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La humillación mediática de los pretendientes en “Mujeres y Hombres y Viceversa” a partir del doble discurso de género de sus actores

Authors:

Abstract

Los programas de telerrealidad ofrecen al sujeto un aprendizaje basado en modelos reales en clave de entretenimiento. A partir del análisis de una muestra longitudinal de 22 programas de “Mujeres y Hombres y Viceversa” se pretende estudiar la articulación mediática del discurso sobre el amor, la conquista y la sexualidad. Los resultados muestran que, si bien tanto hombres como mujeres son ampliamente criticados, especialmente sobre su conducta y personalidad, a los hombres se le valora de forma simultánea con más comentarios positivos que a las mujeres. El programa adolece de un doble discurso que pese a articularse por parte de la dirección del programa bajo la corrección política, tiene como base la humillación y enmascara una articulación plagada de micromachismos.
doxa.comunicación | nº 27, pp. 193-211 | 193
julio-diciembre de 2018
ISSN: 1696-019X / e-ISSN: 2386-3978
La humillación mediática de los pretendientes en “Mujeres y Hombres
y Viceversa” a partir del doble discurso de género de sus actores
Media humiliation of the suitors in “Mujeres y Hombres y Viceversa” from the
gender-based double discourse of its actors
Cómo citar este artículo:
Alonso-Marcos, F. y Saldaña, O. (2018). La humillación mediática de los pretendientes en “Mujeres y Hombres y Viceversa” a
partir del doble discurso de género de sus actores. Doxa Comunicación, 27, pp. 193-211.
https://doi.org/10.31921/doxacom.n27a9
Felipe Alonso-Marcos. Doctor en Comunicación Social con mención Excelente-Cum Laude por la Universidad
Pompeu Fabra (UPF), Máster en Estudios Avanzados en Comunicación Social por la Universidad Pompeu Fabra
(UPF), licenciado en Periodismo por la Universidad Pompeu Fabra (UPF) y licenciado en Filosofía por la Univer-
sidad de Barcelona (UB). Actualmente es profesor asociado en la Universidad Internacional de Cataluña (UIC) y
en la Escuela Superior de Publicidad y Relaciones Públicas (ESRP) –Centro Adscrito a la Universidad de Barcelo-
na– (UB). Sus principales líneas de investigación son las Teorías de la Comunicación –especialmente la teoría de
la Espiral del silencio–, la Opinión Pública y la Filosofía Contemporánea. Su trabajo ha sido publicado en revistas
de prestigio internacional y nacional como Public Understanding of Science, Journal of Contingencies and Crisis
Management, o American Behavioral Scientist.
Universitat Internacional de Catalunya, Barcelona, España
falonso@uic.es
ORCID: 0000-0002-7412-4984
Omar Saldaña. Doctor en Psicología con mención Excelente-Cum Laude por la Universidad de Barcelona (UB),
Máster en Metodología de las Ciencias del Comportamiento y de la Salud por la Universidad Nacional de Edu-
cación a Distancia (UNED), licenciado en Psicología por la Universidad de Barcelona (UB) y licenciado en Pu-
blicidad y Relaciones Públicas por la Escuela Superior de Relaciones Públicas (ESRP). Actualmente es docente
e investigador del Departamento de Psicología Social y Psicología Cuantitativa de la Universidad de Barcelona.
Sus principales líneas de investigación se centran en la delimitación y evaluación de la persuasión coactiva y el
abuso psicológico en distintos ámbitos de aplicación. Ha participado en proyectos de investigación y de innova-
ción docente competitivos y actualmente compagina su actividad investigadora con docencia en el marco de la
psicología social y el comportamiento colectivo.
Universitat de Barcelona, España
omar.saldana@ub.edu
ORCID: 0000-0002-1169-1594
Resumen:
Los programas de telerrealidad ofrecen al sujeto un aprendizaje
basado en modelos reales en clave de entretenimiento. A partir del
análisis de una muestra longitudinal de 22 programas de “Mujeres
y Hombres y Viceversa” se pretende estudiar la articulación me-
diática del discurso sobre el amor, la conquista y la sexualidad. Los
Abstract:
Reality shows provide learning based on real models as a source
of entertainment. We aim to study the media articulation of the
discourse concerning love, conquest, and sexuality based on the
analysis of a longitudinal sample composed of 22 programs of
Mujeres y Hombres y Viceversa. The results demonstrate that
Recibido: 29/05/2017 - Aceptado: 04/07/2017 Received: 29/05/2017 - Aceptado: 04/07/2017
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1. Introducción
En los últimos años han proliferado los programas televisivos, tanto en el escenario internacional como en España, que
tienen como elemento central la búsqueda del amor. Si hay un programa que puede considerarse como el paradigma
del formato en nuestro país, por antigüedad, por éxito y por representatividad, éste es Mujeres y Hombres y Viceversa1,
producido por Magnolia TV y emitido de forma ininterrumpida desde junio del año 2008 en Telecinco. MYHYV se basa en
la supuesta búsqueda del amor entre jóvenes de diferente sexo que voluntariamente se han presentado al programa para
encontrar pareja. En el formato, adaptado del original italiano Uomini e donne, los participantes del programa se dividen
en dos perfiles centrales; los llamados tronistas, nombre que obtienen por el hecho de ocupar una especie de trono me-
tafórico que les otorga un poder total de decisión, y los pretendientes.
La mecánica del programa pivota alrededor del tronista, quien tiene a su disposición un grupo de pretendientes del sexo
contrario que se presentan con la intención de conquistarlo y entre los cuales ha de escoger tras irlos conociendo median-
te citas dentro y fuera de cámara, retos y encuentros conjuntos en plató. El objetivo último del programa es la búsqueda
del amor y éste se cumple cuando el tronista escoge a uno de los pretendientes como su pareja y juntos abandonan el
programa para empezar una relación sentimental fuera de los platós de televisión y otro trono toma el relevo. Es muy
común que la nueva pareja acuda a las siguientes emisiones para contar qué tal les está yendo fuera del programa, el cual
presenta un gran seguimiento de los tronistas y pretendientes que han ido pasando por él y de sus trayectorias posterio-
res, cosa que normalmente sirve para retroalimentar los contenidos de la cadena.
Por otra parte, el trono puede finalizar de manera precipitada si (a) el tronista se queda sin pretendientes debido a expul-
sión o abandono; o (b) el tronista decide abandonar o es expulsado desde el programa por incumplir las normas. Estas
normas son comunes tanto para tronistas como para pretendientes, y se basan en la prohibición de tener contacto entre
sí fuera de cámaras y la imposibilidad de tener pareja o relaciones esporádicas mientras permanecen en el programa. El
incumplimiento de estas normas básicas comporta la expulsión directa del infractor, si bien éste puede ser perdonado
por el tronista o por la dirección del programa.
1 En el texto, a partir de ahora, MYHYV.
resultados muestran que, si bien tanto hombres como mujeres son
ampliamente criticados, especialmente sobre su conducta y per-
sonalidad, a los hombres se le valora de forma simultánea con más
comentarios positivos que a las mujeres. El programa adolece de
un doble discurso que pese a articularse por parte de la dirección
del programa bajo la corrección política, tiene como base la humi-
llación y enmascara una articulación plagada de micromachismos.
Palabras clave:
Dating Show; Reality Show; Humillación mediática; Discurso me-
diático; Discurso de género.
although both men and women are widely criticized, especially
regarding their behaviour and personality, men are judged
simultaneously more positively than women. The program shows
a double discourse, which despite being articulated by the direction
in a way that seems politically correct, is based on humiliation and
masks an articulation fraught with microsexism.
Keywords:
Dating show; Reality show; Media Humiliation; Media discourse;
Gender discourse.
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La dirección del programa y su línea editorial están representadas por la presentadora y conductora Emma García desde
su primera emisión. Existen otras figuras secundarias que completan la dinámica del programa como son los asesores del
amor y los ganchos. Los primeros, sentados al lado del tronista, aconsejan y dan su opinión al tronista sobre todo lo que
rodea su paso por el trono. Por otro lado, los ganchos son colaboradores habituales del programa cuya principal función
es la de intentar conocer la vida privada y pública de los pretendientes más allá del programa para poder vigilar que éstos
cumplan las normas. Además de poder opinar libremente de todo lo que acontece en el trono, intentan aportar confiden-
cias para que el tronista pueda tener conciencia de aquello que hacen fuera de cámaras sus pretendientes, pese a que esas
confidencias se suelen utilizar a modo de elemento morboso que dispara la polémica y aumenta el interés del público.
