestima y la ansie-
dad actúan como mediadoras.
DISCUSIÓN
El objetivo de este estudio fue probar un modelo
estructural basado en contribuciones teóricas y em-
píricas al tema de los TCA. Específicamente, deter-
minar cómo los estilos percibidos de crianza de los
padres (rechazo, calidez emocional y sobreprotec-
ción) pueden afectar el desarrollo personal (baja au-
toestima e insatisfacción corporal) y las alteraciones
emocionales (ansiedad y depresión) en las mujeres
con TCA. Asimismo, para explorar cómo los estilos
de crianza pueden influir en la aparición en estas
mujeres de comportamientos directamente relacio-
nados con los TCA (conductas alimentarias de riesgo
y conductas compensatorias). Los resultados obte-
nidos son consistentes con la literatura científica
(Andrés et al., 2010).
En general, se puede decir que la percepción de
la calidez emocional del padre desempeña un papel
importante frente al rechazo percibido por parte de
la madre, lo que limita en parte la capacidad de
este último estilo de crianza para potenciar hábitos
alimentarios inadecuados (obsérvese, sin embargo,
que el efecto fue sólo significativo bajo criterios es-
tadísticos ligeramente menos restrictivos). En otras
palabras, cuanto mayor es el rechazo o desaproba-
ción materna percibida, mayor es la probabilidad
de que se desarrolle hábitos alimentarios inade-
cuados. Este resultado está en línea con investiga-
ciones previas que han asociado el desarrollo de
TCA con rechazo o desaprobación y frialdad emo-
cional por parte de la madre (Andrés et al., 2010),
así como con la falta de atención materna o res-
puesta a las necesidades y demandas del niño
(Bruch, 1993; Turchi y Gago, 2010). También en
línea con los hallazgos actuales, Linares (2002) se-
ñala que muchas pacientes con TCA informan que
no se han sentido queridas por su padre. De ma-
nera similar, varios estudios destacan la importan-
cia de la calidez emocional paterna percibida en
relación con la actitud de la chica hacia su imagen
corporal y sus hábitos alimentarios, así como con
respecto al buen ajuste emocional en la adolescen-
cia (Espina, 2005; Musitu y Cava, 2003).
Sin embargo, es importante señalar que en el
modelo final, la influencia de la calidez emocional
paterna percibida sobre el desarrollo de TCA tuvo
que ver, en gran medida, con variables personales
y emocionales. En el caso de hábitos alimentarios
inadecuados, la calidez emocional paterna tuvo un
efecto indirecto que estuvo mediado por baja auto-
estima y depresión. Asimismo, con respecto a las
conductas compensatorias, el apoyo paterno (cali-
dez emocional) tuvo tanto un efecto directo como
un efecto indirecto más fuerte, que fue mediado por
la baja autoestima y la ansiedad. De acuerdo con
nuestras propuestas teóricas, esto sugiere que los
estilos percibidos de crianza parental pueden estar
afectando el desarrollo de TCA no sólo directa sino
también indirectamente, junto con la mediación de
otras variables personales y emocionales. Existe,
por supuesto, evidencia empírica sobre el impor-
tante papel que desempeñan las variables persona-
les y emocionales como factores de riesgo y de
vulnerabilidad en el desarrollo de estos trastornos
(Borda et al., 2011). Como se propuso en nuestro
modelo inicial, estudios previos han resaltado la re-
TABLA 3. Matriz de efectos indirectos estandarizados de las variables independientes sobre las
variables dependientes y las variables dependientes sobre las dependientes
Variables Independientes sobre las Variables Dependientes Variables Dependientes sobre las Dependientes
Calidez Paterna Autoestima Depresión Ansiedad
Insatisfacción corporal -0,16** Insatisfacción corporal 0,27** 0,10* -.-
Depresión -0,19** Depresión -.- -.- -.-
Ansiedad -0,23** Ansiedad 0,26** -.- -.-
Conductas alimentarias de riesgo -0,11** Conductas alimentarias de riesgo 0,33** 0,12** 0,09*
Conductas compensatorias -0,12** Conductas compensatorias 0,34** 0,23** 0,09*
** p <0,01 * p <0,05
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lación entre la baja autoestima, la insatisfacción
corporal y las conductas alimentarias de riesgo
(Asuero, 2017, Asuero et al., 2012; Benedito et al.,
2003; De Berardis et al., 2007; Sánchez -Sosa,
2007). En cuanto a las variables emocionales, la li-
teratura afirma el efecto mediador del estrés psico-
lógico (ansiedad y depresión) en el desarrollo de
TCA (Blodgett et al., 2007; Polivy y Herman, 2002).