Su estreno en las pantallas españolas data del día 9 de junio del 2008, y desde ese momento hasta el día de hoy el progra-
ma se ha emitido ininterrumpidamente de lunes a viernes, con una duración de cada una de las emisiones de unos 75
minutos y una calificación por edades de +12. La emisión de los programas, presentados bajo la fórmula del falso directo,
intercala tronos masculinos con tronos femeninos, habitualmente con dos tronistas por trono y cada uno con sus respec-
tivos pretendientes.
MYHYV nutre el imaginario simbólico de lo que debe o puede hacer alguien para despertar el amor en su objeto de deseo
y que éste sea correspondido. Los medios de comunicación son una de las herramientas más poderosas en la creación de
nuestra realidad social mediante la consolidación de pautas y normas sociales, estereotipos, y herramientas de sanción y
vigilancia. Suponen un mecanismo de articulación del discurso y un vehículo de legitimación de determinadas conductas
y comportamientos que (re)produce un discurso hegemónico consumido diariamente por la sociedad, filtrando así todo
ese imaginario colectivo al cuerpo social y enraizándolo en el día a día cotidiano. El presente estudio trata de examinar
la imagen estereotipada generada por MYHYV de las condiciones para una exitosa conquista amorosa, partiendo de los
elementos valorados positivamente y/o negativamente en los pretendientes y del discurso de sus actores principales.
2. Marco teórico
Para el construccionismo social y el interaccionismo simbólico, ambas corrientes teóricas consideradas como propias
de la perspectiva interpretativa de la comunicación (Rodrigo, 2001), la realidad es el producto de la continua creación
mediante la interrelación entre los diferentes actores sociales (Blumer, 1982; Searle, 1997; Berger y Luckmann, 2011). En
la actualidad, los grandes generadores de discurso son sin duda los medios de comunicación, ya sean los llamados tra-
dicionales como los nuevos canales comunicativos. Si atendemos al tercer modelo de la teoría de los efectos, el retorno
a los efectos poderosos bajo condiciones limitadas, podemos comprender a los medios como un vehículo de creación y
consolidación de la realidad social con un fuerte componente normativo (Noelle-Neumann, 1973).
Dicho modelo se apoya en las bases del construccionismo y cuestiona la debilidad de los efectos propuestos por mode-
los anteriores (Klapper, 1960), a la vez que asume que los medios son entes con capacidad para modelar a largo plazo
al individuo, sus relaciones sociales y su modo de interrelacionar con la realidad gracias a su omnipresencia y grado de
acumulación. Los medios de comunicación, mediante su función de articulación (Noelle-Neumann, 1974), proporcionan
al individuo de manera constante una serie de herramientas discursivas que nutren su imaginario simbólico de pautas
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y códigos sociales mientras que, en términos de interaccionismo simbólico, configuran el Self mientras lo enfrentan a la
interiorización del Otro generalizado mediáticamente.
Los medios de comunicación, por tanto, han de contemplarse como colaboradores en la construcción de la identidad
personal al asumir un papel socializador (Giddens, 1997; Thompson, 1998) desde su posición de figuras de autoridad
(Ericson et al., 1989). La desestabilización del yo en el escenario postmoderno discursivamente fragmentado (Gergen,
1992), la incertidumbre de la modernidad líquida (Bauman, 2009), o la sensación de omnicrisis en la sociedad del riesgo
global (Hardt y Negri,2005; Beck, 2009), aumentan el poder mediático y sus efectos ante la necesidad del sujeto por un
discurso articulado que le enseñe quién puede y/o debe ser, cómo debe actuar ante el resto, y qué esperar de ellos.
El aprendizaje vicario (Bandura, 1982; Bandura y Walters, 1963) resultante de todo ese proceso supone la interiorización
por parte del individuo de aquello que está bien visto por la sociedad en determinadas situaciones y aquello que no lo está.
Los medios de comunicación proponen al individuo una serie de conductas, comportamientos y opiniones dentro de un
catálogo cerrado, mediante la sanción o el premio correspondiente mediatizado de manera ejemplarizadora. Para Guattari
y Rolnik (2006), ése es justo el papel de unos medios de comunicación contemporáneos, ser uno más de los “equipamientos
colectivos” que suponen una herramienta de sujeción social a modo de ampliación del poder. Esa dimensión normativa
inherente al discurso vehiculado mediante la capacidad de imposición por parte de los medios de comunicación modela
al sujeto mientras lo fija al cuerpo social. Tal aprendizaje reduce la incertidumbre mediante estrategias de integración de la
información y se emite, se consume y se procesa a través de modelos simbólicos plásticos que proponen una configuración
identitaria basada en códigos social y mediáticamente compartidos de adaptación (Fiske y Neuberg, 1990).
El género televisivo conocido como Reality Show suele ser traducido al castellano como telerrealidad, o por el término “es-
pectáculo de lo real” (Menéndez, 2016: 230), y, si bien puede ser dividido en diferentes subgéneros, engloba “todas aque-
llas manifestaciones mediáticas contemporáneas en las que lo real sustituye la ficción o se confunde con ella” (Campos,
2016:33). Perales (2011:121) define al género de una manera más concreta como aquellos espectáculos de convivencia entre
actores no profesionales que reaccionan de manera espontánea, intentando superar y sobrevivir a sus oponentes mediante
una competencia permanente y expuestos ante la mirada de unas cámaras ubicadas de manera estratégica. La telerrealidad
supone el paso de la Paleotelevisión a la Neotelevisión (Eco, 1986:200), el momento que las cámaras dejan de salir a buscar lo
que sucede en el mundo real para dejar que la propia realidad entre a la televisión para (re)producirse y (re)crearse.
Podríamos situar el origen del Reality Show en el programa norteamericano An American Family (PBS, 1973), en la que la
familia de los Loud fue filmada durante siete meses. El formato ha ido introduciendo nuevos enfoques que le permiten
pivotar alrededor de elementos específicos como el encierro o la supervivencia, la búsqueda de talento o la superación
personal, la participación de personajes anónimos o la inclusión de personajes famosos, el uso de la audiencia como juez
o la participación de expertos como jurado. Esta fragmentación del género en diferentes subgéneros ha provocado una
constelación terminológica o “cosmos taxonómico” (Menéndez, 2016: 232) que incluye términos como Talk Show, Docu
Show, Coaching Show, Talent-Show, o Dating Show, entre otros (Ramírez y Gordillo, 2013).
Éste último, el dating show, se centra en la búsqueda de pareja entre sus participantes y constituye un formato en auge.
En la actualidad, los dating show incluyen numerosos y diversos programas, que van desde el simple flirteo en una cita
a ciegas, la búsqueda de pareja formal con gran contenido sexual hasta la competición en serio por una propuesta de
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matrimonio (Zurbriggen y Morgan, 2006). Se trata de un subgénero que tradicionalmente ha explorado las relaciones he-
terosexuales entre hombre y mujer, aunque poco a poco van apareciendo otros programas que abren ese horizonte a las
relaciones homosexuales. En general, las premisas de los programas de este subgénero suelen derivar en la construcción
y consolidación de estereotipos de género alrededor de la sexualidad, la conquista, las citas y el cómo ser deseable para el
sexo opuesto, lo que implica que pueden “promover mensajes negativos y limitadores sobre las relaciones de pareja” en la
línea del modelado (Bandura, 1982) o el moldeo de la subjetividad y la sujeción social (Guattari y Rolnik, 2006).
Los modelos simbólicos que suministran los dating show y mediante los cuales se (re)crea la realidad social a partir de
sanciones y premios no tienen ninguna función estrictamente formativa, sino únicamente de entretenimiento. Sin em-
bargo, ese entretenimiento supone que gran parte del aprendizaje por imitación se produce sobre modelos reales (Cuesta
et al., 2012), que pueden mostrar al espectador cómo ha de desenvolverse en situaciones concretas para ser premiado
o sancionado socialmente mediante la experimentación indirecta. Además, según autores como Potter (2016) el poder
mediático y sus efectos a la hora de construir la realidad social y modelar el yo aumentan precisamente al ser trasladados
por “personas reales” y no actores.
Se han realizado muchos estudios críticos respecto a los reality shows como género, y, por extensión, al subgénero de
los dating show. Para Gardyn (2001), su auge no radica en el valor de su contenido sino en el hecho de que se trata de un
producto barato a nivel económico y de producción; para Reiss y Wiltz (2004) se trata un género que promueve modelos y
códigos de muy dudosa validez social; para Kaminer (2000) fomenta la cultura del exhibicionismo y el voyeurismo; y para
Mendible (2007) pivota alrededor de la humillación del concursante o participante a modo de redención pública antes de
poder optar a la victoria. Sin embargo, la crítica que nos parece más interesante es la que puede rastrearse en los textos
pioneros de Baudrillard, a partir de sus nociones de hiperrealidad y simulacro (Baudrillard, 1980, 2008).
Para el sociólogo francés, la pretensión de realidad del género no sería nada más que “un escalofrío de lo real” (Baudrillad,
2008:59) en tránsito hacia lo hiperreal, el escenario donde no existen referentes sobre los que edificar ningún discurso
puesto que el simulacro se ha adelantado al acontecimiento. Así pues, lo emitido por las pantallas de televisión durante
la emisión de los Reality Shows no sería más que un espejismo que debe su naturaleza justamente a la presencia de una
cámara. Al respecto del programa de los Loud, Baudrillard sentencia que ya no se trata de la verdad ni la mentira en el
viejo sentido mediático de la adecuación con la realidad, sino más bien una paradoja encerrada en la utopía de la bús-
queda de lo real en un mundo simulado (Baudrillard, 2008). Sin embargo, y si bien consideramos que la problemática
ontológica de lo real y su pretendido equivalente mediático es una posible vía desde la que abordar a los Reality Shows, el
presente artículo se centra en la realidad consecuente del producto mediático y la construcción de un discurso mediático,
sin entrar a valorar si él mismo merece o no ser denominado como real en el sentido lacaniano del término, puesto que
los pretendientes lo viven como real.
Pese al peso específico del programa de Mediaset dentro del ecosistema audiovisual de nuestro país como fenómeno
televisivo y referente del género, éste apenas ha sido con anterioridad objeto de investigación aplicada o teórica. Estudios
como el de Cuesta et al. (2012) o el de Irigoyen (2016) suponen una excepción ante ese vacío académico. Estos anteceden-
tes se centraron, desde una óptica construccionista, en la influencia de MYHYV sobre los códigos de conducta estableci-
dos principalmente en los adolescentes (Cuesta et al.,2012) y en las diferencias en los estereotipos de género asociados al
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amor y la conquista generados a partir de los insultos y la violencia verbal del programa (Irigoyen, 2016). En consonancia,
el presente estudio se centra en el análisis de los elementos valorados de manera positiva y/o negativa por los actores
simbólicos como vehículo de construcción social mediatizada en la conquista amorosa.
En concreto, se examina la imagen que transmite MYHYV sobre la conquista amorosa idealizada y si existen diferencias en
función del género de la persona que pretende realizar tal conquista. Asimismo, se explora la importancia relativa de las
características físicas, conductuales e identitarias sobre las representaciones de las personas consideradas como buenas o
como malas pretendientes. En este sentido, en el presente estudio se trata de responder las siguientes preguntas específicas:
¿Qué imagen transmite el programa MYHYV sobre la conquista amorosa?
¿Los pretendientes son mayormente valorados de forma positiva o negativa?
¿Existen patrones diferentes en función de las dimensiones que son valoradas?
¿Existen patrones diferentes en función del género de los pretendientes?
¿En qué dimensión centran sus valoraciones los distintos actores del programa?
3. Metodología
En el presente estudio se utilizó una aproximación cualitativa basada en el análisis de contenido y el posterior análisis
de las distribuciones de los juicios de valor emitidos sobre los pretendientes del programa HYMYV. El material analizado
fue una muestra de capítulos íntegros del dating show mencionado. Como método de muestreo se utilizó una variación
de la semana construida (Krippendorff, 1990), aproximación que consiste en seleccionar el capítulo emitido un día de la
primera semana de un periodo determinado, después el emitido el segundo día de la segunda semana y así consecutiva-
mente hasta agotar el periodo deseado.
En la presente investigación se seleccionó el primer capítulo completo emitido en cada mes, siempre que éste cumpliera
con la dinámica habitual del programa2, comprendiendo un periodo temporal que va desde junio de 2015 hasta marzo de
2017. En este sentido, se analizaron 22 capítulos íntegros del programa (véase cuadro 1), abarcando un amplio intervalo
de tiempo, diferentes tronos, tronistas, pretendientes y tramas variadas. Esta aproximación supuso la inclusión de un
total de 11 tronistas de género masculino y 11 de género femenino, con lo que se evitó que la muestra estuviera sesgada
por el género, así como por las características individuales de un determinado tronista o la dinámica específica que haya
seguido un determinado trono.
Las unidades de análisis fueron las frases con significado emitidas por cualquiera de los actores del programa que inclu-
yeran algún tipo de juicio de valor sobre los pretendientes, ya fueran valoraciones de carácter positivo o negativo. Del
conjunto de los 22 capítulos del programa se extrajeron un total de 945 valoraciones para su análisis. Los investigadores
clasificaron cada una de las unidades de análisis extraídas en función de tres criterios: (1) valencia de las valoraciones,
pudiendo ser positivas o negativas; (2) género de los pretendientes sobre los que se emite la valoración, pudiendo ser
2 Únicamente en una ocasión se ha desestimado la primera emisión del mes y se ha optado por incluir la siguiente emisión. El capítulo
número 1964 (01/04/2016) ha sido sustituido por el número 1965 puesto que el primero estaba centrado en la despedida traumática
de Ruth y su problemático abandono del trono.
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hombres o mujeres; y (3) actor que emite la valoración, pudiendo ser tronista, presentadora, rival, asesor u otros3.Seguida-
mente los investigadores clasificaron las unidades de análisis en función de la dimensión del pretendiente que era juzga-
da, asignando cada valoración a una de las siguientes dimensiones y subdimensiones: (1) aspecto físico, incluyendo (1a)
el cuerpo y (1b) la imagen y el estilo; (2) conductual, incluyendo (2a) la conducta hacia el tronista, (2b) la conducta hacia
el programa y (2c) la conducta hacia sí mismo; e (3) identidad, incluyendo (3a) la personalidad y (3b) las habilidades.
Cuadro 1: Capítulos, fecha de emisión y tronistas que componen la muestra
Programa Capítulo Fecha de emisión Tronos
1 1751 01/06/2015 (1) Manu (2) Labrador
2 1773 01/07/2015 (1) Stacy (2) Annais
3 1796 03/08/2015 (1) Manu (2) Labrador (3) Alejandro
4 1817 01/09/2015 (1) Jenni (2) Julen
5 1839 01/10/2015 (1) Ruth (2) Stacy
6 1860 02/11/2015 (1) Ruth (2) Stacy
7 1881 01/12/2015 (1) Ruth (2) Stacy
8 1903 05/01/2016 (1) Ruth (2) Elisa
9 1921 01/02/2016 (1) Labrador (2) Alba (3) Lucas
10 1942 01/03/2016 (1) Labrador (2) Alba (3) Lucas
11 1964 02/04/2016 (1) Iván (2) Sofía
12 1984 02/05/2016 (1) Iván (2) Sofía
13 2006 01/06/2016 (1) Labrador (2) Iván
14 2028 01/07/2016 (1) Jenni (2) Hugo (3) Sofía
15 2049 01/08/2016 (1) Labrador (2) Iván
16 2074 06/09/2016 (1) Jenni (2) Ana Anginas
17 2093 03/10/2016 (1) Iván (2) Suso
18 2113 02/11/2016 (1) Ana Anginas (2) Suso
19 2134 02/12/2016 (1) Xavi (2) Suso (3) Diego
20 2154 02/01/2017 (1) Claire (2) Rym
21 2175 01/02/2017 (1) Rym (2) Marta
22 2193 01/03/2017 (1) Diego (2) Fabio
Fuente: Elaboración propia.
3 Invitados puntuales a los que también se ha pedido su opinión y que suelen formar parte del universo del programa como antiguos tronistas, o del
universo de la cadena para explotar diversas tramas sensacionalistas como ganadores de otros realities.