Del mismo modo, Rojo et al. (2006) señalan que el
alto rechazo materno y la baja calidez emocional
están relacionados con el diagnóstico de TCA, aun-
que esta relación está mediada por el estrés psico-
lógico (ansiedad y depresión).
Con respecto a la influencia de los estilos perci-
bidos de crianza parental sobre el desarrollo per-
sonal y las alteraciones emocionales, el modelo
final sugiere que estas variables solo se ven afec-
tadas por la calidez emocional paterna, y que este
efecto es solo directo en el caso de baja autoestima
(para la cual, de la varianza explicada, 11%, fue baja
con respecto a la de las otras variables). Esta varia-
ble (baja autoestima) parece mediar el efecto de la
calidez emocional paterna sobre la insatisfacción
corporal, la ansiedad y la depresión. Estos resulta-
dos están en línea con los hallazgos de otros estu-
dios que han indicado que el desarrollo psicológico
y emocional y los TCA están influenciados no solo
por los estilos de crianza de los padres sino tam-
bién por otras variables contextuales, como las re-
lacionadas con la comunidad y el entorno escolar
(Sánchez-Sosa, 2009).
En conclusión, se puede afirmar que los estilos
de crianza percibidos tienen un cierto grado de in-
fluencia en el desarrollo personal, las alteraciones
emocionales y los TCA. Como en estudios previos,
los resultados indican que la baja autoestima es la
principal variable mediadora, y también se destaca
la importancia de las alteraciones emocionales en el
desarrollo de TCA. Estos hallazgos son consistentes
con los resultados obtenidos por Asuero et al.
(2012), y confirman que las variables personales y
emocionales desempeñan un papel importante en el
desarrollo de estos trastornos, más allá de la influen-
cia directa de ciertos estilos de crianza de los padres
percibidos como disfuncionales.
Finalmente, el presente estudio tiene una serie
de limitaciones. En primer lugar, la edad promedio
de los participantes puede que haya influido en la
no contrastación de alguna de las relaciones hipoté-
ticas en el modelo inicial. Dada la edad media (alre-
dedor de los 22 años), otras variables sociales no
incluidas en este estudio, como la relación con com-
pañeros o parejas, podrían estar teniendo un efecto,
especialmente en los niveles de autoestima. La po-
sible influencia de otras personas, además del
efecto del estilo de crianza, puede explicar, en parte,
por qué la sobreprotección no demostró tener un rol
relevante. Una limitación adicional se refiere al ta-
maño de la muestra. Un mayor número de partici-
pantes nos habría permitido aumentar el número de
variables en el modelo inicial, e incluir aquellas,
como los rasgos de personalidad o el IMC deseado,
que la investigación previa ha demostrado ser rele-
vante en el desarrollo de TCA. Además, la inclusión
de un grupo de control nos habría permitido compa-
rar los resultados con los obtenidos en participantes
sin TCA. Una última limitación se refiere al uso de un
diseño que implica un único punto de evaluación, en
este caso, antes del tratamiento actual. El hecho de
que no se tomaron medidas posteriores significa
que aunque el estudio analiza la influencia de los es-
tilos parentales percibidos en el desarrollo personal
(baja autoestima e insatisfacción corporal), altera-
ciones emocionales (ansiedad y depresión) y la apa-
rición de comportamientos directamente
relacionados con los TCA (conductas alimentarias de
riesgo y conductas compensatorias), no proporciona
información con respecto a la posible relación entre
los estilos de crianza y el pronóstico después del tra-
tamiento cognitivo-conductual (Borda et al., 2012),
cuestión que se analiza en un estudio posterior de
estos autores (Asuero, 2017; Avargues et al., 2017).
En resumen, los resultados obtenidos corroboran
la literatura existente sobre este tema, aunque las
limitaciones mencionadas anteriormente deben
abordarse para avanzar en el conocimiento en este
campo. Específicamente, se requiere más investiga-
ción sobre la influencia que los estilos de crianza
percibidos pueden tener tanto en el inicio como en
los resultados de los TCA, en comparación con el
efecto de otros tipos de variables considerados por
los modelos multivariados existentes. En cuanto al
papel aparente de la calidez emocional, sería intere-
sante ampliar el presente estudio al incluir otras va-
riables que se han descrito más recientemente en la
literatura, por ejemplo, la emoción expresada por los
padres y el estrés que está asociado con ella (Me-
dina-Pradas, Blas, López, Grau y Obiols, 2011).
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