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Una vez que todas las valoraciones fueron categorizadas se realizó un análisis de frecuencias atendiendo a los distintos cri-
terios registrados. Asimismo, con el objetivo de dar respuesta a las preguntas de investigación anteriormente planteadas, se
aplicaron distintas pruebas chi-cuadrado mediante el programa SPSS.22, bien para contrastar la igualdad de proporciones
o la independencia de las variables de interés mediante tablas de contingencia. El nivel de significación aceptado fue del 5%
(p< 0,05) y en los casos oportunos se calculó el coeficiente V de Cramer como indicador del tamaño del efecto.
4. Resultados
4.1. Resultados generales
Los investigadores identificaron, analizaron y clasificaron un total de 945 juicios de valor emitidos por los distintos ac-
tores del programa MYHYV sobre distintos aspectos de los pretendientes. Por un lado, respecto al total de valoraciones,
encontramos un mayor número de valoraciones de valencia negativa (Positivas: 33,2%; Negativas: 66,8%; χ2 = 106,338,
p<,001). Por otro lado, no se hallaron diferencias significativas en cuanto al número total de valoraciones emitidas en
función del género delos pretendientes (Hombres: 52,8%; Mujeres: 47,2%; χ2 = 2,972, p = ,085).
Tomando ambos criterios de clasificación de forma conjunta, podemos comprobar cómo la valencia de las valoraciones
emitidas y el género de los pretendientes valorados están relacionados entre sí de forma significativa, aunque con una in-
tensidad baja (χ2 = 10,296, p = ,001; V = ,104). Como puede apreciarse en el Cuadro 2, los pretendientes de ambos géneros
tienden a recibir un número absoluto de valoraciones negativas similar (Hombres: 311; Mujeres: 321; χ2 = 0,192, p =,661).
Sin embargo, si nos detenemos en las valoraciones positivas, podemos apreciar que los hombres tienden a recibir un mayor
número de halagos (Hombres: 189; Mujeres: 125; χ2 = 13,045, p< ,001). En este sentido, si bien parece existir una tendencia
desmesurada hacia la crítica independientemente del género, los hombres tienden a recibir halagos con una mayor frecuen-
cia que las mujeres.
Cuadro 2: Valencia de las valoraciones en función del género, la dimensión juzgada y el actor
Criterio de clasificación Positivas Negativas Total
Género de las personas valoradas
Hombres 189 (37,9%) 310 (62,1%) 499 (47,2%)
Mujeres 125 (28,0%) 321 (72,0%) 446 (52,8%)
Dimensión juzgada
Aspecto físico 60 (50,0%) 60 (50,0%) 120 (12,7%)
Cuerpo 39 (67,2%) 19 (32,8%) 58 (48.3%)
Imagen y estilo 21 (33,9%) 41 (66,1%) 62 (51.7%)
Conducta 169 (35,1%) 313 (64,9%) 482 (51,0%)
Tronista 135 (50,6%) 132 (49,4%) 267 (55,4%)
Programa 18 (12,1%) 131 (87,9%) 149 (30,9%)
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Felipe Alonso-Marcos y Omar Saldaña
ISSN: 1696-019X / e-ISSN: 2386-3978
Sí mismo 16 (24,2%) 50 (75,8%) 66 (13,7%)
Identidad 85 (24,8%) 258 (75,2%) 343 (36,3%)
Personalidad 66 (21,5%) 241 (78,5%) 307 (89,5%)
Habilidades 19 (52,8%) 17 (47,2%) 36 (10,5%)
Actores emisores de la valoración
Tronista 144 (46,9%) 163 (53,1%) 307 (32,5%)
Rivales 6 (3,2%) 180 (96,8%) 186 (19,7%)
Presentadora 49 (68,1%) 23 (31,9%) 72 (7,6%)
Asesores y ganchos 68 (25,3%) 201(74,7%) 269 (28,5%)
Otros 47 (42,3%) 64 (57,7%) 111 (11,7%)
Fuente: Elaboración propia. Nota. Positivas: n = 314; Negativas: n = 631.
4.2. Dimensiones juzgadas
Los resultados obtenidos señalan que la mayoría de valoraciones emitidas se relacionan con la conducta de las personas
juzgadas, seguidas de valoraciones de la identidad y, en menor medida, del aspecto físico (Conducta: 51%; Identidad:
36,3%; Físico: 12,7%; χ2 = 211,740, p< ,001). A continuación se desarrolla cada una de estas dimensiones en función de los
elementos que las componen, la valencia de las valoraciones y género delos pretendientes.
4.2.1. Dimensión física
La mayoría de los 120 juicios emitidos sobre el aspecto físico de los pretendientes se realizan a mujeres (Hombres: 40%;
Mujeres: 60%; χ2 = 4,800, p = ,028). Al analizar la valencia del conjunto de estos juicios, comprobamos como ambos tipos
de valoraciones acerca del aspecto físico son emitidas con una frecuencia similar (Positivas: 50%; Negativas: 50%). Este
resultado se reproduce en este nivel de análisis al analizar la proporción de valoraciones positivas y negativas atendiendo
al género de las personas juzgadas, tanto en hombres (Positivas: 60,4%; Negativas: 39,6%; χ2 = 2,083, p = ,149), como en
mujeres (Positivas: 43,1%; Negativas: 56,9%; χ2 = 1,389, p =, 239).
Centrándonos en los elementos del aspecto físico, comprobamos que en general los actores emiten un mismo número
de valoraciones sobre el cuerpo que sobre la imagen de los pretendientes (Cuerpo: 48,3%, Imagen: 51,7%). En este nuevo
nivel de análisis y teniendo en cuenta el género, tal como puede apreciarse en el Cuadro 3, la igualdad en la proporción de
valoraciones positivas y negativas se mantiene parcialmente. En cuanto al primer elemento de la dimensión, el cuerpo,
encontramos una relación significativa entre el género y la valencia de las valoraciones (χ2 = 8,596, p = ,003; V = ,385). En
cuanto al segundo elemento de la dimensión, la imagen y el estilo, no se hallaron evidencias de tal asociación (χ2 = 0,193,
p =, 661; V = ,056). En este sentido, el cuerpo de los hombres tiende a ser valorado de forma positiva la gran mayoría de las
ocasiones (Positivas: 88%; Negativas: 12%; χ2 = 14,440, p<, 001). En contraste, siguen coexistiendo críticas y halagos por
igual en relación al cuerpo de las mujeres y a la imagen tanto de hombres como de mujeres.
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Cuadro 3: Dimensiones juzgadas en función del género y la valencia de las valoraciones
Dimensión juzgada Valoraciones hacia hombres Valoraciones hacia mujeres
Positivas Negativas Contraste Positivas Negativas Contraste
Aspecto físico 29 (60,4%) 19 (39,6%) 2,083 31 (43,1%) 41 (56,9%) 1,389
Cuerpo 22 (88%) 3 (12%) 14,440 *** 17 (51,5%) 16 (48,5%) 0,030
Imagen 7 (30,4%) 16 (69,6%) 3,522 14 (35,9%) 25 (64,1%) 3,103
Conducta 110 (42%) 154 (58%) 7,333 ** 59 (27%) 159 (73%) 45,872 ***
Tronista 88 (55%) 72 (45%) 1,600 47 (43,9%) 60 (56,1%) 1,579
Programa 14 (18,4%) 62 (81,6%) 30,316 *** 4 (5,5%) 69 (94,5%) 57,877 ***
Sí mismo 8 (28,6%) 20 (71,4%) 5,143 * 8 (21,1%) 30 (78,9%) 12,737 ***
Identidad 50 (27%) 137 (73%) 40,476 *** 35 (22%) 121 (78%) 47,410 ***
Personalidad 41 (23%) 135 (77%) 50,205 *** 25 (19%) 106 (81%) 50,084 ***
Habilidades 9 (81,8%) 2 (18,2%) 4,455 * 10 (40%) 15 (60%) 1,000
Fuente: Elaboración propia. Nota. Contraste = Prueba χ2; * p< 0,05; ** p< 0,01, *** p< 0,001.
Estos resultados deben matizarse a partir del contenido de los comentarios realizados por los distintos actores del pro-
grama. Respecto a la valoración del cuerpo, si bien todas las valoraciones positivas hacen referencia al atractivo físico,
las dirigidas a los hombres son un tanto más recatadas (p.ej.: “tener un pelo bonito”, “tener unos ojos preciosos, “estar
buenísimo” o “ser un pibón”) que las dirigidas a las mujeres (p.ej.: “tener un buen culo”, “tener buen pecho”, “tener carita
de niña buena” o con ese cuerpo es imposible tener vergüenza”). Respecto a la imagen y al estilo, las valoraciones suelen
centrarse en la vestimenta (p.ej.: “vistes bien, “parecer gay” o “ir de príncipe y parecer Farruquito”). Dependiendo del
agente que emite los juicios, la vestimenta de las mujeres puede ser valorada positivamente, especialmente cuando son
hombres quienes emiten el juicio (p.ej.: “ir como una princesita, “no ir enseñando carne” o “hoy vas muy sexy, como le
gusta al tronista”), o negativamente, cuando son mujeres las que las juzgan (“luces demasiado tus tetas” o “a ver si te tapas
un poco que vas muy suelta”). Otras valoraciones negativas en torno a la imagen de las mujeres se centran en “parecer
mayor”, estar “operadísima” y “ser de plástico.
4.2.2. Dimensión conductual
Como puede observarse en el Cuadro 2 la dimensión conductual es aquella sobre la que los actores del programa emiten
más juicios de valor, específicamente sobre los comportamientos que los pretendientes llevan a cabo hacia el tronista
(55,4%), hacia el propio programa (30,9%) y, en menor número, hacia uno mismo, incluyendo las decisiones personales
tomadas fuera del programa (13,7%). En términos generales, la mayoría de valoraciones referentes a esta dimensión son
de valencia negativa (Positivas: 35,1%; Negativas: 64,9%; χ2 = 43,021, p<, 001). Esta tendencia en la que prevalecen las críti-
cas negativas sobre las positivas se da especialmente cuando se juzga la conducta de los pretendientes hacia el programa
(Positivas: 12,1%; Negativas: 87,9%; χ2 = 85,698, p<, 001), así como cuando se juzga la conducta de los pretendientes hacia
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sí mismos y sus decisiones personales (Positivas: 24,2%; Negativas: 75,8%; χ2 = 17,515, p<, 001). Los únicos comportamien-
tos que son valorados de forma positiva y negativa con una frecuencia similar son aquellos dirigidos hacia los tronistas
(Positivas: 50,6%; Negativas: 48,4%; χ2 = 0,034, p = ,854).
Atendiendo al género de los pretendientes, podemos comprobar que la tendencia hacia la crítica negativa de las conduc-
tas hacia el programa y las conductas hacia sí mismos se mantiene tanto cuando son hombres como cuando son mujeres
(véase Cuadro 3). Al analizar la proporción de juicios negativos según el género, comprobamos que tanto hombres como
mujeres reciben un número de valoraciones negativas similar sobre sus conductas hacia el tronista (Hombres: 72; Muje-
res: 60; χ2 = 1,091, p =, 296), hacia el programa (Hombres: 62; Mujeres: 69; χ2 = 0,374, p =, 541) y hacia sí mismos (Hombres:
20; Mujeres: 30; χ2 = 2,000, p =, 157). Por el contrario, al analizar los juicios positivos, comprobamos que los hombres
reciben un mayor número de halagos que las mujeres tanto sobre sus conductas hacia el tronista (Hombres: 88; Mujeres:
47; χ2 = 12,452, p <, 001), como sobre sus conductas hacia el programa (Hombres: 14; Mujeres: 4; χ2 = 5,556, p = ,018). En
este sentido, mientras que los pretendientes de ambos géneros reciben un número similar de críticas negativas sobre su
conducta, los hombres suelen recibir más valoraciones positivas que las mujeres.
Las valoraciones negativas de la dimensión conductual se centran en entregarse demasiado pronto al tronista (p.ej.: ser
unas “arrastradas”, “fáciles, que “lo dan todo y no se guardan ni el respeto” a las mujeres; ser unos “pagafantas” o “plan-
chabragas” a los hombres); estar en el programa para obtener fama y no por amor (p.ej.: “hacer mal los retos”, “demostrar
poco”, ser “la quinta vez que vienes por aquí” o “hacerse amigos entre vosotros”); y no mantener una atención exclusiva
hacia el tronista (p.ej.: “tontear con otros/as”). Las valoraciones positivas, tanto hacia hombres como mujeres, se centran
en las muestras de afecto y la obediencia al tronista, así como el buen comportamiento dentro del programa, siguiendo
todas sus reglas, puesto que esto supone “venir por amor” o “ser verdadero. En todo caso, existen ciertas diferencias en
su contenido en función del género de los pretendientes. En este sentido, al juzgar a mujeres se valora positivamente “en-
señarle el móvil y que pueda leer tus whatsapps para demostrar que no hablas con otros chicos”, “mudarte para no seguir
viviendo con otros chicos y ahora sólo tener compañeras de piso, o “sufrir es bueno porque demuestra que te importa.
Al juzgarles a ellos se emiten otro tipo de comentarios, valorando positivamente “meter caña a la tronista, “exigir respeto
o “decir lo que piensas sin importarte las consecuencias”.
4.2.3. Dimensión identitaria
Atendiendo a las 343 valoraciones de la dimensión identitaria, podemos comprobar que los actores del programa emiten
un número similar de valoraciones para hombres y mujeres (Hombres: 54,5%; Mujeres: 45,5%; χ2 = 2,802, p = ,094),que
casi exclusivamente hacen referencia a la personalidad de los pretendientes (Personalidad: 89,5%; Habilidades: 10,5%; χ2
= 214,114, p < ,001) y que la mayoría de estas valoraciones son de valencia negativa (Positivas: 24,8%; Negativas: 75,2%;
χ2 = 87,257, p < ,001). Como se recoge en el Cuadro 2, la dimensión identitaria es la que presenta una desigualdad mayor
hacia la crítica constante del participante.
Centrándonos en las valoraciones de la personalidad, no encontramos una relación significativa entre valencia y género
(χ2 = 0,789, p = ,374; V = ,051). En este sentido, comprobamos que la personalidad ha sido evaluada principalmente de
manera negativa tanto en hombres como en mujeres (véase Cuadro 3). Sin embargo, los hombres siguen recibiendo más
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halagos que las mujeres en términos absolutos (Hombres: 41; Mujeres: 25; χ2 = 3,879, p = ,049), mientras que los preten-
dientes de ambos géneros reciben un número de críticas similar (Hombres: 135; Mujeres: 106; χ2 = 3,490, p =,062).
Centrándonos en la valencia de las valoraciones de las habilidades, observamos la ausencia de la mencionada tendencia
a la crítica negativa y encontramos una asociación significativa de intensidad moderada con el género (χ2 = 5,360, p =,
021; V = ,386). En este sentido, las habilidades de los hombres suelen ser valoradas casi exclusivamente de forma positiva,
mientras que las habilidades de las mujeres son valoradas de forma positiva y negativa con una frecuencia similar (véase
Cuadro 3). En este caso, mientras que el número de halagos es similar entre géneros (Hombres: 9; Mujeres: 10; χ2 = 0,053,
p = ,819), las mujeres reciben muchas más críticas que los hombres (Hombres: 2; Mujeres: 15;χ2 = 9,941, p = ,002).
En esta dimensión encontramos una alta cantidad de insultos, siendo algunos de los más comunes emitidos hacia las
mujeres “falsa, “choni”, “mentirosa”, “maleducada” “envidiosa”o “fresca. Mientras que para los hombres son comunes
“chulo”, “inseguro, “falso, “sobrado” o “pelele”. En el otro extremo y de manera positiva se recogen atributos como “ro-
mántico/a”, “divertido/a” o “maduro/a” hacia ambos géneros. En relación a las habilidades también encontramos dife-
rencias importantes a la hora de establecer estereotipos de género que articulen un discurso sobre la conquista y el amor.
Ellas son valoradas positivamente cuando saben “bailar de manera sexy” o coserse sus propios disfraces”, y ellos cuando
saben “camelarse a la tronista” o “robarle un beso porque a veces es una estrechita.
4.3. Resultados en función de los actores
A continuación se desarrolla el análisis poniendo el foco en los actores del programa que emite las valoraciones sobre
los pretendientes. Como puede comprobarse en el Cuadro 2, en función del número total de valoraciones, el actor más
determinante y con más protagonismo es el tronista (32.5%), seguido por los asesores y ganchos (28,5%).Atendiendo a
la valencia de los juicios de los distintos actores, podemos comprobar como los rivales y los asesores suelen emitir va-
loraciones negativas con mayor frecuencia (Rivales: Positivos: 3,2%, Negativos: 96,8%, χ2 = 162,774, p < ,001; Asesores:
Positivos: 25,3%, Negativos: 74,7%, χ2 = 65,758, p < ,001). La presentadora es el único actor que emite más juicios positivos
que negativos (Positivos: 68,1%, Negativos: 31,9%, χ2 = 9,389, p= ,002), mientras que los tronistas parecen emitir juicios
negativos y positivos con una frecuencia similar (Positivos: 46,9%, Negativos: 53,1%, χ2 = 1,176, p = ,278). Seguidamente se
desarrollan por separado las valoraciones de cada uno de los actores principales implicados, en función de las diferentes
dimensiones analizadas y el género de los pretendientes.
4.3.1. Tronistas
Las valoraciones de los tronistas, a modo de premio del programa al ser el objeto de deseo de los pretendientes, suponen
una de las principales fuentes de articulación del discurso. Sus juicios afectan e influyen especialmente en los preten-
dientes, puesto que su éxito depende de cómo son recibidos desde el trono. Parece ser que los tronistas no se detienen
mucho en la valoración de la dimensión física, puesto que supone únicamente el 11,7 % de sus juicios de valor. Además,
cuando juzgan el aspecto físico de sus pretendientes, suelen emitir valoraciones positivas, tanto hacia hombres (100%)
como hacia mujeres (84,2%).
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La dimensión conductual es la más valorada por los tronistas, acumulando un 59,9% de las valoraciones de estos actores
del programa. Cuando las tronistas son mujeres valorando la conducta de sus pretendientes, suelen emitir valoraciones
tanto positivas como negativas por igual (Positivas: 45,5%, Negativas: 54,5%, χ2 = 0,818, p = ,366). Cuando los tronistas son
hombres suelen valorar la conducta de las mujeres de forma más negativa (Positivas: 35,3%, Negativas: 64,7%, χ2 = 7,353,
p = ,007). La tendencia hacia la crítica negativa se aprecia de forma intensificada cuando se valora la conducta hacia el
programa, tanto cuando son mujeres quienes juzgan a hombres (Positivas: 13,6%, Negativas: 86,4%, χ2 = 11,636, p = ,001)
como cuando son hombres quienes juzgan a mujeres (Positivas: 4,2%, Negativas: 95,8%, χ2 = 20,167, p< ,001). Finalmente,
la dimensión identitaria supone el 28,3% de las valoraciones de los tronistas. Comprobamos que las mujeres tronistas son
quienes emiten más juicios sobre la identidad de sus pretendientes, aunque se dan valoraciones positivas y negativas por
igual independientemente del género de los pretendientes.
La crítica más común emitida por las tronistas hacia sus pretendientes viene por sentirse ridiculizada y normaliza las
reacciones celosas (“le das un favorito a un tweet de ella que sabes que no la soporto”, “no bailas conmigo y bailas con
la otra, o “vas de chulo hablando con todas para picarme y funciona”). Los tronistas también requieren ser el centro de
atención de sus chicas y exigen atención exclusiva, hecho que también deriva en situaciones de celos posesivos y situa-
ciones de control; tras ellas siempre planea la acusación de venir al programa a por fama, no dándoles la atención física
que requieren (“no me vas a conquistar sin arrimarte más”, “deberías estar más contenta después de que te haya dado
una cita”, “no te enfades si me pongo celoso, eso es porque me gustas (…) si no me pusiera celoso deberías preocuparte” o
“si te vas de fiesta con otro chico ya sé qué clase de tía eres”). Por otro lado, las pretendientas son halagadas por “llevarse
bien con la madre”, “querer casarse en la playa” o “querer tener hijos”; mientras que los pretendientes lo son por “querer
centrarse en una sola chica, “dejar de ser golfo” o “no haber puesto nunca los cuernos”.
4.3.2. Rivales
Puesto que cada pretendiente llega al programa con el objetivo de conquistar al tronista para convertirse en su pareja, el
resto de pretendientes del mismo trono se convierten en rivales directos. La tendencia a la crítica por parte de estos ac-
tores se mantiene en las tres dimensiones evaluadas, principalmente la identitaria (94 valoraciones, 98,9% negativas), se-
guida de la conductual (70 valoraciones, 95,7% negativas) y por último la física (22 valoraciones, 90,9% negativas). Todos
los elementos que forman las distintas dimensiones analizadas suponen un escenario desde el cual atacar continuamen-
te a los rivales, si bien destaca la personalidad, valorada negativamente con un porcentaje del 98,9% o el comportamiento
hacia el programa, con un porcentaje negativo del 97,2%. En cuanto al número de valoraciones en función del género,
comprobamos que las mujeres rivales emiten más juicios de valor que los hombres (Mujeres: 110; Hombres: 75; χ2 = 6,215,
p = ,013), siendo en ambos casos en su mayoría negativos.
Al respecto de la dimensión física, las rivales nunca se valoran positivamente entre ellas alcanzando un 100% de valora-
ciones negativas tanto en relación al cuerpo como a la imagen con comentarios como “ser fea, “cabezona”, “cara cuadra-
da” o “tener raíces. Los pretendientes parecen no enfocar sus valoraciones, ni siquiera sus críticas, a tal dimensión mos-
trando cifras menores, aunque en las pocas ocasiones que lo hacen dejan comentarios destacables como “caramuerto”,
“conguito”, “pareces el puto Forest Gump” o “vienes de Ken, de Ken le den morcilla, pareces gay”.
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En la dimensión conductual las críticas se centran, por parte de los rivales masculinos, en el comportamiento del preten-
diente hacia la tronista y hacia el programa (p.ej.: “no luchar y rendirse rápido”, “no ser hombre y dejar que el programa
te supere” o eres el perrito faldero, le dices a todo que sí”), mientras que las rivales femeninas se centran en este último
elemento (p.ej.: discutes por todo menos por el tronista”, “has hecho un reto de mierda, “solo vales para calentar” o “ha-
ces un papelón por salir por la tele”). Las valoraciones de la dimensión identitaria se centran en la personalidad del rival
como elemento central. Aquí encontramos multitud de insultos tanto entre mujeres (p.ej.: “barriobajera”, estúpida, “fal-
sa”, “mete-mierda” o “eres demasiado conocida por la calle”) como entre hombres (p.ej.: “chulo playa”, “fantasma, “bobo”,
“payaso” o el comodín “poco hombre”).
4.3.3. Presentadora
La presentadora del programa supone otra de las principales herramientas en torno a las cuales se articula el discurso
de la conquista a partir de la valoración de los pretendientes. Si bien intenta descargar la función de opinar en el resto de
actores y se centra en conducir el programa, sus intervenciones tienen un gran impacto puesto que supone escuchar un
doble poder, el de la presentadora y el de la dirección del programa canalizado a través de ella. En todas las dimensiones
juzgadas por la presentadora se recoge una dinámica, única en la muestra, donde predominan las valoraciones positivas.
La presentadora hace un mayor énfasis en la dimensión conductual (44 valoraciones, 68,2% positivas), seguida de la di-
mensión identitaria (24 valoraciones, 62,5% positivas) y en menor grado en la dimensión física (4 valoraciones, 100% po-
sitivas). La única subdimensión donde predominan las críticas es la de conductas de los pretendientes hacia sí mismos y
sus decisiones fuera del programa, con un porcentaje del 62,5% de valoraciones negativas. Atendiendo a las valoraciones
de la presentadora, no encontramos una relación significativa entre la valencia y el género de los pretendientes valorados
(χ2 = 0,387, p= ,534, V = ,073). Los comentarios de la presentadora, sin embargo, articulan un discurso muy diferenciado
entre géneros ya que las chicas van “guapas como una princesita” y los chicos “muy elegantes”; los pretendientes son
reprendidos por “ser sosos” o “no tener culturilla” y las pretendientas por ser “demasiado directa el primer día” o por
“desfilar mal.
4.3.4. Asesores y ganchos
Ganchos y asesores como conjunto conforman un grupo de actores cuyo rol principal en el programa es animar el debate
y presentar los aspectos más polémicos o secretos del pretendiente para desenmascararlo y así generar momentos televi-
sivos. Pese a formar parte del programa y no tener nada en juego, a diferencia de los tronistas y los pretendientes, supo-
nen el contrapunto con la presentadora. Ante la libertad que no tiene la presentadora, pueden y deben criticar cualquier
aspecto que deseen para llevar a cabo su función, si bien sus opiniones, al no contar con la autoridad y el poder que sí
tiene la primera, suelen ser ignoradas y rebatidas por los pretendientes. Por lo tanto, pese a poder ayudar a la articulación
completa que se desprende del programa, deben considerarse como un elemento secundario y menos poderoso que los
anteriores.
Por lo general tienden a realizar más valoraciones de los hombres que de las mujeres (Hombres: 171; Mujeres: 69; χ2 =
19,810, p< ,001) y, al igual que con los rivales, suelen realizar valoraciones negativas sobre los tres dimensiones juzgadas,
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a saber, conducta (141 valoraciones, 69,5% negativas), identidad (104 valoraciones, 80,8% negativas) y aspecto físico (24
valoraciones, 79,2% negativas). Son cifras elevadas que colocan al conjunto formado por actores y ganchos como el actor
más crítico con los pretendientes sólo por detrás de ellos mismos cuando actúan como rivales.
Respecto la dimensión conductual, encontramos una relación significativa entre género y valencia (χ2 = 7,897, p = ,005;
V = , 237). Mientras que no hay diferencias en el número de valoraciones negativas, los hombres tienden a recibir más
comentarios positivos que las mujeres (Hombre: 34; Mujer: 9; χ2 = 14,535, p< ,001). Respecto a la dimensión identitaria, no
encontramos una relación significativa entre género y valencia (χ2 = 0,317, p = ,573; V = ,055), aunque los hombres reciben
más comentarios negativos que las mujeres (Hombre: 56; Mujer: 28; χ2 = 9,333, p = ,002). Respecto a la dimensión física,
la mayoría de comentarios conciernen a la imagen de los pretendientes, no hallándose ningún comentario acerca del
cuerpo de las mujeres.
Los asesores y ganchos, por lo general, valoran de forma negativa a las mujeres criticando su conducta hacia el tronista y
sus modos de conquista, a partir de comentarios como “besas porque no tienes más recursos de conquista”, “parece que
eres muy suelta en la calle” o“te restriegas mucho de primeras”. Si hace lo contrario, encontramos comentarios como “no
huyas del contacto físico con tu tronista o se pensará que no le gustas”. En relación a la personalidad, ésta es machacada
con comentarios tipo “rastrera, “no tienes dignidad” o “no tienes autoestima”. En este caso hay mucha diferencia con los
pretendientes, quienes también son el blanco del rol crítico que juegan los asesores y los ganchos en el programa, pero
con un contenido discursivo totalmente diferente y no tan humillante. A éstos les dedican comentarios del estilo “sólo
sabes conquistar con regalos”, “no te atreves a quitarte la camiseta y enseñar los abdominales”, “pareces más un fan que
un conquistador” y los comunes “fijarte en otras” y “estar aquí por salir por la televisión y no por la tronista”.
5. Conclusiones
Los resultados obtenidos permiten dar respuesta a varias de las preguntas de investigación previamente planteadas. En
primer lugar, las valoraciones negativas tienden a tener una mayor presencia que aquellas positivas en los juicios emiti-
dos por la mayoría de actores del programa MYHYV. En la línea de los artículos de Mendible (2014) y Menéndez (2016), los
pretendientes son humillados públicamente a modo de sacrificio mediático como parte del programa antes de conseguir
el premio redentor. No sorprende, por lo tanto, la poca combatividad de los pretendientes ante la crítica constante, ya que
se establece una especie de pacto mediático que intercambia fama y cuota de pantalla por el permiso de ser humillado
públicamente mediante críticas y burlas sin límites.
Aquellos que llevan más tiempo en el negocio televisivo han interiorizado el pacto, mientras que los novatos todavía
sufren ante el acoso que reciben por parte de los actores del programa, especialmente por rivales y asesores. En esos
momentos, es habitual escuchar conversaciones a modo de consejo de los veteranos a los novatos con sentencias del
estilo “aquí nos critican a todos, tienes que acostumbrarte”, “no te preocupes, a mí también me atizaban” o “bueno, ya
sabes lo que te espera al venir aquí”. Aquellos con más recorrido televisivo, principalmente los tronistas, encajan mejor las
críticas y, aunque momentáneamente pueden derrumbarse, resisten e incluso contraatacan. En cambio, los primerizos
no muestran tanto aguante y es habitual que muchos de ellos acaben llorando en pantalla, salgan de plató por ataques
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de ansiedad o pidan ayuda psicológica a la dirección del programa para “poder sobrellevar las críticas” según los propios
pretendientes.
Como si se tratara de una prueba de fuego para ver quien vale y quien no, o quien está dispuesto a aguantar y quien no, el
trato humillante no es progresivo y ya desde el primer día los pretendientes y las pretendientas se enfrentan a esa dinámi-
ca vejatoria. Los participantes no sólo son valorados negativamente en cuanto a su conducta hacia el tronista o hacia otros
elementos del programa, sino que también permiten que esa actitud crítica alcance a su personalidad, sus habilidades y
sus decisiones personales pasadas y presentes sobre elementos que no tienen nada que ver con el programa. De hecho,
esa rutina de la humillación en la que viven los pretendientes no sólo es aceptada sino potenciada por ellos mismos, al ser
ellos los propios actores a modo de rival directo quienes fomentan una espiral de humillación y mueren atacando a sus
iguales. Como cabía esperar, son los rivales como actor aquellos que más porcentaje de valoraciones negativas presentan.
La tendencia mayoritaria hacia la crítica encuentra su blanco favorito en la identidad en primer término y en segundo
lugar en la conducta, dejando el físico como lo única dimensión valorada en positivo, aunque únicamente cuando los
pretendientes son hombres. Si en algún momento ese límite se traspasa, esa conducta es afeada por la presentadora y por
el resto de actores, lo que se revela como el intento de establecer una falsa educación en determinados valores que oculta
una degradación del sujeto todavía mayor. Esa línea, parece ser que podría ser catalogada casi de editorial del programa,
es potenciada por los tronistas como actor ya que presentan un porcentaje elevado de valoraciones positivas hacia los
pretendientes en relación a la dimensión física independientemente de si son hombres o mujeres. Incluso, cuando han
de descartar a un nuevo pretendiente intentan no hacer mención a la belleza o a su ausencia, aunque ése sea el único
elemento que están pudiendo valorar al no conocerse de nada.
El programa presenta en ese sentido un doble discurso guiado por las intervenciones de la presentadora que obedece
a la voluntad de aparecer ante los ojos de la opinión pública como un contenido depurado y dejar el tono maleducado,
machista o retrógrado encapsulado en las opiniones personales de los colaboradores y pretendientes. Este doble discurso
presenta a la conductora del programa como la voz de la conciencia o, en el mejor de los casos, como una profesora de
instituto que debe poner límites a los demás actores. En este sentido, a lo largo de las emisiones les pide educación, con-
trol e incluso les corrige cuando conjugan mal ciertos verbos. Esa esquizofrenia discursiva también se revela cuando la
corrección política obliga a establecer ciertos límites, ridículos en su aplicación por parte del programa, ya que se censura
cierto vocabulario como “joder”, “puta” o “estoy hasta los cojones, pero se permite que un tronista critique la conducta de
una pretendienta que ha ido al cine con un amigo porque no debería quedar con otros chicos, hasta que ella pide perdón
y promete no volverlo a hacer por miedo a ser expulsada.
En otras ocasiones, y sin venir a cuento, la presentadora emite algún tipo de comentario que simula una proclama femi-
nista al decir, por ejemplo, “las chicas también pueden hacer lo que quieran” para que el público aplauda y se enmascare
el discurso latente denigrante para los hombres y más aún para las mujeres. A modo de simulación, se trata de sacudirse
el fantasma del machismo exclusivamente desde el discurso y sólo en momentos puntuales, cuando el programa permite
y aplaude micromachismos que consolidan y reproducen una distinción de géneros en torno al amor, la sexualidad y
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la propia personalidad desiguales, y que son alimentados tanto por los actores masculinos del programa como por los
femeninos.
Si la dimensión física parece ser una cuestión intocable, el resto de dimensiones no lo es en absoluto. Las críticas a la di-
mensión conductual son estrechamente seguidas por las valoraciones negativas de la identidad de los pretendientes. Esta
tendencia a la humillación a todos los niveles está presente todavía con mayor impacto hacia las pretendientas. Ellas son
valoradas en más ocasiones y por lo general reciben más críticas que halagos en la mayoría de dimensiones conductuales
e identitarias, recibiendo valoraciones negativas y positivas por igual únicamente en relación a sus conductas hacia el
tronista y sus habilidades. Es más, no existe ninguna dimensión donde las mujeres reciban más halagos que críticas, algo
que sí ocurre cuando a los hombres se les valora el cuerpo y sus habilidades.
Si bien existen diferencias entre las valoraciones de pretendientes y pretendientas, estas diferencias cobran una magnitud
aún mayor cuando se va más allá del mero análisis de frecuencias y nos detenemos en el contenido de dichas valoracio-
nes. Existe una descalificación común emitida por la mayoría de actores hacia los pretendientes de género masculino
consistente en “ser poco hombre”. A priori vacía y desprovista de significado, sólo puede calificarse como insulto en el
propio universo desde el cual se articula, esto es, a partir del propio discurso y los valores del programa que son total-
mente machistas y contemplan los géneros desde una perspectiva machista y retrógrada. En ese mismo sentido hay que
leer otras supuestas críticas hacia las mujeres como “ser demasiado masculina” o afirmaciones del estilo “yo sí soy una
mujer”. Tales afirmaciones toman los referentes del programa para proyectarse desde la pantalla al público y distorsionar
gravemente los géneros, sus roles y sus atributos.
El programa presenta una colección de rasgos, ya sean físicos o psicológicos, y conductas deseables comunes tanto a los
pretendientes como a las pretendientas, si bien se establecen ciertas diferencias. No se trata de que directamente una
acción esté bien hecha si la hace un hombre y mal hecha si la hace una mujer o viceversa, si no de un moldeado más sutil
acerca de valores asociados a la masculinidad y la feminidad. MYHYV reproduce un amor exclusivamente monógamo y
heterosexual basado en una confianza que acaba siendo control, en una entrega que acaba siendo sumisión y en una li-
bertad sexual que nunca es igual para chicos y chicas. El papel reservado para ellas es el de necesitar un hombre más listo
que ellas para cuidarlo, que les mime y sea comprensivo pero que “les de caña, y quedarse a su lado. Ellos, en cambio,
han de ser luchadores e independientes, protectores y proveedores, y por eso se les permite ser más bruscos y exigentes.
El programa intenta presentar una relación de igualdad entre sus miembros que luego niega en las valoraciones que
nutren y articulan su discurso. La conquista mediática resultante supone una relación desigual a varios niveles, uno que
está implícito en las reglas del programa y por las cuales el tronista siempre tiene más poder que los pretendientes, pero
por otro lado el de cierto poder masculino comprensivo, protector y al que se le exculpa la terquedad y los celos, ante una
feminidad que debe ser siempre cumplidora, atenta y sensual para poder retener al hombre con ella. Esa desigualdad se
intenta enmascarar constantemente tras un doble discurso articulado por la dirección del programa en torno a la presen-
tadora y que se pretende mostrar “en portada” incluso con el nombre del programa, MYHYV. El nombre invita a crear una
imagen mental de igualdad entre hombres y mujeres, siempre decantado hacia la humillación de los pretendientes, que
el contenido discursivo de sus actores niega.
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La humillación mediática de los pretendientes en «Mujeres y Hombres y Viceversa» a partir del doble discurso...
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Consideramos que el presente estudio constata la polémica existente en torno al programa y su ubicación en horario pro-
tegido y ofrece dos interesantes líneas para futuras investigaciones. En primer lugar, la humillación de los participantes
en dating shows y realities en general y su aceptación voluntaria como parte del juego y la recompensa. En segundo lugar,
los estereotipos en base al género que se construyen mediáticamente en los programas relacionados con el amor y la se-
xualidad y los efectos que pueden comportar en el público en términos de aprendizaje vicario y modelado, especialmente
en los adolescentes que consumen tal contenido mientras buscan y construyen su identidad.
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Article
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Con esta investigación se analiza la construcción de la identidad de género a través del programa de televisión “Mujeres y Hombres y Viceversa”, a partir de las teorías de la percepción y construcción social (Cuesta, 2006) y en base a los modelos del aprendizaje social (Bandura y Walters, 1963). Se plantearon unas hipótesis derivadas de los mismos para analizar (1) las expectativas de rol de género, (2) desarrollo y activación de expectativas de rol, (3)integración de estrategias de procesamiento de la información, (4) influencia grupal e individual, (5) consecuencias de la conducta modelo (6) establecimiento de expresiones, respuestas y conductas nuevas, (7) “efecto tercera persona” (Davison, 1993), (8) tipo de rasgos conductuales, roles profesionales y características físicas en jóvenes. Se empleó una metodología cualitativa a través de la realización de focus group en jóvenes universitarios. Los resultados confirmaron las hipótesis planteadas, validando la importancia del programa de televisión “Mujeres y Hombres y Viceversa” en la construcción de la identidad de género. Los autores proponen sugerencias para posibles líneas de investigación, más específicamente especialmente el análisis de la categoría “machismo” y de otros programas televisivos: especialmente reality shows, talk shows y sitcoms.
Article
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We assessed the appeal of reality TV by asking 239 adults to rate themselves on each of 16 basic motives using the Reiss Profile standardized instrument and to rate how much they watched and enjoyed various reality television shows. The results suggested that the people who watched reality television had above-average trait motivation to feel self-important and, to a lesser extent, vindicated, friendly, free of morality, secure, and romantic, as compared with large normative samples. The results, which were dose-dependent, showed a new method for studying media. This method is based on evidence that people have the potential to experience 16 different joys. People prefer television shows that stimulate the feelings they intrinsically value the most, which depends on individuality.
Article
Este artículo sigue el camino de mirar a través de ciertos conceptos que están impregnados de matices estéticos para detenerse en la caracterización del espectáculo de la contemporaneidad.
Chapter
This chapter presents an integrated understanding of various impression formation processes. The chapter introduces a model of impression formation that integrates social cognition research on stereotyping with traditional research on person perception. According to this model, people form impressions of others through a variety of processes that lie on a continuum reflecting the extent to that the perceiver utilizes a target's particular attributes. The continuum implies that the distinctions among these processes are matters of degree, rather than discrete shifts. The chapter examines the evidence for the five main premises of the model, it is helpful to discuss some related models that raise issues for additional consideration. The chapter discusses the research that supports each of the five basic premises, competing models, and hypotheses for further research. The chapter concludes that one of the model's fundamental purposes is to integrate diverse perspectives on impression formation, as indicated by the opening quotation. It is also designed to generate predictions about basic impression formation processes and to help generate interventions that can reduce the impact of stereotypes on impression formation.
Article
This article is based on a much longer paper published in German in Ernst Forsthoff and Reinhard Horstel (Eds.) Standorte im Zeitstrom: Festschrift fur Arnold Gehlen. Zum 70. Geburtstag am 29.1.1974. Frankfurt am Main: Athenaum, 1974. The longer version documents in detail (33 tables) the results of surveys conducted to test the propositions contained in the five hypotheses presented in this article. The propositions are confirmed or refuted, or they are tentatively supported by the data, or they await further testing. Research is being continued. A complete English translation of the paper is available to interested scholars upon request.
Article
Past research has revealed associations between television viewing and sexual attitudes and behaviors. We examined a burgeoning new television genre, reality dating programs (RDPs). Undergraduate students (ages 18–24) reported their overall television viewing, their RDP viewing, and their involvement with RDPs (watching in order to learn and watching in order to be entertained). They also completed measures of attitudes toward sex, dating, and relationships, and answered questions about sexual behavior. Most participants were occasional or frequent viewers of at least one RDP. Men reported using RDPs for learning more than did women; there was no gender difference in use of RDPs for entertainment. Total amount of RDP viewing was positively correlated, for both men and women, with adversarial sexual beliefs, endorsement of a sexual double standard, and the beliefs that men are sex-driven, that appearance is important in dating, and that dating is a game. In all cases, however, these relationships were partially or totally mediated through viewer involvement. Men and women who watched RDPs tended to be less sexually experienced; there were few other correlations with sexual behaviors.